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Reconocimiento y lucha de clases en Karl Marx y Axel Honneth

PRIMERA PARTE :

Karl Marx es un pensador de carácter universal. Sus obras han generado un


impacto significativo en la historia de la humanidad y su pensamiento ha sido
motivo de discusión y polémica. El pensamiento de Marx se ubica como una
teoría científica que trata de estudiar la sociedad desde su estructura para
poder comprender su movimiento. Por ello, ha sido asimilado por diversos
científicos sociales. Asimismo, su propuesta ha impactado en áreas tan
diversas como la psicología, la biología, la física, entre otras. Con ello, la obra
de Marx se convierte en uno de los pensamientos que más han influenciado en
las distintas ramas del saber.

Por su parte, la “gramática de los conflictos sociales” propuesto por Axel


Honneth intenta dar una explicación novedosa del enfrentamiento entre
individuos y grupos humanos. Desde una perspectiva moral, Honneth plantea
la explicación de los conflictos sociales como una lucha por conseguir el
reconocimiento de la sociedad. Este reconocimiento se debe dar en tres
niveles: la familia, la comunidad y el Estado. El individuo y los grupos humanos
alcanzan cada vez más esferas más amplias de reconocimientos, que pasan
por el amor, la estima y el respeto. Con esta propuesta, Honneth pretende
clarificar las “confusiones” dejadas por una tradición filosófico-social que tuvo
sus “huellas” en Marx, Sorel y Sartre.

Al tratarse de dos tradiciones en conflicto, una moderna y la otra


contemporánea, consideramos que es necesario realizar la contrastación de la
propuesta de Marx y la de Honneth. Asimismo, la teoría de Honneth implica
una determinada interpretación de la obra de Marx, lo cual nos lleva a una
valoración actual del pensamiento del autor de El capital. Por otra parte, la
existencia de conflictos sociales en la actualidad, motiva la discusión de ambas
propuestas pues las dos se presentan como formas de explicación de dichos
conflictos.
Todo ello motiva la realización de la presente investigación, la misma que
sostiene que las críticas a Marx realizadas por Honneth se basan en una visión
parcial de la obra del primero debido a que desestimó la potencia explicativa
del concepto marxista de valor-trabajo para poder comprender el origen y
desarrollo de los conflictos sociales.

La teoría del reconocimiento propuesta por Axel Honneth se presenta en la


actualidad como la base conceptual que nos permitirá comprender la
“gramática de los conflictos sociales”. Para que su teoría cumpla ese papel,
Honneth se propone superar las anteriores teorías que marcaron una tradición
filosófico-social. Entre ellas se encuentra la teoría de la lucha de clases
sustentada por Karl Marx.

Honneth parte de una interpretación de las obras de Marx a partir de la idea de


reconocimiento presentada por Hegel en su Sistema de la Eticidad y la
Filosofía Real. Precisamente, una de las observaciones que realiza Honneth es
que Marx no conoció estas obras del joven Hegel, sino que se basó en la
Fenomenología del Espíritu, donde el reconocimiento se presenta en su
“estrecha forma” de la relación entre el amo y el esclavo. En base a esta
interpretación, Honneth señala que la teoría de Marx es “economicista” o
“utilitarista” porque concibe los conflictos sociales como “luchas de interés”,
dejando de lado la dimensión moral y cultural. De esa manera, afirma Honneth,
Marx desplaza la idea de autorrealización humana por la de autoafirmación
económica.

La crítica de Honneth va desde el “joven Marx” hasta el “Marx maduro”. Según


el autor de La lucha por el reconocimiento, en sus escritos de juventud, Marx
presenta un “estrechamiento estético-productivista” debido a que concibe las
relaciones sociales únicamente en su dimensión de satisfacción de las
necesidades materiales. Esta visión unilateral, según Honneth, impidió a Marx
concebir el trabajo como médium del reconocimiento.

Ya en su época de madurez, Marx modifica su concepción inicial del trabajo.


Con esto, nos dice Honneth, trata de superar el “estrechamiento” inicial. Marx

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va a convertir el concepto de trabajo en una categoría fundamental de una
crítica de la economía política. Sin embargo, en este cambio, si bien mantiene
su concepción inicial del trabajo como creación de valor y exteriorización de la
esencia humana, Marx va a abandonar -siempre en interpretación de Honneth-
la interpretación feuerbachiana del trabajo desalienado como una “amorosa
afirmación del carácter necesitado de todos los demás sujetos del género”. Con
esto Marx rompe el hilo que pudo haber unido su modelo del conflicto social
con el modelo de lucha por el reconocimiento.

Esto se demostraría en su propuesta política, donde Marx caería en un


“utilitarismo”. Según Honneth, la lucha de clases ya no se presentaría como
una lucha por el reconocimiento, sino como una lucha por la autoafirmación
económica. Este “modelo utilitarista” es el que adoptaría Marx en su etapa
madura.

Las observaciones de Honneth a Marx las hallamos principalmente y de


manera explícita en su conocido libro La lucha por el reconocimiento. En el
capítulo 7 del citado texto, se evalúa lo que su autor ha denominado las
“huellas de una tradición filosófico-social” con el objetivo de esclarecer los
errores en los que “naufragaron” las concepciones poshegelianas.

Las teorías filosófico-sociales de Marx, Sorel y Sartre representan los


ejemplos más significativos de corrientes de pensamiento en las que,
ciertamente en oposición a Hobbes y Maquiavelo, los conflictos sociales
se han sobrecargado teóricamente con exigencias de reconocimiento,
las cuales, no obstante, no han podido percibir nunca la infraestructura
moral de los mismos (Honneth, 1997: 174).

Según Honneth, la propuesta de Marx se ubica dentro de la tradición que,


siguiendo a Hegel, ha concebido los conflictos sociales como exigencias de
reconocimiento. No obstante, Marx nunca pudo identificar que la base de estas
exigencias era moral. Esto se debe –señala Honneth– a que Marx no conoció
las obras tempranas de Hegel (El sistema de la eticidad y Filosofía real) y solo
se basó en el concepto de reconocimiento que se encuentra en la
Fenomenología del Espíritu. Es decir, solo pudo conocer la “idea de lucha por

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el reconocimiento en la forma estrecha que había tomado en la dialéctica del
señor y del siervo” (Honneth, 1997: 176). Con esto, según Honneth, “al
principio de su trabajo creador, [Marx] ya ha sucumbido a la tendencia
problemática de reducir el espectro de exigencias de reconocimiento a la
dimensión de la autorrealización en el trabajo” (1997: 176).

Sin embargo, Honneth menciona que el joven Marx comprendía el acto de la


producción como un proceso de reconocimiento intersubjetivo. Esto se
evidencia en la idea de “doble afirmación” de la que Marx habla en sus escritos
sobre la economía política de James Mill:

…Marx, en su resumen de la economía política de James Mill, que surge


contemporáneamente a los Manuscritos de París, habla de la “doble
afirmación” que por el trabajo experimenta un sujeto, tanto en sí como
frente al otro; en el espejo del objeto producido, puede vivirse no sólo
como un individuo al que se le atribuyen positivamente determinadas
cualidades, sino concebirse como una persona que está en condiciones
de satisfacer las necesidades de otro sujeto concreto de interacción
(Honneth, 1997: 176-177).

Es decir, esta “doble afirmación” señala que el sujeto “se afirma” en el acto de
producción de dos formas: primero, se afirma a sí mismo como sujeto productor
y como parte de una relación social. Esta “doble afirmación” es, según
Honneth, la base para la exigencia de reconocimiento. En ese sentido, la lucha
de los trabajadores será entendida como una lucha “por la restauración de las
posibilidades de reconocimiento” (Honneth, 1997: 177). Esta lucha, no
obstante, sería una lucha mora, no económica ni política. Por eso, Honneth
señala que la lucha de clases en el joven Marx es una lucha moral:

La lucha de clases no representa al principio un combate por la


ganancia, los bienes o los instrumentos del poder, sino un conflicto
moral, en el que se trata de la “liberación” del trabajo en tanto condición
determinante de una valoración simétrica y de la autoconciencia
individual (1997: 177).

Entonces, según el filósofo de la Escuela de Frankfurt, la lucha de clases en el


joven Marx debe ser entendida como una lucha moral, una lucha por la

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valoración simétrica. No se trataría de una lucha económica por la ganancia y
los bienes, ni una lucha política por los instrumentos de poder, sino de una
exigencia moral por la valoración simétrica y la autoconciencia individual. Una
condición determinante para alcanzar esta valoración simétrica y la
autoconciencia individual es la liberación del trabajo. Podemos observar aquí
que Honneth trata de separar las exigencias morales de las luchas económicas
y políticas en las que derivará años después Marx. Su objetivo, como hemos
visto, es identificar la estructura moral de los conflictos sociales. Comprender la
propuesta de Marx como una lucha moral es parte de este proceso.

En este camino, Honneth reconoce que el concepto “histórico-filosófico” de


“trabajo alienado” de Marx abre las puertas para analizar el trabajo en clave de
reconocimiento. Sin embargo, Marx no pudo llegar a este análisis porque derivó
en una estrecha visión productivista del trabajo.

…con su concepto histórico-filosófico del trabajo “alienado”, en una


búsqueda de culminación, orienta la mirada a los fenómenos de
indignidad que resultan de las circunstancias de la organización
capitalista del trabajo; con ello ha abierto conceptualmente por vez
primera la posibilidad de comprender el trabajo social como médium de
reconocimiento y, por ello, la de entenderlo como un campo de posible
menosprecio. Pero la unilateralidad estética-productivista de su modelo
de conflicto, impide a Marx situar adecuadamente la diagnosticada
alienación del trabajo en la red de relaciones de reconocimiento
intersubjetivas, de manera que su valor moral puede devenir
transparente en las luchas sociales de su tiempo (Honneth, 1997: 179).

Según Honneth, el concepto de “trabajo alienado” puede servir para


comprender las luchas de los trabajadores como exigencias de reconocimiento,
lo cual ofrecería una explicación más acertada de los conflictos sociales. Sin
embargo, no se puede llegar a este objetivo porque Marx prioriza un modelo
unilateral de conflicto social que solo ve este conflicto como relaciones de
producción, únicamente en su dimensión de satisfacción de las necesidades
materiales. De esta manera, Marx ha perdido la oportunidad de ofrecer una
explicación certera de los conflictos sociales.

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Para superar esta unilateralidad, señala Honneth, Marx convierte el concepto
de trabajo en una categoría fundamental de la crítica de la economía política.
De su concepto inicial de trabajo, Marx mantiene la característica de ser un
proceso de creación y, a la vez, de exteriorización de la esencia humana. Sin
embargo, en el cambio operado con inclinación a la economía política, Marx
abandona –en la interpretación de Honneth– la idea feuerbachiana de que el
trabajo desalienado puede entenderse como “una especie de amorosa
afirmación del carácter necesitado de todos los demás sujetos del género”
(Honneth, 1997: 180). Con esto, dice nuestro autor, Marx rompe el hilo que
pudo haber unido su modelo de conflicto social con el modelo de lucha por el
reconocimiento.

De la dificultad en la que Marx tiene que debatirse, ya que con esta


aceptación debe abandonar la clave histórico-filosófica de interpretación
de la lucha de clases, se libera acogiendo un modelo utilitarista del
conflicto social; en los análisis del capital, conforme a sus nuevos
fundamentos conceptuales, deja que la lucha entre las diferentes clases
se determine por el antagonismo de intereses económicos (Honneth,
1997: 180).

Este paso al “modelo utilitarista” del conflicto social ya estaba esbozado, según
Honneth, en los escritos juveniles de Marx “porque todo el espectro de las
exigencias de reconocimiento lo refiere a una sola dimensión, de la que,
cuando se ha desprendido la elucidación adicional antropológica, no es difícil
dejar solamente en claro el simple interés económico” (Honneth, 1997: 180). El
“modelo utilitarista” de Marx consistiría en lo siguiente:

La lucha de clases ya no se presenta para Marx, conforme al esquema


interpretativo de Hegel, como una lucha por el reconocimiento, sino,
según un modelo tradicional, como una lucha por la autoafirmación
económica; en lugar de un conflicto moral que resulta de la destrucción
de las condiciones del reconocimiento recíproco, penetra la concurrencia
de intereses estructuralmente determinados (Honneth, 1997: 180).

Este cambio de modelo por parte de Marx impide continuar con el análisis de
los conflictos sociales como exigencias de reconocimiento pleno y se reduce a
entenderlos como conflictos de interés, como lucha por la autoafirmación

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económica. Este cambio, según Honneth, es un retroceso al “modelo
tradicional” que solo concibe la dimensión económica de los conflictos. El

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