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CICLO: V II
TEMA :
RESUMEN:
“Las cárceles más modernas, últimos chillidos de la moda, tienden a ser, todas, cárceles de máxima
seguridad. Ya no se proponen reinsertar al delincuente en la sociedad, recuperar al extraviado,
como antes se decía: simplemente se proponen aislarlo, y ya nadie se toma el trabajo de mentir
sermones. La justicia se venda los ojos para no ver de dónde viene el que delinquió, ni por qué ha
delinquido, lo que sería un primer paso hacia su posible rehabilitación. La cárcel modelo del fin de
siglo no tiene el menor propósito de redención, ni siquiera de escarmiento. La sociedad enjaula al
peligro público, y tira la llave”(*)
Por Hamilton J. Montoro Salazar(**)
RESUMEN:
SUMARIO:
I. Introducción
Uno de los aspectos dentro de la temática de la resocialización y reinserción social del sujeto que
ha sido objeto de excarcelación como consecuencia de un proceso o una condena, es el referente
a la asistencia post-penitenciaria o “tratamiento post-penitenciario”, al cual –sin pretexto alguno-
toda persona que ha sido liberado o excarcelado debe recibirla. Ya que luego de haber
permanecido privado de su libertad individual en un Establecimiento Penitenciario, este no solo ha
sido merecedor de una sanción punitiva sino también víctima de su delito y presa del fenómeno de
la prisionización.
Sin embargo, en nuestra realidad social y dentro de nuestro ordenamiento jurídico, el tratamiento
pos-penitenciario no sólo es un tema real y objetivamente ignorado y relegado por el propio
Estado, sino que, incluso, ha sido olvidado por los legisladores, aplicadores y todos los operadores
del derecho. Razón que nos lleva a efectuar un análisis y una reflexión jurídica, pues no debe
soslayarse que la gran mayoría de liberados, luego de ser excarcelados, afrontan un momento
crucial respecto a su nueva situación jurídica, social, psicológica, laboral y familiar, entre otras
circunstancias que van a repercutir en que su resocialización y reintegración social o reinserción
social sea efectiva; de no ser así, se auspiciaran circunstancias favorables para una probable
reincidencia o habitualidad delictiva o, inclusive, otras formas de comportamiento desviado y
antisocial. Debiendo por ello anotarse que no es absolutamente cierto que el tratamiento intra-
carcelario (tratamiento penitenciario) proporcione una cabal rehabilitación y reeducación del
interno, sino debe estimarse y priorizarse también la necesidad de un tratamiento post-carcelario
a fin de continuar y completar dicho proceso de reinserción social y así evitar su actual crisis[2].
Tanto más si la actual o moderna criminología está proponiendo la implementación o desarrollo
de políticas de seguridad y de medios técnicos modernos que incidan en las situaciones de
comisión delictiva, dejando de considerar al delincuente como un “minusválido y necesitado de
ayuda” o “víctima de su propio desvalor” para ser considerado un ciudadano con una serie de
derechos[3].
Además de estos aspectos, en este artículo, buscamos analizar, precisar y manifestar nuestra
posición respecto a si asistencia post-penitenciaria (para nosotros “tratamiento post-
penitenciario”) es un derecho constitucional exigible o solamente constituye un
mero servicio o auxilio social, como actualmente lo prevé el Código de Ejecución Penal y la
doctrina legal.
Los orígenes de la asistencia al liberado, tiene antecedentes desde hace varios siglos atrás con
connotaciones propias de acuerdo a cada etapa de la historia y contexto social[4]. Pero,
contemporáneamente, dicha institución no es estudiada como “tratamiento post-
penitenciario” sino solo como “asistencia post-penitenciaria”. Y bajo este marco se ha pretendido
dar una aproximación conceptual a esta última. Así, Solís Espinoza[5], citando a Eugenio Cuello,
señala que “el patronato post-carcelario es la lógica continuación del tratamiento penitenciario y
su fin es ayudar al liberado para que en el crítico momento en que vuelve a la libertad persevere
en la reforma iniciada en establecimiento penal (...)”[6], Sergio García, la define como el conjunto
de medidas de supervisión y de ayuda material y moral, dirigidas fundamentalmente al reo
liberado de una institución penal, a fin de permitir y facilitar a éste su efectiva reincorporación a la
sociedad libre (…). Bent Paludan - Muller, precisa que se da el nombre de asistencia post-
institucional a la atención y ayuda que se presta a un individuo que ha obtenido su liberación, con
el fin de ayudarlo a readaptarse a la comunidad libre. Concepto último que, a juicio de Solís
Espinoza, si bien resulta más escueto, omitiendo las acciones de supervisión y medidas de
tratamiento (con “ayuda” material y psicológica), también lo es que no constituye derecho sino
solo asistencia social. Inclusive el citado autor, recalca que esta asistencia debe ser voluntaria y no
impuesta[7]. Concepción que, desde luego, no compartimos, pues, no se trata solo de una
adopción voluntaria o imposición sino que constituye un derecho.
Asimismo, debe remarcarse que dentro del estudio doctrinario se ha hecho una clasificación de las
clases de “Asistencia Pospenitenciaria”[8]: a) asistencia o ayuda material (alojamiento,
alimentación, vestimenta, trabajo y empleo, herramientas, transporte a su residencia de origen y
suministro de documento de identidad); b) asistencia moral o psicológica (ayuda para superar
complejos o temores de rechazo por parte de los familiares y amistades del liberado); y,
c) orientación social y supervisión (asistencia familiar)[9].
A través de este tipo de asistencia se busca paliar las situaciones de carencia de medios
económicos de muchos excarcelados. Así, por ejemplo, pretende atender sus necesidades de:
Con esta asistencia se busca superar posibles problemas psicológicos o emocionales que haya
adquirido el liberado como consecuencia de su encierro carcelario, tratamiento que debe estar
encaminado hacia su completa reintegración social.
A través de ella se busca proporcionar, al liberado, asistencia adecuada para que pueda afrontar
las nuevas circunstancias sociales, tanto en el ambiente familiar donde habrán ocurrido diversos
cambios, por lo que a veces les puede ser difícil reasumir el rol que desempeñaban, sobre todo de
padre o madre de familia, así como en el contexto social extra-familiar. El personal encargado de
este aspecto, debe trabajar también con el entorno o los miembros del medio social donde va a
reintegrarse el liberado, para contribuir a un mejor ajuste social.
La supervisión o vigilancia del liberado también resulta importante; esta supervisión y orientación
social es bajo ciertas pautas de comprensión del excarcelado; para contribuir a enfrentar las
dudas o problemas que encuentre, por ejemplo, en la liberación condicional la supervisión es una
condición estipulada en la resolución que dispone dicha libertad [12].
IV. Planteamiento del problema central
Del íntegro del cuerpo normativo de nuestro vigente sistema de derecho de ejecución penal (D.
Leg. 654 y D. Supremo 015-2003-JUS), advertimos que su ámbito prioritario de regulación está
centrado en la situación del interno enclaustrado en el Centro Penitenciario; básicamente, en
cuanto se refiere a los beneficios penitenciaros y la situación de interno. Sin embargo, en cuanto
al Tratamiento Post-penitenciario o la denominada “asistencia post-penitenciaria”, solo se le ha
“reservado” el artículo VI del Título Preliminar, los artículos del 125º al 128º de la norma de
Ejecución Penal[14], y el artículo 6º del Reglamento del Código de Ejecución Penal.
2.- Brindar asistencia social al liberado, a la víctima del delito y a los familiares inmediatos de
ambos.
En los que claramente se puede evidenciar que estas regulaciones están encaminadas solo
a la prestación de un favor o servicio de naturaleza asistencial o “caritativa” del liberado.
“Artículo 6.- La sociedad, las Instituciones de derecho público o privado y las personas participan
en forma activa en el tratamiento del interno y en acciones de asistencia post-penitenciaria a
través de los Comités de Apoyo al interno y las Juntas de Asistencia Post- Penitenciaria, en
coordinación con las instituciones y organismos dedicados especialmente a la asistencia de los
internos y de los liberados”.
5.1. ¿La Asistencia Post-penitenciaria se encuentra dentro del derecho de ejecución penal?
En primer lugar, el objeto de regulación principal del Derecho de Ejecución Penal es cumplir con
una de las funciones de la pena, esto es, resocializar al penado[16] a través de una regulación
jurídica[17], orientado a un tratamiento sistemático y progresivo que recupere al interno dentro
del establecimiento penitenciario por medio de los principales mecanismos de pre-libertad
(mediante otorgamiento de los beneficios penitenciaros), a fin de que éste se reeduque, rehabilite
y reinserte a la sociedad.
En segundo lugar, la reducida y limitada regulación normativa de la “la asistencia post-
penitenciaria” se encuentra dentro del radio que estudia y abarca el Derecho de Ejecución Penal;
toda vez que, primero, ese ha sido la orientación que ha diseñado del legislador, conforme se
desprende de la exposición de motivos del citado Código, en la cual se fundamenta que la creación
de ésta institución obedece a la finalidad de atenuar los efectos nocivos de la pena privativa de
libertad, como la marginación social del delincuente, no sólo durante el cumplimiento de la
condena sino aún después de haber egresado de un Establecimiento Penitenciario, los que incluso
se extienden a su entorno familiar, que en la mayoría de casos se encuentra en una grave situación
de desamparo material y moral[18]. En segundo lugar, en razón de que entre los órganos que
conforman la “asistencia post-penitenciaria” existe un vínculo sistemático y permanente con
el Sistema Penitenciario, específicamente con las normas y leyes que establece el Derecho de
Ejecución Penal, pues, el liberado todavía está vinculado al sistema penitenciario, por ejemplo,
cuando egresa a consecuencia de un beneficio penitenciario.
Segundo, el artículo 139º, inc. 22, de nuestra Constitución Política, señala que “[…] el régimen
penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad”[19]. Con lo que se observa que el régimen penitenciario no es en sí un medio sino es el
ente que tiene como fin el hacer o materializar la triple finalidad de la pena; dado que
corresponde al sistema penitenciario (conformada por las normas y leyes del Derecho
Penitenciario o de Ejecución Penal) llevar a cabo la reeducación, rehabilitación y reinserción social
no sólo del penado sino también del liberado. Pues, si existe un régimen para el tratamiento
penitenciario, también equivalentemente y por el principio de igualdad, existe una regulación
normativa para el “tratamiento post-penitenciario” (mal denominada “asistencia
postpenitenciaria”), en donde ambos tipos de tratamiento coinciden en una misma finalidad:
rehabilitar y reinsertar a la comunidad tanto al penado [en una primera fase] como al liberado o
excarcelado [en una segunda y última fase].
Luego del análisis y planteamiento de los fundamentos arriba glosados, se llega a las siguientes
conclusiones y alcances:
5) Es responsabilidad del Estado que actualmente no exista una efectiva y real “Asistencia Post-
penitenciaria” y que inclusive su actual o vigente regulación no solo sea defectuosa sino que
además las Juntas Asistencia o Unidades Operativas que existen y que dependen del INPE no son
lo suficientemente operativos y efectivos. Por ello, a través de este trabajo se propone que el
Estado asuma responsabilidad e inmediatamente reforme, renueve e institucionalice –acorde a los
parámetros constitucionales- un ente encargado de realizar los Tratamientos Post-penitenciarios
de los liberados.
VII. Bibliografía
4. GALEANO, Eduardo (1998); Patas arriba, La escuela del Mundo al revés (el enemigo
público); Catálogos S.R.L.; Buenos Aires