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EL CONOCIMIENTO
BÍBLICO
UN COMENTARIO EXPOSITIVO
ANTIGUO TESTAMENTO
TOMO 5
ISAÍAS–EZEQUIEL
Editores en inglés
John F. Walvoord
Roy B. Zuck
Responsables de la edición en castellano:
Julián Lloret
Jack Matlick
Se dio término a la impresión de este libro el 26 de enero de 2001 en los talleres de Ediciones Las
Américas, A. C.
Contenido
Dedicatoria de la edición en castellano
Introducción
Editores, autores y traductores de las ediciones en inglés y castellano
Prefacio
Lista de abreviaturas
Gráfica de transliteraciones hebreas y griegas
Comentario de Isaías
Comentario de Jeremías
Comentario de Lamentaciones
Comentario de Ezequiel
Apéndice de mapas, gráficas y tablas
Dedicatoria
El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expositivo se dedica al creciente número de
lectores y estudiosos de la Biblia de habla hispana. Los distintivos de este Comentario son
muchos, pero uno de los más sobresalientes es que comunica en forma concisa y clara el sentido
del texto bíblico. Será muy útil para quienes aman la palabra de Dios, las Sagradas Escrituras,
que nos hacen sabios para conocer “la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”.
Agradecemos por este medio a los numerosos amigos que nos han ayudado a comenzar y
perseverar en la publicación de esta edición en castellano:
▪ A los traductores, hombres y mujeres bien entrenados en el conocimiento de la Biblia y
capacitados para traducir fielmente el texto del Comentario.
▪ Al personal de la casa publicadora, Ediciones Las Américas, A.C., Puebla, México.
▪ A la Junta Directiva y la Administración de CAM Internacional que aprobaron este gran
proyecto con entusiasmo.
▪ A los fieles amigos de CAM Internacional que ofrendaron para realizar la publicación de los
primeros tomos.
▪ A los colegas en el ministerio cristiano que nos animaron con sus palabras de estímulo; en
especial a los editores generales de la edición original en inglés.
Julián Lloret
Jack Matlick
Introducción
La publicación de El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expo sitivo es fruto de un largo e
histórico enlace fraternal entre varias instituciones: el Seminario Teológico de Dallas, Texas,
cuyo personal docente escribió el comentario original en inglés. Por otro lado, los editores,
traductores y personal técnico de esta publicación en castellano provienen de CAM Internacional
(antes llamada Misión Centroamericana) y de Ediciones Las Américas, A.C. El espíritu de
cooperación entusiasta entre todos para publicar esta obra es motivo de alabanza a Dios.
Editores generales de la edición en inglés
John F. Walvoord B.A., M.A., Th. M., Th.D., Roy B. Zuck B.A., Th.M., Th.D. Profesor titular
D.D., Litt.D. Canciller, Ministro Representante yemérito de Exposición Bíblica, Editor de
Profesor Emérito de Teología Sistemática del Bibliotheca Sacra, Seminario Teológico de
Seminario Teológico de Dallas. Dallas.
Kenneth L. Barker, B.A., Th.M., Ph. D., Director Ejecutivo del Centro de Traducción de la
NVI. Exprofesor titular de estudios veterotestamentarios, Seminario Teológico de Dallas.
Eugene H. Merrill, B.A., M.A., M.Phil., Ph.D., Profesor Titular de Estudios
Veterotestamentarios, Seminario Teológico de Dallas.
Gonzalo Sandoval L.
Bernardino Vázquez
John A. Martin, A.B., Th.M., Th.D., Ph.D., Charles H. Dyer, Decano encargado de
Presidente del Colegio Central, McPherson, procesar alumnos nuevos, Profesor Asociado de
Kansas (Exdecano de la Facultad y Profesor de Exposición Bíblica, Seminario Teológico de
Exposición, 1978–90), Seminario Teológico de Dallas, Tex.
Dallas, Tex.
Bernardino Vázquez, Prof. en Pedagogía, Lic. Elizabeth Cantú de Márquez, Jefe del
y M.A. en Biblia, SETECA, Profesor de Inglés, Departamento Editorial, Ediciones Las
Instituto Anglo-Mexicano de Cultura A.C. Américas, A.C.
1. General
a.C. antes de Cristo
a.m. antes meridiano
aprox. aproximadamente
ar. arameo
A.T. Antiguo Testamento
ca. cerca de
cap., (s) capítulo (s)
cf. Confer (compare)
cm., (s) centímetro (s)
d.C. después de Cristo
ed. edición, editado
eds. editores
e.g. por ejemplo
et al y otros
etc. y otras (cosas)
fem. femenino
gr. griego
hebr. hebreo
íbid en el mismo lugar
i.e. esto es
imper. imperativo
imperf. imperfecto
ing. inglés
kg., (s) kilogramo (s)
km., (s) kilómetro (s)
lit. literalmente
m. murió, muerto
mar. margen, lectura marginal
masc. masculino
ms., mss. manuscrito, manuscritos
mt., (s) metro (s)
n., ns. nota, notas
neut. neutro
n.p. no se sabe quién lo publicó
N.T. Nuevo Testamento
núm., (s) número, números
pág., (s) página, páginas
párr., (s) párrafo, párrafos
part. participio
pas. pasivo
perf. perfecto
pl. plural
p.m. pasado meridiano
pres. presente
pron., (s) pronombre (s)
s. siglo
sem. semítico
s.f. sin fecha
sing. singular
TM texto masorético
trad. traducción, traductor
V. véase
v., vv. versículo, versículos
vb., (s) verbo, (s)
vol., (s). volumen, volúmenes
vs. versus
2. Libros de La Biblia
Antiguo Testamento
Gn. Génesis
Éx. Éxodo
Lv. Levítico
Nm. Números
Dt. Deuteronomio
Jos. Josué
Jue. Jueces
Rt. Rut
1,2 S. 1,2 Samuel
1,2 R. 1,2 Reyes
1,2 Cr. 1,2 Crónicas
Esd. Esdras
Neh. Nehemías
Est. Ester
Job Job
Sal. Salmos
Pr. Proverbios
Ec. Eclesiastés
Cnt. Cantares
Is. Isaías
Jer. Jeremías
Lm. Lamentaciones
Ez. Ezequiel
Dn. Daniel
Os. Oseas
Jl. Joel
Am. Amós
Abd. Abdías
Jon. Jonás
Mi. Miqueas
Nah. Nahum
Hab. Habacuc
Sof. Sofonías
Hag. Hageo
Zac. Zacarías
Mal. Malaquías
Nuevo Testamento
Mt. Mateo
Mr. Marcos
Lc. Lucas
Jn. Juan
Hch. Hechos
Ro. Romanos
1,2 Co. 1,2 Corintios
Gá. Gálatas
Ef. Efesios
Fil. Filipenses
Col. Colosenses
1,2 Ts. 1,2 Tesalonicenses
1,2 Ti. 1,2 Timoteo
Tit. Tito
Flm. Filemón
He. Hebreos
Stg. Santiago
1,2 P. 1,2 Pedro
1,2,3 Jn. 1,2,3 Juan
Jud. Judas
Ap. Apocalipsis
3. Versiones de La Biblia
BD Biblia al Día
BC Bover Cantera
BLA Biblia de las Américas
BJ Biblia de Jerusalén
HA Hispanoamericana (N.T.)
LA Latinoamericana
LXX Septuaginta
NC Nácar Colunga
NVI95 Nueva Versión Internacional, 1995
NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999
RVA Reina Valera Actualizada
RVR09 Reina-Valera Revisión 1909
RVR60 Reina-Valera Revisión 1960
RVR77 Reina-Valera Revisión 1977
RVR95 Reina-Valera Revisión 1995
TA Torres Amat
Taizé Versión Ecuménica
VM Versión Moderna
VP Versión Popular (Dios Habla Hoy)
Vul. Vulgata Latina
Gráfica de transliteraciones hebreas y griegas
Hebreo
Consonantes
א ’
בּ b
ב ḇ
גּ g
ג g̱
דּ d
ד ḏ
ה h
ו w
ז z
ח ḥ
ט ṭ
י y
כ k
כ ḵ
ל l
מ m
נ n
ם s
ע ‘
פּ p
פ p̱
צ ṣ
ק q
ר r
שׂ ś
שׁ š
תּ t
ת ṯ
Dagesh forte se representa por la duplicación de la letra
Vocalización
בָּ ה bâh
בּוֹ bô
בּוּ bû
בֵּ י bê
בֶּ י bè
בִּ י bî
ָבּ bā
ֹבּ bō
ֻבּ bū
ֵבּ bē
ִבּ bī
ַבּ ba
ָבּ bo
ֻבּ bu
ֶבּ be
ִבּ bi
ֲבּ bă
ֳבּ bŏ
ֱבּ bĕ
ְבּ be
בָּ הּ bāh
בָּ א bā’
בֵּ ה bēh
בֶּ ה beh
Griego
α, ᾳ a
β b
γ g
δ d
ε e
ζ z
η, ῃ ē
θ th
ι i
κ k
λ l
μ m
ν n
ξ x
ο o
π p
ρ r
σ, ς s
τ t
υ y
φ f
χ ̱j
ψ ps
ω, ῳ ō
ῥ rh
‘ j
γγ ng
γκ nk
γξ nx
γχ nj̱
αἰ ai
αὐ au
εἰ ei
εὐ eu
ηὐ ēu
οἰ oi
οὐ ou
υἱ jui
ISAÍAS
John A. Martin
Traducción: Bernardino Vázquez y Diana de Peláez
INTRODUCCIÓN
El libro de Isaías es uno de los preferidos de la Biblia y el más conocido de los escritos
proféticos. Contiene varios pasajes muy familiares a los estudiantes de las Escrituras (e.g., 1:18;
7:14; 9:6–7; 26:8; 40:3, 31; 53). Además, tiene un gran valor literario debido a su hermosa
terminología descriptiva.
Asimismo, contiene mucho material relacionado con la sociedad israelita de cerca del año
700 a.C. Aparte de remarcar los fracasos del pueblo, el profeta hace notar que Dios siempre
conserva un remanente de creyentes por medio del cual él trabaja.
Isaías habló, más que ningún otro profeta, del grandioso reino al que entrará Israel en la
segunda venida del Mesías. También disertó sobre las profundidades del pecado de Israel y las
alturas de la gloria de Dios y su reino venidero.
Autor y fecha. El autor de este libro fue Isaías hijo de Amoz (Is. 1:1). El nombre “Isaías”
significa “Jehová es salvación”. Aunque se sabe más de Isaías que de la mayoría de los profetas
escritores, la información acerca de su persona es más bien escasa. Probablemente residió en
Jerusalén y tenía acceso a la corte. Según la tradición, fue primo del rey Uzías, pero no hay
evidencia sólida que lo confirme. Sí tuvo contacto personal con, al menos, dos reyes de Judá que
fueron descendientes de David (7:3; 38:1; 39:3).
Isaías estuvo casado (8:3). Procreó dos hijos, Sear-jasub (7:3) y Maher-salal-hasbaz (8:3).
Algunos suponen, por la comisión que recibió (cap. 6), que fue sacerdote. Sin embargo, no hay
evidencia en el libro que apoye esa idea.
Se desconoce el año en que murió el profeta, pero es probable que fuera después de la muerte
de Ezequías en 686 a.C. (y, por tanto, en el tiempo en que Manasés reinaba solo, 686–642)
porque Isaías escribió la biografía de ese rey (2 Cr. 32:32). La muerte de Isaías pudo ocurrir
después de la de Senaquerib (Is. 37:38), que fue en 681 a.C. Puesto que el ministerio del profeta
comenzó en el reinado de Uzías (790–739 a.C.) cuando menos ministró durante 58 años (desde
739, cuando murió Uzías [6:1], a 681, cuando Senaquerib murió).
Según la tradición que data del s. II d.C., Isaías murió martirizado a manos del rey Manasés.
Justino Mártir (ca. 100–165 d.C.) escribió que Isaías fue aserrado (cf. He. 11:37).
Como sucede con todos los demás libros proféticos del A.T. (excepto Lm.), este lleva el
nombre de su autor (Is. 1:1). Muchos eruditos modernos dividen la obra en dos o más partes y
afirman que cada una tiene diferente autor. No obstante, según las tradiciones judaicas y
cristianas que tienen bases bastante sólidas, el libro tiene un solo autor. No había surgido
ninguna duda en cuanto a que Isaías es el autor del libro hasta el s. XVIII, en que los críticos
comenzaron a atacar varios libros del A.T., cuestionando su autoría y unidad internas. (V. la
siguiente sección “Unidad”.)
Isaías profetizó en los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, todos monarcas de Judá
(1:1). La extensión de esos reinados (incluyendo sus corregencias) fue así: Uzías (790–739),
Jotam (750–732), Acaz (735–715) y Ezequías (715–686). (V. “Reyes de Judá e Israel y los
profetas preexílicos”, en el Apéndice, pág. 372).
En la historia de Israel, esos años fueron de grandes luchas tanto en el plano político como en
el espiritual. El reino del norte (Israel) se hallaba muy deteriorado en lo político, espiritual y
militar, y a la postre cayó ante el imperio asirio en 722 a.C. Parecía que el reino del sur también
se iba a colapsar y caer ante Asiria, pero pudo resistir el ataque. Durante esos conflictos políticos
y decadencia espiritual, Isaías surgió para proclamar un mensaje al pueblo de Judá, el cual decía
que la nación tenía que confiar en Dios quien, por medio de Moisés y David, había prometido un
reino glorioso. Isaías exhortó al pueblo a que no confiara en Egipto ni en ninguna potencia
extranjera para que lo protegiera, porque el Señor era la única protección que necesitaba.
Los profetas Oseas y Miqueas fueron contemporáneos de Isaías. Muchos han descubierto
varios paralelismos entre los mensajes y terminología de Isaías y Miqueas (V. la Introducción al
libro de Mi.).
El libro de Isaías es el primero de los 17 libros proféticos del A.T., no porque sea el más
antiguo, sino porque es el que más temas abarca en su contenido.
Unidad. Muchos especialistas cuestionan la unidad del libro, argumentando que originalmente
eran dos volúmenes (los caps. 40–66 escritos por un autor conocido como “Deuteroisaías”,
quien, según se cree, vivió durante o después del cautiverio babilónico) o incluso tres (caps.
1–39; 40–55; 56–66 la tercera y última de las divisiones escrita por “Tritoisaías”). Muchos
eruditos conservadores han respondido a los argumentos de sus contrapartes liberales que
cuestionan la unidad del libro. La evidencia para demostrar la unidad de la obra es tanto externa
(evidencia extrabíblica y de otros libros de la Biblia), como interna (evidencia dentro del mismo
libro de Isaías).
1. Evidencia externa. Como ya se dijo, la tradición judaica ha adscrito, de manera
consistente, la autoría de todo el libro al profeta Isaías. Entre los rollos del mar Muerto se
encontró una copia completa del libro, señalando así que la comunidad de Qumrán del s. II a.C.
lo aceptaba como una sola obra. La LXX, trad. gr. del A.T. hebr. del s. II a.C., indica que el de
Isaías, es un solo libro.
Hasta el s. XVIII, en que los liberales empezaron a desafiar este punto de vista, la tradición
cristiana ha dado por sentado consistentemente que Isaías es un solo libro.
Los escritores del N.T. asumieron que Isaías era autor de toda la obra. En el N.T. todas las
secciones principales del libro se citan con el título “Isaías”. E.g., Juan 12:38 atribuye Isaías 53:1
a Isaías, y Juan 12:39–40 hace lo propio con Isaías 6:10. Varios pasajes de Isaías 40–66, que se
citan en el N.T. se adjudican a Isaías (Is. 40:3 en Mt. 3:3; Mr. 1:2–3; Jn. 1:23; Is. 40:3–5 en Lc.
3:4–6; Is. 42:1–4 en Mt. 12:17–21; Is. 53:1 en Ro. 10:16; Is. 53:4 en Mt. 8:17; Is. 53:7–8 en Hch.
8:32–33; Is. 65:1 en Ro. 10:20). Resulta interesante que Isaías se menciona por nombre 22 veces
en el N.T., más que ningún otro profeta del A.T.
Jesucristo aceptó que Isaías era autor de todo el libro. Cuando se le dio el “libro del profeta
Isaías” (Lc. 4:17–19), lo desenrolló y leyó Isaías 61:1–2.
2. Evidencia interna. Algunos términos idénticos aparecen por todo el libro. E.g., “el Santo
de Israel”, un título divino, aparece 12 veces en los caps. 1–39 y 14 ocasiones en los caps. 40–66.
Este título se usa únicamente seis veces en otros lugares del A.T. (2 R. 19:22; Sal. 71:22; 78:41;
89:18; Jer. 50:29; 51:5).
La imagen de la “calzada o camino” aparece en varias partes del libro (Is. 11:16; 19:23; 35:8;
40:3; 62:10). El tema del “remanente” se cita en 10:20–22; 11:11, 16; 28:5; 37:4, 31; 37:32 y en
46:3. El establecimiento de la justicia es un tópico que se presenta en la primera división del
libro (9:7; 11:4; 16:5; 28:6; 32:16; 33:5) y también en la segunda (42:1, 3–4; 51:5). El término
“paz” se menciona 11 veces en los caps. 1–39 y 15 ocasiones en 40–66. “Gozo” aparece 13
veces en 1–39 y 19 veces en 40–66. Además, la palabra hebr. na ‘ăṣûṣ (“zarza”) aparece sólo en
Isaías 7:19 y 55:13 en todo el A.T. (“espinos” de 33:12 es trad. de una palabra hebr. diferente).
Por otro lado, en ambas secciones del libro aparecen pasajes parecidos:
1:15 59:3, 7
1:29 57:4–5
2:3 51:4
10:1–2 59:4–9
28:5 62:3
29:18 42:7
29:23 60:21
30:26 60:19
33:24 45:25
35:6 41:18
La unidad teológica del libro está en favor de que lo produjo un solo autor. Este factor
teológico es una prueba sólida para las personas que creen que la Biblia es la palabra de Dios.
Los caps. 40–55 remarcan el hecho de que Dios liberaría a su pueblo de la esclavitud babilónica.
Por medio de Isaías, Dios predijo que Ciro aparecería en el escenario histórico (44:28–45:1) y
libraría a Judá del cautiverio. En los caps. 40–55 (esp. 43:5–6, 16, 19) se establece el punto
teológico de que Dios estaba comunicando de antemano a su pueblo que retornaría del exilio,
para que creyera en él después de que dicho evento ocurriera. Así, Dios se distinguía
notablemente de los dioses de las naciones vecinas. Como el único soberano, él puede predecir
los acontecimientos de antemano, y esa capacidad comprueba su singularidad en contraste con
los dioses falsos.
Sin embargo, los académicos liberales, negando el elemento profético del A.T., dicen que las
referencias a Ciro significan que los caps. 40–55 debieron producirse después de que éste
gobernó Persia (559–530 a.C.). Pero, si esos caps. se escribieron después del tiempo de Ciro,
significa que Dios no predijo tal hecho y, por tanto, no es diferente a los dioses de las naciones
vecinas de Israel. Por consiguiente, decir que los caps. 40–55 se escribieron después del tiempo
de Ciro, los despoja de validez teológica y los convierte en material con un significado nulo.
Propósito. El propósito primordial de Isaías fue recordar a sus lectores originales que tenían una
relación especial con Dios. Por ser miembros de la nación israelita, conformaban su comunidad
del pacto.
Como otros profetas escritores, Isaías conocía el pacto abrahámico (Gn. 12:2–3; 15:18–21;
17:3–8, 19) en el que Dios promete que Israel (a) disfrutaría de una relación especial con él, (b)
poseería la tierra de Canaán, y (c) sería de bendición a otros.
Isaías también conocía el pacto mosaico dado a Israel en la época del éxodo de Egipto y
repetido por Moisés a la generación de israelitas que estaban a punto de entrar a Palestina. A
través del libro de Deuteronomio, Dios, por medio de Moisés, había prometido que el pueblo,
por ser la comunidad pactada, sería bendecido por él siempre y cuando viviera en conformidad
con el pacto mosaico (e.g., Dt. 28:1–14). Empero, también les advirtió que si no obedecía sus
mandamientos y decretos, experimentaría las maldiciones (castigos) enunciadas en el pacto (Dt.
28:15–68) entre los que se incluyeron el destierro (V. “Los castigos del pacto”, en el Apéndice,
pág. 373).
Sin embargo, en virtud del pacto con Abraham, en el cual Dios prometió bendecir a Israel y
el mundo, Moisés pudo afirmar confiadamente que después de que el pueblo fuera desterrado de
Canaán, algún día el Señor lo recogería y llevaría a la tierra de promisión para establecerlo en su
reino.
Isaías hizo un llamado al pueblo de Judá a que reanudara su relación pactal con Dios en
forma correcta. Señaló a su generación el pecado en que vivía, así como las consecuencias que
éste arrojaría. Dios juzgaría a la nación, pero debido a sus promesas hechas a Abraham, al final
la restauraría a su tierra (cf. Dt. 30:1–5) con todas las bendiciones del reino.
Isaías sabía (por Dt. 28:49–50, 64–67) que Judá estaba destinada a ir al destierro como había
ocurrido tiempo atrás al reino del norte. Por consiguiente, su libro estaba dirigido a dos grupos de
personas: (a) a los de su generación que se habían apartado de sus deberes pactales recibidos a
través de la ley mosaica, y (b) a aquellos que en el futuro estarían viviendo en el exilio. Isaías
exhortó al primer grupo a que recuperara la santidad y obediencia, y al segundo lo consoló
asegurándole que Dios restauraría a la nación a su tierra y establecería su reino de paz y
prosperidad. El tema del “consuelo” predomina en la sección de Isaías 40–66 (“consolar”
aparece en 40:1 [dos veces]; 51:3, 19; 61:2; 66:13 [dos veces]; “consolado” aparece en 49:13;
52:9; 54:11; “consolador” se usa en 51:12 y “consuelo” en 57:18; 66:13) porque aparece 13
veces allí, comparada con una sola ocasión, “consolado” (12:1) en los caps. 1–39.
Temas y teología. Existe cierta dificultad para determinar el tema central de Isaías, alrededor del
cual gravitaría el resto del material. Algunos han sugerido que el libro tiene dos temas, uno se
desarrolla en los caps. 1–39 y otro en 40–66. El tema del juicio parece ser el que se remarca en la
primera parte, y en la segunda, la salvación y el consuelo. Ya que Isaías sigue la teología de
Deuteronomio (el castigo debe infligirse por no vivir en conformidad con el pacto mosaico, antes
de que se dé un tiempo de bendición), sus dos secciones pueden armonizarse. Los caps. 1–39
señalan que el problema de la nación es el pecado y que debía corregirse para poder restablecer
la relación pactal con Dios. El juicio, tema de los caps. 1–39, es la fuerza purificadora que
conduce al perdón de pecados, asunto que se enfatiza en los caps. 40–66 (cf. 27:9). La redención
perfecta de Israel debe provenir del “Siervo de Jehová”, el Mesías, quien realizará lo que el
“pueblo siervo” no pudo. Esto explica la razón por la que aparecen los llamados “cánticos del
Siervo de Jehová” en la segunda sección principal de Isaías (42:1–9; 49:1–13; 50:4–11;
52:13–53:12).
Sin embargo, los caps. 40–66 hacen hincapié en algo más que la redención del pecado; van
más allá, para hablar de un cambio en el cosmos, i.e., la restauración que el Señor hará de su
creación. En los caps. 1–39 se remarca el juicio del pecado; en los caps. 40–66 se discute la
expiación de ese pecado y el cambio resultante en el pueblo y el sistema de cosas. Por tanto,
primero se debe manifestar el juicio para que siga la bendición.
Isaías tenía una apreciación muy elevada de Dios. Se vislumbra al Señor como el iniciador de
los eventos en la historia. Con todo y que él existe aparte y es más grande que toda su creación,
está involucrado en los asuntos de dicha creación.
En el antiguo Cercano Oriente, los nombres de las personas eran más significativos que en la
actualidad. El nombre era un indicio del carácter. El libro de Isaías no es la excepción, porque en
él los significados de los nombres de Dios cumplen una función importante en varias
declaraciones proféticas. Isaías mencionó el nombre “Jehová” (Yahweh) más de 300 ocasiones,
por lo que es el apelativo principal de su libro. Debido a que este es el nombre pactal de Dios,
resulta natural que Isaías lo usara frecuentemente. También usó a menudo el nombre “Dios”
(’ĕlōhîm) en ambas secciones del libro. Es interesante notar que “Dios” aparece seis veces en el
cap. 40 (vv. 1, 3, 8–9, 27–28; pero “Dios” en el v. 18, es trad. del apócope hebr. ’ēl), que
introduce la sección de consuelo para el pueblo pactado. Por ser la Deidad suprema, Dios puede
consolar a su pueblo. (V. algunos comentarios anteriores acerca del tema del consuelo en Is.) El
término ’ēl parece que se usaba como base de una polémica contra otros dioses, porque muchas
veces aparece en la sección en la que el Señor habla de su soberanía sobre los dioses falsos (caps.
40–48). En cuatro ocasiones, Jehová afirma: “Yo soy Dios” (’ēl)—43:12; 45:22; 46:9 (dos
veces). “Dios” (’ăḏōnāy, o el apócope ’āḏôn) expresa su dominio sobre su creación y se usa
muchas veces, algunas de ellas en los caps. 1–39. “Jehová de los ejércitos” (Yahweh ṣeḇā’ôṯ), es
el nombre compuesto de Dios más común de Isaías, y aparece 46 veces en los caps. 1–39 y 6
veces en el resto del libro. Este título compuesto vincula el nombre pactal de Dios (Yahweh) con
el tema de su soberanía sobre todas las potestades celestiales.
A Dios también se le llama “Señor Dios Todopoderoso” (’ăḏōnāy Yahweh ṣeḇā’ôṯ) en 10
ocasiones. Se le llama “el Dios de Israel” 12 veces, y “el Santo de Israel” 25. “Redentor” se usa
en 13 instancias, todas en los caps. 41–63—donde se hace hincapié en su obra redentora a favor
de Israel—y sólo una vez en el resto del A.T. De cierto, Isaías centró su teología y su libro en la
persona de Dios y en la obra que estaba y seguirá haciendo en el mundo.
BOSQUEJO
I. Retribución divina (caps. 1–39)
A. Acusación de Dios contra la nación (caps. 1–6)
1. Encabezado del libro (1:1)
2. Demanda de Dios contra la nación (1:2–31)
3. Anuncio de la restauración (2:1–5)
4. Condición presente del pueblo y consecuencias futuras (2:6–4:1)
5. Sobrevivientes santos (4:2–6)
6. La viña estéril (5:1–7)
7. Acusación contra el pecado (5:8–30)
8. Isaías recibe su comisión (cap. 6)
B. Profecías de liberación (caps. 7–12)
1. El nacimiento de Emanuel (cap. 7)
2. El libertador venidero (8:1–9:7)
3. El exilio del reino del norte (9:8–10:4)
4. Caída de Asiria y surgimiento del gran reino (10:5–12:6)
C. Juicio sobre las naciones (caps. 13–23)
1. Babilonia (13:1–14:27)
2. Filistea (14:28–32)
3. Moab (caps. 15–16)
4. Damasco (17:1–11)
5. La tierra de las alas ruidosas (17:12–18:7)
6. Egipto (caps. 19–20)
7. El desierto (21:1–10)
8. Edom (21:11–12)
9. Arabia (21:13–17)
10. Jerusalén (cap. 22)
11. Tiro (cap. 23)
D. Castigo y bendición del reino (caps. 24–27)
1. Tiempo de juicio (cap. 24)
2. Tiempo de bendición en el reino (caps. 25–27)
E. Los ayes (caps. 28–33)
1. El ay contra Efraín y Judá (cap. 28)
2. El ay contra Jerusalén (cap. 29)
3. El ay contra los hijos contumaces (cap. 30)
4. El ay contra la coalición egipcia (caps. 31–32)
5. El ay contra los destructores (cap. 33)
F. Venganza y bendición (caps. 34–35)
1. El día de la venganza del Señor (cap. 34)
2. El día de la bendición del Señor (cap. 35)
G. Interludio histórico: Judá iría al cautiverio (caps. 36–39)
1. La superioridad de Dios sobre Asiria (caps. 36–37)
2. Cautividad de Judá en Babilonia (caps. 38–39)
II. Dios restaura a su pueblo (caps. 40–66)
A. Liberación del pueblo de Dios (caps. 40–48)
1. La majestad de Dios (cap. 40)
2. Desafío a las naciones (cap. 41)
3. El Siervo de Jehová contrastado con el pueblo siervo (cap. 42)
4. Promesa de reunir al pueblo siervo indigno (43:1–44:5)
5. La singularidad de Dios (44:6–45:25)
6. Superioridad de Dios sobre Babilonia (caps. 46–47)
7. Exhortación a Israel (cap. 48)
B. Restauración por medio del Siervo sufriente (caps. 49–57)
1. El Siervo rechazado (caps. 49–50)
2. El remanente exaltado (51:1–52:12)
3. El Siervo exaltado (52:13–53:12)
4. La salvación que viene por medio del Siervo (caps. 54–57)
C. Restauración realizada y completada (caps. 58–66)
1. La restauración que viene por la iniciativa de Dios (caps. 58–60)
2. La venida del Mesías y la del Padre (61:1–63:6)
3. Oración del pueblo y respuesta del Señor (63:7–65:25)
4. El Señor cumple sus promesas (cap. 66)
COMENTARIO
I. Retribución divina (caps. 1–39)
En esta primera sección principal del libro, Isaías escribió mucho acerca del juicio que
vendría sobre Judá por su fracaso en cumplir el pacto mosaico. El castigo de Dios demostraría a
la nación que él sí cumple su palabra. Esta sección también habla del juicio que vendría sobre
todo el mundo (caps. 13–23). Todas las naciones de la tierra son culpables ante el Santo de
Israel.
Aunque esta es una sección de juicio, Isaías también remarcó la bendición que la nación
recibiría por su relación con el Señor previamente pactada. E.g., en la acusación divina contra
Judá (caps. 1–6), 1:24–31 se refiere la restauración de la nación, 4:2–6 habla del remanente
sobreviviente, y 6:13 se refiere a la “simiente santa” o remanente. En los oráculos de liberación
(caps. 7–12), Isaías dijo que Judá sería librado de la coalición sirio-efraimita (7:3–9; 8:1–15;
9:7–10:4). Pero también surgirá (Is. 11) el milenio, i.e., el reinado glorioso de Dios (Ap. 20:1–6)
y el pueblo reunido entonará un cántico de salvación (cap. 12).
En los caps. 13–23, que tratan del juicio de Dios sobre las naciones, el profeta escribió que
Israel sería restaurado a la tierra y gobernaría a los pueblos que lo habían oprimido (14:1–2).
Moab acudirá a Israel buscando protección y el establecimiento de la justicia y el orden (16:1–5).
La adoración del Dios verdadero señalará la paz en la tierra (19:19–25).
En la sección de castigo y bendición del reino (caps. 24–27) se habla mucho de la
restauración. Dios preservará a su pueblo (cap. 25) y será alabado por los restaurados (cap. 26).
La maldad será juzgada (27:1) y el remanente restaurado (27:2–6). El juicio tendrá un efecto
purificador (27:7–13).
En la sección de los ayes (caps. 28–33), se incluye un mensaje de consolación al final de
cada una de las tres porciones de estos caps. El juicio servirá como proceso de depuración del
pueblo (28:23–29), un remanente glorificará al Señor (29:17–24), y Dios bendecirá y protegerá a
su pueblo (30:23–26; 31:4–9). El rey gobernará con justicia y rectitud (caps. 32–33).
Incluso en la sección de venganza (caps. 34–35), Isaías dijo que un remanente será recogido
de entre las naciones (34:16–17), la tierra será liberada de la maldición y el remanente vivirá
gozoso (cap. 35).
Usando un lenguaje bello y variado, el profeta explicó que el pecado debía ser desarraigado
de la nación y del mundo. Al fin de los tiempos, durante el milenio, la justicia se aplicará y la
nación vivirá en prosperidad y paz gracias a su renovada relación con el Señor.
1. BABILONIA (13:1–14:27)
a. Introducción (13:1)
13:1. Esta sección (13:1–14:27) se adscribe a Isaías hijo de Amoz (cf. 1:1). Esto es
significativo porque es una profecía claramente enunciada antes de la caída de Babilonia y
porque muchos creen que Isaías 40–66 no pudo ser escrito por Isaías hijo de Amoz debido a que
no es posible que hablara de algo todavía futuro. El pasaje de 13:1–14:27 muestra que sí era
posible que Isaías escribiera acerca de eventos antes de que sucedieran.
Esta sección es un oráculo (profecía) que a veces se trad. “carga” como se colige del vb.
hebr. que significa “ser levantado o llevado”. Era un tipo de mensaje pesado o difícil que se
debía entregar. Este es un término común en los escritos proféticos (13:1; 14:28; 15:1; 17:1;
19:1; 21:1, 11, 13; 22:1; 23:1; 30:6; Jer. 23:33–34, 36, 38; Ez. 12:10; Nah. 1:1; Hab. 1:1; Zac.
9:1 [V. el comentario allí]; 12:1; Mal. 1:1). El oráculo de Isaías tiene que ver con Babilonia. Esa
nación merecía que se derramara sobre ella la ira divina porque había sido un centro de oposición
contra Dios y su pueblo. Desde sus orígenes (Gn. 11:1–9) se había caracterizado por su rebelión
contra Dios. Después que transcurrieron varios siglos y que había sido dirigida por distintas
dinastías gobernantes, todavía se consideraba como un lugar donde se aborrecía al Dios de Israel.
Incluso durante la tribulación será un lugar principal donde se aborrezca a Dios (Ap. 17–18).
b. El ejército de Dios será enviado contra Babilonia (13:2–18)
(1) Formación del ejército de Dios. 13:2–5. El ejército a que se refieren estos vv. es
claramente de Dios, porque dice que convocó a sus valientes para descargar su ira contra
Babilonia; i.e., que ellos realizarán esa tarea. Ese ejército estará formado por una gran multitud
… como de un conjunto de naciones. Con la encomienda de ir a la batalla se reunirán con
aquellos que vengan de lejana tierra, de lo postrero de los cielos. Esta no es sólo una
descripción geográfica, sino una manera de decir que dicho ejército incluirá soldados
provenientes de muchos lugares. Aunque Isaías escribía acerca del conflicto militar de su día,
habrá un rumor similar de la movilización de vastos ejércitos justo antes del reino milenial (Ap.
16:12–16).
(2) La cercanía del día del Señor. 13:6–13. El día de Jehová se refiere al tiempo del castigo
del Señor sobre el mundo impío y/o la liberación de su pueblo. (V. el comentario de “el día de
Jehová” en “Principales problemas de interpretación”, en la Introducción de Joel.) En la época de
Isaías ese juicio vendría por la tremenda inestabilidad política que habría en las siguientes
décadas que culminaría con la caída de Babilonia ante los asirios en 689 a.C. Esa inestabilidad
política será similar al juicio que sobrevendrá sobre todo el mundo justo antes de que Dios
establezca su reino milenial sobre la tierra. Este juicio del Todopoderoso hará que el pueblo
viva en aflicción extrema y mucho dolor, como el de la mujer en labor de parto (cf. Is. 21:3;
26:17; Jer. 4:31; 6:24; 13:21; 22:23; 30:6; 48:41; 49:22, 24; 50:43; Mi. 4:9–10). El día del Señor,
será cuando derrame su ira (Is. 13:3, 13) contra el pecado, destruirá a los pecadores (v. 9) y
castigará al mundo por su maldad y su soberbia actitud hacia Dios (v. 11; cf. v. 19; 10:6,
12–13). Las afirmaciones de 13:10 acerca de que los cuerpos celestes (estrellas … sol … luna)
no funcionarán más, puede describir el vuelco total de la estructura política del Cercano Oriente.
Lo mismo ocurrirá a los cielos, que se estremecerán y a la tierra, que se moverá (v. 13),
expresiones que son figuras de lenguaje que connotan una destrucción completa. De nuevo, todo
esto es similar al juicio final que vendrá sobre el mundo. Acerca del tema de que las luminarias
no brillarán, V. 34:4; Ezequiel 32:7; Joel 2:10, 30–31; 3:15; Zacarías 14:6–7; Mateo 24:29; y del
estertor final de la tierra V. Isaías 24:18; Joel 2:10; 3:16; Hageo 2:6–7, 21–22. Debido a que
muchos morirán en batalla, las personas serán más escasas que el precioso y valioso oro de
Ofir, un lugar que probablemente se localizaba en la costa sudoccidental de Arabia (cf. Job
22:24; 28:16).
(3) El implacable ataque del ejército. 13:14–18. En el día del Señor, que se describe en los
vv. 6–13, el ejército formado por Dios (vv. 1–5) atacará de manera implacable. El pueblo será
incapaz de detener la invasión; será semejante a la gacela y la oveja, animales indefensos que
son presa fácil de los cazadores. Gente de otras naciones dentro del imperio asirio tratará de
escapar de la destrucción venidera (huirán a sus lugares de origen). Pasarán cosas terribles, entre
las que se incluyen la muerte por espada (v. 15), el infanticidio, el saqueo, y las violaciones (v.
16). La destrucción será inexorable en el sentido de que no podrán detener a los invasores
sobornándolos (v. 17) y estos no tendrán misericordia de los recién nacidos (cf. v. 16) ni de los
niños (v. 18).
La declaración he aquí yo despierto contra ellos a los medos (v. 17) ha causado mucha
discusión entre los estudiosos de la Biblia. Muchos intérpretes, por la mención de la caída de la
ciudad de Babilonia (v. 19), suponen que en los vv. 17–18 Isaías profetizaba la caída del imperio
babilónico en 539 a.C. (cf. Dn. 5:30–31) ante los medos y persas. Sin embargo, ese punto de
vista tiene varios problemas. En la incursión medo persa de 539 hubo pocos cambios en la
ciudad porque no fue destruida, sino que continuó prácticamente igual. Sin embargo, Isaías
13:19–22 habla de la destrucción de Babilonia. Además, la palabra “ellos”, que se refiere a
quienes atacaban los medos (v. 17), son los asirios (aludidos en los vv. 14–16), no los babilonios.
Entonces, parece mejor considerar que esta sección trata de los eventos que se relacionan con la
caída de Babilonia a manos de los asirios en diciembre de 689 a.C. Como hace notar Seth
Erlandsson: “la historia de los medos, elamitas y babilonios convergen alrededor del año 700 en
el conflicto contra la potencia mundial asiria … Babilonia asume una posición muy relevante en
el gran drama histórico desde los últimos años del s. VIII hasta su caída en 689” (The Burden of
Babylon: A Study of Isaiah 13:2–14:23. “La carga de Babilonia: Estudio de Isaías 13:2–14:23”.
Lund, Sweden: C.W.K. Glerrup, 1970, págs. 91–92).
c. La inminente destrucción divina de Babilonia (13:19–22)
13:19–22. El objeto de esa destrucción es la ciudad de Babilonia, no todo el imperio. Debido
a su arrogancia (grandeza, cf. v. 11) e impía idolatría, Babilonia sería trastornada por Dios. Esto,
como ya se dijo, sería realizado por los asirios, el instrumento de la ira divina bajo el rey
Senaquerib. Así como Dios trastornó a las ciudades inicuas de Sodoma y Gomorra (Gn.
19:24–25), así haría con la impía ciudad de Babilonia. La destrucción sería muy amplia, como
efectivamente ocurrió cuando la ciudad cayó a manos de Senaquerib. La descripción que Isaías
hace de la devastación de Babilonia diciendo que no habrá quien la habite por generaciones, que
no tendrá tiendas ni rebaños sino fieras del desierto, hurones, avestruces y cabras salvajes, es
típica de la forma en que las culturas del antiguo Cercano Oriente describían la desolación de las
ciudades destruidas (Erlandsson, The Burden of Babylon, “La carga de Babilonia”, pág. 118).
Las palabras hebr. de Isaías 13:20a pueden trad.: “no será habitada por largo tiempo ni vivirán
allí de generación en generación”. Pocos años después de esa destrucción, Babilonia fue
reedificada por Esar-hadón (681–669 a.C.), hijo de Senaquerib. Todo esto precedió al
surgimiento del imperio neobabilónico en 626 y su caída ante Media y Persia en 539. A fin de
cuentas, Babilonia sería nuevamente reconstruida y luego destruida de manera definitiva por
Dios (Ap. 18; cf. el comentario de Jer. 50:1–51:58). Isaías se convencía de que la destrucción
que describía sobrevendría pronto (cercano a llegar está su tiempo). Todo esto ocurrió en 689
a.C. (V. el comentario de Is. 14:3–4a).
d. Compasión de Dios por Israel (14:1–2)
14:1–2. La caída de Babilonia (y de otras naciones, 14:24–21:17; 23) aseguraría al pueblo
escogido que Dios obraba a su favor. A pesar de la destrucción que sobrevendría sobre ellos,
Dios nuevamente tendría piedad de su nación. Esto contrasta con 9:17, donde Isaías afirmó que
Dios, al castigar a la nación, no tendría compasión de ella (“tendrá misericordia” es trad. de la
misma palabra “tendrá piedad” en 14:1). Dios todavía escogerá a Israel para que sea su pueblo,
tal como había hecho en el monte Sinaí. Jacob e Israel probablemente incluyen a las doce tribus,
como en Éxodo 19:3. La selección divina de Israel (y de Judá, Jerusalén, David y Salomón), es
un importante tema del A.T. (cf. Dt. 7:6), especialmente en los libros de 1 y 2 Crónicas y Salmos
(1 Cr. 16:13; 28:4–5, 10; 29:1; 2 Cr. 6:6, 34, 38; 7:12; 12:13; 33:7; Sal. 33:12; 47:4; 78:68, 70;
89:3; 105:6, 43; 106:5; 132:13; 135:4). También el hecho de que los no israelitas (extranjeros)
se unirán a Israel es un tema recurrente en las Escrituras (Is. 56:6; 60:10; 61:5). La función de
Israel será revertida (14:2). En lugar de ser esclavizado por otros pueblos, éstos le servirán.
Israel tendrá un lugar prominente.
e. Insulto burlón contra Babilonia (14:3–21)
(1) La derrota del tirano (14:3–8). 14:3–4a. Los vv. 3–21 registran una burla en forma de
estribillo que cantarán las personas cuando queden libres del temor del rey de Babilonia. El
mensaje general del cántico burlón es que el pueblo se maravillará de que ese gran rey quedará
abatido al igual que los monarcas de otras ciudades. El pueblo se alegrará de su defunción,
porque siempre había vivido temeroso de él.
¿Quién es ese rey de Babilonia? Muchos expositores sostienen el punto de vista que es
Satanás, la más destacada personificación de la soberbia. Tertuliano (ca. 160–230 d.C.) y
Gregorio el grande (ca. 540–604) fueron los primeros en exponer ese punto de vista, que se
acepta ampliamente en la actualidad. Aunque los vv. 12–14 parecen apoyar esa postura, el resto
del cap. no lo hace. Muchos afirman que los vv. 12–14 se refieren a la entrada del pecado en el
universo cuando Satanás cayó, pero en este cap. ese tema parece estar forzado (Sin embargo, Ez.
28:12–19 sí se refiere a la caída de Satanás; V. el comentario allí.)
Parece más natural interpretar que ese orgulloso tirano es Senaquerib (705–681 a.C.). Hay
paralelismos interesantes entre la descripción de Isaías 14 y la maldición contra él en 37:21–29.
Pero ¿no era Senaquerib rey de Asiria y no de Babilonia? Era rey de ambas naciones, porque
Babilonia fue vasalla de Asiria desde fines del s. X a.C. De manera ocasional, el gobernante
vasallo de Babilonia se rebelaba contra Asiria, pero en 728 Tiglat-pileser III, el agresivo rey
asirio que gobernó de 745 a 727 a.C., fue coronado rey de Babilonia. Nínive era la capital
política de Asiria, pero Babilonia se convirtió en el centro de su vida cultural. Debido a esa
asimilación cultural, el culto al dios babilónico Marduk ganó popularidad en Asiria. Sargón II
(722–705) y Senaquerib (705–681), monarcas asirios tardíos, se llamaron también a sí mismos
reyes de Babilonia. Tras la muerte de Sargón II en 705 a.C., hubo mucha rebelión en el imperio
asirio. Los elamitas coronaron como rey de Babilonia (692–689) a Musezib-marduk, quien hizo
alianza con varias naciones, incluyendo a los medos. Para subyugar la rebelión de Babilonia,
Senaquerib marchó a ese lugar en 689 y lo destruyó. Incluso inundó las ruinas de la ciudad con
gran cantidad de agua con el objeto de raerla (Erlandsson, The Burden of Babylon, “La carga de
Babilonia”, pág. 91). Sin embargo, pocos años después la ciudad fue reedificada por el hijo y
sucesor de Senaquerib, Esar-hadón.
El asesinato de Senaquerib (2 R. 19:37) ocho años después de destruir Babilonia trajo gran
alegría y descanso a las naciones circunvecinas, especialmente a Judá. (Senaquerib fue el rey que
fracasó en su intento, 12 años antes, en 701 a.C., de capturar Jerusalén, Is. 37; 2 R. 18:13–19:36.)
14:4b–8. Aquel cuyo furor (v. 4; cf. v. 6) terminaría, es el opresor que hería pueblos y se
enseñoreaba de las naciones. Su muerte produciría reposo …, paz y alegría (porque sus
pobladores cantaron) para toda la región. Ese descanso se representa simbólicamente diciendo
que los grandes cedros del Líbano afirmaron que se encontraban seguros. Ya no estarían en
peligro de ser cortados para entregar los tributos a Senaquerib.
(2) La muerte del tirano. 14:9–11. La tumba (š e ’ ôl) se describe como un gran salón donde
van los líderes y reyes de la tierra cuando mueren. La expresión muertos es trad. del término
rep̱ā’îm (“espíritus de los muertos”, BLA), que se vierte “muertos” en 26:14; 26:19; Job 26:5
(NVI99, V. el comentario de Job 26:5). Se describe al tirano (Senaquerib) como ya muerto y
encontrándose con otros reyes en la tumba. Todos éstos se espantaron y sorprendieron por la
suerte de ese glorioso rey, cuyo esplendor había sobrepasado el de ellos. Su llegada hizo
levantar de sus sillas a todos los príncipes (como si se sentaran en tronos en la tumba) para
saludarlo. Ellos se mostrarán asombrados de que él se debilitó y murió como ellos. Aunque había
vivido con pompa y música (arpas), finalmente yacería en la corrupción. Los gusanos
descompondrían su cuerpo en la tumba.
(3) Arrogancia y destino del tirano. 14:12–15. Con su fuerza militar, ese gran rey había
subyugado a las naciones, incluyendo Fenicia, Filistea, Egipto, Moab, Edom, Cilicia, gran parte
de Judá y el norte de Arabia. Pero él también se debilitaría como la estrella de la mañana. La
brillantez de la estrella en el amanecer se desvanece súbitamente cuando sale el sol. Senaquerib,
debido a su gran poder, pensó que era semejante a Dios, pero aquí, mediante un dramático
contraste, se dice que estaría en la tumba. En el antiguo Cercano Oriente, los reyes tenían un
poder supremo; y muchos de ellos fueron deificados por sus súbditos. El pueblo, haciendo un
canto sobre ese tirano, lo describió adjudicándole características divinas. Ascender a los cielos,
por encima de las estrellas, y ser entronizado en el monte del testimonio es una expresión que
evoca la creencia de varios pueblos semíticos de que Dios vivía en el monte Zafón. “Monte del
testimonio” trad. ṣāp̱ôn (lit., “el norte”). Mediante su ascenso al monte que estaba por encima de
las nubes, pretendía hacerse semejante a Dios, el Altísimo. (Por supuesto que el lenguaje que se
usa es hiperbólico.) Con todo, sería derribado hasta el Seol (abismo es sinónimo de tumba).
Nada lo salvaría de la muerte ni de la descomposición del sepulcro.
(4) Lección que deja la muerte del tirano. 14:16–21. Una lección que debía aprenderse de la
muerte de este grande, es que todos los reyes, sin importar lo invencibles que parezcan,
desaparecerán de la escena. El pueblo contemplaría la suerte de Senaquerib, encontrando difícil
de creer que alguna vez había hecho temblar a todos, devastando ciudades y tomando presos a
muchos pueblos (vv. 16–17). En su muerte no se le daría un entierro decente como muchos reyes
que yacen con honra (v. 18). Él sería totalmente cortado, muerto por la espada y su cuerpo
muerto hollado (v. 19). Ese monarca fue asesinado por sus hijos Adramelec y Sarezer, que no
pudieron gobernar en su lugar (no crecerían para heredar la tierra, v. 21) porque tuvieron que
huir para salvar la vida (2 R. 19:37).
f. Destrucción de Babilonia por Asiria (14:22–23)
14:22–23. Después del cántico burlón del pueblo (vv. 4–21), Jehová de los ejércitos afirmó
que Babilonia sería destruida (v. 22) y devastada por Asiria (689 a.C.). La ciudad de Babilonia
será un lugar desolado que servirá como posesión de erizos (cf. 13:20–22). De hecho,
Senaquerib describió a Babilonia con palabras similares después de destruirla. Esa destrucción, y
no la captura que realizaron los medos en 539 a.C., es la que probablemente se refiere aquí (V. el
comentario de 14:3–4a), porque el último ataque no arrasó con la ciudad.
g. Derrota de Asiria (14:24–27)
14:24–27. Muchos intérpretes consideran que estos vv. son una sección separada. Pero
parece preferible verlos como parte del oráculo que comienza en 13:1. Aunque el Señor usaría al
imperio asirio para sus propósitos, al final lo juzgaría duramente (10:5–19). El plan de Asiria
para destruir a Jerusalén fracasó (10:7), pero los planes de Dios se cumplirían indefectiblemente
(14:24). Él aplastaría a los asirios en su tierra, y en sus montes (v. 25). Esto probablemente se
refiere a la gran matanza que sufrió el ejército asirio cuando sitió a Jerusalén (37:36–37). Debido
al control soberano que Dios tiene sobre todas las naciones, nada puede frustrar sus planes ni
detener su mano (14:27).
2. FILISTEA (14:28–32)
14:28–32. Esta profecía, aunque escrita con relación a Filistea, fue dicha para beneficio de
Judá (cf. v. 32). Isaías recibió este oráculo (cf. el comentario de 13:1; Zac. 9:1) de Dios en el año
que murió el rey Acaz (cf. Is. 6:1, “el año que murió el rey Uzías”), i.e., 715 a.C. Dios condenó
a las ciudades filisteas que pensaban que estaban a salvo de la destrucción. Estaban contentas
porque se había quebrado la vara del que las hería. Esto probablemente no se refiere a Israel o
al rey de Judá, Acaz, sino a Asiria. Asdod, la ciudad filistea, y Judá se rebelaron contra Asiria;
pero en 711 a.C., sólo cuatro años después de esta profecía, Asiria derrotó a Asdod e hizo de
Filistea una provincia suya. Esto sucedió bajo el gobierno de Sargón II (722–705; cf. 20:1) y
debido a ello, los filisteos se sintieron seguros (confiados, 14:30). Pero sufrirían la muerte por
hambre y espada. Filistea debía lamentarse porque Asiria se aproximaba sin que nadie la
detuviera, era como una nube de humo. Sin embargo, Sion (Jerusalén) no tenía por qué temer, ya
que no caería sino mucho después (ante Babilonia en 586 a. C.).
4. DAMASCO (17:1–11)
17:1–3. La profecía (cf. el comentario de 13:1) de 17:1–11 fue dirigida contra Damasco,
capital de Siria. El reino del norte de Israel había hecho una confederación con Siria (7:2) para
repeler la amenaza asiria. Aquí (17:1–11) Isaías hace notar de nuevo que Siria e Israel serían
derrotados por Asiria (cf. 8:4).
Damasco quedaría reducida a un montón de ruinas, y ya no podría considerarse como
ciudad. Puesto que Aroer era una ciudad de Moab, es difícil entender la expresión “las ciudades
de Aroer”. Algunos mss. de la LXX (en griego) registran que Damasco y sus ciudades serían
“abandonadas para siempre” (BLA, nota mar.). Debido a ello, los animales harían sus guaridas
en las ruinas (17:2). Tanto Efraín, que representa a Israel, como Damasco, que representa a
Siria (cf. 7:8), serían derrotados (17:3). Asiria derrotó a Siria en 732 y a Israel en 722 a.C.
17:4–6. Esta es la primera de tres secciones que comienzan con la frase en aquel tiempo (o
día). Las otras están en los vv. 7–8 y 9–11. Se refieren al tiempo cuando se manifestará la ira de
Dios contra sus enemigos seguida de la lluvia de bendiciones sobre su pueblo. En algunos
pasajes, tiene implicaciones escatológicas (refiriéndose a la tribulación y el reino milenial), pero
en otros, se refiere a la situación presente. En los vv. 4, 7, 9 la frase “en aquel día” se refiere a la
situación mencionada repetidamente en la primera sección de Isaías—la invasión de Siria e Israel
por el ejército asirio. Debido a esa invasión, Israel confrontaría dificultades, comparable a la
pérdida de la grosura de la carne (v. 4), o al aspecto del suelo estéril (v. 5) o a un olivo (v. 6)
después de la cosecha. El valle de Refaim (cf. Jos. 15:8; 18:16) era un área fértil que estaba al
occidente de Jerusalén donde David derrotó dos veces a los filisteos (2 S. 5:18–20, 22–25). Así
como se dejan unas cuantas aceitunas en las ramas altas del olivo, así quedarían unas cuantas
personas, porque la mayoría sería sacrificada.
17:7–8. Cuando Israel fuera invadido por los asirios, el pueblo de Dios buscaría a su
Hacedor para ver al Santo de Israel (cf. el comentario de 1:4). Cuando enfrentara el terror y
aflicción de la guerra, se daría cuenta de lo absurdo que es adorar a los ídolos. Los altares eran
los lugares preparados para el culto a éstos, no para el Dios verdadero. Los símbolos de Asera
eran representaciones de madera de esa diosa, deidad cananea de la fertilidad y consorte de Baal.
El reino del norte de Israel fue profundamente influenciado por el baalismo, y había muchos
adoradores de esa diosa. Pero cuando estuviera bajo el ataque asirio, Israel se daría cuenta que
sólo el Señor podría librarlo.
17:9–11. Como resultado del juicio que vendría en aquel día (V. el comentario del v. 4),
Damasco y sus ciudades fortificadas serían abandonadas para que crecieran en ellas los
matorrales y malezas. Debido a su infidelidad al Dios verdadero y por haberse olvidado de él, no
fructificarían sus esfuerzos de plantar viñas y levantar cosecha (como si estuviera segura, en
tiempo de paz). Las plantas enfermarían y el pueblo padecería dolor.
7. EL DESIERTO (21:1–10)
Muchos intérpretes dan por sentado que, puesto que se mencionan en este pasaje a Elam (v.
2), Media (v. 2), y Babilonia (v. 9), Isaías debió haberse referido a la caída de Babilonia ante el
imperio medo-persa en 539 a.C. Sin embargo, los pasajes que se refieren a la caída de Babilonia
en 539 indican que esto fue algo acerca de lo cual Israel se regocijó (porque pronto le permitiría
regresar a su tierra), mientras que esta caída de Babilonia era algo terrible y temible para ellos.
La expresión “el desierto del mar” (v. 1) más probablemente se refiere al área que rodeaba al
golfo Pérsico, i.e., un territorio cercano a Babilonia.
Como ya se dijo en anteriores profecías de Isaías (caps. 13–20), él escribió acerca de la
incursión asiria a otras naciones del mundo antiguo y de sus efectos en la región de Siria y
Palestina. En 722 a.C., un príncipe caldeo de la región del golfo Pérsico, de nombre
Marduk-apal-iddina (llamado Merodac-baladán en 39:1), se rebeló contra Asiria, recapturó
Babilonia, y fue coronado rey de ella. Elam, una nación que estaba al nordeste de Babilonia,
apoyó esa revuelta. No fue sino hasta 710 a.C. que Sargón fue capaz de sacar a
Marduk-apal-iddina de Babilonia. Después de la muerte de Sargón en 705, Marduk-apal-iddina
junto con algunas tropas elamitas se rebeló contra Senaquerib. En 702 Senaquerib lo derrotó
finalmente (y a Elam) y devastó toda la región que rodeaba al golfo Pérsico. Sin duda que Isaías
profetizaba acerca de esa situación. Ezequías, rey de Judá, y otros miembros de su corte
consideraron que Marduk-apal-iddina sería capaz de eliminar el poder del imperio asirio. Pero
Isaías les advirtió que eso no era posible.
21:1. En esta profecía (V. el comentario de 13:1) Isaías describió la invasión del ejército
procedente del desierto del mar (i.e., Babilonia, por el golfo Pérsico), parecido a una tormenta
del desierto que se aproxima. El atacante era quizá Marduk-apal-iddina (Merodac-baladán)
quien surgió repentinamente de las regiones desérticas para rebelarse contra Asiria.
21:2. Dios dio a Isaías una visión acerca de la insurrección de Babilonia contra Asiria. El
profeta escuchó el grito de batalla que dieron a Elam y Media (norte de Elam) convocándolas
para que atacaran Babilonia y la libraran de Asiria. El vocablo hice se refiere al invasor en la
visión (V. el comentario del v. 1); quien afirma que hizo cesar el gemido provocado por el
traidor, el imperio asirio que había hecho que la mayoría de las naciones de la región “gimieran”
por la devastación causada por sus conquistas. Es evidente que Marduk-apal-iddina consideró
que podría detener el avance asirio y de esa manera, salvar a toda la región.
21:3–5. Aquí Isaías contrasta sus sentimientos con las acciones de los que lo rodeaban.
Debido a la profecía que estaba a punto de proclamar, sentía un dolor como de mujer de parto,
un símil que con frecuencia usan los profetas (V. el comentario de 13:8 y cf. 26:17). Espantado,
temblaba y se encontraba en un estado de horror (cf. 15:5–7; 22:4). En contraste, el pueblo que lo
rodeaba estaba como si no pasara nada; continuaba celebrando (21:5a), sin darse cuenta de las
implicaciones de lo que ocurría. Quizá Isaías tenía en mente la fiesta que se celebraría cuando los
hombres de Marduk-apal-iddina (Merodac-baladán) llegaran a Jerusalén (cap. 39). Isaías se dio
cuenta de que Babilonia, bajo el control de Marduk-apal-iddina no podría cambiar lo que Dios
había determinado. Así que, en lugar de celebrar deberían prepararse para la batalla, algo que se
implica por las palabras: ungid el escudo. Los escudos hechos de cuero de animal necesitaban
frotarse con aceite de olivo para que no se partieran.
21:6–10a. Dios ordenó a Isaías que dispusiera una persona para que sirviera de centinela en
la batalla entre Babilonia y Asiria. El centinela debía avistar a cualquiera que viniera con noticias
de la batalla (vv. 6–7); debía mirar día tras día hasta que finalmente llegara alguien con el
mensaje de que Babilonia había caído y sus dioses habían sido quebrantados (v. 9). El impacto
emocional de ese mensaje en la gente de Judá que deseaba que la revuelta de Babilonia tuviera
éxito, sería de estupor. Tenían la expectativa de que la alianza que Ezequías hizo con Babilonia
terminara con la dominación asiria. Pero no sucedería así. Como ya se dijo, Senaquerib arrebató
Babilonia a Marduk-apal-iddina (V. el comentario del cap. 13), y finalmente destruiría la ciudad
en 689 a.C. La caída de Babilonia parecía ser el último obstáculo. De allí en adelante nadie
podría detener el avance asirio. Así que Judá se sentía molida emocionalmente, como el grano en
el lugar donde se trilla (cf. Jer. 51:33).
21:10b. Isaías reiteró que su mensaje provenía de Dios. Él se limitaba a relatar lo que
escuchaba de Jehová de los ejércitos (cf. el comentario de 1:9). Judá no debía confiar en los
babilonios para que la libraran. Este hombre del desierto del mar (Marduk-apal-iddina) no
tendría éxito.
8. EDOM (21:11–12)
21:11–12. Parece que esta breve profecía (V. el comentario de 13:1) es contra Edom por su
referencia a Seir (21:11). Seir era otro de los nombres de Edom porque los montes de Seir fueron
dados como posesión a Esaú y sus descendientes (Jos. 24:4). El nombre Duma puede ser un
juego de palabras con “Edom”, puesto que Duma significa silencio o quietud (cf. NVI99) y el
guarda de la profecía no vio actividad alguna. Sin embargo, es más probable que Duma sea una
transliteración de Udumu o Udumai, la designación acádica de Edom. Tanto Tiglat-pileser (en
734 a.C.), como Sargón (en 711) mencionaron que recibieron tributo de Udumu. ¿Había alguna
posibilidad de que la situación política de Edom cambiara? La respuesta es no. Cuando menos no
inmediatamente: La mañana viene y después la noche. No parecía que la situación fuera a
cambiar.
9. ARABIA (21:13–17)
21:13–17. La amenaza asiria es también el trasfondo de esta profecía (V. el comentario de
13:1). Los dedanitas (21:13) era una tribu del sur de Arabia. Tema (v. 14; cf. Job 6:19; Jer.
25:23) era un oasis bien conocido del noroeste de Arabia, y Cedar (Is. 21:16–17; cf. 42:11)
estaba en el norte de la península. Esta profecía detalla los tiempos difíciles que Arabia
experimentaría pronto a manos de los asirios. En un año la gloria de Cedar sería deshecha
(Cedar era conocida por sus tiendas negras muy hermosas, Sal. 120:5; Cnt. 1:5; también cf. Jer.
49:28–29). Los guerreros de Cedar experimentarían una gran derrota (Is. 21:16–17). Los árabes
serían fugitivos, escapando de la espada para preservar sus vidas. La profecía se cumpliría,
porque el Señor, Dios de Israel, había hablado (v. 17). En 715 Sargón II escribió que había
derrotado a varias de las tribus árabes y las había deportado a Samaria.
INTRODUCCIÓN
Jeremías fue el principal profeta de Judá durante los aciagos días previos a su destrucción.
Aunque la luz de otros profetas como Habacuc y Sofonías también alumbraba en la nación en
esos tiempos, Jeremías fue la antorcha resplandeciente que junto con Ezequiel en Babilonia, puso
de manifiesto la oscuridad del pecado de Judá por medio de la penetrante luz de la palabra de
Dios. Él fue un profeta sensible enviado a un pueblo descarriado.
Autor y fecha. El autor del libro es “Jeremías hijo de Hilcías” (1:1). Se ha discutido mucho el
significado exacto de su nombre (yirmeyāhû o yirmeyâh). Algunos de los significados que se han
sugerido incluyen: “Jehová establece”, “Jehová exalta” y “Jehová arroja”. Hilcías, padre de
Jeremías, pertenecía al sacerdocio levítico y vivía en Anatot, un pequeño poblado que estaba
cerca de 5 kms. al nordeste de Jerusalén (V. “El mundo de Jeremías y Ezequiel” en el Apéndice,
pág. 377). Ese lugar era uno de los que Josué había entregado a los descendientes del sacerdote
Aarón (cf. Jos. 21:15–19). Es probable que Hilcías no sea el mismo que su contemporáneo que
llevaba el mismo nombre y que descubrió el libro de la ley en el templo durante el reinado de
Josías (cf. 2 R. 22:3–14). Al igual que Ezequiel (Ez. 1:3) y Zacarías (Zac. 1:1; cf. Neh. 12:1, 4,
16), Jeremías era de ascendencia sacerdotal. Sin embargo, no hay evidencias que indiquen que
alguna vez haya fungido como sacerdote en Jerusalén.
El ministerio de Jeremías abarcó desde “el año decimotercero” del reinado de Josías (Jer.
1:2) hasta el exilio de los jerosolimitanos (1:3). Por tanto, profetizó desde aprox. 627 a.C. hasta
cuando menos 586 a.C. De hecho, Jeremías 40–44 indica que su ministerio continuó más allá de
la caída de Jerusalén, cuando menos hasta 582 a.C. En su libro, Jeremías incluyó una gran
cantidad de referencias cronológicas que ayudan a fechar muchas de sus profecías.
Una de las principales dificultades es tratar de definir cómo se compilaron las diversas
profecías que contiene el libro de Jeremías. Muchos eruditos bíblicos creen que el libro es una
antología de dichos seleccionados del Jeremías (o sus discípulos) que posteriormente fueron
coleccionados y arreglados, a menudo en forma arbitraria. Algunos niegan que se pueda (o
pudiera) determinar en el texto un orden deliberado.
El cuadro “Fechas de las profecías de Jeremías” (V. el Apéndice, pág. 378) muestra el
arreglo cronológico de sus profecías. Al respecto, pueden hacerse tres observaciones.
(1) Es obvio que no hay consistencia cronológica. Al contrario de Ezequiel, cuyas profecías
están arregladas en estricto orden, a menudo Jeremías coloca dos profecías juntas que sucedieron
con muchos años de separación.
(2) Los mensajes de Jeremías fueron dados en tiempos de tensión, tribulación y grande
necesidad. Los caps. 1–6 y 11–12 corresponden al tiempo aproximado en que el rey Josías hizo
sus reformas. El siguiente período principal de producción profética (caps. 7–10; 14–20;
22:1–19; 26) surgió cuando Nabucodonosor ascendió al poder. Las profecías restantes de
Jeremías se proclamaron durante la primera deportación, la segunda deportación, la época del
complot para rebelarse contra Babilonia, y el sitio final y deportación definitiva a Babilonia. El
cap. 52 fue escrito en una fecha posterior.
(3) El libro mismo ofrece amplias evidencias de varias etapas de crecimiento; i.e., en
distintas etapas de su ministerio, Jeremías reunió sus profecías y las arregló siguiendo un patrón
definido (cf. 25:13; 30:2; 36:2, 32). El profeta pudo haber dado forma final a los caps. 1–51
después de que fue llevado como rehén a Egipto (cf. 51:64). Pero, ¿entonces qué pasa con el cap.
52? Este cap. es casi idéntico a 2 Reyes 24:18–25:30 y fue escrito en algún momento después del
año 561 a.C., cuando el rey Joaquín fue liberado de la prisión de Babilonia (Jer. 52:31). Es
evidente que este último cap. fue añadido a las profecías de Jeremías por el mismo escritor de los
libros de los Reyes, anexado para demostrar que las palabras de juicio de Jeremías se habían
cumplido y que la liberación de Joaquín representaba anticipadamente el cumplimiento de las
promesas divinas de restauración y bendición.
Antecedentes históricos. El ministerio de Jeremías abarcó el período que comprende las últimas
cinco décadas de la historia de Judá. Recibió su llamamiento al servicio en 627 a.C., en el
decimotercer año del reinado de Josías (cf. 1:2), que fue el último rey justo que tuvo Judá. Su
gobierno fue el último rayo de luz antes de que se cernieran sobre la nación las tinieblas de la
idolatría y las intrigas extranjeras imperaran sobre el trono davídico. Josías ascendió al trono
cuando tenía ocho años de edad, y proporcionó a Judá 31 años de relativa estabilidad.
En lo interno, la nación estaba afectada por la idolatría que había promovido el rey Manasés
durante su gobierno de 55 años (2 R. 21:1–9). En 622 a.C. (en el decimoctavo año de Josías),
Judá experimentó su último avivamiento espiritual (cf. 2 R. 22:3–23:25). Impulsado por el
descubrimiento de una copia de la ley mosaica en el templo, Josías inició con diligencia la tarea
de erradicar la idolatría de su nación. Tuvo éxito porque eliminó las expresiones externas de la
idolatría, pero su esfuerzo no tuvo eco en el corazón de sus súbditos. Después de la muerte
prematura del rey, el pueblo regresó a sus caminos impíos.
En lo internacional, el imperio asirio, que había dominado al antiguo Cercano Oriente por
siglos, estaba al borde del colapso. Su ciudad capital, Nínive, había sido destruida en 612 a.C., y
en 609, el ejército asirio que iba en retirada, fue derrotado en Harán. Los últimos soldados de ese
gran imperio fueron perseguidos y apuradamente llegaron hasta Carquemis, que estaba justo al
otro lado del río Éufrates (V. “El mundo de Jeremías y Ezequiel” en el Apéndice, pág. 377).
La destrucción de Asiria fue causada principalmente por el surgimiento de otra gran
potencia—Babilonia. En octubre de 626, el príncipe caldeo Nabopolasar derrotó al ejército asirio
en las afueras de Babilonia y se apoderó de su trono. El imperio que él fundó se denominó
imperio neobabilónico. Después de consolidar su gobierno, en 616 a.C. inició su marcha para
expandir su territorio. El ejército combinado de los babilonios y los medos destruyó a Nínive en
612.
El surgimiento de Babilonia y el colapso de Asiria provocó un nuevo alineamiento de poder
en las naciones de esa región. Judá, que estaba gobernada por Josías, se libró del yugo de los
asirios y disfrutó de un breve período de independencia nacional, la cual no obstante, terminó
debido a los acontecimientos del año 609 a.C.
Egipto percibió la oportunidad de extender su territorio cuando Asiria cayó. Si podía
mantener a esa nación como un amortiguador para impedir los avances de Babilonia hacia el
occidente, entonces Egipto podría reclamar gran parte de Palestina occidental (incluyendo a
Judá), territorio que con anterioridad había perdido ante Asiria.
Aunque Egipto siempre había temido a la poderosa Asiria, ahora estaba mucho más temeroso
del extendimiento de una bien pertrechada Babilonia, así que se alineó con Asiria en el conflicto
que surgió con Babilonia. En 609, el faraón Necao II marchó con un gran ejército egipcio hacia
Harán para apoyar las fuerzas asirias que quedaban, con objeto de iniciar un último intento de
retomar el territorio perdido.
El rey Josías sabía las consecuencias que habría para Judá si Egipto cumplía su propósito. Él
no quería que ese país reemplazara a Asiria como amo de Judá. Así que movilizó a su ejército
para detener el avance egipcio. En el valle de Meguido se realizó una batalla—y Judá la perdió.
Josías fue una de las víctimas de la derrota y el ejército egipcio continuó su marcha con destino a
Harán (2 Cr. 35:20–24).
No se sabe si el ataque de Josías tuvo algún efecto en el resultado de la batalla de Carquemis,
pero es posible que haya demorado al ejército egipcio para que llegara a tiempo de prestar la
ayuda que necesitaban los asirios. Asiria falló en su intento de recapturar su territorio, y dejó de
ser una potencia mundial en la historia.
La ciudad de Carquemis se convirtió así en la línea fronteriza y las potencias que quedaron
como contrarias fueron Egipto y Babilonia. Después de la derrota de Judá, Egipto tomó el
control de Palestina. Judá había nombrado a Joacaz hijo de Josías como rey, pero después de
gobernar sólo tres meses, fue depuesto por Necao y llevado preso a Egipto. (V. “Los últimos
cinco reyes de Judá” en el Apéndice, pág. 379.) A continuación, el faraón despojó al país de sus
tesoros y nombró como rey títere a Joacim, otro de los hijos de Josías (2 R. 23:34–35).
En 605 a.C., ocurrió otro cambio importante en el equilibrio del poder mundial. Durante
cuatro años, los egipcios y babilonios habían seguido enfrentándose en Carquemis sin que
ninguno de ellos pudiera dominar al otro. Pero en 605, el príncipe heredero babilonio
Nabucodonosor condujo a sus tropas a un triunfo arrollador. El ejército babilonio aplastó
completamente las defensas egipcias de Carquemis y persiguió a los efectivos que huían hasta la
misma frontera de Egipto.
Otros dos acontecimientos ocurridos en 605 a.C. influyeron en la historia de Judá. Primero,
después de la batalla de Carquemis, el rey Joacim juró ser leal a Babilonia y aceptó ser el rey
títere de Nabucodonosor (2 R. 24:1). En segundo lugar, el 15 de agosto de 605 a.C., murió
Nabopolasar, rey de Babilonia y Nabucodonosor se vio obligado a detener sus conquistas y
regresar a Babilonia para reclamar el trono.
Nabucodonosor afirmó su gobierno sobre el territorio recién adquirido nombrando reyes y
tomando rehenes para asegurar la lealtad continua de sus conquistados. Durante esta campaña
por Palestina se llevó cautivo a Daniel (Dn. 1:1–6).
Judá continuó siendo un estado vasallo hasta finales de 601 a.C. En ese tiempo,
Nabucodonosor avanzó por segunda vez sobre Palestina. Su objetivo final era atacar a Egipto,
pero nunca logró su meta. El ejército babilonio sufrió una derrota muy sonada y tuvo que
retirarse ignominiosamente.
Joacim era un camaleón político. Cambió su lealtad de Egipto a Babilonia en 605 cuando
Nabucodonosor derrotó a Egipto. Sin embargo, después del fracaso del ejército babilonio en 601
a.C., nuevamente cambió de lado y apoyó a Egipto (cf. 2 R. 24:1). Ese fue un trágico error.
Para diciembre de 598 a.C., el ejército de Nabucodonosor ya estaba listo para volver a atacar.
Su principal objetivo era tomar a Jerusalén para enseñarle (y sin duda a otras naciones vasallas
también) las tremendas consecuencias que traería haberse rebelado contra Babilonia. Joacim
murió durante el ataque de los babilonios y fue seguido en el trono por su hijo, Joaquín, quien
comprendió que era necio oponerse a Babilonia, por lo que Jerusalén se rindió en marzo de 597
a.C.
Nabucodonosor reemplazó al nuevo rey, se apoderó de la ciudad, la despojó, y eliminó a los
líderes principales. Después de haber gobernado sólo tres meses, Joaquín fue deportado a
Babilonia y su tío Sedequías fue puesto en el trono como rey vasallo.
Además de Joaquín, Nabucodonosor también deportó a 10,000 personas de Jerusalén, entre
líderes, obreros calificados y soldados (cf. 2 R. 24:12–16). Probablemente esa ocasión fue
cuando el profeta Ezequiel fue llevado a Babilonia. Cinco años después, empezó su ministerio
profético en esa ciudad.
Debido a que el nuevo rey de Judá era débil y vacilante, finalmente Judá cayó. El reinado de
once años de Sedequías se caracterizó por la decadencia espiritual y la inestabilidad política. En
vez de aprender de los errores del pasado, parecía que Sedequías se había propuesto repetirlos.
Con la entronización en 588 a.C. del nuevo faraón de Egipto, Hofra, nuevamente Judá se vio
tentada a rebelarse contra Babilonia (2 R. 24:20–25:1; Jer. 52:3–4). Una coalición de estados
vasallos (Judá, Tiro y Amón) se negaron a seguir bajo el dominio babilonio. La reacción de
Nabucodonosor fue rápida y devastadora. Su ejército rodeó a Jerusalén y comenzó un largo sitio.
Entre julio y agosto de 586 la ciudad cayó y fue destruida.
Estructura y estilo. En el libro de Jeremías se observan cuatro características estructurales o
estilísticas principales.
1. No tiene continuidad cronológica. Como se mencionó antes en “Autor y fecha”, el libro no
sigue una progresión cronológica. Jeremías compiló sus profecías en distintas etapas, pero no lo
hizo en orden cronológico. Por ejemplo, muchas de las que profirió contra las naciones fueron
escritas temprano en su ministerio (cf. 25:1, 13), pero su contenido se registra hacia el final del
libro (cf. 46:1–49:33). Así, se debe buscar alguna otra explicación para entender el arreglo de sus
profecías.
2. Naturaleza autobiográfica. Al escribir este libro intensamente personal, Jeremías reveló la
respuesta de la nación a su ministerio y sus sentimientos personales acerca de sus mensajes. Él
lloró ante la destrucción inminente (9:1; 13:17; 14:17) y se quejó por el ridículo que se vio
forzado a sufrir (20:7–10). Asimismo, registró sus dudas personales (1:7–8) y acerca de la
justicia de Dios (12:1–2)
3. Diferentes materiales literarios. En el libro de Jeremías se encuentran tres tipos de
materiales literarios: discursos poéticos y en prosa y narraciones en prosa. El arreglo de esos
materiales puede dar la clave a la estructura interna de Jeremías. En el libro se encuentran en el
siguiente orden:
Los caps. 1–25 son una mezcla de discursos poéticos y en prosa con narraciones esporádicas.
Los caps. 26–29 contienen una mezcla de discursos en prosa y narraciones.
Los caps. 30–31 son discursos poéticos.
Los caps. 32–33 contienen discursos en prosa.
Los caps. 34–36 son una mezcla de discursos en prosa y narraciones.
Los caps. 37–45 contienen una narración en orden cronológico.
Los caps. 46–51 contienen discursos en poesía.
El cap. 52 es una narración en orden cronológico.
Parece que estos materiales literarios ofrecen los giros principales del libro. A continuación
se discute la significancia de esas divisiones.
4. Arreglo lógico del material. Si Jeremías no arregló su material en forma cronológica,
entonces, ¿cómo lo hizo? Parece que la mejor respuesta es que para transmitir al pueblo su
mensaje completo, compiló su material siguiendo un concepto lógico más amplio; i.e., reunió sus
colecciones de profecías y las acomodó siguiendo un cierto patrón lógico. Con ese arreglo
desarrolló el tema del castigo divino. Los caps. 2–45 se centran en el juicio de Dios contra Judá y
los caps. 46–51 en el juicio contra las naciones paganas.
Los diversos materiales literarios utilizados por el profeta nos proporcionan claves
adicionales para dividir su libro. Así, los caps. 2–25 (que son una mezcla de discursos poéticos y
en prosa), contienen los 13 mensajes de juicio del profeta contra Judá. Estos van seguidos de los
caps. 26–29 (que son una combinación de prosa discursiva y narraciones), los cuales relatan la
forma en que el pueblo respondió a Jeremías y su mensaje. El rechazo de los judíos confirmaba
su castigo anunciado. No obstante, antes de que comenzara el juicio, Jeremías habló de la
esperanza futura de Judá (caps. 30–31; los cuales están formados de discursos poéticos; y los
caps. 32–33, que están en prosa discursiva). Los caps. 34–36 (que son una mezcla de prosa
discursiva y narraciones) continúan con el tema del rechazo del que habló en los caps. 26–29. La
destrucción de Judá era inevitable porque había rechazado la palabra de Dios. En los caps. 37–45
(que forman una narración en orden cronológico) Jeremías describió los acontecimientos que
ocurrieron antes, durante, y después de la caída de Jerusalén. Dios envió su juicio contra la
nación por causa de su pecado. Y debido a que el pueblo escogido de Dios fue juzgado por sus
transgresiones, ¿cómo podía escapar de su juicio el resto del mundo? En los caps. 46–51 (que
están formados por discursos poéticos), Jeremías se vuelve contra esas otras naciones y predice
su juicio. El profeta utilizó los diversos materiales literarios para moldear y dar forma a su
mensaje.
BOSQUEJO
I. Introducción (cap. 1)
A. Antecedentes del profeta (1:1–3)
B. Llamamiento de Jeremías (1:4–10)
C. Visiones confirmatorias del profeta (1:11–16)
1. La vara de almendro florece (1:11–12)
2. La olla hirviendo (1:13–16)
D. El desafío del profeta (1:17–19)
II. Profecías relacionadas con Judá (caps. 2–45)
A. El castigo divino sobre Judá (caps. 2–25)
1. Las nueve profecías generales de castigo (caps. 2–20)
2. Las cuatro profecías específicas de castigo (caps. 21–25)
B. Conflicto personal del profeta con Judá (caps. 26–29)
1. Conflicto con el pueblo (cap. 26)
2. Conflicto con los falsos profetas de Jerusalén (caps. 27–28)
3. Conflicto con los falsos profetas en el exilio (cap. 29)
C. Consuelo futuro para Israel y Judá (caps. 30–33)
1. Declaración de la restauración de Israel y Judá (caps. 30–31)
2. Ilustración de la restauración futura de Israel y Judá (cap. 32)
3. Confirmación de la restauración de Israel y Judá (cap. 33)
D. La catástrofe que padecería Judá (caps. 34–45)
1. Antes de la caída (caps. 34–36)
2. Durante la caída (caps. 37–39)
3. Después de la caída (caps. 40–45)
III. Profecías relacionadas con las naciones (caps. 46–51)
A. Profecía contra Egipto (cap. 46)
1. Derrota de Egipto en Carquemis (46:1–12)
2. Invasión y exilio de Egipto (46:13–26)
3. Restauración de Israel (46:27–28)
B. Profecía contra Filistea (cap. 47)
C. Profecía contra Moab (cap. 48)
1. Destrucción de su tierra (48:1–10)
2. Fin de su falsa seguridad (48:11–17)
3. Catástrofes sobre sus ciudades (48:18–28)
4. Fin de su orgullo (48:29–39)
5. Destrucción total (48:40–47)
D. Profecía contra Amón (49:1–6)
E. Profecía contra Edom (49:7–22)
F. Profecía contra Damasco (49:23–27)
G. Profecía contra Cedar y Hazor (49:28–33)
H. Profecía contra Elam (49:34–39)
I. Profecía contra Babilonia (caps. 50–51)
1. Anuncio del castigo (50:1–10)
2. Caída de Babilonia (50:11–16)
3. Restauración de Israel (50:17–20)
4. Ataque contra Babilonia (50:21–40)
5. Angustia de Babilonia (50:41–46)
6. Venganza de Dios contra Babilonia (51:1–14)
7. Soberanía divina sobre Babilonia (51:15–26)
8. Convocación de las naciones para atacar a Babilonia (51:27–33)
9. Venganza de Jehová contra Babilonia (51:34–44)
10. Advertencia al remanente en Babilonia (51:45–48)
11. Certeza de la caída de Babilonia (51:49–53)
12. El pago de Dios a Babilonia (51:54–58)
13. Misión simbólica de Seraías (51:59–64)
IV. Conclusión (cap. 52)
A. Destino de Jerusalén (52:1–23)
1. Caída de Sedequías (52:1–11)
2. Destrucción de la ciudad (52:12–16)
3. Destrucción del templo (52:17–23)
B. Destino de algunas personas (52:24–34)
1. De quienes estaban en la ciudad durante su caída (52:24–27)
2. De los exiliados (52:28–30)
3. De Joaquín (52:31–34)
COMENTARIO
I. Introducción (cap. 1)
El libro de Jeremías inicia presentando al profeta a sus lectores. Sus antecedentes y
llamamiento al ministerio profético ponen el escenario para el resto del libro.
3. DE JOAQUÍN (52:31–34)
52:31–34. Joaquín se convirtió en “las primicias” de los deportados a Babilona. En el año
treinta y siete del cautiverio de Joaquín (561–560 a.C.), Evil-merodac se convirtió en rey de
Babilonia. Como parte de las festividades al final de su año de ascensión al trono, alzó la
cabeza de Joaquín … y lo sacó de la cárcel, esto ocurrió en el mes duodécimo, a los
veinticinco días del mes (marzo 21 de 560 a.C.). A Joaquín se le permitió comer pan en la
mesa del rey … todos los días de su vida. Así como las profecías de la destrucción de Israel se
habían cumplido, así también comenzaron a cumplirse las profecías relativas a la bendición
futura del pueblo. El favor recibido por Joaquín proporcionó alguna esperanza a los exiliados,
porque sabían que se cumplirían la bendición y restauración prometidas por Jehová.
BIBLIOGRAFÍA
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Una nueva traducción con introducción y comentario”. La Biblia del Ancla. Garden City, N.Y.:
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bíblico”. Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1981.
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Commentary on the Old Testament, “Nuevo Comentario Internacional del A. T.”. Grand Rapids:
Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1980.
LAMENTACIONES
Charles H. Dyer
Traducción: Diana de Peláez
INTRODUCCIÓN
Lamentaciones es una obra luctuosa escrita como un apéndice del libro de Jeremías. A través
de cinco endechas o lamentos funerarios, el autor lloró por la destrucción de Jerusalén causada
por su pecado. Sin embargo, este libro contiene más que solamente las miradas retrospectivas de
un profeta reivindicado. “Es un recuerdo silencioso de que el pecado, aunque posee un encanto
que seduce y produce placer momentáneo, lleva consigo una pesada carga de sufrimiento, llanto,
miseria, dolor y una sensación de vacío. Es el otro lado de la moneda de ‘comamos y bebamos
que mañana moriremos’ ” (Charles R. Swindoll, Lamentaciones de Jeremías, “Introducción”).
En Lamentaciones se describe el dolor por la caída de la ciudad y además se emite un reproche,
se da instrucción y esperanza para los sobrevivientes.
Título. Lamentaciones toma su título de la primera palabra del libro, ’êḵâh, la cual puede trad.
“¡Ay!” o “¡Cómo!” y era una expresión característica del lamento o exclamación (cf. 2 S. 1:19;
Jer. 9:19). Los escritores rabínicos y del Talmud hacían referencia a este libro por ese título o por
el nombre de qînôṯ, que significa “endechas” o “lamentos”.
Los trad. de la LXX cambiaron el título rabínico qînôṯ a thrēnoi, que es la palabra gr. para
“endechas”. Este título también fue adoptado por la Vul. que llamó al libro threni, o
“Lamentaciones”. De la misma manera, los trad. de la Biblia en español siguieron el patrón
establecido por los trad. de la LXX y la Vul. y llamaron al libro “Lamentaciones”, pues es una
buena descripción de su contenido. También, muchos siguieron la tradición judía y atribuyeron
ese libro a Jeremías. Por ello, el título del libro es “Lamentaciones de Jeremías” (RVR 60, 95;
BLA) o “Lamentaciones” (NVI99, BJ, VP).
Autor y fecha. El libro no menciona a su autor, sin embargo, la tradición judía lo atribuye a
Jeremías. La LXX añadió las siguientes palabras como introducción al libro: “Y sucedió después
que Israel fue llevada al cautiverio y que Jerusalén quedó desolada, que Jeremías se sentó y
llorando se lamentó con esta lamentación sobre Jerusalén, y dijo …”. También el Targum
arameo de Jonatán, el Talmud Babilónico, la Peshita, y la Vul. hacen declaraciones que atribuyen
el libro a Jeremías.
Existe evidencia interna que señala a Jeremías como su autor. Varias de las ideas que utilizó
en su profecía vuelven a aparecer en Lamentaciones (cf. Jer. 30:14 con Lm. 1:2; y cf. Jer. 49:12
con Lm. 4:21). En ambos libros, el escritor dijo que sus ojos estaban llenos de lágrimas (Jer. 9:1,
18; Lm. 1:16; 2:11); y en ambos aparece como testigo ocular de la caída de Jerusalén a manos de
Babilonia describiendo las atrocidades que sufrió la ciudad durante sus últimos días (Jer. 19:9;
Lm. 2:20; 4:10).
El hecho de que Jeremías es el autor de Lamentaciones fue aceptado universalmente hasta
que en 1712, Herman von der Hardt escribió un comentario que desafió esa postura. Las
objeciones levantadas por von der Hardt y otros contra la autoría de Jeremías ya han recibido
respuesta (e.g., Gleason L. Archer, Jr. A Survey of Old Testament Introduction. “Reseña Crítica
de una Introducción al A.T.” Chicago: Moody Press, 1964, págs. 365–7; y Walter C. Kaiser, Jr.,
A Biblical Approach to Personal Suffering. “Un Enfoque Bíblico acerca del sufrimiento
personal”, págs. 24–30).
Suponiendo que Jeremías es el autor del libro, Lamentaciones debió haber sido escrito en un
corto período de tiempo. El profeta anotó los lamentos poéticos justo después de que Jerusalén
cayó en manos de Babilonia en 586 a.C. (cf. 1:1–11), y antes de ser llevado a Egipto después del
asesinato de Gedalías (ca. 583–582 a.C.; cf. Jer. 43:1–7). Las descripciones vívidas y las
emociones profundas expresadas en el libro de Lamentaciones apoyan la idea de que ésta es una
composición escrita poco tiempo después de que ocurrieron los eventos, posiblemente a finales
de 586 a.C. o a principios de 585 a.C.
Antecedentes históricos. De 588 a 586 a.C., el ejército de Babilonia logró socavar las defensas
de Jerusalén (para comentarios acerca de estas fechas, V. el comentario de 2 R. 25:1–10). Así
que la euforia y emoción que sintieron cuando se rebelaron al principio contra Babilonia fueron
reemplazadas por el temor y la incertidumbre. Su aliado, Egipto, había sido dominado en batalla
al intentar en vano rescatar a Judá de manos de Babilonia. Las ciudades de Judá fueron
destruidas una tras otra (cf. Jer. 34:6–7), hasta que sólo quedó Jerusalén frente al ejército de los
babilonios.
Las tropas babilonias aplicaron el sitio de tal forma, que dentro de ella se empezó a
corromper la sociedad hasta lo más profundo. Las madres hambrientas se comían a sus propios
hijos (Lm. 2:20; 4:10). La idolatría floreció porque la gente recurría a cualquier dios pidiendo
liberación. Los habitantes, presa de la paranoia, estaban dispuestos a matar al profeta de Dios,
llamándolo traidor y espía por hablar la verdad.
El largo sitio que pusieron a la ciudad terminó de manera repentina el 18 de julio de 586 a.C.
Hicieron brecha en los muros y el ejército babilonio entró en la ciudad (2 R. 25:2–4a). El rey
Sedequías y los militares que quedaron intentaron huir, pero fueron capturados (2 R. 25:4b–7). A
Nabucodonosor le tomó varias semanas asegurar la ciudad y saquear toda su riqueza, pero para el
14 de agosto de 586 a.C. se terminó esta tarea y comenzó la destrucción de la ciudad (2 R.
25:8–10). (Para apoyar las fechas de julio 18 y agosto 14, 586 a.C., V. Edwin R. Thiele, The
Mysterious Numbers of the Hebrew Kings, “Los misteriosos números de los reyes hebreos”. Ed.
rev., Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1983, pág. 190). Las tropas de Babilonia
quemaron el templo, el palacio del rey, todos los edificios importantes de la ciudad; y
destruyeron los muros que le brindaban protección. Finalmente, cuando los caldeos terminaron
su tarea destructiva y partieron con sus prisioneros, dejaron atrás la ciudad hecha un desastre, no
era más que un montón de escombro humeante.
Jeremías fue testigo de la profanación del templo y de la destrucción de la ciudad (cf. Jer.
39:1–14; 52:12–14). La que una vez fuera la orgullosa capital, había sido pisoteada, quedando
reducida al polvo y sus habitantes, bajo el yugo de un cruel tirano. Con todos estos recuerdos
frescos en su mente, Jeremías comenzó a escribir su serie de lamentos.
Relación con Deuteronomio 28. Una característica crucial, pero a veces olvidada del libro de
Lamentaciones, es su relación con Deuteronomio 28. Como John A. Martin indica, “El autor de
Lamentaciones trataba de mostrar el cumplimiento de las maldiciones que se presentan en
Deuteronomio 28” (The Contribution of the Book of Lamentations to Salvation History,
“Contribución de Lamentaciones a la historia de la salvación”. Tesis para Maestría en Teología,
Seminario Teológico de Dallas, 1975, pág. 44). (V. “Paralelismos entre Lamentaciones y
Deuteronomio”, en el Apéndice, pág. 383).
Todos los sufrimientos y dificultades que Jerusalén experimentó y que se registran en
Lamentaciones habían sido profetizados aprox. 900 años antes por Moisés. Dios había advertido
al pueblo de las terribles consecuencias que traería la desobediencia y, como Jeremías señaló
cuidadosamente, fue fiel en llevar a cabo esas maldiciones. Sin embargo, esta característica hace
que el libro de Lamentaciones sea un libro de esperanza para Israel. Dios fue fiel al cumplir cada
aspecto del pacto que hizo con ellos. Israel fue castigado por su desobediencia, pero no sería
consumido por completo, pues el pacto de Dios todavía estaba vigente. El mismo pacto que
traería juicio para el desobediente, prometía restauración para el arrepentido (cf. Dt. 30:1–10).
Así que Jeremías podía ofrecer esperanza en medio de la angustia (Lm. 3:21–32). El mensaje de
Jeremías para los israelitas en cautiverio era que aprendieran las lecciones de Deuteronomio 28 y
que se volvieran a su Dios. La oración que aparece en Lamentaciones 5:21–22 no es un clamor
de duda expresado por el remanente desanimado. Más bien, es la respuesta de fe de aquellos que
en el cautiverio aprendieron las enseñanzas de Deuteronomio 28 y del libro de Lamentaciones.
Suplicaban a Dios que cumpliera la parte final de su pacto y que los restaurara como nación,
sacándolos del cautiverio.
Estructura y estilo. El libro de Lamentaciones tiene por lo menos tres características distintivas
principales en su estructura o estilo.
1. El patrón de la endecha. Lamentaciones es una colección de cinco lamentos o endechas y
cada cap. es uno de ellos. Una endecha era un poema preparado para un funeral o una canción
escrita para ser recitada en el funeral de algún ser querido recién fallecido (cf. 2 S. 1:17–27).
Generalmente, el canto enfatizaba las virtudes del difunto y la tragedia y pérdida que sufrían
aquellos que se quedaban y guardaban luto por su muerte. Jeremías estaba de luto por la
“muerte” trágica de la ciudad de Jerusalén y por las consecuencias que sus moradores sufrían a
causa de su desaparición. Así que él utilizó el patrón que seguía el lamento de un funeral para
expresar los sentimientos de tristeza y pérdida irreparable que experimentaban los
sobrevivientes.
El patrón de la endecha se caracteriza por el uso de dos elementos estructurales. El primero
es la repetición de la palabra “¡Cómo!” o “¡Ay!” (’êḵâh) al principio de tres de los cinco caps.
(cf. Lm. 1:1; 2:1; 4:1). Como se mencionó en la sección de “Título”, la palabra ’êḵâh comunica
la idea de una exclamación fuerte o de un clamor intenso. El segundo elemento que aparece en
un patrón de lamento es el uso frecuente del metro qînâh en los caps. 1–4. En ese patrón rítmico,
la segunda mitad de una línea de poesía tiene una sílaba menos que la primera mitad. Esto forma
un metro irregular de 3+2 “el metro que cojea”, lo que produce en el lector una sensación de
vacío o de que la obra está incompleta. Ambos elementos contribuyen a que se respire el aire de
tristeza que se manifiesta en los servicios luctuosos, aumentando así su intensidad emocional.
2. Arreglo acróstico. Uno de los elementos principales de estilo que desafía la labor de trad.
es la figura literaria de acróstico que aparece en los caps. 1–4. Un acróstico es una composición
en la que al ordenarse las primeras palabras de cada oración o línea, forman una palabra, una
secuencia de palabras o una sucesión normal de las letras del abecedario. En este libro, cada uno
de los primeros cuatro caps. está dispuesto según el patrón de acróstico. De esta forma, el v. 1
comienza con la letra ’alep̱, el v. 2 con bêṯ, etc. Cada uno de los caps. 1, 2 y 4 tiene 22 vv., que
comienzan con las 22 letras del alfabeto hebreo. El cap. 3, que es el centro del libro, tiene 66 vv.
En ese cap., los primeros tres vv. comienzan con ’alep̱, los siguientes tres con bêṯ, etc. Solamente
el cap. 5 es diferente y no se presenta en forma de acróstico, aunque (al igual que los caps. 1–2 y
4) también tiene 22 vv.
Antes de discutir el significado de los acrósticos de este libro, debe notarse una variación. En
cada uno de los caps. 2–4 dos de las letras hebr. están al revés. El orden normal del alfabeto hebr.
para las letras No. 16 y 17 es ‘ayin-pē (cf. Sal. 119). Este es el orden que aparece en
Lamentaciones 1. Sin embargo, en Lamentaciones 2–4 el orden aparece al revés, quedando así la
secuencia como pē-‘ayin. Este cambio en el orden mantuvo perplejos a muchos estudiosos
durante muchos años, pero descubrimientos arqueológicos recientes han ayudado a aclarar esa
dificultad. Los arqueólogos han encontrado diferentes abecedarios hebreos (grabados en piezas
de cerámica rota donde los niños hebreos aprendían a escribir). Algunas de esas listas alfabéticas
están en el orden normal de las letras hebreas, pero otras presentan el cambio pē-‘ayin. Es
evidente que ambas secuencias eran aceptadas. Así que la explicación es que el escritor de
Lamentaciones simplemente usaba ambas formas del alfabeto hebr. comunes en su tiempo.
¿Por qué se utilizó el acróstico? Es posible que una de las razones fuera para ayudar a los
lectores a recordar las palabras del lamento. El patrón acróstico serviría como un método
mnemotécnico para que los israelitas no olvidaran las lecciones tan importantes que hay en este
libro.
Otra razón para utilizar el acróstico puede ser que el autor quisiera enfatizar a los lectores la
naturaleza completa del sufrimiento que experimentaban por causa de su pecado. El alfabeto se
usaba para recordar al pueblo que el juicio de Jerusalén era de la “A a la Z”. Es posible que
Jeremías hubiera tenido en mente estas dos razones cuando escribió los caps. 1–4 en forma
acróstica. Sin embargo, rompió ese patrón en el cap. 5.
3. Equilibrio estructural. El libro de Lamentaciones tiene un equilibrio estructural definido.
Los caps. 1–2 y 4–5 son paralelos y están acomodados conforme al patrón del quiasmo. Así que
los caps. 1 y 5 se enfocan en la gente, mientras que 2 y 4 se centran en el Señor. El cap. 3 es el
pivote del libro, y apunta cómo reaccionó Jeremías para explicar la aflicción. La estructura de
quiasmo puede observarse en el diagrama “La estructura de quiasmo en Lamentaciones”, en el
Apéndice, pág. 384.
La simetría en la estructura encuentra su equilibrio en una progresión definida del libro. Los
primeros cuatro caps. son acrósticos; el cap. 5 no lo es. Los primeros cuatro caps. utilizan con
frecuencia el qînâh, o metro del que cojea; no así el cap. 5. Tres de los primeros cuatro caps.
comienzan con ’êḵâh (el cap. 3 es la única excepción entre los caps. en forma de acróstico) no así
el cap. 5. De muchas maneras, el cap. 5 “rompe el molde” y no sigue el orden establecido en los
caps. previos, pero ofrece una respuesta al sufrimiento. No es accidental que el cap. empiece y
termine con una oración (“Acuérdate, oh Jehová,” 5:1; “Vuélvenos, oh Jehová, a ti”, v. 21). En el
cap. 5, Jeremías presentó la respuesta que el remanente necesitaba dar a Dios. Esto constituye un
final adecuado para el libro. Dios los castigó con el fin de llevarlos al arrepentimiento.
BOSQUEJO
I. Primera endecha. La desolación de Jerusalén por su pecado (cap. 1)
A. Lamento de Jeremías por la desolación de Jerusalén (1:1–11)
B. Jerusalén implora misericordia (1:12–22)
II. Segunda endecha. El castigo de Dios por el pecado de Jerusalén (cap. 2)
A. La ira de Dios (2:1–10)
B. El sufrimiento de Jeremías (2:11–19)
C. La petición de Jerusalén (2:20–22)
III. Tercera endecha. La reacción de Jeremías (cap. 3)
A. Las aflicciones de Jeremías (3:1–18)
B. La esperanza de Jeremías (3:19–40)
C. La oración de Jeremías (3:41–66)
IV. Cuarta endecha. El enojo del Señor (cap. 4)
A. Contraste antes y después del sitio (4:1–11)
B. Causas del sitio (4:12–20)
C. Llamado a la reivindicación (4:21–22)
V. Quinta endecha. La respuesta del remanente (cap. 5)
A. La oración del remanente pidiendo ser recordado (5:1–18)
B. La oración del remanente pidiendo restauración (5:19–22)
COMENTARIO
I. Primera endecha: La desolación de Jerusalén por su pecado (cap. 1)
El primer poema luctuoso de Jeremías establece el tema del libro de la tristeza por el pecado.
En el cap. 1 destaca cinco veces que el clamor de Jerusalén pidiendo ayuda después de su caída
no recibió respuesta—“no tiene quien la consuele” (vv. 2, 9, 16–17, 21). La ciudad se había
salido de las manos protectoras de su Dios y había ido en pos de alianzas con extranjeros y de
ídolos sin vida; y ahora, cuando más necesitaba ayuda de otros, se encontraba sola, desamparada
e indefensa.
Jeremías describió el castigo de Jerusalén presentando dos cuadros de la ciudad. El primero
es el de un observador externo que contemplaba las condiciones en que se encontraba (vv. 1–11).
Es una apreciación de afuera hacia adentro. En el segundo cuadro, Jerusalén se personifica como
pidiendo a aquellos que pasan cerca de ahí que observen su situación (vv. 12–22). Este cuadro es
un análisis de adentro hacia afuera.
INTRODUCCIÓN
Para el lector común de la Biblia, el libro de Ezequiel es un confuso laberinto de visiones
incoherentes—un caleidoscopio de ruedas que dan vueltas y huesos secos cuya interpretación se
antoja imposible. Con frecuencia, esa impresión hace que los lectores eviten estudiar el libro,
perdiéndose así de una de las cumbres literarias y espirituales del A.T.
Autor y fecha. El autor de este libro fue el sacerdote “Ezequiel hijo de Buzi” (1:3), cuyo nombre
significa “Dios fortalecerá” o “Dios endurecerá”.
Al igual que Jeremías (Jer. 1:1) y Zacarías (Zac. 1:1; cf. Neh. 12:4, 16), Ezequiel fue
sacerdote (Ez. 1:3). Su padre Buzi sólo se menciona en 1:3. Jeremías, Zacarías y Ezequiel fueron
los únicos sacerdotes profetas; y todos ellos ejercieron su ministerio durante y después del
tiempo del exilio. Los antecedentes sacerdotales de Ezequiel explican en parte el énfasis que
pone en el templo de Jerusalén, la gloria del Señor, la conducta de los sacerdotes de Jerusalén, y
el futuro templo de Dios.
La fecha del ministerio de Ezequiel puede definirse atendiendo a las anotaciones
cronológicas que incluye en su libro (1:2; 8:1; 20:1; 24:1; 29:1, 17; 30:20; 31:1; 32:1, 17; 33:21;
40:1).
Todas sus profecías están arregladas cronológicamente (empezando con la del “quinto año de
la deportación”, 1:2, y terminando con la del “año veinticinco de nuestro cautiverio”, 40:1),
excepto las de 29:1, 17. Estas dos excepciones pueden explicarse por el hecho de que están
arregladas por tópico, como parte de las profecías contra Egipto de los caps. 29–32.
El ministerio de Ezequiel empezó “en el mes cuarto, a los cinco días del mes” del “quinto
año de la deportación del rey Joaquín” (1:1–2). Joaquín ascendió al trono en diciembre de 597
a.C., a la muerte de Joacim (2 R. 24:1–12). Después de reinar sólo tres meses, fue capturado por
Nabucodonosor y deportado a Babilonia. El quinto año del exilio de Joaquín fue 593 a.C., y el
cuarto mes fue Tamuz. Según Richard A. Parker y Waldo H. Dubberstein (Babylonian
Chronology: 626 B.C.–75 A.D., “Crónica de Babilonia de 626 a.C. a 75 d.C.”, Providence, R.I.:
Brown University Press, 1956), el mes de Tamuz (Duzu en acádico) empezó el 27 de julio de
593 a.C. Por lo tanto, Ezequiel inició su ministerio el 31 de julio de 593 a.C. (el quinto día es
inclusivo, porque abarca tanto el 27 como el 31 de julio).
Ezequiel también menciona que su ministerio empezó “en el año treinta” (Ez. 1:1). Los
eruditos siguen debatiendo el significado exacto de esa declaración, pero muchos creen que se
refiere a la edad del profeta. Si esto es así, fue comisionado como profeta a la edad en que los
sacerdotes calificaban para entrar en el ministerio (cf. Nm. 4:3).
La última profecía de Ezequiel que tiene fecha fue “en el año veintisiete, en el mes primero,
el día primero del mes” (Ez. 29:17). Puesto que ese vocero empezó a profetizar en 593 (el quinto
año del exilio de Joaquín, 1:2), proclamó su última profecía en 571 a.C. (marzo 26). Así que la
actividad de Ezequiel duró cuando menos 22 años (593–571 a.C.), de los 30 años de edad hasta
los 52.
Hasta muy recientemente, muy pocos eruditos bíblicos habían dudado de la unidad, autoría o
fecha del exilio de Ezequiel. Pero todos los argumentos que desafían esos asuntos han sido
explicados satisfactoriamente por los eruditos conservadores (e.g., Gleason L. Archer, Jr., A
Survey of Old Testament Introduction, “Reseña crítica de una introducción al A.T.”, ed. rev.
Chicago: Moody Press, 1974, págs. 368–376; y John B. Taylor, Ezekiel: An Introduction and
Commentary, “Ezequiel: Introducción y comentario”, págs. 13–20).
Antecedentes históricos. Para una discusión de la historia de Judá en tiempos de Ezequiel, V.
“Antecedentes históricos” en la Introducción de Jeremías. El libro de Ezequiel fue escrito
durante la esclavitud de Judá en Babilonia bajo el gobierno de Nabucodonosor. Ezequiel vivió
con un grupo de cautivos en Tel-abib (que no es la moderna ciudad actual de Israel que lleva el
mismo nombre), ubicada en las márgenes del río Quebar (3:15) de Babilonia. Se ignora cuál era
el sitio exacto de ese asentamiento, pero el río Quebar se ha identificado con el gran Canal (en
acádico, naru kabaru) de Babilonia. Ese canal era un ramal del río Éufrates cuyo comienzo
estaba un poco al norte de Babilonia, y pasaba por ella y fluía hacia el oriente de la ciudad.
Continuaba a través del antiguo sitio donde estuvo Nippur y más adelante se volvía a unir al
Éufrates cerca de Uruk (que en la Biblia se llama Erec).
Durante esos últimos años, Ezequiel ministraba en Babilonia, y predijo la caída inminente de
Jerusalén. Su mensaje cayó en oídos sordos hasta que llegó a Babilonia la noticia de que la
ciudad había sido destruida. La caída de la ciudad provocó un cambio en los mensajes proféticos
de Ezequiel. Antes de que cayera Jerusalén, sus profecías se centraban en la destrucción futura
de la ciudad debido a su pecado. Pero después de su caída, sus predicciones se centraron en la
restauración futura de Judá.
Estructura y estilo. Cuando menos, la estructura y estilo del libro de Ezequiel tienen cuatro
características principales:
1. Arreglo cronológico. Como se indicó anteriormente bajo “Autor y fecha”, en el libro de
Ezequiel se evidencia un movimiento cronológico definido. Este es el único profeta mayor que
contiene un arreglo de fechas tan preciso, aunque los libros de Hageo y Zacarías muestran
arreglos similares.
2. Equilibrio estructural. Aparte de su arreglo cronológico, el libro de Ezequiel también cuenta
con estructura y armonía. Los primeros 24 caps. se centran en el castigo de Judá y 33–48 se
enfocan en su restauración. Esos dos extremos se equilibran por medio de los caps. 25–32, que
tratan del juicio divino contra otras naciones. La gloria de Dios abandonó el templo como castigo
(9:3; 10:4, 18–19; 11:22–25) y volvió a aparecer en él como bendición (43:1–5). Ezequiel fue
comisionado para proclamar un mensaje de juicio (caps. 2–3) y posteriormente fue
recomisionado para entregar un mensaje de liberación (cap. 33).
3. Enfoque en la gloria y carácter divinos. Ezequiel hizo hincapié en la gloria y carácter del
Señor. Habiendo recibido una visión de la gloria divina antes de ser comisionado, Ezequiel
continuó haciendo referencia a la gloria del Altísimo a través de todo su libro (1:28; 3:12, 23;
8:4; 9:3; 10:4, 18–19; 11:22–23; 39:11, 21; 43:2–5; 44:4).
El carácter de Dios es el que determina su actuación a través de esta obra. En 15 ocasiones, él
declaró que había actuado por el bien de su nombre y para impedir que fuera profanado (20:9,
14, 22, 39, 44; 36:20–23 [dos veces en el v. 23]; 39:7 [dos veces], 25; 43:7–8). Más de 60 veces,
Dios dijo que actuó como lo hizo para que el pueblo supiera que él es el Señor y usó la frase: “Y
sabrán que yo soy Jehová” (e.g., 6:7, 10, 13–14).
4. Uso de recursos literarios. Ezequiel utilizó algunos recursos literarios muy singulares para
grabar su mensaje en el pueblo ensoberbecido y de dura cerviz. Entre ellos, están proverbios,
(12:22–23; 16:44; 18:2–3); visiones (caps. 1–3; 8–11; 37; 40–48); parábolas (cap. 17; 24:1–14);
actos simbólicos (caps. 4–5; 12; 24:15–27); y alegorías (caps. 16–17).
Por esos medios, Ezequiel presentó sus mensajes en forma por demás dramática y fuerte,
captando la atención del pueblo para que reaccionara en consecuencia.
BOSQUEJO
I. El castigo de Judá (caps. 1–24)
A. Preparación de Ezequiel (caps. 1–3)
1. Introducción (1:1–3)
2. Visiones para el ministerio (1:4–2:7)
3. Mensaje para el ministerio (2:8–3:11)
4. Motivación para el ministerio (3:12–27)
B. Profecías de Ezequiel contra Judá y Jerusalén (caps. 4–24)
1. Imperativo del castigo provocado por la desobediencia (caps. 4–11)
2. Futilidad del optimismo falso (caps. 12–19)
3. Historia de la corrupción de Judá (caps. 20–24)
II. Castigo sobre las naciones gentiles (caps. 25–32)
A. Castigo sobre Amón (25:1–7)
B. Castigo sobre Moab (25:8–11)
C. Castigo sobre Edom (25:12–14)
D. Castigo sobre Filistea (25:15–17)
E. Castigo sobre Tiro (26:1–28:19)
1. Destrucción de la ciudad (cap. 26)
2. Endecha sobre la ciudad (cap. 27)
3. Derrocamiento del príncipe (28:1–19)
F. Castigo contra Sidón (28:20–26)
G. Castigo sobre Egipto (caps. 29–32)
1. El pecado de Egipto (29:1–16)
2. Derrota de Egipto por Babilonia (29:17–21)
3. Destrucción de Egipto y sus aliados (30:1–19)
4. Dispersión de Egipto (30:20–26)
5. Similitud de Egipto con Asiria (cap. 31)
6. Lamento por el faraón (32:1–16)
7. Descenso de Egipto al Seol (32:17–32)
III. Bendiciones sobre Israel (caps. 33–48)
A. Una nueva vida para la nación (caps. 33–39)
1. Ezequiel es vuelto a nombrar atalaya (cap. 33)
2. Contraste entre los falsos pastores y el futuro pastor verdadero (cap. 34)
3. Destrucción del enemigo representado por Edom (cap. 35)
4. Bendición del pueblo (cap. 36)
5. Restauración de la nación (cap. 37)
6. El ataque de Gog es repelido (caps. 38–39)
B. El nuevo orden para Israel (caps. 40–48)
1. Un nuevo templo (caps. 40–43)
2. Un nuevo servicio de adoración (caps. 44–46)
3. Una nueva tierra (caps. 47–48)
COMENTARIO
I. El castigo de Judá (caps. 1–24)
La primera mitad de este libro se centra en el juicio inminente de Dios contra Judá. La espada
del Señor estaba lista para golpear, y a Ezequiel se le dio la encomienda de explicar al pueblo
que ya estaba en cautiverio, en qué consistía el juicio y por qué iba a caer sobre ellos.
1. INTRODUCCIÓN (1:1–3)
1:1–2. La época en que Dios se mostró a Ezequiel para dar inicio a su ministerio profético,
aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes; que también fue el
quinto año de la deportación del rey Joaquín. Como se explica bajo “Autor y fecha” en la
Introducción, esa fecha se refiere al 31 de julio de 593 a.C. “El año treinta” probablemente se
relaciona con la edad que tenía el profeta, que también era sacerdote (v. 3). Esa era la edad en
que generalmente entraban al servicio del Señor los sacerdotes.
Ezequiel había sido llevado al cautiverio junto con el rey Joaquín en marzo de 597, y fue uno
de los cautivos que fueron enviados al río Quebar—que era un canal del río Éufrates que fluía
con un curso hacia el oriente de Babilonia (V. “Antecedentes históricos” en la Introducción).
Vi visiones de Dios es el resumen que hace Ezequiel de las visiones que a continuación
describe detalladamente en 1:4–2:7. Esa experiencia de ver la gloria de Dios influyó
profundamente en el profeta.
1:3. La palabra de Jehová indica la fuente de donde provenía el mensaje de Ezequiel. Él iba
a recibir las palabras que Jehová quería que transmitiera. A continuación, amplió esto (2:8–3:11).
Vino … sobre él la mano de Jehová, se refiere al mandato dado a Ezequiel para realizar su
ministerio. Él no actuó por su propia iniciativa, sino que fue constreñido por Dios para ministrar,
hecho que se detalla más adelante (3:12–27).
Isaías Oseas
Miqueas Amós
Jeremías Nahúm
Habacuc
Sofonías
En Babilonia
durante el exilio
Ezequiel
Daniel
En Jerusalén
después del exilio
Hageo
Zacarías
Malaquías
ISRAEL Y NACIONES CIRCUNVECINAS DURANTE LA ÉPOCA DE
LOS PROFETAS
REYES DE JUDÁ E ISRAEL Y LOS PROFETAS PREEXÍLICOS
JUDÁ ISRAEL
Joacaz 609 ¼
Joaquin 598–5 ¼
97
Sedequías 597–5 11
86
LOS CASTIGOS DEL PACTO
Derrota militar 4:10 26:17, 25, 33, 36–39 28:25–26, 49–52 8:33
Enlil-nirāri 1329–1320
Arik-dēn-ili 1319–1308
Adad-nirāri I 1307–1275
Salmanasar I 1274–1245
Tukulti-ninurta I 1244–1208
Asur-nādin-apli 1207–1204
Enlil-kudurri-uṣur 1197–1193
Ninurta-apil-ekur 1192–1180
Asur-dan I 1179–1134
Asur-rēsha-ishi 1133–1116
Tiglat-pileser I 1115–1077
Ashared-apil-ekur 1076–1075
Asur-bēl-kala 1074–1057
Eriba-adad II 1056–1055
Shamsi-adad IV 1054–1051
Asurnaṣirpal I 1050–1032
Salmanasar II 1031–1020
Asur-nirāri IV 1019–1014
Asur-rabi II 1013–973
Asur-rēsha-ishi II 972–968
Tiglat-pileser II 967–935
Asur-dan II 935–912
Adad-nirāri II 912–889
Tukulti-ninurta II 889–884
Asurnasirpal II 883–859
Samsi-adad V 824–811
Salmanasar IV 783–772
Asur-nirāri V 754–746
Salmanasar V 727–722
Senaquerib 705–681
Esar-hadón 681–669
Asurbanipal 669–626
Asur-etil-ilāni 626–623
Sin-shar-ishkun 623–612
Asur-uballiṭ II 612–609
LAS PLAGAS Y LAS DEIDADES DE EGIPTO
Plagas Referencias Deidades egipcias atacadas
por las plagas*
1.Josías
Reinó 31 años
(640–609
a.C.)
Safán
Encontró
el libro de
la ley en
tiempos de
Josías (2
R.
22:3–13)
Gedalías Micaías
2.Nabopolasar (605–562)
(Nabū-kudurri-uṣur)
5.Labashi-mardu 7.Belsarar
k (Bēl-shar-uṣur)
(2 meses, 556) (553–539)
REYES DE SIRIA MENCIONADOS EN 1 Y 2 REYES
Reyes Fechas Referencias
bíblicas
2 R. 6:24; 8:7, 9,
14
2 R. 8; 9:14–15;
10:32;
12:17–18
13:3, 22,
24–25
1:3. Ella habita entre las naciones; no encuentra 28:65. Ni aun entre esas naciones descansarás, ni
descanso. la planta de tu pie tendrá reposo.
1:5. Sus enemigos se han convertido en sus 28:44. Él será la cabeza y tú la cola.
amos.
1:5. Sus hijos han sido llevados al exilio y 28:32. Tus hijos y tus hijas serán entregados a
capturados por sus enemigos. otro pueblo.
1:6. En debilidad, han huido de su perseguidor. 28:25. El Señor te entregará derrotado delante de
tus enemigos; vendrás a ellos por un camino,
pero huirás por siete.
1:18. Muchas vírgenes y jóvenes fueron llevados 28:41. Hijos e hijas engendrarás, y no serán para
al cautiverio. ti, porque irán en cautiverio.
2:15. Los que pasaban por el camino batieron las 28:37. Serás motivo de horror, y servirás de
manos sobre ti; silbaron, y se burlaron de la hija refrán y de burla a todos los pueblos a los cuales
de Jerusalén. te llevará Jehová.
2:20. ¿Han de comer las mujeres el fruto de sus 28:53. Comerás el fruto de tu vientre, la carne de
entrañas, los pequeñitos a su tierno cuidado? tus hijos y de tus hijas que Jehová tu Dios te dio,
en el sitio y en el apuro con que te angustiará tu
enemigo.
2:21. Niños y viejos yacían por tierra en las 28:50 … gente fiera de rostro, que no tendrá
calles. respeto al anciano, ni perdonará al niño.
4:10. Las manos de mujeres piadosas cocieron a 28:56–57. La tierna y delicada entre vosotros,
sus hijos. que nunca la planta de su pie intentaría sentar
sobre la tierra, de pura delicadeza y ternura,
mirará con malos ojos al marido de su seno, a su
hijo, a su hija, al recién nacido que sale de entre
sus pies, y a su hijos que diere a luz; pues los
comerá ocultamente, por la carencia de todo, en
el asedio y en el apuro con que tu enemigo te
oprimirá en tus ciudades.
5:2. Nuestra heredad ha pasado a extraños, 28:30. Edificarás casa, y no habitarás en ella.
nuestras casas a forasteros.
5:5. Nos fatigamos y no hay para nosotros 28:65. Ni aun entre estas naciones descansarás.
reposo.
5:10. Nuestra piel se ennegreció como un horno 28:48. En hambre y sed servirás a tus enemigos
a causa del ardor del hambre. que Jehová enviare contra ti.
5:11. Violaron a las mujeres en Sion, a las 28:30. Te desposarás con mujer, y otro varón
vírgenes en las ciudades de Judá. dormirá con ella.
5:12. No respetaron a los viejos. 28:50 … gente fiera de rostro, que no tendrá
respeto al anciano.
5:18. El monte Sion está asolado; zorras andan 28:26. Tus cadáveres servirán de comida a toda
por él. ave del cielo y fiera de la tierra, y no habrá quien
las espante.
LA ESTRUCTURA DE QUIASMO EN LAMENTACIONES
4:1–6 4:7–11
vv. 1–2 El valor de los hijos de Sion fue vv. 7–8. El valor de los príncipes fue
despreciado. despreciado.
vv. 3–5 Los pequeños y los adultos vv. 9–10 Los pequeños y los adultos
sufren. sufren.
Ezequiel 27:12–25
I. Acontecimientos antes, durante y después del período de siete años (Este período es la
semana 70 de Daniel, Dn. 9:27).
A. Sucesos inmediatamente antes del período de siete años
1. Rapto de la iglesia (Jn. 14:1–3; 1 Co. 15:51–52; 1 Ts. 4:16–18; Ap. 3:10)
2. El que detiene la iniquidad es quitado (2 Ts. 2:7)
3. Tribunal de Cristo (en el cielo, 1 Co. 3:12–15; 2 Co. 5:10)
4. El anticristo asume el poder de la confederación romana (Dn. 7:20, 24)
B. Suceso al principio del período de siete años
El anticristo (príncipe que ha de venir) hace un pacto con Israel (Dn. 9:26–27)
C. Sucesos en la primera mitad del período de siete años
1. Israel vive en paz en la tierra (Ez. 38:8)
2. Se instituyen los sacrificios del templo (Ap. 11:1–2)
3. La iglesia mundial domina a la religión y al anticristo (Ap. 17)
D. Sucesos quizá inmediatamente antes de la mitad del período de siete años
1. Gog y sus aliados invaden Palestina desde el norte (Ez. 38:2, 5–6, 22)
2. Dios destruye a Gog y sus aliados (Ez. 38:17–23)
E. Sucesos a la mitad del período de siete años
1. Satanás es echado del cielo y se posesiona del anticristo (Ap. 12:12–17)
2. El anticristo rompe su pacto con Israel, provocando que cesen los sacrificios (Dn.
9:27)
3. Los 10 reyes bajo el anticristo destruyen la iglesia mundial (Ap. 17:16–18)
4. Los 144,000 israelitas son salvados y sellados (Ap. 7:1–8)
F. Sucesos en la segunda mitad del período de siete años
Estos tres años y medio se denominan “la gran tribulación” (Ap. 7:14; cf. Mt. 24:21;
“tiempo de angustia,” Dn. 12:1; y “tiempo de angustia para Jacob,” Jer. 30:7)
1. Rebelión (apostasía) contra la verdad en la iglesia profesante (Mt. 24:12; 2 Ts. 2:3)
2. El anticristo llega a ser líder mundial (1er sello, Ap. 6:1–2) con el apoyo de la
confederación occidental (Ap. 13:5, 7; 17:12–13)
3. El anticristo se revela como el “hombre de pecado”, el “inicuo” (2 Ts. 2:3, 8–9)
4. Guerras, hambres y muerte (2do, 3ero y 4to sellos, Ap. 6:3–8)
5. Las multitudes convertidas de todas las naciones son martirizadas (5to sello, Ap.
6:9–11; 7:9–14; Mt. 24:9)
6. Desastres naturales y temor mundial de la ira divina (6to sello, Ap. 6:12–17)
7. La imagen del anticristo (la “abominación”) se levanta para adoración (Dn. 9:27; Mt.
24:15; 2 Ts. 2:4; Ap. 13:14–15)
8. Los dos testigos comienzan su ministerio (Ap. 11:3)
9. El falso profeta promueve al anticristo para que las naciones e Israel incrédulo lo
adoren (Mt. 24:11–12; 2 Ts. 2:11; Ap. 13:4, 11–15)
10. La marca de la bestia se usa para promover la adoración del anticristo (Ap. 13:16–18)
11. Israel es esparcido por la ira de Satanás (Ap. 12:6, 13–17) y por la “abominación”(la
imagen del anticristo) en el templo (Mt. 24:15–26)
12. Los gentiles toman Jerusalén (Lc. 21:24; Ap. 11:2)
13. El anticristo y los falsos profetas engañan a muchos (Mt. 24:11; 2 Ts. 2:9–11)
14. Se proclama el evangelio del reino (Mt. 24:14)
15. El anticristo persigue a Israel (Jer. 30:5–7; Dn. 12:1; Zac. 13:8; Mt. 24:21–22)
16. Dios derrama el juicio de las trompetas (Ap. 8–9) y los juicios de las copas (Ap. 16)
sobre el imperio del anticristo
17. Aumenta la blasfemia al incrementarse el castigo (Ap. 16:8–11)
G. Sucesos que concluyen el período de siete años
1. El anticristo asesina a los dos testigos (Ap. 11:7)
2. Los dos testigos resucitan (Ap. 11:11–12)
3. El rey del sur (Egipto) y el del norte pelean contra el anticristo (Dn. 11:40a)
4. El anticristo entra a Palestina y derrota a Egipto, Libia y Etiopía (Dn. 11:40a–43)
5. Los ejércitos del oriente y del norte avanzan hacia Palestina (Dn. 11:44; Ap. 16:12)
6. Jerusalén es arrasada (Zac. 14:1–4)
7. La Babilonia comercial es destruida (Ap. 16:19; 18:1–3, 21–24)
8. Aparecen señales en la tierra y el cielo (Is. 13:10; Jl. 2:10, 30–31; 3:15; Mt. 24:29)
9. Cristo regresa con el ejército del cielo (Mt. 24:27–31; Ap. 19:11–16)
10. Los judíos huyen fácilmente de Jerusalén por los cambios topográficos (Zac. 14:5)
11. Los ejércitos se unen contra Cristo y sus huestes celestiales en Armagedón (Jl.
3:9–11; Ap. 16:16; 19:17–19)
12. Cristo destruye a los ejércitos (Ap. 19:19, 21)
13. La “bestia” (anticristo) y el falso profeta son lanzados al lago de fuego (Ap. 19:20)
H. Sucesos después del período de siete años
1. Última reunión de Israel (Is. 11:11–12; Jer. 30:3; Ez. 36:24; 37:1–14; Am. 9:14–15;
Mi. 4:6–7; Mt. 24:31)
2. Un remanente de israelitas se vuelve al Señor, recibe perdón y son limpiados (Os.
14:1–5; Zac. 12:10; 13:1)
3. Liberación nacional de Israel de manos del anticristo (Dn. 12:1b; Zac. 12:10; 13:1;
Ro. 11:26–27)
4. Juicio de Israel vivo (Ez. 20:33–38; Mt. 25:1–30)
5. Juicio de los gentiles vivos (Mt. 25:31–46)
6. Satanás es echado al abismo (Ap. 20:1–3)
7. Los santos del A.T. resucitan (Is. 26:19; Dn. 12:1–3)
8. Los santos de la tribulación resucitan (Ap. 20:4–6)
9. Se cumple Daniel 9:24
10. Bodas del Cordero (Ap. 19:7–9)
11. Cristo comienza su reinado en la tierra (Sal. 72:8; Is. 9:6–7; Dn. 2:14–35, 44;
7:13–14; Zac. 9:10; Ap. 20:4)
II. Características y sucesos del milenio
A. Físicas
1. Cambia la topografía y geografía de la tierra (Is. 2:2; Ez. 47:1–12; 48:8–20; Zac.
14:4, 8, 10)
2. Los animales salvajes se vuelven mansos (Is. 11:6–9; 35:9; Ez. 34:25)
3. Abundantes cosechas (Is. 27:6; 35:1–2, 6–7; Am. 9:13; Zac. 14:8)
4. Se incrementa la longevidad humana (Is. 65:20–23)
B. Espirituales y religiosas
1. Satanás es confinado al abismo (Ap. 20:1–3)
2. Se construye el templo milenial (Ez. 40:5–43:27)
3. Se ofrecen holocaustos como recordatorio de la muerte de Cristo (Is. 56:7; 66:20–23;
Jer. 33:17–18; Ez. 43:18–27; 45:13–46:24; Mal. 3:3–4)
4. Se reinstituyen las fiestas del año nuevo, pascua y tabernáculos (Ez. 45:18–25; Zac.
14:16–21)
5. Las naciones adoran en Jerusalén (Is. 2:2–4; Mi. 4:2; 7:12; Zac. 8:20–23; 14:16–21)
6. Conocimiento mundial de Dios (Is. 11:9; Jer. 31:34; Mi. 4:5; Hab. 2:14)
7. Llenura y poder del Espíritu Santo en Israel sin precedentes (Is. 32:15; 44:3; Ez.
36:24–29; 39:29; Jl. 2:28–29)
8. Se cumple el nuevo pacto con Israel (Jer. 31:31–34; Ez. 11:19–20; 36:25–32)
9. Prevalecen la rectitud y justicia (Is. 9:7; 11:4; 42:1–4; Jer. 23:5)
C. Políticas
1. Israel se reúne como nación (Jer. 3:18; Ez. 37:15–23)
2. Israel está en paz en la tierra (Dt. 30:1–10; Is. 32:18; Os. 14:5, 7; Am. 9:15; Mi. 4:4;
5:4–5a; Zac. 3:10; 14:11)
3. Se establecen las fronteras del pacto abrahámico (Gn. 15:18–21; Ez. 47:13–48:8,
23–27)
4. Cristo rige sobre Israel en Jerusalén (Is. 40:11; Mi. 4:7; 5:2b)
5. Se cumple el pacto davídico (Cristo se sienta en el trono de David, 2 S. 7:11–16; Is.
9:6–7; Jer. 33:17–26; Am. 9:11–12; Lc. 1:32–33)
6. Cristo reina y juzga a las naciones (Is. 11:3–5; Mi. 4:2–3a; Zac. 14:9; Ap. 19:15)
7. Los santos resucitados reinan con Cristo (Mt. 19:28; 2 Ti. 2:12; Ap. 5:10; 20:6)
8. Paz universal (Is. 2:4; 32:17–18; 60:18; Os. 2:18; Mi. 4:2–4; 5:4; Zac. 9:10)
9. Jerusalén es la capital del mundo (Jer. 3:17; Ez. 48:30–35; Jl. 3:16–17; Mi. 4:1, 6–8;
Zac. 8:2–3)
10. Israel es exaltado sobre los gentiles (Is. 14:1–2; 49:22–23; 60:14–17; 61:5–9)
11. El mundo recibe bendición por medio de Israel (Mi. 5:7)
D. Acontecimientos después del milenio
1. Satanás es soltado del abismo (Ap. 20:7)
2. Satanás engaña a las naciones (Ap. 20:8)
3. Los ejércitos mundiales sitian Jerusalén (Ap. 20:9a)
4. Destrucción de los ejércitos mundiales por fuego (Ap. 20:9b)
5. Satanás es echado al lago defuego (Ap. 20:10)
6. Juicio de los ángeles caídos (1 Co. 6:3)
7. Los impíos muertos resucitan (Dn. 12:2b; Jn. 5:29b)
8. Los impíos son juzgados en el gran trono blanco (Ap. 20:11–14)
9. Los impíos enviados al lago de fuego (Ap. 20:14–15; 21:8)
III. La eternidad
A. Cristo entrega el reino (milenial) a Dios el Padre (1 Co. 15:24)
B. Los cielos y tierra presentes son destruidos (Ap. 21:1)
C. Los nuevos cielos y tierra nueva son creados (2 P. 3:10; Ap. 21:1)
D. La nueva Jerusalén desciende a la nueva tierra (Ap. 21:2, 10–27)
E. Cristo reina por siempre en el reino eterno (Is. 9:6–7; Ez. 37:24–28; Dn. 7:13–14; Lc.
1:32–33; Ap. 11:15)
CONJUNTO DEL TEMPLO MILENIAL
(Las medidas están en metros)
A. Altar (43:13–17)
D 30 dormitorios en el atrio
exterior (40:17)
P Pórtico (40:8–9)
G Gradas (40:6a)
V Ventanas (41:16)
EDIFICIO DEL TEMPLO MILENIAL
(Las medidas están en metros)
C Columnas (40:49b)
V Ventanas (41:26)
EL ALTAR MILENIAL
(Las medidas están en metros)
A Altar (43:16)
D Drenaje (43:13–14)
C Cuernos (43:15)
G Gradas (43:17b)
PESOS
LONGITUD
codo 45 cms.
palmo 23 cms.
MEDIDAS DE CAPACIDAD
PARA ÁRIDOS
PARA LÍQUIDOS
bato (1 efa) 22 litros
LUNA NUEVADos becerros cada 3/10 efa de flor de 1/2 hin de vino Un macho cabrío
MENSUAL uno + → harina/aceite + → 1/3 hin de vino
(Nm. Un carnero + → 2/10 efa de flor de 1/4 hin de vino
28:11–15) Siete corderos cada harina/aceite + → ( + ofrendas
uno+ → 1/10 efa de flor de diarias)
( + “holocausto harina/aceite + →
continuo”) ( + ofrendas diarias)
FIESTA DE Dos becerros cada 3/10 efa de flor de 1/2 hin de vino Dos Un macho cabrío
LAS uno + → harina/aceite + → 1/3 hin de vino corderos
SEMANAS Un carnero + → 2/10 efa de flor de 1/4 hin de vino como
(PENTECOST Siete corderos cada harina/aceite + → ( + ofrendas ofrenda
ÉS) (Lv. uno + → 1/10 efa de flor de diarias) mecida
23:15–21; ( + “holocausto harina/aceite + →
Nm. continuo”) + ofrenda mecida de dos
28:26–31) panes de grano nuevo ( +
ofrendas diarias)
FIESTA DE Un becerro + → 3/10 efa de flor de 1/2 hin de vino Un macho cabrío
LAS Un carnero + → harina/aceite + → 1/3 hin de vino
TROMPETAS Siete corderos cada 2/10 efa de flor de 1/4 hin de vino
(Lv. uno + → harina/aceite + → ( + ofrendas
23:22–25; ( + “holocausto 1/10 efa de flor de mensuales y
Nm. 29:1–6) continuo” y mensual) harina/aceite + → diarias)
+ ofrenda mecida de dos
panes de grano nuevo ( +
ofrendas diarias)
DÍA DE Un becerro + → 3/10 efa de flor de 1/2 hin de vino Un macho cabrío
EXPIACIÓN Un camero + → harina/aceite + → 1/3 hin de vino
(Lv. 16:1–28; Siete corderos cada 2/10 efa de flor de 1/4 hin de vino
23:26–32; uno + → harina/aceite + →
Nm. 29:7–11) 1/10 efa de flor de Ritual de expiación:
Ritual de expiación: harina/aceite + → Un toro (por el
Un camero (por el ( + ofrendas sumo sacerdote)
sumo sacerdote) diarias) Dos machos cabríos
Un camero (por la (por la nación) (Uno
nación) ( + ofrendas diarias) para el ritual del
( + “holocausto cabrío que se envió
continuo”) al desierto, Lv.
16:7–10)
3 1 2 14
1
4 1 2 14
0
5 9 2 14
6 8 2 14
7 7 2 14
8 1 1 7
(+
“holocausto
continuo”)
Nota: Ninguna ofrenda por la culpa se incluye en esta lista de ofrendas calendarizadas regularmente. Para
estudiar las ofrendas por la culpa, V. Lv. 5:14–6:7.