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Gamba
Salvador Allende sigue siendo motivo de reflexión para el cine, a 42 años del
golpe de Estado que puso fin a la vía democrática al socialismo intentada en
Chile por el gobierno de la Unidad Popular. Miguel Littín considera que no es
un tema agotado, y dedicó su más reciente filme, Allende en su laberinto
(2014), a la jornada en la que el “compañero presidente”, como lo llamaban,
perdió la vida y comenzó la dictadura de 17 años de Augusto Pinochet.
Littín fue designado para presidir el estudio del Estado, Chile Films, durante el
gobierno de Allende, y dirigió Compañero presidente (1971), película en la
que el presidente socialista, partidario de la lucha electoral, es entrevistado por
un teórico de la guerrilla: Régis Debray. Fue además director de una obra
monumental que podría ser inscrita en la que Raúl Ruiz llamaba “cultura
Quilapayún” –La tierra prometida (1973), coproducción con Cuba terminada
en el exilio–, pero también de un filme de sandinismo en almíbar: Alsino y el
cóndor (1982). Por si fuera poco, tiene fama de cineasta intrépido. Se infiltró
en su país, en plena dictadura, para filmar Acta general de Chile (1986).
Gabriel García Márquez lo contó en La aventura de Miguel Littín clandestino
en Chile.
También queda fuera de campo el ajedrez político. Desde poco después del
comienzo, cuando un emisario informa a Allende que la Unidad Popular no lo
acompaña y se entera de que Pinochet no responde sus llamadas porque está al
frente del golpe, la suerte está echada. Lo real y lo imaginario, lo que sucede y
lo que podría suceder, se mezclarán y confundirán irónicamente en la
narración modernista que se irá desarrollando, y las pocas cosas que pasan se
alternan con reflexiones en las que el presidente dice lo que el director quiere
que diga.