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La aventura de Julieta y Mamá ballena

Lorena Plaz

-Despierta, Julieta, qué el desayuno está listo - dijo El abuelo en voz alta desde la cocina
para despertar a la niña de seis años que dormía en el piso de arriba, justo en la habitación
que estaba al lado de las escaleras de madera.

La pequeña se sentó sobre la cobija, estrujando sus ojos de avellana mientras Moby, su
simpático y anciano perro Border Collie la observaba al pie de la cama moviendo la cola.

Se dirigió dando brincos descalza y con su melena cobriza hecha un desastre hacia las
escaleras, corriendo hacia el piso de abajo a darle los buenos días a su abuelo; quien se
encontraba lavando el sartén.

- ¡Buenos días abuelo! - Dijo dejando ver su dentadura incompleta en una sonrisa. Ya había
perdido su primer diente y se sentía como toda una niña grande. El hada la había visitado la
semana pasada.

- Buenos días, mi niña, ¡anda a lavarte los dientes que la comida se enfría, y no andes
descalza, que te enfermas! -

El olor a café, pescado frito y tortilla de huevo con patatas perfumaba esa mañana la cabaña
en la que vivían el pescador y su única nieta.

La pequeña familia se sentó a desayunar en la mesa como hacían todas las mañanas. El
hombre leía el periódico local, mientras bebía una enorme taza de café negro mientras
Julieta untaba con aceite un trozo de pan tostado y dejaba caer bajo la silla trozos de
pescado para Moby.

Esa mañana irían de pesca, como solían hacer una vez por semana; ellos no tenían lujos,
pero no les faltaba nada, se tenían el uno al otro, pescaban para comer y labraban un
pequeño huerto afuera de su hogar con algunas verduras. Además, el señor había guardado
dinero durante todos sus años de aventuras en el mar. Por lo que se encontraba disfrutando
su retiro en una vida tranquila.

Ernesto era un marinero retirado, septuagenario, delgado y de gran estatura a pesar de


estar un poco encorvado por su vejez, tenía un cabello y barba blancos como las nubes y
tras sus enormes gafas, se escondían unos ojos azules como si el mar durante todo ese
tiempo les hubiese estampado su color; su rostro siempre estaba enrojecido debido a las
horas al sol durante las sesiones de pesca que le encantaban, porque le traían recuerdos y le
permitían pasar tiempo valioso con su compañera de aventuras.

Julieta, su nieta, vivía con él junto al mar y lo acompañaba a pescar en su bote. Ella era una
niña pequeña, pecosa, de enormes ojos café y voz chillona; inquieta, curiosa e inteligente;
siempre estaba corriendo por la arena, vistiendo una bata de pijama y cantando
alegremente por la playa que tenía como patio de juegos junto a su perro Moby, su mejor
amigo.

A pesar de su corta edad, sabía mucho sobre el mar y la navegación; desde que nació,
acompañó a su abuelo a pescar en las cristalinas aguas de la bahía mediterránea, así que era
una excelente nadadora, sabía usar la brújula, remar, utilizar anzuelos y reconocía
diferentes especies de la fauna local.

Al terminar de comer, subió a su habitación a ponerse el overol, las botas y el sombrero;


cogió su mochila y salió junto a su abuelo a subirse en el rudimentario bote que compartían
en sus horas de diversión.

Después de remar unos minutos, su abuelo comenzaba a pescar mientras ella le ayudaba a
preparar la carnada y a espantar a las gaviotas. Miraba con emoción desde el bote con sus
prismáticos a algunos delfines que saltaban a lo lejos.

- ¡He atrapado uno enorme! - exclamó el abuelo mientras tiraba del mar a un gran pez
revoloteando. Era una lubina plateada, principal ingrediente de las comidas caseras que el
abuelo preparaba.

Julieta, que amaba los animales, sentía tristeza por el pez que veía morir, pero sabía que
pescaban para comer y solo tomaban lo necesario. Su abuelo le había enseñado a respetar
la vida y la naturaleza, y siempre le explicaba las injusticias que los hombres cometían
contra el medio ambiente.

Una vez reunida una docena de pescados, se devolvían a casa. Julieta recogía algunos
tomates del huerto, y entraba a ducharse, ponerse un vestidito y empezar a practicar la
lectura mientras se hacía tarde.
Después de la cena, se sentaba con su abuelo a escuchar música en el tocadiscos; juntos
podían pasar horas cantando sus canciones favoritas y conversando. El hombre le enseñaba
a la pequeña sobre música que había escuchado durante sus viajes o le contaba algunas
historias sobre el mar, ella le escuchaba con atención y le hacía un montón de preguntas
porque le encantaba aprender.

- ¿Cuál es la criatura más pequeña del mundo? -

-Los microorganismos, Julieta, son seres tan pequeños que no podemos verlos a simple
vista, pero están en todos lados y juegan un papel importante en el ciclo de la vida del
planeta. El fitoplancton, por ejemplo, aunque es microscópico, puede verse como una nube
verde en el agua porque se agrupan millones de individuos.

Son algas pequeñísimas que alimentan a los animales marinos y generan más oxígeno que
las plantas, por lo que son de enorme importancia para la vida del planeta; sin embargo,
algunos microorganismos son peligrosos para los humanos, por eso siempre te digo que
debes lavarte las manos. -

- Yo siempre me lavo las manos, abuelo. - (respondió sonriendo pícaramente mientras el


hombre le hacía una mueca graciosa.)

- ¿Abuelo, cual es el animal más grande del mundo? -

-Pues, las ballenas, mi niña, son las criaturas más grandes que han habitado los mares y
superan en tamaño a los animales de la tierra, incluso, algunas son más grandes de lo que
fueron los dinosaurios alguna vez. -

- ¡Qué increíble! ¡Quisiera ver una ballena!, ¿tú has visto alguna ballena, abuelo? -

-Claro que sí, muchísimas ballenas de todo tipo, la que más llegué a ver durante mis años en
el mar fue a la ballena jorobada, ellas pueden encontrarse en todos los mares y océanos del
mundo; ellas viven viajando de un extremo del planeta a otro porque sus zonas de
reproducción son cálidas, pero sus zonas de alimentación quedan cerca de los polos.
Seguramente te llevaré a ver una cuando nos vayamos de aventura, a veces alguna ballena
valiente se desvía de su grupo y viene a comer cerca de aquí. -
- ¡Me encantaría ver una! ¿Qué comen las ballenas? ¡¡Son tan grandes que seguramente
pueden tragarse un tiburón o a una persona!! ¡Qué miedo! -

El abuelo empezó a reírse de las ocurrencias de la pequeña y le respondió:

-No, Julieta, las ballenas jorobadas se alimentan básicamente de peces y de unos


pequeñísimos camarones de uno o dos centímetros de longitud llamados Krill; el krill es tan
pequeño que se alimenta de fitoplancton y sus cardúmenes son tan enormes, que pueden
cubrir decenas de kilómetros en el mar, son uno de los animales más numerosos del
planeta.

La ballena tiene una de las bocas más grandes del mundo, pero su garganta es tan pequeña
que no puede tragar nada que sea más grande que un pomelo. Así que, si te topas con una,
no te comerá, pero debes mantenerte alejada porque es un animal demasiado grande y
deberás respetar su espacio. -

El abuelo acompañó a Julieta a su habitación una vez avanzada la noche, no se habían dado
cuenta de la hora. Le dio un abrazo de despedida, la arropó y se levantó para marcharse a
dormir.

Justo después de que apagó la luz, Julieta se sentó sobre su cama para hacerle una última
pregunta:

-Abuelo, ¿Cómo es qué sabes tanto? -

-Bueno, Julieta, cuando vives muchos años y conoces tantos lugares y seres diferentes, uno
aprende muchísimas cosas que nunca se olvidan. Algún día sabrás tanto o más que yo y
podrás contar historias interesantes a tus nietos, ahora duérmete, que ya estás haciendo
muchas preguntas y es tardísimo. -

-Buenas noches abuelo, te quiero mucho –

-Y yo a ti, mi pequeña. – respondió mientras cerraba la puerta.

Unos días después en los que se repitió la rutina anterior, amanecía nuevamente en la
cabaña frente al mar. Julieta tenía a Moby lamiendo su rostro para despertarla, pero a
diferencia de ayer, la casa no olía a desayuno, Julieta corrió al dormitorio de su abuelo a
despertarlo, pero el señor se sentía mal, se había enfermado.
-No te preocupes, Julieta, estaré bien, solo me encuentro resfriado, te he dejado un
bocadillo en el refrigerador para que desayunes, no olvides darle de comer a Moby. -

Julieta, que era una niña precoz e independiente, cuidó de su abuelo durante varios días,
preparó la comida y leyó varios cuentos para practicar, pronto entraría en la escuela y
quería sorprender a su maestra.

La salud del señor Ernesto, sin embargo, no parecía mejorar, cada día pasaba más tiempo
descansando en su cama; un día, Julieta notó que se había acabado el pescado y solo tenían
unos cuantos tomates y un poco de pan para comer, así se mantuvieron durante algunos
días.

Una mañana, mientras el abuelo estaba dormido, la pequeña, que ya se creía una niña
grande porque había mudado su primer diente y entraría a la escuela en un mes, decidió
demostrar su madurez yéndose a pescar a escondidas.

-Traeré un delicioso pescado para mi abuelo, así se mejorará pronto-, pensó mientras
guardaba en su mochila rosa unos prismáticos, una manta, un par de bocadillos, una
linterna y su libro de cuentos favorito. No se llevó la brújula porque Ernesto la guardaba en
su dormitorio, y temía despertarlo.

Tomó el maletín de pesca del abuelo, se calzó las botas, se puso un enorme sombrero y
delegó el cuidado del hogar a su perro, Moby, mientras se iba a buscar alimento.

-Cuida del abuelo y la casa, Moby, iré a por un pescado y regresó en unas horas. -

Julieta desató el pequeño bote de madera, que sabía remar muy bien gracias a tantas horas
de práctica y se dirigió a la dirección en la que solía remar con su abuelo cuando salían de
pesca.

Preparó el anzuelo y la caña de pescar, amarrándole muy bien al extremo del bote mientras
sacaba sus prismáticos para distraerse mientras alguna presa caía en su trampa.

En una hora logró pescar dos peces pequeños que no le supusieron demasiado esfuerzo.

-El abuelo estará orgulloso de mi, pensó mientras guardaba los pescados en una cubeta.

De pronto, sintió la fuerza de un animal muy grande que había picado el anzuelo.
- ¡He atrapado uno enorme! - Gritó de alegría mientras intentaba tirar de la pesca, pero sus
gritos se convirtieron en horror cuando su fuerza fue superada por la del animal que
arrastró el bote hacia el horizonte en un intento desesperado de escapar.

La niña intentó cortar el sedal, pero no traía consigo las tijeras ni el cuchillo, intentó
romperlo con sus manos, pero su fuerza no se lo permitió, tampoco pudo romper la cuerda
que ataba la caña de pescar al bote.

Julieta, sujetada firmemente al borde de su navío y en completo silencio petrificada por la


situación en la que se encontraba inmersa, veía como su hogar se hacía cada vez más
pequeño, perdiéndose como un pequeño punto en el vacío azul.

Una vez, habiendo recorrido varios kilómetros, el pez atrapado en la trampa de su joven
captora se encontraba cansado, por lo que el bote se detuvo un momento; habiendo una
vez calma, Julieta decidió que era momento de actuar para librarse de ese apuro en el que
se había metido. Así que, decidió que debía negociar con el pez para así librarse el uno del
otro y seguir cada quien su camino.

-Hola señor pez, discúlpeme por lastimarlo, intentaba pescar un pez más pequeño para
alimentar a mi abuelo, que está enfermo. Si usted deja de nadar hacia dentro del mar, yo
con gusto le ayudaré a librarse del anzuelo y ambos podremos volver a nuestras casas.

Por favor, no me lastimes, que solo soy una niña. -

En ese momento, de las aguas densas de alta mar emergió un enorme pez plateado de
grandes aletas que le respondió algo enojado:

-Dices que eres una niña inofensiva, pero me estás lastimando con ese anzuelo, me duele
mucho la boca. Si prometes ayudarme a quitarme esta cosa y me dejas vivir, prometo
decirte hacía donde está tu casa.

El pez y Julieta hicieron un trato, así que la niña se acercó al agua para sacarle el anzuelo de
la boca al pez, que se quedó quieto como si le estuviesen haciendo una cirugía.

-Con delicadeza, por favor, que me lastimas la boca, niña. -

Julieta logró retirar suavemente el anzuelo de la boca del animal, quien nadó alegremente
para celebrar su libertad.
-Gracias, niña, por liberarme, ahora cumpliré mi promesa: Si quieres volver a tu casa, debes
remar hacia el norte, si no te desvías, estarás de nuevo frente a esa cabaña en la que vives. -

-Gracias, señor pez, pero no traigo mi brújula, ¿sabe usted cómo puedo encontrar el norte?
-

-Espera a que caiga la noche, y cuando mires al cielo, sigue a la estrella del norte, es la única
de entre todas las estrellas que no se mueve en toda la noche, pero deberás ser paciente,
las estrellas se mueven muy, muy lentamente. -

Habiendo dicho esto, el enorme pez se sumergió a las profundidades para no volver a
aparecer nunca más a la vista de Julieta, quien decidió seguir las indicaciones recibidas, así
que se sentó a esperar el anochecer para guiarse de la estrella en cuestión.

Al caer la noche, julieta se abrigó muy bien y se acostó en el fondo de su bote a observar las
estrellas, quedó impresionada de ver tantas, eran miles, millones brillando por todos lados,
como si la naturaleza hubiese derramado un salero en el manto negro de la noche.

Decidió ser paciente y estar atenta en el cielo para encontrar al astro inmóvil del cual el pez
le había contado, pero había demasiadas estrellas y ninguna parecía moverse.

En ese momento, Julieta escucho un fortísimo ruido muy cerca de ella, cogió su linterna
para alumbrar la dirección del sonido y vio frente a sus ojos una enorme cola
sumergiéndose en la profundidad. La pequeña se asustó tanto que se escondió bajo su
manta con la linterna encendida.

- Por favor, enorme criatura, no me lastimes, solo soy una niña perdida que intenta volver a
casa. -

-No voy a lastimarte, solo estoy por aquí de paso para aprovechar las nutritivas aguas
mediterráneas. Vi tu bote desde lejos y me acerqué a curiosear. ¿Qué hace una humana tan
pequeña sola por aquí? -

La niña se asomó fuera del bote para mirar a los ojos a la criatura más enorme que había
visto jamás, se trataba de una ballena de aproximadamente unos 20 metros de largo con un
peso de 25.000 toneladas. Era de color gris oscuro casi negro en la zona dorsal o espalda
donde tenía una pequeña aleta, y blanca en la zona ventral, compuesta por su panza y la
parte baja ornamentada por larguísimas aletas pectorales y su aleta caudal o cola.

- ¿Es usted una ballena jorobada? - Preguntó la niña mientras se armaba de valor,
recordando las historias que su abuelo le contaba antes de dormir.

-Así es, soy una ballena jorobada, ¿ya has visto la bonita joroba que se me forma cuando me
sumerjo? me he desviado de mi grupo para traer a mi bebé aquí, es un lugar tranquilo para
enseñarle a pescar. Ya es hora de que deje la leche materna, que está creciendo mucho y
me tiene cada vez más delgada. Hijo, ven a saludar a la humana, es pequeñita como tú. -

Del fondo del mar apareció un ballenato de pocos meses de edad, empezó a saltar de
alegría por todos lados para saludar a Julieta, que no podía disimular su asombro al ver a
una criatura tan encantadora

Aunque el bebé era mucho más pequeño que su madre, alcanzaba casi los 8 metros de
longitud y pesaba varias toneladas, a Julieta, que amaba los animales, le pareció adorable y
empezó a saludar a la cría de ballena que hacía piruetas en el mar para que la niña se
divirtiese.

-Un placer conocerlas, ballenas, mi abuelo me ha hablado mucho sobre ustedes, pero jamás
me mencionó que bebían leche, ¿Es cierto que tu cría bebe leche? - Preguntó Julieta a la
Ballena que tenía en frente.

- Claro que sí, tendré que amamantar a mi pequeño durante sus primeros seis veces de vida
para que crezca grande y fuerte, mi leche es capaz de mantenerlo saludable y hacerle
engordar hasta 40 kilos al día. -

-Es sorprendente, su bebé es el más grande que he visto-, dijo julieta sonriendo.

La ballena le agradeció y le miró a los ojos para seguir la conversación con la pequeña
pescadora.

- ¿Cómo te llamas, humana? ¿Qué haces aquí en medio del mar tu solita? No sabía que los
humanos dejaban tan rápido a sus madres. -

-Me llamo Julieta, señora ballena. Yo no tengo madre, pero mi abuelo me cuida; me he
perdido e intento volver a casa, ¿Cómo se llama usted? -
La ballena dijo su nombre a la niña produciendo un canto agudo, profundo y estruendoso
que hizo eco en varios kilómetros a la redonda, al finalizar de hacer su compleja alocución,
aclaró:

-Te he dicho mi nombre por el que me conocen otras ballenas, pero supongo que tu
garganta humana no puede pronunciarlo; nuestros cantos son tan complejos que nuestras
vocalizaciones pueden variar en más de 600 frecuencias, así que, si quieres, puedes decirme
mamá ballena. -

La ballena y Julieta intercambiaron una sonrisa para sellar su presentación, en lo que la


ballena continúo hablando:

- ¿Así que los abuelos humanos cuidan también a las crías? ¡Qué suerte tienen los humanos!

Nosotras las ballenas hembras nos hacemos cargo solas de nuestros bebés, a nosotras nadie
nos ayuda. -

-Bueno, algunos humanos crían solos a sus hijos, otros lo hacen acompañados, a mí me
cuida mi abuelo…-

Julieta se quedó pensando preocupada, sabía que debía volver a casa lo más pronto posible.

-Mamá ballena, ¿podrías ayudarme a encontrar la estrella del norte? Debo remar hacia esa
dirección para volver a mi hogar con mi abuelo, yo también debo cuidar de él porque está
enfermo, además que le extraño muchísimo. -

Mamá ballena miró con ternura a la pequeña que pedía su ayuda. Aunque estaba ahí para
enseñar a su bebé a cazar krill y peces pequeños, y aun sabiendo que los seres humanos
podían ser peligrosos, decidió ayudar a la niña.

-Tranquila, Julieta, yo te ayudaré a regresar a casa sana y salva, pero debes prometer no
volver a entrar sola en el mar, está repleto de peligros, incluso para seres tan grandes como
yo. -

Mamá ballena señaló con su boca hacia el cielo, pidiéndole a Julieta que mirase arriba con
sus prismáticos.

-Ves esas estrellas que forman la figura de un pez en el cielo, esa es la constelación de la Osa
Mayor, Julieta, muy cerca de ella, verás otro pez más pequeño orientado hacia abajo, como
si fuesen dos peces en el agua, uno grande y uno pequeño nadando en círculos, la
constelación pequeña es conocida como la osa menor ¿Puedes verlas? -

-Los veo, mamá ballena, ¿dónde está la estrella del norte?

-Es justo la última estrella de la cola del pez pequeño, esa estrella se llama Polaris, y está
justo encima del polo norte de la tierra, nuestro planeta gira justo debajo de esa estrellita,
por eso parece que no se mueve y así nos señala el norte. -

Julieta agradeció la información a la ballena y decidió empezar a remar, pero la ballena le


dijo:

-No debes remar, dame una cuerda y te llevaré yo misma, así llegarás más rápido y no te
perderás cuando salga el sol. -

Julieta dejó caer el extremo de una enorme cuerda que tenía guardada en el bote, la ballena
lo sujeto y comenzó a arrastrar con sumo cuidado a la pequeña embarcación mientras se
dirigían juntos hacia tierra firme.

Mientras viajaban, el ballenato saltaba cerca de Julieta mirándola con curiosidad, mamá
ballena se asomaba de vez en cuando a tomar aire y hacer preguntas a la pasajera.

Julieta tenía su linterna encendida y alumbraba a sus nuevos amigos para verlos e
interactuar con ellos.

- ¿Mamá ballena, por qué no te ahogas como los peces cuando pasas tanto tiempo fuera del
agua? -

-Porque las ballenas, al igual que los seres humanos, respiramos aire con nuestros
pulmones, somos buenas aguantando la respiración bajo el agua, podemos resistir hasta 40
minutos sin tomar aire, pero eventualmente salimos para respirar a través de nuestros
espiráculos, son como nuestras fosas nasales, pero las tenemos en la cabeza. -

Mientras la ballena hablaba, Julieta pudo ver que no tenía dientes en su boca, en su lugar le
colgaban más de una centena de enormes pelos largos que cubrían el interior de su paladar,
a lo que le preguntó con mucha curiosidad, propia de los niños

- ¿Mamá ballena, ¿cómo puedes comer si no tienes dientes y por qué tienes pelo en la
boca?
La ballena empezó a reírse a causa de la curiosa pregunta que había recibido, a lo que
respondió amablemente:

-Nosotras las ballenas jorobadas no poseemos dientes porque nos alimentamos a través de
la filtración de peces y krill; cuando cazamos, tragamos enormes cantidades de agua que
luego expulsamos de nuestra boca, nuestros pelos llamados barbas capturan a los peces y al
krill que luego tragamos poco a poco para alimentarnos. -

Habían recorrido varios kilómetros y ya empezaba a amanecer, el bebé, que se encontraba


cansado, decidió recostarse en el lomo de su madre para dormir un poco.

Salía frecuentemente a la superficie a respirar, por supuesto, las ballenas, al igual que los
delfines, duermen en un hemisferio del cerebro mientras el otro continúa despierto para
regular la respiración.

Julieta aprovechaba el sol para ver con más claridad a sus compañeros de viaje. Notó a la luz
lo inmensos que eran. Sentía una enorme tentación de lanzarse a nadar con el bebé, pero
recordó que su abuelo le había dicho que se debía respetar el espacio de los animales muy
grandes.

De pronto, Julieta empezó a gritar de emoción, podía ver su casa a lo lejos.

- ¡Mamá ballena, esa es mi casa! -

-Ya casi llegamos, Julieta, sujétate bien del bote. –

Mamá ballena empezó a nadar a 25 km por hora, su velocidad máxima, para llegar lo más
pronto posible a su destino.

Al acercarse, Julieta pudo ver en la orilla de pie a su abuelo, había pasado toda la noche
esperándola muy preocupado. Cuando la distancia se acortó y pudieron verse el uno al otro,
ambos se llenaron de alegría y tranquilidad. La niña estaba de vuelta, sana y salva gracias a
la amable ballena jorobada que la había rescatado de alta mar.

El abuelo se encontraba sorprendido de lo que estaba viendo, sus ojos, que habían sido
espejo durante años de tantas maravillas marinas nunca habían presenciado un espectáculo
tan asombroso.

La ballena y su cría detuvieron su marcha al llegar lo más cerca de la tierra que pudieron.
-Julieta, te hemos traído lo más cerca que nos permite nuestra anatomía, acercarnos más
podría ser peligroso. Ahora debes remar un poco, reúnete con tu abuelo. Volveremos a
visitarte de vez en cuando para saber que estás bien. -

-Muchas gracias, Mamá ballena, por devolverme a mi casa, espero volver a verte pronto. -

Julieta miró con agradecimiento a las maravillosas criaturas que le habían salvado la vida y
decidió hacerles una última pregunta.

-Mamá ballena ¿cómo puedo agradecerte lo que has hecho por mí? -

-Diles a tus amigos humanos que tomen solo lo necesario de la naturaleza, que no arrojen
plásticos ni basura al mar, pues muchas ballenas hemos muerto asfixiadas por tragar
plástico accidentalmente mientras nos alimentamos; por último, por favor, pídele a todos
los de tu especie que aprendan a vivir en paz con los otros seres vivos de la tierra. Todos
tenemos derecho a vivir tranquilos y a ser felices. -

-Lo prometo. – Dijo la niña haciendo una cruz en su corazón con su dedo índice.

Mamá ballena soltó la cuerda y se fue dando saltos y emitiendo sus hermosos y misteriosos
cantos junto a su bebé que no se separaba de ella en ningún momento.

La niña y su abuelo se reunieron abrazándose, Julieta le prometió jamás volverse a separar


de él y mucho menos, volver a aventurarse sola en el peligroso mar.

-Lo siento abuelo, quería ir a pescar para hacerte un desayuno y me he perdido. -

El pescador y su nieta se despidieron de las ballenas agitando sus manos y al dejar de verlas,
se dirigieron camino a casa. La niña, que estaba muy emocionada, le contó a su abuelo
sobre sus aventuras y la promesa que le hizo a la ballena jorobada.

En pocos días, la alegría de estar nuevamente juntos sanó al abuelo, quien junto a su nieta
dedicaron sus vidas a proteger a las criaturas marinas e informar a los viajeros sobre la
importancia de mantener las aguas limpias y respetar la naturaleza.

De vez en cuando, mamá ballena se acerca a la Bahía para alimentarse y visitar a sus amigos
humanos, lo hizo durante mucho tiempo (Las ballenas jorobadas pueden vivir hasta 60
años), hasta que la pequeña creció mucho y se convirtió en una apasionada estudiosa de la
fauna marina.
Mientras tanto, Julieta y su abuelo continuaron viviendo felices, teniendo emocionantes
aventuras en el mar, pero ninguna tan grande como la de aquella vez.

Referencias:

-Entrevista a Alejandro Zambrano Vizquel, Biólogo marino de la Universidad de Oriente,


Nueva Esparta, Venezuela.

- En la zona de alimentación de las ballenas, documental producido en 2015 por Sigurd


Tesche, documentalista alemán.

-Las ballenas jorobadas llegan al estrecho para alimentarse, artículo publicado el 10 de


enero de 2019 en el portal web del diario digital Algeciras al minuto.
https://www.algecirasalminuto.com/articulo/sociedad/ballenas-jorobadas-llegan-estrecho-
alimentarse/20190110093419137755.html

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