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LEGISLACIÓN LABORAL Curso: Petróleos 3A

TRABAJOS DE
INVESTIGACIÓN
FORMATIVA Nombre:

El Concertaje

Los trabajadores o “peones” vivían en las haciendas con sus familias. Se “concertaban”
(comprometían) con los dueños, los “patrones” para el trabajo. Por eso se llamaban
“conciertos”. Tenían un salario, pero nunca lo recibían, porque estaban endeudados con los
patrones. Los peones pedían adelantos en dinero al patrón para poder pagar impuestos y
compromisos religiosos, como bautizos, matrimonios, entierros y otros. La relación entre
peones y patrones era libre solo en teoría. En realidad era una forma de trabajo obligatorio,
ya que el patrón podía encarcelar al peón para que pagara la deuda. A veces, los peones
recibían del hacendado una porción de tierra, el “huasipungo”, que lo trabajaban con su
familia. Por ello se llamaban “huasipungueros”. Las deudas no terminaban ni con la muerte
del peón concierto. Pasaban a su viuda y a sus hijos. El trabajador estaba sometido al
patrón, que contaba con el apoyo del clero y las autoridades del Estado. El cura párroco
predicaba la sumisión y cobraba por los servicios religiosos que perpetuaban la deuda. El
teniente político de la parroquia y otras autoridades podían mandar a la cárcel a quienes no
pagaban la deuda. Había concertaje en todo el país, pero era más fuerte en la Sierra.

Mitas

Fue el trabajo obligatorio que tenían que cumplir los indígenas en las minas, aunque éstas
hubiesen estado situadas en lugares remotos, inhóspitos o fríos.

“La mita consiste en que todos los pueblos deben dar a las haciendas de su pertenencia un
número determinado de indios para que se empleen en su trabajo y otro número se asigna a
las minas, cuando habiéndolas registrado sus dueños han conseguido que se les conceda
mita para hacer sus labores con más conveniencia.” Jorge Juan y Antonio de Ulloa.-
Noticias Secretas de América.

Los “mitayos” eran movilizados de acuerdo con reglamentos establecidos por los cabildos,
de tal manera que sólo podían ser sacados de sus pueblos en grupos de cien en cien, no más
y a cada uno se le asignaba un salario de un Real.

Tuvieron características realmente inhumanas por el trato que recibían los indígenas por
parte de los españoles, quienes los convirtieron en verdaderos esclavos, pues
frecuentemente, las disposiciones de los cabildos quedaban burladas y los indios no
recibían ni siquiera su salario, además, eran mal alimentados y maltratados, y se les exigía
en cambio un rendimiento mayor al de sus propias fuerzas, por lo que muchos de ellos
murieron cumpliendo su penoso trabajo.

Las “mitas”, con sus abusos y atrocidades, fueron denunciadas repetidas veces durante la
colonia por varios misioneros y científicos; tal es el caso de las revelaciones realizadas por
Jorge Juan y Antonio de Ulloa en sus “Memorias Secretas”. Posteriormente, por el año
1812, en las propias Cortes de Cádiz el patriota guayaquileño Dr. José Joaquín Olmedo
luchó abiertamente por obtener su abolición.

Fue célebre el discurso ante dichas Cortes en el que Olmedo dijo: “¿Pero por qué me he
detenido a referir los males, los abusos y perjuicios que traen consigo las mitas, cuando
para ser abolidas les basta el ser en sí injustas, aunque fueran ventajosas? Esta injusticia se
funda (y ya no son precisas las pruebas) en que la mita se opone directamente a la libertad
de los indios, que nacieron tan libres como los reyes de Europa. Es admisible, señor, que
haya habido en algún tiempo razones que aconsejen esta práctica de servidumbre y de
muerte; pero es más admirable que haya habido leyes que la manden, reyes que la protejan
y pueblos que la sufran.”

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