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Unidad 4

Frandkin y Garavaglia: La Argentina colonial

El Paraguay y el Plata: Conquista y evolución temprana de la ocupación europea

La región rioplatense fue una de las últimas en incorporarse al impulso expansivo que había
inaugurado el viaje de Cristóbal Colón en 1492. El primer asentamiento estable de la región fue
el de Asunción de Paraguay, fundado en 1537, aunque permaneció aislado por dos decenios.
Puede decirse que el auténtico proceso se inicia con la fundación de Santiago del Estero en
1553 en el Tucumán.

Los primeros contactos con la población autóctona

El primer navegante que tocó las costas del Río de la Plata fue el piloto mayor Juan Díaz de
Solís. Su expedición sucumbió en manos de los indígenas en 1516.
En 1534, el hidalgo Don Pedro de Mendoza firmó una capitulación en Sevilla para realizar una
nueva tentativa de conquista.
En 1536 se produjo el primer intento de fundación de Buenos Aires, pero nuevamente el
asedio indígena obligó a una parte de los expedicionarios a remontar el Paraná río arriba. Esto
devino al año siguiente, en 1537, en la fundación de Asunción del Paraguay. Fue la primera
villa española estable de la región.
A partir de allí, múltiples villas fueron fundadas y luego destruidas por la presión de los
bandeirantes (aventureros portugueses que buscaban guaraníes para esclavizar). Por esto,
Asunción fue achicándose en beneficio de los portugueses.
La segunda fundación de Buenos Aires se produce en 1580.

El Paraguay colonial en el período temprano

Un tema tradicional en los estudios sobre el Paraguay es la “alianza” entre los invasores y los
carios de Lambaré. Vencidos, se vieron obligados a aceptar. Los europeos se ubicaron
rápidamente en el núcleo de una red concéntrica de reciprocidades; la diferencia radicó en la
actitud de no cumplir con su parte de obligaciones en el trato.

La alianza y el mestizaje en el Paraguay

Los indios entregan a sus mujeres en señal de reconocimiento de esa alianza y reciben,
además, regalos de los españoles a modo de contra don (generalmente herramientas de
producción)
Esas mujeres que los españoles comienzan a acumular representan en realidad una
acumulación de trabajo vivo, además de suponer el libre acceso sexual. Por esto último,
comienza el intenso y temprano proceso de mestizaje.
Los guaraníes habían dejado de ser guerreros para convertirse en esclavos. La violenta
reacción de Cabeza de Vaca que ajusticia al líder guaraní por el supuesto delito de negarse a
ayudar a los invasores deja muy en claro algo: la idea de estos era que los indios le sirvieran.
En resumen, existió una alianza entre los carios asuncenos y los europeos, pero muy
rápidamente los recién llegados desvirtuaron los términos de esa alianza y convirtieron los
primigenios lazos recíprocos de dones y contra dones en una relación asimétrica.

La mita y los indios de los pueblos


Los primeros pueblos indígenas nacen después de las instauraciones de las encomiendas en
1555.
En la región de Asunción, los pueblos primitivos fueron reemplazados por las reducciones
creadas por los padres franciscanos en la década de 1580
En las primeras ordenanzas sobre encomiendas, no se establece ningún tipo de duración
temporal para el cumplimiento de las mitas. El hecho de que no hubiera límite temporal para
la explotación de la fuerza de trabajo en cada turno parecería indicar que éste duraría tanto
como lo determinara el encomendero

La resistencia indígena y las reducciones

La resistencia guaraní se acentuó cuando Martínez de Irala procedió a los primeros repartos de
encomienda en 1555. Se destaca la del líder Overa entre 1575 y 1579. Después de dos o tres
enfrentamientos, los guaraníes fueron derrotados y duramente reprimidos.
A partir de 1574, los franciscanos se relacionaron estrechamente con la vida indígena. Gracias
a la acción de los franciscanos, en poco menos de una década los guaraníes del área de
influencia de Asunción fueron “reducidos” y el servicio de encomienda de los españoles se
regularizó.
Una serie de razones explican el rápido éxito de los franciscanos: el conocimiento de la lengua
y las costumbres guaraníes, la humildad y el desprendimiento material como principales
preceptos… Eran la contrafigura de los colonos europeos. Los franciscanos prometían un
mundo mejor en el “más allá”.

La caída de la población

Hubo una caída muy importante de la población indígena en los primeros cincuenta años.
Antes de la gran invasión bandeirante de 1632, los 100.000 indios de 1555 se habían reducido
a la mitad. Se estima que existían alrededor de medio millón de indígenas previo a la llegada
de los europeos, número que se vio reducido en los primeros cincuenta años en una cuarta
parte.
Las principales actividades económicas del Paraguay se veían reflejadas en la abundancia de
bastimentos de la región: productos como maíz, mandioca, frijoles, calabazas, maní y algodón.
Todos estos productos fueron adoptados rápidamente por los invasores. A ellos se sumaron
los introducidos por los europeos, como el trigo, vino, azúcar y los ganados, que comenzaron a
multiplicarse de manera extraordinaria.

Las ciudades tucumanas del camino del Potosí

A partir de Santiago del Estero se fueron extendiendo una serie de fundaciones de muy
humildes villorrios españoles que sobrevivieron en función de las relaciones con el área minera
altoperuana y con Potosí. El proceso de relaciones entre esta área fronteriza del Tucumán y el
núcleo minero se acelerará después de la década de 1570.

La técnica de la amalgama

Se trata de una técnica metalúrgica para obtener plata con ayuda del mercurio. Fue ampliada y
desarrollada en todos sus aspectos técnicos en territorio americano.
Justo a ese polo ordenador que fue la minería altoperuana, dos elementos más marcaron el
ritmo económico de este primer Tucumán colonial: las relaciones con Chile y los nexos con el
litoral fluvial y el litoral atlántico.

La población del Tucumán


A fines del siglo XVI, no más de 250 vecinos españoles constituyen el núcleo dominante de la
población de todas esas pobres villas hispanas, siendo Santiago del Estero y Córdoba las más
pobladas, de entre 150 y 270 mil individuos.
Las relaciones blanco/indio: encomiendas que se basaban en el servicio personal. Este servicio
se expresaba en los dos tipos fundamentales de prestaciones: las reguladas por turnos,
conocidas como mitas, y el yanaconazgo, nombre que deriva de la institución de los yanas
prehispánicos. En el Tucumán no pareció haber existido el sistema de repartimiento de
trabajo. Otra fuente del yanaconazgo eran las acciones de guerra, es decir, la captura lisa y
llana de “piezas de indios”. De esta práctica nace la costumbre de realizar correrías y malocas
entre los poblados indígenas a los efectos de capturar las piezas que, supuestamente vencidas
en la guerra, eran así yanaconizadas.

El papel de Buenos Aires

En este primer período, la actividad más destacada de la ciudad fue el contrabando y el tráfico
directo, que funcionaron como nexo en el Alto Perú minero y la economía atlántica. La primera
mercancía que Buenos Aires recibía por agua eran los esclavos africanos que entraban de
Brasil o directamente de África. El primer producto de exportación era la plata.
Entre 1586 y 1605 se registra la entrada al puerto de Buenos Aires de más de un centenar de
navíos.

Del Alto Perú al Paraguay: La progresiva constitución de un abanico regional en los márgenes
del Imperio

Llamamos “espacio peruano” a todo el inmenso territorio que la minería altoperuana fue
creando a su alrededor como polo de atracción y ordenamiento regional. Durante los siglos XVI
y XVII, éste abarcaba el territorio que se extendía desde Quito hasta el Paraguay. Cada una de
las regiones fue especializándose en una o dos mercancías que tenían un precio competitivo
en los mercados mineros.

El Tucumán y el corredor Potosí-Atlántico

Las relaciones interétnicas

1611: Visitador Francisco de Alfaro, oidor de la Audiencia de Charcas. El oidor prohíbe el


servicio personal y los yanaconas y dicta una serie de disposiciones para regularizar la situación
de las encomiendas tucumanas. A partir de 1613, los encomenderos presentan una serie de
documentos a la Corona quejándose de la actuación del visitador.
Estos documentos sirven como fuente para conocer la situación de los indígenas sometidos del
Tucumán: envíos de indios como cargadores a Potosí, trabajos en chacras, debilitamiento de la
estructura de los pueblos de indios, etc.

La resistencia indígena: los valles calchaquíes

Fue muy importante en toda el área y ello obligó a los españoles a conformarse con situar sus
primeros poblados en las llanuras bajas.
Los valles calchaquíes se dividen en tres áreas: de los pulares al norte, Calchaquí propiamente
dicho al centro, y Yocavil en el sur. Los tres estaban ocupados por diversos grupos étnicos.
Entre 1560 y 1563 tuvo lugar el primer gran levantamiento, liderado por Juan Calchaquí. Pero
la gran rebelión estallaría recién en 1630, que se extendió hasta 1643. Hacia el fin de los
levantamientos, algunos de los grupos del valle fueron desnaturalizados y repartidos entre los
vencedores como yanaconas.
El engarce con el espacio peruano

Desde el siglo XVI, los encomenderos y gobernadores del Tucumán llevan a cabo un comercio
con textiles de algodón, con vías en los mercados de Potosí y Chile.
El algodón de los pueblos de indios, siguió teniendo una presencia relevante en los mercados
regionales.

Cuyo y La Rioja en el espacio regional

Junto al sistema de mitayos, existió en Mendoza el yanaconazgo. Los indígenas así


encomendados vivían en las casas de la ciudad, las chacras y las estancias de los
encomenderos cuyanos. Los inicios de la producción agrícola regional no podían comprenderse
sin el trabajo de los yanaconas en las chacras que empezaron a instalar los españoles en el
valle.
Desde comienzos del siglo XVII, los vinos y aguardientes de Cuyo y La Rioja se hicieron
presentes en los mercados mediterráneos y litorales: Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.

El Paraguay

En las encomiendas paraguayas de la primera época, el trabajo de los indios de servicio no


tenía ninguna limitación temporal. Esto cambió a partir de las reglamentaciones desde 1597:
se establecieron tres tipos diversos de mitas, dependiendo de la distancia que separa a los
pueblos del lugar de cumplimiento.
En 1611 se produjo la visita de Francisco de Alfaro. El visitador venía con un objetivo claro:
suprimir el servicio personal para adecuar la realidad indígena local a la legislación de Indias.
Además, decidió prohibir definitivamente los beneficios yerbateros. La sublevación de los
colonos dio como resultado que todas las disposiciones quedaran en letra muerta, sobre todo
con las ordenanzas de 1618.

Los repartimientos de trabajo

En el Paraguay, la asignación de trabajadores por parte de las autoridades a empresarios no


encomenderos fue moneda corriente desde muy temprano y duró en alguna de sus
modalidades hasta fines del período colonial.

Buenos Aires y la economía-mundo

Ya sea desde Génova, Cádiz, Saint-Malo, Sevilla, Lisboa o Ámsterdam, las mercancías más
diversas toman el camino de Potosí vía Buenos Aires. Entre 1648 y fines de siglo, entran en la
ciudad más de 158 naves, casi el 40% son originarias de Holanda. Buenos Aires era, sin lugar a
dudas, un punto estratégico en el comercio colonial.
Ansaldi: América Latina. La construcción del orden: de la Colonia a la disolución de la
dominación oligárquica

Entre las clases más subalternas, ya había habido protestas contra el renovado centralismo de
las Coronas, pero ellas tuvieron un carácter local y limitado. Durante el dominio colonial se
produjeron numerosas rebeliones indígenas en el territorio hispanoamericano. Fueron
expresión del antagonismo entre república de indios y república de españoles.
Entre 1562 y 1667 se desarrollaron las llamadas Guerras Calchaquíes en el actual noroeste
argentino, protagonizadas por los diaguitas. Durante la breve Primera Guerra, los pueblos
originarios fueron comandados por el cacique Juan Calchaquí y los curacas Quipildor y
Viltipoco, quienes destruyeron tres de las ciudades fundadas por los españoles. La Segunda
Guerra se extendió entre 1630 y 1637. Dirigidos por Chalamín, quien luego fue apresado y
ejecutado por los españoles, los diaguitas destruyeron nuevamente ciudades erigidas por los
conquistadores. La Tercera Guerra (1658-1667) tuvo como jefe al andaluz Pedro Bohorquez,
quien alcanzó a organizar un importante ejército indígena y controlar la región. Pero
terminaría entregándose a las autoridades españoles, quienes lo ejecutan en Lima.
El punto más alto de la resistencia de los pueblos originarios fueron las rebeliones encabezas
por Tupac Amaru II y Tupac Catari en el espacio sur peruano entre 1780 y 1782. Fue una
protesta liderada por José Gabriel Condorcanqui, comerciante.
La movilización alcanzó dimensiones intolerables para el poder monárquico y fue duramente
reprimida. Ambos Tupac fueron apresados y ejecutados en 1781.
La Gran Rebelión había sido precedida por una serie de 132 revueltas en el espacio andino
peruano iniciadas en 1730.
La insurrección fue más radical que los movimientos suscitados por los criollos, tal como lo
muestran los ataques al trabajo forzado, los obrajes, los repartos y la esclavitud.
Los esclavos también participaron de revueltas en el contexto de centralización autoritaria.
Tres episodios perturbaron el empeño centralista. En 1789, la “inconfidencia mineira” puso en
evidencia la rivalidad entre las pretensiones de la Corona y los grupos poderosos locales,
abrumados por las presiones fiscales que apuntaban a la decadente minería del oro. José
Joaquim da Silva Xavier, Tiradentes, fue el líder de una revolución que nunca ocurrió. Fue
apresado y más tarde ejecutado, y así se convirtió en el primer mártir de la causa republicana
en Brasil.
En 1798 se produjo una conspiración en Bahía. A diferencia de la anterior, esta reunió soldados
y artesanos de origen mulato. La reacción era contra la reforma militar, en virtud de la cual se
había intentado imponer un comandante blanco al frente de un régimen mulato. En esta
ocasión, las ejecuciones de los rebeldes fueron masivas.
En 1817 estalló un nuevo movimiento en Recife que, al igual que en 1789, tenía una
inspiración republicana, con un tono fuertemente tributario de la Revolución Francesa. Pese a
su breve duración, dejó instalada la cuestión de la independencia. Duró apenas un mes,
culminando con ejecuciones y prisioneros. Sin embargo, ya era manifiesta la tensión entre el
monarca y unas élites locales que vivían el traslado de la corte imperial como una presencia
usurpadora en un territorio que asumían como propio.
El centralismo colonial español, lejos de sentar bases para la unidad, dejó semillas de
disgregación, que se evidenciaron con las independencias y sus posteriores luchas por la
conformación de Estados federales o unitarios.
La Iglesia controló durante todo el período colonial la educación en todos sus niveles. Los
hospitales, cementerios, registros de nacimientos, defunciones y matrimonios. El control de la
educación fue instrumento central para el dominio cultural de los colonizados. Los curas
aprendieron las lenguas de los indígenas como un instrumento para hacer más efectiva la tarea
de transferir las convicciones religiosas de estos a la católica impuesta por los colonizadores.
El papel de órgano de control para el Estado ejercido por la Iglesia se acentuaba en tiempos de
rebeliones indígenas: entonces, los curas fungían de informantes de conspiraciones.
Assadourian: Integración y desintegración regional en el espacio colonial. Un enfoque
histórico

La América española de comienzos del siglo XVII se halla fracturada en grandes zonas
económicas. Cada una de estas zonas conforma un verdadero espacio económico cuyo diseño
más simple sería el siguiente:

1. La estructura se asienta sobre uno o más productos dominantes que orientan un


crecimiento hacia afuera y sostienen el intercambio con la metrópoli
2. En cada zona se genera un proceso que conlleva una especialización regional del
trabajo
3. La metrópoli legisla un sistema para comunicarse directamente con dada zona
4. La metrópoli regula, interfiere o niega la relación entre estas grandes zonas coloniales

Una de estas grandes zonas es el espacio peruano. Constituye la pieza fundamental del
imperio en la segunda mitad del siglo XVI y gran parte del XVII. Sector dominante por la
minería de la plata. Este espacio económico se superpone con la zonificación política, ya que se
entiende sobre el ámbito real del virreinato del Perú.
Las características significativas del espacio peruano son su alto grado de autosuficiencia
económica y su máximo nivel de integración regional. Sus principales rubros son textiles,
esclavos y hierro. Las importaciones son saldadas exclusivamente con plata, producto que
conecta este espacio con el exterior.
Explicación del espacio integrado y autosuficiente: Potosí como centro de la minería de la
plata, sector dominante de todo el conjunto productivo del virreinato. Lima como centro
político de autoridad máxima dentro del espacio y como centro privilegiado por el monopolio
comercial metropolitano para asumir una función comercial monopólica dependiente en el
interior del sistema colonial. Justamente por estas funciones Potosí y Lima irradian impulsos
claves para la dinámica de estructuración del espacio peruano.
El crecimiento económico del espacio colonial peruano no es uniforme, sino que origina
desequilibrios, teniendo en cuenta diferentes factores:

1. Disputa de la mano de obra. La larga crisis demográfica de los siglos XVI y XVII agota la
oferta interna de mano de obra indígena y enardece la puja por ella.
2. Captación y permanencia en los mercados principales.
3. Mantención de niveles favorables de precios en el intercambio.

En síntesis, la estructura de dominación social revierte sobre el proceso económico. Ella


determina la relativa autosuficiencia de cada unidad de producción, la escasa dimensión y
dinamismo de los cambios en el interno de cada región. A pesar de su debilidad originaria, esta
estructura tuvo la fuerza o virtud para integrar económicamente a sus diversas regiones.

Crisis y desintegración

La crisis de Lima es la pérdida gradual de su capacidad de dominar comercialmente todo el


espacio y deriva directamente de su quiebra como centro monopólico exportador-importador
del virreinato. La decadencia de su posición jerárquica y económica estaría causada por dos
hechos principales:

1. La crisis de Potosí. Disminuye su disposición de metálico para saldar las importaciones.


2. La crisis del régimen de flotas. De regularidad anual y base del sistema comercial de
España con el espacio colonial. La bancarrota del régimen de flotas.
La dominación del Estado metropolitano

Para consolidar la permanencia de su dominación, el Estado metropolitano debe formular y


encauzar una política de estructuración interna del territorio dominado, valorando las
realidades económicas y sociales preexistentes sobre las nuevas formas concretas que impone
el grupo privado de los conquistadores. Al mismo tiempo dispone los cercos para evitar
conexiones disruptivas con otros espacios y canaliza los intercambios entre colonias y
metrópoli mediante un estricto sistema de accesos.
Existen cuatro rasgos distintivos de la política de encuadramiento:

1. La jerarquización de Lima como único punto de entrada y salida del espacio


2. La oclusión hacia el Atlántico portugués
3. La resistencia y negativa al entronque en el circuito Veracruz-Manila, con su escape a
China e India
4. La regulación estricta de las relaciones de intercambio con los otros espacios
coloniales de la América española.

Una de las premisas de la larga historia colonial reside en que las posesiones dominadas deben
alcanzar un nivel tal de rentabilidad que asegure el financiamiento de la administración y de la
defensa militar, satisfaga las pretensiones sociales y económicas del grupo dominante interno
y genere una corriente de excedente hacia la metrópoli.
Los impuestos directos de mayor envergadura pasaron sobre el sector minero con los nombres
de cobo y quinto. Siendo la minería el sector dominante de la economía peruana, cobos y
quintos concedieron dentro de ella una posición excepcional al Estado que obtenía, sin
inversiones ni riesgos previos.

Merluzzi: La monarquía española y los últimos incas ¿una frontera interior?

La conquista del Perú fue algo que necesitó varias décadas para realizarse. Los incas se
defendieron de los cristianos durante décadas hasta la derrota de Tupac Amaru en 1572. La
resistencia indígena ante los españoles duró más de cuarenta años después de lo que la
historiografía considera el momento de conquista del Perú: la captura de Atahualpa por
Pizarro después de caer Cajamarca.
Las diferentes etnias, sobre todo las que habían apoyado a los castellanos en la primera etapa
de conquista, encontraron en los nuevos dominadores un medio para emanciparse del
dominio incaico, llegando a establecer un nuevo equilibrio de poder.
El mosaico móvil que representaba la primera etapa de la vida del mundo andino virreinal se
apoyaba en una trama construida por la tipología de lazos establecidos entre los incas y los
grupos sometidos por ellos en el siglo y medio antecedente a la llegada de los europeos.

Recomponer la frontera interior: la opción de las negociaciones

La Corona, al carecer de recursos para organizar una expedición militar, se apoyó en las fuerzas
disponibles en territorio peruano, basadas en el apoyo de vecinos y encomenderos.
Tras varios años y múltiples expediciones, la situación seguía sin resolverse. En 1544 se
mantenían intactos los temores por la presencia amenazadora de los incas de Vilcabamba.
La opción de la negociación poseía dos puntos débiles, que la harían fracasar. El primero era la
falta de homogeneidad de las partes involucradas, faltando aquella “reciprocidad”, que es
precondición indispensable para la creación y mantenimiento de relaciones diplomáticas. El
segundo, era la proximidad de los territorios controlados por los incas “rebeldes” con el área
estratégica de Cuzco y las vías de comunicación con las áreas mineras del interior,
posibilitando la unión de diferentes grupos étnicos contra los cristianos.
Las negociaciones del presidente Gasca (1548-1550)

Fue el primer intento de encontrar una solución diplomática. Gasca consideró que, luego de
los conflictos y revueltas entre los mismos castellanos, la solución debía venir de opciones
pacíficas. A la vez que enviaba a visitadores a todas las provincias para averiguar las
condiciones locales, Gasca eligió a Cayo Topa para enviar emisarios al inca para que “prestara
servicio a Su Majestad”. A principios de julio de 1548, los mensajeros regresaron a Cuzco con
seis emisarios de Sayri Tupac encargados de ofrecer dones al presidente. Este respondió las
cortesías indígenas con un envío de dones para el inca y sus consejeros.
Sin embargo, el príncipe inca Cristóbal Paullu Inca, tío de Sayri Tupac, se había quedado a vivir
en el territorio controlado por los españoles, recibiendo ventajas por su colaboración. Paullu
enfermó. Retorno a Cuzco y murió pocos días después. Su repentina muerte perturbó a los
incas de Vilcabamba que sospecharon de una traición de los españoles. Esto que hizo que el
intento diplomático de Gasca fracasara.

Sayri Tupac y Felipe II: la ilusión de la recomposición (1552-1561)

En 1552, Felipe II escribió a Sayri Tupac una carta importante. Reconoció que la rebelión del
inca Manco fue causada por las vejaciones recibidas por parte de Pizarro y los suyos. El rey
garantizaba a Sayri Tupac el perdón general de todos los crímenes y de las acusaciones
cometidas durante la rebelión desde la muerte de Manco. Felipe II, además prometía que la
provincia de Vilcabamba no sería nunca asignada por parte de la corona a ningún súbdito
castellano, reconociendo la importancia simbólica de esta área para los indígenas.
El virrey Mendoza continuó con las negociaciones. Se optó por la estrategia de involucrar a
miembros de la familia real incaica residentes en Cuzco.
Luego se enviaron emisarios a Sayri Tupac conocedores del idioma y las costumbres incaicas.
Juan de Betanzos se casó con la hermana de Atahualpa, Angelina Yupanqui. Betanzos había
aprendido correctamente el quechua y había preparado el primer diccionario del idioma de los
incas.
Luego de múltiples negociaciones, el virrey Mendoza otorgó públicamente la clemencia a Sayri
Tupac. Se le concedieron importantes beneficios de tierras, pero con una importante
condición: que dejara Vilcabamba en seis meses. Luego de muchas dudas y rituales, el joven
soberano optó por aceptar la propuesta de los castellanos y trasladarse con toda la corte a
Cuzco.
En la violenta e intensa historia de las relaciones entre incas y españoles en el mundo andino,
era la primera vez que un soberano indígena visitaba pacíficamente una ciudad española.
Además, se trataba de la capital de los nuevos dominadores. También era la primera vez que
los europeos festejaban a un soberano indígena que se acercaba a sus esquemas.
Después de tantas ceremonias en Lima, la nueva capital del reino español, el antiguo soberano
inca se marchó hacia Cuzco, antigua capital de su gente. En el camino, los indios seguían
visitándolo y haciéndole homenajes. Cuando llegó a Huamanga, ciudad fundada por los
españoles, los vecinos lo acogieron aplaudiéndole y haciéndole cortesías y le acompañaron
ceremonialmente hasta su alojamiento. Posteriormente, para su educación a la fe católica,
Sayri Tupac fue encomendado al agustino Juan de Vivero y fue solemnemente bautizado a
finales de 1558 con el nombre de don Diego Hurtado de Mendoza Inca Manco Capac
Yupanqui. Su esposa, Cusi Huarcay, recibió el nombre de María Manrique y la hija fue
bautizada como Beatriz Clara Colla.
Sayri Tupac, ahora don Diego Hurtado de Mendoza Inca Manco Capac Yupanqui, se retiró a
vivir con su corte en el palacio de Yucay. Parecía haberse, por fin, llegado a recomponer la
fractura interna en el mundo andino entre este y el virrey. Los españoles quedaban entonces
satisfechos por haber solucionado la cuestión de la disidencia incaica de Vilcabamba.

Desconfiado de los españoles: Titu Cusi en Vilcabamba (1561-1565)

Si una parte de los herederos de los antiguos dominadores del Tawantinusyu habían
encontrado un favorable modus vivendi con los nuevos dominadores cristianos, otros se le
oponían ásperamente: es el caso de Titu Cusi Yupanqui, que había sucedido, entre los incas
rebeldes, al más remisivo hermano Sayri Tupac, después de su paz con los españoles. Titu Cusi
seguía aislado en Vilcabamba, que no había sido abandonada por los indígenas ni convertida
en un presidio militar español, como se había previsto por los gobernantes castellanos. El caso
apareció en toda su gravedad a la muerte de Sayri Tupac, que quebró el clima de
apaciguamiento en la tierra peruana y la relativa estrategia conciliadora de la monarquía.
El corregidor de Cuzco, el licenciado Polo Ondegardo, comprendió muy bien que se estaban
dando las premisas para un nuevo conflicto.
No entendí una garcha de esta parte we

Tratado de Acobamba (1565-1569)

Fue un acuerdo de paz firmado a orillas del río Acobamba, el 24 de agosto de 1566, entre los
reinos de España y Vilcabamba. Firmaron Titu Cusi Yupanqui y García de Melo.
Términos del tratado:

 El hijo del Inca Titu, Quispe Titu, se casaría con Beatriz Clara Coya después de
convertirse al catolicismo y recibiría las propiedades que su difunto suegro, el 2° inca
de Vilcabamba, Sayri Tupac, había recibido en Yucay, con el Inca como curador.
 El Inca recibiría una renta anual de 3.500 pesos de esas propiedades.
 El Inca permitiría en Vilcabamba, manteniendo encomendados "los indios que ahora
tiene en el asiento donde está, que son muchos".
 Permanecerían en Vilcabamba los indios de varios repartimientos y pueblos que
habían buscado refugio, por los cuales el Inca pagaría una compensación a los
afectados.
 Ninguna de las partes, recibiría más refugiados.
 El Inca aceptó recibir misioneros y un corregidor.
 También se comprometió a no volver a asaltar el territorio ocupado por los españoles,
a riesgo de ser causa de guerra.

Desenlace y conclusión

Pocos días después de estas capitulaciones, en la iglesia edificada en el pueblo de Zarco, fue
bautizado don Felipe Quispe Titu, el hijo de Titu Cusi. El tratado fue ratificado por Felipe II en
enero de 1569. Sin embargo, los acontecimientos siguieron un camino diferente a lo que
estaba establecido, a pesar de que ambas partes siguiesen atentamente los acuerdos. La
prematura muerte de Titu Cusi, en mayo de 1571, quebró las circunstancias del pacto,
subvirtiendo los términos del acuerdo y los intentos de pacificación para recomponer la
frontera entre el Perú de los españoles y el Perú de los incas de Vilcabamba.
La desconfianza que el nuevo virrey Francisco de Toledo, instalado en noviembre de 1569,
sentía por la política negociadora con los incas y la eficacia del tratado del Acobamba25
radicalizó aún más la crisis. El virrey, que gobernaría hasta agosto de 1581, organizó
rápidamente una expedición militar, guiada por Martín Hurtado de Abrieto, que conquistó
Vilcabamba el 24 de junio de 1572. El joven inca Tupac Amaru, que había conseguido escapar
del asalto, fue perseguido por los españoles durante varias semanas, hasta que los hombres
del capitán Martín García de Loyola le capturaron. Después de un controvertido y rápido juicio,
Tupac Amaru fue ejecutado el 24 de septiembre.
Abusos, antiguas enemistades, prejuicios, sospechas recíprocas, dobles juegos, causas
naturales, diferencias culturales, torpeza diplomática, multiplicidad de los actores en juego:
todos estos factores jugaron un papel importante en el fracaso de una reconciliación pacífica
entre los antiguos dominadores andinos y los castellanos.

Bethell: Historia de América Latina. América Latina colonial. Europa y América en los siglos
XVI, XVII, XVIII

España y América: el comercio atlántico, 1492-1720

La «carrera de Indias», era un factor económico y, en último término, social y cultural de gran
importancia. Las flotas traían a Europa maíz, patatas, azúcar y tabaco, así como oro y plata. A
su vez, Europa enviaba, al tiempo que gente y manufacturas, trigo, cerdos, ovejas y ganado
bovino que afectaron grandemente la dieta y el paisaje americanos.
España y Portugal disfrutaban de una gran ventaja sobre las naciones del occidente europeo
por la posesión de la costa y los estuarios entre Lisboa y el río Guadalquivir. Allí se encontraron
el Mediterráneo y el Atlántico, de igual modo que sus tradiciones marineras y sus técnicas de
navegación.
El barco básico de los primeros tiempos de la exploración atlántica fue la carabela. Era
pequeña incluso para la época, con un promedio aproximado de 100 toneladas, pero rápida y
marinera. A medida que los viajes se hicieron más continuos y creció el volumen del comercio,
se le unió un barco mercante mayor, la nao, de aparejos cuadrados. Alrededor de 1550 el
galeón se había perfeccionado y pronto reemplazó a la carabela. (Nota: son 20 páginas
hablando de los pormenores de los barcos, que me parece totalmente al pedo entonces no lo
puse we)
Durante la primera fase de la «carrera de Indias» —desde el viaje inicial de Colón hasta el final
de las conquistas en Tierra Firme (es decir, los primeros 40 años)— la gente era la carga
principal que salía de Europa. Al menos 200.000 personas, posiblemente unas 300.000, fueron
al Nuevo Mundo antes de 1600, y quizás un tercio, casi todos españoles, emigró durante las
dos primeras décadas. El principal cargamento que se traía de vuelta durante la primera etapa
de la «carrera» era el oro. De forma general, cuando se invadía una nueva zona, se arrebataba
a la población aborigen como botín, especialmente a las élites, toda la cantidad de aquel metal
que tuvieran acumulada. Los cueros eran la compañía fundamental del oro en los viajes de
regreso a España. En los 20 años que siguieron a 1492, los cueros se embarcaban hacia España
y las cantidades transportadas crecieron uniformemente durante casi un siglo. Los cueros
constituían un comercio básico en el siglo XVI, y su uso era mucho más frecuente de lo que es
hoy día.
Las famosas minas de plata de Nueva España y Perú eran, desde luego, la
mayor fuente de plata para los barcos con rumbo a España. El oro había sido
una característica de las islas y las tierras bajas, de la primera época y de las conquistas. La
plata procedía de las minas de las tierras altas, que al principio estaban vinculadas con grandes
poblaciones indias y, en menor medida, con la encomienda. Más tarde, las minas de plata,
especialmente las de Potosí en el Alto Perú, estarían más estrechamente conectadas con los
equipos de trabajo temporales de los indios (repartimientos o mitas). Alrededor de la década
de 1530 la plata sobrepasó al oro en el peso de los cargamentos. Unas 86 toneladas se
embarcaron durante esa década, frente a sólo unas 14 toneladas de oro. No obstante, las
minas de plata se hallaban sumidas en su propia crisis. La producción comenzó a descender: en
Potosí, después de 1592, una caída que duró mucho más de un siglo, y en Nueva España,
aproximadamente desde 1630 hasta casi finales del siglo XVII. Una de las causas de este
fenómeno era la dificultad de disponer fácilmente de suministros de mercurio.
Otros dos hechos apagaron el comercio interregional en las colonias después de 1630
aproximadamente. Uno fue la piratería. El otro factor que sofocó el comercio interregional a
mediados de siglo fue la falta de circulante. Las colonias venían sufriendo una fuerte escasez
monetaria con severos resultados.
Los primeros que desafiaron el poder español con seriedad fueron los holandeses. A fines del
siglo XVI eran la única nación europea con el suficiente poderío en el mar como para poderse
enfrentar a España y Portugal en el Nuevo Mundo y en las Indias Orientales. Sin embargo, para
muchos en Holanda e Inglaterra comenzaba a ser evidente que sería imposible hundir el
imperio español, aunque estuviera en decadencia, por medio de la piratería y de ataques a la
carrera.
Muchos autores han creído que la plata americana, proporcionó más tarde la fuerza o el
lubricante para la transmisión de una estructura capitalista de imposición europea a gran parte
del mundo.

Portugal y Brasil: estructuras políticas y económicas del imperio, 1580-1750

Portugal en el siglo XVI era una «monarquía agraria». La tierra, su principal activo, estaba
dividida en su mayor parte en grandes propiedades señoriales. El mismo rey era un
terrateniente. Al mismo tiempo Portugal ha sido llamada también una «monarquía marítima».
Dotada de una costa oceánica relativamente extensa, Portugal había hecho uso del mar a fines
de la Edad Media tanto para el comercio costero como para viajes a larga distancia.
La estructura económica y social creada por estos avances estaba dominada por el rey-
comerciante que poseía el monopolio del comercio.
La estructura social de Portugal era diferente a cualquier otra de Europa porque no había
experimentado el sistema feudal.
Medio siglo de guerra —y más de un siglo de piratería— había cargado de fuertes tensiones la
administración y, especialmente, la defensa del imperio portugués en Asia, África y América, y
había dejado exhaustos sus recursos. Hubo que recurrir a otras medidas para conseguir
fondos, incluyendo préstamos, voluntarios o por la fuerza.
El comercio entre Portugal, el resto del imperio portugués y Brasil estaba dominado de este a
oeste por los esclavos y de oeste a este por el azúcar.

Portugal y Brasil hacia 1695-1750

La crisis de la industria del azúcar en Brasil en la década de 1680 tras un siglo de crecimiento y
prosperidad inició una crisis económica en Portugal. Los ingresos del comercio colonial
disminuyeron tanto que Portugal ya no era capaz de comprar en el exterior las manufacturas
destinadas tanto a la metrópoli como a las colonias. Este hecho explica la política económica
del conde Ericeira, primer ministro de Pedro II (1683-1706), que intentó proteger y fomentar la
industria portuguesa como sustituto de las importaciones, al tiempo que también, en 1688,
devaluaba la moneda. Pero fue el oro lo que transformó la economía lusobrasileña e inició una
nueva era. La crisis económica había estimulado la búsqueda de oro en el interior de Brasil. Las
expediciones de bandeirantes que empezaron con la de Fernáo Dias Pais en 1674 se hicieron
más numerosas y decididas. Finalmente, en 1695, tuvo lugar el primer hallazgo significativo de
oro, siguiéndole, durante los siguientes 40 años, otros en Minas Gerais, Bahía, Goiás y Mato
Grosso.
El ciclo del oro brasileño tuvo un efecto importante en otro aspecto del comercio atlántico: el
comercio de esclavos de África. La demanda de trabajo en las zonas de producción de oro
mantuvo el nivel del comercio de esclavos a pesar de la depresión registrada en las regiones
azucareras.
La crisis económica de la década de 1680, el fin del ciclo del azúcar y el comienzo del ciclo del
oro dieron un nuevo ímpetu a la expansión de la frontera brasileña. Brasil estaba dejando de
ser un archipiélago costero, y estaba a punto de convertirse en un subcontinente.

Portugal y Brasil: la reorganización imperial, 1750-1808

El último hecho importante del reinado de D. Joáo V había sido el Tratado de Madrid (1750)
que, al reemplazar todos los tratados anteriores, desde Tordesillas en 1494 a Utrecht en 1713,
había intentado delimitar las fronteras de las posesiones españolas y portuguesas en América,
África y Asia sobre las bases de la ocupación de hecho. Las disputas territoriales entre Portugal
y España continuaron durante otros 16 años antes de que se alcanzara un nuevo compromiso.
El Tratado de San Ildefonso (1 de octubre de 1777) fue menos favorable para Portugal. Brasil
inició la desintegración del imperio portugués al proclamar su independencia en 1822.

La iglesia católica en la Hispanoamérica colonial

En la época de la primera llegada de Colón a las Antillas, el papado había estado interviniendo
durante más de medio siglo en las expediciones de exploración y conquista tanto de Portugal
como de Castilla. A cambio de la legitimación de los derechos que reivindicaban sobre un
continente sólo conquistado o explorado parcialmente, los Reyes Católicos estaban obligados a
promover la conversión de los habitantes de las tierras recién descubiertas y a proteger y
mantener a la iglesia militante bajo el Patronato Real. La corona de Castilla asumió el control
de la vida de la Iglesia en un grado desconocido en Europa. La política eclesiástica se convirtió
en un aspecto más de la política colonial, coordinada a partir de 1524 por el Consejo de Indias.
La corona se reservaba el derecho de presentar candidatos para los nombramientos
eclesiásticos en todos los niveles y se responsabilizaba de pagar los salarios y de construir y
dotar catedrales, iglesias, monasterios y hospitales con los diezmos de la producción agrícola y
ganadera.

Consolidación de la Iglesia

Hacia la primera mitad del siglo XVII, la Iglesia en todos sus aspectos (secular y regular, clerical
y laico) se había trasplantado de la península a las colonias americanas. Después de 1620, por
ejemplo, no se crearon nuevos obispados hasta 1777. Las consignas en todos los sentidos eran
estabilización y consolidación. La Iglesia, en efecto, vivía entonces de las rentas procedentes
del esfuerzo que había hecho en el siglo XVI. Sólo en un área específica se puede hablar de
crecimiento: la fundación de universidades.
Otro fenómeno del siglo XVII fue el endurecimiento de las actitudes adoptadas respecto a las
prácticas religiosas indígenas en las zonas centrales del dominio colonial. Hasta cierto punto se
podría decir que, si en el siglo anterior había dominado el ideal de la Iglesia local y el cultivo de
cierto diálogo intercultural y la prédica del evangelio, en el siglo XVII se vio con preocupación
que las religiones paganas habían sobrevivido y que seguían afectando las vidas de los nativos
de mil formas distintas. Existe una gran cantidad de datos que evidencian lo que podría
considerarse un fracaso parcial de los métodos de evangelización empleados. Podría pensarse
en buena lógica que la conclusión sería embarcarse en una nueva campaña misionera para
acabar con este creciente sincretismo; la realidad fue muy diferente. La época de los grandes
misioneros fue quedando atrás y la reemplazó una pastoral conservadora y rutinaria. Se tomó
la decisión de destruir todo lo que pudiera poner en evidencia errores pasados.
Los efectos del nuevo regalismo en la Iglesia a fines del siglo XVIII

Un intenso conflicto ideológico, con profundas repercusiones políticas y eclesiásticas, tuvo


lugar en la América del siglo XVIII, del mismo modo que en la España contemporánea.
Durante el siglo XVII se escribieron ambiciosos tratados teóricos que defendían el regalismo.
Los regalistas reformadores ilustrados veían a los jesuitas como el obstáculo decisivo para una
más completa confirmación del poder estatal sobre la Iglesia. Los jesuitas tenían amplios
poderes en el campo de la educación y, de forma más general, en la orientación de las
conciencias. La «doctrina» jesuítica llegó en cierto momento a convertirse en sinónimo de
presunta deslealtad hacia la corona.
La ofensiva regalista, desembarazada ya de la Compañía de Jesús, buscaba ahora colocar el
aparato eclesiástico bajo un control estatal aún más rígido. Carlos III prohibió primero la
enseñanza y luego la defensa pública de la «doctrina jesuítica». En 1768-1769, convocó una
serie de concilios provinciales «para exterminar las doctrinas relajadas y nuevas, sustituyendo
las antiguas y sanas»
Durante las dos últimas décadas de gobierno colonial español, la Iglesia (especialmente el alto
clero, predominantemente español) se mostró más dependiente y subordinada respecto al
estado de lo que pudo haberlo sido antes.

Bethell: Historia de América Latina. América Latina colonial: economía

El desarrollo urbano de la Hispanoamérica colonial

Como ocurre para la mayor parte de la historia colonial de Hispanoamérica, el desarrollo


urbano regional tiene dos prehistorias: una indígena, la otra española peninsular.
Aunque los españoles convirtieron algunas ciudades indias, como Tenochtitlan, Cholula o
Cuzco, a sus propias necesidades, la distribución espacial y la estructura de los poblados
indígenas dejaron una impronta aún más decisiva en el esquema de poblamiento
europeo.
En las postrimerías de la Edad Media, el ideal urbano hispánico surgía de una fusión de
fuentes clásicas y cristianas, reinterpretadas desde el siglo XIII. Sus principales
componentes eran los siguientes: 1) el concepto griego de polis, comunidad agrourbana
basada no en un «contrato» voluntario entre individuos, sino en una entidad «política»
de grupos integrados funcionalmente; 2) la noción imperial romana de municipio (civitas)
como instrumento de «civilización» de las gentes vinculadas al ámbito rural, y de las
civitates como partes constituyentes del imperio, más aún, de una «Ciudad de la
Humanidad» universal; 3) el concepto agustiniano de «Ciudad de Dios» opuesto al de
«Ciudad Terrena», oposición paradigmática entre la perfección cristiana y los sórdidos
descarríos y pecados de la ciudad terrenal; 4) la quimérica visión de una ciudad edénica
do-rada o paraíso terrenal, que debía ser descubierta en tierras lejanas, o la de una
ciudad futura de pobreza y piedad, que debería erigirse bajo los preceptos de la Iglesia
entre las gentes de ultramar recién convertidas a la humildad apostólica.

La estrategia urbana

El proyecto «castellano» de desarrollo urbano no se puso en práctica inmediatamente


en La Española, marco inicial del impulso colonizador español en América. Las primeras
ciudades fueron erigidas sobre planos irregulares y no se diferenciaban demasiado de las
«factorías» comerciales con que contaban los italianos en el Mediterráneo o los
portugueses en África.

La minería en la Hispanoamérica colonial


Los españoles recorrieron de punta a punta las Américas en busca de yacimientos de ambos
metales. Ello explica en parte la asombrosa rapidez con que exploraron y poblaron los
territorios del continente que les correspondieron. Poblaron el Caribe con la esperanza de
encontrar oro; al encontrar poco en las islas, fueron seducidos por visiones de oro que les
llevaron hasta el istmo, después a Nueva España y más tarde al Perú. Tanto Nueva España
como el Perú y el norte de Nueva Granada, rindieron buenas ganancias en oro.
La minería colonial de la plata normalmente explotaba los filones mediante el sistema de
excavación abierta, para después ahondar la prospección a mayor profundidad en busca de
concentraciones más ricas de mineral. Este procedimiento, que llevó a trazar túneles
retorcidos y estrechos, se llamó en Nueva España «sistema del rato»
El mineral de plata era desmenuzado en la mina con el fin de eliminar los materiales inútiles. El
concentrado resultante quedaba entonces listo para ser sometido al proceso de
transformación, que normalmente se llevaba a cabo en una refinería conocida en Nueva
España como «hacienda de minas» y en los Andes como «ingenio».

Formación y estructura económica de la hacienda en nueva España

La primera revolución que transformó el suelo en Mesoamérica fue la invención de la propia


agricultura y unas décadas después de la conquista se produjo la segunda revolución, al
combinarse el descenso brutal de la población nativa con la penetración de los españoles en el
territorio y la propagación en éste de las plantas y animales europeos. La rapidez de este
proceso puede quizás explicarse por la previa aclimatación de la flora y fauna europeas en las
islas Canarias y en las del Caribe y por las condiciones naturales que presentaba el suelo
americano.
La caña de azúcar fue otro de los vehículos que contribuyó a la gran transformación del medio
natural y social. Se introdujo desde la década de 1530 en las tierras templadas y calientes del
sur de la capital.
los españoles no se interesaron por la agricultura. Por entonces, la agricultura indígena era
más que suficiente para satisfacer la demanda. En principio, sólo Cortés y unos pocos más
sembraron semillas traídas de Europa en estas tierras fértiles. Ellos cosecharon irregularmente
y con dificultad, y de manera frecuente abandonaban los cultivos para dedicarse a otras
actividades más lucrativas.

Aspectos de la economía interna de la américa española colonial: fuerza de trabajo, sistema


tributario, distribución e intercambios

Las colonias son estructuradas por los que las gobiernan para beneficiar a la madre patria y a
sus clases dirigentes. En este sentido, la magnitud del éxito de los gobernantes las convierte en
colonias extrovertidas. Éstas están, al menos en parte, organizadas económicamente para
suministrar a otros lugares cantidades significativas de sus productos y materias primas más
valiosas y rentables. Gran parte de la historia económica que conocemos sobre la América
española colonial ha surgido de los estudios que muestran cómo los españoles intentaban por
medio de las colonias cubrir las necesidades de la metrópoli. La conexión marítima, la Carrera
de Indias, y el sistema de flotas han sido los temas más enfatizados por la investigación.
A medida que la era de la Conquista llegaba a su fin y se agotaban los excedentes, se
empezaron a desarrollar medios más sistemáticos de extracción. Uno de los métodos
principales fue la explotación directa de la propia población nativa. En las colonias españolas
de América, los sistemas de utilización del suministro de mano de obra local variaron
ampliamente en relación al tiempo y lugar, aunque siempre estuvo presente un determinado
principio o forma de organización subyacente. En primer lugar, hubo una estrecha correlación
entre la organización sociocultural de las sociedades indígenas y las formas de organización
laboral que los colonizadores españoles trataron de imponer a los indios. En sociedades
estratificadas complejas, los invasores encontraron condiciones existentes de esclavitud,
servidumbre y perpetuidad laboral. En muchos de estos casos, los invasores simplemente
eliminaron la cúspide de la pirámide social (reyes, casas reales y gobernantes de grandes
regiones) y entonces gobernaron usando aproximadamente los mismos sistemas laborales,
pero con gobernantes indígenas de menor categoría, tales como los caciques que sirvieron
como administradores.
El esclavismo fue así el primer sistema laboral en casi todas las colonias, pero en la mayoría de
las regiones pronto se tendió a contener este proceso.
El medio dominante de acumulación y extracción de capital fue el sistema tributario. Durante
casi todo el período colonial y, realmente en algunas partes de la América española, hasta
fines del siglo XIX, el principal gravamen impuesto a las clases bajas fue el tributo, impuesto
individual recaudado casi completamente a los indígenas como símbolo de su condición
dominada. Esta contribución por cabeza, que no tenía en cuenta propiedades o salarios, tenía
sus orígenes en las capitaciones europeas de la baja Edad Media.

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