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Como Hijo de un Padre Bueno, Hijo obediente Juan 5:19, “Por eso Jesús, les
decía: En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su
cuenta, sino lo que ve hacer del Padre; porque todo lo que hace el Padre, eso
también hace el Hijo de igual manera”, Juan 15:10, “Si guardan mis
mandamientos, permanecerán en mi amor, así como Yo permanezco en el
amor del Padre, guardando sus mandatos. Mateo 26:39, “Y adelantándose un
poco, cayó sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, que
pase de mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras”
Jesús nos viene a mostrar a su Padre que es nuestro Padre, y nos indica el
camino para ser Feliz, obedecer y amar a Dios sobre todas las cosas, y aceptar
su voluntad por muy dolorosa que esta pueda ser en esta vida, tendremos la
vida eterna por herencia.
Como Dios Verdadero, revelación perfecta de Padre. Juan 14:28, “Ya han
oído lo que les dije: Me voy, pero vengo a ustedes. Si ustedes me amaran, se
alegrarían de que voy al Padre, pues el Padre es mayor que Yo”. La única
forma de que nosotros conozcamos a Dios es reconociéndolo en el mismo
Jesús. El no revela “cosas” sobre Dios, sino que Jesús es la forma humana,
vital, de decírsenos Dios. En el decir y actuar de Jesús se transparenta, realiza
y comunica humanamente Dios. En Jesús ha tenido lugar la manifestación
plena e irrepetible de Dios a los Hombres. Por su medio Dios se ha hecho
presente entre nosotros de un modo nuevo y único. El es la revelación única
y excepcional de Dios, ya que en la expresiones de su actuar humano se
vuelve visible un Dios invisible. En sus palabras y gestos tomamos conciencia
de lo que Dios es para el Hombre: amor y perdón, denuncia y exigencia,
donación y presencia, elección y envío, compromiso y fuerza. “No hay más
que un Dios y no hay más que un mediador entre Dios y los hombres, un
hombre, el mesías Jesús” (1Tim 2,5) Cristo, el Hijo de Dios, es la raíz misma de
todo sacramento. Y cada sacramento tiene que ser revelación de Dios, el Dios
que se nos ha revelado en Jesús.
La Iglesia Católica ha sido querida por Dios, Él ha querido que sea una sola,
una sola Fe, un solo Vicario. La fidelidad a estas verdades es lo que nos
mantiene unidos y nos mantendrá unidos a la promesa y al corazón de Dios.
Lo ratifican estas palabras: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia” Mt 16,18; “Y he aquí que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el
Fin del mundo” Mt28, 20. No los ha prometido el Señor: Si permanecimos
unidos a Él, Él permanecerá en nosotros.
4.- Ira: Se opone a la virtud de la prudencia y que conduce a dar culto al Dios de
la discordia y de la división.
Es aquí donde debemos ser testigos, teniendo una visión de la realidad del
mundo, que nos permita compartir las angustias que surgen por la alteración
de los valores, conocer la raíz de los males para así poder atacarlos, tener
claro la tendencia de la sociedad hacia el futuro. Aprender a ver de todas las
cosas lo bueno que Dios quiere sacar de ellas <<Vio Dios que era bueno>>
(Gen.1,31) y devolver a todas las cosas el sentido original que Dios le dio, su
verdadera finalidad.
El Señor en el evangelio nos invita a leer los signos de los tiempos para saber
cuando viene (Cf. Lc 12,54-59). En el Concilio Vaticano II supuso una lectura
de “los signos de los tiempos”. Cambiaron muchas cosas: liturgia,
costumbres, lenguaje, etc. Eran necesario adaptarse a la realidad del siglo XX.
La Iglesia supo discernir los acontecimientos y se adaptó. Pero habían cosas
que no podían cambiar: el Papa sigue siendo el vicario de Cristo en la Tierra;
En la Eucaristía está verdaderamente presente Cristo Jesús y la caridad sigue
siendo el mandamiento nuevo. No hay lugar a dudas. Los tiempos cambian
pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y permanecerán
eternamente.
Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia
humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del
perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la virtud de la
misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay verdadera
justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume, adaptada a los
tiempos, pero en realidad no somos más que una fotocopia de cristiano.
Debemos saber reconocer los medios que están a nuestra disposición, tanto
de carácter individual como colectivos.
CONCLUSIÓN
5.- El Estudio nos dará elementos para apoyar nuestra Fe y Esperanza, para
ser hombres de hoy para la Iglesia de hoy, para ser hombres de hoy que
construyen el mañana.
6.- El Estudio no solo debe darnos conocimiento, sino que permitirnos tener
una actitud de conversión, “METANOIA”, en base a la cual podremos dar la
respuesta adecuada, personal, libre y consciente que Dios nos pide a cada
uno: SER SANTO.
FIN