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Tribunal Administrativo de Boyacá

Sala de Decisión No 3
Magistrada Ponente: Clara Elisa Cifuentes Ortiz
Tunja, julio treinta (30) de dos mil veinte (2020)

Medio de control: Reparación Directa


Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por la parte demandada contra la


sentencia de primera instancia proferida el 3 de septiembre de 2019 por el Juzgado
Segundo Administrativo Oral del Circuito Judicial de Sogamoso, mediante la cual se
accedió parcialmente a las pretensiones de la demanda.

I. ANTECEDENTES

1.1. Demanda (f. 2-9):

1.1.1. Pretensiones:

En ejercicio de la acción de reparación directa, Eustaquio Pacagui Holguín, por


intermedio de apoderado judicial, solicitó:

→ Se imponga multa a la demandada por su inasistencia a la audiencia de


conciliación como requisito de procedibilidad.

→ Se declare que el Ministerio de Defensa – Ejército Nacional es responsable


por daño especial, o cualquiera otra tesis jurídica que resulte demostrada, de
los daños y perjuicios causados a Eustaquio Pacagui Holguín en calidad de
propietario de los semovientes con ocasión de la incursión militar registrada
el 2 de octubre de 2015, en los predios de su propiedad ubicados en el Sector
Cueta, Vereda Guayabal del Municipio de Labranzagrande.
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Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
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→ Se condene a la demandada a pagar los perjuicios materiales y morales


ocasionados como consecuencia de “la destrucción” de 9 semovientes de
propiedad del demandante, así:

 Perjuicios patrimoniales: se ordene el pago de $27.000.000


indexados, por concepto del valor de los semovientes al momento de
su muerte.

 Perjuicios morales: 100 SMLMV por el dolor, angustia y sufrimiento


por la pérdida de los semovientes, los cuales representaban para el
demandante su actividad económica y “debido a su muerte, debió sobre
llevar circunstancias económicas graves, al no contar con ellos para su
comercialización o reproducción” (f. 4)

→ Se ordene el cumplimiento de la sentencia en los términos de los artículos


189 y 192 de la Ley 1437 de 2011.

→ Que las sumas reconocidas sean debidamente indexadas.

→ Ejecutoriada la sentencia, se expidan las primeras copias auténticas que


prestan mérito ejecutivo.

1.1.2. Hechos y fundamentos de derecho:

El supuesto fáctico que respalda el petitum de la demanda es el siguiente:

→ El demandante reside en el Municipio de Labranzagrande y su actividad


principal ha sido la agricultura y ganadería.

→ El 7 de enero de 2015, adquirió en compraventa 20 semovientes vacunos


machos por tres millones de pesos, cada uno.

→ Los 20 semovientes fueron trasladados al predio del demandante en el Sector


Cueta, Vereda Guayabal del Municipio de Labranzagrande.

→ El 2 de octubre de 2015, las tropas del Ejército Nacional, incursionaron


sorpresivamente el predio del demandante, donde se produjo un bombardeo,
en el cual murieron 9 bovinos.

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→ El 8 de octubre de 2015, el demandante presentó queja ante la Personería


Municipal de Yopal, donde dio cuenta de los hechos que ocasionaron la
pérdida de los animales.

→ Con la pérdida de los semovientes, el actor atravesó una crisis presupuestal,


toda vez que no pudo contar con los animales para realizar negocios ni
generar otro tipo de ingresos; “vivió momentos de angustia y consternación toda
vez que estos bovinos son el producto de su actividad económica” (f. 3).

1.2. Contestación de la demanda (f. 58-67):

El Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional se opuso a las pretensiones de


la demanda.

Manifestó que la entidad no es patrimonialmente responsable, toda vez que no existe


prueba que determinen los elementos que den lugar a la indemnización, ello, en la
medida que no existe evidencia sobre la muerte de los semovientes como
consecuencia del escenario circunstancial narrado en la demanda.

Dijo que era evidente la inexistencia del daño antijurídico y que las pruebas allegadas
no eran contundentes ni idóneas.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Segundo Administrativo Oral del Circuito Judicial de Sogamoso, puso


término a la instancia con sentencia proferida el 3 de septiembre de 2019.

En primer lugar, sostuvo que, a partir de las pruebas, se debía determinar si había
lugar a aplicar el título de imputación de riesgo excepcional o daño especial.
Posteriormente, refirió las pruebas allegadas y coligió que el demandante era
propietario de 20 semovientes y que el 2 de octubre de 2015 se llevó a cabo una
operación militar conjunta en el Municipio de Labranzagrande que generó la muerte
de algunos de ellos. A renglón seguido, discurrió:

“Ahora bien, en la demanda se señala que el resultado de la referida


operación militar fue el fallecimiento de nueve semovientes, sin embargo en
el Acta suscrita por el Comité Jurídico Operacional realizada el 3 de octubre
de 2015 (…), esta última circunstancia es entendible porque el demandante
no sabe firmar, como se puede corroborar con la copia de la cédula de
ciudadanía allegada, empero tratándose de documento público, suscrito por

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servidores públicos, no puede desconocerse su contenido y por lo mismo su


valor probatorio, documento que reseña la muerte de cinco bovinos machos
y pese a que se aprecia una inconsistencia al indicar que se trata de cinco
vacas, que en el argot corriente podría insinuarse que se trataba de cinco
bovinas hembras, en criterio del Despacho se trata de un simple error en el
registro sentado sin la capacidad de deslegitimar que se encuentra acreditada
la proporción del daño.” (f. 133).

A juicio del juez a quo, se demostró la ocurrencia del daño sufrido por el demandante
representado en cinco semovientes, el cual también reviste el carácter de antijurídico
en la medida que se produjo “por el uso de armas de fuego” (f. 133) y no por causas de
la naturaleza o que hubiere propiciado el demandante.

No obstante, al abordar el juicio de imputación, afirmó que “lo que no está probado es
que la muerte de los bovinos haya sido causado directamente por el accionar de las armas del
Ejército Nacional, lo que implica que no existan elementos para imputar el daño bajo el título
subjetivo de falla en el servicio ni tampoco a título objeto de daño especial” (f. 134). Por lo
anterior, adujo que el título de imputación correspondía al daño especial, toda vez
que el daño se causó en el marco de conductas lícitas de la entidad que tenían como
finalidad neutralizar las intenciones delictivas del GAO del ELN en la zona.

En línea con lo precedente, consideró que sí existió rompimiento de las cargas


públicas; citó el artículo 48 del Protocolo Adicional de los Convenios de Ginebra del
12 de agosto de 1949 y concluyó que está probado que la muerte de los semovientes
ocurrió por la operación militar ejecutada de manera legítima por el Ejército Nacional
y no por causa distinta, “ni siquiera por la conducta de un tercero, que en gracia de
encontrarse acreditada, en todo caso la responsabilidad es del Estado bajo el principio de
solidaridad en la que el ciudadano no está obligado a soportar esas cargas públicas, como lo
es la afectación de su patrimonio.” (f. 134 vto.).

Luego, procedió a tasar los perjuicios a favor del demandante. Sobre los materiales,
primero, indicó que se trataba de cinco y no nueve semovientes; que de conformidad
con la certificación expedida por la Asociación de Municipios del Piedemonte Oriental
de la Libertad “ASMUPO”, para la época de los hechos cada semoviente costaba tres
millones de pesos ($3.000.000) que, multiplicados por 5 y actualizados a la fecha de
la sentencia, ascendía a $18.159.122. Sobre los perjuicios morales dijo que no se
presumían y no se habían probado por lo cual no había lugar a su reconocimiento.

Por lo anterior, accedió parcialmente a las pretensiones de la demanda y se abstuvo


de condenar en costas.

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III. RECURSO DE APELACIÓN

Inconforme con la sentencia, la parte demandada presentó recurso de apelación (f.


139 y ss.).

Indicó que no se acudió a medios probatorios idóneos para endilgar responsabilidad


a la entidad ni a las previsiones del artículo 167 del Código General del Proceso, es
decir, no se acreditó que los 5 semovientes estuvieran inscritos en el Sistema
Nacional de Identificación e Información de Ganado Bovino, implementado en la Ley
914 de 2001, como de propiedad del demandante, la cual era necesaria para
demostrar la titularidad de los mismos.

Insistió que no ocurrió falla en el servicio ni daño especial, toda vez que la imputación
fáctica y jurídica brilla por su ausencia. A continuación, se discurrió:

“En síntesis, en relación con el título de imputación de falla en el servicio,


mismo que se colige del acontecer fáctico, no resulta probada, cuál fue la
falla, en consecuencia, no opera novación de responsabilidad de la entidad
demandada, debido a que no se probó que fuera la entidad la que ocasionara
el informado daño; máxime cuando para la época era casi que obligatoria la
presencia de la Fuerza Pública en la región para repeler el conflicto
armado, pero no por ello se puede colegir que la entidad sea la responsable
cuando se desconoce si en material de guerra encontrado en los semovientes
era de propiedad de la entidad castrense.” (Resaltado del original).

Agregó que no existe prueba que demuestra que la muerte de los semovientes sea
consecuencia del escenario o acontecer circunstancial narrado en la demanda.

IV. TRÁMITE DE LA SEGUNDA INSTANCIA

IV.1. Admisión recurso apelación (f. 162):

Mediante auto de 11 de diciembre de 2019, se resolvió admitir el recurso de apelación


presentado por la parte demandada contra la sentencia proferida el 3 de septiembre
de 2019.

IV.2. Traslado alegatos de conclusión (f. 166):

Admitido el recurso de apelación, mediante auto de 21 de febrero de 2020, se resolvió


prescindir de la audiencia de alegaciones y juzgamiento y, correr traslado a las partes
para alegar de conclusión.

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IV.2.1. Parte demandante (f. 169 y vto.): Reiteró en su integridad los


argumentos expuestos en el recurso de apelación y transcribió apartes
de la sentencia de primera instancia.

IV.2.2. Ministerio de Defensa – Ejército Nacional: Guardó silencio.

IV.2.3. Ministerio Público (f. 171-176 vto.):

El señor Procurador 122 Judicial II Delegado ante este Tribunal, opina que la
sentencia de primera instancia amerita ser confirmada.

Luego de referirse a los antecedentes del caso, los requisitos de la responsabilidad


del Estado y el tratamiento jurisprudencial de los títulos jurídicos de imputación frente
a los actos terroristas, abordó el caso concreto, en el cual se pronunció sobre los
hechos probados.

Consideró que se encuentra probada la ruptura de la igualdad entre las cargas


públicas, por cuanto el actor soportó una carga que no estaba llamado ni obligado a
soportar, bajo la óptica del daño especial.

Lo anterior, en tanto que, pese a que el Ejército Nacional actuó en cumplimiento de


una actividad legítima y lícita, incumplió la obligación de distinguir entre los bienes de
combate y aquellos que pertenecen a la población civil.

V. CONSIDERACIONES

Resuelve la Sala el recurso de apelación contra la sentencia de primera instancia


proferida por el Juzgado Segundo Administrativo de Oralidad de Sogamoso, que
accedió parcialmente a las pretensiones de la demanda.

5.1. Presupuestos de la responsabilidad extracontractual del Estado:

La responsabilidad patrimonial de la Administración a partir de la Carta Política de


1991 se fundamenta en el artículo 90 del estatuto superior, el cual estableció dos
elementos de la responsabilidad que son: i) El daño antijurídico y, ii) la imputación
del mismo a una autoridad en sentido lato o genérico, tanto por su acción como por
su omisión, ya sea atendiendo a los criterios de falla en el servicio, daño especial,
riesgo excepcional o cualquier otro.

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La jurisprudencia del Consejo de Estado así lo ha entendido:

“…porque a términos del art. 90 de la constitución política vigente, es más


adecuado que el Juez aborde, en primer lugar, el examen del daño
antijurídico, para, en un momento posterior explorar la imputación del mismo
al Estado o a una persona jurídica de derecho público.

“La objetivización del daño indemnizable que surge de este precepto


constitucional, como lo ha repetido en diversas oportunidades la Sala, sugiere
que, en lógica estricta, el Juez se ocupe inicialmente de establecer la
existencia del daño indemnizable que hoy es objetivamente comprobable y
cuya inexistencia determina el fracaso ineluctable de la pretensión”1

Entonces, el primer elemento, este es el daño, se circunscribe al menoscabo del


interés jurídico tutelado y a la antijuridicidad en que él no debe ser soportado por el
administrado, ya sea porque es contrario a la Constitución o a una norma legal o,
porque es irrazonable, sin depender de la licitud o ilicitud de la conducta desplegada
por la Administración2.

Lo anterior significa que si en el proceso no se logra establecer la ocurrencia de éste


–el daño-, se torna inútil cualquier otro análisis y juzgamiento, como lo ha señalado
la Sección Tercera del Consejo de Estado3.

En efecto, se ha enseñado que “… es indispensable, en primer término determinar la


existencia del daño y, una vez establecida la realidad del mismo, deducir sobre su naturaleza,
estos es, si el mismo puede, o no calificarse como o antijurídico, puesto que un juicio de
carácter negativo sobre tal aspecto, libera de toda responsabilidad al Estado…”, y, por tanto,
releva al juzgador de realizar la valoración del otro elemento de la responsabilidad estatal,
esto es, la imputación del daño al Estado, bajo cualquiera de los distintos títulos que para el
efecto se ha elaborado”4(Resaltado fuera de texto)

Así mismo la jurisprudencia de la Corte Constitucional ha asumido la anterior posición


en reiteradas ocasiones5, en la cual se ha puntualizado, entre otros aspectos, lo
siguiente:

1
Sentencia Consejo de Estado del diez de septiembre de 1993 expediente 6144 Consejero Ponente Juan
de Dios Montes.
2
Corte Constitucional, sentencia C-254 de 2003.
3
En este sentido pueden verse también las sentencias de 2 de marzo de 2000, exp. 11135; 9 de marzo
de 2000 exp. 11005; 16 de marzo de 2000 exp. 11890 y 18 de mayo de 2000 exp. 12129
4
Sentencia proferida por el Consejo de Estado del 4 de diciembre de 2002 expediente 12625 Consejero
Ponente Germán Rodríguez Villamizar
5
Ver, entre otras, las sentencias: C-333 de 1996, M.P. Alejandro Martínez Caballero; C-533 de 1996;
C-043 de 2004, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra; C-038 de 2006, M.P. Humberto Sierra Porto.

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“De manera tal que “la fuente de la responsabilidad patrimonial del Estado
es un daño que debe ser antijurídico, no porque la conducta del autor sea
contraria al derecho, sino porque el sujeto que lo sufre no tiene el deber
jurídico de soportar el perjuicio, razón por la cual se reputa indemnizable”6
(Resaltado fuera de texto)

El segundo elemento, este es la imputación, no es otra cosa que la atribución fáctica


y jurídica que del daño antijurídico se hace al Estado, de acuerdo a los criterios que
se elaboren para ello como, por ejemplo, la falla en el servicio, el desequilibrio de las
cargas públicas, la concreción de un riesgo excepcional o cualquiera otro que permita
hacer la atribución en el caso concreto.

Sobre la imputación, la Subsección “C” de la Sección Tercera del Consejo de Estado


en sentencia proferida el 18 de mayo de 2017 dentro del proceso con radicación
68001-23-31-000-2003-00450-01 (37497) y ponencia del Consejero Jaime Orlando
Santofimio Gamboa, explicó:

“Como se viene afirmando, la imputación exige analizar dos esferas: a) el


ámbito fáctico, y; b) la imputación jurídica7, en la que se debe determinar la
atribución conforme a un deber jurídico (que opera con fundamento en los
distintos criterios de imputación consolidados en el precedente de la Sala:
falla o falta en la prestación del servicio –simple, presunta y probada-; daño
especial –desequilibrio de las cargas públicas, daño anormal-; riesgo
excepcional). Adicionalmente, resulta relevante tener en cuenta los aspectos
de la teoría de la imputación objetiva de la responsabilidad patrimonial del
Estado. Precisamente, en el precedente jurisprudencial constitucional se
sostiene:

“La superioridad jerárquica de las normas constitucionales impide


al legislador diseñar un sistema de responsabilidad subjetiva para
el resarcimiento de los daños antijurídicos que son producto de
tales relaciones sustanciales o materiales que se dan entre los entes
públicos y los administrados. La responsabilidad objetiva en el
terreno de esas relaciones sustanciales es un imperativo
constitucional, no sólo por la norma expresa que así lo define, sino
también porque los principios y valores que fundamentan la
construcción del Estado según la cláusula social así lo exigen”8.

Sin duda, en la actualidad todo régimen de responsabilidad patrimonial del


Estado exige la afirmación del principio de imputabilidad9, según el cual, la

6
Sentencia C-533 de 1996.
7
“La imputación depende, pues, tanto de elementos subjetivos como objetivos”. SANCHEZ MORON,
Miguel. Derecho administrativo. Parte general., ob., cit., p.927.
8
Corte Constitucional, sentencia C-043 de 2004.
9
En los términos de Kant, dicha imputación se entiende: “Imputación (imputatio) en sentido moral es
el juicio por medio del cual alguien es considerado como autor (causa libera) de una acción, que
entonces se llama acto (factum) y está sometida a leyes; si el juicio lleva consigo a la vez las
consecuencias jurídicas del acto, es una imputación judicial (imputatio iudiciaria), en caso contrario,

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indemnización del daño antijurídico cabe achacarla al Estado cuando haya


el sustento fáctico y la atribución jurídica10. Debe quedar claro, que el
derecho no puede apartarse de las “estructuras reales si quiere tener alguna
eficacia sobre las mismas”11.
(…)

Debe, sin duda, plantearse un juicio de imputación en el que demostrado el


daño antijurídico, deba analizarse la atribución fáctica y jurídica en tres
escenarios: peligro, amenaza y daño. En concreto, la atribución jurídica
debe exigir que sea en un solo título de imputación, la falla en el servicio, en
el que deba encuadrarse la responsabilidad extracontractual del Estado,
sustentada en la vulneración de deberes normativos , que en muchas
ocasiones no se reducen al ámbito negativo, sino que se expresan como
deberes positivos en los que la procura o tutela eficaz de los derechos, bienes
e intereses jurídicos es lo esencial para que se cumpla con la cláusula del
Estado Social y Democrático de Derecho.

Así mismo, debe considerarse que la responsabilidad extracontractual no


puede reducirse a su consideración como herramienta destinada solamente
a la reparación, sino que debe contribuir con un efecto preventivo que
permita la mejora o la optimización en la prestación, realización o ejecución
de la actividad administrativa globalmente considerada.

Bajo los anteriores criterios la Sala realizará el juicio de imputación,


previendo, además, que la Corporación ha determinado que los escenarios en
que se discute la responsabilidad patrimonial del Estado se debe dar
aplicación al principio iura novit curia, lo cual implica que frente a los
hechos alegados y probados por la parte demandante, corresponde al juez
definir la norma o la motivación de la imputación aplicable al caso, potestad
del juez que no debe confundirse con la modificación de la causa petendi, esto
es, los hechos que se enuncian en la demanda como fundamento de la
pretensión.” (Resaltado fuera de texto)

Sin duda, todo régimen de responsabilidad del Estado exige la afirmación del
principio de imputabilidad, según el cual, la indemnización del daño antijurídico se

sólo una imputación dictaminadora (imputatio diiudicatoria)”. KANT, I. La metafísica de las


costumbres. Madrid, Alianza, 1989, p.35. En nuestro precedente jurisprudencial constitucional se
sostiene: “La jurisprudencia nacional ha recabado en ello al sentar la tesis de que la base de la
responsabilidad patrimonial del Estado la constituye la imputabilidad del daño. En efecto, con
fundamento en la jurisprudencia del Consejo de Estado, la Corte Constitucional ha sostenido que la
responsabilidad patrimonial del Estado y de las demás personas jurídicas públicas se deriva de la
imputabilidad del perjuicio a una de ellas, lo cual impide extenderla a la conducta de los particulares
o a las acciones u omisiones que tengan lugar por fuera del ámbito de la administración pública”.
Corte Constitucional, sentencia C-254 de 2003.
10
El “otro principio de responsabilidad patrimonial del Estado es el de imputabilidad. De conformidad
con éste, la indemnización del daño antijurídico le corresponde al estado cuando exista título jurídico
de atribución, es decir, cuando de la voluntad del constituyente o del legislador pueda deducirse que
la acción u omisión de una autoridad pública compromete al Estado con sus resultados”. Corte
Constitucional, sentencia C-254 de 2003.
11
“Tenía razón Welzel al considerar que el Derecho debe respetar estructuras antropológicas como la
capacidad de anticipación mental de objetivos cuando se dirige al hombre mediante normas. Desde
luego, si el ser humano no tuviera capacidad de adoptar o dejar de adoptar decisiones teniendo en
cuenta motivos normativos, sería inútil tratar de influir en el comportamiento humano mediante normas
prohibitivas o preceptivas”. MIR PUIG, Santiago. “Significado y alcance de la imputación objetiva en
el derecho penal”, en Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, 05-05-2003
[http://criminet.urg.es/recpc], pp.6 y 7.

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achaca al Estado cuando haya sustento fáctico y la atribución jurídica. Fuerza


precisar que el derecho no puede apartarse de las “estructuras reales si se quiere tener
alguna eficacia sobre las mismas”12

5.2. El título de imputación aplicable al caso concreto:

En la sentencia de primera instancia, a pesar que inicialmente se indicó que el daño


es antijurídico porque la muerte de los semovientes se produjo por el uso de armas
de fuego, el caso fue desarrollado bajo el régimen objetivo bajo el título de
imputación de daño especial, toda vez que, en criterio del juez a quo, “lo que no está
acreditado es que la muerte de los bovinos haya sido causada directamente por el accionar
de las armas del Ejército Nacional…”, las anteriores afirmaciones ameritan ser
analizadas y precisadas.

La demanda y la sentencia de primera instancia fueron sustentadas en la ocurrencia


de una operación militar desplegada en el Municipio de Labranzagrande, con el uso
de armas de fuego por parte del Ejército Nacional.

Contrario a lo sostenido por el juez de primera instancia, el Consejo de Estado, al


pronunciarse sobre el título de imputación cuando se trata de operaciones militares
que involucran armas de fuego, se ha pronunciado en los siguientes términos:

“En lo concerniente a la imputación jurídica, la Sala destaca que el daño


sucedió con ocasión de una actividad peligrosa desplegada por el Ejército
Nacional, esto es, la ejecución de un operativo militar denominado
Operación Minerva en el que emplearon armas de fuego de dotación oficial.
En este evento, la jurisprudencia ha establecido que el título de imputación
procedente es el objetivo de riesgo excepcional, en el que el demandante
únicamente debe probar el daño y el nexo causal181. Por ende, para
exonerarse de responsabilidad, la entidad demandada debe demostrar que el
daño se originó en una causal excluyente de responsabilidad.

Aun así, si el daño acaeció porque los agentes estatales incumplieron sus
deberes constitucionales y legales y la parte demandante alegó una falla del
servicio, es viable analizar el asunto bajo la óptica de este régimen subjetivo.
De esta manera, “se cumple con la función consustancial a la jurisprudencia
contencioso-administrativa de identificar las falencias que se presentan en el
ejercicio de la actividad administrativa, con el propósito de que: (i) la
definición para un caso concreto se convierta en advertencia para la
administración con el fin de que ésta procure evitar la reiteración de

12
MIR PUIG, Santiago. “Significado y alcance de la imputación objetiva en el derecho penal”, en
Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, 05-05-2003 [http://criminet.urg.es/recpc], pp.6
y 7.

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conductas anormales y (ii) esa decisión sirva para trazar políticas públicas
en materia de administración.”13

Entonces, si en este caso se trató de una operación militar desplegada con el fin de
neutralizar las intenciones delictivas que eran desarrolladas por el GAO ELN que,
además, involucró el ataque con armas de fuego, necesariamente deberá concluirse
que se trató de una actividad que, si bien fue legítima, es peligrosa y comportó un
riesgo exceptivo o de naturaleza anormal; por consiguiente, debe ser analizada bajo
la óptica del régimen objetivo con el título de imputación riesgo excepcional.

Así lo sostuvo la misma sección en la sentencia del 28 de junio de 2019 con ponencia
del mismo consejero, cuando afirmó que “[e]l riesgo excepcional procede cuando el daño
acaece como consecuencia de la actividad legítima de la administración pública, que
comporta un riesgo excesivo o de naturaleza anormal, sea porque la administración
incrementó el peligro inherente o intrínseco a la actividad o porque en el despliegue de la
actividad se crearon riesgos que, en atención a su exposición e intensidad, desbordaron o
excedieron lo que razonablemente debía asumir la víctima” (Negrilla fuera de texto).

En ese orden de ideas, en el caso bajo examen, al demandante le correspondía


probar únicamente el daño y el nexo causal.

5.3. Caso concreto:

5.3.1. Sobre la prueba de propiedad de los semovientes:

Uno de los argumentos de la parte demandada se contrae a señalar que el


demandante no acreditó la propiedad del ganado, toda vez que, a su juicio, no se
probó que estuvieran inscritos en el Sistema Nacional de Identificación e Información
de Ganado Bovino implementado en la Ley 914 de 2001. Para respaldar su dicho,
trajo en cita la sentencia proferida por el Consejo de Estado el 24 de mayo de 2017,
radicación 47844, C.P. Dr. Hernán Andrade Rincón, la cual discurrió:

“En materia de semovientes, particularmente los bovinos, el ordenamiento


jurídico ha establecido un régimen de registro similar, en la medida en que
las condiciones propias de dichos seres vivos lo permite, al de otro tipo de
bienes muebles; en efecto, a partir de la Ley 132 de 1931 se habilitó al
gobierno para que reglamentara lo relativo a hierros y marcas quemadoras,
lo cual se materializó con el Decreto 1372 de 1933, en el que se estableció,

13
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 22 de febrero de 2019, radicación 05001-23-31-
000-2004-01289-01(40256), C.P. Dr. Jaime Enrique Rodríguez Navas, demandante: Gloria Lucía
López y otros y, demandado: Ministerio de Defensa – Ejército Nacional.

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en el artículo 3: “[e]n todas las Alcaldías se abrirá un libro para el registro


municipal de marcas, en el cual se inscribirán todas las empleadas por los
ganaderos del Municipio haciendo constar el nombre del dueño y su vecindad,
el número de fincas en que emplee la marca, y se dejará el diseño exacto de
los hierros usados por cada ganadero”25. La finalidad de tal disposición
normativa radicaba en la necesidad de controlar tanto el tamaño de la marca
como su titularidad.

Si bien, los hechos que analiza la Sala en el sub lite tuvieron ocurrencia en el
año 2001, cabe señalar que a partir de la Ley 914 de 2004 comenzó a operar
el Sistema Nacional de Identificación e Información del Ganado Bovino –que
rige en la actualidad-, cuyo objeto es el de funcionar como un programa en
el cual se dispone

(…)
Con fundamento en las normas que en cada época han regulado la materia,
esta Subsección ha señalado que para demostrar el derecho de propiedad
sobre unidades o grupos de reses, es preciso allegar el “certificado expedido
por la autoridad competente en el que, quien pretenda demostrar tal
situación, aparezca como el titular del hierro, marca, cifra quemadora y/o
dispositivo de identificación, así como que los semovientes cuya propiedad se
busca acreditar hubieren exhibido, al momento de ocurrencia de los hechos,
tales hierros, marcas, cifras quemadoras y/o dispositivos de
identificación”31 (énfasis fuera de texto). En este punto cabe reiterar y
precisar que, de conformidad con el artículo 3° del Decreto 1372 de 1933 –
en vigor para la época de los hechos-, el certificado aludido es el del registro
municipal del hierro, marca o dispositivo de identificación, expedido por la
respectiva alcaldía, documento que no se suple ni se equipara
al boleto o papeleta de venta, emitido por quien vende, para hacer constar
la enajenación del ganado a un determinado comprador.
(…)

Lo anterior implica, en todo caso, que no existe un único elemento


probatorio determinante para demostrar la propiedad de los semovientes,
razón por la cual se debe hacer un análisis en conjunto de los medios de
prueba aportados al proceso para establecer si tal derecho se encuentra o
no acreditado, y con atención a la época de vigencia de las diferentes
normas.” (Resaltado fuera de texto)

Entonces, si bien es cierto que en la sentencia traída en cita por la entidad


demandada se hace énfasis en la existencia de un sistema que certifica la propiedad
del ganado bovino, no lo es menos que se advierte que no existe un único elemento
probatorio determinante para probarla.

Aunado a lo anterior, en la sentencia proferida el 29 de julio de 2015 en el proceso


radicado bajo el número 50001-23-31-000-2000-20211-01(33219) y con ponencia del
mismo Consejero, había reconocido la propiedad de los semovientes con
fundamento en papeletas de venta.

Más recientemente, la Subsección A de la Sección Tercera del Consejo de Estado


en sentencia proferida el 25 de julio de 2019, en el proceso radicado con el número
12
Medio de control: Reparación Directa
Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

15001-23-31-000-2005-02704-01(47099) y con ponencia del Consejero Doctor


Carlos Alberto Zambrano Barrera, sobre la prueba de propiedad de semovientes,
indicó:

“La parte demandante también solicitó indemnización por el detrimento


patrimonial derivado de la muerte de semovientes, causada con la
inundación y, en relación con ese perjuicio, allegó un certificado14 expedido
por la médico veterinaria Yamile Ibeth Nuván Nuván, según el cual, entre
octubre y noviembre de 2003, perecieron diez animales de aquellos que había
atendido en la finca San Pedro y anexas, de propiedad de los acá
demandantes, por presentar enfermedades metabólicas generadas por la
inundación.

Pues bien, en cuanto a la acreditación de la propiedad de semovientes,


esta Subsección ha dicho:

“Para efectos de acreditar la propiedad sobre semovientes, si bien


existe libertad probatoria como por regla general la hay para la
mayoría de bienes muebles, lo cierto es que desde el año de 1933
existen en el ordenamiento jurídico colombiano medios de acreditación
que facilitan probar la calidad de propietario sobre este tipo de bienes,
tales como el registro de hierros y marcas quemadoras o los bonos de
venta.

“La Sala encuentra oportuno aclarar que aunque la acreditación de la


propiedad (o de la posesión) del terreno en el que se encuentren los
semovientes no constituye prueba directa de la titularidad de los
animales, sí puede llegar a convertirse, dependiendo del caso concreto,
en un indicio que contribuya a inferir sobre (sic) la propiedad de las
cabezas de ganado o para (sic) el provecho que se le pudiera sacar al
terreno por la existencia de las mismas, pero, nunca será suficiente por
sí sola para probar la propiedad de los semovientes que pasten en él
(…)”15.

Así las cosas, como no existe un único elemento de prueba para demostrar la
propiedad de los semovientes y, por tanto, debe hacerse un análisis conjunto de
las piezas procesales para establecer si tal derecho se encuentra acreditado o
no16, la Sala considera que, en este caso, no se probó tal derecho (la propiedad
de las reses), pues el mencionado certificado solo advierte que los animales por
cuya pérdida se reclama se hallaban en predios de los demandantes,
circunstancia que no es suficiente para deducir a partir de ella la propiedad de
aquéllos.” (Se destaca)

En el plenario se encuentra probado que el señor Eustaquio Pacagui Holguín era


propietario de 20 vacunos machos de diferentes colores, mayores de 3 años,
valorados por un valor de $3.000.000 cada uno, “los cuales adquirió mediante una
compra que realizó el día siete (07) de enero del presente año al señor JAIME VEGA PRIETO

14
F. 166, c. 1.
15
Sentencia del 16 de julio de 2015 (expediente 34.046).
16
Esta Subsección se pronunció, en términos similares, en la sentencia del 5 de julio de 2018
(expediente 40.534).

13
Medio de control: Reparación Directa
Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

(…) según número de papeleta de venta 1487 (…) expedida en el municipio de


Labranzagrande y este ganado fue llevado para la vereda Guayabal sector Cueta a la finca
del señor Eustaquio Pacagui”, así se observa en la certificación expedida el 13 de
octubre de 2015 por la Asociación de Municipios del Piedemonte Oriental de la
Provincia de la Libertad – ASMUPO.

En efecto, en la Papeleta de Venta No. 1487 de 7 de enero de 2015 se prueba la


compraventa de los semovientes y la guía de movilización de ganado, en las cuales
se indicaron las marcas así (f. 12-13):

Así las cosas, si bien el registro en el Sistema Nacional de Identificación e


Información de Ganado Bovino permite determinar la titularidad de los semovientes,
lo cierto es que la papeleta de venta también ha sido aceptada por la
jurisprudencia para establecer la propiedad y, por tanto, en este caso, habrá de
concluirse que el señor Eustaquio Pacagui Holguín adquirió a título de compraventa
20 vacunos machos de varios colores. Como la propiedad se encuentra probada, el
cargo no prospera.

14
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Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

5.3.2. Sobre la responsabilidad del Ministerio de Defensa - Ejército Nacional:

La entidad demandada, en el recurso de apelación, argumentó: (i) no existen pruebas


que acrediten la responsabilidad a cargo de la entidad y (ii) no se probó que la muerte
de los semovientes ocurrió por el acontecer narrado en la demanda, es decir, la
incursión militar.

Previo a determinar el Ministerio de Defensa – Ejército Nacional es responsable o no


de los hechos ocurridos el 2 de octubre de 2015, la Sala se detendrá primero en el
valor probatorio de las pruebas arrimadas al plenario, en tanto la primera instancia
guardó silencio y resulta necesario para desarrollar el juicio de imputación.

5.3.2.1. Los elementos probatorios:

Además de las pruebas documentales, al plenario se allegaron (i) fotografías y (ii)


dos declaraciones extrajudiciales.

i. Las fotografías:

La Sección Tercera del Consejo de Estado el 3 de octubre de 2019, en el proceso


radicado con el número 68001-23-31-000-2000-03565-01(47007) y con ponencia del
Consejero Doctor Ramiro Pazos Guerrero, indicó:

“12. El valor probatorio de las fotografías y los hechos que con ellas se
documentan. El material fotográfico, como medio de prueba, se enlista
dentro de las denominadas documentales y, en tanto documento, reviste de un
“carácter representativo, que muestra un hecho distinto a él mismo”. De ahí
que, “[l]as fotografías por sí solas no acreditan que la imagen capturada
corresponda a los hechos que pretenden probarse”, con lo cual, el valor
probatorio que puedan tener “no depende únicamente de su autenticidad
formal, sino de la posibilidad de establecer si la imagen representa la
realidad de los hechos que se deducen o atribuyen, y no otros diferentes,
posiblemente variados por el tiempo, el lugar o el cambio de posición”.

12.1. En otras palabras, para que las fotografías tengan connotación


probatoria y puedan ser valoradas conforme a las reglas de la sana crítica,
se debe tener certeza las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que
fueron tomadas, lo que normalmente se devela a través de otros medios
complementarios. De esta forma, la autonomía demostrativa de dichos
documentos se reduce en la medida que se requieran otros medios de
convicción que las soporten.

12.2. Al presente caso se allegó en copia a color cuatro fotografías (fls. 40-
41, c. 2), dos de las cuales describen un planchón transportando varios
vehículos (fl. 40, c. 2) y, las otras dos dejan ver el cauce del río con unas

15
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Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

salientes metálicas a los lados indicativas de lo que podría ser un ferry (fl. 41,
c. 2). De conformidad con lo expuesto, las mencionadas fotografías no serán
valoradas, toda vez que no existe certeza en qué fecha fueron captadas, no se
sabe si el planchón que se visibiliza es del ferry denominado Diamante Uno o
de otro y, no existe dentro del plenario ninguna prueba que
complementariamente se haya propuesto aportar certeza sobre tales
elementos descriptivos.” (Resaltado fuera de texto).

En consecuencia, las fotografías (f. 15-19), no serán valoradas, toda vez que solo
dan cuenta del registro de varias imágenes, sin que sea posible determinar su origen,
lugar ni época en que fueron tomadas, pues al carecer de reconocimiento o
ratificación, no pueden cotejarse con otros medios de prueba allegados al proceso.
En otros términos, estos documentos no evidencian que los semovientes que se
observan en estos, efectivamente se trate de los que se refieren en la demanda.

ii. Declaraciones extrajudiciales:

El artículo 174 del Código General del Proceso, reza:

“Art. 174. Las pruebas practicadas válidamente en un proceso podrán


trasladarse a otro en copia y serán apreciadas sin más formalidades, siempre
que en el proceso de origen se hubieren practicado a petición de la parte contra
quien se aducen o con la audiencia de ella. En caso contrario, deberá surtirse
la contradicción en el proceso al que están destinadas. La misma regla se
aplicará a las pruebas extraprocesales.

La valoración de las pruebas trasladadas o extraprocesales y la definición de sus


consecuencias jurídicas corresponderá al juez ante quien se aduzcan”
(Resaltado fuera de texto original)

A su vez, el artículo 188 del mismo estatuto procesal, previó que a los testimonios
anticipados con o sin la intervención del juez, rendidos sin citación de la persona
contra quien se aduzcan en el proceso, deberán ratificarse, con la precisión que, si
el testigo no concurre a la audiencia de ratificación, su declaración no tendrá
valor.

Es decir que, en principio, para que sea posible otorgar valor probatorio a las
declaraciones rendidas ante notario público, es necesario que sean citados al
proceso quienes la rindieron para que confirmen lo dicho y de esta forma, la parte
contra la que se aducen, tenga derecho contradecirlos de conformidad con el artículo
29 de la Constitución Política.

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Sin embargo, la Subsección “A” de la Sección Segunda del Consejo de Estado, con
ponencia del Consejero Doctor William Hernández Gómez, proferida el 30 de marzo
de 2017, en el expediente radicado bajo el Nº 81-001-23-33-000-2013-00094-05
(4357-2014) al interpretar las normas sobre las declaraciones extra proceso,
consideró:

“…Respecto a la ratificación de testimonios, esta Corporación ha señalado17,


que aún cuando se ha predicado que la validez de las declaraciones
extraprocesales allegadas dentro de un proceso judicial se encuentra sujeta
a la citación de la parte contraria, a la posterior ratificación de las mismas o
a aquellos casos en los que exclusivamente la ley les habilita como prueba
sumaria -como garantía procesal que milita a favor de la parte contraria en
virtud del derecho de contradicción y de defensa-, éstas pueden ser tenidas en
cuenta, en los eventos en que hayan sido de pleno conocimiento de la parte
demandada, ya sea desde el agotamiento del procedimiento administrativo, o
en la instancia judicial pertinente.

En el presente caso, se observa que las declaraciones extraprocesales


rendidas ante el Notario Cuarto del Círculo de Pereira por los señores Luis
Alfonso Herrera Zuleta, Andrés Felipe Trujillo Ramírez (folios 119), María
Gladis González de Cerón (folio 120) y María Luzmila Callejas viuda de
Naranjo, Blanca Luz Godoy Quintero, Etelvina Ríos de Salinas y José Miguel
Rendón Castaño (folio 135) no valoradas por el a quo, fueron aportadas al
proceso por la entidad demandada y corresponden al expediente prestacional
del señor Julián Cadavid González (q.e.p.d) con número 10846 (folios 107 a
162).

Así mismo, se encuentra que el Ministerio de Defensa Nacional, Ejército


Nacional no solicitó su ratificación como lo indica el artículo 222 del Código
General del Proceso, ni tachó su falsedad. Por el contrario, fueron
decretadas en la audiencia de pruebas realizada el 25 de junio de 2014 (folios
165 a 167), sin que la entidad demandada interpusiera ningún recurso.

De esta manera, entiende la Subsección que el hecho de haberse tenido como


pruebas en la etapa procesal pertinente, los documentos aportados por la
parte demandada, y más aún, haberse verificado todas las oportunidades
legales para que fueran válidamente controvertidas, sin que se realizara
pronunciamiento alguno; constituyen suficientes argumentos para que éstas
adquieran plena validez probatoria y deban ser valoradas en cuanto a la
efectividad e idoneidad de su contenido frente a los hechos que pretenden
demostrar y en conjunto con el restante material probatorio.” (Subrayado
fuera de texto)

En el caso bajo examen, se observan las siguientes situaciones:

17
i) Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda, Subsección “A”,
sentencia de 15 de febrero de 2012, Consejero Ponente Gustavo Eduardo Gómez Aranguren, radicado
11001-03-15-000-2012-00035-00; ii) Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sección Tercera, Subsección “B”, sentencia de 5 de marzo de 2015, Consejero Ponente Ramiro Pazos
Guerrero, número interno 37310

17
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Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

1. Las declaraciones extrajudiciales rendidas por Víctor Javier Acevedo


Camacho y Ángel Eduardo Faracica fueron allegadas por la parte actora con
el escrito introductorio (f. 32 y 33).

2. Si bien en la demanda se solicitó la prueba testimonial de aquellas personas


y fue decretada (f. 8), no comparecieron a la audiencia de pruebas y se cerró
la etapa probatoria (f. 07 vto.).

3. El Ministerio de Defensa - Ejército Nacional no solicitó su ratificación.

Las tres premisas anteriores son suficientes para atender la jurisprudencia citada,
comoquiera que (i) las declaraciones extrajudiciales fueron puestas en conocimiento
de la entidad demandada y decretadas en la audiencia inicial, sin que las tachara de
falsas o presentara recurso y (ii) tampoco solicitó su ratificación; en consecuencia,
serán tenidas en cuenta por tener plena validez probatoria.

5.3.2.2. Análisis probatorio:

En la Orden de Operaciones No. 96 Otoño a la Orden de Operaciones Minerva del


Batallón de Infantería No. 44 “Cr. Ramón Nonato Pérez”, se dejó la siguiente
constancia (f. 21):

“02-OCTUBRE-2015 UBICACIÓN ÁREA CAMPAMENTARIA: Mediante


información de inteligencia obtenida por fuente humana y técnica, se logra
identificar una zona campamentaria ubicada sobre el sector conocido como
Quetana jurisdicción del municipio de Labranzagrande (Boyacá) la cual
alberga diez (10) terroristas pertenecientes al Frente José David Suárez del
ELN, entre los cuales se encuentra alias Batman cabecilla de esta estructura
terrorista.”

En el documento denominado “Proyecto de Respuesta Solicitud Documentación


Operacional Proceso Administrativo” que reposa a folio 68, por el cual se dio respuesta
al requerimiento sobre los hechos narrados por el demandante, se consignó:

“…el día dos (02) de Octubre de dos mil quince (2014) (sic), se llevó a cabo
operación militar conjunta entre la Octava (VIII) División del Ejército
Nacional de Colombia, el Comando Aereo de Combate No. 5 y el Grupo Aereo
del Casanare soportada en el informe de inteligencia descrito en el numeral
anterior y de clasificación SECRETO, bajo el nombre de ORUS-
CENTAURO-SATURNO-DIV8-RIME8-CITEC-RINFLUO-RIORI R3-
2015. Lo anterior, se realizó con el fin de neutralizar las intenciones delictivas
del GAO ELN, el cual se encontraba en la zona, así como también su área
campamentaria, junto con su capacidad armada y logística y, en general, con

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el objetivo de mitigar la presencia de este grupo sobre el departamento de


Boyacá, municipio de Labranzagrande, en el sector conocido como Quetana.

(…)

QUINTO: El día tres (03) de Octubre de dos mil quince (2015) realizó
presencia el Comité Jurídico Operacional de la Fuerza Aérea Colombiana –
Grupo Aéreo del Casanare en el área del objetivo militar con el fin de
verificar la posible ocurrencia de daños colaterales, mencionada tarea está
sustentada bajo el acta sin número de consecutivo pero firmada por los
participantes de dicho grupo operacional, en compañía del personal jurídico
del Ministerio de Defensa Nacional en donde se describen las actividades
realizadas detallando daños colaterales correspondientes a semovientes
(toros). Se anexa imágenes y videos.” (f. 69).

Obsérvese que, al día siguiente de los hechos, es decir, el 3 de octubre de 2015, la


entidad demandada acudió a los predios en los que se desarrolló la operación militar
para verificar los daños colaterales, entre los cuales, se nombraron a “unos toros”.

Lo anterior, asociado a que en el acta general que narró los hechos acaecidos el 2
de octubre de 2015 (f. 105), se indicó que las funcionarias de la entidad demandada
“se entrevistan con los campesinos de la región que aseguran ser los propietarios del terreno
y de las vacas, se le exige a los campesinos que demuestren los títulos que acreditan la
propiedad sobre el ganado afectado (5 vacas muertas y 2 heridas) machos. Todos los
semovientes son toros.”, además, se consignó:

“Se efectúa una verificación panorámica donde no se observan más daños, se


puede concluir que la pérdida del ganado posiblemente obedece al resultado
de la operación, no se registran daños a la población civil ni se registran
daños a cultivos agrícolas de ningún tipo; la construcción donde habitan los
campesinos no sufrió daños, pues se encuentra distante del punto donde se
efectuó el Código Beta. Los mismos pobladores manifiestan que su vivienda
no sufrió daños.

Se explica a los campesinos que habitan el predio el procedimiento jurídico


que deben seguir para obtener el resarcimiento de los perjuicios probados,
en primer lugar, deberán solicitar ante la procuraduría delegada ante los
jueces administrativos la realización de la conciliación prejudiciale,
aportando los documentos que permitan establecer la propiedad de los
semovientes y el valor de los mismos” (f. 105 y vto.)

Al revisar el acápite de firmas, no queda duda que el aquí demandante, Eustaquio


Pacagui Holguín, identificado con cédula de ciudadanía 4.143.064 de
Labranzagrande, participó en la reunión y figuró como propietario, pese a que se
indicó que no firmaba.

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Incluso, con ocasión de lo anterior, el 8 de octubre de 2016 acudió a la Personería


Municipal de Yopal para presentar queja en los siguientes términos:

“…formulo queja contra la topa agregada a la brigada XVI por hechos que
tuvieron lugar el día viernes dos (2) de octubre en el predio que es de mi
propiedad, ubicado en la vereda el COBE jurisdicción del municipio de la
branza grande (sic), personal del ejército adscrito a esa brigada, irrumpió
aproximadamente sobre las dos de la tarde el día que acabo de indicar, y de
manera violencia y arbitraria dispararon contra nueve semovientes de mi
propiedad, tal cual consta con las papeletas que acreditan que los
semovientes son míos, además de esto es de conocimiento de los habitantes y
vecinos del sector que el mismo día, la tropa del ejercito que operaba en este
sector realizo (sic) un bombardeo sobre la zona rural de la branza grande
(sic), cerca del perímetro de mi predio y que luego del bombardeo, militares
de a pie dispararon contra mis animales, esto se puede corroborar,
observando los impactos de bala que tienen mis animales muertos que son de
fusil.” (f. 14).

A más de lo anterior, se allegaron declaraciones extrajudiciales del señor Víctor


Javier Acevedo Camacho y Ángel Eduardo Faracica, quienes manifestaron:

“Manifiesto que el día 02 de octubre del año 2015 vi sobrevolar dos avionetas
sobre los predios del señor EUSTAQUIO PACAGUI HOLGUIN (…),
Avionetas desde las cuales se estaba bombardeando dicho predio; me consta
ya que ese día me encontraba en mi finca, que dista a una hora (caminando)
del predio antes mencionado, y desde mi finca pude ver las avionetas y
escuchar el ruido del bombardeo. Tres días después me dirigí al lugar de los
hechos y pude constatar que entre las consecuencias ocurridas por el
bombardeo del día 02 de octubre del año 2015 había ocho (08) semovientes
bovinos (Toros) muertos de aproximadamente 500 Kg cada uno, de propiedad
del señor EUSTAQUI PACAGUI HOLGUIN y que las cercas de alambre
estaban completamente destruidas, además de los daños al medio ambiente
entre ellos un nacedero de agua.” (f. 32 y 33).

Entonces, al revisar las pruebas en conjunto, no queda duda a la Sala que el señor
Eustaquio Pacagui Holguín era propietario de los semovientes que resultaron
muertos el 2 de octubre de 2015 por el operativo Código Beta adelantado por el
Ejército Nacional.

Ello, independiente a la cantidad de semovientes que se indicaron en cada uno de


los documentos, pues si bien en la demanda se dijo que eran nueve (9) y en las
declaraciones se afirmó que se trataba de ocho (8), lo cierto es que, en el acta
general, en presencia del aquí demandante, se identificaron cinco (5) semovientes
muertos.

A juicio de la Sala, se encuentra acreditado el nexo causal que permite establecer


la responsabilidad a cargo del Ministerio de Defensa – Ejército Nacional bajo el título

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de riesgo excepcional. Además, no se encuentra probada ninguna eximente de


responsabilidad que dé lugar a una decisión diferente a la adoptada por el juez de la
primera instancia.

Debe advertirse que el extremo pasivo de esta litis tampoco hizo esfuerzo alguno
encaminado a probar que el ganado bovino que se registró en el acta general no era
de propiedad del demandante.

Así las cosas, si la entidad adelantó una visita de verificación de daños colaterales y
se determinó que, en efecto, los toros de propiedad del demandante habían sido
afectados por el operativo, no será otra la conclusión frente a la obligación de reparar
los perjuicios; tanto así que instruyó a las personas que participaron sobre el
procedimiento que debían seguir para reclamar el pago de los perjuicios, esta es, la
conciliación extrajudicial.

Sobre el daño a bienes civiles, la Sección Tercera del Consejo de Estado en la


sentencia proferida el 25 de abril de 2012 con ponencia del Consejero Doctor Jaime
Orlando Santofimio Gamboa (radicación 68001-23-15-000-1997-00807-01), explicó:

“Es obligación de las partes en un conflicto el esforzarse por distinguir entre


objetivos militares y personas o bienes civiles”. En este sentido,
Los bienes civiles son “aquellos bienes que no pueden ser considerados
legítimamente como objetivos militares”; los objetivos militares, por su
parte, son “aquellos bienes que por su naturaleza, ubicación, finalidad o
utilización contribuyan eficazmente a la acción militar y cuya destrucción
total o parcial, captura o neutralización ofrezca, en las circunstancias del
caso, una ventaja militar definida”. (…) el desarrollo
de operaciones militares en todo caso deberá ceñirse a la normatividad del
DIH que impone especiales cargas y obligaciones para las partes en
desarrollo de los conflictos armados (…) además de vulnerarse el principio
de distinción, lo cierto es que los ataques y defensa militares implementados
por el Ejército resultaron, a todas luces, completamente desproporcionados
a tal punto que se destruyeron bienes civiles. En efecto, está proscrito que
las partes en la contienda militar usen ciertas armas, métodos o tácticas de
guerra, que causen daños a civiles en su persona o bienes.” (Resaltado fuera
de texto).

Entonces, la valoración en conjunto de los hechos probados en este proceso,


permiten inferir, como única conclusión, que el Ejército Nacional, al adelantar la
operación militar causó un daño antijurídico de naturaleza excepcional, es decir, que
el señor Pacagui Holguín no estaba en el deber de soportar la pérdida de sus bienes
como consecuencia de la labor del orden público y la persecución de las fuerzas
insurgentes constitucionalmente asignadas a las Fuerzas Militares.

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Las razones expuestas en precedencia son suficientes para confirmar la sentencia


de primera instancia.

5.4. Actualización de la condena:

El juez de primera instancia condenó al Ministerio de Defensa – Ejército Nacional por


la suma de $18.159.122 por concepto de los 5 semovientes muertos en el operativo
militar. Comoquiera que la sentencia fue proferida el 3 de septiembre de 2019, se
actualizará a la fecha de esta decisión:

Daño Índice Valor Valor


Desde Hasta Índice Final
emergente Inicial Indexación Indexado
$18.159.122 3/09/2019 30/07/2020 103,03 104,97 $ 341.927 $18.501.049

En consecuencia, la actualización de la condena asciende a dieciocho millones


quinientos un mil cuarenta y nueve pesos ($18.501.049), ello será indicado en la
parte resolutiva de la sentencia.

6. Costas:

El artículo 188 de la Ley 1437 de 2011 dispuso que el juez, en la sentencia dispondrá
sobre la condena en costas, excepto que se trate de un interés público. Tal condena
se sujetará a las normas del ordenamiento procesal civil, entonces:

→ Prevé el artículo 361 del CGP, que las costas están integradas por la totalidad
de expensas y gastos sufragados durante el curso del proceso, y por las
agencias en derecho.

→ El numeral 8º del artículo 365 del mismo ordenamiento, dispone que sólo
habrá lugar a ellas cuando en el expediente aparezca que se causaron y en
la medida de su comprobación.

En este caso al aplicar las reglas del ordenamiento procesal civil (artículo 365), se
encuentra lo siguiente:

→ La sentencia de primera instancia fue apelada por la parte demandante.

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→ Como se indicó en precedencia, la sentencia de primera instancia será


confirmada en su totalidad.

→ En la segunda instancia no se comprueban gastos procesales, no obstante,


como obra a folio 169, la parte demandante intervino presentando alegatos
de conclusión, lo cual daría lugar al reconocimiento de agencias en derecho
(numeral 8º).

Sin embargo, tal como se ha discurrido en esta providencia, al presentar las


alegaciones en segunda instancia, la parte actora no se ocupó de examinar los
argumentos de apelación, sino a reiterar lo expuesto en la demanda y a transcribir
apartes de la sentencia de primera instancia.

Entonces, como su intervención en nada fue determinante en la decisión que ahora


se toma al confirmar la sentencia apelada, no se condenará en costas ni se asignarán
agencias en derecho a su favor.

En mérito de lo expuesto, el Tribunal Administrativo de Boyacá, Sala de Decisión No.


3 de Decisión, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de
la ley,

FALLA

Primero. Confirmar la sentencia proferida por el Juzgado Segundo


Administrativo Oral del Circuito Judicial de Sogamoso el 3 de
septiembre de 2019 por la cual se accedió parcialmente a las
pretensiones de la demanda presentada por el señor Eustaquio
Pacagui Holguín contra el Ministerio de Defensa Nacional – Ejército
Nacional, por las razones vertidas en esta sentencia.

La condena ordenada en el numeral tercero se actualiza a la fecha de


esta sentencia. El valor que deberá pagar el Ministerio de Defensa
Nacional – Ejército Nacional al señor Eustaquio Pacagui Holguín, por
concepto de perjuicios materiales en la modalidad de daño emergente,
será dieciocho millones quinientos un mil cuarenta y nueve pesos
($18.501.049).

Segundo. Sin costas en esta instancia.

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Medio de control: Reparación Directa
Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

Tercero. En firme esta providencia, por Secretaría devuélvase el expediente al


despacho judicial de origen, previas las anotaciones del caso.

La anterior providencia fue estudiada y aprobada por la Sala de Decisión No. 3 en


sesión celebrada en la fecha.

Notifíquese y cúmplase,

CLARA ELISA CIFUENTES ORTIZ


Magistrada

JOSÉ A. FERNÁNDEZ OSORIO


Magistrado

HOJA DE FIRMAS
Medio de control: Reparación Directa
Demandante: Eustaquio Pacagui Holguín
Demandado: Ministerio de Defensa Nacional – Ejército Nacional
Expediente: 15759-33-33-002-2018-00026-01

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