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RESENA CRITICA DE UNA

INTRODUCCION AL
ANTIGUO
TESTAMENTO

..
Reseña Crítica de una
INTRODUCCION AL
ANTIGUO
TESTAMENTO
por
Gleason L. Archer ..

Nueva Edición:
•Indice de Textos Bíblicos
·Indice de 'lemas yNombres

~
P<JBUCACIONES PORTAVOZ EVANQB.JCO
A
mi esposa Sandra
La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad
-con integridad y excelencia-, desde una perspectiva bíblica y confiable,
que animen a las personas a conocer y servir a Jesucristo.

Titulo del original: A Survey of O/d Tesrament /111roduaion,


de Gleason L. Archer, Jr., C 1964, 1974 por Moody Bible
lnstitute, Chicago, lllinois, 60610.
Edición en castellano: Reseña cr{rica de una introducción
al Antiguo Testamento, © 1981 por Moody Biblc lnstitute,
Chicago, lllinois, y publ icado con permiso por Editorial
Portavoz, filia l de Krcgel Publications, Grand Rapids,
Mich igan 49501. Todos los derechos reservados.
Revisado, 1987.
Traducción: A. Edwin Sipowicz y M. Francisco Liévano R.
Fotografía de la portada: Paul L. Maier
EDITORIAL PORTAVOZ
P.O. Box 2607
Grand Rapids, Michigan 49501 USA
Visítenos en: www.portavoz.com
ISBN 978-0-8254-1033-8
6 7 8 9 10 edición / año 13 12 11 10 09
Impreso et1 los Estados Unidos de América
Prit1ted it1 rhe Ut1ited Srates ofAmerica
INDICE
CAPITULO PAGINA

Ilustraciones 9
Prefacio 11
Abreviaturas 13
l. Introducción 15
2. La inspiración del Antiguo Testamento 20

Primera parte: INTRODUCCION GENERAL


3. Los manuscritos hebreos y las primeras versiones 39
4. Baja crítica del Antiguo Testamento 58
5. El canon del Antiguo Testamento 71
6. Historia de la teorfa documental del Pentateuco 87
7. Alta crítica del Pentateuco en el siglo XX 99
8. La paternidad literaria del Pentateuco 115
9. Variantes y parónimos como criterio para una división
según las fuentes de odgen 131
10. Palabras tardías y aramefsmos como criterio para una
división según las fuentes de origen 148
11. Reconstrucción de la historia hebrea según Wellhausen,
e11 los períodos pre-profético y profétko 157
12. Reconstrucción de la historia hebrea en el período
sacerdotal según Wellhausen 173
13. Evidencias arqueológicas sobre la antigüedad del
Pentateuco 182

Segunda parte: lNTRODUCCLON ESPECIAL


14. Génesis 197

7
8 llEsEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

15. Génesis (continuación) 220


16. Exodo 2A_3
17. Levitico y Números 264
18. Deuteronomio 27J
19. Josué, Jueces y Rut 291
20. 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes 312
21. Introducción a los profetas; Abdías, foel y /onás 327
22. Amós, Oseas y Migueas 350
23. Isaias 361
24. lsaías (continuación) 380
Z5. Nahum, Sofonías y Habacuc 389
26. Jeremías y Lamentaciones 396
27. Ezequiel 405
28. Daniel 415
29. Daniel (continuación) 433
30. Libros históricos posteriores al exilio: 1 y 2 Crónicos.
Esdras, Nehemías, Ester 444
31. Profetas posteriores al exilio: Hageo, Zacarías, Malagulas 464
32. Introducción a la poesía hebrea 476
JJ Salmos 483
34. Los libros de sabiduría: Job y Proverbios 499
35. Eclesiastés y El Cantar de Jos Cantores 523
Apéndice 1: Cronologia del Antiguo Testamento 546
Apéndice 2: Anacronismos e inexactitudes en el Corán 549
A éndice 3: Anacronismos e inexactitudes en
las Escrituras de los mormones 553
Apéndice 4: Inventario de los manuscritos bíblicos de las
cuevas del mar Muerto 558

Jodice de lexlas bíblicas 564


Indice de lemas y nombres 571
ILUSTRACIONES
Antiguo equipo egipcio de escritura 24

El profesor Baker corta un rollo de cobre 44

La piedra Roseta 122

Centro de operaciones de la American School of


Oriental Research (Escuela americana de investigaciones
orientales) en Jerusalén 183

Fragmento de la epopeya babilónica de la creación 201

lln "Sello de la tentación" 221

La undécima tablilla de la epo peya de Gilgamés 223

Estatuillas de soldados egipcios. encontradas en tumbas egipcias 248

Código de Hammurabi 280

Dos de las cartas de Amarna 297

Toro tallado en piedra en el palacio de Sargón II 321

Relieve del palacio de Asurbanipal 343

Prisma de arcilla del palacio de Senaguerib 376

Una de las cartas de Laguis 402

Un león de ladrillo esmaltado, de Babilonia 417


Capitel taurino del palacio de Susa 460

9
PREFACIO
El propósito de esta Reseña crítica de una introducción al Antiguo
Testamento es el de proveer un texto sencillo y útil para estudiantes y
seminarístas no iniciados en la crítica al Antiguo Testamento. Además
brinda un panorama general del tema para pastores y estudiosos de la
Biblia. Por razones de espacio, he desistido de comentar todos los
últimos libros y artículos escritos sobre esta disciplina y me he reduci-
do a revelar los puntos de vista más representativos e influyentes de las
figuras reconocidas universalmente como autoridades indiscutibles en
el estudio de la introducción al Antiguo Testamento. Para una mayor
claridad me he limitado al tratamiento de los puntos principales y a
manejarlos de tal manera que hasta los bisoños los puedan entender y
apreciar.
El lector hallará que este libro se adhiere a una postura netamente
conservadora y evangélica. Por esta posición no pido disculpas, excep-
to para expresar mi convicción personal de que solamente la postura
ortodoxa sobre el contenido de la Biblia le hace verdadera justicia al
texto biblico en sí y cuadra con la evidencia aportada por todos los
datos importantes que hoy tenemos. Al mismo tiempo me he esforzado
en todo momento por tratar con toda imparcialidad y honestidad los
distintos puntos de vista y diversas teorlas de los que se adhieren a una
postura liberal o neoortodoxa, y exponer o presentar sus premisas y
conclusiones de una manera que permita al lector entenderlas y juzgar-
las fácilmente.

11
ABREVIATURAS
A Códice Alejandrino
AB Archaeology and the Bible (La arqueología y la Biblia), G. A.
Bartan
ABH Archaeology nnd thP. AihlP. Hislnry (La arquP.ología y la his-
toria bíblica), Joseph P. Free
ANET Ancient Near .Eastern Texts (Antiguos textos del Cercano
Oriente). J. B. Pritchard (editor)
AOT Archaeology and the Old Testament (La arqueología y el
Antiguo Testamento), M. F. Unger
AOOT Ancient Orient and the Old Testament (El Antiguo Oriente y
el Antiguo Testamento), K. A. Kitchen
AP The Archaeology of Palestine (La arqueología de Palestina),
W. F. Albright
ASOR American Schools of Oriental Research (Escuelas america-
nas de investigaciones orientales)
ASV American Standard Version (Versión standard americana)
B Códice Vaticano
BAM Our Bible and the Ancient Manuscripts (Nuestra Biblia y los
manuscritos antiguos), Frederic Kenyon
BASOR Bulletin of the American Schools of Oriental Research
(Boletin de las escuelas americanas de investigaciones
orientales)
CSS Companion to Scri pture Studies (Guía al estudio de la Bi-
blia), J. E. Steinmueller
CT Christianity Today (Cristianismo Hoy)
CVSS The Christian View of Science and Scripture (El punto de
vista cristiano sobre la ciencia y la Biblia], B. Ramm
DSS Deod Seo Scrolls (Los manuscritos del mar Muerto) , Millar
Burrows
FBM The Five Books of Mases {Los cinco líbros de Moisés), O. T.
Allis
GATE Grundriss für AJttestamentJiche .EinJeitung, Wilhelm
Moeller
IBOT lntroduction to the Books of the Old Testament (Introduc-
ción a los libros del Antiguo Testamento). W. O. E.
Oesterley y T. H. Robinson.

13
14 REsEÑA CRITICA DE UNA l l\'TRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ICC Tnternotionol Critico! Commentory (Comentario critico


internacional)
IGOT íntroductory Guide to the Old Testament (Guía para una
introducción al Antiguo Testamento), M. F. Unger
lLOT Introduction to the Lileroture of the Old Testament (Intro-
ducción a la literatura del Antiguo Testamento), S. R.
Driver
IOT Introduction to the Old Testoment (Introducción al Antiguo
Testamento)
ISBE Internotionol Standard Bible Encyclopedio (Enciclopedia
internacional standard de la Biblia)
JBL /ournol of Biblical Literoture (Revista de literatura bíblica)
KJV King /ames Version (Versión del rey Jacobo)
LAP Light from the Ancienl Post (Luz de lo remoto antigüedad),
/. Finegon
LXX Septuoginl Version of the Old Testoment (Versión Sep-
tuaginta del Antiguo Testamento)
MLDSS More Light on the Deod Seo Scrolls (Nuevas revelaciones
sobre los manuscritos del mar Muerto), Millar Burrows
NASB New American Standard Bible (Nueva Biblia standard
americana)
OHH An Outline of Hebrew History (Compendio de Historia he-
brea), J. B. Payne
OTI Old Testoment Introduction (Introducción al Antiguo Tes-
tamento), John H. Raven
OTMS Old Testoment ond Modern Study (El Antiguo Testamento y
los estudios modernos), H. H. Rowley
POT The Problem of the Old Testoment (El problema del Antiguo
Testamento), James Orr
PTR Presbyterion Theologicol Review (Revista teol ógica
presbiteriana)
RSV Revised Standard Version (Versión Standard Revisada)
SAC From the Stone Age to Christionity (De la edad de piedra al
cristianismo), W. F. Albright
SIOT Scientific lnvestigolion of The Old Testoment (Investigación
científica del Antiguo Testamento} Robert Dick Wilson
SIP Sh ort Introduction to the Pentoteuch (Breve introducción al
pentateuco), G. C. Aalders
T M Mosoretic Text of the Old Testoment (Hebrew} (Texto
Masorético del Antiguo Testamento) (Hebreo)
TOT Text of the Old Testoment (Texto del An tiguo Testamento),
E. Würthwein
VRV Versión Reina-Valera, revisión de 1960
CAPITULO 1
EL ALCANCE DE UNA IITTRODUCCIÓN

La Santa Biblia se diferencia de todos los demás libros del mundo. Es el


único libro que pretende ser la revelación del único Dios verdadero,
que su propósito es la salvación die) hombre, y que puede demostrar
su autoridad divina por numerosas e infalibles pruebas. Otros
documentos religiosos-como el Corán mahometano, por ejemplo-
pueden afirmar que son la palabra de Dios, pero no contienen. en sf
mismos, como ocurre con la Biblia, fehacientes pruebas de su autentici-
dad (poT ejemplo, el fenómeno del cumplimiento de las profecfas).
Como registro de la santa voluntad de Dios para con el hombre, la
Biblia reviste la máxima importancia para entender correctamente el
verdadero significado de la revelación que contiene. Inútil serla inter-
pretar o entender las palabras de las Sagradas Escrituras como si
hubieran sido escritas actualmente y dirigidas a los pueblos de habla
española enfrentados a los problemas del siglo XX. Claro está que la
Biblia nos entrega hoy en dfa el mensaje de Dios, y nos es tan útil como
lo fue para los hebreos en la antigüedad. Pero la forma que adoptó aquel
mensaje fue en hebreo antiguo, y dirigido a un pueblo enfren tado con
acontecimientos especiales y circunstancias peculiares de su dfa y
época. Nunca podremos entender correctamente los permanentes
principios que subyacen en estos antiguos enunciados de Dios,
si previamente no nos hacemos cargo de los problemas y desa.fíos
con que tenía que habérselas su pueblo en la generación e n que El
les habló.
Cuando hablamos de introducción al Antiguo Testamento nos re-
ferimos a un estudio sistemático del antiguo trasfondo en el cual deben
ser entendidos los primeros treinta y nueve libros de la Biblia. Su
ámbito abarca el lenguaje, las costumbres, las situaciones históricas, las
personas, los lugares y los acontecimientos a que aluden los diversos
libros de la Biblia. En su alcance más amplio incluye las siguientes
disciplinas:
1. Los idiomas empleados para escribir el Antiguo Testamento. es

15
16 RESEÑA CRtrlCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

decir el hebreo y el arameo, juntamente con idiomas semitas


emparentados con los primeros (tales como el árabe, el asirio, el feni-
cio, el ugarita y el siriaco) que nos ayudan a entender el significado de
las palabras utilizadas en el texto bíblico.
2. La historia del pueblo hebreo y de los países vecinos con los
cuales entraron en contacto.
3. La religión y la cultura de estas naciones no hebreas, tales como
las conocemos por los relatos de antiguos autores paganos y por los
descubrimientos de la arqueología moderna.
4. La paternidad literaria de los libros que componen la Biblia,
pues.to que es importante saber quién escribió el libro para los efectos
de interpretar correctamente su significado y corno garantía de su
confiabilidad.
5. La fecha, a.l menos aproximada, en que se compuso cada libro,
pues. ello a menudo nos da una clave para los acontecimientos o su-
cesos que afrontaba el pueblo de Dios cuando él les habló.
6,. La situación histórica y los problemas contemporáneos a los
cuales se refirieron los autores inspirados, corno voceros de Dios.
7. El texto original de cada libro tal cual era antes que los deslices
de la pluma u otros errores de los copistas se introdujeran en el texto
que nos ha llegado a nosotros. (Esto se conoce como critica textual.)
8 . La integridad del texto, es decir, el problema que se refiere a la
cuesltión de saber si cada libro fue escrito íntegramente por el autor
cuya paternidad literaria se sostiene, o si otros escritos han entrado en
su composición.
9•. La historia de la transmisión del texto, es decir, la forma en que
se copió cada libro y fue entregado a la posteridad en diversos tipos de
manuscritos, traducido a los diversos idiomas antiguos de los pueblos a
los que llegó el judaísmo y el cristianismo en los siglos subsiguientes,
hasta que finalmente el texto hebreo propiamente dicho (y sus diversas
traducciones al griego, latín, siriaco, etc.) fue impreso luego de Je in-
vención de la imprenta.
Como regla general, las tres primeras divisiones de la introducción
que acabamos de bosquejar constituyen asignaturas de cursos separa-
dos de lenguas o historia, en tanto que la introducción al Antiguo
Testamento, como tema académico, está restringida a las últimas seis
divisiones. Además, dentro de la introducción caben dos subdivis.iones
principales: introducción general e introducción especial.
La introducción general se ocupa de todo lo relativo al texto (tanto
de los idiomas originales en que fue escrito como de las primeras ver-
siones a las cuales fue inicialmente traducido). También considera el
canon, es decir, el problema de cuáles son los libros verdaderamente
inspirados y provistos de autoridad, y el período aproximado de la
historia en que fueron reconocidos como tales por el pueblo de Dios.
INTRODUCCIÓN 17

Establece el origen y la extensión del canon y del orden y preservación


de los libros que involucra. En razón de que el problema de la fecha y
de la paternidad literaria del Pentateuco (los cinco libros de Moisés)
está tan ligado a la teoría del canon, generalmente se lo incluye en el
campo de la introducción general.
En cuanto a la introducción especial se ocupa aisladamente de cada
uno de los libros del Antiguo Testamento, dando cuenta de su paterni-
dad literaria, de su fecha, de su propósito y de su integridad. Puede,
además, referirse a la estructura general y al mensaje básico de cada
libro, si bien el tratamiento detallado de su contenido pertenece más
bien al ámbito de un curso de investigación biblica y no de una
introducción.

LA RELACIÓN ENTRE EL ANTIGUO Y EL NUEVO T ESTAMENTO

Los escritores del Nuevo Testamento consideraron los libros del


Antiguo Testamento (la ley y los profetas) como un solo cuerpo literario
(las Escrituras). cuya paternidad literaria le corresponde en última ins-
tancia a Dios mismo, quien utilizó autores humanos que escribieron su
verdad bajo su dirección infalible (cf. Gálatas 3:8; 2 Pedro 1:20). Los
inspirados apóstoles consideraron que lo que importaba era la inten-
ción del divino Autor de las Escrituras hebreas; la intención del autor
humano entraba en la categoría de meramente secundaria. Hasta podía
darse el caso de que el autor humano de la profecia del Antiguo Tes-
tamento no entendiera en toda su plenitud el significado de lo que
escribía, a pesar de que sus palabras expresaban el propósito del divino
Autor que las inspiró (ver 1 Pedro 1:10-11). Los escritores del Nuevo
Testamento vieron en la totalidad de las Escrituras Hebreas un testimo-
nio de Jesucristo, el hombre perfecto que cumplió la ley; el sacrificio y
sumo sacerdote de las ceremonias rituales; el profeta, sacerdote y rey de
quien predijeron los profetas; el amante que describieron los libros
poéticos. Vieron significaciones proféticas aun en los acontecimientos
históricos relatados en el Antiguo Testamento. Asi, por ejemplo, el
cruce del mar Rojo prefiguró el bautismo cristiano (1 Corintios 10:1-2);
la conquista de Canaán por Josué prefiguró el reposo espiritual que
los cristianos alcanzan por la fe (Hebreos 3-4); y el llamado de Israel
para abandonar a Egipto prefiguró la experiencia del niño Jesús
(Mateo 2:15).
En términos generales podemos decir que el Antiguo Testamento
expuso los preparativos de los cuales el Nuevo Testamento serla el
cumplimiento; fue la semilla y la planta de la cual el Nuevo Testamento
serla el glorioso fruto. Precisamente porque Jesús de Nazaret cumplió lo
que predijo el Antiguo Testamento, su vida y sus obras poseyeron
absoluta ultimidad, no reduciéndose a ser nada más que un maestro
18 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTTGUO TESTAMENTO

como tantos otros. Y también por esta razón el Evangelio de Cristo está
imbuido de una divina validez que lo hace diferente de todas las re-
ligiones ideadas por los hombres. El Antiguo Testamento demuestra
que Jesús y su iglesia fueron hechos providenciales, la personificación
de los propósitos de Dios; el Nuevo Testamento prueba que las Escritu-
ras hebreas constituyeron un organismo coherente e integrado, enfoca-
do sobre un único y gran tema, y que exhibieron un solo programa de
redención.
LA f AMILIA SEMiTICA DE LENGUAS

De la misma manera que el genio del idioma griego impuso su sello


en la revelación del Nuevo Testamento y en los términos en que se
entregó su mensaje, así también el genio del idioma hebreo fue un
factor determinante en la expresión del mensaje del Antiguo Tes-
tamento. Estableció una gran diferencia el hecho de que el griego fue
preciso al expresar el tiempo cronológico y que el hebreo puso su
principal hincapié sobre el modo de acción y no sobre los tiempos
verbales. Una adecuada interpretación de la revelación del Antiguo
Testamento exige un total dominio de estos rasgos peculiares del verbo
hebreo y de la sintaxis hebrea en general; de lo contrario la Escritura
resultará incomprensible y desvirtuada.
En gran medida el hebreo compartía con el resto de los idiomas
semíticos estas características gramaticales y de sintaxis. Por ello es
importante analizar estos idiomas afines y obtener de ellos la luz que
puedan arrojar sobre el uso del hebreo. Más aún, en lo que se refiere al
vocabulario, reviste máxima significación el estudio comparado de las
lenguas semíticas. Ocurre a menudo que un vocablo que aparece
solamente una o dos veces en la Biblia hebrea es de uso común en
algunas de las lenguas afines, lo que permite, por comparación, inter-
pretarlo con amplio margen de seguridad.
La clasificación tradicional de las diversas lenguas semitas las di-
vidía, según la localización de las naciones que las hablaban, en Norte,
Sur, Este y Oeste. La lengua semita del Este suponía un solo idioma
principal, el acádico, que admitía una división en los dialectos babiló-
nico y asirio, con escasos matices diferenciales. Las lenguas semitas del
Sur, incluían el árabe (subdividido en árabe del Norte, el lenguaje
clásico y literario; y árabe del Sur, con sus subdialectos: sabeo, mineo,
gatabaní y el hadramí) y el etíope antiguo o clásico (o Geez) con su
moderno descendiente el amárico. Las lenguas semitas del Norte abar-
can la familia aramea, a la que se divide habitualmente en las ramas
oriental y occidental (la oriental es la base del idioma siríaco de la era
cristiana, y la occidental, la base del arameo bíblico tal cual se lo
encuentra en Daniel y Esdras). Las lenguas semitas del Oeste (a menudo
ll'ITRODUCCIÓN 19

clasificadas por los erudítos modernos con el arameo en lo que se ha


dado en llamar lengua semita del Noroeste) abarca el ugarltico, el feni-
cio y el cananeo (del cual el hebreo y el moabita son dialectos).
Otras lenguas no semíticas que ejercieron alguna influencia sobre el
idioma hebreo fueron el camítico de Egipto (si bien algunos eruditos
ven en el idioma egipcio un primitivo parentezco con el grupo de
idiomas semitas); el sumerio, el idioma aglutinante (distinto totalmente
a toda lengua conocida) de la primitiva raza no semítica que conquistó
y civilizó la Baja Mesopotamia antes de la aparición de los babilonios; y
el persa indoiranio, idioma lejanamente emparentado con el griego.
Todas estos idiomas contribuyeron, en mayor porcentaje, al vocabula-
rio del hebreo bíblico.
CAPITULO 2
LA INSPIRACION DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
Antes de iniciar un estudio critico más enjundioso sobre el Antiguo
Testamento, conviene que nos pongamos de acuerdo en el planteo
básico sobre la clase de libro que es. Si se trata meramente del producto
del genio humano, al igual que muchos documentos en base a los
cuales se han fundado diversas religiones, entonces los datos que halla-
mos deben ser manejados de una manera especifica. En otras palabras,
estos santos escritos deben ser evaluados en términos puramente lite-
rarios, y deben proponerse explicaciones naturales a todo hecho que
aparezca como sobrenatural (como e l caso del cumplimiento de la
profecía). Si, por el contrario, los treinta y nueve libros del Antiguo
Testamento fueron inspirados por Dios, que empleó instrumentos
humanos para registrar la verdad que reveló a los hombres, en ese
caso los datos deben ser manejados de muy distinta manera. Es
decir, todo cuanto pareciera ser inconsecuente con esa norma de cer-
teza y verdad que presupone la inspiración divina debe ser cuidado-
samente investigado para procurar una reconciliación satisfactoria de
aparentes discrepancias. De ahí que todo el proceso de la investigación
estará profundamente influido por la premisa con la cual se inicia.

EVIDENCIAS EN F AVOR OE W\ INSPIRACIÓN GLOBAL DE W\ BIDU/\

No es este el lugar para enfrascamos en un exhaustivo tratamiento


de las evidencias cristianas; eso incumbe a los libros de texto sobre
apologética. Pero nos parece apropiado sugerir aquí, al menos suma-
riamente, las causas por las cuales nos parece razonable y correcto
comenzar con la premisa de que el Antiguo Testamento es una co-
lección de libros inspirados por Dios.
l. Queda, por supuesto, una tercera posibilidad: que Dios haya escogido revelar su
verdad a través de una revelación imperfecta en la cual la verdad aparece mezclada con el
error. Pero esto serla un tipo de revelación totalmente imltil o insólita, puesto que re-
querirla un crite.r infalible para discernir entre la verdad y el error. Véase en este capitulo
la sección titulada "Infalibilidad de los autógrafos originales".

20
LA INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 21

En primer lugar, hay una significativa unidad que subyace en toda


la colección de treinta y nueve libros del Antiguo Testamento, lo cual
revela una interconexión orgánica que se mantiene sin variantes a lo
largo de muchos siglos que demandó su composición. Estos libros ex-
hiben una notable unicidad de propósito y programa, cuya explicación
razonable es que su elaboración proviene de una sola mente, la mente
del Autor divino.• (Un tratamiento clásico de este aspecto de las Sagra-
das Escrituras lo hallamos en el capítulo 2 de la obra de James Orr
titulada Problem of the Old Testoment [POT]- El problema del Anti-
guo Testamento-. Si bien publicó esa obra en el año 1907 [Nueva
York: Scribner], los argumentos esgrimidos por Orr nunca fueron re-
futados con éxito y mantienen su vigencia hoy en día.)
En segundo lugar, de todas las religiones que hay en el mundo,
solamente la religión hebreo-cristiana ofrece una epistemologia (cien-
cia del conocimiento religioso) lógicamente defendible. El resultado
final de cuatro mil años de investigación humana y disquisiciones
filosóficas es que, aparte de la Biblia, no se ha logrado otra cosa que
insolubles discrepancias y confusión en todo el ámbito religioso.
Algunos teóricos han propuesto la elaboración de un sistema ético
acompañado de un vago teismo al que denominan religión mundial.
Pero se mantiene inalterable el hecho de que las tensiones entre el
cristianismo, el judaismo, el hinduismo, el budismo y el islamismo son
tan agudas hoy como lo fueron siempre, si bien en la actualidad los
métodos de propagación o protección utilizados son más moderados
que antaño. Todavía dan respuestas totalmente diferentes al interro-
gante: ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Comparemos, por contraste, la situación que se observa en el ámbito
de la medicina y de la ciencia. Los muchos siglos de experimentación e
investigación han dado por resultado un acuerdo general, entre todas
las naciones civilizadas, en cuanto a las leyes básicas de la química y de
la física. En realidad, la aparición de nuevos datos obliga a una per-
manente y constante revisión de las teorías y conclusiones que publi-
can los científicos año tras año; pero en términos generales, el mundo
cientifico concuerda en todas las naciones del globo.
2. Claro está que es 1,1osiblo tratar los escritos del Antiguo Testamento de una manera
ortificialmonte disccc1onlstn en aros de una toorfo de diversas fuentes y paternidad litoro-
ria conglomerada. Quien haya abrazado tales teorlas no está obligado a interpretar textos
a la luz de sus contextos y marcos totales, porque siempre puede, por ingeniosos ardides
interpretativos, encontrar desacuerdos y discrepancias entre las fuentes. Puede hallar
diversos puntos de vista e inconsecuencias en cualquier obra dada, que nunca se le
ocurrlrlan como tales al lector desprejuiciado que simplemente )ee el libro para captar su
mensaje. Pero aun el diseccionista doctrinal debe finalmente reconocer que en la forma
en la cual nos llegado las Escrituras hebreas, hay poqulsima diferencia, en caso de que la
haya, entre el concepto de Dios en el pacto que aparece en la ú.ltima porción del Antiguo
Testamento, y el que se encuentre en sus primeras secciones escritas. Ni puede haber
duda alguna de que desde el punto de vista de Cristo y de los apóstol~ del Nuevo
Testamento, la totalidad del Antiguo Testamento representó una sola unidad que habló
como una sola voz: "las Sagradas Escrituras".
22 RESEÑA CRtnCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Sin embargo, en el caso de la religión, que trata de problemas de


máxima importancia para la humanidad, no hay consenso alguno.
Ocurre a menudo que dos hombres que han sido criados corno h erma-
nos en el mismo hogar, que han gozado de las mismas ventajas educa-
cionales, y poseen igual grado de inteligencia, sostienen puntos de
vis.ta religiosos diametralmente opuestos. Si fuera posible que el in-
genio humano y la investigación científica lograran resultados positi-
vos en el ámbito de la metafísica, hombres de igual educación e
int,eligencia seguramente lograrian cierto grado de acuerdo (tal como
ocurre en la filología o en la ciencia). Sin embargo, nada está tan lejos
de la realidad en lo que se refiere a la religión. Apenas si estamos más
cerca de lograr un acuerdo hoy en dia que lo que estuvieron nuestros
antepasados cuatro mil años atrás, y tal vez menos aún, porque en aquel
entonces no habían inventado todavía el naturalismo ateo. La conclu-
sión lógica es que la investigación humana, aun con la más cuidadosa y
científica metodología, no lleva a nada más sólido que meras con jeturas
en lo relativo al alma y al sentido de la vida. El hombre, por su propia
búsqueda, no puede descubrir a Dios; en el mejor de los casos sólo
podrá hacer conjeturas.
¿Cómo, entonces, podemos conocer a Dios, o saber cuál es su volun-
tad para nuestras vidas? ¡Solamente si él se nos revela! A menos que él
nos lo diga, jamás sabremos las respuestas acertadas para esos interro-
gantes que revisten la máxima importancia para nosotros, como seres
humanos. Al llegar a este puhto es fundamental anotar que la Biblia se
nos presenta corno la revelación escrita de Dios. Esto signifiica que
estamos frente a un libro en el cual Dios nos da las respuestas para los
grandes interrogantes que nos planteamos 'y que conciernen a nuestra
alma, y que toda la sabiduría y la ciencia de los hombres son incapaces
de resolver con algún grado de certeza y exactitud. La Biblia afirma, de
si misma, que es la revelación especial de Dios; por lo tanto, debe
reconocérsela en su afirmación de ser la fuente apropiada de la cual se
pu,e de obtener un conocimiento fidedigno de la verdad religiosa.• La
Biblia sostiene que sus palabras provienen de Dios mismo: "Asi ha

3. Por cierto que existen varias escrituras religiosas que tienen, con respecto de si mis•
mas, la misma pretensión. tales como el Corón y el Líbro de Mormón. Sin embargo,
debemos convenir en que esos dos documentos carecen de la.s credenciales que autenti-
can la Biblia como el verdadero relJistro do la revelación de Dios. Por sobre todo les falta
la validación de las profecías previas a los hechos y su subsiguiente cumplimiento, y la
ubicua presencia del divino-humano Redentor. El Libro de Mormón está viciado de
numo.rosas inconsecuencias e inexactitudes históricas; y el Corón (que pretende haber
sido dictado por un arquetipo oelestial coeterno con Alá) exhibe no solo las más asombro-
sas Inexactitudes históricas, sino también los cambiantes puntos de vista de un autor
humano (Mahoma) a la luz de los acontecimient.os corrientes de su época. No hay compa-
ración posible entre la Biblia y estos otros libros, cuando se analiza la grandeza y sublimi-
dad de los pensamientos que comunica o el poder con ol cual penetra en el alma y
provoca cambios que duran toda una vida. (Para detalles más específicos. véanse los
Apéndices 2 y 3.)
LA INSPIRACIÓN DEL ANTICUO TESTAMENTO 23

dicho Jehová." Si hay un Dios, y si le preocupa nuestra salvación, esta


es la única forma (aparte de la directa revelación de Dios a cada indi-
viduo de cada sucesiva generación) en que él puede impartirnos, de
manera fidedigna, este conocimiento. Debe hacerlo a través de un con-
fiable relato escrito, tal como la Biblia afirma serlo.•
OOALIBILIDAD DE LOS AUTOGRAFOS ÜRJCINALES'

A continuación debemos formularnos la siguiente pregunta: ¿Qué


clase de relato nos deparará este libro? ¿Será un relato que contiene
diversos tipos de errores? ¿Será un relato exento de todo error? Si esta
revelación escrita contiene errores, mal puede cumplir el propósito que
alega tener, es decir, hacer conocer al hombre, de una manera inequívo-
ca y fidedigna, cuál es la voluntad de Dios para su salvación. ¿Por qué
afirmamos lo anterior? Porque un error demostrado en una parte abre la
posibilidad de que haya otros errores en otras partes de la Biblia. Y si
resulta que la Biblia es una mezcla de verdades y errores, entonces es
un libro como cualquier otro.
No hay duda alguna de que existen verdades en todos los otros
documentos religiosos conocidos por el hombre, tales como el Corón,
los Vedas, los Upanishads, los Analectas, la Ilia.da y la Odisea, aun
cuando esta verdad coexista con abundantes errores. ¿Qué hacer con
este tipo de libro que contienen verdades y errores? Lo único que se
puede hacer con ellos es someterlos a la facultad critica de la razón
humana. Es evidente que, dentro de ciertos límites, las facultades de
raciocinio del hombre tienen la legítima y necesaria función de sopesar
las evidencias presentadas por estos documentos y decidir si armoni-
zan y son compatibles con un origen divino. Se trata de reconocer la
identidad de una pretendida revelación y decidir si es Palabra de Dios o
no. La razón humana es competente para juzgar estas evidencias, apli-
cando la regla de la contradicción inherente y demás canones de la
lógica, y determinar si los datos brindados por el texto cuadran con sus
afirmaciones de origen divino. (Ya lo señalamos en la nota marginal

4. ¿Y qué decir de la tradición oral? ¿No puede, la infalible verdad de Dios, ser transmiti-
da de boca en boca a través do sucesivas generaciones? Si, por supuesto que sf, y sin duda
alguna ciertas porciones de la Biblia fueron así preservadas durante muchos años antes
de hallar su forma escrita autorizada. Pero la tradición oral es necesariamente fluida en su
carácter y está en constante peligro de corrupción debido al factor subjetivo, es decir, a la
incierta memoria del custodio de dicha tradición. El legado de la fe fue transmitido en su
mayor parte en forma oral durante milenios, desde Adán hasta Moisés, pero la forma
escrita final que le dio Moisés contó con la supervisión especial del Esplritu Santo, para
poder garantizar su divina confiabilidad. Las propias Escrituras ponen el mayor de los
énfasis sobre su estado escrito. y casi nunca le asignan confiabilidad divina a la tradición
meramente oral. Si bien es cierto que las palabras que pronunciaron Moisés, los froletas.
Jeslls de Nazaret y los apóstoles contaron con el sello de autoridad desde e preciso
instante en que se emitieron, también es cie·rto que no habla otra forma segura de preser•
varlas excepto por la escritura (es decir. registrarlas por escrito, bajo la dirección del
Esplritu Santo). ~
24 RllsEÑA CRITICA DE UNA INTRooucc1óN AL ANTICUO TESTAMENTO

Antiguo Equipo de Escritura Egipcio. Los escritores bíblicos pudieron


hober utilizado algo similar. (Cortesía del Museo Británico.}

número 3. que solamente la Biblia, a düerencia de todos los demás


documentos religiosos, contiene evidencias decisivas sobre su inspira-
ción y autoridad divinas.)
Pero es cosa muy distinta que la razón humana pretenda abrir juicio
sobre la revelación divina como tal y determinar su falsedad o veraci-
dad. Para que tal juicio sea válido, debe proceder de un juez que posea
un conocimiento de una verdad metafísica superior a la de la revela-
ción misma. En otras palabras, para que el hombre pueda abrir un juicio
valedero en cuanto a la veracidad de la Biblia, debe conocer más de
Dios, y del alma y de las verdades espirituales. que la Biblia misma.
Pero obviamente no es este el caso, como ya lo señalamos (pág. ), y
por lo tanto el hombre depende íntegramente de la revelación divina
para adquirir este trascendental conocimiento. Por esta razón, si la
revelación nos ha de ser entregada en forma útiJ y confiable, que no
dependa del juicio falible del hombre, debe serlo en forma infalible. De
no ser así, dependería, para su validación, en última instancia, de la
autoridad del hombre y por ello, precisamente, no serviría como revela-
ción confiable de la verdad divina.
LA INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO T ESTAMENTO 25

LA TRANSMISIÓN TEXTUAL NO ES NECESARIAMENTE INFALIBLE

Aquf debemos establecer una clara distinción. La infalibilidad


(libertad de todo error) es necesaria solamente para los manuscritos
originales (autógrafos) de los libros bíblicos. No puede haber habido en
ellos ninguna equivocación o error, pues de ser asl no podrían haber
sido realmente inspirados por el Dios de la verdad en quien no hay
tinieblas de ninguna clase. Dios jamás pudo haber inspirado a un autor
humano de la Escritura a escribir nada erróneo o falso.•
¿Pero qué diremos del texto bíblico tal cual lo tenemos ahora? ¿Está
libre ese texto de todo error, de cualquier clase que sea? No, por cierto,
cuando se trata de errores atribuí bles a los copistas, pues hallamos
discrepancias en las copias manuscritas que tenemos a nuestra disposi-
ción, aun en las copias más antiguas, de los primeros siglos. Algunos
errores de pluma se filtraron en las primeras copias que se hicieron de
los manuscritos originales, a los cuales posteriormente se sumaron los
errores de transmisión, en las copias de las copias. Fue un hecho casi
inevitable que ocurriera de esa manera. No hay ningún ser humano que
pueda copiar, sin un solo error, el texto íntegro de un libro. (¡Invitamos
a quienes duden de la anterior afirmación a que lo hagan!) Nada, a no
ser un milagro, garantizaría la infalibilidad en la copia de un manuscri-
to original.
Aceptado, entonces, que se han introducido errores en nuestros
textos, tal cual los tenemos ahora ¿cómo podrán servir como medio

5. Podrá plantearse la cuestión en cuanto a la infalibilidad de las fuentes de las cuales el


registro escritura) (tales como las tablas genealógicas de Génesis y de Crónicas) pudo
haberse copiado. Si se consultaron los archivos de los templos o los registros palaciegos
(como probablemente ocurrió) y si estos registros fueron escritos previamente por hom-
bres no inspirados (como también ocurrió p robablemente] ¿por qué no podemos limitar
la infalibílídad a la mera exactitud en copiar el registro humano, estuviera o no libre de
error tal registro? En otras palabras: ¿por qué no pudo haber errores inspirados en las
Escrituras?
Debemos responder esta pregunta con otra: ¿qué diferencia esencial existe entre un
registro hUJl!ano falible y un orador humano !alible? Si las palabras escritas por los
hombres podían ser aceptadas en la Escritura, aun erróneas y equivocadas, ¿no se deduce
de ello que también pueden aceptarse sus palabras habladas? ¿Quién puede suponer que
todo lo que hablaron Moisés. [salas o Malaquias estuviera libre de error? ¿No es cierto,
acaso, que en el momento en que emitlan la Palabra de Dios, su emisló11 era infalible? De
la misma manera en que Dios utilizó la com,.micación oral de ellos para revelar su verdad,
salvaguardándola del error hasta ser registrada en forma escrita, así también Dios podfa
tomar erróneos archivos humanos y dirigir a l autor humano para evitar todos sus errores
y registr~r únicamente lo que en realidad era cierto. Todo lo que la Escritura afirme haber
sido históricamente cierto, prescindiendo de las fuentes intermedias de información,
debe ser considerado confiable y fidedigno•. Es esencialmente indiferente que la fuente
haya sido escrita u oral. o si provino de una mano humana falible o de una boca humana
falible; en cualquiera de los dos casos. el Esplritu Santo eliminó los errores y aseguró la
escritura de la verdad. Todas las discrepancias que nos han llegado en el texto reciliido de
las Escrituras hebreas, se explican perfectamente bien por los errores cometidos en trans-
misiones textuales posteriores. No hay necesidad alguna de recurrir a una teoría de
errores copiados en los autógrafos originales, y el hacerlo baria peligrar la autoridad de
las Escrituras como un todo.
26 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

fidedigno para revelar la voluntad de Dios? ¿Nos hemos vuelto, acaso,


al problema de los libros que contienen tanto verdades como errores?
De ninguna manera, pues hay una gran diferencia entre un documento
que estuvo equivocado desde un principio y un documento que expre-
só la verdad en el original pero que fue mal copiado. Al leer la carta de
un amigo o de un fam iliar podemos hallar los habituales errores de
pluma, tales como pos en lugar de por o des por del y por un simple
proceso de corrección, a la luz del contexto general, entender el sentido
que quiso darle el remitente. Solamente en los casos en que los errores
que se han filtrado en las copias son de tal magnitud que cambian
totalmente el sentido, podrá malograrse el mensaje en su correcta co-
municación. Pero si la carta procediera de un remitente confundido,
equivocado o engañoso, en ese caso las equivocaciones y las informa-
ciones erróneas estarian viciadas de nulidad y perjudicarían al
destinatario.
Esto nos lleva al problema de la fidelidad en la transmisión del
texto biblico. Hay numerosos tipos de errores de manuscritos que el
crítico textual puede descubrir en los primeros manuscritos del Anti-
guo Testamento. (A esto nos vamos a referir en el capítulo 4.) ¿Son estos
errores de tal magnitud que pervierten el mensaje o imposibilitan tra-
ducir su verdadero significado? Si as( fuera, los propósitos de Dios se
habrian frustrado; no podrla transmitir su revelación de una manera
que la entendieran correctamente las generaciones futuras. Si no ejer-
ció una influencia restrictiva sobre los escribas que escribieron las
copias normales y autorizadas de las Escrituras, entonces ellos corrom-
pieron y falsificaron el mensaje. Si el mensaje fue falso, el propósito de
entregar una revelación escrita ha terminado en un rotundo fracaso, ya
que tal Escritura corrupta no pasarla de ser una mezcla de verdad y
error, necesariamente sujeta al juicio humano (en vez de juzgar ella
al hombre).
¿Tenemos alguna evidencia objetiva de que Dios no permitió que
errores de transmisión corrompieran o pervirtieran su revelación? Sí, la
tenemos, pues un cuidadoso estudio de las variantes (diferentes copias
o versiones) de los diversos manuscritos más antiguos revela que nin-
guna de ellas afecta una sola doctrina de las Sagradas Escrituras. Todo
el sistema de verdades espirituales contenido en el texto hebreo normal
del Antiguo Testamento no se ve alterado ni comprometido en lo más
mínimo por ninguna de las diversas copias o versiones halladas en los
manuscritos hebreos más antiguos que se encontraron en las cuevas del
mar Muerto o en otros sitios. Para verificar la anterior afirmación es
suficiente leer la lista de variantes en la edición hebrea de la Biblia de
Rudolf Kittel. Es evidente, a todas luces, que la inmensa mayoría de las
mismas revisten tan poca importancia que no afectan en lo más minimo
los principios doctrinarios.
l.,\ INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 27

A este respecto debe quedar claramente sentado que el Antiguo


Testamento difiere de toda otra obra literaria precristiana que conozca-
mos. En realidad no poseemos, por lo ordinario, semejante cantidad de
distintos manuscritos de origen pagano, provenientes de regiones tan
dispares, como ocurre en el Antiguo Testamento. Pero en los casos en
que sí contamos con ellos, como por ejemplo en la obra egipcia El libro
de los muertos, las diferencias son mucho mayores, tanto en su canti-
dad como en su naturaleza. Así, por ejemplo, es notoria la diferencia
que existe entre el capítulo 15 que figura en el papiro de Ani (escrito en
la decimoctava dinastía) y el mismo capítulo en el papiro de Turín (de
la vigesimosexta dinastía o posterior). Se insertan o eliminan claúsulas
enteras, y el sentido en columnas paralelas del texto es, en algunos
casos, totalmente distinto.
Aparte de la intervención y dirección divina en la transmisión del
texto hebreo, no hay razón alguna por la cual el mismo fenómeno de
discrepancia y de cambios no se produjera también en los manuscritos
hebreos escritos con siglos de diferencia. No obstante que las dos
copias de Isaías descubiertas en la cueva número 1 de Qumram, en las
proximidades del mar Muerto, en el año 1947, eran mil años más anti-
guas que el más antiguo manuscrito conocido hasta el momento (980 d.
de J.C.) resultaron ser idénticamente iguales, palabra por palabra, con la
Biblia hebrea normal, en más de un 95 por ciento del texto. El cinco por
ciento de las variantes consisten principalmente en obvios errores del
copista y diferencias de ortografia. Aun los fragmentos de Deuterono-
mio y de Samuel, de los manuscritos del mar Muerto, que indican
pertenecer a un diferente grupo o fami lia de manuscritos del que fue
tomado nuestro actual texto hebreo, no indican diferencias ni de doctri-
na ni de enseñanza. No afectan, e111 lo más mínimo, el mensaje de la
revelación.

LA DOCTRINA DE LA INSPIRACIÓN SDSTENIOA POR LA PROPIA ESCRITURA

¿Sostiene la Biblia su infalibilidad? Se ha dicho a veces que las


Sagradas Escrituras en ningún momento pretenden ser infalibles. Pero
una cuidadosa investigación permite demostrar que toda vez que se
menciona el tema, resulta que sí, que afirman su absoluta autoridad
como la infalible Palabra de Dios.
Moteo 5:18: "Porque de cierto os digo [Cristo) que hasta que pasen
el cielo y la tierra, ni una jota [la letra más pequeña del alfabeto hebreo]
ni una tilde [virgulilla que distingue ciertas letras del alfabeto hebreo]
pasará de la ley [el Antiguo Testamento), hasta que todo se haya cum-
plido." Esto indica que no solamente los pensamientos trasmitidos por
las Sagradas Escrituras sino también las palabras mismas, corno vehícu-
los válidos de aquellos pensamientos, letra por letra, llevan en sí la
28 RESEÑA CR1TICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

infaliible verdad y con toda seguridad alcanzarán su cumplimiento y


realización.
Juan 10:35: "La Escritura no puede ser quebrantada;" implfoa lo
mismo que lo anterior.
2 Timoteo 3:16: 'Toda la Escritura es inspirada por Dios,• [theop-
neustosl y útil para enseñar." Según el uso que le da el Nuevo Tes-
tamento, puede afirmarse que "escritura" (graphé) se refiere a todo el
canon de los 39 libros del Antiguo Testamento tal cual los tenemos hoy
en d:ia. 2 Pedro implica que las epístolas de Pablo en el Nuevo Tes-
tamento, también gozan de la misma jerarquía de Escrituras inspiradas
(graphai).
Hebreos 1:1,2: "Dios, . . . habiendo hablado ... por los profetas ...
nos ha hablado por el Hijo." Esto sostiene la misma infalibilidad para
los escritos de los profetas del Antiguo Testamento como la que asigna
a los mensajes del mismo Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento.
1 Pedro 1:10-11: "Los profetas [del Antiguo Testamento] que pro-
fetizaron de la gracia destinada a vosotros , i nquirie ron y
diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué
persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,
el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias
que vendrían tras ellos." Se deduce de lo anterior que el Espíritu Santo
moraba en los autores del Antiguo Testamento y que dicho Espíritu los
dirigió para que escribieran palabras de infalible verdad y seguro cum-
plimiento, si bien los propios autores humanos desconocían en toda su
plenitud, el verdadero significado de esas palabras dirigidas di-
vinamente. Debido a versículos como los que acabamos de anotar, al
interpretar la Escritura debemos tratar de establecer no meramente la
intención del autor humano que escribió las palabras, sino también (lo
cual es más importante aún) la intención del divino Autor que dirigió la
escritura de esas palabras.
2 Pedro 1:21: " Porque nunca la profecía [los escritos proféticos del
Antiguo Testamento] fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados [impelidos, de la
misma manera que el viento empuja un barco a vela) por el Espíritu
Santo." En sus palabras (tal como fueron consignadas en el papel),
estos autores del Antiguo Testamento que profetizaron de Cristo fueron
movidos en forma sobrenatural para expresar una infalible verdad, ver-
dad que no debe subordinarse a " interpretación privada" (vers ícu lo
20).
Todos estos pasajes se suman como argumento en favor de esta
doctrina de la inspiración; que la exactitud es inmanente a todo eEtexto
6. Esta palabra realmente deberla traduci rse ··espirada por Dios ' y no '"inspirada por
Dios'". El hincapie correspond e al origen divino de la revelación escrita propi amente
dicha,, y no a una cualidad especia l inculcada en las palabras de la Escritura.
LA INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 29

del Antiguo Testamento, al igual que al del Nuevo Testamento, de


modo tal que en su totalidad y en todas sus partes, la Biblia es infalible
en cuanto a la verdad y terminante en cuanto a su autoridad. Esta
exactitud y precisión se extiende tanto a temas históricos y cientificos
como a teológicos y morales. Algunos eruditos, tales como Henry P.
Smith y Charles A. Briggs, han procurado establecer una diferencia
entre estos dos tipos de verdades, y permiten un margen de error en
asuntos referentes a la historia o a la ciencia. A esta posición se oponen
dos inevitables objeciones. En primer lugar, el Nuevo Testamento no
hace semejante distinción: la historicidad literal de Adán y Eva va
implícita en 1 Timoteo 2:13-14 (de lo contrario el comentario de Pablo
carecerla totalmente de valor); también el 1 Corintios 11 :8-9 que sos-
tiene claramente que Eva fue literalmente formada de una parte del
cuerpo de Adán, tal como lo expresa el relato de Génesis 2:22; la ex-
periencia literal de Jonás, de permanecer tres días en el vientre de un
gran pez es absolutamente esencial si ha de servir de analogia de los
tres días de Cristo en la tumba (Moteo 12:40.)
Es imposible rechazar la historicidad de estos dos episodios tan
discutidos, sin rechazar la autoridad del Cristo de los Evangelios y del
apóstol Pablo en las epistolas. Respecto de la historicidad del diluvio y
del arca de Noé, veamos lo que el mismo Señor Jesucristo dijo según
Moteo 24:38-39: "Porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo ... hasta el día en que Noé entró en el arca, y no
entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos." En Moteo
19:4-5, Jesús sostuvo que las palabras de Génesis 2:24 fueron emitidas
por el Creador de Adán y Eva, inmediatamente después de unirlos
como marido y mujer. En Marcos 12:26 no deja lugar a dudas en el
sentido de que Dios mismo habló al Moisés histórico las mismas pala-
bras que figuran en Exodo 3:6: "Yo soy ... el Dios de Abraham, Dios de
Isaac, y Dios de Jacob." Notemos también que en Lucos 11:51, Jesús
coloca la historicidad del asesinato de Abe) en un mismo plano de
igualdad con el asesinato de Zacarlas.
En segundo lugar, no siempre es posible establecer una precisa
separación entre teología y ética e historia y ciencia. Hay casos cru-
ciales que entrañan ambos tipos de verdad, como en el caso del literal e
histórico Adán (sobre cuya paternidad de toda la raza humana depende
íntegramente el argumento teológico de Romanos 5:14-19). Es imposi-
ble admitir un error en historia y ciencia sin terminar también en
errores de doctrina.
Esta ligera reseña de los puntos de vista de Cristo y sus apóstoles
sirve para indicar que ellos consideraban el Antiguo Testamento, en su
totalidad, como el infalible registro de la revelación de Dios al hombre.
Dicho en otras palabras, el argumento básico para la total confiabilidad
de las Escrituras es la confiabilidad del propio Dios. Cuando habla la
30 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Escritura, es Dios quien habla; a düerencia de todo otro libro jamás


escrito, la Palabra de Dios es "viva y eficaz" (Hebreos 4:12 dice que el
logos de Dios es zón y energils), y que penetra hasta lo más recóndito
del hombre, y tiene la autoridad de juzgar a todas las demás filosofías y
razonamientos humanos con absoluta y soberana autoridad. Semejante
prerrogativa de juicio de la Biblia exige presuponer su absoluta infalibi-
lidad, pues si se deslizaran errores en el texto original de la Escritura, a
cualquier nivel, esos errores serían objeto del criterio humano y la
Escritura dejarla de ser la autoridad que juzga al hombre.
En última instancia, entonces, todo hombre debe escoger entre una
de dos alternativas: la infalibilidad de las Sagradas Escrituras, o la
infalibilidad de su criterio personal. Si la Biblia contiene errores en su
texto, se requiere entonces un criterio humano infalible para distinguir
válidamente entre lo falso y lo verdadero en la Escritura; se hace nece-
sario que toda afirmación del texto sagrado sea endosada por un critico
humano antes de ser aceptada como verdadera. Y puesto que los hom-
bres discrepan en sus juicios críticos, se requiere una absoluta infalibi-
lidad de parte de cada individuo para establecer un criterio válido en
cada caso. Aun el agnóstico debe asegurarse semejante infalibilidad de
criterio, porque no puede lógicamente asumir una posición agnóstica a
menos que pueda afirmar que ha analizado todas las evidencias exis-
tentes en favor de la autoridad de las Escrituras y ha llegado a un juicio
valedero en el sentido de que las evidencias son insuficientes para
probar la autoridad divina de la Biblia como la Palabra de Dios. Estas
son, pues, las únicas alternativas que se nos presentan al considerar las
Escrituras: ellas son infalibles, o lo somos nosotros.

CRITERIOS S u a .B IBLICOS DE LA INSPIRACIÓN

Los que se inclinan a favor de una posición neo-ortodoxa con res-


pecto a la inspiración de las Escrituras, recurren (como lo hace H. H.
Rowley, de Manchester) a lo que han dado en llamar la mentalidad de
Cristo como norma para juzgar entre verdad doctrinaria y error en la
Biblia. Por ejemplo, sostienen que cuando Josué y los israelitas mataron
a todos los habitantes de Jericó, lo hicieron movidos por sus primitivas
y salvajes ideas de justicia, y no por expreso mandamiento de Dios tal
como lo registra Deuteronomio 20:16-18. Las afirmaciones o juicios
atribuidos a Dios en el Antiguo Testamento, pero que parecieran ser
demasiado severos de acuerdo a las normas de mansedumbre, pacien-
cia y amor de Cristo tal cual están contenidas en el Nuevo Testamento,
deben ser rechazadas como meras invenciones humanas urdidas por
Israel en sus primeras etapas de desarrollo religioso. El criterio para
establecer la verdad es " la mentalidad de Cristo".
LA INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMEITTO 31

Con todo. las investigaciones demostrarán que muchas de las afir-


maciones de Cristo, registradas en el Nuevo Testamento, chocan con
esta supuesta "mentalidad de Cristo" de una manera notoria. Observe-
mos, por ejemplo, Mateo 23:33: "¡Serpientes, generación de víboras!
¿Cómo escapareis de la condenació,n del infierno?" Y también en Mateo
25:41: "Apartaos de mf, malditos, al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles." No contamos con ningún escrito acreditado sobre
cómo era la mentalidad de Cristo, aparte de sus dichos registrados en
los Evangelios. Es inconsecuente, desde todo punto de vista, establecer
una noción filosófica sobre cuáles fueron los puntos de vista de Cristo,
en base a algunas de sus afirmaciones registradas, y luego rechazar la
autenticidad de otras afirmaciones registradas en la misma fuente, sim-
plemente porque entran en conflicto con preferencias personales. Tal
procedimiento no significa otra cosa que imponer el criterio humano
por encima de la Palabra Escrita de Dios, y considerar como verdaderas
solamente las partes de esa Palabra que la mente humana rubrica.
Pero ya hemos visto que la razón humana es una herramienta inade-
cuada y desacreditada para alcanzar un verdadero conocimiento re-
ligioso. La Biblia debe juzgar al hombre; nunca el hombre puede juzgar
la Biblia. Sus facultades de razonamiento debe emplearlas en la tarea
de interpretar de manera consecuente el mensaje de la Biblia, para
poder comprender qué es lo que Dios quiere decir con las palabras
escritas en la Escritura. Pero jamás debe emitir juicios adversos contra
claras enseñanzas de la Escritura, como lo establece la exégesis; si lo
hace, rechaza, en forma global, la autoridad de la Escritura.
Más tfpicamente neo-ortodoxo es el punto de vista que considera a
la Biblia como algo menos que la escrita Palabra de Dios; la Biblia es
meramente un testimonio de la Palabra de Dios. De acuerdo a esta
posición, la Palabra de Dios es un principio dinámico que entra en
acción solamente cuando se produce un encuentro viviente o "existen-
cial" entre el creyente y Dios. Dios le habla con poder desde las páginas
del Escrito Santo y establece una relación personal, más que una mera
instilación en su intelecto de una verdad que revista el carácter de una
proposición. (Cuando hablamos aquí del carócter de una proposición
nos referimos al tipo de verdad que puede establecerse como una pro-
posición, tal como: "Dios es un Espíritu eterno." Las proposiciones
pueden ser entendidas o captadas como meros objetos de conocimien-
to, como las fórmulas matemática.s; pero la verdad divina, sostienen,
nunca puede ser conocida a fondo por la mente humana. La verdad
divina alcanza al hombre en un encuentro "Yo-Tú"; es como una co-
rriente eléctrica con polo negativo y polo positivo como condición para
su existencia.) Ya que el texto biblico fue escrito por autores humanos,
y todos los hombres son pecadores y están sujetos al error, se des-
32 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

prende, según ellos, ,que tiene que haber errores en el texto bíblico
propiamente dicho.
Sin embargo, arguyen, el Dios viviente está capacitado para hablar
aun desde ese texto parcialmente erróneo y llevar a los creyentes a una
relación vital con El en un encuentro salvador. Tal punto de vista sobre
la Biblia da lugar a todo tipo de errores tanto científicos como histó-
ricos, y a todos los juicios adversos de la alta crítica racionalista contra
la autenticidad de los escritos de Moisés, lsaías, Daniel y todos los
demás. Todos estos hallazgos pueden ser (y seguramente lo son) ver-
daderos en un detallado relato de cómo se originó la Biblia. Sin embar-
go, Dios ha escogido esta Escritura, tachonada de errores, para ser el
testimonio autorizado y único en su género, de su revelación, y tiene
la capacidad de utilizarla de una manera dinámica para "salvar" a
los hombres.
Así, en su celo por evadir los asaltos de la más alta crítica raciona-
lista sobre la confiabi lidad del relato bíblico, y para rescatar la signi-
ficación del mensaje cristiano ante las objeciones científicas contra lo
sobrenatural, los teólogos del movimiento neo-ortodoxo han recurrido
a un criterio paradójico sobre la naturaleza de la revelación. Sostienen
la posición de que, por su misma naturaleza, la revelación divina no
puede ser registrada gráficamente. No bien queda aprisionada en pala-
bras, especialmente palabras que exponen proposiciones sobre Dios y
verdades espirituales, se transforma en objeto de la mente humana y
sus poderes cognoscitivos. Cae, por lo tanto, bajo conlrol humano, y
queda aprisionada en el ámbito de la palabra escrita. La revelación, por
lo tanto, no ha de ser equiparada con doctrinas o proposiciones revela-
das sobre teología; más bien, consiste en un encuentro directo entre
Dios y el hombre, como un sujeto que se enfrenta a otro sujeto. La
revelación, por lo tanto, guarda una analogía con un encuentro perso-
nal entre dos seres humanos; llegan a conocerse mutuamente como
personalidades y no como un juego de estadísticas o asuntos informati-
vos, en una tarjeta de identificación.
Desde ese mismo punto de vista puede es timarse que no reviste
mayores consecuencias el que los relatos registrados en la Escritura
sean precisos y exactos. El relato del Evangelio sobre el nacimiento
virginal. por ejemplo,, o la resurrección corporal de Cristo, muy bien
pueden ser no históricos (puesto que las teorías científicas modernas
no dejan lugar para sucesos milagrosos), pero no interesa mayormente.
Por medio de estas piadosas leyendas de la iglesia primitiva, podemos
encontrar a Dios y las: realidades suprahistóricas a las cuales apuntan y
señalan estos relatos. El hecho de depender de la infalible exactitud del
registro escrito de la Biblia es considerado como un obstáculo para la
verdadera fe. El dogma de la infalibilidad de la Escritura actúa como
una perniciosa muleta sobre la cual apoyarse; la verdadera fe se remon-
LA INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 33

ta por encima de los manifiestos errores de la Biblia a la verdad trascen-


dental hacia la cual apunta la Biblia, verdad asequible a los creyentes
únicamente por medio de un encuentro personal con el Dios viviente.
Pero a este punto de vista neo-ortodoxo se le opone una legión de
objeciones. Edifica la autoridad de la Escritura sobre bases de fe que no
pueden verificarse. ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios no nos
habla desde las páginas del Corán (que fácilmente puede demostrarse
que está lleno de errores y anacronismos), o desde el Libro de los
muertos egipcio, o de los Vedas, de la India? ¿Por qué solamente desde
la Biblia? La verificación objetiva no solamente es descartada como
imposible, sino que el deseo de realizarla es condenado como reprensi-
ble, terrenal y racionalista. ¡Solamente hay que creer! ¿En quién o en
qué? Pues en la Escritura, por cierto. Pero, lamentablemente, la Escri-
tura es totalmente ajena a esta propuesta neo-ortodoxa para alcanzar el
conocimiento religioso. Por el contrario, está erizada de verdades ex-
presadas en forma de proposición sobre Dios, verdades que pueden ser
reducidas a afirmaciones de credos o verosímiles, que la mente humana
puede captar intelectualmente. Tal vez esto pudiera explicarse como
una manifestación de la falibilidad y fragilidad de los hombres peca-
dores que escribieron la Biblia. ¿Pero cómo llegar más allá del texto de
la Biblia para alcanzar esa verdad más rarificada, inefable, suprahistó-
rica, del encuentro personal que se supone yace en ese ámbito? Pues,
por un encuentro directo con Dios, ¡por supuesto! Bien, ¿pero el en-
cuentro directo de quién? ¿De Barth? ¿De Brunner? ¿De Niebuhr? ¿De
Tillich? Estos gigantes del movimiento neo-ortodoxo tienen notorios
desacuerdos teológicos entre ellos. Algunos, tal el caso de Barth, discre-
pan con ellos mismos, en forma sustancial, de década en década. Resul-
ta difícil entender de qué manera el eterno e inmutable Dios puede ser
eficazmente interpretado en el conocido Commentary of Romans
(Comentario de la Epístola a los Romanos), cuando sus opiniones han
sufrido tan notables modificaciones de edición en edición.
En realidad de verdad, este punto de vista neo-ortodoxo sobre las
Escrituras plantea dificultades mucho más serias que las que pretende
resolver. Es virtualmente imposible que los teólogos de la crisis hagan
afirmaciones sobre Dios o sobre la fe o sobre cualquier otro aspecto de
la verdad religiosa, que en última instancia no se apoyen sobre proposi-
ciones de la escrita Palabra de Dios. Por ejemplo, tenemos el aforismo
de William Temple respecto de las Sagradas Escrituras: "No podemos
citar ni una sola frase que lleve el sello de autoridad de haber sido
emitida por el santísimo Dios."' ¿Pero cómo sabe el arzobispo Temple
que hay un solo Dios y no una legión de dioses, como enseñan las

7. William Temple, Nature. Man ond God (La naturaleza, e l hombre y Dios), (Londres:
Mcmillan, 1953), p.lg. 350.
34 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

religiones paganas, o ningún Dios, como lo enseña el marxismo?


Solamente por la autoridad de la Biblia escrita, o de una iglesia pro-
fesante que ha confiado demostradamente en la autoridad infalible de
la Biblia. Y. además, ¿cómo sabe él que el único Dios verdadero es
"santlsimo"? Unicamente porque la Escritura afirma que eUo es así, es
decir. ¡esa es una proposición afirmat.iva! Quitemos de la revelación
divina la autoridad del registro escrito, y las afirmaciones de Temple o
de Brunner o de cualquier otro maestro religioso respecto de las ver-
dades religiosas, quedan reducidas al nivel de simples conjeturas, total-
mente desprovistas de autoridad, y apoyadas en las mismas bases cues-
tionables de cualquier otra opinión humana.
¿Cómo podemos saber que la fe es un principio importante y salva-
dor, como insisten los maestros neo-ortodoxos? Solamente porque asi
lo enseña la escrita Palabra de Dios.
De otra manera ocurriría, como lo sostiene la rnayorla del mundo no
crist.iano, que la salvación se logra solamente por las buenas obras. Aun
la garantía sobre la posibilidad de un encuentro entre Dios y el hombre
nos la da la Sagrada Escritura y sus numerosos relatos sobre tales en-
cuentros. De otra manera, toda la "experiencia" del encuentro divino-
humano puede reducirse a simples alucinaciones o autosugestiones,
desprovistas de toda realidad meta.física.
Resulta, pues, que toda afirmación reUgiosa de los adherentes de
esta escuela depende, en última instancia, de la veracidad de la escrita
Palabra de Dios, las Escrituras hebreo-crist.ianas. Si estas Escrituras son
erróneas en alguna porción, pueden serlo en otras; de ninguna manera
podemos confiar en ellas ni en ninguna afirmación que los teólogos
neo-ortodoxos hayan derivado de las mismas. ni de todas sus afirma-
ciones doctrinarias sobre Dios, encuentro y fe que deriven de ellas. En
otras palabra, si no puede confiarse en la autoridad de la Biblia tal
como está escrita, entonces ninguna opinión de la teología de la crisis
tiene más valor que una mera opinión humana, a menos que, por ven-
tura, el teólogo disfrute, en su propia persona, justa.mente de los atribu-
tos de infalibilidad que le niega a la Escritura.
Esto nos lleva a la cuestión de la peculiaridad de la fe neo-ortodoxa,
la fe que se remonta a Dios s in el concatenado dogma de la infalibidad
escrituraría. ¿Qué es la fe, sino la confianza en algo o alguien que no sea
uno mismo? ¿En qué o en quién, entonces, descansa esta exaltada fe?
Ostensiblemente en Dios, o en la comprensión derivada de experien-
cias religiosas a medida que el creyente encuentra a Dios. ya sea ea las
páginas de las Sagradas Escrituras o en otro contexto. ¿Pero cómo juz-
gar estas comprensiones en toda su validez? Ya que no pueden ser
verificadas apelando a ninguna autoridad objetiva (ya sea la Escritura o
un infalible maestro humano o iglesia), el creyente no puede recurrir a
ninguna autoridad fuera de la suya propia. Ni siquiera puede estar
LA INSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 35

seguro de que hay un Dios, si la Biblia deja de ser confiable como


testigo objetivo; sólo puede confiar en si mismo. En otras palabras, este
tipo neo-ortodoxo de fe debe ser, en último análisis, fe en el hombre, no
en Dios; es decir, la fe del creyente descansa en sí mismo. Puesto que no
puede confiarse en la Biblia, y tampoco en ninguna autoridad humana
(ya que humanidad implica falibilidad), se desprende, por lo tanto, que
el creyente neo-ortodoxo no puede conocer nada excepto su propia
opinión, y espera que ésta res u Ite correcta. De lo contrario está
irremediablemente perdido. No pasa de ser para él un poco de autode-
cepción el suponer que su fe descansa en un Dios que está fuera de si
mismo; al fallarle toda autoridad objetiva, queda a merced de sus pro-
pias impresiones y opiniones subjetivas. Nunca puede estar seguro de
que sus revelaciones no pasan de ser meras alucinaciones.

CoMO ENCARAR CIERTAS D IFICULTADES QUE HAY EN LA BIBLIA

Debemos admitir que el texto de las Escrituras, tal cual nos ha sido
trasmitido, contiene ocasionales dificultades que parecieran desafiar la
doctrina de la infalibilidad bíblica. Algunas de estas dificultades son
remediadas mediante la correcta aplicación de la ciencia de la critica
textual. Otras, tales como discrepancias en estadísticas o en la grafía de
ciertos nombres exigen una enmienda del texto que va más allá de los
datos que se logran por la critica textual. Y otras más presentan dificul-
tades lógicas, tal como el aval dado en Jueces 11 al aparente sacrificio
de la hija de Jefté, cuando Deuteronomio 12:31 prohibe todo sacrificio
humano en Israel.
Hay dos métodos posibles de tr atar estos problemas:
1. Mantener en suspenso la pretensión de infalibilidad bíblica en
tanto no quede aclarada toda dificultad individual. Cada vez que se
plantee un nuevo problema, la Biblia queda reducida a una condición
de sospechosa hasta que dicho problema quede solucionado satisfac-
toriamente. Mientras tanto, el creyente queda inmovilizado en doloroso
suspenso y angustia hasta que la Biblia quede nuevamente libre de los
cargos que se Je imputaron.
2. Retener la fe en la infalibilidad del registro bíblico, a pesar de las
aparentes discrepancias, y esperar con paciencia la reivindicación que
ulteriores investigaciones seguramente garantizarán. Convencido de
que solamente el origen divino explica el fenómeno de las Escrituras,
toma partido con Jesús de Nazaret en cuanto a la infalibilidad de la
escrita Palabra de Dios, y espera que al fin haya una aclaración de los
problemas que surjan.
Los seguidores de este segundo método pueden ser acusados de un
36 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

sujetivismo ilógico, porque proceden sobre la base de una convicción


apriorística. Pero esta acusación no tiene mayor fundamento, porque la
Biblia no puede estudiarse de ninguna manera, a no ser sobre la base de
algún apriorismo. Debemos comenzar con la suposición previa de que
la Biblia es una crónica falible o una crónica irúalible. No hay término
medio; es inadmisible un estado de suspenso neutro e insistir en el
aforismo de " Dejar que la Biblia hable por sí misma". Primero tenemos
que asegurarnos qué tipo de libro es esta Biblia que ha de hablar. ¿Es la
infalible Palabra de Dios, o es el producto del hombre, propenso aJ
error, que contiene elementos de verdad d ivina entremezclados con
errores humanos? Si presenta elementos de juicio suficientes como
para forzar a un reconocimiento de que sólo puede ser de origen
divino- y efectivamente presenta abundantemente tales elementos de
juicio-en ese caso el único camino razonable es tomar en serio su
propia afirmación de infalibilidad. Si las Escrituras constituyen una
au torizada autorevelación de Dios , todas las discrepancias que
aparezcan deben ser tratadas como aparentes y no reales. Reunidos
todos los hechos y antecedentes, podrá probarse que las acusaciones de
error son inconsecuentes.
Creemos necesario señalar que tal procedimiento es seguido habi-
tualmente en las relaciones humanas sin despertar críticas adversas.
Por ejemplo, un esposo plenamente convencido de que su esposa es
una mujer fiel y virtuosa, rehusará con toda firmeza sospechar de ella,
aun cuando baya sido vista salir con otro hombre. Sin apresurarse a
sacar conclusiones adversas, simplemente esperará nuevas informa-
ciones que aclararán la situación y explicarán satisfactoriamente su
asociación con el hombre en cuestión. Sería tonto e indigno de él que
echara por la borda su convicción sobre la integridad de su mujer, antes
de esperar su reivindicación. Solamente una presunción inicial de que
es inconstante e indigna de su confianza justificaría semejante reacción
de su parte.
Así es de tonto e indigno que uno que ha estado convencido de la
divina autoridad de la Biblia cuestione su infalibilidad hasta dejar
aclarado cada nuevo alegato que surja. Más bien que un procedimiento
científico y objetivo, como a veces se afirma, tal política supone pasar
de un elemento a priori a otro, con vacilante falta de convicción. Una
genuina y franca contradicción en las Escrituras (especialmente si está
en los autógrafos originales) sería razón más que suficiente para perder
la fe en la infalibilidad de las Escrituras; pero en tanto no se haya
demostrado ta l contradicción, o mientras no se haya demostrado, de
acuerdo con las leyes de las evidencias legales, un franco error histó-
rico o científico, el creyente en la Escritura nunca debe sentirse emba-
razado por aferrarse a la presunción de que es la infalible Palabra de
Dios. Resulta altamente significativo que nunca pudo probarse ta l error,
LA [NSPIRACIÓN DEL ANTIGUO T ESTAMENTO 37

a entera satisfacción de un tribunal legal, a pesar de los esfuerzos que se


han hecho en ese sentido.•

8. Cf, Harry Rimroer, Thot Lowsuit Agoinst the Bible (Ese juicio contra la Biblia), (Grand
Rapids: Eerdmans, 1940). Por material adicional sobre el tema de las dificultades de la
Biblia. consultar 1.a inspirada defensa de la autoridad o infalibilidad bíblica en la abra de
Wick Broomall. Biblical Criticism (Crllica bíblica). (Grand Rapids: Zondervan. 1957),
págs. 11-84. Po r ro8terial adicional sobre la inspiración del Antiguo Testamento, ver R. K.
Harrison, lntroduclion of the Old Testoment (Introducción a l Antiguo Testamento),
(Grand Rapids: Eerdmans, 1969), págs. 462-75; J. W. Monlgomery, Crisis in Luthcron
Theology (Crisis en la teología luterana). (Grand Rapids : Eerdmans, 1967), págs. 15-44: M.
H. Woudstra . "The lnspirat.ion of the Old Testament" (La inspiración del Antiguo Tes-
tamento). en The Bible: The Living Word of God (La Biblia: la palabra vivienre de Dios).
ed. Merril C. Tenney (Grand Rapids: Zondervan, 1968) , págs. 123-42.
P RIMERA P ARTE

INTRODUCCION GENERAL
CAPITULO 3
LOS MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS
PRIMERAS VERSIONES
No tenemos acceso a los originales infalibles de los di versos libros que
componen las Escrituras Hebreas. Las más antiguas copias que han
llegado hasta nosotros están distanciadas, en algunos casos, no menos
de mil años de la época de su composición original. No obstante, cons-
tituyen hoy en día nuestra principal autoridad en cuanto a la inspirada
Palabra de Dios, y todas nuestras copias y traducciones de las Sagradas
Escrituras necesariamente dependen de los más antiguos y mejor dis-
ponibles manuscritos de los originales hebreo y arameo. Debemos, por
lo tanto,. reseñar las evidencias escritas sobre las cuales se basan nues-
tras modernas ediciones impresas d e la Biblia hebrea, y tomar conoci-
miento de enorme y variado cuerpo de evidencias con las cuales tiene
que habérselas la crítica textual del Antiguo Testamento.
De más está decir que los manuscritos hebreos tienen un valor
prioritario, dado que la revelación de Dios llegó a Israel en el idioma
hebreo, y hay menos probabilidades de corrupción al co piar manuscri-
tos al m.ismo idioma del cual se copian que cuando se traducen a otro
idioma. Pero en los casos en que se han introducido en las copias
hebreas errores atribuidos a los copistas, es muy probable que las
primeras traducciones al griego, al arameo o al latín, nos den una clave
a la palabra o a la frase original hebrea que fue pervertida o mutilada en
los manuscritos hebreos. Por esta razón no debemos reducirnos a anali-
zar solamente los primeros y mejores manuscritos hebreos, sino tam-
bién las primeras y mejores copias de las antiguas traducciones o ver-
siones.
Los MÁS ANTIGUOS M ANUSCRITOS HEBREOS

LOS MANUSCRITOS PRECRISTIANOS

Los manuscritos precristianos consisten principalmente e:n los que


se halla.ron en los notables descubrimientos de las cuevas del mar
Muerto. Técnicamente estos manuscritos se designan como materiales

39
40 R.E.5EÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

de Qumran, porque las diversas cuevas en las cuales se encontraron los


famosos manuscritos están localizadas cerca del desfiladero de la hon-
donada de Qu mran, a lo largo de la costa noroccidental d e mar Muerto.
La identificación técnica de estos documentos del mar Muerto consiste
en un número que especifica cual de las cuevas fue el escenario del
descubrimiento, seguido de una abreviatura del nombre del libro pro-
piamente dicho, más una letra superior que indica el orden en que se
descubrió este particular manuscrito, en relación con otras copias del
mismo libro. Por ejemplo, el famoso manuscrito de !salas, del mar
Muerto-que hasta el momento es la única copia completa, descubierta
y publicada, de un libro del Antiguo Testamento-. se designa técni-
camente así: l Qis•, que significa: el primer manuscrito que se encontró
(o el más importante) de lsaías, hallado en la cueva No. 1 de la hon-
donada de Qu.mran. El denominado Manuscrito de Isaías de la Univer-
sidad Hebrea, (si bien 1Qls• ha pasado ahora a manos de la Universidad
Hebrea, comprado al Monasterio de San Marcos] es técnicamente co-
nocido como lQls•.
Aparte de los fragmentos bíblicos de las Cuevas 1 y 4, y publicados,
se han recuperado miles de fragmentos de la Cueva 4 , y se han identifi-
cado más de 380 manuscritos diferentes, de los cuales, probablemente,
100 son del Antiguo Testamento.' La Cueva 2 proveyó más de 180
fragmentos legibles (una cuarta parte de los mismos son bíblicos.) Los
materiales bíblicos de la Cueva 3 (famosa por su manuscrito de cobre
que contiene un inventario de tesoros sagrados escondjdos en salva-
guardia de los mismos) y de las Cuevas 5 y 6 son escasos y de menor
importancia. Poco es lo que se ha informado respecto al contenido de
las Cuevas 7, 8 , 9 y 10. Con respecto a la Cueva 11 ha entregado cinco
manuscritos relativamente completos: una porción de Levítico, un
manuscrito de una selección de salmos, un Targum arameo de Job y un
Apocalipsis no canónico de la Nueva Jerusalén.'
Algunas de las principales publicaciones de los materiales de Qum-
ran, son las siguientes: Millar Burrows (ed.), The Dead Sea Scrolls of St.
Mark's Monastery (Los manuscritos del mar Muerto, del Monasterio de
San Marcos), (New Haven, Conn.: ASOR, 1950), que contiene el texto
fotografiado de lQis• y el Comentario de Habacuc, 1QpHb; O. P. Barth-
elemy y J. T. Milik, Discoveries in the Judean Desert (Descubrimientos
en el desierto de Judea], vol. 1, Qumron Cave 1 (Cueva 1 de Qumran),
(Oxford: Clarendon, 1955), que contiene algunos fragmentos de Géne-
sis, Exodo, Levítico, Deuteronomio, Jueces, Somuel, lsoíos, Ezequiel,

1. Ver F. M. Cross en BASOR. No. 141 (lebrero de 1956), y en The Ancient Llbrary of
Qumron (La antigua biblioteca de Qwnran). (edición revisada, Carden City. Nueva York:
Doubleday, 1958), págs. 39, 40.
2. Millar Burrow.s, Ml,DSS, págs. 14, 26-30. Cf. Apéndice 4, para una nónirna más com,
pleta de los contenidos individuales de las diversas cuevas.
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 41

El Manuscrito Completo de lsaías. Uno de los mós importan tes


manuscritos deJ mar Muerto, se remonta a una fecha anterior a 100 a.
de J.C. (Cortesía de The !Biblical Archaeologist-
EI ArqueóJogo Bíblico.

Salmos; Eleazar Sukenik, 'WSR HMGYLWTHGWWZWT (El tesoro de


los manuscritos escondidos). (Jerusalén, 1954), que contiene el manus-
crito (M'S) de Isafas de la Universidad Hebrea 1Qis•. A continuación
damos una lista de los manuscritos bíblicos publicados y no publicados
y que se hizo conocer al público por medio de revistas especializadas.
t. El manuscrito de Isafas del mar Muerto (lQis•), íntegramente los
66 capítulos del libro (150-100 a. de J. C.). Este importante texto per-
tenece a la misma familia del Texto Masorético (TM). Solo ocasional-
mente favorece la variante de la Septuaginta (LXX), y casi todas sus
desviaciones del TM resultan de evidentes errores de los copistas, pues
el texto fue copiado más bien descuidadamente. No obstante, algunos
nombres propios señalan hacia una anterior y más confiable vocaliza-
ción que la del TM; por ejemplo. 1Qis• señala hacia la vocalizaci.ón
türlán (c.f. el acádico turtannu) que es, por cierto, más confiable que
tartón del TM (en 20:1.)'
2. El comentario de Hobacuc (1QpHb), solamente los capítulos 1 y
2, con comentarios entremezclados entre los versículos (100-50 a. de
J.C.). Aqui también el texto citado de Habacuc es muy similar al del

3. Dewey Beegle trata de estas vocalizacíones en BASOR, No. 123 (octubre de 1951). Para
un.a exposición de las variantes textuales en general, ver Burrows en BASOR, No. 111
(octubre de 1948), "Variant Readings in the lsaiah Manuscript" (Significados diversos en
el .manuscrito de lsaiasJ.
42 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

TM. Las variantes son numerosas pero de carácter secundario y a


menudo explicables como simples errores de los copistas. Rara vez la
variante se ve apoyada por la LXX u otras versiones. Digamos, entre
paréntesis, que el comentario (o pesher) es de un tipo muy especial: le
interesa de qué manera cada versículo se cumple en la historia reciente
(hasmonea) y en los acontecimientos corrientes.•
3. El manuscrito de Isofos de la Universidad Hebrea (1Qls"). con
porciones sustanciales de los capitulos 41-66 (copiado hacia el año 50
a. de J.C.). Se aproxima mucho más al TM y no al lQis•.
4. lQ fragmentos del Levítico, unos pocos versículos, en cada frag-
mento, de los capítulos 19-22 (copiados tal vez en el siglo IV a. de J.C.,
fecha en la cual concuerdan, con reservas, de Vaux y Burrows, mientras
Cross prefiere el siglo II a. de J.C.). Fue publicado en Barthelemy, pág.
51. Textualmente este manuscrito coincide notoriamente con el TM.
Fue escrito en antiguo hebreo.
5. 4Q Deuteronomio-B-32:41-43, escrito en hemistiquio como
poesia, no como prosa. Favorece la LXX contra el TM en tres ocasiones.
Fue publicado por Skehan en BASOR, No. 136 (diciembre de 1954); no
sugirió fecha alguna.
6. 4Q Somuel-A-1 Somuel 1,2, veintisiete fragmentos (primer siglo
a. de J.C.). En varios pasajes concuerda con la LXX y no con el TM; en
otras partes difiere de ambos. Fue publicado por Cross en BASOR No.
132 (diciembre de 1953).
7. 4Q Somuel-B-1 Samuel 16, 19, 21, 23 (225 a.de J.C o antes). Es
más escaso en motres leclionis (letras indicadoras de vocales) que el
TM. En todo su texto coincide con la LXX y no con el TM. Fue publica-
do por Cross en JBL, No. 74 (setiembre de 1955).
8. 4Q Jeremías-A, igualmente arcaico y por la misma razón, de
acuerdo con Cross.
9. 4Q XII-A (XII significa un manuscrito de los profetas menores).
Cross lo menciona en el ya citado articulo como un manuscrito hecho
en cursiva, del tercer siglo a. de J.C.
10. 4Q Qoh•. un texto cursivo del siglo n correspondiente a Ecle-
siastés, derivado de una fuente de por lo menos tres siglos antes, según
Cross. Fue publicado por James Muilenberg, "A Qoheleth ScroJI from
Qumran" (Un manuscrito Qoheleth de Qumran), BASOR, No. 135
(octubre de 1953).
11. 4Q Exodo, un fragmento del capitulo primero con una variante
que favorece a la LXX (1 :5 dice "setenta y cinco" en lugar de "setenta"
del TM). Comparar Frank M. Cross, hijo, The Ancienl Library of Qum-

4. Un excelente tratamiento de este "comentario.. se lo encuentra en F. F. Bruce. Biblicol


Exegesis in Qumron Texts (Exégesis blblica en los textos de Qumran). (Grand Rapids:
Eerdmans, 1959), pág,s. 7-17.
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 43

ron (La antigua biblioteca de Qumran), (Nueva York: Doubleday,


Anchor, 1961), págs. 184-85.
12. 4Q Exodo, porciones de los capitulas 7, 29, 30, 32 (y tal vez
otros), escrito en caracteres hebreos antiguos. Este manuscrito favorece
al Pentateuco Samaritano y no al TM en un significativo número de
casos. Comparar P. J. Skehan, "Exodus in the Samaritan Recension
from Qumran" (El Exodo según el texto samaritano revisado de Qum-
ran), JBL, No. 74 (1955), págs. 182-87.
13. 4Q Números, escrito en hebreo, en caracteres cuadrados pero
con las expansiones tipo samaritano; por ejemplo, después de 27:23
viene una inserción derivada de Deuteronomio 3:21. Pero en otros
casos concuerda con la LXX y no con la versión samaritana ni con el
TM, como ocurre en 35:21.
14. 4Q Deuteronomio-A-capítulo 32 (Canto de Moisés). Est 0
manuscríto se inclina hacia la LXX y no al TM en 32:43 (si bien aquí
omite algunas de las expansiones de la LXX)'.
15. 11Q Salmos, un manuscrito de Salmos de la Cueva No. 11 ,
copiado en el estilo formal del período herodiano. Se ha perdido el
tercio inferior de todas las páginas. Se han preservado 33 salmos, entre
ellos el Salmo 151 de la LXX. Fragmentos separados contienen por-
ciones de otros cuatro salmos, lo que hace un total de 37. Están repre-
sentados los Salmos 93, 101-103, 105,109,118,119, 121-130, 132-146,
148-151, si bien no siempre siguen el orden del TM (p. ej., el Salmo 105
va seguido por los Salmos 146, 148, 121-130). También hay alrededor
de seis poemas no canónicos (dos de los cuales son conocidos en una
traducción siríaca) y una porción en prosa que es una lista de los
salmos escritos por Moisés (cf. BASOR No. 165, págs. 13-15)•.
De las anteriores descripciones resulta manifiesto que los mate-
riales de Qumran apuntan a tres o posiblemente cuatro principales

5. Los manuscritos 11-14 son comentados por Burrows en MLDSS. El 14 es brevemente


tratado por Skehan en BASOR, No. 136 (diciembre do 1954). Se han publicado traduc-
ciones de "comentarios" o peshiirím de la cueva No. 4, sobre Na hum, Salmo 37. Jsalas y
Oseos (como asimismo de las obras seudoepigráficas "Bendiciones de los patriarcas", los
"Testimonios de los doce patriarcas" y un florilegio o antología de midros escatológicos-
comentarios rabínicos-). Cf. Johann Maler. Die Texle von Tolen Meer (Los textos del mar
Muerto). 2 vohlmenes. (Base! Switz: E. Reinhardt. 1960), 1:180-189: 2: 162-167. Ver
también Apéndice 4.
6. En cuanto a los manuscrítos hebreos descubiertos en las excavaciones de Masada (cf.
Yigael Yadin, Masada !Nueva York: Random , 1966)), los más importantes fueron: 1.
Fragmentos de los Salmos 81 -85. en total acuerdo con el texto consonantado del TM. 2.
Fragmentos de Levftico, con ligeras diferencias respecto del TM. El manuscrito sabático
(obra de Qumran. de tipo sectario). 4. Un fragmento del Salmo 150 en cuero blanco. 5.
Fragmentos del Eclesióslico en caracteres del primer siglo d. de J.C. , muy semejante en su
terminología al texto del siglo X111 hallado en la Ceniza de El Cairo, (a pesar de lo que
aseguran muchos eruditos modernos respecto a que la última era una traducción espuria
de una versión siriaca.) 6. Fragmentos de Levltico 8-12, idénticos al TM. 7. Fragmentos
del apócrifo Libro de los jubileos. 8. Fragmentos de Ezequiel 37. 9. t'ragmentos de Deute-
ronomio 33-34, ambos idénticos al TM.
44 REsEÑA CiúTJCA DE UNA lNTRooucCJóN AL ANTICUO T ESTAMENTO

Profesor H. Wright Boker de Jo Universidad Tecnológica de


Monchesler. En la fotografía se lo ve mientras corta el manuscrito
grabado en cobre obtenido en la Cueva No. 3
(Cortesía de John M. Allegro.J

familias de manuscritos: 1. La proto-masorética, de la cual deriva el


texto consonante del hebreo actual. 2. La proto-septuaginta, el Vorlage
hebreo (modelo anterior) de las traducciones originales griegas, que dio
como resultado la posterior Septuaginta. 3. La proto-samaritana, que
dio las bases plU'a el posterior texto samaritano del Pentateuco hebreo
(probablemente sin los posteriores aditamentos samaritanos, debidos a
prejuicios sectarios). 4. Una familia neutral, colocada a mitad de cami-
no entre las conflictivas tradiciones de las tres primeras familias.
Sin embargo, debe entenderse que la existencia de estas familias de
manuscritos no masoréticos no significan necesariamente que la proto-
masorélica no represente la más pura tradición textual de todas. Nada
en los nuevos descubrimientos de las cuevas de Qumran pone en peli-
gro la confiabilidad y autoridad esencial del texto de nuestra Biblia
hebrea, tal como está representada, por ejemplo, en las ediciones de la
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 45

Biblia Hebraica de Kittel. No indican que la Septuaginta debe ser nece-


sariamente exaltada a una posición más respetada que antes como testi-
monio del texto original, excepto, tal vez, en tales libros como 1 Samuel
y 2 Samuel en los cuales, por alguna razón, tenemos en el TM un texto
hebreo defectuoso. Por cierto que podemos esperar un concurso cada
vez mayor de las fuentes de Qumran respecto a Samuel y pro-
bablemente de algunas porciones del Deuteronomio {particularmente
en los casos donde algún autor del Nuevo Testamento ha citado un
versículo de acuerdo con el texto de la LXX y no con el TM).
Nos queda un comentario respecto a las consonantes del TM. Cuan-
do se lo compara con ejemplos de la tradición proto-masorética, tales
como lQis• (que contiene numerosas matres Jeclionis "extras"), resulta
obvio que el TM se remonta a un texto revisado premacabeo de la Biblia
hebrea, y habla de la actividad de un comité que, bajo auspicios ofi-
ciales, tuvo a su cargo la revisión de los textos para normalizarlos y
uniformarlos. Esa comisión consultó todos los más antiguos y mejores
manuscritos a que pudieron echar mano en esa época (sin duda in-
cluyendo las copias oficiales guardadas en los archivos del templo) y
produjeron una especie de texto resultante, similar a lo que hicieron
Westcott y Hort o Eberhard Nestle en sus ediciones del Nuevo Tes-
tamento. Sin embargo, y a diferencia de Westcott y Hort, los eruditos
judios nunca se molestaron en documentar y archivar los manuscritos
anteriores que sirvieron de base a su tarea, sino que las descartaron
totalmente, convencidos de que el nuevo texto oficial, para todos sus
efectos prácticos, era más que suficiente.
¿Cuándo trabajó este hipotético comité? Algunos han sugerido que
fue el Concilio de Jamnia, en el año 90 d. de J.C., pero esta fecha no
concuerda con la evidencia suministrada por ciertos y determinados
textos, tales como el Manuscrito de Isafas de la Universidad Hebrea,
que se corresponde casi al pie de la letra con el TM y sin embargo se
remonta al 50 a. de J.C. Una suposición más ajustada a lo probable es
que la normalización del texto del Antiguo Testamento, respecto de las
consonantes, tuvo lugar alrededor del año 100 a. de J.C.'
Debemos mencionar aqul un manuscrito pre-cristiano más, que no
figuró entre los hallazgos de las cuevas de Qumran:
16. Papiro Nash, que contiene el Decálogo y el shema' es decir
Exodo 20:1-17 y Deuteronomio 6:4-9 (datado por Cross en el año 100 a.

7. Moshe Greenbeig saca conclusiones más o menos similares como resultado de los
datos brindados pm Qumran. C:nnsirlArn q11A ln.s f!!_c;cribas jerosolomitanos comenzaron a
corregir y a editar sistemáticamente el texto del Antiguo Testamento ya en el tercer siglo
a. de.J.C., y que esle proyecto ganó Impulso bajo los reyes hasmoneos (macabeos) en el
siglo a. de J.C. Aunque el lexto normalizado pudo no haber predominado hasta después
de la calda de Jerusalén, es Justo afirmar que "el predominio del texto slondord, no s u
creación, ocurrió con posterioridad al año 70 d. de J.C." (citado en B1mows, MLDSS, pág.
161).
46 REsEÑA CIÚ11CA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

de J.C. y por Albright en el año 50 a. de J.C.). Este texto responde casi a


la tradición masorética. Los compró W. L. Nash a un anticuario egipcio
que afirmó que había sido descubierto en el Fayyüm. Fue publicado por
W. L. Albright, "A Biblical Fragment frorn the Maccabean Age: the
Nash Papyrus" (Un fragmento bíblico de la época de los Macabeos;
el papiro Nash), JBL, No. 56 (1937), págs. 145-76. (Cf. Würthwein,
TOT, pi. 5).

LOS MANUSCRITOS DE LA ERA CRISTIANA

1. Códice oriental 4445 del Museo Británico, una copia del Pen-
tateuco cuyo texto consonantado data de alrededor del año 850 d. de
J.C. Los puntos vocales fueron agregados un siglo más tarde. (Falta la
mayor parte del Génesis y del Deuteronomio.)
2. Códice Cairensis (C), que contiene los profetas anteriores y los
profetas posteriores, tal como fueron copiados por Aarón ben Aser en el
año 895 d. de J.C. Cuando las cruzadas ocuparon a Jerusalén el año
1099, se apoderaron de este manuscrito, que estaba en poder de los
judíos caraHes, pero finalmente quedaron en poder de esos judíos en El
Cairo (Cf. Kittel, Biblia Hebraico, que especifica que Aarón fue el copis-
ta y no Moisés ben Aser, su padre. Aparentemente fue transferido por
último a Alepo. (Cf. Ernst Würthwein, TOT, pág. 25.)
3. Manuscrito Leningrado de los profetas posteriores, que se re-
monta al año 916 d. de J.C., según la mayoría de los autores. (Cf. Würth-
wein, 14:26, donde se lo denomina P.) Este código con puntuación
babilónica fue descubierto por Firkowitsch en Tschufutkale, Crimea.
4. Códice Leningrado B-19A, íntegramente el Antiguo Testamento,
que contiene el texto masorético Ben Aser. Datado en el año 1010 d. de
J.C., como copia fiel de un manuscrito del año 980 d. de J.C. (que desde
entonces ha estado perdido), este manuscrito proporcionó las bases
para la Biblia Hebraico de Kittel, tercera edición (y todas las ediciones
subsiguientes), que es el texto standard que utilizan hoy en dia todos
los eruditos hebreos. Con anterioridad al año 1929, el texto standard
utilizado era el Ben Hayyim, edición de 1525. (El ejemplar del Códice C
de Ben Aser hasta hace poco tiempo fue celosamente custodiado por la
sinagoga sefardita de Alepo y sus custodios no permitieron siquiera que
se lo fotografiara, mucho menos permitir su utilización en la Biblia
Hebraico de Kittel. Sin embargo, fue adquirido recientemente por el
Estado de Israel, y sin duda reemplazará al Manuscrito Leningrado
como base para las ediciones revisadas de la Biblia Hebrea.)
5. El Pentateuco Samaritano. Los más antiguos manuscritos de esta
versión todavía están en Nablus, y no permiten su publicación los
sectarios samaritanos. Pietro della Valle fue el primero que descubrió
un ejemplar de este texto samaritano en Damasco, en el año 1616, y
Los MANUSCRITOS HEBREOS y LAS PRIMERAS VERSIONES 47

luego fue publicado en la Biblia Políglota de París en 1645. (Un intere-


sante manuscrito descubierto más recientemente es la Tora Finchasiye,
copiado en el año 1204 d. de J.C., y que contiene en columnas paralelas
el hebreo, un tárgum arameo, y una traducción al árabe, todos escritos
con caracteres samaritanos.) Esta versión samaritana contiene
alr ededor de 6.000 variantes del TM, la mayor parte de las cuales son
diferencias de deletreo. Pero en 1900 casos concuerda con la LXX y no
con el TM (p. ej., en las edades de los patriarcas). Contiene inserciones
que son fruto de prejuicios sectarios, con el propósito de demostrar que
Jehová escogió a Gerizim y no a Sión, y a Siquem en lugar de Jerusalén.
Sl.il texto es de tipo popularizado, con lo cual moderniza formas anti-
guas y simplifica la construcción de oraciones dificiles. En el año 1815,
Wilhelm Gesenius lo condenó como prácticamente inútil para la crítica
textual. Más recientemente tanto Geiger como Kahle opinan que aquel
fue un juicio injusto. Kenyon (BAM, págs. 49-50) hace un juicio favo-
rable respecto de sus méritos. La edición standard fue editada por
August von Gall (Giessen, Alemania: A. Téipelmann, 1918). (Debe aña-
dirse que los samaritanos escribieron en un alfabeto totalmente distinto
al hebreo cuadrado, pero descendía de la antigua escritura hebrea.) No
se sabe de ningún manuscrito del Pentateuco Samaritano que sea ante-
rior al décimo siglo d. de J.C. (La obra Ancient Library of Qumron
-Antigua Biblioteca de Qumran- de F. M. Cross, págs. 172, 173; 192,
193, contiene una buena descripción y evaluación del texto
samaritano.)

LA.S EDICIONES IMPRESAS ANTIGUAS MAS IMPORTANTES OE LA BIBLIA HEBREA

l. Edición Boloñesa del Salterio, 1477 d. de J.C.


2. Edición Soncino del Antiguo Testamento (puntuación por
vocales), 1488.
3. Segunda edición Bomberg del Antiguo Testamento (texto de
Jacob ben Chayim, con notas masoréticas y rabínicas, bajo el patrocinio
de Daniel Bomberg), 1525,1526. Constituyó la base de todas las mo-
dernas ediciones hasta el año 1929.

LAS PRIMERAS VERSIONES D EL ANTIGUO TESTAMENTO

LA.S VERSIONES CRIECAS

1. La Septuaginta, traducida en Alejandria 250-150 a. de J.C. El


relato tradicional sobre el origen de esta versión aparece en la Carta de
A~isteo a Filócrates, que se originó entre los años 130 y 100 a. de J.C.
Aparte de ciertos fabulosos embellecimientos, la carta refleja un real
acontecimiento histórico, en el cual la Tora, al menos (si no más del
48 Rf:sEÑA CRlTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Antiguo Testamento), fue vertida al griego para la conveniencia de los


judíos de habla griega que desconocían el idioma hebreo. Paul Kahle
dedujo de esta carta que hubo anteriores traducciones de la Tora que
fueron revisadas por una comisión durante el reinado de Tolomeo II (y
no una traducción totalmente nueva hecha en esa época). Pero Kahle
duda que hubiera, aparte de la Tora, ninguna versión standa.rd del
griego antiguo y se inclina más bien a pensar que fue la iglesia primitiva
la que compaginó un texto standard a partir de antiguas versiones
griegas de uso corriente. Más aún, P. de Lagarde (seguido por A. Rahlfs)
cree que hubo un texto standard original de la LXX para todo el Anti-
guo Testamento aun en épocas pre-cristianas, y ha uillizado una cuida-
dosa metodologia al preparar, para su publicación, un texto critico. (La
edición de Rablfs es la más fácil de adquirir, con propósitos de estudio,
en el día de hoy.) La siguiente es una lista de los más importantes
manuscritos o fragmentos de manuscritos de la Septuaginta.
a. Papiro de Rylands 458, que contiene restos de 14 versículos de
Deuteronomio 23-28 (150 a. de J.C.), preservado en una envoltura
momificada. Kenyon (8AM, pág. 63) afirma que tiende a favorecer a A
(Códice Alejandrino) y Thela (Códice Washingtonense I, manuscrito
del siglo VI) en contra de B (Códice Vaticano).
b. De Qumran Cuatro se obtuvieron los siguientes fragmentos: frag-
mento de Levítico en papiro que concuerda bien con el texto standard
de la LXX, pero utiliza lAO en lugar de kyrios para "Jehová"; otro
fragmento de Levítico, en cuero, que contiene 26:2-16, con diez
variantes de la LXX posterior y otras cinco variantes en las cuales los
mismos manuscritos de la LXX están en desacuerdo; un fragmento de
Números en cuero , que contiene 3:30-4:14; en varios casos utiliza
vocablos griegos diferentes de la LXX, pero aparentemente por la mis-
ma palabra hebrea del original. (Todos estos fragmentos son analizados
por Burrows, MLDSS, págs. 136-137, y aparentemente los remonta al
primer siglo a. de J.C.)
c. Los papiros Chester Beatty fueron hallados en Oxirrinco, Egipto;
el No. VI. alrededor del año 150 d. de J.C., es un códice en papiro que
contiene porciones de Números y Deuteronomio, que tienden a concor-
dar con A y Theta y no con B; el No. VII, hacia el año 230 d. de J.C.,
contiene porciones de Isaías con glosas en copto fayúmico; el No. V,
hacia 270 d. de J.C., contiene porciones del Génesis (capltulos 8, 24, 25,
30-46); el, No. IV, hacia el 350 d. de J.C., contiene Génesis 9:1-44:22.
d. Papiro 911, de Egipto, datado alrededor del siglo II d. de J.C.,
escrito en caracteres unciales cursivos, contiene fragmentos de Génesis
1-35, en un texto anterior a la versión HexapJa, y muestra afinidades
con los manuscritos E y D, (es decir, el Génesis Bodleiano del siglo X,
que está en Oxford, y el Génesis Cottoniano del primer siglo, que está
en el Museo Británico.
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 49

e. El Manuscrito Griego Freer V de los profetas menores (W) que


está en Washington, y comprende 33 hojas de papiro, se remonta a la
segunda mitad del siglo III, está escrito en caracteres egipcios, y con-
tiene los textos casi completos de todos los profetas menores excepto
Oseas. El texto es del tipo anterior a la versión Hexapla, y entre los
manuscritos unciales se acerca más a Q y a Alef que a los otros. No
obstante ello, contiene notorias afinidades con manuscritos tan
minúsculos como 407, 198, 233, 534 y 410, que asimismo revelan un
tipo de texto anterior a la versión Hexapla.
f. Hexapla de Orígenes, fue escrita alrededor del año 240 d. de J.C.
Orígenes vivió entre los años 185 y 254 d. de J.C. En razón de las
numerosas divergencias en los manuscritos de la LXX. entonces en
boga, y debido también a que observó que faltaban en la LXX algunas
porciones del texto hebreo, Orígenes decidió redactar un Antiguo Tes-
tamento griego más satisfactorio, de la siguiente manera: copió seis
columnas paralelas (hexapla significa séxtuplo) de: 1) el hebreo ori-
ginal; 2) el hebreo en transliteración al griego; 3) la traducción literal
griega de Aquila; 4) la traducción idiomática griega de Símaco; 5) la
Septuaginta propiamente dicha y 6) la traducción griega de Teodoción.
Cuando aparecían secciones en la LXX que no figuraban en el texto
hebreo, insertaba un obelo (trazo diacrltico horizontal) y cerraba con un
metobelo (rasgo con un punto o un corto rasgo cruzado). Cuando una
porción del texto hebreo no figuraba en la LXX, insertaba una traduc-
ción griega de una de las otras columnas, destacándola con un asterisco
(una cruz con puntos intermedios) y un metobelo.
Aparentemente la Hexapla original de Orígenes nunca fue copiada
para su publicación; era demasiado voluminosa para ser vendible. Pero
el contenido de la quinta columna (la LXX más las adiciones) fue publi-
cado más tarde por Eusebio y Pánfilo, que incluyeron cuidadosamente
los símbolos diacríticos. Hasta nuestros días nos ha llegado una copia
de esa publicación en el Códice Sarraviano (G), datado en el cuarto o
quinto siglo, que contiene porciones de Génesis a Jueces. Otro testimo-
nio más pareciera ser el Códice Marcaliano (Q) del siglo VI, que con-
tiene porciones de lsafos a Malaqufas con explicaciones de la Hexapla
en las márgenes. (Ver Würthwein, TOT, pág. 53.) No ha sido preservada
ninguna otra considerable sección de esta edición en griego, pero afor-
tunadamente fue traducida al siríaco por orden del Obispo Paul de
Pella en el año 606 d. de J.C., (c/. ver "Versiones Siríacas", más ade-
lante) y se han preservado algunos manuscritos de esta traducción con
signos diacríticos importantísimos en el texto siriaco.
g. La Revisión de Hesiquio (revisión del texto de la Septuaginta,
ejecutada en Egipto por el obispo Hesiquio, martirizado en el año 311 d.
de J.C.), no figura en ninguno de los primeros manuscritos, excepto tal
vez en Q, pero se cree que fue preservado en una forma posterior en los
50 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

minúsculos 49, 68, y algunos otros, y en las versiones coptas y etíopes


en general, como asimismo en la Itala o ''Latina Antigua"
h. La Revisión de Luciano (ejecutada por Luciano de Samosata y
Antioquía, también martirizado en el año 311 d. de J.C.), de la misma
manera que la anterior, ha sobrevivido ún icamente en manuscritos
posteriores, principalmente en el Códice Véneto (N), manuscrito del
siglo VIII que contiene porciones del Exodo y del Levítico. Kahle opina
que la aparición de algunas características variantes " lucianas" en
manuscritos anteriores a la existencia de Luciano, especialmente en
ciertos manuscritos latinos antiguos, indica la existencia anterior de un
texto "Ur-Luciano" (Hondschriften ous der Hohle Stuttgart: W. Kohl-
hammer, 1951 pág. 34).
i. Códice Vaticano (B) (325-350 d. de J.C.). Es un magnífico manus-
crito que contiene la mayor parte del Nuevo Testamento como asimis-
mo del Antiguo Testamento. Representa un texto de la LXX anterior a
Orígenes (si bien copiado más tarde que la Hexaplo). Sin embargo, uno
de los libros (Dani,el) no es de la LXX sino de la teodociana.
j. Códice Sinaítico (Alef) (hacia 375-400 d. de J. C.). Es otro esplén-
dido manuscrito que también contiene todo el Nuevo Testamento, pero
en el cual faltan algunas porciones del Antiguo Testamento. En parte se
semeja al Vaticano y en parte al Alejandrino.
k. Códice Alejandrino (A) (hacia 450 d. de J.C.). Es también un
importante texto de l Nuevo Testamento. Muestra ciertas afinidades con
la Hexapla, si bien básicamente es un texto de tipo egipcio.
La LXX varia notoriamente tanto en calidad como en mérito de libro
en libro. El Pentateuco fue traducido con mayor precisión, en gran
parte, que los demás libros del Antiguo Testamento, probablemente
porque debía servir como una especie de Tárgum griego en los servicios
de la sinagoga para la congregación judía de Egipto. Los profetas ante-
riores (es decir Jos ué a 2 Reyes) y los Salmos fueron traducidos, en
términos generales, con gran fidelidad a su Vorlage hebreo. En el caso
de los profetas posteriores (lsafas a Malaqufos). la tendencia se inclina
en forma bien definida a la paráfrasis, y con frecuencia se manejan con
impericia los pasajes hebreos más difíciles. El resto de los libros poéti-
cos, (aparte de los Salmos) muestran una similar t,e ndencia a una tra-
ducción libre.
Al considerar e l valor de la LXX en relación con la enmienda tex-
tual de cualquier libro en particular, debemos estud.iar, en primer lugar,
el carácter de la traducción como un todo, al menos en lo que se refiere
a ese libro. Si al parecer es muy parafrástica en su técnica de traduc-
ción, su utilidad para la enmienda textual es mucho menor que si
tiende, como un todo, a ser muy literal. Si, por otro lado, y a lo largo de
todo el libro, es consecuentemente acertada y evidencia que ha logrado
captar bien el sentido del texto hebreo, merece ser respetada. Pero es
Los MANUSCRITOS H EBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 51

menester recordar y señalar que el texto de la LXX nos ha llegado de


varias y divergentes maneras (como para hacernos sospechar de un
origen sumamente heterogéneo), y denuncia una baja norma de fideli-
dad de los copistas en la propia transmisión de ella. Los escribas
griegos no se ataban a las mismas rigurosas reglas de literal y meticulo-
sa exactitud, como lo hacían los escribas judíos del período de los
Soferim (ver capítulo 4, la sección correspondiente a "La obra de los
Soferim").
Un significativo ejemplo sobre los peligros que se corren al recons-
truir un Vorlage hebreo sobre las bases de la LXX, se dio con el descu-
brimiento de una buena parte del original hebreo del Eclesióstico (La
Sabiduría de Jesús Ben Sirac). uno de los apócrifos. Previo a este des-
cubrimiento (en 1897), los críticos textuales barruntaron cierto número
de enmiendas en el texto griego para aproximarlo al presumible texto
hebreo. Pero cuando fue publicada esta porción del texto hebreo origi-
nal (por Cowley y Neubauer), se descubrió que el traductor griego había
tratado muy libremente el original y se tomó muchas libertades en pro
de un punto de vista más helénico [a pesar de que el original hebreo !fue
compuesto por su propio abuelo). Kenyon observa: " La moraleja que
sacamos de este descubrimiento es que debemos ser muy cautelosos al
suponer que las variantes (aun las considerables) en la Septuaginta, del
hebreo masorético, necesariamente implican un texto diferente. No hay
duda de que es posible que así sea; pero debemos estar dispuestos a
hacer considerables concesiones a l a libertad de las paráfrasis y a reales
errores, especialmente en los casos de libros que al parecer fueron los
úElimos en ser traducidos."•
2. Las versiones griegas posteriores.
a. Versión de Aquila, escrita por Aquila, proveniente del Ponto. Se
dice que se hizo prosélito del judafsmo y alumno del rabino Aqiba. Su
trabajo se publicó alrededor del año 130 d. de J.C., y tuvo un carácter
estrictamente literal. Se empeñó en ceñirse a un equivalente griego
standard por cada vocablo hebreo, prescindiendo del hecho de que
tuviera o no sentido en cada contexto del griego. (Cambió, al traducir la
partícula que indica el acusativo, 'eth, por la preposición griega syn,
con, la cual rige el caso acusativo e:n lugar del dativo.) La traducción de
Aquila ha sobrevivido solamente en citas y en fragmentos , especial-
mente de Reyes y Salmos 90- 103.•
b. La versión de Simaco (tal vez 170 d. de J.C.). Tradujo el Antiguo
Testamento a un buen griego idiomático, si bien ciñéndose a elevad as

8. Kenyon. 8AM. pág. 95.


9. Estos lral!Dlentos fueron coleccionados e n la ed ición de los fragmentos de la Hexopla
él.e Field. Or1genis Hexaplorum quae supers:unt, 1875. Los fragmentos de Aquila. hallados
en la Ceniza de El Cairo. fueron publicados por F. C. Burkit en 1897. En la introducción a
la Sepluaginta de Rahlf. págs. viii-x. se da:n ejemplos de la traducción de Aquila.
52 RfsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

normas de exactitud. Simaco era un ebionita, según Jerónimo, pero


Epifanio opina que fue un samaritano convertido al judaísmo. Desgra-
ciadamente sólo han sobrevivido algunos fragmentos; figuran en la
edición de Field (ver al fin del capitulo la No. 9).
c. Versión de Teodoción (hacia 180 ó 190 d. de J.C.). No fue en
realidad una traducción nueva, inédita, sino una revisión de una ante-
rior versión griega, y es tema de debate si lo fue de la LXX o de alguna
otra. El hecho real es que en manuscritos anteriores a la época teodo-
ciana aparecen variantes de tipo "teodociano" (p. ej., en algunas citas
que bace el Nuevo Testamento del Antiguo Testamento, en la Epístola
de Bernabé, en las Epístolas de Clemente, Hermas). Kenyon y Kahle se
inclinan por la opinión de que Jo que Teodoción revisó no fue la
Septuaginta.'º En el caso de Daniel la traducción teodociana desplazó
totalmente al original de ese Ubro que aparece en la LXX, por la sencilla
razón de que Teodoción se mantuvo fiel a la forma del original hebreo
corriente en los primeros siglos de la era cristiana. (El original de
Daniel que aparece en la LXX ha sido preservado en un minúsculo y
tardío manuscrito, el manuscrito 88, y en el recientemente descubierto
Papiro Chester Beatty IX,X.)

LOS TARGUMES ARAMEOS

Durante el exilio babilónico, el pueblo judlo comenzó a abandonar


cada vez más el idioma hebreo de sus antepasados y se inclinó hacia el
arameo, que se babia transformado en el idioma utilizado en la diplo-
macia, y en el comercio, y en el principal medio de comunicación entre
el gobierno persa y sus súbditos, antes del establecimiento del imperio
persa. A medida que las congregaciones judías perdían cada vez más el
conocimiento del idioma hebreo (si bien el hebreo nunca dejó de ser
estudiado y hablado por la clase culta en Palestina hasta el segundo
siglo d. de J.C.), fue necesario que un intérprete les repitiera en arameo
el mensaje leido en el servicio de la sinagoga en la Biblia hebrea. Pero
este intérprete (m•thurg<món, arameo) no siempre se limitaba a una
mera traducción, sino que muy a menudo (especialmente en el caso de

to. Rahlf. en su edición de la Septuaginta (1 :XXVII) afirma: ··Teodoción no ejecutó una


traducción lotalmente nueva sino que, tomando como base la LXX, la corrigió de acuerdo
con su texto original." Luego cita a lsafas 25:8, donde la LXX tradujo t-n-s-h como
iskhysas. y reemplazó el texto de la LXX katepien ho thonotos (destruirá a la muerte) por
eis nikos (hasta la vicloria). También sellala a Zacorlas 12:10, donde la LXX vertió
·+r-d-q+w ('a quien traspasaron) por anth' hón katórkhésanto (contra quien danzaron
triunfalmente), como si fuera r-q-d-w: pero Teodoción lo tradujo como hon exekenti!son
(a quien atravesaron). Por supuesto, 1 Corintios 15:54 se ajusta a eis nikos, pero /uon
19:37, a exekenti!son . Luego comenta Rahlf: "Esta coocordancla, como ya lo he se.ñaldo,
no justifica la conc.lusión i!e que habla existido un Teodoclón a nterior a Juan o a Pablo.
Cf. mi Uber Theodotion-lesarten ím N. T. en ZNW 20 (1921) págs. 181-189.
Los MANUSCRJTOS HEBREOS Y LAS PRJMERAS VERSIONES 53

los profetas) explicaba el mensaje por medio de una paráfrasis destina-


da a mostrar cómo debía entenderse su enunciado original. Después de
siglos de tradición oral, especialmente después de la expulsión de los
judíos del territorio palestino en el año 138 d. de J.C., pareció aconse-
jable asentar por escrito estas paráfrasis arameas como un tórgum
(interpretación.)
Según la tradición, el Tárgum oral comenzó en la época de Esd.ras
(Nehemfas 8:7-8), pero no hay evidencia alguna de un Tárgum escEíto
antes del año 200 d. de J.C. Es limitado el valor de los Tárgumes para la
crítica textual, debido a que su VorJoge hebreo era casi igual al de
nuestro "texto recibido" (es decir, la segunda edición de Bomberg).
Sólo ocasionalmente revelan algunas divergencias que son explicables
solamente sobre la base de una variante en la fraseología de su original
hebreo. De ahf que su valor sea mayor para la interpretación que para la
critica textual propiamente dicha.
l. El Tárgum de Onquelos sobr,e la Tora (proveniente del siglo Ill d.
de J.C., posiblemente como un texto revisado de una paráfrasis ante-
rior) fue producido por los círculos eruditos judíos en Babilonia. (No lo
citan los escritos palestinos existentes antes del año 1000 d. de J.C.) Se
lo asignó tradicionalmente a un tal Onquelos, de quien se supuso que
era el mismo natural del Ponto que compuso la traducción griega de
Aquila (en otras palabras, Onquelos sería el mismo Aquila). Pero el
origen oriental y lo tardío de su composición conspiran contra esta
tradición. De cualquier manera, Onquelos. quienquiera que fuese, se
ciñe estrictamente al original hebreo en casi todos los pasajes, exce¡pto
en los pasajes poéticos del Pentateuco.
2. El Tárgum de Jonatán Ben Uziel sobre los profetas (es decir de
Josué a Reyes, lsafas a Malaquías)1fue compuesto en el siglo IV d. de
J.C., y también en círculos babilónicos. Es mucho más parafrástico en
su interpretación del texto hebreo que el de Onquelos.
3. El Tárgum de un seudo-Jonatán sobre la Tora se remonta
alrededor del año 650 d. de J.C .. y consiste en una mezcla del de
Onquelos con materiales del midras." Tiene poco valor crítico.
4. El Tárgum jerosolimitano sobre la Tora, se remonta al año 700 d.
de J.C. Al igual que el anterior, tiene poco valor critico.

LAS VERSIONES LATINAS

l. La Versión Latina Antigua o versión Itala (compuesta durante el


siglo II y completada alrededor del año 200 d. de J.C.) no fue una
traducción directa del hebreo sino una traducción latina de la Sep-

11 . Ver el párrafo sobre el Midras. capitulo 4, pég.67 de este libro.


54 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

tuaginta. De ahí que el valor de la Itala sea solamente el de una "traduc-


ción hija"; ayuda únicamente para determinar el primitivo texto de la
LXX. Esta versión, que existió en muchas y divergentes formas, pare-
ciera haber surgido en Africa del Norte. Con posteridad a la traducción
de Jerónimo, cayó en desuso y finalmente fue abandonada, excepto en
el caso del Salterio (como lo indicamos en el párrafo siguiente). Sobre-
vivió solamente en forma de fragmentos (aparte de los salmos, pro-
piamente dichos) y estos fragmentos fueron reunidos y publicados por
Sabatier en el año 1739. Entre los manuscritos figuran los siguientes:
a. Códice palinsesto de Würzburg que se remonta aproxima-
damente al año 450 d. de J.C. y contiene fragmentos de la Tora y de los
profetas.
b. Códice de Lyons, de alrededor del año 650 d. de J.C., contiene
fragmentos de Génesis a Jueces.
2. Vulgata de Jerónimo (390-404 d. de J.C.). Comenzó en el año 382
cuando Jerónimo fue comisionado por el papa Dámaso a revisar la Itala
con referencia a la Septuaginta griega (pues si bien Jerónimo ya era
versado en el hebreo, Dámaso no pretendió al comienzo nada tan radi-
cal como una nueva traducción latina del original hebreo). Aproxima-
damente al mismo tiempo en que Jerónimo terminaba su traducción de
los Evangelios (pues también trabajaba en la revisión del Nuevo Tes-
tamento), produjo su primer salterio, que se conoció con el nombre de
Salterio Romano (porque fu e adoptado para usarlo en la BasUica de San
Pedro, en Roma). Significó solamente una ligera revisión de la Itala,
aproximándola más a la LXX. Más tarde (387-390) Jerónimo produjo
una segunda traducción, conocida como Salterio Galicano, basado en la
quinta columna de la HexapJa de Orígenes. Fue originalmente publica-
da con símbolos diacríticos, pero con el tiempo fueron abandonados, y
llegó a ser la traducción standard de los salmos para la iglesia latina
desde entonces hasta nuestros días. Pero en los últimos años de la
actividad de Jerónimo como traductor, perfeccionó su conocimiento
del hebreo durante una prolongada residencia en Belén, donde estudió
con rabinos judíos. El resultado fue el denominado Salterio Hebreo,
que fue una nueva y certera traducción del texto hebreo entonces en
boga en Palestina. Entre los años 390 y 404. Jerónimo produjo el resto
del Antiguo Testamento (incluso los apócrifos, si bien cuestionó su
canonicidad). Esta recibió una aceptación más o menos oficial como la
nueva y autorizada Biblia Latina para la iglesia occidental. En siglos
subsiguientes fue publicada en columnas paralelas con la ItaJa (de la
cual recibió ciertas corrupciones). Finalmente, a mediados del siglo
XVI, el Concilio de Trento designó una comisión para producir una
edición expurgada de la Vulgata, y esto indirectamente dio como resu l-
tado la Edición sixtina, publicada en el año 1590, seguida por la edi-
ción Clementina enmendada, en el año 1592.
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 55

LAS VERSIONES SIRIACAS

Contemporáneamente a la formación del Tárgum arameo de On-


quelos, los cristianos sirios comenzaban a producir una traducción más
o menos standard de la Biblia a su dialecto arameo oriental. (El arameo
hablado por los judíos de Palestina y Babilonia era del tipo occidental,
y se escribía con los mismos caracteres cuadrados hebreos con que se
escribían las propias Escrituras hebreas. Pero los cristianos de habla
aramea adoptaron un alfabeto propio, totalmente distinto, con un leve y
superficial parecido a la escritura árabe.) Con respecto a las traduc-
ciones del Nuevo Testamento, obvio es decir que derivaron del original
griego; hasta abundan en extranjerismos helénicos tomados del texto
griego. No fue sino hasta más tarde cuando se hizo tradición entre los
cristianos sirios que sus Evangelios fueran realmente los originales de
los cuales fueron traducidos al griego (sobre las plausibles bases de que
la lengua madre de Cristo y de los apóstoles fue el arameo).
l. El Antiguo Testamento Sirio Peshita (es decir, el simple), com-
puesto seguramente alrededor del segundo o tercer siglo d. de J.C.;
puesto que lo citan escritos sirios del cuarto siglo. Al principio la
porción del Antiguo Testamento fue traducida del original hebreo, pero
luego esa traducción fue sometida a revisión para conformarla más
estrechamente a la Septuaginta. De ahí que su testimonio textual sea
ambiguo y debe ser usado con cuidado y discriminación con propósitos
de critica textual. La Peshita logró un status oficial en la iglesia de
habla siria cuando fue revisada y publicada bajo la autoridad del obispo
Rabbula de Edesa (hacia el año 400 d. de J.C.). Con respecto a su con-
tenido, la versión Peshita, en su forma primitiva, no incluía los apócri-
fos (lo cual indicaba que fue traducida del canon hebreo y no de la
LXX). También le faltaba Crónicas, si bien fue añadido más tarde, en la
forma de una traducción del tárgum de Crónicos. Posteriormente se le
añadió la mayor parte de los apócrifos (excepto Tobías y I Esdras.)
2. La Hexapla siria es la otra única traducción que existe del Anti-
guo Testamento. Como lo dijimos antes, consistió en la traducción de la
quinta columna de la Hexapla de Orígenes, y fue publicada bajo el
patrocinio del obispo Pablo de Pella, en el año 616 d. de J.C. Las por-
ciones que aún se conservan fueron publicadas en parte por A. M.
Ceriani y en parte por P. de Lagar de. El Códice Mediolanensis, que
contiene 2 Reyes, Jsoías, los profetas menores, Lamentaciones y los
libros poéticos, excepto los Salmos, fue publicado por H. Middeldorpf,
en Berlln, en el año 1835.
OTRAS VERSIONES

1. Las versiones coptas constituyen el primer grupo de traduc-


56 Rf.sEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ciones que no son ni griegas ni hebreas. El copto era el idioma vernácu-


lo que descendía de los jeroglíficos egipcios, si bien en los primeros
siglos de la era cristiana había incorporado numerosos vocablos griegos
y sé escribia utilizando el alfabeto griego. Se hablaban cinco o seis
dialectos claramente diferenciados, pero las traducciones de la Biblia
se hicieron en su mayoría en dialecto sahídico (dialecto del sur) o en
dialecto bohairico (que se hablaba en Menfis y en el Delta.) De las dos,
más antigua es la sahídica, que se remonta posiblemente .al siglo II d. de
J.C., si bien el más antiguo manuscrito existente data d.el siglo IV. La
bohaírica es posterior y se conserva más que la anterior (pero n i el
Antiguo Testamento sahídico ni el bohafrico están completos). Hay
marcadas diferencias de dicción entre ambas y mUJestran signos
evidentes de una total independencia entre ellas. Sin embargo, las dos
versiones se remontan, en general, a la revision que le hizo Hesiquio al
texto de la LXX. Fueron traducidas del griego, no directamente del
hebreo.
2. La Versión Etiópica data probablemente del siglo IV, pero los
más antiguos manuscritos existentes se remontan al siglo xm. También
es una traducción hija, ya sea de la LXX o (como creen otros) de la copta
o de la árabe.
3. Las traducciones al árabe nunca se formalizaron en una sola
versión autorizada, pero la mayoría son traducciones de la LXX. Una
notable excepción es la traducción árabe de Saadia Gaon; como era
hebreo, tradujo directamente del texto hebreo (hacia el año 930 d. de
J.C.).
4. La Versión Armenia se remonta, probablemente, a comienzos del
siglo V. Muestra cierta influencia de la Peshita.
5. De la Versión Gótica, realizada por Wulfilas (hacia el año 330 d.
de J.C.), poco es lo que queda del Antiguo Testamento. El Códice
Argenteo contiene solamente Nehemfas 5-7.
LAS POLIGLOTAS

Habria que decir algunas palabras sobre las grandes poliglotas que
aparecieron en la época de la Reforma. Las poliglotas fueron elaboradas
y costosas ediciones impresas, en las cuales se imprimieron en
columnas paralelas el texto hebreo y todas las antiguas versiones
asequibles.
1. La Poliglota Complutense fue la primera en aparecer (así llamada
porque fue preparada en Complutum, o Alcalá, España). Fue publicada
bajo los auspicios del Cardenal Jiménez y con el acuerdo papal en el
año 1522 (si bien fue impresa en 1514-1517). La porción del Antiguo
Testamento apareció en el primero de sus seis volúmenes.
2. La PoHglota Antwerp (patrocinada por Felipe ll de España)
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 57

apareció en 1569-1572 en ocho volúmenes. Agregó al contenido de la


Polfglota Complutense el Tárgum de Jonatán sobre los profetas y tam-
bién un Tárgum sobre los hagiógrafos.
3. La Biblia Pollglota de Parls, que apareció en el año 1645, seguía
el texto de la edición de Antwerp, pero agregaba también el Pentateuco
Samaritano y la Versión Samaritana del Arameo, la Peshita, y una
versión árabe.
4. La Poliglota de Londres añadió a todo lo anterior la Itala, una
versión etiope de los Salmos y Cantar de los Cantares, y los apócrifos
(en griego, lat!n, sirio y árabe), el Tárgum del seudo-Jonatán sobre el
Pentateuco, y hasta una versión persa. Fue editada en seis volúmenes
por el obispo Brian Walton en 1656-1657.
CAPITULO 4
BAJA CRITICA DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
A diferencia de la alta critica, que trata de problemas relacionados con
la paternidad literaria y la pureza del texto de los libros bíblicos, la
ciencia de la baja critica (o critica textual) gira alrededor de la tarea de
restaurar el texto original sobre la base de las co pias imperfectas que
han llegado a nuestras manos. Pretende tamizar las evidencias provis-
tas por las variantes, o diferentes versiones, donde los manuscritos
existentes discrepan unos de otros, y por medio de un sistema científico,
llegar a lo que probablemente fue la terminología utilizada por el autor
original.
TIPOS DE ERRORES DE LOS M ANUSCRITOS

Es un hecho bien conocido que ciertos tipos característicos de error


se deslizan al copiar cualquier documento. A veces el copista sustituye
una palabra del original por otra de sonido similar (p. ej., cazo por casa,
abrazar por abrasar); puede, inadvertidamente, escribir la palabra dos
veces (p. ej., con con); o puede cambiar el orden de las letras (p. ej ..
casual por causal.) Los tipos de errores de esta categoria, son innume-
rables. Se los descubre, generalmente por el contexto, y el lector in-
teligente puede establecer fácilmente lo que el copista quiso escribir.
Pero hay ciertos tipos de inadvertencias de los copistas que pueden
ser explicadas de diferentes maneras, y es preciso contar con algún
método standard para corregir el escrito y lograr la palabra o la expre-
sión que se usó en el original. En la transmisión del texto de las Sagra-
das Escrituras, hallamos que los mismos tipos de errores de pluma de
los escribas, que aparecen en las obras seculares, también se han desli-
zado en las copias de los libros bíblicos. Como lo acabamos de sugerir,
seria imposible, a no mediar un milagro, contar con una copia infalible
de un original infalible. Dios no ha juzgado conveniente realizar tales
milagros al transmitir de copia en copia las Escrituras desde la com-
posición origina.! hasta el invento de la imprenta. No vemos razones

58
BAJA CRITICA DEL ANTIGUO TESTAMENTO 59

valederas para que lo hubiera hecho. Por lo tanto, tenemos que habér-
noslas con los problemas plantead.os por los errores de transmisión y
tratar los de la manera más objetiva y sistemática posible. Esta es, pues,
la principal tarea de la baja critica bíblica.
En primer lugar es preciso analizar los diversos tipos de errores que
podían cometer los copistas, y observar los contextos en los cuales tales
errores ocurrían con mayor frecuencia. Esta es una operación necesaria
antes de proceder a su corrección. Anotamos, a continuación, algunos
de los errores más frecuentes, tomados en su mayor parte, del primer
rollo de Isafas procedente de Qumran (l Qis•).
t. Haplografía, es decir, la escritura de una letra, sílaba o palabra
una sola vez, cuando debe escribirse más de una vez. Por ejemplo,
Isofas 26:3, B•Ka Bd'f'fjuW (o BiT•.f:luW), que significa "en ti han con-
fiado" (o en ti; confiad), en lugar de B•Ka BaTuWaI;I Bi7"I:fuW (confian-
do en ti; confiad). Si se escribe solamente en consonantes (corno se
escribió todo el idioma hebreo antes del año 800 d. de J.C.), el problema
serla meramente la diferencia entre· BK BTI:fW de los rollos y BK BTW.tf
BTf;fW del TM. Tal halograffa debe haberse introducido en el TM de
Jueces 20:13 BNYMN (Benjamfn), escrito así en lugar de BNY BNYMN
(los hijos de Benjamín.) Esta última forma es la que figura en la LXX, e
indica la ortografía original (que deducimos del verbo en plural '<ibíi
que acompaña a este sustantivo, porque un simple BNYMN exigirla un
verbo en singular). La omisión accidental de una letra también se de-
nomina haplografía, aun cuando no se repita. Por ejemplo, en el rollo
de lsaías figura BI;IZQT YD (con fuerza de mano) en Isaias 8 :11, en
lugar de BI;IZQT HYD (con la fuerza de la mano) que figura en el TM.
2. Ditografia, es decir, escribir d os veces lo que solo debe escribirse
una vez. Por ejemplo, en Isaias 30:30, HSMY' HSMY' (hará oir hará oír)
en lugar del simple HSMY' (hará oír) del TM. De la misma manera, en
Ezequiel 48:16 en el TM figura I;IMS .tfMS M'WT (cinco cinco cientos-
entendiendo que cinco cientos es quinientos-), en lugar del correcto
J;IMS M'WT (quinientos).
3. Metátesis, es el metaplasmo que consiste en alterar el orden de
las letras de un vocablo o el orden de las palabras. Por ejemplo, Isaias
32:19, HY'R (los montes) en lugar de H'YR (la ciudad) del TM, que da
sentido al contexto. Asimismo en Ezequiel 42:16, en el original con-
sonantado del TM figura I;IMS 'MWT QNYM (cinco cañas codos) en
lugar del obvio I;IMS M' WT QNYM (quinientas cañas); la adecuada
corrección la indicaron los masoretas en su mecanismo explicativo (ver
el título "Masoretas" en la página de este libro.
4. Fusión, es decir, combinar dos palabras separadas para formar
una. Würthwein cita Amós 6:12, donde BBQRYM (con bueyes) pro-
bablemente está reemplazando a un original BBQR YM (con bueyes el
m.ar- es decir, ¿Araremos el mar con bueyes?). Rypins cita a Isaias 3:15
60 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

MLKM (de acuerdo con el original consonantado del TM), que signifi-
caría "su rey"; pero lo que exige el contexto (y lo que los masoretas
enmiendan) es MH LKM (¿Qué os ocurre a vosotros?) En conexión con
esto, observemos que Jerónimo, ajustándose a la interpretación de la
LXX, entendió el término L'Z'ZL (por Azazel) de Lévitico 16:8, como un
caso de fusión de L'Z 'ZL (por un macho cabrío para ser enviado; que se
entiende perfectamente bien en el contexto y elimina un perturbador
nombre propio, Azazel, que, por otra parte, era desconocido en la época
pre-cristiana).
5. Fisión, que consiste en dividir una palabra en dos. Por ejemplo,
en Isaías 2:20, el TM tiene U;fPR PRWT (a un agujero de ratas); debería
ser enmendado según el texto de los rollos Ll;lPRPRWT (a la musaraña)
como lo hace la LXX (que simplemente transcribió la palabra como
pharpharóth, sin intentar traducirla). Rypins cita del TM, KY DRKYK
(a causa de tus caminos) en Ezequiel 7:4, con el argumento de que en
el original figuraba KDRKYK (de acuerdo con tus caminos). Pero esta
última enmienda carece totalmente de apoyo valedero.
6. Homofonía, es la sustitución de un homónimo por otro. Por
ejemplo, con frecuencia hallamos que LW (a él) substituye a L' (no.)
Así, en lsofos 9:3 tanto en el TM como en los rollos figura HRBYT
HGWY L' HGDLT HSM~IH (multiplicaste la gente; no has multiplicado
la alegría), cuando se obtiene mucho mejor sentido de HRBYT HGWY
LW HGDLT HSMl;lH (acrecentaste la gente, incrementaste su alegría
por él). La confusión surgió del hecho de que tanto L' como LW se
pronunciaban ló.
7. Incorrecta interpretación de letras similares. Desde el año 600 a.
de J.C. en adelante, la O (dólet) y la R (resh) eran tan semejantes que a
menudo se confundian, especialmente en los nombres propios. Así, el
nombre "Donanim" de Génesis 10:4 aparece como "Rodanim" en 1
Crónicas 1:7 (como figura en la Biblia de Jerusalén), que muchos creen
que es la mejor variante, puesto que se refiere, probablemente, a los
rodios. De la misma manera la W (vou) y la Y (yod) se escribian de
manera muy parecida desde el año 150 a. de J.C., y aun en los rollos de
lsoíos resulta imposible distinguirlas. Así, mientras en el TM figura
WD' W (y conoced vosotros) en los rollos dice YD'W (hacedles conocer),
en !soíos 33:13. Un interesante ejemplo de lo anterior aparece en
Hechos 7:43 que sigue la variante de la LXX al escribir el nombre del
!dol,o Renfán, mientras el TM de Amos 5:26 [del cual fue citado) lo
escribe Quiún. ¿Cómo surgió esta confusión? En meras consonantes
Quiún figura como KYWN, Renfán sería RYPN. En el siglo V a d e J.C.,
como lo atestigua el Papiro Elefantino, la forma de la K ( j ) era muy
similar a la R ( 7 ), y la W ( ? ) se parecía mucho a la P ( ? ). Entonces,
en ese período una copia de Amós mostraba un nombre que podía
leerse como KYWN o RYPN. (:)el acadio Koiwonu, el nombre del dios
BAJA CRITICA DEL ANTIGUO TESTAMENTO 61

que presidía sobre el planeta Saturno, inferimos que el TM mantuvo


una ortografía más original en este caso.) En lo que a Esteban se refiere
(cuyo discurso registra Hechos 7), e l versículo que citó lo registró Lucas
de la versión LXX, que era la única forma del Antiguo Testamento
accesible a los lectores de habla griega.
8. Homoeoteleulon, es la omisión de un pasaje interpuesto, porque
el copista pasó directamente de un final a otro final semejante. Jus-
tamente la palabra griega homoeoleleulon significa "terminación simi-
lar". Un ejemplo de esto en los rollos del mar Muerto lo hallamos en
Isafas 4:5 (todas las palabras omitidas están comprendidas dentro del
paréntesis): BR' YHWH .. . 'NN (YWMM W'SN WNGH 'S LHBH LYLM
KY 'L KL KBWD I;iPH WSKH THYH L~L) YWMM Ml;iRB. De esto se
observa que el copista saltó del primer Y\.YMM (de día) al segundo
YWMM, con la pérdida de 13 palabras entremedio. De la misma ma-
nera, en 1 Somuel 14:41 la LXX repite dos veces la expresión "Jehová
Dios de Israel", y entre ambas hay 25 palabras. Al TM le faltan esas
palabras y tiene una sola vez la frase "Jehová Dios de Israel". La única
conclusión razonable a que podemos arribar es que el TM omitió esas
palabras por homoeoleleulon (u homeoarklon, - comienzo similar-),
y no que la LXX haya insertado todas esas palabras, tomadas de
una fuente desconocida. (Cf. la Biblia Hebraica de Kittel, edición 12,
pág. 426.}
9. Omisión accidental de palabras en situaciones donde no está
involucrada ninguna repetición. Un caso célebre lo hallamos en 1
Samuel 13:1 donde el TM dice: "Saúl era de . .. año(s) de edad, cuando
comenzó a reinar." Desgraciadamente la crítica textual no nos ayuda,
pues tanto en la LXX como en otras versiones no figuran aquí numera-
les. Aparentemente el número correcto desapareció tan temprano en la
historia de la transmisión de este versículo particular que ya se había
perdido con anterioridad al siglo Ill a. de J.C.
10. Incorrecta interpretación ,de vocales como consonantes. Las
letras hebreas (olen, H (he), W (vau), y Y (yod) eran consonantes ver-
daderas solamente en los primeros estadios de la escritura hebrea. Pero
gradualmente comenzaron a usarse para indicar la presencia de ciertas
vocales, y cuando así se las usaba las letras'. H, W, o Y no había que
pronunciarlas para nada, porque era simplemente una cuestión de
moler lectionis (letras indicadoras de vocales). Durante el período
macabeo el uso de estas moler lectionis se difundió notoriamente, tal
vez porque para la correcta pronunciación del idioma hebreo se tornaba
incierto para un pueblo que usaba el arameo para todos los fines prácti-
cos. La mayoria de los más antiguos manuscritos de Qumran muestran
esta proliferación de malres leclionis. En el primer siglo a. de J.C., los
soferim (ver la sección relativa a los "soferim" en este capitulo),
volvieron a utilizar la ortografía menos sobrecargada del período más
62 REsEÑA CIÚTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

antiguo, y restringieron notoriamente el uso de las vocales para indicar


sólo vocales prolongadas puras (y no vocales de sonido prolongado, o
cortas, corno a menudo se hizo en los rollos del siglo ll). Pero ocasional-
mente se preservaban algunas superfluas matres leclionis en los casos
en que, si se las interpretaba corno verdaderas consonantes, marcaban
una sustancial diferencia de significado. Un ejemplo de esto, según
Würthwein, se encuentra en Amós 2:7, donde el TM HS'PYM (piso-
tean) reemplazó al original HSPYM (los que lastiman).

EL C ANON DE LA C RITICA T EXTUAL

Los criticas textuales han establecido ciertos criterios standard para


ayudar a una bien fundada elección entre dos o más variantes competi-
tivas. Ocurre a menudo que dos o más de estas reglas o "cánones" son
de aplicación en una circunstancia dada, e inclinan la balanza de la
preferencia en direcciónes opuestas. De esa manera, uno o dos escritos
pueden concordar más perfectamente con el estilo y la dicción conoci-
dos del autor, mientras que el otro resulta más dificil (Canon No. 6 vs.
Canon No. 2). O, en otro caso, la variante más antigua (Canon No. 1)
puede ser al mismo tiempo la variante más larga (Canon No. 3). En tales
casos la regla empírica es darle prioridad al canon en el orden en que lo
mencionamos más a bajo. Pero este método debe ser aplicado muy dls-
criminadamente y con la debida consideración de todas las circunstan-
cias especiales que puedan debilitar el argumento en favor de la
variante particular que el canon anterior pareciera favorecer. Por ejem-
plo, una rígida aplicación del Canon No. 1, automáticamente daría
preferencia al rollo de Isofas del mar Muerto y no' al TM en todos los
casos de desacuerdo. Pero un cuidadoso estudio de todo el rollo indica
que el copista se ajustó a normas mucho más bajas de fidelidad que las
de los que copiaron la revisión oficial del texto en el cual se basó el TM.
O también, una copia muy antigua hubiera podido a su vez derivar de
un ejemplar anterior que tuviera algunas lagunas o hubiera sufrido el
deterioro producido por gusanos, y cosas por el estilo. Estas se des-
cubriría.n debido a ocasionales pérdidas de palabras o conjeturas que se
apartan notoriamente de otras tradiciones textuales. Pero con el debido
respeto a estos factores es peciales de complicación, los cánones anota-
dos más abajo servirán como una guía confiable a la crítica textual.
Canon No. 1: Dar preferencia a la variante más antigua. Como lo
acabamos de ind icar, el manuscrito más antiguo no es necesariamente
el manuscrito mejor copiado; este canon se aplica cuando el manuscri-
to más antiguo es por lo menos ta n confiable como el más nuevo, e
igualmente libre de rarezas y peculiaridades.'
Canon No. 2: Dar preferencia a la variante más difícil (leclio diffici-
lior). Esto se debe a que el escriba se inclinaba a simplificar o clarificar
BAJA CRITICA DEL ANTIGUO TESTAMENTO 63

la terminologla de su original y no a complicarlo y hacerlo más difíicil


de entender a su público lector. Si dejaba intacta una palabra rara, o
una expresión dificil, o una forma. gramatical irregular, se debía, casi
con seguridad, a que así figuraba en el modelo del cual copiaba. Esto no
es. de aplicación, por supuesto, si la dificultadad involucrada nacia de
la ignorancia o inadvertencia del propio copista. Tampoco es de aplica-
ción si la variante difícil carece de todo sentido o contradice totalmente
el significado del autor tal cual lo expresa en el resto del escrito.
Canon No. 3: Dar preferencia a la variante más corta. Esto es porque
los copistas se inclinaban más a insertar nuevo material que a eliminar
una parte cualquiera de los textos sagrados que tenían a la vista. Este
canon no tiene aplicación, por supuesto, en los casos de haplografía o
de homoeoteleuton.
Canon No. 4: Dar preferencia a la variante que mejor explica todas
las variantes. Por ejemplo, el Salmo 22:16 (22:17 del TM) dice K'iRY
YDY WRGLY, que, según lo señalan los masoretas (Ká'•RiY), significa
"como el león mis manos y mis pies" ("Horadaron mis manos y mis
pies" VRV). La columna hebrea en la Políglota Complutense dice K'RW,
que con vocales seria Ko 'RuW, y significa "perforaron de lado a lado".
¿Cuál de las versiones explica mejor las variantes (en este caso, el
contenido en las traducciones)? Probablemente la segunda; porque la
LXX, la Peshita, la Vulgata y aun el Salterio Hebreo de Jerónimo, todas
dicen "Han perforado" u "horadado". Símaco la tradujo como "pro-
curando amarrar" (que no favorece claramente ni a K'RY ni a K'RW.)
Canon No. 5: Dar preferencia a la variante que cuente con el más
amplio apoyo geográfico. Así, un texto favorecido por la LXX, la Itala y
la Copta no contará con la misma garantía y autenticidad de un texto en
el cual coinciden la Peshita y la Samaritana. Esto es debido a que la
!tala y la Copta son traducciones hijas de la LXX y todas pertenecen a la
revisión alejandrina, en tanto que la Peshita y la Samaritana represen-
tan tradiciones textuales algo diferentes. De la misma manera, es
gr.ande la probabilidad de que una variante atestiguada por tradiciones
tan diversas como la Samaritana y la LXX se acerque más al original
que el TM. Por ejemplo, en Números 22:35, tanto la Samaritana como la
LXX concuerdan en TSMR LDBR (le cuidarás de decir) en tanto que el
TM dice simplemente TDBR (hablarás). Por supuesto que el Canon No.

l. En relación con esto. observemos la excelente afirmación hecha por Burrows: "No
deberla ser necesario, pero tal vez lo sea, rep,etir que una antigua variante no es necesaria-
mente una buena variante. Los textos de Q umran están llenos de variantes demonstra-
blemente inferiores al texto tradicional. Para decir la misma cosa en otras palabras , la
verdad es que, aunque parezca paradójico. una variante pre.masorética no es necesa•
riaroente anterior a una masorética. El texto protomasorético ya existía en Qumran y en
otras copias junto con textos divergentes; nos parece justo r. razonable decir que el TM era
el tronco y las otras variantes, las ramas que brotaron de é . La mayor colltribuci6n de l0s
rollos del mar Muerto a la critica textual sigue siendo su demostración de este hecho"
(MLDSS, pág. 162.)
64 RESEÑA CRÍTICA DE UNA lNTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

3 pareciera favorecer aquí al TM, pero la presencia de esta misma


fraseología , en tradiciones sumamente separadas, es difícil de explicar
como una inserción posterior que por coincidencia resultó ser igual.
Canon No. 6: Dar preferencia a la varia nte que más se aj usta al estil o
y a la dicción del au tor. Esto, por supuesto, es u na s imple declaración
de semejanza. Pero cuando se presentan dos variantes, ambas igual-
mente posibles en el contexto, pero una de ellas se ajusta a la forma en
que el autor habitualmente expresa ese tipo de ¡pensam iento, y la otra
resulta algo diferente d el estil o que utiliza en el resto del escrito, ha de
preferirse. la primera. Es útil señalar el hecho de que los críticos tex-
tuales de la escuela mut iladora han abusado de es te canon de modo
totalmente inadmisible, y han colocado sobre pasajes que por alguna
razón no les conviene, juicios subjetivos y arbitrarios en cuanto a lo que
el antiguo autor pudo o no haber di cho.
Canon No. 7: Dar preferencia al texto que no refl eja ninguna par-
cialidad doctrinaria. Por ejemplo, sabemos, por los tárgumes y por la
LXX, que el pensamiento jud ío de los últimos períodos rechazaba toda
presentación antropomorfa de Dios, o locuciones qu e implicaran que
tenía cuerpo, miembros o pasiones. Una va riante que proc ura minimi-
za r este factor, so conoce con el nombre de "antiantropomorfismo". Por
ejemplo, en lsaías 1:12, ha llamos en el texto consonantado (el Kethib)
la palabra LR'WT, que normalmente puntuado sería LiR""oWT (ver.)
Pero esta palabra en trañaría la posibilidad de q ue el hombre co ntem-
plara el rostro de Dios, y esta es la razón por la cu al (presumiblemente)
los masoretas lo pu nt uaron para que dijera LeRü'oWT (ser visto o
aparecer), permitiendo así la interpretació n "presentaros delante de
mí" (VRV ). Normalme nte debió escribirse LHR'\NT, si Isaías realmen te
quiso decir "aparecer". Hacemos bien, por lo tanto, en explicar aquí
el puntuado masorético como un a ntiantropomorfismo y preferi r
el kethib.

R ESUMEN DE LOS M ÉTODOS T EXTUALES

Aparte de las reglas generales ap untadas, conviene señalar, en fo r-


ma resumida, una excelente metodología propuesta por Würthwein.'
l. Donde el TM y los otros testimonios ofrecen el mismo contenido
y se trata de un escrito inteligible y razonable, res ulta inadmisible
rechazar este escrito y recurrir a la conjetura (como lo han hecho tantos
críticos).
2. Donde hay una gen uina desviación del TM por parte de los
demás testimonios (y no se tra ta de una simple interpretación del tra-
ductor), y ambas variantes parecen igualmente razonables, debe pre-

2. Ernsl Wúrth wein, TOT. págs. 80.81 .


BAJA CJúTJCA DEL A NTICUO T ESTAMENTO 65

fe1irse normalmente el TM (a menos que intervenga uno de los cánones


que haga inclinar la preferencia hacia otro de los escritos).
3. Donde el contenido del TM es dudoso o imposible debido a
factores de lenguaje o el sentido del contexto, y donde al mismo tiempo
otros testimonios ofrecen una varia ate satisfactoria, deben considerarse
fa-vorablemente estos últimos. Y esto es particula1mente cierto si se
descubre cómo puede corromperse el contenido del TM a causa de un
error del copista, que nos resulte famil iar y conocido. Pero cuando
te·nemos razones para creer que el antiguo traductor produjo un escrito
claro solamente porque no pudo entender el significado del texto he-
breo, o adivinó su significado y suplió lo que le pa1eció plausible por el
contexto, en ese caso tenemos una oscuridad que la crítica textual no
puede remediar excepto por conjehuas. Debemos simplemente rotular-
lo como oscUio o corrupto.
4. Donde ni el TM ni los otros testimonios ofrezcan un texto posi-
ble o probable, es legitimo recUirir e la conjetura. Pero dicha conjeturn
debe esforzarse en restaurar una va1iante tan similar como sea posible
al texto corrupto, con la debida consideración de las bien conocidas
causas de la corrupción textual (ver "Tipos de errores de los manuscri-
tos" al comienzo de este capítulo.)'
5. En toda tarea de crítica textual, es menester considerar la sicolo-
gía del copista. En todos los casos debemos formularnos la pregunta de
cómo pudo cometer el error. si lo hubo. ¿Concuerda esto con lo que le
es: habitual, tal como se observa en el resto del libro?
Por medio de esta cuidadosa fórmula. \oVürthwein intenta establecer
un método de objetividad y de procedimiento científico que elimine
gran parte de las enmiendas temerarias e inconsideradas que con harta
frecuencia has sido tomadas como criticas textuales de buena fe.

L A ÜBRA DE LOS SOl'ERIM . EL TALMUD y L os MASORETAS

Los soferim representaban la orden de los escribas (que es jus-


tamente lo que significa el término) que iniciaron su actividad bajo la
düeción de Esdras, el más grande de todos los escribas. Formaban un
gremio reconocido de cus todios del tex to bíblico, en Liempo de Jes.ús.

3. Pareciera conveniente llamar aqul la atención a una excelente observación de A.


Bentzen. citada con aprobación: "Siempre corremos ol riesgo de cometer un nuevo error
por conjetura .. . las conjeturas. por lo gonera.l. resultan inútiles rara el historiador,
porque nunca se justifica sacar conclusiones a partir de conjeturas, a monos sin dejar de
ob-.servar que ¡la conclusión es otra conjetura!" (lntroduction to The O/d Testo1111ent
-Introducción al Antiguo Testamento-, 1:97.) Esle punto está bien considerado: lástima
que el mismo Bentzen no haya observado las más amplias implicaciones de este princi-
pio pam la aita crit ica racionalista. Ahl también , una conclusión basada sobre una mera
coníelura \•Y qué hay en la leor[a documental que esté libre de conjetura?) es. en si
misma, só o otra conjetura y no, para utili,.ar uno frase trillada, uno de "los seguros
resultados de la moderna erudición".
66 RF.SEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Su actividad se extendió desde el año 400 a. de J.C. hasta el 200 d. de


J.C., y su hecho más notable o meritorio fue el de normali.zar y unifor-
mar un texto puro de las Sagradas Escrituras (tan puro como se lo
permitían sus fuentes manuscritas). Presumiblemente tuvieron mucho
que ver con la hipotética comisión de revisión,• y se aseguraron de que
todas las copias de las Escrituras, salidas de sus manos (y constituían la
sociedad oficial de publicaciones bíblicas de aquella época), se confor-
maran al texto standard. En un período que no podemos precisar (tal
vez en el siglo I a. de J.C.) se les ocurrió la idea de contar todos los
versículos, palabras y letras de cada libro del Antiguo Testamento y
colocar al final de cada libro un apéndice con la.s cifras obtenidas. Eso
le diría a cualquier verificador si estaba o no en presencia de una copia
perfecta, porque sólo tenía que contar los versículos, palabras y letras, y
si no coincidían con el número establecido sabría que se trataba de un
error. Estas estadísticas de los soferim fueron incluidas en la Masora
Finolis de cada uno de los libros de la Biblia masorética. Debemos dejar
claramente sentado que los soferim trabajaron solamente con textos
consonantados; nada tuvieron que ver con los puntos vocales. Los pun-
tos para indicar vocales no fueron inventados sino hasta después del
año 500 d. de J.C.
Otra de las contribuciones de los soferim consistió en los denomi-
nados tiqqllni! s0pherrrn o decretos de los escribas, que totali.zaban 18.
Muchos de estos eran de un caracter antiantropomórfico (cf. Canon No.
7, ya explicado). Por ejemplo, en Génesis 18:22, "Jehová estaba aún"
fue alterado por ''Abraham estaba aún". Además, protegían la dignidad
de Dios de alguna manera. Así, en el texto tradicional de 1 Sarnuel 3:13,
los hijos de Elf maldicen a "Dios" ('LHYM). pero lo cambian por: mal-
dicen (o traen una maldición) "sobre sí mismos" (LHM, y omiten la alef
y la yod). Otras de estas enmiendas no se justifican mayormente.•
De acuerdo con la tradición judía, el término soferirn debe aplicarse
más estrictamente a los más antiguos grupos de escribas, que van del
quinto al tercer siglo a. de J.C. (desde Esdras a AnUgono de Sacho).
Después de ellos vinieron los zugot (parejas de eruditos textuales), del
segundo al primer siglo a. de J.C. (de José ben Joezer a Hillel). El tercer
grupo corresponde a los tanna.im (repetidores o maestros), desde la
muerte de Hillel a la muerte de Judá Hannasi en el ano 200 d. de J.C. Las
enseñanzas de estos tres grupos figuran en la Misno, la Tosefta, la
Borytot y el Midras. Se mencionan más de 200 tannaim en estas obras,
la mayor parte de los cuales se titulan ya sea Rabí o Rabán (maestro).
Los judíos preservaron. al principio por tradición oral y luego por
4. Ver capllu lo J. págs. 45 . 46 de esle libro.
5. Estas están todas enumeradas en la traducción que hizo C. O. GlnsbW'g de la Introduc-
ción a fa Biblia de Bomberg por Jacob ben Chayim (1524-1525) Cf. S1anley Rypins, The
Book of Thlrty Cenruríes (El llbro de treinta siglos) pág. 37.
BAJA CRITICA DEL ANTlGUO TESTAMENTO 67

escrito, una enorme cantidad de interpretaciones tradicionales de la


Tora y de otras partes del Antiguo Testamento, juntamente con el
embellecimiento folklórico, anédotas y homilías de diversas clases.
Mucho de ese material tenía que ver con asuntos de práctica legal, o
con intrincados detalles rituales y otros temas similares. Este inmenso
material de tradiciones ha sido conservado en dos principales co-
lecciones, el Midras y el Talmud, amén de uno más reducido conocido
como la Tosefta. A continuación se los describe en orden cronológico.
El Midras (estudio textual, o interpretación del texto, de dora§,
escudriñar, investigar) fue compaginado entre los año 100 a. de J.C. y
300 d. de J.C. Era una exposición doctrinal y homilética del Antiguo
Testamento. Compuesto tanto en secciones hebreas como en secciones
arameas, suministraba un comentario sobre la ley escrita (es decir, el
Pentateuco). Consistía de dos partes: el HaJakah (procedimiento), co-
mentarios exclusivamente sobre la Tora; y el Aggadah (dicho o exposi-
ción), que comentaba todo el Antiguo Testamento, e incluía proverbios,
parábolas y cuentos. Estas contienen las homilías más antiguas que
existen de las sinagogas. Tienen cierta importancia para la crítica tex-
tual debido a sus numerosas citas del texto del Antiguo Testamento, a
veces en forma ligeramente distinta de la del TM.
La Tosefta (adición, suplemento) surgió entre los años 100 y 300 d.
de J.C. Consiste de una colección de enseñanzas y tradiciones de los
tannaim, estrechamente emparentadas con la Misna. De acuerdo con la
tradición, contiene la parte de la Misna original que el rabino Agiba
(hacia el año 100 d. de J.C.) omitió de su edición de la Misna, que fue
abreviada para facilitar la memorización.
El Talmud (instrucción, de Jimméd, enseñar) se desarrolló entre los
años 100 y 500 d. de J.C. Consiste en dos divisiones principales. La
Misna (repetición o enseñanza) fue completada alrededor del año 200
d. de J.C. Compuesta en idioma hebreo, contenía un digesto de todas las
leyes orales (supuestamente comunicadas por palabra oral de Moisés a
sus setenta ancianos), tradiciones, y explicaciones de la Escritura. Se
divide en seis s•dürim (órdenes): agricultura, fiestas, mujeres, leyes
civiles y criminales; sacrificios y cosas santas y cosas inmundas. Estas,
a su vez, se dividen en 63 opúsculos (ver sus títulos en ISBE, pág.
2905). Los sabios que contribuyeron al Misna eran conocidos como los
tannaim (la última orden de los soferim, como lo mencionamos antes).
La segunda división principal es la Gemara (la materia que se aprende,
de g<mar, completar, lograr o aprender). Vocablo arameo, indica que fue
compuesto más bien en arameo que en hebreo. Consiste de un su-
plemento para agregar a cada uno de los opúsculos en forma de comen-
tario ampliado sobre la Misna. Surgió en dos formas diferenciadas: la
Gemara Palestina (hacia el año 200 d. de J.C.) y la muchísimo más
grande Gemara Babilónica (hacia el año 500 d. de J.C.) Los sabios que
68 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN A L ANT ICUO T ESTAMENTO

redactaron la Gemara eran conocidos como Amoraim (oradores, expo-


sitores, proviene del voca blo 'cimar, hablar).
Los Masoretas fu eron los eruditos que entre los a!'ios 500 y 950 d. de
J.C. dieron los últimos toques y fijaron la forma definitiva del texto del
Antiguo Textamento. Se llamaron masoretas porque preservaron por
escrito la tradición oral (masora) respecto del correcto uso de las
vocales y los acentos, y de las veces que figuraban palabras raras de
inusitada ortografía. Recibieron de los soferim e l texto consonantado,
sin puntuación, y le insertaron los puntos vocales qu e le dieron a cada
palabra su exacta pronunciación y su forma gramatical. Hasta incur-
sionaron moderadamente en la crítica textual. Cada vez que sospecha-
ban que la palabra indicada por el texto conson antado era errónea. la
corregían de una man era muy ingeniosa. Dejaban las consonantes sin
tocar, tal como las habían recibido de los soferirn. Pero insertaban los
puntos vocales que pertenecían a la nueva palabra qu e substituían por
la anterior, y entonces insertaban las consonantes de la nueva palabra
propiamente dic ha, en letras pequeñísimas, al margen . Por ejemplo, en
Isaías 28:15, tenemos la palabra agrupada KY-'BR. Con la puntuación
normal sería KiY-'áBaR (cuando haya pasado por encima), y es ta es, por
lo tanto, la variante del Kethíb (vocablo arameo que significa la cosa
escrita, es decir, la palabra indicada por las co nsonantes). Pero los
masoretas pensaron q ue en es te caso debía seguir a KiY [cuando) un
tiempo imperfecto, y por eso insertaron debajo de 'BR las vocales co-
rrespondientes a Ya'•BóR (pase po r encima); y luego, al margen, escri-
bieron en letras peque!'ias Y'BR, que indica esta variante con el expl ica-
tivo qeré (término arameo que significa ¡léase!) (La abreviatura común
de kethib es K y la de qeré es Q.)
Tal vez el más famoso (y frecuente) ejemplo de un caso qeré es
Jehová, el nombre de l Dios de l pacto. Esta palabra se escribe con las
cuatro consonantes YHWH, que se re monta a la pronunciación original.
YaHWeH. La forma correcta y original de escribir Jehová es, por lo
tanto, Yohweh (o /oh weh, como lo escriben los alemanes). Pero los
judíos, ya desde los tiempos de Nehemías, comenzaron a sentir escrú-
pulos en cuanto a pronunciar el santo nombre, ante el temor de sufrir
las consecuencias penales deri vadas del te rcer mandamiento. De ahí la
práctica aceptada de s ustituir el nombre Yah weh por el tít ulo " Señor"
('aDóNciy), en las ocasiones en que se lo pronunciaba en voz alta. Para
indicar esta sustitució n, los masoretas insertaron las vocales de 'aDó-
NóY debajo de las consonantes de YoH\l\feH, con lo cual se obten ía
J•HóWiiH o "Jehová". Interpretando erróneamente este gere, los erudi-
tos europeos del Renacimiento (cuando en Eu!Topa se estudiaba ávi-
damente el idioma hebreo) supusieron qu e la correcta pronunciación
del nombre era "Jehová", y así nos ha llegado h asta nuestros días. En
realidad era Yahweh (a es to se lo puede denominar variante Kethíb),
BAJA CRITICA DEL A NTICUO TESTAMENTO 69

pero el uso ha sancionado de tal manera el error, que los cristianos


devotos se resisten a aceptar toda reversión a la pronunciación que
históricamente era la correcta.
Además de la inserción de puntos vocales y de la indicación de las
variantes con qere, los masoretas también se ocuparon de los signos de
acentuación. Al comienzo los signos de acentuación eran simples y
poco usados, pero más adelante se h icieron más complicados, especial-
mente cuando el sistema de acentuación fue perfeccionado por la
Escuela Tiberiense de Masoretas (Tiberias es la ciudad que mencionan
los Evangelios, situada sobre el mar de Galilea.) Los más célebres de
lodos los masoretas fueron Moisés ben Aser (con su erudito hijo Aarón)
y ben Neftalí. El texto standard de la Biblia hebrea está basado en un
texto de ben Aser (el Códice Leningrado del Antiguo Testamento).
En las márgenes laterales de los manuscritos masoréticos se coloca-
ba la masora margino/. Esto incluía no solamente las consonantes de
los escritos qere (como ya lo describimos), sino también estadísticas
sobre la frecuencia en que diversas palabras y frases que figuraban con
ese lipa de escritura aparecían en otras partes en las Escrituras hebreas.
También indicaban su frecuencia en otros sitios con esa particular
ortografía o combinación de palabras. La notación más frecuente de
este tipo era una simple L (lamed) con un punto encima, que signifi-
caba Lo (no), lo cual indicaba que esta palabra o esta ortografía no
figuraba en ninguna otra parte de las Escrituras hebreas. (Esto, por
supuesto, servía de advertencia a futuros copistas en el sentido de
que cualquier repetición de esta palabra u ortografía, única en su
género, sería rechazada como errónea.)
En el margen inferior de los manuscritos masoréticos figuraba la
masora mayor que contenía más información de este lipa, frecu,en-
temente con artificios nemotécnicos mediante los cuales podían recor-
darse todas las palabras o frases infrecuentes. Por ejemplo, en Génesis
1:1 la nota masorética dice, con referen cia al primer conjunto de pala-
bras (En-el-principio- b•re'sil): "El sigño es: Dios establece aJ justo"
(elóh im yókim hm¡~edek). Esto indica que en la primera ocasión (Géne-
sis 1:1), la primera palabra después de b•re'sit es Dios; la segunda vez
que aparece b•re'sit Ueremíos 26:1) , tiene a continuación el nombre del
rey Joacim [pues Joacim, o Y•ho-yokím, s ignifica Jehová establece); la
tercera vez que aparece b•re'§il Ueremíos 28:1) está seguido por el nom-
bre Sedequ{as (pues Sedequ{as, o /;iedel_<-Yah, significa Jehová es jus1o.)
Está demás decir que este lipa de información no tiene más que un
interés marginal para la mayoría de los eruditos modernos, y por eso las
anotaciones masoréticas no son muy estudiadas en los círculos no
judíos.
La masora fino/ contiene principalmente estadisticas respecto al
número de verslculos, letras, y cosas por el estilo, que hay en el libro, e
70 RBSEÑA ClúTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

indica la palabra del medio y la letra de l medio.


Es preciso mencionar otros dos hechos de la revisión masorética,
por la influencia que tienen sobre la critica textual. Hay quince pala-
bras puntuadas en el texto del Antiguo Testamento, y de acuerdo con la
tradición judía eran palabras que, según la opinión de los eruditos de la
denominada Gran Sinagoga (aparentemente fundada por Esdras), de-
bían ser suprimidas o, por lo menos, señaladas como dudosas. Por
ejemplo, en Números 3:39, la palabra "y Aarón" está puntuada, puesto
que Aarón no había sido contado en el censo. El otro hecho se refiere a
las letras suspendidas, es decir, letras colocadas por encima de la línea,
Esto ocurrió en cuatro pasajes, donde los masoretas (ajustándose a la
decisión de los soferim) sospechaban de la genuinidad de las letras así
colocadas. Así, en Jueces 18:30, la redacción origi nal aparentemente
era "Jonatán hijo de Gersón hijo de Moisés" (MóSeH, hebreo); pero para
salvaguardar la reputación de Moisés se insertó una N (nun) (aunque
ligeramente encima de la línea) como para cambiar e l nombre "Moisés"
por "Manasés" (M•NoSeH).
En conclusión debemos rendir a los masoretas el más alto elogio por
su meticuloso cuidado al preservar con tanta diligencia el texto con-
sonantado de los soferim que les fue confiado. Los masoretas, jun-
tamente con los soferim, prestaron la más diligente a tención a la exacta
conservación de las Escrituras hebreas que jamás se haya dedicado a
literatura antigua alguna, secular o religiosa, en la historia de la civi-
lización humana. Tan concienzudos fueron en su función de custodios
del texto santo que no se aventuraron a ejecutar las más obvias correc-
ciones, en lo que a consonantes se refería, sino que dejaron su Vorlage
exactamente como les fue entregado. Debido a su fidelidad contamos
hoy con una forma del texto hebreo qu e, en lo esencial, es copia fiel del
texto revisado que se consideraba autorizado en los días de Cristo y de
los apóstoles, o tal vez un siglo antes. Y éste, a su vez, a juzgar por las
evidencias de Qumran, se remonta a una revisión autorizada del Anti-
guo Testamento, redactada sobre la base de los manuscritos asequibles
más confiables, por comparación, de siglos anteriores. Estos nos acer-
can, en lo esencial, a los mismos autógrafos originales, y nos brindan
un relato auténtico de la revelación de Dios. Como lo dijo W. F.
Albright: "Podemos tener la plena seguridad de que el texto consonan-
lado de la Biblia hebrea, si bien no es infalible, ha sido preservado con
una exactitud sin paralelo en ninguna otra literatura de l Cercano
Oriente." •

5. Citado por H. H. Rowley. OTMS . pág. 25 .


CAPITULO 5
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El término canon deriva del vocablo griego konón, que significa vara
recta, borde recto, regla. Aplicado a lo literario, la palabra canon se
re:fiere a los escritos que se ajustan a una regla o standard de divina
inspiración y autoridad. En las Escr ituras hebreas hay 39 libros que los
judlos consideraron canónicos. Son los mismos que fueron aceptados
por la iglesia apostólica y por las iglesias protestantes desde los días de
la Reforma. La iglesia romana añade catorce libros (o porciones de
libros) que conforman los apócrifos , y los consideran de igual autoridad
que el resto. Esto inspira la pregunta: ¿Qué le da canonicidad a un libro
de la Escritura? ¿En qué momento el antiguo pueblo de Dios aceptó
como canónicos estos diversos libros que componen el Antiguo T es-
tamento? Postergaremos la consideración sobre las pretensiones de los
libros apócrifos, para el final de este capítulo. Primero veamos la divi-
sión tripartita del canon hebreo (ley, profetas, escritos) y las expli ca-
ciones que se han dado para ello.

L A D IVISIÓN DEL C ANON H EBREO

La edición masorética del Antiguo Testamento difiere en ciertas


peculiaridades del orden de los libros seguido por la Septuaginta, como
asimismo del seguido por las iglesias protestantes. Los compiladores de
la Versión Griega (LXX) observaron una disposición más o menos temá-
tica, como sigue.
Los libros de la ley: Génesis, Exodo, Le vf tico, N úm eros,
Deuteronomio.
Los libros históricos: Josué, Jueces. Rut, 1 y 2 Somuel, 1 y 2 Reyes
(por lo general) a los últimos cuatro libros se los ha dado en llamar 1 , 2, 3
y 4 "de los Reinos"), 1 y 2 Crónicos. 1 y 2 Esdras (el primero apócrifo y el
segundo el Esdras canónico), Nehemfos, Tobfos. Judit y Ester.
Los libros poéticos y sapienciales: Job, Salmos, Proverbios, Ec le-
siastés, Contar de los Cantores. Sobidurfo de Salomón, Sabiduría de
Sirac (EclesiósticoJ.

71
72 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

Los libros proféticos: los profetas menores: Oseas, Amós, Miqueos,


Joel, Abdfos, Jonós, Nahum, Hobocuc, Sofonfas, Hogeo, Zocorfos, Molo-
qufas; y los profetas mayores: Isaias, Jeremías, Baruc, Lamentaciones,
Corto de Jeremías, Ezequiel y Daniel (que incluye "Susano", "Bel y el
Dmgón" y "El cónlico de los tres jóvenes").
Los Libros de historia suplementarios: 1 y 2 de Macabeos.
En general, la Vulgata Latina sigue el mismo orden de la Septuagin-
ta, excepto que 1 y 2 Esdras equivalen a lo que en nuestras Biblias es
Esdras y Nehemfas, y las porciones apócrifas (3 y 4 Esdras) figuran a
continuación de los Libros del Nuevo Testamento, como igualmente
ocurre con "La Oración de Monosés". También en la Vulgata, los pro-
fetas mayores figuran antes de los profetas menores. Según este listado
se hace aparente que la Biblia protestante sigue el mismo orden temáti-
co que la Vulgata, excepto que todas las porciones apócrifas (incluso las
considerables adiciones a Ester) están suprimidas. Por lo tanto, en
cuanto al orden, la Biblia protestante sigue a la Vulgata. pero en cuanto
a.l contenido sigue al TM.
El orden de los libros en el Texto Masorético es como sigue: la Tora
(o Pentateuco); los profetas (N•bi'ím) en el siguiente orden: profetas
anteriores: Josué, Jueces, Somuel (1 y 2 reunidos), Reyes (1 y 2
reunidos}; profetas posteriores; profetas mayores: lsofos, Jeremías y
Ezequiel; y doce profetas menores (en el mismo orden en que aparecen
en la versión Reina-VaJera); los escritos (Kethübím, en griego Hogio-
grapho. Escritos Santos): poesía y sabiduría: Salmos, Proverbios, Job
(pero en el Códice de Leningrado figura: Salmos, Job, Proverbios); los
Rollos o Megilloth: Contar de los Cantores. Rut, Lamentaciones, Ecle-
siastés, Ester (pero en el Códice de Leningrado figura: Rul. Cantor de
los Cantores, Eclesiastés, Lamentaciones, Ester}; históricos: Daniel,
Esdras, Nehemíos, 1 y 2 Crónicos.
Se debe mencionar, sin embargo, que el orden de los libros que
componen el TM representa una división posterior (que se hizo en gran
parte para facilitar la dfacusión con los apologistas cristianos que apela-
ban a1 Antiguo Testamento en su polémica contra el judaísmo). La
primitiva división tenía el mismo contenido que los 39 libros anotados,
pero dispuestos en solo 24 libros. Esto signilicaba que 1 y 2 Somuel se
contaban como un solo libro; de la misma manera, 1 y 2 Reyes y 1 y 2
Crónicos. También se contaban como un solo libro los doce profetas
menores, y Esdras y Nehemíos formaban una sola unidad. Sin embargo
Josefa, que escribió casi al final del primer siglo d. de J.C., menciona un
canon de 22 libros.' Aparentemente eso envolvía la inclusión de Rut

1 . El pasaje tornado de Josefo, dioe asr: "Contarnos con solo veintidós !libros] que con-
tienen la historia de todos los tiempos. libros en los cuales con toda justicia creemos: y de
estos. cinco son los libros de Moisés. que contienen las leyes y las más antiguas tradi-
ciones desde la creación del género humano hasta su muerte. A partir de la muerte de
EL CANON DEL ANTICUO TESTAMEJ\.'TO 73

con Jueces y de Lamentaciones con Jeremías. Pero esencialmente, ya


sean 39 libros, ó 24 ó 22, la división básica del canon bebreo se ba
mantenido igual. La razón por la cuaJ Rut y Lamentaciones fueron
posteriormente separados de Jueces y Jeremías, respectivamente, es
que se utilizaron en el año litúrgico judío, juntamente con las otras tres
unidades del Megilloth. Es decir, en la Pascua se lefa el Cantar de los
Cantares; Rut se lefa en Pentecostés (en el tercer mes); Lamentaciones
se lefa en el noveno de Ab (quinto mes): Eclesiastés se lefa en la fiesta
de los Tabernáculos, en el séptimo mes; y Ester se lefa en la fiesta de
Purim, en el duodécimo mes. Esto explica el orden del Megil/oth en el
TM: Cantar de los Cantares, Rut , Lamentaciones, Eclesiastés y Ester.
De lo que acabamos de decir sobre la inclusión de Rut en Jueces y
Lamentaciones en Jeremías, resulta evidente que la lista de Kethübím
lejos estaba de ser fija y rígida. Si bajo la división de 22 libros de Josefa
estas dos unidades (Rut y Lamen lociones) de los Kethübím estaban
antes incluidas entre los profetas, entonces la tercera categoría del
canon hebreo debió ser menor en el primer siglo d. de J.C. de lo que
indicaría la posterior división de l TM. Josefa se refi ere a la tercera
categoría como formada solamente por cuatro libros, que describió
diciendo que contenían " himnos a Dios y preceptos para la conducta
de la vida humana." Esto parecería excluir a Daniel de la tercera divi-
sión e implicar su inclusión entre los profetas, ya que Daniel ni es
himnico ni preceptivo.
Lo mismo cabría decir sobre los libros históricos tales como Esdras,
Nehemías y Crónicas. La descripción, aún más antigua, de la tercera
división, que se halla en el prólogo de Eclesiástico, como " los profetas
y los otros que les han seguido" y " los otros libros de los antepasados"
(Versión Biblia de Jerusalén], es demasiado vaga para servir de base a
cuaJesquiera deducciones. Pero es más bien sorprendente que el Nuevo
Testamento nunca menciona específicamente ningún otro libro, aparte
de los Salmos, como integrante de la tercera división del Antiguo Tes-
tamento (Lucas 24:44 habla de la ley de Moisés, los profetas, y los
salmos). Por lo genera] se habla de la Escritura hebrea simplemente
como "la ley y los profetas;" hasta se menciona un pasaje de los Salmos
(Salmo 82), de l c ual se dice que está escrito "en vuestra loy" Uuon

Moisés hasta el reinado de Arlajerjes. rey d e Persia, sucesor de Jerjes. los profetas que
s ucedieron a Moisés escribieron la historia de los acontecimientos que ocurrieron
durante sus vidas, en trece libros. Los cuatro documentos restantes contíenen himnos a
Dios y preceptos pnlcticos para los hombres" (Contra Apión. 1.8). Aparentemente estos
trece " proletas" fueron: /osué, Jueces,Rut , Somuel, Re¡,es, Crónicos, Esdros-Nehemíos,
!lster, lsafas, /eremfos-Lomentaciones, Eiequiel, Daniel, los doce profetas menores y
posiblemente el Contar de los Cantares. Esto quiere decir que la asignación de Crónicos,
Ester, Esdros, Nehemíos, Daniel y Cantor de los C011to res a la tercera división del canon
hebreo ocurrió en lecha posterior a l primer siglo d. de /.C. De ahí que c8J1lzca de validez
todo argumento esgrimido en contra de la autentícldad de Daniel basado en su asignación
final a las Kethobrm.
74 REsEÑh CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO Tf.STAMENTO

10:34). El Manual de disciplina de Qumran y el Documento sadoquila


se refieren a las Escrituras simplemente como "Moisés y los Profetas".'
De la posterior división del TM no se puede sacar ninguna conclusión
segura respecto a la época en que fueron compuestos los libros de los
Kethübím, ya que, obviamente, no es de origen pre-cristiano.

LA ANTILEGOMENA

Al llegar a este punto conviene decir algunas palabras sobre la


denominada Antilegomena (libros contra los cuales se habla). La Misna
menciona la existencia de controversia en algunos c(rculos judios,
durante el segundo siglo d. de J.C., respecto de la canonicidad del
Cantar de los Cantores, Eclesiastés y Ester. Algunos expresaron sus
dudas, en esa misma época, en cuanto al libro de Proverbios. De acuer-
do con la Gemara, también se discutió sobre Ezequiel, referente a su
autoridad, hasta que en año 66 d. de J.C. se puso punto final a las
objeciones surgidas sobre ese libro. Se nos dice que los discfpulos de
Sammay, en el primer siglo a. de J.C., impugnaron la canonicidad de
Eclesiastés, en tanto que la escuela de Hillel, con el mismo entusiasmo
que sus contendientes, la sostuvieron. Las doctas discusiones realiza-
das en Jamnia, en el año 90 d. de J.C., sostuvieron el derecho de contar a
Eclesiastés y a Cantar de los Cantares entre los libros de autoridad
divina. No hay que interpretar erróneamente que estas objeciones
minoritarias hayan demorado la canonicidad de los cinco libros en
cuestión; asi, como las objeciones de Martín Lutero, en el siglo XVI, a
Santiago y Ester, no demoraron el reconocimiento canónico de estos
libros.
Para tratar de los cargos formulados contra estos libros, debemos
tomarlos uno por uno. La crítica contra Eclesiastés se basó en su preten-
dido pesimismo, su epicureísmo, y su negación de la vida venidera.

2. Laird Harris, lnspiratíon ond Cononicity of the Bible (Inspiración y canonicidad de la


Biblia), pág. 146.
3. Digamos de paso que no tiene mucho apoyo la s uposición de que hubiera habido
alguna vez una reunión s inódica oficial en Jamnia o Yabneh. bien en el año 90 d. de J.C. o
en cualquiera otra lecha. R. K. Harrison afirma: " Por lo que a los hechos de la situación se
refiere, muy poco es lo que se sabe sobre el supuesto S(nodo de Jamnia. Después que
Jerusalén fue destruida por las tropas de Tito en el año 70 d . de J.C.. el rabino Johanan ben
Zakkai obtuvo permiso de los romanos para establecerse en Jamnia, con la Intención de
proseguir sus actividades literarias. El sitio pronto se transformó en un centro de estudios
escriturales, y periódicamente se discutieron ternas relativos a la canonicidad de algunos
libros, específicamente, del Antiguo Testamento, entre los cua les Ezequiel, Ester, Cantar
de los Cantares, Eclesiastés y Proverbios. No hay duda alguna de que se conversaron esas
cosas antes y después de ese período, y parece probable que en esas discusiones no se
aprobó nada de naturaleza formal u obligante, si bien, como lo señaló Rowley, los debates
ayudaron a cristalizar y establecer la tradición judaica a este respecto, con más firmeza
que antes" (Harrison. OTI , pág. 278). (Cf. H. H. Rowley, The Growth of the Old Testoment
- El crecimiento del Antiguo Testamento-. pág. 170: E. J. Young, Revelotion and the Bible
-La revelación y la Biblia- pág. 160.)
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 75

Pero avisados estudiosos del libro llegaron a la conclusión de que nin-


guno de estos cargos se justüicaba cuando se interpretaba la obra a la
luz de la especial técnica y propósito del autor.•
La crítica al Cantar de los Cantares se basaba en los pasajes que
hablan del atractivo físico en osada y entusiasta imaginación rayana en
lo erótico, si se lo toma con crasa mala fe literal. Pero la interpretación
alegórica de Hillel, que identificó a Salomón con Jehová y a la Sulamita
con Israel, reveló dimensiones espirituales en esta producción literaria
realmente hermosa. Los exégetas cristianos retomaron la idea, pero
aplicaron la figura de Salomón a Cristo y la de la esposa a la Iglesia, y
lo,graron con ello una más rica comprensión de la amante relación entre
el Salvador y sus redimidos.
En cuanto a Ester, la objeción era que no aparece en todo el libro el
nombre de Dios. Pero este inconveniente (difícil de explicar) estuvo
más que compensado por la ineludible manifestación de la divina pro-
videncia que obró a través de toda circunstancia para librar a la raza
judía de la mayor amenaza a su existencia jamás sufrida en su historia.
En el caso de Ezequiel, el problema planteado consistía en las dis-
crepancias de detalles entre el templo de los últimos días con su ritual
de los diez últimos capítulos y el tabernáculo de Moisés y el templo de
Salomón. Pero se argumentó como refutación, que estas diferencias
ocurrían en detalles ínfimos y pudieran pertenecer a un futuro templo y
no al segundo templo erigido por Zorobabel. En todo caso, habría que
esperar confiadamente que Ellas, a su retorno a la tierra, aclararía estas
dificultades a los fieles.
Las objeciones a Proverbios no eran tan serias, y se concentraban en
unos cuantos preceptos aparentemente contradictorios, tal como en
26:4-5: "Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad ...
Responde al necio como merece su necedad."

Al\'TIGUOS TESTIMONIOS SOBRE EL CANON MASORETICO

¿Qué antigüedad tiene este canon de 22 libros de los judíos palesti-


nos? La más antigua referencia existente, a las tres principales di-
visiones de la Escritura hebrea. figura en el prólogo de Eclesióslico,
libro apócrifo. compuesto alrededor del año 190 a. de J.C. en idioma
hebreo, por Jesús Ben Sirac. El pFólogo propiamente dicho fue com-
puesto en griego por el nieto del autor, quien tradujo toda la obra al
griego. En el prólogo (que se remonta alrededor del año 130 a. de J.C.)
leemos: "Muchas e importantes lecciones se nos han transmitido por la
Ley, los Profetas y los otros que les han seguido ... mi abuelo Jesús,
después de haberse dado intensamente a la lectura de la Ley, los Pro-

4. Estos temas serán tratados en detalle c uando analicemos el libro en el capítulo 35.
76 RE.sEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

fetas y los otros libros de los antepasados, y de haber adquirido un gran


dominio en ellos, se propuso también él escribir algo en lo tocante a
instrucción y sabiduría" (Biblia de Jerusalén). A lo que en el canon del
TM se clasifica como Kethubim (los excritos o Hagiógropha) aquí se
hace referencia con las palabras: libros escritos por "otros que les han
seguido," "otros li bros de los antepasados." Esto demuestra que ya en
el segundo siglo a. de J.C. existla cierta clase de división tripartita.
Observemos también que 1 Macabeos, compuesto alrededor de la
misma época que el prólogo, se refiere a dos episodios de Daniel (1
Macabeos 2:59-60, es decir, la liberación de Daniel del foso de los
leones) y cita expresamente de los Salmos (p. ej., 1 Macabeos 7:17 cita
del Salmo 79:2,3); y estos dos libros (aparentemente considerados
como canónicos) pertenecen a los Ke!hubim. En cuanto al Nuevo Tes-
tamento, Lucos 24:44 se refiere al Antiguo Testamento y habla de lo que
está escrito "en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos". No
solamente los Salmos sino también Proverbios y Daniel se citan a
menudo como la autorizada Palabra de Dios, y aun se alude a Loment.o-
ciones en Moteo 5:35. Puesto que estos cuatro libros pertenecen a la
lista posterior de los, Ke!hübim, no hay razonable duda de que la ter-
cera división del canon hebreo fue colocada al mismo nivel que las dos
anteriores, como divinamente inspirada.
Y ahora llegamos a Josefo de Jerusalén (37-95 d. de J.C.), a cuya
enumeración del Antiguo Testamento, compuesta de 22 libros, ya
hemos hecho referencia. En su obra Contra Apíón, dice: " No son de-
cenas de miles de libros discordantes y conflictivos los que tenemos,
sino sólo 22 que contienen el relato de todos los tiempos, y de los
cuales se cree, con toda justicia, que son divinos." Luego de referirse a
los cinco libros de Moisés, 13 libros de los profetas, y los restantes
libros (que "abarcan himnos a Dios y consejos a los hombres para la
conducta de la vida"), formula esta significativa declaración: " Desde
Artajerjes (el sucesor de Jerjes) hasta nuestro tiempo, todo ha sido re-
gistrado, pero no se ha considerado merecedor de igual crédito a lo que
lo precedió, porque cesó la exacta sucesión de los profetas. Pero es
evidente, por nuestra conducta, la fe que hemos depositado en nuestros
escritos; pues a pesar de haber pasado tanto tiempo, nadie se ha atrevi-
do a añadir nada a ellos, ni a quitarles nada, ni a alterar nada de
ellos" (1.8).
Observemos tres hechos importantes de esta declaración. 1. Josefo
incluye las mismas tres divisiones de las Escrituras hebreas que incluye
el TM (si bien restringiendo el tercer grupo a " himnos" y hokhmoh), y
limita el número de los libros canónicos en estas tres divisiones a 22.'

5. Ver una explicación d e cómo se corresponden éstos con los 39 libros del canon
protestante on la nota marginal No. 1 de este capltulo.
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 77

2. No se compusieron más escritos canónicos desde el reino de


Artajerjes, el hijo de Jerjes (464-424 a. de J.C.,), es decir, desde la época
de Moloquíos. 3. No se incluyó ningún material adicional en los 22
libros canónicos durante los siglos. intermedios (es decir, desde 425 a.
de J.C. a 90 d. de J.C.) Los racionalistas de la alta crítica niegan enfáti-
camente los dos últimos puntos, pero tienen que habérselas con. el
testimonio de un autor tan del comienzo de la era cristiana, y explicar
cómo se les escapó a los eruditos judíos del primer siglo d. de J.C. el
conocimiento de la pretendida fecha de considerables porciones, tales
como Daniel, Eclesiastés, Cantar de los Cantores y muchos de los Sal-
mos, que aquéllos alegan son posteriores a Malaqulas. Cierto es que
Josefo también alude a material apócrifo (1 Esdras y 1 Macabeos•); pero
en vista de su declaración ya citada, es evidente que los utilizaba
meramente como una fuente histórica y no como libros divinamente
inspirados.
El más antiguo catálogo de los libros del Antiguo Testamento que
existe en la actualidad es la lista del obispo Melitón de Sardis, escrito
alrededor del año 170 d. de J.C. Afirma que viajó al Oriente para inves-
tigar el número y el orden de los libros del Antiguo Testamento y llegó
a los siguientes resultados: "Cinco de Moisés: Génesis, Exodo, Levítico,
Números y Deuteronomio; /osué, Jueces, Rut, cuatro de los Reinos, dos
de Crónicos, Salmos de David, Proverbios de Salomón (que también es
Sabiduría), Eclesiastés, Cantar de los Cantores, Job; los profetas: Isaíos,
Jeremías, y los Doce en un libro; Daniel, Ezequiel, Esdras." Observa-
mos en esta lista: 1. Omite Loment,aciones, pero probablemente estaba
incluido en Jeremías: 2. Lo mismo ocurre con Nehemfas, pero proba-
bl,emente estaba incluido con Esdras; 3. Totalmente omite Ester, por
alguna razón desconocida; 4. Con la posible excepción del término
Sabiduría (que es concebible que se refiera a la Sabiduría de Salomón),
no incluye ningún otro libro de los apócrifos.
En el siglo III d. de J.C., Orígenes (que murió en el 254) dejó un
catálogo de 22 libros del Antiguo Testamento, que fue conservado en la
Historia eclesióstica de Eusebio (6:25). Indica la misma lista de 22
libros del canon de Josefo (y del TM). La única diferencia estriba en que
aparentemente incluye la Epístola de Jeremías, por ignorar tal vez el
hecho de que nunca fue escrita en hebreo.
Aproximadamente contemporáneo de Orígenes fue Tertuliano (160-
250 d. de J.C.), el más antiguo de los Padres Latinos cuyos libros aún
existen. Establece en 24 el número de libros canónicos. Hilario de
Poitiers (305-366) señala que son 22. Jerónimo (340-420 d. de J.C.) tanto
78 REsEÑA CRITICA DE UNA lNTRODUCClÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

en el Prologus Goleotus' como en los demás escritos favorece el reco-


nocimiento de tan solo 22 libros contenidos en el hebreo, y relega los
libros apócrífos a un plano secundario.• As!, en su Comentario sobre
Do.n iel lanza sus dudas sobre la canonicidad de Susano, basado en que
cierto juego de palabras que se coloca en labios de Daníel sólo se de-
rivaba del griego y no del hebreo (implicación: el relato tuvo que haber
sido compuesto originalmente en griego). De la misma manera, con
referencia a Bel y el Dragón, comenta: "Se resuelve fácil.mente esta
objeción afirmando que esta particular historia no figura en el hebreo
del libro de Daniel. No obstante, si alguien pudiera probar que per-
tenece al canon, en ese caso estar!amos obligados a buscar otra
respuesta a esta objeción."•

EL PROBLEMA TOCANTE A LA CANONICIDAD DE LOS APOCRIPOS

No solo los católicos romanos y los ortodoxos griegos sostienen la


canonicidad de los catorce libros apócrifos (en todo o en parte), sino
también algunos eruditos protestantes de raigambre liberal hablan de
un "Canon Alejandrino", para el cual reclaman ígual validez que la del
denominado Canon Palestino (de 22 a 39 libros). Las evidencies a las
que recurren en favor de esta pretensión merecen ser cuidadosamente
escudriñadas.••
El primer argumento en favor de los libros apócrifos es que las
primeras versiones los contenían. Sin embargo, esto es solo parcial-
mente cierto. Así, por ejemplo, los tárgumes arameos no los reconocían.
Ni siquiera la Pesbita siria, en su forma más antigua, contenía un solo

7. La cita pertinente tomada del Prologus GaJeolus os como sigue (traducciOn de Archer):
"Este prologo, como vanguardia con yelmo (principium) de las Escrituras. puede apli-
carse a todos los libros que hemos traducido del hebreo al laUn, para que sepamos que
todo lo que se aparte de éstos debe ser lnc:luldo entre los apócrifos. Do ahl que lo
Sobidurla, comunmente intitulada de Salomón, el libro de Jesús el hijo de Si roe, y Judit y
Toblos y El Pastor \presumiblemente El Postor de Hermas) no oslán en el canon. Yo
descubrl el primer ibro do Macabeos en hebreo: el segundo en griego, como puede
comprobarse por su tenninologla." En el Prefacio o los libros de Salomón deJerónlmo.
menciona haber bailado a Eclesiástico en hebreo, pero dice estar convencl o de que
Sobidur/o de Salomón fue originalmenle compuesto en grie~o y no en hebreo, puesto que
revela una Upica elocuencia helénica. "Y así," continúa, 'de la misma manera que la
Iglesia lee Judit y Tobías y Macabeos (en la adoraciOn pública) pero no los recibe como
Escritura canónjca, así también debemos permitir leer estos dos Libros para edificación de
la gente, pero no para el establecimiento de la autoridad de las doctrinas de la Iglesia."
8. Cf. Robert H. Pleifler. lntroduclion lo lhe Old Testamenl (Introducción al Antiguo
Testamento), pág. 69.
9. Gleason L. Archer (trad .] /erome 's Commentory on Daniel (Comentario de Jerónimo
sobre Daniel), (Grand Raplds: Baker, 1958), págs. 155, 157.
10. G. D. Young. en su capitulo sobre los apócrifos en Revelolion and the Bible -La
revelación y la Biblia- (ed. Carl F. H. Henry), lo trata en una de las íonnas más conserva-
doras que se han escrito recienlemente sobre este tema. También de mucho ayuda es la
obra de R. L. Harrls. lnspiroUon and Cononicily o/ the Bible (Inspiración y Canonicidad
de la Biblia), capítulo 6 . Pero lal vez el mejor trataml.ento lo hallamos en Unger, IGOT,
págs. 81·114.
EL CANON DEL Ar-.'TICUO TESTAMENTO 79

li.bro apócrifo. Fue posteriormente cuando le fueron agregados algunos.


Acabamos de ver que Jerónimo, el gran traductor de las Escrituras al
latín, no reconocía que los apócrifos tenían igual autoridad que los
li.bros del canon hebraico. Una investigación más cuidadosa de esta
pretensión reduce la autoridad de los apócrifos a solamente una ver-
sión antigua, la Septuaginta. Las traducciones posteriores (tales corno
la !tala, la Copta, la Etiope, y la Siria posterior) se derivaron de ella. Y
aun en el caso de la Septuaginta, los libros apócrifos mantienen una
existencia más bien incierta. Al Códice Vaticano (B) le falta 1 y 2
Macabeos [canónicos de acuerdo con la iglesia católica romana), pero
incluye 1 Esdras (no canónico de acuerdo con la misma iglesia). El
Códice Sina(tico [Alef) omite Baruc (canónico, de acuerdo con la igle-
sia romana) pero incluye 4 Macabeos [no canónico de acuerdo con la
iglesia romana). El Códice Alejandrino (A) contiene tres apócrifos "no
canónicos": 1 Esdras y 3 y 4 Macabeos. Resulta as( que aun los más
antiguos manuscritos o la LXX difieren notoriamente con respecto a
c1Uales libros constituyen la lista de los apócrifos, y que de ninguna
manera los catorce libros aceptados por la iglesia católica romana cuen-
ta con el testimonio de las grandes letras unciales de los siglos IV y V.
Insisten con vehemencia los sostenedores de la canonicidad de los
apócrifos que la presencia de los catorce libros apócrifos en la LXX
indica la existencia del denominado Canon Alejandrino, que incluía
estos catorce libros. Pero de ning1Una manera es seguro que todos los
Hbros de la LXX fueron considerados canónicos ni siquiera por los
mismos judíos de Alejandría. En contra de esta evidencia, y de ma.nera
decisiva, tenemos los escritos de Filón de Alejandría (que vivió en
el primer siglo d. de J.C.). Si bien cita frecuentemente de los libros
canónicos del "Canon Palestino", no cita ni una sola vez de los libros
apócrifos. Esto es imposible de reconciliar con la teoría de un Canon
Alejandrino mayor, a menos que, por ventura. algunos judíos alejan-
drinos no aceptaran el Canon Alejandrino y otros si.
En segundo Jugar, tenemos el informe fidedigno de que los judlos
a.lejandrinos del siglo II d. de J.C. aceptaron la Versión Griega de
Aquila,11 aunque no contenía los apócrifos. Una razonable deducción
d e esta evidencia seria que (como lo indicara Jerónimo) los judíos ale-
jandrinos decidieron incluir en sus ediciones de los libros del Antiguo
Testamento tan to los que reconocían como canónicos como los que
eran "eclesiásticos", es decir, considerados valiosos y edificantes, pero
no infalibles.
Entre los descubrimientos recientes de la Cueva No. 4 de Qumran,
se halló apoyo adicional a la suposición de que las obras subcanónicas
pueden preservarse y usarse juntamente con las canónicas. Ali!, e n el

11. Cf. cap. 3 pág. 51 de este libro.


80 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

corazón mismo de Palestína, donde seguramente el Canon Palestino


tendria que haber sido el de máxima autoridad, se hallaron por lo
menos dos libros apócrifos, Eclesiástico y Tobías. Un fragmento de
Tobías figura en un trozo de papiro y otro en cuero; también hay un
fragmento hebreo en cuero. Además, se descubrieron aHI varios frag-
mentos de Eclesiástico que, al menos por lo que se sabe, concuerdan
exactamente con los manuscritos del Eclesiástico del siglo XI hallados
en la Ceniza del Cairo, en la década de 1890-1900 (cf. Burrows, MLDSS
págs. 177,78). Con respecto a ello, la Cuarta Cueva de Qumran también
reveló obras seudoepigráficas, tales como el Testamento de Leví en
arameo, el Testamento de Levf en hebreo, y el libro de Enoc (¡fragmen-
tos de diez distintos manuscritos!) Nadie puede sostener seriamente
que los antiguos sectarios de Qumran consideraron como canónicos
todas estas obras apócrifas y seudoepigráficas, simplemente porque
atesoraban sus copias.
Se argumenta a menudo sobre el hecho de que el Nuevo Tes-
tamento, al citar del Antiguo Testamento, lo hace usualmente de la
traducción de la LXX. Por lo tanto, puesto que la LXX si contenía los
apócrifos, los apóstoles del Nuevo Testamento tuvieron que haber re-
conocido la autoridad de toda la LXX tal cual estaba constituida. Más
aún, insisten que es un hecho que se mencionan ocasionalmente obras
no incluidas en el Canon Palestino. Wildeboer" y Torrey" han co-
leccionado todos los casos de citas o alusiones a los libros apócrifos,
incluso varios de los que solamente se sospecha.
Pero todos estos argumentos tienen muy poco valor para el tema en
discusión, pues ni siquiera se pretende que estas fuentes sean de los
catorce libros apócrifos romanos. En la mayoría de los casos, las obras
que se suponen fueron citadas desaparecieron hace mucho tiempo,
obras tales como el Apocalipsis de Elfos y (aparte de un fragmento
latino) Asunción de Moisés. En un solo caso, la cita de Enoc 1:9 en
Judas 14-16, contamos con la fuente citada." En el Nuevo Testamento
también figuran citas de autores griegos paganos. En Hechos 17:28
Pablo cita de la obra de Arate de Soles, Phoenomeno, llnea 5; en 1
Corintios 15:33 cita de la comedia de Menandro, Thois. Seguramente
nadie supondrá que tales citas significan aceptar la canonicidad de
Arato o de Menandro. Todo lo contrario, el testimonio del Nuevo Tes-
tamento es decisivo en contra de la canonicidad de los catorce libros
apócrifos. Virtualmente se citan como divinamente autorizados los 39

12. Gerrit Wildeboer. Origin of the Canon of the Old Teslamenl (Origen del canon del
Antiguo Testamento), traducción B. W. Bacon (Londres: Luzac. 1895).
13. Charles C. Torrey. the Apocryphal Literoture (La Literatura Apócrifa). (New Haven,
Cona.: Yale U.. 1945).
14. Completa solamente en la versión etiope. alguna porciones en griego, y fragmentos
en hebreo y arameo hallados en la Cueva No. 4 de Qumran.
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 81

libros del Antiguo Testamento o al menos se alude a ellos.". En tanto


que, como lo acabarnos de señalar, la mera cita no establece necesa-
riamente la canonicidad, con todo, es inconcebible que los autores del
Nuevo Testamento hubieran considerado canónicos los catorce libros
aceptados por la Iglesia Católica Romana, y no hayan citado ni siquiera
hecho referencia a ninguno de ellos.
El segundo argumento de peso que se esgrime en favor de los apó-
crifos es que los padres de la iglesia citan de estos libros como libros
autorizados. Sería más correcto decir que algunos de estos primeros
escritores cristianos lo hicieron. en tanto que otros adoptaron una bien
definida posición en contra de su canonicidad . Entre quienes lo
favorecieron se cuentan los autores de 1 Clemente y la Epístola de
Bernabé y, más notoriamente aún, el más joven de los contemporáneos
de Jerónimo, Agustín de Hipona. Sin embargo, debemos calificar su
apologia como aparente o, por lo menos, presuntíve, pues ye hemos
visto que Judas pudo citar e Enoc, como un libro que contenia un
verdadero relato de un antiguo episodio, sin que necesariamente res-
paldara todo el libro de Enoc como canónico. En lo que refiere a Agus-
tín, su actitud era poco critica e inconsecuente. Por un lado echó todo
el peso de su influencia en el Concilio de Cartago (año 397) en favor de
incluir los catorce libros en el canon; por otro lado, cuando un antago-
nista apeló a un pasaje en 2 Macabeos, para reforzar un argumento,
Agustín le replicó que la causa que defendía era sin duda débil si tenia
que recurrir a un libro que no estaba en la misma categoría que los
libros recibidos y aceptados por los judíos. 1•
La ambigua defensa de los apócrifos, de parte de Agustín, se ve más
que compensada por la posición en contrario del venerado Atanasio
(que murió en el año 365), altamente apreciado tanto en Occidente
como en Oriente como el campeón de la ortodoxia trinitaria. En su
trigesimonovena Carta se refirió a "ciertos libros en particular y a su
número, que eran aceptados por la iglesia.'' En el párrafo 4 dice: " Hay
entonces, en el Antiguo Testamento, 22 libros" y procedió a enumerar
los mismos libros que hallamos en el TM, aproximadamente en el
mismo orden en que figuran en la Biblia protestante. En los párrafos 6 y
7 afirma que los libros extrabíblicos (es decir los catorce libros apócri-
fos) " no están incluidos en el canon," sino meramente "destinados a
ser leidos." No obstante ello, la Iglesia de Oriente demostró más ade-
lante cierta tendencia a coincidir con Occidente en la aceptación de los
apócrifos (segundo Concilio Trullano de Constantinopla en el año 692).
Aun así, hubo muchos que tuvieron sus dudas y recelos sobre algunos
15. Las excepciones. tal como lo revela la lista de citas al linal de la obra de Nestle, Greek
New Testament (Nuevo Testamento Griego), son Rut, Esdras, Eclesiastés. y Contar de los
Cantores. A pesar de ello, Romanos 8:20 pareciera rellejar a Eclesiastés 1:2.
16. G. D. Young, en Revelorion ond the Blble (La revelación y la Biblia), pág. 176.
82 RESEÑA CRJTICJ\ 0 E UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

de los ca~orce libros, y finalmente en Jerusalén, en el año 1672, la


Iglesia Grlega redujo el número de los apócrifos canónicos a cuatro:
Sabiduría, Eclesiástico, Tobías y Judit.

LAS PRUEBAS DE LA CANONICIDAD

En primer lugar hemos de considerar algunas pruebas inadecuadas,


propuestas en época reciente.
1. J. G. Eichhorn (1780) consideró que la edad era la mejor p!l'ueba
para la canonicidad. Todos los libros de los cuales se creyera que ha-
bían sido compuestos después de la época de Malaquías, eran ex-
cluidos de toda consideración. Pero es ta teoría no da cuenta ni raz,ón de
las numerosas obras antiguas tales como el Libro de Joser Uosué 10:13;
2 Somuel 1:18) y el Libro de los Batallas de Jehová (Números 21:14).
que no se contaron como autorizados.
2. F. Hitzig [hacia el año 1850) propuso que el idioma hebreo fuera
la prueba judía de canonicidad. Pero eso no explica por qué Eclesiásti-
co, Tobías y 1 Macabeos fueron rechazados a pesar de haber sido escri-
tos e·n hebreo. También plantea el problema en cuanto a la aceptabili-
dad de los capítulos de Daniel y de Esdras que aparecen en arameo.
3. G. Wildeboer" hace que la conformidad a la Tora sea la prueba
de canonicidad para los últimos libros escritos. Pero más adelante, al
trata!!' el tema en profundidad, introduce otros criterios que le quitan
validez a su posición: (a) los libros canónicos tenían que haber sido
escritos en hebreo o arameo; y tenían que tratar (b) ya sobre historia
antigua (como Ruto Crónicos); o (c) hablar del establecimiento de un
nuevo orden de cosas [Esdras, Nehemíos) o [d) ser asignados a algún
famoso personaje de la antigüedad, como Salomón, Samuel, Daniel o
(tal vez) Job; o (e) guardar completa armonía con el sentimiento nacio-
nal de la gente y de los escribas (Ester). He aquí una asombrosa profu-
sión de pruebas. En cuanto al criterio original sustentado por Wilde-
boer, ¿cómo podemos estar seguros de que "los libros del profeta
Natán" (mencionadas en 2 Crónicos 9:29) o " los hechos de Uzías",
escritos por lsaías (2 Crónicos 26:22) o la endecha de Jeremías que
figura en el "libro de lamentos" (2 Crónicos 35:25), no se conformaban
con la Tora, al menos tanto como las otras palabras o escritos de esos
autoll'es que fueron preservados en el canon? En cuanto a (e), muchas de
las obras seudoepigráficas, tales como Enoc, Lomee y el Testamento de
los Doce Patriarcas, el Testamento de Adán, y varias otras, fueron
asignadas a hombres famosos de la antigüedad, y no tenemos la certeza
absoluta de que ninguna de ellas fuera compuesta originalmente en
arameo (ni en hebreo).

17. Wildcboer, pág. 97.


EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 83

La única prueba verdadera de canonicidad que nos resta es el testi-


monio de Dios el Espíritu Santo sobre la autoridad de su propia Pala-
bra. Este testimonio halló una respuesta de reconocimiento, fe y sumi-
sión en los corazones del pueblo de Dios que caminó con El en una
comunión de pacto. Como lo señala E. J. Young: "A estos y otros
criterios propuestos debemos replicar con una negativa. Los libros
canónicos del Antiguo Testamento fueron divinamente revelados y sus
autores fueron santos que hablaron al ser arrebatados por el Espíritu
Santo. En su augusta previsión, Dios dispuso las cosas de tal manera
que su pueblo reconociera y recibiera su Palabra. Tal vez no podamos
explicar ni comprender a entera satisfacción cómo introdujo esta con-
vicción en los corazones de ellos, respecto a la identidad de su Palabra.
Pero sí podemos seguir a nuestro Señor, que estampó el irnprirnatur de
su infalible autoridad sobre los libros del Antiguo Testamento.""
Podemos ir más allá aún y se11alar que por la misma naturaleza de lo
que tratamos, a duras penas podríamos esperar otro criterio váHdo
aparte del indicado. Si la canonicidad es una cualidad impartida de
al.guna manera a los libros de la Escritura por cualquier tipo de decisión
hu mana, como lo asumen incuestionablemente los eruditos liberales (y
como lo asevera en forma implícita la Iglesia Romana en su autocontra-
dictoria afirmación: "La iglesia es la madre de la Escritura"), en ese
caso tal vez podría establecerse un juego de pruebas mecánicas para
determinar cuales escritos aceptar como autorizados y cuales rechazar.
Pero si, por otro lado, un Dios soberano ha tomado la iniciativa en la
revelación y en la producción de un registro inspirado de tal revelación
a través de agentes humanos, no pasa de ser un problema de reconoci-
miento de la cualidad ya inherente por acto divino en los libros asl
inspirados. Cuando un niño reconoce a su padre entre una multitud de
adultos, no le imparte ninguna nueva cualidad a la paternidad por
di cho acto de reconocimiento; simplemente reconoce una relación ya
existente. Lo mismo ocurre con las listas de libros autorizados fijados
por los slnodos o los concilios eclesiásticos. No le impartieron canoni-
cidad a una sola página de la Escritura; simplemente reconocieron la
divina inspiración de documentos religiosos que fueron inheren-
temente canónicos desde el momento en que fueron compuestos, y
formalmente rechazaron otros Iibros a los que se les habla atribuido una
falsa canonicidad.

T EORIAS LIBERALES SOBRE EL ÜRJCEN DEL CANON

El anterior análisis nos ha brindado bases adecuadas sobre las

18. E. J. Young, '"The Canon of the Old Tes,tament" (El Canon (sin cursivas) del Antiguo
Testamento), on Revelalion and the Bíble (La revelación y la Biblia), pág. 168.
84 REsEÑA CRITlCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

cuales evaluar la posición sustentada por la alta crítica standard, referi-


da a la evolución del canon hebreo. Los que no toman en serio la
pretensión de la propia Biblia de que es la única revelación inspirada
de la voluntad de Dios necesariamente deberán buscar una explicación
más rac ionalista y natural sobre el origen de estos libros. Debido a sus
presupuestos anlisobrenaturales, deben ser consecuentes con sus pro-
pios principios filosóficos y rechazar todos los datos bíblicos que seña-
lan hacia una directa revelación de Dios. Así, por ejemplo, el Pen-
tateuco afirma frecuentemente que "Habló Jehová a Moisés diciendo:
Dí a los hijos de Israel que . .. "Pero los eruditos que no creen que Dios
hubiera podido hablar personal e inteligiblemente a Moisés (ni a nin-
gún ,otro hombre), están obligados a rechazar, como legendaria,. toda
afirmación bíblica similar. También deben rechazar la información que
dice que Moisés escribió una copia de la Tora y se la entregó a los
sacerdotes que llevaban el arca del pacto (Deuteronomio 31 :9, 26). Lo
mismo cabe decir de las numerosas referencias a una ley escrita por
Moisés que figuran en el libro de Josué (p. ej., 1:8 y también 8:32; este
último pasaje afirma que Josué hizo inscribir la Tora en una estela de
piedra para que pudiera leerla el pueblo). Como históricas han de ser
tomadas solamente las referencias a un texto de la Tora que concuerde
con presupuestos racionalistas. La hipótesis sobre el desarrollo (e/.
capítulos 11 y 12 de esta obra) y la teoría documental del Pentateuco
serán explicadas en detalle más adelante, pero por el momento debe
bastar un breve resumen sobre la teoría crítica del canon.
Los eruditos liberales explican la triple división de l canon hebreo
(es decir Tora, Profetas y Kethúbím) corno el resultado tres e·tapas
separadas en la composición de los diversos libros propiamente dichos.
Es decir, la Tora emanó de sucesivos agregados que comenzaron en el
año 850 a. de J.C. (el más antiguo documento escrito), combinados con
un documento posterior entre 750 y 650 a. de J.C.; luego, en la época de
la reforma de Josías, el Deuteronomio llegó a ser la primera unidad del
Pentateuco en adquirir canonicidad, siendo formalmente aceptado tan-
to por los reyes corno por el pueblo (2 Reyes 23). Durante el exilio
babilónico (587-539 a. de J.C.), bajo la inspiración de Ezequiel. autores
levlticos escribieron el ritual y las secciones correspondientes a los
sacerdotes, y su actividad se prolongó hasta los tiempos de Esdras, que
era u no de ellos. (Nehemíos 8:1-8 relata la primera lectura que se hizo
de toda la Tora, como "el libro de la ley de Moisés" algunas partes de la
cual habían sido recientemente terminadas, y todas ellas habían sido
escritas por lo menos 500 años después de la muerte de Moisés). El
auditorio de Esdras estaba de algún modo convencido de que estos
cinco libros de origen o extracción mezclada y espuria eran de verdad
el producto de la pluma de Moisés y contenían la autorizada Palabra de
Dios. Así que Je impartieron canonicidad a la primera división del
EL CANON DEL ANTIGUO fuTAMTh'TO 85

Antiguo Testamento, en el año 444 a. de J.C.


En lo que respecta a la segunda división, es decir a los profetas,
fueron gradualmente reunidos en una lista autorizada entre los años
300 y 200 a. de J.C. No pudo haber sido mucho antes de esa fecha
porque (de acuerdo con la teoría sustentada por la alta crítica) ciertas
partes de Isaíos, Joel. Zocorfas y otros, no fueron escritas hasta el siglo
ill a. de J.C. (Algunos eruditos, como Duhm, insistieron en que ciertas
porciones de Isoíos no fueron compuestas hasta el segundo o el primer
siglo a. de J.C.) De ahí que la segunda división alcanzó estado canónico
bajo circunstancias desconocidas, en un lugar desconocido, en una
época desconocida, pero aproximadamente el año 200 a. de J.C. 11
En cuanto a la tercera división, los Kethübim o escritos no fueron
recopilados (y la mayoria ni siquiera escritos) hasta mucho tiempo
después de haber comenzado la recopilación de los profetas. Puesto
que Daniel, según la crítica literaria, fue escrito alrededor del año 168 a.
de J.C., los Kethübím no pudieron '.haber sido recopilados mucho antes
del año 150 a. de J.C., ya que eran necesarias por lo menos un par de
décadas para que un libro adquiriiera estatura canónica. Se logró in-
dudablemente una canonización preliminar o tentativa de este tercer
grupo de libros, entre los años 150 y 100 a. de J.C., pero la ratificaciión
final fue diferida hasta el hipotético Concilio de Jamnia, en el año 90 d.
de J.C.
Tal es la explicación usual sobre la formación del canon en los
circulos liberales hoy en día. Aceptadas sus conjeturas y su metodolo-
gía critica, pareciera una explicación razonable. En cambio, si se de-
muestra que las fechas que les han asignado a ciertas porciones del
Antiguo Testamento, como posteriores al siglo V, no tienen asidero
(como procurarán demostrarlo los próximos capítulos), entonces toda
esta teoria del canon debe ser abandonada en favor del testimonio que
dan las propias Escrituras. Los autores biblicos indican, con meridiana
claridad, cada vez que se plantea la cuestión, que los diversos libros de
la. Biblia fueron canónicos desde el momento en que fueron escritos, en
virtud de la autoridad divina ("Habló Jehová diciendo") que los respal-
da, y los libros recibieron inmediata aceptación y reconocimiento de
parte de los fieles tan pronto como se enteraron de los escritos.
En cuanto a la Tora. Deuteronomio 31:9 nos di ce que una copia
autorizada fue puesta en el arca poco antes de la muerte de Moisés,. en
el año 1405 a. de J.C. (o un poco m.ás tarde si se adopta la teoría de una
f&eha tardia para el Exodo, cf. Capitulo 16 de esta obra). En ninguna
parte se nos dice en qué momento fueron reunidas en una sola división
principal las tres secciones de los profetas (profetas anteriores, profetas
mayores y profetas menores). Si Moloquíos fue el último libro de este

19. PfeUfer, pág. 15.


86 RESEÑA ClúTICA DE UNA INTROOUOOÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

grupo, la canonización de toda la sección difícilmente hubiera podido


ocurrir hasta alrededor del año 400 a. de J.C. El criterio para establecer
cuáles libros pertenecieron a los profetas pudo haber sido el de su
paternidad literaria. Todos fueron compuestos por los autorizados in-
térpretes de la ley que perteneclan a la orden de los profetas (de acuer•
do con Deuteronomio 18) y transmitieron sus mensajes directamente de
Dios o escribieron un relato de la historia de Israel con la perspectiva de
Dios (Jueces, Samuel y Reyes).
Respecto de la tercera división, los escritos, es obvio que todos los
libros inspirados que no pertenecían a ninguno de los dos primeros
grupos, fueron incorporados allí. Lo único que tenían en común era que
no fueron escritos por autores humanos que pertenecieran a la orden de
los profetas. Así. los rabinos posteriores asignaron las memorias de
Daniel a los Kethübim, porque él era un funcionario civil y no per-
tenecía a la orden de los profetas. Cierto es que él, tanto como David y
Salomón poseían un don profético, pero a ninguno de esos personajes
Jehová los ungió como profetas. El mismo status no profético caracte-
rizó a los anónimos autores de Job y Ester, y lo mismo cabe decir del
gobernador Nehemías y del escriba Esdras. (Ya vimos que Lamenta-
ciones, que fue escrito por Jeremías, originalmente estuvo incluido
entre los profetas.) Pero no puede plantearse cuestión alguna de orden
cronológico en lo que se refiere a los grupos segundo y tercero. Gran
parte del material de los Kethübim fue escrito antes de los primeros
escritos de los profetas. Las unidades de cada división fueron formadas
más o menos contemporáneamente, y asignadas más tarde a cada
grupo: los profetas y los escritos, sobre la base de la paterni dad lite-
raria. Aunque actualmente ignoramos quiénes fueron los autores de
Josué, Jueces, Samuel o Reyes, el punto de vista de los autores-como
aun los críticos liberales lo aceptan- es un punto de vista conse-
cuentemente profético.
CAPITULO 6
HISTORIA DE LA TEORIA DOCUMENTAL
DEL PENTATEUCO
Hasta el surgimiento de la filosofía delsta en el siglo XVlll, la iglesia
cristiana había tomado al pie de la letra la pretensión del propio Pen-
tateuco de haber sido escrito por el histórico Moisés del siglo XV a. de
J.C. Unos pocos eruditos judíos, entre los cuales cabe mencionar al
panteísta judio español Benedicto Spinoza, habían sugerido la posibili-
dad de una paternidad literaria posterior, por lo menos de partes de la
Tora, pero esas conjeturas habían sido ampliamente descartadas por la
mayoría de los eruditos europeos, hasta que el movimiento deísta creó
una actitud más favorable para el escepticismo histórico y el rechaza-
miento de lo sobrenatural. (Spinoza, en el año 1670 expresó la opinión,
en su Troclolus Theologico-Polilicus, de que el Pentateuco no pudo
haber sido escrito por Moisés, puesto que siempre se lo menciona en
tercera persona, él, y no en la primera, yo; ni pudo haber relatado su
propia muerte. tal como está registrada en Deuteronomio 34.' Spinoza,
por lo tanto, propuso a Esdras como el autor final de la Tora. Si bien esa
sugerencia fue casi totalmente pasada por alto durante su propia gene-
ración. constituyó un notable anticipo de la formulación final dP. la
hipótesis documental de Gral, Kuenen y \iVellhausen, en la segunda
mitad del siglo XIX.)

PRIMEROS DESARROLLOS

La hipótesis documental - teoría según la cual el Pentateuco fue una


compilación o selección de varios documentos escritos distintos, re-
dactados en diferentes lugares y tiempos en un período de cinco siglos,

l. El argumento basado en el uso de la tercera persona es muy débil. Muchos autores


bien conocidos de la antigüedad, tales como Jenofonte y Julio César, se refirieron a sí
mismos en sus propias r.arraciones históricas. exclusivamente en la tercera persona. En
cuanto a la nota necrológica de Deuteronomio 34, no tiene la pretensión de haber sido
escrita por Moisés y fue. $in dudo nlguno.. agregado por Josué o clgUn otro de sus allegodos
contemporáneos. De ninguna manera echa sombras de duda sobre la paternidad literaria
mosaica para el resto de Deuteronomio. que sí pretende haber sido escrito por Moisés.

87
88 REsEÑA CRlTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

mucho después de Moisés- se inició con Jean Astruc, médico francés


que se interesó en el análisis literario del Génesis. Le intrigaba que el
primer capítulo del Génesis mencionara a Dios solamente como E/ohim
(Dios) y el segundo mayormente como Jehová (o Jahweh). En sus Con-
jeturas respecto al relato original que pareciera haber utilizado Moisés
para escribir el libro del Génesis (1753), trató de explicar este
fenómeno suponiendo que Moisés utilizó dos distíntas fuentes escritas,
y por ende dos relatos distintos de la creación. Sostuvo que al compo-
ner estos dos capítulos, Moisés citó un autor que conocía a Dios
solamente por el nombre de Elohim (presumiblemente el escritor más
antiguo) y otro autor que se refería a El solamente como Jehová.' Si bien
la propuesta de Astruc no obtuvo una inmediata respuesta favorable,
expuso un criterio de división de fuentes que a poco andar halló la
respuesta de un mundo erudito (ocupado también en la disección de la
epopeya de Homero, en numerosas y diversas fuentes) y elaboró la
primera suposición sobre la hipótesis documental, basada en el criterio
de los nombres divinos.
La próxima etapa llegó con el EinJeitung (introducción al Antiguo
Testamento) de Johann Gottfried Eichbom, publicado en 1780-1783.
Dividió todo el libro del Génesis, más los dos primeros capítulos del
Exodo (hasta la entrevista de Moisés con Dios en la zarza ardiente) en
Jahvisla y Elohisla (J y E). Procuró correlacionar los supuestamente
divergentes "relatos paralelos" y "pares" (p. ej., los "dos relatos" del
diluvio) con estas dos "fuentes" y aislar los rasgos característicos de
ambos. Al comienzo le atribuyó a Moisés la tarea editorial de combinar
estos materiales escritos pre-moisaicos, pero en ediciones posteriores
de su EinJeitung cedió ante la popularizada opinión de que el Pen-
tateuco fue escrito después de la época de Moisés. Así se extendió a la
mayor parte del Pentateuco la división }-E.
La tercera etapa se instauró con la contribución de Wilbelm M. L.
De Wette, respecto del Deuteronomio. En su Dissertatic' (1805) y su
Beitraege zur Einleilung (1806) expresó su opinión de que ninguna
parte del Pentateuco es anterior a la época de David. Y en cuanto al
Deuteronomio, tenla señales inequlvocas de ser el libro de la ley que
halló el sumo sacerdote Hilcias en el templo de Jerusalén, en la época
de la reforma de }asías, de acuerdo con 2 Reyes 22. Tanto el rey como el

2. Esta explicación pasa por alto, por supuesto. el hecho de que el primer capitulo del
Génesis presenta a Dios como Creador y Soberano sobre toda la naturaleza, de ahl que
solo Elohim era apropiado; en tanto que Génesis. capitulo 2, lo presenta como el Dios del
pacto para Adán y Eva , de ahí lo apropiado del nombre de Jehová, excepto donde ocurre
el nombre compuesto Jehová-Elohim.
3. La traducción completa del Ululo de la lésis de De Wette, Doctor en Filosofía, fue:" A
dissertolion in which il is shown thal Deuleronomy. differenl from the eor/íer books o/
the Penloleuch. is the work of sorne later oulhor" (Una ifisertación en la cual se muestra
que Deuteronomio. a diferencia de los más a ntiguos libros del Pentateuco, es obra de un
autor posteríorJ.
HISTORIA DE LA TEORIA DOCUMENTAL DEL PENTATEUCO 89

sacerdote coincidían en su propósito de abolir todo tipo de adoración y


sacrificio a Jehová fuera de la ciudad capital. La centralización del
culto contribuiría a una más estrecha unificación politice de todas las
partes del reino, y garantizarla que todas las donaciones de los judíos
piadosos ingresaran a las arcas del sacerdocio jerosolimitano. Por lo
tanto, el libro de Deuteronomio fue confeccionado para servir a la cam-
paña gubernamental, y su descubrimiento fue escenificado en el
momento sicológico oportuno. Esto señala la fecha de composición del
libro, en forma precisa, como el año 621 a. de J.C. (fecha de la reforma
de Josías) o poco tiempo antes. Así nació el documento D (como llegó a
Llamárselo), totalmente separado en origen de J o E, y compuesto para
apoyar la política gubernamental en base a sus referencias (ver capítulo
12) a la "ciudad que Jehová escogiere". Esto elevó la nómina de
"fuentes" para el Pentateuco a tres documentos: E (la más antigua), J. y
el documento D de finales del siglo VII a. de J.C.
Sin embargo, estrictamente hablando, De Wete no perteneció a la
escuela documental, sino a los teóricos fragmentarios. La teoría frag-
mentaria sobre el origen del Pentateuco fue propuesta en el año 1792
(lntroduction to the Pentaleuch and Joshua- Lntroducción al Pen-
tateuco y a Josué) por un sacerdote católico romano, el escocés Alex:an-
der Geddes. Geddes sostuvo que la Tora fue compuesta en. la
era salomónica a partir de varios fragmentos separados, algunos de los
cuales eran tan antiguos como Moisés y aun más.
Johann Valer hizo propia la opinión de Geddes (Kommenlar über
den Pentateuch, -Comentario sobre el Pentateuco-, 1892) y analizó tan
solo el libro del Génesis en no menos de 39 fragmentos (lo cual , por
supuesto, suponía la división de E 1en diversos elementos). En tanto que
algunos fragmentos se remontaban a la época de Moisés, la compagina-
ción y disposición final no se realizó hasta la época del exilio babilóni-
co (587-538 a. de J.C.) De Wetle se adhirió a este tipo de análisis de las
fuentes, alegando que los registros históricos de Jueces. Somuel y Reyes
no revelaban la existencia de una legislación como la del Pentateuco
(ya que las leyes de Moisés eran consecuentemente pasadas por a lto
como si no existieran).• Por lo tanto, no pudieron haber existido tales
leyes hasta la posterior monarquía judía.
No hubo mayores cambios en e l desarrollo de la hipótesis
documental entre De Wate y Hupfeld. En el ínterin ciertas teorías sobre
la composición del Pentateuco hallaron seguidores. La teoría su-
plementaria, propugnada por Ewa ld, Bleeck y Delitzsch. presupuso la
existencia de un documento básico o cuerpo de tradición [E) que sub-
yace bajo todo el resto y que se remonta hacia el 1050-950 a. de J.C.
Pero el autor posterior de J sumó aditamentos y suplementos, y cilejó

4. Cf. capUulo 12, ¡,ág. 176. d e esta obra , para una refutac ión de esta pretensión.
90 ilEsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

el primitivo material E prácticamente inalterado al incorporar el


suyo propio.
Heinrich Ewald (de Gotinga y Tubinga) en Komposilion der Genes is
(la composición del Génesis, 1823) insistió en que las bases esenciales
del Génesis eran muy antiguas, si bien no del todo mosaicas. Restó
importancia a la posición de Eichhorn respecto al uso de las repeti-
ciones y títulos en el texto hebreo para probar diversa paternidad lite-
raria, pues señaló que las primitivas obras arábigas (la unidad de cuya
paternidad literaria era incuestionable) empleaban las mismas técnicas
como rasgos característicos del estilo semita. En su Geschichte lsroels
(la historia de Israel, 1940), expresó su opinión en el sentido de que
Moisés personalmente compuso el Decálogo (Exodo 20) y algunas de
las más antiguas leyes. Génesis 14 y Números 33 también eran de
antiquísimo origen. Pero este primitivo material se vio suplementado
por un Libro de Pactos, compuesto por un anónimo judío en el periodo
de los jueces. En los días de Salomón apareció un libro sobre los
orígenes escrito por un levita anónimo, que contenía mucho material
del documento E. Un tercer suplemento apareció en el siglo IX a. de J.C.
(la época de Elías) en forma de una biografía de Moisés. Más tarde eún
apareció un narrador profético y por último un judío de la época de
Uzías (mitad del siglo vm a. de J.C.) que introdujo el nombre de
"Yahvé" en numerosos sitios y compaginó todo el cuerpo literario
como editor final. Esta obra de Ewa.ld del año 1840 significó un ale-
jamiento de la teoría suplementaria hacia la teoría de la cristalización,
modificación que consideraba a cada sucesivo contribuyente al corpus
mosaico como un revisor de todo el cuerpo de materiales, más que un
simple añadidor de contribuciones aisladas aquí y allá. Así, por sucesi-
vas capas de moléculas, se construía una especie de "cristal" literario.
(Otros defensores de la teoría de la cristalización fueron Augusto
Knobel (1861) y Eberhard Schrades [1869] que simplificaron en alguna
medida el proceso de crecimiento, en su tratamiento del Pentateuco.)
El segundo suplementarista mencionado anteriormente fue Friede-
rick Bleek, quien en el año 1822 se hizo presente con una extensión de
análisis literario de las fuentes al libro de Josué, dando origen al térmi-
no de Hexoteuch - Hexateuco- (6 volúmenes) como la manera en que la
tradición Mosaica halló su forma escrita final , más bien que en un mero
Pentateuco de cinco volúmenes. En el año 1836 publicó sus observa-
ciones sobre el Génesis, y según ellas reconoció que algunos pasajes
eran genuinamente mosaicos. La primera suplementación considerable
apareció en la época de la monarquía unida (siglo X a. de J.C.) cuando
un compilador anónimo reunió la forma más antigua del Génesis. Una
segunda redacción importante apareció en los días del rey Josías (apro-
ximadamente en el 630 ó 620 a. de J.C.), hecha por el anónimo compila-
dor del libro de Deuteronomio, que incorporó también a /osué para
Hl!STORIA DE LA TEORJA DOCUMENTAL DEL PENTATEUCO 91

formar el Hexateuco.• Bleeck publicó más adelante una completa Intro-


ducción al Antiguo Testamento, la segunda edición de la cual (apareci-
da en el año 1865) fue rápidamente traducida al inglés (en el año 1869).
Em esta obra adoptó una actitud contraria a algunos de los más insos-
tenibles extremos de la crítica literaria entonces en boga; pero b izo
muchas imprudentes e injustificadas concesiones a la teoría
documental.
En cuanto a Franz Delitzsch, el tercer erudito suplementario ya
mencionado, era de tendencia mucho más conservadora que Ewald y
Bleeck. En su comentario del Génesis, aparecido en el año 1852, ade-
lantó su opinión de que todas las porciones del Pentateuco, cuyo texto
le atribuía a Moisés la paternidad literaria, eran genuinamente suyas.
Las leyes restantes representaban una auténtica tradición mosaica, pero
no fueron codificadas por los sacerdotes hasta después de la conquista
de Canaán. Las partes no mosaicas del documento E fueron compuestas
probablemente por Eleazar (el tercer hijo de Aarón), quien incorporó el
Libro del Pacto (Exodo 20:23-23:33). Una mano, posterior aún, com-
plementó esta obra, incluyendo e l Deuteronomio. Delitzsch prod·ujo
una serie de excelentes comentarios sobre la mayoría de los libros del
Antiguo Testamento (algunos de ellos en colaboración con Karl Fried-
rich Keil, discípulo de Hengstenberg.) En la última parte de su carrera
(1880), Delitzsch se inclinó por una forma modificada de la reinante
hipótesis documental. (Aclaremos que no debemos confundir a Franz
Delitzsch con su hijo, Friedrich De litzsch, que se distinguió particular-
mente en el campo de la asiriología, y que sostenla opiniones sobre la
critica del Antiguo Testamento algo más liberales que su padre.)
En el párrafo anterior mencionamos de paso el nombre de Ernst
Wilhelm Hengstenberg, líder del ala conservadora de los eruditos bíbli-
cos alemanes. Fue un hábil defensor de la paternidad mosaica para los
cinco libros de Moisés, y sagazmente refutó los argumentos estableci-
dos en favor de la diversidad de fuentes, propuestos por los círculos
eruditos desde los días de Aslruc y Eichhorn. Su obra más influyente
fue traducida al inglés en el año 1847 con el título de The Genuineness
of !he Penlaleuch (La autenticidad del Pentateuco), e hizo mucho para
reforzar la posición conservadora. Como ya lo mencionamos, ejerció
una profunda influencia sobre Friedrich Keil, que fue el principal eru-
dito conservador respecto del Antiguo Testamento en el mundo de
habla germana durante la segunda mitad del siglo XlX. En los Estados
Unidos de América, los eruditos del Seminario de Princelon, Joseph y
William Henry Green sostuvieron vigorosamente el mismo punto de
vista, y sometieron a la escuela documental a una crítica devastadora

5. Para el lralamienlo de las dificultades que acosan a la teoría del Hexateuco , ver el
capítulo 19 de esta obra. pág. 293.
92 RESEÑA CRtrJCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAl,,[El'm)

que nunca pudo ser eficazmente refutada por los sostenedores de pos-
turas liberales.
En el aiio 1853 apareció la trascendental obra de Hermano Hupfeld,
Die Quellen der Genesis (Las fuentes del Génesis), que marcó toda una
época. Su contribución al debate dio como resultado en lo que se dió en
llamar "La revo lución copernicana en la historia de la teoría
documental." En primer lugar sometió el documento E a un completo
examen nuevo, y distinguió en él dos fuentes: una de ellas (E' ) formada
por las considerables porciones de la fuente Elobista, que se parecían
notoriamente a J en estilo, vocabulario y tipo de asunto de que tratan, y
que ocasionalmente parecían contener alusiones a material también
encontrado en (la fuente presumiblemente posterior) J. En realidad, de
no ser por el divino nombre (Elohim), sería dificilísimo diferenciar
tales pasajes de J. (Es conveniente notar que la admisión de la existen-
cia de pasajes como éstos, socavó peligrosamente la integridad de utili-
zar los divinos nombres Elohim y Jehová como criterio para la división
de fuentes.) De ahí que Hupfeld separó ta.les porciones (comenzando
con Génesis 20) del resto del cuerpo E, que luego juzgó que era la parte
más antigua y a la cual dio el nombre de "Grundschrift" (documento
básico) al que designó como E1 • Este documento E' corresponde, grosso
modo, a lo que los crlticos posteriores denominaron P o código sacer-
dotal. El E' posterior (que más tarde fue designado simplemente como
E) era aun algo más antiguo que J (el documento Yahvista). D (el
documento de Deuteronomio) fue. por supuesto, el último (data de los
dias de Josías). Por lo tanto, el orden correcto de los " documentos" fue,
para Hupfeld, como sigue: PEJD.
Debemos señalar que Hupfeld no fue el primero que tuvo la idea de
la división de E, sino que fue precedido por Karl David llgen de Jena,
que en el año 1798 publicó una obra en la que planteó la tesis de que el
Génesis estaba compuesto por 17 distintos documentos, entre cuyos
autores había dos Elohistas y un Jahvista. Sin embargo, esta obra fue
producto de una escuela fragmentaria y no ejerció una influencia
grande y duradera.
Quellen, obra de Hupfeld, también destacó la continuidad de los
supuestos documentos E'. E' y J. y procuró demostrar que si se los
separa, las secciones del Génesis asignadas a cada una de las tres,
serían inteligibles y podrían considerarse como libros separados.• Pero
lo más digno de mención fue el hincapié que hizo Hupfeld sobre un
hipotético redactor (es decir, un editor final) que redispuso y com-
plementó íntegramente el cuerpo literario desde el Génesis a Números
y que explicó todos los casos en que pasajes de J aparecían con palabras

6. Sin embargo. es fáci l refutar este Ingenioso intento de verillcnción , según lo menciona•
mos on el caprtulo 9. págs. 132-133. de este libro.
HISTORIA DE LA TEORIA ÜOCUMEl\'TAL DEL PENTATEUCO 93

o frases supuestamente características de E y viceversa. En otras pala-


bras, cuantas veces la teoría se debilitaba ante los hechos, o entraba en
conflicto con los datos ciertos surgidos del texto, la chapucera mano de
R (el redactor anónimo) actuaba para salvar la situación.
La contribución de Hupfeld despertó un nuevo interés en la teoría
documental entre los círculos eruditos. La atención se concentró parti-
cularmente en el documento E', el Grundschrift de Hupfeld. En primer
lugar apareció el aporte de Karl Heinrich Graf, en el año 1866. Al igual
que su maestro, Eduard Reuss, Graf creyó que este código sacerdotal
contenía en el Pentateuco legislación que era de un origen posterior al
mismo Deuteronomio (621 a. de J.C.), en razón de que O no demuestra
conocimiento de las porciónes legales de P (el código sacerdotal), aun-
que refleja las leyes de J y E.' De ahJ que debe considerarse la legisla-
ción de P como de la época del exilio (587-539 a. de J.C.). Sin embargo,
las porciones históricas de P era n indudablemente muy antiguas. El
orden de los "documentos", según Graf, fue el siguiente: P-histórico- .
F.. J. O, P-legal. Opinó que E era complementado por J. y que en los
tíempos de Josías, el documento E-J fue redactado por el autor de O.
Pero P no estaba destinado a permanecer mucho tiempo en la condi-
ción dividida en que lo dejó Graf. Un erudito holandés, Abraham
Kuenen en su De Godsdiensl van Israel (la religión de Israel, 1869),
argumentó con mucha fuerza en favor de la unidad de P, e insistió en
que las porciones históricas de este " documento" no podían separarse,
legitimamente, de las porciones legales. Y puesto que Graf había pro-
bado que la legislación sacerdotal se había originado en el exilio o
después de el, el documento P, íntegramente, debía ser posterior. Esto
significaba que lo que Hupfeld afirmó ser la más antigua porción del
Pentateuco (su Grundschrifl) resultó ser totalmente Jo opuesto, es decir
la última porción de todas, que recibió su forma final y definitíva
cuando Esdras reunió lntegramente el cuerpo total del Pentateuco a
tiempo para la ceremonia de la lectura bíblica mencionada en el capítu-
lo 8 de Nehemfos. Ahora el nuevo orden de los "documentos" era: J, E,
O y P. J era el documento básico de la Tora (en gran parte debido a su
"antropomorfa" presentación de Dios, que se pensó reflejaba una etapa
más antigua en la evolución religiosa de Israel), y E fue incorporado
más adelante. A continuación, en la época de Josias, se agregó O, pre-
cisamente antes del final de la monarquía judía. Durante el ministerio
de Ezequiel, en el período del exilio, fue formu lado, como la más anti-
gua porción de P, el código santo (H), constituido por Levítico 17-26: el
resto de P se originó al fina lizar el siglo VI a. de J.C., y en la primera
mitad en el siglo V; ¡casi mi l años después de la muerte de Moisés!
Luego de los trabajos de Hupfeld. Graf y Kuenen entró en escena la

7. Para una refutación a esta pre te ns ión. ver e l capltulo 12. págs. 173-181 . de este libro.
94 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

formulación definitiva de la nueva teoría documental de Julius Well-


hausen, cuyas contribuciones más importantes fueron Die Komposilion
des Hexateuchs (Composición del Hexateuco), que apareció en el año
1876, y Prolegomena zur Geschichte Isroels (Introducción a la historia
de Israel), publicada en el año 1878 (Berlín: Oruck & Verlag von G.
Reirner). Si bien Wellhausen no contribuyó con ninguna innovación
digna de mencionar, reafirmó la teoría documental con gran habilidad
persuasiva, apoyando el orden JEDP sobre bases evolutivas. Corrían los
años en que la obra de Charles Darwin, Origin of Species (El origen de
las especies) cautivaba el entusiasmo y lograba la adhesión del mundo
erudito y científico, y la teoría del desarrollo del primitivo animismo al
elaborado monoteísmo tal corno lo expusieron Wellhausen y sus segui-
dores, encajaba admirablemente en la dialéctica hegeliana (escuela
predominante en la filosofía contemporánea) y en el evolucionismo
darwiniano. El momento estaba maduro para la teoría documental, y
el nombre de Wellhausen llegó estar unido a ella corno su clásico ex-
ponente. El impacto de sus escritos se hizo sentir muy pronto en toda
Alemania (a través de luminarias tales como Kautzsch, Smend, Budde,
Stade y Cornill} y halló creciente aceptación tanto en Gran Bretaña
como en Norteamérica.
En Inglaterra fue William Robertson Smith (The O/d Teslamenl in
lhe Jewish Church, 1661 - el Antiguo Testamento en la iglesia judia-)
quien primero interpretó la posición de Wellhausen para el público.
Sarnuel R. Driver le dio su clásica formulación para el mundo de habla
inglesa (Introduclion lo the Literalure of lhe 0/d Teslament, 1891
- Introducción a la literatura del Antiguo Testamento- ), si bien en lo
teológico él era de convicciones personales más conservadoras que los
arquetipos de la teoría documental. Lo mismo cabe decir de George
Adam Smith, que se consideraba un evangélico en teología, pero de-
dicó su habilísima pluma a la popularización del enfoque documental
en la interpretación de los profetas del Antiguo Testamento (principal-
mente Isoías y los profetas menores, para los cuales escribió la exposi-
ción en el Expositor's Bib/e - El expositor bíblico- , editado por W. R.
Nicoll). En los Estados Unidos de América el más notable campeón de
la nueva escuela fue Charles Augustus Briggs del Seminario Union
(The Higher Criticism of lhe Hexaleuch - la Alta Critica del Hexa-
teuco-, Nueva York: Scribner, 1893), secundado por su hábil cola-
borador Henry Preserved Smith.
Tal como veremos en el próximo capítulo, el siglo XX ha presen-
ciado una vigorosa reacción contra Wellhausen y la hipótesis
documental, y la confianza que antes se depositaba en ella se ha visto
delibitada, en alguna medida, aun en círculos liberales. Sin embargo,
todavía no se ha formulado ninguna explicación sabre el origen y des-
arrollo del Pentateuco en forma tan lúcida y convincente como para
HrSTORIA DE LA TEORtA DOCUMENTAL DEL PENTATEUCO 95

lograr la adhesión general del mundo erudito. Por ello, a falta de una
teoria mejor, la mayoría de la instituciones no conservadoras continúan
enseñando la teoria de Wellhausen, al menos en sus lineamientos
ge:nerales, como si nada hubiera ocurrido en el conocimiento del Anti-
guo Testamento, desde el año 1880.• En Inglaterra, W. O. E. Oesterley y
T. H. Robinson, en su obra Introduction to the Books of the Old Testo-
ment - 1:ntroducción a los libros del Antiguo Testamento- (Londres:
SPCK, 1934), se mostraron básicamente partidarios de Wellhausen, si
bien expresan ciertas incertidumbres respecto al fechado comparativo
de los "documentos" (J-E pudo haber sido contemporáneo con D, y H
pudo haber sido ligeramente anterior a D]. En los Estados Unidos de
América, Julius A. Bewer (Literoture of the Old Testament - Literatura
del Antiguo Testamento- (Nueva York: Longmans, 1922), y Robert
Pfoiffer (Introduction to the Old Testament -Introducción al Antiguo
Testamento- (1948), se adhirieron lealmente a la clásica posición de
Wellhausen (si bien Pfeiffer aisló un nuevo documento, S, una fuente
edomita pesimista, y asignó a los Diez Mandamientos una antigüedad
posterior a D y separada de E).
En la misma Alemania, la influencia de la crítica formal (que será
tratada en el próximo capítulo) dio como resultado un intento de sinte-
tizar el enfoque critico formal de Gunkel y Greessman con el enfoque
documental de Wellhausen. Esta síntesis aparece más vigorosamente
en la obra de Otto Eissfeldt (einJejtung in dos Alte Testament, 1934,
edición inglesa, The Old Testoment, on Introduction -El Antiguo
Testamento: una introducción-, Nueva York: Harper & Row, 1965).
En Escandinavia, Aage Bentzen, de Copenhague (Introduction to the
OJd Testament -Introducción al Antiguo Testamento- 1948), se ajusta
en lo esencial, al tipo de síntesis que intentó Eissfeldt; pero anterior-
m,ente su compatriota Johannes Pedersen, como asi también Sigmund
Mowinckel de Oslo, e lvá:n Engnell de Uppsala, Suecia, se inclinan
más definidamente hacia una critica formal o tradición histórica y
no a la crítica de las fuentes de Wellhausen. No obstante, en lnglate-rra
y los Estados Unidos de América, la regla de Wellhausen se mantiene
más o menos suprema en la mayoría de las escuelas no conservadoras,
y hace sentir su influencia en muchas de las escuelas más o menos
conservadoras de la antiguas denominaciones. Por lo tanto, debemos
considerar que la teoria documental aún está en vigencia y estamos

8. Ilustrativa de esta actitud es la cita de uno de los más famosos eruditos británicos,
H. H. Rowley: "Que ha sido la teoría Graf-Wellhausen ampliamente rechazada en su
totalidad o en parte es absolutamente cierto, pero no hay otro criterio que pudiera reem-
plazarla que a su vez no serla rechazado más amplia y enfáticamente .. . El parecer de
Graf-Wellhausen es solo una hipótesis tenta·tiva , que puede ser abandonada con presteza
cuando se encuentra otra opinión más satislactoria. pero que no puede ser be11.eli-
ciosamente abandonada hasta ese momento" [The Growlh of lhe O/d Teslamenl - El
crecimiento del Antiguo Testamento- ), Nueva York: Longmans. 1950. pág. 46.
96 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTI\MEJIITO

obligados a tratarla como tal, a pesar de que los eruditos liberales del
continente europeo le han aplicado golpes poco menos que fatales
a casi todos sus fundamentos.

0ESCRJPCJÓN DE LOS CuATRO DocUMEll.rros DE LA H1PóTES1s D ocuMENTAL

J, escrito alrededor del año 850 a. de J.C., 9 por un autor desconoci-


do en Judá, Reino del Sur. Interesado especialmente en biografías
personales, caracterizadas por vívidas descripciones del carácter, a
menudo describe a Dios o se refiere a El en términos antropomór-
ficos (es decir, como si poseyera cuerpo, partes y pasiones como un
ser humano).'º Demostraba también un interés tipo profético en re-
flexiones éticas y teológicas, pero poco interés en sacrificios o rituales.
E, escrito alrededor del año 750 a. de J.C. por un escrítor desconoci-
do del Reino de Israel del Norte. Fue más objetivo que J en su estilo
narrativo y menos matizado de consideraciones éticas y teológicas.
Tendía más bien a detenerse en hechos particulares concretos (o los
orígenes de nombres o costumbres de particular importancia para la
cultura israelita). En el Génesis, E demuestra interés en el ritual y el
culto, y representa a Dios comunicándose por med.io de sueños y
visiones (y no tanto por contacto antropomórfico directo, al estilo den.
Desde Exodo a Números, E exalta a Moisés, como un obrador de mila-
gros único en su género, con quien Dios pod.ía comunicarse de manera
antropomórfica.
Alrededor del año 650 a. de J.C. un redactor desconocido combinó)
y E en un solo documento: J-E.
D, compuesto posiblemente bajo la dirección del sumo sacerdote
Hilcias, como programa oficial para el partido reformista patrocinado
por el rey Josías en el avivamiento del año 621 a. d. J.C. Tuvo por
objetivo obligar a todos los súbditos de Judá a nacer abandono de sus
santuarios locales en los " lugares altos" y traer todos sus sacrificios y
contribuciones religiosas al templo de Jerusalén. Este documento
estaba sometido a la vigorosa in!! uencia del movimiento profético,
particularmente el que encabezaba Jeremías. Miembros de esta escuela
deuteronómico efectuaron una revisión liistócica de los hechos registra-
dos en Josué, Jueces, SomueJ y Reyes.
P, compuesto en varias etapas de un largo camino que va desde
Ezequiel, con su código de santidad (Levítico 17-26) alrededor del año
570 a. de J.C. (conocido como H), a Esdras, "escriba diligente en la ley
de Moisés" (Esdras 7:6), bajo cuya dirección fueron añadidas a la Tora

9. Las fechas propuestas son las sugeridas por S. R. Dríver, ea ILOT, págs. 111-123.
10. Para mayor abundamiento sobre el antropomorfismo del documento P. ver K. A.
Kitchen, AOOT, pág. 116.
HISTORIA DE LA TEORIA DOCUMENTAL DEL PENTATEUCO 97

las últimas secciones sacerdotales. P relata en forma sistemática los


orígenes e instituciones de la democracia israelita. Demuestra un in-
terés particular en los orlgenes, en (jstas genealógicas y en detalles de
los sacrificios y del ritual.

REsUMEN DEL D ESARROLLO D l,\LÉCTICO DE LA HIPÓTESIS DOCUMENTAL

l. Astruc sostuvo que d iferentes nombres divinos indican distintas


fuentes, división J y E: esta idea la elaboró más prolijamente Eichhorn
(E: antes que J).
2 De Wette definió a D como una elaboración de la época de Joslas
(año 621 a. de J.C.).
3. Hupfeld dividió E en un documento anterior E' (o PJ y uno
posterior E• (que se parece más a J). Según él. el orden de los
documentos era PEJD.
4. Graf opinó que las porciones legales de P correspondían al exi-
lio, el último documento de todos, si bien ciertas porciones históricas
podían ser anteriores. Para él el orden de los documentos era P•EJDP'.
5. Kuenen pensó que las porctiones históricas de P tenían que ser
tan antiguas como la porción legal y sostuvo que el orden de los
documentos fue JEDP.
6. Wellhausen dio a la teoría documental su expresión clásica, tra-
tando el orden JEDP sobre una base sistemáticamente evolucionista.
Observemos las contradicciones y las marchas y contramarchas que
caracterizan la evolución y desarrollo de esta teoría documental.
1) Diferentes nombres divinos indican diferentes autores (Astruc,
Eichhorn), cada uno con su propio reírcu lo de intereses, estilo y vocabu-
lario. 2) Igual nombre divino (Elohim), sin embargo, distintos autores
(Hlupfeld): con lo cual algu nos pasajes de E en realidad no difieren
mayormente de J en cuanto a tema de interés, estilo y vocabulario. 3) El
documento Elohlsta (P) que más se diferencia de J en su temática y en
su estilo, debe ser el más antiguo (puesto que Jahweh es, como nombre
de Dios, posterior a Elohim). 4) Por el contrario, este documento debe
ser posterior y no anterior (puesto que ello encaja mejor en la teoría
evolucionista de la religión hebrea. desde el primitivo politeísmo al
monotelsmo sacerdotal. 5) J, por s upuesto, más antiguo que E (todos
los críticos hasta Craf): pero no, J es realmente anterior a E (Kuenen y
Wellhausen).
La más cabal refutación a la hipótesis de Wellhausen fue planteada
en los Estados Unidos de América, a fines del siglo XIX, por William
Henry Creen, de Princeton, en su Unity of !he Book of Gene sis - Unidad
del libro del Génesis-, (Nueva York: Scribner, 1895) y en Higher Criti-
cism of the Pentoteuch -Alta crítica del Pentateuco-, Nueva York:
Scribner, 1896). Con gran erudición y habilidad demostró lo mal que
98 RJlsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

dicha hipótesis explicaba los datos reaJes del texto bíblico, y sobre
cuáJes bases ilógicas y contradictorias descansaba el criterio crítico.
En el capítulo 8 haremos un repaso general de las falacias de la
teoría documental que la hace lógicamente insostenible. Los diversos
criterios utilizados por los documentalistas para probar la diversa
paternidad literaria, serán tratados con mayor detalle en los capítulos 9
y 10. La refutación de los argumentos especlficos que tratan sobre los
libros del Pentateuco en particular, será considerada en los capítulos
14-18, que se refieren a dichos libros.
CAPITULO 7
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL
SIGLO XX
Tal vez la mejor manera de presentar las tendencias sostenidas por los
eruditos en Antiguo Testamento, entre los años 1890 y 1950, consiste
en señalar los efectos que sus contribuciones ejercieron sobre la estruc-
tura de la hipótesis de Graf-Wellhausen. De ahí que seguiremos un
orden por temas y no estrictamente cronológico.
Como ya lo hemos señalado, una gran parte de los modernos erudi-
tos se ha mantenido fiel a los métodos del análisis documental, y sus
innovaciones se han limitado más o menos a aislar algunos otros
"documentos" ,aparte de los honrosos cuatro, JEPD, laureados por el
tiempo. Así, por ejemplo, Otto Eissfeldt, en su Hexoteuchsynopse
(Sinopsis del Hexateuco), 1922, creyó discernir en J una fuente Legal
(L), más o menos equivalente al J' de Julius Smend (Die ErzohJung des
Hexateuchs auf ihre Qu!;?JJen untersucht), 1912. Esta fuente L (Eissfeldt
lo denominó Laienschri/1) reflejaba un ideal nomádico, recabita (e/. la
re:ferencia a Recaben 2 Reyes 10), totalmente hostil a la forma de vida
cananea. Sacó la conclusión de que L surgió en la época de Ellas (hacia
el año 860 a. de J.C.), y que halló la manera de hacerse presente en
Jueces y también en SamueJ.
Algo similar a L fue un nuevo documento K (por Ceneo o Keneo).
Tuvo que ver mayormente con ciertos detalles de la vida de Moisés, o
re laciones descritas entre los israelitas y los ceneos. Fue descubierto
por Julius Morgenstern (The Oldesl Documenl of the tlexaleuch - El
más antiguo documento del Hexateuco), 1927, que supuso fue utilizado
como base para las reformas del rey Asa (hacia el año 890 a. de J.C.), tal
como lo registra 1 Reyes 15:9-15. Aun Robert H. Pfeiffer (como ya lo
hemos mencionado) anunció en su Introduction lo the Old Testament
(Introducción al Antiguo Testamento) el descubrimiento de un
documento S (por el Monte Seir, el punto más prominente de Edom)
que apareció en las secciones J y !E de Génesis 1-11 y también en las
porciones J y E de Génesis 14-38. Este apareció, supuestamente,
durante el reinado de Salomón (hacia el año 950 a. de J.C.), pero edi-

99
100 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

ciones posteriores (redactadas entre 600 y 400 a. de J.C.) com pusieron


un S2 • Así, como resultado de la laboriosidad de los críticos posteriores
a Wellhausen, tenemos las letras adicionales K, L y S. en gran parte
extraídas de J o E.
Sin embargo, y en su mayor parte, la tendencia de los eruditos del
siglo XX se ha inc linado hac ia el repudio a la teoría de Craf.
Wellhausen, ya sea en todo o en parte. Para clasificar estos ataques /y
disponerlos de una manera sistemática, podemos imaginar la hipótesis
documenta] en la forma de un hermoso pórtico griego apoyado en cir¡co
piJares: 1) el criterio de los nombres divinos Oabweh y Elohim) como
indicador de diversa paternidad literaria; 2) el origen de J, e y P como
documentos escritos separados, compuestos en diferentes períodos de
tiempo; 3) la prioridad de J sobre E en cuanto a1 momento de la com-
posición; 4) el origen separado de E, distinto al de J: 5) el origen de Den
el reinado de Josías (621 a. de J.C.). Consideremos las cr[ticas dirigidas
a cada uno de estos pilares en el orden ya mencionado.

COITTRA LA VALIDEZ DE LOS N OMBRES DIVINOS COMO C RITERIO DE FUENTE

Ya en el año 1893, August Klostermann (Der Penloleuch) rechazó la


infaHbil.idad del texto masorético hebreo en la transmisión de los di-
vinos nombres, y criticó su utilización como medio para identificar
fu entes documenta1es. Pero el primer erudito que investigó minu-
ciosamente la relación entre el TM y la LXX fue Johannes Dahse en su
"Textkritische Bedenken gegen den Ausgongspunlct der Pentateuchkri-
lic" (Dudas crítico-textuales sobre la premisa inicial de la crítica del
Pentateuco, publicado en un número del Archiv für Religionswissens-
chaft en 1903. Demostró que la LXX, en no menos de 180 casos, tenía
nombres que no correspondían (p. ej., theos por Johweh o kyrios por
Elohim). Esto significa que el TM no es suficientemente infalible en su
transmisión textual de los nombres como para servir de base a una
d.ivisíón de fuentes tan sutil y precisa como lo intentan los documenta•
listas. (Esta apelación a la LXX fue especialmente lapidaria debido al
alto prestígio de que gozaba, por encima del TM, en todo lo concer-
n.iente a enmiendas textuales. En razón de que los documentalistas la
hablan utilizado libremente para las correcciones al texto hebreo, résül•
16 para ellos altamente embarazoso el ser expuestos como cándidos al
asumir la infalibilidad de la transmis ión de los nombres divinos en la
Tora hebrea.)
En Inglaterra, un abogado judío de nombre Harold M. Wiener,
comenzó en el año 1909 una serie de estudios que trataban sobre esa
misma perturbadora discrepancia entre la LXX y el TM. Sostuvo que
esta incertidumbre en cuanto a los nombres correctos, en tantos pasajes
diferentes, hacia que el uso de los nombres fuera impráctico e inseguro
A LTA CRITICA DEL P ENTATEUCO EN EL SIGLO XX 101

como base para la división de fuentes. Wiener también ventiló el tema


de las pretendidas discrepancias entre las diversas leyes de la legisla-
ción del Pentateuco, y señaló que las denominadas discrepancias eran
fácilmente reconciliables y no exigían diversa paternidad literaria.• Si
bien concedió la presencia de algunos elementos mosaicos, insistió en
la paternidad mosaica esencial del Pentateuco.
El eminente sucesor de Ku enen en la Universidad de Leiden, B. D.
Eerdman, también admitió que la fuerza de este argumento derivaba de
los datos de la Septuaginta, y afirm,ó terminantemente la imposibilidad
de usar los nombres divinos como una clave para documentos sepa-
rados (Alteslamentliche Sludien, vol. 1, Die Komposilion der Genesis,
1908). En esa misma obra atacó la división de fuentes, de Wellhausen,
pe ro desde el ángulo totalmente diferente: el de las religiones compara-
das. Creyó poder rastrear un trasfondo politeísta primitivo tras muchas
de las sagas que Ciguran en el Génesis. lo cual indicaba una antigüedad
muchísimo mayor en origen que la de 850 a. de J.C. para J o 750 a. de
J.C. para E. Aun los elementos rituales encarnados en P eran más anti-
guos que la codificación final de las leyes propiamente dichas. porque
reflejaban ideas que pertenecían a una etapa muy anterior a l del desa-
rrollo religioso. Los sacerdotes codificadores incluyeron ciertas pro-
videncias de tal antigüedad que ni ellos mismos la entendían en todo
su significado.
La era mosaica debía ser reconocida como la época en que se originó
gr,an parle del ritual levítico y no en la era del exilio o posteriormente
(como lo suponen los documentalistas). Más aún, desde el punto de
vista de la critica literaria. la unidad fundamental de las sagas d el
Gé nesis fue flagrantemente violada por la artificial división en fu entes
practicada por la escuela de Graf-Wellhausen. Por ello, Eerdmans se
apartó totalmente de la escuela documental y negó la validez de la
teoría de Graf-Kuenen-Wellhausen, en el prefacio de la obra antes
mencionada.• Pensó que la más a.ntigua unidad que se escribió del
1. En relación con les pretendidas contradic ciones entre las leyes del Pentateuco.indica-
t.ív·as de una diversidad de paternidades literarias. comparemos la situación en el Código
de Hammurabi. K. A. Kitchen comenta: "As! es fácil agrupar leyes sociales y normas de
culto en pequeñas colecciones sobro In baso do su contenido o do su forma, y po!itula,:r su
acrecentamiento gradual en los presentes libros con la elimi nación práctica de Moisés. Lo
mismo puede hacerse con las leyes de Hammurabi (sobre su contenido). y postular alll un
proceso hipotét.íco de acrecentamiento de leyes en grupos sobro temas antes de producir
el denominado 'código' de Hammurabl. Pem esto no lo elimina a Hammurabí la paterni-
dad literaria de s u código. Conocemos sus leyes en base a un monumento de su propia
época. en su propio nombre; por lo tanto. todo agregado de leyes en s u colección se hizo
antes de s u obra. Además, hay aparentes contradicciones a d iscrepancias e n el ·codigo· de
Hammurabi que no son menos notorios que los que sirven como base poro analizar los
esl!rOtos de lo Biblia (M. Greenberg. Yehezkel Koufmann /ubilee Volume- Yehezkel
Kaulmann. Volumen del Jubileo. 1960. pag. 6). Estas , obviamente. no tienen Influencia
alguna en el hecho histórico de que Hammurabi las haya incorporado a su colección"
(AOOT, pág. 134; ver también pág. 148).
2. Ver también s us Altestomentliche Studien (Estudios sobre el Antiguo Testamento),
vo.ls. 2-4. 1908-14 .
102 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCJÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Pentateuco fue una obra polite!sta, el Libro de Adán (que comienza en


Génesis 5:1), originado en algún momento antes del año 700 a. de J.C.
(si bien, por supuesto, la tradición oral sobre la cual se basó le
anteced!a en varios siglos). Más adelante se agregó a él otra obra
politeísta que denominó una revisión de Israel. Pero luego del "descu-
brimiento" del Deuteronomio, estos primitivos escritos fueron reedita-
dos de acuerdo con una reinterpretación monoteísta, y luego del exilio,
toda la obra recibió nuevos aportes. En esta alternativa a la teoría de
Grai-Wellhausen vemos un reavivamiento de la antigua tesis su-
plementaria, combinada con una exagerada dependencia de las técni-
cas de las religiones comparadas. Pero por lo menos Eerdmans dejó ver
lo endelebles que eran los "seguros resultados" del saber de Well-
bausen bajo el impacto de una novísima investigación de los datos
aportados por el texto hebreo. La reverenciada tríada J, E y P ya no
estaba tan firme sobre su pedestal.
El ataque de Sigmund Mowinckel, erudito noruego, contra la divi-
sión de las fuentes en J-E, fue desde un ángulo distinto, el ángulo de la
crítica formal (ver la próxima sección). En dos art!culos publicados en
el Zeilschrift für Altertumswissenschoft (1930), negó la interdependen-
cia de las tradiciones J y E, y negó asimismo que E se hubiera originado
en Israel del Norte. Afirmó que E no era más que una simple adaptación
de J desde el punto de vista de una escuela judaica. Los relatos de
tiempos antiguos contenidos en E siempre dependián de narraciones
contenidas en J y a menudo E utiliza el vocablo Johweh para designar a
Dios. A este respecto negó que Exodo 3:14 representaba una promulga-
ción de /ohweh como un nuevo nombre para Dios, sino que, por el
contrario, presuponía que /ohweh ya era conocido por los hebreos.
(Muestra, a partir de /osué 24:2-4, que es un pasaje de E, que el autor
sabia que Abraham vivió en la Mesopotamia, si bien todo este relato de
Génesis 11 había sido asignado a J.) Mowinckel sacó la conclusión de
que E no era en realidad un autor, sino una tradición oral que continuó
el mismo cuerpo de material que ya había llegado a su forma escrita en
J. Por lo tanto, E significa un largo y extenso proceso entre el período
cuando J llegó a su forma escrita y la redacción final del material E,
después de la caída de la monarquía judía.'
W. F. Albright expresa su escepticismo respecto de la confiabilidad
del criterio basado en los nombres divinos, al decir: "El descubrimiento
de limites relativamente amplios de variaciones textuales que anteda-
tan al siglo III a. de J.C. hace que el análisis minucioso del Pentateuco,
que se puso de moda luego de Wellhausen, sea totalmente absurdo. Si

3. Mowinckel. The Two Sources of the Pre-Deuteronomic Primeval Hisrory in Genesis


[Las dos fuentes de la primiliva historia anlerior a Deuteronomio en el Génesis). 1-11
(Oslo, Noruega , 1937). Aage Benlzen trata muy bien la tesis de Mowinckel en su lntroduc-
lion to the Old Testament (Introducción al Antiguo Testamento) 2:48.
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL SIGLO XX 103

bien es muy cierto que son menos evidentes las diferencias en la revi-
sión crítica del Pentateuco que, por ejemplo, en Samuel-Reyes, hay· ya
más que suficientes para advertir contra los análisis elaboradamente
hi potéticos y contra los esfuerzos de hallar diferentes 'fuentes' y
'd ocumentos' cada vez que parece haber cualquier falla o inconsecuen-
cia en el texto recibido. Tal tratamiento subjetivo a los problemas his-
tórico-literarios siempre fue sospechoso, pero ahora se ha tornado
irracional!'• (Si bien Albright permanece en una posición básicamente
documental en su aceptación de J. E y P como fuentes escritas separa-
das, piensa que deben ser identificadas por otros criterios que no sean
solamente el uso de Jahweh o Elo.him, y que su bistoria era algo más
complicada de lo que supuso Wellhausen. Cf. Albright. pág. 34.)

CONTRA EL ÜRJCEN DE j, E Y P COMO D OCUMENTOS SEPARADOS

Hermann Gunkel se asoció a Hugo Gressmann como fundador de la


nueva escuela de Formgeschichte (crítica de la forma). (En la crítica del
Nuevo Testamento, esta tesis presupone que durante un período de
tradición oral. 30-60 d. de J.C., hubo historias y dichos que ci.rcularon
como unidades separadas en los clrculos cristianos. Gradualmente
fueron alterados y embellecidos de acuerdo a los diversos puntos de
v~sta teológicos de cada cí.rculo, como lo puede descubrir el critico que
discierne mientras busca volver a l meollo original no milagroso ni
embellecido de cada una de estas unidades. Sin embargo, y desgra-
ciadamente para este método, las opiniones y gustos del crítico mismo
inevitablemente ejercen su influencia sobre su procedimiento, de una
manera muy subjetiva.) Las más importantes contribuciones de Gunkel
en el campo de la crítica del Pentateuco fueron Die Sogen der Genesis
(Las sagas del Génesis), 1901; una contribución de cincuenta páginas a
la obra de Hinneberg, Die Kultur der Gegenwort, titulada " Die altis-
raelitische Literatur" (La antigua literatura israelita) publicada en 1906:
y su obra, del año 1911, Die Schri/len des Alten Testaments (Los escri-
tos del Antiguo Testamento).
La critica de la forma, de acuerdo con su propia formu !ación, sos-
tiene: 1) Es imposible una h.istoria literaria exacta para el periodo más
a.ntiguo (los intentos para reconstruir el orden del desarrollo de
documentos escritos se han derrumbado bajo el impacto de datos en
contrario de los textos mismos. y rea lmente no sabemos nada, con
certeza, sobre estos hipotéticos documentos de la hipótesis de G:raf-
Wellhausen); 2) el único enfoque práctico a la literatura del Pentateuco
es el creador y sintético [en vez del enfoque crítico y analítico de los

4. Albright. Yahweh ond lhe Gods o{ Conoan (Yahvé y los dioses de Caaeáa) (Card en
Clty. Nueva York: Ooubleday. 19661, pág. ?9.
104 REsEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN A~ ANTIGUO T ESTAMENTO

documentalistas), por lo cual debemos definir los diversos tipos de


categorías (Gottungen) a las que perteneció el material original en su
etapa oral, y luego seguir por el probable curso de desarrollo de cada
una de estas unidades orales hasta la forma escrita final que tomaron en
el período del exilio o posterior a él• (obsérvese en qué manera total es te
enfoque borra detalladas y finas distinciones que Wellhausen estable-
ció entre J, E y P]; y 3) como practicante de los métodos de la religions-
geschichtliche Schule (escuela de religiones comparadas), Gunkel
prestó estricta atención al fenómeno paralelo de las religiones y la
literatura de los antiguos vecinos paganos de Israel, donde el desa-
rrollo de estos Gottungen [géneros literarios) podría ser más claramente
discernido e ilustrado. Pensó que era posible, a la luz de los materiales
egipcios y mesopotámicos, determinar con bastante precisión la Sitz
im Leben (situación de vida) de cada ejemplo de estos diferentes tipos,
y ver por medio de qué proceso desembocaron en su historia subsi-
guiente. Así, el Génesis fue en realidad una compilación de sagas, en
su mayor parte, y todas ellas fu eron transmitidas en una forma oral
bastante fluida hasta ser finalmente reducidas a forma escrita en un
período posterior.
Se observará que este enfoque de la Formgeschichte descarta el
análisis de JEP como un intento artificial y antihislórico de análisis de
JEP como un intento artificial y antihistórico de análisis por hombres
que simplemente no en tendieron cómo se originó la literatura antigua,
tal como la Tora. En cuanto dem uestra la artificialidad del análisis de
las fuentes de \Nellhausen , la forma en que Gunkel aborda el Pen-
tateuco representa cierta ganancia, desde el punto de vis ta conservador.
También debe atribuírsele el crédito de haber reconocido la gran anti-
güedad de una buena parte del material de tradi ción oral que yace tras
el texto de la Tora.
Pero la suposición de Gunkel de que los libros de Moisés hallaron
forma escrita en época tan tardía corno la del exilio, parece pasar por
alto la evidencia acumu lada de que los hebreos era n un pueblo literato
en grado sumo desde los tiempos de Moisés en adelante. En realidad, el
más antiguo fragmento de hebreo escrito descubierto hasta ahora por
los a:rqueólogos es el ejercicio de un alumno de escuela conocido como
el Calendario de Gezer (hacia el afio 925 a. de J.C.), pero casi todos los

5. "La idea de una evolución un ilineal, de unidades literarias más pequeñas, primitivos .
a entidades más grandes y complejas (y de crecimiento de una obra por agregados gradua•
bli,s) es una falacia d e mediados del !ercer milen io a. de J.C. en adelante, en lo que se
refiere a la literatura del Antiguo Orionte .. . Así. entre la literatura s umeria de alr,e dedor
del año 1800 a. de J.C., Kramer menciona (en Bibfe ond Ihe Ancienl Neor East {La Biblia y
el Antiguo Cercano Ori ente) págs. 255. 25?, etc.) nueve leyendas épicas que varía n en
tamaño de 100 a 600 líneas; veintenas de himnos (de cuatro tipos d iferentes) que van de
menos de 50 a más de 500 líneas: varias endechas por Damuzi (Tamuz) que varían de
menos de 50 lineas a más 200" Kitchen . pág. 131. Luego cita otros ejemplos de litmatura
del Re ino Medio y del Nuevo Reino Egipcios.
ALTA CRlTICA DEL PENTATEUCO EN EL SICLO XX 105

vecinos de Israel registraban todo tipo de literatura en forma escrita


durante siglos antes de ese período, y aun los poco privilegiados mine-
ros semitas de las minas de turquesa en la península de Sinaf gara-
bateaban sus inscripciones alfabéticas en épocas tan lejanas como el
año 1500 a. de J.C. o tal vez antes. Aun en el extremo norte del territo:rio
cananeo, en Ugarit, los contemporáneos de Moisés registraban sus
escrituras paganas con caracteres alfabéticos. Es menester contar con
una excesiva credulidad para creer que solamente los hebreos estaban
tan atrasados que no sabían como reducir a escritura sus más impor-
tantes instituciones legales y religiosas hasta después del año 600 a. de
J.C. El propio texto del Pentateuco abunda en referencias a escritura y
pinta a Moisés como un hombre de letras. Un término tan común como
"capataz", repetidamente utilizado en Exodo 5 (un pasaje J) y en otras
partes del Pentateuco, traducción del vocablo hebreo shóter, que deriiva
de la misma raíz del conocido verbo babilonio "escribir" (shatáru). Por
lo tanto, este aspecto de la teoría de Gunkel, a la luz de las evidencias
acumuladas, parece rodeado de insuperables dificultades.
Es preciso señalar, por otra parte, que la literatura comparada del
antiguo Cercano Oriente sirve para cuestionar en grado sumo, algunos
de los presupuestos básicos de la crítica de la forma. Así, la premisa
doctrinaria de la metodología de la Gattungsforschung, es la de buscar
pequeños fragmentos y expresiones diseminadas como si fueran la for-
ma original que tomó la tradición oral en un comienzo. Pero en una
obra egipcia tan antigua como la Admonitions of Ipuwer (las admoni-
ciones de lpuwer) (fechada ahora en el año 2200 a. de J.C.), hallamos
largas y extensas tiradas, y no los breves y desconectados apotegmas
que la crítica de la forma nos induciría a esperar. También vemos largos
y bien conectados pasajes en los oráculos babilónicos (como lo señala
Sidney Smith en Isaiah XL-LV, [Toronto: Oxford, 19441, págs. 6-16).
Kitchen dice en The New Bible Dictionary (Nuevo Diccionario de la
Biiblia) que los que se adhieren a la Formgeschichte "han fracasado
totalmente en distinguir entre las funciones complementarias de la
transmisión escrita (es decir, a través del tiempo) y la diseminación oral
(es decir hacerla conocer a los contemporáneos en un amplio territo-
rio), y han confundido a ambas como tradición oral poniendo equivo-
cadamente un excesivo énfasis en el elemento oral de la transmisión
del Cercano Oriente,"'
En el año 1924, Max Lohr publicó la primera de su serie sobre
"fnvestigations of the Problem of the Hexaleuch" (Investigaciones re-
lacionadas con el problema del Hexateuco), titulada Der Priestercodex
en der Genesis (el Código Sacerdotal en el Génesis). Por medio de un

6. Kitchen, The New Bible Diclionory (Nuevo Diccionario bíblico) (Grand Rapids: Eerd-
mans, 1962), pág. 349b.
106 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

minucioso estudio exegético de los denominados pasajes P en el Géne-


sis, demostró que no podía establecerse la existencia independiente de
tal fuente. Su material estaba tan inextricablemente ligado a las sec-
ciones J y E que nunca hubiera podido formar una unidad por sí solo.
Lóhr fue más lejos aún, al rechazar globalmente el análisis de Graf-
Wellhausen, y llegó a la conclusión de que el Pentateuco en general fue
compuesto por Esdras y sus colaboradores en Babilonia, redactado en
base a un depósito heterogéneo de materiales escritos antes del exilio.
Estos materiales incluían leyes de sacrificios y otras directivas rituales,
narraciones religiosas y seculares de diverso ti p o, profecías varias y
listas genealógicas. Pero estos materiales escritos antes no podían ser
identificados con documentos voluminosos y específicos, tales como
los documentos J y E de Wellhausen.
En el año 1931 Johannes Pedersen, de Copenhague, lanzó una críti-
ca radical a la teoría documental en su Die Auffossung vom Alten
Testament (La composición del Antiguo Testamento). En esta obra
rechazó la crítica de la fuente de Wellhausen como inadecuada para
describir la cultura de los antiguos hebreos. Señaló específicamente
cuatro puntos.
1. En relatos de J y E, tales como las comunicaciones entre Jahweh,
y Abraham, el ciclo relacionado con Sodoma, las narraciones respecto
de Jacob y Esaú, el ep isod io d e Tamar y Judá, y todos los demás re latos
de este tipo, son de antiquísimo origen, si bien no vieron su forma
escrita actual, hasta después del exilio. [Esto significaba que los com-
ponentes J y E de esta categoría, eran a la vez, mucho más antiguos que
las fechas 850 y 750 a. de J.C., asignadas por los documentalistas: y
muchos más recientes, es decir, contemporáneos con las contribu-
ciones sacerdotales.)
2. En términos generales, J y E no pueden mantenerse como relatos
separados sin imponer artificialmente un punto de vista occidental
sobre las técnicas narrativas semíticas, violentando así la sicología
israelí.
3. Respecto al documento D es imposible es tablecer una clara dis-
tinción (como han intentado hacerlo los documentalistas) entre los más
antiguos y los más nuevos elementos. Por el contrario el prejuicio anti-
cananeo que satura el Deuteronomio demuestra que es producto de
condiciones posteriores al exilio (porque solamente después del retor-
no pudo haber surgido una comunidad israelita ltan autónoma como la
que indica O). Esto significa que el Deuteronomio no se compuso en
fecha tan antigua como en el reinado de Josías.
4. En cuanto a la fuente P, no hay duda de que es una composición
posterior al exilio, como lo indican claramente su disposición es-
quemática y su estilo y dicción; pero por otra parte contiene muchas
normas legales que señalan condiciones de vida anteriores al exilio. Y
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL SIGLO XX 107

esto es particularmente cierto respecto de las leyes sociales. En otras


palabras, todas la "fuentes" de la Tora son tanto anteriores al exilio
como posteriores a él. No podemos columbrar el documento del año
850 a. de J.C. y el documento E del año 750 a. de J.C. que fueron los que
Wellhausen procuró aislar en el material mosaico. Solamente ¡:,odemos
conjeturar que el más antiguo núcleo de la Tora fue la saga de Moisés y
la leyenda de la Pascua, contenidas en Exodo 1-15.
En el año 1945, en Upsala, Suecia, apareció una obra escrita por
!van Engnell, titulada Camio test,amentet, en lraditionshistorisk in-
Jedning (El Antiguo Testamento, una introducción histórico-tradicio-
nal), que seguía, más o menos, la misma llnea de Pedersen. Engnell
osadamente condenó la obra crítica de Wellhausen, que a su juicio
re·presentaba un moderno y anacrónico punto de vista literario, una
interpretación puramente artificial en categorías modernas que no se
aplican al antiguo material semítico. Afirmó que un adecuado trata-
miento de esta literatura hebrea exigía romper totalmente con esa ma-
nera de encarar el problema. Luego señaló los siguientes puntos.
1. Nunca hubo documentos paralelos ni continuos de origen ante-
rior de los cuales se compuso finalmente la Tora, en su forma posterior
al exilio.
2. La evidencia del texto de la LXX muestra la falta de solidez del
criterio basado en los nombres divinos para la división de fuentes; y
aun como lo señaló Wellhausen, estas supuestas fuentes no son de
ninguna manera consecuentes en el uso que hacen de los nombres de
Dios. Debemos entender que la verdadera explicación para el uso de
es.os nombres hay que buscarla en ,el contexto en el cual ocurren, pues
es el contexto el que determina cual es el nombre más apropiado, como
lo han sostenido siempre los eruditos conservadores.
3. Más que un origen judaico, Deuteronomio sugiere un trasfondo
del norte de lsrael. Es prácticamente imposible aceptar que el Deute-
ronomio pudiera haber sido confeccionado en el templo de Jerusal,én.
4. La única división segura que puede hacerse del material del
Pentateuco es la siguiente: (a) una obra P que abarca desde el Génesis
hasta Números y que evidencia características que señalan hacia una
escuela de tradición tipo P: y (b) una obra D (Deu teronomio a 2 Reyes)
de diferente estilo. en su tratamiento, que señala hacia un bien definido
círculo D de tradicionalistas. El material legal que va de Exodo a
Números se originó en los administradores de oráculos y en las fun-
ciones judiciales de los distintos santuarios locales donde al par de las
tradiciones orales se cultivaron primitivas tradiciones escritas. Génesis
fue confeccionado a partir de un ciclo Abraham, un ciclo Jacob y un
complejo José. Los análisis de Gunkel sobre las historias individuales y
ciclos de leyendas son dignos de confianza. Estos fueron originalmente
leyendas culturales asociadas a diferentes santuarios. Sin duda, el libro
108 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

del pacto (Exodo 20:23- 23:19) fue una de tales colecciones; Exodo
34:17-26 (el denominado catálogo ritual) fue otro; y el código de santi-
dad (Levítico 17-26) representa otro complejo más. P representa una
tradición del Sur, en tanto que la obra de Deuteronomio (Deuteronomio
a Reyes) representa una tradición del Norte,' si bien la forma final que
se le impuso refleja el punto de vista de aquellos que deseaban que el
culto se centralizara en Jerusalén.
5. La tradición oral jugó un papel importante en todo esto hasta la
reducción final a la forma escrita. Por lo tanto, tenemos que habérnosla,
no con fuentes escritas ní con redactores, sino con unidades de tradi-
ción oral, cJrculos de tradición y escuelas dentro de estos drculos
tradicionalístas. Una continuidad de documentos escritos necesa-
riamente hubiera mostrado consecuentes diferencias de estilo y cons-
tantes puramente lingüísticas que ocurrirían únicamente en el
documento en cuestión. Pero tal como se ve todo esto, no aparecen en
forma consecuente distinciones de esta clase, y las que los documenta-
listas sostienen haber descubierto pueden mantenerse solamente por
medio de artificios en que se da por aceptado lo que no está probado,
como redactores y glosas y enmiendas posteriores. (Esto, por supuesto.
entraña que debemos descartar por falta de validez las elaboradas listas
y cuadros de palabras que figuran en la ILOT de Driver.)
Otro escritor interesante que podría agregarse a este grupo. es
Wilhelm Moeller, que originalmente fue un convencido adherente a la
escuela de Wellhausen. Pero después de reexaminar cuidadosamente
las evidencias, quedó impresionado ante las deficiencias de la
hipótesis documental, a la luz de los nuevos datos obtenidos. Su primer
ataque fue publicado en el afio 1899 en idioma alemán, bajo el titulo de
Historico-critical Consideralions in Opposilion lo lhe Gra/-Wellhausen
Hypothesis by a Former Adherent (Consideraciones histórico-criticas
en oposición a la hipótesis Graf-Wellbausen, por un ex-adherente). Una
arremetida más vigorosa aún apareció en el año 1912: Wider den Bo.nn
der Quellenscheidung (Contra la maldición de la división en fuentes).
Aquí demostró la debilidad de los argumentos en favor de la hipótesis
documentaJ y se inclinó con argumentos persuasivos en favor de La
unidad del Pentateuco. En su obra aparecida en el año 1925, Rückbe-
ziehungen des /ünften Buches Mosis ou/ die vier ersten Bücher (Re-
ferencias retrospectivas del quinto libro de Moisés a los cuatro
primeros libros), demostró que Deuteronomio contiene numerosas re-
ferencias a los cuatro primeros líbros, lo cual presupone su existencia
antes de la composición del Deuteronomio y su disponibiJidad para el
autor. Pero tal vez no habría que incluir a Moeller entre estos otros

7. C(, la orden de levantar un altar e inscribir el texto de la Tora en una este la de piedra
en o monte Ebal, en Deuteronomio 27:1-8.
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL S rcLo XX 1 09

críticos, ya que sus investigaciones lo llevaron de vuelta a la posición


de la iglesia cristiana histórica respecto de la paternidad literaria del
Pentateuco, y de ah! que se adhirió a la causa conservadora. Todos los
otros, por supuesto, eran (o son) lfberales.
Yehezkel Kaufmann, de la Universidad Hebrea, reexaminó entre los
años 1940 y 1960 la suposición de la escuela de Wellhausen de que P
omitla toda mención a la centralización del santuario, puesto que daba
por aceptada dicha centralización. Descubrió que esa suposición estaba
basada en un razonamiento de tipo circular, totalmente indefendible, y
ar,gumentó que el monoteísmo caracterizó a la religión israelita desde
su comienzo. (Cf. su Religion of Israel - Religión de Israel- [Chicago,
Universidad de Chicago, 1960]. p·ág. 205, citado en este texto en la
página .) Sin embargo, aun aceptaba los cuatro documentos como
entidades separadas, si bien era imposible sostener la prioridad de D a
gran parte de P.

CONTRA LA PRIORIDAD DE JCON REsPECTO A E

En su obra del año 1920 titulada Deuteronomy and the Decologue


(Deuteronomio y el Decálogo), R. H. Kennett expuso su tesis de que E y
no J era el más antiguo de los documentos escritos, compuesto
alrededor del año 650 a. de J. C., para la población mixta o híbrida de
Israel del Norte (en fecha subsigu iente a la deportación de las diez
tribus en el año 722 a. de J. C.). J fue escrito algunas décadas después,
en la zona de Hebrón como una especie de réplica a las reformas de
Jo.slas (con su insistencia sobre la legitimidad exclusiva del templo de
Jerusalén); su fecha se remonta aproximadamente al año 615 a. de J. C.
es,te J es probablemente el documento a que se refiere Jeremías 8:8:
"Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa de los
escribas."•
No hay necesidad de decir que las opiniones de Pedersen (ver págs.
106-107 de este libro) también pertenecen a esta división, pues si todos
los materiales del Pentateuco en stu forma escrita final son posteriores
al exilio, no podrá sostenerse más la prioridad de J sobre E. Lo mismo
cabe decir respecto de Engnell (ver págs. 107-108 de este libro). Si todo
el Génesis fue confeccionado a base de ciclos de leyendas preservadas
en los diversos santuarios locales, y si todo el conjunto de Exodo a
Números pertenece a una escuela de tradición P, entonces no cabe la
prioridad de J con respecto a E n i siquiera, en realidad, para ningún
escrito separado de J ni de E.

8. En la página 113 de este libro se tratan los puntos de vista de Kennell sobre Deu-
teEonomio.
110 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

CONTRA LA EXISTENCIA INDEPENDIENTE DE E COMO UN DOCUMENTO


POS'fERIOR A j

Paul Volz y Wi.lhelm Rudolph trabajaron juntos en el año 1933, en


la publicación de un esturuo titulado Der E/ohist a.Is Erziihler: ein
Irrweg der Penlateuchkritik? (EJ elohista como un narrador: ¿un enor
en la crítica del Pentateuco?). Luego de un cuidadoso reexamen de los
pasajes de E, estos erurutos arribaron a la conclusión de que no había en
reaJidad argumentos suficientes para imaginar una fuente E separada y
coherente. No pasaban de ser partes o suplementos de J. Volz propuso
echar por la borda las fuentes separadas J y E y retornar a aJgo compara-
ble a la antigua hipótesis suplementaria. En Génesis tenemos un solo
narrador U), y E no fue más que un editor posterior de la obra J que
posiblemente insertó algunas secciones de su propia cosecha. En cuan-
to a P, ninguna historia emana de él; no fue otra cosa que el registrador
de la legislaciq[1 y compositor de secciones doctrinales, tal como ocurre
en Génesis 1 a 17.
Podemos mencionar aquí la contribu ción de Mowinckel (pág. 102).
Para él E no constituía un documento separado de J, sino simplemente
una adaptación religiosa judaica del material Jahvista. E era más un
proceso que un documento. De la misma manera, la tesis de Pedersen
(pág. 106 de este libro) negaba totalmente la existencia separada de J y E.
Ambos representan material oraJ de la más remota antigüedad. y juntos
recibieron forma escrita después del ex.ilio.
CoNTRA LA FECIIA DE DEUTERONOMIO EN EL TIEMPO OE )OSIAS

Desde el momento en que De Wette identificó el Deuteronomio


como el libro de la ley descubierto por Hilcías en el templo y que fuera
leído en voz alta al rey Josías en el año 621 a. de J. C., toda la escuela de
Wellbausen consideró que la fecha del tiempo de Josías para D era el
más indubitable de los "seguros" resultados de la moderna erudición".
El mismo Well hausen lo declaró en su Prolegomena: "Menos disputa
aun hay sobre el origen de Deuteronomio; en todos los circulas donde
es dable hallar un reconocimiento por los resu ltados de la investigación
científica, se reconoce que fue compuesto en la mistna era en que fue
descubierto y sirv ió de regla para la reforma de Joslas, que tuvo lugar
alrededor de una generación antes de la destrucción del templo por los
caldeos."'
Sobre el trasfondo de esta confianza, es interesante comparar el
tratamiento de la fecha del tiempo de Josias (tan fundamental para toda
la hipótesis documental) que le han dado los críticos del siglo XX,

9. Wellhauson. Prolegomena, traducción de J. Sutherland Block y Allen Menzies (Edim•


burgo: A & C. Block. 1885). pag. 9.
Ali.TA CRITICA DEL PE!-.'TATEUCO EN EL SICLO XX 11 1

desde el año 1919 en adelante. Algunos de estos insurgentes corrieron


la. fecha del origen de Da un periodo muy anterior al año 621 a. de J. C.,
en tanto que otros Jo transfirieron a la época posterior al exilio. Pero
ambos grupos condenan en forma unánime la fecha del tiempo de
Joslas como totalmente inaceptable en base a los datos brindados por el
te·xto y por las condiciones históricas que ahora se sabe prevalecieron
en aquella época.
CRlTICOS QUE SE I NCLINAN POR UNA FECHA ANTERIOR PARA LA COMPOSICIÓN
DEL D EUTERONOMIO

En el año 1919, Martin Kegel escribió su Die Kultusreformotion des


Josias (Reforma del culto por Josías), en la cual expuso sus argumentos
para considerar que el año 621 a. de J. C. no correspondía a la composi-
ción de D. Puesto que aquellos influyentes líderes (tales como los sacer-
dotes de los lugares altos y la nobleza proidolátrica) no plantearon la
cuestión de la legitimidad del Deuteronomio como una auténtica obra
del gran legislador Moisés (si bien tenlan todo el incentivo necesario
para desafiar su autenticidad), se d,e duce que D tiene que haber sido un
libro antiquísimo en tiempos de Josías, y conocido como tal. (Kegel aun
se inclinaba a dudar de la identificación del descubierto libro de la ley
sólo con Deuteronomio: pensó que las evidencias apuntaban hacia la
inclusión de todas las demás partes del Pentateuco que ya tenían forma
escrita.) Más aún, la afirmación tan repetida de que el principal pro-
pósito de la reforma de Joslas fue el de exigir que el culto se rindiera. en
el santuario central (el templo de Jerusalén), no contaba con el apoyo ni
con las evidencias de 2 Reyes y 2 Crónicas; según esos libros, su prin-
cipal preocupación era la de limpiar el culto a Jehová de toda idolatrla.
En el año 1924, Adam C. Welch, de Edimburgo, señaló que una" ley
del santuario único" hubiera sido irrazonable en el siglo VII a. de J. C.,
pues no hubiera reflejado las condiciones que prevaleclan en aquella
época. Más aún, demostró que muchas de las normas legales de D
tenlan un carácter demasiado primitivo como para encajar en la monar-
qula judía de aquellos días.'º En vez de demostrar un origen judaico,
algunas de las leyes indicaban un origen en Israel del Norte. Por lo
tanto , se justifica mucho más retrotraernos a la época de Salomón (siglo
X a. de J. C.) como el tiempo en que fue escrito el meollo principal , al
menos, de la legislación de Deuteronomio. Una sola inserción podia
asignarse sin duda alguna a la época de Joslas, Deuteronomio 12:1-7,
que exigía la obligatoriedad de un santuario central (pasaje utilizado
por Joslas para sancionar su programa de reformas). Pero el primordial
propósito del libro, en su forma original, fue el de purificar los cuhos

10. Welch. The Code of Deuteronomy (El código de Deuteronom io}, (Nueva York: George
H . Doran. 1924 ).
112 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

en todos los santuarios locales y combatir de esa manera la influencia


contaminadora de la teología y de las prácticas cananeas.
En la década siguiente, Edward Robertson publicó una serie de
artículos en el Bulletin of John Rylands Libmry (Boletín de la biblioteca
de John Rylands}, en los años 19 36, 1941, 1942 y 1944, en los cuales
defendió la tesis de que en la época de la conquista, los hebreos
tuvieron que haber penetrado en Palestina, como comunidad organiza-
da, y contando con un núcleo de leyes, incluso el Decálogo y el libro
del pacto (Exodo 20-23). Después de su asentamiento en Canaán, se
dividieron en varias comunidades religiosas, cada una con su propio
santuario. Estas diversas tradiciones locales de la ley mosaica fueron
compaginadas por Samuel (cf. 1 Samuel 10:25} en los umbrales del
establecimiento del la monarquía unida. Este trasfondo explica satis-
factoriamente los diversos elementos e inconsecuencias del material
formatívo del tetrateuco. En cuanto a Deuteronomio, fue compuesto de
allí en adelante, alrededor del año 1000 a. de J. C. para cimentar la
nueva política de unidad. Esta obra se perdió y no fue redescubierta
hasta el reinado del rey Josías.
Entre los años 1940 y 1960, Kaufmann, de Jerusalén, sostuvo la
prioridad de P sobre D, diciendo: "Solamente en D y en literaturas
afines hay una clara e inequívoca influencia de la idea de centraliza-
ción. La idea comenzó a ganar favor en tiempos de Ezequías; Josías sacó
las últimas conclusiones. De ahí en adelante el judaísmo se sintió en-
cantado con la imagen de un santuario central y una ciudad escogida.
Resulta increíble que una ley sacerdotal que surgió en esa época
hubiera pasado en silencio por sobre esta idea dominante. Tal como se
ha demostrado anteriormente, no hay ninguna clase de vestigios en P
de la idea de centralización de D; por lo tanto, P tuvo que haber sido
compuesto antes de la época de Ezequías. "" Y esto quiere decir que la
fecha de la composición de P se remonta a comienzos del siglo vru o
antes y, por lo tanto, no pudo ser producto de la época del exilio o de la
época posterior. Kaufmann estaba convencido de que el monoteísmo
caracterizó la religión de Israel desde el comienzo, y que el tabernáculo
fue un auténtico e histórico santuario empleado en los días de Moisés.
" La idea de que el tabernáculo es un reflejo del segundo templo es una
discusión sin base alguna de la critica moderna.""

CRITICAS QUE ABOCAN POR UNA FECHA P OSTERIOR PARA ÜElITERONOMIO

Ya nos hemos referido (pág. 109 de este libro) a la obra de R. H.


Kennett, Deuteronomy and the Decalogue (Deuteronomio y el

11. Kauhnann. pág. 205.


12. lbid., pág. 163.
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL SIGLO XX 113

Decálogo}." Sostuvo la tesis de que la legislación de D presupone no


solamente a J y E, sino también a H (que de acuerdo con el esquema de
Wellhausen no apareció hasta el año 570 a. de J. C., bajo la influencia de
Ezequiel). Esto es particularment e cierto de Deuteronomio 12. De ello
se deduce que D se remonta, como fecha más temprana, al final del
período del exilio. (De acuerdo con Kennett, el orden de los
documentos fue EJHDP, es deciT, E-650, J-615, H-570, 0 -500, P-450.
Observemos el contraste con el orden propuesto por Wellhausen,
JEDHP.)
En el año 1922 Gustav Holscher produjo su Komposition und
Ursprung des Deuteronomiums (Composición y origen de Deule.rono-
mio}. En su obra Holscher niega rotundamente que D pudo haber sido
el libro de la ley que halló Hilcías. La característica legislación de
Deuteronomio no se adecúa de ninguna manera a las condiciones con-
temporáneas prevalecientes en tiempos de Josías. Por ejemplo, la obli-
gatoriedad de un solo santuario hubiera constituido un idealismo t otal-
mente impracticable antes de la tragedia de la caída de Jerusalén y del
retomo de los exilados de Babilonia para empezar todo de nuevo en la
tierra. Durante los siglos que precedieron al exilio, ¿cómo podia
seriamente imaginar un reformador, por más visionario que fuera, que
comunidades enteras de Israel que habían abrazado el culto a falsos
dioses o la adoración a Jehová con imágenes, fueran pasados a filo de
espada por el gobierno central. como lo exigian Deuteronomio 13 y 17.
Reyes y Crónicas denunciaron el hecho de que casi todos los mu nici-
pios de Judá estaban infectados con esta idolatría, sin excluir a Jeru-
salén.
Jamás se le hubiera occurido a un legislador, después que la pobla-
ción de Israel se hubo assentado a lo largo de Palestina desde Dan hasta
Beerseba, promulgar una d isposición en el sentido de que todos los
habitantes masculinos tenían que abandonar sus hogares y sus granjas,
durante días o semanas seguidos no menos de tres veces al año,
solamente para participar en ritos religiosos en un santuario central. La
única conclusión sensata a que se puede arribar es que el Deuteronomio
fue redactado cuando el remanente judío, bajo la dirección de Zoro-
babel y Jesúa, se había asentado de nuevo el territorio. (Al llegar a este
punto seria adecuado sugerir que, si el Deuteronomio apunta tan cla-
ramente hacia un tiempo en que los judíos acababan de establecerse en
el territorio y se mantenían aún estrechamente agrupados, estas especi-
ficaciones concuerdan admirablemente con el tiempo y el lugar que el
propio libro del Deuteronomio se asigna (1:1-4(, es decir, cuando todo
Israel estaba reunido en las llanuras de Moab, inmediatamente antes de

13. Kennet. Oeuteronomy ond the Oecal,oge (Deuteronomio y el Oecálogo). Cambridge:


U. Press, 1920).
114 REsEl'IA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

la conquista hacia el afio 1400 a. de J. C. Pero Héilscher ni siquiera entra


a discutir esta posibilidad.)
Johannes Pedersen (cf. pág. 106 de este libro) concuerda, en términos
generales, con las conclusiones de Héilscher. Estimó que el prejuicio
anticananeo que satura el Deuteronomio señalaba hacía el espíritu
xenófobo que prevaleció en la época de Zorobabel y de Nehemfas.
(Tampoco Pedersen vio la posibilídad de que tal espiritu caracterizara
la época de Moisés y de Josué, cuando toda la corrupta cultura de los
cananeos yacía bajo la condenación de Dios.)"
¿Cómo caracterizar la tendencia de los eruditos del siglo XX en su
tratamjento de la critica del Pentateuco y de la hipótesis de Well-
hausen? Por lo menos debe considerársela como un período de reac-
ción contra la estructura rigida y ajustada erigida por la teoria
documental del siglo XIX. Casi todos sus pilares han sido sacudidos y
hecho añicos por una generación de eruditos que se educaron en el
sistema de Graf-Wellhausen y, a pesar de ello, descubrieron que no
bastaba para explicar los antecedentes del Pentateuco. Al mismo tiem-
po es preciso reconocer que la mayor parte de los eruditos, aun los que
repudiaron a Wellhausen, no han demostrado ninguna tendencia a
inclinarse por un punto de vista conservador sobre el origen de los
libros de Moisés. Socavaron las defensas y echaron abajo los bastiones
que sostenfan la hipótesis doc umental, pero han gravitado dec idi-
damente hacia una posición menos plausible aun que la que ocuparon
sus antecesores: a pesar de la analogfa de los vecinos y contemporáneos
paganos de Israel (que dieron cuerpo a sus creencias religiosas, en
forma escrita, muchfsimo antes de la época de Moisés), lo hebreos
nunca se decidieron a expresar su fe por escrito hasta el año 500 a. de J.
C. o más tarde aún. Se requiere una tremenda voluntad y disposición de
creer lo increible, para que un investigador arribe a semejante
conclusión.
Cerramos este capitulo con una cita, que viene al caso, de H. F.
Hahn: "Este repaso de la actividad en el campo de la critica del Antiguo
Testamento, durante el ú ltimo cuarto de siglo, ha puesto en evidencia
un caos de tendencias conflictivas, que desembocan en resultados con-
tradictorios, y que dejan una impresión de ineficacia en este tipo de
investigaciones. Parece inevitable la conclusión de que la alta crítica ha
dejado muy atrás la era de realizaciones constructivas.""

14. En el capitulo 18 se mencionan las evidencies en favor de la paternidad de Moisés


para Deuteronomio.
15. H. F. Hahn. Old Testament in Modern Research [El Antiguo Testamento en la inves-
tigación moderna), pág. 41 .
CAPITULO 8
LA PATERNIDAD LITERARIA DEL
PENTATEUCO
Los capitules 6 y 7 bosquejaron el desarrollo de las teorías de los
eruditos liberales en cuanto a la paternidad literaria del Pentateuco.
Comenzando con el triunfo del deísmo a partir de 1790 y continuando
con la era del dlalectlsmo hegeliano y el evolucionismo darviniano en
el siglo XIX, el veredicto ha sido contrario a la paternidad literaria de
Moisés. La primeras porciones de la confusa mezcolanza literaria co-
nocida como los libros de Moisés no se remontan más allá del siglo IX
a. de J.C. En este siglo diversos eruditos han hecho ciertas concesiones
sobre la posible procedencia mosaica de algunos antiquísimos vestigios
de tradición oral, pero en lo que se refiere a la forma escrita, la tenden-
cia ha sido asignarle a todo el Pentateuco una antigüedad posterior al
exilio. En términos generales podemos decir que los eruditos liberales
del siglo XX ni siquiera tomaron en cuenta la paternidad literaria de
Moisés; esa batalla fue peleada y ganada al comienzo del siglo XIX, y
hay que atribuirles a los artífices de la teoría documental el mérito de
relegar a Moisés al iliterato ámbito de la tradición oral. Sobre la base de
la breve descripción hecha en los dos capítulos procedentes sobre la
hipótesis documental, estamos en condiciones de señalar, aunque sea
en forma muy superficial, las debilidades y falacias más notorias que
han viciado toda la concepción de Wellhausen desde su concepción.

DEBILIDADES Y FALACIAS DE LA TEORIA DE WELLHAUSEN

1. La teoría documental se ha caracterizado siempre por una espe-


cie de sutil razonamiento circular; tiende a proponer su conclusión (la
Biblia no es una revelación sobrenatural), como su premisa subyacente
(no puede haber tal cosa como una revelación sobrenatural). Esta pre-
misa, por supuesto, era un articulo de fe para toda la intelectualidad
occidental en el renacimiento del siglo XVIII (J'Ecclaircissement en
Francia, die Aufkliirung en Alemania); va implícita en la prevaleciente
filosofía deísta, y ello, desgraciadamente, imposibilitó toda justa e im-

115
116 REsEÑA CRfTICA DE UNA lNTRODUCCIÓN AJ. ANTICUO TESTAMENTO

parcial consideración de las evidencias presentadas por la Escritura


sobre la revelación sobrenatural. Más aún, creó la obligatoriedad de
hallar explicaciones racionales y humanistas para todo hecho o episo-
dio milagroso de la manifestación divina en el texto de la Escritura.
Pero este intento de lidiar o~jetivamente con antecedentes literarios a
partir de un prejuicio antisobrenaturalista, estuvo condenado de ante-
mano al fracaso. Algo así como la pretensión de un daltoniano de juzgar
sobre las obras maestras de un Turner o de una Gai nsborough. Le
primera falacia, por lo tanto, fue pelilio principii (pet ición de
principio).'
2. La teoría de Wellhausen se basaba, supuestamente, sobre la
evidencia del texto mismo y, sin embargo, evade permanentemente la
evidencia de ese texto cada vez que el mismo se opone a la teoría. Por
ejemplo, los documentalistas insistían en afirmar que " Los libros his-
tóricos del Antíguo Testamento no muestran vestigios de la existencia
de una legislación Po de un código mosaico escrito, hasta después del
exiJio." Cuando, en respuesta a esa afirmación, se mencionaban nume-
rosas referencias a la ley mosaica y a provisiones de P, en los libros
históricos, respondían: "Oh, bueno, todas esas referencias no son más
que inserciones posteriores de los escribas sacerdotales que hicieron
nuevas copias de los libros después del exilio." En otras palabras, las
mismas éVidéncias qué Sé ésgrimén para probar la teoría son rech82l!-
das cuando entran en conflicto con dicha teoría. Dicho también die otra
manera, cuando le teoría se ve enfrentada por los datos que su pues-
tamente pretende explicar, llama en su auxilio al equipo deshacedor de
entuertos de redactores e interpoladores. Estas esquivas tácticas no
engendran un.a justificable confianza en la validez de los resultados.
3. Los documentalistas dan por sentado que los autores hebreos se
diferencian de todos los demás escritores conocidos en la historia de la
literatura universal en el hecho de que solamente ellos eren incapaces
de usar más de un nombre para Dios; más de un estílo de escritura,
fueran cuales fu eran las diferencias temáticas; más de uno de varios
posibles sinónimos para expresar una idea; más de un tema t ipo o
circulo de interés. De acuerdo con estos teorizantes (pa.ra usar una
ilustración de la Hteratura inglesa). un solo autor. como Milton. por
ejemplo, no podría haber escrito poemas festivos teles como L'AJlegro,
excelsa poesía épica como EJ Paraíso perdido, y chispeantes ensayos en

t. "l.a supuesta consecuencia de criterios en un gran volumen de escritos es !orada y


decepcionante (especialmente en el vocabulario. por ejemplo) , y podrfa ser considerada
como "estilo" t1nicamente si, en primer lugar, se selecciona todo lo que sea de un Upo en
partic ular, luego se proclama que todo esto pertenece a un documento separado del resto,
y finalmente se apela a su notable consecuencia, una consecuencia lograda por una
deliberada selección, en primer lugar, y por tanto, alcanzada por razonamiento ci~u lar. P
debe principalmente su existencia a este tipo de procedimiento." K. A. Kilchen , AOOT.
págs. 115-116.
LA PATERNIDAD LITERARIA DEL PENTATEUCO 117

prosa como Areopagílica. De haber sido un antiguo hebreo, ¡hubiera


sido encasillado de inmediato en al ABC de la hipótesis de la multipli-
cidad de fuentes! Toda la estructura de la división de las fuentes ha
sido edificada sobre presunciones exclusivistas, imposibles de demos-
trar en la literatura de ninguna otra nación o período.'
4. En el tratamiento de las Es•crituras hebreas se han presentado
como evidencias arqueológicas prejuicios subjetivos. Con frecuencia se
ha tendido a considerar como indigna de confianza y sospechosa toda
afirmación bíblica, a pesar de que la misma antigüedad del Antiguo
Testamento (aun con el fechado de los propios críticos) sería más que
suficiente para que la consideraran un documento arquelógico. Y en los
casos de cualquier discrepancia con documentos paganos, aun de fecha
posterior, se la ha brindado automáticamente preferencia a la fuente
pagana como testimonio histórico. Cuando ocurre que no hay a mano
ninguna evidencia confirmadora de fuentes no israelitas o descubri-
mientos arqueológicos de algún tipo, no ha de confiarse en la afirma-
ci,ón bíblica a menos que dicha afirmación encaje con la teoría. No
importa cuántas aseveraciones bíblicas rechazadas como no históri,cas
por los eruditos del siglo XIX hayan sido confirmadas posteriormente
por las evidencias arqueológicas (tales como la historicidad de Belsa-
Slll', de los Hititas y de los Horeos), la actitud de escéptico prejuicio
hacia la Biblia se mantiene incólume, sin justificación lógica alguna.
(Seria ingenuo suponer que los relatos paganos egipcios, babilonios y
asirios - en contraste con las Escrituras hebreas que se caracterizan por
sus elevadisimas normas éticas- estuvieran libres de Tendenz pro-
pagandístico o prejuicio partidario.) Debemos reconocerle a VV. F.
Albright el hecho de que gran parte de su erudita tarea se ha dirigid!o a
rehabilitar la reputación del Antiguo Testamento como un fidedigno
registro del pasado. En sus numerosos libros y artículos ha demostrado
una y otra vez que el relato biblico se ha visto reivindicado contra sus
críticos por los recientes descubrimientos arqueológicos.
5. La escuela de Wellhausen comenzó con la presunción, lis.a y
llana (que apenas se han molestado en demostrar) de que la religión de
Israel era, como cualquier otra, de origen meramente humano, y que
podia explicarse simplemente como un producto de la evolución. Pare-
ciera no haberles importado que ninguna otra religión conocida (aparte
de las derivadas de la fe hebrea) jamás desembocó en un genui no
monoteísmo; también los israelitas tuvieron que haber comenzado con
el animismo y un crudo politeísmo como cualquiera otra de las anti-
guas culturas. La abrumadora evidencia en contrario, desde el Génesis
a Malaquíos, de que la religión de Israel fue monoteísta de punta a

2. Para mayor abundam ie nto sobre esta metodología artificial. desde el punto de vista de
un erudito clásico . ej. el capítulo 9, página 145 de esto libro, y la rcfcroncio a Dornse ill.
118 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

punta, fue eludida en aras del preconcebido dogma de que no hay tal
cosa como una religión sobrenatural. De ahí que los prístinos relatos
del Génesis y de la Tora, que narran las experiencias de Abraham,
Isaac, Jacob y Moisés, han sido sometidos a cínicos reanálisis procuran-
do demoshar que los as( denominados deuteronomistos o adherentes
de la tardía escuela sacerdotal, aplicaron una mano de barniz monoteís-
ta a las viejas prácticas politeístas.'
6. Toda vez que por ingeniosas manipulaciones del texto se des-
cubre una "discrepancia,'' al interpretar una palabra fuera de su con-
texto, no ha de aceptarse ninguna explicación reconciliadora sino que,
por el contrario, hay que explotar la supuesta discrepan cia para "pro-
bar" la diversidad de fuentes. (Cf. la imaginada discrepancia de Pfeiffer
[IOT, pag. 328) entre los "dos relatos" del asesinato de Sísara. Se sos-
tiene que según Jueces 5:25-27 Jael lo asesinó con un mazo y una estaca
de la tienda mientras tomaba leche; Jueces 4 :21 dice que ella lo mató
mientras dormía. Estrictamente hablando, Jueces 5:25-27 no afirma que
estaba tomando leche en el momento del impacto; pero sería inutil
señalar este hecho a Pfeiffer, pues ya dividió los " relatos discrepantes"
entre J y E.
7. Si bien otras antiguas literaturas semitas muestran innumerables
casos de repeticiones y duplicaciones hechas por el mismo autor en su
ténica narrativa, únicamente la literatura hebrea debe estar libre de
repeticiones o duplicaciones so pena de indicar diversidad de paterni-
dades literarias.• Es instructivo leer la literatura sectaria hallada en las
cuevas de Qumran para comprobar en qué medida y en qué grado los
israelitas utilizaron las repeticiones para destacar lo que escribían. Por
ejemplo, compárense la Placa I y Placa IV del Manual de disciplina•,
donde los requisitos para ingresar a la comunidad monástica son ex-
puestos de tal manera que llaman la atención inmediata de los
documentalistas que andan en la búsqueda de la división en fuentes.
8. Con una confianza en sí mismos altamente discutible, la escuela
de Wellhausen ha dado por sentado que los modernos críticos
europeos, que no cuentan con otra literatura hebrea antigua con la cual
establecer comparaciones (para el período bíblico, al menos), pueden
fijar con precisión científica la fecha de composición de cada
documento. También suponen que pueden corregir libremente el texto,

3. Una excelente refutación a esta propuesta de religión comparada la hallamos en la


obra Old Testoment Agoinsl lts Environment (El Antiguo Testamento en relación con su
medio ambiente), de C. E. Wright. Si bien él fue un moderado adherente a la teorla
documenlal , se convenció medianle los datos aportados por la arqueologla de que los
hebreos fueron realmente únicos en su género en su temprana adhesión al monotelsmo, y
se aferraron a ella a pesar de la oposición de sus idólatras vecinos.
4. Ver la referencia en el capitulo 6, ( pág. 90, de este libro), a la comparación que hizo
Ewald sobre las técnicas narrativas hebraicas y las de los árabes.
5. Millar Burrows, DSS. págs. 371, 376.
LA PATERNIDAD UTERARIA DEL PENTATEUCO 119

sustituyendo por palabras más comunes los vocablos raros o inusuales


del TM, pero que no entienden o no esperan que aparezcan en un
contexto dado. Como extraños que viven en un período y una cultura
totalmente diferentes, se han creído competentes para descartar o tras-
trocar frases o versículos enteros cada vez que los mismos han entrado
en conflicto con sus conceptos occidentales de consistencia o estilo.
!l. También arribaron a la conclusión de que eruditos que viven
más de 3400 años después de los sucesos pueden (basados principal-
mente en teorías fi losóficas) reconstruir las cosas que realmente ocu-
rrieron, con mayor certeza que los propios autores (alejados de los
acontecimientos no más de 600 a 1000 años, según las fechas dadas por
los propios críticos).
En resumen, cabe la duda de si la hipótesis de Wellhausen merece
el status de respetabilidad científica. Se aducen tantos argumentos, se
esgrimen tantos razonamientos circulares, tantas deducciones cuestio-
nables a partir de premisas inconsecuentes, que no hay duda alguna de
que su metodología sería totalmente rechazada por un tribunal impar-
cial. Casi ninguna de las leyes a que se ajustan las normas que rigen las
evidencias en los procedimientos legales son respetadas por los artí-
fices de esta teoría documental. Cualquier abogado que interpretara un
testamento, un estatuto o una escritura en la forma fantasiosa e irres-
ponsable en que lo hacen los críticos de las fuentes del Pentateuco,
perdería su caso irremisiblemente y sin contemplaciones. Compare-
mos, por ejemplo, la siguiente afirmación del juez William Dixon, de
Pasadena, California, respecto a la propuesta constitución para fusionar
una nueva iglesia: "Es elemental que para interpretar un contrato
escrito debe ser leído íntegramente y a su vez cada parte interpretada,
con referencia al todo, de modo que todas sus disposiciones se ajus-
ten al propósito general."• Sin duda este principio viene al caso aun
para las porciones no legales de las obras de Moisés. De haberlo seguido
en el análisis del Pentateuco, la hipótesis JEDP hubiera sido una
imposibilidad.

EVIDENCIAS P OSITIVAS EN FAVOR DE l.A P ATERNIDAD LITERARIA DE Mo1s~s

Una vez analizados esmeradamente todos los datos, detalles y


antecedentes del texto del Pentateuco, y pesadas imparcialmente todas
las evidencias, tanto internas como externas, surge la irresistible im-
presión de que la paternidad literaria de Moisés es la única teorfa que
mejor se ajusta a los hechos. A los propósitos de una reseña con-
veniente, y sin recurrir en este punto a elaboradas demostraciones o

6. Wllliam Oixon, an Pilgrim Fronlier (Frontera de los peregrinos), junio de 1960, pág. 4.
120 RESEÑA CR1TICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAME!l.'TO

ilustraciones, hemos de señalar las diversas áreas de evidencia que


indican esta conclusión.

EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS CON RESPECTO A LA PATERNIDAD LITERA.RIA


DE MOISES

1. El propio Pentateuco sostiene que fue Moisés quien lo compuso.


Hallamos las siguientes afirmaciones explícitas: "Y Jehová dijo a
Moisés: Escribe esto para memoria en un libro ... que raeré del todo la
memoria de Amalee" (Exodo 17:14}. "Y Moisés escribió todas las
palabras de Jehová" (Exodo 24:4). "Y tomó el libro del pacto y lo leyó a
oídos del pueblo" (Exodo 24:7). "Y Jehová dijo a Moisés: F.sr.rihP. tú
estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto con-
tigo y con lsrael"(Exodo 34:27.}."Estas son las jornadas de los hijos de
Israel ... Moisés escribió sus salidas conforme a sus jornadas" (Núme-
ros 33:1-2). "Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes"
(Deuteronomio 31:9). "Cuando vi.biere todo Israel a presentarse delante
de Jehová tu Dios ... leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de
ellos" (Deuteronomio 31:11). (*Ver página 130.)
2. En otros libros del Antiguo Testamento hallamos referencias
tales como las siguientes: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley sino que de dla y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito" Uosué 1: 8). En el verslculo 7
se definió esa ley como "la ley que mi siervo Moisés te mandó".)
"Como está escrito en el libro de la ley de Moisés, un altar de piedras
(como un Exodo 20:25) enteras ... " Uosué 8:31). "También escribió
[Josué) alll sobre las piedras una copia de la ley de Moisés ... " Uosué
8:32). " Guarda los preceptos de Jehová . .. de la manera que está escrito
en la ley de Moisés" (Palabras pronunciadas por David) (1 Reyes 2:3).
En 2 Reyes 14:6 (que se refiere al rey Amasias): "Pero no mató a los
hijos de los que le dieron muerte. conforme a lo que está escrito en el
libro de la ley de Moisés, donde mandó Jehová ... " (cita Deuteronomio
24:16}. (Las fecha de este episodio fue alrededor del año 796 a. de J.C.) 2
Reyes 21:8 (que se refiere al reinado de Manasés, 696-642 a. de J.C.):
"Con tal que guarden y hagan ... conforme a toda la ley que mi siervo
Moisés les mandó." Además hay otras referencias en el Antiguo Tes-
tamento, desde la época de Joslas en adelante (época en que, por
supuesto. ya se habla publicado el Deuteronomio, y posiblemente tam-
biim JE de acuerdo con la hipótesis de Wellhausen). La paternidad
literaria de la Tora fue siempre atribuida a Moisés. Dichas referencias
son: Esdras 6:18; Nehernfas 13:1; Daniel 9:11-13; Malaqufas 4:4.
3. También el Nuevo Testamento atestigua a la paternidad literaria
de Moisés. Aparte de las numerosas referencias a la Tora como obra de
" Moisés", escogemos las siguientes citas que hacen hincapié en la per-
LA PATERNIDAD LITERARIA DEL PENTATEUCO 121

sonalidad del Moisés histórico. Mateo 19:8: "Por la dureza de vuestro


corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres." Juan 5:46-47:
"Porque si creyeseis a Moisés, me creerías a mí, porque de mf escribió
él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?" Juan
7:19: "¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley?"
Hechos 3:22: "Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levan-
tará profeta" (cita de Deuteronomio 18:15). Romanos 10:5: "Porque de
la justicia que es por la ley de Moisés escribe" (cita Levítico 18::5).
Resulta dificil imaginar que persona alguna pueda adherirse a la teoría
documental (de que Moisés no escribió una sola palabra de la ley)
sin atribuirle mala fe o error a Cristo y los apóstoles. Morcos 12 :26
firma que Dios habló al Moisés histórico las palabras que figuran en
Exodo 3:6.

OTRAS EVIDENCIAS INTERNAS

Pasamos ahora de las directas afirmaciones de la Escritura sobre la


paternidad literaria de Moisés para el Pentateuco, a otra linea de
evidencias más indirectas, pero no por ello menos precisas y contun-
dentes. El método más objetivo paira el fechado de la composición de
cualquier documento escrito es el examen de su evidencia interna. Es
decir, al tomar debida cuenta de las alusiones, incidentales o casuales,
a sucesos históricos contemporá neos, a hechos corrientes, a con-
diciones geográficas o climáticas, a la flora o fauna que prevalecen, y a
las aseveraciones de testigos oculares participantes, es posible arribar a
una estimación bastante acertada en cuanto al lugar y fecha de la com-
posición. A juzgar por las evidencias internas del texto del Pentateuco,
anibamos a la conclusión de que el autor tuvo que haber residido,
originariamente, en Egipto (no en Palestina), haber sido testigo ocular
contemporáneo del éxodo y de la cl!eambulación por el desierto y haber
contado con un alto nivel de educación, de conocimientos y de capaci-
dad literaria. Níngún otro hombre llena estos requisitos tanto como lo
hace Moisés, el hijo de Amram. A continuación ofrecemos un breve
resumen de estas evidencias.
1 . En el relato del éxodo figuran detalles que sólo pudieron ser
registrados por un testigo presencial o un participante de los aconteci-
mientos ocurridos, y que hubiera sido totalmente imposible que los
conociera un autor que hubiera vivido siglos después de los sucesos
registrados. Por ejemplo, en Exodo 15:27 el re lato informa sobre el
número exacto de fuentes (doce) y de las palmeras (setenta) que había
en Elim. Números 11:7,8 habla del aspecto y del gusto del maná con el
cual Jehová alimentó a Israel (sin duda en beneficio de las futuras
generaciones en la conquistada Canáan, donde a Moisés le constaba
que no habría de haber maná algu no).
122 REsENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

Lo Piedra Rosetto. Se lo considero lo llave que permitió descifrar el


idioma egipcio. El haber podido descifrar los idiomas del Cercano
Oriente hizo mucho poro iluminar y confirmar el texto bíblico.
(Cortesía del Museo Bri!ónico.J

2. El autor del Génesis y del Exodo demuestra estar totalmente


familiarizado coa Egipto, como cabria esperar de un participante del
éxodo. "Está familiarizado con nombres egipcios, tales como On, nom-
bre autóctono (jeroglífico ·wnw) de Heliópolis; Pitom por /Pr-;tm (la
casa de Atum. un dios): Potifera por P;-d'-p;-R' (dádiva de Ra, el dios-
sol): Asenat por Ns-N't (Favorita de Neit, una diosa). esposa de Josué;
Moisés por Mw-s:' (hijo del agua), o tal vez una forma reducida de
Tutmosis de Ahmosis (puesto que los súbditos egipcios muchas veces
tomaban los nombres del faraón reinante): el titulo honorifico especial
LA P ATERNIDJ\O LrrERARIA DEL P ENTATEUCO 123

que el faraón le confirió a José: Zafnat-panea (Génesis 41:45), que proba-


blemente representa el egipcio ~f; wnt;p;'nQ (ali mentador de la nación
del que vive [Faraón ))." (Esta explicación de Sayce y Yahuda, similar a
la de Lieblein, explica perfectamente todas las consonantes hebreas:
SPNTP'Nfj. Más aún, se sabe que eran comunes en los tiempos de José
los nombres compuestos con la misma combinación df:•. La interpreta-
ción por la cual se indinan Mallon. Sleindorff. Barloo y Albright: c;Jd p;
n!r'wfn~ ("El dios habla, él vive") entraña una mayor divergencia de
las consonantes hebreas y no traduce correctamente el sentido del
contexto. )•
También utiliza un mayor porcentaje de palabras egipcias que en
ninguna otra parte de l Antiguo Testamento. Ejemplos: la expresión
'abriik (Génesis 41 :43, que significa arrodillarse) es aparentemente el
vocablo egipcio 'b rk (¡Oh, corazón, arrodíllate!), si bien se han suge-
rido numerosas explicaciones o traducciones;'º pesos y medidas, ta les
como el zeret (palmo), de c;Jrt "mano"; efa (décima parte de un homer)
de 'pt; hin (alrededor de 6,2 litros) de hnw; góme' (papiro) de ~ yt;
qemo~ (harina] de ~m~w (cierto tipo de pan): ~ii~ (lino fino) de ssr
(lino); y-or (Nilo, rlo) de 'trw "río" (que en copto se escribe eioor)."

7. Abrabam S. Yahuda The Longuoge of lhe Pe nloleuch in lls Relo1ionship lo cgyplion


(El idioma del Pentateuco en relación con el egipc io]. prefiere mw-s (agua del lago/mar),
pero casi no tiene sentido. La tradicional pronunc iación árabe Musó. ciertamente
lavorece M1v-s: (cf. pá¡¡s. 244. 245 de osto libro).
8. Por ejemplo, en la Decimocuarta DinasUa (siglo y medio después de la época de José)
nos encontramos con tres nombres reales que contienen el mismo término, cjf;w: Mr-{if;-
R' {No. 186 en la lista de reyes de Ernest A. T. W. Budge). Nl>-df;w-R' [No. 188) y
Nb-(l(;w-R' ll (No. 190). Que p;'nh {el Viviente) era utilizado para rélerirse al Faraón lo
certifica el nombre del príncipe de la Vigesimoprimera Dinastía. P;y'nh. hijo del rey
l;lr-l;lrs:-·mn {No. 328 en la lista de Budge¡. Budge, The lJook of lhe Kings o[Egypl (El libro
de los reyes de Egipto). Londres : K. Pau . Trench. Trübner. 1908.
9. Albright ·señala los nombres do la familia do Aarón como evidencia decisiva de la
auténtica conexión egipcia {H. C. Alleman y E. E. Flack. Old Teslamcnt Commenlory
(Comentario del Antiguo Testamento). pág. 141. Así. Finees es p:l\'t,sy (el nubio) : O!ni
deriva probablemente de bfn(r) {renacuajo); Pasur de p~ (6 pRI) l;lr (la porción de Horus);
Mera.ri derivo probablemente de mrry {siempre amado). Pe.ro al mismo tiempo Albright
tiene la impresión de que nombres egipcios como Potifar y Zafnat-panea son posteriores a
la época de la Duodécima Dinastía o al periodo de los hicsos (época en la que José
participó de la historia de Egiplol, En el caso de ser aceptadas sus identlllcaciones. habrá
que conceder que el artícu lo defi nido p;, que aparece en estas dos pa labras. difícilmente
hubiere podido esperarse antes de la Decimoctava Oinostfa (lo época do Moisés). Pero ro
hemos indicado que el Ululo egipcio de José debe escribirse de otra manera, reteniendo
solamente e l p; entes de ' nh, y seña lando al f'araón como "e l Viviente" , uso
genuinamente demostrativo de p;, que serla admisible para la Duodécima Dinastfa. Es
indiscutible la etimología de Polifor.
10. R. K. Harrison sugiere que significa " ¡Presten atención!" 1 Old 1'eslomenl Times -
Tiempos del Antiguo Testamento- !Gran Repids: Zondervan, 19571), pág. 96.
11 . E:.stos ejemplos han s ido cuidadosamente escogidos para evitar dos trampa.sen las
gue suelen caer los autores cuando cometan sobre los extranjerismos egipcios en la Tora.
En primer lugar. incorporan inadvertidamente extranjerismos le11ftimos del egipcio, pero
que no aparecen baste los libros postmosaicos del Antiguo Testamento. En segundo
lugar, incluyen vocablos del idioma egipcio que los egipcios tomaron de dialectos semí-
ticos (especialmente del período de ros h icsos y en adelanto). Además. citan palabras
compartidas por los egipcios y los hebreos. pero que se incorporaron a los dos idiomas en
124 Rf:sEÑA C RITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

Una de las obras modernas más ambiciosas sobre el trasfondo egip-


cio de la porción del Pentateuco que trata de José y Moisés en Egipto es
el libro de Abraham S. Yahuda, Language of the Pentoteuch in its
Relotionship to Egyption (Lenguaje del Pentateuco en su relación con
el egipcio). Yahuda no se reduce exclusivamente a los extranjerismos
sino que estudia numerosas terminologías y giros idiomáticos, caracte-
rísticamente egipcios en su origen, aunque traducidos al hebreo. Asf,
en la extraña expresión de Génesis 41:40 que Reina-Valera traduce " Por
tu palabra se gobernará todo mi pueblo," pero que literalmen te signi-
fica "De acuerdo a tu dicho todo mi pueblo besará (hebreo, ncHaq).
Yahuda encuentra una clarificación en el uso egipcio de sn (besar) que
se uti liza de lante de "comida" para indicar que se come la comida.
Todos los tflulos de los cortesanos, el cortés idioma utilizado en las
entrevistas con el Faraón, y todo lo demás demuestran ser típicamente
egi pcios."
Otro escritor, Garrow Duncan, dedica varias páginas a demostrar la
esmerada precisión y el autént ico colori do local del autor de la Tora.
Escribe que: " No podemos menos que admitir que el escritor de esas
dos narraciones (es decir la de José y la del éxodo! ... estaba ple-
namente familiarizado con el lenguaje, las costumbres, las creencias, la
vida cortesana y la etiqueta de los círculos oficiales egipcios; y no
solamente eso, s ino que también los lectores estarían igualmente fam i-
liarizados con las cosas egipcias.""

tiempos preliislóricos. sin mutuo intercambio (p. ej, paJabras como el egipcJo taoh
-estimar- en hebreo i)ó&ab-eslimar, creer-, que también existe en el árabe, el etiope y el
orameo). Uno lista cosl completa de todos los vocoblos hebreos relacionadas con el
egipcio on cualquiera de la.s categorías figura on la obra de Erman y Grapow WOrterbuch
der /\egyplischen Sproche, 6:243, 244.
12. Yahuda, The Longuoge of t.he PentoteuchJEI idioma del Pentateuco), Nueva York:
Oxford, 1933. Cabe la reflexión de que Yahu a. si bien muy versado tanto en hebreo
como en egipcio. se expone on cuento a metodologla. Con demasiado Crecuencio so
contenla con señalar la semejanza entre la usanza egipcia y la de Moisés, sin remachar su
argumento demostrando que dicha usa.nza se replle caracterisllcamenle en el Pentateuco
más que en los libros postmosalcos del Antiguo Teslamento, y que eso no ocurre on
idiomas semitas afines. De ohl que educe que el hebreo lipné Por'óh (en la presencia del
Faraón) es una traducción del egipcio m br bm./ (en la presencia de su majestad) : pero
pasa por alto el modismo similar del arameo (((dom molká -en la presencia del rey-).
Cierto es, sin embargo, que solamente el hebreo y el egipcio usan la palabra rostro
[Hebreo, p<lnlm , egipcio /;Ir) al expresar este modismo. También hace relerenclaJpág. 21)
al incidente en que el rey le entrega a José su anillo como su visl.r : pero no se elione a
probar (como debla haberlo hecho/ que ningún soberano de otros palses de la antigüedad
hacia semejante cosa. Más aún. a gunas de sus elimologias egipcias requieren mayores
pruebas que las que él brinda: asl, por ejemplo, 'h'w (tiempo), en realidad deriva de 'b'
(pararse). de ahl "duradero", "estable" , que slgnlJica el término de le vide. Esto lo
relaciona con el hebreo he'•mld " puesto pera"apllcudo con referencia al Faraón en Exodo
9:16. La conexión lógica de todo esto es algo tenue o sutil. por deci r lo menos. Sin
embargo, y en lérminos generales. debemos reconocer que en el estudio de Yahuda se
lnduyen numerosos ejemplos pertinentes, para establecer la tesis que sostiene: "Una
eslreche relación entre el hebreo '/ el egipcio no exislló en ningún otro periodo aparte del
liempo en que Israel habiló en Egipto; solamente en el periodo egípcío de Israel. el hebreo
gradualmente se desarrolló corno idioma lilerario, hasla alcanzar el grado de perfecciona-
miento que hallamos en el Penlaleuco" (pág. XXX II].
LA PATERNIDAD LITERARIA DEL PENTATEUCO 125

Algunos eminentes egiptólogos que se adhieren a la posición soste-


nida por Wellhausen han recurrido a las evidencias egipcias como
prueba para una fecha tardía del relato hebreo. Por ejemplo, Georg
Steindorff (Aufentholt lsraels, pág. 15) argumenta que un autor más
contemporáneo seguramente hubiera sabido y mencionado los nom-
br,es de los diversos reyes egipcios de aquel entonces. Pero Yahuda da
una explicación plausible para el hecho de que los registros hebreos no
mencionan los nombres de los faraones sino a partir de los días de
Salomón." Mientras los israelitas que residieron en Egipto siguieron la
costumbre del lenguaje oficial del Nuevo Imperio Egipcio, refiriéndose
al rey simplemente como pr-'; (Faraón, -Gran Casa) y absteniéndose
de mencionar su nombre con respecto a ese título en particular (no
importaba cuan a menudo lo mencionaran en relación con otros títulos
reales). De ahí que en lugar de ser una evidencia de fecha tardía, esta
conformidad a los hábitos egipcios de la Decimoctava Dinastía, consti-
tuye una poderosa evidencia de una fecha mosaica de composición.
Por otra parte, es digno de mención el hecho de que en el período
posterior, por ejemplo en el siglo X a. de J.C., se mencionaba el nombre
del rey sin que lo precediera el título de Faraón, adaptándose de esa
manera al uso egipcio. Un ejemplo lo constituye la referencia a Sisac
(Egipcio: Sheshonq) en 1 Reyes 11 :40. No es sino hasta el siglo VII y
comienzos del VI a. de J.C. que el historiógrafo hebreo deja suficien-
temente de lado el correcto uso egipcio para unir al título de Faraón el
nombre del mismo (p. ej., Faraón Necao, en 2 Reyes 23:29, y Faraón
Hofra, en Jeremías 44:30).
3. El autor de la Tora demuestra un punto de vista constantemente
extranjero o extrapalestino, al menos en lo que a Canaán se refiere. Las
estaciones y el clima, según la narr ación, no son palestinos sino egip-
cios. (Cf. la referencia al orden de las mieses con respecto a la plaga del
granizo en Exodo 9:31-32. Delitzsch indica que esta información esta-
blece que el incidente ocurrió a fines de enero o comienzos de
febrero.")
La flora y la fauna que se mencionan en el relato son egipcias o

13. J. Garrow Duncan. New LigJH on Hebrew Odglns (Nueva luz sobre los orlgenes del
hebreo [Londres: Macmillan. 19361, pág. 176. (Ver también págs. 73-179.) Ouncan d ictó
sus conferencias en la Universidad de Glasgow. No obstante ello, ha de considerárselo
como un estudiante bien informado más que como un erudito independiente. En este
libro se apoyó muchisimo en Yahuda, pues aparentemente le falta la erudición de Ya:bu-
da en el idioma egipcio. Pareciera que algunas de las fuentes de Duncan fueran anti-
cuadas, pues se refiere (pág. 107) al común título imy-r (supervisor] como mer (pron"Un-
ciación que fue abandonada por completo para el año 1910). Sin embargo. s u tesis. eo lo
esencial, está bien fundamentada y aboga por una lecha mosaica. con evidencias imposi-
bles de pasar por alto.
14. Yahuda, pág. 48
15. Keil y Oelitzsch, Biblicol Commentary on the Old Testament (Comentario blblico
sobre el Antiguo Testamento]. vol. 1. The Pcntoteuch (Grand Rapids: Eerdmans. 1963),
págs. 492. 493.
126 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

sinalticas, nunca distintivamente palestinas. Así, por ejemplo, la acacia


(hebreo, Sitim) es un árbol autóctono de Egipto y de la Península del
Sinaí, pero no de Palestina (excepto en las bajas riberas del mar
Muerto);•• es un árbol privativo del desierto. De este árbol había que
obtener la madera para construir los muebles del Tabernáculo. Las
pieles para recubrir por fuera el tabernáculo tenían que ser pieles de
tahash (Exodo 25:5; 36:19), el tahash (tejón) era un mamífero carnicero
que se encontraba en Uos mares adyacentes a Egipto y al Sinaí. pero era
extraño en Palestina." Las listas de animales limpios e inmundos ano-
tados en Levílíco 11 y Deuteronomio 14 incluyen algunos que son
propios del Sinaí (tal como el antílope (hebreo. dishón) de Deuterono-
mio 14:5 y el avestruz de Levítico 11:16), pero ninguno de los cuales es
característico y peculiar de Canaán. El carnero montés (hebreo, t•'ó) de
Deuteronomio 14:5 es autóctono del Alto Egipto y de Arabia, pero no de
Palestina. (Sin embargo, se ha informado de su existencia en Siria,
según el Westminster Dictionary of the Bible, pág. 30a). A este respecto,
el conejo (hebreo, shdphdn) de Levítico 11:5, ha sido citado a menudo
como peculiar del Sin aí y de Arabia. Sin embargo, esto Jo refuta H. B.
Tristram, que asegura haberlo encontrado tan al norte, como el norte de
Galilea y Fenicia." Por supuesto que en todos estos casos específicos,
debemos recordar que la distribución de los animales se restringe con
el correr de los años. Así, por ejemplo, en la anti.güedad abundaban los
leones en el Cercano Oriente, pero ahora están restringidos a la India y
al Africa (si bien se ha denunciado la presencia de algunos leones en
Palestina).
Tanto Egipto como el Sinaí eran familiares al autor desde un punto
de vista geográfico. El relato de la ruta del éxodo está lleno de auténti-
cas referencias locales que han sido verificadas por la moderna ar-
queología. Pero la geografía de Palestina es relativamente desconocida,
con excepción de la tradición patriarcal (en los relatos del Génesis).
Aun en Génesis 13, donde el autor quiere dar a sus lectores la noción
del exhuberante verdor en la llanura del Jordán, lo compara "como la
tierra de Egipto en la dirección de Zoar" (versícu lo 10), clara referencia
a una localidad cerca de Mendes. a mitad de camino entre Busiris y
Tanis en el Delta. (Cf. Budge, Egyption Dictionory -Diccionario
@gipcio- 2:10580). Asimismo en un pasaje considerado P (Génesis
23:2). se hace referencia a Hebrón por su nombre preisraelita de
Quiriat-arba, y el autor relata a su público lector en Números 13:22 que

16. E. W. G. Masterman . "PJonl Zones in the HoJy Lond" (l..as plantas y sus zonas en la
Tierra Santa", ISBE, pág. 508b.
17. Ver Joseph F. Free, ABH, pág. 106. El 10(,ash también ha sido idenlificado como una
marsopa o un dellin (Koehler-Baumg. Lexicon. pág. 10260).
18. Cf. la obra de Tristran. NoluraJ History o/ !he Bib/e (H:istoria natural en la Biblia),
Londres: SPCK, 1867, pág. 77.
W\I P ATERNIDAD L ITERARIA DEL P ENTATEUCO 127

su fundación se remonta a siete años antes de Zoán en Egipto (locaUdad


con la cual, al parecer, estaban perfectamente familiarizados). Similar
es la referencia a Solem (ASV, nota marginal), ciudad de Siquem. que
está en tierra de Canaán" (Génesis 33:18), referencia imposible de ex-
plicar si el autor hubiera vivido en una generación posterior al exilio,
después que Israel ya había estado establecido en la tierra de Canaán
durante nueve siglos o más. En términos generales, el autor del
Pentateuco pareciera considerar a Palestina como un territorio nuevo,
comparativamente desconocido, en el cual los israelitas habrían de
entrar en algún tiempo futuro.
4. La atmósfera que se respira, en Exodo y Nómeros es indiscuti-
blemente la del desierto, no la de un pueblo agrícola asentado en las
posesiones de sus antepasados durante casi mil años (como lo supone
Wellhausen). El tremendo hincapié que se hace sobre un tabernáculo o
enorme tienda como sitio de adoración está totalmente fuera de lugar
para autores que hubieran vivido s.iglos después de haberse construido
el templo de Salomón (templo que se diferenciaba del mobiliario del
tabernáculo en muchísmos e importantes detalles). Pero serla perfec-
tamente apropiado para un pueblo nómada, en marcha permanente a
través del desierto. Las especificaciones técnicas respecto del material
con el cual serla construido, ocupan numerosos capítulos. Su localiza-
ciión central en medio del campamento y la exacta distribución de las
doce tribus a sus cuatro costados (Números 2:1-31) se ajustan ex-
actamente a la generación de Moisés, pero de ninguna manera a gene-
raciones posteriores. Abundan las referencias al desierto. La víctima
propiciatoria (el macho cabrío) era enviada al desierto (Levítico 16:10).
Se dan instrucciones sanitarias pa:ra la vida en el desierto (Oeulerono-
mío 23:1 2-13). Números 10:1 4-20 especifica el exacto orden de marcha
de una manera que serla significativo solamen te si toda la población de
Israel estuviera concentrada en una enorme agrupación y en proceso de
migración.
5. Particularmente en el Génesis hay referencias a costumbres
arca.icas que son demostrables para el segundo milenio a. de J.C .. pero
que no continuaron durante el primer milenio. Notables, en tal sentido,
son los documentos legales descu'biertos en Nuzi, que se remontan al
siglo XV a. de J.C., y en los cuales descubrimos referencias a la costum-
bre de engendrar hijos legítimos con las siervas (como hizo Abraham
con Agar); a la validez de un testamento oral , dado en el lecho de
muerte (como el de Isaac a Jacob): a la importancia de la posesión de los
leraphim o ídolos familiares para reclamar derechos de herencia, que
explica por qué Raquel robó los teraphim de su padre Labán, en Géne-
sñs 31. De otras fuentes obenemos la confirmación de la exactitud histó-
rica de la transacción en Génesis 23, según la cual Abraham adquirió la
cueva de Macpela."
128 REsEÑA CRITICA DE UNA I NT RODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

6. Además existen significativos arcaísmos en el lenguaje. Por


ejemplo, el vocablo para el pronombre ella se deletrea frecuentemente
HW' en vez del HY' regular. También hallamos N'R en lugar de la forma
femenina N'RH que traduce " jovencita". Ocasionalmente (o sea dos
veces en Génesis) HLZH (hollazeh) aparece por el demostrativo "ese"
en lugar de hoJJaz, forma que estaba en uso en Ju eces, Samuel, y en
adelante. El verbo reír se escribe SHQ (en Génesis y Exodo) en lugar de
SHQ; cordero es KSB en lugar del posterior KBS (kebes). Algunos erudi-
tos han sostenido que la diferencia entre el hebreo de la Tora y el
hebreo de los autores del siglo VIII a. de J.C., como por ejemplo Amós,
es demasiado escasa para un lapso de más de cinco siglos. Al respecto
hay que tener en cuenta dos factores.
En primer lugar, los posibles cambios en la pronunciación y en la
forma se ven notoriamente oscurecidos por el alfabeto consonantado,
desprovisto de vocales, en el cual se preservó el Antiguo Testamento
hasta los tiempos masoréticos. Al fin y al cabo, hasta el castellano
antiguo no sería muy desemejante al castellano de Cervantes si a.mbos
se· hubieran escrito utilizando solamente conso nantes.
En segundo lugar, la importancia de la Tora en la educación de la
juven tud postmosaica debe haber ejercido una decisiva influencia
sobre el hebreo que utilizaron, de la misma manera que la tuvo el Corán
sobre 13 siglos de literatura arábiga (que aún hoy es esencialmente el
mismo idioma de Mahoma en el año 620 d. de J.C.) En ambos casos el
antiguo documento fue tomado como una revelación divina, única en
su género, y una constitución de alcance abso luto sobre el cual edificar
toda la cultura. Tal situación explica el extremo conservadurismo en el
desarrollo del idioma literario.
Con respecto a la objeción de que el período mosaico era demasiado
tem prano para el uso del artículo definido ha- (puesto que otras len-
guas semíticas no emplearon una palabra con el significado de "el",
"la"," "los" " las" y "lo" tan temprano en la historia), ésta se explica
fácilmente por la infl uencia que Egipto ejerció sobre Israel. Fue pre-
cisamente durante la Décimoctava Dinastía en Egipto que el artículo
definido (p;, t;, n;) hizo su aparición en textos literarios, si bien aparece
en forma esporádica aún en textos de la Duodécima Dinastía, tales
como el Eloquent Peosant"' (El campesino elocuente). Sin duda alguna
esto refleja el uso habitual del egipcio vernáculo durante la época de
Moisés, y difícilmente los hebreos hubieran dejado de notar la fa Ita de
semejante artículo en su propio idioma. Por ello no sorprende hallar el
pleno uso del artículo en las secciones en prosa de la Tora (si bien , por

19. Ver capítulo 13. pág. 187 de este libro.


20. Ver la obra de Gardiner. Egyplinn Grommnr (Gramfüca egipcia), Nueva York: Ox-
ford, 1927. párr-dfo 112.
130 REsEÑA CRITICA DE UNA lNTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTA.'l.iENTO

cierto que contó con todo el tiempo y la tranquilidad necesarios.


durante los lentos y agotadores 40 años de deambular por el desierto,
para componer un libro que tuviera varias veces el tamaño de la Tora.
Por otra parte, Moisés provenfa de una cultura en la cual el arte de
escribir estaba tan ampliamente difundido que aun los artícu los de
tocador, empleados por las mujeres en sus hogares. contaban con la
adecuada inscripción. La escritura, tanto la jeroglífica como la hieráti-
ca, estaba tan difundida en el Egipto de los dias de Moisés, que sería
absolutamente increíble que no hubiera registrado nada por escrito
(como lo sostienen los críticos del siglo XX), cuando contaba para
relatar con los temas más grandiosos y significativos que puedan ha-
llarse en la literatura humana. En momentos en que aun los casi iletra-
dos esclavos semitas empleados en las minas de turquesa en Serabit
el-Khadim inscribían sus a.nales en las paredes de sus túneles. es irra-
zonable suponer que un líder con el trasfondo educativo de Moisés
fuera iliterato al grado de no dejar por escrito una sola palabra. Resulta.
pues, que las modernas teorías que rechazan la paternidad literaria de
Moisés, exigen más de lo debido de la credulidad humana.

*(De página 120.) Es interesante observar que Wellhausen. en su


Prolegomeno. no habla de estas cinco referencias explícitas en la Torah
a los escritos de Moisés de estas porciones del Pentateuco. Donde hay
pasajes que están en confli cto con la teoría de Wellhausen, él simple-
mente los pasa por alto. Aparentamente nunca pensaba en la posibili-
dad de que Moisés contribuyera una sola palabra al Pentateuco;
ciertamente no los Diez Mandamientos ni la formación de la serpien te
de bronce por Moisés en Números 21:9 (Prolegomena 439), que para
Wellhausen probó que Moisés era idólatra.
CAPITULO 9
VARIANTES Y PARONIMOS COMO
CRITERIO PARA
UNA DIVISION SEGUN LAS FUENTES
DE ORIGEN
LAS V ARI ANTllS ENTRE Y AJIWEH Y E LOlilM

Como ya vimos al analizar la historia de la hipótesis documental (capi-


tu lo 6), el criterio básico para la d ivisión de fuentes, seguido por los
pioneros de esta escuela critica, fue la repetición de "Jehová" (Yahweh)
y "Dios" (Elohim) como nombres preferidos o favoritos para designar a
Dios en el Génesis. Se basaron en el argumento de que la prevalencia de
Elohim en el primer capítulo del Génesis le señalaba una paternidad
literaria (E o P) que se refería a Dios únicamente por ese término y
nunca utilizó otro titulo aparte de ése. De la misma manera la prepon-
derancia de Yohweh en el segundo capitulo del Génesis lo hacía prove-
nir de otro autor distinto (J) , que conocía a Dios solamente como
Yohweh. Es necesario que examinemos la credibilidad o verosimilitud
de esta teoría de diversas fuentes como una adecuada explicación para
la distribución de estos d ivinos títulos tanto en el Génesis como en el
resto de la Tora.
Desde el punto de vista de las religiones comparadas, es dudoso que
la literatura religiosa de cualquiera de los vecinos paganos de Israel se
haya referido a un dios soberano por un solo nombre. En Babilonia, las
contrapartes sumerias se alternaban con nombres acádicos: Bel era tam-
bién Enlil y Nunamnir (Prólogo al Código de Lipit-lstar); Anuro era
Hum; Sin era Nanna; Ea era En-ki; Utu era Shamash; Istar era Ninnana o
Telitum (cf. Prólogo al Código de Hammurabi). En Ugarit a Baal tam-
bién se lo denominaba Aliyan; El era Laptan, y Kothar-wa-Khasis (el
dios artífice) era Hayyin (cf. Aqhat, ANET, pág. 151). En Egipto, Osiris
(juez de los muertos y señor de ultratumba) también era Wennefer,
Neb-Abdu y Khentamentiu (cf. la estela de lkhernofer en el Museo de
Berlín) su hijo, Horus, también era Re-Harakhti; y así sucesivamente, en

131
132 RESEÑA CRiTICA DE UNA lNTRO0UCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

todo el panteón egipcio. En Grecia, el rey-dios Zeus, también fue cono-


cido como Cronos y Olimpo; Atenea era Palas; Apolo era Febo y Pitio,
todos titulas que figuran paralelamente en las epopeyas de Homero sin
exigir ninguna teoli'ía sobre diversidad de fuentes. Claro está que en la
época de Astruc y Eichhorn, eran prácticamente desconocidos los datos
que hoy conocemos sobre la civi lización semita y egipcia; de lo contra-
rio hubiera sido imposible el surgimiento de alguna teoría sobre divi-
sión de fuentes basada en los nombres divinos. Pero ahora en el siglo
XX, cuando conocemos perfectamente tocios esos hechos, resulta difícil
imaginar que alguien pueda seguir tomando en serio los términos
Yahvista y EJohista.
Un notorio paralelo con la distribución irregular de los dos nombres
divinos en la Tora, se nos da en el Corán, las sagradas escrituras de los
mahometanos. El nombre Allahu corresponde a, Elohim, y Robbu
[señor) es equivalente a Adonay (mi Señor), que los judíos de las últi-
mas épocas utilizaban al referirse a Yahweh. En algunos suras (capít u-
los) del Corán hallamos entremezclados ambos términos, pero en otros
figura solamente uno u otro. Por ejemplo, en los suras siguientes no
figura ninguna vez el nombre Rabbu: 4, 9, 24, 33, 48, 49, 57, 59, 61 , 63,
64, 86, 88, 95,101,102,103,104,107, 109,111, 112. Por otra parte, los
siguientes suras nunca utilizan el nombre Allahu: 15, 32, 54, 55, 56, 68,
75, 78,83, 87,89,92, 93,94, 99, 100, 105,106,108. 113, 114. Tenemos
aquí una evidencia indiscutible de que la antigua literatura semita
utilizaba selectivament e los nombres divinos, aunque fuera compuesta
por un mismo autor.
Un aspecto notable de la división de Wellhausen por fuentes es la
aparición ocasional del nombre equivocado en porciones "Yahvistas" o
"Elohistas" del Pentateuco. Muy al comienzo en el desarrollo de esta
teoría multidocumental, se procuró reforzar los argumentos en favor de
la diversidad de autores, elaborando listas de sinónimos similares que
se suponía aparecían solamente en una "fuente" o en otra. (Por ejem-
plo, de los dos vocablos que traducen "sierva", shiphoh fue asignada
exclusivamente a J y 'amah a E;' en Génesis 33, Driver asignó el pasaje a
J, que utiliza shiphoh si bien pertenece a una porción de EJohim. De la
misma manera se asignó Sinoí a J y P, y el nombre de Horeb a E y D.)
l. Respecto a esta asignación de ·omoh a E y sh ipboh a J. es de notar que Génesis 20, la
primera porción considerable de E que aparece en el Génesis, usa s hip/;,ah en el versícu lo
14 (el pretendido vocablo J). y 'amah en e l verslculo 17. Para poder zafarse del atolladero,
a lgunos crltícos, tales como Holzinger, en su comentario del Génesis. se ven obligados a
s uprimir shipbah del verslcu lo 14 basados en que "E no usa esa palabra" (CJ. G. C.
Aalders. SIP, pág. 39). Hace lo mismo con ship~oh en Génesis 30:18. otro pasaje E. con la
afirmación de que "esta palabra. en el texto de E, no puede ser original. .. He aqu í un
notable ejemplo de razonamiento ci rcu lar. En razón de que esta palabra figura en pasajes
), tiene que haber sido utilizada solamente por J: pero en cuanta ocasión fuera usada en
secciones E, tiene que ser una inserción J. o un error craso de un redactor posterior.
Aplicando esta metodologla es posible proba r cualqui er cosa, en lo que a vocabulario se
refíere. Pero diflcilmente pasarla como un manejo c ientífico de la evidencia texl ual.
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN SÉGUN LAS
FUENTES DE ÜRIGEN 133

A pesar de todos los esfuerzos que se han hecho para mantener estas
"palabras características" y sus propios nombres divinos en separados
compartimientos herméticamente cerrados, lo cierto es que ocasional-
mente hay filtraciones, por así decir. Descubrimos que Elohim figura en
algunos pasajes como Génesis 3:1-5 (donde la serpiente se refiere a Dios
con ese nombre); Génesis 16:13 (donde Agar llamó el nombre de Jeho-
vá: "Tú eres un El que ve"); Génesis 32:28-29) relata que Jacob luchó
con Elohim en Peniel -notoriamente antropomórfico- y recibió el nom-
bre de Yisra-EI, o Israel). Pero por otra parte, Yahweh figura en pasajes
E tales como Génesis 22:11 (cuando el ángel de Jehová detiene la mano
de Abraham para que no clave el cuchillo en el cuerpo de Isaac) y en el
versículo 14 (donde Abraham des.igna a ese lugar con el nombre de
"Jehovájireh"). También figura Yahweh en pasajes tales como Génesis
7:16; 14:22 y 17:1. A pesar de toda la vigilancia que han ejercido los
cr:iticos que favorecen la división por fuentes en el manejo de la tijera y
el engrudo, se han producido algunos traspiés como los mencionados,
si bien la práctica general ha sido la de dividir en dos los versículos en
lo.s cuales figura el nombre compuesto de Yahweh-Elohim (p. ej., Géne-
sis 2:4 donde 4a se lo asigna a P y 4b a J) en vez de permitir que figure el
nombre equivoc:ªdo y asi ponga en aprietos a la teoría.
Ya hemos señalado' que se han planteado serias objeciones a la
utilización de nombres como criterio para la división por fuentes, de-
bido a las numerosas discrepancias que ocurren según que los nombres
aparezcan en el TM o en la traducción de la LXX. Esto echó sombras
sobre la validez de cualquier proceso de separación que dependiera tan
completamente de la infalibilidad del TM en la transmisión de Yahweh
y Elohim, cuando los mismos críticos señalaron los errores que apare-
clan prácticamente en todo el resto de la Tora. Los datos que hoy
obtenemos de los documentos hebreos no favorecen la vieja teoría de
Astruc de que diferentes nombres necesariamente indican distintos
autores.
¿Qué explicación, entonces, explica la distribución de Yahweh y
Elohim a lo largo de la Tora'? Un cuidadoso estudio de la etimología y
del uso de ambos nombres indica que el nombre escogido dependía del
contexto de la situación. Elohim (que aparentemente deriva de una raíz
que significa poderoso, fuerte, a la cabeza de todos los demás) se usa
para referirse a Dios como el Todopoderoso Creador del universo y
Señor de la naturaleza y del la humanidad en general. De ahí que en
Génesis 1 sea apropiado utilizar únicamente Elohim puesto que el tema
de que trata es el de la creación. Por otro lado Yahweh es el nombre d el
Dios del pacto, y se lo reserva para los casos y las situaciones en que se
involucra a Dios en un compromiso de pacto. De ahí que en Génesis 2

2. Ver capítulo 7, pág. 100 de eslc libro.


134 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

se usa con frecuencia este nombre porque el tema que toca es el trato
benigno de Dios con Adán y Eva bajo el pacto de las obras. En Génesis 3
la serpiente, como agente o.personificación de Satanás, ausente de toda
relación con el Dios del pacto, se refiere a él como Elohim, ejemplo que
sigue Eva durante todo el dialogo sostenido con la serpiente. Pero es
Jehovó Dios el que llama a Adan (Génesis 3:9) y reprende a Eva (Géne-
sis 3:13) y quien también, como Dios que cumple el pacto con la pareja
arrepentida, lanza su maldición contra la serpiente (Génesis 3:14).
Esta distinción entre los dos nombres de Dios la percibió y definió
clara.mente el rabino Jehuda Hallevi en la remota fecha del siglo xn d.
de J. C., cuando definió a Elohim como el nombre divino en general, en
tanto que Adonay era específicamente el nombre del Dios de la revela-
ción y del pacto. Hasta el mismo Kuenen se sintió forzado a conceder
que: "La distinción original entre Yahweh y Elohim con frecuencia
explica el uso de uno de esos títulos con preferencia al otro."' Más
adelante comenta: "La historia de las investigaciones críticas ha de-
mostrado que en el uso de los nombres divinos se ha dado demasiado
por sentado ... Será saludable, por lo tanto, advertir en contra de hacer
demasiado hincapié en este solo fenómeno."• Semejante admisión
parecería indicar cierto escrúpulo en cuanto a la validez de uno de los
más fundamentales criterios para la división según las fuentes, aun de
parte de uno de los principales artífices de la hipótesis documental.
Si bien los documentalistas pertenecen a una escuela de pensa-
miento que despectivamente rechaza todo intento de establecer las
doctrinas cristianas según la evidencia de los textos, ocasionalmente se
han transformado ellos mismos en esforzados campeones de los méto-
dos que aplican la evidencia de los textos, es decir, han caido en el
error de insistir en una interpretación literal de palabras de uno o dos
versículos, prescindiendo totalmente del contexto o de la analogía de la
enseñanza bíblica en otros pasajes. En ningún caso esto se hace tan
evidente como en su tratamiento de Exodo 6:2-3: " Yo soy Yahweh. Y
aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob, como El Shaddai, mas en mi
nombre Yahweh no me di a conocer (ló no•·da'ti) a ellos." Esto se
pretende forzar para que signifique que de acuerdo con este autor (E), el
nombre Jehovó fue primeramente revelado a Moisés. U, sin embargo, no
sabía de esta posterior tradición y supuso que Jehovó también era apro-
piado para el relato premosaico.) Pero esto entraña un análisis muy
superficial del verbo hebreo conocer (yodo') y de las inferencias en
hebreo de conocer el nombre de una persona. De ninguna manera po-
dría tener un torpe sentido literal, tal como lo demuestra lo absurdo de
suponer que fueron necesarias íntegramente las diez plagas para con-

J. Abraham Kuenen, Hexoleuch (1886), pág. 56.


4. lbid, pág. 61.
VARJANTES Y PAR0NlM0S COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN SÉGUN LAS
FUENTES DE ORIGEN 135

vencer a los egipcios (Exodo 14:4: "Y sabrán los egipcios que yo soy
Jehová") de que el Dios de los hebreos se Uamaba Yahweh. Es obvio que
tanto en Exodo 6:7: "Y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios,
que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto"; y en 14:4. la
inferencia es que ellos serán testigos de la fidelidad del pacto de Dios al
librar a su pueblo y al destruir y castigar a sus enemigos. De esa manera
lo conocerán por experiencia como Jehová, el Dios del pacto. La expre-
sión "sabréis o sabrán que yo soy Jehová" se repite por lo menos 27
veces en el Antiguo Testamento, y en todos los casos lleva implícita la
misma idea. El uso hebreo indica, por lo tan to, con toda claridad, que
Exodo 6:3 enseña que Dios, que en anteriores generaciones se reveló
como El Shaddai (Dios Omnipoten te} por sus obras de potencia y de
misericordia, ahora en la generación de Moisés se revelaría como el
Je:bová guardador y cumplidor del pacto, por medio de una maravillosa
liberación de toda la nación de Israel. Como lo señala Orr, el "nombre"
(hebreo, shem) denota la faceta de revelación del ser de Dios.•
Es muy significativo el hecho d e que en años recientes algunos de
los máximos eruditos líberaJes de Europa han abandonado la tradicio-

5. James Orr, POT. pág. 225. Al llegar a este punto es menester decir a lgunas palabras
sobre el significado eli mológico del nombre Yolnveh. En base a Exodo 3:14, se infiere
habitualmente que significaba El es. "YO SOY EL QUE SOY" es la traducción del hebreo
'ehyeh ..Ser 'ehyeh, que proviene del verbo hoyoh. "ser o llegar a ser." Por el equ ivalente
arilmeo h•wo', podemos deducir que el verbo hebreo originalmente se pronunciaba
ho woh. Por lo tanto. en los días de Moisés '•hyeh pudo haberse pronunciado '•hweh . Si
entonces Moisés hubiera ido a Egipto y declarado de Dios: "El es" (en lugar do adherirse a
la primera persona: "yo soy"}, hubiera dicho Yohweh. Pe.ro si Yohweh signilica "El ,es",
¿hemos de entender esto como una afirmación de la existencia eterna de Dios? (Hasta el
mismo Orr lo interpreta asi: "El Auloexistente": la versión francesa lo traduce /'Erernel.J
.A lo anterior hay dos objeciones: e l verbo hayah jamás expresa una mera existencia
ontológica, sino más bien la noción de "ocurrir, llegar a ser, entrar en una nueva condi-
ción, o estado. o relación:" y el nombre YoJrweh nunca se usa en contextos que afirman la
existencia eterna de Dios, como tal. sino más bien (como ya lo hemos visto) en un
contexto convencional. Esto concuerda perfectamente con la característica alirmación
del pacto: "Yo seré-'ehyeh-su Dios y elílos serlin -y ihyü• mj pueblo." Así. en Exodo
6:7: "Seré vuestro Dios. y sabréis que yo SO)' Jehová": es decir, El es (el Dios del pacto del
pueblo del pacto}.
Sin embargo, se han hecho otras sugerencias que niegan dicha interpretación "El os" en
cualquiera de los dos sentidos apuntados. W. F. Albrighl (SAC. pág. 16} y D. N. Proodman
(en JBL, 2:79 (1960}: 151-56) interpretan l' ahweh como unn forma hiphil, yohyeh: "El
hace que sea." Esta interpretación la toman de la !rase "Yahvéb Sebaot" (Biblia de
/erusalén} que la Versión Reino-Va/era traduce ''Johová de los ejércitos", y que enlienden
que originalmente significó: "El da vida a los ejércitos ... Esto concordarla mejor con la
vocal a de Ya.hweh que con la anterior expl icacióo: "El es" (que teóricamente ha debido
sor yihweh en vez de yohweh}. Pero una objeción casi fatal a esta interpretación radica en
el :hecho que nunca en el Antiguo Testamento se utili,.a Yohweh para destacar el papel de
Dios como Creador, sino más bien como el Dios del pacto. Más aún, nunca ligura este
vw.rbo en particular en ninguna parte del hiphill del Antiguo Testamento.
Aun olTos han negado cualquier clase de conexión con el verbo ser (hóyon}. y piensan
qu.e diflcilmenle existió en una lorma anterior, hówoh. Theophile J. Meek, de Toronto
(Hebrew Origins -Orígenes hebreos- !Nueva York: Harper & Row, 1960/· pág. 116), insiste
en que proviene de un verbo árabe howor, soplar. Por lo tanto, "El sopa" sería e l nombre
de un Dios de las tormentas del desierto de Sinaf. Esto, por supuesto, le atribuyo un
origen politeísta a la religión de Israel. y de ninguna manera explica la estructura de
referencia del pacto que exhibe el nombre Yohweh tal como realmente se usó en el
Antiguo Testamento.
136 RfsEÑA C RITICA DE UNA INTRODUCCJÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

nal exégesis que hizo Wellhausen de Exodo 6:3. Así, lvan Engnell afir-
ma que: "Los diferentes nombres divinos tienen asociaciones ideológi-
camente distintas y, por lo tanto, diferente connotación. Así, se utiliza
preferentemente Yahweh cuando se refiere al Dios nacional de Israel,
indicado como tal en contraste con dioses extraños y con referencia a la
historia de los patriarcas. mientras que por otro lado. Elohim, 'Dios',
expresa más bien una imagen ' teológica' y abstracta-cósmíca de Dios en
contextos mayores y más dinámicos . .. Por lo tanto, es el tradicionista,
el mismo tradicionista, el que varía en el uso de los nombres divinas,
no los documentos."• También Sigmund Mowinckel: "No es el modo
de ver de E que Yahweh está revelando a Moisés un nombre hasta
entonces desconocido. Yahweh no le dice su nombre a alguien que no
lo conoce. Moisés pide una evidencia "convincente" para que sus
paisanos sepan cuando vuelva a ellos que realmente fue el Dios de sus
padres el que Jo envió ... todo el tenor de la conversación presupone
que los i.sraelitas ya conocían el nombre."'

Ü TRAS V ARIAl\'TES EN D ICCIÓN Y E STILO

Ya hemos mencionado que desde los primeros días de la hipótesis


documental, en los tiempos de Astruc y Eichhorn, se hicieron esfuerzos
para reforzal' la teoría de las fuentes separadas, elaborando listas de
palabras caracter lslicas que se sostenla habían s ido utilizadas
solamente por Jo E, según el caso, y no solamente por la otra fuente. Ya
anteriormente en este mismo capítulo, hemos dado algunos ejemplos;
por ejemplo, los sinónimos que s ignifican sierva (shiphoh y omah,
asignados a J y E respectivamente) y los variantes términos geográficos
Horeb (E o D) y Sinaí U o P). Pero par eciera que estas listas fueron
hechas recurriendo a métodos muy dudosos y cuestionados por su
cará cter de circ ulas viciosos, lo cua l tie nde a viciar todo e l
procedimiento.• Los siguientes son los métodos utilizados.
1. Los diversos tipos de materia de que se trata fueron estric-
tamente segregados y parcelados según las diversas "fuentes", en base a
compartimientos. Así, toda vívida narración biográfica fue asignada a J,
las leyendas etiológicas habitualmente atribuidas a E, y las listas esta-
dísticas o genealógicas y prescripciones rituales a P. Como es natural.
todo Lipa de asw1to o materia tiende hacia un vocabulario especializa-
do, y esto explicarla la preferencia por ciertos vocablos o modismos en
un género a distinción de otros. El estilo y vocabulario empleados en el

6. Emgnell, citado en OTMS. pág. 66.


7. Mowinckel , citado en OTMS, pág. 54.
8. Ver K. A. Kitchon, AOOT, pág. 124. que menciona cinco distintos vocablos egipcios
que se refieren a "bote" en la estela de Kamose. y dos vocablos que se refferen a "en-
viado" en una inscripción de Asurbanipal.
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN SÉGUN l.AS
FUENTES DE ÜRJGEN 137

articulo editorial de un diario puede diferenciarse notoriamente del de


una crónica deportiva, aunque el mismo periodista haya escrito los dos.
Podríamos anotar listas similares de términos especializados en el en-
sayo de Milton, Areopagftica, comparándolo con su tratado sobre el
divorcio; y ambas obras fueron escritas por el mismo autor.
2. Al escoger palabras características para cada lista, los críticos se
vieron obligados a recurrir a interpolaciones para poder explicar la
aparición de una palabra P en un pasaje J, o una palabra) en un pasaje
E. Es necesario, por ejemplo, asignarle a P todas las veces que en Exodo
8 se repite la expresión "y Aarón'', aun los pasajes J tales como los
versículos 1-4 y 8-15. Esto se debe aJ dogma critico de que Aarón no fue
un personaje histórico y de que no fue ideado hasta la época de la
composición del código sacerdotal. De manera similar. cuando Padan-
aram (nombre P) aparece en Génesis 31:18 (que es una sección E), la
segunda mitad del versículo 18 es atribuido a P, dejando el resto de los
versículos 4-45 para E (de esta manera se salva el veredicto de que
Padan-aram figura solamente en P, en contraste con Aram-naharaim,
empleado por JE y D). Pero este es un procedimiento de circulo vicioso.
La pretensión inicial fue que e l texto hebreo propiamente dicho
solamente podía ser explicado entendiendo que hubo diversas fuentes
que utilizaron vocabulario especializado; pero cuantas veces el texto
hebreo atenta contra la teoría al aparecer una palabra "equivocada". esa
irritante palabra debe ser tratada de inmediato como una interpolación
de otra "fuente". Con semejantes métodos, es posible tomar cualquier
composición literaria que se haya escrito alguna vez y dividirla en
diversas fuentes, explicando como interpolaciones todas las discrepan-
cias que pudieran ser inconvenientes.
Los documentalistas también han supuesto, sin prueba alguna, que
los antiguos autores hebreos eran incapaces de expresar variaciones en
su modo de expresión; las variantes en el texto bíblico solo pueden ser
explicadas por diversa paternjdad literaria. Sin embargo, es un hecho
bien conocido que en la literatura de otras naciones los escritores con-
sumados uliHzaban la variedad para evitar la monotonía. Esto se ma-
nifiesta particularmente en trozos paralelos, tal como ocurre en Génesis
30:23,24: "Y concibió. y dio a luz un bjjo, y dijo: Elohim ha quitado mi
afren to;• y llamó su nombre José (Yósep), diciendo: Añádame (yósep)
Jehová otro hijo." Si bien es cierto que la afirmación de Raquel no es
estrictamente poesía. desde el punto de vista técnico, tiene un evidente
sabor a estilo poético. Del juego de palabras Yósep, yósep, res ulta obvio
que este versículo es una sola unjdad. Y sin embargo, debido al criterio

9. Es decir. el qal Imperfecto de 'ósap. "quitar", es yO'sep. que sonaba como el Imperati-
vo hiphil do yosop, "añadir". Ciertamente cualquier hebreo que lo hubiera escuchado,
hubiera consideraoo esto como un juego do palabras. si bien es cierto que no era otra cosa
que el qal perfecto de Osop que ligura oo Génesis 30:23.
138 RfsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAJ\IBNTO

artificial utilizado por los seguidores de Wellhausen, se sienten cons-


treñidos a parcelar la primera cláusula para E y la segunda para J.
Un ejemplo similar lo tenemos en Génesis 21:1 y 2: (a) "Visitó
Jehová a Sara, como había dicho, (b) e hizo Jehová con Sara como había
hablado. (e) Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, (d) en
el tiempo que Elohim le había dicho." Bajo la presión de su teoría, los
críticos han asignado (a) y (e) a J, y (b) y (d) a P. Sin embargo, el hecho
de que aun (b) contiene Jehová los desconcierta considerablemente,
puesto que un pasaje P anterior a Exodo 6:3 deberla decir "Elohim".
(En este pasaje la LXX traduce Kyrios, o sea el equivalente de Jehová, en
los tres casos.)
Además, un mismo autor puede echar mano a la diversidad para
hacer hincapié, o dar fuerza o brillo literario. Por ejemplo, en el relato
de Exodo que narra la negativa del Faraón para liberar al pueblo israeli-
ta, se utilizan tres verbos para referirse a su obstinada actitud, frente a
las diez plagas: hózaq (tornarse fuerte o atrevido) o hizzeq [hacerse
fuerte o atrevido), higshah (hacerse duro), y hikbid (hacerse pesado o
insensible). Los críticos asignan el primero a P y E, el segundo solo a P,
y el tercero a J. Pero lo que ocurre en realidad es que los tres son
utilizados con una refinada discriminación por el autor hebreo para
describir el endurecimiento progresivo del corazón del rey, primero
como resultado de su propia y testaruda negativa, y luego como resulta-
do del enceguecimiento judicial de Dios para este obstinado enemigo.
As(, en Exodo 7:13 (un versículo P), leemos que el corazón de Faraón
"se endureció" (hózaq); el próximo versículo, el 14, cita lo que Jehová
dice sobre la nueva condición del corazón del faraón , que está siendo
pesado u obstinado (kóbéd), natural secuencia sicológica. Esta altera-
ción entre hózaq y hikbid (la respuesta voluntaria de Faraón y el en-
durecimiento judicial de su corazón por parte de Dios) continúa en
todo el relato (Exodo 7-9) de acuerdo con un deliberado plan por parte
del autor. Los críticos has pasado este hecho completamente por alto en
su artificial parcelamiento entre P y J.
En otros casos. la variedad en la fraseología puede ser utilizada para
destacar o ampliar alguna afirmación de particular importancia. Asi,
las noticias sobre la muerte de mujeres tales como Débora, la ama de
Rebeca (Génesis 35:8), o Raquel (Génesis 35:19), se describen en térmi-
nos simples: "Murió y fue sepultada". Pero en el caso de los patriarcas,
tales como Abraham [Génesis 25:8), Isaac (Génesis 35:29) y Jacob
(Génesis 49•:33), la fórmula es más solemne y elaborada: "Exhaló el
espíritu (gówa') y murió, y fue unido a su pueblo, y lo sepultaron sus
hijos." Pero los documentalistas, pasando por alto esta obvia distin-
ción, asignan a E las crónicas necrológicas de las mujeres y a P las
crónicas necrológicas de los patriarcas, mediante un tipo de disección
mecánico y artificial. Por otra parte, dejan de lado totalmente otros
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA ÜIVJSIÓN SÉGUN LAS
FUENTES DE ÜRIGEN 1! 39

pasajes a pesar de mostrar precisamente similares variaciones en la


redacción. Por ejemplo, versículos como Exodo 1:7: " Y los hijos de
Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortaleci-
dos en extremo, y se llenó de ellos la tierra"; todo lo cual fue asignado a
P; o capltulos como Génesis 24, ,con sus diversas designaciones de
Rebeca (doncella, virgen y mujer), que fue atribuido todo a J (cf. Alais,
FBM, págs. 63-64).
Los críticos has considerado siempre que la forma más larga del
pronombre Yo ('anoki) es de uso más antiguo que la forma más corta
('•ní) y, por lo tanto, es un criterio para la división por fuentes. De ahi
que la fórmula " Yo soy Jehová" ('dndkI Yahweh) de Exodo 20:5 sea
asignada a J-E, y su aparición en Deuteronomio 5:6, 9 seria, presumi-
blemente, una repetición de esta tradición (J-E) anterior. Pero en reali-
dad de verdad, la elección entre '•ni y 'cinóki está regida por lo
convencional, o sea por el uso de la frase hecha; la fraseología habitual
de "Yo soy Jehová" es '' ni Yahweh , y figura también en J (Génesis
28:13; Exodo 7:17), aun en contextos que emplean libremente 'ónókI
por " Yo". El argu mento de los críticos basado en la gran preponderan-
cia de '•ni en un autor del exilio como lo fue Ezequiel pasa por alto el
hecho de que 60 de las veces que aparece en el libro de Ezequiel (como
asimismo casi 50 veces en P) consisten en la misma estereotipada ex-
presión '•ni Yahweh (cf. Allis, FBM, pág. 65). Pero todo el argumento ha
caldo en el ridículo últimamente ante el descubrimiento de ambas
formas del pronombre casi pegadas unas a otras en las inscripciones
ugarfticas del siglo XV.'º Este es un notable ejemplo para demostrar
cuan poco dignos de confianza son los argumentos que se esgrimen
para fundamentar la teoría documental. Los descubrimientos arqueoló-
gicos posteriores a Wellhausen echan por tierra los "seguros resulta-
dos" de su escuela, y demuestran la poca confiabilidad de las deduc-
ciones basadas en la ignorancia.

S UPUESTOS RELATOS DOBLES Y PARAL.EI..OS

Desde los primeros dfas de la teoría documental. uno de los


argumentos esgrimidos para probar la existencia de diversas fuentes en
el Pentateuco, fue la aseverada existencia de relatos dobles paralelos.
Los dos relatos de la creación, las diferentes encalladuras en la narra-
dón del diluvio, los tres nombres. de Isaac y demás, son sin duda el
resultado de una torpe combinación de diversas tradiciones para un
mismo evento. Algún editor o redactor posterior las reunió a todas de
manera tal que permanecieron en e l texto muchas de las discrepancias,

10. Ver Cyrus H. Gordon, Ugoritic /iandbook [Manual ugarftico), sec. 49 [Roma: Pontifl•
cio Instituto blblico, 1947) 2:15·21 .
140 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

y eso permite al crítico erudito separar científicamente sus partes. Este


tipo de disección analítica entusiasma especialmente a los que ya se
han entregado a la teoría de la paternidad literaria múltiple. Quienes se
aproximan al texto con una mente amplia, no ven semejantes divergen-
cias a lo largo de su lectura.
1. En el caso de los dos supuestos relatos de la creación, Génesis 1
que brotó de P en tiempos del exilio o posteriores, y Génesis 2 que
procedió de J, en el siglo IX a. de J.C., hay que notar que Génesis 2 ni
siquiera pretende ser un relato de la creación del mundo. Se reduce a la
creación de Adán y del ambiente del Edén en el que fue colocado. La
mayoría de los eruditos concuerdan en que Génesis 2:4 (" Estos son los
orígenes (tól•dól) de los cielos y de la tierra el día que Jehová Elohim
hizo la tierra y los cielos") constituye el tétulo de la sección que viene a
continuación (si bien los dos nombres utilizados para nombrar a Dios
obligan a los críticos partidarios de la diversidad de fuentes a dividir el
versículo entre J y P). Pero en ninguna otra parte tóF•dót expresa la idea
de creación. Las otras nueve veces qu e aparece esta fórmula (estos son
los orígenes) en la Tora, siempre presenta una subsiguiente explicación
sobre la progenie de un antepasado a través de [as sucesivas gene-
raciones que descendieron de él. Por tanto., bien pudiera ser que en
Génesis 2 tengamos una crónica sobre la progenie de l cielo y de la tierra
(en este caso Adán y Eva principalmente), luego de efectuada la crea-
ción inicial. (Sin embargo, en este caso puede concebirse que se refiere
nuevamente a Génesis 1.)
No obstante, hay presente un elemento de recapitulación, puesto
que se relata de nuevo la creación de la raza humana (cf. Génesis 2:7 y
1:26-27). Pero en la antigua literatura semítica se practicaba corrien-
temente esta técnica de recapitulación. El autor, en primer lugar, hacía
una introducción del relato en forma breve por medio de un sumario, y
luego seguía con una narración detallada y circunstancial, cuando se
trataba de asuntos de mayor importancia. Para el autor de Génesis 1-2 la
raza humana era, obviamente, el producto cumbre o culminante de la
creación, y sólo podía esperarse que le dedicara a Adán u n tratamiento
más extenso, luego de haberlo colocado en su marco histórico (el sexto
día de la creación). Es un error suponer que Génesis 2 indica la creación
de animales en fec ha posterior a la creación de Adán. Lo único qu e
hace, en ese aspecto, es declarar que los seres llevados a la presencia de
Adán para que les pusiera nombre, habían sido especialmente forma-
dos por Dios para ,ese propósito. (No implica que no hubiera animales
en ninguna otra parte del mundo antes de ese momento.) O también,
corno lo sugiere Aalders (SIP. pág. 44), la palabra formó (de Génesis
2:19) puede también traducirse " había formado" (puesto que gramati-
calmente, el pretérito perfecto en hebreo cumple también la función de
pretérito indefinido y de pretérito imperfecto). E.sto significaría que
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVlSIÓN SÉGUN LAS
FUENTES DE ORIGEN 141

Dios puso delante de Adán todo animal y ave que previamente formó
de la tierra. Por último, es menester notar el hecho obvio de que ningún
relato genuino de la creación jamás omitiría mencionar la creación del
Sol, de la Luna, de las estrellas, de la tierra y de los mares, como lo hace
Génesis 2. Tal misión elimina ,toda posibilidad de que sea clasificado
can propiedad como una cosmogonía, a la luz de la literatura compara-
da del antiguo Cercano Oriente.
Al respecto observa Kitchen:

Se sostiene a menudo que los capítulos primero y segundo del


Génesis contienen dos distintos relatos de la creación. Sin embar-
go, y en realidad de verdad, la naturaleza estrictamente com-
plementaria de los "dos" relat os es perfectamente clara: Génesis 1
menciona la creación del hombre como último de una serie, sin
detalle alguno, en tanto que en Génesis 2 el hombre aparece como
el centro de la escena y se dan mayores y específicos detalles
sobre él y su asentamiento. No hay aquí ninguna duplicación
incompatible. El no reconocer la naturaleza complementaria de la
distinción temática entre un bosquejo general de la creación por
una parte, y el hincapié detallado sobre el hombre y su esfera de
acción, por la otra, linda en el oscurantismo.

A continuación menciona los diversos estilos de los textos que


figuran en los monumentos del antiguo Cercano Oriente, que no
pudieron contar con ninguna prehistoria textual. tal como la estela
poética de Karnak en honor de Tutmosis 111, la estela de Gebel Barkal y
varias inscripciones regias de Ura:rtu, que en sus bosquejos generales
alaban las hazañas del gobernante y en detalle relatan victorias especí-
ficas. Concluye con la siguiente observación:

Lo que resulta absurdo aplicado a los textos de los


monumentos del Cercano Ori ente, que no tenían a mano ni pre-
historia ni redactores, no debería imponérsele a Génesis 1 y 2 ,
como lo hace la perpetuación no crítica de una sistematización
especulativa del siglo XIX, hecha por diletantes del siglo XVIII,
totalmente ignorantes de todo conocimiento de las formas y usos
en boga en la antigua literatura oriental. 11

11. Kitchen, AOOT, págs. 116-117. Compa.ra.r también la analogla señalada por Kitchen
en la biografla del general Uni, en el año 2300 a. de J.C.. que contiene: a) un fluido estilo
na.rrativo (como en los pasajes J y E) en secciones donde describe su carrera de servicio en
favor del estado; b) refranes estereotipados en que se registra el reconocimiento oficial de
Famón por sus acciones (cf. el estilo P); los cánticos de victoria entonadas por sus tropas
durante el retorno de Palestina (una fuente especial H o himnica); y s in embargo, todos
estos elementos son aceptados como de una sola paternidad literaria libre de inserciones
posteriores (New Bible Dictionary. -Nuevo Dicciona.rio Blblico- ed J. D. Douglas Londres:
lnter-Varsity, 1962; pág. 349).
142 R ESEÑA CRlTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

2. Con respecto a los diversos relatos del diluvio (al parcelar Géne-
sis 6-8 entre J y P), nótese que el lector desprejuiciado es incapaz de
detectar ningún elemento diverso en estos tres capítulos tal como figu-
ran en el TM, y que solamente pueden ser detectadas las supuestas
divergencias por un artificial proceso de disección. No va más allá de
una suposición no probada el insistir, como lo hizo Wellhausen, en que
la orden general de meter en el arca dos ejemplares de todas las espe-
cies (PJ es incompatible con la excepcional provisión de meter siete de
todas las especies "limpias" U). Para el lector común. las bases para esa
distinción son bien claras, y de ninguna manera significan puntos de
vista irreconciliables. Lo mismo es cierto en cuanto al número de días
que duró el diluvio. Sostienen algunos que J hace durar el diluvio 40
días (Génesis 7:12, 17; 8:6, a lo cual hay que añadir dos semanas más
hasta el envío de la paloma), en tanto que P lo hace durar 150 días
(Génesis 7:24). Pero la lectura consecutiva de toda la narración deja en
claro que el autor le da al aguacero propiamente dicho una duración de
40 días, en tanto que la duración del nivel de las aguas sobre los montes
más elevados duró 150 días (pues 7:24 no dice que llovió durante todo
ese período).
Allis señala (FBM, págs. 95-97) que solamente en tres puntos princi-
pales de hincapié en la narración del diluvio es posible detectar "re-
latos para lelos", y son los siguientes: la pecaminosidad del hombre
como causa provocadora del d il uvio; la destrucción de toda carne como
propósito del diluvio; el rescate de un remanente representante del
hombre y de las bestias, de la destrucción del diluvio. Se hace hincapié
en estos tres elementos recurriendo a un característico recurso hebreo
de repeticiones en términos ligeramente diferentes después de ciertos
intervalos adecuados entre ellos. Pero fuera de estos tres elementos es
casi imposible descubrir relatos paralelos que no dependan unos de
otros para llenar detalles que faltan. Por ejemplo, de acuerdo con el
análisis crítico, J se refiere al arca sin explicación alguna sobre su
construcción. Solamente P registra la entrada de Noé y su familia al
arca (Génesis 7:13-160), excepto que J afirma que Jehová los encerró en
el arca (si bien el autor de J aparentemente no dice cómo se metieron
alli). Solamente J sabe sobre el envío de los pájaros con propósitos de
reconocimiento (8:6-12); P nada dice sobre ello.
Justo es decir, por lo tanto, que los datos que nos da el texto son
fácilmente reconciliables con la unidad de la paternidad literaria, pero
ofrecen serios obstáculos para dividirlos en dos fuentes divergentes.
También resulta peculiar, si la narración del Génesis sobre el diluvio se
compone de dos estratos separados en su origen por casi cuatro siglos,
que el relato babilónico del diluvio (hallado en la epopeya de Gilgamés)
incluya tanto elementos J como elementos P en su versión del episodio.
Así, menciona las medidas del arca (elemento P), el envío de las aves
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA D IVISIÓN SÉGUN LAS
FUENTES DE ÜRIGEN 143

[detalle tomado de J) y el ofrecimiento de un sacrificio de acción de


gracias luego que hubo pasado el diluvio (también de J). Los paralelos
babilónicos permiten arribar a la conclusión casi inevitable de que las
porciones J y P de Génesis 6-8 tienen la misma antigüedad y se remon-
tan a la misma tradición oral que el episodio de Utnapistim en el poema
épico de Gilgamés. A su vez el relato babilónico demuestra una notoria
dependencia de un relato sumerio de siglos antes."
3. Trataremos más brevemente algunos otros supuestos relatos do-
bles del Génesis. Se dice que hay tres relatos distintos relacionados con
la nominación de Isaac [Génesis 17:17, P; 18:12, J; 21:6, E). Pero no lnay
ni nguna razón en particular para que tanto Abraham como Sara no se
hubieran reído con incredulidad, al oir cada uno a su vez la predicción
de su nacimiento, y que al fin se rieran de gozo.
4. En cuanto a los dos relatos sobre el secuestro de José y su trasla-
do a Egipto-el relato J. según el cual fueron los ismaelitas quienes lo
compraron (Génesis 37:25) y el relato E, según el cual fueron los
madianitas (Génesis 37:28)-, la dualidad de nombres simplemente
señala el hecho bien conocido por los contemporáneos del autor, de
que los madianitas eran una subtribu de los ismaelitas. En Jueces 8:24
leemos, respecto de los reyes madianitas Zeba y Za.lmuna y sus segui-
dores: "Traían zarcillos de oro porque eran ismaelitas." Por cierto que
originariamente Madián descendía de Abraham por Cetura (Génesis
25:2), pero las tribus ismaelitas y las tribus descendientes de Cetura
parecen haberse relacionado en el norte de Arabia, debido a su común
descendencia de Abraham."
5. Los dos episodios según los cuales Abraham hizo pasar a Sara
como su hermana, ante Faraón [Génesis 12:10-20) y ante Abimelec de
Gerar (Génesis 20:1-18), se alega que son formas variantes de una mis-
ma leyenda original. Pero la suposición de que los hombres nunca
cometen dos veces el mismo error ni ceden a la tentación más de una
vez es, por decir lo menos, ingenua, especialmente cuando conside-
ramos el hecho de que Abraham salió económicamente beneficiado en
ambas ocasiones.
6. En cuanto al episodio que figura en Génesis 26:6-11, según el
cual Isaac recurrió al mismo subterfugio con respecto a su esposa Rebe-
ca. y todo ello ocurrió en Gerar en una época en la cual un tal Abimelec
era rey de los filisteos, debemos conceder que existen notables puntos
de semejanza con el relato de Génesis 20 (referido a Abraham y Sa:ra)

12. J. B. Prilchard. ed ANET. págs. 42-44.


13. Kitchen señala las analoglas en el uso de nombres variantes para las mismas personas
en un solo pasa¡·e, en documentos egipcios como la estela de Sebekkhu (hacia el año 1850
a, de ),C.J, en e cual los enemigos que se enfrentan a los egipcios son denominados de
di.versa manera: Mntyw-Sst (beduino asiálico). Rlmv hsl (viles palestinos), y ':mw (asiáti•
cos). New Bible Diclionary (Nuevo Diccionario Bíblico) pág. 657.
144 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

Pero antes de recurrir a la explicación de Wellhausen en el sentido de


que es una mutilada versión de la misma tradición (ya que Génesis 26
se atribuye a J), debemos estar satisfechos en cuanto a los siguientes tres
puntos: en primer lugar, que los hijos nunca repiten el mal ejem plo de
los padres; segun do, qu e los habitantes de Gerar necesariamente
tuvieron que haber mejorado su moral sexual para la época en que Isaac
estuvo entre ellos; y en tercer lugar, qu e las dinastías filisteas nunca
transmitieron a sus descendientes los mismo nombr,e s de gobernante en
gobernante (p. ej., Abimelec !, Abimelec ll, etc.), a pesar de que esta era
la práctica habitual y demostrable en Egipto (cuya Duodécima Dinastía
muestra series tales como Amenemhat I, 11, 111 y IV y también Senusret
I, II y III), y en Fenicia (donde una serie de reyes de nombre Hiram o
Ahiram gobernaron en Tiro y Biblos). Hemos de señalar, de paso, que
tanto la aventura d e Abraham en Egipto que se narra en Génesis 12
(donde negó que Sara fuera su mujer) como el episodio de Isaac en
Gerar (Génesis 26) los documentalistas las atribuyen a J. He aquí, pues,
un ejemplo en que un relato paralelo no ind ica necesariamente
diferencia en las fuentes. Lo mismo cabe decir de la segunda visita de
Jacob a Bet-el (cuando le da por segunda vez el nombre de Bel-el); E
registra esta segunda visita (Génesis 35:1-8) distinta de la primera
(Génesis 28:18-22 ). Nuevamente hay aquí un relato paralelo que se
concede que ha surgido de la misma fuente.
7. Figuran dos relatos de la huida de Agar de la casa de Abraham.
El que narra Génesis 16:4-14 es atribuido a J (y relata cómo escapó antes
del nacimiento de Ismael) y el relato E, Génesis 2:1 :9-21, narra cómo
huyó otra vez cuando Ismael era una criatura. Pero considerando la
tensión existente entre Sara y Agar en aque llos años, ¡,no es razonable,
acaso, que ocurrieran esos dos incidentes en disti ntas epocas y bajo
disímiles circunstancias? ¿No abunda la his toria en tales episodios
repetidos en las vidas de otros personajes importantes, como el obispo
Atanasia y sus tres destierros (en los años 335, 339 y 356 d. de J.C.?)
(¿No tendría que parcelar la crítica literaria di visoria estos tres destié-
rros y atribuirlos a tres distintas "fuentes" cuyas varias tradiciones
fueron posteriormente combinadas por un redactor?)
8. En cuanto a la doble nominación del pozo de Beerseba, la
primera vez por Abraham en Génesis 21 :31 [atribuida a E), y la segunda
vez por Isaac en Génesis 26:33 [atribuido a J), no ha y obligación alguna
de considerarlas como tradiciones varian tes de un mismo episodio
original. Si consideramos los hábitos nómadas de Abraham y sus in-
mediatos descend ientes, es más que probable que los hostiles habi-
tantes de la zona hubieran cegado el pozo luego q ue el jeque hebreo
abandonó el lugar. Después del retorno de Isaac a sus familiares cam-
pos de pastoreo, ¿no sería más que natural que cavara nuevamen te el
pozo y reviviera piadosamente el antiguo nombre que le dio su padre?
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA D IVISIÓN SÉGUN LAS
FUENTES DE ÜRIGEN 145

¿Y no sería también aconsejable y oportuno que confirmara sus de-


rechos al pozo mediante la renovación del tratado (confirmado por un
shib'ah, juramento) con el principal gobernante del territorio? (Con-
viene mencionar aquí que la palabra shib'ah es la forma femenina del
vocablo sheba' componente de la palabra Beerseba; ambas significan
juramento.)
E L ESTILO HEBREO COMO R ESPUESTA A Los RELATOS PARALELOS

Parte de la respuesta a la teoría de los relatos paralelos puede ha-


llarse en la naturaleza del estilo literario hebreo. O. T. Allis ha señalado
que hay tres rasgos del estilo hebreo de los cuales se sabe perfectamente
bien que fueron aplicados por autores hebreos individuales, y que
pueden ser fácilmente explotados por los críticos modernos de mentali-
dad divisionista para dividirlos en hipotéticas "fuentes". Estos rasgos
son: oraciones de estructura paraláctica, repetición de los elementos de
mayor importancia, y el paralelismo poético." Serán útiles unas pocas
palabras explicativas.
1. La oración de estructura paraláctica se reíiere a la técnica carac-
terística de la retórica hebrea según la cual las ideas subordinadas o
interdependientes se eslabonan por la simple conjunción y (hebreo,
W'-). Por ejemplo, en Génesis 1 :14, donde la idea expresada en un
idioma indoeuropeo emplearía una cláusula indicadora de propósito
"Haya lumbreras en la expansión de los cielos para que sirvan como
señales y estaciones", el autor hebreo dice: "Haya lumbreras en la
expansión de los cielos ... y serán para señales y estaciones." También
en Isaías 6:7, literalmente dice: " He aquí, esto ha tocado tus labios, y es
quitada tu culpa, y tu pecado está siendo expiado." Lo que Isaías quiso
significar fue: "He aquí, que esto tocó tus labios poro que tu culpa sea
quitada y limpiado tu pecado." Esta misma partícula hebrea y puede
usarse para traducir la idea temporal de "cuando", o la idea CHcunstan-
cial de "mientras", o la idea consecuente de "entonces", o la idea
exegética (explicativa, aclaratoria) de "aun" o "es decir". La versatili-
dad de W'- es universalmente reconocida por los gramáticos hebreos.
Pero un crítico de mentalidad disecadora puede fácilmente parcelar
estos elementos componentes de una oración gramatical mosaica, basa-
do en la suposición del que diversos fragmentos de distintas fuentes
fueron torpemente reunidos por un redactor posterior que simplemente
utilizó una y para unirlas. Si un autor hebreo hubiera escrito su mate-
rial en griego clásico, por ejemplo, o en latín, hubiera sido casi imposi-
ble la obra de análisis divisorio de la escuela de Wellhausen, porque en
esos idiomas se utilizan habitualmente las conjunciones subordinadas

14. Allis , FBM, pág. 94.


146 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

o los participios para expresar las mismas ideas que el hebreo expresa
en forma paraláctica.
2. El segundo rasgo es la tendencia a repetir, en forma ligeramente
distinta, los elementos de la narración que revisten especial importan-
cia. Ya hemos dado un ejemplo de esta técnica en conexión con el
relato del diluvio. En ese momento señalamos de qué manera la repeti-
ción de los tres principales puntos de hincapié proveyó a los di-
visionistas el único material conveniente para la disección, en tanto
que el resto del relato no muestra evidencia alguna de fuentes múlti-
ples. Algo similar ocurre con la serie de capitulos que narran las diez
plagas {Exodo 7-11). En algunos casos la plaga se describe en cinco
partes características: amenaza, mandamiento, ejecución, súplica para
que sea quitada y cesación. A los críticos que sostienen la división de
fuentes les resu lta facilísimo {si bien en forma totalmente artificial)
parcelar estas parles asignándoles hipotéticos autores. Así, la amenaza
y la cesación las asignan a J, en tanto que la orden y la ejecución se las
atribuyen a P. Pero en el caso de las plagas menos gravosas, la descrip-
ción es más breve y tienen que atribuirlas, en forma más o menos
intacta, a una sola fuente. As(, las plagas de los piojos y de las úlceras
son asignadas a P sin dejarle nada a Jo E. De acuerdo con esta arbitraria
disposición, Jsabe solamente de siete plagas, P da informe de cinco y E
solamente de cuatro (más una quinta que no pasó de ser una ame naza).
En consecuencia, ni una sola de esas fuentes concuerdan en cuanto a
número o natUialeza de las plagas, y todas necesitan de la información
contenida en las otras para completar la serie de diez.
3. La tercera característica del estilo hebreo que se presta para una
artificial división de fuentes, es el paralelismo poético. Paralelismo es
el término dado a las estructuras balanceadas de cláusulas apareadas,
tan empleado en la versificación hebrea, como por ejemplo en el Salmo
24:1: "De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y lo que en él
habitan." Como puede verse por este ejemplo, se usan sinónimos co-
rrespondientes en los dos miembros del paralelismo: "tierra" corres-
ponde a "mundo", y "plenitud" a " los que en él habitan."
Un cuidadoso examen de los pretendidos relatos dobles y paralelos
-sobre los que tanto hincapié hicieron Ku enen y Wellhausen como
criterio para la división de fuentes- tiende a demostrar que estos
fenómenos permiten una explicación mucho más natural y no forzada ,
basada en una paternidad literaria única , que la que es posible según la
teoría de las fuentes múltiples. La hipótesis JEDP no cuadra realmente
con todas las evidencias y trata gran parte de los datos en que supues-
tamente se apoya, de una manera que jamás sería admitida en un tri-
bunal de justicia. Además, la metodología de este tipo de crftica lite-
raria se hace notoriamente sospechosa porque resulta ser un ins-
trumento por demás fácil para dividir composiciones cuya paternidad
VARIANTES Y PARONIMOS OOMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN StCUN LAS
F UENTES DE ÜRJCEN 1147

literaria única es reconocida universalmente.


Green brin dó u na excelente ilustración de esto en su análisis
"documental" de la parábola del ihijo pródigo de Lucas 15." En esta
parodia de la técnica de Wellhause n, señala que la fuente A y la fuente
B concuerdan en que hubo dos hijos, uno de los cuales recibió una
porción de la propiedad de su padre, y subsiguientemente quedó en la
penuria debido a su propia extravagancia. Pero solo A distingue a los
hijos como mayor y menor; B no menciona para nada sus edades. En A
el más joven recibe por pedido suyo una parte de la herencia, en tan to
que el padre retiene el resto para sí mismo; de acuerdo con B, el padre
dividió la herencia entre los dos h ijos. por propia iniciativa. A esta-
blece que el hijo pródigo permaneció en la vecindad y se empobreció
por su vida desenfrenada; en B fue a un país distante y allí gastó toda su
propiedad, pero no se dio a ningún exceso. Green lo analiza exac-
tamente como lo haría S. R. Driver, en forma completa, con palabras
características de A y B, que han sido insertadas donde no correspon-
dían por un redactor chapucero. Luego Green hizo lo mismo con la
parábola del buen samaritano. Totalmente versado en la metodología
de la escuela de Wellhausen, maneja estos materiales como si fuera
un acreditado miembro de ese gremio, y de esa manera demuestra su
artificialidad.

15. William Henry Green, Higher Criticism of the Pentoleuch (Alta critica del Pen-
tateuco), págs. 119-122.
CAPITULO 10
PALABRAS TARDIAS Y ARAMEISMOS
COMO CRITERIO PARA
UNA DIVISION EN LAS FUENTES DE
ORIGEN
Uno de los criterios más contundentes al que recurre la crítica divisoria
para demonstrar Jo tardío de ciertas porciones del Pentateuco, consiste
en señalar las palabras que figuran en el texto y que rara vez son utilfaa-
das en otras partes de la literatura hebrea existente, excepto en los
escrílos del Talmud y de la Midréis, que corresponden a la era cristiana.
Este método provoca una gran impresión de objetividad científica y
pesa en el ánimo de los que han oido un solo lado de la historia. Hay
otro lado, sin embargo, que también debe ser cons iderado por el obser-
vador atento, y que le roba a ese argumento gran parte de su fuerza. En
forma sintética, el argumento es el siguiente: si una palabra no se repite
más de tres o cuatro veces en el Antiguo Testamento, pero figura en la
literatura hebrea posterior (el Talmud y la Midrós), tal palabra es de
origen tardío, y ese pasaje del Antiguo Testamento tiene que ser de
composición también tardía. Aplicando este criterio, los críticos han
podido reforzar su pretensión de que el código sacerdotal (P) se originó
en el exilio o posteriormente, y también separar grandes porciones de
lsaias y de otros libros post-mosaicos como inserciones posteriores del
período persa o aún del griego.
Durante la segunda década del siglo XX, Robert Dick Wilson, de
Princeton, se tomó el trabajo de confeccionar una exhaustiva tabula-
ción de todas las llamadas palabras raras en las Escrituras hebreas, y
posteriormente publicó las estadísticas resultantes. 1 Sorprende el
hecho de que tales palabras extrañas se repiten en todos los libros del
Antiguo Testamento y en casi cada capítulo. Si este criterio es digno de
confianza, resulta que todos los libros del Antiguo Testamento son
tardíos y ninguno temprano. Comparemos las siguientes cifras, recor-

1. Robert Dick Wilson. SIOT, pág. 135.

148
PALABRAS TARDIAS Y ARAMEISMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN EN
LAS FUENTES DE ÜRIGEN 149

dando que mientras más alto sea el porcentaje de "palabras raras" que
aparezcan con el mismo sentido en el Talmud, más tardía será la fecha
de composición del libro del Antiguo Testamento de que se trata. si ha
de ser válido este criterio. El núm,ero de palabras poco frecuentes (es
decir que se repiten cinco veces o menos y se anota en una columna y el
porcentaje de las mismas que aparece en el Talmud, en la siguiente
columna:
FECHAS SECúN .LOS p Al.ABRAS POCO
CRlTICOS FRECUENTES TALMUD

Docwncnto P 550-'!S0 a. da J.C. 192 53,1 'll,


Documento O 621 a. de J.C. 154 53,2 %
Documento H 570,550 a. de J.C. 48 50.0%
Documento E 750 a. de J.C. 119 48.7 %
Documento J 850 a. de J.C. 162 44.4 %
Jer<!mlas 620-580 a. de J.C. 278 32.1 %
Isa.fas 1.39 740-680 a. de J.C. 121 22.3 %
Isa.fas 40-66 550-300 a. de J.C. 62 25.8%
Daniel 168 a. de J.C. 47 29.8 ')(,

De estas estadísticas surge con t.oda claridad que el último de todos,


el libro de Daniel (de acuerdo con fechado de la alta crítica), es el que
tiene el tercer lugar en bajo porcentaje, de los nueve citados (29,8 %), y
que J (el más antiguo de todos) tiene un porcentaje más alto de palabras
infrecuentes que se repiten en el Talmud (44,4 %). El documento E,
supuestamente más antiguo en dos o tres siglos que P, tiene un porcen-
taje cinco por ciento inferior a P; en tanto que D (supuestamente más de
un siglo anterior a P) totaliza un porcentaje prácticamente igual a P.
Según estas cifras se hace aparente que todo el enfoque es defectuoso y
los argumentos carecen de validez. Esdras 1-6, contenido posterior al
exilio, figura con un bajo porcentaje del 16,7 %, a pesar de estar fecha-
do, según los críticos, en el año 450-370 a. de J.C.; Malaquías (430 a. de
J.C.) también muestra un bajo porcentaje (23,1 %), en contraposición al
documento "yahvista" del año 850 a. de J.C. con su 44,4%. Por lo tanto,
debemos abandonar totalmente este tipo de investigaciones porque nos
lleva a resultados absurdos.
¿Porqué son tan inconcluyentes estas "palabras infrecuentes o
ra:ras" corno indicativas de una fecha o época? Principalmente por la
insuficiencia de los datos con que contamos. Hoy en día en la Biblia
sólo poseemos una pequeñísima fracción de la producción literaria
total de los antiguos hebreos. Hay más de tres mil palabras en el Anti-
guo Testamento que figuran menos de seis veces; de ellas, mil quinien-
tas aparecen una sola vez (hapax Jegórnena). Pero ello no significa, de
ninguna manera, que eran poco comunes en otros niveles de la comu-
nicación hebrea, aparte de la Biblia misma. La mera casualidad puede
150 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

explicar su infrecuencia en las Sagradas Escrituras, de la misma manera


como palabras castellanas muy comunes figuran solamente una vez en
la versión Reina-Valero, revisión de 1960, tales como "salsa" (Ezequiel
24:10), "preferente" (Salmo 137:6), " lavadero" (Cantar de los Cantares
4:2; 6:6). Cada nuevo descubrimiento de antiguas inscripciones
cananeas o arameas saca a luz palabras que hasta ese momento fueron
conocidas solamente a través de documentos originados siglos más
tarde. D. W. Thomas, de Cambridge, se refiere "a la reaparición en la
literatura tardía de palabras que son antiquísimas y que pueden o no,
por pura coincidencia, aparecer en anteriores documentos. El hebreo
mismo ofrece numerosos ejemplos de lo anterior. Si, por ejemplo, con-
táramos solamente con Ben Sirá (EcJesióstico ), ¿no estaríamos tentados
a sostener que la palabra 'swJ:¡ (estanque) de 50:3 -que no aparece en
ninguna otra parte del hebreo-es una palabra tardía? ¡Sin embargo, se
la encuentra en la Estela Moabita (11.9, 23)! Desde el siglo IX a. de J.C.
este antiguo vocablo semítico yacía escondido hasta que apareció
nuevamente, siete siglos después de Ben Sirá."' Agreguemos que se
repite no menos de cuatro veces en el rollo de cobre de la cueva de
Qumran número 3, que data del siglo I d. de J.C.'

ARAMEISMOS COMO CRITERIO DE FECHA TAROIA

Los forjadores de la hipótesis documental dieron por sentado que la


presencia de un vocablo arameo en el texto bíblico indicaba un origen
posterior al exilio. No fue sino hasta la cautividad babilónica cuando
los judíos comenzaron a 11.bandonar el hebreo de sus antepasados y
adoptar el más difundido idioma arameo, utilizado en el comercio y en
la correspondencia internacional en gran parte del imperio persa, des-
de el Tigris al Nilo. En la época de Esdras (de acuerdo con Nehernios
8:8) la lectura de la Tora hebrea requ ería la actuación de un intérprete
para que la congregación comprendiera su importancia, y muy pro-

2. Thomas , The Recovery of the Ancient Hebrew Longuoge (La recuperación del antiguo
idioma hebreo). pág. 18.
3. J. M. Allegro. Treosure of the Copj>er Scroll (El tesoro del rollo de cobre) (Boston :
Roulledge & Kegan. 1960). pág. 30..CJ.Kitchen . AOOT, págs. 142-144. que enumera los
vocablos egipcios de los textos de las pirámides (V Dinastfa) que no reaparecen en la
lile1atura existente. hasta el periodo tolofüaico (XXXII Dlñíislía). Según el "criterio de las
palabras tardías·· estos textos de las pirámides ¡tendrían que ser lechadas en el año 300 a.
de. J. C.!) Comenta que ketem (oro), vocablo anotado en el diccionario de Brown-Driver-
Briggs (BDB) como '"tardro•·. se remonta al sumerio (hacia el a1io 2000 a. de. J. C.J: K<lr<lz
(heraldo) y k-roz (proclamar) en arameo blblico. que solla clasificarse como prestado del
griego keryx (heraldo). parece haberse derivado del término hurrita kirenzi que figura en
un documento de Nuzi de al rededor del año 1500 a. de J.C.: 2bemer. palabra que traduce
·•vino•·. y solla clasilicarse como tardía en el hebreo y arameo bíblicos. está confirmada
como ugarftica y se la ha hallado en textos do Mari del siglo XVlll. En cuanto a qibMI.
•·recibir" ". que Eissfeldt citó para probar que Proverbios 19:20 era '"tardlo·· , Kitc hen setiala
que esta palabra figura en una carta de Tell el-Amarna (hacia el año 1390 a. de J.C.)
envfada por el rey de Slquem a Faraón (AOOT, pág. 145).
PALABRAS Y COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN EN
LAS FUENTES DE ORIGEN 151

bablemente la traducción y explicación se hacía en idioma arameo, que


en ese momento era el idioma vernáculo de la población judía. Pero
antes del exilio, solamente la nobleza educada y los funcionarios
civiles comprendían el arameo, como podemos colegir del incidente
occurido en el año 701 a. de J. c., cuando se le recomendó al Rabsaces
asirio que hablara en arameo, no fuera que los soldados judíos que
estaban cerca entendieran lo que decía si hablaba en hebreo (2 Reyes
18:26). Por lo tanto es impensable, argumentaban los seguidores de
Wellhausen, que cualquier texto hebreo auténtico anterior al exilio
hubiera contenido arameísmos.
Pero esta suposición de que el arameo y el hebreo se preservaron en
herméticos compartimentos antes de la cautividad ha quedado total-
mente desacreditada por los recientes descubrimientos arqueológicos.
Por ejemplo, la inscripción del rey Zakir de Hamat, compuesta
alrededor del año 820 a. de J. C. (Ephemeris für Semitische Epigraphik
3:3 de Lidzbarski) denota una asombrosa mezcla de cananeo (o hebreo)
en su texto arameo. Por ejemplo, para el vocablo "hombre" utiliza el
hebreo 'á, en lugar del habitual arameo 'n§; emplea el hebreo 'ns' para el
verbo "levantar," en lugar del arameo ntl. De la misma manera, la
inscripción de Panamu, de la primera mitad del siglo VIII, compuesta
en el principado de Ya'udi al norte de Siria muestra la misma intro-
misión de las formas hebreas o cananeas; por ejemplo, 'nk en lugar de
'n' por "yo"' ntn en lugar de yhb por "dar"; sm en lugar de ím' por
"allí"; y yfü en vez de ytb por "sentarse, morar".
Debemos señalar que estos hebraísmos en el arameo no pueden
catalogarse como peculiaridades del arameo judaico, puesto que estas
inscripciones fueron hechas en regiones no judías bastante alejadas de
Palestina. Que esta mezcla de cananeo y arameo viene de muy antiguo
lo indica la literatura ugarítica de Ras Samrah correspondiente al siglo
XV a. de J. C. El ugarítico era un dialecto semítico occidental
estrechamente emparentado con el hebreo y, sin embargo, tan anti-
guamente como en los días de Moisés hallamos una intromisión tal
de arameísmos como para dar a los eruditos bases para argumentar
que el ugarítico era básicamente un dialecto arameo que absorbió
numerosos canaanismos.
El relato del Génesis deja claro que las influencias arameas se de-
jaron sentir sobre el hebreo desde los comienzos. Luego de su larga
permanencia en Harán, donde se hablaba el arameo, Abraham y toda su
familia seguramente dominaron ese idioma antes de emigrar a Canaán,
donde gradualmente adoptaron el lenguaje de sus habitantes. Rebeca,
la esposa de Isaac, era oriunda de Padan-aram, donde se hablaba el
arameo; lo mismo cabe decir de las dos esposas de Jacob, Lea y Raquel.
Cuando Labán, el tío de Jacob, lo alcanzó en Galaad, nos relata Génesis
31:47 que Labán denominó al montón de piedras Yagarscih •düta (el
152 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

majano del testimonio), en tanto que Jacob le dio el mismo nombre,


pero en idioma cananeo: Gol'éd) (Galaad). En el período que corre entre
la conquista y el reinado de Saúl (1400-1000 a. de J. C.), tuvo que haber
sido mínimo el contacto con los pueblos de idioma arameo, pero con la
expansión del poder hebreo en el tiempo de David y Salomón basta los
lindes de Hamat y la orilla occidental de Eufrates, seguramente hubo
un rico intercambio de influencias culturales y contactos lingüísticos
con las ciudades arameas de Damasco, Hadrac, Soba, y Hamat. Particu-
larmente se hubiera notado en el dialecto de las tribus hebreas del
norte, contiguas a estos principados sirios.• Durante los años de la
monarquía unida hubiera sido muy natural que se produjera una am-
pliación del vocabulario hebreo para incluir términos o rasgos gramati-
cales arameos y del norte de Israel, particularmente en el lenguaje
poético. De ahi la relativa frecuencia de arameísmos en algunos de los
últimos salmos davídicos, en Eclesiastés y en el Cantar de los Cantores.
Estas consideraciones nos dan una buena base para arribar a la
conclusión, en primer lugar, de que la presencia de un arameismo no es
evidencia suficiente para asignarle una fec ha posterior al exilio al
documento biblico en el cual aparezca. En segundo lugar, el género
literario indica una diferencia en cuanto a la frecuencia con que
aparece un arameísmo en el texto dado. Por supuesto que si en la
narración en prosa actúa una permanente y sostenida influencia
aramea que se extienda a los giros idiomáticos y las formas gramati-
cales, entonces puede deducirse con toda validez que el autor hebreo
estaba perfectamente familiarizado con el arameo. Sin embargo. dicha
situación es demostrable únicamente en libros pretendidamente del
exilio o posteriores, como la sección hebrea de Daniel, Esdras, Nehe-
míos y, en cierta medida, de Ester. (Es interesante señalar el hecho de
que no puede demostrarse semejante influencia aramea en los profetas
posteriores al exilio como Hageo, Zacarias y Malaquias. Por alguna
razón prefirieron expresarse en una dicción hebrea relativamante pura,
a pesar de que el arameo era el idioma prevaleciente en su época.
Probablemente estaban tan impregnados con el idioma de la Tora que
inconscientemente se inclinaban en favor de la pureza mosaica cuando
hablaban en el nombre del Señor.)

4. A. Hurwitz señala que el arameo existía en varios dialectos. algunos de los cuales
ejercieron una temprana influencia tanto en Israel como en el idioma hebreo. En la página
236 afirma : "Es muy probable que el arameo que ejerció su influencia sobre Job - y que tal
vez fue el idioma original del libro- era arameo antiguo más bien que el arameo del
periodo persa. Tal consideración también tiene que tomarse en cuenta al estudiar el libro
de Proverbios: es decir. que los arameísmos de este libro no son necesariamente los del
hebreo bíblico tardío. Queda la posibilidad de que los proverbios hayan pasado de nación
a nación en arameo antiguo, su lenguaje y estilo original" ("The Chronological Signili-
cance ol Aramoisms en Biblical Hebrew" -La significación cronológica de los "arameis-
mos" en el hebreo blblico-, publicado en lsroel Exploration Journol - Revista Israel! de
investigaciones-, 18:4 l1968 J, págs. 234-40).
PALABRAS TARD!AS Y ARAMEISMOS COMO CRJTERIO PARA UNA D IVISIÓN EN
LAS FUENTES DE ÜRIGEN 153

Por otra parte, es menester dejar bien sentado que los críticos
documentales han exagerado los elementos arameos descubiertos en
las Escrituras hebreas. Un gran número de vocablos hebreos que dichos
críticos clasificaron como arameos resultaron ser, luego de examinarlos
prolijamente, auténticamente hebreos o, de lo contrario, derivados de
dialectos fenicios, babilónicos o a11ábigos, pero no arameos. Por ejem-
plo, muchos críticos, sin pensarlo d os veces, supusieron que los sustan-
tivos hebreos terminados en -ón son necesariamente arameos debido a
que dicha terminación es común en el idioma arameo. Sin embargo, la
verdad de los hechos es que esta terminación figura frecuentemente en
el babilónico y el arábigo y serán necesarias nuevas pruebas para de-
mostrar que no pudo haber sido nativa en el hebreo de las épocas
cananeas;' y que se derivaba solamente del arameo, y no del babilónico
(acádico) ni del arábigo. De los 63 sustantivos que en el Pentateuco
te:rminan en -ón o -an (de los cuales se afirma, por lo tanto, que son
arameos), el Targum Arameo de Onquelos traduce solamente 12
mediante los mismos sustantivos que terminan en -n; los 51 restantes
los traduce íntegramente mediante otros sustantivos (la mayoría de los
cuales no terminan en -n). Al mismo tiempo, en todo el Targum de la
Tora, Onquelos exhibe solamente 63 sustantivos terminades en -n, en
tanto que el mismo original hebreo cuenta con igual número, es decir,
63. Esta parece una evidencia demasiado débil para demostrar que la
te:rminación -n pertenece únicamente al arameo ¡y que en hebreo nece-
sariamente es un arameísmo! (Cf. Vlilson, SIOT, págs. 147, 148).
Kautszch, en su obra Die Ararnéiismen im AJten Testament (Los
ar.ameísmos en el Antiguo Testamento) hizo una lista de alrededor de
350 palabras del Antiguo Testamento hebreo que eran seguramente,
probablemente o posiblemente de origen arameo. Respecto de esas 350
palabras, Wilson informa que cien de ellas jamás (hasta el año 1926) se
hallaron en ningún documento arameo, y de las 250 restantes, 135
nunca se hallaron en documentos arameos anteriores al siglo II d. de J.
C. De los 115 restantes que se han hallado en documentos anteriores a
esa época, se ha comprobado que 75 pertenecen al babilónico, al arábi-
go, al fenicio o al etiope (corno asimismo al hebreo y al arameo), lo cual
deja el interrogante de saber quién tomó de quién, ¿o todas derivaron de
la misma lengua semita madre? (Cf. SIOT, págs. 155, 156.) Wilson
señala también que 50 de los 350 vocablos "arameos" de Kautzsch
figuran en el Pentateuco; pero de estas 50 palabras, solamente 24 son

5. Según las evidencias egipcias se ha podido establecer, con absoluta certeza, que la
terminación -n existla en el lenguaje cananeo antes de la conquista israelita. Al relatar sus
conquistas en Palestina, el egipcio Tutmosis lll anotó no menos de diez y siete ciudades
con terminación -n (1475 -1450 a. de J.C.). En las Cartas de Tell el-Amarna (1400-1370 a.
de J.C.) figuran 36 c iudades cuyos nombres terminan en -n. ¡En este caso queda eliminada
toda posibilidad de palabras cedidas por el arameo!
154 REsEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

empleadas por Onquelos en su Targum arameo de las Tora. Sería natu-


ral esperar que vocablos auténticamente arameos hubieran sido en-
tusiastamente adoptados y utilizados para la traducción al arameo,
pero resulta que fueron utilizados menos de la mitad. En realidad,
algunas de esas llamadas palabras arameas pudieran haber resultado
obsoletas para la época de Onquelos, pero una pérdida del 54 por
cient o va mucho más allá del ritmo normal de cambios de vocablos en
el cll!rso de alrededor de seis siglos. Además, las raíces de 16 de estas 24
palabras de Onquelos, figuran también en babilónico o arábigo.
Por lo tanto se plantean serias dudas en cuanto a la mayor parte de
estos 350 "arameísmos" ano tados por Kau tszch.• En casi todos los
casos estas palabras figuran en libros hebreos siete siglos más antiguos
que su primera aparición en documentos arameos existentes. Ocurre
que ha y una lamentab le exigüidad de material arameo de los s iglos
precristianos, pero la clasificación de voca blos hebreos corno ararneís-
mos debe ser establecida sobre bases más sólidas que las meras con-
jeturas de los eruditos. Si recordamos que los críticos, basados e n los
arameísmos. han asignado alrededor de 1500 versículos de la literatura
anterior al exilio a una fecha posterior al exilio, es razonable exigir una
documentación escrita para verificar el status arameo de estas palabras.
En realidad, aun aparte de tal documentación, hay algunas pruebas
lingüísticas por las cuales un auténtico arameís mo puede ser d istin-
guido en el hebreo. Es decir, si la palabra en cuestión contiene u.na de
siete consonantes denunciadoras de su origen. y si esa misma raíz
existe en otras lenguas semít icas, es habitualmente posible decir si una
palalbra es auténticamente aramea y si fu e utilizada por el autor hebreo
como un extranjerismo.
Las consonantes significativas del sigui ente cuadro las hemos ano-
tado en arábigo (que generalmente guarda la pronunciación semítica
más primitiva), hebreo y arameo. con un vocablo de muestra para ilus-
trar cada cambio. Al comienzo ele cada hilera figura el significado de la
palabra. (D representa un sonido interdental; s es sibilante fuerte; t se
pronuncia como zeta; z, se pronuncia como tal pero gutural; $ es una
ese intensa, dental; t se pronuncia en forma gutural; c;l se prnnuncia en
forma gutural con tensión en los músculos de la garganta; l:i es un
sonido gutural semejante al de la K.

6. En la Historische Grornmotik der Hebroischen Sproche des A/ten Tes lomenls. de


Bauer-Leander. vol. 1. sec. 22 . hal lamos esta significativa afirmación [traducida): .. Puesto
que 0<mtamos solamente con inadecuado conocimiento del voc;ibulario hebreo, debido a
la escasa extensión de la literatura del Antiguo Testamento. sería precipitado (vorcil ig)
considerar sin más ni más como arameas todas las palabras que solamente aparecen en
escritos tardíos: al final de cuentas c.1be In posibilidad de que simplemente no fueron
utilizadas en los escritos más an tiguos. Solamente pueden ser reconocidas como ta les,
con a'bsolut&seguridad . cuando su fonética indique que son arameas. Pero en numerosos
c;isos no existen sólidas bases para abrir juicio."
PALABRAS TARDIAS Y ARAMF.ISMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN EN
LA:S FUENTES DE ÜRJGEN 155

ARÁBIGO HEBREO ARAMEO


(1) "sacrificar" dabal;a zabaJ; o•bar¡ (~-z-dJ
(2) "romper" !abara sobar t•bar (t-s-t)
(3) ''mirar'', ''vigilar'' flO?OTO néi$af n•tar (i-s-t)
(4) "territorio, país" 'ar<)un 'eres '•ro' (d-~-')

Según este cuadro simplificado resulta claro de qué manera un


vocablo hebreo que contiene una de estas cuatro significativas con-
sonantes puede ser detectado como un préstamo arameo. Por lo tanto,
si una palabra que debe mostrar una z aparece en vez de ello con una d
(1), o en lugar des aparece con una t (2), o en lugar de una i¡ aparece con
una to' (3) (4), en todos esos casos pueden ser palabras cedidas por el
arameo. Wilson (SlOT, pág. 142) calcula que hay 18 raíces en el hebreo
bílblico que también figuran en el arábigo y en el arameo con el cambio
de consonante indicado en (1), 18 con el cambio de consonante indica-
do en (2). nueve con el indicado en (3) y once con el indicado en (4). No
obstante estos 56 casos, Wilson encuentra solamente cinco que pasan la
prueba de cambio de consonante para un arameísmo: nadar, "jurar";
•atar, "abundar"; fi/léJ, "cubrir"; (Nehemfas 3:15); b•ról, "ciprés" (Can-
tar de los Cantares 1:17); y m•dibat, "hacer manar" (Levítico 26:16);
au nque Wilson arguye que aun esta última palabra realmente proviene
de una raíz da'ab, "ser débil" (y por lo tanto no correspondería al
ca.mbio de consonante No. 1). Solamente cuatro o cinco raíces pueden
fácilmente explicarse con base en las relaciones interculturales, y no
hay razón alguna que justifique recurrir a un fechado posterior al exilio
para esas cuatro raíces que figuran en libros anteriores al exilio.
Para finalizar el tratamiento de este punto, hacemos una breve cita
de Grammor of Mishnaic Hebrew (Gramática de hebreo misnaico) de
M. H. Sega): "Ha sido costumbre entre los escritores de esta tema rotu-
lar como arameísmo toda palabra h.ebrea infrecuente que se repite con
cierta frecuencia en los dialectos arameos. La mayor parte de estos
arameísmos son tan oriundos del hebreo como lo son del arameo. Y
muchos de ellos se encuentran también en otros idiomas semíticos."'
Nótese también que Norman Snailh halló solamente tres o cuatro de fos
41 pretendidos arameísmos de Job, genuinamente demostrables como
tal es e inexistentes en los primeros libros de la Biblia hebrea. Afirma:
"Sostenemos que si hallamos una raíz en otro sitio que no sea el
arameo, y si se observan las reglas respecto a la transformación de .las
consonantes, en ese caso la palabra no es un arameísmo. Sostenemos
que es una palabra poco frecuente o rara retenida en la memoria de los

7. Sega], Grornmor of lhe Mishnaic Hebrew (Gramática del hebreo misnaico), (Nueva
York: Universidad de Oxford. 1927), pág. 8.
156 ilEsEÑA CJUTlCA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

escritores literarios, los sabios de Israel, los que tenían pretensiones


culturales y que estaban al tanto de la literatura de otros países de la
Creciente Fértil."•

8. Snaith. The Book of Job (El libro de Job). (Naperville. lll.: Allenson. 1968). pág. 104.
CAPITULO 11
RECONSTRUCCION DE LA HISTORIA
HEBREA SEGUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERIODOS PREPROFETICO Y PROFETICO
Para poder complementar las indicaciones más bien breves del
capítulo 6 sobre la reinterpretación de la historia religiosa hebrea de-
sarrollada por los documentalistas del siglo XIX, será útil examinarla
aquí con mayor detalle y analizar sus puntos débiles. Por creerlo con-
veniente, dividiremos este estudio en dos partes; el tratamiento del
período sacerdotal lo dejaremos para el capítulo 12.
Recordemos que la escuela de Wellhausen consideraba al
documento J (850 años a. de J. C.) y al documento E (750 años a. de
J.C.) como las porciones escritas más antiguas del Pentateuco. Repre-
sentaban las fases más antiguas del período profético (aparte de los
profetas orales que se remontaban a los días de Samuel). Del tiempo de
los jueces, de Moisés y de los patriarcas tenemos solamente, de acuerdo
con esta teoría, tradiciones pervertidas o mutiladas, transmitidas de
palabra a lo largo de un período de muchos siglos y que finalmente
adquirieron forma escrita en los documentos J y E. ¿De qué manera
estas tradiciones orales podrían ser tamizadas científicamente para
separar los hechos originales de los agregados legendarios o p,re.
juiciados? Los documentalistas hallaron un método ideal en la metodo-
logía de la filosofía hegeliana y en el evolucionismo darviniano que en
es•e momento estaban en su apogeo en los círculos filosóficos.
Como A. Noordtzy, de Utrech, lo señalara en su trabajo "The Old
Testament Problem"1 (El problema del Antiguo Testamento), el siglo
XIX estuvo dominado por un punto de vista antropocéntrico. Se con-
sideró al hombre como un fin en sí mismo, y Dios existía solamente
como un medio para ser utilizado en beneficio del hombre. La idea de
la evolución cautivó el pensamiento de aquellos días, y se pensó que
proveía la mejor clave para la comprensión de la historia y también del
futuro. A la religión se la trataba solamente desde el punto de vista de

1. Noordtzy. traduc ido en Bíbliolheco Sacro. vols. 98, 99, Nos, 388-390. 1940-1941.

157
158 R ESENA CRITICA DE UNA INTROOUO::IÓN AL ANTICUO 'fEsTAMENTO

los beneficios subjetivos que le brindaba aJ hombre. Se descartaba toda


posibilidad de una revelación especial de un Dios personaJ y el aspecto
religioso del hombre debía explicarse como un proceso natural de de-
sarrollo, como una mera expresión de su actividad cuJturaJ. Puesto que,
según pensaban, un estudio de religiones comparadas mostraba un
cuadro de progreso permanente, del primitivo animismo o fetichismo
aJ polidemonismo, luego al politeísmo, la monolatría y finalmente al
monoteísmo, arribaron a la conclusión que la religión de Israel debió
desarrollarse de manera semejante. La forma actual del texto de la Tora
hebrea no indica otra cosa que un punto de vista monoteísta, pero esto
se explica por las modificaciones introducidas por la escuela sacerdotal
del periodo posterior al exilio, en las antiguas tradiciones. Estos les
impusieron sus nociones monoteístas plenamente evolucionadas. Aun
J y E pertenecían a una edad dominada por el monoteísmo de los
profetas del siglo VIlI a. de J. C. (a la vanguardia de los cuales estaba
Arnós) y ocultaron el an imismo y el politeísmo originaJes de los pa-
triarcas para conformarse a la posterior teología.
Pero un hábil profesional en el estudio de las religiones comparadas
puede ver las huellas dejadas por las creencias más primitivas, y poner
al descubierto los agregados monoteístas. Procediendo sobre la suposi-
ción de que la religión de Israel tuvo un origen natural -no
sobrenatural-, estos analistas del siglo XIX (tales como E. B. Taylor,
Schultze y W. Robertson Smith) explotaron los más mínimos detalles
de los antiguos registros que pudieran ser reinterpretados para indicar
una fe submonote(sta.•
2. A esto respecto debemos mencionar el hecho de que algunos eminentes antropólogos
de esle siglo disienten del presupuesto evolucionista en cuanto al animismo y al polilels•
mo originales. y han descubierlo significativas evidencias de formas religiosas más puras
en períodos remotos de la historia del hombre. Por ejemplo. Wilhelm Schmidt. en Oer
Ursprung der Goltesidee (1912•l 936/· ha demostrado. a fuorw de concienzuda y prolija
investigación antrorológica. que a menos en algunas primilivas cu lturas hubo un
monolelsmo origina que degeneró luego e n sucesivas etapas. dejando sus huellas en la
noción de seres supremos y ··elovados·· dioses como testimonio de ello. en ampUas y
desparramadas zonas de población humana. Albright (SAC. págs. 170-171) afirma que
dichas investigaciones son concluyentes y dice: ··No cabe duda de que Fr. Scbmidt ha
logrado refutar exitosamente la simple progresión evolucionista establecida primero por
el positivista Compte. felichismo-politelsmo-monolelsmo o el animlsmo-politelsmo-
monotelsmo de Taylor:·
T. J. Meek se refiere al argumento desarrollado por l.agrange y Langdon de que e l dios
sumorio /\n o /\num (definido mi\1 gdelunto como dios dul ciulo) era considerado, al
comienzo. como el único y solo dios. porque es e l único cuyo nombre no va precedido
por ningún signo determinativo de dios (en tanto que los nombres de otras deidades están
precedlaas por el signo de la estrella que por si misma deletrea el nombre An). Pero a
medida que los sumerlos cayeron más adelanle en el polileísmo, pensaron en sus nuevos
dioses simplemente como formas o manifestaciones de An . el único dios verdadero. y
sólo más adelante los concibieron como deidades lotalmente diferentes. De manera simJ-
lar l.agrange y l.angdon sostuvieron que lambién los semitas luvieron un solo dios, Jiu o
El (un buen término hebreo para expresar la idea de Dios), que más adelante se definió
meramente como un dios-cielo. en tanto que cada nuevo dios que se agregaba al pan león
era otro El o dios. Pero todo esto. piensa Meck. es puramente conjetural. porque tanto los
sumarios como los acadios escribieron los nombres do sus dioses sin el An- o Uu- deter-
minativo (Hebrew Origins -Orlgenes del hebreo-). págs. 188-190.
REcONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA SÉGUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERIODOS PREPROFITICO Y PROFírrlCO 1159

Se hizo depender mucho de la supuesta analogía del desarrollo


religioso de las naciones no israelitas en el antiguo Cercano Oriente. En
Egipto, por ejemplo, por un proceso de sincretismo (que explica que un
grupo de dioses similares no son otra cosa que manifestaciones o fases
de un solo y básico dios) los egipcios ascendieron del exuberante
politeísmo de una época anterior a un nivel superior que llegó muy
cerca de la monolatría en la Dinastía XVIII, cuando Amón-Ra fue ex-
altado como la suprema divinidad, de quien todos los dioses menores
no eran otra cosa que fases secundarias. Esto, a su vez, preparó el
camino para el casi monoteísmo del rey Aknatón (1387-1366 a. de J. C.),
que representó el más alto nivel de la religión egipcia.' En Babilonia
hallamos un desarrollo supuestamente similar en la elevación del d ios
Marduk a la supremacía, lo cual sometió bajo su dominio a todas las
otras deidades. En Grecia, el pintoresco politeísmo de Homero dio
lugar, siglos después, a las filosofías monoteístas de Jenófanes y Platón
(que tantas veces se refirieron a ho theos, el dios). El avance hacia el
monoteísmo, por lo tanto. fue simplemente parte de un proceso evolu ti-
vo general por e l cual debió transitar Israel, como todas las otras
naciones.
Sin embargo, permanece el hecho de que los datos con que con-
tamos sobre religiones comparadas hacen totalmente insostenible este
argumento de analogía. Es un hecho indisputable de la historia que
ninguna otra nación (aparte de las que fueron influidas por la fe hebrea)
desarrolló jamás una verdadera religión monoteísta que lograra la ad he-
sión total de su pueblo. Es posible señalar figuras aisladas como Akna-
tón y Jenófanes (los cuales también hablaron de "dioses", en plural),
pe ro es un hecho incontrovertible que ni los egipcios, ni los babilonios,
ni los griegos, jamás abrazaron una fe manteísta a nivel nacional. Hasta
los días de Cristo y los apóstoles, los habitantes de esos territorios y de
todas las otras naciones de que tenemos conocimiento, estaban total-
mente entregados a las creencias en numerosos dioses y diosas, y ha-
bían compuesto un panteón de gobierno celestial. Creían en dioses del
cielo, dioses de la luna. dioses de las aguas, dioses de la tierra, y todo lo
demás, de la misma manera que creyeron sus antepasados miles de
años atrás. En tanto que las escuelas filosóficas pueden haber reduc.ido
los dioses a una esencia impersonal (tal como los estoicos), o negado
totalmente la existencia de Dios (como los epicúreos), o simplemente
ocupado el término medio del agnosticismo. las grandes masas de sus
semejantes continuaban aferrándose a la creencia en las deidades de

3. En realidad de verdad, por supuesto, la teorfa de que el rey de Egipto era la encarna-
ción del dios-sol. y por lo tanto, él mismo era un dios. continuó vigenle aun en el caso de
AfhuaJón hasta después de las reformas religiosas. Por lo tanlo. y desde ese punto de
vista, no es apropiado hablar de su posición teológica como "verdadero monotefsmo ". si
bien se aproximaba mucho a ello.
160 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL .ANncuo TESTAMENTO

sus antepasados, junto a un surtido de dioses extranjeros ¡importados


de Egipto y Asia) para dar a su religión una pincelada de colorido
exótico.
Este es el veredicto de la historia: solamente Israel apareció con una
religión monoteísta a nivel nacional. Este hecho exige una explicación
razonable en vista del absoluto contraste que la nación hebrea exhibía
ante todos sus vecinos en la antigüedad. La dificultad no se reduce con
atribuirle un origen politeísta a la religión de Israel, pues lo único que
hace es acentuar el problema al tener que explicar de qué manera el
politeísmo de Israel —y solamente el de Israel— dio paso al monoteísmo.
(Ya que la fe cristiana y la religión del Islam se desarrollaron direc-
tamente del monoteísmo hebreo, no constituyen excepción alguna para
la unicidad de la religión de Israel.) Personalmente no vemos ninguna
otra explicación razonable a este hecho aparte de la que nos brinda el
testimonio del Antiguo Testamento, es decir que Israel obtuvo su fe
monoteísta por directa revelación de Dios. No fue el producto del natu-
ral "genio religioso" hebreo (como a menudo se afirma), porque la
Escritura más bien habla de un genio hebreo dado a la irreligiosidad y a
la apostasía. Menciona la inclinación y predisposición de los antiguos
israelitas a adoptar el politeísmo de sus vecinos paganos y abandonar el
pacto que convinieron con Jehová. Por lo menos hasta la época del
exilio (587 a. de J. C.), la Escritura hebrea afirma que, primero las diez
tribus del norte. y luego las dos tribus del sur, constantemente se entre-
gaban al culto de degeneradas deidades extranjeras y procuraban apar-
tarse de la Palabra revelada de Dios. El hecho de que no se apartaron en
forma definitiva se debe al poder obstaculizador de la gracia de Dios y a
su continuo mensaje por medio de los profetas.

EL PERIODO PREPROFÉTICO SEGÚN WEl.1..IJAUSEN

Siguiendo los principios directrices que dan las pautas al estudio de


las religiones comparadas, pudieron los forjadores de la hipótesis
documental, "descubrir" vestigios de una religión inferior en la primi-
tiva fe de Israel. Se vislumbra el animismo, por ejemplo, en el relato
según el cual Jacob durmió en Bet-el utilizando una piedra por almoha-
da (Génesis 28:18); sin duda alguna esa piedra era un objeto de culto,
algo así como la sagrada piedra negra de kaaba en la Meca. También el
culto a las piedras seguramente yace tras el relato del majano que
erigieron Jacob y Labán en Galaad (Génesis 31:47). ¿Acaso no erigían
los idólatras cananeos pilares de piedra al lado de sus altares en los
lugares altos, en la creencia de que el Baal local moraría en la piedra y
saldría de allí para regalarse con sus sacrificios? El hecho de que los
idólatras israelitas siguieran las mismas prácticas cuando ocuparon los
lugares altos de los cananeos habla de su adhesión al culto a las pie-
dras, aun en los últimos estadios de la monarquía dividida.
RECONSTRUCCIÓN Orl LA HISTORIA HEBREA SÍGUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERÍODOS PREPRoFrnco Y P&onmco 161

En cuanto al culto a los árboles, aun la idealizada figura de Abra-


ham, si es que realmente existió (y algunos críticos, como Noldeke, lo
cuestionan), depositaba su fe en los árboles sagrados. Veamos la re-
ferencia a su estadía bajo el "encino de More", en Génesis 12:6. (More,
en este caso, significaría maestro, de hórah, enseñar, porque los de-
votos podían oír al árbol que les hablaba con el susurro de las hojas al
moverse con la brisa, de la misma manera que lo hacían los robles de
Zeus en Dodona.) Más adelante lo hallamos instalado en el "encinar de
Mamre", en Génesis 14:13; también debió adorar esos árboles. En épo-
cas postmosaicas, tenemos el significativo caso de la profetisa Débora,
que instaló su centro de operaciones bajo una palmera sagrada ¡Jueces
4:5). En la legislación atribuida a Moisés se hallan otros vestigios de
animismo. Por ejemplo, en Exodo 20:25 figura una disposición según la
cual todo altar erigido a Yahvé debe ser de piedras no labradas. ¿Por
qué no labradas? Para evitar la posibilidad de grabar símbolos de culto
en el altar (como se infiere naturalmente después de una orden contra
las imágenes grabadas), ¿o sería para evitar ofender al daemon que
supersticiosamente se suponía habitaba en la piedra en su estado natu-
ral, no labrado? Por supuesto que para los especialistas en el estudio de
las religiones comparadas, esta última explicación sería la razonable.
De la misma manera, el mandamiento de Levítico 19:9, de evitar segar
hasta el último rincón del campo de trigo, respondía a la razón original
de no ofender al espíritu de la vegetación que se creía residía en las
espigas de trigo paradas; la razón ostensible que se da en P (de entregar
un poco de trigo a los menesterosos y desamparados de la comunidad)
fue un refinamiento posterior.

En cuanto a la idolatría, la reconstrucción documental de la historia


hebrea podría hallar abundantes evidencias de que la religión del pri-
mitivo Israel era tanto idolátrica como politeísta. A dichos críticos no
les cabe duda de que el culto al becerro de oro (Exodo 32) fue respalda-
do por Moisés (especialmente si consideramos la imagen como una
representación del propio Yahweh para el culto. De lo contrario se
hubiera protestado enérgicamente en el año 930 a. de J. C, cuando
Jeroboam I de Israel erigió las imágenes de becerros en Bct-cl y Dan,
medida a la cual jamás hubiera recurrido si hubiera habido una ley
mosaica escrita que prohibiera la idolatría. Fue más tarde, bajo la in-
fluencia de la nueva escuela profética monoteísta del período E (y más
tarde aún con la escuela sacerdotal, por supuesto), cuando la antigua
tradición fue alterada para hacer que Moisés desaprobara el culto al
becerro, y responsabilizar de ello a la posteriormente inventada figura
de Aarón.
Sostienen los críticos que Elias no condenó la erección de estos
becerros de Jeroboam (hacia los años 860-850 a. de J. C), lo cual de-
muestra que no estaba escandalizado por el culto a Jehová que se reali-
162 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

zaba con imágenes. (Puesto que no tenemos virtualmente ningún re-


gistro de las predicaciones de Elias, la anterior es una aseveración
sumamente cuestionable. Pero sí tenemos registrada la directa conde-
nación de la imagen y del altar de Jeroboam en Bet-el, por boca de un
anónimo profeta judío de una generación anterior a Elias, de acuerdo
con 1 Reyes 13.) Se aduce que ni siquiera Amós condenó los becerros.4
Sin embargo esta afirmación se opone a la condenación de los cultos
efrateos que hallamos en Am6s 3:14: "El día que castigue las rebeliones
de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los
cuernos del altar, y caerán a tierra." En cuanto a la serpiente de bronce
de Moisés (Números 21:8-9), conservada hasta la época de Ezequiel en
el santuario nacional [cf. 2 Reyes 18:4), la escuela de Wellhausen con-
sideró que era un ídolo perfectamente respetado del d íos-serpiente de
la tribu de Leví,5 hasta el siglo VIIl a. de J.C., cuando el partido profético
monoteísta logró el dominio en Judá, y Ezequías lo destruyó. Pero esto
es pura conjetura, desprovista de cualquier evidencia objetiva.
Los mismos críticos afirman con certeza que los sacrificios de niños
contaban con la sanción favorable de la primitiva fe del antiguo Israel.
La provisión de Exodo 22:29 [J-E) de que el hijo primogénito debía ser
redimido por una ofrenda especial presupone que los primogénitos
eran sacrificados en el altar, al igual que los primerizos del ganado. No
fue sino en la época de D (sostienen) cuando se hizo una clara distin-
ción entre unos y otros. (Sin embargo, véase Exodo 13:1-2, pasaje P,
donde no se establece una distinción más clara entre hijos primogéni-
tos y primerizos del ganado que en Exodo 22:29). El principio perfec-
tamente razonable, enunciado por el texto hebreo, de que Dios exigió
del primogénito un grado de propiedad especial por haber protegido a
todos los primogénitos hebreos durante la noche de pascua, se pasa por
alto totalmente como una mera racionalización "sacerdotal".
El antiguo Israel, de acuerdo con estos críticos, no contaba con ley
escrita alguna (aunque los su merios, los babilonios, los asirios y los
hititas codificaron sus leyes en épocas que se remontan a los días de
Moisés o antes), y la más antigua legislación que tenemos preservada en
la Tora es el denominado decálogo ritual de J, que se halla en Exodo
34:11-26. Aparte del hecho de que este pasaje comienza sin fórmula
introductoria alguna como decálogo y de que en realidad no son diez
mandamientos sino ocho, es improbable, en grado sumo, que la ley
fundamental escrita del pueblo hebreo (en una época tan tardía como el
año 850 a. de J. C.) hubiera omitido toda sanción contra el asesinato, el
adulterio, el hurto, el fraude y la deshonra a los padres. Y, sin embargo,

4. W. R. Smith, citado en Prophets of Israel [Profetas de Israel], Moses Bullenweiser


¡Nueva York: Macmillian, 1894), pág. 175.
5. Meek, págs. 122-123.
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA SÉGUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERÍODOS PREPROFÉ'TICO Y PROFÉTICO 163

ninguno de estos delitos se mencionan en este denominado decálogo, a


pesar de estar todas sancionadas y codificadas en el código babilónico
de Hammurabi (hacia el año 1700 a. de J. C.), como asimismo en los
códigos de los hititas y de los sumerios. El capítulo 125 del Libro de ios
muertos, egipcio, registra virtualmente todos estos delitos como con-
fesiones negativas que se esperaba las habría de proferir el difunto ante
el tribunal de los dioses-jueces del otro mundo. ¿Es de creer que
solamente los hebreos estuviesen tan atrasados como para no condenar
semejantes pecados, en momentos en que sus vecinos paganos, con
quienes estaban más en contacto, los habían condenado en los escritos
de su literatura, tanto legal como religiosa, mil quinientos años antes?
(El núcleo principal del Libro de los muertos se remontaba por lo
menos a esa edad.) Esto excede la credulidad hasta de los más devotos y
entusiastas adherentes del naturalismo científico.
Los documentalistas discernían en el período preprofético un de-
sarrollo que iba del grosero politeísmo del período patriarcal a una
clase de monolatría por la cual las tribus hebreas progresivamente rin-
dieron su lealtad solamente a Yahvé, como su propio dios nacional. Sin
embargo, el trasfondo plural de este dios fue traicionado por el estado
plural del vocablo que más comunmente utilizaban para "Dios", es
decir Elohim, con su terminación plural -Íln. (En realidad debe ser
considerado, con más propiedad, como el plural de majestad.)6 En el
período de los jueces hallamos a Jefté que negocia con los amonitas en
estos términos {Jueces 11:24: "Lo que te hiciere poseer Quemos tu dios,
¿no lo poseería tú? Así, todo lo que desposeyó Jehová nuestro Dios
delante de nosotros, nosotros lo poseeremos."); pero resulta obvio,
dada la situación, que Jefté no hablaba como un teólogo, sino como un
diplomático extranjero que negociaba con ellos en términos que en-
tenderían, cuando apeló a su sentido de juego limpio. El mismo rey
David reconoció la existencia de otros dioses, en 1 Samuel 26:19; "Me
han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová,
diciendo: Vé y sirve a dioses ajenos." (Pero esta expresión era sim-
plemente el equivalente antiguo de "servir bajo otra bandera"; aun el

6. C¡. el comentario de Gesenius-Kautzsch-Cowley, Hebrew Grammor (Gramática he-


brea], (Oxford: Clarendon. 1966), sec. 124g: "The plurolis excellentioe o maistatis. como
ya se indicó es estricta mente una variante del plural abstracto, puesto aue hace un
resumen de las diversas características que pertenecen a la idea, aparte de poseer el
segundo sentido de una identificación de la idea original . . . Así especialmente EJohim.
Deidad, Dios (para diferenciarlo del plural numérico dioses. Exodo 12:12, etc.). La
suposición de que Elohim ha de ser considerado meramente como un vestigio de ideas
politeístas anteriores (es decir, como si originalmente hubiera sido solamente un plural
numérico) es, por decir lo menos, improbable y, sobre todo, no podrla explicar los
plurales análogos." La siguiente sección cita como otros ejemplos q•dóshim, ("el Santísi-
mo" (solamente con respecto a Yahweh), Oseas 11:9; Proverbios 9:10: 30:3: •donim
[Señor, Jehová de los ejércitos], cf. Isaías 19:4 (donde 0 dónlm, está acompañado de un
adjetivo singular, gásheh, cruel]; y b•'álim, señor, dueño (de esclavos, ganado o cosas
inanimadas), p. ej., Exodo 21:29; Isaios 1:3.
164 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

monoteísta autor de Deuteronomio utiliza este tipo de lenguaje: "Je-


hová le llevará . . . a nación que no conociste ni tú ni tus padres; y allá
servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra" [Deuteronomio 28:36].
Aquí el servicio a dioses ajenos simplemente se refiere a la servidumbre
en un territorio dominado por una falsa religión pagana.)
Los seguidores de Wellhausen también insisten en que Oseas 3:4:
"Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe,
sin sacrificio, sin estatua [ritual]. sin efod y sin terafines," implica que
las idolátricas estatuas y los terafines (dioses familiares) eran conside-
rados por Oseas como legítimos, ya que el rey y el sacrificio, y lo demás,
van juntos en esta cláusula. Por el contrario, sin embargo, la minuciosa
atención al contexto demuestra que todo lo ritual anotado en este ver-
sículo es considerado por el autor como ilegítimo, y estaba bajo la
sentencia condenato.ria de Dios: La dinastía israelita no sancionada [cf.
Oseas 8:4: "Establecieron reyes pero no escogidos por mí"), el sacerdo-
cio no levítico, los sacrificios inaceptables no ofrecidos en el altar de
Jerusalén, y todo lo demás. Este versículo no entraña ninguna legitimi-
dad, al fin y al cabo, porque el versículo siguiente establece que en los
últimos días los israelitas se volverán a su verdadero Dios y a David, su
legitimo rey, y adorarán con toda pureza y santidad, como no lo hacían
en esos momentos.
Tales son las bases textuales sobre las que la alta crítica reconstruyó
la historia religiosa de Israel previa al surgimiento de los profetas escri-
tores. Los citados argumentos ofrecen un apoyo notoriamente débil
para sostener la teoría del primitivismo y del politeísmo en el período
posterior a Abraham, y todos sus textos, supuestamente probatorios,
llevan a una interpretación totalmente diferente, que se ajusta mejor al
resto de las evidencias.

EL PERIODO PROFÉTICO SEGÚN WELLHAUSEN

Comenzando con Amós, considerado por los críticos de esta escuela


como el más antiguo de los profetas escritores, se supone un cambio de
dirección revolucionario en el pensamiento religioso israelí. Este pen-
sador de facultades creadoras, oriundo de las regiones montañosas
rurales de Judea, apareció con una nueva idea que distinguiría toda una
época, la idea del monoteísmo: ¡no hay otro Dios aparte de Jehová, y
todos lus dioses paganos no son más que productos de la imaginación!
Los seguidores de Amós, entre quienes se cuentan Oseas, Isaías y Mi-
queas, abrazaron con entusiasmo la causa de este hincapié en el
monoteísmo, y contribuyeron a su triunfo final en la religión de Israel.
En tiempos de Jeremías, este movimiento produjo su clásico manifies-
to: el libro del Deuteronomio, en el cual se proclamó la unicidad y
supremacía de fehová con fervor profético, y luego se lo atribuyó a la
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA SÉCUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERÍODOS PREPROf'ÉTICO Y P&mi:nco 165

venerable figura de Moisés. En muchos aspectos, de acuerdo con estos


críticos, este período profético (760-587 a. de J. C.) significó el momen-
to de mayor pureza en la vida religiosa de Israel. Según la interpreta-
ción y expurgación del liberalismo del siglo XIX, estos profetas hebreos
se adherían en gran parte a lo que hoy denominaríamos evangelio libe-
ral, con su hincapié en la justicia social y la salvación por las buenas
obras o la nobleza de carácter. Desde este punto de vista, el movimiento
iniciado por Ezequiel y la escuela sacerdotal, representaba un retroceso
al ritualismo y formalismo y un hincapié en las funciones sacerdotales,
como los sacrificios propiciatorios.
A este respecto resulta interesante (tal vez hasta divertido) leer esta
vivida descripción del cambio radical que se produjo entre el período
preprofético y la era de los profetas, tal como lo expuso Lewis Browne:
Los profetas del siglo VIII a. de J. G. "transformaron un demonio celoso
que rugía y vomitaba fuego desde el cráter de un volcán en un trascen-
dente espíritu de amor. Tomaron un sanguinario y despiadado protec-
tor de un pueblo del desierto y, sin darse cuenta, lo cambiaron por un
misericordioso Padre de toda la humanidad. En resumen, ¡destruyeron
a Yahweh y crearon a Dios!"' Sin duda este escrito es una obra maestra
en el arte de la falsía y de la tergiversación, plagada de sofismos de
comienzo a fin, pero ilustra la pervertida noción sobre religión hebrea
enseñada en muchos sitios hoy en día como una popularización de la
hipótesis de Wellhausen. Basta decir que ciertamente no hay paralelo
para esto en ninguna otra parte de la historia de la humanidad, que ni
los introductores de un concepto radicalmente nuevo de Dios, ni aque-
llos a quienes se lo enseñaron, entendieron que había algo nuevo en
ello. Tanto los profetas como sus auditorios parecían estar siempre con
la impresión de que lo que transmitían era el mensaje del Dios de
Moisés. Afirmaban que hacían un llamado a sus compatriotas para que
se volvieran una vez más al Dios de los patriarcas, al Dios del monte
Sinaí y del éxodo (cf. Oseas 11:1; 12:9, 13; Amos 2:10; 9:7; Miqueas 6:4;
7:15); no a ninguna nueva y desleída divinidad incapaz de otra cosa
que no fuera la dulzura y la luz. Sería útil aconsejar a Lewis Brownc
que relea Isaías 24, 34 y 63, si supone que los profetas innovadores de
la nueva e iluminada era restaron algo del trueno y del humo de la ira
judicial de Dios.

Para demostrar que esta oposición a los sacrificios fue realmente el


hincapié de los profetas, los forjadores de la hipótesis desarrollista
pensaron que sólo tenían que citar, como prueba, algunos versículos e
interpretarlos a su manera (fuera de contexto]. Pudieron mostrar así que
los grandes profetas de los siglos VIII y VII a. de J.C. rechazaron todo

7. Browne, Thís Believing World (Este mundo creyente) (Nueva York: Macmillan, 1926),
pág. 236.
166 RESEÑA CRÍTICA OE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

sistema de sacrificios cruentos como camino válido de acceso a Dios, y


hasta negaron que tuvieran validez mosaica alguna. Con este propósito
recurrieron a cuatro pasajes favoritos.
1. Am6s 5:21-26: "Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no
me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros
holocaustos y vuestras ofrendas, no las recibiré . . . Pero corra el juicio
como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. ¿Me ofrecisteis
sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel?
Antes bien llevabais u Sikkut, vuestro rey, y o Kevón, vuestro Dios [lo
subrayado, Biblia de Jerusalén], la estrella de vuestros dioses que os
hicisteis." (En realidad "llevabais" también puede ser traducido "lle-
varéis", pero se opondría al contexto.) Los documentalistas interpretan
que la pregunta formulada implica la siguiente respuesta: "No, nunca
ofrendamos a Dios sacrificios y ofrendas durante el deambular por el
desierto." Más razonable es tomar la pregunta de Amós al pie de la
letra, de la siguiente manera: "¿Me hicisteis sacrificios a mí en aquella
época? Sí, lo hicisteis, ¡pero cuan impuros e inaceptables fueron (igual
que los que me ofrecen en esta corrompida generación), pues al mismo
tiempo persistíais en vuestro clandestino culto a los ídolos, aun en los
tiempos de Moisés!" Sin duda es ésta la interpretación que mejor cua-
dra con la corriente de los argumentos que esgrime Amós en este
capítulo.
2. Miqueas 6:6-8: "¿Con qué me presentaré ante Jehová?. . . ¿Me
presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agra-
dará fehová de millares de carneros?. . . Oh hombre, él te ha declarado
lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia y
amar misericordia, y humillarte ante tu Dios." Esto lo interpretan en el
sentido de que Miqueas rechaza totalmente el principio del sacrificio y
enseña que lo único que Dios exige para satisfacer su requerimiento
para la salvación es un vida virtuosa. Pero ello es imponer una moderna
noción liberal sobre la enseñanza del antiguo profeta. Por el contexto
resulta obvio que Miqueas se refería al problema del formalismo re-
ligioso acompañado de la vida impía e inmoral de los adoradores
judíos. Aun las ofrendas más fastuosas y extravagantes depositadas
sobre el altar, no pueden compensar la falta de sumisión del corazón y
el sincero propósito de obedecer la voluntad de Dios en lo concerniente
a los valores éticos y a sus prácticas. Una adoración aceptable debe
proceder de una vida rendida a Dios. No se trata de un rechazamiento
del culto de los sacrificios como tales, sino solamente cuando preten-
den ser un substituto hipócrita de la impiedad.
3. Isaías 1:11-17 es otra declaración profética que sigue el mismo
pensamiento: "¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros
sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de
animales gordos . . . Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA S~GUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERÍODOS PREPROFITlCO V PROFITlCO 167

obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer


el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfa-
no, amparad a la viuda." Esto lo interpretan los seguidores de Well-
hausen como un llamado a terminar con la futilidad de los sacrificios
cruentos y ponerse en serio a ejecutar obras meritorias, para ganar la
salvación (de la misma manera como se espera que hagan los buenos
liberales de nuestros días). Pero esta exégesis se aleja mucho del blan-
co, como lo indica claramente la afirmación del versículo 15: "Cuando
extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo
cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre
vuestras manos." Si las anteriores observaciones involucraban un
rechazamiento a los sacrificios cruentos como tales, se deduce lógica-
mente que la oración también es rechazada como tal , puesto que en
ambos casos se utiliza el mismo tipo de expresión. Pero ni siquiera el
más iluminado de los liberales modernos podría imaginar que el pro-
feta Isaías se oponía a la oración; aunque sea desde el punto de vista de
la terapia subjetiva, la oración ha de ser considerada como beneficiosa
y loable. Todos, no importa la escuela a la que pertenezcan, aceptarán
que el profeta no niega la validez de la oración, sino la oración de los
sanguinarios e impenitentes malvados cuyas oraciones constituyen una
burla a Dios por el solo hecho de elevarlas. En otras palabras, el culto
aceptable debe tener por base una fe viva y verdadera al hallar expre-
sión en una vida regida por el temor de Dios. Por lo tanto, el mismo
principio rige para los comentarios depredatorios de Isaías sobre los
sacrificios y las festividades religiosas. De ninguna manera niega que
hubieran sido ordenadas por Dios en la ley de Moisés.

4. Jeremías 7:22-23: "Porque no hablé yo con vuestros padres, ni


nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué
de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y
seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en
todo camino que os mande, para que os vaya bien." ¿Qué puede haber
más obvio -se pregunta el crítico- que eso de que Jeremías aquí está
negando (hacia el año 600 a. de J.C.) que Dios hubiera hablado a Moisés
sobre el culto con sacrificios? Como es obvio, el material de P no había
sido compuesto todavía como un aditamento de J, E y D, pues de lo
contrario Jeremías jamás hubiera expresado semejante cosa. Pero si
analizamos lo que el profeta dice en realidad en este pasaje, descubri-
mas que las palabras citadas las ha tomado de Exodo 19, antes que los
primeros artículos de la ley fueran revelados por Dios a Moisés, aun
antes de la promulgación de los Diez Mandamientos. Cierto es que "el
día que los saqué de la tierra de Egipto", Dios no les había dicho nada a
los israelitas sobre sacrificios y holocaustos. (Ni siquiera el cordero
pascual exigía altar alguno, de acuerdo con Exodo 12.) Primero trató
con ellos sobre las bases de un compromiso contractual que exigía
168 R ESEÑA CRITICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

absoluta e incondicional obediencia como condición del pacto. Con


posterioridad a ello, Dios le dio a Moisés las indicaciones correspon-
dientes a los sacrificios. Lo que ocurrió fue que los contemporáneos de
Jeremías habían sustituido la piedad genuina por la ritual, y había que
recor darles que históricamente la primera intimación de Dios a los
israelitas fue la de una absoluta obediencia a su ley moral, antes de
ofrecerles una provisión para sus pecados mediante la sangre expia-
toria. en el altar del sacrificio. Además, tomemos nota de la co rdial
aceptación de Jeremías respecto al sistema de sacrificios en el resto de
su profecía: 17:19-27; 31:14; 33:1 1 , 18.
Los críticos documentalistas asignaron virtualmente todas las nor-
mas rituales a la escuela sacerdotal del período posterior al exilio. Pero
consideraron que ciertas estip ul aciones legales no rituales de la Tora se
habían originado con E o J-E. en especial el libro del pacto (Exodo
21-23). Se suponía que este cuerpo legal surgió de la experiencia de
Israel en Canaán en un período de cuatro o cinco siglos después de la
conquista. Es te código no sugería la legitimación exclusiva de un san-
tuari,o central. Por el contrario, sancionaba cualquier número de san-
tuarios locales, de acuerdo con Exodo 20:24: "Altar de tierra harás para
mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos .. . en todo lugar donde yo
hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré."
Sin embargo, un examen más prnlijo demuestra que ese pasaje no se
refiere a la posibilidad de múltiples santuarios, sino solamente a I tipo
de altar que debía ser utilizado para el culto a Dios, antes de la erección
del altar de bronce para el tabernác ul o. No fue sino hasta más tarde (tal
como se registra en Exodo 40) cuando se completó el tabernáculo y fue
dedicado el altar divinamente prescrito. Sin duda que también servía
como norma a seguir en situaciones donde no era práctico recurrir al
altar del santuario central (como, por ejemplo, donde Elías construyó
su altar sobre el monte Carmelo. 1 Reyes 18:31). Allis (FBM, pág. 176)
sugiere que las palabras de Exodo 20 :24: "en todo lugar donde yo
hiciere que esté la memoria de mi nombre" serían mejor traducidas si
dijeran: "en todo el ámbito" [b•kolhümmqóm), es dec ir, en toda Palesti-
na. (Estrictamente hab lando, "en todo lugar" sería b' kol móqóm, sin el
artícu lo definido ha-.) La idea sería, entonces, que en toda la Tierra
Santa, donde Dios hará que su nombre sea recordado, irá a sus adora-
dores y los bendecirá.
En términos generales, los documentalistas insisten en que el hec ho
histórico de que muchos santuarios locales fueron mantenidos en Israe l
antes del reinado de Josías es prueba más que suficiente para sostener
que no pudo haber ley mosaica alguna que los prohibiera, De haber
existido tales leyes hubieran sido, por supuesto, obedecidas. Pero este
razonamiento está viciado de nulidad por el innega ble hecho de que
aún después de la reforma de Josías, en el año 621 a. de J.C. , todavía se
REcONSTRUCCJÓN DE LA HISTORIA HEBREA SÉCUN WELLHAUSEN. EN LOS
PERIODOS PREPROFÉTICO Y PROFÉTICO 169

mantenían en Judá los idolátricos lugares altos (cf. Ezequiel 6:3). los
críticos reconocen que las leyes "mosaicas" que prohibían otros san-
tuarios aparte del santuario local fueron solemnemente adoptadas
durante el reinado de Josías. No obstante ello. en tiempos de Sedequías,
te.rcer sucesor de Josías. todavía funcionaban los lugares altos. En este
caso los mismos seguidores de Wellhausen deben reconocer que esta
ley fue quebrantada antes de su sanción. Si así fue ¿por qué no pudo
ocurrir lo mismo también en siglos anteriores, que se mantuvieran
santuarios locales aun después de haber sido dedicado el templo de
Salomón? En términos generales, podemos afirmar que el argumento de
que no existieron leyes simplemente porque no se tuvieron en cuenta
es, por decir lo menos, ingenuo. ¡Sobre dichas bases podríamos negar la
existencia de leyes contra el adulterio en la América de nuestros días!
Con respecto a la prohibición mosaica de erigir santuarios locales,
debemos señalar que ni siquiera el Deuteronomio prohibe la erección
de altares locales a Jehová hasta e·l momento en que Dios indicara. su
elección de una ciudad capital santa, único lugar donde serla permisi-
ble ofrendar sacrificios. En Deuteronomio 12:10, 11, se dejó sentado
que luego de que Jehová diera reposo a su pueblo de todos sus enemi-
gos -cosa que no ocurrió hasta e.l reinado de David- entonces Dios
escogerla un lugar especial de culto al cual recurriría Israel con pro-
pósitos rituales. De ahí que no hay ninguna contradicción entre E (en
Exodo 20:24 ) y D (en Deuteronomño 12:10-11. Además, debemos notar
que siempre que en los relatos hebreos se hace referencia a los lugares
al.tos idolátricos, o aun a los lugares altos para rendir culto a Jehová,
después de la consagración del templo de Salomón, se habla de des-
viaciones de la ley mosaica, y los sucesivos reyes de Judá muchas veces
fueron juzgados, en cuanto a su carácter y comportamiento, en la medi-
da en que anularon o no los lugares altos. Por otra parte, aun J plan tea
considerables dificultades a la teoría de que antes del tiempo del éxodo
no se acarició como un ideal el centralismo del culto, pues en Exodo
23:17 se exige que todo israelita varón "se presentará delante de Je-
hová" (es decir en las tres grandes festividades: la Pascua, el Pente-
costés y los Tabernáculos). No se justificarla semejante disposición si
cada uno pudiera asistir a su propio santuario local. Por ende, el más
antiguo estrato del Pentateuco (de acuerdo con la hipótesis JEDP) im-
plica un sitio central de adoración, tal cual lo prescribió Jehová.
A este respecto anotemos que la escuela de Wellhausen tiende a
desechar el tabernáculo de Moisés como una ficción nacida en la ima-
ginación de la escuela sacerdotal. Piensan que nunca existió una
estructura como el su puesto tabernáculo, sino que fue inventada por la
escuela sacerdotal para darle una sanción mosaica al templo de Jeru-
salén. Por lo tanto, para ajustarse a esa teoría, todas las referencias del
Pentateuco al tabernáculo, y tamlbién los pasajes de /osué, Jueces y
170 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCJÓN Al. ANT ICUO TESTAMENTO

SamueJ que citan el tabernáculo, son automá ticamente asignadas a P.


Habiendo asignado a la escuela sacerdotal, por definición , toda men-
ción al tabernáculo, estos críticos arriban a la triunfante conclusión de
que ninguna obra anterior al exilio hace mención del tabernáculo. Pero
esto, más que un manejo objetivo de las evidencias es. por supuesto, u n
mero procedimiento de círculo vicioso.
A los sostenedores de esta teoría (de que no hubo reglamentación
alguna respecto de un santuario central) los pone en aprietos las indica-
ciones positivas en contrario registradas en épocas anteriores a Josías,
en el libro de los Reyes. Por cierto, la oración dedicatoria de Salomón
(cf. 1 Reyes 8:29-30) implica la singular validez de este templo y de su
altar, como si ya, en los días de Salomón, fuera el único sitio de adora-
ción legal y apropiado para el creyente Israel. Después del fallecimien-
to de Salomón en el año 931 antes de Cristo, Jeroboam consideró nece-
sario tomar ciertas providencias para que sus súbditos de las tribus del
norte no fueran a adorar a Jerusalén. Para ello erigió un santuario rival
en Bet-el que contenía un becerro de oro (1 Reyes 12:26-28). En cuanto
al período de Ezequías, un siglo an tes de las reformas de Josías, la
crónica hebrea declara que el rey impuso la pretendida obligatoriedad
de adorar únicamente en el templo de Jersulén, y para ello suprimió por
la fuerza todos los sacrificios y cultos de adoración en los lugares altos,
en todos sus dominios. Resulta muy diíícil explicar satisfactoriamente
esta reforma de Ezequías aduciendo que se tra ta de un ficticio prototipo
del despertamiento religioso que habría en tiempo de Josías, como
pretenden hacerlo ciertos críticos. El relato del intento de Senaquerib
de capturar a Jerusa lén por medio de amenazas y negociaciones es muy
circunstancial y convincente en cuanto a su historicidad. En el curso de
su conferencia con el enviado judío, el comandante asirio procura de-
salentar a los defensores de Jerusalén para que no busquen el aux ilio de
Jehová. Dijo: "Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro
Dios, ¿no es éste aquel cuyos lugares altos ha quitado Ezequías, y ha
dicho a Judá y a Jerusalén: Delante de este altar adoraréis en Jerusalén?"
{2 Reyes 18:22). Esta referencia incidental a la obligatoriedad impuesta
por Ezequías de reconocer la exclusividad del templo de Jerusalén es
un testimonio corroborativo de primer orden. Es difícil explicarla como
embellecimiento "sacerdotal," puesto que los crít icos no impugnan la
auten ticidad del relato de la invasión de Senaquerib.'
Al llegar a este punto se hace necesario mencionar algunas de las
dificultades más importantes que se plantean al querer fechar algunas
de las disposiciones legales de J-E y D entre los años 850 y 600 a. de J.C.
Como lo señala George Mendenhall; "Es dificil concebir 1,1n código
8. Dríver. ILOT, pág. 187, atribuye este relato a un escritor que vivió e n la generación
siguiente a la de !salas, o dentro de tres décadas después del episodio que ocurrió en el
año 701 a. de J.C.
RfcONSTRUCCJÓN DE LA H lSTORJA H EBREA SÉCUN W ELLHAUSEN. EN LOS
PER!ODOS PREPROPtnm Y PRortnco 171

legal que pudiera estar más en desacuerdo, por lo que sabemos de la


cultura cananea, que el Código del Pacto (Exodo 21-23, JE) ... las
ciudades cananeas eran predominantemente comerciales, rígidamente
estratificadas en estructuras sociales ... El Código del Pacto no de-
muestra estratificación social alguna, porque los esclavos mencionados
no son miembros de la comunidad, con la única excepción de la hija
que es vendida como una amah o esclava-esposa (y que está fuer-
temente protegida por la ley) . .. Las leyes del Código del Pacto reflejan
las costumbres, la moralidad y las obligaciones religiosas de la comun-
idad israelí (o tal vez una comunidad israelita específicamente del
norte) antes de la monarquía . . . puesto que exhibe justamente esa
mezcla de leyes casuísticas y leyes apodícticas (técnica y política re-
spectivamente) que también hallamos en pactos de fuentes hititas y en
códigos mesopotámicos; cualquier estudio que suponga que fue un
compuesto posterior y artificial a partir de fuentes literarias indepen-
dientes, se puede atribuir más bien a la ingenuidad racional que a
hechos históricos."• Al mismo tiempo Mendenhall arguye que las leyes
del Pentateuco debieron haberse originado después de la conquista,
puesto que tenían en mente una población sedentaria más bien que una
sociedad nómada del desierto. Pero este argumento pasa por alto el
obvio y anunciado propósito del código mosaico: era para servir de guia
a Israel después de haber conquistado y haberse asentado en la tierra
prometida, no cuando deambulaba por el desierto del Sinai.
En cuanto al conocido argumento de los documentalistas en el
sentido de que la ley mosaica no pudo haber existido durante la era
preprofética, puesto que nunca se menciona en los (cuidadosamente
expurgados) documentos J y E.'" Mendenhall formula otra interesante
observación. Afirma que las leyes y códigos escritos de los antiguos
semitas eran de poca importancia en los procedimientos tribunalicios.
Así, en los miles de documentos legales de la antigua Babilonia sulJ-
siguientes al Código de Hammurabi, ni una sola vez se hace referencia
explícita a dicho código. "Si, como creemos, lo mismo ocurrió en
Israel, la ausencia de referencias a la ley codificada en los profetas y en
las obras históricas, nada prueba respecto de la existencia de un código
legal" (tal como el libro del pacto, Ex odo 21-23)." Aquí, por lo tanto, el
argumento del silencio es demostrablemente falso. puesto que al mis-
mo razonamiento negaría también la existencia anterior del Código de
Hammurabi. a pesar de que contamos con ese código desde los días de
Hammurabi.

9. Mendenhall. Low ond Covenonl in lsroel (Ley y pacto en Israel), (Pittsbnrgh: Biblical
Colloquium , 1955), págs. 13, 14.
10 . Comparar los pasajes c itados e n la.:; págs . 120, 121 rc ícridos u la ley de Mo isés. y
también los referentes a Am6s, que se tratarán en las págs. 354, 355 de este libro.
11. Mendenhall, págs. 11, 12.
172 REsEÑA CRlTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

Por último, debemos señalar que 1ú J ni E hacen la más m!nima


mención de haberse percatado de la existencia de una monarquía en
Israel. No hay ninguna sugerencia de que las doce tribus estuvieran
gobernadas por un rey, y la única indicación profética de que habría de
gobernar a Israel un soberano humano, figura en Génesis 49:10 (J): "No
será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies." Nos
parece dificilfaimo reconcillar esto con la suposición de que la nación
existió como monarquía tres siglos antes de que J bailara forma escrita.
Aun O le dedica solamente unos pocos versículos a las instrucciones
respecto de un posible futuro rey en Israel (Deul.eronomio 17:14-20). y
aun allí da la impresión de que el nombramiento de un rey es una
posibilidad remota. Y más raro aún, el documento P, del cual se afirma
que es posterior al exilio, no dice una palabra sobre la realeza." Esto
parece imposible reconcilíar con la suposición de que la escogida línea
davídica había reinado durante más de cuatro siglos en la ciudad santa
d e Je rusal én. Con seguridad que todo autor que e laborara un
documento mosaico para la institución del sacerdocio. le hubiera atri-
buido también al gran legislador la sanción, clara y explicita, de la
institución de la realeza. Es prácticamente inconcebible que cualquier
autor judío patriótico, que creyera en la sanción divina de la dinastía
davldica, hubiera pasado por encima de ella en completo silencio.
Todos los có digos lega les d e otras naciones de l antiguo Cercano
Oriente, regidos por monarcas, tienen mucho que decir respecto de los
deberes y prerrogativas de sus reyes. La única explicación razonable
del hecho de que P y E guardan absoluto silencio respecto de la realeza
hebrea es que no reinaba ningún rey en Israel cuando fueron escritos.
Las predicciones aisladas en ) y O llevan a la misma conclusión; si
fueron compuestos durante el período monárquico, como lo aseguran
los documentalistas, las pautas respecto a la realeza hubieran apareci-
do, necesariamente, en la trama de dichos "documentos."

12. Prácticamente la única sugerencia de una monarqula en Israel íigura en la declara•


ción de Génesis 36:31: .. y los reyes que reinaron e n la tie.rra do Edom, antes que reloase
rey sobre los hijos de Israel. fueron éstos: " Pero nuevamente aqul le designación de un
rey hebreo es oonsiderada como una mera posibilidad, en el mejor de los casos una
remoto posibi.lidad futura, que asegurarle el cumplimiento de la promesa hecha e Abra•
ham en Génesis 17:6 (P): "Y reyes saldrán de ti"', En vista de que solamente la secundaria
linea de Esaú habla logrado ese status. nada más lógioo y apropiado que un autor del siglo
XV a. de J.C.. claramente consciente del pacto, notara e l hecho de que la descendencia de
Jacob no habia obtenido esa dignidad .
CAPITULO 12
RECONSTRUCCION DE LA HISTORIA
HEBREA, EN EL PERIODO SACERDOTAL
SEGUN WELLHAUSEN
De acuerdo con la hipótesis de Wellhausen, la declinación y caída
de la monarquía judía, con la subsiguiente deportación de los israelí.tas
al cautiverio, los obligó a renunciar a sus aspiraciones políticas y volver
la mirada a sus instituciones religiosas como base para continuar su
existencia como nación. Esta fue la razón por la cual el sacerdocio
profesional de la tribu de Leví asumió creciente importancia, y las
prácticas rituales fueron elaboradas en la forma etl que finalmente re-
sultaron codificadas en el documento P. Antes del exilio, de acuerdo
con esta teoría, no hubo realmente pautas normales que rigieran para
todos los fieles, sino que la adoración y los sacrificios se regían según
normas simples y flexibles. Mientras esto sonaba muy bien de acuerdo
con la teoría evolucionista, hubo algunos investigadores en el campo en
el siglo XIX, de las religiones comparadas, que recelaban de dicha
posición.
Hasta un partidario tan fiel y adicto a Wellhausen como lo fue W.
Robertson Smith, creyó que Wellhausen se equivocó al pensar que las
ansias de ajustarse al dedillo a los requerimientos rituales sólo fueron
posteriores al exilio.• Todo lo contrario, tal deseo existió entre todos los
semitas desde los albores de su desarrollo cultural. En vez de las épocas
antitéticas de la doctrina de Wellhausen (hegeliana). Smith creyó que
hubo un desarrollo conlínuo a través de sucesivos períodos. Por ejem-
plo, Smith creyó que el tipo de sacrificio expiatorio y de comunión fue
primero, porque estaba basasado en una sociedad tipo clan; pero la
oblación y la ofrenda elevada fueron posteriores, porque se estable-
cieron en un momento de la sociedad en que se reconocían los de-
rechos a la propiedad.'

1. Smilh, The Heligion of rhe Semiles (La religión de los sem itas).
2. Ver H. F. Hahn. The Old Teslomenr in Modern lleseorch (El Antiguo Testamenlo a la
luz de las modernas investigaciones). págs. 49-51.

173
174 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

De acuerdo con la teoría documental, hubo un claro desarrollo en


las restricciones al sacerdocio que sufrió la familia de Aarón. Al princi-
pio el sacerdocio estaba abierto a todos los israelitas (''Y vosotros me
seréis un reino de sacerdotes" Exodo 19:6, un versículo J-E). En reali-
dad, esta afirmación que figura ep Exodo 19:6 se refiere al papel de
Israel como una nación en contraposición con todas las naciones gen-
tiles paganas, que necesitaban la medfocióo del pueblo hebreo, si ha-
bían de aprender alguna vez algo acerca del verdadero Dios. Ademés,
hay una gran diferencia entre la declaración: "vosotros me seréis un
reino de sacerdotes", y esta otra: "Cualquier israelita es elegible para el
sacerdocio." Se afirma que el documento J-E ni siquiera restringe el
sacerdocio a la tribu de Levl. Esto, por supuesto, es cierto, porque por
definición, todas las referencias al sacerdocio inmediatamente son asig-
nadas a P, aunque aparezcan en medio de un pasaje J o E. Pero cier-
tamente. los documentalistas no pueden señalar un solo pasaje del
Pentateuco, después de la ordenación de Aaróo, que se halla en Levíti-
co 8, en el cual se permita a alguno que no sea de la tribu de Leví llegar
a ser sacerdote. (Ni siquiera la misma Tora implica que el sacerdocio
estaba restringido sólo a Leví, ontes de la consagración de Aarón.)
La etapa siguiente, según Wellhauseo, estuvo representada por
Deuteronomio (621 a. de J.C.), que restringió el sacerdocio a la tribu de
Leví en general. pero no en particular a la familia d e Aarón. De acuerdo
coa D, todo levita puede aspirar al sacerdocio, y no fue sino hasta la
época del código sacerdotal (550-450 a. de J.C.) cuando este honor fue
restringido únicamente a los descendientes de Aaróa. No obstante ello,
puede demostrarse que D era plenamente consciente de la d.istincióa
establecida entre la familia de Aarón y el resto de los levitas. Por ejem-
plo, en Deuteronomio 27:12-14 se dio la orden para que la tribu de Levi,
juntamente con otras cinco tribus se pusieran en las laderas del monte
Gerizim, en tanto que otras seis tribus se colocaron sobre el monte Ebal.
Pero ea el valle entre ambos grupos se colocaría un selecto grupo de
levitas, es decir, "los sacerdotes levitas" (e/. versículo 9), quienes se-
rían los encargados de recitar una serie de maldiciones divinas. Resulta
difícil evitar la inferencia de que este grupo selecto, que estaba coloca-
do en el valle, era de sacerdotes aarónicos. De la misma manera, ea 1
Reyes 8:4, pasaje atribuido por Driver a un compilador del Deuterono-
mio (lLOT, pág. 181), hay implícitamente una distinción entre los
sacerdotes y los levitas: "Y llevaron el arca de Jehová ... los cuales [los
utensilios sagrados] llevaban los sacerdotes y levitas." (Kuenen se sin-
tió obligado, sobre bases dogmáticas, a sacar este versículo de su con-
texto en Deuteronomio y asignarlo a P.)
Se sostiene que la restricción del sacerdocio vino con la última
parte del ministerio de Ezequiel. Ezequiel (47:4-16) fue el primero en
asignar un status inferior a todos los levitas que no fueran de la famlHa
REcClNSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA, EN EL PERIODO SACERDOTAL
S.EGÚN WELLHAUSEN 175

de Sadoc (un contemporáneo de David descendiente de Aarón). Pero el


contexto del pasaje aclara que el status especial de la familia de Sadoc
se debió al hecho de que durante la apostasía de los siglos VII y comien-
zos del VI a. de J.C., solamente esta división de los descendientes de
Aarún ~e negaron rnsueltamenle a cooperar con las prácticas idolátricas
del gobierno judío. Más aún, resulta difícil ver de qué manera la reduc-
ción o limitación del sacerdocio solamente a los descendientes de
Sadoc pudiera proveer las bases para la extensión de un status sacer-
dotal a todos los descendientes de Aarón. Sin embargo esto es lo que
ocurrió, de acuerdo con la hipótesis evolucionista. De las primeras
etapas de accesibilidad a toda la tribu, el sacerdocio fue reducido a un
pequeño clan, o mejor dicho, al subclan de los descendiente de Aarón,
y finalmente abierto sin distinción a todos los aaronitas. Resulta difícil
percibir aquí una progresión lógica.
De cualquier modo, y de acuerdo con esta teoría, la última etapa fue
la supremacía de la familia de Aarón dentro de la tribu de Leví, aconte-
cimiento que ocurrió durante el exilio babilónico. Esta teoría cuenta
con el apoyo del argumento de que Aarón fue un personaje ficticio que
no tuvo arte ni parte en las tradiciones de Moisés y del éxodo. Pero para
poder sostener esta pretensión, estos críticos tuvieron que habérselas
con muchos pasajes J en los cuales aparecía el nombre de Aarón (p. ej.,
Exodo 4:14-16, 27-30), no menos de 13 veces. Había que sacar del
contexto, J cada una de estas partes que se refería a Aarón, y conside-
rarlas todas como inserciones de P. Con este procedimiento se hizo
posible zafarse de la dificultad con el fallo de que: "Aarón nunca
aparece mencionado en J." Además el diferir la dignidad del sumo
sacerdocio para el tiempo del exilio es algo que se ve perturbado por la
prominencia de ciertos sumos sacerdotes mencionados en la historia
judía anterior al exilio, hombres como Joiada (2 Reyes 12:9), Hilcías (2
Reyes 22:4, 8) y Seraías (2 Reyes 25:18).
El argumento de que el surgimiento de la escuela sacerdotal se vio
acompañado por la exaltación de la familia de Aarón llevó natural-
mente al corolario de que fue precisamente en este periodo (550-450 a.
de J.C.) cuando lo ritual ocupó el primer plano en Judá. De ahí que los
numerosos pasajes de Exodo, Levítico y Números que tratan los temas
de ritos y sacrificio. deban considerarse como pertenecientes a la ú lti-
ma porción de la Tora, y que los términos técnicos relacionados con el
sacrificio provengan en gran parte del vocabulario del período del exi-
lio. Pero como ya lo señalamos al comienzo de este capitulo, W. R.
Smith estuvo en desacuerdo con el punto de vista de que en los
primeros estadios de la religión hubo poca preocupación por los re-
querimientos rituales. Sostuvo que el testimonio de las religiones com-
paradas señalaba justamente lo contrario, y que aun los pueblos total-
mente primitivos hacían gran hincapié en ajustarse a los procedimien-
176 Rf.sENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

tos prescritos al ofrecer sacrificios y en otras observancias rituales. Pero


todo esto ha salido ya del ámbito de la mera opinión, pues al descu-
brirse la copiosa literatura ugarltica de Ras Samrah (que se remonta a.l
año 1400 a. de J.C. o antes), se ha comprobado que algunos de los
términos técnicos relacionados con los sacrificios, que fueron rotulados
por Wellhausen como del tiempo del exilio, figuran en este remoto
período. Aun en tan apartados rincones de l mundo de habla cananea
como Ugarit, bal.lamos términos P tales como ishsheh (ofrenda encen-
dida), holocausto (kólíl), ofrenda de paz (shelómím), y probablemente
óshóin, expiación por la culpa.• Es difícil zafarse uno de la conclusión
de que estos términos ya estaban en boga en Palestina en los días de la
conquista de Moisés, y que todos los argumentos elaborados en procura
de establecer lo tardío de la terminología del culto levítico, carecen de
fundamento.•
En apoyo de una fecha tardía para e l código sacerdotal. se afirma
habitualmente que en la literatura anterior al exilio no se menciona
ninguna de sus provisiones ni ordenanzas; los autores anteriores al
exilio parecieran haberlas ignorado totalmente. De ahi, insisten que el
material contenido en el documento P tiene que haber sido compuesto
después de la caída de Jerusalén (587 a. de J.C.) Driver dice: "El período
anterior al exilio no da señal alguna de que P haya estado en vigencia"
(ILOT, pág. 136). Y añade: " Ni se presupone la legislación de P en el
Deuteronomio" (pág. 137). Sin embargo, estas afirmaciones no cuentan
con el apoyo de la evidencia textual. Los libros anteriores al exilio en
general, y el Deuteronomio en particular, sí hablan de la legislación
levítica como algo que ya existía y era compulsivo en la conciencia de
Israel.
En primer lugar es significativo el hecho de que aun Driver se sienta
obligado a calificar las arrolladoras generalizaciones que acabamos de
citar, cuando se ocupa de Deuteronomio 14:3-20: "Tenemos un largo
pasaje idéntico en Deuteronomio y en Levítico [es decir, Levílico 11:2-
23, respecto a los animales limpios y a los animales inmundos!; y que D
lo toma de P -o al menos de una colección sacerdotal de toroth- y no al
J . Cyrus H. Gordon niega que e l o!m ugarílíco lenga alguna relación con el 'ó§dm hebreo.
Figura en el Texlo 27:7-9, en líneas fragmenlarias que Gordon deja sin traducir. De la
misma manera el Texto 45:7 lione "(..... ) lgd otm", pero también es fragmentario. Si n
embargo, puesto que Gordon no ofrece traduecióñ alguna para ninguno de estos textos.
parecería ir más allá de la evidencia el negar que a lm pueda corresponder • 'ó§óm.
Resulta extraño que Gordon omita 101alm.enle la palabra de su glosario Ugoril Manual
(Manual ugarllico) de 1955 , a pesar de que d icho glosario conliene. supuestarnenle. lodo
el vocabulario completo de los toxlos ugarfticos.
4. John Gray cuesliona ejemplos brindados por T. H. Gasler. pero él a s u vez. contribuye
con otros ejemplos: el d-b-h ugarítico es el zobah hebreo (sacrificar en el altar): m-1-n en
hebreo es malton (don (oírecido a Oiosl); n-il-r es en hebreo neder (volo): $-q-r-b
es equivalente al hebreo hiqrib (presentar una ofrenda). [El ugarílico utiliza shophel por
el hebreo hiphil.) S-'-1-y es en nebreo he·•Joh (ofrendar en ol aliar). Legacy of Conaan
(Legado de Canaán), segunda ed ición revisada !Leiden. Nelherlands; E. J. Brill. 1965).
págs. 195-199.
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA. EN EL PERIODO SACERDOTAL
SEGÚN WELLHAUSEN 177

contrario, se evidencia por ciertos rasgos de estilo que lo relacionan con


P y no con Deuteronomio ... Si así es, sin embargo, una parte de P
existia cuando fue escrito el Deuteronomio" (ILOT, págs. 137, 138).
Pero en realidad esta no es la única sección de ese tipo en Deuterono-
mio. Deuteronomio 15:1 habla del año de remisión, exactamente como
fue ordenado en Levítico 25:2-7. Más aún, Deuteronomio 23:9-10 impli-
ca un conocimiento de las leyes sanitarias que se refieren al ceremonial
respecto a las impurezas, y que están contenidas en Levítico 15:16.
Deuteronomio 24:8: "En cuanto a la plaga de la lepra, ten cuidado de
observar diligentemente y hacer según todo lo que os enseñaren los
sacerdotes levitas; según yo les he mandado, así cuidaréis de hacer";
expresamente afirma la existencia de una ley mosaica sobre la lepra,
que fue entregada a los sacerdotes (como en Levítico 13 y 14). Otras
referencias de Deuteronomio que señalan expllcitamente hacia las
leyes P pertenecen a Levflico 11 , 13-15, 17-19 y Números 18:20-24. Si
éstas en realidad son viejas leyes (como lo sugiere Driver) que exis-
tieron antes de la codificación de P, entonces (como lo señala Orr en
POT, pág. 315), "Estas antiguas leyes tienen que haber sido tan noto-
riamente iguales a las que poseemos en Levflico que casi no vale la
pena discutir sobre sus diferencias, y pierde todo valor el argumento
contra la existencia anterior al exilio de las leyes de Levítico."
Pero no solamente en Deuteronomio figuran estas referencias a la
legislación P. En Amós 2 :11 y 12 leemos: "Y levanté de vuestros hijos
para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos . . . mas
vosotros disteis de beber vino a los nazareos." Este pasaje indica un
conocimiento de Números 6:1-21 (P), único lugar del Antiguo Tes-
tamento donde queda establecido el orden de los nazareos; la prohibi-
ción de beber vino figura en Números 6:3 (P). También en Amós 4:5 se
condena a los que ofrecen "sacrificios de alabanza con pan leudado,"
que sin duda alguna alude a lo ordenado en Levítico 2:11 (P), donde se
prohibía toda ofrenda con levadura. Términos característicos de P, tales
como holocauslos, ofrendas [oblaciones), ofrendas de paz, figuran en
Amós 5:22 (cf. Levítico 7:11-14; 8:1-32). También nos encontramos con
ofrendas voluntarias (n•dóbóh) en Amós 4:5 (cf. Levítico 7:16-18;
22:18; Números 15:3, todos pasajes P). y asambleas (''saróh) en Amós
5:21 (Levítico 23:36; Números 29:35).
La única deducción razonable de todas estas referencias (incluso las
que aluden al Deuteronomio) es que ya en el año 755 a. de J.C. había un
cuerpo escrito de leyes, que incluía tanto a P como .JO, y rotulado por
P.I propio profP.ta r.omo la Tora nP. Y11hvé (Amós 2:4), y aceptado por su
público como un auténtico y autorizado cuerpo legislativo al cual esta-
ban obligados.' Ni existe el más mínimo indicio ni sugerencia alguna en

5. Ver capitulo 22, pág. 355 de esle libro.


178 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

el sentido de que el mismo Amós o cualquiera de los otros represen-


tantes de la escuela profética estuvieran intentando algún tipo de in-
novación o promulgar cualquier nueva enseñanza relacionada con la
teología o con el culto. Pfeiffer y Eissfeldt han procurado evadir el
impacto de esta evidencia de Amós afirmando que tales alusiones a la
Tora son inserciones posteriores. Pero ciertamente este argumento es
fruto de la desesperación, que contrasta notoriamente con la confiada
afirmación de Graff, Kuenen y Wellhausen, de que no hay vestigios de
legislación P en ninguna literatura hebrea anterior al exilio. Este fue un
argumento pretendidamente basado en la evidencia del propio texto
bíblico. Cuando el texto mismo refuta la pretensión, no hay otra alter-
nativa razonable, aparte de retirarla como infundada. Además, este tipo
de evidencia no se limita a Amos, puesto que también se encuentra en
Oseas. Comparar Oseas 8:11 y 12: "Porque Efraín multiplicó altares
para pecar . . . le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas como
cosa extraña." Resulta difícil ver en esta expresión, "las grandezas de
mi ley," una mera referencia a Jy E, en la cual el elemento legislativo es
insignificante.
A este respecto es preciso tener en cuenta que uno de los métodos
aconsejables para asegurarse de la fecha en que un documento fue
escrito, es averiguar todas las referencias a las condiciones sociales y
políticas contemporáneas que contiene; particularmente las alusiones
incidentales (pues éstas suelen revelar la verdadera fecha, aun de obras
espurias que pretendan haber sido escritas con anterioridad a su ver-
dadera fecha). Aplicando este método de investigación al "código
sacerdotal", hallamos que la evidencia interna señala con abrumadora
certeza una fecha muy anterior al exilio; es imposible cuadrar muchos
de los rasgos distintivos de P con lo que sabemos de las condiciones
posteriores al exilio. Así, por ejemplo:
1. El tabernáculo de Exodo y de Levítico (considerado por Well-
hausen como una mera ficción, proyectado a los días de Moisés con el
fin de proporcionar una justificación para la erección del templo en
Jerusalén], no tenía más que una mesa para el Pan de la proposición (en
tanto que el templo de Salomón tenía diez); y un solo candelera (en
tanto que el templo de Salomón contaba con diez); y medía solamente
diez codos por treinta (en cambio, el templo de Salomón era de sesenta
por veinte codos). Las dimensiones representaron un incremento del
200 por ciento, en tanto que los artículos decorativos y el moblaje
aumentaron en un mil por ciento.
2. Observemos también que este tabernáculo supuestamente ficti-
cio fue dedicado, según P, el primero de Nisán (Exodo 40:2), en tanto
que el templo de Zorobabel, posterior al exilio, fue dedicado el tercer
día de Adar (Esdras 6:15), y el templo de Salomón, en algún momento
del mes de Etanim, o Tisre (1 Reyes 8:2).
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA, EN EL PERÍODO SACERDOTAL
SECÚN Wat.HAUSEN 179

3. El templo posterior al exilio carecía, aparentemente, del arca del


pacto y de sus dos tablas del decálogo (puesto que no se hace ninguna
mención de ellas después de la caída de Jerusalén, que ocurrió en el
año 587 a. de J.C.), y sin embargo, figuraban en forma prominente en el
tabernáculo de P.
4. Nunca se menciona en ningún documento posterior al exilio que
el sacerdocio del período subsiguiente al exilio poseyera el Urim y el
Tumim, o que visitera efod (aunque tal vez pudieran haberlo hecho).
5. Hay un sorprendente contraste entre P, con su único ayuno (el
día de la expiación), y los tres o cuatro importantes ayunos observados
por los judíos de despues del exilio (cf. Zacarías 8:19). Por cierto que
los sacerdotes del exilio o posteriores a él, al tratar de formar ratifica-
ciones mosaicas para sus acariciados ritos e instituciones contempo-
ráneas, no hubieran dejado de incluir algún tipo de garantía por lo
menos para algunos de estos ayunos adicionales.
6. En cuanto a la celebración de la Pascua, P (Exodo 12:7, 46) per-
mite comer la comida de la Pascua en las casas de familia -permiso
incompatible con un sacerdocio monopolizador- y no insiste en cele-
brarlo en el santuario central (como lo ordena Deuteronomio 16: 5-12).
Aparentemente, la provisión de Exodo 12 tuvo en cuenta la existencia
nómada de Israel antes de la conquista, en tanto que Deuteronomio
tenía su vista puesta en las condiciones que prevalecían en Palestina
después de la conquista y luego del asentamiento en la región.
7. En lo que se refiere a las ciudades de refugio, tan prominen-
temente mencionadas en P (Números 35:9-14), nunca se las menciona
como tales en los relatos posteriores al exilio. Más aún, la mayoría de
las mismas estaban bien alejadas de las fronteras de la provincia persa
de Judea, en los días de Esdras.
8. Elementos del rito judío y del servicio del templo, que figuraban
prominentemente en el período posterior al exilio, no son mencionados
para nada en este documento P, pretendidamente sacerdotal. De modo
que no hallamos referencia alguna (1) al cuerpo levítico de cantores del
templo; (2) a los escribas, de los cuales el mismo Esdras era el reconoci-
do líder; (3) a los sirvientes del templo, conocidos como los netineos;
(4) al empleo de instrumentos musicales. Resulta imposible explicar
cómo un grupo de sacerdotes profesionales, en la tarea de elaborar una
espuria ley de Moisés, con el propósito de justificar e imponer sus
pretensiones a ejercer una autoridad especial, pudieran haber fallado
en incluir sanciones mosaicas para ninguno de estos asuntos. Ni tam-
poco, a este respecto, es explicable el hecho de que J y E y D no
hubieran mencionado los asuntos (1), (3) y (4), si en realidad fueron
compuestos en fecha posterior al reinado de Salomón (970-931 a. de
J.C.), en cuyo tiempo los cantores del templo, los netineos y los ins-
trumentos musicales estuvieron íntimamente involucrados en el culto
180 REsEÑA CRITICA DE UNA lNTRODUCX:lÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

del templo. Resu lta dificil explicar este asombroso silencio en materias
de interés peculiarmente sacerdotal, excepto sobre la base de que P fue
en efecto compuesto antes de la época de Salomón.•
9. En conexión con todo esto debemos señalar que la ciudad santa
de Jerusalén nunca fue mencionada en la legislación mosaica. Hay una
referencia a Melquisedec, rey de Salem, en Génesis 14; se menciona el
nombre del monte de Moriah, escenario en el cual Isaac estuvo a punto
de ser sacrificado; y "el monte de tu heredad" es una frase que aparece
en Exodo 15:17. Pero ni una sola vez la Tora menciona a Jerusalén
como tal. ¿Cómo es posible que después de 500 años de existencia
como capital política y religiosa de la comunidad israelita, los diversos
redactores del documento P descu idaran hacer la más mínima mención
a la santa ciudad? Ni siquiera interpolaciones posteriores (como las que
aparentemente se introdujeron en el texto samaritano de la Tora para
establecer la santidad de su santo monte Geri.zim) establecieron que
Sion y Jerusalén eran los únicos y exclusivos sitios aceptables en los
cuales ofrecer sacrificios de acuerdo tanto con P como con J o E. Aun
Deuteronomio mantiene en absoluto anonimato "el lugar que Jehová
vuestro Dios escogiere" (12:5, 14; 16:16), a pesar de resultar facilisimo
para un autor del siglo Vll a. de J.C. insertar por lo menos el nombre de
Jerusalén, aunque vacilara en cuanto a perturbar la ilusión del origen
mosaico al especificar su futura importancia. Eo el documento D se
mencionan por nombre numerosas ciudades palestinas pero nunca
Jerusalén.
10. Por último, es bueno señalar que uno de los más frecuentes y
característicos titulos aplicados a Dios por los profetas y escritores
posteriores al exilio, no figura ni una sola vez en el Pentateuco. El titulo
a que nos referimos es "Jehová de los ejércitos" (Yahweh Sebá'ól), que
se repite 67 veces en !salas (en 66 capítulos), 83 veces en Jeremías (en
52 capítulos), 13 veces en Hageo (dos capitulos), 51 veces en Zacarlas
(14 capítulos) y 25 veces en MaJaqufas (tres o cuatro capítulos). Esto
indica una creciente frecuencia o popularidad de este titulo, que culmi-
na en los tres profetas posteriores al exilio: Hageo (6, 5 veces por capi-
tulo). Zacarfas (3, 5 veces por capítulo) y Maloqufas (6 a 8 veces por
capitulo). Resulta prácticamente imposible hallar una explicación
satisfactoria para el hecho de que Yahweh Sebá'ót no apareciera en el
documento P, si realmente fue compuesto después del exilio. (Si bien
es cierto que Ezequiel tampoco utiliza este título, la teoría documental
atribuye fuerte influencia de Ezequiel únicamente en H, es decir, Leví-
tico 17-26, y fija como fecha para el resto de P entre los años 550 y 450
a. de J.C.) Ningún otro titulo de Dios se aproxima en frecuencia a éste,
utilizado por los mismos profetas en cuya generación se compuso,
supuestamente, el código sacerdotal (Al mismo tiempo es preciso re-
conocer que los autores narrativos, Esdras y Nehemías, no emplean esta
REcoNSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA. EN EL PERIODO SACERDOTAL
SEGÚN WELLHAUSEN 181

expresión, excepto en Crónicas. Po.r alguna razón no era muy utilizado


por los judíos que vivían en Babilonia.) Se repite 11 veces en 1 y 2
SamueJ, seis veces en Reyes, pero n.i una sola vez en todo el Pentateuco.
La conclusión más natural a que se puede arribar, según estos datos. es
que Yahweh Sebá'ót no fue inventado como título de Dios hasta
después del período de los Jueces, y que P, juntamente con J, E y D,
fue compuesto antes de comenzar la época de los jueces.

6. Cf. Yehezkel Kaufmann , The Religion of lsroel (La religión de Israel), págs. 175-200.
para un estudio más detallado sobre la antigüedad del código sacerdotal, del cual él
piensa que es mucho más antiguo que el Deuteronomio.
CAPITULO 13
EVIDENCIAS ARQUEOLOGICAS SOBRE LA
ANTIGUEDAD DEL PENTATEUCO
Sólo fue natural que la hipótesis de Wellhausen se basara en sus
juicios respecto a la historicidad del documento del Antiguo Tes-
tamento según los datos arqueológicos disponibles en el siglo XIX. Pero
esos datos eran lamentablemente escasos durante el período formativo
de la teoría documental; y fue posible, debido a la ignorancia prevale-
ciente en aquel entonces, desestimar muchas afirmaciones de la Escri-
tura que hasta ese momento habían logrado confirmación arquelógica.
Por ejemplo, en ese tiempo se suponía que durante el período
mosaico la escritura era desconocida en Palestina, por lo cual el Pen-
tateuco no hubiera podido tomar forma escrita antes del siglo X ó XI a.
de J.C. las referencias a los hititas eran tratadas con incredulidad y
condenadas como una mera ficción de los autores de la Tora; lo mismo
cabe decir de los horeos y aun de la historicidad de Sargón II (722-705
a. de J.C.), puesto que hasta ese momento no se había descubierto
ninguna referencia extrabíblica. La existencia de un rey como Belsasar
(en el libro de Daniel) fue totalmente desechada, puesto que ningún
autor griego bizo mención a él, y era factible suponer que el texto
bíblico estaba en un error. Después de los días de Hupfeld, Graf y
Kuenen, los descubrimientos arqueológicos han confirmado el uso de
escritura alfabética entre las culturas de habla cananea con anterioridad
al año 1500 a. de J.C., y han aportado numerosos documentos probato-
rios sobre la existencia y gran importancia tanto de los hititas como los
horeos (o hurritas, como se los conoce más corrientemente), y también
tabletas cuneiformes en las que aparece el nombre de Belsasar.
Una y otra vez, cuando se han señalado supuestas inexactitudes
históricas como prueba de una paternidad espuria de los documentos
bíblicos, el relato hebreo ha sido reivindicado por los resultados de
recientes excavaciones y los juicios despreciativos de los teóricos
documentalistas han sido totalmente infundados. W. F. Albright, el
más grande arqueólogo americano de esta generación, educado en la
teoría de Wellhausen, dijo lo siguiente en el año 1941: "Los datos

182
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIGUEDAD DEL PENTATEUCO 183

arqueológicos y las inscripciones han establecido la historicidad de.


innumerables pasajes del Antiguo Testamento; el número de tales casos,
es muchas veces mayor que el de aquellos en que ha podido probarse lo,
contr ario o se ha hecho probable."' Más adelante, y en el mismo articu-
lo, prosigue: "Según nuestra opinión, Wellhausen fue el más grande
erudito bíblico del siglo XIX. Pero su punto de vista es anticuado, y el
cuadro que pinta sobre la evolución del antiguo Israel está lastimo-
samente distorsionado." Un autor más reciente, John Elder, afirma: "No
resuha mucho decir que el surgimiento de la ciencia arqueológica fue
lo que rompió el desacuerdo insuperable entre los historiadores y los
cristianos ortodoxos. Poco a poco, ciudad tras ciudad, civilización tras
civilización, cultura tras cultura, que no pasaban de ser reliquias bíbli-
cas, ocuparon el sitio que les correspondía en la historia antigua, por
obra y gracia de los arqueólogos ... Se han desenterrado relatos con-
temporáneos de sucesos bíblicos y se ha destacado la singularidad de la
revelación bíblica por contraste y comparación con religiones de anti-
guos pueblos recientemente descubiertas. En ningún caso los descubrí-

.... ~ ,,.-CIIIIL.,. ~¡;?'f'----::---


~ - - - ~ , ~ ---::::. _, - . u -

~..b ~

-
"":;:-, -

. .. - ...

El Instituto Albright. Nombrado así por el ya fallecido William F.


Albright, de la Universidad /ohn Hopkins, es el centro de operaciones
de la actividades arqueológicas locales en Israel, asociado o la
Escuela Americano de Investigaciones Orientales.

1. Albright, "Japhet in the Tenis of Shem" Oafet en las tiendas de Sem), en rhe American
Scholor (El erudito americano), 42: 692·4 (1941), pág. 181.
CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

mientos arqueólogicos han logrado refutar a la Biblia en cuanto a


hechos históricos."'
Imposible agotar en un capítulo todo el extenso campo de la ar-
queología bíblica, y nos reduciremos a señalar algunos de los descubri-
mientos mejor conocidos y más significativos de la era posterior a
Wellhausen. Modelos en este tema son las siguientes obras: W. F.
Albright, The Archaeology of Palestine [La arqueología de Palestina);
Barton G. A., Archaeology and the Bible (La arqueología y Biblia), obra
que consiste en su mayor parte en traducciones de antiguos
documentos paganos que tienen alguna importancia para el Antiguo
Testamento; Finegan, ]. Light from the Anciení Post (Luz de la remota
antigüedad), que contiene más discusión y menos traducción; Free, J.
Archaeology and Bible History (La arqueología y la historia bíblica), un
tratamiento conservador del tema a nivel semipopular; Price, I. M., y
otros, The Monuments and the OJd Testament (Los monumentos y el
Antiguo Testamento), (Filadelfia: Judson, 1958), es una extensa revi-
sión de una obra anterior, que analiza el tema a nivel semipopular y
desde un punto de vista moderadamente liberal; Pritchard. J. B. (ed.),
Anciení Near Eastern Texis (Antiguos Textos del Cercano Oriente), que
es ahora la traducción standard de casi todos los antiguos documentos
y antigua literatura que tienen alguna relación con la Biblia; Thomas, D.
W. (ed.), Documenís from OJd Testament Times (Documentos de la
época del Antiguo Testamento), (Nueva York: Harper & Row, 1958),
una excelente antología traducida de antiguos textos no bíblicos, con
introducción y notas; Unger, M. F., Archaeology and the Old Testa-
ment (La arqueología y el Antiguo Testamento), un estudio algo más
concienzudo y moderno desde un punto de vista conservador que la
obra de Free, Archaeology and Bible History (La arqueología y la
historia bíblica).

En las próximas páginas intentaremos agrupar algunos de los prin-


cipales descubrimientos que afectan las erróneas críticas dirigidas con-
tra la exactitud y precisión histórica del Pentateuco por los adherentes
a la escuela documental. Cada uno de estos alegatos mal fundados está
seguido por una lista de hallazgos arqueológicos que tienden a refutar-
lo. No habremos de tratar en detalle cada uno de esos descubrimientos,
pero haremos un breve resumen de su importancia respecto al alegato
en cuestión.
ALEGATO: El arte de escribir era virtualmente desconocido en Israel
antes del establecimiento de la monarquía davídica; por lo tanto no
pudo haber relatos escritos en los tiempos de Moisés.

2. Eider, Prophets, Idols and Diggers (Profetas. ídolos y excavadores], (Nueva York:
Bobbs Merril. 1960), pág. 16, libro respaldado por una junta editorial formada por clé-
rigos americanos liberales.
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANT1GUEDAO DEL PENTATEUCO 185

REFUTAClON: (1) El más antiguo documento hebreo hallado hasta la


fecha es el Calendario de Gezer, escrito alrededor del año 925 a. de J.C.
(encontrado por Macalister en el año 1908). Ya que obviamente se trata
de un mero ejercicio escolar de un niño, ello demuestra que el arte de
escribir era tan bien conocido y ampliamente practicado en Israel
durante el siglo X a. de J.C. que hasta los niños aprendían a escribir en
las provincias.
(2) Las tablillas de arcilla de Ugarit o Ras Samrah (descubiertas por
Schaeffer en 1929) se remontan hacia el año 1400 a. de f.C. Su escritura
es alfabética y consta de treinta letras, expresadas en un lenguaje
emparentado con el hebreo más que con ningún otro dialecto semita.
Consisten principalmente en poemas épicos referidos a deidades tales
como El, Baal, Anat, Asera y Mot, y exhiben el depravado politeísmo
que caracterizaba a los cananeos en los días de la conquista israelita.
Como ya lo señalamos en el capítulo 12, ponen de relieve varios térmi-
nos rituales que Wellhausen sostenía que eran inventos posteriores al
exilio del documento P. Esto sin duda establece el hecho de que estos
términos técnicos para expresar un sacrificio eran de uso común en
toda el área cananea, casi mil años antes de lo que se supone vieron la
luz, según la hipótesis documental. También proporcionan muchos
paralelos o dichos poéticos y características expresiones halladas tanto
en las porciones poéticas del Pentateuco como en los Salmos. Hablan
de la morada de Baal como que está situada "en el monte de su here-
dad", casi igual que Exodo 15:17, en la frase "en el monte de tu here-
dad" (que los críticos, anteriormente, insistieron en que era una re-
ferencia al monte Sion). 3 Aun las formas y paralelismos poéticos de
estas epopeyas ugaríticas revelan una estrecha semejanza con la poesía
hebrea. Comparar, por ejemplo, el paralelismo triple utilizado en el
cántico de María (Exodo 15) y en algunos de los Salmos (p. ej., Salmo
92':9], que refleja un estilo característico de los poemas ugaríticos. Algu-
nas de las palabras raras y dudosas de la poesía hebrea figuran también
en lo& documentos de Ras Samrah, que han arrojado luz sobre su signi-
ficado. (Cf. Albright. AP, págs. 231-233).
(3) Aun antes de la literatura hallada en Ras Samrah, hubo nume-
rosas inscripciones de tipo alfabético, encontradas en las minas de
turquesa de Serabit el-Hadim (la antigua Dofca) que datan, por lo
menos, del año 1500 a. de J.C. Estas inscripciones jeroglíficas (descu-
biertas por Petrie en el año 1904) exhiben un sistema alfabético que nos
suministra la genealogía de las letras del alfabeto fenicio. Resulta obvio

3. Un epfteto de Baal en 1 Aqhat 43, 44 es f-k-b' -r-p-t (probablemente vocalizado como


rákib 'urpáti) que significa "jinete de las nubes; este figura en el Salmo 68:5 como r-k-b
b-'-r-b-w-t (rokéb bá '•rábót). como una descripción de Yahweh (frase anteriormente mal
interpretada como "jinete en los desiertos"). Cf. Cyrus Gordon, Ugorilic Manual (Manual
ugarítico), pág. 179b.
186 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

que los autores de estas incripciones fueron los primeros semitas que
trabajaron para los egipcios. Se infiere, naturalmente, que la escritura
estaba tan ampliamente difundida entre los semitas de la era pre-
mosaica, que aun las clases más bajas de la sociedad podían leer y
escribir. (Algunos han sugerido, como lo conjetura Albright, que se
trataba de esclavos hicsos, obligados a trabajar en esas minas luego de
ser expulsados de Egipto.} Resulta interesante observar que recien-
temente se han descubierto nuevos restos de cerámica en Hazor con
inscripciones hechas en esta misma escritura sinaítica (Y. Yadin, y
otros: Hazor I [1958], Hazor II [1960]), lo cual significa que el conoci-
miento de la escritura en este tipo alfabético se extendía a toda Pales-
tina en los días de Moisés.
Au:C:.ATO: LOS relatos del Génesis sobre la vida y las actividades de
Abraham y sus descendientes no son dignos de confianza y a menudo
no son históricos. Noldeko llegó al extremo de negar de plano la exis-
tencia histórica de Abraham.
REFUTACION: El siglo XX ha brindado abundantes confirmaciones del
relato bíblico por medio de los siguientes descubrimientos arqueológi-
cos.
(1) La ciudad de Ur, en el sur de Sumer, fue totalmente excavada
por Leonard Woolley (1922-1934), y resultó ser una importante y
floreciente ciudad que gozaba de una avanzada civilización alrededor
del año 2000 a. de J.C., lo cual coincidiría precisamente con el período
en que vivió Abraham. El común de los ciudadanos de la clase media
habitaban excelentes casas que tenían entre diez y veinte habitaciones.
Había escuelas donde se educaban los niños, pues se han hallado ta-
blillas que utilizaban los alumnos para aprender a leer, a escribir, arit-
mética y religión (Free, ABH, págs. 49-50). Estos últimos años se ha
planteado alguna duda en cuanto a si la Biblia se refiere a Ur de los
sumerios, pero la evidencia de una ciudad del mismo nombre más al
norte es muy escasa.
(2) El nombre Abram aparece en tablillas datadas en el siglo XVI a.
de |.C. Así, una tablilla acádica, fechada en el año 1554 a. de J.C. o sea el
undécimo año de Amisaduga de Babilonia (Barton, AB, pág. 344), relata
que un granjero llamado Abarama tomó alquilado un buey. Otras dos
tablillas se refieren al mismo nombre como Abamrama.~
(3) En cuanto a la carrera de Abraham en Palestina, las excavaciones
de Siquem y Bet-el demuestran que fueron habitadas en los días de
Abraham. Un escritor del siglo IX bien pudiera haber representado al

4. Siguiendo una cronología más antigua, Barton data la primera tablilla en el año 1965 a.
de J.C.; pero de acuerdo con la fecha asignada por P. E. Van der Meer, en The Ancient
Chronofogy o/ Western Asia and Egypt (Antigua cronología de Asia Occidental y Egipto]
(Leiden, Netherlands: E. J. Brill, 1947). Ammisaduga comenzó su reinado en 1565.
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE l.A ANTIGUEDAD DEL PENTATEUCO 187

patriarca cuando se detenía en ciudades que no existían en el siglo XX


a. de J.C., si bien pudieron haberse hecho famosas más tarde.
(4) Los eruditos más viejos criticaron a Génesis 13 como un capitulo
no histórico, basados en que el valle del Jordán estaba relativamente
inhabitado en los tiempos de Abr.aham. Pero Nelson Glueck, en dé-
cadas recientes, ha desenterrado más de setenta solares en el valle del
Jordán, algunos de los cuales se remontan a 3000 años antes de Cristo.
(5) Génesis 14 fue rechazado por Noldeke, basado en que (a) l os
nombres de los reyes de la Mesopotamia eran ficticios , (b) no se hacían
viajes tan largos desde la Mesopotamia a Palestina, en la época de
Abraham, y (c) no existía tal camino al oriente del río Jordán. En cuanto
a (a), la posibilidad de un Quedorlaomer, rey de Elam, los descubri-
mientos más recientes han demostrado que en realidad existió una
dinastía elamita que impuso un señorío temporal en Sumer y Acadia, y
que algunos de estos reyes tenían nombres que comenzaban con "Ku-
dur" (siervo), y que había una diosa elamita llamada Lagamar. Así, un
rey Kudur-lagamar ("siervo de la diosa Lagamar") bien pudo haber
participado en esta invasión. Dice una de las tablillas (Barton, AB, pág.
34!9) que un rey llamado Kudur-Mabug tenía un hijo llamado Ari-aku (o
también Arad-Sin, siervo del dios-luna), y que era rey de Larsa, muy
semejante a "Arioc rey de Elasar" (Génesis 14:1). Las tablillas de Mari
muestran cuán común era el nombre Ariyuk (Albright en Rowley,
OTMS, pág. 6). Un contrato para alquilar una carreta, fechado poco
tiempo después de Hammurabi, estipula que la carreta alquilada no
debe dirigirse a la costa del Mediterráneo (lo cual indica que se hacían
viajes con carretas a Palestina, en aquellos días). (Cf. Barloo, AB,
pág. 347).
El resultado neto de todas esta confirmación arqueológica sobre la
coincidencia de Génesis 14 con las condiciones existentes en aquel
periodo ha sido el de convencer a Gunkel, Albright y muchos otros, de
que este episodio descansa sobre auténticas tradiciones que se remon-
tan tal vez al siglo XX a. de J.C. Albright concluye: " A pesar de nuestro
fracaso, hasta el momento, de fijarle un horizonte histórico a este capí-
tulo, tenemos la certeza de que su contenido es antiquísimo. Figuran
varias palabras y expresiones que no se repiten en ninguna otra parte de
la Biblia y que ahora sabemos pertenecen al segundo milenio antes de
Cr isto. También son antiquísimos los nombres de localidades en
Transjordania."' Debernos mencionar, sin embargo, que una anterior
identificación de "Amrafel rey de Sinar' con el célebre Harnrnurabi de
Babilonia es insostenible, puesto que éste floreció en el siglo XVIII a. de
J.C., en tanto que Abraham vivió en el siglo XX 6 X)(J a. de J.C. (según el

5. H. C. Alleman y E. E. Flack (eds.). Old Testoment Commentory (Comentario del


Antiguo Testamento) , pág. 14.
188 RESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

relato bíblico). Esta fecha corregida del reinado de Hammurabi (hacia el


año 1728-1676) fue establecida sobre la base de la correspondencia
diplomática descubierta en Mari en tre Zimri-Lim, último rey de Mari y
el propio Hammurabi.• Puesto que por otros sincronismos se conoce la
fecha de Zimri-Lim, queda firmemente establecido esta fecha tardía
para el famoso codificador.
(6) Las tablillas de Mari fueron descubiertas por André Parron en
Tell Hariri en el medio Eufrates, en el año 1933. Estas 20.000 tablillas
fueron escritas en idioma acádico durante el siglo XVIlI a. de J.C., y
confirman la existencia de la ciudad de Nacor (nombre dado en honor
de Nacor, el hermano de Abraham, según Génesis 24:10; cf. 11:27).
También mencionan el nombre de Ariyuk (Arioc), común al com·ienzo
del segundo milenio a. de J.C. Has ta mencionan a los habiru (que pro-
bablemente es la forma acádica del término cananeo 'Ibri'm o hebreo),
designación primeramente aplicada a Abraham en el rela to del Gén esis,
pero que según la evidencia cuneiforme, pareciera referirse a ciertos
grupos guerreros o " merodeadores" o al "pueblo del otro lado" (esto se
basa en la presunción de que la raíz del nombre era una derivación del
verbo 'dbor, "cruzar, ir a través de"), que pudieran haber estado étnica-
mente relacionados entre sí, o pudieran no haberlo estado. Es intere-
sante mencionar que uno de los nombres que figuran en estos docu-
mentos de Mari es Banu-Yamina (nótese el parecido con Benjamín),
tribu de feroc es nómadas. La temprana apar ició n de este
nombre brinda un trasfondo para su aparición en la historia hebrea
posterior.
(7) La tablillas de Nuzo o Nuzi, halladas por Chiera y Speiser en
Nuzi (cerca de Kerkuk), sobre el Tigris en el año 1925, se remon tan al
siglo XV a. de J.C., y revelan una fuerta influencia hurrita por el tipo de
acad:io utilizado en las miles de tablillas descubiertas. Sirven para con-
firmar la historicidad de muchas de las costumbres y usos practicados
por Abraham y los otros patriarcas, antes de su asentamien to en Egipto.
(o) La referencia de Abraharn a su siervo Eliezer como "el hijo de mi
casa" (Biblia de Jerusalén , nota al pie) en Génesis 15:2 (con anteriori-
dad al nacimiento de Ismael y de Isaac) indicaba que lo había adop tado
como su heredero legal. El hecho de que Dios rechazó ese arreg lo
(Génesis 15:4) hubiera podido poner en aprietos a Ab raham si no
hubiera existido la costumbre (como lo demuestran los escritos de
Nuzi) de anu la r las pretensiones de un hijo adoptado si un heredero
natur al nacía con posterioridad en la familia. (b) La legitimidad de
vend!er la primogenitura (como Esaú se la vendió a Jacob, según Génesis
25:33) fue establecida en Nuzi, pues en un caso el hermano mayor fue
válidamente recompensado con un pago de tres ovejas por venderle a

6. Ver BASOR. No. 88 (diciembre d e 1942): 28-36.


EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTJGUEOAD DEL PENTATEUCO 189

su hermano menor los derechos de primogenitura.' (e) El carácter de


obligatoriedad de una voluntad expresada en el lecho de muerte, tal
como la que Jacob le sonsacó a Isaac, tiene su antecedente en el caso de
un hombre llamado Tarmiya que estableció su derecho a la mujer con
quien se casó al probar que su padr,e, en su lecho de muerte, se la había
otorgado, Esto fue suficiente para ganar el juicio que le entablaron sus
hermanos, (d) Un relato de Nuzi brinda un motivo plausible para el
hecho de que Raquel hurtó los terafim de su padre (Génesis 31), por
medio de un caso en el que un hombre pudo reclamar ante un tribunal
de justicia la heredad de su suegro porque poseía los terafim (o dioses
de la familia).• H. H. Rowley arriba a la siguiente conclusión respecto
de las narraciones sobre los patriarcas en el Génesis: "Es asombrosa la
exactitud con que reflejan las condiciones sociales en la era patriarcal y
en algunas partes de la Mesopotamia de las cuales se dice que vinieron
los patriarcas, muchos siglos antes de haberse compuesto los actuales
docUIIlentos. "•
(8) El Código Legal hitita (descubierto por Winckler en Hattusas
-hoy Bogazkóy-. 1960-1912, y que data de alrededor del año 1300 a. de
J.C.), aclara la transacción registrada en Génesis 23 donde Abraham
adquirió la cueva de Macpela comprándosela a Efrón el heteo. Las leyes
hititas explican la resistencia de Abraham a comprar toda la parcela y
su preferencia por adquirir únicamente la cueva y el terreno in-
mediatamente adyacente. La ley exigía que el dueño del predio ejecu-
tara los deberes de ilku o servicio feudal, responsabilidad que sin duda
alguna incluía la observancia de prácticas religiosas paganas. Como
adorador de Jehová, Abraham se cU1idó bien de verse envuelto en extra-
ñas prácticas y compró solamente una fracción de la parcela, dejando a
Efrón la responsabilidad de ejercer el papel de ilku, como dueño origi-
nal del predio. Como lo manifiesta Manfred Lehman,'° el relato de
Génesis 23 exhibe un conocimiento tan profundo de los procedimien-
tos hititas como para brindar la cert eza de que el episodio antedató a la
destrucción del poder hitita en el siglo XIU a. de J.C.
(9) Muchos arqueólogos, incluso Albright, han sostenido que las
referencias a camellos, como parte de los bienes de Abraham (Génesis
12::16), y en la forma como los utilizó el siervo que fue en busca de
Rebeca (Génesis 24:10, 14, 19-20}, fueron embellecimientos anacróni-
cos incorporados siglos más tarde. Igual cabe decir de los camei[os
utilizados por los traficantes de esclavos que compraron a José en su
camino a Egipto (Génesis 37:25). A esta deducción se llegó por falta de

7. Ver C. H. Gordon en The Biblical Archaeologist [El arqueólogo blblico) 3 (1940):5


6, Cf. Gordoo en Jlevue Biblique (Revisla bíblica), 44 (1935):35
9. Rowley, en BuJlelin of ihe John Rylond's Librory (Boletín de la Biblioteca )ohn Ry-
lands), 32 (setiembre de 1949):76.
10- BASOR, No. 129 (febrero de 1953); 16,
190 RESEÑA CRfTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

una clara referencia extrabíblica sobre la existencia de camellos antes


del siglo XII, en ninguno de los descubrimientos arqueológicos hechos
antes de 1950. Pero al igual que tantos argumentos nacidos del silencio,
esta posición tuvo que ser abandonada porque la desacreditaron hallaz-
gos subsiguientes. Kenneth Kitchen señala (AOOT, pág. 79) que aparte
de una probable (pero discutible) alusión a camellos en el siglo XVIII a.
de J.C., en una lista de forrajes hallada en Alalah (como lo atestigua
W. G. Lambert en BASOR, No. 160 [diciembre de 1960]: 42-43), sin
duda hay una referencia a la domesticación de camellos en épocas de la
antigua Babilonia (2000-1700 a. de J.C.). Un antiquísimo texto sumerio
de la ciudad de Nippur alude a la leche de camella [cf. Chicago Assy-
rian Dictionary [Diccionario asirio de Chicago), [1960): 7:2b). En época
tan lejana como 2500 años antes de Cristo, se inhumaron los huesos de
un camello enterrado bajo una casa en Mari [André Parrot, en Syria 32
[1955] :323). Se han hecho descubrimientos similares en diversos sitios
de Palestina en niveles que so remontan a 2000 años antes de Cristo en
adelante. De Biblios, en Fenicia, se ha logrado una figurilla incompleta
de un camello que data del siglo XIX o XVIII a. de J.C. (Rolando de
Vaux, en Revue Biblique (Revista bíblica], 56 [1949] :9). Una vez más el
relato del Antiguo Testamento ha sido reinvindicado como una narra-
ción histórica absolutamente confiable, a pesar de la deficiencia tem-
poral de confirmación arqueológica.

ALEGATO: La legislación del código sacerdotal representa una etapa


tardía, posterior al exilio en el desarrollo de la religión de Israel; jamás
pudieron elaborarse leyes de ese tipo con anterioridad al siglo V a.
de J.C.
REFUTACION: (1) El Código Babilónico de Hammurabi, descubierto
por Morgan y Scheil en Susa, en el año 1901, muestra numerosas simi-
litudes con estipulaciones que figuran en Exodo, Lev!lico y Números,
respecto a castigos por determinados delitos y la indemnización por
agravios y rompimientos de contratos. Muchas leyes parecidas las in-
cluye Wellhausen en el documento P. En términos generales, las seme-
janzas se hallan en la mi§pcitim israelita (leyes civiles de origen con-
suetudinario, que por lo habitual tienen un tipo de estructura con un
" s i - [condicional] entonces-"). Por ejemplo, (a) Levítico 19:23-25 esti-
pula que cuando se planta un huerto, el cultivador no podrá comer de
su fruto hasta el quinto año de plantado. El Código de Hammurabi No.
60 estipula que el cultivador que planta un huerto no puede comer de
su fruto hasta el quinto año (momento en que debe entregar al dueño de
la propiedad la mitad escogida de su cosecha), (b) Levftico 20:10 conde-
na a la pena de muerte tanto al adúltero como a la adúltera. El Código
de Hammurabi No. 129 estipula que ambos participantes del adulterio
deberán ser ahogados, a menos que el rey ejerza su facultad de
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANT1GUEDAD DEL PENTATEUCO 191

clemencia o que la esposa sea perdonada por el esposo. (c) Números


5:11-28 describe el procedimiento para determinar la culpabilidad o
inocencia de una esposa cuyo marido sospecha que le es infiel: habrá
de tomar una poción de "aguas amargas" sobre las que se invocará una
maldición si es culpable. El Código de Hammurabi No. 132 estipula que
si se sospecha que una mujer ha cometido adulterio (aunque no sea
descubierta en el acto) será arrojada al río y si se hunde es culpable, y si
flota es inocente. (d) Levítico 20:12 exige la pena de muerte tanto para
el suegro como para la nuera que participen de un acto de adulterio. El
Código de Hammurabi No. 155 exige la pena capital solamente para el
suegro, presumiblemente sobre la base de que la mujer no se atrevería a
negarse a los requerimientos del jefe de la familia, (e) Levítico 24:19, 20
fija el castigo por mutilación criminal de una parte del cuerpo de otra
persona; se le causa al ofensor la misma lesión (ojo por ojo, diente por
diente). El Código de Hammurabi No. 196, 197, 200 impone la misma
pena cuando los dos participantes del incidente sean de una misma
clase social, pero sólo indemnización pecuniaria cuando la persona
lesionada pertenece a una clase socialmente más baja.
Tan notorias son las similitudes que demuestran que las leyes del
tipo P de ninguna manera son demasiado avanzadas para la época de
Moisés, puesto que hallaron una estrecha correspondencia con los sis-
temas legales que prevalecían en Babilonia siglos antes de su tiempo."
Difícilmente pueda objetarse que los israelitas eran demasiado primiti-
vos para ser gobernados por leyes tales como esas, en los tiempos de
Moisés, ya que de acuerdo con su propio y explícito relato, vivieron en
medio de una de las más avanzadas civilizaciones de la antigüedad,
durante más de cuatrocientos años, y naturalmente hubieran adquirido
conceptos de jurisprudencia más avanzados que las tribus indígenas
del desierto. Cabría imaginar que la legislación egipcia hubiera ejercido
una mayor influencia sobre el código hebreo que la babilónica (que sólo
hubiera podido sobrevivir como tradición oral desde los días de Abra-
ham). Pero puesto que no se ha descubierto hasta ahora en Egipto
ninguna codificación legal (Pritchard, ANET, pág. 212), resulta imposi-
ble estimar, en uno u otro sentido, el elemento egipcio. Debemos acla-
rar, por supuesto, que las diferencias entre la Tora y el Código de
Hammurabi son notoriamente mayores que las similitudes. Pero las
diferencias proceden mayormente de las ideologías totalmente
diferentes a las cuales se adhieren ambas culturas.
Más numerosas son, sin embargo, las semejanzas entre el código
babilónico y el Código de la Alianza contenido en Exodo 21-23. Compa-
rar, por ejemplo, Exodo 21:2-11 con No. 117; Exodo 21:15 con No. 195;

11. Cf. la cita tomada de Mendenhall en las págs. 170, 171 de este libro que indica un
marco premonárquico para el Código de la Alianza (Exodo 21-23).
192 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Exodo 21:16 con No. 14; Exodo 21:22-25 con Nos. 209-213; Exodo
21:28-36 con Nos. 250-252; Exodo 22:7-9 con No. 120;Exodo 22:9 con
No. 267; Exodo 23:1-3 con Nos. 1-4. Por supuesto que esta evidencia
establece la posibilidad de una fecha mosaica para estas normas
legales, en vez del período del año 800 a. de J.C. que le asigna la antigua
escuela documentalista. Lo mismo cabe decir para las estipulaciones
que muestran afinidad con la legislación del Deuteronomio (Deute-
ronomio 19:16-21 y No. 1; Deuteronomio 22:23-27 y No. 130), que no
son una mera reafirmación o repetición de las leyes que figuran en
Exodo, Levítico y Números. La legislación de la Babilonia del siglo
XVIII establece la posible antigüedad de estas estipulaciones del
documento D, que los documentalistas supusieran que eran de la época
de Josías (siglo VII).
(2) Las tablillas de Ras Samrah, del siglo XV a. de J.C., como ya lo
hemos señalado, 12 brindan un elevado número de términos técnicos
referidos al sacrificio, de los cuales Wellhauscn había declarado que se
remontaban al siglo V (ofrenda encendida, ofrenda de paz, ofrenda por
eJ pecado, ofrenda expiatoria, y hasta ei mismo t'nüpah, sacrificio
mecido, cf. Koehler-Baumgartner, pág. 1034a). Además de términos de
culto, hallamos una mención del rito de hervir un cabrito en la leche de
su madre como manera aceptable de allegarse a Dios (Gordon, Texto
52:14). Esto dio lugar a la prohibición de esta supersticiosa práctica
pagana en Exodo 23:19; 34:26 y Deuteronomio 14:21.
Respecto a esta posición de los críticos de asignarle una fecha tardía
a la legislación mosaica, Millar Burrows, de Yale, dice lo siguiente:
"Los eruditos han supuesto, algunas veces, que el nivel social y moral
de las leyes atribuidas a Moisés era demasiado elevado para una época
tan temprana. Las normas representadas por los antiguos códigos babi-
lónicos, asirios e hititas, como así también los elevados ideales halla-
dos en el Libro de los Muertos, de los egipcios, y la antigua literatura
sapiencial egipcia, han refutado contundentemente esta suposición.""
Otro cúmulo de evidencias lo hallamos en la notable analogía que
hay entre la estructura de los tratados de soberanía del segundo milenio
y la estructura del Deuteronomio, como asimismo con las porciones
legales del Exodo. (Para mayor abundamiento ver el capítulo 18 de este
libro que trata sobre el Deuteronomio). Albright afirma que esta pre-
sentación del Pacto realizado entre Yahweh e Israel "mantiene un claro
marco que en no menos de ocho precisos puntos refleja las estructuras
características de los tratados asirio-anatólicos de los siglos XIV y XIII
a. de J.C, que fueron preservados en los archivos hititas de Bogazkoy.
Totalmente distinta es la estructura de media docena de tratados asi-

12. Ver capítulo 12. pág. 176, de este libro.


13. Burrows, What Mean These Stones? (¿Qué significado tienen estas piedras?], (New
Haven, Conn.: ASOR, 1941), pág. 56.
EVIDENCIAS ARQUEOLÓCICAS SOBRE LA ANTICUEDAD DEL PENTATEUCO 193

ríos, arameos y fenicios que conocemos del siglo VIII a. de J.C. y más
tarde."
ALEGATO: Todo el relato de la conquista hebrea de Transjordania y
Palestina, tal como lo registran los libros de Números y /osué está
totalmente alejado de la realidad histórica y fuera de armonía con las
condiciones imperantes en la última parte del segundo milenio antes
de Cristo.
REFUTACJON: (1) Los textos egipcios de execración de la Duodécima
Dinastía confirman la historicidad de la situación política en Palestina
tal como la pintan el Pentateuco y /osué. Consisten de dos grupos: una
colección de escudillas con inscripciones halladas por Sethe en 1926
(actualmente en el Museo de Berlfn), que datan de alrededor de 1920 a.
de J.C.; y un grupo de estatuillas con inscripciones halladas por Po-
sener en 1940 (actualmente en el Museo de Bruselas), de alrededor de
1820 a. de J.C. Estos objetos tienen inscritos los nombres de ciudades y
estados tributarios que estaban en Palestina y que juraron lealtad a
Egipto. Su propósito aparente era hechicero, es decir, que si la gente
representada por estos nombres violaban sus juramentos, las escudillas
o estatuillas debían ser destrozadas, para atraer la maldición sobre los
rebeldes. El hecho más significativo de todo ello es que las inscrip-
ciones del segundo grupo indican una perceptible disminución en el
número de unidades tribales y un aumento en el número de ciudades-
estados en el territorio de Palestina, que es justamente la situación
reflejada en el libro de /osué."
(2) Las tablillas de Tell el-Arnarnah (antigua Akhetaten), descubier-
tas en el año 1887 y que databan de los años 1400-1370 a. de J.C.,
conforman un archivo de correspondencia escrita en acádico
cuneiforme, redactada por principillos asirios y palestinos y cuyos des-
tinatarios eran la corte egipcia. Estas cartas contienen en su mayor parte
alarmantes informes sobre las depredaciones causadas por feroces in-
vasores y urgentes requerimientos solicitando la ayuda de las tropas
egipcias para rechazar estas peligrosas incursiones. También reflejan
las condiciones de caótica desunión reinante entre los diversos
reyezuelos de Canaán, y una tendencia a denunciar su alianza con
Egipto en favor de un pacto con los invasores Habiru o 'Apiru (como
transcriben Albright y Mendenhall este nombre). Las localidades que
cayeron en manos de los invasores, según una correspondencia prove-
niente de Megido, estaban todas situadas en la región de Aiad, en el

14. Albri¡¡ht. SAC. pág. 16.


15. Cf. Albright AP, pág. 83. Con respecto a esto, AJbright observa que una rara palabra
aplicada a "criado", que figura en Génesis 14:14 - h•nlklm- ha resultado derivarse del
egipcio hnkw. "criados" ("tropa de gente•· - Biblia de Jerusalén-) , quo íigura en estos
textos d~ execración. Cf. Rowley. OTMS, pág. 6.
194 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUOOON Al. ANTIGUO TESTAMENTO

sur, que fue el primer territorio invadido por los israelitas, según
Números 21:1-3. Otras ciudades que cayeron, mencionadas en esas
Listas. son las que registra Josué como capturadas por la conquista
israelí; Gezer, Ascalón y Laqu.is. No hay cartas provenientes de Jericó,
Beerseba, Bet-el nj Gabaón, que fueron las primeras en caer ante las
tropas de Josué. En el capítulo 19 daremos mayores detalles sobre la
correspondencia bailada en Tell el-Arnarnah, pero de lo que hemos
dicho surge con meridiana claridad que esas tablillas registran la con-
quista hebrea de Canaán en 1400-1380 a. de J.C., desde el punto de vista
de los propios cananeos.
(3) La Estela de " Israel" del rey Mernepta, hallada por Petrie en
Tebas, en el año 1896, data del año 1229 a. de J.C., contiene la únka
referencia egipcia existente a la nación hebrea como "Israel". En este
encomioso himno de alabanza al rey egipcio (hijo de Ramsés el Grande)
figura al final de la inscripción una lista de naciones y localidades, con
la declaración de que fueron conquistadas o saqueadas por las irresisti-
bles tropas de Mernepta. Esa lista incluye el territorio de los hititas. las
mismas Canaán, Ascalón y Filistea, Gezer cerca del valle de Ajalón,
Janoa, en el extremo norte de Palestina (cerca de Lais-Dan), Israel (con
un determinativo étnico más que un determinativo de ciudad local), y
el territorio de los horeos. Como es obvio, si Mernepta comprobó que
los israelitas poseían porciones de Palestina hasta la frontera norte, la
conquista israelita obligadamente tuvo que haber ocurrido substanc.ial-
mente antes del año 1229 a. de J.C. Puesto que esta campaña palestina
está datada en el quinto año del reinado de Mernepta, éste no pudo
haber sido el faraón del éxodo. como afirmaban los sostenedores de la
"teorla de una fecha posterior". (La única manera de zafarse de esta
conclusión es sostener, contrariamente aJ relato del propio Génesis,
que algunos israelitas nunca emigraron a Egipto con el resto de la
familia de Jacob.) Obviamente, serla dific illsimo que Mernepta hubiera
sido el faraón que permitió la saHda de los israelitas de Egipto, y luego
de cuarenta años de deambular por el desierto y varios años más de
conquista, ¡los hallara establecidos en Palestina al qu into ano de su
reinado!"
Es digno de mención el hecho de que en años recientes Cyrus Cor-
don ha reunido un impresionante cúmulo de evidencias de literatura
comparada del antiguo Cercano Oriente y de la antigua Grecia, que
demuestran que el criterio básico para la división de fuentes de la
escuela de Wellhausen pierde todo valor para la literatura no israelita.
De la misma manera que el relato homérico de la llíodo sobre el escudo
de Aquiles forjado por Hefesto, lo describió como un cuadro de diver-
sas escenas de las actividades de la guerra y de la paz en la antigua

16. Cf. la Estela de Israel. de Merne pla, que so estud ia en la pág. 252 de este libro.
EWIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA A NTIGUEOAO DEL PENTATEUCO 1!95

sociedad helénica, así también el autor del Pentateuco hizo una sem-
blanza de los diversos aspectos de la sociedad hebrea del segundo
milenio antes de Cristo, guerra y paz, normas de culto y leyes civiles y
cr iminales, y todo lo que conformaba la vida de ese pueblo. No hay
ninguna necesidad de asignar a distintos autores la paternidad literaria
de cada uno de esos elementos. Gordon también señala el Standard de
Ur (un mosaico de lapislázuli y concha incrustada en una base de
madera, de alrededor del año 2500 a. de J.C.); éste de igual modo brindó
un panorama amplio de la vida sumeria, ilustrado con ternas de guerra
y de paz. (Cf. Gordon, "The Minoan Bridge" -El puente minoico- en
Chris!ianily Today -Cristianismo hoy- [15 de marzo de 1963], pág. 6;
R. K. Harrison: Old Testoment Times -Tiempos del An t iguo
Testamento- págs. 41, 50.)
En capitulas subsiguientes describiremos muchos otros descub ri-
mientos arqueológicos que verifican y confirman la exactitud del relato
bfülico, en los cuales sus evidencias se relacionan con detalles espe-
ciales importantes para ciertos libros del Antiguo Testamento en par-
ticular. Y justamente debido al impacto acumurnulativo de todos estos
hallazgos, arqueólogos de la talla de W. F. Albright se han visto obliga-
dos a conceder la esencial exactitud del Pentateuco. Albright lo expresa
de la siguiente manera: "Los hechos relatados en nuestro Pentateuco
son, por lo general, mucho más antiguos que la fecha en que finalmente
fueron editados; nuevos descubrimientos confirman la exactitud his-
tórica de la antigüedad literaria de infinidad de detalles .. . . Por lo
ta nto, es puro hipercriticismo negar el carácter sustancialmente
mosaico de la tradición del Pentateuco" (AP. pág. 224). En un artículo
anterior ("Archoeology Confronts Biblicol Criticism" - La arqueología
enfrenta a la crítica bíblica- ) sostuvo que la presunción de que el
fraude piadoso y las obras escritas por autores supuestos eran comunes
en Israel "no tiene paralelo en el Oriente prehelénico". Todo lo contra-
rio, afirmó, hallamos allí una supersticiosa veneración tanto por la
palabra escrita como por la trad ición oral.
SEGUNDA PARTE

Introducción Especial
CAPITULO 14
GENESIS
El título Génesis (griego, comienzo) lo aplicó la Septuaginta. El título
hebreo está dado por la primera o primeras dos palabras del libro,
b•re'sirt (en el principio). El tema principal o materia de que trata con-
siste en los origenes: el origen del mundo creado, de la raza humana, de
las diversas naciones de la tierra, y luego particularmente de la fami lia
del pacto, compuesta por el pueblo redimido por Dios.
En cuanto a la paternidad literaria del libro, no dice expresamente
qu ién lo compuso. Sin embargo, y de acuerdo con la tradición, el autor
fue el mismo Moisés, y una ordenanza especifica, como lo es la obliga-
to:riedad de la circuncisión al octavo día, que figura en Génesis 17:12
(como asimismo en Exodo 12:46 y Levítico 12:3), es mencionada en el
Nuevo Testamento (Juon 7:23) como parte de la ley de Moisés. En
apoyo de esta tradición tenemos la circunstancia de que precisamente
la información que necesitamos para que el Exodo sea inteligible, nos la
da el libro del Génesis. Es en el Génesis donde se leen las promesas
hechas a Abraham, a Isaac y a Jacob, promesas repetidas con tanta
frecuencia en los otros libros de la Tora al verse cumplidas en los
trascendentales acontecimientos d el éxodo y la conquista de Canaán.
Además, el hecho de que Exodo 1:1 comienza con la conjunción y (en
hebreo) sugiere que debía seguir a continuación de algún libro
precedente.
Se descubre una consideración adicional en los requerimientos de
la situación a que se enfrentó M:oisés cuando procuró escribir una
constitución para la teocracia de Jehová que iba a ser establecida en
fecha cercana en la Tierra Prometida. Era absolutamente esencial p-ara
la u nidad nacional que el pueblo israelita contara con un relato preciso
sobre su propio origen nacional en Abraham y sobre el pacto de Dios
con él y con su descendencia. Aunque los materiales que utilizó el
autor para la composición de este libro se remontaban, sin duda alguna,
a cinco o seis siglos antes de su ,época, ya que eran anterior es a la
migración de Jacob a Egipto, con todo Moisés parece haber actuado
como un compliador e intérprete, guiado por el Espíritu, del material
preexistente que habla llegado a sus manos de sus antepasados, en
forma oral o escrita.
197
198 RESEÑA CRiTIC:A DE UNA INTRODUC:C:IÓN Al. ANTIGUO TESTtlMENTO

BOSQUEJO DE GÉNESIS

l. Comienzos de la humanidad, 1 :1-11 :32


A. Creación del mundo, 1:1- 2:3
B. Lugar que ocupa el hombre en el mundo, 2:4-25
C. Entrada del pecado y caída resultante, 3:1-4:26
(Se instituye el pacto de la gracia)
O. Razas y patriarcas antediluvianos (Adán a Noé), 5:1-32
E. La pecaminosidad del mundo purgada por el diluvio, 6:1-9:29
F. Posteridad de Noé y las primeras razas del Cercano Oriente,
10:1-11:32

II. Vida de Abraham, 12:1-25:18


A. El llamamiento de Dios a Abraham y su aceptación del pacto
por la fe, 12:1 - 14:24
B. Renovación y confirmación del pacto, 15:1-17:27
C. Lotes liberado de Sodoma, 18:1-19:38
O. Abraham y Abimelec, 20:1 -18
E. Nacimiento y casamiento de Isaac, el h ijo de la promesa, 21:1 -
24:67
F. Descendencia de Abraham, 25:1-18

111. Vida de Isaac y su familia, 25:19- 26:35


A. Nacimiento de Esaú y de Jacob, 25:19-28
B. Esaú vende su primogenitura a Jacob, 25:29-34
C. Isaac y Abimelec 11, 26:1-16
O. Disputa en Beerseba. 26:17-33
E. Casamientos de Esaú, 26:34, 35

IV. Vida de Jacob, 27:1-37:1


A. Jacob en el hogar de su padre, 27:1-46
B. Exilio y viaje de Jacob, 28:1 -22
C. Jacob con Labán en Siria, 29:1 - 33:15
D. Retorno de Jacob a la Tierra Prometida, 33:16-35:20
E. Descendencia de Jacob y de Esaú, 35:21-37:1

V. Vida de José, 37:2-50:26


A. Infancia de José, 37:2-36
B. Judá y Tamar, 38:1-30
C. Carrera de José en Egipto, 39:1- 41:57
D. José y sus hermanos, 42:1 - 45:15
E. José recibe a Jacob en Egipto, 45:16-47:26
F. Ultimos días de Jacob y profecías finales, 47:27-50:14
GÉNESIS 199

G. José les asegura a sus hermanos un perdón total , 50:15-26

Puede observarse. a través de este bosquejo, la manera cuidadosa y


sistemática en que trató el autor del Génesis todo el periodo patriarcal.
El principio directriz que campea en todo el relato es el pacto de la
gracia y el trato bondadoso de Dios con los auténticos creyentes, desde
los días de Adán en adelante. Primero está el proceso selectivo por el
cual la asociación del pacto se reduce por etapas sucesivas a un solo
individuo, Abraham; luego se ensancha el principio electivo para in-
cluir una gran familia, la de Jacob. Así queda dispuesto el escenario
para la formación de toda una nación en el privilegiado refugio de
Goséa en Egipto.
Dos consideraciones refuerzan esta impresión de una sola paterni-
dad literaria del Génesis. La primera de ellas es el signiíicativo uso del
vocablo tóledó! (orígenes, generaciones, descendientes) al iniciar la
mayor parte de las principales secciones de bosquejo dado. Se repite en
2:4: 5:1; 10:1; 11:10: 11:27; 25:12; 36:1. Por lo general lo que s igue a
tóledót es una lista genealógica, o un re lato sobre el desarrollo de lo ya
originado (como ea el caso de 2 :4: "Estos son los orígenes de los cielos
y de la tierra cuando fueron creados"). En este último pasaje debemos
destacar el hecho de que tóledót casi siempre antecede a una lista o
relato que seguirá a continuación: ,casi nunca sirve como una postdata
terminal de una lista o informe que acaba de darse. Esto quiere decir
(como lo señalan Aalders, SIP, pág. 44, y Moeller. GATE, pág. 15) que el
hecho de asignar Génesis 2:40 a P (cuyo relato de la creación acaba de
darse en Génesis 1) no se justifica, de acuerdo coa el uso de este térmi-
no tódelót en otros pasajes. Bien pudiera servir como una introducción
al relato de Adán y Eva en el huerto del Edén, que figura en el resto de
Génesis 2 (como pasaje )l.
La segunda consideración en favor de una sola paternidad literaria
la encontramos en la técnica del autor al tratar con los personajes
antepasados que no pertenecen el I ineje escogido. Moeller (GATE pág.
15) señala que la genealogía de Caín (4:17-24) figura antes que la de Set
(4:25-26); la de Jafet y Cam (10:1: 4 y 10:6-8), antes que la de Sem
(10:21 -22), a pesar de que Cam era,. presumiblemente. el menor de los
tres hermanos. Las genealogías de Lot (19:29, 30) e Ismael (25:12-15)
figuran antes l¡ue la de Isaac (25:19). De la misma manera los desc,en-
dientes de Esaú figuran antes que los de Jacob (37:2). El motivo del
autor, en cada caso, parece ser el de informar más brevemente acerca, de
las ramas no escogidas del linaje humano, antes de encarar en serio las
genealogías de los patriarcas que tenían una genuina fe en Jehová. Tal
tratamiento sistemático difícilmente concuerda con una teoría de
fuentes, heterogénea y torpemente combinadas, sostenida por la tesis
de Wellhausen.
200 REsEÑ/\ CRITICJ\ DE UN/\ INTRODUCCIÓN /\L ANTICUO TESTAMENTO

GÉNESIS 1 Y LAS M ODERNAS E VIDENCIAS CIEN'liFICAS

LOS SEIS D1/\S DE L./\ CRE/ICION Y L./\ ED/\D DEL MUNDO

De una lectura superficial de Génesis 1, surge la impresión de que


todo el proceso creador tuvo lugar en seis días de 24 horas. De haber
sido esa la intención del autor hebreo (discutible dedu cción, como se
demuestra en la actualidad), pareciera estar en contradicción con la
moderna investigación científica, que índica que el planeta Tierra fue
creado hace miles de millones de años. En el siglo XIX la prin cipal
evidencia en favor de esta extrema an tigüedad (que entonces, sin
embargo, se creía que era mucho menor que lo que hoy sabemos) la
daba la rap idez con que es depositado el sedimento por la acción del
agua en epocas modernas. En el Galio de México, el sedimento se
deposita a un promedio de unos pocos centfmetros por año; no obstante
ello, se han encontrado depósitos de un grosor de casi 9000 metros, lo
cual indica el paso de mucho más de 100.000 años. Esto, por su puesto,
es vál.ido únicamente de acuerdo con una hipótesis uniformista, es
decir, que las fuerzas natura les han operado en las edades precedentes,
a través de los procesos de erosión, sedimentación y acción volcánica,
de igual manera que ahora. (El uniformismo ha sido vigorosamente
desafiado por algunas autoridades que se basan en la evidencia cierta
de violentos movimientos telúricos y metamorfismo termodinámico
exhibido en muchas regiones montañosas o que fueron montañosas en
alguna época pasada.' La presencia de fósiles, muchos de los cuales son
de especies animales y extinguidas. en estos estratos sedimentarios,

1. Harold W. Clan:k en su obra New Diluvialism (Nuevo dil uvlallsmo). (Angwln Cal.:
Science Publlcatíons, 1946), ha reunido u na impresionante colección de evidencias que
tienden a refutar la presunción del unilormismo. El uollormismo enseña que todos los
procesos geológicos de las edades pasadas procedieron aproximadamente de la misma
menera y al mismo ritmo que proceden hoy. Clan:k declara: (1) Los depósitos sedimenta-
rios Inferiores del goUo de Méjico muestran evidencias de inmensos volúmenes de agua
que avanzaron en dirección noroeste en un mar de poca profundidad, mientras los
estratos superiores demuestran una corriente inversa. lorrnada por grandes olas que
arrastra.ron arena, grava y arcilla en dirección suroeste a través de los sed.imentos más
profundos. Estas corrientes eran tan inmensas que acarrearon los materiales, a distancias
do centenares de kilómetros. No se conoce ho}' en dla ningún lugar de la tierra donde se
produzca tan tremenda acción de las aguas. l2) Las inmensas fuerzas que formaron las
grandes cadenas montañosas de los Alpes. los Andes y las Rocosas, no pueden ser
parangonadas ni remotamente con ningún fenómeno observable hoy en dla. Estos siste-
mas montañosos se desarrollaron siguiendo el cuFSo de antiguos marns que eran IMgos y
angostos y aparentemente de poca profundidad al comienzo, pero luego fueron recarga-
dos con miles de metros do sedimentos rápidamente depositados. Luego se produjeron
veloces movimientos hacia arriba acom panados por la acción erosiva de tremendas co-
rrientes de agua que dieron forma a los actuales picos montañosos. (3) Acompañando a
estos movimientos ascendentes también hubo forrnldables presiones laterales de fuerza
inconcebible. As!, por ejemplo, toda la porción media y oriental de las montañas Rocosas ,
en los Estados Unidos de América, fue arrojada violentamente hacia el Est.e, lo cual
produjo una serie de gigantescos pliegues que en algunos casos se partieron en dos y
lanzaron una cadena montañosa por encima de otra a enorme distancia. Los Alpes fueron
tan violentamente trastornados, que los geólogos casi se hallan desconcertados para
interpretar los estratos. Un punto que no admito discusión es que fuerzas tremendas, que
GÉNESIS 201

FRAGMENTOS DE LA EPOPEYA BABILONICA DE LA CREACION


(Cortesía del Museo Británico.)
sirvió como una especie de reloj geológico que reforzó la impresión de
que la tierra era realmente antiquísima. La mayoría de los fósiles per-
tenecían a géneros que hablan desaparecido muchísimos años antes de
haberse depositado los estratos más recientes, y que, por lo tanto, no
pudieran haber sucumbido súbitamente a consecuencia de una sola
catástrofe, tal como el diluvio de Noé. (Especialmente las numerosas
especies fósiles de plantas y de animales que vivían en el mar no
hubieran sido afectadas por el diluvio, claro está, descartando que la
súbita mezcla de agua salada con dulce explicara su extinción.)
Los conocimientos recientemente logrados sobre la física nuclear
han incorporado nuevos tipos de evidencias que parecen confirmar la
gran antigüedad de la tierra; nos referimos a la desintegración de los
minerales radioactivos. De acuerdo con el cálculo efectuado por los
físicos, el uranio 238, en un período de 4500 millones de años, se
desintegrará a través de 16 etapas intermedias (torio 234. etc.) hasta
tranformarse en plomo 206, que es un mineral estable y que no podrá
descomponerse más por medio de la radioactividad. El rubidio 87 toma
60.000 millones de años para transformarse en estroncio 87. Calculan-
do la proporción del producto "hijo" en relación con el depósito
radioactivo padre, es posible estimar la edad de la muestra en cuestión.

superan todo lo imaginable hoy en dla (y por ende imposible de calcu lar en cuanto a
duración) perturbaron IE superficie terrestre en gran manera y a un ritmo totalmente
distinto de lo que se observa hoy. Los cálculos de tiempo basados en los procesos geológl•
cos actuales, carecen totalmente de valor (págs. 1-13).
202 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

Los más recientes geocronólogos han perfeccionado técnicas que


eliminan, en alto grado, los posibles factores de error (tales como la
presencia de un mineral " hijo" en el momento en que fue depositado el
isótopo radioactivo, o la pérdida de algunas porciones de la muestra
por la acción submarina del agua). Tienden a utilizar dos o tres distin-
tos isótopos radioactivos cuando están presentes en un mismo depósito
y pueden así controlar la exactitud de los resultados calculados de cada
muestra desintegrada. Es de público conocimiento el método del carbo-
no 14. Todas las plantas y animales incorporan a sus tejidos cierta
cantidad de carbono 14 (un producto de la descomposición del ni-
trógeno bajo el impacto de los rayos cósmicos en la atmósfera superior).
Luego que el animal o la planta muere, no puede absorber más este
carbono 14, y lo que ya contiene en su organismo se desintegra gradual-
mente por medio de la radiactividad, para formar nitrógeno 14. Este
proceso, sin embargo, se realiza con cierta rapidez, a lo largo de un
período que no supera los 5580 años, y por ello resulta inútil para
depósitos que tengan 30.000 años o más.'
¿Puede semejante lapso (cinco mil millones de años o más, de
acuerdo con ciertas estimaciones-hechas, por supuesto, sobre la base
de conjeturas uniformistas-) avenirse con los seis días de la creación de
Génesis 1? Todo depende del alcance o significado que le demos al
vocablo hebreo yóm (día). Las teorías sostenidas por los eruditos bíbli-
cos respecto a estos "días" pueden reduciise a tres alternativas.
l. La palabra yóm representa literalmente un día de 24 horas, y
Génesis 1:3- 2:3 nos relata lo ocurrido en una semana en la cual Dios
restauró totalmente del caos una creación (que se registra en Génesis
1:1) que había sufrido una catástrofe cósmica (posiblemente cuando
Satanás y sus ángeles fueron expulsados de su presencia). El apoyo
para esta interpretación se lo ha encontrado siempre en Isafas 45:18
donde dice que Dios no creó la tierra "vacía" (en vano, Reina-Valera),
(hebreo, bóhü, igual que el término "vacío" de Génesis 1 :2). Por lo
tanto, Génesis 1:1 tiene que indicar una creación completa y perfecta,
antes del estado caótico mencionado en Génesis 1:2, única deducción
posible cuando se interpreta de esa manera Isaías 45:18. (Pero esta
interpretación choca con la dificultad de que bóhü, en el versículo 19
claramente significa en vano.) Debemos mencionar a este respecto, que
el verbo "estaba" en Génesis 1:2 puede traducirse " Llegó a estar", en el
sentido de transformarse: " Y la tierra llegó a estar desordenada y
vacla. "' Solamente una catástrofe cósmica podría explicar la introduc-

2. Cf. Herbert Feely en /ournol o/ tho American Scienti/ic Affilrntion (Publicación de la


Asociación Cienlffíca Americana) (Setiembre de.1955). págs. 47-48.
3. Estrictamente hablando, este verbo háyah nunca tiene el sentido del ser estático como
el verbo "ser". Su noción básica es la de llegar a sor o emerger como tal y tal, o de llegar a
la existencia. Puede significar "estaba" sólo en una forma ilerivada de la idea de llegar a
GÉNESIS 203

ción de una confusión caótica en la perfección original de la creación


de Dios. No hay duda de que esta interpretación es sostenible desde el
punto de vista exegético, pero choca. al menos, con dos principales
dificultades. (o) Significa que la magnifica hazaña de la creación origi-
nal se despacha con la simple afirmación de Génesis 1:1: "En el princi-
pio creó Dios los cielos y la tierra." Toda la atención queda concentrada
entonces en la reconstrucción de un orden mundial que recientemente
habla sido perturbado, y sucesos que ocurrieron hace cinco o seis mil
años. (b) También signüica que el inspirado Libro de los Origenes no
dice nada con respecto al orden del proceso creador, ni tampoco nada
que pertenezca al ámbito de la geologia. Ya no hay necesidad de armo-
nizar la geología con el Génesis, pues tratan - de acuerdo con esta
interpretación- de temas totalmente distintos.
Tal vez convendría añadir que los defensores de esta teoria la han
hermoseado muchas veces con especulaciones altamente cuestionables
respecto al estado original de Satanás. Según eso, Satanás presidía el
culto a Jehová en un Edén precatastrófico embellecido con árboles
cargados de joyas (e igualan a Satanás con el " príncipe de Tiro", de
Ezequiel 28. También Jeremías 4:23-26 ha encajado en esta teoría de
catástrofe, por el hecho de que contiene la expresión lóhü wobóhü
(desordenada y vacía) que figura en Génesis 1 :2. Interpretado de esa
manera, indica que antes de la catástrofe tuvo que haber habido
ciudades y hombres que fueron destruidos en algún momento en el
lapso comprendido entre Génesis 1 :1 y 1 :2 (si bien Jeremías 4:23-26
anuncia la escena profética de una catástrofe que está aún por venir.'
2. Yóm representa un día de revelación. Es decir, en seis dias lite-
rales (o posiblemente en una visión que le mostró a Moisés todo el
drama de la creación en seis días visionarios) Dios describió a su pro-
feta el misterio de cómo se produjo la creación y las etapas en que lo
hizo. Estas etapas no representaron necesariamente un orden estric-
tamente cronológico (ya que la creación de los cuerpos celestes corres-
pondió al cuarto día, después de crear los vegetales que necesitan de la
luz para existir. Sólo en parte son cronológicos y en parte temáticos. Es

ser, o de llegru a la viicta del observador como to) y tal. Aun los cinco ejemplos de hOyóh,
como "ser. existir", citados en el Lexico de Gesenius-Buhl (pág. 178b) pueden ser inter-
pretados incipientemente o como si fueran acontec imientos. Por ej . . Job 1:1 ·: ··Hubo un
varón llamado Job". implica más la noción de acontecimiento que la del ser estático. A
veces ser procura indicar la diferencia de acuerdo con la siguiente linea de pensamiento:
M yóh significa "llegar a ser" solamente cuando está seguido por la preposición I•; de otra
manera no hay ninguna manera explicita de llegar a ser. Pero esta distinción no resistirá
la fuerza del análisis. En Génesis 3:20. la correcta traducc ión es la siguiente: "Y llamó
Adán el nombre de su mujer Eva , porque ella llegó o ser madre de todos los vivientes." Es
este caso ninguna preposición l• sigue a.1 verbo. De la misma manera en Génesis 4:20 la
traducción correcta es: ")abal, el cual llegó o ser padre de los que habitan en tiendas." Por
lo tanto, no puede haber objeción gramatica l alguna al traducir Genesis 1:2: "Y la li•rra
llegó o estar desordenada y vacía".
4. Para un estudio más detallado. ver CVSS. de Barnard Ramm. págs. 195-210.
204 RESEÑA CRfTIC1\ DE UNA INTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO T ESTA1''1ENTO

decir, que las diversas etapas o fases de la creación se presentan en un


orden lógico, tal como se manifiestan al observador humano que vive
en la tierra. Por lo tanto, es más lógico describir primero la superficie de
la tiena sobre la cual tiene que estar el observador, antes de presentar el
Sol y la Luna que habrían de brillar sobre la tierra y regular las
estaciones.'
Esta interpretación es tal vez sostenible sin renunciar a la infallibili-
dad del relato bíblico. Pero choca con varias y serias dificultades, entre
las cuales se cuenta como principal la absoluta ausencia de cualquier
insinuación o sugerencia en el texto de Génesis 1 que dé a entender que
se describe solamente una visión. Se lee como si fuera historia perfec-
tamente directa: En el principio creó Dios los cielos y la tierra: el primer
"día., creó la luz; el segundo día separó las aguas que estaban debajo de
las que estaban encima, y así sucesivamente. En segundo lugar, pare-
ciera sumamente improbable que se requiriera íntegramente un período
de 24 horas para transmitir a Moisés los tres versículos que correspon-
den a la creación de la luz. En tercer lugar, puesto que la creación
inicial que se menciona en Génesis 1:1 no está incluida,
aparentemente, en el primer " día" de revelación, se plantea la cuestión
de si fue incluida en esta supuesta visión brindada a Moisés, o :si fue
comunicada de alguna manera no visionaria. De cualquier manera, si
Génesis 1 sólo fuera una visión (que representara por supuesto, los
sucesos reales de las historia primitiva), en ese caso todo otro relato de
la Escritura, aparentemente histórico, podría ser interpretado corno una
visión, especialmente si se relaciona con hechos no naturalmente
observables para un investigador o historiador humano.
3-. Yóm representa una etapa o edad geológica en el proceso
creador. Esta es la explicación a que se adhirieron los geólogos del siglo
XIX que respetaban la autoridad de la Biblia. Entre ellos cabe destacar
los nombres de J. W. Dawson (p. ej .. The Origin of the World According
to Revelation and Science., -El origen del mundo según la revelación y
la ciencia-, 1877) y James Dana (Manual of Geology -Manll!al de
Geología- , 1875). De acuerdo con esta concepción, el vocablo yóm no
significa necesariamente una día de 24 horas tomado en sentido literal,
sino que simplemente equivale a una "etapa". Se ha afirmado a menu-
do q11.1e yóm no podría tener este significado, sino que sólo podría haber
implicado un día literal para la mentalidad hebrea, según el uso que de
esa palabra hacían los hebreos. A pesar de ello, y sobre la base de la
evidencia interna, estoy convencido de que el autor hebreo que escribió
el primer capítulo del Génesis no pudo haber intentado que yóm signi-

5. Entre los sostenedores d e este punto de vista están incluidos J. H. Kurlz, Bible ond
Astronomy (La Biblia y la Aslronomíal. tercera edición, 1857, y P. J. Wiseman. C reolion
Reveoled in Six Doys (La creación revelada en seis días), 1948. Es la explicac ión favoreci-
da por Ramm. CVSS, págs. 218-227.
GÉNESIS 205

ficara literalmente un día de 24 horas.


En primer lugar, yóm es utilizado aparentemente en Génesis 2:4
para hacer referencia a todo el proceso creador que se acaba de escribir
en Génesis 1 donde se dice que tomó seis dlas: "Estos son los orfgenes
de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el dfo que Jehová
Dios hizo la tierra y los cielos." Puesto que acababan de describirse las
etapas de creación de los cielos y de la tierra, es legítimo inferir que
aquí el "día" debe referirse a todo el proceso desde el primero al
sexto dia.
En segundo lugar, Génesis 1:27 afirma que luego de crear todos los
animales terrestres el sexto día, Dios creó al hombre, varón y hembra.
Luego Génesis 2, en mayor detalle, nos dice que Dios creó primero a
Adán y le dio la responsabilidad de atender al huerto del Edén por
algún tiempo, hasta que observó cuán solitario estaba. Le brindó la
compañía de todas las bestias y animales de la tierra y la oportunidad
de ponerles nombres. Después de eso, y en un momento no determina-
do, Dios observó que el hombre segula siendo un solitario, y finalmente
le formó una esposa humana a partir de una de sus costillas, durante un
"sueño profundo". Finalmente puso a Eva frente a Adán y se la presen-
tó como la nueva compañera de su vida. ¿Quién puede imaginar que
todos estos hechos pudieron haber ocurrido en 120 minutos del sexto
día (o aun en 24 horas si fuera necesario)? Sin embargo, Génesis 1 :27
afirma que tanto Adán como Eva fueron creados al final del último día
de la creación. Resulta obvio que los "días" del capítulo 1 representan
etapas de duración no especificadas, no días literales de 24 horas.
En cuanto a la objeción de que los "d(as" de Génesis 1 consisten de
una "tarde" y una "mañana" y por lo tanto, debe entendérselos en
sentido literal, se puede responder que la fórmula "la tarde y la ma-
ñana", sirve solamente para indicar que el término "dia", si bien es
simbólico de una etapa geológica, es utilizado en el sentido de un ciclo
de 24 horas y no de un "día" en contraste con la "noche" (como se
utiliza día, por ejemplo, en 1 :So}. Con respecto a este punto debe seña-
larse que las referencias del Nuevo Testamento a que Cristo estuvo
sepultado "tres dias y tres noches" (Mateo 12:40} deben ser tomadas
como equivalentes a "durante un período de tres días de 24 horas", y
no literalmente tres días (de luz natural) y tres noches. En otras pala-
bras, Jesús murió alrededor de las tres de la tarde del viernes (una
porción del primer día de 24 horas); permaneció en la tumba todo el
sábado; y resucitó temprano el domingo (o sea durante un tercer día de
24 horas). Por la aparición de esta expresión en Génesis 1, "la tarde y la
mañana", como la manera hebrea de indicar un día de 24 horas, fue un
procedimiento lógico hablar de tales "dias" como "tres dlas y tres
noches". (De esta manera evadimos las dificultades con que tropiezan
los que se aferran a la teoría de que la crucifixión ocurrió un día miér-
206 R ESEÑA CRITICA DE UNA OORO0UCT:IÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

coles, frente a las abrumadoras evidencias de que ocurrió un viernes.)


La teoría de que los días representan edades explica los seis días de
la creación como indicadores de los ampUos esquemas de la obra
creadora de Dios al formar la tierra y sus ocupantes, hasta la aparición
de Adán y Eva, Los geólogos modernos concuerdan con Génesis 1 en
los siguientes detalles: (a) la tierra comenzó de una manera confusa y
caótica, que subsiguientemente dio lugar a un estado más ordenado. (b)
Entraron en acción las condiciones apropiadas para el mantenimiento
de la vida; la separación de la gruesa capa de vapor que rodeaba la tierra
en nubes arriba y ríos y mares abajo, con el ciclo de evaporación-
precipitación, y también con la penetración progresivamente aumenta-
da de la luz solar (pues la previa creación del Sol aparece implícita en
la primera orden: "¡Sea la luz!") a la superficie de la tierra. (c) La vida
vegetal apareció antes que las primeras manifestaciones de vida animaJ
en el período cámbrico. En realidad de verdad, todos los géneros inver-
tebrados aparecen contemporáneamente en forma súbita en el estrato
cámbrico, sin que baya indicación en ninguno los depósitos precámbri-
cos, de cómo se desarrollaron estos diversos géneros, clases y órdenes,
representados por no menos de 5000 especies.• (e) Tanto el Génesis
como la geología concuerdan en que las formas más s i mples
aparecieron primero y las formas más compuestas, después. (J) Ambos
concuerdan en que la humanidad apareció como el último y més eleva-
do producto del proceso creador.
Así, en sus lineamientos generales más amplios, el orden señalado
en el relato hebreo armon.iza con lo indicado por los datos aportados
por la geología. Cierto es que el mencionar la creación del Sol, la Luna y
las estrellas en el cuarto día no corresponde con el concluyente cúmulo
de evidencias en el sentido de que el planeta tierra apareció subsiguien-
temente a la creación del Sol. Pero por cuanto la creación de la luz en el
primer "día" indica la prioridad del Sol aun en el relato mosaico,
hemos de entender, sobre bases exegéticas, que lo que se destaca el
cuarto día no es la creación original de los cuerpos celestes, sino más
bien su ulilidad para regu.lar el tiempo y los ciclos de rotación y trasla-
ción de la tierra y de la luna. No se utiliza en Génesis 1 :16 el verbo
especlíico que significa "crear ex nihilo" (béiró), sino un vocablo más
general, hacer ('éiséih).' La deducción lógica es que u.na densa capa de

6. Cf. D. Dewar, "The Ear/iesl Known Animols" (Los más antiguos animales conocidos)
en Tne /oumol of the Tronsoctions o/ rhe Viclorio lnstitute (Publicación de los anales de
lnslituto Victoria). 60:22-29.
7. El verbo b<lrd' se aplica a la creación ex nihilo en Génesis 1:1 y en la mayorla de los
pasajes donde figura. En un sentido más atenuado puede relorirse a la producción de algo
nuevo o sin precedentes como algún maravilloso acto de poder quo ejecuta Dios en la
palestra de la histnria (Exodo 34:10: Números 16:30: Jeremías 31:22 : lsalas 45:7 , 8: 48:7).
Pero siempre es Dios el s ujeto de b<lrd, nunca el hombre: y cuando toma como objeto la
cosa creada, jamás indica ningün material pree,cistente a partir del cual fue hecha . (En el
idioma árabe. s in embargo. una forma afrn boror, significa: formar o moldear cortando. Un
GÉNESIS 207

vapor que rodeaba la tierra hasta ese momento anuló esta posibilidad,
si bien suficiente luz difusa pudo haber penetrado, previamente para
garantizar el crecimiento y desarrollo de la vida vegetal. (Anotemos que
el hebreo de Génesis 1:14 puede traducirse así:"Que las lumbreras en la
expansión de los cielos sirvan para separar el día de la noche y sean por
señales.")
Los que abogan por la teoría de los días en sentido literal, señalan lo
que afirma Exodo 20:11, como confirmación de que dichos días han de
entenderse en sentido literal. Al confirmar la santidad del sábado, Jeho-
vá dice: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra .. . y
reposó en el séptimo día." Pero esto no presupone necesariamente días,
en sentido literal, de 24 horas, puesto que el séptimo día es santificado
en función de la conclusión de la obra creadora. Para este propósito de
observancia conmemorativa, la única manera posible según la cual la
séptima era (la edad de consumación, de acuerdo con la teoría de
día-edad) pudiera ser santificada, sería mediante un literal séptimo día
de una semana de siete días. ¡Por cierto que uo sería práctico dedicar
toda una era geológica a conmemorar una era geológica!
CREACIONISMO BIBLICO Y EVOLUCIONISMO MODERNO
Más fundamental que la naturaleza de los días es la cuestión que se
refiere al hecho divino de la creación enfrentado a las diversas teorías
sobre el origen, como la evolución darviniana, por ejemplo. Tal cual fue
formulada por Carlos Darwin en su Origin of Species (Origen de las
especies), en el año 1859, la evolución procuraba explicar el origen de
las especies biológicas por selección natural y no por designio de Dios.
En otras palabras, el proceso por el cual se desarrollaron las plantas y
los animales, no estaba gobernado por ninguna inteligencia divina, de
acuerdo con principios teológicos, sino con un principio comple-
tamente mecánico: la supervivencia de los más aptos. Dorwin enseñaba
que al progresar el ciclo reproductivo, la generación siguiente mostraba
ligeras variantes con respecto a la generación precedente. A lo largo de
un prolongado período, luego de cientos y miles de generaciones, algu-
nas de estas variaciones se tornaron en características más o menos
fijas, que eran transmitidas a los descendientes. Estas nuevas caracte-
risticas contribuyen a la formación de variedades o subespecies y final-
mente a la aparición de nuevas especies. Esas características que capa-
citaron a sus poseedores para competir con mayor éxito en la incesante
lucha contra el medio ambiente, garantizaron su supervivencia. Pero
aquellos individuos en que se desarrollaron peculiaridades que no les
ánalogo término fenicio, bóré', significa algo asi como cortador o grabador. Pero el árabe
también tiene un baro'a. crear: el arameo tiene b•ró. crear. y el acadio borü. hacer. crear. y
el sabeo [un dialecto de la antigua Arabia del sur) tíene un b-r-', que significa "hallado,
edificado". Pero en el hebreo, el factor determinante es el uso que se le da en los contex-
tos del Antiguo Testamento donde aparece la palabra.
208 REsEÑA CRITICA DE UNA OORO0 UC:CIÓN Al. A NTICUO T ESTAMENTO

daban ventajas, sino desventajas, aJ habérselas con sus competidores,


naturalmente tendían a morir. De ahí que solamente los más aptos para
sobrevivir se perpetuaron y se convirtieron en una especie exitosa. Así,
los seres inferiores y más simples se hicieron más avanzados y comple-
jos, basta que finalmente el Horno Sapiens apareció como producto
culminante de la selección natmal, presumiblemente porque el hombre
está más capacitado para sobrevivir y puede habérselas con mayor éxito
con su medio ambiente.
En cuanto al más fundamental de los interrogantes. es decir el
origen de la misma materia y el problema relacionado respecto al
origen de las primeras formas de vida que aparecieron en el primitivo
limo, Darwin carecía de respuesta, excepto, tal vez, una respuesta deís-
ta (que reduce a Dios a una mera Primera Causa, que simplemente puso
en marcha el mecanismo y luego desapareció completamente de la
escena). "Por lo tanto, debo inferir por analogía escribe en uno de sus
pasajes que probablemente todos los seres orgánicos que vivieron sobre
esta tierra descendieron de una forma primordial a la cual el Creador
sopló primero el hálito de vida." Por lo tanto, nada hay totalmente ateo
en la formulación darvinista de la evolución, en lo que atañe al origen
de la materia (si bien muchos de sus seguidores se han decidido por la
eterna existencia de la materia en vez de conceder la existencia de
Dios). Sin embargo, no quedaron bases objetivas algunas para la ley
moral o los valores espirituales aparte de las consideraciones mate-
rialistas de supervivencia, la supervivencia de "los más aptos". Ade-
más, la teoría darvinista no dejó lugar a ninguna actividad divina signi-
ficativa en el proceso de la "creación''; aparte de suplir la inicial mate-
ria prima, no hubo creación, estrictamente hablando, sino sólo un de-
sarrollo regido por la selección natural. Y esto representaba casi una
total contradicción con Génesis 1.
El espacio no permitirá un tratamiento detallado y adecuado de la
teoría de la evolución en un libro de este tipo (aunque el autor contase
con el equipo y con la competencia necesaria para hacerlo). Tal vez sea
suficiente señalar algunas áreas en las cuales la teoría Darwin no parece
encajar con las evidencias y donde manifiesta tan serias insuficiencias
que nos autoriza a relegarla cada vez más a la condición de un mero
fenómeno pasajero en la historia del pensamiento humano. Anali-
zaremos estas debilidades en los siguientes cuatro puntos.
l. Desde el punto de vista genético (la ciencia de la herencia), las
presunciones básicas de la selección natural son erróneas a la luz de
todas las evidencias acumuladas en contrario. Muchas décadas de tra-
bajosas investigaciones han demostrado que si bien es cierto que los
individuos, dentro de una especie varían ligeramente de unos a otros,
no es cierto que estas variaciones sean específicamente heredadas por
la siguiente generación. Los extensos experimentos de Gregor J. Mendel
G ÉNES IS 209

demostraron que el alcance de la variación posible dentro de una espe-


cie estaba estrictamente limitado y no progresaba de ningún modo
hacia el desarrollo de una nueva especie. De modo que los individuos
de una raza de guisantes puros y altos, podían variar ligeramente en
altura, pero la progenie de los altos no era, en promedio, más alto que la
progenie de los bajos. Cierto es que mediante la cría selectiva, algunas
características posibles dentro de una especie única pueden destacarse
hasta formar una raza especial (como en los casos de tantos tipos
diferentes de perros), pero hay un circulo estrictamente limitado de
posibilidades más allá del cual no puede avanzar ningún criador. En
otras palabras, es impotente para desarrollar nuevas especies. La obra
de Mendel logró probar en forma concluyente, que las "variaciones
casuales", tan importantes para Darwin, son perfectamente predecibles
y no pueden, de ninguna manera, contribuir a la formación de nuevas
especies.
El mismo veredicto debemos pronunciar respecto a la teoría de Juan
Bautista Lamarck sobre la herenecia de las características adquiridas
(teoría a la cual recurría ocasionalmente Darwin cuando la mera selec-
ción natural le resultaba inadecuada para explicar una serie de fac-
tores). A pesar del crecido número de experimentos efectuados para
probar la "herencia por el uso" (como se la ha dado en llamar) de
Lamarck, el resultado final ha sido siempre negativo. Las características
adquiridas mediante esfuerzo especial por parte de los padres no se
transmiten a los hijos, por la sencilla razón de que no hay manera
posible en que estas características adquiridas (tales como, por ejem-
plo, la habilidad atlética) pueden afectar a los genes. Todo lo heredita-
rio (al menos en el aspecto no espiritual) parece depender de la química
de los mismos genes. En lo que respecta a la forma o estructura de
los animales, no hay una sola pretensión de haber probado la teoría
de la herencia por el uso, que no haya sido subsiguientemente
desacreditada.•
Habría que añadir que al par que faltan evidencias en favor de la
herencia de las variaciones individuales, se producen cambios súbitos
o mutaciones, que ocasionalmente aparecen en la historia de las espe-
cies. Por ejemplo, puede formarse, por súbita mutación, una nueva
variedad de plantas cuando se aíslan en pequeñas colonias en una
ladera montañosa (por una ligera alteración de los propios genes). Sin
embargo, se mantiene inalterable el hecho de que a pesar de haberse
estudiado prolijamente miles de mutaciones, no ha podido demostrarse
un solo ejemplo claro en el cual una mutación haya formado un animal
más complicado o haya creado una nueva estructura. Desde los días de

8. CF. Rol:ert E. D. Clarck, Donvin: Befare ond After (Darwin: antes y después), (Chicago:
Moody , 1967).
210 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

Darwin no se ha progresado absolutamente nada en la solución de


ninguno de los fundamentales problemas planteados por la evolución.
En un comentario de la obra de M. J. D. White, Animal Cytology and
Evolution (Citología animal y evolución), 1954, I. Manton dijo: "Las
causas fundamentales de la evolución, a gran escala, tal como ha
ocurrido a lo largo del tiempo geológico y en la formación de los
grandes grupos de animales y plantas, aún no pueden ni describirse ni
explicarse."•
2. Los argumentos de Darwin basados en los datos embriológicos
han demostrado ser muy falaces. Razonó que en el desarrollo del feto
en el vientre, éste recapitula todo su pasado evolutivo, al agrandarse el
óvulo fertilizado y producir más y más órganos y miembros complica-
dos. Las cavidades viscerales del embrión humano, por ejemplo, eran
esencialmente iguales a las agallas o branquias de los peces, y por lo
tanto indican que el hombre emergió de la forma de vida de los peces.
Pero ese razonamiento convenientemente pasa por alto el hecho inne-
gable de que estas estructuras jamás funcionan como agallas en nin-
guna etapa de la vida embrionaria. En realidad es difícil ver cómo la
teoría de la recapitulación puede encuadrar con el orden real del desa-
rrollo dentro del feto. Por ejemplo, la superficie respiratoria no se
desarrolla sino muy tardíamente en la formación del embrión dentro de
la matriz; sin embargo, es inconcebible que en alguna etapa prebuma-
na, el antepasado putativo del hombre hubiera podido sobrevivir sin
ningún mecanismo respiratorio. Además, el tamaño de la cabeza de un
embrión es enorme en proporción al resto del curerpo, y sin embargo,
las cabezas de todos los presuntos antepasados eran relativamente pe-
queñas en proporción al resto. Tampoco es cierto que órganos simples
del feto lentamente se hacen más complicados. El ojo, por ejemplo, es
el resultado de l ensamblaje final de diversas partes que parecen
haberse formado separadamente al comienzo y luego se combinaron
de acuerdo con un esquema predeterminado, cuya causa flsica no ha
podido determinarse.
Es bien sabido, no hay duda alguna, que los embriones de todos los
mamíferos se desarrollan a partir de un huevo unicelular, de aspecto
muy idéntico, y en las primeras etapas se mantiene la semejanza. ¿Pero
requiere este hecho una teoría de que todos los mamíferos evoluciona-
ron de los mismos y comunes antepasados premamíferos? Una explica-
ción más obvia y plausible es que en el desarrollo de cualquier
embrión a partir de su etapa inicial del huevo unicelular, sus porciones
más simples deben formarse antes de que puedan desarrollarse las
partes más complicadas. Dificil mente podemos esperar la formación de
delicados ajustes y complicados órganos antes de desarrollo de las

9. l. Manton, e n Nature [Natu raleza), [1946):713.


GÉNESIS 211

estructuras a la que irán adheridos. Pero explicar las tempranas simil-


tudes de forma en base a orígenes antepasados comunes es tan poco
plausible (como lo señala Clark mordazmente) como imaginar que las
gotas de lluvia derivan de guijarros porque ambos son redondos. " La
relación es bien real, pero es una relación matemática, inherente a la
naturaleza del universo, y no debida a una relación directa entre los
sujetos."••
Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que no hay ningún
dato, proveniente de la embriología, que no descubra la puesta en
acción del deliberado designio y propósito de un omnisciente Creador,
en vez de demostrar la acción mecánica de la selección natural. Muy
ocasionalmente funcionan mal los mecanismos de crecimiento de un
embrión. Se constata, en esos casos, que entra en acción un mecanismo
totalmente nuevo que produce la estructura deseada. A veces dos o tres
de estos mecanismos de "doble seguridad" entran en juego para asegu-
rar una adecuado desarrollo del feto: inexplicablemente entran en
acción cuando se los necesita. Pero dado que tales funciones defec-
tuosas son extraordinariamente raras, resulta imposible explicarlas en
base a principios de "supervivencia de los más aptos". Se parece
mucho más a la intervención de una inteligencia divina. Con esto, por
supuesto, no se niega que algunos fetos se desarrollan defectuosamente
y producen ejemplares también defectuosos que a duras penas sobre-
viven o realizan cualquier función útil. En el caso de los seres humanos
los resultados suelen ser muy trágicos y diflciles de explicar. Pero en
base a los presupuestos darvinianos, resulta imposible explicar si-
quiera el sentido del padecimiento engendrado por este ejemplo de
faJta de teleología." Los que se aferran a los principios darvinianos sólo
pueden encogerse de hombros y comentar: "Es sorprendente que no
haya más casos como éstos." Para el darviniano no hay otra respuesta
que la selección natural mecanicista y la "supervivencia de los más
aptos".
3 . La selección natural es incapaz de explicar innumerables casos
de adaptación en las cuales no hubo, evidentemente, ninguna etapa de
transición. La selección natural nos llevaría a imaginar que las hormi-
gas y los comejenes aprendieron a asociarse en colonias antes de
descubrir, por experiencia, que esto aumentaba sus probabilidades de
10. Clarck. págs. 171-172.
11. Se aplica e l término disreleologla a los casos donde resulta dillcil percibir la releolo-
Rla. es decir el propósito inteligente. Se refiere a circunstancias en que pareciera que algo
lia salido mal. tales como el nacimiento de criaturas deformes o monstruosas. o a prolon-
gadas y doloros!simas enfermedades fatales soportadas por personas de firmes convic-
ciones religiosas y vida ejemplar. Hasta puede ser aplicado a plagas devastadoras como la
peste europea del siglo XIV. o a inundaciones ampliamente destTuctivas , o terremotos.
Resulta diflcil reconciliar casos como estos con el propósito omisciente de un amante y
omnipotente Dios. De ahl el término disteleologlo (aparente ausencia de un propósito
inteligente).
212 R ESENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

sobrevivir. Pero no hay evidencias fósiles ni de hormigas ni de come-


jenes anteriores a su vida organizada en colonias. O, para dar un ejem-
plo anatómico, tenemos que considerar de qué manera cualesquiera
etapas de transición hacia el desarrollo del órgano de la visión
pudieran haber concedido alguna ventaja en la batalJa por la super-
vivencia, hasta que el ojo hubiera completado su crecimiento. Si el
animal hubiera contado (en la fase de transición) con solamente un
trozo de piel especialmente sensible a la luz, y luego el proceso de
selección natural hubiera actuado sobre sus sucesivas mutaciones
¿cómo hubiera podido algo que no tuviera realmente visión acondicio-
nar a la criatura para sobrevivir con más éxito que sus competidores
que carecían de esos trozos de piel sensibles a la luz? Y sin embargo, la
hipótesis darviniana implica necesariamente que en cada etapa del
desarrollo de nuevos y más complicados organismos, aún antes de ser
aprovechables en alguna forma, el animal que así se está desarrollando,
tiene que haber disfrutado por ello de alguna ventaja especifica sobre
sus competidores. En cuanto al ejemplo tantas veces citado, del ciclo de
crecimiento de la rana, sólo es de ayuda limitada el principio de la
selección natural. Es decir, pudiera concebiblemente explicar por qué
los renacuajos aprendieron a nadar, alimentarse y huir de sus enemigos
con más eficiencia que sus antepasados menos capaces. ¿Pero qué
luz arroja sobre el interrogante de por qué se transformaron finalm ente
en ranas? ¿Puede sostenerse seriamente que las ranas están mejor
adaptadas para sobrevivir que los peces? No hay duda de que habrá que
buscar una explicación más elaborada que la mera selección natural
mecanicista.
En resumen, la teoría darviniana explica los datos aportados por la
biología en forma mucho menos adecuada que la sublime y sencilla
afirmación de Génesis 1, según la cual todas las especies de plantas y
animales nacieron en respuesta a la voluntad creadora de un Dios
omnipotente y omnisciente y el desarrollo de los seres fue gobernado
por El en todas sus etapas. Todas las semejanzas estructurales (tales
como las similitudes esqueléticas sobre las cuales se apoyan los darvi-
nistas para indicar una relación genética entre el hombre y los más
bajos órdenes de vertebrados) pueden ser satisfactoriamente explicadas
aceptando la acción de una fuerza directriz que opera desde afuera (o
desde arriba) y no por fuerzas mecánicas que operan desde dentro del
tejido vivo como tal. Aun el fenómeno de la existencia de partes
rudimentarias que aparentemente son vestigios inútiles, tales como el
cóccix, situado en el extremo inferior de la columna vertebral del hom-
bre, no demuestra que desciende de monos portadores de cola. Tales
vestigios sólo atestiguan la existencia de un plan general o básico,
seguido por la fuerza creadora (o la divina inteligencia) que formó los
diversos géneros de invertebrados.
GÉNESIS 213

En mecánica comprobamos un similar mantenimiento de diseño de


ingeniería. Lo vemos, por ejemplo, en el desarrollo anual de los mo-
dernos automóviles, desde el Ford Sedán modelo 1901 (digamos) hasta
el modelo 1974. En algunos casos, ciertos vestigios (como la retención
de un agujero en la base del radiador para introducir la manija, durante
muchos años después de haberse incorporado el arranque automático)
indicaron la evolución de esta marca de automóviles. Lo mismo pode-
mos decir de las aberturas en las puertas de los modelos de Buick entre
1940 y 1950 (hasta vestigio final del modelo 1957). Pero nadie podrá
decir que los primeros modelos se hicieron a sí mismos más avanzados
o complicados; eso fue obra de los diseñadores e ingenieros que produ-
jeron estos modelos más avanzados o complicados, año tras año. En los
datos obtenidos de la geología y de la biología en general, nada hay que
nos indique una diferencia esencial en el procedimiento seguido por el
Creador. Una vez establecido el modelo, o sea las especies, estaba listo
para la producción en masa por medio de un sistema propio de procrea-
ción y reproducción con el que cuentan todos los animales, cada espe-
cie controlada, dentro de los límites mendelianos, por su propio y
particular juego de genes.
4. El abandono actual de la teoría darviniana de diferenciación
gradual como el mecanismo mediante el cual han evolucionado todas
las clases y los órdenes de la vida, ha llevado a la sustitución de ella por
un nuevo tipo de evolución (la teoría del quonlum de la evolución
emergente] que demanda la lealtad de los más notables cientlficos de
hoy en día. Pero la evolución emergente entraña factores de mutaciones
súbitas o cambios tan radicales como para ponerla en la categoría de un
credo meramente filosófico incapaz de ser verificado por métodos de
laboratorio o de explicación en base a principios estrictamente mecani-
cistas. En los días de Darwin se esperaba confiadamente que las más
amplias investigaciones geológicas y biológicas de las décadas sub-
siguientes permitirían descubrir las formas de transición de la vida que
cubrirían el vacío que aún quedaba abierto entre los diversos órdenes y
géneros. Pero la mayoría de los científicos del siglo XX han abandona-
do esta búsqueda.
Austin H. Clark en The New Evolution (La nueva evolución). 1930.
pág. 189, por ejemplo, comentó sobre la "ausencia total de formas
intermedias entre los mayores grupos de animales como, por ejemplo,
entre los animales de columna vertebral o vertebrados, los
equinodermos, los moluscos y los artrópodos". Luego continúa: "Si
estarnos dispuestos a aceptar las evidencias, debemos creer que nunca
existieron tales formas intermedias o, en otras palabras, que estos gru-
pos tuvieron entre ellos, desde el comienzo, la misma relación que
tienen hoy en día. " De manera similar G. G. Simpson señaló que cada
uno de los 32 órdenes conocidos, de mamíferos apareció súbitamente
214 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A1'' TICUO T ESTAMENTO

en el escenario paleontológico. Afirmó que: "Los más antiguos y más


primitivos miembros de cada orden y cuentan con los caracteres ordi-
nales básicos y no se conoce caso alguno en el que exista en tre un orden
y otro un orden aproximadamente continuo.""
Clark, Simpson, y sus modernos colegas se han refugiado, por lo
tanto, en la teoría de la evolución emergente que afirma que surgen
dramáticas nuevas formas por obra del azar, o por algún tipo de res-
puesta creadora a nuevos factores t.lel 111et.lio a111uie11te 4ue esec1µa11 al
análisis y a una descripción racional. ¿Pero puede semejante explica-
ción (que realmente no es una explicación sino sólo una apelación a la
fe) ser considerada como una alternativa más razonab le que el acto
creador de una inteligencia superior? Como lo señala Car! Henry: " La
suposición de una emergencia abrupta cae fuera del campo del análisis
científico tanto como apelar a fuerzas creadoras sobrenaturales.""
A pesar de las anteriores consideraciones (o tal vez por ignorancia
de las mismas) hay muchos cristianos consagrados que están prepara-
dos para aceptar la teoría de la evolución sobre bases teístas. Es decir,
profesan adherencia al proceso mecanicista de la selección natural (de
acuerdo con lo formulado por Oarwin) o aun a la nueva teoría de la
evolución emergente; no obs tan te, insisten en que la materia no es
eterna (como deben suponer los no teís tas), si no que fue creada por
Dios ex nihilo. Además, consideran que todo el mecanismo del proceso
evolutivo fue ideado y está controlado por Dios y no por alguna fu erza
misteriosa que escapa a toda explicación científica.
A los que sostienen esta posición debemos seüalarles que histó-
ricamente toda la teoría fue elaborada como un esfuerzo para explicar
el desarrollo de la vida por medio de pri ncipios naturales puramente
mecánicos, sin necesidad de ninguna influencia divina. Darwin y sus
colegas hicieron los más denodados esfuerzos para echar abajo el
argumento probatorio de la existencia de Dios basado en la evidencia
del y designio en la naturaleza, y explotaron cuanto caso de ausencia de
teleología y falta de propósito pudieron descubrir. Señalaron el hecho
de que de miles de huevos puestos por la hembra de un pez sólo un
pequeüo porcentaje alcanza la madurez, y que solamente poquísimas
semillas de los árboles frutales viven para producir nuevos árboles.
(Convenientemente pasaron por alto el aporte alimenti cio para otros
seres por medio de esta sobreabundancia de frutas y huevas.) Se esfor-
zaron en explicar el universo sin Dios. Esta es la razón por la cual la
teoría de la evolución darviniana íue la filosofía oficial de los máximos

12. Clarck, TheNew EvoJulion (La nueva evolución). (New Havcn. Conn.: U., 1930). pág.
189: S impson,. Tempo ond Mode in Evolulion (Tiempo y modo en la evolución) . (Nueva
York: Columbia U., 1944). pág. 106.
13. Citado en Evolulion and Christian Thought Today (La evolución y el pensamiento
cristiano de hoy). ed . R. Mixter (Grand Rapids : Ecrdmans, 1959), pág. 211 .
G€NESJS 215

movimientos ateos del siglo XX (tales como las más puras formas del
Nazismo y del socialismo marxista). La concesión de Darwin de que un
poder superior pudo haber proporcionado la materia prima original y el
impulso vital que inició el proceso evolutivo en el comienzo fue, con
todo, una completa negación de la revelación hebreo-cristiana. Inevi-
tablemente llevó a la conclusión de que las concepciones morales y
religiosas que se pueden descubrir en el género humano resultan de
una mera combinación fortuita de moléculas sin contraparte en la reali-
dad espiritual.
La evolución, como filosofía de concepción mundana, entraña una
directa negación de la realidad espiritual. puesto que rechaza la exis-
tencia de un Dios personal. Todos sus máximos exponentes lo han
dicho sin ambages. Ernst Haeckel en su obra Riddle of the Universe (El
enigma del universo), 1929, utilizó la tesis evolucionista para refutar la
religión sobrenatural y ejerció con ello una de las mayores influencias
del ateísmo en el siglo XX. G. G. Simpson declaró que una aceptación
sin reservas de la teoría de la evolución resulta inconsecuente con la
creencia en la actividad de Dios en el universo." El propio Carlos
Darwin, en el transcurso de una entrevista con el reportero de un diario
poco después de la publicación de su obra Origen de los especies,
simplemente se encogió de hombros cuando se mencionaron los aspec-
tos morales. Cuando se le preguntó si no era cierto que su libro les había
enseñado a todos los criminales cómo justificar sus acciones, sim-
plemente calificó la acusación como "un buen articulejo satírico" y le
restó toda importancia." A la luz de estos factores, parece un procedi-
miento dudoso el hecho de que un cristiano convencido, que quiere ser
leal a la autoridad de las Escrituras, se declare como evolucionista,
excepto en un sentido sumamente restringido, es decir en un sentido
totalmente inaceptable para Darwin y sus seguidores. Para un cristiano,
no existe la alternativa de identificar la selección natural con la selec-
ción divina, bien sea en sentido directo o en sentido indirecto.

LA ANTIGÜEDAD DE LA RAZA HUMANA

Desde los primeros descubrimientos de fósiles y utensilios de hom-


bres prehistóricos, allá en la década de 1850-1860, la antigüedad de la
raza humana se ha tornado en un problema de reconciliación con el
relato del Génesis. De acuerdo con modernas estimaciones, el denomi-
nado hombre de Swanscombe (hallado en Kent, Inglaterra), el Pitecán-
tropo (hallado en Java) y el Sinántropo (hallado en Pekín, China)
vivieron en cualquier tiempo entre 200.000 y 500.000 años atrás. Todos

14. Simp!on. The Meoning of Evolulion [El significado de la evolución) [Baltimore:


Williams & Wilkins. 1949). pág. 230.
15. Cf. Clarck, pág. 96.
216 RF.SEÑA CRiTICt\ DE UNA INTRODUCCIÓN A L A NTIGUO TESTAMENTO

ellos muestran marcadas diferencias con el Horno Sapiens, por cierto, y


algunos paleo-antropólogos han admitido que " las diferencias
craneanas y dentarias . . . parecen estar tan bien marcadas como las que
comúnmente se aceptan para justificar la distinción genética entre el
gorila y el chimpancé. ""
En cuanto al hombre de Neandertal (que antes se escribía Neander•
thal), de una antigüedad que generalmente se acepta ent re 50.000 y
100.000 años atrás, el mismo escritor dice: "Las diferencias esqueléti·
cas en relación con el Horno Sapiens son muy semejantes a las que han
sido aceptadas como evidencias válidas de diferencia específica en
otros grupos de primates."" Estos primitivos antropoides no pueden
ser descartados como simples monos en cuanto a su mentalidad porque
sus restos están acompañados por herramientas de piedra, tales como
puntas de flecha y hachas; además. los restos carbonizados indican
vigorosamente el uso del fuego para cocinar sus alimentos. Especial•
mente en el caso de los depósitos hallados junto al hombre de Neander•
tal, parece haber evidencias de una sepultura con utensilios como
si hubiera algún tipo de creencia en la vida después de la muerte (en
que [os muertos -o su contraparte espiritual- tendrían necesidad de
tales elementos). También se descubrieron toscas estatuillas que
posiblemente habían sido utilizadas en alguna clase de culto, y algunos
de los notables dibujos hallados en ciertas cavernas pudieran haber
sido hechos por el hombre de Neandertal (si bien la mayorla se remonta
a una época posterior, probablemente). El análisis del carbón radiactivo
de los últimos hallazgos indica con mucha aproximación una anti·
güedad de por lo menos 50.000 años. El contenido de fluorina e n los
huesos del pitecántropo erecto indica que fueron contemporáneos con
los depósitos que lo rod eaban. El Zi njántropo de Tangan yika ha sido
datado, por el procedimiento del potasio-argón, que ha permitido as ig•
narle una antigüedad ele 1.750.000 años, según un informe de L. S. B.
Leakey. "
Es teóricamente posible, por supuesto, que investigaciones pos•
teriores demuestren que todas estas estimaciones cronológicas se basa•
ron en métodos defectuosos, y es concebible que a estos primeros
antropoides haya que atribuirles una edad mucho menor." Po,r otra
parte, es sumamente improbable que puedan coincidir con la edad
indicada por las listas genealógicas de los capítulos 5 y 10 del Gé nesis.
Nos enfrentamos, pues, a la alternativa de tener que considerar que
estas listas carecen de toda significación como indicadoras de tiempo, o

16. LeGros Clarck. The Fossil Evidences for Human Evolurion (Las evidencias fósiles de
la evolución humana), (Cbicago: U. Chicago. 1955), pág. 106.
t 7. Jbid., pág. 60.
18. Leakey, en Notionol Geogrophic, octubre 1961.
19. Cf. capll ulo 15 de este libro, nota marginal No. 12
GÉNESIS 217

de otro modo, tenemos que rechazar que esas especies más antiguas de
apariencia humana sean en absoluto descendientes de Adán.
Buswell sostiene: "Nada hay en la Biblia que nos diga cuándo fue
creado el hombre."" Nos parece una exagerada afirmación, porque aun
aceptando que hay numerosos vados en las tablas genealógicas de
Génesis 5 y 10, es totalmente irrazonable suponer que se omita un
número de generaciones equivalente al número de las que figuran en
ellas multiplicado por 100. (Sin embargo, eso es lo que significarla si
fijáramos en 200.000 años atrás la fecha de la creación de Adán.) En la
genealogía del Señor Jesús, que figura en Moteo 1 :2-17, hay sólo siete
posibles eslabones que faltan contra un total de 42 anotados (durante
los dos mil años que corren entre Abraham Y Cristo); es decir, una
proporción de uno a seis. Resulta un terreno muy poco firme para
establecer la teorla de que se omitieron de la lista entre Adán y Abra-
ham 1980 generaciones, y se anotaron solamente 19 ó 20. Por lo tanto,
parece una dudosa opción, para quienes sostienen la exactitud del
relato del Génesis, acepter como fecha de creación de Adán, la de
200.000 años a. de J.C.
El Westminster Dictionary of the Bible (Diccionario Westminster
de la Biblia) anota tres posibilidades para las genealogfas de Génesis
5 y 10.
1. Si representan generaciones interpretadas literalmente sin lagu-
nas, transcurren 1656 años entre Adán y el diluvio, y el total de años
desde el diluvio hasta Abraham es de alrededor de 290. Esto hace un
gran total de 1946 años desde Adán hasta Abraham. Sin embargo, esta
interpretación es dudosa, puesto que el texto no menciona este gran
total, y porque el agrupamiento de diez generaciones prediluvianas y
diez generaciones postdiluvianas es sospechosamente similar a las es-
quematizadas generaciones de catorce, catorce y catorce del primer
capitulo de Mateo (donde se puede demostrar que faltan seis o siete
eslabones). Además, Lucos 3:36 indica que un tal Cainán, hijo de Arfa-
xad, no se menciona en Génesis 10:24 (que establece que Arfaxad fue el
"padre" de Sala, el hijo de Cainán, según Lucos 3).
2. Las genealogías registran sólo los miembros más prominentes
del linaje de Abraham, y omiten un número indeterminado de esla-
bones (si bien, presumiblemente no tantos eslabones como los que
figuran en las listas). Una variante de este punto de vista traducirla la
fórmula "A engendró a B", como si en realidad fuera B o algún innomi-
nado antepasado de B (perfectamente admisible en el lenguaje hebreo,
ya que se habla, ocasionalmente, de abuelos que engendraron a sus
20. Así lo deja traslucir B. B. Warfield. en On the An liguily ond Unily of the Human
Roce (Sobre la antigüedad y unidad de la raza humana), PTR, (1911), opinión en la cual J.
O. Buswell III coincide con Míxter, pág. 181.
21. lbid.
218 R ESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN M . ANT IGUO T ESTAMENTO

nietos; por lo menos en 1 Crónicas 7:13 se menciona a los nietos de


Bilha como sus hijos). Hay que entender en sentido literal las edades de
los patriarcas que vivieron varios siglos (hasta 900 y más aftos). Esto
permitiría un lapso posiblemente de ci nco a seis mil aftos entre Adán y
Abraham, según la cantidad de eslabones omitidos.
Digamos, de paso, que se plan tean ciertas dudas en cuanto a si
Abraham fu e realmen te el hijo mayor de Taré, a pesar de ser el primero
tlu lus numl.Jratlus en Génesis 11 :26, tlumle ti ice 4 ue Ta ré e nge ndró a los
tres hijos cuando tenía 70 aftos de edad, o al menos comenzó a esa edad
su paternidad. Pero puesto que Taré murió a los 205 ai'los de acuerdo
con Génesis 11:32, Abraham no pudo haber nacido an tes que su padre
tuviera 130 años, si contaba con se tenta y cinco años a la muerte de
Taré, como lo sugiere Génesis 12:4. (Si bien nada hay en Génesis 11
y 12 que es tablezca incues tionablemente que Taré muriera antes de
que Abraham saliera de Harán, el punto queda bien aclarado en
Hechos 7:4.)
3. O, de lo contrario, los nombres anotados en Génesis 5 represen-
tan a un indi viduo y su línea directa por primogenit ura, interpretación
que posibilita sumar los números de años de la vida entera de las
personas enumeradas, casi de punta a punta, resultando con ello un
gran to tal de 8227 ai'los desde el nacimiento de Adán hasta el di lu vio.
Por ejemplo, cuando se dice de Adá n que vivió 930 aftos, quiere decir
realmente que Adán y sus descendi entes directos gobernaron durante
930 años. Al final de ese tiempo fueron reemp lazados por la familia de
Set que tomaron y mantuvieron el poder duran te 912 arios (Génesis
5:8). De esta manera, no fue sino hasta 1842 aftas después del nacimien-
to de Adán cua ndo tomó el poder la fam ilia de Enoc, y así sucesi-
vamente. Sin embargo, una difi cultad que se plan tea a es ta teoría es que
Set es el mas antiguo sobreviviente de Adán que se menciona, aparte
del exiliado Caín, y es difícil imaginar por cuál otro hijo hubiera des-
cendido la línea directa de Adán antes que la supuesta línea colateral
de Set tomara el lidera to.
Considerando todo esto, parece que la segunda interpretación fuera
la más preferible. (Por supuesto que la primera interpretación no deja
suficiente lugar ni aun para la atestiguada historia de Egipto que, sin
duda alguna, se remonta por lo menos a 3500 años an tes de Cristo y
P.lln, nP.r.P.sariamP.nlP.. dP.spuP.s dP. l d ilu vio.)
Volviendo al problema del Pitecántropo, del hombre de Swans-
combe, del hombre Neandertal y del los demás (tal vez aun del Hombre
de Cromañón, que aparentemente debe ser clasificado como Horno
Sapiens, pero cuyos restos parecen remontarse por lo menos a 20.000
ai'los a. de J.C.). parece mejor considerar todas estas razas como per-
tenecientes a una época an terior a la de Adán, y que no estuvieron
envueltas en el pacto adáni co. Tenemos que plantearnos el interro-
GÉNESIS 219

gante, en vista de los restos cultu:rales, de si estos seres preadamitas


tenían almas (o. en términos tricotómicos, espíritus). Pero la implica-
ción de Génesis 1:26 es que Dios creaba un ser cualitativamente
diferente cuando El hizo a Adán (nótese que la palabra rendida
"hombre" en Génesis 1:26-27 es el hebreo 'Ado m). un ser que !fue
formado unicamente a la imagen de Dios. Sólo Adán y sus descen-
dientes fueron infundidos con el aliento de Dios y una naturaleza
es,piritual correspondiente a Dios mismo.22 Romanos 5:12-21 establece
que toda la humanidad subsiguie nt e a Adán. por lo menos, tuvo que
haber descendido literalmente de é 1, puesto que Adán entró en relación
de pacto coñ Dios como representante de toda la raza humaña. Es to
indica que no pudo haber habido una verdadera relación genética entre
Adán (el primer hombre creado a i magen de Dios) y las razas preada-
mitas. No importa cuan semejante haya sido la estructura esquelética
del hombre de Cromat'ión [por ejemplo), con el Horno Sapiens, este
hecho no reviste mayor importancia frente al problema principal de
saber si estos hombres de las cavernas poseían realmente alma y
personalidad. Dios pudo haberlos exterminado por razones desco no-
cidas, antes de la creación del primer padre de la actual raza humana.
Adán, pues, fue el primer hombre creado a la imagen espiritual de Di.os,
de acuerdo con Génesis 1:26-27. y no hay evidencia científica que
desautorice esta tesis. 23

22 . En este notable volumen titulado Human Destiny (Destino humano), el científico


fra,ncés Lecomte de Noily insiste en que la evolución fue una respuesta a la voluntad
divina. El hombre emerge del proceso evolutivo: en un momento determinado. tal vez en
la edad del hombre de Cromañon (30.000 a. de J.C.) el hombre, por un proceso de
mutación, se hizo realmente hombre, muta.ción en la cual Dios sopló en él "libre a]be-
drlo" y la capacidad para escoger entre el bien y el mal. es decir, la conciencia.
23. Para un estudio más exhaustivo de este tema. consultar el capitulo de E. J. Young:
"Are the Scrlptures lnerrani?" (¿Son lnlallbles las Escriiuras?) e n The Bible: the Living
Word of Revelatíon (La Biblia: la palabra viva de la revelación). ed. M.C. Tenney , (Grand
Rapids: Zondervan, 1968), págs. 105-110.
CAPITULO 15
GENESIS
(Continuación)
Este capitulo hará hincapié en los diversos pasajes del Génesis que han
moti vado objeciones, y no sobre los problemas que se refi eren al origen
natural, los cuales ya fueron tratados en el capítulo anterior. En cada
caso. el pasaje que ha de tratarse ha sido utilizado como base para
alguna acusación de inexactitud y desconíianza, dirigidas contra el
libro, como un todo.

LA H 1STOR1c 10Ao DE AoAN v LA CAiOA

Respecto a la relación entre Génesis 2 y Génesis 1, ya hemos


señalado' que el uso de los nombres divinos (Elohim y Yahweh) es
perfectamente reconciliable con la unidad de la paternidad literaria.
Puesto que Elohim (Dios) era el título apropiado para los contextos que
estaban al margen del pacto, Moisés (suponiendo que fu era el autor de
la totalidad del libro) pudo muy bien emplearlo exclusivamente para el
relato de la creación en el capítulo 1, y luego cambiar a Yahweh (en su
mayor parte) en el capitulo 2, donde se refiere al pacto de obras estable-
cido entre Dios y Adán.
Se ha planteado el interrogante de saber cuán en serio habrá de
tornarse el relato sobre Adán y Eva (y la serpiente del huerto de l Edén)
como historia literal. Muchos prefieren considerarla nada más que
como un mito o una fábula (suprohistoria, para utilizar un término
neo-ortodoxo) en que se describe la caída, del hombre por medio de un
episodio ficticio destinado a ilustrarla. (Sin embargo, en cuanto el hom-
bre es una criatura caída, un agente moral con un innato sentido de
culpabilidad, el mito refl eja una sublime verdad, aun cuando no haya
ocurrido, en realidad, ese episodio aislado.) Pero ocurre que nunca se
han planteado sobre bases históricas, cienlificas o filosóficas, ob-
jeciones decisivas en cuanto a la historicidad de Adán y Eva. Los plan-

t. Capítulo 9. pág. 132 de esle libro.

220
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 221

Un "Sello de la Tentación " (Cortesía del Museo Britónico)

teos se han basado esencialmente con respecto a conceptos subjetivos


de improbabilidad.
Desde el punto de vista de la lógica pura, es virtualmente imposible
aceptar la autoridad de Romanos 5 (''El pecado entró en el mundo por
un hombre ... por la transgresión de uno solo reinó la muerte
... por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores"; versículos 12, 17, 19), sin inferir que toda la raza humana,
en su totalidad, descendió de un solo padre. Romanos 5 señala el
contraste entre Adán y Cristo. Por lo tanto, si Cristo fue un personaje
histórico, también Adán tuvo que serlo (o de lo contrario el inspirado
apóstol se equivocó). También en otras de sus cartas Pablo toma en
detalle el relato de Génesis 2 y la tentación y calda de Génesis 3 como
historia Literal. En 1 Timol.e a 2:13, 14 dice: "Porque Adán fue formado
primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer,
siendo engañada, incurrió en transgresión." Imposible dudar que los
autores del Nuevo Testamento aceptaron la historicidad de Adán y Eva.
El origen de la raza humana pertenece necesariamente al ámbito de la
revelación de Dios. puesto que ningunos documentos escritos pudieran
remontarse a un tiempo anterior a la invención de la escritura. Se
concibe que el verdadero relato del origen del hombre se perpetuó por
tradición oral (y probablemente asi llegó hasta los dias de Moisés). Pero
aparte de la revelación, escrita como Escritura inspirada, no habría
ninguna certeza en cuanto a saber cuál, entre la asombrosa variedad de
leyendas sobre el origen del hombre, conocidas por las diversas cultu-
ras de la tierra, seria el relato verdadero y confiable. Aquí el relato
inspirado habla de un Adán y una Eva en sentido literal, y no da
indicación alguna que sugiera que el relato ha de entenderse como
222 REsEÑA C RiTICA DE UNA lNT ROOUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

mitico.' Cristo y los apóstoles. por cierto, lo tomaron como una narra-
ción histórica.
Algunos escritores modernos, como por ejemplo Alan Richardson,
han comparado el material narrativo de Génesis 1-11 con las parábolas
del Nuevo Testamento. "Una parábola es un relato que puede o no ser
literalmente cierto (nadie se pregunta si lo del buen samaritano literal-
mente 'ocurrió'); pero transmite un significado que trasciende la narra-
ción. Supone que más allá de las palabras del relato que han escuchado
nuestros oídos, hay un significado que solamente puede ser detectado
por nuestro dispositivo de audición espiritual.' Pero esta comparación
con las parábolas del Nuevo Testamento entraña el presupuesto de que
t!l autor derGénesis tuvo la intención de que los capítulos narrativos
1-11 no fueran otra cosa que una mera analogía o comparación para
ilustrar alguna verdad teológica, y que en ningún momento quiso que
sus lectores tuvieran la impresión de que los episodios narrados fueran
hechos históricos. La introducción típica de las parábolas de Jesús
siempre fue la siguiente: "El rei no de los cielos es semejante a . .. "
Siempre hay una ensefianza doctrinal o ética que se le explica al
oyente, y se recurre a una ilustración para aclarar el punto. Pero los
relatos y listas genealógicas de Génesis 1-11 no tienen tal estructura. En
ninguna parte se dice que el comienzo del mundo y de la humanidad
fue semejante a algo análogo. Las parábolas nunca se explican por si
mismas; siempre entrafian o involucran una analogía sacada de otra
cosa. De la misma manera como hubiera sido absurdo decir, por ejem-
plo, que "el reino de los cielos es semejante al reino de los cielos;" así
tampoco pudo haber sido la intención del autor del Génesis la de afir-
mar que "el comienzo de la raza humana fue semejante al comienzo de
la raza humana," o que "el diluvio universal fue semejante al diluvio
universal." De ahí que el elemento parabólico esté completamente au-
sente en estas narraciones, y se haga casi insostenible la interpretación
de Richardson.
EL ARCA oE Noé v EL D1Luv10
Respecto al gran diluvio de Génesis 6-8, algo dijimos ya cerca de las
bases aparentemente plausibles sobre las cuales Wellhausen se afirmó
para disecar este relato, dividiéndolo en J y P.• Alli demostramos que

2. Es posible que la mención de una serpiente parlante (Génesis 3:1, 4-5) pueda su¡¡erir
un mito. Pero tanto el contexto como otras referencias de la Escritura (c:f, ApocoJ1psis
20:2. "la serpiente antigua. que es el diablo y Satanás") no d ejan lugar a dudas en el
sentido de que la serpiente era un moro disfraz tras ol cual en tentador los habló. En este
reptil , Satanás tuvo un vehículo conveniente y a propiado para presentarse, De manera
similar, el asna de Balaam (Números 22: 28) fue el vehlculo mediante el cual Jehová habló
a su desobediente sl.ervo,
3. Rlchardson, Génesis 1-XI (Londres: SCM, 1943), pág. 28.
4. Capllulo 9, pág. 142 de este libro.
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 223

Undécima Tablilla de la Epopeya de Gilgomes que Contiene el Relato


del Diluvio Babilónico (Cortesía del Museo Británico.)
toda la sección consistía de una trama estrecha, homogéneamente
narrada. Pero la falta comparativa de evidencias geológicas que indi-
quen un cataclismo mundial ha dado origen a las dudas en cuanto a la
universalidad del diluvio. No se han descubierto en los sitios excava-
dos en el gran valle de la Mesopotamia depósitos característicos o
uniformes de tipo diluvial. El grueso estrato diluvial hallado por
Leonard Woolley en Ur se remonta a comienzos del cuarto mjlenio
(hacia el afio :H100 a. de J.C.), pero hasta ahora sólo se ha hallado un
estrato diluvial más de ese período, el que descubrió Stephen Langdon
en Kis (que, incidentalmente, es un depósito más reducido). Los otros
depósitos, descubiertos en Kis, Suripak y Uruk, y (posiblemente) en
Lagas, representan una inundación posterior en mil anos, a juzgar por
los restos arqueológicos y el orden de los estratos.• Si bien las excava-

5. Cf. André Parrot, The Flood ond Nooh's Ark [El diluvio y el arca de Noé). [Nueva
York: Phllosophlcol Librory, - Biblioteca filosófica- 1955) . pág. 52.
224 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

dones pueden no haber penetrado, en todos los casos, a suficiente


profundidad para a lcanzar un nivel de 3800 años a. de J.C., en una de
las mencionadas, la de Kis, al menos, la excava ción llegó aparen-
temente a suelo virgen intacto, por debajo del nivel de los 2800 años a.
de J.C.
Por cierto que estas pocas excavaciones profundas son insuficientes
para sacar conclusiones en firme. Pero han llevado a la mayoría de los
arqueólogos a cuestionar la posibilidad de un diluvio genera l sobre un
área mayor que una local - al menos dentro del período investigado en
las propias excavaciones- y aun fieles apologistas conservadores como
los que menciona Ramm• han defendido la teoría de un diluvio res-
tringido a la cuna de la raza humana en la Meso potarnia (o que posi-
blemente se extendió hasta la hoya del mar Caspio).
George F. Wright parece inclinarse hacia la posi bilidad de que pudo
haberse limitado al valle del Eufrates, si la raza humana estaba restrin-
gida a esa área y fue totalmente destruida. Sin embargo, se refiere a
evidencias geológicas del diluvio en Egipto, Palestina, Sicilia, Francia e
Inglaterra (posiblemente también América del Norte).' El comentario de
Jarnieson, Fausset y Brown UFB) señala que el texto hebreo no implica
necesariamente un diluvio universal. L. M. Davies también concede
que el diluvio no fue necesariamente uni versal, si bien señala a tan
distantes fenómenos corno los mamuts helados de Siberia como
evidencia de una extensa y súbita inu ndación. (Si n embargo, desafortu-
nadamente para esta correlación , los paleontólogos calculan que los
últimos mamuts siberianos viviero n con anterioridad a los 30.000 aúos
a. de J. C.) J. W. Dawson niega que el autor hebreo ttuviera en mente un
diluvio universal.•
Como explicación de este aserto, es preciso se úalar que el hebreo
'eres, constantemente traducido como " tierra" en nuestras biblias, es la
misma palabra que se traduce "territorio" o ''país" (p. ej .. la tierra de
Canaán, la tierra d e Egipto). Hay otro vocablo, tebel, que sign ifica toda
la extensión de la tierra, o el mundo co mo un todo. En ninguna parte
del relato figura la palabra tébel, sino solamente 'eres, en todas las
afirmaciones, con un fu erte sabor a universal en la Biblia en castellano
(p. ej., Génesis 7:4, 10, 17, 18, 19). De esta manera, Génesis 6:17c puede
traducirse así: "Todo lo que hay en el territorio morirá", es decir, en

6. B. Ramm, CVSS, págs. 238-247.


7. 1:98. Wright. en IS).lE: 2:821-826. tiene un excelente resumen de las evidencias corro-
boralivas del relato del Génesis.
8. Pero en la reimpresión de JFB por Zondervan. pág. 22 , leemos respecto de Génesis
7:20: "quince codos más arriba . . . y los montes se cubrieron" . · ·El lenguaje no coincide
con la teoría de un diluvio parcial.'' Ver Davies, /ournol of the Tronsoc;tions of the
Victoria lnstitute (Publicación de los anales del lnslituto Victoria) (1930): 62:62-95: ver
también Dawson. The Meeting Place of Geology ond Hislory (Sitio de encuentro de la
geología y la historia) (N ueva York: Revell . 1894). pág. 151.
GÉNESIS (CoNTINUACIÓN) 225

toda la región geográfica que queda involucrada en el contexto y la


situación. De permitirse esta interpretación, entonces las montañas
cuyas cimas quedaron sumergidas por el diluvio hubieran sido las
montañas relativamente bajas de la región que rodea la Mesopotamia y
no quedarían incluidas en la descripción los elevados picos del Hima-
laya (tales como el monte Everest, que se eleva a casi nueve kilómetros
de altura sobre el nivel del mar). Correspondientemente, la palabra
suelo (l•dárnóh), que figura en la Biblia de Jerusalén en Génesis 7:4b
("tíerra" en la VRV), puede entenderse como la superficie del suelo de
la misma área a que se refiere el término 'eres de los otros versículos.
Pero la frase "debajo de todos los cielos" en Génesis 7:19 ("y todos los
montes altos que había debajo de todos los cielos", VRV) no puede ser
tan fácilmente descartada. Se duda que en cualquiera otra parte de la
Escritura hebrea, esta expresión "de todos los cielos" pueda interpre-
tarse como indicativa de una mera región geográfica. Esta es la razón
por la cual los más cuidadosos exégetas, como Franz Delítzsch en el
siglo pasado,• y más recientmente H. C. Leupold," no han concedido la
posibilidad exegética de interpretar Génesis 7 como la descriptión de
un diluvio meramente local.
Formidables problemas científicos se plantean ante un diluvio uni-
versal, según el resumen de Ramm. 11 (1) De acuerdo con los mejores
cálculos, para cubrir los más altos picos del Himalaya, se necesitaría
más agua de la que actualmente posee el planeta. (2) El retiro de seme-
jante cantídad de agua constituye un problema casi insoluble, pues no
tendría lugar hacia el cual escurrirse. (Ramm interpreta de esa manera
el verbo shókok de Génesis 8:1, pero los diversas versiones lo traducen
"'disminuyeron" (VRV), "decrecieron" (BJ), y no ·•escurrieron".) Por
cierto que resulta complicadísimo explicar la mecánica de esta dis-
minución, pues la atmósfera no podría contener semejante cantidad de
agua en forma de vapor, y se duda que algunas cavernas subterráneas
hubieran podido recibir más que una ínfima porción de ese volumen
adicional de agua. (3) Difícilmente alguna planta hubiera sobrevivido
bajo la acción del agua salada durante todo un año, y la mezcla de las
aguas del océano con las de la lluvia hubieran resultado en una mortal
solución salina. aun cuando esa mezcla estaría considerablemente
diluida. Prácticamente hubiera muer.to toda vida marina, excepto los
comparativamente escasos organismos capaces de resistir tremendas
presiones, pues el 90 por ciento de la actual vida marina se desarrolla
en los primeros 85 metros de profundidad, y muchas de estas especies

9. Delít.zsch. Pentoteuch (Pentateuco) (Grand Rapids: Eerdmans . 1949). 1:146.


10. Leupold, f:xposilión o/ Genesis (Exposición del Génes,s). vol. 1. [Grand Kapids:
Baker. 1950).
11. Ramm, CVSS, 244-246.
226 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

no sobreviven alejadas del lugar donde habitua.lmente se alimentan.


Presumiblemente, los peces de agua dulce hubieran muerto, si bien la
salinidad puede haber sido suficientemente elevada para la super-
vivencia de los peces de agua salada. (4) Ciertas áreas de la superficie
terrestre demuestran claras evidencias de no haber estado sumergidas.
Por ejemplo, en Auvergne, Francia, se ha informado de conos de esco-
ria poco compacta y de cenizas de volcanes que existieron miles de
años antes que el diluvio, y sin embargo no muestran seña.! alguna de
haber sido invalididas por las aguas.
Tal vez las dificultades (1) y (3) puedan ser explicadas satisfacto-
riamente como actos especiales de Dios, tanto de crear como de recrear.
(¿Pero, por qué entonces la preocupación de preservar a los animales en
el arca, si el volverlos a crear era tan fácil?) Pero la dificultad (2) pare-
ciera exigir una ingente tarea de reversión de la creación o total ani-
quilamiento del elemento acuoso, lo cual es altamente improbable. La
dificultad (4) al parecer desafía toda explicación, a menos que los vol-
canes que mencionamos hubieran entrado en erupción por vez primera
en una época postdiluviana, y fuera errónea la fecha que les asignaron
los especialístas. O tal vez la escoria y las ceni zas pudieron no haber
sido barridas por la acción del agua, como supone el argumento.
No se puede sostener, sin embargo, que un diluvio local pudiera
resolver todas estas dJilcultades c ientUicas. Génesis 7:19 afirma de la
manera más explicita que todo el nivel del agua subió bien por encima
de ''todos los montes altos que babfa debajo de todos los cielos." Supo-
niendo que las montañas de que habla fueron las montañas locales
(diífcil de interpretar asf de acuerdo con el texto), por lo menos se
hubieran cubierto los picos del monte Ararat, puesto que el arca reposó
alll donde era visible el pico más alto (5165 metros sobre el nivel del
mar). La conclus ión inevitable es que el nivel del agua subió a más de
5165 metros sobre el actual nivel del mar. Esto plantea dificultades casi
tao graves para la teorfa del diluvio local como aquellos que dicha
teoría procura evitar. ¿Cómo podían alcanzar las aguas un nivel tan
elevado como el monte Ararat, sin alcanzar la misma altura en el resto
del mundo? Solamente durante una marejada temporal. tal como la
enorme ola que acompaña a un terremoto o a un viento violento, puede
el agua no buscar su nivel. Suponer que el agua llegó en Armenia a un
nive, de 5165 metros, y simultáneamente la localidad de Auvergne, en
Francia, no fue inundada, serla proponer un milagro más i.ncreíble que
el involucrado en la interpretación tradicional de un diluvio universal.
La única solución posible, aparen temente, se hallarla en la suposi-
ción de que la altura del monte Ararat fue mucho más reducida que en
la actualidad. Resulta muy diílcil fechar con alguna precisión el rápido
crecimiento de una montaña en formación, de ahí que sea posible que
en los pocos milenios que han seguido al diluvio, los grandes macizos
GÉNESIS (CONTINUACJÓN) 227

monta.ñosos se hayan elevado muy por encima de la altura que tenían


en tiempos de Noé. Asi, el reciente crecimiento en altura de la cadena
montañosa sierra Nevada, en California, es la única explicación razo-
nable de la paulatina extinción de una variedad conífera, que tiene
miles de años, en las laderas orientales de la sierra, que (a juzgar por los
anillos de sus troncos) florecieron aparentemente durante un período
muy remoto, cuando las lluvias, traídas por las brisas del Pacífico, eran
abundantísimas. Puesto que estas especies continúan muriendo bajo
condiciones creadas por una permanente elevación de los picos orien-
tales (lo cual impide el paso de los vientos del Pacífico), este fenómeno
tiene que haber ocurrido recientemente (The Nalional Geograp.hic
[marzo de 1958) págs. 355-368). Pero tal suposición seria de aplicación
no solamente respecto del monte Ararat. sino también de la cadena del
Himalaya y de las Cordilleras, y simplificarla en cierta medida el pro-
blema planteado con la provisión de agua para un diluvio universal.
Evidencias interesantes nos han proporcionado algunos exponentes
del diluvio, basados en diversas fisuras osíferas descubiertas en sitios
muy distantes unos de otros y en ambos hemisferios. Así, por ejemplo,
A.M. Rehwinkel, en su obra The Flood (El diluvio), publicada en inglés
en 1951 y en castellano en 1970, describe estas grandes fisuras, algunas
de ellas en montes de gran altura, cuyas profundidades varían entre 40
y 100 metros, y que contienen los más heterogéneos restos de
mamíferos. Ante la ausencia de esqueletos completos, inferimos que
ninguno de estos animales cayó en esas fisuras mientras estaba vivo.
Los huesos no muestran evidencias de haber sido desgastados debido a
los agentes atmosféricos, o haber sido arrastrados por correntadas.
Tuvieron que haber sido depositados debajo del agua, puesto que
aparecieron conglutinados con calcita. Lo notable es que en uno de esos
depósitos, hallado en la región del valle del Saar, se hallaron restos de
osos, lobos y bueyes, como también de numerosos animales pequeños;
otros han sido localizados en la isla de Cerigo (cerca de la extremidad
sur0riental del Pe loponeso), en el peñón de Gibraltar y cerca de Odesa,
sobre el mar Negro. Este último s itio fue excavado en el año 184 7 y
produjo alrededor de 4500 huesos de osos, hienas, jabalíes, mamuts,
rinocerontes, bizontes, ciervos y numerosos animales pequeños. En
Malta se descubrió una fisura que junto con todos estos restos he te-
rogéneos que acabamos de mencionar mostraba inmensos bloques de
granito que solamente pudieron Hegar allí arrastrados por la viole·nta
acción del agua. En Agata Springs, en Nebraska, Estados Unidos de
América, se descubrió algo similar en el año 1876. En una extensión de
cuatro hectáreas de superficie se hallaron los restos de por lo menos mil
animales que aparentemente murieron en forma instantánea en gran
número.
Todos estos hallazgos, sin duda alguna, hablan de una súbita catás-
228 RESEÑA CRITICA DE UNA INT KOOUCCJÓN AL ANTIGUO T ESTM,·1ENTO

trofe que provocó la rajadura de la superficie terrestre en tremendas


grietas dentro de las cuales cayeron los cuerpos de innumerables ani-
males que fueron sorprendidos por el diluvio. La discusión sobre si la
fijación de fechas por medio del flúor o del carbono 14 indica o no un
tiempo suficientemente reciente para identificar esta catástrofe con el
diluvio de Noé, es otro problema. En el caso de especies extinguidas,
tales como el mamut, el problema sobre la fecha exacta de su extin ción
revis.te capital importancia. Será preciso ballar algunas bases científi-
cas para aproximar este hecho a nuestro propio tiempo. antes que estos
datos (reunidos por George McCready Price y repetidos por Rebwinkel)
puedan relacionarse con e l episod io bíblico. Es posible que las pre-
suposiciones uni formistas con respecto a las pruebas del flúor y de l
carbono 14 algun día resulten invalidadas por el descubrimie11to de
nuevas evidencias. 12
Debemos mencionar el hecho de que algunos escritores han plan-
teado la cuestión de si en rea lidad de verdad el diluvio destruyó total-
ment e toda la raza humana (excepción hecha de la familia de Noé). La
lista de descendientes de los respectivos linajes de Cam. Sem y Jafet, tal
como la registra Génesis 10, no permi te una fácil iden tificación con las
12. E:s oporruno aquí una palabra de advertencia respecto a la confiabilidad del fochado
por medio del cárbono 14. Tal como lo d110 J. C. Wb tlcomb en la rcum6n anual de la
Sociedad Teológica Evangélica (29 de diciembre de 1959). algunos de los 1:ienlíiicos se
plantean interrogantes en cuanto a la confiabilidad y exactitud de los resultados. El
arqueólogo británico, Stuart Piggo1t. informó en una comunicación que dos pruebas
realiudas con el carbono radioactivo en una muestra de carbón indicaron una [echa de
2620-2630 a. de J.C. para la construcción de los muros de Henge oí Durrington. Pero las
evidencias arqueológicas más convincen1es exiglan una fecha aproximadamente inil at1os
más tarde. Piggo1t arribó a la conc lusión d e que la fecha dada por el carbón rad ioactivo
era "arqueológiramente inacep1able" (Antiquity (Anlígüedad), (d iciembre de 1959I, 289.)
En el mismo número de esa publk.ación , el ed itor comenta: .. Es rnuv importante com-
prender que las dudas acerca de In acep1abilidad arqueológica de las (echas establecidas
mediante el carbono radiactivo no es oscurantismo . .. Es un inte nto de evaluar todas las
evidencias que puedan lograrse. tanto físicas como no Físicas. Por cierto que ahora mismo
necesitamos reasegurarnos fuera de 1oda d uda razonable de que los científicos saben y
conocen todas las variantes involucradas: que Elsasser, Ney y Wincler estaban equ ivoca-
dos a I suponer quo había variaciones en la intensidad do la formación de los ruyos
I
cósmicos. que otros están equivocados al suponer que hubo fluctuaciones en el conteni-
do origina del C-14." (lbid .. pág. 239.)
Laurence Kulp. en Scienlifíc Monlhly (Periódico cieoHfico mensual) (75 (No,•iembre
19521, 261), admite que "hay dos presuposiciones básicas en el método del carbono H .
(1) Una de ellas es que la concentración de carbono 14 en e l ciclo del dióxido de carbono
es constante. (2) La otra es que e l flujo de rayos cósmicos ha sido esencialmente cons•
1anle. por lo menos en una escala de siglos." Whitcomb señala que hay. además, o1ras
presunciones no probadas: (3) la constancia en el ritmo de desintegración de los átomos
del carbono 14; (4) la materia orgán ica muerta no se a ltera más larde en su contenido de
carbono por ninguna actividad bio lógica o no biológica: 15) el conten ido de dióxido de
carbono del océano y de la atmósfera se ha ma11teniclo constante a lo largo de las edades:
(6) la enorme reserva de carbono oceán ico no ha cambiado en cantidad en los ll ltimos
50.000 años; (7) la velocidad de formación y de desintegración de los átomos de ca.rbono
radiactivo se ha mantenido en equ ilibrio perfectamente constante durante el mi smo
periodo.
Resulta altamente significativo que W. F. Albright, en una entrevista concedida a
Chrislionily Todo y (Cristianismo hoy en día), llegó al extremo de decir: "El Carbono 14 os
prácticamente inú1il para el fechado de los hu esos. por su bajo contenido en carbono" (18
de ertero de 1963), pág. 4.
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 229

razas más remotas que vivieron en los más bajos confines de Africa, el
Lejano Oriente asiático, Australia y las Américas. Particularmente en el
caso de Australia, con su peculiar fauna que indica un prolongado
período de separación del continente eurasiano. se torna aguda la difi-
cultad de contar entre los pasajeros del arca tanto a la población huma-
na como a la subhumana de esas regiones. Tal vez, entonces, sugieren
estos erutitos, hemos de ver en la familia de Noé solamente a los ante-
pasados de naciones que rodeaban las inmediaciones de la Tierra San-
ta, es decir, los pueblos del Cercano y Medio Oriente y los que habita-
ban las regiones costeras del Mediterráneo.
Estas sugerencias se enfrentan, por lo menos, con tres dificultades
formidables, a la luz de las evidencias bíblicas. La primera de ellas es el
propósito divino, tal como lo indica la narración bíblica, de destruir a
toda la raza humana. Así, en Génesis 6:7 leemos: "Y dijo Jehová: Raeré
de sobre la faz de la tierra a los hombres [há'ádám] que he creado,
desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo;
pues me arrepiento de haberlos hecho." Igualmente el versículo 17: "Y
he aquí yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda
carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en
la tierra morirá." Aun cuando aquí tradujéramos 'eres como "suelo" o
"territorio" y no como "tierra", parece evidentísimo que lo que quiere
significar es la destrucción total de la raza humana.
En segundo lugar, surge con meridiana claridad del relato del Géne-
sis, que la razón esgrimida para enviar el diluvio fue la condición
pecaminosa de la humanidad. Génesis 6:5 dice así: "Y vio Jehová que la
maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de
los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el
mal." Nuevamente, en el versículo 11: "Y se corrompió [wattishsháhét]
la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia [hámás
- perversidad lesiva)." Difícilmente parece creíble la idea de que los
antepasados de los australianos y de los pueblos del Lejano Oriente
exhibieran semejante contraste en su moral. en relación con las
naciones del Medio Oriente, que Dios consideró apropiado exceptuar-
los del juicio del diluvio. Las Escrituras claramente incluyen a toda la
humanidad en el veredicto de culpabilidad (p. ej. , Romanos 3 :19: "Para
que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio [se reco-
nozca reo, (BJ) -se reconozca culpable (Versión Latinoamericana) de
Dios.") Esta es una premisa básica del Evangelio del Nuevo Tes-
tamento. No se pueden establecer bases para señalar diferencias entre
las naciones próximas a Palestina y las naciones remotas, en lo tocante
a la superioridad moral de unas sobre otras.
En tercer lugar. tenemos la inequívoca corroboración del Nuevo
Testamento de que la destrucción de la raza humana a consecuencia
del diluvio fue total y universal. En 2 Pedro 3:6 leemos: "El mundo de
230 RES EÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

entonces pereció anegado en agua." Comparar con 2 Pedro 2:5: "No


perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justi-
cia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los
impíos." Cristo mismo comentó sobre los días de Noé, según lo registra
Maleo 24:38-39: "Porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día
en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio
y se los llevó a todos [hapantos], así será la venida del Hijo del Hom-
bre." Si bien la palabra todos no siempre en la Escritura se utiliza en un
sentido completamente universal, es constatemente utilizada para apli-
carla a todos los individuos que entran en la situación que se discute.
Por cierto que todos los hombres, desde Adán, han sido pecadores; por
lo tanto, aun en los días de Noé todos tuvieron que haber sido incluidos
en la destrucción del gran diluvio."
Un cúmulo de evidencias muy importante, que aún no hemos men-
cionado, es la notable existencia de tradiciones orales y escritas respec-
to al diluvio, que han persistido entre los más diversos pueblos de la
tierra. Pueden esperarse de los sumarios, babilonios y asirios de la
Mesopotamia, similares tradiciones a la de los hebreos, puesto que
habitaron muy cerca del presumible asiento de la civilización antedilu-
viana. Posiblemente la leyenda egipcia mencionada por Platón en
Timeo, y la versión de Manethon (según la cual solamente Tot se salvó
del diluvio), se explicarían por la proximidad geográfica a la Creciente
Fértil). La tradición griega de Deucalión y Pirra (tan encantadoramente
relatada en la Metamorfosis de Ovidio) pudo haber sido copiada del
Cercano Oriente. Lo mismo podría decirse de la tradición diluviana de
Apamea (Asia Menor) que inspiró la representación de un arca en
algunas de sus monedas.
¿Pero qué diremos de la leyenda de Manú, que conservan los hin-
dúes (según la cual Manó y otros siete fueron salvados en un barco de
las aguas de un diluvio universal)? ¿O de la leyenda de Fah-he entre los
chinos (que fue el único sobreviviente, juntamente con su esposa, tres
hijos y tres hijas)? ¿O de Nu-u entre los hawaianos? ¿O de los Tezpi
entre los indios mejicanos? ¿O de Manabozho entre los algonquinos?
Todas estas leyendas coinciden en que la humanidad fue destruida por
un gran diluvio (generalmente representado como universal), como
resultado del divino desagrado por el pecado humano, y en que un
hombre solo, juntamente con su familia o con un reducido grupo de
amigos, sobrevivieron a la catástrofe valiéndose de un barco, o una
balsa o una gran canoa.

13. Para una refutación más detaUada de la teoría de una des trucción parc ial de la raza
humana antediluviana. ver J. C. Whilcomb y H. M. Morris, The Genesis Flood (El diluvio
del Génesis), pá.gs. 44-48.
G ÉNESIS (CONTINUACIÓN) 231

No todas las tradiciones primitivas sobre diluvios incluyen el


elemento salvador de un arca. En algunas de ellas, tales como la de los
aborígenes de las islas Andamán del golfo de Bengala, y la de los
Battaks de Sumatra, fue una altísima montaña la que sirvió de refugio
para el solitario sobreviviente. Pe·ro por lo demás, los lineamientos
generales de la leyenda siguen la estructura básica del relato del Géne-
sis. Los Kurnai (tribu de aborígenes australianos). los isleños de la isla
de Fiji, los nativos de la Polinesia, de la Micronesia, de Nueva Guinea,
De Nueva Zelandia, Nuevas Hébridas, los antiguos celtas de Gales, los
tribeños del lago Claudia del Sudán, los hotentotes y los groenlandeses,
todos ellos tienen sus tradiciones sobre un destructivo y universal di lu-
vio que aniquiló a toda la raza humana con excepción de dos o tres
sobrevivientes. La más completa colección de estas leyendas dilu-
vianas de todas partes del mundo figura en la obra alemana de Richard
Andree, Die Flutsagen (1891). En eEidioma inglés tal vez el más amplio
informe lo hallamos en la obra de James Frazer, Folklore in the Old
Testament (Folklore en el Antiguo Testamento), volúmen 1, 1918. Si la
ocurrencia frecuente de estas tradiciones a nivel mundial se reconci lia
con la teoría de un diluvio local o no, por lo menos destaca la inclusión
de todas las razas humanas en los descendientes de Noé, en vez de
exceptuar a algunos de los pobladores de Africa, India, China y Amé•
rica (como pareciera inferir Ramm)."
Muchos han considerado poco plausible el relato del Génesis por la
in.suficiente capacidad del arca de acuerdo con las dimensiones consig-
nadas. Pero, si nos basamos en u.n codo de 61 centímetros (aunque
pudiera ser diez centímetros más corto). el arca hubiera tenido una
longitud de 183 metros, un ancho de 30 metros y una profundidad de
18 metros. Suponiendo una estructura en forma de caja (comple-
tamente probable en vista de su peculiar propósito), su capacidad
hubiera sido de 100.800 metros cúibicos, suficiente espacio para alber-
gar 2000 camiones para ganado (cada uno de los cuales puede llevar de
18 a 20 vacunos, de 60 a 80 cerdos, de 80 a 100 ovejas). Actualmente
existen solamente 290 especies pl!'incipales de animales de tierra de
mayor tamaño que una oveja; hay 757 especies de un tamaño que oscila
entre los ratones y las ovejas; y 1358 especies menores que ratones. Dos
de cada una de estas especies hubieran cabido cómodamente en la
capacidad de volumen del arca, y hubiera quedado suficiente espacio
para el forraje. Por supuesto que se plantean innumerables interro-
gantes y problemas respecto al mantenimiento de semejante cantidad
de animales durante un período tarn prolongado (especialmente si man-
tuvieron sus hábitos alimenticios normales); pero ninguno es insupe-

14. Ramm, CVSS, páqs. 239•240


232 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

rabie. Conviene señalar aquí que una mera inundación local, reducida
al área de la Mesopotamia o al área de las depresiones Aral-Caspianas,
es difícil de reconciliar con la divina insistencia (cf. Génesis 6:19-20)
respecto a la preservación de representantes de todas las especies ani-
males. Muy pocas son las especies que hoy en día se ven confinadas a
esa región en particular, y por ello, es difícil comp,render por qué los
animales de las áreas circunvecinas no inundadas n o hubieran podido
repoblar la región devastada sin dificultad alguna, luego que las aguas
descendieron. De ahí que hubiera sido inútil meterlos en al arca, a
menos que el di luvio hubiera sido universa l.
Corresponde aquí algún comentario sobre el relato del diluvio babi-
lónico. Según la epopeya de Gilgamés, luego que una asamblea de
dioses decretara un dil uvio universal, el dios Ea confió el plan a un
hombre llamado Utnapistín de Suripak [ciudad de la Mesopotamia,
entre el Tigris y el Eufrates). Urdiendo una mentira (a instigación de Ea)
para darle una sensación de seguridad al resto de la población, Utnapis-
tin construyó su pesada arca de forma cúbica (de 73 metros por todos
los lados). y a una señal (convenida de antemano con el dios del Sol,
Samas), cerró la puerta, y adentro quedaron él. su familia , su escudero
Puzur-Amurri, y todos los animales en las seis cubiertas de su barco, y
se descargó el diluvio. Duró dos semanas (en contraste con el año y diez
y siete días del relato del Génesis), y la lluvia y el viento fueron tan
violentos que hasta los dioses se acobardaron de miedo; la diosa Istar
llegó a derramar lágrimas de arrepentimiento por la destrucción de la
humanidad. Luego de tocar tierra en el monte Nisir (en el macizo mon-
tañoso de Zagros, al noreste de Babilonia), el arca quedó firme y Utna-
pistín envió (a) una paloma, (b) una golondrina y (e) un cuervo; este
último no retornó. Luego bajó a tierra para sacrificar a los dioses, que
para ese entonces estaban tan hambrientos por la falta de sacrificios,
que se arrojaron sobre el altar como una nube de moscas hambrientas
(tablilla XI, 1. 161). Enlil (o Bel) se puso furioso porque Utnapistín
había logrado escapar de la muerte, pero Ea exitosamente apeló a su
sentido de justicia y Enlil aceptó lo ocurrido. Luego Enlil promovió a
Utnapistín y a su esposa a gozar de una divina inmortalidad.
Las semejanzas con la narració n del Génesis son tan notorias que
permiten pensar en el origen común de una an tigua tradición oral, pero
las diferencias son también demasiado notorias y grandes para imagi-
nar la posibilidad de que una tomara prestado de na otra. Es más que
significativo el nítido contraste entre los codiciosos. arrebatados y pen-
dencieros dioses del panteón babilónico y la majestuosa santidad de
Jehová. Además, lo tota lmen te inadmisible de un arca en forma de cubo
y una inundación un iversal causada por un aguacero que duró
solamente catorce días se oponen a las dim ensiones marítimas y la
gradual disminución de las aguas en el relato bíblico.
GÉNESIS (COl-fflNUACIÓN) 233

T ABLA DE LAS NACtoNES DE GtNESIS 10

Desde el punto de vista de las relaciones lingüísticas. pareciera


haber algunas marcadas diferencias entre las afinidades históricas de
las naciones del Cercano Oriente y las indicadas por las listas genealó-
gicas de Génesis 10. Por ejemplo, se di ce de Canaán que descendía de
Cam (versículo 6), pero los cananeos del año 2000 a. de J.C. hablaban
un dialecto semita occidental (del cual el hebreo es una subdivisón).
Sin embargo, es menester tener en cuenta que el idioma no es necesa-
riamente decisivo para las relaciones étnicas, pues los visigodos germa-
nos terminaron hablando español en España. los ostrogodos, el italiano
en Italia, los franco-germanos adoptaron el francés en Francia, y los
normandos de habla francesa hablaron el inglés en Inglaterra. Por lo
tanto. las tribus camitas que conquistaron a Palestina en el tercer mile-
nio a. de J.C. pudieran haber sucumbido a la influencia de sus vecinos
de habla semita, prescindiendo de la que pudo haber sido su lengua
original. Además, debemos aclarar que la asignación de cananeos a la
descendencia de Cam puede ser explicada solamente sobre las bases de
una exacta y precisa tradición histórica, conservada por los hebreos de
los días de Moisés. De lo contrario hubieron contado con todos los
motivos necesarios para asignar los cananeos a Sem, puesto que habla-
ban una lengua semita al menos tan remotamente como en la época de
Abraham y Jacob (cf. Génesis 31:4 7).
Otro de los problemas que se plantea es el referido a que Seba figura
como descendiente tanto de Cam (versículo 7) como de Sem (versículo
28). Con toda probabilidad los sabeos eran originalmente camitas, pero
el continuo entremezclarse con los vecinos semitas del sur de Arabia
finalmente alteró su complejo étnico y los hizo predominantemente
semitas. De esa manera sería correcta la relación entre los versículos
7 y 28.
En cuanto a Cus, los versículos 8-10 indican que fue el padre de
Nimrod de Babilonia. y sin embargo, su nombre llegó a asociarse con
Etiopía (cf. Isafos 11:11; Ezequiel 30:4. En la VRV, la palabra Cus se
tradujo Etiopía en estos pasajes; y en la BJ, Ku ~). país conocido por los
egipcios como K;s (y tal vez se haya vocalizado como Küs). El versículo
6 de Génesis 10 se refiere a él como hijo de Cam que, por supuesto,
concuerda con una ubicación africana. Por otra parte, la tribu Al Amran
de Arabia le da a la región de Zebid en Yemen el nombre de Kús.
También habla una importante ciudad cerca de Babilonia denominada
Kis, de donde pudo haber venido Nimrod. Reuniendo todas estas
evidencias, Unger (AOT, pág. 83) sugiere que los cusitas camíticos
asentaron primitivamente en la baja Mesopotamia, donde Nimrod los
llevó a un tremendo poder. De ahí los cusitas bien pudieran haber
extendido su poder a la región, yemenita de Arabia, y luego ha'ber
234 R E:SEÑA CRITICA DE UNA INTRO DUCCJÓN AL A!l.' TIGUO T E:STAMENTO

cruzado el mar Rojo para invadir a Etiopía (actual República del Sudán)
e imponer su nombre a la totalidad de esa región. Esto no sería más
inverosímil que la colonización de Cartago por los colonizadores feni-
cios o la conquista de la Normandía francesa, la lnglaterra sajona y la
Sicilia musulmana por los normandos que partieron de Noruega. Ejem-
plos más antiguos serian la conquista y colonización de Sicilia y el sur
de Italia por los griegos en los siglos VU y Vl a. de J.C. Algunos eruditos
incorporan al tema la pequeña y poco conocida tribu de Kus, quemen-
cionan inscripciones egipcias del Reino Medio, como que habitaban las
fronteras de Siria y Palestina. Pero no está claro cómo pudieron éstos
haber dado origen a todas las naciones que menciona Génesis 10:7 (la
mayoría de las cuales habitaron la península arábiga), o servir como
explicación de Nimrod, a menos, por supuesto. que representaran asen-
tamientos de los cusitas originales de la baja Babilonia.
En vista de lo antedicho, parece que A. H. Sayce se apresuró de-
masiado a.l renunciar a la confiab ilidad genética de Génesis 10. e inter-
pretarlo sólo como una descripción de relaciones geográficas, en
momentos en que Canaán estaba bajo el dominio egipcio (y por ende
sería considerado como camítico teniendo en cuenta que Egipto o Miz-
raim descendió de Cam)." Aun G. E. Wrigbt (en el Weslminster Atlas)
concede que esta lista está d ispuesta según un punto de vista racial.
Anotamos aquí a lgu nas de las correspondencias más interesantes
entre los nombres que figuran en este capítulo 1 O de Génesis y las
formas que asumen en las inscripciones acádicas. De los descendientes
de Jafet, a Gomer se lo identifica con los gimirriyo o Gimirrai (conoci-
dos por los griegos como cimerios), que bajaron de las regiones monta-
ñosas del Cáucaso e invadieron el Asia Menor, asentando en Capado-
cia. Madai fue el antepasado de los medos, y Javán, de los griegos (el
nombre parece haber sido conservado en los jonios). Los descendientes
de Tubal fueron los taba les que lucharon contra Tiglat-Pileser
alrededor del año 1100 a. de J.C.: y de la raza de Mesec descendieron
los moschoi que guerrearon con Salmanasar [ff en el siglo IX a. de J.C.
Ambos grupos vivfan en la región orientaJ del Asia Menor. No hay
registros existentes de los descendientes de Magog. En cuanto a Tiras
pareciera haber sido el antepasado de los tursas o tirrenios, pueblo de
origen pelásgico que habitó al principio la región del mar Egeo.
A Askenaz, de la línea de Gomer, se lo identifica con los Askuzas o
escitas, que invadieron el Cercano Oriente desde el Norte (vía Cáucaso)
y fueron form idables enemigos de los asirios, los persas y los griegos.
Poco es lo que se conoce de Riiat, y a Togarma se lo identifica tentati-
vamente con Tegarama pueblo de Armenfa suroccidental. Elisa, de la

15. Sayce. The Higher Crilicism ond the Verdicl of Lhe Monuments (La a lta critica y el
veredlcto de los monumentos) (Londres: SPCK. 1894).
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 235

línea de )aván, es Alasia, habitualmente identificada ahora con Chipre


(en el Westminster Atlas), como también lo es Quitim (nombre preser-
vado en Citium, lugar de la costa sur de la isla). A Tarsis se lo asocia
con localidades de Cerdeña (donde el nombre figura en diversas ins-
cripciones) y también con España. Dodanim posiblemente esté re-
lacionado con los dardanios de la región de Troya en el noroeste del
Asia Menor; los dárdanos son equivalentes do los dardanios. Pero la
mayoría de los eruditos se inclinan por el nombre Rodanim, como
figura en el pasaje paralelo de 1 Crónicas 1:7 (Bf), que aparentemente se
refiere a los habitantes de la isla de Rodas.
Ya hablamos de Cus. Mizraim (dos distritos) se refiere a Egipto; a
Fut se lo identifica con la Cirenaica. 1• Es preciso establecer una distin-
ción entre Ludim (versículo 13), antepasado de los libios (si, como
sostiene Albright, la escritura original era Lubim). y Lud, [versículo 22),
progenitor de los lidios del Asia Menor. La clasificación de Elam como
semita (versículo 22] ha sido puesta en tela de juicio o refutada en base
a razones lingüísticas, puesto que el elamita o susano era un idioma de
carácter no semita. Pero como ya hemos visto, el lenguaje no es un
indicador infalible de relaciones étnicas y hubo, además, una antigua
penetración de conquistadores de habla semita en Elam en la dinastía
de Acad (hacia el año 2200 a. de J.C.).
Respecto a los descendientes de Sem, Unger (AOT, págs. 97-99)
anota toda la información lograda, desgraciadamente escasa. Pero en
cuanto a los descendientes tribales de Aram y de Joctán (en Arabia),
Albright hace el interesante comentario que transcribimos: "Lo más
significativo sobre los nombres de los descendientes tribales de Aram y
Joctán es que casi todos los nombres son arcaicos; no se han hallado
hasta ahora en las inscripciones del primer milenio de Asiría ni de
Arabia del sur. Más aún, varios de los nombres pertenecen a tipos
conocidos como nombres propios solamente al principio del segundo
milenio, si bien pueden haber mantenido sus nombres tribales durante
varios siglos después.""

ABRAllAM Y GÉNESIS 14

Ya hemos analizado en el capítulo 13 de esta obra, páginas - , la


confirmación arqueológica de la confiabilidad histórica del relato del
Génesis sobré la vida de Abraham. En aquel momento vimos: (1) que el
nombre Abram aparece en narraciones cuneiformes en la primera
mitad del segundo milenio antes de Cristo; (2) que tanto Ur como Harán

16. Para mayor abundamiento sobre el resto de los descendientes de Cam, ver los dic-
cionarios bíblicos mas recientemente publicados y AOT de Unger, págs. 85-94.
17. En Alleman-Flack, Old Testalnent Commentary (Comentario sobre el Antiguo Tes-
tamento), pág. 139.
236 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A l\:T!GUO TESTAMENTO

eran ciudades florecientes en el siglo XXI a. de J.C.; (3) que Siquem y


Bet-el (si se identifica correctamente Beitin con Bet-el) estaban habita-
das durante ese período, y también que el valle del Jordán estaba inten-
samente poblado; (4) que los nombres de los reyes invasores anotados
en Génesis 14 correspondieron aproximadamente a ese período y eran
comunes los viajes de la Mcsopotamia a Palestina, y el poder elamita
(sugerido por el nombre elamita de Quedorlaomor) estaba en franco
ascenso, aproximadamente en ese tiempo; (5) que la transacción comer-
cial de Abraham al adquirir la cueva de Macpela se adecuaba a las leyes
heteas practicadas en el segundo milenio a. de J.C. Unger (AOT, pág.
107) y J. B. Payne18 fijan la fecha del nacimiento de Abraham en el siglo
XX11 a. de J.C. y su emigración a Palestina en el siglo XXI a. de J.C. (más
precisamente estimado por Payne como el año 2091 , si bien Unger lo
estima algunos años más tarde), en el período de la Tercera Dinastía de
Ur (2070-1960 a. de J.C).
Puesto que el nombre de Hammurabi estuvo tanto tiempo asociado
al de Abraham, en razón de su supuesta identificación con Amrafel, rey
de Sinar (Génesis 14:1), conviene indicar las evidencias más recientes
en favor del año 1.700 a. de J.C. como el tiempo cumbre de la carrera de
Hammurabi. En un artículo del Journal of Near Eastern Studies (Pu-
blicación sobre estudios del Cercano Oriente), de abril de 1958, M. B.
Rowton fija las siguientes fechas; (1) Un trozo de carbón tomado de un
edificio de Nippur construido varios años antes o después de la ascen-
sión al trono de Ibi-Sin [rey de la Tercera Dinastía de Ur que precedió a
Hammurabi por 235 años) fijó como fecha, mediante la prueba del
carbono radioactivo, el año 1922 a. de J.C, con una variación de más o
menos 106 años. Esto fijaría como fecha para Hammurabi el año 1757 a.
de J.C, con una variación de más o menos 106 años. (2) Felpudos de
junquillos del zigurat (templo-torre) de Ur-Namu, fundador de la Ter-
cera Dinastía de Ur, erigido en Uruk (o de lo contrario posiblemente en
el reinado de su sucesor Sulgi) produjeron como fecha, según el carbón
radioactivo, el año 1868 a. de J.C, con una variación de más o menos
133 años. Esta fecha fijaría la ascensión de Hammurabi al trono en el
año 1581, con una variación de más o menos 133 años. (3) Los registros
escritos sobre observaciones del planeta Venus, durante el reinado de
Amizaduca de Babilonia (cuarto rey después de Hammurabi), permiten
dar tres fechas para la ascensión de Hammurabi al trono: 1848, 1792 y
1728. De todas estas fechas, Rowton se inclina por la segunda, basado
en una declaración de Tiglat-Pileser I (cuyas fechas son 1112-1074, de
acuerdo con P.E. van der Meer) según la cual él había renovado un
templo de Anu y Adad 701 años después de ser edificado por Samsi-
Adad I, contemporáneo de Hammurabi. Esto sugiere la fecha del año

18. Payne, mm, pág. 35.


GÉNESIS (CONTINU/\CJÓN) 237

1913 a. de J.C. para el período de Hammurabi. Estas evidencias tienden


a confirmar el sincronismo de Zimri-Lin y Hammurabi, mencionado en
el capítulo 13 de este libro, págs.187-88, y establece la fecha de su
reinado en el transcurso del siglo XVIII a. de J.C. (alrededor del 1728-
1676 a. de J.C.) demasiado tardío para Abraham.

JOSÉ Y LOS H1csos


Una tradición antiquísima, que se remonta a los tiempos de Josefa
(alrededor del año 90 d. de J.C.) sostiene que la dinastía de los hicsos
gobernaba a Egipto en los días en que José ascendió al poder como
primer ministro (o visir) de la corte del Faraón. Los hicsos (corrupción
del egipcio J:te~a•u haswet, o sea gobernantes de territorios extranjeros)
eran algo así como una het erogénea horda de invasores
asiáticos, en su mayor marte de origen semítico, que gradualmente se
infiltraron primero en el norte de Egipto y luego tomaron la suma del
poder con un progreso irresistible que los llevó hasta el sur de Egipto.
Luego de capturar a Menfis, la hicieron su capital (juntamente con
Tanis o Avaris en el Delta), y establecieron la Decimoquinta y De-
cimosexta Dinastías. Manetón (hacia el año 250 a. de J.C.) estimó su
dominio en quinientos años. Pero las evidencias más recientes indican
que su gobierno duró poco más de ciento cincuenta años.•• Pro-
bablemente comenzaron a infiltrarse en Egipto alrededor del año 1900
a. de J.C. y lograron su máximo poderío en el año 1730 a. de J.C. 'º
De acuerdo con la cronología bíblica (suponiendo correcta la fecha
de 1445 a. de J.C. para el éxodo, y sumándole 430 años de permanencia
en Egipto), la fecha probable en la cual Jacob emigró a Egipto, durante
el gobierno de José, fue el año 1870 a. de. J.C. Esto representa algo así
como 94 a 140 años antes de la ascensión de los hicsos al poder, y sitúa
a José en el período de la Duodécima Dinastía. Como es obvio, estos
hechos excluyen la posibilidad de que la tradición de Josefa fuera
confiable. No hay la menor duda de que hayan existido vínculos de
simpatía entre los hicsos y los hebreos, dados su lengua cananea y su
origen asiático. El nombre de uno de los primeros gobernantes, según
Manetón, fue Salitis, notoriamente similar al vocablo semita shallit
(gobernante). Un significativo número de ciudades del norte de Egipto
tenían nombres semitas, tales como Sucot (Exodo 12:37), Baal-zefón
(Exodo 14:2), Migdol (Exodo 14:2) y varias otras. (Aparentemente a
Baal se lo igualó con el dios de la tormenta, Set o Sute, y fue adoptado
como el dios patrono de las dinastías de los hicsos. De ahí el nombre de

19. Cf. R. M. Engberg, The Hyksos Reconsidered (Los hicsos: nuevas consideraciones)
(Chicago: U. Chicago, 1939).
20. Unger sostiene que la dominación de los hicsos fue de 1776-1570 a. de J.C. (AOT.
pág. 84).
238 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

Baal-zefrón, señor del norte.) No obstante todo ello, en el texto del


Génesis y del primer capítulo del Exodo hay claras indicaciones de que
el faraón que recibió a José era un egipcio nativo y no un semita
extranjero.
En primer lugar. la dinastía egipcia reinante demostraba un despre-
cio nacionalista hacia los extranjeros asiáticos. Cuando José recibió a
sus hermanos en el salón destinado a comedor, los colocó en une mese
separada y no los sentó a su mesa, como sus invitados. Génesis 43:32
dice asf: "Los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es
abominación a los egipcios." Nunca pudo decirse semejante cosa de los
gobernantes hicsos, porque la base de su poderlo era Siria y Palestina,
de donde emigraron, territorios donde mantuvieron su poder durante el
tiempo que gobernaron en Egipto. Su actitud hacia otros inmigrantes
semitas y visitantes a Egipto hubiera sido forzosamente cordial. y no
caracterizado por prejuicios raciales como sugiere ese pasaje.
En segundo lugar, es obvio que el sentimiento del gobierno egipcio
en días de José era notoriamente adverso a los pastores. Génesis 46:34
dice: "Para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas." Esto ha
sido verificado a entera satisfacción observando los monumentos egip-
cios (que frecuentemente representan ganado vacuno pero jamás ovino
en sus bajorelieves), lo cual no hubiera ocurrido en tiempos de los
hicsos, conocidos por los egipcios como los "reyes pastores•· (así tradu-
jo Manetón, erróneamente, el nombre de los hícsos)." De todo ello
inferimos que la dinastía reinante en aquel momento era una dinastía
netiva. 22 Por ello era necesario que los hijos de Jacob hicieran hincapié

21. Manetón, tal como lo ella Joselo, relacionó el e lemento hyk- con un vocablo egipcio
que signilica "rey". y sos con una P,Blobra que traduce "pastor". Es obvio que hyk
represento el h-k-' ogipcio,Jque slgnifi.ca jefe. señor, gobernante). representado por el
signo jeroglífico del cayado el pastor. En cuanlo a sos. Manotón se ajustó a una etlmolo-
gfa popul8J' de los iiltimos periodos, que relacionaba este elemento c<>n s-;s.w, vocablo
que traduce "f.astor" o "beduino", que se remonta a la Decimoctava DlnasUa (Erman-
Grap<>w 4:412 , pero que no fue uUlizado por los hicsos propiamente dichos. ni por los
egipcios contemporáneos. para designar su r87.a. Más bien, la verdadera ct.imolog(a de
"Hicsos" es "b·¡ •;.w h-;s.wt" o "goliernantos de territorios extronje.ros" (as( lo sostiene
George Steindorff-Kelth Seele. When Egypt Ruled the East (Cuando Egipto gobernaba e l
Oriente ¡chicego: U. Chicago, 19531, pág. 24.) Se ha objetado que las inscripciones egip-
cias hab ando los hlcsos solamente como ·-:m.w. o "asiáticos" y que. por ende. Manotón
estaba totalmente equjvocado al usar esa designación. Pero la \'ustificación p8J'a la histori-
cidad de este Utuilo logró establecerse por su aparición en as inscripciones de ia De-
clmoclavla Dinastía, tales como las de Tutmosis [U bailadas en Medlnet Habu. donde se
hace relerencia a Tutmosis como b-w h-k-:.w h-:-s.wt p-h.w s-w (el castigador de los
hicsos - o gobernantes de tierras extranjeras que lo etaceron). Cf. Erman-Crapow 3:171 y
el articulo No. 29 en el Belegstellen.J Sin embargo. el hecho de que no hubiera ningún
elemento del término "pastor" e n el Utulo Hicsos, hace imperioso buscar nuevas
evidencias para establecer la probabilidad de que estaban más favorablemente dispuestos
a criar oveias que los egipcios nativos. Pero es concebible que l.a etimología popul8J'
registrada por Manetón se originara no meramente en una si militud de sonido e ntre lo
pronunciación que se dio en el egipcio tardío a las palabras que traducen "pastores" y
" territorios extranjeros", sino laniblén en la tradición. basada en hechos históricos. de
que los Mesas. sin duda alguna. criaron ovejas en gran número.
22. Sin embargo. es menester añadir que esta actitud de desaprobación hacia las ovejas.
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 239

en su posesión de ganado vacuno, sin mencionar sus majadas de ovejas


si querían impresionar favorablemente al Faraón (Génesis 46:31-34).
En tercer lugar, y como lo ha señalado John Rea, el primer capítulo
del Exodo exhibe una colección de datos prácticamente irreconciliables
con la habitual suposición de que e l "nuevo rey que no conocía a José"
fu.era un egipcio de la Decimoctava o Decimonovena Dinastía.1' Antes
de analizar estas evidencias, conviene señalar que al comienzo de la
Decimoctava Dinastía, Ahmés expulsó de Egipto a toda la población de
los hicsos (excepto los que fueron muertos a espada), y los persiguió
hasta la fortaleza de Saruhen, al sur de Palestina. Por lo tanto, si los
israelitas eran amigos y aliados de los hicsos (que es lo que general-
mente se supone) resulta difícil comprender por qué no fueron expulsa-
dos con ellos. ¿Sobre qué bases los nacionalistas egipcios, bajo el reina-
do del rey Ahmés, establecieron u na distinción entre los hicsos y los
hebreos? ¿No resulta obvio, acaso, que los israelitas adoptaron una
actitud antagónica contra los hicsos y favorable hacia los egipcios,
durante el largo período de la ocupación de los hicsos?
En cuarto lugar. la declaración del faraón registrada en Exodo 1:8-10
carece de sentido en labios de un egipcio nativo. Hubiera sido una crasa
exageración afirmar que los israelitas eran más numerosos que los egip-
cios, pero es posible que lo fueran en relación a la casta guerrera de los
hicsos. En cuanto al temor del faraón de que pudieran aliarse con los
enemigos del gobierno en tiempos de guerra, es difícil imaginar con qué
fuerzas no egipcias podrían hacerlo, rodeados como estaban, en el ais-
lado bolsón de Gosén. Pero si ese faraón hubiera sido un hicso, hubiera
buenas razones para temer, pues podrían hacer causa común con los
egipcios, quienes al fin y al cabo, fueron tan cordiales con ellos por
respeto a José. Lo más probable es que el "nuevo rey que no conocía a
José" era un faraón de la dinastía de los hicsos, y fue él quien sometió a
los hebreos para trabajar en sus proyectos de construcciones. (Pare-
ciera, por lo tanto, que hubo una politica de opresión y esclavitud
pocas décadas después que el nativo sucesor de Ahmés expulsó a los
no involucraba una prohibición absoluta de criar ovejas. ni siquiera para los egipcios de
alcurnia durante el Reino Medio. Las ovejas no estaban incluidas entre las ofrendas
aceptables sobre los altares dedicados a los dioses o a los anlepsados fallecidos (lo
fó.r mula funeraria en los monumentos es siempre pan, cerveza. bueyes o aves). si bien se
mencionan ocasionalmente rebaños de ovejas en algunas biografías funerarias (p. ej .. la
de I mayordomo Montu-wosre, de la Duodécima Dlnastla, que se refiere a si mismo como
un mayordomo de bueyes. burros, cabras. ovejas y cerdos ; cf. W. C. Hayes, The Scepterof
Egypt-EI cetro de Egipto-1953. 1:299). Pero. aparte del slmbolo jerogllfico de la palabra
"gobernante" (hq;), que semeja el cayado de un pastor (si bien pudo ser utilizado tanto
para el ganado vacuno como para el ovino), no es mucha la evidencia, si la hay, para
ha.blar cfel rey de Egipto como "el buen pastor de su pueblo", como lo hace J. A. Wllson
en el capítulo 6 de su obra Burden of Egypt (Carga de Egipto). 1951. No ofrece ningún
argumento substancial en favor de utilizar ese titulo en el capítulo mencionado.
23. Rea, "The Time of lhe Oppression and lhe Exodus" (La época de la opresión y el
éxodo) en el Bulletin of the Evcngelicol Theological Society (Boletln de la Sociedad
Teológica Evangélica (Verano de 1960). págs. 58-69.
240 REsENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

hicsos. Posiblemente esta última fase la tenemos en Exodo 1:15 con la


orden a las parteras de practicar el infanticidio.)
En quinto lugar, y con relación a este último detalle, tenemos la
evidencia de la ciudad de Ramesés, mencionada en Exodo 1:11. Tal
como el relato se presenta en el texto hebreo, este trabajo forzado en
Ramesés (conocida anteriormente domo Tanis o Zoán) ocurrió antes
del nacimiento de Moisés (que no se menciona basta el capitulo
siguiente). Pero si el éxodo ocurrió alrededor del año 1290 a. de J.C.
(como lo su ponen la mayoria de los eruditos) y si Moisés contaba con
80 años de edad en ese tiempo, debió haber nacido en el año 1370 a. de
J.C., es decir, por lo menos sesenta años antes de que ocuparan el trono
egipcio los Ramsés de la Decimonovena Dinastía. Por lo tanto, no
pudieron haber trabajado los israelitas en una ciudad nominada en
honor de Ramsés U (1299-1232 a. de J.C.). Más aún, resulta dudoso que
la ciudad de Tanis (o Zoán o Avaris. como se la designa) hubiera sido
edificada durante la Decimoctava Dinastía. C. E. Wrigbt es rotundo en
su informe publicado en Biblicol Archaelogy (Arqueología bíblica):
" Después de grandes excavaciones en Tanis, los arqueólogos Marriette,
Petrie y Mantel. no hallaron ni un solo objeto de la Decimoctava Dinas-
lía egipcia." El Faraón Amosis 1 (1570-1546 a. de J.C.) destruyó la
ciudad y con toda probabilidad no fue reocupada antes del siglo XIV.""
Wrígbt supone que esta evidencia señala al siglo XIII como íecha de
construcción de Ramesés, la ciudad de almacenaje, pero esta opinión
pierde valor por el hecho de que esta actividad fue realizada antes que
Moisés naciera, tal vez mucho Uempo antes. La única posibilidad que
resta (de aceptar la certeza y exactitud del relato hebreo) es que fueron
los hicsos, y no los monarcas de la Decimoctava Dinastía, los que obli-
garon a los israelitas a trabajar en las ciudades de almacenaje de Pitón y
Rarnesés.
Esto, por supuesto, plantea el interrogante de cómo Tanis pudo
llamarse Ramesés dos o tres siglos antes de la ascensión del propio
Ramsés al trono. Pero hay razones para creer que Ramsés era un nombre
que estaba en boga durante el período de dominación de los Wcsos.
Observemos que Génesis 47:11 se refiere a " la tierra de Ramesés" como
el territorio general de Gosén donde José ubicó a sus familiares. Esto
indicarla que era un nombre corriente mucho antes de los dias de
Moisés. Es altamente significativo que Seti l. el padre de Ramsés ll,
tomó su nombre de Set, el dios patrono de las dinastías hicsas, el dios

24 . Hay que notar. sin embargo, que oxiston serias dudas en cuanto a si Tanis ha sido
correctamente identificada con la antigua Zonn o Avaris. )ohn van Seters en The Hycsos,
o New ln vesHgolion [Nuevas investigaciones sobre los bicsos) (New Haven , Conn.: Vale
U. 1966). págs. 100•147. proporciona fuertes evidencias en favor de que la verdadera
locali,.aci6n fue Qantlr, a 58 kilómetros al Sur de Tanls, en el brazo peluslaco del Nilo.
25. Wrlght. BiblicaJ Archoeology (Arqueología bíblica) (Filadelfia: Westminstor. 1957).
pág. 60.
GÉNESIS (CoNTINUACIÓN) 241

que era aborrecido por los egipcios de la Decimoctava Dinastía.


Albright arribó a la siguiente conclusión: "La casa ramesida se remonta
a un rey hicso cuya era se fija 400 años antes de la fecha que se com-
memora en la Estelo del Cuotricentenorio de Tanis. El bisabuelo de
Ramsés O evidentemente provino de una antigua familia tanita, muy
pTobablemente de origen hicso , ya que su nombre era Setos
(Sula) ... Ramsés 11 estableció su capital y residencia en Tanis, a la que
llamó Coso de Romsés y dondo edificó un gran templo al antiguo dios
tanita Set, que luego fue dios hicso; en aquel tiempo Set se pronunciaba
Suthkh. 2• Rea señala que: "Si la dinastía de los Ramsés puede ser ras-
treada hasta los gobernantes hicsos, y si el nombre dinástico Seili o
Setos es un nombre hicso, en ese caso es igualmente posible que el
nombre Ramsés o Ramesés sea un nombre hicso, o al menos fue utiliza-
do por ellos en el bajo Egipto, donde se han hallado pocos documentos
de aquella época."11 Se pudiera añadir que el nombre de Ramsés o
Ramesés (Egipcio Ro'-messu o Ro '-mesesu) literalmente significa ..en-
gendrado de Ra". El dios-sol Ro' o Re' (como por lo general se lo
vocaliza) era honrado en grado sumo tanto por los hicsos como por los
egipcios, pues muchos de los nombres reales terminan con su nombre.
Sostienen algunos que la mención de Génesis 41:43 respecto al
desfile del que parlici pó José por las calles de la capital en un carro del
faraón, señala al período de los hicsos, puesto que el uso habitual de
carros de guerra en Egipto fue posterior a la invasión de los hicsos.
Hasta ahora no se han descubierto bajorelieves ni murales que repre-
senten la carroza y que sean anterforos a la Decimoctava Dinastía. Sin
embargo, el carro de dos ruedas fue utilizado en la Mesopotamia en los
comienzos del tercer milenio. (Cf. Encyclopedio Britannico, 1969, ed.
5::287.) El New Bible Diclionory (Nuevo Dicciona.rio Biblico), pág. 204,
muestra un dibujo del modelo en cobre de un carro tirado por cuatro
onagros o asnos silvestres de comienzos del período dinástico (hacia el
año 2500 a. de C.) de Tell Agrab. El artículo dice así: "Vehículos de
ruedas pesadas, tiradas por asnos, eran utilizados tanto para la guerra
como para actos ceremoniales en el sur de la Mesopotamia durante el
tercer milenio antes de Cristo." Puesto que los monumentos de Urdan
testimonio del uso de las carrozas en esa región, el hecho de que Biblos
y Fenicia estuvieran bajo el dominio de Ur en el siglo XX. a. de J.C.
(cuyos gobernantes eran conocidos con el título sumerio de ensi) .ad-
quiere una especial significación. Durante el Reino Medio (periodo en
el cual actuó José), una vez más el poder egipcio se extendió a Biblos, y
resulta difícil imaginar cómo el descubrimiento del carro, en la Meso-
potamia, pudo mantenerse en secreto, ignorado por los egipcios. Salta a

26. Albright. SAC. pág. 223.


27. Rea. pág. 63.
242 R ESEÑA C RITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

la vista que los carros estaban en uso como parte de los elementos
bélicos de las fuerzas armadas durante la Duodécima Dinastía, y resulta
concebible, y aun probable, que el rey hubiera ordenado construir ca-
rruajes para ocasiones especiales en esta temprana época. Es posible
que su utilidad como arma bélica no haya sido apreciada hasta la inva-
sión de los hicsos, pero difícilmente hubiera sido ignorada por los
egipcios en el siglo XIX antes de Cristo.
CAPITULO 16
EXODO
El titulo hebreo del Exodo es W•elleh sh•mól (Estos son los nombres de),
o más simplemente sh•mót (los nombres de), derivado de las palabras
iniciales de Exodo 1:1. Del titulo que le da la Septuagínta, Exodos
(salida, partida), deriva Exodus, que le da la Vulgata. El libro tiene por
tema el comienzo de Israel como nación del pacto. Relata de qué ma-
nera cumplió Dios su antigua promesa hecha a Abraham, multiplican-
do sus descendientes y haciéndolos una gran nación, redimiéndolos de
la tierra de esclavitud y renovando con ellos el pacto de la gracia sobre
bases nacionales. Al pie del santo monte les confiere las promesas del
pacto y les entrega normas de conducta paia vivir una vida santa y
también un santuario en el cual puedan hacer ofrendas por sus pecados
y renovar los lazos de confraternidad con Dios sobre las bases de una
gracia perdonadora.

BOSQUEJO GENERJ\L DEL Exooo


l. Preparación del hombre de Dios para la tarea de Dios, 1:1-4:31
A. El trasfondo de la vida de Moisés: persecución tiránica, t :1-22
B. Su adopción y primera educación; los primeros cuaienta a1los,
2:1-14
C. Formación de su carácter; el segundo periodo de cuarenta
años, 2:15-25
D. El llamado de Dios en Horeb, 3:1-4:31
II. Gracía triunfante: el pueblo de Dios liberado de la esclavitud,
5:1- 18:27
A. El triunfo de Dios sobre los poderes del mundo por medio de
las c;liez plagas, 5:1- 11:10
B. Seis símbolos de la salvación, 12:1-18:27
1. La Pascua: símbolo y apropiación del Calvario, 12:1-13:22
2. El cruce del mar Rojo: la zambullida de fe (bautismo), 14:1-
15:27
3. El maná del cielo: el pan de vida (eucaristía), 16:1-36
4. La peña hendida: el agua de vida, 17:1-7

243
244 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

5. Refidim: goce anticipado de la victoria sobre el mundo,


17:8-16
6. Designación de los ancianos: organización para la actividad
religiosa, 18:1-27
Ill. El sello de la santidad, 19:1- 31:18
A. Promesa del pacto: absoluta sumisión a la voluntad revelada
de Dios, como "especial tesoro" y "gente santa", 19:1-25
B. Principios básicos de una vida santa dentro del pacto; el De-
cálogo, 20:1-26
C. La vida santa en la conducta de cada uno con respecto a los
demás (libro de la alianza); las tres grandes festividades,
21 :1- 23:33
D. Vida santa en la adoración y comunión con Dios (las figuras
del sacerdocio, el sacrificio y el mobiliario del tabernáculo),
24:1-31:18
IV. Fracaso de la carne y arrepentimiento del pecado, 32:1-33:23
A. Rebelión, apostasía, idolatría; se rompe la comunión con Dios,
32:1-35
B. Arrepentimiento, castigo, e intercesión de Moisés el mediador,
33:1 -23
V. Provisión divina para el pecado: perdón permanente por medio
del sacrificio, 34:1 - 40:38
A. Reafirmacióa del pacto de la gracia y advertencia de Dios con-
tra la idolatría, 34:1-35
B. Medios de gracia para evitar la apostasía: el Sábado y e l Taber-
náculo, 35:1-19
C. Promesa de la congregación de cumplir con los planes de Dios,
35:20- 39:43
D. Formas de adoración aceptadas y santificadas por el Señor,
40:1-38

A partir de este bosquejo general resulta indiscutible que el libro fue


compuesto y ordenado por una sola mente, y que no fue un torpe
compuesto fragmentario de tres diferentes fuentes reunidas a lo largo
de un periodo de cuat ro siglos, como lo sostiene la hipótesis
documental. El orden lógico en la disposición de cada parte y la
invariable adhesión al gran tema central, hablan de la capacidad de un
solo autor ta lentoso.
EL COMIENZO DE LA HISTORIA DE Mo1sts
Varios temas o aspectos pertenecientes al libro del Exodo ya fueron
tratados en capítulos anteriores. La probable identificación del faraón
"que no conocía a José" con la dinastía de los hícsos fue explicada al
Exooo 245

final del capítulo 15. De aceptarse esta hipótesis, seria razonable ver en
Exodo 1:15-22 una referencia a reanudadas persecuciones bajo Ame-
notep I (1559-1539 a. de J.C.) y Tutmosis I (1539-1514 a. de J.C.), en
cuyos reinados el creciente sentimiento xenófobo de la población egip-
cia finalmente se volcó contra los hebreos (si bien ellos también fueron
oprimidos por los odiados hicsos). Moisés, por lo tanto, nació en el
reinado de Tutmosis I (alrededor del año 1527 a. de J.C.), y recibió de la
princesa que lo adoptó (tal vez Hatshepsut) el nombre de Moisés ("hijo
del agua", en idioma egipcio, "sacado del agua" en idioma hebreo).
Respecto a esta etimología egipcia mw-s: o "hijo del agua" cierto es que
habitualmente se expresa una idea posesiva en egipcio mediante la
relación "A de B" o, en este caso, "s:rnw". Pero en el caso de nombres
propios, el egipcio también invierte ocasionalmente el orden, como
ocurre en La leyenda de Sinuhé, donde se refiere a Ensi, hijo de Amu,
como "Amu-sa; Ensi". De igual manera en el Relato del labriego elo-
cuente, que también es una obra del Reino Medio, a Rensi, el hijo de
Meru, lo llaman "Meru-sa; Rensi". En cuanto a la tan sugerida idea de
que la etimología de Moisés es " Mose", entendido este término como
una forma abreviada de Ra'mosse (Ramsés) o Tutmosis (engendrado de
Tot), sería una alternativa perfectamente aceptable de no mediar Exodo
2:10, que implica que el nombre que la princesa dio al bebé tenía cierta
importancia, aun en el idioma egipcio, relacionada con las circunstan-
cias de haber sido descubierto en las riberas del río. Por supuesto, cabe
la posibilidad' de que en la declaración "le puso por nombre Moisés",
de Exodo 2:10, el sujeto de la oración no sea la princesa egipcia, sino
más bien la madre de Moisés, que fue contratada como nodriza de la
criatura. Esto eliminarla la necesidad de buscar una etimología egipcia.
Pero también supondría que la madre de Moisés no le dio el nombre
durante la ceremonia de la circuncisión, y que fue la madre quien. lo
sacó del agua y no la princesa y, por último, que fue la madre qui en
tuvo la prerrogativa de darle el nombre y no la madre adoptiva de la
realeza egipcia. Resulta difícil sostener estas tres suposiciones, a la luz
de todas las circunstancias, por lo cual es mejor ajustarnos a la etimolo-
gía egipcia que sugerimos antes.

DURACIÓN DE LA PERMANENCIA ISRAEL! EN EGIPTO

Tocante al tiempo que los israelíes permanecieron en Egipto, la


inequívoca afirmación del texto heb reo de Exodo 12:40 es que totalizó
430 años desde la emigración de la familia de Jacob hasta el éxodo
propiamente dicho. Pero puesto que la LXX dice que los 430 años
incluyen la permanencia de Abraham y sus descendientes en Canaán y

t . Opinión favorecida por K. A. Kitchen en. The New Bible Dictionary (Nuevo Dicciona-
rio Blblico), pág. 851.
246 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

también en Egipto, algunos han preferido esta variante a la del Texto


Masorético. Esto daría como resultado una permanencia en Egipto de
alrededor de 215 años, y situarla la carrera de José en pleno período de
los hicsos. Pero hay varias consideraciones que tornan muy improbable
un lapso de 215 años.
En primer lugar, Dios le predijo a Abraham, en Génesis 15:16, que
después de sufrir opresión en tierra ajena, sus descendientes retorna-
rian a Canaán "en la cuarta generación". Esto dijo poco después de la
afirmación del versiculo 13 de que " tu descendencia ... será oprimida
cuatrocientos años" por la potencia extranjera. Es evidente que en el
caso de Abraham se computaba una generación en cien años, y esto es
pertinente en vista del hecho de que Abraham cumplió cien años cuan-
do nació su hijo Isaac. Fueron entonces cuatro siglos y no 215 años el
tiempo que los israelitas estuvieron en tierra extranjera.
En segundo lugar, si bien muchos de los linajes familiares de perso-
najes prominentes en la generación del éxodo figuran solamente en dos
o tres eslabones (p. ej., Leví, Coat, Amram, Moisés, de acuerdo con
Exodo 6:20), hay algunos que alcanzan hasta diez generaciones. En 1
Crónicas 7:25-27 hay no menos de nueve o diez generaciones anotadas
entre José y Josué (Efraln, Refa, Resef, Yelah, Tahán, Laadán, Amiud,
Elisama, Nun, Josué). Resulta difícil imaginar diez generaciones en el
corto lapso de 215 años (sobre todo si consideramos la mayor longevi-
dad de los israelitas anteriores al éxodo), pero encaja a la perfección
con un período de 430 años. [*Ver página 263.)
En tercer lugar, el incremento del pueblo, que pasó de 70 ó 75
personas' que había en la inmigrante familia de Jacob, a una nación de
más de dos millones de almas (a juzgar por los 603.550 combatientes
mencionados en Números 2:32). va en contra de una permanencia de
solamente 215 años. Si en realidad no hubo más que cuatro
generaciones,' entonces el ritmo de multiplicación hubiera sido nece-
sariamente astronómico. Aun si pudiéramos meter cuatro generaciones
en 215 años, tendría que haber habido un promedio de cuatro hijos
sobrevivientes por padre. Pero si la permanencia duró 430 años, en ese
caso la multiplicación deseada daría un promedio de tres hijos y tres
hljas de cada pareja durante las primeras seis generaciones, y un pro-
medio de dos hijos y dos hijas en las últimas cuatro generaciones. A
este paso, en la décima generación (según Delitzsch, Pentateuch, 2:30)
l. El texto hebreo de Génesis 4 6:26-27 y Exodo 1:5 da la cifra de 70, pero la LXX da la de
75 (al igual que en el discurso de Esteban, de Hechos 7:14/- Delitzsch explica (Pen-
toteuch, 1:370, n. 1) la dilerencia y dice que la Septuaginta inc. uye a los tres nietos y dos
bisnietos de José mencionados en Números 26. Estos cinco nombres los inserta la LXX en
el texto inmediatamente después de Génesis 46:20 (Makir, Galaad, Sutela, Tahán y Edom,
de acuerdo a la grafía griega).
3. H. H. Rowley insiste en ello en s u articulo de 47 páginas titulado "lsroel's Sojoum in
E:gypl" (Permanencia de Israel en Egipto), en el Bullelín of /ohn Rylands Librory [Boletln
de la Biblioteca John Rylands), 22:1.
Exooo 247

hubiera habido 478.224 hijos mayores de veinte años a los 400 años de
estar en Egipto, mientras que 125.326 varones en edad militar hubieran
pertenecido a la novena generación. Sumados harían el gran total de
603.550 hombres de armas.

LA FECHA DEL Exooo


Según 1 Reyes 6:1, el templo de Salomón comenzó a edificarse el
cuarto año de su reinado (es decir el año 966 a. de J.C. o algo después),
cosa que ocurrió 480 años después del éxodo.• Esto daría como fecha
exacta para el éxodo el año 1445 a. de J.C., en el tercer año del reinado
de Amenotep 11 (1447-1421). Puede haber algunos años más o menos, si
la cifra de 480 representa un número redondo. Esto significaría que la
conquista de Canaán hubiera comenzado con la destrucción de Jericó
alrededor del año 1405 a. de J.C. (calculando los cuarenta años pasados
en el desierto). Esta última fecha se ha visto confirmada por las excava-
ciones arqueológicas de John Garstang en las ruinas de Jericó, Tell
es-Sultán, entre 1930 y 1936. Sobre bases arqueológicas asignó al nivel
de la Edad de Bronce posterior (Ciudad D), la fecha de 1400 a. de J.C.
Otra confirmación de esta fecha la hallamos en las palabras de Jefté,
registradas en Jueces 11 :26, donde recuerda a los invasores amonitas
que los israelitas han estado demasiado tiempo en posesión de la dis-
putada tierra de Galaad, para que los amonitas pudieran impugnar el
derecho legal que los asistía: "Cuando Israel ha estado habitando p or
trescientos años a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas ... ¿por
qué no las habéis recobrado en ese tiempo?" Puesto que se admite que
el período de Jefté fue anterior a los días del rey Saúl (cuyo reinado
comenzó alrededor del año 1050 a. de J.C.), esto lleva la conquista de
Israel al año 1400 a. de J.C.
Una confirmación más está dada por el comentario de Pablo en
Hechos 13:19-20, que de acuerdo con la más antigua variante (tal como
se conserva en el texto de Nestle) dice; "Y cuando [Dios) hubo extermi-
nado siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia su tierra,
durante por unos cuatrocientos cincuenta años. Después de esto [es
decir, después de la división de la tierra] les dio jueces hasta el profeta
Samuel." (Esta es la versión de la Biblia de Jerusalén. La Versión Reina-
Volero sigue en este caso texto posterior, no confiable.) En otras pala-
bras, en intervalo incluye el éxodo propiamente dicho (cuando los
hebreos abandonaron a Egipto para tornar posesión Canaán, Exodo
4. J. B. Payne lija el año 966 a. de J.C. como la fecha en que se comenzó el templo.
Albright calcula que fue en el 959 a. de J.C. (BASOR [diciembre de 19451 : 17): E. R. Thiele
en 967 a. de J.C. (Mysterious Numbers of the Hebrew Kings -Cifras misteriosas de los
reyes hebreos- [Grand Rapids : Eerdmans, 1945). pág. 254), y Begrich en 962 a. de J.C.
Unger, personalmente. preliere el año 961 a. de J.C. (AOT, pág. 141), y de esa manera fija
la fecha del éxodo en el año 1441 a. de J.C. En el estudio subsiguiente, utilizó como fecha
el año 966 a. d. J.C.
248 REsEÑt\ CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN t\L A NTIGUO T ESTAMENTO

20:12), la conquista israell bajo el mando de Josué, y la carrera de


Samuel hasta la fecha en que David capturó a Jerusalén alrededor del
año 995 a. de J.C. (Cf. Deuteronomio 12:10, que establece que la elec-
ción de una ciudad santa como santuario de Jehová será revelada des-
pués que él les dé "reposo de todos vuestros enemigos" incluyendo,
aparentemente, a los jebuseos de Jerusalén.) Esto significa que los 450
años de Hechos 13 incluyen el período de 1445 a 995 a. de J.C. No hay
necesidad de decir que una fecha más tardía para el éxodo sería total-
mente irreconciliable con Hechos 13:19.
Empero, a despecho de este consecuente testimonio de la Escritura
en favor de la fecha de 1445 a. de J.C. (o una fecha aproximada), es
preponderante hoy en día la opinión de los eruditos en favor de una
fecha considerablemente posterior; la mayoría se inclina por el año
1290 a. de J.C., o sea alrededor de diez años después de ascender al
trono Ramsés Il. Una fecha más tardía aún, alrededor del año 1225 a. de
J.C. la sostienen un número de autores cada vez menor (tales como H.
H. Rowley), pero halló apoyo en las primeras décadas del siglo XX, aun
de parte de conservadores como M. G. Kyle en ISBE (que dató el quinto
año de Mernepta alrededor del año 1250 a. de J.C.) y J. D. Davis (que
calculó, en su Diclionary of the Bible -Dicc ionario de la Biblia- , cuarta
edición, que el quinto año de Mernepta fue el 1320 a. de J.C.).
J. Finegan anota cinco argumentos principales en apoyo de que el
año del éxodo fue el 1290 a. de J.C.: (1) las discrepancias existentes
entre las cartas de El Amarna y lo registrado en el texto hebreo (de
Josué, Jueces y Samuel): (2) La aparente ausencia de una civilización
agrícola en Edom, Moab y Amón durante el siglo XIV; (3) la imposibili-
dad de reconciliar una permanencia de 430 años con una fecha corres-
pondiente a los hicsos para la carrera de José; (4) la falta de evidencias

Eslaluillas de Soldados Egipcios Halladas en Tumbas Egipcias. Tal


vez el ejército que persiguió a los israelitas en la época del éxodo era
semejante a éste. (Cortesía de Museo Louvre.J
Exooo 2:49

de que Tutmosis III edificara algo en la región del Delta; (5) la menciión
de la ciudad de Ramesés en Exodo 1:11.' Analizaremos uno por uno los
cinco puntos.
Respecto de (1), Finegan señala el hecho de que las cartas del rey
Abdi-Hepa de la Jerusalén cananea en la correspondencia de El
Amarn'a• indican que esta ciudad estaba en inminente peligro de ser
capturada por los !).abiru; sin embargo, 2 SamueJ 5:6-9 nos informa que
los israelitas no capturaron a Jerusalén hasta el reinado de David. Por lo
tanto, los habiru no pudieron ser los israelitas, sino una fuerza invasora
anterior no israelita. Pero es obvia la falacia de este argumento. Es
cierto que los ejércitos de Josué amenazaron a Jerusalén, pues derrota-
ron a las tropas jerosolimitanas (juntamente con sus aliados de Hebrón,
Jarmut, Laquis y Eglón) en la batalla de Gabaón y su rey, Adonisedec,
fue sacado de su escondite y ejecutado Uosué 10). Pero ni las cartas de
Abdi-Hepa, ni el relato hebreo de Josué, afirman que la ciudad fue
capturada o destruida. No fue sino ihasta después de la muerte de Josué,
aparentemente, cuando el ejército de Judá tomó por asalto a Jerusalén y
puso fuego a la ciudad Uueces 1:8), y aun entonces no desposeyeron en
forma permanente a los jebuseos (Jueces 1:21).
Respecto a (2), Finegan relata las investigaciones de Nelson Glueck
ern la región de la Transjordania, que no revelaron evidencia alguna de
una civilización urbana o de fortificaciones entre los años 1900 y 1300
a. de J.C. Ello significa que no pudo existir entonces un reino edomita
suficientemente poderoso para oponerse al avance israelita hasta la
ribera oriental del mar Muerto (cf. Números 20:14-21) en el año 1405 a.
de J.C. Ni hubo que hacer frente a ninguna fuerte coalición moabita-
madianita a la cual tuviera que enfrentarse, bajo el mando del rey Balac
(Números 22-25); ni hubo ejércitos para aplastar en Sehón y Og
(Números 21). Pero las investigaciones de Glueck se redujeron en su
mayor parte a exploraciones en superficie y de ninguna manera fueron
prolijas y concienzudas. Además han aparecido recientemente nuevas
evidencias que parecen refutar sus deducciones. En el Biblicol
ArchaeoJogist (El arqueólogo bíblico) de febrero de 1953, G. Lankester
Harding comunicó el descubrimiento de una antigua tumba en Arnman
que contenía numerosos objetos (entre otras cosas, vasijas tachonadas
de negro, floreros con base aplanada, vasijas para aceite, escarabajos,
cazonetes) que se remontan alrededor del año 1600 a. de J.C. En la o!bra
de Harding, Anliquilies of /ordon (Antigüedades de Jordania) (1959).
también menciona característica alfarería del período del Bronce
Medio y otros objetos hallados en Naur y en el monte Nebo. En el año
1967 se descubrió en Pella una tumba del siglo XVI a. de J.C. (Boletín

5. Finegan, LAP, págs. 106-108.


6. Ver capitulo 13, pág. 194 de esta obra .
250 Rf:sEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

Informativo. de ASOR, diciembre de 1967). Un templo del último


período de la Edad de Bronce fue descubierto debajo de la pista de
aterrizaje del aeropuerto de Ammán en 1955 (CT, 22 de diciembre de
1971, pág. 26). Las excavaciones de Franken en Tell Deir Allah y las de
Siegfried Horn en Hesbón han revelado que la alfarerla de Transjorda-
nia era muy distinta a la elaborada en la ribera occidental del Jordán, en
el mjsmo período. Yamauchi sugiere que Glueck equivocadamente
supuso la homogeneidad de la alfarería en ambas regiones, y de ahí la
confusión en su interpretación de las Fechas (ibid.). Posteriores excava-
ciones sacarán a luz, sin duda, más productos de este periodo interme-
dio y permitirán demostrar, una vez más, la falacia de conclusiones
apresuradas e investigaciones superficiales.
Respecto a (3), la dificultad de reconciliar el visirato de José con el
período de los hicsos en Egipto (visto que la carrera de José debió haber
ocurrido en la primera mitad del s iglo XIX a. de J.C., según la teoría de
una fecha temprana, y la dominación de los hicsos no comenzó hasta
alrededor del año 1730 a. de J.C.), admitimos sin ambages la discrepan-
cia. Pero como ya lo hemos señalado, la evidencia interna de Exodo 1
apunta hacia la dinastía de los bicsos como la que proveyó el "nuevo
rey que no conocía a José", y hacia la Duodécima Dinaslia como el
probable periodo de la carrera de José.' De ahí que la posición tomada
no ofrece dificultad alguna al año 1 445 como fecha del éxodo.
Respecto a (4), sobre la ausencia de evidencias de..actividad cons-
tructora en el Delta, durante el reinado de Tutmosis ll (1501-1447), hay
varias significativas indicaciones, a partir de los descubrimientos ar-
queológicos, que indican una dirección más positiva. Es un hecho bien
conocido que Tutmosis lll erigió dos obeliscos de granito rojo frente al
templo de Ra en Helíópolis (situado en la base del Delta): uno de ellos
está ahora en Londres y el otro en la ciudad de Nueva York. Visto que se
describe a sí mismo como "Señor de Heliópolis", es justo suponer que
levantó edificios en esa ciudad. Además, un escarabajo de la Decimoc-
tava Dinaslfa se refiere a que Amenotep ll (hijo de Tutmosis) nació en
Menfis (37 kilómetros más abajo de Heliópolis). Esto permite la firme
presunción de que de tiempo en tiempo tuvo aJlí su cuartel general, y
probablemente lo hizo así para consolidar sus fortificaciones y prepa-
rarse para sus numerosas campañas asiáticas. Resulta inconcebible que
pudiera haber actuado en 14 o más campañas bél.icas en Siria, sin haber
edificado antes grandes cuarteles, depósitos y otras estructuras para
acomodar a sus tropas. La tierra de Gosén, con su enorme reserva de
mano de obra tuvo que haber brindado el elemento necesario para la
ejecución de esos proyectos. Aun en sitios tan al sur como Tebas, la
tumba de su visir Rekhmire muestra esclavos semitas en la dura tarea

7. o·. págs. 244-245 do este libro.


Exooo 251

de hacer y transportar ladrillos.


En cuanto a Amenotep 11, los descubrimientos de Bubastis (la
Pibeset de Ezequiel 30:17) realizados por Naville en 1687-1669 in-
cluyeron una losa de granito rojo que representa a Amenotep adorando
a Amon-Ra', "el que mora en Perwenuefer". Esto nos advierte sobre la
estrecha relación de Amenotep con el astillero naval de Perwenuefer,
cerca de Menfis, para el cual su padre lo designó comandante en su
juventud. W. C. Hayes llega a la conclusión de que mantenía grandes
propiedades en Perwenuefer y residía allí durante largas temporadas.•
E11 una de las inscripciones (ANET, pág. 244) habla de ir a caballo
desde los establos de Menfis hasta Gizeh para visitar la Esfinge. Todo
esto habla de frecuentes visitas al Delta durante el reinado de Tutmosis
lJI (el faraón de la opresión) y Ame notep TI (el faraón del éxodo, según
la teoría de la fecha más antigua.
Respecto a (5) , y en lo relati vo a la ciudad de almacenaje Ramesés.
de Exodo 1:11 , ya hemos visto que no hay posibilidad alguna de avenir
la narración mosaica con la fecha de 1290 años antes de Cristo.• Estos
trabajos realizados en la ciudad d e Ramesés tuvieron que haber sido
hechos antes del nacimiento de Moisés, a menos que el relato esté fuera
del orden cronológico y el nombre " Ramsés" sea un anacronismo (y la
f\J erza de todo este argumento indica que este nombre no fue un anacro-
nismo). Sin embargo, entre 1300 (Ea fecha aproximada de la ascensión
de Ramsés II al trono) y el año 1290 no hay lugar para los 80 años de la
vida de Moisés anteriores al acontecimiento del éxodo propiame nte
dicho. Por lo tanto, el año 1290 a. de J.C. como fecha para el éxodo no
puede ser considerado seriamente como una teoría que pueda avenirse
con la exactitud del relato hebreo. En realidad. los principales sostene-
dores de este punto de vista no se aferran. por lo general. a la confiabili-
dad de la narración mosaica, sino que (como en el caso de Meelc y
Albright) niegan que las tribus de José (Efraín y Manasés) hayan estado
alguna vez en Egipto, y dicen que alli estuvieron solamente los levitas y
posiblemente la tribu de Judá. 10

6. Hayas. The Scepter of Egypt (El cetro de Egipto) (Cambridge, Mass.: Harvard U., 1959) .
2:141.
9. Capítulo 15, pág. 239 de este libro.
10. Rowley en "lsroel 's Sojourn in Egypl" (.Permanencia de Israel en Egipto) (Ver la nota
3 en este capitulo) . incluye esto instructivo comentario: "El hecho más notable en ol
unto de vista de Albright parece ser su completo escepticismo sobre el valor histórico de
r.
as tradiciones de Israel." Señala a continuación que estas tradiciones vinculan muy
definidamente el yahvismo con Moisés; une n también el arca con Moisés. El efrateo Josué
es un concurrente del tabernáculo; el efrateo Samuel sirve en el santuario de Silo, un a ltar
efrateo. Todo esto deja de ser inteligible de aceptarse la teoría de que Moisés era en
realidad un Irder judalta. Aparte de esto, la tradición bíblica ser.a la que la descendencia
"udfa que habitó en Egipto se remonta a José, y sin emba rgo la teoría de Albright niega .que
las tribus de José estuvieron alguna vez oo 8giplo. También pasa por a lto compleláma ñte
la afirmacióo de Exodo según la cua l Moisés tenla 60 años de edad cuando salieron de
Egipto, y hace que toda la primera parte de la vida de Moisés sea una "fábula si n
252 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

Basados en la Estela de Israel de Memepta,11 los que sostienen que


la fecha fue el año de 1290 estiman correctamente que los israelitas
tuvieron que haber estado en Palestina por lo menos en el año 1229 a.
de J.C., y esto atenta notoríamente contra la anterior teoría de que
Mernepta (1234-1225 a. de J.C.) fuera el faraón del éxodo. Se infiere
necesariamente, de la Estela de Mernepta, que el pueblo de lsrael ya
estaba en Palestina, morando entre los heteos, los horeos y los habi-
tantes de AscaJón y de Gezer (11.26 y siguientes). La sugerencia de Kyle
(en el artículo de la ISBE sobre el éxodo) de que la declaración: " Israel
yace desolado, no existe su simiente", se refiere al programa de matar a
todos los varones de Israel recién nacidos, 80 años atrás, mientras aún
eran esclavos en Egipto, no tiene ningún asidero y no puede ser tomada
seriamente en cuenta.
La presencia de la nación hebrea en Palestina para el año 1229 (o
sea el quinto año de Mernepta) Ueva consigo algunas significativas
consecuencias. Si es correcta la afirmación blblica de que los israelitas
anduvieron errantes durante 40 años por el desierto. entonces no
pudieran haber salido d e Egipto después del año 1269 a. de J.C. o sea en
el decimotercer año (aproximadamente) de Ramsés Il. El texto hebreo
implica que Moisés estuvo en Madián y Horeb por lo menos durante 30
años, más probablemente 40. Comparar Exodo 7:7, que afirma que tenía
ochenta años de edad en el momento del éxodo, y Hechos 7 :23 que dice
que a los cuarenta años de edad mató aJ egipcio. En otras palabras,
Ramsés a apenas habría ascendido al trono cuando ocurrió ese in-
cidente y Moisés se vio obligado a hu ir de Egipto: lo más probable es
que ocurriera an tes de la ascensión de Ramsés. Pero se infiere clara-
mente de Exodo 4:19 ("Vé y vuélvete a Egipto, porque han muerto
todos los que porcurabaa tu muerte.") que el rey que buscaba a Moisés
para matarlo acababa de morir. Todo el tenor de la narración de Exodo 2
nos hace pensar que el faraón de 1:22 fue el mismo que "después de
muchos días murió en 2:23.
Fuera asi o no es sumamente improbable que la campaña de Mer-
nepta hubiera triuníado contra los israelitas a las órdenes del general
Josué en el año 1229, aJ entrar por primera vez en la Tierra Prometida.
Mucho más probable es que la expedición egipcia se realizó después de
terminada la primera fase de la conquista. Esto llevarla la fecha del
éxodo por lo menos al año 1290 a. de J.C., lo cual haría totalmente
imposible que Ramsés H fuera el " faraón de la opresión". Moisés no
hubiera podido estar cuarenta años ea el exilio en los diez años que
corren entre 1300 y 1290 a. de J.C.; sin embargo, el que murió " después
fundamento alguno··. Concluye diciendo: .. La teorla de Albright no sólo exa~era la falta
de confiabi lidad d e la Biblia. sino que además bace dificil imaginar como pudieron surgi.r
tradiciones tan pervertidas•· (págs. 272. 275).
11. Tratado en el capitulo 13. págs. 194, 195 de esta obra.
Exooo 253

de muchos dias" era, evidentemente, el rey que trató de matar a Moisés.


Ningún otro faraón conocido cumple con todas las especificaciones,
además de Tutmosis !JI. Solamente él, aparte de Ramsés II, ocupó el
trono por un período suficientemente prolongado (54 años, incluyendo
lo,s 21 años de la regencia de Hatshepsut) como para reinar en momen-
tos en que Moisés huyó de Egipto y morir poco antes de que Moisés
recibiera su llamado desde la zarza ardiente, 30 ó 40 años después. Era
ambicioso y enérgico, al grado de librar no menos de 17 campañas
militares en el transcurso de diez y nueve años, y ejecutar numerosas
construcciones para cuyos trabajos utilizó gran cantidad de esclavos.
Su hijo, Amenotep II, que sin duda procuró igualar a su padre en
proezas militares, al parecer sufrió varios reveses serios, pues no pudo
llevar a cabo invasiones u operaciones bélicas de envergadura después
de su quinto año de gobierno (1445 a. de J.C.) hasta la modesta campaña
de su noveno año (al menos de acuerdo con la estela de Menfis; recor-
demos que la cronología de su reinado aparece algo confusa" ). Este
relativo fracaso de sus esfuerzos bélicos (en comparación con los de su
padre) bien pudo ocurrir debido a la catastrófica pérdida de la flor y
nata de sus fuerzas acorazadas con carros de guerra, en las aguas del
mar Rojo, durante la vana persecución contra los israelitas que hufan.
Como una confirmación más d,e que Amenotep 11 fue el faraón del
éxodo, tenemos la "Estela del Sueño" de Tutmosis IV (1421-1412),, su
hijo y sucesor. Si bien Adolf Erman demostró convincentemente que la
inscripción propiamente dicha proviene de un período posterior (Sil-
zungsberichle der konegJichen preussischen Akademie der Wissen-
schaften, 1904), no obstante ello, no cabe duda de que representa con
toda fidelidad la substancia y en el mismo texto de una auténtica ins-
cripción erigida por el mismo Tutmosis en el siglo XV a. de J.C.
Aparentemente la primera estela resultó seriamente dañada y fue
copiada (tan bien como lo permitiera su condición) en siglos poste-
riores, cuando una vez más se removió la arena de la Esfinge de Gizeh.

12. John Wilson reconoce en su nota marginal: "Al traductor le resulta imposible recon•
cilttar las fechas en las diversas estelas [p. ej .. la estela de Menfis y la estela de Kamak.
esculpidas ambas en la época de Aknaton y luego reparadas en la Decimonovena Oinas-
lla]. La estela do Menfls coloco la primera ca,npafta [hacia ol Asia] en el séptimo al\o del
reinado de Amenotep 11, y la segunda campaña en el noveno año de su reinado. La estela
de Amada, que se halla más aba¡·o, está fechada en el tercer aJ\o, para registrar una
celebración en Egipto, ¡luego de vo ver de su primera campaña! Además, se da a entender
que Amenotep fue corregente con su padre, Tutrnosís 111, durante un mínimo de un año y
un máximo posible de once años. Pudieran reconc iliarse estas fechas suponiendo que el
séptimo año después de la corregencia comenzó en el tercer año del reinado único"
(ANET, pág. 245). De esta manera Wilson equipara el "séptimo año" de la estela de
Menfis con el año 1440 a. de J.C.; pero más adelante equipara el "al'lo nueve" de la misma
inscripción, con el año 1440 a. de J.C.; y también el "año tres" de la estela de Amada lo
cakula como el año 1440 a. de J.C. Resulta imposible entender cómo tres años totalmente
d ií:erenies (el iercero, el séplimo y el noveno) pudieran iodos equipararse al año 144ó a.
de J.C. En o1 mejor de los casos, la evidencia de las diversas inscripciones de Amenotep 11
es de carácter ambiguo.
254 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

En este texto, el dios Horem-okht (Horus en el horizonte), en cuyo


honor se construyó la Esfinge, según se creía, se le apareció al joven
Tutmosis en un sueño cuando era sólo un príncipe en la casa de su
padre. Le promete el trono de Egipto a condición de que saque la arena
de la Esfinge." Es obvio que si Tutmosis IV hubiera sido el hijo mayor
de su padre, Amenotep ll, no hubiera habido propósito en una promesa
divina de que algún diá llegaría a ser el rey. Naturalmente hubiera
ascendido al trono a la muerte de su padre. Por lo tanto, se infiere
necesariamente que el hijo mayor de Amenotep seguramente murió
antes que su padre, dejando la sucesión a su hermano menor. Esto
concuerda con el relato de Exodo 12:29, según el cual el hijo del Faraón
murió juntamente con los demás primogénitos a consecuencia de la
décima plaga.
Pero más concluyente todavía es la situación que habla en Gosén
durante el reinado de Tutmosis Ill, comparada con la que existía en el
tiempo de Ramsés II. En la época de Rarnsés, algunas de las mayores
construcciones se hadan en la región de Wadi Tumilat, o Gosén, lo cual
significa que los egipcios tuvieron que haber habitado en esa región y
en sus alrededores. Pero los detalles de las plagas de las moscas, del
granizo y de las tinieblas (Exodo 8:22; 9:25-26: 10:23) dejan suficien-
temente claro que en la época del éxodo Gosén estaba habitada casi
exclusivamente por hebreos, y las plagas que azotaron a Egi pto no lo
hicieron en Gosén. Según las evidencias arqueológicas con que actual-
mente contarnos, no hubo egipcios en esa zona durante el reinado de
Tutmosis.
Hemos de considerar ahora la fecha en que fue destruida la ciudad
cananea de Jericó, perteneciente a la Edad de Bronce posterior (ciudad
D en la investigación de Garstang). John Garstang, que realizó las más
extensas excavaciones en este famoso lugar, arribó a la conclusión de
que la destrucción ocurrió alrededor del año 1400 a. de J.C. En los
cementerios correspondientes al nivel de esa época, Garstang halló
numerosos escarabajos, (representaciones de estos animales en piedra),
pero ninguno posterior a los dos de Amenotep III (1412-1376). De más
de 150.000 fragmentos de cerámica hallados dentro de los limites de la
ciudad, se halló uno solo del tipo micénico." Pero la cerámica micénica
comenzó a importarse en Palestina en número creciente a partir del afio
1400. Los criterios arqueológicos fijados para el reinado del sucesor de
Amenotep, Amenotep IV o Aknatón (1380-1362 a. de J.C.), son caracte-
rísticos, abundantes y bien establecidos; pero las evidencias de Jericó
no incluyen un solo fragmento característico de su reinado.
Garstang también describió las murallas exteriores de la ciudad,

13. En ANET. pág. 449, ligure la traducción de este inscripción.


14. Jobo Garstang, The Story o/ /erícho (La historia de Jericó), pág. 122.
Exooo 255

construidas de enormes piedras, pesadísimas, y observó que fueron


d ,e rribadas hacia afuera, como a consecuencia de un violento
terremoto." Sin embargo, subsisten muchas dudas en el sentido de
saber si las murallas pertenecieroo a esta ciudad del final de la Edad de
Bronce o a una anterior, pues excavaciones más recientes llevadas a
cabo por Kathleen Kenyon" revelan la presencia de fragmentos del
Periodo de Bronce Medio en la tierra que rellena el espacio interior y
exterior de esta muralla. Pero no hay razón alguna para que una muralla
edificada en el segundo período de la Edad Media de Bronce no se
mantuviera en uso en época final de la Edad de Bronce, es decir
alrededor del 1400 a. de J.C.
Si bien es cierto que muchos han objetado la posición de Garstang
en cuanto a lo antiguo de la fecha fijada para la destrucción de Jericó,
sus objeciones han sido influidas en gran parte por las preferencias
subjetivas en favor de una fecha más tardía (preferencia parcialmente
basada en la fecha de la destrucción de Laquis, Bet-el y Debir en el siglo
XIII a. de J.C.). Para responder a dichas criticas, Garstang escribió en el
prefacio de su obra Story of /ericho (Historia de Jericó), 1948: "Sabemos
que se han publicado diversas opiniones contrarias a nuestra inter-
pretación de la fecha de la caída de Jericó, alrededor del año 1400 a. de
J.C. Pocas de esas opiniones se !basan en conocimientos cientifñcos
directos sobre el resultado de nuestras excavaciones; además, muchas
de ellas carecen de razonamiento lógico o están basadas en conceptos
preconcebidos sobre las fechas del éxodo. Ningún comentarista ba pro-
ducido todavía basado en los resultados de nuestras excavaciones, que
han sido totalmente publicadas en los Liverpool Annals of Archaeolo-
gy (Anales de Arqueología de Liverpool), ninguna evidencia de qu,e la
ciudad IV se mantuvo en pie d espués del reinado de Amenotep
lll ... Por lo tanto, no vemos la necesidad de discutir la fecha como si
fuera tema de debate."
Una objeción aparentemente plausible que a veces se esgrime en
contra del afio 1400 a. de J.C. como fecha de la caída de Jericó, deriva de
la mención de utensilios de hierro que allí se hallaron, de acuerdo con
/osué 6:24. Los que asi opinan argumentan de la siguiente manera: El
año 1400 a. de J.C. cae dentro de la Edad del Bronce Posterior; puesto
que se hallaron objetos de hierro en Jericó, su caida debió ocurrir
durante la Edad de Hierro (que comenzó en el siglo Xl11 a. de J.C.) Pero
no se deduce necesariamente que el hierro era desconocido durante la
Edad de Bronce Posterior; pudo ser simplemente que era tan poco
usado que la mayoria de la gente utilizaba el bronce en casi todos los

15. !bid .. pág. 249.


16. Kenyon, DlggJng up Jericho (Excavación de Jericó) (Nueva York: Praeger. 1957). págs.
46, 170. 181.
256 R ESEÑA CRIT ICA DE UNA INT RODUCCIÓN 1\L ANTIGUO ToSTJ\MENTO

sitios. Así discurrimos por el hecho de que Josué 6:24 menciona, en una
sola declaración los "utensilios" de hierro juntamente con los artículos
de oro y plata; por lo tanto, el hierro tuvo que haber sido escaso y
costoso. Ahora sabemos que el hierro era bien conocido tan anti-
guamente como en la época de los sumerios y el vocablo semita que
traduce "hierro" (hebreo, barzel; ocódico, parzillu,) pudo incluso ha-
ber tenido un origen sumerio, puesto que en sumerio se escribe
••AN.BAR. 11 Esto indica que se conocía el hierro en el valle de la Meso-
potamia tan remotamente como el siglo XX a. de J.C., Más aún, se han
hallado objetos de hierro en Tell Asmar, que datan de alrededor de
2500 años a. de J.C.,'' y también en Dora, en Turquía noroccidental, se
halló de más o menos ese período una espada de hoja de hierro y
empuñadura obsidiana.••
Tal vez la más seria dificultad que enfrenta la teoría que sostiene la
fecha de 1445 a. de J.C. radica en las fechas asignadas a la destru cción
de las otras ciudades que se dice capturaron las fuerzas comandadas
por Josué, tales como Laquis Uosué 10:32) y Debir Uosué 10:38). En
Laquis (Tell ed-Duweir) la ciudad de la Edad de Bronce Posterior
parece haber sido arrasada durante el reinado de Mernepta (1234-
1225), pues se encontró allí, no solamente un escarabajo de Ramsés II,
sino también algunos recibos en fragmentos de vasijas de barro cocido,
empleados como material de escritura, con la anotación .. Año cuatro".
Se piensa que el estilo del texto es característico de la época de Mernep-
ta, y esto, por lo tanto, puede indicar la fecha de 1230 a. de J.C.
Con respecto a Debir o Quiriat-sefer, identificado con Tell Bei t Mir-
sim, se halló un escarabajo de Amenotep III (1 412-1376).'º Finegan
(LAP, pág. 140) no cita otra evidencia que ésta para abonar su presun-
ción de que la capa de cenizas que-se halló por encima de la capa
perteneciente a la Edad de Bronce Posterior representa una destru cción
ocurrida poco antes del año 1200 a. de J.C. En cuanto a la destrucción
de Hai, descrita en Jos ué 8, por lo general se la explica como una
confusión con Bet-el, puesto que según los descubrimientos arqueo ló-
gicos, se dice que el sitio de Hai (Et-Tell) nun ca fue ocupado entre el
aüo 2200 a. de J.C. y el tiempo del establecimiento de una pequeña

17. Cf. Sumerisches Lexicon (Léxico sumerio). Heft. 2. de Deimel. donde se c ita el tér•
mino. obtenido de una inscripción anotada como Ebeling, KARI. 185. 3. 1.
18. Cf. Orienta l lnstitute Communicotions (Comunicaciones del Instituto Oriental). No.
17, boletín informat ivo de las Amerie-0n Schools of Oriental Research (Escuelas ameri•
canas de Investigaciones orientales). págs. 59-61.
19. Ver 11/ustroted London News (Noticias ilustradas de Londres) (26 noviembre d e
1959). pág. 754.
20. Las investigaciones de Moshc Kochabi en terriotiro de Judea. en el año 1968, permi•
ticron descubrir nuevas evidencias que obligan a abandonar la tesis de Albright de
identificar Tell Beit Mirsim con la antigua Debir. y a incli narnos a lavor de Rabud . Cf.
"Stones. Scripts and Scholars" (Piedras. inscripciones y erud itos) en Christionily Todny
(Cristianismo hoy en día). 14 de febrero de 1969, págs. 432-437.
Exooo 257

aldea entre los años 1200 y 1000 a. de J.C. (Finegan, LAP, págs. 136-37).
Pero Bet-el, a dos kilómetros de distancia, fue destruida por una
tremenda conflagración en algún momento del siglo Xlli, y el hecho de
que Josué no menciona para nada la captura de Bet-el da fuerza a la
cJ1eencia de que fue confundida con Hai.
Se pueden hacer varias consideraciones respecto a estos tres siti.os.
Eo primer lugar, /osué 10:32 nada dice sobre la destrucción física de la
cirudad de Laquis: habla solamente de la matanza de sus habitantes. La
devastación de 1230 a. de J.C. puede representar un ataque posterior en
tiempo de los jueces, luego de que la despoblada ciudad hubiera sido
reocupada al retirarse las tropas de Josué. La misma observación puede
aplicarse a la destrucción de Debir; /osué 10:38 nada dice de que la
ciudad fue arrasada o puesta a fuego. Más aún, la evidencia menciona-
da por Finegan pareciera confirmar tanto la teoría de la fecha remota
como la que sostiene la fecha de 1290 a. de J.C .. puesto que Amenotep
IJ] ocupaba el trono durante la entrada de los israelitas en Canaán, en el
año 1400 a. de J.C. Con respecto a la ciudad de Hai, su identificación
con Bet-el es sumamente dudosa, puesto que Bet-el era un sagrado y
bien conocido centro religioso de los hebreos desde los días de Jacob en
adelante, y es sumamente improlbable que hubieran confundido su
localización con la de Hai. En realidad , esta teoría es muy insostenible
a la luz de Josué 7:2, que afirma explícitamente que Hai estaba al
oriente de Bel-el. Difícilmente el antiguo historiador hubiera confundi-
do a Bet-el con una Hai que no existió como sitio habitado en los siglos
XIV ó XIll a. de J.C. Si "Hai" hub.iera sido realmente Bet-el, ¿qué era
entonces la "Bet-el" mencionada en Josué 7:2? Es más razonable supo-
ner que Et-Tell no es el verdadero asiento de Hai, y debemos esperar
nuevas exploraciones para descubrir su verdadera localización." Por
todo ello, no tiene importancia, para establecer la fecha del éxodo, el
tiempo de la destrucción de Bet-el."

21. J. Simons en el Archoeologicol Digesl (Revista arqueológica) {publicada por la


American /oumal of Archoeology (Revista americana de arqueologla), julio-septiembre
de 1947, pág. 311 , d Ice que Et-Tell no puede ser identificada con la blblica Hai. por cuelro
razones: (1) Et-Tell no está muy cerca do Beitln (o-Bel-ni). en tanto que /osué 12:9 esta-
blece que está "al lado do Bet-ol" (missod Beyth -'EI). (2) Et-Tell es un sitio grande. en
tanto qua Josué 7:3 ociara que se trotaba de uno pequeño comunidad. hobttoda por poca
gente. (3) Et-Tell no fue una ruina expuesta en el periodo posterior a la conquista,
en tanto que {osué 6:26 afirma que Hai fue llna ruina en esa época. (4) /osué 6:11 habla de
un ancho val e que corrfa al norte d e Hai. y no hay ningún valle de esa naturaleza al norte
de Et-Tell.
22. Ni siquiera es seguro que Beitln hoya s ido correctamente identificado como el sitio
de Bet-el. Eusebio afirmó que Bel-el estaba 17 kilómetros al norte de jerusalén (la loca-
lización de Bireb), pero BeiUn se halla s ubstancialmente más lejos. BeiUn ni siqu iera está
sobre el camino p.rincipal que saliendo de jerusalén se dirige al norte. como Eusebio lo
dio a entender con respecto a Bet-ol. Más aún. no hay ninguna montaña entre Beitfn y
Et-Tell, como lo afirma especlficamente Génesis 12:6, lo único que hay es una pequeña
colina al noroeste de Et-Tell. (Pero enlro Bl,eh y un tell sit uado a casi lres kilómetros al
sureste, si haf un monte de cierta e levación llamado Et-Tawil.) Además no hay ningún
am;ho valle a norte de Beitln (como /osué 6:11 indica con respecto a Bet-el y Hai): hay un
258 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

Un problema final respecto a la teoría de la fecha más antigu a del


éxodo se refiere al total silencio del libro de los Jueces sobre las expedi-
ciones palestinas de Seti I y de Ramsés II. Si efectivamente se realizaron
esas invasiones y el territorio de Canaán estuvo sometido al poder
egipcio después de la conquista israelita, ¿porqué no son mencionados
los egipcios juntamente con todos los demás opresores? Si potencias
menores como los moabitas, los amoni tas, los cananeos del norte y los
filisteos merecieron ser mencionados, ¿por qué se omitió totalmen te a
los egipcios durante el interva lo que corrió entre los años 1370 y 1050
a. de J.C. (cuando Saúl empezó a reinar)? Pero si el éxodo tuvo lugar en
el año 1290 a. de J.C. y la conquista en el año 1250 a. de J.C., no habría
silencio alguno que explicar, porque los israelitas no hubieran entrado
en escena hasta después de las conquistas de Ramsés, en el año 1279 a.
de J.C., año de la firma de su famoso pacto de no agresión con los
heteos.
En respuesta a este persuasivo argumento, debemos seflalar, antes
que :nada, que ni la fecha de 1290 ni la de 1230 a. de J.C. explican
satisfactoriamente el silencio de Jueces en cuanto a la invasión de
Mernepta anteriormente mencionada (ver la pág. de este libro). Lo
mismo cabe decir para la expedición de Ramsés 111 (1204-1172 a. de
J.C.) a Palestina. Sin embargo, este notorio monarca de la Vigésima
Dinastía se jacta en sus inscri pciones de haber reduc ido a los T jeker
(palestinos) y a los filisteos a cenizas (ANET, pág. 262), y sus bajorre-
lieves lo muestran en sus victoriosos avances hacia Djahi (las planicies
costeras fenicias) para cumpli r nuevas ha zaflas. Se han descubierto
monumentos erigidos en su reinado, en las excavaciones de Bel-san, en
el extremo oriental de la llanura de Esdraelón. ¿Cómo explicar este total
silencio respecto a Ramsés 111? Por cierto que no se exp lica mediante la
teorfa de una fecha tardía para el éxodo; porque aun aplicando ese
método de calcular , el reinado de Ramsés III hubiera coincidido con la
época de los jueces. La ún ica conclusión aceptable es que el rela to
hebreo no creyó conveniente mencionar estas invasiones egipcias que
ocurrieron después de la conquista. Pero si esto fue indiscutiblemente
cierto con respecto a las incursiones de estos dos faraones (Mernepta y
Ramsés III), ¿por qué no pudo ser cierto co n respecto a los otros dos

valle pequeño y angosto. Ni Beitín ni El -Tell muestran signos de haber sido lugares
habitados en el período adecuado en relación con la teoría d e la Fecha antigua, ni en
relación la teorla de la fecha más reciente para el éxodo. Más aú n, Hai estaba situado al
oeste de Micmas, e n tanto que Et-Tell eslá a l norte de ella. Finalmente. no hay n inguna
'orabah (estepa. planic ie) o móród (bajada) en dirección a Jericó que comience en la
vecindad de Beilln, pero sí la hubo cerca de las ciudades blblicas de Bel-el y Hai Uosu é
7:5). Debemos añadir que hasla mediados d el siglo XIX. no había ninguna trad ición en el
sentido de considerar que Beilín y a Bel-el son el mismo sitio. Todos estos tópicos los
trata David Livingston en "The Localion of Belhel and Ai Reconsidered" (Reconsidera-
ción sobre la localiwción de Bel-el y de Hai) en la Westminster 1'11eological /ournol
(Revista teológica Westminster) (noviembre de 1970), págs. 20-44 .
Exooo 259

(Seti I y Ramsés ll)? También cabe la posibilidad de que los hebreos no


mencionaron a los egipcios porque no tenían con ellos mayor contacto.
Los egipcios se mostraban activos en las llanuras costeras del
Mediterráneo, donde no actuaban los hebreos. Los israelitas ocupaban
pi:incipalmente la zona montañosa de Judea, Samaria y Galilea.
En segundo lugar, es posible establecer un sincronismo bastante
satisfactorio entre la historia egipcia de la Decimonovena Dinastía y el
primer período de los jueces. Garstang ha sugerido la interesante teoría
de que los periodos de "reposo" mencionados en el libro de Jueces eran
periodos de supremacía egipcia, pero que el historiador hebreo delibe-
radamente evitó mencionar a los egipcios debido a una inveterada anti-
patía hacia la nación que tan cruelmente oprimió a sus antecesores en
Gosén. Por otro lado, los períodos de opresión se instalaban cuando el
poderío egipcio en Canaán se debilitaba y las tribus de la región se
levantaban en armas contra Israel y lo oprimían.
Desde este punto de vista (al cual se adhieren esencialmente Unger
y Payne) la opresión sobre Aram de los Dos Ríos por parte de Cusán
Risataim representó un avance heteo (en ese tiempo, los heteos hab:ían
subyugado a la Mesopotamia del norte), en tiempo del reinado de
Tutankamón (Unger) o Amenotep III (Payne). Los 80 años de paz que
siguieron al asesinato de Eglón a manos de Aod Uueces 3:12-30), coin-
ciden en parte con la pacificación del territorio por parte de Seti I en el
año 1318 a. de J.C., seguido del largo reinado de Ramsés II. El tranquilo
periodo subsiguiente a la victoria de Barac sobre Sisara (entre los años
1223-1183 a. de J.C., según Payne) pudo haber sido consecuencia del
fuerte gobierno de Ramsés III (1204-1172 a. de J.C.). Garstang sugiere
que la "avispa" que haría que los hebreos derrotaran a los cananeos
(s·egún Exodo 23:28; Deuteronomio 7:20; Josué 24:12), es una encubi er-
ta referencia al poder egipcio, puesto que la abeja o avispa era el símbo-
lo del faraón como rey del Bajo Egipto en la escritura jeroglífica de ,ese
tít ulo (egipcio, b'ty). Sin embargo, esto es algo dudoso desde el punto
de vista exegético. El hecho real es que la teoría de la fecha más antigua
admite un sincronismo entre el período de los jueces y el orden conoci-
do de los acontecimientos de la hi.storia egipcia. (La teoría de la fecha
más reciente, por otra parte, desbarajusta totalmente la cronología del
lib ro de los Jueces.) Un factor adicional en favor del año 1445 a. de J.C.
como fecha del éxodo lo brindan las cartas de El Amarna.1'

EL PACTO Y EL DECALOGO

En Exodo 19:3-8, el pacto establecido por Dios con Abraham y· su


descendencia (Génesis 12, 15, 17) es renovado con sus descendient es,

23. Cf. capítulo 13, pág. 193 de este libro. y el estudio más detallado del capitu lo 19.
260 R~:SEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

ahora cuando se han transformado en una gran nación. Al pie del


monte santo, Israel se comprometió, en forma permanente, a ser el
pueblo del Señor y a ser un pueblo santo (apartado para él), cuya meta
nacional -a diferencia del egoísmo de las demás naciones- era ser
sincero y rendir absoluta y total obediencia a la voluntad de Dios,
caminando en comuníón con él, y haciéndolo objeto de la más elevada
lealtad y amor. "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (versículo 8).
Cualquíer cosa menos que eso significarla negarse a una completa obe-
diencia. Por cierto que no tenla el propósito (como algunos han supues-
to) de ser una alternativa a favor de la autojustificación por medio de
las obras de la ley. La gracia reinó suprema en este pacto sinaftíco
exactamente igual que en el pacto abrahámico. Todo el cuerpo de leyes
que fue revelado a Moísés y a su pueblo desde este punto en adelante,
fue un pacto de gracia, aunque en él medió una administración que no
era la del Evangelio, (en el cual la realidad reemplazó a todos los tipos o
símbolos del Antiguo Testamento que la prefiguraban). De ah! que los
apóstoles aplican la misma afirmación de sacerdocio real a los cris-
tianos del Nuevo Testamento como al Israel del Antiguo Testamento (1
Pedro 2:9 es una adaptación de Exodo 19:5-6). Lo que se rechaza en
Romanos 3, Gólatas 3 (y otros pasajes relacionados) es el falso concepto
y la errónea interpretación de la ley como sistema de ganar méritos y de
autojustificación.
Con respecto al Decálogo (Exodo 20:1-17) se establece que la base de
sus sanciones es el acto de redención de Dios por medio de la gracia
("Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué .... de servidumbre"). Las más
solemnes advertencias contra la desobediencia (producto de la incre-
dulidad y del rechazamiento a Dios) están unidas con las más pródigas
promesas de gracia ("y bago misericordia a millares, a los que me aman
y guardan mis mandamientos"). Si bien el elemento distintivo del amor
(pues ningún pagano jamás profesó amar a su dios con todo el corazón)
es más explicito en Deuteronomio que en los otros libros de la Tora,
también es cierto que subyace en todos ellos el amor de Dios hacia el
creyente y el amor del creyente hacia Dios. Y constantemente se hace
hincapié sobre la santidad de vida como el producto necesario e inevi-
table de una fe viva y verdadera, si bien una vida santa no posee per se,
virtudes salvadoras.
Respecto al texto del primer mandamiento ("No tendrás dioses
ajenos delante de mí"), la escuela de Wellhausen ha sostenido que esta
sentencia o aforismo hace hincapié solamente en una adoración exclu-
siva a Jehová (monolatr!a) y no en una directa afirmación de moootefs-
mo. No niega, de acuerdo con esta interpretación, la existencia de otros
dioses; se trata simplemente de que Israel debe ser exclusivamente leal
a su propio dios nacional. Pero esta interpretación es absurda; casi no
hay ninguna otra manera de expresar el pensamiento de que Israel ha
Exooo 261

de adorar al único Dios verdadero, y no servir a otras deidades de su


propia cosecha (aunque, por supuesto, tales deidades solamente po-
drían existir en su imaginación). Como refutación a esta interpretación
monolátrica basta señalar la analogía del Salmo 96:4., 5: "Porque grande
es Jehová, y digno de suprema alabanza; temible sobre todos los
dioses." Por cierto, ésta es una afirmación de mono latría, de acuerdo
con la interpretación de Wellhausen; pero el autor sigue y afirma un
puro monoteísmo: "Porque todos los dioses de los pueblos son ídolos
['•lilim, cosas carentes de valor); pero Jehová hizo los cielos." Este solo
pasaje (y podríamos citar otros) demuestra en forma concluyente que la
m-ención de "dioses" en plural en el primer mandamiento no implica
admitir la existencia de dioses paganos.
Hay ciertas variantes en la forma en que figuran los diez man-
damientos en Exodo 20 en comparación con Deuteronomio 5. En
Deuteronomio 5:15 se incorpora una motivación adicional para santifi-
car el sábado (mostrar bondad hacia los esclavos, así como el Señor
había tenido compasión para con el cautivo Israel), y se menciona a la
mujer antes que la casa, en el décimo mandamiento. Puesto que Deute-
ronomio 5 figura en medio de un discurso exhortatorio de Moisés diri-
gido al pueblo, en tanto que Exodo 20 es el registro de un directo
mensaje de Dios a Israel, es justo aceptar que este último representa el
texto y la redacción original. En Deuteronomio 5 el predicador inserta
una interpolación explicativa (también por inspiración divina) que re-
fuerza con mayor acento sobre la conciencia del pueblo, la sanción del
cuarto mandamiento. Observemos que la variación en el orden entre
"mujer" y "casa" destruye las bases para la distinción artificial forjada
por la Iglesia Católica Romana entre no codiciar la propiedad del pró-
jimo (noveno mandamiento) y no codiciar la mujer del prójimo (décimo
mandamiento). El hecho de que el orden es intrascendente -ya sea
"casa-mujer" o "mujer-casa"- demuestra que todo el versículo 17 del
capítulo 20 de Exodo debe entenderse como un solo mandamiento. (En
consecuencia, fracasa rotundamente el intento romanista de combinar
el primer mandamiento con el segundo, pues ello daría por resultado
solamente nueve mandamientos.)

LA SIGNIFICACIÓN EsPJRJTUAL DEL T ABERNACULO

Una considerable porción del Exodo (capítulos 25-28, 30, 35-40)


está dedicado al diseño del tabernáculo y de los diversos muebles y
utensilios que contenía. Cada uno de los diversos objetos tenía un
significado especial, relacionado con la obra redentora del Señor Jesu-
cristo. Partiendo de las partes más externas hacia el santuario interno,
hallamos los siguientes significativos detalles: (1) Las cortinas ,ex-
teriores del atrio (hásér) rodeaban un perímetro que media 45 metros
262 R ESEÑA CRiT ICi\ DE UNA I NTRODUCCIÓN Al. A NTIGUO T ESTAMENTO

por 22,50. Este atrio estaba proyectado para separar a Israel como una
santa posesión de Dios y mantenerlo separado de los gentiles. El mismo
principio fue rigurosamente observado en los templos posteriores, tan-
to el de Salomón como el de Herodes (en el cual se encontró una
inscripción en idioma griego que amenazaba con la pena de muerte a
cualquier gentil que osara aventurarse más allá de los límites fijados
por el atrio). (2) El tabernáculo propiamente dicho era una espaciosa
tienda o carpa ('óhel); medía 10 metros por treinta. Este recinto estaba
dividido en dos partes por un velo o cortina: el Lugar Santo y el Lugar
Santísimo. (3) En el atrio, por fu era del tabernáculo propiamente dicho,
y situado frente a su puerta formada por una cortina [másák) o "velo
exterior", estaba el "gran" altar de la ofrenda o altar del holocausto
(mizbah 'ólah] cubierto de bronce, sobre el cual se presentaban todas
las ofrendas, tanto los sacrificios cruentos (z•bóhím) como las ofrendas
vegetales. (4) Entre el altar cubierto de bronce y la cortina de entrada
estaba la fuente de las abluciones (kiyyór), un gran lavabo hecho de
bronce, donde los sacerdotes debían lavar sus manos y pies ant es de
entrar al lugar santo. Esto probablemente tipificaba el poder purificador
de la sangre de Cristo tal como para los creyentes en Cristo está repre-
sentado y sellado por medio del bautismo.
El tabernáculo estaba compuesto de dos compartimientos. (5) El
Lugar Santo (qódesh), que medía nueve metros d e largo por cuatro y
medio de ancho, contenía tres objetos sagrados. (6) Al norte, o sea al
costado derecho, es taba la mesa de los panes de la proposición
(shuJl;iéin w<lel)em péiním, mesa y pan de la Presencia) sobre la cu al se
colocaban todos los sábados doce panes elaborados con harina fina. Sin
duda alguna tipificaban a Cristo como el Pan de vida, y también simbo-
lizaban a Israel (las doce tribus) como pueblo de Dios ofrendado en
sacrificio vivo. (7) En el costado sur, es decir el costado izquierdo,
estaba situado el candelero de oro (m•nórah) con sus siete recipientes
de aceite, que tipificaban a Cristo como la luz del mundo quien, por su
Santo Espíritu. ejecuta la perfecta obra de Dios (simbolizada en el
número siete), lo cual capacita a su pueblo para brillar como testimonio
ante el mundo (cf. Zacarías 4 ). (8) Hacia el oeste estaba el pequeño altar
de oro, denominado altar del incienso (mizbal) miqtor), uti l izado
solamente para la ofrenda de incienso frente al velo interior (pócoket)
que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Este altar de oro
probablemente tipificaba la oración eficaz de Cristo como intercesor, y
también simbolizaba las oraciones de los santos (cf. Apocalipsis 8:3).
(9) El velo interior (péirokét] ti pificaba el velo de la carne de Cristo (cf.
Hebreos 10:20) que tenía que ser rasgado (como lo fue en la hora de la
muerte de Cristo, Mateo 27:51), si habla de ser quitada la barrera que
separaba a Dios de su pueblo.
(10) Dentro del Lugar Santísimo (qódesh q•déishim) que medía cua-
Exooo 263

tro metros y medio por cuatro y medio, estaba únicamente (11) el arca
del pacto ('•ron habb•ril), caja rectangu lar de madera de acacia que
medía 112,5 centímetros de largo por 67,5 de ancho y de alto, cubierta
con una tapa de oro sólido labrada en la forma de dos querubines que se
miraban frente a frente, de pie. con sus alas extendidas y mirando hacia
abajo, a la superficie de la tapa. (12) Esta tapa se llamaba el "pro-
piciatorio" (kappórel, de kippér, propiciar o expiar) y sobre ella el
sumo sacerdote rociaba la sangre de la ofrenda por el pecado en el Oía
de la Expiación, que tipificaba la obra expiatoria de Cristo (Hebreos
9:12) en la excelsa presencia de Dios. El arca representa, pues, la pre-
sencia de Dios en medio de su pueblo: era su estrado cuando él se
sentaba "entronizado entre los querubines" (Exodo 25:22; Salmo 80:1).
Frente al arca estaban la vasija de oro con maná y la vara de Aarón que
habla reverdecido (Exodo 16:33; Números 17:10). Aparentemente en
alguna fecha posterior fueron introducidas en el Lugar Santísimo (He-
breos 9:4). Por cierto que el arca contenía las dos tablas de los Diez
Mandamientos, el pacto de la gracia y de la ley. Estos eran los únicos
objetos que permanecían dentro del arca en los días de Samuel (1
Samuel 6:19) o por lo menos en tiempos de Salomón (1 Reyes 8:9).

*(De página 246.) Asimismo, Bezaleel es de la séptima ge neración


desde Jacob ( 1 Crónicos 2:1. 4. 5. 9. 18-21). Elisama es de la novena
ge neración desde Jacob (Números 1 :10). y Naasón. príncipe de Juda . es
de la sexta generación despu és de Jacob (1 Crónicos 2:1, 4, 5, 9, 10).
CAPITULO 17
LEVITICO Y NUMEROS
LEVÍTICO

La Biblia hebrea le da al libro de Levflico el nombre de woyiqréi' ("y


llamó"), la primera palabra de 1 :1. El título de Leutikon que le da la
LXX significa lo que pertenece a los levitas, y sirve para indicar el tema
central de libro. El principal hincapié de este compendio de ordenan-
zas sacerdotales se hace sobre la santidad de Israel como nación aparta-
da para el servicio y la gloria de Dios. Trata particularmente sobre la
forma adecuada de ofrecer los sacrificios y el mantenimiento de una
neta diferencia entre lo que es limpio y lo que es inmundo.

BOSQUEJO GENERAL DE LEVITJCO

l. Ley de los sacrificios, 1:1- 7:38


A. Holocaustos, 1:1-17
B. Oblación, 2:1-16
C. Ofrenda de paz, 3:1-17
D. Ofrendas por los pecados "por yerro", 4:1 - 5:13
E. Ofrendas expiatorias, 5:14-6:7
F. Continuidad del holocausto y de las ofrendas de los sacer-
dotes, 6:8-23
G. Disposición de la víctima en la ofrenda por el pecado, en la
ofrenda expiatoria y en la ofrenda de paz, 6:24 - 7:27
H. Ofrenda mecida y ofrenda elevada, 7:28-38
11. Consagración de los sacerdotes, 8:1 - 10:20
A. Consagración de Aarón y de sus hijos, 8:1-36
B. Aarón como sumo sacerdote, 9:1 -24
C. Juicio contra Nadab y Abiú, por su desobediencia, 10:1-20
111. Separación de las contaminaciones, 11:1-15:33
A. Alimentos limpios e inmundos, 11:1•47
B. La purificación de las madres después del parto, 12:1-8
C. Leyes acerca de la lepra, 13:1-14:57
D. Purificación de secreciones corporales, 15:1-33

264
LEVITICO Y N u MEROS 265

IV. El día de la expiación, 16:1-34


V. Lugar del sacrificio y santidad de la sangre, 17:1-16
VI. Santidad práctica: leyes contra las impurezas, las inmundicias
y la idolatría, 18:1-20.27
VII. Santidad de los sacerdotes y deberes de los mismos, 21:1-
22:33
Vill. Santas convocaciones: Sábado, Pascua, Panes sin Levadura,
Pentecostés, Trompetas, Expiación, Tabernáculos, 23:1-44
lX. Símbolos de la consagración: castigo al blasfemo, 24:1-23
X. Año sabático y año del jubileo, 25:1-55
XI. Bendiciones por la obediencia, maldiciones por la desobedien-
cia, 26:1-46
XII. Pago de votos y diezmos, 27:1-34

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA LECISLACION LEVITICA

Ningún otro libro de la Biblia afirma su divina inspiración con tanta


frecuencia como lo hace Levítico. Solamente el verbo hablar (dibber)
aparece no menos de 38 veces, afirmando que Jehová habló a Moisés o a
Aarón. Nada podría ser más claro en el sentido de que todo este sistema
de sacrificios de ninguna manera fue invención del pueblo hebreo (ni
en los días de Moisés, ni en el curso de los siglos posteriores), sino una
directa revelación de Dios. De otra manera no se podría confiar en
ninguna otra afirmación de origen divino en el resto de la Sagrada
Escritura. Si bien puede haber algunas semejanzas o analogías de orden
general entre las ordenanzas levíticas y los cultos practicados por otros
antiguos pueblos semitas, hay una total ausencia de los elementos de-
gradantes y supersticiosos que caracterizaban la adoración de las
naciones idolátricas en la época del Antiguo Testamento.
Una notable autenticación del origen divino de este código mosaico
ha de hallarse en el semiprofético capítulo 26. En él hay un anticipo de
la historia subsiguiente de Israel. con su progresiva declinación de la fe
hacia la apostasía, y una clara insinuación del exilio babilónico (ver-
siculos 32-39) y de la restauración subsiguiente (versículos 40-45). No
es de extrañar que los crfticos antisobrenaturalistas se sintieran obliga-
dos a fechar el origen de Levftico en el tiempo del exilio (documento
H), o posterior al exilio (documento P). No le queda otro camino abierto
al que sobre bases filosóficas niega la posibilidad de predicciones di-
vinas sobrenaturales.
Hay por lo menos cinco principios básicos que se manifiestan a lo
largo del libro.
266 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO T ESTAMENTO

1. Como exclusivo pueblo de Dios, el redimido Israel debe : (o)


mantenerse santo, es decir, apartado del mundo para servir y adorar al
único y verdadero Dios; (b) mantener el acceso a Dios basado en la
expiación sustitutiva, pues mediante el derramamiento de la sangre por
el sacrificio de una vida inocente, una vida inocente toma el lugar de la
vida sentenciada del culpable.
2. Puesto que el acceso a Dios es posible solamente por la gracia, el
creye·nte debe presentarse ante él de la única y específica manera en
que Dios lo dispuso. De ahí que todas las ordenanzas y leyes. en cuanto
al rito y al sacrificio, tienen que originarse en Dios y no en el hombre.
3. Como pueblo santo, unido en vínculo espiritua l con Je hová,
Israel debe abstenerse rigurosamente de toda impureza sexual y de toda
violación de los lazos matrimoniales. Debe también abstenerse d,e en-
trar en contacto con todo lo que sea corrupto y decadente (como tocar
un cadáver o un enfermo contagioso). Estas disposiciones han de enten-
derse como expresión de una fundamental actitud de amor hacia Dios y
los hombres. El segundo gran mandamiento, ta l cual lo definió el Señor
Jesús (Mateo 22:39), proviene de Levítico 19:18: "Amarás a tu prójimo
como a ti mismo." El principio básico y que sustenta la monogamia está
dado en Levítico 18:18,' pues el vocablo hermana de ese versículo
también puede significar "otra mujer."
4. Nada corrompido ni sujeto a pronto deterioro puede ser presen-
tado como ofrenda a Dios. Esta disposición excluye la levadura, la
leche (que se corta pronto), la miel (q ue fermenta), los cerdos (asociado
por los paganos con el culto a los dioses del otro mundo), los vestidos
confeccionados con una mezcla de diversos materiales (tales como lana
y lino), que tipificaban una mezcolanza entre lo santo y lo profano.
5. El año religioso está dominado por el sagrado número siete (que
simboliza la perfecta obra de Dios). De ahí que (a) cada séptimo día es
un santo día sabático; (b) cada séptimo año es un año sabático de
descanso para la tierra de cultivo; (e) luego de siete semanas de años, el
quincuagésimo año tenía que ser santificado corno el año de l jubileo,
durante el cual todas las tierras hipotecadas debían retornar a pod.er de
la familia originaria; (d) la Pascua se celebraba en la segunda semana de
Abib, a la puesta del sol del día 14; (e) durante los siguientes siete días
se celebraba la fiesta de los Panes sin Levadura; (f) la fiesta de Pente-
costés se celebraba siete semanas después de la ofrenda mecida (es
decir, el quincuagésimo día); (g) el séptimo mes, Tisri, se ve especial-
mente santificado por sagradas observancias: la fiesta de las Trompetas,
el día de la Expiación, la fiesta de los Tabernáculos; (h) la fiesta de los
Tabernáculos se celebraba durante siete días (del 75 al 22 de Tisri), más

1. Así lo afirma John Murray, Principies of Conduct (Principios de conducta) (Grand


Rapids: Eerdmans, 1957), págs. 253-256.
LEVÍTICO Y NUMEROS 267

un octavo dfa para la convocación final.


Con el hallazgo de otros antiguos códigos, tales como el Código de
Hammurabi; los fragmentos de leyes sumarias de Lipit-Istar, rey de lsfn
(hacia el año 1875 a. de J.C., según Krarner en ANET, pág. 159); los de
Bilalama o Esnunna (hacia el año 1940 a. de J.C., según ANET, págs.
161, 217): resulta cada vez más manifiesto que algunas de las denomi-
nadas leyes P eran notoriamente similares a las d isposiciones pro-
mulgadas al comienzo del segundo milenio antes de Cristo, es decir
mucho antes de la época de Moisés. Driver procuró salvar o mantener
una fecha posterior al exilio para P, asignando estas similitudes exclu-
sivamente a H (pues en su mayoría se las encuentra en Levítico 17-26),
y sugirió que Ezequiel incluyó algunos antiquisimos materiales cuando
compiló su "código de santidad". Esto, por supuesto, tiende a socavar
toda la base en que se afirman los que dicen que el documento H se
remonta a los tiempos de Ezequiel.
Con las recientes publicacion es de documentos legales prove-
nientes de Ugarit, ciudad cananea del norte, han salido a la luz nuevas
semejanzas, aun en aspectos de terminología técnica. J. J. Rabinowitz
ha observado en escrituras legales ugariticas (escritas en acadio) la
fórmula ~omid odi doriti (unidos en perpetuidad) y hace notar que es
un notorio paralelo de la expresión técnica hebrea de Levítico 25:23,
30, li~•mitüt (en perpetuidad)1 o la~s•mitüt ... l•dorota•w (para
siempre ... para sus descendientes). Las palabras en cuestión son afines
en los das idiomas, o de lo contrario el hebreo lo tomó de un antiguo
término acadio. Rabinowitz comenta: "No pretendo saber con precisión
el significado del anterior paralelismo. No obstante ello, me parece que
habla a gritos contra los que le asignan una fecha tardía a la sección del
Levitico que se refiere al año de·l jubileo (p. ej., Pfeiffer, IOT, pág.
240)."' (Ya hemos referido en el capítulo 13,págs.184-95, de este libro, el
descubrimiento de términos caract erísticos del documento P relaciona-
dos con el sacrificio, en las tablillas ugaríticas del siglo XV a. de J.C.)

LAS TRES PRINCIPAL.ES CELEBRACIONES DEL CALENDARIO HEBREO

A. La Pascua (pesoJ;) y los panes sin levadura (mo~~ól) (versículos


23:4-6).
1. La Pascua: se celebraba al anochecer del día 14 de Abib (el primer
mes).
o) Propósito: conmemorar la liberación israelita de la esclavitud
egipcia.
b) Ritual: una vez matado el cordero, su sangre debía rociarse con
hisopo en el dintel; luego se asaba la carne y el oferente la

z. Rabinowitz en Velus Testomentum (Antigu o Testamento) 8. (enero de 1958): 95


268 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A~ ANTIGUO T ESTAMENTO

comía con su familia. (Deuteronomio 16:5, 6 especifica que


luego que Dios escogiera una ciudad santa, la Pascua habría
que celebrarla únicamente en esa ciudad.)
c) Significado simbólico: la crucifixión de Cristo (1 Corintios 5:7).
2. Fiesta de los panes sin levadura: del 15 al 22 de Abib (versículo 6).
a) Propósito: conmemorar los sufrimientos y la apurada fuga de
Egipto. La ausencia de la levadura simbolizaba una sincera
consagración a Dios.
b) Ritual: ofrenda de las primicias de las gavillas mecidas el
segundo día (es decir, el 16 de Abib); consistía de cebada, la
primera cosecha del año; además se prescribía una ofrenda
encendida juntamente con la gavilla; la santa convocación
(versículo 7) el 15 y el 22; ambos se consideraban como días
sabáticos y exigían holocaustos adicionales (dos bueyes, un
carnero, siete cord eros) y una ofrenda por el pecado (macho
cabrío); durante esta semana el único pan que podía ingerirse
era el pan sin levadura, lo cual tipificaba la resurrección de
Cristo.
B. Pentecostés o fiesta de las semanas (sh•bü 'ót): sexto de Siván (tercer
mes) o 49 días después de la ofrenda de las primicias hecha el
segundo día de la fiesta de los panes sin levadura.
a) Propósito: dedicar a Dios las primicias de la cosecha de trigo.
b) Ritual: santa convocación (contado como un día sabático): oíren-
da mecida de dos panes de harina de trigo leudada; holocausto
(siete corderos, un buey, dos carneros); ofrenda por el pecado (un
macho cabrío); ofrenda de paz (dos corderos machos); una ofren-
da encendida adicional y una ofrenda por el pecado en e l
momento de la convocación (Números 28:27).
e) Significado simbólico: el derramamiento del Espíritu Santo sobre
la iglesia del Nuevo Testamento (Hechos 2).
C. Fiesta de los Tabernáculos o de las Cabaiias (sukkót): 15 al 22 de
Tishri (séptimo mes).
o') Propósito: conmemorar la peregrinación en el desierto y regoci-
jarse por la terminación de todas las cosechas (granos, frutas,
vendimia).
b) Ritual: convocaciones los días 15 y 22 (ambos contados como
días sabáticos); holocausto (de 13 a siete bueyes, día por día; dos
carneros, 14 corderos) y ofrenda por el pecado (un macho cabrío)
(Números 29); los celebrantes vivían en cabañas y festejaban con
frutos; tenían el ethrong o cidro en una mano y el lu/ab o rami-
llete de ramas en la otra (formado por palmas y ramas de sa uce).
c) Significado simbólico: aparentemente un símbolo de la paz y
prosperidad que habrían de reinar en el milenio (cf. Zacarfas
14:16).
Li,:vfnco y NUMEROS 269

LOS SEIS TIPOS DE SACRJflCJO CRUENTO


El principio básico que sustentaba todos los sacrificios cruentos
(z•ból)Im) era la expiación (kippür) en la cual una vida inocente
sustituía al culpable. Como señal de esta sustitución, el oferente coloca-
ba sus manos sobre la cabeza de la víctima, y se identificaba de esa
manera con ella como su representante. Para significar la aceptación de
la justa pena de muerte, el mismo oferente mataba a su víctima y luego
la entregaba al sacerdote para que completara la ceremonia. Por lo
general el sacerdote rociaba o untaba el altar con un poco de sangre.
El cuadro que insertarnos a continuación indica la diferencia entre
los diversos tipos de sacrificios y presenta en forma esquemática el
sistema establecido en los primeros siete capítulos de Levítico.
NúMEROS

El título hebreo de este libro es be-midbór (en el desierto de), toma-


do del versículo primero que dice:' 'Habló Jehová a Moisés en el desier-
to de Sinaí". La LXX lo denominó Arilhmói, es decir, Números, debido
a la importancia que el libro le da a las cifras de los censos. Sin embar-
go,, el título hebreo se ajusta perfectamente a su tema general: Israel bajo
la égida de Dios en el desierto. El re.lato histórico ocupa una proporción
mayor en este libro que el que ocupa en Levítico o Deuteronomio, y el
paríodo de años involucrado es mucho mayor (cuarenta años de disci-
plina) que en los otros libros del Pentateuco, excluyendo el Génesis.

BOSQUEJO GENERAL DE NUMEROS

l. Preparativos para el viaje desde el Sinaí, 1 :1-10:10


A. Censo del ejército y asignación de las posiciones para la ro.ar-
cha, 1:1- 2:34
B. Censo y deberes de los levitas, 3:1-4:49
C. Expulsión de los impuros del campamento: leyes para los le-
prosos; leyes sobre la restitución por daños inferidos; juicio
contra la mujer adúltera, 5:1-31
D. Los nazareos (tipo de vida totalmente dedicada); la bendición
sacerdotal, 6:1-27
E. Tesoros dedicados al tabernáculo por las doce tribus, 7:1-89
F. Consagración de los levitas y comienzo de su ministerio,
8:1-26
G. Celebración de la primera pascua anual, 9:1-14
H. Marcha en pos de la columna de nube; las señales de las trom-
petas, 9:15-10:10
II. De Sinaí a Cades-barnea, 10:11-14:45
A. Primera etapa del viaje: comienza la marcha, 10:11-26
LOS SEIS SACRIFICIOS CRUENTOS DIFERENCIADOS N
PORCIÓN P ORCIÓN 0~L PORCIÓN DEI.
.....
o
NoMulill PROPÓSITO VICTIMA DE DIOS SACfRDCITE Ül'tR[NTE
S. de holoca u,10 Para hacer propiciación
pecado en general. pecm o
f::' el ~·lacho, sin defecto;
buey. carnero.
Todo el animaJ
(de ah i el nombre
Ninguna Ninguna
('ólohl
origino!: modio por el cual el macho cnbr fo. do kdlíl.
hombre impío podía acerears& palomi no {seg(m holocausto 10h11)
;,ti sa.1110 Dios posfüilidados
económicas del ;,:;
oforr.ntP.) l;l
m
Z•
S. expiatorio o por Para cexplar transgresiones Sacerdote o Porciooa.o; de Todo el resto (lenÍil Nioguoa >
e l pecado (~o))ot) espec::ffícas donde no era congregación: buoy. grosura (la grasa que ser comido C")
posible restitud6n alguoa Gobernante: machn
cabrío.
quu c.:ubru J,1s
entrafü1s: ri f1CJru1s.
dentro del atrio del
1abornáculo)
~
Hombre común : hígado. redollo) ~
Gil\mt o
"'
e
Para expiar transgresiones C m 11m:, tsolam.;n 10) Igual que en el (gual quu d Ni nguna z
S. 1>or la cut pa o do
especificas donilo la resti 1udón (l;,cpialorio oxpintorio >
reparación (·t1shóm)
era posible; los perjuicios se
computaban en seis <1uintas
z
-;
:,:.
partes ~aiaderas rcor oo
adelanta o. Sal ís C1cd6n le~al
e
Machos o hembras Porciones de 1.0frcuda mecida: El resto. (paro ser
R
S. de paz Comunión con Dios: comido o 5
(sh'Pümim)
1. S. ofrecido en
acción d E! gracias
e·esla de comunión. Por
endicionos i nesperadas o
libc:racione.s ya c:onr:edidas
i,uros. sio manchas
ni defectos: bmW,
ovuj,1. Cclbr'd
grosura el pecho paro el
stmHJ sacenlnhl
2. Ofrenda elevada:
c,ornido l!n el atrio
ese mismo día)
z
>
r
tto• dah) pierna dcl anlera
derecha para el
El r~sto (vara ser
comido en el o·trio e l >
2. Ofrenda vol iva Por bentlidooei, o liboracione.s 1\tlachos o hembrc1s Igual que la sacerdote oíichm1e ptimc.ro o e l ~
segundo dia e\
(neder) ¡1a conced idos. cuando se

rnbiera huc ho un \'Oto en


puros, sin manchas
ni defectos: buey.
anterior ( para ser comida en
cualquier lugar §
apoyo de una petición ovoja, cubm l impio)
....¡
i;1
3. Ofrenda ,de Par.a expresar grttl itud y amor a Machos o hembras: Igual quo la lgunl que la El resto ( pata ser -;
devoción Dios. en general. sin tomar en buo>·es. (Wfijns. anter ior a nloríor. com ido en el atrio ~I >
espontáo.)a
(n•dóbdh)
c uenta bendiéi(mú$ 4;1s¡,ocífic.as cobros. tse
pennilian pequci\os
primero o ol
segundo día
"z
¡;;

defcc1os) d
Lt:VITICO Y N UMEROS 271

B. Primera y segunda murmuraciones y quejas en Tabera y en !Ki-


brot-hataava (las codornices); setenta ancianos profetizan, 11.:1-
35
C. Juicio contra Aarón y María por rebelarse contra Moisés; cura-
ción de la lepra de María, 12:1-16
D. La gran rebelión de Cades luego del informe de los espías,
13:1-14:45
III. De Cades-barnea a las llanuras de Moab, 15:1- 21:35
A. Leyes que regulan las oblaciones y las ofrendas por el pecado;
pena de muerte por blasfemia y por violación del día de reposo;
franjas en los vestidos, 15:1-41
B. La rebelión de Coré y validación del sacerdocio aarónico, 16:1-
17:13
C. Relación entre los levitas y los sacerdotes; ofrendas y diezmos
como su única porción en Canaán, 18:1-32
D. La purificación de los inmundos por medio del agua, 19:1-22
E. Muerte de María; segunda vez que se obtiene agua de la roca;
Edom rehúsa dar paso a Israel; muerte de Aarón, 20:1-29
F. Murmuración del pueblo por séptima vez; la serpiente de bron-
ce; llegada a Moab, 21:1-20
G. Primera conquista permanente: derrota de Sebón y de Og,
21:21-35
IV. Encuentro con los moabitas y p resencia de Balaam, 22:1- 25:18
A. Balac contrata a Balaam, 22:1-41
B. Triple bendición de Balaarn y predicción del triunfo de Israel,
23:1- 24:25
C. Pecado por acudir a Baal-peor, 25:1-18
V. Preparativos para entrar en Canaán, 26:1- 36:13
A. Disposiciones para la conquista y el orden del reparto de la
tierra, 26:1- 27:23
B. Leyes relativas a los sacrific ios y a los votos, 28:1- 30:16
C. Venganza contra los madianitas, 31:1-54
D. Distribución de la Transjordania a Rubén, Gad y Manasés, 32:1-
42
E. Las etapas del éxodo desde Egipto a Moab, 33:1-56
F. Planes para la división de Canaán, 34:1-36:13
PRJNCIPIOS FUNDAMENTALES

La lección espiritual que surge con toda nitidez a lo largo del libro
es que el pueblo de Dios puede progresar solamente en la medida en
que confíe en sus promesas y se apoye en su potencia. La tragedia de
Cades-barnea fue inevitable consecuencia de la incredulidad;
solamente los verdaderos creyentes pueden aspirar al reposo que Dios
272 R ESEÑA CRITICA DE UNA l NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

ofrece. Sin fe no les resta otra cosa que morir en el desierto (cf. Hebreos
3:7-19). El propósito del censo antes del fracaso en Cades (Números
1-4) y del censo de la generación siguiente en las llanuras de Moab
(Números 26) era demostrar que si no entraron en Canaán, no fue por-
que no eran suficientes en número. Lo que est11b11 en juego no era el
tamaño de su ejército, sino la magnitud de su fe. Si bien no eran más
numerosos que sus padres, la joven generación pudo conquistar a Ca-
naán porque estuvieron dispuestos a confiar en Dios y obedecer sus
órdenes de marcha (de una manera en que sus padres no estuvieron
dispuestos a hacerlo en Cades-barnea).
VEROSL\11LITUD DE LAS CIFRAS DEL CENSO

Los críticos racionalistas siempre han rechazado las estadísticas


dadas por el libro de Números por considerarlas exageradamente eleva-
das, y las han desechado como una fábula de la escuela sacerdotal.
Esto, por supuesto, está basado sobre el débil argumento de que lo
inusitado equivale a lo imposible. Entre los eruditos modernos existe la
tendencia a explicar las estadísticas del texto hebreo dando una nueva
interpretación al vocablo "mi.l " ('elep), como un simple equivalente de
familia o clan. Cierto es que hay un 'elep que signHica familia o clan
Uueces 6:15; 1 Samuel 10:19, etcétera) pero se ve can toda claridad, en
los capltulos numéricos (Números 1-4; 26}, que por 'elep se da a enten-
der •·un mil", porque la unidad inmed iatamente inferior a este 'elep es
mé'ót, que traduce "cientos" (tal como en Nú meros 1:21, 23, 25,
etcétera). Lo más que una "familia " podría contribuir a las fuerzas
armadas de la nación hubiera sido un promedio de cuatro o cinco
hombres, y sería absurdo suponer que se mencionaran "cientos" como
la siguiente unidad numérica inferior luego de mencionar contingentes
que en promedio eran de cinco hombres cada uno.
Realmente, los que opinan que 'elep equivale a "contingente
familiar">sostienen que seguramente estos pasajes de Números fueron
tomados de viejos registros fragmentarios de un antiguo censo (posi-
blemente de la época de David o anterior), ma.l interpretados y recon-
siderados por tradicionalistas posteriores, o por los mismos editores
sacerdotales. Los tales serian responsables de las cifras menores (cente-
nas, decenas y dígitos) agregados a continuación de la numeración
original de "familias ". Pero aun esta improbable hipótesis carece de
verosimilitud a la luz de ciertos hechos circunstanciales. Suponiendo
que el total de 603.550 dado en Números 1 :46 representara 603 familias
con un promedio de cinco hombres cada una, ¿cómo imaginar que una
población masculina de 3015 hubiera atemorizado al faraón de Egipto
por su número abrumador? Sin embargo, el faraón, según Exodo 1:9
3. Tal como G. MendenhaH en /BL (1958). págs. 52•66.
LEvlTICO Y N UMEROS 273

habría expresado: "He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y


más fuerte que nosotros." Por lo general, los que abogan por este punto
de vista (incluso Mendenhall) entienden 'elep en el sentido de "grupo
familiar" o "clan", y le asignan cincuenta personas y no solamente
cinco. Aunque así fuera, el resultado total de los hombres de armas
alcanzarla el número de 30.150, contingente nada formidable compara-
do con la elevada población del Delta de Egipto.• Además, aun un
pasaje J como lo es Exodo 12:37, da el mismo total de Números 1:46 en
cifras redondas (es decir 600.000) y lo mismo cabe decir de Números
11:21, que es una sección J-E. Una corroboración adicional la da el total
del dinero del rescate-a un promedio de medio siclo por cabeza que se
registra en Exodo 38:25 y que fue de 100 talentos, 1775 siclos. Puesto
que 3000 siclos constituían un talento, el resultado final es ex-
actamente 603.550 contribuyentes. Por lo tanto, podemos decir, sin
temor a equivocarnos, que según el manejo objetivo de la evidencia
textual, no puede sostenerse ninguna otra tesis que no sea que 'e.l ep
significa "mil" en sentido literal.•
Se ha planteado la objeción de que Exodo 1:15 menciona solamente
dos parteras, Sifra y Fúa, para atender las necesidades de toda la co-
munidad hebrea de Gosén, en los días del nacimiento de Moisés. Aun
cuando la población no hubiera alcanzado la cifra de dos millones en
esa época, no hay duda alguna de que se hubieran requerido más de dos
parteras para una población de más de un millón y medio de habi-
tantes. Si bien es cierto que el planteo es válido, ¿cómo podría suponer
alguien que un elohista que hubiera vivido alrededor del año 70 a. de
J.C. imaginara que dos parteras hubieran sido suficientes para toda la
multitud que habitaba en Gosén? Es más que obvio que el papel de las
dos mujeres que menciona Exodo 1 :15 era el de superintendentes o
slllpervisoras sobre las demás parteras. Los documentos egipcios de
aquella época indican claramente que todo arte, tarea o profesión era
manejado por un supervisor (imy-r) que era el responsable ante el
gobierno. Es más que razonable suponer que el régimen burocrático de
la. Decimoctava Dinastia hubiera designado dos parteras con responsa-
bilidad sobre las demás.
4. En la Decimoctava Oinastfa, la región de l Delta del Bajo Egipto estaba dividida em 20
nomos o c ircunscripciones administrativas, al tiempo que todo el resto del reino, hasta la
primera catarata, sumaban tan solo 22. De ah( que es razonable inlerir que un tercio o la
mitad de los habitantes de todo Egipto vivían en la región del Delta. Sin embargo, esto no
significa que todo ese extenso territorio estaba tan bien organizado como lo estuvo pos-
terionnente (algunos distritos o circunscripciones cuentan ahora con 1500 habitantes por
kilómetro cuadrado). Parte de ese territor io era pantanoso y salvaje, y era utiliz.ado
mayormente como lugar de pastoreo en la época d a los Tolomeos. Sin embargo, la pobla-
ción del Bajo Egipto en tiempos de la Deci moctava Dinastfa ascendla, sin duda alguna, a
varios millones.
5. En la expresión 'ol•péy Yisnl 'el "los milllares de Israel", qua figura e n Números 1 :16:
10:4, 36, el término probablemente se refiere a las tribus. según el Lexicon de Gesenius-
Buhl , pág. 44b.
274 RESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

Pero si se concede que las cifras dadas por los censos de Números
no permiten conjeturar, según la evidencia, un número menor de
600.000 hombres en edad militar, ¿es posible imaginar que semejante
número de emigrantes (posiblemente un total de dos millones quinien-
tas mil personas incluidos mujeres y niños) hubieran podido sobrevivir
cuarenta años en el desierto? Aun aceptando que la península de Sinai
hubiera sido menos árida entonces de lo que es ahora (pues en aquella
época permitía la supervivencia de grandes y poderosas tribus como los
amalecitas, mencionados en Exodo 17:8), hubiera sido desde todo pun-
to de vista imposible que semejante hueste con sus hatos y rebaños de
animales pudieran haber vivido en ese desierto inculto.
En respuesta a esta objeción racionalista, digamos que todo el relato
de la emigración israelita concede con toda franqueza que era una
imposibilidad física, desde el punto de vista humano y natural. De mil
maneras hace hincapié- al igual que la posterior literatura hebrea, al
recontar la historia de Moisés (Salmo 78:24; Nehemfos 9:20, elcélero)-
en que el sostenimiento de esta inmensa multitud fue una obra milagro-
sa y sobrenatural de Dios. E.l alimento lo obtuvieron del maná (Exodo
16:35) y el agua de la grieta de una roca (Exodo 17:6), y en tal abundan-
cia que podía abastecer a toda esa hueste. Esto lo registra la Biblia como
un milagro en términos tan directos y claros como cualquier otro mila-
gro de la Escritura. Rechazar esto sobre bases racionalistas significa
imponer a la Biblia prejuicios filosóficos que nunca podrá aceptar a la
Escritura como Palabra de Dios.
Algunos han argumentado que demandarla un día entero el simple
hecho de formar a una multitud de dos millones y medio de personas
en filas , y no hubieran podido avanzar ni siquiera un par de kilómetros
antes que los alcanzara la noche. De ahí que no hubieran podido efec-
tuar los viajes que les atribuyen Números 33 y otros pasajes. Pero el
tiempo que se requiere para formar filas e iniciar la marcha depende
íntegramente del ancho de las columnas. No es preciso suponer que
tenían que reducirse al ancho de una carretera, por ejemplo, puesto que
avanzaban en territorio prácticamente deshabitado. Las cuatro di-
visiones principales de alrededor de 500.000 personas cada una (cf.
Números 10:14-20) pudieran haber formado filas simultáneamente y
estar listos para partir en un lapso no mayor de cuatro horas (desde las
6 a las 10 de la mañana, por ejemplo) y en otras cuatro horas haber
avanzado 16 ki lómetros antes de acampar (que, a su vez, les pudo
demandar también cuatro horas, entre las 2 y las 6 de la tarde).
También se ha objetado la credibilidad del relato de Números 3:43,
sobre el número de primogénitos en el sentido de ser demasiado bajo
para una población masculina de más de 600.000. Tuvo que haber
habido más de 22.273 primogénitos en semejante número de personas,
a menos que en cada familia se hubieran llegado a contar cuarenta o
LEVITICO Y N UMEROS 275

más varones como tales. Pero este argumento, como lo señala Oelitzsch
(Pentateuch, 3:9-13) está fundamentado sobre la falsa presunción de
que la ley (Números 3:46-47) que :requería la santificación de los pri-
mogénitos varones tenía efecto retroactivo. Nada en el contexto sugiere
que estén involucrados más de los que nacieron entre el momento del
éxodo propiamente dicho y este ep isodio (13 meses después) cuando
tuvo lugar el censo. Sobre la base de 603.550 varones, el número pro-
bable de varones entre 20 y 30 años de edad seria de alrededor de
190.000 más o menos. Esto significaría un promedio de nuevos matri-
monios por año de alrededor de 19.000. De este número de enlaces,
muchos de los cuales permitirían dos períodos de gestación en 18
meses, una cifra en exceso de 22.000 nacimientos de varones, difícil-
mente pueda considerarse excesiva.
Otros han objetado que el abastecimiento de codornices al pueblo
de Israel, según Números 11 :31, es. totalmente increíble. Una cantidad
de codornices apiladas en semenjante extensión hasta una altura de un
metro, significaría alrededor de tres toneladas de codornices para cada
israelita por comida. Pero todo esto es el resultado de una errónea
interpretación de lo que die texto hebreo. No dice que los cuerpos de
las codornices formaban una pila de cuerpos de dos cúbicos de profun-
didad; sólo indica un metro de altura; dice simplemente que las codorni-
ces fueron arrojadas hacia abajo por un poderoso vie nto hasta una
altura de un metro sobre la superficie de la tierra, donde fácilmente las
podían alcanzar los hambrientos israelitas. (La preposición 'o/ antes de
la frase "la faz de la tierra" puede traducirse tanto "por encima de" como
"sobre" en un contexto que entrafla un movimiento horizontal.)
Hay varios otros planteas de este tipo (p. ej., ISBE. 4:2168-9) pero
ninguno de ellos resiste con más exito el análisis que los que.acabamos
de señalar.• Muchos otros ataques críticos al libro dependen ínte-
gramente de la aceptación de las presuposiciones de Wellhausen para
su fuerza lógica. Solamente recurriendo a técnicas de disección, en que
predomina la petición de principio, por ejemplo, es posible descubrir
algunas inconsecuencias en el relato de la rebelión de Coré, Datán y
Abiram en Números 16. (A Coré lo asignan a P, y a Datán y Abiram
a J-E.J
Finalmente digamos unas palabras sobre una "prueba textual"
muchas veces citada y utilizada por los críticos documentales para
rechazar la paternidad literaria de Moisés. Argumentan que Moisés
nunca pudo haber escrito Núme·ros 12:3 con respecto a sí mismo
("Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la
tierra"). Si Moisés realmente fue tan humilde, ¿cómo pudo escribir un

6. Ver la refutación de T. Whilelaw en el articulo IBSE mencionado, y las secciones


pertinentes del Commentory (Comentario) de Delitzsch.
276 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRO0UCCJÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

juicio tan laudatorio sobre su persona? Una buena respuesta a este


interrogante la hallamos en el New Bible Commentary (Nuevo comen-
tar io bíblico): " Escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo,
Moisés no dudó un instante en relatar sus propios pecados y debili-
dades en un idioma claro y preciso. Seria contrario a la notoria objetivi-
dad de la Biblia que no dejara registrado su aspecto más fuerte, es decir
su humildad ... [El contenido de este versiculo] es necesario para una
correcta comprensión de este capitulo."' Delitzsch comenta: "Se trata
simplemente de una afirmación que se hacia indispensable para una
plena y correcta interpretación de todas las circunstancias, y que la
hizo objetivamente, con referencia al carácter que Moisés no habla
logrado por si mismo, sino que lo adquirió por la gracia de Dios, y al
que nunca faltó desde el momento de su llamado hasta el dia de su
muerte." Luego cita el comentario de Calme!: " En la forma en que aquí
se alaba sin orgullo, asi se culpará a sí mismo con humildad" (Pen-
laleuch, 3:77).

7. New Biblo Commcntary (Nuevo Comentario Blblico). editado por F. Oavidson, A. M.


Stibbs. y E. F. Kevan. pág. 177b.
CAPITULO 18
DEUTERONOMIO
El nombre hebreo del Deuteronomi,o es 'elJeh hadd•béírim (estas son las
palabras) o, más suscintamente D'béírim (palabras), tomado de las
palabras iniciales de 1:1. La LXX lo denominó con el término más
descriptivo de Deuteronomion (segunda legislación), en razón de que
en su mayor parte repite el enunciado de las leyes contenidas en Exodo,
Levftico, y Números. En los últimos meses de su · carrera terrenal,
Moisés se dirigió a la reunida congregación de Israel y les hizo ver los
particulares privilegios y obligaciones que les correspondfan como
pueblo del pacto de Jehová. Mirando hacia adelante y anticipándose a
la conquista de Canaán, dejó sentada la constitución divinamente orde-
nada de la nueva teocracia que habría de regir en la Tierra·Prometida.
Puso la responsabilidad de la preservación de esta teocracia sobre la
conciencia de cada ciudadano y adorador individual.

BOSQUEJO GENERAL DEL DEUTERONOMIO

l. Primer discurso: prólogo histórico, 1:1-4:49


A. Bondosa guia de Dios desde Horeb a Moab, 1:1-3:29
B. Se exhorta a la nueva generación a estimar y apreciar la ley,
4:1-40
C. Se establecen en la Transjordania las ciudades de refugio,
4:41 -43
D. Marco histórico de este discurso, 4:44-49
II. Segundo discurso: leyes que habrán de regir la vida de Israel,
4:44-26:19
A. Un mandamiento básico, 4:44-11 :32
1. Ha de enseñarse a la posteridad tanto el Decálogo como el
amor de Dios, 5:1- 6:25
2. Constante obediencia y agradecido recuerdo por las obras de
Dios, 7:1-11:32
B. Disposiciones sobre el culto y a una vida santa, 12:1-16:22
1. El culto genuino y las necesarias salvaguardias contra la ido-
latría, 12:1- 13:18

277
278 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TEST,\MENTO

2. Reglamentaciones sobre las comidas, las celebraciones sabá-


ticas y las festividades, 14:1- 16:22
C. Administración de la justicia: el tratamiento de delitos especffi-
cos, 17:1-26:19
1. Pena de muerte por idolatría; procedimientos de apelación;
las responsabilidades de un rey, 17:1-20
2. Penalidades por el delito de brujería y falsa profecía; el ver-
dadero profeta, 18:1-22
3. Ciudades de refugio para homicidios accidentales; penali-
dades por fraudes y perjurio, 19:1-21
4. Reglamentaciones tocante a las batallas y asedios, 20:1-20
5. Cuidado de los enfermos; esposas cautivas; herencia y disci-
plina familiar; obligación de retirar el cuerpo de los ajusti-
ciados, 21:1-23
6. Respecto a la propiedad perdida; prohibición de disfrazarse
con ropa del sexo opuesto; prohibición de mezclar semillas o
utilizar en un trabajo diversos animales, 22:1-12
7. Leyes concernientes al matrimonio, a la castidad, al cuidado
del cuerpo, a la limpieza, 22:13-24:5
8. Leyes sobre la justicia económica y social, 24:6-22:19
9. Leyes sobre mayordomía, ofrendas y diezmos, 26:1-19
UI. Tercer discurso: advertencias y predicciones, 27:1-31:30
A. La ley debe inscribirse y sus sanciones deben recitarse en el
monte Ebal, 27:1-26
B. Condiciones que rigen para la bendición o para el castigo de la
nación (predicción de futuros juicios que habrán de caer sobre
Israel), 28:1-68
C. Repaso de las beneficios de Dios; exhortaciones a la fidelidad,
29:1-30:20
D. La ley escrita es encomendada a los Hderes de Israel, 31:1-30
IV. Cántico de Moisés: responsabilidad de Israel para con el pacto,
32:1-43
V. Recomendaciones finales y despedida, 32:44- 33:29
A. Ultima exhortación de Moisés, 32:44-47
B. Advertencia a Moisés sobre la proximidad de su muerte,
32:48-52
C. Ultima bendición de Moisés a Israel, tribu por tribu, 33:1-29
VI. Muerte de Moisés y su obituario, 34:1-12

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL DEUTERONOMIO

Como ya lo señalamos, el Deuteronomio es una repetición y un


resumen de la ley, en forma compendiada, para servir de guía a la
DElffERONOMIO 279

nación, como un todo. Pero gran parte de este resumen está expresado
en términos homiléticos o en sermones. En otras palabras, Moisés no
solamente explica el contenido de las leyes de Dios, sino que procu ra
por todos los medios imprimirlos en las conciencias de su pueblo, y
urgirlos a que tomen con absoluta seriedad el llamado de Dios a una
vida santa. Ciertos hincapiés característicos o pensamientos directrices
dominan los diversos discursos. En tre ellos se cuentan los siguientes.
1. Se pone de relieve la espiritualidad de Dios (4:12, 15, 16) como
as.f también su unicidad y unidad (4:35, 39; 6:4; 7:9; 10:17).
2. La relación de Dios hacia su pueblo, bajo el pacto, es de amor
más que de legalismo (4:37; 7:13; 33:3).
3. El requerimiento básico para el creyente es el amor a Dios, y este
amor ha de ser el principio dinámico de su vida (6:5; 7:8; 10:12, 15;
11:1, 13, 22; 13:3; 19:9; 30:6, 16, 20).
4. La idolatría constituye el mayor peligro para Israel, y debe ser
resistida y suprimida con inflexible severidad (6:14, 15; 7:4; 8:19, 20;
11:16, 17, 20; 13:2-12; 30:17, 18).
5. Debido a su estrecha relación con el Santo, los israelitas deben
vivir como un pueblo santo (7:6; 26:19; 28:9). Esta santidad supone la
abstinencia de alimentos inmundos, lo cual se logra reduciendo los
cultos de sacrificio a un escogido santuario central; se expresa con
amor al prójimo y caridad a los pobres y desheredados (viudas, huérfa-
nos, levitas y extranjeros).
6. La fidelidad hacia el pacto ha de ser recompensada con benefi-
cios materiales; la infracción y el cllesprecio hacia las normas del pacto
se·ran castigados con un desastre material, pérdidas y finalmente· el
exilio (capítulos 28-30).
7. La admonición característica es: "¡Acuérdate, no olvides que!"
Más que dedicarse a alguna búsqueda de "nuevas verdades" para reem-
plazar a las antiguas, Israel debe retener y obedecer la verdad revelada
que una vez por todas recibió de la absoluta e inalterable Fuente de
verdad.
LA PATERNIDAD l.lTERARIA MOSAICA DEL DEUTERONOMIO

Ya en el capítulo 7 (págs. 110-114) dedicamos bastante espacio a la


posición sostenida por la alta crítica respecto del Deuteronomio. Alli
se·ñalamos que la fecha del año 621 a. de J.C., asignada por los
documentalistas para la composición del libro, es considerada errónea
por muchos críticos racionalistas desde los dias de Wellhausen. Estos
eruditos del siglo XX han arribado a la conclusión de que la teoría de
De Wette, que asigna la composición de Deuteronomio a la época del
rey Josias, no concuerda con la evidencia interna del propio texto. La
legislación que contiene nunca pudo haber surgido bajo las con-
didones prevalecientes a finales del siglo VII a. de J.C. La situación
280 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Hommurobi recibe sus leyes de manos de Samas, el dios-sol. Esta


esceno figuro en el extremo superior de lo estela de su código. El
descubrimiento de antiguas leyes (ésta se remonto a alrededor del
año 1700 a. de J.C.) han obligado a los críticos a reconsiderar su
opinión según Jo cual la codificación de los leyes se hizo muy
tardíamente en el antiguo Cercano Oriente, como paro que Moisés
fuero responsable y el autor de lo legislación del Pentateuco.
(Cortesía del Lauvre.)
ÜEUTERONOMJO 281

social, económica e histórica reHejada en este libro es notoriamente


distinta a la que existía en tiempos de Josfas. Al par que ninguno de
estos eruditos podría, en razón de su posición filosófica, aceptrur la
posibilidad de la paternidad litera ria de Moisés, sus criticas a la posi-
ción doctrinaria de Wellhausen deja en el aire la fecha de la composi-
ción del Deuteronomio. Algunos sostienen un período posterior al exi-
lio, y otros, una fecha más temprana aún. (Welch sugirió el tiempo del
re inado de Salomón y Robertson el tiempo del reinado de David.) Por lo
menos todos coinciden en la imposibilidad de que la fecha de com-
posición de este último libro del Pentateuco fuera el año 621 a. de J.C.•
En el curso de estas dos últimas décadas se ha estudiado a fondo la
estructura de los tratados de soberanía firmados entre reyes vasallos y
el emperador en los días del poderío heteo, de la segunda mitad del
segundo milenio. Meredith Kline señaló que los típicos tratados de
soberanía del período heteo consistían de las siguientes partes: (1)
p reámbulo (Deuteronomio 1 :1-5); (2) prólogo histórico (Deuteronomio
1 :6-4 :49); (3) la estipulación d e las principales cláusulas y p ro-
visiones del tratado (Deuteronomio 5-26); (4) maldiciones y bendi-
ciones, o ratificaciones del pacto (Deuteronomio 27-30); (5) arreglos
para la sucesión o continuación de la alianza (con invocación de testi-
gos y disposiciones del texto, y la 1,ec:tura periódica del tratado en forma
pública -cf. Deuteronomio 31-33-).' En comparación con los tratados
del segundo milenio, los del primer milenio tienden a variar en el
orden de las secciones que acabamos de anotar, y por lo general omiten
la sección 2 (el prólogo histórico),. o las bendiciones que traería apare-
jadas la fidelidad al pacto en la sección 4. G. E. Mendenhall anota que
está fuera de toda duda que el Deuieronomio se ajusta a la estructura de
los tratados del segundo milenio; de ahí que "este tipo de alianza es
aun más importante, como punto de partida, puesto que no se puede
probar que haya sobrevivido a la caída de los grandes imperios del
segundo milenio antes de Cristo. iLa forma más antigua de esa alianza
no fue ampliamente conocida después de los días de la monarqula
unida".'
Sobre bases conservadoras, es posible sostener con toda firmeza la
paternidad literaria mosaica del Deuteronomio. Mediante la prueba de
las condiciones históricas conocidas y un cuidadoso análisis literario,
no resulta difícil demostrar que solamente el periodo pre-davídico

t. R. K. Harrison señala que la orden para edificar un altar en el monle Ebal. en el norte
de Israel. (Deuteronomio 27:1-8) excluye la fecha en el reínado de Josfas. o en realidad. en
cualquier periodo de Judá después del año 931 a. de J.C. (IOT. pág. 221 ).
2. Kline, Treaty of the Great King (Tratad o del Gran Rey) (Grand Rapíds: Eerdmans.
1963). pág. 28.
3. Mendenhall, "Covonant Forms in lsraeHte Tradilion" (Formas coniractuales en la
tradición israelita). en Biblicol Archaeologist (El arqueólogo bíblico). 17:3. (mayo de
1954):50-76.
282 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

puedle reconciliarse satisfactoriamente con los datos aportados por el


texto hebreo. Por medio de un adecuado manejo de las evidencias, es
fácil demostrar que: (a) el Deuteronomio tuvo que haber sido escrito
antes del surgimiento de los profetas escritores del siglo VIII a. de J.C.:
(b) que además, es anterior a la división de la monarquía hebrea en Judá
e Israel, que ocurrió en el año 931 a. de J.C.; (e) que conc uerda con un
período aproximado a la conquista de Canaán bajo el mando de Josué.
De algunos años a esta parte, C. T. Manley ha reexaminado cuidado-
samente todas estas evidencias y ha logrado demostrar, con abruma-
dora lógica, que la fecha del texto en sí excluye claramente un origen
postmosaico.• En sigu ientes párrafos de este capítulo se hallarán,
breve mente resumidos, algunos de los más significativos argumentos
que esgrime al respecto.
Pero antes de examinar todas estas evidencias positivas, sería bueno
refutar algunas de las "pruebas'' más conocidas sobre la paternidad
literaria postmosaica, basadas en " indicios" o formas de expresión que
figuran en el texto. La primera que hallamos es la frase "como hasta
hoy" (kayyówm hazzeh), que aparece por ejemplo en Deutero nomio
2:30. Se ha interpretado esta frase como que hubiera transcurrido un
prolongado lapso desde los días de Moisés, sin duda muchos siglos.
¿Pero sobre qué base ha de asum irse este lapso? Virtualmente en todos
los casos en que se repite esta frase, encaja a la perfección con la
situación tal como hubiera existido al final de la vida de Moisés, cuan-
do dirigía su palabra a las reunidas huestes de Israel en las llanuras de
Moab. Mirando hacia atrás, a todos los hechos acaecidos a lo lar:go de
cuare nta años (el tiempo en que deambularon por el desierto), nada
más apropiado que Moisés añadiera que las consecuencias del episodio
o la transacción mecionada aún persistían hasta ese alio, el último de su
vida. No se presenta ninguna real dificultad en ninguna de las seis
veces que la frase se repite: (1) 2::10 ("como hasta hoy"), la permanencia
de la conquista de Sehón; (2) 4:20 ("como en este día'"). la perman encia
de Israel como nación del pacto; (3) 4:38 ("como hoy"), se refiere a la
inmi nente conquista de Canaán como h erencia de ellos; (4) 8:18
("como en es te día"'), anticipa algo, en la esperanza de contar c on el
favor de Dios en lo futuro cerno lo es act ual mente en tiempos de
Moisés; (5) 10:15 ("corno en este día"), se refiere a que la elección qu e
Dios hizo de Israel como su pueblo escogido, será inmutable e in-
variable; (6) 29:28 ("como hoy"). tiene una connotación proféti ca al
predecir el futuro juicio contra la desobediente nac ión.
Un segundo "ind icio" es la expresión ·'al otro lado del Jord án",
cuando se refiere a la región situada al este del valle del Jordán (como
por ejemplo en 1:1, que en la Biblia de Jerusalén dice: "al otro lado del

4. Menely. Deuleronomy- the Book of the Low (Deuteronomio: el libro de la ley).


DEUTERONOMIO 283

Jordán", en tanto que en la Reino-VoJero dice: "a este lado del Jordán";
en los demás casos en que se repite es siempre "al otro lado de" o " más
allá de"). Insisten los comentaristas en que, si esta obra hubiera sido
realmente compuesta en Moab, la expresión "al otro lado del Jordán"
('éber hoyyordén) no podría significar otra cosa que Canaán pro-
piamente dicho. El hecho de que sin duda alguna se refiere a la región
oriental de Galaad, Rubén y Gad p,robaria que el autor tiene que haber
vivido en Judá o en Israel. Pero de ninguna manera es la única inferen-
cia posible. En realidad de verdad, 'eber hoyyorden ocasionalmente se
refiere también a la región situada al oeste del Jordán, por lo menos en
tres pasajes (3:20, 25; 11:30).• Esto indicarla que el autor vivía en el este,
q1Ue serla el caso de Moisés, en las llanuras de Moab. ¿Cómo reconciliar
estas variantes de la frase? Simplemente tomando a 'éber hoyyordén
como nombre propio, como Tronsjordonio, nombre adicionado a la
tierra en los días patriarcales o antes aún por la población palestina, y
adoptado hasta por los habitantes de la región transjordana pro-
piamente dicha. Observemos que durante el mandato británico sobre
este territorio (luego de la Primera Guerra Mundial), la región era co-
nocida como "Transjordania" aun por los que vivían allí, si bien
"Transjordania" significa "del otro lado del Jordán." En los días del
Nuevo Testamento, por lo menos la parte más baja de esta región, era
conocida como "Perea" (El territorio del otro lado) aun por sus propios
habitantes. Es razonable suponer que el término 'éber hoyyorden llegó
a ser la designación normal para el territorio situado al este de Jericó,
prescindiendo del sitio en que se hallara el orador. Sin embargo, en los
tres casos dond e la frase se refiere al territorio de Canaán, al oeste del
Jordán, hemos de entenderla en sentido literal y obvio y no como un
nombre geográfico.
Por lo que entendemos no hay ninguna expresión en el texto del
Deuteronomio que no sea perfectamente reconciliable y compatible con
la paternidad literaria de Moisés. Solamente el capítulo 34 es incues-
tionablemente postrnosaico, puesto que contiene un breve informe
sobre la muerte de Moisés. Pero esto no hace peligrar en lo más mfnEmo
la autenticidad mosaica de los otros treinta y tres capítulos, pues el
último no menciona otra cosa que la típica nota necrológica que fre-
cuentemente se agrega a final de las obras de grandes hombres de letras.
A menudo la obra final de un autor (siempre que haya estado escri-
biendo hasta el momento de su muerte) se publica post mortem. Y
puesto que se dice de Josué que fue un fiel y celoso custodio de la Tora,

5. Harrison encuentra solamente seis casos en el Deuteronomio donde la expresión "al


otro lado del Jordán" (Biblia de Jerusalén) se refiere a la ribera oriental: Deuteronomio
1:1, 5; 4:41 {dos veces), 47 y 49. Seí\ala que /osué 9:1 ulili2a esas palabras para expresar el
lado occidental. si bien en esle caso se admíle que el narrador se encuentra en el lado
occidental (1OT, pág. 637).
284 REsEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

gran logro literario de Moisés, imposible imaginar que lo hubiera publi-


cado sin agregarle un apéndíce referido al fallecimiento de su gran
predecesor.
EVIDENCIAS EN FAVOR DE QUE EL DEUTERONOMIO FUE ANTERIOR ,\ LOS
PROf'ETAS DEL SIGLO VIII
El título más característico que se le da a Dios en el Deuteronomio
es "Yahweh vuestro Dios." Si el libro fue escrito en el siglo VII a. de
J.C., o más adelante, se esperarla que reflejara la terminología teológica
de los grandes profetas como Amós, Oseas, lsaías y Miqueas, que for-
mularon la teología hebrea clásica del siglo anterior. Por lo menos, una
obra del tiempo de Josías hubiera reflejado los titulas divinos más en
boga durante el ministerio de Jeremías, el contemporáneo de Josias.
Pero las estadísticas reales muestran todo lo contrario: (1) Oseas emplea
la expresión "Jehová su Dios" solamente cuatro veces, contra 15 que
utiliza solamente Elohirn (Dios) y 35 veces que usa solamente Yahweh.
(2) )salas (1-35) emplea solamente tres veces la expresión "Jehová tu
Dios," que contrasta con el repelido uso de "Yahweh de los ejércitos" y
"el Santo de Israel." (3) Jeremías característicamente utiliza la expre-
sión " Jehová de los ejércitos" y rara vez la íórmula del Deuteronomio.
Lo mismo podemos decir de los profetas posteriores al exilio: Hageo,
Zacarias y Malaquias. Por lo tanto, si el Deuteronomio fue compuesto
en la época de Josías, inmediatamente antes del exil.io, o en los días de
Esdras, después del exilio (como Jo soslíenen Hoelscher y Kennett)
resulta dificilísimo explicar el uso de un titu.lo divino que no estaba en
boga en ninguno de los dos períodos. Y esto que decimos es especial-
mente cierto del título "Jehová el Dios de vuestros padres" que aparece
con frecu encia en el Deuteronomio, pero que no íigura en los proíetas
anteriores al exilio ni posteriores a él; en cambio, sí figura en Exodo 3:6
("Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de
Jacob") y una adaptación del mismo en Exodo 15:2 y 18:4.
La escuela de Wellhausen sostuvo que el Deuteronomio demuestra
u.n conocimiento de la historia y de la legislación canten.ida en J y E
pero no en P.• Manley procede a demostrar, por medio de tablas compa-
rativas, que esta supuesta ignorancia de P no refl eja la realidad. Se
plantea la siguiente pregunta: si el código del Deuteronomio fuera una
expansión del que figura en JE, ¿por qué habrían de omitirse más de sus
tres cuartas partes? ¿Han cesado las raterías y los hurtos? Las leyes que
protegen a los esclavos (Exodo 21:22 y siguiente, 26 y siguiente), ¿no
habrían impresionado a un autor que en todo lo demás se preocupa
notoriamente por los débiles? Además, ¿por qué habrían de permanecer
ignoradas estas antiguas leyes de la Tabla B !se refiere a un juego de
leyes re lacionadas con la idolatría, el falso testimonio, los derechos
6. Cf. Driver en ICC sobre Deuteronom io 14.
DEUTERONOMIO 285

de los primogénitos. etcétera. en cierta medida semejantes a provi-


siones establecidas en el Código de Hammurabi, pero de ningún modo
detectables en J-E] que son tan similares a las otras? .. . arribamos a la
obligada conclusión de que la legislación del Deuteronomio no es una
expansión del código del pacto. Ni puede ser atribuida. como lo han
sostenido algunos eruditos. a la an tigua ley civil cananea. Hay marca-
das diferencias entre las leyes del Deuteronomio y las halladas en las
ta'blillas de Ras Samrah ... esto sugiere que !el código del Deutero.no-
mio] fue compuesto antes del asent amiento en Canaán, y hay signos de
fuerte reacción contra la influencia cananea."' Asimismo, en el caso de
la lepra, Deuteronomio 24:8 le dice al pueblo: "ten c uidado
de ... hacer según todo lo que os mandaren los sacerdotes levitas;
según yo les he mandado ... "Se advierte, con toda claridad, que estas
palabras presuponen que ya estaba en vigencia la ley sacerdotal y, sin
embargo, ésta se halla solamente en P (Levítico 13-14). ¿Cómo puede
afirmarse que el autor del Deuteronomio no sabía nada de P?
Claro está que puede argüirse que P simplemente tomó prestado de
D, pero debemos recordar que muchos de estos argumentos para datar a
D antes de P se basan en el presupuesto de que D no contenía nada
privativamente sacerdotal. Por lo tanto, si resulta que D contiene sus-
tancial cantidad de material que sería peculiar a P, se derrumban las
bases que sostenían la tesis de asignar a Duna fecha anterior a P. (Esto,
por supuesto, ha sido reconocido por quienes insisten en que D tam-
bién es posterior al exilio; pero deja en pie la dificultad de explicar qué
libro de la ley fue el que encontró Hilcías en el templo en el ano 621 a.
de J. C.: si ni siquiera D existía en ese tiempo.)
Aparte de las objeciones a una fecha del tiem po de Josías, plan-
teadas por los críticos y ya mencionadas en el capítulo 7 (pag.106 ),
debemos señalar la incongruencia entre Deuteronomio 16:21-22 y las
condiciones existentes durante el reinado de Josías. Tenemos aquí una
ley que contempla la erección de más de un altar a Yahweh (una posibi-
lidad natural antes de la erección del templo], y que por lo tanto, al
ig;ual que Deuteronomio 27:1-8, crea una real dificultad para los que
sostienen que D fue compuesto para la promoción del programa de
Joslas (es decir que todo culto válido debía realizarse en JerusaJén., el
único centro habilitado para tal efecto. Observemos también que los
objetos especiales de la reforma de Josías. los K•mórim (los sacerdotes
de los ídolos), los bámót (lugares altos con sus templos y santuarios), y
los caballos de bronce dedicados al dios-sol no son mencionados ni 11lna
sola vez en Deuteronomio. La situación general que contempla el libro
de Moisés no encaja con las condiciones, históricamente conocidas, del
siglo VII a. de J.C.

7. Manley, pág. 80.


286 RESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANT IGUO T ESTAMENTO

EVIDENCIAS EN f /\ VOR DE LI\ PRECEDENCIA DEL DEUTERONOMIO /\ LI\ DIVISIÓN


DE LI\ MONI\RQUIA.

El texto del Deuteronomio contiene numerosas referencias a la


siniestra naturaleza de la influencia cananea sobre la pureza de la reli-
gión israelí. Todos los santuarios cananeos deben ser totalmente de-
molidos y no deben quedar ni rastros de altares, estelas ni columnas.
Han de evitarse estrictamente todas las prácticas de culto que per-
tenezcan a su fe pagana, tales como hervir el cabrito en la leche de su
madre, o afeitarse la barba, o flagelarse en honor de una deidad pagana.
Las numerosas provisiones que figuran en contra de las costumbres o
santuarios cananeos sugieren un peligro que aún amenaza a la genera-
ción del autor. Ciertamente parece corno si estuvieva enfrentándose
con una futura amenaza, y no a un elemento de corrupción que ya ha
perdurado durante siglos.
Adquiere una significación fundamenta l la forma en que el libro se
refiere a las tribus israelitas. Si el Deuteronomio hubiera sido compues-
to en fecha posterior al cisma del año 931 a. de J.C., no se concibe que
en el texto no aparezca ninguna alusión a ese hecho y, más aún, cuando
se menciona a estas tribus, se las presenta como entidades separadas,
pero todas incluidas en la sola y única nación de Israel (cf. 1:13, 15;
5:23; 12:5, 14; 29:10; 31:28). El autor de estos pasajes pareciera ignorar
totalmente el resquebrajamiento entre Judá y Efrain.

EVIDENCIAS EN f A VOR DE LI\ CoMPOSICIÓN DEL D EUTERONOMIO EN FECHA ANTERIOR


A LA CONQUISTA

Particularmente en los primeros capítulos del Deuteronomio figu-


ran numerosas exhortaciones a los destinatarios del libro a recordar
episodios y condiciones que podián recordar dichos destinatarios.
Especialmente vívido es el recuerdo de la esclavitud en Egipto. Seis
veces se repite la frase "casa de servidumbre;" cinco veces leemos:
"Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto": cinco veces figura la
fórmula "con mano fuerte y brazo extendido." Digamos, de paso, que
esta última frase también figura en Exodo 6:1 (un pasaje J-E) y en Exodo
6:6 (un pasaje P), y es una expresión análoga a la que utilizaban los
antiguos egipcios para describir escenas de batallas.•
Toda teoría que quiera explicar el origen del Deuteronomio debe
tomar en cuenta el hecho de que el territorio de Canaán, situado al oeste
del Jordán, es siempre visto desde afuera en lo que se refiere al punto de
vista del autor. Sea que se lo mire desde la frontera sur o desde el este
de las alturas moabitas, el punto de vista es siempre el de un recién

6. Cf. A. S. Yahuda, Longuoge of the Pentoteuch. [Lenguaje del Pentateuco). pág. 66.
0.EUTERONOMlO 287

llegado que contempla la invasión, nunca el de un habitante que ya


vive dentro de sus fronteras. Se nombran ciudades fronterizas tales
como Escol (1:24 y Gaza (2:23), y no localidades centrales como
Hebrón; y cuando se indican los límites de la tierra de promisión, se los
describe con términos tales como "el monte del amorreo" y "Líbano"
(1:7) y no con la terminología posterior: "desde Dan hasta Beerseba"
que se hubiera utilizado después de la migración danita.
Con respecto a la legislación, ya hemos dicho que se observa cierto
sustrato de ley fundamental que las provisiones mosaicas contenían en
común con el Código de Hammurabi, pero debemos señalar que los
contrastes entre ambas son más significativos que las similitudes. Por
ejemplo, el código babilónico establece una marcada distinción entre el
hombre libre (awelun) y el semilibre (mushkenum), como así también
con el esclavo (wardum). En el Deuteronomio no hay virtuali:nente
diferencias de clases, y las condiciones sociales corresponden a las de
una comunidad más rural y agrícola, cosa que no ocurría en la Babilo-
nia de esos días (ni en el Israel de los tiempos de David). Y algo más
significativo aún era el hecho de que la legislación mosaica tenía un
hondo sentido religioso. Afirmaba que las normas judiciales eran las
establecidas por Yahweh su Dios, y los israelitas tenían que observarlas
con toda su alma y corazón. De los 346 versículos que forman los
capítulos 12-26 del Deuteronomio, más de la mitad tienen un carácter
moral y religioso, en tanto que 93 incluyen órdenes específicas sobre el
próximo asentamiento en el territorio. Es digno de observar que las
exhortaciones, las advertencias y las promesas de bendición, tan carac-
terísticas del Deuteronomio, brillan por su ausencia en el código babi-
lónico. También señalemos que en el texto de Hammurabi hallamos un
estilo estrictamente impersonal, como sería lo usual en un sistema legal
sofisticado que perteneciera a una sociedad más urbanizada. Pero en el
Deuteronomio parece que estuviéramos escuchando a un viejo líder
que habla a su pueblo a quien ha guiado a través de muchos años, y le
recuerda las experiencias que compartieron juntos.

Conocemos lo suficiente sobre la Babilonia del período de Ham-


murabi como para reconocer que estas eran en realidad las condicio-
nes cuando fueron promulgadas esas leyes, luego de siglos de régimen
monárquico. En los últimos años de la monarquía hebrea, las condicio-
nes en Palestina debieron haber sido similares a las de Babilonia, pues
para ese entonces la industria y el comercio estaban bien desarrollados
y las diferencias de clases bien marcadas. Los oficios y las artesanías
estaban regulados sobre bases comerciales y había multas monetarias
específicas para indemnizar a los propietarios que sufrían alguna pérdi-
da o daño. Pero en el Deuteronomio no hallamos ley alguna que esta-
blezca compensaciones por las pérdidas provocadas por constructores
negligentes o descuidados, o por males físicos provocados por médicos
288 RESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANT IGUO TESTAMENTO

incompetentes. Esta legislación, la del Deuteronomio, se ajusta más a


un pueblo sencillo, agrícola, ganadero, profundamente interesado en su
ganado; su principal preocupación es la comida y la ropa.
Finalmente, · volvamos una vez más a la incompatibilidad entre la
época de Josías y el tipo de legislación que hallamos en el Deuterono-
mio respecto a la preservación de la fe de Israel. Deuteronomio 13:1-18
y 17:2-5 decreta la pena de muerte por la apostasía o por incitar a otros
a olvidarse del pacto de la nación con Yohweh. Resulta difícil concebir
que tales leyes pudieran haber sido redactadas o revividas durante la
época de Manasés (abuelo de Josías). No se hace ninguna mendón de
las mismas en conexión con la reforma de Josías. El mismo Driver se ve
forzado a concluir que "el momento en que pudieron haber sido im-
puestas, pertenecía al pasado; en consecuencia no tenían más que un
valor ideal'' (Deuteronomio en JCC. pág. XXXII). Pero, como lo sefialó
H. M. Wiener, los idealistas pueden, tal vez, proponer una elevada
norma sobre bases generales, pero rara vez llegan al punto de proponer
un procedimiento idóneo para aplicar la ley a las violaciones o trans-
gresiones del ideal. Sin embargo, en ambos pasajes citados, se prescribe
un bien definido procedimiento, y el del capítulo 13 particularmente
presupone condiciones primitivas. Aquí el legislador se apoya en la
cooperación de la nación como un todo para garantizar la sanción de
esta ley, aun cuando lleve a la guerra civil.
Deuteronomio 12:2-4 ordena la destrucción de todos los santuarios
cana.neos "sobre los montes altos y debajo de todo árbol frondoso" con
todas sus "estatuas" e "imágenes de Asera." Aparentemente el autor
consideraba que la destrucción era práctica posible en su tiempo. Insis-
tió en que el territorio debía verse limpio de estos símbolos idolátricos
antes de poder ofrendar un culto aceptable a Yahweh. Tal actitud sería
inconcebible en el siglo Vll a. de J.C., o aun en los primeros siglos
subsiguientes a Salomón, cuando los cultos idolátricos habían penetra-
do en todos los niveles de la sociedad israelita. Aun el relato del libro
de los Jueces, que pertenece a una época anterior al estab lecimiento de
la monarquía, implica la existencia de estas provisiones del Deutero-
nomio. Así, el acto de Gedeón (Jueces 6:25-32) de destruir el altar y el
pred!io donde estaba situado Baal, sugiere que él sabia que existía tal
precepto, y la defensa que su padre hizo con respecto a su actitud
implica que suponía que su hijo estaba haciendo lo correcto.
A pesar de los esfuerzos de Kennett y Hoelscher para hallar un
apro,piado marco histórico en el período posterior al exilio, de Esdras y
Nehemías, resulta más fácil armonizar las condiciones sociales e histó-
ricas presupuestas por el Deuteronomio con lo que tuvieron que haber
sido las cosas en los días de la conquista original y no en el período de
la restauración. En los días de Esdras, los cananeos y amorreos pertene-
cían a un pasado remoto, y la comunidad judía se vela amena zada por
DEUTEROKOMlO 289

los amonitas, los filisteos y diversos pueblos que tenían poca o ninguna
relación étnica con los originales habitantes de Canaán. Además, el
confiado tono del autor del Deuteronomio, que mira entusiastamente
hacia adelante, a la irresistible conquista de todo el territorio, desde
Dan hasta Beerseba_, no puede reconciliarse con las desalentadoras y
limitadas circunstancias que enfrentaba la insignificante provincia per-
sa de Judea, luego del retorno de Babilonia. En el Deuteronomio descu-
brimos una actitud de encendido optimismo que halla expresión en la
serie de bendiciones, apropiadas a un pueblo del Señor que está a
punto de asentar en una nueva tierra, sin oposición frente a ellos. Es un
territorio que ha sido bien cultivado, que produce toda suerte de frutos
y capaz de mantener a quienes lo habitan de manera en extremo genero-
sa. Imposible reconciliar esto con un territorio desgarrado y devastado,
deshabitado, carente de fortificaciones, sin viñas ni huertas, que encon-
traron los inmigrantes a su regreso de Babilonia. Nuevamente aquí,
entonces, la prueba de la evidencia interna señala, sin posibilidad de
error, a la época de la conquista, alrededor del año 1400 a. deJ.C., y no a
ninguna otra fecha sugerida por la crítica moderna.
Antes de despedirnos del Deuteronomio, nos vemos obligados a
hacer un comentario final respecto a la extraordinaria predicción que
figura en el capítulo 28, y que comienza en el versículo 49. Los
documentalistas lo han interpretado como la invasión de los opresores
asirios y caldeos, y por ello insisten en que al menos ese pasaje no pudo
haber sido compuesto hasta la época de Josfas o del exilio. Pero un
minucioso y detallado examen revela cuan inadecuada es esta explica-
ción, aun desde un punto de vista racionalista. Resulta claro, a la luz de
la historia subsiguiente, que sólo las invasiones romanas de los años 70
y 135 después de Cristo, satisfacen los términos de esta profecía. Con-
sideremos los siguientes factores: (1) Los invasores habrían de venir
"del extremo de la tierra" (versículo 49), lo cual se ajusta mucho más a
Roma que a Babilonia. (2) Su idioma sería totalmente desconocido para
los hebreos, lo cual sería mucho más cierto con respecto al latín que al
babilonio, lengua emparentada con la semita (Versículo 49). (3) Los
judíos serían esparcidos por todos los pueblos "desde un extremo de la
tierra hasta el otro extremo" (Versículo 64), cosa que no ocurrió de
ninguna manera con la conquista caldea. (4) No hay una sola
sugerencia en el sentido de que se produciría el retorno de un remanen-
te a Palestina, como ocurrió pocas décadas después de la muerte de
Nabucodooosor. (5) Los judíos cautivos serían llevados a Egipto por
barco en gran número, e inundarían el mercado de esclavos; cosa que
no ocurrió con la conquista caldea, pero que se cumplió literalmente
después de la caída de Jerusalén en manos de las legiones de Tito en el
año 70 d. de J.C. (Josefo afirma que a la caída de Jerusalén fueron
capturados 97.000 prisioneros que fueron a parar a las minas de
290 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Egipto.)1 Llegamos a la irresistible conclusión de que esta predicción


sólo pudo hacerse por revelación sobrenatural, y de que su cumpli-
miento tuvo lugar siglos después de la fecha fijada por Wellhausen para
el estrato tardío del Pentateuco.

9. Josefa. Wars o/ the Jews (Guerras de los judias), 6. 9.


CAPITULO 19
JOSUE, JUECES Y RUT
}OSUÉ

Con toda propiedad, este libro toma el nombre del personaje principal,
Josué, que domina la escena de comienzo a fin. Su nombre, en la forma
hebrea más larga aparece como Y•hóshü•; en la Septuaginta Yésús o
"Jesús." El relato registra la historia de Israel desde el paso del ejército
de Josué a través del río Jordán, hasta el retiro de Josué y el discurso
final de despedida. El tema del liibro trata del irresistible poder del
pueblo de Dios en superar al mundo y tomar posesión de su herencia
prometida, siempre y cuando mantuvieran una perfecta confianza en la
potencia de Dios y no permitieran que ningún pecado de desobediencia
destruyera su relación de pacto con El.
BOSQUEJO GENERAL DE JOSUE
l. Conquista del territorio, 1:1-12:24
A. La comisión divina de Josué, 1:1-9
B. Preparativos para cruzar el Jordán; Rahab rescata a los espías,
1:10- 2:24
C. El cruce del río Jordán, 3:1-4:24
D. La circuncisión en Gilgal, 5:1-15
E. Captura de Jeric6 y forma de asegurarse la victoria, 6:1-27
F. Fracaso en Hai; apartamiento del pecado; el triunfo final.
7:1-8:29
G. El altar en el monte Ebal.: la solemne lectura de la ley, 8:30-35
H. La alianza con los astutos gabaonitas (primer enredo con el
mundo), 9:1-27
l. Conquista del sur de Canaán; la batalla de Gabaón, 10:1-43
J. Conquista del norte de Canaán, 11:1-15
K. Resumen de las campañas de Josué, 11:6- 12:24
II. División del territorio, 13:1- 22:34
A. Instrucciones de Josué respecto a la división, 13:1•7
B. Asignación a las tribus orientales, 13:8-33
C. Asignación a las tribus occidentales, 14:1-19:51

291
292 R ESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

D. Determinación de las ciudades de refugio, 20:1-9


E. Determinación de las ciudades levíticas, 21 :1-45
F. Envío de las tribus orientales a sus hogares, 22:1-34
III. Exhortación final de Josué a Israel, 23:1-24:33
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA

Es razonable deducir que este libro fu e básicamente compues to por


Josué. Desde el primer capítulo se exponen detalles biográficos íntimos
que solamente Josué pudo haber conocido (si bien, por supuesto, pudo
haberlos impartido más adelante a otros). Josué 24:26 afi rma que el
propio general escribió su discurso de despedida que figura e n los
primeros 25 versículos del capítulo. Al comienzo del libro (5:1, 6)
hallamos pasajes en la primera persona del plural, tales corno "Jehová
había secado las aguas del Jordán delante de los hijos de lsrael hasta
que hubieron pasado" (hebreo. "pasarnos": veáse nota marginal. en la
Bibl io de Jerusalén). Esta forma de expresión habla a las claras de la
obra literaria de un testigo ocular que participó él mismo d e los
acontecimientos.'.
Otras referencias ap untan a una fecha temprana en la composición
aunque no precisamente dentro de los límites de la vida de Josué. Se
mencionan ciudades cananeas po r sus nombres arcaicos; por ejemplo,
Baala por Quiriat-jearim (15:9), Quiriat-sana por Debir [15:49) y
Quiriat-arba por Hebrón (15:13). Más aún, según 13:4-6 y 19:28, Sidón
era la ciudad más importante de Fenicia, lo cual indica un período
anterior al siglo Xll a. de J.C. (cuando Tiro comenzó a es tab lecer su
ascendi ente). De acuerdo con 9:27, los gabaoni tas eran " hasta hoy"
todavía "aguadores y leñadores" en los menesteres propios del taber-
náculo, para cuya tarea los designó Jos ué. No hubie ra sido posible decir
lo mismo de ellos en los días del reinado del rey Saúl, si nos ajus tamos
a 2 Somuel 21:1-9 donde se nos d ice que los gabaonitas fueron ases ina-
dos y que el rey Saúl habia cambiado su condición. No hay duda de que
las referencias a Jerusalén (tales como 18:16, 28) demuestran con toda
clari dad que, en el tiempo en que escribieron esas palabras, ,es taba
habitada por los jebuseos y no había sido capturada todavía por las
trop as del rey David.
Pero por otra parte, existen evidencias de inclusiones editoriales
posteriores de sucesos que no pudieron haber ocurr ido hasta después
de la muerte de Jos ué. No solamente figura la ntticia de su m uerte
1. Obsérvese, sin embargo. que el kélib '-8-11-N-W íue alterado por el masorético qére a
'-ll-H-M [que mod ifica el sentido de "nosotros pasamos" por "el paso de ellos''). As( lo
interpreta la Septuaginta. la Vulgata y otras vers iones. Esta mod ificación la tienen tam-
bién algunos manuscritos hebreos. S in embargo. no existe ningún testimonio antiguo que
sufrima o altere L-N-W (nos la) antes de "daría" en el versículo 6. y por lo tanto la versión
de TM en 5:1 ("pasamos") sería más probable.
JOSUÉ. JUECES Y RUT 293

{24:29-30) y la generalización de que "Sirvió Israel a Jehová todo el


tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a
Josué" {24:31); sino que también hallamos referencias a la captura de
Quiriat-arba a manos de Otoniel (Josué 15:13-17; Jueces 1:9-13) y a la
migración de una parte de la tribu de Dan al extremo norte de Israel
Uosué 19:47; cf. Jueces 18:27-29). Reuniendo todas estas evidencias,
parecieran indicar que sustancialmente el libro de Josué fue compuesto
por el personaje cuyo nombre tomó, y el material complementario (tam-
bién inspirado) fue escrito probablemente por Eleazar o su hijo Finees.
Según ya hemos visto (capítulo 6, pág. 90 ) los criticos racionalistas
de la escuela de Wellhausen han intentado incluir a Josué con los cinco
libros del Pentateuco y formar así un hexateuco. Ellos consideran que
el material básico proviene de J y E, pero incluye una considerable tarea
editorial y de redacción proveniente de la escuela del Deuteronomio.
Piensan que un redactor posterior de la escuela sacerdotal hizo su
propio aporte editorial, especialmente en los capítulos 13-21. Pero debe
señalarse que las evidencias bíblicas hacen muy difícil sostener la tesis
de que el Pentateuco nunca tuvo existencia separada del libro de Josué.
La evidencia más significativa se halla en el hecho de que los sama-
ritanos sostuvieron que solamente el Pentateu co era canónico.
Sabemos, en base a la forma samaritana del texto del Pentateuco, que
estos sectarios del norte, aun en los días posteriores al exilio, se consi-
deraban a si mismos como los herederos de las diez tribus israelitas.
Muchos de los pasajes en que el texto masorético se desvia de los cinco
libros de Moisés consisten en aditamentos que afirman que Dios esco-
gió el monte Gerizirn, en el territorio efrateo, corno lugar para erigir el
santuario de Dios, no el centro jerosolimitano del sur. Como es obvio,
está basado en motivaciones de propaganda nacionalista, pero el libro
de Josué contiene muchos elementos qu e lo hubieran recomendado al
nacionalismo samaritano. Por ejemplo, menciona de manera promi-
nente a Siquem en Efraín como importante centro y ciudad de refugio.
Su héroe máximo es un general efrateo, Josué hijo de Nun. Relata la
ocasión en que toda la congregación de Israel da lectura solemne a la
ley entre el monte Ebal y el monte Gerizim. La única posible razón que
explicaría la exclusión del libro de Josué del canon de los samaritanos
es que no formaba parte de la Tora. Por lo tanto, la Tora tiene que haber
existido como un Pentateuco separado en la época del cisma
samaritano.
LA CORRESPONDEl\'CIA DE TELL EL-AMARNA

En el año 1887, un descubrimiento accidental permitió desenterrar


un archivo completo de antiquísima correspondencia diplomática en el
antiguo Aketatón (Tell el-Amarna), primitiva capital del Rey Amenotep
IV (Aknatón). Fueron escritas en tablillas de arcilla, en cuneiforme
294 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

babilónico, que era el idioma corriente para la correspondencia interna-


cional durante la Decimoctava Dinastía Egipcia. Un examen preliminar
del contenido de esas tablillas convenció a C. R. Conder de que eran
una versión cananea sobre el orden de los acontecimientos relaciona-
dos con la conquista de Canaán por parte de los ejércitos de Josué. En
el año 1890 él presentó esta correspondencia a consideración del
público en la Palestine Exploration Quarterly (Publicación trimestral
sobre exploraciones en Palestina), en un artículo titulado "Monumen-
tal Notice oí Hebrew Viclories" (Anuncio monumental sobre victorias
hebreas). Ese mismo año, H. Zimmern afirmó categóricamente que en la
correspondencia de Amarna tenemos nada menos que un registro con-
temporáneo de la invasión hebrea a Canaán (Zeitschrift des Deutschen
Palastinavereins). Los primeros investigadores señalaron la frecuente
repetición del nombre "habiru" en comunicaciones del rey 'Abdi-Hepa
de Jerusalén, que informaba alarmadisimo al faraón que estos invasores
arrollaban todo a su paso. Estudios posteriores de las tablillas conven-
cieron a H. Winckler de que los ejércitos merodeadores, que en carac-
teres cuneiformes figuraban como SA.GAZ, debían ser los mismos
habiru. En otras palabras, que SA.GAZ era sinónimo de habiru. Se
hallan frecuentes referencias a estos pueblos SA.GAZ en las comunica-
ciones de principillos cananeos a todo lo largo del territorio, hasta
Sidón en Fenicia.
Posteriores descubrimientos de Mari y Nuzi, como así también de
Babilonia, revelaron el hecho de que los habiru figuraban en la historia
del valle de la Mesopotamia en tiempos tan remotos como el segundo
milenio antes de Cristo. Se habla de ellos en las inscripciones sumerias
de Rim-Sin de Larsa, en textos acádicos de la Babilonia de Hammurabi
y de la Mari de Zimri-Lim, como asimismo en los del tiempo de Warad-
Sin y Rim-Sin de la dinastía elamita. Con frecuencia el nombre está
precedido por un determinativo que significa "guerrero". Textos heteos
y de la antigua Babilonia indican que contingentes de los SA.GAZ
recibían regularmente raciones del Estado, formaban guarniciones
reales, y adoraban a dioses que eran evocados en tratados estatales. Los
textos heteos hallados en Bogaskoy nos informan que los habiru y
ios SA.GAZ eran una misma cosa, pues cada una de las formas de los
nombres aparecen en textos de columnas paralelas, y se habla de los
dioses de SA.GAZ como que son los dioses de los habiru. En la corres-
pondencia de Mari figuran como tropas mercenarias al servicio de
dirigentes tales como Yapah-Adad [cf. ANET, pág. 483).
Se ignora con certeza cómo se pronunciaban los caracteres SA.GAZ,
ya sea como habiru o como algún término semejante a habbatu (sa-
queador, ladrón) como figura en los antiguos diccionarios. Muchos
eruditos han conjeturado que SA.GAZ representaba un término apela-
tivo o descriptivo y no el nombre de alguna tribu o pueblo en parti-
JOSUÉ. ) UECES Y R u T 295

cular; en cambio bobiru se refiere a un grupo étnico definido. Otros, sin


embargo, han rechazado la significación étnica aun para babiru debido
a la gran diversidad de tipos y nombres atribuidos a individuos anota-
dos como bobiri. Muchos de ellos, provenientes de fuentes de la anti-
gua Babilonia y de Nuzi. son nombres acádicos semitas, pero los de
Alalah en su mayorla no son semíticos.
A la luz de la mencionada evidencia, es razonable preguntarse si los
babiru eran una raza definida y homogénea o si el nombre tenía rela-
ción con grupos migratorios que no poselan territorio propio y no asen-
taban en la tierra como lo hacía e l resto de los pobladores. Cabe la
posibilidad de que fueran un grupo semejante a los actuales gitanos
cuyo origen racial se haila envuelto en el misterio, pero cuyo común
denominador es que nunca asientan ni permanecen en un sitio, sino
que prefieren deambular de región en región donde hallan lo suficiente
para vivir. Por lo menos esta es la teoría propuesta por Moshe Green-
berg en su monografía titulada "Tbe ljab/piru" (Los bob/piru) (New
Haven, Conn.; American Oriental Society, (Sociedad Oriental
Americana), 1955). Así explicaría su aparición como mercenarios al
servicio de gobiernos extranjeros o como subordinados que se contrata-
ban como siervos o esclavos. Apar,entemente la etimología del nombre
babiru apunta hacia la significación básica de "uno que pasa por en-
cima" o " uno que atraviesa (la tierra)", que deriva del verbo 'abar
(atravesar).
Sin embargo, queda planteado el interrogante de si el término
bobiru lleva necesariamente la connotación de una condición social
inferior. Meredith Kline señala que en algunos casos, como en el
de Alalah, figuran los l)obiru en altos cargos jerárquicos de la adminis-
tración pública o también como maryannu poseedores de carruajes
(la más encumbrada de las castas guerreras).' Era con ellos con los que
se firmaban los tratados de paz, lo cual no se hubiera hecho con meros
subordinados o servidores públicos de inferior jerarquía. Personal-
mente Kline considera a los babiru como un linaje más o menos
homogéneamente étnico de tribus guerreras, que vendían sus servicios
como mercenarios y en ciertos casos (como los godos en el imperio
romano posterior) se asentaban en un territorio y se transformaban en
terratenientes y funcionarios. En algunos casos, como en Alalah, se
integraron culturalmente con los pueblos entre quienes vivían de tal
modo que hasta adoptaron los nombres propios no semíticos comunes
en la localidad. Cree que se aliaron con los gobiernos horeos o mitanios,
y de esa manera los respetaron, si bien se los atemorizaba y expulsaba
de muchas regiones no horeas. Kline no cree que se los pueda relacio-

2. Kline. en Weslminsler Theological Review (Publicación teológica de Weslminslor).


12:1 :1-24.
296 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN Al. ANTIGUO TEST AMENTO

nar con los hebreos israelitas, ni étnicamente, ni religiosamente, ni


culturalmente.' Pero esa conclusión difícilmente hace justicia a los
datos obtenidos de las cartas de el-Amarna.
Los descubrimientos realizados en Ugarit ponen en evidencia que
los oobiru eran los mismos que figuraban como 'apiru en los registros
egipcios. Un texto publicado por Virolleaud contiene una lista de
ciudades vasallas que debían proveer trabajo forzado para el rey de
Ugarit; y este texto bilingüe tiene, en el lado acádico, la inscripción
"Alepo del SA.GAZ" (tlal-bi'""~=cc.z¡, y en el lado ugarítico, "Alepo
del Apirim" (l:llb-'prm). Aparentemente era posible, por medio de
modificaciones dialécticas, pronunciar la b media de babiru o 'abiru
como una p, puesto que así apareció tanto en ugarítico como en egi pcio.
De ah í que los bobiru eran "un pueblo del otro lado" o "inmigrantes",
término que pudo haberse aplicado a los de diverso origen nacional.
Ocurre que solamente en los registros hebreos hallamos el nombre en la
forma de 'lbri (hebreo) utilizado para referirse a un solo linaje racial, es
decir los descendientes de Abraham "el hebreo". De ahí que Abraham
pudo haber sido denominado el babiru por los cananeos, debido a su
modo de vida y al hecho de ser un extranjero; pero luego sus descen-
dientes retuvieron esta designación en honor de su antepasado y lo
transformaron en un término étnico. Tal interpretación del nombre
babiru y de su equivalente SA.GAZ, deja lugar para la posibilidad de
que algunos pueblos no israelitas se vieran envu eltos en la convul-
sionada época de Josué y participaran en las invasiones, por lo menos,
de la región norte.
Moshe Greenberg y muchos de sus predecesores han rechazado esta
identificación de los !Jobiru (SA.GAZ) con la invasión israelita, tanto
por la diversidad de los nombres que aparecen en algunos de los re-
gistros mesopotámicos, como por la actividad desempeñada por los
SA.GAZ en Siria y Fenicia. La objeción está basada en el hecho de que
en los registros hebreos no figura ninguna alusión a semejantes operati-
vos militares en el norte. En respuesta a esta posición debemos señalar
que nada hay en Josué que se oponga a la creencia de que las tribus
situadas en el extremo norte, tales como Aser y Neftalí, que asentaron
en la inmediata vecindad al territorio fenicio, hayan realizado acc iones
bélicas contra Tiro, Sidón y aun Biblos (ciudad de la cual salió la mayor
parte de la correspondencia fenicia). Jos ué no pretende enumerar todos
los operativos militares en los cuales participaron individualmente las
tribus luego de terminadas las mayores y principales campañas unidas.
Por l'o tanto, no es un argumento decisivo como objeción para la identi-
ficación de los bobiru con los hebreos.
Otra objeción planteada por Greenberg incluye la consideración de

3. !bid. 12:2:160-84
Josut, JUECES y RUT 297

Dos de los Cortos de EI-Amarna. Estas cortos (qu e suman casi 300)
son pedidos de ayudo de los príncipes palestinos a los reyes de
Egipto (al.rededor de los años 1400-1350 o. de J.C.) y pueden reflejar
los condiciones de Palestino en la época de la conquisto.
(Cortesía del Museo Brilónico.J

que, según la correspondencia de Amarna, era posible que ciertos indi-


viduos o toda una población se hiciera bobiri por el simple expediente
de desertar del bando egipcio. Por ejemplo, en la carta numerada 185 en
la edición Mercer U- A. Knudtzon, Die EI-Amorno Tofeln (Las tablas de
el-Amarna) (Leipzig: Hinrich, 1908-1915), que de aquí en adelante
citaremos como EA; 111 :44), Rib-Addi declara que los habitantes de
Laquis "se han hecho babiri. " Hasta un egipcio como Amanl:)atbi
(Amenotep) o Tusulti podría escapar por sus delitos o transgresiones,
huyendo a los SA. GAZ (EA 95:63). Sin embargo, debemos señalar que
estos términos de expresión no significan necesariamente la obtención
de una plena ciudadanía, por as! decirlo, en las filas de los bobiri. sino
que podrían no ser otra cosa que una simple manera de indicar un
cambio de adhesión o fidelidad , o la formación de una nueva alian za.
Josué relata cómo los gabaonitas, o sea la liga hevea, efectuaron un
tratado de paz con los conquistadores israelitas, si bien lo hicieron
utilizando una estratagema. No puede caber ninguna duda de que otras
comunidades cananeas llegaron a similares acuerdos con los arrolla-
dores invasores para evitar su total destrucción. Los principados
cananeos que mantuvieron el conflicto contra Israel se resintieron
amargamente con los que se pasaron aJ otro bando, y es posible que se
hayan referido a esa maniobra como "convertirse en babiru".
298 RilsEÑA CRÍTICA DE UN/\ INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

Greenberg también observa que los SA.GAZ parecieran haber ope-


rado en grupos relativamente pequeños y no relacionados entre sí, en
todo el territorio de Canaán, y de ahí que no muestran, en ningún
sentido, el cuadro que presenta la narración de Josué, donde tenemos
grandes cuerpos de ejército que operan bajo un solo comando. Pero
digamos dos cosas respecto de esta observación. En primer lugar, las
cartas pudieran haber provenido de lapsos muy separados (puesto que
virtualmente ninguna de ellas contiene fecha) que van desde el 1400 a.
de J.C. al final del reinado de Aknatón. Las referencias a las actividades
de los babiru que parecieran implicar la puesta en acción de pequeños
grupos de soldados pudieran haber sido escritas en el período pos-
terior, después de haber terminado la campaña militar principal. En
segundo lugar, observamos que algunas de las cartas dejan la clara
impresión de que los babiri llegaron al territorio con gran fuerza y están
subyugando grandes porciones del mismo al mismo tiempo.
Un ejemplo digno de mención de este último tipo es la EA No. 286
de Abdi-f::leba: "Tan ciertamente como el rey, mi señor, vive, cuando
los comisionados partan, diré: ;Perdidas están las tierras del rey! ¿No
me quieres prestar atención? ;Todos los gobernadores están perdidos;
al rey, mi señor, no Je (queda] un (solo] gobernador! ¡Preste el rey su
atención a los arqueros, y envíe el rey, mi señor, tropas de arqueros,
[p ues) al rey no Je [quedan] tierras! Los babiru saquean todas las tierras
del rey. ¡Si hubiere arqueros [aquí] este año, las tierras del rey, mi
señor, permanecerán [intactas] pero si no hubiere arqueros [aquí) se
perderán las tierras del rey, mi señor!" También en EA No. 288, ruega:
"Que el rey cuide de su tierra. Se perderá la tierra del rey. Todo me será
quitado; hay hostilidad contra mí. En cuanto a las tierras de Sheeri
[SeirJ y aun hasta el Gintikirmal [es decir, monte CarmeloJ no hay paz
en todas esas regiones, sino hostilidad contra mí". Como es obvio se
refiere a la segunda fase de la campaña de Josué, cuando subyugaba la
parte central de Palestina (si bien, claro está, no capturó la ciudad de
Jerusalén).
Muchos eruditos excelentes que han investigado prolijamente todas
las evidencias, tienen la certeza de que los /Jabiri de la correspondencia
de Amarna deben ser identificados con los hebreos del ejército de
Josué. Edward Meyer en Geschichte des AJtertums (1928) afirma: "Está
fuera de toda duda la identidad sustancial de los hebreos o israelitas
con aquella parte de los babiri que las tablillas de Amarna mencionan
como invasores de Palestina." Como evidencia señaló el hecho de que
las ciudades cuyos gobernantes mantenían correspondencia con Egip-
to, según las cartas de Amarna, eran Megido, Ascalón, Ako, Gezer y
Jerusalén, precisamente las ciudades que los israelitas tardaron en cap-
turar. Por otra parte, tal cual lo sel'lala F. B6hl en Kanaanóer und Heb-
róer (1911, pág. 93), las ciudades (tales como Jericó, Beerseba, Bel-el.
JOSUÉ, JUECES Y RUT 299

Gabaón y Hebrón) que ya habían caído ante el avance israelita o se


habían unido a las fuerzas de Josué no figuran para nada en la
correspondencia.
Respecto a la solemnización del pacto nacional en el monte Ebal y
en el monte Gerizim, cerca de Siquem (cf. Josué 8:30-35), es altamente
significativo que Abdi-Hepa de Jerusalén acusó a esa ciudad-estado de
pasarse a la causa de los habiru (HA 289): "¿O haremos todos como
Labayu, que entregó la tierra de Siquem a los habiru?" Si hubo algún
entendimiento informal entre Josué y los siquemitas, no hubiera habido
dificultad para realizar una asamblea religiosa cerca de esa poderosa
ciudad.
Se ha objetado que pocos son los nombres que figuran en las cartas
de Amarna que también aparezcan en el texto del libro de Josué. Con la
parcial excepción de Jafia (YápiªJ, rey de Laquis, parecieran no corres-
ponderse ninguno de los nombres de la realeza. Se han hecho inten-
tos ingeniosos para relacionar a Abdi-Heba (Abdu-Heba) con Adoni-
sedec,5pero estos intentos envuelven mayores improbabilidades. Por
otro lado, no es de extrañar esta falta de correspondencia en vista de lo
inestable de la época en que vivían, cuando las dinastías corrían el
riesgo de ser destronadas o asesinados sus titulares en rápida sucesión.
Muchos de los nombres de la realeza que figuran en Josué pertenecen a
los primeros estadios de la conquista, y pudo simplemente haber ocu-
rrido que la mayor parte de las cartas de Amarna provinieron de un
período posterior. A este respecto mencionemos que una de las cartas,
EA 256, de Mut-Ba'lu de Megido, le sugiere al regente egipcio Yanha-
;mu, que aquél está en contactos suficientemente íntimos con Benenima
(o según otra grafía, Benilima) y Yasuya para preguntarles sobre el
paradero del príncipe Pella que se había escondido y no se sabía donde
estaba. Surge la pregunta en cuanto a si "Benenima" es equivalente de
Benjamín y "Yasuya" de Josué. Es posible que la observación fuera de
naturaleza irónica y retórica e implicara que los invasores israelitas
tenían algo que ver con la desaparición de Ayab de Pella. Sin contar
con mayores conocimientos de las circunstancias, es imposible decidir
este asunto en uno u otro sentido.

En este punto, debe decirse algo sobre las seis conocidas repeti-
ciones del nombre 'apiru (o 'eperu, según J. A. Wilson) en los registros
del imperio egipcio entre los años 1300 y 1150 a. de J.C. En tres oca-
siones figura 'apiru con referencia a obreros inexpertos o no especiali-
zados de las canteras; una vez indica que son propiedad del templo (en

4. Jaíia es probablemente igual que Yopohu, rey de Gezer, mencionado en la tablilla EA


298. Obsérvese que ¡osué 10:33 indica que Gezer estaba confederado con Laquis. Es
posible, por lo tanto, que Horam de Gezer era un vasallo de Jafia.
5. Cf. C. R. Conder, (trans.) The Tell el-Amomo Tablets (Las tablillas de Tell el-Amarna),
segunda edición (Londres: A. P. Watt, 1894), pág. 143.
300 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANnGuu TESTAMENTO

una lista de siervos de Hierápolis durante el reinado de Ramsés III); y


una vez se refiere a trabajadores de un establo. Wilson arriba a la con-
clusión de que el término se aplica a extranjeros al servicio egipcio y
cuya condición era la de servidores o esclavos.0 Pero en una ocasión se
los menciona como tropas mercenarias extranjeras. Por lo tanto hemos
de entender la palabra 'apiru en el más amplio sentido no étnico de
hübiru, de la misma manera que figura en los registros cuneiformes
anteriores a la correspondencia de Amarna.
La más antigua referencia se encuentra en !a tumba de Puyemré en
el reinado de Tutmosis III. Luego, en la tumba de Antef, en el mismo
reinado; luego aparece en una lista de botín de guerra en la estela de
Menfis de Amenotep II (ANET, pág. 247), escrita al final de su segunda
campaña asiática (que contiene una noticia de 3600 'apiru llevados
como cautivos). Después, Seti I, en la más pequeña estela de Bets.án (c/.
ANET, pág. 255) registra un encuentro con los 'apiru del monte de
Yarumtu (es decir, Jarmut). Un relato de la Decimonovena Dinastía,
sobre la captura de Jope en el reinado de Tutmosis III, se refiere a los
'apiru como potenciales ladrones de caballos (ANET, pág. 22). Entre las
ofrendas dedicadas al templo de Amón en Heliópolis, por Ramsés III,
figura un grupo de esclavos a los que se mencionan como 'apiru
(ANET, pág. 261). Ramsés IV menciona 800 arqueros 'apiru de 'Antiu,
aparentemente mercenarios en este caso.
Al estudiar las referencias egipcias resulta fácil comprender que no
se pueden sacar conclusiones, ni en favor ni en contra de una fecha
temprana ni de una tardía para el éxodo. Los 'apiru de la época de
Tutmosis III bien pudieran haber sido los israelitas; los mencionados
por Ramsés II, Ramsés III y Ramsés IV pudieron haber sido hebreos que
no se unieron al éxodo, o tal vez fueron llevados cautivos por merodea-
dores egipcios en la época de los jueces. En cuanto a los 'apiru con los
que chocó Amenotep II en Palestina central, difícilmente hubieran
podido ser israelitas (que en esa época estaban todavía confinados en el
desierto del Sinaí), sino saqueadores independientes denominados
habiru, en el sentido más general del término.
En conclusión, podemos afirmar que si bien hay muchos problemas
y detalles individuales que aún tienen que ser resueltos, hay suficiente
acuerdo entre los datos obtenidos de la correspondencia de Amarna y
el relato de libro de Josué como para poder establecer una estrecha
conexión entre ambos escritos.
EL PROLONGADO DlA DE rosuE
El libro de Josué registra varios milagros, pero tal vez ninguno tan

6. Wilson, en American Journal of Semitic Languages [Publicación americana sobre


idiomas semíticos), 49 (1933):275.
JOSUÉ. JUECES Y R u T 301

notable ni tan universalmente discutido como el del dia que fue prolon-
gado 24 horas durante la lucha librada en la bataJla de Gabaón Uosué
10:12-14). Se ha objetado que si verdaderamente la tierra hubiera de-
jado de rotar durante 24 horas, se luubiera provocado una inconcebilble
catástrofe sobre todo el planeta y lo que está en la superficie terrestre.
Al par que quienes creen en la omnipotencia de Dios dificilmente
aceptarian que Jehová no hubiera podido prevenir semejante catástrofe
y sujetar las leyes físicas que la hubieran provocado, no parece ser
absolutamente necesario sostener (en base al propio texto hebreo) que
el planeta cesó súbitamente de rotar sobre su eje. El versiculo 13 afirma
que el sol "no se apresuró a ponerse casi un dla entero." La expresión
"no se apresuró" parece indicar un retardo en el movimiento de tal
manera que la rotación empleara 48 horas y no 24. En apoyo de esta
interpretación, las investigaciones han permitido descubrir relatos de
un día prolongado en fuentes egipcias, chinas e hindúes.' Harry Rim-
m,er nos dice que algunos astrónomos han llegado a la conclusión de
que falta un dia completo en nuestros cálculos astronómicos. Rimmer
afirma que el profesor Pickering, del Observatorio de Harvard, estable-
ció que ese dia que faltaba coincidia con la época de Josúe;' a la misma
conclusión arriba el doctor Totten de Yale (cf. Ramm, CVSS, pág. 159).
Sin embargo, Ramm nos informa que le ha resultado imposible hallar
algún documento que apoye este informe.
Se ha deducido otra posibilidad, a partir de una interpretación
ligeramente distinta de la palabra dóm, que la VRV traduce "detente".
Por lo general, este verbo significa permanecer en silencio, o cesar, o de
dejar de. El doctor E. W. Maunders, de Greenwich, y Robert Dick Wil-
son, de Princeton, interpretaron, por lo tanto, que la oración de Josué
fue una petición para que el sol dejara de enviar su rayos y las tropas
que luchaban pudieran arreciar la batalla en condiciones más favo-
rables. La granizada tremendamen te destructiva que acompañó a la
batalla le concede cierta credibilidad a este punto de vista que ha sido
defendido por hombres de indiscutible ortodoxia. Sin embargo, tene-
mos que admitir que el versiculo 13 parece favorecer la prolongación
del día: "Y el sol se paró en medio (o en un punto medio) del cielo, y no
se apresuró a ponerse casi un dia entero."
El BiblicaJ Commenlary on the Old Teslamenl (Comentario bíblico
sobre el Antiguo Testamento) de Keil y Delitzsch, sugiere que hubiera
ocurrido una prolongación milagrosa del día, si a Josué y a todo Israel
les pareció que se había prolon.gado milagrosamente, por cuanto
pudieron ejecutar durante ese lapso el trabajo de dos días. Les hubiera
7. Cf. Sir Charles Marston, The Bible is True (La Biblia es verídica) (London: Eyre &
Spottiswoode, 1936).
8. Rimmer, The Harmony of Science and Scripture (Armenia entre la ciencia y la Escri-
tura) . tercera edición, (Gran Rapids: Eerdmans. 1937).
302 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL AN1'1CUO T ES1'AMEN'to

resultado dificilísimo medir con exactitud el tiempo, de no haberse


movido el sol (es decir de no haber rotado la tierra) a su velocidad
normal. Agregan la posibilidad de que Dios produjo una prolongación
óptica de la luz sol.ar, continuando la visibilidad, después de la normal
puesta del sol, valiéndose de una especial refracción de sus rayos.
En el New Bible Commentary (Nuevo comentario bíblico), el autor
del comentario al libro de Josué, Hugh J. Blair, sugiere que Josué elevó
su oración temprano por la mañana, puesto que la luna brillaba en
occidente y el sol en oriente. La respuesta vino en forma de una grani-
zada que prolongó la oscuridad y de esa manera facilitó el ataque de los
israelitas por sorpresa.• De esa manera, en la oscuridad de la torm enta,
se completó la derrota de los enemigos. Deberíamos hablar entonces de
la "prolongada noche" de Josué y no del "prolongado día". Por supues-
to que este punto de vista es esencialmente igual a la interpretación de
Maunders y Wilson. Tal interpretación no requiere que la tierra deje de
girar sobre su eje, pero dificilmente encaja con la afirmación de 10:13,
de ahí lo dudoso de su validez.

EL E.XTER.',UNIO DE LOS CANANEOS

En ciertos casos, tales como la captura de Jericó y de Hai, Josué


relata que los israelitas exterm inaron tota lmente a sus habitantes,
siguiendo las órdenes de Jehová. Es preciso hacer hincapié en que fue
de Dios, y no de los israelitas (si hemos de confiar en la veracidad del
relato) la responsabilidad de este extrema medida. Y debemos subrayar
este hecho en vista de que muchos sostienen que los "mentalmente
primitivos y semisalvajes" israelitas ejecutaron semejant e atrocidad
debido al atraso de su desarrollo religioso. El texto dice claramente que
Josué se limitó a poner en ejec ución órdenes divinas cuando estos
habitantes fueron indiscriminadamente pasados por la espada.
¿Cómo puede justificarse esta destrucción total? La subsiguient e
historia de Israel sirve para demostrar señaladamente el grave peligro
que corría Israel mientras se permitiera a los cananeos vivir entre ellos.
Dados, como lo eran, a las más degeneradas formas de politeísmo e
impureza sexual, estos depravados habitantes del territorio hubieran
ejercido sin duda alguna una nefasta influencia y esparcido un mor-
tífero contagio entre el pueblo del pacto de Dios. Recientes descubri-
mientos arqueológicos han permitido descubrir el.aros testimonios de
las crasas y brutales características de la fe cananea tales como se ma-
nifiestan en la literatura de las tablillas de Ras Samra. Pareciera que en
toda la región estaban más que dispuestos a incorporar a las prácticas
de culto que les eran propias todos los cultos que practicaban las paga-

9. Blair, en New Bible Commenlary (Nuevo Comentario Bíblico] pág. 231 .


JoSUÉ. JUECES y RuT 303

nas naciones circunvecinas. Hallamos así una serie de dioses extran-


jeros: Tesub-ijepa (el dios horeo de la tempestad y su consorte); el culto
a Osiris-Isis de los egipcios; Samas (el dios-sol), Istar la diosa sedienta
de sangre de la guerra y del amor, y Tamus (un dios de la fertilidad) de
la Mesopotamia. Se han descubierto, en muchos sitios, estelas serpenti-
nas de Asera, e imágenes de Astarot con símbolos sexuales. En vista de
la corruptora influencia de la religión cananea, especialmente en lo
relativo a la prostitución religiosa (cf. la abominación de Baal-peor en
Números 25) y al sacrificio de niños, era imposible que pudiera man-
tenerse en Israel la pureza de la fe y del culto, a menos que hubiera la
completa destrucción de los cananeos, por lo menos en las regiones que
habrían de ocupar los hebreos. Gran parte de la periódica declinación
espiritual y de la apostasía que caracterizaron la historia de Israel
durante la época de los jueces es atribuible a que toleraron a los habi-
tantes cananeos y su degenerada religión en medio de la tierra.
]UF.CES

El título hebreo de este libro es shópelfm, que significa jueces o


líderes ejecutivos. El t!tulo Kritoí que le da la Septuaginta significa lo
mismo, es decir, Jueces. El titulo deriva del tipo de gobierno o de
liderato característico de las tribus israelitas en el lapso que corre desde
la muerte de Josué a la coronación del rey Saúl. El tema básico del libro
es el fracaso de Israel, como teocracia, de mantenerse fiel al pacto, aun
bajo la dirección de hombres escogidos para librarlos de la opresión de
un mundo pagano. Los frecuentes y repetidos fracasos de las doce
tribus por mantenerse fieles a Dios y a sus santas leyes, prepararon el
camino para la institución de una monarquía central.

BOSQUEJO GENERAL DE JUECES

l. Conquista parcial de Canaán por las fuerzas israelitas, 1:1-2:5


II. Razones que explican la supervivencia de remanentes cananeos,
2:6- 3:6
III. Opresión bajo Cusan-risataim, y liberación por mano de Otoniel,
3:7-11
IV. Opresión bajo Eglón y Moab, y liberación por mano de Aod,
3:12-30
V. Hazañas de Samgar, 3:31
VI. Opresión bajo Jabín y Hazor, y liberación por mano de Débora y
Barac, 4:1-24
VII. Cántico de Débora, 5:1-31
VIII. Opresión bajo Madián, y liberación por mano de Gedeón, 6:1 -
8:35
304 ilEsEÑA CRÍTICA DE UNA IJITl'R0DUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

IX. Carrera del tirano Abimelec, 9:1-57


X. Judicatura de Tola y Jair, 10:1-5
XJ. Opresión bajo los amonitas, y liberación por mano de Jefté,
10:6-12:7
XII. Judicatura de íbzán, Elón y Abdón, 12:8-15
Xlll. Opresión bajo los filisteos, y hazañas de Sansón, 13:1-16:31
XIV. El sacerdote de Micaía y migración danita, 17:1-18:31
XV. Atrocidad en Gabaa y la guerra benjaminita, 19:1 - 21:25

FECHA DE COMP0SICJ0N

Las evidencias internas señalan un periodo del comienzo de la


monarquía, pero antes de la captura de Jerusalén por David (alrededor
del año 990 a. de J. C.). La expresión de 18:1 que se repite en 19:1, "En
aquellos días no había rey en Israel," sugiere que la composición del
libro se remonta al comienzo de la monarquía, antes de la desdichada
división del reino, cuando nuevamente los disturbios y desastres afli-
gieron a la nación. Lo más probable es que el libro terminó de escribirse
al comienzo del reinado de David; pero Jueces 1:21: "el jebuseo habitó
con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy"; seguramente se
refiere al periodo antes que David capturara la ciudad y la designara
capital del reino hebreo. Jueces 1:29 asegura que los cananeos todavía
vivían en Gezer y no se hablan sometido a la soberanía israeli. No hay
duda de que ello indica un período anterior al momento en que el rey
de Egipto capturó la ciudad de Gezer y se la entregó a Salomón como
dote de su hija (aproximadamente el año 970 a. de J.C.). Según algunas
porciones del libro, la fecha de composición sería anterior a la época de
David, pues Jueces 3:3 se refiere a Sidón como la principal ciudad de
Fenicia y no a Tiro (que comenzó a superar a Sidón inmediatamente
después del siglo XJI a. de J.C.).
Una aparente dificultad contra una fecha temprana de composición
lo plantea Jueces 18:30: "Y Jonatán hijo de Gersón, ... él y sus hijos
fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cautiverio de la
tierra." Si esto se refiere a la conquista asiria del año 732 a. de J.C.
cuando Tiglat-pileser III capturó el territorio norte del reino de Sama-
ria, este versículo al menos vendría de finales del siglo VIII, si no más
tarde aún.
Unger (JGOT, pág. 292) sugiere que este versículo pudiera haber
sido insertado por un editor posterior, propuesta altamente cuestio-
nable. Young y Steinmueller han planteado la cuestión de si la palabra
que traduce "tierra" ('ere~) era un término original, y se inclinaron por
la opinión de que debía ser enmendado por una palabra que traduce
"arca", ('árón), que implicaría simplemente el cambio de una letra (ntin
JOSUÉ. JUECES Y RUT 305

final en lugar de tsadhe final). La frase enmendada, "del cautiverio del


arca," se referiría al desastre que sufrieron los israelitas en la batalla de
Silo el año en que murió Elí. Sin embargo, no resulta fácil ver cómo esto
pudiera tener alguna importancia en relación con lo que ocurrió en el
extremo norte del territorio israelita, en la tribu de Dan. No obstante
ello, Moeller (GATE, pág. 150) señala la estrecha relación entre Jueces
18:30 y 1 Samuel 4:21 ("¡Traspasada es la gloria de Israel!" por haber
sido tomada el arca de Dios). En ambos casos se utiliza el mismo verbo
gálah (ir en cautividad), la forma verbal en Samuel y la forma nominal
en Jueces. Más aún, Jueces 18:31 establece una estrecha relación entre
la institución del culto idolátrico en Dan y la existencia de un culto
legítimo a Jehová en Silo. A la luz de estos datos, se justificaría tal vez
la substitución de la palabra "tierra" por el término "arca".
Pero una tercera y más simple sugerencia sería que el "cautiverio de
la tierra" pudiera referirse a una aplastante derrota militar y deporta-
ción que habría ocurrido en algún período posterior a los jueces, en el
curso de alguna sangrienta guerra fronteriza. Como la ciudad de Dan
estaba situada en el flanco norte, sus habitantes bien podían haber sido
derrotados por algún invasor extranjero tan súbitamente como los dani-
tas capturaron la ciudad a sus anteriores habitantes {cf. Jueces 18:27-
28). En base a esta interpretación. Jueces 18:30 se refiere únicamente al
territorio de Dan y no indica, necesariamente, ninguna fecha de com-
posición posterior al reinado del rey David.

PATERNIDAD LITERARIA Y UNIDAD DE COMPOSlCION DE JUECES

Si bien podemos deducir de lo anterior la fecha aproximada de


composición, es decir, alrededor del año 1000 a. de J.C., no hay claras
evidencias sobre la identidad de su autor. Su punto de vista es indis-
cutiblemente profético, pues mide la historia de Israel con la vara de su
fidelidad al pacto de Jehová. (Debe notarse que el propósito de este
libro no es el de glorificar a los antepasados de Israel, como lo sostienen
algunos autores, sino más bien glorificar la gracia del Dios de Israel.) Lo
natural sería suponer que el mismo Samuel o alguno de sus discípulos
fueron los responsables de la compilación de esta historia. Quienquiera
que fuera el autor, parece haber recurrido a fuentes originales, algunas
de las cuales, al menos, estaban escritas en el dialecto del Israel del
norte, tales como Jueces 5 (el cántico de Débora) y el ciclo de Gedeón
(capítulos 6-8) donde hallamos repetido varias veces el pronombre re-
lativo áe (en lugar del usual '"ser). Cualesquiera que fueran las fuentes
anteriores, es inconfundible la unidad en el orden y en la estructura.
Todo el material con que ha contado el autor lo dispuso de acuerdo a
un plan unitario y ajustándose a una sola idea dominante: el bienestar
de Israel depende de su relación espiritual con Jehová. Utiliza fórmulas
306 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRO DUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

características para iniciar o cerrar cada etapa de la narración. Una de


las introducciones características es; " Los hijos de Israel hicieron lo
malo ante los ojos de Jehová" (cf. 3:7, 12; 4:1; 6:1; 10:6; 13:1). A menudo
se cierra una sección con el comentario: " Y reposó la tierra (un deterrni-
nado número de) años"; como en 3:11, 30; 5:31 ; 8:28. Moeller (GATE,
pág. 147) señala que los 14 jueces están dispuestos de tal manera que
Otoniel y Sansón figuran solos al comienzo y al final de la serie, pero
los intermedios están habitualmente apareados de dos en dos. Asl,
Samgar (3:31) aparece brevemente como adjunto de Aod (3:12-30);
Barac, por supuesto, aparece unido a Débora; hay una clara conexión
entre Gedeón y su hijo, Abimelec.1• .

PROBLEMAS DE CRONOLOCIA

Si se suman todos los años que sirvieron los diversos jueces, y a ese
resultado se agregan los periodos de opresión, forman un gran total de
410 años. Pero el largo período de 480 años, que da 1 Reyes 6:1, no
permite más de 292 años entre la judicatura de Otoniel y la de Ell. Por
lo tanto, hemos de entender que muchas de estas carreras de servicio se
superponían o hasta eran contemporáneas. La afirmación de Jueces
10:7: "Jehová ... los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los
hijos de Amón": indica claramente que Sansón y Jefté tuvieron que
haber sido contemporáneos, ya que la opresión de los amonitas y la de
los filisteos ocurrió aproximadamente al mismo tiempo. J. B. Payne ha
calculado una cronología básica para los seis jueces más importantes y
que van desde Otoniel, en el año 1381 a. de J.C. hasta Samuel, cuya
carrera terminó en el año 1050 a. de J.C. 11 La validez de este método de
calcular se ve confirmada por el comentario de Jueces 11 :26 donde Jefté
estima que el ínterin entre la ocupación israelita de Hesbón y la fecha
de la guerra amonita fue de 300 años. Esto permitiría una ocupación de
la Transjordania entre los años 1400 y 1100 a. de J.C. Debemos señalar
el hecho de que el libro de Jueces, propiamente dicho, no fija una fecha
para todo el período de los jueces: por ello no hay razón alguna por
la cual varios períodos de judicatura no hubieran podido ser
contemporáneos.

CONTRJBUCIONES ARQUEOLOCICAS PARA UNA MEJOR COMPRENSION DE ESTA ERA

Ya hemos dedicado un buen espacio a la importancia de las cartas


de Tell el-Amarna en relación con el período de conquista posterior al
general Josué. Justo es decir, también, que un prolijo estudio de los

10. Cf. Raven. OTI. pág. 158, para una lista de expresiones peculiares de Jueces y que
caracterlsticamente se repiten en este libro.
11. Payne, OHH, pág. 79.
)OSUÉ. )UECES Y R u T 307

datos aportados por estas cartas indica que la conquista hebrea, des-
pués de los éxitos iniciales resultantes de un esfuerzo combinado, dis-
minuyó notoriamente el avance. A numerosas ciudades-estados que
fu eron derrotadas por Josué, se les permitió reocupar sus respectivas
capitales y bregar por su supervivencia. Laquis, por ejemplo, fue clara-
mente derrotada por Josué entre los años 1400 y 1390 a. de J.C. (cf.
Josué 10:32), pero Tell el-Hesi (la probable localidad de Laquis) no
parece haber sido totalmente destruida por fuego hasta aproxima-
damente el año 1230 a. de J.C. (Las excavaciones arqueológicas han
permitido descubrir tiestos escritos en egipcio hierático que registran
entregas de trigo hasta el "año 4" de un cierto faraón que, sobre la base
de series cerámicas podrla ser el faraón Mernepta, según la opinión de
Albright y otros eruditos.) Restos correspondientes a la Edad de Bronce
Posterior, hallados en Tell Beit Mirsim (que hasta hace poco era identi-
ficado con Debri) indican que no fue destruida hasta aproximadamente
el año 1200 a. de J.C. Los arqueólogos datan la caída de Megido (ver
Josué 12:21) entre los años 1150 y 1050 a. de J.C. Por supuesto que no
fue necesario que los conquistadores israelitas destruyeran totalmente
las ciudades que inicialmente tomaron por asalto, pero con el correr de
los años, al crecer la población hebrea, pudieron ejercer un control más
efectivo sobre el territorio que el Señor les entregó.
Otro hecho importante de este periodo fue la perpetuación de la
autoridad egipcia al menos hasta el siglo Xll a. de J.C. Ya señalamos que
n1 Josué ni Jueces mencionan el mantenimiento del poder egipcio a lo
la:rgo de las principales rutas comerciales en Palestina. Como ya lo
dijimos anteriormente, este silencio no puede ser explicado satisfacto-
riamente por la teoría del éxodo tardío, pues en el texto hebreo no se
menciona para nada la exitosa acción de Mernepta en el año 1229 a. de
J.C., ni la persistencia del poderlo egipcio en centros claves como Megi-
do y Bet-Seañ, sitios donde se desc ubrieron inscripciones con el nom-
bre de Ramsés lil (1 198-1167 a. de J.C.) John Garstang comprobó un
claro sincronismo entre los diversos períodos de "reposo", menciona-
dos en Jueces y un estado de efectivo control egipcio en Palestina. La
vigilancia de las principales vías comerciales por parte de tropas egip-
cias inhibiría naturalmente la agresividad de las naciones cananeas sin
que necesariamente se viera afectada en forma drástica la vida de los
propios israelitas, que en gran número permanecieron en los zonas
montañosas (cf. Jueces 1:19) en las primeras fases de su ocupación.
Consecuentemente no hubiera habido ocasión de mencionar a los egip-
cios por sus nombres, y bien hubiera podido ocurrir que simplemente
se resistieron a mencionarlos.
En cuanto a los filisteos, mucho se ha discutido respecto a la fecha
de su asentamiento en la costa suroccidental de Palestina. Debido a una
inscripción de Rarnsés III hallada en Medinet Habu que registra una
308 RESEÑA CRJT1CA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

victoria naval sobre los filisteos alrededor del año 1195 a. de J.C.,
muchos críticos supusieron que fue su derrota a manos de los egipcios
la que primeramente los impulsó a radicarse en la costa palestina. De
ahí concluyen que toda mención a los filisteos con anterioridad al año
1195 a. de J.C. es necesariamente anacrónica ya sea en Génesis 21, Josué
13 o Jueces 3. Según esta interpretación, ni Abraham, ni Isaac pudieron
haber hallado filisteos en Gerar como lo relata el Génesis (cf. Génesis
21:32, 34; 26:1, 8, 14, 15, 18). Pero el hecho de que los merodeadores
filisteos fueron rechazados por Ramsés III hacia el litoral palestino, no
constituye prueba alguna de que no habitaron allí filisteos antes de ese
tiempo. Las referencias bíblicas demuestran que eran un pueblo hete-
rogéneo compuesto por diversos grupos entre los que se contaban los
caftoreos, los quefteos, los cereteos y los peleteos. Las probabilidades se
inclinan en favor de que varios de estos grupos emigraron en olas
sucesivas desde la isla de Creta. Ya en el período minoico los habi-
tantes de Creta eran activos mercaderes antes de la época de Abraham.
Como tales se hubieran sentido estimulados a establecer centros
comerciales en la costa palestina.

EL SACRIFICIO DE LA HIJA DE JEITE

Digamos algunas palabras sobre un episodio del libro de los jueces


que ha provocado gran perplejidad y ha llevado a menudo a erróneas
conclusiones. Aparentemente Jefté ofreció a su hija como sacrificio
humano sobre el altar, en cumplimiento de su imprudente y arrebatado
voto (Jueces 11:30, 31; c/. versículo 39). El término hebreo que traduce
"holocausto" es 'ólah, que en todas partes significa un sacrificio cruen-
to totalmente consumido por el fuego sobre el altar. Pero, como lo
señalan Keil y Delitzsch, esta interpretación de un sacrificio humano,
literalmente entendido, no se sostiene a la luz del contexto.
1. Siempre se entendió, desde los días de Abraham (cuyo hijo Isaac
Dios substituyó por un cordero) que el sacrificio humano era una ofen-
sa y una abominación a Jehová, expresamente prohibido en Levítico
18:21: 20:2-5; Deuteronomio 12:31; 18:10. No hay evidencia de que
algún israelita ofreciera sacrificios humanos antes de los días de Acaz
(743-728 a. de J.C). Es inconcebible que un hombre temeroso de Dios
como lo era Jefté pudiera suponer que agradaría a Dios ejecutando
semejante crimen y abominación.
2. Concedió a su hija dos meses para expresar su pesadumbre, no
para condolerse ante la próxima pérdida de su vida, sino para lamen-
tarse por su virginidad (b•talfm) (Jueces 11:37-38).
3. El versículo 39 dice que después que Jefté cumplió su voto y la
ofreció en "holocausto", "ella nunca conoció varón". Ese hubiera sido
un comentario inútil e insustancial, si la hubieran matado. Pero tiene
JosuÉ. JUECES y RUT 309

perfecta importancia, si fue dedicada al servicio de Jehová en la puerta


del tabernáculo por el resto de su vida. (Para referencias a mujeres
devotas que prestaron servicios en conexión con las prácticas de culto
de la nación, cf. Exodo 38:8 y 1 SamueJ 2:22; también Ana en los dias
de Jesús, Lucas 2:36-37). El rasgo conmovedor de la situación en este
caso no fue que la hija de Jefté se dedicara al servicio divino, sino la
extinción de la descendencia de Jefté, puesto que no tenía otros hijos o
hijas. De ahi que tanto él como ella endecharan su virginidad. No hubo
ningún sacrificio humano.

RuT
Este libro lleva como título el nombre del personaje principal, cuya
biografía relata. Es incierta la etimología de este nombre; algunos han
sugerido una modificación moabita del hebreo r•·a1. amistad. El propó-
sito del libro es relatar un episodio en la ascendencia del rey David, que
narra la introducción de sangre no israelita en su linaje. También en-
seña el largo alcance de la gracia de Dios que está dispuesta a aceptar
aun a los gentiles convertidos en la comunión de su pueblo redimido.
Tal vez su mayor importancia radica en el hecho de poner en evidencia
la función del góe/, es decir del pariente redentor o rescatador.

BOSQUEJO GENERAL DE RUT

l. Migración y estada en Moab, 1:1-5


H. Decisión de Rut de volver con Noemí a Judá, 1:6-18
III. Apesadumbrado retorno a Belén, 1:1-22
IV. Booz, un amigo en la necesidad, 2:1-23
V. Invocación de la ley del rescate, 3:1-18
VI. Booz acepta su responsabilidad como gó'el, 4:1-t6
VII. Promesa y posteridad. 4:17-22

FECHA DE COMPOSICION

El marco histórico de este librito se coloca en la época de los jueces


(Rut 1:1), y pareciera haber sido compuesto alrededor del mismo tiem-
po en que se escribió el libro de Jueces. No pudo haber sido escrito
antes de los días del rey David, puesto que el monarca es designado por
su nombre (Rul 4:22). De haber sido escrito tardíamente, por ejemplo en
la época de Salomón, es más que probable que el famoso hijo de David
hubiera sido incorporado a la lista de los descendientes de Rut.

12. Cf. Keil y Oelitzsch, /oshuo, /udges, Ruth (/osué, Jueces, Rut} (Grand Raplds:
Eerdmans, 1950), págs. 388-95.
310 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN ,\L ANTICUO TESTAMENTO

Los críticos de la escuela liberal insisten en una fecha posterior al


reinado del rey Josías, en razón de que Rut revela conocer el capítulo 25
del Deuteronomio, y el Deuteronomio (de acuerdo con ellos) fu e com-
puesto precisamente antes de la reforma de Josías. La mayoría de los
críticos le asignan una fecha alrededor del año 550 a. de J.C., más o
menos el tiempo del exilio, y otros calculan cien años más tarde, con-
siderando que el libro fue una respuesta a la estricta aplicación de la ley
por parte de Nehemías en contra de las esposas extranjeras. Es intere-
sante señalar que Albright expresa su preferencia por una época ante-
rior al reinado de Josías, haciendo caso omiso de su dependencia del
Deuteronomio. En la obra Old Testoment Commentary (Comentario al
Antiguo Testamento), Alleman-Flack menciona la demostración de
Millar Burrows de que la costumbre legal descrita en conexión con el
casamiento de Booz y Rut representa una etapa anterior a la de las leyes
del Pentateuco respecto al matrimonio de levirato. Por lo tanto, sobre
estas bases cuestionables, Albright manifiesta: "No podemos fijar
la fecha del grueso del libro de Rut después del siglo Vil, y una fecha
tan temprana como el siglo IX es muy posible para el poema
fundamental. ""
E:n apoyo de una fecha tardía, algunos críti cos han señalado supues-
tos arameísmos tales como l□hen en 1:13 y mara' en 1:20, Claro está que
l□ hén existe en arameo con el significado de "por lo tanto", pero como
vocablo hebreo puede traducirse " a ellas" en el sentido de "para esas
(cosas)". Si bien es cierto que mora' ('amargura') se escribe de una
manera aramea, su equivalente hebreo por un sonido idéntico difiere
escasamente en su escritura. Además, puesto que ya que se han hallado
inscripciones tan remotas como del siglo IX a. de J.C. con escritura
cananea y aramea en el mismo texto," son muy débiles las bases que
brindan estas dos discutibles palabras para fijar una fecha tardía para la
composición del libro.
En cuanto a la historicidad de la narración, Rut nos ofrece una clara
imagen de las cost umbres de ese remoto período. En aquel tiempo
(antes que los moabitas se amargaran por el dominio israelita) era per-
fectamente natural que una familia judía se refugiara en Moab en tiem-
pos de sequía y de hambre. Bajo esas circunstancias también era natural
que los jóvenes se enamoraran y casaran con habitantes de ese territo-
rio. El hecho de que David descendiera de una mujer moabita, explica a
entera satisfacción por qué él buscó refugio bajo la protección del rey
de Moab cuando Saúl lo persiguió. Como lo señala Young, "El mismo
hecho de que Rut, la antepasada de David, era una mujer moabita, es

13. Albright, en Old Tesloment Comme ntory (Comentario sobre el Antiguo Testamento).
pág. 1 47.
14. Cf. la inscripción Zakir mencionada en el capítu lo 10, pág. 151.
JosuÉ. JUECES y R UT 311

suficiente argumento en favor de la historicidad del libro."

ENSEÑANZA BJ\SICJ\ DEL LIBRO

Las enseñanzas básicas de Ru I pueden agruparse en tres títulos


principales.
1. Nos ofrece un anticipo de las grandes bendiciones que habrían
de venir: los gentiles pueden incorporarse a la comunidad de Israel en
condiciones de arrepentimiento y de fe en Jehová.
2. La maravillosa e inesperada providencia de Dios se manifiesta
en la inclusión de un extranjero en el linaje real del Mesías (cf.
Mateo 1:5).
3. El pariente cercano prefigura al Mesías, el góel que llena los
siguientes requisitos y funciones del pariente: (a) tiene que ser un
pariente consanguíneo (de la misma manera que lo fue Cristo por su
nacimiento virginal); (b) tiene que contar con el dinero necesario para
comprar la heredad enajenada (4:10; asf como solamente Cristo tuvo el
mérito de pagar el precio por los p-ecadores); (e) debe estar dispuesto a
comprar la heredad enajenada (4:9; así como Cristo puso su vida por
voluntad propia); (d) debe estar dispuesto a contraer matrimonio con la
mujer del pariente fallecido (4:10; símbolo de la relación de marido y
esposa que hay entre Cristo y su Iglesia). Por lo tanto, y desde este
punto de vista, el librito de Rut es uno de los más instructivos del
Antiguo Testamento con respecto a la obra mediadora del Señor Jesús.

15. E. J. Young, IOT, pág. 340.


CAPITULO 20
1 y 2 SAMUEL, 1 y 2 REYES
Originalmente parece que la Biblia hebrea consideró los dos volúmenes
de Samuel como un solo libro. Lo mismo cabe decir de 1 y 2 de Reyes.
Esta es la razón por la cual Josefo, en el primer siglo d. de J.C. consideró
que eran 22 los libros del Antiguo Testamento (cf. capítulo 5, pág. ).
Pero los judíos alejandrinos reunieron los dos libros de Samuel y los
dos de Reyes como libros de los "reinos" (basileión) y luego los subdi-
vidieron en cuatro libros de los "reinos". Con el correr del ti em po, la
Vulgata Latino abandonó el término libros de los reinos (libri regnó-
rum) y adoptando la división hebrea entre Samuel y Reyes, estableció
los t!Ítulos que la iglesia occidental ha utilizado hasta nuestros días.
(Pero la iglesia oriental todavía habla de 1 y 2 Samuel como 1 y 2
Reinos y 1 y 2 Reyes como 3 y 4 Reinos. No fue sino en la edición de
Bomberg, en el año 1517, cuando la Biblia hebrea hizo la división de
Samuel y Reyes en dos libros.
1 y 2 Dr:: SAMUBL
Ambos libros se escribieron para narrar la fundación de la mo nar-
quía hebrea. De ahí que incluyan: (a) la carrera de Samuel, el formador
de reyes '; (b) la carrera de Saúl, el rey infiel que, echando por la b orda
el pacto, se transformó en un tirano; (e) la carrera de David, rey ver-
daderamente teocrático, que fundó la permanente y válida dinastía de
la que habría de nacer el Mesías.

BOSQUEJO GENERALE DE t SAMUEL

l. La carrera de Samuel y la liberación de mano de los filisteos, 1 :1-


7:17
A. La madre de Samuel y su canción, 1:1 - 2 :10
B. Noviciado de Samuel en el templo, 2:11-3:21
C. Desastre en Silo y muerte de Elí, 4:1 -22
JD. El cautiverio del arca en Filistea, 5:1-6:21
t. El nombre Sh•mü 'él es diversamente i nterpretado como "el nombre de Dios", "Su
nombre es Dios•· o aun "oído de Dios". c uando es un apócope de Sh•mú'él.

312
1 Y 2 SAMUEl.. 1 Y 2 REYES 313

E. El retorno del arca a Israel. 7;1-17


II. Ascenso del rey Saúl al poder, 8:1-15:35
A. Petición de un rey por parte de los israelitas 8:1-22
B. Saúl es ungido por Samuel y reivindicado por la victoria, 9:1 -
11:15
C. Discurso final de Samuel al pueblo, 12:1-25
D. Victorias de Saúl y Jonatán sobre los filisteos, 13:1-14:52
E. Campaña de los amalecitas y desobediencia de Saúl, 15:1-35
III. Declinación de Saúl y surgimiento de David, 16:1- 31:13
A. David es ungido por Samuel y presentado en la corte, 16:1-23
B. David libera a Israel al matar a Goliat, 17:1-58
C. Huida de David debido a los celos de Saúl, 18:1-20:42
D. Deambulación de David como un proscrito, 21:1 - 30:31
E. Ultima batalla de Saúl; su muerte en el monte de Gilboa, 31:1-13

BOSQUEJO GENERAL DE 2 SAMUEL

l. Carrera de David como Rey de Judá y de todo Israel, 1:1- 14:33


A. Lamentación de David por la muerte de Saúl y Jonatán, 1:1-27
B. Coronación de David en Hebrón; la guerra con Abner, 2:1-32
C. Defección de Abner y su muerto por mano de Joab 3:1-39
D. El asesinato de Is-boset, 4:1-12
E. Establecimiento de la unidad nacional y religiosa, 5:1-6:23
F. Pacto de Dios con David: el rey mesiánico, 7:1-29
G. Extensión del dominio de David hasta los límites de la Tierra
Prometida, 8:1 - 10:19
H. Pecado de David con Betsabé y su arrepentimiento, 11:1-12:31
l. Infamia de Amón y venganza de Absalón, 13:1-14:33

11. Fase final del reinado de David, 15:1-24:25


A. La rebelión de Absalón y derrota final, 15:1 - 18:33
B. David reconquista el poder, 19:1 - 20:26
C. El hambre y la venganza de los gabaonitas contra los descen-
dientes de Saúl, 21:1-14
D. Ultimas guerras contra los filisteos, 21:15-22
E. Salmo de alabanza de David y testimonio final, 22:1-23:7
F. Lista de los valientes de David, 23:8-39
G. Pecado de David por ordenar un censo del pueblo; cese de la
plaga al erigirse un altar, 24:1-25
FECHA Y COMPOSICION

A juzgar por las evidencias internas, difícilmente pudieran haberse


escrito los libros de Samuel antes de la muerte de Salomón. En 1
Samuel 27:6 leemos que la monarquía dividida era un hecho: "Siclag
314 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

vino a ser de los reyes de Judá hasta hoy". Si bien no figura una nota
necrológica sobre David, las últimas palabras parecieran implicar un
conocimiento de su muerte. Faltan datos precisos en cuanto a la fecha
de su compos:ición, y ninguno de los eruditos tan conservadores como
Steinmueller, Young o Moeller pueden fijarla con más aproximación
que entre los años 930 y 722 antes de Cristo.
Los críticos racionalistas, al analizar el libro sostienen que está
compuesto de dos documentos {Pfeiffer) o posiblemente de tres (Eiss-
feldt, que descubre L, J y E). Sostienen que algunas de sus porciones
pertenecen a Salomón, y otras partes le fueron añadidas hasta el afio
550 a. de J.C. por un redactor de la "escuela del Deuteronomio". Es
digno de mención el hecho de que hay tantas evidencias de una fecha
temprana, en algunas secciones de Somuel, que hasta un crítico di-
visionista como lo es R. H. Pfeiffer, pudo asignar la parte más antigua
del libro a un autor del siglo X a. de J.C., tal como Ahimaas el
sacerdote.' Pero a otras porciones les asignan fecha tan tardía como el
tiempo del exilio, debido a que se hace referencia a los levitas en 1
Somuel 6 y 7.• Se aplica la misma técnica general de análisis que la que
se utiliza par8J la crítica al Pentateuco, con el propósito de aislar relatos
paralelos y dobles que demuestran tales "inconsecuencias" entre si
como para indicar diversas paternidades literarias en distintos
períodos de la historia de Israel. Por ejemplo, sostienen que hay dos
actitudes diametralmente opuestas respecto al establecimiento de una
monarquía en Israel: la de 1 Somuel 7 y 8 (que entrafta una condena-
ción divina por la falta de fe del pueblo al solicitar un rey) y la del
capitulo 9 (especialmente el versículo 16) con sus magníficas promesas
de bendición para el rey a quien habrá de ungir Samuel.
Lo que estos críticos no logran ver es que la condenación por la
posición antiteocrática adoptada por la nación. no anula la bendición
de Dios sobre el instrumento humano que ha escogido para dirigir a su
pueblo bajo la nueva forma de gobierno que equivocadamente ha
preferido.• A lo largo de la historia hebrea hallamos numerosos ejem-
plos de este tipo de respuesta divina ante los errores humanos. Por
ejemplo, a pesar de los crímenes perpetrados por David para adquirir a
Betsabé como esposa, Dios magnánimemente escogió a su segundo hijo,
Salomón, como sucesor de su padre, el más glorioso de sus descen-
dientes. La artificialidad de la estratificación de la alta c ritica se pone

2. Pfeiffer, IOT, pág. 356.


J. Cf. A. Bentzen , IOT, 2:95
4. Cf. el comentario de K. A. IUtchen sobre la pretendida denuncia de Samuel contra la
monarqula en 1 Somuel 8. IUtchen compara esto con documentos de Alalah y Ugaríl q_ue
advierten a los poderes civiles regulares (no abusos¡ que un rey terrenall asumirla el poder
para gobernarlos. El propósito de Samuol fue simp amente e l de advertir a sus conciuda-
danos sobre el costo de la monarqufa. AOOT, pág. 158; cf. para mayor abundamiento
BASOR No. 143 (1956).
1 y 2 SAMUEL. 1 Y 2 REYES 315

de manifiesto por el hecho de que en las últimas partes de la narración


aparecen entrelazadas alusiones de las primeras secciones, pues con
frecuencia estas alusiones cortan todas las líneas divisorias que han
trazado los crlticos. Ciertas frases características en las fuentes supues-
tamente distintas se repiten con tanta frecuencia, que tornan altamente
dudosa toda la técnica analítica utilizada.•
Si bien no puede columbrarse un estrato postdavídico. no hay duda
de que quien compiló los libros de Samuel echó mano de ciertas
fuentes anteriores, como por ejemplo, el libro de Jaser, mencionado en
2 Samuel 1:18. Y aunque no se hace referencia por nombre a otras
fuentes o escritos, es más que probable que fueron consultados los
archivos oficiales, incluso los " Hechos del rey David," compuestos por
Samuel, Natán Y Gad (según lo afirmado en 1 Crónicas 29:29).

PRESERVACION DEL TEXTO

Por alguna razón que desconocemos, el texto de 1 y 2 Samuel


parece haber sido mal preservado en la revisión masorética, peor que
ningún otro libro de la Biblia. Una explicación razonable sería que el
texto oficial del templo, escrito en el período intertestamentario, se
basaba en un antiquísimo Vorlage (manuscrito anterior del cual fue
copiado) que contenía ocasionales lagunas (tal vez debido a la acción
destructiva de los gusanos o al natural desgaste producido por el uso).'
Esto explicaría, por ejemplo, la ausencia de un número antes de la
palabra "años" en 1 SomueJ 13:1: "Era Saúl de ... años cuando comen-
zó a reinar, y había reinado ya dos años sobre Israel" (Version Nácar-
Colunga). (Nota del traductor: La VRV dice así: " Habla ya reinado Saúl
un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel." La Biblia de
Jerusalén directamente excluye el versículo y su nota marginal dice que
el hebreo traduciría así: "Saúl tenla un año cuando llegó a ser rey y
reinó dos años sobre Israel," lo cual es absurdo. El versículo no aparece
en la antigua versión griega.) Pero un estudio de Samuel, según la
Sepluaginla, indica que su Vorlage estaba en mejores condiciones que
el de la tradición masorética, de ahí su extraordinaria utilidad para la
crítica textual de estos dos libros. En las cuevas de Qumran se han
hallado varios fragmentos importantes que contienen un texto hebreo
apreciablemente más semejante a la Sepluoginlo que al TM.' (Sin
embargo, ni siquiera la Sepluaginla ayuda a descubrir el número que
falta en 1 SamueJ 13:1). Asl también en 1 SamueJ 12:11 una letra 'ayin
al aparecer se desprendió del nombre Abdón, uno de los jueces del

5. Cf. la frases anotadas por Raven. OTI. pág. 167


6. Cf. capitulo 3. pág. 59
7. Cf. capitulo 3, pág. 57
316 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

siglo XII (cJ. jueces 12:13-15); de ahí que su nombre aparezca como
B-D-N en lugar de '-B-D-N y sea vocalizado por los masoretas como
"Bedán" (según figura en la VRV, revisión de 1909, pues en la revisión
de 1960 figura como Barac; nota del traductor).

SUPUESTAS INCONSISTENCIAS EN LA NARRAClON

Muchas de las inconsistencias que los críticos divisionistas han


señalado en su análisis de los libros de Samuel, sólo pueden percibirse
cuando se recurre a una deliberada política de disección artificial. Si se
acepta el texto tal cual está escrito es posible reconciliar los puntos en
discusión. Sin embargo, hay algunos pasajes para los cuales no se con-
sigue fácilmente una explicación armoniosa.
Algunos han insistido en que entre 1 Samuel 1 y 1 Crónicas 6 hay
diferencias en cuanto al trasfondo tribal de Samuel. Según 1 Crónicas
6, Samuel sería un levita de la subtribu de Coat. Pero 1 Samuel 1:1
afirma que Elcana era un efrateo, puesto que provenía de Ramataim de
Zofim. Pero realmente este versículo no dice nada sobre la afiliación
tribal de Elcana; simplemente indica su lugar de residencia. De acuerdo
con la Tora, los levitas no disponían de ningún territorio tribal propio,
sino que habrían de establecerse en cuarenta y ocho ciudades levíticas
esparcidas entre las doce tribus (cf. Números 35:6). No hay razón algu-
na para pensar que Ramataim o Ramá no hubiera sido una de las
ciudades de Efrain asignadas a los levitas.
Otra de las dificultades es la doble presentación de David al rey
Saúl. En 1 Samuel 16:14-23 se lo presenta como un arpista empleado
para calmar al atormentado espíritu de Saúl. En 1 Samuel 17:55-58
aparentemente se repite la presentación. Pero un estudio más cuida-
doso de esta "segunda presentación" demuestra que en ese momento la
única preocupación de Saúl era saber quién era el padre de David o,
mejor dicho, qué tipo de persona era el padre de David, teniendo en
cuenta la política seguida por Saúl de escoger como su guardia personal
a la flor y nata de los guerreros de su pueblo (1 Samuel 14:52). Nada
más lógico y natural que pensar en la posibilidad de designar a Isaí o a
algunos de sus otros hijos para incorporarse a ese cuerpo selecto, al
saber de la proeza del hijo menor cuando mató al gigante Goliat. 1
Samuel 18:1 sugiere que se habló largo y tendido luego que Saúl formu-
lara la pregunta a Abner, respecto a David, y podemos inferir, razo-
nablemente, que en esa ocasión se discutieron muchas cosas aparte de
meros nombres.
Se plantea un problema interesante respecto al encuentro de David
con el gigante Goliat. Al par que 1 Samuel 17 establece que Goliat fue
muerto por David, 2 Samuel 21:19 indica que el gigante murió a manos
de Elhanán. Si bien la Septuaginta se ciñe estrictamente al TM en este
1 v 2 SAMUEL. 1 y 2 REYES 317

último versículo, resulta obvio que un error del copista vició la trans-
misión del texto original. Afortunadamente 1 Crónicos 20:5 nos ayuda
a descubrir cómo se produjo el error. En 1 Crónicos dice así el versícu-
lo: "Y Elhanán, hijo de Jai.r, mató a Lahmi, hermano de Goliat geteo." El
copista de 2 SomueJ 21:19 confundió aparentemente el signo del objeto
directo ('I) con la palabra beyl (probablemente porque el manuscrito
estaba manchado o desgastado antes de la I final), y de esa manera
cambió Lal¡mi por "el belemita" (hebreo: B-l-h-1-1)-m-y); luego, por una
razón similar, confundió la palabra hermano ('I)) con el signo del objeto
directo ('-1), que significa que fue Goliat el que murió y no su hermano.
En el siglo V a. de J.C. la letra hebrea h()I (1)) se parecía notoriamente a la
letra low (1) y además se habla empequeñecido la letra yod. Como
evidencia adicional de que fue mal copiado el versículo de 2 Somuel 21
tenemos la intromisión del nombre oregim después de joore. Como lo
deja traslucir 1 Crónicos 20, esta palabra 'ór•gim, que significa teje-
dores, solo podla figurar después de "rodillo". Este error de transmi-
sión tuvo que haberse producido cuando la letra /)et ya se semejaba a
taw, pero antes de haberse traducido la Sepluoginlo, es decir entre los
siglos V y lll a. de J.C.
Entre otros hechos paralelos, supuestamente inconsistentes, se in-
cluyen las dos ocasiones en que David tuvo a Saúl en sus manos y pudo
haberlo matado mientras dormía. (Pero en las peculiares condiciones
dadas por la guerra de guerrillas en terreno montañoso, cabe dentro de
lo posible que se hubiera producido dos veces). Por otra parte, en los
repetidos episodios de reconciliación y alienación ocurridos entre Saúl
y David, los períodos temporales de amistad eran seguidos por arran-
ques de odio asesino, Y, sin embargo, habría que reconocer que en vista
de la demencia de Saúl y su progresivo deterioro por la corrosiva in-
fluencia de una obsesiva envidia y de un profundo sentido de insegu-
ridad, este orden de acontecimientos se ajusta a la realidad de la vida.
Ni aquf, ni en ninguno de los ejemplos menos significativos que los
criticos racionalistas sacan a luz, podrá encontrarse un solo caso de
auténtica discrepancia.

1 Y 2 R EYES

Como ya lo hemos señalado, para el canon hebreo estos dos libros


formaban originalmente un solo volumen. El titulo es perfectamente
apropiado de acuerdo con el tema de que se trata, pues relata las carre-
ras ele los rP.yP.s clP. lsraP.l y ciP. Jucl:1 ciP.sciP. los díRs de Salomón hasta la
calda de la monarquía judía ante los ejércitos de Nabucodonosor en el
año 587 a. de J.C. Ya dijimos que la Sepluoginlo los denomina 3 y 4 de
los Reinos (Bosileión).
El tema de ambos libros era demostrar, sobre la base de la historia
318 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

de Israel, que el bienestar de la nación dependía en última instancia de


la sinceridad de su fidelidad al pacto concertado con Jehová, y que el
éxito de cualquiera de sus gobernantes debía medirse por su grado de
adhesión a la constitución mosaica y un invariable testimonio puro que
honrara a Dios ante los paganos. El propósito de este relato fue el de
exhibir los acontecimientos importantes según el punto de vista de
Dios y su programa de redención. El au tor no tuvo la intención de
glorificar a los héroes nacionales de Israel por motivos nacionalistas; de
ahí que omitió aun ciertos logros pasajeros que hubieran adquirido gran
importancia ante los ojos de un historiador secular. Su principal
preocupación fue demostrar cómo cada uno de los sucesivos gober-
nantes trató con Dios y cómo encaró sus responsabilidades para con e l
pacto.

BOSQUEJO GENERAL DE I Y 2 REYES

l. El reinado de Salomón, 1 Reyes 1:1-11:43


A. Disposiciones finales de David y supresión de Adonfas, 1:1-
2:11
B. Comienzo del reinado de Salomón, 2:12-46
C. Oración de Salomón para pedir sabiduría, luego ele su casa-
miento con la hija de Faraón, 3 :1-28
D. Administración salomónica de su reino, 4:1 -34
E. Erección del templo por parte de Salomón·, 5:1-7:51
F. Dedicación del templo y otorgamiento de la promesa de Dios,
8:1-66
G. Riqueza y gloria de Salomón; la reina de Sabá, 9:1-10:29
H. Apostasía y declinación de Salomón, 11:1-43
II. Primeros reyes de la monarquía dividida, 12:1-16:28
A. Insensatez de Roboam; rebelión dirigida por Jeroboam, 1.2:1-
14:31
B. Abiam y Asa de Judá, 15:1-24
C. Nadab, Baasa y Ela de Israel. 15:25-16:14
D. Zimri y Omri de Israel, 16:15-28
III. Período de alianza entre Judá e Israel, 16:29- 2 Reyes 9:37
A. Acab y Elías en la prueba del monte Carmelo, 16:29- 18:46
B. Acab y Elfas hasta la muerte de Acab en Ramot de Galaad,
19:1- 22:53
C. Ocozías de Israel, 2 Reyes 1:1-18
[). Vngimiento de Elíseo y muerte de Elías, 2:1-25
E. Joram y Josafat contra los moabitas, 3:1-27
F. Milagros de Elíseo; la curación de Naamán, 4:1-5:27
G. Guerras con Ben-adad y liberación de Samaria, 6:1-7:20
1 Y 2 SAMUEL. 1 Y 2 REYES 319

H. Misión de Elíseo ante Hazael y Jehú; muerte de la reina Jezabel,


8:1—9:37
IV. Declinación y caída de Israel, 2 Reyes 10:1- 17:41
A. Jehú extermina la casa de Acab y a los seguidores de Baal,
10:1-36
B. Atalía y Joás de Judá, 11:1—12:21
C. Joacaz y Joás de Israel, 13:1-25
D. Amasias y Azarías (Uzías) de Judá, 14:1-22; 15:1-7
E. Jeroboam II, 14:23-29
F. Ultimos reyes de Israel: Zacarías, Salum, Manahem, Pekaía,
Peka, Oseas, 15:8-31
G. Jotam y Acaz de Judá, 15:32—16:20
H. Caída de Samaría; su repoblación con paganos semiconverti-
dos, 17:1-41
V. Monarquía judía después de la caída de Samaria, 18:1-25:30
A. Ezequías y Senaquerib; 18:1- 19:37
B. Enfermedad de Ezequías: despliegue de su riqueza ante los ojos
de los enviados caldeos, 20:1-21
C. El malvado rey Manasés; su hijo Amón, 21:1-26
D. Reformas de Josías, 22:1- 23:30
E. Ultimos reyes y caída de Jerusalén, 23:31—25:21
F. Asesinato de Gedalías; Joaquín recibe honores, 25:22-30

En cuanto a las fuentes de esta obra, resulta obvio que el autor


profético se basó más en documentos anteriores que el autor de Jueces o
Samuel. Se mencionan tres de tales documentos: (1) El libro de los
hechos de Salomón (1 Reves 11:41); (2) El libro de las crónicas de los
reyes de Judá (passim); (3) El libro de las crónicas de los reyes de Israel
(passim). Podemos inferir, razonablemente, que estas tres obras consis-
tían primordialmente de las anotaciones del cronista o archivero oficial
de la corte, el mazkir, que menciona 2 Samuel 8:16. Sin ser citada, pero
obviamente consultada, hay una cuarta fuente, Isaías 36-39, grandes
secciones de la cual fueron copiadas casi al pie de la letra en 2 Reyes
18-20. (Puesto que el autor de 2 Reyes narró la historia hebrea hasta la
caída de Jerusalén y un tiempo después, es obvio que tomó de Isaías y
no viceversa. Algunos críticos han sostenido que los capítulos de Isafas
fueron copiados de Reyes, pero las evidencias sobre las cuates basan
su presupuesto pueden ser interpretadas en favor de la conclusión
opuesta.)
Con respecto a la fecha de composición, resulta obvio, de lo que
acabamos de decir, que se consultaron fuentes escritas anteriores, que
se remontan al reinado de Salomón. La composición final tuvo que
haber sido hecha después de la caída de Jerusalén, probablemente al
320 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

comienzo del exilio; sin embargo, es posible que solamente el capitulo


final corresponda a los días del exilio, ya que la frase "hasta hoy",
frecuentemente repetida a lo largo del libro. indica. con toda seguridad,
una perspectiva anterior al exilio, 1 R. 8:61; 9:13, 21; 10:12; 12:7; 22:19.
La tradición talmúdica sostiene que Jeremías fue el autor de Reyes
(Bobo Bathra, 15a), sugerencia que cuenta con el apoyo de Stein-
mueller. Puesto que el autor habla desde una perspectiva per-
manentemente profética y es un hombre de gran habilidad literaria. es
posible que Jeremías haya compuesto toda la obra con excepción del
capítulo final. Un argumento de más peso en favor de esta suposición
es que el autor no menciona ni una sola vez a jeremías en los capítulos
que tratan de Josías y sus sucesores. Aparte de la natural modestia del
autor, es difícil explicar la falta de mención de un factor tan impor tante
en la historia de Judá, como lo fue el ministerio de Jeremías, su último
profeta. En cuanto al capítulo final. parece haber sido escrito por
alguien que vivía en Babilonia y no en Egipto, que fue donde murió
Jeremías.
La critica liberal sostiene que los libros de Reyes están compuestos
de dos principales estratos, de los cuales uno es una fuente anterior al
exilio que nada sabe de la caída de Jerusalén y considera como perfec-
tamente legítima la adoración en los lugares altos y sitios fuera de
Jerusalén; el otro estrato proviene de la obra de la escuela del Deute-
ronomio que floreció alrededor del año 550 a. de J.C., de acuerdo con
esa teoría. Mira hacia atrás, a la caída de Jerusalén y al juicio del exilio,
como hechos consumados, y los explica como resultado de no haber
podido limitar al ámbito del templo de Jerusalén el culto a Jehová. Esta
escuela de pensamiento quiso reinterpretar la historia israelita i.mpli-
cando una condenación, aun para el rey Salomón, por sacrificar en
Gabaa antes de la erección del templo. Se sobreentiende que la teoría de
una escuela del Deuteronomio depende de que se fije la fecha del libro
de Deuteronomio en el tiempo de Josías. Las evidencias de esto, se·
reconoce que cada vez se hacen más tenues y difíciles de sostener.
Podemos admitir sin reparos que la actitud del Deuteronomio frecuen-
temente se advierte en los juicios morales de 1 y 2 Reyes, pero esto es
claramente explicado por la paternidad literaria mosaica de ese libro.
(Lo mismo cabe decir de la influencia del Deuteronomio que se observa
en los libros de Samuel y en Jueces. Resulta obvio que los autores de
esos antiguos libros estaban familiarizados con el Deuteronomio como
también con el resto de la Tora, y los consideraban plenos de autoridad,
pues reconocfan la mano de Moisés, el inspirado autor.)
PROBLEMAS DE CRONOLOCIA
En los albores de los estudios sobre el Antiguo Testamento, los
eruditos tropezaron con grandes dificultades para armonizar las cifras
1 Y 2 SAMUEL, 1 v 2 REYES 321

Sargón U. Este enorme toro de piedra con cabezo humano proviene


del palacio de Sorgón 11, probable conquistador de Samario.
(Cortesía del Louvre.)
322 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

dadas en los libros de Reyes para los reinados y reyes del Norte y del
Sur. Particularmente en el caso de los reyes judíos, al sumar todos los
años de reinado, acusaban un total considerablemente mayor que el
lapso que transcurrió entre la muerte de Salomón y la caída de Jeru-
salén. Sin embargo, las investigaciones posteriores demostraron el
hecho de que en muchos casos el príncipe heredero o el inmediato
pretendiente al trono era formalmente coronado y comenzaba oficial-
mente a reinar en vida de su padre. En el caso de Uzias, para tomar un
ejemplo extremo, parece haber sido coronado como rey secundario en
el año 790 a. de J.C., cuando su padre Amasias apenas habla reinado
seis años. A la muerte de Amasias ascendió como rey único, en el año
767 a. de. J.C. En el año 751 a. de J.C. enfermó de lepra y tuvo que
abandonar todas sus responsabilidades gubernamentales, durante gran
parte de su reinado. En ese mismo año 751 a. de J.C. fue coronado su
hijo Jotam y reinó hasta el año 736 a. de J.C.; pero al parecer, de acuerdo
con 2 Reyes 15:30, no murió hasta el 732 ó 737 a. de J.C. En el año 743 a.
de J.C., su hijo Acaz fue coronado como corregente y reinó basta el año
728 (cuando al parecer fue depuesto, si bien no murió hasta el año 725).
De esa manera, entre los años 743 y 739 a. de J.C .. Judá fue gobernado
por no menos de tres reyes simultáneamente: Uzias, Jotam y Acaz.
Gran parte de las dificultades planteadas por problemas de cronolo-
gia en este período se deben a la afirmación que figura en 2 Reyes 18:13,
según la cual la invasión de Senaquerib (en el año 701 a. de J.C.) se
produjo en el decimocuarto año del reinado del rey Ezequfas. De ello
Edwin Thiele dedujo que Ezequfas comenzó a reinar en al año 715, a
pesar de que todas las otras referencias en 2 Reyes indican o implican
que comenzó su cogobierno con Acaz en el año 728 (2 Reyes 15:30;
16:1-2; 17:1 ; y aun 18:1, 9). A regañadientes Thiele arriba a la siguiente
conclusión, respecto al autor hebreo: "Fue un hombre profundamente
preocupado por la verdad, pero que no entendía toda la verdad."• En
apoyo de esa conclusión, procura demostrar que la "Gran Pascua" tuvo
que haberse celebrado después de la caída de Samaria y no antes (si
bien 2 Crónicas 30- 31 implica que ello ocurrió alrededor de la misma
fecha de las reformas religiosas que impuso en Judá, al comienzo
de su reinado).
Tal como tenemos ahora el texto hebreo, hay una clara discrepancia
entre 2 Reyes 18:13 y todos los otros pasajes citados anteriormente.
Pero si enmendamos la expresión "a los catorce años", y colocamos "a
los veinticuatro años"•, ello indicarla el año 725 a. de J.C. como el

8. Thiele. Mysterious Numbers of the Hebrew Kings [Números misteriosos de los reyes
hebreos), segunda edición [Grao Rapids: Eerdmans. 1965), pág. 140.
9. E. J. Young, Book of lsoíoh (Libro de /solos), New lnternotionol Commentory on the
Old Testoment (Nuevo comentario internacional del Antiguo Testamento). Grand
Rapids: Eerdmans, 1969). págs. 540-542.
1 v 2 SAMUEL. 1 Y 2 REYES 323

comienzo del reinado de Ezequías como rey único, luego de la muerte


de Acaz. Si se utilizó el tipo de anotación numérica utilizado en el
Voriage que figura en los papiros de Elefantina, sería suficiente la bo-
rradura de un trazo horizontal para hacer que la palabra veinticuatro
pareciera catorce. O si los números fueron deletreados, sería suficiente
equivocarse en una sola letra (mém mal copiada como he) para transfor-
mar "veinticuatro" ('arba' 'e§rim) en "catorce" ('arbo' 'e§reh) de acuer-
do con la ortografía anterior. En apoyo de esta enmienda tenemos el
caso de 2 Crónicas 36:9 que fija la edad de Joaquín en ocho años cuando
ascendió al trono, en tanto que 2 fleyes 24:8 afirma que tenía diez y
ocho años. Este es un error de copia en el manuscrito en el segundo
dígito. Aun Thiele reconoce de buena gana que 2 Crónicas 36:9 con-
tiene un error de ese tipo, y que debe corregirse ocho por diez y ocho 10 •
Los sincronismos (es decir datos simultáneos) contenidos en los
monumentos asirios han arrojado mucha luz respecto a la cronología de
las dinastías hebreas. Especialmente importantes son las listas epóni-
mas asirías, que cubren la historia del imperio entre los años 893 y 666
a. de |.C. También tenemos el Canon Griego de Tolomeo (que vivió en
los años 70 a 161 d. de J.C.) que relata la historia del reinado de los
reyes de Babilonia desde el año 747 a. de J.C. hasta el período greco-
romano. La verificación astronómica de un eclipse que Tolomeo fijó en
el año 552 a. de J.C. ha servido como valiosa confirmación de la exacti-
tud de la narración. Monumentos oficiales contemporáneos tales como
la Estela Negra de Salmanasar III y el Cilindro Taylor de Senaquerib,
contienen ocasionales referencias a hechos y fechas relacionados con
reyes israelitas. Con tales datos se ha podido establecer que hubo
numerosos corregentes tanto en Judá como en Israel, y que los años de
la corregencia se anotaron en la cifra total del reinado de cada uno de
los reyes involucrados.
Thiele también logró establecer que existe una diferencia en los
cálculos de calendario entre los reinos del Norte y los del Sur. El
sistema de calcular que no se basaba en la ascensión al trono, contaba el
resto del año calendario en el cual se coronaba a un rey como su primer
año de reinado. Esto significaba que aun en los casos en que la corona-
ción se efectuara el último día del año a punto de fenecer, ese día se lo
contaba como un año de su reinado y el segundo año comenzaría al día
siguiente, cuando comenzaba el nuevo año calendario. Sin embargo, de
acuerdo con el sistema del "año de ascensión", no se computaba para
nada el día en que el rey era coronado, sino que el año uno de su
reinado comenzaría con el siguiente año nuevo. En el caso particular de
Judá, desde la época del cisma en el año 930 a. de J.C. hasta alrededor
del año 850, se aplicó el sistema del año de la ascensión. Desde el

10. Thiele. pág. 169 •ver página 326.


324 R!t.'iEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

reinado de Jarán ben Acab al :ruinado de Joás ben Ocozías, se aplicó el


sistema no ascensional del Reino del Norte. Por último, desde la época
de Amasias a la caída de Jerusalén, (796 a 587 a. de J.C.), Judá cambió al
sistema ascensional. En cuanto al Reino del Norte, comenzó con el
sistema no ascensional en el año 930 a. de J.C., y lo continuó hasta
alrededor del 800. Desde el reinado de |oaá ben Joacaz hasta la caída de
Samaría (798-72Z a. de J.C.), cambió al método de computación según
el año de ascensión al poder. Podía ocurrir así que lo que en Judá sería
el décimo año del Josafat, en Israel lo contrarían como el undécimo.
Otra complicación se introdujo cuando el Reino del Norte comenzó
su año nuevo en Nisán o Abib, primer mes del año religioso. Con igual
invariabilidad el Reino de Judá, a lo largo de su historia, utilizó el mes
de Tishri o Etanim (séptimo mes del año religioso) como primer mes
del año secular, y sobre esta base computaban todas las fechas y los
reinados. Resulta imposible determinar la razón por la cual se estable-
ció esa diferencia; pero debe ser tomada en cuenta al tratar con los
casos en que al parecer hay discrepancias en el fechado.
Corresponde aquí la reflexión de que, puesto que la cronología es
una rama de la ciencia histórica, está completamente sujeta a revisión.
Aun entre los eruditos conservadores se plantean divergencias. Thiele
calcula que el cisma ocurrió en 931 a. de J.C., en tanto que Payne lo
calcula en el 930. Hay que permitir cierto margen de flexibilidad para
los ajustes que puedan hacerse a medida que aparezcan nuevas
evidencias.
Una obra reciente sobre el último período de la historia de Judá ha
visto la luz con la firma de D. J. Wiseman, Chronic1es of the Chaldean
Kings in the British Museum (Crónicas de los reyes caldeos en el Museo
Británico, 1956). Las tablillas publicadas en esta obra establecen una
serie de datos precisos entre los años 626 y 566 a. de J.C. Indican que
Nabopolasar, el padre de Nabucodonosor, fue oficialmente coronado el
2.1 de noviembre del año 626 a. de J.C, luego de derrotar al ejército
asirio en Babilonia. Asshuruballit II, que asumió el trono asirio después
de la caída de Nínive en el año 612 a. de J.C, fue obligado a abandonar
sus defensas en Harán en el año 610. La batalla de Megido, en la cual
murió Josías, tuvo lugar en el año 609, y en el mismo año o en el año
siguiente, es decir 608, Joacim comenzó su reinado bajo el patrocinio
de Necao, cambió su alianza con Nabucodonosor y murió en el año 598
a. de J.C. La célebre batalla de Carquemis, que estableció toda una
época, y en la cual Nabucodonosor derrotó a los ejércitos aliados de
Egipto y Asiría, tuvo lugar en mayo o junio del año 605 a. de J.C.
Nabopolasar murió el 16 de agosto del año 605, y el 7 de setiembre
Nabucodonosor fue coronado en Babilonia como su sucesor. En el año
601 a. de J.C. los ejércitos babilonios fueron derrotados por los egipcios
en la frontera con Egipto, luego de una feroz batalla. (Este hecho, deseo•
1 Y 2 SAMUEL. 1 v 2 REYES 325

nocido hasta hace poco. explica en alguna medida por qué Joacim se
rebeló contra Babilonia en el último año de su reinado). Jerusalén capi-
tuló ante Nabucodonosor la primera vez el 15 ó 16 de marzo del año
597 a. de J.C. Ese mismo mes Sedequías fue designado rey. Por último,
Jerusalén cayó en julio del año 587, durante la tercera invasión de
Nabucodonosor.
Estas tablillas aclaran una discrepancia entre 2 Reyes 24 :12, que
dice que la captura de Jerusalén que se produjo en el año 597 a. de J.C.
ocurrió el octavo año de Nabucodonosor, y Jeremías 52:28 que afirma
que ese hecho ocurrió en el año séptimo. Está claro que en la batalla de
Carqucmis, Nabucodonosor tenía el mando total de las tropas caldeas y
bien pudo haber sido considerado en el Oeste, como el rey de facto; de
ahí que el historiador judío de 2 Reyes consideró el año 605 ó 604 a. de
J.C. como su primer año de reinado. Pero en Babilonia, que no utiliza-
ban el sistema del año de ascensión, su reinado no comenzó oficial-
mente hasta el año 604 ó 603 a. de J.C. Al parecer Jeremías se ajustó al
sistema de computación oficial de Babilonia.
Un problema espinoso es el planteado respecto a la fecha de la
invasión de Senaquerib a Palestina y al sitio de Jerusalén, según lo
registra Isaías 36-37 y 2 Reyes 18-19. Los monumentos que recuerdan a
Senaquerib nos informan que esa invasión ocurrió en el año 701 a. de
J.C, y habitualmente se ha aceptado que coincidió con la época de la
gran crisis, según la narración del relato hebreo. Pero la publicación de
la Estela IV de Kawa por M.F.L. Macadam, le permite interpretar que
Tiraca no pudo haber tenido más de nueve años de edad en el año 701
a. de J.C, y por ello difícilmente hubiera podido comandar los ejércitos
egipcios que infructuosamente procuraron derrotar a Senaquerib y
levantar el sitio de Jerusalén. Basados en esta interpretación, muchos
eruditos (incluso Albright) elaboraron la teoría de que la acción con
Tiraca supuso una segunda invasión de Senaquerib contra Judá, no
registrada en los anales asirios que se conocen, pero que ocurrió en
algún momento de la década 680-670 a. de J.C."
Pero todas estas especulaciones han perdido vigencia e importancia
a raíz de una posterior edición de la Estela IV de Kawa publicada por
Leclant y Yoyette en el año 1952. Este segundo examen del texto egip-
cio demostró que Macadam lo interpretó erróneamente; en realidad,
quien murió en el año 713 a. de J.C, como fecha más tardía pro-
bablemente en el 717 ó 716, fue Pianky, el padre de Tiraca. Ello signifi-
ca que Tiraca tenía más de nueve años de edad en el año 701 a. de J.C
Macadam supuso, equivocadamente, que hubo una corregencia de seis
años de Tiraca y su hermano mayor Shebitku; también se equivocó al

11. Ver también H. Stigers en WycliffeBible Commentary (Comentario bíblico de Wyclif-


fe), (Chicago: Moody, 1962), pág. 358.
326 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

asignarle 20 años de edad a Tiraca, según la Estela de Kawa: V:17, en el


año 690/689 a. de J.C. Por lo tanto, correctamente interpretado, estos
textos no dicen que Tiraca tenía 20 años de edad en el 701 a. de J.C,
cuando su hermano le encomendó que asumiera la jefatura de la cam-
paña contra Judá. Así que tenía suficiente edad para desempeñar ese
responsable papel aun cuando en ese momento no era el monarca
reinante (como lo era en la fecha en que el episodio fue registrado en
Isaías 36 y 2 Reyes 18). La Estela de Kawa IV: 7-8 dice, respecto de
Tiraca: "Su Majestad estaba en Nubia, como un simpático
joven . , . entre los jóvenes simpáticos a quienes su majestad el Rey
Shebitku había llamado de Nubia." (Obsérvese que aquí también el
último informe del incidente se refiere a Tiraca como "su Majestad", si
bien en aquel momento era solamente el príncipe heredero.) 12
*(De página 323.) Es muy posible que el error del escriba originó en
Isaías 36:1, que contenía el equivocado catorce en lugar de veinticuatro.
Otro ejemplo se encuentra en 2 Crónicas 22:2 que da la edad de Ocozías
como cuarenta y dos cuando empezó a reinar, mientras que 2 Reyes 8:26
dice veintidos. Quizás Crónicas lee ~ como

12. Para mayores detalles y documentación consultar Kítchen, AOOT, págs. 82-84.
CAPITULO 21
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS
ABDIAS, JOEL Y JONAS
ll\'TRODUCCIÓN A LOS PROFETAS

Recordemos que de acuerdo con la terminología de la Biblia hebrea, los


profetas anteriores incluyen cuatro libros que ya hemos estudiado:
Josué, Jueces, Samuel (1 y 2 reunidos) y Reyes (1 y 2 reunidos). Si bien
estos libros tratan de la historia de Israel , fueron escritos desde un
punto de vista profético y es posible que sus autores hayan sido pro-
fetas de profesión. Pero los libros que habremos de estudiar en éste y
los seis próximos capltulos figuran en la Biblia hebrea como profetas
posteriores. A su vez los profetas posteriores se subdividen en profetas
,nayores (/safas, Jeremías, Ezequiel) y los doce profetas menores, facti-
bles, de escribirlos en un solo rollo largo, y que en griego se conocieron
como el Dódecoprofélon (el libro de los doce profetas).

NATURALEZA DE LA PROFECIA HEBREA

A modo de definición general, una profecía es una exposición oral o


escrita, dicha por un vocero humano. que transmite la revelación Dios y
expresa su voluntad para con el hombre. En un sentido más amplio,
aun ciertos acontecimientos, tales como el cruce del mar Rojo o el
episodio de la serpiente de bronce, pueden tener una connotación pro-
fética, por cuanto su importancia no se agota con el suceso histórico. A
su vez señalan hacia un cumplimiento futuro en los días del Mesías.
Las ordenanzas que reglan las normas del tabernáculo y del sacerdocio
estaban plenas de significación profética, pues con frecuencia proveían
simbolos que señalaban hacia la persona y la obra del Señor Jesús. Bajo
este encabezamiento podemos incluir el sacerdocio de Aarón, el propio
tabernáculo, los diversos utensilios y muebles que contenía, y el ritual
del sacrificio. Por lo tanto, y en este sentido más amplio, grao parte del
Antiguo Testamento es de tinte ¡profético; pero en un sentido más
restringido, el término se reduce a los discursos de los hombres espe-
cfficamente escogidos y ungidos para desempeñar el ministerio
p1i0fético.

327
328 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN Al, ANTICUO TESTAMENTO

Sin embargo, hubo un número considerable de profetas cuyas de-


claraciones nunca tomaron forma escrita, si bien conocemos sus
mensajes a través de los libros históricos. Eso fue lo que ocurrió con
hombres como Natán y Gad, contemporáneos de David, y posterior-
ment,e con Semaías, Ahías, Elías, Micaías, Eliseo, Obed y muchos otros.
Se los conoce como los profetas orales, puesto que sus mensajes eran
transmitidos únicamente en forma oral. En la mayoría de los casos sus
mensajes eran especialmente dirigidos a las crisis contemporáneas de
la vida de Israel y carecían de una significación permanente para las
generaciones venideras en el mismo sentido y en el mismo grado en
que lo tenían los escritos del canon profético. Pero cuando una revela-
ción de Dios contenía informaciones importantes para todas las épocas,
el Espíritu Santo inspiraba a los autores a dejar por escrito sus men-
sajes. Estos, pues, son los documentos que nos han sido preservados,
como los escritos proféticos mayores y menores.

NATURALEZA DEL MINISTERJO PROFETICO

Era responsabilidad de los profetas del Antiguo Testamento, no


tanto predecir el futuro en el sentido moderno de la palabra profetizar,
sino exponer la voluntad de Dios que El había comunicado por revela-
ción. El vocablo hebreo "'profetizar"' es nibbo' (la raíz niphal de naba'),
palabra cuya etimología ha sido muy discutida. La explicación más
satisfactoria es que deriva del verbo acádico nobü que significa con-
vocar, anunciar, llamar. En el prólogo del Código de Hammurabi. el rey
babilonio afirma que él fue nibit Bel (llamado de Baal) y que los d ioses
lo nibiü (llamaron o designaron) para que fuera el virrey de ellos en la
tierra. De ahí que el verbo nibbo' sin duda significa uno qu e ha. sido
llamado o designado para proclamar como un heraldo el mensaje de
Dios. De este verbo deriva el característico vocablo que significa pro-
feta, nábf', uno que ha sido llamado. En base a esta interpretación, no
debemos considerar al profeta como un profesional autodesignado con
el pr,opósito de convencer a la gente sobre sus propias convicciones,
sino uno llamado por Dios para proclamar como un heraldo, desde la
corte, celestial, el mensaje que Dios quiere transmitir al hombre.
Una segunda designación a menudo aplicada particularmente a los
profetas anteriores era el de varón de Dios ('fs 'Elóhim). Este t ítulo
llevaba implícito el sentido de que el profeta debe ser un hombre que
sobre todas las cosas pertenecía a Dios, estaba totalmente entregado a
su causa, y disfrutaba de su comunión personal. Por lo tanto podía
confiarse en él de que transmitiría la palabra de Dios, porque ha biaba
solamente en la medida en que Dios lo il uminaba y lo guiaba para
hacerlo.
Un tercer término aplicado a los profetas era el de vidente (Hebreo,
lN"fROOUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS, JOEL Y JONÁS 329

l;iózeh o ró'eh). El titulo implicaba que el profeta no podía ser engañado


por los aspectos externos o las falsas apariencias del mundo materiial,
sino que verla los eventos como rea lmente eran desde la perspectiva de
Dios. Como vidente, el profeta podla recibir especiales visiones y re-
velaciones de Dios, y de esa manera estar calificado para percibir y
comunicar real idades espirituales que otros hombres no podlan ver.
Como vidente evitarla desarrollar ideas u opiniones de su propio in-
telecto y se reducirla exclusivamen te a lo que Dios Je hubiera indicado
realmente. Relacionada con el vocablo l;iózeh tenemos la palabra i)ázón
o l;ióz0t, significativo término que se refiere a profecía, que aparece en
el titulo de las profeclas de !salas (Isafas 1:1). Asimismo el verbo ver,
l;iázah pudiera emplearse como en Amós 1:1 (Las palabras de
Amós ... las cuales vió; Reina-Valera, revisión de 1909).
En el primer periodo, la función profética estaba asignada a los
sacerdotes levitas, que tenlan a su cargo la responsabilidad de enseñar
el alcance de la ley mosaica para la diaria conducta en los hechos
prácticos y comunes de la vida. Pero aun la Tora dejó vislumbrar la
posibilidad de una clase especial de profetas, distinta de los sacerdotes
y que desempeñarían un papel análogo al de Moisés (cf. Deuteronomio
18, pasaje que no solamente pred ice un profeta mesiánico sino que
ta:mbién establece el ministerio profético como tal). A medida que el
sacerdocio se profesionalizó cada vez más en su actitud y se tornó más
re·lajado en sus prácticas (como ocurrió, por ejemplo, con Ofni y Finees,
los hijos de Elf), apareció una nueva categorla de maestros que tuvie-
ron por misión mantener la integridad de las relaciones de pacto en
el corazón de Israel. Algunos de estos profetas surgieron de la tribu
sacerdotal de Leví, tales como Jeremías y Ezequiel, pero la mayoría
provinieron de otras tribus.

FUNCION DE LA PROl'ECIA HEBREA

Ya hemos dicho que la función del profeta va más allá de meras


predicciones de cosas por venir. Podemos seiialar cuatro elementos
principales en el ministerio de los. profetas del Antiguo Testamento.
1. El profeta tenla la responsabilidad de instar al pueblo de Dios a
confiar únicamente en la misericordia y en el poder liberador de Je-
hová. y no en sus propios méritos o potencia, o en la fuerza de aliados
humanos. Así corno Moisés exhortó a los israelitas a confiar en Dios
para lograr lo imposible en momentos de crisis, cuando enfrentaban la
amenaza de los egipcios o de los cananeos, asl también los grandes
profetas del siglo VIII a. de J.C. exhortaron a sus conciudadanos a
depender lntegramente del poder liberador del Señor y no en el con-
curso de aliados humanos tales como los asirios o los egipcios.
2. El profeta era responsable d e recordar a su pueblo que la se·gu-
330 RESEÑA CRÍTICA DE UNA lNTRaoucGJóN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ridad y las bendiciones estaban condicionadas a su fiel adhesión al


pacto, y que esta adhesión involucraba no solamente convicciones doc-
trinales, sino también una sincera adhesión a su voluntad y deseo de
obedecer a Dios con todo su corazón y llevar una vida santa y piadosa.
Aparte de tal sumisión, ningún sacrificio ni adoración ritual podía
satisfacer al Señor. En otras palabras, una fe salvadora entraña un andar
santo. Este es, tal vez, el principal hincapié de los profetas: "No me
traigáis más vana ofrenda . . . llenas están de sangre vuestras
manos . . . dejad de hacer lo malo; aprender a hacer el bien . . . Venid
luego, y estemos a cuenta" (Isaías 1:13-18). No es que los profetas
consideraron como esencia de la religión una vida moral, sino que
entendieron que un andar piadoso era el infalible producto de una fe
salvadora. Reconocieron que todos los hombres eran culpables a los
ojos de Dios y estaban desprovistos de toda esperanza aparte de su
gracia redentora (cf. 1 Reyes 8:46~ Salmos 14:2-3; 130:3; Proverbios
20:9; Isaías 53:6; 59:4, 12-16; 64:6; Míqueas 7:2); nadie podía ser salvo
por su propia virtud o bondad. Pero, por otro lado, era menester recor-
darle a Israel (como lo es recordarle a la iglesia profesante hoy en día}
que Dios no aceptaría ningún substituto para una fe sincera que se
expresa por medio de una vida respetuosa de la ley. Como aparecieron
diversas normas morales, era natural que los profetas interpretaran y
aplicaran la ley de Moisés a las condiciones contemporáneas. Nunca
consideraron sus prerrogativas pedagógicas más que medios auxiliares
e interpretativos de la única y autorizada Tora.

3. El profeta debía alentar a Israel respecto al futuro. Muy a me-


nudo los esfuerzos de avivamientos patrocinados por reyes piadosos o
estimulados por los profetas por propia iniciativa, sólo alcanzaron a un
ínfimo porcentaje de la población. La abrumadora mayoría de la pobla-
ción permancía endurecida en su desobediencia. Semejante intran-
sigencia no podría significar otra cosa que incurrir en la ira divina
según las advertencias de Levítico 26 y Deutewnomio 28, hasta que la
nación del pacto finalmente sería expulsada de la tierra de promisión.
Naturalmente se planteó el interrogante de saber si estos juicios divinos
acabarían con Israel como nación apartada para testificar a los paganos
sobre la existencia de un solo Dios verdadero. La respuesta de Dios, por
boca de sus profetas, fue que después de la devastación del exilio
vendría la restauración del remanente creyente de Israel en la tierra.
Todavía la nación cumpliría su destino como testimonio a los gentiles
bajo el liderato del Mesías que habría de venir. Esta seguridad en el
futuro, del triunfo final de la verdadera fe, fue bien calculada para
estimular a los creyentes sinceros de Israel a que mantuvieran su fe en
Dios y que continuaran confiando en El a pesar de las apariencias en
contrario y las circunstancias hostiles que los rodeaban.
4. La profecía hebrea habría de poner el sello en la autoridad del
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS, )OEL Y joNAS 331

mensaje de Dios, recurriendo para ello a la verificación objetiva de


profedas que se cumplieron. Así, en Deuteronomio 18 la prueba del
verdadero profeta era el cumplimiento de lo que predijo. A veces el
cumplimiento se producía a corto plazo, como ocurrió en el caso del
príncipe mofador de 2 Reyes 7, que ridiculizó la afirmación de Eliseo
de que la harina bajaría de precio, dentro de las veinticuatro horas
siguientes, a una mera fracción de los precios de hambre. Otras veces el
cumplimiento perteneda a un futuro remoto, que no habría de ver la
generación que vivia en el momento de ser emitida. En esos casos, por
supuesto, la verüicación la harían las generaciones futuras; sin em-
bargo, las circunstancias podrían requerir este tipo de confirmación.
"He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas;
antes que salgan a luz, yo os las haré notorias" (Isoíos 42:9). "¿Y quién
proclamará lo venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de
mí, corno hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles
lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no
te lo hice oír desde la antigüedad y te lo dije? Luego vosotros sois mis
testigos" (Isaías 44:7-8). Esta aseveración estaba relacionada con una
predicción según la cual Ciro liberaría a los judios, acontecimiento que
no habría de ocurrir hasta 150 años después. Una y otra vez se repite la
frase- especialmente en Jeremías y Ezequiel- al anunciarse aconteci-
mientos futuros: "Y sabrán que yo soy Jehová" (es decir el Dios de
Israel, guardador del pacto). Este conocimiento lo sabrían los observa-
dores después que los juicios predichos se cumplieran en las personas
de los ofensores amenazados. Era universalmente reconocido que el
cumplimiento de esas predicciones proféticas constituiría una
evidencia objetiva que no permitirla otra explicación sino la de que el
que impartió la predicción era el mismo Señor de la historia que podía
asegurar su cumplimiento. Percibieron correctamente que todo otro
intento de explicación significaría el sometimiento de la razón humana
a una demanda autoritaria de parte del racionalista dogmático para una
fe ciega en su posición lógicamente insostenible.

AoofAs

Este libro, el más pequeño del Antiguo Testamento, pues consta


solamente de 21 versiculos, tiene la particularidad de que es la profecía
más dificil de datar. Aun los eruditos conservadores han opinado de
muy diversa manera, pues proponen fechas que van desde el reinado
de Joram ben Josafat (848-841 a. de J.C.) hasta el año 585 a. de J.C .. poco
tiempo después que los caldeos destruyeron a Jerusalén (fecha por la
que se inclina Lutero). La mayoria de los eruditos liberales prefiere el
año 585 a. de J.C. como fecha de composición, si bien unos pocos, como
Pfeiffer, dividen la obra en dos fuentes diferentes, la última de la cual
332 RESENA CRITICA DE UNA OORODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

fue escrita durante el exilio o poco después de la caída de Babilonia en


el año 539 a. de J.C.

BOSQUEJO GENERAL DE ABDIAS

l. Futura destrucción de Edom, 1-9


A. La calda de la inexpugnable Seta, 1-4
B. La ciudad será saqueada, devastada y abandonada, 5-9
II. Causa del juicio contra Edom: su malicia contra Israel, 10-14
m. El futuro dia del Señor, 15-21
A. Inminente juicio contra Edom y el resto de los paganos, 15, 16
B. Futura liberación de Israel, 17-20
C. Reino mesiánico final , 21

FECHA DE COMPOSIClON

Como ya lo dijimos, algunos eruditos sitúan la fecha de escritura de


este librito en el periodo inmediatamente posterior a la caída de Jeru-
salén. Otros, entre los cuales se cuentan J. H. Raven y J. D. Davies, la
remontan al reinado de Acaz (743-728 a. de J.C.), e interpretan las
alusiones históricas como referencias a las derrotas de este rey a manos
de los edomitas y filisteos. (2 Crónicas 28:17-18 relata el ataque de esas
dos naciones contra Judá desde el sur y el oeste, poco después que la
coalición norteña de Israel y Damasco hubiera iníligido serios reveses a
los ejércitos de Acaz.) Una seria dificultad que se opone a este punto de
vista deriva del hecho de que no hay ninguna información respecto de
semejante captura y despojo de Jerusalén durante estas campañas como
lo deja entrever el versículo 11 de Abdfos.
La mayorla de los eruditos evangélicos del siglo XIX y comienzos
del siglo XX se han inclinado por una fecha muy anterior y lo datan en
el reinado de Joram, 848-841 a. de J.C. Este es el punto de vista sosteni-
do por Delitzsch, Keil, Kleinert, Orelli y Kirkpatrick. 2 Reyes 8:20 dice,
refiriéndose a Joram: "En el tiempo de él se rebeló Edom contra el
dominio de Judá, y pusieron rey sobre ellos." Los versículos sub-
siguientes hablan de la infructuosa campaña de Joram durante la cual
infligió serios reveses a los edomitas, pero no logró subyugarlos
nuevamente al dominio de Judá. 2 Crónicas 21:16-17 añade los
siguientes detalles: " Entonces Jehová despertó contra Joram la ira de
los filisteos y de los árabes que estaban junto a los etiopes; y subieron
contra Judá, e invadieron la tierra, y tornaron todos los bienes que
hallaron en la casa del rey, y a sus hijos y a sus mujeres; y no le quedó
más hijo sino solamente el menor de sus hijos." Reuniendo todas estas
informaciones aisladas, descubrimos que es muy probable que los edo-
mitas cooperaron con la invasión arabe-filistea corno aliados subordi-
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS. JoEL y JoNAS 333

nadas y compartieron el botín de Jerusalén cuando esa desdichada


capital cayó en manos de estos ejé:rcitos combinados.
De esta manera tenemos un plausible marco histórico para el ver-
sículo 11 de Abdfas: "El día que estando tú delante, llevaban extraños
cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban
suertes sobre Jerusalén, tu también eras como uno de ellos." Este ver-
sículo implica que los enemigos de Judá invadieron a Jerusalén y sa-
quearon sus tesoros. Al iniciarse el pillaje echaron suertes ent:re los
atacantes para decidir que zona de aa ciudad les correspondía saquear a
cada uno de los aliados. Esa descripción no encaja con la total y per-
manente destrucción de la ciudad durante el ataque de Nabucodonosor
en los años 587-586 a. de J.C. Además, el versículo 13, correctamente
traducido por la Biblia de Jerusalén mira al futuro, a otras ocasiones en
que esta misma Jerusalén pueda ser nuevamente atacada por fuerzas
invasoras: "¡No entres por la puerta de mi pueblo en el día de su
in.fortunio ... no lleves tu mano a su riqueza, en el día de su infortu-
nio!" Esas palabras no encajarían en el contexto, si Jerusalén ya hubi,era
sido un desolado montón de ruinas, como lo sugeriría la fecha de 585 a.
de J.C. Por lo tanto, debemos buscar alguna acción militar que hubiera
tomado por asalto a Jerusalén, pero sin completar su destrucción, y en
la cual pudieran haber tomado parte los edomitas (como prolba-
blemente lo hicieron cuando los caldeos asaltaron la ciudad en el año
587 a. de J.C.) El único episodio registrado que cumple todos estos
requisitos pareciera ser esta invasión en el reinado de Joram.
La fecha del año 585 a. de J.C. tiene en su contra la fuerte evidencia
de que el profeta Jeremías había leido y adaptado para sus prop,ios
propósitos Abdfas 1-9 (ver Jeremías 49:7-22). El pasaje de Jeremías es
considerado como uno de una serie de oráculos basados en gran parte
sobre las profecfas emitidas por anteriores mensajeros de Dios. (Cf.
Jeremías 48 con Isafas 15-16, y Jeremías 49 con Amós 1:13-15; 8:1-3).
Diffcilmente Abdfas hubiera podido inspirarse en Jeremías, pues expre-
sai sus sentimientos en forma más breve y rápida que Jeremlas y en parte
también con un estilo más pesado y abrupto. Al suavizar las asperezas
del estilo de expresión de Abdías, Jeremías se muestra como el adapta-
dor y no como la fuente original, y como tal logró que todo el oráculo
tomara formas más lúcidas y claras.
La fecha tardía se basa principalmente en Abdías 20: "Y los cauti-
vos de este ejército de los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos."
Aparte del contexto, esto bien pudiera referirse a la deportación de toda
la población de Judá al exilio babilónico, y de esa manera sugiere la
fecha del año 585 a. de J.C.; pero gólút también puede significar la
captura de individuos aislados o de grupos limitados de personas.
Amos 1:9 habla del pecado de los mercaderes de esclavos de Tiro que
entregaron "todo un pueblo cautivo" (gólút sh•Jemah) a los edomit as,
334 Ri::sEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

individuos que secuestraron para utilizarlos como esclavos en las


minas de hierro. En este caso "todo un pueblo cautivo" no se refiere
seguramente a la deportación masiva de toda la población, sino a los
habitantes de comunidades aisladas capturadas en incursiones que
tenían como propósito capturar esclavos. Este episodio que relata
Amós tiene que haberse producido, por supuesto, en el siglo VIII a.
de J.C., mucho antes de la cautividad babilónica del año 586 a. de J.C.
En Isaías 20:4 se utiliza el mismo término respecto a la actuación
del rey de Asiria al llevar cautivos prisioneros egipcios y etíopes luego
de su victoriosa campaña militar en el valle del Nilo, hecho que ocurrió
a comienzos del siglo VII, durante el reinado de Esaradón. De ello
podemos inferir que un autor que escribiera, Abdfas 20 pudo haber
vivido uno o dos siglos antes de la época de Nabucodonosor. El cumpli-
miento de este versículo es, por supuesto, un asunto distinto, pues no
puede ser datado de ninguna manera antes de la dinastía de los
asmoneos en el segundo siglo a. de J.C., y muy probablemente haya que
buscarlo en los acontecimientos que habrán de ocurrir en los últimos
días del reino milenial.
En el versículo 20 hay una oscura referencia a una lejana localidad
llamada Sefarad, cuya identificación ha sido motivo de grandes dis-
cusiones. Una antigua tradición rabínica la relaciona con España; de
ahí que los judíos españoles fueron conocidos como la comunidad
sefardita. Otros eruditos sostienen que se trata de la capital de Sardis en
el Asia Menor, y citan para ello inscripciones recientemente halladas
en arameo y que mencionan ese distrito con el término S-p-r-d (que son
las consonantes del nombre Sefarad).1 Pero puesto que, por lo que
sabemos según los antiguos documentos, no hubo ninguna deportación
ni migración de judíos a Sardis, tiene poco asidero esta identificación.2
Lo más probable es que se trate de un distrito que lleva el nombre de
Safarda, situado en el sudoeste de Media, según se lee en una inscrip-
ción del rey Sargón de Asiría. Es bien sabido que Sargón deportó algu-
nas de las diez tribus a las "ciudades de los medos" (ver 2 Reyes 18:11).

1. Ver el articulo de C. C. Torrey, "The Bilin¡¡ual Inscrlption from Sardis" ¡La inscripción
bilingüe de Sardis] en American Journal o; Semfüc Longuages (Revista Americana de
Idiomas Sernfticos), (octubre de 1917). Contiene el texto arameo de una inscripción
funeraria Lidio-Aramea, en el cual la ciudad de Sardis es mencionada dos veces y dele-
treada S-P-R-D. Torrey está persuadido [pág. 190) de que esta es la ciudad mencionada en
Ob 20. Lleva como fecha el décimo año de Artajerjes, pero es incierto si se refiere a
Artajerjes I, como cree Torrey (de ahí 454 a. de J.C.)., o a Artajerjes 11, como lo prefiere
Cook [y por lo tanto el año 394 a. de J.C.). No hay duda de que debe concederse que
S-P-R-D tiene que haberse referido a Sardis, por lo menos en cuanto al deletreo de la
palabra se refiere, Pero la posibilidad alternativa de Sefarad, en Media, provee ex-
actamente la misma posibilidad respecto de sus consonantes, y encaja mejor con los
hechos conocidos de la historia hebrea.
2. Debe notarse el hecho de que es favorecida por el New Bible Commenta,y ¡El nuevo
r.
comentario bíblico) por Lanchester en la Cambridge Bible (Biblia de Cambridge), cuyo
tratamiento en "Abdías y Jonás", págs. 11-20, es fácilmente comprensible y está escrito
con mente abierta, si bien divide a Abdías en dos fuentes.
IÑTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS, JGEL Y JO:'IIÁS 335

Por lo tanto, hubiera sido muy apropiado mencionar esta localidad en


la predicción del profeta Abdías.
Ya mencionamos el hecho de que algunos críticos dividen a Abdías
según dos distintas fuentes. Lanchester asigna la sección A, versículos
1-7, 10-14 a una fecha que se remonta a poco después del año 586 a. de
J.C., y sitúa la sección B, versículos 8, 9, 15-21, en los días del exilio o
más tarde aún. R. H. Pfeiffer aplica una división distinta: la sección A
incluiría los versículos 1-14, 15h, y le asigna una fecha de composición
alrededor del año 460 a. de J.C (inmediatamente anterior a la época de
Esdras). Su sección B, que toma los versículos 15a, 16-21, proviene de
un período posterior que no especifica con precisión. Eissfeldt divide
el capítulo aproximadamente de la misma manera que Pfeiffer, pero le
asigna una fecha a la sección A posiblemente anterior, tal vez poco
después del año 587 a. de J.C. Sorprende que los críticos asignen diver-
sas paternidades literarias a una obra tan reducida, pero ocurre que su
metodología es esencialmente la misma empleada en la disección de
los libros más voluminosos del Antiguo Testamento. El esfuerzo lo
realizan sobre la base de un conocimiento muy imperfecto de los asun-
tos antiguos; vinculan las más ínfimas referencias a los asuntos contem-
poráneos con las conocidas condiciones históricas en cada período
subsiguiente; y actúan según el principio de que no existen profecías
genuinamente predictivas sino que profetizan luego de ocurrido el su-
ceso. En otras palabras, las denominadas profecías predictivas no son
más que reflexiones sobre cosas ya ocurridas.
En cuanto al mensaje de Abdías sobre el juicio que habrá de so-
brevenirle a Edom, debemos recordar que los edomitas eran conside-
rados por los profetas como sinónimo de los malvados enemigos de
Israel que odiaron y se opusieron a todo lo que Israel significaba como
testimonio del único y verdadero Dios. Así, pues, Edom constituyó el
ejemplo típico de un mundo corrompido, lleno de odio, maduro para el
juicio apocalíptico [cf. Isaías 34). Pero Abdías predice que no obstante
la oposición de Edom, existe un día futuro en el cual Israel entrará una
vez más en posesión de la tierra prometida, incluyendo los territorios
circunvecinos del monte de Seir, Filistea, Galaad y aun Fenicia hasta
Sarepta. Este futuro ámbito israelita pertenecerá a fehová.
Con respecto al cumplimiento de esta sentencia contra Edom, pode-
mos inferir razonablemente, al leer Malaqufas 1:3-5, que para la época
de Malaquías (435 a. de J.C.) los edomitas ya habían sido expulsados de
Sela y del monte de Seir por las abrumadoras fuerzas de los árabes
nabateos. Fuentes seculares nos informan que en época tan remota
como el reinado de Darío I (521-485 a. de J.C), los nabateos habían
expulsado a los edomitas del territorio de sus antepasados, y los habían
arrojado a las desérticas regiones al sur de fudea. Los nabateos origina-
riamente provinieron de Nebaiot, lugar situado en la región de Cedar,
336 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

en el norte de Arabia. Las crónicas asirias del siglo VII a. de J.C. se


refieren a ellos como los nabaitai. Con el correr de los años, el poderío
del reino nabateo se extendió a la región de la Transjordania, hasta la
misma ciudad de Damasco. En los días del Nuevo Testamento, Damas-
co estaba gobernada por el rey Aretas, de la dinastía nabatea (cf. 2
Corintios 11:32). En cuanto a los desposeídos edornitas, la región en la
cual asentaron se llamó con el tiempo Idumea, donde mantuvieron una
existencia independiente, por algún tiempo, hasta que fueron conquis-
tados por el rey judío Juan Hircano (135-105 a. de J.C.) y convertidos
por la fuerza a la fe judía. En el siglo siguiente, la dinastía de Herodes el
Grande, descendiente del linaje idumeo, ejerció el reinado de Judea.

JOEL
El nombre Joel significa Jehová es Dios (Hebreo Yo'él). El tema de
este profeta fue una solemne advertencia del juicio divino al que sería
condenado Israel en el día de Jehová. Este día de juicio está simboliza-
do por una desvastadora plaga de langostas que inflige ruinosas pérdi-
das económicas a la nación. Pero a su vez esta plaga señala hacia una
época de final destrucción que habrán de soportar por igual todas las
huestes de la incredulidad.

BOSQUEJO GENERAL DEJOEL

I, La plaga de las langostas como tipo del día de Jehová, 1:1-2:11 •


B. Esta invasión es una prefigura de una futura invasión humana
(asirios y caldeos) 1:8-20
C. El día de Jehová como día del juicio final, 2:1-11
II. Llamado al arrepentimiento, 2:12-19
A. Formas externas de contrición como también de sincero
arrepentimiento de corazón, 2:12-15
B. Arrepentimiento a nivel nacional, que abarca a todas las clases y
edades, 2:16-17
C. Promesa de que nuevamente Jehová será misericordioso
(aparentemente cumplida durante el reinado de Joás), 2:18-19
III. Promesas de lluvias de bendición, 2:20-32
A. Tremenda derrota a las fuerzas que invadieron a Israel por el
norte, 2:20
1. Senaquerib
2. El poder mundial de los últimos días
B. Lluvia enviada por Jehová después de la plaga de langostas y de
la sequía, 2:21-27
C. Esta lluvia prefigura el derramamiento del Espíritu Santo en los
últimos días (comenzando en Pentecostés), 2:28-32; signos
meteóricos de la fase final de los últimos días (cf. Mateo 24:29)
lNTRODUC.CIÓN A LOS PROFETAS AaofAS. JOEL y JONAS 337

IV. Triunfo final de Dios en el día de Jehová, 3:1-21


A. Matanza fi nal de los incrédulos; juicio final sobre el último
dictador, 3:1-16
1. Predicción del juicio contra Fenicia y Filistea, que en esos
momentos oprimían a Judá, 3:1-13
2. Predicción de los triunfos en la era de los macabeos,
3:14-16
B. Triunfo milenial y paz para Jerusalén, en compania de toda la
familia de los redimidos, 3:17-21

FECHA DE COMPOSICION

Diversas escuelas criticas, tanto liberales como conservadoras, han


datado la profecía de Joel en el prolongado lapso que va desde el siglo
IX hasta el siglo IV antes de Cristo. Pero sobre las bases de la evidencia
interna, la estimación más razonable es que fue escrita durante la
minoridad del rey Joás, en la regencia del sumo sacerdote Joiada,
alrededor del año 830 a. de J.C. Puede consultarse la obra de A. F.
Kirkpatrick The Doctrine of the Prophets (La doctrina de los profetas),
1890, excelente por los argumentos en favor de una fecha remota. Pode-
mos anotar esas evidencias en tres categorías:
1. El tipo de gobierno que mejor se ajusta a estas declaraciones
proféticas es el gobierno de regencia. No se menciona para nada a un
rey; pareciera que los ancianos y los sacerdotes compartieran la respon-
sabilidad de la dirección nacional. Todo ello implica que el rey era un
niño y que un regente gobernaba en su lugar. Según 2 Reyes 11:4. Joás
fue coronado a los siete años de edad y se dice que su tlo Joiada ejerció
una fuerte influencia en Judá hasta el día de su muerte, en la parte final
del reinado de ]asías.
2. Hay claras evidencias de intercambios como entre Amós y /oel.
Por ejemplo, tanto /oel 3:18 como Amós 9:13 contienen la promesa:
"Los montes destilarán mosto. " Si bien Joel pudo haber citado de
Amós, las evidencias contextuales sugieren que fue al revés. Otro ejem-
plo lo tenemos en Joel 3:16 donde en medio de un discurso profético
dice: "Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén." Este
mismo versículo figura al comienzo de la profecla de Amós (Amós 1:2)
y podemos deducir de ello que Amós lo utilizó como si fuera un texto
que le sirviera de base para desarrollar su primer sermón. Sobre estas
bases, entonces, /oel tuvo que haber sido escrito antes que Amós, es
decir antes del año 755 a. de J.C.
3. Un argumento aun más concluyente lo hallamos en las fuerzas
armadas que según el autor amenazan a Judá. No hay ninguna referen-
cia a los asirios o caldeos (por no decir nada de los persas), pero dice
que los enemigos de Judá son los fenicios , los filisteos, los egipcios y
338 RESEÑA CRITICA 0E UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

los edomitas (cf. ]oel 3:4, 19). Esto apunta hacia un período cuando
Asiria y Babilon ia no significaban ninguna amenaza, pero Egipto y los
vecinos que rodeaban a Israel aún eran fuertes y agresivos. Aun en los
días de Joás era de temer el poder egipcio; en la época de Roboam, el rey
egipcio Sisac (identificado como Sesonq 1, 947-925 a. de J.C.) asoló el
reino y saqueó el templo de Jerusalén; y en el reinado de Asa se produjo
la temida invasión de Zera, el general enviado por Osorkón 1 (925-829
3. de J.C.), de la dinastía etiope (New Bible Dictionory -Nuevo dic-
cionario bíblico- pág. 1359). En los días de Joram, abuelo de Joás, y aun
en el tiempo de Josafat, los edomitas y filisteos incursionaron contra
Judá con tanto éxito que pudieron tomar por asalto la ciudad de Jeru-
salén (cf. 2 Reyes 8:20-22; 2 Crónicos 21:16-17). En n ingún momento
después del reinado de Joás el reino de Judá se vio enfrentado por este
particular y variado surtido de enemigos. Debemos agregar que en
ningún momento después del período caldeo pudo considerarse a los
egipcios como una potencia agresiva, puesto que a duras penas podía
mantener su propia independencia. Esto pareciera eliminar la posibi-
lidad de una fecha en los períodos persa o griego.
Entre los críticos no conservadores recientes, hay una tendencia a
fechar la profecía de Joel inmediatamente después de la muerte de
Josfas en el año 609 a. de J.C. Es lo que sostiene A. S. Kapelrud en JoeJ
Studies (Estudios sobre Joel), 1948, al afirmar que el autor fue contem-
poráneo de Jeremías y de Sofonías y que compuso el libro más o menos
tal cual lo tenemos hoy en día. Sin embargo, la mayoría de los críticos
se inclinan a considerar que JoeJ fue compuesto después del exilio, en
vista del conocimiento que tiene sobre la cautividad de Babilonia
(2:32- 3:1) , y especialmente porque menciona a los griegos (Yóvónim)
en 3:6. Parten de la base de que no podrían haberse mencionado los
griegos hasta después de la conquista de Alejandría en el año 330 a.
de J.C.
Pero aclaremos que en este contexto la mención a los griegos se hace
como un pueblo distante, y se echa en cara la enormidad del delito de
los mercaderes de esclavos fenicios que sin escrúpulo alguno vendían
los cautivos israelitas a regiones tan remotas como Grecia. Imposible
suponer que el pueblo helénico era desconocido a Israel en el periodo
an terior al exilio, puesto que las inscripciones asirias los mencionan en
épocas tan remotas como el siglo VIU a. de J.C.' Semejante referencia es
totalmente incompatible con una situación donde los griegos ya domi-
nan totalmente el imperio persa, pues en el periodo más tardío no
podrían ser considerados distantes y remotos de Palestina, tal cual lo
deja entrever claramente el texto. (En parte, por esta razón, Pfeiffer
prefiere fechar a ]oel alrededor del ano 350 a. de J.C., en los días de

3. J. E. Steinmueller. CSS. 2:281.


INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS. }OEL Y }ONAS 339

Felipe de Macedonia, padre de Alejandro el Grande.)


Dichos criticas también observaron que Joel no menciona para nada
el Reino del Norte o el gobierno de ninguno de los reyes de Judá, y ni
siquiera los idolátricos lugares altos (bámót). A este respecto señalemos
el hecho de que tampoco Nahum ni Sofonlas mencionan estas cosas, y
sin embargo los críticos admiten para estos libros una fecha de com-
posición correspondiente al siglo Vll, a. de J.C., anterior al exilio babi-
16,nico. Como lo señala Young con toda propiedad (IOT, pág. 249), no
hubo ocasión particular para que Joel mencionara por nombre el Reino
del Norte, pues estos anuncios proféticos se emitieron directamente
contra Judá. Además, Joel ocasionalmente emplea el nombre de Israel
(cf. 2:27; 3:2; 3:16) en forma tal que es imposible saber con certeza si se
refiere a las doce tribus en su totalidad o solamente al Reino del Norte;
de ahí que de ninguna manera es seguro que pasara por alto totalmente
al Reino del Norte. Estos crllicos también señalan los versículos t :9,
1:13 y 2:14 como indicativos de la práctica de presentar un permanente
holocausto al Señor, en el templo (el así denominado tomld). Sostienen
que el hecho de no mencionarse ,en la Tora el tómíd antes de haber
incorporado el documento P en época posterior al exilio, indica que
Joel tuvo que haber sido de igual modo posterior al exilio. Claro está
que este razonamiento no pesa para nada en el ánimo de quienes no se
han adherido a la teoría documental.
Al par que muchos crllicos consideran que Joel constituye una sola
unidad literaria, hay otros, como Oesterley y Robinson que se aferran a
la teoría de una doble paternidad literaria. Le asignan una fecha
alrededor del año 200 a. de J.C. a considerables porciones de Joel por su
carácter apocalíptico, sobre la base de una supuesta similitud con pro-
ducciones apocalipticas intertestamentarias. De ahl que interpreten
que la expresión de 3:6, "los hijos de los griegos" se refiere a la dinastía
seléucida de Antioco Eplfanes. Semejantes interpretaciones radicales
como la que acabamos de mencionar son más bien producto de la teoría
de la evolución y no de una legitima deducción del texto propiamente
dicho. Según este punto de vista, el género apocaliptico se puso en boga
en una etapa tardla de la historia d.e Israel. (El término apocalíptico se
refiere a un tipo de revelación profética que contempla la intervención
mjlagrosa de Dios en la historia futura para liberar a su pueblo de todos
sus enemigos y darle supremo poder en la tierra.) El concepto evolu-
cionista considera que este género es producto de la desesperación que
hizo presa en el pueblo judío luego de haber fracasado en su intento de
obtener grandeza o independencia por sus propios medios o esfuerzos.
Sólo después de los desengaños de los siglos V y IV a. de J.C. pudieron
los judíos caer en la desesperación y recurrir exclusivamente a O,ios
como la última y única esperanza para alcanzar su destino nacional.
Pero nuevamente aquí la fuerza del argumento depende de presun-
340 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

dones evolucionistas y antisobrenaturales. Tendría que practicarse una


extensa y radical intervención quirúrgica para extirpar tales pasajes de
los profetas anteriores al exilio.• Más aún, y por más que demos rienda
suelta a nuestra imaginación, jamás podremos considerar que el estilo
hebreo de la profecía de Joel pertenezca a los periodos persa o griego.
La pureza de su dicción y su construcción gramatical indican más bien
una fecha de composición anterior al exilio.
En resumen, la evidencia interna apunta, como fecha de composi-
ción de esta profecía, al afio 835 a. de J.C. aproximadamente. La falta
total de referencias a ningún monarca reinante en el trono de Judá, la
inferencia de que la responsabilidad del gobierno estaba en manos de
sacerdotes y de los ancianos, las alusiones a las naciones vecinas como
los enemigos corrientes de Judá (no tanto los asirios, los babilonios y
los persas), todos estos factores apuntan sin lugar a dudas al periodo de
la minoridad de Joás. La evidencia lingüística encaja perfectamente con
esta fecha temprana y torna insostenible toda teoría que formule una
fecha de composición posterior al exiHo. Justo es decir, por otra parte,
que los argumentos esgrimidos en favor de una fecha tardía se basan
principalmente en presupuestos humanísticos filosóficos y no en razo-
nables deducciones de los datos obtenidos del texto mismo.

JONÁS

El nombre Jonás (Yónóh) significa paloma. 2 Reyes 14:25 menciona


a este profeta como el hombre que predijo la dilatada extensión de las
conquistas de Jeroboam II (793-753), predicción que a un patriota como
él le resultó muy grato emitir. Su pueblo nativo fue Gat- hefer en la
tribu de Zabulón, en Israel del Norte. Al parecer su ministerio profético
comenzó poco antes del reinado de Jeroboam, o al menos antes que ese
brillante rey hubiera logrado sus más resonantes triunfos militares. El
tema de esta profecla (que en realidad es más una biografia que una
disertación tipo sermón) es que la misericordia y la compasión de Dios
se extienden aun a las naciones paganas, condicionadas a su arrepenti-
miento. Por lo tanto, Israel tiene la obligación de testimoniar ante ellos
la fe verdadera; el descuidar esta tarea puede llevar a la nación, como al
mismo Jonás, a las profundas aguas de la aflicción y del castigo.
Desde el punto de vista profético, la experiencia de Jonás de estar en
una tumba viviente tres dlas, en el vientre de la ballena, tipifica el
entierro y resurrección del Señor Jesús (Maleo 12:40). (Digamos de paso
que el texto hebreo de Jonós 2:1 dice dág gádól es decir, "gran pez", y
no emplea el término técnico que traduce "ballena". Pero dado que el

4. Cf. G. E. Ladd. "Why Not Prophelic-Apocalyptic?" (¿Por qué no apocalíptico


profético?) en /BL. 76:3 {1957).
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ARDÍAS. JOEL V JONÁS 341

hebreo no contaba con un vocablo especial que traduzca "ballena", y


puesto que no se sabe de ningún auténtico pez -en contraposición con
un mamífero marino— que posea un estómago que tenga la capacidad
que tiene el de la ballena, es razonable adherirse uno en este punto a la
interpretación tradicional. El único otro término posible, tannin, era
tan vago que no podía ser utilizado aquí, ya que también puede signifi-
car tiburón, serpiente marina y hasta dragón.]

BOSQUEJO GENERAL DE JONAS

I. Jonás rechaza la misión encomendada por Dios, 1:1-3


II. Jonás huye y Jehová lo persigue, 1:4-17
III. Oración de Jonás para pedir liberación, 2:1-10
IV. Dios renueva su comisión y Jonás la cumple en Nínive, 3:1-9
V. Pesadumbre de Jonás por el arrepentimiento de Nínive y respuesta
de Jehová, 3:10-4:11

FECHA DE COMPOSICION

El texto no especifica quién fue el autor de este relato biográfico,


pero es razonable suponer que fue compuesto por el propio Jonás al
finalizar su carrera y echar una mirada retrospectiva a ese punto crucial
de su ministerio. Eso explicaría el uso del tiempo pasado al referirse a
Nínive (3:3), pues cabría esperar que en un período de varias décadas
las condiciones hubieran cambiado en esa ciudad desde la vez en que
la visitó Jonás. Esto nos daría la época de la composición del libro
alrededor del año 760 a. de J.C. Si bien el autor no se refiere a sí mismo
en la primera persona, ello no debe sorprender a nadie, pues Moisés se
refirió a sí mismo en la Tora en tercera persona, al igual que Jenofonte
en su obra An6basis y Julio César en Guerras gálicas.
Los críticos liberales sostienen que Jonás fue escrito alrededor del
año 430 a. de J.C, basados en la suposición de que fue compuesto como
una alegoría de una ficción cuasihistórica para oponer al "estrecho
nacionalismo" de los líderes judíos tales como Esdras y Nehemías, en
momentos en que los samaritanos eran excluidos de toda participación
en el culto a Jehová en Jerusalén, y se obligaba a repudiar y divorciarse
de todas las esposas extranjeras bajo la presión de un fanático e intole-
rante exclusivismo. Era más que oportuno que algún anónimo defensor
de ideales más universales produjera un escrito para los tiempos que
corrían, que hiciera que la nación adoptara un punto de vista más
liberal. De ahí que la base principal para fijar el año 430 a. de J.C. como
fecha de composición del libro sea una teoría del orden de desarrollo
de las ideas en la historia de la religión de Israel.
De acuerdo con este concepto sobre el libro de Jonás, su alegoría se
342 RESEÑA CRITlCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

interpreta de la siguiente manera: Jonás representa la desobediencia de


Israel; el mar representa a Los gentiles; la ballena tipifica la Babilonia
del periodo caldeo; y los tres dfas de confinamiento en el vientre de la
ballena se refieren a la cautividad babilónica. De la misma manera
como a Jonás se le ordenó ser fiel a su responsabilidad de evangelizar a
los paganos, así también era la voluntad de Dios en la Judá del siglo V,
que los judíos aprovecharan la oportunidad de ser testigos de la única
fe verdadera y dejar de lado las obstaculizantes limitaciones de un
exclusivismo estrecho y fanático. En cuanto a la milagrosa calabacera
cuya muerte súbita tanto apesadumbró el corazón de Jonás, algunos
han interpretado que se refiere a Zorobabel.•
Sin embargo, un examen detenido del texto, demuestra que hay
muchos aspectos de la narración que dif(cilmente encajen en un marco
alegórico. Si la ballena representó a Babilonia. ¿qué representó Nínive?
En cuanto al barco que levó anclas en Jope, difícilmente pudiera inter-
pretarse como una alegoría; tampoco resulta claro por qué se escogieron
tres dfas para representar setenta años de cautiverio. Más aún, no existe
la más mínima evidencia histórica que demuestre la existencia del
pretendjdo sentimiento universalista entre los judfos del siglo V a. de
J.C., como lo sostiene esta teoría. Si bien es cierto que sin duda alguna
había ciertos judíos que creían en mantener relaciones armoniosas con
paganos vecinos, sus motivos parecieran haber sido más bien mate-
rialistas y comerciales y no misioneros. Nos parece un razonamiento de
círculo vicioso el que los críticos hablen de fonás y Rut como testimo-
nios de este celo: estos dos libros tuvieran que haber sido escritos en
ese período por la sencilla razón de que encajan a la perfección con el
supuesto nivel logrado por el pensamiento judío, tal como lo atestiguan
estos dos libros.

OBJECIONES HISTOIUCAS A SU AUTENTICIDAD

En apoyo de esta teoría del carácter cuasihistórico de Jonás, se


plantean por lo menos cuatro principales objeciones contra la credibili-
dad de la narración bíblica tal cual la tenemos en nuestras biblias.
Discutiremos cada una de e1las y señalaremos sus puntos débiles.
l. Se dice es inconcebible que un autor hebreo que viviera en el
período asirio hablara del rey de Asiria simplemente como el "rey de
Nlnive." Solamente un escritor que viviera mucho después de la des-
aparición de Asiria como potencia, emplearía semejante terminología.
Pero esta explicación sobre el uso que hizo Jonás del titulo rey de
Nfnive está lejos de ser satisfactoria. Ningún autor antiguo que alguna
vez se refiriera a Nínive en cualquiera de los documentos que han

5. Cf. A. Benlzen, COT, 2:146.


ThITROOUCCIÓN A LOS PROFETAS AB0IAS. JOEL Y JoNAS 343

llegado a nuestras manos (ya sea en acadio, hebreo, griego o latín)


parece no haber estado enterado de que Nlnive era la capital del im-
perio asirio. Es ingenuo suponer, entonces, que un escritor que viviera
en el año 430 a. de J.C. imaginara q1Ue el rey de Nínive no era también el
rey de Asiria. Los autores griegos tales corno Herodoto en el siglo V a.
de J.C. y Jenofonte en el siglo IV a. de J.C. estaban perfectamente entera-
dos del imperio asirio y Herodoto al menos sabía que Nfnive era su
capital. Por ello debernos buscar otra explicación para esta designación
de "rey de Ninive" en el tercer capítulo de Jonás. Los libros históricos
del Antiguo Testamento nos proveen excelentes analogfas para el
difundido uso hebreo de este título. Por ejemplo, si bien Acab era el Tey
de Israel (es decir de todo el Reino del Norte), ocasionalmente la Escri-
tura se refiere a él como "rey de Samaria" (1 Reyes 21:1), por cuanto
Samaria era la capital del reino. De la misma manera Ben-Adad, que es
bien conocido por el cronista corno rey de Siria (Ararn), toma también
ocasionalmente el nombre de "rey de Damasco" (2 Crónicos 24:23).
Nuevamente aquf se aplica corno título real el nombre de la capital del
reino. El uso que hace Jonás del término rey de Nfnjve nos ofrece un
perfecto paralelo de estos ejemplos.
2. También se insiste en que se habla de Nfnive en tiempo pasado
"era" (hdy-tah) en 3:3. La única interpretación posible es que la ciudad

Guardias del Rey. Bajorelieve del palacio de AsurbanipaJ en Nfnive.


(Cortesía olel Louvre.J
344 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

habla dejado de existir desde largo tiempo atrás; de lo contrario el autor


hubiera dicho: "Y cuando Ninive era [tíhyeh] una gran ciudad." Se
concede fácilmente que el autor bien pudo haber expresado el tamaño
de Ninive por el uso del tiempo imperfecto (tihyeh), de haberlo querido
expresar asi; pero es evidente que su propósito a esta altura de la
narración era el de hacer hincapié en el hecho de que Nfnive babia
adquirido un gran tamaño (aunque probablemente había crecido aün
más cuando el libro fue escrito, es decir, en el año 760 a. de J.C.). La
única forma de expresar su pensamiento de que la ciudad "habla llega-
do a ser", era utilizando el pretérito perfecto, haytah.
3. El enorme tamaño atribuido a Ninive es sin duda un elemento
fabuloso en la narración. El autor afirma que para cruzar la ciudad se
requería tres dias de caminar dado su inmenso tamaño (3:3-4). Sin
embargo, observamos que el texto no dice especificamente que Jonás
necesitó tres días sin parar para atravesar a Ninive.• Solamente afirma
que le tomó tres dias atravesar la ciudad predicando su mensaje. La
predicación callejera en las esquinas demanda muchísimo tiempo. Tres
dias no era un periodo demasiado prolongado para cumplir con su
misión en una ciudad que bien pudo haber contado con 600.000 habi-
tantes (a juzgar por los 120.000 niños que se sugieren en /onós 4:11) en
el siglo VID a. de J.C.' A esto habria que agregar la población de los
suburbios que tuvo que haber sido muy considerable. El distrito admi-
nistrativo de Ninive tenia una extensión de 50 a 100 kilómetros de
diámetro.• Del contexto surge claramente que la frase "camino de un
dia" (moholok yóm 'ehad) se refiere al sector de la metrópoli que pudo
cubrir deteniéndose a predicar en diferentes puntos donde era venta-
joso hacerlo para lograr la atención del público.
4. Sostienen algunos que es inconcebible que una ciudad pagana
como Ninive se arrepintiera de manera tan rápida y unánime, en res-
puesta a la exhortación de un desconocido extranjero proveniente de
un pequeño y distante país. Resulta absurdo el decreto real que ordenó
que todos los habitantes y aun animales se vistieran de cilicio para
expresar su pesadumbre y arrepentimiento. Todos estos deben ser con-

6. En realidad, es totalmente ínconcebible que algún autor de la antigüedad hubiera


podido suponer que alguna ciudad de la tierra fuera tan grande que demandara tres dlas
para atravesarla caminando. En tres días, un hombre vigoroso podía caminar de 95 a t 10
kilómetros, o sea la distancia que hay entre Jerusalén y el mar de Galilea. Ninguna ciudad
en toda la historla humana ha alcanzado semejante tamaí'lo, y si alguna vez lo alcanza
tendría una población posible de treinta mlllones de habitantes en vez del millón más o
menos que parece sugerir Jonós 4: 11. Por lo tanto. debemos considerar esta interpretación
de ··tres días de camino·• como un absurdo vuelo de la imaginación literarla. que nunca se
le hubiera ocurrido a un escritor de la antigüedad.
7. Felix Jones. en 1834. estimó el perímetro de la murallas de Kuyunjik. la antigua
Nlnive. en doce kilómetros y medio. y el probable número de sus habitantes en 175.000 o
más. Ver New Bible Oictionory (Nuevo diccionario bíblico), pág. 889.
8. !bid.
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS AaofAs. JOEL Y }ol'\AS 345

siderados como elementos de fábula. Debemos admitir que tan rápida


respuesta de parte de una población pagana constituye un hecho mila-
groso, pero la narración no deja lugar a dudas en el sentido de que el
poder del Dios Todopoderoso estaba detrás de toda esta empresa. No se
hubiera justificado la insistencia de Dios de que Jonás se dirigiera a
Nínive a menos que estuviera dispuesto a hacer que la predicación del
profeta fuera efectiva. ¿Quién puede señalar los límites del poder del
Espíritu Santo para convencer a los hombres de pecado cuando se
predica su verdad? Si los ninivitas de pronto temieron una destrucción
general que abarcaría toda la ciudad, y aniquilaría a los habitantes y
también al ganado, ¿qué más apropiado, desde su punto de vista, que
vestir a las bestias con los símbolos de la contrición?
Además, y aparte de estas consideraciones teóricas, hay evidencias
históricas de que durante uno o dos períodos estratégicos del ministe-
rio de Jonás, él hubiera podido hallar una atmósfera apropiada para un
mensaje monoteísta. Es casi seguro que el rey de Nínive y Asiria, en
esos días, fue Adad-Nirari III (810-783 a. de f.C.) Es bien conocido el
hecho de que ese rey redujo su adoración al dios Nebo, y de esa manera
se acercó aún más a la monolatría que ningún otro ocupante del trono
asirio. En segundo lugar Steinmuller (CSS, 2:289) sugiere que si Jonás
llegó a Nínive un poco más tarde, en el reinado de Asurdán III (771-
754), hubiera hallado a la población sicológicamente preparada para
aceptar el anuncio de una catástrofe total, pues una gravísima plaga
asoló a la ciudad en el año 765 y hubo un eclipse total de sol el día 15
de julio del año 763 a. de J.C. Hubo otra plaga en el año 759 a. de J.C.

ARGUMENTOS LlNGOlSTICOS

Los que abogan por una fecha posterior al exilio para el libro de
Jonás recurren habitualmente a un cierto número de supuestos arameis-
mos que figuran esparcidos en el texto.
1. En 1:5 figura la palabra s•pfnah, nave, como variante de un co-
nocido vocablo hebreo, '•niyyah, que también significa nave. S•pfnah
es común en arameo: figura solamente aquí en la Biblia hebrea. Sin
embargo, obviamente deriva de la raíz sopan, cubrir, que se repite a
menudo en el Antiguo Testamento, como asimismo en las inscrip-
ciones fenicias (si bien el verbo nunca aparece en el arameo sobrevi-
viente). Inferimos que esta expresión originalmente significaba
una nave cubierta o un barco equipado con una cubierta, y el arameo
puede haberlo tomado del cananeo.
2. En Jonás 1:6 figura el verbo 'dshat (en la raíz hithpael) con el
significado de recordar. En el idioma arameo este verbo aparece en
época tan antigua como la del Papiro Elefantino. Un sustantivo re-
lacionado 'éshet aparece en el Cantar de los Cantares 5:14 con el signi-
346 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ficado de artesanías, [Sus manos, de oro, y como hechas a torno . . .]


(Versión Torres y Amat); 'ashót (o en su forma singular, 'ashtüt) figura
en Job 12:5 con el sentido de pensamiento u opinión: "¡Al infortunio, el
desprecio! —opinan los dichosos— . . ." {Biblia de Jerusalén). Sin
embargo, el verbo no figura, ni en el siriaco ni en el arameo en el
sentido en que es usado en Jonós, es decir, recordar.
3. La partícula relativa she (quien, cual) aparece en su forma simple
en Jon6s 4:10, y luego aparece en dos compuestos, en 1:7
(¿por causa de quién?) y en b•shelli (por mi causa) en 1:12. Estric-
tamente hablando, difícilmente puede denominarse a esto un arameis-
mo, puesto que she de ninguna manera es un vocablo arameo; y sin
embargo, en el hebreo posterior se usó muchísimo como la partícula
aramea di. Pero hasta donde lo sepa el autor de esta obra, la partícula di
jamás figura en el arameo precristiano luego de la preposición con el
significado de "a causa de". Por otra parte, she aparece tan anti-
guamente como en la época de los jueces, en el cántico de Débora
(jueces 5:7) que, hecho interesante, fue compuesto por una nativa del
norte de Galilea (tal como lo era ¡onás). También debemos mencionar el
hecho de que se repite a menudo en las inscripciones fenicias (junto
con la más frecuente '-á) y es muy probable que los marineros que
tripulaban la nave donde viajaba Jonás eran de origen fenicio; de ahí
que todo pareciera indicar que esta partícula figurara en el curso de sus
conversaciones.
Hay otros varios supuestos aramcismos que reposan sobre bases
más tenues aún. Por ejemplo, el verbo hetil, echar, arrojar (Jonás 1:5,
12), se repite en Job, Salmos, Isaías, Jeremías y Ezequiel, y no puede,
por lo tanto, considerarse como prueba de una tardía paternidad lite-
raria. Por lo que respecta a q•r r· ah (predicación), este sustantivo reco-
noce una raíz que es natural tanto al hebreo como al arameo, si bien el
sustantivo propiamente dicho aparece solamente aquí en la Biblia he-
brea. Una sola palabra más merece comentario especial: ta 'om, que
significa edicto, decreto, mandato. Al par que es un común vocablo
hebreo que significa gustar o entender, solamente figura aquí con un
significado gubernamental (Jonás 3:7). Sin embargo, resulta obvia su
relación con la palabra asiría temu, que tiene el mismo significado, y
el uso que Jonás hace de la misma muy bien puede haber sido una re-
miniscencia de la fraseología del decreto o mandato del rey de Nínive.
(Así figura en Esdras 6:14, pasaje arameo, que cita un decreto o man-
dato del rey de Persia.)
En vista de las vigorosas objeciones de los racionalistas a las histo-
ricidad de Jonás, resulta conveniente en este punto referirnos a la ase-
veración del Señor Jesús, tal cual se encuentra registrada en los Evange-
lios. En Moteo 12:40,41, Cristo se refiere a dos acontecimientos
directamente rechazados como fabulosos por la crítica moderna: la
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABOÍAS, )OEL Y JONAS 347

preservación de Jonás en el vientre de la ballena y la eficacia de su


pr,edicación al lograr el arrepentimiento de los ninivitas. En Mateo
12:40 Cristo dice: "Así como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres
días y tres noches, así estará el Hiijo del Hombre en el corazón de la
tierra tres días y tres noches." Si la historia de Jonás no pasara de ser
novelesca, también tendría que ser novelesco el relato del entierro de
Cristo y su permanencia en la tumba donde estuvo confinado desde el
Vi.emes Santo hasta el Domingo de Resurrección; de otra manera no
cabria la comparación ("así como"). Y esto es particularmente cierto
cuando entran en juego un tipo y un antitipo. En todo otro caso donde
se hace referencia en la Escritura a un acontecimiento típico del Anti-
guo Testamento (p ej. Juan 3:14; 1 Corintios 10:1-11) está involucrado
un episodio histórico. No hay una sola evidencia objetiva de que Jesús
de Nazaret consideraba esta experiencia de Jonás como un hecho no
histórico.
Luego, leemos en Mateo 12:41: "Los hombres de Nínive se levan-
tarán en el juicio con esta generación, y la condenarán porque ellos se
arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este
lugar." Nada más claro que el hecho de que aquí Jesús reprocha a sus
contemporáneos por su incredulidad y por su nivel moral que era
inferior a los paganos de la antigua Nínive que carecían de Biblia. Pero
si efectivamente aquellos ninivitas nunca se arrepintieron por la pre-
dicación de Jonás, luego la afirmación de Cristo en este pasaje es fals.a e
infundado su reproche. Puesto que hasta ciertos eruditos conserva-
dores como James Orr, han concedido que Jonás no tiene carácter his-
tórico, es importante que nos pongamos de acuerdo respecto a estas
claras afirmaciones del Señor Jesús , y comprendamos que es imposible
rechazar la historicidad de Jonás sin rechazar al mismo tiempo la auto-
ridad de Cristo.

INTEGRIDAD DEL TEXTO

Los eruditos liberales consideran el libro de Jonás como una co-


lección de escritos originados en diversas fuentes. En particular el
sa.lmo de acción de gracias de Jonás Uonás 2:2-9) es considerado como
una inserción extraña: (1) porque Jonás 2:1 nos dice que Jonás oró
(h.itpaJJéJ), en tanto que el resto de la composición contiene expre-
siones de gratitud y no peticiones; (2) porque la acción de gracias fue
expresada antes que Jonás hubiera sido vomitado en tierra firme y, por
lo tanto, no tenía razón alguna para agradecer a Dios. Pero estas ob-
jeciones, tal cual las formuló Wellhausen (Die kJeinen Propheten, -Los
profetas menores- 1898, pág. 221), pierden totalmente el sentido del
salmo. En primer lugar, como resulta fácil comprobar por numerosos
ejemplos del libro de los Salmos, la alabanza era considerada por los
348 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

hebreos parte importantísima y legítima de la oración. Así, este mismo


verbo (hitpallel) aparece con su sustantivo afín con el significado de
"oración" (t"pilloh) en 2 Samuel 7:27, pasaje que contiene adoración y
alabanza a Jehová, como un Dios que responde a las oraciones. En
segundo lugar, como lo ha señalado correctamente Young, (I_OT, pág.
257), 2:2-9 no expresa gratitud por haber sido liberado del estómago del
gran pez, sino más bien por haber sido librado de morir ahogado, con el
concurso del gran pez. Interpretado de esta manera, como obviamente
debe serlo, no hay discrepancia alguna entre la oración de Jorrás y el
marco en que es colocado por el autor. Wilhelm Moeller (GATE, pág
240-241) llama la atención al hecho de que hay notorias similitudes
entre esta oración o salmo de Jonás y las de David (cf. Salmos 18:30-31
y 69:14 con Jonás 2:30; cf. Salmos 42:7 con Jonás 2:3b; Salmos 18:6 con
Jonás 2:4b; Salmos 69:1-2 con Jonós 2:5; Salmos 42:7-8 con Jonás 2:6;
Salmos 5;7 con Jonás 2:7.)
Procediendo sobre bases racionalistas, Eissfeldt consideró a fonás
como un complejo de dos leyendas, una de las cuales (capítulos 1-3)
trata de la desobediencia de jonás a los mandamientos de Dios, y la otra
(capítulo 4) registra la controversia con Dios respecto a la aplicación de
la gracia divina a los paganos. Basado en el hecho de que el relato de un
pez que se traga a un hombre y luego lo vomita se encuentra en otra
literatura, sacó la conclusión de que el incidente sólo era legendario y,
por lo tanto, no pudo haber ocurrido.9 En respuesta a lo anterior, diga-

9, Se han informado numerosos casos, en épocas recientes, de hombres que han sobrevi-
vido al duro trance de ser tragados por una ballena. La Princelon Theologicol Beview
(Revista teológica de Princeton) de octubre de 1927, refiere dos incidentes, uno en el año
1758 y el otro en 1771, según los cuales un hombre fue tragado por una ballena y
vomitado poco tiempo después, con sólo lesiones leves. Otros casos son citados por R. K.
Harrison, en IOT, pág. 907.
Uno de los casos más notables lo refiere Francis Fox, Sixty-three Years o/ Engineering
(Sesenta y tres años de ingeniería!, (Londres: J. Murray, 1924], págs. 298-300, quien
informó que este incidente fue prolijamente investigado por dos científicos [uno de los
cuales fue M. de Parville, editor científico del Journol des Debuts (Publicación de de-
bates) en Par(s. En febrero de 1891, el barco ballenero Stor nf lha Ensi (Estrella del
Oriente], navegaba en las proximidades de las Islas Malvinas, y el vigía avistó una
enorme ballena a unos cinco kilómetros del barco. Se bajaron dos botes y al poco tiempo
uno de los arponeros pudo clavar su arpón en el enorme animal. Los tripulantes del
segundo bote también atacaron al animal, pero un coletazo de la ballena lo hundió, y los
marineros cayeron al mar. Uno de ellos se ahogó, pero el otro, James Bartley, sim-
plemente desapareció sin dejar huellas. Luego de muerta la ballena, la tripulación co-
menzó su tarea de quitarle la grasa con hachas y palas. "Trabajaron todo el día y parte de
la noche. Al día siguiente, con jarcias y aparejos pusieron sobre cubierta el estómago. Los
marineros quedaron perplejos cuando observaron espasmódicos signos de vida, y dentro
del estómago hallaron al marinero que había desaparecido, doblado e inconsciente. Lo
pusieron sobre cubierta y le dieron un baño con agua de mar que pronto lo hizo revivir.
Al finalizar la tercera semana se había recuperado totalmente de su estado de conmoción
y reasumió sus actividades normales . . . Su rostro, cuello y manos se veían descoloridos,
con una blancura mortal y un aspecto de pergamino. Bartley afirma que probablemente
hubiera vivido en su habitácuJo de carne hasta morir de hambre, porque se desmayó de
miedo y no por falta de aire."
Una carta fechada el 24 de noviembre de 1906, que lleva la firma de la señora J. ¥. de
Whitney, esposa del capitán del Star of theEast, y recibida por A. Lukyn Williams (que la
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ARDÍAS. JOEI, Y JONÁS 349

mos solamente que nadie ha podido demostrar hasta la fecha la imposi-


bilidad de que los incidentes registrados en las leyendas puedan haber
ocurrido. Fundamentalmente, por supuesto, la objeción de Eissfeldt se
basa en la premisa de la imposibilidad de los milagros. Las deduc-
ciones que se sacan de este apriorismo no son más dignas de confianza
que el mismo apriorismo. Pero sobre las bases de una crítica literaria
desprejuiciada, no puede haber argumentos convincentes en favor de
que subyacen fuentes múltiples en el libro de Jonás.

entregó al Expository Times, el 18 de febrero de 1907:239], negó categóricamente que


semejante episodio hubiera ocurrido durante los años en que ella había estado rela-
cionada con este barco. Sin afirmar que conocía personalmente a James ni
siquiera que el señor Whitney estaba al mando de ese barco en febrero de 1891, rechazó
todo el relato como mera habladuría de los marineros. Pero en vista de la previa investiga-
ción de este episodio por M. de Parville. la firme negativa de la señora de Whitney tendría
que ser corroborada.
CAPITULO 22
AMOS, OSEAS Y MIQUEAS
En la segunda mitad del siglo octavo antes de Cristo, la profecía hebrea
alcanzó su máximo esplendor, su siglo de oro. Luego que los primeros
profetas escritores, Abdlas, Joel y Jonás, terminaron su tarea, y quedó
listo el escenario para la aparición de los cuatro grandes figuras que
dominaron la escena desde el año 755 a. de J.C. hasta el comienzo del
siglo VII a. de J.C.: Amós, Oseas, Miqueas e lsaías. De los cuatro, los tres
primeros los estudiaremos en este capítulo. Para !salas serán necesarios
dos capítulos adiciona.les.

AMóS

El significado probable del nombre de Amós es "cargador" (de-


rivado del verbo 'amas que significa levantar una carga, acarrear). El
tema principal de su profecla fue la fidelidad de Jehová a su pacto y a
su santa ley, y la estricta responsabilidad de su pueblo Israel en man-
tener una práctica observancia de sus obligaciones de pacto. Amós
encarecidamente les recalcó su obligación de cordial acatamiento al
código legal de la Tora, tanto en su letra como en su espíritu. El fracaso
de Israel en presentar al Señor una fe viva y verdadera, y su intento de
engañarlo con infames substitutos de una vacía profesión, no pod(an
llevar a otra cosa que no fuera la total ruina y la destrucción de la
nación.

BOSQUEJO GENERAL DE AMOS

l. El juicio de Jehová contra las naciones, 1:1-2:16


A. Preludio: el día de la ira está próximo, 1:1,2
B. Juicio contra naciones vecinas paganas por crímenes inhuma-
nos (todas estas sufrirán el fuego y la destrucción), 1:3-2:3
1. Damasco, 1:3-5
2. Gaza, 1 :6-8
3. Tiro, 1:9 ,10
4. Edom, 1:11,12

350
AMóS, ÜSEAS Y M!QUEAS 351

5. Amón, 1:13-15
6. Moab, 2:1-3
C. La ira contra las dos naciones del pacto por menospreciar la
Palabra de Dios, 2:4-16
1. Judá, habiéndose apartado de Dios y escogido falsos maes-
tros, sufrirá el fuego y la destrucción.
2. Israel habrá de sufrir una tremenda destrucción por los peca-
dos de explotar a los pobres, por el pecado de incesto, por su
ingratitud hacia Dios, y por perseguir a los fieles.
II. Maldades de Israel y advertencias de Dios, 3:1- 6:14
A. El juicio es inevitable debido a la completa depravación de
Israel, 3 :1-15
1. A mayor privilegio mayor responsabilidad, 3:1-3
2. Las credenciales de Amós como mensajero de Dios, 3:4-8
3. Los crímenes de Israel por oprimir a los pobres, sus lujos y
desenfreno, serán castigados por medio de la desvastación y
la despoblación, 3:9-15
B. El desafio de Dios a los obstinados buscadores de placeres,
4:1-13
1. Su búsqueda de placeres y riqueza y sus formas carnales de
adoración sellarán su perdición, 4 :1-5
2. La desatendida advertencia de las plagas; el juicio por venir,
4:6-13
C. Lamentación y llamado final, 5:1-27
D. La condenación de los miembros de las clases sociales más
elevadas buscadores de placeres al exilio, 6:1-14.
111. Cinco visiones del destino de Israel, 7:1-9:10
A. Langostas: restringida, 7:1-3
B. Fuego: restringida, 7:4-6
C. Plomada de albañil: todo quedará aplanado, 7:7-9
(Interludio: encontronazo con Amasias: predicción de su juicio y
condena, 7:10-17)
D. Tardía fruta de verano: el final se aproxima, 8:1-14
E. Destrucción del templo (de Betel); Israel será tratado como a los
paganos, 9:1-10
IV. Promesas de restauración, 9:11-15
A. Preliminar: la era del Nuevo Testamento, 9:11-12
B. La consumación milenial, 9:13-15

EL AUTOR

Puesto que no figura el nombre de su padre, es lícito suponer que


Amós era de cuna humilde. Su localidad natal era Tecoa, situada a
352 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ocho kilómetros de Belén en la alturas de Judea. De profesión pastor y


cultivador de higueras, es posible que cuidara ganado (según se deduce
del término boqér, boyero, en 7:14). Por cierto que criaba ovejas, pues
se refiere a sí mismo como un nóqéd (cf. en 1:1), es decir,
pastor de una variedad de oveja pequeña y salpicada de manchitas,
llamada náqod. Además, se ganaba la vida cultivando sicómoros, es
decir higueras silvestres (siq"mim, 7:14), árbol que exudaba una canti-
dad de savia si se le hacía una incisión en una fecha oportuna, y que al
endurecerse lo podían comer las clases más menesterosas, por su re-
ducido costo.
Aparentemente era un concienzudo estudiante de los libros de
Moisés, pues su estilo muestra una fuerte influencia del Pentateuco.
Sin embargo, nunca disfrutó de las ventajas de una educación formal en
una "escuela de profetas" como las sostenidas por Samuel, Elias y
Eliseo), ni fue jamás oficialmente ungido para su ministerio profético.
Al llamado de Dios, abandonó su hogar en Judea como un mero laico
para proclamar un hostil mensaje en la orgullosa capital del Reino del
Norte de Israel, sin contar con autorización eclesiástica alguna. Carente
del rango de un reconocido profeta, desafió el prejuicio de un público
efrainita para llevar adelante fielmente la comisión encomendada por
Dios. Hombre de firmes convicciones y voluntad de hierro, no pudo ser
desviado de su propósito ni siquiera por el más alto funcionario de la
jerarquía samaritana.
V

FECHA DE COMPOSICION

Hay acuerdo general entre los eruditos del Antiguo Testamento en


el sentido de que el ministerio de Amós puede fijarse entre los años 760
y 755 a. de J. c., hacia el final del reinado de Jeroboam II (793-753). Fue
brillante la carrera de este rey desde el punto de vista militar, pues
llevó el territorio del Reino del Norte hasta los límites que tenía cuando
empezó en el año 931 a. de J. C. Como resultado de ello, ingresó al reino
considerable riqueza, en parte como botín de guerra y en parte por las
ventajosas relaciones comerciales que mantenía con Damasco y otros
principados situados al norte y noroeste. Pero junto con el aumento de
las riquezas, de las cuales nada vieron las clases sociales menos
favorecidas, se produjo un incremento en el materialismo y en la ava-
ricia y ambición sin límites de parte de la nobleza adinerada. Desver-
gonzadamente hicieron víctimas de su codicia a los pobres y despre-
ciaron cínicamente los derechos de quienes estaban socialmente por
debajo de ellos. Un general desprecio hacia lo establecido en el séptimo
mandamiento minó la santidad de la familia y tornó ofensivo su hipó-
crita intento de apaciguar a Dios con la observancia de formas
religiosas.
El texto de Am6s da una fecha precisa para su misión de predica-
AMós. OSEAS Y M!QUEAS 353

ción en Bet-el; "dos años antes del terremoto" (1:1), es decir, el


tremendo terremoto que se produjo durante el reinado de Uzías, que
fue recordado siglos después (cf. Zacarías 14:5: "Huiréis de la manera
que huísteis por causa del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá").
Lamentablemente es imposible fijar la fecha exacta de este terremoto,
pero de todos modos sirvió como un signo preliminar de parte de Dios.
Las advertencias condenatorias que transmitió Amós se cumplirían sin
lugar a dudas. Lo afirmado en 1:1 también sirvió para indicar que el
libro de Amós no fue publicado sino dos años después de haber anun-
ciado oralmente su mensaje.
INTEGRIDAD DEL TEXTO

Los críticos liberales conceden la autenticidad de casi todo el texto


de Amós, a quien consideran "el primero de los profetas escritores"
(pues según el datado de Wellhausen y Driver, Amós constituiría la
más antigua porción escrita del Antiguo Testamento, con la sola excep-
ción del documento J). Sin embargo, hay quince versículos que han
sido clasificados corno inserciones posteriores. Estos versículos in-
cluyen 1:9-12 con su estilizada fórmula denunciativa ("Por tres peca-
dos (el nombre de la ciudad), y por el cuarto, no revocaré su castigo ...
Prenderé fuego en el muro de (la ciudad), y consumirá sus palacios").
Por la misma razón es rechazado el pasaje 2:4,5. Las expresiones de
gratitud y de alabanza a Dios, tales como las que figuran en 4:13; 5:8,9:
9:5,6 son consideradas extrañas en Amós, debido a su tono jovial y
gozoso. De la promesa mesiánica que figura en 9:11-15 se dice que
representa un tipo de pensamiento muy posterior al siglo octavo a. de J.
C. Oesterley y Robinson interpretan 9:11-12 como una presuposición
del exilio, debido a su referencia a la caída del "tabernáculo de David",
lo cual se interpreta que se refiere a la caída de Jerusalén (IBOT, pág.
366). Pero hasta el propio Bentzen rechaza esta inferencia por conside-
rarla carente de fundamento, y señala que Amós pudo haber conside-
rado como caída la casa de Israel "por haber perdido la posición que
ocupaba en los tiempos de David." R. H. Pfeiffer considera al Amós
histórico capaz solamente de un hincapié pesimista basado en la de-
nuncia del pecado, pero completamente incapaz de un punto de vista
esperanzado sobre el futuro; todos los pasajes que se opongan a este
cuadro deben explicarse como adiciones posteriores (cf. IOT, págs. 583,
584). Resulta fácil ver que las objeciones a todos estos pasajes se han
basado en una especial teoría sobre el desarrollo histórico del pensa-
miento israelí, y no en los datos que surgen del propio texto.

PUNTOS DE CONTACTO CON EL PENTATEUCO

Comoquiera que los críticos documentales consideran a Amós


354 REsENA CRITICA OE UNA L,' TROOUCCIÓN AL A 1''TIGUO T ESTAME1''TO

como el más antiguo de los profetas escritores, resulta útil señalar que
hay numerosas referencias, aun en Amós, a las provisiones legales de la
Tora (incluyendo a D y P). Observemos la fuerza acumulativa de los
ejemplos que anotamos a continuación.
1. Amós 2:7: "El hijo y su padre se llegan a la misma joven", es
aparentemente una referencia a la prostitución religiosa, expresamente
prohibida en Deuteronomio 23:17,18. No podía esperarse que el au-
ditorio de Amós supiera que esta práctica era un delito a menos que
existieran leyes anteriores que la prohibieran. Es correcto inierir que
estas leyes tuvieron que haber sido sancionadas mucho antes de la
época de Amós para que adquirieran el peso de una sanción, desde la
antigüedad.
2. Amós 2:8 prohibe quedarse durante la noche "con ropas empe-
ñadas" (práctica pronibida en Exodo 22:26), ofensa que se agrava cuan-
do el acreedor duerme con ellas durante la noche (cf. Deuteronomio
24:12, 13.)
3. Amós 2:12 se refiere a la consagración de los nazarenos, la san-
ción de la cual se encuentra solamente en Números 6:1-21 (pasaje P.
según Driver, lLOT. pág. 55).
4. Amós 4:4 menciona el diezmo "cada tres días'', especificación
evidentemente desconocida de los paganos, y ordenada en el Antiguo
Testamento sólo en Deuteronomio 14:28 y 26:12. que establece que el
diezmo del producto de los granjeros debía almacenarse y ponerse a
disposición del Señor.
5. Amós 4:5: "Ofreced sacrificio ... con pan leudado", supone que
esta práctica era prohibida por ley, prohibición contenida en Levítico
2:11 y 7:13 (que son, por supuesto, pasajes P).
6. Amós 5:23 implica que el ritual del sacrificio, en los días de
Amós, era acompañada de cantos, ordenanza atribuida en los libros
históricos al rey David. Es correcto suponer que si P hubiera sido com-
puesto en los días de Amós. hubiera contenido alguna referencia al
acompañamiento musical en el ritual del sacrificio para investir a esta
práctica de una sanción mosaica. Pero la rea.lidad es que no haJlamos
referencias a música ni canciones como acompañamiento del sacrificio
en parte alguna del Pentateuco.
7. Varios términos relacionados con los sacrificios, que los críticos
sostienen que son posteriores al exilio, se mencionan tranquilamente y
sin eufemismos en Amós. como si hubiera sido práctica común en su
época. Estos términos incluyen (a) la ofrenda voluntaria (n•dábah) en
Amós 4:5 (cf. Levítico 7:16-18; 22:18; Números 15:3; Deuteronomio
12:6, 7, etcétera): (b) "vuestras asambleas" ('•sároh) en Amós 5:21 (cf.
Levítico 23:36: Números 29:35); (e) "holocaustos", " ofrendas" y
"ofrendas de paz" figuran en una sola oración en Amós 5:22; así se los
menciona en combinación o separadamente en Qumerosos pasajes de la
AMóS. Ü SEAS Y M IQUEAS 355

Tora (cf. Levítico 7:11-14; 8:1-32).


La única manera de evadir el impacto de estas evidencias consiste
en rotularlas como inserciones de redatores posteriores, procedimiento
muy cuestionable al que recurren Pfeiffer, Eissfeldt y otros. Pero un
correcto manejo de la evidencia indica claramente que había en los días
de Amós un cuerpo de ley el cual se entendía que era antiguo y auto-
rizado y que Amós lo llamó "la Tora de Yahvé" (Amós 2:4). Esta Tora
era evidentemente aceptada por todos los involucrados como un hecho
establecido en la época de Amós. No hay indicio ni sugerencia alguna
de que Amós promoviera algún nuevo mensaje monoteísta o un código
iluminado de moral que no hubiera sido previamente reconocido como
de aceptación obligatoria.' El acumulado impacto de esta evidencia es
concluyente en favor de la prioridad de la Tora para Amós.
OSEAS

El nombre de este profeta, Hósheo ', significa salvación, y en reali-


dad es idéntico al último rey del Reino del Norte, Oseas.
El tema de este libro es un serio testimonio contra el Reino del
Norte, debido a su apostasía contra el pacto y su difundida corrupción
de su moral tanto pública como privada. El propósito del autor es
convencer a sus compatriotas de que se arrepientan y vuelvan contritos
al seno de su paciente y siempre amante Dios. Tanto la amenaza como
la promesa se presentan desde el punto de vista del amor de Yahvé a
Israel como sus muy queridos hijos y como su esposa del pacto.
BOSQUEJO CENERAL DE OSEAS

J. Adiestramiento del profeta, 1 :1 -3:5


A. Su vida hogareña simbólica del castigo y de la restauración de la
nación, 1 :1-2:1
1. El casamiento con Gomer, una prostituta en potencia. 1:2-3
2. Los hijos: Jezreel, Lo-ruhama, Lo-ammi, 1:3-9
3. El triunfo final de la gracia, 1 :10- 2:1
B. Su tragedia doméstica, una revelación del amor redentor de
Dios, 2:2-23
C. Su trato con Gomer, una orden y una revelación, 3:1-5
II. Enseñanza del profeta, 4:1 - 14:9
A. La corrupción nacional y sus causas, 4:1-6:3
1. Hallazgos del juez y la sentencia, 4:1-19
2. Advertencias a los sacerdotes, al pueblo, al rey: la celada de
los santuarios, 5:1-15
3. Exhortaciones al arrepentimiento, 6:1-3
1. Moeller hace un análisis exhausti vo de estos puntos de contacto con el Pentateuco en
G/\TE, págs. 229-236.
356 RESENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

B. Corrupción nacional y su castigo, 6:4 - 10:15


l. Alegato de Dios contra Israel, 6:4 - 7:16
a) Inconstancia, cul pables de homjcidio: la cosecha san-
grienta, 6:4-11
b) lmposibilitada la misericordia debido a una persistente
rebelión, al adulterio, y por beber en demasía, 7:1-16
2. La sentencia, 8:1-9:17
a) Segarán torbellinos, devorados por el mundo que tanto
amaron, 8:1-14
b) Esclavitud en el exilio, Israel se marchitará, 9:1-17
3. Recapitulación y llamamiento: la viña vacía, 10:1-15
C. El amor de Jehová, 11:1-14:9
1. Su inaJienable amor en su trato con el descarriado Israel
11:1-11
2. Exilio: la única alternativa de Dios, debido a una obstinada
rebelión, 11:12- 12:14
3. Principios guiadores y resultado final del exilio, 13:1-16
4. Llamamiento fina.! al arrepentimiento; promesa de una benili-
ción final, 14:1-9

PATERNIDAD LITERARIA E INTEGRIDAD OE:l. TRXTO

El profeta Oseas fue, aparentemente, un ciudadano del Reino del


Norte de Israel, pues se refiere al gobernante de Samaria como ''nuestro
rey" (7:5.) Sólo en forma incidental menciona a Judá, en tanto que su
principal interés está centralizado en las diez tribus. El lenguaje del
autor revela vestigios de un dialecto que no se hablaba en Judá, pero
que sugiere el que se hablaba en Israel del Norte, cerca del territorio de
Siria donde se hablaba el arameo. La familia de Oseas era de un rango
social lo suficientemente elevado para que figurara el nombre de su
padre (Beeri). No contamos con ningún otro dela.lle biográfico, aparte
de los que nos brinda en sus propias profecías.
Los crllicos libera.les atribuyen substancialmente toda esta profecía
al Oseas histórico. Los únicos pasajes que han impugnado por con-
siderar que son inserciones posteriores son los que se refieren a Judá
(según Marti y Nowack); o aquellas secciones, como 11:8-11 y 14:2-9
(según Volz y Marli). que predicen futuras bendiciones o una liberación
nacional. Eisfeldt y Bentzen, sin embargo, no se sienten inclinados a
eliminar categóricamente toda mención a la salvación después del cas-
tigo, como tampoco toda mención a Judá. Puesto que en las porciones
indudablemente genuinas del libro, como los capítulos 1-3, se plantea
la posibilidad de una futura liberación de la nación, los pocos versícu-
los que rotulan como glosas le son negados a Oseas por otras razones.
Respecto a la mención de Judá, Young señala correctamente (IOT, pág
AMÓS. OSEAS Y MIQUEAS 357

244), que el profeta considera al gobierno del Reino del Norte como una
usurpación, sugiriendo que solamente la dinastía davídica es la dinas-
tía legítima.,

FECHA DE COMPOS!CIO~

Al parecer no todas las profecías de este libro fueron emitidas


durante el mismo período de la carrera del profeta. Algunas de ellas
tuvieron que haber sido dadas antes de la muerte de feroboam II (753 a.
de J. C). puesto quo el capítulo 1 interpreta que el significado simbólico
de Jezreel es que la dinastía de Jehú tendría un rápido y violento final.
Esto se cumplió en el año 752 a. de J. C., cuando Salum asesinó a
Zacarías, el hijo de Jeroboam. Por otra parte, el capítulo 5 pareciera
estar dirigido contra el rey Manahem (752-742 a. de J. C.). El capítulo 7
debe ser datado una o dos décadas más tarde; denuncia la política de
doblez y mala fe del gobierno, según la cual se incita a Egipto contra
Asiria, y no se sabe que esta política haya sido seguida por Israel antes
del reinado de Oseas (732-723 a. de J. C). Por lo tanto, se justifica la
posición de considerar el libro de Oseas como un conjunto de extractos
de sermones predicados a lo largo de un período no menor de 25 años.
Posiblemente la última compilación fue publicada en el año 725 a. de J.
C, tal vez alrededor de 30 años después de haberse iniciado el minis-
terio de predicación del profeta Oseas.

EL PROBLEMA DE COMER

Ha sido motivo de grandes discusiones la dificultad creada por la


orden de Dios de contraer matrimonio con una mujer adúltera. ¿Orde-
naria Jehová a un santo varón que hiciera lo que les estaba expre-
samente prohibido o vedado a los sacerdotes y a todos los ciudadanos
de Israel en general? En un esfuerzo por paliar el problema moral,
algunos conservadores han sugerido que esta experiencia no fue real,
sino una suerte de extensa parábola. Coincidentes con esta teoría, algu-
nos eruditos hasta han llegado a sugerir que el nombre Gomer significa
consumación, es decir, consumación del pecado; el nombre de su
madre, Diblaim, significaría torta de uvas pasas, un idolátrico tipo de
ofrenda de sacrificio (cf. 3;1).
Una seria objeción a este tipo de interpretación yace en el hecho de
que el relato del casamiento de Oseas figura en un claro estilo narrativo.
No hay evidencia alguna en el texto que permita entenderlo como una
parábola, o una experiencia de pura ficción para ilustrar una enseñanza
teológica. Si el contrato matrimonial no se realizó, a pesar de estar
planteada la historia en términos inequívocos, entonces se abre la posi-
bilidad de cuestionar la historicidad de infinidad de episodios narra-
358 RESEÑA CRÍTICA DF. UN,\ INTRODUCC:IÓN Al, A NTIGUO T ESTM,rnNTO

dos en las Sagradas Escrituras como hechos estrictamente históricos.


Debemos aferrarnos al principio hermenéutico básico de qu e las
aseveraciones de las Sagradas Escrituras deben ser interpretadas en su
sentido corriente y obvio, a menos que otros pasajes que tratan del
mismo tema, demuestren que dichas aseveraciones han de ser interpre-
tadas de otra manera.
La mejor solución para este problema se ha de encontrar en la
suposición de que en la fecha en que Oseas contrajo matrimonio con
Gomer, ésta no era una mujer manifiestamente inmoral. Si Oseas e mitió
su mensaje años después, bien pudo haber mirado hacia atrás, hac ia su
prop,ia tragedia doméstica, y haber visto en ella la mano guiadora de
Dios. De ahí que, en primer lugar, el mandato de Dios a casarse con ella,
si bien la futura infidelidad de la mujer le era conocida a causa de su
presciencia, equivalía a una orden: "Anda, cásate con una fornica-
dora", aun cuando la orden no se le hubiera dado al profeta ex-
actamente en esas palabras.

MIQUEAS

El nombre Miqueas es la forma ab reviada de Mi-kd-Yóhü, que signi-


fica: "¿Quién es como Jehová?" El tema básico de su mensaje es que el
obligado producto de la fe salvadora es la reforma social y la santidad
práct ica basada en la justicia y la soberanía de Dios. En razón del déficit
generalizado de tal fe salvadora, tanto el Reino del Norte como el Reino
del Sur, están destinados a experimentar la ira de Dios. Empero, luego
de sufrido el castigo, la nación será restaurada y eventualmente llegará
el esperado Mesías.

BOSQUEJO GENERAL DE MIQUEAS

l. Sentencia de Dios contra ambos reinos idólatras, 1:1-16


A. Dios ap lastará el orgullo de Israel por atentar contra la ley, 1:1-4
B. Castigo por la idolatría: destrucción de Samaria, 1:5-7
C. Lamento por la próxima invasión (de los asirios); su arremetida,
ciudad por ciudad, 1:8-16
U. Exposición detallada del demandante: la opresión ejercida po r las
clases privilegiadas, 2:1 - 3:12
A. Explotación de los indefensos menesterosos por los ricos holga-
zanes, 2:1 -13
B. El gobierno, devorador y no defensor, 3:1-4
C. Contraste entre la corrupta religión estatal y el poder y el men•
saje de los predicadores temerosos de Dios, 3:5-8
D. La total destrucción será compartida por estos tres malvados
grupos, 3:9-12
AMóS, ÜSEAS Y MIQUEAS 359

rn. Triunfo final de la gracia de Dios, 4:1 - 5:15


A. Triunfo mesiánico del reino de Dios sobre el mundo, 4:1-8
B. Condiciones necesarias que se cumplirán previamente: sufri-
miento, exilio, restauración, juicio sobre los vecinos paganos,
4:9-13
C. El divinohumano Vencedor que hará todo esto, defenderá su
rebaño y destruirá los poderes del mundo, 5:1-6
D. Triunfo de Israel luego de humillarse y de expiar su idolatría,
5:7-15
IV. Controversia de Dios con el desagradecido Israel, 6:1-16
A. Intimación al Reino del Norte para que responda a Dios, en vista
de su misericordia demostrada en ocasión del éxodo, 6:1-5
B. Respuesta de una conciencia que ha despertado: una vida santa
en consonancia con una adoración válida: no obstante, Israel
persiste en su deshonestidad y en su opresión, 6:6-13
C. La falta de arrepentimiento será castigada con la pérdida de una
cosecha; queda desacreditada la "hábil" politica de alianzas con
los incrédulos, 6:14-16
V. Cumplimiento de la promesa del pacto al remanente fiel, 7:1 -20
A. Lamento del verdadero Israel por la prevalencia de un bárbaro
egoísmo y una vergonzosa corrupción, 7:1-6
B. El verdadero Israel continúa depositando su confianza en la
misericordia de Dios, 7:7-10
C. El triunfo de Cristo en la era de la Iglesia y en el milenio, 7:11-20

PATERNl0/\1) l.lTERJ\RIA DE MIQUEAS

Miqueas era un ciudadano del Reino del Sur, nacido en Moreset


cerca de Gat, alrededor de 30 kilómetros al oeste de Jerusalén. El libro
no nos da el nombre de su padre, y hemos de inferir de ello que su
familia era de humilde origen. Resulta significativo el hecho de que su
ministerio de predicación hiciera particul ar hincapié en el sufrimiento
del vulgo y de los campesinos en las regiones agrícolas que eran explo-
tados por ricos e inescrupulosos terratenientes. Pareciera que Miqueas
pasó gran parte de su vida en las provincias y no tanto en la ciudad
capital de Jerusalén. De ahí que no estuviera en contacto tan estrecho
con la política internacional como lo estaba su contemporáneo lsaías.
No obstante ello, dedicó por lo menos un capítulo (el capítulo 6) a la
declinación del Reino del Norte.

FECHA DE COMPOSICJON

El ministerio de Miqueas fue contemporáneo con la primera parte


de la carrera de Isaías, es decir durante los reinados de Acaz y Ezequías.
360 RESEÑA CRITJCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Hecho interesante, los libros de estos profetas contienen un pasaje en


común (Miqueos 4:1-3 e Isaías 2:2-4], un oráculo relacionado con el
reinado milenial. Puesto que en el capítulo 6, Miqueas se dirige a Israel
como si todavía fuese capaz de escapar al juicio divino por un
arrepentimiento de último momento, es razonable deducir que él co-
menzó su ministerio por lo menos antes de la caída de Samaría, que
ocurrió en el año 722 a. de J. C. Las condiciones de corrupción e in-
moralidad de Judá, tal cual las narra Miqueas, se corresponden bien
con lo que conocemos del reinado de Acaz, (736-728 a. de J. C.J, o de lo
contrario, posiblemente con los primeros años del reinado do Ezequías,
corregente con Acaz (728-725 a. de J.C.). En realidad, la carrera de
Miqueas tuvo que haber comenzado aún antes del reinado de Acaz,
puesto que 1:1 dice que profetizó durante el reinado de Jotam (751-736
a. de J.C.). Respecto a cuándo terminó su ministerio de predicación, no
contamos con evidencias ciertas. Por Jeremías 26:18,19 sabemos que
sus muy sinceras advertencias durante el reinado de Ezequías fueron
tomadas en serio, y resultaron una importante contribución al aviva-
miento patrocinado por el propio gobierno.

INTEGRIDAD DEL TEXTO

Algunos críticos han impugnado la autenticidad de ciertas por-


ciones de los capítulos 6 y 7, basados en que contienen pensamientos y
motivos que figuran solamente en escritos posteriores de la historia de
Israel. Por ejemplo, profetizan el reagrupamiento del dispersado pueblo
de Dios después de un período de exilio, y predicen la destrucción de
los enemigos de Israel en una escala catastrófica, luego de lo cual se
producirá el triunfo final de Israel sobre los paganos bajo el señorío del
Mesías. Heinrich Ewald asignó los capítulos 6 y 7 a un autor descono-
cido que viviera durante el reinado de Manasés (696-642 a. de J.C.).
Julius Wellhausen llega al extremo de asignarle a 7:7-20 un origen en el
tiempo del exilio, y contemporáneo con Deulcro-Isafas; sin embargo,
algunos de sus más moderados sucesores, tales como Driver (ILOT,
págs. 308-313), cuestionan la necesidad de asignarle una fecha tan
tardía. Pero todos los antisobrenaturalistas se unen para negar la auten-
ticidad de 4:10: "Llegarás hasta Babilonia; allí serás liberada, allí te
redimirá Jehová de la mano de tus enemigos." Es imposible imaginar
semejante predicción, a no ser sobre la base de una revelación sobre-
natural. De ahí que ningún autor del siglo VIII a. de J.C. pudo haber
escrito este versículo; requiere una presciencia que es más que humana.
Por lo tanto, se le niega a Miqueas este versículo por las mismas razones
por las cuales se niega que Isaías 40-66 haya sido escrito por un autor
del siglo VIII a. de J.C, como lo veremos.
CAPITULO 23
ISAIAS

El nombre hebreo de este profeta es Ye~a'-Yoha, que significa Yahweh


es salvación. Muy apropiadamente, el tema básico del mensaje de lsaias
es que la salvación se otorga únicamente por gracia, por el poder de
Dios, el Redentor, y no por el vigor del hombre o por las buenas obras
de la carne. El santo Dios no permitirá la impiedad en el pueblo de su
pacto, y por lo tanto, tendrá que habérselas con ellos castigándolos y
purificándolos para hacerlos merecedores de participar en su programa
de redención. lsaías expone la doctrina de Cristo tan detalladamente
que se lo ha descripto correctamente como el "profeta evangélico."
Como en ninguna otra parte del Antiguo Testamento, en la obra de este
profeta se halla un profundo concepto cristológico.

BOSQUEJO GENERAL DE ISAIAS

l. Volumen de reproches y promesas, 1:1- 6:13


A. Primer sermón: la rebelión confrontada con el juicio y la gra-
cia, 1:1-21
B. Segundo sermón: castigo presente para una futura gloria, 2:1-
4:6
C. Tercer sermón: juicio y exilio para la terca nación, 5:1-30
O. Cuarto sermón: el profeta es limpiado y comisionado por Dios,
6:1-13
11. Volumen de Emanuel, 7:1-12:6
A. Primer sermón: rechazo de Emanuel por la sabiduría de este
mundo, 7:1-25
B. Segundo sermón: rápida liberación que prefigura la venida del
Libertador, 8:1- 9:7
C. Tercer sermón: inexorable condenación al exilio para la orgu-
llosa Samaria. 9:8-10:4
D. Cuarto sermón: derrota del falso imperio (Asiria); el glorioso
imperio que habrá de venir, 10:5- 12:6
361
362 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN /\L A NTIGUO T ESTAMENTO

III. Juicio de Dios, cargas sobre las naciones. 13:1 - 23:18


A. Babilonia, 13:1 - 14:27
B. Filistea, 14:28-32
C. Moab, 15:1-16:14
D. Damasco y Samaria, 17:1-14
E. Etiopía, 18:1-7
F. Egipto, 19:1 - 20:6
G. Babilonia, segunda carga, 21:1-10
H. Duma (Edom), 21:11-12
l. Arabia, 21 :13-17
J. Jerusalén, 22:1-25
K. Tiro, 23:1-18
IV. Primer volumen de juicio general y de promesa, 24:1-27:1 3
A. Primer sermón: juicio universal por el pecado universal,
24:1-23
B. Segundo sermón: alabanza al Señor como libertador. vencedor
y consolador, 25:1-12
C. Tercer sermón: canto de júbilo por la consolación de Judá,
26:1-21
D. Cuarto Sermón: castigo para los opresores y preservación para
el pueblo de Dios, 27:1 -13
V. Volumen de ayes por los incrédulos de Israel. 28:1 - 33:24
A. Primer sermón: actuación de Dios contra los borrachos y burla-
dores de Israel, 28:1-29
B. Segundo sermón: juicio contra las almas ciegas que tratan de
engañar a Dios. 29:1-24
C. Tercer sermón: la confianza en el hombre va sobre la confianza
en Dios. 30:1-33
D. Cuarto sermón: liberación por la bondadosa intervención de
Dios, 31:1-32:20
E. Quinto sermón: castigo para los traicioneros engañadores, y el
triunfo de Cristo, 33:1-24
VI. Segundo volumen de juicio general y promesa, 34:1 - 35:10
A. Primer sermón: destrucción del poder mundial de los gentiles,
34:1-17
B. Segundo sermón: la bienaventuranza final de los redimidos de
Dios, 35:1-10
VII. Volumen de Ezequías, 36:1 - 39:8
A. Desvlo de la destrucción de Judá, 36:1 - 37:38
B. Desvío de la destrucción del rey de Judá, 38:1-22
C. Juicio contra el orgullo del rey por sus posesiones: la cautivi-
dad babilónica, 39:1-8
IsAIAS 363

VIII. Volumen de consuelo, 40:1-66:24


A. Propósito de la paz, 40:1- 48:22
1. Majestad de Jehová el Consolador, 40:1-31
2. Desafio del Dios providencial a los incrédulos, 41:1-29
3. Siervo de Jehová, a nivel individual y nacional, 42:1-25
4. Redención por gracia, 4!3:1-44:5 (liberación por medio de
Ciro)
5. !dolos muertos, o el Dios viviente, 44:6-23
6. El Dios soberano utiliza a Giro como libertador y convierte
a los paganos, 44:24- 45:25
7. Lecciones enseñadas por la caída de Babilonia y la pre-
servación de Israel, 46:1-47:15
8. Juicio sobre el fementido e hipócrita Israel, 48:1-22
B. Principe de paz, 49:1-57:21
1. El Mesías restaurará a Israel y dará luz a los gentiles,
49:1-26
2. La pecaminosidad de Israel en abierto contraste con la obe-
diencia del Siervo, 50:1 -11
3. Estímulo a confiar solamente en Dios, sin temor a los hom-
bres, 51:1-16
4. Exhortación a Israel a d espertar y retornar al favor de Dios,
51:17-52:12
5. El Siervo Divino triunfará a través del sufrimiento vicario,
52:13-53:12
6. Consiguiente bendición para Israel y para la Iglesia, 54:1-17
7. Gracia para todos los pecadores que confían en Cristo,
55:1-13
8. Inclusión de los gentiles en las bendiciones de Israel, 56:1-8
9. Condenación de los malvados gobernantes de Israel, 56:9-
57:21
C. Programa de paz, 58:1-66:24
1. Contraste entre falsas y legítimas alabanzas, 58:1-14
2. Confesión de la depravación de Israel que conduce a la
liberación por la intervención de Dios, 59:1-21
3. Gloriosa prosperidad y paz para los redimidos, 60:1-22
4. El Cristo lleno del Espiritu, por Quien vendrá el reino,
61:1-11
5. Sion será restaurada y glorificada, 62:1-63:6
6. Las anteriores misericordias de Dios hacen que Israel
ruegue por su liberación, 63:7-64:12
7. La misericordia de Dios es solamente para el Israel espi-
ritual, 65:1-25
8. El externalismo en la adoración será reemplazado por la
sinceridad del corazón, 66:1-24
364 R ESEÑA CRITICA DE UNA l NTROOUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

Es importante observar, respecto de la última sección, el volumen


de consuelo, que los 27 capítulos, 40 a 66, muestran una notable sime-
tría en sus tres subdivisiones. El final de la subdivisión A, el propósito
de la paz, es virtualmente idéntico al final de la cüvisión B, el Príncipe
de paz; es decir, ambas terminan con la fórmula "No hay paz para los
irnpfos, dijo Jehová". Cada una de estas subdivisiones plantea, de ma-
nera sistemática, un áspecto de hincapié doctrinal: teología, doctrina
de la salvación por Jesucristo y escatología. Esta estructura arquitectó-
nica apunta hacia un solo autor y no a una colección de fuentes hete-
rogéneas. Lo que se dice respecto al volumen de consuelo, respecto a su
disposición sistemática, puede decirse también de los primeros 39
capltulos, pues hasta el mismo bosquejo tal cual lo damos, indica un
uso deliberado del equilibrio o paralelismo estructural.
PATERNlOAD LITERARIA DE ISAÍAS
El profeta lsalas, el hijo de Arnoz ('ámó~; fuerte o valiente) era,
aparentemente, miembro de una familia bastante distinguida e in-
fluyente. No sólo figura el nombre de su padre sino que al parecer
estuvo en términos cordiales con la corte real durante el reinado del rey
Acaz. Tuvo que haber sido un aventajado estudioso en asuntos interna-
cionales, que pasó la mayor parte de su tiempo en la ciudad de Jeru-
salén, donde se mantuvo en contacto con las corrientes o tendencias
encontradas en los asuntos internacionales. Dirigido por Dios para que
~e opusiera tenazmente a todo tipo de enredadas alianzas con potencias
extranjeras (bien con Asiria contra Samaria y Damasco, o con Egipto
contra Asiria), su causa estaba condenada de antemano al fracaso, pues
tanto el gobierno como el pueblo decidieron depositar su confianza en
el brazo de carne, y no en las promesas de Dios.
Hasta la muerte de Ezequfas (en el año 698 o 696 a. de J.C.), !salas
disfrutó del respeto de sus conciudadanos, pese a lo impopular que era
a causa de sus opiniones pollticas, y durante el período de la reforma
religiosa llevada a cabo por Ezequías, su influencia en los aspectos
religiosos fue notoriamente significativa. Empero, tal cual Dios se lo
advirtió en la visión del templo (!solos 6:9, 10), la nación, poco a poco y
en términos generales, prestó oídos sordos a su mensaje espiritual.
Aparte de una reducida minoría de fervientes creyentes, su ministerio
para sus contemporáneos fue poco más que un total fracaso. Durante el
reinado de Manasés, el degenerado hijo de Ezequías, se planteó una
fuerte reacción contra el estricto culto a Jehová que caracteriió al rei-
nado anterior. lsaías vivió para ver la anulación de toda su obra, en lo
que respecta al menos a su tarea política contemporánea. En los aspec-
tos espirituales, sus conciudadanos se hundieron en una mayor
depravación que la de los tiempos del reinado del rey Acaz. Recono-
ciendo la inexorabilidad del juicio de Dios sobre la nación, el interés de
365

!salas durante el reinado de Manasés se redujo cada vez más a la futura


destrucción de Jerusalén, a la cautividad babilónica, y a la restauración
que finalmente habría de producirse. Una antigua tradición relata que
fue martirizado en algún momento del reinado de Manasés, posi-
blemente metido en un tronco hueco y aserrado en dos (cf. Hebreos
11:37). Y puesto que escribe sobre la muerte de Senaquerib en Isa/as
37:37-38, podemos asumir que lsaias vivió hasta después de la muerte
de Senaquerib que ocurrió en el año 681 a. de J.C.

TEORIAS CRITICAS SOBRE LA COMPOSICIÓN DE ISAlAS

Con el crecimiento del deísmo a finales del siglo XVíll, era natural
que hombres de convicciones antisobrenaturales objetaran las extensas
porciones de )salas que exhiben u n conocimiento previo de sucesos
futuros. Si el libro habla de ser tratado como de origen meramente
humano, se hacia inevitablemente necesario explicar estas
aparentemente exitosas predicciones como si hubieron sido escritas
después de su cumplimiento, o al menos, cuando estaban a punto de
ocurrir. Podemos distinguir cuatro etapas en la historia de la crítica a la
obra de lsaías.
1. Joham C. Doederlein (1745-1792). profesor de teología en Je:na,
fue el primer erudito que publicó (en el año 1789) un alegato sistemá-
tico en favor del siglo sexto como fecha de composición de Jsaías 40-66.
Razonó que dado que un lsaías del siglo VIII a. de J.C. no podía haber
previsto la calda de Jerusalén (ocurrida en el año 586 a. de J.C.) y los 70
años de la cautividad, jamás pudo haber escrito las palabras de con-
suelo al exiliado Judá que figuran en los capítulos 40 y siguientes. Más
aún, desde el punto de vista racionalista, era obviamente imposible que
alguno que viviera en el año 700 a. de J.C. predijera el surgimiento de
Ciro el Grande, que capturó a Babilonia en el año 539, y concedió
permiso a los exiliados judíos para retornar a su tierra natal. Pero no
solamente fue predicha su obra, sino que en dos versículos se men-
cionó a Ciro por nombre: Isafos 44:28 y 45:1. Obviamente, por lo tanto,
el autor de estas profecías tuvo que haber sido un desconocido judío
que vivió en Babilonia entre el comienzo del surgimiento de Ciro como
figura internacional (alrededor del año 550 a. de J.C.) y la caída de
Babilonia ante su imperio en plena expansión. Este espúreo autor que
vivió en Babilonia alrededor del año 540 a. de J.C. se hizo conocido por
lo.s críticos como "Deutero-Isaías".
Estos argumentos resultaron tan persuasivos que otros eruditos d el
Antiguo Testamento, entre ellos el profesor Eichhorn, quedaron con-
vencidos y expresaron su acuerdo. En el año 1819, Heinrich W.
Gesenius (1786-1842), publicó un comentario, Jesafa, Zweiter Theil.
Profesor de teología en Halle y eminente lexicógrafo en hebreo de con-
vkciones racionalistas, esbozó un hábil argumento a favor de la unidad
366 RESEÑA CRIT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\1, ANTIGUO T ESTAMENTO

de la paternidad literaria de los últimos 27 capítulos de Jsaías, y refutó


los ataques de quienes ya habían intentado separar aun el Deutero-
lsaías en diversas fuentes, aduciendo que todos los principales temas a
lo largo de estos capítulos eran tratados desde un punto de vista uni-
ficado y empleaban un lenguaje con notorias afinidades en el vocabu-
lario y en el estilo desde el capítulo 40 al 66. Insistió en que todo surgió
de la pluma de un solo escritor que vivió alrededor del año 540 a.
de J.C.
2. En razón de que los eruditos conservadores objetaron la fecha
del tiempo del exilio asignada a lsaías 11, por el hecho de que aun en
lsafas I se constataba una impresionante cantidad de evidencias de un
conocimiento anticipado de la futura importancia de Babilonia en la
historia de Israel, se hizo imperativo echar un segundo vistazo a los
primeros 39 capítulos de lsaías. Ernst F. K. Rosenmueller (1768-1835),
profesor de lengua arábiga en Leipzig, dio el segundo paso lógico al
elaborar las implicaciones de la posición sostenida por Doederlein. Si
un autor del siglo VIII a. de J.C. no pudo haber escrito los pasajes que
figuran en 40-66, que denotan un conocimiento previo de la significa-
ción de Babilonia, entonces aquellas extensas secciones de lsaías 1
(como los capítulos 13 y 14) que muestran un similar conocimiento
previo de los hechos, igualmente tienen que negársele al histórico
lsaías y asignárselo al desconocido profeta del exilio. La eliminación o
supresión de las secciones babilónicas lógicamente condujo al cues-
tionamiento de la paternidad literaria de lsaías para otros pasajes, aun
para aquellos en los cuales no eran un factor determinante las predic-
ciones divinas. Con el correr de los años, las porciones del libro de
Isaías consideradas como del siglo VIII se vieron reducidas a unas
pocas centenas de versfculos.'
3. En el transcurso de este debate se hizo cada vez más aparen te
que numerosos pasajes del denominado Deutero-lsaías difíci lmente po-
dían reconciliarse con una teoría que fijaba la composición del libro en
Babilonia. Las referencias a la geografía, la flora y la fauna señalan que
el autor vivía en Siria o en Palestina. Partiendo de esta evidencia, el
profesor Bernard Duhm (1847-1928). de Gotinga, elaboró una teoría de
tres lsaías, ninguno de los cuales vivió en Babilonia. Según su análisis,
los capitulos 40-55 (Deutero -lsaías) fu eron escritos alrededor del año
540 a. de J.C., en algún lugar de la región de l Líbano, sin qu e esté claro
si fue en Fenicia o en Siria. Los capítulos 56-66 (Tercer-Isaías) fueron
compuestos en Jerusalén, en época de Esdras, alrededor del año 450 a.
de J.C. Duhm aseveró que en los tres lsaías figuraban inserciones de
períodos aún posteriores de la historia de Judá, hasta del primer siglo
antes de Cristo, tiempo en que se elaboró la redacción final. A esta

1. CI. ISBE, págs. 1504-1 507


!SAJAS 367

escuela crítica se adhirió, en casi todas sus partes, George Adam Smi.th,
en su comentario homilético de lsaías en The Exposilor's Bible (La
Bi.blia del expositor). Casi no hace falta señalar que con el descubri-
miento de un manuscrito completo de Isaías, del siglo II a. de J.C., la
teoría de Duhm respecto a inserciones del siglo primero a. de J.C. se
torna muy difícil de sostener.
Tal vez debiéramos agregar que esta crítica divisiva no quedó sin
respuesta durante el siglo XIX. Entre los más notables eruditos que
sostuvieron la paternidad literaria de lsaías para los 66 capítulos, figu-
ran los siguientes: (a) Car! Paul Caspari (1814-1892), un convertido del
judaísmo que llegó a ser profesor en la Universidad de Cristianla en
Noruega. Fue alumno de Ernst Wilhelm Hengstenberg; (b) Moritz
Drechsler, también pupilo de Hengstenberg, que publicó un comentBiio
sobre Isafas 1-27, pero murió antes de completar el resto de su obra; (c)
Heinrich A. Hahn (1821-1861), que publicó y complementó la obra de
DFechsler hasta Isaías 39; (d) Franz Delitzsch (1813-1889), que hábil-
mente sostuvo la autenticidad de las profecías de lsaías en todas las
ediciones de su célebre comentario sobre lsaías hasta la última, (cuan-
do finalmente admitió a un Deutero-lsaías del tiempo del exilio; (e)
Rudolf E. Stier (1800-1862) fue otro hábil exponente de la posición
conservadora. En Inglaterra la misma posición la sostuvo Ebenezer
Henderson, que enseñó en el Ministerial College, 1830-1850. En los
Estados Unidos de América, Joseph Addison Alexander, del seminaiio
de Princeton publicó un habilísimo comentario en dos volúmenes en el
cual refutó totalmente las teorías divisivas de los eruditos liberales
alemanes.
4. En el siglo XX, la tendencia de la escuela liberal ha sido más bien
la de rebajar la fecha de las porciones no consideradas como de lsaías, y
no la de multiplicar el número de Isaías. Así, por ejemplo, Charles
Cutler Torrey, de la Universidad de Yate, se inclinaba en favor de un
autor para Isofos 34-66 (excepto 36-39), porción que, según él, fue
compuesta por un autor que vivió en Palestina. probablemente en Jeru-
sa.lén, casi al terminar el siglo V. Este autor, según Torrey, no se dirigió
a los exiliados, sino que los destinatarios de sus arengas fueron los
habitantes de su propia tierra, Palestina. Las menciones de Ciro y las
re:ferencias a Babilonia y Caldea son meras interpolaciones que figuran
solamente en cinco pasajes y, por 1o tanto, pueden ser descartadas .
Algunos de los eruditos más recientes, entre ellos W. H. Brownlee,
empiezan a coincidir en que la totalidad del libro de Jsaias, en sus 66
capítulos, demuestra tan notorias y vigorosas evidencias de unidad,
que sugiere una ordenada y sistemática disposición hecha por uno o
más adherentes de la denominada escuela de lsaías. Según esta posi-
ción, un círculo de discípulos atesoraba una memoria de las decla-
raciones del profeta del siglo VIII a. de J.C., y gradualmente hicieron
368 REsEÑA CRITICA DE UNA lNTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

agregados en cada sucesiva generación, hasta que finalmente un hábil


miembro de esta escuela, que vivió posiblemente alrededor del siglo ll1
a. de J.C., hizo una cuidadosa revisión de todo el material acumulado y
lo convirtió en una bien ordenada y literaria obra maestTa.

ARGUMENTOS DE LA ALTA CRITICA EN FAVOR DE LA DIVISIÓN EN FUENTES

Hablando en términos generales, las razones aducidas para rechazar


la paternidad literaria de lsaías para los capítulos 40-66 pueden clasifi-
carse en tres encabezamientos: diferencias relacionadas con el tema;
diferencias de lenguaje y estilo; y diferencias en ideas teológicas.
Hemos de analizar cada uno de estos criterios, con vistas a su solidez y
sustentación.

SUPUESTAS DIFERENCIAS EN TEMA Y MATERJA DE QUE SE TRATA

Los críticos divisivos sostienen que lsaías l (1-39) muestra cla-


ramente que la atención del autor está centralizada en condiciones
contemporáneas. En [salas 11 (40-66) la atención se centraliza más bien
en el exilio babilónico y la perspectiva de retornar a la tierra natal de
los antepasados. Sostienen que un punto de vi.sta futurista no pudo
haberse mantenido a lo largo de tan elevado número de capltulos. Esta
ha probado ser una consideración muy persuasiva, aun para eruditos
de posición algo ecléctica que no están dispuestos a negar rotun-
damente la posibilidad teórica de una genuina predicción. Sin embar-
go. y en términos generales, los principales artífices de la teorla de los
dos [salas, simplemente han dado por sentada, sobre bases racionalis-
tas. la imposibi lidad de la revelación d ivina en la profecía
genuinamente predictiva. Desde este apriorístico punto de vista filosó-
fico, se han dedicado a buscar la reaJ fecha del texto. Como lo señaló J.
A. Alexander en su Commentory (Comentario), el supuesto básico de
tales crlticos, sean cuales fueren las otras diferencias que pudiera haber
entre ellos, es que no puede haber tal cosa como una cla.ra percepción
profética del lejano futuro. Y continúa diciendo:
"Quien rechaza determinado pasaje de lsaías porque contiene cla-
ras y definidas predicciones sobre un futuro demasiado remoto del
tiempo en que vivió, como para ser objeto de una común presciencia
humana, naturalmente se inclinará a justificar esta condenación basado
en pruebas específicas obtenidas de la dicción, del estilo o del lenguaje
del pasaje, de sus alusiones históricas o geológicas, de su carácter re-
tórico, de su tono moral o de su esplritu religioso. AJ descubrir y pre-
sentar tales pruebas. las presunciones previas, que procuró sostener, no
pueden dejar de tener una deformadora influencia. " 1

2. Aloxander, Commenlory (Comentarlo), 1:25


lsAIAs 369

Este comentario contiene un válido concepto sicológico que no


debe perderse de vista en todo anáaisis de la estructura del asalto de la
alta critica con respecto a la autenticidad de lsaías. Si no puede haber
nada que se llame profecia cumplida, se hace necesariamente lóg:ico
explicar todo aparente cumplimiento como un mero vaticinio ex even-
tu, es decir, profecías dadas despUJés del suceso. El problema se torna
particularmente agudo para el antisobrenaturalismo en el caso de las
referencias por nombre al rey Ciro (44:28; 45:1.) Podría ser una plausi-
ble suposición que algún hábil y perspicaz analista político, que
hubiera vivido en los primeros años de la década 550-540 a. de J.C.
hubiera hecho una exitosa predicción del eventual éxito del joven y
habilidoso rey que se había creado fama en Media hacia el año 550 a. de
J.C. Pero es totalmente distinto que un autor que hubiera vivido en el
año 700 a. de J.C. previera sucesos 150 años antes de que ocurrieran.
De ordinario se acostumbraba :recomendar, en conexión con esto,
que las Sagradas Escrituras rara vez predicen por nombre un futuro
personaje histórico. No obstante, es correcto señalar que cuando la
ocasión lo requiere, la Biblia no vacila un instante en especificar los
nombres de hombres y lugares con siglos de anticipación. Así, por
ejemplo, el nombre del rey Josías fue, de acuerdo con 1 Reyes 13:2,
vaticinado por un profeta de Judá por allá en los días de Jeroboam I
(9,31-910), tres siglos antes de que apa reciera en Bet-el para destruir los
becerros de oro y el santuario idolátrico que erigió Jeroboam. Esto, por
supuesto, puede ser rechazado por considerar que sería una interpola-
ción posterior en 1 Reyes; pero hay otros casos que no resu ltan tan
sencillos de explicar. Así, por ejemplo, Belén es designada por nombre
en Miqueos (5:2), como el lugar de nacimiento del próximo Mesias,
siete siglos antes del nacimiento del Señor Jesús. Este hecho era bien
conocido por los escribas judíos en los días de Herodes el Grande.
Es importante observar que la situación histórica que enfrentaba
lsafas en el año 690 a. de J.C. justificaba ampliamente un signo tan raro
como la predicción por nombre, de Ciro, 150 años antes de la caída de
Babilonia. Judá había alcanzado un nivel tan bajo en lo relativo a reli-
gión y moral, que el honor de Dios exigía una total destrucción del
reino y el traslado del pueblo al exilio (tal como fue profetizado y
advertido en Levflico 26 y en Deuteronomio 28). Si Dios iba a reivillidi-
car su santa ley y hacer honor a sus promesas de castigo disciplinario,
no le quedaba otra alternativa que no fuera la devastación y la cautivi-
dad. Pero tan pronto como un pueblo era llevado al exilio en una tierra
distante, no había virtualmente es¡peranza alguna de retornar al suelo
de sus antepasados. Tal cosa nunca antes habla ocurrido en la historia
y, humanamente hablando, no existía la probabilidad de que la disper-
sa. Judá de una futura generación volviera alguna vez a la tierra prometi-
da. Por ello, era totalmente apropiado que Dios brindara una señal muy
370 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

definida a la cual pudieran mirar los sinceros creyentes, como indica-


ción de su futura liberación y restauración en Palestina. Esta señal fue
suministrada mediante la especificación del nombre del futuro liberta-
dor.
C. C. Torrey y otros intentaron eliminar dos referenciªs ª Ciro, por
considerarlas inserciones posteriores y que en realidad no pertenecian
al texto. Pero la evidencia contextual no permite semejante supresión.
O. T. Allis en The Unity of Isaiah [La unidad de lsaías) (pág. 79), señala
la estructura climática y paralelista de 44:26-28, y demuestra que ésta
seria totalmente destruida o fatal mente deteriorada si se retirara del
texto el nombre Kóresh. En este pasaje el mayor hincapié está puesto en
la capacidad de Dios para predecir el futuro y cumplir lo que predijo.
Se introduce el nombre para que sirva como confirmación objetiva de la
autoridad divina que subyace en la totalidad de la emisión profética.
Allis señala que las referencias a Ciro, que comienzan en 41 :2-5
alcan zan su climax en 44:28, para disminuir luego hasta la referencia
final (en la cual el libertador persa es aludido pero no designado por
nombre) en 48:14. Contando todas las alusiones, hay repetidas referen-
cias a Ciro a lo largo de estos ocho capitulos; hay una vivida descrip-
ción de su persona y de su obra, y se expone la doble faz de su carácter.
Por un lado se lo representa como el "pastor ungido" de Dios, y por otro
lado se lo describe como un extranjero pagano de " tierra lejana" (46:11}
que no conoció a Jehová (45:5). No hay necesidad de decir que todo esto
serla inútil e insustancial si en la época en que fueron compuestos estos
pasajes Ciro hubiera sido ya un personaje bien conocido, con reputa-
ción propia como consolidador del imperio Medo-Persa (tal como lo
implicarla la fecha de 550-540 a. de J.C.). Por el contrario, este futuro
libertador del cautivo Israel es presentado siempre como el libertador
que hará su aparición en un futuro distante; y su aparición, con con-
firmación de esta promesa, ha de brindar una notable demostración de
la divina autoridad del mensaje del profeta lsaias.
Conviene señalar que aun en la primera parte de !salas, el mayor
hincapié se hace en las predicciones ya cumplidas, y se predicen
numerosos hechos futuros. Algunos de esos cumplimientos se produ-
jeron a los pocos años de haberse emitido la predicción; por ejemplo, la
liberación de Jerusalén del poder de Senaquerib por súbitos medios
sobrenaturales (37:33-35); la derrota de Damasco a los tres años, por el
emperador asirio (8:4, 7); y la destrucción de Samaria a los doce años de
haberla anunciado lsaías (7:16). Otros acontecimientos no habrian de
ocurrir hasta mucho después de la muerte de !salas; por ejemplo, la
calda de Babilonia en manos de los Medos y los Persas (13:17): y la
eventual desolación de Babilonia que la tomarla inhabitada y maldita
para siempre (13:19, 20). También una predicción a largo alcance fue la
que anunció la venida de la gloriosa Luz en una futura generación (9:1,
lSAfAS 371

2), que habría de cumplirse mediante el ministerio de Cristo, siete


siglos después (cf. Maleo 4:15, 16).
Respecto al conocimiento previo del exilio babilónico, es menester
señalar que aun el capitulo 6, reconocido por todos los criticos como
auténticamente perteneciente a lsaías, apunta hacia la total despobla-
ción y devastación de Judá, hecho ocurrido en el reinado de Nabucodo-
nosor. En los versiculos 11 y 12 leemos que el juicio de Dios habrá de
caer sobre Judá ·• ... hasta que las ciudades estén asoladas y sin mora-
dor, y no haya hombres en las casas, y la tierra esté hecha un desierto;
hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los
lugares abandonados de la tierra." El siguiente versículo, traducido
según las indicaciones del contexto, contiene una referencia a la res-
tauración de la cautividad del exilio: " Y si quedare aún en ella la
décima parte, ésta volverá a ser destruida." Algunos intérpretes sos-
tienen que yóshúb (volverá) tiene la fuerza del adverbio otra vez, pero
tal interpretación queda exclujda por la aparición del nombre del hijo
de lsaias tres versículos después. Es a todas luces obvio que Sear-jasub
(7:3) fue un nombre puesto a este hijo como prenda de la fe de lsaías en
que Dios cumpliría la promesa de 6:13, de que un remanente volverla
(yashOb). A esto debe agregarse la clara predicción hecha por el propio
lsaias a Ezequías (lsaías 39:5-7), luego de que a este último sa le ocu-
rriera la pésima idea de mostrarles sus tesoros a los enviados de Babilo-
nia. Según tal predicción, algún día toda esta riqueza sería llevada a
Babilonia juntamente con los propios descendientes de Ezequias.
quienes tendrian que servir allá como esclavos. Y puesto que Babilonia
era solamente una provincia sometida al imperio asirio, en la fecha en
que se hizo aquella predicción, el mismo exacto conocimiento de la
supremacia caldea tuvo que haberle sido otorgado al lsaias del siglo
Vlll a. de J.C., tal como figura en los capítulos 40-66.
En la última parte de !salas, como ya se ha sugerido. la situación a
que debe hacer frente lsaías como profeta de Jehová en medio de la
crasa idolatria de la época de Manasés, exigia una respuesta del Señor
que fuera apropiada al desafio. Si Dios había de juzgar a la desobe-
diente Judá, hasta el punto de la total derrota militar y la completa
destrucción del territorio, podría ser posible que los observadores inter-
pretaran esto como un mero hecho de infortunio, tal como puede ocu-
rrirle a cualquier pueblo. Posiblemente hasta pudiera ser interpretado
como una expresión de desagrado de parte del Dios nacional de Israel
hacia sus infieles devotos, pues aun los pensadores religiosos paganos
solfan explicar de esa manera las desgracias nacionales. (Asi, la crónica
babilónica explica la subyugación de Babilonia por Ciro como con-
secuencia de que Marduc estaba enojado con ella. De la misma manera,
el rey Mesa de Moab explicó la anterior subyugación de Moab por Israel
como consecuencia del enojo de Kemos contra sus propios devotos.)
372 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Un testimonio decisivo de la justicia y soberanía de Jehová, como el


único y verdadero Dios, podía formularse sólo si el acto punitivo del
juicio de Dios y la subsiguiente redención, fueran solemnemente anun-
ciados por una especial revelación mucho tiempo antes del cumpli-
miento de los sucesos anunciados. Solamente así podía dejarse estable-
cido ante los ojos de toda la humanidad la identidad y autoridad del
Soberano del Universo. (Cf. Isaías 48:5, donde Dios afirma que El pre-
dijo lo que habría de hacer, "para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis
imágenes de escultura y de fundición mandaron estas cosas".) Fue así
como la degenerada era de Manasés, que amenazó con extinguir com-
pletamente el testimonio de Israel, presentó una serie de circunstancias
que exigieron una extendida serie de profecías predictivas, como las
que se encuentran en Isaías 40-66.
Claramente ésta es la intención del autor. En Isaías 41:26 leemos:
"¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo
atrás, y diremos: Es justo?" (Aquí hay una alusión a predicciones pre-
vias de Isaías que notoriamente se habían cumplido.) En 42:9, 23
leemos: "He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas
nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias". Y nuevamente
en 43:9, 12: "¿Quién de ellos (es decir los dioses paganos) hay que nos
dé nuevas de esto, y que nos haga oír las voces primeras?... yo anuncié,
y salvé, e hice oír." Asimismo en 44:7, 8: "¿Y quién proclamará lo
venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago
yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncicnles (los ídolos) lo
que viene, y lo que está por venir...¿No te lo hice oír desde la anti-
güedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos."
Pasajes como los que acabamos de transcribir no dejan lugar a
dudas en el sentido de que las extensas y precisas predicciones del
futuro, contenidas en estos capítulos de Isaías II, tuvieron como inten-
ción lograr un muy especial propósito. Eran para suministrar confirma-
ción de que el mensaje del profeta era, a todas luces y con absoluta
seguridad, el mensaje del único Dios verdadero, que reina soberano
sobre los asuntos de los hombres; que por decreto de Dios y por el
poder de Babilonia, la nación del pacto sería llevada a la cautividad.
Sólo por el poderoso estímulo de predicciones cumplidas reunirían las
futuras generaciones de exiliados el valor necesario para retornar a
Palestina, aun después que el gobierno persa hubiera otorgado su
permiso. Y para poder sostener la fe de Israel a tavés de todos estos
abrumadores reveses-la completa devastación de ciudades y campos
de pastoreo, y la destrucción del templo -era necesario proveer una
prueba absolutamente decisiva de que estos sucesos ocurrieron por
permiso y según los planes de Dios con Israel, y no porque fuera un
Dios diminuto, superado por las más poderosas deidades del imperio
caldeo (conclusión a la que arribaría inevitablemente todo el paganis-
ISAIAS 373

mo luego de la caída de Jerusalén).


Además, también debemos señalar que los capítulos centrados en
Babilonia (40-48) no aparecen sin alguna prevía preparación en las
primeras partes de lsaías. Tal como lo señala W. J. Young, los capítulos
1-39 constituyen una "escalera, por así decirlo, que gradualmente
asciende del periodo asirio al período caldeo. Ambos se interrela-
cionan, puesto que el primero es la preparación para el segundo, y el
segundo es la consumación del primero."' Es decir, que la atmósfera de
la época de lsaías estaba llena con la amenaza del exilio. Samaria halbía
sufrido el cautiverio de los asirios en el año 722 a. de J.C.; Senaquerib
hizo un supremo intento de hacer los mismo con Jerusalén en el año
701 a. de J.C. Con deliberado propósito lsaías colocó los capítulos 38 y
39 (si bien narra sucesos anteriores de alrededor del 712 a. de J..C.)
después de los capítulos 36 y 37, que narran episodios ocurridos ern el
701 a. de J.C. Y esto se debe a que los capítulos 38 y 39 señalan las
ra:zones del próximo exilio babilónico: el orgullo de Ezequías al mostrar
sus riquezas a los enviados babilónicos. De ahí que el capítulo 39
termine con una ominosa predicción de la cautividad caldea. Pero aun
en los capítulos anteriores figuran n umerosas intimaciones al próximo
exilio de la nación (cf. 3:24-26; 5:5, 6; 6:11-13; 24:11, 12; 27:13;
32:13-18). Sólo por el recurso del círculo vicioso de rotular a todo ese
tipo de referencias como interpolaciones posteriores, se puede evadill' el
impacto de este considerable cúmulo de evidencias en el sentido de
que el Jsafas del siglo Villa. de J.C. supo anticipadamente la venida del
exilio. Más aún, tenemos el testimonio de 2 Crónicas 36:23 y Esdras 1:2
según el cual el decreto de Ciro de liberar los judíos exilados en Babilo-
nia incluyó una afirmación de que Jehová le había "mandado que le
edifique casa en Jerusalén, que está en Judá". Si bien es concebible que
profecías recientemente confeccionadas le fueron mostradas a Ciro
como una auténtica predicción del siglo VIU, mucho más probable es
que se sintiera impresionado por un oráculo genuinamente antiguo que
contenía su nombre cien años antes de haber nacido. Es más razonable
suponer que fue ésta la circunstancia que lo convenció de la realidad y
del poder del Dios de los hebreos, y lo impulsó a tomar la extraor-
dinaria medida de autorizar una emigración masiva de adoradores de
Jehová a su tierra natal. Pero al mismo tiempo hay que reconocer que
también permitió el reintegro de otros cautivos a sus ciudades natales
[ANET, pág. 316), posiblemente para evitar ser acusado de una excesiva
parcialidad hacia los judíos.
Finalmente debe observarse que un punto de vista babilónico no
prevalece tan extensamente en lsaias ll, como sostienen los que se
adhieren a la teoría de los dos Jsaias. Subsiguientemente al capitulo 4E

3. E. J. Young. Who Wrotc lsoiah? (¿Quióru escribió lsafas?J pág. 71


374 RESEÑA CRÍTICA DE UNA l l\"IROUUCLlÓN AL ANTlGUO TESTAMENTO

es difícil encontrar claras alusiones al exilio y a la restauración.


Muchos de los discursos se dirigen a las condiciones de las cuales se
sabe que prevalecieron en ¡udá durante el reinado de Manasés.4 J. J.
Alexander señala con toda propiedad: "Al final de cuentas, cuán pocas
veces el libro menciona a Babilonia, el exilio y la restauración... Una
exacta enumeración de todos los casos, hecha por primera vez, puede
sorprender a alguien cuyas impresiones previas hayan derivado todas
de las ligeras declaraciones de intérpretes y críticos."~ En otras pala-
bras, los que abogan por el Deutero-lsaías han procurado hallar muchas
alusiones a la situación reinante en el siglo VI a. de J.C., situaciones que
realmente son susceptibles de otras interpretaciones. También es un
hecho cierto que el nombre de Babilonia figura menos frecuentemente
en los capítulos 40-66 que en 1-39. Un conteo estadístico muestra
que aparece solamente cuatro veces en la última sección (43:14; 47:1;
48:14, 20), pero en los capítulos 1-39 se repite nueve veces, es decir más
del doble.
Evidencia interna sobre la composición de Isaías II en Palestina.
Uno de los criterios de más peso para datar los documentos antiguos es
el que surge de las referencias o alusiones a sucesos contemporáneos o
condiciones imperantes que puedan contener. El asentamiento geográ-
fico que presupone, los tipos de plantas y animales que menciona, las
condiciones climáticas que ocurren en el medio ambiente donde vive el
autor, constituyen datos importantes para determinar el lugar y tiempo
de la composición de cualquier documento, sea antiguo o moderno. Un
cuidadoso análisis de dichas alusiones en Isaías 40-66 lleva inequívo-
camente a la conclusión de que fue compuesto en Palestina y no en
Babilonia. Ya vimos que Bernhard Duhm, sobre bases racionalistas,
arribó a la misma conclusión en el año 1892.
Isaías 40-66 revela poco conocimiento de la geografía babilónica,
pero gran familiaridad con la de Palestina. Así, los árboles que
menciona son oriundos de Palestina, tales como el cedro, el ciprés
y la encina (cf. 41:19; 44:14: "Corta cedros, y toma ciprés y encina...
planta pino, que se críe con la lluvia."). El punto de vista geográfico del
escritor es claramente palestino. Así se dice que Jehová envía su de-
creto a Babilonia (43:14). Israel es denominado descendencia de Abra-
ham, que el Señor tomó "de los confines de la tierra" (aparentemente
una referencia a Babilonia) en 41:8, 9 y 45:22. Lo mismo cabe decir de
expresiones como "desde el oriente" y "de tierra lejana" que figuran en
46:11, y "de ahí" y no "de aquí" en 52:11 ("Apartaos, apartaos, salid de
ahí, no toquéis cosa inmunda"), exhortación a los futuros exilados a
abandonar a Babilonia tan pronto como recibieran la invitación a ha-

4. Este punto es elaborado con mayor abundamiento en el capítulo 24. pág.


5. Alexander, 1:57, 58
ISAÍAS 375

cerlo por boca del futuro libertador, el rey Ciro.


El autor da por sentado que las ciudades de Judá aún están en pie.
Comparemos 40:9: "Dí a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vues-
tro!" Este versículo supone que Sion y las demás ciudades de Judá
existen en el momento de ser escrito, y que no son los lugares deshabi-
tados luego de la devastación de los caldeos. Lo mismo cabe decir de
62:6: "Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas." Los antiso-
bre na tura listas no pueden seguir explicando esto como una anticipa-
ción ideal de ciudades que algún día habrán de ser reedificadas. Tal
defensa violaría uno de sus axiomas capitales, como lo expresa Driver,
"El profeta habla, en primera instancia, a sus propios contemporáneos;
el mensaje que trae está íntimamente relacionado con las circunstan-
cias de su propio tiempo ... El profeta jamás abandona su propia posi-
ción histórica, sino que habla desde ella."•
Es de suponer que si las ciudades están intactas, el autor de estas
profecías no puede suponer otra cosa sino que los israelitas todavía las
habitan. Así, en 58:6 leemos: "¿No es más bien el ayuno que yo escogí,
desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar
ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?" ¡Sería un len-
guaje muy extraño si estuviera dirigido a cautivos que gemían bajo la
servidumbre y la férula de los caldeos! Es a todas luces evidente que los
judíos todavía habitaban su propia tierra y eran competentes para ma-
nejar sus propios tribunales de justicia. Sólo así sería posible que jueces
corruptos pervirtieran la administración de la ley en detrimento de las
clases sociales menos privilegiadas.
Evidencias sobre la composición de Isaías II anterior al exilio.
Hemos visto que no hay suficiente apoyo para sostener el origen babiló-
nico de Isaías II. La evidencia interna tal como la hemos detallado ha
demostrado cuán indefendible fue este elemento en la teoría del
Deutero-Isa(as, según la propusieron Deoderlein, Eichhorn y Rosen-
mueller. Eruditos más recientes tienden a considerar que Isaías II fue
compuesto bien en Palestina o en una región del norte del Líbano. Pero
también insisten en que los capítulos 40-66 fueron compuestos pos-
teriormente, bien durante el exilio o en un período posterior. Queda
por demostrar que esta teoria tampoco cuenta con el apoyo de la
evidencia interna.
En primer lugar, muchas de las maldades que prevalecieron en la
época de Isaías, en el siglo VIII a. de |.C, se repitieron y fueron co-
rrientes en la generación del autor de Isaías II. En 1:15 se denuncia la
violencia y el derramamiento de sangre: "Cuando multipliquéis la ora-
ción, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos," violencia y
derramamiento de sangre que también se denuncian en 59:3, 7: "Vues-

6. Driver, lLOT, pág. 224


376
REsEÑA CRITICA DE UNA INrRoolJCOON Al. A.,TICUO TESTA.\f&'."TQ

...

Prisma de Arcillo del Palacio de Senoquerib. Relato su ataque o /udó


en el año 701 o. de J.C. (lsaios 36:1-39:8). (Cortesía del Museo
Britónico.)
ISAÍAS 377

tras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de ini-


quidad; vuestros labios pronuncian mentira, habla maldad vuestra
lengua ... sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre
inocente." En ambas partes del libro, el profeta prorrumpe en invecti-
vas contra la falsedad prevaleciente, contra la injusticia y la opresión
que eran practicadas en Judá. Comparar 10:1, 2: "¡Ay de los que dictan
leyes injustas. y prescriben tiranía. para apartar del juicio a los pobres.
y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las
viudas, y robar a los huérfanos! " con 59:4-9, donde la denuncia es muy
similar: "No hay quien clame por la justicia, ni quien juzgue por la
verdad; conflan en vanidad. y hablan vanidades; conciben maldades. y
dan a luz iniquidad."
Tanto en lsaías I como en lsaías 11, una repugnante hipocresía carac-
teriza la vida religiosa de la nación. Comparar 29:13:
"Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me
honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que
un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;" con 58:2, 4:
"Me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que
hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me
piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios ... He aquí para contien-
das y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no
ayu néis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto." Más aún,
en ambas secciones del libro se da por sentado que los judíos practican
sus orgiásticos ritos en los bosques sagrados. (En 1:29: "Os avergonza-
rán las encinas que amasteis;" y en 57:5: "Que os enfervorizáis con los
ídolos debajo de todo árbol frondoso .")
Si bien el autor de ambas partes de lsafas da por sentado que pre-
valecen los mismos ti pos de pecados, debemos observar que hay una
diferencia. En 40-66 el autor se refiere a una extrema degeneración y a
un derrumbe moral que no conoce parangón en ningún período conoci-
do de la historia judía, aparte de la era de Manasés, quien " derramó
mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de
extremo en extremo" (2Reyes21:16). Basta leer 2 Reyes 21 e !salas 59
para comprobar la estrecha correspondencia. Así, 59:10: "Palpamos la
pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos: tropezamos a
mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos."
Así también los versículos 13, 14: "El prevaricar y mentir contra Jeho-
vá, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y
rebelión, concebir y proferir de corazón palabras de mentira. Y el de-
recho se retiró, y lo justicio se puso lejos; porque lo verdad tropezó en la
plaza, y la equidad no pudo venir."
Una decisiva objeción a una fecha posterior al exilio para la com-
posición de lsaías II ha de hallarse en los numerosos pasajes que se
refieren a la idolatría como un difundido y permanente mal de Israel.
378 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

lsafas 44:9-20 contiene una larga diatriba contra la insensatez de ta!Jar


imágenes para adorarlas, como si fuera uno de los principales pro-
blemas en la contemporánea Judá. Este pasaje no puede ser descartado
como un mero desafío a las naciones paganas contemporáneas, pues
existen muchos otros pasajes que hablan de la idolatría, que era practi-
cada en esa época por los conciudadanos del autor (cf. 57:4-5: "¿De
quién os habéis burlado? ... que os enfervorizáis con los ídolos debajo
de todo árbol frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de
los peñascos?")
No sólo se hace refe.rencia aquí a la prostitución ritual. sino también
al sacrificio de los párvulos a Moloc y a Adramelec, práctica infame
realizada durante el reinado de Manasés en el valle del hijo de Hinom
(2 Reyes 21:6; 2 Crónicas 33:6.) Y nuevamente, lsofos 57:7: "Sobre el
monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer
sacrificio." Es una obvia alusión al culto en los lugares altos (bñmót),
tipo de culto que íloreció en el período anterior al exilio, pera nunca
después. Y nuevamente en 65:2-4: " Extendí mi mano todo el día a
pueblo rebelde ... pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a
ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrUlos; que
se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche:
que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmun-
das". Y en el último capitulo hallamos que se practica la idolatría. En
66:17: "Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos
tras otro (o, uno tras Asero), los que comen carne de cerdo y abomina-
ción y ratón, juntamente serán talados. dice Jehová." Claramente estas
cosas representan infames maldades que ocurrían en momentos en que
el profeta componía esas palabras.
Consideremos cuidadosamente las inferencias de esta prevalencia
de la idolatría en Judá. El terreno montañoso que describe excluye
totalmente la posibilidad de que el culto idolátrico fuera en Babilonia,
territorio plano y aluvional. Los tipos de culto a que alude son pre-
cisamente los que se practicaban en el reinado de Manasés. En lo que al
período anterior al exilio respecta, hay acuerdo general entre los erudi-
tos de las más diversas posiciones en que los judíos que retornaron para
afincarse en Judá, entre los años 536 y 450 a. de J.C., no trajeron consigo
ningún culto idolátrico. La terrible experiencia de la cautividad babiló-
nica, hizo que el remanente judío rechazara de plano cuanto tuviera
que ver con imágenes talladas. Esta total liberación de la idolatría en la
Judea posterior al exilio ha sido probada, sin una sombra de duda, por
los escritos de los autores que se admite que escribieron después del
exilio, en particular por los profetas Hageo, Zacarlas y Malaquías, y por
los historiadores Esdras y Nehemías. Muchas y variadas fueron las
maldades que surgieron en la Segunda Comunidad Nacional, durante
el siglo que transcurrió entre Zorobabel y Malaquías, y estas maldades
379

son claramente descritas y categóricamente denunciadas tanto por


Esdras como por Nehemías. El libro de Malaqu ías contiene una lista de
pecados en los cuales habían caído sus conciudadanos. Empero, nin-
guno de éstos sugiere siquiera la más mínima práctica de idolatría.
Hubo casamientos mixtos con mujeres extranjeras que tenían u na
tradición idolátrica; hubo opresión a los pobres por parte de los ricos;
hubo profanación del sábado; hubo retención de los diezmos; pero
ninguno de estos autores mencionan la reaparición de idolatría en la
tierra de Judá. La única posible conclusión a la que se puede arribar es
que el culto a las imágenes talladas era allí desconocido. No fue sino
hasta la época de Antloco Ep(fanes, en el siglo II a. de J.C., cuando se
realizó un verdadero esfuerzo para introducirlo una vez más entre los
israelitas. Por lo tanto, y a la luz de esta evidencia, es imposible soste-
ner que !salas II fue compuesto en a lgún momento después del exilio, o
después de la caída de Jerusalén.
Algunos eruditos liberales se han sentido obligados a hacer ciertas
concesiones en este sentido y a admitir la posibilidad de que haya
algunos elementos de una época inmediatamente anterior al exilio en
lsaías ll. Así, Bentzen observa que " de manera similar 63:7- 65:25
puede verse conectado con los sucesos del año 587 a. de J.C."' W. H.
Brownlee asimismo, comenta: "No resulta imposible que haya algunas
profeclas anteriores al exilio entre los oráculos del Volumen II. Nótense
especialmente 56:9-57:13; 58:1-9 como porciones de origen posible-
mente anterior al exilio."• Fácilmente se comprueba cuán perjudicial
para la teoría de lsalas U resultan admisiones como las que acabamos. de
señalar. Si tan considerables pasajes, por el hecho de que aluden a
hechos contemporáneos, han de ser datados antes de la caída de Jeru-
salén, surge la posibilidad de que m uchas otras secciones que no con-
tienen alusiones contemporáneas ta mbién puedan haber sido de origen
anterior al exilio. En otras palabras, si porciones de estos 27 capítulos
exigen una fecha de composición anterior a la caída de la monarquía
judía, y no hay otros pasajes que exijan un origen correspond iente al
tie mpo del exilio o posterior (excepto sobre las bases de una filosofía a
priori en el sentido de que todas las predicciones cumplidas son vatici-
nio ex evenlu ), entonces la única razonable deducción a la que se
puede arribar es que toda la obra fue compuesta antes del año 587 a. de
J.C. Y esto significa que toda la t esis de un Deutero-lsaías y de un
Tercer-Jsaías se derrumba, simplemente en la base de la evidencia in-
terna del propio texto.

7. A. Bentzen. IOT. 2:109


8. Brownlee. The Meaníng of rhe Oeod Sea Scrolls for the Bíble (El significado que p ara
la Biblia tienen los Manuscritos del Mar Muerto). (Londres: Oxford, 1923). pág. 5
CAPITULO 24
ISAIAS
(Continuación)
PRETENDIDAS DIFERENCIAS EN LENCUAJE Y ESTILO
Los adherentes a la teoría de un lsaías II sostienen que hay bien
definidos y marcados contrastes entre lsaías I e lsaías Il, y que dichos
contrastes los explica únicamente una diferente paternidad literaria. El
propósito del próximo análisis será demostrar que las similitudes esti-
Jfsticas entre ambas partes son aun más significativas que las supuestas
diferencias, y que las diferencias que hubiere se explican fácilmente
por la cambiante situación por la que atravesó lsaías en sus últimos
años y también por la maduración de su genio literario. Respecto a esto
pueden señalarse numerosos paralelos en la historia universal. Así, en
el caso de Juan Milton, hallamos más notorias diferencias entre El
paraíso perdido, que compuso en sus últimos años, y el estilo de El
alegre o El pensativo, que vieron la luz muy anteriormente. Un con-
traste similar se observa entre sus obras en prosa, tales como La doctri-
na cristiana y Areopagítica. O, para tomar un ejemplo de la literatura
alemana, Fausto (segunda parte) de Goethe, presenta sorprendentes
contrastes en concepto, en estilo y en enfoque, comparado con la
primera parte de la misma obra. Y estos contrastes son más obvios y
notorios que entre lsafas l e !salas ll. En su Diccionario de la Biblia
(pág. 339a), Davies señala que en los 25 años de la actividad literaria de
Shakespeare, pueden distinguirse cuatro bien diferenciados períodos
en su p roducción dramática, cada período marcado por claras
diferencias de estilo.
Al igual que en el caso de la crítica al Pentateuco, los diseccionistas
de lsaías han recurrido a listas de palabras o frases raras o únicas en su
género, para confirmar la diversidad de paternidad literaria. Pero este
tipo de evidencia debe ser manejado con el máximo cuidado para lograr
resultados vá.lidos. Las meras listas de palabras pueden probar poco o
nada. En el caso del poeta latino Horacio, algunas de las frases más
conocidas de su Ars Poetica, tales como callida junctura, in medias res,
y ad unguen, no se repiten en ninguna otra parte de sus escritos. No
380
ISA!AS (CONTINUACIÓN) 381

obstante ello, lejos de ser consideradas espurias o apócrifas por ser


únicas, son citadas frecuentemente como ejemplos de la capacidad
literaria de Horacio. Por lo que a lsaías se refiere, Nagelsbach señala:
"Pues entre los capítulos de Isalas que son reconocidos como genuinos,
no hay uno solo que no contenga pensamientos y palabras nuevos y
peculiares solamente en él. " 1
1. Las semejanzas estilísticas entre lsaías I e !salas lI son numerosas
y notorias. Con relieves propios se destaca el característico título de
Dios que se repite frecuentemente en Isaías y aparece solamente cinco
veces en el resto del Antiguo Testamento. Este título es "el Santo de
Israel" (q•dósh Yisfa'éJ), el cual ex:presa un hincapié teológico central
que domina todas las profecías contenidas en este libro. Un cálculo
estadístico demuestra que se repite 12 veces en los capítulos 1-39 y 14
veces en los capítulos 40-66. En el resto del Antiguo Testamento figura
en los Salmos 71:22; 78:41 y 89:18 y en Jeremías 50:29 y 51:5. Si Isaías
inventó o no este título no Jo sabemos, pero Jo cierto es que llegó a ser
un sello de autenticidad para todos sus escritos. De esta manera brinda
una fuerte evidencia en favor de la unidad de toda la producción. La
única posible alternativa que les queda a los que se adhieren a la teoría
del Deutero-Isaias, es afirmar que el desconocido profeta o los descono-
cidos profetas que contribuyeron con los capítulos 40-66 estaban tan
dominados por la influencia y el mensaje del Isaías del siglo VIII a. de
J.C. que se sintieron constreñidos a emplear este título favorito de Dios,
con mayor frecuencia aún que el propio Isaias. Pero tal explicación no
tiene en cuenta la razón por la cuan este título está casi completamente
ausente en los escritos de otros autores posteriores al exilio que cier-
tamente no hubieran podido pasar por alto al !salas del siglo VIII a. de
J.C. Más aún, este tipo de evasión tiiene sabor a círculo vicioso: Isaías II
tuvo que haber sido escrito por un autor distinto del que escribió Isaías
I, en razón de las diferencias estil!sticas; pero cuando se señalan las
más notorias similitudes estilísticas, esto indica solamente que el últi-
mo autor fue un discípulo o imitador del autor original. De esta manera
se hace que los hechos se conformen a la teoría en lugar de derivar la
teoría de los hechos (es decir, de los datos textuales).
Los eruditos conservadores han señalado que hay por lo menos 40 ó
50 frases u oraciones que figuran en ambas partes de Isaías, lo cual
indica su común paternidad literaria.' Las que anotamos a continua-
ción son especialmente típicas:
" Porque la boca de Jehová lo ha dicho" aparece en 1:20; 40:5;
58:14.
"Yo lo tracé, y ¿quién lo revocará?" (43:13, Biblia de Jerusalén) es

t. Níigelsbach, en el Commenlary (Comentario) de Lange, pág. 283.


2. Cf. Raven, OTI. págs. 190· 191.
382 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NT IGUO Ti::STAMENTO

muy parecida a "Su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?"


(14:2,7).
"Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría;
y gozo perpetuo será sobre sus cabezas" aparece en 35:10 y en 51 :11.
"Juntará los desterrados de Israel" (11 :12) es casi idéntico a " reúne
a los dispersos de Israel" en 56:8.
":Es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito de
Sion " (34:8); muy semejante a 61:2, " proclamar el año de la buena
voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro".
":El león como el buey comerá paja ... no harán mal ni daflarán en
todo mi santo monte" aparece en 11 :6-9 y 65:25 .
"Porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la sole-
dad" (35:6); es muy parecida a "abriré en el desierto estanques de agua,
y manantiales de aguas en la tierra seca" (41:18).
"Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia," es muy similar a " El Espíritu de Jehová el Señor está
sobre mí, porque me ungió Jehová" (61:1).
En 35:8 hallamos la figura del camino de Jehová que corre por la
soledad o el desierto; el mismo pensamiento se repite en 40:3.
"Hastiado estoy de holoca ustos de carneros y de sebo de animales
gordos ,., Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene
aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas"
(1:11, 14); es muy similar a "No ... me saciaste con la grosu ra d e tus
sacrificios. sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste
con t us maldades" (43:24).
" En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y
diadema de hermosura al remanente de su pueblo" (28:5); tiene
estrecha semejanza con "Y serás corona de gloria en la mano de Je hová,
y diadema de reino en la mano del Dios tuyo" (62:3).
Aun el uso del pretérito imperfecto de 'cimar, "decir", con Yahweh
como sujeto (en lugar del habitual tiempo perfecto 'cimar). a saber.
yó'mor YHWH (Yahvé dice) es una peculiaridad de Isaías y aparece
tanto en I como en 11 (cf. E. J. Young, Who Wrote Isaiah? (¿Quién
escribió Isaías?) cap. 8.
En vista de este y otros numerosos paralelos que podriamos citar,
resulta difícil ver cómo un observador no prejuiciado podría no quedar
impresionado por tan numerosos casos de semejanza. Estas caracterfsti-
cas í.ormas distintivas de expresión que tan obviamente llevan impreso
el se.llo de la originalidad y que s i embargo, figuran en ambas porc iones
del libro, indican que el mismo autor tuvo que haber compuesto la
total idad de la producción.
2. Conviene señalar que son numerosas y notorias las semejanzas
literarias entre Isaías II y el profeta Miqueas, que escribió en el sigfo VIII
a, de J.C. Y ello no sería de esperar de un escritor que hubiera compues-
(SAIAS (CoNTINUACIÓN) 383

to su obra en el siglo VI o el V a. de J.C. He aqui algunos ejemplos:


"Porque no saldréis apresurados ... porque Jehová irá delante de
vosotros" (Isafos 52:12). "Y su rey pasará delante de ellos, y a la cabeza
de ellos Jehová" (Miqueas 2:13).
"Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de Jacob su pecado"
(lsafas 58:1). "Estoy lleno de poder ... para denunciar a Jacob su relbe-
lión, y a Israel su pecado" (Miqueas 3:8).
"Con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de
tus pies; y conocerás que yo soy Jehová" (!saías 49:23). "Lamerán el
polvo como la culebra; como las serpientes de la tierra, temblarán en
sus encierros; se volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios"
(Miqueas 7:17).
" He aqui que yo te he puesto por tri llo, trillo nuevo, lleno de
di.entes; trillarás montes ... y collad os reducirás a tamo" (lsaías 41:115).
"Levántate y trilla, hija de Sion, porque haré tu cuerno como de
hierro ... y desmenuzarás a muchos pueblos" (Miqueas 4:13).
Es difícil decir quién fue influido por quién, si lo fue lsaías por
Miqueas o Miqueas por lsaías; es posible que haya estado familiarizado
cada uno de ellos con la predicación del otro. También pudo ser que el
Espíritu Santo los movió a ambos a expresar el mensaje de Dios a la
misma generación en términos similares. De cualqu ier modo, expresan
la misma disposición de án imo en general e iguales puntos de vista; y
tratan, en términos también generales, iguales temas. En este aspecto
podríamos mencionar a Oseas 13:4: "No conocerás, pues. otro d.ios
fuera de mí, ni otro Salvador sino a mi." Esta oración aparece dos veces
en lsaias Il en 43:11 y 45:21, y de esta manera indica una estrecha
relación. (Y puesto que Oseas fue ligeramente anterior a lsaías, es muy
posible que el profeta más joven haya hecho suyas, deliberadamente,
expresiones del mayor.)

SU.PUESTAS OIF'ERENCIAS EN IDEAS TEOLOCICAS

Afirman los que se adhieren a la teoría de los dos lsaias, que el


Deutero-lsafas trata de la infinidad de Dios y de su soberana relación
hacia las naciones paganas de una manera mucho más desarrollada y
enfática que en Jsafas l. Por otra parte, lsaías Il no menciona para nada
al Rey mesiánico ni al remanente fi.el: más bien, el concepto dominante
es el del Siervo sufriente. A estos argumentos puede replicarse dicien-
do que jamás ha sido señalada una genuina y auténtica contradicción
en la teología de los dos lsafas, ni jamás crítico alguno ha demostrado
que el nuevo hineapié que evidentemente aparece en los capítulos
40-66 no está suficientemente explicado por las cambiantes con-
diciones que ocurrieron durante el reinado del malvado e idolátrico
Manasés. En realidad, no hay ninguna doctrina expuesta en 40-66 que
384 REsEÑ/1 CRITICA DE UN/\ INTRODUCCIÓN A~ A NTIGUO T ESTAMENTO

no esté contenida, embrionariamente al menos, en 1-39.


Con la entrada de la idolatría en el reino de Judá y el culto a los
dioses paganos, se planteó un desafio a la verdadera fe que exigfa,
justamente, ese hincapié respecto a la un icidad y soberanía de Jehová
ta.l como lo encontramos en Isaías 40-48, En cuanta a la doctrina del
Mesías, la inevitabiJidad del juicio sobre el apóstata Israel llevó, lógi-
camente, al desarrollo de una doctrina de expiación vicaria, aparte de
la cual no habría ninguna esperanza razonable para la supervivencia
espiritual de la nación. Esto explica la prominencia del concepto del
Siervo sufriente, o Siervo de Jehová, en !salas IJ.
Mucho se ha debatido respecto al problema planteado por la identi-
dad del Siervo de Jehová, al cual se hace referencia en diversos pasajes
desde el capítulo 41 al 53. Los racionalistas se ven obligados, por sus
presuposiciones filosóficas, a negar que el Siervo sufriente sea proféti-
camente Jesucristo. En su búsqueda de una figura más contemporánea
con quien poder identificar a.l Siervo, la mayoría de los antisobrenatu-
ralistas recurren a la misma identificación a la cual recurre el moderno
judalsmo, es decir que el Siervo sufriente es equivalente a la nación
judía. No hay duda alguna de que esa identificación desemboca en
insuperables dificultades en los "Cánticos del Siervo" que se refieren al
Mesías. Así, en ísaios 53:4, 5, 8, 9, este tipo de exégesis resultaría en
hacer que Israel soportara vicariamente sus propios pecados; que Israel
fuera herido en lugar del Siervo; que la nación de Israel no abrió su
boca ante su juez y que la raza judía, en su totalidad, desapareció por
un crimen judicial y fue enterrada con cierto hombre rico.
La única explicación satisfactoria para el concepto del Siervo en
lsafas es que se trata de un personaje tridimensional. Como lo expresa
Delitzsch, podemos simbolizar al Siervo como una pirámide. En la base
de la pirámide vemos a la nación hebrea como un todo (por ejemplo en
41:8 y 42:19). Israel es considerado como el pueblo escogido de Dios,
único en su género, encargado de la responsabilidad de testificar del
verdadero Dios ante las naciones paganas, y servir como custodios de
su .palabra. A nivel medio. el remanente de creyentes fieles de Israel,
constituirían el redimido pueblo de Dios para servir como testigos a sus
conciudadanos no espi.rituales. En el vértice de la pirámide hay un solo
Individuo, el Señor Jesucristo, que es presentado como el verdadero
Israel (porque aparte de El no podría haber un Israel como nación del
pacto, y de El obtiene la nación su posición ante Dios). Es este Siervo el
que se levantará como Redentor y Salvador de los pecados al cargar
sobre su propia Persona la pena de muerte en lugar de los pecadores.•
PRUEBAS ADICIONAi.ES DE LA A UTENTICIDAD DE lsAfAS 40-66
1. Los escritores del Nuevo Testamento claramente consideran que
el autor de Isafas I e !salas Il es una misma y única persona. De muchas
•ver pági na 388.
[SAIAS (CONTINUACIÓN) 385

de las citas que se toman de Isaías en el Nuevo Testamento se podría


decir que se refieren al libro meramente según su título tradicional,
pero hay otras citas que sin ninguna duda suponen la personalidad del
propio Isaías histórico.
Mateo 12:17-18 cita a Isaías 42:1 como "la dicho por el profeta
Isaías".
Mateo 3:3 cita a Isaías 40:3 como "de quien habló el profeta
Isaías".
Lucas 3:4 cita a Isaías 40:3-5 "como está escrito en el libro de las
palabras del profeta Isaías".
Hechos 8:28 relata que el eunuco etíope estaba "leyendo al profeta
Isaías", más específicamente 53:7, 8. En su conversación con Felipe
(Hechos 8:34) preguntó: "¿de quién dice el profeta (lsaías) esto; de sí
mismo, o de algún otro?"
Romanos 10:16 cita a Isafas 53 :1, afirmando que " Isaías
dice ... "
Romanos 10:20 cita a Isaías 65:1 afirmando que " Isafas dice
resueltamente ... "
La más decisiva y concluyente cita del Nuevo Testamento es Juan
12:38-41. El verslculo 38 cita a Isafas 53:1; el verslculo 40 cita a Isaías
6:9, 10. Luego el inspirado apóstol comenta en el versículo 41: "Isafas
dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él." Obviamente fue el
mismo lsaías el que personalmente contempló la gloria de Cristo en la
visión del templo que se halla en Isafas 6, quien también hizo la afirma-
ción en Isaías 53:1: "¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y sobre
quién se ha manifestado el brazo de Jehová?" Si no fue el mismo autor
el que compuso tanto el capítulo 6 como el capitulo 53 ('y los que
sostienen la teoría del Deutero-lsaías decididamente afirman que no lo
fue), entonces el inspirado apóstol tuvo que haber estado en un error.
Se desprende de ello, que los abogados de la teoría de los dos Isaías
deben conceder, por lógica deducción, la existencia de errores en el
Nuevo Testamento, aun en temas ltan vitales como la paternidad lite-
raria de los libros inspirados del Antiguo Testamento.
2. Una formidable dificultad se opone a la teoría del Deutero-Isaías
ante el hecho de que el nombre del autor no se preservó. Resulta incon-
cebible que se haya olvidado su nombre, si hubiera sido un individuo
distinto del propio Isaías del siglo VIII a. de J.C. Según lo admiten y
reconocen los propios críticos diseccionistas, no hay pasajes proféticos
más sublimes en todo el Antiguo Testamento que los contenidos en
Isaías II. Hay concenso casi general en admitir que el autor de estos
pasajes debe ser considerado como el más grande de todos los profetas
del Antiguo Testamento. ¿Qué pudo haber ocurrido para que un genio
de tanta prominencia haya descendido tan rápidamente de su pedestal
que para el tercer siglo antes de Cristo, cuando se tradujo la Seplua-
386 REsE:.'ilA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ginla, su nombre se hubiera perdido en las brumas del olvido?


La más antigua referencia extrabiblica que tenemos con respecto a
los escritos de Isaias, la encontramos en el Eclesióstico 48:22-25 (180 a.
de J.C.) Aqui el autor Uesus Ben Sirac) se refiere al hecho de que "él
([salas) consoló a los afiligidos de Sion. Hasta la eternidad reveló el
porvenir y las cosas ocultas antes que sucedieran" (esto último es una
alusión a lsaías 48:6). (Biblia de Jerusalén, edición de 1967). Aqui la
misma palabra traducida "consolar" (pa.rakalein) fue utilizada por la
Seplua.ginla. al traducir Isa.fas 40:1. Resulta inconcebible que el alumno
baya superado tanto a su maestro y, a pesar de ello, haya permanecido
anónimo. Pero este es el increible supuesto, casi sin paralelo en el resto
de la literatura universal, a la cual son arrastrados los defensores de
esta teoria divisiva.
Observemos, en conexión con esto, que los antiguos hebreos se
ajustaban a la casi invariable regla, respecto de los escritos proíéticos,
de que el nombre del profeta era esencial para la aceptación de cual-
quier declaración profética. Y esto se ve corroborado por el hecho de
que basta una composición tan breve, como es la profecia de Abdías,
lleva el nombre del autor. Los hebreos le daban a la identidad del
profeta la máxima importancia, si su mensaje babia de ser recibido
como declaración autorizada de un auténtico vocero de Dios. E. J.
Young (IOT. pág. 205) señala que es totalmente contrario a la más pura
tradición de la enseñanza bíblica el postular la existencia de profetas
anónimos. Y si el más breve, el menos dotado de los profetas menores
fue recordado por su nombre en conexión con sus mensajes escritos, se
desprende de ello, seguramente, que el más sublime de los profetas que
produjo la nación en toda su historia, debió haber dejado su nombre
para la posteridad. Podemos concluir, por lo tanto, que el nombre del
autor de lsaías 40-66 si fue preservado, y no es otro que el propio
profeta Jsaías del siglo VIII a. de J.C.
3. La evidencia lingüistica es totalmente adversa a la composición
de lsaías II en Babilonia durante el siglo V1 a. de J.C. En los escritos de
Esdras y de Nehemias, que vinieron de la región de Babilonia o de Susa
(si no de los centros persas de Ecbatana y Persépolis), tenemos un
excelente ejemplo del tipo de hebreo que hablaban los judíos que retor-
naron del exilio a Palestina y asentaron en su tierra natal durante el
siglo V a. de J.C. Estos escritos muestran la incorporación de cierto
porcentaje de vocablos arameos, salpicados con términos babilónicos.
Pero es total la ausencia de tal influencia en el lenguaje de lsaias II. Está
escrito en un hebreo perfectamente puro, libre de toda característica
posterior al exilio y con notoria semejanza lingüistica con el hebreo de
lsaías l.
4. lsaJas 13:1 nos brinda un serio escollo para la teoria de un
Deutero-Isaias del tíempo del exilio. El capitulo 13 contiene un cúmulo
(s.AfAS (CONTINUACIÓN) 387

de juicios divinos contra la ciudad de Babilonia, que en los dlas de


lsafas era una mera provincia vasa.lla del imperio asirio. No obstante
ello, el primer versfculo afirma: "Profecía sobre Babilonia, revelada a
lsa1as hijo de Amoz." Esto constituye la más clara afirmación posible
de que el lsafas del siglo Vlll a. de J.C. previó la futura importancia de
Babilonia, la devastación. que esta baria de Palestina, y su calda final
ante la arremetida de los medos 1(cf. versículo 17). En vista del t an
frecuentemente repetido argumento de que el nombre de (salas no
aparece en los capítulos 40-66 y de que por lo tanto, no debe ser con-
siderado como el autor de predicciones que entrañan un conocimiento
de sucesos acaecidos en el siglo Vl a. de J.C.. es interesante observar que
su nombre está expresamente anexado a este capitulo tan anterior, en el
cual taJ conocimiento va tan claramente implícito.
Conviene observar que el capitulo 13 es parte de una serie de orácu-
lo.s emitidos contra naciones extranjeras que significan una amenaza
para Israel (capítulos 13-23). Está muy claro que el Jsaías del siglo VIII
a. de J.C. escribió oráculos de este tipo, y el lenguaje del capitulo 13 es
notoriamente similar aJ empleado en el resto de los capitulas de esta
serie. Solamente por el interés de salvar la teoría del Deutero-Jsafas, se
han visto obligados los criticas a asignarle una tardla fecha en el tiempo
del exilio al capítulo 13. Pero como lo señala E. J. Young: "Si se le niega
a lsa!as la paternidad literaria del capitulo 13. resu lta prácticame!llte
imposible explicar la posición de este capitulo en la profecía. ¿Por qué
habría de pensar un editor posterior que !salas habla profetizado res-
pecto de Babilonia?"' Este punto viene muy al caso, en vista del hecho
de que las denuncias contra Babilonia se repiten en otras partes del
libro (p. ej., en el capitulo 48). Resulta difícil ver por qué se colocó al
capitulo 13 en estrecha aproximación a estas otras denuncias, si al final
de cuentas no fue compuesto al mismo tiempo.
5. Finalmente llegamos a la relación entre Isaías 11 y los profetas
anteriores al exilio del siglo VII a. de J.C. Sofonfas, Nahum y Jeremlas
contienen versículos tan similares a lsaías II que permiten imaginar que
se copiaron unos a otros. Así. por ejemplo, en Sofoníos 2:15 leemos:
"Esta es la ciudad alegre que estaba confiada, la que decla en su cora-
zón: Yo, y no más." Se parece notoriamente a lsaías 47:8: "Oye, pues,
abara esto, mujer voluptuosa, tú que estás sentada confiadamente, tú
que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mi no hay más." Nohum
1:15, dice así: "He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas
nuevas, del que anuncia la paz." Comparar con Isoíos 52:7: "Cuán
hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del
que anuncia la paz." Jeremías 31 :35. dice: "Así ha dicho Jehová .. . que
parte el mar y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre."

3. E. /. Young, pllg. 43.


388 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Muy parecido a Isaías 51:15: "Porque yo )ehová, que agito el mar y hago
rugir sus ondas, soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos."
Al comparar tales similitudes como acabamos de hacer, podría
argumentarse que Isaías II copió de los profetas del siglo VII a. de J.C. y
no al contrario, pero en el caso de Jeremías 30:10-11 (muy semejante a
Isaías 43:1-6), tal explicación es muy poco probable. En el pasaje de
Jeremías, el término siervo mío ('abdi) figura como un título mesiánica.
En ninguna otra parte de los escritos de Jeremías aparece en un sentido
mesiánico, y sin embargo es un término frecuente en Isaías II. No puede
arribarse a otra razonable conclusión, sino que Jeremías se inspiró en
Isaías y que el pasaje de Isaías tiene que haber sido escrito con ante-
rioridad al de Jeremías.4
En vista de todas las evidencias precedentes, nos parece justo decir
que se requiere una mayor dosis de credulidad para creer que Isaías
40-66 no fue escrito por el Isaías histórico del siglo VIII a. de J.C. que
para creer lo contrario. Juzgando solamente por la evidencia interna,
aun aparte de la autoridad de los escritores del Nuevo Testamento, un
honesto manejo de la evidencia no puede llevar a otra conclusión, sino
a la de que el mismo autor fue el responsable de ambas secciones, y que
ninguna parle de la obra fue compuesta en fecha tan tardía como la del
exilio.
*(De página 384.) Hay cuatro "Cánticos del Siervo": 1] 42:1-4 (I), 2)
49:1-6 [J], 3) 50:4-9 (J), y 4) 52:13—53:12 (I). Otras referencias SOf\: a)
41:8-9 (IJ' b J 42:18-19 (I], e) 43:10 (RJ, d) 44:1 (T), e) 44:21 (TJ, fJ 45:4 (T), y
g) 4_8;20 (I). (l=Jsrael, R=remanenle de los verdaderos creyentes en
Israel, |=Jesús).

4. Jbid., pág. 47. cita al menos otra docena de pasajes de Jeremías que muestran una
dependencia de Isaías II.
CAPITULO 25
NAHUM, SOFONIAS Y HABACUC
NAHUM

El nombre del profeta (Nó}_iúm) significa "consolación." Su tema trata


de la santidad de Dios, santidad que entraña tanto el justo castigo para
los rebeldes incrédulos como la compasión hacia su propio pueblo,
especialmente hacia los que sinceramente creen y confian solamente en
él. Se presenta al creyente como uno que se regocija al ver la justa
reivindicación que Dios hace de su santidad en la destrucción del
poder asirio y de su desafiante actitud contra Dios.

BOSQUEJO GENERAL DE NAHUM


l Un salmo de la majestad de Dios, 1:1 - 2:2
A. Venganza de Dios contra los pecadores y su bondad hacia su
propio pueblo, 1:2-11
B. La futura restauración de Judá, 1:12-2:2
II. Profecía sobre la caída de Nínive, 2:3-3:19
A. Sitio y destrucción de la ciudad, 2:3-13
B. Causa de la caída de Nfnive, 3:1-19

LUGAR DE ORIGEN DEL AUTOR

Se dice que Nahum era nativo de Elcos, pero la identificación de esa


localidad e~ tema de discusión. Hay cuatro teorías distintas.
(1) Jerónimo la identificó como Elcesi o El Kauze en Galilea. (2) Otros
la identifican como Capernaum, pues descomponiendo su graffa en
K•¡par-Nóhúm, tenemos "aldea de Nahum". Según esta teoría, Elcos
habría sido rebautizada en honor de su célebre ciudadano. (3) Algunos
la identifican con Alqush, cerca de Mosul en Asiria, pero los fun-
damentos de esta conjetura son muy débiles. (4) Y otros más han seña-
lado a Elcesei, que según Pseuepifanio era una aldea de Judá cerca de
Bet Gabre en el territorio de Simeón, a mitad de camino entre Jerusalén
y Gaza. Eiselen, Raven y Young coinciden en favorecer esta cuarta
conjetura, puesto que la evidencia interna del texto sugiere que el autor
era nativo del reino de Judá.
389
390 REsENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN t\ L ANTICUO TF.sTAMENTO

FECHA DE COMPOSIClON

Puesto que Nahum se refiere a la caída de Tebas en manos de


Asurbanipal como un acontecimiento pasado, y este acontecimiento
ocurrió el año 661 a. de J.C., la profecía tuvo que haber sido escrita con
posterioridad a esa fecha. Por otra parte, la caída de Nínive está vatici-
nada como un acontecimiento del futuro, por lo tanto. la obra tuvo que
haber sido compuesta con anterioridad al año 612 a. de J.C. Walter
Maier, en su libro póstumo Book of Na.hum: A Commentary (El libro de
Nahum: un comentario}, 1959, reúne un considerable número de
evidencias para indicar que en el año 654 a. de J.C. N(nive vivía en todo
su esplendor. Otros eruditos prefieren una fecha más aproximada a su
cumplimiento, alrededor del 625 a. de J.C. Los críticos racionalistas,
que explican esta predicción cumplida como una profecía emitida des-
pués de los acontecimientos profetizados, naturalmente dan la fecha
después del 612 a. de J.C. Algunos de ellos, como Robert Pfeiffer, con-
sideran original solamente 2:3-3:19 y explican el capitulo 1 como
parte original y parte complementada por un redactor (alrededor del
año 300 a. de J.C.) Pfeiffer sostiene que 1:2-10 nada tiene que ver con
Nínive, sino que es un trozo corrupto de poesía en acróstico de un tipo
que no se popularizó antes del siglo rv a. de J.C. Nos vemos obligados a
señalar. sin embargo, que tal como está el texto. nada tiene de acróstico.
En vez de ajustarse al orden de las letras del alfabeto (como se supone
que debe ser un poema en acróstico), las primeras letras de los versícu-
los 2-10 aparecen en el siguiente orden en el alfabeto hebreo: 1, 10, 3, 5,
12, 9, 6, 13 y 11. Para que la teoría del acróstico tuviera visos de
realidad'. tendrían que efectuarse cambios radicales y reordenam.iento
de los versículos.

MENSAJE DE NAHUM

Na.hum 2:6 contiene una notable y exacta predicción, pues la histo-


ria subsiguiente registra el hecho de que una parte vital de las murallas
de Nínive fue arrastrada por una gran inundación, y esta ruina del
sistema defensivo permitió que los sitiadores medos y caldeos tomaran
por asalto la ciudad sin dificultad alguna. Algunos han objetado la
gozosa actitud con que Nahum saluda la perspecHva de la caída de la
capital de Asiria, y la toman como una exhibición de fanatismo
nacionalista y maligno espíritu vengaHvo. Esto, sin embargo, es una
total incomprensión de las razones que mueven al profeta. En razón de
que es un hombre de Dios, habla como quien está plenamente preocu-
pado con la causa de Dios en la tierra. Su máximo deseo es ver a Jehová
reivindicando su santidad ante los ojos de los paganos, y verlo actuar
contra la inhumana y despiadada tiranía de ese imperio que desafiaba a
Dios y que, por tanto tiempo, pisoteó las naciones vasallas con des-
NAHUM. SoroNIAS y HABACUC 391

piadada brutalidad. Solo por una aplastante y ejemplificadora destruc-


ción de Asiria podría el mundo aprender que la fuerza no logra im-
ponerse, a la larga, y que aun el máximo infiel se ve absolutamente
inerme y desamparado ante la ira judicial de Yahweh. El hecho de que
el Dios de Israel podla predecir con tan asombrosa exactitud la realidad
y la forma de la caída de Nínive fue bien calculado para probar al
mundo antiguo la soberanía del único y verdadero Dios. Fue una no-
table reversión de la fortuna para la orgullosa capital pagana el haber
caído en manos de sus enemigos menos de dos décadas después del
reinado del poderoso Asurbanipal. Apenas catorce años después de su
muerte ocurrida en el año 626 a. de J.C., el aparentemente invencible
imperio que con tanto éx.ito logró mantener. se derrumbó en forma
ruinosa para no levantarse jamás.
SOFONIAS

El nombre de este profeta, S•pon-Yoh s ignifica "Jehová(lo) ha escon-


dido." El tema de su mensaje es que Jehová mantiene un firme control
sobre su palabra, a pesar de las apariencias que puedan decir otra cosa,
y que probará lo antedicho, en un futuro cercano, ap licando un terrible
castigo a la desobediente Judá, y total destrucción de las idólatras
naciones gentiles. Solamente con un arrepentimiento a tiempo podrá
detenerse su ira.
0OSQUETO GENERAL DE SOFONIAS
l. El día del Señor prefigurado, 1:1 -3:7
A. En juicio sobre Judá y Jerusalén. 1:1-2:3
B. En juicio sobre las naciones vecinas, 2:4-15
C. Lamentaciones sobre Jerusalén debido a sus pecados, 3:1-7
ll. Establecimiento del futuro reino, 3:8-20
A. Juicio contra las naciones. 3:8-13
B. El regocijado remanente y el Rey mesiánico. 3:14-20
FECHA Y PATERNIDAD UTERARtA DEL.A l'ROFEC!A DE SOFONl/1S
Se dice que Sofonías fue el hijo de Cusi y bisnieto de Ezequfas, que
bien pudo haber sido el rey Ezequías. Pero ciertas consideraciones
cronológicas torn an virtualmente imposib le esta s upos ic ión .'
l . Manasés fue el hijo mayor sobrevlvienle de Ezequfas. y sin embargo. lenfa solamenle
doce años de edad cuando nscendió al reino {2 Reyes 21:1), en el año 698 a. de J.C. (o,
como lo prefieren algunos. oo el año 696 a. de J.C.). Por lo laolo. " Amarlas. hijo de
Ezequfas" (Sofonfos 1:1) era presumiblemente menor que Manesés, y en consecuencia,
no pudo haber nacido a ntes del año 709 a. d e J.C. Si ten la 25 años de edad al nacer su hijo
Gedallas. y Gedallas leola 25 años de edad cuando nació Cusi. y Cusi len fa 25 años de
edad cuando engendró a Solonras-ca lculando en 25 a tlos la edad aceplable de
paternidad- esto harfa que la fecha de nacimiento de Sofonfes fuere el atlo 634 a. de J.C..
la cual sería demasiado tardía r.a.ra que el ministerio hubiera s ido en el mi nado do Josfas
(So/oníos 1:1 ). Aun cuando os períodos de las cuatro generaciones hubieran sido
solamente d e 20 años (algo muy improbable). esto llevarla su nacimienlo al año 649 a. de
J.C.. es decir solamente nueve anos antes del comienzo del reinado de Joslas.
392 RESEÑA CRlnCA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Aparentemente vivió en Jerusalén pues se refiere a ella como "este


lugar" (1:4), describiendo su topografía con profundo conocimiento.
Probablemente anunció su mensaje en la primera parte del reinado de
Josías, sin duda alguna con anterioridad al avivamiento del año 621 a.
de J.C. Las condiciones morales y religiosas prevalecientes en aquellos
momentos estaban a un bajo nivel, debido a la nefasta influencia de los
reinados de Manasés y de Amón (cf. 3:1-3, 7).
Algunos crlticos racionalistas han cuestionado la autenticidad de
2:4-15 y 3:18-20 y conjeturado que estos pasajes son de origen posterior
al exilio. El criterio principal que los mueve para fijar esa fecha es una
teoría de cómo el pensamiento religioso hebreo se desarrolJó de etapa
en etapa en una progresión evolutiva. Eisfeldt y otros han preferido una
fecha posterior al exilio para el juicio contra Moab y Amón (2:8-11),
debido a su parecido con Abdías (quien, según ellos pertenece a la
primera parte del exilio). Pero como lo señala Moeller, este pasaje
armoniza a la perfección con la denuncia contra Jerusalén y Judá con la
cual está yuxtapuesto.
MENSAJE DE SOfONIAS
El profeta pareciera referirse (1:10-18) a la súbita y devastadora
invasión de los escitas que descendieron de la región del Cáucaso,
alrededor del año 630 a. d e J.C. y arrasaron a Media y Asiria. A con-
tinuación asolaron a Siria, y según Herodoto amenazaron de tal forma a
Egipto que Samélico I se vio obUgado a librarse de ellos pagándoles
dinero. (Digamos, sin embargo, que esta opinión de Herodoto no cuenta
con el apoyo de otras evidencias antiguas, y además está adornada y
embellecida con detaJles tan poco probables, que no debe aceptarse sin
cierta reserva.) Esta plaga de nómadas guerreros sirvió para advertir a
Israel que el dia de Jehová se acercaba, cuando Judá habría de ser
devastada. El profeta afirma que también Filistea sufriría el juicio de
Dios (2:4-7) y que se torna,ría virtualmente despoblada; asimismo Moab
y Amón (que serían aniquiladas como Sodoma), Etiopía y Asiria. Ní-
nive, la capital de Asiria, quedaría reducida a un desierto ululante
ocupado solamente por las fieras (2: 15).
Juntamente con estas horripiJantes advertencias, hay un llamado al
arrepentimiento, dirigido con especial hincapié al remanente y no tan-
to a la nación como un todo: "Buscad a Jehová todos los humildes de la
tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad (es
decir, procurad, practicad) mansedumbre (o humildad)" (2:3). Este fue
el llamado al que res pondieron los simpatizantes de Josías, si bien es
cierto que fueron incapaces de retener el poder en Judá luego de la
muerte prematura de su héroe en la batalla de Megido en el año 609 a.
de J.C.
Pareciera haber una clara connotación milenial en la promesa de
NAHllM, SOFONIAS Y llABAGUC 393

una bendición final para Israel en 3:13: "El remanente de Israel no hará
injusticia ni dirá mentira ... porque ellos serán apacentados, y dormi-
rán, y no habrá quien los atemorice" (Obsérvese la reminiscencia de
Miqueas 4:4 de un siglo anterior). La era futura será una era de fe
universal y todas las naciones, aun aquellas situadas allende los ríos de
Etiopía, servirán a Jehová de común acuerdo y hablarán el mismo
idioma de la fe (3:9, 10).
HABACUC
El nombre f;fabaqquq es raro y de incierto significado; posiblemente
signifique abrazo ardiente, de l)abaq, abrazo (Eiselen en ISBE). Algunos
han sugerido que era el nombre de una planta de jardín a la que los
asirios llamaban hambaqüqu, pero que no ha sido posible identificar
hasta ahora.
El tema de esta profecía se refiere al problema de la fe frente a las
aparentes dificultades que obstaculizan el cumplimiento de las pro-
mesas de Dios. Estas dificultades son abordadas y solucionadas a la luz
de la permanente revelación de Dios, y el profeta cierra su profecía con
un salmo de gozosa confianza.

BOSQUEJO GENERAL DE HABACUC

I. Problemas de fe, 1:1—2:20


A. ¿Cómo un Dios santo permite que la impiedad progrese sin
estorbo?, 1:1-12
1. Opresión desenfrenada en )udá, 1:2-5
2. Los caldeos como azote de Dios, 1:6-12
B. ¿Cómo permite Dios que una nación malvada triunfe sobre su
pueblo?, 1:13-17
1. Brutal crueldad y crasa idolatría de los caldeos, 1:13-17
2. El creyente debe esperar humildemente, confiando en las
respuestas de Dios, 2:1-4
3. Juicio que caerá sobre los caldeos debido a sus cinco peca-
dos, 2:5-9
4. Permanente soberanía de Dios sobre su tierra, 2:20
II. Resueltas las dudas: la oración de fe y la confianza inconmovible,
3:1-19
A. Oración en favor de un avivamiento, 3:1-2
B. Juicios pasados del Señor, segura garantía para el futuro, 3:3-16
C. El gozo del creyente solamente en Dios, seguro de la reivindica-
ción de la santidad de El, 3:17-19
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICION

Habacuc pareciera haber llevado a cabo su ministerio durante el


reinado de Joacim, puesto que se menciona a los caldeos como bien
394 REsEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

conocidos y de formidable reputación (1:6-10). Esto coincidiría con una


fecha subsiguiente a la calda de Nlnive en el año 612 a. de J.C., tal vez
aún después de la batalla victoriosa de Nabucodonosor en Carquemis,
en el año 605 a. de J.C. Puede aceptarse que se intentaba un rápido
cumplimiento de la predicción del sometimiento de Palestina a los
caldeos. (Dificil asegurar si se referían a la primera invasión de Nabuco-
donosor que ocurrió en el año 605 a. de J.C., o a la segunda invasión,
ocurrida en el año 597 a. de J.C.) Habacuc 1:2-4 señala la iniciación de
una despiadada explotación de los pobres por parte de la nobleza judla.
Esto podría haber ocurrido algún tiempo después de la muerte de Joslas
(609 a. de J.C. ). Por lo tanto, es razonable pensar que Habacuc emitió su
mensaje alrededor de los años 607 ó 606 a.de J.C.
Algunos críticos no están de acuerdo en aceptar que 1:2-4 se refiere
a opresores nativos judíos. Prefieren identificar a dichos individuos
con los egipcios (y dan la fecha de 608 a. de J.C., durante el breve
ascendiente de Necao) o aun con los asirios (que los llevarían a una
fecha anterior al 612 a. de J.C., o también a una fecha tan temprana
como la del reinado de Asurbanipal, que murí ó en el año 626 a. de J.C.)
Pero no hay evidencia alguna en el texto de 1 :2-4 en el sentido de que se
refiera a invasores paganos; el manejo de los tribunales de justicia para
favorecer a los pudientes, se refiere a prácticas y males puramente
domésticos (1:4).
Ciertos críticos piensan que el material de los capítulos 1 y 2 fue
reordenado por un editor posterior, si bien un Habacuc anterior al
exilio pudo haber sido el autor de cada porción. Pero los críticos ponen
en tela de juicio la paternidad literaria del capítulo 3, basados en el
hecho de que es un salmo, y no tanto un anuncio profético, y de que
menciona términos musicales en su primer y su último versículos.
Sobre esta base, Pfeiffer data este capítulo en el siglo cuarto o tercero a.
de J.C. Pero semejante argumento presupone la validez de la suposición
según la cual los términos musicales en los salmos de David son tar-
díos, y a pesar de las referencias de Amós 6:5 y otras similares, el rey
David nada tuvo que ver con música o canciones, pues era un hombre
de guerra. Pero para quienes toman en serio la tradición bíblica de que a
David le interesó escribir y cantar salmos, ta.les términos musicales no
constituyen evidencia de una paternidad literaria tardía. Tampoco ex-
iste ninguna razón valedera para-.pensar que un profeta era incapaz de
componer un salmo de acción de gracias y a.labanza al Señor. Gran
parte de los escritos proféticos son altamente poéticos, tal como se
apresuran a señalarlo los propios críticos.
Algunos eruditos le han asignado mucha importancia al hecho de
que el Comentario de Habacuc hallado en la primera cueva de Qumran
omite el tercer capítulo. Millar Burrows comenta: "Su ausencia del
manuscrito es consecuente con esta teoría, pero no la prueba. Tampoco
NAHUM. S OFONIAS Y HABACUC 395

prueba que el capítulo tercero era desconocido para los israelitas del
pacto. Siendo un salmo, no se presta a semejante uso como los otros
capítulos. Hasta es posible que el comentario nunca se terminara de
escribir. La Septuaginta tiene los tres capítulos, pero si esta particular
parte de la Septuaginta es más antigua que el Comentario de Habacuc,
es un asunto diferente."'

MENSAJE DE HABACUC

Los rapaces nobles, aliados con los corrompidos dirigentes re-


ligiosos, robaban y oprimían desvergonzadamente a la gente humilde
en Judá. Por ello serian castigados, para lo cual serían usados los cal-
deos como instrumento de castigo. Resulta interesante constatar que
justamente fue la nobleza la que primero sufrió la cautividad en los dos
destierros preliminares de los años 605 y 597 a. de J.C. La mayoría de la
gente perteneciente a las clases humildes fueron dejadas en la tierra
hasta el tercer destierro. el del año 586 a. de J.C.
Pero el profeta ve a continuación que los caldeos plantearán un
serio problema, dificil de reconciliar con la doctrina de la santidad. de
Dfos, porque son gente brutal y sanguinaria que no tienen ningún res-
peto hacia la ley moral. Pero en lugar de caer en un impaciente cinismo,
Habacuc presenta el saludable ejemplo de esperar que el Señor dé su
respuesta (2:1). Con el tiempo, llega la respuesta: el orgulloso pecador,
confiado en si mismo, será condenado; su tiempo ha llegado, y
solamente el fiel creyente será absuelto en el juicio de Dios. Solamente
él. participará de la vida eterna o podrá sobrevivir en esta vida a medida
que deviene la historia (2:4). Dios ha tomado debida nota de los peca-
dos de los caldeos y se reivindicará gloriosamente a Sí mismo al aplicar
su vara de justicia contra ellos (2:13-14). Con todas estas dudas claEifi-
cadas, prorrumpe en un salmo de santo regocijo y vuelve a los días del
éxodo, de la conquista, y a la época de los jueces, para recordar pasadas
ocasiones cuando Dios reivindicó similarmente su justicia y demostró
su soberanía al mundo entero.
En muchos sentidos, la profecía de Habacuc es única en su género.
Llama especialmente la atención el estilo de su enfoque. En vez de
dirigirse directamente a la gente como vocero del Señor, Habacuc im-
partió el mensaje de Dios diciéndoles primero cómo llegó a él y contes-
tando las preguntas que se planteaba a si mismo. Con la posible ex-
cepción de Daniel. ningún otro escritor utiliza esta particular técnica.

2. Burrows. DSS. 321 , 322.


CAPITULO 26
JEREMIAS Y LAMENTACIONES
JEREMIAS
El nombre Jeremías, Yirm•-Ycihü, aparentemente significa Jehová esta-
blece (Orelli en ISBE), si el verbo rcimah (arrojar) ha de entenderse en el
sentido de colocar un cimiento. El tema de este profeta consiste ern gran
parte en una seria advertencia a Judá para que se torne de la idolatría y
de l pecado a fin de evitar la catástrofe del exilio. Todas las clases de la
sociedad hebrea fueron condenadas como inexcusablemente culpables.
La nación hebrea debía someterse al yugo caldeo, y no rebelarse contra
él, pu esto que era el justo castigo por su infidelidad al pacto con Dios.
No obstante ello. llegaría el día en que Israel sería liberado por el
Mesías, el Renuevo justo; por lo tanto, el verdadero Israel debería con-
fiar siempre solamente en Dios, nunca en el brazo de carne.

BOSQUEJO GENERAL DE JEREMIAS

l. Profecías en tiempos de )asías y Joacim, 1 :1-20:18


A. Llamado y comisión al profeta, 1:1-19
B. Pecado e ingratitud de la nación, 2 :1 - 3 :5
C. Predicción concerniente a la devastación procedente del norte
(los caldeos), 3:6- 6:30
D. Amenaza del exilio babilónico, 7:1-10:25
E. Violación del pacto y la señal del cinto, 11:1 - 13:27
F. Sequía; la señal del profeta soltero; la advertencia respecto del
día de reposo, 14:1-17:27
G. La señal de la casa del alfarero, 18:1-20:18
11. Posteriores profecías durante los reinados de Joacim y Sedequías,
21:1 - 39:18
A. Nabucodonosor, instrumento de Dios para castigar a Sedequías
y a Jerusalén, 21:1-29:32
B. El futuro reino mesiánico, 30:1 - 33:26 (La doctrina del indi-
vidualismo, 31:1 -40)
C. El pecado de Sedequías y la lealtad de los recabitas, 34:1-
35:19

396
JEREMIAS Y LAMENTACIONES 397

D. Oposición de Joacim y destrucción del rollo del profeta, 36:1-32


E. Encarcelamiento de Jeremías durante el sitio, 37:1 - 39:18
III. Profecías posteriores a la caída de Jerusalén, 40:1 - 45:1-5
A. Ministerio entre el remanente en Judá, 40:1-42:22
B. Ministerio entre los fugitivos en Egipto, 43:1 - 44:30
C. Estimulo a Baruc, 45:1-5
IV. Profecías contra las naciones paganas, 46:1-51:64
A. Egipto, 46:1-28
B. Filistea, 47:1-7
C. Moab, 48:1-47
D. Amón, Edom, Damasco, Arabia, Elam, 49:1-39
E. Babilonia. 50:1 - 51:64
V. Apéndice histórico, 52:1-34 (sucesos de la calda y la cautividad de
Judá)
BIOGRAFIA DEL AUTOR
Jeremías comenzó su ministerio a los 20 años de edad, aproxima-
damente, en el decimotercer año de Josías, es decir, en el año 626 a. de
J.C. Vivió la mayor parte de su vida en su aldea natal, Anatot (pues
pertenecla a una familia sacerdotal), y aparecía en Jerusalén en las
festividades anuales del calendario religioso judío. Parece haber estado
en buena situación económica, puesto que pudo adquirir una pro-
piedad confiscada de un pariente que estaba en bancarrota, sin
aparente dificultad. Durante el tiempo de Josias, que era temeroso de
Dios, no fue molestado por el gobierno y disfrutó de tan cordiales
relaciones con el rey que compuso una elocuente lamentación en oca-
sión de la muerte de éste en la batalla de Megido. Sin embargo, entre
sus colegas sacerdotes y sus parientes, había considerable resentimien-
to debido a los abiertos reproches que les hacía por la infidelidad de
ellos al pacto y al hecho de que condenaba sus prácticas mundanas.
Luego de la muerte de Josias, con el surgimiento de la facción idó-
latra y del partido pro-egipcio, se le planteó a Jeremías una fuerte
reacción por causa de la posición que adoptaba. Solamente por la inter-
vención de algunos ancianos piadosos y príncipes de Judá logró Jere-
mias evitar el arresto a causa de la amarga e implacable denuncia que
hizo contra la nación en el sermón del templo, que leemos en los
capítulos 7-1 O. Desde entonces parece que se le prohibió el acceso al
recinto del templo, puesto que tuvo que enviar a Baruc como su vocero
cada vez que tenia que proclamar el mensaje de Dios al pueblo. Por lo
tanto, dictaba sus profeclas a Baruc para que fueran leidas al pueblo en
JerusalP.n. PP.ro pronto P.sta r.opia II P.gó a manos dP.I rny Joar.im, q11iP.n la
destruyó en su brasero, sección por sección, a medida que le era leída
por su propio secretario. Más adelante, el rey Sedequlas, sucesor de
398 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

Joacim, permitió a los nobles de mentalidad nacionalista que encarce-


laran a Jeremías, pues veían en el profeta a un traidor, ya que había
instado a la nación a que se sometiera a los babilonios. Sin embargo,
Sedequías estaba secretamente temeroso del mensajero de Dios, debido
al cumplimiento de sus pasadas predicciones relativas a la invasión de
los caldeos en el año 598. Por lo tanto, hizo rescatar al profeta de la
muerte cuando estuvo a punto de perecer en un brutal confinamiento y
lo mantuvo escondido y alejado del peligro hasta la caída de Jerusalén.
Cuando las fuerzas de Nabucodonosor tomaron la ciudad por asalto,
nada más natural que a Jeremías se le ofreciera un lugar de honor y una
pensión en Babilonia (puesto que constantemente instó a los judíos a
someterse a Nabucodonosor como instrumento de Dios para castigar-
los). Sin embargo, Jeremías prefirió permanecer con el remanente de su
propio pueblo en Palestina, y ministrar a las bandas de secuaces y
guerrilleros que se quedaron luego de la deportación. Pero después del
traicionero asesinato de Gedallas, fue secuestrado y llevado a Egipto
por el fugitivo remanente de los judíos, que prefirieron refugiarse en el
país del Nilo antes que permanecer en Palestina y enfrentarse a la ira de
Nabucodonosor. En Egipto, Jeremías continuó profetizando por algu-
nos años más, y probablemente murió alH.
Por naturaleza, Jeremías era amable, afectuoso y simpátko, pero fue
comisionado por Dios para proclamar un severo mensaje de irreversible
condenación. Aunque amó a su pueblo con hondo afecto, constan-
temente fue objeto del odio de sus semejantes, y acusado de traición. A
pesar de ser extremadamente sensible, tuvo que soportar una constante
andanada de calumnias y persecuciones que hubieran aplastado aJ
espíritu más endurecido. introvertido y retrafdo por naturaleza, se veía
siempre arrastrado a la primera fila del escenario. Ocasionalmente pro-
curó desentenderse de su responsabilidad profética, pues era una carga
demasiado pesada para llevar sobre sus hombros, pero una y otra vez
volvió al llamado de su deber, y por el poder del Señor se mantuvo
incólume como "muro de bronce" (1:18).
HISTORIA DEL TEXTO
Hay suficientes evidencias para creer que aparte de la edición de la
profecía de Jeremias quemada por Joacim, hubo una edición posterior
que precedió a la forma final del texto tal como la tenemos en la tradi-
ción masorética. Por lo menos es una razonable deducción que
obtenemos de la LXX, donde Jeremías es una octava parte más corta que
en el Texto Masorético. Difiere también en la disposición de los capítu-
los, pues los capitulos 46-51 del TM están situados después del capi-
tulo 25 en la LXX y dispuestos, además, en un orden algo diferente.
Jeremías 33:14-26 del TM falta totalmente en la LXX. Al parecer esta
primera edición fue publicada por el profeta durante su vida y
JEREMIAS Y LAMENTACIONES 399

primeramente diseminada en Egipto. Más tarde, luego de la muerte de


Jeremías, parece que Baruc hizo uma más amplia colección de los s er-
mones de su maestro y reacomodó el material en un orden más lógko.
Sin duda alguna el TM preserva la edición póstuma de Baruc. A este
re.specto obsérvese que 36:32 indica la publicación de una segunda
edición preliminar durante el reinado de Joacim, y es, por lo tanto,
razonable concluir que Jeremías añadió a los anteriores sermones los
m,ensajes que el Señor le dio durante el reinado de Sedequfas y en el
período subsiguiente a la caída de Jerusalén.
La siguiente tabla es una correlación entre el TM y la LXX para
facilitar la comparación:
TM LXX
1:1 - 25:13 1:1- 25:13
25:14- 45:5 32:1 - 51:35
46:1 - 51:64 25:14 - 31:44

INTEGRIDAD DEL TEXTO


La mayoría de los críticos racionalistas niegan ciertas porciones de
Jeremías tanto al propio Jeremías como a su secretario Baruc. Entre los
pasajes impugnados se incluyen (1) 10:1-16 porque previene a los
judíos que están en el exilio contra la idolatría en términos que recuer-
dan al Deutero-Isafas; (2) 17:19-27, debido al hincapié en el estricto
cumplimiento de guardar el día de reposo, lo cual recuerda a Ezequiel o
al código sacerdotal y, por lo tanto, es demasiado tardío para pertenecer
a Jeremías; (3) los capítulos 30 y 311, debido a la expectativa mesiánica,
caracterlstica del período posterior al exilio y también por el hincapié
que hace en la responsabilidad individual a la manera de Ezequiel 18
[la presunción es que este pasaje de Jeremías tuvo que haber sido pos-
terior a Ezequiel); (4) el capítulo 51, porque en su versículo 41 se
menciona Babilonia por su nombre equivalente en el Athba.sh:
"Sheshakh". Se considera que el athbash eS un artíficio posteríor.
(Alhbash se denomina asl porque es un código en el cual la última letra
del alfabeto hebreo indica la primera, la penúltima indica la segunda,
etc.; de ahí que B-b-1, de Babel. figura como Sh-sh-k, o sea el cód igo
llamado Sheshach en la Versión Autorizada (inglés).
Pero debe tomarse en cuenta que todos estos criterios para estable-
cer una fecha posterior dependen para su validez de presunciones no
probadas como la que sostiene que el documento P de la Tora e lsaía.s II
son de fecha posterior al exilio, y como la hipótesis evolucionista so!bre
el desarrollo de la esperanza mesiánica. Resulta difícil justificar que
haya transcurrido un lapso cronol,ógico extenso entre Jeremlas y Eze-
quiel, puesto que según las evidencias bíblicas los dos profetas fueron
contemporáneos en su ministerio, al menos durante la última parte de
400 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

la carrera de Jeremías. Hay una estrecha semejanza entre Jeremías


31:29, 30 y Ezequiel 12:2, 3; pero parece que lo que Jeremías dijo de
paso fue tomado por Ezequiel como un texto básico para un extenso
sermón.
DIVERSOS TEMAS HISTORJCOS

Respecto a la predicción de Jeremías en 29:10 en cuanto a los se-


tenta años de cautividad, se plantea algún problema en cuanto a cómo
han de ser computadas las siete décadas. El destierro del grueso de la
población de Judá no ocurrió hasta el año 586 a. de J.C. En el año 539
Babilonia cayó ante los conquistadores persas, y en el lapso de uno o
dos años, el remanente judío que prefirió volver a su país natal, asentó
nuevamente en Judá bajo el liderato de Zorobabel y de Jesúa, posible-
mente en el año 536 a. de J.C. Pero solamente transcurrieron cincuenta
años entre 586 y 536, por lo cual debemos buscar otros términos. Puesto
que la primera invasión de Nabucodonosor a Palestina tuvo lugar en el
año 605 a. de J.C. y como resultado de ello fueron llevados en cautiverio
un considerable número de prisioneros [incluyendo entre ellos a
Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego), esta fecha puede servir como tér-
mino a quo; por lo tanto el año 536 sería aproximadamente setenta años
más tarde.
Otra posibilidad es la de comenzar los setenta años con la destruc-
ción del templo a manos del General Nebuzaradán en el año 586 a. de
J.C, y prolongar la cautividad hasta que el segundo templo fue comple-
tamente reconstruido, cosa que ocurrió en el año 516 a. de J.C. De estas
dos alternativas, la última pareciera ser la más claramente favorecida
pOT Zacarías 1:12: "Respondió el ángel de Jehová y dijo: Oh Jehová de
los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las
ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de
setenta años?" Puesto que la declaración anterior tuvo que haber sido
proclamada en el año 519 a. de J.C. la única conclusión a que podemos
arribar, al menos desde el punto de vista del ángel, es que los setenta
años aún no habían transcurrido; y que la bondadosa promesa asentada
en Jeremías 29:10 no habría de cumplirse hasta que el templo fuera
restaurado.
Hasta hace pocas décadas, muchos críticos expresaron considerable
escepticismo respecto al cumplimiento de una predicción hecha por
Jeremías en 43:9-13 y 44:30, según la cual Egipto del norte sería devas-
tado por una invasión de los caldeos bajo el mando de Nabucodonosor
(cf. también Ezequiel 29:19, 20 que contiene una predicción similar].
Los historiadores paganos griegos no hacen mención alguna de una
invasión, pero hay un claro relato en Antiquities (Antigüedades) de
Josefo 10. 9:5-7: "Joanán tomó a los que había rescatado y vino a cierto
lugar llamado Mandara. Al quinto año después de la destrucción de
JEREMÍAS Y LAMENTACIONES 401

Jerusalén, que era el vigesimotercer año del reinado de Nabucodonosor,


hi.zo una expedición contra Coele-Siria; y cuando tomó posesión de
ella, combatió a los amonitas y moabitas; y cuando hubo sometido a
todas esas naciones, cayó sobre Egipto para abatirlo, y mató al rey que
reinaba en aquel momento y designó a otro en su lugar; y tomó a los
judíos que estaban allí cautivos, y los llevó a Babilonia; y tal fue el fin
de la nación de los hebreos."
Muchas autoridades tendían a descartar este testimonio de Josefa
corno meramente manufacturado para apoyar lo afirmado en las Escri-
turas hebreas. Pero R. Campbell Thornson comenta; "El pequeño frag-
mento de un relato babilónico publicado la primera vez por Pinches,
muestra que Nabucodonosor lanzó una expedición contra Egipto en su
trigesimoséptimo año, es decir, alrededor del año 567 a. de J.C. (aún se
di.scute hasta qué punto penetró). Casi hemos de suponer. por la tradi-
ción, que ciertos desertores babilónicos construyeron una 'Babilonia'
en Egipto, cerca de las pirámides, que parece haber existido como una
importante plaza fuerte en la época de Augusto, y que de todas maneras
su ejército dejó allí algunas marcas."• En ANET (pág. 308) aparece una
traducción de un texto babilónico fragmentario que se halla en el
Museo Británico, el cual contiene la siguiente oración: "En el trigesi-
moséptimo año, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó contra Mi-
ser (Egipto) para librar una batalla." Una confirmación arqueológica
adicional la hallamos en una inscripción de la estatua de Nes-hor que
se halla en el Louvre. Nes-hor fue um gobernador de Egipto del sur en el
tiempo de Hofra (Uah-ib-Ra, en egipcio). En este relato biográfico él
sostiene que un ejército de asiátioos y gente del norte que habían in-
vadido a Egipto, intentaron avanzar por el valle del Nilo hacia Etiopía,
pero esto fue felizmente conjurado por el favor de los dioses. Por lo
ta:nto, y en vista de esta evidencia, no se puede justificar la persistencia
en negar la historicidad de la invasión de Nabucodonosor a Egipto, o
poner en tela de juicio el hecho de que fue una seria y devastadora
incursión.
Es oportuno mencionar aquí u:n importante hallazgo arqueológico
desenterrado en el sitio de la antigua ciudad de Laquis (Tell ed-
Duweir). un verdadero archivo de correspondencia de alrededor de 21
ta.bielas de arcilla fechadas en el año 588 a. de J.C. Consisten, prácti-
camente todas ellas, en cartas o mernorandums escritos por el capitán
de una avanzada militar llamado Hoshaiah, a Ya'ush, comandante de
las fuerzas judías estacionadas en Laquis durante la tercera invasión
caldea. En la mayoría de estas cartas, Hoshaiah parece defenderse con-
tra calumnias y falsedades respecto de su propia lealtad y eficiencia. En

1. Thompson, º'The New Babylonian Empire .. (El nuevo imperio babilónico) en The
Cambridge Ancienl History, vol. 3.
402 R ESEÑA CRITICA DE UNA LNTRODUa:lóN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

estas comunicaciones se refiere a diversas personas o incidentes de una


manera tan fugaz que no podemos estar seguros de su verdadera impor-
tancia. Algunos eruditos han arribado a la conclusión, por ejemplo, de
que cierto profeta mencionado en estas cartas pudo haber sido el propio
Jeremlas, o Urías, que fue secado de Egipto por haber emitido une
profecía adversa al rey Joecim (cf. 26:20-23}. Sin embargo, un estudio a
fondo de las evidencias ha llevado e le mayoría de los eruditos e le
conclusión de que el profeta mencionado en estas cartas no puede ser
identificado con certeza sobre le base de les fechas con que contamos.
Lo más significativo que puede obtenerse de le correspondencia de
Laquis sobre el período de Jeremías se encuentra en el campo de la
lingülstica. El tipo de hebreo empleado guarde une notoria similitud
con el que figura en los escritos de Jeremías, y sirve pare con.firmar le
autenticidad de sus profecías que arrancan en el comienzo del siglo VI
e. de J.C.
LAMENTACJONES

El tltuJo hebreo de este libro relativamente corto es la palabra 'ekah


(¡Cómo!) que aparece al comienzo de 1 :1. EJ tema del libro es un lamen-
to sobre el infortunio que aqueja a la pecaminosa Judá y la lamentable
destrucción que ha caldo sobre la ciudad santa y el templo del Señor.
Por inferencia, el profeta hace un llamado al castigado Israel para que
reconozcan la justicia del trato de Dios para con ellos, y que con un
esplritu de arrepentí.miento se acojan e su misericordia.

UNA DE LAS CARTAS DE LAQUIS. Estas tablillas se refieren a


sucesos de los últimos días de /udó. (Cortesía de la Wellcome
Archoeologicol Expedition.)
JEREMÍAS Y LAMENTACIONES 403

BOSQUEJO CENERAL DE LAMENTACIONES


l. Jerusalén devastada y abandonada, 1 :1-22
U. Motivos por los cuales la ira de Dios cayó sobre la ciudad; el
arrepentimiento su ún ica esperanza, 2:1-22
III. Lamento sobre la ciudad por su devastación; el arrepentimiento al
recordar las anteriores misericordias de Dios, 3:1-66
IV. La antigua gloria de Sion comparada con su actual miseria, 4:1-22
V. La nación arrepentida se entrega a la misericordia de Dios, 5:1-22
Es interesante observar que los primeros cuatro capítulos están
escritos en forma de acróstico. Los capítulos 1, 2 y 4, por lo tanto,
tienen una extensión de 22 versículos, y cada versículo comienza con
la sucesiva letra del alfabeto hebreo. Pero el capítulo 3 contiene 66
versículos, pues se le asignan tres versículos sucesivos a cada letra del
alfabeto.
PATERNIDAD LITERARIA Y COMPOSICION DE :I.AMENTACIONES

El libro no se expresa claramente sobre la identidad del autor, pero


hay una antigua y constante tradición en el sentido de que Jeremías lo
escribió. Esta tradición queda reflejada en el título del libro en la LXX
como asimismo en el Targum arameo de Jonatán. Los padres de la
iglesia primitiva, tales como Orígenes y Jerónimo, entendieron sin
ni nguna duda que el autor fue Jeremías. Sin embargo, muchos críticos
modernos han rechazado la validez de esta tradición basados en. la
evidencia interna; afirman que el estilo es significativamente distinto al
estilo de las profecías de jeremías, y se han interpretado dos o tres
alusiones históricas como referidas a condiciones o sucesos muy pos-
teriores al tiempo de Jeremías. Per,o, por otra parte, es difícil concebir
cómo pudo haber una ocasión posterior a la caída de Jerusalén en el año
586 a. de J.C. que sirviera como incentivo para la composición de una
lamentación tan trágica. Si no fue Jeremías el escritor, quienquiera que
lo haya escrito tuvo que haber sido un contemporáneo de él y tesligo
presencial de la tremenda destrucción de Sion por los conquistado,res
caldeos.
En lo tocante a estilo y fraseología, hay numerosas y notorias simili-
tudes entre Larnenlacions y Jeremías. Muchas de estas similitudes han
sid o reconocidas por el propio R. Driver, que no acepta la paternidad
literaria de Jeremías; por ejemplo, la oprimida hija virgen de Judá
(Lamentaciones 1:15; Jeremfas 8:21 ); se dice que los ojos del profeta se
anegaron de lágrimas (Lamentaciones 1:160; 2:11; Jeremfas 9:1, 18b).
Comparar: "No tiene quien la consuele de todos sus amantes" (Lamen-
taciones 1:2); con "Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan"
(Jeremfas 30:14). Ambos libros hablan de la copa de vino del juicio de
Dios: Lamentaciones 4:21 d ice de Edom: "Aun hasta ti llegará la copa;
404 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

te embriagarás, y vomitarás"; Jeremías 49:12: "He aquí que los que no


estaban condenados a beber el cáliz, beberán ciertamente; ¿y serás tú
absuelto del todo?"
Los argumentos esgrimidos para indicar una diferencia de punto de
vista entre los autores de ambos libros no se basan en una seria exége-
sis. Se sostiene, por ejemplo, que a diferencia de Lamentaciones 4:17
Jeremías no esperaba n inguna ayuda para Judá proveniente de Egipto.
Pero en realidad es un equivocado concepto, porque Lamentciones 4:17
no menciona específicamente para nada a Egipto. Más aún, no tiene
tanto el propósito de ser una declaración personal del autor como una
actitud de la nación en su totalidad, que el profeta expresa en las
siguientes palabras: "Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en
vano nuestro socorro; en nuestra esperanza aguardamos a una nación
que no puede salvar." El autor no deja entrever aquí que expresaba su
propia opinión política. Por otra parte, se alega que en tanto que Jere-
mías consideraba a Babilonia como el instrumento de Dios para castigar
a su desobediente nación, Lamentaciones 3:59-66 implica que los cal-
deos fueron los malvados enemigos que merecían la vara vengadora de
Dios. Pero es un error suponer que estas dos ideas se excluyen
mutuamente. Jeremías deja bien en claro que los babilonios fueron
utilizados por Dios con el propósito de castigar, y ellos, a su vez, ex-
perimentarían la posterior venganza d e Dios d ebido o las malvadas
motivaciones de sus corazones. (Cf. Isaías 10, donde aparece un similar
tratamiento para los asírios). Llegamos a la conclusión de que no hay
suficientes argumentos válidos para señalar una diferencia de paterni-
dad literaria basada en una diferencia de puntos de vista.
Debemos hacer una última observación respecto al capitulo 3 de
Lamentaciones. Los primeros 18 versículos de este capitulo expresan
apesadumbradas lamentaciones y pintan a un cruel y severo Dios, pero
luego los versículos 19-39 cambian abruptamente hacia una disposi-
ción de esperanza y alabanza a Dios por su fidelidad y compasión. Esto,
por cierto, es el tipo de "discrepancia" que los críticos han utilizado en
otros libros del Antiguo Testamento para demostrar una diferencia en
paternidad literaria. En este particular capítulo, sin embargo, no es
posible ninguna teoría de fuentes múltiples, porque íntegramente la
composición está firme e intrinsicadamente unida por el estilo de
acróstico en el cual está escrita. De ahí que este capitulo puede ser
tomado como prueba írrefutable de que es posible que un antiguo autor
hebreo súbitamente cambie de disposición de ánimo y exprese senti-
mientos que contrastan notoriamente unos con otros (aun cuando no
sean, en realidad, contradictorios).
CAPITULO 27
EZEQUIEL
El nombre hebreo Y•hez•qé'l significa Dios fortalece. En tema de la
profecía de Ezequiel es que la caída de Jerusalén y la cautividad babiló-
nica son medidas necesarias que el Dios de gracia debe emplear si ha de
corregir a su pueblo desobediente y salvarlo de una completa y per-
manente apostasía. Pero vendrá el día cuando Jehová restaurará a un
arrepentido remanente de su pueblo castigado y lo establecerá en una
futura gloriosa teocracia con un nuevo templo.
BOSQUEJO GENERAL DE EZEQUIEL

l. Llamamiento y comisión al profeta, 1:1-3:27


Il. Profecías contra Judá anteriores a la caída de Jerusalén 4:1 - 24:27
A. Mensajes del quinto año (593-592 a. de J.C.), 4:1-7:27 (des-
trucción predicha mediante señal, símbolo y máxima)
B. Mensajes del sexto año (592-591 a. de J.C.), 8:1 - 19:14
1. Visión de la idolatría de Jerusalén y su castigo, 8:1 - 11 :25
2. Necesidad del castigo por su corrupción universal, 12:1-
19:14
C. Mensajes del séptimo año (591-590 a. de J.C.), 20:1 - 23:49
1. La ingratitud de Israel desde el éxodo; Nabucodonosor dirige
su mirada a Jerusalén; no más reyes davídicos hasta el arribo
del mismo Cristo, 20:1- 21:32
2. Catálogo de los pecados de las adúlteras Samaria y Judá,
22:1 - 23:49
O. Mensaje del noveno año {589-598 a. de J.C.), 24:1-27
No guardar luto por la esposa de Ezequiel ni por el derrumbado
Israel de Jehová
ill. Profecías contra las naciones paganas, 25:1-32.32
A. Amóu, Moab, Euom y Filislt:a (vt:c.;inos más c.:ercanos), 25:1-17
B. Tiro y Sidón, símbolos de orgulloso materialismo comercial,
26:1-26:26
C. Egipto, símbolo de una idolatría que confía en sí misma, 29:1 -
32:32

405
406 R F.SEÑ,\ CRiTICA DE UN/\ INTRODUCCIÓN t\L ANTIGUO T ESTA1'•1ENTO

IV. Proíedas de reconstrucción y restauración después de la caída,


33:1-48:35
A. Etapas de preparación para el nuevo reino, 33:1 - 39:29
1. Responsabilidad del profeta y del pueblo; adverten cia y
purgación, 33:1-33
2. Los falsos profetas le darán paso al verdadero Pastor, 34:1-31
3. El retorno y el avivamiento del cautivo Israel, luego de la
destrucción de Edom, 35:1-37:28
4. Destrucción de las naciones impías (Gog y otras) de los últi-
mos dias, 38:1 - 39:29
B. El reino final y el templo del futuro, 40:1 - 48:35
1. El templo milenial, 40:1 - 43:27
2. El culto milenial, 44:1 - 46:24
3. El territorio milenial y las aguas salutíferas, 47:1 - 48:35

BIOGR.AFIA 0EL AUTOR

Al igual que Jeremías, Ezequiel pertenecía a una familia sacerdotal.


El nombre de su padre fue Buzi, y era de suficiente alc urnia para
merecer que Nabucodonosor lo llevara entre los cautivos a Babilonia,
en el. año 5~7 a. de J.C. Se instaló en una población cercana a Nipur (a
una distancia de 80 kilómetros al sur de Babilonia, sobre el río Eufrates)
llama da Tell-Abib, sobre el Gran Canal, (traducción más apropiada de
las palabras "río Quebar"). Este canal, el Nóru Kabari de las inscrip-
ciones cuneiformes, corría desde el Eufrates, por arriba de Babilonia, 95
kilómetros en dirección sudeste hacia Nipur, y se unía nuevamente al
Eufrates más abajo de Ur, y regaba la planicie aluv ial comprendida
entre el Eufrates y el Tigris. Ezequiel fue llamado a su misión profética
en el año 592 a. de J.C. [el quinto año de la cautividad del rey Joaquín),
el profeta de alrededor de 30 años de edad (1 :1 ). Su feliz matrimonio
terminó con el fallecimiento de la esposa en el año 587 a. de J.C.
(capítulo 24). Llegó a ser un notable predicador entre los judíos ex-
iliados de Babilonia y a quien frecuentemente rec urrían tanto los
ancianos como la gente de pueblo, pero sin dar mucha respuesta prác-
tica a su mensaje. Su último discurso fechado (29:17-21 ) se remonta
al vigesimosépitmo año de la cautividad de Joaquín, es decir el año
570 a. de J.C.
ÜBJECIONES CRiTICAS A LA A UTENTICIDAD DE EZEQUIEL

Hasta fecha tan reciente como la octava edición del ILOT de Driver,
la autenticidad de Ezequiel había sido aceptada por la mayoría de los
criticos racionalistas. Pero en el año 1924, Gustav Hoelscher propuso la
tesis de que sólo una pequeña porción del libro fue escrita por el Eze-
quiel histórico del siglo VI (es decir, solamente 143 versículos de los
1273 que componen la obra), y que el resto proviene de algún autor
EZEQUIEL 407

posterior que vivió en Jerusalén y fue contemporáneo de Nehemfas


(440-430 a. de J.C.). En el año 1930, el profesor C. C. Torrey expuso su
punto de vista en una publicación, según el cual ninguna parte del libro
de Ezequiel provenía del siglo VI, y ni siquiera de los dos siglos sub-
siguientes. Fechó la parte más antigua del libro de Ezequiel en el año
230 a. de J.C., y dedujo que fue lnt,egramente escrito en Jerusalén y no
en Babilonia. Al poco tiempo fue reeditado por un redactor quien le dio
el aspecto de haber sido escrito en Babilonia por uno de los judíos de la
cautividad. Mencionemos el hecho de que Torrey no creía en la histo-
ricidad de la destrucción de Judá por los caldeos, ni en el traslado de la
población judía a Babilonia, en alguna cautividad a nivel nacional. Sin
embargo, son pocos los eruditos que lo han acompañado en su escepti-
cismo, y en años recientes la acumulación de datos arqueológicos en
Palestina (tal como han sido interpretados, por ejemplo, por W. F.
Albright) indica una total cesasión de la ocupación israelita en Pales-
tina durante la mayor parte del siglo VI a. de J.C. C. G. A. Cooke, que
publicó el volumen del ICC sobre :Ezequiel en el año 1937, todavía. se
adheria a la opinión de que el autor básico del libro era el Ezequiel
histórico, pues sostenla que serla tan difícil creer en el supuesto pos-
terior redactor como aceptar al pie de la letra las afirmaciones del
propio texto. No obstante ello, la más reciente tendencia en los círculos
liberales es la de negar la autenticidad de Ezequiel e insistir en que
realmente fue compuesto en Palesilina en algún tiempo después de la
vuelta del exilio. Así, N. Messel en 1945 se aventuró a fijar la fecha del
escrito en el año 400 a. de J.C. C. Bentzen declaró: "El libro, tal como lo
tenemos, no es obra auténtica del profeta Ezequiel."'
Dos argumentos principales se han esgrimido para negar la paterni-
dad literaria de este libro al profeta Ezequiel del siglo VI:
1. El profeta que pronunció la condenación contra Israel no pudo
ser el mismo que anunció alentadoras promesas de futuras bendi-
ciones. En otras palabras, el Ezequiel histórico tuvo que haber sido un
predicador de oscuridad y condenación y no brindó a la nación ni úD
rayo de esperanza. Pero habría que señalar que casi todos los profetas
del Antiguo Testamento que anunciaron juicios catastróficos, tambiién
predijeron subsiguientes resturaciones y una última dádiva de la gracia
del pacto para la castigada nación israelita. Esta observación se aplica a
Amós, Oseas, Miqueas, !salas y Jeremías, para nombrar solamente algu-
nos de los ejemplos más notorios. Sólo por un rfgido dogmatismo
pueden estos diversos profetas del Antiguo Testamento ser convertidos
en distintas fuentes y sostener así la hipótesis de que el amenazador
sólo puede amenazar y el prometedor sólo puede prometer. El propio
Hugo Gressmann, luego de un exhaustivo estudio de estos profetas,

1. A. Bentzen, OIT. 2:125.


408 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTTCUO TESTAMENTO

arribó a la siguiente conclusión: "Una renovación universal sigue,


necesariamente, a una catástrofe también universal."
2. Se alega que el autor de Ezequiel revela un punto de vista pales-
tino, y no el de uno que escribiera en Babilonia. Por ejemplo, se des-
cribe a Ezequiel dramatiz-ando profecías simbólicas para beneficio de
los habitantes de Jerusalén, de lo cual, por supuesto, ellos no hubieran
sido testigos de haber vivido el escritor en tierra de los caldeos, a casi
dos mil kilómetros de distancia. En respuesta a esta posición, es menes-
ter señalar que no hay la más m(nima insinuación en el propio texto de
Ezequiel en el sentido de que el profeta representa.ra sus predicciones
simbólicas en presencia de jerosolimitanos que vivían en Jerusalén.
Todo lo contrario, indica que su auditorio estaba compuesto por ciuda-
danos de Jerusalén que compartían con él el ex.ilio en Babilonia. En 2
Reyes 24:14 leemos que cuando el rey Joaquln fue llevado en cautiverio
en el año 597 a. de J.C., juntamente con sus prlncipes y los " hombres
valientes", el número de cautivos deportados a Babilonia (incluidos los
artesanos y los obreros especializados) sumaba no menos de diez mil.
Y puesto que una gran mayorla de estos tuvieron que haber sido
residentes de Jerusalén, no hay dificultad alguna en suponer que
Ezequiel contaba con un considerable auditorio de jerosolimitanos a
quienes poder predicar.
En segundo lugar, se plantea la objeción de que el autor revela un
conocimiento de testigo ocular sobre acontecimientos tales como los
que ocurrieron en Jerusalén y que pudieran haber sido presenciados
solamente por testigos circunstantes. Así, en el capitulo 8, el autor
describe el culto idolátra de los ancianos en el templo de Jerusalén; en
11 :13 se refiere a la muerte súbita de uno de sus miembros (Pelatías, el
hijo de Benaía); en 12:3-12 se refiere al intento que hizo Ezequiel para
escapar de Jerusalén de noche; en 21:18 describe a Nabucodonosor
consultando los augurios en una encrucijada, camino a Jerusalén; y en
24:2 relata que el rey de Babilonia acampó fuera de las murallas de
Jerusalén. La única conclusión razonable a la que se puede arribar,
según estos críticos, es que el autor vivía en Jerusalén en los últimos
tiempos antes de su destrucción final en el año 587 a. de J.C. (La
mayoría de los defensores de esta teoría sitúan al autor después del
exilio y entienden su obra como un relato novelesco tomado de diver-
sas tradiciones orales.)
Pero es preciso observar que muchas de estas referencias de
Ezequiel son perfectamente compatibles con la suposición de que las
noticias de los sucesos relatados pudieron haber tenido la oportunidad
de llegar a los exiliados en Babilonia para la fecha en que el autor
escribió su obra. En otros casos se afirma, a modo de introducción (p.
ej., en el capitulo 8) que lo que el autor narra consiste en una visión
sobrenatural impartida por Dios. Sólo sobre las bases de la presuposi-
E ZEQUIEL 409

ción antisobrenaturalista puede descartarse el factor de la divina re-


velación coma explicación de cómo pudo Ezequiel haber tenido tan
precisos conocimientos de lo que ocurría en la casa de Jehová en su
tierra natal. Tampoco se puede sostener con éxito que aun la suposi-
ción de un autor que viviera en Jerusalén pudiera explicar satisfacto-
riamente todo el material contenido en el texto, pues algunas de estas
visiones suponen, obviamente, un origen sobrenatural. Este es,
preeminentemente, el caso relacionado con la visión de la partida de la
gloria de Jehová del templo, como lo narra la crónica en 10:4 y 11:23.
Solamente suponiendo que Jehová milagrosamente transmitió estas
escenas a su profeta en forma de visiones espirituales pueden ser in-
teligentemente entendidos estos pasajes de Ezequiel.
DISCREPANCIAS ENTRE EZEQUIEL Y EL CÓDIGO SACERDOTAL
Ya mencionamos, en el capítulo 12, el papel asignado por la escuela
de Wellhausen a Ezequiel, el profeta del siglo VI a. de J.C., es decir, el
de echar las bases para la obra de la escuela sacerdotal. A él o a sus
inmediatos discípulos le atribuyeron el Código de Santidad (Levítico
17-26) y las primeras etapas de una nueva doctrina que estipulaba que
el sacerdocio debía confinarse a los descendientes de Aarón y no asig-
nárselo como un todo a la tribu de Leví (Cf. EzequieJ 44:7-16, donde se
asigna un rango de privilegio a la familia de Sadoc). Pero los defensores
de esta escuela insistieron en que el documento P no pudo haber exis-
tido antes de la época de Ezequiel; de otra manera no se hubiera aventu-
rado a prescribir reglamentaciones que diferían marcadamente de las
estipuladas en el código sacerdotal. En realidad de verdad, hay notorias
divergencias en tres áreas en general: las dimensiones del templo, el
moblaje del templo, y el ritual del culto de sacrificios. Esta fue la razón,
claro está, por la cual algunas de las antiguas autoridades judías, espe-
cialmente las relacionadas con la escuela de Shammai, abrigaran dudas
en cuanto a la canonicidad de EzequieJ, sin tener en cuenta la posibili-
dad de que las regulaciones del templo que aparecen en los capítulos
40-48 pudieran no tener vigencia para el período del antiguo pacto,
sino más bien para el reino final de la era mesiánica.
Llamamos la atención al hecho de que la teoría del origen posterior
al exilio para el código sacerdotal no brinda realmente una adecuada
explicación para las divergencias que acabamos de mencionar. Es un
hecho innegable que las provisiones de EzequieJ difieren tanto del
documento D, aun del documento H, como del documento P. Por ejem-
plo, no hay una sola mención en EzequieJ a los diezmos y dones que
debían ser presentados por el primogénito (tales como se describen en
los documentos D y E), ni a la fiesta del Pentecostés ni a las reglamenta-
ciones relacionadas con la misma, ni a disposiciones particulares tales
como la prohibición de subir por gradas al altar. Puesto que las cosas
410 RESEÑA CRITICA DE UNA lr,.'TRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

que acabamos de mencionar están incluidas en Deuteronomio, la


misma lógica que hace que Ezequiel sea anterior a P nos obligarla a
establecerlo también como anterior a D.' Llama la atención el hecho de
que Ezequiel presupone el mismo sistema general de culto de sacrifi-
cios establecido en P: holocaustos, ofrendas por el pecado, ofrendas de
paz, y una clara distinción entre lo ritualmente limpio y Jo ritualmente
inmundo. Todas estas disposiciones se anuncian con el entendimiento
de que este sistema de sacrificios era bien conocido de sus lectores y se
practicaba desde antiguo.
Tal vez la más sorprendente evidencia en esta lCnea de pensamien-
to, es que las dimensiones del templo dadas en la última parte de
Ezequiel difieren, no solamente de las del código sacerdotal. sino tam-
bién de las del templo de Salomón, tal come se describe en 1 Reyes 6, 7.
Si la divergencia de Ezequiel indica una paternidad literaria anterior,
en ese caso una constante aplicación de este criterio ¡nos llevaría a
entender que Ezequiel es anterior a la erección del templo de Salomón!
Nuevamente aquí debemos reconocer que todo este esquema de pensa-
miento nos lleva a resultados ridículos a los cuales no podemos adhe-
rirnos como criterio útil.
Otro tipo de divergencia que no explica la fecha posterior al exilio
para P, la encontramos en la distribución de la Tierra Santa entre las
doce tribus durante e l rein ado mileniat Tal como se establecen las
medidas y se asignan los limites en el capítulo 48, parece estar defini-
damente implícita una geograffa algo diferente de la que actualmente
existe en Palestina. Puesto que Ezequiel se habla criado en Judá y tuvo
que haber conocido al dedillo la configuración de la tierra en su genera-
ción, no podía estar hablando de un reparto que se efectuaría en el
próximo futuro. Seguramente se refería a un nuevo estado de cosas que
habría de ocurrir al final de los tiempos. Y si esto es cierto respecto de
la geografía, no hay razón alguna por la cual no pudiera aplicarse tam-
bién al culto.
PROBLEMA REFERENTE AL CUMPLIMIENTO DE EZEQUIEL 40.-.8

Estos capítulos contienen una larga y detallada serie de predic-


ciones sobre lo que será el futuro de Palestina, con su ciudad y el
templo. Para un lector de mentalidad amplia, no hay peligro alguno al
afirmar que las predicciones de estos nueve capítulos dan la apariencia
de haberse dado tan literalmente como las que figuran en la primera
parte del libro (p. ej., los juicios contra Tiro y Sidón en 26-28, que
hallaron literal cumplimiento en la historia subsiguiente). El asunto
2. Cf. Koehler, Biblische Cechichle, 3:154, contiene un estudio sobre las evidencias de
quo el contenido de toda la Tora es presupuesto y reconocido, tanto por Jeremías como
por Ezequiel. como de antigua data; y que Incluye no solamente e l libro del paelo (Exodo
21 · 23, J·E) y Deuteronomio, sino también H y varias partes de P.
EZEQUIEL 411

que se plantea es el de saber si los planes anunciados en los capltu1os


4 0-48 se habrán de realizar alguna. vez. Si nunca habrá de erigirse un
templo de acuerdo con estas especificaciones, y si nunca habrá una
ciudad santa tal como la que describe el profeta, y si no habrá de
repartirse la tierra entre las doce trfbus como se indica, estamos enfren-
tados a una porción de las Sagradas Escrituras que contiene faJsa
profecía.
La única manera para no arribar a esta conclusión, según numerosos
intérpretes, consiste en entender que todas estas disposiciones tuvieron
una intención puramente figurada. Estos capituJos deben entenderse.
entonces, con referencia a la Iglesia del Nuevo Testamento, la Jerusalén
espiritual. Esta linea interpretativa es sostenida aun por eruditos de
indiscutible ortodoxia. En el New Bible Commentary (Nuevo comen-
tario bíblico). leemos: "La conclusión de la profecía de Ezequiel, por lo
tanto, ha de ser considerada como una verdadera predicción del reino
de Dios dada en formas con las cuales el profeta estaba familiarizado. a
saber, las de su propia dispensación (judía). Su verdad esencial tomará
cuerpo en la nueva era en formas adecuadas a la nueva dispensación
(cristiana). La manera como esto habrá de hacerse, la tenemos de-
lineada en el libro de Apocalipsis (21:1 - 22:5)."'
La aplicación de Ezequiel 40-48 a la Iglesia del Nuevo Testamento
elude algunas de las dificultades q¡ue acompañan a una interpretación
más literal. Y esto es especialmente cierto con respecto a las disposi-
ciones que regu lan el sacrificio cruento, que figuran en estos capitulos
y que diJfcilmente pudieran encajar en un plan de salvación post-
calvario, si los propios sacrificios retienen su significación expiatoria
(con la cual, por supuesto, fueron investidos en la ley de Moisés). En la
Epístola a los Hebreos, pasajes como 10:4 afirman claramente que ya no
son necesarios ni eficaces los sacrificios de animales para la expiación
por los pecados. La Epístola a los Hebreos anuncia que el único y solo
acto expiatorio del Señor Jesús es de una eficacia permanente que ao·ula
el sacerdocio aarónico del Antiguo Testamento y los sacrificios del
código levítico. Como lo expresa H. L. Ellison en Ezekiel, the Man ond
His Message (Ezequiel, el hombre y su mensaje), "Aparte de esto. ellos
(los opositores de la interpretación literal) no pueden ver por qué,
cuando el agua, el pan y el vino han satisfecho las necesidades simbóli-
cas de casi mil generaciones de cristianos, el milenio necesitará más. El
Rey ha vuelto y se ha levantado la maldición de sobre la naturaleza;
¿por qué tiene que poner aún su vida la creación animal?"• No puede

3. New Bibfe Commentary (Nuevo comentario bíblico) , editada por Davidson-Slibbs-


Kevan , pág. 664. Puntos de vista sustancia:tmente similares fu6ron sostenidos por C . F.
Keil y también por Wllhelm Moeller en "E:ookiel". en ISBl3. 2: i071•81.
4. Ellison, Ezekiet, the Man ond His Messo,ge (Ezequiel. el hombre y su mensaje) . Grand
Rapids: Eerdmans. 1956.
412 RESEÑA CIÚTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

negarse que es un argumento persuasivo y no es sorprendente que una


abrumadora mayoría de los eruditos conservadores se conformen con
despachar el templo de Ezequiel como una mera alegoría de la Iglesia
Cristiana.
Sin embargo, sigue en pie la verdad de que este asunto no puede
descartarse fácilmente, debido al incontrovertible hecho de que aun
tenemos aqui ocho o nueve capítulos de Escritura profética que asegu-
ran a los creyentes que Dios tiene un plan bien definido para el futuro
de Jerusalén, el templo, y Palestina, y que dan definidas y precisas
medidas, y linderos para los edificios y recintos del templo, y para la
división de los territorios tribales de la Tierra Prometida. Y también es
cierto que los pasajes a que se hace referencia del libro del Apocalipsis
brindan más bien un dudoso apoyo para la identificación del templo de
Ezequiel con la era de la Iglesia. Asl, en Apocalipsis 21 :22 leemos que
en la Nueva Jerusalén no habrá ninguna clase de templo, y ésta parece
ser un extraño tipo de cumplimiento para cuatro capítulos (40-43) en
los cuales se describe el futuro templo con lujo de detalles, especial-
mente en vista de que Ezequiel establece una clara separación entre el
templo y la ciudad (48:8, 15).
Se ha señalado una similitud entre el rfo simbólico de Ezequiel y el
de Apocalipsis 22:1, pero es bueno hacer notar que el rfo de la visión de
Juan sale de debajo del trono de Dios y del Cordero, en tanto que el rlo
de Ezequiel 47:1 sale de debajo del umbral del templo. Es innegable que
hay una relación entre estos dos pasajes del Antiguo Testamento y del
Nuevo Testamento, pero pareciera ser una relación de lo intermedio o
simbólico con lo consumado y eterno. En otras palabras, el futuro reino
milenial ha de ser un régimen provisional que apuntará hacia los
nuevos cielos y la nueva tierra que se anuncian en los capítulos 21 y 22
del Apocalipsis.
Es muy significativo el hecho de que aun algunos de los que sos-
tienen que la Iglesia del Nuevo Testamento es el cumplimiento del
templo de Ezequiel, vacilan en afirmar que fue la Iglesia lo que Ezequiel
tuvo en mente cuando compuso esos capítulos. En el articulo del New
Bible Commentory (Nuevo comentario bíblico) al cual hemos hecho
referencia, leemos en la página 663: "Ezequiel predijo planes que
esperaba que se llevaran a cabo al pie de la letra. El convertirlos en una
deliberada descripción simbólica del culto de la Iglesia Cristiana, es
algo que está fuera de la cuestión." Este comentario plantea, por
supuesto, el interrogante: ¿Estaba errado Ezequiel en sus expectativas?
Si estos planos del templo y de la ciudad santa fueran de su propia
cosecha, sería concebible que pudiera haberse equivocado, (aunque tal
error difícilmente hubiera llegado a ser parte de la Sagrada Escritura).
Pero el profeta aclara perfectamente bien que él no proyectó por si
mismo estos planos; le fueron revelados por un ángel del Señor que le
EZEQUIEL 413

mostró el esplendor del recinto terminado del templo y le dio todas las
medidas y los limites. Por lo tanto, si hubo un error en las expectativas,
el error tuvo que haber sido compartido por el ángel del Señor (a
menos, por supuesto, que Ezequiel no nos haya brindado un relato
fidedigno).
En vista de las anteriores consideraciones, be llegado al concepto de
que una interpretación moderadamente literal de estos capitulos se
encuentra con menos dificultades serias que una interpretación figu-
rada. Debemos tener mucho cuidado en insistir en los detalles, pero en
términos muy generales podemos razonablemente admitir que en una
era futura, todas las promesas anunciadas por el ángel a Ezequiel se
cumplirán en el glorioso reino terrenal en el cual el drama de la reden-
ción llegará a su fin. Se debe entender que las ofrendas de sacrificios
mencionadas en estos capitulos han de estar desprovistas del carácter
propiciatorio o expiatorio, puesto que el sacrificio de Cristo proveyó
una expiación que fue suficiente para todos los tiempos (Hebreos
10:12). No obstante ello, el Señor Jesús estableció la santa comunión
como una ordenanza que debla ser practicada después de su crucifi-
xión, y dejó especificado que tenía que ser observada hasta su segunda
venida (1 Corintios 11:26: " hasta que él venga"). Por definición pre-
milenial. el milenio ha de seguir a su segunda venida. Si, pues, hubo
una forma sacramental practicada durante la era de la Iglesia, ¿por qué
no podrá haber una nueva forma sacramental que se lleve a efecto
durante el mismo milenio?•
Nosotros, en esta era, difícilmente somos más competentes para
juzgar respecto a los nuevos requerimientos y condiciones del futuro
reino milenial, que lo que fueron los creyentes del An1iguo Testamento
para juzgar respecto a nuevas formas y condiciones que habrían de regir
en la era del Nuevo Testamento, después de la primera venida de
Cristo.•
Debemos agregar que algunos escritores dedicados a esta materia
han introducido una cuestionable precisión de detalles en su inter-
pretación de lo que será el reinado milenario, como, por ejemplo, la
exclusiva judaización de la ciudadanía, o la supremacla de la raza
hebrea como unidad étnica sobre todas las naciones de la tierra. Sin
embargo, hay muchas indicaciones en los profetas del Antiguo Tes-
tamento de que los creyentes gentiles y judíos serán incorporados en un
solo cuerpo político en la era por venir. Por ejemplo, hallamos clara-
5. Cl. Erich Sauer. From Eternity to Elernily (De eternidad a etem ídad). Grand Rapids:
Eerdmans, 1954. págs. 179-84. en e l cual el autor pone en claro el carácter simbólico y
sacramental del sacrificio y muestra lo insostenible tanto de la interpretación espiritual
como de la teorla que hace del segundo templo de Zorobabel el cumplimiento de Eze-
quiel 40-48.
6. Para una lúcida discusión de este tema. desde u n estricto punto de vista díspensa-
cionalista , vor el articulo de F. M. Unger en Bibliotheco Sacro, 106:312-324 ,
414 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

mente implicito en Isaías 11:10-12 que tanto los hebreos 'am (pueblos)
como los gentiles góyim (gentes) serán regidos por el mismo Mesías y
disfrutarán igual rango delante de su presencia. El símbolo de la buena
rama de olivo, de Romanos 11, parece indicar que todos los cristianos,
de trasfondo judío o gentil, serán reunidos en una relación orgánica
como miembros del mismo cuerpo, y existen sugerencias de que esta
condición continuará aún en la era del fin (cf. Gálatas 6:16, que al
parecer habla de la iglesia como el Israel de Dios).
Por estas razones, la aguda dicotomía sostenida entre Israel y la
Iglesia, por Unger, pareciera ser muy difícil de mantener.' Sin embargo,
debe reconocerse el hecho de que la creencia en el cumplimiento mile-
nial de Ezequiel 40-48 no envuelve necesariamente una separación
entre creyentes judíos y gentiles, ni requiere ninguna identüicación
entre el "príncipe" o gobernante de la comunidad de naciones de los
últimos días que se menciona en estos capflulos (44:3; 46:2, etc.), y la
persona del propio Señor Jesucristo. Es mucho más probable que este
"príncipe" deba entenderse como un vicerregente que gobierna bajo la
autoridad del Mesías (cuyo imperio, por supuesto, ha de extenderse a
todas las naciones de la tierra).

7.. Unger. Great Neglected Bible Prophecies (Grandes profecfas b!blicas descuidadas) ,
Wheaton: 111.: Scripture Press . 1955, págs. 66-95.
CAPITULO 28
DANIEL
El nombre Daniel en hebreo es Dciniyye'l, que significa Dios es Juez o
Dios es mi Juez (depende de la fuerza de la -iy- media). El tema básico
de esta obra es la predominante soberanía del único y verdadero Dios,
que condena y destruye a los rebeldes poderes humanos y fielmente
libera su pueblo del pacto, de acuerdo con su firme fe en El.
BOSQUEJO CENf:RAL DE DANIEL
I. Adiestramiento y puesta a prueba del remanente, 1:1-21
A. Cautividad de rehenes por Nabucodonosor, 1:1, 2
B. Adiestramiento de jóvenes judíos para el servicio del rey, 1:3-7
C. La primera prueba de la obediencia para Daniel, el desafío a su
fe, 1:8-16
D. Consiguiente recompensa: logro traducido en sabid uría, promo-
ción en su posición 1:17-21
II. El sueño de Nabucodonosor y los planes de Dios para las edades,
2:1-49
A. Enigma del sueño que desafiaba la sabiduría humana, 2:1-13
B. Daniel se compromete a interpretarlo y solicita a Dios que le dé
revelación al respecto, 2:14-23
C. Daniel entiende e interpreta el sueño, 2:24-45
D. Resultante gloria para Dios y promoción para Daniel, 2:46-49
III. La imagen de oro y el horno ardiente, 3:1-30
A. Erección de la imagen y la religión obligatoria del estado, 3:1--7
B. Acusación y juicio contra los tres constantes y determinados
jóvenes, 3:8-18
C. Ejecución de la sentencia, 3:19-23
D. El milagro liberador de Dios y el cuarto hombre, 3:24-27
E. Segunda sumisión de Nabucodonosor a Dios, 3:28-30
IV. Sueño de advertencia a Nabucodonosor y su subsiguiente
humillación, 4:1-37
A. El alarmante sueño, inexplicable según la sabiduría humana,
4:1 -7

415
416 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

B. Daniel reconocido como intérprete de sueños, 4:8-18


C. Interpretación de Daniel y advertencia al orgulloso rey, 4:19-27
D. La gran humillación del rey, 4:28-33
E. Arrepentimiento del rey y reconocimiento de la soberanía de
Dios, 4:34-37
V. La fiesta de Belsasar y juicio de Dios por la profanación de los
utensilios sagrados, 5:1-31
A. Belsasar hace abusivo y arrogante uso de los vasos sagrados de
Dios, 5:1-4
B. Escritura manuscrita en la pared y terror del rey, 5:5-9
C. Ruego del impotente soberano del mundo al hombre de Dios,
5:10-16
D. Juicio de Dios contra el orgulloso rey: pronunciamiento de
condenación, 5:17-28
E. Honras a Daniel y muerte de Belsasar, 5:29-31
VI. En el foso de los leones: la preservación del creyente con'.ra la
malignidad del mundo, 6:1-28
A. La conspiración de la envidia: el decreto por el cual se pro-
hibió toda oración excepto a Darío, 6 :1-9
B. Se descubre la actitud de Daniel y se lo obliga a la observancia
forzosa de l decreto, 6:10-17
C. Milagrosa liberación de Dan iel y el castigo para sus enemigos,
6:18-24
D. Testimonio de Darío respecto a la soberanía de Dios, 6:25-28
VII. Tri unfo del Hijo del hombre, 7:1-28
A. Las bestias (león de Babilonia, oso de Medo Persia, leopardo
de Grecia, la t errible bestia d e Roma), 7:1 -8 (el pequeño cuerno
de los versículos 8 y 20 referido a la Bestia)
B. Reino de Dios y entronización del Mesías, 7:9-14
C. Interpretación dada por el ángel al sueño de Daniel, 7:15-28
VIII. Conquista de Persia por Grecia y surgimiento de Antíoco Epí-
fanes, 8:1-27
A. La visión del carnero, del macho cabrío y del pequeño cuerno
(Antíoco), 8:1-12
B. Gabriel interpreta la visión, 8:13-27
IX. Visión de las setenta semanas: perfecto plan de Dios para Israel,
9:1-27
A. Lli µersisleule urnciúu tle Dan iel, !.,asada en promesas, 9:1-19
B. Aparición de Gabriel con la respuesta: setenta semanas de años
para Israel, 9:20-27 (exacta predicción del intervalo entre la
reconstrucción del muro de Jerusalén y la crucifixión de Cris-
to)
DANIEL 417

X. Triunfo de la oración persistente, 10:1-21


A. Aparición del ángel con la respuesta a los interrogantes de
Daniel, a pesar de la oposición satánica, 10:1-14
B. El ángel estimula a Daniel y le promete nuevas revelaciones,
10:15-21
XI. Tribulación en tiempo de Antloco, simbolo de la tribulación final.
11:1-45
A. Del imperio persa a la muerte de Alejandro el Grande, 323 a.
de J.C., 11:1-4
B. Guerras entre los imperios tolomeos y seleúcidas hasta el año
168 a. de J.C., 11 :5-20
C. Antloco IV persigue a Israel, 11:21-39
D. La guerra análoga a la tipificada por Anlíoco en los últimos
días, 11 :40-45
XII. Tribulación y triunfo final del pueblo de Dios, 12:1-13
A. La Gran Tribulación. 12:1
B. Resurrección y juicio, 12:2, 3
C. El sello de estas profecías para futuro cumplimiento, 12:4
D. Los ángeles y el hombre vestido de lino: la predicción de los
tres años y medio, 12:5-7
E. Comisión final a Dan iel; los 1290 días y los 1335 días. 12:8-13

PI\TERNIO/1D UTER/\RIJ\ DE DJ\NIE~

No obstante las numerosas objeciones planteadas por diversos eru-


ditos que consideran que esta profecía fue escrita luego de ocurridos los
sucesos relatados en la misma, no hay valederas razones para negarle al
Daniel del siglo VI a. de J.C. la composición de la obra en su totalidad.

LADRILLO ESMALTADO. Este león es de lo Babilonio de los días de


Nobucodonosor. (Corlesfo del Louvre.)
418 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTKUDUCCIÓN A L A NTIGUO TESTAMENTO

El libro representa una colección de sus memor ias hec has al final de
una larga y pródiga carrera que incluyó funciones gu bernativas durante
los reinados de Nabucodonosor, en la época del 590 a. de J.C. y en el
reinado de Ciro el Grande, en la era del 530 a. de J.C. La aparición de
términos técnicos persas indica que hubo una revisión final de es tas
memorias en una época en que la terminología persa ya se había infil-
trado en el vocabulario del arameo. Por lo tanto la fecha más aproxima-
da para la edición final del libro sería alrededor del año 530 a. de J. C.

TEORÍA DE UN SEUDOEPIGRr\FE MACABEO

La gran mayoría de los críticos consideran que este libro totalmente


espú rio, compuesto siglos después de la muerte del Daniel del siglo VI
a. de J.C. Lo entienden como una obra de ficción histórica compuesta
alrededor del año 165 a. de J.C. y que tenía la intención de estimular el
movimiento de resistencia contra la tiranía de Antíoco Epífanes. Sin
embargo hay numerosos eruditos que no están co mpletamente satis-
fechos con fechar en la época de los macabeos los primeros capítulos de
Daniel. Muchos, como Eichhorn (finales del siglo XVlll y co mienzo del
XIX), Meinhold, Bertholdt, y (en el siglo XX) Sellin, Hoelscher y Noth,
han sosteni do que los capítul os 2-6 (algunos hasta incluyen el 7) se
originaron en el siglo 111 a. de J.C. Esta teoría sobre la multiplicidad de
fuentes de Daniel será examinada más adelante en este mismo capítu lo.
Los argumentos para fechar la composición de este libro en el período
gr iego pueden dividirse en cuatro encabezamientos generales:
argumen tos históricos, litera rios o lingüísticos, teológicos y exegéticos.
ARGUMENTOS HISTÓRICOS PARA UN DATADO TARDÍO DE DANIEL

1. El canon judío situaba a Oauiel enln, Ju:; K~!huulrim hagiúgra fu:;,


más que entre los profetas. Se interpreta que esto significa que el libro
tuvo que haber sido escrito más tarde que los profetas canónicos, in-
cluso el Malaquías posterior al exilio y el tercer Isaías. Pero debe
tenerse en cuenta que algunos de los documentos el Keth ubhim (la
tercera división de la Biblia hebrea) eran de gran antigüedad, tal como
el libro de Job, los Salmos davídicos, y los escritos de Salomón . La
posición en el Kethubhim, por Jo tanto, no es prueba de una fecha
tardía para su composición. Además la afirmación de Josefa (Contra
Apionem, 1:8), ya citada en el capítulo 5, indica fundamentalmente que
en el primer siglo d. de J.C., Daniel figuraba incluido entre los profetas
de ia segunda división del canon del Antiguo Testamento; de ahí que
no pudo haber sido asignado al Kethubhim hasta un período posterior.•
Los masoretas pudieron haber sido influ idos para que lo incluyeran en

1. CI. el enjundioso estudio de Laird Harris sobre este punto en The lnspiralion nnd
Conor;ic ity of thc Oiblc (In spirac ión y canonicidad da la Oiblia), págs. 141. 142; 18½. 185.
419

esta sección por la consideración de que Daniel no fue comisionado u


ordenado como profeta, sino que se mantuvo siempre como un fun-
cionario civil en diversos gobiernos a lo largo de toda su carrera. En
segundo lugar, un considerable porcentaje de sus escritos no llevan el
sello profético, si.no más bien histórico (capítulos 1-6), cosa que no
ocurre en ninguno de los libros de los profetas canónicos.' Poco de lo
que escribió Daniel está expresado en la forma de un mensaje de Dios a
su pueblo. transmitido por boca de su vocero. Antes bien, el elemento
predominante consiste en visiones proféticas otorgadas personalmente
al autor e interpretadas a él por ángeles. (Aquí cabe una comparación
con Zacarías, que relata una serie d e visiones. Pero en Zacarías se hace
mucho más hincapié sobre el mensaje comu.rucado por Dios a su
pueblo por medio de un vocero profético). Probablemente este caracter
mixto del libro. formado en parte por narraciones históricas y en parte
por visiones proféticas, hizo que los posteriores escribas judíos lo rele-
garan a la tercera categoría de l canon, o miscelánea.
2. Se ha señalado el hecho de que Jesús ben Sirac (Eclesióstico) no
hace mención alguna de Daniel. si bien se refiere a todos los demás
profetas (en el año 170 a. de J.C.) Pero, debe señalarse que otros au tores
importantes como Esdras tampoco fueron mencionados antes. Los críti-
cos también han señalado la afirmación de ben Sirac según la cu<1l
nunca hubo hombre alguno como José: y sin embargo, sostienen, la
carrera de Daniel fue muy semejante a la de José. Observemos, sin
embargo. que en ninguno de los detalles especificados, Daniel se pare-
ció a José: "Ni como José nació hombre algu no, el guía de sus herma-
nos, apoyo de su pueblo: sus huesos fueron visitados" (Eclesióstico
49:15, Biblia de Jerusalén, versión española. Ed. Desclée de Brouwer,
Bruselas, Bélgica, 1967).
3. Se ha sostenido que en Daniel hay inexactitudes históricas de tal
calibre como para poder asegurar que el autor vivió mucho tiempo
después de los acontecimientos que describe. Por ejemplo, en Ooniel
1:1 se afirma que Nabucodonosor ¡nvadió a Paleslina en el año lerc,ero
del reinado de Joacim, en tanto que Jeremías 46:2 declara que el primer
año de Nabucodonosor fue el cuarto de Joacim. Y puesto que el con-
quistador caldeo ascendió al trono a la muerte de su padre en el año en
que invadió Judá, hay una discrepancia de un año entre Daniel y Jere-

2. En IOT, pág. 276. R. K. Harrison seña.la que en cuatro ocasiones, el "Manual de


Disciplina" de Qumran (IQS 1:3; 8:13) y el Fragmento Sadoqulta (CDC 5:21; 7:15) se
reíle.reo al Anliguo Testamento simplememte como "la ley y los profetas" y no hacen
mención alguna de una tert:era división e n el canon. Lo mismo cabe deci r cuando el
Nuevo Testamento cita al Antiguo Testamento, excepción hecha de que los Salmos se
mencionan seyaradamento en Lucos 24:44. En la segunda ed ición de The lnspirotion ond
Canonicity o the Bible (lnspirud6n y canonicidad de la Blblia). Harrls relula la
su;gorencia de A. C. Sundberg de que en todos estos cru;os, sólo se hace referencia a dos
tercios del Antiguo Testamento.
420 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

mías. Sin embargo, más recientes investigaciones han permitido saber


que los judíos consideraban el afio de reinado a partir del primer mes
que precede al año de ascensión (pues calculan que el afio comienza en
el mes de tisri, el séptimo mes del calendario religioso). Esto signifi-
carla que el afio 605 a. de J.C. babrla sido el cuarto afio de Joacim, que
ascendió al trono en el afio 608 a. de J.C. Los babilonios, sin embargo,
contaban el primer afio del reinado inmediatamente después del pri-
mer año, es decir, desde el primero de nisan (primer mes del calendario
religioso hebreo). Por lo tanto, el afio 605 a. de J.C. sería solamente el
tercer año de Joacim, según la estimación de los caldeos. Así, en
Chronicles of the Chaldeon Kings (Crónicas de los reyes caldeos), 1956,
de D. J. Wiseman, se afirma que el primer año del reinado de Nabucodo-
nosor comenzó en abril de 604 a. de J.C., si bien habla sido coronado en
septiembre del afio 605 a. de J.C.
4. Los crlticos apuntan al hecho de que a una determinada clase de
sabios o adivinos en el libro de Daniel se los denomina "caldeos"
(Kasdim). Argumentan que este términ1.1 étnico para la raza de Nabuco-
donosor no pudo haberse especializado para indicar una clase de adivi-
nos hasta una fecha muy posterior. En los dlas de Nabucodonosor
hubiera tenido solamente una connotación racial. Esto indica que el
autor de Daniel tuvo que haber escrito muchlsimo después del colapso
del imperio neo-babilónico, del cual no existiría más que un borroso
recuerdo. Sin embargo esta teorla no logra conformar la fecha del texto,
porque el autor de esta obra sin duda sabia perfectamente que Kasdim
era el término étnico que se aplicaba a la raza de Nabucodonosor. Asl,
en Daniel 5:30 se menciona a Belsasar como el rey de los caldeos; en
este caso el término, ciertamente, no podla referirse a ningún tipo de
sabio. Por lo tanto, la teoría del origen tardlo no logra explicar los
hechos tal cual los conocemos. Tenemos que buscar otras explicaciones
para este doble uso del vocablo Kasdím. Herodoto (vol. I, sec. 181-183)
se refiere a los caldeos de tal manera que implica que rápidamente
fueron colocados en todas las funciones políticamente estratégicas de
Babilonia tan pronto como hubieron logrado el control de la capital. Si
asl fue, entonces el término "caldeo" pudo haber designado, desde
muy antiguo, a los sacerdotes de Bel-Marduc.
R. O. Wilson (Studies in the Book of Daniel -Estudios sobre el libro
de Daniel- primera serie) sugiere que el término acádico Kosdu o
Kaldu , que se refiere a un tipo de sacerdote, deriva del antiguo título
sumerio Gol-du (que significa maestro constructor), término referido a
la construcción de cartas astronómicas. usadas para ayudar a las pre-
dicciones astrológicas. Wilson cita ese uso de Gal-du en una tablilla del
decimocuarto año de Shamash-Shumukin de Babilonia (668-648 a. de
J.C.). Se han hallado muc hos tltulos sumerios que contienen el
el emento Gal (grande , jefe, maestro]. En una sola página d el
DANIEL 421

Gopenhogen Texts (Textos de Copenhague), de Jacobsen, pág. 3, encon-


tramos estos títulos: Gal-LU KUR, Gal-UKU, Gal-DAN-QA R, y
Gal-SUKKAL. La semejanza entre Gal-du o Kaldu y el término étnico
l(:aJdu como forma modificada de Kasdu sería puramente accidental.'
Ta les explicaciones aclaran los divergentes usos de este término por el
autor de Daniel.
5. La aparición del rey Belsas.ar en el capítulo 5 fue interpretada
por los primeros críticos como no histórica, pues es bien sabido que
Nlabonido fue el último rey del imperio caldeo. Posteriores descubri-
mientos de tablillas que se refieren a Belsasar como "el hijo del r•ey"
echan por tierra, casi completamente, esta crítica. Sin embargo todavía
se objeta que Belsasar es mencionado en el capítulo 5 como hijo de
Nlabucodonosor, cuando en realidad su padre fue Nabonido (Nabu-
do 'id), que reinó hasta la caída de Babilonia en el año 539 a. de J.C.
Sostienen los críticos que solamente un autor posterior pudo haber
supuesto que fue hijo de Nabucodonosor. Este argumento, sin embargo,
pasa por alto el hecho de que según el uso antiguo del término hijo, con
frecuencia se refería a un sucesor que ocupaba el mismo cargo, hubiera
o no una relación de parentesco sanguíneo. Así, en la historia egipcia
"King Cheops ond t.he Mogicions" (El rey Cheops y los magos) (preser-
vada en el Papiro Westcar del período de los hicsos), el príncipe
Khephren dice al rey Khufu (Cheops): ··Relato a su majestad algo mara-
villoso que le ocurrió a mi padre, el rey Neb-ka." Pero Neb-ka per-
teneció a la Tercera Dinastía, un siglo entero antes de la época de Khufu
que fue de la Cuarta Dinastía. Una práctica similar se constata en Asi-
ria, reflejada en el Obelisco Negro de Salmanasar lll, que hace refe-
rencia al rey Jehu (el exterminador de toda la dinastia de Omri) como
"el hijo de Omri". Además, hay una clara posibilidad de que en el caso
de Belsasar hubiera una relación genética entre Nabucodonosor y
aquél. Si Nabonido se casó con la hija de Nabucodonosor para dar
legitimidad a la usurpación del trono en el año 556 a. de J.C., se de-
duciría que el hijo que tuviera con ella sería nieto de Nabucodonosor.
El vocablo que se tradujo "padre" ('ob o 'obbó') también podría signifi-
car abuelo (ver Gn. 28:13, 32:10).
Hay evidencias casi concluyentes de que Belsasar fue elevado a una
dignidad real secundaria en vida de su padre (como lo fueron Jonatán
en vida de su padre y Uzias en el reino de Judá, según costumbre
practicada en tiempos antiguos para asegurar una pacífica sucesión).
Descubrimientos arqueológicos indican que Belsasar tenía a su cargo la


3. En las últimas etapas del dialecto babilónico del acádico. las sibílantes S. S y s a
menudo cambian a I antes de consonantes dentales tales como t y d; ej .. os !Ur (yo
escrib() figura como oltur, e i§tu (fuera de) como ultu. De ah! que e nombre Knsdu
también apareciera como Koldu. y de esa manera se incorporara al griego como Kholdoíoi
(caldeos). Cf. W. von Soden. Grundiss der Akkodischen Grommotik (Roma, 1969).
422 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

frontera norte del imperio babilónico, en tanto que su padre Nabonido


tenía el cuartel general en rr'cmán, región norte de Arabia. Entre los
descubrimientos de Ur figura una inscripción de Nabonido que con-
tiene una oración hecha por el propio Nabonido, seguida de una ora-
ción hecha por su hijo primogénito Bel-shar-usur (Belsasar), oraciones
que eran elevadas habitualmente sólo por el monarca reinante. Otros
documentos cuneiformes atestiguan que Belsasar ofrendó ovejas y
bueyes en los templos en Sipar, como "una ofrenda del rey." El hecho
de que en los días de Herodoto (alrededor de 450 a. de J.C.), hasta el
nombre de Belsasar había sido olvidado, al menos en lo que respecta a
tas fuentes de información de los historiadores griegos, indica un mejor
conocimiento de los acontecimientos de finales del siglo VI por parte
del autor de Daniel, que el que hubiera podido tenerse si la obra se
hubiera escrito en el siglo II a. de J.C.
Hay un detalle adicional en todo esto que hace difícil mantener la
tesis de una paternidad literaria tardía, y es que el autor del capítulo 5
dice que Belsasar prometió al intérprete de la inscripción de la pared, la
promoción al rango de tercer señor del reino (5:16). ¿Porqué sólo podía
ofrecer la tercera posición y no la segunda? Obviamente porque el
propio Belsasar era sólo el segundo en rango, mientras viviera su padre
Nabonido.
6. Se alega que la figura de "Darío de Media" es una evidencia de
confusión histórica. Se supone que el autor tuvo que haberlo confun-
dido con Darío el hijo de Histaspes, que era tercero en la línea suceso-
ria, después del rey Ciro, que en realidad era persa y no medo. Pero esta
interpretación también es indefendible a la luz de la evidencia interna
del propio texto. No hay explicación alguna que permita designar como
medo a Darío el hijo de Histaspes, cuando era conocido como descen-
diente de una antiquísima estirpe real persa. El autor afirma que Darío
de Media tenía 62 anos de edad cuando asumió el gobierno de Babilo-
nia, pero los antiguos sabían muy bien que Darío el Grande era un
hombre relativamente joven cuando empezó a reinar. En Daniel 9:1 se
dice que Darío de Media fue hecho (homlok) rey sobre el reino de los
caldeos. La redacción del versículo indica que fue investido con la
dignidad real por alguien de superior autoridad, lo cual coincide bien
con la suposición de que fue instalado como virrey en Babilonia por
Ciro el Grande. De manera similar, en Daniel 5:31 se nos dice que Darío
el medo "recibió" (gobbél) el reino (malküta') (Biblia de Jerusalén).
Obsérvese, en relación con este pasaje, la referencia a Darío I en la
inscripción de Behistun a su padre Histaspes por haber sido hecho rey.
Y puesto que los cálculos cronológicos demuestran que tuvo que haber
sido nada más que un rey subordinado que gobernaba bajo la autoridad
de Ciro, esto establece el hecho de que la política de Ciro permitía a
gobernantes subordinados reinar bajo su autoridad con el título de rey.
DANIEL 423

Se ha objetado que un mero virrey no hubiera podido dirigir un


decreto a los habitantes de "toda la tierra" (Daniel 6:25). Si la palabra
tierra se refiere al Cercano Oriente habitado, la objeción es pertinente
(puesto que la autoridad de Darío el Medo hubiera estado necesa-
riamente confinada a los anteriores dominios de Nabucodonosor, que
no incluían el Asia Menor, el norte de Asiría, Media ni Persia). Pero
debemos señalar el hecho de que el vocablo arameo 'ar'd (como su
análogo hebreo 'eres) puede significar solamente territorio o país y no
tiene significación más amplia. Visto así el término, no presenta difi-
cultad alguna. Además de ello, también debemos señalar que una parte
del antiguo título del rey de Babilonia, desde los tiempos de Hammu-
rabi, era la expresión shar kishshati, o sea "rey del universo" ¡rey de
todos). En su decreto, por lo tanto, Darío de Media pudo haberse ajusta-
do simplemente a la antigua costumbre de usar una terminología que
implicaba una teórica pretensión de dominio universal.
Sin embargo, el interrogante continúa planteado sobre quién fue
este Darío de Media. Ningún historiador antiguo se refiere a él por su
nombre. No obstante ello, hay cada vez un mayor cúmulo de evidencias
que permiten identificarlo como un gobernador llamado Gubaru, a
quien se refieren tanto los relatos cuneiformes como los historiadores
griegos, el cual jugó un papel clave en la captura de Babilonia y en su
subsiguiente administración. Por algunas décadas se ha identificado a
este Gubaru (Gobras, en griego) como el gobernante mencionado por
Daniel. Sin embargo, existen confusas discrepancias en los antiguos
relatos respecto de este personaje, y estas discrepancias han estimulado
a ciertos eruditos críticos como H. H. Rowley a rechazar la identifica-
ción entre Gubaru y Darío de Media por considerarla totalmente
insostenible.
Sin embargo, los argumentos de Rowley han sido invalidados por la
enjundiosa obra de J. C. Whitcomb en su Darius the Mede (Darío de
Media), 1959. Whitcomb reunió todas las antiguas inscripciones referi-
das a Ugbaru, Gubaru y Gaubaruva, que se encuentran en las Crónicas
de Nabonido, los Textos de Contenau, los Textos Tremayne y la
Inscripción de Behistun. Mediante cuidadosas comparaciones y un
proceso de eliminación, Whitcomb demuestra que la anterior presun-
ción de que Ugbaru y Gubaru eran variantes ortográficas del mismo
nombre es errónea y ha dado origen a perplejas confusiones. Ugbaru fue
un general entrado en años que había sido gobernador de Gutium; fue él
quien diseñó la captura de Babilonia mediante la estratagema de des-
viar el agua del Eufrates por un canal artificial. Pero según los registros
cuneiformes sobrevivió solamente algunas semanas después de esta
gloriosa hazaña, pues aparentemente murió' de una inoportuna enfer-
medad. Al parecer, después de su fallecimiento, Ciro designó a un tal
Gubaru gobernador de Babilonia y de Ebil'nári (más allá del río). Así lo
424 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN Al. A NTIGUO TESTAMENTO

designan algunas tablillas fechadas en los años cuarto, sexto, séptimo y


octavo de Ciro (es decir, 535, 533, 532 y 531 a. de J.C.) y en los años
segundo, tercero, cuarto y quinto de Cambises (528,527, 526 y 525 a. de
J.C.). Parece que Gubaru pereció durante las revueltas de Pseudo-
Smerdis y Darlo I, pues para el 21 de marzo del año 520 a. de J.C., se
dice que el nuevo sátrapa de Babilonia era Ustani.
Whitcomb afirma lo siguiente: " Estamos convencidos de que
Gubaru, el gobernador de Babilonia y de la región del otro lado del ria,
figura en el libro de Daniel como Darlo de Media, el monarca que se
hizo cargo del reino caldeo inmediatamente después de la muerte de
Belsasar, y que designó sátrapas y presidentes (incluyendo a Daniel)
para que colaboraran con él en el gobierno de este extenso territorio de
tan numerosa población. Creemos que esta identificación es la única
que satisfactoriamente armoniza las diversas corrientes de evidencias
que hallamos en el libro de Daniel y en los relatos cuneüormes
contemporáneos."•
También cita Whitcomb las afirmaciones de W. F. Albright en " The
Date and Personality of the Cbronicler" (Fecha y personalidad del cro-
nista) UBL, 40:2:11): " Parece altamente probable que Gobrias efecti-
vamente asumió la dignidad real juntamente con el nombre 'Darlo', tal
vez un antiguo titulo real iranio, durante la ausencia de Giro, que estaba
en una campaña en Europa ... Después de la elucidación del escrito
cuneiforme del misterio de Belsasar, que demuestra que fue corregente
con su padre durante largo tiempo, era de esperar la reivindicación de
Darlo de Media para la historia ... Podemos confiar con certeza que el
autor babilonio judío estaba familiarizado con los principales hechos
de la historia neobabilónica." Tal cual lo sugiere Albright, es muy
posible que el nombre Daría (Doroyovohush, en persa) era el titulo de
honor de la misma manera que "César" o "Augusto" lo fue en el im-
perio romano. En el persa medieval (Zend) hallamos la palabra dora
con el signüicado de Rey. Posiblemente Doroyovahush pudiera signifi-
car la dignidad rea l.
Respecto a esto, debemos decir algo sobre el notable decreto ya
mencionado, que figura en Daniel 6, el cual prohibía rendir culto a
cualquiera que no fuera el propio Darlo, por el término de 30 días.
Concedido que luego el rey se arrepintió de su necedad por haber
sancionado semejante decreto, cuando descubrió que no era otra cosa
que un complot para eliminar a su fiel servidor Daniel, resta por expli-
car qué razones lo movieron para hacerlo. En vista de la intima relación
entre las leyes políticas y religiosas que goberna ban la actitud de los
pueblos de aquellas antiquísimas culturas, bien se hubiera podido con-
siderar como una hábil maniobra del estadista para obligar a los diver-

4. John C. Whitcomb, Dorius tbe Mede (Darlo el Medo) . pág. 24


DANIEL 425

sos habitantes, con sus heterogéneas fidelidades religiosas y tribales, a


reconocer de una manera muy práctica la supremacía del nuevo im-
perio persa que habla tomado el Slllpremo control sobre sus dominios.
Una temporal suspensión de la adoración (al menos en el sentido de
elevar peticiones en busca de ayuda y bendición) era una bien calcu-
lada medida para transmitir a los súbditos de Darfo la realidad del
cambio de control del señorío de los caldeos al de los medos y persas.
Por lo tanto, a la luz de la antigua sicología, resulta injustificable
descartar la posibilidad de tan notable decreto o condenarlo como
fabuloso o no histórico, como lo han hecho muchos críticos.
ARGUMENTOS LITERARIOS Y LINGÜISTICOS EN PAVOR DE QUE DANIEL f'UE ESCRITO EN
UJNA FECHA POSTERIOR
1. Extranjerismos en el arameo de Daniel. Se ha alegado que
numerosos vocablos extanjeros en la porción aramea de Daniel (y en
menor grado también en la porción hebrea), constituyen una demostra-
ción concluyente de un origen muy posterior al siglo VI a. de J.C. No
hay menos de quince palabras de origen persa (si bien no todas esas
palabras se han descubierto en ninguno de los documentos persas co-
nocidos), y su presencia prueba, fuera de toda discusión, que aun los
capítulos que se remontan al tiempo de Nabucodonosor y Belsasar, no
pudieron haber sido compuestos en el periodo caldeo. Este argumento
puede ser tranquilamente admitido, pero los eruditos conservadores no
sostienen que el libro de Daniel fue, compuesto, en su forma terminada,
a] menos, antes del establecimiento de la autoridad persa sobre Babilo-
nia. Puesto que el propio texto indica que Daniel sirvió, por varios años
al menos. bajo el gobierno persa, no hay razón alguna por la cual no
hubiera podido emplear en su lenguaje esos términos persas (principal-
mente referidos al gobierno y a la administración) que tomaron carta de
ciudadanfa en el arameo hablado e n Babilonia alrededor del año 530 a,
de J.C.
Pero se argumenta que la presencia de por lo menos tres vocablos
griegos en el capítulo 3 de Daniel indica que la obra tuvo que haber sido
compuesta luego de la conquista del Cercano Oriente por Alejandro el
Grande. Estas tres palabras (en 3:5) son qayrrós (kitharis, griego), psan-
t•rin (psalterion. griego), y sumpón yah (symphonia. griego). La última
de estas tres palabras no aparece en la literatura griega existente de
aquella época, hasta los dfas de Platón (hacia el año 370 a. de J.C.), al
menos en el sentido de un instrumento musical.• Por lo anterior se
S. El verdadero significado de sumpo11yoh (symphonia) no es conoc ido con certeza, y
a lgunos eruditos han sugerido que aun en Daniel 3:5 ha de ser lomado como "conjunlo
musical" más que como un instrumento especllico, E. Yamauchi (Greece and Babylon
-Grecia y Babilonia- !Grund Rapids: Bak,er, 19671, pág. 19) considera algo dudosa la
interpretación especllica de la palabra, pero ser\ala que e l adjetivo relacionado sympho-
nos aparece como un vocablo que significa "armonfa" en las Odas plticas de Plndaro,
1:70 (hacia 460 a. de J. C.). T. C. Mitche ll y R. Joyce sugirieron que s umponyoh tal vez
426 R ESEÑA CRITICA DE UNA l r,.'1'RODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

sostiene que la palabra pertenece, en el uso griego común, al siglo IV a.


de J.C. Pero como poseemos menos de una décima parte de una signifi-
cativa literatura griega del periodo clásico, carecemos de suficientes
datos para fechar el origen preciso de cualquier palabra o usanza en
particular en el desarrollo del vocabulario griego.
Debe observarse cuidadosamente que estas tres palabras son nom-
bres de instrumentos musicales. y que tales nombres siempre han cir-
culado más allá de las fronteras, puesto que los mismos instrumentos
entran al mercado internacional. Los tres instrumentos, sin duda
alguna, eran de origen griego, y circulaban con sus nombres griegos en
los mercados del Cercano Oriente, de la misma manera como términos
musicales extranjeros se han incorporado en la actualidad a nuestro
propio idioma, tales como los vocablos italianos piano y violo. Sabe-
mos que en épocas tan remotas como en el reinado de Sargón (722-705
a. de J.C.) hubo, según los registros asirios, cautivos griegos vendidos
como esclavos, y provenientes de Chipre, Jonia, Lidia y Cicilia. El poeta
griego Alceo de Lesbos (a partir del año 600 a. de J.C.) menciona el
hecho de que su hermano Antimenidas sirvió en el ejército babilónico.
Resulta evidente, por lo tanto, que mercenarios griegos, esclavos
griegos e instrumentos musicales también griegos eran corrientes en el
Cercano Oriente semitico mucho antes de la época de Daniel. También
resulta significativo que en las tablillas de racionamiento neobabilóni-
cas publicadas por E. F. Weidner, se hace mención a los carpinteros y
constructores de buques jónicos entre los destinatarios de las raciones
del encargado de la proveeduría de Nabucodonosor, juntamente con
músicos provenientes de Asquelón y de otras partes (cf. "Jojachin
Konig von Juda" en Mélonges Syriens, vol. 2, 1039, págs. 923-35).
Algunos autores han asignado equivocadamente a otras dos o tres
palabras un origen griego pero éstas han sido totalmente desvirtU1adas.
Una de esas palabras era kóroz (heraldo) que supuestamente se deri-
vaba del vocablo griego kéryx (Lexicon de Brown-Driver-Briggs). Pero
en obras más recientes, como Hebrew Lexicon (Léxico hebreo) de
Koehler-Baumgartner, este origen es explícitamente rechazado en favor
del antiguo vocablo persa khrouso, con el significado de el que llama.
Kitchen sugiere que la palabra, en última instancia, provino del heveo
Kirenze o kirezzi, proclamación.• C. C. Torrey y A. Cowley creyeron que
pothgam se derivaba del griego, pero Kutscher, en Kedem (2:74), pu-
blicó •in rollo de Arsames perteneciente al año 410 a. de J.C. aproxi-
madamente, en el cual este término se repite más de una vez. No es

provenga de tymponon (tamborín, tambor). de un dialecto griego oriental. puesto que


hubiera sido más apropiado, en este punto del listado, un instrumento de percusión (el.
Notes on sorne Problems ín lhe Book of Doníel. -Notas sobre algunos problemas en el
libro de Daniel- ed. D. J. Wiseman IWheaton. 111.: Tyndale. 1965). pág. 26).
6. K. A. Kitchen. AOOT, pág. 144
DANIEL 427

necesario decir que esto hace imposible que sea una derivación del
griego. Lo más probable es que derivara del persa antiguo, pratigama,
que significaba originariamente algo que había llegado, de ahí una
"comunicación" o una "orden".'
En realidad, el argumento basado sobre la presencia de vocablos
griegos ha resultado ser una de las más arrolladoras evidencias de que
Daniel no pudo haber sido compuesto tan tardíamente como en el
periodo griego. Para el año 170 a. de J.C., un gobierno de habla helén:ica
había tenido el control de Palestina durante 160 años, y los términos
griegos políticos o administrativos se hubieran incorporado al lenguaje
del pueblo sometido. Los libros de los Macabeos son claro testimonio
de la extensa invasión de la cultura y de las costumbres griegas en la
vida de los judíos hacia la primera mitad del segundo siglo, particular-
m,ente en las grandes ciudades.
Más aún, digamos que aun en la traducción de Daniel en la Sep-
tuaginta, que data presumiblemente del año 100 a. de J.C., o 75 años
después de Judas Macabeo, la versión de varios de los términos técni-
cos arameos aplicados a funcionarios estatales fu e una mera conjetura.
Por ejemplo, en Daniel 3:2 '•dargaz•rayyd (consejeros), se tradujo hypa-
tous (grandes, nobles); g•dobrayyd' (tesoreros) se tradujo dioikétds
(administradores, gobernadores); y liplayye, o d•táb'rayyá (magistrados
o jueces), con la sola frase general taus ep' exousión (los que están en
autoridad). Teodocio usa otras traducciones, tales como hégoumenous
y tyrannous, con referencia a los dos primeros magistrados que acalba-
mos de mencionar). Resulta imposible explicar cómo, en el término de
cinco o seis décadas después de haber sido compuesto Daniel (según la
hipótesis del fechado en el tiempo de los Macabeos), el significado de
estos términos pudo haber sido tan completamente olvidado aun por
los judíos de Egipto, que hablaban perfectamente bien tanto el arameo
como el griego. (Cf. Sorne Problems in the Book of Daniel - Algunos
problemas en el libro de Daniel- pág. 43.)
Esto es especialmente significativo en vista del hecho de que el
arameo de Daniel fue un medio lingüístico que fácilmente absorbla
ter minología foránea. Incluye aproximadamente quince palabras de
origen persa, relacionadas casi todas ellas con temas gubernamentales o
políticos. Resulta difícil concebir, por lo tanto, cómo después que el
griego habla sido el idioma del gobÍierno durante más de 160 años, ni un
sólo término relativo a la política o a la administración se hubiera
introducido jamás en el arameo palestino. La misma generalización es
buena para las porciones hebreas de Daniel. Contiene términos persas
como palacio (appenden en 11 :45, de apaddna]. nobles (part•mín en

7. CI. W. F. Albril!ht, The Biblical Period from Abraham to Ezra (El periodo bíblico
desde Abraham a Esdras) (Nueva York: Har'per, Torchbooks, 1963), pág. 65.
428 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

1:3 -Biblia de Jerusalén-, de frotano), y ración del rey (patbág en 1:5


-Biblia de Jerusalén-, de patibaga). Sin embargo, los capítulos hebreos
no contienen una sola palabra de origen griego (a pesar de que, según
algunos críticos, el hebreo de Daniel es posterior a sus secciones
a rameas).
Anteriores aseveraciones sostenían que el arameo de Daniel es del
dialecto occidental y, por lo tanto, no pudo haber sido compuesto en
Babilonia, como hubiera sido el caso si el Daniel del siglo VI a. de J.C.
hubiera sido el autor. Sin embargo, descubrimientos recientes de
documentos arameos del siglo V a. de J.C. demuestran, en forma con-
cluyente, que Daniel, al igual que Estiras, fue escrito en una forma de
arameo imperial (Reichsaroméiisch), dialecto oficial o literario,
corriente en todos los países del Cercano Oriente. Así, es estrecha la
relación con el arameo de los papiros de Elefantina, del sur de Egipto,
por cuanto éstos también fueron escritos en el arameo imperial.• E. Y.
Kutscher, en un comentario sobre la obra de G. D. Driver, Aramaic
Docu.menls of the Fifth Century B. C. (Documentos arameos del siglo
quinto a. de J.C), 1954, menciona las peculiaridades lingüísticas de
estas cartas que fueron enviadas desde Babilonia y Susa en la región
aramea oriental. Dice así: "Respecto al arameo bíblico, que en orden a
vocablos y otros rasgos es del tipo oriental (p. ej., más libre y más
flexible en el orden de las palabras) y carece casi por completo de
características occidentales, es factible concluir que se originó en el
Este. Un veredicto final sobre este asunto, sin embargo debe esperar
hasta la publicación de todos los textos arameos de Qumran."Q
2. Evidencias gramaticales en favor de una fecha antiguo para el
arameo de Daniel. Una característica digna de notarse en el arameo de
Daniel, que lo distingue como de antiguo origen, ha de hallarse en la
frecuencia de los pasivos con cambio de vocales. Con ello queremos
significar que en lugar de adherirse exclusivamente al método corriente
de expresar el pasivo (por el prefijo hit- o 'et-), el arameo bíblico
utilizó una formación hophal [p. ej., honhat de n•bot, hussoq de S' lig,
hubad de '°bad y hu'al de '•lal]. Hasta la fecha no se han encontrado
tales ejemplos de formas hophaJ en ninguno de los documentos
arameos publicados de las cuevas del mar Muerto (algunos de los
cuales, como el Génesis Apócrifo datan de apenas un siglo después de
las guerras macabeas). Tales formas no pueden ser descartadas como

8. Incidentalmente, es interesante observar que estos Papiros de Elefantina contienen el


nombre de Abednego, que al comienzo fue interpretado como una tardla corrupción de
"Abed-Nebo" (siervo de Nebo¡ tal como cabria esperar en una producción del siglo dos.
Pero resultó que "Abednego" fue un nombre corriente en el siglo quinto (cf, E. Sachau.
Aromaio Papyri and Ostroca, (Papiros arameos y tablillas), 1911; también E. Yamauc.h.i:
"Slaves of God" (Esclavos de Dios], en BuJJetin of the Evangelical Tneological Sociely
¡Boletín de la Sociedad Teológica Evangélica) IWinter, 1966J, pág. 33.)
9. Kutshcer, en JBL (diciembre 1957), pág. 338
DANIEL 429

meros hebraísmos empleados por el autor judío de Daniel, pues hasta


los mismos escribas judíos de los Tárgumes nunca usaron semejantes
formas, sino solamente el tipo de pasivo 'et-. Si la influencia hebrea
hubiera podido producir pasivos con cambios de vocales, razonable-
mente se podría esperar que aparecieran en los Tárgumes.
En gran parte por la estrecha relación del arameo bíblico con los
Papiros de Elefantina (que datan de los siglos quinto y cuarto a. de J.C.),
muchos eruditos se han visto forzados a fechar los capítulos 2-7 del
libro de Daniel, en una época no más tarde del siglo III a. de J.C. El
propio H. H. Rowley concede que es concluyente la evidencia de que el
arameo bíblico está situado entre el Papiro de Elefantina y el arameo de
los nabateos y las inscripciones palmirenas. Sachau afirma categórica-
mente que el idioma de los Papiros es, en todos los aspectos esenciales,
idéntico al arameo bíblico.
Torrey y Montgomery arribaron a la conclusión de que Daniei 1-6
fue escrito entre los años 245 y 225 a. de J.C., y que un posterior editor
tradujo el capítulo 1 al hebreo, alrededor del año 165 a. de J.C.'º De la
misma manera Eissfeldt (Einleitung, 1934) sostuvo que los seis
primeros capítulos provienen del siglo III a. de J.C. y los seis últimos
del período macabeo, y fueron escritos como continuación de la
primera parte. Gustav Hoelscher en Die Entstehung des Buches Daniel
(1919) se adhirió al punto de vista sostenido por Ernst SeJ1in, quien
sostuvo que un más antiguo Daniel arameo, apocalíptico o biográfico,
abarcaba los capítulos 1-7 (y que fue traducido posteriormente al he-
breo el capítulo primero y agregadas inserciones macabeas en los capí-
tulos 2 y 7j, en tanto que los capítulos 8-12 eran auténticamente de
fecha macabea. Hoelscher sostiene que pudiera ser posible que el autor
de la colección de leyendas (capítulos 2-6} las tomara directamente de
la tradición oral o las hallara en escritos más antiguos. Sin embargo,
señala que muestran inequívocamente la mano de un autor a lo largo
del texto debido a cierta uniformidad en el estilo y en la forma de tratar
el tema. Tanto Hoelscher como Martin Noth (Zur Komposition des
Buches Daniel-Sobre la composición del libro de Daniel - ), 1926,
intentaron fijarle fecha a ciertos elementos y motivos por correlación
con sucesos corrientes de historia helénica hasta donde les eran
conocidos.
El mero hecho de que los capítulos 2-7 de Daniel fueron escritos en
arameo, y el resto en hebreo, ha servido para que ciertos autores le
asignen una fecha tardía al documento. Algunos han argumentado que
el arameo difícilmente hubiera reemplazado al sagrado y tradicional
hebreo hasta un período muy tardío de la historia judía cuando el
hebreo se hubiera transformado en un idioma ininteligible y que todos
10. Ver Rowley, The Aramaic of the Old Testoment ¡El arameo del Antiguo Testa trienio),
(Londres: Oxford, 1929), pág. 9.
430 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

lo hubieran olvidado excepto los rabinos. Pero no olvidemos que la


afirmación de la condición de sagrado del hebreo es una mera teoria
que reposa sobre muy débiles fundamentos. Aparentemente los judíos
no hadan excepción alguna a las secciones arameas del libro de Esdras,
la mayor parte de las cuales consisten en copias de correspondencia
escrita en arameo, entre los gobiernos locales de Palestina y la corte
imperial persa, aproximadamente entre los años 520 y 460 a. de J. C. Si
puede aceptarse a Esdras como un auténtico, documento de mediados
del siglo quinto a. de J.C., aunque muchos de sus capltulos fueron
compuestos en su mayor parte en arameo, resulta dificil entender por
qué los seis capitulos arameos de Doniel deben ser fechados dos siglos
después de Esdras. Debemos tener muy en cuenta que en la Babilonia
de finales del siglo sexto, fecha en que se supone que vivió Daniel, el
idioma predominante que hablaba la heterogénea población de esta
metrópoli, era el arameo. No es de sorprender, entonces, que un habi-
tante de esa ciudad hubiera recurrido al arameo para componer una
porción de sus memorias.
En cuanto a por qué la mitad del libro fue escrito en arameo y la otra
mitad en hebreo, la razón de ello resulta obvia. Las porciones de la
profecía de Daniel que tratan generalmente de cuestiones relacionadas
con los gentiles (los cuatro reinos del sueño de Nabucodonosor, la
humillación de ese rey en el episodio del horno ardiente y por sus siete
a.ños de insania, y también las experiencias de Belsasar y de Darlo de
Media) fueron escritas en un medio lingüislico que todos pudieran
apreciar, se tratara de judios o de gentiles. Pero las porciones de interés
especCHcamente judío (capitulas 1, 8-12) fueron escritas en hebreo para
que fueran entendidas solamente por los judíos. Y esto era particu-
larmente apropiado, en razón de la orden dada en el capitulo 12 de
guardar estas predicciones finales más o menos en secreto y sellarlas
hasta el momento de su cumplimiento (Doniel 12:9).
En lo que respecta al hebreo de Daniel, ya hemos visto que contiene
un significativo número de términos gubernativos persas, lo cual indica
su origen durante el período de la dominación persa. Pero no hay
vestigio alguno de influencia griega en el lenguaje. Resulta interesante
llamar la atención al hecho de que el texto hebreo de Eclesiástico,
fechado alrededor de los años 200-180 a. de J.C., poco antes del periodo
macabeo, nos provee abundantes ejemplos del tipo de hebreo que debió
haber sido corriente cuando se escribió el libro de Daniel, de acuerdo
con los que se adhieren a la teoría de la fecha tardía. Puesto que Ecle-
siá.stico pertenece a lo que se ha dado en llamar literatura sapiencial, es
de esperar que no tendría notorias semejanzas estilisticas con los
últimos capitulos de Daniel. No obstante ello, llama la atención que
Eclesiástico exhibe características lingüisticas más tardías que Daniel,
con una tendencia algo rabínica. Israel Levf, en su lntroduction to the
DANIEL 431

Hebrew Text of Ecclesiasticus (Introducción al texto hebreo de Ecle-


siástico), 1904, anota las siguientes: (a) nuevas formas verbales tomadas
principalmente del arameo; (b) excesivo uso de las conjugaciones
hiphil e hithpael, y (c) peculiaridades de diversos tipos, que anuncian
la proximidad del hebreo misnaico.
Al menos en lo que se refiere al material obtenido en Qumran,
ninguno de los documentos sectarios compuestos en hebreo ("Manual
de Disciplina", La Guerra de los Hijos de la luz Contra los Hijos de las
Tinieblas", "Los Salmos de Acción de Gracias") en esa colección,
muestran características distintivas en común con los capítulos de
Daniel escritos en hebreo. No hay la más mínima semejanza entre el
arameo del Génesis Apócrifo y los capítulos arameos de Daniei.
Fechado en el siglo primero antes de Cristo, el Génesis Apócrifo nos
exhibe por lo menos cinco columnas legibles de arameo compuesto en
el término de un siglo después de la pretendida fecha de Danieí, de
acuerdo con la hipótesis del datado en el tiempo de los Macabeos.
Como tal debía haber exhibido notorios puntos de semejanza con el
arameo de Donfol 2-7, en gramática, estilo y vocabulario. Esto es espe-
cialmente cierto puesto que los editores de este manuscrito, N.
y Y. Yadin, sugieren que el original fue escrito en el siglo tercero a. de
J.C. Kutscher "The Language of the Genesis-Apocryphon" -El len-
guaje del Génesis Apócrifo -en Scripta Hierosolymita (Jerusalén,
1958), pág. 3, describe el lenguaje del Génesis Apócrifo y sostiene que
no es ni arameo imperial en general ni arameo bíblico en particular.
Llama la atención que en contraste con los rasgos dialécticos orientales
de Daniel, el Apócrifo muestra característicos rasgos occidentales, tales
como la posición precedente del verbo en su oración, el uso de kamün
en lugar de k'moh por "¿cuánto?, ¿cuán grande?" y de tammün en lugar
de tamrnoh po "ahí". Obsérvese también la aparición de una mif'ol en
vez de una mif'al en el infinitivo peal; por ejemplo, misboq (partir) en
vez del bíblico misbaq, forma que hasta entonces había sido clasificada
como peculiar a los tárgumes de Palestina o al dialecto de los midras.
Por lo tanto, si DanieJ fue compuesto en arameo oriental, no pudo haber
sido escrito en la Palestina del segundo siglo, como lo exige la teoría de
que fue escrito en tiempo de los Macabeos.
Al llegar a este punto debemos mencionar una característica foné-
tica del arameo de Daniel, a la cual recurrieron H. H. Rowley, J. A.
Montgomery y otros, como evidencia de una composición tardía del
texto. En las antiguas inscripciones arameas, al igual que en el Papiro
de Elefantina, del siglo quinto, aparece cierto fonema como z que en el
arameo bíblico casi siempre figura como d. Sostienen dichos autores
que si Daniel hubiera sido escrito en fecha tan temprana como el siglo
quinto a. de J.C. (por no decir del siglo sexto) se hubiera escrito este
fonema con z.
432 RESEÑA CRÍTICA DE UNA U-'TllODUCClÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

En respuesta a ello, debemos señalar que hasta el presente no se ha


descubierto ningún documento arameo, en esa región, perteneciente al
siglo sexto a. de J. c., menos aún de las secciones orientales o babiló-
nica del mundo de habla aramea. Mientras no se descubran tales
documentos, es prematuro afirmar si el cambio de z a d se había pro-
ducido en aquel período. Por cierto debe reconocerse que ese cambio
hubiera ocurrido constantemente en los capítulos arameos de Esdras
(al menos en la forma en que el texto ha llegado hasta nosotros), que
presumiblemente reflejaba la pronunciación del arameo en Persia, de
donde provenía Esdras. Por lo tanto pareciera que el cambio ocurrió
antes en el Este que en el Oeste (ya que el Papiro de Elefantina muestra
este cambio solamente en cuatro o cinco ejemplos: '-h-d por '-h-z
[tomar], d-y 1-k-y por z-y 1-k-y [tuyo] en Aramaic Popyri o/ the Fifth
Century B. C. (Papiros arameos del siglo V a. de J. C), de A. Cowley
(Londres: Oxford, 1923), en lo sucesivo CAP, 13:7, 11, 16; d-k-' por z-k-'
[eso] CAP 14:6, 9; d-k-y por z-k-y [eso] CAP 21:6; 27:12; d-n-h por z-n-h
[esto] CAP 16:9). De ninguna manera es necesario suponer que todos
los cambios de consonantes ocurrieron simultáneamente en arameo en
todo el territorio del Cercano Oriente donde este idioma era corriente.
(Por ejemplo, en la historia del germano medieval se puede verficar, a
partir de la evidencia documental, que los cambios consonanticos del
alto alemán ocurrieron antes en algunas regiones de Alemania que en
otras.)

Más aún, ciertos rasgos gramaticales indican que el Génesis Apó-


crifo es centenares de años posterior al arameo de Daniel, de Esdras o
del Papiro de Elefantina, tales como -h a-• • usado en la tercera persona
femenina del pronombre posesivo, en lugar de -áh; den por "esto" en
vez de d•noh; la terminación 'iyat en el tercer perfecto femenino singu-
lar de los verbos lomed-oleph en lugar de -at, y muchos otros ejemplos.
En cuanto al vocabulario, un considerable número de vocablos figuran
en el Génesis Apócrifo que hasta el momento no han sido descubiertos
en documentos anteriores al Targum y al Talmud. (Un informe comple-
to de estas diferencias en gramática y vocabulario se podrá ver en un
artículo mío [cap. 11] publicado en New Perspectives on the OJd Testa-
ment [Nuevas perspectivas sobre el Antiguo Testamento), ed. B. Payne
[Waco, Tex.: Word, 1969)). Ni en morfología, ni en sintaxis, ni en estilo
de expresión puede hallarse evidencia alguna en Daniel para una fecha
de composición aproximada al período de estos documentos de la secta
de Qurnram. Según la teoría que les asigna una fecha de composición
en el período macabeo, todo el libro de Danie1 fue compuesto en Judea
en el segundo siglo a. de J, C, pocas décadas antes de los documentos
de Qumran. A la luz de esta evidencia lingüística recientemente descu-
bierta, es imposible, por lo tanto, mantener por más tiempo una fecha
de composición para el libro de Daniel en el siglo II a. de J. C.
CAPITULO 29
DANIEL
(Continuación)
ARGUMENTOS TEOLÓGICOS ESGRJMIDOS PARA DEMOSTRAR
EL F ECHADO T AROÍO DE D ANIEL

Los adherentes a la teorla del fechado en el tiempo de los Macabeos


suelen hacer un gran hincapié sobre el supuesto desarrollo o evolución
del pensamiento religioso de la nación israelita. Señala motivos e insis-
tencias en Daniel que consideran análogos a los que caracterizan la
literatura apócrifa del periodo intertestamentario (obras tales como el
Li,bro de Enoc y el Testamento de los doce patriarcas, y aun libros
apócrifos como Tobías y Susana). Este hincapié incluye el predominio
de ángeles, la insistencia sobre ,el juicio final, la resurrección de
los muertos, y el establecimiento del reino final de Dios sobre la tierra
con el Mesías como supremo Gobernante del mundo. Se concede que
en algunos de los libros más antiguos del Antiguo Testamento hay
ocasionales referencias a ángeles y a juicio, a la realeza de Dios, y d el
Meslas, pero se piensa que estas enseñanzas adquirieron una forma
mucho más desarrollada en Daniel que en Ezequiel o Zacarlas. Se
piensa que la angelologla, en particular, semeja a la del Libro de Enoc
(primer siglo a. de J. C.).
Esta, sin embargo, es una afirmación muy dificil de respaldar. Cual-
quier lector puede verificar fácilmente el hecho de que también Zaca-
rlas menciona al Meslas y a los ángeles en varias ocasiones en sus
profeclas, que datan desde el 519 al 470 a. de). C. aproximadamente
(2:3; 3:1; 6:12; 9:9; 13:1; 14:5). Más aún, los ángeles juegan un papel
muy similar en Zocorfas al que juegan en Daniel, a saber, el de interpre-
tar el significado de las visiones que se le presentaban al profeta. La
afinidad es suficientemente estrecha para garantizar la deducción de
que Zocorfos ejerció su influencia sobre Daniel o contrariamente
Daniel sobre Zocorfos.' También en MoJoquías hay dos significativas
referencias al Mesías (Moloqufos 3: 1 y 4:2) y también una al juicio final
l. Es totalmente injustiiicada la pretensión de Cornil! y Farrar al afirmar que la literatura
be'brea anterior al año 200 a. de J.C. no muestra vestigio alguno de la influencia de Daniel:
cf. el articulo de Robert Dick Wilson. "'Tbe lnfluence ol Daniel" (La influencia
de Daniel). en Princeton Theologicol Aeview, 21 (julio y octubre de 1923).

433
434 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRO DUCCIÓN A L A NTICUO T ESTAMENTO

en el capitulo 3. Por otra parte, obras que se admite que son del segundo
siglo a. de J. C., como 1 Macabeos y los agregados griegos a Daniel,
Ba.ruc y Judit, no muestran ninguno de los cuatro elementos [angelolo-
gla, resurrección, juicio final y Meslas) de los cuales se sostiene que son
tan característicos de este período que revelan que Daniel pertenece al
segundo siglo. Aun la literatura judla apócrifa del primer siglo d. de J.C.
contiene solamente dos obras [de las 16 posibles), en las cuales
aparecen las cuatro caracterlsticas, a saber, la Visión de Isafas y la
Ascensión de Isafas.
Tal vez convenga, en este punto, pasar revista a las ocasiones en que
estos cuatro elementos figuran en los más antiguos libros del Antiguo
Testamento. Respecto al rango de los ángeles Génesis menciona que-
rubines, Josué habla de un Prfncipe del ejército de Jehová. Su función
fue la entrega de mensajes a Abraham, Moisés, Josué, Gedeón y diver-
sos profetas como Isafas, Zacarías y Ezequiel. En una obra tan antigua
como la Tora vemos a los ángeles revelando la voluntad de Dios, brin-
dando protección al pueblo de Dios, y destruyendo las fuerzas del
enemigo. En lo que se refiere a la resurrección, tenemos la famosa
afirmación de Job en Job 19:25-26 (si bien es posible otra interpretación
de este pasaje); la afirmación de Isaías en 26:19 ("Tus muertos vivirán;
sus cadáveres resucitarán"); la visión de los huesos secos de Ezequiel, y
posiblemente la resucitación de muertos por parte de Elías y Eliseo. Por
otra parte, en el elevado número de obras postcanónicas, solamente el
Libro de los doce patriarcas se refiere a la resurrección tanto de los
justos como de los malvados tal como se encuentra en Daniel 12:2. La
doctrina del juicio final figura en Isaías, Sofonfas, Hageo, Zacarías, y
Malaqufos. y en numerosos salmos. En muchos casos estos juicios se
pronuncian contra las naciones del mundo como asimismo contra
Israel. Referencias al libro de la vida y al libro de memoria se remontan
a obras de épocas lejanas como Exodo 32:32, 33 e Jsafas 4:3 (cf. Isaías
65:6; Salmo 69:28 y Malaquías 3:16). El concepto del Meslas aparece
tan temprano como en Génesis 3:15 y 49:10 (cf. Números 24:17; Deute-
ronomio 18:15; Jsafos 9:6-7; 11 :1; Jeremías 23:5-6; 33:11-17; Ezequiel
34:23-31; Miqueas 5:2.)
Sin.duda alguna es posible columbrar cierto tipo de progresión en el
desarrollo de estas doctrinas durante la historia de las revelaciones de
Dios a Israel, pero es un error suponer que Daniel contiene algo radical-
mente nuevo en cualquiera de los cuatro temas que se discuten. Más
aún, estas precisas doctrinas fueron sumamente apropiadas para con-
suelo y estímulo a Israel durante la cautividad y en los umbrales de su
retorno a la Tierra Prometida.
ARGUMENTOS EXECETJCOS EN FAVOR OE UNA FECHA TARDIA PARA DANIEL

Los campeones de la teoría de que el libro fue escrito en el período


DANIEL (CONTINUACIÓN) 435

de los Macabeos alegan que es imposible que un autor del siglo VI a. de


J. C. haya compuesto tan detalladas predicciones respecto a sucesos
fu turas de la historia de Israel como las que figuran en los capítulos
proféticos del libro de Daniel. Alegan, además, que resulta sospechosa
la circunstancia de que profecías tan exactas se proyectan solamente
hasta el reinado de Antfoco IV (175-164 a. de J. C.), pero nada posterior
a esa época. La obvia conclusión a la que se puede arribar, por lo tanto,
es. que la totalidad de la obra fue compuesta por alguien que vivió
durante el reinado de Antfoco IV, y que compuso esta ficción literaria
para estimular a los judíos patriotas de su propia generación a unirse
a los Macabeos para librarse del yugo sirio. De esta manera, todas
las predicciones cumplidas pueden ser explicadas como vaticinio ex
eventu.
Esta explicación de los antecedentes de Daniel, que es tan antigua
como el polemista neoplatónico Porfirio (que murió en el año 303 d. de
J.C.), depende para su validez de la verdad de la premisa de que no hay
predicciones exactas que se hayan cumplido después del año 165 a. de
J. C. Sin embargo, esta proposición se torna insostenible a la luz de las
evidencias internas del texto y de su correlación con los hechos conoci-
dos de la historia antigua. No obstante ello, es menester reconocer el
hecho de que Daniel presta considerable atención a los futuros aconte-
cimientos del reinado de Anlfoco, debido a la muy buena razón de que
este período habría de significar la mayor amenaza, en toda la historia
subsiguiente (aparte, claro está, del complot de Amán en los días de
Ester), para la supervivencia y la fe de la nación de Israel. Si suponemos
que estas predicciones fueron dadas por inspiración divina y que Dios
estaba preocupado por la preservación de su pueblo del pacto, era de
esperarse que las revelaciones de .Daniel aclararan a las generaciones
venideras que Dios no solamente había previsto los acontecimientos,
sino que había hecho provisiones para contrarrestar la amenaza de
extinción que había de ofrecer Antfoco Epífanes.
Este híncapié profético estaba más que justificado en vista ,del
hecho de que Antioco y su persecución habrían de servir como tipos
del Anticristo final y de la Gran Tribulación que ha de ocurrir al final
de las edades (de acuerdo con el sermón de Cristo en el monte de los
Olivos, registrado en Moteo 24 y en Marcos 13). Y esto surge evidente
de la asombrosa manera en que la figura del emperador griego Antioco
súbitamente se funde en la figura del Anticristo de los últimos días que
se describe en Daniel 11 , comenzando con el versículo 40. Es intere-
sante observar que aun S. R. Driver admite que estos últimos versícU1los
mencionados no corresponden a lo que se conoce de las últimas etapas
de la carrera de Anlíoco; en efecto, encontró su fin en Tabae, Persia,
luego de un vano intento de saquear el rico templo de Elimes en Elam.
Justo es decir que el punto más débil en toda la estructura de la
436 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

teoría según la cual Daniel fue escrito en el tiempo de los Macabeos ha


de hallarse en la identificación del cuarto imperio vaticinado en el
capítulo 2. Para poder mantener su posición, los que se adhieren a la
teoría de un fechado tardío, se ven obligados a interpretar este cuarto
imperio como el reinado de los macedonios o griegos, fundado por
Alejandro Magno alrededor del año 330 a. de J. C. Y esto significa que el
tercer imperio debe identificarse como el reino persa establecido por
Ciro el Grande, y el segundo imperio tuvo que haber sido el reino de
Media, de corta vida, brevemente mantenido por el legendario Darío el
Medo. Por lo tanto, de acuerdo con esta interpretación, la cabeza de oro
del capítulo 2 representa al imperio caldeo, el pecho de plata, al im-
perio medo, el vientre y los muslos de bronce, al imperio persa y los
pies de hierro, al imperio griego. Si bien esta identificación de los
cuatro imperios es ampliamente sostenida por los eruditos hoy en día,
es difícilmente sostenible a la luz de las evidencias internas. Es decir,
que el propio texto de Daniel constituye clara indicación de que el
propio autor consideraba que los medos y los persas constituían un
solo imperio y que a pesar de su designación del rey Darío como "el
medo", nunca se le ocurrió que en algún momento hubiera un Imperio
Medo bien diferenciado.
En primer lugar, el simbolismo de Daniel 7 excluye la posibilidad
de identificar el segundo imperio como Media y el tercer imperio como
Persia. En este capítulo, el primer reino está representado por un león.
(Todos los eruditos coinciden en que el león representa el reino caldeo
o babilónico.} El segundo reino está representado como un oso que
devora tres costillas. Esto correspondería muy bien a las tres princi-
pales conquistas del imperio medopersa: Lidia, Babilonia y Egipto (bajo
la dirección de Ciro el Grande y Cambises). El tercer imperio está repre-
sentado como un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas. No hay
registro alguno en el sentido de que el imperio persa hubiera sido
dividido en cuatro partes, pero es bien conocido que el imperio de
Alejandro Magno se dividió en cuatro partes luego de su muerte, a
saber, Macedonia, Asia Menor, el imperio Seléucida (que incluía a
Siria, Babilonia y Persia) y Egipto. La natural inferencia, por lo tanto,
sería que el leopardo representa al imperio griego. El cuarto reino está
representado como una bestia de diez cuernos, incomparablemente
más poderosa que las otras y capaz de devorar toda la tierra. Los diez
cuernos sugieren los diez dedos de los pies de la imagen descrita en el
capítulo 2, y llamamos la atención al hecho de que estos diez dedos de
los pies descritos en el capítulo 2, tienen una estrecha relación con sus
dos piernas de hierro. Las dos piernas pueden ser fácilmente identifica-
das con el imperio romano, que en los días de Diocleciano se dividió en
los imperios romanos oriental y occidental. Pero no hay modo alguno
de que puedan ser reconciliados con la historia del imperio griego que
ÜANIEL (CONTINUACIÓN) 437

siguió a la muerte de Alejandro.


En Daniel 8 tenemos un simbolismo adicional que nos ayuda a
identificar el segundo y el tercer imperio. Un carnero de dos cuernos
(uno de cuyos cuernos era más alto que el otro, de la misma manera que
Persia eclipsó a Media en el imperio de Ciro) fue finalmente derrotado
por un macho cabrio, que al comienzo exhibe un solo cuerno (fácil-
mente identificado con Alejandro el Grande), pero subsiguiente-
mente echa cuatro cuernos (es decir, Macedonia, Asia Menor, Siria y
Egipto) de uno de los cuales salió un pequeño cuerno, a saber, Anlioco
Epífanes.
Por lo tanto, y desde el punto de vista del simbolismo de los capítu-
los 2. 7 y 8. la identificación de los cuatro imperios corno Babilonia.
Medo-Persia, Grecia y Roma presenta una perfecta correspondencia, en
tanto que la identificación involucrada en la teoría del fechado en el
tiempo de los macabeos, presenta los más formidables problemas y
discrepancias.
Relacionado con esto, conviene observar que el más poderoso
argumento para identificar el cuarto imperio de Daniel con el de
Alejandro y sus sucesores griegos deriva de la aparición del pequeño
cuerno en los capítulos 7 y 8. Es decir, en el capítulo 7, el pequeño
cuerno se admite que surge del cuarto imperio, a saber, de la feroz
bestia de los diez cuernos que derrotó al leopardo de las cuatro alas.
Pero en el capítulo 8, el pequeño cuerno crece a partir del macho
cabrío, que sin duda alguna representa el imperio griego. Como ya lo
mencionamos, este macho cabrío inició su carrera con un cuerno (Ale-
jandro Magno) pero luego produjo cuatro en su lugar. No es necesario
decir que el pequeño cuerno del capítulo 8 se refiere a un gobernante
del imperio griego, a saber, Antfoco Epifanes (d. 8:9). Los criticos, por
lo tanto, dan por sentado que puesto que se aplica el mismo término, el
pequeño cuerno del capítulo 7 tiene que referirse a la misma persona.
Pero difícilmente puede ser así, puesto que el leopardo de cuatro alas
del capitulo 7 (es decir, 7:24) claramente corresponde al macho cabrio
del capitulo 8; es decir que ambos representan el imperio griego que se
dividió en cuatro partes a la muerte de Alejandro. La única deducción
razonable a la que se puede arribar es que hay dos cuernos pequeños
involucrados en las simbólicas visiones de Daniel. Uno de ellos surge
del tercer imperio, y el otro ha de surgir del cuarto. Pareciera que la
relación es de tipo (Antioco IV del tercer reino) y antitipo (el Anticristo
que ha de surgir del cuarto imperio de los últimos dias). Esta es la única
explicación que satisface todos los datos que tenernos y que arroja luz
sobre 11:40-45, donde la figura del Antíoco histórico súbitamente se
funde en la figura de un Anticristo que ha de venir al final de los
tiempos.
Habría que aducir dos consideraciones más para demostrar que el
438 ilEsEÑA CRITlCJ\ DE UNA L'ITROOUCCIÓN Al. A NTICUO TESTAMENTO

autor consideraba que los medos y los persas conslitu(an un solo im-
perio. En Daniel 6 se dice que Daría estaba atado a " la ley de Media y de
Persia" de' modo tal que no podía revocar el edicto que enviaba a Daniel
al foso de los leones. Si el autor consideraba a Darlo un gobernante de
un independiente imperio medo anterior al imperio persa, resulta im-
posible explicar por qué debla sentirse obligado por las leyes persas. En
segundo lugar contamos coa la evidencia de la escritura en la pared, tal
cual fue interpretada en Daniel 5:28. Ah! aparece Daniel interpretando
la inscripción a Belsasar, el último rey del primer imperio, es decir, el
reino de los caldeos. Dice, al interpretar la tercera palabra: peres: "Tu
reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas." Esto, eviden-
temente, es un juego de palabras, en el cual el término parsím, o mejor
aún su singular peres, deriva del verbo p•ras, que significa dividir o
separar. Pero también se lo explica como que señala a paréis, o sea
persas. Esto solamente puede significar que, de acuerdo con el autor, el
imperio caldeo fue quitado de Belsasar corno el último representante
del primer imperio y dado a los medos y persas que constituyeron el
segundo imperio. Esto no puede sign.ificar que el gobierno fue entre-
gado primeramente a los medos y posteriormente transmitido a los
persas, porque el vocablo significativo que apareció en la escritura de
la pared fue específicamente la palabra "Persia". Por lo tanto, el orden
es bien claro: el imperio pasó de los caldeos a los persas. No puede ha-
ber una legitima duda de que el autor consideraba que los persas eran
los amos y señores del segundo imperio. Siendo as!, hemos de concluir
que el cuarto imperio sin duda alguna representaba a Roma.'
Luego, si el cuarto im perio del capítulo 2, corroborado por las otras
representaciones simbólicas del capitulo 7, claramente indican el
establecimiento del imperio romano, arribamos a la conclusión de que
estamos frente a una genuina y auténtica profecía predictiva y no a un
mero vo ticinium ex evenlu. Según la teoría de la fecha de escritura de
este libro en el tiempo de los macabeos, fue compuesto entre los años

2. Zoeckler sugirió una alternativa en el Commentary (Comentario) de Lange. y si bien


no aparece recomendable. vale la pena mencionarlo. Zoeck.Jer sugiere que el tercer im•
perio representaba el de Alejandro el Grande. y el cuarto, el de los Seléucidas. Es decir.
una de las cuatro subdivisiones del imperio alejandrino, a saber. el establecido por
Seleuco l. hacia el año 311 a. de J.C.. serle el t1Jtimo Imperio del esquema de Donicl. Y
esto significarla que el tercer imperio duró solamente desde 334 hasta 323 a. de J.C.,
cuando murió Alejandro. más doce años de transición . Por lo tanto. fue del cuarto
imperio. es decir, d e la d inestla do Selouco, de donde se levantó AnUoco Epllenes en el
año 175 a. de J.C. Pero esta identilicación del cuarto imperio entra en colisión con el
hecho de que el autor sostiene con toda claridad que el cuarto Imperio fue más grande,
más luerte y más extendido que el tercero (el. Doniel 7:7). Resulta dificil concebir que una
mera fracción del imperio de Alejandro que ocupaba menos territorio y fue a menudo
derrotada en los campos de batalla, pudiera ser considerado como más leroz y poderosa
que el irresistible Alejandro, cuyos dominios se extendlen desde Yugoslavia hasta la
lndia. y que jamás sufrió una derrota miUtar en toda su carrera. A la fuz de la historia
subsiguiente. debe concederse que la descripción del cuarto imperio corresponde lnequl-
vocamente a Roma. y sólo a Roma.
DANIEL (CONTINUACIÓN] 439

168 y 165 a. de J. C, en tanto que el imperio romano no comenzó (al


menos para los judíos) hasta el año 63 a. de J. C, cuando Pompeyo el
Grande ocupó la parte del Cercano Oriente que incluía a Palestina.
Claro está que Aníbal ya había sido derrotado por Escipión en Zama en
el año 202 a. de J. c., y Antfoco III había sido aplastado en Magnesia en
el año 190, pero los romanos aún no habían avanzado más allá de los
límites de Europa hasta el año 165 a. de J. C, excepto para establecer un
reino vasallo en el Asia Menor y un protectorado sobre Egipto. Pero tal
como estaban las cosas el año 165 a. de J. C, ningún ser humano
hubiera podido vaticinar con alguna seguridad que las monarquías
helénicas del Cercano Oriente serían sometidas por la nueva potencia
que surgía en el Oeste. Ningún ser viviente pudiera haber previsto que
esta república italiana ejercería un predominio más despiadado y
esparcido que cualquier imperio que alguna vez le hubiera precedido.
Esta sola circunstancia, el hecho de que Daniel predijo el imperio ro-
mano, es suficiente para echar por tierra toda la hipótesis del fechado
en el tiempo de los macabeos (que, por supuesto, fue un intento de
anular el elemento sobrenatural de predicción y cumplimiento]. Como
habremos de ver, hay otras notables predicciones en este libro que lo
señalan como de inspiración divina y no como una mera novela escrita
en el tiempo de los macabeos.
También conviene señalar que la teoría que asigna a Daniel una
fecha que corresponde a la historia de los Macabeos, no ha podido
explicar cómo el libro de Daniel llegó a ser aceptado por los judíos
posteriores como Escritura Sagrada. En Deuteronomio 18:22 está asen-
tado el siguiente principio: "Si el profeta hablare en nombre de fehová,
y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no
ha hablado." Es decir, que toda persona que aduzca ser un genuino
profeta del Señor, cuyas predicciones de sucesos futuros no se cum-
plen, ha de ser totalmente rechazado. No puede haber duda alguna de
que la descripción dada en Daniel 11:40-45, referida al final del pe-
queño cuerno, no corresponde en manera alguna a la forma en que
Antíoco Epífanes halló su muerte; hay una definida interrupción de
continuidad en la revelación profética que comienza en 11:40. Y esta
interrupción de continuidad está indicada por la expresión "al cabo del
tiempo". Los exponentes de la teoría liberal sólo pueden alegar que el
autor de DanieJ en el tiempo de los Macabeos se mostró ineficaz en sus
esfuerzos de predecir la forma en que caería Antíoco. Hizo lo mejor que
pudo, pero las cosas no resultaron de la manera predicha. Sin embargo,
en caso de que así fuera, resulta imposible concebir cómo hubieran
podido los judíos continuar considerando esta escritura como canónica
y autorizada, a pesar de contener una falsa profecía. Si, por el contrario,
la obra fue compuesta por el histórico Daniel, es fácil comprender que
la obra hubiera sido preservada como la genuina Palabra de Dios. El
440 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL J\l\'TlGUO TESTAMENTO

hecho de que tantos acontecimientos de la historia subsiguiente fueron


certeramente vaticinados en el siglo sexto por el histórico Daniel,
hubiera servido como autenticación de su legitimidad como revelación
divina.

PRUEBAS ADICIONALES DE LA PATERNIDAD LITERARIA DE DANIEL

En primer lugar, contamos con el claro testimonio del propio Señor


Jesucristo en su discurso del monte de los Olivos. En Mateo 24:15 se
refiere a "la abominación desoladora de que habló [dio] el profeta
Daniel". La expresión "abominación desoladora" se repite tres veces en
DanieJ (9:27; 11:31; 12:11). Si estas palabras de Cristo fueron fielmente
registradas, la única conclusión a que podemos arribar es que Jesús
creyó que el histórico Daniel fue el autor personal de la profecía donde
figura esta expresión. Ninguna otra interpretación es posible a la luz de
la preposición dia, que se refiere al agente personal. Resulta significa-
tivo que Jesús consideró esta "abominación" como algo que habría
de ocurrir en una edad futura y no simplemente como el ídolo de Zeus
que erigió Antíoco en el templo, como sostienen los teóricos de la tesis
que afirma que la obra fue escrita en época de los Macabeos.
En segundo lugar, el autor de Daniel demuestra un conocimiento
tan exacto de los acontecimientos ocurridos en el siglo VI, como no lo
hubiera podido tener un escritor del segundo siglo; por ejemplo, en 8:2,
se describe la ciudad de Susa, situada en la provincia de Elam, en la
época de los caldeos. Pero por los historiadores griegos y romanos
sabemos que en el período persa, Susa fue asignada a una nueva
provincia que tomó su nombre, Susiana, y la anterior provincia más
extensa de Elam fue reducida a un territorio al oeste del río Euleo.• Es
razonable arribar a la conclusión de que solamente un autor muy
antiguo podría haber sabido que en cierta época Susa fue parte de la
provincia de Elam.
En tercer lugar, tenemos en el capítulo 9 una serie de notables
predicciones que desafían toda otra interpretación que no sea la que
sostiene que se refieren a la venida de Cristo y su crucifixión alrededor
del año 30 d. de J.C., seguidas por la destrucción de la ciudad de
Jerusalén en las décadas inmediatamente posteriores. En DanieJ 9:25,
26 se dice que pasarán 69 semanas de años (es decir, 483 años) entre el
"decreto" para reconstruir los muros de Jerusalén y la muerte del
Mesías Príncipe. En 9:25, 26 leemos: "Sabe, pues, y entiende, que
desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas...
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías,

3. Cf. Strabo. 15:3, 12; 16:1, 17; Pimío, Natural History (Historia natural), 6:27.
DANIEL (CONTINUACIÓN) 441

mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la


ciudad y el santuario."
Hay dos maneras de computar estas 69 semanas (o 483 años). En
primer lugar, empezar por el decreto promulgado por Artajerjes y entre-
gado a Nehemías en el año 445 a. de J.C. (cf. Nehemías 2:4, 8) y tomar
los 483 años como años lunares de 360 días cada uno,1 que serían
equivalentes a 471 años solares, lo cual daría como fecha el año 26 d. de
J.C. para la aparición del Mesías y para quitarle su vida ¡la crucifixión).•
o, de una manera más razonable, el punto de partida'puede identifi-
carse con el decreto de Artajerjes en su séptimo año, promulgado para
beneficio de Esdras en el año 457 a. de J.C. Este, aparentemente, incluía
la autoridad para restaurar el muro y reconstruir la ciudad de Jerusalén
(como podemos deducir de Esdras 7:6, 7 y también de 9:9, que afirma;
"Dios... inclinó sobre nosotros misericordia delante de los reyes de
Persia, para que se nos diese vida para alzar la casa de nuestro Dios, y
para hacer restaurar sus asolamientos, y para darnos vallado en Judá y
en Jerusalén" -Reina-Valera, revisión 1909-). Si bien Esdras no logró
llevar a cabo la reconstrucción de las murallas hasta el arribo de Nehe-
mías, trece años después, es lógico entender que el año 457 a. de J.C. es
el término a quo para el decreto predicho en Daniel 9:25; 483 años
solares contados a partir del año 457 a. d. J.C. nos llevarían al año 26 d.
de J.C. como fecha del ministerio de Cristo (o 27 d. d. J.C. puesto que se
gana un año al pasar de 1 a. de J,C. a 1 d. d J.C). Tengamos en cuenta
que la redacción del versículo 26: "Y después de las sesenta y dos
semanas se quitará la vida al Mesías", no nos obliga a interpretar los
483 años como la fecha exacta de la crucifixión; simplemente dice que
después de la aparición del Mesías, se le quitará la vida.

TEORÍA QUE ATRIBUYE A DIVERSAS FUENTES EL ORIGEN DE DANIEL

Ya hemos mencionado las concesiones que han hecho Hoelscher y


Torrey en el sentido de que las porciones arameas del libro de Daniel se
originaron en el tercer siglo a. de J.C, si bien ellos piensan que los
capítulos escritos en hebreo, sin duda alguna, son de un desconocido
novelista del tiempo de los Macabeos. Puesto que la concesión de tan
antiguos componentes pareciera socavar las bases estructurales de la
fecha en el período de los Macabeos para el libro como un todo, nos

4. En su Commenlory un Daniel (Comentario sobre Daniel) (Sección 683), Jerónimo


relata esta tradición de Africano, quien en su Tempora, dice: "Por otra parte, el intervalo
transcurrido desdo el vigésimo año de Artajerjes hasta la época de Cristo completa la
figura de 70 semanas, si las computamos de acuerdo con los años lunares de los hebrpos,
que no numeraban sus meses de acuerdo con el movimiento del sol, sino de acuerdo con
la luna ... Pues de acuerdo con sus cómputos, estos años pueden ser formados por meses
de 29½ días cada uno".
Obsérvese que John Davis en su Bible Dictionary (Diccionario bíblico], procede sobre
la base de un año lunar de 356 días, 6% horas, y de esa manera interpreta los 483 como
equivalentes a 469 años lunares, y llega así al año 24 d. de J.C.
442 RESEÑA CRiTIC1\ DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

parece útil hacer un resumen de las sugerencias hechas por los


adherentes a esta teoría sobre fuentes antiguas, y brindar algunos co-
mentarios pertinentes.
En 1909, C. C. Torrey publicó su opinión de que la primera mitad de
Daniel fue compuest11"' mediados del tercer siglo a. de J.C., en tanto que
la segunda mitad la escribió un autor del tiempo de los Macabeos, que
tradujo el capítulo 1 al hebreo, y luego compuso el capítulo 7 en arameo
para poder ensamblarlo mejor con los capítulos 2-6. Montgomery, en la
ICC, aceptó esta sugerencia con una excepción: consideraba el capítulo
7 como una composición distinta de las otras dos secciones. Otto
Eissfeldt, en su Einleitung (1934), compartió la misma opinión: que los
seis primeros capítulos pertenecían al siglo tercero y los últimos seis al
período de los Macabeos, y que fueron compuesto como una con ti-
nuación de la obra más antigua.
Gustav Hoelscher, en Die Entstehung des Buches Daniel (1919),
apoyó decididamente el origen anterior a los Macabeos de los capítulos
1-7, demostrando muy convincentemente que Nabucodonosor, tal
como está descrito en los capítulos 2-4, muestra una actitud más ilumi-
nada y toleran te hacia la religión judía [hablando en té rminos
generales) que la que tuvo el tirano griego Antíoco Epífanes, y por lo
tan to no pudo haber servido como tipo de este último. Martín North, en
Zur Komposition des Buches Daniel (1926), llegó al extremo de datar
las porciones originales de los capítulos 2 y 7 en la época de Alejandro
Magno; luego, durante el tercer siglo, se compaginaron las leyendas de
los capítulos 1-6 y se incl uyó en forma remodelada la vis ión de los
cuatro reinos.
H. L. Ginsburg, en 1948, se di o a la tarea de separar seis distintos
autores que contribuyeron al libro de Daniel: los capítulos 1-6 fueron
compuestos entre los años 292 y 262 a. de J.C.; el capítul o 2 fue suj eto a
revisión y a inserciones entre los años 246 y 220 a. de J.C.; el capítulo 7
proviene del período de los Macabeos; el capítulo 8 fue compuesto
entre los años 166 y 165 a. de J.C.; los capítulos 10-12 son de otro autor
de ese mismo período; y el capítulo 9, de una época ligeramente pos-
terior al año 165. C. H. H. Row ley. en The Un ity of Daniel (La unidad de
Daniel) (1952), concedió la existencia anterior. en forma oral, de parte
del material que componen los capítulos 1-6, pero no obstante ello,
defendió vigorosamente la esencial unidad de la co mposición de
Daniel en su actual forma literaria, es decir, en la época de los
macabeos.
Punemus de relieve el hed1u dt: 4u t: les c1si~11c1ció11 Je co11siuerc1bles
secciones de Daniel a un siglo o más antes de la época de la revuelta de
los Macabeos, hace peligrar íntegramente la hipótesis del siglo II a.
de J.C., como fecha de composición de la obra, tal como lo proponen los
adherentes a una fecha tardía del libro. Por lo tanto, si la descripción de
DANIEL (CONTINUACIÓN) 44 3

Nabucodonosor contrasta notoriamente con el carácter y la actitud de


Antíoco Epífanes, se torna más bien oscura su importancia para la
situación de los Macabeos. Lo mismo cabe decir con respecto al resto
de los episodios históricos en los cuales los gobiernos paganos parecen
tratar a los judíos con tolerancia y respeto.
CAPITULO 30
LIBROS HISTORICOS POSTERIORES
AL EXILIO
1 y 2 CRONICAS, ESDRAS
NEHEMIAS, ESTER
1 Y 2 CRONICAS

El título hebreo de estos libros es Dib-ré hoy-yómín, es decir, " Los


relatos de los d,as" o, más literalmente, " Las palabras de los días." El
propósito de estos dos volumenes es el de pasar revista a la historia de
Israel desde los albores de la raza humana hasta la cautividad de Babi-
lonia, y el edicto de restauración dado por Ciro. La obra fue compuesta
con el claro y definido propósito de dar a los judíos de la segunda
organización nacional el verdadero fundamento espiritual de su teocra-
cia, como pueblo del pacto con Jehová. Este propósito del historiador
tiene la intención de demostrar que la verdadera gloria de la nación
hebrea se hallaba en su relación de pacto con Dios, tal como había sido
mantenida por las formas prescritas de culto para el templo y adminis-
trada por sacerdotes divinamente ordenados, bajo la protección de la
dinastía divinamente autorizada de David. El hincapié se hace siempre
en lo que es puro y válido en el pasado de Israel a fin de brindar bases
confiables para la tarea de reconstrucción que queda por delante. Se
hace un gran hincapié respecto a la rica herencia de Israel y su indes-
tructible conexión con los comienzos patriarcales (de ahí el relieve
que adquieren las listas genealógicas).
BOSQUEJO GENERAL DE t Y 2 CRONlCAS

Comencemos diciendo que l Crónicos narra los acontecimientos


hasta la muerte de David; 2 Crónicos continúa con el reinado de Salo-
món, la construcción del templo, y termina con el exilio y el decreto de
restauración. Originalmente, los dos libros formaban un solo volumen,
pero desde fecha tan remota como la de la Versión de los Selenio (que
les da el nombre Porolipómenos, es decir los libros que refieren las
"cosas omitidas"), parece que ha habido una división en dos partes.
444
LIBROS HISTÓRICOS P OSTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRÓNICAS, ESDRAS
NEHEMIAS. ESTER 445

Seguimos aquí el breve bosquejo de M. F. Unger (en IGOT, pág. 407).


l. Genealogías desde Adán hasta David, 1 Crónicas 1:1 - 9:44
A. Desde Adán hasta Jacob, 1:1 - 2:2
B. Generaciones de Jacob, 2:2- 9:44
II. Historia del rey David, 10:1 - 29:30
A. Muerte de Saúl, 10:1-14
B. Captura de Sion y los valientes de David, 11:1 - 12:40
C. Próspero reinado de David, 13:1- 22:1
D. Logros de David en beneficio del culto ritual, 22:2- 29:30
m. Historia del rey Salomón, 2 Crónicas 1:1 - 9:31
A. Riqueza y sabiduría de Salomón, 1:1-17
B. Edificación y dedicación del templo, 2:1-7:22
C. Sus diversas actividades y su muerte, 8:1- 9:31
IV. Historia de los reyes de Judá, 10:1 - 36:23
A. Desde Roboam hasta Sedequías, 10:1 - 36:21
B. El edicto de Ciro, 36:22, 23
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE CRONIC.AS
Al igual qu e los demás libros históricos, Crónicos no especifica el
nombre de su autor. La evidencia interna indica un período entre los
años 450 y 425 a. de J.C. como su fecha de composición. Es muy pro-
bable que la tradición talmúdica (Bobo Bothro, 15a) esté acertada al
asignar la paternidad literaria a Esdras. Como principal propulsor y
arUiice del avivamiento espiritual y moral de la nación, hubiera tenido
el máximo incentivo para producir una reseña histórica de este tipo.
Como levita de la línea sacerdotal, sus opiniones hubieran coincidido
a la perfección con las del autor de esta obra, y hubiera destacado
exactamente los hechos que destacó el cronista. Resulta pertinente
comentar que, según una tradición que figura en 2 Macabeos 2: 13-15, el
gobernador Nehemias poseía una importante biblioteca: "Este, para
fundar una biblioteca. reunió los libros referentes a los reyes y a los
profetas, los de David y las cartas de los reyes acerca de las ofrendas."
(Biblia de Jerusalén) Si Nehemfas poseía tan importante colección de
obras de referencia, bien hubiera podido ocurrir que su íntimo colabo-
rador, Esdras, tuviera fácil acceso a estas obras de referencia y las
hubiera usado para la compilación de Crónicas.
E. J. Young favorece la teoría de la paternidad literaria de Esdras, si
bien con algunas reservas respecto a los dos últimos versículos del libro
(que contienen el edicto de Ciro), los cuales dan indicaciones de ser
anteriores al primer capítulo de Esdras. M. F. Unger se inclina por la
misma opinión, aunque parece que admite la posibilidad de que los
libros no fueran escritos hasta la primera mitad del siglo cuarto a. de
J.C. (IGOT, pág. 407). J. E. Steinmueller descarta la tradición talmúdica
446 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

y sostiene que el autor es desconocido.' D. N. Freddman expone la


opinión de que la obra básica del cronista, comenzando con 1 Crónicas
10, se remonta aproximadamente al año 515 a. de J.C., recién concluido
el segundo templo. Era, sin duda, un colaborador de los profetas Hageo
y Zacarías, que consideraban a Zorobabel como el legítimo heredero de
la divina promesa hecha a la dinastía davfdica.'
Entre los eruditos liberales no hay unanimidad en cuanto a la fecha
de composición. W. F. Albright, hasta fecha reciente, se inclinaba a
favor de la opinión de que el Esdras que compuso la obra vivió durante
el reinado de Artajerjes íl, en la primera mitad del siglo cuarto a. de J.C.•
Muchos otros dan la segunda mitad; es decir, 350-300 a. de J.C. Y otros
más, como Pfeiffer, lo aproximan a una fecha tan tardía como el 250 y
hasta el 200 a. de J.C. Suponiendo que e l testimonio de 1 Crónicos 3
(según una variante apoyada por la Septuaginta, la Vulgata y Siriaco)
se refiere a 11 generaciones después de los días de Zorobabel. W.
Rudolph asigna al núcleo de Crónicos un perldo alrededor de los años
400-380 a. de J.C. Más tarde fue complementado dicho núcleo con
material demasiado variado y contradictorio que no pudo haber pro-
cedido de un solo editor (Wilhelm Rudolph, Chronikbücher, 1955).
Como ya lo hemos sugerido, uno de los argumentos más frecuentes
esgrimidos en favor de una fecha tardía para Crónicas se encuentra en 1
Crónicas 3:19-24 que, según el TM indica seis generaciones después de
Zorobabel. Pero en realidad , como lo señala Young, los listados
de Crónicas, no siempre dan series directas de sucesivas genera-
ciones de padres a hijos, sino que algunos de ellos incluyen varios hijos
nacidos del padre previamente nombrado.◄ En este caso particular es
posible que la genealogía se haga llegar solamente hasta la segunda
generación después de Zorobabel. El texto indica que Hananías era el
hijo de Zorobabel y que PelaUas y Jesaías sólo fueron sus nietos. Nin-
guno de los nombres que siguen a éstos (desde el versículo 21 en

t . Cotholic Biblicol Quorterly. 23:436-4,42.


2. La más persuasiva evidencia que Freedman adelonta para esto posición se helio en la
notable separación que hay según en el relato de Esdras entre la tarea de Zorobabel y
Josué y el advenimiento del propio Esdras. Si el cronista compuso su obra original
lnmediatamen¡e después de la terminación del templo, esta separoción es fácilmente
oxplicable. La obra del cronista finalizó con Esdras 3. Los documentos arameos de Esdras
4-6 constiluyen un complemento posterior. Desde el capitulo 7 hasta el final del libro
tenemos las memorias personales del mismo Esdras. quien, según Freedman, fue aprox-
imadamente conlempo.rá neo de Nehemfas. El propio hincapié de Esdras. tal cual se
colige de su larga oración registrada on Nehemlos 9:6-37, fue sobre la tradición de Moisés
y del éxodo; apenas si mencionó en algo la dinasUa davldico. Esto conforma un abierto
contraste con e l cronista, que demostró el más agudo interés por la d inaslfa davídica y la
promesa davldica (2 Samuel 7.) Es. por lo tanto. inconcebible. de acuerdo con F'reedman.
que Esdras hubiera sido el autor de los Libros de Crónicas (Colholic Biblical Quorterly).
23:44 t .
3. Pero d . el úlllmo párrafo bajo el lflulo "The t\ulhorshlp and Date of Ezra-Nohemiah"
(Paternidad literaria y lecha d e Esdros-Nehemíos). pág. 452 de este capítulo.
4. E. J. Young. IOT, pág. 383.
LlllROS HISTÓRICOS POSTERIORES AL Ex1uo 1 Y 2 CRÓNICAS. ESDRAS
NEHEMIAS, ESTER 447

adelante) tienen nada que ver con la genealogía de Zorobabel; por lo


tanto, difícilmente pudiera considerarse este versículo como apoyo
para una fecha tardía de composición.
Por alguna razón, otro versículo que también se aduce como
argumento en favor de una fecha de composición tardía es 1 Crónicas
29:7, que menciona cierta cantidad de dinero en dóricos (Biblia de
Jerusalén) (adarkónim). Y puesto que el dórico aparentemente reci-
bió su nombre de Darío I (520-486), su mención en conexión con el
tiempo del rey David, debe considerarse como un anacronismo. Al
mismo tiempo, debe concederse el hecho de que los dóricos habían
circulado durante muchas décadas antes de la época de Esdras, y no
habría dificultad alguna para que se refiriera a ellos como una unidad
monetaria corriente. Y puesto que el dórico representaba un peso bien
conocido en oro, no hay ninguna razón en particular por la cual Esdras
no hubiera podido computar la cantidad de metálico contribuido por
los príncipes israelitas para el sevicio del templo, y luego convertir la
suma en un número equivalente d!e dáric..os, lo cual sería mejor com-
prendido por la gente de la generación de Esdras.'
FUENTES DE CRONICAS
Más de la mitad del material contenido en Crónicas se repite o tiene
su equivalente en otros libros del Antiguo Testamento, especialmente
en Génesis, Samuel y Reyes. El autor menciona por nombre muchas de
sus fuentes extracanónicas: (1) El Libro de los Reinos (o Reyes) de Judá
e Israel (o de Israel y Judá) que puede ser lo mismo que el Libro de los
Reyes de Israel y las Palabras de los Reyes de Israel (Young los con-
sidera como meras variantes de un mismo título); (2) la Historia (mid-
rosh) del Libro de los Reyes (que puede ser diferente, o no, del pre-
viamente mencionado); (3) Las Palabras de Uzías compuestas por el
profeta Isaías; (4) Las Palabras de Semafas el Profeta y de lddo Vidente;
(5) el Midros del profeta Iddo; (6) las Palabras de Jehú, el hijo de
Hanani; (7) Las Palabras de Hozai. Se discute si el cronista en realid ad
copió de Samuel y de Reyes; la mayoría de los autores presumen que sí
(cf. New Bible Commenta.ry -Nuevo Comentario Bíblico-). Otros, como
Zoeckler (en el Commentary -Comentario- de Lange, págs. 18-20) y E.
J. Young (IOT, págs. 384, 385), creen que copió de fuentes comunes
anteriores, pero que las diferencias en detalle y disposición anulan la
posibilidad de haber copiado directamente.
CONFIABILIDAD HISTORICA DE CRONICAS
Ha existido una tendencia entre los críticos liberales a impugnar la

~. !As más recien!e$ evidenci!i$ indíC!ln !a idenlificªción de este término adarkón im,
como as( también el dark<mónim de Nehem(as 7:70. con las dracmas griegas más bien que
con los dóricos persas. cr. el pun10 6 de la pág. 458.
448 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL MTJGUO TESTAMENTO

confiabilidad de casi todas las afirmaciones de Crónicas que no figuren


también en Samuel y Reyes. Tal escepticismo es totalmente injustifi-
cable, puesto que el cronista cita muchas fuentes no mencionadas ni en
SamueJ ni en Reyes y que, por lo tanto, podrían incluir información no
descubrible en éstos. También conviene notar que estos asuntos adi-
cionales en términos generales coinciden con los propósitos básicos del
libro como lo señalamos en el primer párrafo de este capítulo. Así,
pues, la preocupación por las instituciones religiosas, como parte esen-
cial para la perpetuación de una verdadera teocracia, lleva a la mención
de músicos y cantores del templo, las genealogías sacerdotales, y desa-
rrollos cultuales de diverso tipo. Del mismo modo, la preocupación por
grandes decisiones de fe lleva a la inclusión de información adicional
sobre reyes y profetas que tuvieron que enfrentar estas decisiones. Así
también, se menciona a Roboam cuando se enfrentó a la invasión de
Sisac, y a Asa, cuando se enfrentó a Zera el etíope; el intento de Uz[as
de lograr seguridad protegido por una gran ejército en pie de guerra y
ambiciosas empresas comerciales; el tardío arrepentimiento de
Manasés;&la gran pascua nacional de fosías, etcétera. Figuran informa-
ciones adicionales respecto a los profetas Samuel, Gad, Natán, Ahías,
Semaías, Hanani, Jehú y hasta a Elias. Se mencionan ciertos profetas
que no figuran en ninguna parte de las Sagradas Escrituras: Asaf, He-
rnán, Jedutún, Iddo, los dos profetas llamados Oded; y también Jehaziel
y Eliezer.

Fiel a sus principios básicos, el cronista omite desde la época de


David en adelante todo cuanto no esté estrictamente conectado con la
dinastía davídica, puesto que era la única línea válida para la teocracia.
Así, pues, se omiten en gran parte los delitos cometidos por David,
"Amnón, Absalón, Adonías y Salomón puesto que en nada significativo
contribuían a !a edificación o preservación de la teocracia. Así también
se alude al Reinó del Norte solamente cuando entraba en contacto con
el reino de Judá, porque las diez tribus no tenían un rey válido que
reinara sobre ellos por autoridad de Dios, y porque sostenían y
apoyaban un cisma herético que prácticamente los eliminaba del culto
en el templo de Jerusalén.
Si bien es cierto que las genealogías en este libro son a veces frag-
mentarias e incompletas, bien pudo suceder que el autor supuso que
había otras fuentes de conocimiento (tanto Samuel como Reyes y
los libros no canónicos) que habitualmente eran accesibles y bien

6. El relato que figura en 2 Crónicas 33, respecto a la encarcelación de Manasés en


Babilonia, ha sido tratado por muchos eruditos como apócrifo y de fecha tard1a. Pero
recibe confirmación de un texto de Asarjadón, que afirma: "Convoqué a los reyes de Siria
y a los de allende el mar, a Baal, rey de Tiro, Mana -és, rey de Judá . . . Musud rey
de Moab . . . veinte reyes en total; les di mis órdenes" (D. D. Luclenbill, Ancienl Records
o/ Assyria and Baby/oniQ [Antiguos documentos de Asiría y Babilonia) [Chicago: u.
Chicago, 1927] vol. 2., sec. 690].
Lr:eROS H ISTÓRJCOS P OSTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRóNICJ\S, E SDRAS
NEHEM[AS. ESTER 449

conocidas por su público. Así, en 2 Crónicas 26:17 y 31:10 se omiten


Joiada y los dos Azarfas. Por supuesto no podemos eliminar totalmente
la posibilidad de que copistas subsiguientes del manuscrito de Esdras
in.advertidamente omitieran algunos de estos nombres. W. J. Beecher
(en ISBE) sugirió que tal vez el cronista tuvo acceso a tablillas fragmen-
tarias de arcilla, trozos de cerámica y papiros, y que en algunos casos
los copió tal como estaban, no indicando las lagunas existentes por
medio de puntos y guiones, como lo hubieran hecho los copistas
modernos.
Hay varias indicaciones de descuido en la transmisión del texto de
Crónicas. Así encontramos numerosas diferencias en la ortografía de
los nombres, al compararlos con los que aparecen en Génesis, SamueJ y
Reyes. Algunos de estos errores se explican Fácilmente como confusión
de letras similares tales como dolet (la letra d) y résh (la letra r). El
nombre "Oodanim" de Génesis 10:4 figura como "Rodanim" en 1 Cró-
nicas 1:7 (Biblia de Jerusalén). (En este caso en particular, la ortografía
de Crónicas parece superior, pues probablemente es una referencia
a los habitantes de Rodas). También mém se confunde con hé en
"Abias", que el cronista escribe en lugar de " Abiam" (si bien en este
caso las dos letras no se parecen en su forma]. Puesto que los puntos
para indicar vocales no fueron introducidos por los escribas judíos
hasta el año 500 d. de J.C., o más tarde aún, no deben sorprendernos las
di.screpancias que puedan existir en estos nombres propios escritos de
distinta manera.
La inferioridad en la transmición del texto también aparece en los
números que figuran en afirmaciones estadísticas. Los críticos liberales
han procurado señalar una constante tendencia del cronista a exagerar
las cifras cada vez que ocurre una discrepancia entre Crónicas y Reyes.
Sostienen que representa una invet,erada política de glorificar el pasado
por medio de una deliberada exageración. Un prolijo análisis de los
datos textuales indica, sin embargo, la falacia de estas conclusiones. En
la inmensa mayoría de los casos donde se dan valores numéricos en
Crónicos , Reyes y Samuel, hay perfecta coincidencia. Figuran
solamente 18 ó 20 ejemplos de discrepancia. De éstos, alrededor de un
tercio, que se refieren precisamente a las mismas estadísticas, aparecen
un mayor número en Samuel o Reyes que en Crónicos (cf. l Crónicos
11:11 y 2 Somuel 23:8; l Crónicos 21:5b y 2 Samuel 24:9b; 2 Crónicas
3:16b y 1 Reyes 7:20b; cf. versículo 42; 2 Crónicas 8:10 y 1 Reyes 9:23; 2
Crónicas 36:9 y 2 Reyes 24:8). A menudo la discrepancia reviste po-
quísima importancia en lo que se refiere a las cifras, y la inmensa
mayoría de los casos se explican por el hecho de que no se refieren
p11ecisamente al mismo grupo de personas o cosas, exactamente al mjs-
mo tiempo o en la misma precisa categoría. Ocasionalmente la cifra
dada en Crónicas en menor y más creible que en el pasaje paralelo. Por
450 R ESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

ejemplo, el número de establos o caballerizas que hizo construir Salo-


món fue de 40.000 según l Reyes 4:26 pero en 2 Crónicas 9:25 la cifra es
de 4.000. (En el pasaje de Reyes, según la versión del Rey Jacobo,
40.000 es el número de caballerizas, pero en Reina-Valera, 40.000 no es
el número de caballerizas. sino de caballos. N. del T.) En otro ejemplo,
el número de enemigos que el valiente Jasobeam mató en una sola
batalla fue de 300, según l Crónicas 11:11, pero en 2 Samuel 23:8 la
cifra se eleva a 800.
Al analizar este tema de las discrepancias numéricas, debemos fijar-
nos en el tipo de anotaciones que se practicaban en la antigüedad. Keil
señala que prácticamente todas las cifras sospechosamente elevadas se
expresan en miles como si fueran números redondos basados en esti-
maciones aproximadas de con temporáneos. Sugiere que los números
propiamente dichos se expresaban indudablemente por medio de letras
alfabéticas, y en esa forma estaban más expuestos a corrupción por
parte de los copistas posteriores, especialmente cuando tenían que
vérselas con manuscritos gastados y manchados. [Resulta interesante
observar que en las primeras monedas judías, que ciertamente corres-
ponden a, la época de la primera revuelta que ocurrió en el año 67 d. de
J.C., si no corresponden al período hasmoneo del siglo II a. de J.C., se
emplearon letras alfabéticas para indicar los números, especialmente
en el registro de las fechas.) Así. la exagerada cifra de 50.070 hombres
que registra l SomueJ 6:19 como el número de personas que hi zo morir
el Señor en Bet-semes, se explica como una confusión en los dígitos.
Recordemos que el sistema alfabético, en las anotaciones numéricas.
necesitaba solamente algunos pu ntos por encima o por debajo para
multiplicar por mil; de esa manera, la letra nun con dos puntos por
enr.ima signifir.arí11 cinr.11enla mil (d. GP.sP.nius Kaulzsr.h. Hebrew
Grammor - Gramática hebrea- 5:1).'
Sin embargo, el descubrimiento de los papiros de Elefantina per-
mite imaginar la posibilidad de que al par que los hebreos utilizaban el
sistema de anotaciones numéri cas para indicar grandes cifras, pudieron
haber utilizado trazos verticales u horizon tal es más que letras alfabéti-
cas. En estos papiros, por ejemplo. se indican los dígitos hasta diez por
medio de trazos verticales con un signo especial para el número cinco.
Los números de diez en adelante se los indica por medio de trazos
horizontales; y hay signos especiales para indicar los cientos y los
miles, que se derivan de las letras iniciales de los nombres de estos
números.• A la luz de toda esta evidencia, resu lta imposible sostener
7. C. F. Keil analiza este problema con c ierto detall e en s u comentario sobre Crónicos.
págs. ~3-4 5.
8. Un excelente estudio de estos números y su importancia sobre las discrepancias
numéricas en Nehemíos y Esclms, lo tenemos en el artículo escrito por H. L. Allrik, "The
Lisis ol Zerubbabel and the Hebrew Numeral Notalion" (Las listas de Zorobabel y las
a.notaciones numéricas hebreas), en llASOR, No. 136 (diciembre de 1954), págs . 21 •27.
LIBROS HISTÓRICOS POSTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRÓNICAS. ESDRAS
NEIIEM(AS, ESTER 451

algún argumento válido que pruebe alguna discrepancia original entre


los manuscritos autógrafos de Crónicas y los pasajes relevantes de los
otros libros canónicos. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que
todas las denominadas discrepancias que se han señalado carecen de
valor, una vez sometidas al análisis de la crítica textual o de la exégesis
contextual.
No quisiéramos cerrar este debate sin mencionar una interesante
observación formulada por W. F. Albright. Sostiene que los críticos
erraron al considerar que el cronista se equivocó al fijarle a los músicos
del templo una fecha que concordaría con el reinado de David. "Pode-
mos decir ahora, con toda certeza, que las asociaciones de músicos
tuvieron su origen en la época de los cananeos, muchísimo antes de la
época de David. Los cananeos del segundo milenio habían desarrollado
notoriamente su arte musical, tal como nos informan fuentes egipcias,
que a menudo hablan de los instrumentos musicales cananeos y dibu-
jan músicos cananeos. Los nombres de los fundadores putativos de
estos gremios o asociaciones de músicos, Hernán, Etham (Jeduthun),
Asaf, nos hablan del tipo cananeo; y los proverbiales sabios, Calcol
(ASV) y Darda, que se asocian con aquellos en 1 Reyes 4:31, tienen
nombres de un tipo particularmente común entre los músicos."" Así,
Calcol aparece en una inscripción egipcia del siglo XIII, recientemente
descubierta en Megido, como el nombre de un gran músico cananeo de
la región de Ascalón.

ESDRAS Y NEHEMIAS
El nombre Esdras parece ser una forma aramea del hebreo 'ezer,
ayuda. El nombre Nehemfas, hebreo Nehem-Yah, significa "consola-
ción de Jehová". Estos dos libros son tratados como uno solo por los
escribas hebreos; no hay separación en el TM entre el final de Esdras 10
y el comienzo de Nehemías 1, y las estadísticas para los dos libros
figuran al final de Nehemías. El tema de este libro compuesto es el
registro de la reconstrucción de la teocracia hebrea sobre e] fundamento
físico y espiritual del pasado. Así como Dios protegió a su remanente
del odio de sus enemigos externos, así también los liberó de la insidiosa
corrupción de los falsos hermanos que había en el seno de la comu-
nidad hebrea.
BOSQUEJO GENERAL DE ESDRAS Y NEHEMJAS

I. Primer retorno de los exiliados, Esdras 1:1- 2:20


II. Restauración del culto a Jehová, 3:1-6:22
m. Segundo retorno bajo la dirección de Esdras, 7:1 -10:44
IV. Restauración de los muros de la ciudad, Nehemías 1:1 — 7:73
V. Reformas de Esdras y Nehemías, 8:1 - 13:31
9. Albright, "The Old Testament and Archaelogy" (El Antiguo Testamento y la arqueolo-
gía), en Old Testament Commentary, ed. Alleman and Flack, pág. 63.
452 REsEN/\ CRITICA DE UN/\ INTRODUCCIÓN /\L ANTICUO T ESTAMENTO

Como ya lo dijimos en el capitulo ded.icedo al canon, los primeros


comentaristas consideraban a Esdras y Nehemfas como un solo libro.
Entre dichos comentaristas se cuenta Josefo, que asignaba al Antiguo
Testamento 22 Libros. La misma tradición siguieron los eruditos cris-
tianos como Melito de Sardis (citado por Eusebio) y Jerónimo. También
la Versión de los Setenta agrupaba en uno los dos Libros, y llamaba
al canónico Esdras-Nehemfas, Esdras B ó 2 Esdras, para distinguirlo
del apócrifo 1 Esdras. Sin embargo, la Vulgata los dividió en 1 Esdras y
2 Esdras. La lógica de esta división surge de la doble lista de judíos que
retornaron como la registran Esdras 2 y Nehemfos 7, pues resulta dificil
imaginar que la misma lista figurara dos veces en el mismo libro
original.
P/\TERNIOIID LITERARIA Y FECHA DE ESDRAS Y NEH~ll/\S

Si se supone que el Artajerjes mencionado en Esdras 7:1 era


Artajerjes I, Longima.no, la llegada de Esdras a Jerusalén tuvo que haber
ocurrido en el año 45 7 a. de J.C. (el séptimo año del rey, Esdras 7:8). Por
lo tanto, la carrera de Esdras en Jerusalén comenzó doce años antes de
la llegada de Nehemlas, que no llegó hasta el vigésimo año, o sea el 445
a. de J.C. Sin duda alguna, el propio Esdras escribió gran parte del libro
que lleva su nombre. (Obsérvese el uso de la primera persona en Esdras
7-10.) Pero evidentemente incorporó en la edición final las memorias
de Nehemías (es decir, el libro de Nehemíos) incluyendo aun su propia
lista de los que retornaron. Utilizando las facilidades brindadas por la
biblioteca de Nehemías, es probable que Esdras compusiera Crónicas
durante ese mismo periodo.
Tal cual se ha sugerido. Albright al comienzo situó a Esdras en el
reinado de Arlajerjes a, Mnemón, 404-359; pero tal teoría baria espú-
rios algunos pasajes como Nehemfas 8:2, puesto que mencionan a
Esdras como contemporáneo de Nehemías. También entraría en con-
flicto con la evidencia brindada por los papiros de Elefantina, que
mencionan al sumo sacerdote Johanan y a Sanbalat, el gobernador de
Samaria. Este Johanán fue nieto del Eliasib, que figura en Nehemfas 3:1,
20, y Nehemlas fue contemporáneo de Eliasib. Por lo tanto, se deduce
que cuando el relato biblico babia de que Nehemias fue a Jerusalén en
el año 20 de Artajerjes (Nehemfas 1:1) y nuevamente en su trigésimo
segundo año (Nehem(as 13:6), tiene que referirse a Artajerjes I (lo cual
da las fechas 445 y 433 respectivamente), y no el reinado de Artajerjes a
(quedaría las fechas 384 y 372 respectivamente, demasiado tarde en
relación con el sumo sacerdocio de Johanán).
Resulta interesante observar que en sus más recientes declaraciones
sobre el tema. Albright ha modificado algo su antigua posición. Dice:
" Hemos informado de manera no muy satisfactoria sobre la fecha de
Esdras. Las evidencias más recientes favorecen una fecha para la mi-
LIBROS H1STóRICOS P OSTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRÓNICAS. ESDRAS
NEHEMlAS. ESTER 453

sión de Esdras alrededor del trigésimo séptimo año del reinado de


Artajerjes; es decir, más o menos el año 428 a. de J.C. No está en claro si
Nehemfas estaba en Jerusalén en esa epoca; no se lo menciona especffi.
carnente en las memorias de Esdras, propiamente dichas; las evidencias
son contradictorias. Pero pocas dudes ceben de que su influencia fue
directamente responsable del edicto real que dio a Esdras dilatados
poderes en relación con su plan de reformar la organización religiosa
en Jerusalén."••
Más recientemente, John Bright ha defendido esta teorla del
"trigésimo séptimo año" sobre las siguientes bases."
1. Si Esdras realmente llegó en el séptimo año de Artajerjes,
hubiera significado que transcurrieron 13 años antes que él, cuyo ex-
preso propósito de venir a Jerusalén habla sido el de enseñar la Tora
(Esdras 7:10), se decidiera a leer la Tora a la gente (tal como se expresa
en Nehemfos 8:1-8). Sin embargo. Nehemfos 8 solamente relata una
solemne lectura de la ley en ocasión de la fiesta de los Tabernáculos.
No implica d e ninguna manera que Esdras no hubiera enseñado
diligentemente la ley a reducidos grupos de disclpulos y de levitas
durante los doce años precedentes.
2. Si las reformas de Esdras, como figuran en Esdras 9 y 10, real-
mente precedieron a las de Nehemlas, llegamos obligadamente a " la
conclusión de que Esdras, de una u otra manera, fracasó." Presumi-
blemente, por lo tanto, estas reformas de Esdras (respecto a los casa-
mientos mixtos con los paganos) tuvieron que haber sido contempo-
ráneas con las de Nehemias (quien tomó medidas correctivas en rela-
ción con la usura en el capitulo 5, y en el capítulo 13, respecto al
espacio otorgado a Tobías el amonita en los atrios del templo, el atraso
o abandono en el pago de los diezmos, la profanación del sábado. y los
casamientos mixtos con mujeres extranjeras). Pero es digno de observar
el hecho de que solamente el pecado de los casamientos mixtos fu e
objeto del tratamiento tanto por parte de Esdras (alrededor de 457 a. de
J.C.) como por parte de Nehemías (alrededor de 434 a. de J.C.). Serla
ingenuo suponer que en un intervalo de 23 años, este abuso no hubiera
podido haberse replanteado. como para requerir una renovada atención
por parte de Nehemfas. No tiene sentido alguno. por lo tanto, describir
esto como un "fracaso."
3. Se dice que cuando Esdras vino por primera vez a Jerusalén,
halló la ciudad "habitada y relativamente segura," mientras que Nehe-
mías la encontró "mayormente en ruinas." Pero ninguna de estas afir-
maciones cuenta con el apoyo del texto escritura!. En ninguna parte

10. Albright, citado en L. Finke l,tein, The f ews (Lo• judlos) (l\;uova York : Hnrper, 1955),
pág. 53.
11. Bright, A History of Israel (Una hfatoria de Israel), págs. 377,378.
454 RfsE.' IA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

afirma Nehemfas que Jerusalén no estaba habitada o que estaba en


ruinas en su mayor parte. Lo que sí explica es que los muros de la
ciudad no hablan sido reconstruidos, y que había ciertos sectores de la
ciudad que aún mostraban los estragos de la guerra. Lo mismo pudo
haberse dicho de Londres o de BerHn luego de la Segunda Guerra
Mundial; pero ¿quién podría deducir de ello que esas dos ciudades
estuvieran deshabitadas? Cierto es que Nehemfas tuvo que ejercer pre-
sión sobre ciudades foráneas para que contribuyeran con una mayor
población que garantizara el mantenimiento y la defensa de la capital
recién fortificada (capitulo 11); pero ésta fue una medida dictada por
consideraciones puramente militares. Nunca dejó entrever Esdras que
los viejos límites de Jerusalén fueron completamente repoblados en su
dia. En cuanto a la aparente seguridad de la ciudad, no hay n inguna
indicación de que los estados vecinos se preocuparon por los judíos,
hasta que éstos comenzaron con real seriedad a reconstruir sus muros,
acontecimiento que no se produjo aparentemente (si bien Esdras con-
taba con la autorización para reconstruirlos. Esdras 9:9) hasta q¡ue el
acaudalado nuevo gobernador llegó con sus tropas y recursos una do-
cena de años después.
4 . El hecho de que Nehemfas 12:26 coloca el nombre de Nehemfas
antes que el de Esdras, hace suponer que Nehemfas precedió a Esdras
en punto a tiempo. Pero obviamente la razón de que su nombre se
menciona primero se debe al hecho de ser el gobernador designad!o por
Artajerjes, y por lo tanto, superaba en rango e importancia a Esdras, que
era solamente el jefe espiritual de la comunidad.
5. Debe observarse que la suposición de que el "séptimo año" que
se menciona en Esdras 7:7 fue un error, y que debe decir "trigesi-
moséptimo año", se complica por el hecho de que las reformas de
Nehemías que se mencionan en el capitulo 13, aparentemente se reali-
zaron en el "trigésimosegundo año" de Artajerjes (Nehemías 13:6).
Parece mucho más improbable que las medidas contra los casamientos
mixtos con idólatras las hubiera repetido Esdras en el breve lapso de
cinco años después que Nehemias tuvo que lidiar con este problema en
445-444, y no que Nehemias hubiera encarado de nuevo el problema 23
años después de las reformas de Esdras.
Por lo tanto, la única conclusión razonable que nos queda es que
Esdras retornó en el año 458 ó 457 a. de J.C., y que el primer periodo de
gobierno de Nehemias ocurrió en el año 445, y su segundo gobierno, en
el año 433. Y esto solo hace justicia al testimonio del texto bíblico.

OBJECJONES CRITICAS A LA HISTORICIDAD Y AUTENTICLOAO DE ESDRAS YNEHE.'-'IIAS


1. Para demostrar una fecha tardía del tercer siglo (o más tardía
aún]. muchos críticos han echado mano a dos nombres mencionados
LIBROS HISTÓRICOS POSTERIORES AL EXILIO 1 v 2 CRÓNICAS. ESDRAS
NEHEMÍAS. ESTER 455

incidental mente en estos libros, el de Johanán (Esdras 10:6) y el de


Jadúa (Nehemfas 12:11).Como ya se indicó, fohanán fue "hijo" de
Eliasib, mencionado como contemporáneo de Nehemías en Nehemías
3:1. Ahora bien, los papiros de Elefantina mencionan un sumo sacer-
dote fohanán, que fue nieto de Eliasib, y que vivió algo después de la
época de Nehemías. E. J. Young se pregunta (TOT, pág 375) si el Johanán
de Esdras 10:6 (a cuya habitación fue Esdras para entristecerse y ayu-
nar) fue el mismo nieto de Eliasib. Cree que es más probable que fuera
el hijo del Eliasib que se menciona en Nehemías 13:4 y 7, y no un nieto
(si bien el hebreo ben puede indicar tanto la tercera como la segunda
generación). Por otra parte, concede Young, pudo haber sido el nieto
que en sus años jóvenes no había alcanzado aún el grado de sumo
sacerdote; sin embargo, como miembro de la familia de los sumos
sacerdotes, era de esperarse que se le asignaran habitaciones en el
recinto del templo.
Objeciones más serias respecto de la exactitud histórica de Nehe-
mías, surgen a causa de que menciona a Jadúa. Josefo [Antigüedades
11.8.4) afirma que el nombre del sumo sacerdote en los días de Alejan-
dro el Grande, en el año 330 a. de J.C., fue Jadúa, y de allí se ha inferido
que la mención de ese nombre en Nehemías 12:11 revela el hecho de
que Nehemías tuvo que haber sido compuesto mucho antes del propio
Nehemías histórico. Los hechos son como siguen. El linaje de los
sumos sacerdotes, a partir de la época del retorno del exilio en el año
536 a. de J.C., incluyó la siguiente sucesión: Jesúa, padre de Joiacim,
padre de Eliasib, padre de Joiada, padre de Jonatán y Johanán (contem-
poráneos más jóvenes que Nehemías, Nehemías 13:28) y luego Jadúa,
hijo de Jonatán (Nehemías 12:11). Si Jonatán contaba con 20 años de
edad en el año 456 a. de J.C., tendría que haber tenido 86 años de edad
para la época en que se escribió la Carta Elefantina No. 30 (edición de
Cowley). 12 Si Eliasib hubiera tenido 25 años de edad cuando nació
Joiada y 50 años de edad cuando nació Johanán, en ese caso hubiera
tenido 80 años de edad en el año 446, edad en la cual aún hubiera
podido dirigir la construcción en la sección sacerdotal del muro de
Jerusalén. De ello se deduce que Jadúa difícilmente pudo haber nacido
después del año 420 o el 410 a. de J.C, y por lo tanto, tendría entre 80 y
90 años de edad para la época de Alejandro el Grande. E. J. Young
sugiere, por lo tanto, que Nehemías pudo haber vivido para ver a Jadúa
en su juventud. Por otra parte, es muy posible, como lo señala E. D.
Wilson (IBSE, pág. 1084a), que el relato de Josefo no sea totalmente
confiable. En el mismo capítulo, Josefo habla de los personajes fácil-

12. La caita No. 30 fue dirigida por Je do nías, dirigente religioso de los judlos elefantinos,
al gobernador Bagohi [también vocalizado como Bigvai) de ]udea, quejándose de que
Johanán, el sumo sacerdote de Jerusalén, había descartado la necesidad de reconstruli' el
templo recientemente destruido en Elefantina.
456 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

mente demostrables del siglo quinto, Sanbalat" y Manasés, como si


hubieran estado con Jadúa, y esto nos Ueva a sospechar que Josefo de
algún modo pervertió las fechas y se vio envuelto él mismo en anacro-
nismos. Por lo tanto, pudo haber sido algún descendiente de Jadúa el
que realmente saludó a Alejandro el Grande cuando este entró en Jeru-
salén. De cualquier forma, las evidencias que acabamos de citar de
ninguna manera tienen la fuerza suCiciente para desechar la credibili-
dad de los libros de Esdras y Nebemias.
2. Algunos críticos han señalado otra expresión que revelarla una
fecha tardía de composición: "Darlo el persa" (Nehemíos 12:22). La
tesis sostiene que, puesto que a Darlo se lo describe como persa, ello
indicarla que el autor vivió en el periodo griego, después que Alejandro
conquistara Asia. De ninguna manera esto representa una necesaria
conclusión. Bien pudo haber sido designado de esa manera para dis-
tinguirlo del anterior Darlo de Media del que habla Daniel 6.
De manera similar, el título "rey de Persia," que figura en Esdras 1:1
y otros pasajes, ha merecido la condenación de algunos au tores en
cuanto a su historicidad, por no pertenecer al periodo persa. Sin em-
bargo, las recientes investigaciones han permitido demostrar que el
titulo "el rey de Persia" fue empleado por no menos de 18 distintos
autores en 19 documentos diferentes en 38 distintas referencias que
datan d e l período pe rsa, y eso tambié n con referencia a por lo m en os
seis diferentes reyes persas. Hay también varias otras objeciones "eru-
ditas" que han sido rotundamente refutadas por la arqueologia.
3. Se han planteado objeciones en base a diferencias descubiertas
en las dos copias del decreto de Ciro, la versión hebrea de Esdras 1 y la
versión aramea de Esdras 6. Pero debe tenerse en cuenta que el edi cto
registrado en Esdras 6 fue bailado en Ecbatana, Persia, mientras que el
de Esdras 1 fue promulgado en Babilonia. Es legitimo inferir que la
copia aramea fue un resumen compendiado del edicto para su pre-
servación en los archivos; la forma hebrea representaba la redacción tal
cual fue entregada a los judíos. Interesante resulta observar que de-
muestra una deferencia al Dios de los judíos muy similar a la deferencia
que Ciro le expresó a Marduk de los babilonios cuando promulgó un
edi cto de libertad religiosa para el populacho babilónico (cf. Pritcbard,
ANET, pág. 316).
4 . Se pensaba antes que las porciones arameas de Esdras, (p. ej., la
correspondencia y los decretos registrados en los capítulos 4-7) refle-
jaban un periodo del arameo posterior al que hubiera utilizado un autor

13. Observemos. sin embargo. que un papiro arameo, publicado en el año 1962 y datado
entre 376 y 335 años a de J.C.. aclara perfectamente bien que hubo tres Saobalats: uno
contemporá neo con Nehemfas. otro contemporáneo con los papiros elefantinos
(alrededor 400 a de J.C.) y un tercero contemporáneo con Alejandro el Grande (alrededor
de 330 a de J.C.) (Cí. E. Yamauchi. " Stones. Scripts aod Scholars" fPiedras, Inscripciones
y Eruditos). en Christioniry Todoy (Cristianismo hoy) 14 de íebrero de 1970).
LIBROS HISTÓRICOS POSTERIORES AL Ex1 LIO 1 Y 2 CRÓNICAS, ESDRAS
NEHEMIAS. E STER 457

del siglo quinto. Pero como lo señ.ala Albright (en Alleman and Flack,
pág. 154), los papiros de Elefantina demostraron que el arameo de
Esdras es efectivamente caracterlstico del qu into siglo (aparte de algu-
nos cambios modernizados en la grafía) y que las cartas que cita Esdras
son muy similares en estilo y lenguaje a las que emanaban del Egipto
del siglo quinto. Continúa diciendo: "Las cartas aún no publicadas que
están en manos de Mittwoch aumentarán sustancialmente los paralelis-
mos y darán un golpe de gracia a la opinión de Torrey de que existen
numerosas palabras griegas en el arameo de Esdras."
5. Se ha planteado la objeción de un aparente anacronismo en
Esdras 4, que pasa de una referencia a Ciro el Grande (558-529) a Jerjes
(485-465) a Artajerjes I (465-424). y luego a Darlo I (522-485). Se insiste
en que semejante confusión en el orden de los monarcas podía surgir
solamente en una producción tard ía, en la cual el autor hubiera olvida-
do la verdadera y real sucesión de los reyes. Pero esta conclusión no
puede mantenerse exitosamente a [a luz de la evidencia interna. Surge
con toda claridad, según Esdras 4:5 , que el autor estaba enterado de que
el rey Darlo reinó entre Ciro y Jerjes "para frustrar los propósitos de
eUos, todo el tiempo de Ciro ... y hasta el reinado de Darlo rey de
Persia. Y en el reinado de Asuero, en el principio de su reinado, escri-
bieron una acusación contra los habitantes de Judá y de Jerusalén"
(ASV). Un cuidadoso estudio del capitulo nos revela que los versicll!los
5--23 constituyen un largo paréntesis que trata, no de la construcción
del templo, sino de la erección de las murallas de la ciudad. Este
material es incorporado en este punto simplemente para indicar la
malignidad de los adversarios de Judá." No hemos de entender que la
oposición de Rehum y Simsai se produjo alrededor del año 520, sino
más bien al final de la década que comenzó en 460, al comienzo del
reinado de Artajerjes l. En 4 :2 4 , la narración vuelve al punto en que se
abrió el paréntesis en el versículo 3, es decir al tiempo en que el templo
aún no se habla reconstruido. En otras palabras, no hemos de entender
que aqul el propósito de Esdras sea un relato estrictamente cronológico,
sino más bien una historia de la oposición a la edificación de los muros
de la ciudad desde la época de Ciro hasta el reinado de Artajerjes. Sigue
un orden temático y no tanto cronológico. Puesto que la carta citada en
4:11-16 no menciona para nada la reconstrucción del templo, sino
solamente la erección de la muralla, resulta evidentísimo que el templo
babia sido ya completado (suceso que tuvo lugar en el año 516 a de J.C.)
y ,que en este caso se hace referencia a un intento que hubo a comienzos
14. En lo que respecta a uno de los más determínados opositores de Judá. Gesem o
Gasmu (mencionado en Nehemfas 2:19. 6:1-2) el árabe. obsórveso el reciente descubri-
miento de vasijas de plata en un sepulcro egipcio de la región _nordeste del Delta, que
lle,va el nombre de "Qnynu, hijo d e Gesom, rey de Qedar." Asl sabemos desde qué capital
de Arabia gobernaba este principillo, a sabor Qedar. en el noroeste. (Cf. l. Rabinowitz,
/ournal of Near Eastern Studies. 15 119561 :2-9; y K. A. Kitchen, AOOT. pág. 159.)
458 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

del reinado de Artajerjes para obstaculizar la reparación de las fortifica-


ciones de la misma Jerusalén.
6. Algunos autores sostienen que la referencia a las dracmas griegas
en Nehemias 7:71 (dark- mónim, hebreo) es evidencia de que esta es
una producción literaria del período griego. Pero como lo señala J. P.
Free (ABH, pág. 253), se han descubierto dracmas griegas en el nivel
persa de las excavaciones en Bet-zur. Aparentemente los emprende-
dores mercaderes de Helias habían extendido sus relaciones co-
merciales aun hasta el Cercano Oriente en el siglo V a de J.C. W. F.
Albright (JBL, [junio de 1942] pág. 126), se refiere a las evidencias de
los papiros de Elefantina sobre la existencia de las monedas dracmas
aun en Egipto en aquel período.

ESTER

El nombre 'estér aparentemente deriva del vocablo persa que signi-


fica estrella, stara. El nombre hebreo de Ester era H•dassah , que signifi-
ca mirto. El tema de este breve libro es una ilustración de la predomi-
nante providencia de Dios que libera y preserva a su pueblo de la
maldad de los paganos que planean su destrucción. Si bien no se men-
ciona explícitamente el nombre de Dios, nada más claro que el irresisti-
ble poder de su omnipotente determinación, que vigila sobre el pueblo
de su pacto, preservándolo de la maldad de Satanás en su vano empeño
de actuar por medio de Amán para lograr la aniquilación de los judíos.
No es fácil dar razón de la ausencia del nombre de Dios en este
relato; la mejor explicación posible es que el relato trata principalmente
de los judíos que habían desdeñado su oportunidad de volver a la tierra
prometida y escogieron permanecer entre los gentiles luego del retorno
del remanente fiel en el año 536 a de J.C. Tenemos la certeza de que
todos los actos de este emocionante drama tienen lugar en territorio de
los paganos; tampoco hay duda de que la omnipotente determinación
de Dios se infiere definitivamente en 4:14: "Porque si callas absolu-
tamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte
para los judíos . . . ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?"
(ASV).

BOSQUEJO GENERAL DE ESTER

I. La fiesta de Asuero y el divorcio de Vasti, 1:1-22


II. Elección de Ester como reina, 2:1-23
III. Amán trama la destrucción de Mardoqueo y de los judíos, 2:1-15
IV. Mardoqueo persuade a Ester para que intervenga, 4:1-17
V. Exitoso pedido de Ester al rey, 5:1- 7:10
LIBROS HISTÓRICOS POSTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRÓNICAS, E SDRAS
NEHEMIAS. ESTER 459

VI. Caída de Amán y liberación de los judíos, 8:1 - 9:16


VII. La fiesta de ?urim, 9:17-32
Vil!. Conclusión: la prominencia de Mardoqueo el judlo, 10:1-3

PATERNlOAD LITERARIA Y FECHA

El texto no indica ni el autor ni la fecha de composición. Los erudi-


tos judíos registran la tradición (tan antigua como Josefo y repetida por
Ibn Esdras) de que fue Mardoqueo el autor del libro, pero la forma en la
cual es mencionado Mardoqueo en 10:2-3 sugiere que su carrera ya
habla terminado. Otros posibles autores serian Esdras o Nehemlas, pero
para ninguno de los dos hay suficientes evidencias lingülsticas, a juz-
gar por el estilo y la dicción de los tres libros en cuestión.
En cuanto a la fecha, el término o quo es la muerte de Jerjes (465 a
de J.C.), puesto que 10:2 parece implicar que su reinado había termi-
nado. La fecha más tardía ad quem es anterior al año 330 a de J.C., ya
que no hay vestigios de influencia griega en el libro de Ester, ni en
lenguaje, ni en pensamiento. La fecha más probable de composición
serla en algún momento de la segunda mitad del siglo quin to (según E.
J. Young). Quienquiera que haya sido el autor, muestra tan profundo e
Intimo conocimiento de las costumbres persas, que bien pudo haber
vivido en Persia y haber sido testigo ocular de los acontecimientos
relatados.
OPOSICJON A LA HISTORJCIDAD DE ESTER

1. Los crlticos racionalistas han sacado mucho partido del hecho


de que los registros seculares no contienen mención alguna sobre la
reina Ester. Según Herodoto, la reina de Jerjes durante este período, es
decir, desde el séptimo año de su reinado (Ester 2:16) se llamaba Ames-
tris, hija de un persa llamado Otanes (7:61 ). Se dice que ella brutal-
mente mutiló a la madre de Artalnta, amante de Jerjes (9.112), y que en
una ocasión hizo enterrar vivos a catorce jóvenes pertenecientes a la
nobleza persa, como ofrenda de acción de gracias a un dios del otro
mundo (7 .113). Por cierto que el origen persa de Amestris y su sadista
brutalidad excluyen toda posibilidad de identificarla con Ester, a
menos que Herodoto haya preservado una tradición muy pervertida y
errónea." Debe reconocerse que en los siguientes detalles hay satisfac-
toria coincidencia entre los relatos de Ester y el de Herodoto: (a) en el

15. John Urquhart en el art iculo de la ISBE sobre Esler vacila en rechazar como imposible
la identificación que hace Scalíger de Estor con la Amestris de Herodoto. Sugiere que en
un mundo de despiadadas intrigas, pudo haberse visto obligada a tomar medidas que
formaron las bases del espeluznante relato de Herodoto. Pero esto hubiera dejado sin
explicación el nombre y la naciona.lidad persa de su padre Otanes.
460 REsEÑA C RITICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN Af. ANTIGUO T EST/\lMENTO

....
, . ... , .. r1

Capitel laurino de una de las columnas del palacio de Suso (la Suso
bíblica, Nehemfas 1 :1). (Cortes/a del Louvr e}
LIBROS HISTÓRICOS POSTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRÓNICAS. ESDRAS
NEHEMÍAS, ESTER 461

tercer año de su reinado, 483 a. de J.C., Jerjes convocó una asamblea de


sus nobles para planear una expedición contra Grecia, ocasión que bien
pudo haber dado lugar a la fiesta mencionada en Ester 1:3 (cf. Herodoto
6 .7); (b) fue en el séptimo año de su reinado (479 a. de J.C.)cuando Ester
fue hecha reina (Ester 2:16), que corresponderla al año en que Jerjes
volvió después de su derrota de Salamina y buscó consuelo en su harén
(Herodoto 9.108). Luego del viole·nto choque con Amestris sobre el
problema suscitado por el caso de Artaínta, bien pudo haber escogido
Jerjes otra favorita en calidad de reina. En lo que respecta a Vasti, cierto
es que Herodoto no la menciona para nada; pero, debernos tomar en
cuenta que Herodoto omitió mencionar mucha gente importante en su
relato. (Debemos recordar, por ejemplo, que sobre la base de la omisión
de Herodoto, los eruditos modernos solían negar la existencia de Belsa-
sar, hasta que subsiguientes descubrimientos arqueológicos verificaron
la historicidad de Daniel 5.)
2. Basados en Ester 2:5, 6, algunos críticos han sostenido que el
autor debió haber considerado a Jerjes como un cercano sucesor del rey
Nabucodonosor, puesto que implica que Mardoqueo fue llevado cauti-
vo en la deportación de Joaquln en el afio 597 a. de J.C., y estaba vivo en
el reinado de Jerjes (485-465 a. de J.C.). Pero esta deducción se fun-
damenta sobre una errónea interpretación del texto hebreo; el ver-
dadero antecedente de la expresión "el cual" del versículo 6 no es
"Mardoqueo", sino más bien "Cis", su bisabuelo. De ser Cis el contem-
poráneo de Joaquln, como lo implica el autor, habrían pasado tres
generaciones para la época de Mardoqueo, apropiado intervalo entre
597 y 483.
3. Se ha planteado una objeción a Ester sobre la base de que
1:1,
127 era un número excesivo de provincias en el gobierno de Jerjes, ya
que Herodoto declara que el impe·rio estaba entonces dividido en 20
sa·trapfas. Pero de ninguna manera puede afirmarse que el térmiino
hebreo m•dfnah (provincia) representaba la misma unidad administra-
tiva que la satrapia griega; con toda probabilidad, la m•dfnoh era una
mera subdivisión de ella. Así en Esdras 2:1 se hace referencia a Judá
como m•dínah o subdivisión de lo que Herodotci especifica como Siria,
la quinta satrapía. Ni siquiera era estable el número de satrapías, pues
en la inscripción de la Roca Behisttun se afirma que el imperio estaba
formado de 21 satrapías, y luego más adelante, en la misma inscripción
da el número de 23, y más adelante aún, 29. El propio Herodoto asegura
que había alrededor de 60 naciones bajo el gobierno persa. En vista de
toda esta evidencia, es prematuro afirmar categóricamente que el im-
perio persa no pudo haber estado dividido en 127 m•dínót en la época
de Jerjes.
4 . También se ha objetado qll!e los judíos armados no hubieFan
podido matar de ninguna manera a 75.000 enemigos en el imperio
462 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

persa, en el escasísimo lapso de un solo día (como lo afirma Ester 9 :16,


17), ni el gobierno persa hubiera permitido semejante matanza. Sin
embargo, es un razonamiento muy precario insistir en que lo no usual
equivale a lo imposible. A la luz de Ja peculiar situación provocada por
el complot de Amán para destruir a toda la nación judía, y del cuidado-
so equipamiento de los judíos con armas para destruir a sus enemigos,
no es de ninguna manera increíble que los judíos hubieran enfrentado y
derrotado a un número tan crecido de enemigos. Más aún, la historia
antigua cuenta con abundantes testimonios que el gobierno persa tenía
una actitud dura y encallecida hacia la vida humana y cuando estaba
involucrado un miembro de la familia real, eran conocidos como in-
humanos en su severidad.
5. Muchos autores han expresado sus dudas sobre la historicidad
de Mardoqueo, y los sostenedores de la teoría de una fecha tardía han
rotulado a Ester como una mera novela para reforzar la egolatría
nacionalista y mejorar la moral de los oprimidos y pisoteados judíos.
Pero más recientemente, los eruditos que anteriormente rechazaban
todo el relato por considerarlo meramente ficticio, se han visto obliga-
dos a revisar sus conclusiones a la luz de una inscripción publicada por
Ungnad, en que se menciona a cierto Marduk-ai-a como funcionario en
Susa durante el reinado de Jerjes. En realidad, el nombre de Marduka..i
ha sido hallado con frecuencia en inscripciones babilónicas tardías
(como bien pudiera esperarse de un nombre que significa Hombre de
Marduk, el dios tutelar de la propia Babilonia).
6. En cuanto a las dudas respecto a la historicidad de Amán el
agagueo, resulta significativo que una inscripción de Sargón fue publi-
cado por Oppert, que menciona a Agag como un distrito del imperio
persa. A la luz de esta evidencia, resulta aparente que Amán era nativo
de esta provincia (y no un descendiente del rey amalecita Agag, como
suponía la tardía tradición judía; cf. ISBE, pág. 1008a).
Una notable confirmación sobre la exactitud histórica del autor de
Ester ha sido hallada en una inscripción de Artajerjes II que afirma que
el palacio de Jerjes fue destruido por fuego durante el reinado de
Artajerjes I. Esto significaría que dentro de los 30 años de la época de
Ester, el palacio en el cual ella vivió hubiera sido destruido, y en el
natural curso de los acontecimientos, nadie lo recordaría. Es difícil
imaginar que algún escritor posterior hubiera tenido la más mínima
idea de un edificio que había sido destruido tanto tiempo antes de su
época. La pica de arqueólogos franceses ha descubierto los restos de
este palacio y demuestra que coincide perfectamente en su disposición
con la estructura que se presupone en el libro de Ester (cf. ISBE, pág.
10090).
Como conclusión, debe observarse que no hay otra posible explica-
ción del histórico hecho de la fiesta de Purim, tal como se observa entre
LIBROS HISTÓRICOS P OSTERIORES AJ, EXILIO 1 Y 2 C RÓNICAS, E SDRAS
NEHEMIAS. E STER 463

lo.s judios, excepto que tan notable liberación de la extinción del pue-
blo judio, fue históricamente cierta. No habria absolutamente ningún
motivo para fabricar una historia corno ésta, a menos que estuviera
basada en hechos reales. El nombre Purim es incuestionablemente au-
téntico, pues el término puru, que s.ignifica "suerte," ha sido hallado en
inscripciones asirias.
CAPITULO 31
LOS PROFETAS POSTERIORES AL EXILIO
HAGEO, ZACARIAS, MALAQUIAS
HAGEO

El nombre f:Ioggoy significa "festivo," derivado de l:10g, festival. Es


posible que el profeta recibiera ese nombre porque nació durante la
fiesta de la Pascua u otra importante festividad. El tema de esta profecfa
es que si el pueblo de Dios coloca en primer lugar el programa, de El, su
casa y su adoración; entonces su actual pobreza y fracaso darán lugar a
una dichosa y feliz prosperidad, en proporción con la fidelidad de ellos
al pacto.
BOSQUEJO GENERAL DE HAGEO

l. Primer mensaje: el descuido del templo es la causa de la depre-


sión económica, 1:1-15
II. Segundo mensaje: si bien menos pretencioso, el segundo templo
será más glorioso que el primero, 2:1 -9
lll. Tercer mensaje: la impiedad invalida el sacrificio y el egoísmo
hace fracasar las cosechas, 2:10-19
IV. Cuarto mensaje: finalmente Dios triunfará, 2:20-23
f'ECHJ\ Y PATERNIDAD LITERARIA DE HACEO

De todos los libros del Antiguo Testamento, la profecla de Hageo


dfafruta del raro privilegio de no ser impugnada por los críticos de
ninguna corriente de opinión. Se la reconoce como obra del propio
profeta Hageo, y la fecha que le asigna a cada uno de los mensajes es
aceptada como rea l y auténtica. El primer mensaje fue emitido el
primero de Elul (agosto-septiembre) en el segundo año de Darlo, es
decir, el 520 a. de J.C.; el segundo mensaje lo emitió el profeta el dla 21
de Tisri (septiembre-octubre) del mismo año; los mensajes tercero y
cuarto fueron emitidos el mismo dla 24 de Kislew (diciembre-enero}
del mismo año. Por lo tanto, los cuatro sermones fueron anunciados
con intervalos de tres meses entre si.
464
Los PROFETAS P OSTERIORES AL Ex1uo HAGEO. ZACARIAS. MALAQUIAS 465

TRASFONDO tuSTORICO DE tlACEO

Fue ésta una época de severa prueba para la fe del remanente que
acababa de volver de Babilonia. Las hostiles intrigas de los adversarios
de Judá durante el reinado de Ciro habían logrado detener la recons-
trucción del templo catorce años atrás. Nada se había hecho en el
proyecto desde aquel entonces, si bien un nuevo rey, Darfo, el hijo de
Histaspes, habla ascendido al trono en el a.ño 521 a. de J.C. Los in-
fluyentes miembros de la comunidad se conformaban con dejar incom-
pleto el costoso proyecto, al par que gastaban su dinero construyendo
para ellos mismos espléndidas mansiones. Pero repetidas pérdidas de
las cosechas les hablan venido como advertencia de que habían pecado
al utilizar la oposición politica como excusa para descuidar el san-
tuario del Señor. En Esdras 5:1, leemos: "Profetizaron Hageo y Zacarías
hijo de lddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en
Jerusalén en el nombre del Dios de Israel quien estaba sobre ellos."
Junto a esto debiera colocarse Esdras 6:14, 15: "Y los ancianos de los
judlos edificaban y prosperaban, conforme a la profecla del profeta
Hageo y de Zacarlas, hijo de lddo ... Esta casa fue terminada el tercer
día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío."
Como comenta Marcus Dods: "Ningún profeta jamás apareció en una
encrucijada más crítica de la historia de un pueblo, y puede añadirse
que ningún profeta tuvo más éxito en su gestión."'
Desde la perspectiva de nuestro propio tiempo, puede preguntarse
si el hecho de completar el templo era tan vital como estos profetas
aseguraron que lo era; en la era cristiana no estamos acostumbrados a
contar con un santuario central. Pero es útil recordar que gran parte de
la constitución mosaica presuponía rendir adoración en un santuario
como lo tenían estahlecido ellos, y la actitud de no completar una
apropiada r.asA dP. adorar.ión podía dP.sP.mhor.ar An 11011 parillisis de la
vida religiosa de la comunidad judía. También debe tenerse en cuenta
que el segundo templo habrla de jugar un papel muy importante en
la historia de la redención, pues fue justamente en este templo (remo-
delado y hermoseado por Herodes el Grande) donde Jesús habría de
ejercer su ministerio en Jerusalén. Fue su llegada, por supuesto, la que
cumplió la promesa de Hogeo 2:9: " La gloria postrera de esta casa será
mayor que la primera."
ZACARIAS

El nombre Z•kor-Yah significa Jehová se acuerda (es decir, pre-


sumiblemente, el Señor se ha acordado de las oraciones de sus padres
l. Marcus Dods, The Post-Exílian Prophets: Haggoi. Zecharioh, Malochi (Los profetas
posteriores al exilio: Hageo, Zacarlas. Malaqulas) (Edimburgo: T. & T. Clark. 18791,
pág. 44
466 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

por un hijo varón). El tema de su profecía fue: Dios preservará a su


remanente de todas las potencias mundiales que los oprimen y amena-
zan con extinguirlos; estos imperios gentiles serán destruidos, pero
Israel logrará sobrevivir a todas las pruebas que se presenten, porque es
el pueblo del Mesías. Será Dios quien un día establecerá su reino y
gobernará sobre toda la tierra luego de haber derrotado toda oposición
pagana.

BOSQUEJO GENERAL DE ZACARIAS

I. Mensajes durante la construcción del templo, 1:1-8:23


A. Primer mensaje: llamado al arrepentimiento nacional,. 1:1-6
B. Segundo mensaje: las ocho visiones, 1;7-6:15
1. Jinete entre los mirtos, 1:7-17 (el soberano Dios listo para
intervenir en la escena pacífica del mundo para bendecir a
su ciudad y a su pueblo)
2. Cuatro cuernos y cuatro carpinteros, 1:18-21 (los opresores
de Israel que serán sucesivamente aplastados: Asiría, Babilo-
nia, Grecia, Roma)
3. Un cordel de medir, 2:1-13 (la semidesolada ferusalén lle-
gará a ser grande y populosa)
4. Josué, símbolo de la nación sacerdotal, 3:1-10 (Israel que será
perdonado y purificado por la gracia de Dios)
5. El candelabro: Israel como lámpara del testimonio, 4:l-t4
(Israel será alimentado con el aceite del Espíritu por Cristo,
el Sacerdote-Rey)
6. El rollo volante del juicio divino, 5:1-4 (una maldición para
quienes rechazaron la ley y el pacto)
7. Llevan a Babilonia el efa de iniquidad, 5:5-11 (la impiedad
consignada al mundo degenerado de] cual provino)
8. Cuatro carros de juicio divino, 6:1-8 (muerte, conquista, pes-
tilencia, repartidas a las potencias paganas vecinas)
9. Secuela; coronación simbólica de Josué como tipo del Re-
nuevo, 6:9-15
C. Tercer mensaje, 7:1-8:23
1. El interrogante sobre ayunos extras, 7:1-3
2. La cuádruple respuesta (la obediencia más importante que
los ayunos), 7:4-8:23
II. Mensajes después de la construcción del templo, 9:1-14:21
A. Profecía contra Hadrac (el ungido Rey rechazado, pero triun-
fante), 9:1-11:17
1. El Rey anunciado (la entrada del Domingo de Ramos), 9:1-10
2. Anuncio del programa del Rey, 9:11-10~12
3. El rey rechazado (el buen pastor y el pastor inútil) 11:1-17
Los PROFETAS F osTlffilORES AL EXILIO HAGEO, ZACARÍAS. M ALAQLIAS 467

B. Profecía acerca de Israel (entronización del Rey rechazado),


12:1—14:21
1. Victorias finales de Israel: su conflicto, triunfo, conversión y
santificación, 12:1- 13:6
a) Derrota de los paganos que atacan a Jerusalén, 12:1-4
b) Milagrosa fuerza de Israel para derrotar a todos sus ene-
migos, 12:5-9
e) Arrepentimiento del Israel de los últimos día por la cru-
cifixión de Cristo, 12:1-14
d) Manantial de agua purificadora para los arrepentidos,
13:1
e) Retiro permanente de la idolatría de Israel y el silencio de
los falsos profetas, 13:2-6
2. Victorias finales del Rey, 13-7- 14:21
a) El hecho de que es rechazado y la puriíicación de Israel,
13:7-9
b) Asalto contra Jerusalén, y liberación por medio del Señor,
14:1-8
c) Establecimiento de la supremacía de Judá y de su Rey
sobre la tierra, 14:9-15
d) Sometimiento milenial de las naciones y la santidad de
Israel, 14:16-21

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE ZACARIAS

El primer versículo presenta a Zacarías como hijo de Berequías y


nieto de lddo. Este último sin duda fue el mismo sacerdote mencionado
en Nehemías 12:4 como contemporáneo de Zorobabel. En Zacarías 2:4
se habla del profeta como un joven (hebreo na'ar). Era probablemente
joven cuando colaboró con Hageo en la campaña de reconstrucción en
el año 520 a de J.C. Su última profecía fechada (capítulo 7) fue dada dos
años más tarde, en el año 518 ; sin embargo, los capítulos 9-14 dan la
impresión de haber sido compuestas algunas décadas después de eso,
posiblemente en el año 480 a de J.C, en vista de la referencia a Grecia
(9:13). Como lo señala Unger (IGOT, pág. 355), el buen éxito logrado en
la resistencia de los griegos a la invasión de Jerjes, naturalmente les
habría dado prominencia ante los ojos de los pueblos del Cercano
Oriente. No tenemos más informaciones respecto a la carrera personal
de Zacarías, con excepción de la referencia de Mateo 23:35, que parece
indicar que murió martirizado por una turba en los terrenos del templo
(puesto que del Zacarías que menciona Cristo se dice que fue hijo de
Berequías y no de Joiada, que, sin embargo, halló su fin de manera
similar en los días del rey Joás, según 2 24:20-21).
466 Rf:sEÑII CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN 111. A NTIGUO T ESTAMENTO

OBJECIONES CRITICAS II LA UNIDAD DE ZIICARI/1S

Desde el surgimiento del juicio critico del siglo XIX, se han plan-
teado dos d.istintas opiniones respecto aJ origen de los capitulos 9-14: la
teorla de que fueron escritos antes del exilio, y la teoría de que fueron
escritos después de Alejandro.
La teoría de que son anteriores al exilio se fundamenta sobre las
siguientes consideraciones:
1. En vista de que Mateo 27:9, 10 cita a Zacarías 11:12, 13 como
una profecía emitida por Jeremías, todo el capitulo 11 debe ser asig-
nado a Jeremías o a uno de sus contemporáneos anteriores aJ ex.ilio (así
lo sostuvo José Mede en el año 1653). Sin embargo, debemos observar
que no es estrictamente exacto decir que Mateo 27 cita exclusivamente
de Zacarías 11, pues en algunos importantes aspectos se aparta de le
redacción tanto del TM como de la LXX en ese pasaje. El cumplimiento
al cual se refiere Moteo es la compra del campo del alfarero; esto apunta
hacia Jeremías 32:6-9, que relate la compra del campo por cierto
número de ciclos de plata. Compárese también Jeremías 18:2, que hable
del profeta que observa cómo el alfarero hacía las vasijas de barro ea su
case. De la misma manera, Jeremías 19:1, 2 hable de ua alfarero que
trabajaba cerca del templo que tenía su taller en el valle de Hinom. En
Jeremías 19:11 leemos: "Asl ha dicho Jehová de los ejércitos: Así que-
brantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de
barro, que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán." Por
tanto, debemos entender que la acción de entregar Zacarlas el dinero al
alfarero simplemente es la renovación de ua anliqu!simo slmbolo que
se remonta a los dlas de Jeremías. Y puesto que Mateo 27 combina a
Jeremías (de donde se tomo la palabra campo) con Zacoríos, solamente
se menciona Jeremías, por cuanto éste era el mayor y más importante de
los dos profetas.' Un paralelo directo de este procedimiento lo hallamos
en Marcos 1:2, 3, donde la cita empieza con Moloquíos 3:1 y sigue con
lsaías 40:3: sin embargo, Marcos menciona solamente a !salas como
fuente de la cita.
2. Puesto que Zocoríos 9:1-2 menciona a Hadrac,' Damasco y
Hamat como pa!ses independientes (según sostiene la argumentación),

z. Gf. Hcngslonborg sobre usto puaje. y tambión Basil Atkin.son oo ul New Bible Com-
menlory (Nuevo Comentario B!blico) do Oavidson-Stibbs-Kevan, pág. 8040.
3. Hasta época reciente rein.6 considerable incertidumbre respecto a la identificación de
Hadrac. en Zocor!os 9:1; pero la estela de Zaklr, descubierta en Hemat, habla de la ciudad
de Hazrek (o Hadrac) como capitel del prlnc.ipado de Lu'as. Estaba situada a.l sudoeste de
Alepo y al norte de Hamat. Al parecer Lu'as hizo una alianza con Hamat y lograron
derrotar a Ben Hadad II de Damasco. Por otra parte, Inscripciones asirias mencionan una
ciudad llamada Hatarrika. localizada sobre el rlo Orantes al sur de Hamat y al norte de
Damasco. El hecho de que tanto Hamat como Damasco lucharon por el dominio de
Hadrac, hace que algunos eruditos, tales como Lidzbarski , supongan que esté situada a l
sur o sureste de Hamat más que al norte. Lidzbarski s ugiere que probablement.e estaba
cerca de la ciudad de Homs (Ephemerfs far semftische fipigrophik, 8:175)
Los PROFETAS P OSTERJORES AL EXILIO HACEO. ZACARIAS. MAI.AQUIAS 469

este pasaje debe ser fechado con anterioridad a la conquista de Siria por
Tiglat-pileser en el año 732 a. de J.C. Pero en realidad de verdad, no se
infiere necesariamente de estos versículos que los tres principados
sirios mencionados fueran libres a independientes, por lo menos no lo
eran más que las tres ciudades filisteas mencionadas en 9:5. No hay
razón particular alguna por la cual no hubieran podido tener un futuro
predecible aun durante el reinado de Jerjes. cuando eran súbditos del
imperio persa. A la luz de la historia subsiguiente, resulta obvio que
este pasaje contiene la revelación de un juicio que habría de caer sobre
estos principados cuando se produjera la invasión de Alejandro Magno
en el año 332 a. de J.C.
3. Zacarfas 11 :14 prevé la posibilidad de establecer una herman-
dad entre Judá e Israel. Esto ha permitido suponer una fecha de com-
posición anterior a la caída de Samaria, que ocurrió en el año 722 a. de
J.C., y probablemente aun anterior a la alianza de Peka y Rezin de
Damasco, en el año 734 a. de J.C. Pero este razonamiento se basa en
evidencias muy tenues. puesto que los autores posteriores al exilio
consideraron que las tribus del norte y del sur se reunificaron en la
época de la restauración, en el año 536 a. de J.C. Así, Esdros 6:17 y 8:35
sugieren que los descendientes del reino del norte retornaron con el
remanente de Judá. puesto que las ofrendas se presentaban al Señor en
nombre de las doce tribus. Además, había aún en los tiempos de Zaca-
rías (comienzos del siglo quinto) una necesidad de que se reunificara
todo el territorio de las doce tribus como una unidad geográfica y
espiritual. La actitud hostil de los samaritanos (en gran parte
descendientes de colonos extranjeros) significaba un obstáculo para la
realización de ese ideal. Por lo tanto, Zacarías 11:14 espera la posterior
reunificación de toda la región por parte de los descendientes de los
macabeos durante la dinastía de los asmoneos.
4. Zacarfos 10:10-11 se refiere a Asiria como una potencia indepen-
diente; por lo tanto, el pasaje tiene que haber sido escrito con anteriori-
dad al año 612 a. de J.C., que fue el año en que cayó Asiria. Pero en
realidad la deducción carece de garantias y es, por lo tanto, indefendi-
ble. Tal como el término es utilizado en este pasaje, no indica que
Asiria sea un reino contemporáneo; más bien es una designación geo-
gráfica, utilizada en un contexto futurista, predictivo. Aparentemente
el término representa a la potencia mundial que controlará al Cercano
Oriente en los últimos dias, y como tal, se señala el contraste con
Egipto. el poder mundial del sur. Compárese con Esdras 6:22 que habla
de Asiria como una entidad geográfica sin inferir que en aquel mo-
mento continuaba siendo un reino independiente.
5. Se piensa que Zacorfos 10:1-4 indica una fecha anterior al exilio
por su referencia a los terafines y adivinos, y en el Judá posterior al
exilio no hubo reanudación de cultos idolátricos. Pero resulta que el
470 R E.5EÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T E.5TAMENTO

contexto demuestra que esta mención de la vanidad de los ídolos y los


adivinos se refiere a la experiencia de Israel en épocas pasadas; Dios,
por medio de sus providencias, demostró a la nación la insensatez de
confiar en los ídolos en el pasado, en los dias de Joacirn y Sedequias, y
demostró que El mismo era el único Dios verdadero. Debido a la intru-
sión de los países vecinos paganos o semipaganos, esta lección tuvo
que ser mencionada aun en los dias de Zacarias, para desalentar a los
judíos a tornar para si esposas extranjeras. La oración de confesión de
Esdras, que figura en el capitulo 9 de Esdras, es una vivida recordación
de las lecciones del pasado respecto a la vanidad del culto idolátrico en
Israel.
La teoria de que estos capítu los se originaron antes del exilio fue
defendida por los siguientes eminentes eruditos del siglo XIX: Rosen-
rnueller, Hitzig, Baudissin y Strack. Sin embargo, en el siglo XX se
ha descartado esta teoria corno obsoleta, a favor de una fecha de
composición muy posterior.
La teoría según la cual se escribieron después de Alejandro, que es
la que cuenta con mayor apoyo, reposa sobre los siguientes argumentos
principales:
1. Zacarías 9:13 menciona a los hijos de Yaván, es decir Grecia:
"Porque he entesado para mi a Judá corno arco, e hice a Efraln su flecha ,
y despertaré a tus hijos, oh Sion, contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré
corno espada de valiente." Se sostiene que esta referencia indica una
fecha cuando los griegos ya habían ingresado a la escena política del
Cercano Oriente, en otras palabras, luego de la conquista del Cercano
Oriente por Alejandro el Grande (alrededor de 330 a. de J.C.). Si bien el
pasaje darla a entender que se trata de la predicción de una futura
derrota, (es decir, la derrota de los seléucidas a manos de los patriotas
macabeos), es más razonablemente interpretado corno un vaticinium ex
even!u. Tal deducción, claro está, entusiasma más a quienes adoptan
en su filosofla una posición antisobrenaturalista. Pero en lo que se
refiere a la situación reinante en la época de Zacarlas, las recientes
derrotas de Jerjes, a manos de los griegos en las batallas de Salamina,
Platea y Micala en 480-479 a. de J.C. serian razones más que suficientes
para llamar la atención de todos los habitantes del imperio persa. Por lo
tanto, a menos que se esté dispuesto a descartar o desechar. sobre bases
dogmáticas, la posibilidad de una profecía predictiva, no hay razón
alguna por la cual Zacarias no pudiera haber escrito estas palabras
alrededor del año 470 a. de J.C.
2. Puesto que se admite que Zacarfas 9:1-2 se refiere a provincias
que fueron conquistadas por Alejandro, ello naturalmente indica, a la
escuela racionalista, que su invasión era un hecho que pertenecía a la
historia. Se aplica la misma linea de pensamiento a Zacarfas 11 :14, con
su visión de la reunificación de Judá e Israel. Y esto baria que la com-
Los PROFETAS POSTERIORES AL EXILIO HACED. ZACARIAS, MALAQUÍAS 471

posición del pasaje correspondiera a la época de los Macabeos (es decir,


alrededor del año 150 a. de J.C.) Sin embargo, es menester recordar que
Esdras 6:17 y 8:35 establecen el hecho de que, teóricamente al menos,
ya se habla consumado una reunificación para la época de la dedica-
ción del segundo templo, en el año 516 a. de J.C. Era natural, por lo
tanto, considerar la realización de esta nueva unidad como un aconteci-
miento político futuro.
3. Las referencias al buen pastor en Zacarfas 11 han llevado a los
partidarios de la teoría tardía a intentar diversas identificaciones his-
tóricas. Según E. Sellin, este buen pastor fue el sumo sacerdote Onias
111, que desempeñó su ministerio durante el reinado de Seleuco IV
(187-175 a. de J.C.) Según K. Marti. fue Onias IV (aparentemente el
mismo hermano de Onias 111 que desempeñó el cargo de sumo sacer-
dote durante diez años y fue asesinado en los días de Judas Macabeo,
según 2 Macabeos 13:1-8) En lo que respecta al pastor inútil (Zacarfas
11 :17), ha sido identificado por Sellin como Menelao (aparentemente el
mismo Onias IV), y por otros, como Alcimo, o Jakim, designado como
sumo sacerdote por Demetrio en el año 161 a. de J.C., y que murió en el
año 159 (Alcimo es el candidato de Marti). En cuanto a los tres pastores
de Zacarfas 11 :8, han sido identificados como Lisímaco, Jasón y Mene-
lao, según Marti; y según Sellin, fueron Simón 11, Menelao y Lisímaco.
Estas identificaciones altamente conjeturales, que varlan noto-
riamente entre sí, supondrlan una fecha de composición en los alrede-
dores del año 150 a. de J.C. Todo este procedimiento entraña, por
supuesto, la cándida presunción de que el hebreo no experimentó cam-
bio lingüístico alguno, entre los siglos quinto y segundo a. de J.C. El
estilo y la dicción de Zacarías, aun en los capítulos 9-14, no dan indica-
ción alguna de ser posteriores a Hageo o Malaqulas. Podemos ahora
establecer el contraste de este documento hebreo, supuestamente del
segundo siglo, con la literatura sectaria recientemente descubierta en
las cuevas de Qumran, que datan del segundo y del primer siglo a. de
J.C. Lingüísticamente ofrecen grandes contrastes con el hebreo de
Zacarias.
4. Aferrándose a una teoría de desarrollo evolutivo. los sostene-
dores de una fecha de composición en el siglo segundo subrayan la
tendencia apocalíptica de estos capítulos de Zacarias, que hacen un
fuerte hincapié en la escatología. (De acuerdo con el esquema evoluti-
vo, la tendencia apocalíptica se considera como la etapa final de la
religión judía, producto de la desesperación a la que fueron llevados los
judlos cuando vieron fenecer sus esperanzas de formar un imperio
universal y a su nación sometida al yugo de los imperios gentiles.•) Por
4. Para una electiva crítica sobre su dogma de la fecha tardla de todo lo apocallplico. ver
el articulo de C. E. Ladd. "Why Not Prophetic-Apocalyptic" (¿Porqué no prolético-
epocallptico?) en JBJ. 76 (1957). 192-200.
472 ilEsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

lo tanto, sobre estas bases teóricas, gran parte del contenido de los
capítulos 12-1 4 se asigna a una fecha muy tardía, porque contiene una
esperanza de juicio catastrófico que caerla sobre los gentiles. Sin
embargo, debido a puntos de vista supuestamente inconsecuentes res-
pecto a las próximas derrotas y victorias de Israel, aun estos capítulos
son considerados como u na composición tomada de diversas fuentes
posteriores.
5. Se alega que el estilo literario de Zacarías 9-14 es tan diferente
de el de los capltulos 1-8 que indica un autor distinto: por ejemplo,
Zacarias 11 (capítulos 9-14) emplea la frase "as! ha di cho Jehová"
(Zacarfas 11:4) una sola vez, en tanto que se repite con gran frecuencia
en Zacarías 1 (capltulos 1-8). Por otra parte, Zacarlas l1 usa la expresión
"en aquel dia" 18 veces o más aún, en tanto Zacarías I la emplea
solamente en tres ocasiones. Además, el estilo de Zacarías 11 es con-
siderado más poético y pleno de paralelos que Zacarlas J.
Al refutar estas pretendidas evidencias de una diversa paternidad
literaria, resulta fácil demostrar que más son las semejanzas de estilo
que las diferencias entre las dos secciones del libro. Claro está que hay
que comprender que el estilo de ningún autor se mantiene totalmente
estático a lo largo de un periodo de cuatro décadas. Si los últimos seis
capltulos de Zacarfas fueron compuestos entre los años 480 y 470 a. de
J.C. , esto expli carla adecuadamente las variantes y los contrastes anota-
dos en el párrafo anterior. Las diferencias que hay de ánimo y situación
prevalecientes entre el temprano periodo de su ministerio, cuando
Zacarlas hacia hincapié en que el llamado a reedificar el templo ver-
daderamente provenía de Dios (de ahí la frecuencia de la expresión "así
ha dicho Jehová"), y el estado de cosas que prevaleció 30 ó 40 años
después, cuando su autoridad como vocero de Dios bien aceptada,
explica adecuadamente la distinta frecuencia de la fórmula citada. Por
otra parte, las profecías de Zacarías II están dirigidas a un futuro más
distante que las de Zacarlas J. Resulta natural, por lo tanto, que la frase
escatológica "en aquel día" aparezca con más frecuencia en los últimos
capítulos. Los primeros capltulos, 1-8, tratan de los inmediatos juicios
sobre las potencias mundiales de Persia, Grecia y Roma, más que con
los acontecimientos del final de los tiempos.
Los eruditos conservadores, en demostración de la unidad de la
paternidad literaria de Zacarlas, señalan la persistencia de rasgos de
estilo tales como los siguientes:
a) "Dice Jehová (n•üm Yahweh) se repite 14 veces en Zacarlas I y
seis veces en Zacarlas 11 (10:12; 12:1, 4: 13:2, 7, 8.)
b) "Los ojos de Jehová," peculiar designación que se refiere a la
providencia de Dios, se halla dos veces en Zacarlas 1 (4:10; 8:6) y una
vez en Zacarlas 11 (9:8; tal vez, agregar 12:4, "mis ojos").
c) El divino titulo "Jehová de los ejércitos" figura 43 veces en Zaca-
Los PROFETAS POSTERIORES AL EXILIO ZACARÍAS, M,\LAQlJfAS 473

rías I y ocho veces en Zacarías II.


d) El verbo ycishab, sentarse, morar, con el sentido especial de
"estar habitado" figura dos veces en Zacarías I y dos veces en Zacarías
II. (Rara vez este verbo tiene ese significado fuera de Zacarías.)
e) Hay un tipo peculiar de paralelismo qufntuple que muy rara vez
se encuentra fuera de Zacarías, pero que figura una vez en Zacarías I y
tres veces en Zacarías II (6:13; 9:5, 7; 12:4) (Cf. Young IOT pág. 273.)
En lo que respecta al estilo, todos los eruditos admiten que en
Zacarías casi no hay vestigios de los denominados arameismos; está
escrito en puro y excelente hebreo. Y esto difícilmente podría esperarse
de una obra compuesta en el segundo siglo a. de J.C. Como ya lo hemos
señalado, las peculiaridades gramaticales y estilísticas de los docu-
mentos en prosa de los sectarios de Qumran, brillan por su ausencia en
la obra de Zacarías.
Faltaría una observación respecto a los modernos sostenedores de la
teoría de composición posterior a la época de Alejandro: hay un total
desacuerdo entre ellos en cuanto al preciso fechado de Zacarías II
en sus diversas partes componentes. Las especulaciones oscilan entre
los años 280 a 140 a. de J.C, según las correlaciones que procuran
hacer con episodios y personajes históricos relacionados con la historia
helénica. Y esto no inspira confianza alguna en la seriedad de su
metodología.

MALAQUÍAS

La explicación más razonable para el significado de Malaquías


(Mal'ciki, en hebreo) es que es el diminutivo de la forma completa
Mal'ak-Yah, es decir, Mensajero de Jehová. En la forma abreviada el
nombre podría significar solamente mensajero, o posiblemente, de ser
un adjetivo, uno que tiene a su cargo un mensaje. Digamos de paso que
muchas autoridades han expresado su incertidumbre de que se haya
preservado el verdadero nombre del autor. Semejante duda se basa en
el hecho de que la Septuaginta traduce 1:1 "por medio de su men-
sajero" (y no "por medio de Malaquías"). Esta discrepancia indicaría
una variante textual; la Septuaginta tuvo que haber interpretado la
última letra como w [waw), que significa su, de él; en lugar de la y (yod)
final del TM. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que la Septuaginta
titula el libro Malakhias o Malaquías. La traducción targúmica indica
incertidumbre, puesto que parafrasea el primer versículo como "por
mano de mi mensajero cuyo nombre es Esdras el escriba." Es de obser-
var que todos los otros libros proféticos del Antiguo Testamento llevan
el nombre de su autor. Sería extraño que este hubiera sido dejado en el
anonimato. Además, si el arquetipo o manuscrito previo utilizado por
la Sepíuaginta tenía el nombre de Malaquías con yod fácilmente se
474 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

hubiera podido interpretar por equivocación que significaba "su men-


sajero" (de Dios). Aun si así fuera (como aparentemente figura en el
Targum de Jonatán), bien pudo haber sido erróneamente interpretado
como un sustantivo común seguido por el sufijo mi. Por supuesto, era
cierto que en cualquiera de los numerosos nombres hebreos terminados
en i (tales como Palti, Bukki, Buzi, etc.) la última letra podía ser malin~
terpretada como si fuera "mi", ya que la terminación gentilicia i se
parece mucho al pronombre sufijo mi.
El tema de Malaquías es que la sinceridad hacia Dios y una santa
manera de vivir son absolutamente esenciales a los ojos del Señor, si su
favor ha de ser derramado sobre las cosechas y sobre el bienestar econó-
mico de la nación. Israel debe vivir en conformidad con su elevada
vocación de nación santa y esperar la venida del Mesías, Quien, por
medio de un ministerio de sanidad como también de juicio, llevará a la
nación a la realización de sus más acariciadas esperanzas.

BOSQUEJO GENERAL DE MALAQUIAS

I. Exhortación preliminar: el amor de Dios hacia Israel, 1:1-5


II, Oráculo contra los sacerdotes por deshonrar al Señor, 1:6-2:9
A. Negligencia en las funciones litúrgicas, 1:6- 2:4
B. Insincera y corrupta enseñanza de la ley, 2:5-9
III. Oráculos contra los laicos, 2:10-4:3
A. Traición a Dios en divorcios y matrimonios mixtos, 2:10-15
B. Advertencia de juicio por la venida del Señor, 2:17—3:6
C. Arrepentimiento en lo relativo al diezmo para traer una bendi-
ta prosperidad, 3:7-12
D. Reivindicación de los piadosos contra la mofa de los cínicos
en el día del Señor, 3:13-4:3
IV. Exhortaciones finales: guardar la ley y esperar la venida de Cristo,
3:4-6.

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICION

Tal como ya lo indicamos, el nombre del autor fue probablemente


Malaquías (la tradición targúmica de que fue Esdras, casi no vale la
pena tomarla en consideración, y aparte de ello nada más sabemos de
su trasfondo ni de circunstancia alguna sobre su persona. A juzgar por
la evidencia interna, parece claro que sus profecías fueron emitidas en
la segunda mitad del siglo quinto, probablemente alrededor del año 435
a. de J.C. Arribamos a esta conclusión basados en las siguientes indica-
ciones: (1) El templo ya había sido reconstruido y se habían restituido
los sacrificios mosaicos (1:7, 10; 3:1). (2) La autoridad estaba represen-
tada en aquel momento por un gobernador persa (o pel;iah, 1 :8); por lo
Los PROFETAS POSTERIORES AL EXILIO H AGEO. Z ACARi,\S. MALAQUIAS 475

tanto, no pudo haber sido en ninguna de las administraciones de Nehe-


mfas (en 445 y 433 a. de J.C.).• (3) Los pecados que denuncia Malaqufas
son los mismos que tuvo que corregir Nehemias durante su segundo
gobierno, tales como (o) relajamiento sacerdotal (1:6; Nehemfos 13:4-9);
(b) abandono de la práctica de diezmar, para empobrecimiento de los
levitas (3:7-12; cf. Nehemfos 13:10-13); (c) numerosos matrimonios
mixtos con mujeres extranjeras (2:10-16; cf. Nehemíos 13:23-28). Es
razonable suponer que Malaquías ya habla protestado contra estos abu-
sos en los años inmediatamente anteriores al retorno de Nehemías;
de ahí que una aproximada estimación sería alrededor del año 435 a.
de J.C ..
Aún los críticos racionalistas, en su mayoría, no hallan objeción
alguna para esta fecha, si bien unos pocos, como Pfeiffer, prefieren
asignarle una fecha algo anterior, alrededor del año 460 a. de J.C.
(Pfeiffer, IOT, pág. 614). Tampoco cuestionan la integridad del libro
sobre bases estilísticas o ideológicas, ya que conceden que una espe-
ranza mesiánica pudo haber sido acariciada por los judíos en época tan
temprana como al final del siglo V a. de J.C.

5. Observemos que el propio Nehemías nunca fue mencíonado como pe~ah mientras
oc,upaba su cargo, sino solamente como tirshotha (término persa que probablemente
traduce la idea de reverendo, comparable al tarsta persa, el temido) . título que figura en
lisdros 2 :63 y en Nehemías 7:65.
CAPITULO 32
INTRODUCCION A LA POESIA HEBREA
Numerosos críticos del siglo XIX dieron por sentado que los hebreos
fueron incapaces de cultivar la poesía hímnica, lírica o didáctica, hasta
muy adentrados en su historia, y sólo por la influencia de sus más
cultos vecinos. Los representantes más radicales de la escuela raciona-
lista no tuvieron empacho alguno en descartar no solamente la paterni-
dad literaria davídica de todos y cada uno de los salmos, sino aun la
composición de cualquiera de ellos con anterioridad al exilio babiló-
nico. No dudaron un instante en asignar un ponderable porcentaje de
ellos al período macabeo (alrededor del año 160 a. de J.C.). Lo mismo
cabe decir de los demás libros poéticos; Job, Proverbios, Eclesiastés y el
Cantar de los Cantares, fueron considerados, en su totalidad, induda-
blemente posteriores al exilio.
En el siglo XX se comprueba una tendencia moderadora de este
punto de vista, y se concede que al menos cierta parte de La producción
hebrea se remonta a un periodo muy anterior. especialmente en su
original forma oral. El descubrimiento de un número creciente de him-
nos acádicos y egipcios ha permitido establecer claramente el cultivo
temprano de este género entre los vecinos de Israel, en el segundo
milenio a. de J.C. Más recientemente, estos descubrimientos se han
visto reforzados por el hallazgo de poesía ugarítica compuesta en un
idioma cananeo muy semejante a l hebreo y que se remonta al siglo XV
a. de J.C. Por lo tanto, la mayoría de los críticos modernos conceden
ahora la posibilidad de elementos muy antiguos que se remontan a la
época de David y aún antes, si bien la producción terminada no fue
escrita basta la época final de la monarquía, o en el período posterior al
exilio. El número cada vez mayor de poesía religiosa y didáctica, de
prácticamente todas las culturas con las cuales estuvo en contacto
Israel con anterioridad al exjlio, hace cada vez más dificil defender la
tesis de una fecha posterior al exilio para estos libros. .En realidad,
podemos decir que estas producciones no israel.itas de poesía semítica
nos obligan a concluir que aun los hebreos tuvieron que haber dado
forma escrita a estos versos, a menos que estuvieran culturalmente
atrasados en comparación con sus vecinos.
476
INTRODUCCIÓN A LA POESÍA HEBREA 477

CARACTER!STICAS DE LA PoESfA HEBREA

Las característica más notable de la poesía hebrea es su paralelismo.


Este término se refiere a la práctica de equilibrar un pensamiento o
frase con otro pensamiento correspondiente o frase que contiene apro-
ximadamente el mismo número de palabras, o al menos una corres-
pondencia en las ideas. En los tiempos modernos, el primer tratamiento
sistemático del paralelismo hebreo lo hizo el obispo Robert Lowth en
su obra De Sacra Poesi Hebraeorum Praelectiones Academicae (con-
ferencias sobre la poesía sacra de los hebreos), publicada en el año
1753. Definió el obispo los tres tipos básicos de paral/elismus mem-
brorum como sinónimo, antitético y sintético. Autores más recientes,
como S. R. Driver, han añadido un cuarto tipo, el climático. Podemos
ilustrar estos diversos tipos con los siguientes ejemplos:

PARALELISMO SINÓNIMO

Idéntico
Salmo 24:2
"De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él habitan."
Similar
Salmo 19:2:
"Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otro noche declara sabiduría."

PARALELISMO ANTITETICO

Salmo 1:6:
"Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos perecerá."
(Este tipo es particularmente común en el libro de Proverbios.)

PARALELISMO SINTf.1ICO O CONSTRUCTIVO

Tipo completo (que en gran parte es un paralelismo de ritmo más


que de sentido)
Salmo 2:6:
" Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte."
(Wa'•ní' nósáktí molkf' 'al-~iyyóñ har-qod~i', en hebreo)
Tipo comparatfro
Proverbios 15:17:
"Mejor es la comida de legumbres donde hay amor,
Que de buey engordado donde hay odio."
478 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

Tipo razonado
Proverbios 26:4:
"Nunca respon das al necio de acuerdo a su necedad,
Para que no seas tú también como él."

CLIMATICO

Salmo 29:1:
"Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el poder."
(Obsérvese que la primera línea es en sí misma incompleta,
y la segunda línea repite algunas de sus palabras y luego completa el
pensamiento.)

EMBLEMATICO

(En el paralelimso emblemático, la segunda línea da una ilustración


figurada, pero lo hace sin palabras de contraste, simplemente colo-
cando las dos ideas una cerca de la otra. En tal caso la primera línea
sirve como emblema p ara ilustrar la segunda.)
Proverbios 25:25:
"Agua fría a un alma sedienta,
Y buenas nueva.s de lejanas tierras" (traducción literal).
O, de lo contrario, sin conjunción,
Proverbios 11:22:
"Zarcillo de oro, en el hocico de un cerdo
Una mujer hermosa sin entendimiento (traducción literal).
Hay otros tipos de paralelismo, según sostienen algunos eruditos,
pero los que hemos anotado son los realmente significativos. Un para-
lelismo quiósmico es un subtipo del paralelismo sinónimo pero en
lugar de dar las ideas paralelas en el mismo orden (o-b, a'-b') figura en
el orden opuesto (p. ej., a-b, b'-a'), como ocurre en el Salmo 51:1. Unger
(IGOT, pág. 365) describe el paralelismo escaliforme en el cual la
segunda linea retoma y elabora una porción de la primera (como ocurre
en el Salmo 139:5-7): ¡pero esto es muy similar al paralelismo climático.
(En la obra de G. B. Gray Forms of Hebrew Poelry - Formas de poesía
hebrea- 1915, hallamos un prolijo y excelente estudio del paralelismo
hebreo.)

RESPECTO AL RITMO

Un pun to muy discutido en relación a la poesía hebrea del Antiguo


Testamento es el ritmo. Se observa a veces en el verso hebreo cierta
cadencia; a veces es posible descubrir durante varias líneas a la vez un
número uniforme de acentos tónicos. Así, en el Salmo 23 los primeros
INTRODUCCIÓN ,\ LA POES(A HEBREA 479

versículos se ajustan a un modelo 2:2; es decir, cada medio verso se


caracteriza por dos acentos tónicos rítmicos. A veces hasta podemos
descubrir un grupo de versos que muestran uniformidad en el número
de silabas no acentuadas en medio de silabas que tienen acento tónjco.
Numerosos críticos del siglo XIX y de comienzos del siglo XX han
actuado sobre la presunción de que en su forma pura y original, cada
uno de estos temas poéticos en el Antiguo Testamento tuvo que haberse
ajustado a un sistemático y predecible modelo. Aun en la antigüedad
hubo eruditos, como Josefo, influidos por las teorías poéticas griegas,
que procuraron clasificar pasajes como Exodo 15:1-8 y Deuteronomio
32:1-43 como una especie de hexámetro (verso de la poesía griega y
latina que consta de seis pies). Los modernos adherentes a tales teorías,
entre ellos Hoelscher, columbraron bases yámbicas (pie de la poesía
griega y latina, compuesto de dos sílabas, la primera breve y la otra
larga). Julius Ley creyó detectar frecuentes metros anapésticos 3:2 (pie
de las métricas griega y latina compuesto de tres sílabas: las dos
primeras, breves, y la otra larga). 8,udde rotuló esta poesía como metro
Qinoh (lamentación). Eduard Sievers (1901) trató de establecer para
esta poesía hebrea un ritmo 4:4, con una sílaba larga o acentuada que
vale por dos sílabas métricas. También catalogó las diversas secuencias
acentuadas como 2:2, 3:3, 4:4, 4:3, 2:2:2, etcétera. Una vez establecido
cual era el modelo métrico dominante para cada pasaje en particular,
estos teóricos creyeron poder enmendar el texto recibido del hebreo,
cada vez que no se conformaba al ritmo ideal.
Muchos de los comentarios liberales sobre los libros poéticos (y
especialmente los salmos) están llenos de numerosas enmiendas c,on-
jeturales basadas en el intento de obligar al texto original a adaptarse a
su modelo métrico.• Y puesto que los textos actuales, tal cual fueron
transmitidos, muchas veces no se ajustan a modelos métricos cons-
tantes o regulares, fue necesario enmendar con mucha frecuencia, a
veces drásticamente. En algunos casos este proceso de enmienda fue
llevado a cabo en un grado tan exagerado que los críticos se creyeron
autorizados a reordenar versos enteros o grupos de versos en un nuevo
orden para que se conformaran a un imaginado modelo estrófico. (Un
modelo estrófico supone una división en estrofas o estancias en la cual
se supone que una estancia posterior corresponde en ritmo y número
de pies con la estancia precedente.) Sólo excepcionalmente pueden

1. Muy significativa resulta la afirmación hecha por Marvín Pope en la Anclior B.ible
Commenlory (Comentario blblico Anchor) sobre Job (pág. 48): "'Para lograr rlgídos y
ordenados moldes de metro y de estrofas en cualquiera de los más voluminosos poemas
del Antiguo Testamento, se requiere casi ine vitablemente tantos cortes y enmiendas, que
nos resultan poco convincentes. El conteo de silabas. acentuadas o no acentuadas , en
lineas en las cuales el texto está fuera de toda sospecha, muestra irregularidades como
para poner en tela de juicio las enmiendas hechas puramente sobre la base de la teorla
mé trica."
480 REsENA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

identificarse estancias en el texto recibido de los libros poéticos.


Con el descubrimiento y evaluación de las tabletas de Ras Shamra
quedó al descubierto la falta de solidez de este enfoque métrico. La
poesía ugarrtica adquiere máxima importancia debido a que: (1) está
escrita en dialecto cananeo estrechamente relacionado con el hebreo;
(2) contiene muchas expresiones poéticas y giros idiomáticos que se
repiten en los salmos hebreos; (3) se remonta a la época de Moisés, y
por lo tanto, es contemporánea con la propia poseía mosaica (preserva-
da en Exodo 15; Deuteronomio 32, 33; Salmo 90). Por cierto, entonces,
que de haberse observado el metro en la poesía hebrea original, hubiera
estado presente en los versos cananeos de Ras Shamra.
G. D. Young ha comunicado los resultados de un prolijo estudio de
la poesía ugarítica de todas las categorías conocidas para el arte de la
métricas. Define como posibles manifiestaciones de metro: (1) una serie
de versos (es decir, la aparición de un modelo uniforme de estrofas); (2)
el número de acentos tónicos por hemistiquio; (3) la constancia del
modelo estrófico. Luego de tabular los resultados de un exhaustivo
estudio de 50 casos o más de informes paralelos y afirmaciones repeti-
das en el verso ugarítico. arriba a la siguiente conclusión: .. En ninguno
de estos niveles puede demostrarse claramente un modelo métrico en
la poesía de Ugarit. La repetición requerida para la expresión poética
aquí no es rítmica ni silábica, si.no simplemente la muy hermosa repeti-
ción de ideas en forma paralela ... Nos parece que la idea de que se
percibe un metro en esta poesía es una ilusión que resulta del hecho
observable del paralelismo y de la morfología semítica. Una poesía
cuyo único rasgo sobresaliente es la analogía de pensamientos, que
necesariamente va acompañada de Hneas aproximadamente de la mis-
ma longitud, una poesía escrita en un idioma en el cuaJ cualquiera de
sus cláusulas puede expresarse con tan sólo dos o tres palabras, es una
poesía que naturalmente se presta para la creación de una impresión de
líneas de una uniforme longitud métrica ... Los hechos, sin embargo,
demuestran una completa falta de modelo en cualquiera de los niveles
observados."• Esta ausencia básica de metro fue reconocida hace
mucho tiempo por Delitzsch: "La antigua poesía hebrea no tiene rima
ni metro; no fue sino hasta el siglo séptimo, después de Cristo, cuando
la poesía judía adoptó ambos."•
LA LITERATURA SAPIENCIAL

La denominada literatura ~okhmah (~okhmoh significa sabiduría,


en hebreo) fue extensamente cultivada entre todos los pueblos del anti-

2. G. O. Young . ..Semilic Motrics and tho Ugaritic Evidence.. (Métri.ca somllica y la


evidencia ugarítica) , en The Biblc Today (La Biblia hoy). (febrero. 1949). págs. 150-55.
3. Oeli tzsch. Commenlory on Psalms (Comentario sobre los salmos). trad. Rov. Francis
Bolton (Grand Rapids: Eerdmaos, 1949). pág. 28.
INTRODUCCIÓN A :.A POESÍA HEBREA 481

guo Cercano Oriente. ANET de Pritchard contiene traducciones de


algunos de los más sobresalientes ejemplos egipcios, tales como: "The
Instruction of Ptah-hotep" (La instrucción de Ptah-ho-tep), "The In◄
struction for King Mer-ka-Re" (La instrucción para el rey Mcr-ka-Re),
"The Instruction of King Amen-em-het" (La instrucción del rey Amen-
em-het), "The Instruction of Prince Hor-dedef" (La instrucción del
príncipe Hor-dedef), "The Instruction of Ani" (La instrucción de Ani),
y "The Instruction of Amen-em-Opet" (La instrucción de Amen-em-
Opet). También se han descubierto colecciones de proverbios acádicos
y consejos de sabiduría; y en la literatura aramea, "The Words of Ahi-
qar" (Las palabras de Ahiqar).
En el marco de este género ampliamente cultivado y practicado
entre los vecinos de Israel hemos de entender la literatura sapiencial de
los propios hebreos. Típicamente característica de la hokhmah son los
preceptos prácticos basados en una sagaz observación de las leyes de la
naturaleza humana y de las reglas para el éxito en la vida social, comer-
cial y política. En términos generales puede decirse que la "sabiduría"
que campeaba en las antiguas sagas era de naturaleza más bien práctica
que teórica. Al igual que los sophoi (sabios) de la primitiva cultura
griega, el héikhéim hebreo originalmente fue una persona que sabía
cómo hacer bien las cosas, que el común de la gente no podía hacer o
hacía deficientemente. En este sentido, Exodo 31:3 se refiere al artesano
Bezaleel como hakhéim. A partir de este uso comenzó a aplicarse al arte
de llevarse bien con Dios y con los hombres. Como necesaria con-
secuencia también trajo a colación la ley moral que gobierna tanto las
relaciones entre los humanos como las relaciones con Dios, y que deter-
mina el grado de éxito a que puede aspirar un hombre. Como lo señala
Driver (ILOT, pág. 392, 393), la cualidad de hokhmah era atribuida
especialmente a las personas capaces de brindar las respuestas correc-
tas en situaciones críticas.1 Por ello, a José se lo describe como un
debido a su habilidad de interpretar los sueños del Faraón
(Génesis 41:39). Lo mismo cabe decir de la mujer de Tecoa que se dio
maña para lograr una reconciliación entre David y su hijo Absalón (2
Samuel 14); y también de Salomón, en su hábil estratagema para de-
cidir cual de las dos mujeres que reclamaban el mismo bebé era la
verdadera madre (1 Reyes 3).

Parece haber habido una clase o una escuela prominente de sabios


en la antigua sociedad hebrea y, como lo expresa Driver, "Se aplicaron
más bien a la observación del carácter humano como tal, procurando
analizar conductas, estudiando las acciones y sus consecuencias, y
estableciendo la moralidad sobre las bases de principios que son
comunes a la humanidad entera" (ILOT, pág. 393). En su expresión

4. Cf, capítulo 34. pág. 514.


482 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

más elevada, el hokhmab hebreo procuraba escudriñar la esencia de la


verdad de Dios y captar las ideas generales que dieron a la fe israelita
las dimensiones apropiadas para llegar a ser una religión mundial.
Desde esta perspectiva se reflexionó sobre todos los fenómenos y expe-
riencias naturales y morales, para poder captar con mayor perfección el
motivo final de la vida y los principios por los cuales se gobierna.
CAPITULO 33
SALMOS
El titulo hebreo para este libro es T-hillim, es decir, Cánticos de Ala-
banza; la traducción griega Psalmoi en la LXX significa literalmente,
cánticos con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Los 150 sal-
mos que componen esta colección cubren una amplísima gama de
temas, y es difícil hacer cualquier generalización válida. Podríamos
decir, con cierto margen de seguridad, que todos incorporan al menos
un elemento de respuesta personal de parte del creyente hacia la bon-
dad y la gracia de Dios. Con frecuencia incluyen un registro de las
emociones interiores de desaliento y de ansiedad del propio salmista, o
del agradecido gozo ante la oposición de los enemigos de Dios o por las
diversas providencias de El. Pero sea que el salmista se ocupe de temas
lúgubres o de temas alegres, en todos los casos se expresa como si
estuviera en la presencia del Dios viviente. Hay unos pocos salmos, por
supuesto, que contienen esencialmente pensamientos y revelaciones
del mismo Dios, tal el caso del Sa l mo 2, pero son excepcionalísimos.

DIVISIONES DEL SALTERIO

Desde muy antiguo, el Salterio parece haberse dividido en cinco


libros, tal vez en correspondencia con los cinco libros de la Tora. Cada
una de estas divisiones termina con una doxología. A continuación las
cinco di visiones:

Libro 1: Salmos 1 - 41
Libro ll: Salmos 42- 72
Libro lll: Salmos 73- 89
Libro IV: Salmos 90- 106
Libro V: Salmos 107- 150

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICIÓN DE LOS SAL.MOS

En la mayor parte de los casos, es texto propiamente dicho de los


salmos no i ndica e l nombre del autor. El Salmo 72:20 es,
483
484 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

aparentemente, una excepción de esta regla; además, cabe la posibili-


dad de que éste sea un agregado editorial a la colección original de
todos los salmos dav!dicos, de la cual el Salmo 72 era el ú ltimo. En casi
todos los casos la única clara y definida información respecto a la
paternidad literaria de los salmos figura en el titulo de los mismos. No
todos los titulas incluyen el nombre del autor, pero los que lo hacen se
ajustan a la siguiente tradición: uno por Moisés (Salmo 90); 73 por
David (mayormente en el Libro I y en el Libro II; 12 por Asaf (50; 73-83):
diez por los descendientes de Coré (42; 44 -49; 84-88); uno a dos
por Salomón (¿72?, 127); uno por Hemán ezrafta (88); uno por Etán
ezra!ta (89).
De todos ellos, obviamente el más antiguo sería el Salmo 90, escrito
por Moisés, presumiblemente alrededor del año 1405 a. de J.C. Los
salmos dav(dicos habrían sido compuestos entre los años 1020 y 975 a.
de J.C.; los de Asaf aproximadamente en el mismo período; el Salmo
127, en el periodo del reinado de Salomón, posiblemente en el año 950
a. de J.C. Resulta difícil asignarle fecha a los descendientes de Coré y a
los ezraitas mencionados; presumiblemente son anteriores al exilio. De
los salmos en los cuales no figuran Utulos, algunos son indudablemente
davfdicos (p. ej., 2 y 33), y a los otros se les asigna una fecha tardía que
se remonta a la época del retorno del exilio (tales como los salmos 126 y
137, el último de los cuales correspond e a la fecha del exilio). No hay
evidencia convincente a.lguna para un fechado de cua lesquiera de los
salmos después de aproximadamente el año 500 a. de J.C.

PATERNIDAD LITERARIA DE LOS SALMOS DAv!o1cos

Como habremos de ver, los críticos racionalistas son muy escépti-


cos respecto a la confiabilidad de los t!tulos de los salmos y desprecian
completamente su valor, por considerarlos meras especulaciones de
rabinos de épocas posteriores. AJ rechazar la evidencia de los títulos.
los críticos tienden a rechazar la posibilidad, sobre bases teóricas, de
que David pudiera haber compuesto alguno de los salmos del Salterio.
(Eissfeldt le reconoce la patern.idad literaria de sólo uno o dos.) A
continuación anotamos los principales argumentos esgrimidos para
rechazar la paternidad litera.ria de David:
1. Algunos de los salmos atribuidos a David hablan del rey en
tercera persona más que en la segunda persona (p. ej., 20, 21, 61, 63, 72,
110). Cabria esperar que un autor se refiera a sí mismo como yo o tú,
más que como él. Sin embargo, abundan las evidencias de que los
antiguos autores se referían a sf mismos en la tercera persona. En la
li teratura clásica, por ejemplo, no hay la menor duda de que Jenofonte
fue el autor de la Anóbosis; no obstante ello, se refiere a sí mismo casi
siempre en la tercera persona. Lo mismo cabe decir de Julio Cesar, en su
SALMOS 485

obra Las guerras gálicas. Repetidamente en el Antiguo Testamento


leemos que Jehová habla de si mismo en tercera persona. Aun en los
Diez Mandamientos que comienzan con la primera persona ("Yo soy
Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto"), hay un cambio
ocasional a la tercera persona ("porque no dará por inocente Jehová al
que tomare su nombre en vano"). Queda, pues, por lo tanto, desvir-
tuado totalmente el argumento del uso de la tercera persona corno
criterio para descartar la paternidad literaria.
2. Se alega que algunos de los salmos atribuidos a David se refieren
al santuario de Israel como a la estructura de un templo ya edificado (p,
ej .., 5, 27, 28, 63, 68, 69, 101, 138),. si bien este edificio no fue erigido
ha sta el reinado de Salomón, el sucesor de David. Este argumento, sin
embargo, se basa en una errónea interpretación de las expresiones la
ca:sa de Jehová, el santuario o el templo (héykci/). Ocasionalmente ha-
llamos todos estos términos en la literatura que da a entender haber
sido compuesta antes de la época de David; por ejemplo, santuario
(qódesh) se usa para designar el tabernáculo en Exodo 28:43; casa de
Jehová (béyt Yahweh), en Josué 6:24; casa de Dios (beyt Elóhim), en
Jueces 18:31; y aun templo (héykcilJ), en 1 SamueJ 1:9; 3:3. Al mismo
tiempo es menester observar que al santuario mencionado en los sal-
mos atribuidos a David se hace referencia a menudo en términos que
jamás podrían ser usados en relación con el templo de Salomón. Así, en
el, Salmo 27 se menciona el santuario no solamente como "templo"
(heykál) y "la casa de Jehová" (béyt Yahweh), sino también sukkah o
"cabaña" (Biblia de Jerusalén) y 'óhel o "tienda" (Biblia de Jerusalén).
A juzgar por la evidencia interna de los propios salmos, los hebreos a
veces se referían a la tienda del tabernáculo como·"santuario", o "casa
de Jehová", o "casa de Dios", o "templo". Y ninguna de estas expre-
siones implicaba necesariamente una estructura de madera o de piedra.
3. Se objeta que algunos de los salmos atribuidos a David muestran
denunciadores arameismos, lo cual indicaría una paternidad literaria
perteneciente a una fecha posterior al exilio. Un ejemplo de ello sería el
Salmo 139, donde el versículo 2 muestra la preposición le (a) como
signo de un objeto directo (en lugar de 'et); el versículo 4 usa millah por
"palabra"; y el versículo 8 emplea el verbo sálaq por "subir". Algunos
críticos han llegado al extremo de objetar las formas poéticas del sufijo
pronominal tales como -aiki, como variantes de la habitual forma he-
bT<ea -ayik, que significa "tu" (f.). Debemos recordar, sin embargo, que
David tuvo amplios contactos con los principados del norte de Israel,
que hablaban arameo, y que muchos de sus lectores de las diez tribus
estaban muy familiarizados con palabras que tomaban prestadas de sus
vecinos del otro lado de la frontera, de Damasco. La poesía de muchas
naciones muestra una tendencia a incorporar formas raras o dialectales
con el objeto de enriquecer el vocabulario, y no hay razón alguna para
486 RESEÑA CRlTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

suponer que la poesía hebrea fuera una excepción de esa regla. Imposi-
ble negar que la poesía cananea del Ras Shamra (ugarita), correspon-
diente al siglo XV a. de J.C., muestra un fuerte colorido arameo. La
presencia de ocasionales arameísmos, por lo tanto, no es en sí
evidencia concluyente de una paternidad literaria posterior a la época
en que vivió David. Así, pues, al par que el Salmo 139 puede no ser
correctamente atribuido a David (ya que no podemos sostener la infali-
bilidad de los títulos de los salmos hebreos como tales), para probar eso
habría que aducir pruebas más contundentes que la mera presencia de
arameísmos aislados.
4. El David histórico, según muchos críticos, entre los que se cuen-
ta Sellin, difícilmente hubiera contado con la tranquilidad necesaria
para escribir poesía, ya que su vida estuvo colmada de problemas de
orden práctico; ni siquiera hubiera tenido la inclinación a tan refinada
disciplina cultural. En respuesta a ello, debemos reconocer que no sólo
los títulos de los salmos propiamente dichos, sino también abundantes
evidencias de otros relatos del Antiguo Testamento, indican la impor-
tancia de la música y la poesía en la carrera de David. El libro 1 SamueJ
lo exhibe como un virtuoso arpista en la corte de Saúl. En 2 Samuel 22
hallamos en forma ligeramente distinta todo lo esencial del Salmo 18, y
citado como composición del rey David. El pasaje de 2 SamueJ 1:19-27
contiene una endecha poética compuesta por David en ocasión de la
muerte de Saúl y Jonatán, en la batalla del monte de Gilboa. Y ya que
esta composición no figura en los Salmos, no pudo haber sido tomada
de ellos en calidad de préstamo. El hecho de que se refiere por nombre
a Saúl y a Jonatán indica claramente que no se puede admitir como una
composición posterior erróneamente atribuida a David; solamente
pudo haber sido compuesta por un contemporáneo que viviera
alrededor del año 1010 a. de J.C.
Si David pudo componer una elegía tan exquisitamente artística
como ésta, ciertamente tuvo la capacidad para escribir los otros salmos
que le atribuyen los títulos de los mismos. En 1 Samuel 16:18 vemos
claramente que según el antiguo autor hebreo, era posible que en un
hombre verdaderamente talentoso se combinaran las profesiones de la
guerra y de la música: "He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén,
que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en
sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él." En 2 Samuel 23:1, luego
de haber anotado las hazañas de David en la guerra y su eficacia en la
administración gubernamental, habla de él como "el dulce cantor de
Israel." Aparentemente estaba interesado en el mejoramiento de los
instrumentos musicales e introdujo sus propias innovaciones. Am6s
6:5 (alrededor del año 755 a. de J.C.) se refiere a él como inventor o
ejecutante de instrumentos musicales. Además se lo conoció no
solamente como solista, sino también como organizador de coros o
SI\LMOS 487

grupos de cantores. Esto lo leemos en 2 Somuel 6:5: "Y David y toda


la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instru-
mentos ... arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos." Y también
en el versículo 15: " Así David y toda la casa de Israel conducían el a!l'Ca
de Jehová con júbilo y sonido de trompeta.'' En l Crónicos 16: 4-5; 2
Crónicos 7:6; 29:25 leemos de la actividad de David como organizador
de los cuerpos de cantores levitas, que habrían de jugar un papel tan
preponderante en la liturgia del templo de Jerusalén.
Y en relación con esto, merece mencionarse el hecho de que el
Nuevo Testamento repetidamente se refiere a David como el autor de
lo.s salmos citados por Jesús y por los apóstoles. En ningún caso un
salmo así citado es atribuido por e l título hebreo del mismo salmo a
otro que no sea David (si bien unos pocos, como el Salmo 2, por ejem-
plo, carecen tota lmente de titulo). Los críticos a menudo afirman que el
libro de los Salmos era simplemente conocido con el título de David en
la época del Nuevo Testamento, y que las referencias al Salterio que
emplean su nombre no indican n ecesariamente que creían que él
mismo los habla escrito. Sin embargo. un cuidadoso estudio de los
numerosos casos que se d iscuten, lleva casi inevitablemente a la con-
clusión de que tanto Jesús como sus discípu los dieron por sentado, sin
la menor duda, que el aut or personal de los salmos fue David . De no ser
así, carecería de sentido el interrogante de Cristo que se halla en Moteo
22:45: " Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?" El punto de
discusión era si el Mesías habría de ser un ser solamente humano o un
Personaje divino; únicamente en el caso de ser un Personaje div ino se
explica que el poderoso rey David :se hubiera referido a él como Señor.
En Marcos 12:36, Jesús dice de manera explícita: "El mismo David d ijo
por el Espíritu Santo .. . " (Salmo 110:1). El testimonio apostólico lo
tenemos en pasajes como Hechos 4:24-25: "Señor ... que por boca de
Dav id tu siervo dijiste ... " y luego procede a citar el Salmo 2:1-2.
Otras citas del Nuevo Testamento las leemos en Lucos 20:42-44 (Salmo
110); Hechos 1:20 (Salmo 69): Hec!los 2:25-28 (Salmo 16); Hechos 2:34
(Salmo 110); y Romanos 4:6-8 (Sal mo 32).

CONFlABII.IOAD DE LOS TtrULOS H EBREOS DE LOS SALMOS

Por lo general, los críticos consideran los títulos hebreos de los


salmos como muy posteriores y no dignos de confianza, habitualmente
deducidos por inferencia de la evid encia interna de los propios salmos.
Esta conclusión tiene a menudo por base dos lineas de evidencias: las
ocasionales discrepancias de los títulos de los salmos entre el TM y la
Septuoginto, y la falta de corres pondencia entre afirmaciones de tras-
fondo histórico y la situación presupuesta en el propio salmo. Un ejem-
plo de esta supuesta discrepancia lo encontramos en el Salmo 7, el
488 RllsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

titulo del cual sostiene que David entonó este salmo a Jehová "acerca
de las palabras de Cus hijo de Benjamin". También se piensa que el
titulo del Salmo 34 poco tiene que ver con el carácter y los sentimientos
expresadas en el texto.
Sin embargo, una madura reflexión debiera llevar al investigador a
una conclusión diametralmente opuesta. ResuJta imposible explicai
por qué cualesquiera "rabinos posteriores" se hubieran aventurado a
añadir titulas de esta clase a salmos cuyos textos no reílejaran clara-
mente las situaciones de la vida de David que se asignan como marcos
de estas composiciónes. Muchos de los titulas contienen alusiones a
incidentes de la carrera de David, de los cuales no tenemos otro conoci-
miento que no sea éste. Así, por ejemplo, en el Salmo 60 figuran deta-
lles respecto a batallas peleadas contra Aram-Naharaim, Aram de Soba
y Edom, no registradas de manera alguna en los libros de Samuel. Tal
como lo señala Wilbelm Moeller (GATE, pág. 273), los detalles com-
plementarios constituyen un poderoso argumento en favor de la anti-
güedad del propio título del salmo. Un editor posterior jamás se
hubiera aventurado a elaborar nuevos detalles no contenidos en los
libros de Samuel o Crónicos. También resulta significativo que varios
de los sa.lmos "huérfanos" (es decir. salmos que carecen de título)
abundan en alusiones y referencias históricas a recientes sucesos o
situaciones contemporáneos que hubieran brindado amplia base para
posteriores conjeturas rabínicas.
La Septuaginta nos brinda evidencia concluyente en el sentido de
que los títulos fueron agregados al Salterio hebreo muchísimo tiempo
antes de la era helénica. En otras palabras, figuran en los títulos hebreos
varios términos técnicos, el significado de los cuales hubiera sido total-
mente olvidado para el momento en que se efectuó la traducción alejan-
drina (alrededor de los años 150-100 a. de J.C.) Por ejemplo, la expre-
sión "Al músico principal" (lomm•na~~eoh) se traduce sin sentido en la
Septuoginta como "Hasta el final" (eis lo lelos).' Cf. p. ej.. Salmo 44,
equivalente al Salmo 43 de la Septuoginta. Aparentemente el erudito
alejandrino conjeturó que la vocalización era l•-min-ne~ol_t, "hacia des-
de el fin". Jerónimo, en su comentario sobre Daniel (párr. 620) sugiere
que la correcta traducción de la expresión hebrea debiera ser "al
vencedor"; probablemente en este recibió la influencia de la traducción
de Teodoción, eis to nikos, "A la victoria"; o de lo contrario, de la
1. Casi no se puede dudar que el lector griego entendle que le frase eis to lelos significaba
basta e l fin. Sin embargo, debe concederse que la palabra lelos cuando no va precedida de
la preposición eis, ocasiona lmente puede significar una ceremonia o rito de iniciación
(el. Esquilo, Euménides 799; Sófocles. Antlgona 1226: Platón. La flepllblica, 8:560c). El
Tergum traduce lam-m•nanco(,, como a.lbanza (li§'bOJ¡d'), El hebreo m•nos~eot, os un
participio derivado del verbo nó~a!J. brillar, sobrepasar. En le Piel, este verbo fue utili-
zado para una presentación litúrgica de música; asl figure en 1 Crónicas 15:21. El sustan-
tivo n~a!J podrla significar brillo, giorle, o permanente continuidad , eternidad. En un
sentido derivado, esta ralz también podrla ser un término que signifique "victoria."
SALMOS 489

traducción de Aquila, tó nikopoió, "Al ganador de la victoria"; o de la


de Sfmaco, epinikion, "Canto al triunfo". Otro ejemplo es el título del
Salmo 80, que contiene le-sósanním , "Sobre lirios", que la Septuaginta
traduce "Para quienes sufrirán alteración" (hyper tón alloióthé-
somenón) como si proviniera de le-sessónfm (a los que cambian),
errónea interpretación seguida por Jerónimo en Daniel (párr. 653). Un
tercer ejemplo es 'al-'•lámól (Salmo 46). que probablemente significa
"A la manera de doncellas, es decir, para ser cantado con un timbre de
soprano. La Septuaginla lo traduce" Acerca de cosas escondidas" (hyp-
er tón kryphión) como si derivara del verbo 'álom, esconder.
El hecho de que estos términos técnicos hebreos ya no se entendían,
sólo puede llevar a la conclusión de que estos particulares vocablos
hablan caldo en desuso tantísimo tiempo antes del segundo siglo a. de
J.C. que su verdadero significado habia sido totalmente olvidado. En
vista de que muchos eruditos como Duhm, Essfeldt y Pfeiffer han asig-
nado confiadamente a muchos de los salmos la época macabea (es
decir, alrededor del año 165 a. de J.C.), es importante entender la signi-
ficación de esta evidencia a partir de la versión griega. Se admite que
los titulos de los salmos fueron agregados luego de haber sido compues-
tos aquellos salmos a los cuales se les añadió el título. Sin embargo, los
mismos tltulos-al menos los que contienen las frases antes
mencionadas-tuvieron que haber sido incorporados tantisimo tiempo
antes de la traducción de la Septuaginta que su significado ya habla
sido olvidado. De ello se desprende, necesariamente, que los propios
salmos tuvieron que haber sido escritos mucho antes del periodo
griego.
Respecto a la teoría que asignaba un origen macabeo a los salmos,
que fue aceptada en algún tiempo, resulta interesante anotar el hecho
de que en 1 Macabeos 7:17 se cita como Escritura Sagrada un pasaje del
Salmo 79:3. Esto indica que ya había en la Biblia hebrea una colección
de salmos canónicos en la época de los macabeos.' La tendencia más
reciente entre los crfticos racionalistas se aleja del fechado extrema-
damente tardfo de sus antecesores. Bentzen afirma: "El resultado de las
investigaciones llevadas a cabo desde comienzos del siglo XX, nos
obliga a abandonar las presuposiciones apriorísticas de que los salmos
fueron escritos después del exilio. La salmodia era conocida en Israel
desde sus primeros dias. El más antiguo poema israelita que podemos
2. W. Staerk y R. Kittel insisten en que el Salmo 79 pertenece al período macabeo, a pesar
del hecho de que so cita en Macabeos como Escritura Sagrada incluida en un canon ya
establecido (cf. Rowley, OTMS. f4g. 185). R. H. Pfoiffor tambión [IOT, p4g. 631 rotula
suavemente el Salmo 70 como de periodo macabeo, aun cuando reconoce que se cita en
1 Macabeos 7:17. Parece ser una ingenua presunción suya que este salmo en particular
fue arreglado precísamente a tiempo para que lo c itara el autor del libro de Macabeos,
como si la fórmula cítada "según la palabra que estaba escrita" (Biblia de /erusalén),
hubiera podido ser utilizada por un escritor hebreo sólo con respecto a una produccíón
contemporánea.
490 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

datar con cierta aproximación, el cántico de Débora Uueces 5), es un


salmo, y se componlan salmos al estilo del Antiguo Testamento en
otras partes del Cercano Oriente, antes de tener noticias de la existencia
de Israel" (lCT 2:167). Engnell a.ñade: "Hablando con candidez, hay un
solo salmo, en todo el Salterio, del cual estoy totalmente convencido
que es posterior al exilio: el Salmo 137. y en lo que puedo determinar,
ningún otro salmo es comparable a él, ni en contenido ni en estilo.
¿Será esto una mera coincidencia?"> En su Fresh Approach to the
Psalms (Nuevo enfoque a los Salmos) (1957), Oesterley cita numerosos
paralelos babilónicos y egipcios de los Salmos, al indicar la necesidad
de hallar un origen anterior al exilio para gran parte del Salterio.
La más significativa evidencia en favor de la antigüedad de los
salmos, como género literario, proviene de la poesla de la antigua Ugar-
it. Tal vez el más confiable listado de sus paralelos, en la fraseologla
poética y en la estructura del verso, se encuentra en las notas margi-
nales de la porción ugarltica del ANET de Pritchard. Ejemplos tlpicos
son los siguientes:
Salmo 104:3: "El que pone las nubes por su carroza"; cf. el común
titulo ugaritico de Aleyan Baal: rkb'rpt (es decir, rákib' urpáti, o sea,
Jinete sobre las nubes).
Salmo 6:6: "Riego mi cama con mis lágrimas", se parece a Krt 28-30:
"Sus lágrimas se derraman a torrentes hacia la tierra, a torrentes quintu-
plicados sobre la cama cuando llora."
El texto ugaritico " Tomarás tu sempiterno reino, tu soberania, de
generación (en) generación (d-r-k-t d-t d-r-d-r-k)" (Texto 68:10), es muy
similar al Salmo 145:13: "Tu reino es reino de todos los siglos, y tu
señorío en todas las generaciones."
"Oh El, apresúrate, Oh El, ven en mi ayuda" es muy similar al
Salmo 40:13: "Jehová, apresúrate a socorrerme."
Los anteriores no son sino unos pocos ejemplos de un gran número
de notables paralelos, y nos llevan a la conclusión de que los hebreos
adoptaron un género poético que hallaron ya ampliamente desarrollado
entre los pueblos cananeos a quienes conquistaron.
HISTORIA OE LA COMPILACIÓN OE LOS SALMOS
Aparte de los 73 salmos que por sus titulas se los atribuye a David,
hay, como ya hemos visto, muchos otros, que son asignados a autores
contemporáneos de él. o que son ligeramente posteriores a su época. El
Salmo 90 se atribuye a Moisés; 12 salmos son atribuidos a Asaf; diez, a
los hijos de Coré; uno (Salmo 127) a Salomón, uno a Hemán ezralta•

3. Engnell. Sludies in Dívine Kingship (Estudios sobre la divina dignidad real) (Esto-
colmo: Almqvist & Wiksells Boktryckeri. 1943), pág. 176. n. 2.
4. El término ezrollo parece indicar uo descendiente de Zera. de la tribu de Judá.
Aparentemente una familia levltica. asentada en Judá. Aparentemente una familia
SALMOS 491

(Salmo 88), uno a Etán ezraíta (Salmo 89). De los salmos "huérfanos" o
anónimos, pocas dudas hay que al gunos de ellos indican haber sido
compuestos durante el exilio o después de él. El Salmo 137, "Junto a
los ríos de Babilonia", podemos considerarlo del tiempo del exilio,. y el
Salmo 126, "Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión", de
los primeros tiempos posteriores al exilio, tal vez alrededor del año 500
a. de J.C.
Fue inevitable, por lo tanto, que el Salterio se formara por etapas a
lo largo de un extenso período de tiempo. Aparentemente el agrupa-
miento por libros es de antigua d ata. Así, el Salmo 72:20 sostiene:
"Aquí terminan las oraciones [t•pillót] de David, hijo de Isa!;" esta
anotación sin duda alguna marca el final de una primitiva edición del
Salterio que contenía casi exclusivamente los salmos de David. Se
pueden distinguir por lo menos tres colecciones.
1. El Libro I (Salmos 1-41) probablemente fue compilado por
David, o de lo contrario, por alguno de sus colaboradores, bajo su
dill'ección. Si bien carente de título, el Salmo 1 sirve como una lógica
introducción a toda la colección y bien pudo haber sido compuesto por
el propio David o por Salomón su hijo. El Salmo 2, que también carece
de título, claramente se atribuye a David en Hechos 4:25. La causa de
que el Salmo 10 no tenga título se debe probablemente a que original-
mente estaban unidos los salmos 9 y 10 (la Septuaginta los considera
como una sola composición). El Salmo 33, que carece de título en el
TM, la Septuaginta se lo asigna igualmente a David. Por lo tanto, parece
que todo el contenido del Libro I debe asignarse a David. Sin embargo,
es harto complicado imaginar la razón por la cual se hizo solamente
una colección parcial de las poesías de David y se las incorporó a este
primer volumen. Resultaría dificil demostrar que estos salmos fueron
compuestos en la primera parte de la carrera del rey y que los salmos
davldicos de los libros posteriores provienen de su vejez, porque en
algunos casos (notoriamente los salmos 32 y 51), algunos de los que
figuran en los libros posteriores se· remontan a una época tan antigua
como la de los que figuran en el Libro l. Ewald y otros han sugerido
que posiblemente la más antigua edición del Salterio contenía no
solamente los salmos 1-41, sino también 51 - 72, y que sólo con
posterioridad se insertaron los salmos de Asaf y de los hijos de Coré (es
decir, los salmos 42-50). Ciertamente es verdad que ninguno de los
salmos 51- 72 se asigna por título a otro autor que no sea David, y el
último versículo del Salmo 72 constituiría entonces un apropiado final
de toda la colección tal cual fue publicada originalmente.
2. El Libro 11 (Salmos 42- 72 ) y el Libro III (Salmos 73-89) bien

levltlca, asentada en Judá, fue incorporada a la familia de Zera, tanto por vivir en una
comunidad ludla como también, posiblemente, por las relaciones matrimoniales entre las
dos familias.
492 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

pudieron haber sido reunidos y publicados en una época posterior,


posiblemente durante el reinado de ]osfas, para agregar material de-
vocional durante su campaña de avivamiento. Por otra parte, es factible
que esta compilación se realizara con anterioridad, durante el reinado
de Ezequías (alrededor del año 710 a. de J.C.) Es bien sabido que Eze-
quías disponía de una activa comisión bíblica ("los varones de
Ezequías", Proverbios 25:1), como parte de su programa de reformas.
Por lo tanto pudo haberse dispuesto que estos libros se publicaran para
uso litúrgico en el templo, bajo el patrocinio de Ezequías.
3. Los libros restantes, IV y V, son en gran parte una colección
miscelánea, de fecha incierta, algunos de época tan antigua como los
primeros salmos de David, o se remontan hasta Moisés, y otros de fecha
tan tardía como el tiempo del retorno del exilio. Sin duda alguna, esta
compilación se hizo en los días de Esdras y Nehemías, cuando se lle-
vaba a cabo vigorosamente la reconstrucción de la vida política y re-
ligiosa de la nueva confederación. Justo es decir que no existen alu-
siones o situaciones históricas presupuestas en los salmos 90- 150 que
no coincidan con sucesos de la historia hebrea anteriores al año 430 a.
de J.C.
Los racionalistas de la alta crítica no han podido ponerse de a-
cuerdo en cuanto a la época cuando fueron compuestos los diversos
salmos, considerados individualmente. Los eruditos de finales del siglo
XIX y comienzos del siglo XX tendían a tratar cada salmo individual
según sus méritos, y conjeturando respecto a su edad por la etapa de
desarrollo del pensamiento religioso de Israel que pareciera reflejar,
podían arribar a una fecha aproximada basados en principios evolu-
cionistas. o bien, los críticos podían averiguar las posibles alusiones
históricas y luego buscar un juego de circunstancias en la historia
israelita al cual pudieran corresponder dichas alusiones. Quienes
se adherían a la teoría de que muchos de los salmos fueron compuestos
en la época de los Macabeos, se ajustaban a menudo a este tipo de
metodología.
Con el advenimiento de Hermann Gunkel, fue favorecido un
enfoque totalmente nuevo. Con su obra Ausgewéihlte Psalmen (1904)
comenzó a utilizar los principios de la crítica formal en el análisis del
cuerpo del Salterio. Clasificó a los salmos en varias categorías o tipos
(Gattungen) y procuró identificar la situación general en la vida (Sitz
irn Leben) que les dio existencia. Mediante un cuidadoso estudio de
material similar de las primitivas civilizaciones de Egipto y Mesopota-
mia, Gunkel procuró captar eí antiguo punto de vista hebreo y analizar
los salmos de una manera mucho más válida y apropiada que lo que fue
posible hacer por el método anterior. (Cf. Rowley, OTMS, pág. 163).
Pudo dividir la inmensa mayoría de los salmos en cinco tipos
diferentes:
SALMOS 493

1. Himnos para el culto público que reflejan la adoración y devo-


ción personal del autor hacia Jehová.
2. Los salmos de lamentos colectivos, debido a grandes catástrofes
o desastres ocurridos a la comunidad (p. ej., Salmos 44; 74; 79; 80; 83.)
3. Salmos reales, con particular enfoque en el rey de Israel como
siervo de Jehová.
4. El lamento individual -tipo que formó la columna vertebral del
Salterio-, en el cual el autor individual se halla angustiado, amena-
zado por sus enemigos, e injustamente perseguido; y no obstante el.lo,
en un arranque de fe expresa la certeza de que será escuchado, y a
menudo hace votos de tangible expresión por su gratitud en respuesta a
la liberación que espera confiadamente.
5. Cantos individuales de acción de gracias (tales como los Salmos
18, 30, 32, 34, 41, 66, 92, etcétera), en los cuales se expresan recitales de
acción de gracias por las liberaciones y las bendiciones recibidas por el
adorador al aproximarse al altar de acción de gracias. La principal
pr-eocupación de Gunkel no fue de orden cronológico, sino la de situar
la mayor parte del Salterio en una época inmediatamente anterior al
exilio (especialmente en el caso de los salmos "reales").
Este enfoque crítico fue adoptado y expandido por muchos de los
más recientes eruditos tales como Eissfeldt, Bentzen, Engnell, Oest.er-
ley, Robinson, y E. A. Leslie (The Psalms) (Los salmos) (1949).
Si,gmund Mowinckel (Psalmen Studien, 1921-1924) también siguió
esta forma de enfoque critico, pero con la importante modificación de
que virtualmente ninguno de los salmos era genuinamente personal en
un sentido individualista, sino que todos pertenecían a un típo de
adoración colectiva. Se cree que gran parte de los "salmos de entroniza-
ción" se originaron en conexión con la celebración anual de la entro-
nización de Yahweh, la cual Mowi.nckel supuso que se realizaba en la
festividad del Año Nuevo (por analogía con la entronización babilónica
de Marduk en la época del Año Nuevo). Hasta llegó a interpretar que el
"día de Yahweh" se refería originalmente al día de culto para la entro-
ni.zación de Dios, pero proyectado hacia lo futuro, a una época en que
Yahweh vendría a imponer su autoridad como Rey sobre toda la tierra.
Consideró este autor que muchos de estos "salmos de entronización" se
remontaban a la época de la monarquía hebrea. Norman Snaith se
opuso vigorosamente a la teoría de que los salmos de este tipo fueron
compuestos para la celebración del sábado o que la mayoría de ellos
fueron de origen posterior al exilio. (Estas ingeniosas especulaciones
se.rán tomadas en serio solamente por quienes aceptan las presuposi-
ciones humanísticas de quienes las inventan.)

NUMERACIÓN DE LOS SALMOS


Tanto el TM como la Septuagin:ta contienen un total de 150 salm.os.
494 REsEÑA CRITICA DE UNA iNTRODUCx:JÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

No hay certeza en cuanto a si ese fue el número original. El Talmud


(Sabbath 16) habla de 147, uno por cada año de la vida del patriarca
Jacob. Tampoco se sabe con seguridad cual fue la división original de
los salmos. El Talmud (Berachoth 9b) menciona el hecho de que los
Salmos 1 y 2 constituyen una sola composición. Por otra parte, Hechos
13:33 se refiere expllcitamente al Salmo 2:7 y dice que proviene del
"salmo segundo".
La versión Reina-Valera sigue la división del TM, en lo que con-
cierne a la numeración de los salmos. Pero, a diferencia. de la práctica
hebrea, no incluye en el texto el título de los salmos. Por ello hay
generalmente una divergencia en versículos entre la Biblia Reina-
Valera y la Biblia hebrea, cada vez que los salmos en cuestión cuentan
con un título. (Es decir, hay un versículo más en la Biblia hebrea que en
la versión española; y en el caso del Salmo 51 y otros pocos casos, hay
dos versículos más.) Como ya dijimos, la numeración de los salmos de
la Septuaginta difiere de la del TM (y por ende de la Biblia en español)
porque: (1) cuenta al Salmo 10 como parte del Salmo 9; (2) cuenta el
Salmo 115 como parte del Salmo 114; (3) divide el Salmo 116 en dos
salmos separados; y (4) divide el Salmo 147 en dos salmos separados.
La Septuoginta también agrega el Salmo 151 con la nota: "Fuera de
numeración"• Y puesto que la Vulgata sigue la numeración de la Sep-
tuaginta, naturalmente la Biblia católica se ajusta a esa traducción.
CONTENIDO DE LOS TíTULOS DE LOS SAL.\,IQS

No existe la certeza absoluta de que la actual disposición de los


títulos de los salmos en el TM refleje con exactitud su posición original.
J. W. Thirtle ,e n The Titles of the Psalrns (Los títulos de los salmos)
(1905) comenta convincentemente que muchos de los salmos, no sólo
poseen un escrito previo, sino también un escrito posterior. Sin embar-
go, en un periodo posterior, los escribas añadieron erróneamente la
nota final de algunos salmos a la nota previa de los subsiguientes. El
asignó al post scriptum (o nota colocada al final de la composición) los
siguientes tipos de material: (1) la anotación "al músico principal"; (2)
explicaciones musicales que indican el tipo de instrumento a ejecutar
(tales como negfnól, o instrumentos de cuerda; neJ:iílót, o instrumentos
de viento); y (3) la ocasión (o tono melódico) que se aplicaba al salmo
en cuestión, por ejemplo 'al müt Job-ben en el Salmo 9 y 'al'-oyyelet
has-shahar en el Salmo 22. En otras palabras, si figuran en el título de
un salmo elementos de este tipo, según Thirtle, se debe a que fueron
incorrectamente transferidos de la nota original colocada al final del
salmo precedente. Cuando se retiran tales elementos, queda en claro
que un correcto pre scriptum o titulo inicial, contiene solamente los
S. El hebreo original del Salmo 151 fue des~ybiertc:> reciontomonlo en Iª C\leva No. 11 de
Qumran.
SALMOS 495

siguientes tres elementos: (1) la indicación del género, tal como el


rnizmór o salmo; maskil o instrucción; shír o canción; mikhtárn, o
hi.mno de expiación; (2) la atribución de paternidad literaria: de David,
de Asaf, etcétera; (3) la ocasión (p. ej., "cuando huía delante de Absa.lón
su hijo" -título del Salmo 3-0 "que cantó a Jehová acerca de las
palabras de Cus" -título del Salmo 7-, etcétera). Thirtle señaló que
algunos de los himnos egipcios y acadios terminaban con una nota final
que incluía "hasta el fin," lo cual pudo haber sido un factor que influyó
en la LXX para que tradujera Jam-m' na~~eaJ:i como eis to lelos (hasta el
final). (Respecto a este punto, debemos mencionar el hecho de que en el
caso de las notas previas de Thirtle hay alrededor de 25 discrepancias
en los títulos de los salmos, entre la Septuaginta y el TM. Por ejemplo,
en siete dice Salmos donde el TM no dice mizmór; en siete dice óde
donde en el TM no dice shír; y en cinco salmos de la Septuoginto figura
a!Jelouia donde en el hebreo no figura ningún holleluyoh).
TÉRMINOS TÉCNICOS EN l.OS TITULOS DE LOS SALMOS
TIPOS OE SALMOS

l. Mizmór, o salmo, significa una canción interpretada con acom-


pañamiento de un instrumento musical, originalmente un instrumento
de cuerdas, de zámar, pulsar (pero d . también zarnara, en árabe, tocar
con instrumento de viento). Con el nombre de mizmór se designan 57
salmos.
2. Shír, o canción, no implica nada con respecto a acompaña-
miento musical. Se trata simplemente de un término general para indi-
car una música vocal. Así se designan 27 salmos; de estos, 15 se deno-
minan shir ham-ma'oloth o canción de los ascensos (cántico gradual,
en Reino-Volero).
3. Maskil, o poema didáctico, o poema contemplativo (el verbo del
cual proviene, hiskíJ, puede significar prestar atención a, considerar,
reflexionar acerca de; o percibir la naturaleza interior de una cosa,
enseñarle a alguien). Figura como titulo de 13 salmos. Y puesto que
estos salmos de ninguna manera son uniformemente didácticos, nos
inclinamos con preferencia por la interpretación de "contemplativos".
4. Mikhtéim es un término discutible. Deriva de una raíz que signi-
fica cubrir (cf. kotomo, árabe, y kotámu, acádico; ambos significan
cubrir); podría significar una canción para purgar o expiar un pecado
(así sostiene Mowinckel). El hebreo posterior le dio a esta palabra el
significado de epigrama (de alú la stelographia de la LXX), o grabado,
como si se refiriera a una composición para registrar pensamientos
memorables, dichos medulosos o elocuentes refranes. Seis salmos lle-
van este título.
5. TepiJlah simplemente significa una oración. Cinco salmos lle-
van este título.
496 RJ.:SEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

6. Tehillab significa una canción de alabanza y se encuentra en los


títulos de cinco salmos. Observemos que esta palabra en plural, T'hil-
lím, proporciona el título hebreo para todo el libro de los salmos.
7. Shiggáyón puede significar tal vez una canción irregular o
errante (de ságah, vagar); de ahí, por lo tanto, una oda ditirámbica
irregular. (Solamente el Salmo 7 utiliza este término, pero también lo
hace el salmo que figura en Habacuc 3.)

TÉRMINOS M USlCAJ..ES EN LOS T ITULOS


1. Lam-m•nasséah, tal como lo explicamos anteriormente, significa
"al director del coro" o "al músico principal". Se ha sugerido, y muy
plausiblemente, que este término fue anexado a esos salmos que fueron
incluidos en una antología especial confeccionada por el director del
coro del templo para conveniencia de los cantores, en lugar de incluir
la totalidad del grupo de 15ü en un repertorio ordinario de sus grupos
corales. Así se denomina a 55 salmos.
2. Neginót significa instrumentos de cuerdas o canciones para ser
cantadas con acompañamiento de instrumentos de cuerda.
3. Nehillót significa instrumentos de viento ¡cf. holfl, flauta).
4. ShemfnH parece significar ya sea un laúd de ocho cuerdas, o
posiblemente una octava (es decir, una octava más baja que el soprano
o '•lomót).
5. '•lcimót o "doncellas", puede significar soprano o tonos altos (cf.
1 Crónicas 15:20; Salmo 46).
6. Mahalat significa "enfermedad" o "pesadumbre" y de ahí
se infiere que puede ser un un salmo de lamentación (Salmos 53 y 88.)
INDICADORES DE LA MELODIA
Algunas de las palabras enigmáticas que aparecen en los títulos de
los salmos pueden indicar ya sea la ocasión en que se compuso origi-
nalmente el salmo o, más probablemente, las palabras iniciales de una
bien conocida melodía, de acuerdo con la cual debía cantarse el salmo
(de la misma manera como pudiéramos decir: "Cantemos este himno
con la tonada de 'Firmes y Adelante' ").
1. 'al mt1t lab-bén en el Salmo 9 bien puede indicar una bien co-
nocida canción que empieza con las palabras La muerte de un hijo (la
preposición 'al se traduce "de acuerdo con").
2. 'al •ayyelet ho~-sahar significa "según la cierva de la mañana"
(Salmo 22).
3. Süsán o 'el sósanním se referia al lirio y tal vez significaba "a los
lirios".
4. 'al tashét parece significar "no destruyas" o "no corrompas"
Aparentemente una bien conocida canción comenzaba con estas pala-
bras, y había que cantar en estos casos con esa melodía (Salmos 57, 58,
SALMOS 497

59, 75).
5. 'al Yónat 'elem I"hóqfm aparentemente significa "sobre La palo-
ma silenciosa," (Reina-Valera). Algunos han sugerido una modifica-
ción en la puntuación de tal manera que diga 'élím rehóqím, o sea
"lejanos terebintos" (Salmo 56).
Un término técnico que no figura en los títulos de los salmos es el
dudoso y confuso vocablo selah. Se han sugerido muchas explica-
ciones para el significado de esta palabra. La más plausible es que el
término deriva de la raíz sálal que significa elevar. La Septuaginta lo
traduce diapsalma, que significa interludio musical. Selah, por lo tan-
to, no es una palabra para ser leida en voz alta, sino simplemente un
llamado de atención al recitador para que en ese punto haga una pausa
y permita un acorde del acompañamiento musical; o también pudiera
ser una indicación para que eleve la voz a un tono más intenso, o tal vez
para que eleve su corazón en una piadosa contemplación o meditación.
El Salmo 67:1, 2 contiene el término selah en medio de una oración, lo
cual dificulta explicarlo como una pausa para interludio musical. Sin
embargo, en la mayor parte de los demás casos, esta interpretación
parece ser la más apropiada.
Los Salmos 120-134 incluyen en sus títulos la expresión "Canción
de las subidas" (Biblia de Jerusalén), "Cántico gradual" (Reino-Volero;
§fr hamo '•lot, en hebreo). Algunas antiguas tradiciones judías explican
esto en relación con una escalinata que conducía al atrio de los hom-
bres en el templo (Mishnah: Middoth 2:5). Una explicación más lógica
sería que estas "subidas" se refieran a las etapas de una peregrinación a
Jerusalén (la palabra mo '•lót deriva del verbo 'aloh, "ascender", es
decir a Jerusalén). Algunos prefieren interpretarlo como "procesiones"
(o peregrinaciones), por metonimia de "ascenso". De ahí que fueran
canciones de peregrinos, para cantarlas cuando iban en camino a Jeru-
salén para las fiestas anuales. Esta explicación también parece preferi-
ble a la de Gesenius y Delitzsch, que relacionan el término con un
movimiento progresivo, paso a paso, de los pensamientos expresados
en los propios salmos; desafortunadamente para esta teoría, algunos de
los salmos de este grupo no exhiben de ninguna manera esa caracterís-
tica (p. ej., los Salmos 125 y 133).

Los SALMOS MEslÁNICOS

Uno de los hechos más notables que observamos en el Salterio es su


frecuente alusión a la venida del Mesías. El Salmo 2:7, con referencia al
Rey de Israel como Hijo de Dios, es citado o se alude al mismo en Moteo
3:17. Hechos 13:33: Hebreos 1:5: 5:5: 2 Pedro 1:17 se aplican a Cristo.
Jesús citó Salmo 22:1 cuando colgaba en la cruz, haciendo suyo ese
salmo. Para hallar otros salmos mesiánicos, comparar el Salmo 110:1
498 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

con Moteo 22:44; Marcos 12:36; Lucos 20:42, 43; Hechos 2:34; Hebreos
1:13. También comparar Salmo 45:6, 7 con Hebreos 1:8, 9; el Salmo
69:4 y Juan 15:25; el Salmo 69:9 con Juan 2:17; Salmo 16:10 con
Hechos 2:25-28 y Hechos 13:55; el Salmo 8:5-6 con Hebreos 2:6-9; el
Salmo 8:2 con Mateo 21:15-16; el Salmo 118:22, 23 con Mateo 21 :42.
Ejemplos de otros salmos generalmente considerados como mesiánicos
son los Salmos 40, 41, 68, 72, 102 y 109.

SALMOS IMPRECATORIOS

Varios salmos contienen súplicas a Dios para que descargue su ira


sobre los enemigos del salmista. Esto parece contradecir la postura
cristiana de amor hacia los enemigos. No obstante ello, es un error
explicar estas expresiones como sentimientos degenerados y subcris-
tianos, que han sido permitidos en el canon sagrado por el principio de
"revelación progresiva". La revelación progresiva no ha de entenderse
como un progreso del error hacia la verétad, sino más bien un progreso
de lo parcial y oscuro a lo completo y claro. Un evangélico consecuente
debe sostener que todas las porciones de la Palabra de Dios son ver-
daderas en el sentido que quiso darles el autor original bajo la inspira-
ción del Espiritu Santo, aun cuando fueron expresadas en términos que
tal vez fueron más comprensibles y relevantes para el pueblo de Dios en
la época de su composición que en épocas posteriores.
Es importante entender que, con anterioridad a la primera venida
de Cristo, la única manera tangible por la cual podía demostrarse la
verdad de las Sagradas Escrituras a los observadores humanos, era por
la prueba pragmática del desastre que habría de caer sobre quienes
estaban en el error y la liberación que lograrían quienes se aferraran a la
verdad. En tanto que los malvados continuaran triunfando, su prospe-
ri dad parecía refutar la san tidad y soberanía del Dios de Israel. Un
creyente hebreo en el Antiguo Testamento no podía hacer otra cosa que
hundirse en una profunda aflicción mientras se mantuviera ese estado
de cosas. Identificándose lntegramente con la causa de Dios, hacia
suyos a los enemigos de Dios, y le imploraba al Altlsimo que man-
tuviera en alto su honor y justificara su propia probidad infligiendo una
aplastante destrucción sobre quienes, ya fu era en teorla o en práctica,
negaban su soberanía y su ley. Sólo después de la suprema exhibición
del desagrado de Dios por el pecado, demostrado por la muerte de su
Hijo en la cruz, le fue posible al creyente esperar pacientemente mien-
tras la paciencia de Dios les permitía a los malvados disfrutar de un
éxito temporal. Tampoco fue entendida en toda su extensión la pacien-
cia de Dios hasta que Jesús vino a la tierra para enseñar les su amor a los
hombres.
CAPITULO 34
LOS LIBROS SAPIENCIALES:
JOB y PROVERBIOS
JOB

Respecto al significado d el nombre Job (en hebreo 'Iyyób), p!l'o-


bablemente deriva de una raíz que significa volver, arrepentirse, y de
ahí que pueda significar uno que torna (a Dios). Esta interpretación se
basa en el árabe 'ába, arrepentirse o volverse (a menudo seguido de la
frase 'ilá 'Jláhi, a Dios). La grafía árabe del nombre serla 'Awwábun; se
la encuentra en las inscripciones acádicas como Ayyobum, por ejem-
plo, en los documentos de Mari del siglo XVlll a. de J.C. En las Cartas de
Amarna, el nombre aparece como Ayab (un príncipe de Pella). Hecho
interesante, el nombre figura hasta en los Textos Execra torios de Berlfn
(escritos con caracteres hieráticos egipcios) como titulo de un prlncipe
de la región de Damasco durante el siglo XIX (cf. BASOR No. 82 (1941),
pág. 36). Otra posible etimologla para 'Iyyób es uno que es asaltado, del
hebreo 'óyéb, odiar, estar enemistado (según Koehler-Baumgartner), o
también, objeto de enemistad (según el Léxico de Brown-Driver-
Briggs). Conviene mencionar, en favor de la etimología árabe, que Job
era nativo del norte de Arabia, y el escenario donde ocurre la acción es
más árabe que hebreo.

EL TEMA DE JOB

El libro trata del problema teórico del dolor en la vida de los piado-
sos. Se ocupa de responder al interrogante: ¿Por qué deben sufrir los
justos? La respuesta se da de una manera triple: (1) Dios merece ser
amado aun aparte de las bendiciones que conceda; (2) Dios puede
permitir el sufrimiento como medio para purificar y vigorizar el alma
en la piedad; (3) los pensamientos y los caminos de Dios se mueven por
consideraciones tan grandes que no las puede comprender la dimiriu ta
mentalidad del hombre, puesto que el hombre es incapaz de ver los
hechos de la vida con la amplitud y visión con que los ve el Todo-
499
500 RESEÑA CRITICA OE UNA I NTROOUCCIÚN Al, ANTIGUO T ESTAMENTO

poderoso; no obstante ello, Dios sabe perfectamente bien lo que es


mejor para su propia gloria y para el bien final. Esta respuesta está dada
en el marco de los limitados conce ptos de los tres "consoladores" de
Job: Elifaz, Bildad y Zofar.
Un adecuado motivo sicológico para la persistencia de ellos en
continuar la controversia con Job a lo largo de tantos capítul os ha de
hallarse en el dilema en el que los colocó el catastrófico desastre de él.
Si un hombre de tan encumbrada reputación podía sufrir tan devas ta-
dora desgracia, veían peligrar su propia seguridad ante la posibilidad
de que los mismo les ocurrieraª ellos. Su principal motivo al intentar
sacarle a Job una confesión de pecado tuvo por objeto establecer una
propia sensación de seguridad para ellos. Si en realidad Job había sido
culpable de algún vergonzoso pecado del cual nadie tenía noticias, su
abrumador desastre podría ser fácilmente entendido como una retribu-
ción del justo Dios. Al no poder sacarle tal confesión, a pesar de sus
diligentes esfuerzos realizados para obligarlo a admitir la culpabilidad,
se sintieron incapaces de retornar a sus hogares aliviados y confiados
en que la calamidad no golpearía a sus puertas, si tan solo "vivían de
una manera buena ."

BOSQUEJO GENERAL DE JOB

l. Prólogo: la prueba a que fue sometido Job, 1:1- 2:13


ll. Falso consuelo por parte de los tres amigos, 3:1- 31 :40
A. Primer ciclo de discursos
l. Lamento de Job, 3:1-26
2. Réplica de Elifaz, 4:1-5:27; y respuesta de Job, 6:1- 7:21
3. Réplica de Bildad, 8:1-2 2; y respuesta de Job, 9:1- 10:22
4. Réplica de Zofar, 11:1-20; y respuesta de Job, 12:1- 14:22
B. Segundo c iclo de discursos, 15:1-21:34
1. Réplica de Elifaz, 15:1-35; y respu esta de Job, 16:1-17:16
2. Réplica de Bildad, 18:1-21; y respuesta de Job, 9:1-29
3. Réplica de Zofar, 20:1-29; y respuesta de Job, 21:1-34
C. Tercer ciclo de discursos, 22:1- 31:40
1. Réplica de Elifaz, 22:1 -30; y respuesta d e Job, 23:1-24:25
2. Réplica de Bildad, 25:1-6; y respuesta de Job, 26:1 - 31:40
III. Los discursos de Eliú, 32:1 -37:24
A. Primer discurso: la enseñanza de Dios al hombre a través de la
aflicción, 3 2:1- 33:33
B. Segundo discu rso: reivindicación d e la justicia y de la
prudencia de Dios, 34:1-37
C. Tercer discurso: las ventajas de la piedad, 35:1-16
D. Cuarto discurso: la grandeza de Dios y la ignorancia de Job,
36:1-37:24
Los LIBROS SAPIENCIALES JOB y PROVERBIOS 501

IV. Discursos de Dios, 38:1-42:6


A. Primer discurso: la omnipotencia de Dios proclamada en la
creación; la confesión de Job, 38:1- 40:5
B. Segundo discurso: el poder de Dios y la fragilidad del hombre;
humilde respuesta de Job, 40:6-42:6
V. Epílogo: Dios reprende a los tres consoladores; restauración de
Job, 42:7-17

PATERNIDAD LITERARIA DE JOB

El texto de este libro no indica su autor, y no existe ninguna seria


tradición, ni siquiera en los círculos rabínicos, que nos pudiera dar
algún indicio sobre quién seria el autor de esta obra. El Talmud no se
aventura más allá de sugerir que el •escritor tuvo que haber sido alguien
que viviera antes de la época de Moisés. Parece no haber nada en la
evidencia interna del propio texto que nos ofrezca una clave acerca de
la identidad del autor. El comentarista Jacques Bolduc (1637) sugirió
que pudo haber sido secundariamente una obra del mismo Moisés, que
la encontró en su forma original aramea y la consideró digna de tradu-
cirla al hebreo. Al par que difícilmente puede afirmarse que existe algo
mosaico en el estilo de Job, esta teoría al menos daría cuenta y razón de:
(1) el hecho de que los hebreos poseyeran esta obra; (2) que adquiriera
un rango canónico; (3) su sabor y su marco patriarcal; y (4) el sabor
arameo en parte de la terminología y en las formas de expresión que
exhibe el texto.

FECHA DE LOS SUCESOS

Como quiera que Job no contiene referencia algun a acontecimien-


tos históricos, y refleja un trasfondo cultural no hebraico, respecto al
cual poseemos muy poca o ninguna información, no es fácil asignar
una fecha probable para la vida y carrera de Job. El distrito de Uz,
donde ocurrieron los hechos que se relatan, estaba situado al norte de
Arabia; la Septuoginta se refiere a él como tierra de los Aisitai, pueblo
al cual Tolomeo el geógrafo sitúa en el desierto de Arabia adyacente a
los edomitas del monte Seir. Elifaz, el amigo de Job, provenía de Te-
mán, bien conocida localidad de Edom. Eliú era oriundo de la región de
los buzitas, que probablemente vivian en las adyacencias de los caldeos
en el noreste de Arabia. Es importante tener en cuenta todos estos
factores para poder pesar la fuerza de los argumentos basados en la
ausencia de influencia mosaica.
J. H. Raven se inclina por una fecha pre-mosaica en base a las
siguientes consideraciones: (1) Job indica un tipo de organización pa-
triarcal y de clan familiar, que nos recuerda más la época de Abraham
502 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

que las condiciones im perantes después del éxodo; (2) el hecho de que
fuera el jefe de la familia y no un sacerdote ordenado quien ofreciera el
sacrificio, también ser ía una costrumbre pre-mosaica; (3) la mención
del q•sitah como una pieza de dinero Job 42:11) sugiere una fecha al
menos tan remota como la época de Josué (cf. Josué 24:32), si no el
período patriarcal (cf. Génesis 33:19). Pero si el escenario estuvo ubi-
cado al norte de Arabia, cerca de Edom, una sociedad tipo clan bien
pudo haber persistido alli hasta la época de la monarquía hebrea. Es
posible que persistieran los sacrificios privados ejecutados por los jefes
de familia junto al sacerdocio tribal oficial.
Esta localización extranjera también explicaría la comparativa rare-
za del nombre Yahweh en la mayoría de los capítulos del libro. Job
demuestra una clara preferencia por el término pansemftico 'Elóah o
'Elóhim, para Dios ("Yahweh" figura dos veces en el capítulo 1, una
vez en el capflu lo 2, una vez en el capítulo 12, una vez en el capítulo
38, tres veces en el capitulo 40 y cinco veces en el capitulo 42.) Muy
interesante es el hecho de que el título Shaddai, el Todopoderoso, se
repite no menos de 31 veces en Job, contra 16 veces en el resto del
Antiguo Testamento. Esta evidencia del uso de los nombres divinos
ciert amente tiende a confirmar la teoría de un marco no israeli ta.
Y, sin embargo, se mantiene firme, aparte de la ausencia de una
influencia mosaica, que el trasfondo de la historia de Job señala hacia
un marco a comienzos del segundo milenio antes de Cristo. W. F.
Albright, en su capítulo ''Old Testarnent and Archaeology" - El Anti-
guo Testamento y la arqueología-, en el Commentory (Comentario) de
Alleman y Flack, señala que el histórico Job bien pudo haber sido
contemporáneo de los patriarcas. Las razones en qu e se basa para arri-
bar a esta conclusión descansan parcialmente en el dudoso argumento
de que Ezequiel 14:14 menciona juntos los nombres de Job y Daniel.
Albright entiende que este Daniel es al an tiguo héroe cananeo Dan'el,
que figura como personaje prominen te en uno de los poemas épicos
ugaríticos, es decir, corno el idólatra padre de Aqhat. Luego rechaza la
posibilidad de que Ezequiel pudiera referirse a su propio contempo-
ráneo, Daniel, que esl.aba en Babilonia. También subraya el hecho de
que los otros nombres de la narración son au ténticos para el segundo
milenio antes de Cristo. Así, Bildad era probablemente un apócope de
Yabil-Dad um, nombre que se encuentra en fuent es cu neiformes que se
remontan a ese período. También traza un notable parecido con el
relato del "Job babilónico", composición cuneiforme trad ucida en la
obra AB de G. A. Bal!'ton. Esta es la historia de un hombre justo que
sufrió una amarga agonía en su cuerpo y espíritu, a pesar de tener plena
conciencia de haber vivido honradamen te, y sin embargo, se mantuvo
firme en medio de su aflicción. Finalmente, se le concedió una vida
más feliz que nunca antes, para la gloria de Marduc. el dios de Babilo-
Los LIBROS SAPIENCIALES Joo y PROVERBIOS 503

nia. Este relato babilónico puede remontarse al año 1200 a. de J.C., y


haberse inspirado en material aun anterior.

FECHA DE COM.POSICJON DE JOB

Debe establecerse una clara distinción entre el periodo histórico en


que vivió Job y el momento en que se compuso el relato de su desven-
tUia. Podría naturalmente supone~se que fue escrito poco tiempo des-
pués de los acontecimientos que le ocurrieron. Sin embargo, hay una
amplisima diferencia de opiniones respecto a este punto, y algunas
estimaciones, como veremos luego, difieren la fecha de su composición
literaria hasta después del exilio babilónico. En términos generales, hay
cinco puntos de vista sostenidos por los eruditos bíblicos en el día de
hoy: (1) en la época patriarcal; (2) durante el reinado de Salomón; (3) en
el reinado de Manasés; (4) en la ge·neración de Jeremías; (5) durante el
exilio o después de él.
1. Antes de la época de Moisés, en el período patriarcal. Si el
contenido de Job ha de ser considerado como históricamente exacto y
una fiel transcripción de la conversación que se suscitó entre los cinco
hombres que intervienen, seria natural asumir que este relato fue com-
puesto poco después de habérsele restaurado a Job su prosperidad; y
que el último agregado, 42:16-17, fue compuesto no mucho tiempo
después de su deceso. Por lo tanto, si la carrera de Job se desarrolló
antes de la época de Moisés. el lib:ro en si debe ser fechado aproxima-
damente en ese periodo. Esta era la opinión sustentada por el Talmud y
sostenida ampliamente por los eruditos cristianos hasta época reciente.
En este siglo son muy pocos los eruditos, aun entre los más destaca-
dos conservadores, que se aventurarían a insistir en una fecha pre-
mosaica. Como ya hemos señalado, el hecho de que los acontecimien-
tos se produjeron fuera del territorio israelita, es decir, en la parte norte
de Arabia, dificulta notoriamente fijar con precisión la fecha de com-
posición. Nó hay ninguna razón obligatoria por la cual la influencia de
la Tora mosaica debió haberse sentido en Uz o Temán, hasta el año
1000 a. de J.C. En ausencia total de literatura de la misma localidad, es
imposible hacer otra cosa que no sea conjeturar qué alusiones a la
historia, o leyes, o costumbres locales pudieran haber estado presentes
en cualquier composición artística del norte de Arabia. Por otra parte,
si la obra fue compuesta en el periodo !?re-mosaico anterior a la con-
quista hebrea, eso da pie a la posibilidacl de que fuera originalmente
compuesta en algún idioma que no fuera el hebreo, ya fuera un dialecto
de la región del norte de Arabia, o posiblemente el arameo. como han
sugerido algunos.
Algunos críticos han señalado la mención del culto al sol y a la luna
en Job 31:36, y piensan que esto excluiría un periodo anterior al surgí-
504 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

miento de los cultos mesopotámicos en los últimos dias de la monar-


quia judia. Sin embargo, es preciso recordar que el culto al sol y a la
luna lo rendían los sumerios y los acadios desde tiempo inmemorial, y
las primeras inscripciones de la antigua Arabia del sur, que han sobre-
vivido, indican que vigorosos cultos de este tipo florecfan en la región
sureña de la península. Hemos de concluir, entonces, que no hay
evidencias convincentes ni para negar ni para insistir en una fecha de
composición pre-mosaica.
Algunos críticos han señalado lo que piensan que son vestigios de
la influencia de la ley mosaica, especialmente en Job 24:2-11. Este
pasaje menciona (a) la maldad de no devolver, antes de caer la noche, el
vestido tomado en prenda (prohibido por Exodo 22:25); (b) la costum-
bre de reservar para los pobres e l espigueo de los campos de los ricos
(prescrita en Levítico 19:9); (e) la maldad de correr los hitos fijadores de
los límites de una propiedad (cf. Deuteronomio 19:14). Sin embargo,
una cuidadosa lectura de este pasaje de Job revela que sólo alcanza a
afirmar que los pobres se han visto reducidos a espigar los campos de
los ricos, y que habiendo empeñado su ropa a los ricos se ven obligados
a dormir desnudos toda la noche. Esto no llega al grado de invocar
sanciones legales en ninguno de los casos. En cuanto a denunciar el
mover los hitos de un lindero, esto era era un sentimiento común en
todo el ámbito de la Creciente Fértil, desde Sumaria hasta el Nilo. Se
han descubierto numerosos hitos desde la época de Hamurabi y aun
anteriores, que invocan la ira divina contra todo malandrín que se
aventurara a cambiarlos de posición. De todo lo dicho resulta que no
podemos sostener la tesis de una influencia mosaica en el libro de Job.
2. Durante el reinado de Salomón. Esta opinión fue sostenida
desde antiguo por Gregorio Nacianceno (siglo IV d. de J. C.), y también
por Martin Lutero, Haevernick, Keil y Delitzsch. En los manuales con-
servadores de introducción al Antiguo Testamento, esa fecha es la que
sostienen Raven, Young y Unger. Las razones aducidas para este
fechado se agrupan bajo los siguientes encabezamientos: (a) la era
salomónica fue una era de próspera holganza, en la cual los intentos
literarios se practicaban en un ambiente de autorealización nacional;
(b) la era de Salomón dedicó un particular interés a la ~okhmah y
reflexionó sobre los más profundos problemas prácticos de la vida; (c)
hay una exaltación de la piadosa sabiduría en Proverbios 8 similar a la
de Job 28; (d) un conocimiento bastante amplio de los países extran-
jeros, o al menos de las condiciones que exislian en general en el
Cercano Oriente, indica un mayor conocimiento del mundo contem-
poráneo que el que supondria estar familiarizado con las condiciones
del norte de Arabia. En la época de Salomón hubo, por supuesto, las
más amplias relaciones con las naciones extranjeras, aun con las le-
janas como la India, que tenía relaciones comerciales con el imperio
Los LIBROS SAPIENCIALES }OB Y PROVERBIOS 505

hebreo. No puede negarse que estas consideraciones poseen cierta fuer-


za acumulativa; no obstante ello, es discutible que puedan considerarse
como realmente concluyentes, pues la mayor parte de los cuatro rasgos
mencionados anteriormente se reconcilian también con una fecha
anterior, particularmente si el relato fue compuesto por un autor no
israelita en territorio no israelita.
De inmediato se le plantea un problema al erudito conservador, tan
pronto como decide considerar la era salomónica como fecha de com-
posición de este libro. Si los sucesos relatados ocurrieron cuatro sigJos
o más antes que se escribiera el libro de Job -y la mayorla de estos
escritores consideran que Job vivió al menos en una época tan antigua
como la de Moisés- , resulta difícil comprender cómo pudo mantenerse
una crónica precisa de todo lo expresado por Job y sus cuatro conse-
jeros. Por lo tanto, Delitzsch sugiere que el libro no tuvo el propósito de
ser una exacta transcripción histórica de las palabras emitidas en el
periodo patriarcal, sino que probablemente se quiso que fuese un d ra-
ma para el cual el autor habla compuesto el diálogo. Tal drama serla
hi.stóricamente exacto sólo en la misma forma como una obra teatral
basada, por ejemplo, en la vida de Abraham Lincoln, pudiera represen-
tar artlsticamente el carácter del hombre y lo que representó, sin la
pretensión de ser una transcripción fiel de comentarios que realmente
se emitieron. Delitzsch sostiene que ningún lector hebreo hubiera en-
tendido los discursos que figuran en el libro de Job como un informe al
pie de la letra, puesto que la narrac ión fue escrita en una forma poética
y dramática. Sin embargo, aun como drama, Job no ha de ser desecha do
por considerarlo una mera ficción, pues el autor bien la pudo ha·ber
compuesto bajo la inspiración del Espíritu Santo, y haber presenta do
con toda exactitud los sentimientos y opiniones teológicos histo-
ricamente expresados por los personajes que intervinieron. Si m-
pfomente ocurrió que la forma dramática o poética en que fueron com-
puestos fue producto del artista literario. Por lo tanto, si el libro no tuvo
realmente el propósito de ser la transcripción de un relator, y no
hubiera sido entendido así por los antiguos lectores, debe ser entendido
e interpretado por el lector moderno a la luz de la intención del autor
original.
En apoyo de esta interpretación ciertamente hay que conceder que
et texto de Job no está redactado como una conversación común, como
la que se realizaría en circunstanc ias habituales. Aparte de los cap:itu-
los introductorios y finales, el grue so del texto aparece como una com-
posición poética de gran vuelo artístico, con un lenguaje que no
hu biera sido normalmente utilizado por personas que hablaran extem-
poráneamente en una situación real de la vida. En este respecto, Job
puede colocarse en una categoría distinta de todos los demás libros del
Antiguo Testamento cuyo propósito es relatar sucesos históricos, partí-
506 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMEl'ITO

cularmeDte si los interlocutores originales se expresaron en un idioma


que no fuera el hebreo, como en realidad tuvieron que haberlo hecho.
De esta manera, el antiguo lector, para cuyo beneficio espiritual se
escribió el l.ibro, naturalmente hubiera esperado cierta dosis de licencia
artlstica en la forme literaria en que fueron expresados los sentimientos
y les opiniones del interlocutor.
3. En el reinado de Manasés, siglo VU a. de/. C. Esta fue une ere de
degeneración moral e injusticia social, una época en que los interro-
gantes respecto a la providencia divina, hubieran exigido un cuidadoso
análisis. cuando el error estaba en el trono y la verdad en el cadalso. De
ahí la prominencia que se le da a los que sufren y a los inocentes, y la
prevalencia de la desdicha y de la calamidad. La declaración: "La tierra
es entregada en manos de los impíos" Uob 9:24), coincide a la perfec-
ción con los días del rey Manasés.
Ewald y Hitzig fueron los principales sostenedores de esta tesis.
Pero tal como lo señala Raven (OTI, pág. 277), estas alusiones de Job no
indican una desdicha más esparcida que la que pudiera hallarse en
muchos otros períodos de la historia hebrea, o en la experiencia hu-
mana en general. EJ autor claramente se refiere a las penurias de los
individuos en todas partes ejemplificadas por el propio Job quien,
en el abatimiento por sus desastres privados, naturalmente, hace hin-
capié en los aspectos más oscuros de la calamidad que puede veni.rle a
cualquier hombre en su vida. Pero no hay sugerencia alguna de que
se hagan referencias a desdichas de orden nacional, ni de que las
aflicciones de Job deban ser interpretadas como una parábola de las
aflicciones de Israel como nación.
4. La época de Jeremfas a finales del siglo Vil a. de J. C. Esta es la
opinión de J. E. Steinmueller (CSS, 2:165), que ve una notable similitud
tanto en el contenido como en el lenguaje de Job y los escritos de
Jeremías (cf. Jeremfas 12:1-3 con Job 21:7: Jeremfas 20:14-18 con Job
3:3). Considera como significativo el hecho de que, aparte de Job,
solamente Jeremías menciona el territorio de Uz, en Jeremfas 25:20 y en
Lamentaciones 4:21 . Sin embargo, esta evidencia di!icilmente pueda
ser considerada como convincente: las similitudes de que habla son
algo vagas y consisten en sentimientos comunes que se pueden com-
probar en los escritos de muchos autores. El problema de la prospe-
ridad de los malvados Uob 21:7-15) fue analizado más detalladamente
en el Salmo 37 (presumiblemente davídico y, por lo tanto, de comien-
zos del siglo X a. de J. C.) que en el pasaje de Jeremías Ueremíos 21 :1 -3).
Si bien es cierto que la maldición que Jeremías invocó sobre el día en
que nació Ueremías 20:14) guarda una estrecha similitud con Job 3:3, es
mucho más probable que Jeremías se hubiera inspirado en Job y no
viceversa. Si en la época de Jeremías hubiera sido conocido el libro de
Job y reconocido como Escritura Sagrada, hubiera sido completamente
Los LIBROS SAPIENCIALES JOB Y PROVERBIOS 507

probable que el desdichado profeta hubiera hallado en 61 muchos senti-


mientos que coincidirían con su propio talante. El hecho de que Uz se
menciona en jeremías 25:20 carece de mayor significación a menos que
pudiera probarse, por otras evidencias, que tal nombre no había surgido
hasta la época de Jeremías, o que era desconocido por los hebreos antes
de su tiempo.
5. El exilio babilónico, siglo VI a. de J. C. Esta es opinión sostenida
por Genung en IBSE, quien clasificó al libro de Job como una mera
leyenda o directamente una ficción. Interpreta que la obra refleja, al
menos indirectamente, el prolongado encarcelamiento y la eventual
liberación del rey Joaquín. (Debemos mencionar, sin embargo, el hecho
de que la carrera de Joaquín presenta muy poca analogía con la de Job;
no hay evidencia alguna de que Joaquín fuera más piadoso que su
malvado padre, Joacim, ni de que fuera restaurado en el trono en algún
momento antes de su muerte. Simplemente se le otorgaron mejores
condiciones durante su confinamiento en Babilonia.) Genung con-
sidera que Job 12:17-25 sugiere el destierro masivo de importantes
personalidades o aun de naciones enteras, como si el autor hubiera sido
testigo presencial de los trágicos acontecimientos del año 587 a. de J. C.
Dice así Job 12:17-19, 23: "El hace andar despojados de consejo a los
consejeros, y entontece a los jueces. El rompe las cadenas de los tiranos,
y les ata una soga a sus lomos. El lleva despojados a los príncipes, y
trastorna a los poderosos . . . El multiplica las naciones, y él las des-
truye". Sin embargo, debemos señalar que una generalización de este
tipo se aplicaría a cualquier período normal de la historia del Cercano
Oriente; escenas como esas se repetían cada vez que una ciudad fortifi
cada era tomada por asalto. Por lo tanto, este pasaje sería perfectamente
apropiado aun en tiempos de Abraham en la violenta época en que
vivió (Cf. Génesis 14).

Driver, Budde y Cheyne procuran apoyar la tesis de una fecha coin-


cidente con el exilio o posterior para Job, señalando sus semejanzas con
el De.u tero-Isaías (al que darían una fecha alrededor del 550-540 a. de J.
C.). Dichas semejanzas incluyen: (o) la forma extraordinariamente
desarrollada de la moralidad y de la doctrina de Dios que se descubre
en Job; (b) la básica analogía entre el sufrimiento del inocente Job y el
del Siervo de Jehová en Isaias II; (c) los puntos de contacto entre Job y
Jeremías, ya mencionados en relación con la teoría de Steinmueller.
Con respecto a (a), debe observarse que ni las normas éticas ni la
descripción de Dios pueden considerarse como algo más "avanzado"
(si se puede utilizar esta petición de principio) que lo que se exhibe en
lo que los críticos han denominado documento D, o en los salmos
davídicos. Este tipo de argumento puede atraer únicamente a los que se
adhieren a las presuposiciones de la teoría de Wellhausen sobre el
desarrollo de la religión de Israel. En lo que respecta a ¡b), la semejanza
508 RESEÑ/1 CRITIC/1 DE UN/\ INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

entre Job y el sufriente Siervo no es más que superficial. Si bien es


cierto que ambos sufrieron siendo inocentes - algo común en la lite-
ratura universal-, no hubo nada de redentor ni de vicario en los sufri-
mientos de Job, como lo hubo en el caso del Siervo sufriente. Por lo
tanto, estos argumentos parecen ser débiles y no convincentes, excepto
para quienes se adhieren a la hipótesis de que la religión de Israel se
desarrolló progresivamente.
INTEGRJDAD DEL TEXTO

Desde la época de Eichhorn se ha producido, entre los críticos


racionalistas. una creciente tendencia a negar que Job fue escrito por un
solo autor. Se inclinan a considerar los discursos de Job y de sus tres
consoladores como la porción i.nicial de la obra, y estimar como adi-
ciones posteriores las cuatro secciones que pasamos a describir a con-
tinuación.
1. El prólogo y el epílogo. Por el hecho obvio de que el primero y el
último capítulos del libro fueron escritos en prosa, se ha sostenido que
tuvieron que haber sido compuestos por un escritor distinto del que
produjo los capítulos poéticos. Sin embargo. taJ como lo señala Stein-
mueller (CSS, 2:166), la literatura de las naciones vecinas exhibía el
mismo fenómeno. As(, la obra "Historia del labriego elocuente" escrita
durante le duodécima dinastía egipcia, alrededor del año 1900 a. de J.
C., poseía un prólogo en prosa como marco apropiado para un extenso
texto poético que constituía el cuerpo principal de la obra.
También se ha sostenido que el talante y el punto de vista del
prólogo y del epílogo difieren del resto del libro. Sin embargo, si con-
sideramos el particular propósito del prólogo y del ep!logo, serla muy
extraño que su talante y su punto de vista no fueran diferentes de los
que prevalecieron en el dialogo entre Job y sus amigos. El propósito del
capítulo de introducción es el de presentar la situación de Job desde la
perspectiva divina como un enfrentamiento entre Dios y Satanás, en el
cual lo que está en juego es si el hombre es capaz de amar a Dios
simplemente por amarlo, y no sólo porque recibe las bendiciones que
Dios le brinda. El último capítulo es el resultado final del período de
prueba a que fue sometido Job. Luego que la situación de agonizante
prueba a que fue sometido dio lugar a una nueva era de prosperidad y
éxito, hubiera sido poco realista de parte del autor, tratar de mantener
el mismo punto de vista y el mismo talante. e lo largo de todo el libro.
Además, como empiezan a verlo un número cada vez más creciente de
críticos, el dialogo de Job carecería de adecuada motivación. si el pró-
logo no lo hubiera introducido desde el comienzo. De la misma manera,
el ep!logo resulta absolutamente esencial para la final reivindicación
de la honestidad de Job, y resulta, por lo tanto, difícil creer que el
dialogo hubiera circulado originalmente sin el capitulo f.ioal. El propio
Los LIBROS SAPIENCIALES JOB Y PROVERBIOS 509

Aage Bentzen concede: "El diálogo no puede tener existencia indepen-


diente. En 8:4-29:1 se presupone la descripción de la enfermedad de
Job tal como se da en la narración" (IOT. 2:175).
2. Capítulos 27 y 28. Los que se adhieren a la teoría de fuentes
múltiples señalan el capítulo 27 como una interpolación, porque con-
tiene una denuncia de los malvados que está más en armonía con lo que
han estado diciendo los tres consoladores en los capítulos anteriores
que con la posición defensiva que ha mantenido Job. Repetidamente
Elifaz, Bildad y Zofar han disertado sobre el inevitable castigo para los
malvados y han insistido en que Job confiese sus pecados secretos. Pero
por otra parte, es preciso reconocer que el propio Job en ningún
momento ofrece ninguna defensa a favor del pecador, ni manifiesta
ninguna esperanza de que éste escape del juicio de Dios como resultado
final. Lo que en realidad hace en el capítulo 27 es devolver hábilmente
la pelota a sus injustos acusadores que dogmáticamente han insistido
en que esta calamidad tiene que ser consecuencia de un pecado escon-
dido y no confesado. Entonces, insistiendo en su propia adhesión no
calificada a la causa de la honestidad, la decencia y la justicia, Job, con
toda lógica, pasa a expresar la esperanza de que sus calumniosos acusa-
dores probarán ellos mismos el fruto de la injusticia que cometen al
ensombrecer su carácter (versículo 7: "Sea como el impío mi enemigo,
y como el inicuo mi adversario" ).
En cuanto al capitulo 28, se insiste en que constituye una unidad
por sí solo, que no está lógicamente vinculado con lo que precede ni
con lo que sigue. Pero esta crítica no tiene mayor fundamento, porque
el análisis que hace Job de lo que constituye la verdadera sabiduría
tiene evidentemente la intención de censurar y refutar la "sabiduría"
estrecha de miras y falta de perspi cacia, sobre la que se basaban sus
supuestos consoladores. Por lo tanto, en este capítulo Job explica que la
auténtica y verdadera sabiduría no reside en ellos, ni en ningún hom-
bre, sino solamente en el mismo Señor y en los que El ha revelado. Aun
su axioma final: "el temor del Señor es la sabiduría", tiene en este
contexto la connotación de que sus tres acusadores perdieron el rumbo
desde el comienzo de su elaboración mental , porque les faltó un
genuino temor del Señor en su actitud frente a las calamidades, di-
vinamente permitidas, que le ocurrieron a Job.
3. Los discursos de Eliú (capítulos 32-37). Muchos críticos objetan
el hecho de que este joven disputante no se menciona en el prólogo
(2:11), cuando se presenta a los otros tres; ni se hace alusión a él para
nada en los discursos de Jehová (capítulos 38-42 ), ni tampoco en el
epílogo. De ahí deducen que tuvo que haber sido un invento de un
contribuyente posterior a la leyenda de Job, que fue insertado en el
relato para presentar un punto de vista teológico más satisfactorio que
el que pudiera hallarse en los discursos de los otros cuatro partici-
510 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

pantes. Algunos críticos sostienen que Eliú no agr ega nada nuevo a la
discusión, porque repite lo que los tres amigos ya han dicho, o anticipa
lo que Dios está a punto d e decir.
En respuesta a estas objeciones, podemos señalar que el capítulo 32
dice ciaramente que Eliú no fu e uno de los participantes originales de
la discusión, cuando se inició en el capítulo 2, s ino que intervino en la
conversación posteriormente, cuando ya había avanzado bastante. De
ser así, no habría razón alguna para mencionarlo en el prólogo.• Y en lo
que respecta a los discursos de Jehová en el epílogo, no habría habido
ninguna razón en particular para mencionar a Eliú en ninguna d e las
secciones, si lo que dijo no merecía corrección alguna. Los tres consola-
dores se hicieron acreedores al reproche de Jehová porque interpreta-
ron erróneamente la naturaleza de la providencia de Dios. Tampoco es
exacto sostener que Eliú no hizo otra cosa que repetir lo que los otros
tres ya habían di cho; de lo contrario. el autor no lo hubiera presentad o
como uno que los increpó. Cierto es que Eliú tuvo que repeti r muc ho de
lo que ya había s ido di cho para poder evaluar la dosis de verdad que
tenían en su poder, pero ello tu vo por objeto solamente tra zar un plan
para dejar claramente sentada su posición. La conlTibución de Eli ú fue
reprochar a los tres amigos la farisaica ex plicación de que toda des-
dicha es un castigo necesario por los pecados personales, En realidad
de verdad, puede deci rse razo nablemente que los comentari os de Eliú
sirven admirablemente para preparar el cami no a la teofanía de los
capítulos finales.
También se alega, desde el punto de vista lingüístico, qu e los dis-
cursos de Eliú contienen tantos arameísmos como para indicar un autor
distinto del que compuso el resto del libro.' Pero resulta diíícil sostener

1. Tal como lo seÍ\ala O. N. Freedman, Eliú c ita algunos de tos anteriores comenlrurios de
Job para poder reíutarlo (el. 13:24 en 33:10; 13:27 en 33:11. y 27:2 en :i4 :5). Esto sólo
puede significar que El iú estuvo prnsente en lo mayor parte de la discus ión. ta l como lo
aíirma 32:2-4. Frecdman sugiere. además. que la intención original lue insertar antes los
d iscursos de Eliú en la d iscusión. pero luego se descartó la idea en lavor del más
dramático discurso de Yahvé desde un torbell ino. Este autor imagina que estos discursos
descartados de Eliú fueron insertados todos en un solo grupo por un editor posterior
(Horv-0rd Theologicol Review- Publicación teológica de Harvard - 61 11968], págs. 53.
59. No hay evidencia sólida para esta teoria. pero es concluyente la demostración de la
presen cia a nterior de Eliú e n la d iscusión.
2. A. Guillaume ins iste en que rea lmente no hny en absoluto arameismos dcmostr-Jbles
en los discursos de Eliú, y quo todos los ejemplos c itados pueden explicarse como
arabismos. Así. 'illep (ensefiar] es semejante al árabe 'olfofo, domesticar. formar, un ir:
l) iww,oh (mostrar, declarar] está relacionado con wol)o¡, (sugerir, indica r) con una
metótesis de los dos primeros rad ica les: miJJoh (pa labra) está relacionado con 'omallo
(dicta r¡; y sógó' (crecer, aumentar de tamaño) eslá emparentado con sogwó (grueso y a lloJ.
El a na iza otros 20 ejemplos y rcintcrpreta varios de ellos, como mal traducidos. y los
relaciona con análogos á rabes y no con arameos. Gu illaume tal vez llega a la exageración
en su prejuicio contra los ara meismos en este caso. pero esta interpretación le hace
justicia a l menos a la localización de uz en el norte de Arabia. Según algunas i nscrip•
c iones tamudias. uz está locallzado cerca del oasis de Med ina y Khaybar en Hejaz. ("The
Unity ol lhe Book oí Job" - La unidad del libro de Job- en Annuol o/ Leeds Univers ily-
Anuar io de la Univers idad de Leeds- sección oriental 14 11962-19631: 26. l7.)
Los LIBROS SAPIENCIAL,ES )08 Y PROVERBIOS 511

esta afirmación sobre bases estadisticas. Como lo señala Steinmueller


(CSS, 2:167), se pueden hallar en estos capitulas (32-37) solamente 12
arameismos, mientras que figuran 26 en el resto del libro. Lo más que
puede decirse es que el porcentaje de arameísmos es ligeramente supe-
rior, pero no suficiente como para indicar la necesidad de un distinto
autor. Además, se alega que el lenguaje y el estilo de Eliú difieren
notoriamente de los de los otros oradores del libro de Job. Aun en el
caso de aceptarse este punto, resulta dificil comprender por qué,
cuando un autor presenta a un personaje distinto y diferente, no ha de
expresar esa diferencia aun en su estilo y lenguaje. Por otra parte, las
supuestas diferencias no dan pie para mucho, pues tanto el vocabula-
rio, en términos generales, como los comentarios de Eliú son similares
a los de los otros oradores. Algunas de las palabras favoritas del autor,
que apenas si se encuentran en el resto del Antiguo Testamento, son
compartidas por Eliú y los otros tres consoladores.
4. Los discursos de /ehovó [capítulos 38:1-42:6). Se sostiene que
estos pronunciamientos de Dios guardan poca relación con los comen-
tarios y observaciones de Job y sus visitantes, que hallan en la prim,era
parte del libro, y que su estilo y disposición presentan marcados con-
trastes. Pero es preciso reconocer q·ue justamente el propósito del autor
es. el de presentar marcados contrai.tes entre Dios y la humanidad. Sería
muy extraño que los contrastes fueran menos pronunciados de lo que
son. En cuanto a los motivos especificas para incluir al behemot y al
leviatán (generalmente aceptados como el hipopótamo y el cocodrilo),
debemos observar el hecho de que el leviatán es mencionado también
en 3:8, y que varias otras ideas bien definidas que figuran en es.tos
capitulas ya hablan hecho su aparición en los primeros discursos. Si se
quitaran del libro estos pronunciamientos de Dios, podemos afirmar,
sin temor a equivocarnos, que la obra quedaría desprovista de su clí-
max, faltarían las más sublimes secciones de esta obra maestra de la
literatura, y el problemas básico del dolor quedarían sin resolverse. Por
lo tanto, arribamos a la conclusión de que todas las porciones y di-
visiones de Job son necesarias para conformar la estructura arquitectó-
nica que el autor tan hábilmente empleó.
Debe decirse una última palabra respecto a las divergentes interpre-
taciones de Job 19:26. La Versión Reino-Volera parece indicar que Job
abrigaba la idea de la resurrección del cuerpo. Sin embargo, hay
muchos críticos que insisten en que la correcta interpretación del ori-
ginal hebreo no indica otra cosa que la reivindicación del alma después
de la muerte en un estado perfectamente incorpóreo: as í, la "RSV", en
traducción libre, dice as(: "Y luego que mi piel haya sido asi destruida,
entonces, sin mi carne, he de ver a Dios." (Esto está en abierto contraste
con la Versión Reina-Valera, que dice: "En mi carne he de ver a Dios)."
En este caso, la interpretación gira alrededor del significado de la pre-
512 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

posición min que algunas veces realmente significa sin; pero justo es
decir que en relación con el verbo ver, min, tal como se la usa en otras
partes, indica siempre el lugar ventajoso desde donde mira el observa-
dor. Podemos concluir, entonces, que el oyente hebreo hubiera inter-
pretado dicha afirmación de la siguiente manera: "Y desde la ventajosa
posición de mi carne, veré a Dios."
PROVERBIOS

El título hebreo de este libro es Mi~•Iey S•Iómóh, Los Proverbios de


Salomón. La palabra "proverbio", en hebreo, es méi~ól. que proviene de
una raíz que significa "paralelo" o "similar"; de ahí que signifique
"una descripción a manera de comparación." Por lo tanto, el término se
aplica a una figura de dicción de carater epigramático o profético, tal
como los oráculos de Balaam (Números 23:7).

BOSQUEJO GENERAL DE PROVERBIOS

I. Título y propósito, 1:1-6


El libro tiene por propósito ser un tratado práctico, orientado
hacia la edificación moral (versículos 3-5) y la verdad intelectual
(versículo 6).
Quince lecciones sobre la sabiduría, 1:7-9:18
Un libro de admonición para la juventud. La forma predominante
es la extensa canción méishéil.
1. 1:7-19 6. 3:27-35 11. 6:12-19
2. 1:20-33 7. 4:1—5:6 12. 6:20-35
3. 2:1-22 8. 5:7-23 13. 7:1-27
4. 3:1-18 9. 6:1-5 14. 8:1-36
5. 3:19-26 10. 6:6-11 15. 9:1-18

No todas estas canciones poseen coherencia interna y, sin


embargo, de alguna manera componen una unidad interna, con
una bien dispuesta multiformidad.
III. Proverbios adicionales de Salomón, 10:1-22:16
Una serie de aproximadamente 375 breves máximas. No están
agrupadas de acuerdo a un plan comprensivo, excepto en ciertas
secciones que contienen una serie vinculada por communes
características. Todos estos son dísticos de naturaleza
predominantemente antitética, si bien hay, asimismo, algunos pa-
ralelismos sinónimos (cf. 11:7, 25, 30; 12:14, 28; 14:19). Hay un
buen número que son sintéticos o integrales, especialmente los
que cuentan con el min de comparación (p. ej., 12:9; 15:16, 17;
16:8, 19¡ 17:10, etcétera), o con la frase 'ap kiy, cuánto más (11:31;
15:11; 17:7; 19:7, etcétera).
Los LIBROS SAPIENCIALES Joe Y PROVERBIOS 513

IV. Los dichos de los sabios, primera serie, 22;17-24:22


Esta sección incluye todos los tipos de móshdl: dísticos (22:18;
23:9; 24:7, 8, 9, 10); tetrásticos (22:22, 24, 26; 23:10; 23:15, 17;
24:l. 3, etcétera); pentásticos (23:4; 24:13); y hexásticos (23:1-3,
12-14, 19-21, 26-28; 24:11). El término "sabios" tal vez se refiera a
los que se mencionan el la 1 Reyes 4:31.
V. Los dichos de los sabios, segunda serie, 24:23-34
Esta sección contiene un hexástico (24:23b-25), un dístico (24:26),
un trfstico (24:27), un tetrástico (24:28) y una oda mashál (24:30-
34) sobre el perezoso.
VI. Proverbios de Salomón copiados por el comité designado por Eze-
quías, 25:1-29:27. Esta sección no está dispuesta según ningún
plan observable, pero contiene algunas series de proverbios rela-
cionados (p. ej., 26:1-12, 13-16, 20-22). En los capítulos 25-27 el
tipo de paralelismo que prevalece no es el antitético, sino más
bien el parabólico (del tipo "como-así", tal como figura en 26:1)
y el emblemático (donde se omiten las partículas "como-así"; cf.
25:4). Los paralelismos antitéticos son más frecuentes en los capí-
tulos 28 y 29; sin embargo, hay un buen número del tipo compara-
tivo y figurado. Es digno de notar que varios proverbios o por-
ciones de proverbios son repetición de la sección III. Algunos son
absolutamente idénticos (25:24 = 21:9; 26:22 = 18:8; 27:12 = 22:3.;
etcétera), en tanto que otros son idénticos en su significado pero
con una fraseología ligeramente cambiada (26:13 = 22:13;
26:15 = 19:24; 28:6 = 19:1, etcétera),

VIL Las palabras de Agur, hijo de Jaqué, 30:1-33


Este capítulo contiene un inusitado número del tipo middab
(míddah significa medida o número adjudicado como los versícu-
los 15-17; "Tres cosas hay que nunca se sacian, aun la cuarta
nunca dice: ¡Basta!," etcétera.
VIH Las palabras de Lemuel, 31:1-9
Una advertencia a los gobernantes contra la ingestión de bebidas
alcohólicas, y una exhortación a la integridad en el juicio.
IX. La esposa perfecta, 31:10-31
Las normas de la virtud, y las realizaciones por las cuales una
mujer piadosa puede evaluar su vida.
TERMINOS UTILIZADOS EN PROVERBIOS PARA INDICAR "SABIDllRIA''

El libro de Proverbios tiene el propósito de instruir en los principios


de la sabiduría. Tres son los principales vocablos que traducen sabi-
duría, a lo largo de esta obra: hokhmah, binah y tüshiyyah.
514 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

1. f:lokhmah "sabiduría", el término más frecuentemente utilizado,


no pertenece tanto al ámbito del conocimiento teórico o de la filosofía,
sino a la adecuada comprensión de los hechos básicos de la vida y de
las relaciones de Dios con el hombre como agente moral.• Esta clase de
"sabiduría" entraña un correcto discernimiento entre el bien y el mal,
entre la virtud y el vicio, entre el deber y el desenfreno. También
incluye prudencia en los asuntos seculares, y una capacidad para la
ejecución de los asuntos económicos como asimismo para el manejo de
la gente. Supone la capacidad de aplicar constantemente lo que conoce-
mos a lo que tenemos que hacer.
2. Bfnah, comprensión, connota la capacidad de discernir in-
teligentemente la diferencia entre lo fingido y lo real, entre la verdad y
el error, entre lo aparentemeT'te atractivo en el momento y los valores
de largo alcance que gobiernan una vida verdaderamente exitosa. La
idea básica de este término se la encuentra en la preposición bén , que
indica relación, y cuyo significado es "entre"; de ahí que siempre está
involucrado un factor analítico o de criterio y la capacidad para distin-
guir entre lo valedero y lo írrito.
3. Tusiyya.h, o sabiduría sólida, sabiduría eficiente o, en un sentido
derivado, éxito permanente. Este término concibe la sabiduría como
una auténtica percepción interior o intuitiva de una cosa, o de una
verdad espiritual o sicológica. Hace hincapié en la capacidad de la
mente humana para elevarse desde abajo para captar arriba la realidad
divina, por decirlo así, y no a la sabiduría de una revelación profética
que desciende del cielo de una manera sobrenatural. Se refiere a
la actividad intelectual del creyente según la cual es ca paz de deducir,
a partir de lo que Dios ha revelado, la forma en que habrán de apli-
carse estos principios a las situaciones de la vida diaria (cf. Proverbios
3:21; 8:14; 18:1; y también en el sentido de ayuda o liberación, Prover-
bios 2:7).
Debe notarse que el tipo característico de méishéil o proverbio en
este libro es la equilibrada antítesis que incisivamente marca el con-
traste entre el sabio y el necio, el malo y el bueno, lo verdadero y lo
falso, de tal manera que establece ambos lados de la verdad mediante la
más clara oposición entre lo uno y lo otro, y cumple de esta manera una
incisiva función didáctica. La constante preocupación del libro es los
elementales antagonismos entre la obediencia y la rebelión, entre la
laboriosidad y la holgazanería, entre la prudencia y la presunción,
etcétera. Estos se presentan de tal manera como para colocar delante
del Jector una alternativa clara, sin dejarle lugar para dolorosos com-
promisos ni para una vacilante indecisión.

3. Cf. capítulo 32. págs. 480-481.


Los LIBROS SAPIENCIALES Jon y PROVERIIIOS 515

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICION DE PROVERBIOS

1. Las siguientes secciones de Proverbios parecen atribuirse a Salo-


món, el hijo de David: (a) 1:1 - 9:18, según 1:1; (b) 10:1 - 22:16, según
10:1; (e) 25:1-29:27, según 25:1, si bien seleccionadas y publicadas
por el comité designado por el rey Ezequías (726-698 a. de J.C.) Debe-
mos recordar que de acuerdo con lo afirmado en 1 Reyes 4:32, la co-
lección original de proverbios de Salomón sumaba no menos de tres
mil. Y puesto que el libro canónico de Proverbios contiene solamente
un poco más de 800 versículos, resulta obvio que los escritos salomóni-
cos originales (secciones I, 11, HI) contenían amplio material para hacer
posteriores extractos.
2. Dos secciones se atribuyen a los "sabios" (hakhómfn), de
quienes no se dan mayores detalle.s, pero que probablemente pertene-
cían al mismo tipo mencionado en 1 Reyes 4:31. Hay fundadas razones
para pensar que fueron anteriores al propio Salomón, y que él fue quien
reunió esta antología (secciones IV y V) como editor.
3. Los dichos de Agur, el hijo de Jaqué, son de origen incierto,
puesto que carecemos totalmente de información sobre el trasfondo
histórico, geográfico o aún ético de este personaje.
4. Los dichos de rey Lernuel ciertamente no son de origen israelita,
pero es razonable suponer que él fue un príncipe del norte de Arabia,
que posiblemente vivió en un terri torio no lejos de Uz, y que aún abri-
gaba una fe en el único y verdadero Dios. Por lo que respecta a Prover-
bios 31:10-31, resulta ambiguo saber si esta preciosa descripción de la
esposa perfecta se atribuye al rey Lernuel o a alguna otra persona.
Sin embargo, el hecho de que está compuesto corno un poema acróstico
o alfabético de 22 líneas demuestra que es una composición separada
y su estilo guarda poca semejanza con los primeros nueve versículos
del capítulo 31.
TEORIAS CRITICAS SOBRE L.,\ PATERNIDAD LITERARIA Y LA FECHA OE
COMl'OSICJON OE flROVER8IOS
Utilizando como principal criterio una teoría evolucionista sobre el
desarrollo del pensamiento hebreo, los críticos liberales tienden a
negarle al período salomónico gran parte, si no todo el material atri-
buido por el texto al propio rey Salomón. Así, Driver, Nowack y A. B.
Davidson consideran que los capHulos 1-9 fueron compuestos poco
antes del exilio, alrededor de tres siglos y medio después del reinado de
Salomón. Estos críticos conceden que Salomón pudo haber escrito
algunas porciones de los capítulos 10-22, que consideran el núcleo más
antiguo del libro, pero la colección entera alcanzó su forma actual
so,larnente en el siglo VII a. de J.C. La sección 22:17 - 24:34 se habría
originado, según ellos, en el periodo posterior al exilio (pues suponen
que se deriva de La Sabiduría de Amenemope, que discutiremos más
516 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

adelante). Posiblemente los capítulos 25-29 fueron compuestos


alrededor de esa misma época. Por último, los capítulos 30 y 31 fueron
agregados en un período sustancialmente posterior. Con respecto a este
tema, debe notarse el hecho de que algunos moderados críticos con-
servadores, como Genung, en la ISBE, sitúan los capítulos 22-24 en un
período anterior a los capítulos 1-9. Pero no ven razón alguna para
posponer la terminación de la parte sustancial de Proverbios después
del reinado de Exequias. Aún los capítulos 30 y 31 pudieron haber sido
agregados en ese mismo período, pues su origen extranjero explicaría
suficientemente las diferencias de lenguaje y de tono en comparación
con el resto del libro.
Críticos más radicales, como C. H. Toy, autor del comentario sobre
Proverbios del ICC (1899), arriban a la conclusión de que nada en
Proverbios data de un período anterior al año 350 a. de J.C., y que el
material más reciente fue agregado en algún momento del siglo II a. de
Toy propone los siguientes seis argumentos en apoyo de este punto
de vista:
1. Puesto que la tradición judía decía que Salomón fue el autor de
Proverbios, del Cantar de los Cantares (cf. 1 Reyes 4:30-34), de EcJe-
siastés y de dos de los salmos, resulta aparente que había llegado a ser
el símbolo de la sabiduría y el santo patrono de toda la poesía no
litúrgica o filosófica (lo mismo que Moisés, por ejemplo, había llegado a
ser el símbolo de la ley hebrea). Con el correr del tiempo se hizo con-
vencional atribuir a Salomón tales composiciones, aun cuando fueron
compuestas posteriormente, con el fin de que lograran más amplia
aceptación en el crédulo público judío. Con toda certeza, este tuvo
que haber sido el motivo para atribuirle el libro apócrifo, La Sabiduría
de Salomón, que obviamente fue escrito en griego, según el antiguo
dechado de la filosofía hebrea.
Por supuesto, es evidente que en el período intertestamentario se
puso de moda escribir obras didácticas o apocalípticas que se las atri-
buía, ostensiblemente al menos, a antiguos patriarcas como Enoc o los
doce hijos de Jacob. Pero no hay suficientes evidencias de que tal
procedimiento se siguiera alguna vez en el Israel anterior al período
helénico. El primer problema que se plantearía sería preguntar: ¿cómo
hizo Salomón para obtener esta reputación como escritor de literatura
sapiencial y proverbial, si en efecto nunca compuso nada? Mucho más
lógico es suponer que logró esta reputación porque fue el primero en
componer este tipo de literatura según una norma clásica, que suponer
que la tradición se formó sin fundamento alguno. Así, en la literatura
griega, la existencia de una poesía épica posterior, falsamente atribuida
a Hornero, de ninguna manera demuestra que Hornero nunca compuso
ninguna poesía épica propia (es decir, la Ufada y la Odisea). Igual cosa
cabe decir con respecto a la voluminosa poesía lírica atribuida a Ana-
Los LIBROS SAPIENCIALES Joa y PROVERBIOS 517

creonte. La existencia de tal producción no prueba que nunca existió el


poeta Anacreonte que compuso la primitiva poesía lírica que lleva su
nombre. Resulta difícil entender cómo el Salomón del siglo X a. de J.C.
adquirió tan elevada reputación como modelo clásico de la literatura
J:¡okhmah, si nunca compuso nada personalmente.
2. Toy también deduce un origen posterior al exilio, basado en la
presunción de puro monoteísmo que campea a lo largo del libro de
Proverbios. (Los liberales de la alta crítica han sostenido que, por un
proceso de evolución religiosa, el verdadero monoteísmo apareció
tarde en Israel.) Este enfoque necesariamente entraña una ignorancia
total de la abundante evidencia textual de los relatos del Antiguo Tes-
tamento en el sentido de que el pueblo israelita fue estrictamente
monoteísta desde los días de los patriarcas, y que siempre consideraron
la idolatría como una desviación herética o apóstata de su relación de
pacto con Jehová.
3. Se observa en el libro de Proverbios una clara ausencia de rasgos
nacionales. De ello, Toy deduce que la nación ya estaba esparcida en
lejanas regiones extranjeras, como ocurrió después de la caída de Jeru-
salén. Pero por otro lado, mucho más probable es que dicha ausencia de
rasgos distintivos nacionales se explique (a) como parte del genio del
género t,10khmah, que se interesa en los individuos como tales, y no en
las naciones, y trata de las leyes del comportamiento humano como se
observaban en casi todos los pueblos del antiguo Cercano Oriente;
(b) como resultado de la localización central de Israel entre las cultu.ras
de Mesopotamia, Siria, Fenicia. A.rabia del Norte y Egipto. Era inevi-
table que hubiera una extensa relación cultural recíproca desde los
comienzos de la carrera de Israel como nación.
4. Se dice que Proverbios refleja las costumbres sociales y los vicios
que se sabe que existieron después del exilio, especialmente en los
centros urbanos de Judá. Pero esto hay que tomarlo como una ge-ne-
ra.lización muy dudosa. No se ha aducido prueba alguna de que una
sola costumbre o un solo vicio de los mencionados en Proverbios
fueran desconocidos en la cultura de Jerusalén o de las otras grandes
ciudades de Israel durante el re inado de Salomón.
5. Se supone que el constante presupuesto en Proverbios de que
la virtud ha de identificarse con el conocimiento y la maldad es equi-
valente a la ignorancia, refleja el enfoque helénico de la filosofía moral
tal como fue ejemplificada por Platón en sus Diálogos (alrededor del
año 370 a. de J.C.). Señalan los críticos que el conocimiento de este
enfoque griego a los problemas éticos hubiera surgido ea el Cercano
Oriente sólo después de la conquista de Alejandro (330 a. de J.C.). Sin
embargo. esta interpretación envue lve un error básico en la distinción
fundamental entre la sophia griega y la ~okhmah hebrea. La filosofía
griega tendía a ser especulativa y se interesaba ea la cosmogonía y
518 RESEÑA CRiT ICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

en los subyacentes principios constitutivos del universo. En cambio, la


filosofía hebrea, tal como la formula el Antiguo Testamento, se preocu-
paba más bien en comprender el alcance de la voluntad revelada por
Dios para los problemas y opciones de la vida diar ia. En tanto que la
filosofía griega tendía a una deducción dialéctica a partir de los princi-
pios primarios, a los cuales se llegaba por pura inducción intelectual, la
filosofía hebrea era más intuitiva y analógica, y procuraba interpretar e l
orden moral a la luz de un Dios personal omnisciente y om nipotente,
que revelaba su voluntad para una vida ética.
En cuanto a la relación entre la ignorancia y el pecado, el concepto
plató nico de la ignorancia moral era de orden intelectual y mental,
mientras que el concepto salomón ico ele Proverbios envolvía una lobre-
guez del alma qu e venia como resultado de una anterior elecció n in-
moral del corazón. La filosofía moral entre los gri egos no tenía que
habérse las con el problema radical de la maldad en el hombre, ni con
su ca pacidad para reconocer la verdad de la rectitud y, no obstante ello,
escoger el ma l por puro interés perverso y egoísta! Uno de los vo-
cablos característicos qu e traducen " necio" o '•insensato" en P;rover-
bios es ne•bóloh, que sugiere el ejemplo ele Nabal, cuya historia relata el
capi'tul o 25 de 1 Somuel. El versículo 25 de ese capítu lo Jo juzga co mo
un "insensato" (nabal), no porque no fuera suficientemente inteligente
para imaginar que la virtud era un recu rso más próspero para logn1r la
felic idad personal que lo qu e pudiera ser la maldad , sino más bien
porque realizó una errónea elección en el ámbito mo ra l: co rresponder a
la a.mistad de David con una miserabl e y vil ingratitud.
6. Toy da por sentado que e l libro de Proverbios es el producto de
una casia de sabios qu e tamb ién produjeron Eclesiastés, Sobidurfo de
Salomón y Eclesiósti co. Pero como ya lo señalamos, la existenc ia de
una casta posterior presupone un fundador. De la misma manera como
sería imposible entender a los profetas s in un previo Moisés, cuya ley
interpretaron y aplicaron a los problemas de su propia generació n, así
también tuvo que haber habido un modelo clásico para la literatura
proverbial escrita, antes ele aparecer en escena cualquier casta de escri-
tores de ese tipo. Resulta interesa nte analizar Jeremfos 18:18, que habla
de los sabios como un grupo ele ex pert os en un nivel de igualdad co n
sace·rdotes y profetas en la gene raci ón anteri or al exilio. No puede
haber discusión en cuanto a que la literatura sa pien cial tuvo un o rigen
antiquísimo en la historia de Egipto, que se remo nta por lo me nos a

4. Unos pocos erud itos han intentado apoyar esta teoría del origen tardío señalando unas
poca s. J:!•labras hebreas ~uJ)ueslamenle derivadas del g_riego. Asf, Eissfetdt ha sugerido
que 'e!un. " lencería" (Brblio de /erusolén" en Proverbios 7:16). es vocablo lomado del
griego othone. " lino lino ... Si n embargo. es insoslenible esta derívación. El Lexicon K-8
ni s iquiera menciona la posibilidad de esta derivación, sino que más bien la vincula con
el egipcio 'idmj. un lino rojo manufacturado en Egipto: término derivado en ú lt ima
ins1a ncia de la raíz semítica ·-d-m. "rojo ...
Los L IBROS SAPIENCIAL.ES Joo Y PR0\11::RBIOS 519

Ipuwer en la sexta Oinastfa (alrededor del año 2500 a. de J.C.). Y resulta


también evidente, según se deduce de 1 Reyes 4:30. que hubo en Israel
una larga tradición de sabios pre-salomónicos, y no hay ninguna garan-
tia para sostener que el siglo X a. de J.C. fue demasiado temprano para
que este tipo de literatura existiera entre el pueblo hebreo.
En este aspecto es apropiado citar los comentarios de W. F. Albright
(Wisdom in Israel and in !he Ancienl Near Easl -Sabiduría e n Israel y
en el a111tiguo Cercano Oriente-). l955, pág. 4: " Durante el curso del
siglo pasado surgió el curioso mito de que la era de los sabios, que se
supone florecieron en el período aquemenio y a principio de l período
helenista, data de los siglos qui n to a tercero a. de J.C. Podemos li-
bremente admitir que el libro de Proverbios no fue editado aproxima-
damente en la forma como lo tenemos hoy hasta alrededor del siglo V a.
de J.C., sin asu.mir que se haya incluido en el libro ningún material de
fecha posterior al exilio. Pero e l contenido de Proverbios es conside-
rablemente más antiguo, y es completamente posible que ciertos aforis-
mos y aun secciones más largas se remonten a la Edad de Bronce,
sustancialmente en su forma actual. Cullen l. K. Story ha demostrado,
en un estudio de John Hopkins (cf. Journal of BiblicaJ Lit,erature-
Publica.ción de literatura blblica - 64, 1945, pág. 319-337) que el estilo
métrico de Proverbios a menudo coincide íntegramente con el estiJo de
la épica ugarrtica tal como la analizó C. H. Gordon. Story ha dado
numerosos ejemplos de diferentes categorías; y fácilmente el número
puede incrementarse varias veces."'
A continuación Albright cita una serie de significativos paralelos,
por ejemplo. Proverbios 10:26 ("Gomo vinagre a los dientes/y como el
humo a los ojos,/Así es el perezoso a los que lo envían ") con la Epica I
Ab Baal, Gordon No. 49 (''Como el sentimiento de una vaca salvaje por
su ternero,/como el sentimiento de una oveja salvaje por su borrego,/asf
es el sentimiento de Anot por Baal "). Tenemos en los dos casos tres
períodos rítmicos de los cuales el tercero difiere de los dos precedentes
de tal manera que produce el efecto de clímax. Otro tipo es el de dos
períodos ritmicos que omite en el segundo una palabra paralela con
una palabra sobresaliente en el primer período, como por ejemplo,
Proverbios 27:2 ("Alábate el extraño, y no tu propia boca;/EI ajeno, y no
los labios tuyos") con I Aqhat 1, 1:13 ("De su boca salga el mensaje,/de
sus labios, la palabra").
Debemos mencionar que en este mismo artículo, Albrigbt observa
que estas formas comunes a Proverbios y a la literatura ugar!tica brillan
por su ausencia en la literatura sapiencial aramea del siglo VII a. de J.C.,
representada por los Dichos de A/:iiqar. Afirma que "según ello, debe-
s. Albright , en Wisdom in lsmel ond in the Ancient Neor Eost (La lileratura sapiencial en
Is rael y en el -•~tíguo Cercano Oriente), ed . M . Noth y D. Winlon Thom:as (Leiden .
Holanda: E. J. Bnll. 1960), pág. 4.
520 Rf:sEi'ÍIA C RITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

mos fechar el contenido de Proverbios como un todo mucho antes de


Ahícar y buscar en las primitivas fu entes cananeas su estructura estilís-
tica métrica como as im ismo los prototipos cananeos di rectos de
muchos proverbios individuales y partes de material.''' A continuación
menciona el hecho de que Humberto Cªss\.lto ª isló 40 parejªs de pala-
bras que se hallan en el paralelismo y figuran tanto en la literatura
sapiencial hebrea como en los textos ugaríticos. Luego se agregaron 30
ejemplos más señalados por Moshe Held, discípulo de Cassuto.
Albright asegura que Proverbios 8, 9 están llenos de palabras y
expresiones cananeas, que incluyen la descripción del origen de la
sabiduría en 8:22-31. Es así como el versículo 22 comienza con cuatro
palabras que reflejan un aporte cananeo: "El me creó(en) el principio de
su dominio." Aquí tenemos el verbo qánoli con el insólito significado
de crear (significado bien conocido, sin embargo, en cananeo). y el
sustantivo derek, usado de una manera que sugiere el cananeo drkt que
significa " dominio." Albright cierra su pensamiento con el siguiente
juicio: "En apretada síntesis, mi opinión respecto a la procedencia y
fecha de Proverbios es que la totalidad de su contenido probablemente
es de antes del exilio, pero que gran parte del libro fue transmitido
oralmente hasta el siglo V a. de J.C., cuando sabemos, por el papiro
elefantino, que los judíos estaban interesados en literatura de un tipo
düerente."'

KEI.ACION DE LOS CAPITULOS 22-24 CON I.A SABIDURIA DE AMENEMOPE

E. A. Wallis Budge descubrió en el año 1888 un manuscrito hieráti-


co de la antigua obra egipcia, Sabiduría de Amenemope (o Amen-em-
apt) y provisionalmente lo fechó como perteneciente a la Decimoctava
Dinastía. Así fechado. por supuesto, no habría dificultad algun a. para
suponer que Salomón estaba familiarizado con esta obra egipcia y la
adaptó para sus propósitos en Proverbios 22:17 - 24 :34 . Pero sub-
siguientes estudios rea lizados por Erman, Spiegelberg, Griffith y La nge
fi jaron la fecha de Amenemope en el año 1000 a. de J.C .. tiempo en que
go bernaba la Dinas tía XXII y finalmente/la Dinastía XXIV, o aun
pudiera incluir el período persa o el griego. La mayoría de los críticos
supusieron que la demostrable estrecha re lación entre los textos heb-
reos y egipcios debía explicarse sólo por el hecho de que los primeros
dependieron de los segundos; es decir, que mientras los hebreos toma-
ban prestado de la sabiduría egipcia, los egipcios jamás tomaron presta-
do de PaJestina. Siguiendo esta línea de razonamiento, estos ca pítu los
de Proverbios tuvieron que haberse originado en el período persa o aun
en el griego. Si bien es cierto que la mayoría de los eru ditos liberales

6. lbid , pág. 6.
7. lbíd, pág. 13.
Los LIBROS SAPI.ENCIALES Joe y PROVERBIOS 521

son aún de este parecer, un prolijo examen de los datos lingüísticos


indica de manera concluyente que en este caso particular el préstamo
tuvo que haber sido en sentido contrario. En el año 1930, R. O. Kevin
(siguiendo el curso señalado por Oesterley en su Commentary on
Proverbs (Comentario sobre el libro de Proverbios), (1929), adujo las
siguientes consideraciones:
1. Hay proporcionalmente más semitismos en el texto egipcio de
Amenemope que en ninguna otra obra egipcia sobre moralidad; al
menos 19 de estos semitismos son indiscutibles y 16 más son altamente
probables.
2. Numerosos casos d e vocablos egipcios mutilados o desco-
nocidos pueden ser correctamente explicados como corrupciones tex-
tuales de un texto anterior que tradujo los términos hebreos empleados
en el pasaje correspondiente de Proverbios.
3. Hay varios casos en los cuales el traductor egipcio entendió mal
la correspondiente palabra hebrea; así, la palabra t-l.1-s-w-k, retén
(Biblia de Jerusalén) o libra, de Proverbios 24:11 se tradujo en
Amenemope XI. 7 como si fues,e t-J:i-s-y-k, con el significado de
esconder (de ahí el J:i'pw egipcio, esconder). Asimismo el hebreo
só'ar, pensar, o estimar, en Amenemope XIII. 1.2 fue erróneamente
interpretado como si fuera el hebreo s-'r (sa'ar) o tormenta (el egipcio
sn') en una absurda conexión. aun cuando el original hebreo es perfec-
tamente claro y coherente en su propio contexto. O de otra manera, el
autor egipcio chocó con la dificultad de una oscura fase hebrea al
recurrir a una banal paráfrasis. Por ejemplo, Proverbios 23:4 dice: "No
te afanes por hacerte rico; Sé prudente, y desiste. " Esto figura en
Amenemope IX. 14, 15: "No te esfuerces en buscar en exceso cuando
tus necesidades están a cu bierto." IEn otras palabras, el sentimiento no
egipcio de "sé prudente, y desiste" ha sido alterado por "cuando tus
necesidades están a cubierto" o "cuando tu propiedad está intacta,"
como lo traduce Kevin. Lo importante es observar que aunque pueden
hacerse satisfactorias reconstrucciones del egipcio sobre la base del
original hebreo, n unca es posible reconstruir el texto hebreo sobre las
bases del original egipcio.
4. También es digno de notar el hecho de que la palabra s-ls-w-m de
Proverbios 22:20, que probablemente significa "ayudante" (el tercer
hombre del carruaje) ha sido erróneamente entendida como la palabra
más común s-1-s-y-m, que significa 30. Así construida esta sería una
afirmación de que en esta sección (Proverbios 22:17-23:12) se in-
cluyen 30 proverbios, si bien solamente se pueden individualizar 27
unidades separadas en esta sección. Es evidente que Amenemope inter-
pretó la palabra como "treinta", y dice así en XXVII. 7: "Mirad estos
treinta capítulos"; y por tanto, se cu idó de hacer figurar ese número de
proverbios. (Tómese nota de que el texto hebreo de Proverbios 22:20
522 R ESEÑA CRITICA DE UNA i NTRODUCr:IÓN Al. A NTIGUO T ESTAMENTO

supone decir "¿No te he escrito cosas excelentes en co nsejos de cienci-


a'?"; la palabra excelentes se voca li za como !lólisim. En el tex to con-
sonantado, como ya lo indicamos, termi na la palabra en w-m. Muchos
eruditos modernos siguen la enmienda ele Amenemope y traducen la
palabra como " tréinta" . Entre ellos se cuen tan Erman, Eissfelelt y la
RSV: " Hove I not written for you thirty S(lyings of odmo nilion and
kn owJedge?" ("¿No he escrito para ti treinta ca pítulos de consejos y
ciencias?" - Biblia de Jerusalén - ) Tal vez sea conveniente añadir que
solament e un tercio del material ele Prove rbios 22-24 muestra alguna
relación con el texto de Amenemope; parece que éste obtuvo mu cho ele
su material de fuentes no hebreas (si bien Kev in ve también vestigios
del Salmo 1).•

8. Kevin, en /ournol of !he Sociely of Orienlol Reseorch (Publicación de la Sociedad de


Investigación orienta l) (noviembre 1930), págs. 123-125. 144.
CAPITULO 35
ECLESIASTES Y CANTAR DE LOS
CANTARES
EctESIASTÉS
El título hebreo para este libro es Qóhelet, que al parecer significaba el
ministerio del predicador, y llegó a ser el término utilizado para desig-
nar al propio predicador. Deriva de la raíz qohol, que significa convocar
una asamblea y, por lo tanto, dirigirse a una asamblea. El autor de esta
obra se refiere a sí mismo en numerosos pasajes y es, por ende, una
adecuada designación. El término griego ecclésiastés es una buena tra-
ducción de este vocablo, porque también significa predicador y deriva
de la palabra ekklésio, que significa congregación.
PROPOSITO Y TEMA OE ECLESIASTES
Eclesiastés tuvo como propósito convencer a los hombres de la
inutilidad de toda perspectiva o punto de vista que no esté situada por
encima del horizonte del hombre mismo. Pronuncia el veredicto "vani-
dad de vanidades" sobre cualquier fil osofía de la vida que considere al
mundo creado y al placer humano como un fin en si mismos. Conside-
' felicidad personal como el sumo bien de la vida es loca insen-
rar la
satez, en vista del preeminente valor del mismo Dios en contraste con
el universo por él creado. Tampoco podría lograrse jamás la felicidad
yendo tras ella, pues tal búsqueda. involucra la estupidez de la auto-
deificación. Habiendo expuesto la vanidad de vivir para lograr metas
de este mundo, el autor deja expedito el camino para un punto de vista
verdaderamente adecuado del mundo que reconoce al mismo Dios
como el supremo valor, y lo significativo es una vida dedicada a su
servicio. Solamente como vehículo para la expresión de la sabiduría, de
la bondad y de la verdad divinas, podrá poseer el mundo una real
significación. Sólo la obra de Dios es perdurable, y solamente él puede
brindar permanente valor a la vida y a la actividad del hombre. "He
entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se
añadirá, ni de ello se disminuirá" (Eclesiastés 3 :14.)
523
524 RESEÑA CRIT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

BOSQUEJO GENERAL DE ECLESIASTES

l. Primera disertación: la vanidad de la sabiduría humana, 1.:1-2:26


A. Tema básico: vanidad de todo esfuerzo y experiencia mera-
mente h umanos, 1:1-3
B. Demostración del tema, 1:4-2:26
1. Ciclo vacío de significación de la vida humana y de la his-
toria, 1:4-1 1
2. Inutilidad final de la sabiduría humana y de la filosofía,
1:12-18
3. Futilidad del disfrute del placer y la riqueza, 2:1-11
4. Muerte final aun para los sabios, 2:12-17
5. Futilidad de dejar los frutos de un d uro trajinar a herederos
que no lo merecen, 2:18-23
6. Necesidad de contentarse con las providencias de Dios.
2: 24 -26
II. Segunda disertación: entender y acep tar las leyes que gobiernan la
vida, 3:1-5:20
A. La actitud prudente frente a la vida y la muerte, 3:1 -22
1. Hay que reconocer un tiempo apropiado para cada actividad
y para cada experiencia, 3:1-9
2. Dios es el único Garante de los valores permanentes, 3:10-15
3. Dios castigará al impío, y la muerte alcanzará a tocios por
igual, 3:16-18
4. El hombre deberá compartir con los animales la muerte físi -
ca, 3:19, 20
5. Al no contar con la certeza de una vida más allá, el hombre
debe aprovechar al máximo su vida presente, 3:21, 22
B. Las desilus iones de la vida terrenal, 4:1 -16
1. La crueldad y la miseria hacen de la vida una bendic ión muy
dudosa, 4:1-3
2. Se enumeran las desventajas del éxito, de la pereza. de la
insaciable ambición, 4 :4-8
3. Las pruebas de la vida se soportan mejor en compañia que a
solas, 4:9-12
4. Ines tabilidad del éxito político, 4:13-16
C. Futilidad de una vida qu e busca solamente lo suyo, 5:1 -20
1. Obra de insensatos es presentar a Dios falsos sacrificios,
vanas palabras y promesas no cump lidas, 5:1 -7
2. Los opresores serán castigados y la desil usión alcanzará a los
ambiciosos, 5:8-17
3. El usufructo agradecido de los dones de Dios brinda alegría,
5:18-20
III. Tercera disertación: no hay satisfacción en los bienes y en Los te-
EcLEStASTÉS Y CANTAR DE LOS CANTARES 525

soros terrenales, 6:1 - 8:17


A. Insuficiencia de los logros estimados por el mundo, 6:1-12
1. Ni la riqueza ni una numerosa familia pueden brindar satis-
facción final, 6:1-6
2. Ni el sabio ni el necio logran satisfacer su alma, 6:7-9
3. Aparte de Dios, el hombre no puede discernir la verdadera
razón de la vida, 6:10-12
B. Consejos de prudencia en este mundo corrompido por el pe-
cado, 7:1-29
1. Los verdaderos valores son mejor apreciados desde una
perspectiva de tristeza y de muerte, 7:1-4
2. La alegría vulgar, las ganancias deshonestas y el mal genio
no son sino peligrosas trampas, 7:5-9
3. La sabiduría es mejor que la riqueza para lidiar con la vida,
7:10-12
4. Dios es el autor tanto de la buena como de la mala fortuna,
7:13 , 14
5. Tanto la vanagloria como la inmoralidad conducen al de-
sastre, 7:15-18
6. La sabiduría es sobresaliente, pero el pecado es universal,
7:19, 20
7. No dar oídos a la maledicencia de los demás respecto de
uno, 7:21, 22
8. La búsqueda de la sabiduría por parte del hombre no puede
alcanzar una profunda verdad espiritual, 7:23-25
9. No hay mal peor que una mujer malvada, 7:26
10. Todos los hombres se han apartado de la pureza original,
7:27-29
C. Cómo comprender un mundo imperfecto, 8:1-17
1. El que es sabio reverencia la autoridad del gobierno, 8:1 -5
2. La ley divina actúa en nuestras vidas a pesar de las angustias,
de las injusticias y de la muerte inevitable, 8:6-9
3. Si bien estimados y no castigados, los impíos finalmente
serán juzgados por Dios, 8:10-13
4. La injusticias en esta vida estimulan un superficial hedo-
nismo, 8:14-15
5. Pero los caminos de Dios son inescrutables para la sabiduría
humana, 8:16, 17
IV. Cuarta disertación: Dios juzgará las injusticias de esta vida,
9:1 - 12:8
A. La muerte es inevitable para todos; hay que aprovechar esta
vida de la mejor manera posible, 9:1-18
1. La muerte es inevitable tanto para los buenos como para los
impfos; la insania moral se apodera de todos ellos, 9:1-3
526 fu.SEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

2. La elección moral y la sabiduría de este mundo terminan con


la muerte, 9:4-6
3. Que los piadosos utilicen plenamente las oportunidades y
bendiciones de la vida, 9:7-10
4. Aun para los dignos, es inseguro el éxito e incierta la dura-
ción de la vida, 9:11, 12
5. La sabiduría, aun cuando no sea apreciada, tiene más éxito
que la fuerza, 9:13-18
B. Las incertidumbres de la vida y los perniciosos efectos de la
necedad, 10:1-20
1. Aun una pequeña locura puede arruinar la vida de un
hombre; es preciso ser prudente frente a los príncipes, 10:1-4
2. La vida ofrece reversiones en la fortuna e inesperadas retri-
buciones, 10:5-11
3. El necio es conocido por sus palabras vacuas y por sus
esfuerzos mal dirigidos, 10:12-15
4. El bienestar de las naciones y de los hombres depende de
que acepten sus responsabilidades, 10:16-19
5. El desprecio de la autoridad provoca segura retribución,
10:20
C. La mejor manera de invertir la vida, 11:1-12:8
1. La bondad retorna con bendiciones para el benefactor,
11:1, 2
2. La sabiduría humana no puede cambiar ni sondear las leyes
naturales de Dios, 11:3-5
3. El mejor camino a lo largo de la vida es ser diligente y ale-
gremente industrioso, 11:6-8
4. Una juventud malgastada en el placer tendrá su justa paga,
11:9, 10
5. Es preciso empezar a vivir para Dios durante la juventud,
antes que las aflicciones y la senectud hagan presa del hom-
bre, 12:1-8
V. Conclusión: la vida a la luz de la eternidad, 12:9-14
A. El propósito de Salomón fue enseñar a su pueblo sabiamente
acerca de la vida, 12:9, 10
B. Estas incisivas admoniciones revisten mayor valor práctico que
toda literatura, 12:11, 12
C. Ante todo hay que acatar la voluntad de Dios, pues su juicio es
inapelable, 12:13, 14

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPoSlCION DE ECLESIASTES

El autor de este libro se identifica con el hijo de David, rey en


Jerusalén. Si bien no aclara ni especifica que su nombre es Salomón, es
EcLESIASTÉS Y C A!'-'TAR DE LOS C ANTARES 527

razonable inferir que se trata del sucesor directo de David, y no de


algún descendiente posterior. Esta presunción se ve confirmada por
numerosas evidencias internas, como la referencia a su sin igual sabi-
duría (1:16), su inigualada riqueza (2:8), su inmenso número de servi-
dores (2:7), sus oportunidades para el placer carnal (2:3), y sus nume-
rosas actividades (2:4-6). Ningún otro descendiente de David, aparte de
Salomón, cumple estas especificaciones. Por lo tanto, la opinión trad i-
cional, compartída por los eruditos judíos y cristianos, es que el autor
del libro, en su totalidad, fue Salo-món, el hijo de David. La tradición
judía que se halla en Baba Balhra 15a, en el sentido de que "Ezequías y
su grupo escribieron Eclesiastés". probablemente no signifique otra
cosa sino que Ezequlas y su grupo simplemente editaron y publicaron
el texto (cf. Young, IOT, pág. 369). En todo lo demás, la tradición judía
es explícita en el sentido de que Salomón fue el autor (cf. MegiJJa 7a y
Shabbelh 30). Hasta el surgimiento de la escuela crítica del siglo XIX
generalmente se aceptaba, tanto por la sinagoga como por la Iglesia que
es.te libro fue auténtica y genuina obra de Salomón.
Sin embargo, en fecha más reciente, la mayoría de los crlticos con-
servadores se unen a los crllicos liberales en considerar esta obra como
posterior al exilio. Entienden que la figura de Salomón no es otra cosa
que un mero artificio artfstico para lograr de esa manera presentar c on
mayor eficacia el mensaje del desconocido autor posterior. Puesto que
Salomón era conocido como el hombre que había experimentado la
satisfacción de toda ambición humana, y bebido hasta las heces en todo
tipo posible de placer, serviría como excelente ejemplo de prueba para
evaluar el goce hedonista y los logros intelectuales, en contraste con un
vida íntegramente dedicada a Dios. Entre los conservadors que adopta-
ron este punto de vista respecto d el libro, se cuenta n Hengstenberg,
Delitzsch, W. J. Beecher (en ISBE), Zoeckler en el Commentary (Comen-
tario) de Lange, Steinmueller, Raven, E. J. Young y H. C. Leupold. El
Diclionary of the Bible (Dicciona11io de la Biblia) de Davis, no com-
promete opiníófi al respecto. En el New Bible Commenlary (Nuevo
comentario bíblico) de Davidson, Stibbs, y Kevan, la paternidad lite-
ra.ria de Salomón ni siquiera se la considera como u na posibilidad que
re·vista cierta seriedad. Hay, sin embargo, un significatívo número de
eruditos conservadores que aú n sostienen la paternidad literaria de
Salomón, al menos de una manera modificada. Para finales del siglo
XIX podemos mencionar a A. R. Fausset en el Commenlary (Comen-
ta:rio) de Jamieson, Fausset y Brown; W. T. Bullok en The Speaker's
Commentary (Comentario del p11edicador); Wilhelm Moeller (Ein-
leitung in das Alte Teslament, pág. 210), Dean Milman (Hislory of lhe
/ews -Historia de los judíos- 1881), y A. Cohen (The Five Megilloth
-Los cinco Megilloth- pág. 106). En el siglo XX podemos agregar los
nombres de L. Vogue y M. F. Unger. Entre los eruditos católicos que
528 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

favorecen la paternidad literaria de Salomón se cuentan Gietmann


(cuyo artículo en la Ca.tholio Encylopedia -Enciclopedia católica-
(5:244-248) es muy útil), Schumacher, Vigoroux y Cornely-Hagen.
La evidencia más significativa que se esgrime como demostración
de la composición tardía de Eclesiastés deriva de los datos lingüísticos
brindados por el propio texto. Es innegablemente cierto que el lenguaje
de esta obra es notoriamente diferente de los demás textos del siglo X a.
de J.C. que tenemos preservados en la Biblia. Más aún, es diferente de
todos los demás libros del Antiguo Testamento de cualquier fecha de
composición, con la parcial excepción del Cantar de Jos Cantares de
Salomón. En apoyo de una fecha fijada en el siglo V a. de J.C, Franz
Delitz.sc.h señaló no menos de 97 palabras, formas y expresiones que no
figuran en ninguna parte de la Biblia, excepto en obras posteriores al
exilio como Esdras, Ester, Nehemfos, Crónicas, Maiaquías o, de otro
modo, en la Mishna.. Describe todas esas palabras como arameísmos,
basado principalmente en los sustantivos terminados en -at, -ón o 'cln. 1
Hengstenberg reconoció solamente diez arameísmos en el libro; en el
extremo opuesto está la afirmación de Zoeckler de que se comprueba la
presencia de arameísmos prácticamente en todos los versículos. Los
términos arameos o hebreos tardíos más frecuentemente citados son
pardés, parque (que también figura en Nehemías y en el Cantar de los
Cantares); shalat, gobernar (hallado solamente en los libros posteriores
al exilio); táqan, enderezar (figura solamente en Daniel y en el
Talmud); z•mán, tiempo definido (hallado solamente en Nehemías y
Ester); pithgám, decisión oficial (solamente en Ester y en el arameo de
Daniel); nrdinah, en el sentido de provincia (vocablo que se repite
solamente en 1 Reyes, Ester, Esdras, Nehemías, Ezequiel y Lamenta-
ciones); y kosher, ser correcto (que aparte de aquí, se lo encueutra
solamente en Ester). La obvia inferencia es que Eclesiastés proviene de
una fecha en que los judíos hacían gran uso del arameo, cosa que
presumiblemente no ocurrió hasta después del exilio.

Aparte del vocabulario, se sostiene que hay evidencias de una


estructura gramatical que sitúa al libro en una fecha tardía. Por ejem-
plo, el pronombre independiente (especialmente hü, hf' y hém) se usa
como verbo copulativo con mayor frecuencia que en los libros ante-
riores al exilio. También se sostiene que el imperfecto conversivo es
raro en Eclesiastés, puesto que generalmente aparece reemplazado por
la conjunción waw más el preterito perfecto. Y puesto que la última
construcción es la que prevalece en el Talmud, su frecuencia en Ecle-
siastés es considerada como evidencia de una fecha tardía. Sin em-
bargo, como respuesta a ello, debemos señalar que la conjunción waw

1. Ya seiialamos en el capítulo 10. págs, 153. 154 que estas t enn i nacion es constituyen
una base muy débil para establecer genuinos arameísmos.
ECLESIAST~S Y CANTAR DE LOS CANTARES 529

más el perfecto se repite solamente cinco veces en Daniel (que según


los críticos se remonta a la mitad del siglo II a. de J.C,), y sólo cinco
veces en el texto hebreo existente de Eclesiastés, que data de alrededor
del año 180 a. de J.C.). Si esta construcción es signo de fecha tardía,
Eclesiastés tuvo que ser posterior al siglo II a. de J.C., ya que las obras
de ese período aún no la utilizan con ninguna frecuencia.
Sin embargo, esta última posibilidad queda totalmente descartada
por el descubrimiento de cuatro fragmentos de Eclesiastés en la Cueva
No. 4 de Qumran, fechados, según datos paleográficos, a mediados del
siglo II a. de J.C. Muilenberg comenta en BASOR, No. 135: "Esto da el
golpe de gracia a las opiniones anteriores tales como las de Graetz,
Renan, Leimdorfer, Konig y otros, y hace improbable asignarle una
fecha en el siglo II a. de J.C." R. H. Pfeíffer(IOT, pág. 731) sugirió que el
período 170-176 a. de J.C. estaba más en armonía con las características
del pensamiento y del lenguaje de Eclesiastés. A la luz de la evidencia
brindada por Qumran, no cabe otra conclusión sino la de que estamos
nuevamente frente a un ejemplo de demostrable falacia en el método de
la alta crítica practicado por racionalistas al estilo de Pfeiffer.
En el artículo recién mencionado, Muillenberg comenta: "Desde el
punto de vista lingüístico, el libro es único en su género. No hay duda
alguna de que su lenguaje posee numerosas peculiaridades sorpren-
dentes; estas peculiaridades, según las han explicado algunos, per-
tenecen al hebreo tardío (analizado por Margoliouth y Gordis) para el
cual se dice que el lenguaje de la Misnah ofrece un apoyo más que
adecuado (argumento eficazmente respondido por Margoliouth en la
Jewish Encyclopedia (Enciclopedia judía) V, 33, donde señala las
afinidades lingüísticas de I Qóhelet con las inscripciones fenicias, por
ejemplo, Eshmunazar, Tabnith). La forma aramea del lenguaje ha
sido reconocida desde hace tiempo, pero sólo en años recientes se
ha hecho hincapié y se ha estudiado en detalle su procedencia aramea
(F. Zimmermann, C. C. Torrey, H. K. Ginsberg]...Dahood ha escrito
sobre la influencia cananea-fenicia en el Qóhelet, y ha defendido la
tesis de que el libro de Eclesiastés fue originalmente compuesto por
un autor que escribió en hebreo, pero fue influido por la ortografía, la
gramática y el vocabulario fenicios, y que deja traslucir una fuerte
influencia literaria cananeo-fenicia (Bíblica 33, 1952, págs. 35-52, 191-
221)."' En este punto debe notarse que ni un trasfondo fenicio ni uno

2. Cf. G. L. Archer: "The linguistlo Evidence for the Date of Ecclesiastes" (Eviden-
cias lingüísticas para la fecha de Eclesiastés) en lournal of the Evangelica.J Theologicol
Sociefy (Publicación de la Sociedad Teológica Evangélica) (Verano de 1969), págs. 167-
81. Esta repasa y amplifica los argumentos de Daliood respecto al trasfondo fenicio,
mostrando la tendencia hacia una ortografía fenicia (que carecía de letras vocales aun
para las flexiones), inflexiones, pronombres y participios, característicamente fenicios
sintaxis fenicia, vocablos incorporados de otros idiomas y analogías, incluso una serie de
términos mercantiles. Esta influencia fenicia se explica mejor entendiendo que este
530 R ESEÑA CRiTlCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANT ICUO TESTAMENTO

arameo impedirían necesariamente la paternidad literaria salomónica,


puesto que los vínculos políticos y comerciales tan to con los
pueblos de habla fenicia como con los de habla aramea en las regiones
sirias, durante el reinado de Salomón, fueron más estrechos que en
cualquier otro período de la historia de Israel (con le posible excepción
de la época de Jeroboam II y sus sucesores en el siglo Vlll a. de J.C.).
Al poner en balanza el peso del argumento lingüístico, es menester
observar cuidadosamente que un amplio análisis de todos los datos,
que incluya el vocabulario, la morfología, la sintaxis y el estilo, nos
demuestra que el texto de Eclesiastés no encaja en ningún periodo
conocido en la historia de la lengua hebrea. Resulta imposible hallar
significativas afinidades entre esta obra y cualquiera de los libros canó-
nicos que la alta crítica racionalista ha asignado al periodo griego (tales
como Daniel, Zacarlas ll , y porciones del Deutero-lsalas}. En lo que
respecta a la primera parte del periodo posterior al exilio, el hebreo de
Eclesiastés es tan di.símil al hebreo de Malaqu las, Nehemlas y Ester,
como lo es de cualquiera de los libros anteriores al exilio. Esto plantea
una insuperable dificultad para la teoría de Delitzsch y Young, que le
asignan una fecha alrededor del afio 430 a. de J.C., y para la de Beecher
en ISBE, que sugiere el afio 400 a. de J.C. Si Eclesiastés fue escrito en el
mismo periodo, ¿cómo es posible que hubiera una total falta de simili-
tud en vocabulario, sintaxi.s y estilo? Tampoco puede resolverse el
problema lingüístico moviendo la fecha hasta el posterior periodo
intertestamentario. Ya hemos visto que los fragmentos del Qóhelet de la
Cueva No. 4 de Qumran, hacen totalmente imposible una fecha
posterior al afio 150 a. de J.C. y brindan una fuerte probabilidad de que
haya sido compuesto en el siglo lll o au n antes. No ex.iste afinidad
alguna entre el vocabulario o estilo de Eclesiastés y el de la literatura de
la comunidad de Qumran. Autores más antiguos como Kenyon (BAM,
págs. 94, 95} dijeron generalidades sobre los denominados elementos
rabínicos que se pueden descubrir en el texto. Pero una estricta compa-
ración con el hebreo del Talmud y de los Midras, revela claramente una
desemejanza tan grande con Eclesiastés como la que existe con todos

género de dise.rtación lilosólica se desarrolló anteriormente en clrculos fenicios, y Juego


fue adoptado por Salomón para sus propios propósitos literarios y teológicos. Este ar•
Uculo también analiza las debilidades y falacias del ataque de Robert Gordis contra el
tratamiento de Dahood, como se presenta en Kohelelh : The Man and His World - QOhelel:
el hombre y su mundo- [Nueva York: Schocken 1968), pág. 416. La propia sugerencia de
Dahood de que Qóhelel provino de una deconocida colonia de refugiados iudfos en el
siglo VI o más tarde aún. no merece mayor crédito en vista del control absoluto que
ejercla Nabucodonosor en la región continental de Fenicia luego de la calda de Jerusalén
en el año 587 a. de J. C. En vista de la persecución y de la masacre que desencadenó
contra los refugiados judíos en Egipto, resulta inconcebible que hubiera permitido la
permanencia de una colonia judfa en Fenicia. Por lo tanto, la única alternativa razonable
es situar la composición de Eclesiastés durante el reinado do Salomón, cuando las re•
laciones comerciales y culturales con Fenicia fueron más estrechas entre Tiro y Jerusalén
que nunca después.
ECLESIASTÉS Y CANTAR DE LOS CANTARES 531

los otros libros del canon del Antiguo Testamento.


Cierto es que el pronombre relativo Se se repite frecuentemente en
QóheJet (68 veces) juntamente con el más habitual (que se repite
89 veces). Si bien aparece varias veces en jueces, muy frecuen-
temente en los salmos posteriores, y ocasionalmente en Lamenta-
ciones, Ezequiel, Job y Josué, se mantiene el hecho de que en
EcJesiastés este es el pronombre relativo utilizado en 68 de los 157
casos. Sin embargo, es digno de notar el hecho de que esta es también la
característica relativa del Cantar de Jos Cantores de Salomón (es decir,
en 32 casos de un total de 33), hecho que perturba en gran manera a
quienes, como Delitzsch y Young, sitúan al Cantar de ios Contares en el
siglo X a. de J.C. y a Eciesiasíés en el siglo V. Si en esta peculiaridad
estilística hay una semejanza tan estrecha entre ambas obras, resulta
obviamente razonable atribuirlas al mismo período, si no a una misma
paternidad literaria. Por lo tanto, si el Cantar de los Cantares de Salo-
món pertenece al siglo X a. de J.C, y fue compuesto por Salomón, es
difícil resistir la conclusión de que Eclesiastés es del mismo período y
del mismo origen,
Si es verdad que el lenguaje y el estilo de EcJesiastés no se corres-
ponde con ninguna literatura que conozcamos de cualquier etapa de la
historia hebrea, sino que exhibe un radical contraste con todos los
demás libros que componen el canon del Antiguo Testamento (con la
posible excepción de Cantar de ios Cantares) y con toda la literatura
hebrea intertestamentaria existente, de ello se deduce que en la actuali-
dad no hay firme fundamento para fechar este libro sobre bases lingüís-
ticas (si bien no es más disímil del hebreo del siglo X que del hebreo del
siglo V o del hebreo del siglo II a. de J.C.). ¿Qué podemos decir,
entonces, respecto a esta peculiaridad?
Parece bastante obvio que tratamos aquí de un peculiar estilo con-
vencional, para al género particular al cual perteneció Eclesiastés. De la
misma manera que la literatura acadia, los códigos legales y las tabletas
contractuales exhiben un notorio contraste entre si, tanto en técnica
como en estilo, y éstas a su vez difieren también grandemente de la

3. En su Grommar of Mishnaio Hebrew (Gramática del hebreo de las Mishnas), M. H.


Segal hace el siguiente comentario luminoso: "Cualquiera que sea la relación de las dos
formas entre sí, no puede haber duda alguna de que she es tan antigua como "sher, o más
antigua aún. Su confinamiento, en los más antiguos libros de la Biblia, a los documentos
del norte de Israel, probaría que su uso tuvo que haber sido común en el lenguaje
coloquial del norte de Palestina, bajo la influencia, en cierta medida al menos, del '-sh, sh
fenicio. del sha asirio, y también tal vez del zr, dJ arameo. La escasez de su presencia aún
en estos documentos debe explicarse por la presunción de que era considerado como un
vulgarismo que el lenguaje literario debía evitar. Su uso se extendió gradualmente al sur
de Palestina, y por ser la forma más breve y flexible, con el correr del tiempo tuvo que
haber suplantado totalmente al más largo "sher en el lenguaje de la gente común, y de ahí
descendió directamente al hebreo medio. Pero el prejuicio literario que lo enfrentaba
tuvo que haber permanecido aún después que el hebreo bíblico dejó de ser lengua viva"
(Londres: Oxford, 1927], pág. 43.
532 REsEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

prosa epistolar o histórica de este mismo periodo; as! también se desa-


rrolló en la cultura hebrea un lenguaje de estilo convencional del cual
se pensó que era peculiarmente adecuado para cada género literario. En
el caso particular de la literatura griega, de la cual contamos con ma-
yores datos literarios que de la literatura palestina, observamos que una
vez desarrollado un género en un territorio particular, en una ciudad-
estado particular, el dialecto y el tipo de vocabulario del escritor origi-
nal que exaltó este género al rango clásico, prevalecian a través del
resto de la historia de la literatura griega (hasta el triunfo del Koiné en
el periodo griego o romano). Por ejemplo, puesto que Homero fue el
primero en desarrollar el género épico, de ahí en adelante toda la poesía
épica tuvo que escribi.rse en el antiguo dialecto jónico, que Homero
utilizó, si bien los poetas más modernos hablaban dialectos totalmente
diferentes, tales como el ático, el dórico o el eólico. Correspondien-
temente, puesto que los dorios fueron los primeros en desarrollar la
poesía coral, la costumbre exigía que toda vez que un escritor de
tragedias en lenguaje ático (como Sófocles o Esquilo) incluía un pasaje
coral en su obra, los actores bruscamente se desplazaban del griego
ático al griego dórico (o al menos a un tipo de ático influido por el
dórico) con particulares expresiones y giros idiomáticos conven-
cionales para ese particular género. En el caso preciso del género al que
pertenece Eclesiastés, sucede que no tenemos nada más que haya so-
brevivido de la literatura hebrea. De otra manera, sin duda bailaríamos
abundantes paralelos para todos los fenómenos peculiares de Qóhelet
en las composiciones que pertenecen al mismo género. Si este tipo de
disertación filosófica fue primeramente practicada en el norte de Israel
antes de la época de Salomón, ello explicarla los rasgos arameos y
fenicios, y las influencias de las cuales han sacado tantas conclusiones
los críticos modernos. También explicarla la poca frecuencia del
nombre Yahweh en este texto.
En conexión con este tema, es interesante mencionar la teoría de L.
Wogue, de que en nuestro presente texto del Eclesiastés tenemos una
modernizada revisión. Ello quiere decir que la versión original de esta
obra, tal como fue compuesta por Salomón, fue escrita en un hebreo
más antiguo que con el tiempo se tornó demasiado oscuro para ser
fácilmente entendido por una generación de judíos posterior al exilio.
Por esta razón, dice la teoría, fue publicada de nuevo con un voca-
bulario más al día y un estilo que le permitiera ser más ampliamente
disfrutada. Como una analogía, la mayoría de los lectores de habla
inglesa leen la obra de Cbaucer, Canlerbury Tales (Cuentos de Canter-
bury), en una versión modernizada, puesto que el inglés del siglo XlV
que usó Chaucer, contiene tantas expresiones y términos obsoletos que
exige un glosario para hacerlo inteligible. La debilidad de esta teoría,
sin embargo, deriva de la incorrecta suposición de que el hebreo de
Ecl.EsIASlts Y CANTAR DE LOS CANTARES 533

Eclesias'!és puede ser claramente identificado como un producto pos-


terior al exilio. Puesto que no se parece a ningún documento conocido
del perfodo posterior al exilio, es poca la fuerza que tiene esta
sugerencia. Más aún, el texto hebreo en si es tan dificil de entender que
difícilmente servirla como una popularización para una mejor y fáci l
comprensión.
Aparte de las consideraciones lingüísticas, se plantea a menudo la
objeción a la paternidad literaria de Salomón para el Qohelel, por el
hecho de que el autor parece hablar, ocasionalmente al menos, desde
la posición de una tercera persona u observador, más que como si fuera
el mismo rey. Además, se podría decir que acariciaba una actitud
critica hacia los reyes, difícilmente compatible con el punto de vista
del histórico Salomón al respecto. Como un opresivo cobrador de im-
puestos cuyo reino, al morir él, se dividió por la cuestión de las excesi-
vas cargas impositivas hub iera estado fuera de lugar que dijera:
" ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es h ijo de nobles, y tus
príncipes comen a su hora, para re·poner sus fuerzas y no para beber!"
(10:17); o también: "Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey"
(10:20, que según los críticos entienden, deja entrever que el rey es tan
reprensible que sus súbditos se sienten tentados a hablar mal de él); y
también: " Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio
que no admite consejos" (4:13).
A est o podemos replicar que ninguno de estos pasajes es claramente
contrario a la autoridad de la realeza. Salomón disertaba sobre el
gobierno en general desde la perspectiva de un filósofo y no como un
propaga:ndista del gobierno. Sería ingenuo suponer que él no sabía que
existían reyes glotones, borrachines, pendencieros y tercos, ni las des-
dichada.s consecuencias que sufrían sus súbditos al ser gobernados por
semejan.tes hombres. Eclesiastés 10:17 incluso se puede interpretar
como un poco de autocongratulación de parte del autor real; 10:20
pudo haber sido simplemente una admonición a los desconte ntos para
que mostraran un debido respeto hacia el gobierno; 4:13 pudo haber
sido calculado como un saludable recordatorio para si mismo. Pero de
cualquier manera, la composición fue escrita desde el punto d,e vista de
un filósofo observador de la vida política y social, y no de un partidario
de la realeza. Las Meditaciones de Marco Aurelio nos brindan un ex-
celente paralelo con Qóhelet en este respecto, puesto que el emperador
romano escribió su obra desde el punto de vista de un filósofo , y no
como un propagandista de su propio gobierno.
Muchos críticos modernos, entre los que se cuenta R. H. Pfeiffer,
sostienen que Eclesiastés revela la influencia de la filosofía griega. La
escéptica actitud demostrada hacia el judaísmo, las ocasionales expre-
siones de eudemonismo o epicureísmo, la noción del tiempo como un
fiujo cósmico, y el intento de entender al mundo como un todo; todos
534 R ESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

estos son pensamientos de origen helénico (así lo sostiene f. C. Grant


en la Encyclopedia Americano; y así lo sostiene también Comill). Pero
G. A. Barton ha demostrado que la semejanza que se afirma que hay
entre Eclesiastés y los estoicos son meramente superficiales, y que los
dos puntos de vista están diametralmente opuestos. Más aún, el inde-
terminismo del epicureísmo contrasta agudamente con el rígido pensa-
miento determinista de Qóhelel. Pero el encomio del placer de comer y
de beber, tan a menudo citado, se hallaba comúnmente en épocas tan
antiguas como la de la Epica de Gilgamés.• En relación con esto último,
Oswald Loretz (QoheJel und der alte Oriente -Qóhelet y el antiguo
Oriente- Herder, 1964) señala a un paralelo especifico, donde Gilgamés
le dice a Enkidu: " Humanidad, sus días están contados; todo lo que
puede hacer es de viento." R. Gordis está dispuesto a conceder cierta
influencia griega, pero insiste: "Han fracasado todos los esfuerzos para
probar que Eclesiastés es aristotélico, estoico, epicúreo, cínico o cire-
naico. También ha sido posible demostrar que los pretendidos helenis-
mos de su estilo también han demostrado que la obra es auténticamente
hebrea o semita."• Pederson demuestra que las estimaciones de la
humanidad en la filosofía griega son totalmente diferentes de las que
exhibe Eclesiastés. Galling ha demostrado que la supuesta dependencia
de los gnómicos griegos es solamente una semejan za superficial. Dorn-
seiff señala la posibilidad de que algunos apotegmas griegos pudieron
ser de origen oriental e introducidos Juego en el pensamiento griego (cf.
W. Baumgartner, "The Wisdom Literoture"-La literatura sapiencial en
OTMS, pág. 226).
Se ha procurado demostrar una paternidad literaria postsalomónica
a partir de varios denunciadores anacronismos. Asi, en 1:16 el predica-
dor habla de haber "crecido en sabiduría sobre todos los que fueron
antes de mf en Jerusalén." Los críticos interpretan que esa afirmación
significa más que todos los reyes que fueron antes que él, que por
supuesto, serla una afirmación muy extraña en boca de uno que fue
precedido por un solo rey en Jerusalén, a saber, David. Resulta intere-
sante observar que al par que E. J. Young percibe la fuerza de este
argumento en el caso de Eclesiastés, recurre a una explicación alterna-
tiva en una situación exactamente similar en 1 Reyes 14:9. En este
último pasaje, un profeta denunciador, proveniente de Judá, reprocha a
Jeroboam 1, comparándolo con " todos los que han sido antes de ti." En
lugar de conceder que aquí se trata de un anacronismo, Young comenta:
"Quienes lo precedieron fueron probablemente ancianos y jueces"
(IOT, pág. 189). De manera similar podemos afirmar confiadamente

4. Barton. Commentary on Ecclesiostés (Comentario sobre Eclesiastés), ICC, Edimburgo:


T & T Clarck, 1959, págs. 34•40.
5. Gordis. en Twentieth Century Encyclopedlo (Enciclopedia del siglo XX), 1:361.
ECLESIASTÉS Y CANTAR DE LOS CANTARES 535

que hubo muchos reyes más antes que Salomón en Jerusalén, y no


sólo su padre David. Jerusalén babia sido asiento de la realeza durante
varios siglos, aun desde el tiempo de Melquisedec, el contemporárneo
de Abraham.
Hay otra explicación, sin embargo, para la afirmación hecha en
1:16. El texto no especifica todos los reyes sino solamente todos. Según
el contexto, es justo decir que el autor quiere signjficar "todos los
sabios que fueron antes de mi en Jerusalén." La afirmación de 1 Reyes
4:31 respecto a la superioridad de Salomón establece la comparación
con Hemán, Calco! y Darda, que bien pudieron haber sido sabios en la
Jerusalén pre-davídica. El propio Melqu isedec pudo haber sido
considerado como un sabio de primera linea, en vista de su encuentro
con Abraham en Génesis 14.
Otro supuesto anacronismo lo hallamos en Eclesias tés 1 :12 :
"Yo ... fui [hóyítí] rey ... en Jerusalén." Se piensa que este tiempo per-
fecto revela el hecho de que Salomón era ya una figura del pasado, tal
vez del remoto pasado, para la fecha en que se compuso la obra. Ins is-
ten, los que así opinan, que esta sola palabra seria suficiente para
demostrarle al lector hebreo que la paternidad literaria de Salomón no
pasaba de ser una ficción. A esto podemos responder que la frase en
cuestión seria más correctamente traducida así: " Yo llegué a ser rey
sobre Israel". Esta sería una afirmación muy natural hecha por Salomón
en su edad provecta, al mirar atrás hacia las etapas decisivas en la
carrera de su vida. Resulta dificil imaginar que alguna otra forma verbal
hubiera sido más apropiada en relación con ewto: el imperfecto 'ehyeh
pudiera haber sido interpretado por el lector, bien con el significado:
" Yo estaba siendo rey" o "soy rey." o "seré rey." Torczyner y Galling
han señalado casos paralelos en el idioma igipcio, en los cuales la
expresión: "fui rey" aparece como declaración de un rey moribundo al
componer su testamento final para una inscripción funeraria, (cf.
OTMS, pág. 222).
Résulta interesante en este réspecto seflalar el simílar uso de esté
m.ismo verbo en Jonós 3:3: " Y era [hoytah] Nínive ciudad grande en
extremo", que Young explica de la siguiente manera: " Más aú n, 3:3 no
describe a Ninive como ciudad que existió remotamente en el pasado,
sino que indica simplemente la condición o tamaño tal cual la encontró
Jonás" (IOT, pág. 279). A la luz de esta clara y apropiada explicación, es
extra.ño que el mismo autor insista en que la clara inferencia de hóy ili
en Eclesiastés 1:12 •·es que el escritor habla sido, y ya no es rey" (IOT,
pág. 368). Por el contrario, es perfectamente natural que un hombre en
su ancianidad se refiera al comienzo de su carrera utilizando este tiem-
po perfecto en hebreo.
Finalmente, sostienen los que se adhieren a una fecha de composi-
ción tardia, que la era contemporánea que puede entreverse en el texto
536 R ESEÑA C RITICA 0E UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

de Eclesiastés, es una edad de infortunios, de desdicha y de opresión, y


no la de sin par prosperidad que caracterizó el reinado de Salomón (cf.
l Reyes 4:25). Por ejemplo, nos encontramos con versículos como los
siguientes: Eclesiastés 4:3: "Tuve por más feliz ... al que no ha sido aún,
que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen"; y 7:10:
" Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron
mejores que estos?" A esto replicamos que una apropiada interpreta-
ción de estos versículos sólo puede hacerse a la luz de su contexto. Así,
por ejemplo, 4:3 figura en un pasaje que describe la opresión y las
privaciones como vicisitudes que entran en la experiencia humana en
general, a pesar de intervalos de comparativa prosperidad y seguridad
como el que Israel experimentó en el siglo X a. de J.C. Salomón no
podía desconocer el hecho de que la experiencia, tanto de las naciones
como de los individuos, normalmente incluye épocas de privaciones y
de prueba que desafían el concepto optimista de la vida. Sin duda
alguna, su amplio conocimiento de la historia y de los asuntos interna-
cionales, como asimismo de la oscura era del reinado de Saúl en Israel,
le permitieron a Salomón conocer los aspectos amargos de la vida
humana. Por cierto, contaba con el ingenio suficiente para comprender
que mucha era la maldad que se practicaba " bajo el sol", aun en su
propio reino y durante su propio reinado. En lo que respecta a 7:10,
debemos señalar que los mejores "tiempos pasados" de los que se
habla, bien pudo haber sido una expresión para hacer referencia a la
vida de un individuo quejumbroso en particular, que sufría los efectos
de algún tipo de desdicha personal. Nada hay en el contexto que
sugiera que hablaba de una situación corriente en su país como un
todo.
En vista del anterior análisis, justo es afirmar que los denominados
anacronismos pueden todos ser objeto de una interpretación reconcilia-
ble con la paternidad literaria de Salomón. Ya hemos visto que los
datos lingüísticos que tenemos no nos brindan margen alguno para
intentar un fechado, sea temprano o tardío, y que la explicación más
plausible es que Eclesiastés está escrito en un particular estilo conven-
cional para su propio género.
Debemos añadir que las palabras denominadas de origen persa,
tales como pardés. parque, y pilgám, decisión oficial, también derivan
del sánscrito (poridhis y protigámo, respectivamente), idioma de la
antigua India, estrechamente emparentada con el persa. Si bien la
Escritura no registra explícitamente que la marina mercante de Salo-
món, que operaba desde el puerto de Elat, situado en el mar Rojo,
extendía sus viajes hasta la India, es más que probable que así ocu-
rriera, en busca de especies escogidas y telas de calidad. Existe, por lo
tanto, la posibilidad de que estas palabras se incorporaran al léxico
hebreo en momentos en que las relaciones comerciales israelitas fueron
ECLESIASTÉS Y CANTAR DE LOS CANTARES 537

más intensas y extendidas que nunca antes en su historia. En otras


palabras, justo es decir que hasta que descubramos más literatura he-
brea del mismo género y de la misma época en que vivió Salomón, no
sabemos suficiente para afirmar positivamente y con toda certeza que
Salomón no pudo haber sido el autor del libro. Por cuanto el texto
indica claramente que él en realidad fue el compositor y dejó su obra
como testamento final a su pueblo, basada en la propia experiencia de
su vida, parece mejor ajustarnos a la tradicional opinión de la sinagoga
y de la Iglesia, de que esta obra es una auténtica producción de su
pluma. Y este punto de vista se ve fortalecido por el hecho de exitir
notorias similitudes entre pasajes de Eciesiastés, como 10:8, 9, 12, 13,
18 y las correspondientes secciones en Proverbios.
Faltaría una palabra sobre al denominado pesimismo de Eciesiastés
respecto a la vida venidera. Por ejemplo, se nos recuerda en su texto la
inevitabilidad de la muerte para todas las criaturas, el hombre y las
bestias (3:19), si bien se reconoce que el espíritu del hombre "sube
arriba" y el espíritu de las bestias "desciende bajo la tierra" (3:21). El
valor de la vida aparece cuestionado en pasajes como 4:2: "Alabaré yo a
los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven
todavía." Pero resulta que esta afirmación debe ser interpretada en el
contexto en que figura. El versículo precedente deja aclarado que si la
vida ha de consistir en opresiones, calamidad y tristeza, entonces mejor
es no haber nacido. En 6:8 el predicador pregunta: "¿Qué más tiene el
sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los
vivos?" Este comentario ha de ser entendido a la luz del propósito
básico que inspiró el libro, que fue el de demostrar que aparte de Dios y
de su santa voluntad, la vida carece de significación final, y no alcanza
a ser más que vanidad. Y esto es así en la vida de los instruidos, de los
ricos y de los sanos, como así también en la de los miembros menos
afortunados de la raza humana. Pero cuando es correcta la relación
entre el hombre y Dios, les irá bien a los hombres (8:12). Aparte del
temor de Dios y de un bien definido propósito de hacer su voluntad,
hasta los hombres más favorecidos llevan una vida despreciable y de-
pravada. De ahí que "Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del
sol, que un mismo suceso acontece a todos, y también que el corazón de
los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón
durante la vida; y después de esto se van a los muertos" (9.3).

Sin embargo, se hace gran hincapié en la importancia de esta vida


como la única palestra de oportunidad y significativos logros asequi-
bles al hombre antes de partir hacia la eternidad. De ahí que "Aún hay
esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es
perro vivo que león muerto" (9:4). De 9:5, algunos han deducido
erróneamente una enseñanza de que la muerte es un dormitar del alma:
"Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada
538 RESEÑA CRfTlCA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido."


Pero tomado en su contexto, este versículo simplemente significa que
los muertos no cuentan ya con el conocimiento de un futuro personal
con sus oportunidades de escoger en favor o en contra de Dios, y entre
la vida y el bien, y la muerte y el mal, como podían hacerlo antes de
bajar a la tumba. Ni saben nada más de lo que ocurre bajo el sol, es decir
de lo que ocurre en la superficie de la tierra, mientras esperan en el Seol
el día del juicio. En esta etapa de la revelación, en los remotos días en
que vivió Salomón, era prematuro revelar algo sobre las glorias del
cielo ya que, por supuesto, aún no estaban abiertas sus puertas a los
creyentes muertos, hasta que llegara el momento de la resurrección de
Cristo.
En conclusión, entonces, quienes interpretan la posición de EcJe-
siastés como un escéptico agnosticismo, interpretan burdamente el
mensaje de este libro. Están obligados a clasificar como posteriores y
tardías adiciones los numerosos sentimientos de reverente fe y con-
fianza en Dios, los cuales abundan en los doce capítulos de Eclesiastés.
En interés de su teoría, deben excluir del texto original la conclusión
del capítulo final: "El fin de todo el discurso oído es este: "Teme a Dios,
y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre"
(12:13).

CANTAR DE LOS CANTARES

El título hebreo de este libro es Sir has-sfrim, es decir, El cantar de


Jos cantares, o La mejor de las canciones. La Septuaginta tradujo este
libro literalmente como asma asmalón, y la Vulgata como Canticum
Canticorum, la cuales ambas significan el cantar de los cantares. El
término Cantar de los Cantares, como designación del libro, fue toma-
do del latín.
El tema del Cantar de los Cantares es al amor de Salomón hacia su
desposada sulamita, y el profundo afecto de ella hacia él. Se entiende
que este enamoramiento tipifica la cálida relación personal que Dios
desea con su esposa espiritual, integrada por todos los creyentes re-
dimidos que le han entregado el corazón a El. Desde la perspectiva
cristiana, esto indica el mutuo compromiso entre Cristo y su Iglesia y la
plenitud de la comunión que debe subsistir entre ambos.

BOSQUEJO GENERAL DEL CANTAR DE LOS CANTARES

Delitzsch nos esboza un sencillo y adecuado bosquejo, él divide el


libro en seis actos:
I. Afecto mutuo de los enamorados, 1:2-2:7
II. Los enamorados se buscan mutuamente, y se encuentran, 2:8-3:5
ECLESIASTÉS Y CANTAR DE LOS CANTARES 539

III. El enamorado galantea a su prometida, y se casan, 3:6-5:1


rv. El amor es despreciado, pero luego recuperado, 5:2- 6:9
V. La sulamita como princesa atractivamente hermosa y al mismo
tiempo humilde, 6:10- 8:4
VI. Ratificación del pacto de amor en su hogar, 8:5-14

PATERNlOAD LITERARIA Y FECHA OE COMPOSICION DEL CANTAR OE LOS CANTARES

El primer versículo del libro le atribuye al rey Salomón la paterni-


dad literaria, utilizando para ello la fórmula "el cual es de Salomón
('•sher li-S•lomoh]. Algunos eruditos han interpretado esta frase como
una fórmula de dedicación, y no como una verdadera atribución de
paternidad literaria (esencialmente el mismo enfoque aplicado en el
l•-Dáwid de los títulos de los salmos], pero hay que tener en cuenta que
esta preposición I•, "a", es la única manera conveniente de expresar en
el idioma hebreo posesión o paternidad literaria cuando el mismo autor
puede haber compuesto muchas otras obras. La invariable tradición
de ia iglesia cristiana, hasta la época moderna, es que el Cantar de
los Cantares es una producción genuinamente salomónica. Aun en
años recientes, Delitzsch, Raven, Steinmueller y Young no ha vacilado
en asignarle la paternidad literaria del Cantar de los Cantores a
Salomón.
Esto es de lo más notable porque, corno ya lo hemos señalado, hay
una considerable similitud de vocabulario y de sintaxis entre en Cantar
de los Cantores de Salomón y Eclesiastés (para el cual los autores que
acabarnos de citar niegan la paternidad literaria de Salomón. Los erudi-
tos liberales habitualmente han clasificado estas dos obras corno repre-
sentantes aproximadamente el mismo período de la literatura hebrea.
No hay duda de que esta relación se ve favorecida por los léxicos
hebreos normales, que tienden a agrupar a las dos desde el punto de
vista del léxico. Hecho notorio es que ninguno de los dos se refiere a
Dios corno Yahweh; no figura en ninguno de los dos el tetragrárnaton.
Hay un significativo número de palabras que figuran solamente en
estos dos libros, al menos en lo que respecta a las Sagradas Escrituras
hebreas. Por lo tanto, parecería haber una inconsecuencia básica al
negar la autenticidad de Eclesiastés por factores lingüísticos, y
al mismo tiempo aceptarla para el Cantar de los Cantares, a pesar de los
factores lingüísticos. Los eruditos liberales niegan unánimemente la
paternidad literaria salomónica para el Contar de los Cantores, y asig-
nan la composición de ambos libros a un período considerablemente
posterior al siglo X a. de J. C. Autores moderados corno W. R. Srnith y S.
R. Driver se inclinaron por una fecha anterior al exilio, es decir, antes
del año 600 a. de J. C.; autores más radicales corno Kuenen, Cornill,
Cheyne, Budde, Kautzsch y Eissefeldt, confiadamente le asignaron una
540 RESEÑA CRiTICA DE UNA i 1''TRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

fecha posterior al exilio, o aún en el período helénico. W. Baumgartner


le asigna la última parte del siglo 111. (cf. OTMS, pág. 223).
Los argumentos para asignarle a la obra una fecha tardía de com-
posición se basan principalmente en factores lingüísticos. Los
siguientes fenómenos son muy notables:
1 . La preponderancia de se-, en lugar de •ser como pronombre re-
lativo. Pero según hemos visto en el análisis de Eclesiastés, el relativo
she- no es de por sí prueba de paternidad literaria tardía. Es un cognado
de l relativo acádico so, que se remonta tan antiguamente como al tercer
milenio, y figura en el cántico de Débora (Jueces 5) y en otros pasajes de
Jueces; también en Job 19:29: 2 Reyes 6:11; una vez en Jonás; en Lamen-
taciones y en varios salmos. Parece haber sido un substituto muy acep-
table de •ser en el estilo poético hebreo. Probablemente fue carac-
terístico de los dialectos del norte de Israel. El abundante uso de se en
el hebreo posterior puede reflejar simplemente un uso común en el
idioma vernáculo del cual se mantuvo al margen el hebreo literario
hasta el período posterior al exilio. En la época intertestamentari.a, por
supuesto, el frecuente uso de la correspondiente partícula di en arameo
tendió a estimular a los judíos, que eran naturalmente bien versados en
el arameo como su lengua coloquial, a emplear se- en sus composi-
cion,es hebreas.
2. La presencia de varios arameísmos como nü!or (cognado de
rn'i~ar, en hebreo, guardia, vigilar), b•rót (cognado de b' rós, ciprés. en
hebreo) y s•tów (invierno), se toma como indicativa de una paternidad
literaria posterior al exilio. No obstante ello, como ya lo seüalamos en
el capítulo 7 de este libro, tales arameísmos pudieron haber sido incor-
porados al idioma hebreo en fec ha temprana o, por el contrario, indicar
un colorido del norte de Israel. (Tengamos en cuenta que si la sufamita
provino de Sunem, tal como lo indica la transliteración Sounamitis de
la Septuoginto, entonces la desposada hubiera provenido del territorio
de la tribu norteña de !sacar.) Significativament e, aun el Lexicon de
Brown-Driver-Briggs clasifica a b•ról como término del norte de Israel,
y no como arameísmo.
3. Se sostiene que el libro contiene dos palabras derivadas del
griego, 'appiryón (3:9) o palanquín (Biblia de Jerusalén), del griego
phoreion y pordes (4:13) qu e significa paraíso. ya sea del griego para-
deisos o del persa pairider;a que significa "cercado". Pero como ya lo
señalarnos en conexión con Eclesiastés, palabras como estas pueden
haber llegado a Salomón por medio de sus contactos comerciales con la
India, puesto que el vocablo sánscrito que traduce palanquín es
paryamo o el diminutivo poryailko , y el vocablo sánscrito que traduce
"cercado" es paridhis (cf. pardisu, "parque, preservar" en asirio
tardío).
Ec:LESIASTÉS Y CM'TAR DE LOS CANTARES 541

EVIDENCIAS POSITr\'AS DE LA PATERNIDAD LITERARIA SALOMONIC,\

El autor demuestra un notable interés en historia natural. en con-


cordancia con Jo que sabemos del conocimiento enciclopédico de
Salomón en este campo (l Reyes 4:33);. Así, la flora mencionada en
Cantores incluye 21 variedades de vida vegetal (tales como las flores de
albana. en 1:14: la rosa de sarón y el lirio de los valles. en 2:1: man-
zanos, en 2:3: granados. en 4:13; azafrán, caña aromática y canela. en
4:14; mandrágoras, en 7:13). Entre la fauna hay no menos de 15 espe-
cies de animales (corzo, en 2:9: ciervas, en 2:7; cervatillo, en 2:9: palo-
mas, en 5:12; zorras, en 2:15; cabras, en 4:1; ovejas, en 4:2, etcétera).
También se hace especial mención en 1:9 a la caballería de Faraón, que
coincide con lo afirmado en 1 Reyes 10:28, pasaje donde la caballería
juega un papel importante en el ejército de Salomón al igual que sus
relaciones comerciales. El libro revela numerosas evidencias del lujo
reinante en la corte y la abundancia de carísimos productos importa-
dos, tales como el nardo, el 1 :12, la mirra, en 1 :13; el incienso, en 3:6;
carrozas, en 3:9; polvos aromáticos, en 3:6; oro, plata y grana, en 3:10;
marfil, en 5:14; y jacintos, en 5:14.•
Las referencias geográficas indudablemente favorecen una fecha
anterior al año 930 a. de J. C. El autor menciona indiscriminadamente
localidades que se encuentran tanto en el reino del norte como en el
reino del sur: En-gadi, en 1:14; Hermón, en 4:8; Carmelo, en 7:5; Ubano
en 4:8; Hesbón, en 7:4; y Jerusalén en 8:14. Se mencionan todas estas
localidades como si todas ellas pertenecieran al mismo reino. Tome-
mos nota que se menciona a Tirsa como una ciudad de particular gloria
y hermosura y que se menciona ea la misma cláusula con la propia
Jerusalén (6:4). De haberse escrito Contares después de la época en que
Tirsa fue escogida como capital del rei no del Norte en repudio a la
autoridad de la dinastía davídica, resulta inconcebible que se hubiera
mencionado en términos tan favorables. Por otro lado, resulta
altamente significativo que Samaria, la ciudad fundada por Omri entre
los años 885 y 874 a. de J. C.. nunca se menciona en el Cantor de los
Contares.
Por lo tanto, a juzgar por la evidencia interna. el autor ignoraba
totalmente que hubiera una división de la monarquía en los reinos del
Norte y del Sur. Y esto puede reconciliarse solamente coa una fecha de
composición en el siglo X, con anterioridad al año 931 a. de J. C. Aún
después de retornar del exilio, ningún judío de la provincia de Judea se
hubiera referido tan indiscriminadamente a prominentes loca lidades

6. H. R. Hall haco la interesante sugerencia de que la importacio,1 de monos y pavos


reales que hizo Salomón señala hacia la costa de Cochin como la localización de "Olir:·
en vez de Punt. en Africa, como generalmente se supone (The Ancienr History of the Neor
Easl (Historia antigua del cercano oriente), 11th ed . jL.oodres: Metheuo, 1960). pág. 434),
542 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

en las areas no judías de Palestina que en esta época estaban bajo el


dominio de gentiles o samaritanos. Cierto es que la totalidad de esta
área estuvo reunida bajo el gobierno de los reyes asmoneos, Juan Hirca-
no I y Alejandro Jáneo, pero la evidencia de los fragmentos de Qumran
extraídos de la Cueva No. IV, indican que Cantares ya existía en su
forma escrita por lo menos en fecha tan antigua como en la iniciación
de la revuelta macabea en el año 169 a. de J. C. Resulta interesante dejar
establecido que hasta un erudito liberal como R. Gordis se siente incli-
nado a afirmar que Cantares 3:6-11 es "el más antiguo poema de la
colección y fue compuesto en ocasión de uno de los casamientos de
Salomón con una princesa extranjera."7

CANONICIDAD DEL CANTAR DE LOS CANTARES

Ya dijimos en el capítulo 5 que este libro (juntamente con &le-


siastés) estaba catalogado entre las cinco antilegomena, no tanto por el
hecho de que Salomón no los compusiera, sino por cuanto carecen de
valor religioso. Filón, el judío alejandrino, que citó tan extensamente el
Antiguo Testamento, no mencionó para nada a Canfores en ninguno de
los escritos existentes. Al parecer el Nuevo Testamento no lo menciona
para nada. La más antigua referencia identificable aparece en 4 Esdras
5:24-26; 7:26 (libro compuesto entre los años 70 y 130 d. de J. C.) y en la
Ta'anilh 4:8 (un tratado que aparece en la Misna), que afirma que
ciertas porciones de Cantares fueron utilizadas en festividades celebra-
das en el templo con anterioridad al año 70 d. de J. C. El problema
planteado respecto a si el libro fue correctamente incluido en el canon
hebreo, fue motivo de arduas discusiones entre los eruditos de Jamnia
alrededor del año 90 d. de J. C, pero la tradición de que fue inspirado
divinamente la sostuvo con éxito el rabino Akiba, quien echó mano a
interpretación alegórica para justificar su valor espiritual.

TEORlAS DE INTERPRETACION SOBlIB EL CANTAll DE LOS CANTARES

1. Alegórica. La interpretación alegórica prevaleció desde antiguo


hasta el surgimiento de los eruditos modernos. Identificaba a Salomón
con Jehová (o bien, según los cristianos, con Cristo) y a la sulamita
como Israel (o la Iglesia). La historicidad de este amorío de Salomón
reviste poca importancia para los adherentes a esta teoría. Tienden a
interpretar cada detalle de una manera simbólica; así, las 80 concubi-
nas de Salomón, según algunos, representan las ochenta herejías des-
tinadas a plagar a la Iglesia. Hablando en términos generales, aun los
eruditos conservadores del siglo XIX, Hangstenberg y Keil, tendían a

7. Gordis, en JBL 63 (1944): 262-70.


ECLESIASTÉS Y CANTAR DE LOS CANTARES 543

favorecer una línea de interpretación alegórica (claro está, sin defender


fantásticas identificaciones) y señalaban como justificación las inferen-
cias alegóricas del Salmo 45 y de Isafas 51:1-17 (que contienen varias
alegarlas diferentes). Está fuera de toda duda que la relación matrimo-
nial era vista por los profetas como expresión de una analogía de la
posición de Jehová hacia Israel (cf. Isaíos 54:6; 61 :10). Correspondien-
temente, consideraban la apostasía como adulterio o prostitución (cf.
Jeremías 3:1; Ezequiel 16; 23; Oseas 1-3). Comparar en la Tora, Exodo
34:14-16 que se refiere a la idolatría como prostitución; de la misma
manera Levítico 20:5-6.
Debemos admitir que estos pasajes establecen por lo menos una
típica relación entre el amor humano y matrimonial y la relación de
pacto entre Dios y su pueblo. No obstante ello, el enfoque alegórico
enfrenta ciertas dificultades, y no es la menor de ellas el hecho de que
el libro parece hablar de un episodiio histórico en la vida de Salomón y
concuerda con la situación de Salomón, al menos en la primera parte
de su reinado (a juzgar por el número comparativamente reducido de
concubinas). Más aún, el método alegórico, si se lo aplica consecuen-
temente, requiere una contrapartida espiritual para cada detalle físico.
Por cierto que resulta objetable establecer un nexo o comparación entre
Salomón con su enorme harén y la figura del Señor Jesucristo, al menos
sobre bases alegóricas.
2. Literal. La teoría literal considera al poema como una canción
secular de amor que no tiene la intención de transmitir un mensaje
espiritual o una sugerencia teológica, sino simplemente una expresión
lírica de amor humano en un elevado plano romántico. Los defensores
de esta teoria, como E. J. Young y H. H. Rowley, defienden la canonici-
dad del libro basados en que supon,e una sanción divina a la relación de
amor conyugal en contraste con las perversiones degeneradas o políga-
mas del matrimonio que eran corrientes en los días de Salomón (cf.
Rowley, Servan! of the Lord and Other Essays -Siervo del Senór y otros
ensayos- pág. 233; Young IOT, pág. 354). Young comenta además: "Los
ojos de la fe, al contemplar este cuadro de exaltado amor humano,
recordarán ese amor que supera todos los afectos terrenales y humanos,
es decir, el amor del Hijo de Dios hacia una perdida humanidad" (IOT
pág. 355).
No obstante, tenemos que admitir que en el supuesto caso de que el
amante sea Salomón, marido de setecientas esposas y trescientas con-
cubinas (1 Reyes 11:3), resulta difícil comprender cómo este poema,
tomado como mera expresión de amor humano, pueda proporcionar
una elevada norma de devoción y afecto matrimonial. En el mejor de
los casos, puede ser considerado corno la única experiencia que Salo-
món disfrutó de un puro e idílico romance, experiencia que ejercitó
muy poca influencia en su conducta subsiguiente. (Franz Delitzsch
544 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN /\L ANTIGUO TESTAMENTO

sostuvo el punto de vista de que Cantares es un drama en el cual el rey


Salomón se enamoró de una muchacha sulamita, y luego de introducir-
la en su harén en Jerusalén su afecto es purificado, y pasa de una lujuria
sensual a un puro amor. Zoeckler compartió esencialmente el mismo
punto de vista).
Esta teoría liberal asume varias formas especializadas, de las cuales
las dos más importantes son la hipótesis del pastor y la hipótesis
erótica. La hipótesis del pastor introduce una nueva figura masculina,
que no es la misma persona del rey, sino el prometido de la sulamita en
la ciudad natal de Sunem (según Jacobi, Umbreit y Ewald). A fuerza de
asignar arbitrariamente sentimientos de cálido afecto aJ pastor y di.scur-
sos más rígidos y formales al rey, puede establecerse una distinción, si
bien resulta en un parcelamiento artificial del diálogo. Así, en el capí-
tulo 4, los versículos 1-7 son asignados a Salomón, y los versículos 8-15
al pastor, aun cuando nada hay en el texto para indicar que ha habido
un cambio de orador. Se interpreta que algunos pasajes totalmente
inapropiados a un amante bucólico son emitidos por el pastor, tales
como: "Mi amado descendió a su huerto, a las eras de Las especias, para
apacentar en los huertos, y para recoger los lirios" (6:2). Es por lo
menos muy poco probable y prácticamente inverosimil que los pastores
israelitas hubieran tenido los medios, el tiempo, o la inclinación a tales
lujos como huertos de especias o la recolección de lirios.
La hipótesis erótica cuenta con el apoyo de numerosos eruditos
tales como Budde, Eisfeldt, Pfeiífer y Dussaud, que entienden que Can-
tores es una antologfa de canciones de amor del denominado tipo wasf.
La wasf o " descripción" era un tipo de canción que entonaban los
invitados a una íiesta de bodas en Siria, canción que describía con
expresiones encendidas la belleza de la desposada y las excelencias de
la pareja conyugal. Esta es una costumbre que se practica aún hoy en
los países del Cercano Oriente, según sostiene J. G. Wetstatein. Pero,
por otra parte, no hay evidencias literarias de la existencia del género
wasf en la Pa.lestina hebrea en ninguna época (aparte del propio Can-
tores), y la estructura estrechamente conectada de la totalidad del
poema no apoya la teoría de que se trata de una antología de canciones
lfricas originalmente independientes.
3. Punto de vista típico. De muchas maneras, esta parece ser la más
satisfactori.a de las teorías (si bien Young la d.escarta con una sola frase
desaprobatoria, IOT, pág. 353). Esta interpretación es defendida por
Raven y Unger. Este ú.ltimo entiende que el poema se basa en un in-
cidente histórico en la vida de Salomón. En contraste con algunas de
las esposas más cautivadoras de Salomón, como la hija del Faraón, la
suJamita era una muchacha rural poseedora de una preclosa alma y
también un hermoso cuerpo. Por su radiante sinceridad y encanto per-
sonal le enseñó a Salomón, por lo menos temporalmente, a conocer el
ECl.ESlASTts Y CANTAR DE LOS CANTARES 545

significado del amor auténtico, verdadero y monógamo, amor por el


cual gozosamente cambió el corrupto esplendor de la corte. Esta can-
ción transfigura el amor natural y lo eleva a un nivel sagrado. Y, sin
embargo (en oposición a los literalistas), el autor intenta que esta pareja
traduzca una típica relación que refleje el amor de Jehová hacia su
pueblo y prefigure el mutuo afecto de Cristo y su Iglesia. De acuerdo
con el punto de vista típico, las analogías no se encuentran en todos los
detalles subordinados (como en el enfoque alegórico), sino solamente
en sus líneas fundamentales. A pesar de sus groseros fracasos perso-
nales, el rey Salomón es presentado en el resto de las Sagradas Escri-
turas [2 Samue1 7:12-17; 23:1-7; Salmo 72; cf. Mateo 12:42) como tipo
de Cristo, como el rey de la era milenial que se sienta sobre el trono de
David. Entendido de esta manera, Cantares es rico en sugerencias espi-
rituales que han servido de consuelo y estímulo a devotos estudiosos
de la Biblia a lo largo de los siglos de la Iglesia. Pero se necesita tener un
alma realmente madura para apreciar las bellezas espirituales que están
latentes en el libro. No era en vano el antiguo requerimiento rabinico de
que ningún judío debía leer el Cantar de Jos Cantares antes de haber
cumplido los 30 años de edad.
Apéndice 1
CRONOLOGIA DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
Los datos señalados con un asterisco revisten particular importan-
cia para la introducción al Antiguo Testamento. En lo esencial, esta
lista se ajusta a la cronología de J. B. Payne en su obra Outline of
Hebrew History {Bosquejo de historia hebrea). Se han introducido
algunos pequeños reajustes en consonancia con los más recientes des-
cubrimientos, pero los datos señalados a continuación son, al menos
aproximadamente, correctos.
Reyes egipcios Patriarcas e israelitas
1. Oínaslles egipcias 3000-2600
1 y 11
• 2. Antiguo reino egipcio 2600-2250
(dinesllas UI-IV)
3. Primor periodo inter- 2250-2000 *4 . Nacimiento de Abraham 2166
medio (dinastlas Vil-XI)
"5. Dínastla Xll de Egip- 2000-1780 ' 6. Jacob emigra a Egipto 1876
to (reino medio)
7. Segundo periodo inter• 1780-1546
medio (dinastlas XII-XVII)
(Periodo de los hícsos,
dinasllas XV-XVI)
'8. Nuevo reino egipcio 1546-1085
01NASTIA XVIII
9. Tutmosis 1 1539-1514 •10. Nacimient.o de alrededor de
11. Tutmosis U 1514-1501 Moisés 1527
12. Reina Hatshepsut 1501-1482
' 13. Tutmosis fil (1501-) 1462-1447
' 14. Amenotep 11 1447-1421 •1s. El éxodo 1446
(Teorle de lecha tardle): 1290)
16. Tutmosis IV 1421-1410
'17. Amenotep UI 1410-1376 '18. Conquiste de Jericó 1406
'19. Periodo de los jueces 1389-1050
20. Amenotep IV 1376-1362
(Aknatón)
DINASTIA XlX
21. Seti 1 1320-1300
' 22. Ramsés 11 1300-1234
23. Mernepla 1234-1224
01NAST1A XX
24. Ramsés 111 1204-1172

546
C RONOU)CIA DEL A NTICUO T ESTAMENTO 547

Monarquía unida
• 25, Saúl 1050-1010
• 26. David 1010-970
'27. Salomón 970-931
' 26. Comienza la alrededor de
ed ílicacíón del templo 966

Monarquía dividida
REYES DE jUDA REYES DE ISRAEL
' 29. Roboam 931-913 *30. Jeroboam 1 930-910
31 . Abfam 913-910 32. Nadab 910-909
' 33. Asa 910-869 34. Baasa 909-686
35. Ela 666-685
36. Zimri 685
37. Omri 885-874
º 38. Josafat 872-848 º 39. Acab 674-853
40. )oram 848-641 PROFET11S 41. Ocozfas 853-852
4:l. Abdias alrededor 42. Joram 652-641
de 845
44. Ocozfas 841 •45, Jehú 641 -61 4
46. Atalia 641-835
"47. Joás 635-796 46. Joel 810-795 49. Joacaz SH-798
50. Amasias 796-767 51 . Jonás alrededor de 52. Joás 798-782
600
•53, Uzfas 790-739 54. Amós 760-746 • 55. Jeroboam 793-753
11
56. Zacarias 753-752
Si . Salum 752
56. Manahem 752-742
59. Jotam 751 -736 61 . Oseas 746-724 62 . Pekaia 742-740
63. Acaz 742-726 º64. lsalas 740-660 65. Peka (752) 740-732
"66. Ezequfas 728-697 67. Miqueas 735-690 66. Oseas 732-723
70. Calda de Asiria 721
•73 , Manasós 697-642 Rl,'VES OE ASIRJ/1
"' 74 . Amón 642-640 75. Nahum 640 60. Tiglat 744-727
Pileser lU
"76. Josfas 640-609 77. Sofonfas 640-630 69. Salma- 727-722
nasar V
• 78. )oremias 626-585 71 . Sargón 11 722-705
•79, Joacaz 609-608 72. Senaquerib 705-661
80. Esarjadón 660-669
81. Asurbanipal
669-626
62. Joaclm 606-597 63 . Habacuc 606·597
64 . )oaquln 597 · as. Ezequiel 592-570
66. Sedequias 597-567
•a1. Calda de 587
Jerusalén
-548

REmi DE CALDEA
•88. Na.buco•
RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Cautividad

60_5-56'Z ~-8.9. Daníel 600-53


d1JllOiOCJ
90J N.ab.onido 555-530
'91. Caída de 539
Babilonia
REYES DE PERsIA
92. Ciro el 558-529
Grande
93. Cambises 5.29-SZ-3
"94. Darío 1 522--48.5 •95. Recons- c2Q-516
trucclóri del
segundo templo
96. Zacarías 519-475
Jerjes 485-464
(AsueroJ
98. Artajerjes 464-424 Retorno de 457
Esdras
•100. Retorno de 445
Nehemfas
101. Mala- alrededor
quías de 435
102. Segundo 433-430
gobierno de
Nebemias
'1.03. Darío II 423-406
104. 404-359
)es II

Período intertest amen tarín


REYES DE GRECIA
*105. Alejandro 336-323
el Grande
•106. Antíoco IV 175-164 107. Reedifica- Die, 165
(Epífanes| c1ón del templo
por Judas
Macabeo (Hanuca)
DINASTÍA A.SMONEA
108. Juan 135-105
Hircano I
109. Alejandro 104-78
GOBIERNO ROMANO
*110. Pompeyd 63
conquista
a Siria-Palestina.
APENDICE 2
ANACRONISMOS lE INEXACTITUDES
HISTORICAS EN EL CORAN
SuRA 11-Houo
:42, 43. Dícese que el hijo (innominado) de Noé rehusó refugiarse en
el arca mientras ascendían las aguas del diluvio. y a pesar de los ruegos
de su padre, prefirió huir a lo alto de una montaña, lugar del cual fue
barrido por una ola. (Génesis 6, 7 indica que Noé tenía solamente tres
hijos, y que todos penetraron en el arca. Génesis 10 nos da la descen-
dencia de cada uno de ellos.)
SuRA 12- Jost LA PAZ SEA SooRE ÉL
:11-20. José no fue a Dotán en busca de sus hermanos (como lo
establece Génesis 37), sino que sus hermanos, habiéndose ya complo-
tado para darle muerte. convencieron a Jacob para que lo dejara ir con
ellos simplemente para divertirse y a manera de deporte. Al tenerlo en
su poder, lo metieron en un pozo con agua (en lugar de una cisterna
vacía). Tampoco fueron ellos quienes lo vendieron a los mercaderes,
sino un caminante que pasaba por allí accidentalmente y se había acer-
cado al pozo a tomar agua. Vendió al muchacho a los mercaderes "por
unos cuantos dirhems" (en lugar del substancial precio de 20 piezas de
plata, como se afirma en Génesis 37:28).
:21-32. La esposa de su amo egipcio (no se acla.ra el nombre de
Potifar) en su intento de seducirlo le rompió la ropa desde atrás (y no
desde adelante) al perseguirlo, hecho observado por un siervo de con-
fianza de Potifar, y que sirvió para poner al descubierto la falsedad de la
acusación de ella. Más adelante ella admitió ante ciertas mujeres ami-
gas que así ocurrió efectivamente, y sin embargo, de una manera que no
se explica, se dio maña para que hacer que José fuera enviado a la
cárcel.
:36-55. En la cárcel José procuró convertir a los dos "jóvenes" (es
decir al mayordomo y al panadero del Faraón) al "Islam" y alejarlos
de la idolatría. Años después el joven sobreviviente (el mayordomo)
recordó la capacidad de José para in terpretar los sueños, fue a verlo a la
cárcel y le informó en substancia el tema del sueño del rey (en lugar de
549
550 R ESEÑA CRÍT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAM~NTO

ser el rey quien le informara directamente el sueño en el palacio) y


obtuvo de José la interpretación que luego relató al Faraón. Como resul-
tado de todo ello el rey puso a José a cargo del abastecimiento del grano
en todo el país. El resto de la hist.oria, el momento en que se hi zo
conocer a sus hermanos, y demás detalles, sigue estrechamente el .elato
de Génesis 40-45.
SuRA 26-Los POETAS
:55-60. En Egipto, el Faraón se refirió a los israelitas como a " una
reducida banda" (en contraste con Exodo 1:9). Al permitírseles abando-
nar Egipto, se dice de ellos que abandonan " sus jardines y fuentes y sus
espléndidos alojamientos". Al parecer no habían estado sujetos a escla-
vitud alguna (pues ninguna mención se hace de ello), sino que disfru -
taron de riquezas y de lujos durante su estada en Egipto. (Y esto hace
que resulte oscuro el motivo que tuvo Dios para liberar del yugo egipcio
al pueblo del pacto.)
S UR,\ 2-LA VACA

:57, 61. Durante el éxodo, los israelitas se cansaron del m aná y


exigieron verduras de la tierra. Luego de reprocharles su actitud,
Moisés les dijo: "Vuelvan a Egipto, y allá tendrán lo que han pedido. "
Los israelitas procedieron a obrar así: "Y se volvieron de Dios con ira."
(El relato de Exodo-Números deja perfectamente en claro que los
israelitas descontentos hablaron de vo lver a Egipto, pero ni uno solo de
ellos lo hizo.}
A este respecto, el versícul o 61 dice: " Desoyeron las señales de
Dios, y mataron injustamente a los profetas; y ello porque se rebelaron y
pecaron." Sobre este pasaje, ver la nota marginal de Rodwell: "Este
pasaje (cf. 26:59) es uno de los numerosos anacronismos qu e abundan
en el Corón y prueban la crasa ignorancia del profeta árabe" (Koran,
trans. J. M. Rodwell, Everyman's Library [Nueva York: Dutton, 1909],
pág. 344.)
:249. Cuando el rey Saúl marchó a l frente de batalla co n sus fuerzas,
dijo: "Dios os probará a orillas de un río. Quien tomare de sus aguas no
pertenecerá a mi bando; pero el que no probare el agua, excepto los que
lleven el agua con la mano a su boca, serán de mi bando." (E'n este
punto, la nota marginal de Rodwell comenta la confusión de Mahoma
entre Saúl y Gedeón. Cf. Jueces 7:5-8.)
S uRA 3 - LA F AMILIA OE I MRÁN

La nota introducliva de Rodwell a esta Sura señala que Mahoma


supuso qu e lmrán (o Amrán) fu e el padre de la virgen María ("Ma:ría" es
" Maryam" o Mirian en árabe. Cf. Sura 66:12, "María la hija de lmrán",
que permaneció virgen después de su matrimonio y de su maternidad.
ANACRONISMOS E INEXACTITUDES HISTÓRICAS EN EL CORÁN 551

También supuso que María y Elisabet fueron hermanas, y que jun-


tamente con Zacarías, Juan el Bautista y Jesús formaban la familia de
lmrán. Cabe dentro de lo posible, como lo afirman algunos autores
musulmanes, que Mahoma pensara que el alma y el cuerpo de Miriam
fueron milagrosamente preservados hasta los días de Jesús (¡1400
años!), a fin de que fuera la madre de El, María. Esta idea pudo haberla
tomado de los talmudistas, quienes inventaron la fábula de que el
Angel de la Muerte y el gusano de la corrupción no tuvieron poder
sobre el cuerpo de Miriam (cf. Babba Bathra 17, y Josefo. Anti-
güedades, 4:4:6). Otra fuente de esta idea pudo haber sido el Pro-
toevangelio de Santiago, IV, que dice: " Y Ana dijo: ' Asi como el Señor
mi Dios vive, él será su ministro todos sus días' "; se refería a la futura
carrera de su primogénito. Así, la esposa de Imrán diceaqu( (Sura 3:31):
"¡Oh, Señor mío, te dedico solemnemente el ser de mis entrañas, para
tu espel.ial servicio; acéptalo de mí, pues tú oyes y tú sabes!"
:41. Zacarías le dijo al ángel: "Señor, dame una señal" El ángel
respondió: "Tu señal será que por tres días no hablarás a ningún hom-
bre, sino por señas" (Lucas 1 :18-20 especifica con toda claridad que
habría de permanecer mudo hasta que naciera el niño prometido, es
decir nueve o diez meses).
:55. " Recuerda cuando dijo Dios: 'Oh Jesús, ciertamente te haré
morir [o, esta mutawwafika puede también traducirse: "te llevaré a mí
mismo"), y te llevaré a mi presencia, y te libraré de los incrédulos.' "
(Aquí la nota marginal de Rodwell dice: al parecer Mahoma creyó que
Dios llevó al cielo el cuerpo muerto de Jesús-durante tres horas,
según algunos-mientras los judíos crucificaban a un hombre que se
parecía a él. Cf. Sura 4:153; Sura 19:34. Mahoma supuso que Jesús
murió de una muerte natural, pero no dice en ninguna parte cuánto
tiempo permaneció en ese estado.)
SuRA 61 - ORDEN DE B ATALLA
:6. " Y recuerda cuando Jesús el hijo de María dijo: 'Oh hijos de
Israel, ciertamente soy el apóstol de Dios enviado a ustedes para confir-
mar la ley que fue dada antes de mi, y para anunciar un apóstol que
vendrá después de mí, cuyo nombre será Al;imad' " (En las notas de
Rodwell: aparentemente Mahoma obtuvo esto del título Parakletos que
Jesús le asignó al Espíritu Santo en Juan 16:7 y siguientes, y que Maho-
ma confundió con periklytos (famoso, alabado) para el cual el arábigo
. .
sería Ahmad o Muhammad.)
SURA 5- LA TABLA
:119: "Y cuando diga Dios: 'Oh Jesús, hijo de Maria, has dicho a la
humanidad: Tómame a mí y a mi madre como dos Dioses junto a Dios;
él dirá, '¡Gloria sea a U! No me corresponde decir lo que me consta que
552 RESEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAM ENTO

no es la verdad. De haber dicho eso, ciertamente lo hubieras sabido; tú


sabes Jo que hay en mí."' (Esto implica una com pleta interpretación
errónea de lo que es la Trinidad, con María como tercera persona, en
lugar del Espíritu Santo. También significa que Jesús negó que fuera el
Hijo de Dios; cf. Marcos 14:61, 62 y los pasajes relacionados.)
APENDICE 3
ANACRONISMOS E INEXACTITUDES
HISTORICASENLASESCRITURASDELOS
MORMONES
En 1 Nefti 2:5-8, se dice que el río Lamán desemboca en el mar
Rogo. Sin embargo, ni en épocas históricas ni prehistóricas, hubo jamás
un río en Arabia que desembocara en el mar Rojo. Aparte de un antiguo
canal que una vez conectaba el Nilo con la costa del golfo de Suez, y
alguna arroyadas que ocasionalmente llevaban agua en épocas de llu-
via, no hubo corrientes, de ninguna naturaleza, que vertieran sus aguas
en el mar Rojo, por la ribera occidental, más arriba de la frontera sur de
Egipto.
Segundo Nefi sostiene que solamente la familia de Lehi, Ismael y
Zoram fueron dejados en Jerusalén en el año 600 a. de J. C. para emigrar
al Nuevo Mundo. Totalizaban quince personas, más tres o cuatro
muchachas, y no más de 20 en conjunto. Sin embargo, en menos de 30
años, según lo asegura 2 Nefi 5:28, se habían multiplicado tan extraor-
dinariamente, que se dividieron en dos naciones (2 Nefi 5:5-6, 21.) Más
aún, luego de arribar a América em el año 589 a. de J.C. afirman que
construyeron un templo como el de Salomón. Pero el templo de Salo-
món exigió el trabajo de 153.000 obreros y 3600 capataces (1 Reyes
5:13, 15; 6:1, 38; 9:20, 21; 2 Crónicas 2:2, 17, 18) en siete años y medio.
Resulta difícil comprender de qué manera unas pocas docenas de
obreros inexpertos (la mayoría de los cuales tendrían que haber sido
niños) pudieran haber duplicado esta hazaña en los diecinueve años
que, según afirman duró la obra. Tampoco resu lta claro cómo pudieron
hallar en tan grande abundancia todo tipo de metales como hierro,
cobre, bronce, plata y oro (2 Nefi 5:15) para la erección de esta estruc-
tura en la América del siglo VI a. de J. C.
Según Alma 7:10, Jesús habría de nacer en Jerusalén (y no en Belén,
según lo registra Lucas 2:4 y estaba predicho en Miqueas en 5:2).
HeJamén 14:20 afirma que la oscuridad cubrió totalmente el cielo
durante tres días cuando murió Jesús (y no durante tres horas, como se
afirma en Mateo 27:45 y Marcos 15:33), o sea, hasta después del do-
mingo de Resurrección, lo que hubiera imposibilitado que la mujer que
553
554 RES EÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN Al.. A NTIGUO T ESTAMENTO

llegó a tumba dijera que la piedra había sido removida de la entr ada.
Almo 46:15 indica que los creyentes fueron llamados "cristianos"
en el año 73 a. de J. C., y no en Antioquía, como nos informa Hechos
11 :26. Resulta difícil imaginar cómo alguno hubiera podido ser mama-
do cristiano tantas décadas antes del nacimiento de Cristo.
Helamen 12:25-26, que supuestamente fue escrito en.el año 6 a. de J.
C., cita a Juan 5:29, como una fuente escrita con anterioridad, e intro-
duce el pasaje con la palabra" Leemos." Es difícil entender cómo puede
citarse una fuente escrita que no fue compuesta hasta ocho o nueve
décadas después del año 6 a. de J. C.
Numerosos son los casos en que las escrituras mormonas, de las que
se dice estuvieron en posesión de los nefitas en el año 600 a. de J. C.,
citan o aluden a pasajes o episodios que se encuentran solamente e n los
libros posteriores al exilio del Antiguo Testamento. A continuación
citamos varios ejemplos:
1. Primero Nefi 22:15 sostiene: " He aquí, dice el profeta, pronto
llega. el tiempo en que Satanás perderá su poder sobre los corazones de
los hijos de los hombres; pronto llega el día en que los orgullosos y los
que obran malvadamente serán como paja; y se aproxima el día en que
serán quemados." Comparar este pasaje con Malaquías 4:1 (alrededor
de 435 a. de J. C.): "Porque he aquí, viene el día ardiente como un
horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa;
aquel dia que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no
les dlejará ni raíz ni rama."
2. Segundo Nefi 26:9: " Pero el Hijo de justicia se les aparecerá; y él
los sanará, y tendrán paz con él, hasta que transcurran tres gene-
raciones." Comparar lo anterior con Malaquías 4:2: "Mas a vosotros los
que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá
salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada." Obsér-
vese la confusión entre Hijo y Sol (en inglés, Son y Sun) que solamente
podria haberse originado por su similar sonido en el idoma inglés.
3. Tercero Nefi 28:21, 22: " Y tres veces fueron arrojados en el in-
terior de un horno y no recibieron daño alguno. Y dos veces fueron
arrojados en una cueva llena de fieras salvajes; y he aquí que jugaban
con las bestias como juega un niño con un cordero mamón, y no re-
cibieron daño alguno." Comparar esto con Daniel 3 y 6, capítulos que
relatan las cosas que les ocurrieron a Sadrac, Mesac, y Abed-nego, y al
propio Daniel. Resulta difícil entender de qué manera estos creyentes
mormones pudieron soportar experiencias como las que se relatan en el
libro de Daniel, que ni siquiera fue compuesto hasta varias décadas
después de pretendida partida de ellos hacia Nueva York en el año 589
a. de J. C. (Daniel pudo haber tomado forma escrita sólo después de la
caída de Babilonia en manos de los persas, en el año 538 a. de J. C.,
puesto que contiene por lo menos quince vocablos incorporados del
ANACRONISMOS E INEXACTITUDES HISTÓRICAS EN LAS ESCRITURAS
DE LOS MORMONES 555

idioma persa.)
4. Alma 10:2 afirma que Aminadi "interpretó la escritura que es-
taba sobre la pared del templo, escrita por el dedo de Dios." Sin duda
alguna, ésta es un reminiscencia de la hazaña de Daniel al leer la
escritura divina que apareció en la pared del salón durante el banquete
de Belsasar en el año 539 a. de J. C.
Más notable aún es la abundancia de paralelos o citas del Nuevo
Testamento palabra por palabra, que se encuentran en el Libro de Mor-
m,ón, que supuestamente estaba en poder de los nefitas por allá en el
año 600 a. de J. C. Jera! y Sandra Tanner (The Case Agaínst Mormonism
- Alegato contra el mormonismo- vol. 2, Salt Lake City, 1967, págs.
87-102) enumeraron no menos de 400 ejemplos claros, de entre un
número muchísimo mayor, que podrían aducirse; y estos ejemplos sir-
ven para establecer, fuera de toda duda, que el autor del Libro de
Mormón estaba bien familiarizado con el Nuevo Testamento, y especJfi-
camente con la Versión del rey Jacobo (KJV), edición de 1611. A con-
tinuación, algunos ejemplos:
1. Primero Nefi 4:13: "Que perezca un hombre y no que una nación
... perezca en incredulidad." Comparar esto con Juan 11:50: "Que
un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca."
2. 1 Nefi 10:8: "Del cual yo no soy digno de desatar la correa del
calzado." Comparar con Juan 1:27: "Del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado."
3. 1 Nefi 10:9: "En Betábara, al otr,o lado del Jordán ... debía él bauti-
zar." Comparar esto con Juan 1:28: "En Betábara, al otro lado del
Jordán, donde Juan estaba bautizando."
4. 1 Nefi 11:22: "El amor de Dios que se derrama en el corazón de los
hijos de los hombres." Comparar con Romanos 5:5, que dice: "El
amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazones por el Espí-
ritu Santo."
5. 1 Nefi 11:27: "El Espíritu Santo descendió del cielo y asentó sobre él
en la forma de una paloma." Comparar con Lucas 3:22: "Descendió
el Espíritu Santo sobre él en fol!"ma corporal, como paloma."
6. 1 Nefi 14:11: " La ramera de toda la tierra, y se sentó sobre muchas
aguas; y tenía dominio sobre toda la tierra, entre todas las naciones,
tribus, lenguas y pueblos." Comparar este pasaje con Apocalipsis
17:1, 15: "La gran ramera que está sentada sobre muchas
aguas . . . Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son
pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas."
Máximo interés reviste el fraude recientemente expuesto del de-
nominado Libro de Abraham, parte de la escritura de los Mormones,
conocida como The PearJ of Great Price (La perla de gran precio).
Este fue, según se afirma, traducido de un antiguo papiro egipcio
hallado en las envolturas de ciertas momias adquiridas por un tal
556 REsEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

Michael H. Chandler. En el año 1835, Joseph Smith se mostJó intere-


sadísimo en estos papiros, que vio por primera vez en Kirtland,
Ohio, el 3 de julio, e hizo los arreglos pertinentes para adquirir tanto
las momias como los papiros. Creyendo haber recibido divinamente
el don de interpretar el antiguo idioma egipcio, se sintió encantado
al descubrir que uno de los rollos contenía los escritos del mismo
Abraham, cuya firma había estampado personalmente en el idioma
egipcio. En el año 1842, Smith publicó su traducción bajo el título
"El libro de Abraham" en Times and Seasons (Tiempos y sazones).
Hasta incluyó tres dibujos de los grabados o viñetas que figuraban en
el manuscrito, e interpretó el significado de estas ilustraciones:
Abraham sentado sobre el trono de Faraón. la serpiente con piernas
que tentó a Eva en Edén. Durante muchos años, esta colección de
papiros estuvo perdida, pero de alguna manera esos manuscritos (o
de lo contrario un juego duplicado de los mismos, del tiempo anti-
guo) fueron entregados a la Iglesia Mormona por el Museo Metropo-
litano de Arte de Nueva York, el 27 de noviembre de 1967. Esto
permitió verificar, de manera objetiva, la capacidad de Joseph Smith
corno traductor. El desdichado resultado fue que los anteriores vere-
dictos negativos de eruditos de la talla de Theodule Devaria, del
Louvre, Samuel A. B. Mercer, del Seminario Teológico Occidental,
James H. Breasted, de la Universidad de Chicago, W. M. Flinders
Petrie, de la Universidad de Londres (todos los cuales tuvieron en
sus manos los facsímiles de Smith) fueron indubitablemente confir-
mados por una multitud de egiptólogos de la actualidad.
Su veredicto fue que ni una sola palabra de la pretendida traduc-
ción de Joseph Smith tenía la menor semejanza con el contenido de
este documento. Resultó ser una copia tardía, aún tolomea, en escri-
tura hierática, del Papiro Sensen, que pertenece al mismo género
que el Libro de los Muertos egipcio. John A. Wilson, profesor de
egiptología de la Universidad de Chicago, lo describió en una carta
publicada el 16 de marzo de 1966, y sostuvo que contiene viñetas
familiares del Libro de los Muertos. La primera ilustración muestra
al dios Anubis, que presidia los embalsamamientos, preparando el
cuerpo del muerto para el funeral; el alma del muerto aparece como
suspendida sobre su cabeza en forma de ave, y los jarros destinados
a contener las vísceras del cadáver momificado, colocados debajo
del féretro. El tercer dibujo exhibe al muerto cuando es llevado ante
la prescencia de Osiris, la deidad infernal que juzgaba las almas de
los muertos. (¡Esto fue lo que Smith identificó como Abraham senta-
do en el trono del Faraón!) La figura 2 era un disco redondo hecho
de tela y yeso, que habitualmente se colocaba como almohada de-
bajo de la cabeza del cadáver en el período egipcio posterior. El texto
que acompaña al dibujo, tal como puede confirmarse por otras
A NACRONISMOS E INEXACTITUDES H ISTÓRICAS EN LAS ESCRITURAS
DE LOS M ORMONES 557

copias de este documento bastante común y conocido, trata de los


hechizos mágicos que se practicahan para abrir la boca del muerto y
prepararlo para su audiencia con Osiris en el salón de juicio de los
muertos (como se establece detalladamente en el capítulo 125 del
Libro de los Muertos, el título egipcio del cual es P-r m h-r-w, o "El
Día de la Salida"). De más está decir que el concepto totalmente
equivocado de Joseph Smith, res pecto a su competencia en egiptolo-
gía antigua, queda a la vista y fuera de toda discusión.
APENDICE 4
INVENTARIO DE LOS MANUSCRITOS
BIBLICOS HALLADOS EN LAS CUEVAS
DEL MAR MUERTO
Una de las principales preocupaciones de la secta de Qumran fue en
diligente estudio de las Escrituras hebreas. Consideraban que esto era
esencial para un devoto servicio a Dios, a quien estaban consagrados
estos piadosos creyentes. Permanentemente, de día y de noche, habla
un continuado estudio de la Biblia y meditación, en grupos de diez o
más, cada uno de los cuaies estaba dirigido por un sacerdote.
Aparentemente la secta se instaló en Khirbet Qumran, asiento principal
de la orden, durante el reinado de Simón Macabeo (143-135 a. de J. C.)
cuya ascensión poder como sacerdote y como rey sobre toda la comu-
nidad judía se pensó que era totalmente contrario a la Escritura. (Como
levitas, a la familia de los Macabeos, a pesar de su formidable hazaña al
derrotar al tirano Antíoco Epífanes y al imperio de los Seléucidas, les
estaba vedado ocupar el trono, puesto que estaba reservado para los
descendientes del rey David.) Si Frank M. Cross (The Ancient Librory
of Qumron -La antigua biblioteca de Qumran- Nueva York: Double-
day, 1961) tiene razón en su interpretación de las alusiones en el Co-
mentario de Habacuc y otros p•sharim, el "Sacerdote Malvado", al cual
éstos se refieren como el perseguidor del "Maestro Justo" (que fundó la
secta) no era otro que el mismo Simón Macabeo, cuyos hijos perecieron
juntamente con él en un asesinato perpetrado por su propio yerno en
Jericó (evento que se consideró como el cumplimiento de la maldición
que estaba prevista para quien reconstruyera Jericó, de acuerdo con
Josué 6:26.) Podemos así dar razón de la abundancia de material manu-
scrito que paleográficamente se puede fechar en el segundo siglo a. de J.
C. Aparentemente sus huertos e insta laciones manufactureras situadas
en 'Ain Feshka, pocos kilómetros al sur de Khirbet Qumran, consti-
tuían el lugar donde se preparaban muchos de estos rollos, con cueros
cuidadosamente curtidos. (Cross contiene una lista de textos ya publi-
cados y asequibles al público en 1957.)
CUEVA NÚMERO UNO

1Qls•. La copia completa de los 66 capítulos de Isaías, que data de


558
I NVENTARIO DE LOS MANUSCRITOS 8 1BLICOS H ALLADOS EN LAS C UEVAS
DEL MAR M UERTO 559

alrededor del año 150 a. de J. C. [el manuscrito de Isafas del monas-


terio de San Marcos).
tQis>. Una copia incompleta de la última mitad de lsaías, del cual falta
por deterioro una porción de cada página; el texto se aproxima
mucho al texto consonantado del TM [el manuscrito de lsafas de la
Universidad Hebrea), alrededor de 50 a. de J. C.
tQHab. Un comentario versículo por versículo de Habacuc 1, 2, citado
de un texto muy similar al TM; interpreta acontecimientos recientes
como cumplimien to de las predicciones del profeta. Eser.ita
alrededor del año 75 a. de J. C.
lQM (para Mil~óm, guerra). Manuscrito la "Guerra de los hijos de luz
contra los hijos de las tinieblas;" documento sectario que contiene
planos para organ.izarse como fuerza de choque para Dios en el
"tiempo del fin" que se esperaba pronto. Primer siglo a. de J. C.
t QS [para Serekh, orden). " Manual de Disciplina" o " Regla de la con-
gregación" como se lo denomina indistintamente; la constitución y
estatutos de la secta de Qumran, con reglas para optar a la condición
de miembro, servicio, actividades comunitarias, disciplina para
mántener la pureza de la fe y conducta, Primer siglo a. de J. C.
tQH (para Hódayól, alabanzas). Cuatro hojas que contienen 20 salmos
de alabanza no canónicos, con algunas notorias diferencias del Sal-
terio tanto en lenguaje, como en expresión y teología. Primer siglo a.
de J. C.
tQpMic (comentario o pesher sobre Miqueas). Fragmento que se re-
fiere a una porción del capítulo 1 y del capítulo 6; usa una antigua
ortografía epigráfica para escribir YHWH.
Fragmentos del Pentateuco. Algunos de estos pequeños trozos están
en escritura epigráfica y algunos [como fragmentos de Levítico) es
posible que se remonten al siglo IV a. de J. C.
t QpPs 68. Un fragmento pesher sobre el Salmo 68.
tQJub. Un fragmento del seudoepigráfico Libro de los Jubileos.
lQDan. Algunos fragmentos de Daniel escritos en el segundo siglo a.
de J. C.; un fragmento muestra cuando se abandona el hebreo y
comienza el arameo en el capítulo 2.
tQApoc. El Génesis apócrifo, una ampliación al estilo de los midras
sobres las biografías de Noé y Abraham {posiblemente de otros en
las columnas perdidas). Solamente cinco columnas legibles de las
22 que componen la obra. Todas escritas en arameo. Escrito en el
primer siglo a. de J. C.

CUEVA NÚMERO DOS

ZQEx. Porciones de Exodo 1, 7, 9, 11, 12, 21, 26, 30; también hay otro
manuscrito representado, que contiene Exodo 18, 21 , 34.
560 REsEÑA CRITICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

2QJer. Porciones de Jeremías capitulas 42-46, 48, 49.


2QLev. Porciones de Levitico 11:22-28, en escritura epigráfica.
2QNum. Porciones de Números 3:51- 23; 49-52.
2QDeu. Un fragmento que contiene Deuteronomio 1 :17.
2QRu. Un fragmento de Rul 2:13-3:8, 14 -18.
2QPs. Porciones de los Salmos 10 3 (6-8) y 104 (6-11).
2QJub. Una porción en hebreo de Jubileos 46:1, 2.
Fragmentos de liturgia en arameo, referidos a una ceremonia sobre el
uso del pan.
Fragmentos misceláneos de manuscritos no bíblicos, alrededor de 40
en total.

CUEVA NÚMERO TRES


3Qls. Un pequeñ ísimo fragmento de lsofos 1 :1, posiblemente con un
pesher (comen tario).
3Qlnv. El célebre Rollo de Cobre, que contiene un inventario en he-
breo tipo Mishna de tres tiras de 20 cm por 2,5 en que hay doce
columnas que enumeran 60 escondites de tesoros correspondientes
al templo. Se lo relaciona con fragmentos de alfarería del primer
siglo d. de J. C.

CUEVA NÚMEROCUA TRO


4QSam•. Porciones de 1:22-2:6; 2:16-25. 27 fragmentos en cuero per-
tenecientes al primer siglo. Favorece constantemente las variantes
de la LXX, en comparación con el TM.
4QSam•. En escritura del tercer siglo a. de J. C. Usa una ortografía más
"defectiva" que el TM (es decir, menos vocales); prociones de 1
Samuel 19-21. Concuerda con la LXX en oposición al TM en cinco
ocasiones; pero también usa el TM en oposición a la LXX en dos
ocasiones.
4Qls. Representados doce diferentes manuscritos, que contienen por-
ciones de Isoías 12, 13, 22, 23, en una escritura de finales del primer
siglo a. de J. C. Parte del texto se ha perdido por desgaste. Nunca
favorece a la LXX contra el TM.
4QJer'. Versículos 9:22- 10:18, muestra omisiones del texto similares
a la LXX. (Ver Cross, ALQ, pág. 187.)
4QXII. En letra cursiva del siglo 11 a. de J. C.; siete diferentes manuscri-
tos representados de varias porciones de los doce profetas menores.
4QDeu. Un fragmento de Deuteronomio 32, un trozo contiene
32:41-43 escrito poéticamente en hemistiquios, con algunas lagu-
nas. En esta cueva hay representados trece diferentes manuscritos
de Deuteronomio.
4QEc. Un fragmento de Eclesiastés en cursiva del terce siglo a. de J. C.,
y otro de alrededor del año 150 a. de J. C. muy parecido en estilo a
tQls•.
!NvENTARJO DE LOS MANUSCRITOS BIBLICOS HALLADOS EN LAS CUEVAS
DEL MAR MUERTO 561

4QDan. Un escrito de finales del segundo siglo a. de J. C. que incluye


Daniel 2:4 y 8:1, los dos pasajes de transición (del hebreo al arameo,
y del arameo a hebreo respectivamente).
4QEx. Porciones de Exodo 6-18 en columnas de 32 líneas cada una. En
el relato de ·l as plagas tiende a favorecer el Pentateuco Samari-
tana en comparación con el TM y la LXX.
4QJob. En escritura epigráfica paleo-hebrea, pero al mismo tiempo con
proliferación de vocales de tipo asmoneo (lo cual prueba que
la escritura paleo-hebrea todavfa se usaba ocasionalmente en el se-
gundo siglo a. de J. C.
4QCh. Seis líneas que contienen solamente cuatro palabras completas
de Crónicas.
4QPs. Diez diferentes manuscritos representados de los Salmos.
4QLXX. Dos fragmentos griegos de la Septuaginta (F. M. Cross no
especifica en su "Report on the Biblical Fragments of Cave Four at
Wadi Qumran" - Informe sobre los fragmentos bíblicos de la Cueva
No. cuatro de Wadi Qumran- en BASOR No. 141, de febrero de
1956, de qué pasajes se trata.)
4QLXXLev. (QHBT 221-25, fotografiado y transcrito] 26:2-16.
4QLXXNum. (QHBT 219-20) 3:40- 42; 4:6-9 [QHBT 268 foto ).
4QNum. Un fragmento en que se combinan variantes que a veces
favorecen la LXX y otras, el Pentateuco Samaritano o los combina.
4QNab. La supuesta oración del rey Nabonido de Babilonia, luego de
sufrir una grave inflamación (¡no insania!) en la ciudad de Ternán,
Arabia (¡no en Babilonia!) y de ser curado por un anónimo exorciista
judío. Reconoce la impotencia de los ídolos y el poder del Dios de
los hebreos. Escrito en arameo.
CUEVA NÚMERO CINCO
Fragmentos de Tobías (tanto un fragmento hebreo corno uno ararne-o).
Fragmentos de la obra sadoquita.
CUEVA NÚMERO SEIS
Fragmentos de la obra sadoquita.
CUEVA NÚMERO SIETE
Esta cueva se destaca nítidamente de las demás en que los
documentos que contiene no están escritos ni en hebreo ni en arameo,
sino sólo en griego. 7Ql y 7Q2 fueron identificados corno documentos
pertenecientes a la Septuaginta, en la publicación original de estos 19
fragmentos; no fue sino hasta el año 1972 cuando José O'Callaghan, en
sus "¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qurnran?" (en Bibli-
c01, 7:1 [Roma: Pontifical Biblical lnstitute, 1972), págs. 91-104), identi-
ficó varios de los fragmentos más pequeños como elementos del Nuevo
Testamento. Nótese que solamente los cristianos utilizaban papiros, en
tanto que los judíos preferían pergamino o cuero.)
7Q1. Exodo 28:4-7 en un escrito conocido como Zierstil, utilizado en-
tre los años 100 a. de J. C. y 50 d. de J. C.
562 R ESEÑ:\ C RITICA DE UNA INTRODUCCIÓN A L A NTIGUO T ESTAMENTO

7Q2. Epístola de Jeremías il, il. también en Zierstil.


7Q4. 1 Timoteo 3:16: 4:1 . 3..
7Q5. Marcos 6:52-53. también en ZierstiJ, aparentemente copiado en
Egipto (a juzgar por una letra tan erróneamente sustítuida por una
delta en la palabra diaparosantes), y se caracteriza por la omisión
de una frase (eis ten gen) que nor malmente aparece en este
versículo.
7Q61 • Marcos 4:28, en escritura herculana (utilizada por los escribas
entre los años 5D y ao d. de J. C.)
7Q6'. Hechos 27:38. probablemente en escritura herculana.
7Q7. Marcos 12:17, probablemente en escritura Zierstil.
7Q8. Santiago 1:23. 2i, en escritura herculana; implica omisión d e gar
auton luego del verbo katenoésen.
7Q9. Romanos 5:11, 12 (probablemente) tal vez una copia del final del
primer siglo d. de J. C.
7Q10. 2 Pedro 1.:1.5 (posiblemente); no hay suficiente texto para es-
tablecer la fecha del copiado.
7Q15. Marcos 6:48 (posiblemente); fecha incierta.

CUEVA NÚMERO ONCE

Parece que estos documentos pertenecen al primer siglo después de


Cristo.
llQPs. Textos bastante completos de los Salmos 93-150. pero en un
o·rd en ligeramente distinto al TM. También figuran ocho salmos
adicionales no canónicos, incluyendo el "Salmo 1.5.'C de la Sep-
luaginta.
1lQtar.Job. Fragmentos claramente diferentes de los posteriores tár-
gumes normales.
llQMelchiz. Fragmentos de un comentario en prosa hebrea referido a
Melquisedec (cf. Génesis 14:17-201. que lo presenta corno un perso-
naje sobrehumano que intervendrá para lograr la victoria de Dios
contra sus enemigos en la tierra al final de los tiempos (cf. M. de
Jonge y A. S. van der Woude: Melchizedek and the New Tesloment
(Melquisedec y el Nuevo Testamento), en Estudios del Nuevo Tes-
tamento), No. 12, págs. 301-326; publicado por primera vez en Oud-
lestamentlische Studien, No. 11, [Leiden, Holanda, 1965). págs.
354-373}.

WADY MuRABBA'AT @ kilómetros al sur de Qumran)


1. Fragmentos bíblicos de Génesis 2:4; 32-35: Exodo 4 y 6; Deuterono-
mio 10-12, 1d; Isafas 1·4-14
2. Un manuscrito griego de los profetas menores, y documentos no
biblicos tales como:
l NVENTARIO DE l.OS MANUSCRITOS B fDLICOS H ALLADOS EN LAS C UEVAS
DEL MAR M UERTO 5..63

a) dos cartas personales de parte de Simón ben Kosebach (Bar


Kochba);
b) dos contratos en arameo;
e) algunos extensos manuscritos en arameo nabateo, dfficiles de
descürar;
d) un palimpsesto en antiguos caracteres epigráficos, que contiene
una lista de nombres, probablemente originado en el siglo VII a.
de J. C.
e) un fragmento en latin del segundo siglo d. de J.C., aparentemente
de carácter legal;
fl una carta de los adm.inistradores de Beit Mashbo.
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564
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Abimelec de C:erar. 14~-44 A l,-í,tm n. 21 4 • 1 ~
Abdía s. Libro. 331-36; bosquejo. 3.32; Autógra fos originales. 2:h2.!I., 3.9
fecha. 33.2clll Aut oridad bíblica, llw.6
Abraham, 186-90; y Génesis 1.4.. 235-37;
pacto de, ~ 60 Babilonia. ca utividad babilónica. 1:u.
Adán. his toricidad y caída , 220-2 1 289. 294-95, 324-25. 331-36. 342. 365·
Aga r. L44 6J!. 370- 75. 365-62 393-95, 400-02. 407-
Aggadah. 62 0-6. 418-28
Aknatón. [Am eno tep IV). 159, 2.93 Bel•el. excavación. 2..51:.5.8
Alejandro Magno. 417. 436-38 Biblia Heb reo: de Kittel. ~ 9..6; ediciones
Amenotcp 11. 2iZ, 521. 253"54 impresas. ,11
Amcnotcp 111. ill, llJl, 25.9
Amón•ra, 15.9 Calda del hombre. 220·22
Amós. Libro. JSQ-55• bosquejo. J.S.Q; Caldeos. ' Babilonia
fecha. 352, 53: in tegridad del tex to, Calendario hebreo, celebraciones.
353; paternidad. 351 -52· puntos de 262- 268
cont acto co n el Pen tateuco. 353-55 Cal igrafía, el arte. 16.2. 184-86
Angelología . .43:h:14 Ca naneos . 266· 69 2.!12. 2.9.6.. 302,c03
Antiguo Testame nt o; cro nología. 546· Canon a lejandrino. 78:.29
458; inl roducción. •Jntroduc:ci6n, Canon del Anliguo Teslu mento, 2.l.:Jl!l:
J\ntiguo Tes tamento; re lación al ' J\ntilegomena ; Antigíl edad. &2.1!:
Nuevo Tes tame nto. l.cl.11: unidad. 20- definició n, 2.1; di visiones. 2cZ!I.;
21: versiones. ~ Mipólesis del desarrollo. 83·86;
Animis mo, l.6.lh6.J pruebas de canonicidad, 82'.63
Antilcgomcno. 2.4..2.5 Ca non masorético. 25.,28
An tioco I V (Epifa nes) , J.Z!L 418. !1.3.5.. Ca non pales tin o, Zl!:JI.□
4.J.2:..4.Q. :i.5.6 Co nt ar d e los Cantares. 536-45;
Apócri fos. ca nonic id ad, 2.&B.2 bosquejo. 538· 39: canonicidad, 542:
Aqulla. vers ión de. 5.1 int erpretación. 542-45: pa ternida d
Arameísmos : critería para procedencia salomónica. 541-42; pa ternidnd y
de divisiones. 150,· 56· en Eclesiastés, reeh a . 5.3.!h!l.ll
529-30; en Job. 5)(f:J J: en Jonás. 345- Carbono l.1iL 202, Zl.6., 22.8
'l.6; en Rut. JJO; en los salmos Carquernts. batalla de. 325
da vid icos. 485 Carta de Aristeo a Filócrates, 4.2.-_48
Arameismos, 148-156, 150-56: palabras y Cartas de Tell el-Am arna. 1.5.0. 19.3. 248-
para lelos . 139-47· relatos dobles y :!J!. lli. 293· JQO 306:.QZ
para lelos. 139· 42: va ri anles entre Censo, las cifras de Números. ~
Yahweh y Elohim. J3hl6· variant es Cli nidro Tay lor. 323
en d icción y estilo. Ll!h39 Circuncisión. 191
Ara meo; en Daniel. :1.2.5, 432; en Esdras. Códi ce Al ejandrino. ~ 50. 2&29
!5.6 Cód ice Lyons. !i!l
Asirin. 299. 334, 337-38: 342-45. 357. Cód ice Palinses to de \Vurzburg, 54
389-90 :ili. !1.69 Cód ice S inofl ico, 5.0. Z9

571
572 REsEFlA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO 1'EsTAMENTO

Cód ice Vaticano, 4.11. 5D. Z9 Egipcios. textos de execración. 15.0. 1.9.J
Código de Hammurabí. lJl1. 12.9. 1fiJ. Egipto, 124-27 1.3.Z. liJ.:.H .. 15.!1:.6.P. 237•
191, 2.6.L 287. 3.2.8 4.2., 244-59 289-90 293-94 307-08 337-
Código Legal hitita . 189 3.ll. 357. 3.9.4. 397-96 <l.0.L.02
Código Sacerdocio. J73-6J. t7Q.!!2, 409- Elefanllna. papiros, 6.0. 323. 428. 432.
1 O. 'Teoría Documentos 4fill, 452. 455. 4.li.Z. 458
Código Sa ntidad. !!.!!. 2..6!i=.6.2 Elohim: variantes entre Yohweh y,
Concilio Cartago, 8l lJJ=.3.6
Concil io )amola. il, Zi, ~ 542 Embriología y evol ución, 210-11
Concilio. Trento, !i.4 Epicúreos. lll!, 5.33.:.J~
Concilio Trullano, 8J Epistemologia , Zl
Conquista de Canaán, 192-95, 254-59. Errores de escribas, 511,.62
266-90. 294-300. 306-08 Esdras, Nehemias; Libros. 451-58:
Corán . 15, 22, 23, 33, 12.6. 13.2; autenticidad. 454-58: bosquejo, 451;
anacronismos e inexactitudes his toricidad. 455-58; paternidad y
históricas. 54.9· 52 fecha. 452-54
Creación, días. 200-07 Estela de Amada, 253
Creacionismo. 207-19 Estela de Merneplá, 194-95. 252
Crítica a lt a . 99- ll!I' ' Teoría documento/ Estela de Tutmosis IV. 253"54
Crflica ba ja. del texto. li.lloZ.Q: ca non, 62· Estela Ka rn ak. 253
Jli; conlribuciones hebreas. ~ Estela Kawa, 325-26
definición. 5.8; metodologla. 6.tll.S; Estela Menfís. 253
1ipos de errores en los manuscritos. Estela Mernep ta. 252
5.8di.2 Estela Negra. 323
Crflica formal, il 102,.Ql) Estela Za ki r. 15.1
Crónicas, Libros de. 444•51; bosq uejo, Es ter. Libro, 456-62: bosquejo, 458-59:
4.4.5: confiabilidad his tórica. 442•51 ' canonicidad. 2.4; historicidad. 459-63:
fecha, 446-4 7: paternidad. U5 pa lernidad y fecha. 459
Cuevas del mar Muer'lo. manuscritos. Es toicos. Ui.9
558-563 Estilo hebreo, 1J6:J9 ll5:AZ
Etiópica, versión. 56
Da niel. Libro, 415-43; bosquejo. 4lfl•1Z: Evoluc ión emerge nte. 213-14
fuentes diversas. origen. 441-43: Evolución leista. 214-15
observaciones de los crfl icos. 418-40: Evo lucionismo moderno. 207-215
paternidad. 417- 18. 440-41; profecías. Exodo, Libro. 24.3•63: bosquejo. 243-44·
43 5-40; teología. g.J.:hM fecha. 247-59: his toria temprana de
Darwin. Carlos. 207-210. 213-215 Moisés. 244-45• pacto y decálogo, 259·
Decálogo, 2S9,.6.J 61: tabern áculo, 261-63, •rsroel en
Deu1ero .. Jsnías, • Jsoíos, Composición Egipto
Deuteronomio, Libro. 227.90· bosquejo. Ezequiel, Libro. 405-14: biografia del
2ZZ=.Z.8: ca nonicidad. 115.: fecha. 112- au tor. 4Q6: bosquejo. 405-06;
Ui: 2 ~ paternidad, ~ : canonicidad. 74; código sacerdotal,
principios fundamenta les. 22&Z9 409- 10; objeciones criticas, ~.06· 09:
Oía prolongado de Josué. 300-02 problema de capítulos, 4.2:.5.1. 410-14:
Difi cu ltades en la Biblia. 3!hJ.2 tratados firmados entre reyes vasallos.
Diluvio, U , 142-43. 2.2kJ.2 2.8.kJl.2
Disteleologia. 211 , 214
Dílogra fia. 5.9
Documento K. 99 Fe. ~
Fiestas hebreas, 26.6:.66
Documento l., 99 Filisteos. J.0.2:.0.8
Documento S. 100 Fisión, crfl ica textua l, 60
Docu mento Sadokita. Z!I Pormgeschichte, ' Critico formol
Fragmentarios. teóricos, 8.9. 92
Eclesiastés. Libro. 523-38; a nacronismos. Fusión. crítica textual. 5.9:.lill
53.4d6: bosquejo. ~ : canoni cidad,
H : paternidad y fecha. 526·38:
propósito y temo. 5.2.J Cemara, 6Zcfil!, Z.4
Egipcios. himnos. il6. ~ Genea logía, 2.5.. 215· l 9, 23.:h35
INDICE DE T EMAS Y N OMBRES 573

Génesis. Libro. 192•'42: bosquejo. 198· bislorin del texto. 398-99: integridad
99.: creación. 200·05: pa ternidad . 197• del texto. J99-400· pa ternidad. 3.9k9.8
9.9; relatos paralelos en, 139· 142 férico, ZSA=-55
Genética y evolución. 207-10 Job. Libro. 499-5]2: bosquejo, 500-01 :
Gilga mes. epopeya. al. 2..2.J.. z.3.2. 5.3-4 composición. 503-08: fecha de los
C raf- Wellh ausen Hipótesis. •Teorio sucesos. 501-03: integridad del tex to.
documental 508- 12: pa ternidad. 501: lema. 499· 50D
joel. Libro. 336- 40: bosquejo. 336-37:
Habacuc. Libro. 393-95: bosquejo. 393: pa1ernidad y fecha. 337-40
mensaje. 395: palernidad y fecha. jonás. Libro. 340•49· nutenlicidnd, 342·
393.95 il; bosq uejo. :!41: integridad del texto,
Habiru. ~.9.. 294-300 li.Z:.49: paternidad y fecha, 341·42
Hageo. Libro. 464-65: bosquejo. 4.61; José. histori a, 2..3.Ze.42
paterni dad y fecha. 46.4; trasfo ndo fos ué, Li bro, :l.ll.1:.:lml: bosquejo. 29) -92:
histórico. !1.65 día prolongado, 300-02; exterminio de
Hagiógrapha. Z2 los cananeos, 302· 03: paternidad y
Hai. excavación. 2..5&.5.2 fecha. 29kll.J
Halaknh. 61 Jueces. Libro. 303-09; bosquejo. 303-04;
Haplografín, crítica textual. 59. 63 contribuciones arqueológicas. 306-08:
Hesiquio. revisión, t9.:.5D cronología. 282-83; feche . 304 -05:
Hexapln de Orígenes. !l!, ftl, 55 paternidad y unidad. 305-06:
Hexaplo . Siria, 5.5 sacrificios humanos. 308·09
liexateuco. 90· 91 , 105· 0.6. 2.93
Hicsos. 186. 237-42, 244-45, 2.4.Jl. 2.4.&S.O Kethubim. ~ 26. 8.4:.B./i. 418
Hillel. escuela , 2.4
His tori a bebrea, reconstrucción. 157-1 81 Lamentaciones. Libro. 402-04; bosquejo,
1.0.3; paternidad y fecha. ~
Hombre. antigüedad. 2..15=-19
Nomocotelcuton. critica textual. 6J., 6.3 l..aquis: excnvnción, 2.5.6: tablillas. ;1112
Homofonia. crit ica textua l. 6D Lenguas semíticas y no semil icas. 1&.19
Horeos. 182 Lev íiico. Libro. ~ bosquejo. 264-65;
fies tas hebreas. 267-68· legislación
Jdolatrla . ]60-64, 3.Z1.,.29 levi lica. 265· 62· lipos de sacrificios.
Infalibilidad de los autógrafos 2.6.9
origina les. 2.3 30 Uteralura ocádica, U1.. 186-88. Ul3.. 2-:U..
Inspiración de las escri turas. defi nición, 41.6. !1.9.5. 5 31
il=.2.11; afirmada por la propia Li terntura Ho khmon, •u1 eroturo
escritura. U:30: autógrafos origi nales. sopjencio f
23-27: criterios sub-biblicos. 30· 3!i; Literal ura de Qumran. 22. ~ ill. 59·
•Qíficultodcs: evidencias. z.<cz.a; 6.2, 62.. Z4.. ZlU0, 1.1!1, 1fill, 315 3.9.i.
•Jnfobilidod; transmisión textua l. 428. 431. 471. 473, lli, 529, 5.3.ll. 542.
~ 5.5&.6.3
Introducció n del An tiguo Testamento. l.iterntura sapiencial. 480-82: aramea.
~ a lca nce. ll:.1J!; definición, lJi; 519
d isci pli nas. 15.:..l.Z; inl roducción Lileralura ugar[lico. 13.L J..3.9. lli.Q. JliL
especia l. 12. 190~545· inlroducción )76-77 185. 2.6Z. 2.!16. 4.26
genera l. Jk..1..7: 39· !95; relación entre el
Anliguo y el Nuevo Teslamenlo. lL..1.8 Macabeos. 418. 4.3.4.cA3
lsaios, Libro, 361· 386: autenticidad de Molnquíns. Libro. 473-75: bosqu<:jo, 474:
caps. 40-66, 384-388: bosquejo, 361· fecha. 474-75: paternidad. 474.75
6.3; composición. 36:i-86: estilo. 380-83;
Manua l de disciplina. 21, ll8. 431, 5.áJl.
manuscrito (Cueva lf. 22. ~ ~ • uicroluro Qumro n
5lh.62. 5.5.9; patern idad. 364-65· lema. Manuscrilos hebreos: era cris liono. 46·
306· 29· teologla . 163.,,8,4 :1.2.: fami lias. ~ origina les. ~
Israel en Egipto. 2.4!b.4.2 precristianos. 3.9.:Mi: tipos de errores.
6lh62
fahwist. •Tcorio documental Ma nuscritos, del Muerto. 55R-63:
Jenófanes, 159 • Lilerot uro Qumron
ler·e mins, Libro, 396-4Q2· asuntos Mardu k. ll9
his tóricos. 398-99· bosquejo. 396-92· Mari. lablillas. l.á.D. l8JI. 294
574 REsEiilA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTICUO ThsTAMENTO

Masora final. !lJlcZll; lateral, 69; mayor, Poesía hebrea . 426::62: caracterislicas.
69 g.7J...,J8; critica. 4.76: líteralura
Masoretas. ~ 418 sapiencial. 44 5-46: ril.mo, 42&8.0
Masorético. text o, il, ~ ál!:.!1.2, 68· Poliglatas: Antwerp, 5.lbil: comp lut ense.
211. to.o. 3ll&Jl9 fil!.!!;!; de Londres. Ji.Z; de París . SZ
Megilloth. Z3 Profecía hebrea. 322· 3-J • definición. J.U;
Metátesis. r.rílica textual. 59 función, 329-31: oficio, 3.2&29
Mídros. 62. lAJI Profetas: ca nonicidad. 8.4; introducción,
Mi lenio. 360. ilJDcll 321:3.1
Miqu eus, Libro, 358-60; bosquejo, 358· Proverbios. Libro. 512-22: bosquejo, 512·
5.ll: fecha. 3.5.9=16.Q: integridad del texto, 13: canonicidad. 7,5-,76; cnpilulos. 22·
360: paternidad , 359 2-4 y la Snbiduría de Amenemope. 520-
Mi snn, M:.IIZ, ~ 2.2: paternidad y fech11. 515•22:
Monoteísmo, 109 . ill, 158-80. !fil. 260· tér minos por "Sabídu.ria," 513• 14
fil. 5..1.Z
Moisés; hísloríe temprana. 244... 45; Rnmesés. cíudnd. 2.1.0, 25J
paternidad del Pentateuco, l..1&.3JI Rnmesés 11. 240-41 . 252 -53. ~ 259
Mormón. Libro, ~ unecronismos e Ra mesé s 111. ll!l, J.0.2::.0.II
lnexacliludes h islórícus, ~ Ras Shamra. tablillas. • Literatura
u¡;or(tico
Nabonido. il.J Razón y Revelación. 2-3
Nnbucodonosor. 324·25. 4J5, 419, 420, Religión, hebreo-cristíann. 21,22
il1, 430 44 2-4 3 Religiones comparadas. 156-60: en
Naciones, tabla, 233·-35 genera l. 21-23
Nahum , Libro. 389-91: bosquejo, 3119; Reyes, Libros de. 3.J.c2.ll: bosquejo, 318·
fecha. 3.QJl: mensaje. 390-Qt: origen del 1.9; fecha. 319·20: pat,crnídad. 319-20:
autor. 3B9 problemas de cronología, 320<2JI
Nebim, 22 Rituales. normas. l68•72. 184-85, 190-92
Nehemías. Libro. •Esdros•Nchemíos Roen Behi s tua, inscripción. ~
Neo-ortodoxa. posición de inspiración. Rut . Libro. !109-J 1: bosquejo. a,Q9; fecho.
30.c:15, 220 3-09.:.10; enseilanza. básica. ll.J
Noé. arca y diluvio, 222- 233
Números. Libro, 269•76: bosquejo. 269- Sabiduría de Amenemope. 520-22
ZJ; estadislicas. 272-76: paternidad, Sacerdocio. desarrollo. U:WU
2-15-W: principios fundamentales. Sacrificio: humano, 1.62. 308-09. 322·26·
2Z.c.Z2 sangre. 1.§Jl:Jl:!. ;¡fil_. Zflll:.20
Nuzi. labias, 12.L J..áll. 188-89. 294-95 Sacrificios cruentos, 269-2.7.l
Sa lmos. Libro. 483-98; ~ompllación, 490-
Oseas. Libro. 355-58' bosquejo. 355-56: 9.J; con tenido. 494-95; divisiones. fil;
el problema de Comer. 357-58: fecha de la co mpila ción. iJl4;
int egridad del texto, J5JI: pa ternidad y numeración, 49.:wl4: paternidad, 483-
fecha, 35Jb'iZ ll4: paternidad davídica. 484-87:
Salmos impr-e calorios. 4.9.6: Salmos
Pacto de gracia. 19&.9.9 mesíánicos, 497-96; términos técnicos.
Palabras tardías y aramelsmos. l!l&!i.ll 495-96: thulos hebreos, ~
Papiros: Chesler Benlly. AB. 52: Sammay. discípulos. ZA
• Elefontino; Egipcio, i8: Nash, ~ Samuel. Libro. 312d.Z; bosquejo. 3.J.k13.:
Ryla nds. Al! fecha. :1iJ- 14; supuestas
Parábolas. 222 inconsistencias, 316-17: texto. 3.1.5=.lJI
Pentateuco. antigüedad. 182-95; crítica Sal terio; galicano M; hebreo i l 11.3;
alta. 99-)14· paternidad, J Hi· JJQ; romano. 5.4
Samari tano. 46-47. 63. 293. ' Teorío Selección natural, 207· 15
documental Senaquerib. 3.22. 323,325. 3.6.5
Pentateuco sama rit ano. ~ !la. 293 Septu agi nt a (LXX): división de libros.
Períodos preprofético y profético. lliZ2; fragmen tos de manuscritos. 44•
152- 172 ü, ~ libros apócrifos. Zl!: relación
Período sncerdotal, 173-181 a los textos masoréticas. 5.0:62., ~ .
Persia, 436-41 , 4·SZ·58, 459-63, 470 100-02. m 398·9!!; revisión de
TEMAS Y NOMBRES 575

Luciano, 50; texto de Jerem!as, 398-99; 284-85; refinaciones del Siglo XX, 99-
títulos hebreos de los Salmos, 487-89; 14; relatos dobles. 139- 47: resumen del
uso en la crítica del texto. 50-51 desarrollo dialéctico. 97-98
Seli I, 258 Teoría JEDP, 96-97, 103-110; •Tuoría
Simaco, versión de, 51-52 documt:ntal
Soforim. 61, 65-68 Teoría, los días de la creación.
Sofon ías, Libro, 391-93; bosquejo. 391; representan edades, 206
mensaje, 392-93; palernidad y fecha, Teoría suplementaria del Pentateuco,
391-92 89-91
Suprahistoria. 220 Teoría Wellhausen; debilidades y
falacias, 115-119: •Teoría documental
Tabernáculo, 261-63 Tiraca, 325-26
Tabla de las naciones, 233-35 Tora, canonicidHd, 84
·ralmud, 67-68 Tosu/ lo, 67
Tannaim, 66 Tradición oral. 23, 103-04
"l'árgum; de ferusaltln, 53; de Jonatán ben Transmisión textual. 25-27
U.del, 53; de Onquelos. 53, 153; de un Tutmosis lll, 250, 251, 253, 254
seuda-Jonatán, 53 Tutmosis IV. 253-54
"l'ár¡¡umes arameos, 52-53. 78-79
Teodoción. 49. 52 Unüormis mo en gcolog!a, 200
Teología de crisis, • Neo-ortodoxia
Teoría, cristalización, 90 Verdad proposicional. 31-35
1'eoria de la creación, catástrofe. 202-03 Versión Armenia, 56
Teoría de la evolución, recapitulación. Versión Copta. 55-56
210 Versión Gótica, 56
Teoría día de la revelación, 203-05 Versión Latina antigua, 53-54
Teoría documental del Pentateuco; 8 7- Versión Peshita, Siríaca, 55, 63
98: argumentos en contra, 100-19; Versiones, Antiguo Testamento. 47-57
arqueología, 182-95: componentes Versiones Griegas, 47-52
básicos, 100-101: composición de Versiones Latinas, 53-54
Exodo, 244-45; composición de Josué Versiones Siríacas, 55
{hexe teuco) , 270-71; composición de Versiones Variantes, 26-27
Números, 275-76: debilidades y Vulgata, Latina. 54, 72. 312
falacias, 115· l 9: definición, 87:
desarrollo, 87-96: documentos, 96-97; Yahweh, 68, 131-36
Ezequiel. 409-10: fuentes de división, Ya'vdi, 151
131-56; historia, 87- 98: historia
hebrea, 157-81; informes paralelos, Zacarías, Libro, 564-73; bosquejo, 466-
139-47; nombres divinos. 131-36: 67: paternidad y fecha, 467; unidad,
palabras características, 136-39; 468-73
paternidad de Deut eronomio, 279-81, ZURO!, 66
Esta obra, a la que el doctor Wilbur M. Srnith definió corno «el
trabajo más importante sobre introducción al Antiguo Testamento
desde un punto de vista conservador que ha producido este siglo»,
ha sido totalmente revisada y puesta al día. Se ventilan a fondo las
últimas teorías críticas y se ofrecen fundadas alternativas evangélicas.
La primera parte, es decir, la introducción general , encara los
dificilísimos temas de la canonicidad, la historicidad, la inspiración,
los problemas textuales y la alta crítica. La segunda parte, referida
a la introducción especial, trata de las dificultades específicas de
cada uno de los libros del Antiguo Testamento. Incluye información
sobre el trasfondo de todos los escritos y un bosquejo de su plan
general.
Este volumen será de incalculable valor para el estudiante, el
erudito o el laico que desea entender el punto de vista conservador
de la introducción al Antiguo Testamento y que no teme analizar los
puntos de vista que sostiene la crítica.

GLEASON L. ARCHER tiene un grado de licenciado en artes del Seminario


Teológico de Princeton y de licenciado en derecho de la Escuela de Derecho
de Suffolk, además de poseer una licenciatura y una maestría en
humanidades y un doctorado en filosofía
de la Uni versidad de Harvard .
Actualmente es profesor emérito de
Antiguo Testamento de la Escuela ISBN 978-0-8254- 1033-8

Evangélica de Divinidad Trinity.


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9 780825 4103 38

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