Está en la página 1de 305

00_Primeras.

indd 1 04/09/13 12:21


00_Primeras.indd 2 04/09/13 12:21
Manual para
el tratamiento
psicológico de
los delincuentes

00_Primeras.indd 3 04/09/13 12:21


00_Primeras.indd 4 04/09/13 12:21
SANTIAGO REDONDO ILLESCAS
PROFESOR DE PSICOLOGÍA Y CRIMINOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE BARCELONA

Manual para
el tratamiento
psicológico de
los delincuentes

EDICIONES PIRÁMIDE

00_Primeras.indd 5 04/09/13 12:21


COLECCIÓN «PSICOLOGÍA»

Director:
Francisco J. Labrador
Catedrático de Modificación de Conducta
de la Universidad Complutense de Madrid

Edición en versión digital

Está prohibida la reproducción total o parcial


de este libro electrónico, su transmisión, su
descarga, su descompilación, su tratamiento
informático, su almacenamiento o introduc-
ción en cualquier sistema de repositorio y
recuperación, en cualquier forma o por cual-
quier medio, ya sea electrónico, mecánico,
conocido o por inventar, sin el permiso expre-
so escrito de los titulares del copyright.

© Santiago Redondo Illescas, 2015


© Primera edición electrónica publicada por Ediciones Pirámide (Grupo Anaya, S. A.), 2015
Para cualquier información pueden dirigirse a piramide_legal@anaya.es
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Teléfono: 91 393 89 89
www.edicionespiramide.es
ISBN digital: 978-84-368-3366-9
A Vicente Garrido, adelantado del tratamiento de los
delincuentes y amigo.

00b_Indice_Delincuentes.indd 7 04/09/13 12:24


00b_Indice_Delincuentes.indd 8 04/09/13 12:24
Resumiendo digo [...] que en estas cosas el único punto capital es una buena
educación y una instrucción apropiada, y afirmo que estas cosas son las que con-
ducen y cooperan a la virtud y a la felicidad. El resto de los bienes son humanos y
pequeños y no son dignos de ser buscados con gran trabajo [...]. Mas la instrucción
es lo único que en nosotros es inmortal y divino [...] ya que por medio de ella y con
ella es posible conocer qué es lo bello y qué lo vergonzoso, qué lo justo y qué lo
injusto, qué cosa, en resumen, hay que buscar y de qué cosa hay que huir: que es
necesario venerar a los dioses, honrar a los padres, respetar a los ancianos, obede-
cer las leyes, estar sometidos a los magistrados, querer a los amigos, ser moderado
con las mujeres, ser cariñoso con los hijos. Y lo más importante de todo: no estar
demasiado contentos en la prosperidad ni demasiado tristes en la adversidad; ni ser
desenfrenados en los placeres, ni apasionados y bestiales en la ira.

Plutarco de Queronea (45-120),


Sobre la educación de los hijos

00b_Indice_Delincuentes.indd 9 04/09/13 12:24


00b_Indice_Delincuentes.indd 10 04/09/13 12:24
Índice

Prólogo .......................................................................................................................... 17

Presentación................................................................................................................. 21

Nota aclaratoria............................................................................................................ 25

1. Delincuencia y tratamiento psicológico......................................................... 27

1.1. La diversidad de los comportamientos delictivos............................................ 30


1.1.1. Delitos contra la propiedad................................................................. 31
1.1.2. Tráfico y consumo de drogas.............................................................. 32
1.1.3. Lesiones, homicidios y asesinatos...................................................... 33
1.1.4. Agresiones sexuales............................................................................ 34
1.2. Antecedentes del tratamiento de los delincuentes........................................... 34
1.2.1. Precursores en Estados Unidos........................................................... 35
1.2.2. Precursores en Europa y España......................................................... 36
1.2.3. Evolución en España........................................................................... 38
1.3. El tratamiento psicológico como factor añadido............................................. 38
1.4. Factores de la delincuencia: lo que se puede cambiar y lo que no................. 41
1.5. Factores psicológicos y gradiente terapéutico................................................. 45
1.6. Debates y polémicas sobre el tratamiento de los delincuentes....................... 46
Resumen..................................................................................................................... 48

2. Modelos terapéuticos y cambio personal..................................................... 51


2.1. Modelos psicodinámicos.................................................................................. 52
2.2. Modelos humanístico-existenciales................................................................. 54
2.3. Modelos sistémicos.......................................................................................... 55
2.4. Modelos conductual-cognitivos....................................................................... 57
2.5. Cambio terapéutico.......................................................................................... 60
2.5.1. Factores comunes a los diversos modelos terapéuticos...................... 61
2.5.2. El modelo transteórico de Prochaska y DiClemente.......................... 62

©  Ediciones Pirámide

00b_Indice_Delincuentes.indd 11 04/09/13 12:24


12 /  Índice

2.5.3. La motivación de los delincuentes para cambiar................................ 65


2.6. Relación terapéutica......................................................................................... 67
2.6.1. El agresor que participa en un tratamiento......................................... 67
2.6.2. El terapeuta que trabaja con delincuentes.......................................... 68
2.6.2.1. Características personales................................................... 69
2.6.2.2. Competencias técnicas........................................................ 70
2.6.3. El proceso terapéutico......................................................................... 70
2.7. Elementos éticos y jurídicos del tratamiento................................................... 71
2.7.1. Elementos deontológicos en psicología.............................................. 72
2.7.2. Referentes jurídicos clínicos............................................................... 73
2.7.2.1. Ley 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de
la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en
materia de información y documentación clínica............... 74
2.7.2.2. Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las
profesiones sanitarias.......................................................... 75
2.7.3. Otros referentes éticos........................................................................ 76
2.7.3.1. Validez social de los programas......................................... 76
2.7.3.2. Perspectiva ecológica sobre la delincuencia....................... 76
Resumen..................................................................................................................... 77

3. Teorías, técnicas y programas.......................................................................... 79


3.1. Aprendizaje social y facetas del comportamiento delictivo (hábitos, emo-
ciones y cogniciones)....................................................................................... 79
3.2. Modelo de tratamiento: riesgo-necesidades-responsividad (Andrews y Bon-
ta, 1992-2006).................................................................................................. 82
3.3. Modelo de tratamiento: vidas satisfactorias (Ward, 2002).............................. 84
3.4. El debate teórico y los avales empíricos......................................................... 85
3.5. Técnicas psicológicas y programas de tratamiento multifacéticos................. 86
3.6. Categorías de programas con delincuentes...................................................... 88
3.7. La «acreditación técnica» de programas de tratamiento: el ejemplo de Ca-
nadá y del Reino Unido................................................................................... 90
3.8. Terapia psicológica y cerebro.......................................................................... 93
Resumen..................................................................................................................... 95

4. Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento................... 97


4.1. Técnicas e instrumentos de evaluación........................................................... 97
4.1.1. Entrevista y exploración de la conducta delictiva.............................. 99
4.1.2. Cuestionarios....................................................................................... 99
4.1.3. Observación y autoobservación de la conducta.................................. 100
4.1.4. Información documental y evaluación del riesgo............................... 102
4.2. Evaluación de necesidades de tratamiento...................................................... 106
4.2.1. Análisis topográfico de la conducta delictiva y las necesidades de
tamiento............................................................................................... 106
4.2.2. Análisis funcional de la conducta delictiva........................................ 107
4.3. ¿Evaluación psicológica o diagnóstico psicopatológico?................................ 109
4.4. Psicopatía y delincuencia................................................................................. 112
4.5. Formulación del programa de tratamiento...................................................... 115
4.5.1. Objetivos del tratamiento: necesidades criminogénicas..................... 115

©  Ediciones Pirámide

00b_Indice_Delincuentes.indd 12 04/09/13 12:24


Índice / 13

4.5.2. ¿Diseño ex novo o elección de un manual de tratamiento?............... 117


4.6. Aplicación del tratamiento con integridad: «amenazas» y «soluciones»....... 120
Resumen..................................................................................................................... 122

5. Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos............................................... 125

5.1. ¿Por qué es importante la enseñanza de nuevas habilidades y hábitos?....... 126


5.2. Técnicas para desarrollar conductas.............................................................. 127
5.2.1. Reforzamiento................................................................................... 127
5.2.2. Moldeamiento o reforzamiento por aproximaciones sucesivas....... 129
5.2.3. Encadenamiento de conducta........................................................... 129
5.3. Técnicas para reducir conductas.................................................................... 129
5.3.1. Extinción de conducta...................................................................... 130
5.3.2. Enseñanza de comportamientos alternativos.................................... 130
5.3.3. Prescindir del castigo........................................................................ 130
5.4. Sistemas de organización estimular y de contingencias................................ 130
5.4.1. Control de estímulos......................................................................... 131
5.4.2. Programas de reforzamiento............................................................. 131
5.4.3. Programas ambientales de contingencias......................................... 132
5.4.4. Contratos conductuales..................................................................... 133
5.5. Técnicas de condicionamiento encubierto..................................................... 133
5.5.1. Sensibilización encubierta................................................................ 133
5.5.2. Autorreforzamiento encubierto......................................................... 134
5.5.3. Modelado encubierto........................................................................ 134
5.6. ¿Enseñanza directa de habilidades o entrenamiento de «educadores»?....... 134
5.7. Modelado de conducta................................................................................... 135
5.7.1. Programas mediante reforzamiento y modelado: el modelo de fami-
lia educadora..................................................................................... 137
5.8. Entrenamiento en habilidades sociales (EHS).............................................. 138
5.8.1. Programa de habilidades de tiempo libre......................................... 141
5.8.2. Programa de entrenamiento en habilidades de crianza de los
hijos................................................................................................... 141
5.9. Las «partículas elementales» del tratamiento............................................... 142
5.10. Programas multifacéticos para el tratamiento de toxicómanos..................... 144
5.10.1. Comunidades terapéuticas.............................................................. 144
5.10.2. Programa tipo en las prisiones canadienses................................... 146
5.10.3. Programa con internos drogodependientes en las prisiones es-
pañolas............................................................................................ 147
5.11. Análisis de la conducta clínica...................................................................... 148
5.11.1. Psicoterapia analítica funcional (PAF)........................................... 149
5.11.2. Terapia de aceptación y compromiso (ACT)................................. 150
5.11.3. Terapia de conducta dialéctica....................................................... 152
Resumen..................................................................................................................... 152

6. Desarrollo y reestructuración del pensamiento.......................................... 155

6.1. ¿Por qué es importante desarrollar el pensamiento de los delincuentes?....... 155


6.2. Reestructuración cognitiva............................................................................... 159
6.3. Solución cognitiva de problemas interpersonales........................................... 162

©  Ediciones Pirámide

00b_Indice_Delincuentes.indd 13 04/09/13 12:24


14 /  Índice

6.4. Técnicas de autocontrol y autoinstrucciones................................................... 163


6.5. Desarrollo moral y de valores.......................................................................... 168
6.6. Perspectivas constructivistas............................................................................ 170
6.7. El programa Razonamiento y Rehabilitación-revisado (R&R): perspectiva
internacional y aplicación en España.............................................................. 171
6.8. El tratamiento de los delincuentes sexuales.................................................... 173
6.8.1. Panorama internacional....................................................................... 175
6.8.2. Tratamientos en España...................................................................... 178
Resumen..................................................................................................................... 182

7. Regulación emocional y control de la ira...................................................... 185


7.1. ¿Por qué es importante la regulación emocional para prevenir las conductas
violentas y delictivas?...................................................................................... 185
7.2. Regulación emocional de la ansiedad.............................................................. 187
7.2.1. Desensibilización sistemática............................................................. 188
7.2.2. Exposición........................................................................................... 188
7.3. Inoculación de estrés........................................................................................ 189
7.4. Tratamiento de la ira........................................................................................ 190
7.5. Entrenamiento para reemplazar la agresión (programa ART) con delincuen-
tes juveniles...................................................................................................... 191
7.6. El tratamiento de los agresores de sus parejas................................................ 195
7.6.1. Perspectiva internacional.................................................................... 198
7.6.2. Programas en España.......................................................................... 200
7.6.2.1. Tratamientos en la comunidad y en prisiones.................... 200
7.6.2.2. Programa Galicia de reeducación psicosocial para maltra-
tadores de género................................................................ 203
Resumen..................................................................................................................... 205

8. Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas........................... 207


8.1. ¿Por qué es importante prevenir y controlar las situaciones de riesgo?......... 207
8.2. Técnicas de generalización y mantenimiento.................................................. 208
8.3. Técnica de prevención de recaídas.................................................................. 210
8.4. El contexto comunitario en la prevención de recaídas.................................... 212
8.5. Programas multifacéticos................................................................................. 213
8.5.1. Programas de mantenimiento.............................................................. 213
8.5.1.1. De habilidades cognitivas................................................... 213
8.5.1.2. Del manejo de las emociones y de la ira............................ 213
8.5.1.3. Programa de integración comunitaria................................. 214
8.5.2. Programa contrapunto......................................................................... 214
8.6. Tratamientos familiares con delincuentes juveniles: la terapia multisisté-
mica.................................................................................................................. 215
8.7. Pigmalión o la reintegración social a través del «desetiquetado» de los de-
lincuentes......................................................................................................... 218
Resumen..................................................................................................................... 221

9. Evaluación de la eficacia del tratamiento...................................................... 225


9.1. La reincidencia y otras medidas de eficacia.................................................... 226

©  Ediciones Pirámide

00b_Indice_Delincuentes.indd 14 04/09/13 12:24


Índice / 15

9.2. Eficacia, efectividad y eficiencia..................................................................... 230


9.3. Diseño de la evaluación................................................................................... 232
9.4. Diseños intersujetos (o intergrupos)................................................................ 233
9.4.1. Diseños experimentales de grupo de control con medidas pre y post.. 234
9.4.2. Diseños de grupo de control no equivalente...................................... 236
9.5. Diseños intrasujetos....................................................................................... 237
9.5.1. Diseños de caso único (N = 1)......................................................... 237
9.5.2. Diseños intraseries............................................................................ 237
9.5.2.1. Diseños con cambio de fase simple................................. 237
9.5.2.2. Diseños con cambio de fase compleja............................. 239
9.5.3. Diseños interseries: línea base múltiple........................................... 239
9.6. Ponderación de la calidad de los diseños evaluativos en delincuencia......... 240
Resumen.................................................................................................................. 242

10. Tratamiento en las prisiones........................................................................... 245


10.1. Servicio Correccional de Canadá................................................................ 247
10.1.1. Programa de prevención de la violencia...................................... 249
10.1.2. Programa de prevención del aislamiento (en régimen cerrado).. 250
10.1.3. Programas específicos para mujeres delincuentes....................... 250
10.2. Normas penitenciarias europeas.................................................................. 251
10.3. Tratamiento en prisiones de países europeos.............................................. 253
10.4. Tratamiento en prisiones españolas............................................................. 254
10.4.1. De la «tolerancia cero» a «todos a la cárcel».............................. 254
10.4.2. Legislación penitenciaria.............................................................. 255
10.4.3. Programas de tratamiento aplicados en las prisiones españolas... 256
10.4.3.1. Programa de intervención específica con intern
extranjeros.................................................................. 257
10.4.3.2. Programa específico de intervención con internos
discapacitados............................................................ 259
10.4.3.3. Programa específico de intervención en régimen
cerrado....................................................................... 260
10.4.3.4. Programa de prevención de suicidios........................ 261
10.4.4. Programas de tratamiento aplicados en las prisiones catalanas.. 262
10.5. Las prisiones y la rehabilitación de los delincuentes.................................. 263
Resumen.................................................................................................................. 265

11. Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia............................ 267


11.1. Qué logran los tratamientos de los delincuentes: la información proce-
dente de los metaanálisis............................................................................. 268
11.2. Delincuentes juveniles................................................................................. 268
11.3. Delincuentes adultos.................................................................................... 270
11.4. Eficacia por tipologías de delincuentes....................................................... 270
11.4.1. Delincuentes sexuales................................................................... 271
11.4.2. Psicópatas..................................................................................... 273
11.5. Eficacia por categorías de tratamientos....................................................... 274
Resumen y conclusión............................................................................................. 277

Referencias bibliográficas......................................................................................... 283

©  Ediciones Pirámide

00b_Indice_Delincuentes.indd 15 04/09/13 12:24


00b_Indice_Delincuentes.indd 16 04/09/13 12:24
Prólogo

1.  El problema: de acuerdo con los datos ofre­ tamiento de los delincuentes es inequívoco: «Para
cidos por el autor en esta obra, el número de reclu­ comenzar no considero que las prisiones sean el
sos ha aumentado en los últimos años de manera marco ideal para tratar a los delincuentes en gene­
importante, pasando de 41.886 (121 por 100.000 ral, y ni siquiera que las prácticas de encarcelamien­
habitantes) en 1996 a 64.021 en 2006 (142 por to actuales sean el mejor modo posible con el que
100.000 habitantes). España es el país de la Europa podrían contar las sociedades para controlar y de­
occidental con un mayor porcentaje de reclusos (el fenderse de la delincuencia. [...] En síntesis, en dis­
promedio en la Europa occidental es de unos 100 crepancia abierta con la corriente de opinión más
por 100.000 habitantes). Además, la duración me­ popular, considero que debería encarcelarse a me­
dia de los encarcelamientos en España duplica la nos personas y durante menos tiempo.»
duración media en los países de la Europa occiden­ Pero antes de seguir con un debate teórico, qui­
tal. Sin embargo, el número de delitos en España zá sea necesario formular una cuestión anterior y
no es superior a los de otros países occidentales. más básica: ¿Realmente está claro el objetivo a
Más aún, las tasas de delitos han venido reducién­ conseguir en el ámbito de la delincuencia?, ¿está
dose en los últimos años. ¿Cómo puede explicarse claro que el objetivo a conseguir es reducir la de­
esto? ¿Qué sentido tiene? Como señala el profesor lincuencia o los delitos? Probablemente, planteada
Santiago Redondo, más que el aumento de la delin­ la cuestión de esta forma, la mayoría de las perso­
cuencia, el responsable de este aumento en la po­ nas estaríamos de acuerdo en que ese es el objetivo
blación penitenciaria es el incremento reiterado de principal, pero con frecuencia la cuestión no se
las penas privativas de libertad que se ha producido plantea en esos términos y el objetivo fundamental
durante los últimos años en toda España. queda más desdibujado. Evidentemente, si el obje­
Este tipo de paradojas no es despreciable, pues tivo no está formulado en términos claros y preci­
señala una apuesta que se está haciendo en nuestra sos, es difícil establecer soluciones efectivas y efi­
sociedad, se supone que con el objetivo de reducir cientes.
las tasas de delitos y mejorar la seguridad de los
ciudadanos. ¿Pero por qué nuestra sociedad se ha 2.  Soluciones: es lógico que las soluciones se
decantado por esta apuesta? ¿Qué evidencia hay intenten derivar de los objetivos de referencia; por
que señale que ésta debe ser la estrategia a se­ eso se han propuesto soluciones muy dispares en
guir? función de planteamientos o puntos de vista muy
Frente a esta apuesta, el punto de vista defendi­ variados. El que la hace la paga es sin duda uno de
do por el profesor Santiago Redondo sobre el tra­ ellos, quizá de los más defendidos y que podría
©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 17 04/09/13 12:25


18 /  Prólogo

subyacer a estas abultadas cifras de reclusos en Fijado el objetivo, los argumentos teóricos, las
nuestro país. En otros casos se ha intentado explicar elucubraciones filosóficas, deben ceder sin duda el
la conducta delictiva, incluso a veces justificarla, campo a los datos, a la ciencia: ¿Qué hace que se
considerándola como consecuencia o producto de reduzcan las conductas delictivas?
variables de diversa índole, en especial referidas a Dejemos pues razonamientos filosóficos con
factores externos al propio delincuente (familiares, más o menos apoyo histórico y veamos qué es lo
sociales, económicos...). La actuación en conse­ que nos dice la ciencia. Nuevamente la respuesta
cuencia no debe dirigirse al delincuente sino a las señalada en la presente obra es precisa e inequívo­
condiciones o factores que parecen «determinar» o ca: un punto fundamental para lograr esta reducción
«facilitar» sus conductas. Si la explicación proviene de la delincuencia es conseguir que los delincuentes
de considerar que los delincuentes tienen algunas se rehabiliten socialmente, se incorporen de forma
características (factores de personalidad, anomalías definitiva en nuestra sociedad. De forma que en esta
biológicas, hábitos arraigados o trastornos menta­ dirección habrá que trabajar. También nos dice cuá­
les...) que les «hacen» delinquir, características di­ les pueden ser objetivos realistas y, por tanto, al­
fícilmente modificables, recluir a estar personas canzables en la reducción del delito o de la reinci­
parece un procedimiento conveniente para defender dencia del delito. En concreto, si las cifras de
a las demás. reincidencia en el delito oscilan alrededor del 50
Pero, ¿por qué se han establecido esos objetivos, por 100 en los adultos, el objetivo preciso y alcan­
o esas formas de proceder para intentar solucionar­ zable será lograr procedimientos que reduzcan estas
los? Sin duda el debate con respecto a las conductas cifras, estableciéndose como criterios de referencia
delictivas y el trato a los delincuentes ha sido una una reducción de entre el 8-16 por 100 de la rein­
controversia heredada de antiguo y en la que han cidencia. Ciertamente a muchos no expertos les
primado razones filosóficas, o pretendidamente éti­ parecerá que serían resultados pequeños, pero no lo
cas y morales. Un debate sobre el comportamiento son, y lograr estas cifras supondría cambios real­
humano centrado en razones éticas y morales puede mente importantes en nuestra sociedad. Sin duda
parecer muy interesante, al menos para debatir, sería mejor poder conseguir reducciones más im­
siempre que esté claro que el objetivo es debatir y portantes, pero avanzar con los pies en la tierra es
sólo eso. Pero el objetivo no parece ser, o al menos la manera más segura de proceder.
no debe ser, simplemente debatir. Lo que realmente Si el objetivo está claramente definido, el paso
afecta y preocupa a las personas de nuestra sociedad siguiente es identificar los procedimientos para con­
no es si los delincuentes tienen tal o cual caracterís­ seguirlo.
tica o si deben estar más o menos tiempo en prisión.
Interesan objetivos más prácticos, objetivos relacio­ 3.  Lo que la investigación dice acerca de los
nados con la mejora de nuestra calidad de vida. delincuentes y la reducción de las conductas delic­
En consecuencia, el primer punto es establecer tivas. ¿Qué hacer, por qué, qué procedimientos se
cuál debe ser el objetivo a conseguir con los delin­ han mostrado adecuados para reducir qué delitos y
cuentes: castigarlos o reducir las conductas delicti­ en qué condiciones?
vas. La respuesta que se presenta en esta obra sin Afortunadamente la investigación sobre este
duda es la más sensata: reducir las conductas delic­ tema ha avanzado de forma importante, entre otros
tivas, garantizar a los ciudadanos un entorno más países en España, y en muchos casos de la mano
seguro, y mejorar su calidad de vida. del autor de esta obra.
Las normas penitenciarias europeas, de forma Hay programas eficaces para reducir estas cifras
muy similar, señalan con precisión que el objetivo de forma importante. Como promedio los pro­
final de todo programa de tratamiento realizado con gramas de intervención han conseguido bajar casi
delincuentes es el logro de su reinserción social y 9 puntos (del 50 por 100 al 41 por 100 las cifras de
la reducción de su reincidencia delictiva. reincidencia). Esos programas de intervención han
©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 18 04/09/13 12:25


Prólogo / 19

sido investigados y muchos de ellos cuentan con un Primero porque me ha aportado una gran cantidad
sólido respaldo empírico que avala que su aplica­ de información sobre un campo no fácil de conocer
ción produce inequívocos resultados positivos. Y la y en el que con demasiada frecuencia prima la opi­
realidad deviene como siempre tozuda. Frente a nión sobre la ciencia. Segundo, y más importante,
otro tipo de opiniones o elucubraciones, los datos porque me ha abierto los ojos, me ha permitido
ponen de relieve de manera reiterada que: «Los «tener una nueva opinión» sobre una realidad a la
programas terapéuticos que enseñan a los delin­ que con frecuencia se presta poca atención pero que
cuentes nuevos modos de pensamiento y valoración nos afecta de forma cotidiana y nos exige actuacio­
de su propia realidad y nuevas habilidades de vida nes. Finalmente por el «soplo de esperanza» que
—entre los que suelen encontrarse los programas supone. Realmente se ha hecho mucho y bien, y se
educativos y cognitivo-conductuales— suelen lo­ pueden hacer cosas mejores. La labor, callada en
grar una mayor eficacia». También que: «Otro muchos casos, de los profesionales que trabajan con
­factor mediador de la efectividad de los tratamien­ los delincuentes ha conseguido resultados muy po­
tos es el contexto en el que se aplican. Suelen ob­ sitivos, y la línea adoptada garantiza que se seguirá
tenerse mejores resultados de generalización y avanzando en esta dirección. La ciencia ha llegado
mantenimiento de los logros mediante programas a esta área de la actuación humana desbancando a
implantados en la propia comunidad (en libertad la superstición o la elucubración. Sin duda estamos
vigilada, etc.) que a través de los exclusivamente de enhorabuena.
aplicados en situación de internamiento». Ciertamente esta obra marcará un hito, ya que
supone un paso adelante muy importante en este
4.  Identificados los programas y directrices de ámbito del tratamiento de los delincuentes. A partir
actuación que se han mostrado eficaces para reducir de ahora disponemos de una obra en la que se abor­
las conductas delictivas, el paso siguiente es pre­ da de forma sistemática, precisa y muy documen­
sentar estos programas de forma precisa y por­ tada qué se puede y sobre todo qué se debe hacer
menorizada. De esta forma los profesionales de la en el tratamiento de los delincuentes y cómo hacer­
psicología y de otras disciplinas implicadas en este lo. La obra no sólo cuenta con una información
objetivo de la reducción de la delincuencia y rein­ exhaustiva y actualizada; lo más importante de
serción social de los delincuentes pueden aplicarlos todo, cuenta con la inteligencia, la capacidad y la
en su quehacer profesional y obtener los mejores experiencia práctica de su autor, sin duda uno de
resultados posibles. los profesionales más destacados en el ámbito de
A partir de este punto se desarrolla la parte fun­ los tratamientos de delincuentes. Como es bien sa­
damental de esta obra. Como buen manual sobre el bido, su trabajo en esta área se ha desarrollado a
tratamiento de los delincuentes, se expone de forma muy diversos niveles, tanto a pie de obra, aplicando
práctica cuáles son los tratamientos, empíricamen­ personalmente los programas de intervención, como
te soportados, que se han mostrado más eficaces a niveles directivos, diseñando y estableciendo pro­
para la modificación de los comportamientos delic­ gramas de intervención o incluso orientando políti­
tivos de los delincuentes. Pero como el propio autor cas generales de actuación penitenciara, en especial
señala, no basta con conformarse con establecer en Cataluña.
cuáles son los tratamientos eficaces. Es muy impor­ Por otro lado es asimismo destacable su labor
tante también identificar los procesos que subyacen como científico e investigador en estos ámbitos. Su
a su eficacia, aunque, justo es reconocerlo, en los relativamente reciente integración en la universidad
momentos actuales muchas de las explicaciones no es sino la guinda a una carrera profesional en la
sobre los procesos subyacentes sean todavía hipó­ que siempre ha estado atento a mantener una sólida
tesis que necesitan ser comprobadas. formación, una actualizada información y un rigor
Ha sido para mí un placer poder disfrutar con metodológico encomiable en todo tipo de actuación
la lectura y estudio de una obra como la presente. profesional. Guinda conseguida a costa de esfuer­
©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 19 04/09/13 12:25


20 /  Prólogo

zos importantes, sólo explicables por la ilusión y constante. Se ha avanzado algo pero queda mucho
capacidad de sacrificio del autor, pues no parecen camino por recorrer. Por otro lado no es el momen­
buenos tiempos para la ciencia. to de elucubrar sobre quién tiene razón o es más
El resultado ha sido esta obra dirigida a todos importante. Es hora de aunar esfuerzos: la realidad
los profesionales que trabajan con los delincuentes, es compleja y las soluciones deben abarcar ámbitos,
bien en centros penitenciarios, bien en ámbitos al­ realidades y personas muy variados. Sin duda las
ternativos, no sólo en tareas de reducción de las palabras del propio autor, mejor que las mías, sirven
conductas delictivas sino también en la prevención para poner de relieve estos aspectos y el estado ac­
de su aparición o en la prevención de recaídas. Sin tual de la cuestión:
duda también será una obra de referencia obligada
para los estudiantes que se preparan a trabajar en «Ni al derecho penal en un extremo ni al trata­
este campo, en especial para los estudiantes de cri­ miento de los delincuentes en el otro pueden exi­
gírseles que solventen de modo unilateral todos los
minología, una nueva área que, en gran parte, tam­ desajustes y dificultades personales, familiares, gru­
bién debido a los esfuerzos del autor de esta obra, pales, económicos, sociales, religiosos y culturales
está comenzando a incorporarse al quehacer univer­ que coadyuvan a la delincuencia en las sociedades
sitario. Sería también un logro no pequeño que fue­ modernas. Aunque el derecho penal y las penas
ra consultada y sirviera de referencia a nuestros privativas de libertad son probablemente necesarios
representantes políticos, de forma que las directri­ para el control de los delincuentes más graves, y
ces sobre la actuación con los delincuentes se guia­ aunque el tratamiento de los delincuentes es salu­
ran más por los conocimientos científicos que por dable y logra resultados razonables y esperanzado­
opiniones personales o pretendidamente morales. res, las sociedades avanzadas necesitan ensartar
No dudo que para dirigir la actuación en estos ám­ políticas preventivas multifacéticas e integradas en
coherencia con la propia naturaleza diversa y com­
bitos, su profesionalidad y trabajo por el bien co­ pleja del fenómeno delictivo. Sólo de este modo
mún les llevarán a su lectura y estudio. De hecho será posible contener y aliviar a medio y largo pla­
una parte importante de las experiencias y progra­ zo la delincuencia del presente y del futuro».
mas incluidos en esta obra se han desarrollado o
están desarrollándose ya en España. Somosaguas, 26 de julio de 2007.
Pero, a pesar de la calidad de esta obra y de su
autor, la realidad no es sencilla y supone un reto Francisco Javier Labrador

©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 20 04/09/13 12:25


Presentación

Este manual se ocupa de los tratamientos psi­ cados con delincuentes (cuando su formación y
cológicos que se aplican en la actualidad con los acreditaciones profesionales así se lo permitan) o
delincuentes, tal y como se han desarrollado y han como libro de referencia para el estudio académico
evolucionado durante las últimas décadas. Presenta de dichos tratamientos.
las técnicas de tratamiento más importantes y el Por último, este libro, debido a su concepción
modo de aplicarlas y de evaluar su eficacia. Orien­ abierta, puede resultar de interés a un amplio públi­
ta su atención de manera preferente a programas de co que desea informarse sobre el fenómeno crimi­
tratamiento aplicados con tipologías de delincuen­ nal, en relación con las diversas tipologías de delin­
tes de especial preocupación, como delincuentes cuentes aquí analizadas y las posibilidades de
juveniles, delincuentes violentos, toxicómanos, cambio de dichos delincuentes y la reducción de sus
agresores sexuales y maltratadores familiares. Ana­ niveles de riesgo futuro. A lo largo del texto se
liza tratamientos realizados en las prisiones, en ins­ presentan diversos casos y experiencias cuyo pro­
tituciones juveniles y en la comunidad social. Y pósito es ejemplificar los conceptos más importan­
plantea también la cuestión de en qué grado el tra­ tes del tratamiento de los delincuentes. Aunque to­
tamiento puede lograr reducir el riesgo delictivo dos ellos proceden de situaciones reales, se han
futuro. modificado y recreado para proteger las identidades
El libro se dirige en primera instancia, como de las personas a las que hacen referencia.
manual de trabajo, a psicólogos y otros profesiona­ Los tratamientos aplicados con delincuentes ad­
les que tienen a su cargo o están interesados en miten ser clasificados y organizados de, por lo me­
programar, aplicar y evaluar tratamientos con de­ nos, tres formas diferentes. La primera, en función
lincuentes. No en menor medida esta obra se desti­ de las técnicas de tratamiento utilizadas y de sus
na también, como libro de texto, a la formación objetivos; la segunda, en función de las tipologías
universitaria en esta materia, lo que incluye a alum­ de los delincuentes tratados (jóvenes, delincuentes
nos de criminología, psicología, derecho, medicina violentos, agresores sexuales, etc.), y la tercera, en
y psiquiatría, pedagogía, trabajo social, educación base a los contextos de aplicación de los tratamien­
social y magisterio, así como a estudiantes de más­ tos (en la comunidad, en centros juveniles y en
ters, postgrados y doctorados de especialización en prisiones). Ciertamente ninguno de estos sistemas
el campo de estudio del comportamiento antisocial. de clasificación excluye a los restantes sino que, por
Los alumnos de todas las anteriores disciplinas pue­ el contrario, todos se solapan en diversos grados.
den servirse de esta obra como manual de utilidad Aquí se ha optado por priorizar la presentación de
para efectuar prácticas sobre los tratamientos apli­ los tratamientos en función de las técnicas psicoló­
©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 21 04/09/13 12:25


22 /  Presentación

gicas utilizadas y de sus objetivos preferentes, e sociales; también se presentan programas multifa­
intercalar en los diversos capítulos y a lo largo de céticos con delincuentes adictos a drogas. El capí­
toda la obra sus aplicaciones con distintas tipolo­ tulo 6 hace referencia a las técnicas que se dirigen
gías de delincuentes y en diferentes contextos. No al desarrollo del pensamiento de los delincuentes,
obstante, dada la relevancia y especificidad que tie­ tales como la reestructuración cognitiva, la solución
ne el ámbito penitenciario, se ha dedicado un capí­ de problemas interpersonales, las técnicas de auto­
tulo específico al tratamiento en las prisiones. control y el desarrollo de valores; para finalizar el
Los capítulos 1 a 3 introducen los conceptos capítulo se presentan los programas multifacéticos
más importantes que definen en la actualidad el razonamiento y rehabilitación y los tratamientos de
campo del tratamiento de los delincuentes. El capí­ delincuentes sexuales. El capítulo 7 se ocupa de
tulo 1 presenta las principales manifestaciones del aquellas técnicas que resultan especialmente útiles
comportamiento delictivo y qué papel puede des­ para ayudar a los delincuentes a regular mejor sus
empeñar el tratamiento en la reducción del riesgo estados emocionales, y especialmente a controlar
delictivo futuro. El capítulo 2 describe los princi­ las explosiones de ira, que a menudo les han lleva­
pales modelos psicológicos sobre el comportamien­ do a agredir a otras personas, tales como la inocu­
to humano e introduce los conceptos de cambio lación de estrés, el tratamiento de la ira y el entre­
terapéutico y relación terapéutica, así como los re­ namiento para reemplazar la agresión; al final del
ferentes éticos y normativos del tratamiento psico­ capítulo se presentan los tratamientos de los agre­
lógico. El capítulo 3 presenta las modernas teorías sores de sus parejas. El capítulo 8 se refiere al pro­
sobre la rehabilitación de los delincuentes que sir­ blema de las recaídas y la reincidencia delictiva, y
ven de base a las técnicas psicológicas que integran presenta diversas técnicas psicológicas que pueden
los programas de tratamiento; en este capítulo se servir para mantener los logros terapéuticos y para
presta especial atención a la interrelación existente, prevenir las recaídas en el delito; este capítulo in­
a la hora de concebir y aplicar el tratamiento, entre corpora al final los tratamientos familiares de los
las diversas facetas del comportamiento delictivo: delincuentes juveniles, en cuanto que constituyen
conductas y hábitos, cogniciones y emociones. uno de los medios más sólidos para generalizar los
Los capítulos 4 a 9 describen el proceso com­ efectos del tratamiento en la comunidad y prevenir
pleto de la intervención psicológica en este campo, precozmente el desarrollo de carreras delictivas. El
que va desde la evaluación de las necesidades de capítulo 9 es dedicado a la evaluación de la eficacia
tratamiento de sujetos y grupos de delincuentes has­ de la aplicación de un programa de tratamiento,
ta la selección de las técnicas de tratamiento más para lo cual presenta tanto las estrategias más útiles
adecuadas, pasando por su integración en formatos para medir dicha eficacia como los diseños de eva­
multifacéticos, para acabar con la evaluación de la luación que pueden utilizarse para recoger, ordenar
eficacia de un determinado programa. El capítulo 4 y analizar los datos producidos como resultado del
presenta los instrumentos de evaluación útiles para impacto del programa.
conocer con precisión las necesidades criminogéni­ El capítulo 10 se dedica al tratamiento en las
cas de los sujetos que van a recibir un tratamiento prisiones y repasa las peculiaridades de ese contex­
y el modo de transformar dichas necesidades en to —en el que se desarrolla gran parte de los pro­
objetivos de un programa específico. El capítulo 5 gramas de tratamiento con delincuentes—, las nor­
recoge, a modo de «partículas elementales» del tra­ mativas internacionales al respecto y los avances
tamiento, las técnicas psicológicas que son de inte­ tanto internacionales como nacionales en la mate­
rés para enseñar nuevas habilidades y hábitos de ria. Aunque no se analiza específicamente el trata­
comportamiento, tales como reforzamiento, mol­ miento en instituciones juveniles, muchas de las
deamiento, programas ambientales de contingen­ consideraciones que se realizan en el capítulo 10
cias, contratos conductuales, condicionamiento en­ pueden ser extrapolables al trabajo con jóvenes de­
cubierto, modelado y entrenamiento en habilidades lincuentes en centros de menores.
©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 22 04/09/13 12:25


Presentación / 23

Por último, el capítulo 11 se ocupa de la impres­ me Funes, Antonio Marchal, Virgilio Valero, Amand
cindible cuestión de la eficacia de los tratamientos, Calderó, Mercedes Sánchez, Alfredo Gil, Rosa Ma­
especialmente por lo que se refiere a la reducción ría Martínez, Guadalu­pe Traserra, Luis Moreno y
de las tasas de reincidencia de los grupos de delin­ Santiago Martínez. En paralelo a las experiencias
cuentes tratados; se contrastan las posibilidades y prácticas en el trabajo con delincuentes, muchas de
los límites del tratamiento como medio de preven­ las ideas y contenidos recogi­dos en esta obra se fra­
ción del delito, acabando la obra con algunas suge­ guaron en la reflexión compar­tida o estimulada a lo
rencias para el desarrollo futuro del campo del tra­ largo de las muchas horas de trabajo común con Vi­
tamiento de los delincuentes. cente Garrido, María Teresa Anguera, Antonio An­
Al finalizar una obra laboriosa como ésta no pue­ drés, Enrique Echeburúa, Jorge Sobral y Julio Sán­
de uno dejar de mirar atrás y a su alrededor y hacer­ chez-Meca. No ha sido poca la ayuda recibida­para
se consciente de qué personas, más allá de la propia llevar adelante este trabajo por parte de mis compa­
voluntad, han sido decisivas para llevar adelante este ñeras de vida académica Marian Martínez y Meritxe­
trabajo. En esta conciencia de deuda motivacional e ll Pérez, y de mi mujer Àngels y de mi hija Marina.
intelectual contraída, quiero aquí agradecer en primer Vaya para todos ellos mi más sincera gratitud.
lugar la experiencia adquirida a lo largo de los años Por último quiero agradecer a Inmaculada Jor­
en contacto con múltiples profesionales y colegas ge, Ediciones Pirámide y al profesor Francisco La­
que trabajan con delincuentes juveniles o con delin­ brador, director de esta colección, la inmediata aco­
cuentes adultos. Tendría muchos nombres que referir gida que dieron a la publicación de este manual y
en este apartado, correspondientes a psicólogos, ju­ las facilidades que me han brindado a lo largo del
ristas-criminólogos, educadores, trabajadores socia­ proceso de preparación y edición. Además, al pro­
les, personal penitenciario, etc. Pero como una men­ fesor Labrador deseo mostrarle mi gratitud especial
ción exhaustiva es imposible, representaré a todos en por su lectura crítica del texto, que tanto me ha
el recuerdo de las enseñanzas recibidas a lo largo de ayudado a mejorarlo, y por su magnífico prólogo.
los años de mis colegas del Departamento de Justicia Llegados a este punto, sólo me resta confiar en
de Cataluña: Javier Hernán­dez, Esther Giménez-Sa­ que el lector encuentre interesante y útil esta obra.
linas, Vicente Castellano, Ángel Vicente, Manuel
Roca, Pere Portero, Elena Pérez, Faustino Agudo, Barcelona, 25 de julio de 2007.
José Luis Valdieso, Fernando García, Carlos Soler,
Graciela García, Eulalia Luque, Paula Montero, Jau­ Santiago Redondo Illescas

©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 23 04/09/13 12:25


00c_Prologo.indd 24 04/09/13 12:25
Nota aclaratoria sobre los términos «tratamiento»,
«intervención», «programa», «terapia»
y «terapeuta»

Todos estos términos, unos de origen más clí­ Aclarado lo anterior, a lo largo de todo el ma­
nico y otros más generales, forman parte de la ter­ nual se utilizarán los términos aludidos con los si­
minología internacionalmente aceptada y utilizada guientes significados generales:
en el campo de la intervención con delincuentes, y
por ello se emplearán a lo largo de esta obra con — Tratamiento (y tratamiento psicológico), in­
habitualidad. Lo anterior no presupone en absoluto tervención, programa (de tratamiento o de
que se parta de un modelo médico de la delincuen­ intervención) y terapia (psicológica) se em­
cia, interpretándola como una enfermedad o pa­ plearán indistintamente como términos
tología de base orgánica y tratamiento farmacoló­ equivalentes, significando: acción o accio­
gico, y menos aún la aceptación de una connotación nes emprendidas, sobre la base de conoci­
«siniestra» de tales términos (no infrecuente en el mientos psicológicos, criminológicos, edu­
imaginario de algunos críticos del tratamiento de cativos y sociales, para desarrollar aquellas
los delincuentes) que implique la manipulación ma­ potencialidades de las personas que favorez­
lévola de los delincuentes con métodos y fina­ can su integración social y disminuyan su
lidades aviesas (La naranja mecánica es uno de los riesgo delictivo.
ejemplos siniestros más aducidos por los crí­ — Terapeuta: profesional formado y entrenado
ticos). para aplicar, en todo o en parte, las acciones
En radical confrontación con lo anterior, el con­ de un tratamiento o programa con delin­
junto de esta obra presupone, en coherencia con el cuentes.
conocimiento internacional en la materia, una mul­
tifactorialidad de los fenómenos y comportamientos Se evitará, en cambio, el uso del término «pa­
delictivos, y adopta, de acuerdo también con el co­ ciente» aplicado a los agresores y delincuentes que
nocimiento vigente, una perspectiva del tratamien­ participan en un tratamiento, prefiriéndose cuales­
to psicológico de carácter psicoeducativo, orientada quiera otras denominaciones, tales como, por ejem­
a finalidades de desarrollo y bienestar individual y plo, «sujetos participantes» en un tratamiento o
social. «usuarios» del tratamiento.

©  Ediciones Pirámide

00c_Prologo.indd 25 04/09/13 12:25


00c_Prologo.indd 26 04/09/13 12:25
Delincuencia y tratamiento psicológico 1

El primer capítulo de este Manual para el También se presentan los antecedentes histó-
tratamiento psicológico de los delincuentes in- ricos más destacados del tratamiento de los
troduce al lector en los principales conceptos delincuentes, tanto en otros países como en
y debates sobre este campo. Para ello, comien- España. Se reflexiona acerca de las posibilida-
za refiriéndose a las principales manifestacio- des de los tratamientos en la reducción del
nes del comportamiento delictivo, tales como riesgo delictivo de los delincuentes, así como
los delitos contra la propiedad, los delitos vin- sobre sus límites. Finalmente, se resumen los
culados al tráfico y consumo de drogas, los debates científicos y sociales existentes sobre
delitos contra las personas, que incluyen lesio- la pertinencia o no de aplicar tratamientos con
nes y homicidios, y las agresiones sexuales. los delincuentes.

Dani tiene 23 años y, en la actualidad, está en informes y entrevistas, algunos aspectos relevantes
libertad provisional, pendiente de un juicio por de la vida de Dani son los siguientes: Dani es el
robo con intimidación que se celebrará en un par menor de seis hermanos. Ha vivido todos estos
de meses. Según le ha dicho su abogado, es muy años con su madre y su abuela materna, que es
probable que le caigan varios años de prisión. Ya quien se ha ocupado de él, ya que su madre traba­
ha cumplido dos pequeñas penas de cárcel por jaba muchas horas limpiando. Viven en un subur­
otros delitos de hurto y lesiones, y anteriormente bio de la ciudad, en el que hay muchos problemas
estuvo ingresado en un centro de menores. Aunque de desempleo, venta y consumo de drogas y delin­
ahora tiene un trabajo por horas de repartidor en cuencia. Cuando Dani era pequeño, su padre toda­
un almacén de construcción, no le gusta mucho. vía vivía en casa, aunque no trabajaba ni se ocu­
Dani reconoce que, aparte de los delitos por los paba de nada, casi siempre venía borracho y se
que le han condenado y está ahora procesado, ha ponía muy violento con todos. A su madre la in­
cometido bastantes más. En realidad lleva toda su sultaba y maltrataba con frecuencia. Ella lloraba
vida robando, vendiendo drogas y peleándose con mucho, pero se aguantaba. Alguna vez su hermano
la gente. Lo que pasa es que muchas veces las mayor y su padre se habían peleado a puñetazos y
cosas quedan entre «colegas», y no hay denuncias patadas. Entonces la madre y la abuela salían co­
ni nada. También a él le han robado y zurrado más rriendo fuera de la casa o se encerraban en una
de una vez. Así ha sido su vida. habitación con los más pequeños para evitar que
De acuerdo con todos los datos que se han les hicieran daño. Un día su padre no volvió más
recogido sobre su historia, a partir de diversos a casa, y no ha vuelto a saber de él hasta hace poco.

©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 27 04/09/13 12:31


28 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Después de abandonarlos, estuvo algunos años en hachís, coca y pastillas. Desde entonces Dani ha
prisión por tráfico de drogas. Nunca regresó a casa sido detenido en numerosas ocasiones por robos,
ni hizo nada por ver a sus hijos. Tampoco ellos (ni agresiones y venta de drogas. Hasta ahora le ha
su madre, ni Dani ni sus hermanos) han querido gustado la vida que llevaba, ya que, según dice, se
saber nada de él. lo ha pasado muy bien y ha vivido experiencias
Dani nació prematuramente (con siete meses) increíbles. Sin embargo, últimamente no está muy
y hubo bastantes complicaciones en el parto hasta animado con el futuro que le espera. Aunque no le
que pudieron sacarlo. Durante los años infantiles entusiasma el trabajo que tiene, dice que le agra­
fue un niño inquieto, al que le costaba mucho estar daría trabajar en un taller de coches y, a lo mejor,
sentado hablando con otros niños, viendo la tele­ cambiar de vida. Además, hace unos meses cono­
visión y, todavía más, haciendo los deberes del ció a una chica que le gusta mucho y con la que
colegio. Lo que más le gustaba era jugar corriendo se ve alguna vez para tomar algo. Pero si resulta
de un lado para otro de la casa o en la calle. En un condenado y va a la cárcel un tiempo, no sabe qué
descampado de su barrio habían jugado algunas podrá pasar.
veces a preparar trampas o perseguir con palos a
gatos o perros abandonados. En varias ocasiones El tratamiento psicológico de los delincuentes
se accidentó, cayendo desde cierta altura, lo que le es uno de los medios técnicos de que se dispone en
produjo fuertes golpes en la cabeza y la rotura de
la actualidad para reducir su riesgo delictivo. Los
un brazo y de una pierna. El colegio no ha sido su
fuerte: ni le gustaba ni se le daba bien. Aunque,
mejores tratamientos actuales, que combinan la en­
según las evaluaciones que le realizaron, tenía una señanza de nuevas habilidades de vida con la pro­
inteligencia normal, no entendía bien algunas de moción de cambios en los modos de pensamiento
las cosas que le explicaban y le costaba mucho y en las expresiones emocionales, pueden ayudar a
atender a nuevas explicaciones, con lo que acababa muchos delincuentes, de distintas tipologías, a in­
no entendiendo muchos conceptos y no sabiendo terrumpir sus carreras criminales previas y a man­
qué era lo que le pedían en los deberes. A partir de tener una vida socialmente apropiada. Con todo, los
los diez años, en que le empezaron a dejar que tratamientos psicológicos no son la «solución» de
fuera solo al colegio, comenzó a llegar tarde y fal­ la delincuencia.
tar algún día. El colegio informó de ello a su ma­ La delincuencia es un fenómeno complejo y
dre, pero las ausencias no se resolvieron del todo multicausal y, por ello, su comprensión y su pre­
y, al hacerse él más mayor, fueron en aumento.
vención requieren diversos niveles de análisis, tan­
Cuando tenía trece años, Dani y dos de sus
amigos del barrio empezaron a ir con una pandilla to de los factores personales como de los sistemas
de chicos algo más mayores que ellos que habían sociales, que incluyen, como mínimo, los mecanis­
dejado el instituto y pasaban todo el día en la calle. mos básicos de socialización familiar y educativa,
Para pagarse sus gastos realizaban pequeños robos las estructuras económicas y de empleo y las leyes
(abriendo coches aparcados, hurtando en alguna y la justicia. Todos estos factores pueden contribuir
tienda, robando algún bolso desprotegido, etc.). en diversos grados y combinaciones a comprender,
Dani y sus amigos comenzaron a participar en explicar y prevenir el comportamiento delictivo, y
dichos robos junto a los otros chicos, más expertos. en ninguno de ellos pueden encontrarse causas ais­
En alguna ocasión habían asaltado a algún moto­ ladas de la delincuencia, y en ninguno de ellos
rista, mediante una navaja, para robarle la cartera pueden hallarse tampoco soluciones completas a la
o la propia moto. A alguno le había herido ligera­
delincuencia.
mente con la navaja o al caerse de la moto. Decían
que no era para tanto y que eran «gajes del oficio».
Uno de los factores destacados de los delitos y
También habían robado algún coche aparcado para del mantenimiento de las carreras delictivas (no el
pasárselo bien. Cuando conseguían algún dinero, único) es la motivación criminal de los propios de­
invitaban a chicas del barrio, se compraban ropa, lincuentes. Esto es, el grado en que, a igualdad
se iban de viaje o iban con prostitutas. También de circunstancias de vida que otras personas no
por aquella época Dani se inició en el consumo de delincuentes, propenden a buscar oportunidades de­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 28 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 29

lictivas, a pensar e imaginar posibles delitos, a jus­ les hay dos posibles caminos para responder a esta
tificar sus acciones antisociales, a no sentirse con­ cuestión.
cernidos por los daños a las víctimas y, en suma, a Desde una perspectiva social y moral (relativa
incorporar ciertas actividades delictivas en sus ru­ al deber ser de las cosas), el ideal del tratamiento
tinas de vida. Una implicación evidente de lo an­ y la rehabilitación confiere a los sistemas de con­
terior es que un modo de prevenir los delitos e trol de la delincuencia una expectativa positiva
­interrumpir las carreras criminales es rebajar la mo­ acerca de que es posible la mejora personal de los
tivación delictiva de los delincuentes. delincuentes. Es decir, la confianza en que, hacien­
El tratamiento psicológico actual, en diversos do lo necesario, los delincuentes actuales incre­
problemas (depresión, ansiedad, etc.), suele dirigir­ mentarán sus oportunidades para tener un futuro
se a producir cambios en los comportamientos y mejor sin cometer delitos. Como el gran escritor
habilidades de las personas, en sus sistemas de pen­ alemán Goethe escribió: «La esperanza es la se­
samiento o de elaboración del mundo que les rodea gunda alma de los infortunados». Esta creencia en
y en sus emociones y sentimientos. Intenta, en la rehabilitación proporciona a las estructuras de
suma, producir ciertas transiciones personales que aplicación de penas mayor humanidad y civiliza­
se traduzcan en un mejor ajuste del individuo a su ción que la contenida en la pura retribución penal
medio. (Blackburn, 1994). Sólo es necesario revisar la his­
En un paralelismo directo con lo anterior, el toria de los sistemas de justicia juvenil y de los
tratamiento psicológico con delincuentes pretende sistemas penitenciarios durante las últimas décadas
promover cambios en sus conductas, cogniciones y y hasta nuestros días para darse cuenta de cómo el
emociones, que reiteradamente les han llevado a ideal de la rehabilitación ha contribuido y continúa
cometer delitos. Pretende ofrecer a los delincuentes contribuyendo a su humanización y mejora.
nuevas habilidades de vida, nuevos modos de enca­ Desde un punto de vista científico, la aplicación
rar su mundo y unas estructuras emocionales más de tratamientos coopera a reducir el riesgo delictivo
equilibradas, que eviten la agresión y resulten más de los delincuentes. Es bien sabido que el compor­
solidarias y compasivas con las necesidades y el tamiento delictivo guarda relación con factores de
sufrimiento de otras personas. Es decir, los trata­ muy diversa índole (Andrews y Bonta, 2006): ca­
mientos suelen comportar el intento de «inducir o racterísticas personales, experiencias tempranas,
facilitar algún tipo de cambio en las personas que definiciones y modelados de conducta, reforza­
participan en ellos. Tales cambios pueden incluir un miento de las acciones delictivas, oportunidades
aumento de sus conocimientos, la adquisición de para el delito, etc. Dados todos estos factores, el
habilidades o la mejora de su salud. Sin embargo, tratamiento de los delincuentes puede producir
en los servicios de justicia criminal, el tratamiento cambios en algunos factores de riesgo personales y
generalmente se asienta sobre el concepto de reha- actuales de los delincuentes que, tales como sus
bilitación: el ajuste del comportamiento desde un creencias y valores antisociales, su ira descontrola­
patrón delictivo o antisocial a otros más respetuosos da y sus hábitos delictivos, influyen sobre su moti­
de la ley o prosociales» (McGuire, 2001c, p. 1). vación actual para el delito. Es decir, el tratamiento
Desde esta perspectiva, si se producen los cambios puede impactar sobre una parte del conjunto del
personales pretendidos, el tratamiento psicológico riesgo delictivo: sobre aquellos factores dinámicos,
de los delincuentes puede reducir su motivación tanto personales como de influencia social, que pue­
delictiva. den ser modificados, aunque sea de modo parcial.
¿Por qué es importante la aplicación de trata­ Así pues, el tratamiento psicológico puede
mientos con delincuentes en general, y especial­ coadyuvar a reducir una parte de la motivación de­
mente en el marco de las prisiones, los centros de lictiva. Frente a ello, la alternativa es prescindir de
menores y otras instituciones de justicia penal? De todo tratamiento y arbitrar un sistema penal puro,
acuerdo con el pensamiento y conocimientos actua­ de castigo y disuasión, a partir de la mera asocia­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 29 04/09/13 12:31


30 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ción formal entre la cuantía del daño y de la alarma que se encuentran los factores de riesgo de delin­
social producidas por el delito y la dosificación del cuencia), tales como las familias, los ámbitos edu­
castigo penal, ponderada generalmente en años de cativos, los barrios, los lugares de ocio, etc. La
privación de libertad. Aunque volveremos sobre tecnología social debe ser esencialmente guiada por
ello a lo largo de este libro, baste por el momento los resultados de la investigación científica, como
señalar que la opción punitiva aislada ni cuenta con sucede en el resto de los asuntos humanos (sanita­
los avales morales que ampararían al tratamiento rios, educativos, de comunicación, económicos,
de los delincuentes como perspectiva más civiliza­ energéticos, industriales, etc.), en que la investiga­
dora ni, menos aún, con sus avales científicos, en ción y la tecnología derivada de ella nos han hecho
cuanto factor reductor de la motivación delictiva. más innovadores y efectivos en la atención a las
El ­sistema penal puro, con su lógica simplista (cuya necesidades planteadas.
estructura vendría a ser la de «más daño/más alar­ La perspectiva que se acaba de comentar re­
ma → más castigo»), puede incapacitar o inocuizar presenta la civilización y el progreso (sin que,
a los delincuentes, aplicándoles largas condenas de desde luego, comporte la solución completa y defi­
prisión, pero no logra disminuir su riesgo delictivo, nitiva de los problemas). Por el contrario, la defen­
sino que a menudo incluso lo exacerba (Howell, sa encendida de planteamientos punitivos y de
2003). Los únicos resultados seguros que pueden ­endurecimiento penal para los delincuentes, ya se
esperarse del endurecimiento penal, y tenemos trate de jóvenes violentos, ladrones de casas, tra­
pruebas de ello en la actual realidad española, son: ficantes de drogas, agresores sexuales, maltratado­
más presos y, en consecuencia, menor eficacia pe­ res familiares o terroristas, no es signo de progre­
nitenciaria, más policías absorbidos por actividades so y civilización, sino de retroceso. Y ello es así,
de control de dudosa efectividad (como la exorbi­ en opinión de este autor, tanto si las posturas pu­
tada multiplicación de las órdenes de alejamiento nitivas las defienden entidades de ideologías reac­
en violencia de género), mayor saturación judicial, cionarias, tertulianos radiotelevisivos y otros arús­
aumento espectacular del gasto público en esta ma­ pices del miedo, como si lo hacen «-ismos» de
teria... y, a la vez, igual delincuencia y mayor alar­ diversos pelajes aunque se autoproclamen progre­
ma pública. sistas. En síntesis, amigo lector, éste es un punto
Sirva este epígrafe inicial para fijar la posi­ moral de partida de este libro: se posiciona del
ción de­partida del autor de este libro en relación lado del desarrollo tecnológico para mejorar nues­
con el control de la delincuencia mediante el recur­ tras posibilidades racionales de prevención y con­
so a la mayor dureza del sistema penal. Mi perspec­ trol de la delincuencia y se sitúa enfrente del alar­
tiva al respecto es que el sistema penal probable­ mismo, la improvisación y la defensa a ultranza
mente continúa siendo necesario en el tiempo de la rancia punición penal.
presente para controlar a los delincuentes más vio­
lentos y de mayor riesgo para la sociedad. Pero eso
debería hacerse compatible en los estados democrá­ 1.1. La diversidad de los
ticos, modernos y civilizados, como es el caso de comportamientos delictivos
España y de los países de la Unión Europea, con
que dicho sistema penal sea suave y autocontrolado, La delincuencia es un fenómeno variado, que
y no duro y expansivo. En paralelo al uso del siste­ incluye muy distintos comportamientos. Entre ellos
ma penal, las políticas criminales deberían ser de se encuentran las conductas violentas (agresio­
miras amplias, utilizando diversidad de medios y nes, robos a mano armada, secuestros, violaciones,
tecnología social (que ya está disponible) para pre­ asesinatos...), pero también otros tipos de accio­
venir la delincuencia a corto, medio y largo plazo. nes sin violencia explícita tales como fraudes a la
Dicha tecnología social debería incluir la aplicación Hacienda Pública, estafas, contaminación del me­
de medidas en diferentes sectores sociales (en los dio ambiente o corrupción. Se suele aludir a esta
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 30 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 31

d­ elincuencia con las expresiones «delincuencia pro­ y otras drogas, han tenido a menudo una crianza
fesional», «delincuencia ocupacional», «delincuen­ marcada por la falta de dedicación y control por
cia corporativa» o, más metafóricamente, de acuer­ parte de sus padres y con frecuencia han sido, tam­
do con la expresión acuñada a mediados del siglo XX bién ellos, víctimas del delito —malos tratos en la
por el conocido teórico de la criminología Edwin familia, abusos sexuales, robo, etc.—. En muchos
Sutherland, «delincuencia de cuello blanco» (en delincuentes violentos no existe una especialización
referencia a que es llevada a cabo por personas delictiva, sino que más bien su violencia tiene un
acomodadas y de «buen vestir», no individuos mar­ carácter genérico, y se dirige a diferentes objetos o
ginales). Los daños sociales producidos por la de­ víctimas según las circunstancias: pueden robar un
lincuencia de cuello blanco no son necesariamente coche, agrediendo si es necesario a su propietario,
menores ni de menor trascendencia que los deriva­ a la vez que trafican y consumen drogas; algunos
dos de la delincuencia violenta. Una estafa inmobi­ de ellos pueden también realizar actos sexuales vio­
liaria puede perjudicar gravemente a cientos de fa­ lentos. Pese a todo, no todos los delincuentes llevan
milias, que pueden verse de la noche a la mañana a cabo todo tipo de delitos. En algunos se produce
privadas de sus viviendas y sin dinero para comprar una cierta especialización de sus actividades ilíci­
otras. La contaminación de un río puede producir, tas, siendo las tipologías más frecuentes los robos,
a medio y largo plazo, graves problemas de salud los delitos vinculados al tráfico de drogas, las agre­
y, tal vez, la muerte prematura de muchas per­sonas. siones y la violencia sexual.
Sin embargo, los delitos que más preocupan a
la gente acostumbran a asociarse, en menor o mayor
grado, a comportamientos violentos. Según se sabe 1.1.1. Delitos contra la propiedad
a partir de encuestas realizadas entre la población,
la violencia, en sus diversas formas, es uno de los «Es gente muy influyente que logra lo que
quiere de una manera o de otra. Querían construir
problemas que más inquieta a la ciudadanía. Nos pisos en una zona deshabitada que antes o después
causa mayor desazón y temor ser amenazados con habría acabado siendo recalificada. Yo no hice
un navaja y que nos roben 100 euros al acabar de nada nuevo que muchos otros no hubieran hecho
sacar dinero de un banco que ser estafados en miles antes, o que no se haga en otros lugares. Un día
de euros, eso sí, poco a poco y durante muchos me llamaron por teléfono y me ofrecieron cierta
años, por nuestro propio banco, que periódicamen­ cantidad y unas propiedades que podrían ponerse
te nos cobra comisiones abusivas e intereses de a nombre de mi mujer o de mi hijo. Tampoco era
usura. Esto último nos irrita y molesta cuando pen­ tanto. Al principio no contesté. Pero recibí algún
samos en ello y lo comentamos con nuestros ami­ anónimo de amenaza si no “hacía lo debido”. Mi
gos. Sin embargo, en pocas ocasiones hacemos algo familia se asustó bastante, por lo que acabé cedien­
do. Los pisos se construyeron y yo recibí algo de
al respecto. En cambio, el fuerte impacto psicoló­ lo prometido pero no todo. Aunque puedo haberme
gico de un robo a mano armada, aunque su resulta­ equivocado, no creo haber hecho daño a nadie, y
do sea la sustracción de una pequeña cantidad de no sé por qué estoy en la cárcel por esto, habiendo
dinero, nos asusta y, probablemente, nos determina tantos delincuentes sueltos.»
a denunciarlo inmediatamente y a exigir que se to­
men las medidas correspondientes para detener y La categoría más amplia de la delincuencia tie­
condenar al agresor. ne un indudable componente instrumental para la
Muchos delincuentes violentos son varones que obtención de gratificaciones materiales. Los delitos
presentan algunas características comunes, como contra la propiedad constituyen el grueso de la de­
las siguientes: escasa vinculación con los sistemas lincuencia, superando en Europa más del 80 por
de formación reglada (escuela, enseñanza secunda­ 100 del total de las denuncias y en América Latina
ria o formación profesional), asociación con amigos más del 60 por 100. Algunos delitos consisten en
que cometen delitos, frecuente consumo de alcohol apropiaciones indebidas, cohechos y distintas for­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 31 04/09/13 12:31


32 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

mas de corrupción con el objetivo de obtener dine­ reclutados por redes de tráfico de drogas para par­
ro o propiedades de maneras ilegítimas. Sin embar­ ticipar en los niveles más bajos de la distribución
go, la mayoría de los delitos contra la propiedad se de la droga o en delitos violentos vinculados a ella.
concretan en robos de objetos del interior de los Lo más habitual es que los detenidos, y en su caso
vehículos, robos de los vehículos mismos o robos condenados por el sistema de justicia, correspon­
en comercios, industrias o viviendas. Finalmente, dan a estos niveles bajos de las tramas de distribu­
algunos delitos contra la propiedad comportan di­ ción.
versas formas de amenaza, fuerza o violencia con­ En relación con el consumo de drogas, el alco­
tra sus víctimas, tales como los tirones, los robos a hol y otras drogas reducen los controles inhibitorios
mano armada, los atracos a entidades bancarias y de la violencia, disminuyendo el miedo ante situa­
otros semejantes. ciones de riesgo y los sentimientos de culpa que
normalmente se producirían en individuos en esta­
do sobrio. El consumo de alcohol desempeña un
1.1.2. Tráfico y consumo de drogas papel importante en muchos delitos violentos, tales
como las agresiones y homicidios producidos en
«Yo sólo vendo la droga, ni la fabrico ni la peleas con desconocidos o el maltrato a la pareja y
consumo. Pero de algo tengo que vivir. Además,
la droga que vendo es de calidad y nunca le he
a los hijos dentro de la familia. Pese a la evidente
vendido “mierda” a nadie. Lo que pasa es que es­ asociación entre consumo de alcohol y delitos vio­
tos tíos que están superenganchados se meten de lentos, el consumo de alcohol no puede explicar por
todo, y vete tú a saber a quién le compran y qué. sí mismo la violencia a la que se vincula. La inmen­
Estos que se han muerto no son mi culpa. Yo no sa mayoría de los jóvenes y adultos que poseen
soy nadie en este engranaje.» hábitos de bebida no llevan a cabo acciones violen­
tas o delictivas asociadas a tal consumo.
Puede estimarse que más del 50 por 100 de los Mención aparte merece el consumo por parte de
delitos, tanto leves como graves, se halla conectado los jóvenes de drogas ilegales tales como heroína,
con el consumo de sustancias tóxicas, ya sean ile­ cocaína, LSD, hachís, disolventes de colas y otras
gales o legales (Watts y Wright, 1990). La produc­ sustancias estimulantes o perturbadoras del sistema
ción y distribución de drogas constituyen activida­ nervioso, que pueden ser tomadas por diferentes
des delictivas en la mayoría de los países y, por vías (ingiriéndolas, fumándolas, esnifándolas o in­
ello, perseguidas por la policía y la justicia. En este yectándolas). Muchos delincuentes violentos se ini­
ámbito se encontrarían tanto los delitos definidos cian en la adolescencia, de una manera paralela,
por las propias drogas, es decir, derivados de su tanto en la carrera delictiva como en el consumo de
prohibición (fabricación, posesión o consumo), drogas. Así se ha puesto de relieve en múltiples
como los cometidos en el sistema de distribución investigaciones longitudinales, entre las cuales pue­
de drogas, esto es, los robos, agresiones, extorsio­ de destacarse el denominado «Estudio Cambridge»,
nes u homicidios necesarios para el funcionamien­ desarrollado por West y Farrington sobre una mues­
to de las redes de tráfico y distribución de drogas. tra de jóvenes de los suburbios de Londres (Farring­
Es verdaderamente difícil conocer la magnitud de ton, 1987, 1989, 1992). Además, muchos de estos
estos delitos. En ellos participan grupos organiza­ delincuentes continúan consumiendo drogas duran­
dos que mueven ingentes sumas de dinero, y a te la vida adulta.
veces aparecen implicadas personas y organizacio­ La relación entre consumo de drogas y conduc­
nes poderosas. En algún país de América Latina se ta delictiva puede comprenderse mejor desde una
ha llegado a estimar que el poder económico del hipótesis de interrelación formulada por el autor y
narcotráfico supera al propio producto interior bru­ denominada de potenciación recíproca (Redondo y
to del país. No es infrecuente que algunos jóvenes, Garrido, 2001). Las principales premisas de esta
generalmente ya iniciados en la delincuencia, sean hipótesis son las siguientes:
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 32 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 33

1. En principio, el comportamiento delictivo conducta (por ejemplo, robar mediante in­


y el consumo de drogas son hábitos que timidación un bolso o una cartera) están
pueden aprenderse y mantenerse indepen­ integradas por distintos «eslabones» de ac­
dientemente el uno del otro. En realidad, ciones específicas (por ejemplo, proveerse
esta independencia entre ambos comporta­ de una navaja, salir de casa hacia una calle
mientos constituye la norma más que la concurrida por turistas, seleccionar una víc­
excepción, si tomamos en consideración tima posible, acercarse a ella, etc.) que son
separadamente las poblaciones de delin­ reforzadas y mantenidas por el resultado
cuentes y de consumidores de drogas. gratificante final (por ejemplo, obtener di­
2. Pero sucede que para los sectores más mar­ nero). Pues bien, la potenciación recíproca
ginales de la población los contextos en los entre actividad delictiva y consumo de dro­
que se aprende a delinquir y a consumir gas se produce cuando las cadenas de con­
drogas son los mismos. Ello facilita que en ducta de ambos comportamientos se unen
estos sujetos marginales, antes o después, y entrelazan, combinándose entre sí sus es­
ambos comportamientos confluyan y se labones y dando como resultado una cade­
combinen entre sí. na compleja e integrada delito-droga.
3. Cuando ello sucede, se produce una cuali­ ­Entonces las actividades delictivas serían
ficación y potenciación recíproca de ambos poderosamente reforzadas por los efectos
tipos de conducta: ciertos actos delictivos psicofarmacológicos de las drogas y po­
(por ejemplo, un robo, la perspectiva de un drían adquirir un formato compulsivo muy
delito violento, como un atraco a mano ar­ resistente a la extinción.
mada o una violación) acaban facilitando
­o instando el consumo de drogas y, recípro­
camente, la dependencia de las drogas o sus 1.1.3. Lesiones, homicidios y asesinatos
efectos psicofarmacológicos pueden acabar
instando ciertos delitos (por ejemplo, un «Desde que era pequeño he estado esperando
robo para obtener dinero) o induciendo poder luchar y morir por mis creencias. Para eso
otros (por ejemplo, delitos violentos y he venido, para luchar y para morir. En mi pueblo
me decían: “Olvídate de la guerra santa, te busca­
sexuales). Es decir, los comportamientos remos una mujer joven y hermosa para que te
delictivos y los de consumo se hacen tan enamores de ella, te cases y seas feliz a su lado”.
interdependientes y funcionales entre sí “No —les dije—, eso me desviaría de mi camino.”
que adquieren características de cerrada No me interesa ninguna cosa ni persona de este
potenciación recíproca. En estos casos, las mundo, sólo quiero luchar para librar a la fe y a
actividades delictivas acaban conduciendo esta tierra de sus enemigos.»
casi con seguridad al consumo de drogas,
y éste demanda, como si de su álter ego se A veces la violencia se muestra en formatos más
tratara, acciones delictivas funcionales para puros, de manera separada e independiente de
consumir. Esta manifestación conjugada de otras formas delictivas, en delitos contra las perso­
ambos comportamientos es la que lleva al nas tales como amenazas, lesiones, maltrato fami­
gran público a concluir que consumo de liar, homicidios o asesinatos. No es infrecuente en
drogas y delincuencia pueden llegar a ser, la actualidad (nos desayunamos cada día con esta
en la práctica, la misma cosa. información sobre algún lugar del mundo) que mu­
4. Una interpretación psicológica de la poten- chos asesinatos se cometan en el marco de guerras
ciación recíproca puede efectuarse desde y de actos terroristas devastadores. Pese a todo,
el concepto de «cadena de conducta». Se­ desde un punto de vista estadístico, los delitos de
gún se verá más adelante, las cadenas de agresión y contra la vida suelen constituir un pe­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 33 04/09/13 12:31


34 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

queño porcentaje de los que se cometen, y en los niñas y, a veces, niños pequeños. El perfil de los
países europeos occidentales pueden cifrarse en agresores sexuales no suele diferir mucho del de los
menos del 2 por 100 del total de las denuncias, lo jóvenes violentos en general. En España, un estudio
que comporta tasas inferiores a dos homicidios por de Rosa M. Aragonés (1998) ha investigado y des­
cada 100.000 habitantes. En los países de América crito los perfiles de una muestra de 78 agresores
del Norte y de Latinoamérica la proporción de de­ sexuales adolescentes: se trata de sujetos impulsi­
litos violentos es superior a las tasas europeas. Si vos, tienen un bajo concepto de sí mismos, poca
se considera la tasa de homicidios, Colombia, El tolerancia a la frustración, menosprecian la figura
Salvador, México, Brasil, Venezuela, Puerto Rico y femenina, presentan retraso en su desarrollo madu­
Estados Unidos aparecen en los primeros lugares rativo, tienen carencias afectivas, son muy influen­
del ranking mundial, con tasas de entre 10 y 50 ho­ ciables, muestran rasgos de agresividad física y
micidios por cada 100.000 habitantes. verbal, carencias normativas y de sentimientos de
culpa, dificultades para el aprendizaje y un porcen­
taje significativo de ellos también evidencian algu­
1.1.4. Agresiones sexuales na problemática psicológica. Muchos suelen perte­
necer a familias en que existe falta de afecto entre
«Todos los niños iban detrás de mí, y por eso los miembros, y en que el modelo educativo ha sido
me llamaban en mi barrio “el rey de la calle”. Or­ de gran permisividad o falta de control, al mismo
ganizaba fiestas. Me gusta ayudar a divertirse a los tiempo que en la familia era frecuente el uso de la
niños. Todo iba bien hasta que la madre de dos de violencia. No es inusual que los delitos se cometan
los niños les prohibió ir al local de reuniones. Los en grupo.
niños, en cambio, seguían yendo porque conmigo Existe la creencia generalizada de que los de­
se sentían más a gusto que con sus padres. Enton­ lincuentes sexuales presentan una casi segura pro­
ces, la madre de esos niños se juntó con la madre
babilidad de reincidencia. Sin embargo, la investi­
de otros niños y me denunciaron, todo falsamente.
Yo tenía amigos que iban a declarar a mi favor, o gación internacional a gran escala obtiene que
sea, diciendo la verdad, que todo es mentira; pero alrededor del 80 por 100 de los sujetos no suele
luego, no sé por qué, me traicionaron y me dieron reincidir (al menos, por lo que respecta a las cifras
la espalda sin aparecer en el juicio. No sé por qué oficiales de este tipo de delitos, en las que no se
me ha pasado esto. Todo es mentira. Ya he tenido computa la delincuencia oculta, que no llega a co­
bastantes problemas por mi bondad. Soy como un nocerse oficialmente). Para el restante 20 por 100
padre para niños rechazados.» de sujetos que probablemente reincidirán, el trata­
miento puede reducir esta tasa hasta la mitad, con
Los delitos sexuales encarnan una mínima pro­ lo que quedaría un porcentaje de reincidencia resi-
porción de la delincuencia (de en torno al 1 por 100 dual de entre el 10 por 100 y el 15 por 100, corres­
del total de los delitos denunciados) y sus autores pondiente a sujetos de alto riesgo a quienes el tra­
suelen ser varones tanto jóvenes como adultos. No tamiento parece no mejorar (Worling y Langström,
obstante, sabemos que la delincuencia sexual pre­ 2006; Redondo, Luque y Andrés, en revisión).
senta una elevada cifra negra, por lo que cabe pen­
sar que este porcentaje, si pudieran conocerse todos
los delitos, como mínimo se duplicaría. La violen­ 1.2. Antecedentes del tratamiento
cia sexual puede adoptar dos formas principales: las de los delincuentes
violaciones y los abusos de menores. Las víctimas
de violación suelen ser chicas conocidas por los La psicología internacional cuenta ya con una
agresores, amigas y compañeras de colegio o del dilatada historia en el diseño de tratamientos para
barrio, o también chicas desconocidas para ellos. hacer frente al problema delictivo. Desde el propio
Las víctimas de abusos sexuales habitualmente son origen de la intervención psicológica pueden encon­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 34 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 35

trarse aplicaciones pioneras en el tratamiento de que trabajan en los países desarrollados en el ámbi­
problemas vinculados a la violencia delictiva (An­ to tanto de la delincuencia juvenil como adulta. De
drews y Bonta, 2006; Mayor y Labrador, 1984) tales este modo, a lo largo de la segunda mitad del si­
como las de Bechterev (en 1923), Kostyleff (en glo XX, ha ido conformándose una auténtica psico-
1927) y Meigmant (en 1935) sobre parafilias. Con logía del comportamiento delictivo, empíricamente
posterioridad, autores de la máxima relevancia en el fundamentada y cuyas aplicaciones son p­ rometedoras
propio origen y desarrollo de los tratamientos psi­ tanto para la predicción del comportamiento delic­
cológicos se han ocupado ampliamente del proble­ tivo (Blackburn, 1994; Bonta, Law y Hanson, 1998;
ma delictivo y del tratamiento de los delincuentes. Hanson y Bussière, 1998; Loeber y Stouthamer-
Por mencionar sólo algunos nombres bien conoci­ Loeber, 1987; Quinsey, Harris, Rice y Cormier,
dos en psicología, baste recordar las im­portantes 1998) como para el diseño y la aplicación de pro­
aportaciones de Skinner (1968, 1977), Eysenck (Ey­ gramas de tratamiento efectivos (Andrews, 1995;
senck, 1964; Eysenck y Gudjonsson, 1989) y Ban­ Andrews y Bonta, 2006; Andrews, Zinger, Hoge et
dura, cuya teoría del aprendizaje social se formuló al., 1990; Cullen y Gendreau, 1989; Currie, 1989;
parcialmente a partir de investigación sobre com­ Dowden y Andrews, 2001; Lipsey, 1990; Wilson y
portamiento antisocial (Bandura y Walters, 1983; Herrnstein, 1985).
Kazdin, 1988; Kazdin y Buela-Casal, 1999).
Como no podría ser de otro modo, existe un
íntimo encaje conceptual y operativo de las técnicas 1.2.1. Precursores en Estados Unidos
de tratamiento de los delincuentes en el marco ge­
neral de la intervención psicológica. Diversos tras­ En Estados Unidos, las primeras aproximacio­
tornos estándar de las nosologías e instrumentos nes a la evaluación y el tratamiento de delincuentes
diagnósticos al uso se hacen eco del comportamien­ se concretan ya a principios del siglo XX (Bartol y
to antisocial, a la vez que el análisis funcional de Bartol, 1987). En 1909, la psicóloga clínica Grace
conducta es la herramienta operativa más relevante M. Fernald, en cooperación con el psiquiatra
para la evaluación de los déficit de los sujetos y el William Healy, crea en Chicago la primera clínica
diseño de los tratamientos. Muchos de los trata­ para delincuentes juveniles (el Juvenile Psychopa­
mientos de los delincuentes se fundamentan en los thic Institute), más tarde reconvertida en institución
mismos principios teóricos que el resto de la tecno­ pública, bajo la denominación de Institute for Juve­
logía psicológica, a saber: 1) el manejo de contin­ nile Research. Este centro nació al servicio del pri­
gencias de comportamiento, especialmente en mer Tribunal juvenil, creado en Chicago en 1896,
­instituciones juveniles y de adultos (programas de y se especializó en diagnóstico y tratamiento. Para
economía de fichas, contratos conductuales, sis­ evaluar a los jóvenes utilizaba la Escala de Inteli­
temas ambientales de contingencias); 2) el apren­ gencia Stanford-Binet y, además, sus creadores di­
dizaje social (modelado), y 3) los más recientes señaron en 1911 la prueba Healy-Fernald tests, que
desarrollos cognitivos (habilidades sociales, rees­ evaluaba las aptitudes de los jóvenes en diversas
tructuración cognitiva, desarrollo de la empatía, et­ tareas.
cétera). El Departamento de Policía de Nueva York creó
Por último, una dimensión más pragmática mo­ en 1916 el Psychopathic Laboratory, una especie de
tiva el creciente interés de la psicología en este servicio diagnóstico de urgencia en el que trabaja­
campo: la delincuencia es en todo el mundo occi­ ban psiquiatras, neurólogos, trabajadores sociales y
dental uno de los sectores de problemáticas perso­ psicólogos. Su tarea era examinar y peritar con an­
nales y de interacción en los que la sociedad y los telación al juicio, para los tribunales neoyorquinos,
poderes públicos reconocen una mayor necesidad y a los delincuentes más graves.
posible utilidad de la intervención psicológica. En los años treinta, William Healy y Augusta
Prueba de ello es el notable número de psicólogos Bronner (experta en delincuencia juvenil femenina)
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 35 04/09/13 12:31


36 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

publican sendas obras sobre estas materias: New responsabilidad criminal, los efectos de la segrega­
Light on Delinquency and Its Treatment (1936) y ción escolar, etc. Además, durante las décadas de
The Value of Treatment and What Happened Af- los años cincuenta y sesenta se llevaron a cabo en
terward (1939). A finales de la década de los trein­ Estados Unidos múltiples aplicaciones de progra­
ta, ya trabajaban 64 psicólogos en 13 prisiones (de mas de tratamiento con delincuentes tanto juveniles
las 123 que integraban el sistema federal de prisio­ como adultos. Sin embargo, en la década de los
nes), y a finales de los años cuarenta su número setenta se produjo un movimiento contrario a la
había ascendido a unos 80 psicólogos. En esa mis­ rehabilitación de los delincuentes (Cullen y Gen­
ma época otros muchos psicólogos, la mayoría psi­ dreau, 2006; Palmer, 1992). Como han comentado
cólogas que trabajan en psicología aplicada, reali­ Haney y Zimbardo (1998), «el país giró abrupta­
zan tareas psicométricas de evaluación mental mente desde una sociedad que justificaba el encar­
(mental testing) con delincuentes jóvenes y adultos, celamiento de la gente sobre la creencia de que
a demanda de los tribunales. facilitaría su vuelta productiva a la sociedad libre a
En el ámbito académico constituye un hito, para otra que utilizaba el encarcelamiento tan sólo para
la presencia de la psicología en temas legales, el incapacitar a los delincuentes o para apartarlos del
acceso de William M. Marston en 1922 a la prime­ resto de la sociedad... Así, la pena de prisión se vino
ra Cátedra de Psicología Legal creada en la Ame­ a considerar útil en sí misma, con el único objetivo
rican University. Marston, que había sido en Har­ de infligir dolor» (p. 712).
vard discípulo de Munsterberg —considerado el
padre de la psicología aplicada—, descubrió la re­
lación entre presión sistólica y mentira —base del 1.2.2. Precursores en Europa y España
polígrafo, o detector de mentiras— y realizó impor­
tantes estudios sobre los jurados. En 1929, Slesin­ En España, y de modo más amplio en Europa,
ger y Pilpel efectuaron una revisión de los 48 artícu­ algunos de los antecedentes más destacados de la
los publicados sobre psicología forense hasta esa psicología criminal y jurídica fueron los siguientes
fecha, encontrando que once correspondían a psi­ (Bartol y Bartol, 1987; Carpintero y Rechea, 1995).
cología del testimonio, diez a engaño, siete al estu­ En el siglo XIX aparecen ya precursores destacados
dio de la relación entre inteligencia y delincuencia, vinculados a la frenología, entre los que puede men­
seis a conducta delictiva y catorce a otras temáticas cionarse a Marià Cubí, quien «localiza» en el área
(metodología, etc.). Desde el punto de vista edito­ temporal del cerebro una zona de la destructividad
rial, los primeros libros de psicología forense y (de fuerte auge en los criminales) que podría con­
criminal fueron escritos por juristas (por ejemplo, trarrestarse mediante las facultades de la «mejora­
Legal Psychology —Brown, en 1926—, Psychology bilidad», «benevolencia» e «idealidad». Asimismo,
for the Lawyer —McCarty, en 1929—), correspon­ se produce el primer desarrollo teórico de la psico­
diendo los dos primeros escritos por psicólogos a patología forense, a cargo de Pedro Mata i Fontanet,
Howard Burt (en 1931) —Legal Psychology— y a catedrático de la Universidad de Madrid en 1843,
Edward S. Robinson (en 1935) —Law and the quien teoriza sobre los fundamentos psicopatológi­
Lawyers— (Bartol y Bartol, 1987). cos del crimen, y en su Tratado de la razón huma-
En los años que siguieron a la Segunda Guerra na con aplicación a la práctica del foro (1858)
Mundial comienza a producirse una decidida pre­ escribe: «Es mi propósito irrevocable arrancar de
sencia de los psicólogos en el estudio, evaluación e las garras del verdugo, de los presidios y de las
intervención en delincuencia y, en general, en el cárceles a ciertas víctimas de su infeliz organiza­
ámbito de la ley. Se inician entonces campos de ción, o de sus dolencias, y trasladarlos a los Mani­
análisis sobre los efectos de la pornografía en los comios o establecimientos de Orates, que es donde
adolescentes, la influencia de los estilos de educa­ les está llamando la Humanidad a voz en cuello»
ción parental sobre los niños, la evaluación de la (cita tomada de Carpintero y Rechea, 1995).
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 36 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 37

Con raíz en el pensamiento krausista, de gran psicología y psicopatología del delincuente, y 4) el


influencia en España (el filósofo alemán Kart Chris­ tratamiento que podría serle más indicado.
tian Friedrich Krause —1781-1832— proponía, Por último, constituyó un antecedente histórico
como meta de la vida, el desarrollo individual en destacable del ámbito del tratamiento de los delin­
coherencia con el todo universal), surgieron en la cuentes la obra de Emili Mira i López (1896-1964),
segunda mitad del siglo XIX las primeras voces co­ Manual de psicología jurídica (1932), publicada tan
rreccionalistas. Entre ellas destacaron la entrañable sólo un año después del primer manual norteameri­
figura de Concepción Arenal (1820-1893), quien cano publicado por un psicólogo, Legal Psychology
escribe varios tratados en defensa de la humaniza­ (a cargo de Burt en 1931). Mira, además de su más
ción de las cárceles y sobre la ayuda y trato com­ importante aportación en relación con la evaluación
pasivo que debe darse a los presos, y el profesor de de la personalidad mediante el PMK, o psicodiag­
derecho Francisco Giner de los Ríos, que anima a nóstico miokinético), presta en su obra una destaca­
sus discípulos a estudiar psicología y criminología. da atención a la prevención de la delincuencia y el
Otros dos personajes sobresalientes fueron Pedro tratamiento de los delincuentes. Durante los últimos
Dorado Montero (1861-1920), catedrático de dere­ años se ha producido una renovación de estos estu­
cho de la Universidad de Salamanca, quien consi­ dios y una amplia revisión y actualización concep­
dera al delincuente como un individuo débil, que tual y operativa del PMK por parte de Tous y su
requiere fortalecimiento y ayuda, y nada menos que equipo, quienes han creado una versión informati­
el eminente literato y diputado José Martínez Ruiz, zada de la prueba: el PMK-R (Tous y Viadé, 2002).
Azorín, quien en su obra La sociología criminal El PMK es una prueba que intenta evaluar la perso­
(1899) escribe: «Borremos la palabra pena; ponga­ nalidad, de modo no verbal, a partir de las desvia­
mos en su lugar tratamiento... La justicia del por­ ciones en el movimiento de las manos en diversos
venir es ésa: prevención, no represión; higiene, no ejercicios de trazado ciego (es decir, sin poder ver)
cirugía» (cita tomada de Carpintero y Rechea, de líneas entre dos puntos que le son dados al suje­
1995). to como referencia para realizar los trazados. En
Alfred Binet en Francia y William Stern en Ale­ línea con los estudios originarios de Emilio Mira
mania experimentan sobre psicología del testimo­ (Mira, Mira y Oliveira, 1949) sobre la posible rela­
nio. Stern funda en 1906 la primera revista europea ción intuitiva entre respuestas miokinéticas y vio­
de psicología jurídica (Betrage zur Psychologie der lencia, Tous y sus colaboradores (Tous, Chico, ­Viadé
Aussage, Contribuciones a la Psicología del Testi­ y Muiños, 2002; Tous, Viadé y Chico, 2003; Tous,
monio). También se encuentran antecedentes en el Muiños, Chico y Viadé, 2004) han confirmado es­
psicoanálisis, perspectiva desde la que reflexionan tadísticamente una relación significativa entre varia­
sobre el crimen dos notables autores españoles. bles como mayor irritabilidad, extroversión y agre­
Luis Jiménez de Asúa (1889-1970), catedrático de sividad, evaluadas mediante el PMK-R, y mayor
Derecho Penal de Madrid, exiliado a Argentina con violencia.
motivo de la guerra civil, utiliza, para explicar la Mención especial merecen, en este breve repaso
propensión delictiva, la teoría adleriana del comple­ de antecedentes, los primeros intentos de sistema­
jo de inferioridad y propone la necesidad de llevar tización de los sistemas penitenciarios con los ob­
a cabo un tratamiento resocializador de los delin­ jetivos de su humanización, organización interior y
cuentes. Por su parte César Camargo (1880-1965) promoción de la reeducación de los presos. En Es­
es un magistrado que teoriza acerca de la necesidad paña, el mérito principal en dicho desarrollo corres­
de descubrir el complejo originario causante del pondió a don Manuel Montesinos, director del Pre­
crimen y de que el juez efectúe en su sentencia un sidio de San Agustín en Valencia, quien organizó
diagnóstico que contemple: 1) el hecho delictivo y por primera vez en España, a partir de 1837, el sis-
sus circunstancias; 2) los móviles de la acción tema progresivo, estructurado en grados de mayor
(complejos psicológicos, medio ambiente...); 3) la libertad de los reclusos, hasta la libertad condicio­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 37 04/09/13 12:31


38 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

nal, en función de su esfuerzo laboral y su conduc­ ción, congresos, etc., que han sido el resul­
ta en prisión. También fue pionero en la ins­tauración tado de la estrecha colaboración de inves­
precoz de un sistema de permisos de sali­da como tigadores y profesionales en el estudio de
preparación de los reclusos para su vuelta definitiva la delincuencia y en la aplicación y evalua­
a la sociedad. ción de programas de tratamiento de delin­
cuentes.
3. Con todo, en la actualidad sigue siendo
1.2.3. Evolución en España superior, en materia de prevención y trata­
miento psicológico de la delincuencia, el
El desarrollo moderno de la psicología españo­ empuje del campo profesional que el muy
la en el campo del tratamiento de la delincuencia modesto reflejo que esta temática tiene en
(y también podría afirmarse lo que sigue de lo acon­ los currícula de las licenciaturas de psicolo­
tecido en otros países europeos, como el Reino Uni­ gía y de otras disciplinas afines en las uni­
do, Holanda o Alemania) puede caracterizarse del versidades españolas. Un cambio c­ ualitativo
siguiente modo: lo constituye, de cara al futuro, la oficiali­
zación de la Licenciatura en Criminología,
1. Las primeras aproximaciones se produje­ que abre nuevas posibilidades al desarrollo
ron, a partir de los años sesenta, desde el y a la presencia académica de la psicología
campo profesional, especialmente en el en el campo de la delincuencia.
marco de las prisiones y los centros de re­
forma juvenil, y tuvieron, en consecuencia,
finalidades prioritariamente diagnósticas 1.3. El tratamiento psicológico
con el objetivo de la asignación laboral o como factor añadido
la clasificación de los sujetos en las insti­
tuciones. Posteriormente se fue evolucio­ Muchos sistemas de justicia juvenil, sistemas
nando hacia objetivos de intervención y penitenciarios y de justicia comunitaria modernos
tratamiento de los internados. (como probation, o libertad a prueba, y otros) han
2. Con el tiempo, mediados ya los años no­ incorporado durante las últimas décadas en sus
venta, se fue operando un mayor interés concepciones y normativas el ideal de la reeduca­
profesional por la delincuencia en otros ción y rehabilitación, cuyo objetivo final es prepa­
sectores laborales comunitarios (servicios rar a los delincuentes para vivir honestamente (sin
sociales, ayuntamientos, comunidades au­ cometer delitos) en la sociedad. Este objetivo glo­
tónomas, servicios de atención y tratamien­ bal puede desglosarse en dos grandes pretensiones:
to de víctimas, etc.). Paralelamente, se ha el establecimiento por los sujetos de unos vínculos
producido también una interacción crecien­ familiares y laborales más sólidos y, en general, su
te entre el campo profesional y el académi­ incorporación a distintas rutinas prosociales. Los
co, como resultado de un doble movimien­ sistemas de aplicación de penas y medidas judicia­
to de recíproca influencia: el interés de les (sistemas penitenciarios, de justicia juvenil y
algunos investigadores y profesores univer­ justicia comunitaria) intentan lograr tales objetivos
sitarios por el estudio de la delincuencia y mediante distintos mecanismos tradicionales, tales
su tratamiento y, también, el interés acadé­ como la educación y el entrenamiento laboral, los
mico y científico de algunos psicólogos y servicios sociales y, también, mediante el sistema
otros profesionales del campo de la delin­ progresivo (según se ha visto, una invención pe­
cuencia. Ello ha dado lugar a una creciente nitenciaria del siglo XIX) que propicia una libe­
realización de tesinas, doctorados, tesis ración progresiva de los delincuentes, contingen­
doctorales, másters, cursos de especializa­ te a su mejor conducta, desde etapas de mayor
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 38 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 39

control hasta otras de régimen abierto o libertad deración, antes de actuar, de las consecuencias y
condicional. posibles daños que puede producir la propia con­
¿Qué puede añadir a estos mecanismos tradicio­ ducta sobre otras personas, autocontrol de las ex­
nales la aplicación de tratamientos especializados? plosiones de enfado e ira, ampliación y mejora de
En su concepción moderna, el tratamiento especia­ sus vínculos afectivos y otras habilidades de seme­
lizado de los delincuentes intenta influir sobre al­ jante valor social. Atendido lo anterior, algunos
gunos factores personales que, como la falta de términos que guardan estrecha relación con el de
competencia interpersonal, las actitudes y creencias tratamiento, para el caso de los delincuentes, son
favorables a la violencia o el consumo de drogas, los de educación, en cuanto enseñanza de conoci­
se consideran directamente relacionados con su mientos y facilitación de información, entrenamien-
conducta delictiva. La práctica actual del tratamien­ to, en cuanto práctica de habilidades, y terapia, que
to de los delincuentes suele consistir en educación a menudo suele sugerir una dimensión más clínica
y entrenamiento, intensivos y sistemáticos, en ha- de disminución de problemas emocionales y de in­
bilidades de comunicación, rutinas de vida proso- tervención sobre trastornos mentales (McGuire,
cial, control de emociones de ira y agresión y de- 2001c). Como ya se ha señalado, aquí se emplearán
sarrollo de actitudes y valores no violentos, con el todos estos términos con un significado análogo.
objetivo de mejorar sus competencias y su disposi- Los pasos habituales que deben seguirse para el
ción para la vida social y de reducir sus carencias diseño y la aplicación de programas de tratamiento,
personales más relacionadas con la comisión de los según se ilustra en la secuencia de la figura 1.1, son
delitos. Así, el tratamiento intenta entrenar a los de­ los siguientes:
lincuentes en habilidades específicas como las si­
guientes: comunicación no violenta con otras per­ a) Se evalúan las necesidades y carencias de
sonas, planificación horaria y organización vital, los delincuentes relacionadas con su activi­
búsqueda y mantenimiento de un empleo, resolu­ dad delictiva.
ción de conflictos interpersonales, toma en consi­ b) En función de las necesidades identifica­

Figura 1.1.—Tratamiento: diseño, aplicación y evaluación.

©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 39 04/09/13 12:31


40 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

das, se especifican los objetivos del progra­ con delincuentes de modo más frecuente han sido
ma de tratamiento. los siguientes:
c) Se toma en consideración un modelo teóri­
co plausible del comportamiento delictivo y 1. La consideración de las posibles «disfun­
de su tratamiento. Es decir, para poder con­ ciones psicológico-emocionales» generales
cebir de modo apropiado un programa de de los delincuentes (por ejemplo, trastornos
tratamiento con delincuentes, es imprescin­ de personalidad, carencias afectivas, com­
dible conocer con profundidad y precisión plejo de inferioridad...) y, como consecuen­
las teorías criminológicas que han sido ava­ cia de ello, la aplicación de «terapias
ladas por la investigación científica y tam­ ­psicológicas» orientadas a resolver tales
bién dominar las implicaciones prácticas disfunciones genéricas.
que tienen dichas teorías (no es esto distin­ 2. La creencia de que un factor precipitador
to de lo que se requiere en cualquier otra de la vida delictiva son las grandes «caren­
materia científico-técnica, como pueda ser cias educativas» de los delincuentes y, en
el diseño de un plan económico, el proyec­ correspondencia con ello, el desarrollo de
to y la construcción de una casa o la reali­ planes de «educación compensatoria».
zación de una intervención quirúr­gica). 3. La perspectiva de que en esencia «la con­
d) Se elige, si ya existe, un programa acorde ducta delictiva es aprendida», y por ello se
con las necesidades de tratamiento o, en su requiere la aplicación de «terapia de con­
defecto, puede diseñarse ex profeso. Tam­ ducta», que reenseñe de modo intensivo a
bién cabe un punto intermedio entre las dos los delincuentes nuevos comportamientos
opciones anteriores, en el sentido de adap­ prosociales.
tar a nuestras necesidades un programa pre­ 4. La consideración, como base de la conduc­
viamente existente, efectuando para ello los ta delictiva, de que existen «déficit en la
cambios y ajustes que sean necesarios (por competencia psicosocial» de los delincuen­
ejemplo, reduciendo o ampliando el núme­ tes (especialmente en sus cogniciones,
ro de sesiones, incluyendo algún nuevo in­ ­actitudes, habilidades sociales...) y la apli­
grediente, etc.). cación, en consecuencia, de «tratamiento
e) Se aplica el programa de manera completa cognitivo-conductual» dirigido a resolver
tal como se ha previsto hacerlo. tales déficit. Dentro de las terapias cog­
f ) Se evalúa su eficacia, lo que habitualmente nitivo-conductuales se inscribe el mayor
implica tomar diversas medidas (de varia­ número de programas aplicados con los de­
bles psicológicas y de conducta) desde el lincuen­tes, tanto en Europa como en Nor­
principio de todo este proceso. teamérica (Latimer, 2001; Lipsey, 1999a,
1999b; McGuire y Priestley, 1995; Re­
Como se ha señalado, todos los programas de dondo, 2006; Sánchez-Meca y Redondo,
tratamiento se fundamentan en algún modelo teóri­ 2002).
co (explícito o implícito), comprensivo de la con­ 5. La creencia de que «la disuasión» a través
ducta delictiva y la reincidencia. En nuestras revi­ del castigo puede reducir la reincidencia de
siones del tratamiento de los delincuentes en los delincuentes y el «endurecimiento de
Europa (Redondo, 2006; Redondo y Sánchez-Meca, los regímenes carcelarios» con la finalidad
en preparación; Redondo, Sánchez-Meca y Garrido, de aumentar dicho efecto disuasorio.
2002a) y también de las revisiones efectuadas en 6. La creencia, contraria a la anterior, en que
Norteamérica (Gacono, Nieberding, Owen, Rubel «ambientes institucionales saludables» y
y Bodholdt, 2001), los modelos teóricos que han no punitivos de «comunidad terapéutica»
estado en la base de los programas de tratamiento pueden reequilibrar las carencias emocio­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 40 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 41

nales de los internados y reducir, a la pos­ fluencia global de los programas de una determina­
tre, su reincidencia. da categoría que a sus aplicaciones específicas
7. Y el propósito de «evitar el etiquetado» de tal y como se han llevado a cabo. En el futuro se
los sujetos mediante el uso de «programas ­requerirá desarrollar muchas más investigaciones
de derivación a la comunidad». directas para conocer las relaciones entre las dimen­
siones específicas de las aplicaciones y su efec­
Los anteriores son los principales modelos teó­ tividad.
ricos declarados como base de las aplicaciones del Así pues, para conocer el nivel de efectividad
tratamiento de los delincuentes. Sin embargo, en de un tratamiento éste debe ser evaluado. El resul­
relación con los contenidos concretos de los trata­ tado final e ideal de todos los tratamientos es que
mientos (es decir, con lo que realmente se hace en los delincuentes, tras finalizar el cumplimiento de
un determinado programa), la actual situación es sus penas, vivan productivamente en sociedad sin
que, más allá de las adscripciones nominales de los cometer nuevos delitos. Existen múltiples caminos
programas, diferentes aplicaciones dentro de una en que puede vivirse productivamente en la socie­
misma categoría pueden ser muy distintas en el tipo dad sin que la ley penal avale más unos u otros. Lo
y la calidad de sus ingredientes terapéuticos, dura­ que sí interesa a la justicia penal, en la que el tra­
ción e intensidad, estructura e integridad. Los in- tamiento de los delincuentes suele ubicarse, es evi­
gredientes terapéuticos hacen referencia a las téc­ tar la comisión de nuevos delitos. Para conocer si
nicas específicas y actividades que integran un un tratamiento específico reduce la reincidencia en
programa. Por ejemplo, a si se entrenan determina­ ciertos tipos de delincuentes (juveniles, violentos,
das habilidades sociales, se reestructuran ciertas sexuales, etc.), lo primero que se necesita es cono­
distorsiones cognitivas, se motiva a los sujetos me­ cer las tasas base de reincidencia (sin tratamiento)
diante recompensas de conducta, etc. La duración en esas mismas poblaciones de delincuentes. En el
se referiría al tiempo total que transcurre entre el diagrama de la figura 1.2 pueden verse algunos re­
inicio y la finalización del programa, mientras que sultados empíricos de las cifras generales de rein­
la intensidad haría referencia al número de sesiones cidencia correspondientes a varios estudios en paí­
y horas de aplicación por unidad de tiempo, por ses europeos (Bélgica, Francia, Holanda, Reino
semana por ejemplo. La estructura definiría la se­ Unido y tres estudios españoles). En tales estudios
cuencia seguida por las diversas acciones y técnicas se obtiene una reincidencia promedio del 46 por
aplicadas, pudiendo emplearse secuencias diferen­ 100 para períodos de seguimiento de entre tres y
tes en programas teóricamente idénticos. Por últi­ cinco años. Como puede verse, la mayor proporción
mo, la integridad haría mención a un aspecto muy de toda la reincidencia (el área más clara) se pro­
importante y muy problemático de los programas duce en muchos casos durante el primer y segundo
con delincuentes, a saber: el hecho de que todas años de seguimiento.
aquellas acciones que se han programado se lleven
realmente a cabo tal y como se previeron. No es
infrecuente que en lo tocante al tratamiento de los
1.4. Factores de la delincuencia:
delincuentes, debido a las dificultades propias de
lo que se puede cambiar
este campo y de las instituciones en que a menudo
y lo que no
se desarrolla (prisiones y centros juveniles), haya
un gran trecho entre lo que se dice que se hará y lo Se invita al lector a volver sobre el caso de
que realmente se hace. Dani, que aparece al principio del capítulo. Como
Nuestro conocimiento actual sobre la eficacia puede verse, en la historia de Dani hay múltiples
de los programas de tratamiento de delincuentes factores que probablemente han influido y conti­
—especialmente, todo aquel conocimiento derivado núan influyendo en su estilo de vida y en su com­
de los metaanálisis— hace referencia más a la in­ portamiento delictivo. Algunos factores forman

©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 41 04/09/13 12:31


42 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Figura 1.2.—Estudios europeos de reincidencia: reincidencia promedio (para 3-5 años de seguimiento): 46 por 100. En los estudios
españoles se consigna (entre paréntesis) el año correspondiente a la excarcelación de la muestra evaluada en cada caso.

parte de la historia pasada de Dani o de sus carac­ Este libro dirige su atención al tratamiento de
terísticas más profundas, y son elementos de difí­ los delincuentes. Sin embargo, el tratamiento de los
cil o imposible modificación. Entre ellos, el que delincuentes no es una parcela aislada del problema
Dani naciera mediante un parto complicado, ser delictivo sino que constituye una de las piezas del
un niño impulsivo y con problemas de atención en rompecabezas general de la prevención delictiva, y
la escuela, que fuera atendido y criado casi de
necesita por ello ser encuadrado en ese marco más
modo exclusivo por su abuela, que naciera y vivie­
ra en un barrio problemático y con altas tasas de
general. Con esta finalidad se propone a continua­
delincuencia, que su padre fuera alcohólico, vio­ ción un modelo integrado de las posibilidades y
lento, traficara con drogas y abandonara a su fa­ límites de la rehabilitación de los delincuentes me­
milia, etc. Se trata de factores de riesgo denomi­ diante el tratamiento. De acuerdo con diversas pers­
nados «estáticos», o factores que probablemente pectivas teóricas y con amplia investigación empí­
han tenido una influencia negativa sobre la vida de rica en criminología y otras disciplinas vinculadas,
Dani, pero sobre los cuales poco puede hacerse en el riesgo actual (en un momento dado) de compor­
el momento presente para mejorar su situación. Sin tamiento delictivo de un sujeto dependería de tres
embargo, otros factores, como que Dani tenga ami­ grandes clústers de factores que se han catalogado
gos delincuentes, justifique el delito y el daño a aquí como factores (α), o características persona-
otras personas como «gajes del oficio», carezca de les; (β), o motivación actual, y (γ), o factores de
formación laboral y obtenga dinero exclusivamen­ oportunidad (véase la figura 1.3).
te robando, y otros semejantes que podrían ser Los factores (a) estarían integrados por las ca-
explorados más a fondo, son aspectos o factores
racterísticas personales del individuo (como alta
«dinámicos», en cuanto que son susceptibles de
ser mejorados, al menos de modo parcial, lo que
impulsividad, labilidad para la ira, etc.) en combi-
podría reducir el riesgo delictivo de Dani. Además, nación con sus experiencias y aprendizajes (aban­
Dani parece mostrar ahora una disposición algo dono infantil, crianza punitiva, modelos delictivos,
diferente y más positiva hacia un posible empleo definiciones favorables a la delincuencia que se han
y hacia una relación de pareja. Estos elementos tenido, traumatismos craneales infantiles, etc.). Este
nuevos en su vida pueden constituir «ventanas de cluster personal/experiencial constituye el punto de
oportunidad» para favorecer cambios en Dani. arranque del riesgo delictivo. La variabilidad indi­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 42 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 43

Figura 1.3.—Los grandes factores de riesgo de conducta delictiva.

vidual y experiencial confiere a los sujetos distintos los niños y jóvenes influidos por dichas campañas
niveles de riesgo para el inicio y mantenimiento de lleguen al intervalo de edad crítico de delincuencia
carreras delictivas. Los efectos criminógenos de es­ (que suele tener lugar entre los 15 y los 25 años).
tos factores acontecen desde el principio de la vida Sin embargo, dichas campañas no tendrán efectos
del sujeto (por ejemplo, el rasgo impulsividad) o sustanciales sobre las generaciones actuales de de­
bien se producen en edades tempranas (por ejem­ lincuentes. Por ello, los factores (α) producirán, en
plo, experiencias traumáticas en la infancia o la los sujetos que se vieron expuestos a ellos, efectos
adolescencia). Por ello, en relación con el riesgo de de riesgo latentes que se mantendrán especialmen­
conducta delictiva juvenil o adulta, se trataría de te activos en los años de la juventud, favoreciendo
factores de riesgo estáticos. Ello significa que aun­ el inicio y mantenimiento de carreras delictivas en
que continúan influyendo sobre el riesgo presente, dichos sujetos. El tratamiento de los delincuentes
sus efectos nocivos no son reversibles mediante escasamente puede influir sobre los factores estáti­
intervenciones y tratamientos actuales. Su efecto cos de riesgo.
criminógeno residual (por ejemplo, mediante la Los factores (b) serían aquí aquellos directa­
propensión a la impulsividad) puede acompañar al mente relacionados con la motivación actual de un
sujeto durante toda su vida. sujeto para el delito, y se han denominado interna­
Los factores (α), personales y experienciales, cionalmente factores de «necesidad criminogéni­
constituyen los objetivos adecuados de la preven- ca». Entre ellos, de acuerdo con la investigación,
ción primaria y secundaria. Las prevenciones pri­ destacarían: la fuerza de los hábitos delictivos, las
maria y secundaria suelen consistir en programas creencias favorables al delito, las adicciones, la ca­
de apoyo social a los ciudadanos y a los grupos rencia de vínculos y habilidades prosociales (edu­
sociales para permitir un desarrollo individual y cativas, laborales, relación de pareja, etc.), el bajo
colectivo adecuados y la reducción de toda suerte control informal y las experiencias de tensión ex­
de factores de riesgo. Las campañas de prevención cesiva vividas por el sujeto.
primaria y secundaria podrán reducir la prevalencia Para muchos de los factores (b), de actual mo-
e incidencia delictivas en años venideros, cuando tivación delictiva, puede ser rastreado su origen en
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 43 04/09/13 12:31


44 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

factores (a) correspondientes a las características y mas atractivos o vulnerables, más delitos se come­
experiencias pasadas del individuo. Por ejemplo, terán.
puede existir una estrecha relación entre que un Como ha puesto de relieve la investigación, las
sujeto en su adolescencia haya observado a sus ami­ variaciones en las «oportunidades» (por ejemplo,
gos robar y sus justificaciones actuales de ciertos más coches nuevos aparcados en las calles, más tu­
robos. Sin embargo, las combinatorias y secuencias ristas que pasean con dinero en metálico, etc.) inte­
en el pasado del sujeto de factores personales y raccionan con la «motivación delictiva» (por ejem­
experienciales (o α) pueden ser tan variadas que su plo, como consecuencia del desempleo prolongado)
resultado presente, correspondiente a los factores con resultados diversos en distintos momentos tem­
(β), puede ser también muy variado e incierto. Es porales (véase el capítulo 11 de Principios de crimi-
decir, características y experiencias individuales nología, 2006). En un período inicial, el desempleo
aparentemente semejantes no producen siempre re­ (de personas en que confluyen diversos factores de
sultados unívocos1. Por otro lado, la motivación riesgo de delincuencia, no sólo desempleo) puede
delictiva cambia a lo largo del desarrollo del indi­ relacionarse con menor tasa delictiva. Cuando se
viduo y es influida, además de por su pasado, por pierde el trabajo suele contarse, en un primer mo­
sus procesos vitales y experiencias presentes y por mento, con los ahorros personales o con la ayuda
sus expectativas futuras. Por todo ello, la motiva- familiar necesarios para hacer frente a la situación
ción delictiva, que contribuye al riesgo delictivo de desempleo (es decir, no necesariamente aumenta­
global que presenta un individuo, debe ser especí­ ría la motivación delictiva), y además las oportuni­
ficamente evaluada en el momento de estimar dicho dades delictivas pueden verse reducidas, en la medi­
riesgo. da en que el individuo, al no desplazarse al trabajo,
El clúster «motivación delictiva» (o β) está in­ podría salir menos a la calle y verse menos expuesto
tegrado en esencia por factores dinámicos moldea­ a situaciones y estímulos criminógenos. Sin embar­
bles, o al menos parcialmente moldeables, tales go, si el desempleo se prolongara, podría acabar aso­
como las creencias, los hábitos, las habilidades o el ciándose a un incremento de la tasa delictiva, ya que
autocontrol emocional. Tales factores constituyen la motivación y la exposición a oportunidades delic­
el campo de acción más directo y genuino del tra­ tivas podrían entonces aumentar. En síntesis, las
tamiento que, mediante educación intensiva, puede oportunidades delictivas influyen también (en para­
ayudar a reorientar estos factores personales. lelo a la motivación) sobre la incidencia y la preva­
Los factores (g), por último, son, desde una lencia delictivas, facilitando o dificultando la presen­
perspectiva ecológica, las oportunidades (o tenta- cia de objetivos «fáciles» para el delito.
ciones) para el delito, que también influyen sobre El tratamiento aspira a producir cambios perso­
la incidencia y prevalencia delictivas. En general, nales en los individuos que hagan a los delincuentes
a igualdad de factores de riesgo (α) y (β), cuan­ tratados lo más resistentes posible (frente al delito),
to mayor sea la disponibilidad de objetivos o vícti­ sean cuales sean las oportunidades delictivas que se

1
  Podría considerarse que la predicción del riesgo delictivo dados A y B, el resultado seguro será C) y afirma, en consonan­
de un sujeto particular estaría sometida, como sucede en el res­ cia con la observación empírica, el determinismo probabilístico:
to de las ciencias físicas, biológicas y sociales, al principio de dados A y B, existe una cierta probabilidad de que se produzca
incertidumbre. Este principio fue originalmente formulado por C, pero ello no es seguro, y además el resultado final puede ser
Heisenberg en 1926 en el campo de la física y define la impo­ afectado por otros muchos factores. Si este principio tiene apli­
sibilidad de conocimiento absoluto de las magnitudes de lo que cación en el conjunto de las ciencias, su relevancia en el campo
se observa debido a que dichas magnitudes se modifican cons­ de la delincuencia podría ser especialmente notoria: son muchos
tantemente como resultado de las propias observaciones (Botha­ y complejos los factores que influyen sobre el comportamiento
mley, 2002, p. 249; Hawking, 1989). Una de las consecuencias criminal y, además, en muchos casos se trata de factores diná­
del principio de incertidumbre es que niega, por lo que concier­ micos e inestables, cuya aparición o movimiento puede introdu­
ne al mundo fáctico, el determinismo lógico (que afirmaría que cir cambios repentinos en el resultado.

©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 44 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 45

les presenten. Sin embargo, el tratamiento no puede versificadas para los diversos factores de riesgo cri­
convertir a los sujetos tratados en «invulnerables» minogénico, lo que incluye medidas sociales y edu­
ante cualquier oportunidad delictiva. De ahí que las cativas, de prevención primaria y secundaria y de
oportunidades coadyuven también a explicar una disminución de las oportunidades delictivas.
parte del riesgo delictivo. Es verdad que los delin­
cuentes altamente motivados buscarán activamente
cualesquiera oportunidades favorables para cometer 1.5. Factores psicológicos
delitos. Pero también es cierto que la frecuencia y y gradiente terapéutico
la magnitud de las oportunidades delictivas son par­
cialmente independientes de la motivación delictiva Incluso ciñéndonos exclusivamente a los facto­
del sujeto: las oportunidades existen en el marco de res psicológicos del riesgo delictivo, éstos son di­
las rutinas de la vida diaria, en la medida en que versos en su centralidad al individuo y en su per­
hay propiedades y bienes de alto valor económico meabilidad al cambio terapéutico. En la figura 1.4
(joyas, dinero...), se realizan continuas transaccio­ se presenta un modelo en el que se estructuran, de
nes bancarias en comercios, cajeros automáticos o manera concéntrica, tres tipos de factores psicoló­
por Internet (Felson, 2006). En todo caso, las opor­ gicos que la investigación ha identificado como
tunidades delictivas forman parte del entorno y ni elementos de riesgo delictivo. En el núcleo interior,
son objetivo específico del tratamiento psicológico más profundo, se encuentran los factores psicobio-
ni pueden ser directamente influidas por él. La re­ lógicos y de personalidad del individuo, tales como
ducción de oportunidades delictivas requiere su pro­ sus características neuronales y endocrinas, que
pia dinámica de prevención situacional, orientada a confieren al sujeto una mayor o menor labilidad
dificultar el acceso cómodo a objetivos delictivos. emocional, impulsividad, capacidad de aprendiza­
En conclusión, dada la heterogeneidad de los je, etc. Se trata de condiciones y rasgos personales
factores que contribuyen al riesgo delictivo presente, profundos y esencialmente estables a lo largo de la
no puede esperarse razonablemente que el tratamien­ vida. En el círculo intermedio de la figura se en­
to (incluso el mejor tratamiento posible), que sólo cuentran los factores cognitivos y emocionales, que
atiende a una parte de dichos factores —los motiva­ incluyen las creencias y estructuras de pensamien­
cionales o de cambio personal—, resuelva el todo de to, justificaciones, aficiones, deseos y afectos que
dicho riesgo. Es más realista esperar que los buenos un sujeto posee en la actualidad. Tales elementos
tratamientos reduzcan el riesgo delictivo en una par­ cognitivo-emocionales son probablemente el resul­
te (como, en efecto, así sucede empíricamente). Sin tado complejo de la doble influencia de las dos
embargo, para maximizar los efectos preventivos estructuras concéntricas adyacentes. Los sistemas
presentes y futuros se requerirán intervenciones di­ de cogniciones y emociones que posee un individuo

Figura 1.4.—Los factores psicológicos de la conducta delictiva y su permabilidad al cambio terapéutico.

©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 45 04/09/13 12:31


46 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

son condicionados, en primera instancia, por sus profunda, como una elevada impulsividad o una
estructuras neuroendocrinas y de personalidad, pero muy baja empatía del sujeto. Lo anterior constituye
inevitablemente también por las experiencias vi­ un planteamiento pragmático y razonable para en­
vidas por el sujeto, consignadas en el área más carar el tratamiento psicológico de los delincuentes
externa de la figura. En dicha área quiere hacerse (que también podría ser aplicado al tratamiento psi­
referencia a los factores experienciales y de apren- cológico en general).
dizaje que han llevado a los sujetos a adquirir cier­ En síntesis, no todos los factores psicológicos
tos repertorios de conducta y determinadas habili­ que influyen sobre el riesgo delictivo pueden mo­
dades de vida. dificarse por igual, pero algunos factores relevantes,
Para el caso de los delincuentes, en el núcleo de como los hábitos y las cogniciones, pueden ser es­
la figura podrían hallarse posibles disfunciones neu­ pecialmente sensibles al tratamiento psicológico, y
rológicas, traumatismos craneales o anomalías en­ deben constituir por ello las prioridades en dicho
docrinas (como, por ejemplo, bajos niveles de se- tratamiento.
rotonina, que es un neurotransmisor clave en la
inhibición del comportamiento, o altos niveles de
testosterona, lo que puede conferir al individuo su­ 1.6. Debates y polémicas
periores niveles de agresividad). En el círculo inter­ sobre el tratamiento
medio estarían las creencias delictivas y la propen­ de los delincuentes
sión a fuertes reacciones emocionales. Y en el área
más externa se situarían los hábitos y rutinas delic­ En años pasados, y aún en la actualidad, el tra­
tivas. Pues bien, donde se quiere ir a parar es a que, tamiento de los delincuentes ha contado con empe­
si bien todos los factores mencionados son elemen­ cinados detractores, desde dos frentes principales.
tos psicológicos que aumentan el riesgo delictivo, Desde una perspectiva estrictamente punitiva y
no todos son dúctiles por igual para el cambio te­ ­disuasoria, se ha aducido que la filosofía de la re­
rapéutico. Como es obvio, muchas condiciones neu­ habilitación y el tratamiento, que postula el condi­
rológicas y estructuras profundas de personalidad cionamiento o determinismo científico del compor­
no pueden ser sustancialmente cambiadas, pero sí tamiento humano (a partir de los factores que lo
que pueden modificarse, aunque sea parcialmente, influyen), entraría en conflicto con el supuesto ju­
los hábitos delictivos y los pensamientos y emocio­ rídico-penal del «libre albedrío», que presume una
nes que los acompañan. completa y consciente capacidad individual de elec­
Desde una perspectiva terapéutica, la hipótesis ción de conducta. En realidad los dos supuestos
razonable que aquí se plantea es que los factores (determinismo científico o probabilístico del com­
psicológicos presentan un gradiente de ductilidad, portamiento y capacidad de elección de conducta)
o ductibilidad terapéutica, siendo más susceptibles no son en absoluto incompatibles, sino que ambos
de transformación los elementos psicológicos más están avalados tanto por nuestros conocimientos
externos de la figura (el comportamiento y las ha­ actuales como por el propio sentido común. Así, es
bilidades) que los centrales (cogniciones y emocio­ indudable que nuestros comportamientos son influi­
nes) y que los más internos (elementos psicobioló­ dos (¿podría negarse a estas alturas?) por múltiples
gicos y de personalidad). Y, en todo caso, que todo factores, tanto personales como sociales y ambien­
cambio terapéutico tendría que hacerse desde fuera tales, que confieren mayor probabilidad a algunas
hacia dentro, tomando como eje de trabajo los ele­ alternativas de conducta que a otras. Por ejemplo,
mentos más externos y moldeables del sujeto, tales los lectores de este libro, dadas las circunstancias
como sus comportamientos y hábitos, para afectar personales y familiares esencialmente favorables
después a sus sistemas cognitivo-emocionales, y con las que han contado, tenían una alta probabili­
dándonos a la postre la oportunidad de que puedan dad de tener una vida socialmente integrada, sin
paliarse o inocuizarse algunos riesgos de raíz más especiales problemas de conducta antisocial. Pese
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 46 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 47

a todo, es también cierto que todas esas circunstan­ futuro de delincuencia y encarcelamiento reiterados
cias favorables no evitaron que en ciertos momentos altamente probables. Estos procesos educativos pue­
de su vida tuvieran que realizar opciones personales den cambiar la personalidad de los delincuentes e
de comportamiento (por ejemplo, evitando frecuen­ interferir con su libertad individual en la misma
tar, en su adolescencia, a amigos o vecinos que medida en que cualquier acción educativa podría
podrían cometer delitos o rechazando una oferta de hacerlo con quienes lean estas líneas. Toda educa­
consumo de ciertas drogas). ción y toda socialización implican, en efecto, un
El frente más belígero de detractores del trata­ cierto cambio que se pretende que sea en dirección
miento de los delincuentes lo representaron en años al crecimiento y la mejora personales. Por otro lado,
pasados, y en cierto grado todavía lo representan eso que se entiende en psicología por «personali­
aunque en inferior número y en general con menor dad» hace referencia a un conjunto de rasgos indi­
vehemencia, algunos juristas alineados en las diver­ viduales que son profundos y estables en la estruc­
sas facciones de las llamadas criminologías radica­ tura del individuo y difícilmente pueden «cambiar­se»
les. Aquí, el rechazo del tratamiento no obedece mediante intervenciones psicológicas (McMurran,
meramente a una cuestión de incompatibilidad con 2001b).
el supuesto jurídico del libre albedrío, sino que se En relación con el argumento segundo, afirmar
trata de un rechazo más esencialista, a partir de la que el tratamiento de los delincuentes constituye un
combinación de aspectos conceptuales e ideoló­ instrumento de justificación de la prisión es senci­
gicos. Los argumentos de este rechazo son funda­ llamente un puro mito ideológico. Justo lo contrario
mentalmente de tres tipos: 1) la reeducación y e­ l es cierto: la aplicación de tratamientos y otras ac­
tratamiento de los delincuentes son indebidos e into­ ciones educativas y sociales con los encarcelados
lerables porque, al cambiar su personalidad, el tra­ suele comportar, en la práctica, el aporte de boca­
tamiento atenta contra su libertad individual y nadas de humanidad, normalidad y esperanza den­
­el respeto a su identidad; 2) el tratamiento de los tro de las prisiones. La prevención y el tratamiento
delincuentes es un instrumento de justificación de de la delincuencia constituyen alternativas al casti­
la prisión, y 3), «como todo el mundo sabe» (inicio go, que es lo que representan las penas privativas
frecuente de lo que sigue), el tratamiento de los de libertad, que no las imponen precisamente los
delincuentes y las políticas de rehabilitación han terapeutas de los tratamientos ni constituyen objeto
fracasado en todo el mundo. alguno del estudio de la psicología.
No me detendré ahora en replicar extensamente Por último, la afirmación de que el tratamiento
estos argumentos contra el tratamiento de los delin­ y la rehabilitación de los delincuentes han fracasa­
cuentes, sino que confío en que la información pre­ do en todo el mundo es, a la luz de los conocimien­
sentada en esta obra constituya por sí misma, a ojos tos internacionales en esta materia, completamente
del lector, una amplia y pacífica réplica. Tan sólo ignorante y falsa. Los tratamientos, cuando se apli­
enunciaré unas breves síntesis de la información can, logran mejoras personales notables, que se tra­
contenida en esta obra que podrían contestar a las ducen en reducciones significativas (de en torno a
anteriores premisas. 1/3) de las tasas de reincidencia delictiva. En la
En relación con el primer argumento crítico (los actualidad, y desde hace tres décadas, existen cen­
tratamientos cambian la personalidad de los delin­ tenares de evaluaciones que han probado la eficacia
cuentes y atentan contra su libertad e identidad) se relativa de los tratamientos de los delincuentes, y di­
ha de decir que los tratamientos de los delincuentes cha información es de general conocimiento de  quie­
consisten en diversos tipos de acciones educativas nes se ocupan, de manera no prejuiciosa, de cuestio­
(Blanckburn, 1994) que intentan servir, como toda nes de psicología criminal y criminología. Ignorar
educación, para ampliar sus capacidades de acción o negar esta información es lo que Andrews y Bon­
y de elección ante los avatares de la vida social, ta (2006) han calificado como la «destrucción del
sustrayéndoles, en la medida de lo posible, a un conocimiento», que consistiría en utilizar los prin­
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 47 04/09/13 12:31


48 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

cipios de argumentación científica para negar los una de carácter moral, en cuanto que se confiere a
hechos y evidencias científicas. Este libro analizará los sistemas de control de la delincuencia una expec­
ampliamente la cuestión de la eficacia de los trata­ tativa positiva sobre las posibilidades de mejora per­
mientos. Desde luego lo que los tratamientos no sonal de los delincuentes; otra científica, en la medi­
logran por sí solos (ni podrán lograr) es eliminar la da en que, al cambiar ciertos factores de riesgo
delincuencia. Por su parte, como ponen de relieve personales, se coopera a reducir su riesgo delictivo.
muchas evaluaciones, la aplicación pura de medidas Frente a ello, el sistema penal puro, basado mera­
penales, y su periódico endurecimiento, ni eliminan mente en el castigo, puede incapacitar temporalmen­
la delincuencia ni siquiera reducen las tasas de rein­ te a los delincuentes pero no suele conseguir dismi­
cidencia. En todo caso el problema de la prevención nuir su riesgo delictivo futuro.
del delito es enormemente complejo y multimen­ La delincuencia es un fenómeno muy diverso,
sional, y toda aseveración radical, del tipo «el tra­ en el que se incluyen múltiples delitos contra la
tamiento y la rehabilitación han fracasado en todo propiedad (el grueso de la delincuencia), deli­
el mundo», es cuando menos sospechosa de fana­ tos vinculados al tráfico y consumo de drogas, de­
tismo ideológico o de ignorancia. litos contra las personas (lesiones, homicidios y
asesinatos) o agresiones sexuales. La delincuencia
más violenta, aunque suele representar un porcen­
Resumen taje pequeño del total, es la que más temor y preocu­
pación produce a los ciudadanos. España y, en ge­
El tratamiento psicológico es uno de los medios neral, los países europeos occidentales tienen tasas
técnicos de que puede disponerse en la actualidad de delincuencia, y concretamente de delincuen­
para reducir el riesgo delictivo de los delincuentes. cia violenta, bajas. Ello es especialmente cierto en
El tratamiento intenta influir sobre algunos factores comparación con los países americanos, tanto del
personales que, como la falta de competencia inter­ Norte como, más aún, de Centroamérica y Suda­
personal, las actitudes y creencias favorables a la mérica.
violencia o el consumo de drogas, se consideran El tratamiento psicológico de los delincuentes
directamente relacionados con su conducta delic­ cuenta con antecedentes, tanto en Europa como en
tiva. La práctica actual de los tratamientos con de­ Norteamérica, desde finales del siglo XIX y, espe­
lincuentes suele consistir en educación y entrena­ cialmente, durante la primera mitad del siglo XX. El
miento en habilidades de comunicación, en rutinas desarrollo actual de los tratamientos se produjo tras
prosociales, en control de ira y en valores no vio­ la Segunda Guerra Mundial y, en un sentido plena­
lentos, con el objetivo de mejorar sus competencias mente moderno, a partir de finales de los años se­
y su disposición para la vida social y reducir sus tenta. En España este desarrollo fue impulsado, a
carencias personales más relacionadas con la comi­ partir de la década de los ochenta, desde el campo
sión de los delitos. profesional y, cada vez más, en colaboración con el
Sin embargo, todo lo anterior no significa que ámbito académico. Sin embargo, la psicología aca­
los tratamientos constituyan la «solución» a la de­ démica española es bastante ajena en sus planes de
lincuencia, ya que ésta es un fenómeno complejo y estudios a contenidos relativos a la delincuencia y
multicausal. El tratamiento psicológico de los de­ el tratamiento de los delincuentes, pese a que este
lincuentes se dirige a promover cambios en sus ámbito constituye uno de los principales campos de
conductas, cogniciones y emociones, que reiterada­ trabajo público de los psicólogos españoles. Frente
mente les han llevado a cometer delitos. De esa a ello, los nuevos estudios de Licenciatura en Cri­
forma el tratamiento puede reducir su motivación minología han incorporado el tratamiento de los
delictiva. delincuentes como una materia fundamental, lo que
La aplicación de tratamientos con delincuentes es probable que contribuya a un mayor desarrollo
es importante debido a dos razones fundamentales: académico de este campo.
©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 48 04/09/13 12:31


Delincuencia y tratamiento psicológico / 49

En síntesis, en este primer capítulo se constata expuestos. El tratamiento puede incidir sobre la
que el comportamiento delictivo depende de tres motivación delictiva actual, pero no sobre los res­
grandes grupos de factores que contribuyen al ries­ tantes factores. Por ello, sus efectos positivos, aun­
go delictivo presente: las características persona­ que importantes, sólo pueden ser parciales, como
les de los sujetos, su motivación delictiva actual y así se constata a partir de la investigación sobre efi­
las oportunidades para el delito a las que se ven cacia.

©  Ediciones Pirámide

01_Delincuentes.indd 49 04/09/13 12:31


01_Delincuentes.indd 50 04/09/13 12:31
Modelos terapéuticos y cambio personal 2

El capítulo describe los principales mode- mayoría de los programas utilizados se enmar-
los psicológicos sobre el comportamiento hu- ca en modelos cognitivo-conductuales. Se in-
mano que tienen implicaciones terapéuticas, troduce al lector en los conceptos de cambio
tales como los modelos psicodinámicos, huma- terapéutico y relación terapéutica, así como en
nístico-existenciales, sistémicos y cognitivo- los referentes éticos y normativos más impor-
conductuales. No todos estos modelos han te- tantes para la aplicación de tratamientos psi-
nido igual proyección y aplicabilidad en el cológicos en general y de tratamientos con
tratamiento de los delincuentes, sino que la delincuentes en particular.

Este libro dirige su atención de modo preferen- gunta científica de cómo funciona algo hace refe-
te a aquellas técnicas y programas psicológicos de rencia a la indagación de cuáles son los mecanismos
tratamiento de delincuentes que, en función de lo implicados en que el tratamiento A produzca el
que se conoce actualmente, resultan más eficaces. resultado B. Esta cuestión es necesaria y tiene sen-
Pese a todo, no es un planteamiento científico sufi- tido debido a que en asuntos complejos, como el
ciente conformarse con establecer aquello que fun- que aquí se trata, pueden ser muchos y diversos los
ciona, sino que es necesario también cuestionarse factores implicados en cualquier proceso, algunos
acerca de cómo o por qué funciona (McGuire, de ellos difícilmente observables. Como es eviden-
2001c). Es verdad que esta pregunta concierne a un te, en nuestro caso se trata de una pregunta teórica
nivel más avanzado del conocimiento científico, y acerca de bajo qué condiciones cuando se aplica
que las respuestas que van a poder dársele, en el una terapia A los delincuentes mejoran en un resul-
estado de conocimientos actuales, van a tener que tado B. Dichas condiciones son los elementos que
ser tentativas. Sin embargo, es posible y necesario integrarán una explicación teórica del cambio tera-
ocuparse de este problema. péutico de los delincuentes o, en otras palabras, una
La cuestión de la eficacia de los tratamientos teoría de la rehabilitación.
con delincuentes se centra en evaluar con precisión Se comenzará por hacer referencia brevemente
si cuando se aplica un tratamiento A (por ejemplo, a las concepciones terapéuticas generales existentes
un programa de habilidades sociales) se logra un en psicología para ocuparse en el siguiente capítulo
efecto B (por ejemplo, una mejora en la capacidad de algunas teorías específicas sobre la rehabilita-
de búsqueda y mantenimiento del empleo). La pre- ción de delincuentes. Aunque no todos los modelos
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 51 04/09/13 12:40


52 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

psicológicos de tratamiento han tenido igual rele- A partir de esta concepción de la dinámica del
vancia para el tratamiento de los delincuentes, se psiquismo humano el psicoanálisis estableció que los
ha optado aquí por presentar los principales mode- comportamientos patológicos, tales como las fobias,
los de forma resumida. La intención es ofrecer al la ansiedad, la depresión, la hipocondría, las adiccio-
lector un marco general de teorización de la terapia nes o, incluso, la esquizofrenia en algunos casos,
psicológica de manera que ello pueda ayudarle a serían síntomas manifiestos de los conflictos internos
situar la evolución seguida hasta los modelos espe- que experimenta el individuo, ubicados generalmen-
cíficos de rehabilitación de delincuentes existentes te en el inconsciente de la mente humana (y, por
en la actualidad. consiguiente, no susceptibles de control por parte de
la razón). Según ello, la esencia de la patología psi-
cológica no serían los síntomas aparentes (compor-
2.1. Modelos psicodinámicos tamientos, pensamientos, etc.) sino los propios con-
flictos subyacentes. Así, la psicoterapia debería
El psicoanálisis se fundamenta sobre las si- dirigirse a resolver tales conflictos en la creencia de
guientes asunciones acerca de la naturaleza y el que una vez resueltos éstos la sintomatología pato-
desarrollo humanos (Andrews y Bonta, 2006; Bar- lógica remitirá.
low y Durand, 2001; Feixas y Miró, 1993; Marto- La estructura básica de la terapia psicoanalítica,
rell, 1996; Messer y Warren, 2001; Pérez, 1998b; más allá de las múltiples variantes existentes, es la
Rodríguez Sutil, 2001): siguiente: 1) se efectúa un diagnóstico de la proble-
mática psicológica del individuo, explorando los
1. Cada persona evoluciona a través de una diversos elementos de la teoría, especialmente los
serie de etapas cuyo eje principal lo cons- conflictos inconscientes; 2) una vez diagnosticado
el problema o problemas, durante un período pro-
tituye el desarrollo sexual.
longado se llevan a cabo sesiones de psicoanálisis,
2. En algunos casos, debido a variados facto-
dirigidas a esclarecer los conflictos intrapsíquicos
res y experiencias traumáticas (especial-
que se presupone que subyacen al comportamiento
mente en la preadolescencia), se producen
problemático, y 3), a lo largo del proceso psicoana-
anomalías en este desarrollo evolutivo de lítico, el terapeuta va valorando la eventual resolu-
la persona que generan conflictos en su ción de los conflictos internos y, en consecuencia,
personalidad. la recuperación del cliente. Como es conocido, es
3. Estos conflictos surgen generalmente de la un requisito imprescindible de la terapia psicoana-
interacción entre los impulsos derivados de lítica que el terapeuta sea un experto consumado en
los instintos («ello») y las imposiciones so- psicoanálisis y que personalmente haya sido psicoa-
ciales («superyó»). nalizado con el objetivo de superar y resolver sus
4. Los conflictos suelen ser dolorosos para la propios conflictos psicológicos.
«consciencia» del individuo y, por ello, son Las técnicas psicoanalíticas más utilizadas en la
«empujados» al inconsciente. actualidad son el tratamiento psicoanalítico con-
5. Como resultado de las luchas del sujeto vencional, la psicoterapia dinámica, la psicoterapia
para manejar los conflictos dolorosos que analítica de expresión (media y larga duración), la
experimenta, se desarrollan en la persona- psicoterapia psicoanalítica de apoyo y la psicote-
lidad «mecanismos de defensa» (por ejem- rapia analítica breve y focal (Colegio Oficial de
plo, negación, sublimación, compensación, Psicólogos, 1998; Messer y Warren, 2001). Esta
etc.), los cuales pueden conducir a diversas última modalidad supone un cierto compromiso en-
disfunciones de la personalidad en forma tre la atención preferente a los síntomas del sujeto
de patologías psicológicas y de comporta- (aquello de lo que realmente se queja o que consti-
miento. tuye la razón inmediata del tratamiento) y la com-
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 52 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 53

prensión de su globalidad personal. Se desarrolla más referidos, los que estudió el propio Freud) y
en una secuencia de entre 10 y 25 sesiones, con un suele carecer de los elementos mínimos exigibles
sistema de diálogo más activo que el tradicional en por la metodología científica (definición de varia-
psicoanálisis. Sus principales estrategias son la cla- bles —de tratamiento y de resultado—, control ex-
rificación, la interpretación y la confrontación de perimental, muestras, diseños de evaluación, etc.).
los patrones de comportamiento inapropiados del Por todo ello, se ha de concluir que la intervención
sujeto y de sus impulsos y conflictos, en torno a los psicológica de carácter psicoanalítico presenta se-
tres ejes del llamado «triángulo del insight», en el rios problemas de solidez científica.
contexto interpersonal del sujeto (Messer y Warren, Valdés (2000) ha descrito lacónicamente los
2001): 1) las personas más importantes en su vida avatares y el final de la teoría psicoanalítica en el
actual; 2) la transferencia, o relación percibida con campo de la salud: «[...] apareció el psicoanálisis,
el terapeuta, y 3) las relaciones de la infancia, es- en un intento de cambio de paradigma, pero su for-
pecialmente con padres y hermanos. mulación oscurantista y su ineficacia para resolver
El psicoanálisis, que fue la primera psicoterapia problemas acabaron por desplazarlo al ámbito de la
propiamente dicha, ha dejado su huella en el ámbi- cultura, que es un ámbito tolerante donde deben
to de la intervención psicológica a través de con- tener cabida todas las ideas. Al margen de la insó-
ceptos como la transferencia —uno de los descu- lita credulidad del mundo intelectual en lo que res-
brimientos más relevantes de Freud, en cuanto pecta a las especulativas hipótesis de la teoría freu-
sugiere la función terapéutica que suscita la propia diana, el psicoanálisis precisamente tuvo su
relación terapeuta-paciente—, la resistencia al cam- oportunidad en el campo de la medicina psico­
bio y la interpretación de lo que el individuo mues- somática —a la que en cierto modo bautizó—, y al
tra en su vida a la luz de los conceptos teóricos del cabo de dos décadas de hipótesis muy imaginativas
psicoanálisis (Martorell, 1996; Pérez, 1998b). y de imposible comprobación, se fue sin dejar ras-
Sin embargo, reiteradamente se han puesto de tro» (p. VI). Es verdad que, aunque no en el campo
relieve los problemas que presenta el modelo psi- de la medicina psicosomática, el psicoanálisis ha
copatológico propuesto por el psicoanálisis. En pri- dejado rastro y todavía sigue teniendo acogida entre
mer lugar, resulta muy difícil someter a comproba- sectores significativos de terapeutas, al menos en el
ción empírica conceptos tales como el «yo» y el contexto del ejercicio clínico privado, especialmen-
«superyó», dado que son por definición constructos te en aquellos ámbitos territoriales de mayor in-
no observables ni medibles en la realidad. Lo mis- fluencia centroeuropea. Con todo, es evidente,
mo puede afirmarse en relación con explicaciones ­empero, que la influencia del psicoanálisis en el
tales como el genérico «conflictos internos». En campo clínico lleva décadas en claro retroceso de-
segundo término, la explicación psicoanalítica es bido a las dificultades y problemas epistemológicos
(como una y otra vez se ha razonado) circular, de y metodológicos señalados.
tal manera que comienza con el estudio de la con- August Aichhorn propuso desde el psicoanálisis
secuencia (esto es, el comportamiento problemático una teoría de la «delincuencia latente», según la
—aquí las conductas delictivas—) y luego procede cual la conducta delictiva sería uno de los posibles
a elaborar explicaciones etiológicas que son «con- síntomas de problemas en el desarrollo psicológico
firmadas» por dichos constructos: esto es, el efecto (Hollin, 2001), especialmente en términos de con-
que se pretende explicar se toma a la vez como flictos de carácter neurótico o de fallos en el desa-
única prueba y demostración de la causa presumida rrollo del superyó (Blackburn, 1994). Con anterio-
(los conflictos inconscientes). En tercer lugar, la ridad a la década de los años setenta los
evidencia científica acumulada a lo largo de un si- tratamientos llevados a cabo con delincuentes tu-
glo sobre la propia teoría psicoanalítica y sobre el vieron una orientación preferentemente psicodiná-
proceso terapéutico que se deriva de ella es muy mica (en coherencia con el panorama psicológico
escasa, se ha circunscrito a muy pocos casos (los general), aunque debido a la falta de evaluación
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 53 04/09/13 12:40


54 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

sistemática y a los pocos informes clínicos realiza- ma» (Moreno), «psicoterapia experiencial» y «tera-
dos no puede conocerse con precisión cuál fue la pias corporales y energéticas» (Lowen) (Colegio
magnitud real de tales aplicaciones. Es probable Oficial de Psicólogos, 1998).
que, en lo tocante al tratamiento de los delincuentes, Se sitúan en buena medida fuera de las tradicio-
hubiera más una concepción psicoanalítica genérica nes y ámbitos académicos más consolidados, como
e inespecífica que muchas aplicaciones fácticas. pueden haber sido el psicoanálisis y el modelo con-
En todo caso, las terapias psicoanalíticas son ductual, contra los cuales supusieron una cierta
muy poco utilizadas en la actualidad en el campo reacción. Entre sus conceptos nucleares se encuen-
del tratamiento de los delincuentes. Y cuando se tran la «autorrealización» y el «desarrollo perso-
han utilizado han logrado muy escaso o nulo resul- nal», como búsqueda de sentido para el ser humano,
tado en la reducción de la reincidencia (Andrews y al que se considera movido por principios axioló-
Bonta, 2006; Blackburn, 1994; Cooke y Philip, gicos (libertad, justicia, etc.), más allá de las moti-
2001; Cullen y Gendreau, 2006). Desde los años vaciones puramente materiales (Frankl, 1988).
setenta hasta la actualidad los tratamientos de los Existe una concepción gestáltica del hombre que
delincuentes se han basado fundamentalmente en integra emociones, pensamientos y conductas.
principios conductuales y cognitivo-conductuales En términos terapéuticos, lo fenomenológico-
(Hollin, 2001). existencial prioriza la vivencia inmediata y su sig-
nificado individual: «La expresión mínima de este
planteamiento vendría dada por la fórmula ser-en-
2.2. Modelos humanístico- el-mundo» (Pérez, 1998b, p. 27). Aunque la diver-
existenciales sidad de enfoques ha derivado en distintas aproxi-
maciones terapéuticas específicas, en conjunto
Los enfoques psicoterapéuticos englobados realzan la confianza en el sujeto para resolver sus
bajo la denominación humanístico-existenciales problemas y dirigir su vida. En ello, la relación
son diversos, respondiendo a la tradición humanis- terapéutica desempeña un papel crucial. Estos en-
ta y a la tradición fenomenológico-existencial. No foques suelen ser, además, contrarios a las clasifi-
obstante, comparten diversas características comu- caciones diagnósticas, que consideran artificiales
nes (Andrews y Bonta, 2006; Barlow y Durand, y devaluadoras de la individualidad de la persona.
2001; Carpintero, 1998; Feixas y Miró, 1993; Mar- Su énfasis terapéutico reside, por encima de todo,
torell, 1996; Pérez, 1998b; Sharp y Bugental, 2001). en el propio proceso de la terapia, más que en una
Surgen en los años sesenta, aunque sus raíces son evaluación científica de los resultados. De este
anteriores, teniendo antecedentes importantes en las modo, han concedido la máxima importancia a la
obras de filósofos existencialistas como Heidegger, relación terapéutica con el cliente. En este punto
Husserl, Ortega y Gasset y Sartre. Ya en el campo ha sido especialmente relevante el acercamiento de
de la psicología fueron autores influyentes en este Karl Rogers, desde el enfoque de la «terapia cen-
enfoque, desde el lado del existencialismo, Rollo trada en el cliente». Como es conocido, Rogers
May a partir de su divulgada obra Existente (publi- (1975, 1987) dedicó especial atención a las actitu-
cada en 1958), y desde la vertiente de la psicología des que debe mantener el terapeuta hacia el sujeto
humanista, Gordon Allport, Abraham Maslow y de un tratamiento, entre las que destaca una con­
especialmente Carl Rogers. Incluyen principalmen- sideración positiva e incondicional, una relación
te las denominadas «psiquiatrías fenomenológicas» empática y congruencia comunicativa entre los dis-
(Jaspers, Binswanger), «psicoterapia existencial» tintos mensajes, verbales y no verbales, que trans­
(Binswanger, Villegas), «logoterapia» (Frankl), mite. En este caso, la relación terapéutica no
«psicoterapia centrada en el cliente» (Rogers), el desem­peña un mero papel como vehículo de trans-
«movimiento humanista», «psicoterapia gestálti- misión de técnicas, sino que viene a constituir la
ca», «análisis transaccional» (Berne), «psicodra- esencia de­la propia terapia.
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 54 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 55

Los acercamientos humanístico-existenciales Glasser reemplazó el supuesto de «enfermedad


utilizan una serie de recursos técnicos para la tera- mental» o «patología» de los delincuentes (más
pia como los siguientes (Feixas y Miró, 1993; Sharp propio del modelo psicoanalítico) por el de «irres-
y Bugental, 2001): 1) atención al espacio terapéu- ponsabilidad», y su terapia de realidad se dirigió
tico, de modo que no distraiga la atención del suje- precisamente a ayudar a los sujetos a convertirse en
to; 2) enfoque hacia el aquí y ahora, es decir, hacia personas más responsables a partir de favorecer su
los pensamientos y sentimientos que experimenta y vinculación y compromiso personal, rechazar sus
preocupan al cliente en la actualidad, ya que nadie conductas no realistas y enseñarles nuevos compor-
sabe tanto de su problema como él mismo (Carpin- tamientos responsables (Garrido, 1993).
tero, 1998); 3) empleo de la fantasía, que permita También se utilizó en múltiples prisiones nor-
que afloren los elementos emocionales no conscien- teamericanas, en los años sesenta y setenta, «análi-
tes, y 4) utilización de la dramatización y la expre- sis transaccional», aplicado en un formato grupal,
sión corporal para representar los conflictos perso- en el que se analizaban las «transacciones» de com-
nales o interpersonales en que se encuentra inmerso portamientos antisociales que presentan los sujetos
el individuo. del grupo con el objetivo de transformarlas en inte-
Las terapias humanístico-existenciales han te- racciones más saludables (Nicholson, 1970).
nido una relativa acogida entre los psicólogos y de Como se verá más adelante el modelo terapéu-
algunas de ellas, como la psicoterapia de Rogers y tico de la rehabilitación de delincuentes denomina-
el psicodrama de Moreno, se han derivado aportacio­ do modelo de vidas satisfactorias (Ward, 2002) tie-
nes relevantes para el conjunto de las interven­ ne su origen en muchos de los planteamientos de
ciones psicológicas, tales como el énfasis en la las terapias humanístico-existenciales a las que se
importancia de la relación terapéutica y la utiliza- acaba de hacer referencia.
ción del grupo. Sin embargo, estos enfoques plan-
tean, como resulta evidente, dificultades importan-
tes para un acercamiento científico (Pérez, 1998b). 2.3. Modelos sistémicos
Por definición, se está atendiendo a los grandes
valores personales y a las dimensiones más eleva- Los modelos sistémicos han puesto el énfasis
das de de­sarrollo individual y destino del ser hu- terapéutico en el cambio de los patrones de interac-
mano. Cuando una concepción terapéutica se aden- ción personal, ya que se considera que la disfunción
tra por esos territorios, el método científico estándar en dicha interacción se hallaría en el origen de los
comienza a tener menos cabida. Como señaló Kelly trastornos y psicopatologías individuales. Su obje-
(1969), no basta con que la humanidad sea descri- tivo preferente ha sido la terapia familiar, aunque
ta o ensalzada, sino que también necesita ser con- más recientemente estos modelos se han abierto a
cretada. otras formas de terapia individual o de pareja. Su
En los años sesenta y setenta se llevaron a cabo concepto nuclear es el concepto de sistema.
diversas intervenciones con delincuentes sobre la En su origen confluyeron variadas influencias,
base de perspectivas humanistas, que priorizaban desde Rogers, pasando por Ackerman, Fromm y
una buena alianza terapéutica y una orientación al Sullivan. Sin embargo, su génesis directa corres-
presente y al crecimiento personal de los sujetos, a pondió al antropólogo Gregory Bateson, del Vete-
través de ejercicios de elección y responsabilidad rans Administration Hospital de Palo Alto. Su tra-
individual (Blackburn, 1994). Ejemplo de ello es la bajo con esquizofrénicos le llevó a formular su
terapia de realidad de Glasser (1975), que se dirige teoría del doble vínculo, en la que concibe la esqui-
a desarrollar la responsabilidad de los sujetos en zofrenia como una «comunicación perturbada» del
prisión, especialmente a partir de la planificación paciente con su entorno inmediato, especialmente
de la búsqueda de empleo y de una previsión más familiar. Otros autores destacados en la gestación
ordenada de su vida para cuando salgan en libertad. de las perspectivas sistémicas son el británico Laing,
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 55 04/09/13 12:40


56 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

quien también había trabajado con esquizofrénicos cional, más primitiva y basada en códigos
en el Tavistock Clinic de Londres, y los italianos no verbales o paraverbales (en similitud con
Selvini-Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata (grupo la comunicación analógica). Por ello, es nu-
de Milán) y Andolfi y Cancrini (grupo de Roma). clear en el análisis sistémico la definición
Más allá de sus diferencias y matices, existe una que el sujeto hace de la relación, que lleva
serie de elementos fundamentales que son compar- implícita la definición de sí mismo.
tidos por los modelos sistémicos (Feixas y Miró, — La incongruencia, en la interacción huma-
1993; Martorell, 1996; Pérez, 1998b). Adoptan la na, entre los dos anteriores niveles de comu-
teoría general de sistemas del biólogo austro-cana- nicación da lugar a mensajes paradójicos,
diense Ludwig von Bertalanffy como interpretación en la medida en que la comunicación rela-
básica de las interacciones humanas. Esta famosa cional y la de contenido no sean consisten-
teoría constituye un intento de sentar las bases co- tes entre sí. Ello conduce habitualmente a
munes a todos los sistemas biológicos y sociales, problemas de entendimiento adecuado de
entendiendo que para comprender el funcionamien- los mensajes comunicativos, entendimiento
to de un sistema determinado resulta imprescindible que suele requerir que ambos sistemas con-
analizar tanto el funcionamiento interno del sistema fluyan.
como sus interacciones con otros sistemas fuera de — La definición de una interacción está condi-
él (Bertalanffy, 1993; Bothamley, 2002, p. 226). cionada por las puntuaciones que introduce
Desde esta perspectiva, la familia es conceptuada el participante. En este contexto una «pun-
como un sistema abierto que produce efectos y re- tuación» es el modo que tiene una persona
sultados sinérgicos, que trascienden la mera suma de organizar los hechos. Diferentes puntua-
de los comportamientos de sus miembros. Según ciones, o modos de organización de las re-
ello, no es posible una incidencia terapéutica sus- laciones que hacen distintas personas, con-
tancial sobre una persona concreta sin afectar y ducen a conflictos. Ello lleva al concepto de
producir cambios notables en el sistema familiar. causalidad circular, que es concebida como
En estas interacciones sistémicas el instrumento la sucesión continua de interacciones huma-
decisivo es la comunicación, que se define a partir nas recurrentes, sin principio ni fin (por tan-
de una serie de principios (Feixas y Miró, 1993; to, sin causas ni efectos), pero que el sujeto
Feixas y Saúl, 2005b): puede interpretar como causas o efectos, lo
que se halla en el origen de muchos proble-
— Es imposible no comunicar, lo que significa mas de relación.
que toda conducta y su ausencia son comu-
nicación. Desde una perspectiva psicopatológica, los sín-
— En toda comunicación hay que distinguir tomas clínicos son considerados expresiones no
entre aspectos del contenido (nivel digital) funcionales del sistema familiar. De ahí que la in-
y aspectos relacionales (nivel analógico). tervención sistémica deba dirigirse a cambiar dichas
Ello significa que en las interacciones hu- disfunciones familiares. Por lo que se refiere al
manas ambos niveles comunicativos, el del tratamiento, existen muy diferentes perspectivas y
contenido y el relacional, están siempre pre- aplicaciones concretas. Entre las más conocidas se
sentes. La comunicación de contenidos per- encuentra la terapia sistémica breve. Su propuesta
mite superiores elaboraciones, abstracciones fundamental sobre el cambio terapéutico parte de
y sutilezas (de ahí la metáfora de comunica- la concepción de que en general «la solución es el
ción digital), ya que se basa en los sofistica- problema», lo que significa que la patología sinto-
dos códigos lingüísticos humanos. Sin em- mática es a menudo el resultado de los reiterados e
bargo, se considera que tiene una especial inefectivos intentos de poner solución al conflicto
relevancia terapéutica la comunicación rela- comunicativo. Por ello, la intervención va a dirigir-
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 56 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 57

se justamente a neutralizar los intentos de solución po de amigos. Sin embargo, la terapia multisisté-
hasta ahora arbitrados por algún miembro de la mica es por lo demás una terapia cognitivo-conduc-
familia. Ello implica producir cambios no mera­ tual estándar, que utiliza técnicas de modelado,
mente superficiales (cambios-1), sino estructurales entrenamiento en habilidades sociales, reforza-
(cambios-2). De este modo, las intervenciones sis- miento de conducta, reestructuración cognitiva, etc.
témicas no se dirigen a modificar directamente los La terapia multisistémica es uno de los tratamientos
síntomas conductuales expresados por el sujeto, con delincuentes juveniles que, de acuerdo con las
sino a reorganizar los parámetros de los que dichos evaluaciones actuales, logra los mejores resultados
síntomas son una expresión. en la reducción del comportamiento antisocial de
Como estrategias terapéuticas se han utilizado los jóvenes tanto a corto como a medio y largo pla-
procedimientos como la reformulación (del marco zo. Esta terapia se comentará con más detalle en un
conceptual o emocional en el que tiene lugar el capítulo posterior, cuando se haga referencia al tra-
problema), la utilización (favorable o terapéutica) tamiento de los delincuentes juveniles.
de la resistencia al cambio que suelen presentar
muchos individuos en tratamiento, para lo cual se
llevan a cabo intervenciones paradójicas, consis- 2.4. Modelos conductual-
tentes en prescribir al sujeto el «no-cambio» y la cognitivos
perpetuación de sus síntomas, la pautación escéni-
ca y la reestructuración y el reencuadre (Colegio Los principios del aprendizaje han sido amplia-
Oficial de Psicólogos, 1998). Se espera que ello mente investigados a lo largo de todo el siglo xx,
actúe como revulsivo para la remoción de las es- tanto en lo concerniente al condicionamiento clási-
tructuras familiares. Además, se plantean diversas co como al operante, y al vicario o social. Dicha
tareas para realizar por parte de la familia, tales investigación se ha concretado en un conjunto de
como la introducción de nuevos modos de reacción principios y leyes psicológicos acerca de los proce-
ante el individuo tratado. sos mediante los cuales se aprenden y se mantienen
El enfoque sistémico, en sus diferentes varian- los comportamientos humanos. Desde los años cin-
tes y concepciones, ha resultado atractivo para mu- cuenta, dichos principios comenzaron a ser aplica-
chos psicoterapeutas. Sin embargo, sus principales dos en la terapia psicológica para tratar distintos
dificultades se deducen con facilidad de la breve trastornos, y paulatinamente se ha producido un
presentación que se ha realizado. En síntesis, po- gran desarrollo de técnicas y campos de interven-
drían cifrarse estas dificultades en haber generado ción (Gacono et al., 2001; Foreyt y Goodrick, 2001;
un modelo globalizador de las relaciones e interac- White, 2000). Las técnicas que dimanan del condi-
ciones humanas que plantea, a todas luces, graves cionamiento clásico (por ejemplo, la exposición) y
problemas para su plasmación científica, que per- del condicionamiento operante (por ejemplo, el en-
mita tanto su validación teórica como la evaluación trenamiento a padres en control de contingencias)
de sus resultados terapéuticos. suelen ser conocidas como técnicas conductuales o
A principios de los años noventa Henggeler y terapia de conducta «clásica».
sus colaboradores (Henggeler y Borduin, 1990) di- A finales de la década de los sesenta aparecen
señaron y comenzaron a aplicar con delincuentes nuevas perspectivas terapéuticas que teorizan sobre
juveniles una técnica denominada «terapia multi- la interdependencia existente entre el pensamiento,
sistémica». De las perspectivas sistémicas toma la las emociones (por ejemplo, la ansiedad, los estados
propia denominación y la idea nuclear de que, para depresivos...) y los comportamientos subsiguientes
producir cambios relevantes en la vida de los jóve- (Aaron Beck, 2000). Estas ideas retoman una larga
nes delincuentes, es imprescindible intervenir de tradición cultural en Occidente sobre la capacidad
modo coordinado en los sistemas que más pueden del pensamiento y la razón humanos para «dirigir»
incidir en sus vidas: la familia, la escuela y el gru- la conducta y controlar las emociones, desde los
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 57 04/09/13 12:40


58 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

estoicos hasta Kant. Sin embargo, en el específico En la actualidad se considera que muchas pato-
ámbito de la psicología científica, uno de los pri- logías y problemas de comportamiento tienen su
meros psicólogos que se refirió a esta cuestión fue origen, aunque sea parcialmente, en déficit de habi-
Thorndike, quien ya en 1920 hizo mención a un lidades cognitivas y en manifestaciones emocionales
modo de inteligencia que llamó inteligencia social, inapropiadas. Por ello, una dimensión fundamental
y que definió como aquella habilidad que tienen las de la intervención psicológica deberá ser mejorar las
personas para entender a otras personas y actuar capacidades cognitivas de las personas y entrenarlas
diestramente en las relaciones humanas de acuerdo en control emocional, con el objetivo de que puedan
con esa comprensión. Otros autores que tomaron en «dirigir» más eficazmente su propia conducta.
cuenta variables cognitivas del sujeto fueron Hom- El enfoque cognitivo-conductual es la opción
me, Osgood y Tolman y Rotter (Tous, 1978, 1989). científica más reconocida por amplios sectores psi-
De este modo, a lo largo de décadas, y desde dife- cológicos en la actualidad, y de la que se ha deri-
rentes grupos teóricos y terapéuticos, la investiga- vado un mayor número de técnicas de tratamiento,
ción psicológica fue paulatinamente explorando y que han probado, mediante criterios empíricos, su
redescubriendo el importantísimo papel que los fac- eficacia terapéutica en un mayor número de trastor-
tores cognitivos desempeñan en la regulación de las nos psicológicos (Gacono et al., 2001). De acuerdo
emociones y del comportamiento humano, tanto con una amplia revisión efectuada en la obra de
privado como de interacción con otras personas. Pérez et al. (2003a, b, c), las terapias psicológicas
En el desarrollo moderno de estos nuevos plan- mejor establecidas, para un mínimo de dos tipos de
teamientos desempeñaron finalmente un papel de- trastornos, serían las siguientes y en el siguiente
cisivo autores como Ellis, Beck y el propio Bandu- orden de prioridad: 1) las «terapias cognitivo-con-
ra (Foreyt y Goodrick, 2001; White, 2000). Ellis ductuales», generalmente de carácter multicompo-
(1962) parte del presupuesto de que el sujeto puede nente (se consideran bien establecidas en 17 grupos
reemplazar sus pensamientos irracionales por otros de trastornos); 2) la «modificación de conducta»,
más apropiados y razonables y, de este modo, re- mediante procedimientos operantes (se considera
solver sus dificultades emocionales y de conducta. bien establecida en nueve grupos de trastornos);
Sin embargo, probablemente la mayor influencia ­3) la «exposición en vivo» (bien establecida para
para una decidida orientación cognitiva en terapia siete tipos de trastornos); 4) la «desensibilización
de conducta se produjo a partir del trabajo sobre la sistemática» (bien establecida para cuatro trastor-
depresión de Beck (1967). En síntesis, Beck nos); 5) el «manejo de contingencias» (en cuatro
conside­ra que la persona depresiva ha generado una trastornos); 6) la «reestructuración cognitiva», en el
serie de distorsiones o pensamientos negativos acer- modelo clásico de Beck (en tres trastornos); 7) la
ca de sí mismo, del mundo en el que vive y sobre «terapia de afrontamiento» (en tres trastornos); 8)
su futuro (Aaron Beck, 2000; Judith Beck, 2000). la «relajación» (en tres trastornos); 9) el «entrena-
La terapia va a confrontar abiertamente tales cog- miento en habilidades sociales» (en dos trastornos);
niciones dañinas para que el sujeto pueda rechazar- 10) el «reforzamiento comunitario» (en dos trastor-
las y reemplazarlas por modos más positivos de nos); 11) la «terapia de conducta clínica», que in-
encarar su propia vida. Por su parte, Bandura (1977) cluye el entrenamiento a padres y maestros en ma-
planteó una serie de conceptos cognitivos, de entre nejo de contingencias de conducta (en dos trastornos
los ­cuales tal vez el más destacado sea el de expec- con niños); 12) el «modelado», tanto participante
tativa de autoeficacia, en el marco de su modelo como simbólico (en dos trastornos), y 13) la «sa-
del aprendizaje social. Este modelo ha tenido una ciación» (en dos trastornos). Además, las siguientes
enorme influencia en toda la teoría del aprendizaje técnicas están bien establecidas para al menos un
y, por ende, en muchos desarrollos terapéuticos de tipo de trastorno: «exposición en la imaginación»,
las últimas décadas y, de modo destacado, en el «terapias sexuales multimodales» y de tipo Masters
campo de los tratamientos con delincuentes. y Johnson (mediante entrenamiento en autoestimu-
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 58 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 59

lación), terapia «interpersonal», terapia «familiar», una amplia expansión de los ámbitos de actuación
«psicoeducación», «biofeedback», «economía de a contextos de salud, institucionales (prisiones, ge-
fichas», «contrato conductual», «intervención para- riátricos, hospitales, etc.), laborales, deportivos, co-
dójica», «control de estímulos» y «prevención de munitarios, etc. (Vallejo, 1998), y a multiplicidad
recaídas». Muchas de estas técnicas de tratamiento de trastornos (cuadros de ansiedad, fóbicos y obse-
son coincidentes con las que han mostrado mayor sivos, depresión, problemas sexuales, parafilias,
eficacia en el tratamiento de los delincuentes, por trastornos alimentarios, esquizofrenia, problemas
lo que también son con claridad la opción adoptada de pareja, etc.) y, en los últimos años, a nuevos
en este campo. campos, como la dismorfofobia, el juego patológi-
En la actualidad existe una flexibilización ge- co, la hipocondría y los trastornos de personalidad
neral de las posturas teóricas iniciales (Hersen y (Caballo, 1997; 1998). Además, se realza la ne­
Last, 1993; White, 2000): la terapia de conducta de cesidad de que la terapia sea breve, generalmente
las décadas de los cincuenta y sesenta tenía un firme con un número de sesiones inferior a 30 (Pérez,
arraigo en la psicología del aprendizaje, establecía 1998a).
una clara relación teoría-aplicaciones, presuponía Así pues, los modelos terapéuticos que se han
una única causa patogénica (el aprendizaje de con- comentado y sus específicas derivaciones aplicadas
ductas desadaptadas) y, en consecuencia, un único tienen una magnitud y proyección muy desiguales
objetivo de cambio (las conductas). Frente a ello, en la psicología presente, por lo que concierne a
la terapia conductual de los años noventa y dos mil tres dimensiones de relevancia práctica y científica
se fundamenta en distintas perspectivas y fuentes (Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000): 1) la canti-
de conocimiento psicológico (aprendizaje, psicolo- dad de estrategias y técnicas de intervención desa-
gía social, psicobiología, psicología cognitiva, etc.), rrolladas y utilizadas en la actualidad; 2) la variedad
presupone una baja relación teoría-técnica, interpre- de problemáticas psicológicas a las que se aplican,
ta las patologías en términos multicausales (el y 3) el apego a una metodología científica estándar
aprendizaje se considera una explicación insuficien- que permita el sometimiento de las técnicas a com-
te —Echeburúa y De Corral, 1998a; Labrador, probación empírica. Cuando se atiende a estos pa-
1998a—) y acomete tratamientos en diferentes ni- rámetros, las terapias de conducta y las terapias
veles de respuesta o facetas del individuo (cogni- cognitivas —o la refundición de ambas, al uso, me-
ciones, emociones y conductas). Además, existe diante la denominación de terapia cognitivo-con-
una preocupación técnica por la necesidad de que ductual— sobresalen con diferencia en el panorama
los tratamientos incluyan una preparación activa de de la intervención psicológica. Esta primacía cuen-
la generalización de las ganancias terapéuticas al ta, pese a las discrepancias que puedan existir, con
medio natural del sujeto, mediante procedimientos un mayoritario reconocimiento.
diversos que incluyen técnicas de atenuación de En el campo del tratamiento de los delincuentes
reforzadores, control de estímulos, autocontrol y las intervenciones basadas en modelos cognitivo-
prevención de recaídas (Milan y Mitchell, 1998). conductuales son con claridad las que han mostrado
Se considera que el aprendizaje actúa sobre un una mayor eficacia en diversas medidas evaluativas,
contexto de diferencias interindividuales, como re- lo que incluye también la reducción de la reinciden-
sultado de las predisposiciones genéticas o consti- cia delictiva (Gacono et al., 2001; McMurran,
tucionales que, en parte, condicionan, potencian o 2001a; Ward y Eccleston, 2004). Se basan en el
limitan las capacidades personales de aprendizaje. principio psicológico general según el cual los pro-
Aunque se reconoce que no todas las manifestacio- cesos cognitivos influyen sobre la conducta. Así, se
nes de conducta anormal son necesariamente el re- considera que si se modifican los pensamientos, las
sultado de experiencias de aprendizaje social, tam- actitudes, los razonamientos y las capacidades
bién es cierto que todas ellas son susceptibles de cognitivas de resolución de problemas interperso-
alguna influencia del aprendizaje. Se ha producido nales de los delincuentes (lo que también implica
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 59 04/09/13 12:40


60 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

enseñarles nuevas habilidades y conductas), se hace dría tener lugar en un sujeto como resultado de su
más probable su comportamiento prosocial y una participación en un determinado tratamiento. Dicho
reducción de la frecuencia y gravedad de sus acti- proceso puede implicar cambios en sus modos de
vidades delictivas (Andrews y Bonta, 2003; Cooke pensar y en sus actitudes, en sus reacciones emo-
y Philip, 2001; Cullen y Gendreau, 2006). Dos de cionales y sentimientos hacia otras personas o en
los autores más influyentes en la utilización de téc- sus comportamientos y hábitos. Como resultado
nicas cognitivo-conductuales en el campo de la de- final de los cambios operados durante el proceso
lincuencia fueron Ross y Fabiano (1985), quienes terapéutico se espera que el sujeto tratado acabe
presentaron en su libro Time to think el denomina- resolviendo, o mejorando sustancialmente, los pro-
do programa de Razonamiento y Rehabilitación blemas que le llevaron al tratamiento en cuestión.
(R&R) (Israel y Hong, 2006; McGuire, 2006), al Según Kupler (1991), los diversos momentos o
que se hará mención más adelante. fases que puede atravesar la reacción de un sujeto
a un tratamiento psicológico (como, por ejemplo,
para el caso del tratamiento de adictos a sustancias
2.5. Cambio terapéutico o del tratamiento de agresores sexuales) son los
siguientes:
«Mi amigo José me habló de que llevaba meses
yendo a unas reuniones de grupo en las que le en- 1. Respuesta (frente al tratamiento): implica
señaban a pensar de otra manera sobre la vida que
había llevado. Él era un tío duro que había currado
una reducción del 50 por 100 de los déficit
a un montón de gente en el barrio, por cualquier que el sujeto presentaba con anterioridad.
problema, especialmente cuando se empastillaba. 2. Remisión: completa desaparición de los
Yo también había tenido problemas con mucha problemas que anteriormente presentaba y
gente que me quería vacilar. Entonces yo me ca- vuelta del sujeto a su funcionamiento de
breaba un montón, y me iba a por él... De todas vida normal.
formas, yo pensaba que no era para tanto. Todo el 3. Recuperación: mantenimiento de la remi-
mundo se pelea, todo el mundo se empastilla y todo sión durante al menos seis meses.
el mundo puede tener problemas. Una vez fui con 4. Recaída: resurgimiento de los problemas
mi colega a una de aquellas reuniones, pero no en algún momento de las fases precedentes
volví, aquello no iba conmigo. Yo no estaba loco
ni me pasaba nada... Seguí metiéndome en broncas.
de remisión o de recuperación.
Un día en una pelea con una peña del barrio acabé 5. Recurrencia: la sintomatología reaparece
quedándome solo y me dieron una paliza de muer- tras la recuperación (es decir, una vez que
te. Me pegaron puñetazos y patadas por todos la- el individuo llevaba más de seis meses «re-
dos, que me hicieron daño en la cabeza, me rom- cuperado»).
pieron varias costillas y un brazo, y un montón de
magulladuras. Estuve ingresado una semana en el Sin embargo, el proceso de cambio terapéutico
hospital y luego hecho polvo más de dos meses. En no es generalmente lineal sino que un individuo
el hospital me vino a ver mi amigo José, que esta- puede ir y venir de unos estadios a otros a lo largo
ba muy bien. Tenía un trabajo de transportista y de períodos de tiempo prolongados (Cherry, 2005).
estaba estudiando contabilidad. Hablamos de él y
de mí y de nuestros colegas de los años de golferías
Piénsese, por ejemplo, en lo extensos y contradic-
en el barrio. Unos estaban en la cárcel y otros se torios que pueden resultar los procesos de «dejar de
habían buscado la vida, y estaban currando y con- fumar», desde que una persona parece tomar la
tentos. Entonces empecé a pensar que mi vida no decisión de abandonar el tabaco hasta que el «no
era plan y que tenía que hacer alguna cosa.» fumar» se consolida en su conducta.
En este epígrafe se prestará atención a tres cues-
El cambio terapéutico hace referencia a aquel tiones que resultan relevantes en el cambio terapéu-
proceso de crecimiento y mejora personal que po- tico. La primera, la relativa a los factores psicote-
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 60 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 61

rapéuticos que podrían ser los causantes de las Bergin (1994) y Kleinke (1998). Labrador (1986)
mejoras producidas por el tratamiento. La segunda, resumió, en relación con las primeras listas de
el propio proceso de cambio terapéutico y sus eta- factores propuestas, una serie de elementos o in-
pas principales, y, por último, se analizará la impor- gredientes compartidos por todas las psicote­
tante cuestión de la motivación de los delincuentes rapias:
para cambiar.
1. La mejora de las expectativas del individuo
acerca de que la terapia puede ayudarle a
2.5.1. Factores comunes a los diversos resolver su problema.
modelos terapéuticos 2. La propia interrelación terapéutica, en un
marco en el que todas las psicoterapias vie-
Ha habido distintos intentos de localización de nen a considerar que poseen la capacidad
aquellos principios activos (Fernández Rodríguez para producir cambios positivos en los su-
et al., 1994) que podrían ser comunes a distintos jetos.
modelos terapéuticos y podrían dar cuenta de su 3. Todas las psicoterapias regeneran en las
posible eficacia. Entre estos intentos se encuentran personas tratadas una nueva perspectiva
la «hipótesis de la desmoralización» de Frank sobre sí mismas y sobre el mundo que les
(1982; Frank y Frank, 1991) y la «teoría de la au- rodea, erradicando de este modo algunas de
toeficacia» de Bandura (1986). La hipótesis de la las distorsiones cognitivas que suelen pre-
desmoralización presupone que los sujetos que sentar.
­acuden a consulta psicológica atraviesan un mo- 4. Aporte al individuo de nuevas experien-
mento de sus vidas especialmente vulnerable debi- cias, que le ofrecen la posibilidad de reor-
do a su desmoralización o desesperanza. En para- ganizar sus conductas, sus emociones y sus
lelismo con tal hipótesis etiológica, los tratamientos cogniciones.
resultarían eficaces en la medida en que ayudan a 5. Facilitación del contacto directo con la
los individuos a erradicar tal estado de alienación, reali­dad, de modo que el sujeto pueda con-
con independencia y al margen de las específicas trastar sus percepciones erróneas acerca de
técnicas de tratamiento utilizadas. Según ello, lo ella y probar sus propias posibilidades para
importante no es tanto el contenido específico de la resolver las situaciones problemáticas.
intervención psicoterapéutica cuanto la ­participación
y el seguimiento del propio «ritual» de la terapia. En uno de los más importantes intentos de lo-
La teoría de la autoeficacia de Bandura propo- calización de ingredientes comunes, Lambert y
ne, por su parte, que el mayor logro de las distintas Bergin (1994) han diferenciado tres tipos de facto-
psicoterapias sería el aumento de la expectativa de res comunes a las diversas psicoterapias: los que
autoeficacia del propio sujeto (Fernández Rodrí- han denominado factores de apoyo, entre los que
guez et al., 1994). Bandura y sus colaboradores han se encontrarían elementos como la reducción de la
encontrado en distintos estudios una importante in- tensión del individuo, el establecimiento de rela-
terrelación entre la capacidad de las diversas técni- ciones positivas y de confianza y la alianza tera-
cas para promover cambios en dichas expectativas péutica; los denominados factores de aprendizaje,
de autoeficacia y su potencialidad terapéutica (Ban- es decir, todos aquellos relacionados con la trans-
dura, 1977; Bandura y Adams, 1977). misión al sujeto de nuevas expectativas y nuevos
Por otro lado, se han realizado listas de posi- elementos cognitivos y emocionales, y la mejora
bles factores o ingredientes comunes a los diversos de su motivación, y, por último, los llamados fac-
tratamientos. Entre los autores que han formulado tores de acción, que incluirían todos aquellos ele-
estas listas de factores se encuentran Frank (1982), mentos prácticos de regulación de la conducta, de
Brady, Davidson, Dewald et al. (1980), Lambert y desarrollo de nuevas habilidades y de puesta en
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 61 04/09/13 12:40


62 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

práctica de éstas. Estos diversos factores harían una tico completo. Inicialmente los autores toman como
aparición secuencial en el proceso de cambio tera- base para el análisis su investigación en el ámbito de
péutico, comenzando por los factores de apoyo, la adicción al tabaco y, posteriormente, extrapolan
siguiendo por los de aprendizaje y acabando por estos desarrollos a un ámbito explicativo más gene-
los de acción. ral. Se identifican hasta seis estadios de cambio:
Por su parte, Kleinke (1998) ha enunciado una
serie de actividades de todo terapeuta, con indepen- 1. Pre-contemplación, previo a que el sujeto
dencia de su perspectiva teórica: 1) ofrecer consejo constate el problema y desee cambiarlo.
a la persona que acude a consulta; 2) ayudarle a ver 2. Contemplación, momento en el cual el in-
su problema desde una nueva óptica y a tomar con- dividuo se hace consciente de sus dificul-
ciencia de lo inapropiado de las estrategias de reso- tades y comienza a plantearse su cambio.
lución que ha utilizado hasta ahora; 3) ayudarle a 3. Preparación para la acción, período en el
mejorar su comprensión del problema y a utilizar cual el sujeto ya ha decidido encarar abier-
estrategias de afrontamiento más eficaces; 4) en el tamente su problema y ha llevado a cabo
marco de la relación terapéutica, ofrecerle seguri- algún intento de cambio.
dad, empatía y aceptación como punto de partida 4. Acción, en que el sujeto ha comenzado el
para el cambio; 5) favorecer en él expectativas po- cambio de su propio comportamiento y em-
sitivas de mejora; 6) ofrecerle la posibilidad de ex- pieza a lograr éxitos al respecto.
perimentar y expresar emociones; 7) influencia so- 5. Mantenimiento, período durante el cual el
cial sobre el sujeto, y 8) promover, mediante las sujeto ha logrado una permanencia tempo-
tareas para casa, que practique nuevos comporta- ral —de un mínimo de seis meses— de las
mientos más eficientes. modificaciones producidas y utiliza estra-
tegias para prevenir las recaídas.
6. Finalización, cuando el sujeto considera
2.5.2. El modelo transteórico de estabilizados los logros y da por concluido
Prochaska y DiClemente el proceso de resolución de su problema.

El acercamiento teórico más completo y prome- Según los autores, estos períodos no tienen por
tedor a la cuestión de la integración de los modelos qué seguir una estricta secuencia sino que pueden
psicoterapéuticos correspondió al denominado producirse, y generalmente se producen, avances y
«modelo transteórico» de Prochaska y DiClemente, retrocesos de unos a otros estadios. A pesar de una
formulado en la década de los ochenta (1992; Pro- descripción exhaustiva de seis estadios, la mayoría
chaska, DiClemente y Norcross, 1992; Prochaska y de los estudios realizados sobre cambio terapéutico
Prochaska, 1993). Estos autores profundizan, tanto operan sobre un modelo más parsimonioso, que
teórica como empíricamente, en los procesos de incluiría solamente cuatro estadios: 1) pre-contem-
cambio que tienen lugar durante la psicoterapia y, plación; 2) contemplación; 3) acción, y 4) mante-
en general, durante cualquier cambio o mejora de nimiento (Littell y Girvin, 2002).
comportamientos problemáticos (con independen- Los estadios de cambio han sido evaluados me-
cia de que se produzca o no un tratamiento o inter- diante dos instrumentos o sistemas de medida pre-
vención terapéutica) (Cherry, 2005). Identifican tres ferentes: el primero y más utilizado, mediante un
dimensiones de análisis interrelacionadas: algoritmo, o conjunto de normas de decisión, a par-
tir de las respuestas del sujeto a una serie de pregun-
1.  Los estadios de cambio tas sobre su comportamiento actual, sus intenciones
para el futuro o sus intentos de cambio del proble-
Son los momentos temporales por los cuales ma. En función de sus respuestas, el sujeto evaluado
transcurriría la persona a lo largo del proceso terapéu­ es asignado a un determinado estadio de cambio.
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 62 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 63

El segundo instrumento utilizado ha sido la Es- tura y confianza en otros respecto de los
cala de Estadios de Cambio (SOCS), más conocida problemas.
en la actualidad como escala URICA (University of — Contracondicionamiento, o sustitución del
Rhode Island Change Assessment). El modelo bá- problema por otras conductas alternativas
sico de esta escala está integrado por 32 ítems (que no problemáticas.
deben ser ponderados en una escala Likert de 1 a 5 — Control de estímulos, o identificación y pre-
puntos) que están respectivamente vinculados a vención de los estímulos discriminativos
cada uno de los cuatro estadios de cambio mencio- que promueven o elicitan los comporta-
nados (pre-contemplación, contemplación, acción y mientos problemáticos.
mantenimiento). El sujeto es asignado al estadio en
que puntúa más alto, y en caso de empate al estadio Prochaska y sus colaboradores consideran que
de nivel más avanzado ­(Littell y Girvin, 2002). habría una cierta correspondencia lineal entre algu-
nos de estos procesos de cambio y los diversos
2.  Los procesos de cambio estadios temporales, aludidos en el punto 1 de este
modelo.
Son aquellos factores considerados como los
auténticos productores de las mejoras terapéuticas, 3.  Los niveles de cambio
con independencia y al margen de las técnicas es-
pecíficas utilizadas. Los autores de este modelo han Hacen referencia a la constatación de la com-
identificado diez procesos fundamentales de cam- plejidad y heterogeneidad de los trastornos psico-
bio (Prochaska, DiClemente y Norcross, 1992), que lógicos, que preferentemente suelen consistir no en
a su entender pueden ser producidos por diferentes una conducta problemática aislada, sino en un en-
acciones y estrategias terapéuticas. Tales procesos tramado de comportamientos, pensamientos y emo-
serían los siguientes: ciones diversos, en interacción con distintos con-
textos, y en confluencia y estrecha interrelación, a
— Concienciación, o mejora de la información su vez, con comportamientos no problemáticos in-
sobre el problema y sobre uno mismo. tegrantes también de la vida del individuo. Identi-
— Alivio por dramatización, o experimenta- ficaron cinco niveles de cambio jerárquicamente
ción y expresión de sentimientos sobre los ordenados (Prochaska y DiClemente, 1984): cam-
problemas y sus posibles soluciones. bio situacional, cambio cognitivo, cambio interper-
— Reevaluación ambiental, o mejora del cono- sonal, cambio en el sistema familiar y cambio en
cimiento sobre las interacciones de influen- los conflictos interpersonales. En general, las psi-
cia entre los propios problemas y el entorno coterapias no han abordado sino alguno o algunos
que a uno le rodea. de los niveles expuestos, siendo, sin embargo, im-
— Autorreevaluación, o reconsideración de los prescindible que la intervención y el cambio tera-
propios sentimientos y pensamientos acerca péuticos operen sobre los diversos niveles interre-
del problema. lacionados con el comportamiento problemático.
— Autoliberación, o compromiso para la ac- Tal vez la mejor noticia que puede concluirse sobre
ción y creencia en la propia capacidad para este punto es que si, en efecto, los diversos niveles
mejorar. tienen entre sí interdependencias, es posible que los
— Liberación social, o generación de nuevas cambios producidos en unos niveles incidan tam-
alternativas no problemáticas. bién sobre los restantes.
— Manejo de contingencias, que incluye el
heterorreforzamiento y el autorreforza­
­ La gran aportación de la propuesta de Prochas-
miento. ka y DiClemente ha sido su intento de comprender
— Relaciones de ayuda, o mejora de la aper- y explicar los procesos de cambio personales, para
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 63 04/09/13 12:40


64 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

a continuación poder explorar qué técnicas o inter- lo largo de la secuencia completa de esta-
venciones terapéuticas pueden promoverlos y en dios de cambio propuesta por el modelo.
qué momentos. En tal sentido la propuesta de Pro- 3. El proceso de cambio exitoso puede variar
chaska y DiClemente ha planteado una interesante en función de la naturaleza y complejidad
línea de trabajo tanto para la investigación como del problema de que se trate, de la comor-
para la práctica, que podría facilitar un mejor ajus- bilidad con otros trastornos y de los facto-
te sujeto-tratamiento. res estresores y de apoyo que puedan con-
En definitiva, la idea central del «modelo trans- fluir en el caso.
teórico» es que las personas, a la hora de cambiar 4. El modelo de estadios de cambio ha conduci­
y mejorar algún aspecto relevante de sus vidas, do a un reduccionismo innecesario, en base
pasan, de modo general y universal, por una serie a un conjunto de categorías que no refleja
de momentos y procesos de cambio. Tales procesos cualitativamente distintos estadios. Proba-
y momentos tienen lugar tanto si el individuo cam- blemente, una alternativa teórica más parsi-
bia de manera autónoma como si lo hace bajo la moniosa la constituye un modelo continuo
influencia de un tratamiento psicológico. Lo rele- de disposición o preparación para el cam-
vante es, por tanto, que estos estadios de cambio se bio. En todo caso, un modelo de este tipo
produzcan, como condición para el logro terapéu- debería ser comprobado empírica­mente.
tico. La virtud principal del «modelo transteórico» 5. Los estadios definidos por el modelo no
es doble: en primer lugar, permite conocer la evo- son, de acuerdo con la investigación, mu-
lución y disposición de los sujetos para el cambio tuamente excluyentes. Es decir, algunos
y la mejora terapéutica; en segundo término, el sujetos puntúan (sobre todo en la escala
conocimiento de su concreto estadio de cambio URICA) de modo semejante en diversos
puede facilitar un mejor ajuste sujeto-tratamiento. estadios. Ya desde la propia creación del
Este modelo ha recibido durante los últimos modelo, McConnaughy y colaboradores
años una importantísima atención en relación con (Prochaska, DiClemente y Velicer) sugirie-
muy diversos trastornos psicológicos. En el campo ron que los sujetos podían mostrar una im-
del tratamiento de los delincuentes se han diseñado plicación en distintos estadios, más que
formatos específicos para la evaluación de los «es- meramente situarse en uno u otro de ellos.
tadios de cambio» en agresores sexuales y en Lo que ocurre es que, tal y como ha obser-
maltratadores. vado Sutton (1996, citado por Littell y Gir-
Littell y Girvin (2002) han efectuado una revi- vin, 2002), en tal supuesto el propio con-
sión crítica del modelo de Prochaska y DiClemente, cepto de estadios de cambio dejaría de
y específicamente de los estadios de cambio, a la tener sentido.
luz de la amplia investigación desarrollada a lo lar- En cualquier modelo de cambio tera-
go de dos décadas, que incluye múltiples libros y péutico debería clarificarse con mucha ma-
centenares de artículos y estudios empíricos. Las yor precisión el significado que se confiere
principales conclusiones de esta revisión crítica son a la dimensión «preparación para el cam-
las siguientes (Littell y Girvin, 2002): bio», ya que distintos autores han puesto el
énfasis en diversos aspectos, tales como la
1. La información empírica que se ha obteni- motivación, las intenciones, la disposición,
do no avala la propuesta teórica de que la preparación, etc.
existan estadios de cambio comunes a dis- 6. También es necesario distinguir entre lo
tintas situaciones, conductas problema y que sería una disposición para cambiar el
poblaciones diversas. problema de la disposición para participar
2. Además, no existen estudios empíricos que o no en un determinado tratamiento. En
documenten la progresión de los sujetos a este punto la investigación ha sido confusa,
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 64 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 65

incidiendo indistintamente en uno y otro comportamiento y su vida, abandonando la delin-


aspectos sin delimitarlos. cuencia (Cherry, 2005). Miller y Rollnick (2002)
7. En el modelo transteórico, la preparación han resumido el problema de la motivación para el
para el cambio se conceptúa como un atribu­ cambio en la expresión: «preparado, dispuesto y
to de la persona que, no obstante, puede ser capaz» de cambiar.
influido en cierto grado. El énfasis se pone Se ha debatido mucho la cuestión de si los delin-
en los elementos de valoración cognitiva, cuentes han de presentar una motivación «genuina»,
mientras que en la práctica no se consideran que implica abiertamente la voluntad directa y firme
las dimensiones emocionales del sujeto (de- de modificar su vida y desistir de cometer delitos. Y,
presión, ansiedad, miedo, etc.) que, sin em- más concretamente, si se requiere tal motivación para
bargo, para muchas personas pueden estar participar en un tratamiento psicológico y poder es-
teniendo un peso notable en la preparación perar que dicho tratamiento sea eficaz. Deben hacer-
para el cambio y en el proceso de cambio. se algunas consideraciones al respecto. La primera
8. En ciertas ocasiones la preparación para el es que, desde luego, cuanto más genuina y firme sea
cambio y el cambio mismo pueden aconte- la motivación del sujeto para cambiar, mejor. Sin
cer de manera rápida y abrupta, como re- embargo, muchos delincuentes que participan en un
sultado de experiencias vitales repentinas o tratamiento no contarán, al menos inicialmente, con
traumáticas, más que como una progresión motivación genuina de cambio de conducta. Las ra-
paulatina a través de estadios. No es menor zones para participar en las sesiones del tratamiento
la relevancia que en estos procesos pueden pueden ser muy variadas, especialmente en contextos
estar desempeñando las adicciones (al al- cerrados de reforma juvenil o prisiones, y pueden
cohol, al tabaco, al juego, etc.). incluir el mero entretenimiento, la compañía de sus
9. La investigación futura debería considerar amigos, la mejora de sus condiciones de vida, la re-
el influjo que pueden tener sobre los cam- comendación del terapeuta u otros miembros del
bios cognitivos y de comportamiento facto- personal de rehabilitación o de seguridad o el conse-
res como la percepción por parte del sujeto jo de su propia familia. Véase que, no siendo las
sobre la naturaleza y causas de su problema, razones anteriores motivos completamente genuinos
su habilidad para controlar el estrés, los es- para el cambio de la conducta delictiva, tampoco son
tilos y habilidades del terapeuta, etc. motivos completamente bastardos, sino que se pare-
cen bastante a las motivaciones que nos llevan a to-
Pese a todas estas dificultades, el modelo trans- dos a hacer muchas de las cosas que hacemos a lo
teórico ha tenido durante los pasados años un ex- largo de nuestra vida. ¿Qué lleva a las personas a
traordinario valor heurístico, estimulando cientos de inscribirse en un gimnasio e ir regularmente a él?
investigaciones sobre el cambio terapéutico en varia­ ¿Sólo la motivación «genuina» de mejorar su salud
dos trastornos y contextos psicológicos. En el cam- mediante el deporte? ¿Qué hace que un estudiante se
po del tratamiento de los delincuentes, aunque este matricule en una carrera universitaria y, más en con-
modelo se ha utilizado ya en el análisis de agresores creto, que lo haga en una carrera específica? ¿Sólo
sexuales y maltratadores, todavía ofrece mucha ma- su «vocación genuina» por la ciencia y el conoci-
yor potencialidad para la investigación futura. miento, y por esa disciplina en concreto? Probable-
mente las razones son, en cada caso, mucho más
variadas. De este modo, es evidente que en todos los
2.5.3. La motivación de los delincuentes supuestos las motivaciones humanas para emprender
para cambiar acciones de cambio y mejora pueden ser muy diver-
sas, y no por ello menos legítimas.
La motivación haría referencia aquí a la pregun- Así pues, la «motivación genuina» es probable-
ta de en qué grado una persona desea cambiar su mente un concepto puro, que refleja una condición
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 65 04/09/13 12:40


66 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ideal, pero que en la vida real difícilmente se presen­ McNeil (2003) ha analizado la cuestión de la
ta en un formato tan exclusivo. Los motivos de cada motivación para la desistencia en el delito y ha ha-
cosa pueden ser más bien múltiples y diversos. llado tres tipos de factores que interaccionarían para
La segunda consideración es que el que un de- fortalecerla o dificultarla:
lincuente participe inicialmente en un programa por
razones distintas a su voluntad firme de cambio no 1. La edad y el nivel de maduración. Aunque,
significa que la educación y los entrenamientos re- como es obvio, la edad biológica no puede
cibidos no puedan beneficiarle. Además, la expe- ser afectada por un programa, sí que los
riencia indica que, poco a poco, la propia práctica tratamientos pueden influir sobre la madu-
puede ir favoreciendo la aparición de una motiva- rez de los individuos, posibilitando el de-
ción más auténtica para cambiar. Ése es también uno sarrollo en ellos de nuevas habilidades y
de los grandes objetivos del tratamiento psicológico: rutinas más prudentes y prosociales.
ayudar a los participantes a «caer en la cuenta» de 2. Las transiciones vitales y los vínculos so-
las contradicciones existentes en su vida y a «des- ciales. Las «transiciones» vitales hacen re-
cubrir caminos» para efectuar los ajustes necesa‑ ferencia a aquellos cambios de etapa y de
­rios. Así, la motivación puede ser reconside­rada, no roles sociales que son importantes en la
como una condición imprescindible de partida sino vida de las personas, tales como una varia-
como un objetivo inicial del propio tratamiento. ción de colegio, de ciudad, formalizar una
En un amplio estudio sobre una muestra de relación de pareja, ser padre, acceder a un
1.100 sujetos, seleccionados al azar de entre los buen trabajo o también haber sido víctima
3.800 casos que cumplieron medidas de libertad de un grave delito (Howell, 2003). Las
condicional en Inglaterra/Gales en el período 1990- transiciones vitales son momentos espe-
1991, Gillis y Grant (1999) evaluaron la relación cialmente proclives a efectuar cambios sig-
entre grado de motivación de los delincuentes para nificativos y, en consecuencia, pueden ser
el tratamiento y éxito de la liberación condicional. aprovechadas para promover y reforzar la
Se evaluó la motivación de los sujetos y, en función motivación del sujeto para replantearse as-
de ello, se los clasificó en tres grupos: 1) genuina- pectos importantes de su vida pasada. Por
mente motivados; 2) con motivación favorecida por otro lado, los tratamientos pueden y deben
los terapeutas (aunque inicialmente no motivados), favorecer diversos vínculos prosociales, de
y 3) no motivados. Por razones metodológicas se contacto educativo, familiar, laboral, etc.
controló la variable nivel de riesgo de los sujetos 3. La narrativas subjetivas, las actitudes y la
para balancearla en los tres grupos establecidos. Se motivación. Diversas investigaciones cuali-
efectuó un seguimiento promedio de unos tres años. tativas han puesto de relieve que la proba-
Del grupo de sujetos motivados, el 83 por 100 fina- bilidad de desistencia del delito se asocia a
lizó exitosamente el período de seguimiento (sin un aumento del interés y preocupación por
cometer un nuevo delito ni fallar en sus obligacio- otras personas (pareja, hijos, compañeros y
nes laborales y de conducta); del grupo con moti- amigos) y a la consideración del futuro.
vación favorecida, un 78 por 100 acabó de forma
exitosa el seguimiento; finalmente, del grupo no Según Miller y Rollnick (2002), los cinco prin-
motivado, un 42 por 100 tuvo éxito, mientras que cipios clave del trabajo motivacional que debe rea-
un 58 por 100 fracasó. Como puede verse, aunque lizarse para favorecer el cambio terapéutico se-
el grupo de motivación genuina tuvo la tasa de éxi- rían:
to más elevada, presentó una eficacia muy pare-
cida el grupo de sujetos con motivación favorecida 1. Expresar empatía a los sujetos.
por los terapeutas (pese a no contar con ella inicial- 2. Desarrollar su percepción de las propias
mente). inconsistencias (entre sus objetivos y aspi-
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 66 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 67

raciones a largo plazo y su conducta pre- puede ser atribuida a la influencia de variables de
sente). proceso (lo que incluye la relación terapéutica, el
3. Evitar la discusión (ya que ésta aumenta la estilo del terapeuta, etc.). Se considera que son ele-
resistencia al cambio). mentos clave de la relación terapéutica las propias
4. Trabajar la resistencia al cambio. características del individuo y las habilidades per-
5. Apoyar la autoeficacia. sonales y técnicas del terapeuta (Judith Beck, 2000;
Buela-Casal, Sierra, López y Rodríguez, 2001;
También consideran que las cinco habilidades Goldstein, 2001; Ruiz, 1998; White, 2000). Si la
principales que son necesarias para desarrollar un calidad de la relación terapéutica se considera im-
buen trabajo motivacional son las siguientes (Miller prescindible en cualquier ámbito, en el campo del
y Rollnick, 2002): tratamiento de los delincuentes se reputaría crucial
debido a las especiales características de este sector,
1. Afirmar la conducta de los sujetos, refor- imbuido de elementos punitivos y de inicial descon-
zándoles por aquello que se espera de ellos fianza acerca de cuáles puedan ser los propósitos
(evitando el castigo de lo contrario). de un tratamiento (Marshall y Serra, 2004; Ward y
2. Escuchar. Brown, 2004).
3. Efectuar preguntas abiertas, que permitan
al individuo ir descubriendo diversas posi-
bilidades de mejora. 2.6.1. El agresor que participa
4. Resumir reflexivamente lo expresado por el en un tratamiento1
sujeto.
5. Apoyar sus expresiones de cambio y de En la situación terapéutica más habitual, que
automotivación para transformar su reali- corresponde al ámbito de la psicología clínica, el
dad presente. paciente o cliente suele ser aquella persona que
sufre algún trastorno o patología (una depresión,
una fobia, un problema de relación de pareja, una
2.6. Relación terapéutica adicción, etc.) y que pide ayuda profesional a un
terapeuta (Goldstein, 2001). Sin embargo, ésta no
En el ámbito general del tratamiento psicológi- es la única posibilidad. En primer lugar, el usuario
co, la relación terapéutica es el marco de contactos de una consulta o tratamiento terapéutico puede ser
e interacciones periódicas entre un terapeuta y un no una persona aislada sino un conjunto de perso-
sujeto o grupo de sujetos, en el que se llevan a cabo nas: generalmente, una pareja, una familia o un
las actividades de tratamiento. Lambert y Bergin grupo de individuos. Ejemplos de ello serían la
(1994) llegaron a estimar que al menos un 25 por intervención mediante un programa de habilidades
100 de la varianza del resultado del tratamiento sociales con los diversos miembros de una familia

1
  En la actualidad se considera, incluso dentro del propio terapia psicológica, que incluyen nomenclaturas tales como las
marco de la filosofía de la rehabilitación (y contrariamente a lo de «terapia», «relación terapéutica» y «terapeuta». Ello, debe
que antiguamente venía a considerar el denominado «modelo insistirse, no significa identificar a los agresores y delincuentes
médico»), que ni los delincuentes juveniles ni los delincuentes con enfermos y a la delincuencia con una forma de patología;
adultos son «pacientes» en el sentido de que padezcan una pa- pero sí que significa situar las acciones preventivas y de trata-
tología o enfermedad mental que tenga que ser «curada». Menos miento en un marco positivo de relaciones de confianza impres-
aún puede considerarse que el sistema jurídico penal, al juzgar cindibles (es decir, en una «relación terapéutica») entre personas
comportamientos delictivos y aplicarles penas, actúe como un que experimentan graves dificultades emocionales, de comuni-
sistema «terapéutico». Con todo, en el tratamiento de los delin- cación y de conducta (como sucede a los agresores tratados) y
cuentes pueden ser perfectamente aplicables —y a menudo de- los profesionales que intentan ayudarles técnicamente en tales
seables— algunos conceptos y criterios generales utilizados en dificultades (en este contexto, «terapeutas»).

©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 67 04/09/13 12:40


68 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

o el trabajo terapéutico con un grupo de jugadores incluso con sujetos inicialmente poco motivados,
patológicos. puede lograrse un cambio paulatino de actitud fa-
La segunda dificultad de identificación del vorable a su participación en un tratamiento psi-
usuario puede residir en que el sujeto con un com- cológico.
portamiento problemático (o identificado, en térmi- Los delincuentes que participan en un trata-
nos de Feixas y Miró, 1993) no sea el mismo suje- miento serán probablemente personas que han rea-
to que solicita la intervención psicoterapéutica lizado conductas reprobables, pero ello no significa
(demandante). Ejemplos de ello son las siguientes en absoluto que el tratamiento pueda contener ele-
situaciones: el joven condenado a una medida edu- mento alguno de revancha, ni que no se deba confiar
cativa en la que el juez le exige realizar un trata- en sus posibilidades de cambiar su vida (Ward y
miento para su adicción a las drogas, el maltratador Brown, 2005). Como ha comentado Margalit
familiar que acude a tratamiento psicoterapéutico (1996), «a pesar de existir diferencias notables en-
no de forma voluntaria y genuina sino debido a las tre las personas en sus habilidades para cambiar,
presiones de su propia pareja (Echeburúa y De Co- todas son merecedoras de respeto hacia sus facul-
rral, 1998b) o el delincuente sexual condenado por tades de cambio. Hasta los peores delincuentes me-
violación al que el juez exige participar en un pro- recen el respeto humano básico hacia la posibilidad
grama de tratamiento en prisión como condición de que puedan reevaluar radicalmente su vida pa-
necesaria para concederle la libertad condicional. sada y, si cuentan con las oportunidades necesarias,
Se ha argumentado ampliamente la necesidad puedan vivir el resto de su vida de manera respeta-
de que los participantes en una terapia psicológica ble» (p. 70).
tengan una «motivación genuina» para el cambio
terapéutico. Sin embargo, en el campo de la delin-
cuencia la motivación genuina puede constituir, 2.6.2. El terapeuta que trabaja
como ya se ha comentado, más la excepción que con delincuentes
la regla. No forma parte del acervo experiencial de
los terapeutas que trabajan con delincuentes el que «En Utopía consideran que el hombre que
los agresores acudan a ellos urgidos por la necesi- consuela y alivia a los demás debe ser enaltecido
en nombre de la Humanidad... nada hay tan hu-
dad de tratamiento. Más bien, la vivencia más co- mano, no existe virtud más propia del hombre
mún es que la necesidad de tratamiento deba ser que mitigar los males de nuestros semejantes.»
informada y sugerida a aquellas personas a quienes
podría serles de utilidad. Y, como resultado de Tomás Moro, Utopía, 1516.
ello, que muchos de estos sujetos se animen a pro-
bar su participación en un tratamiento psicológico. Las primeras condiciones de un buen terapeuta
La expectativa más positiva, que se colma en mu- son, en general, haber recibido la formación ade-
chos supuestos, es que individuos inicialmente cuada y el oportuno entrenamiento y, en última
poco o nada motivados para seguir un tratamiento instancia, estar autorizado para el ejercicio profe-
acaben con un alto interés y nivel de participación sional. Sin embargo, es evidente que, por la idio-
en él. Es decir, en este campo se debe ser realistas sincrasia de la actividad terapéutica, la idoneidad
y trabajar con las posibilidades inicialmente exis- del tratamiento aplicado y su eventual éxito estarán
tentes, que no necesariamente serán sujetos alta- también condicionados por la capacidad personal
mente y genuinamente motivados, pero sí personas del propio terapeuta (Buela-Casal et al., 2001;
a las que se puede acabar motivando con un pro- Goldstein, 2001; Ward y Brown, 2004). Es decir,
grama atractivo y el uso de las técnicas psicológi- con independencia de la adecuación de las técnicas
cas habituales de reforzamiento social. Al igual que se utilicen para un caso concreto, el terapeuta
que han sugerido otros autores (por ejemplo, Day, que las aplica desempeña un papel decisivo del que
Tucker y Howells, 2004), aquí se considera que, van a depender también los resultados logrados. Por
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 68 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 69

ello, una cuestión clave es definir qué característi- Paralelamente, se ha señalado una serie de fac-
cas y capacidades personales son recomendables tores entorpecedores de la relación (Guy, 1987;
para que el terapeuta pueda liderar el conjunto de Kanfer y Schefft, 1988), como el voyeurismo (o
acciones propias del tratamiento (entrevistas, eva- curiosidad morbosa por la vida de los sujetos en
luación, motivación del sujeto, aplicación de técni- terapia), la búsqueda de poder sobre los individuos
cas, seguimiento, etc.) y lograr, de este modo, el y la búsqueda de autoterapia. En términos también
mayor éxito posible en la resolución de los proble- negativos, Kleinke (1998) ha consignado una serie
mas del individuo. de errores graves que pueden cometerse en la inte-
Se han diferenciado dos grupos de habilidades racción con el sujeto: hacer cosas cuyo único ob-
del terapeuta, las personales y las técnicas. Muchas jetivo sea obtener el aprecio del individuo, intelec-
de ellas pueden aprenderse y entrenarse mediante tualizar la relación, ironizar sobre el sujeto y sus
la adecuada supervisión y la experiencia (Ruiz, problemas o divagar al respecto, preguntar en ex-
1998; Ruiz y Villalobos, 1994). ceso y acelerar indebidamente el proceso terapéu-
tico. Además, se han señalado como factores inhi-
2.6.2.1. Características personales bidores de la comunicación terapeuta-sujeto tratado
el que aparezcan objetivos contradictorios en la
Las características y habilidades personales ha- terapia, estados emocionales que perturben la re-
cen referencia a todas aquellas condiciones del te- lación, inconsistencia y vaguedad en los mensajes
rapeuta que son útiles y facilitan el proceso tera­ o ignorancia de mensajes importantes de la perso-
péutico. En términos generales, se han destacado na y consejo prematuro y de «respuesta para todo»
algunas características del terapeuta que pueden sobre cuestiones no solicitadas (Buela-Casal et al.,
cooperar especialmente a la buena relación tera- 2001).
péutica (Judith Beck, 2000; Echeburúa, 1998): su Tellier y Serin (2001) han realzado la importan-
equilibrio emocional, sentido común, ganas genui- cia, para la mejor alianza terapéutica, de que los
nas de ayudar y flexibilidad. Además, tradicional- terapeutas tengan unas evidentes actitudes positivas
mente se han destacado algunas actitudes persona- hacia los delincuentes participantes en un progra-
les como (Rogers, 1951): aceptación positiva de ma, y Ward y Brown (2004) las han concretado en
los clientes, lo que implica la capacidad para la los siguientes aspectos:
cordialidad y calidez en la interacción (Ruiz, 1998);
autenticidad y congruencia, que facilita un clima — Que no los juzguen y les muestren su res-
de confianza y seguridad (Cormier y Cormier, peto.
1994); empatía, o habilidad para ponerse en el lu- — Que los consideren, como al resto de los
gar del individuo y comprender su problema y sus seres humanos, capaces de «hacer el mal»
emociones, algo que el sujeto puede fácilmente pero también de «hacer el bien».
detectar, y facilitar o dificultar su apertura y moti- — Que les ofrezcan aceptación y les transmitan
vación (Kleinke, 1998). Además, se han señalado la posibilidad de «olvido», que constituye
como destrezas necesarias del terapeuta también un elemento imprescindible en el proceso
las siguientes (Buela-Casal et al., 2001; Goldstein, de cambio de comportamiento (se volverá
2001): ser activo y directivo para pautar la terapia, ampliamente sobre ello en el capítulo 10).
ser asertivo (lo que, en definitiva, hace referencia — Que los terapeutas muestren autenticidad.
a la autenticidad de la relación), ser capaz del ma- Autenticidad significa credibilidad en la
nejo técnico de instrumentos de evaluación, capa- persona que uno es, en que va a realizar su
cidad para motivar al sujeto, control emocional trabajo adecuadamente, en que tiene un de-
propio, capacidad de comunicación y habilidad seo genuino de ayudar, en que tiene una
para elaborar los informes clínicos que le sean comunicación sincera con los participantes
requeridos. en el tratamiento.
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 69 04/09/13 12:40


70 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Marshall y Serran (2004; Marshall et al., 2002) des de asertividad, etc.; habilidades de comunica-
han revisado ampliamente y evaluado la influencia ción, tanto en su vertiente de escucha (para identi-
de las características de los terapeutas que trabajan ficar los problemas, poder clarificar situaciones,
con delincuentes. Sus conclusiones principales in- reflejar sentimientos, etc.) como de acción (efectuar
dican que para mejorar la eficacia de los programas preguntas, dar información al sujeto, explicar lo que
resultan claves los siguientes elementos: sucede, etc.) (Ruiz, 1998), y, por último, habilida-
des administrativas y científicas, necesarias para la
— La facilitación de la cohesión grupal y de la realización de registros, informes clínicos o infor-
autoestima. mes científicos.
— Un estilo terapéutico flexible. Se ha de insistir en que la competencia profe-
— La calidad de la relación terapeuta-partici- sional es el primer y necesario requisito. Para su
pantes, favorecida por un estilo de trabajo logro son imprescindibles la formación teórica ade-
colaborativo. cuada, el entrenamiento y la supervisión oportunos
— La promoción de la expresión emocional y, finalmente, la experiencia profesional (Buela-Ca-
por parte de los sujetos. sal et al., 2001). Un terapeuta bien formado y com-
— El ofrecimiento de apoyo a los mismos. petente deberá ser capaz de enfrentarse, en cada
En un estudio dirigido por Marshall sobre los caso, a dos cuestiones fundamentales (Feixas y
tratamientos de delincuentes sexuales en las prisio- Miró, 1993): 1) la formulación de hipótesis expli­
nes británicas, se sometieron a comprobación vein- cativas acerca del problema que se le plantea y 2)
tisiete posibles características de comportamiento ­la adopción de acciones sucesivas conducentes a la
de los terapeutas, que a continuación se analizaron solución o mejoría del problema.
en sus correlaciones con la magnitud de los efectos Entre los contenidos principales de la formación
del tratamiento (Marshall et al., 2003). Los cuatro específica que deberían recibir los profesionales
tipos de conducta que mostraron una relación más (como los psicólogos) que trabajan en el tratamien-
estrecha con la eficacia fueron: las manifestaciones to de los delincuentes se ha sugerido la necesidad
de empatía, de cordialidad, de recompensa y de tanto de contenidos clínicos generales como de ele-
directividad (con correlaciones de entre r = 0,32 y mentos concretos de psicología criminal (Magaleta,
r = 0,74). Por el contrario, los comportamientos de Patry, Dietz y Ax, 2007). Además, la selección de
confrontación agresiva por parte de los terapeutas estos profesionales debe tomar en cuenta sus actitu-
mostraron una correlación negativa con la efectivi- des, conocimiento, motivación y experiencia, ade-
dad del tratamiento (r = −0,31). más de aspectos como su calidez, empatía y toleran-
cia (Cooke y Philip, 2001; Tellier y Serin, 2001). El
trabajo con delincuentes, especialmente en centros
2.6.2.2. Competencias técnicas
de internamiento, suele comportar relaciones muy
Las habilidades técnicas tienen un cariz más intensas y dependientes, lo que realza el influjo es-
instrumental, y se refieren principalmente a las si- pecialmente positivo de elementos tales como la
guientes (Sulzer-Azaroff, Thaw y Thomas, 1975; moral del personal (su equilibrio y coherencia) y su
Linehan, 1980; Ruiz, 1998; Goldstein, 2001): ha- buena relación con los sujetos (Cooke, 1989, 1997;
bilidades metodológicas, en relación con la pre­ McDougall, 1996). El estilo de trabajo de los tera-
paración teórica y metodológica del terapeuta, im- peutas recomendado en este contexto es de «firme-
prescindible para poder llevar a la práctica dichos za pero coherencia» (Harris y Rice, 1997).
conocimientos; habilidades motoras o de acción,
necesarias para realizar entrevistas (preguntar, sin- 2.6.3. El proceso terapéutico
tetizar información, iniciar/finalizar la entrevista),
para devolver información al sujeto o persuadirle La expresión «proceso terapéutico» puede tener
de determinadas acciones, para negociar habilida- al menos dos acepciones diferentes: una formal,
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 70 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 71

concerniente a la cadencia de acontecimientos (en- claramente ascendente, que estos autores sitúan en
trevistas iniciales, evaluación, visitas periódicas, la sesión 26, y un largo período posterior con esca-
tareas del sujeto, autorregistros de conducta... y so incremento de la mejoría hasta la sesión 104
finalización de la terapia) que tienen lugar durante (Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000). Estos resul-
la intervención terapéutica; otra, más profunda, re- tados tienen importantes implicaciones para la me-
ferida al conjunto de operaciones psicológicas y jor comprensión de la evolución del proceso tera-
cambios de comportamiento que se irán operando péutico.
como resultado de la terapia. Otro aspecto de extraordinaria importancia teó-
Existe acuerdo amplio en que la relación y el rica y práctica para el tratamiento es la intersección
proceso terapéutico deben prepararse y desarrollar- entre los diversos sistemas de respuesta del indivi-
se teniendo en cuenta una serie de consideraciones duo (motor, emocional y cognitivo). Sin embargo,
como las siguientes (Feixas y Miró, 1993): pese a que clínicamente observamos la interacción
e interdependencia terapéutica entre estos tres sis-
— Que se trata de una relación profesional (es temas de respuesta, continúa siendo grande el des-
decir, de un individuo o grupo de individuos conocimiento sobre los mecanismos que rigen tales
que necesita ayuda y de un terapeuta que interacciones. Los seres humanos son sistemas di-
acepta el reto profesional de ayudarle) y en námicos en los que, en efecto, interactúan múltiples
ningún caso puede tener una índole personal factores y mecanismos tanto internos como exter-
o de amistad. nos. Las terapias conductuales promueven cambios
— Es una relación asimétrica, centrada en las ambientales en las contingencias y estímulos que
necesidades de los sujetos tratados. inciden directamente en el comportamiento de los
— Requiere al inicio un encuadre terapéutico, sujetos, las terapias experienciales tienden a inducir
que defina aspectos operativos tales como cambios en sus sistemas emocionales, mientras que
los honorarios (si los hubiere) del terapeuta, las cognitivas operan preferentemente sobre aspec-
la duración y periodicidad de las sesiones, tos de su pensamiento. Sin embargo, clínicamente
los compromisos y obligaciones que asu- observamos que estas técnicas suelen inducir «mi-
men terapeuta y participantes en el trata- lagrosamente» cambios y mejoras terapéuticas en
miento, etc. los restantes sistemas de respuesta que no han sido
— Comporta una alianza terapéutica (Bordin, directamente abordados. Según han comentado
1979) que abarca tres elementos: 1) un Borkovec y Miranda (1996), «en este contexto,
víncu­lo emocional y de colaboración entre “milagrosamente” significa que aunque podemos
sujetos y terapeuta; 2) un cierto acuerdo so- observar que desde un punto de vista terapéutico un
bre los objetivos de la terapia, de modo que sistema suele promover cambios en los otros siste-
ambos dirijan sus esfuerzos al mismo fin, y mas, no logramos comprender los mecanismos de
3) acuerdo en las tareas que serán necesa- tal interacción» (p. 16).
rias para conseguir los objetivos terapéu­
ticos.
2.7. Elementos éticos y jurídicos
Desde una perspectiva sustantiva del proceso del tratamiento
terapéutico, antes aludida, una cuestión de extraor-
dinaria relevancia es la secuencia seguida por la La evaluación y el tratamiento de delincuentes
evolución terapéutica de los individuos. Algunos sometidos a medidas judiciales (tales como medi-
estudios, como los de Howard, Kopta, Krause y das educativas para el caso de los jóvenes, o bien
Orlinsk (1986) y Lambert y Bergin (1994), han penas de privación de libertad o medidas de segu-
puesto de relieve que la mejoría de los sujetos sue- ridad en los adultos) se regulan generalmente me-
le seguir una secuencia no lineal, con un período diante leyes y normas específicas según los casos.
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 71 04/09/13 12:40


72 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Para la aplicación de tratamiento con jóvenes delin- culadas, de cualquier manera, al ejercicio de la pro-
cuentes el referente fundamental en España es la fesión y a la pertenencia a un grupo profesional»
Ley Orgánica 5/2000 de Responsabilidad Penal del (Lega, 1983, p. 23). De otra manera, la deontología
Menor modificada y endurecida por la Ley Orgáni- corresponde a la «parte de la ética que se ocupa de
ca 8/2006. En el caso de los tratamientos con adul- los deberes, es decir, de qué actos en concreto se
tos en las prisiones, son claves las directrices y deben y no se deben hacer» (Wadeley y Blasco,
preceptos establecidos en la Ley Orgánica 1/1979 1995, p. 29)
General Penitenciaria y en el Reglamento Peniten- Así, por ejemplo, la British Psychological So-
ciario de 1996, además de, por supuesto, en el pro- ciety ha definido el rol del psicólogo como el de
pio Código Penal. Todas estas normas constituyen aquel profesional que es capaz de desarrollar y apli-
en España los referentes jurídicos directos para la car principios, conocimientos, modelos y métodos
aplicación de tratamientos con los delincuentes. psicológicos, de forma ética y científica, con el fin
Pese a todo, como ya se ha argumentado, el de promover el desarrollo, el bienestar y la eficacia
tratamiento psicológico de los delincuentes implica de las personas, los grupos, las organizaciones y la
también, en el marco de sus propias especificidades, sociedad (Peiró, 2002). Se trata de una definición
todos los elementos incursos en cualquier interac- muy general que puede servir de pauta de conduc-
ción terapéutica. En tal sentido, al tratamiento psi- ta y marco deontológico de diversos ejercicios pro-
cológico de los delincuentes le son aplicables, en fesionales en disciplinas sociales, no sólo en la psi-
primera instancia, todos aquellos principios deonto- cología.
lógicos y jurídicos que definen y encuadran la apli- Por su lado, el código ético de la American
cación de tratamientos clínicos (McGuire, 2004). A Psychological Association ha establecido que «los
continuación se presentan de modo sintético dichos psicólogos que realizan evaluación, terapia, forma-
principios y previsiones jurídicas generales acerca ción, asesoramiento organizacional u otras activi-
del tratamiento y la promoción de la salud de las dades profesionales mantendrán un nivel razonable
personas. del conocimiento de la información científica y
­profesional en los campos de su actividad y llevarán
a cabo los esfuerzos necesarios para mantener su
2.7.1. Elementos deontológicos competencia en las habilidades que usen [...] los
en psicología psicólogos se basarán en el conocimiento científico
y profesional cuando formulen juicios científicos o
Un referente ético de primera importancia para profesionales o cuando estén implicados en tareas
los psicólogos lo constituyen sus propios códigos académicas o profesionales» (APA, 1992).
deontológicos, dictados por sus colegios y asocia- Por su parte, los psicólogos españoles cuentan
ciones profesionales. Según se ha señalado, «la con el referente de los códigos deontológicos dic-
deontología [...] queda en esa zona intermedia, don- tados por sus colegios profesionales. Del código
de ni todo son normas absolutas de pleno y exclu- deontológico del Colegio Oficial de Psicólogos re-
sivo alcance ético ni todo son normas jurídicas es- sultan especialmente relevantes aquí las siguientes
trictas. Éstas se nutren de un contenido moral o, al reglas de conducta profesional (Comisión Deonto-
menos, mantienen una inseparable vinculación con lógica Estatal, 2004):
ese contenido en el plano de los presupuestos y de
los fines» (Hernández Gil, 1983, p. 8). La deonto- «El ejercicio de la Psicología se ordena a una
logía se ocupa «del deber, y, en particular, de los finalidad humana y social, que puede expresarse
deberes que corresponden a determinadas situacio- en objetivos tales como: el bienestar, la salud, la
nes sociales», designando «el conjunto de reglas y calidad de vida, la plenitud del desarrollo de las
principios que rigen determinadas conductas del personas y de los grupos, en los distintos ámbitos
profesional, de carácter no técnico, ejercidas o vin- de la vida individual y social. Puesto que el/la

©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 72 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 73

psicólogo/a no es el único profesional que persigue «Cuando dicha evaluación o intervención ha


estos objetivos humanitarios y sociales, es conve- sido solicitada por otra persona —jueces, profe­
niente y en algunos casos es precisa la colabora- sionales de la enseñanza, padres, empleadores, o
ción interdisciplinar con otros profesionales, sin cualquier otro solicitante diferente del sujeto evalua-
perjuicio de las competencias y saber de cada uno do—, este último o sus padres o tutores tendrán
de ellos» (art. 5). derecho a ser informados del hecho de la evalua­ción
«La profesión de psicólogo/a se rige por prin- o intervención y del destinatario del Informe Psico-
cipios comunes a toda deontología profesional: lógico consiguiente. El sujeto de un Informe Psi­
respeto a la persona, protección de los derechos cológico tiene derecho a conocer el contenido del
humanos, sentido de responsabilidad, honestidad, mismo, siempre que de ello no se derive un grave
sinceridad para con los clientes, prudencia en la perjuicio para el sujeto o para el/la Psicólogo/a, y
aplicación de instrumentos y técnicas, competen- aunque la solicitud de su realización haya sido hecha
cia profesional, solidez de la fundamentación ob- por otras personas» (art. 42).
jetiva y científica de sus intervenciones profesio- «Todo/a psicólogo/a, en el ejercicio de su pro-
nales» (art. 6). fesión, procurará contribuir al progreso de la cien-
«La autoridad profesional del psicólogo/a se cia y de la profesión psicológica, investigando en
fundamenta en su capacitación y cualificación para su disciplina, ateniéndose a las reglas y exigencias
las tareas que desempeña. El/la psicólogo/a ha de del trabajo científico y comunicando su saber a
estar profesionalmente preparado y especializado estudiantes y otros profesionales según los usos
en la utilización de métodos, instrumentos, técni- científicos y/o a través de la docencia» (art. 33).
cas y procedimientos que adopte en su trabajo. «La investigación psicológica, ya experimen-
Forma parte de su trabajo el esfuerzo continuado tal, ya observacional en situaciones naturales, se
de actualización de su competencia profesional. hará siempre con respeto a la dignidad de las per-
Debe reconocer los límites de su competencia y sonas, a sus creencias, su intimidad, su pudor, con
las limitaciones de sus técnicas» (art. 17). especial delicadeza en áreas como el comporta-
«Al hacerse cargo de una intervención sobre miento sexual, que la mayoría de los individuos
personas, grupos, instituciones o comunidades, el/ reserva para su privacidad, y también en situacio-
la psicólogo/a ofrecerá la información adecuada nes —de ancianos, accidentados, enfermos, pre-
sobre las características esenciales de la relación sos, etc.— que, además de cierta impotencia so-
establecida, los problemas que está abordando, los cial, entrañan un serio drama humano que es
objetivos que se propone y el método utilizado. En preciso respetar tanto como investigar» (art. 37).
caso de menores de edad o legalmente incapacita-
dos, se hará saber a sus padres o tutores.
En cualquier caso, se evitará la manipulación
2.7.2. Referentes jurídicos clínicos
de las personas y se tenderá hacia el logro de su
desarrollo y autonomía» (art. 25).
«El/la psicólogo/a debe tener especial cuidado En la actualidad muchos de los principios deon-
en no crear falsas expectativas que después sea tológicos que inspiran el ejercicio de la psicología
incapaz de satisfacer profesionalmente» (art. 32). se han plasmado y desarrollado en leyes positivas,
«Toda la información que el/la psicólogo/a re- por lo que cuentan con el doble rango de indicacio-
coge en el ejercicio de su profesión [...] está suje- nes éticas y, ahora también, de obligaciones legales.
ta a un deber y a un derecho de secreto profesional, Tres normas estatales tienen especial relevancia
del que sólo podría ser eximido por el consenti- para la intervención psicológica: la Ley 41/2000, de
miento expreso del cliente [...]» (art. 40).
14 de noviembre, básica reguladora de la autono-
«Cuando la evaluación o intervención psico-
lógica se produce a petición del propio sujeto de mía del paciente y de derechos y obligaciones en
quien el/la psicólogo/a obtiene información, ésta materia de información y documentación clínica;
sólo puede comunicarse a terceras personas, con la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación
expresa autorización previa del interesado y dentro de las profesiones sanitarias, y la Ley Orgánica
de los límites de esta autorización» (art. 41). 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Da-
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 73 04/09/13 12:40


74 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

tos de Carácter Personal. Todas estas normas cuen- Deberes de los profesionales:
tan en algunos casos con desarrollos específicos en
las correspondientes comunidades autónomas. Se — Deberes relativos a la correcta aplicación de
hará referencia sucinta a las dos primeras leyes por sus técnicas, de información y de documen-
sus implicaciones para la intervención psicológica: tación clínica, de reserva, así como de res-
la Ley 41/2000 y la Ley 44/2003. peto a las decisiones del paciente.

Algunas definiciones relevantes son las siguien-


2.7.2.1. Ley 41/2002, de 14 de tes (art. 3):
noviembre, básica reguladora
de la autonomía del paciente Consentimiento informado: la conformidad li-
y de derechos y obligaciones bre, voluntaria y consciente de un paciente, mani-
en materia de información festada en el pleno uso de sus facultades después
y documentación clínica de recibir la información adecuada, para que tenga
lugar una actuación que afecta a su salud.
Una de sus inspiraciones principales es el Con- Documentación clínica: el soporte de cual-
venio del Consejo de Europa sobre los derechos del quier tipo o clase que contiene un conjunto de da-
hombre y la biomedicina, suscrito en 1997, y que tos e informaciones de carácter asistencial.
entró en vigor en España en enero de 2000. Los Historia clínica: el conjunto de documentos
principios básicos, derechos y obligaciones recogi- que contienen los datos, valoraciones e informacio-
dos en la Ley 41/2002 son en resumen los siguien- nes de cualquier índole sobre la situación y la evo-
tes (arts. 2-13, 18): lución clínica de un paciente a lo largo del proceso
asistencial.
Derechos/deberes de los pacientes: Información clínica: todo dato, cualquiera que
sea su forma, clase o tipo, que permite adquirir o
— Principios básicos de dignidad de la persona ampliar conocimientos sobre el estado físico y la
y de respeto a su autonomía e intimidad. salud de una persona, la forma de preservarla,
— Consentimiento informado del paciente o cuidarla, mejorarla o recuperarla.
usuario para cualquier actuación sanitaria, y Intervención en el ámbito de la sanidad: toda
derecho a la revocación de dicho consenti- actuación realizada con fines preventivos, diagnós-
miento. ticos, terapéuticos, rehabilitadores o de investiga-
— A decidir libremente entre las opciones clí- ción.
nicas disponibles, y también a negarse al Libre elección: la facultad del paciente o usu-
tratamiento (excepto en los casos legalmen- rario de optar, libre y voluntariamente, entre dos o
te establecidos). más alternativas asistenciales, entre varios facul-
— A conocer toda la información asistencial y tativos o entre centros asistenciales, en los términos
su historia clínica, si así lo desea (excepto y condiciones que establezcan los servicios de sa-
en los supuestos legalmente establecidos: lud competentes, en cada caso.
perjuicio a terceros o derecho de reserva de Paciente: la persona que requiere asistencia
los profesionales en relación con sus anota- sanitaria y está sometida a cuidados profesiona-
ciones subjetivas). les para el mantenimiento o recuperación de su
— A conocer los problemas sanitarios que im- salud.
pliquen riesgo para la salud colectiva o su Usuario: la persona que utiliza los servicios
salud individual. sanitarios de educación y promoción de la salud,
— Deber del paciente de facilitar de modo ve- de prevención de enfermedades o de información
raz los datos necesarios sobre su salud. sanitaria.
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 74 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 75

El capítulo V de la Ley 41/2002 regula La his- — El libre ejercicio de las profesiones sanita-
toria clínica, que «comprende el conjunto de los rias, con los requisitos legales establecidos,
documentos relativos a los procesos asistenciales de por cuenta propia o ajena.
cada paciente, con la identificación de los médicos — Participar activamente en proyectos dirigi-
y de los demás profesionales que han intervenido dos a la salud y el bienestar, en los ámbitos
en ellos, con objeto de obtener la máxima integra- de la prevención, educación sanitaria e in-
ción posible de la documentación clínica de cada vestigación e intercambio de información.
paciente, al menos en el ámbito de cada centro» — El servicio a la sociedad y a la salud de los
(art. 14-1). ciudadanos, así como el cumplimiento de
Los principales aspectos, en lo que aquí con- sus obligaciones deontológicas y usos gene-
cierne, regulados por la ley en relación con la his- rales de su profesión.
toria clínica son los siguientes: — Formación continuada y acreditación de su
competencia profesional.
— Sea cual sea su soporte, se garantizará su — Autonomía técnica y científica.
seguridad, correcta conservación y recupe- — Formalización escrita de su trabajo en la
ración. historia clínica, que deberá ser común para
— Se debe garantizar la autenticidad de su con- cada centro y única para cada paciente aten-
tenido. dido en él.
— Debe incorporar la información necesaria — Unificación de criterios de actuación, basa-
para el conocimiento veraz y actualizado del dos en la evidencia científica y soportados
estado de salud del paciente. en guías y protocolos de práctica clínica y
— Su finalidad principal es facilitar y garanti- asistencial.
zar la asistencia sanitaria adecuada, por lo — Definición escrita de normas de funciona-
que tendrán acceso a ella los profesionales miento y objetivos y funciones.
asistenciales que realizan el diagnóstico o el — Progresiva consideración de la interdiscipli-
tratamiento. nariedad y multidisciplinariedad de los
— El uso de la historia clínica con fines judi- equipos de profesionales en la atención sa-
ciales, epidemiológicos, de investigación o nitaria.
de docencia se rige por lo dispuesto en la — Adecuación de la atención técnica y profe-
Ley 15/1999, de Protección de Datos de sional a las necesidades de salud de los pa-
Carácter Personal, lo que, en general, impli- cientes y de acuerdo con los conocimientos
ca asegurar el anonimato (excepto, como es científicos.
lógico, en los supuestos judiciales). — Uso racional de los recursos diagnósticos y
terapéuticos, tomando en consideración sus
2.7.2.2. Ley 44/2003, de 21 de costes.
noviembre, de ordenación — La atención sanitaria integral supone la
de las profesiones sanitarias ­cooperación multidisciplinaria, la integra-
ción de los procesos y la continuidad asis-
En relación con el ejercicio de las profesiones tencial.
sanitarias, la Ley 44/2003 establece una serie de
principios generales de actuación y de interacción Además, esta ley crea un sistema de reconoci-
con los pacientes y con otros profesionales (tí- miento del desarrollo profesional, estructurado en
tulo I), que necesariamente afectan a los psicólogos cuatro grados, sobre la base de los conocimientos
clínicos (no se consignan los principios ya recogi- y experiencia alcanzados por el profesional en ta-
dos en el comentario de la Ley 41/2002): reas asistenciales, docentes y de investigación.

©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 75 04/09/13 12:40


76 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

2.7.3. Otros referentes éticos pliquen privaciones ni elementos aversivos. En tér-


minos psicológicos, lo anterior se concretaría en el
En síntesis, a la hora de diseñar y aplicar pro- uso prioritario de técnicas de enseñanza y entrena-
gramas de tratamiento con delincuentes, se ha de miento de habilidades útiles para la vida social y en
adoptar un conjunto de valoraciones y decisiones la utilización de reforzamiento positivo. Desde una
relativas a la necesidad, conveniencia y deseabili- perspectiva social, los programas de tratamiento
dad de tales programas. Ya se han comentado los deben aspirar también a ser rentables en parámetros
referentes deontológicos y jurídicos generales con de coste-beneficio, es decir, en la obtención de los
los que cuentan los psicólogos a estos efectos. Para mejores resultados posibles con una inversión pú-
finalizar, se hará mención a algunos aspectos más blica (económica, pero también por lo que concier-
técnicos que también constituyen elementos nece- ne a riesgo social) aceptable (Israel y Hong, 2006;
sarios para el tratamiento psicológico de los delin- McDougall, Cohen, Swaray y Perry, 2003).
cuentes. Tienen que ver con dos consideraciones Un tercer elemento de la validez social sería el
(sugeridas a partir de McGuire, 2004, Morris y referido a la necesaria gestión técnica de los pro-
Braukmann, 1987, y parcialmente también de Fer- gramas de tratamiento. El tratamiento de los delin-
nández Hermida y Pérez, 2001): la validez social cuentes es una parte de la tecnología social dispo-
de los programas aplicados y el encuadre del trata- nible en materia de prevención de la delincuencia,
miento en una perspectiva ecológica general sobre y su aplicación y evaluación deben ser proyectadas
la delincuencia. para las finalidades que se han previsto, y con arre-
glo a los procedimientos avalados por la investiga-
2.7.3.1. Validez social de los programas ción y el conocimiento científicos.
El último aspecto de la validez social de un
La validez social de los programas de tratamien- tratamiento se refiere a la valoración de la relevan-
to de los delincuentes se basaría en la valoración de cia positiva de los efectos del programa. Es decir,
si sus finalidades y sus fundamentos técnicos cuen- los programas de tratamiento de los delincuentes
tan con el necesario amparo social. deben servir en última instancia para reducir la in-
El primer aspecto que se debería ponderar es si cidencia y la prevalencia delictivas. En la medida
los objetivos establecidos en un tratamiento, por lo en que logren estos resultados, su validez social se
que hace referencia a los cambios cognitivos, acti- afianzará.
tudinales y de comportamiento previstos, tienen va-
lor social. La medida más directa de ello es si pue- 2.7.3.2. Perspectiva ecológica
de esperarse que tales cambios resulten útiles para sobre la delincuencia
los propios individuos y para el sistema social en el
que dichos individuos deben vivir. En todo caso, los Finalmente, un referente ético en la aplicación
objetivos de un programa de tratamiento, aunque de programas de tratamiento con delincuentes lo
serán inicialmente sugeridos o definidos por los constituye la adopción de una perspectiva ecológica
terapeutas, deberían también ser compartidos con sobre la delincuencia. Ya se ha hecho referencia con
los sujetos destinatarios y aceptados por ellos. anterioridad a esta idea. El tratamiento psicológico
Un segundo aspecto de la validez social con- es una herramienta técnica para reducir la motiva-
cierne a la aceptabilidad social de las técnicas de ción y el riesgo delictivo de los delincuentes que
tratamiento que se utilizarán. Dicha aceptabilidad sean tratados, pero no es «la solución» de la delin-
social admite cuando menos dos acepciones. Desde cuencia. La prevención de la delincuencia es un
la perspectiva de los individuos destinatarios, podría problema social que trasciende con mucho el marco
establecerse como principio general que los proce- del tratamiento de los delincuentes, e incluso el
dimientos utilizados sean claramente positivos y contexto más amplio del sistema de justicia penal.
beneficiosos para ellos y, por el contrario, no im- La siguiente reflexión de Morris y Braukman (1987)
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 76 04/09/13 12:40


Modelos terapéuticos y cambio personal / 77

continúa teniendo plena vigencia en la actualidad: Los modelos sistémicos utilizan como concepto
«es evidente que una perspectiva restringida en la nuclear el de sistema y como estrategia preferente
solución de los problemas, dirigida a los sujetos la terapia familiar. Su punto de arranque fue la
delincuentes —jóvenes o adultos—, o a aislados teoría del doble vínculo de Bateson, que concibe la
grupos de ellos, fuera del sistema social que produ- patología como una «comunicación perturbada» del
ce o mantiene su comportamiento, no conducirá sujeto con su entorno. La familia se conceptúa
fácilmente a cambios efectivos y duraderos. Debe como un sistema abierto que produce efectos sinér-
ser tenida en cuenta la ecología de los problemas gicos, de modo que se considera imprescindible
sociales [...]. La delincuencia juvenil y adulta son efectuar cambios profundos en el sistema familiar
problemas tan extensos como la propia sociedad como condición para producir mejorías terapéuticas
y deben ser acometidos y analizados como tales» en los individuos. Entre sus estrategias terapéuticas
(pp. 51-52). principales se encuentran la reformulación (del
marco conceptual o emocional del problema) y las
intervenciones paradójicas («prescribiendo» al su-
Resumen jeto el no-cambio, lo que, en base al proceso de
resistencia, puede facilitar que propenda a lo con-
Se han planteado diversos modelos psicológicos trario, es decir, al cambio, que es lo que se preten-
sobre el comportamiento humano que tienen impli- de). Las terapias sistémicas puras han sido poco
caciones terapéuticas. El modelo psicodinámico, empleadas con delincuentes. Sin embargo, una te-
que parte de la teoría de Freud, considera que la rapia actual con delincuentes juveniles, denominada
conducta delictiva es un síntoma manifiesto de cier- «terapia multisistémica», ha tomado de este mode-
tos conflictos subyacentes. En concreto, Aichhorn lo la idea de que es imprescindible intervenir de
propuso una teoría de la «delincuencia latente», modo coordinado en todos los sistemas que más
según la cual el comportamiento delictivo dimana- pueden incidir en la vida de los sujetos: la familia,
ría de conflictos de carácter neurótico o de fallos en la escuela y el grupo de amigos. Por lo demás, la
el desarrollo del superyó. Las terapias psicodinámi- terapia multisistémica utiliza técnicas cognitivo-
cas tienen como objetivo dichos conflictos. Actual- conductuales estándar.
mente, estas terapias son muy poco utilizadas en el Los modelos cognitivo-conductuales conside-
tratamiento de los delincuentes. ran que el comportamiento delictivo es el resultado
Los modelos humanístico-existenciales respon- de múltiples factores y, parcialmente, de déficit en
den a la tradición humanística y a la fenomenoló- habilidades, cogniciones y emociones. Así, la fina-
gico-existencial. A partir de los conceptos nucleares lidad del tratamiento es entrenar a los sujetos en
de «desarrollo personal» o «autorrealización», real­ todas estas competencias, que son imprescindibles
zan la confianza en el sujeto para resolver sus pro- para la vida social. Se trata de las terapias más apli-
blemas y dirigir su propia vida. Enfatizan el propio cadas internacionalmente con los delincuentes y
proceso de la terapia y la relación terapéutica como que obtienen mayor eficacia en la reducción del
bases de la mejora personal. En los años sesenta y riesgo delictivo. Por ello esta obra presentará mu-
setenta se desarrollaron algunas terapias basadas en chas técnicas que se encuadran en el modelo cog-
estos modelos. La más conocida fue la terapia de nitivo-conductual.
realidad de Glasser, que reemplazó el supuesto de Tres elementos nucleares del tratamiento de los
«enfermedad mental» por el de «irresponsabilidad» delincuentes son los de cambio terapéutico, moti-
de los delincuentes. Su objetivo terapéutico princi- vación y relación terapéutica. El cambio terapéuti-
pal fue desarrollar la responsabilidad de los delin- co se refiere al proceso de mejora personal como
cuentes, a partir de la planificación de la búsqueda resultado de un tratamiento. Ello suele implicar
de empleo y de una previsión más ordenada de su cambios en el pensamiento, actitudes, reacciones
vida. emocionales y comportamientos de los individuos
©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 77 04/09/13 12:40


78 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

tratados. Se ha planteado que podrían existir algu- de las características personales y competencias
nos factores y procesos comunes a todo cambio técnicas de los terapeutas. En relación con estos
terapéutico, con independencia de las concretas ac- últimos, se considera que aspectos como empatía y
ciones de tratamiento que se lleven a cabo. La pro- aceptación positiva de los sujetos, calidez en las
puesta más conocida al respecto es el denominado interacciones con ellos y autenticidad y congruen-
«modelo transteórico» de Prochaska y DiClemente, cia son condiciones facilitadoras de la terapia. A la
que estructura una serie de estadios, procesos y vez que es imprescindible una buena formación y
niveles de cambio terapéutico. entrenamiento de los terapeutas.
Otro elementos nuclear del tratamiento de los Finalmente, el capítulo ha prestado atención a
delincuentes es su motivación para cambiar, que algunos elementos éticos y jurídicos del tratamien-
plantea abiertamente la cuestión de en qué grado to, en general, y de los delincuentes, en particular.
una persona desea modificar su comportamiento y Para ello se han revisado tanto las normas deonto-
desistir de la delincuencia. Aquí se plantea, para el lógicas de Colegio Oficial de Psicólogos como al-
caso de los delincuentes, que la motivación debe gunas leyes que constituyen referentes normativos
constituir no tanto una condición de partida para el para el tratamiento clínico. Más allá de las normas
tratamiento como un objetivo del propio trata­ específicas, en el tratamiento de los delincuentes un
miento. criterio deontológico de general utilidad es la con-
Por su lado, la relación terapéutica es el marco sideración de la validez social de los programas
de contactos e interacciones periódicas entre tera- aplicados. La validez social haría referencia a una
peuta y participantes en el tratamiento, marco en el valoración de la relevancia y pertinencia de los ob-
que se desarrollan las actividades de tratamiento. jetivos de los programas de tratamiento y de sus
En general, se considera que cuanto mejor sea la fundamentos técnicos. En suma, los programas con
relación terapéutica establecida, mayores serán los delincuentes deben resultar beneficiosos para los
beneficios esperables del tratamiento. La calidad de sujetos tratados y para el sistema social en el que
la relación terapéutica depende tanto de las carac- viven, reduciendo la incidencia y prevalencia
terísticas y condiciones de los participantes como delictivas.

©  Ediciones Pirámide

02_Delincuentes.indd 78 04/09/13 12:40


Teorías, técnicas y programas 3

En este capítulo se presentan las modernas de Andrews y Bonta, y el modelo de vidas sa-
teorías sobre la rehabilitación de los delincuen- tisfactorias, de Ward y sus colaboradores. Am-
tes que sirven de base a las técnicas psicoló- bos modelos se comentan y debaten a la luz
gicas que integran los programas de tratamien- de la investigación científica sobre tratamiento
to. Se presta especial atención en él a la teoría de delincuentes. Se introduce la diferenciación
del aprendizaje social y a la interrelación que entre técnicas psicológicas y programas de tra-
existe, a la hora de concebir y aplicar un trata- tamiento multifacéticos, y unas y otros son cla-
miento, entre las diversas facetas del compor- sificados en distintas categorías. También se
tamiento delictivo —conductas y hábitos, cog- consignan los actuales procedimientos de
niciones y emociones—. Se exponen los dos «acreditación técnica» de programas rehabili-
modelos principales de tratamiento y rehabilita- tadores, a partir de los ejemplos de Canadá y
ción de delincuentes, que son el modelo deno- el Reino Unido. Por último, se reflexiona sobre
minado de riesgo-necesidades-responsividad, la relación entre terapia psicológica y cerebro.

«La reducción de la violencia a pequeña y gran escala es una de nuestras mayores


preocupaciones morales. Deberíamos emplear cualquier instrumento intelectual al alcance
para comprender qué hay en la mente humana y en la organización social que lleva a las
personas a herir y matar tanto. Pero, como ocurre con las otras preocupaciones morales [...],
el esfuerzo por entender qué es lo que ocurre se lo ha apropiado el esfuerzo por legislar la
respuesta correcta.»
Steven Pinker, La tabla rasa, 2002.

3.1. Aprendizaje social y facetas teracción dinámica entre factores conductuales,


del comportamiento delictivo emocionales y cognitivos— constituye la explica-
(hábitos, emociones ción más completa y parsimoniosa sobre cómo se
y cogniciones) inician y se mantienen las carreras delictivas (An-
drews y Bonta, 2006; McGuire, 2006; Ogloff y
En la actualidad existe un consenso amplio Davis, 2004). El enunciado más avalado por lo que
acerca de que la teoría del aprendizaje social —en se refiere al análisis de la delincuencia es el de
sus modernas formulaciones, que incorporan la in- Akers (1997; Akers y Sellers, 2004; Burgess y
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 79 04/09/13 12:46


80 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Akers, 1966), tomando como base la previa teoría emocional y su sistema cognitivo. El complejo con-
de la asociación diferencial de Sutherland (formu- ductual/emocional/cognitivo, cuyas bases son los
lada en 1924) y los modelos psicológicos del apren- sistemas nervioso y endocrino, acumula informa-
dizaje. ción experiencial del individuo, genera preferencias
La teoría del aprendizaje social de Akers pro- y hábitos y prefabrica opciones de conducta (Whi-
pone que el comportamiento delictivo se aprende a te, 2000). Las respuestas del individuo, que suelen
partir de la acción de cuatro mecanismos interrela- ser coherentes con sus hábitos, preferencias y
cionados: ­opciones de conducta más probables, acaban te-
niendo consecuencias gratificantes o aversivas para
1. La asociación diferencial (es decir, preemi- él. Cada nueva secuencia experiencial constituye un
nente) con personas que muestran actitudes nuevo aprendizaje del individuo que la vive, que
y hábitos delictivos (familiares, amigos, puede reestructurar la memoria acumulada de su
vecinos, etc.). historia cognitivo-emocional y alterar sus preferen-
2. La entrada en contacto de influencia prefe- cias y opciones de conducta futura.
rente (a través del mecanismo anterior de Avanzando algo más, lo que la teoría del apren-
asociación diferencial) con definiciones fa- dizaje social nos está sugiriendo es que la adquisi-
vorables al comportamiento antisocial e ción y la estabilización de la carrera delictiva es
ilícito (definiciones de conducta, justifica- amparada por varias facetas del individuo que aca-
ciones, negación, etc.) y la adquisición por ban orientando sus flechas de influencia en idéntico
el individuo de tales definiciones prodelic- sentido. Dichas facetas son: a) la faceta de los há-
tivas. bitos antisociales (rutinas que implican hurtar, ro-
3. El reforzamiento diferencial de las conduc- bar, amenazar, acosar, agredir, carecer de un traba-
tas, hábitos y definiciones delictivas me- jo, abusar del alcohol y otras drogas, ir con
diante recompensas tanto sociales como delincuentes, etc.); b) la faceta del pensamiento
materiales (beneficios del delito) o a través (que propende a amparar y justificar las rutinas an-
de autorreforzamiento o lenguaje interno. tisociales), y, en íntima conexión con la anterior (a
4. La imitación de modelos delictivos. veces, de modo inseparable), y c) la faceta de la
desregulación emocional (que puede operar como
La teoría identifica con claridad los elementos detonante de agresión y otras conductas antisocia-
esenciales que, de acuerdo con multitud de investi- les). Aunque no se conocen con gran precisión los
gaciones, desempeñan papeles decisivos en los mecanismos de interacción entre las anteriores fa-
aprendizajes delictivos, a saber: a) la imitación de cetas del comportamiento delictivo (y del compor-
modelos antisociales y el reforzamiento de las pro- tamiento humano en general), sí que se constata la
pias conductas y hábitos delictivos y b) la genera- interdependencia y recíproca influencia entre ellas.
ción en el sujeto de estructuras cognitivas (y, en Así, la influencia directa sobre una sola de las an-
íntima vinculación, emocionales) que dan cobertu- teriores facetas del individuo (por ejemplo, promo-
ra y coherencia a las rutinas antisociales. viendo cambios en su pensamiento) es susceptible
Los estímulos ambientales de toda índole (ma- de influir en el comportamiento en su conjunto, lo
teriales, sociales, normativos, etc.) influyen en los que implica también alterar, mediante un proceso
seres humanos, favoreciendo la realización o la in- de influencia indirecta, el estado de las restantes
hibición de comportamientos o respuestas. Las per- facetas de la conducta (hábitos y emociones).
sonas son en este proceso no elementos pasivos, Como ilustración de la influencia de las facetas
sino agentes activos e intencionales, a partir de los mencionadas sobre el comportamiento delictivo pro-
anteriores mecanismos interconectados de regula- pongo al lector la imagen del tetraedro representado
ción conductual (Damasio, 2004; LeDoux, 1999; en la figura 3.1. Imagínese que se trata de un «huso
Raine, 2000): sus aprendizajes y hábitos, su sistema de hilar» cuya función (su «comportamiento apro-
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 80 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 81

En analogía con lo anterior, existe evidencia


científica amplia de que el riesgo de comportamien-
to antisocial —que implica a las facetas «hábitos
delictivos», «distorsiones y justificaciones de los
delitos» y «desregulación emocional»— puede re-
ducirse mediante la incidencia directa (por ejemplo,
como resultado de un tratamiento) en alguna de las
antedichas facetas, lo que acaba teniendo influencia
sobre el comportamiento global del sujeto y sobre
las restantes facetas implicadas. Así, el riesgo de-
lictivo puede reducirse mediante la enseñanza de
habilidades prosociales (faceta de los hábitos), a
Figura 3.1.—Tratamiento y comportamiento delictivo: modelo
través del desarrollo del pensamiento social (faceta
de facetas. cognitiva) o mediante el entrenamiento para una
mejor regulación de las emociones (faceta emocio-
nal). Sin embargo, es muy probable que la opción
piado» a nuestros efectos) consiste en rodar con flui- más sólida y potente para disminuir el riesgo de
dez sobre el soporte de la base. El huso cuenta con conducta antisocial sea la intervención coordinada
tres caras o facetas (a nuestros efectos psicológicos, a través de todos los anteriores sistemas, facilitando
una faceta de «los hábitos», una de «las emociones» el que las flechas de las tres facetas de la acción
y una tercera de «las cogniciones»). El huso puede humana converjan. Es decir, los cambios de com-
hacerse girar en su conjunto ejerciendo fuerza sobre portamiento coherentes y duraderos en el tratamien-
una sola de sus caras (como indican las flechas), ya to de la conducta antisocial requieren que las face-
sea sobre la faceta de los hábitos, la de las emociones tas de los hábitos, las emociones y las cogniciones
o la de los pensamientos. Para que el huso gire (o de un individuo se impulsen y se acaben orientando
sea, «se comporte apropiadamente») bajo influencia en el mismo sentido prosocial. De otra manera, las
de la fuerza proyectada sobre una cualquiera de sus mejoras logradas en facetas aisladas podrían resul-
caras, se requiere, eso sí, que las restantes caras no tar efímeras.
sean frenadas, y menos aún sometidas a fuerzas de Las facetas «hábitos», «emociones» y «cogni-
sentido contrario. Y lo mismo podría afirmarse en ciones» se han representado aquí mediante el mo-
relación con las fuerzas que incidieran sobre cada delo de un huso de hilar. Sin embargo, es posible
una de las tres caras del huso imaginario, en solitario que la conexión hábitos-emociones-pensamientos
o en sus posibles combinaciones. El modelo pro- tenga mayor entidad fáctica de la que la metáfora
puesto resulta sugerente de lo que puede suceder en del huso pudiera sugerir. La investigación neuro­
relación con las diversas fuerzas que impelen las psicológica avanzada está poniendo de manifiesto
facetas del comportamiento humano. El comporta- la organización del sistema nervioso en estructuras
miento observable es uno solo, pero distintas facetas neurales que hacen que todo flujo de información
confluyen sobre él para impulsarlo y dirigirlo. (y en consecuencia toda opción de comportamien-
Así pues, en el modelo del huso de hilar que to) deba transcurrir por circuiterías integradas de
aquí se sugiere, bajo la condición de que las facetas memoria emocional (en núcleos basales y más pri-
o caras no reciban fuerzas en direcciones antagóni- mitivos del cerebro) y de análisis racional (en zonas
cas, el empuje ejercido en una sola faceta hará girar del córtex cerebral) (Damasio, 2004; LeDoux,
el huso en su conjunto. No obstante, el huso giraría 1999; Raine, 2000). Ello significa que la evolución
en la dirección apropiada con mayor seguridad y ha «diseñado» un «procedimiento» complejo de
regularidad si recibiera impulsos en idéntico senti- comportamiento que «obliga» a revisar, al adoptar
do en todas sus caras o facetas. opciones de conducta, las experiencias vividas, las
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 81 04/09/13 12:46


82 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

rutinas de solución «archivadas» para cada ocasión, ciones o actitudes delictivas), que se consideran
los «recuerdos» emocionales (de placer/displacer) directamente conectados a sus conductas delictivas
de dichas experiencias y rutinas y las expectativas y que resultan modificables (Israel y Hong, 2006;
«más racionales» que pueden hacerse acerca de las Polaschek y Reynolds, 2001).
opciones de conducta barajadas en cada situación
específica. Probablemente en lo anterior radique la 2. El principio de necesidad, que significa
complejidad y la «impredictibilidad» del compor- que, aunque en apariencia son muy diversos los
tamiento humano. factores que pueden constituir objetivos hipotéticos
del tratamiento (objetivos educativos, laborales, va-
riables psicológicas como la asertividad, la autoes-
3.2. Modelo de tratamiento: tima, etc.) para reducir la reincidencia de los delin-
Riesgo-Necesidades- cuentes, el tratamiento debe enfocarse a sus
Responsividad (Andrews «necesidades criminogénicas» (Polaschek y Rey-
y Bonta, 1992-2006) nolds, 2001). Se trata de aquellos factores dinámi-
cos que, para cada delincuente (y para muchos de-
Más allá de los modelos terapéuticos generales lincuentes en general), guardan relación empírica
ya referidos, durante los últimos años se han formu- directa con la conducta delictiva. Hasta ahora, la
lado dos teorías específicas de la rehabilitación de investigación (Ogloff, 2002) ha evidenciado que
los delincuentes. La primera fue el modelo de psico- son necesidades criminogénicas factores tales como
logía criminal y de tratamiento, propuesto por An- tener actitudes antisociales, tener amigos/compa-
drews y Bonta en los años noventa y desarrollado en ñeros delincuentes, abusar de sustancias tóxicas,
diversos trabajos posteriores, conocido como el mo- mostrar déficit en la capacidad de resolución de
delo de riesgo-necesidades-responsividad. Dicho problemas y presentar alta hostilidad. Por el con-
modelo se fundamenta en la teoría del aprendizaje trario, no se ha probado claramente que sean nece-
social (de Bandura y Walters —1983—, en su ver- sidades criminogénicas variables como la baja auto­
sión psicológica, y de Burgess y Akers —1966—, estima, la elevada ansiedad, los sentimientos de
en su formato criminológico ya referido) y del con- alienación o el malestar psicológico genérico. An-
dicionamiento operante (Skinner, 1977). drews (1989) ha ejemplificado las implicaciones del
A partir de estas bases teóricas generales, el principio de necesidad de la siguiente manera: «Si
modelo establece tres principios básicos del trata- la reincidencia está reflejando la existencia de pen-
miento de los delincuentes (Andrews y Bonta, samiento antisocial, no hay que ocuparse de la au-
2006; Cooke y Philip, 2001; Cullen y Gendreau, toestima sino del pensamiento antisocial. Si la rein-
2006; Howell, 2003; Ogloff y Davis, 2004): cidencia refleja dificultades para mantener un
trabajo, no es la prioridad enseñar a buscar trabajo
1. El principio de riesgo, que tiene dos pro- sino a mantenerlo» (p. 13).
posiciones centrales: 1) para administrar a los de-
lincuentes una intervención apropiada a sus ca­ 3. El principio de responsividad, que se refie-
racterísticas es necesario evaluar previamente y re a aquellos factores que pueden dificultar que los
predecir el nivel de riesgo de reincidencia de cada sujetos respondan o reaccionen adecuadamente al
individuo, y 2) los individuos con alto nivel de ries- tratamiento. Dichos factores pueden ser internos
go deben recibir intervenciones más intensivas. Se (como un bajo nivel intelectual o la falta de moti-
establece una diferenciación importante entre fac- vación) o externos (las características del terapeuta,
tores de riesgo estáticos, relativos a características la baja calidad de la relación terapéutica o el con-
profundas del sujeto o a su pasado, que no son tenido inadecuado del programa de tratamiento). La
modificables, y factores de riesgo dinámicos, o derivación aplicada del principio de responsividad
«necesidades criminogénicas» (tales como cogni- es que, en función de las dificultades concretas que
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 82 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 83

puedan presentar los sujetos, el tratamiento debe programas de tratamiento con los delincuentes y de
ofrecérseles de la manera que pueda resultarles más su falta de entrenamiento específico para ello. Con-
beneficiosa. Una recomendación es utilizar acerca- siderado lo anterior, se prescribe que, para garanti-
mientos cognitivo-conductuales, que han mostrado zar la integridad de la aplicación del tratamiento y
en general alta responsividad para amplias pobla- obtener el máximo rendimiento y eficacia, se su-
ciones de delincuentes (y de sujetos no delincuentes pervise técnicamente tanto el uso apropiado de la
en múltiples problemas de conducta y patologías). evaluación como de la aplicación de los principios
Andrews y Bonta (2006) han añadido dos prin- de riesgo-necesidad-responsividad.
cipios complementarios: En la figura 3.2 se representa gráficamente el
modelo de Andrews y Bonta, añadiendo entre los
4.  Discrecionalidad profesional. Dicho prin- factores estáticos y dinámicos definidos por estos
cipio asume que, considerando la complejidad que autores un tercer grupo de factores que se han de-
tienen el comportamiento humano en general y el nominado aquí «factores parcialmente modifica-
delictivo en particular, en algunos casos los profe- bles» (o factores estático-dinámicos). La base cien-
sionales (evaluadores y terapeutas) deberán adoptar tífica para ello es que algunos factores humanos (por
decisiones que probablemente tendrán que desviar- ejemplo, algunos rasgos de personalidad tales como
se de las evaluaciones y procedimientos estandari- la impulsividad, la empatía y otros) ni son completa­
zados. Según los autores (Andrews y Bonta, 2006), mente estáticos e inmodificables ni son plenamente
ello puede ser necesario en alrededor de un 10 por dinámicos. A pesar de su origen personal y ­tendente
100 de los casos. a la estabilidad, dichos factores permiten, sin embar­
go, ciertos cambios o reformas. Es decir, una perso-
5.  Integridad de la evaluación y del progra- na impulsiva propenderá a la impulsividad toda su
ma. Este principio parte de la constatación de la vida, pero puede aprender, con esfuerzo y entrena-
resistencia que presenta una parte del personal res- miento (por ejemplo, mediante un tratamiento), a an­
ponsable de la rehabilitación a la hora de aplicar ticipar e inhibir sus arrebatos de comportamiento.

Figura 3.2.—Posibilidad y límites del tratamiento en la reducción del riesgo de reincidencia: factores estáticos, dinámicos y parcial-
mente modificables.

©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 83 04/09/13 12:46


84 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Siguiendo una metáfora utilizada en la moderna aprendizaje, sus ritmos personales, sus intereses y
terapia de aceptación y compromiso (Hayes, 1998; preferencias, etc. En tal sentido, la aspiración sería
Hayes, Strosahl y Wilson, 1999; Luciano, 2001a), que cada sujeto que participa en un tratamiento
los factores estáticos serían «la casa», que un delin- pueda lograr lo máximo que el tratamiento puede
cuente tiene (en realidad, es) y que no puede ser ofrecerle y que las capacidades del propio sujeto
cambiada, tal como su pasado delictivo o sus rasgos permiten.
profundos de personalidad. Los factores estáticos
deben ser considerados como una medida relevante
(y de influencia bastante estable) del riesgo delicti- 3.3. Modelo de tratamiento: Vidas
vo del sujeto. Su evaluación puede ayudar tanto a Satisfactorias (Ward, 2002)
ponderar la magnitud global de dicho riesgo para el
futuro como a indicar la intensidad de la interven­ Ward y sus colaboradores (Ward, 2002; Ward y
ción que resulta necesaria. Como se ha comentado, Brown, 2004) han criticado el «modelo de
el «principio de riesgo» prescribe que cuanto mayor riesgo-necesidades-responsividad» y han propuesto
sea la magnitud global del riesgo estático, ma- un «modelo de vidas satisfactorias» de rehabilita-
yor de­berá ser la intensidad de la intervención que ción de los delincuentes. La principal crítica que
se realice con el sujeto. hacen al modelo de Andrews y Bonta es que «el
Los factores dinámicos, tales como las justifi- manejo de los riesgos es una condición necesaria
caciones delictivas, tener amigos delincuentes o las pero no suficiente para la rehabilitación de los de-
adicciones, serían los metafóricos «muebles» de la lincuentes» (Ward y Brown, 2004, p. 244). Desde
casa de una persona; los muebles sí que pueden una psicología positiva, estos autores postulan que
cambiarse con relativa facilidad, pudiendo instalar- «el m
­ ejor camino para reducir las tasas de reinci-
se muebles nuevos y más confortables. Estos mue- dencia delictiva es equipar a los sujetos con las
bles metafóricos, o factores de riesgo «dinámicos», herramientas que necesitan para vivir vidas más
son la esencia del «principio de necesidad» en el satisfactorias, más que simplemente desarrollar ma-
modelo de Andrews y Bonta en cuanto que consti- nejos de riesgo cada vez más sofisticados» (p. 244).
tuyen las necesidades criminogénicas u objetivos Para hacer esto, los autores conciben su «modelo
prioritarios para el tratamiento. de vidas satisfactorias» a partir de cuatro grandes
El tercer grupo de factores parcialmente modi- principios:
ficables, que se ha añadido aquí al modelo original,
hace referencia a las posibles «reformas de la casa» 1.  Trabajar positivamente con los delincuen-
(es decir, las «reformas» que puede hacer la perso- tes. Todos los seres humanos intentan lograr bienes
na en su manera de ser y comportarse): la casa es primarios, como mantenimiento de la propia vida,
la que es, y su estructura (la persona) no puede esen­ satisfacción en las relaciones de intimidad y sexua-
­cialmente ni ensancharse ni cambiarse, pero, más les, conocimiento, excelencia en sus actividades,
allá de la renovación del mobiliario (hábitos, creen- autonomía, paz interior, felicidad, etc. Los proble-
cias, etc.), «la casa» puede hacerse más funcional mas humanos en general, y la conducta delictiva en
y acogedora, llevando a cabo pequeñas reformas particular, se interpretan aquí como soluciones erró-
(quizá modificando la división de los tabiques de neas en el camino de lograr los bienes primarios
las habitaciones o pintándola de nuevos colores). apetecidos. En el caso de la conducta delictiva, se
Estos ajustes se refieren en esencia al «principio de estima que existen cuatro grandes tipos de dificul-
responsividad» o individualización del modelo de tades: 1) problemas en el medio utilizado para lo-
Andrews y Bonta (2006): es decir, pueden ajustarse grar bienes o satisfacciones; 2) falta de perspectiva
las potencialidades del tratamiento (los cambios para un plan de vida satisfactorio; 3) conflicto o
teóricamente posibles por medio del tratamiento) a incoherencia entre objetivos, y 4) falta de capaci-
las capacidades de los delincuentes, sus estilos de dades para definir o adaptar un modelo de vida
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 84 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 85

satisfactoria a las circunstancias cambiantes 3.4. El debate teórico


(p. 248). «Es decir, se considera que un sujeto co- y los avales empíricos
mete delitos porque carece de las capacidades para
caer en la cuenta de cuáles serían, en su propio Los dos modelos precedentes son teorías espe-
contexto, los objetivos valiosos en términos perso- cíficas de la rehabilitación de los delincuentes, for-
nalmente satisfactorios y socialmente aceptables» muladas desde presupuestos psicológicos distintos.
(p. 249). «Tomando en consideración el tipo de El que son teorías específicas de la rehabilitación
problema de modelo [personal] de vida satisfacto- quiere implicar aquí que se enfocan sobre el trata-
ria que tiene un delincuente, un plan de tratamien- miento y las posibilidades de cambios personales
to debe explícitamente construirse en forma de una mediante el tratamiento, pero no insertan explícita-
conceptuación de vidas satisfactorias que, toman­do mente sus formulaciones en el marco más general
en cuenta las preferencias de los delincuentes, sus del conocimiento criminológico, que implica otras
potencialidades, sus satisfacciones primarias, sus consideraciones tales como los controles sociales
ambientes relevantes, especifique exactamente qué (informales y formales) y las oportunidades para el
competencias y recursos se requieren para conse- delito (véase esta perspectiva en capítulo 1). El he-
guir dichos bienes o satisfacciones» (p. 248). cho de que ambos modelos se basan en presupues-
tos psicológicos diferentes significa que, mientras
2.  Relaciones entre riesgos y satisfacciones que el «modelo de riesgo-necesidades» pone el én-
humanas. De acuerdo con este modelo, las necesi- fasis en la prioridad de los factores de riesgo empí-
dades criminogénicas (del modelo de Andrews y ricamente conectados al delito, el «modelo de vidas
Bonta) son marcadores que indican la existencia de satisfactorias» rechaza tal planteamiento por consi-
problemas en los caminos de los delincuentes para derarlo mecanicista y negativista y propone equipar
buscar satisfacciones primarias. En tal sentido, de- a los individuos con las herramientas para vivir
tectar los riesgos en un delincuente es el primer vidas más satisfactorias.
paso, pero el segundo es diseñar un plan explícito El «modelo de riesgos-necesidades» se funda-
para equipar a los sujetos con las capacidades ne- menta en una de las teorías del comportamiento
cesarias para la obtención de satisfacciones prima- delictivo (la teoría del aprendizaje social) que ha
rias de una manera diferente (p. 250). sido más avalada por la investigación a lo largo de
los últimos ochenta años, desde la formulación pio-
3.  Disposición para la rehabilitación. Este nera de Sutherland en 1924 hasta los ulteriores de-
principio establece que la disposición para el tra­ sarrollos teóricos de Bandura y Walters (1983) y
tamiento es una precondición necesaria. Ello re- Burgess y Akers (1966; Akers, 1997, 2006; Akers
quiere asegurar que los delincuentes poseen ciertas y Sellers, 2004). Además, el constructo nuclear del
creencias, valores, competencias y motivación, y modelo de Andrews y Bonta se asienta en los re-
que el ambiente también cuenta con los recursos sultados de múltiples investigaciones sobre carreras
y apoyo necesarios para que la terapia sea «soste- delictivas y factores de riesgo. Por último, una de
nible». sus derivaciones aplicadas más importantes, que es
la aplicación de intervenciones cognitivo-conduc-
4.  Actitudes de los terapeutas hacia los delin- tuales, ha probado también que es la aproximación
cuentes. En este principio Ward y sus colegas ponen más efectiva en el tratamiento del comportamiento
énfasis en aspectos como la necesidad de que el delictivo (y de otros problemas de conducta) (Akers,
terapeuta logre establecer una buena «alianza tera- 2006). En suma, el modelo de rehabilitación de
péutica», que priorice la «aceptación del delincuen- Andrews y Bonta cuenta con sólidos avales cientí-
te», que realmente crea en sus posibilidades de ficos (Tittle, 2006). Ello no obsta, por supuesto,
cambio y que plantee la terapia en una interacción para que la investigación futura pueda aconsejar su
de «autenticidad». modificación y mejora (como siempre sucede en la
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 85 04/09/13 12:46


86 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ciencia) en aquellos puntos en que presente mayor mación de alguna de ellas, o de varias de ellas, es
debilidad. considerada imprescindible para promover cambios
Por otro lado, el «modelo de vidas satisfacto- en el comportamiento.
rias», de Ward y sus colaboradores, tiene todavía Se han concebido y aplicado diversas terapias
que caminar todos los anteriores senderos de la psicológicas para distintos trastornos y problemas.
investigación. En criminología aplicada y en psico- Algunos autores han llegado a inventariar más de
logía criminal, han sido muy pocos los desarrollos, 250 tratamientos diferentes (Herink, 1980), y en el
tanto teóricos como investigadores, de los modelos Handbook of innovative therapy, Corsini (2001) ha
«humanístico-existenciales» a los que se ha aludido compilado y descrito 69 terapias psicológicas apli-
con anterioridad y a los que parece adscribirse el cadas en la actualidad. En contraste con estos ex-
modelo de Ward. Hasta ahora, el «modelo de vidas tensos listados, aquí se adoptará una perspectiva
satisfactorias» no pasa de ser una entusiasta y gran- más restrictiva y parsimoniosa. En realidad, si uno
dilocuente declaración de principios terapéuticos analiza con detalle los mencionados repertorios te-
generales, sin que se sepa muy bien qué impli­ rapéuticos, lo que encuentra es que en muchos ca-
caciones concretas (y diferenciales con lo hecho sos se trata de meras variaciones o combinaciones
hasta ahora) tiene para el tratamiento de los delin- de un número más discreto de técnicas psicológicas
cuentes (Ogloff y Davis, 2004). Tal y como ha co- distintas.
mentado críticamente McGuire (2004), la formula- Para eludir hasta donde sea posible la anterior
ción de Ward y sus colegas enuncia «algunos de los dificultad (de combinatoria y solapamiento de téc-
requerimientos de conducta ética que se hacen a los nicas psicológicas), se efectuará una distinción
psicólogos y a otros profesionales que trabajan en ­entre técnicas de tratamiento y programas de tra­
contextos de justicia criminal» tal y como se expre- tamiento. Una técnica de tratamiento es aquí un
san «en los códigos éticos de muchas asociaciones conjunto discreto de acciones terapéuticas, teórica-
profesionales de psicología», pero «no queda com- mente entrelazadas, que se orienta a promover cam-
pletamente claro de qué manera estas condiciones bios en una de las facetas del comportamiento
son elementos integrantes de un modelo teórico del ­humano (hábitos de conducta, cogniciones o emo-
cambio de los delincuentes» (p. 338). ciones). De acuerdo con esta definición, algunos
ejemplos de técnicas psicológicas serían: una econo­
­mía de fichas (cuyo supuesto teórico es el condicio-
3.5. Técnicas psicológicas namiento operante, y su objetivo, favorecer conduc-
y programas de tratamiento tas de participación prosocial), un entrenamiento a
multifacéticos padres en manejo de contingencias (cuya base teó-
rica es también el condicionamiento operante y su
Las técnicas psicológicas de tratamiento cons- finalidad enseñar a educar de modo más eficaz), un
tituyen las actuaciones mediante las cuales se inten- entrenamiento en habilidades sociales (bajo los su-
ta producir cambios positivos en los sujetos tratados puestos del moldeamiento y modelado de conducta,
que resuelvan, o cuando menos reduzcan, los pro- y orientado al desarrollo de la competencia social),
blemas existentes. Típicamente, los tratamientos una reestructuración cognitiva (cuya base es la in-
psicológicos se orientan a lograr transiciones en una fluencia del pensamiento sobre la conducta, para lo
o varias de las facetas del comportamiento humano, cual promueve cambios cognitivos), un desarrollo
ya sean conductas y hábitos observables, pensa- de valores (orientado a favorecer las capacidades
mientos y creencias (actitudes, valores, interpreta- de tomar en consideración distintos puntos de vista,
ciones, justificaciones, etc.) o manifestaciones emo- y no sólo el del propio beneficio), el uso de expo-
cionales (en forma de miedos, ansiedad, agresividad, sición estimular (a situaciones temidas, como base
ira, deseo de venganza, etc.). Como se sabe que para enseñar a controlar los temores irrealistas) o
estas facetas están relacionadas entre sí, la transfor- una prevención de recaídas (que parte de que la
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 86 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 87

consideración sistemática de situaciones de riesgo visión intensiva», «tutorización» de suje­tos, etc.


—para la reincidencia delictiva, el consumo de dro- Por último, en su acepción más genérica, el término
gas, etc.— hace más probable su prevención, para programa se ha utilizado también como sinónimo
lo cual enseña habilidades de pensamiento antici- de medidas aplicadas a los delincuentes, e incluso
patorio). Como puede verse en los ejemplos ante- de concepciones filosóficas o doctrinales acerca del
riores, el concepto de técnica psicológica se reserva control y la rehabilitación. Aquí encajarían concep-
aquí para unidades básicas de intervención psicoló- tos tales como los de incapacitación, disuasión o
gica que implican el uso de un solo procedimiento rehabilitación de los delincuentes.
terapéutico dirigido a incidir en una faceta de res- En esta obra el término programa de tratamien-
puesta específica. to se utilizará de una manera específica, y habitual-
El concepto de programa de tratamiento suele mente en el marco de la primera definición de Mc-
hacer referencia a intervenciones más amplias y Guire (2001c) a la que se ha hecho referencia (en
complejas. El uso del término «programa» en de- algún caso también en conexión con el segundo
lincuencia puede resultar a menudo confuso, en nivel de extensión, en cuanto programa significa un
cuanto que es aplicado a niveles muy diversos de sistema de organización técnica de instituciones).
actuaciones en relación con los delincuentes. Según En todo caso, el concepto de programa de tra-
ha puesto de relieve McGuire (2001c), por lo que tamiento resulta más extenso que el de técnica, y
concierne al mundo anglosajón, el término progra- generalmente hará referencia al intento de cambio
ma es utilizado en tres niveles distintos de crecien- sistemático de diversas facetas del comportamiento
te extensión. En el nivel más específico, programa humano (habilidades, emociones y pensamientos)
(de tratamiento) haría referencia realmente a los mediante la utilización combinada e integrada de
tratamientos de los delincuentes, que se encuadran varias técnicas psicológicas. Aunque no está impe-
en el ámbito de la prevención terciaria. Aquí, «un dido que un programa de tratamiento pueda dirigir-
programa de tratamiento podría definirse como una se a un solo objetivo de cambio y utilizar una única
secuencia planificada de oportunidades de aprendi- técnica psicológica, lo más habitual es que encare
zaje ofrecidas a una serie de delincuentes seleccio- diversas facetas del comportamiento (no sólo una)
nados, con el objetivo general de reducir sus rein- y concite el uso combinado de varias técnicas psi-
cidencias delictivas» (p. 4). En este nivel específico cológicas (no una sola). Así suele ser tanto en ge-
y técnico, un programa tiene un objetivo último que neral como en el tratamiento de los delincuentes en
es conocido por sus diseñadores, usuarios, evalua- particular.
dores y preferiblemente también por los participan- De la distinción realizada puede deducirse con
tes en él. Dicho objetivo final puede tener una serie facilidad que el número de técnicas de tratamiento
de objetivos intermedios. Además, el programa distintas será mucho más reducido que sus posibi-
cuenta con un conjunto de documentación que es- lidades de combinación o variación parcial, que
tructura la secuencia de actividades y el plan de configuran los programas de tratamiento, cuyos
sesiones. También debe tener coherencia interna en formatos pueden ser virtualmente ilimitados. La
cuanto que las actividades planificadas se justifi- falta de distinción entre técnicas y programas es
quen en función de los objetivos pretendidos, co- probablemente lo que lleva a tan amplios listados
nectándose unas y otros a través de un modelo teó- de tratamientos psicológicos a los que se ha aludi-
rico empíricamente probado. En un segundo nivel, do. No digamos ya si, además, una determinada
algo más amplio, el término programa se aplica a combinación de técnicas (que prefiguran un progra-
iniciativas o esquemas de funcionamiento generales ma) se matiza y se proclama distinta cuando es
tales como «comunidades terapéuticas» para toxi- aplicada a diversos trastornos psicológicos. Así
cómanos u otros sistemas de «organización institu- pues, el punto de vista aquí adoptado es que a pesar
cional» para delincuentes. También a actividades, de que los programas de tratamiento de los delin-
de difícil concreción operativa, tales como «super- cuentes pueden ser muy variados según la globali-
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 87 04/09/13 12:46


88 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

dad de sus objetivos, las tipologías de sujetos a los tallado, se remite al lector a los manuales de técnicas
que se dirigen, y en función de las técnicas psico- de tratamiento psicológico que están disponibles. En
lógicas que aglutinan, en realidad las técnicas espe- los diversos capítulos que siguen se intercalarán
cíficas de tratamiento psicológico constituyen un también algunos programas de tratamiento (general-
repertorio más reducido. mente más amplios y multidimensionales que una
Aunque el principal interés de esta obra son los sola técnica) en que podrá verse cómo diversas téc-
programas de tratamiento «reales» aplicados con nicas o ingredientes básicos han sido combinados
los delincuentes, que generalmente acostumbran a en función de objetivos más ambiciosos.
ser complejos y multifacéticos, en los capítulos que En la tabla 5.1, del capítulo 5, se sintetiza la
siguen también prestaremos atención particular a estructura general de técnicas psicológicas y progra-
las técnicas psicológicas unitarias que suelen inte- mas de tratamiento con delincuentes que se presen-
grar dichos programas. Para ello se efectuará una tarán en el conjunto de esta obra, en función de las
presentación de las mismas a partir de las acciones cuatro categorías establecidas, que integran las co-
que impulsan, que guardan estrecha relación con las lumnas de dicha tabla: a) enseñanza de nuevas ha-
facetas del comportamiento a las que se dirigen de bilidades y hábitos; b) desarrollo y reestructuración
manera preferente. Tales facetas del comportamien- del pensamiento; c) regulación emocional y control
to constituyen las necesidades criminogénicas de de la ira, y d) mantenimiento de los logros y preven-
los sujetos, o déficit y otros aspectos de sus vidas ción de recaídas. En la tabla 5.1 (se invita al lector
directamente conectados a su actividad delictiva a anticipar ahora el análisis de su contenido) los
(Polaschek y Reynolds, 2001). programas de tratamiento multifacéticos ocupan dos
Así pues, en función de las principales necesi- o más columnas, en correspondencia con la multipli­
dades criminogénicas (y terapéuticas) de los delin- cidad de ingredientes terapéuticos que incorporan.
cuentes, que tienen su reflejo en las facetas del com-
portamiento delictivo descrito al principio de este
capítulo, se organizará la presentación de las técni- 3.6. Categorías de programas
cas de tratamiento en los capítulos que siguen. Se con delincuentes
dedicará un capítulo a presentar las técnicas de tra-
tamiento que sirven para enseñar nuevas habilida- La estructura que se acaba de mencionar, en el
des y hábitos, un capítulo a las técnicas que son de epígrafe precedente, constituye el esquema esencial
utilidad para desarrollar el pensamiento prosocial de presentación de técnicas y programas de trata-
de los delincuentes y un capítulo a aquellas estrate- miento en este manual. Sin embargo, de modo com-
gias útiles para entrenar al individuo en una mejor plementario, pueden establecerse diversas catego-
regulación y control de sus emociones. En un si- rías de los programas aplicados con delincuentes en
guiente capítulo se incluyen las técnicas de preven- función de los siguientes criterios clasificatorios:
ción de recaídas, orientadas a promover el mante-
nimiento a medio y largo plazo de los beneficios del A)  Según el contexto de aplicación, los pro-
tratamiento. Todas estas técnicas, así estructuradas, gramas pueden dividirse en: 1) programas comuni-
constituyen los ingredientes fundamentales que los tarios y 2) programas en centros juveniles y prisio-
programas con delincuentes suelen combinar en for- nes. Aunque la aplicación de programas en la
mas diversas, como programas multifacéticos. Como comunidad es teóricamente ideal, lo más habitual
es lógico no se pretende efectuar una exposición en la práctica con delincuentes, tanto juveniles
detallada de todas las técnicas de cada categoría sino como adultos (al menos, en el actual estado de co-
que, en cada grupo, se describirán aquellas que han sas en diversos países, y desde luego en España),
sido más utilizadas en los programas con delincuen- es que los tratamientos se apliquen en instituciones
tes. Muchas otras técnicas psicológicas serán sólo de internamiento, por las siguientes razones: porque
mencionadas y, para su conocimiento y estudio de- en ellas están los sujetos con mayores necesidades
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 88 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 89

criminogénicas (en medidas comunitarias suelen plicación de diversos estamentos del personal
estar sólo aquellos que tienen delitos menores); por- (directivos, personal de vigilancia, personal de re-
que en los centros de internamiento los delincuentes habilitación, etc.) liderados por un pequeño grupo
permanecen durante un tiempo prolongado y espe- de expertos que dirigen y coordinan el funciona-
cificado, lo que permite hacer mejores previsiones miento.
temporales y, lo que es más importante, permite
asegurar que muchos sujetos internados acudirán C)  Según un criterio de temporalidad, los pro-
regularmente al tratamiento (ya que éste puede gramas pueden ser: 1) temporales; 2) periódicos, o
constituir una actividad atractiva y de distensión en 3) permanentes. Los programas de tratamiento (por
el marco institucional); además, porque los centros ejemplo, desarrollo moral, solución de problemas
penitenciarios y los centros de justicia juvenil sue- interpersonales, etc.) pueden aplicarse temporal-
len disponer de recursos técnicos amplios y estables mente (quizá una sola vez) con alguna finalidad
(psicólogos, educadores, criminólogos, trabajado- concreta, o dirigidos a un grupo determinado de
res sociales, etc.), no siempre disponibles en igual sujetos con necesidades especiales o, lo que es más
grado en la comunidad. habitual, pueden aplicarse de modo periódico, de
manera que, cuando un programa finaliza, se inicia
B)  Según la magnitud de la población desti- una nueva aplicación con nuevos grupos de sujetos.
nataria del programa, puede tratarse de: 1) progra- La razón de esta periodicidad suele ser que perma-
mas grupales o 2) intervenciones ambientales (u nentemente son ingresados en las prisiones y cen-
organizacionales). Con delincuentes apenas se han tros juveniles nuevos sujetos, con necesidades de
realizado intervenciones individuales, al menos de tratamiento muy semejantes.
modo exclusivo. La atención individual puede uti- Los programas ambientales u organizacionales
lizarse, en el marco de programas colectivos, para suelen diseñarse y aplicarse con vocación de per-
efectuar evaluaciones y seguimientos de los sujetos manencia, como estructura general de funciona-
o para darles reforzamiento social por su participa- miento institucional, aunque con el tiempo pueden
ción en programas y actividades grupales. «desgastarse» y perder, poco a poco, su integridad.
Así pues, lo más frecuente son las aplicaciones Un ejemplo de este desgaste posible es el «sistema
grupales, que se suelen desarrollar en grupos de de fases progresivas», que es un programa inspira-
ocho a doce sujetos. El formato grupal es muy útil do en el principio de reforzamiento positivo contin-
y operativo para la enseñanza de habilidades socia- gente a mejoras en el comportamiento. Sin embar-
les, para las terapias de reestructuración cognitiva go, este programa es fácilmente reinterpretado por
y de educación emocional y para el uso de progra- el personal (en consonancia con la filosofía y prác-
mas motivacionales de economías de fichas. La ges- tica punitivas de los sistemas jurídico-penales)
tión y evaluación de programas aplicados en forma- como de castigo contingente al mal comportamien-
to grupal suele corresponder a un pequeño equipo to. Desde una perspectiva psicológica, ambos pro-
de expertos entrenados en las técnicas correspon­ cedimientos son como la cara y la cruz de la mone-
dientes. da del control del comportamiento. Aunque, en la
Las intervenciones ambientales se dirigen, en distancia y para ojos ajenos a la ciencia psicológica,
cambio, a la estructuración del funcionamiento de pueden parecer procedimientos semejantes (¿qué
toda una institución (prisión, centro juvenil) en con- más da castigar el mal comportamiento que premiar
sonancia con principios terapéuticos. Ello implica- el bueno?), sus efectos y resultados son diametral-
rá introducir cambios generales, normativos, de mente opuestos. El reforzamiento del comporta-
funcionamiento y de cultura institucional. Ejemplos miento apropiado, mediante recompensas conve-
de ello son las comunidades terapéuticas y los sis- nientes que incluyen, por encima de todo, el
temas ambientales de contingencias. Para su apli- «reforzamiento social», es un método potente y
cación y evaluación es necesaria una amplia im­ duradero de cambio y mejora del comportamiento
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 89 04/09/13 12:46


90 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

humano, mientras que el castigo de las conductas de conocimiento» al terreno de la «tecnología so-
delictivas y de agresión, empleado de modo aislado, cial» (Leschield, Bernfeld y Farrington, 2001). Éste
es un método no sólo poco eficaz sino de posibles es el caso de los servicios de rehabilitación de los
efectos contraproducentes. ¡Si no que se lo digan a sistemas correccionales de Canadá y del Reino Uni-
los impulsores de todos los endurecimientos pena- do (Brown, 2005; Goggin y Gendreau, 2006; Hollin
les propiciados en España durante los últimos años, y Palmer, 2006; McGuire, 2001a, 2001b). A conti-
incluido el ámbito de los asesinatos de mujeres por nuación se presentan las pautas y criterios estable-
sus parejas! Desgraciadamente, pocos éxitos que cidos y aplicados por el sistema correccional cana-
documentar. diense para la acreditación de sus propios programas
con delincuentes (tanto en las prisiones como en la
D)  En función de un criterio de anidación, los comunidad), criterios que guardan estrecha relación
programas pueden ser: 1) aislados o 2) anidados. con el modelo de rehabilitación de Andrews y Bon-
Generalmente los programas ambientales anidan, ta (2006) y que son muy semejantes a los estable-
por definición, a las intervenciones grupales. Ello cidos también en el Reino Unido.
va a depender, por supuesto, de que existan o no
tales programas ambientales. En teoría es ideal que ¿Qué es un programa de tratamiento
así sea, de modo que el programa ambiental (que de delincuentes?
engloba a toda una institución y la define en pará-
metros terapéuticos) acoja y potencie la generaliza- Es una intervención estructurada y dirigida a
ción de los programas de enseñanza y entrenamien- factores directamente conectados al comportamiento
to específicos que suelen desarrollarse en formato delictivo de los delincuentes. El objetivo del sistema
grupal. Ahora bien, si no hay otra opción, es mejor penitenciario es facilitar la rehabilitación de los de-
aplicar programas grupales solos que no hacerlo. La lincuentes y su reintegración en la comunidad como
anidación de programas añade complejidad a la eva- ciudadanos respetuosos de la ley mediante la oferta
luación de los efectos de los tratamientos, ya que de programas en las prisiones y en la comunidad.
será necesario deslindar, hasta donde sea posible,
los factores de intervención que operan en cada caso Criterios para el desarrollo
(por ejemplo, los efectos motivacionales del «refor- de los programas
zamiento», procedente de un «sistema de fases», y
los efectos de cambio terapéutico, como resultado La Dirección Nacional de Programas es la res-
del entrenamiento en los contenidos propios de un ponsable del desarrollo de los programas de reha-
«programa cognitivo» de agresores sexuales). bilitación a partir de: 1) la detección y análisis de
necesidades de los sujetos y 2) la revisión de la
investigación científica y el análisis de las prácticas
3.7. La «acreditación técnica» actuales. Estos análisis servirán tanto para el diseño
de programas de tratamiento: de los programas (su modelo tipo, su estructura y
el ejemplo de Canadá su contenido) como para su proceso de validación.
y del Reino Unido Lo más importante es que los programas de trata-
miento acometan las necesidades específicas que
La disponibilidad actual de conocimientos acer- presentan los delincuentes y promuevan su reinte-
ca de las condiciones técnicas que deben reunir los gración eficaz en la sociedad.
programas con delincuentes ha llevado a los países
más desarrollados en estas materias a establecer Documentación del programa
mecanismos de control y acreditación de las inicia-
tivas y programas de tratamiento que se van a uti- Cada programa debe contar con: 1) un manual
lizar, en un auténtico movimiento de «transferencia del programa que incluya las descripciones del mis-
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 90 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 91

mo; 2) un manual de evaluación; 3) un manual de programas de rehabilitación. Es imprescindible ga-


entrenamiento, y 4) materiales complementarios. La rantizar que los programas de tratamiento funcio-
descripción que se realice del programa debe incluir: nen de conformidad con su diseño y se basen en
objetivos del tratamiento, criterios de selección de una teoría sólida amparada por la investigación.
los destinatarios, intensidad del programa, factores Los criterios seguidos para determinar la inten-
criminógenos a los que se dirige, frecuencia y dura- sidad, duración y contexto de un programa se pre-
ción del programa, y evaluación pre y post. sentan en la tabla 3.1.

Intensidad, duración y contexto Funcionamiento y evaluación


del programa de tratamiento: en busca
de la coherencia entre los riesgos El director de programas de reintegración es
y las necesidades de los delincuentes responsable de proponer y supervisar el ­cumplimiento
de los criterios de desarrollo y aplicación de los pro-
El nivel de riesgo y las necesidades que presen- gramas y de establecer y coordinar la recogida y
tan los sujetos determinarán la intensidad, la dura- presentación de sus resultados de eficacia.
ción y el contexto de un programa. El Administra- La Dirección Nacional de Programas estructu-
dor Regional de Programas de Rehabilitación es el rará y supervisará la evaluación de los tratamientos,
responsable de: 1) garantizar que la infraestructura a partir de criterios como los siguientes:
del programa sea acorde con las necesidades de los
sujetos; 2) facilitar la continuidad entre programas — Tasas de participación completa (es decir, a
aplicados en las instituciones y en la comunidad, y lo largo de todas las sesiones previstas) en
3) asegurar la aplicación íntegra y completa de los el programa.

TABLA 3.1
Criterios de determinación de la intensidad, duración y contexto de un programa de tratamiento

Población objetivo
Intensidad Duración media Grupos
Riesgo promedio Necesidades

Alto. Altas o moderadas/ Alta. Mínimo 15-36 semanas. Cerrados o abiertos.


altas. Mínimo 10-15 h/semana. Dos terapeutas.

Moderado-alto. Moderadas a bajas. Moderada. 5-25 semanas. Cerrados o abiertos.


5-15 h/semana. Uno o dos terapeutas
Moderado. Moderadas. según lo previsto en el
manual.
Moderado-bajo. Moderadas a altas.

Moderado-bajo. Bajas o moderadas Baja. 1-16 semanas. Cerrados o abiertos.


a bajas. 2-6 h/semana. Un terapeuta.
Bajo.

Delincuentes que completan el pro­ Mantenimiento. Duración y frecuencia se- Grupos abiertos.
grama. gún criterio del terapeuta Un terapeuta.
Con riesgo de moderado a alto. y del agente de libertad
vigilada.

©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 91 04/09/13 12:46


92 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

— Evaluación de las mejoras en el logro de los cidad de respuesta al programa por parte
objetivos. de los participantes.
— Influencia de los factores de «responsivi-   8. Prevean la continuidad de la atención a los
dad» (o capacidad de respuesta) de los su- sujetos (después del programa).
jetos ante el programa.   9. Contemplen la supervisión que garantice
— Satisfacción de los participantes. la integridad de la aplicación del pro­
— Impacto sobre el comportamiento y el ajus- grama.
te de los sujetos en las instituciones. 10. Establezcan procedimientos de evaluación
— Tasas de reingreso en las instituciones tras continua del programa.
la finalización de una pena o medida.
— Tasas de reincidencia tras la finalización de Criterios de entrenamiento y acreditación
una pena o medida. del personal del programa
— Costo-efectividad del programa.
El entrenamiento y diseminación de los progra-
El personal y los directores de distrito son los mas de tratamiento se realizan a través de dos figu-
responsables de garantizar que los datos de la eva- ras distintas y complementarias: los capacitadores
luación de cada programa se recogen y están dis- o formadores en los programas, que se encargan de
ponibles con finalidades de investigación. entrenar a los terapeutas, y los propios terapeutas,
que aplican directamente cada programa.
Criterios para la acreditación de Los capacitadores (que son formados, acredita-
programas y contextos de aplicación dos y periódicamente supervisados por la Dirección
Nacional de Programas) son las personas responsa-
Una comisión de expertos en programas de re- bles del entrenamiento, inicial y continuado, de los
habilitación valorará y dará la acreditación (para su terapeutas en una área específica de programas.
aplicación tanto en Canadá como en el Reino Uni- Además, los formadores reciben entrenamiento pe-
do) a aquellos programas que cumplan los siguien- riódico si se detecta alguna carencia formativa, si
tes requisitos (Hollin y Palmer, 2006; McGuire, llevan más de seis meses sin realizar sus tareas de
2001c): capacitación de terapeutas o han estado destinados
en otro servicio o si se han producido cambios sig-
1. Se basen en un modelo de cambio personal nificativos en los programas de tratamiento o en los
con fundamento empírico. contextos en que se desarrollan.
2. Justifiquen adecuadamente la selección de Los terapeutas responsables de aplicar los pro-
los sujetos. gramas de tratamiento reciben formación y entre-
3. Se dirijan a necesidades o factores dinámi- namiento específicos, a cargo de los capacitadores,
cos, o de necesidad criminogénica, de los para que puedan aplicar los tratamientos en sus
sujetos (es decir, a factores que están direc- distintos niveles de intensidad. La acreditación de
tamente conectados con su comportamien- los terapeutas se basa en una propuesta del capaci-
to delictivo). tador a partir del cumplimiento por cada terapeuta
4. Prevean métodos de aplicación efectivos, de los siguientes tres criterios: 1) haber completado
lo que incluye la formación y cualificación adecuadamente el entrenamiento tanto en la teoría
necesarias del personal del programa. como en la práctica del programa; 2) haber realiza-
5. Se orienten a la enseñanza de habilidades. do, cuando menos, una aplicación práctica del tra-
6. Debe justificarse adecuadamente la secuen- tamiento, y 3) haber superado todas las revisiones
cia, intensidad y duración del tratamiento. de calidad de su trabajo (que incluyen la adminis-
7. Deben prestar atención a la motivación y tración completa y adecuada del programa, la eva-
tomar en cuenta la «responsividad» o capa- luación de los participantes y la redacción del in-
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 92 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 93

forme correspondiente). Además del entrenamiento en el programa y sobre sus progresos en la reduc-
inicial, los terapeutas deben recibir un mínimo de ción de los factores de riesgo criminogénico.
tres días de formación continuada por año, y entre- Tras finalizar el programa, los terapeutas deben
namiento especial en caso de que se detecten déficit emitir un informe postaplicación que debe incluir
formativos, lleven más de seis meses inactivos en información sobre: asistencia y participación, aná-
el programa o se hayan producido cambios rele­ lisis del progreso operado en el logro de los objeti-
vantes en su diseño o en el contexto en el que se vos (tomando también en cuenta la información
aplica. recogida del resto del personal penitenciario que
tiene relación con los sujetos), evaluación psicoló-
Criterios de administración gica del riesgo (si ha sido solicitada) y recomenda-
de un programa de tratamiento ciones para la gestión de los riesgos que puedan
persistir.
Los administradores regionales de programas
de rehabilitación son los responsables de diseñar
un plan anual de cada programa de tratamiento, y 3.8. Terapia psicológica
los directores y personal de cada distrito, de llevar y cerebro
a cabo dicho plan, en función de las necesidades
detectadas en los sujetos a su cargo y de los tipos Para finalizar este capítulo sobre «teorías, téc-
de programas disponibles. Los terapeutas deben nicas y programas», una referencia al funciona-
aplicar cada programa de acuerdo con el manual miento cerebral. Éste es un libro sobre tratamiento
diseñado para él. psicológico y, por tanto, de psicología. Sin embar-
go, que sea un libro sobre psicología no significa
Participación en los programas que adopte una perspectiva «psicologicista», en el
sentido más peyorativo de este término, queriendo
Los sujetos son asignados a los tratamientos en significar que lo psicológico es una entidad intan-
función del plan previsto y de la evaluación que se gible y diferente de todo lo demás.
ha realizado de ellos, según los criterios de selec- En consonancia con nuestro conocimiento ac-
ción del programa. La evaluación de los sujetos se tual el psiquismo humano no es algo distinto y pa-
efectúa, durante los treinta días anteriores al inicio ralelo a la estructura y funcionamiento del conjun-
del programa, mediante entrevistas y otros instru- to del sistema nervioso humano. Como ha clamado
mentos, como cuestionarios, escalas de riesgo, etc. (en el título de uno de sus libros) el gran neuropsi-
Se les anima a participar en aquellos programas que cólogo Antonio Damasio, el «error de Descartes»,
les son más indicados según sus propias necesida- de separación entre el cuerpo (con su cerebro) y el
des. En todo caso, la participación se basa en la «alma» (situada por Descartes en la glándula pi-
voluntariedad y el consentimiento informado por neal), no puede sostenerse actualmente, ni en tér-
parte de cada sujeto, para lo cual es necesario que minos físico-anatómicos ni siquiera en términos
suscriba un documento formal de participación con- metafóricos. El psiquismo humano —manifestado
sentida. en imágenes, memoria, aprendizajes, emociones y
El número de participantes en cada programa sentimientos, deseos, previsiones de conducta, ra-
depende del número de terapeutas: si para un pro- zonamientos y elecciones, decisiones y acciones—
grama sólo se cuenta con un terapeuta, el grupo es el resultado del diseño y del funcionamiento
tendrá un máximo de diez sujetos; si hay dos tera- coordinado del complejo estructural de nuestro
­
peutas, hasta doce sujetos. siste­ma nervioso, sin que pueda segregarse de tal
El personal que trabaja directamente en el tra- sis­tema nervioso ni trascenderle en ningún sentido.
tamiento es el responsable de recoger la informa- Nuestro cerebro, del que se ha llegado a afirmar
ción necesaria sobre la participación de los sujetos que podría constituir el sistema más complejo y
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 93 04/09/13 12:46


94 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

sofisticado del universo, está integrado por unos potencian los circuitos neurales y, en consecuencia,
cien millones de neuronas, cada una de las cuales su capacidad de respuesta.
establece de promedio unas mil conexiones con En este contexto, la terapia psicológica, en
otras neuronas cercanas y, en algunos casos, con cuanto enseñanza y entrenamiento, constituye una
neuronas y estructuras bastante alejadas (Damasio, forma sistemática y orientada de experiencia y
2004). Todas estas conexiones definen múltiples aprendizaje por parte de los sujetos tratados. De
circuitos neurales en los que se interconectan fun- nuevas habilidades de conducta, de nuevos sistemas
ciones relativas a prioridades de la propia supervi- de gratificación emocional (respetuosos con los de-
vencia y, a la vez, expresiones de altruismo, pla­ seos, necesidades y derechos de otras personas), de
ceres y aversiones, amores y odios, pasiones y nuevos modos de pensamiento moral que resulten
racionalidad, dudas y decisiones, acciones e inhibi- inhibitorios para la conducta de agresión, etc. Le-
ciones. Según se conoce, tales circuitos neurales ni Doux (1999), en un gran libro de neuropsicología,
son un único magma neuronal imprecisable (donde aunque de escaso éxito editorial (¡justo lo inverso
todo se conecta con todo) ni son piezas aisladas con del best-seller de Goleman!), titulado El cerebro
funciones específicas. En medio de tales extremos, emocional, ha sugerido que distintas formas de psi-
los circuitos neurales (que dan cuenta de las fun- coterapia vendrían a constituir formas diversas de
ciones psicológicas, tales como la capacidad de per- crear una «potenciación sináptica en las vías cere-
cibir y responder adecuadamente al espacio físico, brales que controlan el núcleo amigdalino. Los re-
o, más importante para nosotros, la capacidad para cuerdos emocionales de éste [...] se establecen de
interpretar convenientemente el comportamiento de forma indeleble en sus circuitos. En el mejor de los
otras personas y poder tomar decisiones y condu- casos, se puede aspirar a regular su expresión. Y
cirse de modo apropiado con ellas) parecen consis- para ello hay que hacer que la corteza controle al
tir en estructuras más o menos extensas, compues- núcleo amigdalino» (p. 298). LeDoux aduce, en
tas por diversos núcleos o áreas de distintas regiones concreto, que la terapia de conducta clásica, a través
evolutivas del cerebro, tanto de las más antiguas (la de la extinción o la desensibilización, puede conse-
amígdala o el hipotálamo) como las más modernas guir su objetivo mediante una forma de aprendiza-
(el córtex prefrontal y otras áreas corticales). Estas je implícito que tendría lugar en el circuito que
circuiterías, que constituyen la base del funciona- transcurre desde la corteza prefrontal hasta el nú-
miento y del equilibrio psicológico de toda índole cleo amigdalino. En cambio, las terapias a través de
(incluido el del control del comportamiento lesivo elementos cognitivos conscientes (como podrían ser
para otros seres humanos), resultan del efecto com- la reestructuración cognitiva y, según LeDoux, tam-
binado de las pautas genéticas y de las experiencias bién el psicoanálisis) podrían ejercer su influjo so-
y aprendizajes de cada individuo particular. De mo­ bre el núcleo amigdalino a través de los mecanis-
do más específico, los circuitos neurales de nues­ mos de memoria del lóbulo temporal y de otras
tro cerebro están definidos, a gran escala, de mane- regiones del córtex implicadas en las evaluaciones
ra semejante para todos los seres humanos, pero a conscientes y en la reflexión.
pequeña escala (la de las conexiones neuronales que La información científica presentada en este
se establecen) los circuitos son fabricados por los apartado sitúa la terapia psicológica en el marco
aprendizajes que resultan de las experiencias vivi- del conocimiento más avanzado sobre neuropsico-
das. Y esto no es una metáfora, sino algo real: los logía, la sustrae del limbo «psicologicista» en el
aprendizajes que tienen lugar especialmente duran- que frecuentemente ha sido situada y confiere a su
te la infancia y la juventud, pero también a lo largo influjo una entidad real, analógica con el conjunto
de toda nuestra vida, fortalecen o debilitan la fuer- de las experiencias y aprendizajes humanos. Dicho
za de trasmisión de información de ciertas sinapsis de una manera más llana: cuando se hace terapia
(o conexiones entre neuronas) previamente estable- psicológica, y se hace de modo adecuado y siste-
cidas y, también, generan nuevas conexiones que mático, logrando que los sujetos tratados experi-
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 94 04/09/13 12:46


Teorías, técnicas y programas / 95

menten nuevas habilidades, reflexionen con calma jetivos del tratamiento, y 3) el principio de indivi-
sobre las graves consecuencias de sus acciones, dualización, que advierte sobre la necesidad de
consideren otros puntos de vista menos violentos, ajustar adecuadamente los tratamientos a las carac-
tomen en cuenta las perspectivas de las víctimas y terísticas personales y situacionales de los delin-
se ejerciten en disipar y controlar sus emociones de cuentes (su motivación, su reactividad a las técnicas,
ira, ¡es muy posible que se estén produciendo cam- etc.). Aquí, a partir de una metáfora terapéutica
bios reales en su sistema nervioso, que hagan a tomada de la «terapia de aceptación y compromi-
partir de entonces más probable el futuro control so», se ha propuesto un modelo complementario
de su conducta! que estructura los factores de riesgo delictivo, en
función de su maleabilidad, en tres categorías. Fac-
tores estáticos (como la precocidad delictiva de un
Resumen sujeto, sus rasgos de impulsividad o psicopatía), que
contribuyen al riesgo actual pero que en general no
La teoría del aprendizaje social es considerada pueden modificarse; metafóricamente serían «la
en la actualidad la explicación más completa de la casa» del individuo, o lo que el sujeto «es», que
conducta delictiva. Específicamente, la formulación esencialmente no puede cambiarse. Factores diná-
de Akers considera que en el aprendizaje del com- micos, o sustancialmente modificables (como sus
portamiento delictivo intervienen cuatro mecanis- cogniciones, tener amigos delincuentes o su droga-
mos interrelacionados: 1) la asociación diferencial dicción); metafóricamente, «los muebles» que uno
con personas que muestran hábitos y actitudes de- tiene en la casa, que pueden ser reemplazados con
lictivos; 2) la adquisición de definiciones favorables relativa facilidad, lo que no implica que sea sin es-
al delito; 3) el reforzamiento diferencial de los com- fuerzo. Y, por último, se ha añadido al modelo ori-
portamientos delictivos, y 4) la imitación de mode- ginal un tercer grupo de factores parcialmente mo-
los prodelictivos. dificables (como la capacidad de autocontrol, la
Aquí se propone un modelo de facetas, en cuan- empatía o la competencia para prevenir recaídas en
to que el comportamiento delictivo se interpreta el delito); metafóricamente, «las reformas de la
como resultado de la influencia combinada de «há- casa», que permiten rehacer parcialmente algunos
bitos», «emociones» y «cogniciones», que se orien- elementos estructurales pero no posibilitan cambios
tan en un sentido antisocial. Como derivación de de estructuras de personalidad fundamentales. Este
ello, se prescribe que la reducción del riesgo delic- modelo modificado pretende ilustrar gráficamente
tivo requiere influir, mediante el tratamiento, sobre qué es lo que los tratamientos psicológicos pueden
cada una de las anteriores facetas. lograr, qué es lo que pueden lograr parcialmente y
Durante los últimos años se han propuesto dos qué lo que no pueden conseguir en absoluto.
modelos específicos de rehabilitación de los delin- Un modelo de rehabilitación de delincuentes
cuentes. El primero es el modelo denominado ries- más reciente es el llamado modelo de vidas satis-
go-necesidades-responsividad, de Andrews y ­Bonta, factorias, de Ward y sus colaboradores. Este mode-
que establece tres grandes principios del tratamien- lo parte de una perspectiva humanista y prioriza la
to: 1) el principio de riesgo, que asevera que los necesidad de equipar a los sujetos con herramientas
individuos con un mayor riesgo en factores estáti- que les permitan vivir vidas satisfactorias, por en-
cos (históricos y personales, no modificables) re- cima del desarrollo de competencias de manejo de
quieren intervenciones más intensivas; 2) el princi- los riesgos delictivos. Interpretan el comportamien-
pio de necesidad, que afirma que los factores to delictivo como una opción errónea en el camino
dinámicos (tales como hábitos, cogniciones y acti- de lograr los bienes primarios que todos los seres
tudes delictivas) y de «necesidad criminogénica» humanos pretenden (mantenimiento de la propia
(es decir, directamente conectados con la actividad vida, satisfacción en las relaciones de intimidad,
delictiva de un sujeto) deben ser los auténticos ob- conocimiento, autonomía, etc.). Se realzan aspectos
©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 95 04/09/13 12:46


96 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

como trabajar positivamente con los delincuentes, logros terapéuticos y prevención de recaídas. Ade-
tomar en cuenta su disposición para cambiar y la más, los programas que se aplican con delincuentes
necesidad de unas actitudes favorables de los tera- se han clasificado también en función de criterios
peutas. En realidad, este modelo confiere relevancia como son su contexto de aplicación, sus destinata-
nominal a elementos que forman parte, en general, rios y su temporalidad.
de todos los programas de tratamiento actuales y En Canadá y el Reino Unido se han establecido
que son elementos ya contemplados por el modelo sistemas de «acreditación técnica» de los progra-
precedente de Andrews y Bonta. mas de tratamiento de los delincuentes que atienden
Aunque existen amplios listados de tratamien- a distintos criterios de intensidad, duración y con-
tos psicológicos, son menos las técnicas específicas texto de los programas, tipos de necesidades abor-
que integran los diversos programas aplicados. dadas, fundamentación científica del programa y
Aquí se ha distinguido entre técnicas y programas entrenamiento del personal que los aplicará. Una
de tratamiento. Una técnica es un conjunto discreto comisión internacional de expertos valora cada pro-
de acciones terapéuticas, teóricamente entrelazadas, puesta de programa de tratamiento con antelación
que se orienta a promover cambios en una de las a que se autorice su aplicación general.
facetas del comportamiento humano (hábitos de Por último, en el epígrafe titulado «terapia psi-
conducta, cogniciones o emociones). De manera cológica y cerebro» se ha constatado que los cam-
más amplia, un programa de tratamiento es defini- bios psicológicos que pueden producirse como re-
do como el intento de cambio de diversas facetas sultado del tratamiento no tienen una mera entidad
del comportamiento mediante la utilización combi- intangible, sino que, según se conoce en la actuali-
nada de varias técnicas psicológicas. En el conjun- dad, pueden acompañarse de modificaciones reales
to de este manual las técnicas y los programas de de los circuitos neurales implicados en las funcio-
tratamiento con delincuentes se han estructurado en nes psicológicas de que se trate. Desde esta pers-
las siguientes cuatro categorías: a) enseñanza de pectiva, el tratamiento psicológico constituye una
nuevas habilidades y hábitos; b) desarrollo y rees- forma de aprendizaje que potencia las conexiones
tructuración del pensamiento; c) regulación emo- sinápticas relacionadas con conductas, emociones
cional y control de la ira, y d) mantenimiento de los y pensamientos.

©  Ediciones Pirámide

03_Delincuentes.indd 96 04/09/13 12:46


Necesidades criminogénicas
y formulación del tratamiento 4

Este capítulo 4 describe la evaluación de ca y diagnóstico psicopatológico, concediendo


las necesidades de tratamiento de sujetos y especial atención al análisis del constructo psi-
grupos de delincuentes. Con esta finalidad pre- copatía. Estructura el modo más adecuado de
senta los principales instrumentos que pueden formular un programa de tratamiento, que ad-
utilizarse, tales como entrevistas, cuestiona- mite tanto la elección de un protocolo ya es-
rios, observación del comportamiento e infor- tandarizado como el diseño ex profeso del pro-
mación documental. Ello permitirá conocer con grama. Por último, se recapacita sobre la
precisión las necesidades criminogénicas de cuestión de la integridad de la aplicación de los
los sujetos que van a recibir un tratamiento y tratamientos, repasando algunos de los «obs-
el modo de transformar dichas necesidades en táculos» que pueden amenazar dicha integri-
objetivos de un programa específico. Plantea dad, así como algunas de las «soluciones» que
también la relación entre evaluación psicológi- pueden favorecerla.

Para conocer a fondo las necesidades de tra- lógicos, sociales, etc.). Por último, se aplicarán
tamiento existentes en el caso de Dani (que se algunos cuestionarios y escalas para evaluar varia-
presentó al principio del capítulo 1), se considera bles psicológicas como impulsividad, competen-
necesario efectuar una evaluación más específica. cia interpersonal y asertividad, empatía y expec-
Para ello se ha previsto entrevistar a Dani y a al- tativas de cambio. También se le valorará en una
gunas personas vinculadas a él. En concreto se ha escala de riesgo de violencia y delincuencia. En
decidido entrevistar a su madre, a uno de sus her- función de los datos que se vayan recogiendo es
manos (con el que mantiene muy buena relación) posible que se efectúen otras evaluaciones com-
y también, si Dani lo autoriza, se ha previsto lla- plementarias.
mar y entrevistar a la chica con la que ha comen-
zado a salir recientemente. Se contactará también
con el abogado, por teléfono o directamente, para
conocer con precisión las circunstancias procesa-
4.1. Técnicas e instrumentos
les actuales. Además, se va a revisar toda la docu- de evaluación
mentación e informes sobre Dani a los que se
tenga acceso tanto en el ámbito de justicia juvenil Con anterioridad a establecer una estrategia te-
como en el de prisiones (testimonios de sentencia rapéutica específica se ha de efectuar la evaluación
por delitos anteriores, informes escolares, psico- y el análisis de las necesidades de los sujetos que
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 97 04/09/13 12:52


98 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

participarán en un tratamiento. Dicho análisis de rios, los tests y otras pruebas psicológicas de inte-
necesidades tiene aquí un sentido amplio e incluye ligencia, rendimiento, personalidad, etc., y en menor
la detección de posibles déficit o excesos de com- grado las medidas psicofisiológicas mediante el uso
portamiento, distorsiones cognitivas asociadas y de instrumental adecuado. Cuando para una deter-
disfunciones emocionales (Llavona, 1984; 2004). minada conducta o variable que se desee evaluar no
La evaluación implica, además, el conocimiento y haya disponible un instrumento estandarizado, ca-
ponderación de las circunstancias o variables —per- ben dos opciones posibles: si se trata de un com-
sonales, sociales y situacionales— bajo las que se portamiento explícito y observable, la mejor opción
producen dichos comportamientos o déficit. es diseñar un registro de observación de conducta
Para ello pueden utilizarse métodos de evalua- o, si la conducta sólo es accesible al propio sujeto
ción directos (generalmente la observación, aunque (conductas privadas, pensamientos, emociones), un
también cabría el uso de registros psicofisiológicos) autorregistro; si el comportamiento no es directa-
e indirectos (entrevistas, cuestionarios y autorregis- mente observable, por corresponder por ejemplo al
tros) (Llavona, 1984). En función de la naturaleza pasado del individuo, las mejores opciones son el
del tipo de respuestas o comportamientos que se recurso a la entrevista y a la recogida de informa-
deseen evaluar y de la disponibilidad o no de ins- ción documental sobre el sujeto. En todo caso, tan-
trumentación estándar para su medida, puede efec- to la entrevista como la recogida de información
tuarse una clasificación de los instrumentos de eva- documental, así como muchos de los sistemas e
luación más adecuados tal y como se ilustra en la instrumentos mencionados, forman parte integrante
figura 4.1 (Anguera y Redondo, 1991). de cualquier proceso de evaluación de necesidades
Entre los instrumentos estandarizados más fre- a los efectos de aplicar un tratamiento. Más concre-
cuentes en psicología se encuentran los cuestiona- tamente, en intervención con adultos los instrumen-

Figura 4.1.—Instrumentos de evaluación psicológica.

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 98 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 99

tos más utilizados son las entrevistas, los cuestio- No pueden establecerse unos parámetros estric-
narios y los autorregistros de conducta. En el tos sobre el modo más eficaz de efectuar una entre-
trabajo terapéutico con jóvenes, por su propia idio- vista de evaluación. La entrevista deberá siempre
sincrasia, sigue constituyendo un instrumento prio- moverse entre una cierta flexibilidad, que permita
ritario también la observación directa de la conduc- al entrevistado contar todo aquello que desee, y, a
ta. Se presentan a continuación algunos aspectos la vez, el imprescindible enfoque hacia los aspectos
relevantes de estos instrumentos preferentes. relevantes del problema analizado y de las contin-
gencias que lo mantienen. Un buen entrenamiento
inicial y, después, la propia práctica irán convirtien-
4.1.1. Entrevista y exploración do al entrevistador novel en un buen entrevistador.
de la conducta delictiva Entre las principales ventajas de la entrevista
como instrumento de evaluación, se han señalado
La entrevista es uno de los instrumentos psico- su virtualidad para facilitar las relaciones interper-
lógicos más importantes no sólo para la recogida de sonales y la observación directa de la conducta del
información sobre los sujetos sino también para la sujeto, su flexibilidad y la amplitud de información
intervención terapéutica con ellos (Barlow y Du- que facilita; entre sus limitaciones, su mayor costo
rand, 2001). Con delincuentes puede utilizarse y se de esfuerzos frente a otros instrumentos y la posible
utiliza con asiduidad como medio para obtener in- aparición de sesgos (efecto primacía —primera im-
formación proveniente de los propios sujetos, de sus presión—, efecto halo —centrarse en una sola ca-
familiares y de otros allegados, respecto de sus pro- racterística del entrevistado—, errores lógicos, etc.)
blemáticas, sus actividades cotidianas y modos de (Sierra et al., 2001). De ahí que sea imprescindible
vida, su historia personal, sus pensamientos, actitu- un buen entrenamiento en esta técnica para garan-
des, emociones, etc. La información obtenida en las tizar su utilización adecuada y eficaz.
entrevistas forma el cuerpo fundamental de los pro-
cesos de evaluación psicológica. El grado de estruc-
turación y directividad de las entrevistas es variable, 4.1.2. Cuestionarios
y en el desarrollo de las mismas suelen incluirse
otros instrumentos evaluativos como cuestionarios, En la actualidad existen decenas de instrumen-
registros de autoobservación y, si son necesarias, tos de autoinforme, cuestionarios, inventarios y es-
pruebas psicológicas estandarizadas (Goldstein, calas para la evaluación psicológica tanto general
2001). El uso de la entrevista puede ser obligado en como de trastornos y problemas específicos. Ya en
la mayoría de los casos. Sin embargo, su utilización 1988 el Dictionary of Behavioral Assessment Tech-
en solitario presenta riesgo de subjetividad, por lo niques, de Hersen y Bellack, incluía 286 instrumen-
que es aconsejable su empleo en combinación con tos de evaluación psicológica, de los que la mayoría
otros mecanismos de evaluación. eran catalogados como técnicas de autoinforme,
Las entrevistas evaluativas tienen como princi- destinadas prioritariamente a evaluar trastornos de
pal objetivo el análisis funcional del comportamien- ansiedad, depresión y asertividad (Miguel Tobal,
to del sujeto: es decir, se trata de clarificar, en pri- 2004). Muchos de estos instrumentos, cuyo número
mer lugar, los comportamientos y otros elementos en la actualidad ha crecido, proceden del mundo
cognitivos o emocionales que han sido problemáti- anglosajón y no están convenientemente adaptados
cos para el sujeto y se han asociado a su carrera y normalizados para nuestros contextos y poblacio-
delictiva (Garrido, 2005c), y, en segundo término, nes. Con todo, su empleo para la evaluación psico-
las condiciones y circunstancias en que las conduc- lógica puede ser de gran utilidad y ahorrar tiempo
tas delictivas y sus correlatos cognitivos y emocio- y esfuerzos innecesarios.
nales acontecen (es decir, los antecedentes y con- Una amplia revisión de instrumentos evaluati-
secuentes del comportamiento delictivo). vos en psicología clínica puede encontrarse en la
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 99 04/09/13 12:52


100 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

obra de Corcoran y Fischer (2000) Measures for matomorfos y facticios, trastornos disociativos,
Clinical Practice: A Sourcebook. Esta obra, en dos trastornos sexuales y problemas de pareja, trastor-
volúmenes, el primero dedicado a parejas, familias nos de la alimentación, juego patológico, trastornos
y niños, y el segundo a adultos, constituye un exce- por sustancias, esquizofrenia, trastornos de perso-
lente compendio de consulta sobre los instrumentos nalidad y trastornos cognitivos. Aunque la obra no
de evaluación disponibles en inglés en diversas contiene, por razones de volumen y de derechos
áreas clínicas. Ambos volúmenes incluyen en con- editoriales, los concretos instrumentos de evalua-
junto 61 áreas de evaluación, tanto de los ámbitos ción, incluye un resumen de cada instrumento, sus
clínicos más habituales (ansiedad, creencias, depre- aplicaciones, sus referencias científicas básicas y su
sión, problemas alimentarios, adicciones, trata- localización. Además incorpora una sucinta guía de
mientos, etc.) como en sectores de salud y de eva- recursos de evaluación mental en Internet.
luación forense (violación, abuso, culpabilidad...). Las obras a las que se ha aludido contienen va-
En todas estas áreas se describen y presentan 443 riado instrumental psicológico para la evaluación
instrumentos evaluativos, para cada uno de los cua- de diversas problemáticas o aspectos relacionados
les se ofrece información sucinta sobre su creación, con el comportamiento delictivo de jóvenes y adul-
sistema de aplicación y medida de puntuaciones, tos, en los ámbitos de la comunicación y las relacio­
pruebas de fiabilidad y validez que han sido efec- nes humanas, las habilidades sociales, la vin­
tuadas sobre el mismo y los principales estudios al culación familiar, las relaciones de pareja y la
respecto. También, en algunos casos, se indica si violencia familiar, el abuso y agresión sexual, y
exite traducción del instrumento al español. El gran otras áreas. Además, otros muchos materiales, tales
valor de esta obra es su amplitud temática, lo que como guías de entrevista y registros de observación,
permite hacerse una idea bastante aproximada de pueden constituir referentes interesantes para su
las posibilidades evaluativas existentes en un deter- adapta­ción ad hoc al campo de la evaluación psico-
minado ámbito en el que se pueda tener interés. El lógica de los delincuentes. Por todo ello, cabe con-
inconveniente es, lógicamente, que todos los mate- siderar que las obras mencionadas son un material
riales están en inglés y generalmente no adaptados de consulta de gran utilidad en este ámbito.
al castellano y a muestras autóctonas, lo que los
convierte en meros materiales de referencia más que
en instrumentos de directa aplicación normalizada. 4.1.3. Observación y autoobservación
Muñoz, Roa, Pérez, Santos-Olmo y De Vicente de la conducta
(2002) publicaron un buen libro en español sobre
instrumentos de evaluación psicológica, que es un La observación directa del comportamiento en
auténtico vademécum de instrumental evaluativo de su medio natural constituye una de las herramientas
elección para distintos trastornos psicológicos. Ade- predilectas de la evaluación psicológica en general,
más de los cuestionarios, inventarios y escalas, in- y lo es también, pese a las dificultades evidentes,
cluye también guías de entrevistas, de autoobserva- en el ámbito específico de la evaluación de los de-
ción, registros de observación y, en algunos lincuentes. Para ello es necesario construir un re-
trastornos, otras técnicas de evaluación psicofisio­ gistro observacional en que las conductas y otros
lógica, ejercicios, etc. Pueden encontrarse tanto ins- eventos de observación (como pensamientos o reac-
trumentos diagnósticos generales, de salud y cali- ciones emocionales) deben ser descritos de manera
dad de vida, de funcionamiento psicosocial y de que puedan ser observados y registrados, a través
satisfacción de los participantes en un tratamiento, de los siguientes pasos (Anguera, 1985; Crespo y
como técnicas evaluativas por trastornos específi- Larroy, 1998):
cos: fobias, trastorno de pánico, obsesivo-compul-
sivo, estrés postraumático, trastornos depresivos y 1. En primer lugar debería transcribirse el
bi­polares, trastornos de adaptación, trastornos so- «problema delictivo» (que muchas veces
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 100 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 101

vendrá enunciado en forma muy general y duarse en baja, media, alta, o bien a través
ambigua) a manifestaciones de conducta de una puntuación de, por ejemplo, 0-5).
concretas que el sujeto presenta (por ejem- 4. Hay que delimitar el lugar o lugares de
plo, insulta a sus amigos, provoca a perso- observación (en casa, en lugares de encuen-
nas por la calle, le asaltan pensamientos de tro con los amigos, etc.).
que la gente «le mira mal», consume ciertas 5. Por último, hay que determinar también el
drogas, bebe alcohol en exceso antes de ir tiempo durante el cual se va a efectuar la
a su casa, etc.), comportamientos de los que observación, de modo que éste resulte racio-
carece (por ejemplo, no presta atención a nal y viable, adoptando un criterio adecuado
lo que otros le dicen, no sabe expresar sus de muestreo observacional (com­portamental
deseos sin ser agresivo, no pide nunca dis- o cronométrico): por ejemplo, un período
culpas ante situaciones de conflicto inter- de 1-60 minutos, en unidades de observa-
personal, no tiene un horario de comidas ción diarias, semanales o mensuales.
regular, etc.) o que realiza en situaciones 6. En términos metodológicos estrictos, cuan-
inapropiadas (por ejemplo, fumar droga du- do se trata de heteroobservación, debería
rante el horario laboral, etc.). comprobarse su fiabilidad planificando (al
2. Se prepara una lista con las categorías de menos temporalmente) la observación para-
comportamientos, pensamientos, etc., que lela por parte de dos observadores. Ello per-
van a ser los objetivos de la observación o mitiría calcular un índice de fiabilidad
autoobservación. Pueden asignarse núme- entre observadores, dividiendo el número de
ros a dichas categorías (1, 2, 3, etc.) para acuerdos entre observadores por el número
facilitar la rapidez de las anotaciones de la total de observaciones (acuerdos más des-
observación. acuerdos). En general, suele establecerse
3. Para cada comportamiento observado hay como criterio que este índice no sea inferior
que determinar con antelación el método a 0.80 para considerar que las observaciones
de medida: si se va a observar en unida- cuentan con el nivel adecuado de fiabilidad.
des de conducta diferenciadas, esto es, en Esta prescripción debe seguirse especial-
forma de respuestas distintas —en situa- mente en el marco de la investigación cien-
ción evento— (como sería el caso del com- tífica. Sin embargo, en contextos terapéuti-
portamiento de insultar a otras personas), cos relacionados con el comportamiento
o se trata de un comportamiento de carácter antisocial, si ya es complicada la propia rea-
continuado —situación estado— (como, lización de observaciones directas, mucho
por ejemplo, el tiempo durante el cual un más va a resultar efectuar una doble obser-
sujeto está pensando acerca de la comisión vación del comportamiento mediante el uso
de un determinado delito). En el primero de dos observadores independientes. En
de los casos deberá emplearse una modali- todo caso, es necesario ser pragmáticos y
dad de registro eventual que permita con- priorizar la viabilidad de la observación con
tabilizar la frecuencia de una respuesta. el mayor rigor posible en las circunstancias
Mientras que en el segundo habrá que uti- concretas de que se trate.
lizar un registro de duración, que posibili-
te medir el tiempo que un sujeto responde Una vez creado de esta forma un registro obser-
de una determinada manera. Ciertas con- vacional, podrán registrarse, durante el tiempo es-
ductas pueden registrarse también en forma tablecido, los comportamientos y otros eventos de
de intensidad o fuerza de la respuesta (por interés que son el objetivo de la evaluación psico-
ejemplo, las manifestaciones de respuestas lógica. Cuando se han cumplimentado los diversos
emocionales como la ira, que podría gra- registros, los datos podrán elaborarse numérica-
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 101 04/09/13 12:52


102 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

mente y transcribirse a gráficas que reflejen la evo- Por estas razones, es muy frecuente el uso de
lución de su frecuencia, duración o intensidad. autoobservación y autorregistro de las diversas mo-
Siguiendo los pasos descritos, pueden construir- dalidades de respuesta que son evaluadas: conduc-
se variados registros de observación de muchos tas motoras, pensamientos y emociones. El proce-
comportamientos de interés para la evaluación y el dimiento para la creación de un autorregistro de
tratamiento de los delincuentes juveniles y adultos. conducta sería el mismo que se ha descrito; lo úni-
La observación directa del comportamiento pre- co que cambia es que es el propio individuo quien
senta dos problemas metodológicos destacados. El observa y registra su comportamiento. Del mismo
primero, el efecto reactivo que produce toda obser- modo que sucedía en las heteroobservaciones, en
vación, a saber: la introducción de un observador los autorregistros las conductas pueden medirse en
en un determinado contexto natural (un aula con términos de frecuencia, de intensidad (por ejemplo,
altas tasas de violencia, una plaza donde se venden el sujeto que experimenta gran tensión muscular
drogas, el patio de una prisión, etc.) puede producir como precursora de explosiones de ira y violencia,
una alteración de los comportamientos que se dan y a quien se pide que, cuando se produzcan, anote
allí habitualmente. Una solución prescrita a este el grado de tensión experimentado en una escala,
problema es programar la habituación de los sujetos pongamos, de 0 a 5) o de duración (en el ejemplo
al observador, introduciéndolo en el contexto con anterior, que anote el tiempo durante el cual expe-
antelación al momento previsto de inicio de las rimenta la tensión muscular).
observaciones. Cabe esperar que para entonces los También la autoobservación puede introducir un
sujetos ya se hayan acostumbrado a su presencia y efecto reactivo (Crespo y Larroy, 1998) que haga
vuelvan a comportarse de manera habitual, como lo que el sujeto, al comenzar a registrar ciertos com-
hacían antes de la llegada del observador. portamientos propios, ajuste algunos de ellos, redu-
Otro problema que puede afectar a las observacio­ ciendo temporalmente, como resultado de tal reac-
nes es el denominado «efecto experimentador» (o tividad, aquellos que pueden tener una connotación
«efecto observador», habría que decir más apropiada­ negativa y aumentando en cambio los positivos.
mente fuera del marco de los experimentos) (Rosen­
thal, 1966). Ello significa que el observador puede
introducir, a partir de sus propias hipótesis y creen- 4.1.4. Información documental
cias sobre el sujeto y sus conductas, ciertas distorsio­ y evaluación del riesgo
nes en los datos (no es necesario que sea consciente
de ello) que los ajusten a sus propias expectativas. Extracto de un escrito judicial:
La observación directa del comportamiento por
observadores externos presenta a menudo dificulta- «Pido que se aclare a este juzgado el comen-
des de aplicabilidad, debido a diferentes razones. tario que consta en su informe sobre una reinser-
En ocasiones, aun tratándose de comportamientos ción social “muy dudosa” del penado, atendido el
materialmente observables (por ejemplo, el número medio social al que volverá, la carencia de trabajo
comprobable, la forma en que el sujeto participó
de copas que bebe una persona con adicción al al- en su día en el asesinato por el que está condenado,
cohol), debido a la imposibilidad operativa de efec- la dudosa procedencia de los ingresos familiares,
tuar de manera razonable esta tarea. En muchas la muerte violenta de su madre, la relación que se
otras, y especialmente en un conjunto numeroso de establece entre marginalidad del sujeto y delito
comportamientos relevantes en delincuencia, debi- cometido y el problema de toxicomanía que no ha
do a que se trata de manifestaciones de conducta sido superado.»
que acontecen en la soledad del sujeto (por ejemplo,
sus pensamientos de agresión) o en situaciones ín- A la hora de evaluar a sujetos delincuentes, re-
timas (por ejemplo, muchos comportamientos de sultará de gran utilidad también recoger toda aque-
maltrato o de agresión sexual). lla información disponible en medios documenta-
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 102 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 103

les, entre los que puede mencionarse información ­Y, por último, también se dispone del SVR-20-Se-
previa sobre los antecedentes del sujeto (terapéuti- xual Violence Risk Assessment (Boer, Hart, Kropp
cos, policiales, judiciales o penitenciarios), cuestio- y Webster, 1997), que ha sido traducido y adaptado
narios biográficos que se le hayan podido aplicar al español bajo la denominación de SVR-20: Ma-
con antelación, inventarios de conductas problemá- nual de valoración del riesgo de violencia sexual
ticas, sociales, cuestionarios de refuerzos, etc. Toda y que puede resultar de utilidad para predecir el
esta información puede ayudar a clarificar muchos riesgo de reincidencia de violadores y agresores
aspectos del caso y a realizar el análisis funcional sexuales adultos (Martínez, Hilterman y Andrés-
correspondiente. Pueyo, 2005).
En la evaluación de delincuentes, con la finali- En la tabla 4.1 se presenta una síntesis de la hoja
dad de ordenar la información documental recogida de codificación de la HCR. Como puede verse, cons-
sobre un determinado caso, se utilizan diversos ins- ta de 20 ítems agrupados en tres categorías: í­tems
trumentos o listas de chequeo o valoración. La más históricos, relativos a comportamientos, experien-
conocida y empleada de todas es la Psychopathy cias y diagnósticos acontecidos en la vida pasada del
Checklist Revised (PCL-R), desarrollada por Ro- sujeto (ítems H1-H10); ítems clínicos, relacionados
bert Hare y su equipo (Hare, 1991, 2000; Cooke, con estados y variables del sujeto presentes en el
Forth y Hare, 1998; McMurran, 2001b), que cons- momento de efectuar la evaluación (ítems C1-C5),
ta de 20 ítems, estructurados en dos factores: el e ítems de gestión del riesgo, correspondientes a
factor I hace referencia a características de perso- factores importantes para el futuro próximo del in-
nalidad del sujeto, e incluye elementos como «en- dividuo (ítems R1-R5). Con objetivos de investiga-
canto superficial», «mentira patológica», «manipu- ción los ítems pueden ser puntuados en una escala
lación», «falta de empatía», etc.; el factor II Likert de tres valores: 0 (factor no presente), 1 (fac-
incluye aspectos básicamente conductuales, entre tor parcial o posiblemente presente) y 2 (factor com-
los que se cuentan observaciones sobre «falta de pletamente presente). Ello permite obtener una pun-
autocontrol», «estilo de vida parásito», «sin metas tuación total de entre 0 y 40 puntos. No obstante,
realistas», etc. Hace algunos años se derivaron de con finalidades clínicas, los autores recomiendan, en
esta escala nuevos instrumentos de valoración del el actual estado de desarrollo de la escala, efectuar
riesgo de violencia (Andrés-Pueyo y Redondo, sólo valoraciones categóricas (No, ?, Sí), que tienen
2004). Una de estas escalas es un instrumento ge- un significado análogo a las anteriores pero no ge-
neral, el HCR-20-Assessing Risk for Violence-Ver- neran una puntuación global. La valoración final del
sion 2 (Webster, Douglas, Eaves y Hart, 1997), que riesgo de un sujeto como baja, moderada o alta no
ha sido traducido y adaptado, en el marco de nues- ha de obedecer necesariamente al número de facto-
tro Grupo de Estudios Avanzados en Violencia res de riesgo presentes en un individuo sino que se
(GEAV) de la Universidad de Barcelona, y publi- aconseja efectuar también una valoración cualitativa
cado como HCR-20: Guía para la valoración del del tipo de factores de riesgo que están presentes.
riesgo de comportamientos violentos (Hilterman y El SARA y el SVR-20 tienen un sistema de
Andrés-Pueyo, 2005). Se trata de un instrumento valoración idéntico al que se acaba de describir. Se
de predicción del riesgo de violencia a partir de están desarrollando diversas investigaciones por
factores históricos, clínicos y de gestión futura de parte del Grupo de Estudios Avanzados en Violencia
dicho riesgo. Existe una escala específica para pre- y de otros investigadores para explorar el funciona-
decir violencia de género o de pareja, el SARA miento de dichos instrumentos en la población es-
(Spousal Assault Risk Assessment Guide), que tam- pañola. En uno de estos estudios, Pérez, Redondo,
bién ha sido traducida y adaptada al contexto his- Martínez, García y Andrés (en prensa) han investi-
pano-hablante bajo la denominación de SARA: Ma- gado la capacidad del SVR-20 para predecir la rein-
nual para la valoración del riesgo de violencia cidencia de los agresores sexuales. Para ello se apli-
contra la pareja (Andrés-Pueyo y López, 2005). có el instrumento de forma retrospectiva pero ciega
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 103 04/09/13 12:52


104 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

TABLA 4.1
Hoja de codificación de la HCR

Nombre del sujeto: ……………………………..................……. Fecha ……... / …......………. / ………..


Nombre del evaluador: ………………………………………….
Ítems históricos Código
Codificar: 0 = no/ausente, 1 = parcialmente/posiblemente presente, 2 = sí/definitivamente presente (0, 1, 2)
H1 Violencia previa
H2 Edad del primer incidente violento
H3 Relaciones inestables de pareja
H4 Problemas relacionados con el empleo
H5 Problemas con el consumo de sustancias adictivas
H6 Trastorno mental grave
H7 Psicopatía
H8 Desajuste infantil
H9 Trastorno de personalidad
H10 Incumplimiento de supervisión
Total ítems históricos /20
Ítems clínicos
Codificar: 0 = no/ausente, 1 = parcialmente/posiblemente presente, 2 = sí/definitivamente presente
C1 Carencia de introspección
C2 Actitudes negativas
C3 Presencia actual de síntomas de trastorno mental grave
C4 Impulsividad
C5 No responde al tratamiento
Total ítems clínicos /10
Ítems de gestión del riesgo
Codificar: 0 = no/ausente, 1 = parcialmente/posiblemente presente, 2 = sí/definitivamente presente
R1 Ausencia de planes de futuro viables
R2 Exposición a factores desestabilizantes
R3 Carencia de apoyo social
R4 Incumplimiento a los tratamientos prescritos
R5 Alto nivel de estrés experimentado
Total ítems de afrontamiento de situaciones de riesgo /10
HCR-20 TOTAL /40

Valoración final de riesgo: Baja Moderada Alta

Fuente: Adaptado a partir de Hilterman y Andrés-Pueyo, 2005.

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 104 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 105

(es decir, sin que los evaluadores conocieran la ta en la infancia, ira, hostilidad o irritabilidad, ines-
eventual reincidencia fáctica de los sujetos a lo lar- tabilidad emocional, historial de agresiones físicas
go de un período promedio de cuatro años) a un a otras personas y otros antecedentes delictivos;
grupo de 163 agresores sexuales que habían cum- además presentaban minimización extrema o nega-
plido condenas de prisión y ya habían sido excarce- ción de la violencia y un incremento paulatino a lo
lados. La capacidad predictiva del SVR-20 se eva- largo del tiempo de la frecuencia o gravedad de las
luó mediante regresión logística, obteniéndose un agresiones. En relación a los factores de vulnerabi-
79,9 por 100 de clasificaciones correctas de los su- lidad más frecuentes en las mujeres víctimas, hay
jetos no reincidentes y un 70,8 por 100 de clasifica- que destacar una elevada presencia en ellas de tras-
ciones correctas de los sujetos reincidentes. La cur- tornos afectivos, haber sido agredidas por otras pa-
va ROC obtenida a través del modelo de regresión rejas anteriormente, presentar un trastorno por es-
logística mostró una buena capacidad predictiva del trés postraumático y tener fuertes sentimientos de
SVR-20 con un área bajo la curva (AUC) de 0.83. miedo y ansiedad.
La conclusión principal de este estudio es que el Los resultados obtenidos muestran que la vio-
Manual de valoración del riesgo de conducta sexual lencia contra las mujeres es con mucha frecuencia
(SVR-20) puede constituir una buena ayuda técnica crónica, puesto que un 73,5 por 100 de las víctimas
para predecir el riesgo de reincidencia sexual. afirmaba haber sido agredida físicamente con an-
Un segundo estudio se ha dirigido a contrastar terioridad a la denuncia interpuesta. Si se incluye
la eficacia y la capacidad predictiva del SARA (Ló- el maltrato psicológico, el porcentaje de repetición
pez y Andrés-Pueyo, 2007). Utilizando también una aumenta hasta un 85,3 por 100. También se ha
metodología retrospectiva, se analizó una muestra constatado que un 44 por 100 de las mujeres agre-
de 102 parejas (en total 204 personas, entre mujeres didas no se había separado de su pareja sentimen-
víctimas y varones agresores), representativa de tal después del acto violento que dio lugar a la
aquellos casos en que las víctimas interpusieron una denuncia. La media de tiempo de convivencia de
denuncia contra sus parejas o ex parejas sentimen- todas las parejas de la muestra era de 13,7 años.
tales en la jurdisdicción de los juzgados penales y La puntuación promedio en el SARA de los mal-
la Audiencia Provincial de Barcelona durante el tratadores evaluados fue de 19,58 (en un rango de
período 2004-2005. Para obtener la información 0 a 40 puntos). Del total de los agresores evalua-
sobre los casos se analizaron los expedientes judi- dos, un 60 por 100 fueron reincidentes en el pe­
ciales y los peritajes realizados sobre las víctimas ríodo de seguimiento de un año. Del conjunto
y los agresores. A partir de ello se valoraron los 20 de las variables analizadas, la puntuación global
ítems del SARA y también otros factores de riesgo, en el SARA fue la variable con mayor capacidad
que se recogieron a partir de un protocolo de 166 predictiva de la reincidencia en el maltrato, cla­
variables agrupadas en siete categorías: informa- sificando correctamente al 85 por 100 de los rein-
ción sociodemográfica, antecedentes familiares, an- cidentes y al 72 por 100 de los no reincidentes. Por
tecedentes personales, relación sentimental con la otro lado, todos los agresores que habían obteni-
víctima, historial de violencia del agresor, historial do en el SARA una puntuación total por encima
de violencia contra la víctima y delito/agresión ac- de la media (de 19,58 puntos) multiplicaron por 6
tual que motiva la valoración. Finalmente, se efec- su riesgo de reincidir en el maltrato (x2: 16,8; gl:
tuó un seguimiento a lo largo de un año para evaluar 1; p < 0,001; ORO: 5,77; IC 95 por 100 = 2,4-
la posible reincidencia de los agresores en el mal­ 13,8). Estos primeros resultados permiten conside-
trato. rar que el SARA muestra una buena capacidad de
Se identificaron una serie de factores de riesgo, predicción del riesgo en agresores familiares, por
exclusivos de los agresores, entre los cuales apare- lo que puede constituir una herramienta de gran
cían (con diferentes porcentajes) factores como: ayuda para los profesionales que trabajan en este
dificultades de aprendizaje y trastornos de conduc- campo.
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 105 04/09/13 12:52


106 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

4.2. Evaluación de necesidades — Hurta, roba y agrede a otras personas con


de tratamiento habitualidad.
— Se irrita con facilidad y gran intensidad.
Si se cuenta con mucha información sobre los — Insulta, amenaza y acosa a otras personas
para lograr lo que quiere.
casos, puede resultar más difícil concretar las nece-
— Muestra una elevada impulsividad: hace lo
sidades terapéuticas de los sujetos y los factores que primero que le viene a la cabeza.
se relacionan con ellas. Labrador (2002) ha señala- — Consume, cuando tiene dinero, pastillas y
do la conveniencia de que la evaluación, con fina- cocaína.
lidades de tratamiento, sea lo más breve y precisa — Va diariamente a un bar en el que se en-
posible, evitando largos procesos evaluativos de cuentra con sus amigos, la mayoría delin-
carácter genérico e inespecífico (amplios antece- cuentes y consumidores de drogas.
dentes familiares, infancia, historia sexual, etc.) y — Frecuentemente se emborracha.
utilizando en la medida de lo posible instrumentos — Llega tarde y falta a menudo al trabajo,
estandarizados y empíricamente validados para ti- con cualquier excusa.
— Desconfía de las personas que no conoce
pos específicos de problemas. Así pues, el terapeu-
y malinterpreta a menudo (como amena-
ta debe concretar la evaluación lo antes posible. zas) lo que dicen y hacen.
Para ello, Kanfer y Schefft (1988) han sugerido que — Se pone nervioso cuando conversa con
el terapeuta debería activar en esta fase evaluativa otras personas y no sabe explicarse ade-
las siguientes seis reglas de pensamiento: cuadamente.
— Manifesta muchos pensamientos distorsio-
1. Pensar en conducta y no en aspectos glo- nados y de justificación de su vida delictiva
bales (del problema del sujeto). (no cree que haga daño a nadie y conside-
2. Pensar en soluciones. ra que todo el mundo, de una manera u
3. Pensar en positivo. otra, roba).
4. Pensar en pequeños pasos. En cambio, presenta déficit en las siguientes
5. Pensar de manera flexible. conductas y habilidades convenientes o necesarias
6. Pensar en futuro. para poder llevar una vida prosocial:

Este modo de proceder, dirigido a evaluar pro- — Su nivel educativo reglado es muy bajo,
blemas y necesidades terapéuticas, y a ponerlos en con grandes lagunas culturales.
relación con posibles elementos o factores relacio- — Carece de formación laboral específica.
nados con ellos, se lleva a cabo mediante dos he- — Carece de intereses de ocio, deportivos,
culturales, etc. (distintos de ir al bar con
rramientas principales: el análisis topográfico o des-
los amigos).
criptivo del comportamiento y el análisis funcional — Carece de amigos y otros vínculos proso-
de dicho comportamiento (Muñoz, 2004, 2002). ciales (excepto una chica que con la que
ha empezado a salir recientemente).
— Presenta baja competencia en habilidades
4.2.1. Análisis topográfico de la sociales: conversacionales, asertivas, de
conducta delictiva y las comunicación de emociones y de negocia-
necesidades de tratamiento ción.
— Incapacidad actual para reflexionar míni-
Como resultado de la evaluación efectuada en mamente antes de actuar.
el caso de Dani (presentado en el capítulo 1), se — Su nivel de «desarrollo moral» es muy
han identificado inicialmente los siguientes pro- bajo, lo que le hace basar sus decisiones
blemas principales. exclusivamente en el propio beneficio.
Dani muestra una elevada frecuencia de los — Aunque su madre reiteradamente lo ha in-
siguientes comportamientos problemáticos: tentado, Dani nunca ha asumido ninguna

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 106 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 107

obligación en relación con las tareas y res- e intensidad de hábitos, emociones, pensamientos,
ponsabilidades domésticas (hacer la com- actitudes, etc., que resultan proclives a la actividad
pra, hacer comidas, cuidado de la ropa, delictiva, y, como déficit de conducta, aquellas
limpieza, chapuzas domésticas, etc.). mani­festaciones de comportamiento social que es-
— Su nivel de aseo personal (ducha, afeitado,
casean en el repertorio del sujeto y dificultan sus
cambiarse de ropa) es bastante defici­
tario. actividades prosociales. Muchos delincuentes pre-
sentan elevada frecuencia de comportamientos tales
Las conductas y reacciones humanas pueden ser como golpear, acosar, intimidar, hostigar y mani-
desglosadas en pequeñas unidades de análisis o res- pular a otras personas. Por el contrario, a menudo
puestas (RR). En un sentido amplio, son respuestas son deficitarios en comportamientos socialmente
todo aquello que el individuo hace (respuestas mo- deseables, como negociar las discrepancias, identi-
toras), aquello que involuntariamente le sucede ficar sus propios sentimientos, así como los de las
(respuestas autonómicas y grandulares: por ejem- otras personas, afrontar de manera apropiada (sin
plo, se encuentra nervioso, tenso, angustiado) y lo violencia) las críticas y acusaciones de otros, y res-
que dice o piensa (respuestas verbales y cognitivas). ponder eficazmente a los fallos e incomodidades
La investigación básica ha permitido diferenciar causados por otras personas, evitando la ira (Gols-
distintos parámetros de medida de las respuestas. tein y Glick, 2001). También suelen ser precarios
Los más importantes son, según ya se ha comenta- en hábitos laborales, responsabilidad familiar, de-
do, la duración, que es el tiempo durante el cual un sarrollo de aficiones culturales y de ocio, etc.
sujeto lleva a cabo una respuesta, la frecuencia, que Así, las conductas o respuestas de los sujetos se
mide el número de veces que se produce una res- podrían clasificar en aquellas que hay que mantener
puesta, y la intensidad, o grado de manifestación (porque son adecuadas y positivas), aquellas otras
de una respuesta (por ejemplo, emocional). que hay que incrementar (es decir, todos aquellos
Desde una perspectiva psicológica general, la comportamientos necesarios para una vida proso-
finalidad del análisis topográfico de la conducta es cial sin delitos, en los que muchos delincuentes
recoger información sobre los comportamientos suelen ser deficitarios) y aquellas conductas que
(motores, emocionales y cognitivos) de cada sujeto deben reducirse o eliminarse (evidentemente todos
evaluado y cuantificarlos, para determinar si resul- los repertorios de comportamiento violentos y de-
tan inapropiados por exceso, por defecto o por in- lictivos, y otros correlatos vinculados a ellos, como
adecuación contextual (Godoy, 1998). El primer el consumo de drogas).
resultado del análisis topográfico será el estableci-
miento de una línea base de los comportamientos 4.2.2. Análisis funcional de la conducta
problemáticos. Además, puede permitir también la delictiva
ponderación de los síntomas en términos de las
clasificaciones diagnósticas globales, DSM (Ma- El análisis funcional, inicial y provisional, del
nual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos caso de Dani ha llevado a identificar los siguientes
Mentales, American Psychiatry Association, 1980) antecedentes y consecuentes relacionados con el
y CIE-10 (Clasificación Internacional de las Enfer- mantenimiento de sus excesos y déficit de com-
medades) (Echeburúa, 1993). La clasificación diag- portamiento:
nóstica realizada puede también ayudar, con base
en los conocimientos actuales, a la formulación de Antecedentes
una primera hipótesis sobre el tratamiento que pro- — Gran fuerza actual de sus hábitos antiso-
bablemente resultará adecuado. ciales, debido a las muchas experiencias
El análisis topográfico del comportamiento de­ previas que han sido reforzadas.
lictivo se concretaría en identificar, definir, registrar — Gran fuerza de los hábitos de consumo de
y medir, como excesos de conducta, la frecuencia sustancias tóxicas debido también a la ex-

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 107 04/09/13 12:52


108 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

periencia repetida y a un cierto grado de nifiestan o se suprimen. Como se ha apun-


adicción. tado, para el caso de los delincuentes, los
— Precipitación de ansiedad en situaciones déficit de conducta vendrían generalmente
de interacción social, debido a que no se referidos a carencias prosociales en los ám-
ve capaz de resolverlas adecuadamente.
bitos de las relaciones humanas (familiares,
— Interpretación sesgada (como amenazas)
de lo que dicen y hacen otras personas. en contextos no delictivos, etc.) y en los
— Modelado de amigos delincuentes y con- ámbitos de la formación y el empleo. Por
sumidores de drogas. el contrario, los excesos de conducta más
— Incitación de los modelos para cometer evidentes serían los relativos a los propios
delitos y consumir drogas. comportamientos delictivos y otras conduc-
— Contextos físicos de encuentro con los tas de agresión o engaño vinculadas, así
amigos (bares habituales, plaza del barrio, como a distorsiones cognitivas y justifica-
etcétera). ciones del delito, y posibles emociones de
— Carencia de dinero. ira, venganza, etc.
— Multitud de «definiciones» de conducta
2. Clarificación de las situaciones problemá-
favorables a la delincuencia y al consumo
de drogas (que incitan a cometer delitos, ticas en que se concretan las acciones vio-
ser violento y consumir drogas) y contra- lentas y delictivas, detallando sus antece-
rias a los estilos de vida prosociales. dentes y consecuentes.
3. Análisis motivacional del sujeto, especifi-
Consecuentes cando las condiciones estimulares (positi-
— Llevar una vida «fácil», sin obligaciones. vas y negativas) vinculadas a sus compor-
— Obtención de dinero rápido y fácil. tamientos delictivos y la jerarquía que
— Evitar el esfuerzo del trabajo, los horarios, presentan tales motivos. El objetivo priori-
las obligaciones domésticas, etc. tario de este paso es conocer los resortes
— Efectos psicofarmacológicos «grafican- funcionales que pueden ayudar a promover
tes» de los consumos de drogas. el cambio de conducta.
— Reducción de tensión acumulada. 4. Análisis del desarrollo, estudiando para
— Vengarse de los «enemigos». ello la secuencia de cambios y la evolución
— Reforzamiento social de los amigos y co- del sujeto en las esferas conductual, bioló-
legas.
gica y social. Se trata de indagar las posi-
— «Coherencia» con las propias «definicio-
nes» normativas de Dani sobre su conduc- bles relaciones funcionales que puedan
ta y sobre la conducta de los otros: auto- existir entre las alteraciones sociobiológi-
rreforzamiento. cas del sujeto y sus cambios de comporta-
miento.
Para efectuar el análisis funcional del compor- 5. Análisis de la capacidad de autocontrol
tamiento el esquema más utilizado es, como es sa- con que cuenta el sujeto, para conocer los
bido, el de Kanfer y Saslow (1965), quienes sugi- recursos personales de que dispone y que
rieron la conveniencia de indagar los siguientes pueden facilitar (o dificultar, si no dispone
aspectos (García Fernández-Abascal y Vallejo Pa- de ellos) el proceso terapéutico.
reja, 1998; Villareal Coindreau, 1986): 6. Análisis de las relaciones sociales del in-
dividuo, determinando qué personas son las
1. Análisis inicial (y topográfico) de la situa- más relevantes en su contexto como po­
ción problema, tanto en su dimensión de sibles fuentes de estimulación y reforza-
déficit y excesos de conducta (frecuencia, miento.
intensidad, duración) como de las condi- 7. En términos más amplios, análisis del en-
ciones en que los comportamientos se ma- torno físico, social y cultural del individuo
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 108 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 109

y determinación de las posibles relaciones gía, a partir de un paradigma biopsicoso-


de contingencia que tales contextos puedan cial, vino a considerar que la mayor parte
tener con su comportamiento, de cara a po- de los problemas psicológicos era el resul-
derlos utilizar como motores del cambio. tado de las interacciones inapropiadas del
individuo con su ambiente social. El deri-
En síntesis, el análisis funcional de la conducta vado aplicado para el análisis psicopatoló-
permite encontrar relaciones de contingencia entre gico fue la prescripción de la evaluación
factores de un determinado ambiente estimular y el continua del comportamiento y de las inte-
comportamiento de los individuos sobre los que el racciones de contingencia que el compor-
ambiente influye, en una doble vertiente: en primer tamiento mantiene con su medio.
lugar, identificando aquellos estímulos (externos o 2. Las categorías diagnósticas clásicas (por
internos) que anteceden a la conducta y la elicitan ejemplo, «trastorno obsesivo compulsivo»)
o propician (estímulos discriminativos); en segundo agrupan, con finalidades clasificatorias, di-
término, especificando los efectos que llegan al su- ferentes síntomas, o conductas, dentro de
jeto cuando la conducta es emitida (es decir, las una etiqueta de síndrome o cuadro clínico.
consecuencias que tiene la conducta para el sujeto) Pese a ello, el acuerdo entre jueces, al atri-
y controlan su realización futura (O’Neil, Horner, buir una serie de síntomas clínicos a una
Albin et al., 1990). determinada categoría, suele ser bajo, y a
menudo un mismo individuo puede ser
diagnosticado en cuadros distintos en fun-
4.3. ¿Evaluación psicológica o ción de la diversidad de terapeutas que lo
diagnóstico psicopatológico? diagnostiquen.
3. Paralelamente a la falta de fiabilidad entre
Tradicionalmente, la psicología, y de modo es- jueces, existe el problema del solapamien-
pecial la terapia de conducta, habían rechazado la to de síntomas en distintos cuadros o sín-
utilización, con utilidad terapéutica, de las catego- dromes, lo que hace más confuso aún el
rías clínicas tradicionales, procedentes fundamen- encuadre diagnóstico de un sujeto. Es un
talmente del ámbito médico y psiquiátrico. Las clásico la experiencia llevada a cabo por el
principales razones para este rechazo eran las si- psiquiatra norteamericano David Rosenhan
guientes (Belloch, Sandín y Ramos, 1995; Come- (1973), quien se dirigió a distintos servicios
che y Vallejo, 1998; Lemos Giráldez, 2000; Kanfer de psiquiatría, se hizo pasar por esquizofré-
y Saslow, 1965; Ullman y Krasner, 1969; Yates, nico y fue diagnosticado como tal en la
1975): mayoría de ellos; más tarde, cuando se co-
noció su estratagema, los clínicos clásicos
1. El diagnóstico tradicional tenía su origen se defendieron aduciendo que quienes le
en la medicina y, por ello, comportaba una habían diagnosticado no tenían el entrena-
concepción etiopatogénica según la cual miento clínico suficiente y por eso fallaron;
cualquier patología dimanaba de un agente entonces él anunció que nuevamente se
patógeno (en las patologías orgánicas, por personaría de incógnito en distintos hospi-
ejemplo, una bacteria) que generaba los tales del país, cosa que no hizo; lo que sí
síntomas indicativos de la enfermedad o hizo fue comprobar cómo su amenaza se
síndrome. Este modelo biomédico de aná- había traducido en un aumento de «falsos
lisis causal fue directamente trasladado a negativos», es decir, de esquizofrénicos
las patologías psicológicas, cuyo agente reales que fueron rechazados en los hospi-
patógeno generalmente se ubica en el mun- tales ante el temor de que se tratara de Ro-
do intrapsíquico. Frente a ello, la psicolo- senhan o de algún colaborador suyo.
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 109 04/09/13 12:52


110 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

4. El mayor reparo que la psicología ha pues- y de duración de la sintomatología. En algunos se


to al diagnóstico tradicional reside en su describen también las probables circunstancias
escasa utilidad para la planificación y apli- etiológicas que pueden estar en la base del trastor-
cación de la intervención terapéutica. El no (por ejemplo, en el caso del «trastorno por es-
diagnóstico tradicional asciende desde la trés postraumático»), o por el contrario se excluyen
constatación de una serie de síntomas o ciertas etiologías (por ejemplo, en el caso de la
comportamientos problema a una etiqueta depresión, que ésta no sea el resultado de haber
de orden clasificatorio superior. Este pro- tomado una droga). Estas descripciones son el re-
ceso resulta, sin embargo, poco útil para la sultado de la reiterada observación clínica a lo
intervención terapéutica, que, finalmente, largo de décadas, y se han ido matizando y pulien-
ha de regresar nuevamente a los comporta- do en las sucesivas ediciones del DSM, desde el
mientos directos que entrarán en el plan de DSM-III, editado en 1980, hasta la revisión del
acción terapéutico. Es decir, la etiqueta DSM-IVR.
diagnóstica cumpliría, según ello, una fina- Desde una perspectiva psicopatológica son múl-
lidad básicamente clasificatoria, pero guar- tiples los trastornos mentales descritos en el DSM-
daría escasa o nula relación con la interven- IVR (2002) que pueden conectarse con el compor-
ción específica. tamiento antisocial de jóvenes y adultos (problemas
paterno-filiales, abuso físico o sexual del niño, ne-
Pese a todo lo anterior, a lo largo de los últimos gligencia de la infancia) o resultar comórbidos con
años se ha ido produciendo una paulatina acepta- el comportamiento antisocial (Gacono et al., 2001;
ción en psicología del sistema diagnóstico tradicio- McMurran, 2001b). Entre estos últimos podrían en-
nal, y específicamente del Diagnostic and Statisti- contrarse el trastorno disocial y el trastorno nega-
cal Manual of Mental Disorders (DSM) a partir de tivista desafiante, los trastornos relacionados con
su tercera edición (American Psychiatry Associa- sustancias (alcohol, alucinógenos, cocaína, inha-
tion, 1980) y de la Clasificación Internacional de lantes, opiáceos...), la esquizofrenia y otros trastor-
las Enfermedades (CIE-10) de la Organización nos psicóticos, algunos tipos de trastornos bipola-
Mundial de la Salud, como instrumentos válidos y res, las parafilias (pedofilia, sadismo sexual), los
complementarios para la comunicación entre los trastornos de control de los impulsos y el trastorno
clínicos (Barlow y Durand, 2001; Comeche y Va- antisocial de la personalidad. Sin embargo, las po-
llejo, 1998; Labrador, 2002; Labrador, Echeburúa sibles interacciones entre muchos de estos cuadros
y Becoña, 2000). y el comportamiento antisocial y delictivo son con-
En lo concerniente al DSM, actualmente está fusas y han sido escasamente exploradas.
vigente su cuarta edición revisada, el DSM-IVR Por otro lado, el análisis clínico de diversas
(American Psychiatry Association, 2002), en cuya muestras de delincuentes violentos ha generado en
redacción ya han colaborado equipos de psicólogos la bibliografía anglosajona multiplicidad de taxo-
bajo la dirección de Barlow y otros destacados nomías específicas, que también pueden utilizarse
autores (se está comenzando a trabajar en la nueva con finalidades diagnósticas. Megargee (1991), uno
versión del DSM-V). Establece dieciocho grupos de los autores más destacados en este ámbito, revi-
de trastornos en los que se incluyen alrededor de só la investigación clínica sobre violencia delictiva,
400 trastornos específicos. Cada trastorno describe encontrando, en síntesis, seis tipos de agresores
la fenomenología mínima que debe presentarse (véase también Andrews y Bonta, 2006):
para diagnosticarlo, a partir de una serie de dimen-
siones principales tales como las molestias, inca- 1. Sujetos normales en graves circunstancias
pacidades, alteraciones, comportamientos, pensa- situacionales (como, por ejemplo, en es­
mientos y estados emocionales mostrados por el tado de embriaguez por ingesta de al­
sujeto, cumpliendo un determinado criterio de edad cohol).
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 110 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 111

2. Sujetos con severas patologías (psicosis más frecuentes de cada trastorno, con exclusión de
funcional u orgánica, trastorno de estrés otros trastornos. Debido a ello, para la concreta
postraumático, ingesta de sustancias quími- especificación de un tratamiento es imprescindible
cas o drogas, etc.). completar este primer diagnóstico global o molar
3. Sujetos con un estilo de vida agresivo, ex- con el subsiguiente análisis funcional de los con-
puestos a una socialización subcultural en cretos comportamientos, pensamientos y emocio-
contextos en los que la violencia es «nor- nes incursos en cada caso, y de las condiciones que
mal». los favorecen y mantienen.
4. Sujetos que utilizan la violencia como me- Este cambio de perspectiva que se ha produci-
dio/instrumento para fines extrínsecos do en la psicología, favorable a la aceptación del
(como dinero, producir un cambio político, diagnóstico clínico como herramienta paralela al
obtener gratificación sexual, fines milita- análisis del comportamiento, comenzó a producir-
res, etc.). se en la década de los ochenta, cuando diversos
5. Sujetos que padecen crónicas emociones autores consideraron útil la combinación en el
de cólera, hostilidad u odio, a las que son diagnóstico clínico de un doble acercamiento, mo-
inducidos por situaciones de opresión, abu- lecular, a partir del análisis funcional del compor-
so, frustración, etc. tamiento, y molar, con base en los síndromes psi-
6. Sujetos con excesivas inhibiciones y con- quiátricos (Hersen, 1988). La necesidad de esta
troles, que una vez rotos les llevan a gran- doble perspectiva fue reconocida por Spitzer
des explosiones de violencia. (1983), a la sazón presidente del Comité de Inter-
vención de Nomenclatura Estadística de la Socie-
En relación con la interacción entre trastornos dad Americana de Psiquiatría, en la propia intro-
mentales y conducta delictiva, Monahan (1996) ducción al DSM-III en los siguientes términos:
concluyó que aunque se ha encontrado relación sig- «...un diagnóstico con el DSM-III representa, sim-
nificativa entre algunas enfermedades mentales gra- plemente, la etapa inicial de una evaluación com-
ves (por ejemplo, psicosis) y episodios de gran vio- prensiva [...]. El clínico que considere las terapéu-
lencia, dicha relación suele tener una magnitud más ticas conductuales hará un análisis funcional de la
bien modesta y, en muchos casos, es superior la alteración conductual [...] [que] lleva a la formula-
probabilidad de que los enfermos mentales se con- ción de un conjunto de hipótesis relacionadas con
viertan en víctimas de la violencia a que sean agre- la adquisición y mantenimiento del problema con-
sores. ductual, el cual es posteriormente evaluado a través
Desde una perspectiva topográfica y descrip­ de la aplicación de un tratamiento conductual es-
tiva, el diagnóstico de un determinado trastorno pecífico» (pp. 14-15).
correctamente realizado constituye un buen ins­ A pesar de todo lo anterior, el conjunto de esta
trumento de partida para saber a qué tipo de pro- obra adopta una perspectiva evaluativa que prioriza
blemática y de qué gravedad nos enfrentamos. En la especificación de los comportamientos delictivos
el actual estado de conocimiento de las técnicas de y prosociales, a través del análisis funcional de la
tratamiento que funcionan en cada trastorno o tipo- conducta, por encima de cualesquiera otras clasifi-
logía de trastornos, dicho diagnóstico puede inclu- caciones nosológicas globales. Esta perspectiva es-
so permitir en algunos casos efectuar una primera pecífica se considera aquí mucho más operativa y
hipótesis provisional de la modalidad de tratamien- útil a los efectos del diseño, aplicación y evaluación
to por la que probablemente se optará. Con todo, del tratamiento con delincuentes que la asignación
las clasificaciones diagnósticas del DSM-IVR y de de etiquetas diagnósticas que escasamente recogen
la CIE-10 no se fundan en modelos psicopatológi- los correlatos del comportamiento delictivo y muy
cos y teóricos definidos (Labrador, 2002), sino en a menudo más confunden que ayudan a trabajar en
la constatación de los síntomas o características este campo.
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 111 04/09/13 12:52


112 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

4.4. Psicopatía y delincuencia chopathy Checklist Revised (PCL-R). El resurgi-


miento del constructo psicopatía ha obedecido a la
Demetrio tiene 34 años, es soltero, tiene un necesidad de comprender mejor un tipo de funcio-
nivel educativo bajo (habiendo cursado sólo ense- namiento interpersonal caracterizado por un gran
ñanza primaria) y ha trabajado como curtidor de egocentrismo y una completa ignorancia del sufri-
pieles. Ha sido condenado por diversos delitos miento de los otros. De modo simple, el rasgo «psi-
como los siguientes: tenencia ilícita de armas, robo copatía» definiría a aquellos individuos que actúan,
con fuerza, robo con intimidación, detención ilegal
con solicitud de rescate, asesinato consumado y
de una manera extrema, en su exclusivo beneficio,
tentativa de asesinato. Aunque los delitos son he- sin considerar en absoluto cómo su comportamien-
terogéneos, todos tienen como eje común la ob- to puede dañar o interferir con las necesidades, de-
tención rápida de dinero. Tiene numerosas diligen- seos y expectativas de las otras personas. La inves-
cias judiciales abiertas y ha estado varias veces en tigación apunta en dirección a la posible existencia
prisión provisional por distintos delitos. En la ac- de factores neurológicos (en buena medida, de ori-
tualidad cumple condenas por delitos cometidos gen genético) en la base de la psicopatía (Raine,
como miembro de una banda criminal organizada 2000), que producirían una supremacía funcional
que llevó a cabo un secuestro para pedir un resca- del sistema mesolímbico o sistema de activación
te. Sin embargo, en el descuido de quienes la vi- del comportamiento (SAC), a partir de reforzamien-
gilaban la víctima logró escapar, lo que dio lugar
a un plan de represalias por parte de esta banda
to, sobre el sistema septohipocampal o sistema de
contra algunos de sus ex miembros. El jefe de la inhibición del comportamiento (SIC), activable me-
banda y Demetrio, de madrugada, mientras tres de diante el castigo y la estimulación novedosa (Gray,
sus ex compañeros que vivían en una casa de las 1982, 1987; Quay, 1993). Estas probables disfun-
afueras de la ciudad estaban profundamente dor- ciones neuroendocrinas han llevado a la considera-
midos, ya que además habían ingerido drogas, ro- ción de posibles vías de intervención farmacológica
ciaron con gasolina los colchones y las habitacio- mediante neurolépticos e inhibidores de la reabsor-
nes en que dormían y les prendieron fuego. [...] ción de la serotonina (Lösel, 2000), y en el especí-
Demetrio muestra una elevada peligrosidad y ca- fico campo de los agresores sexuales a través de
pacidad criminal, manifestando claros valores de- antagonistas de la testosterona (Labrador, Eche-
lictivos, una rígida jerarquización criminal, un
gran menosprecio hacia sus víctimas y una nula
burúa y Becoña, 2002; Marshall y Redondo, 2002).
conciencia de la gravedad de los delitos cometi- Con todo, el uso de fármacos es un camino poco
dos. Además, presenta una fuerte drogodependen- explorado todavía.
cia a la heroína (que fue contemplada como cir- En un sentido estricto, la presencia de rasgos
cunstancia atenuante de su responsabilidad penal), psicopáticos no implica necesariamente que un in-
en la que se inició a los 20 años, y que le conduce dividuo se convierta en delincuente. El moderno
a un incontrolado consumo y a continuos compor- concepto de psicopatía, a partir del PCL-R, viene
tamientos de extorsión. integrado por dos factores, uno nuclear de persona-
lidad (factor I) y otro de conducta antisocial explí-
Se ha aducido y documentado la relación entre cita (factor II). De forma paralela, y a los efectos
conducta delictiva y psicopatía (Gacono et al., 2001; que aquí nos interesan, Garrido (2000, 2002) ha
Garrido, 2000, 2002, 2004; McMurran, 2001b; Rai- diferenciado entre psicópatas «integrados» (que lle-
ne, 2000). El antiguo concepto de psicopatía, que van una vida legalmente aceptable) y «subcultura-
estuvo en desuso durante décadas, ha cobrado nue- les» (inmersos en el mundo de la delincuencia). En
vo vigor en los últimos años, a partir de la investi- sentido inverso, la mayoría de los delincuentes (in-
gación al respecto de Cleckley (1976) y especial- cluso violentos) no tienen por qué ser psicópatas.
mente de Robert Hare y su equipo (Andrews y Sin que existan cifras fidedignas al respecto, se ha
Bonta, 2006; Hare, 1991, 2000; Cooke, Forth y estimado una prevalencia de psicopatía en el 2 por
Hare, 1998), que culminó en el desarrollo del Psy- 100 de la población general (Garrido, 2000). Entre
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 112 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 113

los delincuentes encarcelados, Hare ha obtenido en tas delictivas. Utilizaré para ello un símil sobre los
Norteamérica un rango de psicopatía —es decir, factores cognitivos de la delincuencia (Redondo,
con puntuaciones en el PCL-R por encima del cri- 1993). Se basa en la sugerente —y muy utilizada—
terio de 30 puntos— de entre 15-28 por 100 (Hare, analogía que puede establecerse entre el ser huma-
1991, 1996). En Europa esta tasa sería algo inferior no y un ordenador. Cuando se altera la conducta de
(Cooke y Michie, 1998), habiéndose hallado un 12 un ordenador (la pantalla no responde, da mensajes
por 100 en las prisiones de Baviera en Alemania incorrectos, se borra la información, etc.), sólo ca-
(Lösel, 1998) y un 18 por 100 en una prisión espa- ben tres posibles fuentes etiológicas de los proble-
ñola (Moltó et al., 2000). Pese a todo, desde la mas observados: 1) es probable que falle quien ope-
perspectiva de la incidencia delictiva, las muestras ra el ordenador, equivocándose al manipular el
de delincuentes más peligrosos (entre los que están teclado, las instrucciones, etc., y dando de este
los psicópatas) suelen ser los responsables de más modo al ordenador mensajes incomprensibles —
del 50 por 100 de todos los delitos conocidos esto es lo que sucede, según la experiencia más
(Loeber, Farrington y Waschbusch, 1998). Ello sig- frecuente, en la inmensa mayoría de las ocasio-
nifica que cualquier intervención sobre grupos de nes—; 2) puede que falle el «software», los progra-
delincuentes violentos y peligrosos tiene una alta mas del ordenador, resultando inapropiados para lo
probabilidad de contar en sus filas con una repre- que se pretende, insuficientes o contaminados, lo
sentación de sujetos con altas puntuaciones en psi- que conduce a una conducta alterada, errónea o
copatía. La psicopatía constituye uno de los retos atípica en el ordenador —esto ocurre algunas ve-
más importantes en el tratamiento de los delincuen- ces—, o bien 3), que se haya producido un fallo en
tes, y deberá prestarse a este problema una especial el «hardware» interno, de forma que la máquina
atención durante los próximos años. esté cortocircuitada, y no pueda entender adecuada-
Como puede verse, el panorama de la interac- mente los mensajes y responder convenientemente
ción psicopatía-delincuencia es complejo, y su deli- —ello sucede en contadas ocasiones, si lo compa-
mitación, poco clara. Más oscuro es todavía el pano­ ramos con la cantidad de veces que ocurren 1) y 2).
rama del tratamiento de los delincuentes psicópatas, Pues bien, en el ámbito de la delincuencia el
ya que son poquísimos los programas y estudios que ideal de parsimonia científica nos sugiere una se-
han tomado medidas evaluativas de psicopatía. Los cuenciación explicativa semejante. La investigación
estudios de Ogloff, Wong y Greenwood (1990) y de de los últimos cincuenta años nos ha enseñado que
Harris, Rice y Cormier (1994) han encontrado en ante la conducta delictiva sólo caben, también, tres
general peores resultados en los psicópatas tratados fuentes etiológicas, de magnitud explicativa decre-
que en otros grupos de delincuentes y, en ocasiones, ciente: 1) es muy posible que las dificultades estén
los grupos de psicópatas tratados han reincidido más en los diversos contextos del sujeto, que no lo han
que los no tratados. Dos evaluaciones específicas estimulado y preparado suficientemente para el
sobre tratamiento de psicópatas son las de Garrido, funcionamiento prosocial, o lo han estimulado
Esteban y Molero (1996) y Salekin (2002), a las que ­en contrario —la mayoría de las veces—; 2) puede
se hará referencia más adelante. ser que «el fallo» se encuentre en factores básicos
Sin embargo, en esta obra sobre tratamiento de —cognitivos y otros— de interacción del individuo
la delincuencia no me gustaría trasladar al lector un con su entorno, lo que le impide responder de modo
sentimiento de desesperanza como resultado de la apropiado ante el mundo social que le rodea —ello
referencia a la psicopatía. En la interacción psico- sucede en no pocas ocasiones—, o 3) podría ser
patología-conducta delictiva probablemente existen que, finalmente, existan trastornos graves, lesiones,
muchos más elementos para la confianza en el tra- alteraciones neurológicas, psicopatía, etc., que im-
tamiento que para lo contrario. Tal vez ello se haga pidan o dificulten una ágil y adecuada integración
más evidente si se analizan, de manera global, los de todo lo demás, es decir, del ambiente que rodea
grandes factores que están en la base de las conduc- al individuo y de los aprendizajes necesarios para
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 113 04/09/13 12:52


114 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

encarar satisfactoriamente dicho ambiente —esto tintos ejercicios prácticos, en los que se dirige la
último sucede, por fortuna, en contadas ocasio- atención de los sujetos hacia los daños físicos y
nes—. Si lo anterior fuera cierto, y la investigación psicológicos experimentados por las víctimas, y se
apunta en general a que lo es, es posible esperar potencia en los agresores la ampliación de su propio
que el tratamiento, a través de la introducción de repertorio emocional. También se plantean y discu-
cambios en el ambiente y los aprendizajes del su- ten las principales ventajas de ser empático, tal y
jeto o en sus creencias y actitudes delictivas, pro- como se presentan en la tabla 4.2.
duzca mejoras sustanciales que reduzcan en la Este ingrediente para el desarrollo de la empatía
­mayoría de los casos el riesgo delictivo de los su- en agresores sexuales puede resultar sugerente para
jetos. el diseño de ingredientes análogos que puedan ser
La «falta de empatía» (con el sufrimiento de las adecuados para individuos con rasgos psicopáticos
víctimas) es una de las características consideradas (entre ellos algunos agresores sexuales). No se está
como más definitorias de la psicopatía. Pues bien, afirmando que el reto sea, en el caso de sujetos con
la empatía puede concebirse también como una características psicopáticas, fácil. Pero sí que se está
«competencia social» susceptible de entrenamiento sugiriendo que el camino debe ser, como todos los
y mejora. Así, por ejemplo, en el programa de tra- demás, explorado, con la necesaria imaginación, y
tamiento de agresores sexuales aplicado en las pri- el esfuerzo y la esperanza debidos, sin que el cons-
siones españolas, al que se hará referencia más ade- tructo «psicopatía» pueda constituir una barrera
lante, se incluye un módulo específico para el ­infranqueable en materia de tratamiento de delin-
desarrollo de la empatía a través del trabajo en dis­ cuentes.

TABLA 4.2
Ventajas de ser empático e inconvenientes de no serlo

Ventajas de ser empático

— Ayudas a que los demás sientan que alguien se preocupa por ellos.
— Consigues que los demás se sientan bien al poder compartir sus sentimientos —positivos o negativos— con­tigo.
— Te sientes muy bien al saber que has ayudado a alguien a sentirse mejor.
— ¡Al ser empático, cada vez comprendes mejor a los demás!
— Aprendes de la experiencia de otras personas.
— Estableces más relaciones de amistad y mejoras la comunicación con tus amigos.
— Haces cada vez menos daño a otras personas porque comprendes lo que pueden sentir.

Inconvenientes de no ser empático

— La gente no comparte contigo sus sentimientos, pensamientos y emociones, y al final te sientes solo.
— Los demás tienen pocas ganas de escucharte y de intentar entenderte.
— Te resulta difícil tener verdaderos amigos.
— Eres incapaz de compartir tus emociones y sentimientos con los demás, porque, al igual que no eres capaz de
comprender a los demás, crees que ellos tampoco pueden comprenderte a ti.
— No eres capaz de entender lo que las personas pueden necesitar.
— Nunca podrás ayudar a nadie porque no sabrás cuándo necesitan ayuda los demás.
— Desconocerás los sentimientos más nobles del ser humano, que nacen de la ayuda y el cariño mutuos.

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 114 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 115

4.5. Formulación del programa o no factible un determinado programa de trata-


de tratamiento miento.
En segundo término, son claves también las ca-
«Pensamos en generalidades, pero vivimos racterísticas del propio programa de tratamiento, en
en detalles.»
cuanto a su estructuración, materiales necesarios,
Alfred North Whitehead (1861-1947), duración, intensidad y necesidad de espacios para
matemático y filósofo británico. su aplicación. Es evidente que las características de
un programa de tratamiento deben concitar el com-
Una vez efectuado el análisis funcional, será promiso de los requerimientos científico-técnicos
posible hacer hipótesis razonables acerca de la in- (esto es, que el programa reúna los requisitos tera-
terrelación entre los problemas de conducta anti­ péuticos que son necesarios) con las condiciones de
social de una persona y los factores precipitantes viabilidad práctica en función de los recursos dis-
­y mantenedores de dichos problemas, de cara a su ponibles. En principio, puede tener mayor interés a
asignación a un programa de tratamiento (Cone, medio y largo plazo un programa de tratamiento
1997). En este punto desempeñarán un papel deci- más modesto que se inserte con naturalidad y sua-
sivo las habilidades del terapeuta para comunicar a vidad en las rutinas institucionales (lo que implica
cada sujeto, de manera comprensible para él, los que pueda ser realizado por su propio personal) que
conceptos psicológicos implícitos en la explicación otro más sofisticado, pero forzado y excepcional.
de sus problemas y en la formulación del tratamien- El tercer aspecto destacado, y quizá el más im-
to y para corregir los posibles errores de interpre- portante, que condiciona la planificación y aplica-
tación (en relación con el problema) que el sujeto ción de programas de tratamiento con delincuentes
pueda sostener. Existen datos generales que ampa- es el relativo a los profesionales que los van a apli-
ran una relación directa entre el resultado de la te- car. Los terapeutas de delincuentes tienen que contar
rapia y una adecuada comprensión por parte del con la formación teórica, el entrenamiento práctico
sujeto de cuál es el origen probable de sus proble- y la motivación necesarios para que un programa se
mas (Fennell y Teasdale, 1987). desarrolle con integridad, de principio a fin. Son
En el tratamiento de grupos de delincuentes se tantos los inconvenientes que pueden surgir en el
ha destacado la relevancia de una serie de variables camino del tratamiento de los delincuentes (que in-
que puede facilitar o dificultar la viabilidad de un cluyen elementos ideológicos, de seguridad, buro-
programa (Gendreau, Goggin y Smith, 2001). En cráticos, de prioridades, de medios materiales, etc.)
primer lugar estarían las variables organizaciona- que, sin una férrea motivación y convicción de los
les, relativas a las estructuras, normas de funciona- propios terapeutas y de los responsables de las ins-
miento, expectativas y necesidades institucionales, tituciones, es muy difícil que un programa se apli-
personal disponible para el desarrollo del progra- que y se mantenga a lo largo del tiempo.
ma, prioridades y demandas que dicho personal
recibe, formación específica que posea en trata-
miento de delincuentes, etc. Todas estas variables 4.5.1. Objetivos del tratamiento:
deben ser consideradas en cualquier programa, pero necesidades criminogénicas
especialmente en los programas que se deben apli-
En el caso de Dani se han establecido, de for-
car en instituciones cerradas, tales como prisiones ma provisional, los siguientes objetivos de trata-
o centros de menores, ya que dichas instituciones miento:
son, por su propia naturaleza, especialmente sensi-
bles y homeostáticas, y la alteración en un factor Desarrollar los siguientes comportamientos y
cualquiera (por ejemplo, en la seguridad o en tal o habilidades:
cual colectivo del personal) puede incidir con fa­ — Motivarle y facilitarle la mejora de su nivel
cilidad en otros factores y, en concreto, en que sea educativo reglado.

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 115 04/09/13 12:52


116 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

— Motivarle y facilitarle una formación pro- (Kleinke, 1998): 1) superar la desmoralización que
fesional específica (en mecánica, de acuer- tendría cualquier sujeto que arrostra durante mucho
do con su preferencia). tiempo un problema (aquí la conducta delictiva y
— Motivarle y facilitarle su vinculación a un otras dificultades vinculadas como consumo de dro-
equipo de fútbol (que es su preferencia).
gas, encarcelamientos, enfermedades diversas, etc.)
— Vincularle a una actividad cultural o re-
creativa municipal en su barrio (analizar y conferirle esperanza sobre las posibilidades «rea-
con él las posibilidades). les» de mejorar su situación; 2) favorecer su com-
— Entrenarle en competencia psicosocial, a petencia personal, su autoeficacia y su autocontrol;
partir de alguno de los programas grupales 3) ayudarle a cambiar su estilo evitativo de afronta-
ya disponibles, que incluya, como mínimo, miento del problema (aplazando indefinidamente la
ingredientes terapéuticos en «habili- solución), y 4) fomentar la adquisición de concien-
dades sociales», «reestructuración cia sobre la influencia recíproca entre sus maneras
cognitiva», «control emocional» y «desa- de pensar, de sentir y de actuar, todo lo cual contri-
rrollo de valores». buye al mantenimiento o agravación de su problema.
— Acordar (mediante «un contrato conduc-
Más allá de estos objetivos generales, el trata-
tual») con su madre la asunción progresiva
por parte de Dani de algunas responsabili- miento psicológico intenta establecer objetivos con-
dades domésticas. cretos que se traduzcan en la mejora de los proble-
— Incorporar en el «contrato», bajo supervi- mas del sujeto y en la enseñanza al mismo de
sión de la madre la mejora de los niveles nuevos estilos y habilidades para afrontarlos. Ade-
de higiene y aseo de Dani. más, es necesario que dichos objetivos estén jerar-
— Promover el mantenimiento del actual em- quizados de cara a la intervención. Se ha sugerido
pleo y la mejora de la situación laboral si la conveniencia de comenzar los tratamientos psi-
es posible (con un mejor salario y condi- cológicos por objetivos pequeños, que pueden lo-
ciones contractuales). grarse fácilmente, para incrementar la confianza del
— Implicar en los desarrollos terapéuticos, si
sujeto y motivarle de ese modo para nuevos retos
se cuenta con su aquiescencia y en la me-
dida de lo posible, a la chica con la que más complejos (Bartolomé, Carrobles, Costa y Del
Dani ha empezado a salir. Ser, 1977). Cuando las necesidades terapéuticas han
sido correctamente especificadas y jerarquizadas
Reducir los siguientes comportamientos y há- según su relevancia, habrá que definir de manera
bitos: operacional, mesurable y temporalizada tanto los
— Hurtar y robar. objetivos del tratamiento como los procedimientos
— Insultar, acosar, amenazar y agredir a otras de evaluación que serán empleados.
personas. Como ya se ha comentado con anterioridad, los
— Las expresiones de ira descontrolada. objetivos preferentes del tratamiento de los delin-
— Los comportamientos impulsivos. cuentes son los factores dinámicos de riesgo, o ne-
— Los consumos de alcohol, cocaína y pas- cesidades criminogénicas, que son aquellos facto-
tillas. res directamente relacionados con el delito, y que
— Los encuentros con sus amigos delincuen- a la vez resultan más dúctiles al cambio, tales como
tes y consumidores.
las habilidades de comportamiento, los pensamien-
— Las faltas o impuntualidades laborales.
— Sus pensamientos distorsionados sobre las tos distorsionados que justifican las acciones vio-
intenciones de las otras personas. lentas y delictivas y la expresión descontrolada de
— Sus «definiciones» y justificaciones de la emociones (Israel y Hong, 2006; Polaschek y Rey-
violencia y la delincuencia. nolds, 2001). Andrews y Bonta (2006; Andrews,
1996) se han referido a los siguientes «cuatro gran-
Se ha señalado que existen algunos objetivos des» factores de riesgo (incluyendo tanto factores
comunes a todos los tratamientos psicológicos dinámicos como estáticos):
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 116 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 117

1. Las cogniciones antisociales como un im- en un manual, protocolo o guía todos los pasos y
portante factor criminogénico que incluiría secuencias del tratamiento, de modo que cualquier
actitudes, valores, racionalizaciones y esta- programa pueda aplicarse de manera uniforme y ser
dos cognitivo-afectivos prodelictivos. replicado con fidelidad (Fernández Hermida y Pé-
2. Las redes y vínculos procriminales, que rez, 2001; Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000).
cla­ramente favorecerían la reincidencia De acuerdo con ello, durante los últimos años han
delictiva. ido apareciendo una serie de «guías de tratamien-
3. La historia individual de comportamiento to». Las guías de tratamiento son protocolos estan-
antisocial. darizados de aplicación de técnicas psicológicas
4. Los rasgos y factores de personalidad an- para un determinado problema. De este modo, ac-
tisocial tales como la agresividad, el ego- tualmente existen dos caminos posibles para selec-
centrismo, el temperamento impulsivo e cionar y aplicar un programa de tratamiento (Come-
insensible, la psicopatía y los déficit de au- che y Vallejo, 1998):
tocontrol y de capacidad para la resolución
de problemas interpersonales. 1. Elegir un protocolo estándar de tratamiento
utilizado en casos semejantes.
A los anteriores, se añaden a menudo los tres 2. Priorizar el análisis funcional efectuado so-
siguientes elementos (Andrews y Bonta, 2006): bre un caso o casos, los objetivos estable-
cidos y las hipótesis causales formuladas y
5. Factores familiares (en la familia de ori- diseñar un tratamiento ad hoc.
gen) de influencia criminógena, tales como
deficientes niveles de afecto, cuidado de los Como es evidente, ambos caminos no tienen por
hijos y cohesión familiar, pobre super­visión qué ser incompatibles, sino que pueden ser comple-
y crianza paternas (lo que incluye crianza mentarios. Las guías de tratamiento son, sin duda,
punitiva), abandono y abuso infantil. un referente inicial de gran utilidad, pero será a la
6. Bajos niveles educativos y de formación postre el terapeuta o el equipo terapéutico el que
laboral y, especialmente, inestabilidad en el deberá decidir acerca de su concreta aplicación y
empleo. adaptación al grupo de que se trate (Comeche y
7. Abuso de sustancias tóxicas (Gendreau, Vallejo, 1998).
Little y Goggin, 1996). En Norteamérica, las dos asociaciones profesio-
nales más importantes de salud mental, la Asocia-
ción Americana de Psiquiatría y la Asociación
4.5.2. ¿Diseño ex novo o elección Americana de Psicología, disponen de una oferta
de un manual de tratamiento? permanentemente actualizada de guías de trata-
miento de los trastornos mentales. Pueden encon-
La elección de un determinado tratamiento psi- trarse, respectivamente, en Internet en las siguientes
cológico va a depender, en primer lugar, de la pro- páginas:
pia naturaleza del problema de que se trate, aunque http://www.psych.org/clin_res/prac_guide.cfm,
también habrá que atender en ello a otras variables http://www.apa.org/about/division/guide.html
como las características del individuo (edad, capa-
cidad para seguir las indicaciones, etc.) y del con- En España durante los últimos años han ido
texto en que se realizará el tratamiento (Goldstein, apareciendo también distintas guías de tratamiento
2001; Llavona, 1984). para un conjunto significativo de problemas psico-
Desde hace algunos años se viene planteando lógicos. En general dichas guías, divulgadas en for-
en psicología la necesidad de «estructurar manua- mato de libros, suelen observar la siguiente estruc-
les» de tratamiento, es decir, de detallar y describir tura general:
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 117 04/09/13 12:52


118 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

1. Comienzan por presentar el trastorno de nación; 2) problema al que atiende; 3) ob-


que se trate, sus principales características jetivos; 4) formulación del programa (defi-
y sintomatología más destacada. nición, modelo teórico, duración, sujetos
2. Suelen revisar la información científica dis- destinatarios y características de éstos, lu­
ponible sobre etiología y mantenimiento gar de realización, técnicas concretas que se
del trastorno. aplicarán); 5) ejecución del programa, y 6)
3. Por último, presentan el programa de trata- evaluación.
miento, con sus técnicas e ingredientes, y — Programas de tratamiento para delincuen-
detallado sesión por sesión (lo que incluye tes (Garrido, 1993). Esta obra constituyó
ejercicios, tareas entre sesiones y sistemas una revisión de las distintas tipologías de
de evaluación). Suele haber una guía para delincuentes y los diversos programas que
el terapeuta y otra para el usuario del trata- habían sido explorados, especialmente en
miento. En general, los tratamientos suelen contextos anglosajones, desde diferentes
ser breves (inferiores a 20 sesiones), y pue- perspectivas teóricas. Se dedica en ella una
den permitir a menudo la aplicación indi- especial atención a los programas de com-
vidual o en grupo. Algunas guías están con- petencia psicosocial o cognitivo-conduc­
cebidas como manuales de autoayuda. tuales.
— Evaluar e intervenir en las prisiones. Aná-
Para el tratamiento de diversas categorías lisis de conducta aplicado (Redondo, 1993).
delictivas, suelen disponer de guías de tratamiento Este libro es un acercamiento conductual,
(más o menos detalladas) las instituciones que tie- especialmente desde los modelos operante
nen a su cargo grandes poblaciones de delincuentes, y cognitivo-social, a la intervención en los
como puede ser el caso de los organismos de ges- contextos penitenciarios y al tratamiento de
tión penitenciaria y de justicia juvenil de diversos los delincuentes. Recoge los fundamentos
países. Países con un gran desarrollo de manuales teóricos y empíricos de la terapia de con-
de tratamiento de delincuentes, diseñados a partir ducta en este campo, pero prioritariamente
de la experiencia adquirida a lo largo de los años, está planteado de modo que pueda servir
son Canadá, Estados Unidos y el Reino Unido, cu- como punto de partida para el diseño, apli-
yos servicios penitenciarios informan de la dispo- cación y evaluación de programas concre-
nibilidad de tales programas. Algunos de dichos tos, en diversas problemáticas vinculadas al
programas serán presentados, de modo esquemáti- delito (estilos violentos de comportamiento,
co, a lo largo de este manual. consumo de drogas, sida, etc.). De modo
En España se han publicado algunas guías de destacado, este libro desarrolla el programa
programas de tratamiento de delincuentes: ambiental de contingencias denominado
«sistema de fases progresivas», al que tam-
— Programes de rehabilitació a les presons bién se hace aquí mención.
(Redondo, Pérez, Agudo, Roca y Azpiazu, — El control de la agresión sexual. Un pro-
1990, 1991), obra pensada originariamente grama de tratamiento para delincuentes
para el contexto catalán, en la que se defi- sexuales en prisión y en la comunidad (Ga-
nían y estructuraban, de modo esquemático rrido y Beneyto, 1996). Se trata de un am-
y general, 19 programas de intervención, plio y detallado manual de intervención
entre los que se incluían programas ambien- para trabajar con los agresores sexuales. Es­
tales de contingencias, programas educati- tructura un programa cuya aplicación está
vos y programas de competencia psicoso- prevista con una intensidad total de unas
cial. Cada programa se estructuraba en los cuatrocientas horas de intervención a lo lar-
siguientes apartados principales: 1) denomi- go de un año. El programa se compone de
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 118 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 119

siete técnicas complementarias: prevención la agresión, muchos de sus ejemplos y orien­


de recaídas, distorsiones cognitivas, meca- taciones se dirigen al tratamiento de agreso-
nismos de defensa, conciencia emocional, res familiares, en concreto a maltratadores
empatía con las víctimas, educación sexual de sus parejas. Este programa, en un forma-
y estilo de vida positivo. En la actualidad to algo diferente, se aplica como programa
se están efectuando en España diversas apli- tipo para el tratamiento de los maltratadores
caciones paralelas de este programa, en encarcelados en las prisiones españolas.
otros tantos grupos de agresores sexuales.
Técnicos de la Dirección General de Insti- Además, tanto la Dirección General de Institu-
tuciones Penitenciarias han efectuado una ciones Penitenciarias como la Dirección General de
adaptación y actualización de este progra- Servicios Penitenciarios y de Rehabilitación (en
ma que ha sido publicada con el título de El Cataluña) disponen de diversos protocolos y ma-
control de la agresión sexual: Programa de nuales de tratamiento para delincuentes jóvenes,
intervención en el medio penitenciario. Un encarcelados, extranjeros, delincuentes violentos,
programa de tratamiento para delincuentes agresores sexuales, maltratadores, etc., que o bien
sexuales en prisión (en sendos volúmenes, han sido derivados de las guías anteriormente men-
Manual del terapeuta y Cuaderno de cionadas o diseñados para problemáticas concretas.
­prácticas) (Ministerio del Interior, 2006a, Algunos de estos protocolos se presentarán más
2006b). adelante.
— Programa de pensamiento prosocial (Garri- Hollin (2006) ha planteado el problema de fon-
do, 2005a, 2005b). Se trata de una guía de do de si las guías o manuales de tratamiento, que
tratamiento para jóvenes con conducta anti- establecen y permiten una aplicación homogénea
social, en que se les entrena en habilidades, de un determinado tratamiento, no resultan contra-
actitudes y valores prosociales, a través de dictorias con el principio de individualización, que
diversos módulos: autocontrol, metacogni- requiere que el tratamiento se enfoque a las nece-
ción (o pensamiento autocrítico), habilida- sidades específicas de cada individuo y sea dinámi-
des sociales, habilidades de resolución de co en función de los cambios que se vayan produ-
problemas interpersonales, pensamiento ciendo. La estandarización de los tratamientos tiene
creativo o lateral, razonamiento crítico, importantes ventajas operativas y metodológicas,
toma de perspectiva social, mejora de valo- tales como que el manual facilita la aplicación (lo
res y manejo emocional. El programa se que permite una mayor colaboración de paraprofe-
estructura en doce sesiones terapéuticas. sionales), posibilita una aplicación más extensiva
— Vivir sin violencia. Aprender un nuevo esti- del programa (de modo que el programa llegue a
lo de vida (Echeburúa, Amor y Fernández- más sujetos), garantiza una mayor integridad de la
Montalvo, 2002). Sobre la base de una obra aplicación (véase el epígrafe siguiente) y facilita la
previa de Echeburúa y De Corral (1998), evaluación del programa. Sin embargo, el segui-
este libro es un manual de tratamiento cog- miento de un «manual» puede también tener incon-
nitivo-conductual del comportamiento vio- venientes como que dificulta un acercamiento idio-
lento. Está concebido en un formato de au- gráfico al tratamiento y puede coartar la iniciativa
toayuda e incluye las siguientes técnicas y de cada terapeuta, en función de su propia experien-
módulos: aceptación de la propia responsa- cia y a partir del conocimiento del caso. Lo anterior
bilidad, empatía y expresión de emociones, no tiene una solución fácil, y el mejor consejo pro-
creencias erróneas, control de las emocio- bablemente sea, en lo tocante al comportamiento
nes, desarrollo de habilidades y prevención delictivo, la conveniencia de utilizar manuales de
de recaídas. Aunque la obra se plantea como tratamiento y, a la vez, efectuar una revisión, adap-
un acercamiento general al tratamiento de tación y mejora periódica de dichos manuales en
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 119 04/09/13 12:52


120 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

función de la experiencia práctica acumulada du- metodológicos, se ha denominado evaluación for-


rante sus sucesivas aplicaciones. mativa, evaluación de la implementación o super-
visión al conjunto de controles evaluativos que se
pueden realizar para asegurarse de que las acciones
4.6. Aplicación del tratamiento de un programa se efectúan en los momentos debi-
con integridad: «amenazas» dos y por las personas apropiadas (Anguera, 1989).
y «soluciones» Desgraciadamente, muchos informes de evaluación
de programas suelen ser parcos en información so-
«La calidad nunca es un accidente; es siem- bre cómo se desarrolló la intervención, lo que con
pre el resultado de la decidida intención, del es- frecuencia dificulta la valoración apropiada del pro-
fuerzo sincero, de la dirección inteligente y de la ceso de implementación.
ejecución competente; representa la elección pru-
dente entre múltiples alternativas.» Existe una serie de procesos que pueden ame-
nazar la integridad del tratamiento de los delincuen-
Anónimo [a partir de Bernfeld, 2001]. tes, especialmente en instituciones (Hollin, 2001):

La aplicación del tratamiento hace referencia a 1) La deriva del programa, cuando las finali-
la realización de todas y cada una de las acciones dades y objetivos de un programa cambian
previstas en el programa, tanto desde un punto de con el paso del tiempo de forma incoheren-
vista formal (número de sesiones, frecuencia y du- te, desde los objetivos terapéuticos iniciales
ración, tareas entre sesiones, posible colaboración (por ejemplo, mejorar las habilidades de
con otros profesionales, etc.) como desde la pers- comunicación de los sujetos tratados) hacia
pectiva del contenido de las tareas correspondientes puras metas institucionales (por ejemplo,
a las diferentes sesiones y momentos de la interven- que no haya incidentes dentro de la pri-
ción (autorregistros, entrenamiento de habilidades, sión).
reestructuración de cogniciones, etc.). 2) La inversión del programa, cuando los ob-
Uno de los objetivos fundamentales en esta fase jetivos genuinos del programa (por ejem-
será lograr la adherencia de cada sujeto al trata- plo, un programa de autocontrol que inten-
miento, lo que implica su deseo de continuar con el ta enseñar a jóvenes delincuentes a inhibir
tratamiento, de asistir a las sesiones y de realizar sus explosiones agresivas) son cuestiona-
las tareas asignadas. Durante la aplicación, pueden dos o atacados (por ejemplo, por profesio-
aparecer fenómenos de resistencia al cambio (Pres- nales que también trabajan con los jóvenes
ton, 2001; Ruiz y Villalobos, 1994), interpretable y pudieran considerar, desde una perspec-
como ausencia de motivación y colaboración, o tiva conceptual contraria, que lo convenien-
como rechazo a alterar las propias ideas, actitudes te es que desfoguen su agresividad a placer,
o conductas. La resistencia puede ser mayor si se o bien debido al «modelado contradictorio»
exigen al individuo cambios muy rápidos, algo que del personal cuando expresa abiertamente
podría interpretar como un riesgo para su propia su ira y agresividad con los propios suje-
identidad (Dowd, 1993). tos).
Los programas de tratamiento deben desarro- 3) El desacuerdo con el programa, cuando es
llarse con integridad, es decir, según el plan previs- modificado o interrumpido de manera in-
to y realizando cada acción establecida en el mo- coherente y ajena a su concepción teórica
mento señalado. «Integridad significa que el y a su planificación originarias.
programa se lleva a cabo en la práctica como se
había con­cebido en la teoría y en su diseño» (Ho- Por el contrario, como elementos sustanciales
llin, 1995, p. 196). Para ello es conveniente efectuar que intensifican la integridad de los programas de
una serie de controles y seguimientos. En términos tratamiento de los delincuentes, se han señalado los
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 120 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 121

siguientes (Andrews, 2001; Cooke y Philip, 2001; carecen por completo de conocimientos específicos
Cullen y Gendreau, 2006; Hollin y Palmer, 2006): (más allá de lo que todo el mundo «sabe» al respec-
to) sobre la explicación científica del fenómeno
1. Su fundamento teórico: los programas de- delictivo y sobre el tratamiento de los delincuentes.
ben construirse a partir de modelos teóricos del En este caso el riesgo de deriva es alto, y la solución
comportamiento delictivo y de su prevención y tra- puede consistir, como es al uso en empresas y or-
tamiento que hayan recibido apoyo suficiente en la ganizaciones de todo tipo, en que se rodeen de al-
investigación empírica. Ya se ha hecho mención con gunos expertos realmente formados en estas parce-
anterioridad a la cuestión de los modelos teóricos las especializadas, a los que confíen la dirección de
en psicología. los programas de tratamiento y rehabilitación de los
delincuentes. Si ello no es así, un período errático
2.  Que cuenten con un manual de aplicación, y estéril en la materia estará asegurado, con la con-
que especifique sus objetivos, sus destinatarios y su siguiente desmotivación de las acciones técnicas
evaluación, los contenidos terapéuticos, el número hasta entonces emprendidas y de los profesionales
de sesiones y la evaluación del programa en su con- que las realizan. No es difícil encontrar en España
junto. ejemplos frecuentes de lo anterior.

3.  Compromiso institucional: los programas 4.  Instalaciones y material para los progra-
de rehabilitación y tratamiento de delincuentes en mas, lo que incluye aulas adecuadas (en tamaño,
instituciones requieren el apoyo firme y continuado iluminación, accesibilidad y privacidad) y dotación
por parte de las autoridades que dirigen dichas ins- del material audiovisual conveniente.
tituciones. Este apoyo no puede ser sólo «moral»
sino que debe ser fáctico, lo que implicaría generar 5.  Personal, especialmente seleccionado y en-
los servicios y recursos necesarios, personales y trenado para la administración del programa de tra-
materiales, y formar y motivar a los profesionales tamiento. El personal necesita poseer tanto ciertas
que aplicarán los programas. Este compromiso características y habilidades personales como el ne-
institucional tiene al menos tres tipos de riesgos: cesario conocimiento especializado. Además, un
uno, muy propio de un ámbito en el que no menu- programa de tratamiento de delincuentes requiere el
dean directivos formados en las facultades de dere- liderazgo de aquellos profesionales que han sido sus
cho, la creencia ingenua en que el mero dictado de impulsores, que idealmente deberían pertenecer a la
normas sobre tratamiento producirá por sí mismo institución en que se aplica el programa. Los líderes
la aplicación de tratamientos; otro, esperar que el mantienen el interés, la motivación, el entusiasmo
tratamiento «florezca» en ausencia de recursos es- y la responsabilidad de la aplicación del programa
pecíficos destinados a su aplicación (es decir, a (Harris y Rice, 1997), y convenientemente deberían
partir del mero apoyo «moral» al tratamiento), y un participar en todas las fases de desarrollo del pro-
tercer riesgo, al que Gendreau ha apodado «síndro- grama (diseño, aplicación y evaluación) para garan-
me de gestión MBA» (Master in Business Adminis- tizar la coherencia e integridad de todas estas fases.
tration). Quiere hacer referencia al hecho de que en
los últimos años, en la Administración en general, 6.  Entrenamiento multidisciplinar. Que haya
y en la justicia criminal y penitenciaria en particu- profesionales de formación variada pero que reci-
lar, se ha incoporado una generación de gestores de ban juntos el entrenamiento específico en el progra-
«alto nivel», con conocimientos genéricos sobre ma se relaciona con su mayor integridad.
aspectos comunes a organizaciones e instituciones
públicas (como presupuesto, personal, oposiciones, 7.  Supervisión y control, que garantice que
leyes y reglamentos de función pública, expedientes todo se realiza en el momento debido y tal como se
administrativos, negociación sindical, etc.) pero que había previsto.
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 121 04/09/13 12:52


122 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

8.  Connivencia del conjunto del personal con nes, etc. Su principal limitación es que puede
el programa (aunque no participe directamente en inducir a sesgos derivados de la «primera impre-
su aplicación). Ello no supone que todo el personal, sión» del entrevistador. Los cuestionarios son téc-
de por ejemplo una prisión, tenga que conocer a nicas estructuradas de autoinforme, en que el suje-
fondo el programa de tratamiento, pero sí que en la to responde a una serie de cuestiones que se le
realización de sus cometidos, de seguridad y servi- plantean, que pueden ser tanto generales como re-
cios generales, sea sensible y facilite un buen fun- lativas a problemas específicos. Los registros de
cionamiento del programa. observación y de autoobservación se construyen
expresamente para estructurar las observaciones y
9.  Plan de contingencias o imprevistos. Las el registro de ciertos comportamientos (por exceso
instituciones, tales como centros de menores o pri- o por defecto) que resultan relevantes en un deter-
siones, son contextos en cierto grado imprevisibles, minado caso. Ejemplos de ello pueden ser hábitos
en que un incidente violento, un problema de se­ laborales, interacciones sociales, reacciones emo-
guridad, el traslado de un sujeto o la baja por cionales o pensamientos. En función de lo que con-
­enfermedad de un profesional pueden afectar nega- venga, puede registrarse la frecuencia, la duración
tivamente el desarrollo de un programa. Es conve- o la intensidad de las conductas observadas. En
niente hacer previsión inicial de tales eventualida- delincuencia, debido a la discreción o intimidad que
des para amortiguar sus efectos. es connatural a muchos comportamientos ilícitos,
es más frecuente el uso de autoobservación que de
10.  Programación de la evaluación del pro- heteroobservación. Por último, en el campo que
grama, lo que es no un «extra» del programa sino aquí se trata, es de gran utilidad también el uso de
una de sus fases imprescindibles e inexcusables. Sin información documental previamente recogida so-
evaluación y difusión de los resultados obtenidos bre cada sujeto, que puede incluir informes sobre
cualquier aplicación de un programa, aunque pueda antecedentes (terapéuticos, policiales, judiciales o
haber sido útil a sus destinatarios de acuerdo con penitenciarios), cuestionarios biográficos, inventa-
su propia vivencia, no servirá para construir cono- rios de conductas problemáticas, sociales, etc.
cimiento valido en el campo, que permita afirmar En la actualidad, en paralelo al tratamiento de
que realmente ha funcionado, y sencillamente que- los delincuentes, se está desarrollando con fuerza la
dará en el limbo del recuerdo personal, algo poco evaluación del riesgo de violencia o delincuencia
útil en la ciencia. que puedan presentar, ya sea antes o después de un
Por último, cuando se acerca la finalización del tratamiento. Con esta finalidad se han construido y
tratamiento, el terapeuta debe ir preparando a los se están aplicando diversos instrumentos de predic-
sujetos para dicha finalización y conocer su opinión ción de riesgo, cuya cumplimentación requiere uti-
al respecto. lizar información diversa recogida sobre cada caso
a través de todas las técnicas de evaluación anterior-
mente comentadas. Entre los instrumentos de pre-
Resumen dicción de riesgo delictivo más usados se encuen-
tran el Psychopathy Checklist Revised (PCL-R), que
Se dispone de diversas técnicas e instrumentos pondera el grado de psicopatía de un sujeto, la
de evaluación para, antes de aplicar un programa de HCR-20: Guía de valoración del riesgo de compor-
tratamiento, poder evaluar las necesidades de inter- tamientos violentos, que estima el riesgo inespecí-
vención que presentan los delincuentes. La técnica fico de agresión y violencia, el SARA: Manual para
más frecuente y útil es la entrevista, que permite la valoración del riesgo de violencia contra la pa-
explorar múltiples aspectos de la vida de los suje- reja, y el SVR-20: Manual de valoración del riesgo
tos, incluyendo sus actividades cotidianas, su his- de violencia sexual. Cada uno de estos instrumentos
toria personal, sus pensamientos, actitudes, emocio- incluye veinte ítems, relativos a factores de riesgo
©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 122 04/09/13 12:52


Necesidades criminogénicas y formulación del tratamiento / 123

tanto estáticos como dinámicos, cuya presencia o tos con los sujetos diagnosticados como psicópatas.
ausencia en el sujeto es ponderada, ya sea de m
­ anera En la formulación de un programa deben ser
cualitativa o numérica (como 0, 1, 2). Como resul- especificados los objetivos del tratamiento, que se
tado de la constatación de ciertos factores de riesgo, concretarán generalmente en aspectos del compor-
puede efectuarse una estimación del riesgo global tamiento del individuo que deben desarrollarse y
que presenta cada individuo en un momento dado. aquellos otros que deben reducirse. Los objetivos
La evaluación de las necesidades de tratamien- preferentes del tratamiento de los delincuentes son
to de los delincuentes requiere dos momentos. En sus necesidades criminogénicas, o factores de ries-
primer lugar, el análisis topográfico de su compor- go que guardan relación directa con sus actividades
tamiento delictivo y de sus necesidades de interven- y rutinas delictivas. Andrews y Bonta se han refe-
ción. Para ello, deben constatarse de forma opera- rido a los que denominan los «cuatro grandes» fac-
tiva sus excesos y déficit de comportamiento. En tores de riesgo: 1) las cogniciones antisociales; 2)
segundo término, hay que efectuar el análisis fun- las redes y vínculos prodelictivos; 3) la historia
cional de todo lo anterior en relación con los ante- individual de comportamiento antisocial, y 4) los
cedentes y consecuentes del comportamiento, que rasgos y factores de personalidad antisocial.
lo elicitan y refuerzan. Existen dos caminos posibles para llevar a cabo
Durante los últimos años la evaluación psicoló- los tratamientos con delincuentes: o bien diseñar ex
gica, más específica y molecular, ha convivido con profeso un programa, o bien elegir (y, a lo más,
la utilización paralela del sistema diagnóstico y psi- adaptar) un manual de tratamiento que ya esté dis-
copatológico tradicional, sindrómico y molar, con- ponible. A medida que se desarrolla el tratamiento
cretado en el Diagnostic and Statistical Manual of de los delincuentes, cada vez existen más progra-
Mental Disorder (DSM). Aunque en la actualidad mas estructurados, que pueden ser de elección, para
suele considerarse que ambos sistemas son compa- el caso de los delincuentes juveniles, delincuentes
tibles y complementarios, aquí se constata que las violentos, maltratadores, agresores sexuales, etc. A
posibles interacciones entre trastornos clínicos y lo largo de toda esta obra se presentan numerosos
comportamiento antisocial suelen ser a menudo ejemplos de dichos programas.
confusas. Esto es especialmente notorio por lo que La aplicación de tratamientos con delincuentes
concierne al tratamiento de los delincuentes, que se enfrenta a diversos problemas tales como la de-
suele requerir el análisis de concretos comporta- riva o la inversión del programa, cuando sus obje-
mientos, pensamientos y emociones, así como de tivos se diluyen o se corrompen, debido a falta de
las condiciones que los favorecen o dificultan. Por formación de los profesionales o a su desacuerdo
ello el conjunto de este manual prioriza una pers- con ellos. Frente a ello, se considera que mejoran
pectiva evaluativa específica mediante la utilización la integridad de los programas de tratamiento as-
del análisis funcional del comportamiento, por en- pectos como los siguientes: que posean una base
cima de las clasificaciones diagnósticas tradiciona- teórica sólida, que cuenten con un manual estruc-
les. Por extensión, se considera que lo anterior po- turado de aplicación, que conciten el compromiso
dría ser también aplicado al constructo psicopatía, institucional, que cuenten con instalaciones adecua-
que no en todos los casos debería constituir una das y personal entrenado y que prevean una apro-
barrera insalvable para la exploración de tratamien- piada supervisión y evaluación.

©  Ediciones Pirámide

04_Delincuentes.indd 123 04/09/13 12:52


04_Delincuentes.indd 124 04/09/13 12:52
Enseñanza de nuevas habilidades
y hábitos 5

El presente capítulo se destina a exponer chos de los programas multifacéticos que se


las técnicas psicológicas que sirven para en- aplican con los delincuentes. Asimismo, se pre-
señar nuevas habilidades de comportamiento sentan programas de tratamiento, como comu-
y desarrollar hábitos prosociales. Se trata de nidades terapéuticas y otros, aplicados con
las técnicas fundamentales de reforzamiento, toxicómanos. Por último, se comentan breve-
moldeamiento, extinción, control de estímulos, mente algunas nuevas terapias basadas en
contratos conductuales, etc. También se reco- presupuestos del modelo operante, tales como
ge, como técnica de especial utilidad, el entre- la psicoterapia analítica funcional, la terapia de
namiento en habilidades sociales. Todas estas aceptación y compromiso y la terapia de con-
técnicas son concebidas aquí como auténticas ducta dialéctica.
«partículas elementales» integrantes de mu-

«Todo empezó en el verano... Yo tenía quince Yo no me lo esperaba y me quedé flipao. Como


años, había suspendido primero de bachillerato y iba detrás de él, cuando dio el tirón, yo estaba
me puse a trabajar en un restaurante. Paraba con junto a la señora, que se lanzó a por mí. La esqui­
unos amigos de mi hermano, todos mayores que vé, salí corriendo y cuando alcancé al Fari nos
yo y muy sosos. Con la excusa de que no tenían escondimos en un unos pisos en construcción.
dinero no se movían, de tarde en tarde iban al cine — Podías haberme avisado, coño, que casi me
y muy pocas veces a bailar... Pero me aburrían. Y colocan.
un día, en ese bar, me presentaron a Ángel... El Nos fuimos a comprar chocolate y luego a una
Ángel era distinto. Vestía al estilo macarra, con discoteca. Allí estaba el Chule, que tenía un mini
pantalones ceñidos, zapatos de tacón y cazadora miltrescientos.
vaquera. Enseguida nos entendimos. Él me contó — Vamos a dar unos tirones.
cosas de su peña, que iban a una discoteca y siem­ — Vale. Vente, Julián.
pre había peleas a navajazos... — No. Yo me voy a mi casa.
Robábamos tres o cuatro coches cada tarde y — Venga, coño, no seas cagón.
yo ya conducía regular. Una tarde, estaba sentado — Yo no soy ningún cagón. Venga, vamos.»
en las ventanas cuando vi venir al Fari, detrás de
una señora. Al llegar a mi altura, me dijo: «Vente, Juan F. Gamella, La historia de Julián. Me-
niño». Y le seguí, sin saber dónde íbamos. Cuando morias de heroína y delincuencia, Editorial Popu­
pasamos a la señora, le quitó el bolso de un tirón. lar, Madrid, 1990, pp. 3 y 21.

©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 125 04/09/13 13:00


126 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

5.1. ¿Por qué es importante cado entre 1938 y 1990, que revolucionó el campo
la enseñanza de nuevas de la psicología y tuvo un notable impacto en el
habilidades y hábitos? pensamiento de la segunda mitad del siglo XX. Tal
vez su obra de contenido más estrictamente cientí­
Muchos delincuentes juveniles y adultos pre­ fico sea la primera, The Behavior of Orga­nisms
sentan claros déficit en múltiples habilidades y há­ (publicada en 1938), referida a sus trabajos de la­
bitos, tanto de comunicación e interacción apropia­ boratorio, a partir de los cuales sentó las bases,
das con otras personas (habilidades que resultan principios y leyes del aprendizaje operante: ley em­
imprescindibles en la vida social) como de rutinas pírica del efecto, procesos de reforzamiento posi­
cotidianas concernientes a responsabilidades fami­ tivo y negativo, castigo, extinción, programas de
liares y laborales. Tales déficit pueden consistir, reforzamiento, etc. Sin embargo, las obras skinne­
según se ha visto, tanto en carencias de ciertas ha­ rianas que produjeron un mayor impacto social y
bilidades (por ejemplo, escuchar a otros, realizar cultural fueron su segunda y tercera obras, Walden
peticiones o expresar quejas, negociar, dominar el Two (en 1948) y Science and Human Behavior (en
ejercicio de una profesión, llegar puntual al trabajo, 1953). En Ciencia y conducta humana Skinner ana­
cuidar a los hijos, pagar el alquiler de la vivienda o liza distintas realidades y problemas sociales a la
la hipoteca, así como los recibos de luz, agua, etc.) luz de los principios del aprendizaje. Podría afir­
como en excesos de conducta (por ejemplo, acosar marse que esta obra de Skinner constituyó para la
a otras personas) o en formas inadecuadas de ex­ terapia del comportamiento, debido a la diversidad
presión del comportamiento (por ejemplo, relacio­ de las problemáticas tratadas en ella y por lo suge­
narse con otros de manera desconsiderada o agre­ rente que resulta en cuanto a la aplicabilidad de los
siva). Según ello, se requiere que los tratamientos principios de la conducta a dichos problemas, la
enseñen a los delincuentes habilidades sociales y principal piedra angular en la que después se apo­
hábitos muy diversos. Junto a ello, los delincuentes yaron muchos de los desarrollos terapéuticos, desde
también presentan graves déficit motivacionales los años cincuenta hasta nuestros días.
para mejorar su educación y su formación laboral Las técnicas operantes de cambio de la conduc­
y, en suma, para ampliar sus horizontes vitales de ta consisten o bien en procedimientos que hacen
cara a una vida prosocial futura. En consonancia variar la relación del comportamiento con sus con­
con ello, un objetivo importante de los tratamientos secuencias (en la mayoría de los casos) o bien en
es asimismo promover la motivación de los sujetos sistemas que alteran los antecedentes de la conduc­
para el aprendizaje de todo tipo de repertorios de ta para producir cambios en dicha conducta. Los
conducta prosocial. procedimientos operantes se fundamentan en una
La mejora de la motivación de las personas y la amplísima investigación experimental y aplicada,
enseñanza de nuevos comportamientos y habilida­ que se ha traducido en el conjunto de técnicas que
des han constituido uno de los principales focos de se mencionará en este capítulo (Labrador, 1998b).
atención de la psicología, especialmente desde la El principio operativo más importante es aquel que
perspectiva del aprendizaje y, particularmente, del relaciona la conducta con sus consecuencias, y, en
modelo de condicionamiento operante o instrumen­ concreto, la denominada ley empírica del efecto,
tal. Los grandes sistemas teóricos del aprendizaje según la cual las consecuencias que siguen a una
se desarrollaron entre las décadas de los treinta y respuesta son un determinante de la probabilidad
los cincuenta en las obras de Hull, Mowrer y Tol­ futura de esa respuesta, de tal manera que si las
man. Sin embargo, las formulaciones pioneras de consecuencias son de refuerzo (o «gratificantes»
la aplicabilidad de las técnicas operantes a la inter­ para el sujeto) la conducta tenderá a incrementarse.
vención y al cambio del comportamiento en general Este y otros principios y mecanismos conectados a
son debidas al excepcional trabajo científico y di­ él (control de estímulos, programas de reforzamien­
vulgativo de Skinner (Cruzado et al., 2004a), publi­ to, principio de Premack, etc.) han permitido el
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 126 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 127

desarrollo de una amplia tecnología conductual que afecto paternos), haciendo que sigan a comporta­
se concretó en sus inicios en el trabajo sobre pro­ mientos más apropiados (ir diariamente a la escue­
blemas infantiles tales como dificultades escolares la), o idear nuevas consecuencias (vinculación a un
y autismo (Ferster y DeMyer, 1962; Lovaas y Bu­ grupo deportivo de interés del sujeto). Y se puede
cher, 1974), el tratamiento de la esquizofrenia también mejorar los modos de sucesión de los di­
(Hingtgen, Sander y DeMyer, 1965) y en la inter­ ferentes comportamientos y las consecuencias que
vención con jóvenes delincuentes (Blackburn, les siguen, mejorando, por ejemplo, la inmediatez
1995; Phillips, 1968). El lector puede informarse entre ciertos comportamientos prosociales y grati­
sobre dichas técnicas con mayor detalle en los ma­ ficaciones interesantes (por ejemplo, que la partici­
nuales de técnicas psicológicas más utilizados en pación activa en un programa de educación moral
España (Caballo, 1998; Carrobles, 1985a; Cruzado en un centro de menores sea seguida de una salida
y Labrador, 2004; Echeburúa, 1993; Labrador, Cru­ al cine en compañía de amigos del barrio).
zado y Muñoz, 2004; Méndez, Olivares y Beléndez, En la perspectiva del aprendizaje social, las con­
2005; Olivares y Méndez, 2005; Patterson, 1998; secuencias influirían sobre la conducta debido al
Pear, 1998; Pérez, 1996b, 2000; Raich, 1998; Si­ valor informativo y motivacional que tienen para el
món, 1989, 1993) o en trabajos especializados en sujeto (Bandura, 1987), al generar en él expectati­
tratamiento de delincuentes (Milan, 1987, 2001). vas de futuros resultados. En todo caso, el manejo
de las consecuencias de la conducta ha mostrado
gran utilidad en el cambio del comportamiento hu­
5.2. Técnicas para desarrollar mano (Sturney, 1996). Buena parte de las técnicas
conductas terapéuticas conductuales se basan sustantivamente
en la utilización planificada de las consecuencias
Las consecuencias de la conducta delictiva ha­ de la conducta, o bien incluyen el uso de las con­
cen referencia a todos aquellos cambios, variacio­ secuencias como una estrategia paralela a otras téc­
nes o efectos que la siguen y tienen la virtualidad nicas (por ejemplo, el entrenamiento en habilidades
de mantenerla o incrementarla (o, en ciertos supues­ sociales).
tos, disminuirla). Las consecuencias del comporta­ De modo específico las principales técnicas
miento delictivo pueden ser muy variadas: manifes­ para desarrollar o mantener conductas prosociales
taciones de los otros de agrado o desagrado por mediante el uso de las consecuencias del compor­
determinada conducta, recompensas materiales, tamiento son las siguientes (puede estudiarse un
pensamientos propios de autosatisfacción, etc. desarrollo más exhaustivo de los fundamentos psi­
Lo más interesante de esta sucesión conducta/ cológicos en: Cruzado, 2004; Cruzado y Labrador,
consecuencias para el tratamiento de los delincuen­ 2004; Pérez, 2004):
tes es que es posible cambiar los ciclos de conse­
cuencias que se han establecido en las rutinas de un
sujeto con el objetivo de reducir su comportamien­ 5.2.1. Reforzamiento
to delictivo. Se puede invertir consecuencias, esto
es, que lo que seguía (dinero) a un comportamiento El reforzamiento positivo consiste en aplicar
(hurto) siga a partir de ahora a otro distinto (des­ refuerzos o consecuencias gratificantes (para el in­
empeño de un empleo). Se puede, también, retirar dividuo) como resultado de comportamientos apro­
consecuencias que estaban presentes hasta ahora piados, lo que tiene la capacidad de promover y
(reforzamiento social por parte de amigos delin­ mantener dichos comportamientos. Los refuerzos
cuentes) y seguían a determinada clase de compor­ pueden ser primarios (aquellos que resultan «natu­
tamientos (robos en tiendas), para reducir su fre­ ralmente» gratificantes, tales como, por ejemplo, el
cuencia. Asimismo, es posible añadir consecuencias contacto social) o secundarios (o condicionados) y
ya disponibles en el contexto del sujeto (control y generalizados (que han adquirido su valor reforzan­
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 127 04/09/13 13:00


128 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

te a partir del aprendizaje y las experiencias del — La abstinencia de consumir alcohol y otras
individuo, y tienen un amplio valor gratificante en drogas.
la vida, tales como las alabanzas de otros o el di­ — Saludar al llegar a un sitio.
nero). También pueden ser materiales (una buena — Ser considerado con los otros.
comida, un regalo) o sociales (la gratitud de un — Recoger y ordenar cosas.
amigo, etc.), siendo estos últimos los más habitua­ — Realizar actividades o esfuerzos extra que no
les e importantes en las interacciones entre las per­ forman parte de las propias obligaciones.
sonas adultas. Pero además los seres humanos — Ofrecerse voluntario para actividades co­
­contamos con la posibilidad del denominado auto- munes.
rreforzamiento, mediante el cual nos «premiamos», — Higiene personal.
tanto en el plano material como moral, por ciertas — Intentar dar buena imagen.
conductas. Constituye probablemente el modo más — Expresar opiniones prosociales y antidelic­
frecuente —y moralmente más avanzado— de ad­ tivas.
ministrar gratificación personal a nuestra propia — Atender a instrucciones.
conducta. Por último, el «principio de Premack» — Esperar turno.
establece que un comportamiento de alta probabi­ — Ser puntual.
lidad (por ejemplo, una actividad de ocio) puede — Asistir a actividades formativas y otras
servir como refuerzo de una conducta de más baja (educativas, de empleo, deportivas, etc.).
probabilidad (por ejemplo, ir a clase). Es decir, la — Participar activamente en dichas activi­
sucesión de «ir a clase» por «una actividad de ocio» dades.
hará más probable y gratificante la actividad de ir — Finalizar sus tareas.
a clase. Considérense las extraordinarias implica­ — Intentar implicarse en actividades proso­
ciones de un principio tan sencillo como éste para ciales.
la educación en general y, también, para la rehabi­ — Intentar resolver problemas.
litación de los delincuentes. — Expresar empatía con víctimas diversas.
El reforzamiento negativo aumenta o mantiene — Realizar rutinas domésticas.
un comportamiento, no presentando una consecuen­ — Conductas que implican influir positiva­
cia gratificante tras dicho comportamiento, sino re­ mente en otros.
tirando una consecuencia negativa o aversiva para el — Distintas manifestaciones de buen compor­
individuo después de que el comportamiento desea­ tamiento.
ble haya sido emitido. Así pues, tiene la misma
funcio­nalidad que el reforzamiento positivo, en Para reforzar los anteriores comportamientos
cuanto que sirve para promover o mantener el com­ prosociales pueden ser refuerzos apropiados los si­
portamiento. guientes (Cherry, 2005):
Cualquier comportamiento es susceptible de re­
forzamiento, y muchos comportamientos pueden — Elogiar.
constituir objetivos relevantes de un tratamiento. — Agradecer.
No obstante, sin afán de exhaustividad, los siguien­ — Comentarlo a otras personas.
tes comportamientos pueden ser con frecuencia ob­ — Salir de paseo o de excursión (salidas pro­
jeto de reforzamiento en el caso de los delincuentes gramadas).
(Cherry, 2005): — Tiempo libre, para hacer algo con miembros
del personal.
— Cooperar con el personal. — Escribir elogios en informes, comunicacio­
— No apropiarse de cosas ajenas o comunes. nes al tutor, etc. (informando al sujeto de la
— Expresar gratitud. emisión de dichos informes).
— Mostrar paciencia. — Dar mayor responsabilidad.
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 128 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 129

— Compartir un café o refresco. lleva a un comportamiento final ya consolidado y


— Alabanza pública. reforzado. Imaginemos el comportamiento de un
— Enviarle una nota de agradecimiento. sujeto internado en un centro de menores o en una
— Dar oportunidades. prisión de ir a encontrarse o comunicar con su pa­
— Reconocer los esfuerzos. reja, que ha ido a visitarle al centro. Visto de ma­
— Recompensas materiales pequeñas (por nera global, el comportamiento final de encontrarse
ejemplo, ofrecer un bombón de chocolate u con su pareja podría parecer un acto aislado, pero
otra pequeña golosina). en realidad puede ser dividido en una «cadena de
— Sistema de puntos (sin hacerlo demasiado respuestas», que podría iniciarse cuando el sujeto
complicado y prolongado en el tiempo). recibe un aviso para comunicar dentro de una hora,
siguiendo a ello el subir a su habitación, asearse,
cambiarse de ropa, dirigirse a la sala de comunica­
5.2.2. Moldeamiento o reforzamiento ción, esperar durante unos minutos, obtener el per­
por aproximaciones sucesivas miso para entrar en la sala y —¡por fin!— ver el
rostro de su mujer y poder hablar con ella. La con­
Consiste en reforzar pequeños pasos o acerca­ ducta final (entrar en la sala de visita, lo que le
mientos a lo que, más adelante, será el comporta­ permite ver a su pareja y hablar con ella) es la que
miento final que se espera. A medida que el aparece como la única verdaderamente reforzada,
«aprendiz» (es decir, aquella persona que está pero en realidad el reforzamiento final está mante­
aprendiendo una conducta) consolida pasos ante­ niendo todos los «eslabones» previos de la cadena
riores, se le piden nuevos pasos más elaborados y de comportamiento. La derivación más útil de los
el refuerzo se le da sólo por tales avances. Es útil dos últimos procesos técnicos que acabamos de ver
para enseñar nuevas conductas complejas, tal y es que mediante moldeamiento pueden «construir­
como sucede con muchos de los comportamientos se» conductas nuevas (por ejemplo, de aseo perió­
prosociales que deben aprender los delincuentes, dico) y mediante encadenamiento pueden «mante­
que incluyen esforzadas mejoras educativas, nerse» dichas conductas insertándolas en cadenas
­formativas, habilidades de comunicación y nego­ que conducen a consecuencias gratificantes habi­
ciación, planificación de su conducta a medio y tuales de la vida (como encontrarse con la propia
largo plazo, anticipación y control de situaciones pareja).
de riesgo, etc. La idea fundamental del moldea-
miento es que en la enseñanza de todo tipo de
habi­lidades —a niños, jóvenes y adultos— no se 5.3. Técnicas para reducir
debe esperar a que los comportamientos complejos conductas
se produzcan de manera repentina (ya que esto
normalmente no sucederá), sino que deben ser fa­ Es habitual que los delincuentes presenten con
vorecidos mediante aproximaciones sucesivas, una frecuencia elevada comportamientos inapropia­
­estimulando pequeños avances y haciendo que dos y dañinos para otras personas o para sí mismos.
cada paso que se dé sea convenientemente refor­ Tales comportamientos pueden formar parte de los
zado. mismos delitos que realizan (hurtar, robar, traficar
con drogas, insultar, desafiar, pelear, agredir, lesio­
nar) o de otras conductas y hábitos de riesgo para
5.2.3. Encadenamiento de conducta la comisión de delitos o para la propia salud (abusar
del alcohol y de otras sustancias, inyectarse drogas
Es el proceso contrario al moldeamiento, y con­ con jeringuillas compartidas y contaminadas, auto­
siste en favorecer conductas deseables que son es­ lesionarse, mantener relaciones sexuales de riesgo,
labones previos de la «cadena de conducta» que etcétera).
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 129 04/09/13 13:00


130 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Un objetivo de los tratamientos psicológicos que las diversas facetas del comportamiento humano
puede ser el de reducir la frecuencia de los compor­ —habilidades, cogniciones y emociones— acaben
tamientos problemáticos aludidos. Para ello, se dis­ orientándose en la misma dirección prosocial).
pone de una serie de técnicas de reducción del com­
portamiento. Son las siguientes:
5.3.3. Prescindir del castigo
5.3.1. Extinción de conducta El castigo consiste, como el sistema jurídico-
penal establece en sus penas para los delitos, y como
La extinción es lo antagónico del refuerzo: con­
todos los sistemas disciplinarios prevén en los cen­
siste en suprimir de modo sistemático el refuerzo o
tros juveniles y prisiones (además de todo tipo de
refuerzos que seguían a una conducta (y la mante­
normativas laborales y funcionariales, códigos de
nían) con la finalidad de disminuirla. La extinción
circulación, etc.), en aplicar una consecuencia aver­
es el mejor y el más saludable procedimiento psi­
siva contingente (una sanción) al comportamiento
cológico para la reducción de un comportamiento
infractor, con el objetivo (además de «hacer justi­
ya que, aunque suscita un repunte inicial de la con­
cia») de que tal comportamiento no se vuelva a re­
ducta problemática (lo que puede confundir y des­
petir. Son bien conocidos los resultados en general
animar al usuario no avezado), si la extinción se
escasos, y a menudo contraproducentes, que se ob­
mantiene con rigor, la disminución de la conducta
tienen mediante los castigos (tanto penales como
se consolida a medio y largo plazo. Además es el
administrativos) en el propósito de reducir las con­
procedimiento que presenta menores inconvenien­
ductas infractoras. Unida a su general ineficacia, la
tes emocionales, justo lo contrario del castigo del
aplicación de castigo tiene muy diversos inconve­
comportamiento.
nientes emocionales para los individuos que la su­
fren. Como quiera que, además, el sistema jurídico-
5.3.2. Enseñanza de comportamientos penal de lo que más sobrado anda es precisamente
alternativos de la prédica y el uso del castigo, la propuesta de esta
obra es que los programas de tratamiento prescindan
Un modo de reducir conductas problemáticas y completamente de la utilización de procedimientos
antisociales (de agresión, robo, etc.) es generar en punitivos. Ello incluye también las estrategias de
los individuos repertorios de comportamiento alter­ tiempo-fuera y coste de respuesta (Milan, 1987,
nativos, que sean antagónicos a los anteriores, a la 2001), por lo que se renuncia aquí a comentarlas.
vez que funcionales a la obtención de los mismos o
parecidos beneficios materiales y sociales. Este pro­
cedimiento consiste en esencia en utilizar las técni­ 5.4. Sistemas de organización
cas de desarrollo y mantenimiento de conducta, pre­ estimular y de contingencias
sentadas en el punto anterior. Por ejemplo, una
buena estrategia para reducir las conductas de robo Los estímulos antecedentes de la conducta, o
en jóvenes delincuentes sería desarrollar en ellos estímulos discriminativos, pueden tener una doble
habilidades y hábitos laborales que les permitan ob­ valencia, como elicitadores de comportamiento o
tener el dinero y los bienes materiales que antes como inhibidores del mismo. Se denomina estímu­
lograban mediante pequeños robos (por supuesto, lo discriminativo de valencia positiva (o ED) a aquel
amigo lector, que las cosas no son generalmente tan ante el cual si el individuo responde hay una alta
sencillas como la mera suplantación de unas conduc­ probabilidad de que el comportamiento sea refor­
tas por otras, y por eso los tratamientos incorporan zado. En las evaluaciones del comportamiento de
también técnicas que favorecen el cambio de actitu­ los delincuentes pueden encontrarse con facilidad
des y de mentalidad de los delincuentes, de manera múltiples conexiones entre sus conductas delictivas
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 130 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 131

y ciertos estímulos discriminativos que las propi­ comportamientos que se quiere promover (o como
cian (Horney, 2006): la presencia de coches extran­ inhibidores de los que se pretende reducir). Tales
jeros aparcados en un determinado barrio hace más estímulos antecedentes informan a los individuos
probables las conductas de robar en el interior de de qué comportamientos se esperan de ellos, y re­
dichos vehículos, las casas unifamiliares aisladas cibirán consecuencias positivas o de refuerzo, y
resultan una mayor tentación para los robos en do­ cuáles no, y no recibirán consecuencias gratifican­
micilios, la intrepretación de la conducta de otras tes. El procedimiento de control de estímulos ad­
personas como desafío o provocación hace más pro­ quiere su capacidad de control de la conducta pre­
bables las reacciones de agresión y revancha, etc. cisamente a partir de las consecuencias que los
Se denominará estímulo discriminativo de «valen­ sujetos acaban finalmente experimentando.
cia inhibitoria» (o E∆) a aquel ante el cual si el in­ Horney (2006), catedrática de Psicología de la
dividuo responde existe una baja probabilidad de Escuela de Justicia Criminal de la Universidad del
que aparezca refuerzo. Por ejemplo, los coches uti­ Estado de Nueva York, quien fue en 2005 presiden­
litarios aparcados en la calle que dan la apariencia ta de la Sociedad Americana de Criminología, plan­
de ser propiedad de los vecinos de un barrio tienen teó en su conferencia de finalización de mandato
menor probabilidad relativa de ser robados. De presidencial, desde una perspectiva plenamente
modo semejante, la presencia de una patrulla poli­ skinneriana, la fuerza operativa del análisis especí­
cial junto a una entidad bancaria podría inhibir un fico situación-conducta delictiva y, en consecuen­
eventual robo que fuera a perpetrarse justo en ese cia, las enormes posibilidades, a menudo infrautili­
momento. Al igual que ciertas medidas físicas de zadas, del control de estímulos para prevenir los
seguridad (la visibilidad de una instalación de alar­ comportamientos delictivos en distintos contextos.
ma) hacen más improbable el robo de una vivienda. Otros procedimientos relevantes para influir so­
Los estímulos antecedentes pueden ser bre el comportamiento son los que vemos a conti­
tanto externos, o ambientales, como internos al su­ nuación.
jeto (generalmente consistentes en pensamientos o
estados emocionales). Se trata de estimulaciones
que se hallan presentes cuando ocurre un compor­ 5.4.2. Programas de reforzamiento
tamiento y guardan relación funcional con él. Los
antecedentes internos se han dividido en variables Son los «modos de sucesión» conducta-conse­
internas cognitivas (que incluyen atribuciones, au­ cuencias (o refuerzos), que pueden admitir distintos
toinstrucciones, expectativas, estrategias cogni­tivas) grados de cantidad y probabilidad. Se denomina
y variables psicofisiológicas. Llavona (1984), al re­ programa de reforzamiento continuo a aquel en el
ferirse a las variables internas u «organismas», las que cada conducta de cierta clase es seguida siem­
ha dividido en: a) determinantes biológicos anterio­ pre de refuerzo, y programa de reforzamiento inter-
res y actuales; b) repertorio de conducta presente, y mitente cuando dicha clase de conducta es seguida
c) historia previa de aprendizaje. irregularmente, no siempre, por un refuerzo. Los
El principal procedimiento de cambio de con­ programas intermitentes pueden ser programas de
ducta derivado del uso de estímulos que anteceden razón, cuando el reforzamiento aparece tras un cier­
al comportamiento es el siguiente: to número de respuestas emitidas, y programas de
intervalo, cuando el reforzamiento se aplica tras la
primera respuesta que se produce transcurrido de­
5.4.1. Control de estímulos terminado período temporal. Además, tanto el nú­
mero de respuestas como el tiempo transcurrido
Consiste en presentar a los sujetos, como estí­ para administrar el refuerzo pueden ser fijos o va­
mulos antecedentes o discriminativos, indicaciones, riables, lo que da lugar a las divisiones entre pro­
metas o modelos que sirvan como incitadores de los gramas de razón fija y variable y programas de
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 131 04/09/13 13:00


132 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

intervalo fijo y variable. En la vida real los progra­ la motivación de los sujetos para participar en las
mas de reforzamiento, o sucesiones conductas-con­ diversas acciones educativas que se programen y
secuencias, pueden ser muy diversos y complejos, lleven a cabo para ellos (Blackburn, 1994). Un dise­
como resultado de las combinatorias posibles entre ño de este tipo desarrollado en España es el progra-
frecuencias de las respuestas, intervalos temporales ma de fases progresivas, ideado y aplicado en el
trascurridos y modalidades y cuantías de los refuer­ Centro Penitenciario de Jóvenes de Barcelona a me­
zos. En general se considera que los programas diados de los años ochenta (Redondo, Roca y Porte­
continuos, en que se administra refuerzo con mayor ro, 1985) y después utilizado en otros centros peni­
frecuencia y predictibilidad, son útiles para enseñar tenciarios e instituciones de menores, tanto españoles
nuevos comportamientos, mientras que los progra- como de algunos países latinoamericanos. En su ver­
mas variables, en que el refuerzo es más esporádi­ sión original, a partir de los principios del condicio­
co e impredecible, son convenientes para mantener namiento operante y del aprendizaje social, el centro
y afianzar los comportamientos a lo largo del tiem­ penitenciario de jóvenes se estructuró en cuatro uni-
po. Así, el cambio de programas de reforzamiento, dades de vida o fases progresivas. Dichas fases se
de continuos a variables, es una de las estrategias diferenciaban entre sí en dos aspectos fundamentales
fundamentales con las que se cuenta para mantener (véase la figura 5.1): 1) en un gradiente creciente de
el comportamiento y prevenir las recaídas en el exigencia a los jóvenes de mejoras en diversos obje­
delito. Se volverá sobre esta idea en el capítulo co­ tivos educativos y de conducta prosocial (participa­
rrespondiente a prevención de recaídas. ción en actividades escolares, educativas y de forma­
ción laboral, así como reducción de conductas
autolesivas y de agresión hacia otras personas) y 2)
5.4.3. Programas ambientales en una disponibilidad creciente, desde cada unidad
de contingencias o fase a la siguiente, de «bienestar institucional»
(locales más amplios, menor número de sujetos por
Son diseños artificiales del funcionamiento de habitación, mayor libertad de movimientos y hora­
instituciones que trabajan con delincuentes (centros rios más flexibles, mayor frecuencia de visitas fami­
de menores o prisiones) con la finalidad de favorecer liares, mayor probabilidad de concesión de permisos

Figura 5.1.—Modelo teórico de los principios que subyacen a la dinámica del sistema de fases.

©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 132 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 133

de salida de la prisión, etc.). Los jóvenes eran eva­ Su utilidad reside en el hecho de que clarifican los
luados periódicamente por el equipo de clasificación objetivos de los programas, la participación y cola­
y tratamiento del centro penitenciario para decidir su boración del individuo en su propio tratamiento y
posible ascenso (o a veces, descenso) de fase. las consecuencias a que darán lugar los logros que
Es decir, las dos diferencias establecidas entre se vayan produciendo. Además, favorecen la gene­
las fases promovían la acción del principio de refor- ralización, fuera de la terapia, de los logros obteni­
zamiento positivo: la mayor frecuencia e intensidad dos. En términos operantes, un contrato puede tener
de comportamiento prosocial era seguida de mayor una función tanto de estímulo discriminativo (al pro­
gratificación en la vida diaria; como resultado de ello poner y recordar al sujeto las metas establecidas)
serían esperables mejoras en la motivación y el com­ como de refuerzo secundario, ya que el repaso pe­
portamiento de los jóvenes que experimentaran riódico del contrato y la constatación de que se están
­directamente el reforzamiento de su conducta. Ade­ cumpliendo sus objetivos adquieren capacidad
más, cabría esperar también que los jóvenes reforza­ de re­fuerzo condicionado, resultando satisfactorio y
dos se convirtieran en «modelos de conducta» para gratificante para el sujeto (Díaz et al., 2004). Los
otros jóvenes «observadores», próximos a ellos. El contratos de contingencias se han aplicado a varia­
modelado del comportamiento es un potente meca­ dos problemas tales como las terapias de pareja, la
nismo de aprendizaje social. Las mejoras de com­ ludopatía, la adicción al alcohol u otras drogas y los
portamiento que, de acuerdo con las previsiones teó­ problemas de conducta antisocial y delincuencia.
ricas, serían esperables fueron, en efecto, observadas En algunos de los programas pioneros con de­
en una evaluación que se realizó de este programa lincuentes juveniles, a principios de los años seten­
para un período de cinco años de funcionamiento ta, se utilizaron contratos conductuales y, para fa­
(Redondo, Roca, Pérez, Sánchez y Deumal, 1990). cilitarlos, se entrenó a los jóvenes, a sus padres y a
Dichas mejoras consistieron, a corto plazo, tanto en sus profesores y educadores en técnicas de nego­
incrementos sustanciales de la participación escolar ciación. Esta perspectiva es interesante, ya que su­
y laboral como en una reducción sustancial de los pone ver la técnica del «contrato conductual» no
comportamientos violentos dentro del centro peni­ sólo como un medio de influir directamente sobre
tenciario. A medio y largo plazo se observó también la conducta de los jóvenes sino como una estrategia
una disminución de la reincidencia delictiva de los más sofisticada de resolución de problemas inter­
sujetos una vez que volvieron a la comunidad. personales (Ross y Fabiano, 1985).

5.4.4. Contratos conductuales 5.5. Técnicas de condicionamiento


encubierto
Son acuerdos negociados (normalmente escri­
Cautela (1969) propuso utilizar la imaginación
tos) mediante los que los destinatarios de un progra­
para representarse secuencias de aprendizaje (estí­
ma de tratamiento asumen una serie de compromisos
mulos antecedentes, respuestas y consecuencias,
en relación con su participación regular en el trata­
tanto de refuerzo como de castigo) como mecanis­
miento y el logro de los objetivos previstos, a la vez
mo para favorecer el aprendizaje y el autocontrol.
que se prevén consecuencias favorables condiciona­
Las principales técnicas encubiertas son las siguien­
les al cumplimiento de dichos pactos. Los contratos
tes (Díaz et al., 2004):
suelen «formalizarse» con los terapeutas responsa­
bles del programa, quienes a su vez también aceptan
ciertos compromisos recíprocos con los participan­ 5.5.1. Sensibilización encubierta
tes. Las cláusulas y condiciones de los contratos
suelen renegociarse periódicamente, adaptándolas a Consiste en que el sujeto imagine que está rea­
la evolución y avance del programa de tratamiento. lizando un comportamiento indeseable que quiere
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 133 04/09/13 13:00


134 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

eliminar (por ejemplo, una conducta exhibicionista) para mejorar, el paso previo consiste en que el su­
y a la vez, de manera brusca y contingente, imagi­ jeto se imagine a sí mismo llevando a cabo el com­
nar algún acontecimiento o situación muy aversiva portamiento problemático habitual (en este caso el
para el individuo (por ejemplo, un ataque repentino consumo de droga).
de ratas que le mordisquean y arañan las partes del
cuerpo que han quedado expuestas). Suele comple­
mentarse mediante un proceso de autorreforzamien­ 5.6. ¿Enseñanza directa de
to negativo, en que el sujeto imagina que escapa de habilidades o entrenamiento
la situación (con los correspondientes sentimientos de «educadores»?
de eliminación de la estimulación negativa produ­
cida) al dejar de emitir la conducta indeseable (en Las técnicas operantes que se han comentado
el ejemplo de exhibicionismo utilizado, vistiéndose pueden o bien aplicarse directamente por el tera­
rápidamente). Una variante terapéutica consiste en peuta con los sujetos que siguen un tratamiento (por
combinar la realización fáctica de una conducta ejemplo, reforzando verbalmente sus conductas de
problemática (por ejemplo, fumar) a la vez que el interacción apropiada y no agresiva con otras per­
sujeto imagina vívidamente un día futuro en que el sonas, o su esfuerzo laboral), o bien puede ­instruirse
médico le está comunicando que padece un cáncer y entrenarse a los propios sujetos o a terceras per­
de pulmón. Esta modalidad requiere, por razones sonas (su pareja, sus padres, sus educadores, etc.)
éticas, que los comportamientos fácticos llevados a para la utilización de principios y técnicas operan-
cabo no impliquen daño a otras personas, ni dañen tes que ayuden a motivar y reforzar el comporta­
gravemente al sujeto, por lo que es posible que este miento de los individuos que son los destinatarios
procedimiento sea de poca utilidad en el campo de finales de la intervención (Olivares y García-López,
la delin­cuencia. 1997; Olivares y Méndez, 1997). Esta segunda va­
riedad de intervención —es decir, la enseñanza a
otros para que apliquen las técnicas e influyan sobre
5.5.2. Autorreforzamiento encubierto el comportamiento del individuo— suele enfrentar­
se, en la práctica, con una gran dificultad operativa,
Es la realización o imaginación del desempeño consistente en que las técnicas operantes suelen ser
de un determinado comportamiento que se desea aparentemente comprendidas con facilidad por los
incrementar o fortalecer (por ejemplo, realizar de usuarios que deberán utilizarlas, pero dicha com­
modo competente y continuado determinado traba­ prensión es muy a menudo sólo eso, «aparente»,
jo) y, a la vez, la imaginación de una consecuencia estereotipada y simplista. Piénsese, por ejemplo, en
muy gratificante (por ejemplo, haber podido com­ lo fácil que resulta que los procedimientos de refor-
prar una casa apetecida en el campo) como resulta­ zamiento positivo (inmediato y contingente de los
do de dicho comportamiento. comportamientos que se desean incrementar) sean
vulgarizados y tergiversados como «dar premios si
se porta bien» y «quitarlos si se porta mal» (esa
5.5.3. Modelado encubierto lectura pedestre es muy probable que acabe en que
no se haga nada de modo correcto, o en que senci­
El sujeto imagina que un «modelo» lleva a cabo llamente se castigue al sujeto, como es al uso en la
de modo exitoso la conducta por él temida (por justicia penal). No digamos ya la dificultad que
ejemplo, evitar consumir cierta droga, aunque se puede plantear el uso adecuado de la «extinción de
desearía hacerlo), prestando especial atención a los conducta» (no reforzar el comportamiento proble­
aspectos más relevantes del desarrollo de la con­ mático en ninguna circunstancia), procedimiento
ducta. Para tener un buen contraste entre lo que el que a menudo se efectúa de manera inconsistente
individuo hace habitualmente y lo que podría hacer (unas veces sí y otras veces no), lo que técnicamen­
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 134 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 135

te convierte la aplicación en un poderoso «reforza­ diante la observación de «modelos» en acción que


miento de razón variable», cuyo efecto es incremen­ reciben reforzamiento por una determinada conduc­
tar el comportamiento que se pretende extinguir. ta, lo que permite al «aprendiz» adquirir el comporta­
Debido al riesgo de que los usuarios de las téc­ ­miento, aplazando su puesta en práctica o ejecución
nicas operantes malinterpreten y pongan en prácti­ para cuando se den las circunstancias ambientales
ca una versión vulgar y aparente de dichos proce­ adecuadas. Según Bandura (1980), «la gente obser­
dimientos, los terapeutas deben prestar especial va repetidamente las acciones de los demás [mode­
cuidado y evaluar y ratificar el uso correcto de las los] y las ocasiones en que son recompensados», lo
técnicas, con tal de optimizar su eficacia. que influye «en la conducta [de los observadores]
casi de la misma manera que las consecuencias
experimentadas directamente» (p. 335). Mediante
5.7. Modelado de conducta aprendizaje social o modelado de conducta (tam­
bién denominado aprendizaje vicario, imitativo u
«En nuestros días se dispone de grandes ele­ observacional) se aprende una gran variedad de
mentos de cultura de que se carecía hace años, y comportamientos humanos, tanto prosociales como
no sólo no se aprovechan para realizar la impor­ agresivos y delictivos.
tante labor social que les está asignada, sino que Del modelo de aprendizaje social se han deriva­
en ciertas ocasiones, por emplearse torcidamente,
pueden constituir un grave peligro y hasta contri­
do algunas técnicas útiles para enseñar a los indivi­
buir a que se realicen determinados hechos delic­ duos nuevas habilidades de comportamiento, de ma­
tivos. La prensa puede y debe hacer mucho en esta nera que sean más competentes para dirigir y
importante labor social, ya que es uno de los me­ controlar su propio comportamiento. Las técnicas prin­
dios más poderosos de la difusión de la cultura; ­cipales son la propia técnica de modelado y el entre-
pero, por lo mismo que ejerce tan gran influencia namiento en asertividad y en habilidades sociales.
en las masas, puede obrar de modo contraprodu­ Bandura y Walters (1983) presentaron origina­
cente al narrar los grandes crímenes con todo gé­ riamente el modelo imitativo o de modelado a par­
nero de detalles, y al rodear a sus autores de la tir de las siguientes características básicas (véanse
popularidad a que por lo general aspiran muchos también Cruzado, 2004; Méndez, Olivares y Orti­
predispuestos y degenerados. Otro tanto puede de­
cirse del teatro y cinematógrafo.»
gosa, 2005):

A. Martínez del Campo y Kéller a)  Por imitación se entiende un tipo especial
Doctor en Derecho y Senador del Reino, de condicionamiento operante en el que las señales
El problema de la delincuencia, 1916. sociales —las conductas de otras personas: los mo-
delos— funcionan como estímulos discriminativos
El modelo de aprendizaje social realzó la ob­ del comportamiento, y se refuerzan o no las res­
servación del comportamiento de otras personas puestas del aprendiz, según reproduzcan o no las
como fuente de estimulación, antecedente y conse­ del modelo (esto es, se lleva a cabo un reforzamien-
cuente, de múltiples aprendizajes. El paradigma del to diferencial de conducta).
aprendizaje social u observacional, iniciado por b)  Las pautas de comportamiento aprendidas
Albert Bandura y Richard H. Walters, en 1963, en de este modo tienden a generalizarse a otras situa-
su conocida obra Social Learning and Personality ciones semejantes a aquella en que tuvo lugar el
Development y en otras obras posteriores de Ban­ aprendizaje.
dura (Bandura y Walters, 1983; Bandura, 1983, c)  El aprendizaje social efectivo requiere, ade­
1987), comenzó a tomar en consideración la inclu­ más, que los sujetos puedan efectuar finas discri-
sión de variables cognitivas en el análisis del com­ minaciones relativas al tipo de comportamientos
portamiento y en el proceso terapéutico derivado. que deben llevar a cabo, y las situaciones en que
Muchos aprendizajes humanos se producen me­ deben hacerlo.
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 135 04/09/13 13:00


136 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

d)  El aprendizaje a través de modelos es de­ como podría ser, por ejemplo, el maltrato
cisivo en la adquisición y el mantenimiento de res­ a la pareja (desvalorización de la víctima,
puestas de autocontrol, que resultan claves en los negación de la ilicitud de la conducta, ne­
procesos cognitivos de autorregulación conduc­ gación de la gravedad del daño, etc.).
tual.
e)  La eficacia de los modelos (para enseñar De este modo, las consecuencias experimenta­
nuevas conductas) es influida por el grado de com- das por los modelos —que siguen a sus respues­
petencia que manifiestan en la realización del com­ tas— precipitarían los siguientes procesos: 1) trans­
portamiento enseñado, por su prestigio a los ojos mitirían a los observadores información sobre la
del aprendiz, y por el nivel de congruencia que clase de comportamientos que probablemente van
muestra su propio comportamiento y el tipo de pre- a ser reforzados o castigados y en qué circunstan­
ceptos o pautas de conducta que aquél pretende cias y condiciones ello ocurrirá; 2) motivarían su
enseñar. deseo de obtener recompensas análogas por com­
f)  Se establece una diferenciación crítica entre portamientos similares, y 3) desencadenarían pro­
aprendizaje y acción. Esto es, se constata que la cesos vicarios de condicionamiento o extinción de
mayoría de los aprendizajes tienen lugar sin que se miedos (o ansiedad condicionada) en relación con
ponga en práctica enseguida lo aprendido. De los comportamientos llevados a cabo por los mode­
acuerdo con Bandura, el aprendizaje mediante imi­ los (Bandura, 1987).
tación se produce a lo largo de tres momentos dife­ Para que el aprendizaje por imitación se produz­
rentes (Bandura y Walters, 1983): ca son necesarias tres condiciones: 1) que el apren­
diz dirija su atención hacia el modelo; 2) que el
1. Adquisición del comportamiento. Habitual­ modelo retenga los aspectos básicos del comporta­
mente se observa el comportamiento de miento enseñado, y 3) que el aprendiz observe que
otras personas y se retienen los pasos fun­ el modelo recibe alguna recompensa.
damentales para llevarlo a cabo. Sin embar­ Los modelos cuya conducta se imita suelen ser
go, no es necesario que se realice el com­ personajes significativos en la vida de las personas,
portamiento de manera inmediata. pertenecientes a sus grupos primarios, como la fa­
2. Instigación o reproducción del comporta- milia o los amigos, aunque también pueden proce­
miento. El comportamiento, que fue previa­ der de la información que reciben a través de los
mente adquirido mediante observación, medios de comunicación. Los modelos pueden in­
puede precipitarse a partir de la influencia fluir en los observadores favoreciendo tanto la con­
de un nuevo modelo de conducta, de la ducta prosocial como la antisocial (por ejemplo, la
expectativa de lograr alguna recompensa, o violencia juvenil, la xenofobia o los asesinatos de
debido a la sugerencia o las instrucciones pareja).
recibidas de otra persona. El modelado es uno de los mecanismos funda­
3. Mantenimiento del comportamiento. El mentales en el aprendizaje de conductas y hábitos
comportamiento es afianzado mediante delictivos (Akers, 1997, 2006; Akers y Sellers,
procesos de reforzamiento directo (es decir, 2004). Individuos con hábitos delictivos más con­
consecuencias positivas que el sujeto obtie­ solidados se convierten en modelos delictivos para
ne para él directamente) o vicario (conse­ otros más inexpertos o aprendices. Los primeros,
cuencias positivas que obtienen otros y que mediante su propio comportamiento, hábitos y
él observa), mediante autorreforzamiento ­explicaciones, mostrarán a los segundos formas
(a partir de pensamientos positivos acerca agresivas de interacción y modos más eficaces de
de las conductas realizadas) o mediante es­ comisión de los delitos. Aumentarán o consoli­
trategias de neutralización de la culpa darán, en suma, el aprendizaje delictivo de los
por ciertos comportamientos inaceptables, «aprendices». Sin embargo, desde la perspectiva
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 136 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 137

del tratamiento, el modelado de conducta puede — Ser claros y abiertos sobre el rol que com­
ser también utilizado para influir de modo positivo pete al personal y sobre el objetivo y las
en el aprendizaje de comportamientos prosociales. expectativas de cada intervención.
Mediante la utilización de modelos pueden pro­ — Trabajar de manera activa y cercana a los
moverse, al menos, tres tipos de cambios de com­ sujetos para ayudarles a cambiar, aumentan­
portamiento (Sims et al., citados por López Mena, do su motivación y adiestrándoles en nuevas
1989): 1) enseñar nuevos comportamientos; 2) al­ habilidades, lo que incluye la planificación
terar la frecuencia —aumentando o disminuyen­ y la negociación de la resolución de los pro­
do— de comportamientos ya existentes, y 3) en blemas.
todo caso, proveer indicaciones o sugerencias con­ — Tratar al sujeto como una persona única y
ductuales, lo que se ha denominado facilitación valorar sus diferencias y semejanzas con
conductual. otros. Ello supone evitar estereotipos étni­
En el trabajo con delincuentes la técnica de cos, culturales, etc., y tomar en cuenta las
modelado y role-playing, o juego de roles, de diver­ capacidades y habilidades específicas de
sas situaciones de interacción es una de las estrate­ cada individuo.
gias de entrenamiento más interesantes y útiles. Es
especialmente relevante para la enseñanza a los su­
jetos, a menudo caracterizados por una pose plena­ 5.7.1. Programas mediante reforzamiento
mente egocéntrica, de habilidades que les permitan y modelado: el modelo de Familia
la adopción de una perspectiva social (Ross y Fa­ educadora
biano, 1985).
Una autora británica que trabaja para el sistema Un programa de tratamiento pionero en la uti­
de probation, Rally Cherry (2005), ha estructurado, lización del aprendizaje por imitación con jóvenes
a partir de una propuesta previa de Trotter (1994, con conducta antisocial fue el desarrollado por The­
1999), la utilización programada del modelado, por len, Pry, Dollinger y Paul (1976), que emplearon
parte del personal, como principal fuerza motriz del modelos filmados en vídeo y role-playing para me­
cambio de conducta en delincuentes, a partir de los jorar el comportamiento interpersonal de un grupo
siguientes principios: de ocho varones de entre 12 y 16 años. La interven­
ción comenzaba haciendo que los sujetos visiona­
— Desarrollar con los sujetos relaciones ho­ sen un total de catorce escenas grabadas, de cinco
nestas y empáticas, que les transmitan un minutos cada una. En ellas un actor varón represen­
interés genuino y estable por ellos y una taba a un joven delincuente en diversas situaciones
perspectiva optimista sobre su capacidad de interpersonales problemáticas, diez de las cuales
cambiar. acontecían en la propia residencia y cinco en la
— Modelar y alentar la conducta prosocial, lo escuela. En cada situación, el modelo era presenta­
que incluye claridad sobre los valores y con­ do inicialmente como poco hábil para resolver la
ductas esperables de los sujetos y el refor­ situación problemática, mientras que paulatinamen­
zamiento correspondiente de la expresión te iba logrando dominarla de modo apropiado. Las
apropiada de tales valores y conductas. situaciones a las que el modelo se enfrentaba eran
— Desalentar, a partir de retarlos y confrontar­ la necesidad de tener que expresar sus sentimientos
los cuando se produzcan, aquellos valores y a otras personas, la comunicación de determinados
conductas indeseables, incluidos por su­ problemas a los miembros del personal de la escue­
puesto los valores y comportamientos pro­ la o hacer frente a la imputación de algunas acusa­
delictivos. ciones. Una vez visionada cada escena, se pedía a
— Usar la autoridad de modo transparente, cla­ los sujetos que desempeñaran en vivo el papel que
ro y legítimo. habían observado en el modelo grabado. Después
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 137 04/09/13 13:00


138 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

observaban nuevamente la grabación, y realizaban para la interacción social. Éste consistía en una
el papel una vez más. sesión individual de entrenamiento, en la que uno
Para la evaluación de este programa se empleó de los profesionales enseñaba (mostraba) en vivo al
un diseño de línea base múltiple, con cuatro fases joven los componentes conductuales de que se com­
experimentales: 1) línea base (durante dos sema­ ponía la habilidad de interacción en cuestión. Pos­
nas); 2) presentación de las escenas relativas a si­ teriormente pedía al joven que practicara dicha
tuaciones acontecidas en la propia residencia (cinco ­habilidad mediante role-play (o juego de roles),
semanas); 3) presentación de situaciones en la es­ dándole por su cooperación en esta actividad refor-
cuela (dos semanas), y 4) seguimiento (dos sema­ zamiento social (es decir, alabando sus logros) y
nas). Los evaluadores efectuaron observaciones y puntos (en el marco del componente de «economía
registros del comportamiento de los jóvenes duran­ de fichas»).
te todo el proceso de intervención. Los resultados Se ha de destacar que previamente al inicio de
sólo mostraron una mejora temporal (que no se este programa, los terapeutas habían sido entrena-
mantuvo posteriormente) de las habilidades de re­ dos para que supieran educar de un modo apropia­
solución de situaciones problemáticas en la propia do a los jóvenes a su cargo en habilidades de inte­
residencia, aunque esta mejora no se produjo en racción. Estos entrenamientos previos de los futuros
relación con situaciones en la escuela. entrenadores sociales fueron evaluados mediante
Otro trabajo interesante del uso del modelado medidas en vivo a través de una prueba de role-
es el descrito por Brown (1985), en una replicación playing. A partir de las sesiones de formación se
realizada en Londres del modelo de familia educa­ desarrollaron materiales de entrenamiento del per­
dora (Teaching-Family Model) de la Universidad sonal, que incluían el uso de modelos grabados en
de Kansas. En este programa, denominado Unit cintas de casete y de vídeo, para ejemplificar las
One, se trabajó con ocho jóvenes delincuentes, de actividades y tareas educativas que debían reali­
entre 14 y 18 años, que residían en una casa a car­ zarse.
go de un matrimonio que a la vez eran profesiona­ Del programa Teaching-Family Model para ni­
les especialmente entrenados en el uso de técnicas ños y jóvenes, que fue diseñado en la Universidad
conductuales, constituyendo una unidad familiar de Kansas y aplicado por primera vez a mediados
creada ad hoc. Los componentes básicos de este de los años setenta, se han realizado cientos de re­
programa eran cuatro: 1) una economía de fichas; plicaciones en todo el mundo con muy buenos re­
2) un programa académico; 3) un sistema de auto- sultados. En una revisión de Fixsen, Blase, Thim­
gobierno o participación de los jóvenes en la toma bers y Wolf (2001) se han recogido nada menos que
de decisiones, y 4) su entrenamiento para la inte- 792 aplicaciones distintas sólo en Norteamérica.
racción social a través de la técnica de modelado.
Se obtuvieron los siguientes resultados globales:
cinco de estos jóvenes fueron posteriormente de­ 5.8. Entrenamiento en habilidades
vueltos bien a sus hogares o a programas comuni­ sociales (EHS)
tarios normalizados, y no llevaron a cabo nuevas
acciones delictivas ni durante su estancia en el pro­ Las dificultades en los comportamientos y ha­
grama ni a lo largo de un año de seguimiento pos­ bilidades sociales que permiten la interacción con
terior; en cambio, tres de ellos cometieron nuevos otras personas (padres, amigos y compañeros, pro­
delitos y fueron reingresados en instituciones juve­ fesores y otras figuras de autoridad, como pueda
niles. ser la propia policía) constituyen probablemente la
Veamos con más detalle en qué consistió el uso carencia más evidente de muchas personas con
del modelado. Cuando los jóvenes mostraban difi­ comportamiento antisocial. De ahí que el entrena­
cultades en situaciones de interacción con otras per­ miento en habilidades sociales sea una de las téc­
sonas, era aplicado el componente entrenamiento nicas más conocidas y aceptadas para el tratamien­
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 138 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 139

to de los delincuentes (Ross y Fabiano, 1985). El amplio abanico de habilidades como las siguientes
modelo original de entrenamiento en habilidades (Ross y Fabiano, 1985; Garrido, 1993): con delin­
sociales fue concebido por Argile y Kendom cuentes juveniles varones, para entrenarles en habi­
(1967). Su presupuesto central es que un compor­ lidades conversacionales, para favorecer su «intro­
tamiento socialmente habilidoso o competente re­ versión» (y facilitar su reflexión), para promover su
quiere tres componentes relacionados: percepción autoestima, para entrenarles en expresión de aserti­
social, cognición social y actuación social (Hollin vidad; con chicas delincuentes juveniles, para de­
y Palmer, 2001). La percepción social se concibe sarrollar sus habilidades de comunicación; con
como la habilidad para reconocer, entender e inter­ ­delincuentes sexuales, para enseñarles habilidades
pretar las señales sociales, tales como expresión de afrontamiento de situaciones de riesgo, y para
facial de emociones, indicaciones y respuestas de entrenar a sujetos en probation en habilidades de
otras personas, etc. La investigación (además del afrontamiento en la interacción con figuras de au­
propio sentido común) ha puesto de relieve que toridad.
muchos delincuentes, juveniles y adultos, tienen Puede considerarse que algunas personas po­
dificultades para una percepción social apropiada, seen, de manera natural, buenas capacidades y ha­
lo que les puede llevar a malinterpretar las inten­ bilidades para las interacciones humanas, mientras
ciones o la conducta de otras personas. La cogni- que otras presentarían, también naturalmente, défi­
ción social sería la habilidad para generar, en la cit en dichas capacidades. Sin embargo, no nacemos
mente, alternativas de respuesta y cursos de acción con repertorios específicos en ningún tipo de ha­
viables para responder a las interacciones y deman­ bilidades, sino que todas debemos aprenderlas
das sociales. También en esta faceta del comporta­ ­mediante los procesos normales de aprendizaje hu­
miento muchos delincuentes presentan notorias ca­ mano. Méndez, Olivares y Ros (2005) han diferen­
rencias, siendo habitual que muestren escasas ciado tres tipos de elementos fundamentales de la
alternativas a los problemas que se les presentan. conducta social: a) elementos expresivos (verbales,
Las habilidades de actuación social harían referen­ paralingüísticos y no verbales, como la mirada o los
cia a las capacidades de un sujeto para llevar a cabo gestos); b) elementos receptivos (atención al inter­
conductas apropiadas en la comunicación y la in­ locutor y percepción de sus elementos expresivos,
teracción sociales, tales como escuchar a otros, y evaluación de sus respuestas), y c) elementos
mantener un buen contacto visual con sus interlo­ interactivos (duración de la respuesta, o turno en el
cutores, modular el tono de voz de acuerdo con los uso de la palabra). Estos mismos autores han clasi­
contenidos y situaciones comunicativas, responder ficado las habilidades sociales en: a) opiniones (es­
a las críticas, ser asertivo en la comunicación, etc. cuchar y manifestar puntos de vista a otros); b)
De modo evidente, muchos delincuentes (no todos sentimientos (de agrado, desagrado, queja, afecto...;
los delincuentes) tienen carencias relevantes en las c) peticiones (pedir información, pedir un favor,
anteriores habili­dades. aceptar disculpas); d) conversaciones (iniciarlas,
La técnica de entrenamiento en habilidades so- mantenerlas o finalizarlas), y e) derechos (defender
ciales (EHS) guarda estrechas relaciones con el los propios o los de otras personas, hacer frente a
aprendizaje por imitación al cual se ha hecho refe­ las críticas, etc.).
rencia. La utilidad del EHS en el campo de la de­ Cuando aparecen dificultades en las interaccio­
lincuencia es muy notable debido a la evidente re­ nes sociales adultas, ello puede ser debido o bien a
lación entre la falta de habilidades interpersonales que se carece de facto de las habilidades necesarias
y muchos conflictos legales y, también, a causa de (es decir, hay un déficit conductual) o bien a que,
su extraordinaria aplicabilidad a múltiples proble­ aunque se cuente con tales habilidades, existen ele­
mas y situaciones (Blackburn, 1994; Glick, 2003). mentos (como la ansiedad condicionada) que inhi­
La técnica ha sido utilizada con diversas categorías ben la expresión fáctica de las habilidades. En am­
de delincuentes juveniles y adultos para enseñar un bos supuestos puede ser útil el entrenamiento en
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 139 04/09/13 13:00


140 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

habilidades sociales, aunque en el segundo la prio­ de favorecer la generalización. Puede tam­


ridad será rebajar la ansiedad que impide poner en bién pedirse al sujeto que efectúe ejercicios
práctica las habilidades que ya se conocen. de ensayo encubierto en la imaginación,
Para explorar los posibles déficit en habilidades representándose el modo de llevar a cabo,
sociales serán de utilidad los instrumentos de eva­ en diversas situaciones, la habilidad apren­
luación ya comentados, especialmente la entrevista, dida.
y las medidas de autoinforme y autorregistro rela­ 4. Reforzamiento positivo y retroalimenta-
tivas a las situaciones y a la frecuencia base de las ción: se trata, en primer lugar, de alabar al
habilidades en cuestión, el posible grado de temor sujeto sus intentos y avances en la práctica
que producen y los pensamientos que se vinculan a de la habilidad entrenada. También se le irá
estos procesos. informando acerca de sus progresos en el
El entrenamiento en habilidades sociales con­ aprendizaje y práctica de la tarea, y se le
siste en esencia en seguir los pasos necesarios para sugerirán posibles caminos para enmendar
enseñar cualquier habilidad social imaginable (por los fallos cometidos. El objetivo final es
ejemplo, la de saludar y presentarse a otra persona). que el individuo adquiera conciencia y con­
La secuencia puede concretarse en: referir al sujeto trol de las mejores maneras de desarrollar
de qué habilidad se trata y mostrarle cómo se pue­ determinadas conductas en específicas si­
de desempeñar, permitirle que la ponga en práctica tuaciones, lo que implica darse cuenta de
e irle reforzando las aproximaciones e informándo­ la necesidad de variación de su comporta­
le de los aspectos que aún puede mejorar. De modo miento para adaptarlo a las circunstancias
más específico, el EHS se suele presentar organiza­ cambiantes.
do de la siguiente manera (Caballo, 1998; Garrido, 5. Práctica en situaciones reales: en esta eta­
1993; Gil y García Saiz, 2004): pa final los ensayos de conducta tienen que
empezar a realizarse en situaciones natura­
1. Instrucciones: en que se informa al sujeto les, cuyo desarrollo el sujeto puede anotar
sobre la habilidad que se le pide que apren­ en autorregistros sobre los que informará
da y sobre los pasos necesarios para llevar­ en el contexto de la terapia, volviendo
la a cabo. cuanto sea necesario a la práctica controla­
2. Modelado: el terapeuta u otro «modelo» da de las etapas anteriores.
realiza la secuencia conductual de la habi­
lidad en cuestión, mostrando al «aprendiz» Para el caso de los delincuentes se ha insistido
sus aspectos más relevantes. en la necesidad de que el entrenamiento en habili-
3. Ensayo de conducta: a continuación se pide dades sociales no sólo enseñe las conductas más
al individuo que, en la propia situación te­ convenientes y efectivas para la interacción social
rapéutica, reproduzca la habilidad que se le sino que también incluya las competencias cogniti­
ha mostrado. Para ello es conveniente dis­ vas que dan cobertura a dichas habilidades. En esa
poner la situación de interacción entre dirección, Ross y Fabiano (1985) recomendaron
«modelo» y «aprendiz» de manera que se encarecidamente la terapia de aprendizaje estruc-
asemeje cada vez más a las situaciones rea­ turado de Goldstein (que ya en los años ochenta
les en que se requiere la habilidad enseña­ incluía elementos cognitivos) pero que con el tiem­
da. Las primeras situaciones de ensayo po y hasta nuestros días ha evolucionado hacia la
conviene que sean muy definidas y previ­ técnica de entrenamiento para reemplazar la agre-
sibles para el «aprendiz» al efecto de que sión (programa ART) (que se verá en el capítulo 7),
pueda consolidar adecuadamente la habili­ ya que incorpora de manera combinada ingredien­
dad, para más tarde ir variando ciertos pa­ tes de entrenamiento en habilidades sociales, de
rámetros de las situaciones, con el objetivo control de ira y de desarrollo moral.
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 140 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 141

5.8.1. Programa de habilidades cial u otros problemas, como consumo de drogas,


de tiempo libre juego compulsivo o pertenencia a bandas delic­­
tivas.
Un ejemplo interesante del uso de la técnica de El programa consiste en once sesiones grupales,
EHS es el Programa de entrenamiento en habili- de dos a tres horas, desarrolladas durante seis a tres
dades de tiempo libre de los Servicios Correccio­ semanas, y se ofrece tanto en centros como en la
nales Canadienses (véase el esquema en http:// comu­nidad.
www.csc-scc.gc.ca/). Es un programa de baja in­
tensidad dirigido a enseñar a los sujetos las siguien­
tes habilidades: adoptar un estilo de vida no delic­ 5.8.2. Programa de entrenamiento
tivo, establecer una red de relaciones prosociales, en habilidades de crianza
organizar el tiempo libre de forma constructiva, de los hijos
satisfacer sus necesidades de gratificación de ma­
neras no delictivas, mitigar su aburrimiento sin re­ Otro programa relevante de los Servicios Co­
currir al alcohol u otras drogas, buscar entreteni­ rreccionales del Canadá, que ilustra bien el campo
miento y diversión en lugares diferentes de los del EHS, es el Programa de entrenamiento en ha-
bares y descubrir nuevos intereses y nuevas activi­ bilidades de crianza de los hijos (puede verse es­
dades constructivas que pueden satisfacerlos. Para quema en http://www.csc-scc.gc.ca/). Se trata de
ello el programa instruye y entrena a los sujetos en una intervención de baja intensidad cuyo objetivo
los siguientes aspectos: es ayudar a los participantes a que aprendan y de­
sarrollen habilidades que les permitan mantener re­
— La frecuente conexión que existe entre la laciones positivas con sus hijos. Asimismo, les en­
utilización inapropiada del tiempo libre y la trena en el manejo de las situaciones de estrés
conducta delictiva. familiar suscitadas durante su encarcelamiento o
— Las ventajas del ocio «constructivo» para el que pueden acontecer al salir en libertad. Se traba­
individuo y para la sociedad, y las conse­ jan aspectos como el rol de los padres en la familia,
cuencias negativas de lo contrario. las responsabilidades derivadas de la paternidad, las
— La relevancia de equilibrar las necesidades consecuencias de las acciones e inacciones de los
de ocio con las obligaciones de cada uno. padres, las habilidades básicas que pueden ayudar
— Las ventajas de las actividades de ocio acti­ a los padres y a los hijos a resolver sus problemas
vo y constructivo (por ejemplo, realizar un y aquellas destrezas que se requieren para buscar
deporte) frente a las meramente pasivas (por ayuda en la comunidad ante diversas problemáticas
ejemplo, ver deporte en televisión). familiares que pueden suscitarse.
— La enseñanza de habilidades de p­ lanificación El programa se dirige a varones o mujeres que
y participación en actividades de ocio. han tenido una historia problemática en la crianza
de sus hijos, ya sea porque carecen de los mínimos
Son destinatarios de este programa aquellos de­ conocimientos necesarios sobre desarrollo infantil
lincuentes, tanto varones como mujeres, que se ha­ y sobre las responsabilidades paternas al respecto,
llan en alguna de las siguientes situaciones: 1) per­ están faltos de las habilidades necesarias para el
sonas cuyas actividades delictivas se han vinculado cuidado de los hijos o de habilidades de comunica­
en el pasado al uso inapropiado del tiempo libre; 2) ción efectiva con los niños, utilizan un sistema dis­
cuyas actividades de ocio les ayudan a adaptarse a ciplinario inapropiado o tienen unas expectativas
situaciones difíciles, tanto en la institución peniten­ irrealistas sobre la conducta de los niños y la reso­
ciaria como en la comunidad, y 3) cuyas actividades lución de los problemas familiares.
de ocio están relacionadas (y probablemente lo van Esta intervención se aplica en 20 sesiones gru­
a seguir estando en el futuro) con conducta antiso­ pales, de entre dos y tres horas, a lo largo de uno
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 141 04/09/13 13:00


142 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

a tres meses, y se ofrece tanto en centros cerrados tuales mantienen una continuidad e integración
como en la comunidad. Se recomienda que las per­ ­entre ellos, debido a su anclaje a cuatro ejes com­
sonas que lo necesiten realicen este programa partidos por todos:
cuando están próximas a salir en libertad. Se ex­
cluye, como medida de prudencia, a personas con­ 1. Aunque el propósito declarado de las mo­
denadas por abuso de niños o incesto, a menos que dernas terapias cognitivo-conductuales
hayan participado previamente en el tratamiento (que incorpora las facetas cognitivas y
apropiado para dichas problemáticas. De otro emocionales del comportamiento) es fun­
modo, en ausencia de cambios profundos en la damentarse en todos aquellos conocimien­
problemática del abuso sexual infantil, la adquisi­ tos psicológicos de carácter científico que
ción de mejores habilidades en el puro manejo puedan ser de utilidad, en la práctica existe
mecánico de los niños podría resultar contraprodu­ una preponderancia notable de la utiliza­
cente. ción de conocimientos derivados de la psi­
cología del aprendizaje.
2. El análisis funcional del comportamiento
5.9. Las «partículas elementales» continúa siendo la herramienta básica pres­
del tratamiento crita para la evaluación y el tratamiento
tanto de las conductas problemáticas como
Los procesos y técnicas psicológicos mencio­ de los pensamientos y emociones que pue­
nados hasta ahora, que incluyen el reforzamiento, den acompañarlas. En opinión de Amigo et
el moldeamiento y el encadenamiento de conducta, al. (1991), «el análisis aplicado y experi­
la extinción, la enseñanza de comportamientos al­ mental de la conducta aparece como la es­
ternativos, el control de estímulos, el modelado y trategia más potente de cambio psicológico
el entrenamiento en habilidades sociales, constitu­ y la más sólida en lo que a su formulación
yen, en términos metafóricos, las auténticas «partí­ se refiere» (p. 722).
culas elementales» de todo entrenamiento y apren­ 3. Diversas técnicas cognitivas plantean el
dizaje psicológicos, en cuanto que son los cambio de cogniciones y emociones desa­
elementos básicos que permiten construir las res­ daptativas que se suponen en la base de
tantes terapias psicológicas. Es decir, tales procesos muchos problemas; sin embargo, todos es­
básicos forman parte integrante de cualesquiera tos cambios suelen promoverse y mante­
otras técnicas y procedimientos más elaborados, nerse mediante la propia práctica como
tales como las técnicas cognitivas, de control emo­ estrategia terapéutica básica. Se razona e
cional o de prevención de recaídas, a las que se hará insta al individuo para realizar cambios en
referencia en los capítulos siguientes. Esta idea de su vida y, antes o después, ponerlos en
intersección entre técnicas de tratamiento, en las práctica de manera experimental —me­
que los procedimientos básicos de aprendizaje y de diante previos ensayos de prueba, en la
desarrollo de habilidades son las «partículas ele­ ­terapia— y, finalmente, en la propia rea­
mentales» a partir de las que construir los restantes lidad.
entrenamientos terapéuticos, que a su vez se entre­ 4. El último gran elemento de confluencia y
lazan entre sí, es sugerida en la tabla 5.1, en que se continuidad entre todos los tratamientos es
presenta un esquema general de las técnicas y los la prescripción de utilizar la medida y eva-
programas de tratamiento de delincuentes recogidos luación continua como estrategias de va­
a lo largo de esta obra. loración tanto de los comportamientos
De acuerdo con el esquema general de la ta­ problema como del proceso terapéutico
­
bla 5.1, las técnicas y programas cognitivo-conduc­ aplicado.

©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 142 04/09/13 13:00


Tabla 5.1
Esquema de las técnicas y programas de tratamiento de delincuentes presentados a lo largo de este manual

05_Delincuentes.indd 143
Desarrollo y reestructuración Regulación emocional Mantenimiento de los logros
Enseñanza de habilidades y hábitos
del pensamiento y control de ira y prevención de recaídas

©  Ediciones Pirámide
Reforzamiento. Reestructuración cognitiva. Desensibilización sistemá­ Técnicas de generalización
Moldeamiento. Solución cognitiva de pro­ tica. y mantenimiento.
Encadenamiento de conducta. blemas interpersonales. Exposición. Técnica de prevención de
Extinción. Autocontrol. Inoculación de estrés. recaídas.
Enseñanza de comportamientos alterna­ Autoinstrucciones. Tratamiento de la ira.
tivos. Desarrollo moral y de va­
Control de estímulos. lores.
Programas de reforzamiento.
Programas ambientales de contingencias.
Contratos conductuales.
Sensibilización encubierta.
Autorreforzamiento encubierto.

Técnicas básicas
Modelado encubierto.
Modelado.
Modelo de familia educadora.
Psicoterapia analítica funcional (PAF).
Terapia de aceptación y compromiso.
Terapia de conducta dialéctica.
Entrenamiento en habilidades sociales (EHS).
Programa de habilidades de tiempo libre.
Programa de entrenamiento en habilidades de crianza de los hijos.
Comunidades terapéuticas.
Programa razonamiento y rehabilitación (R&R).
Programa de tratamiento de delincuentes sexuales.
Entrenamiento para reemplazar la agresión (ART) con jóvenes.
Tratamiento de agresores de sus parejas.
Programa de mantenimiento de habilidades cognitivas.
Programa de manejo de las emociones y la ira.

Programas multifacéticos
Programa de integración
comunitaria.
Programa contrapunto.
Terapia multisistémica con jóvenes.
Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 143

04/09/13 13:00
144 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

5.10. Programas multifacéticos En Inglaterra la comunidad terapéutica peniten­


para el tratamiento de ciaria pionera y más famosa fue la Prisión de Gren-
toxicómanos don (situada a unos 100 kilómetros de Londres),
que ejemplifica las características del modelo clá­
Antonio es el pequeño de ocho hermanos sico de Maxwell Jones, que se aplicaron de la si­
(tres varones y cinco mujeres). Sus padres y dos guiente manera (Lipton, 2001):
de sus hermanos murieron hace años. Antonio re­
side en el domicilio familiar con dos de sus her­
manos varones. Mantiene muy buena relación con A) Elementos
su hermano mayor, aunque con el resto de su fa­
milia apenas tiene contacto. Excepto Antonio, nin­ — Contexto y estructura: una unidad de eva­
guno de sus hermanos ni otros miembros de su luación inicial, cinco unidades de comuni­
familia tienen antecedentes delictivos o de consu­ dad terapéutica y una unidad de prelibertad,
mo de drogas. Durante los últimos años ha traba­ en una prisión de seguridad media.
jado como peón en la construcción, aunque siem­ — Residentes: 245 delincuentes graves con
pre sin contrato laboral. Ha consumido heroína a historia de trastornos de personalidad, reclu­
lo largo de diez años, con un período de abstinen­ tados voluntariamente desde distintas pri­
cia en medio de tres años. Después siguió consu­ siones británicas.
miendo hasta su último ingreso en prisión. El pe­ — Personal: 220 funcionarios, comandados por
ríodo de abstinente lo realizó sin ayuda profesional,
por decisión propia, atemorizado por el rechazo
un director, ayudado por un psiquiatra, como
que el consumo suscitaba en su pareja y el impac­ director terapéutico. Cada unidad contaba
to psicológico que le produjo conocer que se había con un equipo liderado por un psiquiatra,
contagiado del sida. Tras reiniciar el consumo de más un psicólogo y un agente de probation.
drogas, su pareja lo abandonó. Cuando ha podido
ha ido teniendo distintos trabajos esporádicos e B) Principios
irregulares, a la vez que ha cometido diversos de­
litos para pagarse el consumo. — Democratización: cada miembro de la co­
munidad tiene voz y voto en cada aspecto
del funcionamiento de su unidad.
5.10.1. Comunidades terapéuticas — Permisividad: filosofía de tolerancia que
asume que cualquiera puede cometer errores
La expresión «comunidad terapéutica» puede y debe aceptarse y aceptar a los otros con
hacer en realidad referencia a intervenciones bas­ sus imperfecciones.
tante diferentes entre sí. Históricamente, dicha ex­ — Comunidad: aliento de la responsabilidad
presión se aplicó por primera vez, en 1946, por el individual y colectiva.
psiquiatra británico Tom Main al modelo terapéu­ — Confrontación con la realidad: presentando
tico utilizado en el Cassel Hospital de Londres para de un modo abierto y continuo las interpreta­
el tratamiento de los veteranos del ejército regresa­ ciones que los otros hacen de la propia
dos tras la Segunda Guerra Mundial. Dicho mode­ conducta­con el objetivo de contrarrestar la
lo combinaba terapia comunitaria y terapia psicoa­ propia­tendencia a justificar los problemas
nalítica, y constituía una variante del modelo interpersonales y la infracción de las normas.
terapéutico desarrollado en los mismos años por el — Influencia de otros miembros del grupo:
también psiquiatra británico Maxwell Jones. Pron­ para controlar y cambiar los valores cultu­
to el modelo de comunidad terapéutica, siguiendo rales «prisionizados», especialmente a partir
los principios y presupuestos de Maxwell Jones, se del influjo positivo de los «veteranos» (en
trasladó también al ámbito penitenciario, tanto en la comunidad) que ya han superado dichos
Gran Bretaña como en Estados Unidos. valores.
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 144 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 145

— Enfoque del modelo: liberación de la angus­ El origen de las «comunidades terapéuticas»


tia intrapsíquica, desarrollo de las relaciones aplicadas (en Estados Unidos y Europa) para el
con las esposas y los hijos, con las figuras tratamiento de sujetos con problemas de adicciones
de autoridad, mejora de las relaciones inter­ no proviene, sin embargo, directamente del modelo
personales, cambio de las actitudes ante el británico de Grendon, sino que deriva del centro
delito en general y, especialmente, ante sus Synanon, fundado en 1958 por Charles Dederich en
propios delitos en particular: trabajo sobre California, que a su vez dimana del movimiento
las justificaciones del delito, aumento de la Alcohólicos Anómimos (cuyas raíces lejanas pueden
conciencia sobre las víctimas y las conse­ proyectarse hasta grupos religiosos en favor de la
cuencias del delito para ellas, sobre las po­ abstinencia del alcohol) (Lipton, 2001). Una «co­
sibles fantasías y planes acerca de futuros munidad terapéutica» para el tratamiento de alco­
delitos (lo que supuso un anticipo de los hólicos o toxicómanos típicamente es una interven­
métodos de prevención de recaídas). ción residencial, que recomienda una permanencia
de entre nueve y dieciocho meses, aunque las tasas
C) Programa de abandono suelen ser muy elevadas.
Algunas de sus bases y principios rectores son
— Terapias principales utilizadas: terapia de los siguientes (Hooper, 2003; Lipton, 2001):
grupo diaria (diez residentes más dos profe­
sionales), asamblea de comunidad diaria de — La actividad terapéutica se organiza en tor­
cada unidad de residencia (de un máximo no al trabajo.
de 50 miembros) y sesiones de feedback y — Los residentes participan y se ocupan de
confrontación. todos los aspectos de la organización y ad­
— Otras terapias empleadas: psicodrama, en­ ministración de la comunidad (producción,
trenamiento en habilidades sociales y de mantenimiento, alimentación, administra­
vida, habilidades cognitivas, programa para ción).
delincuentes sexuales, alternativas a la vio­ — La adicción se interpreta como síntoma de un
lencia y educación. trastorno global de la persona, que es inma­
— Duración: se recomienda que los partici­ dura, incapaz de demorar la gratificación, de
pantes permanezcan en el programa de co­ soportar la frustración y de mantener relacio­
munidad terapéutica durante dos años (las nes saludables con otras personas, además de
evaluaciones realizadas resultan más favo­ presentar una baja autoestima y otros proble­
rables a los programas de duración superior mas de comportamiento.
a los 12 a 18 meses que a los de más corta — Todos los anteriores problemas se convierten
duración). en objetivos de la terapia, que realizan con­
— Resultados: diversas evaluaciones de rein­ juntamente el personal y los otros residentes
cidencia no han encontrado en general re­ y se orienta a desarrollar en cada sujeto una
sultados favorables ni en evaluciones pre/ identidad personal y cambios globales en su
post del mismo grupo de sujetos (antes y estilo de vida, lo que incluye su conducta,
después de pasar por el programa de Gren­ actitudes y valores consonantes con un
don) ni en evaluaciones de comparación con «modo de vida correcto». Ello significa
muestras de delincuentes de otras prisiones. incor­porar valores sociales positivos como el
Pese a todo, los mejores resultados se han trabajo, la productividad social y la respon­
asociado, como se ha comentado, a la mayor sabilidad comunitaria, y valores personales,
duración de la estancia de los sujetos en este como la honestidad, la autoconfianza y la
programa y, también, a la mayor edad de responsabilidad hacia uno mismo y hacia
excarcelación de los sujetos. personas significativas de la propia realidad.
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 145 04/09/13 13:00


146 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

— Las metas del tratamiento resultan con­ chos de estos programas se han asociado al trata­
gruentes con los anteriores valores: absti­ miento de problemas adictivos, aunque no en todos
nencia en el uso de drogas, finalización de los casos. Las «comunidades terapéuticas» más mo­
las actividades delictivas, obtención de un dernas, aun manteniendo su carácter de tratamiento
empleo legal o (en jóvenes) continuación de holístico, han mejorado su orientación al tratamien­
los estudios y mantenimiento de relaciones to de factores de necesidad criminogénica, o facto­
sociales positivas. res, según vimos, directamente conectados con el
— Los nuevos residentes ingresan en la comu­ estilo de vida que lleva a la conducta delictiva (An­
nidad por abajo pero, mediante su esfuerzo, drews et al., 1990). También los programas recien­
pueden mejorar su estatus y ganar incenti­ tes han cuidado mucho más el diseño de las evalua­
vos tales como un trabajo preferible, mejo­ ciones de eficacia. En la actualidad existen datos
res dependencias de residencia, etc. que apoyan la efectividad de algunas comunidades
— Ante la frecuente falta de motivación genui­ terapéuticas para reducir de modo significativo y
na que pueden presentar al principio mu­ socialmente relevante las tasas de reincidencia de
chos residentes, se les pide que acepten la los delincuentes tratados en ellas frente a los con­
noción de «comportarse como si» estuvie­ troles (Field, 1992; Inciardi, Martin, Butzin et al.,
ran de acuerdo con los valores y principios 1997; Wexler, De Leon, Thomas et al., 1999;
de la «comunidad terapéutica», hasta tanto Wexler, Falkin y Lipton, 1990).
se vaya produciendo una verdadera interna­
lización de dichos valores.
— La esencia de la intervención terapéutica es 5.10.2. Programa tipo en las prisiones
«la utilización intencionada de la comuni- canadienses
dad como método fundamental para facilitar
el cambio social y psicológico en los indi­ Según datos de los Servicios Correccionales
viduos» (De Leon, 1995, p. 1611), ofrecién­ Canadienses, el 80 por 100 de los delincuentes que
doles confrontación y ayuda para la difícil cumplen condena en Canadá tiene problemas rela­
tarea de efectuar dichos cambios. cionados con el abuso de sustancias, por lo que éste
— Los miembros de la comunidad utilizan en es un importante factor de riesgo que debe abordar­
las sesiones de grupo y en la vida cotidiana, se para mejorar las posibilidades de reinserción de
como mecanismos de ayuda para el cambio los sujetos (véase en http://www.csc-scc.gc.ca/).
de las actitudes y del comportamiento de los El Programa canadiense de prevención del abu-
residentes, confrontación, persuasión positi­ so de sustancias parte de un modelo teórico integra­
va, retroalimentación y reforzamiento, afir­ do que asume que los patrones conductuales de abu­
mación del sujeto, instrucción, sugerencias, so de sustancias tienen en su origen múltiples
y expresión de recuerdos de la infancia y la factores a la vez que pueden ser explicados, parcial­
adolescencia. mente, por principios de aprendizaje. Se concibe el
— En las comunidades terapéuticas actuales se abuso de sustancias como una respuesta desadapta­
ofrecen también otros tratamientos tales tiva a los problemas habituales de la vida. El com­
como terapia familiar, servicios educativos, portamiento de consumo, que cuenta con influencias
de formación laboral, sanitarios y de salud de carácter biológico, se inicia y se mantiene debido
mental. a las experiencias de aprendizaje pasadas, que in­
cluyen modelado de conducta, contingencias de
Desde los años sesenta hasta la actualidad se ­reforzamiento y creencias y expectativas cognitivas.
han desarrollado numerosos programas de «comu­ Así pues, los mismos mecanismos de aprendizaje
nidad terapéutica» en las prisiones norteamericanas, que han posibilitado el proceso de adquisición de
para delincuentes juveniles, adultos y mujeres. Mu­ las conductas de consumo pueden emplearse tam­
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 146 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 147

bién para desarrollar en el individuo patrones de potenciar la derivación a dispositivos no penitencia­


comportamiento y pensamiento más adaptati‑­ rios en aquellos casos cuyas condiciones jurídicas,
vos para enfrentarse a los problemas de la vida dia­ penitenciarias y personales lo permitan, y 7) evitar
ria. la marginalización y estigmatización del sujeto dro­
Se dispone de un procedimiento de Evaluación godependiente.
computerizada del abuso de sustancias (CASA), La intervención se concreta en cinco programas
que incluye una serie de medidas válidas para va­ o ingredientes complementarios (Circular 17/2005
lorar la intensidad de la adicción y su relación con de la Dirección General de Instituciones Peniten­
otras facetas del estilo de vida delictivo, ya que la ciarias; Redondo, Pozuelo y Ruiz, en prensa):
relación funcional entre consumo de sustancias y
delincuencia es un criterio imprescindible para la 1. Programa de prevención y educación para
inclusión de un individuo en este programa. Cum­ la salud. Tiene como objetivos mejorar la
plido este criterio de relación conducta delictiva- información sobre las drogas y sus efectos,
consumo, los sujetos son asignados a modalidades evitando el inicio en el consumo. También
del programa de diversa intensidad en función del propiciar un estilo de vida saludable y dotar
grado de riesgo que presentan (alto, moderado o de competencias y habilidades para recha­
bajo). zar el consumo y favorecer una adecuada
En años pasados, se ha formado a más de 200 inserción social.
técnicos de los Servicios Correccionales Canadien­ 2. Programa de intercambio de jeringuillas.
ses para que puedan impartir el Programa nacional El objetivo es preservar la salud y la vida
de prevención del abuso de sustancias y se estima de los sujetos drogodependientes, elimi­
que unos 3.000 delincuentes participan anualmente nando prácticas como el uso compartido de
en él. Se han efectuado múltiples evaluaciones de jeringuillas.
su eficacia y, en general, se ha hallado que las 3. Programa de tratamiento con metadona.
muestras de sujetos que siguen este programa pre­ La metadona es una sustancia agonista,
sentan tasas de reincidencia inferiores a la mitad de cuya administración controlada evita el sín­
las tasas de reincidencia de los sujetos no tra­­ drome de abstinencia. Por otra parte sus
tados. efectos son menos nocivos que los de la
heroína y se administra por vía oral y de
forma pautada. Para su prescripción es ne­
5.10.3. Programa con internos cesario el consentimiento expreso del indi­
drogodependientes viduo, que debe someterse a controles pe­
en las prisiones españolas riódicos para detectar el posible consumo
de otras sustancias.
Las prisiones españolas también cuentan con un 4. Programa de deshabituación. Consta de
programa multifacético para el tratamiento de la dos procesos: desintoxicación y deshabi­
problemática de adicción a drogas. Los objetivos tuación propiamente dicha. En el primero
del programa en materia de drogas son (Circular (desintoxicación) se elimina la dependen­
17/2005 de la Dirección General de Instituciones cia física hacia la sustancia que ha creado
Penitenciarias): 1) evitar el inicio del consumo en­ adicción. Se realiza mediante tratamiento
tre la población abstinente; 2) minimizar las con­ farmacológico exclusivamente (metadona,
ductas de riesgo entre los consumidores; 3) reducir naltrexona u otros fármacos), aunque se
los posibles daños asociados al consumo; 4) esti­ programan igualmente otras acciones de
mular el inicio del tratamiento; 5) posibilitar la con­ apoyo. La segunda fase (deshabituación)
tinuación de la rehabilitación de los internos que la consiste en la eliminación de la dependen­
hubieran iniciado antes de ingresar en prisión; 6) cia psicológica. Es mucho más compleja y
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 147 04/09/13 13:00


148 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

prolongada. La intervención es de carácter la intervención son los grupos terapéuticos


terapéutico y educativo. Puede realizarse autogestionados, en los que se establecen
de forma ambulatoria, en centro de día o en las tareas y se programan los objetivos. Su­
módulo terapéutico. Los internos deben so­ ponen para el participante en el programa
meterse a controles analíticos para detectar un punto de referencia y un factor de mo­
posibles recaídas y en tal caso reiniciar su tivación de logro.
tratamiento inmediato. Es muy importante
que estos controles se realicen especial­ El desarrollo de los programas penitenciarios de
mente antes y después de disfrutar de per­ drogodependencias se sustenta en tres tipos de equi­
misos de salida y en situaciones de régimen pos que integrarían lo que se ha denominado Grupo
abierto. de atención a drogodependientes (GAD):
5. Programa de reincorporación social. Tiene
como objetivos la adquisición y desarrollo — Equipo sanitario, con funciones de diseño,
de actitudes, habilidades, recursos y apren­ ejecución y evaluación de las intervenciones
dizajes que ayuden a mejorar el desenvol­ sanitarias. Desarrolla los programas de in­
vimiento personal, familiar, social y laboral tercambio de jeringuillas, de administración
y, por tanto, a optimizar la incorporación de metadona y de desintoxicación.
social del individuo. Se cuenta para ello — Equipo técnico, con funciones de diseño, eje­
con la colaboración de los profesionales y cución y evaluación de las intervenciones
recursos extrapenitenciarios existentes, tan­ multidisciplinares. Los programas de su
to terapéuticos como de la red de servicios competencia son los de prevención, educa­
sociales. ción para la salud, intervención psicosocial
en el tratamiento con metadona y deshabitua­
Las intervenciones con drogodependientes pue­ ción. Forman parte del equipo técnico el mé­
den realizarse en dos formatos o modalidades: dico, psicólogo, educador y trabajador social,
y dicho equipo puede ampliarse con funcio­
1. Intervención ambulatoria/centro de día. narios de vigilancia, maestros, enfermeros,
En los centros penitenciarios se han ade­ monitores, etc. Cada equipo debe designar un
cuado espacios para que los profesionales coordinador.
puedan desarrollar las actividades terapéu­ — Comisión, con funciones de dirección y
ticas con los internos incluidos en los dis­ coordinación. La preside el director del cen­
tintos programas. Estos espacios pueden tro y forman parte de ella los subdirectores
ubicarse en cada módulo (intervención am­ médicos y de tratamiento y los coordinado­
bulatoria) o en una dependencia centrali­ res de los equipos de atención a drogode­
zada con diversas salas o despachos (cen­ pendientes.
tro de día).
2. Módulo terapéutico residencial. Se trata de
áreas de residencia independientes destina­ 5.11. Análisis de la conducta
das exclusivamente a albergar a internos clínica
que se encuentran en tratamiento integral
de drogodependencias. Con ello, se preten­ Durante los últimos años, en reacción al predo­
de crear un espacio socioeducativo o tera­ minio terapéutico de lo cognitivo, ha surgido desde
péutico normalizado y libre de droga. A el modelo operante una nueva propuesta de recupe­
ellos se asignan internos con buen pronós­ ración del análisis conductual aplicado. En ella se
tico en su tratamiento e internos con eleva­ han diferenciado dos categorías de conductas: aque­
do riesgo de inicio del consumo. El eje de llas conductas prioritariamente controladas median­
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 148 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 149

te contingencias de refuerzo y aquellas otras que nas del sujeto, lo que implica que los cam­
son elicitadas por reglas o instrucciones indicativas bios operados en el marco de la terapia re­
de en qué circunstancias y bajo qué condiciones se sultarán relevantes en su vida real.
producirá el reforzamiento. Este segundo tipo de
conductas, prioritariamente humano, requiere habi­ Estas perspectivas son fundamentalmente nue­
lidades y reglas lingüísticas que medien la interac­ vos intentos de comprensión de las relaciones teó­
ción estímulos-respuestas-consecuencias (Labra­ ricas entre pensamientos, conductas y emociones,
dor, 1998b; Storrow, 2001). Generalmente, se más que modalidades terapéuticas completamente
producirán aprendizajes en los que ciertos elemen­ novedosas. No obstante, el análisis de la conducta
tos verbales se vincularán con emociones y sensa­ clínica ha dado lugar a tres aplicaciones terapéuti­
ciones, a las que acabarían siguiendo consecuencias cas principales (Vallejo, 1998), referidas brevemen­
positivas o negativas; de este modo, las palabras/ te a continuación.
pensamientos se convertirían en estímulos discrimi­
nativos de inicio de cadenas conductuales que rela­
cionan palabras, emociones o sensaciones y conse­ 5.11.1. Psicoterapia analítica
cuencias (Pérez, 1991). funcional (PAF)
Las características más sobresalientes del aná-
lisis de la conducta clínica son las siguientes (Ko­ Sus principales proponentes fueron Kohlenberg
hlenberg, Tsai y Dougher, 1993): y Tsai (1991), tomando como base el análisis fun­
cional de la conducta verbal iniciado por Skinner.
— Reafirmación del control ambiental sobre la Esta modalidad terapéutica utiliza técnicas conduc­
conducta, por encima de los factores in­ tuales dirigidas a identificar las conductas problema
ternos. que se producen en la propia interacción terapéuti­
— Equiparación de lo cognitivo con lo verbal, ca y las explicaciones que efectúa el sujeto de sus
de modo que el pensamiento-lenguaje no se comportamientos y causas, así como sus intentos
considera la explicación causal del compor­ de cambio. Su principal elemento distintivo es que
tamiento y de los trastornos, sino que se realza el papel de la relación clínica terapeuta-usua­
explicaría por los mismos principios ope­ rio como medio de cambio terapéutico, a través del
rantes que el resto de la conducta. ofrecimiento al sujeto por parte del terapeuta de
— Las disfunciones psicológicas y de compor­ nuevas interpretaciones alternativas de las relacio­
tamiento no son el resultado de ciertos con­ nes entre sus pensamientos, sus emociones y sus
tenidos cognitivos (por ejemplo, de justifi­ conductas (Paul, Marx y Orsillo, 1999). Se consi­
cación delictiva) sino prioritariamente del dera que los cambios producidos en esta interacción
control o relación funcional que guardan terapéutica se trasladarán a la vida cotidiana del
dichos contenidos con el comportamiento sujeto (Pérez, 1995).
explícito del sujeto. Así, el tratamiento debe Más concretamente, los principales elementos
dirigirse prioritariamente a producir cam­ de la psicoterapia analítica funcional (PAF) son los
bios en las interacciones funcionales entre siguientes (Pérez, 1996a):
las cogniciones y los trastornos (Hayes y
Hayes, 1992). — Se fundamenta en el análisis de la conducta.
— De este modo, el lenguaje-pensamiento del — Frente a previas aproximaciones conductua­
individuo constituye un comportamiento les, la PAF considera que la relación tera-
clínicamente significativo y evaluable. En péutica constituye un ingrediente esencial
tales circunstancias, la relación clínica tera­ de la intervención. En lógica operante, el
peuta-usuario es considerada una muestra terapeuta tendría tres funciones de estímulo:
representativa de las interacciones cotidia­ evocativa de conductas respondientes, dis-
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 149 04/09/13 13:00


150 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

criminativa de ciertos comportamientos (que comportamientos adecuados en relación con la lim­


el terapeuta elicita, con sus preguntas o co­ pieza y un cambio de actitudes y creencias (en el
mentarios) y reforzante. personal) sobre la potencialidad de mejora de los
— Se presupone una equivalencia funcional propios internos. Todo ello era reforzado verbal­
entre la situación terapéutica y la vida coti­ mente en las sesiones. También se favoreció una
diana del individuo (dificultades en las re­ situación estimular apropiada (la disponibilidad de
laciones personales, miedos, rechazos, hos­ papeleras, ceniceros y contenedores), y la conducta
tilidad, ansiedad social, compulsividad, etc. de los funcionarios como modelos positivos de lim­
—Kohlenberg y Tsai, 1987—). pieza. Además, el tratamiento incluyó un período
— La PAF identifica tres tipos principales de de desvanecimiento del programa (disminución pro­
conductas clínicamente relevantes que tie­ gresiva de los registros de limpieza y de las sesiones
nen lugar durante la sesión terapéutica: y refuerzos) para promover la generalización.
Sobre una escala de suciedad de 0-12 puntos,
1. La manifestación de los propios proble­
que alcanzó en línea base puntuaciones de en torno
mas del sujeto: aquellos por los que se
a 10, la aplicación del programa analítico-funcional
requiere ayuda profesional.
logró una drástica reducción de la suciedad hasta
2. Los cambios y mejorías del individuo
alrededor de 1 punto, mejora que se mantuvo en un
tratado.
seguimiento de seis meses.
3. Las interpretaciones del sujeto sobre su
propia conducta, que pueden actuar como
estímulos evocativos, discriminati­vos y
5.11.2. Terapia de aceptación
reforzantes. Dichas interpretaciones
y compromiso (ACT)
también desempeñarían un papel decisi­
vo como mediadoras entre la sesión clí­
La primera descripción de esta terapia —inicial­
nica y la vida cotidiana, lo que puede
mente denominada Comprehensive Distance The-
facilitar la generalización terapéuti­ca.
rapy— correspondió a Hayes en 1987 y su defini­
— El proceso de cambio se debería producir ción y estructuración amplia se efectuó en la obra
como resultado de los aprendizajes que se de Hayes, Strosahl y Wilson (1999), habiendo sido
produzcan en las sesiones terapéuticas, cuya sus introductores en el ámbito español Pérez (1996a,
generalización a la vida cotidiana se espera 1996b) —bajo la denominación de «terapia contex­
promover. tual»— y Luciano (Luciano, 2001a; Wilson y Lu­
ciano, 2002). En palabras de su originario creador,
Mediante un procedimiento analítico-funcional la ACT «es una forma de psicoterapia experiencial
se diseñó y aplicó en el departamento de jóvenes del conductual y cognitiva basada en la teoría del mar­
centro penitenciario de «El Acebuche» (Almería) co relacional del lenguaje y la cognición humana,
un programa para la mejora de los comportamientos y representa una perspectiva sobre la psicopatología
de cuidado y limpieza de los lugares comunes (pa­ que enfatiza el papel de la evitación experiencial,
tios, pasillos, etc.) (Zaldívar, Cangas y Luciano, la fusión cognitiva, la ausencia o debilitamiento de
1998). Para ello, en lugar de poner en marcha un los valores y la rigidez e ineficacia conductual re­
sistema directo y más intrusivo de contingencias sultantes» (Hayes, 2002, p. 15). Según sus creado­
(por ejemplo, una economía de fichas), se realizó res y promotores, la ACT aportaría cuatro nuevos
una intervención que los autores denominan «natu­ elementos significativos a la intervención psicoló­
ral de baja intrusividad y de moldeamiento verbal» gica (Pérez, 2002; Wilson y Luciano, 2002):
(p. 164). Consistió en promover, en una serie de
reuniones con el personal y con los internos, la ex­ 1. Una nueva filosofía de la vida que acoge la
presión verbal (por parte de internos y personal) de «autoaceptación psicológica» y el sufrimi­en­
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 150 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 151

t­o como una condición necesaria y, a menu­ ra que sea capaz de discernir en relación
do, ineludible: «... en ACT se apela a una con su propio trastorno aquellas situaciones
filosofía de vida practicada por millones de en que es posible y conveniente cambiar de
seres humanos que han aprendido de una aquellas otras en que la mejor opción es la
forma natural a ser abiertos a la vida con los aceptación de la situación. Dicha acepta­
beneficios y desventajas que conlleva el he­ ción puede comportar el que deba experi­
cho de ser organismos verbales. Prácticas de mentar recuerdos, estados, sensaciones o
vida que suponen reaccionar a los problemas pensamientos desagradables sin propiciar
de un modo que no anule la vida misma. Es conductas de escape.
decir, tomando los escollos del camino de la
vida —en cuanto funciones verbales aversi­ En definitiva, la ACT realza, como planteamien­
vas— como parte inevitable del propio cami­ to central, «lo que es importante para la persona»,
­no a recorrer, no convirtiendo en problemas ayudando al individuo a aceptar «los eventos priva­
psicológicos lo que no son más que proble­ dos que están en el camino que el cliente elige para
mas de la vida...» (Luciano, 2001b, p. 3). su vida como un compromiso elegido con la vida y,
2. Una nueva perspectiva cultural, que desen­ por tanto, un compromiso con lo que ésta lleve con­
mascara el papel perverso que para el indi­ sigo en términos de los eventos privados según su
viduo pueden comportar la subjetividad y historia personal» (Wilson y Luciano, 2002, pp. 97
el autoconocimiento mediados por el len­ y 98). Los elementos nucleares de la intervención
guaje (a su vez, contextualmente controla­ terapéutica serían los cuatro siguientes (Wilson y
do), que puede impedirle o dificultarle una Luciano, 2002): a) clarificación de valores; b) ex-
relación adecuada con la realidad. Uno de posición dirigida a que el individuo recupere el con­
los principales fundamentos teóricos de la tacto con las barreras o eventos privados temidos;
ACT reside en la consideración de que el c) desactivación de funciones y distanciamiento,
comportamiento verbal elicita emociones y reduciendo el dominio del lenguaje que levanta ba­
eventos privados (clínicos), que se perpe­ rreras frente al individuo, y d) fortalecimiento de los
túan en el tiempo por la influencia de indi­ valores y opciones vitales de la persona.
cios ambientales (Luciano y Wilson, 2002; La terapia se realizaría a partir de una serie de
Pérez, 1995). De acuerdo con ello, la tera­ fases y estrategias, que incluirían las siguientes (Pé­
pia intentaría conocer y revertir el contexto rez, 1996a):
social-verbal que ampara los problemas del
sujeto, desenmascarando sus emociones y 1. Generación de un estado de desesperanza
reglas autodestructivas a partir del uso de creadora, que haga al sujeto caer en la
metáforas y ejercicios de cambio de plan­ cuenta de la inutilidad de sus anteriores
teamiento (Paul, Marx y Orsillo, 1999). estrategias para controlar el problema y de
3. Una nueva perspectiva psicopatológica, la necesidad de buscar otras nuevas.
que considera que muchos trastornos tienen 2. Ayuda al individuo para que comprenda
como raíz procesos psicológicos de evita­ que en buena medida el intento de controlar
ción experiencial (a menudo de experien­ el problema es en esencia el problema mis­
cias aversivas derivadas de procesos «anó­ mo, ya que los intentos reiterados e inefi-
micos» de conflicto aspiraciones-medios caces de resolución favorecen la aparición
para su logro). de lo que se intenta evitar (por ejemplo, una
4. una innovación terapéutica, que comporta determinada emoción).
el intento de ayudar a la persona a adoptar 3. Enseñanza al sujeto de la diferencia entre
una nueva perspectiva «orientada a los va­ la persona (presentada mediante la metáfo­
lores» (Luciano y Wilson, 2002), de mane­ ra de «la casa») y sus pensamientos, senti-
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 151 04/09/13 13:00


152 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

mientos y conductas («los muebles»): los sentar relación frecuente con comportamientos an­
muebles pueden cambiarse. tisociales y delictivos.
4. Establecimiento de objetivos de cambio.
5. Asunción de compromisos para el cambio.
6. Aceptación de emociones y pensamientos Resumen
y aprendizaje de nuevos modos de lengua­
je y conducta. Es notorio que muchos delincuentes requieren
aprender nuevas habilidades y hábitos de comuni­
La ACT se ha aplicado, con una duración varia­ cación no violenta, de responsabilidad familiar y
ble de entre cuatro y varias docenas de sesiones, a laboral, de motivación de logro personal, etc. En
múltiples problemas tales como desórdenes psicó­ psicología existe una amplia tecnología, en buena
ticos, estrés laboral, ansiedad, depresión, alimenta­ medida derivada del condicionamiento operante,
ción, abuso de drogas y alcohol, conflictos marita­ para la enseñanza de nuevos comportamientos y
les, dolor crónico, cáncer y otros problemas médicos para el mantenimiento de las competencias sociales
(Hayes, 2002; Luciano, 2001a; Luciano y Gutiérrez que ya puedan existir en el repertorio de comporta­
Martínez, 2001; Luciano, Visdómine, Gutiérrez y miento de un individuo. Entre las técnicas que sirven
Montesinos, 2001; Montesinos, Hernández y Lu­ para el desarrollo de conductas destaca el reforza-
ciano, 2001; Zaldívar, Cangas y Luciano, 1998). No miento positivo, consistente en aplicar consecuen­
se han encontrado hasta la fecha aplicaciones direc­ cias gratificantes para el individuo, que incrementan
tas en el tratamiento de delincuentes. la frecuencia del comportamiento al que siguen. Los
refuerzos positivos pueden ser tanto materiales
como sociales, o también el propio autorreforza­
5.11.3. Terapia de conducta dialéctica miento. Los refuerzos más útiles con delincuentes
suelen ser cosas «naturales», apropiadamente apli­
La terapia de conducta dialéctica intenta pro­ cadas, tales como elogiar, agradecer, comentar algo,
mover que el individuo manifieste sus emociones, ofrecer tiempo libre, emitir informes positivos, dar
pensamientos y comportamientos, de manera que mayor responsabilidad u oportunidades, reconocer
éstos puedan ser observados y evaluados (Pérez, el esfuerzo, ofrecer un café, etc. El reforzamiento
1995). A continuación la interacción terapéutica se negativo, tan útil y beneficioso como el positivo,
va a mover en tres ejes principales: consiste no en castigar a un sujeto, como a menudo
se malinterpreta, sino en premiar su conducta apro­
1. Favorecer el cambio pero en un contexto piada mediante la retirada contingente de conse­
de aceptación. cuencias aversivas o restricciones que podía estar
2. Contraposición entre estabilidad y flexibi­ experimentando.
lidad. Un modo útil y prudente de enseñar nuevos
3. Equilibrio entre apoyo y desafío al sujeto. comportamientos sociales es a través del moldea-
miento de conducta, que consiste en «trocear» un
Para ello se utilizan técnicas de entrenamiento comportamiento complejo en pequeños pasos y re­
en solución de problemas, entrenamiento en regu­ forzar al individuo por sus aproximaciones sucesi­
lación de emociones y autocontrol. Una de las apli­ vas, paso a paso, a la conducta final que se le
caciones en que se han obtenido buenos resultados, pide.
que llevan a considerar esta técnica como «proba­ Las mejores técnicas para reducir comporta­
blemente eficaz», es el trastorno límite de la perso­ mientos inapropiados son la extinción de conducta,
nalidad (Nathan et al., 2002; McMurran, 2001b; consistente en retirar de manera sistemática todas
Quiroga y Errasti, 2001), que por sus características aquellas consecuencias gratificantes que mantienen
de descontrol emocional y conductual puede pre­ un comportamiento problemático, y la enseñanza a
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 152 04/09/13 13:00


Enseñanza de nuevas habilidades y hábitos / 153

los sujetos de nuevos comportamientos alternativos El modelado de conducta es también la base de


que les permitan obtener las gratificaciones que la técnica de entrenamiento en habilidades sociales,
antes lograban mediante su conducta inapropiada. que es una de las técnicas más empleadas con los
Los comportamientos que se quieren favorecer delincuentes. Esta técnica permite la enseñanza de
pueden ser estimulados mediante estímulos antece- distintas habilidades prosociales, a partir de los si­
dentes que, como instrucciones o sugerencias, los guientes pasos: 1) instrucciones; 2) modelado;
hagan más probables. Por supuesto, después se re­ 3) ensayo de conducta; 4) reforzamiento positivo,
quiere que dichos comportamientos sean reforzados y 5) práctica de las habilidades en situaciones rea­
a partir de consecuencias positivas para los su­ les. A partir de esta técnica se han concebido y
jetos. aplicado distintos programas tales como el «progra­
El mantenimiento de la conducta a largo plazo ma de habilidades de tiempo libre» y el «programa
puede promoverse a través de la aplicación de de entrenamiento en habilidades de crianza de los
programas de reforzamiento adecuados. Los pro­ hijos», ambos de los Servicios Correccionales
gramas de reforzamiento son los modos de suce­ Cana­dienses.
sión de la conducta y sus consecuencias o refuer­ Todas las anteriores técnicas se califican aquí
zos. Las nuevas conductas suelen enseñarse como las auténticas «partículas elementales» del
mediante programas de reforzamiento continuo tratamiento, cuyo aglutinamiento y combinación
(cada conducta es reforzada), mientras que suelen permiten el diseño de programas de tratamientos
mantenerse a través de programas de reforzamien- más complejos y multifacéticos.
to intermitente (en que se refuerza unas veces sí y Como ejemplo de programas multifacéticos se
otras no, ya sea en función de la frecuencia de una han presentado los tratamientos con toxicómanos,
conducta o del tiempo transcurrido desde el refor­ que incluyen las comunidades terapéuticas y los pro­
zamiento anterior). Otra manera de facilitar el gramas aplicados en las prisiones. Todos ellos incor­
mantenimiento y la generalización del comporta­ poran distintos principios terapéuticos y técnicas
miento es el uso de contratos conductuales, en que variadas en un conjunto global de intervenciones.
se pactan con el individuo los objetivos terapéuti­ Durante los últimos años se han desarrollado
cos y las consecuencias que recibirá por sus es­ nuevas terapias psicológicas, aunadas bajo la deno­
fuerzos y logros. minación de «análisis de la conducta clínica», cuyo
En instituciones, como prisiones y centros de objetivo es revitalizar en el tratamiento el modelo
delincuentes juveniles, se han aplicado los denomi­ operante de conducta frente al predominio de lo
nados programas ambientales de contingencias, «cognitivo». Dichas terapias reafirman el control
que organizan el conjunto de una institución cerra­ ambiental de la conducta y consideran que los tras­
da a partir de principios de reforzamiento de con­ tornos y problemas psicológicos no serían tanto el
ducta. resultado de ciertos contenidos cognitivos (por
Otra de las grandes estrategias de desarrollo de ejemplo, que justifican determinados delitos) como
comportamientos prosociales es el modelado de di­ de las relaciones funcionales que se han establecido
chos comportamientos por parte de otros sujetos, lo entre dichos contenidos y el comportamiento explí­
que facilita la imitación y adquisición de la conduc­ cito del individuo. Así, se considera que el lengua­
ta en los «aprendices». El modelado se ha utilizado je-pensamiento del sujeto, que media las relaciones
con éxito en numerosos programas de tratamiento funcionales cognición-conducta, no deja de ser sino
de delincuentes. Uno de los programas más famo­ un comportamiento más, que es también objetivo
sos y aplicados es el modelo de familia educadora, de la intervención. La relación terapeuta-usuario se
en el que un grupo de unos ocho jóvenes delincuen­ interpreta como una muestra significativa de las
tes reside y es educado en una casa a cargo de un interacciones cotidianas del sujeto, lo que implica­
matrimonio de profesionales especialmente entre­ ría que los cambios que se produzcan en el marco
nados para el uso de técnicas conductuales. de la terapia resultarán relevantes en su vida real.
©  Ediciones Pirámide

05_Delincuentes.indd 153 04/09/13 13:00


05_Delincuentes.indd 154 04/09/13 13:00
Desarrollo y reestructuración
del pensamiento 6

Aquí se describe un conjunto de técnicas vantes en este campo. El primero, el programa


cuyo propósito es desarrollar y reestructurar el denominado Razonamiento y Rehabilitación,
pensamiento distorsionado que ampara la de- que fue pionero en el tratamiento cognitivo de
lincuencia. Entre dichas técnicas se encuentran los delincuentes y que es actualmente aplicado
la reestructuración cognitiva, la solución de en diversos países. En segundo lugar, el trata-
problemas interpersonales, las técnicas de au- miento psicológico de los agresores sexuales,
tocontrol y el desarrollo moral y de valores. Se de acuerdo con el formato utilizado en España
presentan dos programas especialmente rele- y en el ámbito internacional.

«Los hombres (dice una antigua sentencia griega) están atormentados por la idea que
tienen de las cosas, no por las cosas en sí. Mucho ganaríamos en cuanto al alivio de nuestra
mísera condición humana si se pudiese establecer siempre como verdadera esta tesis. Ya que
si los males sólo pueden penetrar en nosotros a través de nuestro juicio, parece lógico que
esté en nuestro poder el despreciarlos o el tornarlos hacia el bien.»
Miguel de Montaigne, Ensayos, 1580.

6.1. ¿Por qué es importante hace nada para evitarlo tendrán los mismos espa­
desarrollar el pensamiento ñoles al final que ponerle re­medio.»
de los delincuentes?
«Nuestra fábrica ha hecho más que nadie, des­
de hace décadas, por la riqueza y el empleo de esta
«... Los maridos deben mandar, eso es lo
comarca. Si no hubiéramos estado aquí, ya no que­
suyo... ¿Quién tiene las cosas entre las piernas?
daría ninguna familia viviendo en estos pueblos.
Los hombres. Pues los hombres son los que tienen
Se habría ido todo el mundo. ¿Y qué si se mueren
que mandar y más llevando la razón... Además, las
unos pocos peces en el río? Con los impuestos que
mujeres son bichos malos... Yo tengo mi concien­
pagamos, ya puede el gobierno arreglar el medio
cia muy tranquila. Yo hice eso porque tuve que
ambiente. Con estas leyes es imposible trabajar.
hacerlo, porque soy un hombre...»
Habrá que irse a otro lugar.»
«Manuel manifiesta abiertamente en la entre­
vista que los magrebíes vienen a España a quitar Al igual que sucedió en los años setenta en el
el trabajo a los españoles, y ya que el gobierno no marco más general de la intervención psicológica,
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 155 04/09/13 13:10


156 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

en el campo específico de la psicología criminal la delincuencia como los programas de tratamiento


hubo también un descubrimiento de la importancia con delincuentes que se habían aplicado en años
de los factores de pensamiento para el tratamiento anteriores. Ross y Fabiano (1985) efectuaron una
de los delincuentes. Uno de los trabajos pioneros distinción importante entre cognición impersonal,
para explorar la relación entre cognición y delin­ entendida como aquellas habilidades de pensamien­
cuencia fue el de Yochelson y Samenow (1976; to relativas al mundo físico, y cognición interper-
Glick, 2003), quienes entrevistaron a 240 delincuen­ sonal, referida al conjunto de capacidades necesa­
tes varones que habían sido derivados a servicios de rias para relacionarse con otras personas y resolver
salud mental para su evaluación. Como resultado de problemas en situaciones sociales (Palmer, 2003).
ello, concluyeron que los delincuentes presentaban Encontraron que el desarrollo de muchos delin­
un estilo cognitivo diferente en lo relativo a lo que cuentes estaba marcado por claros déficit en la ad­
denominaron «patrones de pensamiento delictivo» quisición de distintas destrezas cognitivas de carác­
(Glick, 2003; McGuire, 2006). Estos patrones in­ ter interpersonal, que son claves para una buena
cluían falta de empatía, deficiencias notables en la adaptación social, tales como las siguientes:
toma de decisiones, conducta irresponsable y pro­
pensión a autopercibirse como víctimas de las cir­ 1. Autocontrol/impulsividad: muchos presen­
cunstancias y de la sociedad (Palmer, 2003). Como tan notables dificultades para pensar en po­
resultado de esta investigación, Yochelson y Same­ sibles consecuencias de sus acciones, tanto
now (1977) diseñaron una terapia basada en la con­ antes como después de actuar.
sideración cognitiva de que los delincuentes «pien­ 2. Estilo cognitivo: muestran un estilo cogni­
san como delincuentes», lo que implica que muestran tivo externalista, en el sentido de tender a
frecuentemente una gran irresponsabilidad, manipu­ atribuir la responsabilidad de sus proble­
lación de los otros, mentira compulsiva, desconfian­ mas, y de su propia conducta, a factores
za en relación con la conducta y las intenciones de fuera de sí mismos, en lugar de considerar
otras personas e impulsividad en sus actuaciones. que dependen de su propio control. Si una
Dicha terapia incluía como elementos principales persona considera que su comportamiento,
los siguientes (Garrido, 1993): a) trabajo en grupo, y todo aquello que le sucede, no dependen
pidiendo a los sujetos que «informaran sobre su de lo que él pueda hacer, sino de un cierto
pensamiento»; b) entrenamiento en control de la ira; destino ajeno a su control, es más difícil
c) entrenamiento en anticipación de consecuencias que se esfuerce por cambiar e intentar con­
y en empatía; d) práctica de autoinstrucciones para trolar su propia vida.
mejorar su capacidad de autodirección de la propia 3. Pensamiento concreto/abstracto: muchos
conducta a partir del pensamiento; e) reflexión sobre sujetos con conducta antisocial son poco
la propia vida; f) reaprendizaje para la experimen­ capaces de pensar de manera abstracta, no
tación de sentimientos de miedo y culpa, y g) con­ meramente en el aquí y ahora, lo que añade
frontación cognitiva de la autojustificación con el nuevas dificultades para que puedan com­
objetivo de facilitar la aceptación de su responsabi­ prender las normas sociales, las expectati­
lidad en el sufrimiento de las víctimas. vas y las conductas de otras personas. Con­
No obstante, el trabajo científico más decisivo ceptos como las leyes, la justicia, el bien
para el desarrollo de los tratamientos cognitivos con común, la igualdad entre mujeres y hom­
delincuentes fue el realizado por Ross y sus colegas bres y entre todos los seres humanos, etc.,
de la Universidad de Ottawa y del sistema peniten­ requieren una buena capacidad de abstrac­
ciario canadiense (Gendreau y Ross, 1979; Ross y ción, que va más allá del pensamiento in­
Fabiano, 1985; Ross, 1987; Ross, Fabiano y Garri­ mediato.
do, 1990), quienes compilaron y revisaron tanto la 4. Rigidez conceptual: muchos sólo son capa­
investigación básica sobre factores personales de ces de pensar en las mismas soluciones
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 156 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 157

ante semejantes problemas, por más que que pensar como un delincuente. Es decir,
tales soluciones no les hayan funcionado la actividad delictiva está plagada de pen­
en el pasado (por ejemplo, la conducta de samiento egocéntrico y distorsionado que
robo para obtener dinero). la orienta y pretexta. Una derivación evi­
5. Solución cognitiva de problemas interperso- dente de lo anterior es que los tratamientos
nales: muchos sujetos con problemas delic­ deberían desarrollar y expandir el pensa-
tivos tienen graves dificultades en el proceso miento de los delincuentes para hacerlo más
de identificación de un posible problema de realista y capaz de tomar en consideración
interacción social (por ejemplo, el encuentro elementos prosociales (daños causados a
con un antiguo amigo al que le deben dine­ las víctimas, respeto por las ideas y los sen­
ro), de generación en el pensamiento de so­ timientos de otras personas, consideración
luciones viables a dicho problema y de pre­ del sufrimiento de su propia familia, previ­
visión de consecuencias de cada opción de sión de consecuencias de su comportamien­
conducta que puedan haber considerado. to a medio y largo plazo, etc.).
Ello hace que les cueste imaginarse modos
apropiados de interacción social que conec­ En esta dirección, Ross y sus colaboradores
ten adecuadamente su propia conducta con analizaron a fondo los programas de tratamiento
la conducta de las otras personas. que se habían aplicado con delincuentes en años
6. Egocentrismo/perspectiva social o empa- precedentes (para lo cual habían revisado estudios
tía: muchos presentan un pensamiento abo­ evaluativos de programas de tratamiento con dise­
cado hacia sus propios deseos e intereses, ños experimentales o cuasiexperimentales publica­
sin ser capaces de adoptar una perspectiva dos entre 1973 y 1978) y concluyeron lo siguiente
social que les permita ser más empáticos (Israel y Hong, 2006; Ross, 1987):
con otras personas, lo que implica poder
imaginar cuáles podrían ser sus expecta­ 1. Aunque muchos de los programas analiza­
tivas y sus actuaciones en distintas situa­ dos habían fracasado, otros habían sido al­
ciones. tamente eficaces. En concreto, más de
7. Valores: el egocentrismo de muchos delin­ ochenta programas independientes y con
cuentes les llevaría, a menudo, a decidir si evaluaciones bien controladas habían lo­
algo es correcto o incorrecto, se puede ha­ grado reducciones importantes de las tasas
cer o no, sopesando exclusivamente qué de reincidencia de los grupos tratados (de
consecuencias tendrá para ellos mismos, hasta el 74 por 100) y de la frecuencia y
sin tener en cuenta las posibles consecuen­ gravedad de los delitos cometidos por los
cias negativas para otras personas. sujetos. Los efectos positivos de muchos de
8. Razonamiento crítico: dificultad de muchos estos programas se habían mantenido des­
delincuentes para realizar autocrítica de su pués de llevar a cabo seguimientos de entre
propia conducta y manera de pensar y, tam­ 3 y 15 años.
bién, para aprender a partir de los errores 2. Los programas más efectivos habían em­
que puedan cometer otras personas. Con pleado en teoría una gran variedad de
altísima frecuencia el comportamiento ­estrategias (análisis transaccional, modifi­
delictivo va acompañado de formatos de cación de conducta, terapia familiar, obser­
pensamiento ilógicos, irrealistas, distorsio- vación de grupo, etc.), pero en realidad la
nados o prodelictivos, que precipitan, alien­ mayoría tenían un elemento en común: ha­
tan, amparan, justifican o excusan las ac­ ber incluido entre los componentes del pro­
ciones delictivas. Ya en 1924 escribía Edwin grama alguna técnica dirigida a transformar
Sutherland que para ser delincuente hay los modos de pensamiento de los delin­
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 157 04/09/13 13:10


158 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

cuentes. Por ejemplo, se habían utilizado como Reasoning and Rehabilitation (R&R), será
técnicas para mejorar sus habilidades de descrito más adelante en el formato original y en la
resolución de problemas interpersonales, versión en la que fue adaptado por Garrido y sus
ampliar su comprensión del mundo, ayu­ colaboradores (Garrido, 2005a, 2005b).
darles a generar alternativas o capacitarles
para comprender los pensamientos y senti- Las técnicas cognitivas generales empleadas en
mientos de las otras personas. los tratamientos psicológicos son en conjunto las
3. El análisis de componentes de los trata­ siguientes (Mahoney y Arnkoff, 1978; Foreyt y
mientos mostró, de forma inequívoca, que Goo­drick, 2001):
los programas eficaces se diferenciaban de
los inefectivos en la presencia de alguna 1. Las terapias racionales o de reestructura-
suerte de entrenamiento cognitivo. ción cognitiva, cuyo objetivo principal es
4. Si se repasa la investigación sobre desarro­ identificar y recomponer los pensamientos
llo infantil y carreras delictivas, puede ver­ erróneos o distorsiones cognitivas que se
se cómo una serie de factores susceptibles considera que están en la base de los pro­
de entorpecer y retrasar el desarrollo cog­ blemas psicológicos y de comportamien­
nitivo infantil (pobreza, clase social baja, to. Las principales terapias racionales
delincuencia paterna o crianza punitiva) son:
aparecen frecuentemente relacionados con — La terapia racional-emotiva de Ellis
la etiología de la delincuencia juvenil. Qui­ (1962, 1990, 1993, 1997, 1999, Ellis y
zá una buena hipótesis es que muchos de Dryden, 1989; Lega, Caballo y Ellis,
los anteriores factores, tradicionalmente 1997).
consignados como factores etiológicos de — La terapia cognitiva de Beck (1970,
la delincuencia, serían más bien causas de 1976).
un desarrollo deficitario de las habilidades — El entrenamiento en autoinstrucciones
cognitivo-sociales de los individuos. Sub­ de Meichenbaum (1977).
siguientemente, la falta de desarrollo de — La reestructuración racional sistemáti-
estas habilidades cognitivo-sociales colo­ ca de Goldfried y Goldfried (1987).
caría al individuo en una situación de vul­
nerabilidad frente a las influencias crimi- 2. Las terapias de resolución de problemas,
nógenas de su entorno, y podría favorecer en las que se trata de enseñar paso a paso
la aparición del comportamiento delictivo. en el pensamiento (con la pretensión de que
«En lugar de concluir que los déficit cog­ el aprendizaje se traslade a la acción) mo­
nitivos causen el comportamiento delictivo, dos más eficientes de analizar y valorar los
lo más razonable es suponer que el ajuste problemas interpersonales y de seleccionar
cognitivo actuaría protegiendo al individuo alternativas de conducta apropiadas. Entre
de la delincuencia» (Ross, 1987, p. 142). las técnicas más representativas de este
grupo se encontrarían:
Estas conclusiones tenían implicaciones de la — La terapia de resolución de pro-
máxima relevancia en orden a la inclusión de com­ blemas de D’Zurilla y Goldfried (1971;
ponentes cognitivos en los programas de tratamien­ D’Zurilla, 1993; Nezu y Nezu, 1998).
to de los delincuentes. Ello llevó a Ross y Fabiano — El entrenamiento de resolución de
(1985) a diseñar un programa integrado de trata­ ­problemas de Spivack y Shure (1974,
miento en el que incluyeron diversas técnicas psi­ 1985).
cológicas encaminadas a desarrollar el pensamien­ — El procedimiento de ciencia personal
to de los delincuentes. Este programa, conocido de Mahoney (1977, 1983).
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 158 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 159

3. Las técnicas de autocontrol, que pueden ser esencia fruto de los aprendizajes acumulados a lo
consideradas «una síntesis» de varios mo­ largo de la vida (Judith Beck, 2000; White, 2000) y
delos y procedimientos terapéuticos, espe­ serían activados por las experiencias estresantes que
cialmente operantes y cognitivos. vive el individuo. Si las estructuras cognitivas de una
persona son distorsionadas, un evento conflictivo
No todas las anteriores terapias cognitivas han puede conducir a una interpretación inapropiada de
sido utilizadas con los delincuentes, aunque sí al­ la situación, que derive en respuestas inconvenien­
gunas de ellas, generalmente en versiones adapta­ tes, entre las que puede encontrarse la agresión.
das (Lipsey y Landerberger, 2006). En lo que sigue Los esquemas cognitivos básicos o creencias
de este capítulo se hará referencia a algunas técni­ centrales son aquellas estructuras generales del pen­
cas cognitivas especialmente relevantes para el tra­ samiento que confieren sentido a las situaciones y
tamiento de los delincuentes, remitiendo al lector eventos de la vida. Hacen referencia a todo tipo de
interesado en otras técnicas a sus propios autores aspectos, tanto físicos como psicológicos, morales
o a los manuales generales de terapias psicoló­ y de interacción humana. Una diferencia importante
gicas. entre los individuos reside en el grado de flexibili­
dad de sus «esquemas» a la hora de interpretar las
situaciones. El tratamiento de reestructuración va a
6.2. Reestructuración cognitiva encaminarse generalmente a flexibilizar dichos es­
quemas con el objetivo de que el individuo sea capaz
La reestructuración cognitiva representa uno de de efectuar interpretaciones más abiertas y raciona­
los planteamientos pioneros en la aplicación de téc­ les de las situaciones a que se ve ex­puesto.
nicas cognitivas de tratamiento psicológico. Su pun­ Las creencias intermedias consisten en reglas,
to de partida es el reconocimiento de la influencia actitudes y presunciones, y se manifestarían como
mediadora del pensamiento sobre la conducta hu­ una estructura inserta entre las creencias centrales
mana. La formulación terapéutica más destacada o esquemas del individuo y sus pensamientos auto­
correspondió a Aaron Beck a mediados de los años máticos, que son la estructura cognitiva más espe­
setenta (Beck, 1976; Beck, Rush, Shaw y Emery, cífica e inmediata.
1983; White, 2000). El postulado central de este Así, los pensamientos automáticos son cogni­
autor es que los trastornos psicológicos y del com­ ciones evaluadoras, veloces y breves, en relación
portamiento son el resultado de dificultades en los con algún aspecto de la realidad de cada momento
modos de procesamiento de la información. «Para (Judith Beck, 2000). A veces, aunque sus pensa­
decirlo en pocas palabras, el modelo cognitivo pro­ mientos automáticos puedan parecerle al individuo
pone que todas las perturbaciones psicológicas tie­ «lógicos», en realidad pueden ser irracionales. Al­
nen en común una distorsión del pensamiento, que gunos pensamientos automáticos importantes sue­
influye en el estado de ánimo y en la conducta de len asociarse a un marcado malestar personal. Por
los individuos. Una evaluación realista y la consi­ último, las distorsiones cognitivas, que tendrían la
guiente modificación del pensamiento producen una entidad de pensamientos automáticos, son modos
mejoría en esos estados de ánimo y comportamien­ característicos de interpretación tergiversada e irra­
tos. Esta mejoría permanente resulta de la modifica­ cional de determinadas realidades. Entre las distor­
ción de las creencias disfuncionales subyacentes» siones o errores cognitivos más típicos están los
(Judith Beck, 2000, p. 17). Beck considera que el siguientes (Judith Beck, 2000):
pensamiento se halla organizado en tres tipos de
estructuras de magnitud decreciente: 1) es­quemas 1. Pensamiento del tipo «todo o nada»: sólo
cognitivos básicos o creencias centrales; 2) creen- se ven dos categorías opuestas de las cosas,
cias intermedias, y 3) pensamientos automáticos. en lugar de toda una posible gama de op­
Los contenidos de todas estas estructuras serían en ciones.
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 159 04/09/13 13:10


160 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

 2. Pensamiento catastrófico, o de adivina­ personas, y también las propias acciones delictivas,
ción de un futuro funesto. tales como hurtos, robos, agresiones, acoso sexual,
 3. Descalificación completa (de una persona abandono de víctimas heridas, etc.
o situación), dejando de lado sus aspectos La técnica de reestructuración cognitiva preten­
positivos. de ayudar a los sujetos a «caer en la cuenta» de sus
  4. En paralelo al mecanismo anterior, etique- construcciones erróneas de algunas realidades de
tado negativo (de otra persona o de uno interacción social, así como a «darse cuenta» de la
mismo), dejando de lado los valores y ele­ interdependencia entre sus estructuras de pensa­
mentos positivos. miento distorsionado, sus emociones excesivas (o,
 5. Razonamiento emocional, en cuanto a por el contrario, precarias) y sus comportamientos
«sentir» que algo es cierto pese a la evi­ delictivos. Para ello el objetivo de la reestructura­
dencia contraria. ción cognitiva es ayudar al individuo a desarrollar
 6. Magnificación o minimización de alguna modos de pensamiento interpersonal más raciona­
cosa. les, «veraces» y responsables, lo que se espera que
 7. Filtrado mental o abstracción selectiva, reduzca el riesgo de cometer delitos (Glick, 2003).
prestando atención sólo a aspectos parcia­ Desde una perspectiva psicológica general,
les y negativos de la situación. Méndez, Olivares y Moreno (2005; véase también
 8. Lectura de la mente de otra persona, como Carrasco, 2004) han presentado la técnica de reestruc­
«prueba» de lo que sucede. [No es infre­ turación cognitiva en las cuatro etapas siguientes:
cuente que este error de pensamiento sea
atribuido a los psicólogos, cuando alguien 1. Etapa educativa: en ella el terapeuta instru­
a quien acaban de conocer les dice: «Como ye al sujeto en el modelo cognitivo de aná­
eres psicólogo, ya debes saber lo que estoy lisis e interpretación de sus problemas de
pensando».] comportamiento. Aquí, se trataría de ayu­
 9. Sobregeneralización, llegando a una con­ dar a los delincuentes a, poco a poco, ir
clusión negativa a partir de información identificando aquellos pensamientos auto-
muy parcial. máticos que se precipitan en ellos cuando
10. Personalización, atribuyendo a otros mala acontecen los delitos y otros problemas de
fe o intención aviesa, sin tomar en cuenta conducta. Ello pemitirá más adelante iden­
otras posibilidades. tificar cómo estos pensamientos automáti­
11. Afirmaciones imperativas y rígidas del cos se organizan en esquemas básicos.
tipo «debo» y «tengo que», en relación 2. Etapa de entrenamiento en autoobservación
con la valoración sin tregua del propio y autorregistro de pensamientos automáti­
comportamiento (pasado o futuro), o tam­ cos. Para ello resultará útil un registro pe­
bién sobre el comportamiento que se es­ riódico en el que puedan anotarse secuen­
peraría de los otros. cias de: 1) situaciones; 2) pensamientos
12. Visión en forma de túnel, constatando sólo automáticos, y 3) emociones vinculadas.
los aspectos más negativos de una situa­ En este punto la pregunta favorita de Beck
ción o de una persona. era la siguiente: «¿Qué le pasaba por la
mente justo en el momento en que sucedió
En individuos con comportamiento antisocial el problema?» (Judith Beck, 2000).
suelen aparecer pensamientos automáticos distor­ 3. Primera fase de aplicación, en la que me­
sionados tales como «me está mirando mal», «me diante un procedimiento de ­cuestionamiento
va a robar», «busca pelea», «va provocando», «no socrático se examinan y someten a «prueba
es mi problema», etc., que pueden amparar inter­ de realidad» los pensamientos automáticos
pretaciones hostiles del comportamiento de otras y otras imágenes del sujeto. El objetivo de
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 160 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 161

esta fase es que el individuo comience a tes interpretaciones unilaterales. Puede ser
cuestionar sus distorsiones cognitivas a par­ útil para ello el uso de la técnica de las dos
tir de las evidencias y datos más realistas columnas, en que se anota primero una ex­
hacia los que el terapeuta orienta su aten­ plicación o solución problemática (que for­
ción. «El tratamiento se basa en la formula­ ma parte del repertorio habitual del indivi­
ción cognitiva de un trastorno específico y duo), y en la segunda columna se consignan
su aplicación a la conceptuación que de él posibles alternativas que se van generando
hace el sujeto. El terapeuta busca, mediante a lo largo de la terapia.
diversos recursos, producir un cambio cog­ — Cuestionamiento de la evidencia o de «las
nitivo —en el pensamiento y el sistema de pruebas»: consiste en inquirir al sujeto
creencias del individuo— para conseguir, a a­cerca de «las pruebas» o hechos reales que
partir de ello, una transformación duradera podrían sostener determinada creencia (por
de sus emociones y de sus comportamien­ ejemplo «Dice usted que las mujeres son
tos» (Judith Beck, 2000, p. 19). inferiores a los hombres. ¿Conoce usted al­
4. Segunda fase de aplicación, en la que, des­ guna mujer que no sea inferior a los hom­
pués de trabajar a conciencia en la fase bres?»).
anterior las imágenes y pensamientos auto­ — Técnica de la triple columna: se orienta a
máticos, empiezan a identificarse ciertos que, mediante el uso de una plantilla de tres
patrones de pensamiento que constituyen columnas, el individuo identifique, en la pri­
los esquemas básicos del individuo. El ob­ mera, las situaciones en que se favorecen
jetivo de esta fase es identificar y transfor­ sus problemas (por ejemplo, encontrarse
mar dichos esquemas. Esta fase puede ge­ con un desconocido a solas en la calle), en
nerar resistencia al cambio si el individuo la segunda sus interpretaciones erróneas
la vive como una pérdida de la propia iden­ (por ejemplo, «me va a hacer daño») y en
tidad (Preston, 2001). la tercera el tipo de distorsión cognitiva que
implica (por ejemplo, «inferencia arbitra­
Algunas estrategias útiles para favorecer los ria»). Este procedimiento ayuda al sujeto a
procesos de cuestionamiento y reestructuración conocer sus estructuras preferentes de dis­
cognitiva son las siguientes (Judick Beck, 2000; torsión cognitiva, que es el paso previo para
Méndez, Olivares y Moreno, 2005): poderlas cambiar.
— Descentramiento: es útil en aquellas cir­
— Reatribución: muchos delincuentes propen­ cunstancias en que una persona tiende a
den a depositar la culpa de lo que les suce­ pensar que es el «centro» de las miradas o
de completamente fuera de sí mismos: «la del juicio de otras personas (por ejemplo, en
sociedad», «la justicia», su familia, su mu­ situaciones sociales). La técnica persigue
jer, etc. La reatribución se utiliza para ayu­ ayudar al sujeto a darse cuenta de que, aun­
dar al sujeto a reasignar, de modo más equi­ que a él pueda parecérselo, no es el «centro»
tativo y realista, la responsabilidad de los del mundo, y que lo más probable es que
acontecimientos de su vida a sí mismo y a otras personas ni estén indagando sus pen­
las circunstancias en la parte que a cada uno samientos ni estén pendientes de sus de­
le toca. fectos.
— Búsqueda de interpretaciones y soluciones — Contraste de predicciones catastróficas:
alternativas: se dirige a indagar de modo cuando una persona tiende a prever algu­
activo nuevas explicaciones y soluciones a nos aspectos de su futuro de modo nefasto
los problemas a los que uno se enfrenta, (por ejemplo, aventurando que le echarán
para ayudar al sujeto a salir de sus frecuen­ del trabajo, que otros le dañarán, que su
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 161 04/09/13 13:10


162 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

mujer le abandonará, que tendrá un acci­ pensamientos y conductas disfuncionales,


dente, etc.), puede ser útil efectuar un con­ y c) los modelos persistentes de interpre-
traste formal de tales creencias. Para ello tación de esas situaciones que predis­
puede pedirse al sujeto que anote tales pre­ ponen al individuo a los problemas que le
dicciones y después consigne los indicios aquejan.
factuales que permitan corroborarlas o no.  2. Requiere una sólida alianza terapéutica,
con ingredientes de calidez, empatía, inte­
La reestructuración cognitiva es una de las téc­ rés, preocupación genuina por el individuo
nicas más emblemáticas de la terapia cognitivo- y competencia profesional.
conductual. Sin embargo, es infrecuente que esta   3. Pone énfasis en la colaboración y la par-
técnica se utilice de modo aislado, sino en combi­ ticipación activa en el tratamiento.
nación con otras estrategias. White (2000) ha sin­   4. Se orienta hacia objetivos y se centra en
tetizado los ingredientes y métodos más frecuente­ problemas determinados.
mente utilizados en la terapia cognitiva con grupos   5. Destaca el presente.
de sujetos:  6. Es educativa, teniendo como propósito
enseñar al sujeto a ser su propio terapeuta
— Registro de pensamientos automáticos. y realzando la prevención de recaídas.
— Cuestionamiento de pensamientos desadap­   7. Tiende a ser limitada en el tiempo.
tativos.   8. Las sesiones son estructuradas.
— Registro y chequeo periódico de estados de   9. Ayuda a los participantes en un tratamien­
ánimo y emociones. to a identificar y evaluar sus pensamientos
— Jerarquías de ansiedad, para cuyo tratamien­ y comportamientos disfuncionales y a ac-
to puede utilizarse desensibilización siste- tuar en consecuencia.
mática. 10. Se sirve de una variedad de técnicas para
— Registro de actividades y rutinas, que per­ cambiar el pensamiento, el estado de áni­
mite una planificación y moldeamiento de mo y la conducta.
conductas.
— Resolución cognitiva de problemas, median­
te el método de D’Zurilla y Goldfried (1971) 6.3. Solución cognitiva de
u otro. problemas interpersonales
— Entrenamiento en relajación.
— Prevención de recaídas. La perspectiva de «solución de problemas» en
psicología parte de la consideración de que muchos
A algunas de estas técnicas ya se ha hecho men­ problemas psicológicos y de comportamiento, es­
ción y a otras se hará referencia más adelante, tanto pecialmente en las relaciones personales, serían el
en este mismo capítulo como en capítulos sucesivos. resultado, más que de trastornos ingénitos del indi­
Judith Beck (2000) ha enunciado una serie de viduo, de su falta de competencia para encarar las
principios que subyacen en la actualidad a toda te­ demandas de las situaciones y conflictos interper­
rapia cognitiva: sonales. En función de ello, el objetivo de la inter­
vención psicológica sería enseñar a los sujetos mé­
  1. Sigue una formulación dinámica del s­ ujeto todos más eficientes de solución de problemas, lo
y de sus problemas, planteada en términos que implica controlar el estrés excesivo que puede
cognitivos y dirigida a identificar: a) el entorpecer la adopción y puesta en práctica de las
pensamiento presente del sujeto y sus com­ soluciones más convenientes (D’Zurilla, 1993).
portamientos problemáticos; b) los facto- Resulta especialmente notorio que muchos de­
res desencadenantes que influyen en sus lincuentes han sido poco competentes en la solu­
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 162 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 163

ción de sus problemas y conflictos tanto sociales — Habilidad para concebir medios escalona­
como materiales, al agredir y dañar de manera re­ dos para lograr objetivos específicos (pen­
petida a otras personas, al robar dinero o propieda­ samiento medios-fines).
des ajenos, al abusar del alcohol y otras drogas,
todo lo cual les ha conducido a múltiples proble­ A partir de lo anterior, crearon un programa
mas legales, económicos y familiares, a entrar re­ compuesto de 19 unidades de entrenamiento de las
petidamente en prisión y pasar largas temporadas siguientes habilidades (Blackburn, 1994; Ross y
privados de libertad y, a menudo, a tener graves Fabiano, 1985):
problemas de salud. Por ello, las técnicas de «so­
lución de problemas» pueden desempeñar un papel 1. Reconocer cuándo existe un problema.
destacado en el campo del tratamiento de los de­ 2. Definirlo expresándolo verbalmente.
lincuentes. 3. Identificar los sentimientos propios asocia­
Los tres desarrollos psicológicos más importan­ dos al problema.
te en el ámbito de la solución de problemas han sido 4. Separar hechos de opiniones.
la técnica de resolución de problemas de D’Zurilla 5. Recoger toda la información necesaria so­
y Goldfried (presentada por primera vez en 1971, y bre el problema.
revisada por D’Zurilla y Nezu en 1982), la técnica 6. Pensar en todas sus posibles soluciones.
de solución cognitiva de problemas interpersonales 7. Tomar en consideración todas las posibles
de Platt, Shure y Spivack (desarrollada en distintos consecuencias (de las diversas soluciones).
trabajos a partir de 1972) y la técnica denominada 8. Decidir cuál es la mejor solución y ponerla
ciencia personal de Mahoney (1977, 1981) (tam­ en práctica.
bién formulada a partir de los años setenta).
Aquí se recoge brevemente el programa Solu- Este programa se ha aplicado con éxito a diver­
ción cognitiva de problemas interpersonales (ICPS) sas poblaciones de delincuentes tanto juveniles
(Platt y Duome, 1981; Platt, Spivack y Swigt, 1974), como adultos.
que se basa en varias técnicas precedentes: el propio
programa de D’Zurilla y Goldfried —1971—, el
programa de resolución de problemas de Saranson 6.4. Técnicas de autocontrol
—1968— y la técnica de autoinstrucciones de Mei­ y autoinstrucciones
chenbaum y Cameron —Meichenbaum, 1987—
(Ross y Fabiano, 1985). Spivack, Platt y Shure La autodirección del propio comportamiento
(1976) comenzaron identificando una serie de ha­ constituye una de las aspiraciones finales de todo
bilidades de resolución de problemas interpersona­ tratamiento. En definitiva, muchas conductas anti­
les que pueden considerarse esenciales para mane­ sociales y delictivas no se producirían —o, al me­
jarse en situaciones sociales y en las que suelen ser nos, no con la gravedad que lo hacen— si el sujeto
deficitarias personas que presentan problemas de lograra mantener las riendas de tales conductas. Sin
conducta antisocial: embargo, en la vida real muchos delincuentes no
son capaces de dirigir apropiadamente su compor­
— Sensibilidad para detectar los problemas so­ tamiento.
ciales. En la terapia de conducta la cuestión del auto­
— Tendencia a conectar causa y efecto de control ha estado presente desde su propio origen.
modo espontáneo (pensamiento causal). Skinner, con antelación al desarrollo de la modifica­
— Disposición para ver posibles consecuencias ción de conducta, se refirió ya al «autocontrol» como
de las acciones (pensamiento consecuencial). aquel comportamiento de una persona consistente en
— Habilidad para generar soluciones (pensa­ controlarse «a sí mismo exactamente igual que con­
miento alternativo). trolaría la conducta de cualquier otra persona me­
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 163 04/09/13 13:10


164 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

diante la manipulación de variables de las cuales la individuos con un locus de control interno tenderían
conducta es función» (Skinner, 1977, p. 256). De este a percibir que ejercen un cierto dominio personal
modo, la conducta de autocontrol —«conducta con­ de su comportamiento, mientras que los sujetos con
troladora»— puede ser aprendida como cualquier un locus de control externo tenderían a pensar que
otro comportamiento y permitir el cambio de la su comportamiento está determinado por la influen­
«conducta controlada». (Cosa distinta es el autocon­ cia de situaciones y circunstancias exteriores. Un
trol en cuanto «fuerza de voluntad» inherente a la objetivo frecuente de muchos programas de trata­
personalidad del sujeto, es decir, como rasgo no ad­ miento suele ser enseñar a los sujetos a internalizar
quirido y difícilmente entrenable —Díaz, Comeche el control de su conducta.
y Vallejo, 2004—.) Para desarrollar el autocontrol, Mischel y Staub (1965) pusieron el énfasis en
Skinner sugiere tres estrategias posibles: 1) alterar la capacidad con que cuentan los seres humanos
los antecedentes que elicitan el comportamiento (por para conferir significados propios a los estímulos
ejemplo, «restricción física de la conducta» o «con­ físicos que les rodean. Como resultado de ello,
trol de estímulos»); 2) cambiar las consecuencias que concibieron el autocontrol como aquella capacidad
lo siguen y lo mantienen (es decir, cambiando los o habilidad de un sujeto para demorar la gratifica-
autorrefuerzos o autocastigos), o 3) transformar otros ción, esto es, para orientar su conducta de modo
comportamientos o estados emocionales del sujeto que ello suponga la renuncia a una consecuencia
vinculados al comportamiento problemático. in­mediata, aunque de menor entidad, por una con­
Un hito importante en el origen de las técnicas secuencia de mayor valor pero postergada en el
de autocontrol lo constituyó (Díaz et al., 2004) el tiempo.
artículo de Homme (1965) «Control of Coverants: Probablemente la aportación más importante
The Operants of the Mind» (Cove[rant] = encubier­ para el uso terapéutico del autocontrol procedió del
tas, [ope]rant = operantes), en que postulaba el trabajo de Kanfer (1970, 1986). Este autor concibió
posible control mediante condicionamiento operan­ el autocontrol como el conjunto de estrategias apren­
te de sucesos internos, tales como pensamientos o didas que capacitan a un sujeto para (auto)cambiar
emociones. Paralelamente, otros autores debatieron la probabilidad de una respuesta, en dirección dis­
también la cuestión del autocontrol. Goldiamond tinta de lo que podría esperarse que ocurriera como
(1965) sostuvo una idea semejante al afirmar que resul­tado del curso natural de las influencias exter­
el autocontrol era la manipulación que realizaba el nas. El modelo de Kanfer contempla la enseñanza a
propio individuo de las condiciones que controlan los suje­tos de las siguientes habilidades específicas:
su comportamiento. Por su parte Cautela (1966, 1) autoobservación y autorregistro del compor­
1967, 1981; Upper y Cautela, 1983) se refirió al tamiento; 2) establecimiento de criterios de cambio
autocontrol como aquella forma de modificación de de conducta­concretos y realistas; 3) elección de
conducta autoimpuesta para aumentar o disminuir la estrategia de cambio más indicada para cada
la frecuencia de una respuesta. Para muchas de es­ ­comportamiento; 4) autoevaluación de la conducta,
tas problemáticas utilizó la técnica de «sensibiliza­ y 5) programación de refuerzos para los nuevos
ción encubierta». comportamientos instaurados.
Rotter (1954) desarrolló un modelo de aprendi­ Por su parte, Bandura (1974, 1977, 1983) com­
zaje social en el que realzó la importancia, por en­ plementó el modelo de Rotter de expectativas de
cima del refuerzo externo directo, de las expectati- resultado mediante el concepto de expectativa de
vas de resultado que el propio sujeto genera acerca autoeficacia. Según ello, la capacidad de un sujeto
de las consecuencias de su conducta. A partir de para controlar su propia conducta no sólo depende­
ello introdujo el concepto locus de control, o lugar ría de su percepción de las consecuencias y resul­
preferente en el que el individuo ubica el control de tados que puede lograr, sino también de sus expec­
su propio comportamiento y de las consecuencias tativas acerca de sus posibilidades de control y
que se vinculan con dicho comportamiento. Los cambio de comportamiento. La expectativa de au­
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 164 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 165

toeficacia dependería de factores como su habilidad Autoobservación


o competencia real, su experiencia vicaria y su ac­
Suele dirigirse a dos objetivos sustantivos dis­
tivación emocional, y funcionaría como una guía
tintos. En primer lugar, a corregir en el sujeto ciertos
para dirigir el curso de su conducta (Eche­
errores de pensamiento y de conducta muy frecuen­
burúa, 1993).
tes en relación con el comportamiento problemático
Más allá de una enseñanza específica para el
que presenta. Uno suele ser la creencia de que para
presente problema del sujeto, las técnicas de auto­
autocontrolarse lo mejor es exponerse masivamente
control pretenden entrenarle en habilidades genera­
a las situaciones problemáticas (por ejemplo, «para
les de resolución de problemas, que se supone que
controlar mi comportamiento de beber es preferible
le van a servir para la mejora de su problema actual
juntarme con bebedores e ir a los bares: sólo así
y de otros problemas semejantes a los que pueda
podré saber si soy capaz de autocontrolarme»; con
enfrentarse en el futuro.
esta idea lo más fácil es que inmediatamente recai­
Kanfer (1986) ha puesto de relieve las principa­
ga). Un segundo error también muy frecuente en los
les ventajas terapéuticas del autocontrol:
sujetos suele hacer referencia a la existencia en ellos
de una perspectiva pesimista acerca de sus propias
1. Es especialmente útil para aquellos com­
posibilidades de resolución del problema («nunca
portamientos de difícil observación (por
seré capaz de arreglar esto»). Se trata de hacerles
ejemplo, la bebida excesiva fuera de casa)
ver que ellos, al igual que otras personas, pueden
o bien que sólo son accesibles para el pro­
aprender a controlar su comportamiento. El segundo
pio individuo (por ejemplo, sus emociones,
objetivo de la autoobservación es instruir al indivi­
fantasías o pensamientos vinculados a cier­
duo en las estrategias y principios fundamentales del
tas conductas, como sucede a menudo en
apren­dizaje.
muchos comportamientos de agresión).
Para el logro de los dos objetivos anteriores se
2. Dada la dificultad existente para, en ge­
requiere que los sujetos primero aprendan a obser­
neral, cambiar hábitos consolidados de los
var y registrar de forma objetiva sus comportamien­
sujetos, es necesario maximizar su motiva­
tos problemáticos, lo que va a permitir obtener una
ción, y en ello juega un papel decisivo pre­
«línea base» de dichos comportamientos, y, des­
cisamente la percepción de autocontrol.
pués, que los participantes en el tratamiento puedan
Además, existe evidencia en el sentido de
autoevaluarse de forma continua.
una mayor permanencia y generalización
del cambio de conducta que uno se atribu­
ye a sí mismo, que del impulsado externa­ Establecimiento de objetivos
mente. y entrenamiento
3. El autocontrol permite anticipar y prevenir Hay que ayudar a los sujetos a definir objetivos
las recaídas, y de este modo mantener el realistas para el tratamiento y a planificar dichos
comportamiento a medio o largo plazo, ob­ objetivos a lo largo del tiempo, para después selec­
jetivo fundamental de todo tratamiento. cionar una estrategia adecuada de autocontrol y
programar la autoadministración de refuerzos.
En la aplicación de las técnicas de autocontrol En lo concerniente a la selección de la estrategia
pueden establecerse varias fases (sintetizando a Díaz de autocontrol, el terapeuta deberá, como es obvio,
et al., 2004, y Olivares, Méndez y Lozano, 2005): orientar al sujeto y elegir con él la más indicada.
la fase educativa o de presentación del programa, la
fase de entrenamiento o de ensayo de las técnicas,
Aplicación en contexto real
y la fase de aplicación del entrenamiento por parte
del sujeto. Algunos aspectos importantes del entre­ Por último, una vez que el individuo ha apren­
namiento en autocontrol son los que pasamos a ver. dido a utilizar las técnicas seleccionadas, podrá po­
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 165 04/09/13 13:10


166 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

nerlas en práctica en sus propios contextos vitales rios que le resultan gratificantes o apetecibles), ya
(relación de pareja y familia, trabajo, etc.). sea reforzamiento negativo (es decir, la retirada de
Las principales técnicas que pueden aglutinarse dichos estímulos), de manera contingente a la con­
en un programa de autocontrol son las siguientes ducta que se intenta instaurar o incrementar.
(Díaz et al., 2004; Olivares et al., 2005): 6.  Autocastigo. Debido a las dificultades técni­
cas que suele presentar el uso apropiado del castigo
1.  Autoobservación y autorregistro: cuyo ob­ y a los inconvenientes emocionales que conlleva, su
jetivo es, según se ha mencionado, mejorar el co­ utilización terapéutica ha sido más bien infrecuente.
nocimiento que tiene el sujeto de su propia conduc­ Cuando se ha empleado, la estrategia más habitual
ta y de las relaciones de ésta con específicos ha sido el coste de respuesta autoimpuesto.
estímulos y situaciones y con las normas sociales. 7.  Administración del tiempo. Muchos delin­
2.  Control de estímulos: la finalidad será en­ cuentes presentan graves dificultades de planifica­
trenar al sujeto para que sea capaz de localizar los ción y administración de su tiempo diario, lo que a
estímulos tanto externos a él como internos que menudo se asocia a sus comportamientos delictivos.
guardan relación con su comportamiento. Ello per­ De este modo, la reorganización del tiempo puede
mitirá decidir la eliminación de tales estímulos si lo constituir un objetivo importante de muchos proce­
que se pretende es reducir o erradicar cierta respues­ sos terapéuticos. Con esta finalidad suele enseñarse
ta, aumentarlos si se desea incrementar la respuesta a los sujetos a autoobservar y registrar su propio
o tal vez reemplazarlos por otros más adecuados que comportamiento de modo que sea más evidente la
se hagan cargo del control de su comportamiento. cantidad de tiempo dedicado a cada una de sus ac­
Uno de los modos más útiles de control estimular es tividades cotidianas. A resultas de tales observacio­
la interrupción precoz de cadenas de conducta que nes, los individuos pueden decidir invertir sus prio­
conducen a una respuesta final desadaptativa (véase ridades de conducta (por ejemplo, destinar un mayor
capítulo 5). Por ejemplo, para que el sujeto logre tiempo a actividad deportiva) y, en consonancia,
controlar sus reacciones violentas puede ser de gran replanificar sus horarios. Asimismo, se enseñan al
ayuda entrenarle en la interrupción de aquellas res­ individuo algunas reglas para «ganar tiempo», tales
puestas previas, aparentemente irrelevantes (por como aprender a rechazar ciertas actividades y pro­
ejemplo, conversar de ciertos temas espinosos), pero puestas, delegar tareas en otras personas y controlar
que favorecen una agresión. actividades de pérdida de tiempo (por ejemplo, mu­
3.  Entrenamiento para la utilización de res- chas horas pasadas frente al televisor).
puestas alternativas incompatibles con la conducta 8.  Autoinstrucciones. En principio esta técni­
problema. El objetivo será entrenar al individuo en ca fue creada por Meichenbaum con la finalidad de
estrategias de planificación de comportamientos ayudar a mejorar el autocontrol del comportamien­
que resulten antagónicos o incompatibles con la to de niños hiperactivos (Santacreu, 1983, 1998).
conducta que se intenta erradicar y la hagan, de este Esencialmente consiste en entrenar al sujeto para
modo, menos probable. Ejemplos de esta estrategia «decirse» cosas que orienten el curso de su conduc­
pueden ser el uso de la técnica de «tiempo fuera» ta, permitiéndole definir la tarea a la que se enfren­
ante la respuesta de «calentamiento emocional» que ta («¿qué he de hacer?», «¿qué se me pide que
suele preceder al comportamiento agresivo en situa­ haga?»), dirigir la atención a la tarea («¿en qué
ciones de violencia doméstica o la autorrelajación consiste este problema?», «veamos, ¿qué tengo de­
frente a situaciones ansiógenas. lante?»), autorreforzarse («creo que lo estoy enten­
4.  Contratos de contingencias, a los que ya se diendo», «lo estoy haciendo bien»), resolver los
ha hecho referencia (véase capítulo 5). errores («aunque me he equivocado, no es impor­
5.  Autorrefuerzo: se enseñará al sujeto a au­ tante, puedo repetirlo»), autoevaluar el resultado y
toadministrarse ya sea reforzamiento positivo (es autorreforzarse («lo he hecho bastante bien»). En
decir, la aplicación de estímulos reales o imagina­ una primera fase el terapeuta «modela», para que
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 166 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 167

el sujeto lo observe, cierto comportamiento, a la vez en toda la psicología clínica, lo es especialmente en


que se va dando autoinstrucciones en voz alta; pos­ lo concerniente a la explicación y tratamiento de la
teriormente, en etapas sucesivas, el sujeto «apren­ conducta delictiva. Barkley (1997a, 1997b) ha de­
diz» efectuará la conducta mientras recibe instruc­ sarrollado un modelo de autorregulación que vin­
ciones de parte del terapeuta, después dándose las cula las principales características del trastorno por
instrucciones a sí mismo en voz alta, más tarde en déficit de atención con hiperactividad (TDAH) con
voz baja y, finalmente, de manera encubierta (men­ los déficit que pueden producirse en funciones crí­
talmente). Se presupone que, como resultado del ticas de inhibición conductual. Lo más interesante
entrenamiento, el sujeto interiorizará la estrategia aquí es que el modelo de Barkley conecta la reso­
autoinstruccional en su repertorio de conducta y lución de los déficit identificados con específicas
podrá, de este modo, resolver mejor sus problemas. estrategias psicológicas de tratamiento, tal y como
El concepto de autocontrol, que es de utilidad se ilustra en la tabla 6.1 (Stewart y Rowe, 2001):

tabla 6.1
Problemas de autorregulación y opciones de tratamiento en cada caso

Problemas de autorregulación Opciones de posibles tratamientos

Discapacidades en memoria de — Entrenamiento en anticipación de consecuencias.


trabajo. Problemas en pensa­ — Entrenamiento en resolución de problemas para desarrollar la conduc­
miento medios-fines y «locus ta de autocontrol acorde con la situación inmediata, más allá del con­
1
de control» externo. trol externo de la conducta.
— Entrenamiento para programar objetivos realistas en cualquier contex­
to, de manera que la conducta no sea dictada por lo «inmediato».

Problemas en autocontrol emo­ — Enseñar alternativas para autocontrolar los fallos.


cional y falta de motivación y — Técnicas de autodirección y de regulación emocional; utilizando au­
perseverancia. torregulación verbal para «parar y pensar».
2 — Desarrollar objetivos personales acordes con el contexto para incre­
mentar la motivación para utilizar las habilidades aprendidas; ma­nejo
de distractores.
— Técnicas de autorreforzamiento y autocastigo.

Discipacidades en diálogo inter­ — Enseñar habilidades verbales de autorregulación para ayudar a iden­
no y, en consecuencia, pobre tificar la conexión «evento → pensamiento → sentimiento → conduc­
autorregulación de la conducta. ta» y desarrollar el uso de diálogo interno.
3
— Desarrollar normas de conducta y estrategias de manejo de problemas
interpersonales.
— Normas de conducta contextuales.

Pobre análisis y síntesis de con­ — Identificar «cadenas conductuales», de manera que se clarifique la
ducta; fallos en la utilización secuencia que conduce a la conducta final (técnicas de prevención de
del feedback de las respuestas. recaídas).
4 — Evaluar las rutinas y normas y fusionarlas con los objetivos a largo
plazo.
— Adquirir capacidad de feedback.
— Entrenamiento en control ambiental.

Fuente: Elaborado a partir de Stewart y Rowe, 2001, p. 7.

©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 167 04/09/13 13:10


168 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

6.5. Desarrollo moral — En el nivel preconvencional, las elecciones


y de valores del sujeto se fundamentarían exclusivamen­
te en consecuencias externas, de recompen­
Lunness (2000) ha concluido que el pensamien­ sa o castigo. En el estadio 1 los niños, o
to inmaduro se suele caracterizar por ser egocéntri- adultos inmaduros, temerían ser castigados
co, externamente controlado, concreto, instrumen- por las personas con más poder, mientras
tal, impulsivo y relativo al corto plazo; frente a ello, que en el estadio 2 el niño, o adulto egocén­
el pensamiento maduro sería más sociocéntrico, trico, percibiría a los otros sólo como ins­
internamente controlado, empático y prosocial. trumentos de autosatisfacción.
Uno de los objetivos importantes de los trata­ — En el nivel convencional, la moralidad es
mientos de los delincuentes es ayudarles a mejorar concebida en términos del logro de las ex­
sus capacidades para tomar en cuenta distintas pers­ pectativas del grupo, de la familia o de la
pectivas y aspectos de las situaciones a que se en­ sociedad. Dentro de éste, en el estadio 3 de
frentan, en relación con las opciones de comporta­ desarrollo, los sujetos se adaptarían con fa­
miento que se presentan en la vida diaria. Yendo un cilidad a los estereotipos sociales, teniendo
poco más lejos, resultaría ideal si llegasen a ser como prioridad su aceptación por parte de
capaces de aprender a basar sus elecciones de con­ los otros; en el siguiente estadio, el estadio
ducta en la consideración, no sólo del propio e in­ 4, los individuos tendrían en alta considera­
mediato beneficio, sino de las consecuencias que ción el mantenimiento del orden social me­
pueden derivarse, a corto, medio y largo plazo, para diante el empleo de sanciones legales.
otras personas y también, a la postre, para ellos — En el nivel postconvencional, las personas
mismos. Y avanzando más todavía, si llegasen a ser considerarían que lo prioritario para la
capaces de optar por lo que consideran más «co­ ­sociedad es el ejercicio de los derechos hu­
rrecto» y «justo». Estos aspectos de las decisiones manos y las libertades ciudadanas. En el
humanas harían referencia a lo que se conoce como estadio 5 las personas desarrollarían la to­
desarrollo moral en el modelo de Kohlberg y otras lerancia y relativizarían el valor de los dife­
teorías (Palmer, 2003, 2005), que establecen un gra­ rentes sistemas sociales, opiniones, ideolo­
diente de estadios «morales» en que podrían basar­ gías, etc.; mientras que en el estadio 6, el
se las decisiones de las personas. Dichos estadios superior, los individuos optarían por elec­
ascienden, a lo largo del desarrollo personal, desde ciones propias y principios universales, tales
los niveles inferiores, en que las decisiones se fun­ como el derecho a la vida, por encima de
damentarían en la obtención o evitación de conse­ las sanciones sociales o legales.
cuencias materiales inmediatas (recompensas o cas­
tigos), hacia planos más abstractos y autoinducidos, Una revisión del modelo de Kohlberg llevada a
que toman en cuenta los deseos y expectativas de cabo por Gibbs (2003) ha puesto el énfasis en el
otras personas y, en el mejor de los casos, las pro­ papel que desempeñarían la capacidad del sujeto
pias convicciones morales. El desarrollo de valores para adoptar una perspectiva social y su capacidad
en personas con comportamiento antisocial es una de empatía. La teoría del razonamiento «sociomo­
condición necesaria para aumentar su probabilidad ral» de Gibbs (2003) cubriría los primeros cuatro
de efectuar elecciones prosociales y decrecer la de estadios del modelo de Kohlberg, dividiéndolos en
adoptar opciones delictivas (MacPhail, 1989). los dos siguientes bloques (Palmer, 2005):
Los más conocidos modelos de desarrollo mo-
ral fueron formulados por Piaget en 1932 y por 1. Razonamiento moral inmaduro
Kohlberg en 1976. El modelo de Kholberg (1976)
describe tres niveles de desarrollo, a lo largo de seis — Estadio 1: unilateral y físico. En este esta­
estadios (MacPhail, 1989; Palmer, 2003, 2005): dio el razonamiento se refiere a las figuras
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 168 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 169

de autoridad vinculadas al individuo y a — Estadio 4: se justificaría el delito si tiene


las consecuencias físicas de su conducta. como objetivo el interés de la sociedad o es
Los sujetos muestran escasa perspectiva amparado por alguna institución social, por
­social. ejemplo política o religiosa.
— Estadio 2: intercambio instrumental. El ra­ — Estadio 5: el delito se justifica si coadyuva
zonamiento incorpora una comprensión bá­ a preservar los derechos humanos funda­
sica de la interacción social, pero en puros mentales o la justicia social.
términos de coste-beneficio.
Por lo que se refiere a la inclusión de ingredien­
2. Razonamiento moral maduro tes de desarrollo moral en los tratamientos con de­
lincuentes, a continuación se presenta la técnica de
— Estadio 3: recíproco y prosocial. El razona­ desarrollo de valores incorporada al programa Ra-
miento refleja una comprensión de las rela­ zonamiento y Rehabilitación, de Ross y Fabiano
ciones interpersonales y de las normas y (Ross y Fabiano, 1985; Ross, Fabiano y Garrido,
expectativas vinculadas a dichas relaciones. 1990), a partir de una adaptación de una técnica
La empatía y la perspectiva social se hacen original de Galbraith y Jones (1976). Esta técnica
evidentes a la vez que se toma en conside­ se dirige a enseñar a los sujetos, mediante distintas
ración la propia conciencia. actividades de reflexión y discusión grupal, a pen-
— Estadio 4: sistémico y estandarizado. El ra­ sar en los sentimientos de otras personas o tomar
zonamiento manifiesta una comprensión de una perspectiva social. La técnica no intenta mora­
los sistemas sociales complejos, con refe­ lizar, sino ejercitar a los participantes en la confron­
rencias a los requerimientos, derechos y va­ tación de su sistema de creencias con el de los
lores sociales. otros, propiciando la reevaluación de sus propias
valoraciones y puntos de vista. Sigue las siguientes
Gibbs (2003) ha examinado también la asocia­ etapas principales:
ción entre el proceso de razonamiento moral y los
contenidos de las cogniciones sociales, así como de 1. Se propone a los sujetos un dilema
las distorsiones cognitivas que pueden producirse. moral mediante la presentación de una si­
Su tesis principal es que existiría una vinculación tuación —imaginaria o vivida por algún
entre mayores distorsiones cognitivas de carácter miembro del grupo— en la que entran en
antisocial y estadios inmaduros de razonamiento conflicto distintas perspectivas acerca de
moral. lo que los personajes de la situación debe­
Palmer (2003) ha sintetizado las conexiones en­ rían hacer.
tre desarrollo moral en los estadios de Kohlberg y 2. Se propicia que cada participante piense so­
el tipo de razonamiento que puede estar implicado bre el dilema propuesto y decida y razone
en la infracción de las leyes y el comportamiento qué es lo que, a su juicio, debería ha­cerse.
antisocial. Según esta autora, las correspondencias 3. El grupo debate los argumentos favorables
serían las siguientes: y desfavorables para cada opción del di­
lema.
— Estadio 1: se justificaría el delito si puede 4. Se invita a los sujetos a reflexionar sobre
evitarse el castigo. su propia postura.
— Estadio 2: el delito se justifica si se valora
que las recompensas pueden superar a los A continuación se presenta, como ejemplo, un
riesgos. dilema moral que no forma parte del programa de
— Estadio 3: el delito es justificado si permite tratamiento original sino que el autor de este libro
mantener las relaciones sociales. ha concebido como ejercicio docente.
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 169 04/09/13 13:10


170 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Dilema moral: huelga repentina referidos tanto a situaciones de la vida corriente (el
ejemplo referido) como de la prisión, ya fueran hi­
Imagínese la siguiente situación: potéticas o reales, requiriéndoles para que entre sí se
Un sastre de 64 años es el propietario de una cuestionaran activamente los argumentos que se iban
pequeña industria de confección en la que trabajan planteando, utilizando discusión y ejercicios de jue-
él mismo y cinco empleados, tres mujeres y dos go de roles; 2) en una segunda etapa se les enseñaban
hombres, que llevan en la empresa entre cuatro y estrategias para aconsejar y ayudar a otros, usando
quince años. Hoy jueves están acabando la confec­ también juego de roles; esta técnica resultó de gran
ción de un rentable stock de americanas de caba­ utilidad para ayudarles en la adopción de una pers­
llero, que deben enviar sin falta a un distribuidor pectiva social y desarrollar su empatía, propiciando
francés el próximo lunes. Este distribuidor es muy el que tomaran en consideración puntos de vista
estricto en el cumplimiento de los plazos de entre­ distintos de los propios; 3) en la última fase de la
ga y en su contrato ha establecido la rescisión
intervención —la más importante— se fomentó en
automática del mismo o la reducción en un 50 por
100 del precio en caso de retraso. El propietario los participantes un nivel de razonamiento profundo
de esta empresa de sastrería conoce que el distri­ y una mejor comprensión psicológica de los otros;
buidor francés es muy severo en el cumplimiento para ello, se organizaron sesiones con distintos invi­
de lo pactado y que, si no se realiza la entrega de tados (entre ellos, jueces, personas públicas, directi­
la mercancía en el plazo estipulado, la rechazará o vos penitenciarios, etc.) a quienes se invitaba a dia­
pagará menos por ella. logar con los participantes en el tratamiento sobre
Hoy mismo (jueves), los sindicatos han anun­ distintos dilemas morales reales a los que estos in­
ciado una huelga general para mañana viernes de­ vitados habían estado expuestos en su trabajo. Por
bido a la ruptura de una serie de negociaciones ejemplo, dos jueces discutieron con los sujetos di­
laborales a alto nivel. Tres empleados de la empre­
versas experiencias relacionadas con el enjuicia­
sa son miembros activos de un sindicato y han
recibido la recomendación de ser solidarios y parar miento de casos criminales y debatieron con ellos
el trabajo el día de la huelga, e intentar que tam­ las razones de sus decisiones y también qué habrían
bién los otros trabajadores hagan huelga ese día. hecho los participantes si hubieran estado en su lu­
Sólo disponen de dos días laborables para aca­ gar. En otra sesión, una abogada debatió con los
bar el stock de americanas que han de facturar el participantes algunos dilemas que se le habían plan­
lunes a Francia. Si interrumpen la producción con teado en el momento de defender a algunas personas
motivo de la huelga, este stock no podrá ser fina­ sobre las que tenía el convencimiento de que eran
lizado, con el consiguiente riesgo de pérdidas im­ muy peligrosas si permanecían en libertad. La eva­
portantes para la pequeña empresa, ya en crisis luación realizada de este programa mostró que un 86
desde hace tiempo. El propietario ha explicado a
por 100 de los sujetos tratados mejoraron su nivel de
los trabajadores la situación en la que se encuentra
y les ha pedido que vayan el viernes a trabajar para desarrollo moral, ascendiendo de estadio de desarro­
poder finalizar el pedido de americanas. llo en términos del modelo de Kohlberg (MacPhail,
¿Qué deberían hacer los trabajadores, ir a tra­ 1989).
bajar o no?

MacPhail (1989) llevó a cabo la aplicación de un 6.6. Perspectivas


programa cognitivo de educación moral semejante constructivistas
al descrito con 27 sujetos adultos, internos en prisio­
nes de mínima y media seguridad (lo que podría ser En vinculación con las terapias cognitivas clá­
equivalente en el sistema penitenciario español a sicas, se han producido nuevos desarrollos, ante los
centros abiertos y ordinarios). Este programa incluyó que se plantea una importante duda acerca de su
tres etapas en su desarrollo: 1) en la primera, se pro­ ubicación en el marco de la terapia de conducta,
puso a los sujetos la discusión de dilemas morales, pero sobre los cuales debe hacerse al menos un
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 170 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 171

breve comentario. Se trata de los modelos cogniti­ Estas orientaciones presentan un alto grado de
vos constructivistas, que surgen en los años ochen­ inferencia y dificultad a la hora de explicar el fun­
ta, bajo la influencia de la teoría piagetiana, las damento y la génesis de las hipotetizadas estructu­
teorías motoras de la mente (la mente como sistema ras profundas que serían el guión constructor de la
activo de construcción; Weimer, 1977), la teoría de «reali­dad» personal. Desde el punto de vista opera­
los constructos personales de Kelly (1955) y las tivo sus novedades prácticas son pequeñas, si se
teorías del apego (Bowlby, 1973, 1983). considera­que en el terreno evaluativo su instrumen­
Su eje principal es la concepción proactiva de la tal especí­fico se circunscribe a la utilización de la
mente humana en la construcción de la realidad que rejilla de Kelly y de las entrevistas interactivas, y
envuelve al individuo (Amigo et al., 1991; Caro, en el campo del tratamiento al uso de técnicas fun­
1995; Feixas y Saúl, 2005a). De este modo, la reali­ damentalmente cognitivas. Por otro lado su priori­
dad no existiría como dato objetivo, con independen­ dad en el análisis de resultados se ha dirigido más
cia de los procesos, esquemas y guiones interpreta­ al conocimiento del proceso terapéutico que a la
tivos que confieren significado a la experiencia del ponderación de su efica­ cia práctica (Neimeyer,
sujeto (Mahoney, 1991). La psicología humana se 1997). El construccionismo ha tenido por el mo­
considera organizada en dos estructuras concéntricas mento escasa influencia específica en el tratamien­
(Guidano y Liotti, 1983): los denominados procesos to de la delincuencia, excepto que el acercamiento
centrales, vinculados a la identidad y los valores sea interpretado en un sentido amplio, haciendo
esenciales de la persona, poco accesibles a la con­ referencia entonces a los errores de pensamiento o
ciencia y de difícil modificación, y los procesos pe- distorsiones cognitivas que presentan los delincuen­
riféricos, que pueden alterarse con mayor facilidad. tes, momento en el que el construccionis­mo resul­
La finalidad del tratamiento es analizar el desa­ taría indistinguible de los constructos cognitivo-
rrollo y la organización de la realidad problemática conductuales generales (Bartol y Bartol, 2005).
construida por el sujeto y ayudarle, en consecuen­
cia, a transformar dichas estructuras cognoscitivas
y a generar una especie de «revolución personal» 6.7. El programa Razonamiento y
que conduzca a la superación de sus problemas Rehabilitación-revisado (R&R):
(Amigo et al., 1991). En este proceso el afecto del perspectiva internacional y
terapeuta constituye un elemento facilitador que aplicación en España
debe truncar la natural «resistencia al cambio» del
sujeto, en la preservación de sus esquemas cen­ El programa Razonamiento y Rehabilitación
trales. (R&R) o de habilidades cognitivas es uno de los
Pese a implicar una teorización distinta, las programas de tratamiento cognitivo pioneros en el
perspectivas constructivistas utilizan herramientas campo de la delincuencia. Fue desarrollado, según
terapéuticas cognitivo-conductuales prácticamente se ha comentado, a partir de diversas técnicas
idénticas a las clásicamente empleadas, con el aña­ cognitivas que habían probado ser eficaces con de­
dido de las técnicas semánticas (Amigo et al., 1991; lincuentes, por Ross y Fabiano (1985). Ha sido apli­
Pérez, 1996a; Feixas y Saúl, 2005a). Las principa­ cado con carácter general en el sistema penitencia­
les técnicas psicológicas mencionadas por el cons­ rio canadiense a partir de 1990, así como también
tructivismo son la terapia cognitivo-estructural en otros países como Estados Unidos, Reino Unido,
(Guidano y Liotti, 1983), la reconstrucción narra- Suecia, Noruega, Alemania, Austria, Nueva Zelan­
tiva (Gonçalves, 1989; Meichenbaum, 1997), la te- da y también España (Brown, 2005; McGuire, 2005;
rapia cognitivo-interpersonal (Safran y Segal, Robinson y Porporino, 2001). En España se utiliza
1994), la terapia de valoración cognitiva (Wessler la versión derivada por Vicente Garrido y sus cola­
y Hankin-Wessler, 1998) y la terapia lingüística de boradores (Garrido, 2005a, 2005b) con la denomi­
evaluación (Caro, 1990). nación de Programa del pensamiento prosocial.
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 171 04/09/13 13:10


172 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

En esencia este programa se dirige a trabajar Se han efectuado también numerosos estudios
sobre habilidades de pensamiento de los sujetos. Les evaluativos sobre este programa en diferentes países,
enseña a ser más reflexivos (en lugar de reactivos tanto con delincuentes juveniles como adultos. La
frente a los estímulos ambientales), más anticipati­ inmensa mayoría de estas evaluaciones ha ofrecido
vos y planificadores de sus respuestas a los proble­ resultados satisfactorios tanto en la mejora de varia­
mas y con un pensamiento y un razonamiento más bles psicológicas tales como la empatía de los suje­
abiertos. Para enseñar estas habilidades se utilizan tos, su asertividad, la disminución de sus distorsio­
técnicas de modelado y de reforzamiento. En su di­ nes cognitivas, la reducción de su impulsividad, etc.,
seño original el programa contemplaba la aplicación como en medidas específicas de conducta de agre­
de 36 sesiones de dos horas. Los terapeutas deben sión y reincidencia delictiva (Robinson y Porporino,
ser entrenados para ser capaces de enseñar en forma 2001). Tong y Farrington (2006) han revisado la
de diálogo «socrático»; es decir, no para presentar a efectividad del programa Razonamiento y Rehabili-
los sujetos las respuestas correctas ante una situación tación para reducir la reincidencia delictiva, a partir
problemática, sino para elicitar, mediante preguntas de 16 estudios evaluativos en que se efectuaban 26
y sugerencias diversas, la búsqueda de buenas solu­ comparaciones independientes entre grupos tratados
ciones personales ante dichos problemas. y controles. Toda esta información fue integrada en
Una de las primeras evaluaciones de este pro­ un metaanálisis cuyo resultado principal evidenció
grama fue realizada por Ross et al. (1988) en el una reducción significativa de la reincidencia de 14
denominado Experimento Pickering, en el que se puntos en los grupos tratados. Resulta notable el
comparaban tres grupos de sujetos en probation hecho de que dicha eficacia apareciera de modo
(supervisión en la comunidad) seleccionados al sistemático y consistente tanto en aplicaciones rea­
azar, que habían recibido respectivamente el pro­ lizadas en la comunidad como en instituciones, y
grama Razonamiento y Rehabilitación, un progra­ para delincuentes de alto riesgo y de bajo riesgo.
ma de «habilidades de vida» y la aplicación de Existe una versión española de este programa
probation habitual (sin ninguna intervención espe­ que se aplica actualmente con delincuentes j­ uveniles
cial). Claramente el programa Razonamiento y Re- y, en las prisiones, con jóvenes menores de 25 años,
habilitación (R&R) obtuvo mejores resultados que colectivo que supone aproximadamente el 16 por
las intervenciones de los otros dos grupos, de ma­ 100 de la población penitenciaria total (64.021 per­
nera que del grupo R&R sólo reincidieron el 18,1 sonas) y que corresponde a unos 9.500 varones
por 100 de los sujetos, mientras que del grupo de menores de 25 años y a unas 1.000 chicas. Dicha
«habilidades de vida» reincidieron un 47,5 por 100 versión se denomina Programa de pensamiento
y del grupo de probation ordinaria un 69,5 por 100. prosocial y ha sido diseñada por Garrido y sus co­
Se han realizado numerosas actualizaciones y laboradores (Garrido, 2005a, 2005b). El tratamien­
adaptaciones del programa Razonamiento y Reha- to se dirige al entrenamiento directo en habilidades,
bilitación para diversas necesidades y categorías de actitudes y valores coherentes con una interacción
delincuentes, especialmente en el Reino Unido social más apropiada y eficaz. Asimismo, el entre­
(McGuire, 2006; Hollin y Palmer, 2006). El deno­ namiento cognitivo facilitará que los jóvenes tengan
minado Pensamiento correcto en probation (Straight­ mayores destrezas para evitar las conductas agresi­
Thinking on Probation, STOP) es una adaptación vas y delictivas. Los componentes o módulos del
de los Servicios de Probation de Gales para perso­ programa son los si­guientes (Redondo, Pozuelo y
nas que cumplen medidas comunitarias. El progra­ Ruíz, en prensa):
ma Potenciación de habilidades de pensamiento
(Enhanced Thinking Skills, ETS) y el programa 1. Autocontrol. Entrena a los sujetos en la ha­
Piensa primero (Think First) son recientes versio­ bilidad de «pararse a pensar» antes de ac­
nes utilizadas en Inglaterra y Gales tanto en prisio­ tuar, valorando las diferentes alternativas
nes como en medidas penales comunitarias. de comportamiento.
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 172 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 173

2. Metacognición. Les prepara para pensar de grama mediante un diseño pretest (antes de la apli­
manera autocrítica, bajo el presupuesto de cación) y postest (después de la aplicación), utili­
que la reflexión les ayudará a controlar me­ zando también un grupo de control.
jor las posibles instigaciones ambientales En España se han efectuado varias evaluaciones
hacia el delito. del programa Razonamiento y Rehabilitación en su
3. Habilidades sociales. Les entrena en dis­ versión adaptada como programa del Pensamiento
tintas rutinas y comportamientos útiles para prosocial. Algunas se deben al trabajo de Ana Ma­
la vida prosocial. ría Martín y colaboradores sobre aplicaciones de
4. Habilidades de resolución de problemas este programa realizadas en los centros penitencia­
interpersonales. Se enseña a analizar los rios de las Islas Canarias. Martín Rodríguez y Her­
problemas interpersonales, a comprender y nández Ruiz (2001) evaluaron tres programas de
considerar los valores, conductas y senti­ inserción social para delincuentes multirreinciden­
mientos de los demás y a reconocer la ma­ tes, que se sucedieron entre septiembre de 1987 y
nera en que el propio comportamiento afec­ diciembre de 1999 en las dos provincias canarias.
ta a los otros y por qué éstos responden Estos programas consistían en intervenciones edu­
como lo hacen. cativas amplias y multifacéticas, en las que se in­
5. Pensamiento creativo o lateral. Se enseña corporaban los siguientes ingredientes: educación
a pensar en alternativas de respuesta. reglada, formación ocupacional, entrenamiento en
6. Razonamiento crítico. Se educa para pensar habilidades sociocognitivas (programa Razona-
de manera más lógica, objetiva y racional, miento y Rehabilitación) e intervención social.
sin deformar los hechos o externalizar la Concretamente se evaluó, mediante instrumentos
culpa de lo que sucede. psicométricos, la mejora de las destrezas sociocog­
7. Toma de perspectiva social. Se enseña a nitivas y de comportamiento de los sujetos dentro
considerar los puntos de vista, sentimien­ de la prisión. Asimismo se examinó el impacto de
tos y pensamientos de otras personas (a lo los distintos componentes del programa sobre su
cual haría referencia el concepto de em­ nivel de integración social una vez que regresaron
patía). a la comunidad. Los principales resultados de esta
8. Mejora de valores. Se intenta cambiar la evaluación mostraron que el programa Razona­
visión egocéntrica del mundo que presen­ miento y Rehabilitación por sí solo no produjo cam­
tan muchos delincuentes y reemplazarla bios significativos en las anteriores medidas. Sin
por una perspectiva en que tomen en con­ embargo, la combinación del entrenamiento socio­
sideración las necesidades de los demás. cognitivo (mediante el programa R&R) con la in­
9. Manejo emocional. Se les entrena en con­ tervención social generó resultados significativos
trol de la cólera, la depresión, el miedo y en la reducción de la reincidencia delictiva y en el
la ansiedad. incremento de la integración familiar, laboral y so­
cial de los sujetos tratados.
El programa se estructura en 12 sesiones tera­
péuticas y en ellas los contenidos anteriores se tra­
bajan de forma transversal, combinando en cada 6.8. El tratamiento de los
sesión ejercicios correspondientes a distintos ingre­ delincuentes sexuales
dientes terapéuticos. Se desarrolla por un equipo
multidisciplinar, con formación específica en dicho «Me llamo Nacho, soy un violador. Fui con­
programa, integrado por psicólogo, pedagogo, edu­ denado a doce años, y me enviaron a prisión,
cador, trabajador social, monitor deportivo, monitor donde me propusieron que me apuntase a un gru­
po de tratamiento para delincuentes sexuales. Así
ocupacional, maestro y funcionario de vigilancia. lo hice, pensé que sería bueno para mi expediente;
Se ha previsto realizar la evaluación de dicho pro­ además, en prisión no tenía nada que hacer. No
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 173 04/09/13 13:10


174 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

hacía ninguna actividad, ni tenía un trabajo, las deración de las mujeres, los niños y el uso de la
horas pasaban muy lentas. Sabía que si ocupa‑­ violencia en las interacciones sociales). Veamos
ba mi tiempo, los días se harían un poco más cor­ ­estas áreas problemáticas con un poco más de de­
tos. talle.
Un día, Carlos —el monitor— nos puso un
El comportamiento sexual de muchos agresores
vídeo sobre víctimas de violación reales, las mis­
mas víctimas hablaban en el vídeo y contaban sus sexuales se proyecta hacia objetivos sexuales in­
experiencias. Después hablamos sobre eso en el aceptables, como son los menores de edad o el uso
grupo. De repente, Carlos me preguntó sobre qué de la violencia para forzar el sometimiento sexual
era lo que esas mujeres de la película sentían, y de una mujer. Es decir, «prefieren» esas formas
yo le contesté: “¿Cómo podría saberlo?, no soy antisociales de relación sexual, que les resultan
mujer”. «más excitantes», y no logran «inhibir» esos modos
Carlos intentó explicarme que era algo muy inapropiados y dañinos de obtener placer. Algunas
evidente y muy real, ya que las mujeres del vídeo de tales preferencias sexuales (los menores o el
lo habían explicado muy claramente: ellas con­ empleo de la violencia en la interacción sexual)
taron lo humilladas que se sintieron, el dolor, la
probablemente se han generado y consolidado en el
vergüenza y la ira que experimentaron. Entonces
me preguntó si pensaba que era verdad lo que ellas individuo a partir de la asociación repetida entre su
estaban diciendo sobre sus sentimientos en la pe­ excitación sexual (mediante autoestimulación u
lícula. Yo me encogí de hombros y le contesté: “Sí, otras conductas sexuales) y estímulos infantiles o
me parece que sí”. violentos (reales o a partir de pornografía o fanta­
Carlos pasó de mi contestación y siguió pre­ sías reiteradas).
guntándome si podría describir el dolor que esas Por otro lado, el problema se incrementa en la
mujeres habían sufrido. Yo seguía muy tranquilo, medida en que un sujeto, además, presente dificul­
pero esta vez no fui capaz de contestarle otra vez tades para mantener relaciones sexuales normali­
que no, que no era una mujer; en vez de eso, le zadas, es decir, con personas adultas que libremen­
dije: “No, no puedo, no conozco a esas señoras y
te deseen y consientan dichas relaciones. Esta
ni siquiera me gustan, ¿por qué debo saber lo que
ellas sienten?”. Entonces, Carlos me dijo: “Si no falta de relaciones adultas puede deberse a que un
te interesan y no sabes cómo se sienten esas mu­ individuo tenga menores habilidades de interac­
jeres, ¿qué crees que hará que la próxima vez que ción social, algo que es imprescindible para enta­
salgas a la calle no violes a otras mujeres a las que blar relaciones afectivas y proponer una relación
no conoces, no quieres, ni te interesan?”. Después sexual. Muchos agresores sexuales (no todos) son
de eso, no había nada que yo pudiese decir, y con­ personas con escasas o inexistentes relaciones
testé: “Nada, supongo”.» afectivas y de intimidad, en las que se inscriban
relaciones sexuales deseadas y consentidas. En
En la etiología y el mantenimiento de la agre­ paralelo a lo anterior, muchos agresores sexuales
sión sexual suelen concurrir factores correspondien­ presentan dificultades más generales para la rela­
tes a las diversas facetas del comportamiento (há­ ción con otras personas. Son sujetos con menores
bitos, pensamientos y sentimientos), a las que se ha habilidades para comunicarse, para la empatía o
hecho referencia a lo largo de esta obra. Más allá comprensión de los sentimientos de los otros, y
de las diferencias individuales, que necesariamente que se muestran más ansiosos o nerviosos ante las
deberán ser estudiadas en cada caso, con mucha situaciones sociales. Todos estos déficit les produ­
frecuencia los agresores sexuales presentan proble­ cen un mayor aislamiento social, tanto en el grupo
mas de tres tipos diferentes aunque interrelaciona­ de amistades como en el ámbito laboral, si lo tie­
dos: en sus conductas sexuales (lo que resulta ob­ nen. Muchos agresores sexuales son personas so­
vio), en su conducta social más amplia y en su litarias.
pensamiento (que suele estar plagado de múltiples No son inferiores los problemas de los agreso­
«distorsiones cognitivas» en relación con la consi­ res sexuales en lo tocante a su manera de pensar
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 174 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 175

sobre su conducta delictiva de abuso o agresión. 2003; Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000; Mar­
Suelen presentar un gran número de distorsiones shall y Fernández, 1997; Marshall, 2001; Ward,
cognitivas o errores valorativos sobre las mujeres y Hudson y Keeman, 2001). Típicamente funciona en
su papel en la sociedad (por ejemplo, «las mujeres un formato grupal en el que uno o dos terapeutas
deben someterse a los deseos de los hombres; así trabajan con un grupo de ocho a diez sujetos. Se
ha sido siempre»), sobre la sexualidad (por ejemplo, evalúa a los delincuentes para delimitar sus necesi­
«aunque sea obligada, seguro que ella disfruta») y dades de tratamiento y su riesgo de reincidencia
sobre las normas y valores sociales y legales acerca futura, y, en función de ello, son incluidos en uno
de qué puede y no puede hacerse en términos de de tres posibles programas, según presenten nece­
comportamiento sexual humano (por ejemplo, «si sidades y riesgo altos, moderados o bajos. Los su­
un niño lo acepta, ¿por qué no voy a poder tener jetos con necesidades y riesgo elevados reciben un
una relación sexual con él?»). Estas distorsiones o tratamiento más amplio e intenso que los restantes
creencias erróneas orientan su conducta sexual de grupos (­Marshall, Eccles y Barbaree, 1993; O’Reilly
una manera inapropiada e ilícita y, además, les ofre­ y Carr, 2006). Los terapeutas intentan crear un es­
cen justificaciones para ella. tilo de trabajo que haga compatible el rechazo de
Esta multidimensionalidad etiológica hace de la las distorsiones de los delincuentes con ofrecerles,
agresión sexual uno de los comportamientos delic­ paralelamente, el apoyo que necesitan (Marshall,
tivos más resistentes al cambio, de manera que aque­ 1996). Existe evidencia científica (Beech y Ford­
llos agresores repetitivos que han cometido muchos ham, 1997) de que este tipo de acercamiento es el
delitos en el pasado tienen una alta probabilidad de más efectivo para el tratamiento de los delincuentes
volver a delinquir si no se tratan todos los anteriores sexuales.
problemas de comportamiento y pensamiento. El programa marco de los Servicios Correccio­
nales Canadienses fue «acreditado» en 1996 por
un Comité Internacional, y es un programa multi­
6.8.1. Panorama internacional componente que incluye los siguientes ingredien­
tes específicos (puede verse con mayor amplitud
Los tratamientos psicológicos más utilizados en Mann y Fernández, 2006, y Marshall y Redon­
y efectivos con los delincuentes sexuales son los do, 2002):
de orientación cognitivo-conductual (Prentky y
Schwartz, 2006). Sin embargo, también se han apli­ Autoestima
cado con delincuentes sexuales psicoterapias tradicio­
­nales (psicoanalíticas y otras) y castración quirúrgi­ Para comenzar, se intenta crear un clima que
ca (Berlin, 2000; Redondo, Sánchez-Meca y Garrido, apoye y motive a los sujetos para creer en su capa­
2002a, 2002b; Rösler y Witztum, 2000; Stone et al., cidad de cambiar. Además, se pretende que los de­
2000; Wood, Grossman y Fichtner, 2000). lincuentes sexuales mejoren su nivel educativo y
Canadá es el país que cuenta con una mayor sus habilidades laborales, la amplitud de sus acti­
tradición y desarrollo en la aplicación de tratamien­ vidades sociales y su propia apariencia externa.
tos con los agresores sexuales, especialmente gra­ También se les anima a detectar sus características
cias al trabajo pionero de Marshall y Barbaree y sus personales positivas (por ejemplo, es un buen tra­
colaboradores (Barbaree y Marshall, 2006; Brown, bajador, un amigo leal, es generoso), que deben
2005; Langton y Barbarie, 2006), desde finales de escribir en una cartulina para poder repasarlas con
los años setenta hasta la actualidad. A continuación frecuencia durante el día. Estos procedimientos
se describe el tratamiento estándar aplicado por ayudarían a mejorar la autoestima (Marshall, Cham­
Marshall y su equipo, que es el fundamento origi­ pagne, Sturgeon y Bryce, 1997), lo que a su vez
nario de la mayoría de los programas aplicados en aumentaría las posibilidades de cambio en los res­
el mundo (Brown, 2005; Budrionis y Jongsma, tantes componentes del programa.
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 175 04/09/13 13:10


176 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Distorsiones cognitivas la pared. No sé si fue que apreté o que ella se mo­


vió, pero la navaja le hizo un pequeño corte y
«Creo que ellos se sentían bien cuando hacía­ comenzó a sangrar. Sentí su miedo; creo que en
mos ciertas cosas. Y eso de que yo les haya hecho esos momentos, a ella lo único que le importaba
daño es mentira. Era el padre que influía para que es que no le hiciese más daño, que hiciese lo que
los hijos mintieran. Creo que pagó dinero al abo­ quisiese con ella. Le hice muchas vejaciones, es­
gado para que me denunciaran. Me siento arre­ taba desencajada, deseando que todo terminase
pentido.» cuanto antes. No duró mucho, todo sucedió muy
rápido, pero... para ella imagino que fue una eter­
Aquí existen dos etapas sucesivas (Brown, 2005; nidad. Luego la dejé marchar, iba hundida, cabiz­
Marshall, 1994). En la primera, cada sujeto describe baja, completamente desorientada. Yo no pensé en
el delito desde su propia perspectiva y se cuestionan esos momentos, simplemente había hecho lo que
los detalles que va dando en esa descripción. En una deseaba, no me importaba lo que ella sintiese, si
lo había pasado bien o si lo había pasado mal.
segunda etapa, se confrontan las actitudes y ­creencias
Muchos años después comprendí el alcance de
favorables al delito que van emergiendo en distintos toda aquella situación que provoqué.»
momentos del proceso del tratamiento. Pollock y
Hashmall (citados por Murray, 2000) evaluaron una La investigación ha puesto de relieve la impor­
muestra de 86 agresores sexuales de niños en la tancia que tiene la empatía tanto en la explicación
ciudad de Toronto y hallaron hasta 250 justificacio­ de la conducta sexual desviada como en su trata­
nes distintas del comportamiento de abuso, que miento psicológico. Los delincuentes sexuales no
agruparon en varias categorías temáticas. Las más carecen de empatía hacia otras personas en general,
frecuentes eran las siguientes: que la propia víctima sino que más bien carecen de ella por lo que con­
había iniciado la actividad sexual, o bien que había cierne a sus propias víctimas (Fernández, Marshall,
consentido realizarla, y que la conducta realizada Lightbody y O’Sullivan, 1999). Ello parece deberse
era debida a la privación de contactos sexuales ha­ a su incapacidad para reconocer el daño que han
bituales o a la intoxicación etílica. Ward (2000) con­ causado, por lo que el primer objetivo del programa
sidera que las distorsiones cognitivas funcionarían de tratamiento es sensibilizarlos sobre el dolor que
en los agresores sexuales como una especie de «teo­ experimentan las víctimas. Para ello el grupo elabo­
rías implícitas», explicativas y predictivas del com­ ra una lista de posibles consecuencias de la agresión
portamiento, hábitos y deseos de sus víctimas. Así, sexual y posteriormente se pide a cada sujeto que
un agresor podría considerar que cuando una niña considere tales consecuencias en su propia víctima.
pregunta acerca de algún comportamiento sexual Entonces, cada participante en el programa debe
que ha observado en la televisión, está «lanzando el escribir una carta, que hipotéticamente le dirige su
mensaje» de que le gustaría llevar a cabo dicho víctima, y, después, una respuesta suya a la anterior
comportamiento, lo que podría «justificar» la propia (Marshall, O’Sullivan y Fernández, 1996). En un
conducta de acariciarla sexualmente. estudio de Martínez, Redondo, Pérez y García-Fo­
rero (en revisión) se han explorado las posibles re­
Empatía laciones entre la variable empatía y la agresión
sexual, así como los posibles efectos beneficiosos
«Horror. Serían las diez de la noche, cuando que puede aportar el tratamiento psicológico en la
ella regresaba tranquilamente a su casa, y yo la mejora de esta variable. Para poder evaluar la em­
seguía a distancia. Al llegar a la altura del callejón, patía en delincuentes se tradujo y adaptó al castella­
corrí hacia ella y le puse la navaja en el cuello, no la Rape Empathy Measure-REM (Fernández y
empujándola hacia el interior del callejón. Se que­
dó muda, quieta, inmóvil, rígida, sin saber qué
Marshall, 2003) y se aplicó a una muestra de 139
decir, ni contestar, estaba aterrorizada. Me puse delincuentes no sexuales y 73 violadores, de los
frente a ella y la obligué a pegarse de espaldas a cuales 39 habían recibido tratamiento y 34 eran vio­

©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 176 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 177

ladores no tratados. Los principales resultados de les gustaba este modo de proceder varonil. Le gus­
este estudio ponen de manifiesto que los violadores ta también ver películas pornográficas de conteni­
que han recibido tratamiento muestran mejores re­ do violento, que de vez en cuando alquila o le pasa
sultados en empatía que los grupos de delincuentes algún amigo.
no sexuales y de violadores no tratados. Estos resul­
tados avalan la capacidad del tratamiento en la me­ El programa ofrece a los agresores una cierta
jora de esta variable psicológica. educación sexual y les ayuda a hacerse conscientes
de que suelen utilizar el sexo como «estrategia de
afrontamiento» de problemas emocionales y de re­
Relaciones personales/aislamiento lación que no resuelven adecuadamente por otros
caminos. Paralelamente, se les enseñan estrategias
Marshall y sus colaboradores proponen una
más apropiadas y efectivas para enfrentarse a sus
estra­tegia específica para incrementar las habilida­
problemas personales y emocionales.
des para las relaciones personales y reducir el ais­
Cuando los sujetos presentan fuertes preferen­
lamiento (Marshall, Bryce, Hudson, Ward y Moth,
cias sexuales de carácter antisocial y una alta fre­
1996). En ella se ayuda a cada sujeto a identificar
cuencia de fantasías de esa índole, pueden utilizarse
estrategias de relación inapropiadas y estilos de
estrategias específicamente encaminadas a reducir
apego afectivo pobres y superficiales y, a partir de
tales preferencias y fantasías. Técnicas conductuales
ello, a estructurar caminos más efectivos para sus
del tipo del «recondicionamiento medianamente au­
relaciones personales.
toestimulación» (Brown, 2005; Laws y Marshall,
1991) parecen obtener ciertos resultados positivos
Actitudes y preferencias sexuales aunque de carácter limitado. Por ejemplo, la terapia
de «saturación» del deseo sexual, mediante autoes­
Manifiesta que se excita más sexualmente si timulación intensiva (Marshall, 1979), logra reducir
una mujer hace todo aquello que él desea, aunque
los intereses antisociales de los sujetos, y la «mastur­
inicialmente no quiera. Por ello, a veces tiene
que obligar a su mujer, y a otras mujeres con las bación dirigida», en la que se instruye al individuo
que ha estado, a someterse a sus deseos, aunque para que reoriente sus fantasías sexuales mastur­
para ello tenga que amenazarlas o darles unas bo­ batorias hacia imágenes de sexo adulto consentido
fetadas. Dice que siempre lo hace de forma suave, (Maletzky, 1985), parece mejorar el interés por es­
sin marcarlas ni dañarlas. Sin embargo, en algunas tímulos sexuales normativos. Sin embargo, estos
ocasiones, si una mujer se resistía mucho a obede­ pro­cedimientos no siempre obtienen los resultados
cerle, la golpeaba con los puños o con el cinturón. esperados, y en tales casos se emplea medicación
Cuando era adolescente, algunos amigos más ma­ reductora del impulso sexual1, que puede ser o bien
yores con los que solía ir con chicas actuaban de un antiandrógeno o algún inhibidor de la recaptación
esta manera y se lo pasaban muy bien. Dice que
de la serotonina (Bradford y Fedoroff, 2006; Green­
nunca dañaron gravemente a ninguna chica y que,
además, ellas también se lo pasaban muy bien y berg y Bradford, 1997).

1
 Un modo reversible de reducir el impulso sexual es la a pedófilos ha contribuido a lograr tasas de reincidencia infe­
administración periódica (generalmente semanal) de medica­ riores al 10 por 100 (generalmente en combinación con pro­
ción antiandrogénica, que o bien directamente reduce la secre­ gramas de tratamiento pscológico). Recientemente se ha desa­
ción de testosterona o bien bloquea su acción en el nivel de los rrollado y comenzado a utilizar un antiandrógeno más potente
receptores nerviosos. Con tales finalidades se han utilizado dos y de efecto prolongado, el agonista análogo de la hormona
sustancias principales, el acetato de ciproterona (CPA) (en los liberadora de gonadotropina (GnRH), que se inyecta una vez
países europeos) y el acetato de medroxiprogesterona —Pro­ cada uno-tres meses, elimina completamente —aunque de
gevera— (MPA) (sobre todo en Norteamérica) (Cáceres, 1998). modo reversible— la secreción de testosterona y, además, pre­
Aunque estas sustancias presentan algunas contraindicaciones senta mínimos efectos secundarios. Rösler y Witzhum (2000)
tales como aumento de peso e hipertensión, su administración consideran que esta medicación resulta efectiva para controlar

©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 177 04/09/13 13:10


178 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Prevención de la recaída bajo riesgo, y últimamente una versión de


continuación del tratamiento (Betterlives
En el módulo de prevención de recaída se pide Booster SOTP Programme) para sujetos de
a cada delincuente sexual participante en el progra­ alto riesgo que, pese a haber completado con
ma que identifique la secuencia de elementos suce­ éxito el programa estándar y el extensivo,
sivos que le llevan a la comisión del delito (es decir, desean proseguir la atención a necesidades in­
la concatenación de eslabones de la cadena delictiva), ­dividuales de tratamiento o mejorar sus com­
los factores fundamentales que le ponen en situación ­petencias para la prevención de recaídas.
de riesgo y, también, las estrategias más adecuadas 2. También existen versiones de los anteriores
para evitar los riesgos futuros. El interés de ello re­ programas para su aplicación con delin­
side en lograr que el sujeto comprenda qué factores cuentes sexuales en la comunidad, que, en
le sitúan en riesgo como, por ejemplo, el tener acce­ función de las necesidades y el riesgo de los
so a potenciales víctimas, o sentirse deprimido, ais­ sujetos, cuentan con intensidades po­sibles
lado o furioso, o hallarse estresado, tener problemas de entre 50 y 260 horas de intervención.
en sus relaciones, o, simplemente, utilizar estrategias
inefectivas para afrontar sus problemas. Como resul­
tado de la identificación de estos factores de riesgo 6.8.2. Tratamientos en España
y de la cadena de conducta delictiva, el sujeto debe Aunque también se realizan algunos tratamien­
elaborar un conjunto de estrategias para enfrentarse tos de agresores sexuales en la comunidad, la ma­
a las situaciones de riesgo imprevistas y para reducir yoría de los programas en este campo se desarrollan
las oportunidades de que éstas apa­rezcan. en España en las prisiones. Tanto la legislación
española como las normas internacionales instan a
En el Reino Unido se han desarrollado y apli­ la Administración penitenciaria a aplicar programas
cado durante los últimos años distintos programas con delincuentes violentos y sexuales y a tomar las
de tratamiento de agresores sexuales parecidos al medidas de control necesarias para facilitar su rein­
anteriormente presentado (Hollin y Palmer, 2006): tegración social y evitar su reincidencia.
En España se inició la aplicación de programas
1. El Programa de tratamiento de delicuentes de tratamiento con agresores sexuales en prisión en
sexuales (Sex Offender Treatment Program- 1996. A partir de una revisión de lo hecho en otros
me, SOTP), diseñado por los Servicios de países y de una serie de investigaciones específicas
Prisiones de Inglaterra y Gales, cuyo ele­ sobre muestras españolas, en que se analizaron sus
mento central es la confrontación de las características principales y sus necesidades de in­
justi­ficaciones y excusas empleadas por los tervención (Garrido, Redondo, Gil, Torres, Soler y
agresores para amparar sus delitos. Existe Beneyto, 1995; Garrido, Beneyto y Gil, 1996; Ga­
una versión adaptada (SOTP Adapted Pro- rrido, Gil, Forcadell, Martínez y Vinuesa, 1998a;
gramme) de este programa para sujetos con Garrido, Beneyto, Català, Aguilar, Balfagón, Sauri
dismi­nución intelectual, y una versión exten- y Navarro, 1998b), se creó el primer programa es­
siva de este programa (Extended SOTP) para pecífico para delincuentes sexuales adaptado al con­
suje­tos de alto riesgo que ya han realizado texto español (Garrido y Beneyto, 1996, 1997).
el progrma estándar (SOTP). También se ha A partir de la experiencia terapéutica acumula­
creado una modalidad para delincuentes de da sobre la aplicación de este programa, el formato
específicas parafilias (logrando reducir tanto las fantasías da, como único sistema de tratamiento, sino que suelen cons­
sexuales antisociales como el nivel de impulso y las propias tituir un complemento de otros tratamientos de cambio del
conductas) y constituye, por ello, una terapéutica prometedora comportamiento sexual. Pueden ayudar a los sujetos a mejorar
para el futuro tratamiento de los delincuentes sexuales. Con temporalmente su capacidad de control de la conducta de agre­
frecuencia estas sustancias no se administran de manera aisla­ sión o abuso.

©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 178 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 179

original desarrollado por Garrido y Beneyto ha sido más razonable, que no sólo pueda ser efectiva sino
revisado y adaptado por un equipo de técnicos de también eficiente en términos coste/beneficio.
instituciones penitenciarias integrado por Guada­ El esquema del Programa de control de la agre-
lupe Rivera, María Concepción Romero, Miguel sión sexual actualmente aplicado es el siguiente
Ángel Labrador y Jesús Serrano (Ministerio del (Ministerio del Interior, 2006a):
Interior, 2006a, 2006b) y se presenta a continua­
ción. El tratamiento se dirige tanto a violadores 1.  Entrenamiento en relajación. Se pretende
como a abusadores de menores, y tiene como obje­ que el sujeto aprenda a controlar sus estados de
tivos principales los siguientes (Garrido y Beneyto, tensión mediante técnicas de relajación muscular.
1996): 1) mejorar las posibilidades de reinserción Se considera que es una buena base para el inicio
y de no reincidencia en el delito de los agresores de este tratamiento.
sexuales tratados; 2) favorecer un análisis más rea­ 2.  Tratamiento A: toma de conciencia. Aquí
lista de sus actividades delictivas, que reduzca sus se trabaja una serie de elementos cognitivos y emo­
distorsiones y justificaciones delictivas, y 3) mejo­ cionales, con el propósito de que el sujeto adquiera
rar sus capacidades de comunicación y relación o incremente la propia conciencia acerca de sus
interpersonal. actividades delictivas y de los factores (tales como,
El tratamiento se aplica, en modalidad grupal, por ejemplo, sus distorsiones cognitivas) relaciona­
en una o dos sesiones terapéuticas semanales, de dos con la precipitación de dichas actividades. Para
unas dos horas y media de duración. El programa se ello se utilizan los siguientes cinco módulos:
completa actualmente en unos dos años. Se está
estudiando un procedimiento intensivo que reduzca 1. Análisis de la historia personal, en que el
este período a un año, toda vez que la evidencia sujeto efectúa un repaso de su propia vida.
empírica muestra en términos clínicos generales que 2. Introducción a las distorsiones cognitivas,
los resultados finales no mejoran linealmente con la en la que se confronta al sujeto con sus
mayor extensión temporal del programa. En todo errores de pensamiento e interpretación
caso se pretende obtener una versión de extensión acerca de su conducta delictiva.

Emociones positivas Emociones negativas

Esperanza Alegría Ira Odio


Asombro Compasión Desilusión Dolor
Fascinación Felicidad Infelicidad Nostalgia
Entusiasmo Gusto Envidia Decepción
Satisfacción Amor Sufrimiento Nerviosismo
Sorpresa Placer Rechazo Preocupación
Enamoramiento Diversión Inseguridad Vergüenza
Atracción Pasión Tristeza Humillación
Alivio Ternura Depresión Remordimiento
Orgullo Euforia Miedo Arrepentimiento

3. Conciencia emocional, cuyo objetivo es se recoge en la tabla incluida a continua­


que mejore su conocimiento y capacidad ción:
de apreciar emociones en sí mismo y en 4. Comportamientos violentos, en que se ana­
otras personas; el programa contempla el liza la cuestión de las conductas de agre­
siguiente conjunto emocional mínimo, que sión y daño a las víctimas.
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 179 04/09/13 13:10


180 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Ejemplos de excusas comunes en agresores sexuales

No habría ocurrido si el niño no hubiese preguntado cosas sobre sexo.


Todo lo que hicimos fue porque a ella le apetecía.
No la violé, hicimos el amor.
Ella me provocó.
Esa tía lo estaba pidiendo a gritos con esos andares y esa forma de mirar.
No le hice tanto daño como dijo.
Sólo la amenacé, pero no le pegué.
Aunque dijo que no, ella realmente tenía ganas.
Llevaba una vida muy ligera.
Mucha gente hace cosas peores que yo.
Tuve un mala noche.
Estaba como loco, fuera de mí.
Aunque no me lo dijo, yo sabía que me deseaba.
No soy perfecto.
No pude hacer nada por evitarlo.
Me obligó a hacerlo.
No fue para tanto.
Ella disfrutó tanto como yo.

5. Mecanismos de defensa, que atiende al tra­ el que, aunque reconocemos nuestra parti-
bajo sobre las justificaciones del delito. Un cipación, intentamos dar a entender que
listado incluido en el manual del programa los hechos no fueron tan graves como se
de tratamiento contiene hasta 107 excusas dice, e incluso, menospreciando a la vícti-
frecuentes utilizadas por los agresores ma, intentamos dar por bien merecido
sexuales, de las que, a continuación, se re­ aquello que le sucedió. Por último, tenemos
cogen algunos ejemplos: aquellos mecanismos que, modificando la
«Los mecanismos de defensa solemos realidad, permiten escudarnos en agentes
emplearlos la mayoría de las personas, externos como la bebida, las drogas o cual-
aunque en nuestro caso (de las personas quier otra circunstancia ajena a nuestra
que hemos cometido agresiones sexuales) voluntad.»
suelen usarse para evitar reconocer como
propios unos hechos realizados y probados. 3.  Tratamiento B: toma de control. En esta
Con ellos se pretende eludir la propia res- parte central del programa se pretende que el suje­
ponsabilidad, negando los hechos, justifi- to adquiera o mejore el control sobre su propia
cándolos y, en algunos casos, modificándo- conducta y pueda, de este modo, inhibir sus ac­
los a nuestra conveniencia. Si recogemos tividades delictivas. La componen siete módu­
todos los mecanismos que conocemos, los los más:
podemos separar en tres grupos. El prime-
ro de ellos sería la negación, es decir, no 6. Empatía con la víctima, en que se trabaja
aceptar los hechos, negándolos simplemen- la capacidad del sujeto para ser consciente
te, culpando a otros o intentando demos- y solidario con el sufrimiento de otras per­
trar la imposibilidad de nuestra culpa, di- sonas en general y con sus víctimas en par­
ciendo que estábamos en otro lugar en el ticular; en uno de los ejercicios se plantean
momento de los hechos. Otro grupo sería preguntas de discusión como las siguientes:
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 180 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 181

«¿Alguien quiere contar alguna experiencia frontación de las distorsiones cognitivas se


en la que haya sido víctima de otra u otras sigue, por ejemplo, el siguiente esquema de
personas? ¿Qué ocurrió? ¿Cómo te sentis­ trabajo: 1) se informa al sujeto sobre el
te?»; «¿Alguien puede mencionar algún funcionamiento habitual de las distorsio­
daño físico que puede sufrir la víctima nes; 2) se le ayuda a identificar su diálogo
como consecuencia de la agresión?»; «¿Co­ interno; 3) se clasifican los pensamientos
nocíais todo este tipo de daños físicos? irracionales y antisociales; 4) se desafían
¿Cuáles os han impresionado más? ¿Sa­ dichos pensamientos, y 5) se ayuda al indi­
bíais que vuestras víctimas posiblemente viduo a reemplazarlos por pensamientos e
sufrieron algunos de estos daños?». A lo interpretaciones racionales.
largo de este módulo se habrían ido comen­  9. Estilo de vida positivo, que enseña a los
tando diversos daños físicos y psicológicos sujetos a programar su vida cotidiana (ho­
que pueden sufrir las víctimas de una agre­ rarios, rutinas diarias, objetivos, etc.).
sión sexual, tales como cortes, contusiones, 10. Educación sexual, consistente en infor­
derrames, arañazos, mordeduras, rotura de marle acerca del funcionamiento de la
huesos, pérdida de la virginidad, gran an­ sexualidad humana, tanto desde un plano
siedad, miedo a morir, incapacidad para más científico como desde una perspectiva
tomar decisiones, sentimientos de pánico, ética, en que se debate la sexualidad como
deseo de venganza, pesadillas, culpación, una actividad de comunicación y respeto
fobias a estar sola o salir de casa, disfun­ recíproco de los deseos de las personas.
ciones sexuales, depresión, intento de sui­ 11. Modificación del impulso sexual, módulo
cidio, etc. opcional integrado por técnicas psicológi­
7. Prevención de la recaída, módulo en el cas de reducción del impulso sexual ante
que, a semejanza de los programas de con­ estímulos inapropiados que impliquen el
trol de las adicciones, se enseña al sujeto a uso de violencia o de menores. Para ello
anticipar situaciones de riesgo de repeti­ puede usarse sensibilización encubierta o
ción del delito y a activar respuestas de recondicionamiento autoestimulatorio.
afrontamiento del riesgo. 12. Prevención de la recaída, en que se pro­
8. Distorsiones cognitivas, que profundiza en fundiza en las estrategias de anticipación
el trabajo ya iniciado con anterioridad so­ de situaciones de riesgo e incluso de posi­
bre pensamientos erróneos acerca del uso bles recaídas para resolverlas lo antes po­
de la violencia, la conducta sexual, las mu­ sible. Se enseña al individuo a considerar
jeres, etc. En uno de los ejercicios de con­ secuencias habituales de recaída, aplicando

Ejemplos de «fallos» más comunes que pueden llevar a la recaída

Estar a solas con una posible víctima.


Tener fantasías sexuales de agresión o con menores.
Sertir enfado hasta el punto de estallar o querer hacer daño a alguien.
Sentirse desesperado creyendo que no existe posibilidad de evitar la agresión.
Experimentar una soledad intensa.
Mirar detenidamente el cuerpo de una mujer, o de un menor.
Estimularse con fantasías sexuales de agresión o con menores.
Comprar pornografía.
Charlar con una posible víctima.
Pensar en la posibilidad de estar a solas con un menor.

©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 181 04/09/13 13:10


182 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

la siguiente estructura: emoción → fantasía de acuerdo con esta primera evaluación española
→ distorsión cognitiva → plan → desinhi­ sobre la eficacia del tratamiento de los agresores
bición → agresión sexual. Se trabaja espe­ sexuales, se ha logrado rebajar la tasa de reinciden­
cialmente a partir de los «fallos» más co­ cia en 14 puntos sobre el 18,2 por 100 que sería
munes que pueden cometerse y hacer más esperable. Este resultado de eficacia es muy nota­
probable la recaída. Algunos ejemplos de ble, si se toma en consideración el tamaño del efec­
«fallos» frecuentes, en los que el programa to promedio de los tratamientos psicológicos de los
se detiene, son los siguientes: agresores sexuales, que suele situarse en reduccio­
nes de entre 5 y 8 puntos (sobre tasas base de rein­
Los participantes en el tratamiento disponen de cidencia de entre el 15 por 100 y el 20 por 100)
su propio manual del interno (así denominado de­ (Lösel y Schmucker, 2005; Prentky y Schwartz,
bido a que esta aplicación se realiza con internos 2006).
en prisión) (Ministerio del Interior, 2006b). Este
manual contiene una síntesis de los conceptos que
se trabajarán durante las sesiones terapéuticas y una Resumen
serie de ejercicios y tareas complementarias.
Para la evaluación a gran escala de este progra­ Al igual que sucedió en la terapia psicológica
ma se efectúa una comparación de los resultados en general, en lo relativo al tratamiento de los de­
obtenidos en diversas medidas psicológicas antes y lincuentes también se descubrió en la década de los
después del tratamiento. Al efecto, Redondo, Mar­ setenta la relevancia de intervenir sobre la cogni­
tínez y Pérez (2005) han adaptado diversas escalas ción. El trabajo científico decisivo para ello fue el
psicológicas específicas que permiten la evaluación desarrollado por Ross y sus colegas en Canadá,
de variables como «capacidad de intimidad», «aser­ quienes revisaron numerosos programas de trata­
tividad», «ansiedad ante estímulos sexuales», «dis­ miento que habían sido aplicados en años anterio­
torsiones cognitivas» sobre violación o sobre abuso res. Concluyeron que los programas más efectivos
de menores y «empatía» ante víctimas de violación habían sido aquellos que, pese a sus diferencias,
o de abuso sexual. Además, en el diseño de la eva­ habían incluido componentes dirigidos a cambiar
luación se utilizan grupos terapéuticos y grupos de los modos de pensamiento de los delincuentes.
control, es decir, internos a los que se evalúa igual­ Como resultado de este análisis concibieron un pro­
mente pero que no participaron en el programa. grama multifacético, denominado Reasoning and
También está previsto evaluar las tasas de reinci­ Rehabilitation (R&R), que adaptaba e incorporaba
dencia futura de los grupos tratados en comparación distintas técnicas de otros autores que habían mos­
con los controles, o no tratados. trado ser altamente eficaces. Este programa, en dis­
En lo relativo al tratamiento de los agresores tintos formatos y adaptaciones posteriores, ha sido
sexuales en España, los datos evaluativos disponi­ ampliamente aplicado con delincuentes en diversos
bles hasta ahora, correspondientes a una muestra de países, incluido España.
49 sujetos tratados en las prisiones de Cataluña La reestructuración cognitiva fue una de las
(Redondo, Navarro, Martínez et al., 2005), mues­ técnicas pioneras en el tratamiento psicológico mo­
tran que, tras un período de seguimiento de cuatro derno. Parte de la consideración de que los tras­
años, han reincidido en delitos de agresión sexual tornos psicológicos y de comportamiento son el
dos individuos del grupo de tratamiento (equivalen­ resultado de dificultades en los modos de procesa­
tes al 4,1 por 100 de la muestra). Además, los rein­ miento de la información, lo que incluye tres estruc­
cidentes tratados cometieron delitos de menor gra­ turas jerarquizadas: esquemas cognitivos básicos
vedad que los protagonizados por los reincidentes (centrales al individuo), creencias intermedias (re­
no tratados (que fueron 13 sujetos, lo que equivale glas, actitudes y presunciones) y pensamientos au-
a un 18,2 por 100 del grupo de control). Es decir, tomáticos (veloces y breves en relación con aspectos
©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 182 04/09/13 13:10


Desarrollo y reestructuración del pensamiento / 183

específicos de cada momento). Algunos pensamien­ para «decirse» cosas que orienten el curso de su
tos automáticos pueden constituir «distorsiones propia conducta, a partir de definir la tarea a la que
cognitivas» o modos tergiversados de interpretación se enfrenta, dirigir su atención a dicha tarea, resol­
de determinadas realidades, algo muy frecuente en ver los errores que pueda cometer, autoevaluar el
los delincuentes. La técnica de reestructuración resultado y autorreforzarse.
cognitiva se dirige a ayudar a los sujetos a «caer en Otro de los grandes avances en el tratamiento
la cuenta» de la relación existente entre sus distor­ cognitivo de los delincuentes lo constituyen las téc­
siones cognitivas y su comportamiento delictivo y nicas destinadas a su desarrollo moral. El origen de
a reorganizar más racionalmente su pensamiento y estas técnicas son los trabajos sobre desarrollo moral
su conducta. Para ello se sigue una serie de etapas de Piaget y, especialmente, de Kohlberg, quien dife­
(educativa, entrenamiento en autoobservación de renció una serie de niveles y estadios de desarrollo
pensamientos, aplicación en la terapia y en la reali­ moral, desde los más inmaduros (en que las decisio­
dad) y se utilizan diversas estrategias: reatribución, nes de conducta se basen en evitación del castigo y
búsqueda de interpretaciones y soluciones alterna­ en recompensas inmediatas) hasta los más maduros
tivas, cuestionamiento de la evidencia, etc. (imbuidos de consideraciones morales altruistas y
Por otro lado, se constata que muchos delin­ autoinducidas). Las técnicas de desarrollo moral in­
cuentes han sido poco competentes en la solución tentan enseñar a los sujetos, mediante actividades de
de sus problemas interpersonales, lo que a menudo discusión grupal, a considerar los sentimientos y
les ha conducido a graves conflictos y agresiones. puntos de vista de otras personas. Para ello confron­
Por ello una estrategia psicológica especialmente tan a los sujetos mediante dilemas morales, o situa­
interesante para su tratamiento ha sido el «progra­ ciones en que entran en conflicto distintas perspecti­
ma de solución cognitiva de problemas interperso­ vas acerca de lo que debería hacerse en determinada
nales», cuyas unidades básicas de entrenamiento situación problemática. Cada sujeto debe pensar so­
son las siguientes: reconocimiento y definición de bre el dilema planteado y decidir y razonar qué es lo
un problema, identificación de los propios senti­ que, en su opinión, debería hacerse. A continuación
mientos asociados a él, separar hechos de opinio­ se debaten los argumentos favorables y contrarios a
nes, recoger información sobre el problema y pen­ cada una de las opciones adoptadas sobre el dilema.
sar en todas sus posibles soluciones, tomar en Se considera que este ejercicio ayudará a los partici­
consideración las consecuencias de las distintas pantes a «crecer» moralmente.
soluciones y, finalmente, optar por la mejor solu­ Por último, como ejemplo destacado de los re­
ción y ponerla en práctica. tos a que se enfrenta el tratamiento psicológico de
Las técnicas de autocontrol se basan en el uso los delincuentes, se han presentado los «programas
de los mismos principios psicológicos del aprendi­ con delincuentes sexuales» tanto desde la perspec­
zaje que permiten el control externo de la conducta tiva internacional como a partir de los tratamientos
(control de estímulos, reforzamiento, etc.) para en­ que se aplican en España. Los ingredientes terapéu­
trenar al individuo a ejercer control, desde dentro, ticos más comunes en estos programas son el tra­
sobre su propia conducta. Sus fases principales son bajo sobre distorsiones cognitivas, desarrollo de la
autoobservación, establecimiento de objetivos, en­ empatía con las víctimas, mejora de la capacidad
trenamiento en el marco de la terapia y aplicación de relación personal, disminución de actitudes y
de lo aprendido en el contexto real. La técnica de preferencias sexuales hacia la agresión o hacia los
autoinstrucciones consiste en entrenar al sujeto niños y prevención de recaídas.

©  Ediciones Pirámide

06_Delincuentes.indd 183 04/09/13 13:10


06_Delincuentes.indd 184 04/09/13 13:10
Regulación emocional y control de la ira 7

El capítulo que se inicia se ocupa de aque- programas como la Inoculación de estrés, el


llas técnicas que resultan especialmente útiles Tratamiento de la ira y el Entrenamiento para
para ayudar a los delincuentes a regular mejor reemplazar la agresión. Al final del capítulo se
sus estados emocionales. Especialmente se presentan los tratamientos de los agresores de
detiene en las estrategias y programas que sus parejas que se aplican tanto en las prisio-
entrenan a los sujetos para el control de sus nes como en la comunidad, repasando aquí los
explosiones de ira, que a menudo les han lle- programas internacionales y los programas es-
vado a agredir a otras personas. Se trata de pañoles más destacados.

Alejandro fue, acompañado de su novia, al 7.1. ¿Por qué es importante


domicilio de su padre para recoger alguna ropa que la regulación emocional
se había dejado cuando su padre lo echó de casa para prevenir las conductas
la noche anterior. Cuando llegaron al domicilio, se violentas y delictivas?
inició en la cocina una fuerte discusión entre Ale­
jandro y su padre, quien agarró una sartén y pro­
pinó un fuerte golpe en la cabeza a su hijo, abrién­ Las técnicas de regulación y control emocional
dole una brecha que sangraba con abundancia. se orientan a dotar a los participantes en un trata­
Éste empuñó un cuchillo de cocina con el que miento de las habilidades necesarias para manejar
asestó varias puñaladas a su padre, produciéndole situaciones emocionales explosivas que podrían po­
la muerte en el acto. Después, junto a su novia y nerles en riesgo de conductas antisociales y de agre­
a un hermano de ella, intentaron deshacerse del sión.
cadáver trasladándolo a un coche abandonado al Se dispone de dos fuentes de conocimiento
que prendieron fuego. Éste es el episodio delictivo
principales para aducir la importancia de la faceta
más grave de Alejandro. Sin embargo, desde que
Alejandro era pequeño, en su casa su padre y su emocional en el comportamiento violento y de­
madre siempre discutían y se agredían con lo que lictivo. La primera es empírica: múltiples investiga­
tenían más a mano. A Alejandro también le habían ciones han puesto de relieve la conexión probabi­
sacudido muchas veces, cuando hacía algo mal y lística entre un mayor acaloramiento emocional y
cuando estaban enfadados o nerviosos. una mayor propensión a agredir a otras personas y a
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 185 04/09/13 13:28


186 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

cometer ciertos delitos, especialmente delitos de parte de sus familiares, compañeros, ami­
carácter violento (Andrews y Bonta, 2006; Tittle, gos, vecinos...); b) ser privado de gratifica­
2006). Muchos homicidios, asesinatos de pareja, ciones que se poseen o se espera poseer (ser
lesiones, agresiones sexuales y robos con intimida­ despedido del trabajo, ser abandonado por
ción son perpetrados por individuos que están ex­ la pareja...), y c) ser sometido a situaciones
perimentando fuertes sentimientos de ira, venganza, aversivas ineludibles (acoso de los compa­
apetito sexual, ansia de dinero y propiedades o des­ ñeros del colegio, maltrato por parte de la
precio hacia otras personas. Es decir, una parte im­ pareja, etc.).
portante de delitos, especialmente delitos violentos, 2. Como resultado de las anteriores tensiones,
acontece cuando los sujetos pierden los estribos y se generarían en el sujeto emociones nega-
desatan sus emociones más furibundas. Un objetivo tivas, siendo la ira una emoción especial­
importante de los programas de tratamiento es en­ mente proclive a instar acciones correctoras
señar a los sujetos estrategias personales que les de las fuentes de tensión.
permitan anticipar, detectar y controlar aquellas 3. Una acción correctora posible, con tal de
emociones de ira que pueden conducir a una agre­ eliminar la fuente que causa tensión, es la
sión (McGuire, 2006). En el extremo opuesto, pue­ conducta delictiva (una agresión que daña
de también considerarse que otros delitos se come­ a quien te agrede, «una lección» a la pare­
ten precisamente en ausencia o por insuficiencia de ja por haberse ido con otro, un robo que
emociones tales como la compasión por el sufri­ permite obtener aquello que tanto se desea
miento ajeno, la solidaridad y el altruismo. Estas o necesita, etc.).
emociones altruistas y compasivas se han aunado 4. La supresión o inocuización de la fuente
bajo la denominación de empatía, en cuanto capa­ alivia la tensión previa experimentada, y de
cidad para «sentir con» otra persona (Echeburúa et ese modo el mecanismo conductual de re­
al., 2002) y acomodar la propia conducta en cohe­ solución de la tensión se consolida. Consi­
rencia con esos sentimientos positivos. Es decir, se dérese que el proceso descrito es una ver­
mire como se mire, tanto una emocionalidad des­ sión específica del mecanismo psicológico
atada como la ausencia de emociones solidarias se de reforzamiento negativo aplicado al
asocian a muchos delitos. aprendizaje de conductas antisociales: una
El segundo fundamento sobre la relación emo­ agresión se vería reforzada por ser funcional
ciones-conducta delictiva es teórico. Existen dos a la consecuencia de eliminar una fuente de
teorías principales al respecto. La primera, más ge­ tensión amenazante.
neral, es la denominada teoría general de la ten-
sión, formulada modernamente por Agnew (1992, Una segunda teoría, específicamente psicológi­
2006) pero que dimana de la tradición sociológica ca, que incorpora los procesos emocionales en la
en el estudio de la anomia como origen de la des­ explicación y prevención delictiva es la clásica for­
viación social (Tittle, 2006). En síntesis, Agnew mulación de Eysenck (1964; Eysenck y Gudjonson,
(2006) señala la siguiente secuencia explicativa 1989), que incluye la interacción de elementos bio­
(para una explicación más amplia, véase Garrido, lógicos y ambientales. En síntesis, la teoría de la
Stangeland y Redondo, 2006, cap. 6): personalidad de Eysenck considera que existen tres
dimensiones temperamentales en interacción (Ga­
1. Diversas fuentes de tensión pueden afectar rrido, Stangeland y Redondo, 2006; Milan, 1987,
al individuo, entre las que destacan las tres 2001; Palmer, 2003; Rodríguez, Rodríguez, Paíno y
siguientes: a) la imposibilidad de lograr Antuña, 2001): 1) el continuo extraversión, que se
objetivos sociales positivos a los que aspira considera el resultado de una activación disminuida
(un buen salario, una buena casa, un buen del sistema reticular (estructura neural que tiene
coche, la consideración y el respeto por como misión suministrar información al cerebro) y
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 186 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 187

se manifiesta psicológicamente en los rasgos bús­ precipitarse como resultado de la dificultad de los
queda de sensaciones, impulsividad e irritabilidad sujetos para el manejo apropiado de situaciones
(es decir, al ingresar menos información en el cere­ conflictivas. Si en tales situaciones, como por ejem­
bro, debido a un reducido funcionamiento reticular, plo la disputa con un amigo o con la esposa, no se
el individuo propende a buscar mayores niveles de cuenta con ciertas habilidades de autorregulación
estimulación externa); 2) la dimensión neuroticis- emocional, puede que las emociones se disparen y
mo, cuya base biológica sería el sistema límbico, que el individuo se vea inmerso en acciones des­
que se muestra en una baja afectividad negativa ante controladas que pueden implicar la agresión, tanto
estados de estrés, ansiedad, depresión u hostilidad, verbal como física, a otras personas. En todos estos
y 3) la dimensión psicoticismo, que se considera el supuestos están implicadas tanto la carencia de ha-
resultado de la química corporal y se manifiesta en bilidades como las interpretaciones inadecuadas de
características personales como la mayor o menor las interacciones sociales (por ejemplo, atribuyendo
insensibilidad social, crueldad hacia otros y des­ mala intención a la otra persona) y, finalmente, una
preocupación por el propio daño. Según Eysenck, exasperación emotiva que puede implicar el enfu­
la combinación única en cada individuo de sus ca­ recimiento y una posible agresión.
racterísticas personales en estas tres dimensiones y En función de lo anterior, las técnicas psicoló­
de sus propias experiencias ambientales condiciona gicas para regular las emociones de los individuos,
los diversos grados de adaptación individual y, tam­ y enseñarles cómo controlar sus posibles explosio­
bién, de posible conducta antisocial. Multiples es­ nes iracundas, han consistido en entrenar a los suje­
tudios han hallado que muchos delincuentes pun­ tos en una o más de las facetas del comportamiento
túan alto en extraversión y en psicoticismo, tal y implicadas en la agresión. Es decir, en dotarles de
como predecía la teoría. Además, la teoría de Eys­ mejores habilidades fácticas para el enfrentamiento
enck sugiere que los seres humanos aprenderían, eficaz a las situaciones de conflicto, enseñarles a
mediante condicionamiento clásico, la «conciencia arbitrar nuevas y más benignas interpretaciones del
moral» para evitar poner en práctica conductas an­ comportamiento de otras personas y a controlar sus
tisociales en presencia de oportunidades para ello. estados de tensión y ansiedad. A continuación se
Tal proceso tendría lugar, desde la primera infancia, comentarán algunas de estas técnicas, que general­
mediante condicionamiento clásico, a partir de la mente han dado lugar no a tratamientos simples,
asociación de estímulos aversivos administrados por sino a programas multifacéticos.
los padres ante los comportamientos socialmente
inapropiados. Sin embargo, a semejanza de condi­
ciones educativas, los individuos con elevada extra- 7.2. Regulación emocional
versión, lo que representa en el modelo de Eysenck de la ansiedad
un bajo nivel de excitabilidad cortical y en conse­
cuencia una sensibilidad al castigo disminuida (algo Al igual que algunos individuos presentan difi­
frecuente en muchos delincuentes), tendrían mayo­ cultades para condicionar el miedo, en otras situa­
res dificultades para una adquisición eficaz de la ciones puede producirse el resultado contrario: que
«conciencia moral». Una implicación inmediata de se genere, mediante condicionamiento clásico o
esta teoría es que con individuos con alta extraver­ asociativo, una fuerte ansiedad condicionada ante
sión (muchos delincuentes), la prioridad es el uso ciertos estímulos y situaciones sociales (por ejem­
educativo del reforzamiento positivo (algo que ha­ plo, la relación con otras personas, el contacto con
cen esencialmente los tratamientos) y no del castigo mujeres adultas, etc.). Esta ansiedad excesiva lleva­
(Milan, 1987, 2001). ría a los sujetos a evitar los estímulos temidos, lo
El presupuesto de partida de las técnicas de re­ que en algunos casos puede añadir graves compli­
gulación emocional con delincuentes es que a me­ caciones a sus posibilidades de interacción social,
nudo muchas acciones violentas y delictivas pueden en lo relativo a la vida familiar y de pareja, la acti­
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 187 04/09/13 13:28


188 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

vidad laboral, la relación con sus amistades y la El proceso terapéutico de la desensibilización


comunicación con otras personas en general. sistemática se estructura en una serie de fases que
El desarrollo terapéutico más tradicional para el incluyen la presentación de la técnica al sujeto, el
tratamiento de la ansiedad condicionada fue la téc­ entrenamiento de la respuesta incompatible con la
nica de la desensibilización sistemática (DS), con­ ansiedad (relajación), la construcción de la jerar­
cebida por Wolpe y Lazarus en la década de los quía de situaciones temidas y el proceso de desen­
años cincuenta. Con posterioridad surgieron, con sibilización propiamente dicho (Cruzado, Labrador
fundamento en el condicionamiento clásico, otras y Muñoz, 2004b; Olivares, Méndez y Beléndez,
técnicas, entre las que destaca la exposición, que se 2005).
aplica ampliamente y con buenos resultados en dis­ La desensibilización sistemática ha sido duran­
tintos trastornos vinculados a la ansiedad. te décadas una de las técnicas de terapia de conduc­
ta más utilizadas, especialmente en todos aquellos
trastornos en que la ansiedad es un elemento desta­
7.2.1. Desensibilización sistemática cado. La investigación ha puesto de relieve su uti­
lidad en el tratamiento de fobias específicas (Nathan
Wolpe y sus colaboradores informaron sobre el et al., 2002) y de la fobia social (Labrador et al.,
tratamiento exitoso mediante desensibilización de 2002), mientras que presenta dificultades de aplica­
distintos casos de trastornos de ansiedad: ansiedad ción en la ansiedad generalizada, ya que sería muy
social y tics, fobia a los automóviles, a las ambu­ problemático, desde un punto de vista práctico, des­
lancias y a los hospitales (Wolpe, 1978; Lazarus y ensibilizar muchos y muy diversos estímulos, a me­
Rachman, 1975). Originariamente, Wolpe funda­ nudo difícilmente identificables. Tampoco parece
mentó la desensibilización sistemática en un proce­ mostrar mucha efectividad en las agorafobias o te­
so de inhibición recíproca. Según ello, las respues­ mor a los espacios abiertos. Por otro lado, es difícil
tas de ansiedad tratadas mediante desensibilización también su aplicación cuando los sujetos tienen
acabarían siendo inhibidas debido a la imposibili­ dificultades para seguir la técnica, especialmente en
dad de su coexistencia con una respuesta antagóni­ lo concerniente a dos de sus ejes fundamentales: la
ca a ellas, como la relajación: «Si, en presencia de capacidad para relajarse, lo que comporta un cierto
un estímulo evocador de ansiedad, puede conseguir­ grado de abandono y de dejarse llevar, y la capaci­
se una respuesta antagónica que suprima total o dad para imaginar las escenas que deberán desen­
parcialmente las respuestas de ansiedad, entonces sibilizarse.
se debilitará el vínculo de unión entre dichos estí­ En la actualidad se utiliza en menor grado que
mulos y las respuestas de angustia» (Wolpe, 1978, en décadas anteriores, al haberse extendido el uso
p. 91). de otras técnicas de alta efectividad como la expo-
En la desensibilización sistemática, como res­ sición (Echeburúa y De Corral, 2004; Nathan et al.,
puesta antagónica a la ansiedad se utiliza la relaja­ 2002).
ción muscular. Es decir, se trataría de generar un
proceso de contracondicionamiento, de tal manera
que el estímulo condicionado sea presentado en la 7.2.2. Exposición
imaginación a la vez que el sujeto se encuentra re­
lajado. Para evitar que la ansiedad domine sobre la La técnica de exposición consiste, en síntesis,
relajación, como resultado de la fuerza del estímu­ en «exponer» al sujeto, de forma irremediable (con
lo ansiógeno, éste se disgrega en una jerarquía es­ prevención de respuesta de evitación o escape), a
timular —o «trozos» del estímulo o estímulos par­ las situaciones temidas, dándole de este modo la
ciales, que cada vez se parecen más a la situación oportunidad de experimentar lo injustificado de sus
temida— y se presenta al sujeto de manera progre­ temores y así erradicarlos. El proceso psicológico
siva. implícito parece ser el mecanismo de extinción de
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 188 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 189

respuesta (Echeburúa y De Corral, 2004), ya que (IE), en lo que aquí nos concierne, es que la res­
los estímulos ansiógenos (estímulo condicionado) puesta de ira o cólera es el resultado de la interac­
acabarían perdiendo su capacidad de producir an­ ción entre una activación fisiológica excesiva y una
siedad, tras su reiterada presentación en ausencia interpretación distorsionada de dicha activación
de situaciones reales de ansiedad (es decir, del es­ como amenazante (Meichembaum, 1987). Tanto la
tímulo incondicionado). Esta técnica, al igual que activación que se precipita como el pensamiento
la desensibilización, se ha utilizado en todos aque­ que la interpreta como amenazante se consideran
llos trastornos en los que la ansiedad desempeña un inapropiados en cuanto que generalmente no se co­
papel central, tales como las fobias y los trastornos rresponden con una amenaza real de la situación.
obsesivo-compulsivos. Olivares, Méndez y Lozano (2005) han dividido
En la actualidad existe amplia investigación que la inoculación de estrés en una fase educativa, una
informa de la eficacia de la exposición, en distintas fase de entrenamiento y una de aplicación:
variantes, generalmente con prevención de respues­
ta, en el tratamiento de diversos trastornos de a)  Fase educativa: se orienta a facilitar infor­
­ansiedad, tales como la agorafobia, las fobias espe­ mación al sujeto sobre el modo probable en que se
cíficas, la fobia social, el trastorno-obsesivo compul­ generan sus episodios explosivos en conexión con
sivo y el trastorno de estrés postraumático (Bados, sus interpretaciones distorsionadas de la situación,
2001, 2003; Báguena, 2001; Capafons Bonet, 2001; así como a definir operativamente el problema en
Echeburúa y De Corral, 2001; Labrador et al., 2002; cuestión. Para ello se utilizan las técnicas de entre­
Nathan et al., 2002; Vallejo, 2001). vista, de recuerdo de imágenes y situaciones estre­
La técnica de exposición puede ser de interés, santes, autorregistros de conductas, sentimientos y
en el ámbito del tratamiento de los delincuentes, cogniciones y posibles observaciones directas de la
como un ingrediente de utilidad para problemáticas conducta. También cabe emplear cuestionarios e
de interacción en las que existen procesos condicio­ inventarios de miedos, situaciones de ansiedad, es­
nados de ansiedad social. Problemas de esta índole calas de ira, etc.
no son infrecuentes en delincuentes juveniles, agre­ b)  Fase de entrenamiento: la inoculación de
sores sexuales y maltratadores. estrés utiliza para entrenar a los sujetos en control
emocional muchas de las técnicas básicas de ense­
ñanza de habilidades, tales como la autoobserva­
7.3. Inoculación de estrés ción, el modelado real y encubierto, la relajación,
el e­ ntrenamiento en imaginación emotiva, la prác­
El diseño inicial de la técnica de inoculación de tica dirigida, la reestructuración cognitiva, el auto­
estrés por parte de Meichembaum a mediados de rrefuerzo, la exposición, las autoinstrucciones, la
los años setenta tuvo como objetivo el tratamiento resolución de problemas, la desensibilización siste­
específico de las fobias, y consistía esencialmente mática y el autocontrol. En todo caso, se suele tra­
en enseñar al sujeto a disminuir su activación fisio­ bajar en cuatro grandes bloques de entrenamiento
lógica y reemplazar sus interpretaciones negativas (Olivares, Méndez y Lozano, 2005):
de las situaciones temidas. Posteriormente el pro­
cedimiento se hizo más complejo y multifacético y 1. Para el desarrollo de habilidades cognitivas
se dirigió a múltiples problemas psicológicos y de puede emplearse la reestructuración cog­
comportamiento, entre los que se incluyen el trata­ nitiva, el autorrefuerzo y la resolución de
miento de delincuentes juveniles y adultos con es­ problemas interpersonales.
peciales problemas de descontrol emocional y tam­ 2. Para el entrenamiento en control de la ac-
bién el tratamiento de víctimas de distintos tipos de tivación emocional, cabe el uso de la rela­
agresión. jación y la enseñanza al sujeto de detección
El punto de partida de la inoculación de estrés de señales internas de tensión. También se
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 189 04/09/13 13:28


190 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ha utilizado desensibilización sistemática y violentos en las instituciones juveniles y prisiones.


autoinstrucciones. En dirección opuesta, asimismo es verdad que, en
3. Para la enseñanza de habilidades de con- ausencia de ira, también pueden producirse com­
ducta se emplea como herramienta básica portamientos de agresión y otras conductas ilícitas,
el análisis funcional, que permite reorgani­ de carácter más frío y planificado. Es decir, no to­
zar antecedentes y consecuentes de la con­ dos los delincuentes, incluso con delitos violentos,
ducta; también se incluye exposición en son necesariamente candidatos a seguir un trata­
vivo o en la imaginación, modelado y prác­ miento de control de la ira, sino que esta necesidad
tica de conducta. debe ser evaluada de manera específica.
4. Para el desarrollo de habilidades de afron- El programa de control de la ira diseñado por
tamiento se propone seguir cuatro etapas: Novaco y sus colaboradores (1975; Novaco, Ramm
preparación ante la situación conflictiva, y Black, 2001; Novaco y Renwick, 1998) tiene va­
confrontación real a dicha situación, afron­ rios niveles de intervención, en función del grado
tamiento (por ejemplo, mediante autoins­ en que los sujetos presentan problemas de ira vin­
trucciones) de la activación emocional que culados a la agresión: en un nivel 1, con ira baja,
se va experimentando y reforzamiento de los sujetos pueden ser tratados en servicios clínicos
los avances. generales que atiendan también el problema de la
ira; en un nivel 2, que es denominado gestión de la
c) Fase de puesta en práctica de lo aprendido: ira, se aplica un tratamiento psicoeducativo de baja
constituye la esencia de la inoculación de estrés en intensidad, generalmente a partir de técnicas cog­
cuanto intento de «inmunización» del individuo nitivo-conductuales estándar; en el nivel 3, denomi­
ante el estrés o la tensión excesivos a partir de su nado tratamiento de la ira, los problemas graves de
exposición parcial y controlada a «vacunas» de es­ ira son tratados como objetivo específico, siendo
trés. O sea, a situaciones análogas, que cada vez se dicha intervención compatible con otras posibles
van pareciendo más a las reales. Para ello se utilizan terapias más globales; por último, en el nivel 3R,
ensayos en la imaginación y en situaciones fácticas, tratamiento de la ira protocolizado y evaluado, se
mediante exposición en vivo graduada. aplica el mismo tratamiento del nivel 3 pero inclu­
yendo al sujeto en un diseño evaluativo estricto, que
tiene sus propios requisitos para la selección de los
7.4. Tratamiento de la ira sujetos.
Los componentes esenciales del tratamiento de
Uno de los tratamientos más conocidos para el la ira de Novaco (1975) son los siguientes:
control de la ira es el diseñado por Novaco y sus
colaboradores en el Hospital Estatal de California 1. Educación sobre la ira y la agresión.
(Novaco, Ramm y Black, 2001) a partir del progra­ 2. Autorregistro de la frecuencia e intensidad
ma de Inoculación de estrés de Meichenbaum de la ira y de las situaciones en que acon­
(1987). La ira se ha definido como una reacción tece.
afectiva que se suscita ante estímulos provocadores. 3. A partir de los datos recogidos, construc­
Como punto de partida se entiende que la ira y la ción de una jerarquía de situaciones de pre­
agresión mantienen una relación dinámica, en el cipitación de la ira.
sentido de que la ira es una emoción normal que no 4. Reestructuración cognitiva mediante la
necesariamente tiene que acabar en agresión. Sin reorientación de la atención del sujeto, la
embargo, se observa que a menudo es un activador modificación de sus valoraciones y me­
significativo del comportamiento de agresión, tanto diante autoinstrucción.
para muchos de los delitos que se cometen en la 5. Reducción de la activación mediante rela­
comunidad como para ciertos comportamientos jación progresiva e imaginación guiada.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 190 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 191

6. Entrenamiento en conductas de afronta­ grama Aggression Replacement Training (ART),


miento, comunicación y asertividad me­ diseñado por Goldstein y sus colaboradores (Glick,
diante modelado y role-playing. 2003; Goldstein y Glick, 1987, 2001; Goldstein,
7. Práctica en la utilización de control de ira Glick y Gibbs, 1998; Howell, 2003; Moynahan y
y habilidades de afrontamiento a partir de Stromgren, 2005; Polaschek, 2006). El programa
la visualización y el role-playing de situa­ ART es un tratamiento multifacético que cubre los
ciones precipitantes de ira que se han con­ tres grandes sectores de factores de riesgo y nece­
signado en la jerarquía previamente cons­ sidad crimonogénica siguientes: A) carencia de ha­
truida. bilidades; B) déficit en control de ira, y C) retraso
8. Práctica de las nuevas habilidades de afron­ en el desarrollo moral.
tamiento en la vida diaria de la institu­­ Goldstein y Glick (Glick, 2003) consideran que
ción. en gran parte del comportamiento agresivo que
acontece en la interacción con otras personas suele
La aplicación de este tratamiento se realiza en concitarse déficit en estos tres grupos de factores
cuatro fases, que incluyen una evaluación exhaus­ de riesgo. A menudo la secuencia es la siguiente:
tiva, una fase preparatoria de concienciación y mo­ 1) el proceso principia en una carencia de habilida­
tivación del sujeto, la fase central del tratamiento des asertivas y de negociación; 2) como resultado
(correspondiente al nivel 3 anteriormente comenta­ de lo anterior se precipitan estados emocionales de
do) y una fase final de seguimiento. Este programa agitación y agresividad, que favorecen reacciones
requiere un entrenamiento clínico específico de los impulsivas para el logro de los propios objetivos y
terapeutas para enseñarles a ser capaces de evocar deseos, y 3) dichas reacciones son más probables
en los sujetos emociones de ira. Y además, dadas cuando el sujeto presenta un razonamiento moral
las características violentas de éstos, requiere la egocéntrico, concreto y primitivo. Por ello, el pro­
adopción de las necesarias medidas de seguridad grama ART se estructura en tres ingredientes:
para reducir el riesgo de que los terapeutas puedan
sufrir agresiones. A) La enseñanza de habilidades
Que se dirige a entrenar a los sujetos en las si­
7.5. Entrenamiento para guientes 50 habilidades que son consideradas rele­
Reemplazar la Agresión vantes para la interacción social:
(programa ART) con
delincuentes juveniles 1. Habilidades básicas, tales como escuchar,
iniciar una conversación, preguntar, dar las
«Mi familia me hace muy poco caso. Veo las gracias, etc.
cosas mal de cara al futuro. Si mi padre no se hu­ 2. Habilidades avanzadas: pedir ayuda, seguir
biese ido de casa y me hiciese más caso, le querría y dar instrucciones, convencer a otros, etc.
más. Podría ser feliz si la gente me estimara. Mis 3. Habilidades para manejar sentimientos,
profesores y mis compañeros de colegio me odian.
Todos aquellos a los que más aprecio ni me escu­
identificar y expresar las propias emociones
chan. Todo el mundo me trata como a un perro. y las de los otros, entender a otras personas,
Ello me obliga a comportarme como lo hago. A expresar afecto, autorreforzarse, etc.
mi madre la quiero bastante, pero a veces he teni­ 4. Habilidades alternativas a la agresión: pe­
do que pararle los pies.» dir dinero para cubrir alguna necesidad
­urgente, ayudar a otras personas, negociar
Uno de los desarrollos aplicados más importan­ situaciones interpersonales de conflicto,
tes y eficaces para el tratamiento de jóvenes en autocontrolarse, evitar situaciones proble­
riesgo de violencia y delincuencia ha sido el pro­ máticas, etc.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 191 04/09/13 13:28


192 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

5. Habilidades para afrontar el estrés, que 3. Usar estrategias reductoras, tales como
incluyen formular quejas y responder a las realizar una cuenta atrás, imaginar una es­
quejas de otros, afrontar el rechazo, la pre­ cena de paz o consecuencias negativas de
sión de grupo o las acusaciones que puedan la agresión a medio y largo plazo.
recibirse de parte de otras personas. 4. Usar estrategias de reorientación del pen-
6. Habilidades de planificación, para decidir samiento: «estoy calmado», explicaciones
sobre acciones que uno debe emprender, no hostiles de la conducta de los otros, et­
formular hipótesis sobre las causas posibles cétera.
de los problemas que uno tiene, establecer 5. Usar autoevaluación y autorreforza­­
objetivos, obtener información para actuar miento.
con mayor eficacia, concentrarse en tareas
específicas, etc. C) El desarrollo moral
Para la enseñanza de todo lo anterior se utilizan Dirigido a mejorar el sentido de la equidad y
los pasos más habituales del entrenamiento en ha- justicia de los sujetos en relación con las necesida­
bilidades sociales, que incluye (Glick, 2003): des y los derechos de otras personas. Los autores
consideran que los errores de pensamiento más fre­
— Modelado de la habilidad que se va a en­tre­ cuentes asociados al comportamiento delictivo son
nar, mediante múltiples ejemplos al respecto. de cuatro tipos (Glick, 2003): a) errores de pen­
— Role-playing, en que el sujeto practica de samiento egocéntrico; b) asunción de «lo peor»;
modo guiado la habilidad ejemplificada. c) culpación de los otros, y d) minimización de la
— Feedback (y reinstrucciones) sobre las habi­ propia conducta y responsabilidad. Para promover
lidades que se están practicando. el desarrollo moral de los sujetos se utiliza su ex­
— Entrenamiento en generalización, de distin­ posición sistemática a dilemas morales (véase con
tas habilidades y en distintos contextos. mayor detalle en capítulo 6), técnica que Goldstein
y Glick desarrollan, en sesiones grupales, en cuatro
fases que se concretan en:
B) El entrenamiento en control de ira
1. Presentar un dilema o situación pro-
Se trabaja en diez sesiones de entrenamiento blema (en que entran en conflicto «legíti­
con el objetivo de enseñar a los sujetos a controlar mo» las perspectivas de distintas personas
sus estados de ira y de enfado. Para ello se pide a o grupos).
los sujetos que traigan a cada sesión una o más ex­ 2. Promover la maduración moral, a partir del
periencias de ira recientemente vividas. Se emplea debate del dilema presentado.
la siguiente estructura de cadena de conducta 3. Resolver el retraso en la reflexión moral
(Goldstein y Glick, 2001): (sobre cada dilema), mediante la síntesis de
los argumentos y posturas «morales» de
1. Identificar disparadores de la ira, tanto in­ cada miembro del grupo.
ternos como externos. 4. Consolidación de la madurez moral (sobre
2. Identificar precursores, entre los que serían cada dilema), a partir de la recapitulación
muy importantes los fisiológicos que, como sobre la propia postura.
la tensión muscular y la sudoración, infor­
man al sujeto de una escalada en la cadena En una versión más reciente, Glick (2003) ha
de conducta de la agresión. reducido la extensión del programa ART a una apli­

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 192 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 193

TABLA 7.1
Aplicación reducida (en 10 semanas, S) del programa ART para sus componentes
de entrenamiento en aprendizaje estructurado y entrenamiento en control de ira

S A)  Entrenamiento en aprendizaje estructurado B)  Entrenamiento en control de ira

Formular una queja: Introducción:


1. Concreta la queja. 1. Explicar los objetivos del entrenamiento y «con­
2. Decide a quién plantearla. quistar» al joven.
3. Manifiesta la queja a dicha persona. 2. Explicar a los participantes las normas y proce­
1 4. Dile qué es lo que te gustaría hacer sobre dicho dimientos de entrenamiento.
problema. 3. Mostrar evaluaciones de la conducta agresiva me­
5. Pregúntale qué le parece lo que le has dicho. diante análisis funcional (A-B-C; Antecedentes,
Conducta [Behavior] y Consecuentes).
4. Revisión de todo.

Comprender los sentimientos de otros: Disparadores:


1. Observa a la otra persona. 1. Revisión sesión 1.
2. Escucha qué está diciendo. 2. Discusión sobre qué cosas te producen ira (dis­
2 3. Imagínate qué puede estar sintiendo. paradores).
4. Piensa de qué maneras podrías mostrarle que 3. Introducción al «inicio de broncas».
comprendes lo que él/ella está sintiendo. 4. Role-play sobre disparadores.
5. Decide cuál es la mejor manera de mostrárselo. 5. Revisión del «inicio de broncas» y disparadores.

Prepararse para una conversación difícil: Señales y reductores de la ira:


1. Piensa cómo podrías sentirte durante la conver­ 1. Revisión sesión 2.
sación. 2. Discusión sobre cómo saber cuándo estás enco­
2. Piensa cómo podría sentirse la otra persona. lerizado (señales).
3. Piensa en diferentes formas en que podrías ex­ 3. Discusión sobre qué hacer cuando sabes que estás
presar lo que quieres decir. encolerizado:
3 4. Piensa qué es lo que la otra persona podría decir­ — Reductor 1: respirar profundamente.
te. — Reductor 2: cuenta atrás.
5. Piensa cualquier otra cosa que podría suceder — Reductor 3: imaginación placentera.
durante la conversación. 4. Role-play: disparadores + señales + reductores
6. Elige la mejor opción y ponla en práctica. de ira.
5. Revisión de «inicio de broncas», disparadores,
señales y reductores 1, 2 y 3.

Manejar una situación en que una persona está ira­ Avisos o advertencias (mediante tarjetas, etc.):
cunda:
1. Revisión sesión 3.
1. Escucha a la persona que está irritada. 2. Introducción a las advertencias.
2. Intenta entender qué es lo que dicha persona está 3. Modelado del uso de advertencias.
4 diciendo y sintiendo. 4. Role-play: disparadores + señales + reductores
3. Decide si podrías decir o hacer algo para manejar de ira + advertencias.
la situación. 5. Revisión de advertencias.
4. Si consideras que puedes, intenta manejar la ira
de la otra persona.

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 193 04/09/13 13:28


194 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

TABLA 7.1  (continuación)

S A)  Entrenamiento en aprendizaje estructurado B)  Entrenamiento en control de ira

Evitar pelear con otros: Autoevaluación:


1. Detente y piensa por qué quieres pelear. 1. Revisión sesión 4.
2. Decide qué es lo que desearías que sucediera a la 2. Introducción a la autoevaluación: autorrefuerzo,
5 larga. autodirección.
3. Piensa en otros caminos posibles para manejar la 3. Role-play: disparadores + señales + reductores
situación, aparte de pelearte. de ira + advertencias + autoevaluación.
4. Decide cuál es el mejor modo y hazlo. 4. Revisión de autoevaluación.

Ayudar a otros: Pensar en futuro:


1. Decide si la otra persona puede necesitar y desear 1. Revisión de la sesión 5.
tu ayuda. 2. Introducción a «pensar en futuro»:
2. Piensa en maneras en que podrías ayudarla. — Consecuencias a corto y a largo plazo.
6 3. Pregúntale si necesita tu ayuda. — Consecuencias internas y externas.
4. Ayuda a la otra persona. 3. Role-play: «si-entonces», «piensa en futuro».
4. Role-play: disparadores + señales + reductores
de ira + advertencias + autoevaluación.
5. Revisión de «pensar en futuro».

Hacer frente a una situación en que eres acusado de Ciclo de la conducta de ira:
algo: 1. Revisión sesión 6.
1. Piensa en aquello de lo que otra persona te ha 2. Introducción al ciclo de la conducta de ira:
acusado. — Identifica tu propia conducta provocadora de
7 2. Piensa en por qué puede haberte acusado. ira.
3. Piensa en maneras posibles de responder a las — Cambia tu propia conducta provocadora de
acusaciones. ira.
4. Elige la mejor manera y ponla en práctica. 3. Role-play: disparadores + señales + reductores
de ira + advertencias + autoevaluación.
4. Revisión del ciclo de la conducta de ira.

Hacer frente a la presión grupal: Ensayo de la secuencia completa:


1. Piensa en qué es lo que el grupo quiere que hagas 1. Revisión sesión 7.
y por qué. 2. Introducción al uso de las habilidades de apren­
8 2. Decide qué es lo que tú quieres hacer. dizaje estructurado en lugar de la agresión.
3. Role-play: «si-entonces», «piensa en futuro». 3. Role-play: disparadores + señales + reductores
4. Manifiesta al grupo qué es lo que has decidido de ira + advertencias + autoevaluación.
hacer.

Expresar afecto: Ensayo de la secuencia completa:


1. Decide si tienes buenos sentimientos hacia la otra 1. Revisión de «inicio de broncas».
persona. 2. Role-play: disparadores + señales + reductores
9 2. Decide si consideras que a la otra persona le gus­ de ira + advertencias + habilidades prosociales +
taría conocer tus sentimientos. autoevaluación.
3. Elige la mejor manera de expresárselos.
4. Elige el mejor momento y lugar para hacerlo.
5. Exprésale tus sentimientos de manera amistosa.

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 194 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 195

TABLA 7.1  (continuación)

S A)  Entrenamiento en aprendizaje estructurado B)  Entrenamiento en control de ira

Responder a los fallos propios: Revisión completa:


1. Decide si tú has fallado en algo. 1. Revisión de «inicio de broncas».
2. Piensa en por qué has fallado. 2. Recapitulación sobre las técnicas de control de
3. Piensa en qué es lo que te gustaría hacer para ira.
10 evitar fallar en otra ocasión. 3. Role-play: disparadores + señales + reductores
4. Decide si quieres intentarlo de nuevo. de ira + advertencias + habilidades prosociales +
5. Inténtalo utilizando tu nueva idea. autoevaluación.
4. Motivación a los sujetos para participar en el
entrenamiento y para utilizar lo aprendido.

cación de diez semanas, con sesiones diarias, en lia, ellas deben atenderle a él debidamente y hacer
grupos de ocho a diez jóvenes, de acuerdo con la todo aquello que él desee. No le gusta que le lle­
planificación que se recoge en la tabla 7.1: ven la contraria. Dice que su madre siempre ha
obedecido a su padre, sin contradecirle, haciendo
lo que él quería. Por supuesto, jamás su madre
miró a otro hombre que no fuera su marido. En al
7.6. El tratamiento de los menos tres ocasiones anteriores la señora Vázquez
agresores de sus parejas denunció al señor Fernández en la comisaría de
policía por agresiones físicas. Con posterioridad
El señor Fernández, de 52 años, y la señora retiró las denuncias, ya que «le perdonaba». En
Vázquez, de 36, conviven en pareja desde hace siete u ocho ocasiones la señora Vázquez, tras
catorce años y contrajeron matrimonio hace cua­ episodios de maltrato, abandonó durante unos días
tro. Tienen tres hijas, de 18, 17 y 10 años. Las dos el domicilio conyugal, llevándose a sus hijas con
mayores son hijas de soltera de la madre, y fueron ella, pero después regresó nuevamente. Manifies­
reconocidas por el señor Fernández, aunque no ta que no creía que pudiera valerse por sí misma,
son sus hijas biológicas. El señor Fernández estu­ ya que no tenía una casa propia ni un trabajo para
vo casado con anterioridad a esta relación y exis­ poder salir adelante con sus hijas.
te constancia de que maltrataba a su primera es­ Un mes antes de la actual agresión, la señora
posa. Ésta debió de ser una de las principales Vázquez decidió separarse de su marido y aban­
causas de su primera separación. En su conviven­ donó el domicilio familiar. Comunicó al señor Fer­
cia de pa­reja el señor Fernández frecuentemente nández que iniciaría los trámites de separación. La
ha amena­zado o maltratado, tanto verbalmente presente agresión sucedió de la siguiente manera:
—con in­sultos— como física y sexualmente, a la el día 12 de marzo a las 13:30 horas el señor Fer­
señora Vázquez, aunque sin las graves consecuen­ nández fue a la puerta del trabajo de la señora
cias del presente hecho. Considera que su mujer Vázquez y la llamó diciéndole que subiera al co­
«le debe mucho». El señor Fernández dice poseer che y le acompañara al notario con la finalidad de
indicios de que ella tiene un amante y que ha de­ firmar una documentación necesaria para la venta
cidido separarse para vivir con él. El señor Fer­ de una propiedad común. Tras circular una corta
nández manifiesta en la entrevista ideas y actitu­ distancia, mientras estaban detenidos en un semá­
des «sexistas» en relación con las mujeres y el foro, el señor Fernández intentó clavarle primero
papel que deben desempeñar en la familia y en la un punzón y posteriormente una navaja a la altura
sociedad. Al referirse a las mujeres con las que ha del pecho. Durante su agresión le recriminaba que
convivido considera que, dado que él se preocupa ella hubiera decidido separarse, diciéndole: «Toma
de ganar dinero para el sostenimiento de la fami­ separación. ¿No querías separación? Toma separa­

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 195 04/09/13 13:28


196 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ción». Como resultado del forcejeo mantenido en­ hijos de ambos o de alguno de ellos, e incluso otros
tre agresor y víctima, la señora Vázquez resultó familiares (como padres u otros parientes). En toda
con heridas en el pecho y en las manos y gritó circunstancia el maltrato acaba teniendo efectos
pidiendo socorro. Un joven que pasaba caminando perniciosos y, a la postre, destructivos para las víc­
y observó lo sucedido pudo socorrerla y ayudarla
timas primarias (las mujeres) y secundarias (hijos
a salir del coche, acompañándola después a una
tienda próxima en la que le efectuaron la primera y otros familiares). Tales efectos pueden consistir
cura de sus heridas. El agresor se dio a la fuga, tanto en daños y lesiones físicas como, de modo
aunque transcurrida apenas una hora se personó en notable, en deterioro psicológico y conductual de
la comisaría de policía para denunciar la agresión. las víctimas, en forma de depresión, ansiedad y
Inicialmente manifestó haber agredido a su esposa miedo.
e ignorar la gravedad de tal agresión y el resultado Ante este grave y complejo problema social y
que podría haber producido. Más tarde, cuando fue criminal, la prioridad inicial debe ser, como es ló­
interrogado, con la correspondiente asistencia le­ gico, la protección y la ayuda a las víctimas (Garri­
trada, manifestó que en verdad lo que pretendió do, 2001). Sin embargo, la otra cara de la moneda
fue suicidarse en presencia de ella y que su mujer,
la constituyen los agresores, que durante años han
al intentar evitarlo, se había lesionado.
maltratado a una, y a veces a dos o más parejas, y
a menudo también a sus hijos y a otros miembros
La violencia en pareja, y específicamente los
de la familia. En muchos de estos agresores, el mal­
malos tratos y los asesinatos de mujeres por parte
trato constituye una característica muy estable de
de sus maridos o parejas, suscitan, como es lógico,
su comportamiento y una manera típica de interac­
una gran preocupación pública. Algunos estudios
cionar con otras personas (Ohlin y Tonry, 1989), y
internacionales han estimado que entre el 11 por
específicamente con sus parejas. De ahí que en este
100 y el 13 por 100 de las parejas experimentan a
difícil problema los propios maltratadores deban
lo largo de su relación alguna forma de violencia
constituir también, tras las víctimas, un objetivo
física (Browne, 1989). En España, la policía instru­
imprescindible de intervención (Arce y Fariña,
ye anualmente unas 45.000 diligencias por delito
2007).
como resultado de denuncia por maltrato de muje­
Desde la perspectiva teórica de la interacción se
res. Algunos estudios han considerado que el índi­
aduce que la etiología de la agresión familiar debe
ce de denuncia representaría entre el 5 por 100 y el
buscarse en los estilos de relación que se han esta­
10 por 100 de los casos que acontecen, a partir de
blecido en el seno de la familia. Según ello, si el
lo cual podría estimarse la existencia en España de
problema fundamental reside en que un marido
unos 600.000 casos anuales de episodios de maltra­
agrede frecuentemente a su mujer, los factores que
to en la pareja (Martín Barroso y Laborda Rodrí­
han generado este modo de funcionamiento y lo
guez, 1996/1997; Benítez, 1999, 2004). Además,
mantienen deberían buscarse principalmente en las
en la dimensión más dramática y alarmante de este
interacciones verbales, de comportamiento y emo­
grave problema, hasta 70 mujeres son asesinadas
cionales entre los dos cónyuges, es decir, en la di­
anualmente en España por sus maridos o parejas.
versidad, complejidad y multidimensionalidad de
En general, se considera que la violencia en el
las relaciones de pareja (Ashworth, 1997; Dobash y
seno de la pareja presenta algunas características
Dobash, 2001). Y lo anterior no sólo se afirma por
distintivas de la violencia que acontece fuera del
esta perspectiva interaccional de una manera gené­
entorno familiar (Dobash y Dobash, 2001). Aunque
rica sino que, para cada caso concreto, podrían ser
también algunas mujeres agreden a sus parejas, lo
localizados factores facilitadores y precipitantes.
más frecuente es que la mujer sea la víctima que
Aquí dos modelos explicativos, íntimamente interre­
sufre vejaciones y agresiones periódicas por parte
lacionados, resultan especialmente relevantes. El
de un varón, su actual pareja o ex pareja. Tales in­
primero es el modelo del aprendizaje social, cuyas
teracciones violentas suelen acontecer en un con­
principales premisas son (Jolin y Moose, 1997):
texto familiar, en el que lo habitual es que haya
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 196 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 197

1. Que los comportamientos y estilos de mal­ ¿Cuánto le habrá costado? ¿No se da cuen­
trato en el hogar, como forma de control ta de que no llegamos a fin de mes? Esta
de la conducta de los otros, se aprenden mujer me irrita».
del mismo modo que otras conductas vio­ b) Pensamiento precipitado: «En verdad no
lentas. hay quien pueda con ella por las buenas.
2. Que, para el aprendizaje e inicio de estos ¡Tantas veces se lo he dicho! Aunque me
comportamientos, desempeñan un papel duela, sólo entiende un lenguaje».
muy relevante los modelos paternos agre­ c) Conducta precipitada: tras una nueva dis­
sivos; es decir, que muchos agresores ac­ cusión acalorada al respecto, que va su­
tuales (no todos) habrían aprendido sus es­ biendo de tono, se precipita la agresión.
tilos de conducta violenta mediante la
imitación de modelos familiares; en otras Estos dos modelos (de aprendizaje social y cog­
palabras, a partir del maltrato que ejercie­ nitivo) son formulados de manera integrada en la
ron sus padres sobre sus madres, sus her­ actualidad. Según ello, para comprender la agresión
manos o ellos mismos. familiar son relevantes los dos siguientes aspectos:
3. Que los comportamientos de maltrato son en primer lugar, los estímulos que preceden (y faci­
funcionalmente mantenidos a lo largo del litan) la agresión y los que siguen a ésta (y la refuer­
tiempo a partir de las consecuencias «positi­ zan y mantienen en el tiempo); en segundo término,
vas» que se derivan de éstos para el maltrata­ las elaboraciones cognitivas y emocionales que el
­dor; fundamentalmente, en la medida en individuo realiza de tales estímulos en la interac­
que, mediante los malos tratos, un i­ ndividuo ción familiar. Es decir, qué sucede cuando una mu­
logra controlar (al menos, momentáneamen­ jer y un hombre se relacionan y cómo ellos (y es­
te) la conducta de su mujer o compañera. pecialmente el agresor) interpretan lo que sucede.
Desde un enfoque aplicado, la perspectiva de la
El modelo del aprendizaje social ha sido apli­ interacción aludida —que aúna elementos cogniti­
cado con éxito para explicar la agresión en la pare­ vos y de habilidades de los sujetos— resulta la más
ja por O’Leary (1988) a partir de análisis longitu­ prometedora (Dobash y Dobash, 2001; Labrador et
dinales. Según este autor, los principales factores al., 2004; Saunders y Azar, 1989). Los tratamientos
que predecirían la agresión marital serían los si­ con los agresores familiares tendrían como finali­
guientes: 1) la violencia en la familia de origen; 2) dad producir cambios en los estilos de pensamiento
la conducta agresiva como estilo de personalidad; y de interacción con su pareja y, en general, en la
3) el estrés; 4) el consumo abusivo de alcohol y interacción comunicativa con otras personas.
otras drogas, y 5) que la relación de pareja sea vi­ Un modelo específico de la agresión conyugal,
vida como altamente insatisfactoria. ampliamente divulgado, es la teoría del ciclo de la
El segundo modelo comprensivo del maltrato violencia de Leonore E. Walker, que no se dirige
que realza la interacción en la pareja es el cognitivo. tanto a explicar las causas de la violencia familiar
Su premisa central es, como ya se ha comentado, como el proceso en que la violencia en pareja sue­
que existe una estrecha vinculación entre: a) emo- le producirse. Walker describe tres etapas principa­
ciones; b) pensamientos, y c) conductas. A modo les en el maltrato conyugal (Walker, 1989, 2004):
de ilustración de esta perspectiva, se sugiere que en
los agresores se establecerían secuencias «emo­ 1. La acumulación de tensión, en la que di­
ción → pensamiento → comportamiento» como se versos actos específicos friccionan las rela­
ilustra en el siguiente ejemplo: ciones de la pareja —en un gradiente que
va desde las agresiones verbales hasta las
a) Emoción precipitada: «Observo que mi físicas— y hacen que aumente su grado de
mujer ha comprado una alfombra nueva. tensión.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 197 04/09/13 13:28


198 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

2. La aparición de un incidente de violencia, dios de maltrato.


que lleva la crispación al límite y precipita — Trastornos de personalidad, especialmente
la agresión. el trastorno antisocial de la personalidad,
3. La eufemísticamente denominada etapa de el trastorno paranoide y el trastorno narci-
luna de miel, tras el episodio violento, en la sista.
cual el agresor «se arrepiente» y promete — Pensamiento obsesivo, sobre todo en forma
cambiar (ser un buen marido, un buen pa­ de celos patológicos.
dre, dejar de beber, etc.); la mujer cree en — Alta impulsividad y alteraciones en el con­
su sinceridad y, momentáneamente, parece trol de los impulsos.
restaurarse la armonía entre ellos. Sin embar­ — «Analfabetismo emocional» y de la comu­
go, al poco tiempo, los buenos propósitos nicación, en el sentido de mostrar dificulta­
decaen y comienzan a surgir nuevos episo­ des para experimentar, expresar y compren­
dios que acumulan nuevamente la tensión: der emociones cotidianas de la interacción
el ciclo se reinicia y la intensidad del maltra­ humana, lo que incluye el dolor y sufrimien­
to probablemente aumente con el tiempo. to de las víctimas.
— Sensibilidad extrema ante las frustraciones
Baldry (2002) ha expandido el modelo a siete y contratiempos de la vida diaria.
etapas más específicas: — Mitos sexistas y fuertes distorsiones cogni­
tivas, especialmente sobre las mujeres, así
1. Intimidación de la mujer, especialmente a
como autojustificaciones sobre el uso de la
partir del acoso que realiza el agresor.
violencia.
2. Aislamiento de sus amigos y familiares.
— Fuerte tendencia a externalizar la responsa­
3. Crítica continuada hacia la víctima, lo que
bilidad de los problemas, culpabilizando de
comporta un constante maltrato psicoló­
ellos a otras personas (especialmente a su
gico.
pareja).
4. Segregación de la víctima de la vida coti­
— Cambios bruscos de humor.
diana, reforzando su aislamiento.
— Elevada ansiedad social y baja autoestima.
5. Agresión física y sexual cuando la víctima
da indicios de rebelarse.
6. Falsa reconciliación (la «luna de miel»), en
7.6.1. Perspectiva internacional
que le pide perdón o le hace regalos.
7. Chantaje, quizá amenazándola con quitarle
Los tratamientos aplicados con maltratadores
a los hijos o hacerles daño.
familiares suelen tener como objetivo tanto el cam­
Diversos investigadores han puesto de relieve bio de actitudes y creencias favorecedoras de la
una serie de déficit psicológicos y otros problemas violencia como de los comportamientos y hábitos
en los maltratadores (Aguilar et al., 1995; Browne, violentos. Pueden utilizarse tanto con sujetos aisla­
1989; Echeburúa et al., 2001; Echeburúa y Fernán­ dos como con grupos de agresores o con grupos de
dez-Montalvo, 2001, 2006, en prensa; Fernández- parejas. Suelen incorporar distintas técnicas (que
Montalvo, Echeburúa y Amor, 2005; O’Leary, han sido comentadas a lo largo de esta obra), entre
1988; Matud et al., 2003): las que se encuentran las siguientes (Andrews y
Bonta, 2006; Arce y Fariña, 2007; Dobash y Do­
— No reconocimiento de la violencia ejercida bash, 2001; Echeburúa, Fernández-Montalvo y
contra sus mujeres, amparándose en todo Amor, 2002; Saunders y Azar, 1989):
tipo de justificaciones.
— Abuso de alcohol y de otras drogas, que 1. Autoobservación y registro de las emocio­
aparece hasta en el 60 por 100 de los episo­ nes de ira.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 198 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 199

2. Desensibilización sistemática y relajación La modalidad de Programa de prevención de


(para rebajar la ansiedad de los sujetos). violencia familiar de alta intensidad se ofrece sólo
3. Modelado de comportamientos no violen­ en instituciones cerradas (para maltratadores de alto
tos y práctica de los mismos mediante role- riesgo), y está integrada por 75 sesiones grupales
playing o juego de roles. de dos horas y media, desarrolladas a lo largo de
4. Reforzamiento diferencial (mediante con­ un período de unas quince semanas, a las que se
secuencias gratificantes) de respuestas no añaden de ocho a diez sesiones individuales. Dicha
violentas. modalidad es administrada por un psicólogo y un
5. Entrenamiento en habilidades de comuni­ responsable de programa entrenado al efecto.
cación. La modalidad de Programa de prevención de
6. Reestructuración cognitiva, para modificar violencia familiar de baja intensidad se ofrece tan­
estructuras de pensamiento sexista y de jus­ to en centros cerrados como en la comunidad, y se
tificación de la violencia. lleva a cabo en 24 sesiones grupales de dos horas y
7. Mejora de sus capacidades para anticipar media, administradas a lo largo de cinco a trece
situaciones y factores precipitantes de la semanas, a las que hay que sumar tres sesiones in­
agresión. dividuales.
8. Interrupción de los comportamientos agre­ Tras finalizar el tratamiento (en alguno de sus
sivos mediante técnicas de «tiempo muer­ dos niveles de intensidad), se requiere a los sujetos
to» (time out) (es decir, enseñándoles a para que participen en un Programa de manteni-
abandonar inmediatamente una situación miento, que se ofrece tanto en los centros peniten­
de tensión emocional, yéndose por ejemplo ciarios como en la comunidad. Dicho programa se
a dar un paseo). orienta a trabajar específicamente en prevención de
recaídas, teniendo en cuenta las nuevas habilidades
Los servicios correccionales canadienses cuen­ adquiridas por el sujeto y las situaciones de riesgo
tan con diversos programas tipo para aquellos va­ de violencia a las que deberá enfrentarse en el fu­
rones que han maltratado a sus parejas o ex parejas turo. Existen programas de tratamiento de agresores
(Stewart, Hill y Cripps, 2001; véase esquema en familiares, semejantes a éstos, en los servicios pe­
http://www.csc-scc.gc.ca/). Tienen dos niveles po­ nitenciarios de Estados Unidos, del Reino Unido y
sibles de intensidad (alta o moderada) en consonan­ de otros países.
cia con el nivel de riesgo de cada sujeto. Se basan Para aquellos maltratadores que o bien re­
en el modelo de aprendizaje social, que concibe el chazan participar en el tratamiento o todavía no lo
maltrato contra las mujeres como un patrón de com­ han podido seguir debido a que les resta mucho
portamiento aprendido que puede ser modificado. tiempo de condena, se ha creado un cuaderno
Se enseña a los participantes a clarificar las diná­ de trabajo que se les facilita como preparación
micas de interacción en que se precipitan sus com­ para el cambio. Se trata de una ayuda inicial
portamientos violentos y se les entrena, mediante ­reflexiva e informativa que en ningún caso pre­
técnicas cognitivo-conductuales, a identificar los tende reemplazar al propio programa de trata­
comportamientos de agresión y abuso de sus parejas miento.
y a reemplazarlos por comportamientos de interac­ Los anteriores programas se destinan a va­
ción positiva. Se trata de un programa multifacético rones. Sin embargo, en una evaluación realizada
que incluye educación, entrenamiento en habilida­ en Canadá sobre una muestra de mujeres encar­
des, prevención de recaídas y «consejo» individual. celadas, se ha comprobado que un 15 por 100 de
Este programa, en sus dos niveles de intensidad ellas han ejercido también violencia de pareja,
(alta y moderada), recibió en 2001 su acreditación por lo que en la actualidad se está desarrollando
técnica por parte de por una comisión internacional un programa específico para mujeres maltrata­
de expertos. doras.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 199 04/09/13 13:28


200 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Uno de los proyectos más ambiciosos de eva­ 7.6.2. Programas en España


luación de programas para agresores familiares fue
el desarrollado en Canadá por Lemire, Rondeau, 7.6.2.1. Tratamientos en la comunidad
Brochu et al. (1996) en la Universidad de Montreal. y en prisiones
Estos autores revisaron 126 estudios evaluativos y
compararon las peculiaridades y la efectividad de En España, dos de los programas más impor­
los programas aplicados en la comunidad y los apli­ tantes de intervención sobre la violencia familiar en
cados en el marco del sistema de justicia (especial­ el contexto comunitario son los desarrollados por
mente, dentro de las prisiones). La mayoría de los Echeburúa, De Corral y colaboradores en el País
programas revisados por ellos había seguido el mo­ Vasco, descritos de manera amplia en su Manual de
delo cognitivo-conductual, aunque algunos habían violencia familiar (Echeburúa y De Corral, 1998)
utilizado modelos feministas, psicodinámicos y sis­ y resumidamente en el Boletín Criminológico núm.
témicos. Entre las conclusiones principales de la 40, del Instituto de Criminología de Málaga (Eche­
revisión de Lemire et al. (1996) figuran las siguien­ burúa y De Corral, 1999). Uno de estos programas
tes: se dirige a las mujeres víctimas de violencia fami­
liar y otro al tratamiento de los agresores. Las prin­
1. En lo concerniente a la voluntariedad o no cipales consideraciones y conclusiones de estos
de los programas de tratamiento, estos auto­ autores sobre el tratamiento de agresores son las
res defienden la necesidad de adoptar una siguientes:
perspectiva realista: es evidente que muchos
agresores no reconocen la existencia del — El tratamiento de la agresión familiar debe
problema y no tienen motivación genuina hacerse de manera integrada, es decir, inter­
para el cambio de conducta. Por ello, en viniendo sobre las diversas problemáticas y
palabras de Lemire et al. (1996), «¡con fre­ agentes implicados: víctimas, agresores, hi­
cuencia es necesario ayudar a la ­naturaleza!». jos; problemas jurídicos, económicos y psi­
Esto es, confrontar a estos agresores con la cológicos.
necesidad de efectuar cambios en su vida y — Echeburúa y De Corral prescriben la conve­
en su comportamiento participando activa­ niencia de la aceptación voluntaria del tra­
mente en un programa de tratamiento. Esta tamiento por parte de los agresores. Su ex­
motivación extrínseca puede ser estimulada periencia les indica que «las tasas de éxito
por la propia pareja, por la familia, por los de los pacientes derivados del juzgado o
amigos y, también, por la justicia. Por esta sometidos obligatoriamente a tratamiento
misma postura se decanta Benítez (2004). son muy bajas» (Echeburúa y De Corral,
2. Los programas correccionales deben diri­ 1999, p. 3).
girse a atajar tanto la violencia física como — Su intervención (en un marco grupal o indi­
la violencia psicológica. vidual y una duración de 10 a 15 sesiones)
3. Consideran muy importante la implicación se dirige a enseñar a los agresores habilida­
de las familias en el marco del programa des para interrumpir la agresión, encarar los
de tratamiento. celos, controlar la bebida, corregir sus dis­
4. Por último, concluyen que muchos progra­ torsiones cognitivas, solucionar problemas
mas de tratamiento con agresores familia­ interpersonales, aprender relajación y con­
res están obteniendo resultados prometedo­ trolar la ira y los impulsos.
res que se concretan en la mejora de sus — La tasa de rechazos o abandonos del progra­
habilidades prosociales para la vida en pa­ ma de agresores aplicada en la comunidad
reja y en reducciones significativas de las es del 48 por 100. Por tanto, completan el
tasas de reincidencia en el maltrato. programa el 52 por 100 de los sujetos.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 200 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 201

— De los sujetos tratados (o sea, del 52 por 100 tos y creencias sexistas y justificadoras del
del total) que lo inician informan de una tasa uso de la violencia que presentan muchos
de éxito (es decir, de no repetición del mal­ agresores. Uno de los ejercicios sugeridos
trato) del 81 por 100 al finalizar el progra­ por Echeburúa et al. (2002) relativo a la
ma, y del 69 por 100 a los tres meses de creencia «Las mujeres son inferiores a los
seguimiento. hombres» se presenta aquí como ejemplo
de esta técnica (tabla 7.2).
Posteriormente, Echeburúa, Amor y Fernández- 4. Control de emociones, de forma que los
Montalvo (2002) elaboraron una nueva versión de su agresores aprendan, mediante el uso de au­
programa de maltratadores para ser aplicada en diver­ toinstrucciones y relajación, modos de de­
sos centros penitenciarios españoles y, también, para tener o interrumpir sus emociones de ira y
su uso general como manual de autoayuda. Dicho agresión. Las señales de riesgo para el des­
programa consta de los siguientes seis ingredientes: control de la ira pueden incluir (Echeburúa
et al., 2002): factores externos (discutir con
1. Aceptación de la propia responsabilidad, otras personas, ser reprendido en el trabajo,
cuyo objetivo es que los sujetos caigan en no tener trabajo, tener problemas de diver­
la cuenta de la realidad de su comporta­ sa índole, beber alcohol y consumir drogas)
miento violento y se responsabilicen de él y factores internos (acumular tensión por
como punto de partida para cambiarlo. algún motivo, discutir por cosas sin impor­
2. Empatía y expresión de emociones, dirigido tancia, sentirse frustrado, irritado, nervioso,
a que amplíen su repertorio emocional y estar preocupado, etc.) También puede pro­
aprendan a pensar y «sentir» acerca del ducirse una escalada en la ira propiciada
daño y sufrimiento que su comportamiento por pensamientos calientes («quiere fasti­
produce a sus parejas, a sus hijos, etc. diarme», «me tiene harto», «ya está bien»,
3. Creencias erróneas, destinado a «reestruc­ etc.), sensaciones físicas de tensión (múscu­
turar» y cambiar todos aquellos pensamien­ los rígidos, etc.) y conductas agresivas (dar

tabla 7.2
Registro para debatir creencias

Ideas a favor Debate Ideas en contra Nuevas creencias

Las mujeres tienen menos ¿Estoy seguro de todo Las mujeres y los hombres Cada persona (hombre o
fuerza física que los hom­ esto? somos seres humanos y mujer) es único y diferen­
bres. ante la ley somos iguales. te de los demás.
¿Existen excepciones?
Los hombres valen más Como hombre, me moles­ Hay demasiados aspectos
Si yo fuera mujer, ¿me
que las mujeres. taría oír a una mujer decir que definen lo que es su­
gustaría que dijeran los
que ellas son superiores a perioridad e inferioridad.
La mujer fue creada para demás que soy inferior?
los hombres. No se puede generalizar.
satisfacer al hombre, y
¿Qué criterios tengo para
punto. Hay mujeres que son más Las mujeres y los hom­
indicar superioridad: la ri­
ricas y más fuertes física y bres, en conjunto, son se­
queza, la fuerza física, la
psicológicamente que mu­ mejantes.
fuerza psicológica, etc.?
chos hombres.

Fuente: Elaborado a partir de Echeburúa et al., 2003, p. 36: «Las mujeres son inferiores a los hombres».

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 201 04/09/13 13:28


202 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

TABLA 7.3
Registro de ira

Técnica empleada
Situación Señales de ira Nivel de ira (0-10) (para controlar Resultado
la ira)

Qué ha pasado, en Pensamientos ca­ Puntuar el máximo Parada de emergen­ Positivo: se ha con­
qué lugar y por qué lientes: nivel de ira alcanza­ cia. trolado la ira.
motivo. — Lo hace para do, en una escala
Alejamiento del lu­ Negativo: no se ha
fas­tidiarme, etc. imaginaria de 0-10.
Puede ser una situa­ gar. logrado controlar.
ción muy concreta: Sensaciones corpo­
Parada del pensa­
una palabra que nos rales:
miento.
han dicho, un repro­ — Tensión física.
che, etc. — Tono de voz ele­ Autoinstrucciones
vado. positivas.
Otras veces puede
tratarse de nuestra Comportamientos Hablar, relajarse...
disposición para en­ agresivos:
fadarnos, al haber — Dar un portazo.
acumulado tensión — Chillar, insultar.
por algo.

FUENTE: Elaborado a partir de Echeburúa et al., 2002, p. 59.

un portazo, golpear objetos, chillar, insul­ ciones Penitenciarias (DGIP, 2005; Echeburúa,
tar, etc.). En la tabla 7.3 se recoge, como Amor y Fernández-Montalvo, 2002; Echeburúa y
ejemplo, un registro de ira también inclui­ Fernández-Montalvo, 2006). Su primera aplicación
do en su programa por Echeburúa et al. se realizó, en 2001, en ocho establecimientos peni­
(2002). tenciarios, con una participación total de 61 inter­
5. Desarrollo de habilidades, que les permi­ nos. Se aplica en un formato grupal, en 20 sesiones,
tan expresar sus deseos y necesidades, y a razón de una sesión por semana, por lo que está
también su enfado, de modo asertivo, es previsto que se desarrolle a lo largo de un período
decir, sincero pero no violento. de ocho meses.
6. Prevención de recaídas, cuya finalidad es Con posterioridad, a partir de 2004, la propia
que los agresores aprendan a anticipar y Dirección General de Instituciones Penitenciarias
controlar posibles situaciones y emociones adaptó un programa de intervención basado en el
de riesgo, que en el pasado han antecedido programa previo (puede verse con mayor amplitud
a sus agresiones y las han precipitado. en Redondo, Pozuelo y Ruiz, en prensa). Se trata
de un programa de tratamiento grupal, intenso y
En su versión penitenciaria, este programa, de­ exigente para los participantes, y que se aplica en
nominado «Programa de tratamiento en prisión para 45 sesiones terapéuticas, durante un período aproxi­
internos agresores en el ámbito familiar», se dirige mado de un año. Su principal objetivo es la dismi­
principalmente a sujetos que han ejercido violencia nución de la probabilidad de reincidencia en actos
de género. El programa de tratamiento fue diseñado de violencia de género.
originariamente por Echeburúa y su equipo a partir El programa se divide en cuatro bloques ­temáticos
de un encargo de la Dirección General de Institu­ de intervención, que incluyen un total de diez unida­
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 202 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 203

des terapéuticas. En dichas unidades se reestructuran 7.6.2.2. Programa Galicia


(es decir, se confrontan argumentalmente) las distor­ de reeducación psicosocial
siones cognitivas que presentan los agresores acerca para maltratadores de género
del uso de la violencia en sus relaciones de pareja, y
se entrena a los sujetos en diversas habilidades de Con motivo de la entrada en vigor de la Ley
comunicación y de control de emociones. Los blo­ Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Inte-
ques y unidades terapéuticas son los siguientes: gral contra la Violencia de Género, Arce y Fariña
(2007) y su equipo se han hecho cargo en Galicia
Bloque 1.  Asunción de la responsabilidad, de la aplicación de tratamientos en la comunidad a
con las siguientes unidades: 1) asunción de la res­ maltratadores condenados primariamente a penas
ponsabilidad y mecanismos de defensa; 2) identifi­ de prisión inferiores a dos años. Para ello diseñaron
cación y expresión de emociones; 3) empatía con un programa que consideran una aproximación
la víctima, y 4) distorsiones cognitivas y creencias multimodal, en cuanto que incluye elementos con­
irracionales. ductuales y cognitivos, y multinivel, en la medida
Bloque 2.  Control de emociones, con una uni­ en que prevé intervenciones tanto con los agresores
dad 5) en la que se trabajan tres aspectos: a) ansie­ como en el contexto del sujeto.
dad; b) celos, y c) ira y resentimiento. El objetivo general del programa es lograr la
Bloque 3.  Entrenamiento en habilidades, con reeducación psicosocial de los sujetos, y sus ob­
las unidades: 6) habilidades de relación y comuni­ jetivos específicos incluyen los siguientes: acepta­
cación; 7) solución de problemas, y 8) educación ción de la responsabilidad por las conductas vio­
sexual. lentas, logro de un buen ajuste psicológico,
Bloque 4.  Cierre, que se concreta en dos uni­ modificación de las creencias irracionales en torno
dades finales: 9) estilo de vida positivo, y 10) pre­ al género y al uso de la violencia contra las mu­
vención de recaídas. jeres, fomento del respeto a la mujer, adquisición
de patrones conductuales no agresivos o vio­
Se ha efectuado ya una primera evaluación del lentos y mantenimiento y generalización de los
tratamiento en 19 centros penitenciarios, en la que logros.
han participado 170 internos (52 pertenecientes a El tratamiento está integrado por los siguientes
grupos de tratamiento y el resto a grupos de con­ ingredientes:
trol). Para efectuar la evaluación se han comparado
los resultados obtenidos por los internos en una 1. Instrucciones e información, al inicio del
batería de pruebas psicológicas que cumplimentaron programa, sobre los objetivos que se pre­
antes y después del tratamiento. Las variables ana­ tenden y sobre las técnicas que se utilizarán
lizadas fueron las siguientes: pensamientos irracio­ para ello.
nales sobre los roles sexuales, pensamientos 2. Técnicas de autocontrol de la ira, en las
­irracionales relacionados con el uso de la violencia que se entrena a los agresores a controlar
como medio para resolver conflictos, capacidad de sus explosiones de ira mediante estrategias
empatía, aparición de diferentes síntomas de males­ que incluyen autoobservación y autorregis­
tar psicológico, psicopatía, trastornos de personali­ tro, reestructuración y distracción cognitiva
dad, manifestaciones de ira, impulsividad y auto­ y aplicación de lo aprendido en el contexto
estima. Los resultados mostraron una reducción habitual del sujeto.
significativa de las creencias irracionales sobre las 3. Reestructuración cognitiva, a partir del de­
mujeres y sobre el uso de la violencia y una reduc­ safío y redefinición de las opiniones, creen­
ción significativa de la sintomatología psicopatoló­ cias y actitudes erróneas de los individuos
gica, ira y hostilidad (DGIP, 2005; Echeburúa, Fer­ en relación con distintos aspectos de su
nández-Montalvo y Amor, 2006). relación de pareja y sobre las mujeres en

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 203 04/09/13 13:28


204 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

general, en lo relativo al uso de la violencia ración del riesgo de violencia contra la pa-
y en relación consigo mismos. reja (Andrés-Pueyo y López, 2005), el In-
4. Técnicas de control de la activación, usan­ ventario de pensamientos distorsionados de
do relajación progresiva o entrenamiento Fernández-Montalvo y Echeburúa (1997b),
autógeno en relajación. la Escala de autoconcepto de Tennesse, el
5. Resolución de problemas, mediante el em­ Inventario de respuestas de afrontamiento,
pleo de la técnica clásica de D’Zurilla, que la Trait Meta-Mood Scale, para evaluar la
entrena en los pasos de: orientación general percepción que el sujeto tiene sobre su pro­
hacia el problema, definición y formula­ pia inteligencia emocional, el Cuestionario
ción de éste, generación de soluciones al­ de habilidades sociales de Goldstein y co­
ternativas, toma de decisiones y, por últi­ laboradores y la Escala de niveles de atri-
mo, ejecución y verificación de la solución bución, que evalúa locus de control sobre la
seleccionada. responsabilidad de las acciones violentas.
6. Modelado, tanto en vivo como mediante b) Toma de contacto e introducción al progra-
grabaciones, que se emplea con el doble ma, que incluye la firma de un contrato de
objetivo de enseñar a los agresores compor­ compromiso.
tamientos alternativos a la violencia y mos­ c) Aceptación de la responsabilidad propia en
trarles posibles consecuencias negativas de los episodios de violencia, a partir de la toma
sus conductas de agresión. de conciencia sobre las repercusiones de las
7. Entrenamiento en habilidades de comuni- conductas violentas, fomento del locus de
cación, para mejorar su capacidad de ex­ control interno y desarrollo de la empatía.
presión, conversación, negociación, aserti­ d) Información sobre las raíces de la violen-
vidad, etc. Para ello se siguen los pasos cia contra las mujeres, sobre la base de
habituales, que incluyen: instrucciones y debates para el cambio de actitudes al esti­
modelados, ensayo conductual, retroali­ lo lewiniano.
mentación y refuerzo y mantenimiento y e) Formación en la equidad de derechos entre
generalización. hombres y mujeres, que incluye tanto ele­
mentos culturales como jurídicos.
Se prevé que el programa se aplique a lo largo f) Concienciación sobre el ciclo de la violen-
de un año, en 52 sesiones, 26 individuales y 26 cia, a partir de la definición e identificación
grupales, aunque esta intensidad puede ampliarse si de comportamientos violentos y de sus pre­
las circunstancias lo requirieran. Arce y Fariña cursores.
(2007) insisten en la necesidad de efectuar un se­ g) Fomento de la inteligencia emocional, ins­
guimiento exhaustivo y continuo de los participan­ truyendo a los sujetos en la relación entre
tes en el programa, lo que permitirá adaptar el pro­ cogniciones, emociones y conductas y en­
grama a los déficit y necesidades de cada sujeto. trenándoles en la expresión de sentimientos
El conjunto del programa se aplica a lo largo de y empatía con las víctimas.
las siguientes fases: h) Autocontrol emocional y control de la ira,
mediante el autorregistro de situaciones ge­
a) Evaluación preintervención, en la que se uti­ neradoras de tensión y la identificación y
lizan los siguientes instrumentos: una Entre- modificación de creencias irracionales en
vista semiestructura para maltratadores de torno a las mujeres y la utilización de la
género de los propios autores de este progra­ violencia.
ma, el Inventario multifásico de p­ ersonalidad i) Adquisición de comportamientos alternati-
Mmpi-2 (más un protocolo de simulación de vos a la agresión, a partir del entrenamien­
los autores), el SARA: Manual para la valo- to en resolución de problemas.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 204 04/09/13 13:28


Regulación emocional y control de la ira / 205

j) Potenciación del autoconcepto, mediante Las técnicas de regulación emocional parten del
la identificación y la reestructuración de supuesto de que muchos delincuentes tienen difi­
pensamientos distorsionados sobre uno cultades para el manejo de situaciones conflictivas
mismo. de la vida diaria, lo que puede llevarles al descon­
l) Formación en el respeto a la pareja o ex trol emocional y a la agresión tanto verbal como
pareja. física a otras personas. En ello suele implicarse una
m) Evaluación postintervención, con el obje­ secuencia que incluye generalmente tres elementos:
tivo de conocer la eficacia del programa. carencia de habilidades de manejo de la situación,
interpretación inadecuada de las interacciones so­
Se espera que la fase de seguimiento (que se ciales (por ejemplo, atribuyendo mala intención) y
considera variable pero no inferior a seis meses) exasperación emotiva. En consecuencia, el trata­
ayude a la prevención de recaídas, para lo que se miento se orienta a entrenar a los sujetos en todas
prevé una intervención, mediante entrenamiento en las anteriores parcelas.
competencia psicosocial, en el entorno familiar y, Así como sucede que algunos individuos tienen
si es necesario, con la propia víctima. También se dificultades para condicionar el miedo, otros pue­
prevé la creación de una red que pueda prestar oca­ den condicionar un temor excesivo e irracional ante
sionalmente apoyo informativo, emocional e ins­ situaciones de interacción social, lo que podría
trumental a los sujetos que hayan finalizado el pro­ afectar gravemente a sus relaciones y rutinas de la
grama. vida diaria. Las técnicas de regulación emocional
Debido a que este programa se administra en el de la ansiedad fueron el primer desarrollo psicoló­
marco de una medida penal, se emiten informes gico para reducir la ansiedad fóbica ante situaciones
periódicos de seguimiento de los casos, incluido un temidas (aquí, de modo destacado, ante situaciones
informe final valorativo del grado de aprovecha­ sociales). La desensibilización sistemática es un
miento del programa. procedimiento terapéutico en el que una jerarquía
de estímulos temidos se aparea paulatinamente (ge­
neralmente en la imaginación) con relajación pro­
Resumen funda del sujeto. Como quiera que la relajación y
la ansiedad son dos respuestas fisiológicamente in­
Está bien documentado que la ira (y otras emo­ compatibles, se espera que la ansiedad acabe siendo
ciones conectadas a ella) puede desempeñar un pa­ inhibida. Más recientemente se ha desarrollado la
pel destacado para el comportamiento violento y técnica de exposición, consistente en «exponer» al
delictivo. Así lo ha puesto de relieve tanto la inves­ sujeto a las situaciones que teme, de modo que
tigación empírica como se ha aducido desde el pla­ pueda experimentar lo injustificado de sus temores
no más teórico. La teoría general de la tensión, de y, así, erradicarlos.
Agnew, establece que el comportamiento de agre­ La técnica de «inoculación de estrés» interpreta
sión y delictivo puede ser una de las opciones de la ira como el resultado de la interacción entre una
elección para eliminar las fuentes de tensión que excesiva activación fisiológica experimentada por
afectan gravemente al individuo (como la imposi­ el sujeto y una interpretación distorsionada de dicha
bilidad de lograr sus objetivos, ser privado de gra­ activación como amenazante. El tratamiento de la
tificaciones o ser sometido a situaciones aversivas). ira, de Novaco y sus colaboradores, se basa en la
Por su lado, la teoría de la personalidad de Eysenck inoculación de estrés e incluye los siguientes com­
propone que los individuos con alta extraversión ponentes esenciales: autorregistro de ira y construc­
(como es el caso de muchos delincuentes) tendrían ción de una jerarquía de situaciones en que la ira se
una baja sensibilidad al castigo y mayores dificul­ precipita, reestructuración cognitiva, relajación, en­
tades para condicionar una adecuada «conciencia trenamiento en afrontamiento y comunicación en la
moral» e inhibir la ira y la agresión. terapia y práctica de lo aprendido en la vida diaria.
©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 205 04/09/13 13:28


206 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Un programa multifacético con jóvenes delin­ en comunicación, reestructuración cognitiva de


cuentes es el Entrenamiento para reemplazar la creencias sexistas y justificadoras de la violencia y
agresión (programa ART), que tiene tres ingredien­ prevención de recaídas. Muchos de estos programas
tes principales: a) entrenamiento en 50 habilidades se aplican en servicios correccionales e institucio­
consideradas relevantes para la interacción social; nes penitenciarias, aunque más recientemente tam­
b) entrenamiento en control de ira (identificar dis­ bién se está favoreciendo su aplicación en medidas
paradores y precursores, usar estrategias reductoras comunitarias.
y de reorientación del pensamiento, autoevaluación En España existen programas de tratamiento para
y autorrefuerzo), y c) desarrollo moral (a partir del maltratadores tanto en prisiones como en la comu­
trabajo grupal sobre dilemas morales). Actualmen­ nidad. El programa que se aplica en prisiones, dise­
te existe una versión abreviada de este programa ñado en origen por Echeburúa y su equipo, incluye
que se aplica en diez semanas. los siguientes ingredientes: aceptación de la propia
Por último, el tratamiento de control de la ira es responsabilidad, empatía y expresión de emociones,
ejemplificado en el marco de los programas multi­ creencias erróneas, control de emo­ciones, desarrollo
facéticos que se llevan a cabo con «agresores de sus de habilidades y prevención de recaídas. Más recien­
parejas». En la actualidad se considera que la vio­ temente, en la comunidad autónoma gallega se ha
lencia de pareja es un fenómeno complejo en el que puesto en marcha el denominado «Programa Galicia
intervienen diversos factores de riesgo que incluyen de reeducación psicosocial de maltratadores de gé­
tanto características personales como culturales y nero», que se aplica, bajo supervisión judicial, en la
de interacción. Los programas de tratamiento inter­ comunidad. Dicho programa, que se desarrolla en 52
nacionalmente aplicados incluyen técnicas terapéu­ sesiones a lo largo de un año, incorpora técnicas de
ticas como las siguientes: autorregistro de emocio­ autocontrol de la activación emocional y de la ira,
nes de ira, desensibilización sistemática y relajación, reestructuración cognitiva, resolución de problemas,
modelado de comportamientos no violentos, refor­ modelado y entrenamiento en habilidades de comu­
zamiento de respuestas no violentas, entrenamiento nicación.

©  Ediciones Pirámide

07_Delincuentes.indd 206 04/09/13 13:28


Mantenimiento de los logros
y prevención de recaídas 8

En las páginas que siguen se hará referen- cuentes juveniles y, especialmente, a la deno-
cia al problema de las recaídas y la reinciden- minada terapia multisistémica. Estos tratamien-
cia delictiva y se presentarán diversas técnicas tos constituyen uno de los medios más sólidos
psicológicas que pueden servir para mantener para generalizar los efectos terapéuticos a la
los logros terapéuticos y para prevenir las re- comunidad y para prevenir el desarrollo de ca-
caídas en el delito. En concreto se presentarán rreras delictivas futuras. Para finalizar el capí-
las técnicas, más clásicas en terapia psicoló- tulo, se reflexiona en torno a la reintegración
gica, de generalización y mantenimiento de la social de los delincuentes a partir de su «de-
conducta, y las más modernas de prevención setiquetado» y de su aceptación en la comuni-
de recaídas. También se presta atención a los dad, tras el cumplimiento de sus condenas,
tratamientos familiares aplicados con delin- como no delincuentes.

8.1. ¿Por qué es importante de manera que la «abstinencia» delictiva se traslade


prevenir y controlar las a diferentes contextos (especialmente a la vida del
situaciones de riesgo? sujeto en la sociedad) y se consolide de un modo
permanente. Se está haciendo referencia al problema
«Los hombres, al cambiar, retienen durante
algún tiempo la impresión de su vicio primero.»
omnipresente en intervención psicológica de la ge­
neralización y el mantenimiento de las ganancias
Giambattista Vico, Ciencia Nueva, 1744. terapéuticas (Milan y Mitchell, 1998). El tratamien­
to de los delincuentes se lleva a cabo con la preten­
La conducta humana es dinámica y se ve afec­ sión y en la esperanza de que posibilitará su vuelta
tada por muy diversos factores de influencia que la exitosa a la comunidad social y, consiguientemente,
hacen más probable o más improbable. Las técnicas la no comisión futura de nuevos delitos. «Las inter­
psicológicas aplicadas con delincuentes pueden in­ venciones deben ser planeadas no sólo pensando en
cidir, según se ha visto, sobre sus comportamientos, sus efectos inmediatos sino más aún en cómo dichos
sus pensamientos y sus emociones, y de este modo efectos van a producir un cambio en el momento de
disminuir el riesgo de cometer nuevos delitos. Sin la liberación [...]» (Thornton, 1987, p. 478). Sin
embargo, un problema muy importante se refiere a embargo, podría suceder que las mejoras que pueden
la necesidad de estabilizar los cambios producidos lograrse como resultado de un laborioso y esforzado

©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 207 04/09/13 13:40


208 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

tratamiento terapéutico (por ejemplo, orientado al des y competencias adquiridos por los sujetos du­
control de la adicción al alcohol o a la inhibición de rante el programa de tratamiento. Esta transferencia
la agresión sexual) se arruinaran en sólo un instante, y generalización deben tener lugar en tres direccio­
como resultado de la recaída ante una situación de nes diferentes: en primer lugar, los cambios de com­
riesgo inadvertida y la consiguiente desmotivación portamiento deben ser perdurables y mantenidos a
del sujeto y el abandono de su esfuerzo de cambio lo largo del tiempo; en segundo lugar, estos cambios
y mejora. deben mostrarse también en lugares distintos de
Este problema fue ampliamente observado y aquellos en que tuvo lugar el programa, y en tercer
analizado en los estudios básicos de aprendizaje, en lugar, la efectividad de una intervención debe al­
los cuales claramente se diferenciaba entre la fase canzar a la más amplia variedad posible de conduc­
de enseñanza de nuevos comportamientos e inhibi­ tas e interacciones sociales y propiciar el desarrollo
ción de otros y la fase de mantenimiento de dichos de nuevos comportamientos que no fueron directa­
logros. Dos conceptos de la psicología del aprendi­ mente entrenados en el programa (Lösel, 2001; Mo­
zaje especialmente relevantes para el mantenimien­ rris y Braukmann, 1987).
to de la conducta a lo largo del tiempo son los de Sin embargo, la generalización de las mejoras
programas de reforzamiento y encadenamiento de terapéuticas no debe esperarse sin más, sino que en
conducta, a los que ya se ha hecho referencia. sí misma debe ser también objeto de programación
En el campo del tratamiento de los delincuentes, e intervención específica. Morris y Braukmann
el problema de la generalización y mantenimiento (1987) diferenciaron dos grandes grupos de estra­
de los beneficios terapéuticos es especialmente rele­ tegias para promover la generalización del compor­
vante, y su fracaso puede tener consecuencias dra­ tamiento con delincuentes:
máticas. Considérense las implicaciones personales,
sociales y legales de las reincidencias delictivas, en 1.  Estrategias reactivas: que serían aquellas
que se producen robos violentos, lesiones, agresio­ que pueden ser empleadas cuando se constata que
nes sexuales e incluso, en alguna ocasión, un asesi­ no se produce la generalización y mantenimiento
nato. del comportamiento de modo natural. Entre éstas
La conciencia sobre el problema de las recaídas se encontrarían las siguientes:
ha llevado al desarrollo de técnicas específicas para
disminuir el riesgo de reincidencia de los delincuen­ a) Si el comportamiento (por ejemplo, las
tes tratados. Para ello, se han concebido en esencia habilidades de comunicación asertiva no
dos tipos de actuaciones. Unas, más clásicas y co­ violenta) no se transfiere a un determinado
nectadas directamente con los principios del apren­ contexto (por ejemplo, la relación de pa­
dizaje, conocidas como técnicas de generalización reja), la primera alternativa sería llevar a
y mantenimiento del comportamiento, y otras más cabo la misma intervención aplicada di­
recientes, denominadas técnicas de prevención de rectamente en aquel contexto en que la
recaídas, que aunque también parten de principios generalización no se produce (por ejem­
básicos del aprendizaje priorizan las facetas cogni­ plo, realizando algunas sesiones de entre­
tivas del comportamiento. Se hará referencia a estos namiento conjunto con el sujeto y con su
dos grupos de técnicas a continuación. pareja).
b) Otra opción sería repetir la intervención en
diversos contextos y para comportamientos
8.2. Técnicas de generalización diferentes (es decir, del modo más amplio
y mantenimiento posible), hasta que la generalización y el
mantenimiento comiencen a aparecer en
El propósito de estas técnicas es la transferencia situaciones y lugares que no han sido di­
general de los nuevos comportamientos, habilida­ rectamente incluidos en el programa.
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 208 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 209

c) Al trabajar con delincuentes de extracción miento, tales como, por ejemplo, la pre­
marginal (lo que es bastante frecuente) sencia de compañeros de comisión de los
pueden aparecer dos dificultades añadidas: delitos, familiares, amigos del barrio, etc.
por un lado que, debido a la propia situa­ Como quiera que dichas personas continua­
ción de marginalidad, resulte muy difícil rán formando parte de los contextos habi­
promover una transformación, aunque sea tuales del individuo, su presencia durante
parcial, de sus contextos sociofamiliares; las sesiones de entrenamiento facilitará que
por otro, que los repertorios de conductas las habilidades que se están aprendiendo se
delictivas y de riesgo (consumo de drogas, pongan en práctica en el futuro también en
estilo de vida ocioso y carente de planifi­ situaciones cotidianas en que dichas perso­
cación...) estén tan arraigados que el pro­ nas se hallen presentes.
grama de tratamiento aplicado no pueda d) Otra estrategia útil para facilitar la genera­
lograr todos los cambios que serían conve­ lización será analizar los ambientes comu­
nientes. En estos casos una estrategia reac­ nitarios del sujeto en los que se tiene que
tiva apropiada puede consistir en proveer a producir el mantenimiento del comporta­
los sujetos de ciertos ambientes artificiales miento, y usar en el programa consecuen­
o de soporte (por ejemplo, mediante la asis­ cias que sean corrientes en tales contextos
tencia familiar de profesionales, centros de naturales (entre las que los reforzadores
tratamiento de toxicómanos, instituciones sociales serán siempre de gran utilidad).
públicas de ayuda, grupos de barrio, etc.),
intentando promover la conexión del sujeto Dos estrategias más sofisticadas que pueden
a largo plazo con ambientes distintos al también emplearse son las siguientes:
propio.
e) Puede enseñarse a sujetos que ya han fina­
2.  Estrategias proactivas: serían aquellos pro­ lizado el tratamiento a ayudar a otros
cedimientos diseñados de antemano, en el marco del —aprendices— a mantener los comporta­
tratamiento, para planificar la generalización y el mientos sociales que están adquiriendo.
mantenimiento desde el comienzo del pro­grama: Por ejemplo, aquellos individuos que ya
han mejorado sus habilidades de interac­
a) La primera estrategia proactiva sería utili­ ción pueden ser capacitados para responder
zar en el tratamiento programas de refuerzo positivamente (es decir, mediante «reforza­
intermitentes, en lugar de continuos. Como miento social») cuando sus compañeros se
ya se ha señalado, mientras que el refuerzo comportan de modo apropiado.
continuo es útil para enseñar nuevos com­ f) También, puede enseñarse a los sujetos a
portamientos, el refuerzo intermitente faci­ estimular o suprimir su propia conducta,
lita el mantenimiento de tales comporta­ mediante dos estrategias: enseñándoles a
mientos. reorganizar su ambiente físico y su tiempo
b) Una estrategia útil para promover la gene­ (mediante la técnica de «control de estímu­
ralización puede ser entrenar a los delin­ los» ya referida), para, con ello, aumentar
cuentes en habilidades sociales de un modo o decrecer la probabilidad de ciertos com­
amplio y variado, y por muchas personas portamientos (como, por ejemplo, aprender
en múltiples lugares. a evitar encontrarse con determinados ami­
c) Otro procedimiento de utilidad consiste en gos delincuentes, o con conocidos que le
incluir en el desarrollo del programa condi­ proporcionarán y animarán al consumo de
ciones estimulares que resulten familiares drogas); también, enseñándoles a recondu-
para el sujeto en contextos de no entrena­ cir sus conductas inapropiadas, utilizando
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 209 04/09/13 13:40


210 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

para ello otros aspectos positivos de su pro­ La necesidad de prevenir las recaídas y mante­
pio comportamiento, para lo que sería ne­ ner los logros terapéuticos se hace especialmente
cesario entrenar a los sujetos en el uso de patente en aquellos trastornos psicológicos y de
la autoobservación y el autocontrol (pro­ conducta relacionados con comportamientos adic-
cedimientos a los que se ha hecho ya refe­ tivos (al alcohol, al tabaco y a otras drogas) y de
rencia). control de los impulsos (conducta compulsiva, jue­
go patológico, impulso de beber alcohol, compras
Como puede verse, existen diversas posibilida­ compulsivas, violencia interpersonal y parafilias).
des a la hora de diseñar estrategias que promuevan En todas estas problemáticas cabe esperar que los
en los delincuentes la generalización y el manteni­ sujetos se acaben enfrentando a situaciones de alto
miento de los comportamientos sociales. Lo impor­ riesgo que pueden llevarles a una recaída.
tante es elegir y estructurar el procedimiento de El modelo de prevención de recaídas ha perma­
mantenimiento más conveniente en función de las necido bastante estable desde su creación. Es un
características de los sujetos tratados y de sus situa­ modelo que entrena, paso a paso, las dificultades y
ciones particulares. riesgos a los que un sujeto puede verse expuesto y
las estrategias de control que puede utilizar en cada
caso. Su estructura general es la siguiente:
8.3. Técnica de prevención
de recaídas 1. Su punto de arranque es que un sujeto ha
completado un tratamiento, se abstiene de
El ámbito en el que se hizo más notoria la ne­ la conducta problemática (por ejemplo,
cesidad de tratar de manera específica el riesgo de de consumo de drogas, de abuso sexual de
recaída fue el de las adicciones. Así, Marlatt y sus menores o de robo de coches) y en princi­
colaboradores (Marlatt y Gordon, 1985) desarrolla­ pio tiene una buena expectativa de conti­
ron su famoso programa de prevención de recaídas nuar abstinente (de no reincidir en dicho
para el tratamiento de adictos al alcohol o a otras delito).
drogas. Posteriormente se efectuó una adaptación 2. Sin embargo, el modelo anticipa que, antes
de dicho programa para el tratamiento de los delin­ o después, aparecerán situaciones que pue­
cuentes sexuales (Laws, 1989; Pithers, 1990; 1991; den entrañar riesgos, en forma de estímulos
Pithers, Marques, Gibat y Marlatt, 1983), siendo condicionados asociados a la conducta pro­
esta versión del programa de prevención de recaídas blema (por ejemplo, un encuentro con el
la más extendida y aplicada a lo largo de los últimos suministrador de drogas del barrio, la esce­
años. na de unos niños que juegan en la calle o el
Los programas de tratamiento de las adicciones saludo de un amigo delincuente que conti­
a sustancias resultaban efectivos, mientras se apli­ núa con la actividad de robar coches).
caban, para reducir el consumo y la dependencia de 3. Ante tales riesgos el sujeto puede adoptar
las drogas, pero se producían tasas muy elevadas decisiones aparentemente irrelevantes, que
(de hasta el 80 por 100) de recaída en el consumo son opciones de respuesta «ingenuas», pero
a lo largo de tan sólo un año de seguimiento. Mar­ en las que está dando un paso más hacia
latt y Gordon (1985) consideraron que era necesario posibles situaciones de riesgo (por ejem­
programar el mantenimiento de los efectos de la plo, saludar al suministrador de droga, ha­
abstinencia del consumo. Así pues, la formulación blar con los niños que están jugando o irse
original de la prevención de recaídas fue en reali­ a dar una vuelta con su amigo ladrón de
dad una estrategia psicológica de mantenimiento coches). Si antes de tomar una decisión
(semejante a las anteriormente comentadas) y no un aparentemente irrelevante el individuo fue­
auténtico tratamiento diferenciado. ra capaz de anticiparla y prevenirla, aumen­
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 210 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 211

taría su propia percepción de autoeficacia una secuencia de dobles eslabones, conductuales y


(«Lo estoy haciendo bien: debo estar aten­ cognitivo/interpretativos, en los que eventos diver­
to») y disminuiría la probabilidad de recaí­ sos (relacionados con la propia conducta o la de
da. Por el contrario, si adoptara la decisión otras personas) van siendo interpretados por el in­
aparentemente irrelevante («Solamente ha­ dividuo (probablemente de modo distorsionado y
blaré con él, nada más»), se estaría ponien­ acorde con sus rutinas delictivas previas) como pel­
do en alto riesgo y disminuyendo su per­ daños que le van a ir conduciendo, en un ascenso
cepción de autocontrol. Las situaciones de irremediable, hacia una cada vez más probable re­
alto riesgo para la recaída pueden proceder caída. A continuación se presenta, en la figura 8.1,
de tres fuentes: 1) estados emocionales ne­ un ejemplo de cadena cognitivo-conductual extraí­
gativos («Me siento solo, he de hablar con do del programa de tratamiento de agresores sexua­
alguien»); 2) conflictos interpersonales les (Garrido y Beneyto, 1996).
(por ejemplo, una fuerte disputa familiar), La terapia de prevención de recaídas contiene
y 3) presión social (por ejemplo, influencia elementos técnicos que son comunes a otras tera­
prodelictiva de un amigo). pias cognitivo-conductuales (por ejemplo, autoob­
4. Si su opción de conducta le ha puesto en servación, entrenamiento en habilidades de afron­
riesgo, aún cabe que pueda adoptar nuevas tamiento, reestructuración cognitiva, etc.) y otros
respuestas de afrontamiento desadaptadas elementos que son específicos de esta terapia, tales
(cognitivas, emocionales o de nuevos com­ como fantasías y ensayos de recaída, decisiones
portamientos) y avanzar hacia la recaída aparentemente irrelevantes y cadenas cognitivo-
(«Me quedaré aquí solamente una hora»), conductuales.
o por el contrario respuestas adaptativas de Según Laws (2001), el trabajo de Marlatt y sus
afrontamiento, que le alejen de la situación colegas sobre prevención de recaídas ha aportado a
y de la probabilidad de recaída («Me voy a la terapia cognitivo-conductual dos elementos im­
casa y propondré a mi mujer que vayamos portantes. Uno, la reconceptualización del proceso
al cine»). de recaída, y de su prevención, como una experien­
5. Según cual sea la opción tomada de las dos cia de aprendizaje, en lugar de considerarlo un mero
anteriores, el individuo experimentará una fallo del tratamiento. En segundo término, el mo­
situación o bien de violación de la abstinen- delo de tratamiento es claro, conciso y directo, sien­
cia o de mantenimiento de la abstinencia. do de utilidad para un amplio espectro de problemas
Tales experiencias se conectan con distintos adictivos y de descontrol de los impulsos.
procesos psicológicos emocionales y de Thornton (1997) ha revisado críticamente la
pensamiento, que o bien desmotivan al su­ concepción y la práctica de la técnica de prevención
jeto, poniéndole en superior riesgo de recaí­ de recaídas, aduciendo que su utilización con delin­
da («¡Es muy difícil: será la última vez, cuentes puede resultar contraproducente. Su argu­
tampoco es tan grave!»), o bien le refuerzan mento es que la técnica dirige la atención de los
y animan a continuar abstinente («¡He lo­ delincuentes hacia posibles dimensiones negativas
grado controlar la situación: si me esfuerzo, de su comportamiento, las recaídas, en lugar de ha­
podré también controlarla otras veces!»). cerlo hacia los aspectos más positivos de él, su rein­
serción social. El trabajo con los delincuentes sobre
En la adaptación de la técnica de prevención de factores y situaciones de riesgo podría constituir una
recaídas hecha desde el ámbito del tratamiento de tentación para la recaída y transmitir al sujeto el
los delincuentes sexuales, se ha introducido el cons­ mensaje de que las recaídas son normales y espera­
tructo (que se vincula directamente a la investiga­ bles. Además, otro problema importante de la téc­
ción básica en aprendizaje) de cadena cognitivo- nica sería el que presupone que los sujetos están
conductual. Una cadena cognitivo-conductual es motivados para prevenir sus recaídas, quieren apren­
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 211 04/09/13 13:40


212 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Figura 8.1.—Cadena de recaída en la agresión sexual.

der a hacerlo y pondrán en práctica las estrategias lincuentes, los factores de riesgo dinámicos, que
de prevención que han adquirido. Sin embargo, son los objetivos preferentes de las intervenciones,
como se ha comentado con anterioridad, no siempre no sólo hacen referencia a elementos durante la
los delincuentes tienen una motivación genuina para intervención (a menudo en instituciones cerradas),
el tratamiento y el cambio terapéutico. Según Laws sino que deben incluir también aspectos y caracte­
(2001), éste es el aspecto más problemático que rísticas del ambiente social al que el sujeto debe
puede presentar la filosofía originaria de esta técni­ incorporarse. ¡No se olvide que en dicho ambiente
ca: dar por hecho que los delincuentes tienen la pueden estar muchos de los factores y oportunida­
motivación necesaria para esforzarse en los cambios des que pueden facilitar el riesgo delictivo! Lösel
de vida que los programas de tratamiento les propo­ (2001) ha realzado la importancia de tres caracte­
nen. En este punto se remite al lector a la relectura rísticas del ambiente social que resultan especial­
del epígrafe titulado «La motivación de los delin­ mente relevantes para el mantenimiento de los lo­
cuentes para cambiar» del capítulo 2. gros terapéuticos y la prevención de recaídas:

a) Servicios de ayuda y prevención de recaí-


8.4. El contexto comunitario das. Es evidente que un programa de trata­
en la prevención de recaídas miento sólo podrá incorporar en su desa­
rrollo una serie de habilidades que, aunque
De acuerdo con lo que se ha venido comentan­ importantes, serán a todas luces incomple­
do en este capítulo, en los tratamientos de los de­ tas en función de las demandas «reales» de
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 212 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 213

la vida. Por ello, para favorecer la reinser­ cambiados de manera rápida y drástica. Sin
ción efectiva en la sociedad, se requiere que embargo, su presencia no puede ser igno­
en la comunidad se ofrezcan servicios di­ rada en la planificación de los programas
rectos que amplifiquen y consoliden las de tratamiento ni tampoco en las evaluacio­
competencias adquiridas durante el trata­ nes finales de su eficacia.
miento. Se quiere hacer referencia a pro­
gramas de mantenimiento, de semejante
naturaleza y características que los aplica­ 8.5. Programas multifacéticos
dos como núcleo de la intervención previa.
Se ha hecho énfasis en la necesidad de es­ A continuación se presentan, de forma esquemá­
tos programas especialmente para delin­ tica, varios programas tipo, de los Servicios Corre­
cuentes sexuales y toxicómanos, pero es cionales Canadienses (http://www.csc-scc.gc.ca/),
evidente su conveniencia también para que o bien tienen como finalidad directa la gene­
maltratadores y otros delincuentes violen­ ralización y el mantenimiento de las habilidades
tos, si verdaderamente se desea generalizar enseñadas en programas anteriores o bien son pro­
los logros terapéuticos. gramas multifacéticos que incorporan también un
b) Incorporación a los programas de factores ingrediente de prevención de recaídas.
protectores naturales. Incluso sin haber se­
guido un tratamiento, una parte de los de­
lincuentes graves y de alto riesgo acaba 8.5.1. Programas de mantenimiento
desistiendo del delito, debido a la influen­
cia de factores protectores naturales tales 8.5.1.1. De habilidades cognitivas
como su vinculación con miembros fami­
liares no delincuentes u otras personas de Se trata de un programa específico para fortale­
referencia, su vuelta a contextos educati­ cer las habilidades aprendidas en el tratamiento Ra-
vos, un desarrollo «natural» de sus compe­ zonamiento y Rehabilitación (R&R) (Ross y Fabia­
tencias cognitivas y de su planificación del no, 1985), por lo que se destina a sujetos que ya han
futuro, poseer un buen temperamento, co­ completado dicho tratamiento cognitivo o que ne­
nexión con el marco laboral (formación cesitan seguir practicando las habilidades aprendi­
profesional, oferta de un trabajo) o relación das. Se realiza en unas diez sesiones de dos o tres
afectiva con una pareja prosocial que le horas de duración. Puede ofrecerse en instituciones
ofrece apoyo. Por ello es algo muy impor­ y en la comunidad, tanto en grupos cerrados (inte­
tante incorporar a los programas de trata­ grados por los mismos sujetos) como abiertos (a los
miento, en la medida de lo posible, factores que pueden incorporarse nuevos sujetos). El rendi­
protectores naturales como los aludidos, miento en el programa se evalúa mediante un exa­
que cooperen a la transferencia y manteni­ men de conocimiento de lo aprendido, y la interven­
miento de resultados. ción puede repetirse cuantas veces sea necesario.
c) Características de la comunidad (barrios,
etc.) a la que se reincorpora el individuo. 8.5.1.2. Del manejo de las emociones
Existe una serie de factores sociales de es­ y de la ira
pecial riesgo en el nivel de los barrios y las
familias (concentración de pobreza, desem­ Consiste en un tratamiento específico para afian­
pleo, tráfico y consumo de drogas, crimi­ zar las habilidades aprendidas en el Programa de
nalidad) (Garrido et al., 2006). Siendo rea­ manejo de las emociones y de la ira, al que se ha
listas, es notorio que muchos de estos hecho referencia. Se dirige a sujetos que o bien ya
grandes factores sociales no podrán ser han finalizado dicho programa o que requieren prac­
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 213 04/09/13 13:40


214 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ticar más intensivamente las habilidades en que fue­ bio reduce la probabilidad de reincidencia. Los fac­
ron entrenados. Se desarrolla en un mínimo de ocho tores más consistentemente identificados son: 1) las
sesiones grupales de dos a tres horas, dependiendo actitudes, creencias y valores delictivos, que permi­
de las necesidades de los sujetos. Se ofrece tanto en ten a un delincuente minimizar y excusar su respon­
centros cerrados como en la comunidad, y tanto a sabilidad, y 2) los déficit de habilidades en ámbitos
grupos de varones como de mujeres. Las posibles tales como la autosupervisión y la autodirección.
mejoras en el tratamiento se evalúan mediante un El Programa contrapunto se enfoca hacia estos
examen de los conocimientos adquiridos. grandes objetivos. Se enseña a los destinatarios a
identificar, alterar y reemplazar sus creencias pro­
8.5.1.3. Programa de integración delictivas, y se les entrena en las habilidades ne­
comunitaria cesarias para sustentar nuevas actitudes y com­
portamientos prosociales. Consta de 25 sesiones,
Es un programa de baja intensidad dirigido a divididas en tres etapas o procesos:
facilitar la vuelta a la comunidad social de las per­
sonas que finalizan una pena o medida judicial. Se 1. Proceso de admisión, con tres sesiones in­
trabaja con los participantes en las siguientes habi­ dividuales en que, mediante la técnica de
lidades: búsqueda y obtención de empleo, manejo «entrevista motivacional», se orienta y ani­
prudente del dinero, búsqueda de vivienda y pago ma a cambiar al sujeto, a la vez que se
regular del alquiler, convivencia familiar, realiza­ efectúa su evaluación.
ción de la compra, preparación de comida, salud y 2. Proceso de intervención, desarrollado en
nutrición y sexualidad sin riesgos. seis módulos sucesivos a lo largo de veinte
Son candidatos a este programa aquellos sujetos sesiones grupales de dos horas de duración,
que tienen especiales dificultades para un funciona­ que se llevan a cabo de una a tres veces por
miento adecuado y autónomo en las rutinas diarias semana.
o que necesitan ayuda en la programación y ejecu­ 3. Proceso de cierre, planteado en dos sesio­
ción de aspectos prácticos de su integración en la nes individuales en las que se revisa con el
comunidad. sujeto su informe final y se prepara, incor­
La intervención se realiza en un formato varia­ porando para ello al agente de libertad con­
ble de diez a veinte sesiones de entre dos y dos dicional que se hará cargo del caso, su plan
horas y media, sesiones que pueden ser grupales o individual de prevención de recaídas.
individuales, y pueden llevarse a cabo tanto en un Los objetivos fundamentales del Programa con-
centro cerrado como en la comunidad. Para una trapunto incluyen los siguientes:
mayor efectividad del programa, se recomienda que
los sujetos participen en él con proximidad tempo­ 1. Estimular el compromiso del sujeto para
ral a su excarcelación, durante los seis meses ante­ cambiar sus actitudes y conductas delictivas,
riores o posteriores a la misma. utilizando para ello entrevista motivacional.
2. Capacitar a los participantes en las habili­
dades necesarias para identificar y cambiar
8.5.2. Programa contrapunto sus actitudes prodelictivas.
3. Dotarles de habilidades de autorregulación
Se trata de un programa multifacético y genérico, y autodirección para reforzar el cambio ac­
concebido a partir de la teoría del aprendizaje social titudinal y conductual.
y del modelo de tratamiento cognitivo-conductual y 4. Ayudarles a identificar las situaciones de
orientado a factores de riesgo que son habituales en alto riesgo y desarrollar los recursos nece­
los delincuentes. La investigación criminológica ha sarios para prevenir la conducta delictiva
detectado una serie de factores de riesgo cuyo cam­ futura.
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 214 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 215

8.6. Tratamientos familiares venes delincuentes y las comunidades de las que


con delincuentes juveniles: proceden, y en las que se intenta que continúen
la terapia multisistémica viviendo (en lugar de dictar medidas de separación
de sus contextos). Estos programas se aplican en
«Hay tres cosas que no logro comprender y períodos de entre uno y cinco meses, las sesiones
una cuarta que ignoro por completo: el vuelo del
águila en el cielo, el camino de la culebra sobre
terapéuticas se ofrecen a los miembros de la familia
las piedras, el rumbo de los barcos en el mar y en horarios convenientes para ellos (lo que a veces
los actos del hombre en su adolescencia.» incluye fines de semana y noches), frecuentemente
se realizan en las propias casas u otros locales del
La Biblia, Proverbios. barrio, y los terapeutas tienen a su cargo un reduci­
do número de familias (dos a seis familias) con las
El mejor modo de prevención de la delincuencia que mantienen contactos semanales y una total dis­
es aquel que se orienta a evitar que las primeras ponibilidad horaria. El objetivo central de los pro-
conductas antisociales de los jóvenes se asienten y gramas de preservación familiar es ayudar a pre­
consoliden, dando lugar al inicio y mantenimiento servar la capacidad preventiva de la propia familia,
de carreras delictivas. Se considera que el compor­ que evite que el joven deba ser segregado (como
tamiento antisocial de los jóvenes tiene de modo resultado de una medida judicial). En el marco de
especial una causalidad multifactorial, en la que estos programas se han utilizado distintos modelos
desempeñarían un papel notable las relaciones fa­ teóricos, tales como la enseñanza de «resolución de
miliares. Como resultado de ello, durante las pasa­ problemas» a partir de la perspectiva del aprendi­
das décadas se han desarrollado distintas interven­ zaje social, modelos de orientación más clínica di­
ciones familiares con delincuentes juveniles. Los rigidos a situaciones de crisis familiar y modelos
principales enfoques seguidos han sido los siguien­ basados en teorías sobre el sistema familiar. Mu­
tes (Swenson, Henggeler y Schoenwald, 2001): chas de las intervenciones concretas se han realiza­
do mediante terapia multisistémica, a la que se hará
Tratamiento de base familiar referencia en seguida.

Su asunción principal es que los factores fami­


Terapia familiar funcional
liares son los que mantienen los problemas de con­
ducta de un joven y que, en consecuencia, el trata­ Fue uno de los primeros tratamientos familiares
miento debe favorecer cambios en las interacciones con jóvenes con comportamiento antisocial, dise­
familiares. Dos formatos de tratamiento han sido ñado por Alexander y Parsons (1982). En su con­
(Liddle y Dakof, 1995): la terapia familiar, que im­ cepción la familia es analizada como una constela­
plica un tratamiento basado en la familia orientado ción de interacciones que siguen ciertos principios,
a trabajar la posible conexión entre las relaciones que podrían ser utilizados a su vez para promover
familiares y el problema del joven, y las interven- el cambio de conducta en los sujetos. El núcleo de
ciones con implicación familiar, en que se utiliza a este análisis es que los comportamientos de cada
la familia como agente de información y cambio del miembro tienen en el seno de la familia una deter­
problema, pero no necesariamente se presupone que minada función y utilidad para el sujeto. El objeti­
esté implicada en el propio problema. vo del tratamiento es orientar a los miembros fami­
liares para que desarrollen nuevos comportamientos,
Programas de preservación familiar que no resulten problemáticos, pero que mantengan
las funciones y utilidades que con anterioridad cu­
Ampliamente extendidos en los Estados Unidos brían las conductas disfuncionales. La terapia fami­
durante los años noventa, se dirigen a ofrecer diver­ liar funcional utiliza una combinación de técnicas
sas intervenciones terapéuticas y servicios para jó­ de terapia conductual, cognitivo-conductual, mode­
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 215 04/09/13 13:40


216 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

los sistémicos y resolución de problemas (Kazdin, 4. Se efectúan controles de consumo de dro­


1994). Esta terapia ha obtenido resultados prome­ gas mediante analíticas. Las principales
tedores en el tratamiento de jóvenes con problemas áreas de trabajo son cuatro: a) el fun­
antisociales leves, pero presenta resultados más mo­ cionamiento interpersonal (por ejemplo,
destos con jóvenes de alto riesgo. con los amigos) e intrapersonal del joven;
b) el funcionamiento interpersonal e in­
Terapia familiar estructural trapersonal de los padres; c) las interac­
ciones padres-joven, y d) las interaccio­
Concibe la familia como un sistema de patrones nes de la familia con otros elementos
de interacciones que regulan la conducta de sus externos de influencia sobre ella (por
miembros (Minuchin y Fishman, 1981). Los proble­ ejemplo, la e­ scuela o el barrio). Existen
mas de delincuencia juvenil son interpretados como evaluaciones que apoyan la eficacia de
expresiones disfuncionales en relación con dichos esta terapia con adolescentes con proble­
patrones de interacción. El tratamiento se dirige a mas de adicción.
cambiar la organización y estructura de la familia,
lo que se considera que redundará en cambios en el Terapia multisistémica (MST)
comportamiento de sus miembros. Como mecanis­
mos específicos de cambio de la terapia familiar Durante las últimas dos décadas se ha
estructural se utilizan técnicas de entrada y parti- desarrolla­do una aproximación a la intervención
cipación en la familia, que sirven para que el tera­ familiar con jóvenes delincuentes, que ha mostra­
peuta pueda incidir en la dinámica familiar, técnicas do alta eficacia tanto a corto como a largo plazo.
de diagnóstico e identificación de los patrones de Se trata de la terapia multisistémica (MST), con­
interacción desadaptados y técnicas de reestructu- cebida por Henggeler y sus colaboradores (Ed­
ración y cambio de las interacciones inapropiadas. wards, Schoenwald, Henggeler y Strother, 2001;
Henggeler y Borduin, 1990). Sus puntos de arran­
Terapia familiar multidimensional que son la teoría de los sistemas bioecológicos de
Bronfenbrenner (1979) (que concibe el desarrollo
Especialmente diseñada para el tratamiento de infantil bajo la influencia de las diferentes capas
jóvenes con problemas de abuso de sustancias. Sus ambientales —familia, escuela, instituciones del
principios son los siguientes (Liddle, 1995): barrio, grupos religiosos, sociedad— que se van
solapando) y una perspectiva pragmática sobre
1. El presupuesto común a todas las terapias modelos de sistemas familiares. Se considera que
familiares en el sentido de que los proble­ los individuos «anidan» entre todos estos sistemas
mas de conducta de los jóvenes son el re­ interrelacionados (el individual, el familiar, el ex­
sultado de las interacciones familiares y, trafamiliar y el de los amigos), los cuales influyen
por ello, para cambiar el comportamiento sobre su desarrollo y su comportamiento de ma­
juvenil se requiere promover cambios en el nera recíproca. En estos diversos sistemas existen
sistema familiar. tanto factores de riesgo como factores de resisten­
2. Se trabaja con los miembros de la familia, cia o fortalecimiento, señalándose todos los que
el joven y sus padres, sobre temas o áreas aparecen en la tabla 8.2 (Edwards et al., 2001).
que tienen significado personal para ellos. Se interpreta que los problemas de conducta se
3. La implicación del joven y la de sus padres mantienen debido a la generación de transacciones
son consideradas la clave para el éxito del problemáticas, ya sea en uno de estos sistemas o
tratamiento, para lo cual se favorece la bien en alguna de las combinaciones entre ellos. En
alianza terapéutica y la estructuración de síntesis, los objetivos de la intervención van a ser
objetivos de interés mutuo para ellos. las interacciones en el seno de la propia familia y
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 216 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 217

TABLA 8.2
Factores de riesgo y de resistencia para el comportamiento antisocial

Contexto Factores de riesgo Factores de protección

Baja habilidad verbal. Inteligencia.


Actitudes favorables a la conducta antisocial. Ser primogénito.
Individual Sintomatología patológica. Temperamento fácil.
Sesgos cognitivos de atribución de intenciones hos­ Actitudes prosociales.
tiles a otros. Habilidades de resolución de problemas.

Falta de supervisión. Vinculación a los padres.


Disciplina inefectiva. Ambiente familiar de apoyo.
Desarmonía. Armonía entre los padres.
Familiar
Conflicto.
Padres con problemas (abuso de drogas, trastornos
mentales, delincuencia).

Amigos antisociales. Vínculos con amigos prosociales.


Amigos Pobres habilidades sociales.
Pocos amigos prosociales.

Bajo logro. Vinculación a la escuela.


Abandono.
Escuela Baja vinculación a la educación.
Características negativas de la escuela, como falta
de estructura y ambiente caótico.

Movilidad frecuente (cambio de barrio, ciudad...). Participación en actividades comunita­


Vecinos
Bajo apoyo comunitario. rias.
y comunidad
Subcultura delictiva. Firmes redes de apoyo.

Fuente: Elaborado a partir de Edwards et al., 2001, p. 99.

las interacciones de la familia con los otros sistemas fuerzas sistémicas como niveles de
relacionados (escuela, grupo de amigos, barrio y ­cambio.
comunidad más amplia) (Littell, 2005). 3. Las intervenciones se dirigen a promover la
La terapia multisistémica establece nueve prin­ conducta responsable y a decrecer la irres­
cipios básicos que deben guiar la evaluación, defi­ ponsable entre los miembros de la familia.
nición e intervención sobre los problemas de com­ 4. Se enfocan al presente y a la acción, aco­
portamiento del joven (Edwards et al., 2001): metiendo problemas específicos y bien de­
finidos.
1. El primer objetivo de la evaluación es com­ 5. Se dirigen a secuencias de conducta «den-
prender el «encaje» entre los problemas tro de» y «entre» los múltiples sistemas que
identificados y sus contextos sistémicos mantienen los problemas identificados.
más amplios. 6. Las intervenciones «propenden a» y «enca­
2. Los contactos terapéuticos ponen el énfa­ jan con» las necesidades de desarrollo del
­sis en los elementos positivos y utilizan las joven.
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 217 04/09/13 13:40


218 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

7. Están diseñadas de manera que requieren — El tratamiento debería incluir la atención a


esfuerzos sistemáticos (diarios o semana­ personas significativas para el joven en los
les) de los miembros de la familia. diversos sistemas en los que él participa (pa­
8. La eficacia de las intervenciones se evalúa dres, maestros, amigos...).
de modo continuo desde múltiples perspec­ — Debería dirigirse a los correlatos conocidos
tivas, y los terapeutas asumen la responsa­ del comportamiento antisocial, que tendrán
bilidad de «remover los obstáculos» que más relación con las necesidades del joven,
impidan resultados exitosos. su familia y el contexto ecológico que con
9. Las intervenciones se diseñan para promo­ las necesidades y preferencias del sistema
ver la generalización y el mantenimiento a de justicia.
largo plazo de los cambios terapéuticos, — Las intervenciones deberían incluir aquellas
fortaleciendo los recursos que sean necesa­ técnicas que han resultado más efectivas en
rios para atender a las necesidades de los las evaluaciones empíricas de los tratamien­
miembros de la familia en múltiples con­ tos.
textos sistémicos. — Por último, las intervenciones tendrían que
ser también sensibles y adaptadas a los va­
Como intervenciones específicas se utilizan to­ lores culturales de los jóvenes y de sus fa­
das aquellas técnicas terapéuticas que han mostrado milias.
mayor eficacia empírica con delincuentes, es decir, — Aunque diversos estudios avalan la efica­
técnicas esencialmente cognitivo-conductuales: re- cia de las intervenciones familiares (y par­
forzamiento, modelado, reestructuración cognitiva, ticularmente de la terapia multisistémica),
control emocional, etc. Al igual que otras terapias existen también algunas evaluaciones con­
familiares, la terapia multisistémica se aplica en tradictorias, por lo que debe continuar eva­
lugares de conveniencia de las familias (la propia luándose la eficacia de estos tratamientos de
casa, la escuela, una iglesia, un local del barrio) con manera cada vez más rigurosa y sistemá­tica.
la finalidad de facilitar al máximo la participación
de los miembros familiares (Edwards et al., 2001).
La terapia implica contactos intensivos y frecuen­ 8.7. Pigmalión o la reintegración
tes, a veces diarios, y los terapeutas se encargan de social a través del
entre cuatro y seis familias. Durante los últimos «desetiquetado» de los
años ha habido numerosas evaluaciones de la tera­ delincuentes
pia multisistémica, que han obtenido los mejores
resultados existentes hasta el momento en el trata­ Ovidio recoge en sus Metamorfosis la leyenda
miento de los delincuentes juveniles y otros proble­ del escultor Pigmalión, quien, a partir del amor que
mas de conducta tales como adicción a drogas (Cu­ siente por una hermosa estatua que ha tallado, con­
llen y Gendreau, 2006; Swenson, Henggeler y sigue (con el favor de Venus) darle vida y ganar él
Schoenwald, 2001). mismo su amor. Mediante la fe de Pigmalión en las
posibilidades de una estatua de frío mármol y me­
Del conjunto de experiencias desarrolladas me­ diante su amor y firme voluntad, la piedra deviene
diante terapias familiares pueden obtenerse las si­ vida animada y amorosa. El mito de Pigmalión se
guientes conclusiones importantes para la interven­ ha plasmado en múltiples obras literarias durante
ción con los delincuentes juveniles (Littell, 2005; dos mil años.
Swenson, Henggeler y Schoenwald, 2001): Maruna, LeBel, Mitchell y Naples (2004) han
aplicado la metáfora al campo de la rehabilitación
— El tratamiento debería ofrecerse en el am­ de los delincuentes, en un estimulante artículo ti­
biente natural del joven y su familia. tulado Pygmalion in the reintegration process: de-
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 218 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 219

sistance from crime through the looking glass, hecho delictivo aislado puede ser suficiente para
­sugiriendo que la reintegración social de los delin­ estigmatizar indefinidamente a una persona como
cuentes podría también facilitarse a través de la delincuente. Contrariamente, un centenar de actos
«creencia» social en ellos como personas no delin­ no delictivos pueden ser insuficientes para que al­
cuentes. Veamos con detalle los razonamientos de guien sea reconocido como no delincuente. Antes
estos autores. de que pueda limpiarse del estigma de haber sido
La cuestión de la desistencia del delito ha lle­ un delincuente, «pueden requerirse largos años de
gado a su mayoría de edad como área de estudio completa conformidad social ejemplar o incluso
científico durante los últimos años. Como todo una hiper-conformidad y servicio estelar a la comu­
campo de análisis, presenta diversas dificultades nidad» (Lofland, cita tomada de Maruna et al.,
conceptuales. Tal vez la principal es la definición y 2004).
operativización del concepto de desistencia. Apa­ Aunque, según se ha comentado, en la actuali­
rentemente, la definición sería clara: desistir del dad existen algunos instrumentos de predicción del
delito significa abstenerse de cometer nuevas con­ riesgo de violencia futura, no hay una prueba má­
ductas delictivas. Pese a ello, concretar la desisten­ gica que permita establecer de modo preciso si una
cia en la práctica no resulta tan sencillo. La desis­ persona va o no a reincidir. Incluso la valoración de
tencia, o cese en la conducta delictiva, podría un delincuente como de «bajo riesgo» puede llevar­
confundirse con las «pausas» o «recesos» que sue­ le a ser tratado como sospechoso y persona de la
len hacer los delincuentes entre delitos. Se ha esti­ que debe tenerse miedo. Ello puede tener un cierto
mado que incluso un período de cinco años, e in­ sentido y lógica social en cuanto que la conducta
cluso de diez años, sin delitos podría no ser pasada es el mejor predictor de la conducta futura.
garantía absoluta de que la delincuencia haya fina­ Sin embargo, otra perspectiva posible es que el es­
lizado completamente. cepticismo social hacia la reforma de los ex delin­
El problema de la desistencia en el delito es un cuentes podría exacerbar precisamente el fracaso en
reto notable para la investigación. Pero, en otro or­ su rehabilitación. La argumentación es sencilla: si
den de cosas, la desistencia constituye también un no se ofrecen oportunidades a las personas que in­
problema importante para los ex delincuentes, en tentan hacer un esfuerzo en dirección a la «desis­
cuanto que a menudo suelen ser tratados como «en tencia» del delito, ello podría transformarse en un
riesgo» de reincidir en el delito a menos que «prue­ acicate hacia su reincidencia. Esta misma es la pre­
ben ser inocentes». Esto es especialmente notorio misa central de la teoría del etiquetado: la delin­
cuando se excarcela, tras el cumplimiento de su con­ cuencia persistente podría no ser debida a rasgos o
dena, a alguien que cometió en su día delitos muy características individuales sino que podría expli­
graves y alarmantes, como asesinatos, maltrato, vio­ carse mediante un proceso de «continuidad acumu­
laciones o abusos sexuales. Entonces suele produ­ lativa» en el que a ciertas personas les son cerradas
cirse una gran alarma pública, a menudo promovida las oportunidades para una vida convencional adul­
por los propios medios de comunicación, y no es ta (lo que implica un trabajo, una vivienda, amigos
infrecuente que se proponga la creación de registros no delincuentes, etc.) como consecuencia de opcio­
públicos de maltratadores, violadores y otros delin­ nes delictivas que dichas personas adoptaron mu­
cuentes graves o la creación de medidas de control chos años antes, en su adolescencia (Sampson y
posteriores al cumplimiento de las condenas. Laub, 1997). Así, el proceso de «desviación» y
Como se ha puesto de relieve en psicología so­ «etiquetado» podría operar bloqueando las oportu­
cial, es más fácil catalogar a alguien como «desvia­ nidades individuales para lograr educación, trabajo,
do» o «antisocial» que lo contrario: darle a alguien amigos e incluso para tener una pareja. Braithwaite
las credenciales de persona reformada (Liebling y (1996, 2000) ha comentado que cuando las relacio­
Maruna, 2005). A este proceso se le ha denomina­ nes sociales estigmatizan, segregan y excluyen, las
do «sesgo de negatividad», en el sentido de que un personas excluidas ven limitado el logro de su pro­
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 219 04/09/13 13:40


220 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

pio autorrespeto y su afiliación en el mundo proso­ la desistencia del delito. De modo semejante, po­
cial, y entonces sus oportunidades preferentes se­ drían establecerse también dos fases en el proceso
rían la vinculación a grupos culturales marginales, de desistencia. La desistencia primaria haría refe­
en un círculo vicioso persistente. rencia a cualquier receso o pausa que realiza un
Hasta ahora no se había reflexionado acerca del sujeto en la comisión de delitos a lo largo de su
papel que podría desempeñar el proceso de la in- carrera delictiva. Debido a que las pausas entre de­
versión del etiquetado como mecanismo de favo­ litos pueden ser algo habitual, la prevención prima­
recimiento de la desistencia del delito. Maruna et ria no presentaría aquí mayor interés teórico. Por
al. (2004) han planteado una estimulante perspec­ su parte, la desistencia secundaria consistiría en el
tiva del «desetiquetado» a través de la metáfora del movimiento del individuo desde una pausa en su
autocontrol en espejo, que podría ayudar a comple­ delincuencia (desistencia primaria) hacia la asun­
mentar la comprensión de la desistencia. En tal ción del papel o identidad de persona distinta y no
dirección se aduce que la noción de «rehabilita­ delincuente. En este sentido, la desistencia secun­
ción» es un proceso negociado en la interacción daria no sería sólo un receso en el delito sino que
entre un individuo y otras personas significativas los roles personales habrían cambiado realmente y
de su entorno y de la comunidad, de modo que no se habrían reorganizado roles nuevos, no delictivos.
sólo un individuo debe aparecer como una persona Existe evidencia científica de que la desistencia a
convencional sino que es imprescindible que los largo plazo se acompaña de cambios identificables
otros lo acepten como tal. y medibles en términos de la identidad personal o
Hace más de medio siglo que Lemert diferenció yo individual de los sujetos. En paralelo a la formu­
entre desviación primaria y secundaria. La desvia­ lación de Lemert, el proceso de reorganización del
ción primaria incluye las experiencias iniciales de autoconcepto podría ser atribuido a procesos «en
un sujeto con comportamientos desviados o delicti­ espejo» de la reacción social. En esencia, la idea
vos. La desviación secundaria se incorporaría al sería la siguiente: como quiera que los delincuentes
individuo desde fuera. La desviación primaria po­ experimentan recesos o pausas en la comisión de
dría ser debida a una variedad de causas, tales como delitos (por diferentes circunstancias, lo que puede
problemas familiares, alcoholismo, etc. Sin embar­ incluir también su participación en un tratamiento),
go, la desviación secundaria aparecería cuando la podría ser que aquellos que fueran etiquetados
persona comienza a emitir comportamientos desvia­ como rehabilitados durante tales recesos o pausas
dos como medio de defensa, de ataque o de ajuste tuvieran mayor probabilidad de evolucionar hacia
de sus relaciones problemáticas, abiertas o encubier­ una desistencia secundaria. En otras palabras, la
tas, derivadas de la reacción social hacia él (Lemert, desistencia podría facilitarse cuando el cambio de
197?, 1981). Según esta perspectiva, las carreras conducta en la persona que desiste es reconocido
criminales persistentes se generarían a partir de la por otros y reflejado hacia él como un proceso de
identidad personal como desviado. Lemert analiza «desetiquetado». Ciertamente, el sistema de justicia
por qué algunas personas primariamente desviadas criminal es poco dado a reforzar los logros positi­
inician una reorganización simbólica en su propia vos, y suele sentirse mucho más confortable con el
identidad y otras no. Concibe este fenómeno «en papel de detectar y castigar los delitos. Sin embar­
espejo», sugiriendo que los individuos que son es­ go, desde una perspectiva científica, los principios
tigmatizados como desviados o delincuentes (por la y las prácticas psicológicas más efectivas, tal y
justicia y por la sociedad), con toda la caracteriza­ como se han puesto de relieve en esta obra, refren­
ción negativa que ello comporta, comenzarían a per­ dan que las estrategias de refuerzo aventajan clara­
cibirse a sí mismos con las mismas características mente en eficacia a las de castigo.
que les son atribuidas por las otras personas. Algunos autores han descrito el proceso de «de­
Pues bien, estos mismos conceptos podrían, se­ setiquetado» como el de una especie de «certifica­
gún Maruna et al. (2004), ayudar en el estudio de ción de desistencia» delictiva, y se ha sugerido que
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 220 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 221

ésta podría formalizarse en ciertos rituales sociales los», que implican devaluaciones o ensalzamientos
o ceremonias de elevación de estatus, que podrían «arbitrarios» de ciertas características (por ejemplo,
servir para anunciar pública y formalmente que una del color de sus ojos) y de los supuestos rasgos y
persona «se comporta» de modo diferente y «es» comportamientos («buenos» o «malos») que se vin­
ahora distinta. En tales rituales, miembros recono­ cularían a dichas características, lo que inmediata­
cidos de la comunidad convencional podrían publi­ mente incide en sus estados anímicos y en su ren­
citar y certificar que los delincuentes han cambiado dimiento escolar. Tras ello, el proceso se revierte a
y que ahora deben ser considerados como no delin­ través del desetiquetado, produciéndose los efectos
cuentes. Al igual que sucede con las ceremonias de positivos aquí planteados para la desistencia secun-
degradación, las ceremonias de «desetiquetado» daria. El mismo experimento fue llevado a cabo
podrían resultar más efectivas cuando se orientasen ­con funcionarios de prisiones norteamericanos que
no a comportamientos específicos, sino a la perso­ asistían a un curso de formación periódica, con re­
na como un todo, ya que ello podría tener efectos sultados impactantes en la estigmatización y en la
saludables sobre las identidades globales de los su­ posterior recuperación de los grupos.
jetos. También podría esperarse que tales ceremo­ A pesar de todo, no existe evidencia científica
nias tuviesen efectos positivos más poderosos si directa de que los mismos efectos puedan obtener­
fueran «administradas» por personas de estatus ele­ se con delincuentes. Aunque el planteamiento for­
vado en el marco de la justicia penal (por ejemplo, mulado por Maruna et al. (2004) es ciertamente
profesionales del tratamiento o, por qué no, jueces, muy estimulante para la investigación futura, en el
fiscales o directivos penitenciarios), más que exclu­ ámbito de la rehabilitación de los delincuentes debe
sivamente por familiares o amigos del sujeto. Con tenerse la debida prudencia sobre lo anterior, ya que
ello se intentaría invertir, en espejo, el etiquetado los datos indican que muchos delincuentes partici­
(como delincuente) que fue el resultado de las ce­ pantes en un tratamiento no son meras víctimas de
remonias de degradación, que son realizadas en el procesos arbitrarios de etiquetado sino sus agentes
marco de la justicia por personas de estatus elevado, causales, a partir de sus graves conductas antisocia­
tales como jueces y fiscales. les. En tal sentido, Maruna et al. (2004) reconocen
Existirían algunas evidencias científicas que que la rehabilitación de los delincuentes no puede
apoyarían esta suerte de efecto Pigmalión en el pro­ ser sólo el resultado de desetiquetado sino que se
ceso de reforma conductual. Por ejemplo en un ex­ requieren esfuerzos múltiples y proactivos que fa­
perimento realizado en 1977 se informó a profesio­ ciliten los cambios de actitudes y comportamiento
nales del tratamiento de alcohólicos que se había que permitan a los sujetos ganarse y merecer una
realizado un test para determinar qué sujetos tenían nueva consideración social como personas no de­
mayores posibilidades de éxito en el tratamiento. lincuentes.
En realidad no se había efectuado test alguno, sino
que los individuos habían sido asignados a los gru­
pos de «mayor» y «menor» probabilidad de éxito al Resumen
azar. Pese a ello, los sujetos que fueron «identifica­
dos» como de mayor probabilidad de éxito suscita­ Según se ha visto, el tratamiento puede cambiar
ron una atmósfera de mayor optimismo en los tera­ aspectos personales relevantes de los delincuentes
peutas y obtuvieron, a la postre, un mejor resultado con el objetivo de reducir su riesgo delictivo futuro.
en cuanto a su abstinencia de la bebida (frente al Sin embargo, la experiencia indica que dichos cam­
grupo etiquetado al azar como de peor pronóstico). bios no siempre son definitivos, sino que a menudo
Este mismo efecto se ha observado en escolares, en se producen retornos «imprevistos» a la actividad
lo que se conoce como la experiencia «Una clase delictiva, o recaídas en el delito. Es más probable
dividida». En este experimento una maestra asigna que ello suceda cuando el sujeto entra en contacto
a grupos de niños etiquetas como «buenos» o «ma­ con sus ambientes habituales, y se expone de nuevo
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 221 04/09/13 13:40


222 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

a los factores de riesgo situacionales que pueden y delincuentes violentos en general. También que
estar en el seno de su propia familia o junto a sus se incorporen a los programas de tratamiento facto­
amigos. Así, uno de los grandes objetivos actuales res protectores naturales, como puedan ser personas
del tratamiento de la delincuencia es promover la relevantes para el sujeto tales como su pareja u otros
generalización de los logros terapéuticos, obtenidos familiares, así como personas significativas de sus
en la terapia, a los contextos habituales del sujeto contextos educativos y laborales. Asimismo, que se
y facilitar el mantenimiento de dichas mejoras a lo atienda en la planificación de los tratamientos a las
largo del tiempo. características de la comunidad (por ejemplo, los
Con los anteriores propósitos se han concebido barrios) a los que han de volver los delincuentes,
y aplicado dos grandes tipos de técnicas. Las técni­ con tal de prevenir especialmente los factores de
cas de «generalización y mantenimiento», más tra­ riesgo que allí puedan encontrarse (concentración
dicionales, tienen como objetivo la transferencia de probreza, desempleo, tráfico y consumo de dro­
proactiva de las nuevas competencias adquiridas gas, etc.).
por los delincuentes durante el programa de trata­ Se ha ejemplificado, mediante la presentación
miento. Para ello emplean estrategias como las si­ esquemática de algunos programas de los Servicios
guientes: programas de refuerzo intermitentes (en Correccionales Canadienses, el diseño de progra­
lugar de continuos), entrenamiento amplio de habi­ mas de mantenimiento de los logros terapéuticos
lidades por diversas personas y en múltiples luga­ obtenidos en tratamientos previos. Así, están dispo­
res, inclusión en el entrenamiento de personas cer­ nibles programas de mantenimiento de habilidades
canas al sujeto (que luego estarán en sus ambientes cognitivas, de manejo de las emociones y de la ira
naturales), uso de consecuencias y gratificaciones y de integración comunitaria.
habituales en los contextos del individuo (más que Se ha puesto de relieve que uno de los mejores
artificiales) y control estimular y autocontrol. modos de prevención del delito consiste en el desa­
Una técnica más reciente y específica es la de rrollo de programas familiares. Actualmente uno de
«prevención de recaídas», que comenzó siendo di­ los tratamientos juveniles más avalados por la in­
señada para el campo de las adicciones y después vestigación evaluativa es la denominada terapia
se trasladó al del tratamiento de los delincuentes. multisistémica (MST), de Henggeler y sus colabo­
Su estructura general consiste en entrenar al sujeto radores. Esta terapia parte de la consideración de
en: a) detección de situaciones de riesgo de recaída que el desarrollo infantil se produce bajo la influen­
en el delito; b) prevención de decisiones aparente­ cia combinada y recíproca de distintas capas am­
mente irrelevantes, que pese a parecer inocuas le bientales, que incluyen la familia, la escuela, las
podrán en mayor riesgo, y c) adopción de respues­ instituciones del barrio, etc. En todos estos sistemas
tas de afrontamiento adaptativas. Desde el ámbito hay tanto factores de riesgo para la delincuencia
del tratamiento de la agresión sexual se ha incorpo­ como factores de protección. A partir de ello se
rado a la prevención de recaídas el concepto de establece una serie de principios básicos entre los
«cadena cognitivo-conductual», en que diversos que se encuentran los siguientes: se ha de evaluar
eventos (o eslabones) conductuales y cognitivos son el «encaje» entre los problemas identificados en los
interpretados por el individuo (de modo distorsio­ distintos sistemas; se pone énfasis para el cambio
nado) como un ascenso irremediable hacia la recaí­ terapéutico en los elementos positivos; la terapia se
da en el delito. orienta a promover la conducta responsable y se
En la actualidad se destaca el papel decisivo que enfoca al presente y a la acción; las intervenciones
debe desempeñar la comunidad social en la preven­ deben encajar con las necesidades del joven, y se
ción de las recaídas en el delito. En concreto, se programa la generalización y el mantenimiento de
considera importante que al efecto se creen servi­ los logros. La terapia multisistémica utiliza como
cios específicos de ayuda y prevención de recaídas, intervenciones específicas todas aquellas técnicas
por ejemplo para maltratadores, agresores sexuales que han mostrado mayor eficacia con los delincuen­
©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 222 04/09/13 13:40


Mantenimiento de los logros y prevención de recaídas / 223

tes, tales como reforzamiento, modelado, reestruc­ cuando son condenados por la justicia (como resul­
turación cognitiva, control emocional, etc. Se apli­ tado, a menudo, de graves delitos), son etiquetados
ca en los lugares y horarios de preferencia de los y estigmatizados, y ello con toda seguridad tiene
sujetos, lo que a menudo incluye domicilios fami­ efectos perniciosos sobre su vida presente y sobre
liares, centros de barrio, horarios de comidas o fines sus posibilidades futuras. En un paralelismo inver­
de semana. so con lo anterior, la reinserción social de los de­
Por último, se ha prestado atención a la cuestión lincuentes probablemente también requiere un pro­
de la desistencia del delito y a la necesidad de que ceso final de «desetiquetamiento», que formalice su
las sociedades promuevan la reaceptación de los vuelta a la comunidad social y reinstaure su consi­
delincuentes en la vida social (familiar, laboral, de deración como no delincuentes. Evidentemente, no
ocio, etc.). Esta idea se ha presentado mediante el sólo es necesario confiar en su reinserción, sino
mito del escultor griego Pigmalión, quien amando prepararla antes de manera activa mediante los ade­
a una hermosa estatua y teniendo fe en ella logró cuados tratamientos, que son el objetivo principal
conferirle vida y obtener su amor. Los delincuentes, de este manual.

©  Ediciones Pirámide

08_Delincuentes.indd 223 04/09/13 13:40


08_Delincuentes.indd 224 04/09/13 13:40
Evaluación de la eficacia del tratamiento 9

Este capítulo dirige su atención a la evalua- los principales diseños intersujetos, o de com-
ción de la eficacia de la aplicación de un pro- paración entre grupos, e intrasujetos, o de un
grama de tratamiento. Para ello presenta tanto solo grupo al que se evalúa en diferentes mo-
las estrategias más útiles para medir dicha efi- mentos temporales. Por último, se proponen
cacia como los diseños de evaluación que pue- diversos sistemas para ponderar la calidad de
den utilizarse para recoger, ordenar y analizar los diseños de evaluación en el campo del tra-
los datos producidos como resultado del im- tamiento de los delincuentes.
pacto del programa. En concreto, se exponen

Probablemente la acepción más directa que su­ cia de disponer de intervenciones eficaces (Crigh­
giere el término «evaluación» es la referida a los ton, 2006a). El análisis de la efectividad de los
cambios o resultados positivos que produce un tra­ programas que se aplican sólo puede aportar ven­
tamiento. En delincuencia, la cuestión de la eficacia tajas y beneficios al desarrollo científico y aplicado
puede parecer bastante meridiana: simplemente se del tratamiento, tanto directamente a los propios
trata de responder a la pregunta de si, como resul­ sujetos que siguen los programas como también a
tado del tratamiento, las tasas de delincuencia se las instituciones responsables de su aplicación.
han reducido. Sin embargo, la respuesta a esta pre­ Otro aspecto importante que concierne a la eva­
gunta no siempre será tan sencilla como podría luación de la eficacia se refiere al efecto placebo,
aparentar. implícito en todo tipo de tratamientos. El efecto
La comprobación científica de la eficacia de las placebo (cuya influencia se ha llegado a estimar en
intervenciones y programas que se realizan consti­ los ámbitos clínicos en un rango de entre el 20 por
tuye en la actualidad un objetivo de máxima prio­ 100 y el 70 por 100) parece estar presente no sólo
ridad debido a dos razones fundamentales: en pri­ en los tratamientos manifiestamente inactivos, sino
mer lugar, debido a la existencia de diversos también en los que se han probado efectivos, de
modelos teóricos y de un amplio inventario de in­ modo que en unos y otros podría estar explicando
tervenciones que supuestamente pretenden los mis­ una parte sustancial de los logros observados (Ami­
mos objetivos de reducción del riesgo delictivo. La go et al., 2003). Aunque no son muchos los estudios
segunda razón para someter a evaluación científica empíricos existentes sobre este particular en proble­
las técnicas y los programas es la creciente exigen­ mas específicos, la investigación futura debería
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 225 04/09/13 13:43


226 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

prestar mayor atención a la influencia placebo in­ convictos, y más todavía si han seguido un trata­
mersa en los tratamientos para deslindarla de la miento, no tornen a delinquir. Según esta expecta­
eficacia real de cada una de las intervenciones y tiva, la reincidencia sería la mejor medida de la
técnicas aplicadas. eficacia del tratamiento (y debería serlo también de
La aplicación de un programa terapéutico re­ las medidas penales en sí).
quiere también la evaluación continua de los casos Sin embargo, la medida de la reincidencia de­
en tratamiento. En dicha evaluación se pueden di­ lictiva presenta diversos problemas como los
ferenciar tres momentos relevantes (además de la siguien­tes (Brown, 2005; Israel y Hong, 2006; Mc­
propia evaluación inicial) (Echeburúa, 1993): 1) la Guire y Priestley, 1995; Thornton, 1987):
evaluación durante el tratamiento, cuyo objetivo
fundamental es conocer si la intervención está re­ 1. Es difícil establecer una medida válida (o
sultando exitosa o si, por el contrario, deberán efec­ «verdadera») de la reincidencia delictiva.
tuarse cambios y ajustes en el programa; 2) la eva­ En las evaluaciones se han utilizado distin­
luación final, que permite saber si los objetivos se tos parámetros de la reincidencia: autoin­
han conseguido o no, y en qué grado, así como el formes de los propios sujetos sobre los de­
nivel de satisfacción del sujeto o sujetos (Israel y litos que habrían cometido (aunque no se
Hong, 2006), y 3) la evaluación durante el segui- hayan conocido oficialmente), nuevos epi­
miento, que permite ponderar si los logros obteni­ sodios de control por parte de la policía
dos en la terapia se han generalizado a la vida co­ (por ejemplo, identificación o cacheo de un
tidiana del individuo y se mantienen en el tiempo. individuo en la calle) o nuevas detenciones,
Uno de los graves problemas al que a menudo la aplicación a los sujetos de nuevas con­
se enfrenta el tratamiento psicológico es, según se denas (de cualquier tipo) o de nuevas penas
ha visto, el de la generalización y mantenimiento a graves como lo son las de prisión. Cada una
largo plazo de los resultados logrados durante la de estas medidas de la reincidencia delicti­
intervención. Un desarrollo importante a este res­ va tienen sus problemas de validez, y las
pecto lo constituyen los programas de manteni­ magnitudes de las diferentes medidas no
miento y de prevención de recaídas, que se utilizan son siempre paralelas ni comparables.
en diversos problemas de comportamiento y tam­ 2. Dificultad de fiabilidad (o estabilidad) de
bién con los agresores y delincuentes. En esencia la medida de la reincidencia. Por ejemplo,
se trata, según vimos, de enseñar a los sujetos ha­ es improbable que los delitos autoinfor­
bilidades de anticipación de posibles situaciones de mados por los sujetos incluyan siempre
riesgo y el uso de estrategias de afrontamiento para (tanto antes como después de un trata­
evitarlas o para encarar las propias recaídas (An­ miento) todos los delitos que realmente
drews y Bonta, 2006; Fernández-Montalvo y Eche­ han cometido (es posible que no informen
burúa, 1997a; Laws, 2001; McCrady, Rodríguez y de los más graves) o que las penas de pri­
Otero, 1997; White, 2000). sión aplicadas a un sujeto representen el
Para plantear el problema de la eficacia del trata­ espectro completo de su incidencia delic­
miento de los delincuentes es necesario delimitar una tiva.
serie de conceptos, lo que se hará a continuación. 3. Como han advertido Maruna et al. (2004),
los delincuentes pueden estar inactivos du­
rante períodos temporales más o menos
9.1. La reincidencia y otras prolongados, pero podría tratarse sólo de
medidas de eficacia «recesos» entre delitos, y no de una verda­
dera «desistencia» delictiva. La comproba­
Desde el punto de vista de la justicia y de la ción de la desistencia aconseja evaluar la
opinión pública, se aspira a que los delincuentes reincidencia durante períodos de segui-
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 226 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 227

miento prolongados, de tres años o más, cirse también una gran mortalidad experi-
para asegurar la validez (o veracidad) de las mental, debida generalmente a razones ju­
tasas de reincidencia. Ello hace aún más rídico-penales (traslados judiciales,
difícil la evaluación de la reincidencia de­ cambios de centro, etc.). Ello puede llegar
lictiva. a constituir un problema metodológico im­
4. La reincidencia (tanto la «oficial», o cono­ portante. Por ejemplo, en un programa des­
cida por la justicia, como, a veces, la no crito por Garrido, Redondo y Pérez (1989),
oficial) se enfrenta al problema metodoló­ en el que se aplicó un paquete de técnicas
gico de las «tasas base bajas». Este proble­ de entrenamiento cognitivo a internos del
ma hace referencia al hecho de que, para centro penitenciario de Jóvenes de Barce­
algunas tipologías de delincuentes, como lona, los grupos experimental y control su­
los sexuales o los maltratadores familiares, frieron, a lo largo del período de dos meses
las tasas oficiales de reincidencia son bajas, que duró la aplicación, una merma de más
situándose habitualmente en torno al 20 por del 50 por 100 sobre un «n» total de 56
100 o 30 por 100. Esta reducida reinciden­ sujetos. Situaciones como ésta crean un
cia base o «natural» (es decir, ya sin nece­ grave dilema a los investigadores y ponen
sidad de que se aplique un tratamiento) di­ en entredicho la evaluación: por un lado,
ficulta la evaluación (con la debida potencia no parece razonable reflejar en la evalua­
estadística1) del impacto que el tratamiento ción final aquellos casos que no han pasado
de los sujetos podría tener en la disminu­ por todas las fases de tratamiento, pero, por
ción de sus tasas delictivas. Es decir, como otro, su exclusión conlleva importantes
en muchos casos entre el 70 por 100 y el riesgos de sesgo de la muestra final.
80 por 100 de los delincuentes no reincide 5. Por último, la medida de la reincidencia
oficialmente, para detectar un impacto sig­ delictiva puede ser una medida sensible de
nificativo del tratamiento se requieren dos la delincuencia pero no necesariamente lo
condiciones metodológicas (Brown, 2005): es de la reintegración social de un indivi­
1) para que se aprecien sus efectos, el duo. Es decir, la reincidencia puede infor­
­tratamiento necesita poseer una eficacia mar más sobre los fracasos de integración
contundente, y 2) se requieren grandes social que sobre los posibles éxitos en el
muestras de sujetos tratados. Estas dos con­ camino de la reintegración, aunque puedan
diciones metodológicas constituyen reque­ ser parciales (tales como seguir un curso de
rimientos difíciles para los actuales trata­ formación laboral, buscar un empleo o en­
mientos y evaluaciones en el campo de la tablar relación con una pareja prosocial).
delincuencia, en que ni los tratamientos En tal sentido, la reincidencia puede care­
pueden tener resultados espectaculares ni cer de la suficiente sensibilidad como me­
es fácil evaluar a amplias muestras de indi­ dida del éxito rehabilitador que en teoría
viduos. Además, en las evaluaciones del podría estar teniendo un programa de tra­
tratamiento de la delincuencia suele produ­ tamiento.

1
  La potencia estadística, en lo tocante a la evaluación de es decir, de concluir erróneamente que un tratamiento es efecti­
un tratamiento, es una medida de la convicción científica (en vo cuando en realidad no lo es; el Error Tipo II es lo inverso, la
términos de probabilidad) con que puede afirmarse que el resul­ probabilidad de afirmar indebidamente la hipótesis nula, conclu­
tado positivo obtenido por el tratamiento significa que realmen­ yendo que el tratamiento en ineficaz pese a ser en realidad efec­
te el tratamiento funciona. De manera más precisa, dicha medi­ tivo. Pues bien, la potencia estadística es la probabilidad de
da guarda relación con los denominados errores estadísticos: el evitar un Error Tipo II, es decir, la probabilidad de rechazar la
Error Tipo I es la probabilidad existente de rechazar indebida­ hipótesis nula (que el tratamiento no funciona) siendo efectiva­
mente la hipótesis nula (aquí, que el tratamiento no funciona), mente falsa (que en realidad no funciona).

©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 227 04/09/13 13:43


228 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Así pues, aunque abolir o reducir la reincidencia familiares, su educación y entrenamiento laboral, su
delictiva constituye el objetivo final de la aplicación participación en diversas actividades prosociales
de un tratamiento con delincuentes, la evaluación de (que impliquen, por ejemplo, su conexión con gru­
su eficacia podría y debería ser mucho más rica y pos deportivos, de ocio, etc.), el tratamiento de sus
variada en sus medidas (Israel y Hong, 2006). En posibles adic­ciones y, en suma, la inhibición de su
otras palabras, todos los tratamientos asumen (im­ conducta violenta y antisocial. Sin embargo, la esen­
plícita o explícitamente) un modelo causal como el cia del tratamiento de los delincuentes es esperar
representado en el engranaje metafórico de la figura que estos cambios psicológicos y conductuales
(véase la figura 9.1). El tratamiento (como variable (mientras dura la medida penal) se trasladen a futu­
independiente-VI, representado por la rueda dentada ros cambios en su comportamiento en la sociedad:
más a la izquierda de la figura) intenta influir sobre (representados por la rueda superior derecha), en
sujetos que generalmente están cumpliendo una me­ términos de mejores vínculos familiares, empleo,
dida educativa (en el caso de los menores) o una abstinencia del consumo de alcohol y otras drogas
pena de privación de libertad u otra (en el caso de y, finalmente, no reincidencia en el delito.
los adultos). En primera instancia, puede esperarse Se ha señalado también (Israel y Hong, 2006)
que, como resultado de la influencia directa del tra­ la conveniencia de una evaluación plural de los tra­
tamiento, se produzcan algunos cambios en la vida tamientos de los delincuentes en que, más allá de
diaria de los sujetos, en el marco de la propia medi­ las medidas de eficacia anteriormente mencionadas,
da penal (corona dentada inferior). Podrían esperar­ se evalúen otras variables (véase figura 9.1) como
se esencialmente dos tipos de cambios (en la parte su capacidad para «incorporar» a más sujetos al
central e inferior derecha del cuadro 9.1): 1) mejoras tratamiento y derivarlos así de medidas penales (por
psicológicas en su pensamiento y sus actitudes pro­ ejemplo, evitando su internamiento), la «satisfac­
sociales, su empatía y su competencia social, y 2) ción» expresada por los sujetos o usuarios del tra­
mejoras conductuales en lo referido a sus vínculos tamiento, el «impacto favorable» que pueden tener

Figura 9.1.—Modelo causal de influencia del tratamiento sobre variables psicológicas y de conducta de los sujetos.

©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 228 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 229

los programas de tratamiento sobre la propia orga­ luativo de este campo debe basarse muy a menudo
nización del sistema de justicia y sobre su personal exclusivamente en dicha medida, a pesar de las
(satisfacción laboral, disminución del estrés, efica­ dificultades que han sido comentadas.
cia en sus objetivos, etc.) y el «coste-efectividad de A pesar de todo, y como propuesta de avance y
los programas» (es decir, el grado en que se consi­ mejora en el campo de la evaluación del tratamien­
gue la mayor eficacia al menor coste) (Israel y to de los delincuentes, se propone aquí un modelo
Hong, 2006; McDougall, Cohen, Swaray y Perry, de evaluación más ambicioso, que se sitúa en un
2003). En los estudios de coste-efectividad de los punto intermedio entre dos posibles extremos: el
programas de tratamiento de la delincuencia se han uso de una sola medida (generalmente de reinciden­
estimado, transformándolos a costes económicos, cia) vs. la utilización de todas las posibles medidas
tanto aquellos costes directos del delito para la víc­ de eficacia que han sido comentadas. De un modo
tima y la sociedad (valor de las propiedades robadas concreto, para progresar en la evaluación de la efi­
o destruidas, factura hospitalaria en caso de lesio­ cacia, se propone un modelo, basado en el principio
nes, costes de persecución del delincuente, etc.) de triangulación, que se ha denominado evaluación
como los indirectos o intangibles (reducción en la 3 x 3, que prescribi­ría:
calidad de vida de la víctima, bajas laborales, mie­
do al delito, etc.) (Welsh y Farrington, 2001). Como 1. El uso de tres medidas de eficacia distintas,
medidas de la efectividad se han ponderado aspec­ una de las cuales debería ser, en todo caso,
tos como la disminución del número de delitos, la de reincidencia. Desde una perspectiva me­
reducción de los gastos en salud por razón de vic­ todológica, ello es consistente con el requeri­
timación delictiva, la disminución de los costes del miento evaluativo de triangulación. Por otra
encarcelamiento, el incremento del empleo de los parte, una evaluación de la reincidencia es a
delincuentes tratados, etc. (Cohen, 2001). todas luces imprescindible en este campo.
Cada vez más los programas sociales requieren, 2. La utilización de tres fuentes de informa­
y probablemente requerirán más aún en el futuro, ción distintas para evaluar las anteriores
una perspectiva también económica (Israel y Hong, medidas de eficacia. En este requerimiento
2006). En un mundo con múltiples necesidades de también está implícita la conveniencia de
todo tipo y con recursos limitados, las preguntas la triangulación.
sobre cuánto cuestan los servicios públicos en fun­ 3. La medición de la reincidencia durante un
ción de lo que logran tienen cada vez mayor im­ período de seguimiento mínimo de tres
portancia e interés. El día que esta pregunta se años. De acuerdo con la investigación ac­
formule de modo abierto y directo a los sistemas tual, tres años es un período que cubre, en
de justicia penal (juvenil y adulta) es probable que general, el mayor porcentaje de todas las
los resultados no sean muy halagüeños para la efi­ posibles reincidencias de una muestra. Pese
cacia de las medidas punitivas y, si se es coheren­ a todo, tres años sería, en este modelo de
te, se reduzca su utilización en favor de medidas evaluación, el mínimo tiempo necesario
de rehabilitación y de reinserción social, más acor­ para evaluar la reincidencia, pero dicho pe­
des con los vigentes conocimientos científicos. ríodo podría idealmente prolongarse.
Así pues, las posibilidades para medir la in­
fluencia e eficacia del tratamiento de los delincuen­ Si se tuvieran en cuenta y se aplicaran los re­
tes son diversas y complejas, y la medida de la querimientos planteados en el anterior modelo de
reincidencia es sólo una medida final y acumulativa evaluación 3 x 3, cabría esperar que la investigación
de todas ellas (Lösel, 2001). En todo caso, la reduc­ sobre la eficacia del tratamiento de los delincuentes
ción de la reincidencia, como desiderátum penal, dispusiera de mucha más información evaluativa de
ha sido la medida de eficacia del tratamiento más la que dispone en la actualidad, lo que permitiría
utilizada. Por ello, en la actualidad, un análisis eva­ avanzar a lo largo de los próximos años en el cono­
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 229 04/09/13 13:43


230 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

cimiento de la efectividad de los tratamientos y, a evaluación, tales como experimentos de la­


la postre, en la mejora de dichos tratamientos. boratorio. Guarda estrecha relación con la
Por otro lado, desde el punto de vista teórico, un validez interna de un tratamiento, relativa
aspecto muy importante de la concepción y evalua­ a si se ha logrado el suficiente control de
ción de un programa es el referente a cuál es el ve­ variables como para poder afirmar con ga­
hículo de cambio que propone (McGuire, 2001c, rantía que los resultados observados son
2006). Es decir, cuáles son los mecanismos hipoté­ debidos a la influencia del tratamiento, y
ticos mediante los que se considera que las acciones no a otros factores (Hollin, 2006).
terapéuticas producirán los efectos esperados. Un 2. Efectividad: concierne a los logros obteni­
problema clave de la evaluación de la eficacia de los dos en situaciones reales (no ideales, o de
tratamientos, que habrá que cuidar especialmente en laboratorio). Se relaciona con la validez ex-
el futuro, tiene que ver con lo que Smith (1999) ha terna de determinada técnica psicoterapéu­
denominado el «pragmatismo ingenuo», o la visión tica, o el grado en que puede afirmarse que
simplista según la cual la investigación psicoterapéu­ el procedimiento del tratamiento y sus
tica ha de concentrarse en descubrir (y sólo en ello) efectos son generalizables a distintas situa­
lo que funciona, sin prestar atención a los mecanis­ ciones y contextos (Hollin, 2006).
mos por los cuales funciona. Esta visión puede re­ 3. Eficiencia: se refiere a la capacidad de una
sultar muy estrecha y existen múltiples ejemplos en intervención para obtener resultados favo­
la historia de la ciencia en general, y específicamen­ rables pero tomando, a la vez, en cuenta sus
te en la medicina y en la psicología, que contravienen respectivos costes (incomodidades para los
que éste sea un camino útil. Los descubrimientos sujetos, duración del tratamiento, riesgo de
casuales del poder curativo de ciertas sustancias o otros problemas colaterales, etc., y también
procesos sólo han resultado verdaderamente útiles y costes económicos).
generalizables cuando ha sido posible, a través de la
investigación, delimitar los mecanismos científicos Estas tres acepciones de eficacia hacen referen­
de su acción. [...] «Los investi­gadores de la psicote­ cia a aspectos parcialmente distintos y, por ello, no
rapia deben aprender de la historia de la ciencia y son equivalentes sino complementarias. De tal
concentrarse en construir teoría básica. No es muy modo que un tratamiento podría ser eficaz (en es­
útil para los investigadores poner de relieve qué tipo tudios de laboratorio) pero ser poco viable en la
de intervenciones “funcionan” a menos que estén práctica (y, en consecuencia, de difícil o improba­
también preparados para investigar cómo “funcio­ ble efectividad) o de elevados costes (personales,
nan” (Smith, 1999, p. 1497). sociales o económicos), lo que lo haría poco efi-
ciente. Esto hace que en cada aplicación de trata­
miento deberían evaluarse idealmente los tres as­
9.2. Eficacia, efectividad pectos mencionados y, como resultado de ello, sería
y eficiencia posible conocer el grado de apoyo empírico que
posee dicho tratamiento. El mejor tratamiento sería
En relación con los tratamientos psicológicos, aquel que presenta la mayor eficacia, la mayor efec­
existen tres diferentes acepciones de resultado o tividad y la mayor eficiencia. Sin embargo, son
eficacia (Borkovec y Miranda, 1996; Chambless y escasísimos los tratamientos de delincuentes en que
Ollendick, 2001; Echeburúa y De Corral, 1995; se hayan evaluado todos estos aspectos, especial­
Fernández Hermida y Pérez, 2001; Israel y Hong, mente la eficiencia. La evaluación de programas en
2006; Labrador, Echeburúa y Becoña, 2000): delincuencia se enfrenta a múltiples problemas lo­
gísticos que hacen difícil el cumplimiento estricto
1. Eficacia: hace referencia al logro de resul­ de los requerimientos metodológicos a los que se
tados positivos en condiciones ideales de aspira.
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 230 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 231

Para ilustrar estos tres conceptos, o formas de macos y el consiguiente beneficio terapéutico para
eficacia de un tratamiento, puede hacerse referencia los pacientes que siguen los tratamientos de forma
a un problema de extraordinaria importancia mun­ regular. (Con independencia de estos logros, la in­
dial y de general conocimiento como es el sida. vestigación de laboratorio —inconformista, como
Hasta hace algunos años el sida era una enfermedad parte de la ciencia que es— continúa trabajando en
mortal, y millones de personas infectadas habían muchos frentes distintos para conocer con mayor
muerto en todo el mundo a lo largo de las pasadas profundidad el funcionamiento del virus del sida y
décadas. Es bien conocido que la mejor prescrip­ encontrar nuevos caminos más eficaces para ata­
ción en relación con el sida continúa siendo la pre­ jarlo.)
vención, especialmente mediante la utilización de Por último, también la eficacia en el tratamien­
preservativos en las relaciones sexuales. No obstan­ to del sida se enfrenta al problema de la eficiencia
te, en la actualidad existen tratamientos farmacoló­ de los tratamientos farmacológicos. Aunque, según
gicos de gran efectividad, cuya administración re­ se ha comentado, existen tratamientos farmacológi­
gular y sistemática inhibe la reproducción y la cos eficaces y efectivos, éstos continúan siendo de
acción patógena del virus. ¿Cómo se ha llegado a difícil aplicación a muchas personas contagiadas
su descubrimiento? La respuesta a esta cuestión ha por el sida, especialmente en países pobres como
tenido que ver en casi un cien por cien con la in­ lo son muchos de los países de África, en los que
vestigación sistemática, en los laboratorios, de la existen tasas de prevalencia alarmantes. Es eviden­
eventual eficacia terapéutica de distintas sustancias, te que las razones de esta inaplicabilidad son, en
hasta que se ha podido establecer, de forma inequí­ muchos casos, de cariz económico, debido a que las
voca, que algunas de ellas (solas o en combinación) multinacionales farmacéuticas, que tienen las pa­
resultan eficaces para el control del virus y de la tentes de los medicamentos, dificultan la generali­
enfermedad. Esta tarea investigadora ingente se ha zación de los tratamientos en países que no pueden
realizado por decenas de macroequipos de investi­ pagarlos. Pero es que justamente la dimensión eco­
gación, en todo el mundo, dotados de la mejor tec­ nómica del coste/beneficio es uno de los parámetros
nología de laboratorio disponible, gracias a grandes (no el único) de eso que llamamos eficiencia (Israel
inversiones públicas y privadas. Su trabajo se ha y Hong, 2006; McDougall, Cohen, Swaray y Perry,
dirigido a conocer el funcionamiento vital del virus 2003). La realidad es, hoy por hoy (y ojalá cambie
del sida, sus mecanismos de penetración en las cé­ lo antes posible), que en relación con el sida existen
lulas humanas, de reproducción, etc., y, a partir de fármacos eficaces y efectivos pero, fundamental­
ello, a conocer los modos terapéuticos de inhibir mente por razones económicas, poco eficientes para
alguno o todos estos procesos de propagación viral. la mayoría de los seres humanos contagiados por el
Probar científicamente la eficacia terapéutica de sida.
ciertos fármacos ha sido el primer paso imprescin­ Además, en relación con los tratamientos psi­
dible (que no se puede saltar) para disponer de cológicos, se ha señalado (Marks y O’Sullivan,
tratamientos del sida. 1992) que el término «efectos» de un tratamiento
Es evidente que el siguiente camino que debió admite distintos significados o componentes, entre
recorrerse fue la aplicación de dichos fármacos en los que se incluyen los siguientes:
el concreto terreno clínico, para comprobar su efec-
tividad con pacientes reales en situaciones habitua­ — Especificidad, que contestaría a la cuestión
les en que la enfermedad tiene lugar. Como resul­ de qué comportamientos o déficit de un su­
tado de este proceso los resultados del laboratorio jeto mejoran como resultado del tratamien­
pudieron matizarse y complementarse, delimitando to (frente a otros déficit que no mejoran).
mejor el ajuste paciente-fármaco según los casos. — Intensidad, que haría referencia a la cues­
En un segundo momento del capítulo de la efecti­ tión de cuánto mejoran los problemas exis­
vidad, vino la amplia utilización clínica de los fár­ tentes.
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 231 04/09/13 13:43


232 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

— Plazo: ¿cuánto tarda en iniciarse la me­ científico y profesional en este campo (Hollin,
joría? 2006).
— Duración a corto plazo: en referencia a si Desde esta perspectiva, los tratamientos de los
los efectos terapéuticos se mantienen mien­ delincuentes tienen por objetivo lograr cambios en
tras dura la aplicación del tratamiento (qui­ su comportamiento y en otras variables cognitivas
zá no después). y emocionales concomitantes con el comportamien­
— Duración a largo plazo: si los efectos se to delictivo. Traducido lo anterior a parámetros
prolongan después de finalizado el trata­ ­experimentales, la aplicación de un tratamiento im­
miento. plica la manipulación de ciertas variables indepen-
— Costes: inconvenientes ligados al tratamien­ dientes, que integran el programa, a la vez que se
to, tales como rechazos, efectos secundarios miden los cambios que se producen en las variables
y abandonos. resultado o dependientes, que son los efectos espe­
— Interacciones: con otros posibles tratamien­ rados del tratamiento (Borkovev y Miranda, 1996;
tos cuyos efectos combinados pueden ser de Smith, 1999). Toda investigación de la eventual
suma (adición de los efectos respectivos), influencia de ciertas variables manipuladas (que
potenciación (con un resultado sinérgico su­ componen el tratamiento) sobre las dependientes (o
perior a la mera adición), inhibición (ambos resultados) requiere establecer alguna suerte de di-
tratamientos se debilitan el uno al otro) o de seño de evaluación, o sistema de recogida de los
no interacción. datos (o evaluación de resultados), que permita ra­
— Balance: pros y contras de un determinado zonablemente atribuir los efectos a la intervención
tratamiento en relación con otros tratamien­ aplicada. A este procedimiento es a lo que denomi­
tos posibles. namos diseños de evaluación o investigación. Así
el diseño es, fundamentalmente, un modo o sistema
Es decir, de modo ideal cada tratamiento apli­ de recogida de los datos de una evaluación. Funcio­
cado podría ser analizado, a la luz de todos o algu­ na como una guía que facilita la ordenación de los
nos de los anteriores componentes de efectividad, datos, tanto en el proceso de su recogida como de
con la finalidad de tomar decisiones acerca de qué su almacenamiento y posterior tratamiento estadís­
técnica utilizar en cada caso. Ello puede ser espe­ tico (Anguera y Redondo, 1991).
cialmente relevante cuando dos o más tratamientos Para la evaluación de los tratamientos psicoló­
compiten entre sí en relación con un determinado gicos se han utilizado dos tipos principales de dise­
problema. ños: los diseños intersujetos (o intergrupos) y los
intrasujetos.
En esencia, se utiliza un diseño intersujetos (o
9.3. Diseño de la evaluación intergrupos) cuando se constituyen grupos de indi­
viduos diferenciados entre sí en cuanto a la aplica­
La evaluación científica de los programas de ción del tratamiento, que es aplicado a unos (grupo
tratamiento de la delincuencia ha sido una actividad o grupos de tratamiento) pero no a otros (grupo o
frecuentemente descuidada o realizada con poco grupos de control). En cambio, un diseño intrasu-
rigor, debido a que muchos profesionales no domi­ jetos es aquel en que todos los sujetos participantes
nan el uso de procedimientos evaluativos y, tam­ suelen recibir el mismo tratamiento (aunque pueda
bién, a que en el campo social está muy extendida ser en diferentes etapas o momentos temporales).
la creencia en que todo resultado y medida de cam­ Un caso paradigmático de los diseños intrasujetos
bio terapéutico son, a la postre, subjetivos y, por es el diseño de N = 1 (o de un solo sujeto).
ello, no pueden evaluarse con precisión. Sin embar­ A continuación se hará mención a los principa­
go, la evaluación del tratamiento de los delincuentes les diseños disponibles para evaluar tratamientos
constituye una actividad ineludible para el avance psicológicos, tanto en el formato de diseños inter-
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 232 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 233

sujetos (o intergrupos) como en el de intrasujetos. analizar el influjo de una variable independiente (el
Las tipologías de diseños que se presentarán en tratamiento), que es aplicada a uno de los grupos
estos apartados responden a las nomenclaturas y (grupo experimental o de tratamiento) pero no al
consideraciones metodológicas estándar. Posterior­ otro (grupo control), sobre otra dependiente (el re­
mente, se hará referencia a algunas estrategias de sultado o resultados de la intervención). Este diseño
evaluación que han sido frecuentemente utilizadas implica tomar en cuenta el posible influjo de diver­
para someter a comprobación la eficacia de las téc­ sas variables moduladoras (como la edad de los
nicas terapéuticas. Estas estrategias no constituyen, sujetos, su nivel educativo, su nivel socioeconómi­
en términos metodológicos estrictos, diseños de in­ co, la mayor o menor duración y gravedad de sus
vestigación diferenciados, sino específicos forma­ carreras delictivas, etc.) que podría interferir con los
tos de prueba de los tratamientos. efectos del propio tratamiento y encubrir dichos
Como quiera que la cuestión de los diseños efectos.
evaluativos acostumbra a ser un campo árido para Los dos formatos más característicos de diseños
muchos profesionales y estudiantes, aquí se ha op­ intersujetos utilizados en la evaluación de las inter­
tado por facilitar al máximo su comprensión me­ venciones psicológicas son los diseños experimen-
diante la ayuda de modelos gráficos. Así, la presen­ tales de grupo control con medidas pre (antes) y
tación de los principales diseños de evaluación será post (después) y los diseños de grupo control no
acompañada de un esquema en el que se muestra la equivalente (véase la figura 9.2) (Barlow y Durand,
estructura y principales características de cada di­ 2001; Olivares, Méndez y Macià, 1997). La estruc­
seño. tura de ambos diseños es la misma, siendo su única
diferencia el procedimiento utilizado para la asig­
nación de los sujetos a los grupos de tratamiento y
9.4. Diseños intersujetos de control. En el primer caso (de los diseños expe-
(o intergrupos) rimentales) la asignación se realiza al azar (lo que
confiere el máximo control posible de las variables
Como se ha señalado, estos diseños comparan moduladoras, y se asegura la equivalencia de los
dos o más grupos que son expuestos a intervencio­ grupos). En cambio, en los diseños de grupo control
nes distintas. En ellos se trata, en definitiva, de no equivalente, la asignación de los sujetos no se

Figura 9.2.—Diseños intersujetos (o intergrupos): experimental/con grupo de control no equivalente.

©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 233 04/09/13 13:43


234 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

ha realizado al azar, lo cual es la situación más fre­ jo de los factores inespecíficos, ya que éstos
cuente en las evaluaciones de los tratamientos con también estarían en principio presentes en
delincuentes. las intervenciones o tratamientos placebos.
A la hora de evaluar tratamientos psicológicos, — Grupo de control de no contacto (los sujetos
el uso de grupos de control admite diversas posibi­ ignoran completamente, al menos al inicio,
lidades, como las siguientes (Borkovec y Miranda, su participación en la evaluación): en teoría
1996): sería un modo adecuado de constatar los
efectos de la reactividad experimental (es
— Grupo de control sin intervención: su uso decir, de la influencia genérica del mero he­
en teoría es ideal (especialmente si la selec­ cho de «hacer algo»), aunque su uso presen­
ción es aleatoria), pero en muchas inter­ ta evidentes problemas éticos y operativos.
venciones suele presentar inconvenientes
éticos, derivados de la no aplicación de tra­
tamiento a sujetos necesitados de ello (así 9.4.1. Diseños experimentales de grupo
es, desde luego, con los delincuentes). de control con medidas pre y post
— Grupo de control de lista de espera (que
recibirá un tratamiento con posterioridad): Como ya se ha señalado, estos diseños se basan
solventa los inconvenientes éticos mencio­ en la selección al azar de los sujetos para su asig­
nados (ya que el tratamiento se va a acabar nación a los grupos de tratamiento y de control.
aplicando a todos los sujetos) pero presenta Bajo este presupuesto metodológico, se asume la
el problema metodológico de impedir las equivalencia de partida de los grupos y, en conse­
comparaciones postratamiento (ya que el cuencia, se hace posible atribuir los resultados ob­
grupo de lista de espera no puede ser eva­ servados a la influencia del tratamiento.
luado en fase post paralelamente al grupo El objetivo de las evaluaciones del tratamiento
tratado, debido a que muy probablemente de los delincuentes es el mismo que el de la inves­
entonces ya estará siendo tratado). tigación criminológica en general: la demostración
— Grupo de control con otro tratamiento: en de relaciones causales entre ciertos factores antece­
teoría permitiría investigar el efecto diferen­ dentes que son manipulados (los tratamientos) y
cial de dos o más intervenciones distintas, otros consecuentes cuyo cambio se observa y evalúa
ya que los factores inespecíficos que no (los déficit en habilidades cognitivas, competencia
constituyen ingredientes de las intervencio­ social, etc.). El propósito de tales evaluaciones no
nes quedarían igualados. Factores inespecí­ es otro que el incremento de nuestro conocimiento
ficos son todos aquellos que acontecen en sustantivo acerca tanto de los factores y mecanis­
paralelo al tratamiento (por ejemplo, la par­ mos de riesgo que provocan o facilitan el compor­
ticipación de los sujetos en una actividad tamiento delictivo como de la mejora de nuestros
escolar, de formación laboral, la lectura de sistemas y técnicas terapéuticas (Borkovec y Mi­
un libro, la ruptura con un amigo delincuen­ randa, 1996).
te, el inicio de una relación de pareja, etc.) Seligman (1995) ha esquematizado los requisi­
y, aunque no son ingredientes de dicho tra­ tos metodológicos mínimos que debería tener un
tamiento, pueden sin embargo producir o estudio ideal de la eficacia de un tratamiento psico­
contribuir a la producción de efectos seme­ lógico:
jantes a los esperables como resultado del
tratamiento. 1. Asignación aleatoria de los sujetos a los
— Grupo de control con intervención o trata- grupos de tratamiento y de control.
miento placebo (inactivo, simulado o falso): 2. Para conferir a las dos situaciones (experi­
es otra manera habitual de controlar el influ­ mental y control) la mayor semejanza po­
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 234 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 235

sible, excepto en lo relativo a la aplicación Muchas evaluaciones con delincuentes han in­
del tratamiento, se debería aplicar al grupo tentado utilizar diseños experimentales o cuasiex­
control un tratamiento con ingredientes perimentales (Anguera y Redondo, 1991). Para ello,
placebo «creíbles» para el sujeto (esto es, distintos sujetos han sido asignados a dos o más
con elementos carentes en teoría de capa­ grupos con diferentes programas de intervención, a
cidad terapéutica «real» pero que en apa­ la vez que se intentaba encontrar diferencias entre
riencia podrían tenerla: por ejemplo, discu­ ellos en algunas variables como la reincidencia
sión de grupo inespecífica —placebo— vs. (Thornton, 1987). Rutter, Giller y Hagell (2000)
reestructuración cognitiva —ingrediente han abogado por el uso de diseños experimentales
terapéutico activo—). para evaluar los tratamientos de los agresores y han
3. El tratamiento debería estar normalizado y señalado las características clave que deberían tener
presentarse de manera precisa y estructurada. estos diseños: 1) empleo de variables predictivas
4. Se debería aplicar a los sujetos un número (de los delitos, del delincuente y de su familia) y
fijo de sesiones. asignación de los sujetos a los grupos al azar; 2)
5. Operacionalización de las variables y pro­ atención a las características y calidad del proceso
cedimientos de evaluación. de intervención; 3) realización de comparaciones
6. Utilización del método «simple ciego», en intragrupos que permitan relacionar los resultados
el que los evaluadores desconocen en qué finales del tratamiento con los cambios que se van
ha consistido y a qué sujetos y grupos se produciendo en los mecanismos intervinientes (el
ha aplicado el tratamiento. proceso terapéutico, al que ya se ha hecho referen­
7. Debería evitarse la comorbilidad o presen­ cia); 4) análisis de las diferencias individuales en
cia de múltiples déficit y trastornos: ideal­ respuesta al programa; 5) evaluación de diversos
mente los sujetos deberían cumplir un solo parámetros, más allá de la mera reincidencia; 6)
criterio diagnóstico. estudio de efectos inmediatos, a corto y largo plazo,
8. Habría que efectuar un seguimiento de los y 7) controles de calidad de la intervención.
sujetos durante un período temporal fijo y Los supuestos reales en los tratamientos con
llevar a cabo una amplia evaluación duran­ delincuentes hacen muy difícil, y con frecuencia
te dicho período. imposible, superar los requisitos metodológicos de
aleatoriedad, número fijo de sesiones, etc., a que se
Pese a las dificultades que todos estos requeri­ ha aludido. La práctica presenta a menudo caracte­
mientos comportan, tal metodología sigue constitu­ rísticas que interfieren con los anteriores requeri­
yendo el mejor modo con el que contamos para mientos, como las siguientes (Labrador, Echeburúa
demostrar relaciones causales entre factores. Tal y y Becoña, 2000; Persons, 1991):
como han señalado Borkovev y Miranda (1996), «el
progreso más rápido en el desarrollo de terapias 1. Frente a la exigencia metodológica de es­
cada vez más potentes [...] se logrará si la investi­ tandarización del número de sesiones, las
gación para evaluar el resultado terapéutico se de­ intervenciones (y desde luego los trata­
fine y construye deliberadamente en forma de in­ mientos con delincuentes) no tienen siem­
vestigación experimental básica para dilucidar pre una duración fija, sino que ésta depen­
relaciones de causa-efecto. Esta postura realza el de de la propia evolución en ellas de los
método de inferencia fuerte (Platt, 1964) de la in­ sujetos.
vestigación científica: construir hipótesis rivales, 2. Frente al mantenimiento de una determina­
diseñar estudios para someter a comprobación al­ da técnica hasta el final del proceso de in­
gunas de dichas hipótesis, llevar a cabo los experi­ tervención, el tratamiento puede (e incluso
mentos de manera rigurosa, y repetir dicho proceso debe) redefinirse en función de la evolu­
con las restantes hipótesis» (pp. 15-16). ción de los sujetos tratados.
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 235 04/09/13 13:43


236 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

3. Contrariamente al criterio de asignación predicción de variables de riesgo conocidas, tales


aleatoria de los sujetos a las condiciones como el número de condenas previas de los sujetos,
experimentales, en las intervenciones rea­ su edad, su historial laboral y ciertas características
les, los sujetos suelen ser asignados a tra­ de su personalidad (Rutter, Giller y Hagell, 2000),
tamientos cuanto más efectivos mejor. así como la utilización de técnicas estadísticas de
4. Frente al requerimiento metodológico de la ajuste. De este modo, un camino habitual de igua­
presencia de déficit específicos (no combi­ lación de los grupos es detectar aquellas variables
nados) o de aplicación de programas aisla­ moduladoras que pueden conferir un mayor riesgo
dos, muchos delincuentes juveniles o adul­ delictivo a un grupo que a otro, y depurar los grupos
tos presentan múltiples déficit y problemas (descartando a los casos extremos) para facilitar su
de comportamiento (violencia, adicciones, homogeneidad.
trastornos de personalidad, etc.) y suelen Este procedimiento fue el utilizado para homo­
requerir también programas multifacé­ ­ geneizar los grupos de tratamiento y de control en
ticos. la primera evaluación realizada en España del tra­
5. Más allá de la necesidad metodológica de tamiento psicológico en prisión de los agresores
evaluar la capacidad de una intervención o sexuales (Redondo, Navarro, Luque, Martínez y
técnica concreta para reducir los déficit es­ Andrés, 2005). En una primera fase preparatoria de
pecíficos, las intervenciones preventivas esta evaluación se sometió a comprobación empíri­
reales aspiran también a mejorar el funcio­ ca la «equivalencia» (o, con mayor propiedad, la no
namiento general de los sujetos. exagerada desigualdad) de los grupos de tratamien­
to y de control. Para ello se analizaron sus distribu­
ciones en diversas variables que podían condicionar
9.4.2. Diseños de grupo de control el riesgo delictivo de los sujetos. Se comprobó que
no equivalente en efecto los grupos mostraban diferencias estadís­
ticamente significativas en la edad de comisión del
En el propio marco de los diseños intergrupos, primer delito sexual (que era menor en los contro­
las dificultades frecuentes para la asignación al azar les), la edad de salida en libertad (que también era
de los sujetos a los grupos llevaron a los metodólo­ menor en los controles), el número de delitos sexua-
gos (Campbell y Stanley, 1966) a proponer, como les y no sexuales condenados (superior en los con­
diseño cuasiexperimental, el denominado diseño de troles) y la tipología de víctimas (que en los con­
grupo de control no equivalente. Su estructura es troles eran preferentemente víctimas adultas y
semejante a la del diseño anterior con la salvedad desconocidas). Todas estas diferencias en los gru­
de que la composición de los grupos viene dada con pos resultaban a todas luces perjudiciales para el
antelación a la evaluación, por algún tipo de criterio grupo de control, en el sentido de conferirle un
distinto del propio azar (de ahí que no pueda garan­ mayor riesgo de reincidencia. Con tal de hacer equi­
tizarse la «equivalencia» de los grupos). Este su­ valentes las distribuciones de ambos grupos en di­
puesto sería el más frecuente en la evaluación del chos factores de riesgo se eliminaron, a efectos de
tratamiento de los delincuentes, que muy raramen­ la evaluación comparativa, todos los casos extre­
te podrá contar con una asignación aleatoria. Dado mos, es decir, aquellos que en el grupo de trata­
este inconveniente, es imprescindible adoptar todas miento presentaban un menor riesgo y en el grupo
las medidas necesarias para controlar, por distintos de control un mayor riesgo. Mediante este procedi­
caminos lógicos, una excesiva desigualdad de los miento de control metodológico pudo finalmente
grupos, que pueda hacer inviable la comparación garantizarse, de modo razonable, la equivalencia de
entre ellos. Se han utilizado técnicas alternativas ambos grupos de sujetos. Ello resultaba imprescin­
como el emparejamiento de casos entre regímenes dible para poder atribuir al influjo del programa de
o programas distintos mediante el uso de tablas de tratamiento (y no a otros factores relevantes incon­
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 236 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 237

trolados) la menor reincidencia sexual observada en 3. Se valoran los posibles cambios observa-
el grupo de tratamiento (4,1 por 100) frente al gru­ dos en las conductas y otros déficit psico­
po de control (18,2 por 100). lógicos como resultado del tratamiento.

Se han ideado dos tipos fundamentales de dise­


9.5. Diseños intrasujetos ños de caso único: los denominados diseños intra-
series y los interseries.
Los tratamientos psicológicos se han evaluado
también mediante diseños intrasujetos (véanse Ba­
yés, 1980; Borkovec y Miranda, 1996; Castro, 9.5.2. Diseños intraseries
1979; Sidman, 1978). A continuación se presentan
brevemente los más importantes. En ellos se analizan los cambios que tienen lu­
gar en una determinada serie temporal o secuencia
de datos. Pueden ser de dos tipos, en función de su
9.5.1. Diseños de caso único (N = 1) complejidad.

Se trata de un diseño cuasiexperimental, que 9.5.2.1. Diseños con cambio


plantea el estudio de cada sujeto analizado a lo lar­ de fase simple
go del tiempo, de manera que el sujeto es a la vez
sujeto experimental (cuando se interviene sobre él) En su formato más básico (y más utilizado en
y sujeto control (generalmente, en las etapas previas la evaluación de la terapia psicológica), se registra
en que aún no se interviene) (Arnau, 1984; Barlow una línea base-LB inicial (período A) de la conduc­
y Durand, 2001; Campbell y Stanley, 1966; Martí­ ta problema y un segundo período (B) una vez que
nez-Arias, 1984). Este formato confiere a estos di­ el tratamiento ha sido introducido, lo que permite
seños una alta validez interna (ya que el sujeto se comparar los segmentos temporales A y B e inferir
compara consigo mismo) en detrimento de su vali- (si A y B tuvieron la estabilidad suficiente) la even­
dez externa (en el sentido de que al utilizarse un tual influencia del tratamiento (véase la figura 9.3).
solo sujeto disminuyen las posibilidades de genera­ Esta versión simple presenta evidentes problemas
lización de los resultados). No obstante, la validez de falta de control de variables.
externa puede mejorarse replicando el experimento Un formato más elaborado lo constituye el di-
con otros sujetos. seño de reversión ABAB (o «con replicación intra­
La estructura básica del diseño de caso único es sujeto» —Hersen y Barlow, 1976—), que puede
la siguiente (Olivares, Méndez y Macià, 1997): verse esquematizado en la figura 9.4. Este diseño
en esencia sirve para analizar los cambios que se
1. Línea base: los comportamientos y otros producen en uno o varios comportamientos o va­
déficit psicológicos (como distorsiones riables a la vez, e intenta determinar la existencia
cognitivas, fantasías de agresión, etc.), que de relaciones de influencia entre una determinada
van a constituir los objetivos del tratamien­ intervención (o VI; por ejemplo, un programa de
to, se registran y miden antes de comenzar reforzamiento verbal) y la modificación en la to­
el proceso de intervención, y posteriormen­ pografía de las conductas objetivo (o VD; por ejem­
te se toman medidas sucesivas de ellos a lo plo, el incremento de comportamientos comunica­
largo de todo el proceso de tratamiento y tivos en un joven con dificultades de interacción
evaluación. social). La demostración de la relación de influen­
2. Se introduce el tratamiento, de forma espe­ cia entre VI y VD se intenta establecer a través de
cificada y sistemática (de manera que se una reconfirmación de los posibles efectos en una
posibilite su replicación). secuencia que incluye los siguientes momentos: se
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 237 04/09/13 13:43


238 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Figura 9.3.—Diseño con cambio de fase simple: formato básico AB.

Figura 9.4.—Diseño con cambio de fase simple de reversión ABAB (o con «replicación intrasujeto»).

Figura 9.5.—Diseño con cambio de fase compleja: un mismo comportamiento/varios tratamientos.

©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 238 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 239

toma una línea base-LB, o evaluación inicial, sin 9.5.3. Diseños interseries: línea base
tratamiento (primer período A), se miden las con­ múltiple
ductas objetivo mientras se aplica por primera vez
la intervención (B), se retira la intervención y se Una alternativa, cuando la reversión del com­
sigue registrando la evolución del comportamiento portamiento (por ejemplo, de la agresión) resulta
(A) y, por último, se vuelve a introducir el trata­ inconveniente o imposible, es el uso de diseños
miento (B). Si la intervención es la responsable de interseries, que permiten comparar dos o más series
los cambios observados, cabe esperar que dichos de datos (y no una sola) a lo largo del tiempo. Sus
cambios acontezcan en las fases de introducción dos modalidades básicas son los diseños de trata-
del tratamiento (es esperable que mejoren las con­ mientos alternantes (en que se alternan de forma
ductas tratadas) y de retirada (es esperable que rápida y aleatoria diferentes tratamientos de idénti­
empeoren las conductas tratadas) (Redondo, ca duración) y los diseños de tratamientos simultá-
1984). neos (en que se aplican a la vez dos o más trata­
mientos para el mismo comportamiento, de los
9.5.2.2. Diseños con cambio cuales el sujeto puede ir eligiendo el tratamiento
de fase compleja preferido).
Una segunda opción es el uso de diseños de
Con la misma lógica que los anteriores, la di­ series combinadas, que permiten comparaciones
ferencia de los diseños de cambio de fase comple- inter e intraseries, y se concretan en los denomina­
ja estriba en que analizan los efectos sobre un mismo dos diseños de línea base múltiple (de respuestas),
comportamiento de diversas variables independien­ que permiten trabajar con diversos comportamien­
tes o, aquí, de diversos tratamientos o ingredientes tos y consisten en la introducción sucesiva, en di­
terapéuticos (véase la figura 9.5). Por ejemplo, se ferentes momentos (A, B, C, D, ... N), del trata­
toma la línea base-LB de cierta conducta de agre­ miento (VI) para las diversas respuestas objetivo
sión (A), se aplica un tratamiento-1 de reestructu- (comportamiento 1, comportamiento 2, comporta­
ración cognitiva para confrontar y disminuir las miento 3, ... comportamiento N). También es viable
justificaciones y neutralizaciones de la agresión una modalidad de este diseño como línea base múl-
(B) —tomando la oportuna medida conductual de tiple de sujetos o grupos, en que el tratamiento se
la agresión—, se vuelve a medir la conducta una introduce sucesivamente para distintos grupos (gru­
vez retirado el tratamiento (vuelta a A), para a po 1, grupo 2, grupo 3, ... grupo N) (véase la fi­
continuación aplicar un tratamiento-2 de reforza- gura 9.6). Cabe esperar que cada respuesta o cada
miento social por la inhibición de la agresión (C), grupo, que son objetivo del tratamiento, sólo mejo­
y finalmente se continúa evaluando el comporta­ re a partir del momento exacto en que se le aplica
miento agresivo ya sin tratamiento alguno el tratamiento, y no antes de tal aplicación (Barlow
(vuelta a A). y Durand, 2001). En un programa de economía de
Para que la utilización de los diseños intraseries fichas desarrollado por el autor con un grupo de 25
(o de reversión) sea de utilidad científica, debe ser delincuentes encarcelados en la prisión de hombres
posible dicha reversión, esto es, la regresión de la de Madrid con el objetivo de mejorar una serie de
conducta objetivo a su nivel basal (o próximo al 11 comportamientos, distribuidos en cuatro áreas
mismo) en la fase de retirada del tratamiento. Sin (higiene personal, higiene de las celdas, participa­
embargo, en algunos comportamientos que son tra­ ción en tareas educativas y reducción del consumo
tados la reversión puede resultar técnicamente in­ de ansiolíticos), se utilizó un diseño de línea base
oportuna o éticamente inadecuada. Ello es así en la múltiple de respuestas (Redondo, 1983). Para ello,
inmensa mayoría de problemáticas que aquí nos tras el período inicial de línea base, las fases de
ocupan, tales como la violencia y la delincuencia, tratamiento se distribuyeron de la siguiente manera:
las adicciones, etc. 1) introducción del tratamiento —la economía de
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 239 04/09/13 13:43


240 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

fichas— para los comportamientos del área de hi­ ponentes, que se encamina a comprobar la
giene personal; 2) introducción del tratamiento para efectividad de diferentes elementos de un programa
los comportamientos del área educativa (y mante­ de tratamiento integrado por distintos ingredientes.
nimiento del mismo para el área anterior); 3) intro­
ducción del tratamiento para el área de higiene de
la celda (mantenimiento para las áreas conductuales 9.6. Ponderación de la calidad
previas), y 4) introducción del tratamiento para el de los diseños evaluativos
no consumo de ansiolíticos (manteniéndolo para en delincuencia
todas las áreas previas). Este modo de proceder
permitió ejercer el adecuado control experimental Los problemas y dificultades metodológicas y
y probar que la introducción del tratamiento era el prácticas a que se ha aludido, presentes en cualquier
factor decisivo en la mejora sucesiva de los diversos evaluación social pero de modo notable en el cam­
comportamientos reforzados mediante el programa po de la delincuencia, han llevado a algunos autores
de economía de fichas. a establecer criterios de calidad de la investigación
También han sido utilizadas diversas combina­ evaluativa en este ámbito. Así, Sherman et al.
ciones de los diseños anteriores, aunque en todos (1997) propusieron, a partir del denominado Infor-
los casos el requisito básico para establecer un apro­ me Maryland (que es un conocido estudio de revi­
piado control experimental se resume en poder de­ sión de programas de prevención de la delincuen­
mostrar una relación de covariación entre el progra­ cia), el uso de una Escala de calidad metodológica,
ma de tratamiento aplicado y los cambios terapéuticos que ­permite ponderar cada estudio evaluativo en un
observados. Los resultados obtenidos en estos dise­ baremo de 1 a 5 puntos, de acuerdo con los siguien­
ños de evaluación pueden representarse gráficamen­ tes criterios:
te y analizarse estadísticamente. La aplicación de
cualquiera de estos diseños puede ser empleada tan­ 1. Simple correlación entre un programa de
to en una modalidad de análisis pa­ramétrico, en el prevención del delito y una medida de la
que la atención del evaluador se dirige hacia la efec­ delincuencia.
tividad de diferentes valores de las variables inde­ 2. Se observa con claridad una secuencia tem-
pendientes, como en la vertiente de análisis de com- poral entre la aplicación de un programa de

Figura 9.6.—Diseño de series combinadas: línea base múltiple (de respuestas o de grupos).

©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 240 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 241

prevención y una medida de la delincuen­ comprobación de la presencia en cada estudio eva­


cia; o bien se utiliza un grupo de compara- luativo de las siguientes condiciones metodológicas
ción pero sin que se haya acreditado su (Redondo, Sánchez-Meca y Garrido, 1999a,
equivalencia y comparabilidad con el grupo 1999b):
de tratamiento.
3. Comparación entre dos o más grupos, uno 1. Tamaño muestral superior a 30 sujetos.
que participa en el programa, mientras que 2. Asignación aleatoria de los sujetos a los
los otros no. grupos; o bien, en diseños conductuales,
4. Comparación de grupo, con y sin progra­ existencia de línea base de duración supe­
ma, en la cual hay un control de factores rior a dos semanas.
relevantes; o bien se utiliza un grupo de 3. Tasa de mortalidad experimental inferior al
comparación no equivalente pero que sólo 20 por 100 de la muestra inicial.
se diferencia ligeramente del grupo de tra­ 4. Utilización como mínimo de una medida
tamiento. de la variable criterio o resultado (VD)
5. Asignación aleatoria de los sujetos, lo que normalizada, objetiva o conductual ciega
los convierte en grupos de tratamiento y (por ejemplo, una prueba psicológica, cali­
control plenamente equivalentes. ficaciones escolares, reincidencia, etc.).
5. Inclusión de grupo de control; o bien, en
Según Sherman et al. (1997), los anteriores cin­ diseños conductuales, existencia de rever-
co diseños de investigación serían «aceptables» en sión o línea base múltiple.
el campo de la evaluación de los programas de 6. Existencia de alguna medida criterio en el
prevención y tratamiento de delincuentes, como pretest.
susceptibles de producir alguna evidencia científica 7. Equivalencia entre todas las medidas de
(Hollin, 2006). De acuerdo con Wilson, Bonffard resultado reportadas tanto en el período pre
y MacKenzie (2005), en la anterior escala de cali­ (o en el grupo de control) como en el pe­
dad metodológica podrían establecerse tres niveles ríodo post (o en el grupo experimental),
de corte: el nivel 3 equivaldría a diseños cuasiex­ con la suficiente información cuantitativa
perimentales de baja calidad, con fuertes amenazas como para poder estimar una puntuación
a la validez interna debido a la falta de control de de tamaño del efecto.
las diferencias o semejanzas entre los grupos eva­
luados (los niveles 1 y 2 tendrían, por supuesto, Aunque pueda resultar algo engorroso, en el
menor calidad que la atribuible al nivel 3); el nivel ámbito que nos ocupa, dadas las dificultades lo­
4 supondría un diseño cuasiexperimental de buena gísticas a que suele enfrentarse la aplicación y
calidad, en el que la ausencia de aleatorización se evaluación de los programas de tratamiento, es
contrarresta mediante control metodológico y es­ imprescindible tomar las debidas precauciones
tadístico; por último, el nivel 5 representa el má­ metodológicas que permitan afirmar, con veraci­
ximo nivel de calidad posible mediante un di­ dad científica suficiente, los resultados que puedan
seño experimental, algo muy difícil de lograr, y por obtenerse.
ello muy infrecuente, en los estudios con delin­ El uso de procedimientos estandarizados de
cuentes. evaluación es un requisito imprescindible para co­
En las revisiones del tratamiento de los delin­ nocer el resultado de los tratamientos e inter­
cuentes en Europa, realizadas junto a mis colegas venciones que se aplican, para propiciar la acumu­
Julio Sánchez-Meca y Vicente Garrido, estableci­ lación del conocimiento sobre la rehabilitación
mos, para ponderar la calidad metodológica de los de los delincuentes y, lo que es más importante,
programas de tratamiento incluidos en nuestros me­ para poder mejorar la eficacia de los tratamientos
taanálisis, una escala de 0 a 7 puntos, en base a la actuales.
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 241 04/09/13 13:43


242 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Resumen miento mínimo de tres años. El uso de un modelo


evaluativo de estas características permitiría obtener
La evaluación de la eficacia del tratamiento una información sobre la eficacia de los tratamien­
consiste en la comprobación de si un tratamiento tos mucho más rica y variada que la actualmente
resulta o no efectivo. La evaluación puede hacerse hallada en la mayoría de las evaluaciones.
en tres momentos relevantes: evaluación durante el Tres conceptos importantes en evaluación de pro­
tratamiento (para conocer si está funcionando), eva­ gramas son los de eficacia, efectividad y eficiencia.
luación final (para saber si los objetivos se han Eficacia hace referencia a la obtención de resultados
conseguido) y evaluación durante el seguimiento positivos en condiciones ideales de evaluación, tales
(para averiguar si los logros se han generalizado y como los experimentos. Efectividad concierne a los
se mantienen). logros obtenidos en situaciones de la vida real, posi­
Como resultado último de los tratamientos se blemente la acepción más habitual e interesante en
aspira a que los delincuentes no reincidan en el programas con delincuentes. Por último, eficiencia
delito. Por tanto, la medida más directa de la efica­ se refiere al grado en que un programa obtiene resul­
cia del tratamiento de los delincuentes es la medida tados favorables en función de sus costes (ya sean
de las tasas de reincidencia. Sin embargo, la me­ económicos u otros). Idealmente, los tratamientos
dición de la reincidencia presenta diversos incon­ con delincuentes deberían ser evaluados, en algún
venientes y dificultades: validez o veracidad, fia­ momento, desde todos estos parámetros.
bilidad o estabilidad temporal, necesidad de un Los diseños de evaluación son los sistemas de
seguimiento prolongado durante varios años y du­ recogida y ordenación de los datos necesarios para
dosa sensibilidad como medida de reintegración permitir la evaluación científica de un programa. Su
social de los individuos (una cosa es que no se objetivo fundamental es garantizar el máximo con­
conozca si delinquen y otra que se hayan integrado trol posible del proceso de evaluación, de manera que
positivamente en la sociedad). los «efectos» obtenidos (las mejoras terapéuticas)
Debido a las dificultades mencionadas es nece­ puedan atribuirse con «certeza» a los factores mani­
sario utilizar diversas medidas de eficacia que, ade­ pulados (el tratamiento). Para evaluar los tratamien­
más de la reincidencia, incluyan la evaluación de tos pueden usarse dos tipos principales de diseños:
posibles mejoras psicológicas y conductuales que los diseños intersujetos (o intergrupos) y los intra-
resulten consonantes con los objetivos de los trata­ sujetos. Los diseños intersujetos (o intergrupos) eva­
mientos. Entre éstas se encuentran sus actitudes, lúan la eficacia de un tratamiento a partir de compa­
distorsiones cognitivas, empatía, educación, posi­ rar entre sí a dos (o más) grupos distintos, uno de los
bles adicciones, competencia psicosocial, etc. Ade­ cuales recibe tratamiento mientras que el otro no lo
más, se ha señalado la conveniencia de utilizar una recibe. Por su parte, los diseños intrasujetos evalúan
evaluación plural de los tratamientos que incorpore a los mismos sujetos en distintos períodos tempora­
medidas tales como la satisfacción de los sujetos, les, frecuentemente antes y después del tratamiento.
el impacto favorable del programa sobre la propia Sobre estas estructuras generales existen distintas
organización en que tiene lugar y el coste-efectivi­ variantes y combinaciones que permiten mejorar y
dad de los programas. sofisticar los procedimientos de evaluación.
Para mejorar las actuales evaluaciones de los Se considera que la evaluación ideal de un tra­
programas de tratamiento con delincuentes, aquí se tamiento (y la evaluación científica en general) de­
ha presentado un modelo denominado evaluación bería hacerse mediante diseños experimentales,
3 x 3, que propone: 1) el uso de un mínimo de tres cuya principal condición es la asignación aleatoria
medidas de eficacia, una de las cuales debería ser de los sujetos a los grupos. Sin embargo, en el cam­
la reincidencia; 2) la utilización de tres fuentes de po del tratamiento de los delincuentes es muy difí­
información distintas para obtener dichas medidas, cil, por razones prácticas y éticas, poder lograr di­
y 3) la medida de la reincidencia durante un segui­ seños experimentales. La alternativa consiste en
©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 242 04/09/13 13:43


Evaluación de la eficacia del tratamiento / 243

promover el máximo control posible, controlando que permiten ponderar dicha calidad técnica a par­
todas las variables relevantes, a partir de lo cual los tir de una serie de criterios como los siguientes:
grupos de evaluación constituidos puedan ser con­ tamaño muestral de los grupos, magnitud de la mor­
siderados razonablemente equivalentes. talidad experimental, uso de medidas de eficacia
Para garantizar la calidad de las evaluaciones estandarizadas, inclusión de grupo control y otros
del tratamiento se han propuesto algunos sistemas aspectos técnicos relevantes.

©  Ediciones Pirámide

09_Delincuentes.indd 243 04/09/13 13:43


09_Delincuentes.indd 244 04/09/13 13:43
Tratamiento en las prisiones 10

El capítulo 10 se dedica al tratamiento en liza con una reflexión acerca del papel que
las prisiones y repasa las peculiaridades de ese pueden desempeñar los tratamientos aplicados
contexto —en el que se desarrolla gran parte en las prisiones para la rehabilitación de los
de los programas de tratamiento con delincuen- delincuentes. Aunque no se analiza específica-
tes—. Con esta finalidad son presentados los mente el tratamiento en instituciones juveniles,
programas aplicados en Canadá, en algunos muchas de las consideraciones efectuadas en
países europeos y en España. También se re- este capítulo resultan extrapolables al trata-
cogen las principales normativas internaciona- miento de delincuentes juveniles en centros de
les sobre tratamiento de delincuentes. Se fina- menores.

«Los hombres sólo son buenos de una manera, malos de muchas [...] Es, por tanto, la
virtud un modo de ser selectivo [...] Por todo ello, es tarea difícil ser bueno, pues en todas
las cosas es trabajoso hallar el medio... no es factible para todos, sino para el que sabe.»

Aristóteles, Ética Nicomáquea.

Una pregunta frecuente en foros públicos sobre muchos encarcelados actuales, poco violentos o con
cárceles y delincuencia es si las prisiones son el carreras delictivas poco intensas, deberían arbitrar­
lugar idóneo para tratar a los delincuentes. Al autor se otras medidas penales distintas de la prisión. No
de este libro se lo han preguntado a menudo y qui­ estoy sugiriendo que con tales delincuentes no deba
siera iniciar este capítulo refiriéndome a este parti­ hacerse nada, como es frecuente que se proponga
cular. Para comenzar no considero que las prisiones desde algunas perspectivas: o prisión, si el compor­
sean el marco ideal para tratar a los delincuentes en tamiento es grave, o «nada», si no es muy grave.
general, ni que constituyan un lugar conveniente Ese modo dicotómico de actuación es bastante aje­
para muchas de las personas que son ingresadas no al conocimiento actual sobre el comportamiento
actualmente en las prisiones, y ni siquiera que las humano (que orienta a graduar las acciones en fun­
prácticas de encarcelamiento actuales sean el mejor ción de las necesidades), y suele acabar en la peor
modo posible con el que podrían contar las socie­ solución de todas: para que no sea «nada» (es decir,
dades para defenderse de la delincuencia. Por el no aplicar ninguna pena, lo que sería insoportable
contrario, estoy firmemente convencido de que para para el público), se aplica prisión para cualquier
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 245 04/09/13 13:49


246 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

cosa. Frente al anterior modo de pensamiento pre­ principales contextos en que se aplican tratamientos
científico y extremado, una perspectiva más racio­ con delincuentes. Ello es lógico si se toma en con­
nal sería la gradación de medidas penales de control sideración que muchos delincuentes son condenados
y de cambio de comportamiento, que deberían ir a penas privativas de libertad u otras medidas pena­
desde, en el extremo más benigno, una amplia apli­ les que acaban cumpliendo en las prisiones o en
cación de medidas en la propia comunidad hasta el instituciones vinculadas a los sistemas penitencia­
uso de la prisión para los casos de delincuentes más rios. Además, en muchos países, especialmente en
graves, violentos y persistentes. Sin embargo creo los países occidentales más desarrollados, las insti­
que es innecesario y fuera del tiempo que las penas tuciones penitenciarias tienen legalmente asignada
de prisión tengan las largas duraciones que tienen la rehabilitación y reinserción social de los delin­
en la actualidad, y de modo sobresaliente en Es­ cuentes condenados.
paña. Por todo ello, en este capítulo se prestará aten­
En síntesis, en discrepancia abierta con la co­ ción específica a la situación del tratamiento en las
rriente de opinión más popular, considero que de­ prisiones, tanto en el plano internacional como en
bería encarcelarse a menos personas y durante me­ España. El tratamiento se toma aquí en un sentido
nos tiempo. Pese a todo, las prisiones que hay y los restrictivo, acorde con la orientación especializada
muchos encarcelados que albergan son una realidad de este manual. Aunque los sistemas penitenciarios
actual de la que no puede prescindirse y con la que cuentan en su programación y funcionamiento con
debe trabajarse también en el campo del tratamien­ actuaciones e iniciativas diversas, tales como planes
to de los delincuentes. generales de educación de los encarcelados, progra­
Los servicios penitenciarios son en los países mas de formación laboral y empleo, actividades
modernos y democráticos servicios públicos con culturales, deportivas y recreativas, etc., todo lo
dos tipos de destinatarios (McGuire, 2001c): el pú- cual puede orientarse tanto a la ordenación de la
blico en general, en cuanto que las prisiones sirven vida diaria de las prisiones como a la propia reha­
para proteger a la comunidad de personas que han bilitación de los delincuentes, no se atenderá aquí
sido condenadas por delitos graves, y los propios a todas esas actividades. De manera específica se
delincuentes encarcelados, cuyas necesidades de­ prestará atención a aquellos programas de trata­
ben ser adecuadamente atendidas. Para desempeñar miento especializado que se dirigen al cambio de
estas tareas de servicio público, los sistemas peni­ factores de riesgo directamente vinculados a la ac­
tenciarios cuentan en la actualidad con muy varia­ tividad delictiva o a la estancia en las prisiones. Aun
dos profesionales, lo que incluye funcionarios de a sabiendas de que la rehabilitación y la reinserción
vigilancia y seguridad, maestros, educadores, tra­ social de los delincuentes son metas complejas, a
bajadores sociales, médicos, enfermeras, psicólo­ las que pueden y deben contribuir no sólo el trata­
gos, criminólogos, juristas y otros trabajadores. miento, sino muchas de las actividades educativas
También es habitual que diversos servicios peniten­ y sociales que puedan realizarse en las prisiones y,
ciarios sean cubiertos en colaboración con institu­ después, en la propia sociedad a la que los delin­
ciones comunitarias como centros educativos y de cuentes deben volver.
formación profesional, de atención a toxicómanos, Para revisar el panorama internacional en ma­
de promoción cultural, de ocio, instituciones reli­ teria de tratamiento de delincuentes, se dirigirá la
giosas, etc. atención a algunos de los países más desarrollados,
Las prisiones y otros servicios de ejecución pe­ que incluyen Canadá, cenit en materia de políticas
nal, tales como departamentos de aplicación de me­ de rehabilitación y tratamiento de delincuentes, y
didas alternativas, sustitutivas o complementarias a algunos países europeos. Aunque en Estados Uni­
la privación de libertad —por ejemplo, trabajos en dos se han producido muchos de los desarrollos
beneficio de la comunidad, libertad condicional, ré­ teóricos y aplicados sobre rehabilitación de delin­
gimen abierto, arrestos domiciliarios, etc.—, son los cuentes que se han presentado en esta obra (por
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 246 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 247

ejemplo la teoría del aprendizaje social y las técni­ aplicados por los Servicios Correccionales Cana­
cas cognitivo-conductuales que se aplican de ma­ dienses prevén un sistema de acreditación interna-
nera generalizada), no se efectuará aquí un análisis cional de su calidad (véase en capítulo 3), encargada
integrado de la situación del tratamiento en las pri­ a comisiones de expertos de distintos países, quienes
siones de los Estados Unidos, dada la magnitud y analizan y, en su caso, certifican la idoneidad cien­
heterogeneidad del sistema federal de prisiones nor­ tífico-técnica de un determinado programa de trata­
teamericano. Pese a todo, puede afirmarse que los miento o, en caso contrario, proponen su modifica­
desarrollos canadienses en esta materia ejemplifi­ ción para que pueda ser acreditado. Dicho sistema,
can muy bien lo mejor que pueda encontrarse al acorde con el mejor proceder científico, constituye
respecto en Estados Unidos (Brown, 2005). una buena garantía de que los programas que se di­
señan y aplican reúnen los requisitos adecuados, en
consonancia con el conocimiento especializado en
10.1. Servicio Correccional esta materia.
de Canadá El análisis de la delincuencia y el tratamiento
de los delincuentes son en la actualidad, y cada vez
Canadá se ha convertido durante las tres últimas lo serán más, parcelas de la realidad social imbuidas
décadas en el país con un mayor desarrollo en pro­ de conocimientos científicos obtenidos de la inves­
gramas de rehabilitación y tratamiento de sus delin­ tigación. Ello significa que, a la hora de concebir,
cuentes, y así es reconocido internacionalmente. diseñar y aplicar programas de tratamiento, ni la
Probablemente ese desarrollo es paralelo a un gran intuición ni la buena fe son suficientes, sino que
despliegue de políticas sociales y de integración co­ atender al «conocimiento acumulado» es impres­
munitaria en otras materias, tales como salud, edu­ cindible. En otras palabras, ni todo vale ni, aun
cación, trabajo, servicios sociales, etc. Por lo que se valiendo en algo, vale por igual. La ignorancia cien­
refiere al progreso alcanzado en el tratamiento de los tífico-técnica y el esnobismo suelen ser fuente abo­
delincuentes, son diversos los factores que pueden nada de períodos penitenciarios de deriva.
haber contribuido a él: una sociedad desarrollada y En la tabla 10.1 puede verse un esquema del
de bienestar, un país extenso pero poco poblado, un conjunto de la oferta de programas de tratamiento
gran interés de parte de los científicos sociales y de de los Servicios Correccionales Canadienses. La
las universidades acerca del fenómeno criminal y de primera columna de la tabla incluye las denomina­
su prevención (con autores destacadísimos en estas ciones de los diversos programas; la segunda, sus
materias, como, por sólo mencionar a los más cono­ objetivos, y la tercera, los destinatarios. La mayoría
cidos, los siguientes: Hare, autor de la escala PCL de estos programas se han comentado en otros lu­
de psicopatía; Ross y Fabiano, creadores de uno de gares de esta obra, por lo que no se presentarán
los primeros programas cognitivos para delincuen­ ahora de nuevo. Como puede verse en el epígrafe
tes, que también se aplica en España; Andrews, Bon­ de la tabla 10.1 titulado Programas de habilidades
ta y Gendreau, que han concebido muchos de los de vida, se incluyen siete programas específicos
principios actualmente vigentes en rehabilitación de cuyo eje común es la enseñanza a los sujetos de
delincuentes, y Marshall y Barbaree y su equipo, que distintas habilidades que resultan imprescindibles
han desarrollado los tratamientos con delincuentes para una interacción social apropiada y para la pla­
sexuales) y, por último pero no menos importante, nificación y desarrollo de un estilo de vida proso­
unos sistemas penitenciarios (tanto federal como re­ cial. En conjunto, la oferta de los Servicios Correc­
gionales) altamente sensibles y permeables a la in­ cionales Canadienses cubre un amplio abanico de
vestigación científica y a la incorporación de desa­ necesidades, tanto de sectores genéricos de encar­
rrollos tecnológicos consecuentes con dicha celados (por ejemplo, Programa de prevención de
investigación (Brown, 2005). Prueba de lo anterior la violencia) como de tipologías y grupos específi­
es que los programas de tratamiento de delincuentes cos de delincuentes.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 247 04/09/13 13:49


248 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Tabla 10.1
Programas de tratamiento del Servicio Correccional de Canadá

Programa Objetivos Destinatarios

Identificar y reemplazar creencias Delincuentes genéricos.


Programa Contrapunto. prodelictivas y entrenar en nuevas
actitudes prosociales.

Identificar comportamientos de Varones que han maltratado


Programas nacionales de prevención de la vio­ agresión y abuso y reemplazarlos a sus parejas.
lencia familiar. por comportamientos de interac­
ción positiva.

Razonamiento y Rehabilita­ Trabajar sobre habilidades de Delincuentes genéricos.


ción-revisado (R&R). pensamiento: ser más reflexivos,
anticipativos y planificadores de
las respuestas a los problemas.

Programa de mantenimiento Fortalecer las habilidades adqui­ Sujetos que hayan completa­
de habilidades cognitivas. ridas en el programa R&R. do el programa R&R.

Programa de manejo de las Cambiar patrones de pensamien­ Sujetos con alto riesgo de
emociones y de la ira. tos que disparan emociones aso­ reincidencia, conductas de­
ciadas a la conducta delictiva. lictivas relacionadas con
manejo de emociones.

Programa de mantenimiento Afianzar las habilidades aprendi­ Sujetos que hayan finalizado
Programas de del manejo de las emociones das en el programa de manejo de el programa de manejo de
habilidades de y de la ira. las emociones y de la ira. las emociones y de la ira.
vida.
Programa de habilidades de Enseñar a adoptar un estilo de Personas cuyas actividades
tiempo libre. vida no delictivo. Establecer rela­ delictivas estén relacionadas
ciones prosociales y estructurar el con un mal uso del tiempo
tiempo libre. libre.

Programa de entrenamiento Enseñar y desarrollar habilidades Personas con problemas en


en habilidades de crianza de para mantener relaciones positi­ la crianza de los hijos.
los hijos. vas con los hijos. Entrenar en el
manejo de situaciones de estrés
familiar.

Programa de integración co­ Facilitar la vuelta a la comunidad Sujetos con dificultades en


munitaria. de personas que finalizan una el funcionamiento autónomo
pena o medida de seguridad. en las rutinas diarias.

Programas de delincuentes sexuales. Agresores sexuales.

Programas de prevención del abuso de sustan­ Sujetos con problemáticas


cias. relacionadas con el abuso de
sustancias.

©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 248 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 249

Tabla 10.1  (continuación)


Programa Objetivos Destinatarios

Mejorar las habilidades sociales y Encarcelados con historial


Programa de prevención de la violencia. reducir el riesgo futuro de con­ de delitos violentos.
ductas violentas.

Intentar reducir al máximo el pe­ Sujetos en régimen de segre­


Programa de prevención del aislamiento (en ríodo de segregación y ofrecerles gación, o régimen cerrado.
régimen cerrado). educación y entrenamientos pro­
sociales específicos.

Programas de prevención del abuso de sustancias.

Programas Alfabetización y aprendizaje Educación reglada y formación laboral.


específicos continuado.
para mujeres Supervivientes del maltrato Ayudar a superar experiencias de victimación.
delincuentes. y el trauma.

Programas madre-hijo. Entrenar en habilidades de crianza.

En los epígrafes que siguen se hará referencia nales, educación, role-playing y asignación de ta­
a aquellos programas de cariz más específicamente reas y práctica entre sesiones.
penitenciario (correspondientes a los consignados El programa de prevención de la violencia es
en la tabla 10.1 en letra negrita) que no han sido un tratamiento fundamentalmente grupal (con un
comentados con anterioridad (puede verse esquema máximo de doce sujetos) que se aplica en 120 se­
en la web http://www.csc-scc.gc.ca/). siones de dos horas (más un mínimo de tres s­ esiones
individuales y dos para la evaluación). Incluye los
siguientes módulos o ingredientes terapéuticos:
10.1.1. Programa de prevención
de la violencia 1. Construcción del cambio: se orienta a los
sujetos sobre los procesos mediante los que
Es un programa cognitivo-conductual intensivo puede cambiarse el comportamiento.
dirigido a encarcelados que o bien han cometido ya 2. Conciencia sobre la violencia: se les ayuda
tres o más delitos violentos o bien presentan un alto a examinar los desencadenantes personales
riesgo de cometerlos en el futuro. Su objetivo es de sus conductas violentas.
mejorar sus habilidades sociales y, en consecuencia, 3. Control de la ira: se les instruye en habilida­
reducir el riesgo futuro de conductas violentas. des básicas de manejo de la ira y del estrés.
Parte del supuesto de que las conductas de agre­ 4. Resolución de problemas: se trabaja sobre
sión y violencia son multidimensionales y requieren habilidades de resolución cognitiva de pro­
objetivos de cambio también múltiples y complejos. blemas y de procesamiento de la informa­
El sustento teórico son las teorías del aprendizaje ción.
social y del procesamiento de la información so- 5. Actitudes sociales: se examinan y reformu­
cial. Se trabaja mediante técnicas de autodirección lan las creencias de los sujetos que ampa­
y autocontrol, resolución de problemas interperso­ ran sus acciones violentas.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 249 04/09/13 13:49


250 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

 6. Relaciones positivas: se les instruye en mental y un paraprofesional entrenado al efecto.


formatos de comportamiento prosocial Opera en tres fases:
que son alternativos a las conductas de
victimación y de violencia en pareja. 1. Fase de evaluación: su finalidad inicial es
 7. Resolución de conflictos: se les enseñan indentificar el detonante que ha dado lugar
habilidades de comunicación y negocia­ al aislamiento o segregación del sujeto y, a
ción. continuación, concretar un plan de trabajo
 8. Estilos de vida positivos: se reestructuran para retornar al individuo, lo antes posible,
los estilos de vida que implican arrebatos a un régimen de vida menos restrictivo.
violentos. 2. Fase de resolución del problema de la se-
 9. Autocontrol: se les entrena en la autodirec­ gregación: se realiza durante el primer mes
ción de la conducta tanto a corto como a de aislamiento y consiste en diez sesiones
largo plazo. de intervención orientadas a motivar al su­
10. Prevención de la violencia: se les ayuda a jeto y entrenarle en el reconocimiento y
preparar un plan personal y global de pre­ cambio del comportamiento que ha llevado
vención del comportamiento violento, a a su segregación. Para ello se utilizan téc­
partir de la comprensión del proceso deto­ nicas de resolución de problemas, cambio
nante de sus propias manifestaciones vio­ cognitivo y autodirección. Pueden emplear­
lentas y de las circunstancias de alto riesgo se también estrategias de mediación y tra­
que pueden precipitarlas. bajo combinado con otros servicios y pro­
fesionales de la prisión.
Con el objetivo de ayudar a los sujetos a que 3. Fase de cambio cognitivo: se desarrolla en
puedan aplicar y mantener este plan personal de pre­ pequeños grupos, con el objetivo de afian­
vención de la violencia en su vida cotidiana (tanto zar y mantener los cambios cognitivos y de
en las instituciones como en la comunidad), existe comportamiento que se hayan logrado. Se
una serie de programas de mantenimiento. Consisten trabaja especialmente mediante técnicas de
en intervenciones breves, tanto grupales como indi­ reestructuración cognitiva y de prevención
viduales, que les ayudan a adaptar las habilidades de recaídas. En cuanto es posible, se trans­
aprendidas a sus circunstancias particulares y cam­ fiere al sujeto a una unidad de vida no res­
biantes. trictiva.

10.1.2. Programa de prevención del 10.1.3. Programas específicos


aislamiento (en régimen cerrado) para mujeres delincuentes

Se trata de un programa aplicado a sujetos que Existe una serie de programas de tratamiento
se encuentran en régimen de segregación, o régimen específicamente dirigidos a mujeres en prisión, que
cerrado, con el doble objetivo siguiente: o bien lo­ incluye los siguientes:
grar que dicha segregación dure lo menos posible
y puedan pasar pronto a un régimen penitenciario — Programas de prevención del abuso de sus-
ordinario o, si lo anterior no es viable a corto plazo tancias: paralelamente al programa disponi­
(en función de la gravedad de sus comportamientos ble en esta materia para los varones, éste está
violentos), ofrecerles educación y entrenamientos concebido a partir del Modelo de cambio te-
prosociales específicos. rapéutico de Prochaska, DiClemente y Nor­
Esta intervención en régimen cerrado es admi­ cross (1992; véase en el capítulo 2). Su prio­
nistrada conjuntamente por un profesional de salud ridad no es tanto la conducta adictiva en sí
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 250 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 251

cuanto el proceso de toma de decisiones de jeros, minorías étnicas y lingüísticas, salud (gene-
consumo y las consecuencias que tales deci­ ral) y salud mental, seguridad, disciplina y sancio-
siones suscitan, lo que facilita la mejora del nes, la prisión como un servicio público, selección
control sobre dichas decisiones y, a la postre, y formación del personal, personal especializado,
incrementa la posibilidad de mejora terapéu­ sensibilización de las personas del exterior (sobre
tica. Se ha comprobado que este tratamiento la prisión) e investigación y evaluación. A continua­
produce escaso resultado inicialmente pero ción se extractan aquellas normas penitenciarias del
mejoras sustanciales a largo plazo. Consejo de Europa que tienen un mayor interés
— Alfabetización y aprendizaje continuado: desde la perspectiva rehabilitadora adoptada en esta
incluye tanto educación reglada y formación obra (se mantiene la numeración original).
laboral como destrezas de aprendizaje en
distintas parcelas personales. Principios fundamentales
— Supervivientes del maltrato y el trauma: tra­
tamiento dirigido a ayudar a las mujeres a 5.  La vida en prisión se adaptará en la medida
afrontar y superar las posibles experiencias de lo posible a los aspectos positivos de la vida en
de victimación que pueden haber experi­ el exterior de la prisión.
mentado, en forma de abuso sexual infantil 6.  Cada detención debe ser de manera que
o maltrato y agresión sexual en pareja. facilite la reintegración en la sociedad libre de las
— Programas madre-hijo: con el objetivo de personas privadas de libertad.
entrenar en habilidades de crianza y promo­
ver la estabilidad y continuidad de las rela­ Educación
ciones con sus hijos, que favorezcan su
bienestar físico y emocional. 28.1. Todas las prisiones deben esforzarse en
ofrecer a los detenidos el acceso a unos programas
de enseñanza que sean también lo más completos
10.2. Normas penitenciarias posible y respondan a sus necesidades individuales
europeas teniendo en cuenta sus aspiraciones.
28.3.  Una atención particular debe merecer la
En el plano internacional existen diversas nor­ educación de los jóvenes detenidos y de aquellos
mas que establecen los principios que deberían ins­ que tengan necesidades especiales.
pirar el funcionamiento penitenciario y la aplicación
de tratamientos con los encarcelados. Las Naciones Salud mental
Unidas cuentan con unas Reglas mínimas para el
tratamiento de los reclusos, que se han actualizado 47.1.  Una institución o una sección especial
en sucesivas ocasiones, pero cuyos antecedentes se bajo el control médido debe estar prevista para la
remontan a 1934. Por su parte, el comité de minis­ observación y el tratamiento de los detenidos que
tros de los estados miembros del Consejo de Euro­ sufren afecciones o perturbaciones mentales.
pa aprobó en 2006 la tercera versión de las Normas 47.2.  Los servicios médicos en los ambientes
Penitenciarias Europeas, en la Recomendación penitenciarios deben asegurar el tratamiento psiquiá­
REC(2006)2. Unas y otras normas se refieren tanto trico de todos los detenidos que requieran una terapia
a principios generales de funcionamiento de las y una atención especial para prevenir los suicidios.
instituciones penitenciarias como a aspectos más
concretos, tales como las condiciones de la deten- La prisión como un servicio público
ción, higiene, asesoramiento jurídico, contactos con
el mundo exterior, régimen penitenciario, trabajo, 72.3.  Los deberes del personal exceden la
educación, información, mujeres, menores extran- simple vigilancia y deben tener en cuenta las nece­
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 251 04/09/13 13:49


252 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

sidades que entraña lograr la reinserción de los de­ condenados debe estar concebido para permitir con­
tenidos en la sociedad como fin de la pena, median­ ducirlos a una vida responsable alejada del delito.
te un programa positivo de responsabilidad y 103.2. Tan pronto como sea posible, después
asistencia. del ingreso debe redactarse un informe completo
72.4.  El personal debe realizar su trabajo con sobre el detenido condenado, describiendo su situa­
el respeto de las normas profesionales y persona­ ción personal, los proyectos de ejecución de pena
les. que le sean propuestos y las estrategias de prepara­
75.  El personal debe comportarse y cumplir ción para su salida.
sus cometidos, en todas las circunstancias, de tal 103.3. Se debe animar a los detenidos conde­
manera que su ejemplo ejerza una influencia posi­ nados a participar en la elaboración de su propio
tiva sobre los detenidos y suscite su respeto. proyecto de ejecución de pena.
103.4.  Dicho proyecto, en la medida de lo
Formación y especialización del personal posible, debe prever:
penitenciario a) un trabajo;
b) una formación;
81.2.  La administración debe programar la c) otras actividades, y
formación de manera que a lo largo de su vida pro­ d) una preparación para su excarcelación.
fesional el personal mantenga y mejore sus conoci­ 103.5.  El régimen de los detenidos condena­
mientos y sus competencias profesionales mediante dos puede también incluir un trabajo social, así
cursos de formación continuada y de perfecciona­ como la intervención de un médido y un psicólogo.
miento. 103.6.  Un sistema de permisos penitenciarios
81.3.  El personal llamado a trabajar con gru­ debe formar parte integrante del régimen de dete­
pos específicos de detenidos —extranjeros, muje­ nidos condenados.
res, menores, enfermos mentales, etc.— debe reci­ 103.7.  Los detenidos que lo deseen pueden
bir una formación especializada adaptada a esa formar parte de un programa de justicia restaurativa
especialidad. y reparar las infracciones que han cometido.
89.1.  En la medida de lo posible, el personal 103.8.  Una atención particular debe prestarse
debe estar integrado por un número de especialistas a los proyectos de ejecución de la pena y al régimen
suficiente, tales como psiquiatras, psicólogos, tra­ de quienes han sido condenados a penas de prisión
bajadores sociales, pedagogos, instructores técni­ de larga duración o de cadena perpetua.
cos, profesores o monitores de educación física y 104.2.  Deben existir procedimientos previstos
deportiva. para establecer y revisar regularmente los proyectos
individuales de los detenidos después de examinar
Investigación y evaluación los informes correspondientes y consultar con de­
tenimiento al personal y, en la medida de lo posible,
91.  Las autoridades penitenciarias deben con la participación de los detenidos afectados.
mantener un programa de investigación y de eva­ 106.1.  Debe constituir una parte esencial del
luación en relación con las metas de la prisión, su régimen de los detenidos condenados un programa
papel en las sociedades democráticas y la medida educativo sistemático que comprenda el manteni­
en la que el sistema penitenciario cumple su misión. miento de los conocimientos ya adquiridos y esté
orientado a mejorar su nivel general de instrucción,
Objetivos del régimen y educación así como su capacidad de llevar en el futuro una
de los detenidos condenados vida responsable y exenta de delitos.
106.3. Todos los detenidos condenados deben
102.1.  Más allá de las reglas aplicables al con­ ser estimulados a participar en los programas for­
junto de los detenidos, el régimen de los detenidos mativos y de educación.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 252 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 253

Como puede verse, los contenidos esenciales para la búsqueda de empleo (elaboración de un
del tratamiento de los delincuentes aparecen reco­ currículum vitae y entrenamiento en habilidades de
gidos a lo largo de gran parte del articulado de las entrevista) y Dinero y finanzas (entrenamientos para
vigentes Normas Penitenciarias Europeas. mejorar sus capacidades de administración financie­
ra, compra prudente, etc.). Por último, los Servicios
de Probation ofrecen también distintos programas
10.3. Tratamiento en prisiones de contenidos semejantes a los anteriores para aque­
de países europeos llos sujetos que cumplen medidas penales comuni­
tarias (Brown, 2005).
De los países europeos de nuestro entorno el que Otros países con una buena oferta de programas
cuenta con un mayor desarrollo de programas de para delincuentes tanto en la comunidad como en
tratamiento psicológico de delincuentes es el Reino las prisiones son los países nórdicos. Estos países
Unido. Su oferta abarca diversos programas de tra­ tienen las tasas penitenciarias más bajas de Europa
tamiento que, al igual que sucede en Canadá, tam­ (con unos 60 encarcelados por cada cien mil habi­
bién son acreditados por comisiones internacionales tantes, en contraste a los 142 de España), ya que,
de expertos, y que se aplican en decenas de sus por un lado, priorizan el uso penal de medidas co­
instituciones penales con la participación de miles munitarias y, por otro, las duraciones promedio de
de encarcelados (McGuire, 2001c). Los principales sus penas de prisión son las más reducidas de Eu­
programas son los siguientes (puede verse un esque­ ropa (con una media de en torno a dos meses fren­
ma en www.hmprisonservice.gov.uk/): Mejora de te a los catorce meses que duran de promedio en
habilidades de pensamiento (ETS), Programa im- España —Redondo et al., 2006—). Como resultado
pulsor de habilidades cognitivas, Controlar la ira y de ello la mayor parte de las actuaciones con los
aprender a manejarla (CALM), programas para delincuentes convictos se realizan en la propia co­
agresores sexuales (Programa de autocambio cog- munidad, y en gran medida bajo la responsabili­
nitivo, Programa de tratamiento de delincuentes dad de los servicios públicos ordinarios (educati­
sexuales, Programa de relaciones saludables, Pro- vos, de salud mental, etc.) que se ocupan del
grama para psicópatas —Chromis—), Programa conjunto de la población.
cognitivo breve (FOR), Elecciones, acciones, rela- No obstante, los Servicios Correccionales de
ciones y emociones (CARE), Paquete motivacional Suecia cuentan con programas de tratamiento están­
breve o ¿Cómo lograr saber hacia dónde te enca- dar dentro de las prisiones tales como los siguien­
minas? y Programa de habilidades de vida para tes: Programa Nuevo Start (tratamiento cognitivo
delincuentes juveniles. La oferta británica también para mejorar las habilidades de afrontamiento),
cuenta con algunos programas dirigidos específica­ Programa RIF (para el tratamiento del abuso de
mente a la preparación de la liberación de los pena­ drogas y alcohol), Programa «Romper con el deli-
dos, que incluyen los siguientes: Preparación de los to» (tratamiento cognitivo genérico para prevenir la
penados para la excarcelación (diversificados en reincidencia), Programa Win (para mujeres), Gru-
grupos específicos de problemáticas tales como pos de discusión para delincuentes violentos y
abuso de alcohol y otras drogas, juego patológico, sexuales, Programa de manejo de la ira y Progra-
presiones económicas, depresión, agresión o sexua­ ma de manejo del estrés. Ofertas de programas se­
lidad), Cursos de prelibertad (sobre rutinas del ho­ mejantes pueden encontrarse también en Noruega,
gar, empleo, salud, drogas, alcohol y familia), Pre- Dinamarca y Finlandia.
paración tras el cumplimiento de largas condenas, Distinta es la situación de la Europa central y
Trabajo comunitario (para favorecer la responsabi­ mediterránea. Aunque, como resulta obvio, Francia,
lidad e inserción en el barrio, actividades deportivas, Alemania, Italia y Portugal son países económica y
ayuda a minusválidos y personas de edad), Salidas socialmente desarrollados, no sucede lo mismo con
para visitar a la familia o los amigos, Preparación la aplicación sistemática de tratamientos de delin­
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 253 04/09/13 13:49


254 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

cuentes en sus prisiones. Alemania cuenta con las primaria y 58 de enseñanza secundaria. Según ello,
denominadas prisiones socioterapéuticas, que son el personal de tratamiento y educación penitencia­
centros para encarcelados jóvenes, en los que se ria, por lo que hace referencia a la Administración
promueven distintas actividades educativas, de for­ penitenciaria española (sin Cataluña), estaría inte­
mación laboral y diversos grupos terapéuticos. Sin grado en conjunto por 1.934 profesionales de reha­
embargo dichas actividades son a menudo muy ines­ bilitación, lo que supone un 11,36 por 100 del con­
pecíficas y, desde luego, no existe una formalización junto del personal penitenciario. Por su parte, la
de los tratamientos semejante a la británica (ni tam­ Administración penitenciaria catalana contaba en
poco a la española, según se verá a continuación). 2005 con 555 profesionales de tratamiento sobre
Portugal, aunque cuenta con una reflexión aca­ una plantilla total de 3.615 funcionarios, lo que
démica acorde con los avances internacionales en supondría un porcentaje de personal de rehabilita­
materia de tratamiento de delincuentes, no ha con­ ción del 15,35 por 100.
cretado todavía dicha reflexión en su praxis peni­ En 1979 se aprobó la vigente Ley Penitenciaria,
tenciaria. que orienta las finalidades de las instituciones pe­
Para finalizar, resulta llamativa la inacción en nitenciarias españolas hacia la reinserción social
materia de tratamiento penitenciario de países como mediante el tratamiento penitenciario y otras acti­
Francia e Italia. Estos países parecen haber queda­ vidades educativas y de formación. A partir de la
do en esta materia fuera de las corrientes científico- Ley Penitenciaria se pusieron en marcha las prime­
tecnológicas presentadas a lo largo de esta obra. ras experiencias españolas de tratamiento, entre las
Frente a ello, si se analiza la documentación biblio­ que destacaron la Unidad de Jóvenes de Alcalá de
gráfica producida en Francia e Italia sobre trata­ Henares y la Comunidad Terapéutica de Ocaña II.
miento de delincuentes, lo que prioritariamente se En 1984 la Comunidad Autónoma de Cataluña
encuentra son debates y polémicas exclusivamente se hizo cargo de las competencias penitenciarias en
teóricas, jurídicas e ideológicas, sin que puedan su propio territorio. Entre 1986 y 1990 se diseñaron
localizarse con facilidad concretas acciones progra­ y aplicaron un conjunto de 19 programas estandari­
madas y llevadas a término. El resultado más noto­ zados de tratamiento y rehabilitación, entre los que
rio es la práctica inexistencia en dichos países de se incluyeron programas ambientales de contingen­
programas de tratamiento. cias, programas educativos y programas de compe­
tencia psicosocial (Redondo, Pérez, Agudo, Roca y
Azpiazu, 1990). Posteriormente se desarrollaron di­
10.4. Tratamiento en prisiones chos programas y se introdujeron algunos nuevos,
españolas entre los que destaca el tratamiento de delincuentes
sexuales. A partir de principios de los años 2000 la
En España el comienzo de una perspectiva apli­ Dirección General de Instituciones Penitenciarias
cada sobre el tratamiento en las prisiones se inicia (del Ministerio del Interior) confiere un nuevo impul­
a partir de 1965, en que se abre el primer gabinete so del tratamiento penitenciario en las prisiones es­
psicológico en la prisión de Madrid (Redondo, Po­ pañolas a través del diseño y la adaptación de diversos­
zuelo y Ruiz, en prensa). Una década después, en programas de tratamiento, sobresaliendo con mucho
1974, se creó el Cuerpo Técnico de Instituciones en la actualidad sus iniciativas en esta materia.
Penitenciarias, integrado por psicólogos, juristas-
criminólogos, pedagogos, sociólogos y psiquiatras.
En la actualidad, tras más de tres décadas, dicho 10.4.1. De la «tolerancia cero»
cuerpo está integrado por 435 técnicos (230 psicó­ a «todos a la cárcel»
logos, 185 juristas, 13 sociólogos y siete pedago­
gos). A ellos hay que añadir 581 educadores, 451 La primera gran línea evolutiva de la población
trabajadores sociales, 409 maestros de enseñanza penitenciaria española durante los últimos años ha
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 254 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 255

sido y es su gran incremento. En realidad se han mento de la población penitenciaria en España no


producido aumentos sustanciales de las poblaciones es en absoluto atribuible a un aumento de la delin­
penitenciarias en la mayoría de los países occiden­ cuencia, que, por el contrario, se ha reducido a lo
tales (Ogloff y Davis, 2004; Thomas-Peter, 2006), largo de las últimas décadas. En un estudio realiza­
pero dicho aumento ha sido espectacular en el caso do para el Síndic de Greuges (equivalente al Defen­
de España. En el año 1996 ascendía a un total de sor del Pueblo) de Cataluña, Redondo et al. (2006)
41.886 reclusos, de los cuales 38.015 eran hombres han probado, a partir de una comparación interna­
(el 90,7 por 100) y 3.871 mujeres (el 9,2 por 100). cional de las tasas delictivas, de las tasas peniten­
Del total, 7.363 eran extranjeros (el 17,3 por 100). ciarias y de la praxis penal de diversos países, que
Diez años más tarde la población penitenciaria ha­ el aumento de la población penitenciaria española
bía crecido en un 53 por 100, y a finales de 2006 debe atribuirse en esencia a los sucesivos y reitera­
ya era de 64.021 reclusos (58.912 hombres y 5.109 dos incrementos de las penas privativas de libertad
mujeres), de los cuales 18.833 eran extranjeros (el que se han producido durante los últimos años. En
29,4 por 100). En tasas relativas por habitantes, España los encarcelamientos efectivos tienen en la
estas cifras pueden traducirse a las siguientes: en actualidad una duración promedio que dobla a la
1996 España tenía una tasa de 121 encarcelados por media de otros países analizados, que incluyen
cada 100.000 habitantes y en 2006 dicha tasa había Francia, Italia, Alemania, Inglaterra/Gales, Suiza,
ascendido a 142 presos por cada 100.000 habitan­ Portugal, Holanda y Suecia.
tes. Esta cifra es la más elevada de todos los países El colectivo que más ha crecido en las prisiones
de Europa occidental, cuya media puede estimarse ha sido el de extranjeros, en consonancia con el
en torno a 100 encarcelados por cada 100.000 ha­ incremento de la inmigración en nuestro país. Así,
bitantes (Redondo, Luque, Torres y Martínez, la prisión es aquí un fiel reflejo de la sociedad en
2006). la que está inserta. Por ello, es muy necesaria tam­
Como ya se ha mencionado, en España existen bién una intervención directa con los extranjeros
dos administraciones penitenciarias diferenciadas, encarcelados con el fin de facilitar su integración
una más amplia dependiente del gobierno central y en el medio penitenciario y, lo que es más impor­
otra más pequeña gestionada por el gobierno cata­ tante, en la sociedad.
lán. La Dirección General de Instituciones Peniten-
ciarias, del Ministerio del Interior, tiene a su cargo
la administración de todos los centros y servicios 10.4.2. Legislación penitenciaria
penitenciarios ubicados en el conjunto del territorio
nacional excluida Cataluña. En concreto, gestiona En consonancia con la vigente legislación espa­
66 centros penitenciarios con una población reclusa ñola, las instituciones penitenciarias tienen como
total de 54.887 internos, más 6.193 liberados con­ «fin primordial la reeducación y reinserción social
dicionales que se hallan cumpliendo la última etapa de los sentenciados a penas y medidas penales pri­
de su condena en libertad supervisada. Por su parte, vativas de libertad, así como la retención y custodia
la Secretaría de Servicios Penitenciarios, Rehabi­ de detenidos, presos y penados» (Ley Penitenciaria,
litación y Justicia Juvenil, del Departamento de art. 1), además de una labor asistencial y de ayuda
Justicia de Cataluña, gestiona los centros y servi­ para internos y liberados. Para el desarrollo de estas
cios penitenciarios correspondientes a la Comuni­ finalidades la ley considera que el régimen y el
dad Autónoma Catalana, con una población reclusa tratamiento penitenciario deben coordinarse entre
de 9.134 encarcelados, más 700 liberados condi­ sí. El régimen penitenciario es el «conjunto de nor­
cionales. mas o medidas que persiguen la consecución de una
De acuerdo con todas las cifras y datos de que convivencia ordenada y pacífica que permita alcan­
se dispone en España y en organismos internacio­ zar el ambiente adecuado para el éxito del trata­
nales de análisis del problema criminal, el incre­ miento y la retención y custodia de los reclusos»
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 255 04/09/13 13:49


256 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

(Reglamento Penitenciario, art. 73.1). «Las activi­ actividad delictiva (por ejemplo, drogadic­
dades integrantes del tratamiento y del régimen, ción, parafilia, etc.) o bien sobre sus caren­
aunque regidas por un principio de especialización, cias formativas básicas (por ejemplo, alfa­
deben estar debidamente coordinadas» (art. 73.3). betización, formación laboral, etc.).
Por su parte, el tratamiento penitenciario se refiere — Actividades complementarias: se trataría de
al conjunto de actividades que están directamente actividades que no están relacionadas tan
dirigidas a la consecución de la reeducación y rein­ directamente con la etiología delictiva ni
serción social de los penados. El artículo 110 del con las carencias formativas básicas del su­
Reglamento Penitenciario señala que la Adminis­ jeto, pero que complementan a las priorita­
tración Penitenciaria, como elementos del trata­ rias y ofrecen al interno una mejor calidad
miento, «diseñará programas formativos orientados de vida y más amplias perspectivas profe­
a desarrollar las aptitudes de los internos, enrique­ sionales, educativas o culturales.
cer sus conocimientos, mejorar sus capacidades téc­
nicas o profesionales y compensar sus carencias», La participación de los internos en las activida­
«utilizará los programas y las técnicas de carácter des asignadas en el momento de diseñar su progra­
psicosocial que vayan orientados a mejorar las ca­ ma de tratamiento debe ser adecuadamente evalua-
pacidades de los internos y a abordar aquellas pro­ da a partir de tres variables: asistencia, rendimiento
blemáticas específicas que puedan haber influido y esfuerzo realizado. Además, dicha participación
en su comportamiento delictivo anterior» y «poten­ debe ser, como ya se ha comentado, incentivada.
ciará y facilitará los contactos del interno con el Desde hace algunos años se han establecido en
exterior contando, siempre que sea posible, con los España diversos programas específicos de trata-
recursos de la comunidad como instrumentos fun­ miento. Consisten en tratamientos pautados, que
damentales en las tareas de reinserción». definen los objetivos de la intervención, la pobla­
Todos los internos tienen derecho a participar ción a la que van dirigidos, el esquema de las uni­
en los programas de tratamiento y es obligación de dades terapéuticas con sus actividades y técnicas,
la administración penitenciaria diseñar un programa los recursos necesarios y finalmente el procedi­
individualizado para cada uno de ellos, incentiván­ miento para evaluar sus resultados.
doles de forma que colaboren en su planificación y Los encargados de aplicar estos programas son
ejecución (Reglamento Penitenciario, art. 112). La los equipos multidisciplinarios de los centros peni­
propuesta de este programa individualizado coinci­ tenciarios, en los que cada profesional interviene de
de con el momento de la clasificación inicial de un acuerdo a su propia especialidad (psicología, crimi­
penado (en primer, segundo o tercer grados) y, al nología, pedagogía, sociología, educación social,
igual que la propia clasificación, será revisada como magisterio, trabajo social, etc.).
máximo cada seis meses. La Instrucción 12/2006 de
la Dirección General de Instituciones Penitenciarias
establece un procedimiento detallado para progra­ 10.4.3. Programas de tratamiento
mar, evaluar e incentivar la participación de los in­ aplicados en las prisiones
ternos en actividades y programas de tratamiento. españolas
En el programa individualizado de tratamiento, se
le asignarán al interno dos niveles de actividades: Para la presentación de los programas especia­
lizados de tratamiento aplicados en las prisiones
— Actividades prioritarias: entendidas como españolas dependientes de la Dirección General de
tales las que están encaminadas a subsanar Instituciones Penitenciarias se seguirá el trabajo
las carencias más importantes de un sujeto más amplio a este respecto de Redondo, Pozuelo y
y en las que o bien se interviene sobre los Ruiz (en prensa), del que se efectúa aquí una sín­
factores directamente relacionados con su tesis.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 256 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 257

En la tabla 10.2 puede verse un esquema gene­ 10.4.3.1. Programa de intervención


ral de la oferta de programas de tratamiento exis­ específica con internos
tente en las prisiones españolas. extranjeros
Algunos de los programas de la tabla 10.2 ya se
han comentado en distintos lugares del libro, por lo Ante el espectacular aumento de la población de
que a continuación se presentarán aquellos progra­ internos extranjeros en las prisiones españolas (que
mas específicamente penitenciarios que se han con­ actualmente suponen un 30 por 100 aproximado del
signado en negrita en la tabla. total de la población penitenciaria), ha sido necesario

Tabla 10.2
Programas de tratamiento en España

Programas Objetivo Destinatarios

Programa específico de in­ Entrenar en habilidades de pensamiento necesarias Internos jóvenes, menores
tervención con jóvenes. para un mejor ajuste personal y social, mejorar su de 25 años.
educación y preparación para la búsqueda de tra­
bajo.

Programa de intervención en Evitar el inicio de consumo en la población absti­ Internos con problemáticas
materia de drogas y con in­ nente. Minimizar las conductas de riesgo y los da­ de abuso de sustancias.
ternos drogodependientes. ños asociados al consumo. Estimular el inicio del
tratamiento. Potenciar la derivación a centros exter­
nos y evitar la marginalización.

Programa de control de la Mejorar las posibilidades de reinserción y de no Agresores sexuales.


agresión sexual. reincidir. Favorecer un análisis más realista de la
conducta delictiva y mejorar sus habilidades inter­
personales.

Programa de tratamiento de Disminución de la probabilidad de reincidencia en Sujetos que han ejercido


maltratadores. conductas de violencia de género. violencia de género.

Programa de intervención Facilitar la integración en el medio penitenciario y Internos extranjeros.


específica con internos ex- contribuir a una mejor integración en la sociedad
tranjeros. española.

Programa específico de in- Promover condiciones de vida que faciliten la inte­ Internos con discapacidad
tervención con internos gración social del sujeto. física, psíquica o sensorial.
discapacitados.

Programa específico de in- Reducir las conductas violentas e inadaptadas y fa­ Internos que se encuentran
tervención en régimen ce- cilitar su convivencia normalizada en régimen ordi­ en régimen cerrado.
rrado. nario.

Programa de prevención Prevenir la conducta de autolisis y suicido en sujetos Internos con problemas es­
de suicidios. detectados como de riesgo. pecíficos que puedan derivar
en conductas autolíticas.

©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 257 04/09/13 13:49


258 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

desarrollar un modelo de intervención específico 2. Intervención multicultural, dirigida a un


para facilitar su integración en el medio penitenciario doble propósito. Por un lado, pretende for­
y, en la medida de lo posible, coadyuvar a una mejor marles en el conocimiento de la cultura
integración futura en la sociedad española. Una difi­ española para facilitar su integración social
cultad importante para esta intervención radica en la y también evitar conflictos con otras etnias,
enorme diversidad de la población extranjera encar­ culturas, religiones o nacionalidades. Por
celada (en consonancia con la diversidad de la propia otra parte pretende contrarrestar las in­
realidad de la población emigrada). Esta diversidad fluencias negativas de grupos extremistas y
se traduce en distintas culturas, diferentes idiomas y radicales. Sus contenidos didácticos están
distintos valores en relación con aspectos fundamenta­ pensados para desarrollar y debatir aque­
les de la vida personal y social. Algunos de tales va­­ llos aspectos que igualan y diferencian a las
lores (como, por ejemplo, los relativos a la igualdad diversas culturas, los modos de facilitar la
de derechos de la mujer) pueden entrar en abierta comunicación intercultural, las normas so­
contradicción con los de la sociedad española en la ciales, las características culturales y geo­
que se pretende la integración, lo que puede hacer es­ gráficas del país de origen y del país recep­
pecialmente difícil el trabajo con estas poblaciones. tor, etc.
A través de un muestreo realizado por la Direc­ 3. Educación en valores y habilidades cogni-
ción General de Instituciones Penitenciarias sobre tivas. Esta tercera área de la intervención
382 internos seleccionados al azar entre la población requiere un nivel mínimo de comprensión
reclusa extranjera, excluidos los hispanohablantes y del idioma y de entendimiento de la reali­
los ciudadanos de países de la Unión Europea (por dad multicultural, aspectos que ya se han
considerar que estos colectivos tienen menos proble­ trabajado en las áreas previas. Su objetivo
mas para integrarse), se obtuvo un perfil del interno básico es el desarrollo de valores como la
extranjero que presenta las siguientes características: tolerancia, el respeto, la apreciación y la
joven, soltero, norteafricano, nivel escolar y laboral defensa de los derechos y libertades de to­
bajo, un alto porcentaje tiene vínculos familiares dos los individuos. No se pretende aquí en
aunque un 60 por 100 no recibe visitas, buena adap­ absoluto imponer unos valores en detri­
tación al centro penitenciario, muchos hablan caste­ mento de otros, sino desarrollar en ellos
llano (aunque un 30 por 100 sólo lo entiende y un valores universales. Las técnicas utilizadas
15 por 100 lo desconoce completamente), suele re­ ofrecen la oportunidad de aprender a tomar
lacionarse dentro de la prisión con los de su propio decisiones de modo más racional, de au­
entorno cultural, buen comportamiento, no consu­ mentar la empatía y la perspectiva interper­
midor de drogas, participación aceptable en activi­ sonal, tomando en consideración las impli­
dades y está encarcelado por el primer delito come­ caciones y consecuencias de la propia
tido en España (siendo los delitos más frecuentes conducta sobre las otras personas.
contra la salud pública y contra la propiedad).
El Programa marco de intervención con inter- El responsable de este programa actúa como
nos extranjeros recoge las distintas recomendacio­ moderador de los debates. La programación puede
nes del Consejo de Europa en esta materia. Preten­ ser trimestral, con grupos de ocho a doce miembros,
de efectuar un enfoque integral de este colectivo, en sesiones de al menos 90 minutos y con una pe­
contemplando para ello tres grandes áreas de inter- riodicidad de dos veces por semana y 25 sesiones
vención (DGIP, 2006a): de trabajo.
El equipo multidisciplinario que aplica este pro­
1. Intervención educativa. Tiene un objetivo grama está constituido por psicólogo, jurista, peda­
formativo tanto general como, en especial, gogo, sociólogo, educador, maestro y funcionario
de enseñanza de la lengua española. de vigilancia.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 258 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 259

10.4.3.2. Programa específico El programa marco se estructura en tres fases:


de intervención con internos
discapacitados Fase 1.  Detección del caso al ingreso, o en un
momento posterior ya en el departamento asignado.
Este programa se dirige a los disminuidos físi­ Lógicamente es deseable la detección temprana.
cos, psíquicos y sensoriales internados en los ­centros Fase 2.  Evaluación. Tiene por objeto confir­
penitenciarios y a los internos declarados inimpu­ mar o descartar el diagnóstico de discapacidad in­
tables que cumplen medidas de seguridad, dictadas telectual de acuerdo con los criterios de los sistemas
por los correspondientes jueces y tribunales, en los de clasificación internacional. La realiza el psicó­
establecimientos psiquiátricos penitenciarios. El logo del centro o, en su defecto, alguna asociación
colectivo al que va dirigido este programa es redu­ especializada.
cido y supone aproximadamente el 0,55 por 100 de Fase 3.  Intervención. Consiste en establecer
la población interna (unos 300 internos en total). líneas mutidisciplinares de actuación para compen­
La persona con discapacidad intelectiva y con­ sar en la medida de lo posible las áreas carenciales
siguientes déficit en sus habilidades de adaptación y las necesidades terapéuticas y asistenciales detec­
requiere una atención especializada a efectos de tadas en las fases anteriores, así como prevenir si­
prevenir posibles trastornos psicológicos y de con­ tuaciones potenciales de riesgo y trastornos de con­
ducta que, bajo situaciones de riesgo o estrés, ame­ ducta o emocionales que pudieran estar asociados.
nacen con desbordar al sujeto. Esta fase de acción incluye los siguientes cuatro
El objetivo general de este programa es pro­ tipos de intervenciones:
mover condiciones de vida que faciliten la integra­
ción social del sujeto y programar actuaciones te­ A)  Intervenciones terapéuticas que se desa­
rapéuticas que le ayuden a adquirir habilidades y rrollan en las siguientes áreas:
recursos personales y de relación social. Los obje-
tivos específicos son los siguientes (DGIP, 2006b): a) Área personal: dirigida a la adquisición y
1) detección del caso, al ingreso o en un momento consolidación de hábitos de autonomía per­
posterior, de las personas susceptibles de inclusión sonal, hábitos de vida sana, como el no
en el programa; 2) confirmación diagnóstica de los consumo de tóxicos, y a aumentar los co­
casos detectados y tramitación, si es necesario, del nocimientos básicos sobre enfermedades
reconocimiento oficial del grado de minusvalía; de transmisión sexual.
­3)  adecuación de la normativa penitenciaria y los b) Área psicosocial-relacional: orientada al
programas de intervención a la situación de las desarrollo de las capacidades necesarias
personas con discapacidad; 4) establecimiento de para poder desenvolverse en la sociedad,
programas específicos de tratamiento para las per­ trabajando programas de habilidades socia­
sonas con discapacidad intelectual, potenciando la les, salidas terapéuticas, entrenamiento
colaboración de las instituciones penitenciarias emocional, estimulación cognitiva y educa­
con las ONGs que ya trabajen con discapacitados ción en valores.
en otros contextos comunitarios o institucionales; c) Área familiar, que se dirige a favorecer las
5) adecuación de las instalaciones penitenciarias comunicaciones y relaciones con su fami­
a la situación de las personas con discapacidad lia, dándole a conocer los recursos sociales
física, lo que incluye la eliminación de barreras y de autoayuda existentes en el exterior.
arquitectónicas; 6) facilitar su integración en los También incluye salidas familiares progra­
recursos de la comunidad; 7) definición de los ca­ madas, acompañadas por personal educati­
sos susceptibles de derivación a los dispositivos no vo.
penitenciarios, y 8) intervención en el ámbito fa- d) Escuela y área educativa, que se orienta a
miliar. la adquisición de conocimientos básicos.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 259 04/09/13 13:49


260 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

e) Área laboral y de programas ocupacio­ a los sujetos en reconocimiento anticipado de situa­


nales. ciones potenciales de riesgo para sus explosiones
violentas, generando soluciones alternativas a la
B)  Medidas asistenciales, que incorporan ac­ agresión y a otros comportamientos problemáticos
tuaciones como la certificación de minusvalía, la o delictivos (engaño, acoso, hurto, robo, consumo
búsqueda de recursos y la intervención en colabo­ de drogas, etc.); 2) enseñarles a controlar sus esta­
ración con asociaciones especializadas. dos emocionales especialmente negativos (agresivi­
C)  Intervenciones sanitarias. dad e ira) que pueden desencadenar conductas vio­
D)  Observación y seguimiento especial en el lentas; 3) promover en los internos hábitos de salud
departamento en el que se encuentra el interno. e higiene; 4) reducir la emisión de conductas sus­
ceptibles de constituir faltas disciplinarias; 5) incre­
Este programa tiene un carácter integral y debe mentar la participación positiva en actividades, dis­
ser realizado por un equipo técnico multidisciplinar, minuyendo los períodos de inactividad, y 6) enseñar
con formación específica al efecto, integrado por todas aquellas habilidades prosociales que pueden
psicólogo, jurista, trabajador social, educador, mo­ facilitar su interacción y comunicación con otras
nitor ocupacional y funcionario/s de vigilancia. personas.
Cuenta también con la necesaria colaboración del El contenido del Programa marco de tratamien-
equipo sanitario del centro. En este contexto, debe to en régimen cerrado contempla unas líneas gene­
destacarse la labor terapéutica que desde el año rales de actuación, que se adaptan en cada centro
1995 realiza en los centros penitenciarios la «Con­ penitenciario a sus características específicas (dis­
federación Nacional de Organizaciones a Favor de ponibilidad de espacios, recursos humanos y
las Personas con Discapacidad Intelectual» materia­les, etc.). A partir de una evaluación de cada
(FEAPS), institución que interviene actualmente en ­interno se diseña un Programa individualizado de
22 establecimientos penitenciarios repartidos por tratamiento en el que se contemplan las diversas
todo el territorio nacional. actividades que deberán realizarse, así como el
modo de llevarlas a cabo, y si serán de carácter
10.4.3.3. Programa específico grupal o individual.
de intervención en régimen Pueden desarrollarse actividades en las áreas
cerrado educativa, higiénico-sanitaria, sociofamiliar, terapéu­
tica, laboral, deportiva, recreativa, cultural y ocupa­
En el capítulo IV, del título III, del Reglamento cional. Dentro del área terapéutica se prevén como
Penitenciario, dedicado a la modalidad de vida del estrategias fundamentales las siguientes: control de
régimen cerrado, se establece la necesidad de dise­ la ansiedad y agresividad, deshabituación de drogas,
ñar modelos de intervención que, ajustados a las educación para la salud, educación en valores, con­
medidas regimentales y de seguridad adecuadas, se ciencia emocional, resolución de conflictos y entre­
orienten a «lograr la progresiva adaptación del in­ namiento en habilidades sociales.
terno a la vida en régimen ordinario, así como a la También este programa, por su propia naturale­
incentivación de aquellos factores positivos de la za compleja y especializada, debe desarrollarse por
conducta que puedan servir de aliciente para la rein­ un equipo multidisciplinar. Se prevé la designación
tegración y reinserción social del interno, designán­ de un tutor para cada uno o dos internos, quien se
dole el personal necesario a tal fin» (art. 93, 6.ª). encargará de realizar un seguimiento más cercano
El objetivo general de la intervención en régi­ y personalizado de ellos. Debido a que este progra­
men cerrado consiste en reducir las conductas vio­ ma se desarrolla en departamentos con especiales
lentas e inadaptadas de estos sujetos y facilitar su medidas de seguridad, los funcionarios de vigilan-
convivencia normalizada en régimen ordinario. Los cia cobran una gran relevancia como miembros del
objetivos específicos son los siguientes: 1) entrenar equipo multidisciplinar, facilitando y colaborando
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 260 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 261

en la realización de actividades, garantizando la da o ruptura familiar; el aislamiento social del


seguridad y la supervisión directa del desarrollo de sujeto, al no recibir visitas o llamadas telefónicas
las mismas. de familiares o amigos; padecer trastornos psicoló­
La evaluación de este programa se realizaría gicos graves tales como esquizofrenia o depresión;
mediante un diseño pretest y postest. que el interno se sienta amenazado por otros y se
haya acogido al régimen de aislamiento para pro­
10.4.3.4. Programa de prevención tección establecido en el artículo 75.2 del Regla­
de suicidios mento Penitenciario; que se le haya aplicado una
sanción de aislamiento, y, también, puede ser un
Los suicidios constituyen un problema grave de factor de riesgo el que se produzca una modifica­
las prisiones, y las tasas de suicido en prisión suelen ción repentina en la situación procesal, penal o pe­
ser superiores a las que se producen en la comuni­ nitenciaria del recluso, incluida, de manera paradó­
dad social (Crighton, 2006b). La tasa de suicidios jica, la proximidad temporal de su excarcelación.
consumados en las prisiones españolas es de las El programa de prevención de suicidios se con­
más bajas del mundo, con una media de alrededor creta en cuatro tipos de actuaciones (Instrucción
de 0,6 suicidios anuales por cada mil reclusos, 14/2005 de la Dirección General de Instituciones
mientras que los países europeos de nuestro entorno Penitenciarias):
doblan o triplican esta cifra, con tasas de entre uno
o dos suicidios por cada mil reclusos (Redondo et 1. Medidas preventivas, destinadas a evitar de
al., 2006). A pesar de ello, el objetivo de este pro­ modo general el aislamiento y la soledad del sujeto,
grama es, como es lógico, prevenir y evitar en la que pueden ser factores facilitadores de suicidio.
medida de lo posible cualquier suicidio. Para ello: 1) se le asigna una celda compartida con
Los objetivos del programa de prevención de otro u otros internos; 2) se evitan en todo caso las
suicidios son los siguientes: 1) aplicación sistemá­ situaciones de aislamiento, aunque sean transitorias
tica de pautas de prevención a los grupos definidos como resultado de tratarse de un nuevo ingreso o
como de riesgo; 2) detección de internos con pro­ de hallarse en tránsito hacia otra prisión, y 3) se le
blemas específicos que puedan derivar en una con­ facilita la realización de las llamadas familiares que
ducta autolítica; 3) evitar el desenlace negativo de sean necesarias.
los internos incluidos en el protocolo de interven­
2. Medidas provisionales urgentes, ante situa­
ción, y 4) determinar claramente el proceso y pau­
ciones de riesgo inminente, tales como derivación
tas de intervención por parte de los distintos profe­
hospitalaria, ingreso en enfermería, inmovilización
sionales de vigilancia, tratamiento y sanidad.
terapéutica, asignación urgente de un interno de
El momento de ingreso en prisión resulta clave
apoyo, retirada de material de riesgo o vigilancia
para la detección de los casos de riesgo de suicidio.
especial por parte de los funcionarios.
Durante el internamiento estos internos serán espe­
cialmente observados en los distintos ámbitos en 3. Medidas programadas, consistentes en una
los que desarrollen sus actividades. serie de actuaciones preventivas específicas, entre
Los principales factores de riesgo de suicidio las que destacan: seguimiento del sujeto por los
son los siguientes (Garrido, Stangeland y Redondo, servicios médicos (consulta médica, derivación a
2006; Sánchez Hernández, 2001): impacto del pro­ psiquiatría o ingreso en enfermería para observa­
pio ingreso en prisión; haber sido encarcelado por ción y tratamiento); seguimiento por parte del psi­
delitos graves contra las personas, siendo el riesgo cólogo, del educador o del trabajador social; pro­
de suicidio especialmente alto durante los primeros moción de comunicaciones familiares y sociales y
días de internamiento; tener antecedentes de tenta­ de su participación en actividades culturales, y asig­
tivas de suicidio; tener conocimiento de que se tie­ nación al sujeto en riesgo de un interno voluntario
ne una enfermedad grave; las situaciones de pérdi­ como acompañante durante las 24 horas del día, o
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 261 04/09/13 13:49


262 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

bien en los horarios de cierre de las celdas y de otras haberlo solicitado, haya sido posible obtener más
actividades no comunitarias. información al respecto, sobre la aplicación de los
siguientes programas específicos de tratamiento:
4. Medidas especiales, que incluyen la vigi­
lancia especial por funcionarios, la retirada de ma­
terial de riesgo (objetos corto-punzantes, cinturones Programa de control de la agresión
o cuerdas, etc.), ubicación en celda especial de ob­ sexual (SAC)
servación y seguimiento de incidencias en comuni­ Se trata del mismo programa cognitivo-conduc­
caciones (que podrían ser indicadores de situacio­ tual que ha sido comentado con anterioridad y que
nes de riesgo). se aplica, en un formato algo distinto, en los centros
penitenciarios dependientes de la Dirección Ge­
El protocolo establece que, una vez detectado neral de Instituciones Penitenciarias. En 2005 ha­
un caso de riesgo, deberá ser valorado por el médi­ brían participado en dicho programa 180 agresores
co y el psicólogo, independientemente de las medi­ sexuales.
das urgentes que previamente se hayan adoptado.
La Junta de Tratamiento valorará semanalmente la
evolución del caso, y acordará el mantenimiento del Programa de delitos violentos (DEVI)
programa, la modificación de las medidas adopta­ Este programa dimana de una adaptación del
das o el cese del programa. Tras finalizar el trata­ programa anterior, para lo cual se concibieron nue­
miento se planificará un plan de seguimiento del vos ejercicios y se adaptaron otros, de modo que
interno para evitar recaídas y situaciones de espe­ resultaran apropiados para delincuentes violentos
cial riesgo de suicidio. en general, no necesariamente delincuentes sexua­
Todos los anteriores programas de tratamiento les. A lo largo de 2005 habrían participado en dicho
y otros que han sido comentados a lo largo del con­ programa alrededor de 200 sujetos.
junto del texto están en pleno desarrollo y expan­
sión. Algunos ya cuentan con años de rodaje y
experiencia y otros están comenzando ahora su an­ Programa de toxicomanías
dadura. Como se ha comentado en cada uno de Se trata también de un programa de carácter
ellos, todos los programas efectúan una previsión cognitivo-conductual, con distintos niveles de in­
para su evaluación. Sin embargo, hasta ahora sólo tensidad (desde una aplicación preventiva en el
algunos cuentan con alguna evaluación sistemática, marco de todas las prisiones hasta otra intensiva
como sucede con los programas de agresores sexua­ desarrollada en Departamentos de Atención Espe-
les y de maltratadores. No obstante, en todos los cializada a Toxicómanos [DAE] creados al efecto
casos se requieren evaluaciones más amplias en a partir de 1990). En 2005 participaron en este pro­
número de internos y más prolongadas en el tiempo grama, en algunos de sus diversos niveles, unos
que permitan conocer su eficacia a gran escala y a 1.300 internos.
largo plazo.
Programa de violencia doméstica (VIDO)
10.4.4. Programas de tratamiento Nuevamente se trata de una adaptación del pro­
aplicados en las prisiones grama original de Control de la agresión sexual, que
catalanas utiliza los mismos ingredientes que dicho programa
pero en este caso mediante ejercicios orientados al
La Administración penitenciaria catalana infor­ trabajo con maltratadores. Según informa el Depar­
ma en su memoria (Departamento de Justicia de la tamento de Justicia, en 2005 habrían participado en
Generalidad de Cataluña, 2005), sin que, pese a el programa VIDO unos 160 sujetos.
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 262 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 263

Programa de salidas programas estas controversias parece negar el lado contrario


de las mismas. Sin embargo, todas estas cuestiones,
Se trata de un programa complementario de los
en las que suelen tomar partido los diversos opera­
permisos de salida, cuyo objetivo es facilitar a los
dores del sistema de justicia penal, sólo producen
internos el acceso a situaciones, ambientes y recur­
una gran confusión y la frecuente incomprensión
sos alternativos para reforzar el trabajo de rehabili­
entre los interlocutores cuando se decantan entre
tación dentro de los centros penitenciarios. Cada
aparentes, pero falsos, planteamientos dicotó­ ­
salida tiene un propósito concreto (por ejemplo,
micos.
realizar una entrevista preparatoria para un futuro
La hipótesis que aquí se plantea es que lo ante­
trabajo, reencuentro con su familia, participación
rior es probablemente debido a la existencia, a la
en un programa comunitario de tratamiento de al­
hora de reflexionar y posicionarse sobre la justicia
coholismo, seguimiento de un curso de especializa­
penal, de debates cruzados en al menos tres dimen­
ción profesional, visita cultural a un museo, etc.).
siones diferentes, según se intenta reflejar en la fi­
Las visitas tienen una duración de unas horas y el
gura 10.1:
interno las realiza a menudo acompañado por un
profesional del centro penitenciario o un colabora­
1.  En primer lugar existe una dimensión sim-
dor voluntario. En 2005 dispusieron de alguna sa­
bólica (en diagonal, en la figura) sobre el significa­
lida programada (o diversas salidas) 1.060 internos
do preferente que se confiere al castigo y a la disua­
(el 7,69 por 100 sobre el total de internos diferentes
sión penal. En ella los ciudadanos (y los expertos y
que estuvieron en prisión ese mismo año).
profesionales) se decantan o bien por el realce del
castigo (generalmente, las penas de prisión) como
10.5. Las prisiones prioridad para los infractores de la ley penal, o
y la rehabilitación bien por medidas de mayor contenido social, en que
de los delincuentes las propias víctimas (programas de relación con las
víctimas, por ejemplo, mediación o reparación) o
Para finalizar este capítulo sobre el tratamiento la sociedad en su conjunto (programas de trabajos
en las prisiones se hará referencia a la frecuente en beneficio de la comunidad) podrían desempeñar
intersección, en el debate social sobre las prisiones un papel educativo y de inserción social sobre los
y la rehabilitación de los delincuentes, de dimen­ delincuentes.
siones argumentales distintas y heterogéneas, que En esta primera dimensión, el debate posee,
con frecuencia generan polémicas interminables y esencialmente, un carácter moral y político, y tiene
a menudo estériles. Todo lo concerniente a la delin­ que ver con si los ciudadanos que infringen la ley
cuencia y su control, a la finalidad y el funciona­ deberían ser meramente castigados y encerrados o
miento de las prisiones y a la rehabilitación de los si, por el contrario, se considera que debería pro­
delincuentes suele prestarse en sumo grado a tales gresarse hacia medidas de control social distintas
controversias (Ogloff y Davis, 2004). En concreto, del encarcelamiento.
se hace mención a disputas en las que se plantean
dicotomías como las siguientes: ¿Deben endurecer­ 2.  Una segunda dimensión, también de carác­
se las penas de prisión o aplicarse programas de ter jurídico-penal, concierne a la valoración del con-
rehabilitación? ¿Las penas deben tener un mero texto que se consideraría más adecuado para la apli­
contenido punitivo o debe favorecerse el régimen cación de las penas (horizontal, en la figura),
abierto? ¿Sólo hay que aplicar programas con los especialmente de las penas privativas de libertad en
delincuentes o debe incluirse también a las vícti­ su objetivo de inocuizar a los delincuentes y prote­
mas? ¿Dónde ha de realizarse todo esto: en la cárcel ger a los ciudadanos. ¿Cuál es el tipo de prisión más
o en la comunidad? El posicionamiento en cual­ conveniente: los centros cerrados o los abiertos? ¿Y
quiera de los lados, aparentemente antagónicos, de por qué no avanzar hasta la ejecución de medidas,
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 263 04/09/13 13:49


264 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Figura 10.1.—Contexto penal y tratamiento penitenciario: dimensiones.

como los arrestos, en el seno de la propia comunidad 3.  La tercera dimensión a debate tiene un ca­
—por ejemplo, en el domicilio del sujeto—, em­ riz científico vinculado al tratamiento, y tiene en el
pleando para ello controles mecánicos como las pul­ horizonte la efectividad de las técnicas rehabilita-
seras electrónicas? doras aplicadas con los delincuentes (vertical, en
Es probable que el posicionamiento de los ciu­ la figura). Más concretamente, esta dimensión se
dadanos en estas dos primeras dimensiones guarde refiere al grado en que las distintas técnicas y pro­
estrecha relación con dos factores principales: 1) el gramas de tratamiento utilizados logran reducir la
nivel de violencia —real o simbólicamente cons­ reincidencia futura de los sujetos tratados. De acuer­
truida— que hay en una determinada sociedad y 2) do con los resultados generales de la investigación
su grado de desarrollo social y democrático. La empírica, podría establecerse un gradiente de efec­
hipótesis que se plantea aquí (no alejada de una tividad que va desde el mero internamiento en pri­
propuesta ya realizada en 1764 por Cesare Beccaria sión (que no reduce la reincidencia o incluso la
en su De los delitos y de las penas) es que a mayor aumenta), pasando por los programas informativos,
grado de violencia en una sociedad (real o, más a educativos, formativos y psicoterapéuticos (que ob­
menudo, simbólicamente construido) y a menor de­ tienen reducciones promedio de la reincidencia de
sarrollo social de ésta, más duras serán las medidas entre 12 y 21 puntos), hasta los programas de orien­
penales aplicadas por dicha sociedad y más estricto tación conductual y cognitivo-conductual, o de en­
el cumplimiento de dichas medidas; y viceversa, a señanza de habilidades de vida (que pueden reducir
menor violencia y mayor grado de civilización, más la reincidencia hasta 27 puntos). La dimensión cien­
suaves y comunitarias serán las medidas penales tífico-técnica, o programa utilizado, hace referencia
aplicadas. a qué es lo que en realidad se hace con los delin­
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 264 04/09/13 13:49


Tratamiento en las prisiones / 265

cuentes mientras cumplen una condena, a qué ini­ los sujetos puedan poner en práctica, en la vida
ciativas o enseñanzas se les ofrecen. real, las nuevas habilidades aprendidas (Leschied
De acuerdo con la investigación evaluativa sobre et al., 2001). Por ello, sería conveniente que las
eficacia de los tratamientos, que se comentará con medidas penales tuvieran, en el mayor grado posi­
más detalle, la dimensión científica, que calibra la ble, una orientación comunitaria. Pero no se olvide
efectividad de cada técnica de tratamiento aplicada, que para poner en práctica nuevas habilidades de
es en buena medida independiente de las dimensio­ vida ajenas al delito, es imprescindible enseñar y
nes previas (simbólica y contextual). Lo importante desarrollar en los delincuentes tales habilidades, y
aquí es lo que se hace en concreto con los delin­ uno de los modos más eficientes de hacerlo es me­
cuentes y no tanto con qué objetivos simbólicos se diante los tratamientos que se han presentado en
hace o dónde se hace. Desde la perspectiva de la esta obra.
eficacia, la dimensión punitiva o de castigo sería Los actuales conocimientos sobre eficacia del
una característica ingénita a todas aquellas medidas tratamiento de los delincuentes nos indican que exis­
aplicadas en el marco de la justicia penal, algo así ten técnicas y programas de alta efectividad, entre
como —según McGuire, 2001c— el «ruido de fon­ los que especialmente se encuentran aquellos que
do» del universo penal, algo omnipresente, se mire desarrollan sus competencias y habilidades sociales.
en la dirección que se mire, pero que nadie sabe La lección para el futuro es que tales programas, y
muy bien cuál pueda ser su utilidad real. otros semejantes, deben ser aplicados de la manera
Retomando, ahora en términos de efectividad, más amplia e intensiva posible en el marco de cua­
algunas de las preguntas previas, podemos plan­ lesquiera medidas penales y contextos en que éstas
tearnos, como con frecuencia se hace: ¿Qué tipo de se apliquen a los delincuentes. Creemos que la iden­
prisión es más efectiva: la abierta o la cerrada? tificación de estas dimensiones discursivas puede
¿Qué tiene mayor eficacia para la reinserción: la ayudar a clarificar y resolver muchos de los ficticios
privación de libertad o los trabajos en beneficio de debates que se libran en el campo del castigo y tra­
la comunidad? A la luz de nuestros actuales cono­ tamiento de los delincuentes.
cimientos sobre efectividad, puede afirmarse con
rotundidad que, si el criterio considerado es su vir­
tualidad rehabilitadora, ni la prisión cerrada ni la Resumen
abierta, en sí mismas, rehabilitan a nadie; ni la pri­
vación de libertad ni los trabajos en beneficio de la Las prisiones son el marco principal en el que
comunidad reducen per se la reincidencia. El deba­ se desarrollan muchos de los programas con delin­
te de la efectividad tiene que ver priotariamente con cuentes que se aplican internacionalmente y, desde
el capital educativo transmitido a los delincuentes luego, en España. Pese a ello, no se considera aquí
y no con las dimensiones simbólicas atribuidas al que se trate del marco ideal para tratar a los delin­
castigo, o los lugares de ejecución de las medidas cuentes sino que, bien al contrario, en opinión del
penales. Si no se hace nada más (que castigar), es autor de este libro debería encarcelarse a menos
una quimera esperar que las prisiones —sean ce­ personas y durante menos tiempo. La sociedad de­
rradas, semiabiertas o abiertas— tengan virtualida­ bería progresar hacia sistemas más civilizados y
des terapéuticas. Y, contrariamente a ello, si se comunitarios de control de la delincuencia. Ello
trabaja con los delincuentes de manera sistemática permitiría que muchos de los delincuentes menos
e intensiva, mediante programas que han mostrado violentos y peligrosos fueran controlados y tratados
efectividad internacionalmente, pueden obtenerse mediante servicios comunitarios adecuados y se
buenos resultados en diferentes contextos penales. reservaran las penas de prisión para los más violen­
Es evidente que cuanto más abiertos y comunitarios tos y persistentes. En todo caso, la realidad peni­
sean los contextos en que tales programas se lleven tenciaria actual es la que es, y, en consecuencia, se
a cabo, mayores serán las oportunidades para que requerirá tratar a muchos delincuentes en el marco
©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 265 04/09/13 13:49


266 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

de las prisiones, que es donde actualmente se en­ tratamientos en las prisiones, no es menor su oferta
cuentran. de programas en el marco de los Servicios de Pro-
Canadá es el país con mayor desarrollo en ma­ bation, encargados de la ejecución de medidas pe­
teria de programas de tratamiento y rehabilitación nales en la comunidad. Otros países europeos con
de sus delincuentes, y puede servir como ejemplo buen desarrollo del tratamiento de los delincuentes
para otros muchos países. Su oferta de programas son los países nórdicos, y algunos de los de Cen­
de tratamiento es muy amplia y variada e incluye troeuropa, como los Países Bajos y Ale­mania.
programas nacionales de prevención de la violencia España cuenta con una dilatada tradición y un
familiar, el programa Razonamiento y Rehabilita­ razonable desarrollo de programas de tratamiento
ción (R&R), un programa de manejo de las emo­ penitenciario, en los que trabajan un número con­
ciones y la ira, uno de entrenamiento en actividades siderable de técnicos penitenciarios. Además, la
de tiempo libre, de habilidades de crianza de los ­legislación penitenciaria española es claramente fa­
hijos, de integración comunitaria, de delincuentes vorable a la aplicación de todo tipo de intervencio­
sexuales, de prevención del abuso de sustancias nes y tratamientos rehabilitadores con los encarce­
tóxicas, de prevención de la violencia, de preven­ lados. Como resultado de ello en la actualidad se
ción del aislamiento en regímenes penitenciarios dispone de una buena oferta de programas de trata­
cerrados y un conjunto específico de programas miento, que incluye tratamientos para jóvenes de­
para mujeres delincuentes. Muchos de estos progra­ lincuentes, intervenciones con internos drogodepen­
mas se han presentado en capítulos anteriores, y dientes, con agresores sexuales, con maltratadores,
otros, más específicamente penitenciarios, son pre­ con internos extranjeros, con internos discapacita­
sentados en este capítulo. dos, con delincuentes de alto riesgo en régimen
Existen normas penitenciarias internacionales cerrado y de prevención de suicidios. El gran pro­
(aquí se comentan las correspondientes a Naciones blema al que se enfrenta la aplicación de tratamien­
Unidas y, especialmente, al Consejo de Europa) que tos en las prisiones españolas (y, de forma más
prescriben cuáles son los grandes objetivos y servicios­ general, la propia gestión de las prisiones) es el gran
que deben utilizar los estados para la ayuda social y número de encarcelados, que no para de crecer día
el tratamiento de los encarcelados. Dichas normas a día. Vivimos en España años de desenfreno puni­
prevén la educación, la atención a la salud mental, la tivo, en los que muchos empujan para que cada
orientación de la prisión como servicio público, la conflicto social «nuevo» sea resuelto mediante el
formación y especialización del personal penitencia­ recurso al Código Penal y, más concretamente, a la
rio, la investigación y evaluación de los programas aplicación de penas de prisión.
aplicados y los objetivos del régimen y el tratamien­ Pese a todo, las penas de prisión per se (cortas
to de los condenados a privación de libertad. o largas) guardan poca relación con la reducción de
En Europa el país que cuenta con un mayor de­ las tasas de delincuencia. Probablemente tienen
sarrollo técnico del tratamiento de los delincuentes otras utilidades simbólicas, que también son nece­
es probablemente el Reino Unido. A semejanza de sarias para la sociedad. Pero la rehabilitación de los
Canadá, dispone de una amplia oferta de programas delincuentes (que pueda traducirse a medio y largo
de tratamiento, que incluye los dirigidos a entrenar plazo en un mayor control y reducción de la delin­
en habilidades de pensamiento, controlar la ira, di­ cuencia) requiere necesariamente la aplicación de
versos programas para agresores sexuales, progra­ tratamientos (y, a más gran escala, de medidas pre­
ma motivacional, programa de habilidades de vida ventivas) que la investigación ha probado que fun­
para delincuentes juveniles, etc. En paralelo a los cionan.

©  Ediciones Pirámide

10_Delincuentes.indd 266 04/09/13 13:49


Eficacia de los tratamientos
y riesgo de reincidencia 11
A Julio Sánchez Meca,
adalid del análisis de la
eficacia de los tratamientos.

Para finalizar, el capítulo 11 se ocupa de tes juveniles, adultos, sexuales y psicópatas.


la relevante cuestión de la eficacia de los tra­ También la eficacia es evaluada en función de
tamientos, especialmente por lo que se refiere las diversas categorías de tratamientos aplica­
a la reducción de las tasas de reincidencia de dos. Para concluir se constrastan las posibili­
los grupos de delincuentes tratados. Para ello dades y los límites del tratamiento como medio
se revisan los metaanálisis que se han reali­ de prevención del delito, finalizando la obra
zado en esta materia a lo largo de las pasadas con algunas sugerencias para el desarrollo
décadas. Se analiza por separado el estado futuro del campo del tratamiento de los delin­
de la eficacia del tratamiento de los delincuen­ cuentes.

«Imagino que es normal la dificultad que uno fueron y, peor aún, cuáles podían haber llegado a
tiene para pensar en las implicaciones de unos ser las consecuencias de mi comportamiento.»
hechos que durante tanto tiempo ha intentado ocul­
tar, maquillar e incluso justificar. Es más sencillo
creer que uno es mejor que todo eso, y responsa­ La cuestión de la eficacia del tratamiento de los
bilizar a las circunstancias de lo sucedido, e inclu­ delincuentes hace referencia al grado en que un
so a las propias víctimas. Yo no llegué a tanto, pero programa logra los objetivos para los que había sido
sí que me escudaba en la presión a que había es­ diseñado. Los programas de tratamiento que se han
tado sometido por la que había sido mi familia. presentado a lo largo de esta obra tienen objetivos
Esa sensación de abandono, de rechazo, de indife­ muy diversos, tales como enseñar habilidades so­
rencia, al comprobar que mi ex mujer rehacía su ciales a los jóvenes, reducir el consumo de drogas
vida, como era normal, aunque yo fuera entonces y los riesgos sanitarios en los consumidores, dismi­
incapaz de hacerlo. Todo agravó mi visión negati­ nuir las justificaciones de los agresores sexuales,
va de las cosas. Supongo que era una buena excu­
sa para lo que hice. Desde luego, en ningún mo­
enseñar a controlar las explosiones de ira a los mal­
mento entré a valorar las consecuencias de mis tratadores familiares, enseñar comportamientos de
actos. Si lo hubiera hecho, supongo que no habría comunicación no violenta, etc. Todos estos son ob­
hecho lo que hice. Es ahora cuando, pasados diez jetivos intermedios que se presuponen relacionados
años de aquello y utilizando los conocimientos que con un objetivo más ambicioso y final de todo pro­
he adquirido, empiezo a darme cuenta de cuáles grama de tratamiento realizado con delincuentes:
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 267 04/09/13 13:56


268 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

el logro de su reinserción social y, en términos ju­ dencia en el delito (no exclusivamente variables
rídico-penales, la reducción de su reincidencia psicológicas). Por razones metodológicas, sólo se
delictiva. Así pues, en esta obra debe plantearse incluyen metaanálisis con comparaciones entre gru­
también la cuestión de la eficacia de los programas pos tratados y grupos controles (excluyéndose
de tratamiento de la delincuencia, que se analizará aquellos que sólo han efectuado comparaciones
a partir de los resultados de la investigación inter­ pretest/postest en un solo grupo, así como los dise­
nacional. ños de caso único). Para poder integrar y comparar
los resultados de los diferentes metaanálisis, se uti­
lizará el coeficiente de correlación (r) por su sim­
11.1. Qué logran los tratamientos plicidad de interpretación. Por ejemplo, un valor r
de los delincuentes: = 0,12 se puede interpretar afirmando que existe
la información procedente una tasa diferencial de reincidencia en el delito en­
de los metaanálisis tre los grupos tratado y control del 12 puntos, en el
sentido de que si el grupo control presenta una
«Recuerda que el pensamiento científico es reincidencia del 50 por 100, el tratado tendrá una
la guía de la acción; que la verdad a la que llega del 38 por 100. Así, para tener una métrica común
no es la que idealmente podemos contemplar, ca­ que permita la mejor perspectiva global de los me­
rente de errores, sino aquella sobre la que p­ odemos
actuar sin temor; y tienes que darte cuenta de que ta-análisis sobre eficacia del tratamiento, todos los
este pensamiento no es mera comparsa del pro­ índices originales se han transformado a coeficien­
greso humano, sino el progreso humano en sí.» tes de correlación y se han ponderado en función
del número de estudios o programas de cada meta-
William Kingdon Clifford, análisis.
matemático británico (1845-1879).
Dentro de cada metaanálisis aquí revisado se
han efectuado estimaciones específicas del tamaño
A continuación se presentan datos resumidos de del efecto para tipologías concretas de delincuentes
cuál es la eficacia de los tratamientos aplicados con (como jóvenes, adultos, delincuentes violentos, de­
delincuentes, para lo cual se han revisado 39 meta- lincuentes sexuales y agresores familiares). Tam­
análisis existentes sobre este tema. Esta revisión bién se ha intentado obtener estimaciones específi­
constituye una síntesis provisional de un trabajo cas del tamaño del efecto para diversas categorías
más amplio sobre la eficacia del tratamiento de los de intervención, diferenciando entre: conductual/
delincuentes, de Redondo y Sánchez-Meca (en pre­ cognitivo-conductual, comunidades terapéuticas,
paración). Un metaanálisis es un procedimiento de psicoterapias no conductuales, programas educati­
integración y síntesis de estudios previamente rea­ vos, habilidades de vida, derivación, programas de
lizados en un campo determinado de conocimiento, actividades al aire libre, campos militares y siste­
en este caso sobre la eficacia del tratamiento de los mas de disciplina y disuasión.
delincuentes (Cullen y Gendreau, 2006; Redondo,
2006; Redondo y Sánchez-Meca, 2003). Es decir,
cada metaanálisis al que se haga referencia aquí 11.2. Delincuentes juveniles
resume mediante una puntuación estadística —el
tamaño del efecto— el grado promedio de eficacia El primer acercamiento específico a la evalua­
de diversos programas de tratamiento. ción de la eficacia de los tratamientos psicológicos
Para seleccionar los metaanálisis a que se hará se ha realizado sobre los programas aplicados con
referencia se han seguido los siguientes criterios. delincuentes juveniles. Éste es el ámbito que ha
Por razones de relevancia criminal sólo se han se­ suscitado un mayor número de revisiones o meta-
leccionado metaanálisis que evaluaran la eficacia a análisis de los tratamientos. En concreto, entre 1985
partir de incorporar algún resultado sobre reinci­ y 2006, se han efectuado 22 metaanálisis, que han
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 268 04/09/13 13:56


Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia / 269

integrado 1.923 programas de tratamiento, en los cha de la columna de puntuaciones r, hay meta-
que habrían participado miles de delincuentes juve­ análisis que obtienen tamaños del efecto muy redu­
niles. En la integración que aquí se ha realizado de cidos e incluso negativos, como sucede en los
los distintos metaanálisis, los programas de trata­ nueve programas de tratamiento evaluados por Pe­
miento con delincuentes juveniles obtienen un ta­ trosino et al. (2000), y otros que obtienen tamaños
maño del efecto promedio de .088, lo que significa del efecto muy por encima del promedio, siendo el
una reducción promedio de 8 puntos de las tasas de caso más destacado el de los 17 programas evalua­
reincidencia en los grupos de tratamiento, frente a dos por Mayer et al. (1986), que logran un r de
los controles. La reincidencia oficial media de los 0,1630 (lo que implica una reducción de la reinci­
delincuentes juveniles puede estimarse en torno al dencia en 16 puntos). Por ello es muy importante
65 por 100. Según ello, en conjunto, los tratamien­ que la investigación identifique con precisión aque­
tos de los delincuentes juveniles podrían rebajar llos programas de tratamiento e ingredientes tera­
dichas tasas basales a 57 por 100. péuticos que resultan más efectivos, para aplicarlos
No obstante, como puede verse en la tabla 11.1, extensivamente. Y, también, que detecte aquellos
los metaanálisis integrados aquí presentan un alto programas ineficaces o contraproducentes, para evi­
grado de heterogeneidad por lo que concierne a la tar su aplicación.
magnitud de los efectos del tratamiento. Como se En todo caso, una reflexión importante que debe
indica en la tabla 11.1, mediante flechas a la dere­ hacerse sobre la eficacia de los tratamientos con
TABLA 11.1
Tratamiento de delincuentes juveniles

22 metaanálisis Número de programas r

Garrett (1985)   121 0,1300


Kaufmann (1986)    20 0,1200
Gensheimer et al. (1986)    31 0,1290
Mayer et al. (1986)    17 0,1630  ↑
Gottschalk et al. (1987a)    14 0,0650
Gottschalk et al. (1987b)    61 0,1080
Whitehead y Lab (1989)    50 0,1300
Andrews et al. (1990)   131 0,1000
Lipsey (1992)   397 0,1000
Lipsey y Wilson (1998)   117 0,0700
Lipsey y Wilson (1998)    83 0,0500
Dowden y Andrews (1999)   229 0,0900
Lipsey (1999b)   196 0,0400
Redondo et al. (1999)    13 0,1920
Petrosino et al. (2000)     9 –0,0100  ↓
Wilson y Lipsey (2000)    22 0,0890
Latimer (2001)    50 0,1500
Lipton et al. (2002a)     7 0,1470
Wilson et al. (2003)   305 0,0700
Garrido et al. (2006)    30 0,0700
Mitchell et al. (2006)     3 0,0212
Wilson y MacKenzie (2006)    17 –0,0055

Totales 1.923 0,088

©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 269 04/09/13 13:56


270 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

delincuentes juveniles, lo que incluye también la ducción promedio de la reincidencia de 7,9 puntos
eficacia promedio de los tratamientos, es la siguien­ en relación con la reincidencia que presentaban los
te: una reducción promedio de la reincidencia grupos controles, que puede estimarse de una mag­
delictiva de entre 8 y 16 puntos es socialmente muy nitud en torno al 50 por 100. No obstante, como
relevante, ya que implica una reducción de daños a puede verse en la tabla 11.2, existe una notable
posibles víctimas futuras, una disminución del ries­ variabilidad en los efectos promedio obtenidos en
go social, del temor al delito, de los daños materia­ los metaanálisis efectuados. El metaanálisis de
les que suelen acompañar a la delincuencia, de los Wilson y MacKenzie (2006) es el que obtiene un
costes del encarcelamiento y, en suma, una mejora resultado promedio más pobre (indicado mediante
de la seguridad pública. una flecha hacia abajo), con un coeficiente de co­
rrelación de Pearson de tan sólo 0,013, o, lo que es
lo mismo, una reducción promedio de la reinciden­
11.3. Delincuentes adultos cia de los grupos tratados de 1,3 puntos (en com­
paración con los grupos controles, o no tratados).
Para evaluar la eficacia de los tratamientos apli­ En el extremo más positivo, el metaanálisis de Lip­
cados con delincuentes adultos entre 1989 y 2006 ton et al. (2002a) es el que produjo el mejor resul­
se han realizado ocho metaanálisis, los cuales han tado (señalado con una flecha ascendente), con un
integrado un total de 241 programas de tratamien­ coeficiente Pearson promedio de 0,14, equivalente
to (Redondo y Sánchez-Meca, en preparación). En a una reducción media de la reincidencia de 14
el conjunto de estos programas se obtuvo un tama­ puntos en los grupos tratados en comparación con
ño del efecto de r = 0,079, lo que supone una re­ los controles.

TABLA 11.2
Tratamiento de delincuentes adultos

Ocho metaanálisis Número de programas r

Lösel y Köferl (1989)  16 0,1100


Andrews et al. (1990)  23 0,1100
Redondo et al. (1999)  15 0,1010
Wilson et al. (2000)  53 0,1100
MacKenzie et al. (2001)  44 0,0050
Lipton et al. (2002a)  35 0,1410  ↑
Mitchell et al. (2006)  29 0,0658
Wilson y MacKenzie (2006)  26 0,0133  ↓

Totales 241 0,079

11.4. Eficacia por tipologías lincuentes, en función de cuáles sean sus tasas base
de delincuentes de reincidencia. En la figura 11.1 se presentan, de
modo comparado, las diferentes efectividades para
Otra perspectiva relevante en relación con la seis categorías de delincuentes, varias de las cuales
eficacia de los tratamientos es el análisis de la efec­ cuentan con programas específicos de tratamiento
tividad que se logra con distintas tipologías de de­ en las prisiones españolas. Para cada categoría, se
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 270 04/09/13 13:56


Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia / 271

Figura 11.1.—Efectividad del tratamiento por tipologías de delincuentes.

ofrecen tres datos, que permiten hacernos una idea los tratamientos logran, en promedio, una reducción
de la eficacia de los tratamientos y de su validez o de entre 1/3 y 1/7 de la reincidencia total que sería
relevancia social. A la derecha de cada barra hori­ esperable en ausencia de tratamiento.
zontal (correspondiente a una categoría delictiva)
se presenta una estimación de la tasa base de rein­
cidencia de los grupos controles (sin tratamiento). 11.4.1. Delincuentes sexuales
A la izquierda, el promedio de eficacia logrado por
los tratamientos. La diferencia existente entre la Mejores han sido, en conjunto, los resultados
tasa base estimada y la eficacia se consigna en el obtenidos en aquellos metaanálisis que evaluaron
centro, como reincidencia residual. Como puede programas con delincuentes sexuales de alto riesgo
verse, para las diversas categorías de delincuentes, (tanto juveniles como adultos) (tabla 11.3), en los

TABLA 11.3
Tratamiento de delincuentes sexuales (juveniles y adultos)

Cinco metaanálisis Número de programas r

Hall (1995)  12 0,1200


Polizzi et al. (1999)  21 0,2300  ↑
Alexander (1999)  79 0,1000
Redondo et al. (1999)   3 0,0680  ↓
Gallagher et al. (1999)  25 0,2100

Totales 140 0,140

©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 271 04/09/13 13:56


272 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

que 140 programas lograron una reducción prome­ tratamientos hormonales (r = 0,31) lograron
dio de la reincidencia de 14 puntos (sobre una rein­ efectos significativamente mayores que el
cidencia promedio estimada de los controles, en resto.
este caso, de 55 por 100). — En el metaanálisis realizado por Polizzi,
Una explicación probable de esta mayor efica­ McKenzie y Hickman (1999), que evalua­
cia con los delincuentes sexuales proviene del prin- ron 21 programas aplicados tanto en prisio­
cipio de riesgo, de Andrews y Bonta, en el sentido nes como en la comunidad, los diversos tra­
de que los mejores tratamientos suelen emplearse tamientos obtuvieron tamaños del efecto
con los delincuentes más graves y de mayor riesgo muy variables, oscilando entre −0,23 y 0,70.
de reincidencia (el caso de los agresores sexuales), El 50 por 100 de los estudios mostraron
lo que produce los mejores efectos, tanto por la diferencias estadísticamente significativas a
bondad del propio tratamiento como por razones favor de los tratamientos para delincuentes
estadísticas: es más evidente la reducción del alto sexuales. De seis estudios con efectos posi­
riesgo (que comportaría elevadas tasas de reinci­ tivos, cuatro incorporaban técnicas cogniti­
dencia) que la del bajo riesgo (que supondría bajas vo-conductuales. Los programas que aplica­
tasas de reincidencia). Ello concierne al problema, ban estas técnicas fuera del contexto de una
al que ya se ha hecho referencia, de la dificultad prisión fueron valorados como «efectivos».
que las «tasas bajas» plantean a la obtención de Los que se desarrollaban dentro de las pri­
resultados con suficiente potencia estadística. siones aplicando también técnicas cogniti­
En relación con la eficacia de los programas de vo-conductuales se calificaron de «prome­
tratamiento con delincuentes sexuales, tanto adultos tedores».
como jóvenes, algunos resultados interesantes de­ — En el metaanálisis de Gallagher, Wilson y
rivados de estos metaanálisis son los siguientes (Re­ MacKenzie (1999; véase también Gallag­
dondo y Sánchez-Meca, 2003): her, Wilson et al., 1999) la distribución de
los tamaños del efecto osciló entre −0,31 y
— En el metaanálisis de Hall (1995), que 0,66, resultando altamente heterogénea. Los
integró­los resultados de doce estudios, con mejores resultados los obtuvieron en con­
un total de 1.313 sujetos implicados, la du­ junto los programas cognitivo-conductuales
ración media de los programas aplicados fue con prevención de recaída (r = 0,23), que se
de 18,5 meses, y el período medio de segui­ centraban en la enseñanza de procesos de
miento tras la finalización del tratamiento pensamiento y habilidades necesarias para
de 6,8 años. controlar la conducta desviada y saber iden­
— Uno de los dos estudios con mayor tamaño tificar y resolver situaciones de alto riesgo.
del efecto (r = 0,55) fue desarrollado con Por último, este metaanálisis incluía también
agresores sexuales adolescentes, lo que sugie­ un estudio alemán que había evaluado la uti­
re que la intervención precoz logra muy bue­ lización de la castración quirúrgica como
nos resultados y puede impedir que se cro­ «técnica» de intervención y que obtuvo un
nifiquen las conductas de agresión sexual. elevado tamaño del efecto (r = 0,66)1.
— Por otra parte, los estudios que aplicaron tra­ — En este último metaanálisis, el contexto de
tamientos cognitivo-conductuales (r = 0,29) o administración del tratamiento también in­

1
  Por sorprendente que pueda resultar, en décadas pasadas, tribunal. En nuestro sistema jurídico es impensable una medida
en Estados Unidos, Canadá y en algunos países europeos (Ale­ de este tipo. Por otra parte, y aunque basta el sentido común para
mania, Suecia) se ha utilizado legalmente la castración con al­ imaginar que la castración tendrá un certero efecto reductor del
gunos delincuentes sexuales persistentes, generalmente de forma impulso sexual, sus inconvenientes psicobiológicos y éticos su­
consentida por los propios sujetos y previa autorización de un peran con creces a sus eventuales beneficios.

©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 272 04/09/13 13:56


Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia / 273

fluyó notablemente sobre los resultados. Los dores de que la psicopatía (adulta y juvenil) es muy
tratamientos aplicados en contextos institu­ resistente al tratamiento. Garrido, Esteban y Mole­
cionales obtuvieron menor eficacia (r = 0,18) ro (1996; Esteban, Garrido y Sánchez-Meca, 1996)
que los aplicados en la comunidad (r = 0,29). revisaron 26 estudios evaluativos en los que se ana­
Es verdad que el contexto institucional del lizaron los datos de efectividad en una doble direc­
tratamiento puede además reflejar el mayor ción: A) comparándolos con los obtenidos por otros
riesgo de reincidencia de los delincuentes grupos de delincuentes con diagnósticos distintos
sexuales incluidos en el programa, ya que del de psicopatía y B) pre-post, antes y después del
los sujetos más violentos, como los violado­ tratamiento. Todos los resultados fueron sensible­
res, es más probable que estén instituciona­ mente negativos y contraproducentes. En A, los
lizados y reciban tratamiento en el propio grupos de psicópatas (especialmente los seleccio­
sistema de justicia criminal. nados mediante la Psychopathy Checklist) mos­
traron siempre peores resultados que los restantes
De acuerdo con los datos que se han presentado, tipos de delincuentes (r = −0,21), especialmente
los tratamientos de los delincuentes sexuales pue­ en la medida más importante, la reincidencia
den considerarse socialmente relevantes: reducen el (r = −0,30). En B, se obtuvo un resultado positivo
riesgo delictivo y disminuyen las tasas de reinci­ durante la medida post (r = 0,20) que, sin embargo,
dencia. Con todo, en este ámbito (y esto mismo se evaporó completamente en la evaluación de se­
podría ser afirmado para el resto de la delincuencia) guimiento (r = 0,00). Con todo, los mejores resul­
se requiere realismo y prudencia. Como ha comen­ tados del tratamiento con los psicópatas se asocian
tado Laws (2000), uno de los introductores de la a la menor edad de los sujetos, a la presencia mo­
técnica de prevención de recaídas en el tratamiento derada de la psicopatía (vs. alta o pura) y a la apli­
de los agresores sexuales, «aunque la completa eli­ cación de los programas en contextos penitenciarios
minación de la conducta problema puede ser un y residenciales estructurados, durante un tiempo
objetivo altamente deseable, es también un objetivo prolongado (Garrido, 2002). No cabe duda de que
difícilmente alcanzable. A pesar de adherirse a este en el caso de los psicópatas la intervención psico­
objetivo, los profesionales deberían conocer que la lógica se enfrenta a uno de sus mayores retos para
agresión sexual es probablemente una condición el futuro.
crónica que no puede curarse pero que puede ser No obstante, los resultados del metaanálisis de
manejada, aunque sea de modo imperfecto. A ello Salekin (2002) desprenden cierto optimismo en el
hace referencia la idea de «reducción del daño». tratamiento de los psicópatas. Este metaanálisis in­
Una perspectiva de «reducción del daño» reconoce tegró 42 estudios publicados entre 1928 y 1996, con
que las caídas y recaídas son probablemente inevi­ un total de 1.147 psicópatas evaluados (860 tratados
tables, y el objetivo del tratamiento es, como míni­ y 287 no tratados) y una edad media de 22,4 años,
mo, reducir la frecuencia e intensidad de tales si­ siendo la mayoría de ellos hombres (91 por 100).
tuaciones» (Laws, 2000, p. 37). Teniendo en cuenta que la mayoría de los estudios
no poseían grupo de control, y que los ocho grupos
de control incluidos obtuvieron una tasa media de
11.4.2. Psicópatas recuperación de p = 0,20, una estimación del tama-
ño del efecto similar a la utilizada en los metaaná­
No han sido muchos los programas de trata­ lisis previos aquí revisados consiste en calcular la
miento aplicados con psicópatas y, como conse­ diferencia entre las proporciones de éxito obtenidas
cuencia de ello, es menor el número de estudios en cada tipo de programa y la de los grupos de
evaluativos publicados (Redondo y Sánchez-Meca, control en su conjunto (0,20 en este caso). Tres ti­
2003). Posiblemente, una de las razones sea la pos de intervención alcanzaron un tamaño del efec-
creencia general de los terapeutas y los investiga­ to significativo: las intervenciones eclécticas (r =
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 273 04/09/13 13:56


274 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

0,66), los programas cognitivo-conductuales (r = trol) y que incorporen de forma sistematizada la


0,42) y las técnicas psicoanalíticas (r = 0,39). Por medida de la reincidencia en el delito. Los delin­
el contrario, ni la comunidad te­rapéutica (r = 0,05) cuentes con perfiles psicopáticos constituyen un
ni la terapia electroconvulsiva (r = 0,02) lograron reto muy importante para el sistema de justicia pe­
una tasa de recuperación superior a la de los grupos nal, y para la aplicación de tratamientos en particu­
de control. lar, dada la complejidad y dureza de los elementos
Si se considera que en la categoría ecléctica se cognitivos y emocionales que impregnan su con­
incluyeron programas que combinaban técnicas ducta delictiva. Pese a todo, la afirmación, frecuen­
cognitivo-conductuales con aproximaciones orien­ temente aducida, de que el tratamiento tiene efectos
tadas a la toma de conciencia, los resultados de este contraproducentes para los psicópatas ya que puede
metaanálisis apuntan hacia el enfoque cognitivo- «refinar» sus habilidades de manipulación de otros
conductual, sólo o en combinación con otras técni­ (Rice, Harris y Cormier, 1992; Leschield et al.,
cas psicoterapéuticas y de toma de conciencia, 2001) es probable que sea aplicable sólo a algunos
como el tratamiento de elección para delincuentes de los tratamientos genéricos y parciales que se han
psicópatas. utilizado hasta ahora con los delincuentes. La pro­
Especial interés tiene uno de los programas del puesta para el futuro sería que, debido a la especial
metaanálisis de Salekin (2002), que aplicó, con una dureza emocional-cognitiva que presentan los psi­
muestra de 20 jóvenes psicópatas, un tratamiento cópatas, los tratamientos con ellos no deberían des­
orientado a la acción, que alcanzó una tasa de éxito de luego limitarse a mejorar mecánicamente sus
de 0,88 (Ingram, Gerard, Quay y Levinson, 1970), habilidades de interacción con otras personas, sino
lo que supone un tamaño del efecto de magnitud que tendrían que priorizar justamente los aspectos
elevada (r = 0,68). Este tratamiento incluía activi­ de dureza emocional y falta de empatía en que pre­
dades estimulantes acordes con el rasgo «búsqueda sentan mayor necesidad. Es decir, se trataría no de
de sensaciones» que presentan muchos jóvenes de­ refinar las habilidades sociales de los psicópatas,
lincuentes y, por ello, mantuvo a los jóvenes inte­ con el riesgo de que puedan utilizarlas para mani­
resados en el tratamiento. Esta característica, junto pular a otras personas, sino de enseñar a los psicó­
con una selección escrupulosa de profesionales ex­ patas, en la medida de lo posible, a ser «menos
perimentados en el tratamiento de jóvenes psicópa­ psicópatas» y más empáticos con el sufrimiento y
tas, parecen ser las claves del éxito de dicho pro­ las necesidades de otras personas.
grama.
Finalmente, Salekin analizó la eficacia de los
programas en función de la edad de los sujetos, 11.5. Eficacia por categorías
distinguiendo entre jóvenes y adultos. Los ocho de tratamientos
programas aplicados con jóvenes psicópatas alcan­
zaron un tamaño del efecto muy superior (r = 0,76) Por último, en la figura 11.2 puede verse la
al obtenido por los 22 programas con psicópatas magnitud de la eficacia diferencial de diversas ca­
adultos (r = 0,43), si bien en ambos casos se obtu­ tegorías de tratamiento o intervención, que incluyen
vieron resultados positivos. terapias conductuales/cognitivo-conductuales, en­
En conclusión, por lo que se refiere al trata­ trenamiento en habilidades de vida, comunidades
miento de sujetos con diagnóstico de psicopatía, terapéuticas, psicoterapias inespecíficas, progra­
aunque los resultados del metaanálisis de Salekin mas de derivación, la utilización de campos milita-
(2002) resultan esperanzadores, este campo requie­ res y programas disciplinarios y de disuasión. Para
re, en primer lugar, el diseño y la aplicación de cada una de las anteriores categorías se presenta, en
nuevos y más numerosos programas de tratamiento el diagrama de la figura 11.2, su efectividad prome­
y, en segundo término, estudios evaluativos meto­ dio (marcada mediante un cuadrado más oscuro) y
dológicamente más robustos (con grupos de con­ el gradiente de variabilidad que presenta su efecti­
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 274 04/09/13 13:56


Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia / 275

Figura 11.2.—Efectividad por categorías de tratamiento.

vidad (indicado mediante un segmento, en el que se otra vez se ha puesto de relieve, los enfoques de
inscribe el cuadrado anterior). Así pues, la efectivi­ orientación punitiva no rehabilitan a los delincuentes
dad de cada intervención queda recogida mediante (Cooke y Philip, 2001; Cullen y Gendreau, 2006).
tres valores: la eficacia mínima (en el extremo infe­ Debido a que los programas de orientación cog­
rior de cada segmento), la eficacia media (indicada nitivo-conductual son los que internacionalmente
por el cuadrado en medio del segmento) y la efica­ han mostrado los mayores niveles de eficacia, a con­
cia máxima (en el extremo superior del segmento). tinuación se presenta una síntesis específica de aque­
Como puede verse, constituyen programas de llos metaanálisis que han evaluado programas conduc­
alta eficacia promedio los siguientes: los conduc- ­tuales y cognitivo-conductuales tanto con de­lincuentes
tuales/cognitivo-conductuales (r = 0,12), en los juveniles como adultos (Redondo y Sánchez-Meca,
cuales también podría subsumirse la cate­goría de en preparación). Como puede verse en la tabla 11.4,
entrenamientos en habilidades de vida (r = 0,18); se han realizado ocho metaanálisis específicos sobre
las comunidades terapéuticas (en este caso de ca­ tratamientos conductuales y cogniti­vo-conductuales,
rácter estructurado) (r = 0,12), y los programas de que han incorporado en conjunto 213 programas
derivación a la comunidad (r = 0,15). aplicados. Sus resultados promedio son notablemen­
En cambio, presentan una eficacia baja, nula y te superiores (entre r = 0,04 y r = 0,20) a la media
a veces negativa las intervenciones que aplican sis­ de eficacia obtenida por los diversos trata­mientos
temas punitivos, tales como los campos militares aplicados con los delincuentes juveniles (r = 0,08).
(r = 0,00) y los sistemas disciplinarios y de disua- Según estos resultados, con claridad los tratamientos
sión (r = 0,01), y también las psicoterapias inespe- cognitivo-conductuales constituyen la mejor garantía
cíficas y poco estructuradas (r = 0,04). Como una y disponible de eficacia. Por supuesto que dichos tra­
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 275 04/09/13 13:56


276 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

TABLA 11.4
Programas conductuales y cognitivo-conductuales (juvenil y adultos)

Ocho metaanálisis Número de programas r

Gallagher et al. (1999)  17 0,2020


Redondo et al. (1999)   9 0,2290
Lipsey et al. (2001)  14 0,1140
Lipton et al. (2002b)  68 0,1180
Pearson et al. (2002)   7 0,1470
Landenberger y Lipsey (2005)  58 0,1164
Lipsey y Landenberger (2006)  14 0,1240
Tong y Farrington (2006)  26 0,0410

Totales 213 0,121

tamientos deben ser diversificados y mejorados en el ger, 2006; Hollin, 1995, 2001; Lösel, 1995, 1996;
futuro, pero, a grandes rasgos, la orientación más McGuire, 2002a, 2002b, 2004) sobre los principales
prometedora parece claramente definida. elementos que caracterizan a los programas efecti­
Aunque son diversos los factores que influyen vos. Son los siguientes:
sobre los resultados de los programas de tratamien­
to aplicados con delincuentes, el factor que explica — Los programas efectivos se fundamentan en
el mayor porcentaje de la varianza de los efectos una base teórica sólida, que dé cuenta tanto
observados es el modelo y tipo de intervención apli­ de la explicación del comportamiento anti­
cada, que llega a dar cuenta de hasta el 21 por 100 social como de los factores relevantes que
de la varianza explicada (Redondo, Sánchez-Meca pueden facilitar su prevención. En tal senti­
y Garrido, 2002a, 2002b). Así, se observa que los do, constituye un fundamento sólido para
programas terapéuticos que enseñan a los delin­ los programas de tratamiento la teoría del
cuentes nuevos modos de pensamiento y de valora­ aprendizaje social, en sus dimensiones de
ción de su propia realidad y nuevas habilidades de modelado del comportamiento, reforza­
vida —entre las que suelen encontrarse los progra­ miento de conducta, trabajo con los sujetos
mas educativos, cognitivo-conductuales y conduc­ en la propia comunidad social y evitación
tuales— suelen lograr una mayor eficacia. de las estrategias punitivas.
Otro factor mediador de la efectividad de los — Son más efectivos con los delincuentes los
tratamientos es el contexto en el que se aplican. programas estructurados y directivos.
Suelen obtenerse mejores resultados de generaliza­ — Aquellos que entrenan a los sujetos en ha-
ción y mantenimiento de los logros mediante pro­ bilidades y hábitos prosociales.
gramas implantados en la propia comunidad (en — Que promueven la reestructuración de su pen­
libertad vigilada, etc.) que a través de los exclusi­ samiento, de sus actitudes y de sus valores.
vamente aplicados en situación de internamiento. — Son más eficaces los programas más poten­
En general, en la actualidad hay un amplio con­ tes en términos de un mayor tiempo de apli­
senso entre los especialistas (por ejemplo, Andrews, cación, una mayor intensidad y una mayor
2001; Andrews y Bonta, 2006; Antonowicz y Ross, integridad en la administración de todos y
1994; Cullen y Gendreau, 2006; Gendreau, Little y cada uno de los ingredientes que los com­
Goggin, 1996; Lipsey, 1992b; Lipsey y Landerber­ ponen.
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 276 04/09/13 13:56


Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia / 277

— Es una garantía de eficacia que los programas un efecto parcial pero significativo en la reducción
sean multifacéticos, esto es, que incorporen de las tasas de reincidencia (Hollin, 2001; McGuire,
distintas técnicas e ingredientes dirigidos a 2004). Como ha sido documentado a lo largo de
diversos factores de riesgo dinámicos, tanto este capítulo y en el conjunto de esta obra, los tra­
individuales como familiares y sociales. tamientos aplicados con los delincuentes logran en
— Es un buen criterio también para mejorar la promedio una reducción de la reincidencia delictiva
eficacia de los programas el que se evalúen de alrededor de 10 puntos (para tasas base del 50
los niveles de riesgo de los sujetos y, en por 100) (Cooke y Philip, 2001; Cullen y Gendreau,
función de tales niveles, se planifique la in- 2006; Lösel, 1996, 1998; McGuire, 2004), y los
tensidad de los tratamientos. El mayor ries­ mejores tratamientos llegan a obtener reducciones
go debe implicar programas más intensivos. superiores a 15 puntos (algunos programas, los me­
— Mejora la eficacia contar con terapeutas con jores de todos, de entre 15 y 25 puntos). Una cues­
adecuadas habilidades personales y técnicas tión importante al respecto es: ¿Sería posible lograr
que hayan sido entrenados de modo especí­ resultados mucho mejores si los programas de tra­
fico en la aplicación del programa. tamiento fueran técnicamente perfeccionados, o,
— Es muy conveniente, para maximizar la efi­ por el contrario, hay un límite en nuestras posibili­
cacia de los tratamientos y asegurar la eva­ dades de reducir las tasas de reincidencia?
luación comparativa, que pueda disponerse Los resultados del tratamiento hacen referencia
de manuales estandarizados de cada pro­ habitualmente a grupos o muestras de delincuentes
grama que guíen adecuadamente el trabajo tratados. Pero los resultados muestrales o grupales
terapéutico. son sólo el promedio que sintetiza los efectos del
— La continuidad de los programas y su apli­ tratamiento sobre los individuos concretos. Por
cación con la máxima integridad requieren ello, es necesario también hacer referencia a las
que los directivos de las instituciones en que carreras delictivas individuales y a la influencia que
se desarrollen (en medidas comunitarias, en la aplicación de tratamientos puede tener sobre un
centros juveniles y en prisiones) se mues­ sujeto específico. Es conocido que la carrera
tren comprometidos con los tratamientos de delictiva de un delincuente típico usualmente co­
los delincuentes. Es decir, los programas de mienza en la adolescencia, adquiere su intensidad
tratamiento no viven y se sustentan mera­ máxima entre los 18 y los 25 años y las rutinas
mente sobre pronunciamientos retóricos en delictivas continúan activas durante algunos años
torno a la rehabilitación y reinserción social más.
de los delincuentes sino sobre apuestas fir­ ¿Qué puede hacer el tratamiento psicológico de
mes al respecto, lo que incluye la dotación los delincuentes en cuanto a reducir las carreras
suficiente (y lo más generosa posible) de delictivas de sujetos particulares? De acuerdo con
recursos personales y materiales para su de­ nuestro conocimiento actual (véase el modelo que
sarrollo. se ilustra en la figura 11.3), el tratamiento, consis­
— Por último, los programas efectivos deben tente en enseñar nuevas habilidades y dar nuevas
incorporar estrategias específicas de genera- oportunidades e inhibiciones a los delincuentes,
lización a la comunidad, tales como pueden probablemente puede reducir la intensidad y dura­
ser los módulos de prevención de recaídas. ción de sus carreras delictivas mediante el bloqueo
de los factores de riesgo que influyen en su moti­
vación delictiva (Israel y Hong, 2006). De modo
Resumen y conclusión razonable, puede esperarse que, como resultado de
ello, las tasas base esperadas de reincidencia se
El mensaje esencial de los metaanálisis ha sido reduzcan sencillamente hasta tasas base residuales
que los tratamientos de la delincuencia pueden tener o inerciales, o a una menor duración de la carrera
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 277 04/09/13 13:56


278 /  Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes

Figura 11.3.—Carreras delictivas: duración e intensidad.

delictiva. Sin embargo, razonablemente no debería corto y medio plazo, los servicios que aplican tra­
esperarse una eliminación abrupta y completa de tamientos con delincuentes deberían atender a seis
las carreras delictivas por efecto sólo de la influen­ aspectos interrelacionados de las aplicaciones:
cia de un tratamiento. ­1) desarrollo de la teoría y la práctica cognitivo-
Toda la evidencia empírica existente es consis­ conductuales, ya que con claridad es el modelo que
tente con esta predicción teórica. Por ejemplo, éste ha mostrado mayor eficacia con todo tipo de delin­
es el caso de las muestras habituales de delincuen­ cuentes; 2) prioridad del entrenamiento de los tera­
tes sexuales (no sólo de alto riesgo) de los no tra­ peutas para garantizar una alta calidad técnica de
tados, el 80 por 100 no reinciden (en cifras oficia­ las aplicaciones; 3) realce de la «integridad», o apli­
les) mientras que el 20 por 100 reinciden (véase la cación completa y sistemática de todos los ingre­
figura 11.4). Si se aplican tratamientos adecuados, dientes del tratamiento, lo que implica atender con­
la tasa base original de reincidencia del 20 por 100 venientemente a aspectos como la dirección, la
puede reducirse entre 5 y 10 puntos. Con todo, per­ supervisión y el apoyo de quienes aplican trata­
manecería una reincidencia residual de entre 10 y mientos; 4) imprescindible atención a la calidad de
15 puntos, que el tratamiento no puede eliminar. las evaluaciones de los efectos del tratamiento;
En otras palabras, el tratamiento puede reducir ­5) generación y ensayo de programas complejos e
la reincidencia esperada en proporciones de alrede­ integrados, susceptibles de acometer diversas nece­
dor de 1/3 (y, dependiendo de la calidad de las in­ sidades y factores de los sujetos, y 6) adecuada
tervenciones, de entre 1/5 y 1/2). Probablemente, integración y coherencia de las intervenciones que
ésas son las posibilidades y límites del impacto del se realizan en los distintos momentos de la ejecu­
tratamiento. ción de las medidas penales, ya sea en las institu­
Hollin (2001) ha sugerido algunos de los ele­ ciones o en la comunidad. Hollin (2001) incluso ha
mentos más relevantes que la aplicación de trata­ sugerido la necesidad, a largo plazo, de que la ac­
mientos debería tomar en cuenta para el futuro. A tual concepción clásica de la justicia criminal (de
©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 278 04/09/13 13:56


Eficacia de los tratamientos y riesgo de reincidencia / 279

Figura 11.4.—Modelo sobre la magnitud de la no reincidencia/reincidencia en delincuentes sexuales no tratados y efectos del trata­
miento en la reducción de la reincidencia.

corte económico: más delito→más pena, etc.) sea problema criminal. Ni al derecho penal, en un ex­
reemplazada por una perspectiva más acorde con tremo, ni al tratamiento de los delincuentes, en el
los conocimientos sobre comportamiento humano otro, puede exigírseles que solventen de modo uni­
de que disponen las ciencias en la actualidad. lateral todos los desajustes y dificultades persona­
En conclusión, los tratamientos de los delin­ les, familiares, grupales, económicas, sociales, reli­
cuentes obtienen reducciones socialmente relevan­ giosas y culturales que coadyuvan a la delincuencia
tes de las tasas grupales de reincidencia, aunque su en las sociedades modernas. Aunque el derecho
eficacia es, como no podía ser de otro modo, rela­ penal, y las penas privativas de libertad, son proba­
tiva. Tal y como se comentaba al principio de este blemente necesarios para el control de los delin­
libro, la delincuencia es un fenómeno multicausal, cuentes más graves, y aunque el tratamiento de los
en el que confluyen múltiples factores, tanto perso- delincuentes es saludable y logra resultados razo­
nales como sociales, unos estáticos —o de influjo nables y esperanzadores, las sociedades avanzadas
permanente— y otros dinámicos —que pueden ser necesitan ensartar políticas preventivas multifacéti­
parcialmente modificados—. Por definición el tra­ cas e integradas en coherencia con la propia natu­
tamiento, en cuanto que es educación social de los raleza diversa y compleja del fenómeno delictivo.
delincuentes, tiene posibilidades de mejorar algu­ Sólo de ese modo será posible contener y aliviar, a
nos de los factores personales y dinámicos de los medio y largo plazo, la delincuencia del presente y
sujetos tratados, pero no puede resolver el todo del del futuro.

©  Ediciones Pirámide

11_Delincuentes.indd 279 04/09/13 13:56


11_Delincuentes.indd 280 04/09/13 13:56
Referencias
bibliográficas

12_Blibio.indd 281 04/09/13 14:01


12_Blibio.indd 282 04/09/13 14:01
Alexander, J. F. y Parsons, B. V. (1982). Functional fa- Amigo, I., Fernández, C. y Pérez, M. (2003). Manual de
mily therapy. Monterey, CA: Brooks/Cole. psicología de la salud (2.ª ed.). Madrid: Pirámide.
Aguilar, S., Cerezo, A. I., Díaz, S., Díaz, C., Espinosa, Andrés-Pueyo, A. y López, S. (2005). SARA: Manual
I., López, J. A., López, R. y Palma, E. (1995). Ac- para la valoración del riesgo de violencia contra la
tuaciones policiales en riñas domésticas. Boletín Cri- pareja. Barcelona: Publicacions i Edicions.
minológico, 9, abril. Andrés-Pueyo, A. y Redondo, S. (2004). Predicción de la
Akers, R. L. (1997). Criminological theories. Los Ánge- conducta violenta: estado de la cuestión. Comunica-
les (Estados Unidos): Roxbury Publishing Company. ción presentada en la Mesa 4.ª: Evaluación y predic-
Akers, R. L. (2006). Aplicaciones de los principios del ción de la violencia, en el Congreso de Criminología:
aprendizaje social. Algunos programas de prevención Violencia y Sociedad. Salamanca, 1-3 de abril.
y tratamiento de la delincuencia. En J. L. Guzmán Andrews, D. (1995). The psychology of criminal conduct
Dálbora y A. Serrano Maíllo, Derecho penal y cri- and effective treatment. En J. McGuire (ed.), What
minología como fundamento de la política criminal: works: Reducing Reoffending-Guidelines from Re-
estudios en homenaje al profesor Alfonso Serrano search and Practice (pp. 35-62). Chichester, (Ingla-
Gómez (pp. 1117-1138). Madrid: Dykinson. terra): Wiley.
Andrews, D. (1996). Criminal recidivism is predictable
Akers, R. L. y Sellers, C. S. (2004). Criminological
and can be influenced: an update. Forum on Correc-
theories: Introduction, evaluation and aplication.
tions Research, 8, 42-44.
Los Ángeles (Estados Unidos): Roxbury Publishing
Andrews (2001). Principles of effective correccional pro-
Company. grams. En L. L. Motiuk y R.C. Serin (eds.), Compen-
Alarcón, J. y Purón, M. (1968). La inteligencia de los dium 2000 on effective ocrrectional programming
delincuentes españoles. Revista de Estudios Peniten- (pp. 9-17). Ottawa: Correctional Service Canada.
ciarios, XXI cent., pp. 51ss. Andrews, D. y Bonta, J. (2006). The Psychology of Cri-
American Psychiatry Association (1980). Diagnostic and minal Conduct (4.ª ed.). Cincinnati (Estados Unidos):
statistical manual of mental disorders (3.ª ed). Wash- Anderson Publishing Co.
ington, DC: American Psychiatric Association (tra- Andrews, D., Zinger, I., Hoge, R. D., Bonta, J., Gendreau,
ducción al castellano, Barcelona: Masson, 1984). P. y Cullen, F. T. (1990). Does correctional treatment
American Psychiatry Association (2002). DSM-IV-TR. work? A clinically relevant and psychologically infor-
Breviario: Criterios diagnósticos. Barcelona: Mas- med meta-analysis. Criminology, 28 (3), 369-404.
son. Anguera, M. T. (1985). Metodología de la observación
Amigo, I., Fernández, C. y Pérez, M. (1991). Panorama en las Ciencias Humanas. Madrid: Cátedra.
actual de la modificación de conducta: ensayo de Anguera, M. T. (1989). Innovaciones en la metodología
unificación. Análisis y modificación de conducta, 17 de evaluación de programas. Anales de Psicología,
(55), 705-727. 5, 13-42.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 283 04/09/13 14:01


284 /  Referencias bibliográficas

Anguera, M. T. y Redondo, S. (1991). La evaluación de Bandura, A. y Adams, N. E. (1977). Analysis of self-


la intervención penitenciaria. Delincuencia/Delin- efficacy theory and behavior change. Cognitive The-
quency, 3 (3), 245-289 (V. Garrido, S. Redondo y M. rapy and Research, 1, 287-310.
T. Anguera: El ideal de la rehabilitación y la inter- Bandura, A. y Walters, R. H. (1983, 7.ª ed.). Aprendizaje
vención en las prisiones). social y desarrollo de la personalidad. Madrid:
Antonowicz, M. C. A. y Ross, R. R. (1994). Essential Alianza Universidad (original de 1963).
Components of Successful Rehabilitation Programs Barbaree, H. E. y Marshall, W. L. (2006). The juvenile
for Offenders. International Journal of Offenders sex offenders (2.ª ed.). Nueva York: The Guilford
Therapy and Comparative Criminology, 38(2), 97- Press.
104. Barkley, R. A. (1997a). ADHD and the nautre of self-
Aragonés, R. M. (1998). Los agresores sexuales adoles- control. Nueva York, NY: Guilford Press.
centes. Anuario de Psicología Jurídica, 101-139. Barkley, R. A. (1997b). Behavioural inhibition, sustained
Arce, R. y Fariña, F. (2007). Intervención psicosocial con attention and executive functions: Constructing a uni-
maltratadores de género. En J. M. Sabucedo y J. fying theory of ADHD. Psychological Bulletin,
Sanmartín, Los escenarios de la violencia (pp. 29- 121(1), 65-94.
43). Barcelona: Ariel. Barlow, D. H. y Durand, V. M. (2001). Psicología anor-
APA (1992). Ethical Principles of Psychologists and mal: Un enfoque integral (2.ª ed.). México: Thomson
Code of Conduct (http://www.apa.org/ethics/code. Learning.
html). Bartol, C. R. y Bartol, A. M. (1987). History of Forensic
Arnau, J. (1984). Diseños experimentales en psicología Psychology. En I. B. Weiner y A. K. Hess, Handbook
y educación. México: Trillas. of Forensic Psychology (pp. 3-21). Nueva York: John
Ashworth, A. (1997). Re-thinking Domestic Violence: Wiley & Sons.
Where Next in Family Court Welfare Practice? Pro- Bartol, C. R. y Bartol, A. M. (2005). Criminal Behavior:
bation Journal, 44, 3, septiembre, 139-143.
A Psychological Approach. Upper Saddle River, NJ:
Bados, A. (2001). Fobia social. Madrid: Ed. Síntesis.
Prentice Hall.
Bados, A. (2003). Guía de tratamientos psicológicos efi-
Bartolomé, P., Carrobles, J. A., Costa, M. y Del Ser, T.
caces para la agorafobia. En M. Pérez, J. R. Fernán-
(1977). La práctica de la terapia de conducta. Ma-
dez Hermida, C. Fernández Rodríguez e I. Amigo,
Guía de tratamientos psicológicos eficaces. I. Adul- drid: Pablo del Río Editor.
tos. Madrid: Pirámide. Bayés, R. (1980). Una introducción al método científico
Báguena, M. J. (2001). Tratamientos psicológicos efica- en psicología. Barcelona: Fontanella.
ces para el estrés postraumático. Psicothema, 13(3), Beck, A. T. (1967). Depression: causes and treatment.
479-492. Filadelfia (Estados Unidos): University of Pensylva-
Baldry, A. (2002). From domestic violence to stalking: nia Press.
The infinite cycle. En J. Boon y L. Sheridan (eds.), Beck, A. T. (1970). Cognitive therapy: Nature and rela-
Stalking and psychosexual obsession (pp. 83-105). tion to behavior therapy. Behavior Therapy, 1, 184-
Chichester: Wiley. 200.
Bandura, A. (1973). Agression: A Social Learning Analy- Beck, A. T. (1976). Cognitive therapy and the emotional
sis. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall. disorders. Nueva York: International University
Bandura, A. (1977). Self-efficacy: Toward a unifying Press.
theory or behavioral change. Psychological Review, Beck, A. T. (2000). Prólogo. En J. S. Beck, Terapia
84, 191-215. cognitiva: conceptos básicos y profundización (pp.
Bandura, A. (1983). Principios de modificación de con- 11-13). Barcelona: Ed. Gedisa.
ducta. Salamanca: Sígueme (original en inglés de Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F. y Emery, G. (1983).
1969). Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Desclée
Bandura, A. (1986). Social foundations of thought and de Brouwer (original de 1979).
action. A social cognitive theory. Englewood Cliffs, Beck, J. S. (2000). Terapia cognitiva: conceptos básicos
NJ: Prentice-Hall (traducción al cast.: Martínez y profundización. Barcelona: Ed. Gedisa.
Roca, 1987). Beech, A. y Fordham, A. S. (1997). Therapeutic climate
Bandura, A. (1987). Teoría del aprendizaje social. Ma- of sexual offender treatment programs. Sexual Abuse:
drid: Espasa-Calpe. A Journal of Research and Treatment, 9, 219-237.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 284 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 285

Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (1995). Conceptos y Bowlby, J. (1973). Attachment and loss: Vol. 2. Separa-
modelos en psicopatología. En A. Belloch, B. Sandín tion, anxiety and danger. Nueva York: Basic Books.
y F. Ramos, Manual de Psicopatología. Vol. I. Ma- Bowlby, J. (1983). La separación afectiva. Barcelona:
drid: McGraw Hill. Paidós.
Benítez, M. J. (1999). Violencia intrafamiliar: la mujer Bradford, W. y Federoff, P. (2006). Pharmacological
maltratada. En C. Rechea Alberola (dir.), La crimi- treatment of the juvenile sex offender. En H. Barbaree
nología aplicada II (pp. 273-293) (Cuadernos de y W. Marshall (ed.), The juvenile sex offender (pp.
Derecho Judicial). Madrid: Consejo General del Po- 189-218). Nueva York: The Guilford Press.
der Judicial. Brady, J. P., Davidson, G. C., Dewald, P. A., Egan, G.,
Benítez, M. J. (2004). Violencia contra la mujer en el Fadiman, J., Frank, J. D., Gill, M. M., Horrman, I. y
ámbito familiar: Cambios sociales y legislativos. Kempler, W. (1980). Some views on effective prin-
Madrid: Edisofer, S.L. ciples or psychotherapy. Cognitive Therapy and Re-
Bergali, R. (1987). Ideología de la resocialización. La seach, 4, 271-306.
resocialización como ideología. Papers d’Estudis i Braithwaite, J. (1996). Crime, shame and reintegration.
Formació, núm. monográfico: La questió peniten- En P. Cordella y L. Siegel (eds.), Readings in con-
ciària, pp. 51-66. temporary criminological theory (pp. 33-44). Nueva
Berlin, F. S. (2000). The Etiology and Treatment of Se- York: Northeastern.
xual Offending. En D. Fishbein, The Science, Braithwaite, J. (2000). Shame and Criminal Justice. Ca-
Treatment, and Prevention of Antisocial Behaviors nadian Journal of Criminology, 42(3), 281-298.
(cap. 21). Kingston, NJ: Civic Research Institute. Brown, B. (1985). An application of social learning
Bernfeld, G. A. (2001). The struggle for treatment inte- methods in a residential programme for young offen-
grity in a «dis-integrated» service delivery system. ders. Journal of Adolescence, 8, 321-331.
En G. A. Bernfeld, D. P. Farrington y A. W. Leschied, Brown, S. (2005). Treating sex offenders. Cullompton,
Offender rehabilitation in practice: Implementing Devon (Reino Unido): Willan Publishing.
and evaluating effective programs (pp. 167-188). Browne, K. D. (1989). Family Violence: Spouse and El-
Chichester: Wiley. der Abuse. En K. Howells y C. R. Hollin (eds.),
Bertalanffy, L. (1993). Teoría General de los Sistemas. Clinical Approaches to Violence. Nueva York: John
Madrid: Fondo de Cultura Económica. Wiley & Sons.
Beutler, L. E. y Clarkin, J. F. (1990). Systematic treatment Budrionis, R. y Jongsma, E. (2003). The sexual abuse
selection: toward targeted therapeutic interventions. victim and sexual offender. New Jersey: Wiley &
Nueva York: Brunner-Mazel. Sons, Inc.
Blackburn, R. (1994). The psychology of criminal con- Buela-Casal, G., Sierra, J. C., López, A. B. y Rodríguez, I.
duct: Theory, research and practice. Chichester, Rei- (2001). Habilidades terapéuticas y del terapeuta. En
no Unido: Wiley. G. Buela-Casal y J. C. Sierra (eds.), Manual de eva-
Boer, D. P, Hart, S., Kropp, P. R. y Webster, Ch. D. luación y tratamientos psicológicos (pp. 25-40). Ma-
(1997). Sexual Risk Violence-20. Psychological As- drid: Biblioteca Nueva.
sessment Resources, Inc. Burguess, R. L. y Akers, R. L. (1966). A differential
Bonta, J., Law, M. y Hanson, K. (1998). The prediction association-reinforcement theory or criminal beha-
of criminal and violent recidivism among mentally vior. Social problems, 14, 128-147.
disordered offenders: A meta-analysis. Psychological Caballo, V. E. (ed.) (1997). Manual para el tratamiento
Bulletin, 122, 123-12. cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos:
Bordin, E. (1979). The generalizability of the psychoa- Vol. 1. Trastornos por ansiedad, sexuales, afectivos
nalytic concept of the working alliance. Psychothe- y psicóticos. Madrid: Siglo XXI.
rapy: Theory research and practice, 16, 252-260. Caballo, V. E. (ed.) (1998). Manual para el tratamiento
Borkovec, T. D. y Miranda, J. (1996). Between-group cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos:
psychotherapy. Outcome research and basic science. Vol. 2. Formulación clínica, medicina conductual y
NIMH Psychotherapy & Rehabilitation Research Bu- trastornos de relación. Madrid: Siglo XXI.
lletin, 5, 14-20. Cáceres, J. (1998). Parafilias. En M. A. Vallejo, Manual
Bothamley, J. (2002). Dictionary of Theories. Kewstoke, de terapia de conducta (vol. I, pp. 623-661). Madrid:
Avon (Estados Unidos): Visible Ink Press. Dykinson.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 285 04/09/13 14:01


286 /  Referencias bibliográficas

Campbell, D. y Stanley, J. (1966). Experimental and Comeche, M. I. y Vallejo, M. A. (1998). La evaluación


Quasi-experimental Desings for Research. Chicago: psicológica en la terapia de conducta. En M. A. Va-
Rand McNally. llejo, Manual de terapia de conducta (vol. I, pp. 53-
Capafons Bonet, J. I. (2001). Tratamientos psicológicos 81). Madrid: Dykinson.
eficaces para las fobias específicas. Psicothema, Comisión Deontológica Estatal. (2004). Ética y deonto-
13(3), 447-452. logía para psicólogos. Madrid: Colegio Oficial de
Caro, I. (1990). Psicología y semántica general. Valen- Psicólogos de España.
cia: Promolibro. Cone, J. D. (1997). Issues in functional analysis in beha-
Carrasco, I. (2004). Terapias racionales y de reestructu- vioral assessment. Behaviour Research and Therapy,
ración cognitiva. En F. J. Labrador, J. A. Cruzado y 35, 259-275.
M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas de modifica- Cooke, D. J. (1997). The Barlinnie Special Unit: the rise
ción y terapia de conducta (cap. 25, pp. 667-709). and fall of a therapeutic experiment. En E. Cullen,
Madrid: Pirámide. L. Jones y R. Woodward (eds.), Therapeutic commu-
Carpintero, H. (1998). Historia de las ideas psicológicas. nities in prison (pp. 101-120). Chichester, Reino Uni-
Madrid: Ediciones Pirámide. do: Wiley.
Carpintero, H. y Rechea, C. (1995). La psicología jurídi- Cooke, D. J., Forth, A. E. y Hare, R. (eds.) (1998). Psy-
ca en España: su evolución. En M. Clemente (coord.), chopathy: Theory, research and implications for so-
Fundamentos de la Psicología Jurídica (pp. 65-98). ciety. Dordrecht: Kluwer.
Madrid: Pirámide. Cooke, D. J. y Michie, C. (1998). Psychopathy: Ex­
Carrobles, J. A. (1985a). La psicología clínica y la mo- ploring the hierarchical structure, ponencia presen­
dificación de conducta: Desarrollo histórico. En J. A. tada en la 8th European Conference on Psycho­logy
Carrobles (ed.), Análisis y modificación de la con- and Law, 2-5 de septiembre, Krakow, Polonia.
ducta II: Aplicaciones clínicas (vol. 1, pp. 25-40). Cooke, D. J. y Philip, L. (2001). To treat or not to treat?
Madrid: Universidad Nacional de Educación a Dis- An empircal perspective. En C. R. Hollin (ed.),
tancia. Offender assessment and treatment (pp. 17-34). Chi-
Castro, L. (1979). Diseño experimental sin estadística. chester (Reino Unido): Wiley.
México: Ed. Trillas. Corcoran, K. y Fischer, J. (2000). Measures for Clinical
Cautela, J. R. (1966). Treatment of compulsive behavior by Practice: A Sourcebook. Vol. 1. Couples, Families,
cover sensitization. Psychological Record, 16, 33-41. and Children. Vol. 2. Adults (3.ª ed.). Nueva York:
Cautela, J. R. (1967). Covert Sensitization. Psychological The Free Press.
Reports, 20, 459-568. Cormier, W. H. y Cormier, L. S. (1994). Estrategias de
Cautela, J. R. (1981). Condicionamiento encubierto en entrevista para terapeutas. Bilbao: Desclée de Brou-
niños. Análisis y Modificación de Conducta, 7, 67- wer (original de 1991).
84. Corsini, R. J. (ed.) (2001). Handbook of innovative the-
Chambless, D. L. y Ollendick, T. H. (2001). Empirically rapy (2.ª ed.). Nueva York: John Wiley.
supported psychological interventions: Controversies Crespo, M. y Larroy, C. (1998). Técnicas de modificación
and evidence. Annual Review of Psychology, 52, 685- de conducta. Guía práctica y ejercicicos. Madrid:
716. Dykinson.
Cherry, S. (2005). Transforming behaviour: Pro-social Crighton, A. (2006a). Methodological sigues in psycho-
modelling in practice. Cullompton, Devon (Reino logical research in prisons. En J. T. Graham, Psycho-
Unido): Willen Publishing. logical research in prisons (pp. 7-23). Malden, Esta-
Cleckley, H. (1976). The mask of sanity. St. Louis: dos Unidos: Blackwell Publishing.
­Mosby. Crighton, A. (2006b). Psychological research into redu-
Colegio Oficial de Psicólogos (1998). El perfil del psicó- cing suicides. En J. T. Graham, Psychological re-
logo clínico y de la salud. Papeles del Psicólogo, 69, search in prisons (pp. 54-69). Malden, Estados Uni-
4-23 (también en la página: http://www.cop.es/perfi- dos: ­Blackwell Publishing.
les/contenido/clinica.htm). Cruzado, J. A. (2004). Técnicas de modelado. En F. J.
Cohen, M. (2001). To treat or not to treat? A finantial Labrador, J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.),
perspective. En C. R. Hollin (ed.), Offender as- ­Manual de técnicas de modificación y terapia de
sessment and treatment (pp. 35-49). Chichester (Rei- conducta (cap. 22, pp. 594-626. Madrid: Pirá­
no Unido): Wiley. mide.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 286 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 287

Cruzado, J. A. y Labrador, F. J. (2004). Técnicas para la DGIP (2006a). Plan Marco de intervención educativa con
reducción de conductas operantes. En F. J. Labrador, internos extranjeros. Documentos Penitenciarios n.º
J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas 4. Madrid: Dirección General de Instituciones Peni-
de modificación y terapia de conducta (cap. 18, pp. tenciarias.
501-530). Madrid: Pirámide. DGIP (2006b). Programa de intervención con internos
Cruzado, J. A., Labrador, F. J. y Muñoz, M. (2004a). con discapacidades intelectuales, físicas o sensoria-
Introducción a la modificación y terapia de conducta. les. Madrid: Documentos Penitenciarios n.º 5. Direc-
En F. J. Labrador, J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.), ción General de Instituciones Penitenciarias.
Manual de técnicas de modificación y terapia de Díaz, M. I., Comeche, M. I. y Vallejo, M. A. (2004).
conducta (cap. 1, pp. 31-46). Madrid: Pirámide. Técnicas de autocontrol. En F. J. Labrador, J. A.
Cruzado, J. A., Labrador, F. J. y Muñoz, M. (2004b). Cruzado y M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas de
Desensibilización sistemática. En F. J. Labrador, modificación y terapia de conducta (cap. 21, pp. 577-
J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas 593). Madrid: Pirámide.
de modificación y terapia de conducta (cap. 14, pp. Dobash, R. y Dobash, R. E. (2001). Criminal justice pro-
396-421). Madrid: Pirámide. grammes for men who assault their partners. En
Cullen, F. T. y Gendreau, P. (1989). The effectiveness of C.R. Hollin (ed.), Offender assessment and treatment
correctional rehabilitation. En L. Goodstein y D. L. (pp. 379-389). Chichester (Reino Unido): Wiley.
McKenzie (eds.), The American Prison: Issues in Dowd, E. T. (1993). Correlatos motivacionales y de per-
Research Policy. Nueva York: Plenum Press. sonalidad de la reactancia psicológica e implicacio-
Cullen, F. T. y Gendreau, P. (2006). Evaluación de la nes para la terapia cognitiva. Psicología Conductual,
rehabilitación correccional: política, práctica y pers- 1, 145-155.
pectivas. En R. Barberet y J. Barquín, Justicia penal Dowden, C. y Andrews, D. A. (2000). Effective correc-
siglo XXI: Una selección de Criminal Justice 2000 tional treatment and violent reoffending: A meta-
analysis. Canadian Journal of Criminology, octubre,
(pp. 275-348). Granada: Editorial Comares.
449-467.
Currie, E. (1989). Confronting crime: Looking toward the
Echeburúa, E. (1993). Modificación de conducta y psico-
twenty-first century. Justice Quarterly, 6, 5-25.
logía clínica. Bilbao: Universidad del País Vasco.
D’Zurilla, T. J. (1993). Terapia de resolución de conflic-
Echeburúa, E., Amor, P. J. y Fernández-Montalvo, J.
tos: Competencia social, un nuevo enfoque en la
(2002). Vivir sin violencia. Madrid: Pirámide.
intervención clínica. Bilbao: Desclée de Brouwer Echeburúa, E. y De Corral, P. (1988). El tratamiento psi-
(original de 1986). cológico en las instituciones penitenciarias: alcance
D’Zurilla, T. J. y Goldfried, M. R. (1971). Problem sol- y limitaciones. Eguzkilore, núm. extraordinario (ene-
ving and behavior modification. Journal of Abnormal ro), 179-190.
Psychology, 78, 107-126 (traducción en C. Botella Echeburúa, E. y De Corral, P. (1995). Interacciones de la
[comp. 1985], Aportaciones de la psicoterapia. Va- terapia de conducta y los tratamientos psicofarmaco-
lencia: Promolibro). lógicos. Boletín de Psicología, 46, 95-113.
Damasio, A. (2004). El error de Descartes. Barcelona: Echeburúa, E. y De Corral, P. (1998a). Técnicas de ex-
Ed. Crítica. posición en psicología clínica. En M. A. Vallejo y
Day, A., Tucker, K. y Howells, K. (2004). Coerced offen- M. A. Ruiz (eds.), Manual práctico de modificación
der rehabilitation — A defendible practice? Psycho- de conducta 2 (pp. 673-747). Madrid: Fundación
logy, Crime & Law, 10(3), 259-269. Universidad‑Empresa.
De Leon, G. (1995). Therapeutic communities for addic- Echeburúa, E. y De Corral, P. (1998b). Manual de vio-
tions: A theoretical framework. International Journal lencia familiar. Madrid: Siglo XXI.
of the Addictions, 30, 1603-1645. Echeburúa, E. y de Corral, P. (1999). Programas de in-
Departamento de Justicia de la Generalidad de Cataluña tervención para la violencia familiar. Boletín Crimi-
(2005). Memoria del Departamento de Justicia 2005 nológico, n.º 40, marzo-abril.
(www.gencat.cat/justicia). Echeburúa, E. y De Corral, P. (2004). Técnicas de expo-
DGIP (2005). Programa de tratamiento en prisión para sición: variantes y aplicaciones. En F. J. Labrador,
agresores en el ámbito familiar. Documentos Peni- J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas
tenciarios n.º 2. Madrid: Dirección General de Insti- de modificación y terapia de conducta (cap. 15, pp.
tuciones Penitenciarias. 422-456). Madrid: Pirámide.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 287 04/09/13 14:01


288 /  Referencias bibliográficas

Echeburúa, E. y Fernández-Montalvo, J. (2001). Celos en diagnosticados como psicópatas. Ansiedad y Estrés,


la pareja: una emoción destructiva. Barcelona: Ariel. 2 (1), 55-68.
Echeburúa, E. y Fernández-Montalvo, J. (2006). Evalua- Eysenck, H. J. (1964). Crime and personality. Londres:
ción del programa de tratamiento en prisión para Routledge and Kegan Paul.
agresores en el ámbito familiar. Documento no pu- Eysenck, H. J. y Gudjonsson, G. H. (1989). The causes
blicado, Dirección General de Instituciones Peniten- and cures of criminality. Nueva York: Plenum
ciarias. Press.
Echeburúa, E. y Fernández-Montalvo, J. (en prensa). Farrington, D. P. (1987). Early precursors of frequent
Male batterers with and without psychopathy: An offending. En J. Q. Wilson y G. C. Loury (eds.):
exploratory estudy in spanish prisons. International From Children to Citizens (vol. III). Families, Schools
Journal of Offender Therapy and Comparative Cri- and Delinquency Prevention, 27-50. Nueva York:
minology. Springer-Verlag.
Echeburúa, E., Fernández-Montalvo, J. y Amor, P. J. Farrington, D. P. (1989). Later adult life aoutcomes of
(2006). Psychological treatment of men convicted of offenders and nonoffenders. En M. Brambring,
gender violence. International Journal of Offender F. Lösel, y H. Skowronek (eds.), Children at risk:
Therapy and Comparative Criminology, 50(1), 57- Assessment, Longitudinal Research, and Interven-
70. tion, 220-244. Berlín: De Gruyter.
Echeburúa, E. y Guerricaechevarría, C. (2000). Abuso Farrington, D. P. (1992). Criminal career research in the
sexual en la infancia: víctimas y agresores. Un enfo- United Kingdom. British Journal of Criminology, 32,
que clínico. Barcelona: Ariel. 521-536.
Edwards, D. L., Schoenwald, S. K., Henggeler, S. W. y Feixas, G. y Miró, M. T. (1993). Aproximaciones a la
Strother, K. B. (2001). A multilevel perspective on psicoterapia: Una introducción a los tratamientos
the implementation of Multisystemic Therapy psicológicos. Barcelona: Paidós.
(MST): attempting dissemination with fidelity. En G. Feixas, G. y Saúl, L. A. (2005a). La cognición: tratamien-
A. Bernfeld, D. P. Farrington y A. W. Leschied, tos constructivistas. Introducción a las psicoterapias
Offender rehabilitation in practice: Implementing experienciales y constructivistas. Madrid: UNED.
and evaluating effective programs (pp. 97-120). Chi- Feixas, G. y Saúl, L. A. (2005b). El constructivismo en
chester: Wiley. los tratamientos sistémicos. Introducción a las psi-
Ellis, A. (1962). Reason and emotion in psychoterapy. coterapias experienciales y constructivistas. Madrid:
Nueva York: Lyle Stuart (traducción: Desclée de UNED.
Brouwer, 1980). Felson, M. (2006). Crime and nature. Thausand Oaks
Ellis, A. (1990). Aplicaciones clínicas de la terapia ra- (EEUU, California): Sage.
cional-emotiva. Bilbao: Desclée de Brouwer. Fennel, M. J. y Teasdale, J. D. (1987). Cognitive therapy
Ellis, A. (1993). Changing rational-emotive therapy for depression: Individual differences and the process
(RET) to rational emotive behavior therapy (REBT). of change. Cognitive Therapy and Research, 11(2),
Behavior Therapist, 16, 257-258. 253-271.
Ellis, A. (1997). El estado de la cuestión en la terapia Fernández Hermida, J. R. y Pérez, M. (2001). Separando
racional-emotiva-conductual. En I. Caro (ed.), la paja del grano en los tratamientos psicológicos.
­Manual de psicoterapias cognitivas. Barcelona: Psicothema, 13(3), 337-344.
­Paidós. Fernández Rodríguez, C., Amigo, I. y Pérez, M. (1994).
Ellis, A. (1999). Una terapia breve más profunda y du- El excipiente y los principios activos de la psicotera-
radera: Enfoque teórico de la terapia racional emo- pia. Análisis y Modificación de Conducta, 20(69),
tivo-conductual. Barcelona: Paidós (capítulo 1: In- 31-55.
troducción, y capítulo 2: Qué es exactamente la Fernández, Y. M., Marshall, W. L., Lightbody, S. y
terapia racional emotivo-conductual). O’Sullivan, C. (1999). The Child Molester Empathy
Ellis, A. y Dryden, W. (1989). Práctica de la terapia Measure. Sexual Abuse: A Journal of Research and
racional-emotiva. Bilbao: Desclée de Brouwer. Treatment, 11, 17-31.
Esteban, C., Garrido, V. y Sánchez-Meca, C. (1996). Fernández-Montalvo, J. y Echeburúa, E. (1997a). Manual
Cuando la emoción es un problema: un estudio meta- práctico del juego patológico: Ayuda para el pacien-
analítico de la eficacia de los tratamientos con sujetos te y guía para el terapeuta. Madrid: Pirámide.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 288 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 289

Fernández-Montalvo, J. y Echeburúa, E. (1997b). Varia- Gallagher, C. A., Wilson, D. B. y McKenzie, D. L.


bles psicopatológicas y distorsiones cognitivas de los (1999a). A meta-analysis of the effectiveness of se-
maltratadores en el hogar: un análisis descriptivo. xual offender treatment programs. Manuscrito no
Análisis y Modificación de Conducta, 88, 151-180. publicado, University of Maryland (Estados Unidos).
Fernández-Montalvo, J., Echeburúa, E. y Amor, P. J. Gallagher, C. A., Wilson, D. B., Hirschfield, P., Cogges-
(2005). Agressors against women in prison and in the hall, M. B. y McKenzie, D. L. (1999b). A quantita-
community: an exploratory study of a differential tive review of the effects of sex offender treatment
profile. International Journal of Offender Therapy on sexual reoffending. Corrections Management
and Comparative Criminology, 49(2), 158-167. Quarterly, 3, 19-29.
Ferster, C. B. y DeMyer, M. K. (1962). A method for the García Fernández Abascal, E. G. y Vallejo, M. A. (1998).
experimental analysis of the behavior of autistic Análisis conductual I: Esquema general de análisis e
­children. American Journal of Orthopsychiatry, 32, instrumentos de evaluación. En M. A. Vallejo y M. A.
89‑98. Ruiz (eds.), Manual práctico de modificación de con-
Field, G. (1992). Oregon prison drug treatment programs. ducta 1 (pp. 17-117). Madrid: Fundación Universi-
En C. G. Leukefeld y F. Tims (eds.), Drug abuse dad-Empresa.
treatment in prisons and jails (pp. 142-155) (NIDA Garrido, V. (1993). Técnicas de tratamiento para delin-
Monograph No. 118). Washington, DC: USGPO. cuentes. Madrid: Fundación Ramón Areces.
Fixsen, D. L., Blase, K. A., Timbers, G. D. y Wolf, Garrido, V. (2000). El psicópata. Un camaleón en la so-
M. M. (2001). In search of program implementation: ciedad actual. Alzira: Algar Editorial.
792 replications of the Teaching-Family Model. En Garrido, V. (2001). Amores que matan. Alzira: Algar
G. A. Bernfeld, D. P. Farrington y A. W. Leschied, Editorial.
Offender rehabilitation in practice: Implementing Garrido, V. (2002). El tratamiento del psicópata. Psi-
and evaluating effective programs (pp. 149-166). cothema, 14 (Supl.), 181-189.
Garrido, V. (2004). Cara a cara con el psicópata. Barce-
Chichester (Reino Unido): Wiley.
lona: Ariel.
Foreyt, J. P. y Goodrick, G. K. (2001). Cognitive behavior
Garrido, V. (2005a). Manual de intervención educativa
therapy. En R. J. Corsini (ed.), Handbook of innova-
en readapatción social. Vol. 1: Fundamentos de la
tive therapy (2.ª ed.) (pp. 95-108). Nueva York: John
Intervenció. Valencia: Tirant lo Blanch.
Wiley.
Garrido, V. (2005b). Manual de intervención educativa
Frank, J. D. (1982). Therapeutics components shared by en readapatción social. Vol. 2: Los programas del
all psychoterapies. En J. Harvey y M. M. Parks (eds.), pensamiento prosocial. Valencia: Tirant lo Blanch.
Psychotherapy research and behavior change (pp. Garrido, V. (2005c). Qué es la psicología criminológica.
5-37). Washington, DC: American Psychological As- Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.
sociation. Garrido, V. y Beneyto, M. J. (1996). El control de la
Frank, J. D. y Frank, J. B. (1991). Persuasion and hea- agresión sexual. Un programa de tratamiento para
ling. A comparative study of psycho-therapy. Balti- delincuentes sexuales en prisión y en la comunidad.
more (Estados Unidos): John Hopkins University Valencia: Ed. Cristobal Serrano Villalba.
Press. Garrido, V. y Beneyto, M. J. (1997). La valoración psi-
Frankl, V. E. (1988). Logos, paradoja y la búsqueda de cológica de los agresores sexuales: los delitos, la
significado. En M. J. Mahoney y A. Freeman (eds.), reincidencia y el tratamiento. En Cuadernos de De-
Cognición y psicoterapia (pp. 283-300). Barcelona: recho Judicial: Delitos contra la libertad sexual. Es-
Paidós. cuela Judicial. Consejo General del Poder Judicial.
Gacono, C., Niebering, R., Owen, A., Rubel, J. y Bod- Garrido, V., Beneyto, M. J., Català, R., Aguilar, E., Bal-
holdt, R. (2001). Treating conduct disorder, antiso- fagón, I., Sauri, L. y Navarro, J. C. (1998b). El trac-
cial, and psychopathic personalities. En J. B. Ashford, tament dels delinqüens sexuals: dues investigacions
B. Sales y W. Reid (ed.), Treating adult and juvenile aplicades. Barcelona: Centre d’Estudis Jurídics i For-
offenders with special needs. (pp. 99-130). Washing- mació Especialitzada.
ton, DC: American Psychological Association. Garrido, V., Beneyto., M. J. y Gil, A. (1996). Els delin-
Galbraith, R. E. y Jones, T. M. (1976). Moral reasoning. qüents sexuals institucionalitzats. Un estudi del
Minneapolis, MN (Estados Unidos): Greenhaven agressors de nens. Barcelona: Centre d’Estudis Jurí-
Pres Inc. dics i Formació Especialitzada.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 289 04/09/13 14:01


290 /  Referencias bibliográficas

Garrido, V., Esteban, C. y Molero, C. (1996). The effec- Goldstein, A. P. y Glick, B. (1987). Aggression replace-
tiveness in the treatment of psychopathy: a meta- ment training: A comprehensive intervention for ag-
analysis. Issues in Criminological and Legal Psycho- gressive youth. Champaign, Estados Unidos: Re-
logy, 24, 57-59. search Press.
Garrido, V., Gil, A., Forcadell, A., Martínez, R. M. y Goldstein, A. P. y Glick, B. (2001). Aggression Replace-
Vinuesa, M. R. (1998a). Joves agressors sexuals: ment Training: application and evaluation manage-
avaluació, diagnòstic i tractament. Memoria de in- ment. En G. A. Bernfeld, D. P. Farrington y A. W.
vestigación. Barcelona: Centre d’Estudis Jurídics i Leschied, Offender rehabilitation in practice: Imple-
Formació Especialitzada. Generalitat de Catalunya. menting and evaluating effective programs (pp. 121-
Garrido, V., Redondo, S., Gil, A., Torres, G., Soler, C. y 148). Chichester (Reino Unido): Wiley.
Beneyto, M. J. (1995). Delinqüens sexuals en les Goldstein, A. P., Glick, B. y Gibbs, J. C. (1998). Aggres-
presons. Barcelona: Generalitat de Catalunya. sion replacement training: A comprehensive inter-
Garrido, V., Stangeland, P. y Redondo, S. (2006). Prin-
vention for aggressive youth, (2.ª ed). Champaign,
cipios de Criminología (3.ª ed.). Valencia: Tirant lo
Estados Unidos: Research Press.
Blanch.
Gendreau, P., Goggin, C. y Smith, P. (2001). Obstacles Goldstein, W. N. (2001). Iniciación a la psicoterapia.
to effective correctional program delivery. En L. L. Madrid: Alianza Editorial.
Motiuk y R. C. Serin (eds.), Compendium 2000 on Gonçalves, O. F. (1989). The constructive-developmental
effective correctional programming (cap. 6). Ottawa: trend in cognitive therapies. En O. F. Gonçalves (ed.),
Correctional Service Canada. Advances in cognitive therapies: The constructivist-
Gendreau, P. Little, T. y Goggin, C. (1996). A meta- developmental approach. Lisboa: Apport.
analysis of the predictors of adult offender recidi- Gray, J. A. (1982). The neuropsychology of ansiety: An
vism: What works? Criminology, 34(4), 575-607. enquiry into the function of the septo-hipocampal
Gendreau, P. y Ross, R. (1979). Effective correctional sytem. Nueva York: Oxford University Press.
treatment: Biblioterapy for cynincs. Crime and De- Gray, J. A. (1987). The psychology of fear and stress.
linquency, 25, 463-489. Nueva York: Cambridge University Press.
Gillis, C. A. y Grant, B. A. (1999). Day parole outcome, Greenberg, D. M. y Bradford, J. M. W. (1997). Treatment
criminal history and other predictors of successful of the paraphilic disorders: A review of the role of
sentence completion. Research Report R-83. Otawa the selective serotonin reuptake inhibitors. Sexual
(Canadá): Correctional Service of Canada. Abuse: A Journal of Research and Treatment, 9, 349-
Gil, F. y García Saiz, M. (2004). Entrenamiento en habi- 360.
lidades sociales. En F. J. Labrador, J. A. Cruzado y Guidano, V. F. y Liotti, G. (1983). Cognitive processes
M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas de modifica- and emotional disorders. Nueva York: Guilford.
ción y terapia de conducta (cap. 29, pp. 796-827). Guy, J. D. (1987). La vida personal del psicoterapeuta:
Madrid: Pirámide. El impacto de la práctica clínica en el estado emo-
Glasser, W. (1975). Reality therapy: A new approach to cional del terapeuta y sus relaciones íntimas. Barce-
psychiatry. Nueva York: Harper and Row.
lona: Paidós.
Glick, B. (2003). Aggression replacement training: a
Hall, N. G. C. (1995). Sexual offender recidivism revisi-
comprehensive intervention for aggresive youth. En
ted: A meta-analysis of recent treatment studies.
B. K. Schwartz, Correctional psychology: practice,
programming, and administration (pp. 14-1 a 14-20). Journal of Consulting & Clinical Psychology, 63,
Kingston, NJ (Estados Unidos): Civic Research Ins- 802-809.
titute. Haney, C. y Zimbardo, P. (1998). The past and future
Godoy, A. (1998). El proceso de la evaluación conduc- of U.S. prison policy. American Psychologist, 7, 709-
tual. En V. E. Caballo (ed.), Manual de técnicas de 727.
terapia y modificación de conducta (pp. 91-108). Hanson, R. K. y Bussière, M. T. (1998). Predicting relap-
Madrid: Siglo XXI. se: A meta-analysis of sexual offender recidivism
Goldfried, M. R. y Goldfried, A. P. (1987). Importance studies. Journal of Consulting and Clinical Psycho-
of hierarchy content in the self-control of anxiety. logy, 66, 348-362.
Journal of Consulting and Clinical Psychology, 45, Hare, R. (1991). Manual for the Revised Psychopathy
124-134. Checklist. Toronto (Canadá): Multi-Healt Systems.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 290 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 291

Hare, R. (1996). Psychopathy: A clinical construct who- Case studies in behavior modification. Nueva York:
se time has come. Criminal Justice and Behavior, 23, Holt, Rinehart and Winston.
25-54. Hilterman, E. y Andrés-Pueyo, A. (2005). HCR-20: Guía
Hare, R. (2000). La naturaleza de la psicopatía: algunas para la valoración del riesgo de comportamientos
observaciones para entender la violencia depredado- violentos. Barcelona: Publicacions i Edicions.
ra humana. En A. Raine y J. Sanmartín, Violencia y Hollin, C. R. (1995). The meaning and implications of
psicopatía (pp. 15-57). Barcelona: Ariel. «programme integrity». En J. McGuire (ed.), What
Harris, G. T. y Rice, M. E. (1997). Mentally disordered works: Reducing reoffending-guidelines from re-
offenders: What research says about effective servi- search and practice (pp. 195-208). Chichester (Reino
ce. En C. D. Webster y M. A. Jackson (eds.), Impul- Unido): Wiley.
sivity, theory, assessment and treatment (pp. 361- Hollin, C. R. (2001). To treat or not to treat? An histori-
393). Nueva York: Guilford. cal perspective. En C. R. Hollin (ed.), Offender as-
Harris, G., Rice, M. y Cormier, C. (1994). Psychopaths: sessment and treatment (pp. 3-15). Chichester (Reino
Is the therapeutic community therapeutic? Therapeu- Unido): Wiley.
tic Communities, 15, 283-299. Hollin C. R. (2006). Offending behaviour programmes
Hayes, S. C. (2002). ACT como una aproximación clíni- and contention: evidence-based practice, manuals,
ca general. Prólogo en K. G. Wilson y M. C. Lucia- and programme evaluation. En C. R. Hollin y E. J.
no, Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Un Palmer (ed.), Offending behaviour programmes (pp.
tratamiento conductual orientado a los valores (pp. 33-67). Chichester (Reino Unido): Wiley.
15-17). Madrid: Pirámide. Hollin, C. R. y Palmer, E. J. (2001). Skills training. En
Hayes, S. C. y Hayes, C. J. (ed.) (1992). Understanding C. R. Hollin (ed.), Offender assessment and treatment
verbal relations. Reno (Estados Unidos): Context (pp. 269-280). Chichester (Reino Unido): Wiley.
Press.
Hollin, C. R. y Palmer, E. J. (2006). Offending behaviour
Hayes, S. C., Strosahl, K. D. y Wilson, K. G. (1999).
programmes: history and development. En C. R. Ho-
Acceptance and Commitement Therapy. An experien-
llin y E.J. Palmer (ed.), Offending behaviour pro-
cial approach to behavior change. Nueva York: Gil-
grammes (pp. 1-32). Chichester (Reino Unido): Wi-
dford.
ley.
Henggeler, S. W. y Borduin, C. M. (1990). Family thera-
py and beyond: A multisystemic approach to treating Hooper, R. M. (2003). Something works. Therapeutic
the behavior problems of children and adolescents. Communities in the treatment of substance abuse. En
Pacific Grove, CA: Brooks/Cole. B. K. Schwartz, Correctional psychology: practice,
Henggeler, S. W., Melton, G. B., Brondino, M. J., Sche- programming, and administration (pp. 12-1 a 12-17).
rer, D. G. y Hanley, J. H. (1997). Multisystemic the- Kingston, NJ (Estados Unidos): Civic Research Ins-
rapy with violent and chronic juvenile offenders and titute.
their families: The role of treatment fidelity in suc- Horney, J. (2006). An alternative psychology of criminal
cessful dissemination. Journal of Consulting and Cli- behavior (The American Society of Criminology
nical Psychology, 65, 821-833. 2005 Presidential Address). Criminology, 44(1),
Herink, R. (ed.) (1980). The psychotherapy handbook: 1‑16.
the A to Z guide to more than 250 different therapies Howard, K. I., Kopta, S. M., Krause, M. S. y Orlinsky,
use today. Nueva York: New American Library. D. E. (1986). The dose-effect relationship in psy-
Hernández Gil, A. (1983). Prólogo. En C. Lega, Deonto- chotherpay. American Psychologist, 41, 159-164.
logía de la profesión de abogado. Madrid: Civitas. Howell, J. C. (2003). Preventing and reducing juveniles
Hersen, M. (1988). Behavioral assessment and psychia- delinquency. Thausand Oaks (Estados Unidos): Sage
tric diagnosis. Behavioral Assessment, 10, 107-121. Publications.
Hersen, M. y Barlow, D. (1976). Single case experimen- Inciardi, J. A., Martin, S. S., Butzin, C. F., Hooper, R. M.
tal desings. Oxford: Pergamon Press. y Harrison, L. D. (1997). An effective model of pri-
Hersen, M. y Last, C. G. (eds.) (1993). Manual de casos son-based treatment for drug-involved offenders.
de terapia de conducta. Bilbao: Desclée de Brouwer. Journal of Drug Issues, 27, 261-278.
Hingtgen, J. N., Sanders, B. J. y DeMyer, M. K. (1965). Ingram, G. L., Gerard, R. E., Quay, H. C. y Levison,
Shaping cooperative responses in early childhood R. B. (1970). An experimental program for the psy-
schizophrenics. En L. P. Ullmann y L. Krasner (eds.), chopathic delinquent: looking in the «correctional

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 291 04/09/13 14:01


292 /  Referencias bibliográficas

wastebasket». Journal of Research in Crime & De- Kohlenberg, R. J. y Tsai, M. (1991). Funcional analytic
linquency, 7, 24-30. psychotherapy: creating intense and curative thera-
Israel, M. y Hong, W. (2006). If «something works» is peutic relationships. Nueva York: Plenum Press.
the answer, what is the question? Supporting pluralist Kupler, D. J. (1991). Long-term of treatment of de­
evaluation in community corrections in the United pression. Journal of Clinical Psychiatry, 52 (supl. 5),
Kingdom. European Journal of Criminology, 3(2), 28‑34.
181-200. Labrador, F. J. (1986). Controversia sobre una posible
Jolin, A. y Moose, C. A. (1997). Evaluating a Domestic convergencia entre los distintos acercamientos tera-
Violence Program in a Community Policing Environ- péuticos o de intervención. Revista Española de Te-
ment: Research Implementation Issues. Crime & De- rapia del Comportamiento, 4, 259-302.
linquency, 43(3), 279-297. Labrador, F. J. (1990). Aspectos básicos de la modifica-
Kanfer, F. H. (1970). Self-regulation: Research, issues ción de conducta. En M. A.Vallejo, E. G. Fernández-
and speculations. En C. Neuringer y J. L. Michael Abascal y F. J. Labrador (eds.), Modificación de con-
(eds.), Behavior modification in clinical psychology. ducta: Análisis de casos (pp. 3-84). Madrid: TEA.
Nueva York: Appleton-Century-Crofs. Labrador, F. J. (1998a). Técnicas de relajación y desen-
Kanfer, F. H. (1986). Métodos de autogestión. En F. H. sibilización sistemática. En M. A. Vallejo y M. A.
Kanfer y A. P. Goldstein (eds.), Cómo ayudar al Ruiz (eds.), Manual práctico de modificación de con-
cambio en psicoterapia: Un manual de métodos (pp. ducta 2 (pp. 605-673). Madrid: Fundación Universi-
411-476). Bilbao: Desclée de Brouwer. dad‑Empresa.
Kanfer, F. H. y Saslow, J. S. (1965). Behavioral analysis: Labrador, F. J. (1998b). Condicionamiento operante y
an alternative to diagnostic classification. Archives of técnicas operantes en modificación de conducta. En
General Psychiatry, 12, 529-538. M. A. Vallejo (ed.), Avances en modificación y tera-
Kanfer, F. H. y Schefft, B. K. (1988). Guiding the process
pia de conducta: Técnicas de intervención (pp. 49-
of therapeutic change. Champaign, IL: Research
90). Madrid: Fundación Universidad Empresa.
Press.
Labrador, F. J. (2002). Retos de la psicología clínica en
Kazdin, A. E. (1988). Tratamiento de la conducta anti-
el siglo XXI. Conferencia inaugural de la Reunión
social en la infancia y la adolescencia. Barcelona:
Anual de la Sociedad Española de Psicología Clínica
Martínez Roca.
Kazdin, A. E. (1994). Psychotherapy for children and y de la Salud (SEPCyS), celebrada en Oviedo los días
adolescents. En A. E. Bergin y S. L. Garfield (eds.), 28 y 29 de noviembre.
Handbook of psychotherapy and behavior change Labrador, F. J., Cruzado, J. A. y Muñoz, M. (eds.) (2004).
(pp. 543-594). Nueva York: Wiley. Manual de técnicas de modificación y terapia de
Kazdin, A. E. y Buela-Casal, G. (1999). Conducta anti- conducta. Madrid: Pirámide.
social: Evaluación, tratamiento y prevención en la Labrador, F. J., Echeburúa, E. y Becoña, E. (2000). Guía
infancia y adolescencia (5.ª ed.). Madrid: Pirámide. para la elección de tratamientos psicológicos efecti-
Kelly, G. A. (1955). The psychology of personal cons- vos: Hacia una nueva psicología clínica. Madrid:
tructs (2 vols.). Nueva York: Norton. Dykinson.
Kelly, G. A. (1969). Clinical psychology and personality: Labrador, F. J., Vallejo, M. A., Matellanes, M., Eche-
the selected papers of George Kelly. Nueva York: burúa, E., Bados, A. y Fernández-Montalvo (2002).
Wiley. La eficacia de los tratamientos psicológicos. Docu-
Kleinke, C. L. (1998). Principios comunes en psicotera- mento de la Sociedad Española para el avance de la
pia. Bilbao: Descleé de Brouwer (original en inglés Psicología Clínica y de la Salud. Siglo XXI., noviem-
de 1994). bre de 2002 (puede consultarse en página web del
Kohlemberg, R. J. y Tsai, M. (1987). Functional analytic COP).
psychotherapy. En N. S. Jacobson (ed.), Psychotera- Lambert, M. J. y Bergin, A. E. (1994). The effectiveness
pists in clinical practice. Cognitive and behavioral of psychotherapy. En A. E. Bergin y S. L. Garfield
perspectives (pp. 338-443). Nueva York: Guilford (eds.), Handbook of psychotherapy and behavior
Press. change (pp. 143-189). Nueva York: Wiley.
Kohlemberg, R. J., Tsai, M. y Dougher, M. J. (1993). The Langton, C. y Barbaree, H. (2006). Conceptual sigues in
dimensions of clinical behavior analysis. Behavior treatment evaluation research with juvenile sexual
Analist, 16(2), 271-282. offenders. En H. Barbaree y W. Marshall (ed.), The

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 292 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 293

juvenile sex offender (pp. 248-274). Nueva York: The strategy in family-based adolescent treatment. Psy-
Guilford Press. chotherapy, 32, 39-58.
Latimer, J. (2001). A meta-analytic examination of youth Liddle, H. A. y Dakof, G. A. (1995). Efficacy of family
delinquency, family treatment, and recidivism. Ca- therapy for drug abuse: Promising but not definitive.
nadian Journal of Criminology, abril, 237-253. Journal of Marital and Family Therapy, 21, 511-543.
Laws, D. R. (ed.) (1989). Relapse prevention with sex Liebling, A. y Maruna, S. (2005). Introduction: the
offenders. Nueva York: Guilford. effects of imprisonment revisited. En A. Liebling y
Laws, D. R. (2000). Sexual offending as a public health S. Maruna, The effects of imprisonment (pp. 1-29).
problem: a North American perspective. Journal of Cullompton, Devon (Reino Unido): Willan Publis-
Sexual Agression, 5(1), 30-44. hing.
Laws, D. R. (2001). Relapse prevention: reconceptuali- Linehan, M. M. (1980). Supervision of behavior therapy.
zation and revision. En C. R. Hollin (ed.), Offender En A. K. Hess (ed.), Psychotherapy supervision:
assessment and treatment (pp. 297-307). Chichester Theory, Research and Practice. Nueva York: John
(Reino Unido): Wiley. Wiley & Sons.
Laws, D. R. y Marshall, W. L. (1991). Masturbatory re- Lipsey, M. W. (1990). Juvenile delinquency treatment: A
conditioning with sexual deviates: An evaluative re- meta-analytic inquiry into the variability of effects.
view. Advances in Behaviour Research and Therapy, Comunicación presentada al Research Synthesis
13, 13-25. Committee de la Russell Sage Foundation.
Lazarus, A. A. y Rachman, S. (1975). The use of syste- Lipsey, M. W. (1992a). Juvenile delinquency treatment:
matic desensitization in psychotherapy. South Afri- A meta-analytic inquiry into the variability of effects.
can Medical Journal, 31, 934-937. En T. D. Cook, H. Cooper, D. S. Cordray, H. Hart-
LeDox, J. (1999). El cerebro emocional. Barcelona: mann, L. V. Hedges, R. L. Light, T. A. Louis y
Ariel. F. Mosteller (eds.), Meta-analysis for Explanation: A
Casebook (pp. 83-127). Nueva York: Sage.
Lega, C. (1983). Deontología de la profesión de abogado.
Lipsey, M. W. (1992b). Meta-analysis in evaluation re-
Madrid: Civitas.
search: moving from description to explanation. En
Lega, L. I., Caballo, V. E. y Ellis, A. (1997). Teoría y
H. T. Chen y P. H. Rossi (eds.), Using Theory to
práctica de la terapia racional emotivo-conductual.
Improve Program and Policy Evaluations. Nueva
Madrid: Siglo XXI.
York: Greenwood Press.
Lemert, E. M. (197?). Desviación Primaria y Secundaria. Lipsey, M. W. (1999a). Can intervention rehabilitate se-
En R. del Olmo, Estigmatización y conducta desvia- rious delinquents? Annals of the American Academy
da (97-102). Maracaibo (Venezuela): Centro de In- of Political & Social Science, 564, 142-166.
vestigaciones Criminológicas, Universidad de Zulia. Lipsey, M. W. (1999b). Can rehabilitative programs re-
Lemert, E. M. (1981). Devianza, problemi sociali e forme duce the recidivism of juvenile offenders? An inquiry
di controllo. Milán: Giuffrè dictore. into the effectiveness of practical programs. Virginia
Lemire, G., Rondeau, G., Brochu, S., Schneeberger, P. y Journal of Social Policy & the Law, 6, 611-641.
Brodeur, N. (1996). Les programmes de traitement Lipsey, M. W. y Landerberger, N. A. (2006). Cognitive-
pour hommes violents: du communautaire au correc- behavioral interventions. En B. C. Welsh y D. P.
tionnel. Revue canadienne de criminologie, 38(1), Farrington, Preventing crime: What works for chil-
enero. 33-59. dren, offenders, victims and places (pp. 57-71). Dor-
Lemos Giráldez, S. (2000). La clasificación en psicopa- drecht (Holanda): Springer.
tología. En S. Lemos (ed.), Psicopatología general Lipton, D. S. (2001). Therapeutic commnity treatment
(pp. 95-112). Madrid: Ed. Síntesis. programming in corrections. En C. R. Hollin (ed.),
Leschied, A. W., Bernfeld, G. A. y Farrington, D. P. Offender assessment and treatment (pp. 155-177).
(2001). Implementation issues. En G. A. Bernfeld, Chichester (Reino Unido): Wiley.
D. P. Farrington y A.W. Leschied, Offender rehabi- Lipton, D. S., Pearson, F. S., Cleland, C. M. y Yee, D.
litation in practice: Implementing and evaluating (2002). The effects of therapeutic communities and
effective programs (pp. 3-24). Chichester (Reino Uni- milieu therapy on recidivism. En J. McGuire (ed.),
do): Wiley. Offender rehabilitation and treatment: Effective pro-
Liddle, H. A. (1995). Conceptual and clinical dimensions grammes and policies to reduce re-offending (pp.
of a multidimensional, multisystemic engagement 39-77). Chichester (Reino Unido): Wiley.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 293 04/09/13 14:01


294 /  Referencias bibliográficas

Littell, J. H. (2005). A systematic review of offects of Lösel, F. y Schmucker, M. (2005). The effectiveness of
multisystemic therapy. Comunicación presentada en treatment for sexual offenders: A comprenhensive
el 14th World Congreso of Criminology, University meta-analysis. Journal of Experimental Criminology,
of Pennsylvania, 8, agosto. 1, 117-146.
Littell, J. H. y Girvin, H. (2002). Stages of Change: A Lovaas, O. I. y Bucher, B. D. (eds.) (1974). Perspectives
critique. Behavior Modification, 26(2), 223-273. in behavior modification with deviant children.
Llavona, L. (1984). El proceso de evaluación conductual. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.
En J. Mayor y F. J. Labrador (eds.), Manual de mo- Luciano, C. (2001a). Terapia de Aceptación y Compro-
dificación de conducta (pp. 93-122). Madrid: Alham- miso (ACT): Libro de casos. Valencia: Promolibro.
bra. Luciano, C. (2001b). Sobre el trastorno de evitación ex-
Llavona, L. M. (2004). La entrevista conductual. En F. J. periencial (TEE) y la Terapia de Aceptación y Com-
Labrador, J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.), Manual promiso (ACT). En M. C. Luciano, Terapia de Acep-
de técnicas de modificación y terapia de conducta tación y Compromiso (ACT): Libro de casos (4-18).
(cap. 3, pp. 71-114). Madrid: Pirámide. Valencia: Promolibro.
Loeber, R. y Stouthamer-Loeber, M. (1987). Prediction. Luciano, M. C. y Gutiérrez Martínez, O. (2001). Ansie-
En H. C. Quay (ed.), Handbook of Juvenile Delin- dad y Terapia de Aceptación y Compromiso. Análisis
quency (pp. 13-29). Nueva York: Wiley. y Modificación de Conducta, 27(113), 373-398.
Loeber, R., Farrington, D. P. y Waschbusch, D. A. (1998). Luciano, M. C. y Wilson, K. G. (2002). Presentación. En
Serious and violent juvenile offenders. En R. Loeber K. G. Wilson y M. C. Luciano, Terapia de Aceptación
y D. P. Farrington (eds.), Serious and violent juveni- y Compromiso (ACT): Un tratamiento conductual
le offenders (pp. 313.345) Thousand Oaks, CA: Sage. orientado a los valores (pp. 21-23). Madrid: ­Pirámide.
López, S. y Andrés-Pueyo, A. (2007). Predicció de la Luciano, M. C., Visdómine, J. C., Gutiérrez, O. y Mon-
violencia contra les dones: adaptació de la SARA tesinos, F. (2001). ACT (Terapia de Aceptación y
Compromiso) y dolor crónico. Análisis y Modifica-
(Avaluación del risc de violencia de parella). Inves-
ción de Conducta, 27 (113), 474-501.
breu, 38 (abril), 8-12.
Lunness, T. (2000). Smark thinking: social and moral
López Mena, L. (1989). Intervención psicológica en la
reasoning with young people - stop to think or think
empresa. Barcelona: Martínez Roca.
to stop. Youth Justice Matters, 8-10.
Lösel, F. (1995). The efficacy of correctional treatment.
MacPhail, J. (1989). The Moral Education Approach in
En J. McGuire, What works: Reducing reoffending. Treating Adult Inmates. Criminal Justice and Beha-
Nueva York: John Whiley & Sons. viour, 16, 81-97.
Lösel, F. (1996). What Recent Meta-Evaluations Tell us Magaletta, P. R., Patry, M. W., Dietz, E. F. y Ax, R. K.
About the Effectiveness of Correctional Treatment. (2007). What is correctional about crinical practice
En G. Davies, S. Lloyd-Bostock, M. MacMurran y in corrections? Criminal Justice and Behaviour,
C. Wilson (eds.), Psychology, Law, and Criminal Jus- 34(1), 7-21.
tice: International Developments in Research and Mahoney, M. J. (1977). Personal science: A cognitive
Practice. Berlín: De Gruyter. learning therapy. En A. Ellis y R. Grieger (eds.),
Lösel, F. (1998). Treatment and management of psycho- Handbook of Rational Emotive Therapy. Nueva
paths (pp. 303-354). En D. J. Cooke, A. E. Forth y York: Springer.
R. D. Hare (eds.), Psychopathy: Theory, Research Mahoney, M. J. (1981). Ciencia personal: Una terapia
and Implications for Society. Dordrecht: Kluwer. cognitiva del aprendizaje. En A. Ellis y R. Grieger
Lösel, F. (2000). ¿Existe un tratamiento eficaz para la (eds.), Manual de terapia racional-emotiva (pp. 369-
psicopatía?: Qué sabemos y qué deberíamos saber. 382). Bilbao: Desclée de Brouwer.
En A. Raine y J. Sanmartín, Violencia y psicopatía Mahoney, M. J. (1983). Cognición y modificación de
(cap. 9, pp. 235-272). Barcelona: Ariel. conducta. México: Trillas.
Lösel, F. (2001). Evaluating the effectiveness of correc- Mahoney, M. J. (1991). Human change processes: The
tional programs: bridging the gap between research scientific foundations of psychotherapy. Nueva York:
and practice. En G. A. Bernfeld, D. P. Farrington y Basic Books.
A. W. Leschied, Offender rehabilitation in practice: Mahoney, M. J. y Arnkoff, D. B. (1978). Cognitive and
Implementing and evaluating effective programs (pp. self-control therapies. En S. L. Garfield y A. E. Ber-
67-96). Chichester (Estados Unidos): Wiley. gin (eds.), Handbook of psychotherapy and behavior

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 294 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 295

change (2.ª ed., pp. 689-722). Nueva York: John Wi- miento de la delincuencia sexual. En V. Caballo (ed.),
ley & Sons. Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de
Maletzky, B. M. (1985). Orgasmic reconditioning. En los trastornos psicológicos, vol. I. Madrid: Siglo
A. S. Bellack y M. Hersen (eds.), Dictionary of be- XXI.
havior therapy techniques (pp. 157-158). Nueva Marshall, W. L., O’Sullivan, C. y Fernandez, Y. M.
York: Pergamon Press. (1996). The enhancement of victim empathy among
Mann, R. E. y Fernandez, Y. M. (2006). Sex offender incarcerated child molesters. Legal and Criminologi-
programmes: concept, theory, and practice. En C. R. cal Psychology, 1, 95-102.
Hollin y E. J. Palmer (ed.), Offending behaviour pro- Marshall, W. L. y Redondo, S. (2002). Control y trata-
grammes (pp. 155-177). Chichester (Reino Unido): miento de la agresión sexual. En S. Redondo (coord.),
Wiley. Delincuencia sexual y sociedad (pp. 301-328). Bar-
Margalit, A. (1996). The decent society. Cambridge, MA celona: Ariel.
(Estados Unidos): Harvard University Press. Marshall, W. L. y Serran, G. A. (2004). The role of the
Margolin, G., Sibner, L. G. y Gleberman, L. (1988). Wife therapist in offender treatment. Psychology, Crime &
Battering. En V. B. van Hasselt, R. L. Morrison, A. Law, 10(3), 309-320.
S. Bellack y M. Hersen, Handbook of Family Violen- Marshall, W. L., Serran, G. A., Moulden, H., Mulloy, R.,
ce. Nueva York: Plenum Press. Fernandez, Y. M., Mann, R. E. y Thornton, D. (2002).
Marks, I. M. y O’Sullivan, G. (1992). Psicofármacos y Therapist features in sexual offender treatment: their
tratamientos psicológicos en la agorafobia/pánico y reliable identification and influence on behavior cha-
en el trastorno obsesivo-compulsivo. En E. Eche- ge. Clinical Psychology and Psychotherapy, 9, 205-
burúa (ed.), Avances en el tratamiento psicológico de 234.
los trastornos de ansiedad (pp. 97-114). Madrid: Pi- Marshall, W. L., Serran, G. A., Fernandez, Y. M., Mulloy,
rámide. R., Mann, R. E. y Thornton, D. (2003). Therapist
Marlatt, G. A. y Gordon, J. R. (1985). Relapse preven- characteristics in the treatment of sexual offenders:
tion: Maintenance strategies in the treatment of tentative data on their realtionship with indices of
addictive behaviors. Nueva York: Guilford Press. behavior change. Journal of Sexual Agression, 9, 25-
Marshall, W. L. (1979). Satiation therapy: A procedure 30.
for reducing deviant sexual arousal. Journal of Martín Barroso, C. y Laborda Rodríguez, R. (1996/1997).
Applied Behavioral Analysis, 12, 10-22. Los malos tratos a la mujer. Ciencia Policial, 39,
Marshall, W. L. (1994). Treatment effects on denial and 187-204.
minimization in incarcerated sex offenders. Beha- Martín Rodríguez, A. M. y Hernández Ruiz, B. (2001).
viour Research and Therapy, 32, 559-564. Del PEI a HOPECAN: La evaluación de tres progra-
Marshall, W. L. (1996). Assessment, treatment, and theo- mas de inserción socio-laboral para delincuentes. En
rizing about sex offenders. Criminal Justice and Be- M. J. López Latorre, V. Garrido Genovés y R. R.
havior, 23, 162-199. Ross, El Programa del Pensamiento Prosocial: Avan-
Marshall, W. L. (2001). Agresores sexuales. Barcelona: ces Recientes. Valencia: Tirant lo Blanch.
Ariel. Martínez, M., Hilterman, E. y Andrés-Pueyo, A. (2005).
Marshall, W. L., Bryce, P., Hudson, S. M., Ward., T. y SVR-20 Manual de Valoración del Riesgo de Violen-
Moth, B. (1996). The enhancement of intimacy and cia Sexual. Barcelona: Publicaciones Universitat de
the reduction of loneliness among child molesters. Barcelona.
Journal of Family Violence, 11, 219-235. Martínez, M., Redondo, S., Pérez, M. y García-Foreno,
Marshall, W. L., Champagne, F., Sturgeon, C. y Bryce, C. (en revisión). Evaluación de la empatía en agre-
P. (1997). Increasing the self-esteem of child moles- sores sexuales. Psicothema.
ters. Sexual Abuse: A Journal of Research and Martínez Arias, R. (1984). Diseños cuasi y experimenta-
Treatment, 9, 321-333. les con sujeto único. En J. Mayor y F. J. Labrador
Marshall, W. L., Eccles, A. y Barbaree, H. E. (1993). A (eds.), Manual de modificación de conducta.
three tiered approach to the rehabilitation of incarce- Madrid:Alhambra.
rated sex offenders. Behavioral Sciences and the Martorell, J. L. (1996). Psicoterapias: Escuelas y con-
Law, 11, 441-445. ceptos básicos. Madrid: Pirámide.
Marshall, W. L. y Fernandez, Y. M. (1997). Enfoques Maruna, S., LeBel, T., Mitchell, N. y Naples, M. (2004).
cognitivo-conductuales para las parafilias: el trata- Pygmalin in the reintegration process: desistence

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 295 04/09/13 14:01


296 /  Referencias bibliográficas

from crime through the looling glass. Psychology, McGuire, J. (2006). General offending behaviour program-
Crime & Law, 10(3), 271-281. mes: concept, theory, and practice. En C. R. Hollin y
Matud, M. P., Marrero, R., Carballeria, M., Pérez, M., E. J. Palmer (ed.), Offending behaviour programmes
Correa, M. L., Aguilera, B. y Sánchez, T. (2003). (pp. 69-111). Chichester (Reino Unido): Wiley.
Transmisión intergeneracional de la violencia domés- McGuire, J. y Priestley, P. (1995). Offending Behaviour:
tica. Psicología Conductual, 11(1), 25-41. Skills and Stratagems for Going Straight. Londres:
Mayer, J. P., Gensheimer, L. K., Davidson, W. S. y Gotts- BT Batsford Ltd.
chalk, R. (1986). Social learning treatment within McMurran, M. (2001a). Offenders with drug problems.
juvenile justice: A meta-analysis of impact in the En C. R. Hollin (ed.), Offender assessment and
natural environment. En S. A. Apter y A. P. Goldstein treatment (pp. 481-493). Chichester (Reino Unido):
(eds.), Youth violence: Programs and prospects. Elm- Wiley.
sford, NJ (Estados Unidos): Pergamon Press. McMurran, M. (2001b). Offenders with personality di-
Mayor, J. y Labrador, F. J. (1984). Manual de modifica- sorders. En C. R. Hollin (ed.), Offender assessment
ción de conducta. Madrid: Alhambra Universidad. and treatment (pp. 467-479). Chichester (Reino Uni-
McCrady, B. S., Rodríguez Villarino, R. y Otero-López, do): Wiley.
J. M. (1997). Los problemas de la bebida: un sistema McNeil, F. (2003). Desistence focussed probation prac-
de tratamiento paso a paso. Manual del terapeuta. tice. En W. H. Chui y M. Nellis (eds.), Moving pro-
Manual de autoayuda. Madrid: Pirámide. bation forward. Harlow (Reino Unido): Pearson.
McDougall, C., Barnett, R. M., Ashurst B. y Willis, B. Megargee, E. (1991). An overview of research on violen-
(1987). Cognitive Control of Anger. B. McGurk, ce and agression. En Prison Service, Psychology
D. Thornton y M. Willians, Applying Psychology to Conference (Conference Proceedings). Londres: Her
Imprisonment (pp. 304-313). Londres: HMSO. Majesty Prison Service.
McDougall, C., Cohen, M., Swaray, R. y Perry, A. (2003). Meichenbaum, D. (1977). Cognitive-behavior modifica-
tion: An integrative approach. Nueva York: Plenum
The costs and benefits of sentencing: a systematic
Press.
review. The Annals of the American Academy of Po-
Meichenbaum, D. (1987). Manual de inoculación de es-
litical and Social Science, vol. 587, 160-180.
trés. Barcelona: Martínez Roca (original de 1985).
McGuire, J. (2001a). What works in correctional inter-
Meichenbaum, D. (1997). El estado de la cuestión en la
vention? Evidence and practical implications. En
modificación cognitivo-conductual. En I. Caro (ed.),
G. A. Bernfeld, D. P. Farrington, y A. W. Leschied, Manual de psicoterapias cognitivas. Barcelona: Pai-
Offender rehabilitation in practice: Implementing dós.
and evaluating effective programs (pp. 25-43). Chi- Méndez, F. X., Olivares, J. y Moreno, P. (2005). Técnicas
chester (Reino Unido): Wiley. de reestructuración cognitiva. En J. Olivares y F. X.
McGuire, J. (2001b). Property offences. En C. R. Hollin Méndez, Técnicas de modifación de conducta (pp.
(ed.), Offender assessment and treatment (pp. 495- 409-442). Madrid: Biblioteca Nueva.
508). Chichester (Reino Unido): Wiley. Méndez, F. X., Olivares, J. y Ortigosa, J. M. (2005). Téc-
McGuire, J. (2001c). Defining correccional programs. En nicas de modelado. En J. Olivares y F. X. Méndez
L. Motiuk y R. C. Serin (eds.), Compendium 2000 (eds.), Técnicas de modificación de conducta (pp.
on Effective Correccional Programming (cap. 1). 193-224). Madrid: Biblioteca Nueva.
Ottawa (Canadá): Correccional Service of Canada. Méndez, F. X., Olivares, J. y Ros, C. (2005). Entrena-
McGuire, J. (ed.) (2002a). Offender Rehabilitation and miento en habilidades sociales. En J. Olivares y F. X.
Treatment: Effective Programmes and Policies to Re- Méndez, Técnicas de modifación de conducta (pp.
duce Re-offending. Chichester (Reino Unido): Wiley. 337-369). Madrid: Biblioteca Nueva.
McGuire, J. (2002b). Integrating findings from research Messer, S. B. y Warren, C. S. (2001). Brief psychodyna-
reviews. En J. McGuire (ed.), Offender rehabilitation mic therapy. En R. J. Corsini (ed.), Handbook of
and treatment: Effective programmes and policies to innovative therapy (2.ª ed.) (pp. 67-83). Nueva York:
reduce re-offending (pp. 3-38). Chichester (Reino John Wiley.
Unido): Wiley. Miguel Tobal, J. J. (2004). Cuestionarios, inventarios y
McGuire, J. (2004). Commentary: promising answers, escalas. En F. J. Labrador, J. A. Cruzado y M. Muñoz
and the next generation of questions. Psychology, (eds.), Manual de técnicas de modificación y terapia
Crime & Law, 10(3), 335-345. de conducta (cap. 6, pp. 151-180). Madrid: Pirá­mide.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 296 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 297

Milan, M. A. (1987). Basic Behavior procedures in clo- Moynahan, L. y Stromgren, B. (2005). Preliminary re-
sed Institutions. En Morris y Braukmann (eds.), Be- sults of Aggression Replacement Training for Norwe-
havioral approaches to crime and delinquency (pp. gian youth with aggressive behaviour and with a di-
161-193). Nueva York: Plenum Press. fferent diagnosis. Psychology, Crime & Law, 11(4),
Milan, M. A. (2001). Behavioral approaches to correc- 411-419.
tional management and rehabilitation. En C. R. Ho- Muñoz, M. (2002). Evaluación psicológica clínica. Ma-
llin (ed.), Offender assessment and treatment (pp. drid: Síntesis.
139-154). Chichester (Reino Unido): Wiley. Muñoz, M. (2004). Forma de proceder y pasos en el de-
Milan, M. A. y Mitchell, Z. P. (1998). La generalizacion sarrollo de la evaluación conductual. En F. J.
y el mantenimiento de los efectos del tratamiento. En ­Labrador, J. A. Cruzado y M. Muñoz (eds.), Manual
V. E. Caballo (comp.), Manual de técnicas de terapia de técnicas de modificación y terapia de conducta
y modificación de conducta (pp. 121-143). Madrid: (7.ª ed., pp. 284-319). Madrid: Pirámide.
Siglo XXI. Muñoz, M. y Bermejo, M. (2001). Entrenamientos en
Miller, W. R. y Rollnick, S. (2002). Motivational inter- inoculación de estrés. Madrid: Síntesis.
viewing. Nueva York: Gilford. Murray, J. (2000). Psychological profile of pedophiles
Ministerio del Interior (2006a). El control de la agresión and child molesters. The Journal of Psychology,
sexual: Programa de intervención en el medio peni- 134(2), 211-224.
tenciario. Un programa de tratamiento para delin- Nathan, P. E., Gorman, J. M. y Salkind, N. J. (2002).
cuentes sexuales en prisión (Manual del terapeuta). Tratamiento de trastornos mentales. Una guía de
Madrid: Ministerio del Interior, Secretaría General tratamientos que funcionan. Madrid: Alianza Edito-
Técnica. rial.
Ministerio del Interior (2006b). El control de la agresión Neimeyer, R. A. (1997). Problems and prospects in cons-
sexual: Programa de intervención en el medio peni- tructivist psychotherapy. Journal of Constructivist
tenciario. Un programa de tratamiento para delin- Psychotherapy, 10(1), 51-74.
cuentes sexuales en prisión (Cuaderno de prácticas). Nezu, A. M. y Nezu, C. M. (1998). Entrenamiento en
Madrid: Ministerio del Interior, Secretaría General solución de problemas. En V. E. Caballo (comp.),
Técnica. Manual de técnicas de terapia y modificación de
Minuchin, S. y Fishman, H. C. (1981). Family therapy conducta (pp. 527-554). Madrid: Siglo XXI.
techniques. Cambridge, MA: Harvard University Nicholson, R. C. (1970). Transactional analysis: A new
Press. method for helping offenders. Federal Probation, 34,
Mira, E., Mira, A. y Oliveira, A. (1949). Aplicacâo do 29-39.
psicodiagnóstico-miokinético ao estudo da agressivi- Novaco, R. W. (1975). Anger control: The development
dade. Arquivos Brasileiros de Psicotenia, n.º 1, 69- and evaluation of an experimental treatment. Lexing-
116. ton, MA: D. C. Heath.
Moltó, J., Poy, R. y Torrubia, R. (2000). Standardization Novaco, R. W., Ramm, M. y Black, L. (2001). Anger
of the Hare Psychopathy Checklist Revised in a spa- treatment with offenders. En C. R. Hollin (ed.),
nish sample. Journal of Personality Disorders, 14, Offender assessment and treatment (pp. 281-296).
84-96. Chichester (Reino Unido): Wiley.
Monahan, J. (1996). Mental illness and violent crime. Novaco, R. W. y Renwick, S. J. (1998). Anger predictors
National Institute of Justice Research Preview, octu- of the assaultiveness of forensic hospital patients. En
bre, 1-3. E. Sanavio (ed.), Behavior and cognitive therapy to-
Montesinos, F., Hernández, B. y Luciano, M. C. (2001). day: Essays in honor of Hans J. Eysenck (pp. 199-
Aplicación de la Terapia de Aceptación y Compro- 208). Amsterdam: Elsevier Science.
miso en pacientes enfermos de cáncer. Análisis y O’Leary, K. D. (1988). Phisycal Agression between
Modificación de Conducta, 27 (113), 503-523. Spouses. En V. B. van Hasselt, R. L. Morrison, A. S.
Morris, E. K. y Braukmann, C. J. (1987). The dimensions Bellack y M. Hersen, Handbook of Family Violence.
of applied behavior analysis for crime and delinquen- Nueva York: Plenum Press.
cy. En E. K. Morris y C. J. Braukmann (eds.), Beha- O’Leary, K. D. y Wilson, G. T. (1997). Principles of be-
vioral Approaches to Crime and Delinquency. Nueva havior therapy (2.ª ed.). Englewood Cliffs, NJ: Pren-
York: Plenum Press. tice Hall.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 297 04/09/13 14:01


298 /  Referencias bibliográficas

O’Neill, R. E., Horner, R. H., Albin, R. W., Storey, K. y Palmer, E. (2003). Offending behaviour: Moral reaso-
Sprague, J. R. (1990). Functional analysis of problem ning, criminal conduct and the rehabilitation of
behavior. Sycamore, IL: Sycamore Publications. offenders. Cullompton, Devon (Reino Unido): Willan
O’Reilly, G. y Carr, A. (2006). Assessment and treatment Publishing.
of criminogenic needs. En H. Barbaree y W. Mars- Patterson, R. L. (1998). La economía de fichas. En V. E.
hall, The juvenile sex offender (pp. 189-218). Nueva Caballo (comp.), Manual de técnicas de terapia y
York: The Guilford Press. modificación de conducta (pp. 329-347). Madrid:
Ogloff, J. R. P. (2002). Identifyng and accommodating Siglo XXI.
the needs of mentally ill people in gaols and prisons. Paul, R. H., Marx, B. P. y Orsillo, S. M. (1999). Accep-
Psychiatry, Psychology & Law, 9, 1-13. tance-based psychotherapy in the treatment of an
Ogloff, J. R. P. y Davis, M. R. (2004). Advances in offen- adjudicated exhibitionist: A case example. Behavior
der assessment and rehabilitation. Psychology, Crime Therapy, 30(1), 149-162.
& Law, 10(3), 229-242. Pear, J. J. (1998). Métodos operantes. En V. E. Caballo
Ogloff, J. R., Wong, S. y Greewood, A. (1990). Treating (comp.), Manual de técnicas de terapia y modifi­
criminal psychopaths in a therapeutic community cación de conducta (pp. 299-327). Madrid: Siglo
program. Behavioral Sciences and the Law, 8, 181- XXI.
190. Peiró, J. M. (2002). Un modelo para la formación del
Ohlin, L. y Tonry, M. (1989). Family Violence in Pers- psicólogo en Europa. El proyecto EuroPsyT. Presen-
pective. En L. Ohlin y M. Tonry (eds.), Family Vio- tación en la Mesa Redonda Espacio Universitario
lence (pp. 1-18). Chicago: The University of Chicago Europeo: Implicaciones académico-docentes, cele-
Press. brada en la Sala de Grados de La Facultad de Psico-
Olivares, J. y García-López, L. J. (1997). Una revisión logía de la Universidad de Barcelona el 18 de sep-
del estado actual de la literatura española sobre en- tiembre de 2002.
trenamiento a padres. Psicología Conductual, 5, 177- Pérez, M. (1991). Ciencia y sentido común en psicología
190. clínica. Clínica y Salud, Año II, 2(1), 39-49.
Olivares, J. y Méndez, F. X. (1998). Características de la Pérez, M. (1995). Pasado, presente y futuro de la terapia
intervención clínica en niños y adolescentes. En de conducta. Boletín de Psicología, 46, 37-94.
M. A. Vallejo (ed.), Manual de terapia de conducta Pérez, M. (1996a). La psicoterapia desde el punto de
(vol. 2, pp. 431-461). Madrid: Dykinson. vista conductista. Madrid: Biblioteca Nueva.
Olivares, J. y Méndez, F. X. (eds.) (1997). Entrenamien- Pérez, M. (1996b). Tratamientos psicológicos. Madrid:
to a padres en contextos clínicos y de la salud en Universitas.
España. Psicología Conductual, 5(2), 235-247. Pérez, M. (1998a). Caracterización de la intervención
Olivares, J. y Méndez, F. X. (eds.) (2005). Técnicas clínica en modificación de conducta. En M. A. Valle­
de mo­ dificación de conducta. Madrid: Biblioteca jo, Manual de terapia de conducta (vol. I, pp. 3-25).
­Nueva. Madrid: Dykinson.
Olivares, J., Méndez, F. X. y Beléndez, M. (2005). La Pérez, M. (1998b). La psicología clínica desde el punto
desensibilización sistemática. En J. Olivares y F. X. de vista contextual. Papeles del Psicólogo, n.º 69,
Méndez (eds.), Técnicas de modificación de conduc- 25-40.
ta, (4.ª ed., pp. 79-112). Madrid: Biblioteca Nueva. Pérez, M. (2002). Aportaciones de la ACT a la psicología
Olivares, J., Méndez, F. X. y Macià, D. (1997). Trata- clínica. Prefacio en K. G. Wilson y M. C. Luciano,
mientos conductuales en la infancia y adolescencia. Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Un
Bases históricas, conceptuales y metodológicas. Si- tratamiento conductual orientado a los valores (pp.
tuación actual y perspectivas de futuro. Madrid: Pi- 19-20). Madrid: Pirámide.
rámide. Pérez, M. (2004). Técnicas operantes para el desarrollo
Olivares, J., Méndez, F. X. y Lozano, M. (2005). Técnicas de conductas. En F. J. Labrador, J. A. Cruzado y
de autocontrol. En J. Olivares y F. X. Méndez (eds.), M. Muñoz (eds.), Manual de técnicas de modifica-
Técnicas de modificación de conducta (pp. 371-408). ción y terapia de conducta (cap. 17, pp. 477-500).
Madrid: Biblioteca Nueva. Madrid: Pirámide.
Palmer, T. (1992). The Re-Emergence of Correccional Pérez, M. y Fernández Hermida, J. R. (2001). El grano y
Intervention. Newbury Park, CA (Estados Unidos): la criba de los tratamientos psicológicos. Psicothema,
Sage. 13(3), 523-529.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 298 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 299

Pérez, M., Redondo, S., Martínez, M., García, C. y An- view of prison- and non-prison-based treatment pro-
drés, A. (en prensa). Predicción de riesgo de reinci- grams. International Journal of Offender Therapy &
dencia en agresores sexuales. Psicothema. Comparative Criminology, 43, 357-374.
Persons, J. B. (1991). Psychotherapy outcome studies do Prentky, R. y Schwatz, B. (2006). Treatment of adult sex
not accurately represent current models of psy- offenders. Applied Research Forum, National Online
chotherapy: A proposed remedy. American Psycho- Resource Centre on Violence Against Women, di-
logist, 46, 99-106. ciembre, 1-10.
Petrosino, A., Turpin-Petrosino, C. y Finckenauer, J. O. Preston, D. S. (2001). Addressing treatment resistence in
(2000). Well-meaning programs can have harmful corrections. En L. L. Motiuk y R. C. Serin (eds.),
effects! Lessons from experiments of programs such Compendium 2000 on effective cocoerrectional pro-
as Scared Straight. Crime & Delinquency, 46, 354- gramming (cap. 8). Ottawa: Correctional Service Ca-
379. nada.
Phillips, E. L. (1968). Achievement place: Token reinfor- Prochaska, J. O. y DiClemente, C. C. (1984). The
cement procedures in rehabilitation setting for «pre- Transtheoretical approach: Crossing traditional
delinquent» boys. Journal of Applied Behavior boundaries of change. Homewood: Dow Jones/Irwin.
Analysis, 1, 213-223. Prochaska, J. O. y DiClemente, C. C. (1992). Stages of
Pithers, W. D. (1990). Relapse prevention with sexual change in the modification of problem behaviors. En
aggressors: A method for maintaining therapeutic M. Hersen, R. M. Eisler y P. M. Miller (eds.), Pro-
gain and enhancing external supervision. En W. L. gress in behavior modification (pp. 184-214). Syca-
Marshall, D. R. Laws y H. E. Barbaree (eds.), Han- more, IL: Sycamore Press.
dbook of sexual assault (pp. 343-361). Nueva York: Prochaska, J. O. y Prochaska, J. M. (1993). Modelo trans-
Plenum. teórico de cambio para conductas adictivas. En
Pithers, W. D. (1991). Relapse prevention with sexual M. Casas y M. Gossop (eds.), Tratamientos psicoló-
aggressors. Forum on Corrections Research, 3, 20- gicos en drogodependencias: recaída y prevención
23. de recaídas (pp. 85-136). Barcelona: Ediciones Neu-
Pithers, W. D., Marques, J. K., Gibat, C. C. y Marlatt, rociencias.
G. A. (1983). Relapse prevention with sexual aggres- Prochaska, J. O., DiClemente, C. C. y Norcross, J. C.
sives: A self-control model of treatment and the (1992). En search of how people change. Applica-
maintenance of change. En J. G. Greer e I. R. Stuart tions to addictive behaviors. American Psychologist,
(eds.), The sexual aggressor (pp. 214-234). Nueva 47, 1102-1114.
York: Van Nostrand Reinhold. Quay, H. C. (1993). The psychobiology of undersociali-
Platt, J. R. (1964). Strong inference. Science, 146, 347- zed aggressive conduct disorder: A theoretical pers-
353. pective. Development and Psychopathology, 5, 165-
Platt, J. J. y Duome, M. J. (1981). TIPS: Training in in- 180.
terpersonal problem-solving skills. Filadelfia (Esta- Quiroga, E. y Errasti, J. M. (2001). Tratamientos psico-
dos Unidos): Hahnemann Medical College & Hospi- lógicos eficaces para los trastornos de personalidad.
tal. Psicothema, 13(3), 393-406.
Platt, J. J., Spivack, G. y Swift, M. S. (1974). Interper- Quinsey, V. L., Harris, G. T., Rice, M. E. y Cormier,
sonal problem-solving group therapy for adults and C. A. (1998). Violent offenders. Appraising and ma-
adolescents. Filadelfia (Estados Unidos): Hahne- naging risk. Washington: American Psychological
mann Medical Collage & Hospital. Association.
Polaschek, D. L. L. (2006). Violent offender program- Raich, R. (1998). El condicionamiento encubierto. En
mes: concept, theory, and practice. En C. R. Hollin V. E. Caballo (comp.), Manual de técnicas de terapia
y E. J. Palmer (ed.), Offending behaviour program- y modificación de conducta (pp. 349-372). Madrid:
mes (pp. 113-154). Chichester (Reino Unido): Wiley. Siglo XXI.
Polaschek, D. L. L. y Reynolds, N. (2001). Assessment Raine, A. (2000). Psicopatía, violencia y neuroimagen.
and treatment: violent offenders. En C. R. Hollin En A. Raine y J. Sanmartín (eds.), Violencia y psico-
(ed.), Offender assessment and treatment (pp. 416- patía (pp. 59-88). Barcelona: Ariel.
431). Chichester (Reino Unido): Wiley. Redondo, S. (1983). Una aplicación de la economía de
Polizzi, D. M., McKenzie, D. L. y Hickman, L. J. (1999). fichas en la prisión de Madrid. Revista Española de
What works in adult sex offender treatment? A re- Terapia del Comportamiento, 1(3), 303-327.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 299 04/09/13 14:01


300 /  Referencias bibliográficas

Redondo, S. (1984). Empleo de un procedimiento de Redondo, S. y Sánchez-Meca, J. (en preparación). The


economía de fichas en un curso de alfabetización de State of the Art of offender rehabilitation: an analysis
adultos internos en una prisión. Informes de Psicolo- of 20 years of meta-analysis.
gía, 145-151. Redondo, S., Sánchez-Meca, J. y Garrido, V. (1999a).
Redondo, S. (1993). Evaluar e Intervenir en las Prisio- The influence of treatment programs on the juvenile
nes. Análisis de conducta aplicado. Barcelona: PPU. and adult offender recidivism: An European meta-
Redondo, S. (2006). Crime control through treatment of analytic review. Psychology, Crime and Law, 5, 521-
offenders. Conferencia Plenaria invitada, impartida 278.
en la «6th Annual Conference of the European So- Redondo, S., Sánchez-Meca J. y Garrido, V. (1999b).
ciety of Criminology», celebrada en Tübingen (Ale- Tratamiento de los delincuentes y reincidencia: Una
mania) los días 26, 27 y 28 de agosto. evaluación de la efectividad de los programas aplica-
dos en Europa. Anuario de Psicología Jurídica, 9,
Redondo, S. y Garrido, V. (2001). Violencia y delincuen-
11-37.
cia juvenil. Mendoza (Argentina): Ediciones Jurídi-
Redondo, S., Sánchez-Meca, J. y Garrido, V. (2002a).
cas Cuyo.
Programas psicológicos con delincuentes y su efec-
Redondo, S., Luque, E., Torres, N. y Martínez, M. (2006). tividad: La situación europea. Psicothema, 14 (Supl.),
Estudi comparatiu del sistemas penitenciaris euro- 164-173.
peos encarregat pel Síndic de Greuges. Barcelona: Redondo, S., Sánchez-Meca, J. y Garrido, V. (2002b).
Síndic de Greuges. Crime treatment in Europe: A review of outcome
Redondo, S., Martínez, M. y Pérez, M. (2005). Traduc- studies. En J. McGuire (ed.), Offender Rehabilitation
ción y adaptación de diversas escalas psicológicas and Treatment: Effective Programmes and Policies
para la evaluación de los agresores sexuales. Docu- to Reduce Re-offending (pp. 113-141). Chichester
mento no publicado. Departamento de Personalidad, (Reino Unido): Wiley.
Evaluación y Tratamiento Psicológico, Facultad de Rice, M. E., Harris, G. T. y Cormier, C. A. (1992). An
Psicología, Universidad de Barcelona. evaluation of a maximum security therapeutic com-
Redondo, S., Navarro, J. C., Martínez, M., Luque, E. y munity for psychopaths and other mentally disor­
Andrés, A. (2005). Evaluación del tratamiento psico- dered offenders. Law and Human Behavior, 16, 399-
lógico de los agresores sexuales en la prisión de 412.
Brians. Boletín Criminológico, n.º 79. Robinson, D. y Porporino, F. J. (2001). Programming in
Redondo, S., Pérez, E., Agudo, F., Roca, M. y Azpiazu, cognitive skills: the Reasoning and Rehabilitation
M. (1990, 1991, 2.ª ed.). Programes de rehabilitació Programme. En C. R. Hollin (ed.), Offender as-
a les presons. Barcelona: Generalitat de Catalunya. sessment and treatment (pp. 179-193). Chichester
Redondo, S., Pozuelo, F. y Ruiz, A. (en prensa). El tra- (Reino Unido): Wiley.
tamiento en prisiones: investigación internacional y Rodríguez, J., Rodríguez, L., Paíno, S. y Antuña M.
situación en España. En A. Cerezo y E. García-Es- (2001). Teoría Estructural de la Personalidad de Ey-
paña, Manual de criminología penitenciaria. senck. En M. Clemente y P. Espinosa, La mente cri-
minal (pp. 61-78). Madrid: Dykinson.
Redondo, S., Roca, M., Pérez, E., Sánchez, A. y Deumal,
Rodríguez Sutil, C. (2001). La explicación psicodinámi-
E. (1990). Diseño ambiental de una prisión de jóve-
ca del delito. Algunas consideraciones psicoanalíti-
nes: cinco años de evaluación. Delincuencia/Delin-
cas sobre la personalidad del delincuente. En M. Cle-
quency, 2(4), 331-357. mente y P. Espinosa, La mente criminal (pp. 61-78).
Redondo, S., Roca, M. y Portero, P. (1986). Aproxima- Madrid: Dykinson.
ción conductual en un centro penitenciario de jóve- Rogers, C. R. (1951). Client-centered therapy: Its current
nes: un sistema de fases progresivas. Revista de Es- practice, implications, and theory. Boston: Hougton
tudios Penitenciarios, 236, 127-140. Mifflin.
Redondo, S. y Sánchez Meca, J. (2003). Guía de trata- Rogers, C. R. (1975). El proceso de convertirse en per-
mientos psicológicos eficaces para la delincuencia sona. Buenos Aires: Paidós.
juvenil. En M. Pérez, J. R. Fernández Hermida, Rogers, C. R. (1987). El camino del ser. Barcelona:
C. Fernández Rodríguez e I. Amigo Vázquez, Guía ­Kairós.
de tratamientos psicológicos eficaces III. Infancia y Rosenhan, D. L. (1973). On being sane in insane places.
adolescencia (pp. 183-214). Madrid: Pirámide. Science, 179(4070), 250-258.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 300 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 301

Rosenthal, R. (1966). Experimenter effects in behavioral Santacreu, J. (1998). El entrenamiento en autoinstruccio-


research. Nueva York: Appleton. nes. En V. E. Caballo (comp.), Manual de técnicas
Rosenthal, R. (1991). Meta-analytic procedures for social de terapia y modificación de conducta (pp. 607-626).
research (edición revisada). Newbury Park, CA: Madrid: Siglo XXI.
Sage. Saunders, D. G. y Azar, S. T. (1989). Treatment Programs
Rösler, A. y Witztum, E. (2000). Pharmacotherapy of for Family Violence. En L. Ohlin y M. Tonry (eds.),
Paraphilias in the Next Millennium. Behavioral Family Violence (pp. 481-546). Chicago: The Uni-
Sciences and the Law, 18, 43-56. versity of Chicago Press.
Ross, R. (1987). Prevención de la delincuencia a través Sedlack, A. (1988). Prevention of Wife Abuse. En V. B.
del entrenamiento cognitivo. En V. Garrido y M. B. van Hasselt, R. L. Morrison, A. S. Bellack y
Vidal: Lecturas de pedagogía correccional. Valencia: M. Hersen, Handbook of Family Violence. Nueva
Nau Llibres. York: Plenum Press.
Ross, R. y Fabiano, E. (1985). Time to think. A Cognitive Seligman, M. E. P. (1995). The effectiveness of psy-
Model of Delinquency Prevention and Offender Re- chotherapy: The consumer report study. American
habilitation. Johnson City, Tennesse: Institute of So- Psychologist, 50, 965-974.
cial Sciences and Arts. Sharp, J. G. y Bugental, J. F. T (2001). Existential-huma-
Ross, R., Fabiano, E. y Garrido, V. (1990). El Pensamien- nistic psychotherpay. En R. J. Corsini (ed.), Hand-
to Prosocial. El modelo cognitivo para la prevención book of innovative therapy (2.ª ed.) (pp. 206-217).
y tratamiento de la delincuencia. Delincuencia/De- Nueva York: John Wiley.
linquency, Monográfico n. 1, pp. 1-116. Sidman, M. (1978). Tácticas de investigación científica:
Ruiz, M. A. (1998). Habilidades terapéuticas. En M. A. Evaluación de datos experimentales en psicología.
Vallejo, Manual de terapia de conducta (vol. I, pp. Barcelona: Fontanella.
83-96). Madrid: Dykinson. Sierra, J. C., Buela-Casal, G., Garzón, A. y Fernández,
Ruiz, M. A. y Villalobos, A. (1994). Habilidades tera- M. A. (2001). La entrevista clínica. En G. Buela-
péuticas. Madrid: Fundación Universidad-Empresa. Casal y J. C. Sierra (eds.), Manual de evaluación y
Rutter, M., Giller, H. y Hagell, A. (2000). La conducta tratamientos psicológicos (pp. 41-71). Madrid: Bi-
antisocial de los jóvenes. Madrid: Cambridge Uni- blioteca Nueva.
versity Press. Simón, M. A. (1989). Biofeedback y rehabilitación. Va-
Safran, J. D. y Segal, V. (1994). El proceso interpersonal lencia: Promolibro (original de 1988).
en la terapia cognitiva. Barcelona: Paidós (original Simón, M. A. (1993). Presentación. En M. A. Simón
en inglés de 1990). (ed.), Psicología de la Salud. Aplicaciones clínicas y
Salekin, R. T. (2002). Psychopathy and therapeutic pes- estrategias de intervención. Madrid: Pirámide.
simism: Clinical lore or clinical reality? Clinical Psy- Skinner, B. F. (1968 [1948]). Walden dos. Barcelona:
chology Review, 22, 79-112. Fontanella.
Sampson, R. J. y Laub, J. (1997). A life-course theory of Skinner, B. F. (1977). Ciencia y conducta humana
cumulative disadvantge and the stabilty of delinquen- (4.ª ed.). Barcelona: Fontanella (original en inglés de
cy. En T. P. Thornberry (ed.), Developmental theories 1953).
of crime and delinquency (pp. 133-163). New Brin- Smith, D. L. (1999). Getting our act together: Lessons on
swick, NJ: Transaction Publishers. meaningful psychotherapy research from the psilo-
Sánchez Hernández, C. (2001). Prevención de la conduc- sophy of science. Journal of Clinical Psychology,
ta suicida. En V. Valero, F. Guerra, J. A. Matesanz et 55(12), 1495-1505.
al., Estudios e investigaciones de la Central Peniten- Spivack, G., Platt, J. J. y Shure, M. B. (1976). The pro-
ciaria de Observación (pp. 39-77). Madrid: Ministe- blem-solving approach to adjustment: a guide to re-
rio del Interior. search and intervention. San Fancisco: Jossey-Bass.
Sánchez-Meca, J. y Redondo, S. (2002). Metaanálisis de Spivack, G. y Shure, M. B. (1974). Social adjustment of
la eficacia de los programas de rehabilitación de young children: A cognitive approach to solving real-
delincuentes juveniles en Europa para la reducción life problems. San Francisco: Jossey-Bass.
de la reincidencia en el delito. Documento no publi- Spivack, G. y Shure, M. B. (1985). Solución de proble-
cado. Departamento de Psicología Básica y Metodo- mas y salud mental. En C. Botella (comp.), Aporta-
logía, Universidad de Murcia. ciones a la psicoterapia. Valencia: Promolibro.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 301 04/09/13 14:01


302 /  Referencias bibliográficas

Stewart, L., Hill, J. y Cripps, J. (2001). Treatment of fa- meeting of the Association for the Treatment of Se-
mily violence in correctional settings. En L. L. Mo- xual Abusers», Arlington, VA (Estados Unidos).
tiuk y R. C. Serin (eds.), Compendium 2000 on effec- Tittle, C. (2006). Desarrollos teóricos de la criminología.
tive correctional programming (cap. 13). Ottawa: En R. Barberet y J. Barquín (eds.), Justicia penal
Correctional Service Canada. siglo XXI (pp. 1-54). Granada: Editorial Comares.
Stewart, L. y Rowe, R. (2001). Problems of self-regula- Tong, L. S. y Farrington, D. (2006). How effective is the
tion among adult offenders. En L. L. Motiuk y R. C. «Reasoning and Rehabilitation» programme in re-
Serin (eds.), Compendium 2000 on effective correc- ducing reoffending? A meta-analysis of evaluations
tional programming (cap. 15). Ottawa: Correctional in four countries. Psychology, Crime & Law, 12(1),
Service Canada. 3-24.
Stone, T. H., Winslade, W. J. y Klugman, C. M. (2000). Tous, J. M. (1978). Psicología experimental: problemas
Sex Offenders, Sentencing Laws and Pharmaceutical de teoría y métodos. Barcelona: Omega.
Treatment: A Prescription for Failure. Behavioral Tous, J. M. (1989). Antecedentes, naturaleza y desarrollo
Sciences and the Law, 18, 83-110. de la terapia cognitivo-social. Boletín de Psicología,
Storrow, H. A. (2001). Verbal behavior therapy. En 23, 17-47.
R. Corsini (ed.), Handbook of innovative therapy (pp. Tous, J. M., Chico, E., Viadé, A. y Muiños, R. (2002).
726-734). Nueva York: John Wiley. Aplicación del psicodiagnóstico miocinético revisado
Sturney, P. (1996). Functional Analysis in Clinical Psy- (PMK-R) al estudio de la violencia. Comunicación
chology. Chichester (Reino Unido): John Wiley & al symposium Nuevos Avances Empíricos del PMK-
Sons. R del III Congreso Iberoamericano de Psicología
Suinn, R. R. y Richardson, F. (1971). Anxiety manage- Clínica y Salud (APICSA). Caracas, Venezuela, 20
ment training: A nonspecific behavior therapy pro- a 23 del noviembre.
gram for anxiety control. Behavior Therapy, 2, 498- Tous, J. M., Muiños, R., Chico, E. y Viadé, A. (2004).
510. Evaluación de la impulsividad a través del PMK-R,
Sulzer-Azaroff, B., Thaw, J. y Thomas, C. (1975). Beha- el BFI y la F/DIE en una muestra de internos peni-
vioral competencies for fhe evaluation of behavior tenciarios. Cumunicación. VII European Conference
modifiers. En W. S. Wood (ed.), Issues in evaluating on Psychological Assessment, Málaga, 1-4 de abril.
behavior modification. Campaign (Estados Unidos): Tous, J. M. y Viadé, A. (2002). Avances en el PMK-R.
Research Press. Psicologia em Revista, Belo Horizonte, 9(12), 95-
Swenson, C. C., Henggeler, S. W. y Schoenwald, S. K. 110.
(2001). Family-based treatmens. En C. R. Hollin Tous, J. M., Viadé, A. y Chico, E. (2003). Aplicación del
(ed.), Offender assessment and treatment (pp. 205- Psicodiagnóstico miocinético revisado (PMK-R) al
220). Chichester (Reino Unido): Wiley. estudio de la violencia. Psicothema, 15(2), 253-259.
Tellier, C. y Serin, R. C. (2001). The role of staff in effec- Ullman, L. P. y Krasner, L. (1969). A psychological ap-
tive program delivery. En L. L. Motiuk y R. C. Serin proach to abnormal behavior. NJ: Prentice Hall.
(eds.), Compendium 2000 on effective correctional Englewood Cliffts.
programming (cap. 21). Ottawa: Correctional Servi- Upper, D. y Cautela, J. R. (1983). Condicionamiento
ce Canada. encubierto. Bilbao: Desclée de Brouwer.
Thomas-Peter, A. (2006). The modern context of psycho- Valdés, M. (2000). Psicobiología de los síntomas psico-
logy in corrections: influences, limitations and values somáticos. Barcelona: Masson.
of «what works». En J. T. Graham, Psychological Vallejo, M. A. (1998). Situación actual de la terapia de
research in prisons (pp. 24-39). Malden (Estados conducta. En M. A. Vallejo, Manual de terapia de
Unidos): Blackwell Publishing. conducta (vol. I, pp. 27-49). Madrid: Dykinson.
Thornton, D. M. (1987). Correctional evaluation of cus- Vallejo, M. A. (2001). Tratamientos psicológicos eficaces
todial regimes. En B. J. McGurk, D. M. Thornton y para el trastorno obsesivo compulsivo. Psicothema,
M. Williams (eds.), Applying psychology to impri- 13(3), 419-427.
sonment (pp. 467-481). Londres: Her Majesty’s Sta- Villareal Coindreau, M. J. (1986). Fundamentos de entre-
tionery Office. vista conductual: revisión teórica. México: Trillas.
Thornton, D. (1997). Is relapse prevention really neces- Wadeley, A. y Blasco, T. (1995). La ética en la investi-
sary? Comunicación presentada en el «16th annual gación y la práctica psicológicas. Barcelona: Ariel.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 302 04/09/13 14:01


Referencias bibliográficas / 303

Walker, L. E. (1989). Terrifyng love: Why battered wo- Wessler, R. L. y Hankin-Wessler, S. (1998). La terapia
men kill and how society responds. Nueva York: de valoración cognitiva. En V. E. Caballo (comp.),
Harper-Collins. Manual de técnicas de terapia y modificación de
Walker, L. E. (2004). El perfil de la mujer víctima de conducta (pp. 555-579). Madrid: Siglo XXI.
violencia. En J. Sanmartín (coord.), El laberinto de Wexler, H. K., De Leon, G., Thomas, G., Kressel, D. y
la violencia. Barcelona: Ariel. Peters, J. (1999). The Amity prison TC evaluation:
Ward, T. (2000). «Sexual offenders» Cognitive distorsion Reincarceration outcomes. Criminal Justice and Be-
as implicit theories. Agression and Violent Behavior, havior, 26, 147-167.
5(5), 491-507. Wexler, H. K., Falkin, G. P. y Lipton, D. S. (1990). Outco-
Ward, T. (2002). Good lives and the rehabilitation of me evaluation of a prison therapeutic community for
offenders: promises and problems. Aggression and substance abuse treatment. Criminal Justice & Beha-
Violent Behavior, 7, 513-528. vior, 17, 71-92.
Ward, T. y Brown, M. (2004). The Good Lives Model White, J. R. (2000). Introduction. En J. R. White y A. S.
and conceptual issues in offender rehabilitation. Psy- Freeman (eds.), Cognitive-behabioral group therapy
chology, Crime & Law, 10(3), 243-257. for specific problems and populations. Washington,
Ward, T. y Eccleston, L. (2004). Risk, responsivity, and DC: American Psychological Association.
the treatment of offenders: introduction to the special Wilson, J. Q. y Herrnstein, R. J. (1985). Crime and Hu-
sigue. Psychology, Crime & Law, 10(3), 223-227. man Nature. Nueva York: Simon & Schuster.
Ward, T., Hudson, S. M. y Keeman, T. R. (2001). The Wilson, K. G. y Luciano, M. C. (2002). Terapia de Acep-
assessment and treatment of sexual offenders against tación y Compromiso (ACT): Un tratamiento conduc-
children. En C. R. Hollin (ed.), Offender assessment tual orientado a los valores. Madrid: Pirámide.
and treatment (pp. 349-361). Chichester (Reino Uni- Wolpe, J. (1978). Psicoterapia por inhibición recíproca
do): Wiley. (2.ª ed.). Bilbao: Desclée de Brouwer (original en
Watts, W. D. y Wright, L. S. (1990). The relationship of inglés de 1958).
alcohol, tobacco, marijuana and other illegal drug use Wood, R. M., Grossman, L. S. y Fichtner, C. G. (2000).
to delinquency among mexican-american, black, and Psychological Assessment, Treatment, and Outcome
white adolescent males. Adolescence, 25(97), 171-181. with Sex Offenders. Behavioral Sciences and the
Webster, C., Douglas, K., Eaves, D. y Hart, S. (1997). Law, 18, 23-41.
HCR-20 Assessing Risk for Violence: Version II. Bur- Worling, J. y Langström, N. (2006). Risk of sexual reci-
naby, British Columbia: Mental Health, Law & Po- divism in adolescents who offend sexually: correlates
licy Institute, Simon Frazier University. and assessment. En H. Barbaree y W. Marshall (ed.),
Weimer, W. B. (1977). A conceptual framework for cog- The juvenile sex offender (pp. 219-247). Nueva York:
nitive psychology: Motor theories of the mind. En The Guilford Press.
R. Shaw y J. Bransford (eds.), Perceiving, acting, and Yates, A. J. (1975). Terapia del comportamiento. México:
knowing. Hillsdale (Nueva York): LEA. Trillas.
Welsh, B. C. y Farrington, D. P. (2001). Evaluating the Yochelson, S. y Samenow, S. E. (1976). The criminal
economic efficiency of correctional intervention pro- personality: Vol. 1. A profile for change. Nueva York:
grams. En G. A. Bernfeld, D. P. Farrington y A. W. Janson Aronson.
Leschied, Offender rehabilitation in practice: Imple- Yochelson, S. y Samenow, S. E. (1977). The criminal
menting and evaluating effective programs (pp. 45- personality: Vol. 2. The change process. Nueva York:
65). Chichester (Reino Unido): Wiley. Janson Aronson.
Welsh, B. C. y Farrington, D. P. (2006). Conclusions Zaldívar, F., Cangas, A. J. y Luciano, M. C. (1998). In-
and directions from evidence-based crime preven- tervención sobre la limpieza de los lugares comunes
tion. En B. C. Welsh y D. P. Farrington Preventing de una prisión mediante un procedimiento analítico-
crime: What works for children, offenders, victims funcional de baja intrusividad. Apuntes de Psicolo-
and places (pp. 227-237). Dordrecht (Holanda): gía, 16(1 y 2), 161-172.
Springer.

©  Ediciones Pirámide

12_Blibio.indd 303 04/09/13 14:01


TÍTULOS RELACIONADOS
Adicción a la compra. Análisis, evaluación y tratamiento, R. Rodríguez MODIFICACIÓN DE CONDUCTA. Principios y procedimientos, R. G.
Villarino, J. M. Otero-López y R. Rodríguez Castro. Miltenberger.
ADICCIÓN A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS EN ADOLES­CENTES Y MÚLTIPLES APLICACIONES DE LA TERAPIA DE ACEPTA­CIÓN Y
JÓVENES, E. Echeburúa, F. J. Labrador y E. Becoña. COMPROMISO (ACT), M. Páez Blarrina y O. Gutiérrez Martínez.
Agorafobia y ataques de pánico, A. Bados López. Percepción del color y daltonismos. Descripción,
Avances en el tratamiento psicológico de los trastornos diagnóstico e intervención, J. Lillo Jover y H. Moreira Villegas.
de ansiedad, E. Echeburúa Odriozola. Preservación familiar. Un enfoque positivo para la intervención con
CÓMO ELEGIR EL MEJOR TRATAMIENTO psicológico. Formulación familias, M.ª J. Rodrigo, M.ª L. Máiquez, J. C. Martín y S. Byrne.
de casos clínicos en terapia del comportamiento, S. N. Haynes, A. Godoy PREVENCIÓN DE LAS ALTERACIONES ALIMENTARIAS. Fundamentos
y A. Gavino. teóricos y recursos prácticos, G. López-Guimerà y D. Sánchez-Carracedo.
Consultoría conductual. Terapia psicológica breve, M.ª X. Froján PREVENCIÓN DE DROGODEPENDENCIAS Y OTRAS CONDUCTAS
Parga (coord.). ADICTIVAS, M. Isorna Folgar y D. Saavedra Pino (coords.).
DE LOS PRINCIPIOS DE LA PSICOLOGÍA A LA PRÁCTICA CLÍNICA, C. Psicología aplicada a la actividad físico-deportiva, J. A.
Rodríguez-Naranjo. Mora Mérida, J. García Rodríguez, S. Toro Bueno y J. A. Zarco Resa.
Detección y prevención en el aula de los problemas del Psicología clínica de la infancia y la adolescencia.
adolescente, C. Saldaña García (coord.). Aspectos clínicos, evaluación e intervención, M.ª T. González Martínez
EL ADOLESCENTE EN SU MUNDO. Riesgos, problemas y trastornos, J. (coord.).
Toro Trallero. PSICOLOGÍA CLÍNICA BASADA EN LA EVIDENCIA, F. J. Labrador y
EL JUEGO PATOLÓGICO. Avances en la clínica y en el tratamiento, E. M.ª Crespo.
Echeburúa, E. Becoña, F. J. Labrador y Fundación Gaudium (coords). Psicología de la salud. Aproximación histórica, conceptual y aplica-
Guía de ayuda al terapeuta cognitivo-conductual, A. ciones, J. Gil Roales-Nieto (dir.).
Gavino Lázaro. Psicología de la vejez. Evaluación e intervención, R. Fer­nández-
Guía de ética profesional en psicología clínica, C. del Río Ballesteros (dir.).
Sánchez. PSICOMOTRICIDAD. Guía de evaluación e intervención, M. Ber­naldo de
Guía de tratamientos psicológicos eficaces I, II y III, M. Pérez Quirós Aragón.
Álvarez, J. R. Fernández Hermida, C. Fernández Rodríguez e I. Amigo Psicopatología del niño y del adolescente, R. Gon-zález
Vázquez (coords.). Barrón (coord.).
Intervención en los trastornos del comportamiento Psicopatología en niños y adolescentes. Desarrollos actuales, J.
infantil. Una perspectiva conductual de sistemas, M. Servera Barceló R. Buendía Vidal.
(coord.). Psicopatología CLÍNICA. Adaptado al DSM-5, M. Ortiz-Tallo.
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA Y EDUCATIVA CON NIÑOS Y
Psicopatología infantil básica. Teoría y casos clínicos, J. Rodríguez
ADOLESCENTES. Estudio de casos escolares, F. X. Méndez Carrillo, J.
Sacristán (dir.).
P. Espada Sánchez y M. Orgilés Amorós (coords.).
Psicoterapias. Escuelas y conceptos básicos, J. L. Martorell.
La intervención ante el maltrato infantil. Una revisión del
Rehabilitación psicosocial de personas con trastornos
sistema de protección, J. Martín Hernández.
mentales crónicos, A. Rodríguez González (coord.).
La voz y las disfonías disfuncionales. Prevención y tratamiento,
TDAH y Trastornos del Comportamiento en la infancia y
R. M.ª Rivas Torres y M.ª J. Fiuza Asorey
la adolescencia. Clínica, diagnóstico, evaluación y tratamiento, C.
LAS RAÍCES DE LA PSICOPATOLOGÍA MODERNA. La melancolía y la
López Soler y A. Romero Medina (Coords.).
esquizofrenia, M. Pérez Álvarez.
Los problemas de la bebida: un sistema de tratamien- TÉCNICAS DE MODIFICACIÓN DE CONDUCTA, F. J. Labrador Encinas
to paso a paso. Manual del terapeuta. Manual de autoayuda, B. S. (coord.).
McCrady, R. Rodríguez Villarino y J. M. Otero-López. Terapia de aceptación y compromiso (ACT). Un tratamiento
Manual de psicología clínica infantil y del adolescen- conductual orientado a los valores, K. G. Wilson y M. C. Luciano Soriano.
te. Trastornos específicos, V. E. Caballo Manrique y M. A. Simón López Terapia de conducta en la infancia. Guía de intervención, I.
(coords.). Moreno García.
Manual de psicología clínica infantil y del adolescen- Terapia psicológica. Casos prácticos, J. P. Espada Sánchez, J. Olivares
te. Trastornos generales, V. E. Caballo Manrique y M. A. Simón López Rodríguez y F. X. Méndez Carrillo (coords.).
(coords.). Terapia psicológica con niños y adolescentes. Estudio de
Manual de psicología de la salud, I. Amigo Vázquez, C. Fernández casos clínicos, F. X. Méndez Carrillo, J. P. Espada Sánchez y M. Orgilés
Rodríguez y M. Pérez Álvarez. Amorós (coords.).
Manual de psicología de la salud con niños, adolescen- Trastorno específico del lenguaje (TEL), E. Mendoza Lara
tes y familia, J. M. Ortigosa Quiles, M.ª J. Quiles Sebastián y F. X. (coord.).
Méndez Carrillo. Trastornos del espectro autista. Detección, diagnóstico e inter-
Manual de PSICOPATOLOGÍA CLÍNICA, J. F. Rodríguez Testal y P. J. vención temprana, F. Alcantud Marín (coord.).
Mesa Cid. Tratamiento psicológico de hábitos y enfermedades, J. M.ª
Manual de PSICOPATOLOGÍA GENERAL, P. J. Mesa Cid y J. F. Buceta Fernández y A. M.ª Bueno Palomino.
Rodríguez Testal. Tratamiento psicológico del mutismo selectivo, J. Olivares
manual de psicopatología y trastornos psicológicos, V. E. Rodríguez, A. I. Rosa Alcázar y P. J. Olivares Olivares.
Caballo, I. C. Salazar y J. A. Carrobles (dirs.) Tratamientos conductuales en la infancia y adolescen-
Manual de técnicas de modificación y terapia de conduc- cia. Bases históricas, conceptuales y metodológicas. Situación actual y
ta, F. J. Labrador Encinas, J. A. Cruzado Rodríguez y M. Muñoz López. perspectivas futuras, J. Olivares Rodríguez, F. X. Méndez Carrillo y D.
MANUAL DEL PSICÓLOGO DE FAMILIA. Un nuevo perfil profesional, L. M.ª Macià Antón.
Llavona Uribelarrea y F. X. Méndez. Tratamientos psicológicos. La perspectiva experimental, J. Vila
Manual para la ayuda psicológica. Dar poder para vivir. Más allá Castellar y M.ª del C. Fernández-Santaella.
del counselling, M. Costa Cabanillas y E. López Méndez. Tratamientos psicológicos y trastornos clínicos, A. Gavino
Manual para el tratamiento pscológico de los delin- Lázaro.
cuentes, S. Redondo Illescas. VIGOREXIA. La prisión corporal, A. García Alonso.
Manual práctico del juego patológico. Ayuda para el paciente Vivir con la droga. Experiencia de intervención sobre pobreza, droga y
y guía para el terapeuta, J. Fernández Montalvo y E. Echeburúa Odriozola. sida, J. Valverde Molina.

www.edicionespiramide.es

13_Titulos.indd 304 04/09/13 14:03

También podría gustarte