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Hay que decir, sin embargo, que se trata de una película luminosa, dentro de
los límites del tipo de cine del que se propone ser parte. Esto es: productos
para un público infantil, cuyos ojos han sido malformados por las imágenes de
gráficos por computadora en 3D estereoscópico de Pixar y Dreamworks
Animation. Pequeños héroes utiliza una técnica similar, incluida la captura de
movimientos –los productores aseguran que es un film pionero en América
Latina por lo que respecta a la motion capture–. Se trata de cumplir las
exigencias de un mercado que necesariamente debe ser internacional por la
envergadura del proyecto.
Todo eso, sin embargo, es inherente al tipo de film que se propone ser
Pequeños héroes, y hay que recalcar que es una película bien lograda dentro
de los límites del entretenimiento. Por algo la seleccionaron para el Festival de
Annecy. Cuando se estrene en Venezuela, sin embargo, le caerá la maldición
de la Villa del Cine, y el debate se centrará en cuánto dinero puso el Estado
venezolano en este proyecto, cuál es su aporte al desarrollo de la animación en
el país y la injusticia que significa que a unos les den tanto y a otros tan poco.
Se pasará por alto, en cambio, la derrota del ojo ante un cine en el que la
magia de la imagen animada no puede apreciarse libremente por sí misma,
sino que está subyugada a una función narrativa, y el sonido la acompaña en
esa esclavitud. La película seguramente se convertirá –¡por fin!–, en modelo
de lo que debe ser la animación venezolana “de verdad”, contra el desafío que
es para la percepción, y la aventura visual y auditiva que significa disfrutar de
los precarios cortos de José Castillo, por ejemplo, una de las figuras de mayor
trascendencia del cine nacional aunque haya vivido casi siempre al borde de la
indigencia. También pondrá fin a la necesaria pregunta sobre qué es la
animación, planteada por los insólitos largometrajes con figuras de cerámica
sin movimiento de Edmundo Aray –el primero de ellos sobre el Libertador
(Bolívar, ese soy yo, 1994)–. Pequeños héroes parece estar destinada a generar
una rotunda y sepulcral certeza comercial y “estética” en el cine venezolano.