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PAUL TILLICH

SE CONMUEVEN
LOS CIMIENTOS
Paul Tillich nació en Brandcburgo el año 1886. Cursó es-
tudios superiores de filosofía y teología en Kónigsberg, Tu-
DE LA TIERRA
bingia, Breslau y Halle-W ittcnbcrg, y sus primeros trabajos
de investigación le familiarizaron con la filosofía religiosa de
Schelling.
Tras el trastorno de' la primera Guerra Mundial, en la
que tomó parte como capellán castrense, ejerció la docencia
de filosofía y luego de teología en diversas universidades
alemanas, sobre todo en Marburgo y Frankfurt de Main. Sus
actividades como dirigente del movimiento social cristiano
le enfrentaron desde el principio con el nacionalsocialismo.
Foco después de subir Hitler al poder y cuando ya Tillich
había alcanzado cierta fama, debido sobre todo a su obra
Religiose Verwirklichung, los nacis le desposeyeron de su
cátedra en 1933, y aquel mismo año tuvo que salir de Ale-
mania como desterrado político.
Atendiendo entonces la invitación del Union Theological
Seminary de Nueva York, se trasladó seguidamente a los
Estados Unidos, donde fue profesor de dicho seminario hasta
el año 1955. Más tarde enseñó en la Universidad de Har-
vard. En los últimos años de su vida estaba incorporado a
la Divinity School de la Universidad de Chicago. La mayor
parte de sus obras fueron escritas directamente en inglés. LIBROS DEL NOPAL
Murió en octubre de 1965, a la edad de 79 años. EDICIONES ARIEL, S.A.
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Título original: T H E SHAKING OF THE FOUNDATIONS

Editor original: Charles Scribncr's Sons - New York


Traductor castellano: Damián Sánchez-Bustamante Páez

Reservados todos los derechos ERDMUTHE

© LIBROS DEL NOPAL de Ediciones Ariel, S. A.

Primera edición: junio 1968

;.-• -: 7 /
Dep. legal: 22.982-1968

1968. ~ Impreso en los talleres de Ediciones Ariel, S. A. ~ Esplugues de Llobregat


Para la traducción de las citas bíblicas que preceden la
mayoría de los sermones de Paul Tillich hemos seguido la
PREFACIO
versión castellana de Nácar-Colunga en el Antiguo Testa-
mento, la de Luis Alonso Sch'ókel en los Salmos, y la de
José María Valverde en el Nuevo Testamento. No obstante,
un criterio de fidelidad absoluta al texto de Tillich explica
las considerables diferencias que a menudo observará el lec-
tor entre la versión que nos da el teólogo alemán y la de las
biblias que acabamos de mencionar.
Dos razones me indujeron a aceptar la publicación de
un libro de sermones en el momento actual. Muchos de
mis alumnos y de mis amigos de fuera del Seminario me
han hablado de las dificultades con que tropiezan cuando
intentan ahondar en mi pensamiento teológico. Creen que
a través de mis sermones se manifiesta con mucha mayor
claridad las implicaciones prácticas o, más exactamente,
las implicaciones existenciales de mi teología. Me agrada-
ría pensar que estos sermones quizá contribuyan a mostrar
que el carácter estrictamente sistetnálico de una teología
no constituye necesariamente un obstáculo para que sea
"práctica", es decir, aplicable a los problemas personales y
sociales de nuestra vida religiosa.
Existe sin embargo otra razón más importante para la
publicación de este volumen. Gran parte de los que asisten
a los servicios dominicales proceden de un ambiente que
se halla al margen del círculo cristiano, en el sentido más
radical de esta expresión. Para ellos, un sermón pronun-
ciado en términos bíblicos tradicionales, habría carecido de
todo sentido. Por consiguiente, me sentía obligado a buscar
un lenguaje que expresase en otros términos la experiencia
10 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS PREFACIO 11

humana a la que hace referencia la terminología bíblica y respecto a los de "El teólogo" y "Los dos siervos de
eclesiástica. Semejante situación me ha llevado a desarro- Yavé".
llar un tipo de sermón "apologético". Y puesto que, a mi No hubiera sido factible la publicación de este volumen
parecer, ésta es en general la situación en la que hoy día sin el trabajo intensivo de varios de mis antiguos alumnos
ha de predicarse el mensaje cristiano, confío que la publi- que han revisado y ordenado los sermones con notable in-
cación de estos intentos de enfrentarse con ella no resul- teligencia y espíritu crítico creador. Deseo expresar mi
tará totalmente inútil. profunda gratitud a las señoritas Mary Heilner, Elisabeth
Los sermones que forman este libro se han impreso tal Cooper y Caroline Speer, así como a los reverendos Wil-
como fueron pronunciados, salvo pequeñas variaciones sin liam O. Fennell y William R. Coleman.
importancia; no los he redactado de nuevo para su publi-
cación. Muchos de ellos fueron pronunciados en el Semi- PAUL T I L L I C H .
nario de la Unión Teológica, tanto en el servicio religioso Ciudad de Nueva York.
de los domingos, como en el de los días laborables. Sólo se
lian incluido los que suscitaron un eco tan prolongado en
los estudiantes que luego tuvieron que ser mimeografiados.
Los textos bíblicos proceden de distintas traducciones
—la King James, la Moffatt, Za'Smith ancl Goodspeed, la
Revised Standard Versión— y de algunos comentarios.
Estoy en deuda con Harper & Brothers, The University
of Chicago Press y The International Council of Religious
Education, por haberme permitido respectivamente el uso
de las tres últimas traducciones. En muchos casos he com-
binado distintas traducciones para formar el texto que
aquí doy.
Debo manifestar mi gratitud a Christendom por su per-
miso para incluir aquí el sermón; "También la naturaleza
se lamenta por un bien perdido"; a The Protestant por
haberme autorizado la publicación del titulado: "Escapar de
Dios"; y a la Union Review por haber hecho lo mismo con
-i) i %, A. A^mT

SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS


DE LA TIERRA
*

Miré a la tierra: un caos;


Miré al cielo: su. luz se había ido.
Miré a las montañas: temblaban;
¡todos los collados se conmovían!;
Miré: no se veía un hombre;
¡y las aves del ciclo habían huido todas!
Miré: la tierra sembrada habíase trocado en desierto;
todas las ciudades eran ruinas ante Yavé, ante el furor de su
cólera.
Pues así ha hablado Yavé:
toda la tierra será devastada...
y por esto llorará la tierra
y en lo alto los ciclos se ennegrecerán.
Porque Yo lo decidí y no me arrepentiré;
ni me retractaré.
Ante el vocerío de los caballeros y de los arqueros,
toda la tierra huye,
refugiándose los hombres en bosques y cuevas,
y trepando por riscos.
Todas las ciudades serán abandonadas,
y ni un solo hombre se quedará a vivir allí.
Y tú, oh desolada criatura, ¿qué OTJ a hacer?
JEREJIíAS 4, 23-30

Que se retiren los montes,


que se conmuevan los collados.
SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS 17
16 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

Pero mi misericordia no se apartará de ti; mente toda la humanidad: "Los cimientos de la tierra se
ni se tambaleará mi alianza de paz, conmueven". Las visiones de los profetas han venido a ser
¡dice Y ave, que se apiada de ti! una posibilidad real, física, y podrían llegar a ser una rea-
ISAíAS 54, 10 lidad histórica. La frase, "la tiera se deshace a trozos",
ya no es solamente una metáfora poética para nosotros
Se conmueven los cimientos de la tierra. sino una dura realidad. Éste es el sentido religioso de la
La tierra se rompe con estrépito,
la tierra se deshace a trozos,
época en la que hemos entrado.
la tierra salta hecha pedazos, La Biblia nos ha hablado siempre del principio y del
la tierra vacila como un ebrio fin del mundo. Nos habla de eternidad antes de que el
y es sacudida como una choza; mundo fuera creado; nos habla del tiempo en que Dios
la tierra cae bajo el peso de sus pecados
asentó los cimientos de la tierra; nos habla de la conmo-
¡para no levantarse más!
ción de esos cimientos y del derrumbamiento del mundo.
Levanta hacia arriba tus ojos al firmamento En uno de sus últimos libros, en la segunda carta de Pedro,
y mira hacia abajo a la tierra: dice que "los cielos desaparecerán con estrépito, y los ele-
pues los ciclos se desvanecerán como el humo. mentos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con
Y la tierra envejecerá como un vestido;
las obras que hay en ella". No se trata ya de una visión,
el mismo mundo se derrumbará.
Pero mi justicia durará para siempre;
sino de una realidad que se ha hecho palpable. Sabemos
y mi salvación no conoce el fin. que en lo profundo de nuestra tierra y de todo lo que tiene
ISAíAS 24, 18-20
forma y estructura en nuestro mundo, se encuentran enca-
denadas unas fuerzas destructivas. Asentar los cimientos
Es difícil hablar después que lo han hecho los profetas, de la tierra significa encadenar esas fuerzas. Cuando el po-
y de qué manera, en estos oráculos. Cada palabra es como der incontrolable de las más insignificantes partes de nues-
un martillazo. Hubo un tiempo en el que podíamos escu- tro mundo material estuvo dominado por unas estructuras
char tales palabras sin que nos embargara excesiva emo- cohesivas, quedó reservado un lugar donde pudieran desa-
ción y sin que las entendiéramos. Durante décadas, incluso rrollarse la vida y la historia, donde pudieran oirse pala-
siglos, no nos las tomamos en serio. Esos días ya pasaron. bras y sentirse el amor, y donde la verdad pudiera ser
Hoy debemos tomarlas en serio. Ya que describen con la descubierta y pudiera adorarse al Eterno. Todo esto fue
fuerza de un vidente lo que, en nuestros días, han experi- posible gracias a que el ardiente caos del principio se trans-
mentado la mayoría de los hombres, y lo que, tal vez, en formó en el suelo fértil de la tierra.
un futuro no demasiado lejano, experimentará abundante- Pero, además del suelo fértil de la tierra, fue engendra-

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18 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS 19

do y creció un ser capaz de dar con la clave de los funda- participado en el gran y terrible descubrimiento, le agradó
mentos de todos los seres. Aquel ser era el hombre. Y el decir lo que tuvo que decir. Pero no podían menos que
hombre ha descubierto la llave que puede desencadenar las hablar; tenían que levantar su voz, como los profetas, para
fuerzas de lo profundo, aquellas fuerzas que fueron encade- decir a esta generación lo que los profetas dijeron a las
nadas cuando se asentaron los cimientos de la tierra. Y ha suyas: que la tierra y el hombre, los árboles y los anima-
empezado a manejar esa llave. Ha sometido los cimientos les, todos están amenazados por una catástrofe de la que
de la vida, del pensamiento y de la voluntad a su volun- difícilmente podrán escapar. A través de las palabras de
tad. Y su voluntad ha sido la destrucción. Para la destruc- estos hombres se manifiesta una tremenda ansiedad. No
ción usó las fuerzas de lo profundo; por medio de su sólo perciben la conmoción de los cimientos, sino también
pensamiento y de su acción las soltó y desató. Por eso se que ellos mismos son mayormente responsables de esta
bambolean y conmueven en nuestros tiempos los cimientos conmoción. Nos dicen que menosprecian lo que han hecho,
de la tierra. porque saben que nos hemos quedado tan sólo con una
En el lenguaje de los profetas, es el Señor quien con- muy leve oportunidad de podernos escapar. Barloventean-
mociona las montañas y funde las rocas. Es éste un len- do entre una pequeña esperanza y un gran desespero, nos
guaje que no puede entender el hombre moderno. Pero urgen a que aprovechemos esta oportunidad.
Dios, que no está sujeto a ningún lenguaje determinado, De esta manera es como Dios ha hablado a nuestra
ni siquiera al de los profetas, ha hablado a los hombres de generación acerca de la conmoción de los cimientos. Nos
hoy por boca de nuestros grandes científicos, y he aquí habíamos olvidado de semejante conmoción. Y lo que nos
lo que ha dicho: Vosotros mismos podéis labrar vuestra lo había hecho olvidar era mayormente la ciencia. No la
propia destrucción. Pongo en vuestras manos el poder de ciencia como conocimiento, sino más bien la ciencia anima-
conmover los cimientos de vuestra tierra. Podéis usar da por un designio de oculta idolatría, por el designio de
de este poder para crear o para destruir. ¿Cómo lo vais convencernos de que nuestra tierra era el lugar para el
a usar? Esto es lo que Dios ha dicho a la humanidad establecimiento del reino de Dios y de que a través nuestro
mediante la obra de los científicos y mediante su descubri- debía llevarse a cabo su realización. Esta idolatría tuvo sus
miento de la clave de los cimientos de la vida. Pero toda- profetas —falsos profetas, como los llamó Jeremías— que
vía ha sido más lo que mediante ellos ha hecho. Ha man- gritaron: "¡Progreso, progreso infinito! ¡Paz, paz univer-
dado sobre ellos su Palabra, como la había mandado sobre sal! ¡Felicidad, felicidad para todos!" Ahora bien, ¿qué
los profetas, a pesar de su obstinado esfuerzo para resis- ha sucedido? Que la misma ciencia, en cuyo poder de sal-
tirse a ella. Ya que a ningún profeta agrada decir lo que vación creyeron esos falsos profetas, se ha encargado de
tiene que decir. Como a ningún científico de los que han destruir totalmente esa idolatría. El mayor triunfo de la
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ciencia fue el poder que dio al hombre para aniquilarse a to y sabiduría a aquel acontecimiento? ¿Por qué, pues,
sí mismo y a su mundo. Y los que provocaron este triunfo hemos de sentirnos atemorizados por la conmoción de los
nos hablan hoy como antaño los verdaderos profetas, es cimientos?" Pero el hombre no es Dios; y siempre que ha
decir, no de progreso, sino de retorno al caos del prin- clamado por ser como Dios, se ha visto reprendido y ha
cipio ; no de paz, sino de rotura; y no de felicidad, sino de acabado destruyéndose a sí mismo y desesperándose. Si
perdición. Así expía la ciencia los abusos idólatras a los se ha complacido en las creaciones de su cultura o en su
que se había librado durante siglos enteros. La ciencia, que progreso técnico, en sus instituciones políticas o en sus
había cerrado nuestros ojos y nos había lanzado a un abis- sistemas religiosos, entonces se ha visto lanzado a la desin-
mo de ignorancia sobre las pocas cosas que realmente in- tegración y al caos; todos los cimientos de su vida perso-
teresan, se revela ahora a sí misma, abre nuestros ojos y nal, natural y cultural han sido conmocionados. Esto es lo
apunta, por lo menos, a una verdad fundamental —que que ha sucedido desde que ha existido historia humana;
"las montañas se retirarán, y los collados se conmoverán", y en nuestra época todo esto ha ocurrido en mayor escala
y que "la tierra caerá para no levantarse más", porque sus que nunca en el pasado. La pretensión humana de llegar
cimientos serán destruidos. a ser semejante a Dios ha sido repudiada una vez más;
Pero oímos todavía voces —que no han dejado de cre- ni uno solo de los cimientos de la vida de nuestra civili-
cer tras el primer sobresalto— que tratan de animarnos zación ha dejado de sufrir una profunda conmoción. Cuan-
diciendo: "Tal vez el hombre use su poder de conmocio- do leemos algunos de los pasajes de los profetas, fácil-
nar los cimientos para fines creadores, para el progreso, mente podríamos imaginarnos que estamos leyendo los re-
para la paz y la felicidad. El futuro está en manos del portajes de testigos oculares de Varsovia, Hiroshima o
hombre, en nuestras manos. Si nos decidiéramos a cons- Berlín. Dice Isaías: "Mira, el Señor hará vacía y árida la
truir en lugar de destruir, ¿por qué no íbamos a ser capa- tierra, la cambiará de arriba abajo y dispersará a sus habi-
ces de continuar la creación ? ¿ Por qué no íbamos a ser tantes... Las ciudades caerán a trozos; cada hombre echa-
como Dios, por lo menos en este aspecto?". Job tuvo que rá el cerrojo a su puerta; huirá la alegría de la tierra y
callarse cuando Dios le habló desde el torbellino y le dijo: no habrá ya felicidad. Las ciudades han quedado desola-
"¿Dónde estabas tú cuando asenté los cimientos de la tie- das ; abatidos los quicios de sus puertas; y son pocas las
rra? Dilo, si tanto sabes". Pero nuestras falsas voces con- que han quedado... Porque la tierra ha sido manchada por
testan: "Tal vez nosotros sepamos responder a lo que no los que viven en ella... al romper la Alianza eterna. Por
supo Job. ¿Acaso nuestros descubrimientos científicos no eso una maldición está abrumando la tierra, y el pueblo
nos han revelado los misterios de cómo fue creada la tie- pecador tendrá que expiar sus culpas". Cada una de estas
rra ? ¿ No somos capaces de asistir con nuestro pensamien- palabras describe la experiencia de los pueblos de Europa
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y Asia. Los más antiguos y esenciales cimientos de la vida rrar los oídos, le ha forzado a ello. No hay nadie con espí-
han sido sacudidos. La destrucción ha sido de tal natura- ritu profético a quien agrade prever y predecir la ruina de
leza que los que no la hemos vivido, ni siquiera la pode- su propia época, porque se expone a una terrible angustia
mos imaginar. No la hemos vivido, y no podemos creer interior, a severos y con frecuencia mortales ataques de
que también nosotros pudimos ser sorprendidos por seme- los demás y a verse acusado por muchos de pesimista y
jante destrucción. Y con todo yo he visto a soldados ame- derrotista. Los hombres desean oír buenas noticias y las
ricanos que habían andado por entre las ruinas de estas masas escuchan complacidas a aquellos que las traen. To-
ciudades, pensando en su propio país y viendo con la cla- dos los profetas del Antiguo y del Nuevo Testamento, y
ridad de videntes la ruina de sus pueblos y ciudades. Sé los que luego surgieron en la historia de la Iglesia, tuvie-
que esto ha pasado y que está pasando todavía. Hay solda- ron la misma experiencia. Todos ellos se vieron contra-
dos que se han convertido en profetas y su mensaje no es decidos por los falsos profetas, por los que anunciaban la
muy diferente del mensaje de los antiguos profetas he- salvación cuando no había salvación alguna. "Los profetas
breos. Es el mensaje de la conmoción de los cimientos, profetizan falsamente y a mi pueblo le gusta que sea así",
pero no de los cimientos de sus enemigos, sino más bien grita Jeremías, desesperado. Le tildaron de derrotista y le
de los de su propio país. Ya que el espíritu profético no acusaron de ser enemigo de su país. Pero, ¿acaso es una
ha desaparecido de la faz de la tierra. Unas décadas antes señal de patriotismo o de confianza en el propio pueblo,
de ambas guerras mundiales, algunos hombres juzgaron la en sus instituciones y en su forma de vida, callarse cuando
civilización europea y, en sus palabras y en sus escritos, están los cimientos en conmoción? ¿Acaso es de más alto
profetizaron el fin de la misma. Gente como esa existe tam- valor manifestar optimismo, tanto si es como si no es jus-
bién hoy día entre nosotros. Son como aquellos instrumen- tificado, que revelar la verdad aunque ésta sea profunda y
tos de precisión que registran los temblores de la tierra en tenebrosa? La mayoría de los seres humanos, por supues-
las más apartadas regiones de su superficie. Esa gente, con to, no son capaces de resistir el mensaje de la conmoción
algunas décadas de anticipación a la catástrofe final, re- de los cimientos. Rechazan y atacan los espíritus proféti-
gistra la conmoción de su civilización y las tendencias auto- cos, no porque estén realmente en desacuerdo con ellos,
destructivas que la conducen a su desintegración y caída. sino porque sienten la verdad de sus palabras y no la pue-
Tienen en su alma un sentido invisible, casi infalible; y den aceptar. La reprimen en sí mismos; y la transforman
se sienten irresistiblemente impelidos a denunciar lo que en burla o rabia contra aquellos que saben y se atreven a
registran, a veces contra su propia voluntad. Ya que nin- decir aquello que saben. ¿En cuál de estos dos grupos os
gún verdadero profeta ha profetizado jamás voluntaria- creéis vosotros? ¿Entre aquellos que acogen al espíritu
mente. Una Voz divina, a la que no ha sido capaz de ce- profético o entre los que le cierran deliberadamente sus
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oídos y su corazón ? Siempre he creído que son escasos ban "mortales" porque experimentaban lo inmortal. Por
los hombres capaces de registrar la conmoción de los ci- esto los profetas fueron capaces de enfrentarse con la con-
mientos —los que son capaces de resistirla y, sobre todo, moción de los cimientos. Es ésta la única manera de mirar
los que son capaces de decir lo que saben— porque tienen esta conmoción sin echarse atrás. ¿O acaso es posible ser
el coraje suficiente para soportar la inevitable hostilidad consciente de la ruina que se avecina y contemplarla toda-
de la mayoría. A esos pocos se dirigen de manera especial vía con indiferencia y cinismo? ¿Acaso es humanamente
mis palabras. posible enfrentarse con el fin cínicamente? Cierto es que
¿ Por qué los profetas fueron capaces de enfrentarse con entre nosotros hay quienes se muestran cínicos acerca de la
lo que sabían y luego proclamarlo con una fuerza tan im- mayoría de las cosas que los hombres crean y alaban. Que
presionante ? Porque su fuerza provenía del hecho de que entre nosotros hay quienes se muestran cínicos acerca de
no hablaban en realidad de los cimientos de la tierra como la situación actual del mundo y de sus líderes. Podemos
tales, sino de Aquel que asentó primero esos cimientos y ser cínicos, por descontado, acerca de los verdaderos mo-
luego los conmocionaría; y de que no hablaban de la ruina tivos que se esconden detrás de todas las acciones huma-
de las naciones como tales, sino de Aquel que acarrea la nas ; podemos ser cínicos acerca de nosotros mismos, acer-
ruina a causa de Su justicia y salvación eternas. Como dice ca de nuestro crecimiento interior y de nuestros logros
el salmo 102: "Tus años duran por todas las generacio- exteriores. Podemos ser cínicos con respecto a la religión
nes : al principio cimentaste la tierra, y el cielo es obra de y a nuestras iglesias, sus doctrinas, sus símbolos y sus
tus manos. Ellos perecerán, pero tú permanecerás: se gas- representantes. Apenas si habrá algo acerca de lo cual no
tarán como la ropa, serán como un vestido que se muda. podamos mostrarnos cínicos. ¡ Pero no podemos ser cíni-
Tú. en cambio, eres siempre el mismo, y tus años no se cos acerca de la conmoción de los cimientos de todas las
acabarán..." Cuando la tierra haya envejecido y esté ex- cosas! Jamás encontré a nadie que de veras fuera cínico
hausta, cuando las naciones y las culturas hayan fenecido, acerca de esto. He visto mucho cinismo, particularmente
el Eterno habrá mudado tan sólo las prendas de su Ser entre los jóvenes europeos de antes de la guerra. Pero sé
infinito. Él es el cimiento sobre el que se asientan todos por muchos testimonios que aquel cinismo se esfumó cuando
los demás cimientos; y este cimiento no puede ser remo- los cimientos del mundo empezaron a conmoverse al ini-
vido. Hay algo inamovible, inmutable, inconmovible, eter- ciarse la catástrofe europea. Podemos ser cínicos acerca
no, que se hace patente en nuestra fugacidad y en el de- del fin únicamente mientras no tengamos que verlo, úni-
rrumbamiento de nuestro mundo. En las fronteras de lo camente mientras nos sintamos seguros en el lugar donde
finito se hace visible lo infinito; a la luz del Eterno apa- podamos exhibir nuestro cinismo. Pero si los cimientos de
rece la transitoriedad de lo temporal. Los griegos se llama- ese lugar y los de todos los lugares empiezan a derrum-
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barse, también ese cinismo se derrumba con ellos. Y enton- su tierra empieza a envejecer, y de que sus cimientos em-
ces sólo caben dos alternativas —el desespero, que es la piezan a conmoverse. Ya que también la tierra lleva siem-
certeza de la destrucción eterna, o la fe, que es la certeza pre su fin dentro de sí. A nosotros nos cupo en suerte
de la eterna salvación. " E l mundo mismo se derrumbará, vivir en un tiempo en que muy pocos de nosotros, muy
pero... mi salvación no tendrá fin", dice el Señor. Ésta es pocas naciones, muy pocos rincones de la tierra lograrán
la alternativa que eligieron los profetas. Esto es lo que de- olvidar el fin. Ya que en estos días sí que se conmueven
beríamos llamar religión, o de manera más precisa, el fondo los cimientos de la tierra. ¡ Ojalá no volvamos los ojos a
religioso de toda religión. otra p a r t e ; ojalá no le cerremos nuestros oídos y nuestra
¿ Cómo pudieron hablar los profetas tal como lo hicie- boca! ¡ Pero ojalá sepamos ver, a través del derrumba-
ron ? ¿ Cómo pudieron pintar sin cinismo ni desespero los miento de un mundo, la roca de la eternidad y la salvación
más terribles cuadros de ruina y destrucción? Pues, por- que no tiene fin!
que más allá de la esfera de destrucción, vieron la esfera
de salvación; porque en la ruina de lo temporal vieron la
manifestación del Eterno. Porque estaban seguros de que
pertenecían a ambas esferas, a la esfera de lo mudable y a
la esfera de lo inmutable. Ya que sólo aquél que se halla
también más allá de lo mudable, que no se halla mera-
mente atado a lo perecedero, puede enfrentarse con el fin.
Todos los demás se ven forzados a escapar, a mirar hacia
otros lados. ; Q u é gran parte de nuestra vida transcurre
tan sólo en el intento de desviar nuestra mirada del fin!
Quizá a menudo salimos airosos de nuestro empeño. Pero
en última instancia fracasamos; ya que siempre llevamos
encima el fin, tanto en nuestro cuerpo como en nuestra
alma. Y también a menudo naciones y culturas enteras
logran salir airosas en su empeño de olvidar el fin. Pero
igualmente acaban fracasando, ya que en su vida y en su
desarrollo llevan siempre implícito el fin. Incluso a menu-
do la tierra entera logra que todas sus criaturas olviden
su fin, pero a veces estas criaturas se dan cuenta de que
VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES
Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice zmestro Dios.
Hablad al corazón de Jcrusalcn y gritadle:
que se acabó su aflicción,
que su iniquidad está perdonada:
que ha recibido de manos del Señor,
el doble por todos sus pecados.
La vos de quien clama en el desierto:
preparad el camino del Señor,
enderezad en el desierto un camino real para nuestro Dios.
Todo valle será rellenado,
y todos los montes y collados serán rebajados:
las cuestas serán allanadas,
y los lugares escarpados se harán llanos.
Y se mostrará la gloria del Señor,
y a una la verá toda carne,
porque ha- hablado la boca del Señor.
La vos dijo: Grita.
Y él dijo: ¿Qué gritaré?
Toda carne es hierba
y toda su gloria como flor del campo.
La hierba se seca, la flor se marchita:
porque el espíritu del Señor sopló sobre ella:
ciertamente, hierba es el pueblo.
La hierba se seca, la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios permanecerá para siempre.
Oh Sión, la portadora de buenas noticias,
sube al alto monte:
32 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES 33

Oh Jcrusalén. la portadora de buenas noticias,^ Aquél que es tan pobre que no puede ofrecer ninguna ofrenda,
a Isa con fuerza tu vos. escogió una madera incorruptible,
Álzala, no temas; y busca un buen artífice
Di a las ciudades de Judá: He aquí a vuestro Dios. "m* para erigir un ídolo que no se tambalee.
He aquí al Señor Dios, que vendrá con mano fuerte, ¿No lo sabéis? ¿No lo habéis oído?
y su brasa dominará a favor suyo; ™ ¿No se os ha dicho desde el principio?
he aquí que él viene con su salario ¿No lo habéis entendido desde la fundación de la tierra?
y va delante de él su trabajo. Está Él sentado sobre la bóveda de la tierra,
Él apacentará su rebaño como un pastor, cuyos habitantes son, para ÉA, como langostas.
y lo reunirá con su braso, Él tiende los ciclos como un toldo,
y llevará en su seno a los corderos, y los despliega como una tienda en la que habita.
y cuidará a las paridas. Él conduce a la nada a los príncipes,
¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, y a los jueces de la tierra los convierte en vanidad.
y apalpó los cielos, Apenas plantados,
y determinó en una medida todo el polvo de ¡a tierra, apenas sembrados,
pesó en la romana las montañas, apenas ha echado su tronco raíces en la tierra,
o en la balanza los collados? soplará sobre ellos, y se secarán,
¿Quién ha dirigido el Espíritu del Señor, y el huracán los arrastrará como paja.
o quién fue su consejero y le instruyó? ¿A quién me asemejaréis,
o quien será igual a Mi?, dice el Único Santo.
¿Con quien deliberó, y quién -fue su maestro,
Alzad en lo alto vuestros ojos y mirad:
y le enseñó el camino de la justicia,
¿Quién creó estas cosas
y le instruyó en la ciencia,
y quién saca en orden su ejército?
y le dio a conocer el camino de la sabiduría? Él las llama a todas por su nombre, que así de grnnde es su
He aquí que las naciones son como gota de agua en un pozal, poder,
y son reputadas como un grano de polvo en la balanza; e inmensa es su fuerza.
he aquí que él levanta las islas como algo sin importancia, Y ninguna faltó.
y el Líbano no basta para combustible, ¿Por qué dices tú, oh Jacob,
ni todos sus animales para el holocausto. por qué hablas tú, oh Israel:
Todas las naciones son delante de Él como fiada, mi camino está oculto al Señor,
y son reputadas por Él como nada y vanidad. y mi Dios no me rinde justicia?
¿A quién, pues, compararéis a Dios, ¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no lo has oído:
o qué imagen haréis que se le asemeje? que el Dios eterno, el Señor,
El ídolo es fundido por el artífice, el creador de los confines de la tierra,
el orfebre le reviste de oro. no se fatiga, ni se cansa,
y le adorna con cadenillas de plata. y su inteligencia es insondable?
34 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES 35

fll dio poder a! débil, Pero la situación de los exiliados en Babilonia, acam-
y a los que no tenían fuerza les acrecentó en fortaleza. pados junto a los ríos en la peor miseria, fue de una deses-
Los jóvenes se cansan y se fatigan,
y los jóvenes fallarán totalmente:
peranza por el estilo. El profeta debió esperarse esta clase
Pero los que confían en el Señor renovarán su fuerza; de reacción hace 2.500 años, ya que habló de una manera
se remontarán con alas como de águilas; que indujo a los exiliados a escucharle. Y sus palabras
correrán y no se cansarán; deberían tener sentido para nosotros, los exiliados de hoy.
caminarán y no se fatigarán. No fue menos realista, sino bastante más de lo que lo so-
ISAíAS 40 mos nosotros. Sabía que una situación así no era producto
del azar y de la mala suerte, sino que se trataba de la
Estas tremendas palabras fueron escritas por aquel pro- misma condición humana, a la que ningún hombre ni nin-
feta desconocido del exilio de Babilonia, cuyas sentencias guna época puede escapar. La condición humana es de fi-
se unieron a las del profeta Isaías y a quien por eso lla- nitud —toda carne es como hierba y como la hierba se
mamos el segundo Isaías. Imaginémonos que estas pala- marchita. De pecado —recibimos el doble por todos nues-
bras se dirigen a los exiliados de nuestro tiempo, a los que tros pecados. De vanidad y orgullo —somos llevados a la
están en cárceles y campos de concentración, separados de nada y acabamos desrrumbándonos totalmente. Pero a pe-
sus maridos o esposas, de sus hijos o de sus padres, a los sar de este conocimiento realista de la naturaleza humana
que se afanan desesperados en países extranjeros, a los que y de su destino, el profeta aportó solaz, consuelo y espe-
se encuentran en el infierno de la guerra moderna. ¿Cómo ranza a la nación exiliada, a los exiliados de todas las na-
responderían a tales palabras, y cómo lo haríamos noso- ciones, al hombre que, como tal, vive exiliado en este
tros, si nos fueran dirigidas? Probablemente desafiaríamos, mundo.
irónica o airadamente, su aparente presunción, y señala- Las palabras de este gran capítulo resuenan como el
ríamos el inmenso abismo existente entre la situación ideal, remontarse y el precipitarse del oleaje en un turbulento
dramatizada por el profeta, y la realidad catastrófica en océano. Oscuridad y luz se suceden una a otra; tras lo
que vivimos. Lo desecharíamos como a un optimista eno- profundo del pecado y del castigo, el profeta anuncia el
joso, que ni siquiera merece nuestra atención. Tal vez in- perdón y la liberación. Pero la ola cae, y el profeta se pre-
cluso nos revolveríamos con amargura y odio contra él. Ésa gunta a sí mismo cómo pudo hacer tal anuncio, si toda la
sería sin duda nuestra respuesta espontánea a cualquiera bondad de los hombres mortales es como la flor del cam-
que quisiera animarnos en una situación en la que no vemos po, que se marchita cuando sobre ella sopla el aliento de
ningún posible consuelo y en la que desconfiamos deses- Dios. Pero no se queda en las profundidades de su melan-
peradamente de cualquier posible esperanza. colía : frente a la humana caducidad la palabra de Dios
36 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES 37

permanecerá para siempre. Hay algo eterno a lo que po- dose continuamente entre la profundidad de la nada huma-
demos asirnos: no temas, el Señor Dios vendrá con mano na y la gran altura del poder creador de Dios.
fuerte. Se remonta así la ola para precipitarse luego de Contemplemos estas dos dimensiones, estas dos dife-
nuevo: las naciones son como una gota de agua y un poco rentes naturalezas, así como su interrelación. Al hablar de
de polvo; todas las naciones son como nada ante Él, se ellas, hablaremos de nosotros mismos, puesto que pertene-
cuentan como menos que nada... Nuevamente se remonta cemos a ambas en cada momento de nuestra vida y de
el oleaje: ¡Dios está sentado encima de la bóveda de la nuestra historia.
tierra, por encima de todas las cosas creadas, por encima La dimensión humana, la dimensión histórica, es ante
de lo más alto y lo más bajo! Y cuando una vez más la todo la dimensión del crecer y del morir: "Ciertamente,
ola se precipita y el siervo de Dios se queja de que no se hierba es el pueblo". La experiencia humana de la melan-
le rinde justicia por parte de Dios, la respuesta es que colía, suscitada por una naturaleza que se marchita y mue-
Dios actúa más allá de lo que el hombre espera. Da poder re, es un símbolo de la fugacidad del hombre. Generación
al débil y a aquel que no tiene fuerza le acrecienta la for- tras generación crece, lucha, sufre, goza y desaparece. ¿ Po-
taleza. Dioa actúa paradójicamente; actúa más allá del en- demos tomarnos todo eso en serio? ¿Podemos tomarlo más
tendimiento humano. en serio que el nacer y el marchitarse de la hierba? Cuan-
¿Cómo interpretaremos nosotros estas palabras? ¿Hay do se pidió al profeta que hablase a su nación, él hizo esta
alguna manera de unir las alturas y las profundidades con- pregunta: "¿Para qué hablarles? Son hierba". Nosotros
trastadas en este capítulo? ¿Entenderemos acaso las pala- podríamos decir lo mismo: ¿ Para qué escribir y trabajar
bras de consolación y esperanza como vanas promesas, ja- y luchar por ellos? Son hierba. ¿Qué importancia puede
más realizadas en el pasado e irrealizables para siempre tener, si después de unos pocos años todos aquellos para
en el futuro? ¿O las entenderemos como una huida de la quienes escribimos y hablamos y luchamos se habrán des-
auténtica condición del hombre a través del misticismo y vanecido? Eran hierba, y la hierba se seca, las flores se
de la elevación poética? Si es así, ¿qué diremos del es- marchitan. Tal es la dimensión de la historia. Pero la otra
crutador realismo con que el profeta analiza la condición dimensión aparece en el horizonte: la palabra de Dios per-
humana? Él veía la historia tal como es, pero al mismo manecerá para siempre.
tiempo columbraba, más allá de la historia, el poder, la En segundo lugar, la dimensión histórica es una di-
significación y la majestad fundamentales del ser. Conocía mensión de pecado y castigo. El exilio que siguió a la
las dos dimensiones del ser: la dimensión humana, política, destrucción de Jerusalén, fue, como dijeron todos los pro-
histórica y la dimensión divina, eterna. Porque conocía fetas, el castigo infligido al pueblo por sus pecados. A no-
estas dos dimensiones, pudo hablar como lo hizo, movién- sotros no nos gustan palabras así como "pecado" y "cas-
38 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES 39

tigo". Nos parecen pasadas de moda, bárbaras e inváli- de forjar la ciencia y de comprender con penetración. Pero
das a la luz de la psicología moderna. Pero siempre que precisamente por ser grandes y poderosos y justos rozan la
me he encontrado con exiliados de alto nivel moral y de esfera divina, y se vuelven arrogantes, y se ven arrastrados
visión penetrante, he descubierto que se sienten responsa- a la nada. Carecen de raíces; se secan; sopla sobre ellos
bles de lo que ha ocurrido en su propio país. Y muy fre- la tormenta divina y se desvanecen. Tal es el tema de la
cuentemente me he encontrado con ciudadanos de países tragedia griega. Tal es el mensaje del profeta a las nacio-
democráticos, con ciudadanos de este país, que han mani- nes del mundo: que todo se halla sujeto a la ley de la
festado un sentimiento de culpabilidad por la situación en trágica autodestrucción, lo bueno y lo malo, los individuos
que se halla el mundo de hoy. Tenian razón, y los exilia- y las naciones, los débiles y los héroes. Y de nuevo la
dos también la tenian: todos son responsables, como lo otra dimensión, la que está más allá de la historia y de
somos vosotros y yo. Podemos o no podemos llamarlo pe- la tragedia, aparece en el horizonte: Dios da fuerza al débil
cado, podemos o no podemos llamarlo castigo, pero esta- y renueva su fortaleza de tal manera que le nacerán alas
mos zarandeados por las consecuencias de nuestras pro- como al águila.
pias faltas. Ésta es la dimensión de la historia. Pero en La dimensión que está más allá de la historia es la
el horizonte aparece la otra dimensión y nos dice que nues- dimensión divina. Y es una dimensión paradójica: los
tras luchas no son inútiles, que nuestra iniquidad está per- hombres son como la hierba, pero la palabra que Dios les
donada. dirige permanecerá para siempre. Los hombres viven bajo
Existe un tercer elemento en la dimensión de la his- la ley del pecado y del castigo, pero la dimensión divina
toria, el que une finitud y pecado: la trágica ley que con- irrumpe en ella y les aporta el perdón. Los hombres des-
trola el proceso histórico, la ley que ordena que la gran- fallecen y caen desde la altura de su bondad moral y de
deza humana acabe derrumbándose. Puesto que existe su fuerza juvenil, pero precisamente cuando han caído y
grandeza humana en la historia. Existen naciones e impe- se sienten más débiles, corren sin cansancio y se elevan
rios que son grandes y conquistadores; existen incluso na- con alas como de águila. Dios actúa más allá de todas las
ciones e imperios que manifiestan una cierta rectitud. Exis- presunciones y valoraciones humanas. Actúa de manera
ten príncipes e incluso príncipes buenos; existen jueces sorprendente, inesperada, paradójica. El carácter negativo
e incluso jueces buenos. Existen estados y constituciones e de la dimensión histórica es el carácter positivo de la di-
incluso estados y constituciones que procuran un cierto mensión divina. Lo que en la dimensión histórica es débil
grado de libertad; existen sistemas sociales e incluso algu- y desesperante, pecaminoso y trágico, es lo fuerte y vic-
nos que procuran un cierto grado de igualdad. Existen torioso en la dimensión divina.
espíritus creadores e incluso algunos que tienen el poder Unos cuantos capítulos después, habla el profeta del
40 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES 41

paradójico destino del siervo, del pueblo escogido. Descri- tórica, según las medidas del confort y la moralidad hu-
to como un varón de dolores, conocedor de la aflicción, se manas, de la democracia y la civilización. Ésa fue la res-
ve despreciado y rechazado en la dimensión humana. puesta que recibió Job de Dios cuando luchó con Él acerca
¿Quién no piensa, oyendo estas palabras, en los exiliados de la ininteligible injusticia de su destino histórico. Dios
no solamente de Israel sino de todas las naciones del mun- no se justificó a sí mismo con categorías morales, sino que
do? Pero aparece la dimensión divina. La nación exiliada, apuntó triunfalmente a la inexplorable grandeza de la
o bien el Hombre de la Cruz (como interpretaron más tar- naturaleza, que no puede ser medida según las medidas de
de los cristianos, equivocados históricamente pero acerta- la rectitud humana.
dos espiritualmente) representa otra dimensión, una di- Pero si la dimensión divina y la dimensión histórica
mensión en la que el más débil es el más fuerte, el más nada tienen que ver la una con la otra, ¿cómo puede in-
humillado el más victorioso. La dimensión histórica, hu- cumbimos de algún modo la dimensión divina? ¿Cómo
mana será sobrepujada por el siervo sufriente, el Salvador puede incumbimos la eternidad y el perdón y la ayuda
crucificado. divina, si nosotros estamos en la otra dimensión, la histó-
Si dudamos de esta paradoja, si desesperamos de nues- rica, bajo la ley de la limitación, de la debilidad y del cas-
tra condición humana, si nuestro exilio carece de esperan- tigo? ¿Cómo puede confortarnos en nuestra miseria la di-
za o de significación para nosotros, el profeta nos llenará mensión divina? ¿Cómo podemos escuchar las palabras de
de oprobio por la arrogancia de nuestro racionalismo y la los profetas que nos hablan del fin de nuestras luchas ? Hay
estrechez de nuestro moralismo. Él apunta a la creación tres respuestas a esta pregunta. La primera es que la di-
del mundo, de la humanidad, de la historia. Pregunta: mensión divina no es la dimensión histórica, y, por consi-
"¿Quién ha dirigido el espíritu de Dios, y quién fue su guiente, no debemos confundirlas. Ninguna vida es capaz
consejero y le instruyó? ¿Con quién deliberó, y quién fue de vencer la finitud, el pecado y la tragedia. Nuestra época
su maestro, y le enseñó el camino de la justicia?" Noso- se había ilusionado en la creencia de que la moderna civi-
otros siempre queremos enseñar a Dios el camino de la lización podía dominar estos tres azotes y de que podía-
justicia. Le decimos que debe castigar al malo y premiar al mos lograr una seguridad en nuestra propia existencia. El
bueno, especialmente con relación a nosotros mismos. Pero progreso pareció haber domeñado la tragedia; la dimen-
Dios no acepta ningún consejo respecto al curso de la his- sión divina pareció haberse incorporado a la dimensión de
toria, como ningún consejero le instruyó respecto a la es- la historia, del progreso. Sin embargo, durante cerca de
tructura del mundo, con toda la destrucción, crueldad y tres décadas, nuestra generación ha recibido golpe tras
fugacidad que le son naturales. La dimensión divina no golpe, destruyéndose aquella ilusión, y conduciendo al de-
puede ser juzgada según las medidas de la dimensión his- sespero y al cinismo a aquellos que quisieron y creyeron
42 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS VIVIMOS EN DOS DIMENSIONES 43

que podrían transformar la dimensión histórica en una di- y los que desfallecieron al pie de la cruz, los exiliados y per-
mensión divina. Aprendamos, por lo menos, de la catás- seguidos de todas las épocas de la historia, todos han trans-
trofe de nuestro tiempo, que ninguna vida y ninguna época formado la historia. Los que son fuertes según la historia,
son capaces de vencer la finitud, el pecado y la tragedia. caen; la fortaleza de cada uno de nosotros sólo surge de
La segunda respuesta es que existe otra dimensión a la nosotros mismos. Pero aquellos que parecen débiles según la
que nosotros, como seres humamos, pertenecemos, una di- historia, acaban modelando la historia, porque están vincu-
mensión en cuya virtud el hombre nunca se siente satisfecho lados a la dimensión eterna. No somos una generación perdi-
con lo que se le ha dado. El hombre transciende todas las da porque somos una generación que sufre, una generación
cosas de la dimensión histórica, todas las alturas y profun- destruida. Cada uno de nosotros pertenece a la dimen-
didades de su propia existencia. Pasa más allá de los lími- sión eterna, y el profeta nos habla a todos nosotros: " ¡ Con-
tes de su mundo, sin que ningún otro ser pueda hacer otro solaos, consolaos, pueblo mío!"
tanto. Participa en algo infinito, en una dimensión que no
es transitoria, ni autodestructiva, ni trágica, sino eterna,
santa y bendita. Así pues, cuando escucha la palabra pro-
fética, cuando oye hablar del Dios eterno, de la grandeza
de su poder y del misterio de sus actos, una respuesta se
alza en lo profundo de su alma: • se ha alcanzado lo infinito
que hay dentro de él. Todo hombre sabe, en alguna de las
profundidades de su alma, que eso es verdad. Y es que
nuestro mismo desespero, nuestra misma incapacidad para
huir de nosotros mismos tanto en la vida como en la muer-
te, da testimonio de nuestra propia infinitud.
La tercera respuesta es que las dos dimensiones, la his-
tórica y la eterna, aunque jamás puedan identificarse, se
hallan la una dentro de la otra. La dimensión histórica no
está separada de la dimensión eterna. Lo que hay de nuevo
en los profetas y en el cristianismo, más allá de todo paga-
nismo, antiguo y moderno, es que la dimensión eterna se re-
vela en la dimensión histórica. El siervo sufriente de Dios y
los enemigos por cuya causa sufre, el Hombre de la Cruz
LA PARADOJA
DE LAS BIENAVENTURANZAS
Y Él, poniendo los ojos en sus discípulos, dijo:
Bienaventurados los pobres, porque es vuestro el reino de
Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque se-
réis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados seréis, cuando os odien los hombres, y os
aparten de su compañía, y os increpen y arrojen vuestro
nombre como abominable, por causa del Hijo del Hombre.
Alegraos en ese día y festejadlo; pues, mirad: tendréis un
gran premio en el ciclo. Del mismo modo hacían vuestros
padres con los projetas.
Pero, ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido
vuestro consuelo.
Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados, porque
tendréis hambre.
Ay de vosotros, los que reís ahora, porque tendréis luto
y lloraréis.
Ay si hablan bien de vosotros todos los hombres, porque
eso mismo hacían sus padres con los falsos profetas.
LUCAS 6, 20-26

Los que leen y estudian el Nuevo Testamento se encuen-


tran a menudo con que no son los refinados argumentos de
Pablo o la sabiduría mística de Juan, sino las simples má-
48 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS PARADOJA DE LAS BIENAVENTURANZAS 49

ximas de Jesús, tal como nos las refieren los tres primeros pobres son los pobres de espíritu, y que los hambrientos son
evangelistas, las de más difícil interpretación. Las palabras los que padecen hambre de justicia. Dijo que los que lloran
de Jesús parecen tan claras, tan cabales y ajustadas, que es son los que se afligen por la situación del mundo. Y a ellos
difícil imaginar que alguien pueda equivocar su sentido. Pero se les promete el reino de los cielos, la visión del Espíritu
si se nos pide que lo expresemos con nuestras propias pa- de Dios, la consolación y la misericordia del reino de Dios.
labras, descubrimos entonces que entrañan diversos senti- ¿Es justa la interpretación de Mateo? ¿O quizá Mateo
dos según los diversos niveles nuestros. Nos damos cuenta y las Iglesias cristianas oficiales que le siguen han espiritua-
de que muchas palabras de Jesús que conocíamos desde lizado las bienaventuranzas ? ¿ O quizá, por el contrario, Lu-
nuestra primera infancia, nos resultan incomprensibles. Y si cas y los muchos movimientos sectarios y revolucionarios
intentamos penetrarlas, nos sentimos arrastrados de pro- que le siguen, han tergiversado las bienaventuranzas desde
fundidad en profundidad, sin que jamás seamos capaces de un punto de vista materialista? Ambas afirmaciones se han
agotarlas. No hay nada que parezca más simple, y sin em- hecho y ambas son erróneas. Si queremos hallar la verda-
bargo nada nos suscita tanta perplejidad como, por ejem- dera respuesta, hemos de ver a qué gente hablaba Jesús.
plo, el padrenuestro, las parábolas y las bienaventuranzas. Y Jesús se dirigía a dos clases de gente. La primera vivía
Hemos escuchado las cuatro bienaventuranzas y las cua- con sus corazones vueltos hacia un estado del mundo que
tro maldiciones, tal como nos las refiere Lucas. Su sentido había de venir. Apenas si se habían adaptado a las cosas,
parece inequívoco. Los pobres, los que ahora padecen ham- tal como las cosas son. Gemían bajo la condición de sus
bre, los que ahora lloran, los que se encuentran solos y ul- vidas. Muchos de ellos eran desheredados, se sentían inse-
trajados, son alabados y exaltados porque, por así decirlo, guros, estaban hambrientos, vivían oprimidos. Las bienaven-
pueden esperar precisamente lo contrario de su actual situa- turanzas no establecen ninguna distinción entre las necesida-
ción. Y los ricos, los que están saciados, los que ríen, los des espirituales y materiales, entre el saciamiento espiritual
que son populares y respetados, son dignos de lástima por- y material. Aquellos a quienes Jesús hablaba tenían necesi-
que deben esperar precisamente todo lo contrario de su dad de ambos. Ni los profetas ni Jesús espiritualizaron
vida actual. el mensaje del reino. Ni lo entendieron e interpretaron en el
Pero de inmediato surgen dos preguntas: ¿ Qué es lo sentido de que el reino tuviera que llegar como resultado de
que se promete y a quiénes se promete? ¿Cuál es el reino una revolución puramente material. El cristianismo afirma
que poseerán los pobres y quiénes son los pobres que lo han la unidad de cuerpo y alma. Las bienaventuranzas ensal-
de poseer? ¿Y quiénes son los ricos contra los cuáles se di- zan a los que serán saciados en todo su ser. Pero los otros
rigen las maldiciones, y qué les ocurrirá? hombres a quienes Jesús hablaba eran aquellos a quienes
Mateo intentó responder a estas preguntas. Dijo que los anunció las malaventuranzas. Esos hombres no habían roto
so SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS PARADOJA DE LAS BIENAVENTURANZAS 51

con la situación actual del mundo. Vivían con el corazón vidas. Vivimos en dos órdenes, y el uno es el reverso del
puesto en las cosas, tal como las cosas son. Estaban bien otro. El orden venidero siempre está viniendo, y conmocio-
instalados en sus vidas; gozaban de prestigio, de poderío y na el orden actual, lucha contra él, lo conquista y es con-
de seguridad. Jesús les amenazó espiritual y materialmente. quistado por él. El orden venidero se halla siempre al al-
Estaban atados a este eón e iban a desaparecer con él. Care- cance de la mano. Pero nadie puede decir jamás: "¡Aquí
cían de todo otro tesoro. está! ¡Helo aquí!". Nadie puede jamás asirlo. Pero se pue-
La situación del pueblo de Galilea al que Tesús hablaba, de ser asido por él. Y una vez apresado por él, se vuelve
es todavía nuestra situación. También hoy día las maldiciones uno rico, por muy pobre que sea en el orden actual. Su ri-
nos son prometidas a todos los que estamos bien situa- queza está en su participación en el orden venidero, en sus
dos, a los que vivimos respetados y seguros, y no simple- batallas, en sus victorias y derrotas. Bienaventurado de él:
mente porque tenemos una tal seguridad y respeto, sino por- puede alegrarse y saltar de gozo, incluso cuando se ve solo
que ello nos ata inevitablemente al actual eón, a las cosas y ultrajado, porque su aislamiento pertenece a este orden,
tal como son, con una fuerza casi irresistible. Y las biena- mientras que él pertenece al otro orden. Bienaventurado de
venturanzas nos son asimismo prometidas hoy día a todos él, ciertamente, mientras que los que calumnian su nombre
los que nos sentimos inseguros e impopulares, a los que son dignos de compasión. Por su miedo y su desespero, y
vivimos afligidos en cuerpo y alma. Y no nos son prometi- por el odio que le profesan, esos hombres revelan que las
das simplemente porque carecemos de tantas cosas, sino por- maldiciones que Jesús les dirigió ya son reales. Han per-
que el hecho mismo de nuestras carencias y de nuestras pe- dido el solo y único orden que tenían; se desintegran en
nas puede desviar nuestro corazón de las cosas tal como cuerpo y alma. Tal vez estemos acertados al considerar la
son, y enderezarlo hacia el eón venidero. Las bienaventu- catástrofe de nuestro mundo actual como la realización de
ranzas no glorifican a los que gimen en la pobreza y en la las maldiciones que Jesús dirigió contra un orden social de
miseria, tanto si se trata de individuos como de clases, por- riqueza y abundancia, de contento y autosuficiencia. Pero si
que son pobres. Las malaventuranzas no son prometidas a creemos esto, podemos también creer que aquellos a quie-
los que son ricos y viven seguros, tanto si se trata de indi- nes esta catástrofe acarrea pobreza y hambre, sufrimientos
viduos como de clases, porque son ricos. Si así fuera, Jesús y persecución, son precisamente aquellos en quienes se hace
no podría haber prometido a los pobres el reverso de su manifiesto el otro orden. Pueden traicionarlo, pero fueron
actual situación. Ensalza a los pobres por cuanto viven en los primeros a ser llamados. Tan sólo a través de la para-
dos mundos, el actual y el venidero. Y amenaza a los ricos doja de las bienaventuranzas podemos empezar a compren-
por cuanto viven en un solo mundo. der nuestra propia vida y la vida de nuestro mundo.
Este hecho acarrea una tremenda tensión en nuestras
LOS DOS SIERVOS DE YAVÉ
Ahora, grita el Eterno: presentad vuestra defensa...
Ahora, grita el Rey de Jacob: exhibid vuestras pruebas.
Oigamos lo que ocurrió en el pasado, que podamos ponderarlo,
o mostradme lo que va a ser, que podamos ver su resultado.
Sí, oigamos lo que está por venir, que podamos estar segu-
ros de que sois dioses;
venga, haced una cosa u otra de la que podamos maravillar-
nos viéndola!
Pero he aquí que no sois nada; ¡no podéis hacer nada en
absoluto!
Aquí está uno al que Yo he alzado desde el norte;
le he llamado por su nombre, desde el este.
Él pisoteará a los príncipes como al polvo, como el alfarero
pisa la arcilla.
Ahora bien, predijimos esto de antemano.
¿Quién lo anunció antes, para que lo podamos saludar como
verdadero?
Nadie lo predijo, nadie lo anunció, ni una sola palabra brotó
de vuestras bocas....
En cuanto a vuestros ídolos, no veo a nadie, ni un profeta
entre ellos,
que responda a mis preguntas.
Todos están vacíos como la nada; todo cuanto hacen es ab
solutamente inútil. yí^^s'&W'^''
"5fe
56 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LOS DOS SIERVOS DE YAVÉ 57

y sus imágenes de metal son todas ellas fútiles, todas ellas nuestro profeta junto a los ríos de Babilonia, sino que son
vanas. diez millones de exiliados de todo el mundo los que apasio-
ISAíAS 41, 21-26, 28-29
nadamente intentan penetrar la oscuridad de su futuro.
Y junto con ellos, una ingente multitud de otros hombres
Con las anteriores palabras el profeta describe una es- están anhelando unas palabras vigorosas e inspiradas que
cena dramática. Yavé, como juez y parte al mismo tiempo, les ilustren acerca del futuro de la humanidad.
convoca a los dioses de las naciones para una discusión Pero aquellos que tienen el poder de labrar el futuro se
celeste que han de presenciar como testigos los pueblos del contradicen fundamentalmente unos a otros. Los dirigentes
mundo. Van a discutir qué dios ha demostrado ser el ver- políticos declaran solemnemente que hoy día es casi impo-
dadero Dios. El Dios verdadero deberá ser Aquel que sea sible soportar el peso abrumador de su cargo. Los manda-
el Señor de la historia. La decisión final es que Yavé es el tarios públicos en el gobierno y el ejército sólo pueden des-
Dios de la historia y, por tanto, el dios que es realmen- cribir en términos negativos el designio por el que su pue-
te Dios. Yavé es el Dios de la historia, porque ha mos- blo muere y se sacrifica. Aquellos que tienen que hablar al
trado a través de sus profetas que comprende el sentido de pueblo del enemigo, muy pronto caen en la cuenta de que, a
la historia, y que conoce el pasado y el futuro, el principio nivel político, no les es posible aventurar ninguna promesa
y el fin de todas las cosas. Mostrando esto, demuestra que real. Sólo los profetas del desastre-sin-esperanza ofrecen la
es Él quien hace la historia y quien hizo surgir a Ciro, el evidencia de una total certeza. Pero no son ellos los pro-
destructor del poderío de la nación judía y el libertador fetas de Dios.
de sus supervivientes. Los dioses de las naciones no pue- No hemos de esperar que las tinieblas de nuestra histo-
den contestar, ya que no conocian aquel hecho, no lo pre- ria vayan a despejarse de pronto, ni gracias a nuevas con-
dijeron, y no lo llevaron a término. La discusión acaba ferencias ni por obra de una estrategia política más hábil.
sentenciando que esos dioses son todos ellos inútiles, que Nuestras tinieblas, incertidumbre y desamparo ante el fu-
sus obras son como nada, y que sus imágenes son como turo cobran cada vez una mayor profundiad. No recibimos
viento e ilusión simplemente. Sólo Yavé es Dios, ya que ninguna respuesta con respecto al futuro, porque dirigimos
es el Dios de la historia. nuestras preguntas a los que no pueden conocer el futuro, a
Pocas veces en el pasado han estado los hombres tan los dioses que no son sino vanidad, a los dioses de las na-
preocupados por la historia como hoy lo estamos nosotros. ciones, que son como nada al lado del Dios de la historia.
Nos atosiga el deseo de poseer por lo menos un atisbo del Todos los hombres tratan de arrancar un oráculo del dios
futuro, una brizna de sabiduría y profecía. Ya no es tan de su nación a través de la boca de sus sacerdotes más pode-
sólo a unos pocos miles de exiliados judíos a los que habla rosos y sabios. Y todos se salen con la suya. Todos los hom-
58 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LOS DOS SIERVOS DE YAVÉ 59

bres de todas las partes del mundo se ven inundados por los Ciro, el fundador del imperio persa, la figura de mayor re-
oráculos de los dioses de su propia nación y de los dioses lieve mundial en su época, a quien el profeta llama pastor
de las otras naciones. Todo el mundo compara sus oráculos y ungido, el hombre del designio divino; y el siervo de Yavé,
con los oráculos de los demás, y trata de determinar cuáles que representa el poder salvador del sufrimiento y de la
merecen mayor fe. Pero las tinieblas no hacen sino acrecen- muerte inocentes. El glorioso fundador del imperio tenía que
tarse. Todo el mundo habla del futuro en los términos de su ser el siervo del siervo de Yavé, tenía que liberar a los su-
propia nación. Y sin embargo, incluso la nación más podero- pervivientes de Israel, de entre los cuales surgía el siervo
sa viene a ser como nada ante el Dios de la historia. Ya que sufriente.
ninguna nación o alianza de naciones puede decir que éste Intuyo que hoy en día la única solución del problema
es el sentido, la finalidad de la historia, que ésta es la na- histórico radica en este concepto profético. Ya que existen
ción o la alianza de naciones que posee la ciencia del pasa- dos fuerzas en nuestro zarandeado mundo. Una es la fuerza
do y el poder de modelar el futuro. La asamblea entera de de los que, como el siervo sufriente de Dios, existen en
los dioses nacionales deberá caer finalmente bajo el juicio todas partes sin que nadie repare en ellos. No sabemos
de Yavé, que los condena como cosa de nada, como algo que dónde viven esos siervos, ni lo que van a hacer del futuro.
es incapaz de hacer nada en absoluto. Y si oímos tantos Pero sabemos que existen y que su sufrimiento no es en
oráculos, pero ninguna profecía, ello se debe tan sólo a que vano. Son los instrumentos ocultos del Dios de la historia.
nos negamos a volver los ojos a la fuente de toda profecía, Son los ancianos y los niños, los jóvenes y las muchachas,
al Dios de la historia. los perseguidos y los encarcelados, y todos los que se sa-
A través del dolor de Israel, Yavé se reveló como el Dios crifican por el futuro, todos los que aportan su piedrecita
que es lo1 primero y lo último, el principio y el fin de la his- al edificio del reino de Dios, cuya piedra angular es el
toria. Sólo un derrumbamiento nacional completo hizo que perfecto siervo de Dios. Y la segunda fuerza del mundo es
los supervivientes de Israel estuvieran prestos a aceptar esta la de aquellos que, como Ciro, rigen los imperios y aunan
revelación en su significación universal. Pero siempre que todas las infamias y todas las grandezas de los imperios.
la nación judía se ha servido de esta revelación como excusa También éstos son los hombres del designio divino, por-
para su orgullo nacional, y ha transformado a Yavé en un que realizan los proyectos de Dios estando al servicio de
mero dios nacional, se ha producido un nuevo desastre. Ya los siervos sufrientes de Yavé. Pero no se dan cuenta de
que Yavé como dios nacional está siempre condenado por que son instrumentos, como tampoco Ciro se daba cuenta
Yavé, el Dios de la historia. El misterio del judaismo radi- de que era el hombre del designio divino. Ignoran lo que
ca hoy día en este hecho. se seguirá de sus obras. Y si nos fijamos en ellos cuando
Nuestro profeta describe dos figuras muy importantes: intentamos columbrar el futuro, tampoco lo conoceremos;
60 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

si nos fijamos en ellos, siempre nos quedaremos a oscuras.


Pero si nos volvemos a los verdaderos siervos de Dios y al
verdadero Dios al que sirven, al Dios de la historia, enton-
ces sí que conoceremos el futuro. Podemos hallar la solución
al enigma de la historia como un todo y al enigma de nues-
tra historia particular, en la figura de Ciro que está al ser-
vicio del siervo de Yavé.

MEDITACIÓN:
EL MISTERIO DEL TIEMPO
Vamos a meditar acerca del misterio del tiempo. Agus-
tín pone de manifiesto la profundidad de este misterio
cuando dice: "Si nadie me pregunta lo que es, lo sé. Si
quiero explicarlo a quien me lo pregunta, no lo sé". Hay
algo que es inefable en el tiempo, pero ello no ha sido
óbice para que las mentes más profundamente religiosas
pensaran acerca del tiempo y hablaran de él. No es una
vana especulación que el autor de la primera parte del sal-
mo 90 compare la eternidad de Dios con la fugacidad de
la existencia humana. La melancólica experiencia de la
finitud humana le lleva a pronunciar las tremendas pala-
bras del salmo. Y tampoco es una huera curiosidad que
Agustín, en su libro más personal, las Confesiones, intente
penetrar el fondo de nuestra temporalidad. No hacemos
una afirmación abstracta, sino que expresamos más bien
un sentimiento profundamente religioso cuando decimos:
"El tiempo, como una corriente incesante, arrastra consi-
go a todos sus hijos". No es simple filosofía, sino un sen-
timiento trágico de la vida, lo que impulsa a decir a los
primeros filósofos griegos que todas las cosas deben volver
a su origen y sufrir castigo, "según el orden del tiempo".
64 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL MISTERIO DEL TIEMPO 63

Tampoco es meramente en apoyo de una teoría sistemá- mente es nuestro en la medida en que aún lo conservamos
tica que el cuarto evangelio emplea tan a menudo la frase como presente; y el futuro es nuestro tan sólo en la medida
"vida eterna" como expresión del bien supremo, siempre en que lo hacemos ya presente. Poseemos el pasado por la
presente en Cristo. Y cuando el Maestro Eckhardt insistía memoria, y el futuro por anticipación. Pero, ¿cuál es la
en el "eterno ahora" dentro del flujo del tiempo, y cuando naturaleza del presente en sí mismo? Si lo miramos con
Sóren Kierkegaard acentuaba la infinita significación de detención, hemos de decir: es un punto sin extensión, el
cada momento como el "ahora" de la decisión, expresaban punto en el que el futuro se hace pasado; cuando nos
asimismo unas vivencias religiosas. decimos a nosotros mismos: "he aquí el presente", ese mo-
El tiempo es tan inagotable como el fondo de la misma mento ya ha sido devorado por el pasado. El presente
vida. Incluso las mentes más penetrantes sólo han descu- desaparece en el mismo instante en que intentamos asirlo.
bierto uno u otro de sus aspectos. Pero todos, incluso las El presente no puede ser capturado, siempre ha huido. Pa-
mentes más sencillas, comprenden el sentido del tiempo, rece, pues, que no tengamos nada que sea real —ni el pa-
es decir, su propia temporalidad. Tal vez no sean capaces sado, ni el futuro, ni siquiera el presente. Por eso nuestra
de expresar su conocimiento del tiempo, pero nunca que- existencia tiene un carácter como de sueño, que el salmis-
dan ajenos a su misterio. Su vida, y la vida de cada uno ta señala y que los videntes religiosos han descrito de
de nosotros, está atravesada en cada momento, en cada muy distintas maneras.
experiencia y en cada expresión, .por el misterio del tiem- El tiempo, sin embargo, ni siquiera podría ofrecernos
po. El tiempo es nuestro destino. El tiempo es nuestra espe- un lugar donde permanecer, si no se hallara caracterizado
ranza. El tiempo es nuestra desesperación. Y el tiempo es por el segundo misterio, es decir, su poder para admitir a
el espejo en que contemplamos la eternidad. Permitidme la eternidad en su seno. No existe el presente en la mera
que os señale ahora tres de los muchos misterios del tiem- corriente del tiempo; pero el presente es real, como lo ates-
po : su poder para devorarlo todo dentro de su esfera; su tigua nuestra experiencia. Y es real porque la eternidad
poder para admitir a la eternidad en su seno; y su poder irrumpe en el tiempo y le confiere un presente real. Ni si-
para conducirnos hacia un último fin, hacia una nueva quiera podríamos decir "ahora", si la eternidad no elevara
creación. este momento por encima del tiempo incesante. La eterni-
La humanidad siempre ha sentido que hay algo terrible dad está siempre presente, y su presencia es la causa de
en el paso del tiempo, un enigma que no podemos resolver, que tengamos el presente de veras. Cuando el salmista con-
y cuya solución no podríamos soportar. Venimos de un templa a Dios, para quien mil años son como un día, con-
pasado que ya no existe, y vamos hacia un futuro que aún templa aquella eternidad que es lo único que le propor-
no existe; sólo es nuestro el presente. El pasado única- ciona un lugar firme donde permanecer, un "ahora" que
66 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL MISTERIO DEL TIEMPO 67

posee una realidad y una significación infinitas. Cada vez tiempo corre hacia el "futuro eterno". Éste es el mayor
que decimos "ahora", algo que es temporal y algo que es de todos los misterios del tiempo. Es el misterio del que
eterno quedan unidos. Siempre que un ser humano dice: han hablado los profetas, Cristo y los apóstoles. Lo eterno
"ahora vivo; ahora estoy realmente presente", resistiendo es la solución del enigma del tiempo. El tiempo no lleva
así a la corriente que arrastra el futuro hacia el pasado, la hacia una autorrepetición sin fin, ni a un retorno vacío a su
eternidad es. En todos esos "ahora", la eternidad es mani- principio. El tiempo no carece de sentido. Tiene una signi-
fiesta; en cada "ahora" real, la eternidad está presente. ficación latente —la salvación. Tiene un objetivo latente
Pensemos por un momento en la manera como estamos —el reino de Dios. Entraña una realidad latente —la nue-
viviendo nuestras vidas en nuestra época histórica. ¿No va creación. La infinita significación de cada momento del
hemos perdido un presente real por hallarnos siempre ten- tiempo es ésta: en el tiempo decidimos y se decide acerca
sados hacia adelante, por hallarnos siempre corriendo, en de nosotros y de nuestro futuro eterno.
nuestro infatigable activismo, hacia el futuro? Suponemos
que el futuro será mejor que cualquier presente; pero
siempre existe otro futuro más allá del futuro próximo; y
una y otra vez nos quedamos sin presente, es decir, sin
eternidad. Según el cuarto evangelio, la vida eterna es un
don actual: aquel que escucha a. Cristo, ya posee la eter-
nidad. Ya no está sujeto al paso del tiempo. Para él, el
"ahora" se ha convertido en un "ahora eterno". Pero no-
sotros vamos perdiendo el "ahora" real, el "ahora eter-
no" ; me temo que nosotros vamos perdiendo la vida
eterna, en la medida en que esta vida eterna crea el pre-
sente real.
Aún existe otro elemento en el tiempo, su tercer mis-
terio, que nos hace mirar hacia el futuro; ya que el tiem-
po no vuelve, ni se repite: siempre corre hacia adelante;
siempre es único; siempre crea lo nuevo. Lleva en su seno
un impulso hacia un fin que nos es desconocido, que nunca
alcanzamos en el tiempo mismo; que siempre es el térmi-
no de una intencionalidad, pero que siempre huye. El
ESCAPAR DE DIOS
Señor, tú me sondeas y me conoces:
tú conoces cuando me siento y cuando me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
ande o descanse, tú me contemplas,
y todas mis sendas te son familiares;
no ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa;
es sublime, y no lo abarco.
¿A dónde iré lejos de tu espíritu,
a dónde escaparé de tu presencia?
Si escalo el ciclo, allí estás tú;
si me acuesto en los infiernos, allí estás tú;
si tomo las alas de la aurora
y emigro hasta el confín del mar,
incluso allí me guiará tu mano
y agarrado me tendrá tu diestra.
Si digo: "Quisas las tinieblas me cubrirán,
también la noche será luz a mi alrededor".
Sí, las tinieblas no me ocultan de ti,
y la noche es clara como el día.
Tinieblas y lus son ambas iguales para ti.
72 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 73

Tú has creada mis entrañas, sarla. Dios es ineludible. Es Dios, sólo porque es ineludi-
y me arropaste en el seno de mi madre. ble. Y tan sólo aquello que es ineludible es Dios.
Te ensalzaré porque estoy hecho tan portentosa y tan mara-
No existe lugar alguno al que pudiéramos escapar de
villosamente;
tus obras son admirables; y mi alma conoces bien; Dios, que esté al margen de Dios. "Si escalo el cielo, allí
mi osamenta no te era desconocida, cuando fui forjado en estás tú." Por lo que se refiere a Dios, parece muy natu-
el secreto, ral que esté en el cielo y, por lo que respecta a nosotros,
y diestramente modelado en lo profundo de la tierra. muy poco natural que querramos subir al cielo para esca-
Tus ojos veían mi substancia cuando aún estaba haciéndose,
par de Él. Pero eso es precisamente lo que han intentado
y en tu libro están escritos todos mis días, que luego
irán viniendo, cuando empero no existía aún ninguno. hacer los idealistas de todas las épocas. Han intentado
¡Qué incomparables son tus designios sobre mí, oh Dios I brincar a un cielo de perfección y de verdad, de justicia y
¡qué inmensa su suma! de paz, donde no necesitaran a Dios. Este cielo es un cielo
Si los contara, serían más que los granos de arena. hecho por el hombre, sin la desazón fustigadora del Espí-
Cuando me despierto, todavía estoy contigo.
ritu divino y sin la presencia interrogadora de la divina
Sin duda matarás al malvado, ¡oh Dios!
Que se aparten de mí los hombres sanguinarios, faz. Pero semejante lugar es "un no lugar" ; es una "uto-
ya que ellos hablan pérfidamente de ti, pía", una ilusión idealista. "Si me acuesto en los infier-
y tus enemigos toman tu nombre en vano. nos, allí estás tú." Infierno o sheol, la morada de los muer-
¿No es cierto, Señor, que aborrezco a los que te aborrecen? tos, parecería ser el lugar exacto para ocultarse de Dios.
¿Y no me aflijo por causa de los que se alzan contra tit
Y es el lugar a donde intentan huir todos aquellos que
Los odio con odio perfecto,
y los tengo por enemigos míos. anhelan la muerte para escapar de los requerimientos divi-
Oh, Dios, escrútame y sondea mi corazón; nos. Estoy convencido que no hay ninguno de nosotros que
ponme a prueba y conoce mis pensamientos, alguna vez no haya deseado librarse del peso de su exis-
mira si hay en mi algún designio malvado, tencia apeándose de ella. Y sé que hay algunos de nosotros
y guíame por el camino de la eternidad.
para quienes esta ansia es una tentación diaria. Pero todo
SALMO 139 el mundo sabe en el fondo de su corazón que la muerte no
le permitiría zafarse de la íntima exigencia que hay en él.
"¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de "Si tomo las alas de la aurora y emigro hasta el confín
tu mirada?" Éstas son las palabras centrales del gran sal- del mar, incluso allí caerá sobre mi tu mano, y agarrado
mo 139. En forma de pregunta afirman la ineludible pre- me tendrá tu diestra." Volar hasta los confines de la tierra
sencia de Dios. Consideremos ahora esta afirmación y las no sería escapar de Dios. Nuestra civilización técnica trata
poderosas imágenes con las que el salmista intenta expre- precisamente de lograrlo para librarse de saber que carece
74 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 75

de su centro vital y significativo. La manera moderna de es el que jamás tuvo experiencia del Dios que es realmente
huir de Dios estriba en lanzarse siempre hacia adelante, Dios. Cuando hablo de Dios, no me refiero a los muchos
tan rápido como los rayos del sol antes del alba, para con- dioses de nuestra propia creación, a los dioses con quienes
quistar más y más espacio en todas direcciones y de todas podemos vivir con cierta tranquilidad. Ya que no hay nin-
las maneras humanamente posibles, en estar siempre en guna razón para huir de un dios que es la imagen per-
actividad, siempre forjando planes y siempre metido en fecta de todo aquello que en el hombre es bueno. ¿Por qué
preparativos. Pero la mano de Dios cae sobre nosotros; huiríamos de un ideal tan inaccesible? Y no existe tampoco
y ha caído pesada y destructoramente sobre esta evasiva ningún motivo para huir de un dios que es simplemente
civilización nuestra; nuestra huida ha demostrado ser in- el universo, o las leyes de la naturaleza, o el curso de la
útil. "Cuando pienso que la oscuridad me cubrirá, que la historia. ¿Por qué huiríamos de una realidad de la que
noche me ocultará, sé también que la oscuridad no es tinie- formamos parte? No hay motivos para huir de un dios
bla para ti y que la noche es tan luminosa como el día." que no es más que un padre benévolo, un padre que garan-
Huir a la oscuridad para olvidar a Dios no es huir de tiza nuestra inmortalidad y nuestra felicidad final. ¿Por
Dios. Por un tiempo podremos ser capaces de arrojarle de qué huiríamos de alguien que nos sirve tan bien ? No, éstas
nuestra conciencia, de rechazarle, de refutarle, de argu- no son imágenes del verdadero Dios, sino más bien del
mentar convincentemente en pro de su inexistencia, y de hombre que intenta hacer un Dios a su propia imagen y
vivir muy confortablemente sin Él. Pero sabemos en últi- para su propio consuelo. Son productos de la imaginación
ma instancia que no es a Él a quien rechazamos y olvida- y del pensamiento anhelante del hombre, que niegan con
mos, sino más bien a una imagen suya desfigurada. Y sa- razón todos los ateos honestos. Un dios al que podemos
bemos que podemos razonar contra Él, sólo porque Él nos soportar con facilidad, un dios del que no hemos de ocul-
impele a atacarlo. No es posible escapar de Dios tratando tarnos, un dios al que nunca hayamos odiado, un dios cuya
de olvidarlo. destrucción nunca hayamos deseado, esos dioses no son en
"¿A dónde podría ir lejos de tu espíritu? ¿O a dónde absoluto Dios y no tienen realidad alguna.
podría huir de tu faz?" El poeta que escribió estas pala- Friedrich Nietzsche, el famoso ateo y ardiente enemigo
bras para describir el inútil intento del hombre por escapar de la religión y del cristianismo, conocía mejor el poder de
de Dios, creyó ciertamente que el hombre desea escapar de la idea de Dios que muchos fieles cristianos. En un apólo-
Dios. Y no está solo en su convicción. Hombres de todas go simbólico, cuando Zarathustra, el profeta de una huma-
clases, profetas y reformadores, santos y ateos, creyentes nidad superior, dice al Hombre más Feo, al asesino de
y no creyentes, tienen la misma experiencia. Es exacto Dios, " T ú no has podido soportar al que te veía, al que
decir que el hombre que jamás ha intentado huir de Dios, te veía constantemente en todo tu horror... ¡Te has venga-
76 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 77

do de ese testigo!... Eres el asesino de Dios", el Hombre inexorable. Todos los psiquiatras y confesores están fami-
más Feo se muestra de acuerdo con Zarathustra y le con- liarizados con la tremenda resistencia que opone el hom-
t e s t a : "Debía m o r i r " . Ya que Dios, según el Hombre bre a cualquier revelación de sí mismo por insignificante
más Feo, mira con ojos que lo ven todo; escudriña el fon- que sea. Nadie quiere ser conocido, ni aún estando conven-
do y las profundidades del hombre, su oculta vergüenza cido de que su salud y su salvación dependen de seme-
y fealdad. El Dios que lo ve todo, incluso al hombre, es el jante conocimiento. Ni siquiera queremos conocernos no-
Dios que ha de morir. El hombre no puede soportar que sotros mismos. Intentamos ocultar las profundidades de
semejante Testigo siga viviendo. nuestra alma a nuestros propios ojos. Rehusarnos ser
¿ Somos nosotros capaces de soportar semejante Testi- nuestros propios testigos. ¿ Cómo resistiríamos, pues, el es-
go? Dice el salmista: "Señor, tú me sondeas y me cono- pejo en el que nada queda oculto?
ces". ¿Quién puede resistir que le conozcan tan cabal- ¿ Está en lo cierto el Hombre más Feo ? El Hombre
mente, incluso en los más oscuros rincones de su alma? más Feo es un símbolo de la fealdad de todos nosotros, y
¿Quién no querrá escapar de semejante Testigo? ¿ Y quién el símbolo de nuestra voluntad de ocultar por lo menos
no querrá hacerse ateo para poder negar así a Dios en algo a Dios y a nosotros mismos. El Hombre más Feo pa-
la teoría y en la práctica? " T ú conoces cuando me siento rece estar en lo cierto, si consideramos el apoyo que ha
y cuando me levanto... Ande o descanse, por Ti soy juz- recibido de los santos, teólogos y reformadores. A Martín
g a d o ; y todas mis sendas te son conocidas." Dios sabe lo Lutero le desazonaba tan profundamente como al salmista
que somos, y sabe lo que hacemos. ¿Quién no odiará a un la penetrante presencia de Dios. Afirmaba que Dios es más
compañero que está siempre presente en todos los caminos profundo, más íntimo y más presente en cada criatura que
y en todos los lugares de reposo ? ¿ Quién no querrá romper la misma criatura, y que Dios abarca todas las cosas, está
las cadenas de esa perpetua compañía? " D e lejos penetras dentro de todas ellas. Pero esta tan íntima presencia de
mis pensamientos... No ha llegado la palabra a mi len- Dios creaba en Lutero el mismo sentimiento que en Nietz-
gua, y ya, Señor, te la sabes toda." La presencia divina sche. Deseaba que Dios no fuera Dios. " Y o no amaba a
es espiritual. Penetra hasta las partes más íntimas de nues- Dios. Odiaba al Dios justo... y estaba indignado contra
tro propio espíritu. Toda nuestra vida interior, nuestros Él, si no oponiéndole una rebeldía perversa, por lo menos
pensamientos y deseos, nuestros sentimientos e imagina- sí una blasfemia silenciosa." Siguiendo a san Bernardo, el
ciones, los conoce Dios. El último camino para la huida, gran maestro en la indagación de las propias vivencias reli-
el más secreto de todos los lugares, está en la mano de giosas, proseguía: " N o podemos amar a Dios y por eso no
Dios. De todos los hechos, éste es el más difícil de acep- podemos desear que exista. No podemos querer que sea el
tar. Nos es terriblemente difícil resistir esa observación más sabio... y el más poderoso". Lutero se horrorizó al
78 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 79

reconocer en los hondones de sí mismo este odio a Dios. rebro sobrehumano. Conceptos tales como "omnipresencia
No era capaz de escapar tan ladinamente como sus maes- divina" y "omnisciencia divina" transforman una abruma-
tros en teología, los cuales le recomendaban que no pensa- dora experiencia religiosa en una afirmación abstracta y
se constantemente en la escrutadora presencia de Dios, filosófica, que podemos aceptar y rechazar, definir, volver
evitando así la blasfemia de odiar a Dios. Lutero sabía a definir y sustituir. Al convertir a Dios en un objeto
con el salmista que no hay huida posible. "Me estrechas como los demás objetos, cuya existencia y naturaleza son
por delante y por detrás, por todos lados, y me cubres con siempre discutibles, la teología favorece la huida hacia el
tu palma." Dios está a uno y otro lado de nosotros, por ateísmo y alienta a los que tienen interés en negar al ame-
delante y por detrás nuestro. Fuera de Él, no existe esca- nazador Testigo de su existencia. El primer paso hacia el
patoria posible. ateísmo siempre es una teología que rebaja a Dios al nivel
El hombre piadoso del Antiguo Testamento, el santo de las cosas dudosas. El juego del ateo resulta entonces
místico de la Edad Media, el reformador de la Iglesia cris- muy fácil, ya que se halla plenamente justificado cuando
tiana y el profeta del ateísmo, todos están unidos en esa destruye semejante fantasma con todas sus cualidades es-
terrible experiencia humana: el hombre no puede sopor- pectrales. Y porque el ateo teórico tiene razón en su des-
tar al Dios que es realmente Dios. Si el hombre intenta trucción, los ateos prácticos (es decir, todos nosotros) esta-
escapar de Dios, y si le odia, es porque no puede escapar mos siempre dispuestos a utilizar sus argumentos en apoyo
de Él. La protesta contra Dios, el deseo de que no exista de nuestras propias tentativas por huir de Dios.
ningún Dios, y la huida hacia el ateísmo son, todos ellos, Olvidemos, pues, estos conceptos en tanto que concep-
elementos genuinos de la religión profunda. Y únicamente tos, e intentemos hallar en nuestra propia experiencia su
sobre la base de estos elementos cobra sentido y fuerza la genuina significación. Todos sabemos que no podemos sepa-
religión. rarnos en ningún momento del mundo al que pertenece-
La teología cristiana y la enseñanza religiosa nos ha- mos. No existe ningún refugio último, ni ningún aisla-
blan de la omnipresencia divina, que es la doctrina según miento final. Siempre estamos sostenidos y contenidos por
la cual Dios está en todas partes, y de la omnisciencia di- algo que es mayor que nosotros, que reclama sus derechos
vina, que es la doctrina según la cual Dios lo sabe todo. sobre nosotros y que exige nuestra respuesta. Incluso los
Es difícil evitar tales conceptos en el pensamiento y en la movimientos más íntimos de las profundidades de nuestra
educación religiosa. Pero resultan ser por lo menos tan pe- alma no son completamente nuestros. Ya que pertenecen
ligrosos como útiles. Nos dan una imagen de Dios como asimismo a nuestros amigos, a la humanidad, al universo
de algo provisto de cualidades sobrehumanas, omnipresen- y al Fondo de todo ser, meta a la que tiende nuestra vida.
te como un campo magnético, y omnisciente como un ce- De modo último, nada puede quedar oculto, puesto que
80 .S7: CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 81

siempre se halla reflejado en el espejo al que nada puede asesino de Dios encuentra a Dios en el hombre. No ha
escapársele. ¿ Realmente cree alguien que sus pensamientos logrado, pues, matar a Dios del todo. Dios retorna en Za-
y sus deseos más secretos no se manifiestan en la totalidad rathustra, y en la nueva época histórica que Zarathustra
del ser ? ¿ O que las incidencias que acaecen en la oscuridad anuncia. Dios siempre revive en algo o en alguien; no
de su subconsciente o en el aislamiento de su consciente no puede ser asesinado. El apólogo de todos los ateísmos es
suscitan unas repercusiones eternas ? ¿ Realmente cree al- siempre el mismo.
guien en la posibilidad de sustraerse a la responsabilidad El salmista ofrece otra solución. " T e ensalzo por la por-
por todo lo que ha hecho y pensado en secreto? Omnis- tentosa maravilla de mi nacimiento; tus obras son admira-
ciencia significa que nuestro misterio es manifiesto. Om- bles. Ya que T ú diste forma a mi ser y me forjaste del
nipresencia quiere decir que nuestra intimidad es pública. todo en el seno de mi madre. Ninguno de mis huesos te
El centro de todo nuestro ser se halla involucrado en el era oculto cuando fui hecho en el secreto y moldeado en lo
centro de todos los seres; y el centro de todos los seres se profundo de la tierra". Usando la antigua idea mitológica
sitúa en el centro de nuestro ser. No creo que ningún de que los hombres se forman en el abismo bajo tierra, el
hombre sensato pueda negar esta experiencia, cualquiera salmista se refiere al misterio de la creación, no a la crea-
que sea su modo de expresarla. Y si ha conocido esta ción en general, sino a la creación de su propio ser. El
experiencia, dentro de sí mismo ha encontrado también Dios del que no puede huir es el Fondo de su ser. Y este
algo que le incita a desear eludir sus consecuencias. Ya que ser —naturaleza, alma y cuerpo suyos—- es una obra de
el hombre nunca se identifica con su propia experiencia; infinita, terrible y maravillosa sabiduría. En este pasaje,
intenta olvidarla; aunque sabe asimismo que no puede la admiración por la sabiduría divina supera el horror que
olvidarla. le inspira la Presencia divina. Y así nos muestra la pre-
¿ H a y algún modo de relajar esa tensión? ¿ E s posible sencia amistosa de una sabiduría infinitamente creadora.
superar el odio a Dios y el deseo de que Dios no exista, E s t a es la actitud que por lo general se evidencia a lo largo
de que no exista tampoco el hombre? ¿ H a y algún camino de todo el Antiguo Testamento. U n destacado científico,
para triunfar de nuestra vergüenza ante el Testigo perpe- con quien hablaba una vez sobre el deseo de morir que
tuo y del desespero que nos suscita el peso de nuestra ine- existe en toda vida, me mostró esta misma actitud al repli-
ludible responsabilidad? Nietzsche ofrece una solución que c a r m e : " N o olvidemos que la vida también es nuestra ami-
muestra la absoluta imposibilidad del ateísmo. El Hombre g a " . H a y una gracia en la vida. Sin ella, no podríamos
más Feo, el asesino de Dios, se somete a Zarathustra, vivir. Los ojos del Testigo que no podemos soportar, son
porque Zarathustra le ha reconocido y ha sabido atis- asimismo los ojos de Alguien que nos sostiene con infinita
bar su profunda intimidad con una penetración divina. El sabiduría y bondad. El centro del ser, en el que se halla
82 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 83

implicado nuestro propio centro, es la fuente de la benigna Pero de repente, en el cénit de su meditación, el sal-
belleza que para nosotros mana incesantemente de las es- mista se aparta de Dios. Recuerda que existe un elemento
trellas y de las montañas, de las flores y de los animales, tenebroso en el cuadro de su vida: la hostilidad contra
de los niños y de las personalidades sazonadas. Dios, la perversidad y los hechos sanguinarios. Y en cuan-
Pero hay algo más en la solución del salmista. No se to repara que este elemento perturba su cuadro, pide a
limita a considerar el Fondo creador de su ser: también Dios que lo extirpe. Preso de repentina ira, grita: "Sin
contempla el destino creador de su vida. "Tus ojos vieron duda matarás al malvado, ¡ oh Dios!, y harás que los hom-
la suma total de mis días, y en tu libro están todos ellos bres sanguinarios se alejen de mí. ¡ Sus pensamientos te
escritos. Fueron contados antes de que comenzaran a exis- afrentan y mezclan tu nombre en sus crímenes! ¿ No he de
tir." El salmista se sirve de otro antiguo símbolo mítico, aborrecer a los que te aborrecen, Señor ? ¿ No he de des-
es decir, la inscripción de los acontecimientos terrestres en preciar a los que se alzan contra ti? Los odio con odio de
un libro celestial. Así expresa poéticamente lo que hoy día muerte y los tengo por enemigos míos". Estas palabras
llamamos la creencia en el sentido último de nuestra vida. perturbarán a quienes piensen que la meditación y la ele-
Nuestros días están escritos y contados: no son, pues, vación religiosa pueden resolver el problema de la vida.
meros accidentes. Aquel que ve nuestra más radical inti- La actitud que reflejan es totalmente distinta de la que
midad, contempla asimismo el conjunto de toda nuestra entrañaban las palabras anteriores. La alabanza se ha tro-
vida. Pertenecemos a ese conjunto, en el que tenemos asig- cado en execración. Y el temblor del corazón ante el Dios
nado un lugar de la mayor importancia. Tanto individual que todo lo ve, hase cambiado en cólera contra los hom-
como colectivamente, tenemos un destino último. Y cuando bres. Esta ira hace que el salmista se sienta igual a Dios,
somos conscientes de este destino último, tanto si nos pare- el Dios del que quería huir hacia la oscuridad y la muerte.
ce grandioso como insignificante, tenemos una cierta cons- Dios tiene que aborrecer a aquellos a quienes él aborrece,
ciencia de Dios, el Fondo y centro de todo sentido. Pode- y los enemigos de Dios tienen que ser sus enemigos. Hace
mos unirnos al grito de admiración del salmista: "¡Qué un momento que el salmista ha hablado precisamente de la
incomparables son tus designios sobre mí, oh Dios! ¡Qué infinita distancia entre su pensamiento y los pensamientos
inmensa su suma! ¡ Si los contara, serían tan innumerables de Dios; pero ahora se ha olvidado. Y aparece el fanatis-
como las arenas del mar; y si intentara agotarlos, mi vida mo religioso, el fanatismo que ha inflamado la arrogancia
se alargaría como la tuya!" Así el salmista sobrepuja el de las Iglesias, la crueldad de los moralistas, y la inflexibi-
horror del espejo donde se reflejan todas las cosas, y el del lidad de la ortodoxia. El pecado de religión aparece en uno
Testigo que está siempre despierto, reconociendo el infinito de los más grandes salmos. Es el pecado que ha falseado la
misterio, el Fondo y el sentido de la vida. historia de la Iglesia y la visión del cristianismo, y que ni
84 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESCAPAR DE DIOS 85

siquiera Pablo y Juan evitaron por completo. Claro está nuestra visión más elevada. Esta tensión infinita es la at-
que nosotros, con una experiencia religiosa menguada y mósfera en la que vive la religión. En esta tensión Lutero
un débil sentimiento de Dios, no hemos de juzgar con ex- venció su odio a Dios cuando descubrió en Cristo crucifi-
cesiva acritud a aquellos que quemaron sus vidas en el fuego cado el símbolo perfecto de nuestra humana condición.
de la divina presencia y lo difundieron luego ardiente- Y en esta tensión vive asimismo el hombre moderno, aun
mente por el mundo entero. Sin embargo, el pecado de re- cuando haya podido perder el camino de la religión tradi-
ligión es real, y contradice el espíritu de Aquel que una y cional. Quizá el ser humano será juzgado en última ins-
otra vez prohibió a sus discípulos que odiaran a Sus ene- tancia por el hecho de si ha logrado alcanzar o no esta
migos como si fueran enemigos de Dios. tensión y si ha logrado soportarla. Soportarla es, empero,
Con todo, un nuevo cambio de pensamiento y senti- lo más horrible y difícil del mundo, pero es asimismo el
mientos hace que el salmista vuelva de repente al princi- único camino por el que podemos alcanzar el sentido, el
pio de su poema. Ahora siente muy obviamente que algún gozo y la libertad últimos de nuestra vida. Todos estamos
error debe haberse deslizado en lo que acaba de decir. No llamados a sufrirla. ¡ Ojalá tengamos todos la fuerza y el
acierta a saber cuál es el error, pero está seguro de que coraje de asumir esa vocación! Porque es cierto que, como
Dios lo sabe. Y entonces concluye con una de las más gran- hombres, todos estamos llamados a asumirla.
des plegarias de todos los tiempos: "Oh Dios, escrútame
y sondea mi corazón. Ponme a prueba y conoce mis pensa-
mientos. Mira si hay en mí algún designio malvado, y guía-
me por el camino de la perfección". En este momento el
salmista pide a Dios que haga lo que, según las primeras
palabras del salmo, Dios ya hace implacablemente. El sal-
mista ha superado el titubeo entre su deseo de huir de
Dios y su deseo de ser igual a Dios. Ha descubierto que la
última solución descansa en el hecho de que la presencia
del Testigo, la presencia del centro de toda vida en el cen-
tro de su vida, implica a la vez un ataque radical a su exis-
tencia y al sentido último de su existencia. Dios nos conoce
en una profundidad de oscuridades a través de las cuales
nosotros ni siquiera nos atrevemos a mirar, y al mismo
tiempo nos ve en una plenitud de altura que sobrepasa
LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA
Pues a nosotros, nos lo reveló Dios por el Espíritu. El
Espíritu lo sondea todo, aun las cosas profundas de Dios.
1 COR. 2, 10

Desde las profundidades a ti grito, Señor.


SALMO 130, 1

De las palabras de la carta de Pablo a los corintios,


fijémonos en este solo versículo: "El espíritu lo sondea
todo, aun las cosas profundas de Dios". Y a partir de este
versículo, hagamos de una palabra —la palabra "profun-
do"'— el tema de nuestra meditación.
Y también del salmo 130 vamos a fijarnos en este solo
versículo: "Desde las profundidades a ti grito, Señor", y
a hacer asimismo de una sola palabra —la palabra "pro-
fundidad"— el tema de nuestra meditación.
Las palabras "profundo" y "profundidad" se usan en
nuestra vida cotidiana, en poesía y en filosofía, en la Biblia
y en muchos otros escritos religiosos, para indicar una
actitud espiritual, aunque esas palabras provengan de una
experiencia espacial. La profundidad es una dimensión del
espacio, pero a la vez es el símbolo de una cualidad es-
piritual. La mayoría de nuestros símbolos religiosos tienen
90 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 91

este carácter, y así nos recuerdan nuestra finitud y nues- cen ser, quedamos defraudados. Nuestras esperanzas que-
tra servidumbre de las cosas visibles. En todo momento dan frustradas. Y entonces procuramos penetrar por deba-
seguimos siendo seres sensibles, incluso cuando nos ocu- jo de las apariencias a fin de saber lo que las cosas real-
pamos de cosas espirituales. Por otra parte, entraña una mente son. ¿Por qué los hombres andan siempre en busca
gran sabiduría nuestro lenguaje, puesto que en él toman de la verdad? ¿Acaso porque se han sentido defraudados
cuerpo innumerables experiencias del pasado. No se debe por las superficies y ahora saben que la verdad que no en-
únicamente al azar el que usemos ciertos símbolos visibles gaña mora en la profundidad, muy por debajo de la super-
y no otros. Por eso resulta útil, a menudo, hallar las razo- ficie? Así los hombres han ido ahondando hasta alcanzar
nes por las que la mente colectiva de las antiguas genera- niveles cada vez más profundos, y lo que un día parecía
ciones los eligió. Puede ser, pues, muy conveniente, en verdad, se nos presentaba luego como superficial. Cuando
pro de su significación última, que consideremos todo cuan- conocemos a una persona, nos produce cierta impresión.
to implica el uso de unos términos como "profundo", "pro- Pero, si actuamos en consecuencia, muy a menudo nos
fundidad" y "hondura" para la expresión de nuestra vida defrauda luego su verdadera conducta. Penetramos hasta
espiritual. Quizá hallemos así el impulso que nos lleve a un nivel más profundo de su carácter, y mientras tanto
ahondar en nuestra profundidad personal. nuestro desconcierto es menor. Pero pronto vuelve a hacer
"Profundo", en su uso espiritual, tiene dos sentidos: o algo distinto de todo cuanto esperábamos, y entonces cae-
significa lo opuesto a "superficial", o indica lo contrario mos en la cuenta de que aún era superficial lo que sabíamos
de "alto". La verdad es profunda y no superficial; el sufri- de aquel hombre. Y de nuevo ahondamos entonces más
miento es profundidad y no altura. Ambas, la luz de la profundamente en su verdadero ser.
verdad y la oscuridad del sufrimiento, son profundas. Exis- La ciencia ha ido avanzando por este camino. La ciencia
te una profundidad en Dios, y existe otra profundidad des- desconfía de las creencias que a todo el mundo parecen ver-
de la cual el salmista clama a Dios. ¿Por qué es profunda daderas, tanto al profano como al entendido. Entonces viene
la verdad? ¿Y por qué es profundo el sufrimiento? ¿Y por el genio y pone en tela de juicio el fundamento de tales
qué usamos el mismo símbolo espacial para ambas expe- creencias comúnmente aceptadas; si demuestra que no
riencias ? Estos interrogantes van a guiar ahora nuestra me- eran verdaderas, un violento terremoto sacude a la ciencia,
ditación. aunque no afecte, empero, a lo que es profundo. Tales te-
Todas las cosas visibles tienen una superficie. La su- rremotos se produjeron cuando Copérnico preguntó si las
perficie es lo primero que vemos en las cosas. Al contem- impresiones de nuestros sentidos podían fundamentar la
plarla, conocemos lo que las cosas parecen ser. Pero si astronomía, y cuando Einstein dudó de la existencia de un
actuamos según aquello que las cosas y las personas pare- punto absoluto desde el cual el observador pudiera ver el
92 LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 93
SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

movimiento de las cosas. Y también cuando Marx puso en Consideremos al estudiante que conoce el contenido de los
duda la existencia de una historia intelectual y moral inde- cien libros más importantes de la historia mundial, pero
pendiente de sus fundamentos económicos y sociales. La cuya vida espiritual sigue siendo tan superficial como siem-
conmoción alcanzó su mayor grado de eruptividad cuando pre, o incluso todavía más. Y consideremos después al
los primeros filósofos se interrogaron sobre aquello que obrero inculto que día tras día realiza su trabajo mecánico,
tácitamente se había dado por supuesto desde tiempos in- pero que de repente se pregunta a sí mismo: "¿Qué sig-
memoriales : el ser mismo. Y se alcanzó una ya insuperable nifica el que yo haga este trabajo? ¿Qué significa en mi
profundidad de pensamiento cuando se cayó en la cuenta vida? ¿Cuál es el sentido de mi vida?" Al hacerse estas
de que esta pasmosa realidad, subyacente a todos los he- preguntas, ese hombre echa a andar por el camino que
chos, es alguna cosa y no la nada. lleva a las profundidades, mientras que el otro, el estudian-
A la luz de esas grandes y audaces etapas hacia las te de historia, vive en la superficie entre cuerpos petri-
profundidades de nuestro mundo es como debemos mirar- ficados, que algún terremoto espiritual del pasado extrajo
nos a nosotros mismos y a las opiniones que aceptamos de las profundidades. El sencillo obrero puede asir la ver-
por buenas. Veríamos entonces cuantos prejuicios nos ato- dad, aunque no esté en condiciones de dar una respuesta a
sigan, debidos a nuestras preferencias individuales y al sus propias preguntas; el científico culto puede no poseer
ambiente social que nos rodea. Nos abrumaría saber la ninguna verdad, aúneme conozca todas las verdades del
menguada porción de nuestro mundo espiritual que es más pasado.
profunda que la mera superficie, y su escasa capacidad La profundidad del pensamiento es sólo una parte de
para resistir una conmoción seria. Ocurre algo terrible- la profundidad de la vida. La mayor parte de ella sigue
mente trágico en todos los períodos de la vida espiritual moviéndose en la superficie. Estamos esclavizados por la
del hombre: las verdades, antes profundas y poderosas, rutina de nuestra vida cotidiana, en el trabajo y en el pla-
que los mayores genios descubrieron a través de hondos cer, en los negocios y en las distracciones. Estamos domi-
sufrimientos y de increíbles esfuerzos, se vuelven super- nados por innumerables azares, tanto buenos como malos.
ficiales y vacuas cuando las usamos en las discusiones dia- Somos arrastrados por la corriente, en lugar de ser noso-
rias. ¿Cómo es posible que ocurra y cómo de hecho ocurre tros los que arrastramos. No nos paramos a contemplar la
semejante tragedia? Pues, puede ocurrir e inevitablemente altura que hay sobre nosotros o la profundidad que se abre
ocurre, porque no puede existir ninguna profundidad sin bajo nuestros pies. Siempre vamos corriendo hacia adelan-
el camino que a ella lleva. Una verdad, sin el camino que a te, aunque normalmente en un circulo, que finalmente nos
ella conduce, está muerta. Si aún seguimos usándola, úni- devuelve al lugar del que antes salimos. Estamos en con-
camente contribuye a reforzar la superficie de las cosas. tinuo movimiento y nunca nos detenemos para sumergir-
ty

94 SE CONMUEVEM LOS CIMIENTOS LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 95

nos en la profundidad. Charlamos sin cesar, pero jamás es- Hoy día se ha hecho famoso un nuevo método de ahon-
cuchamos las voces que hablan a nuestra profundidad y damiento, la llamada "psicología de la profundidad". Este
que surgen de nuestra profundidad. Nos aceptamos tal método, desde la superficie de nuestro autoconocimiento,
como nos parece que somos, y no nos preocupamos de lo nos conduce a niveles donde se conservan estructuras cuyo
que realmente somos. Como conductores alocados, injuria- rastro ha desaparecido de la conciencia. Nos revela unos
mos a nuestra alma por la velocidad con la que nos mo- rasgos de carácter que contradicen todo cuanto creíamos
vemos sobre la superficie; y luego salimos corriendo, de- saber de nosotros mismos. Puede ayudarnos a encontrar
jándola ensangrentada y sola. Así malogramos nuestra el camino hacia nuestra profundidad, pero le es imposi-
profundidad y nuestra vida verdadera. Y sólo cuando la ble descubrir el último de todos, porque carece del poder
imagen que tenemos de nosotros mismos se quiebra del todo, de guiarnos hacia el fondo más profundo de nuestro ser
sólo cuando nos descubrimos actuando contra todo aquello y de todos los seres, la profundidad de la vida misma.
que esta imagen nos permitía esperar, y sólo cuando un El nombre de esta profundidad infinita e inagotable y
terremoto sacude y destroza la superficie de nuestro propio el fondo de todo ser es Dios. Esta profundidad es lo que
conocimiento, sólo entonces, estamos prestos a descender a significa la palabra Dios. Y si esta palabra carece de sufi-
un nivel más profundo de nuestro ser. ciente significación para vosotros, traducidla y hablad en-
La sabiduría de todas las épocas y de todos los conti- tonces de las profundidades de vuestra vida, de la fuente
nentes nos habla de la ruta que conduce a nuestra profundi- de vuestro ser, de vuestro interés último, de lo que os to-
dad. Ha sido descrita de innumerables y distintas maneras. máis seriamente, sin reserva alguna. Para lograrlo, quizá
Pero todos aquellos que la han emprendido —místicos tendréis que olvidar todo lo que de tradicional hayáis
y sacerdotes, poetas y filósofos, gente sencilla y perso- aprendido acerca de Dios, quizás incluso esta misma pala-
nas cultas— por la confesión, la introspección solitaria, las bra. Pero si sabéis que Dios significa profundidad, ya sa-
catástrofes interiores o exteriores, la oración, o la contem- béis mucho acerca de Él. Entonces ya no podréis llamaros
plación, han dado testimonio de la misma experiencia. To- ateos o incrédulos. Porque ya no os será posible pensar o
dos han descubierto que no eran lo que creían ser, incluso decir: la vida carece de profundidad, la vida es superficial,
después de alcanzar un nivel más profundo por debajo de el ser mismo no es sino superficie. Si pudierais decir esto
la evanescente superficie. Ya que este nivel más profundo con absoluta seriedad, seríais ateos; no siendo así, no lo
se convertía en superficial en cuanto descubrían otro nivel sois. Quien sabe algo acerca de la profundidad, sabe algo
de mayor profundidad aún, y esto sucedía repetidamente acerca de Dios.
en el curso de su auténtica vida a medida que seguían Hemos considerado la profundidad del mundo y la
avanzando por el camino que les llevaba a su profundidad. profundidad de nuestra alma. Pero sólo estamos en el mun-
96 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 97

do porque pertenecemos a una comunidad de hombres. mientas e instrumentos para la vida de la humanidad; pero
Sólo podemos descubrir nuestra alma en el espejo de aque- en las profundidades de la vida social se han convertido
llos que nos miran. Ninguna profundidad de vida existe en herramientas e instrumentos para la destrucción del
sin la profundidad de la vida común. Y ocurre que vivi- mismo hombre. Unas décadas atrás, hubo mentes profé-
mos tanto en la superficie de la historia como en la de ticas que bucearon en las profundidades. Los pintores ex-
nuestras vidas individuales. También entendemos nuestra presaron su temor por la catástrofe venidera dislocando en
existencia histórica según sus apariencias, y no tal como sus pinturas la superficie del hombre y de la naturaleza.
realmente es. La corriente de las noticias diarias, las olea- Los poetas usaron palabras ofensivas y ritmos extraños
das de la propaganda cotidiana y la marea de las conven- con objeto de iluminar el contraste entre lo que parecía ser
ciones y del sensacionalismo, ocupa por completo nuestra y lo que realmente era. Además de la psicología de la pro-
mente. La algarabía de estas aguas superficiales nos impi- fundidad, se ha suscitado una sociología de la profundidad.
de oír las voces que surgen de la profundidad, las voces de Pero sólo ahora, en la década en que el terremoto social
lo que realmente acontece en el fondo de nuestra estructura más horrible de todos los tiempos ha sacudido a la huma-
social, en los corazones anhelantes de las masas, y en las nidad entera, es cuando los ojos de las naciones se han
esforzadas mentes de aquellos que son sensibles a los cam- abierto a la profundidad que hay bajo ellas y a la verdad
bios históricos. Nuestros oídos están tan sordos a los gritos que concierne a su existencia histórica. Con todo, aún hay
que brotan de la profundidad social como a los que brotan de gente, incluso en las más altas esferas, que apartan sus
la profundidad de nuestra alma. Dejamos a las sangrantes ojos de esta profundidad y desean volver a la superficie
víctimas de nuestro sistema social tan solas, tras haberlas rota como si nada hubiese ocurrido. Pero los que sabemos
herido sin oír sus gritos en el estruendo de la vida coti- la profundidad de lo que ha ocurrido, no podemos darnos
diana, como abandonamos a nuestra propia alma ensan- por satisfechos descansando en el nivel que hemos alcan-
grentada. Antaño creíamos que estábamos viviendo en zado. Nos sentiríamos desesperados y nos aborreceríamos.
una época de inexorable progreso hacia una humanidad Nos es forzoso sumergirnos aún más profundamente en el
mejor; pero en las profundidades de nuestra estructura so- fondo de nuestra vida histórica, en la última profundidad
cial las fuerzas de destrucción hacían acopio de la más de la historia.
terrible energía. Antaño nos parecía que la razón humana El nombre de este fondo infinito e inagotable de la his-
había conquistado la naturaleza y la historia; pero era úni- toria es Dios. Tal es el significado de esta palabra y aque-
camente superficie: en las profundidades de nuestra comu- llo a lo que tienden las expresiones reino de Dios y divina
nidad la rebelión contra esa corteza había ya empezado. providencia. Y si estas palabras no tienen demasiado sen-
Cada vez hemos producido mejores y más perfectas herra- tido para vosotros, traducidlas y hablad de la profundidad
98 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 99

de la historia, del fondo y la finalidad de nuestra vida siado intensa la congoja de sondear la propia profundidad
social, y de lo que os tomáis en serio, sin la menor reser- personal, para la mayoría de la gente. Preferimos retornar
va, en vuestras actividades morales y políticas. Quizá da- a la superficie conmocionada y devastada en la que antes
ríais el nombre de esperanza, simplemente esperanza, a vivíamos y pensábamos. Y lo mismo podría decirse de los
esta profundidad. Puesto que si encontráis esperanza en el grupos sociales que se forjan toda suerte de ideologías y
fondo de la historia, es que andáis emparejados con los racionalizaciones con el único objeto de oponer resistencia
grandes profetas que eran capaces de sondear con la mira- a quienes tratan de conducirlos al camino que lleva a las
da la profundidad de su tiempo, que intentaron rehuirla profundidades de su existencia social. Prefieren taponar
porque no podían soportar el horror de sus visiones, pero las brechas de su superficie con pequeños remedios, en
que no obstante tuvieron el coraje de escrutar hasta un lugar de zahondar hacia el fondo. Los profetas de todos
nivel todavía más profundo y de descubrir allí la esperan- los tiempos podrían hablarnos de esa feroz resistencia que
za. Esta esperanza no les causaba el menor sonrojo. Y tam- provoca su osadía a descubrir las profundidades del juicio
poco hemos de sonrojarnos nosotros por nuestra esperan- y de la esperanza social. Y también podrían hacerlo los
za, si no la encontramos en la superficie, donde los necios que realmente pueden resistir la última profundidad, el fue-
se consagran a vanas esperas, sino que vamos a descu- go que arde en el fondo de todos los seres, sin que tengan
brirla en aquella profundidad en la que los hombres de que decir con el profeta, "¡Ay de mí! Porque estoy perdi-
corazón tembloroso y contrito reciben la fuerza de una do. ¡Mis ojos han visto al Señor de los ejércitos!".
esperanza que es verdad. Nuestro intento de evitar la ruta que conduce a seme-
Estas últimas palabras nos conducirán al otro sentido jante profundidad de sufrimiento y los pretextos que invo-
que tienen las palabras "profundo" y "profundidad" tanto camos para rehuirlo, son naturales. Uno de los métodos
en el lenguaje profano como en el religioso: a la profun- de que nos servimos, por cierto muy superficial, consiste
didad del sufrimiento, que es la puerta, la única puerta, en afirmar que las cosas profundas son cosas sofisticadas,
por la que se accede a la profundidad de la verdad. Esto ininteligibles para una mentalidad no cultivada. Pero la
es algo obvio. Resulta confortable vivir en la superficie marca de profundidad real es su simplicidad. Si por ven-
mientras la superficie permanezca serena. Y entraña una tura dijerais: "Esto es demasiado profundo para mí; no
honda congoja romper violentamente con ella y descender puedo comprenderlo", os engañaríais a vosotros mismos.
a un fondo desconocido. La suma tremenda de resistencias Porque deberíais saber que no existe nada realmente im-
que todo ser humano opone a semejante decisión y la mul- portante que sea demasiado profundo para nadie. No nos
titud de pretextos que inventa para rehuir el camino hacia apartamos de la verdad porque es demasiado profunda
la profundidad, son harto naturales. Puesto que es dema- sino porque es demasiado inconfortable. No confundamos
100 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 101

las cosas sofisticadas con las cosas profundas de la vida. todos los tiempos, y de los grandes creadores en todos
En lo que para nosotros es de un interés último, las cosas los ámbitos, reconoceremos la verdad de este mito. Todos los
sofisticadas no nos atañen y, por ende, carece de impor- hombres tienen que enfrentarse con las cosas profundas de
tancia el que las entendamos o no. Pero las cosas profundas la vida. Y que esto entrañe peligro no es ninguna excusa.
deben interesarnos siempre, porque es de una importancia Hemos de dominar el peligro gracias al conocimiento de
infinita el hecho de que hayamos o no hayamos sido cap- la palabra liberadora. El pueblo alemán y gran número de
tados por ellas. personas de todas las demás naciones no conocieron esa
Existe un hecho más serio acerca del camino que lleva palabra, y por consiguiente, al malograr la profundidad
a las profundidades, y aquellos que quieren rehuirlas pue- última y salvadora, fueron capturados por las fuerzas del
den aducirlo como excusa. En lenguaje religioso se usa a mal que radican asimismo en las profundidades.
menudo la palabra profundidad para expresar el lugar No hay excusa alguna que nos autorice a eludir la profun-
donde residen las fuerzas del mal, los poderes demoníacos, didad de la verdad, y el único camino que a ella conduce
la muerte y el infierno. ¿Acaso el camino a la profundidad pasa a través de la profundidad del sufrimiento. Tanto
no es un camino que lleva al reino controlado por estas si el sufrimiento nos viene de fuera y nosotros lo asu-
fuerzas? ¿Acaso no se dan elementos destructores y mor- mimos en tanto que ruta hacia la profundidad, como si lo
bosos en el anhelo de las profundidades? Cuando un ame- escogemos voluntariamente en tanto que camino único ha-
ricano amigo mío expresaba a - un grupo de refugiados cia las cosas profundas; tanto si es el camino de la humil-
alemanes la admiración que sentía por la profundidad alema- dad, como el de la revolución; tanto si la Cruz es interior,
na, nosotros nos preguntamos si podíamos aceptar aquella como si es exterior; este camino corre en dirección opuesta
alabanza. ¿Por ventura esa profundidad no es el suelo del a la que seguía nuestra vida y pensamientos anteriores.
que han brotado las fuerzas más demoníacas de la historia Es por eso que Isaías ensalza a Israel, el siervo de Dios,
moderna? ¿Y acaso no es una profundidad morbosa y des- en las profundidades de sus sufrimientos; y es por eso que
tructora? Permitidme contestar a estas preguntas expli- Jesús llama bienaventurados a los que, en cuerpo y alma a
cándoos un antiguo y delicioso mito: cuando el alma aban- la vez, viven en las profundidades de la tristeza y de la per-
dona el cuerpo, debe pasar por gran número de esferas secución, del hambre y de la sed; y es por eso que les pide
gobernadas por fuerzas demoníacas; y sólo el alma que co- que pierdan sus vidas para salvarlas. Y es también por eso
noce la palabra justa y poderosa puede proseguir su camino que dos grandes revolucionarios, Thomas Münzer en el
hacia la última profundidad del Fondo divino. Ningún siglo xvi y Karl Marx en el siglo xix, hablan en pareci-
alma puede eludir estas pruebas. Si pensamos en las bata- dos términos de la vocación de aquellos que resisten hasta
llas de los santos, de los profetas y de los reformadores de el límite de la condición humana —en las profundidades
102 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA PROFUNDIDAD DE LA EXISTENCIA 103

del vacío, como lo llama Münzer, y en la profundidad de quiera seguir ese camino es capaz de comprender las para-
la inhumanidad, como lo llama Marx—, de aquellos miem- dojas de la religión.
bros del proletariado que según esos revolucionarios, son La última cosa que quiero deciros acerca del camino
los portadores de un futuro que salva. hacia la profundidad se refiere a una de estas paradojas.
Y tal como ocurre en nuestras vidas, así también suce- El final de este camino es el gozo. Y el gozo es más pro-
de en nuestro pensamiento: cada elemento parece estar in- fundo que el sufrimiento, es lo último. Dejadme que os lo
vertido. Con frecuencia se ha acusado a la religión y al diga con las palabras de un hombre que, en su apasionado
cristianismo de tener un carácter irracional y paradójico. esfuerzo para alcanzar la profundidad, fue presa de las
Y es cierto que se les ha adherido mucha estupidez, su- fuerzas destructivas y no supo la palabra que las vence.
perstición y fanatismo. Que nos manden sacrificar nuestra Friedrich Nietzsche escribió: "El mundo es profundo, y
inteligencia personal es más demoníaco que divino, ya que más profundo de lo que pensaba el día; profundo es su
el hombre deja de ser hombre si deja de ser una inteligen- dolor; la alegría más profunda que la pena. El dolor dice:
cia. Pero la profundidad del sacrificio y del sufrimiento, y '¡ Pasa y termina!'. Pero toda alegría quiere la eternidad,
la profundidad de la Cruz, cierto es que nuestra mente las quiere la profunda, honda eternidad".
pide. Cada paso dado hacía la profundidad del pensamien- El gozo eterno es el término de los caminos de Dios.
to significa un desgajamiento de la superficie de los pen- Éste es el mensaje de todas las religiones. El reino de
samientos anteriores. Cuando esta ruptura se producía en Dios es paz y gozo. Éste es el mensaje del cristianismo.
hombres como Pablo, Agustín y Lutero, el sufrimiento que Pero el gozo eterno no se alcanza viviendo en la superficie.
implicaba era tan extremo que lo experimentaban como si Se alcanza más bien por la rotura de la superficie y aden-
trándonos en las profundidades de nosotros mismos, del
de la muerte y del infierno se tratara. Pero ellos aceptaron
mundo, y de Dios. El momento en que alcancemos la últi-
tales sufrimientos como la ruta que conduce a la profun-
ma profundidad de nuestra vida es el momento en que po-
didad de Dios, como el camino del espíritu, como el cami-
dremos sentir el gozo que la eternidad lleva dentro de sí,
no hacia la verdad. Y la verdad que así les fue revelada, la
la esperanza que no puede ser destruida, y la verdad
expresaron en términos espirituales —es decir, en un len-
sobre la que han sido construidas la vida y la muerte. Ya
guaje contrario a todo razonamiento de la superficie, pero
que en la profundidad está la verdad; y en la profundidad
en armonía con la profundidad de la razón, que es divina.
está la esperanza; y en la profundidad está el gozo.
El lenguaje paradójico de la religión revela que el camino
hacia la verdad es un camino hacia la profundidad y, por
ello, un camino de sufrimiento y sacrificio. Sólo aquel que
SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación.
Antes de que naciesen los montes
y de que el orbe de la tierra fuese modelado con dolores de
parto,
de eternidad a eternidad, tú eres, ¡oh Dios!
Porque mil años ante tus ojos
son como el ayer, que ya pasó.
Tú reduces los hombres a polvo,
diciendo: Retornad al polvo, hijos del hombre.
Son como una vigilia en la noche;
tú te los llevas:
son como un sueño,
como la hierba que crece,
que al alba está fresca y florecida,
y al anochecer mustia y marchita.
Aunque uno viva setenta años,
y el más robusto hasta ochenta,
el orgullo de la provecta edad
no suscita sino pesar y desengaño,
porque pasa velos, y desaparecemos.
¡Cómo nos consume tu cólera
y nos sobrecoge tu indignación!
Pusiste ante ti nuestras iniquidades
y a la luz de tu fas nuestros secretos más recónditos.
Pues todos nuestros días se disipan en tu cólera,
y nuestros años se acaban como un suspiro.
108 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA 109

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, otros pasajes de la Biblia, habla de la vida y de la muerte
y quién de nosotros siente el peso de tu cólera? del hombre con palabras profundamente pesimistas. Es como
Enséñanos a contar nuestros días, el eco de lo que Dios dijo a Adán en el tercer capítulo del
para que nos sea dable alcanzar un corazón de sensata.
Génesis: "Maldita será la tierra por tu causa. Con trabajo
Aplácate, oh Señor eterno, y no tardes. comerás de ella todos los días de tu vida... Con el sudor de
Ten piedad de tus siervos; tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues
sacíanos prestamente con tu misericordia de ella has sido formado; ya que polvo eres, y al polvo vol-
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos gozo por los días en que nos afligiste, veras Sería difícil hacer más intensa la melancolía de estas
y por todos los años en que sufrimos desdichas.
palabras. Y sería difícil para un pesimista moderno intensi-
Que tu obra sea manifiesta a tus siervos, ficar la amargura con que Job desafía el moralismo de sus
y tu gloria a tus hijos. amigos, diciendo que "el hombre nacido de mujer no vive
Y que la bondad de Dios nuestro Señor descienda sobre sino unos pocos días", que al árbol cortado aún le queda
nosotros,
esperanza, puesto que de nuevo puede florecer, pero que
y haga prosperar las obras de nuestras manos.
"el hombre cae para no levantarse más". Y Job replica a
SALMO 90
Dios: " T ú destruyes todas las esperanzas del hombre. Tú
eres demasiado fuerte para él, porque él ha de morir". Y los
Hay algo único en este salmo,- como un ritmo de ascen- naturalistas modernos, tampoco tendrían que introducir el
siones y caídas en el que se suceden alabanzas y lamentos, menor cambio en las palabras del Eclesiastés, el "Predica-
meditaciones y plegarias, melancolía y esperanza. Si quere- dor", cuando niega que haya alguna diferencia entre el hom-
mos asir su significado, hemos de seguirlo palabra por pala- bre y la bestia: "Como muere uno, muere la otra. Ambos
bra, sintiendo lo qne el poeta ha sentido, intentando ver lo surgieron del polvo y al polvo ambos volverán". Y pone en
que él ha visto, contemplando nuestra propia vida a través duda la doctrina idealista, según la cual "el espíritu del
de su visión, tal como permiten interpretarla sus poderosas hombre asciende hacia lo alto, mientras el espíritu de la bes-
palabras. Aunque estas palabras nos llegan desde el pasado tia desciende a la tierra". El hombre tiene que ser feliz en
más remoto, todavía hablan a nuestro presente y a todo fu- su tarea, ya que "eso es lo que consigue de la vida —y
turo. Las generaciones posteriores de Israel expresaron la ¿quién puede mostrarle lo que le ocurrirá luego?".
emoción que les suscitaba la fuerza incomparable de este Tal es la tónica de una humanidad antigua. A muchos
salmo atribuyéndolo —y sólo lo hicieron con éste— a Moi- de nosotros nos espanta. Un superficial idealismo cristiano
sés, al que llamaban el hombre de Dios. Acerquémonos, no puede soportar la oscuridad de semejante visión. Pero
pues, a él con el mismo respeto. Este salmo, como muchos la Bihlia es distinta. El libro más universal de todos no
110 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS
i SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA 111

teme revelar la vieja sabiduría acerca de la fugacidad y mi- dida de la fugacidad del hombre es la eternidad de Dios;
1 la medida de la miseria y de la tragedia humanas es la
seria del hombre. La Biblia no intenta ocultar la verdad
acerca de la vida humana tras unas fáciles afirmaciones perfección divina. Eso es lo que el salmista quiere decir
sobre la inmortalidad del alma. Ni el Antiguo ni el Nuevo cuando afirma que Dios es nuestro refugio, lo único que
Testamento obran así. Ambos conocen la condición huma- permanece en el cambio de todas las edades y generaciones.
na y la toman en serio. No quieren darnos un consuelo de- Y es por eso que da principio a su cántico, tan profunda-
masiado fácil acerca de nosotros mismos. mente melancólico, con la alabanza del Señor.
Bajo esta luz es como hemos de leer el salmo 90. Pero Una poderosa visión describe la eternidad de Dios : "An-
el salmo va más allá. Empieza con un canto de alabanza: tes de que naciesen los montes, y de que el orbe de la tie-
"Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en gene- rra fuese modelado con dolores de parto, de eternidad en
ración". Para describir la fugacidad humana, el poeta glo- eternidad, tú eres ¡oh Dios!" Aun las montañas, lo más in-
rifica la eternidad divina. Antes de mirar hacia abajo, le- conmovible de todas las cosas de la tierra, han nacido y mo-
vanta su mirada a lo alto. Antes de considerar la miseria rirán. Pero Dios, que ya era antes de que nacieran, también
del hombre, señala la majestad de Dios. Tan sólo porque será después que hayan muerto. De eternidad en eternidad,
contemplamos algo que es infinito, podemos constatar que es decir, a través de las sucesivas formas del mundo, Dios
somos finitos. Tan sólo porque somos capaces de ver lo es. Su medida del tiempo no es nuestra medida. "Porque
eterno, podemos ver la brevedad, del tiempo que se nos ha mil años ante tus ojos, son como el ayer, que ya pasó".
concedido. Tan sólo porque podemos elevarnos sobre los Dios tiene su medida, que va más allá de la humana com-
animales, podemos ver que no somos como animales. La me- prensión. La eternidad no es la extinción del tiempo; es la
lancolía que nos inspira nuestra fugacidad está enraizada creadora unidad de todos los tiempos y de todos los ciclos
en nuestra capacidad de columbrar más allá de ella. Los de tiempo, de todo pasado y de todo futuro. La eternidad es
pesimistas modernos no empiezan sus escritos alabando vida eterna y no muerte eterna. Éste es el Dios viviente a
al Dios eterno. Creen que pueden acercarse directamente al quien el salmista contempla.
hombre y hablarle de su finitud, de su miseria y de su tra- Y entonces el salmista mira hacia abajo, ve al hombre y
gedia. Pero no lo logran. Existe un criterio oculto —oculto escribe: " T ú reduces el hombre a polvo, diciendo: Retor-
con frecuencia a ellos mismos— por el que miden y con- nad al polvo, hijos del hombre". Un sino de muerte es el
denan la existencia humana. Es algo que se sitúa allende el sino que Dios ha decretado para el hombre. Dios nos entre-
hombre. Cuando los poetas griegos llamaban "mortales" a ga a la ley de la naturaleza: el polvo tiene que volver al
los hombres, es porque tenían en la mente a los dioses in- polvo. Ningún ser puede escapar a esta ley. Ningún ser
mortales por los que medían la mortalidad humana. La me- puede adquirir la eternidad divina. Cuando el hombre inten-
SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA 113
112 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

tó hacerse como Dios —según nos cuenta el relato del pa- nada, huyendo veloz cual pájaro que nadie puede capturar
raíso— tratando de lograr la ciencia de todas las fuerzas ni seguir.
del bien y del mal, alcanzó ciertamente esa ciencia. Pero, al ¿ Por qué es tan tremenda la impresión del poeta ante la
mismo tiempo, se le abrieron los ojos y vio su situación brevedad de nuestra vida? Sin duda alguna, porque se da
real, que la inocencia ensoñadora del paraíso le había oculta- cuenta de que semejante brevedad hace imposible toda
do. El hombre vio que no es como Dios. El don de ciencia auténtica realización. Y aunque son muy escasos los que
que recibió incluye el destino del sexo y la fatalidad del querrían volver a vivir su vida como la han vivido, a me-
trabajo y de la muerte. Se había despertado y veía el abismo nudo oímos decir a la gente: "Si tan sólo pudiera empezar
infinito que le separa de Dios. mi vida de nuevo, con todas sus experiencias, podría vivirla
Breve es el tiempo entre nacimiento y muerte. La tre- de manera correcta. Sería algo más que este pedazo roto,
menda visión del poeta se expresa tan sólo fragmentaria- este fragmento, este intento frustrado al que llamo mi vida".
mente, mediante símiles: " Son como una vigilia en la no- Pero la vida no nos permite empezar de nuevo. E incluso
che", esto es, como una de las tres vigilias en que se dividía si pudiéramos empezarla de nuevo, o si llegara a ser la más
la noche. "Tú te los llevas: son como un sueño" —nos ha perfecta, feliz y lograda de todas, ¿acaso no sentiríamos,
despertado de un sueño infinito; un tercio de la noche esta- al mirarla retrospectivamente, lo mismo que siente el sal-
mos despiertos, esto es lo que duramos y no más; pronto mista? ¿Acaso no sentiríamos que las cosas más valuosas
llegan los que han de sustituirnos, y de nuevo nos sumimos que hemos vivido, todas nuestras horas buenas, creadoras y
en el sueño infinito. Pasando de la noche al día y fiján- gozosas entrañaban un esfuerzo infinito y acarreaban luego
dose en la efímera vida de la hierba, el poeta continúa: el desengaño? ¿No sentiríamos asimismo que lo que había-
"Como la hierba que crece, que al alba está fresca y florida, mos juzgado importante, no era tal? Y, a la vista de la
y al anochecer mustia y marchita". El sol, cuyos primeros muerte, ¿no resultarían harto dudosas todas nuestras va-
rayos vivifican la hierba, la quema mortalmente al mediodía, loraciones? Éste era, ciertamente, el tono del antiguo poeta
y la marchita por completo antes de la noche. Así es de que escribió el salmo.
breve nuestra vida —por muy larga que parezca. "Aunque Existe un peligro en meditaciones como éstas. Pueden
uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, el producirnos una fruición sentimental, superficial de nuestra
orgullo de la provecta edad no suscita sino pesar y desen- propia melancolía, una sensual conformidad con nuestra tris-
gaño... porque pasa veloz y desaparecemos." No muchos al- teza, un pervertido anhelo de tragedia. Pero en el salmo 90
canzan esta edad, que el adolescente, tan fundamentalmente no existe la menor insinuación de tales sentimientos. El
alejado del hombre maduro, ni siquiera es capaz de ima- poeta sabía algo que ignora la mayoría de nuestros moder-
ginar, y que los ancianos sienten como un momento de nos pesimistas, y lo expresa con graves palabras: "¡Cómo
114 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA 115

nos consume tu cólera, y nos sobrecoge tu indignación! Pu- de melancolía, todos aceptamos que caigan. Pero no acep-
siste ante ti nuestras iniquidades y a la luz de tu faz nues- tamos de la misma manera la muerte del hombre: ante
tros secretos más recónditos". Estas palabras se refieren a ella, nos rebelamos; y al sentir que nuestra rebeldía es
algo que no encontramos en la naturaleza: la culpa del hom- inútil, acabamos resignándonos. Oscilamos entre la rebeldía
bre y la cólera de Dios. Se hace visible otro orden de cosas. y la resignación ante la inevitabilidad de la muerte, demos-
La ley natural que nos lleva "del polvo al polvo", por sí trando con ambas actitudes que el hecho de morir no es
sola, no explica la situación humana. Que el hombre se vea natural para nosotros.
sometido a esta ley, es la respuesta divina a su intento de La muerte es obra de la cólera divina: "Pues todos
hacerse igual a Dios. Hemos de morir, porque somos polvo. nuestros"'días se disipan en tu cólera, y nuestros años se
Ésta es la ley de la naturaleza a la que estamos sujetos acaban como un suspiro" —tan breves, tan embebidos de
junto con todos los seres —montañas, flores y bestias. Pero tristeza como un suspiro. La idea de la cólera divina se ha
también hemos de morir, porque somos culpables. Ésta es hecho extraña a nuestro tiempo. Hemos rechazado una
la ley moral a la que estamos sujetos los hombres, a dife- religión que parecía convertir a Dios en un furioso tira-
rencia de todos los demás seres. Tanto una ley como otra son no, en un ser individual, dotado de pasiones y deseos, que
igualmente verdaderas; ambas están contenidas en todas las perpetraba actos arbitrarios. Pero no es de esta índole la
partes de la Biblia. Si pudiéramos preguntar al salmista o significación de la cólera divina. En realidad, semejante
a los demás escritores bíblicos cómo entienden ellos que esas cólera no es más que la ineludible e inevitable reacción
leyes vayan juntas, les sería difícil darnos una respuesta. contra toda deformación de la ley de vida, y, sobre todo,
Porque sentían, como nosotros, que la muerte es a la vez contra el orgullo y la arrogancia humana. Esa reacción,
según natura y contra natura. Hay algo en nosotros que que restituye de nuevo al hombre al interior de sus límites,
se rebela contra la muerte siempre que aparece. Nos rebe- no es un apasionado acto de castigo o de venganza por
lamos a la vista de un cadáver, nos rebelamos contra la parte de Dios. Es el restablecimiento entre Dios y el hom-
muerte de los niños, de los jóvenes, de los hombres y las bre del equilibrio que se ve amenazado por el alzamiento
mujeres en la plenitud de su vigor. Incluso nos estremece- del hombre contra Dios.
mos ante la tragedia que entraña la desaparición de los
El poeta expresa su profunda comprensión de las rela-
ancianos, con su experiencia, sabiduría e insustituible per-
ciones entre Dios y el hombre con la afirmación de que
sonalidad. Nos rebelamos contra nuestro propio fin, con-
Dios pone nuestros más íntimos secretos a la luz de su
tra su carácter definitivo, ineludible. No nos rebelaríamos
Faz. La indignación de Dios no se alza contra nuestros
si la muerte fuese meramente natural, como no nos rebe-
fallos morales, ni contra determinados actos de desobedien-
lamos contra la caída de las hojas. Aunque con un deje
cia al orden divino. Se endereza contra el meollo de núes-
116 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA 117

tra personalidad, contra lo que ocurre en nuestro interior ría revelar a la gente justa e injusta de su nación —lo que
y lo que allí nos sobreviene, contra esos acaecimientos que eran ellos, lo que es el hombre.
nadie ve, ni siquiera nosotros mismos. Esto, estos secretos Pero el salmista sabía que los hombres, aún sintiéndo-
personales, determina nuestro sino en mucha mayor me- se a veces fatalmente sacudidos, olvidan luego su sino.
dida que cualquier cosa visible. En la esfera de nuestros Sabía que viven como si fueran a vivir siempre y como
actos visibles, es posible que no nos sintamos merecedores si la cólera de Dios no existiera. Por eso nos pide que
de la cólera de Dios —de esa miseria y tragedia nuestras. contemos nuestros días, que consideremos la prontitud con
Pero la mirada de Dios atraviesa los velos que ocultan que llegarán a su fin. Y ruega a Dios que Él mismo quiera
nuestros secretos. A Dios, todos le son manifiestos. Y así enseñarnos que hemos de morir.
sentimos en todo momento que nos hallamos bajo el impe- El salmista no piensa que la comprensión íntima de
rio de un poder que nos anula, que nos desintegra y que todas las verdades de que nos ha estado hablando, haya de
nos hace desgraciados. Ésta es la cólera bajo la cual vivi- hundir al hombre en la desesperación. Muy al contrario,
mos todos nuestros días, y no sólo aquéllos en que hemos cree que su profundo discernimiento puede darnos un cora-
de soportar nuestros fallos y sufrimientos singulares. zón de sensatez —un corazón que acepte la infinita distancia
Tal es la situación de todos los hombres. Pero no todos entre Dios y el hombre, y no reclame una grandeza y felici-
los hombres la saben. "¿Quién conoce la vehemencia de tu dad que sólo a Dios pertenecen.
ira, y quién de nosotros siente el peso de tu cólera? Ensé- El corazón sensato es el corazón que no intenta ocul-
ñanos a contar nuestros días, para que nos sea posible al- tarse a sí mismo estas verdades, que no intenta refugiarse
canzar un corazón sensato." El salmo 90 intenta ense- en una falsa seguridad o en un falso cinismo. El corazón
ñarnos la verdad de nuestra situación humana, de nuestra sensato es el corazón que puede resistir este conocimiento
fugacidad y de nuestra culpa. Hace lo que las grandes y con coraje, dignidad, humildad y fortaleza. Semejante sa-
antiguas tragedias hicieron. Revelaban a toda la gente de biduría está implícita en cada palabra del salmo y es la
la ciudad, reunida en el teatro, lo que es el hombre; mos- mayor sabiduría que el hombre podía alcanzar en el mundo
traban al pueblo que lo más grande, lo mejor, lo más bello antiguo, después de haber sentido la tragedia de la vida.
y poderoso —todo— permanece bajo la trágica ley y la Tras la plegaria por un corazón sensato (¡y no por una
maldición de los inmortales. Querían revelar la trágica sabiduría intelectual!), empieza una nueva parte del sal-
situación del hombre, es decir, su situación ante la divini- mo, que quizá le fue añadida en un período posterior de la
dad. El hombre cobra grandeza y soberbia, y entonces religión judía. Esta nueva parte hace referencia al pueblo
intenta tocar la esfera divina; pero se ve arrojado a la des- y a su situación histórica. "Aplácate, oh Señor eterno, y
trucción y al desespero. Y esto es lo que el salmista que- no tardes. Ten piedad de tus siervos; sacíanos muy pronto
118 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS SOBRE LA FUGACIDAD DE LA VIDA 119

con tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y jú- nuestras tumbas, y tampoco la misma historia parece apro-
bilo. Danos gozo, por los días en que nos afligiste, y por ximarse a su plenitud. Siempre que parece acercársele,
todos los años en que sufrimos desdichas. Que tu obra sea vuélvese atrás y aún quédase más alejada de ella que nun-
manifiesta a tus siervos, y tu gloria a tus hijos. Y que la ca. Esto, lo observamos ineludiblemente en nuestro tiempo.
bondad de Dios nuestro Señor descienda sobre nosotros y Y entonces nos preguntamos, como se lo han preguntado
haga prósperas las obras de nuestras manos." Algo nuevo todas las generaciones anteriores: ¿ es más fuerte la tra-
aparece en estas palabras: la significación del pasado y del gedia que la esperanza? ¿Acaso el pasado conquista al fu-
futuro, la plegaria por un futuro mejor, por un futuro de turo? ¿Será la ira más poderosa que la misericordia? Na-
felicidad y gozo, de presencia de Dios y de éxito en nues- vegamos a la deriva entre la melancolía y la expectación
tro trabajo. Dios no es sólo el Dios de la eternidad. Tam- —y así pasamos de la tragedia a la esperanza y de la espe-
bién es el Dios del futuro. Se ha roto ya el ciclo que va ranza a la tragedia. En esta situación, podemos estar pres-
del polvo al polvo, del pecado a la cólera. Tras las épocas tos a recibir el mensaje de un nuevo ser, de un nuevo
de miseria, ahora aparece la visión de una edad de plena modo de existencia que no es únicamente esperanza sino
realización. Pero esta visión sólo es para Sus siervos también realidad y en la cual se funden en última instancia
—para el pueblo elegido, y, en él, sólo para aquellos que la cólera divina y la culpa humana. El cristianismo se
son realmente sus siervos. El individuo ya no está solo fundamenta en este mensaje: Dios mismo sometiéndose a
ante Dios. Ahora se halla incluido entre los demás siervos la fugacidad y a la cólera, a fin de estar con nosotros. Y así
de Dios, en el seno del pueblo de Dios, y ya no contempla se cumple la esperanza que canta el salmista: "Que tu
su retorno al polvo, sino la vida de una nueva era en la obra sea manifiesta a tus siervos, y tu gloria a tus hijos".
que Dios esté presente. La esperanza sustituye a la tra- Tanto si lo aceptamos como si no lo aceptamos, este
gedia. Éste es el punto más elevado que la religión alcan- mensaje es la respuesta a las preguntas que el salmista
za en el Antiguo Testamento. deja sin contestar. Podemos preferir identificarnos a la sim-
Pero el espíritu de la religión aún lleva más lejos. Este ple esperanza, a pesar de todas las decepciones. Podemos
punto no es el término final. ¿Qué significa la esperanza preferir retornar a la piadosa resignación que expresa la par-
histórica para el hombre individual? ¿Acaso podrá libe- te más antigua del salmo. Incluso podemos preferir quedar-
rarnos de la ley de la fugacidad y de la culpa? La histo- nos en la melancólica identificación de la vida del hombre
ria, corriendo hacia un futuro desconocido, arroja a cada con la de la hierba del campo. Al interpretar nuestra vida,
hombre al pasado, y de esta manera no podemos alcanzar podemos elegir cualquiera de estos caminos. Pero cualquiera
aquella edad de plena realización por la que suspira el que sea el que escojamos, hemos de convencernos que en
poeta. El paso cruel de la historia pasa por encima de ninguno de ellos podemos encontrar respuesta al interrogan-
120 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

te de nuestra vida. Y resignarnos a ello. Pero si aceptamos


el mensaje de la nueva realidad en Cristo, hemos de com-
prender que este mensaje no contiene ninguna respuesta fá-
cil, ni garantiza ninguna seguridad espiritual. Hemos de sa-
ber que sólo es una respuesta auténtica en la medida que
siempre la entendamos a la luz de nuestra situación humana,
en la que la tragedia y la esperanza luchan entre sí sin que
ninguna se alce con la victoria. La victoria se halla por enci-
ma de ambas. La victoria llega cuando es contestada la
plegaria del salmista. "¡ Aplácate, oh Señor eterno!" —y ésta
es la plegaria de la humanidad a través de todos los eones,
la plegaria oculta en la profundidad de toda alma humana.

"TAMBIÉN LA NATURALEZA
SE L A M E N T A P O R U N B I E N P E R D I D O "
El día al día vierte su lenguaje
y la noche a la noche su saber susurra.
No existe idioma ni hay lenguaje alguno
en que no se oiga su vos.
A toda la tierra alcanza su sonido
y sus palabras hasta el confín del orbe mundo.
Allí le ha puesto una tienda al sol
que, cual esposo saliendo de su tálamo,
exulta como el jayán al emprender una carrera.
SALMO 19, 2-5

Pues la ansiosa espera de las criaturas aguarda la reve-


lación de los hijos de Dios. Porque las criaturas están suje-
tas a la vanidad, no queriendo, sino por el que las sujetó,
con esperanza de que también las criaturas serán liberadas
de la esclavitud de la corrupción, hacia la libertad de los
hijos de Dios. Pues sabemos que toda la creación gime y
tiene dolores de parto hasta entonces.
ROMANOS 8, 19-22

Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva: pues desapare-


cieron el primer cielo y la primera tierra, y ya no existía
mar... Y me enseñó un río puro de agua de vida, resplan-
deciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cor-
dero. En medio del camino, y a un lado y a otro del río,
había mi árbol de vida, que daba doce clases de fruto, dando
124 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS 'TAMBIÉN LA NATURALEZA SE LAMENTA. 125

su fruto cada mes; y las hojas del árbol servían de medici- Los cielos proclaman la gloria de Dios,
na a las naciones. y el firmamento pregona la obra de sus manos.
APOCALIPSIS 21, 1; 22, 1-2 El día tiene mucho que contar al día que le sigue
y la noche mucho saber a la noche que viene tras ella.
¡ N o tienen idioma ni lenguaje alguno!
Cada año, cuando se acerca el viernes santo y el do- ¡ Su voz no puede ser oída!
mingo de Pascua, nuestros pensamientos se vuelven hacia Pero, su música se esparce por toda la tierra
el gran drama de la redención, que culmina en las escenas y sus palabras llegan hasta los confines del orbe mundo.
de la cruz y de la resurrección. ¿ A quién se redime ? ¿ Sólo
a algunos hombres; o bien a la humanidad entera, inclu- El salmo 19 insinúa una vieja creencia del mundo anti-
yendo a todas las naciones; o bien a la totalidad del mundo, guo a la que poetas y filósofos dieron expresión: los cuer-
a toda cosa creada, incluso la naturaleza, las estrellas y pos celestiales, el sol, la luna y las estrellas, producen con
las nubes, los vientos y los océanos, las piedras y las plan- su movimiento una armonia de sones, que día y noche re-
tas, los animales y aún nuestros propios cuerpos? La Bi- suena de un extremo al otro del mundo. El oído humano
blia habla una y otra vez de la salvación del mundo, como no oye estas voces del universo, puesto que no hablan nin-
habla de la creación del mundo y de la sujeción del mundo gún lenguaje humano. Pero existen y podemos percibir-
a fuerzas antidivinas. Y mundo significa tanto la natura- las por los órganos de nuestro espíritu. Shakespeare dice:
leza como el hombre, ambos a la vez.
No existe ni la más pequeña de esas esferas que contemplas,
Preguntémonos, pues, hoy: ¿ Qué significa la natura- que en su movimiento no cante como un ángel...
leza para nosotros? ¿Qué significa en sí misma? ¿Y cuál es Una armonía así existe en las almas inmortales;
su significado en el gran drama de la creación y de la salva- pero mientras esta perecedera envoltura de barro
ción? En las palabras del salmista, del apóstol y del profeta las tenga groseramente clausuradas, no podemos oírla... 1
hallamos una triple respuesta: el salmista canta la gloria de
El salmista sí la ha oído; sabe lo que las estrellas están
la naturaleza; el apóstol nos muestra su tragedia; y el pro-
cantando: la gloria de la creación y su Fondo divino.
feta proclama su salvación. El himno del salmista ensalza
¿ Somos capaces, nosotros, de percibir la oculta voz de
la gloria de Dios en la gloria de la naturaleza; la carta del
la naturaleza? ¿Nos habla, a nosotros, la naturaleza? ¿Os
apóstol une la tragedia de la naturaleza a la tragedia del
habla, a vosotros? ¿O bien se nos ha vuelto silenciosa, ha
hombre; y la visión del profeta contempla la salvación de
enmudecido ante los hombres de nuestro tiempo? Quizás
la naturaleza en la salvación del mundo.
alguno de vosotros diga: "Jamás, en ninguna otra época
Así pues, oigamos de nuevo, en su significación precisa,
las palabras del salmista sobre la gloria de la naturaleza:
1. El mercader de Véncela, V. escena 1.
126 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TAMBIÉN LA NATURALEZA SE LAMENTA. 127

de la historia, se ha abierto tanto la naturaleza al hom- tiples voces y, a través de ellas, a la música sin voz del
bre como hoy. Los misterios de antaño se hallan en la ac- universo, la hemos llenado con el ruido de nuestras con-
tualidad al alcance de los niños. La naturaleza nos habla versaciones hueras. Separados de la tierra por una máqui-
ahora por todos los libros científicos, por todos los labo- na, cruzamos velozmente por encima de la naturaleza, vis-
ratorios, por todas las máquinas. El uso técnico de la na- lumbrándola apenas, sin comprender jamás su grandeza ni
turaleza es la revelación de su misterio". La inteligencia sentir su poder. ¿Quién es aún capaz de penetrar, por la
del científico ha oído la voz de la naturaleza, y su respues- meditación y la contemplación, el fondo creador de la na-
ta ha sido la conquista de la misma. Pero, ¿a eso se re- turaleza? Un emperador chino pidió a un pintor famoso
duce todo lo que la naturaleza nos dice? que le pintara un gallo. El pintor accedió, pero dijo que
Un día me hallaba sentado bajo un árbol en compañía ello le llevaría mucho tiempo. Pasó un año, y el emperador
de un gran biólogo. Y éste exclamó de repente: "¡ Me gus- le recordó su promesa. El pintor contestó que, tras estu-
taría saber algo de este árbol!" Por supuesto que sabía diar durante un año el gallo, apenas había empezado a
todo cuanto la ciencia está en condiciones de decir acerca percibir la superficie de su naturaleza. Pasó otro año, y el
del mismo. Le pregunté a qué se refería. Y me contestó: artista afirmó que apenas si había empezado a penetrar
"Quisiera saber qué significa este árbol para consigo mis- la esencia de su manera de vivir. Y así sucesivamente, año
mo. Quisiera entender la vida de este árbol. Es tan extra- tras año. Finalmente, después de diez años de concentrarse
ño, tan inaccesible". El biólogo anhelaba una comprensión sobre la naturaleza del gallo, acabó pintando el cuadro •—y
cordial de la vida de la naturaleza. Pero semejante com- fue una obra de la que se dijo que era una revelación
prensión sólo es posible mediante una comunión del hom- inagotable del fondo divino del universo en una diminuta
bre con la naturaleza. ¿Es posible esta comunión en nues- parte del mismo, un gallo. Comparemos la sabia paciencia
tra época histórica? ¿Acaso la naturaleza no se halla ahora del emperador y esta santa contemplación de una expre-
enteramente sometida a la voluntad y a la obstinación del sión infinitamente pequeña de la vida divina que reveló el
hombre? Esta civilización técnica, orgullo de la humani- pintor, con la exuberancia de nuestros contemporáneos,
dad, ha llevado a cabo una tremenda devastación de la que se lanzan en sus coches hacia algunos lugares famosos
naturaleza original, de la tierra, de los animales, de las y exclaman: "¡Qué bonito!" —refiriéndose, sin duda, no
plantas. Ha conservado la naturaleza auténtica en peque- al panorama, sino a su personal apreciación de la belleza.
ños reductos acotados, y se ha apoderado de todo lo demás ¡Qué blasfemia contra la gloria de la naturaleza! Y, por
para dominarlo y explotarlo despiadadamente. Y lo que es consiguiente, ¡qué blasfemia asimismo contra el fondo di-
peor: muchos de nosotros hemos perdido la facultad de vino, cuya gloria resuena a través de la gloria de la na-
vivir con la naturaleza. En vez de estar atentos a sus múl- turaleza !
128 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TAMBIÉN LA NATURALEZA SE LAMENTA..." 129

Ensalzar la gloria de la naturaleza no quiere decir ha- La naturaleza no es solamente gloriosa; es también trá-
blar tan sólo de su belleza y olvidar su impresionante gran- gica. Está sujeta a las leyes de la finitud y de la destruc-
deza y su terrible fuerza. La naturaleza no manifiesta ción. Sufre y suspira con nosotros. Nadie que haya oído
jamás una belleza superficial o una simple armonía exter- alguna vez las voces de la naturaleza con simpatía, puede
na. "La voz del Señor es poderosa", canta el poeta del olvidar sus trágicas melodías. En la carta de Pablo, la
salmo 29. "La voz del Señor descuaja los cedros... la voz palabra griega que hemos traducido por "creación" se re-
del Señor hiende con llamas de fuego, la voz del Señor fiere especialmente a las partes inanimadas de la natura-
sacude el desierto... y descorteza las selvas." En el libro leza, en tanto que Pablo alude a las palabras de Dios a
de Job encontramos una descripción de la terrible fuerza de Adán después de la caída: "Maldita sea la tierra por tu
la naturaleza en los símbolos mitológicos de Behemoth y culpa". Los quejumbrosos sones del viento y el incesante
Leviatán. Y un gran poeta reciente, Rilke, dice: e inútil romperse de las olas quizás inspiraron el poético y
melancólico versículo sobre el sometimiento de la natura-
... Ya que la belleza
no es más que el principio del terror que aún somos capaces leza a la vanidad. Pero las palabras de Pablo se refieren
de soportar; también y de una manera más directa a la esfera de los
y sólo la adoramos porque serenamente seres vivientes. La melancolía de las hojas que caen en
desdeña destruirnos. Todo ángel es terrible. otoño, el final de la gozosa vida de la primavera y del ve-
rano, la muerte silenciosa de innumerables seres al aire
La gloria de la naturaleza no es una belleza superficial.
frío del invierno que se aproxima —todo esto hiere y herirá
Y ahora oigamos de nuevo, en su significación preci-
siempre el corazón, no sólo de los poetas, sino de todos los
sa, las palabras del apóstol sobre la tragedia de la na-
hombres y mujeres sensibles. El cántico de la fugacidad
turaleza :
resuena a través de todos los pueblos. Las palabras de
Incluso la creación aguarda con ansioso anhelo que los Isaías, "la hierba se seca, la flor se marchita, porque el
hijos de Dios se le revelen. Ya que la creación no fue dejada espíritu del Señor sopló sobre ella", describen la brevedad
en la vanidad por su propia opción, sino por la voluntad de de la vida, tanto de los individuos como de los pueblos.
Aquel que así la sometió, con la esperanza de que tanto
Pero no podrían haber sido escritas sin que las inspirara
ella como el hombre se liberarían un día de su esclavitud a
la corrupción y lograrían la gloriosa libertad de los hijos de un profundo sentimiento de comunión con la vida de la
Dios. Nosotros sabemos que, mientras espera ese día, la naturaleza. Y luego Jesús, cuando ensalza los lirios del
creación entera gime y palpita de dolor. 1 campo, dice: " Ni Salomón, en toda su gloria, se vistió
como uno de ellos". En estas dos sentencias sobre las fio-
1. Romanos 8, 19-22.
130 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TAMBIÉN LA NATURALEZA SE LAMENTA..." 131

res del campo, percibimos a la vez la gloria y la tragedia junto con un psicólogo muy conocido mirando al océano.
de la naturaleza. Vimos a innumerables pececillos en apresurada carrera
La simpatía por la naturaleza en su tragedia no es una hacia la playa. Los perseguían otros peces mayores, a los
emoción sentimental: es un verdadero sentimiento de la que a su vez daban caza otros peces mayores aún. Agre-
realidad de la naturaleza. Schelling precisamente dice: "Un sión, huida y ansiedad —una perfecta ilustración de la an-
velo de tristeza se extiende sobre toda la naturaleza, una tigua y tantas veces repetida fábula del pez grande que
profunda, implacable melancolía recubre toda vida". Según devora a los pequeños, tanto en la naturaleza como en la
él, esto "se manifiesta a través de los rasgos de sufrimiento historia. El científico, que en diversas discusiones había de-
impresos en la faz de toda la naturaleza, sobre todo en el fendido la estructura armoniosa de la realidad, se deshizo
rostro de los animales". La doctrina budista que considera en lágrimas diciendo: "¿Por qué han sido creados estos
el sufrimiento como la característica esencial de toda vida, seres, si sólo existen para ser devorados por otros?" En
ha conquistado amplios sectores de la humanidad. Pero este momento, la tragedia de la naturaleza se impone a su
tan sólo quien en el fondo de su propio ser se sienta vincu- concepción optimista, y pregunta: "¿Por qué?".
lado al fondo de la naturaleza, es capaz de ver por dentro Pablo intenta penetrar el misterio de este interrogante.
su tragedia. Como dice Schelling: "El fondo más oscuro Y he aquí su sorprendente respuesta: la naturaleza está
y profundo de la naturaleza humana es 'el anhelo'... es sometida a la vanidad por la maldición de Dios tras la caída
la melancolía. Ésta, sobre todo, crea la simpatía del hom- de Adán. La tragedia de la naturaleza está ligada a la tra-
bre por la naturaleza. Porque en ella el fondo más profun- gedia del hombre, así como la salvación de la naturaleza de-
do es asimismo la melancolía. También la naturaleza se pende de la salvación del hombre. ¿Qué significa esto? La
lamenta por un bien perdido." ¿Podemos comprender aún humanidad siempre ha soñado en un tiempo en el que ia
el sentido de tales palabras, poéticas y filosóficas a medias? armonía y la alegría llenaban toda la naturaleza, y la paz
¿ O nos hemos recluido demasiado en nuestra superioridad reinaba entre ésta y el hombre —el paraíso, la edad de oro.
humana, en nuestra arrogancia intelectual, en una actitud Pero el hombre, al violar la ley divina, destruyó esta armo-
dominante para con la naturaleza? Y si nos hemos vuelto nía, y ahora existe enemistad entre el hombre y la naturale-
incapaces de percibir los armoniosos sones de la naturaleza, za, y aun en la misma naturaleza. En las melancolías pala-
¿ acaso somos ya igualmente insensibles a sus sones trágicos ? bras de Pablo se oye el eco de este sueño. Es un sueño, pero
¿ Por qué es trágica la naturaleza ? ¿ Quién es el respon- contiene una profunda verdad: el hombre y la naturaleza
sable del sufrimiento de los animales, de la fealdad de la se pertenecen mutuamente, tanto en su gloria creada, como
muerte y de la decadencia, del miedo universal a la muer- en su tragedia y en su salvación. Así como la naturaleza,
te? Hace muchos años, hallábame una vez en un rompeolas representada por la "serpiente", condujo al hombre a la
132 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS 'TAMBIÉN LA NATURALEZA SE LAMENTA..." 133

tentación, así el hombre, al transgredir la ley divina, arras- Con imágenes llenas de vigor, el último libro de la Bi-
tró la naturaleza a la tragedia. Y esto no sucedió antaño, blia describe cómo se salvan el hombre y la naturaleza de la
como nos cuenta la narración bíblica: ocurre en todo tiempo esclavitud de la corrupción: la ciudad de Dios está edifi-
y espacio, hasta tanto existan tiempo y espacio. Mientras cada con los más preciosos materiales de la naturaleza ina-
perduren el viejo cielo y la vieja tierra, el hombre y la na- nimada. El océano, símbolo del caos informe, queda ex-
turaleza estarán sujetos en su conjunto a la ley de la vani- cluido. El río no está mancillado por ninguna podredumbre.
dad. Muchos y profundos pensadores de dentro y fuera del Los árboles dan frutos que no se alteran ni pudren. Los ani-
cristianismo coinciden en creer que el hombre está destinado males, juntamente con los santos, adoran el trono de la glo-
a satisfacer el anhelo de la naturaleza. Pero en la medida ria. Las fuerzas demoníacas han sido lanzadas a la nada.
que ha fracasado y aún fracasa en el logro de su propia y No existe el sufrimiento ni la muerte.
plena realización, el hombre es incapaz de llevar a cumpli- No es preciso decir que el profeta no nos describe aquí
miento la realización de la naturaleza —de su propio ser el estado futuro de nuestro mundo. Como la edad de oro del
corporal y de la naturaleza que está a su alrededor. Así pasado, la edad de oro del futuro es un símbolo que apunta
pues, Jesús es llamado el Hijo del Hombre, el hombre de hacia algo misterioso dentro de nuestro mundo actual, es
arriba, el verdadero hombre, a quien están sometidas las decir, las fuerzas de salvación. Y una cosa aparece muy
fuerzas de la separación y de la tragedia, y no sólo en la hu- clara en las visiones del profeta: que salvación significa sal-
manidad sino también en el universo. Ya que no hay salva- vación del mundo, y no tan sólo de los seres humanos. Leo-
ción del hombre si no hay salvación de la naturaleza: el nes y corderos, niños y serpientes, yacerán juntos en paz,
hombre está en la naturaleza y la naturaleza en el hombre. dice Isaías. Ángeles y estrellas, hombres y animales, adoran
Oigamos de nuevo las palabras del profeta sobre la sal- al Niño de la leyenda navideña. La tierra tiembla cuando
vación de la naturaleza. Cristo muere, y tiembla de nuevo cuando resucita. El sol
declina cuando Él cierra los ojos, y alborea cuando Él sur-
Entonces vi el nuevo cielo y la nueva tierra. Ya que el ge de la tumba. La resurrección del cuerpo —no de un alma
primer cielo y la primera tierra habían desaparecido; y inmortal— es el símbolo de la victoria sobre la muerte. Un
el mar ya no existía... Entonces me mostró el río del agua espíritu incorpóreo (y éste es el sentido de todas estas imá-
de vida, resplandeciente como cristal... y a un lado y a
otro del río crecía el árbol de la vida, que daba doce clases
genes) no es la finalidad de la creación; la meta de la sal-
de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol vación no es la inteligencia abstracta o una personalidad
eran para la salud de las naciones.1 moral desvinculada de la naturaleza. ¿Acaso no vemos por
doquier cómo los hombres se alejan de la naturaleza, es de-
1. Apocalipsis 21, 1; 22, 2, cir, tanto de sus propias fuerzas naturales como de la na-
'TAMBIÉN LA NATURALEZA SE LAMENTA. 135
134 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

turaleza que les rodea? ¿Y acaso no se tornan áridos e im- Cuanto más alejados estamos de la naturaleza, tanto menos
productivos en su vida mental, duros y arrogantes en su acti- podemos contestar afirmativamente. Por eso, en nuestro
tud moral, reprimidos y emponzoñados en su vitalidad ? No tiempo, han perdido tanta significación los sacramentos tan-
es esa clase de gente, ciertamente, la imagen de la salvación. to para los individuos como para las Iglesias. Puesto que, a
Como ha dicho un teólogo atinadamente: "El ser corporal través de ellos, la naturaleza participa en el proceso de la
es la meta de los caminos de Dios". salvación. Pan y vino, agua y luz, así como todos los gran-
des elementos de la naturaleza se hacen portadores de un
Eso lo han sabido siempre los pintores y escultores do-
sentido espiritual y de un poder salvador. Los poderes natu-
tados de fuerza creadora. Un gran cuadro o una gran estatua
rales y espirituales se unen —se vuelven a unir— en los
es una anticipación de la nueva tierra, una revelación del
sacramentos. La palabra apela a nuestro intelecto y puede
misterio de la naturaleza. Un cuadro o una estatua es una
mover nuestra voluntad. Si su significación es viva para
planta o una piedra transformada en un mensaje de signifi-
nosotros, los sacramentos impregnan tanto nuestro ser in-
cación espiritual. Es la naturaleza elevada sobre sí misma,
consciente como el consciente, se adueñan del fondo creador
que revela su tragedia y, al mismo tiempo, su victoria sobre
de nuestro ser. Constituyen el símbolo de la naturaleza y del
la tragedia. Las imágenes pictóricas o talladas de Jesús y
espíritu, unidos en la salvación.
de los apóstoles y santos que nos han legado los siglos de
arte cristiano —esos retratos humanos donde la humanidad ¡Comulgad, pues, con la naturaleza! Reconciliaos con
descubre su fuerza y dignidad—, la incomparable expre- ella, después de haberle estado tan alejados. Escuchadla en
sión de personalidad que vemos incluso en el rostro de los la quietud, y encontraréis su corazón. Y entonces el corazón
individuos más humildes, revela que el espíritu se hace cuer- de la naturaleza cantará la gloria de su fondo divino. Se
po y que la naturaleza no es extraña a la personalidad. El lamentará con nosotros de la esclavitud de la tragedia.
sistema de células y funciones que llamamos "cuerpo", es ¡ Y nos hablará de la indestructible esperanza de salvación!
capaz de expresar el cambio más sutil de nuestro ser espi-
ritual. Los artistas han comprendido a menudo la eterna sig-
nificación de la naturaleza, incluso cuando los teólogos recal-
caban una espiritualidad desencarnada y olvidaban que la
primera cosa por la que Jesús reveló su vocación mesiá-
nica fue su poder de curar las enfermedades corporales
y mentales.
Permitidme que os haga una pregunta: ¿ Somos todavía
capaces de comprender lo que significa un sacramento?
LA EXPERIENCIA DE LA SANTIDAD
H

El año de la muerte del rey Osias,


vi al Señor sentado sobre un trono
alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo.
Había ante Él serafines; y cada uno tenía seis alas:
con dos se cubrían el rostro,
con dos se cubrían los pies,
y con las otras dos volaban.
Y unos a otros clamaban y decían:
Santo, santo, santo, es el Señor de los ejércitos:
está la tierra llena de su gloria.
A estas voces temblaron las puertas en sus quicios,
y la casa se llenó de humo.
Yo me dije: "Ay de mí, perdido estoy,
porque, siendo un hombre de labios impuros,
que habita en medio de un pueblo de labios impuros,
he visto con mis ojos al Rey, al Señor de los ejércitos".
Pero uno de los serafines voló hacia mí con un carbón
encendido en la mano,
que con las tenazas tomó del altar,
y, tocando con él mi boca, dijo:
"Mira, esto ha tocado tus labios;
tu iniquidad ha sido quitada y borrado tu pecado".
Y oí la vos del Señor que decía:
"¿A quién enviaré y quién irá de nuestra parte?"
Y yo le dije: "Heme aquí, envíame a mí".
Y Él me dijo: "Ve y di a ese pueblo:
140 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA EXPERIENCIA DE LA SANTIDAD 141

Oíd, pero no entendáis; Sólo habla de la orla del manto que llena el templo, de los
mirad, pero no veáis. ángeles que rodean el trono del Señor, de la conmoción de
Endurece el corazón de ese pueblo,
los cimientos, y del humo que llena la casa. De esta manera
tapa sus oídos, cierra sus ojos;
que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, indica que la revelación de Dios es al mismo tiempo su vela-
ni entienda con su corazón, y no se convierta, ni se cure." ción. Dios sólo puede revelarse a sí mismo permaneciendo
Y yo le dije: "¿Hasta cuándo, Señor?" Y respondió: velado. Pero incluso esta velada revelación hace que Isaías
"Hasta que las ciudades queden asoladas, sin habitantes, se sienta sucumbir. Permanecer en la presencia de Dios,
y las casas sin moradores,
aunque sólo sea una simple aproximación a Su esfera, aun-
y la tierra de labor convertida en desierto;
hasta que el Señor arroje lejos a los hombres, que Dios mismo permanezca oculto, significa la aniquilación
y sea grande la desolación en la tierra. del hombre.
Pero si aun quedare un décimo de ellos, El mismo sentimiento se expresa en el grito de los sera-
y volvieran, también serán quemados: fines. "Santo" tiene aquí un doble sentido, como muestra
como la encina y el terebinto,
cuya savia queda en ellos, cuando se abaten sus hojas:
claramente el contexto. Significa la majestad de que está
así la santa semilla será su savia. henchido el mundo, y asimismo la pureza que se opone a la
ISAíAS 6 impureza humana. Gloria sin pureza es el carácter de todos
los dioses paganos. Y pureza sin gloria es el carácter de
Éste es uno de los más grandes capítulos del Antiguo todas las ideas humanísticas acerca de Dios. El humanismo
Testamento. Revela claramente la esencia de la religión bí- ha transformado la inaccesibilidad de Dios en la sublimi-
blica. El profeta describe la visión de su vocación con pala- dad de sus mandamientos morales. El humanismo ha olvi-
bras e imágenes que expresan al mismo tiempo su experien- dado que la majestad de Dios, tal como la experimenta el
cia fundamental de Dios, su interpretación de la existencia profeta, entraña la conmoción de los cimientos, donde quiera
humana, y su concepción de la misión del profeta. Su expe- que Dios aparezca, y el velo de humo, cada vez que Dios se
riencia de Dios es una experiencia de la santidad de Dios. muestre. Cuando se identifica a Dios con un elemento de
Interpreta la condición humana como fundamentalmente im- la naturaleza humana, como ocurre en el humanismo, aquel
pura e incapaz de comparecer ante la faz de Dios. Y la mi- terrorífico y aniquilador encuentro con la majestad resulta
sión del profeta la sitúa paradójicamente en el polo opuesto ya imposible. Pero "santo" significa también perfección
a la significación natural de la profecía. Estas tres ideas se moral, pureza, bondad, verdad y justicia. La gloria de Dios
complementan y representan tal vez la más elevada expre- puede llenar el mundo entero, sólo porque Él es santo en
sión dada jamás al espíritu profético. este doble sentido. La gloria de los dioses que no son san-
El profeta no describe en modo alguno a Dios mismo. tos en este doble sentido, únicamente puede llenar un solo
142 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA EXPERIENCIA DE LA SANTIDAD 143

país, una familia o una tribu, una nación o un estado, una de nuestra existencia, pecado, iniquidad, o impureza, ha de
sola esfera de la vida humana. Por consiguiente, no poseen quemarse totalmente, ha de aniquilarse. Sólo mediante seme-
la verdad, la justicia y la pureza del Dios que realmente es jante aniquilación puede hablarnos Dios a nosotros, y a los
Dios. Son demonios que aspiran a la santidad, pero que se demás a través de nosotros. Pero que Dios nos hable, que
ven excluidos de ella porque su gloria es una majestad sin Dios escoja un momento determinado para hablarnos, eso no
pureza. Digamos, pues, sobre todo en estos tiempos de aho- depende en absoluto de nosotros. No fue Isaías quien sus-
ra: " ¡ T ú sólo eres santo!". citó la visión o la purificación. Isaías hallábase dominado
El profeta confiesa que es un hombre de labios impuros, por el terror y el espanto. Pero tuvo que decidirse. Ya que
y que vive en medio de un pueblo de labios impuros. Recal- si Dios pregunta: "¿Quién irá de nuestra parte?", Dios
ca la impureza de sus labios, porque su misión es predicar; espera la respuesta. Dios nos obliga: la decisión de Isaías
pero la impureza de sus labios es un símbolo de la impureza ha de ser libre. Porque la libertad de decisión es la segunda
de toda su existencia y de la existencia de los individuos condición de la existencia profética. Un profeta ha de deci-
y de la sociedad como un todo. Isaías da muestra de una dir por sí mismo si acepta o no la misión. Con respecto a
profunda penetración, al identificarse con su pueblo impuro nuestro destino y a nuestra vocación, somos libres; pero
en el mismo momento en que se hace digno de su excepcio- con respecto a nuestra relación con Dios, carecemos de todo
nal visión. La diferencia entre la religión mística y la pro- poder. La majestad de Dios se hace evidente en uno y
fética radica en esa intuición. Ya que incluso en el mayor otro caso.
éxtasis, un profeta no olvida el grupo social al que perte- El profeta describe luego el contenido del mandato divi-
nece, ni el carácter impuro de ese pueblo que él no puede re- no. "Endurece el corazón de ese pueblo, tapa sus oídos, y
huir. Por consiguiente, el éxtasis profético, al contrario del cierra sus ojos." Nuestros sentimientos morales naturales
éxtasis místico, jamás es una finalidad en sí mismo, sino rehusan la aceptación de semejante paradoja. Porque si
más bien el medio de recibir los mandatos divinos que han hablamos, queremos que nos escuchen; y si predicamos, que-
de predicarse al pueblo. La visión de Isaías revela las dos remos convertir y curar. Pero el profeta acepta el mandato
condiciones de la existencia profética. Primero los labios divino. Y cuando sus sentimientos naturales le impelen a
del profeta deben ser purificados por el fuego. Entonces preguntar: "¿Hasta cuándo?", recibe esta respuesta: "Has-
podrá oír la voz de Dios, condición previa para ser el en- ta que las ciudades queden asoladas, sin habitantes, y las
viado de Dios. Nadie puede ser profeta de Dios por su casas sin moradores, y la tierra de labor convertida en de-
propia fortaleza; y nadie puede absolverse a sí mismo. Sólo sierto". No le es dada ninguna esperanza o promesa. ¿Qué
el poder de la santidad divina, si llega a tocar nuestra exis- significa esta paradoja? Pues significa que los verdaderos
tencia, puede llevarnos a la proximidad de Dios. Algo profetas son los instrumentos de Dios cuando actualizan Su
144 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA EXPERIENCIA DE LA SANTIDAD 145

juicio respecto a la humanidad. Significa que son instru- alguien siente que este espíritu profético le asiste, debe acep-
mentos en el sentido de que la palabra profética siempre tarlo como lo hizo Isaías. Debe predicar el mensaje de una
provoca la oposición del hombre con respecto a su existen- nueva justicia y de un nuevo orden social en nombre de
cia vital y a su existencia moral y religiosa —pero, en par- Dios y de Su honor. Pero entonces deberá esperarse a que
ticular, con respecto a su existencia religiosa. Todos los pue- se le opongan y le persigan no sólo sus enemigos, sino tam-
blos desean falsos profetas que, a través de la glorificación bién sus amigos, su partido, su clase y su nación. Y seme-
de sus dioses, glorifiquen a sus seguidores y a los mismos jante persecución deberá esperarla en la medida que su pa-
pueblos. Anhelan que les adulen por todo: deseos y virtudes, labra sea la de aquel Dios que es único en la santidad: la
sentimientos religiosos y actividad social, voluntad de poder palabra de aquel Dios que es el único capaz de crear un
y esperanzas utópicas, lo que saben y lo que aman, familia y pueblo santo con los residuos de todos los pueblos.
raza, clase y nación. Y siempre surgen falsos profetas, que
glorifiquen al demonio que los pueblos adoran. Pero cuando
se alza la voz del verdadero profeta, los pueblos le cierran
sus oídos, contradicen sus palabras y acaban persiguiéndole
y matándole, porque no son capaces de recibir su mensaje.
Por eso el mandato divino ha de durar hasta que se cum-
plan las palabras del profeta, y las ciudades queden des-
truidas y la tierra convertida en desierto.
Todos andamos anhelantes de poseer el espíritu profé-
tico. Todos estamos ansiosos de conducir el pueblo a una
nueva justicia y a un mejor orden social. Todos quisiéramos
salvar las naciones de la destrucción que les amenaza. Pero,
aunque nuestras palabras fueran la palabra de Dios, ¿ logra-
rían acaso mejores resultados que los que Isaías conoció en
su visión y sufrió en su vida ? ¿ Somos nosotros más que él ?
¿ Se hallan nuestros pueblos de hoy menos consagrados a los
demonios que no lo estaba el suyo ? Y si no lo están, ¿ acaso
podemos esperar otra cosa que lo que en su visión se le dijo
que esperara? Hemos de pedir el espíritu profético que du-
rante tanto tiempo ha estado muerto en las Iglesias. Y si

10.
EL YUGO DE LA RELIGIÓN
En aquella ocasión, Jesús se puso a hablar diciendo: "Te
doy gracias, Padre, Señor del cielo y la tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y discretos, y las has re-
velado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido
bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y no conoce
nadie al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie al Padre sino
el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelarle. Venid a
mí todos los que sufrís y estáis oprimidos, y yo os descan-
saré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí; que
soy suave y humilde de corazón: y encontraréis alivio para
vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga es
ligera".
MATEO 11, 25-30

Cuando llegué a la edad de recibir la confirmación e


incorporarme plenamente a la Iglesia, se me dijo que esco-
giera un pasaje de la Biblia que fuera la expresión de mi
acceso personal al mensaje bíblico y a la Iglesia cristiana.
, Todos los confirmados estaban obligados a hacerlo y a reci-
tar el pasaje ante la congregación. Cuando escogí las pala-
bras: "Venid a mí todos los que sufrís y estáis oprimidos",
me preguntaron con cierta perplejidad e incluso ironía por
qué había escogido precisamente aquel pasaje. Ya que vivía
en condiciones felices y, a mis solos quince años, no parecía
que me agobiara ningún trabajo ni pesada carga. No pude
150 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL YUGO DE LA RELIGIÓN 151

contestar entonces; me sentía algo turbado, pero sabía que para todos los hombres, aunque no todos lo sientan de la
en el fondo tenía razón. Y la tenía, ciertamente; todos los misma manera. La situación general del hombre estriba en
jóvenes están en lo cierto cuando acogen inmediatamente andar agobiado y trabajar sin descanso bajo un yugo dema-
esas palabras; y también todos los adultos están en lo cierto siado duro de soportar. ¿ Qué clase de carga es ésta ? Podría-
cuando las acogen en todos los períodos de su vida y en mos pensar, ante todo, en las cargas y penas que la vida
todas las circunstancias de su historia interna y externa. diaria nos impone. Pero no es eso lo que indica nuestro tex-
Estas palabras de Jesús son universales, y se ajustan a toda to. Jesús no nos dice que vaya a aliviar las penas y las car-
persona y a toda situación humana. Son palabras sencillas, gas de la vida y del trabajo. ¿Cómo podría hacerlo, aunque
que llegan al corazón tanto del hombre primario como del quisiera ? Tanto si le seguimos como si no, las enfermedades
culto, y que inquietan la mente del sabio. Todas las palabras o el paro forzoso siguen amenazándonos; el peso de nuestro
de Jesús tienen prácticamente este carácter, y evidencian la trabajo no se hace más leve; el sino de los refugiados, arras-
diferencia que existe entre Él, que las dijo por primera vez, trándose de un país a otro, no cambia; el horror de las rui-
y todos los que después las han interpretado y que de Él de- nas, de las heridas y de la muerte que cae del cielo, no se
penden, discípulos y teólogos, santos y predicadores. Ahora detiene; y tampoco el desconsuelo por la muerte de amigos,
vuelvo por primera vez en mi vida al pasaje que escogí en padres o hijos queda aminorado. Jesús no puede prometer
aquellos años de mi mocedad y me sobrecogen de nuevo como ni promete más placer y menos dolor a aquellos a quienes
entonces, aunque me turben infinitamente más, la majestad y pide que le sigan. Al contrario, a veces les promete más
profundidad de su inagotable sentido. Nuestra actitud frente dolor, más persecución, más amenazas de muerte —la
a palabras como éstas es obvia: hemos de enderezarnos a la "cruz", como Él le llama. Nada de todo esto es la carga
última raíz del poder que ejercen sobre nuestra alma; hemos de la que Jesús nos habla.
de explicar por qué, en su fuerza emotiva, implican la fuer- Tampoco es la carga del pecado y la culpa, como podrían
za de una verdad última; y hemos de examinar nuestra si- suponer quienes se han educado en la interpretación cris-
tuación humana a la luz que de ellas nos llega. tiana tradicional de la obra de Cristo. A nada de esa índole
Vamos a formular las tres preguntas que suscitan las apuntan las palabras de Jesús. Tomar sobre nosotros Su
palabras de Jesús, y a interpretar luego las respuestas im- fácil yugo no significa que hayamos de considerar el pecado
plicadas en las mismas. ¿Cuál es la pena y la carga de las más a la ligera o que hayamos de tomarnos menos en serio
que Él puede aliviarnos? ¿Cuál es el yugo llevadero y la nuestras culpas. A los que le siguen, Jesús no les dice que
carga ligera que pondrá sobre nosotros ? ¿ Por qué Él y sólo sus pecados no sean tan importantes como parecían. No les
Él puede dar un tal descanso a nuestra alma ? da una conciencia más acomodaticia por lo que respecta a
"Todos los que sufrís y estáis oprimidos . . . " : esto vale sus faltas e infracciones. Muy al contrario, en casi todas
152 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL YUGO DE LA RELIGIÓN 153

Sus palabras Jesús les agudiza la conciencia hasta el más gran protestante danés, supo descubrir. No existe ningún
alto grado posible. Condena pecados que la teología tradi- genio religioso, ningún sagaz observador de los abismos del
cional de su época ni siquiera consideraba como pecados. alma humana, nadie que sea capaz de oír los latidos de su
Tampoco es ésta, pues, la carga a la que Él se refiere. propio corazón, que no dé fe de esta intuición de la natu-
La carga de la que nos quiere liberar es la carga de la raleza humana y de la existencia humana. En todas las
religión, es decir, el yugo de la ley, impuesto en su tiempo almas existen hendiduras y boquetes: sabemos, por ejem-
al pueblo por los maestros religiosos, por los hombres sabios plo, que somos más que polvo; pero sabemos asimismo que
e inteligentes, como Él los llamaría con palabras nuestras, acabaremos siendo polvo. Sabemos que pertenecemos a un
por los escribas y fariseos, como habitualmente les llama- orden más elevado que el de nuestras necesidades y deseos
mos. Los que sufren y están oprimidos, son los que gimen animales; pero sabemos también que abusaremos de ese
bajo el yugo de la ley religiosa. Y Él quiere darles la fuerza orden superior poniéndolo al servicio de nuestra naturaleza
de sobreponerse a la religión y a la ley; el yugo que les inferior. Sabemos que sólo somos unos miembros insignifi-
da es un "nuevo ser", que está por encima de la religión. cantes del mundo espiritual; pero sabemos al mismo tiempo
Lo que les invita a aprender de Él es la victoria sobre la que aspiraremos a la totalidad, erigiéndonos nosotros mis-
ley de los sabios y de los inteligentes, y la ley de los escri- mos en centro del mundo.
bas y fariseos. Tal es el hombre; y porque el hombre es así, existe reli-
¿De qué manera nos concierne todo eso? ¿Y por qué gión y ley. La ley de la religión es el gran esfuerzo del
concierne a todos los hombres en todas las situaciones posi- hombre para domeñar su angustia, su desasosiego y su de-
bles ? Pues nos afecta porque, como todos los seres humanos, sespero, para taponar el boquete que hay en sí mismo y
nosotros gemimos bajo la ley, bajo una ley que es religión, alcanzar la inmortalidad, la espiritualidad y la perfección.
y una religión que es ley. Ésta es la profundidad de las pa- Y así es como bajo la ley religiosa el hombre trabaja y se
labras de Jesús, y ésta es la verdad implicada en la fuerza fatiga tanto de pensamiento como de obra.
emotiva de Sus palabras. El hombre trabaja y se fatiga, por- La ley religiosa exige que el hombre acepte unas ideas
que es el ser que conoce su finitud, su fugacidad, los riesgos y unos dogmas, que crea en ciertas doctrinas y tradiciones,
que entraña el vivir y el carácter trágico de la existencia. cuya aceptación le garantiza su salvación de la angustia,
Miedo y angustia son la herencia de todos los pueblos, como del desespero y de la muerte. Entonces el hombre procura
Pablo supo cuando trató tanto a los judíos como a los pa- aceptar todas esas cosas, aunque tal vez se le hayan hecho
ganos. El desasosiego espolea al hombre durante su vida extrañas o dudosas. Bajo la exigencia religiosa, trabaja y se
entera, como sabía Agustín. Y un elemento oculto de deses- fatiga para creer cosas en las que ya no puede creer. Final-
pero se da en toda alma humana, como Kierkegaard, el mente, intenta huir de la ley de la religión. Procura arrojar
154 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL YUGO DE LA RELIGIÓN 155

este pesado yugo de la ley doctrinal que le han impuesto las rituales, nuestra participación en iniciativas religiosas y nues-
autoridades de la Iglesia, los maestros de la ortodoxia, los tro estudio de las tradiciones religiosas, sin que podamos
padres piadosos y las tradiciones establecidas. Entonces pasa a olvidar la oración, los sacramentos y la meditación. Nos exi-
ser crítico y escéptico. Cierto es que arroja lejos de^sí aquel gen la obediencia moral, un autocontrol y un ascetismo
yugo; pero nadie puede vivir en el vacio del simple escepti- inhumanos, nuestra entrega a hombres y a cosas que reba-
cismo.Y así retorna al antiguo yugo, llevado por una espe- san nuestras posibilidades, nuestra sumisión a ideas y debe-
cie de fanatismo que se complace en la autotortura e intenta res superiores a nuestras fuerzas, la negación ilimitada y la
imponerlo a los demás, a sus hijos o a sus alumnos. La ilimitada perfección de nosotros mismos: la ley religiosa nos
carga que ha vuelto a echar sobre sus hombros, le impulsa exige que seamos perfectos en todos los aspectos. Y nuestra
a un inconsciente deseo de desquite. Y cuando padres, maes- conciencia acepta semejante exigencia. Pero lo que desgarra
tros y sacerdotes adoptan semejante actitud, son muchas las a nuestro ser se debe precisamente a este hecho: que la
familias que se ven destrozadas por dolorosas tragedias y perfección, aunque coincida con la verdad, va más allá de
muchos también los espíritus que se quiebran. nosotros y se revuelve contra nosotros, juzgándonos y con-
Otros, también incapaces de soportar el vacío del escep- denándonos. Entonces también intentamos desembarazarnos
ticismo, encuentran nuevos yugos fuera de la Iglesia, nuevas de esas exigencias rituales y morales. Las arrinconamos, las
leyes doctrinales bajo las cuales empiezan de nuevo a es- odiamos, las criticamos; incluso algunos de nosotros hace-
forzarse : ciertas ideologías políticas, que ellos propagan con mos ostentación de una cínica indiferencia con respecto a
fanatismo religioso; determinadas teorías científicas, que esas leyes religiosas y morales. Sin embargo, como el puro
ellos defienden con dogmatismo religioso; y aun aquellas cinismo es tan imposible como el puro escepticismo, volve-
esperanzas utópicas, que ellos proclaman como si fueran la mos a aceptar esas leyes, tanto si son antiguas como nuevas,
condición de la salvación del mundo, imponiendo a naciones y acabamos siendo más fanáticos que nunca, es decir, car-
enteras el yugo de sus credos personales, que son asimismo gamos de nuevo con el yugo de la ley, desafiando aún más
religiosos incluso cuando pretenden destruir la religión. nuestra resistencia, atosigándonos a nosotros mismos con
Siempre nos hallamos bajo el yugo de la religión. Y muy a mayor encono, y estando mayormente dispuestos a someter
menudo todos intentamos arrojar lejos de nosotros todas las a los demás al mismo yugo, siempre en nombre de la per-
doctrinas o dogmas, tanto viejos como nuevos, pero tras una fección. Para estos puritanos y moralistas perfeccionistas, el
breve pausa volvemos a ellos, sometiéndonos nosotros mis- mismo Jesús se convierte en un maestro de la ley religiosa
mos y sometiendo a los demás a su esclavitud. que carga sobre nosotros la más pesada de todas las car-
Eso mismo ocurre en lo que se refiere a las leyes prác- gas, la carga de Su ley. Pero semejante distorsión es la
ticas de la religión. Esas leyes nos exigen unas actividades mayor que cabe realizar en el designio de Jesús y es precN_
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156 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL YUGO DE LA RELIGIÓN 157

sámente la que hallamos en el espíritu de los que Le cruci- nueva realidad, un nuevo ser y un nuevo poder de transfor-
ficaron porque quebrantaba la ley religiosa, no rehuyéndola mar la vida. Si Jesús lo llama yugo, es para darnos a enten-
como los cínicos saduceos, sino transcendiéndola. Todos der que nos viene de arriba y nos sujeta con una fuerza de
nosotros estamos en permanente peligro de abusar de/Jesús, salvación; y si nos dice que es llevadero, es para significar
cuando afirmamos que es el fundador de una nueva religión que no se trata del resultado de ninguna acción o esfuerzo
y el portador de otra ley más refinada y esclavizante. Y así nuestro, sino más bien que nos es dado antes de que poda-
vemos en todas las iglesias cristianas como muchas perso- mos hacer algo. Es un ser, un poder, una realidad, que do-
nas que consideramos cristianas, cristianas formales, penan mina la ansiedad y el desespero, el miedo y el desasosiego
y se afanan bajo el peso de innumerables leyes que no pue- de nuestra existencia. Está aquí, entre nosotros, en medio
den cumplir, y que ahora abandonan para luego volverlas de nuestra tragedia personal y de la tragedia de la historia.
a aceptar o para sustituirlas por otras. Y éste es precisa- De repente, dentro de la más ardua lucha, aparece como
mente el yugo del que Jesús quiere liberarnos. Jesús es más una victoria, que no hemos logrado nosotros, pero que se
que un sacerdote, que un profeta, que un genio religioso, hace presente al margen de toda esperanza y esfuerzo. De
todos los cuales nos someten a la religión. Jesús nos libera repente, nos sentimos inmersos en una paz que es superior
de la religión. Todos aquéllos establecen nuevas leyes reli- a la razón, es decir, que mana de allende nuestra búsqueda
giosas. Jesús transciende toda ley religiosa. teórica de la verdad, de allende nuestro esfuerzo práctico
"Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mi... para realizar el bien. La verdad —es decir, la verdad de
porque mi yugo es llevadero y mi carga es ligera." Estas nuestra vida y de nuestra existencia— nos ha asido. Sabe-
palabras no indican una diferencia cuantitativa —que el yugo mos que ahora, en este momento, estamos en la verdad, a
sea algo más llevadero, algo más leve. ¡ Indican una contra- pesar de toda nuestra ignorancia con respecto a nosotros
dicción ! El yugo de Jesús es suave en sí mismo, porque se mismos y a nuestro mundo. No es que seamos ahora más
halla por encima de la ley, y porque sustituye en nuestra sabios y más inteligentes, en cualquiera de los sentidos en
alma el esfuerzo denodado y el penar incesante por el más que usamos estas palabras; de hecho, nuestro conocimiento
profundo descanso. El yugo de la religión y de la ley presu- sigue siendo infantil. Pero la verdad de la vida está en noso-
pone en nuestra alma aquellas hendiduras y boquetes, cuyo tros con una certeza iluminadora, identificándonos con no-
sufrimiento nos impulsa a intentar superarlos. El yugo de sotros mismos y prodigándonos una enorme felicidad en la
Jesús, en cambio, se alza por encima de toda suerte de hen- plenitud del sosiego. Y también el bien, el bien último, que
diduras y boquetes. Los ha superado ya, en cuanto aparece para nada sirve sino para ser el bien en sí mismo, se ha adue-
y el alma lo acepta. No es ninguna nueva exigencia, ninguna ñado de nosotros. Sabemos que ahora, en este preciso mo-
nueva doctrina o ninguna nueva moral, sino más bien una mento, estamos en el bien, a pesar de todas nuestras flaque-
158 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL YUGO DE LA RELIGIÓN 159

zas y maldades, a pesar del carácter fragmentario y viciado determina Su vida. Lo que se halla escondido en todas las
de nuestro yo y del mundo. No es que seamos ahora de una cosas y que a veces se nos manifiesta en las grandes eleva-
mayor moralidad o mayormente santos; pertenecemos toda- ciones espirituales, es la fuerza que informa esta vida Suya.
vía a un mundo que se halla sujeto al mal y a la,autodes- Es la unicidad y el misterio de Su Ser, la corporización y la
trucción. Tero el bien de la vida está en nosotros y nos plena aparición del Nuevo Ser. Y por esta razón Él puede
identifica con el bien de toda cosa, dándonos la bendita expe- decir las palabras que ningún profeta o santo ha dicho ja-
riencia del amor universal. Si esto nos ocurre y en una tal más : que nadie conoce a Dios salvo Él y aquellos que reci-
medida, es cierto que entonces alcanzamos la eternidad, el ben su conocimiento a través de Él. Tales palabras no signi-
orden altísimo y el mundo espiritual al que pertenecemos, fican ciertamente que Jesús nos imponga una nueva teología
y del que vivimos separados en nuestra existencia normal. o una nueva ley religiosa. Significan más bien que Jesús
Es cierto que entonces nos hallamos más allá de nosotros es el Nuevo Ser del que todos pueden participar porque es
mismos. El nuevo ser nos conquista, aunque el antiguo ser universal y omnipresente. ¿ Cómo podría decir de Sí mismo
no haya desaparecido. que es manso y humilde de corazón tras haber hablado de
¿ Dónde podemos experimentar esta nueva realidad ? No- su unicidad, palabras que, en boca de cualquier otro, serían
sotros no podemos descubrirla, pero ella puede venir a nues- de una arrogancia blasfematoria? Pues porque el Nuevo
tro encuentro. Durante toda nuestra vida intenta darnos al- Ser que lo constituye no ha sido creado por Jesús: es Jesús
cance. Está en el mundo; sostiene el mundo; y gracias a quien ha sido creado por el Nuevo Ser. El Nuevo Ser ha
ella nuestro mismo yo y nuestro mundo no se han lanzado venido a su encuentro, como debería venir al encuentro de
aún a la total autodestrucción. Aunque oculta bajo la ansie- nosotros. Y puesto que Su ser no es el resultado de ningún
dad y el desespero, bajo la finitud y la tragedia, esta reali- esfuerzo ni trabajo personal suyos, y puesto que,lo que de-
dad se halla en todas las cosas, en las almas y en los cuer- termina Su unicidad no es ninguna servidumbre a la ley
pos, porque todo cobra vida en ella. El nuevo ser significa religiosa sino más bien una victoria sobre la religión y la
que el antiguo ser no se ha destruido aún del todo, que la ley, Jesús no impone a los hombres ninguna religión ni ley,
vida todavía es posible, que a nuestra alma aún le quedan ninguna carga ni yugo. Le aborreceríamos y le rehuiríamos
fuerzas para seguir adelante, que el bien y la verdad aún no si nos llamaba a la religión cristiana, a la doctrina cristiana
se han extinguido. Es una realidad presente, y logrará llegar o a la moral cristiana. No aceptaríamos su pretensión de
a nosotros. Dejemos, pues, que nos alcance. Aunque sosega- ser manso y humilde de corazón y dar alivio a nuestra
da, mansa y humilde, es más fuerte que el mundo. alma, si aún nos daba nuevos mandamientos para nuestro
Ése es el sentido de la llamada de Jesús: "Venid a mí". pensar y actuar. Jesús no es el creador de una nueva
Ya que en Él este nuevo ser está presente de tal forma que religión, sino el vencedor de toda religión; no es el hacedor
160 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL YUGO DE LA RELIGIÓN 161

de una nueva ley, sino el conquistador de toda ley. Y noso- poder de salvación oculto en nuestra existencia, que nos li-
tros, los ministros y maestros del cristianismo, no os llama- bera de la fatiga y de la carga, y que da alivio a nuestra
mos al cristianismo, sino más bien al Nuevo Ser del cual el alma.
cristianismo debe ser testigo y nada más, sin confundirse No preguntéis ahora qué haremos o qué actos se segui-
jamás con ese Nuevo Ser. Cuando oigáis la llamada de rán de este Nuevo Ser, de este alivio de nuestra alma. No
Jesús, olvidad todas las doctrinas cristianas, olvidad vues- lo preguntéis; como no preguntáis por qué los frutos bue-
tras propias convicciones y vuestras dudas particulares. Si nos se siguen de la bondad del árbol. Así es. El acto sigue
alguna vez Le seguís, olvidad toda la moral cristiana, vues- al ser, y un nuevo acto, un acto mejor, un acto más vigo-
tros logros y vuestros fallos. Nada se os pide —ninguna idea roso, sigue a un nuevo ser, a un ser que es mejor y más
de Dios, ninguna bondad especial propia, ni que seáis reli- vigoroso. Nosotros y nuestro mundo seríamos mejores, más
giosos, ni que seáis cristianos, ni siquiera que seáis sabios, veraces y más justos, si en nuestro mundo hubiera más
ni que os atengáis a una moral. Lo que se os pide es tan sólo alivio para las almas. Nuestros actos serían más creadores,
que os abráis a lo que se os da y que queráis aceptarlo: el más conquistadores, conquistadores de la tragedia de nues-
Nuevo Ser, el ser de amor, de justicia y de verdad que se tro tiempo, si brotaran de un nivel más profundo de nues-
manifiesta en Aquel cuyo yugo es llevadero y cuya carga tra vida. Ya que nuestra profundidad creadora es aquella
es ligera. profundidad en la que el sosiego está en nosotros.
Permitidme que acabe como empecé, con unas palabras
personales. Creedme, vosotros, los que sois religiosos y cris-
tianos : no seríamos dignos de enseñar el cristianismo, si
sólo lo hiciéramos en beneficio del cristianismo. Y creedme
también, vosotros, los que sois ajenos a la religión y vivís
muy lejos del cristianismo: no es nuestro propósito que os
hagáis religiosos y cristianos, cuando interpretamos la llama-
da de Jesús en relación a nuestro tiempo. Si decimos que
Jesús es Cristo, no es porque nos trajera una nueva reli-
gión, sino porque es el final de la religión, porque está por
encima de la religión y de la irreligión, por encima del cris-
tianismo y del no cristianismo. Si difundimos Su llamada,
es porque se trata de la llamada dirigida a todos los hom-
bres de todas las épocas para que reciban el Nuevo Ser, ese

11.
EL SENTIDO DE LA PROVIDENCIA
Pues estoy convencido de que ni muerte ni vida ni ánge-
les ni potestades, ni lo que ha sido ni lo que será, ni juersas,
ni altura, ni profundidad, ni criatura ninguna nos podrá se-
parar del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro
Señor.
ROMANOS 8, 38-39

Estas palabras tan conocidas de Pablo expresan la fe


cristiana en la divina providencia. Vienen a ser la primera
y fundamental interpretación de aquellas inquietantes pala-
bras del evangelio de Mateo en las que Jesús nos manda
que no nos preocupemos por nuestra vida, de qué come-
remos y de cómo vestiremos, y nos incita a que busque-
mos primero el reino de Dios, ya que Dios sabe todo aque-
llo de que tenemos necesidad en nuestra vida de cada día.
Ahora necesitamos semejante interpretación: pocos artícu-
los de la fe cristiana revisten una mayor importancia para
la vida cotidiana de cualquier hombre y mujer, y pocos se
prestan tanto a la mala inteligencia y a la deformación.
Y esa mala inteligencia acarrea necesariamente una desilu-
sión que no sólo aleja de Dios el corazón de los hombres,
sino que incluso suscita la rebeldía contra Él, contra el cris-
tianismo y contra la religión. Cuando en la última guerra
166 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL SENTIDO DE LA PROVIDENCIA 167

yo hablaba a los soldados entre batalla y batalla, ellos me Pablo nos habla de estas fuerzas. Las conoce todas: el
expresaban su repulsa del mensaje cristiano en términos horror de la muerte y la ansiedad de la vida; el empuje
de ataque a la fe en la providencia —un ataque cuya amar- irresistible de las fuerzas naturales e históricas; la ambi-
gura procedía de las decepciones fundamentales que habían güedad del presente y la inescrutable oscuridad del futu-
padecido. Después de leer un texto del gran Einstein, en el ro; las mutaciones imprevisibles del sino, que tan pronto
que éste recusa la fe en un Dios personal, deduje que no encumbra a los hombres desde la nada como hunde luego
existía la menor diferencia entre la aserción del sabio y la a los encumbrados; y la destrucción natural de la criatura
de aquellos soldados tan sencillos. La idea de Dios se les an- por la criatura. Las conoce, a todas ellas, tan bien como
tojaba imposible porque la realidad de nuestro mundo pare- nosotros, que las hemos vuelto a descubrir, en nuestra
ce estar en contradicción con el poder omnipotente de un época, tras un breve período en el que providencia y reali-
Dios sabio y justo. dad parecían marchar de acuerdo. Pero nunca fue y nunca
En otra ocasión, cuando en términos del segundo Isaías podrá ser un verdadero acuerdo. Era más bien el conte-
intentaba interpretar para un grupo de refugiados cristianos nido de la fe más poderosa, más paradójica y más arries-
y judíos el carácter paradójico del gobierno divino del mun- gada. Sólo entendiéndolo así, podremos hallar el sentido y
do, un judío que antes había gozado de gran prestigio en la la verdad de la providencia.
Alemania occidental, me dijo que había recibido numerosos ¿Cuál es su contenido? No es, ciertamente, una vaga
cablegramas del sur de Francia comunicándole la terrible promesa de que, con la ayuda de Dios, todo acabará bien:
noticia de que unos diez mil judíos, de noventa o más años son muchas las cosas que acaban mal. Y tampoco es el de-
de edad, habían sido evacuados súbitamente de Alemania y recho de conservar la esperanza en todas las circunstan-
trasladados a campos de concentración. Y añadió que al pen- cias : hay circunstancias en las que no puede existir espe-
sar en aquella inimaginable miseria se le hacía imposible ranza alguna. Ni menos aún equivale a la anticipación de
hallar sentido a ningún mensaje referente a la divina provi- una época de la historia en la que la divina providencia
dencia, por poderoso que fuera. Nosotros, ¿ qué respuesta da- será demostrada manifiestamente por la bondad y la felicidad
remos, qué respuesta podemos dar a un problema tan crucial humanas: en ninguna generación la divina providencia
—un problema ante el cual el cristianismo entero está en ha sido menos paradójica de lo que lo es en la nues-
causa, un problema que no tiene nada que ver con una crítica tra. Muy al contrario, el contenido de la fe en la provi-
teórica de la idea de Dios, sino que representa más bien la dencia es éste: cuando la muerte llueve del cielo como aho-
angustia del corazón humano, incapaz de resistir por más ra, cuando la crueldad impera sobre naciones e individuos
tiempo el influjo que ejercen sobre la tierra las fuerzas de- como ahora, cuando el hambre y la persecución empujan a
moníacas ? millones de seres de un lugar a otro como ahora, y cuando en
168 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL SENTIDO DE LA PROVIDENCIA 169

las cárceles y ghettos de todo el mundo se corrompe la huma- nuestra separación de Dios, lo que destruye nuestra fe en
nidad de los cuerpos y de las almas de los hombres como aho- la providencia. La providencia y el perdón de los pecados
ra— nosotros podemos alardear de que en este momento, pre- no son dos aspectos separados de la fe cristiana; son un
cisamente en este momento, ninguno de estos horrores nos solo e idéntico aspecto —la certeza de que podemos lograr
puede separar del amor de Dios. En este sentido, y sólo en este la vida eterna a pesar del sufrimiento y del pecado. Pablo
sentido, absolutamente todas las cosas colaboran en el bien, en une las dos palabras cuando dice: "¿Quién es el que nos
el bien último, el amor eterno y el reino de Dios. La fe condena?... Es Cristo Jesús... que está intercediendo por
en la divina providencia es creer que nada puede impedir- nosotros", y por consiguiente continúa: "¿Quién nos sepa-
nos que realicemos el sentido último de nuestra existencia. rará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la ansiedad, o
La providencia no significa una planificación divina en la la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la
que todo esté predeterminado, como en una máquina efi- espada...? De todas estas cosas salimos plenamente victo-
ciente. Muy al contrario, la providencia quiere decir que riosos por medio de Aquel que nos ama..." Ésta, y sola-
toda situación implica una posibilidad creadora y salvado- mente ésta, es la fe en la providencia.
ra, posibilidad que ningún acontecimiento puede destruir.
La providencia significa que las fuerzas demoníacas y des-
tructoras que existen en nosotros mismos y en nuestro
mundo, jamás ejercerán un dominio indestructible sobre
nosotros, y que el vínculo que nos une al amor en que nos
plenificamos, nunca podrá ser roto.
Este amor se nos presenta y corporifica en "Cristo
Jesús nuestro Señor". Al añadir esto, Pablo no utiliza una
frase meramente solemne, como solemos hacer nosotros
cuando usamos estas palabras. Él las utiliza, en cambio,
después de señalar la única cosa que puede destruir nues-
tra fe en la providencia, es decir, nuestra falta de fe en
el amor de Dios, nuestra falta de confianza en Dios, nues-
tro miedo a su cólera, nuestro odio a Su presencia, nuestra
concepción de Él como de un tirano que nos condena, y
nuestro sentimiento de pecado y de culpa. No es la pro-
fundidad de nuestro sufrimiento, sino la profundidad de
EL CONOCIMIENTO POR AMOR
El amor nunca cae: si son las profecías se acabarán; si
son las lenguas, callarán; si es la ciencia, se acabará. Pues
conocemos en parte y profetizamos en parte. Pero cuando
llegue lo que es perfecto, se acabará lo parcial. Cuando yo
era niño, hablaba como niño, comprendía como niño, raso-
naba como niño; cuando me hice mayor, dejé las cosas de la
infancia. Asi, por ahora vemos por espejo, en enigma; en-
tonces, en cambio, veremos cara o cara; por ahora conozco
en parte, entonces conoceré tal como yo también soy conocido.
1 CORINTIOS 13, 8-12

Con las famosas palabras de este texto, Pablo habla de


cosas que son en parte —o, como diríamos hoy, de cosas
fragmentarias— y de cosas que son perfectas o completas.
Las cosas fragmentarias desaparecerán; las completas per-
manecerán. Las primeras son temporales; las segundas eter-
nas. Las cosas fragmentarias, temporales, no son meramen-
te materiales; son también algunos de los más altos dones
del Espíritu divino: el don de profecía, que es el poder de
interpretar nuestro tiempo y nuestra historia; el de len-
guas, que es nuestro sentir y hablar en éxtasis; y el de
ciencia, que es la comprensión de nuestra existencia. Incluso
estos bienes espirituales desaparecerán con todos los bienes
materiales e intelectuales. Todos ellos son fragmentarios,
174 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL CONOCIMIENTO POR AMOR 175

temporales, transitorios. Sólo el amor no desaparece; perse- y no permanece nada que esté fuera del amor, que sea
vera para siempre. Ya que Dios mismo es amor, según nos independiente del amor. Pero, en el amor, mirar cara a
dice Juan, quien consuma el pensamiento de Pablo. cara y conocer el centro del otro yo se implican mutua-
Pero en este texto existe otra consideración que parece mente. No es un amor ciego el amor que perdura, el amor
contradecir las palabras sobre el amor. Pablo habla separa- que Dios mismo es. Es un amor que ve, un amor que
damente del conocimiento y señala la diferencia que exis- conoce, un amor que escruta hasta la profundidad del co-
te entre nuestro conocimiento fragmentario, indirecto y os- razón de Dios y hasta la profundidad de nuestros corazo-
curo, y el conocimiento pleno, directo y total que ha de nes. Nada queda ajeno al amor; el amor conoce; es el
venir. Compara las imaginaciones infantiles con el discer- único poder que logra un conocimiento completo y dura-
nimiento maduro del adulto. Habla de algo que, además dero. Hay una palabra griega que puede designar ambas
del amor, es perfecto y eterno •—a saber, la visión de la ver- cosas, conocimiento y amor sensual. Y puede designarlos, a
dad cara a cara, aquel conocimiento que es tan completo los dos, porque ambos significados expresan un acto de
como el que Dios tiene de nosotros. unión, una victoria sobre la separación entre los seres. El
¿Cómo se articulan estas dos consideraciones? ¿Acaso conocimiento desaparecerá en la medida que sea diferente
olvida Pablo que acaba de predecir la perfección y la eter- del amor; el conocimiento llegará a ser eterno en la medi-
nidad del amor únicamente? No, no lo olvida; ya que da que forme una sola realidad con el amor. El modelo del
acaba esta parte de su carta recalcando de nuevo el carác- conocimiento es, pues, el modelo del amor. Para Pablo, la
ter permanente del amor como la mayor de todas las co- diferencia entre conocimiento y amor, entre visión y ac-
sas. ¿O acaso ha insertado las palabras sobre el conoci- ción, entre teoría y práctica, sólo existe cuando se trata de
miento sin pensar en su exacta conexión con el resto del un conocimiento fragmentario. El conocimiento pleno no
pasaje? No, estas palabras no están aquí meramente in- admite diferencia entre él y el amor, o entre teoría y prác-
sertas; ya que existe un vínculo con las demás, precisa- tica. El amor vence la aparente oposición entre teoría y
mente una de las frases más profundas de este gran capí- práctica; es conocimiento y acción al mismo tiempo. Por
tulo: "... tal como yo también soy plenamente conocido" tanto, es la mayor de todas las cosas; por tanto, Dios mis-
—plenamente conocido, es decir, por Dios. Pero sólo hay mo es amor; por tanto, el Cristo, como manifestación del
una manera de conocer a una personalidad —unirse a ella amor divino, está lleno de gracia y de verdad. Eso es lo
por amor. El pleno conocimiento presupone el pleno amor. que Pablo nos da a entender; y ése es el modelo de cono-
Dios me conoce, porque me ama; y yo le conoceré cara a cimiento que nos da.
cara por una unión similar, que es amor y conocimiento Y ahora, consideremos nuestra existencia y el conoci-
al mismo tiempo. Lo que perdura es el amor, sólo el amor; miento que poseemos. Pablo dice que todo nuestro cono-
176 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL CONOCIMIENTO POR AMOR 177

cimiento actual es como la percepción de los objetos en un toria, sino que atañe a todos y a cada uno de nosotros. Ya
espejo, y por consiguiente, que sólo se refiere a enigmas que cada hombre es un fragmento, un acertijo para sí
y acertijos. Ésta es otra manera de expresar el carácter mismo; y la vida individual de cada uno de nosotros es un
fragmentario de nuestro conocimiento. Ya que los frag- enigma para él, oscuro, embrollado, embarazoso, excitante
mentos fuera del contexto total, sólo son acertijos para y torturador. Nuestro verdadero ser pregunta incesante-
nosotros. Podemos conjeturar la naturaleza del todo; pode- mente cuál es el sentido de nuestro ser, trata continuamen-
mos aproximarnos indirectamente a él; pero no vemos el te de descifrar el enigma de nuestro mundo y de nuestro
todo en sí mismo; no lo asimos directamente, cara a cara. corazón. Antes de que los niños se acomoden a las reac-
Un poco de luz y mucha oscuridad; unos pocos fragmentos ciones convencionales de los adultos y hayan desarrollado
parciales, y nunca el todo; muchos problemas, y nunca una su individualidad creadora, se muestran incansablemente
solución; sólo reflejos en el espejo de nuestra alma, sin la preguntones, evidencian su urgente deseo de descifrar los
fuente de la verdad en sí misma: tal es la situación de acertijos que descubren en el espejo primitivo de su expe-
nuestro conocimiento. Y tal es la situación de nuestro riencia. El hombre creador, en todos los dominios de la
amor. Porque no hay en nosotros el amor perfecto y du- vida, es como un niño, que se atreve a inquirir más allá
radero, se nos niega el conocimiento perfecto. Desde el de los límites de las respuestas convencionales. Y así des-
momento en que, como seres, estamos separados unos de cubre el carácter fragmentario de todas estas respuestas,
otros y, por ende, de esta unidad última, la comunidad de un carácter que todos los hombres entrevén aunque de un
conocimiento entre los simples seres resulta imposible, modo oscuro y subconsciente. Puede que entonces destru-
como también la que se da entre los seres y el Fondo del ya, mediante una sola pregunta fundamental, todo un sis-
Ser mismo. Un gran filósofo ha dicho que nuestro conoci- tema de vida y de sociedad, de ética y de religión, que
miento llega tan lejos como nuestra voluntad creadora. parecía plenario y bien organizado. Puede que entonces
Eso es verdad para un cierto sector de la vida. Pero no muestre que aquello que la gente creía un todo no es más
lo es para la totalidad de nuestra vida. El hecho de que que el fragmento de un fragmento. Puede que entonces con-
nuestro conocimiento llegue tan lejos como lejos llegue mocione la certeza en la que han vivido los siglos, mediante
nuestro amor unitivo es válido, en cambio, para la totali- el descubrimiento de un acertijo o de un enigma que se
dad de la existencia humana. hallaba situado en sus mismos fundamentos. La miseria
La humanidad ha intentado siempre descifrar los em- del hombre radica en el carácter fragmentario de su vida y
brollados fragmentos de la vida. Ese intento no es priva- de su conocimiento; la grandeza del hombre radica en su
tivo tan sólo de los filósofos, de los sacerdotes, de los capacidad de saber que su ser es fragmentario y enigmá-
profetas o de los sabios, en todos los períodos de la his- tico. Ya que el hombre es capaz de sentirse perplejo y no

12.
178 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL CONOCIMIENTO POR AMOR 179

obstante inquirir, buscar, más allá de los fragmentos, aque- nueva significación para él. Las imágenes en el espejo le
llo que es perfecto. Pero, aun siendo capaz de hacer eso, señalaban algo n u e v o : le anticipaban lo perfecto, la reali-
el hombre experimenta al mismo tiempo la tragedia implí- dad del amor. A través de los cascotes de su conocimiento
cita en su ser, la tragedia de los enigmas y de los frag- y de su moralidad, se le apareció el amor. Y la fuerza del
mentos. Como todos los seres, el hombre está sujeto a la amor transformó los torturadores enigmas en símbolos de
ley de la vanidad. Pero sólo el hombre es consciente de verdad, y los fragmentos trágicos en símbolos del todo.
esa ley. lis, pues, infinitamente más miserable que todos
los demás seres sujetos a la servidumbre en esa ley; pero,
por otro lado, les es infinitamente superior, porque sólo él
sabe que existe algo más allá de la vanidad y de la deca-
dencia, más allá de los acertijos y de los enigmas. Y esto
es lo que siente Pablo cuando nos dice que la creación
misma será liberada de la esclavitud de la decadencia en
la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
El hombre es un fragmento y un enigma para sí mismo.
Cuanto más experimenta y conoce ese hecho, tanto más
realmente hombre es. Pablo experimentó el derrumbamien-
to de un sistema de vida y de pensamiento que antes había
aceptado como un todo, como una verdad perfecta, sin
enigmas ni hendiduras. Luego se encontró sepultado bajo
los cascotes de su conocimiento y de su moral. Pero Pablo
jamás intentó reconstruir de nuevo una casa confortable con
esos cascotes. Pablo vivió con los cascotes. Siempre supo
comprender que los fragmentos continúan siendo fragmen-
tos, incluso cuando intentamos reorganizarlos. La unidad
a la que pertenecen se halla más allá de ellos; la inferimos
por la esperanza, pero sin que jamás la tengamos cara
a cara.
¿ Cómo pudo Pablo soportar una vida reducida a frag-
mentos? Pues la soportó, porque los fragmentos tenían una
HACER LA VERDAD
Porque Dios no mandó al Hijo al mundo para que con-
denara al mundo, sino para que el mundo se salvara por él.
El que cree en él no es condenado; el que no cree, ya está
condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo tínico
de Dios. Ésta es la condenación: que la luz vino al mundo,
y los hombres quisieron más a la tiniebla que a la luz: por-
que sus obras eran malas. Pues todo el que hace el mal odia
la lus y no viene a la lita, para que no se manifiesten sus
obras; pero el que hace la verdad viene a la lus, para que
se manifieste que sus obras están cumplidas en Dios.
JUAN 3, 17-21

¡ El que hace la verdad! ¡ Qué sorprendente combina-


ción de palabras es ésta! Porque nosotros podemos recono-
cer y saber la verdad, y podemos actuar a veces de acuerdo
con nuestro conocimiento; pero, ¿de qué manera pode-
mos hacer la verdad ? La verdad se nos da en una teoría
cierta. Podemos o no podemos seguir luego esa teoría en
nuestra actuación, puesto que teoría y práctica parecen ser
dos cosas diferentes, y se hace difícil pensar en ellas uni-
das. De manera similar, resulta difícil entender la frase
"hacer la verdad". Tal vez no hayamos de tomarla dema-
siado en serio. Tal vez tengamos que interpretarla senci-
llamente como "actuar de acuerdo con la verdad". Pero si
184 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS HACER LA VERDAD 185

fuera correcta semejante interpretación, ¿qué diríamos de confiaron de la teoría que hacía del Mesías un gobernador
las afirmaciones, que también se encuentran en el cuarto de este mundo y expusieron la Cruz de Cristo en térmi-
evangelio: "Yo soy la verdad", "la verdad ha llegado", y nos de salvación, se conmocionó todo el sistema de los va-
de aquella que habla de los "que son de la verdad"? Todas lores antiguos. Cuando Agustín desafió la teoría según la
estas afirmaciones carecerían de sentido si la verdad sólo cual Dios y el hombre colaboraban juntos en la salvación;
concerniera a la teoría. cuando Lutero atacó la teoría de que no se da la salva-
A veces la gente dice: "Esto es verdad en teoría, pero ción sin la mediación sacramental de la Iglesia; y cuando
no sirve en la práctica". Pero tendrían que decir: "Esto es la ciencia histórica moderna destruyó las mecanicistas y
falso en teoría y, por consiguiente, es asimismo falso en la supersticiosas doctrinas de la inspiración, la actividad prác-
práctica". No existe ninguna teoría verdadera que pueda tica de grandes sectores de la humanidad quedó profun-
ser falsa en la práctica. Este contraste entre teoría y prác- damente cambiada. La importancia dada a la verdad en el
tica ha sido inventado por los que no quieren pensar con cuarto evangelio debe prevenirnos contra el riesgo de que-
rigor y plenitud. Prefieren permanecer en la frivolidad de dar presos en el desorientador contraste entre la teoría y
las costumbres rutinarias, en la superficie de lo que lla- la práctica. Y a los que estamos especialmente vinculados
mamos la "experiencia". No quieren aceptar nada más que a la verdad del cristianismo, debería acuciarnos con mayor
la repetida confirmación de las cosas que ya saben o creen. apremio a meditarlo en toda la plenitud posible.
Pero sólo aquellas preguntas acerca de la verdad, que han La palabra griega que designa la verdad, significa: ha-
desafiado y perturbado a siglos enteros de práctica, son las cer manifiesto lo que está oculto. La verdad es oculta, y
que han logrado una transformación radical de la práctica. tiene que ser descubierta. Nadie la posee naturalmente.
Esto es cierto en la historia de la ciencia, de la moral y de Reside en la profundidad, por debajo de la superficie. La
la religión. Cuando el profeta Amos puso en tela de juicio superficie de nuestra existencia cambia, se agita continua-
la teoría de todas las religiones paganas según la cual el mente como las olas en el océano y, por consiguiente, es en-
ser y el poder de Dios se identificaban de alguna manera gañosa. La profundidad es eterna y, por tanto, cierta. Al
con el ser y el poder de un país determinado, quedó mina- usar la palabra griega, el cuarto evangelio acepta el concepto
da la práctica pagana en todo el mundo. Cuando el profeta griego, pero al mismo tiempo lo transforma. "Hacer la
del exilio puso en duda la doctrina según la cual el sufri- verdad", "ser de la verdad", "la verdad ha venido", "yo
miento de un pueblo era el castigo por sus propios pecados, soy la verdad" —todas estas combinaciones de palabras
y exploró la teoría de que el sufrimiento del siervo de indican que la verdad, en el cristianismo, es algo que acon-
Dios es útil a todos los pueblos, la historia de la humani- tece, algo que está vinculado a un lugar especial, a un
dad recibió un nuevo carácter. Cuando los apóstoles des- tiempo determinado, a una personalidad concreta. La ver-
HACER LA VERDAD 187
186 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

dad es algo nuevo, algo que Dios hace en la historia, y, por cuando afirma que Cristo es la verdad "que ha llegado", y
consiguiente, algo que se hace en la vida individual. La cuando llama a sus seguidores "aquellos que son de la ver-
verdad es oculta, la verdad es un misterio —tanto en el dad", y que, por consiguiente, son capaces de hacerla.
cristianismo como en el pensamiento griego. Pero el mis- La teología cristiana está enraizada en un concepto de
terio de la verdad es, en el cristianismo, un hecho que ha verdad, en el que no se admite la menor resquebrajadura
ocurrido y ocurre una y otra vez. Es vida, vida personal, entre teoría y práctica, porque .esta verdad es la verdad que
revelación y decisión. La verdad es una corriente de vida, salva. La teología tendría que ser como un círculo donde
centrada en Cristo, actualizada en todos los que se hallan los elementos más periféricos de las teorías históricas, pe-
vinculados a Él, organizada en la asamblea de Dios que es dagógicas y filosóficas estén dirigidos al centro, a la verdad,
la Iglesia. En el pensamiento griego, la verdad sólo puede que es Cristo. Ninguna aserción es teológica si no contie-
ser descubierta. En el cristianismo, la verdad la descubri- ne, directa o indirectamente, la verdad que salva. Y la "ver-
mos si la hacemos, y la hacemos si la descubrimos. En el dad que salva" significa aquella verdad que se hace; la
pensamiento griego, la verdad es la manifestación de la verdad que salva está en "aquel que hace la verdad".
eterna e inamovible esencia de las cosas. En el cristianis-
mo, la verdad es la nueva creación que se realiza en la
historia. En el cristianismo, pues, lo que se opone a la ver-
dad es la falsedad, y no —como ocurría en Grecia— la
opinión. La decisión que adoptamos a favor o en contra de
la verdad es la decisión de vida-y-muerte, y esta decisión
es idéntica a la decisión con la que aceptamos o rechazamos
a Cristo. No podéis tener una opinión sobre Cristo después
que le habéis encontrado cara a cara. Sólo podéis hacer la
verdad, siguiéndole, o hacer la falsedad, negándole. Por
consiguiente, es imposible que lo convirtáis en un maestro
de verdad entre —o incluso sobre— los demás maestros de
verdad. Así separaríais de Él la verdad, y de la decisión
de aceptarlo, la decisión por la que aceptáis la verdad (al
igual que la decisión de aceptar la enseñanza de Platón no
es lo mismo que la decisión de aceptar a Platón). Pero esta
separación es precisamente la que niega el cuarto evangelio
EL TEÓLOGO

(1. a parte) 1

1. Este sermón y los dos que le siguen fueron pronunciados pensando


aobre todo en los estudiosos de teología.
En cnanto a los dones espirituales, hermanos, no quiero
que ignoréis. Sabéis que cuando erais paganos, erais lleva-
dos ante los ídolos mudos como en arrebato. Por eso, os
declaro que nadie que hable con el Espíritu de Dios dice
"Maldito Jesús", ni nadie puede decir "Jesús es Señor", sino
por el Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero es el
mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero el Señor
es el mismo; hay diversidad de operaciones, pero es el mis-
mo Dios el que realiza todo en todos. A cada cual se le da
la manifestación del Espíritu según la utilidad. Pues a uno
se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro,
palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, la fe en
el mismo Espíritu; a otro, dones de curación en el único
Espíritu; a otro, realizaciones de prodigios; a otro, profe-
cía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, don de len-
guas; a otro, interpretación de lenguas. Pero todo eso lo
realiza el uno y el mismo Espíritu, repartiendo lo suyo a
cada cual según quiere.
1 CORINTIOS 12, 1-11

La mayor parte de nosotros somos estudiosos de teolo-


gía pese a la diversidad de nuestras tareas habituales: pro-
fesores o alumnos, misioneros o educadores, ministros del
Señor o profesionales laicos, administradores públicos o
dirigentes políticos. Pero, en esta comunidad particular, to-
dos somos teólogos, es decir personas que nos formulamos
f
192 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL TEÓLOGO 193

la pregunta acerca de lo que constituye nuestro interés úl- "maldito sea Jesús" no habla en el Espíritu de Dios; pero
timo, la pregunta que se refiere a Dios y a su manifesta- nadie puede decir "Jesús es Señor" si no es en el Espíritu
ción. Cualesquiera que sean nuestras ocupaciones, ante todo Santo. Quien acepta a Jesús como Cristo, prueba, por esa
somos teólogos. Es, pues, muy natural —aunque no sea misma aceptación, que ha recibido el Espíritu de Dios. Ya
muy frecuente— que consideremos nuestra existencia como que el espíritu solo del hombre no es capaz de formular la
teólogos. ¿En qué se fundamenta esta existencia? ¿Qué es afirmación: "Acepto a Jesús como Cristo". Tal afirmación
lo que convierte a un hombre en teólogo ? ¿ En qué relación es el misterio y el fundamento de la Iglesia cristiana, la
se halla con las demás formas de existencia? ¿Qué signifi- paradoja y la piedra de escándalo que suscita las maldi-
- cación tiene nuestra existencia considerada en su totalidad? ciones contra el cristianismo. Es la profundidad y el poder
Pablo nos manifiesta sin ambages cuál es su pensamiento que crea un nuevo Ser en el mundo, en la historia y en el
acerca del fundamento de toda teología: el Espíritu divino. hombre. Por consiguiente, quien se une a la Iglesia en su
Y el don de sabiduría y de ciencia— la teología—, según confesión de que Jesús es Cristo, participa del Espíritu di-
el testimonio de toda la Iglesia cristiana, es fundamental- vino. Y es quien puede recibir el espíritu de sabiduría y de
mente un don del Espíritu. Es uno de sus dones, junto a ciencia; es quien puede llegar a ser teólogo.
los otros. Es un don especial, junto a otros dones especia- La teología no existe fuera de la comunidad de los que
les. Pero es un don del Espíritu, y no una capacidad na- afirman que Jesús es Cristo, fuera de la Iglesia, la asam-
tural. La palabra de ciencia —la teología— nos es dicha blea de Dios. La teología es obra de la Iglesia, precisa-
a nosotros antes de que nosotros podamos decirla a los de- mente porque es un don del Espíritu divino. La existencia
más, o incluso a nosotros mismos. Ser teólogo significa ante teológica es un elemento de la existencia de la Iglesia. No
todo que somos capaces de recibir la ciencia espiritual. es simplemente un objeto del "libre" pensamiento humano,
Pero, ateniéndonos a este criterio, ¿podemos llamarnos de la investigación científica, o del análisis filosófico gene-
teólogos a nosotros mismos? ¿Podemos decir que nues- ral. La teología expresa la fe de la Iglesia. Reafirma la
tro pensamiento teológico es un don del Espíritu? ¿Tene- paradójica afirmación de que Jesús es Cristo, y considera
mos la certeza de que nuestra existencia teológica trans- todos sus presupuestos e implicaciones. La existencia teo-
ciende nuestras capacidades humanas, es decir, de que en lógica indica la existencia de alguien que, dentro de la
nosotros tenemos la palabra de ciencia, la palabra de sabi- Iglesia, es asido por el Espíritu divino y que ha recibido
duría espiritual? la palabra de sabiduría y de ciencia.
Pablo nos da un criterio muy concreto en lo que se re- Pero todavía hemos de formular otra pregunta: Si tal
fiere a la existencia teológica, un criterio que es también es la existencia teológica, ¿ quién de nosotros puede lla-
válido para toda existencia espiritual. Dice: Quien grita marse a sí mismo teólogo? ¿Quién puede decidirse a ser
194 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS 195
EL TEÓLOGO

teólogo ? ¿ Y quién puede atreverse a continuar siendo teólo- mejor. Con todo, no pueden imaginar que su existencia
go ? ¿ Acaso pertenecemos realmente a la asamblea de Dios ? pueda ser otra cosa que una existencia teológica. Incluso si
¿ Podemos aceptar seriamente la paradoja sobre la que está tuvieran que renunciar a la teología como trabajo profe-
edificada la Iglesia, la paradoja de que Jesús es Cristo? sional suyo, nunca dejarían de formularse la pregunta teo-
¿De veras estamos asidos por el Espíritu divino, y hemos lógica. Les perseguiría en cualquier otra actividad. Se sen-
recibido la palabra de ciencia como un don? Si alguien vi- tirían vinculados al quehacer teológico de un modo real,
niera a decirnos que él ciertamente pertenece a la Iglesia, aunque no profesional. Quizá no estarían seguros de poder
que no duda ya en absoluto de que Jesús sea Cristo, que dar cumplimiento a sus requerimientos, pero sí de hallarse
continuamente experimenta el influjo del Espíritu divino y siempre bajo su dominio. Pues los que creen estas cosas
su don de la ciencia espiritual, ¿qué le responderíamos? en su corazón, pertenecen a la asamblea de Dios. El Espí-
Pues con toda certeza le diríamos que ni siquiera cumple la ritu divino los posee. Han recibido el don de la ciencia.
primera condición de una existencia teológica, que consiste Son teólogos.
en la aguda conciencia de no saber si lo que experimenta-
mos es el Espíritu divino, o bien unos espíritus que nada
tienen de divinos. Y no aceptaríamos a ese hombre como
teólogo. Por otra parte, si alguien viniera a decirnos que
vive ajeno a la Iglesia cristiana.y a sus fundamentos, que
no siente la presencia del poder del Espíritu, que está vacío
de toda ciencia espiritual, pero que se plantea una y otra
vez la pregunta teológica, la pregunta acerca de lo que
constituye nuestro interés último y sus manifestaciones en
Jesús como Cristo, nosotros le aceptaríamos ciertamente
como teólogo. Quizá tantearíamos antes la seriedad de sus
dudas para cerciorarnos de que la vaciedad y el desespero
que nos manifiesta no son una nueva y más refinada forma
de vanidad. Pero si nos persuadíamos de su seriedad, cierto
es que le consideraríamos teólogo.
Muchos de nosotros creen en lo íntimo de su corazón
que nunca llegarán a ser buenos teólogos, que en casi todos
los demás campos de actividad se desenvolverían mucho
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Pues siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos,
para ganar a cuantos más pudiera. Y con los judíos me he
hecho como judío, para ganar judíos; con los que están bajo
la ley, como estando bajo la ley, para ganar a los que están
bajo la ley; con los que no tienen ley, como si yo no tuviera
ley (aunque no estoy sin la ley de Dios, estando bajo la ley
de Cristo), para ganar a los que no tienen ley. Me he hecho
débil con los débiles, para ganar a los débiles: con todos me
he hecho de todo, para salvar a algunos de algún modo.
Todo lo hago por amor del evangelio, para hacerme partí-
cipe de él con vosotros.
1 CORINTIOS 9, 19-23

Vimos en el primer sermón que el fundamento de nues-


tra existencia teológica es el hecho de que el Espíritu di-
vino nos tiene en su poder y no nos permite nunca que
eludamos el problema teológico, el problema de lo que cons-
tituye nuestro interés último, el problema de Dios. Consi-
derábamos al teólogo como creyente, a pesar de sus dudas
y de su desespero, y asimismo como miembro de la Iglesia,
por el poder de la cual se cumple todo quehacer teológico,
a pesar de su falta de certeza.
Ahora, unas palabras de Pablo acerca de su ministerio
nos llevarán a comprender otro aspecto de nuestra existen-
m

200 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL TEÓLOGO 201

cia teológica. Un apóstol, ciertamente, es más que un teólo- que es la sentencia contra el idealismo. El teólogo se sirve
go ; y un ministro ejerce más funciones que un alumno de del idealismo, de sus conceptos y de sus métodos. Y enton-
teología. Pero un apóstol es también un teólogo; y un mi- ces se hace platónico con los platónicos, estoico con los es-
nistro no puede actuar sin teología. Por consiguiente, las toicos, hegeliano con los hegelianos, progresista con los
palabras con que Pablo nos habla de su ministerio total, progresistas. Pero no le es posible confundir ninguna de
también tienen validez para la parte teológica de su minis- estas formas de idealismo con el mensaje cristiano. Sinto-
terio: "Con todos me he hecho todo". La existencia teoló- niza más con unas que con otras. Pero jamás impone su
gica exige la misma actitud. El teólogo, en su teología, tie- forma preferida en nombre del cristianismo. Es perfecta-
ne que hacerse todo para todos. Vamos a considerar ahora mente consciente del desespero que tanto el idealismo como
el sentido de estas palabras. la ley pueden acarrearnos. Y sabe que en Cristo existe un
"Con los que están bajo la ley me he hecho como uno nuevo Ser en quien todos los ideales se encarnan y se
de ellos, para ganar a los que están bajo la ley, aunque yo hacen visibles, no ya como ideales, sino como realidades.
mismo no estoy bajo la ley." Dejadme que sustituya la "Con los que están fuera de la ley, me he hecho como
palabra "ley" por "idealismo", no sólo porque los idealis- uno de ellos (aunque yo estoy bajo la ley de Cristo, y no
tas son normalmente legalistas, sino también porque el fuera de la ley de Dios), con objeto de triunfar sobre los
idealismo es una actitud noble, que nos eleva por encima que están fuera de la ley." Dejadme que sustituya la frase
de los estratos más bajos de nuestra existencia, y suscita "fuera de la Ley" por "realismo", no porque los realistas
en nosotros fe y devoción, como sucede con la ley. "Con no tengan ninguna ley (ya que ni ellos ni los paganos care-
los idealistas me he hecho como uno de ellos, para ganar cen de toda ley), sino porque no tienen ningún principio
a los que son idealistas, aunque yo mismo no soy un idea- abstracto para imponer a la realidad. Su grandeza radica
lista." ¿Cómo es posible tal cosa? ¿Cómo es posible que el en la humilde aceptación de las cosas tal como son. "La
teólogo, sin ser idealista, se haga idealista con los idealis- piedad del realismo es la humildad." "Con los realistas me
tas? Pues puede hacerse idealista, exactamente del mismo he hecho como uno de ellos, con objeto de ganarlos, aunque
modo que el apóstol de Cristo puede hacerse judío con los yo mismo no soy un realista." El teólogo, que no es un
judíos. Pablo dice que la ley es buena, y que no está abo- realista (y que jamás podrá serlo), no destruye el realis-
lida, sino más bien consumada en Cristo. Análogamente, el mo. Reconoce la verdad del realismo, y se ve continuamen-
teólogo, que no es idealista (y que jamás podrá serlo), no te tentado a hacerse realista y negar así la vida eterna,
destruye el idealismo. Lo utiliza, y al mismo tiempo afirma que es la sentencia contra el realismo. El teólogo se sirve
que contiene la suficiente verdad para tentarle continua- del realismo, y se hace positivista con los positivistas, prag-
mente a convertirse en idealista y negar así la Cruz, mático con los pragmáticos, e intérprete trágico de la vida
202 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

con los trágicos intérpretes de la vida. Pero nunca dice que


el realismo sea el mensaje cristiano. No lucha a favor suyo
en nombre del cristianismo. Conoce el desespero del mero ;
realismo, y sabe que existe un nuevo Ser que triunfa de la ,,•
destrucción de la realidad operada por el realismo. ;,
"Con los débiles me he hecho débil yo mismo, para §
ganar a los débiles". Ésta es la más profunda de las tres ¡
afirmaciones que hace Pablo acerca de sí mismo, y la de i
mayor importancia para nuestra existencia de teólogos. He- J
mos de obrar como si fuéramos débiles, aunque estando po- 1
seídos por el Espíritu divino, fundamento de toda teología, \t
no seamos débiles. ¿Cómo podemos hacernos débiles no i
siendo ya débiles? Pues lograremos hacernos débiles si $
tenemos la fuerza de reconocer nuestra debilidad, si nos ¡
abstenemos de todo fanatismo y de toda autosuficiencia teo- ¡
lógica, y si participamos —no desde fuera, sino desde den-
tro— en la debilidad de todos aquellos a quienes hablamos >
como teólogos. Nuestra fuerza es nuestra debilidad; núes- |
tra fuerza no es nuestra. Sólo somos fuertes, pues, en cuan- ¡.
:
to, por nuestra propia causa y por la causa de los demás,
nos encaminamos hacia la verdad que nos posee, pero que ^
no poseemos. EL TEÓLOGO
Nada es más desastroso para el teólogo, ni más des-
preciable para aquellos a quienes el teólogo quiere conven- (3. a parte)
cer que una teología autosuficiente. El verdadero teólogo
es el que tiene la fuerza de percibir y de confesar su debi-
lidad, y, por ende, el que tiene la fuerza de hacerse débil
con los débiles, hasta el logro de la victoria.
Pablo, de pie, en medio del Areópago, dijo: Atenienses,
en todo os veo como muy religiosos. Pues al andar por ahí,
viendo vuestros monumentos piadosos, he encontrado incluso
un altar en que estaba escrito: AL DIOS DESCONOCIDO.
Entonces, a ése que adoráis sin conocerle, es al que os anun-
cio yo. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él,
ése, que es el Señor de ciclo y tierra, no habita en templos
hechos por las manos, ni es cuidado por manos humanas,
como si le hiciera jaita algo, a él que da a todo la vida y
el aliento y todo: él ha sacado de uno solo a todas las rasas
de hombres que viven en toda la superficie de la tierra, y
les ha jijado las épocas que les tocan y los lugares de su
residencia, para que busquen a Dios, a ver si le alcanzan a
tientas y le encuentran; y no está lejos de cada uno de noso-
tros. Pues en él vivimos y nos movemos y somos; como lo
han dicho algunos de vuestros poetas: pues de su raza somos
también nosotros. Entonces, si somos rasa de Dios, no pode-
mos pensar que la divinidad sea semejante al oro o a la
plata o a la piedra, vestigio del arte y del genio del hom-
bre. Ahora, pasando por alto los tiempos de la ignorancia,
Dios avisa a los hombres que se arrepientan todos y en todas
partes, puesto que se ha jijado un día en que va a jusgar
en justicia al universo, por medio de un hombre que ha des-
tinado para ello, dando je a todos al resucitarle de entre los
muertos. Al oírle hablar de resurrección de muertos, unos
se rieron, y otros dijeron: Ya te oiremos hablar de eso
otra ves.
H E C H O S 17, 22-32
206 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL TEÓLOGO 207

La primera vez que os hablé de nuestra existencia de uno de nosotros: pues en Él vivimos, y nos movemos, y
teólogos, os dije que el fundamento de esta existencia radica existimos; aquellos hombres también pertenecían a Su li-
en el poder del Espíritu divino y en la realidad de la Igle- naje. La primera respuesta, pues, que hemos de dar a
sia. Lo que entonces traté de describir era el teólogo cre- quienes nos interrogan sobre esta cuestión, es que ellos
yente —creyente a pesar de todas sus dudas y desesperos. mismos ya conocen la respuesta. Hemos de mostrar-
La segunda vez que reflexionamos sobre nuestra existen- les que ni ellos mismos ni nosotros nos hallamos fuera
cia teológica, nos fijamos en el teólogo de la total entrega, de Dios, que incluso los ateos están en Dios —es decir,
es decir, en el teólogo que, gracias al poder del amor, se ese poder que les hace vivir, esa verdad que buscan a tien-
hace "todo para todos", aquel teólogo que parece perder- tas, y ese sentido último de su vida en el que creen. Siem-
se a sí mismo debido a su comprensión de todo y de todos. pre es una mala teología y una cobardía religiosa pensar
Hoy vamos a meditar sobre el teólogo que sabe responder, que quizás exista un lugar donde podamos mirar hacia Dios,
el teólogo que, a pesar de su participación en la debilidad como si Dios fuese algo que estuviera fuera de nosotros y
y el error de todos los hombres, es capaz de responder a a favor o en contra del cual tuviéramos que argüir. El
sus preguntas gracias al poder de lo que constituye su fun- ateísmo genuino no es humanamente posible, ya que Dios
damento : el Nuevo Ser en Cristo. está más cerca del hombre que el hombre de sí mismo. Sólo
La famosa escena en la que Pablo habla desde el lugar podemos negar a un Dios en nombre de otro Dios; y al
central de la sabiduría griega, nos muestra a un hombre Dios que se nos manifiesta bajo una forma determinada,
que es el prototipo del teólogo que sabe responder. Los ate- sólo podemos negarlo porque aceptamos a Dios bajo otra
nienses interrogaron a Pablo acerca de su mensaje, en parte forma distinta. Ésta es la primera respuesta que hemos de
porque siempre sentían viva curiosidad por todas las no- darnos tanto a nosotros mismos como a los que nos inte-
vedades, y en parte porque sabían que no conocían la ver- rrogan, aunque no como una formulación abstracta, sino
dad y sinceramente deseaban conocerla. En la respuesta de como una interpretación continua de nuestra existencia
Pablo existen tres fases que revelan las tres tareas del teó- humana, en todas sus ocultas mociones y en todos sus abis-
logo que sabe responder. La primera fase de la respuesta mos y certezas.
de Pablo consiste en la afirmación de que aquellos que le Dios está más cerca de nosotros que nosotros de noso-
interrogan sobre la cuestión fundamental, no ignoran la tros mismos. Pero si no podemos encontrar un lugar fuera
respuesta: aquellos hombres adoran a un Dios desconocido de Él, sí podemos intentar encontrarlo. La segunda parte
y así, a pesar de su ignorancia religiosa, dan testimonio de de la respuesta de Pablo es que podemos estar en la con-
su conocimiento religioso. Semejante conocimiento no debe dición de una continua huida de Dios. Podemos imaginar-
asombrarnos, porque Dios reside en la intimidad de cada nos uno tras otro distintos caminos de huida; podemos
208 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL TEÓLOGO 209

sustituir a Dios por las creaciones de nuestra imaginación; chazarla o aceptarla. Pablo les habla de un Hombre que
y eso es lo que hacemos. Aunque la humanidad no es ex- Dios ha designado para que sea el Juicio y la Vida del
traña a Dios, está extrañada de Él. Aunque la humanidad mundo. Ésta es la tercera y última parte de la respuesta
no está nunca sin Dios, está en condiciones de corromper teológica. Ya que somos verdaderos teólogos cuando afir-
la imagen de Dios. Aunque la humanidad no está nunca mamos que Jesús es Cristo, y que en Él se manifiesta el
sin el conocimiento de Dios, ignora a Dios. La humanidad Logos de la teología.
está separada de sus orígenes; vive bajo una ley de cóle- Pero únicamente somos teólogos cuando interpretamos
ra y de frustración, de tragedia y de autodestrucción, y esta paradoja, esta piedra en la que tropiezan el idealismo
así va creando siempre, una tras otra, imágenes desfigura- y el realismo, los débiles y los fuertes, los paganos y los
das de Dios —y luego adora esas imágenes. El teólogo que judíos. Si somos teólogos, hemos de interpretar esta para-
sabe responder ha de descubrir estos falsos dioses tanto doja y no arrojar frases paradójicas a la mente del pueblo.
en el alma individual como en la sociedad. Ha de escudri- No hemos de conservar o inventar piedras de tropiezo arti-
ñarlos en sus escondrijos más secretos. Ha de desafiarlos ficiales, historias milagrosas, leyendas, mitos y demás ha-
con el poder del Logos divino, que hace de él un teólogo. bladurías paradójicas y sofisticadas. Ni hemos de deformar,
La polémica teológica no es una mera discusión teorética, en aras de una arrogancia eclesiástica y teológica, esa gran
sino un juicio espiritual contra los dioses que no son Dioses, paradoja cósmica de la existencia de una victoria sobre la
contra esas estructuras del mal, contra esas deformaciones muerte en el mundo mismo de la muerte. No hemos de
de Dios en pensamiento y en acción. Ningún com- imponer la pesada carga de esas falsas piedras de tropie-
promiso, adaptación o total entrega teológica están per- zo sobre aquellos que nos interrogan. Pero tampoco hemos
mitidas a este nivel. Ya que el primer mandamiento es la de eludir la verdadera paradoja del poder de aquella victo-
roca sobre la que se apoya la teología. Ninguna síntesis ria. Ya que la verdadera existencia teológica es el testimo-
es posible entre Dios y los ídolos. A pesar de los peligros nio de Aquel cuyo yugo es suave y cuya carga es ligera,
inherentes a semejante juicio, el teólogo debe convertirse de Aquel que es la verdadera paradoja.
en instrumento del Juicio divino contra un mundo per-
vertido.
Los oyentes de Pablo están prestos a aceptar esta doble
respuesta en la medida en que llegan a comprenderla a la
luz de sus propias preguntas. Pero entonces les habla Pa-
blo de una tercera cosa que ya no son capaces de admitir.
Y la rechazan inmediatamente o difieren la decisión de re-
EL ESPÍRITU
DA TESTIMONIO DEL ESPÍRITU
Entonces, no hay ahora condenación para los que están
en Cristo Jesús, los que andan no según la carne sino según
el Espíritu. Porque ¡a ley del Espíritu de la vida en Cristo
Jesús me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
Así, algo imposible en la ley, y para lo cual no tenía fuerzas
por la carne: Dios, mandando a su propio Hijo en seme-
janza de carne de pecado, y por el pecado, condenó al pecado
en la carne, para que llegase a cumplimiento la justificación
de la ley en nosotros, los que no andamos según la carne
sino según el Espíritu. Pues los que andan según la carne,
sienten lo de la carne; pero los que andan según el Espí-
ritu, sienten lo del Espíritu. Y el sentir de la carne es muer-
te, mientras que el sentir del Espíritu es vida y paz. Porque
el sentir de la carne es enemistad contra Dios; pues no se
somete a la ley de Dios, ni tampoco puede: y los que están
en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no
estáis en la carne, sino en el Espíritu, si el Espíritu de Dios
habita en vosotros. Si alguien no tiene el espíritu de Cristo,
ése no es de Él. Pero si está Cristo en vosotros, aunque el
cuerpo está muerto por el pecado, el espíritu es vida por la
justicia. Y si habita en vosotros el Espíritu del que resucitó
a Jesús de entre los muertos, el que resucitó de entre los
muertos al Cristo Jesús dará vida también a vuestros cuer-
pos mortales, por su Espíritu que habita en vosotros. Así
pues, hermanos, o la carne no le somos deudores de vivir
según la carne. Porque si vivís según la carne, vais a morir:
pero si hacéis morir en Espíritu las obras del cuerpo, vivi-
214 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL ESPÍRITU DA TESTIMONIO DEL ESPÍRITU 21S

réis. Pues cuantos son movidos por el Espíritu de Dios, son de esta nueva realidad, es decir, aquel que tiene el Espíritu.
hijos de Dios; ya que no recibisteis otra ves espíritu de ser-
"Si alguien no tiene el espíritu de Cristo, ése no es de Él".
vidumbre para el temor, sino que recibisteis espíritu de adop-
ción como hijos, con el cual clamamos ¡Abba! ¡Padre! Este Ser cristiano significa tener el Espíritu, y cualquier des-
mismo Espíritu da testimonio junto con nuestro espíritu, de cripción del cristianismo debe ser una descripción de las
que somos hijos de Dios... Asimismo, también el Espíritu manifestaciones del Espíritu. Sigamos ahora la descripción
toma a su cargo nuestra debilidad: pues no sabemos qué es que Pablo nos da del Espíritu y comparémosla con nues-
lo que hemos de pedir justamente, pero el mismo Espíritu
tra propia experiencia de Él. Haciéndolo así, podremos des-
intercede con gemidos indecibles: y Aquel que penetra los
corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, porque interce- cubrir cuan lejos estamos de la experiencia de Pablo, pero,
de por los santos conforme a Dios. al mismo tiempo, cuánto se le asemeja nuestra experiencia.
ROMANOS 8, 1-16, 26-27
Estas extrañas palabras del apóstol pueden revelarnos más
cosas de nuestra vida que nada de lo que nuestros contem-
poráneos puedan pensar y escribir acerca de la naturaleza
En nuestros oídos modernos, todo eso suena de un del hombre, de su vida y de su destino.
modo abstruso, extraño y casi ininteligible. Palabras como "Este mismo Espíritu da testimonio junto con nuestro
"espíritu" y "carne", "pecado" y "ley", "vida" y "muer- espíritu de que somos hijos de Dios." Estas palabras im-
te", en sus diferentes combinaciones, nos parecen más bien plican que nuestro espíritu es incapaz de darnos tal segu-
abstracciones filosóficas que descripciones concretas de la ridad. Nuestro espíritu, es decir, nuestra mente natural,
experiencia cristiana. Para Pablo, sin embargo, expresan nuestro pensamiento, nuestra voluntad, nuestras emociones,
la experiencia más real y más concreta de su vida. Este la totalidad de nuestra vida interior, no pueden darnos la
capítulo octavo de su carta a los romanos viene a ser un certeza de que somos hijos de Dios., Ello no quiere decir que
himno que ensalza, con palabras de éxtasis, la nueva reali- Pablo menosprecie el valor de la naturaleza y el espíritu
dad que se le ha aparecido, que se ha revelado en la his- humanos. Al contrario, cuando habla de nuestro espí-
toria y que ha transformado toda su existencia. A este ritu, reconoce el poder creador del hombre, su semejanza
nuevo ser, Pablo lo llama "Cristo", por cuanto se ha hecho con el Dios que es Espíritu, su capacidad para hacerse libre
visible por primera vez en Jesús el Cristo. Y lo llama "Es- y para liberar a la naturaleza entera mediante su propia
píritu", por cuanto es una realidad en el espíritu de cada liberación, salvándola de la vanidad y de la esclavitud de
cristiano y en el espíritu que constituye la asamblea de los la corrupción. "Pues de Su raza somos también nosotros",
cristianos en todo tiempo y lugar. Ambos nombres desig- como dijo a los atenienses en su famoso discurso en el
nan la misma realidad. Cristo es el Espíritu, y el Espíritu Areópago, coincidiendo así con los mismos filósofos grie-
es el espíritu de Cristo. Un cristiano es aquel que participa gos. El pensamiento de Pablo sobre el hombre es tan ele-
216 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL ESPÍRITU DA TESTIMONIO DEL ESPÍRITU 217

vado como puede serlo el de cualquier hombre moderno. acatar, pero que, por otra parte, no podemos cumplir, ine-
Un famoso filósofo del Renacimiento describe, con líricas vitablemente nuestra alma acabará odiando al que impuso
palabras, la situación del hombre en el centro de la natura- esa ley. El padre, representante de la ley establecida contra
leza, su infinitud y su fuerza creadora, la unidad y la cul- los deseos del hijo, forzosamente será objeto del incons-
minación que en él se operan de todos los poderes natura- ciente odio del niño, odio que puede llegar a ser consciente
les. Pablo habría convenido en ello. Pero Pablo sabía algo y manifestarse con una fuerza tremenda. Esto no ocurri-
más que los filósofos griegos, algo que los filósofos del Re- ría si el hijo sintiera que la ley impuesta a sus desordena-
nacimiento habían olvidado, a saber, que el espíritu huma- dos e ilimitados deseos era arbitraria e injustificada. Pero
no está ligado a la carne humana, y que la carne humana siente que está justificada. Así la ley llega a ser una parte
es hostil a Dios. del "super-ego" del hijo —como diría la moderna psicolo-
La "carne humana" no significa el cuerpo humano. El gía— o se convierte en una intimación de su conciencia—
cuerpo del hombre, según Pablo, puede convertirse en tem- según el lenguaje de la ética tradicional. Como que la ley-
plo del Espíritu. Pero la "carne humana" significa las in- impuesta por el padre es buena, y el hijo no puede dejar
clinaciones naturales del hombre, sus deseos, sus necesida- de reconocerlo, y como que tampoco puede eludirla, es for-
des, su manera de pensar, el objetivo de su voluntad, el zoso que el hijo acabe odiando al padre: no parece sino
carácter de su sensibilidad, en tanto que todo esto se halla que éste sea la causa del torturante cuarteamiento que
separado del Espíritu y le es hostil. La "carne" es la de- sufre el alma del hijo. Tal es la situación del hombre ante
formación de la naturaleza humana, el abuso de su poder Dios. El hombre natural odia a Dios y lo considera como
creador —y sobre todo el abuso de su infinitud al servicio de su enemigo, porque Dios representa esa ley que el hombre
sus ilimitados deseos y de su ilimitada voluntad de poder. no puede alcanzar, contra la que lucha y a la que, al mis-
Estos deseos, de los que ya sabemos algo gracias a la mo- mo tiempo, debe reconocer como buena y verdadera. En
derna psicología, y esta voluntad de poder, de la que tanto este punto no existe diferencia alguna entre el teísta y el
nos ha enseñado la moderna sociología, están arraigados ateo. El ateísmo es tan sólo una forma de la enemistad
en nuestra existencia individual en el tiempo y en el espa- contra Dios, es decir, contra ese Dios que representa la
cio, en el cuerpo y en la carne. Esto es lo que Pablo llama ley y, con la ley, el cuarteamiento, el desespero y la falta
el poder de la carne pervertida. de sentido de nuestra existencia. Tanto el ateo como el teís-
Pablo describe la voluntad de la carne con una profundi- ta aborrecen verse confrontados con lo que han de ser, con
dad inigualable. "Porque el sentir de la carne es enemistad el sentido y el bien últimos que no pueden negar, pero que
contra Dios; pues no se somete, ni tampoco puede some- tampoco pueden alcanzar. El ateo da otros nombres a Dios,
terse a la ley de Dios". Si recibimos una ley que debemos a quien odia, pero no puede escapar de Él, como tampoco
m

218 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL ESPÍRITU DA TESTIMONIO DEL ESPÍRITU 219

puede escapar del odio que Dios le inspira. Por esta razón tema de exigencias que nos esclavizan porque no podemos
no nos dice Pablo: "Nuestro propio espíritu nos da testimo- eludirlas, y que nos lanzan a la desesperación porque nos
nio de que somos hijos de Dios". ¡ Nuestro propio espíritu hacen enemigos de nuestro destino y de nuestro bien últi-
sólo atestigua que somos sus enemigos! mo. Tener la certeza de que somos hijos de Dios significa,
Cuando el cristianismo habla de Dios y del amor que para Pablo, "tener el Espíritu". De esta certeza fluye todo
le tenemos en nuestra vida cotidiana, siempre debería re- el contenido específico de la existencia cristiana. Antes que
cordar esto. Puesto que desafiamos la majestad de Dios nada, nos da el poder de gritar: "Abba, ¡ Padre!", o lo que
cuando lo convertimos en un Padre amoroso antes de reco- es lo mismo, el poder de rezar el Padrenuestro. Sólo quien
nocerlo como la ley que condena, como Aquel a quiea odia- tiene el Espíritu posee el poder de decir "Padre" a Dios.
mos en lo más profundo de nuestro corazón. Todo el mundo puede decir la oración del Padrenuestro
"El Espíritu da testimonio, junto con nuestro espíritu, —y efectivamente los hombres la recitan millones y millo-
de que somos hijos de Dios." Nos hallamos ahora ante algo nes de veces cada día. Pero, ¿cuántos de los que la musi-
que es nuevo, una nueva realidad, un nuevo ser, un Espí- tan han recibido el poder de rezarla? La paternidad de
ritu que se distingue de nuestro espíritu, aunque es capaz Dios, que es el concepto más grande y más increíble del
de darse a entender a nuestro espíritu más allá de nosotros cristianismo, se ha convertido en una de las frases más ha-
y no obstante en nosotros. Todo el mensaje del cristianis- bituales e insignificantes de nuestra vida cotidiana. El cris-
mo está contenido en esta aserción de Pablo. El cristianismo tianismo ha olvidado que, en cada invocación a Dios como
triunfa de la ley y de la desesperación por la certeza de Padre, hemos de sobrepujar nuestra enemistad contra Dios
que somos hijos de Dios. No existe nada que sea más y el Espíritu ha de llevarnos a la extática certeza de nues-
elevado que esto. Pues, aunque estemos en la carne, some- tra filiación de hijos. Muchos no cristianos entienden esto
tidos a la ley y en el cuarteamiento de nuestra existencia, mejor que los cristianos. Saben muy bien cuan paradójico
vivimos al mismo tiempo en el Espíritu por quien realiza- e imposible resulta llamar "Padre" a Dios. No obstante,
mos y nos unimos al sentido último de nuestra vida. Para donde quiera que el hombre alcance la libertad, "el espíritu
Pablo esta paradoja es el asombroso y, humanamente hablan- de esclavitud", que nos sujetaba al miedo, es vencido por "el
do, increíble contenido del cristianismo. Semejante certeza espíritu de adopción". Cuando un chiquillo vive un momento
le impelía a predicar su mensaje al mundo entero, y a con- que podríamos llamar de gracia, de repente obra el bien li-
quistarlo. Y le daba asimismo la fuerza de romper con bremente, sin que se lo ordenen, y mejor que si le hubiera
su clase social y con su pueblo, y de echar sobre sus hom- sido ordenado: la felicidad ilumina su rostro. Se siente en
bros una inmensa carga de sufrimientos, de luchas y final- paz consigo mismo, sin enemistad para con nadie y repleto
mente el martirio. Cristo sobrepujó la ley, es decir, ese sis- de amor. La servidumbre y el miedo han desaparecido; la
220 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL ESPÍRITU DA TESTIMONIO DEL ESPÍRITU 221

obediencia ha dejado de ser obediencia para transformarse clara el antiguo himno Veni creator Spiritus. La palabra
en libre inclinación; el ego y el super-ego se han unido. "espíritu" ha desaparecido casi por completo de nuestro
Ésta es la libertad de los hijos de Dios: libertad con res- lenguaje cotidiano y totalmente de nuestra terminología
pecto a la ley y, como a tal, también libertad que nos salva científica. La hemos sustituido por "razón". Pero la razón
de la condena al desespero. discute aquello mismo que ha recibido; analiza la vida, y a
Los que tienen el Espíritu no andan según la carne, menudo la mata. La razón misma no es vida, no tiene poder
sino según el Espíritu. La fuerza del deseo infinito y la creador. Pero el Espíritu tanto es poder como razón, unién-
ilimitada voluntad de poder se quiebran. No es que se ex- dolos y transcendiéndolos: es vida creadora. Ni el poder
tingan ; el hambre y la sed de vida permanecen. Pero cuan- solo, ni la razón sola, crean las obras de arte y de poesía,
do el Espíritu se nos hace presente, el deseo se transforma de filosofía y de política; es el Espíritu quien las crea indi-
en amor y la voluntad de poder en justicia. En el gran vidual y umversalmente, poderosas y a la vez llenas de ra-
capítulo sobre el amor de la primera carta a los corintios, zón. En todas las grandes obras humanas admiramos la
Pablo establece claramente que el amor es fruto del Espíritu, inagotable profundidad de su individual e incomparable ca-
y que sin Espíritu no hay amor. El amor no tiene nada que rácter, el poder de algo que sólo ocurre una vez y no puede
ver con la ley. Si nos lo prescriben, es que no existe. Tam- repetirse, pero que, no obstante, siglo tras siglo sigue siendo
poco tiene nada que ver con una emoción sentimental. Para visible y umversalmente accesible en todas las épocas.
el hombre natural, es un imposible; y es un éxtasis, cuando Ninguna argumentación racional puede darnos la cer-
aparece, como todos los dones del Espíritu. teza . Lo finito no puede argüir en pro de lo infinito;
Y finalmente, el Espíritu es vida. "El sentir de la carne no puede alcanzar a Dios y nunca puede alcanzar su
es muerte." Un hombre de nuestro tiempo ha descubierto propia eternidad. Pero existen dos certezas. Una reside en
la verdad de esta profunda aserción. Sigmund Freud ha toda alma que se conoce a sí misma. Es la certeza que la
visto que en la raíz de nuestros deseos infinitos yace el an- ley impone: ni la vida ni la muerte, ni el valor ni la huida,
helo de muerte. Al sentir la imposibilidad de llevar a cum- nos pueden liberar de la obligación de ser lo que hemos de
plimiento sus deseos, el hombre individual quiere liberarse ser, ni tampoco de la imposibilidad de lograrlo, conflicto
de ellos mediante su desaparición como hombre individual. éste que nos condena a la desesperación. Una eternidad de
La muerte es inevitable, pero al mismo tiempo la elegimos. desespero nos envuelve en cuanto cobramos conciencia de
No sólo hemos de morir: también queremos morir, "por- que no podemos eludir la ley. La otra certeza habita en los
que el sentir de la carne es muerte". que tienen el Espíritu; y éstos van más allá de su propia
"Pero —continúa diciendo Pablo— el sentir del espí- finitud: su eternidad es actual para ellos, aunque no pue-
ritu es vida." El Espíritu es vida, vida creadora, como de- dan suministrar pruebas arguméntales de ello. No se trata
222 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS EL ESPÍRITU DA TESTIMONIO DEL ESPÍRITU 223

de una vida futura después de la muerte; sino de la pre- Dios". Pablo reconoce el hecho de que habituahnente esta-
sencia convincente del Espíritu, que es vida, más allá de mos dominados por flaquezas que hacen imposible el cono-
la vida y de la muerte. cimiento experimental del Espíritu y la plegaria adecuada.
En la narración de Pentecostés, el espíritu de Cristo Pero también nos dice que en tales ocasiones no hemos de
manifiesta su poder creador en dos direcciones, la indivi- creer que el Espíritu esté lejos de nosotros. Está dentro
dual y la universal. Cada discípulo recibe la lengua de fue- de nosotros, aunque no lo experimentemos. Los suspiros
go, que es el nuevo Espíritu creador. Miembros de todas que exhalamos en la profundidad de nuestra alma y que
las naciones, separados por sus diferentes idiomas, se com- no podemos articular, los recoge Dios como la obra del Es-
prenden ahora mutuamente en este Nuevo Espíritu, que píritu en nosotros. Al hombre que anhela a Dios, y no pue-
crea una paz nueva, la paz de la Iglesia, encima de la divi- de encontrarlo; al hombre que quiere ser reconocido por
sión de Babel. Pero además, para Pablo, el Espíritu es vida Dios, y ni siquiera puede creer que Dios exista; al hombre
eterna. Resulta obvio que la certeza de ser hijos de Dios, que se esfuerza por descubrir un sentido nuevo e imperece-
de estar unidos al significado eterno de nuestra vida, o es dero de su vida, y no lo logra —a ese hombre habla Pablo.
eterna ella misma, o no es nada. No existe ningún argu- Todos nosotros somos ese hombre. Precisamente en esta
mento racional que demuestre la inmortalidad de nuestra situación, cuando el Espíritu está lejos de nuestra concien-
alma. Ahora y aquí estamos cercados por el desespero sin cia, cuando somos incapaces de orar o de descubrir ningún
fin que nos acarrea la ley. Pero también ahora y aquí esta- sentido a la vida, el Espíritu está trabajando silenciosamen-
mos rodeados por la eterna e inagotable vida creada por el te en lo más profundo de nuestra alma. En el momento en
Espíritu que da testimonio del hecho de nuestra filiación que nos sentimos separados de Dios, en que nuestra vida
dmn-a. carece de sentido, y en que estamos condenados a la deses-
Pero alguien puede decir: "Yo no he recibido ese tes- peración, en este momento no estamos solos. El Espíritu,
timonio. No he conocido experimentalmente ese Espíritu de que suspira y anhela en nosotros y con nosotros, es el que
que habla Pablo. En ese sentido, no soy cristiano". Oigamos asume nuestra representación. Y así manifiesta lo que real-
la respuesta del apóstol. Quizá son las más enigmáticas mente somos. Si todo esto nosotros podemos sentirlo, con-
y misteriosas de todas sus palabras: "Asimismo, tam- tra todo sentimiento; si podemos creerlo, contra toda
bién el Espíritu toma a su cargo nuestra debilidad: pues creencia; si podemos conocerlo, contra todo conocimiento;
no sabemos qué es lo que hemos de pedir justamente, pero entonces nosotros, al igual que Pablo, ya lo poseemos todo.
el mismo Espíritu intercede con gemidos indecibles: y Los que no viven esta experiencia, no poseen nada. A pesar
Aquel que penetra los corazones sabe cuál es el deseo del de la intrepidez de su fe y de la profundidad de su misti-
Espíritu, porque intercede por los santos conforme a cismo, Pablo es plenamente humano y realista —y se halla
224 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

más cerca de los débiles que de los fuertes. Sabe que noso-
tros, con todas las demás criaturas, vivimos en estado de
expectación, anhelando y sufriendo con los animales y las
flores, con los océanos y los vientos. El callado lamento de
esas otras criaturas es el eco del silencioso anhelo del alma
humana. Pablo sabe que lo que hemos de ser, aún no ha
aparecido. Y sin embargo ha escrito esa triunfal y arreba-
tada carta sobre el Espíritu y la Vida. Ciertamente no fue
su espíritu quien le inspiró esas palabras, sino el Espíritu
que atestiguó a su espíritu —y que asimismo atestigua a
cada uno de nuestros espíritus— que nosotros somos hijos
de Dios.

"TÚ ERES EL CRISTO"

15.
Y se fue Jesús con sus discípulos por las aldeas de Ce-
sárea de Filipo, y, por el camino, preguntó o sus discípulos:
¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos le dijeron:
Juan el Bautista; otros, Elias, y otros, uno de los profetas,
y Él les preguntó: Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Pedro contestó: Tú eres el Cristo. Él les conminó a que no
hablaran de él a nadie. Y empezó a enseñarles que el Hijo
del Hombre debía sufrir mucho y ser expulsado por los
ancianos y los príncipes y los sabios, que le matarían y a
los tres días resucitaría; y todo esto se lo decía claramen-
te. Pedro, tomándole aparte, empezó a reprenderle. Pero él,
volviéndose a mirar a sus discípulos, reprendió a Pedro di-
ciéndole: ¡Quédate detrás de mí, Satanás!, que no piensas
en lo de Dios, sino en lo de los hombres.
MARCOS 8, 27-33

Este texto es el centro del evangelio de Marcos. Y en


él encontramos el corazón del mensaje cristiano. El men-
saje es infinitamente simple, aunque rico y profundo, y se
resume en cuatro palabras: " T ú eres el Cristo". Medite-
mos acerca de este mensaje a la luz de nuestro texto, que
es el verdadero comienzo de la pasión y muerte del Señor.
Entonces Jesús y sus discípulos se fueron hacia las al-
deas de Cesárea de Filipo por un camino que transcurría
entre aldeas sin importancia, y en un tiempo que parece
228 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TÜ ERES EL CRISTO' 229

impreciso —"entonces". Sin embargo, en ese camino acon- mo, todavía existe gente así. Para ellos, Jesús sigue siendo
tece el hecho más importante de la historia humana. El más el precursor. El mundo nuevo y aquel que lo ha de traer,
importante no sólo desde el punto de vista del creyente, sino todavía están por llegar. La justicia y la paz aún no han
también del observador de la historia del mundo, por indi- inaugurado su reinado. El mundo nuevo quizás esté ya al
ferente que sea. Y ese impreciso "entonces" señala el más alcance de la mano o quizás esté muy lejos aún de nosotros.
preciso y decisivo momento de la experiencia de la huma- En todo caso, todavía no ha aparecido. Éste es el estado
nidad, el momento en que un hombre se atreve a decir a de conciencia que caracteriza al pueblo judío y el que le im-
otro hombre: "Tú eres el Cristo". pide hacerse cristiano. También es el estado de conciencia
En el camino, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién de grandes sectores de la cristiandad actual, que les lleva a
dice la gente que soy yo?". "Juan el Bautista —le respon- aguardar y a trabajar por un mundo de paz y de justicia,
dieron—, aunque algunos dicen que eres Elias, y otros, constantemente prestos a recomenzar de nuevo tras las
uno de los profetas". ¿Por qué le dieron esos títulos que constantes decepciones. Si Jesús nos preguntara hoy:
lo elevaban por encima de los demás seres humanos? Por- "¿Quién dice la gente que soy yo?", nuestra respuesta
que esperaban algo extraordinario: el advenimiento, en un sería seguramente la misma que le dieron sus primeros dis-
futuro próximo, de un nuevo orden mundial. Todas las ge- cípulos : que era uno de los precursores, quizás el más im-
neraciones humanas han esperado en vano esa nueva era portante de todos, pero no probablemente el último; un
del mundo en la que la justicia y la paz reinaran en la tie- precursor y un profeta, pero no el que consuma todas las
rra. La gente creía que aquella generación sería testigo del cosas. El reino de la justicia y de la paz, el mundo nuevo,
gran advenimiento. Pero para anunciarlo y preparar a las aún no ha llegado.
gentes tenían que aparecer antes unos precursores. Quizás Y entonces Jesús les preguntó: "Y vosotros, ¿quién
Elias descendería del cielo, adonde había sido arrebatado; decís que soy yo?". Ésta es la pregunta con la que se em-
quizá Jeremías resurgiría de entre los muertos; o quizás frenta cada cristiano en cada generación. Ésta es la pre-
aparecería algún otro profeta; incluso podía ocurrir que gunta con la que también se enfrenta la Iglesia como un
Juan el Bautista volviera de la tumba. Sentían que algo todo, porque la Iglesia está edificada sobre la respuesta
misterioso se ocultaba tras la figura de aquel Rabino que dada a esta pregunta, sobre la respuesta de Pedro: " T ú
enseñaba y curaba. Pensaban que quizás era la máscara de eres el Cristo". Pedro no añadió simplemente un nombre
alguno de los precursores que habían de venir a preparar más elevado a los nombres que la gente ya atribuía a Jesús.
el nuevo y definitivo período de la historia. Todo esto los Pedro dijo: " T ú eres el Cristo", y con estas palabras ex-
discípulos lo oían decir a la gente. presaba algo que era completamente distinto de lo que la
Aunque hayan transcurrido dos mil años de cristianis- gente había dicho. Negaba que Jesús fuese un precursor;
230 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TO ERES EL CRISTO' 231

negaba que tuvieran que esperar algún otro, Afirmaba que prenderle. Puesto que Cristo no es ni el "rey de la paz",
la figura decisiva de la historia había aparecido, y que el caudillo político que todos los pueblos de todas las épocas
Cristo, el portador de la buena nueva, era aquel hombre, históricas han esperado y que aún hoy día esperamos con
Jesús, que caminaba a su lado por una senda polvorienta el mismo ardiente anhelo, ni es tampoco el celestial "rey
del norte de Palestina. de la gloria", que muchos visionarios de aquel entonces
¿Podemos entender aún el sentido de la afirmación de aguardaban y que aún en la actualidad seguimos aguardan-
Pedro? Nos resulta difícil, porque la palabra "Cristo" se do. Su misterio es más profundo y no puede expresarse
ha convertido en el segundo nombre de Jesús. Pero cuando con nombres tradicionales. Únicamente pueden revelarlo
Pedro llamó Cristo a Jesús, la palabra "Cristo" era toda- los acontecimientos que habían de seguir a la confesión de
vía un título vocacional. Esta palabra designaba al que Pedro: el sufrimiento, la muerte y la resurrección. Si Je-
había de aportar la liberación de Israel, la victoria de Dios
sús apareciera ahora de nuevo, quizá también prohibiría a
sobre las naciones, la transformación del corazón humano
los ministros de la Iglesia cristiana que hablasen de Él
y el establecimiento del reino mesiánico de la paz y de la
durante mucho tiempo. "Les conminó a que no hablaran
justicia. A través de Cristo, la historia llegaría a la consu-
de Él a nadie". Nuestras Iglesias hablan de Él día tras
mación. Dios volvería a ser el Señor de la humanidad, y
día, domingo tras domingo, algunas, en términos de un rey
la tierra se transformaría en un lugar de bendiciones. Todo
de la paz de carácter político, otras, como si fuera el rey de
esto implicaban las palabras de Pedro: " T ú eres el Cristo".
la gloria descendido del cielo. Le llaman Jesucristo, olvi-
La grandeza y la tragedia del momento en que Pedro
dando y haciéndonos olvidar que eso significa decir: Jesús
pronunció estas palabras se manifiestan en la reacción de
Jesús: les prohibió que hablaran de Él a nadie. El carác- es el Cristo. El hecho más increíble y humanamente más
ter mesiánico de Jesús era un misterio. No tenía el mismo imposible —que un rabino judío errante sea el Cristo— se ha
significado para É.1 que para el pueblo. Si la gente hubiera convertido en la cosa más natural para nosotros. Recordemos
oído que Él se llamaba, a sí mismo, el Cristo, habrían espe- al menos, y hagamos que nuestra gente recuerde que Jesu-
rado que se manifestase o como un gran jefe político o como cristo significa: Jesús, de quien se dice que es el Cristo.
una figura divina descendida del cielo. Pero Jesús no creía Preguntémonos de vez en cuando a nosotros mismos y
que una acción política, como la liberación de Israel y el preguntemos a los demás si podemos estar enteramente de
hundimiento del Imperio romano, pudiera crear una nueva acuerdo con la arrebatada exclamación de Pedro, si tam-
realidad en la tierra. Y tampoco podía decir de sí mismo bién a nosotros nos abruma el misterio de ese Hombre.
que era el Cristo venido del cielo sin aparecer como blas- Y si no podemos responder afirmativamente, ¿acaso no
femo ante aquellos que, necesariamente, no podían com- deberíamos quedarnos por lo menos silenciosos para respe-
232 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TÜ ERES EL CRISTO" 233

tar el misterio de sus palabras, en vez de destruir su sen- Pedro, tomándole aparte, empezó a reprenderle por Sus
tido con nuestro habitual parloteo? palabras. Pero Jesús, volviéndose a mirar a sus discípulos,
Y Jesús empezó a enseñarles que el Hijo del Hombre reprendió a Pedro diciéndole: " ¡ Quédate detrás de mi, Sa-
debía sufrir mucho, debía ser rechazado por los ancianos, tanás !, que tu sentir no es de Dios, sino de los hombres".
los príncipes de los sacerdotes y los escribas, debía morir En tiempos de Jesús, nadie habría dudado de que Dios
y resucitar luego al tercer día. Habló de todo esto con abso- envía sufrimiento y martirio incluso a los justos. El Anti-
luta franqueza. En el momento en que Pedro le llamó el guo Testamento así lo acredita en cada una de sus páginas.
Cristo, Jesús profetizó Su sufrimiento y Su muerte: co- No es, pues, este misterio de dolor lo que ha convertido la
menzó a revelar el misterio de Su destino mesiánico. Y eso historia de la Pasión en la parte más importante de todo el
era todo lo contrario de lo que la gente esperaba, de lo que evangelio. No es, pues, el valor del sufrimiento y el de una
los visionarios soñaban y de lo que los discípulos aguarda- muerte heroica lo que ha dado a la imagen del Crucificado
ban. Iba a ser rechazado por las autoridades políticas de su extraordinario influjo. En la historia humana, se han
la nación cuyo rey se suponía que sería el Cristo. Iba a ser dado muchos otros ejemplos de sufrimiento creador y de
repudiado por las autoridades religiosas de un pueblo ele- muerte heroica. Pero ninguno de ellos puede compararse
gido cuyo guía se suponía que llegaría a ser el Cristo. Iba con la escena de la muerte de Jesús. Algo único aconteció
a ser recusado por las autoridades culturales de aquella en Su sufrimiento y en Su muerte. Fueron, y siguen sien-
tradición a la que se suponía que sobrepujaría todas las do, un misterio divino, humanamente ininteligible, pero di-
tradiciones paganas por medio del Cristo. Él iba a sufrir vinamente necesario. Por eso, cuando Pedro, en la desazo-
—precisamente Él, de quien se esperaba la transformación nada angustia de su doliente amor, trató de impedirle que
de todos los sufrimientos en beatitud. Él iba a morir —pre- fuera a Jerusalén, Jesús consideró aquella súplica como
cisamente Él, de quien se suponía que aparecería revestido una tentación satánica. Atenderla, hubiera destruido Su ca-
de gloria divina. Jesús no negó su vocación mesiánica. En rácter mesiánico. Siendo el Cristo, tenía que sufrir y mo-
las simbólicas palabras acerca de su "resurrección al tercer rir. El Cristo real no era el Cristo de poder y de gloria.
día", Jesús indicó que si le repudiaban y le ajusticiaban, El Cristo tenía que sufrir y morir porque siempre que
eso no sería ninguna derrota, sino el camino necesario para lo divino aparece en toda su profundidad, los hombres no
llegar a ser el Cristo. Él iba a ser el Cristo, pero única- pueden soportarlo. Es preciso que los poderes políticos, las
mente como un Cristo que sufre y muere. Sólo así, Él es el autoridades religiosas y los adelantados de la tradición cul-
Cristo o, como se llamaba a sí mismo aún más misteriosa- tural lo arrojen lejos de su presencia. En la imagen del
mente, el Hijo del Hombre. Crucificado, vemos el repudio que la humanidad inflije a
234 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS "TÜ ERES EL CRISTO" 235

lo divino. Y en ella vemos también que, por ese repudio, pequefieció en Cristo por nosotros. Al hacerlo así, respetó
no los más bajos, sino los más altos representantes de la nuestra libertad y nuestra humanidad. Nos mostró Su cora-
humanidad son juzgados. Siempre que lo divino aparece, zón, para que así pudieran ser ganados nuestros corazones.
su presencia constituye un ataque radical a todo lo que es Cuando vemos la miseria, las maldades y los pecados
bueno para el hombre, y por consiguiente el hombre debe de nuestro mundo, especialmente en estos días que parecen
rechazarlo, debe expulsarlo, debe crucificarlo. Siempre que señalar el fin de una época, anhelamos una intervención
lo divino se manifiesta como la nueva realidad, los repre- divina para que el mundo y sus diabólicos gobernantes pue-
sentantes de la vieja realidad deben repudiarlo. Porque lo dan ser vencidos. Anhelamos un rey de paz dentro de la
divino no complementa lo humano, sino que se le enfrenta. historia, o un rey de gloria por encima de la historia. An-
Por eso lo humano debe defenderse contra lo divino, recha- helamos un Cristo de poder. Pero si Él viniera a transfor-
marnos y a transformar nuestro mundo, tendríamos que
zándolo e intentando destruirlo.
pagarle el único precio que no podemos pagar: tendríamos
Pero en cuanto lo hemos rechazado, lo divino carga
que perder nuestra libertad, nuestra humanidad y nuestra
sobre sí nuestro repudio. Acepta que le crucifiquemos, que
dignidad espiritual. Quizá seríamos más felices; pero tam-
le arrojemos fuera, que nos defendamos contra él. Acepta
bién nuestra bajeza sería entonces mayor que ahora, a pesar
que nos neguemos a aceptarlo —y así es como nos con-
de nuestra actual miseria, lucha y desesperación. Porque
quista. Éste es el punto central del misterio de Cristo. Ima-
nos pareceríamos mucho más a una suerte de animales ven-
ginémonos a un Cristo que no hubiese muerto y que hubie- turosos que a hombres creados a imagen de Dios. Los que
se llegado rodeado de gloria para imponernos Su poder, Su sueñan con una vida mejor, de la que tratan de eliminar a
sabiduría, Su moralidad y Su piedad. A buen seguro que la Cruz como camino, y los que esperan a un Cristo, aun-
semejante Cristo habría podido vencer nuestra resistencia que tratando de excluir al Crucificado, no conocen absolu-
por Su fuerza, por Su maravillosa autoridad, por Su infa- tamente nada del misterio de Dios y del hombre.
lible sabiduría y por Su irresistible perfección. Pero no Hay quienes consideran a Jesús como un mero precur-
habría podido conquistar nuestro corazón. Habría aporta- sor. Hay quienes esperan a otros enviados provistos de un
do una nueva ley, y nos la habría impuesto gracias a Su mayor poder para transformar el mundo, o de una mayor
poderosísima y perfectísima personalidad. Su poder, empe- sabiduría para cambiar nuestros corazones. Pero, por gran-
ro, habría destruido nuestra libertad; Su gloria nos abru- de que fuera su poder y su sabiduría, ninguno podría reve-
maría como un sol ardiente y cegador; toda nuestra huma- larnos con mayor plenitud el corazón de Dios y el corazón
nidad sería engullida por Su divinidad. Una de las más de los hombres de como ya lo hizo el Crucificado. Esas
profundas intuiciones de Lutero fue la de que Dios se era- cosas ya nos fueron reveladas de una vez para siempre.
236 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

"Todo está consumado". Ante la faz del Crucificado, todos


los "más" y todos los "menos", todos los progresos y
todas las aproximaciones carecen de sentido. Por consi-
guiente, de Él sólo podemos decir: Es la nueva realidad; es
la consumación de todo; es el Mesías. Y al Crucificado sólo
podemos decirle: " T u eres el Cristo".

ESPERAR
Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor más que el centinela la aurora.
Sí, más que el centinela la aurora.
Espere Israel en el Señor:
porque del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.
SALMO 130, 5-7

Por esperanza hemos sido salvados: pero una esperanza


que ve, no es esperanza: pues lo que tino ve, ¿cómo lo espe-
rará? Y si esperamos algo que no vemos, esperémoslo con
paciencia.
ROMANOS 8, 24-25

Ambos Testamentos, tanto el Antiguo como el Nuevo,


describen nuestra existencia en relación con Dios como una
relación de espera. En el salmista la espera es ansiosa; en
el apóstol, paciente. Esperar significa no tener y tener al
mismo tiempo. Pues, no tenemos lo que esperamos; o,
como dice el apóstol, si esperamos lo que no vemos, enton-
ces lo esperamos. La condición de la relación del hombre
con Dios es ante todo un no tener, no ver, no conocer y
no comprender. Una religión que olvide esto, por muy con-
templativa, activa o razonable que sea, sustituye a Dios
por su propia creación de una imagen de Dios. Nuestra
240 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ESPERAR 241

vida religiosa se caracteriza sobre todo por esa especie de tenemos que esperar en Él del modo más absoluto y radical.
invenciones. Pienso ahora en el teólogo que no espera a Dios sólo es Dios para nosotros, en la medida en que no
Dios, porque ya lo posee encerrado en una doctrina. Pien- lo poseemos. I£l salmista dice que todo su ser espera en el
so en el estudioso de la Biblia que no espera a Dios, porque Señor, y nos da a entender que este esperar en Dios no es
lo posee encerrado en un libro. Pienso en el hombre de una mera parte de nuestra relación con Él, sino más exac-
Iglesia que no espera a Dios, porque lo posee encerrado en tamente aquello que la condiciona en tanto que relación
una institución. Pienso en el creyente que no espera a Dios, total. Tenemos a Dios, gracias a no tenerlo.
porque lo posee encerrado en su propia existencia. No re- Ahora bien, aunque esperar es no tener, también es
sulta fácil predicar domingo tras domingo, y no conven- tener. I-Cl hecho de que esperamos algo, revela que de algún
cernos a nosotros mismos y a los demás, de que tenemos a modo ya lo poseemos. La espera anticipa lo que todavía no
Dios y podemos disponer de Él. No resulta fácil proclamar es real. Si esperamos con esperanza y paciencia, el poder
a Dios a los niños y a los paganos, a los escépticos y a los de lo que esperamos ya es efectivo en nosotros. Quien es-
laicistas, y al mismo tiempo hacerles ver claramente que pera de esta profunda manera, no está lejos de aquello que
tampoco nosotros poseemos a Dios, que también nosotros espera. Quien espera con absoluta autenticidad, ya está po-
Le esperamos. Estoy convencido de que gran parte de la seído por aquello que espera. Quien espera con paciencia,
rebelión contra el cristianismo se debe a la manifiesta o ya ha recibido el poder de aquello que espera. Quien espe-
velada pretensión de los cristianos de poseer a Dios y, por ra apasionadamente, ya es, en sí mismo, un poder activo,
consiguiente, a su pérdida de ese elemento de la esperanza, el mayor poder de transformación que puede darse en la
tan decisiva en los profetas y en los apóstoles. No nos enga- vida personal e histórica. Somos más fuertes cuando espe-
ñemos pensando que, porque hablaban de esperar, se limi- ramos que cuando poseemos. Cuando poseemos a Dios, lo
taban a esperar el final, el juicio y la consumación de todas reducimos a esa pequenez que llegamos a conocer y a com-
las cosas, y no al Dios que ha de llevar a término este final. prender de Él y que convertimos en un ídolo. Sólo adoran-
No poseían a Dios; Lo esperaban. Porque ¿ cómo podemos do a un ídolo, puede alguien creer que posee a Dios. Y exis-
poseer a Dios? ¿Acaso Dios es una cosa que podamos asir te mucha idolatría así, entre cristianos.
y conocer entre las demás cosas? ¿Acaso Dios es menos Pero si sabemos que no le conocemos y si esperamos
que una persona humana? Cuando se trata de una persona que se nos dé a conocer, entonces es que de hecho ya sabe-
humana, siempre hemos de esperar. Incluso en la comunión mos algo de Él, entonces es que Él ya nos ha asido, nos
más íntima entre seres humanos, siempre existe cierto no conoce y nos posee. Precisamente entonces es cuando somos
tener y no conocer, cierto elemento de espera. Y puesto creyentes en nuestra incredulidad, y cuando somos acepta-
que Dios es infinitamente secreto, libre e inconmensurable, dos por Él a pesar de hallarnos tan separados de Él.
242 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

No olvidemos, sin embargo, que esperar supone una


tensión tremenda. Excluye toda complacencia nuestra en
no poseer nada, toda indiferencia o cínico desprecio por
aquellos que poseen algo, y exige indulgencia para los que
dudan y desesperan. No convirtamos nuestro orgullo de no
poseer nada, en una nueva posesión. Ésta es una de las
mayores tentaciones de nuestro tiempo, ya que nos quedan
muy pocas cosas que podamos reivindicar como posesio-
nes. Y sucumbimos a la misma tentación cuando, en nues-
tro esfuerzo por poseer a Dios, alardeamos de que no le
poseemos. Dios replica a semejante actitud dejándonos en
la más absoluta vaciedad. Esperar no es desesperar. Espe-
rar es aceptar nuestro no tener nada, gracias al poder de
lo que ya tenemos.
Nuestro tiempo es un tiempo de espera; esperar es su
especial destino. Y todos los tiempos son tiempos de espe-
ra, la espera de la irrupción en' la eternidad. Todos los
tiempos se apresuran. Todos los tiempos, tanto en la histo-
ria como en la vida personal, son expectación. El tiempo
mismo es una espera, no de otro tiempo, sino de lo que
es eterno.

ERES ACEPTADO
La ley apareció de modo que se aumentó el pecado, pero,
a la ves que abundó el pecado, sobreabundó la gracia.
ROMANOS 5, 20

Estas palabras de Pablo resumen su experiencia apos-


tólica, la totalidad de su mensaje religioso, y la compren-
sión cristiana de la vida. Siempre me había parecido im-
posible comentarlas brevemente o tomarlas como tema a
desarrollar en varios sermones. Antes de ahora, nunca me
había atrevido a referirme a ellas. Pero durante estos últi-
mos meses, me he sentido inclinado a considerarlas, debi-
do quizás al confuso deseo de dar testimonio de los dos
hechos que, en horas de retrospección meditativa, se me
han aparecido como determinantes de todos los aconteci-
mientos de nuestra vida: la abundancia del pecado y la
sobreabundancia de la gracia.
Para la mayoría de nosotros, pocas palabras nos resul-
tan tan extrañas como las de " p e c a d o " y " g r a c i a " . Y nos
resultan extrañas, precisamente por lo bien que las cono-
cemos. Durante largos siglos, estas palabras han sufrido
tantas tergiversaciones en su sentido y hasta tal punto han
perdido la mayor parte de su genuino valor, que ahora
hemos de preguntarnos formalmente si aún podemos usar-
246 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ERES ACEPTADO 247

las o bien si es mejor que las descartemos como unas herra- gunos pecados graves, hemos hecho algún progreso en el
mientas inútiles. Pero ocurre un hecho misterioso por lo control de este o aquel pecado, e incluso hemos sido lo su-
que se refiere a las grandes palabras de nuestra tradición ficientemente humildes para no llamarnos "justos". ¿So-
religiosa: que no pueden ser sustituidas. Cuantos esfuer- mos todavía capaces de constatar que esta manera de pen-
zos se han realizado en este sentido, incluso los que yo sar y de sentir está muy lejos de lo que la gran tradición
mismo he llevado a cabo, se han malogrado luego al no religiosa, tanto en la Biblia como fuera de ella, ha dado a
lograr transmitir la realidad que debían expresar: siem- entender al hablar del pecado?
pre han desembocado en un palabreo superficial e impoten- Me gustaría sugeriros otra palabra, no como sustitu-
te. Palabras como "pecado" y "gracia" no tienen susti- tivo de la palabra "pecado", sino como una buena pista
tuto posible. Sin embargo, existe un camino para volver para interpretarla: es la palabra "separación". La separa-
a descubrir su sentido, el mismo camino que nos lleva a las ción es un aspecto de la experiencia de todo el mundo. Tal
profundidades de nuestra existencia humana. Porque tales vez la palabra "pecado" tiene la misma raíz que la palabra
palabras fueron concebidas en esas profundidades; allí co- "a pedazos". 1 En todo caso, pecado es separación. Vivir
braron fuerza para todas las épocas posteriores; y allí es en estado de pecado es vivir en estado de separación. Y esta
donde cada generación y cada uno de nosotros debe reco- separación es triple: separación entre las vidas individua-
brarlas. Intentemos penetrar, pues, hasta los niveles más les, separación del hombre con respecto a sí mismo, y sepa-
profundos de nuestra vida, para ver si podemos descubrir ración de todos los hombres con respecto al Fondo del
en ellos las realidades de las que habla nuestro texto. Ser. Esta triple separación constituye el estado de todo lo
Los hombres de nuestro tiempo, ¿tienen todavía alguna que existe; es un hecho universal; es el sino de toda vida.
sospecha del significado del pecado? ¿Se dan cuenta toda- Y es nuestro humano sino en un sentido muy especial. Ya
vía —ellos, pero también nosotros— de que pecado no sig- que nosotros, en tanto que hombres, sabemos que esta-
nifica un acto inmoral, de que "pecado" no debería usarse mos separados. No sólo sufrimos, con todas las demás cria-
nunca en plural, y de que no son nuestros pecados, sino turas, por las consecuencias autodestructivas de nuestra
nuestro pecado el que constituye el gran problema de nues- separación, sino que también sabemos por qué sufrimos.
tra vida, el problema que todo lo invade? ¿Sabemos toda- Sabemos que estamos separados de una realidad a la que
vía que es cosa arrogante y errónea dividir a los hombres pertenecemos y con la que deberíamos estar unidos. Sa-
llamando "pecadores" a unos y "justos" a los otros? Ya bemos que este sino de separación no es un simple acon-
que, con semejante división, todos podemos descubrir nor- tecimiento natural, como la fulguración repentina de un
malmente que nosotros no pertenecemos del todo a los
"pecadores", pues no en balde hemos evitado cometer al- 1. En inglés "sin" y "asunder" respectivamente. (2V. del T.)
248 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ENES ACEPTADO 249

relámpago, sino una experiencia en la que participamos sería lo mismo hablar del "curso de la vida" que de la
activamente, en la que toda nuestra personalidad está com- "existencia de la gracia en la vida" : si la gracia sólo sig-
prometida, y que, aun siendo un sino, es también una cul- nificara esto, la palabra tendría que desaparecer e indefec-
pa. Una separación que es sino y culpa al mismo tiempo, tiblemente desaparecería. Para otros, en fin, la gracia indica
constituye el sentido de la palabra "pecado". Es éste el los dones que hemos recibido de la naturaleza o de la so-
estado de nuestra existencia entera, desde su mismo prin- ciedad, y el poder hacer cosas buenas con la ayuda de esos
cipio hasta su mismo fin. Tal separación se prepara en el dones. Pero la gracia es más que unos dones. En la gra-
seno de la madre y, aún antes, en todas las generaciones cia, algo ha sido sobrepujado; la gracia se presenta "a pe-
precedentes. Se manifiesta en las acciones propias de nues- sar de" algo; la gracia se presenta a pesar de la separa-
tra vida consciente. Se continúa más allá de la tumba, en ción y de la alienación. La gracia es la reunión de la vida
todas las sucesivas generaciones. Es nuestra misma exis- con la vida, la reconciliación de uno consigo mismo. La
tencia. ¡La existencia es separación! Antes de que el pe- gracia es la aceptación de aquello que rechazábamos. La gra-
cado sea un acto, es un estado. cia transforma el sino en un destino plenamente signi-
Lo mismo podemos decir de la gracia. Ya que pecado y ficativo ; cambia la culpa en confianza y coraje. Hay algo
gracia están mutuamente unidos. Ni siquiera sabríamos lo triunfante en la palabra "gracia" : a pesar de la abundan-
que es pecado si antes no hubiéramos experimentado la cia del pecado, la gracia sobreabunda.
unidad de la vida, que es la gracia. Y al revés, no podría- Y ahora miremos en nuestro interior para descubrir en
mos comprender el sentido de la gracia sin antes haber él la lucha entre separación y reunión, entre pecado y gra-
experimentado la separación de la vida, que es el pecado. cia, en nuestra relación con los demás, en nuestra relación
La. gracia es tan difícil de describir como el pecado. Para con nosotros mismos, y en nuestra relación con el Fondo
algunos, es la buena disposición de un rey y padre celes- y la finalidad de nuestro ser. Si nuestra alma responde a
tial para perdonar una y otra vez la necedad y flaqueza de la descripción que intento haceros, palabras como "pecado"
sus subditos e hijos; pero hemos de rechazar semejante y "separación", "gracia" y "reunión", quizá cobren un
concepto de la gracia, ya que es una destrucción puramente nuevo sentido para nosotros. Pero las palabras en sí mis-
infantil de la dignidad humana. Para otros, la gracia es mas no tienen importancia. Es la respuesta de los niveles
un poder mágico que radica en las zonas oscuras del alma, más profundos de nuestro ser, lo que importa. Si seme-
un poder no obstante que carece de toda implicación en la jante respuesta se diera aquí y en este momento, podríamos
vida práctica, una especie de idea evanescente e inútil. decir que hemos conocido la gracia.
Para otros, es la benevolencia que podemos hallar junto a ¿Quién no se ha sentido solo alguna vez, en medio de
la crueldad y destructividad de la vida; pero, en tal caso, un acontecimiento social? Esta sensación de separación con
250 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ERES ACEPTADO 251

respecto a la vida que nos rodea reviste su mayor agudeza ción existente entre vida y vida es la actitud recíproca de
cuando nos hallamos en medio del ruido y de la charla. los grupos sociales dentro de las naciones, y la actitud de
Mucho más que en los momentos de soledad constatamos esas mismas naciones, unas con respecto a otras. Los mu-
entonces cuan extraños somos unos a otros, cuan alejada ros que nos distanciaban en el tiempo y el espacio han sido
está la vida de la vida. Cada uno de nosotros retrocede eliminados por el progreso técnico; pero los muros que se-
dentro de sí mismo. No podemos penetrar la interioridad paran unos corazones de otros, han sido increíblemente
oculta de otra persona; ni puede esa persona atravesar la reforzados. La locura de los nazis alemanes y la crueldad
envoltura que cubre nuestro propio ser. Ni siquiera el más de los linchamientos perpetrados por las turbas sudistas,
grande amor puede abrirse paso a través de las murallas nos ofrecen una excusa demasiado fácil para que desviemos
del yo. ¿Quién no ha experimentado esa desilusión de nuestros pensamientos de nosotros mismos. Pero, deten-
todo gran amor? Si alguno entrega su intimidad hasta la gámonos a considerar lo que sentimos al leer, por la maña-
rendición completa, vuélvese cual una nadería sin forma ni na y por la noche, que en algunas partes de Europa todos
vigor, un yo sin yo, un mero objeto del desprecio y abuso los niños menores de tres años están enfermos y moribun-
de los demás. Nuestra generación conoce mejor que la ge- dos, o que en algunas regiones de Asia millones de perso-
neración de nuestros padres esa recóndita hostilidad que nas sin hogar están muriéndose de frío y de hambre. La
alienta en el fondo de nuestra alma. Hoy conocemos con separación entre vida y vida se hace evidente en el hecho
detalle esa pródiga agresividad de cada ser. Hoy podemos inaudito de que sepamos todo esto, y aún podamos vivir,
confirmar lo que Manuel Kant, el profeta de la razón y de mañana y noche, como si lo ignoráramos completamente.
la dignidad humanas, tuvo la suficiente honradez de decir: Y sólo me refiero ahora a los más sensibles de entre noso-
en la desgracia de nuestros mejores amigos siempre hay tros. Sí, tanto en la humanidad como en la naturaleza, la
algo que no nos desagrada. ¿Quién de nosotros será tan vida está separada de la vida. En todo' lo que vive, la alie-
falso para negar que esto también es cierto por lo que a él nación prevalece. El pecado abunda.
se refiere? ¿Acaso no estamos casi siempre dispuestos a Es importante recordar que no estamos simplemente
abusar de todo y de todos, aunque a menudo sea con harto separados unos de otros. También estamos separados de no-
refinamiento, para sentir el placer de enaltecernos, para sotros mismos. El hombre contra sí mismo J no es el sim-
aprovechar la ocasión de vanagloriarnos, para gozar un ple título de un libro, sino que indica asimismo el redescu-
momento de codicia? Saber que estamos dispuestos a todo brimiento de una vieja intuición. El hombre está dividido
esto es conocer el significado de que la vida esté separada en su propio interior. La vida se mueve contra sí misma,
de la vida y de que "el pecado abunde".
Hoy día, la más irrevocable expresión de esta separa- 1. Man against himself.
252 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS 253
ERES ACEPTADO
por la agresión, el odio y el desespero. Cierto es que acos- consciente y su voluntad real, entre él mismo y algo extra-
tumbramos a condenar el amor propio; pero lo que real- ño que lo partía en su misma intimidad. Sentíase alienado
mente pretendemos condenar es lo contrario del amor pro- de sí mismo; y a esa alienación, el apóstol la llamaba "pe-
pio. Es esa mezcla de egoísmo y de odio contra nosotros cado". También la llamaba "ley de sus miembros", una
mismos que permanentemente nos acosa, que nos impide ley ajena, una irresistible compulsión. ¡ Cuántas veces co-
amar a los demás, y que no nos permite perdernos en el metemos ciertos actos con plena conciencia, aunque asi-
amor con el que eternamente somos amados. El que es mismo con la enojosa sensación de estar controlados por
capaz de amarse a sí mismo, también es capaz de amar a un poder ajeno a nosotros! Tal es la experiencia de nues-
los demás; el que ba aprendido a domeñar el desprecio que tra separación de nosotros mismos en nuestra propia inti-
siente por sí mismo, también ha domeñado su desprecio midad, es decir, la experiencia del "pecado", tanto si nos
por los demás. Pero la profundidad de nuestra separación ra- gusta como si no nos gusta el uso de este vocablo.
dica precisamente en el hecho de que no somos capaces de Así pues, el estado de nuestra vida en su totalidad es
amarnos a nosotros mismos con un amor grande y mise- de alienación con respecto a los demás y a nosotros mis-
ricordioso, con un amor divino. Muy al contrario, en cada mos, porque estamos alienados del Fondo de nuestro ser,
uno de nosotros existe un instinto de autodestrucción tan porque estamos alienados del origen y de la finalidad de
fuerte como nuestro instinto de autoconservación. En nues- nuestra vida. Ignoramos de dónde liemos venido o hacia
tra tendencia a abusar de los demás y a destruirlos, se da dónde vamos, listamos separados del misterio, de la pro-
asimismo la tendencia, manifiesta u oculta, a abusar de fundidad y de la grandeza de nuestra existencia. Nos lle-
nosotros mismos y a destruirnos. La crueldad para con gan voces de semejante profundidad; pero nuestros oídos
los demás siempre es asimismo la crueldad para con noso- permanecen cerrados. Sentimos eme algo radical, total e in-
tros mismos. Nada es más obvio que el cuarteamiento exis- condicional, nos es pedido; pero nos rebelamos contra ello,
tente tanto en nuestra vida inconsciente como en nuestra intentamos rehuir su apremio, y no queremos aceptar su
personalidad consciente. Sin la ayuda de la moderna psico- promesa.
logía, Pablo expresaba este hecho con sus conocidas pala-
Sin embargo, no podemos escabullimos. Si este algo es
bras: "Pues no hago el bien que quiero, sino que hago el
el Fondo de nuestro ser, estamos unidos a él por toda la
mal que no quiero". Y continuaba luego con unas palabras
eternidad, igual como estamos unidos a nosotros mismos
que podrían muy bien ser el lema de toda la psicología
y a toda otra vida. Siempre permanecemos sujetos al po-
profunda: "Pero si lo que hago es eso que no quiero, ya
der de aquello de que nos hemos alienado. Este hecho nos
no lo hago yo, sino más bien el pecado que habita en mí".
conduce a la última profundidad del pecado: separados y
El apóstol sentía la hendidura existente entre su voluntad
no obstante unidos, alienados y no obstante participantes,
254 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS ERES ACEPTADO 255

destruidos y no obstante preservados: a semejante estado separado por una tan radical alienación. ¿Sabemos noso-
se le llama desespero. El desespero significa que no existe tros lo que significa ser acometido por la gracia? No sig-
escapatoria. El desespero es "la enfermedad hasta la muer- nifica que de repente creamos que Dios existe, o que Jesús
te". Pero lo terrible en la enfermedad del desespero es que es el Salvador, o que la Biblia contiene la verdad. Creer
no podemos liberarnos de ella, ni siquiera por medio del que algo es, es casi lo contrario a la significación de la
suicidio, público o secreto. Ya que todos sabemos que es- gracia. Además, la gracia tampoco significa simplemente
tamos unidos eterna e ineluctablemente al Fondo de nues- que hayamos logrado progresar en el control de nuestra
tro ser. El abismo de separación no siempre es visible. vida moral, en nuestra lucha contra determinadas faltas, y
Pero se ha hecho más perceptible a nuestra generación en nuestras relaciones con los demás hombres y con la so-
que a las generaciones anteriores debido a nuestra sensa- ciedad. El progreso moral puede ser un fruto de la gracia;
ción de absurdidad, de vacío, de duda y de cinismo —ex- pero, en sí mismo, no es la gracia, e incluso puede impe-
presiones todas ellas del desespero— y a nuestra separa- dir que ésta nos asista. Ya que con demasiada frecuencia
ción de las raíces y del sentido de nuestra vida. El pecado aceptan los hombres las doctrinas del cristianismo o luchan
en su significación más profunda, el pecado como desespe- contra las estructuras del mal en su intimidad, sin la menor
ro, abunda entre nosotros. asistencia de la gracia. Y toda relación con Dios que no
"Pero a la vez que abundó el pecado, sobreabundó la esté inspirada por la gracia nos conduce necesariamente o
gracia", añade Pablo en la misma carta en la que describe bien a la arrogancia o bien a la desesperación. Sería mejor
el inimaginable poder de separación y autodestrucción que rechazar a Dios, a Cristo y la Biblia que aceptarlos sin la
existe en el seno de la sociedad y del alma individual. No gracia. Ya que si los aceptamos sin la asistencia de la gra-
dice estas palabras porque unos intereses sentimentales exi- cia, lo hacemos aún en estado de separación, y así sólo
jan que todo lo trágico acabe felizmente. Lo dice porque lograremos ahondar todavía más la separación. No pode-
describen la experiencia más abrumadora y determinante mos transformar nuestra vida, salvo si permitimos que la
de su vida. En la visión de Jesús como Cristo que se le transforme la acometida de la gracia. Y esto se produce —o
apareció en el momento en que era mayor su separación de bien no se produce. Pero ciertamente no se produce si
los demás hombres, de sí mismo y de Dios, se encontró intentamos imponérnoslo a nosotros mismos, como tam-
aceptado a pesar de ser rechazado. Y en cuanto descubrió poco se producirá mientras sigamos pensando, absortos en
que era aceptado, fue capaz de aceptarse a sí mismo y de nuestra propia complacencia, que no tenemos necesidad de
reconciliarse con los demás. En el momento en que la gra- ella. La gracia nos embarga cuando nos hallamos sumidos
cia le acometió anonadándole, sintióse unido de nuevo con en un gran dolor y presos de desasosiego; cuando anda-
todo aquello a lo que pertenecía, y de lo que se hallaba mos por el oscuro valle de una vida vacía y carente de sen
ERES ACEPTADO 257
256 SE CONMUEÍ'EK LOS CIMIENTOS
los ojos de los demás, la gracia milagrosa de la reconci-
tido; cuando sentimos que nuestra separación es más pro-
liación de la vida con la vida. Experimentamos la gracia
funda que de costumbre, porque hemos violado otra vida,
de comprender todas las palabras de los demás. No com-
una vida que amábamos o una vida de la que hemos sido
prendemos simplemente el significado literal de las pala-
rechazados; cuando nuestro hastío por nuestro propio ser,
bras, sino también lo que se oculta tras ellas, incluso cuan-
nuestra indiferencia, nuestra debilidad, nuestra hostilidad
do son ásperas o airadas. Ya que incluso entonces alienta
y nuestra falta de dirección y de serenidad han llegado a
en nosotros el anhelo de abrir una brecha en el muro de
sernos intolerables; cuando, año tras año, la anhelada per-
separación. Experimentamos la gracia de poder aceptar la
fección de nuestra vida no se realiza; cuando las antiguas
vida de otro, incluso si nos es hostil o nociva, ya que por
compulsiones reinan hoy en nosotros como lo han estado
la gracia sabemos que pertenece al mismo Fondo al que
haciendo durante muchas décadas; cuando el desespero
nosotros pertenecemos y por el que hemos sido acepta-
destruye toda alegría y toda entereza. A veces, en este mo-
dos. Experimentamos la gracia que es capaz de vencer la
mento, una ola de luz irrumpe en nuestra oscuridad y es
trágica separación de los sexos, de las generaciones, de las
como si una voz nos dijera: "Eres aceptado. Eres acepta-
naciones, de las razas, e incluso el gran abismo abierto en-
do por lo que es mayor que tú y cuyo nombre ignoras. No
tre el hombre y la naturaleza. A veces la gracia aparece en
preguntes su nombre, ahora; quizá lo descubrirás más ade-
todas estas separaciones para unirnos de nuevo con aque-
lante. No intentes hacer nada, ahora; quizá más adelante
llos a los que pertenecemos. Ya que la vida pertenece a
harás mucho. No busques nada, no realices nada, no ini-
la vida.
cies nada. ¡Simplemente acepta el hecho de que eres acep-
tado!" Si esto nos ocurre, es que hacemos la experiencia Y a la luz de esta gracia percibimos el poder de la gra-
de la gracia. Después de una experiencia así, podemos no cia en nuestra relación con nosotros mismos. Vivimos mo-
ser mejores que antes y podemos no creer más que antes, mentos en los que nos aceptamos, porque sentimos que he-
pero todo queda transformado. En este momento, la gracia mos sido aceptados por aquello que es mayor que nosotros.
domina el pecado y la reconciliación tiende un puente sobre ¡ Si por lo menos fueran más frecuentes tales momentos!
el abismo de la alienación. Y nada se requiere para el cum- Puesto que por ellos nos es dado amar nuestra vida, nos
plimiento de semejante experiencia, ninguna presuposición es dado aceptarnos a nosotros mismos, no porque nos crea-
religiosa, moral o intelectual, absolutamente nada salvo la mos buenos y eso nos complazca, sino por la certeza a que
aceptación. hemos llegado acerca del sentido eterno de nuestra vida.
No podemos forzarnos a aceptarnos a nosotros mismos. Ni
A la luz de esta gracia percibimos el poder de la gra-
podemos obligar a nadie a que se acepte. Pero a veces ocu-
cia en nuestra relación con los demás y con nosotros mis-
rre que nos es dada la fuerza de decirnos "sí", que la paz
mos. Conocemos la gracia de poder mirar francamente a
17.
258 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

entra en nuestro interior erigiéndonos en una realidad uni-


da, que el odio y el desprecio que por nosotros sentíamos
desaparecen, y que nuestro yo se reconcilia consigo mismo.
Entonces podemos decir que la gracia vino sobre nosotros.
"Pecado" y "gracia" son, quizá, palabras insólitas;
pero no son realidades insólitas. Las encontramos siempre
que nos volvemos hacia nuestra intimidad con ojos que bus-
can y un corazón anhelante. "Pecado" y "gracia" deter-
minan nuestra vida. Abundan en nosotros y en todo aque-
llo en que aliente la vida. ¡ Ojalá la gracia sobreabunde en
cada uno de nosotros!

NACIDO EN EL SEPULCRO
Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado
José, que también había sido discípulo de Jesús. Éste fue a
Piloto a pedir el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó
que se lo dieran. Y José, tomando el cuerpo de Jesús, lo en-
volvió en una sábana limpia, lo colocó en un sepulcro nuevo
que había cavado él en una roca, y, después de poner una
gran piedra en la puerta del sepulcro, se fue. Estaban allí
María la Magdalena y la otra María, sentadas delante del
sepulcro. Al día siguiente, esto es, después de la Prepara-
ción, se presentaron reunidos ante Pilato los sacerdotes y
los fariseos, y le dijeron: Señor, nos hemos acordado de
que aquel impostor dijo cuando vivía: A los tres días resu-
citaré. Manda, pues, vigilar el sepulcro hasta el tercer día,
no sea que vayan los discípulos y le roben, y digan al pue-
blo: Ha resucitado de entre los muertos; y el último engaño
sea peor que el primero. Pilato les dijo: Tomad una guar-
dia; id a poner la vigilancia como os parezca. Ellos fueron
entonces, y aseguraron el sepulcro con la guardia, sellando
la piedra.
MATEO 27, 57-66

En los juicios de Nuremberg por crímenes de guerra,


apareció un testigo que había vivido durante algún tiempo
en un sepulcro de un cementerio judío de Wilna, en Polo-
nia. Fue el único lugar donde él —y muchos otros— pudo
vivir escondido, después que logró escapar de la cámara de
262 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS NACIDO EN EL SEPULCRO 263

gas.» Durante aquel tiempo estuvo escribiendo poesías, y feliz". El viejo sepulturero judío lo entendía mejor. Para
uno de los poemas fue la descripción de un nacimiento. En él, la inconmensurable tensión implícita en la espera del
un sepulcro cercano, una joven mujer dio a luz a un niño. Mesías era una realidad, que se manifestaba en> el infinito
Un sepulturero octogenario, envuelto en un sudario de contraste entre las cosas que veía y la esperanza que él
lino, la asistió. Cuando el recién nacido lanzó su primer afirmaba. •
vagido, el anciano oró: "Oh, gran Dios, ¿acaso nos has en- ' La profundidad de esta tensión queda subrayada en la
viado, por fin, al Mesías ? Pues ¿ quién sino el mismo Mesías última parte de la historia. Al tercer día el niño no fue
podría nacer en un sepulcro?" Pero tres días después, el elevado a la gloria; tuvo que beber las lágrimas de su ma-
poeta vio que el niño sorbía las lágrimas de su madre por- dre, ya que no tenía otra cosa. Probablemente murió, y la
que ésta no tenía leche para darle. ' esperanza del anciano judío quedó frustrada una vez más,
Esta historia, que sobrepasa todo cuanto la imaginación como ya antes se había frustrado innumerables veces. Nin-
humana es capaz de inventar, no sólo tiene un incompara- gún consuelo podemos deducir de esta historia; para ella
ble valor emotivo, sino también un tremendo poder simbó- no es posible ningún final feliz —y ésta es precisamente
lico.' Cuando la leí por primera vez, se me ocurrió con la verdad acerca de nuestra vida. Al hablar de la palabra
mayor insistencia que nunca/que nuestros símbolos cristia- "sepultado" del Credo, Karl Barth escribe esas impresio-
nos, tomados de las narraciones evangélicas, han perdido nantes palabras: 1 "El entierro de un hombre —que aún
gran parte de su fuerza, porque los repetimos con dema- parece estar presente, pero que en realidad es pura ausen-
siada frecuencia y los usamos con excesiva superficialidad. cia— confirma y sella con toda evidencia que aquel hombre
Nos hemos olvidado que el pesebre de Navidad fue prime- aún tiene menos presente que futuro. Se ha convertido en
ro la expresión de la pobreza y de la miseria más absolu- puro pasado. Ya sólo es accesible por la memoria, y aún
tas antes de que fuera el lugar donde aparecieron los ánge- en el supuesto de que no estén asimismo enterrados quie-
les y donde se detuvo la estrella. Y asimismo nos hemos nes podrían o querrían recordarlo. Y el futuro hacia el que
olvidado de que el sepulcro de Jesús fue primero el final se apresura el presente de todos los seres humanos es pre-
de su vida y de su obra antes de que fuera el lugar de su cisamente éste: ser enterrado". Tales palabras describen
triunfo final. Nos hemos vuelto insensibles a la tensión con exactitud la situación en que oraba el piadoso y ancia-
infinita que implican las palabras del símbolo de los Após- no judío: "Oh, gran Dios, ¿acaso nos has enviado, por fin,
toles: "padeció... fue crucificado, muerto y sepultado... re- al Mesías?".
sucitó de entre los muertos". Cuando oímos las primeras Con demasiada frecuencia nos disimulamos la gravedad
palabras, ya sabemos cuál será el final: "resucitó"; y para
1. Karl Bartb, Credo. Traducción inglesa de J. Strathearn McNab,
mucha gente, el Credo no es más que el inevitable "final pp. 84-88.
264 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS NACIDO EN EL SEPULCRO 265

de la palabra "sepultado" del Credo, no sólo por lo que se aquel piadoso judío. Para ser el "Cristo", es decir, Aquel
refiere a Cristo, sino también en lo que respecta a nosotros: que ha vencido a la muerte, es preciso que el Cristo sea
nos imaginamos que nosotros no seremos sepultados, sino sepultado. La narración evangélica que todos conocemos,
tan sólo una parte relativamente poco importante de noso- nos asegura la real e irrevocable muerte y sepultura de Je-
tros, el cuerpo físico. Pero, no es eso lo que implica el sús. Las mujeres, los príncipes de los sacerdotes, los sol-
Credo. En el Credo se afirma que fue una misma persona, dados, la piedra sellada —todo lo pone a contribución el
Jesucristo, la que padeció, fue sepultada y resucitó. Jesu- evangelio para atestiguar la realidad de aquel final. Debe-
cristo fue sepultado y Jesucristo —toda su personalidad— ríamos escuchar con mayor cuidado a esos testigos, los
desapareció para siempre de la tierra. La misma verdad es únicos que nos dicen triunfalmente o con cinismo que
válida para nosotros. Nosotros moriremos, nosotros —nues- Jesús fue sepultado, que desapareció para siempre de la
tra personalidad, de la que no podemos separar el cuerpo tierra, que no quedó ningún vestigio real suyo en nuestro
como una parte accidental suya—'seremos sepultados. ¡ mundo. Y también deberíamos escuchar a los otros, a los
• Únicamente si entendemos con esa gravedad la palabra que, sumidos en la duda y el desespero, nos dicen: "Pero
"sepultado" de las narraciones evangélicas, nos será posi- nosotros teníamos esperanza de que fuera Él quien redi-
ble evaluar debidamente la narración de Pascua y las pala- miera a Israel". No es difícil oír aún hoy a estas dos
bras del sepulturero: "¿Quién sino el mismo Mesías podría voces en un mundo donde existen tantos lugares como el
nacer en un sepulcro?". Esta pregunta entraña dos aspec- cementerio judío de Wilna. Incluso es posible oírlas en
tos. Sólo el Mesías puede nacer de la muerte, porque se- nosotros mismos, cada uno en su propio interior. -
mejante nacimiento no es un acontecimiento natural. No Y, si las oímos, ¿qué podemos responder? Seamos cla-
ocurre nunca: sólo ocurre el día del Mesías. Es el misterio ros en esto. La respuesta de Pascua no es una necesidad.
más sorprendente, más profundo y más paradójico de la En realidad, no existe ningún inevitable final feliz, como
existencia.-Todos los argumentos aducidos para demostrar ocurre en los cines pervertidos y pervertidores. Pero la
la inmortalidad de la parte del hombre que suponemos la respuesta de Pascua ha sido posible precisamente porque
mejor, no pueden hacer que surja la vida de un sepulcro. el Cristo fue sepultado. La vida nueva no sería realmente
La vida eterna sólo se logra con la llegada de la "nueva una nueva vida si no procediera del final absoluto de la
realidad", del eón del Mesías, que según nuestra fe, ha vida vieja. De lo contrario, la vida vieja tendría que ser
aparecido ya en Jesús el Cristo. Y sepultada de nuevo. Pero si la vida nueva ha surgido del
- Pero existe otro aspecto en aquella afirmación de que sepulcro, entonces es que ha aparecido el Mesías mismo, el
nadie, salvo el Mesías en persona, podría nacer en un se- verdadero Mesías.
pulcro, y de ese otro aspecto quizá ya no era tan consciente
LA DESTRUCCIÓN DE LA MUERTE
Pues como los hijos estaban en comunidad de sangre y
carne, él también tomó parte con ellos, para destruir por la
muerte al que tenía dominio de la muerte, esto es al diablo,
y para liberar a todos cuantos estaban toda su vida sujetos a
esclavitud por el miedo a la muerte. Porque no tomó, cier-
tamente, la naturaleza de los ángeles, sino que tomó la natu-
raleza de la descendencia de Abraham. Entonces tuvo que
hacerse semejante en todo a sus hermanos, para hacerse su-
premo sacerdote, fiel y misericordioso, ante Dios, para expiar
los pecados del pueblo. Pues por haber sufrido al ser tentado,
puede auxiliar a los que están en tentación.
HEBREOS 2, 14-18

La oscuridad en la que resplandece la luz de Navidad


es, ante todo, la oscuridad de la muerte. La amenaza de la
muerte, que ensombrece todo el camino de nuestra vida,
es el oscuro telón de fondo en la expectación de Adviento.
La muerte, no hemos de imaginarla como las tijeras que
cortan el hilo de nuestra vida, según el famoso símbolo de
la antigüedad. Más bien es como uno de aquellos hilos con
los que se entreteje el dibujo de nuestra existencia, desde
que comienza hasta que acaba. El hecho de que tengamos
que morir es una fuerza que va modelando, instante tras
instante, la totalidad de nuestro ser, cuerpo y alma a la
LA DESTRUCCIÓN DE LA MUERTE 271
270 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

par. El rostro de cada hombre lleva impresa la huella de miedo. ¿Acaso no somos esencialmente finitos, limitados
la presencia de la muerte en su vida, ya sea en forma de e incapaces de imaginar o de desear una infinita continua-
miedo a ella, de denuedo ante ella o de sumisión para su- ción de nuestra finitud? ¿Acaso una duración así no sería
frirla. Esta pavorosa presencia de la muerte sujeta al hom- más terrible que la muerte? ¿Acaso no sentimos íntima-
bre, en toda su vida, a servidumbre y esclavitud, según nos mente que la vida humana se cumple, se consuma en sí mis-
dice el texto de Pablo. Mientras me hallo sometido al mie- ma, y que engendra el cansancio de vivir, como ya nos lo
do, no estoy en libertad y, por consiguiente, no soy libre decían los patriarcas del Antiguo Testamento? ¿Acaso no
de actuar como la situación requiere, sino que me veo es una ley natural la ley de que "el polvo retorna al pol-
obligado a actuar según me exijan las figuras e imágenes vo"? Pues entonces, ¿por qué la narración del paraíso nos
engendradas por mi miedo. Ya que el miedo es, sobre todo, la presenta como una maldición? Tiene que darse en la
miedo a lo desconocido; y la oscuridad de lo desconocido muerte algo más profundamente misterioso que la melan-
está llena de las imágenes creadas por el miedo. Esto es colía natural con que constatamos nuestra fugacidad. Pa-
verdad incluso con respecto a los sucesos de nuestra vida blo nos lo indica cuando dice que la muerte es el salario
cotidiana: un rostro desconocido espanta a un niño; la del pecado y que el pecado es el aguijón de la muerte.
voluntad desconocida del padre y del maestro suscitan asi- Y también nuestro texto habla de "aquel que tenía el do-
mismo su miedo; y en cualquier situación o ante cualquier minio de la muerte, esto es el diablo" —un dominio orga-
tarea nueva que emprendemos, sus implicaciones descono- nizado del pecado y del mal. Aunque la muerte está en la
cidas nos dan miedo, esa aguda sensación de nuestra inca- naturaleza de todos los seres finitos, parece alzarse al mis-
pacidad para dominar la situación. Pero todo esto es verdad mo tiempo contra ia naturaleza. Pero sólo el hombre es
además, aunque en grado absoluto, con respecto a la muer- capaz de afrontarla con plena conciencia, y en ello radica
te —a la absolutamente desconocida: esa oscuridad en la asimismo su grandeza y su dignidad. Esta capacidad suya
que no existe el menor destello de luz y en la que incluso se es la que le permite contemplar su vida como un todo,
esfuma la imaginación, esa oscuridad en la que cesa toda que arranca de un comienzo concreto para terminar en un
actividad y todo control, y en la que fenece hasta la más final taxativo. Y esta capacidad le habilita también para
ínfima brizna de nuestro ser; la muerte es la idea más ne- preguntar por el sentido de su vida —una pregunta esa que
cesaria y al mismo tiempo la más imposible, el objeto del lo alza por encima de su vida y le da un presentimiento
verdadero y último miedo, el miedo del que se nutren todos de su eternidad. Saber que el hombre tiene que morir es
los demás miedos, el miedo que sobrecogió incluso a Cristo saber igualmente que se halla por encima de la muerte.
en el huerto de Getsemani. Ser mortal y a la vez inmortal es el destino del hombre.
Y ahora sabemos cuál es el aguijón de la muerte, y por
Pero hemos de preguntarnos cuál es la razón de este
mSm

272 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS LA DESTRUCCIÓN DE LA MUERTE 273

qué el demonio detenta su dominio: hemos perdido nues- tud ante la muerte, si todavía seguís siendo esclavos del
tra inmortalidad. No es el hecho de que seamos mortales miedo que os inspira la muerte, y si podéis soportar la
el que engendra nuestro miedo último a la muerte, sino el imagen de vuestra propia muerte. Y cuando penséis en
hecho de que hayamos perdido aquella eternidad que se la gravedad de la muerte —no de la muerte en general,
halla más allá de nuestra natural e inevitable mortalidad; no de la muerte de cualquier otro, sino de vuestra propia
de que la hayamos perdido debido al pecado que nos ha muerte— no os engañéis a vosotros mismos con las sutiles
separado del Eterno; y de que seamos culpables de esta demostraciones de la inmortalidad del alma. El mensaje
separación. cristiano es más realista que esas demostraciones. Sabe que
Ser esclavos del miedo que nos inspira la muerte mien- nosotros, verdaderamente nosotros, tenemos que morir, y
tras vivimos, significa ser esclavos de una muerte que es no precisamente una parte tan sólo de nosotros. En el
naturaleza y culpa a la vez. Nuestro miedo a la muerte no cristianismo no existe más que un único "argumento" con-
manifiesta meramente el conocimiento que tenemos de nues- tra la muerte: el perdón de los pecados y la victoria sobre
tra finitud, sino también el conocimiento de nuestra infini- aquel que detenta el dominio de la muerte. El cristianismo
tud, el conocimiento de que nos hallamos determinados nos dice que el Eterno vino junto a nosotros, que se hizo
por la eternidad, y de que hemos perdido esta eternidad. temporal para así restaurar nuestra eternidad. El hombre
¡ Somos esclavos del miedo, no porque tengamos que morir, entero es mortal e inmortal a la vez; el hombre entero es
sino porque merecemos morir! temporal y eterno a la vez; el hombre entero es juzgado y
Así pues, la salvación no es un procedimiento mágico salvado a la vez, porque el Eterno participó en la carne y
en virtud del cual perdemos nuestra finitud. Más bien es en la sangre del hombre y participó asimismo en su miedo
un juicio que declara que no merecemos morir, porque es- a la muerte. Tal es el mensaje de Navidad.
tamos justificados —juicio que no se fundamenta en nada
de cuanto hemos hecho, pues, en tal caso, cierto es que no
podríamos creer en él. El fundamento de este juicio sólo
radica en algo que la misma Eternidad ha hecho, algo que
podemos escuchar y ver en la realidad de un hombre mor-
tal que, por obra de su propia muerte, ha vencido al que
tenía el dominio de la muerte.
Si Navidad tiene algún sentido, es ese' el que tiene.
Cuando escuchéis las profecías de Adviento y las narracio-
nes de Navidad, preguntaos si ha cambiado vuestra acti-

18.
MIRA, ESTOY HACIENDO
UNA OBRA NUEVA
Así habla el Señor,
el que abre un camino en el mar
y un sendero en las aguas poderosas.

No os acordéis de las cosas anteriores,


ni prestéis atención a las cosas viejas.
Mira, estoy haciendo una obra nueva,
que ya está surgiendo a la luz.
¿No la veis?
Ciertamente voy a abrir un camino en el desierto
y ríos de agua en la estepa.
ISAíAS 43, 16, 18-19

Escuchemos las palabras del Antiguo y del Nuevo Tes-


tamento que nos hablan de la obra nueva que Dios está
haciendo en la vida y en la historia.

He aquí que vienen días —oráculo de Yave—


en que yo haré una nueva alianza
con la casa de Israel
y con la casa de Judá.
No como la alianza que hice con sus padres
cuando, tomándolos de la mano,
los saqué de la tierra de Egipto;
pues quebrantaron mi alianza
R

278 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 279

y yo tuve que rechazarlos. Lo que fue, eso será;


Porque ésta será la alianza lo que ya se hizo, eso es lo que se hará;
que yo haré con la casa de Israel, después de aquellos días no se hace nada nuevo bajo el sol.
—oráculo de Yavé—; ¿Hay alguna cosa de la que digan:
Yo pondré mi ley cu su interior Mira esto, esto es nuevo?
y la escribiré en sus corazones; Pues ya existió en aquellas edades
y seré su Dios que fueron antes de nosotros.
y ellos serán mi pueblo...
ECLESIASTéS 1, 2, 9-10
Porque les perdonaré sus maldades
Y no me acordaré más de sus pecados.
JEREMíAS 31, 31-34
Y ésta es la respuesta que da el apóstol:

(Así habla el Señor, Yavé:)... Si uno está en Cristo, es una nueva creación; desapareció
Les daré un corazón nuevo, lo antiguo, y mirad, todas las cosas se han vuelto nuevas.
y pondré en ellos un espíritu nuevo; 2 CORINTIOS S, 17
arrancaré de su cuerpo su corazón de piedra,
y les daré un corazón de carne. [Y Jesús les dijo:]... Nadie pone un trozo de paño sin car-
EZEQUIEL 11, 19 dar en un capote viejo, porque entonces lo añadido tira del
capote, y se hace un desgarrón mayor. No se echa el vino
(Así habla el Señor, Yavé:)... nuevo en odres vejos, porque entonces se rompen los cueros,
Desconozco las angustias del pasado. y se pierden el vino y los cueros; sino que el vino nuevo se
Cierro mis ojos ante ellas. echa en cueros recientes, y se conservan ambas cosas.
Porque he aquí que voy a crear unos cielos nuevos y una
tierra nueva. MATEO 9, 16-17
Ya no se recordará lo pasado
ni vendrá más a la mente. Y, finalmente, oigamos al vidente del Nuevo Testamento:
Los hombres se gozarán en gozo y alegría eterna de lo que
voy a crear yo. Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva: pues desaparecieron
el primer cielo y la primera tierra... Y la ciudad santa, la
ISAíAS 65, 16-17
nueva Jerusalén, la vi que bajaba del cielo... Y oí una voz
grande desde el trono, diciendo: Mirad la residencia de
Pero no omitamos las trágicas palabras del Predicador: Dios con los hombres... él enjugará toda lágrima de sus ojos,
y ya no habrá muerte, porque desapareció lo de antes... Mi-
Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, rad, todo lo hago nuevo,
Vanidad de vanidades; todo es vanidad. APOCALIPSIS 21, 1-5
280 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 281

Meditemos sobre lo viejo y lo nuevo, en nosotros mis- pasado y existirá en el futuro. Hay algo que carece de
mos y en nuestro mundo. En estos textos bíblicos, lo nue- edad, algo que es siempre viejo y siempre nuevo al mismo
vo se contrapone a lo viejo: lo viejo es rechazado, y la tiempo, porque es eterno. A Dios se le llama a veces el
expectación de lo nuevo es exaltada con palabras apasio- "Anciano de todos los días" o el "Redentor de lo viejo".
nadas. Incluso el Predicador, que niega la posibilidad de Se alaba la sabiduría antigua y la ley de Dios, que son tan
algo realmente nuevo en la tierra, no oculta su anhelo por viejas como los cimientos de la tierra, precisamente porque
lo nuevo y su desencanto por no ser capaz de dar con ello. son viejas; nada nuevo se les puede oponer, como no opon-
¿Por qué esos escritores sienten y hablan de esta manera? dríamos ningún Dios nuevo al Dios de lo viejo. "Viejo",
¿ Por qué prefieren lo nuevo a lo viejo, y por qué creen que en este sentido, significa "sempiterno", e indica lo que no
Dios es el Dios de lo nuevo ? ¿ Por qué reclaman y esperan está sujeto al cambio del tiempo.
un nacimiento nuevo, un corazón nuevo, un hombre nuevo, Pero en los textos que hemos leído del desconocido pro-
una alianza nueva, la nueva Jerusalén, el nuevo cielo y la feta del exilio, incluidos en el capítulo 43 de Isaías, "viejo"
nueva tierra? significa precisamente lo contrario. Significa aquello que
Cierto es que no anuncian lo nuevo porque crean lo que fenece y que ya nunca será recordado —el destino de toda
en las últimas décadas ha creído mucha gente: que las cosa creada, tanto de las estrellas como de la hierba del
cosas recientes son mejores que las de antes, por el mero campo, así de los hombres como de los animales, de las
hecho de ser recientes; que los nuevos logros del progreso naciones como de los individuos, de los cielos como de la
son más divinos que los viejos, porque están más cerca de tierra. Todos ellos envejecerán y se disiparán. ¿Qué sig-
una perfección final; que Dios garantiza un perpetuo pro- nifica decir que algo o alguien envejezca? Toda vida crece;
greso, y que por esta razón Dios es el Dios de lo nuevo. toda vida desea y procura crecer; y vive en la medida que
Contra tales espejismos, las desilusionadas palabras del Pre- crece. A los hombres siempre les ha fascinado esa ley del
dicador resultan válidas para todos los tiempos históricos. crecimiento. Han llamado bueno a lo que favorece el cre-
Y es cierto además que al hablar de lo nuevo, ni profetas cimiento, y malo a lo que lo entorpece. Pero tratemos de
ni apóstoles predicaron tales espejismos. ¿Cuál es, pues, el ahondar hasta una mayor profundidad en esa ley del cre-
contenido de su esperanza? ¿Qué quieren decir cuando nos cimiento y en su naturaleza trágica. Tanto si observamos
exhortan a no prestar atención a las cosas viejas? ¿Cuá- el crecimiento de una célula viva, como el de un alma hu-
les son esas cosas viejas, y cuáles las nuevas que nos invi- mana o el de una época histórica, vemos que este creci-
tan a mirar y a aceptar? miento representa a la vez una ganancia y una pérdida, una
"Viejo" a veces significa aquello que perdura a través realización y un sacrificio. Todo cuanto crece debe sacrifi-
de todos los tiempos, lo que existe hoy, como existió en el car muchas posibles vías de desarrollo en favor de la que
282 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 283

ha elegido. El que quiere llegar a ser un hombre de ciencia vida, al envejecer, se encamina a su propio desenlace: la
quizá tenga que sacrificar ciertas posibilidades poéticas o autolimitación y la autodestrucción. Con frecuencia ambas
políticas que le agradaría desarrollar. Tiene que pagar uri vías se combinan entre sí, llevando entonces la muerte a
precio. No puede crecer por un igual en todas direcciones. todos los dominios de la vida.
Las células que se adaptan a una función del cuerpo, pier- Consideremos, ahora, uno de estos dominios —la actual
den la posibilidad de adaptarse a otras funciones. Las épo- situación histórica, la vida de nuestra época. Nuestra épo-
cas históricas dominadas por una idea, eliminan la verdad ca ha llegado a ser lo que es a través de innumerables de-
de otras posibles ideas. Toda decisión excluye otras posi- cisiones y, por tanto, de innumerables exclusiones. Algunas
bilidades y hace más limitada nuestra vida. Cada decisión de las posibilidades excluidas se han extinguido completa-
nos va haciendo más viejos y maduros. La juventud es mente, privándonos de su fuerza creadora. Muchas de ellas
abertura. Pero cada decisión le va cerrando puertas. Y eso no han muerto, y tras una ausencia temporal, retornan aho-
es inevitable: es un destino ineludible. La vida toma deci- ra como una fuerza destructora. La grandeza que precedió
siones a cada momento; la vida cierra puertas a cada mo- a nuestra época ha producido la tragedia actual y la de
mento. Desde el primer momento de nuestra vida hasta todos los que en ella viven. Todos somos viejos, ahora,
nuestro último minuto, avanzamos precisamente porque es- incluso los jóvenes; todos pertenecemos a una época enve-
tamos creciendo. La ley del crecimiento nos confiere una jecida. Los jóvenes sólo lo son por su vitalidad personal;
singular grandeza, pero es una- grandeza trágica, ya que pero son viejos por su participación en la tragedia de nues-
las posibilidades excluidas nos pertenecen, tienen sus pro- tro tiempo. Es ilusorio creer que la juventud, en tanto que
pios derechos. Por consiguiente, acaban vengándose de juventud, posea un poder de salvación. Cuando los antiguos
nuestra vida, que las ha excluido. A veces se extinguen imperios envejecieron y murieron, los jóvenes de entonces
por completo; pero entonces mueren con ellas grandes po- no los salvaron. Y tampoco nuestra generación más joven
tencialidades de vida y enormes recursos creadores. Puesto salvará a nuestra época por el simple hecho de ser joven.
que la vida, a medida que crece, va restringiendo sus fuer- Hemos tomado muchas decisiones hasta llegar a ser lo
zas, se hace más rígida e inflexible, menos hábil para adap- que somos. Pero toda decisión es trágica porque representa
tarse a nuevas situaciones y a nuevas exigencias. Pero, a la represión de unas potencialidades que no se pueden supri-
veces, las posibilidades excluidas no mueren, y entonces mir impunemente.
permanecen en nuestro interior, reprimidas, ocultas y pe- Al comienzo de nuestra época nos decidimos por la li-
ligrosas, prestas a irrumpir en el proceso de la vida, no ya bertad. Fue una decisión acertada: creó algo nuevo y gran-
como un recurso creador, sino como una enfermedad des- de en la historia. Pero con esta decisión excluimos la se-
tructora. Éstas son las dos vías a través de las cuales la guridad social y espiritual sin la cual el hombre no puede
284 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 285

vivir y crecer. Y ahora, en la vejez de nuestra época, el mos a la humanidad y a todos los símbolos que expresan
intento de sacrificar la libertad a la seguridad divide cada la uniín de todos los hombres. La antigua unidad quedó
nación y el mundo entero con una violencia realmente de- rota, y ninguna organización internacional ha sido capaz
moníaca. Nos decidimos a buscar los medios de controlar de restablecerla. Y ahora, en la senectud de nuestra época,
la naturaleza y la sociedad. Los hemos creado, y así ha sur- las naciones más poderosas se proclaman representantes de
gido algo nuevo y grande en la historia de toda la humani- la humanidad y tratan de imponer su propio estilo de vida
dad. Pero al mismo tiempo excluimos las finalidades. Nun- a todos los hombres mediante terribles guerras de destruc-
ca hemos estado dispuestos a responder a la pregunta: ción, que quizá logren unir a toda la humanidad en la paz
"¿Para qué?". Y ahora, cuando nos aproximamos a la de los sepulcros.
vejez, los medios se rebelan y quieren convertirse en fina- Nuestra época se decidió por un mundo secular. Fue
lidades ; nuestros instrumentos han pasado a dominarnos, y una decisión importante y harto necesaria. Así ha arrojado
el más poderoso de ellos se ha convertido en una amenaza a la Iglesia de su trono, una Iglesia que se había conver-
contra la misma existencia humana. Nos decidimos por la tido en un poder de represión y de superstición. Ha consa-
razón contra antiguas tradiciones y veneradas supersticio- grado y ha santificado nuestra vida y nuestro trabajo coti-
nes. Fue una decisión noble y valerosa, que confirió una dianos. Pero ha excluido aquellas profundidades debido a
nueva dignidad al hombre. Pero, con esa decisión, excluimos las cuales la religión perdura: el sentido del misterio inson-
al alma, que es el fondo y la fuerza de la vida. Así liemos dable de la vida, la comprensión de una significación última
separado radicalmente a nuestra mente de nuestra alma; de la existencia y el poder invencible de una dedicación
luego, hemos suprimido y maltratado el alma en nuestro incondicional. Estas cosas no pueden ser excluidas. Si in-
interior, en los demás hombres y en la naturaleza. Y aho- tentamos expulsarlas en sus imágenes divinas, surgen de
ra, cuando hemos llegado a la vejez, las fuerzas del alma nuevo en imágenes demoníacas. Y es así como ahora, en
irrumpen destructivamente en nuestras mentes, acarreán- la senectud de nuestro mundo secular, hemos asistido a las
donos neurosis y locuras y operando la desintegración del manifestaciones más horribles de estas imágenes demonía-
alma de incontables millones de personas, sobre todo en cas; hemos contemplado el misterio del mal a una profun-
este país, pero también en el mundo entero. didad mayor que la alcanzada por la mayor parte de las
Desde el mismo comienzo de nuestra época nos deci- generaciones anteriores; hemos visto la dedicación incon-
dimos por la nación, como expresión de nuestro especial dicional de millones de hombres a una imagen satánica; y
estilo de vida y como única contribución nuestra a la his- estamos sintiendo hasta la muerte la enfermedad de nues-
toria. La decisión fue importante y creadora, y resultó efi- tra época.
caz durante algunos siglos. Pero con esta decisión exclui- Tal es la situación de nuestro mundo. Todos debería-
H

286 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 287

mos constatar que participamos en ella, y que las fuerzas decir, sólo se manifiesta después que ha salido de la oscu-
anímicas que nos envejecen, incluso a los muy jóvenes, ridad de ese misterio.
forman parte de las fuerzas que envejecen a nuestra época. No hay cosa tan asombrosa como la súbita aparición de
Todos contribuimos a hacerlas más poderosas, aunque, al lo nuevo en nuestro interior. No lo hemos previsto, ni nos
mismo tiempo, todos somos víctimas suyas. Ahora nos ha- hemos dado cuenta de que crecía. No hemos tratado de
llamos en aquel desierto del que habla el profeta, y nadie forjarlo por la fuerza de nuestra voluntad, por la intensi-
conoce el camino de salida. No constituye, ciertamente, nin- dad de nuestra emoción, o por la claridad de nuestro en-
guna salida aquella fórmula de algunos idealistas cuando tendimiento. Al contrario, sentimos que de haber intentado
nos dicen: "¡Decidios, pero sin excluir ninguna posibili- producirlo, nuestros esfuerzos habrían impedido su llega-
dad! Escoged lo mejor de todas ellas. Combinadlas. En- da. Los intentos conscientes sólo pueden lograr que surjan
tonces nuestra época recobrará su juventud". No; siguien- de sí mismas las cosas viejas, pero nunca lo nuevo por el
do estos consejos, ni hombre ni nación alguna recobrará solo poder de su novedad. El nuevo ser nace en nosotros
jamás su juventud. Lo nuevo no surgirá nunca de una re- cuando menos creemos en él. Aparece en aquellos remotos
copilación de elementos viejos que aún estén vivos. Cuan- rincones del alma que más habíamos descuidado. Abre
do llega lo nuevo, tiene que desaparecer lo viejo. "No os aquellos profundos niveles de nuestra personalidad que las
acordéis de las cosas anteriores, ni prestéis atención a las viejas decisiones y las viejas exclusiones habían cerrado.
cosas viejas", dice el profeta. "Mirad, todas las cosas se Traza un camino allí donde nunca había existido ninguno.
han vuelto nuevas", dice el apóstol. De la muerte de lo Nos libera de la tragedia de tener que decidir y excluir,
viejo surge lo nuevo. Lo nuevo no se crea partiendo de lo puesto que nos es dado antes de toda decisión. ¡ De repen-
viejo, ni tampoco partiendo de lo mejor de lo viejo, sino te lo advertimos dentro de nosotros! Lo nuevo que tanto
partiendo de la muerte de lo viejo. No es lo viejo quien habíamos buscado y anhelado, nos llega en el momento en
crea lo nuevo. Quien crea lo nuevo es Aquel que existe que ya habíamos perdido la esperanza de hallarlo. Esto es
más allá de lo viejo y más allá de lo nuevo, el Ser Eterno. lo primero que hemos de decir sobre lo nuevo: aparece
"Mira, estoy haciendo una obra nueva, que ya está sur- cuando y donde quiere. No lo podemos forzar, ni lo po-
giendo a la luz. ¿No la veis?" Si la obra nueva fuera una demos calcular. Una única condición nos impone: que es-
parte de la vieja, el profeta no preguntaría: "¿No la temos bien dispuestos. Y semejante buena disposición sig-
veis?", porque todo el mundo ya la estaría viendo. Pero nifica que las cosas de antes se han hecho viejas y van
es difícil verla. La obra nueva se oculta en el profundo destruyéndonos el alma precisamente cuando intentamos
misterio que envuelve a todas las criaturas en el momento salvar de lo viejo lo que aún nos parece salvable.
de nacer o de renacer. Sólo después surge a la luz —es Lo mismo ocurre en nuestra actual situación histórica.
1M

288 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 289

El nacimiento de lo nuevo es igualmente asombroso en la ella nos es dable hacer es hallarnos bien dispuestos para
historia. Puede aparecer en algún oscuro rincón de nuestro recibirla. De la manera más profunda posible hemos de
mundo, en el grupo social donde menos lo esperaríamos, en comprender que el mundo de antes se ha hecho viejo, y
la prosecución de actividades que parecen totalmente insig- que está destruyendo nuestra época precisamente cuando
nificantes. Puede aparecer incluso en la profundidad de una con mayor denuedo intentamos salvar lo mejor de él. Y he-
catástrofe nacional, si el pueblo que la sufre es capaz de mos de intentar comprenderlo así, tanto por lo que respec-
percibir lo nuevo del que nos habla el profeta. Puede apa- ta a nuestra vida social como a nuestra vida personal. Sólo
recer asimismo en el apogeo de un triunfo nacional, sólo si nos esforzamos apasionadamente por lo nuevo, cobrare-
con que exista una pequeña parte del país que perciba la mos plena conciencia de que lo viejo se ha hecho viejo y
vanidad de la que nos habla el Predicador. Lo nuevo en está muriéndose. Los profetas que con tanto anhelo busca-
la historia siempre se presenta cuando la gente menos cree ban la obra nueva que Él estaba haciendo, se sentían impli-
en él. Pero no es menos cierto que se presenta tan sólo cados en la situación histórica de su nación del modo más
cuando lo viejo se revela como tal, es decir, como una rea- apasionado y activo posible. Pero sabían también que ni
lidad trágica y moribunda, y cuando los hombres no co- ellos mismos ni ninguna de las cosas viejas, harían surgir
lumbran ninguna posible salida. Nosotros vivimos en un la "obra nueva".
momento así: tal es nuestra situación. Pero sólo seremos "No os acordéis de las cosas anteriores, ni prestéis
conscientes de toda su profundidad, si no seguimos dicien- atención a las cosas viejas", dice el profeta. Tal es lo se-
do : "Ya sabemos de dónde vendrá lo nuevo: vendrá de gundo que hemos de decir acerca de lo nuevo: que ha de
tal institución, de tal movimiento, de tal clase especial, romper el poder de lo viejo, no sólo en la realidad, sino
de tal nación, de tal filosofía, o de tal iglesia". Por supues- también en nuestra memoria; y lo uno es imposible sin
to que ninguna de estas cosas queda excluida como lugar lo otro. Permitidme que os diga unas pocas palabras sobre
de la posible aparición de lo nuevo. Pero tampoco ninguna este punto sublime del texto profético y de la experiencia
de ellas puede garantizar su aparición. Todos cuantos han de todas las religiones. Nunca podremos nacer a lo nuevo,
creído que alguna de estas cosas era el lugar escogido para si no rompemos antes dentro de nosotros el poder de lo
la aparición de lo nuevo, han quedado duramente defrau- viejo; y no lo quebraremos mientras lo viejo vaya cargán-
dados. Lo que supusieron nuevo siempre resultó ser una donos con el peso de la culpa. Por eso, tanto la religión
continuación de lo viejo y que aún ahondaba la destructi- profética como la apostólica proclaman el perdón por en-
vidad de sus conflictos. Por eso repito: lo primero que cima de todo. Y el perdón significa que lo viejo ha sido
hemos de decir acerca de la nueva realidad es que no po- arrojado al pasado, porque ha llegado lo nuevo. El "no os
demos forzarla ni podemos calcularla. Lo único que por acordéis" de las palabras proféticas no significa simple-
290 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS MIRA, ESTOY HACIENDO UNA OBRA NUEVA 291

mente olvidar. Si así fuera, no sería necesario el perdón. Y esto es lo tercero que hemos de decir acerca de la nueva
Porque el perdón significa que lo viejo, como recuerdo y a realidad: que trae en el rostro la marca de su origen eter-
la vez como realidad, ha sido expulsado por la fuerza de lo no, como ocurrió cuando Moisés descendió de la montaña
nuevo. Y lo nuevo jamás podría ser una novedad salvadora con las tablas de la ley y se abrió una nueva era de la his-
si no trajera consigo la autoridad del perdón. toria. Lo realmente nuevo es lo que tiene en sí mismo un
Creo que se da esa misma situación en nuestra existen- poder eterno y una luz eterna. Hay ciertas cosas nuevas
cia social e histórica. Una novedad que no fuera capaz de que surgen en todo momento y en todo lugar. Nada es hoy
arrojar al pasado todo lo viejo, tanto en el recuerdo como como fue ayer. Pero esta clase de novedad es vieja tan
en la realidad, no sería realmente una novedad. Lo autén- pronto como aparece. Para ella es válido el juicio del Pre-
ticamente nuevo es capaz de romper la fuerza de los viejos dicador: "Nada nuevo existe bajo el sol". Pero a veces
conflictos entre hombre y hombre, entre grupo y grupo, y aparece una cosa nueva que no envejece con tanta facili-
esto tanto en la memoria como en la realidad. Y asimismo dad, que vuelve a hacer posible la vida tanto en nuestra
es capaz de quebrar las viejas maldiciones, las consecuen- existencia personal como histórica, una novedad salvadora
cias de la culpa antigua, la culpa heredada de generación que detenta el poder de aparecer cuando menos la espera-
en generación, la culpa de las naciones, de las razas, de las mos y que es lo bastante vigorosa para arrojar al pasado
clases, la culpa que se extiende desde el viejo al nuevo con- lo que es viejo y va cargado con el peso de la culpa y de
tinente, aquellas maldiciones en cuya virtud la culpa de un la maldición. Su poder salvador es el poder que le infun-
grupo —la culpa real y la del recuerdo— engendra una de lo Eterno que lleva en sí. Y es una novedad nueva, real-
constante culpabilidad en los otros grupos. ¿Qué poder de mente nueva, en tanto que se halla más allá de lo viejo y
lo nuevo será lo bastante grande y salvador para que pue- de lo nuevo, en tanto que es eterna. Y sigue siendo nueva,
da romper las maldiciones que han asolado a la mitad de mientras el eterno poder del Eterno se manifiesta en ella,
nuestro mundo? ¿Qué recia novedad tendrá suficiente po- mientras la luz del Eterno brilla a través de ella. Ya que
der de salvación para que pueda invalidar la maldición que este poder puede debilitarse, y esta luz puede oscurecerse;
la nación alemana ha suscitado públicamente sobre su ca- y lo que fue una cosa verdaderamente nueva puede tam-
beza? "No os acordéis de las cosas anteriores", dice el bién envejecer. Tal es la tragedia de la humana grandeza en
profeta. Esto es lo segundo que hemos de decir acerca de la que aparece algo de eterno.
la nueva realidad. Cuando los apóstoles afirman que Jesús es el Cristo,
"Mira, yo estoy haciendo una obra nueva." Este "yo" quieren decir que en Él está presente el nuevo eón que no
señala la fuente de la que brota lo realmente nuevo, aque- puede envejecer. El cristianismo vive gracias a la fe con que
llo que es siempre viejo y siempre nuevo, el Ser Eterno. cree que en su interior habita lo nuevo que no es otra cosa
292 SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS

nueva, sino el principio y la representación de todo lo que


es realmente nuevo en el hombre y en la historia. Pero
sólo puede afirmarlo porque el Cristo se despojó de todo
cuanto podía envejecer, de todo prestigio y grandeza, de
toda experiencia y poder, tanto individuales como sociales.
Al morir renunció a todas estas cosas, y así reveló la única
cosa nueva que es eternamente nueva: el amor. "El amor
no muere nunca", dice su más gran apóstol. El amor es el
poder de lo nuevo en todos los hombres y en toda la his-
ÍNDICE
toria. El amor no puede envejecer; aleja la culpa y la
maldición. El amor sigue trabajando aún hoy para una Prefacio 7
nueva creación. Se oculta en la oscuridad de nuestra alma Se conmueven los cimientos de la tierra . . . 13
y de nuestra historia. Pero no se oculta completamente a Vivimos en dos dimensiones 29
aquellos que han sido arrebatados por su realidad. "¿No lo La paradoja de las bienaventuranzas . . . . 45
veis?", pregunta el profeta. ¿No lo vemos, nosotros? Los dos siervos de Yavé 53
Meditación: El misterio del tiempo . . . . 61
Escapar de Dios 69
La profundidad de la existencia 87
Sobre la fugacidad de la vida 105
"También la naturaleza se lamenta por un bien per-
dido" 121
La experiencia de la santidad 137
El yugo de la religión 147
El sentido de la providencia 163
El conocimiento por amor 171
Hacer la verdad 181
El teólogo (1. a parte) 189
El teólogo (2.a parte) 197
El teólogo (3. a parte) 203
El espíritu da testimonio del espíritu . . . . 211
VOLÚMENES PUBLICADOS:
LOUIS EVELY
ENSÉÑANOS A ORAR (5.a edición)
Un volumen de 196 páginas Ptas. 110
"Tú eres el Cristo" 225 Louis EVELY
Esperar 237 CREDO. El símbolo de los apóstoles
(5." edición)
Eres aceptado 243 Un volumen de 392 páginas Ptas. 170
Nacido en el sepulcro 259 P. EVDOKIMOV
SACRAMENTO DEL AMOR. El misterio
La destrucción de la muerte 267 conyugal a la luz de la tradición ortodoxa
Mira, estoy haciendo una obra nueva . . . . 275 Un volumen de 288 páginas Ptas. 160
JOHN A. T. ROBINSON
SINCERO PARA CON DIOS (Honest to God)
(3." edición)
Un volumen de 228 páginas Ptas. 150
JEAN CARDONNEL, O. p.
DEL BUEN DIOS AL DIOS VIVO
Un volumen %í %6 páginas Ptas. 150
LEOPOLDO DURAN
HAY UN DESIERTO DORADO
Un volumen de 240 pajinas Ptas. 180
:
ROGER GARAUDY ' "*'~
DEL ANATEMA AL DIÁLOGO
Un volumen de 176 páginas Ptas. 110
PAUL TILUCH
SE CONMUEVEN LOS CIMIENTOS
DE LA TIERRA
Un volumen de 296 páginas Ptas. 180
Colección ADESIARA
JOHN A. T. ROBINSON
1. EL CUERPO. Estudio de teología paulina
Un volumen de 132 páginas Ptas. 110

OBRAS EN PREPARACIÓN:
S0REN KlERKEGAARD
La dificultad de ser cristiano
Louis EVELY
Espiritualidad de los laicos
PAUL TILLICH
Amor, poder y gloria
El nuevo ser
El eterno ahora
DlETRICH BONHOEFFER
Resistencia y sumisión
JOHN A. T. ROBINSON
Exploración en Dios.
¿La nueva Reforma?

LIBROS DEL NOPAL


Edicionot ARIEL, S. A.

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