Está en la página 1de 42
La unidad de la Iglesia en funcién de la Eucaristia (Estudio de Teologia Biblica) INTRODUCCION Al comenzar mis estudios teolégicos cayé en mis manos el Fibro de un conocidisimo escritor catdlico (P. Lippert), muy leido entonces y aun hoy en Alemania, sobre la Iglesia de Cristo. Me sorprendié esta idea: El ultimo fundamento de que la iglesia permanezca una, no es precisamente su constitucién, sino la pose~ sién del taberndculo, Y de hecho el mismo gobierno jerarquico de la Eucaristia ha de extraer luz, fuerza, prudencia y todo cuanto pueda volverlo fecundo. He de confesar que si por un lado tendi a explicar estas frases en el sentido recto que pueden tener y que habia que presuponer «n wn autor catélico, sospeché por otro que pudiera verificarse también aqui lo de que « in cauda venenum >. La lectura después del libro de Moehler (Die Einheit in der Kirche) con sus brillantisimas ideas sobre la unidad de la iglesia, pero con un sabor que no pocas veces las hacen sospechosas, mas por lo que callan que por lo que dicen, me hizo ver que un catélico tenia que aquilatar bien el sentido de la Eucaristia como funda- mento de la unidad de la iglesia, si no quiere comprometer el sen- tido de otros dogmas y en conereto el del Primado pontificio como fundamento también de unidad *. Qued6 archivado en mi memoria 4 Hablo en concreto de la obra Die Einheit in der Kirche; en sus obras ‘posteriores fué Moehler evolucionando en sentido de mayor justeza y ple- nitud, Véase la obra de Cuaruuer (L’Eglise est une) dedicada toda como hhomenaje a Moehler y al estudio de su brillante concepcién eclesiolégica. Cuando Baur por ejemplo acusaba a Moehler de tendencias panteisticas en su misticismo sobre la iglesia, Moehler hacia resaltar con satisfaccién cémo la doctrina de la transubstanciacién es una protesta definitiva contra todo panteismo idealista (Neue Untersuchungen der Lehrgegensiitze swischen Katholiken nd Protestanten, Mainz 1834; parrafo 73 pp. 445 ss). Mu- chos de los pensamientos més profundos de este parrafo sobre Ia Eucaristia, 146 F. PUZO S. 1. el deseo de adentrarme en esta suave doctrina eucaristica, que hoy con ocasién del Congreso Eucaristico Internacional de Barce- Jona queremos investigar. Limitamos el estudio al campo biblico, aunque haremos Iue- go columbrar el desarrollo que tales ideas han tenido posterior- mente en los autores catélicos. S. Pablo nos ha expresado la unién de Cristo con la iglesia y la constante cohesién de los miembros entre si, como realizada por el Espiritu Santo. La nueva vida nos viene por el bautismo, insercién en la vida personal de Dios por una incorporacién también a la iglesia. Es (Rom 5, 5) y es uno mismo el Espiritu que actita en todos (I Cor 12, 11). Pero este Espiritu finico y comin nos lo comunica Cristo (Ioh 15, 26; 16, 14), que resulta por ello como el centro donde todos se reimen para no formar sino un espiritu con El (1 Cor 6, 17), esto es, principio de unidad. Como el Cristo histérieo era Hijo dinico de Dios, asi esa sintesis de Cristo y hombres regenerados por El, es también hijo (ico de Dios ?; unicidad ex- presada tambien en las comparaciones mas frecuentes de Pablo: que la iglesia es «esposa» de Cristo, «cuerpo» suyo, Y asi no puede haber varias iglesias de Cristo, como no hay varios rebafios, ni varios cuerpos, ni varias esposas. Y donde haya vida divina alli tiene que estar Cristo expandiéndola como torrente que desbordandose inunda (ef. Ioh 7, 39). La funcién eucaristica se presenta enseguida en el centro de esta so- ciedad en Cristo. Primero porque la presencia real y constante de Cristo bajo las especies eucaristicas es ya un precioso simbolo de la presencia ain més intima de Cristo en tos fieles y en ef conjunto de todos ellos, ta igle- sia. Pero es que ademis la comunién, como alimento que es de la vida, no solo’ nos da a cada uno la Sagrada Humanidad de Cristo, sino que con un cardeter durable y aun cotidiano se nos hace Cristo cada vez mas pre- sente en los fieles y en Ia iglesia toda: un grupo de fieles poseyendo esta asi como del parrafo 34 de la Symbolik (Symbolik oder Darstellung der dogmatischen Gegensitze der Katholiken wd Protestanten, la edicién 128 que hemos tenido a la vista es de 1924 en Regensburg), que trata también sobre el sacramento de la unidad se escribieron tras tna lectura entusiasta que Moehler acababa de hacer del libro de Genser (Considérations sver le dogme générateur de la piété catholique), aparecido en 1828 y del que hizo una re- censién elogiosa en Theol. Quartalschrift (1831 pp. 328-357). Moehler desar- olla alli siguiendo a Gerbet, cémo la Eucaristia encarnacién permanente de Cristo, su presencia continua, es en la iglesia el sacramento de la unidad, el signo ‘eficaz de la verdadera vida comunitaria. Pero ya en esta época, sea por los juicios que habia merecido su obra Die Einheit, sea por una natural evolucidn en su estudio y desarrollo, se advierte una tendencia marcada a hacer resaitar lo indispensable y esencial que es el elemento visible en Ia iglesia, 2 P. Lippenr, p. 225 ss. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA ur presencia de Cristo se convierten en iglesia: y como Cristo es uno, también Jo ha de ser la iglesia por su misma esencia ® La Eucaristia es pues por una parte una plena expresién de la unién de Cristo con su iglesia; pero por otro lado es ella también una fuente inagotable, de la que brota la fuerza misteriosa para Ia edificacién completa, renovacién y confirmacién de la sociedad eclesidstica, aun visiblemente. Vemos como las nuevas perspectivas sobre la esencia intima de la iglesia, como cuerpo mistico de Cristo, producen manifestaciones vitales, al situar en el sacramento de la Eucaristia él corazon de este cuerpo misterioso 4: prueba dé ello es el intenso movimiento litdrgico actual, que ha de ser forzosamente eucaristico como la liturgia toda, y que bien entendido ha de remozar las almas dentro de la iglesia. Pero a estas manifestaciones vitales ha de unirse el estudio més atento de las relaciones que wnen estrechamente fa Eucaristia y Ia iglesia. La Biblia, los Santos Padres, y aun la Teologia y exegesis medieval mos conservan preciosos documentos 8, Salta pues a la vista la importancia del tema que si tiene un gran interés biblico, por relacionarse con él varios textos nada faciles del N. T., lo tiene alin mayor dogmitico y apologético. No solo gira en torno a esta doctrina toda la eclesiologia y teologia sacramentaria, sino que en estos textos hai encontrado muchas veces protestantes y cisméticos el fundamento aparente de sus concepciones antijerarquicas 0 pseudomisticas. Por otra parte un error acerca de la naturaleza de la iglesia esté en la base de todas las confesiones edificadas en direccién centrifuga con respecto a Roma. La teoria de las ramas (Branch Theory) hoy tan en boga ve la unidad esencial de la iglesia, no como la de una multitud que se retne a formar tuna sociedad, sino como la de una misma vida espiritual participada por muchos y que parte de la misma fuente, y se alimenta de los mismos alimen- tos, que son la fe y los sacramentos. La unidad de la iglesia existe, dicen ellos, en todas las iglesias, porque esta constituida por la unidad de un mismo espiritu, de una misma savia que alimenta las ramas, de un mismo bautismo, de una misma Encaristia, Sabemos la importancia que en todos los Congresos ecumenistas se ha dado por esto al problema de la Eucaristia (cf. Unitas 1948 pp. 161 ss.) y ‘vemos con una inicial satisfaccién que entre las seis cuestiones que se quieren tratar este afio en la conferencia de Lund, la cuarta y quinta versen direc- tamente sobre este sacramento de unidad, que no solo les separa (!!) a ellos de nosotros, sino a ellos mismos entre si (Cf. Unitas, enero 1952 p. 5). 3 P, Lipper, ibid. +R. Graner, Christus in seinen hl. Sakramenten, Regensburg 1936, p. 9. 5 Véase la obra de Horndcx para el estudio de los primeros escolisticos: 448 F. PUZO S. 1. I, Ex Texto FUNDAMENTAL: 1 Cor 10, 16-17 1. Exegesis Se ha podido decir* que en torno a Pablo cristaliza toda la doctrina eucaristica del N. T. De las riquisimas ensefianzas de la carta primera a los Corintios, hoy nos interesan sdlo dos ver- siculos. Establezcamos.en primer lugar el contexto, En el cap. 8 Pablo habia declarado licito comer la carne immolada a los dioses que se ofrecia en los mercados (8,4), aconsejaba con todo una atencién singular a los débiles en la fe. Vuelve en el cap. 10 al mismo argumento pero bajo otro punto de vista. El permiso de comer tal carne pudiera conducir a algunos corintios a sacrificar a los dioses, ya que habia banquetes sagrados en tales cultos (10, 7. 14). Esto podria constituir para los corintios una verdadera tentacién *. Fundamenta Pablo su observacién asi: «El céliz de la bendicién que bendecimos no es acaso comunién con la sangre de Cristo? EI pan que partimos gno es acaso comunién con el cuerpo de Cristo? » °. Los corintios sabian muy bien que el comer lo immolado a los dioses en banquete cultual creaba una intima unién de los articipantes con aquel en cuyo honor se celebraba. Como Pablo no cree en los idolos, fa unién ser en tal caso con los demonios; © E. B. Atto, Premiere épitre aux Corinthiens, Paris 1934 p. 302. 7 Pudiera maravillar a alguien este cambio de perspectiva del Apéstol en dos lugares tan_prOximos. No es caso tinico en Pablo, ni siquiera en esta misma carta. En el cap. 1, 4. 5 parece permitir a las mujeres profe- tizar y usar el carisma de glosolalia, con tal que velen su cabeza; mientras que en el capitulo 14 (v. 33-36) parece prohibirselo. Es posible que en el cap. 11 se preocupe Pablo finicamente de una cuestion ceremonial y de etiqueta, 0 tenga en cuenta ‘micamente un caso excepcional; luego acon- seja y aun manda se atengan a las costumbres griegas y judias, Lo mismo en nuestro caso: Pablo en el cap. 8 atenderia timicamente a la razon més general de caridad; luego atenderia en el cap. 12 al posible peligro de Participacién in sucris, ® Curiosa la precedencia del céliz respecto al pan, circunstancia que se repite también en el famoso texto eucaristico de la Didaché (9, 1; Rouet de Journel, Enchir. patrist. 6). Se ha pensado en un influjo de los sacti- ficios paganos que comenzaban por Ia libacién; pero quizis sea mas sencillo suponer tal orden, porque Pablo quiere extenderse prevalentemente sobre el pan; y lo mismo acaece en el texto de la Didaché. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN YUNCION DE LA EUCARISTIA 140 pues «lo que immolan los gentiles a los demonios y no a Dios to immolan » (v. 20). Lo mismo vale, aunque en otro sentido, en el sacrificio y cena eucaristica. Pablo nombra aqui . La participacién en la fraccién euca~ ristica del pan es participacién en el cuerpo de Cristo, que se ofre- : ésta es un hebraismo que indica cualquier alimento. As{ en 4 Rg 6, 22. 24 pan equivale a ua «gran comida» (como traduce Nécar-Colunga) 'o «un gran banguete > (Bo- ver-Cantera). En el capitulo 6 de S. Juan es el mand y el mismo Cristo (v. 31 y 41), Al ser ef pan el alimento comtin y necesario a todos, se hace el término equivalente de alimento. Por otra parte no podemos negar ta alusién al terminus a quo de la transubstanciacion. Ni carece de valor la palabra « fraccién » « particién >, ya que se trata de una participacién de todos en la misma comida, como diremos al hablar de fos textos de la institucién eucaristica. 32 Koinonia dice Cornelio a Lopide (Melitae 1850 inh. 1.) «non solum significat nos sumere idem corpus et eumdem sanguinem, sed etiam nos fier! LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 45t La distincién afparogy adparog * con la alusién evidente a la pasién de Cristo nos define mejor la naturaleza de esta koinonia con Cristo: no unién solamente moral a Cristo glorioso, como lo pretende la teoria de G. P. WETTER ™, quien, basado en los mis- terios, parece suponer una teofania de Cristo glorioso de la que participarian los fieles en aquel « drama » andlogo al de los miste- rios; se trata de comunién con Cristo sacrificado y victima, como Jo muestra la distincién de los dos actos. Por semejante manera E, Von Donscuii7z25 querria que atyaros y ote ywsxog fuesen sdlo el simbolo de la comunidad, ya que los participantes de Ta cena cristiana formaban algo ast como un cofradia o asociacién del cuerpo y sangre de Cristo, como hoy podemos hablar de cofradias del Corazén de Jess, de a preciostsima sangre o del Rosario. Tales cofrades « verian ex- presada simbélicamente en el vino-sangre la muerte de Cristo y en el pan- ‘cuerpo el simbolo de Ia comunidad de los miembros», Pero mal se acuerda tal interpretacién con el verbo dow gopdy y con el sentido de la voz koino- fnia, que requieren una comunién no solo con el cuerpo mistico o Cristo ‘glorioso, sino con Cristo en cuanto muerto en cruz. Es pues la idea de fa pasin la que resalta en toda la ceremonia eucaristica, La Eucaristia es un convite sacrifical en que se consuma una victima real, el cuerpo real y la ‘sangre real de Cristo; y con esta vietima se entra en comunién, Cuerpo y sangre son la thysia, ya que fueron ofrecidos antes en sacrificio — hoy ‘unum corpus et unum sanguinem, uti explicat y. 17». Y sigue luego con et comentario de Teofilacto, que abrazaron también S. Anselmo y S. Tomas ixit, ait Theophylactus, wetoyy i. e. participatio sed xowvia i, €. com- municatio, ut aliquid excellentius indicet, puta summam unionem; quod autem dicit huiusmodi est: Hoc quod in calice est, illud est, quod effluxit de latere ‘Christi, et ex co accipientes communicamus i. e. unimur Christo... ». Ha notado S. Acustiy (Confesiones 7, 10; ML 32, 742) la caracte- ristica de este pan, que comido no lo trasformamos en nuestra sustancia sino viceversa («Nec tu me mutabis in te, sicut cibum carnis tuae, sed tu muta- beris in me»): nos cambia en él, nos une a él y nos hace semejantes a él ‘Semejante idea tienen S, CintLo Avejanpeino (lib. 14 in Toh; MG 74, 341); S, Hizanio (De Trinitate 1, 8; ML 10, 247); S. Crisostomo (In Ioh Hom 24; MG 61, 200), De esta doctrina derivan’ las expresiones de S. Crrtto Jerosontmitano (Catequesis 22 [4* mistagdgica] n. 3: MG 33, 1100) de que nos hacemos cristiferos, concorpéreos y consanguineos (oeawpos xai etivayog ated) y el nombre latino de «comunién > con que desde los Padres viene designado este sacramento, ya que realmente une a todos los que Jo comen en un solo cuerpo. , Sobre el concepto de koinonia véase Seesemann, Der Begriff koinonia im NT, Giessen 1933 p. 37 ss.; W1KENHAUSER, 110. 18 §, Pablo habla otras veces de x. tow pnevimatos o tes pisteos: Phil 2, 1; Philem 6. 14 Das christliche Mysterium, Studie sur Geschichte des Abendmahles, ‘Gottingen 1921. 18 Sakrament und Symbol im Urchristentum - Theolog. Studien. und Kritiken, Gotha 1905. ase F. PUZO S. 1. renovado en el altar —; y por su koinonia con ellos Hlegamos a la comunién con la persona de Cristo. Dentro de este circulo de ideas llega Pablo a la conclusién que para nuestro fin es decisiva, aunque no todos expliquen igual- mente la conexién de los v. 16 y 17: « Puesto que sno es el pan, tun cuerpo somos la muchedumbre; pues’? todos de un solo pan participamos » #*. Creemos ha dado muy bien el sentido el texto sirlaco® que viene asi parafraseado: « quemadmodum igitur unus est panis ille; ita et nos omnes unum sumus corpus; siquidem nos omnes ex uno illo pane accipimus >. Par eis artos no se pone el verbo esmén, sino que ms bien debe suplirse un estin, como se suple en 1 Cor 15,39s y en Hebr 9, 16 (bis). S. Pablo abandona pues la comparacién de pan y cuerpo del v. 16b y afirma en primer lugar que todos los fieles en la celebracién eucaristica gustan un mismo pan, que es el cuerpo de Cristo. ¥ de ahi deduce la con- secuencia: asi pues somos la muchedumbre que gustamos el tinico cuerpo de Cristo, UN CUERPO", El Apéstol quiere con esta frase 16 BeRwasvinus a Piconto (Epistolarum B. Pauli Apostoli triplex ex- positio, t 1, Paris 1962) comenta asi: . 41 Nétese el valor causal del gar griego, que desaparece o se atenda en latin con el relative. 28 J. StcKENnERGER (Die beiden Briefe des hl. Paulus an die Korinther?, Bonn i921) traduce: «Weil ein Brot ist, sind wir viele ein Leib; alle haben wir ja Anteil von dem einen Brot». "Y comenta: «Der Genuss dieses inen eucharistischen Brotes ist, wie Paulus nebenbei bemerkt, auch ein Grund der von ihm sehr betonten Einheit der Christen > 29 B. Watton, Biblia polyglotta, Londres 1657 in bh. 1, 20 BERNARDINUS A PICONIO copia esta pardfrasis sirfaca y comenta: ¢ Ita sane communicatio est, et ita realis et vera, ut quemadmodum unus est panis lle quem sumimus, et est Christi corpus, sic et nos omnes, unus panis, unum Christi corpus sumus quia ex uno pane comedimus, qui est corpus Christi. Quid dico communicationem? Sumus illud ipsum corpus: quid est ‘enim panis? corpus Christi; quid autem fiunt qui sumunt? corpus Christi, nom corpora multa sed unum corpus Christi». Y cita a S. Criséstomo, y las conocidas alusiones al pan compuesto de muchos granos. Véase como quiere defender que somos «un pan», aunque logra salvar bien el texto de S. Pablo. 21No es esta la tinica traduccién del y. 17. Otros prefieren poner eis artos y en soma como predicado bimembre de oi polloi esmén, La ha podido favorecer el ET que afiaden algunos manuscritos con la Vulgata sixtina: dando al off un sentido causal, ‘Mas radical J. We1Ss propone suprimir el eis artos; echa de menos el paralelo correspondiente potérion y adems no ve facil el conectar las ideas con lo que precede. Es cierto que su supresiGn no modifica sensiblemente ‘et sentido, pero lo debilita, y ademés no puede ‘encontrar esa supresiOn arbi- traria tn apoyo documenta. 2 Véase Hemvnict, Der erste Brief an die Korinther, Gottingen 1896, p. 308. 23 Cf, BACHMANN, Der erste Brief des Poulus an die Korinthert, Leipzig 1936 p. 338. 154 F, PUZO S. 1, © cuerpo de Cristo bajo las especies de pan. Asimismo causar la unidad de la iglesia no puede hacerlo sino el Pan celeste que estd bajo las apariencias del pan material (uno o miltiple, parece indi- ferente): el cuerpo de Cristo, uno numéricamente que obra todo El en cada uno de los comulgantes (Ato p. 242). Hay aqui el paralelismo que expresa el misterio de la perte- nencia de los cristianos a Cristo: wn pan - un cuerpo *. No se trata de una significacién real-somatica, porque no dice un pan-un cuerpo- el tinico Cristo; sino: un pan - un cuerpo - «los muchos » la co- munidad. Por «los muchos » queda excluido el sentido real-som4- tico*. Pablo pasa del sentido fisico-material al mistico, conside- rando esa sociedad en que se despliega la unidad con Cristo en unidad de los cristianos. Queda asi expuesta la doctrina de la Eucaristia como sacra- mento de unidad: la participacién eucaristica no solo simboliza la unidad sino que la causa; ni solo la causa sino que es ya una « co- munién » con Cristo. Los versiculos siguientes 18-20 son una buena comprobacién de la doetrina por medio de una comparacién tomada de la religién judia, que los corintios debian conocer suficientemente, siquiera por la relacién nece- saria existente entre Ia nueva y la antigua economia: «Mirad al Israel segiin la carne: gpor ventura los que comen de las victimas no entran en comunién con el altar?» Como Dios bendecfa y venia a los que le ofre- cian sactificios * y a los que participaban en los banquetes sacros, ast tendran ahora los fieles una presencia espiritual de Cristo, que ligaré a «los muchos > ‘en un organismo sobrenatural. No puede haber lugar pues a una participacién en los banquetes de sacrificios idolatricos. Como fieles por la participacién eucaristica habéis en- trado en una sobrenatural y organica unidad con Cristo. ML 180, 809 D). 1 In 1 Cor 10: ML 153, 176B. 156 F. PUZO 5. 1. ‘en estos estudios #2, Asi comenta el Panis quem frongimus: « Vere per accep- tionem corporis et sanguinis Christi unimur Christo, quoniam multi sumus uunus panis, i, e. sicut in pane diversa grana in unitatem panis transeunt, ita nos unimur fide, spe et caritate: sumus etiam multi unum corpus secundum diversitatem membrorum sibi invicem in unitatem dilectionis subservientium »#8, El abad Juan de Fécamp (m. 1079), uno de los més sobresalientes autores ascéticos antes de S. Bernardo * escribe en tiempos de lucha contra Berengario su explicacién de la misa, donde la doctrina eucaristica es riquisima. Recoja~ mos un texto en el que se ve el influjo paulino: «Per hoc namque myste- rium Christo participantes unum omnes sumus in illo: non est masculus neque femina, non servus neque liber: hanc unitatem in communicatione huius sacramenti maxime accipimus, quoniam unus panis, unum corpus multi sumus .. Tanta enim est Ecclesiae in Christo unitas, ut quomodo una fides et unum bap- tisma et unum altare, ita unus ubique sit panis corporis Christi > 35, Greconio DE BERcAMO (m. 1146) es otro de los contradictores de Be- rengario, En su obra «De veritate corporis Christi» acude a S. Pablo para expresar el simbolismo de la Eucaristia: «Unus, inguit [Paulus], panis, unum corpus multi sumus... Istud unum corpus, quod nos multi Sancto nos ivificante Spiritu sumus, per hoc sacramentum mystice designari, patenter his verbis expressit Apostolus »*. Luego acude a S. Agustin para enri- qnecer su doctrina con la del Dr. de Hipona. E| monje benedictino Herveo de Bourg-Dieu (m. 1150) es autor de un gran comentario a las epistolas paulinas **. A parte de las clisicas frases sobre la muchedumbre de granos que forman un pan, afiade: «Qui comedit corpus Christi fit unum cum Christo... Unus panis Dominici sacramenti unum corpus Christi efficit in Ecclesia » Bawvuino de Canterbury (m. 1191) tiene un gran tratado sobre la Euca~ ristia, En él comenta nuestro lugar asi: «Calix benedictionis et panis quem frangimus... unitatem spiritualem in nobis efficiunt, ut omnes in Christo unum simus »%, Y sigue: «Ostendit ergo Apostolus participationem de uno pane et de uno calice operari in nobis unitatem fraternae societatis, qua prop- ter Christum socialiter vivimus et alter alterius membra sumus, et item uni- tatem Christi et ecclesiae, qua etiam Christi membra sumus, qui est caput nostrum, in quo omnes unum sumus... Panis quem frangimus, vere est par- ticipatio corporis Domini, quoniam effectus hoc indicat: efficit enim, quod nullus alius cibus efficere potest, nisi solum corpus Domini, Quid est hoc? Videlicet quod unum corpus multi sumus. Fides quippe carnis assumptae 32 Of, A. Lanpcrar, Probleme des Schrifttums Brunos des Kartiusers - Collectanea franciscana’8 (1938) p. 542-590, 33'ML 153, 176 C-D. 34 Cf. M. Grasmann, Lexikon fiir Theologie und Kirche, V, 497. 8 De confessione fidei; ML 101, 1088 B. 86 Edicion de Hurter H., Opuscwla selecta Patrum n, 39; Innsbruck 1879p. 74 y sig. 87 Véase sobre este comentario A. Lanncrar, Der Paulinenkommentar des Hervaeus v. Bourg-Dieu - Biblica 21 (1940) p.’ 113-132. 38 ML 181, 917 D. 49 ML 204, 716-717. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 157 de nobis et sanguinis effusi pro nobis et utriusque ad usum concessi nobis, amorem Christi et propter Christum amorem proximi nobis infundit, Qui infusus nos Christo et in Christo unit, ut compleatur quod ipse pro nobis postulat dicens:... Ut ommes unum sint, sicut Tu Pater in me et ego in te, ut et ipsi in nobis unum sint » #2, ‘La Suma del cédice latino Vaticano 1345 nos conserva un tratado sobre la Eucaristia®!, En el cap. 3 relaciona ast la Eucaristia con la unidad eclesidstica: «Im pane qui offertur hoc sacramentum notatur, quia sicut ex diversis granis a sordibus purgatis, mola contritis, aqua. conglutinatis, igne excoctis, unus panis efficitur, sic ex diversis fidelibus a vitiis purgatis, tribu- Iationibus attritis, caritate coniunctis, igne Sancti Spiritus excoctis et soli datis, unus panis i e. corpus Christi aedificatur iuxta illud: Unus ponis sumus et mem corpus. Idem in vino potest notari...» 42, Una vez dice ef autor muy claro que la iglesia precisamente por la Eucaristia se hace esposa de Cristo. Habla de la formacién de Eva y continiia: « Poterat aliter facere Deus, sed ideo congruentius iudicavit ut sic faceret, ut aliquid significaretur. Sicut enim dormienti Adae costa detrahitur, ut coniux efficiatur, ita Christo moriente de latere efus sanguis effunditur, ut, Ecclesia construatur. Com- municando nempe corpori et sanguini Christi efficitur Ecclesia coniux Christi » #2, La linea pues de los Santos Padres, que vieron en este texto paulino Ja doctrina de la iglesia una en funcién de la Eucaristia se mantiene hasta ‘en los autores y comentaristas mas recénditos de ta Escolistica, 3. El texto pauline y el texto eucaristico de Ia Didaché. Es curioso notar en la historia de la exégesis de este texto cémo ha influido en el tiempo posterior el texto eucaristico de la Didaché, que viene a considerarse como complemento y hasta pa~ rece atribuirsele a Pablo tal ampliacién. Damos el texto en su ver- sién latina: « Quod ad Eucharistiam attinet, sic gratias agite. Pri- mum de calice : Gratias tibi agimus .. De pane fracto autem: Gra- tias tibi agimus, Pater noster, pro vita et scientia ... Sicut hic panis fractus dispersus erat supra montes, et collectus factus est unus, 40 ML 204, 717-718, 1 Han estudiado esta obra y sus posibles dependencias A. LaNDGRAF (Die Summa Sententiarum und die Summa des Cod. Vat. lat. 1345 - Re- cherches de Théologie ancienne et médievale 11 [1939] p. 260-270) y H. Wets- WEILER en Scholastik 16 (1941) p. 123-125, quien contradice a Landgraf en cuanto a la dependencia de la Summa Sententiarum, 4 fol. 93 ¥.; citado por Holbock p. 121 48 fol. 53 r.; citado por Holbéck p. 122. 158 F. PUZO S.1. ita colligatur ecclesia tua a finibus terrae in regnum tuum » “, Como se ve, la alusién clara al texto paulino no est4; pero la amplia~ cién que del texto de 1 Cor nos han dado los Padres, principal- mente S, Cipriano y S. Agustin (en los textos arriba citados) = quienes citan los otros, ha acercado ambos textos y aun posterior- mente (como acabamos de ver en el codice latino Vaticano 1345) se ha ido enriqueciendo la comparacién. ‘Véase esta influencia doble de la Didaché y de S. Cipriano y S. Agustin en algunos comentaristas clsicos y en otros secun- darios. BERNARDINUS A Prconto comenta asi 1 Cor 10, 16-17: « Sicut ex multis granis fit unus panis; ita ex multis fidelibus fit unus panis sacer et vivus, scil. unum Christi corpus mysticum, quod est Ecclesia » #8. Por semejante manera CorNELIO a LaPIDE: « Ut sicut ex mul- tis granis fit unus panis, ita ex multis fidelibus fiat unus panis sacer et vivus, puta unum corpus Christi mysticum scil. Ecclesia, non tantum generaliter et mystice, sed proprie et corporaliter, quia om- nes realiter uniuntur corpori Christi cum eoque fiunt unum in Eu- charistia sicut cibus fit unum cum comedente » (in h. 1.) #*. 44 El docto semitista Eugenio Zottt en la Semana Biblica espafiota de 1950 proponia un cambio de lectura en este texto de la Didaché: en vez de harina recogida de muchos collados proponia se leyese, de muchas espigas, segiin un cambio facil en el texto original semftico. Encontraba él asi mucho més coherente Ia imagen, ya que no se ve porqué un poco de harina ha de venir de muchos trigales y principalmente de monies, - Esta interpretacion que escuchamos oralmente propuesta, es ingeniosa sin duda; pero no la com- partiriamos sin arguments mayores. Dejando a un lado el influjo semi- tico que se supone, nos parece que Ia iglesia simbolizada en el pan, ¥ recogida de fieles dispersos por el mundo todo, puede haber suministrado ele~ mentos correspondientes al simbolo. Y no podemos olvidar tampoco que poco después en Ia misma Didaché (10, 1) hablando de a iglesia se dice: palabras auc parecen un eco de las precedentes (Cf. ROvEE pe JOURNEL, Enchir. purist 45 Epistolarum B. Pauli... t, 1, Paris 1862 in h. 1 46 Aunque en los textos arriba citados se ha visto ya, afiadamos algunos mis, en los que este influjo de la Didaché se hace mas manifiesto, H. Werswetter did a conocer tres tratados eucaristicos que pertenecen a la escuela de Anselmo de Ladn (Das Schrifttum der Schule Anselms vy. Laon und W.... in deutschen Bibliotheken - Beitr, 33, H. 1-2, Miinster 1936). Nos interesan ahora el primero y segundo. En ef primero «De corpore Domini sic opportune videtur agendum > se. nos dice: «Species vero panis hoc nobis significat, quod fideles in hoc sa~ cramento in nam dilectionem convenire debent. Sicut enim per boves tritu- rantes grana a paleis separantur et postea moliuntur, deinde aqua aspergun- LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 159, Pero cumple notar, en obsequio a la verdad, que son amplia~ ciones del texto que, aunque verdaderas, parecen estar ya fuera del horizonte paulino. El pensamiento paulino es mas sencillo y no se entretiene en el modo con que se produce naturalmente el pan y vino de diversos elementos ; aunque tal naturaleza les dé de hecho el cardcter de simbolos apropiados. S. Pablo no nos ha dicho que nosotros formemos un pan, como* parece suponerse en varias interpretaciones, ni habla para nada dé los muchos granos de trigo que forman un pan. Parecen pues proceder S. Pablo y la Didaché en sus textos eucaristicos independientemente. A lo mas hemos de admitir que cuando algunos Padres y tedlogos interpretaron y leyeron a S. Pa- blo en el sentido de la Vulgata sixtina (unus panis ET unum cor- pus multi sumus) pudieron mAs facilmente acercar ambos textos que expresan de suyo dos aspectos de la unidad eclesidstica y bajo distintas expresiones. IL. Ex cariruno sexto pe San Juan La unidad eclesidstica proveniente de la Eucaristia nos la da Pablo es un solo texto y claro. No asi S. Juan. Pero éste indirec- tamente y tras una ligera exposicién atribuye a la Eucaristia la misma funcién de unidad. Jesits es el pan de vida. Su carne y sangre, comida y bebida por ios fieles, son las que guardan la unidad tur et sic in unum congregantur; sic nos per praedicationem praelatorum de vitiis ad fidem vocati, ab infidelitatis massa separati ad moliendum trans- ferimur... et postea agtia aspersi in baptismo nos multi ac diversi unum anid efficimur ... » (Codex lat. de la Staatsbibliotek de Munich 2598 fol. 69 v.; citado por Weisweiler, Maitre Simon et son groupe De sacramentis, Louvain 1937, introd. p. 138). Bl segundo tratado es un comentario en dos partes a 1 Cor 10, 16. El «Panis quem frangimus> es indicado como simbolo de unidad por ta accién de romper un mismo pan: (Cod. 591, fol. 112 de la Stadtbibl. von Trier; citado por Weisweiler, Das Schrifttum der Schule... p. 197) 160 F, PUZO 5.1. con El y por ende de los fieles entre si. La infidelidad en cambio separa de la eucaristia y de la unidad, y por esto se separaron (6, 66) aquellos discipulos que se escandalizaron de la promesa eucaristica. El capitulo sexto de S. Juan — crucial en la apologia contra la Refor- ma — no ha tenido a nuestro juicio siempre una recta interpretacién por no hhaberse atendido suficientement a los procedimientos literarios de S. Juan. Con Ja preocupacién de la prueba dogmética y clara de una tesis de escuela, se han querido establecer partes en el discurso: Juan (y Cristo) hablaria primero de la fe sin relacién a la Eucaristia; Inego comienza a explanar la doctrina eucaristica, Y hasta se quieren seffalar los versiculos en que se da 1 paso de una doctrina a la otra. El capitulo sexto en cambio parece debe tomarse exegéticamente en bloque, y como tal siempre con la perspectiva eucaristica ‘7. El milagro de la multiplicacién de los panes y aun el caminar de Cristo sobre las aguas ‘8, preparan magnificamente el animo a aceptar la promesa eucaristica: el primero con su simbolismo, y ambos con la potencia que suponen en Cristo sobre las leyes de la naturaleza. En este ambiente y marco se nos comienza a hablar aunque en términos velados de un alimento, y de una vida obtenida por él, con la forma grama- tical futura dices, que es la mejor testificada #®, y que seria menos com- patible con una fe que ya desde agquel mismo momento debe darse a sus pa~ Jabras: encuentra en cambio plena realizacién en el pan futuro que daré un dia, Las palabras van haciéndose cada vez mas claras hasta Hegarse incluso a frases de un vivo realismo como el tedyew de los versiculos 54. 56. 58. Se ha hablado de fe, es verdad, pero por su intima relacién con el misterio ucaristico ® 4Cémo Megara la funcién de unidad que tiene el pan euca- ristico en el pensamiento de S. Juan? Hay que recoger varios ele- mentos antes de acudir al v. 57 donde la doctrina queda puesta con dlaridad de manifiesto. No hemos de examinar todo el capitulo 6° ya tantas veces expuesto por Jos autores *# Tenemos como principal guia en esta exegesis a S. Augustin. 47 Asi no carecen de valor ni los versiculos iniciales: el v. 4 con su alusién ala Pascua en que Cristo debia instituir la Eucaristia (No escu- chamos a los que quieren quitar la voz adoxa de este versiculo); ni tam- poco es vana la expresin etyagvetioas (6, 11, 23) en la multiplicacién de Jos panes contra el evhdynoev estereotipado de los tres sindpticos (Mt 14, 19 y par). 48 Y nétese que ambos milagros han sido narrados por los sindpticos; no obstante quiere incluirlos Juan contra su costumbre por algtin fin. 4° Tienen la leccién SiSao1 en el v. 27; S D effj syci (Cf, el aparato critico de Merk), 50 Se repetiria aqui el procedimiento literario que encontramos en el prélogo de S. Juan donde se nos plantea asimismo la designacién del momento en que Juan habla concretamente de la Encarnacién, que por otro lado parece estar en la immediata perspectiva del evangelista desde que comienza su prélogo. % Véase por ejemplo L. Toxpents, Caro non prodest quidquam - Bi LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 161 Desde el v. 35 al SI (aparte de las insinuaciones precedentes en los ¥. 31-34 sobre el pan del cielo) cinco veces se hace la afirmacién de que Jesiis es «pan de vida» «pan vivo> 0 «pan del cielo», con alusiones claras al mand del desierto y algo veladas al Arbol de ta vida (Gen 2, 9): no solo da Ta vida, sino que ¢S la misma vida, Comenta asi S. Cirillo Alejandrino: 58, Puede desconcertar en este pasaje jodnico Ja aparente dualidad pan y fe. Es S. Agustin quien ha dado la solucién certera, Para marchar tras de Cristo necesita el cristiano dos alimentos, o bien que el alimento se pre- sente al hombre de dos maneras: a su inteligencia por la fe en Ia palabra de Dios, y a todo su ser, alma y cuerpo por el simbolo de unidad y comunién del cuerpo de Cristo. En todo su comentario al capitulo sexto, y muy par- ticularmente en los dos restimenes que pone al fin del tercero y del dltimo ‘sermén sobre este pasaje jodnico estos dos aspectos se repiten machaconamente : Ja palabra divina nutre fa fe, el cuerpo recibido en la comunién sacramental nos une a nuestra cabeza como miembros 6, El alimento del fiel no puede ser sino Dios: con dejos de neoplatonismo aspira aguel a alimentarse de la sabidurfa, la verdad, la eternidad. Pero es tun alimento de fuertes, y somos débiles. Cristo que es la verdad, se hace nuestra vida; y su sacratisima humanidad resulta para nosotros la leche asimilable por nuestro débil estémago. Asi es alimento de débiles y de fuertes: su carne humillada es un alimento a fa medida de nuestras fuerzas; pero con ella come la vida, bebe la vida y se convierte en hombre robusto ¥. espiritual ®8: y esto por una incorporacién al principio vital Cristo: prin- ‘cipio uno en todos los fieles. La unidad de vida y de alimento nos lleva ya a a unidad de fieles incorporados a Cristo. blica 4 (1923) p, 320-327; E. Janor, Le pain de vie - Gregorianum 11 (1930) p. 161-170; P. Gkcrrter, Die Form der eucharistischen Rede Jesu ~ Zeitschrift fiir kath. Theol. 59 (1935) p. 419-441; TH, Puutivrs, Die Verheissung der hl Eucharistie nach Jo. Paderborn 1922; F. Cavautrra, L’interpretation du chapitre 6 de Saint Jean - Revue d'histoire ecclés. 10 (1909) 687-709. 8 Tn Toannis evangelium lib. 3; MG 73, 517. 53 Thid. 520, 521 5 In Tohannis evangelium tractatus 25. 26. ML, 35, 1599-1621; ‘Serm, 130. 131. 132. 227. 229. 272; ML 38, 725-757. 1099. 1103. 1246; cf. tam- bién in Ps 98: MIL. 36-37, 1263-1265. El mismo principio de S. Agustin es el que orienta la exégesis del Cardenal Toledo, uno de los mejores comentadores de este capitulo. Véase Juan Leat, Ta imided excarfstca, dl c/ 6" de $._Juan, sexi el Cardenal Toledo - 1 Archivo Teol. Granadino 6 (1943) p. 15: 88 Recojamos unos cuantos textos agustinianos casi al azar: In Tohannis evang. tract. 26, 5: ML 35, 1600: « Quid enim fortius desi- derat anima quam veritatem? Quo avidas fauces habere debet, unde optare ut sanum sit intus palatum vera iudicandi, nisi ut manducet et bibat sapien- tiam, iustitiam, veritatem, aeternitatem? > 2 «Gregorianum » XXXIV (1953) - vol. XXXIV 162 F, PUZO 5. 1, Pero el argumento més claro para expresar esta unidad se ha visto y con razén en el v. 56 y 57: « Quien come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mi y yo en dl...» Méno en su etimologia y significado corriente encierra la idea de duraciéri, permanencia, estabilidad en una situacién. Por eso se adapta perfectamente a Dios immutable y el A. T. lo aplica tanto a Dios como a las cosas que le pertenecen: la permanencia es algo caracteristico de Dios en oposicién a la mutabilidad y caducidad de las cosas creadas. Véase Dan 6,27; Dios es 26s tov xal pévev ele roilg al@vag en oposicién a los idolos; sus juicios, su palabra y su dominio permanecen *. Los escritores del N. T. han usado el verbo ménein aplicin- dolo en primer lugar a Dios, a sus juicios y a su palabra"; lo han aplicado también a los cristianos que perseveran (meinosin) en fe, caridad y santidad (1 Tim 2, 15) y en la doctrina que apren- dieron (év of Syades: 2 Tim 3, 14). Pero se puede hablar de un término caracteristicamente jo’- nico. Ya lo decia Cornelio a Lapide : « Delectatur S. Iohannes verbo manet » (in h, 1.). De las 112 veces que se usa el verbo en el N. T.,. corresponden més de la mitad (66) a S. Juan. ¥ no sin una cierta solemnidad y valor teoldgico *. In epist. Iohannis ad Parthos trac, 2 cap. 2: ML 35, 1998: « Quisquis. novit natum se esse, audiat quia puer est et infans; avide inhiet uberibus matris et cibo crescit. Est autem mater Ecclesia; et ubera eius duo Testamenta Scripturarum divinarum. Hine sugatur lac omnium sacramentorum tempora- ter pro acterna salute nostra gestorum, ut nutritus_atque,roboratus per~ Veniat ad manducandum cibum, quod est, In principio erat Verbum, et Ver bum erat apud Deum et Deus erat Verbum (oh 1, 1). Lac nostrum Chris- tus humilis est; cibus noster, idem ipse Christus ‘aequalis Patri. Lacte te nutrit ut pane ‘pascat: mam ‘corde contingere Iesum spiritualiter, hoc est cognoscere quia aequalis est Patri». In Tohannis_evang. tract. 26 cap. 6, 13: ML 35, 1612-1613: « Norunt fideles corpus Christi, si corpus Christi esse non negligant. Fiant corpus Christi, si votunt De spiritu Christi non vivit nisi corpus Christi... Vis ergo tu vivere de Spiritu Christi? In corpore esto Christi... Inde est quod exponens nobis apostolus Paulus hunc panem, Unus Panis, inquit, unum corpus multi sumus (1 Cor 10, 17). O sacramentum pie- tatis! o signum unitatis! o vinculum caritatis! Qui vult vivere, habet ubi vivat, habet unde vivat. Accedat, credat, incorporelur, ut vivificetur ». $8 Ts 14, 24; 40, 8; Dan 4, 26. #7 Rom 9, 11;'1 Ptr 1, 23, 25. 58 Véase el articulo de C. Prcorara en Dious Thomas citado en la Biblio- grafia y Hauck en Theolog. Warterbuch sum N. T. vor méno. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 163 Los profetas* y aun los apécrifos judios** habian hablado. de una perpetua duracién de los tiempos mesidnicos. Los judios parecen hacerse eco de estas doctrinas al objetar a Jesucristo: He mos oido 811 Xguotds péret els tv aldva y gti dices que ha de morir en cruz? (Ioh 12, 34). El ménei, indicaba fijeza y estabilidad, reforzada aqui por el elg tov aldva. Igual sentido de fijeza en Ioh 1,32. 33 en el que el Espiritu Santo desciende sobre Cristo, pero no como sobre los profetas o carismaticos de la antiguedad ® para producir un efecto de cardcter transitorio, sino para quedarse y morar sobre el (wal Zpevey & wadrdv... nai pévov éx’'ubtdv). Como Cristo posee permanentemente esta dotacién del Espiritu, asi la tienen los cristianos en su modo y proporcién. La construccién gramatical mds caracteristica es el dativo con en, Como los incredulos permanecen (méno) en tinieblas (Ioh 12, 46) y en muerte (1 Ioh 3,14); los ficles perseveran (méno) en vida (1 Ioh 3,15), en verdad (2 Ioh 2), en la doctrina (2 Ioh 9), en amor (Ioh 15, 9.10; 1 Ioh 3, 17), en la palabra de Dios (Ioh 5, 38; 15,7; LIoh 2,14), en uncién(1 Ioh 2,27), en luz (1 Ioh 2, 10). Dadas las frases egéticas de Cristo, que corresponden a casi todos los conceptos abstractos aqui expresados, fuera fAcil establecer ya en estos casos una verdadera immanencia entre Cristo y los fieles. Pero ésta se pone atin mis de manifiesto con los dativos de per- sona, y asi es la frase clasica para expresar la mutua immanencia caracteristica de la vida cristiana: Dios en Cristo y Cristo en Dios; el Espiritu en Cristo 0 en nosotros, y Cristo 0 nosotros en el Espi- ritu; los fieles en Dios 0 en Cristo, y Dios 0 Cristo en los fieles:: es una formula que sélo puede darla la teologia cristiana de la gracia ®, Hay analogias entre estas expresiones y las de los otros hagidgrafos; pero hemos de confesar que la immanencia reviste una fuerza mucho mayor en S. Juan, Tanto S. Mateo (12, 43 $5), como el mismo S. Pablo (Rom 8, 8ss) para expresiones andlogas usan el olweiv. S. Juan pone mas de relieve atin la immanencia por el término y por la frecuencia del uso. Pu- 8° Ez 37, 25; Ps 110, 4. 00 Véase’ Srmack-Bittenneck IT, 552. Num 11, 29; Jud 3, 10; 6, 345 11, 29; 13, 23; 1 Sam 16, 13; Gen 41, 38; ete. entre otros muchisimos. 2'Los textos son abundantisimos; en muchos de ellos incluso se ex- presa esta mutua immanencia con los’ dos miembros: Ioh 14, 10; 15, 475 1 Toh 2, 6. 24. 27. 28; 3, 6 24; 4, 16, ete. 14 F, Puzo Ss, 1 diera_s6lo compararse esta immanencia con las clésicas férmulas paulinas: con sus variedades e también con las suyas, que dan a la preposicién en, sin verbo expreso o determinado, un caracter de mmanencia. Como estas férmulas son de cufio paulino para expresar nuestra uunién con Cristo (0 el Espiritu Santo), asi es tipica la misma immanencia ‘en Juan que resulta reforzada por el verbo ménein 6, ‘No nos queda sino aplicar este uso a nuestro caso. La idea de ménein que en algunos casos parece aludir predominantemente ala duracién (Ioh 1, 33) adquiere al hablar de la Eucaristia el sen- tido més tipico y claro de inhabitacién ¢ intima unién, que hay que ampliar por la nocién de alimento. Supuesta la presencia real de Cristo en la Eucaristia, afirmada en este mismo capitulo, Cristo permanece realmente en nosotros, mientras que quedan las especies sacramentales. Consumidas y dige- ridas éstas, deja de estar Cristo hombre sustancialmente en noso- tros; pero por la unién previa, ha quedado en nosotros el alimento y refuerzo del alma obtenido por la gracia sacramental; asi como una buena obra (dice Cornelio A Lapide in h. 1.) deja detras de si un mérito como germen de gloria, que es como un derecho a la vida eterna, por semejante manera la comunién eucaristica nos inserta al cuerpo de Cristo dindonos un como nuevo derecho a la vida con gérmenes ademis de imortalidad (v. 54). Pero adem&s conservamos tna como nueva presencia de Cristo como alimento. La comida natural, digerida ya, contin#ia nutriendo el organismo; la divinidad de Cristo, recibida en la Eucaristia junto con su sa- grada humanidad, continta reforzando y nutriendo nuestro orga- nismo sobrenatural. Esto es permanecer Cristo en nosotros, y noso- tros en El. Han notado ya los exegetas las diferencias tipicas de este alimento, En el alimento natural recibimos algo indnime que lo vivificamos: en ta Euca- istia Cristo recibido vivifica a los manducantes; no se convierte la carne de Cristo en sustancia del manducante, sino que queda incorrupta ¢ immu- table, trasformando en si al que Ia come: de aqui la unién y conmixtién con a carne divina Pudiera encontrarse esta idea atenuada en ambos (Juan y Pablo) por medio de la palabra koinonia (1 Cor 10, 16; 1 Toh 1, 3. 6. 7). © La interpretacién patristica de ‘este versiculo es por demas rica y uniforme. Aportamos ya antes textos de S. Agustin, S. Hilario y S, Cirilo Jerosolimitano con ocasién de 1 Cor 10, 16. Afiadamos algunos mis de los PP. griegos: S. Juan Crisostomo (In Toh Hom. 47: MG 59, 263): Dice Jesiis in me manet > «ut significet quod se cum ipso admisceat (tx év aiz@ éva- LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTEA 165 El v. 58: Sicut misit me vivens Pater... no viene sino a con- firmar la doctrina anterior. Como el Padre siempre permanece en el Hijo comunicindole su vida divina, asi el Hijo asumida nuestra naturaleza, viene y permanece en nosotros, comunicandonos una vida también divina. El medio de comunicacién es la recepcién euca- ristica. Es cierto que en S. Juan no encontramos tan immediata y ex- presamente la idea de unidad; pero ésta late en las afirmaciones superiores. Todo el que coma y s6lo el que coma participara esta vida de Cristo, tinica en todos. La vida que cada uno de los miem- bros de la iglesia recibe por el banquete cucaristico, es vida de todos, vida de la iglesia. Y el permanecer en Cristo, que el Sefior anuncia como efecto de la Eucaristia, es también permanecer en su cuerpo mistico, que es la iglesia. Si es asi, salta a la vista la pro- piedad del sacromentum unitatis S. Tomas ha querido deducir en efecto esta doctrina del pasaje joanico. Premitida la exegesis de los versiculos citados, arguye ast: «Hoc est sacra- mentum corporis Christi: corpus autem Christi est ecclesia, quae consurgit in unitatem corporis ex -multis fidelibus: unde istud est sacramentum uni- tatis ecclesiae... Quia ergo panis ex diversis granis conficitur, ideo est con- veniens species sacramenti huius: ideo dicit: et panis quem ego dabo caro mea est»*8. Y que el pan eucarfstico no sea sélo simbolo de wnidad sino catisa, lo explica en el mismo comentario a S. Juan, aludiendo a que da vida xigvéitat); y poco después al v. 57 afiade: « Si enim in me manet et ego vivo, palam est et ipsum victurum >. Evriato Zicaneno (Comm. in Toh; MG 129, 1256): «In me manet, unitur. mihi per transumptionem et communicationem meae canis meique sanguinis, et unum corpus mecum effcitur, ac particeps vitae quae in me est; quod si ille in me est, utique et ego in’ illo», ‘Trortacto (Enarr. in ev. Toh.: MG 123, 1312): «Contemperatio enim fit, nova et super rationem, ita ut sit Deus in nobis et nos in Deo», S. Cinito ALejanpaino (in Toh: MG 74, 341; Rouet de J. Enchir. patrist n, 2116) tiene una comparacién que se ha hecho clisica en’ ios comentarios: «Ut enim si quis ceram cerae indutam igne simul liquaverit, mum quid ex ambobus efficit, ita per corporis Christi et pretiosi sanguinis’participationem ipse quidem in nobis, nos autem rursus in eo simul unimur ». #5 In Tohannem’cap. 6 lect. 6. La idea del sacramentum wiitatis es frecuente en otras obras del Dr. Angélico: 8. Th. 3 q. 82 a. 2 ad 3um; in 4 Sent dist. 11, q. 2, a. 1c. ‘Que fa Eucatistia sea verdadera causa de ta unidad, lo fa repetido muchas veces S. Tomis, pero no siempre relaciondndolo directamente con la exe- gesis de S. Juan. Véase por’ ej. ademas de los textos citidos: S. Th. 3 4. 74 a, 6c; 9. 73 a. 3; Opuse. 4, In articulos Fidei et Sacramenta Ecclesiae expositio. S. Toms pone en esta unidad Io que en términos escolasticos se llama «res» del sacramento, 366 ¥ Puzo s. 1. © hace participante de la tinica vida eterna que se Cristo: «Quicumque smanducat meam carnem... coniungitur mihi; sed qui coniungitur mihi habet vitam aeternam: ergo qui manducat meam carnem ... habet vitam aeternam » °°, No es extrafio que apoyados en S. Juan los Padres hayan ex- planado con carifio este mutuo intercambio de relaciones que existen entre la Eucaristia y el cuerpo mistico. Es doctrina que cultivaron con amor los Padres griegos, entre ellos S. Crisdstomo y S. Cirilo Alejandrino; pero no menos los occidentales con S. Agustin a la cabeza. La temprana escolistica supo recoger brillantemente esta herencia *". Sobre la doctrina eucarfstica del Angélico véase M. Grasmanw, Die Lehre des hl. Thomas von A. von der Kirche als Gotteswerk p. 267-294 * In Iohannem 6, lect. 7. 67 Recojamos, como hicimos con el texto de 1 Cor 10 algunos de estos textos de la temprana Escolistica, por ser generalmente menos cono- cidos. De los PP. griegos y latinos lo ‘hemos hecho durante el comentario. Adviértase como ya se notd antes que los autores relacionaron muchas ve~ €es, como no podia ser menos, 1 Cor 10 con el capitulo 6 de S. Juan: S. Peoao Damtan (m. 1072) dice en su obra «Dominus vobiscum> (bid. ‘Duranvo De Troarn (m. 1088) intervino en la tid contra Berengario por medio de su libro «De corpore et sanguine Christi contra Berengarium ... > (ML 149, 1375-1424). Insiste_a base del conocido texto de S. Hilario (De ‘Trinitate 1, 8; ML 10, 241; Sobre la importancia de este texto de S. Hilario véase E. Merscer I, 428-433), en que se da unidad en la iglesia, y que lla no es meramente’ moral, sino mistico-ffsica. El influjo claro de los textos joanicos y paulinos aparece en estas palabras: « Hoc igitur spiritualiter pane digne praegustato, ita merebimur concorporari Christo, ut Ipse in nobis et nos simus in Ipso, fietque ex compluribus non plures, sed unus panis per ongummatae vide. sacramentum unitatis in Tpso et in nobis» (MI. 149, 1 . A'S, Anseimo de Canterbury (m. 1109) se le habian atribuido por largo ‘tiempo varias obras eucaristicas que hoy se le niegan (Cf, J. R. GEISELMANN, Der Abendmahisbrief Anselms v. Canterbury ein Werk des Anselms von Laon Th Qu I11 (1930) p. 320-349) pero ciettamente hay que atribuirle una oracién_que como preparacién a la comunién est4 incluida en el Migne (ML 158, 927) y donde se aprecia el influjo de S, Juan: «Fac me, Do- mine, ita ea [sacramenta eucharistic] ore et corde percipere atque fide et affectu sentire, ut per eorum virtutem sic merear complantari_ similitudint mortis et resurrectionis tuae per veteris hominis mortificationem et novitatem justae vitae, ut dignum sim, corpori tuo, quod est Ecclesia, incorporari, et sim membrum tuum et tu caput meum, et maneam in te et tu in me... » El obispo Bruno de Segni (m. 1123) se distinguié por su labor exegé- tica (Cfr, B, Groatskt, Bruno, Bischof von Segni, Abt von Montecassino. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 167 TIL. La institucién pe La Eucaristia EN LOS SINOPTICOS Y PABLO. Hemos acudido a los textos clasicos de S. Pablo y S. Juan para probar la unidad de la iglesia por la Eucaristia. 5No pudiéramos llegar a la misma conclusién por la narracién de la institucién? Cree- mos que si, aunque requiera la narracién algin complemento. Los textos de los sindpticos en que se nos habla de la institu- cién de la Eucaristia (Mt 26, 17-29; Mc 14, 12-25; Le 22, 7-38), a los que hay que asociar como cuarto evangelista de este hecho Pablo (en 1 Cor 11, 23-34), nos presentan a los doce en un ban- quete comin, como en dnica familia. Jesiis parece querer hacer resaltar en todo la unidad. Toma un pan que lo divide en partes y las distribuye a todos. La fraccién Megara a ser tan esencial en Sein Leben und seine Schriften, Miinster 1898), Recurre la doctrina euca~ ristica en varios de sus comentarios pero principalmente en su Expositio im Tokannem (ML. 165). Una idea cara a Bruno es que la Eucaristia es al mismo tiempo que sacrificio de Cristo, sacrificio a la vez de toda la iglesia (Expos. in Exod. 30, 10: ML 164, 360; Expos. in Lev. 8: ML 164, 848 D; etc). Comenta asia S. Juan; ... «Qui manducat meam carnem... sic mihi coniungitur, sic ‘mihi unitur, sic totus in me transfertur, ut in me inseparabiliter maneat, et me in se manentem habeat » (ibid. 501). Ruverto pe Deutz (m. 1129) queriendo expresar la fuerza simbilica de la Eucaristia, acude primero a la clasica comparacién de los muchos granos de trigo, simbolo de la gracia multiforme con que vive la iglesia (Comm, in Toh 1. 6: ML 169, 483 D), Comentando luego el capitulo 6 de S. Juan_nos expresa asi enérgicamente la necesidad de la Eucaristia: « Quany ‘tumvis fidelis et catholicae professionis homo sis, si manducare et bibere recuses de hoc cibo et potu visibili, eo ipso quod tibi hune non necessarium esse pracsumis, a societate membrorum Christi, quod est Ecclesia, te praecidis, neque recte credis in eum, cuius in hoc cibo potuque ab ipso tam diligenter commendato derogas auctoritati > (ibid. 484-485) 168 F. PUZ 5. 1. este rito, que seré uno de los nombres de la Eucaristia **, Puede arguirse de semejante manera con el cAlix. Ahora bien ; no est solo la materialidad del simbolo; aparte de esto las palabras consecra- torias nos hablan de algo realmente nuevo: el tinico pan, alimento de todos con el cual habran de nutrirse y cuya consagracién habran de repetir en memoria de Cristo (Le 22, 19; 1 Cor 11, 34) anun- ciando la muerte de Cristo « hasta que venga », es el cuerpo y sangre de Cristo, Ese cuerpo, tinico naturalmente, es el que todos comerart y asimilaran (mejor dijéramos segiin la doctrina eucaristica que sern asimilados por él), entrando asi la comunidad de fieles en la unidad del cuerpo de Cristo. En este ambiente de la ultima cena, la peticién de Cristo por la unidad de los ficles trasmitida por S. Juan (17, 22), nos parece una resonancia eucaristica *, IV. Otros TEXTOS NEOTESTAMENTARIOS EN QUE SE HA QUERIDO VER EXPRESADA LA UNIDAD RESULTANTE DE LA EUucarIstia. A) 1 Cor 12,136 A pesar de la fria acogida que hoy se da a este texto en la mayor parte de comentarios a S. Pablo, como expresién de la doc- trina eucaristica, no podemos negar que el sentido eucaristico tiene ° No queremos resolver aqui qué textos biblicos sobre Ia fraccién del pan se refieren a la Eucaristia 0 no, Muchos autores no la ven en la cena de Emaiis (Le 24, 30. 35) y cierto que el texto no parece imponerla; mas probabilidad tiene el texto de los Hechos (2, 42). Pero esto es ahora acci- dental. Nos tocaba sélo hacer resaltar que la iglesia primitiva dié tanto valor al gesto de la fraccién, que con este nombre se designé después la Encaristia, 9 La doctrina propuesta esti inspirada en los comentarios, principal- mente antiguos, que desarollan més el valor teoldgico, asi como en los tra- tados teolégicos «De Eucharistia ». Recordemos algunos textos de la pri- mera Escolastica que la recogieron y que son menos utilizados : Ivo pe Cxartnes (m, 1116) en sus «Sermones de ecclesiasticis sacra- mentis et officiis> nos dice: «Quod vero idem corpus [Christus] discipulis distribuit, incorvorandam sibi Ecclesiam coelesti victuram pane figuravit > (ML 162, 559 ©). A. Lawpcrar ha editado una Isagoge in Theologiam que cree ser de la escuela de Abelardo (Ecrits théologiques de PEcole d’Abélard - Spicilegium sacrum Lovaniense n. 14, Lovaina 1934 p. 61-285) y que coloca entre los afios 1148-1152, En ella al hablar de la institucién de ta Encaristia (p. 203) se nos dice que el «fregit> significa que Jesiis abrid los ojos de los apéstoles sobre el verdadero significado de la Eucaristia: «Sed frangere LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 169 una larga historia. Desde Clemente Alejandrino™ y S, Juan Cri- séstomo™ entre los griegos, S. Augustin entre los occidentales, y pa- sando por la Escolastica con S. Tomas, por Lutero y Calvino™, y por el periodo de brillantez exegética posttridentino, tal opinién lega hasta nuestros dias, en que unos exegetas la aceptan sin mas ™) ‘otros por lo menos no Ia rechazan "*. No todos los autores citados la dan como tinica o preferente, pero si al menos la tienen en con- sideracion. Y cierto que si pudiéramos probar que estamos ante un texto eucaristico, fuera para nuestro estudio un elemento de primer or- den, ya que todo el contexto nos esta hablando de la unidad det cuerpo mistico. Pero veamos de apresar el pensamiento paulino. Empieza por ser ya singularmente interesante la critica tex: tual de esta frase « et omnes in uno Spiritu potati sumus », prueba de lo insdlito que se encontré en esta expresién. En vez de la frase nat xdvtec vy aveipa Exoriotnuey algunos cédices (véase el apa~ rato critico de Merk) afiaden eis y asi proviene la leccién latina de muchos cédices « in unum Spiritum » en lugar del ablativo « in uno Spiritus. Mas hace atin a nuestro propésito la leccién xépa. en vez de xvetpa que esté atestada también por bastantes cédices y que la tiene Clemente Alejandrino en el texto arriba citado. En intelligimus aperire. Tune enim Apostolis Christus aperuit, quod hoc sacra mentum significaret ». De manera semejante el lamado Macisrer Simon: «Quod vero di- citur Fregit et dedit, fractio revelationem sacramentorum insinuat, Fregit itaque i, ¢. mysteria sacramentorum eis revelavit > (Ed. Wetswerter, Tract. de sacramentis, Lovaina 1937 p. 93). ‘Véanse también estos dos tltimos textos citados por Holbck p. 124. 70 Ciement AL. lee ndvees évi ndpatt éniopey: en el libro 1 del Pe- dagogo c. 6 (MG 8 288). 4 In epist. ad ‘Cor. hom. 30; MG 61, 251: «Cur non dixit: eodem corpore nutrimur et eodem sanguine potamur: Quia cum Spiritum dixit, utrumque significavit et sanguinem et corpus: per utrumque enim uno Spi- itu potamur’. En las palabras siguientes se aprecia menos el aspecto euca- ristico. 72 Sabido es como en este texto querian apoyarse los que pretendian la comunién bajo ambas especias. 78 Asi G. Hernetct, Das erste Sendschreiben des Apostels Paulus an die Korinthier, 18890. El mismo Heinric preparé algunas ediciones de Mever, Kritisch-exegetischer Kommentar iiber das N. T. Véase Kasemann, Leib und Leib Christi, Tabingen 1933 p. 176. 74 Asi LIETZMANN qué no quiere decidirse en pro o en contra. Asimismo 0, Kuss, Die Briefe an die Rémer, Korinther und Galater, Regensburg 1940, p. 172 por Ia relacién que establece con 1 Cor 10, 4 parece tener por posible fa relacién a la Eucaristia 370 ¥, PUZO S. 1. cambio se desvia de nuestro plan la leccién éqwrloPnpev de algunos manuscritos "8, La leccién siriaca en su traduccién nos da: «nos ‘omnes unum Spiritum hausimus > ™. Interpretar este texto del bautismo es bastante natural si con- sideramos la segunda parte del versiculo como una aclaracién por el paralelismo de la primera. Esta interpretacién la dan muchos ya desde S, Criséstomo, que la junta con la eucaristica ", Se ha pensado también en la confirmacién, tan unida en los escritos neotestamentarios con el bautismo ™ Los que han interpretado el texto eucaristicamente piensan asi S. Pablo ha unido aqui los dos grandes sacramentos, y hace alu- sida que los cristianos bebemos en el ciliz eucaristico la sangre de Cristo. No hemos nacido tinicamente a ta vida de la gracia y no hemos sido sélo incorporados una vez a Cristo en el bautismo, sino que tomamos el mismo cuerpo y sangre de Cristo por alimento. Es cierto que se habla de sélo el ciliz, pero no parece esto difi- cultad, ya que también en 1 Cor 10,17 se habla tnicamente del pan, Tendriamos pues otro texto que apoyaria la misma doctrina y ambos se sostienen y completan. Pablo pondria ambos sacramen- tos (bautismo y Eucaristia) como principios de unidad del cuerpo mistico. Pero la interpretacién eucaristica encuentra, y no sin motivo, dificil aceptacién. No esperéramos por ej. el aoristo epotisthemen que alude a un hecho pasado, tratindose de la Eucaristia, alimento presente del corintio cristiano, — Ademés la alusién fuera com- 75 &gurladnpey hemos sido iluminados, en lugar de éxotlaquev parece derivarse de la confusién en un dictado'a viva voz. Si fuera aquella Ia verdadera leccién, nadie hubiera pensado en la Eucaristia. En cambio tuviéra- mos un elemento més claro para ver designado el bauitismo en el segundo miembro también, ya que pottonds fué luego expresién técnica con que se designaba el bautismo. 78 Cf, Watton, Biblia polyglotta in h. 1. 11 Véase el comentario de Beenanpivus a P1conto, 7 P. Kerte, Die beiden Korintherbriefe - Die Heilige Scrift fiir das Leben erktirt’ XIV, Freiburg 1937 p. 282; I. Stcxensencer, Die Briefe des hi. Paulus an die Korinther und Rémer, Bonn 1982, p. 58 1 Véase el comentario de G. Estio ‘(Moguntiae’ 1858): . LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUcARISTIA 7 ppletamente fugaz: una sola palabra (epotisthemen) en un contexto sobre el bautismo. Por iiltimo resulta algo insOlito para designar Ja Eucaristia lo de « beber el Espiritu ». Preferimos pues la interpretacién que lo refiere a una efusién de dones espirituales por medio del Espiritu: o bien vaga e inde- terminada sacramentalmente, con relacién por tanto al Espiritu Santo, principio de nuestra vida espiritual; o bien con esa alusién velada a la confirmacién que tienen tantos textos neotestamentarios en los que se pone la efusién del Espiritu como un complemento y hecho posterior al bautismo*®. La confirmacién-sacramento expli- ‘aria perfectamente bien el aoristo; pero aun en todo caso pudié- ramos aludir con’ él a una accién pasada, pero que se puede renovar con otras efusiones. Siempre queda algo de insélito en la imagen: beber el Espi- ritu, pero encontramos varios textos en el A. T. donde la venida del Espiritu se expresa en forma de rocio o Iluvia** y semejante imagen la pudieran también fundar o confirmar otros textos neo- testamentarios ®, Parece pues tratarse aqui de una immersion y penetracin del “ristiano y de todos los cristianos por el Espiritu Santo, que es también principio de unidad ** B) Efesios 5, 25 ss. Confesemos paladinamente desde el primer momento, que no estamos ante un texto directamente eucaristico, sino mas bien ma- trimonial. ¥ con todo queremos recogerlo siquiera sea de paso para ver el alcance eucaristico que ha tenido en algunos Padres y sobre todo en los primeros escolsticos. Sobre ese texto suclen reflejar varios, otros dos: Gen 2, donde se nos’ cuenta la formacin de Eva, alusién ya pretendida en ese pasaje por S. Pablo; y Toh 19, 34 donde se ve representada la iglesia saliendo del costado de Cristo recién fallecido. Ya S, Juan Crtsostomo en sus homilias sobre S, Juan nos alude a esta doctrina: «Unum corpus sumus et membra ex carne et ossibus eis... [Eph 8 Act 8, 14 ss.; 19, 6; ete. s Is 12, 3; Ez 4r. oh 4, 13-14; 7, 37-39. 11; Eph 4, 4 1a F, PUZO 5S. 1 5, 30]. Ut ergo hoc simus non solum per dilectionem, sed etiam re ipsa, cum illa carne conmisceamur, id enim efficitur per cibum quem ille dedit, tut ostendat nobis quanto erga nos ferveat amore, ideo se nobis commiscuit et in unum corpus totum constituit, ut unum simus quasi corpus iunctum ¢a~ piti» ®. No creemos hable el S. Doctor en sentido literal, pero la alusin eucarfstica es clara. Quizds ningtin documento més claro que el de la Ep1sToLa DE SACRAMENTO xaggeTiconum de un autor anénimo del siglo XIT#, Entre otros preciosos pensamientos sobre la Eucaristia esctibe: « Ad quid instituit [Christus Eucha- ristiam]? Replica Genesim, replica Apostolum, replica Evangelium, et in singulis reperies id esse scriptum: Propter hoc relinguit homo patrem +t matrem et adhaerebit uxori suae, et erunt duo in carne wna, Quae duo vél quae una caro? Corpus Christi personaliter in ascensione sublimatum in coclum... sedet ad dexteram Patris, at corpus cius quod est Ecclesia, in valle lacrymarum peregrinatur in terra, Quatenus ergo capiti corpus fide recta, spe firma, caritate perfecta arctius copulatur, instituit Christus sacra~ mentum corporis et sanguinis sui, quo pascit Ecclesiam sponsam sam, quo etiam peregrinantem confirmat et certissimo pignore de futura coniunctione confederat. Ecce igitur corpus Christi: cum capite, cum sponso suo, una caro efficitur, quia dum in eius commemorationem carne ejus vescitur et sanguine potatur, arctiori illi unitur caritate, quia quem in futuro sibi in gloria copulandum exspectat, hune in sacramento carnis et sanguinis prae- gustans iam sibi unitum habet > 8, La misma idea nos expone Inocencio III en su tratado sobre los efectos de la Eucaristia: *. 54 MG 59, 260, * CE. J. Getsetman, Die Eucharistielehre der Vorscholastik, Pa- derborn 1926 p. 428. Epist. de sacramento haereticorum - Monumenta Germaniae Histo- rica, Lib, de Lite 3 p. 12-20, Nuestro texto esté en la p. 17, y lo repro- duce también Holbick p. 96. No nos interesan por ahora las conclusiones que @ deducia de esta interpretacién; es decir: que fuera de la unidad de fa iglesia no hay Eucaristia y que los sacerdotes cismaticos al separarse de la iglesia pierden el poder de consagrar. Se ve cuan infiltrada tenian la idea de que la Eucaristia es sacramentum wnitatis. 8 De sacro altaris mysterio 4, 44: ML 217 886 B. Sabemos la im- portancia de esta obra, ya que la parte que trata de los efectos de la Euca- Tistia fué incluida después, cuando era ya Pontifice, en la Bula de 2 julio 1208: por esto las palabras pasaron al Bullarium romanum. Se aprecia claramente en este texto el influjo de Rupetto de Deutz que dice asi (De divinis officis 2, 11; ML 170, 43 BC): « Utilitas hacc est in virtute huius sacramenti, quod eius ope fit ‘possibile his, qui in terra sunt, in coelum ascendere, Aliter namque illud possibile non est: ait enim Salvator: Nemo ascendit in coelum, nisi Filius hominis... [Toh 5]. Unk LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 173 Pero quizas nadie més sintéticamente que Herveo de Bounc-Dieu al comentar este pasaje: 8. La misma idea pas al comentario a los Efesios de Pero Lomnanno ®, El pensamiento en todos estos autores parece claro: la Euca- ristia da una peculiar presencia de Cristo en la iglesia: no solo se coloca Cristo en el centro de la sociedad eclesidstica, sino que parece hacerlo de un modo esponsalicio. Por eso la idea de Efesios 5, 25 y ss. les resucita esta doctrina. Como el esposo cuida y ali- menta su esposa como su propia carne, asi Cristo alimenta a su iglesia, no solo como a su carne, sino con su propia carne y sangre. Este es el alimento sustancioso que sostiene la vida de la iglesia. Iglesia y Cristo son dos en wna came: la unién de los esposos terrenos no es sino una sombra de la mayor unién de Cristo y Ja iglesia. La consecuencia natural de la unién de los miembros entre si se manifiesta por nutrirse todos de la misma comida. No es pues un texto eucaristico Eph 5,25 y ss.; pero ha ser- vido él de base u ocasién para expresar bellamente la doctrina que hemos expuesto. €i soli qui descendit de coelo... tanquam sto capiti cuncta membra corporis adnectuntur {Col 11], omnes qui in fide huius sacramenti, in plenitudine hhuius caritatis sunt recepti, et sic unum corpus, una persona, unus Christus, caput cum suis membris in coelum ascendit [Eph 5] dicitque gratulabundus gloriosam Deo assignans Ecclesiam: Hoc nunc ex ossibus meis et caro de carne mea [Gen 2}. Et ostendens se atque illam in personae convenisse unita- tem, et erunt, inquit, duo in carne una, Magnum hoc sactamentum est. Caro Christi quae ‘ante passionem solius erat caro Verbi Dei, per passionem ita revit, adeo dilatata est, ita mundum universum implevit,” ut omnes electos . nova conspersione huius sacramenti, in umam Ecclesiam faciat Deum et ho- mines acternaliter copulari. Caro illa unum erat granum frumenti, quod an- fequam cadens in terram mortuum fuisset, munc postquam mortuum est, erescit in altari.... ‘8 Comment. in epist. Pauli: ML 181, 1269. Suele citarse también en este sentido Honorio de Autun (Elucidarium 1 ML 172, 1147) pero en este texto no vemos con claridad la alusién euca~ ristica Sobre a interferencia del_simbolismo eucaristico en la doctrina sobre el simbolismo general del matrimonio véase P. Auettan, EI fin y la signi- ficacién sacramental del matrimonio desde S. Anselmo ‘hasta Guillermo de ‘Auserre, Granada 1939, principalmente las p. 195-201 #9 Comment. in Enh 5, 25: ML 192, 215B: por la Eucaristia alimenta Cristo su esposa la iglesia ‘con su propia carne y sangre, y obtiene asi que EI y la iglesia sean una misma carne. 174 ¥. PUZO 5. 1 C) Joh 17, 22 Hemos de hacer ya de antemano la misma afirmacién que en el texto anterior : no creemos estar ante un texto propiamente eu- caristico. Y con todo también en él se ha reflejado la doctrina eucaristica hasta tal punto, que para varios exegetas el sentido eu- caristico de doxa es el mis coherente, El mismo Loisy ® habla en este caso de « una comunién de vida divina que tiene su simbolo y su alimento en la Eucaristia ». 4Cual es esa doza, que segiin el texto joinico, Cristo nos ha dado para ser unos? Se ha pensado en el don de milagros, en la gloria de la humanidad de Cristo que un dia Este ha de comunicar a los fieles, se ha hablado también de la filiacién divina que nos tune a todos en una misma vida en Cristo. Y se ha hablado también de la Eucaristia. La interpretacién eucaristica puede alegar ya dos Santos Pa- dres: S. Crrtto ALEsaNpRiNo y S. Hrtario% y ha pasado por varios autores hasta el Cardenal Toledo que es quien la expone detenidamente en su comentario a S, Juan. Cornetro Laprpe la ha tenido en consideracién y J. CorLuy® la pone junto con fa filiacién divina como probable, mientras excluye otras opiniones. Oigamos al Card. Toledo: « Claritas hace est divinitas ipsius Filii, quam ut homo dicit se accepisse a Patre per unionem hypostaticam : hanc divinitatem unitam carni suae dedit nobis Christus in sacramento, quod tunc quando haec loquebatur iam instituerat, discipulisque communicaverat, pro suisque fide- libus reliquerat; quo maxime tniuntur inter se et in Deo, quantum ad realem quamdam et corporalem unionem. Animarum autem unitas, quae Spiritus sancti uniuntur gratia, maxime in Spiritus sancti adventu effecta est, et hance nunc rogat et petit: illam enim, quae sacramento sui corporis fit, iam dederat, et hoc est quod hisce verbis dicit, quod etiam verbis sequentibus explicat ..» 8, «Modum quo unio haec claritatis et divinitatis fiat ex- % Le quatriéme évangile, Paris 1921 p. 449. % Crptto AxesanpRiNo: In Tohannis evang. lib. 11: MG 74, 564-565; Hitaxio: De Trinitate lib. 8: ML, 10, 245-246. No transcribimos los textos, pues aunque claramente se alude a la Eucaristia, estin colocados dentro de un contexto més amplio, que les da una gran extensién. % Comment. in ev. S. Iohannis, Gandavi 1889 p. 462-463. Asi para- frasea el texto 17, 22: Et ego claritatem [Divinitatem] meam quam [per aeternam generationem] dedisti mihi, dedi eis [per gratiam sanctificantem et per sacramentum corporis et sanguinis mei eis traditum], ut sint unum, sicut et nos...> (p. 467). ®° Tn fohannem, Roma 1588, col. 343-344, LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 5 ponit: Ego, inquit, in eis sum per carnem meam in cibum verum et realem eis datam. Tu autem in me es, quia divinitas tua est carni meae unita: si tur divinitas est in carne, et caro est in credentibus, fit ut in credentibus etiam divinitas sit per _mediam carnem Christi. Habent ergo credentes in se et carnem Christi et per eam divinitatem in se, fiuntque unum, et quamdam hhabent unitatem per Christm ratione carnis sae et sic consummantur in. unum... dum non solum uniuntur inter se et cum Deo quantum ad anima quod ft per Spiritum Sanctum, sed etiam quantum ad corpora ipsa» (Ibid). Y hecho este comentario afiade una nota: « Difficilis est haec sententia intellectu> y se adhiere a la sentencia de S. Citilo € Hilario que . Y esta sentencia est ; « nobis ea visa est expositio facilior et aptior >; examina luego detenidamente las opiniones arriba enunciadas que él asigna a diversos Pa- dres, haciendo ver sus puntos débiles, para volver a insistir otra vez en st opinién que Tama °. No se puede rechazar a la ligera un tan profundo y agudo comentario. ¥ se explica que los grandes comentaristas posteriores hhayan tenido en consideracién esta opinién ®. Creemos con todo con el P. Lagrange (S. Jean, in h. 1.) que esta opinion peca tini- camente de « precisién exagerada ». La doxa que Cristo ha dado a los fieles para que sean uno, como él es uno con el Padre, no parece deba Himitarse a la Eucaristia: es mas bien algo de la na- turaleza divina que Jestis posee con plenitud y que es en los fieles en quienes se participa principio de unidad. Est a lo que creemos incluida la Eucaristia, pero no se habla formalmente de ella °°. % ibid. col, 343-346. #5 Asi cita detenidamente esta opinién CorneLto 4 Larne, quien pone coma patronos de tal sentencia, ademés de los Santos Padres citados, a Leancio y Ribera. Con todo él prefiere entender do:ra como la eterna felici dad y glorificacién de Cristo en el cielo, de la que Cristo har& participes a sus seguidores. Cortur que cita ademis en favor de sentencia a Lucas Brugense y Beelen, apoya esta sentencia con varias razones: 1) era obvio que Cristo ablando de la unién de los discfpulos consigo, conmemorase aquel sacra~ mento de unién perfectisima que acababa de instituir; 2) tal sentencia en- cuentra sus lugares paralelos: 1 Cor 10, 16. 17; Toh 6, 57; 3) Este sacra~ mento es un espléndido argumento de ia divina misién de Cristo, y tam- ign del amor que el Padre nos tiene: pues del Padre recibié el Hijo ta inidad que nos did. - Explica ademas que el to sicut se verifica sélo analégicamente aunque de forma excelente en la Eucaristia. Ni es dificultad alguna contra esta sentencia el dédoka, pues seria un perfecto proléptico no raro en esta oracién sacerdotal. 176 F. PUZO 5. 1. V. CUESTIONES TEOLOGICAS QUE PLANTEA ESTA DOCTRINA La doctrina biblica de Ia unidad de la Iglesia por la Eucaris- tia ha tenido una natural evolucién en sus datos mds salientes, que hemos de recoger siquiera en algunas de las dificultades mds obvias que salen al paso. La Escolistica temprana nos conservé la doctrina biblica y patristica, y aunque no dé origen a grandes pensamientos nuevos, prepara bien el gran periodo de la Escolistica, con un deseo de mayor claridad que se advierte en las cuestiones dificiles, y presentindonos ya casi todas las cuestiones que luego se desarro- arén con mayor riqueza de datos. 1. Bautismo y Eucaristia Inocencio III en su obra « De sacro altaris mysterio» escrita antes de su clevacién al Pontificado, acentua ya con una frase sin- tética la doble funcién de la Eucaristia respecto al cuerpo mistico : « Eucharistia significat et efficit unitatem ecclesiasticam »*, No era en esto sino eco preciso de lo que generalmente se ensefiaba en las escuelas. Lo de simbolo no encontraba dificultad. La Eucaristia segtin los tedlogos es el sacramento del cuerpo mistico. Pero se afiadia mis: es « signum quod efficit quod significat » en virtud de la presencia real de Cristo. O como decia asimismo Inocencio IIT en la misma obra: « corpus Christi verum efficit corpus Christi mysticum ", Y esta eficiencia ya parecia crear una dificultad seria con Ja doctrina del bautismo, donde desde S. Pablo todos han visto el sacramento de incorporacién a Cristo. ;Como coordinar ambas doctrinas? La primera solucién fué tajante. La escuela de Abelardo niega que la Euucaristia sea causa de la unidad de la iglesia; «In sumptione corporis [Christi] non membrum efficitur, sed signum est eum iam esse de corpore 4, 36: ML 217, 879 C. De sacro altaris mysterio; ML 217, 879 C, Conocida es la terminologia escoldstica que se trasluce en varias expre- siones de esta época: «Res tantum (sc. corpus Christi mysticum, unio Eccle- siae, etc.) est effectus secundi (sc. corporis Christi veri) > (Esrenan de Autun: ML 172, 1295 D); «secundum (sc. corpus Christi verum) est causa tertii (se. corporis Christi mystici) » (Speculum Ecclesiae: ML 177, 365 BC); «se- cundum efficit tertium» (INocencto III; ML 217, 879 B). LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTEA 3.97 Christi [mystico] » Y para que no quede la menor duda sobre su pensa- miento se le atribuye a la Eucaristia 1a sola eficiencia que pueda tener la Extrema Uncién: y esto porque la Eucaristia mas ‘que los ‘otros sacramentos, aun més que el Bautismo, sensibiliza la incor- poracién. Pero los textos ademas del simbolismo imponen una causalidad. Otros distinguen una (Commentarius Cantabrigiensis in epistolas Pauli e schola Petri Abaclardi, Tom. Tad Ro- manos... Tomo II: In epistolam ad Corinthios primam et secundam .. Notre Dame, Indiana 1939, p. 257. 264). La palabra paulina « le da pie a este comentario: «Panis quem frangimus, i. e. cuius mysterium ape imus, nonne est participatio corporis i. €. nonne ostendit nos esse participes alterius corporis Christi, quod videlicet est Ecclesia (ibid. 257. 265), donde se supone que los que reciben Ia Eucaristia 3a som miembros del cuerpo mistico. ice asi por ejemplo Cornelio a Laroe (en el comentario a 1 Cor 10, 17): «Hine etiam infantibus olim dabatur Eucharistia post baptismum, ‘ut perfecte incorporarentur Christo: nam, ut ait Christus (Ioh 6, 57): Que manducat... in me manet et ego in eo... Licet enim Ecclesia per fidem et bap- tismum fiat corpus Christi, magis tamen realiter et proprie fit ipsum cor- pus Christi in Eucharistia >. 10 Véase sobre esta doctrina de la Tarte p. 557-571; E, SPRINGER, ‘Uber das in der Taufe eingeschlossene Votum der Eucharistic - Theol. Prakt. Qu. 1921 p. 525-540; E. Sprincer, Taufgnade als Kraftwirkung der Eucharistie - Div. Thom. Frib. 1930 p. 421-431. Guiberto de Nogent (m. 1124) tiene una sentencia que pudiera acercarse 3 Gregorienum >» XXXIV (1952) - vol. XXXIV 178 F, PUZ s. 1. La instructio ad Armenos nos expresa claramente la doctrina probada con textos escrituristicos que « per ipsum baptisma ... mem- bra Christi ac de corpore efficimur Ecclesiae » **. Y S. Tomas nos completa la doctrina en la Summa theologica: « Per baptismum ordinatur homo ad Eucharistiam; et ideo ex hoc ipso quod pueri baptizantur, ordinantur per Ecclesiam ad Eucharistiam ; et sicut ex fide Ecclesiae credunt, sic ex intentione Ecclesiae desiderant Eu- charistiam et per consequens recipiunt rem ipsius » es decir la unidad del cuerpo mistico que segtin S. Tomas es la res sacra- smenti 2, ‘Los sacramentos de la nueva ley no son todos iguales entre si*°®; todos estan orientados cada uno a su manera hacia la Euca- ristia que es su coronamiento y meta; y por esto el bautismo crea un como deseo ontoldgico de ia Eucaristia °°. a Ia que vamos a exponer, aunque no viene plenamente desarrollada, En su tratado «de pignoribus sanctorum> (ML. 156, 607-650) se propone la nece- sidad de la Eucaristia y la viene a resolver como necesaria in voto: «Sine aqua et sanguine (esto es: sin bautismo) christianus esse non valeat, sine Eucharistia vero esse possit, si tamen in eius fide constanter permaneat, Quod in plerisque probari martyribus sive eremitis, quorum alteri numquam, alteri semel aut rarissime sumpta, sancto deinceps opere se Ei incorporantes, lon- gaeva solitudine sanctificati’ sunt» (613 C). Véase sobre esta opinién M. de Ta Tater p. 596. 102 Denzinger-B., Enchir. symbol. 696. Conocido es el origen tomista de esta instruceién en su parte sacramentaria. 30'S. Th 3.q. 73 a. 3. 304 CE. de la Tarte p. 563-569, Y esta es la doctrina que han atri- buldo a S. Tomas sus comentadores. Véase J. ANGER, La doctrine du Corps mystique... d'aprés les principes de la Théologie de Saint-Thomas®, Paris 1946, p. 174: «Si el Bautismo nos hace miembros de Jesucristo, es precisa- mente por su relacién con el sacramento eucaristico, en el cual se contiene el cuerpo verdadero immolado y vivificante de nuestra incorporacién. La Eucaristfa no sirve s6lo para nutrir los miembros del cuerpo mistico; no solo conserva en ellos la vida, sino que es su principio. Por esto S. Agustin alaba a los cartagineses que no daban a la Eucaristia otro nombre sino el de Vide: Optime Punici christiani sacramentum corporis Christi nihil aliud quam vitam vocant» (De peccatorum meritis et remissione lib. Ic. 24 n. 34: ML 4, 128). Esta misma sentencia es ta que han desarrollado recientes estudios sobre el cuerpo mistico (Mexsca t. 1 p. 398-435) conecténdola con los Padres griegos; y parece ser también doctrina comin entre los tedlogos disidentes. tanto antiguos como modernos (Véase Th. Seactt, Doctrina theologiae On1EN- mis separati de Eucaristia - Orientalia christiana 48 (1928-1929) +. T p. 79-81). 405 Tridentino: Denz. 846. 18'S, Th. 3 q. 65 a, 3; q. 73 a. 3: Santo Tomés pone ya en los nifios desde después del bautismo una como anticipacién préxima de la gra- cia de la Eucaristia: un voto de la Eucaristia intrinseco en el bautismo. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARIStiA 179 Incluso pudiera extenderse el pensamiento de S. Tomas fuera de la vida sacramental y decir que cualquier gracia santificante que recibe un hombre en razon de su pertenencia mas 0 menos im- mediata al cuerpo mistico tiene su raiz y soporte en la Eucaristia. El amplisimo texto de S. Juan 6, 53-57 antes examinade parece dar derecho a tal extensién, ya que en Ia actual providencia desapare- cida la Eucaristia, las gracias todas desaparecerian como la luz del mundo sin el sol. ¥ lo mismo pudieramos deducir de 1 Cor 10, 16-17. ¥ es que como toda la gracia santificante del mundo en la nueva Ley, depende de la gracia de la iglesia; toda la gracia de la iglesia est4 como suspendida de la Eucaristia ™". Esta doctrina no es nueva sino tradicional en los Padres, y sostenida por los grandes escolisticos. S. Agustin en conereto ha visto siempre la iglesia como prolongacién de la Eucaristia, y si un dia los tedlogos catélicos hicieron resaltar menos estos efectos de la Eucaristia, es porque la tendencia apologética de ciertos escri- tos del tiempo de la Reforma les levaba a fijar la atencién predo- minantemente sobre la presencia real !*, 2. Valor del sacrificio 0 recepcién eucaristica en el que en algiin modo esté separado de la Iglesia La dificultad salta a la vista, La solucién completa requiriera entrar en una serie de conceptos hoy muy delicados en el tratado 10r Lunac en su Corpus mysticum.... ha notado como ta expresién cor- pus mysticum que se entendia en el sigio IX del cuerpo sacramental euca~ ristico, ha flegado, por un deslize progresivo de Ia causa al efecto, de signo a lo significado, a designar en el siglo XIT el cuerpo eclesial, llamado hasta entonces sin epfieto con S. Pablo «cuerpo de Cristo». Incluso’afiade (p. 283) que a partir de ese momento . Sobre toda esta doctrina véase JOURNET, p. 669-676. . En tna relacion titulada Corpus Christi presentada en tas conferencias de tedlogos alemanes e ingleses tenidas en Cambridge (1927) M. A. Ev. J. RAWLINSON ha mostrado entre los dos usos un vinculo interno y orden de dependencia, derivandose la idea eclesiistica de la idea sacramental. Cf. Mys terium Christi ed. G. G. K. Bett y Av. DetssMann éd. inglesa 1930 p. 225~ 264; ed. alemana 1931 p. 275-296. 180 £, PUZO 8. 1, de Ecclesia, Nos basta advertir aqui que el problema se puso ya desde los Santos Padres** y que lo sintié no menos la primera Escolistica, como relacionado con los textos que acabamos de estudiar ™®, Las modernas teorias sobre la pertenencia al cuerpo © alma de la iglesia tienen que dar una solucién a este problema real y practico. 3. Unidad en funcién de la Eucaristia y en funcién de la jerorquia No solo no hay ninguna dificultad, sino que el mismo S, Pablo nos impone la doctrina de que son varias y aun muchas las notas que nos manifiestan la unidad de la iglesia (Eph. 4, 4-6). Pero nos hemos ya referido a la dificultad que plantea 1 Cor 10, 17 al no poner otro principio visible de unidad eclesidstica sino la Eucaristia: somos uno, porque participamos de un pan: dificultad que hoy tanto exaltan los disidentes y protestantes. Tal razén uni- tiva de los fieles ya basta para la unidad sin recurrir a la unidad jerarquica. 209 Lo ha notado ya vgr. S. Agustin sobre la comunién de los indignos. ‘Véase la obra de Lubac p. 296. 10 Nos place citar como ejemplo el de uno de los mejores tratadistas ‘de la Eucaristia en su siglo AvcEno pe Lreja (m, 1131 circa) a quien le preo- ‘cupa el problema de la unidad (Cf. L. Bucue, Alger de Liége, un théologien de (Eucharistie au debut du Xil® sidcle, Paris 1936). Muchos autores de su tiempo negaban que en el caso de un cismatico, hereje 0 excomulgado, pudiera haber verdadero sacrificio. Algero lo niega: el sacrificio es valido; pero no es ‘itil para ellos por estar fuera de la iglesia, y el sacrificio es de Ta iglesia y para la iglesia: «Quis dubitet sacramentum sacrificii divini, ‘ubicumaue fiat, intra ecclesiam esse, cum sit de Ecclesia?» (De sacramentis corporis et sanguinis Christi 3,9; ML 180, 842). o «Deus novit>. Landgraf cita un LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA BUCARISTIA 185 Pero S. Pablo no pretende darnos en este texto la razén ade- cuada de la unidad eclesidstica, ni la misma administracién de la Eucaristia puede ser independiente del ministerio jerarquico. Es el mismo Pablo quien tiene una idea amplia de esta unidad vital derivada de Cristo. En la carta a los Efesios después del texto antes aludido habla de los diferentes dones ordenados a la for- macién del cuerpo mistico: «A unos dié ser apéstoles, a otros, profetas ... evangelistas ... pastores y doctores ... en orden a la per- feccién consumada de los santos para la obra del ministerio, para la edificacién del cuerpo de Cristo» ... «1a cabeza Cristo, por quien todo el cuerpo, bien concertado y trabado, gracias al intimo contacto que suministra el alimento al organismo, segin la actividad cor- respondiente a cada miembro, va obrando su propio crecimiento en orden a su plena formacién en virtud de la caridad > (4, 11-16). EI sentido real, envuelto en estas im4genes, que parecen tomadas de la biologia moderna, es que todo el orden juridico y toda la vida espiritual de fa iglesia proceden de Jesucristo, externamente por medio de la jerarquia y los sacramentos, internamente por la accién del Espiritu Santo; orden y vida que no pueden alcanzar su pleno desvolvimiento, tanto individual como social, sin el con- curso de la caridad, que en el cuerpo mistico de la iglesia es el principio de cohesin y actividad ™. Tenemos pues claramente expresados por S. Pablo los dos aspectos de la iglesia que mutuamente se complementan. En ef proceso de la tradicién eclesidstica se advierte un trabajo por for- mular y aclarar ese misterio que es la iglesia. Se habrA puesto un tiempo el acento sobre el aspecto visible o el invisible, segin las necesidades y tendencias de los tiempos: pero nunca Ia tradicién catélica los ha opuesto entre si”, como la Reforma que ha hecho, con su doctrina de la iglesia invisible, del « cuerpo » un « alma >. texto que hace a nuestro caso y que esti tomado de una «Summa» and~ nima del Cod. Vat. lat. 10754 fol. 37v.: «Potest tamen dici quod mus sumat [el cuerpo de Cristo}. Cum enim pessimus homo ipsum sumat, quare non mus, non est ratio. Scelerosus enim sumit sacramentaliter tantum, id est, corpus et sanguinem Christi sub sacramento, sed non spiritualiter, id est efficaciter, id est ita, quod habeat effectum in eo ut ipse fiat de unitate ecccle- siae> (p. 49 nota 2). 1 Cf, Bover-Canrera, nota inh, 1 uz CES. Tromp, Corpus Christi quod est ecclesia, Introductio gene— ralis 1, Roma 1937 p. 118, 182 F, PUZO S. 1. La diversidad ordenada de corrientes de vida divina que se difun- den en los individuos produce diversos grados, segiin los cuales se participa la redencién. Ya en fa primera organizacién visible de la iglesia habla tal multiplicitad de dones que hoy Ilamaremos laicado y sacerdocio, episcopado y papado: tiene sus funciones juridicas; pero son a la vez manifestaciénes sensibles de un orden més intimo, La iglesia que brota del seno de la vida divina, puede concebirse bajo ciertos aspectos como extendida primariamente a lo més fntimo del alma; pero como complemento necesario de alli debe extenderse al mundo exterior. Es pues bajo este conceptd una corriente de vida de dentro a fuera, del centro hacia la periferia. Pero nétese que este es un aspecto percial. Si atendemos a la forma con que se difunde la fe, no podemos obrar ni obra regularmente la vida divina ‘en un hombre, si no viene precedida de signos exteriores por lo que Hegamos del exterior al interior. De aqui la necesidad de un ministerio apostdlico ¥ una jerarquia para que la vida divina adquiera su difusién en el mundo. Bajo este aspecto pudiera decirse que precede la organizacién exterior y juridica El recto concepto de la iglesia impone no separar estos dos aspectos. No hay dos iglesias: sino una tinica realidad orgdnica, como la del cuerpo y alma o mejor come se unen la naturaleza divina y la humana de Cristo. Quiz4s nos es mas familiar la ima- gen de cuerpo y alma. El alma es el acto propio del. cuerpo: no existe normalmente fuera de él y le guarda una relacién nece- saria. Es a su vez el cuerpo el que por asi decir localiza el alma, y el que le sirve a ésta como de instrumento para muchas funciones del conjunto (generacién, propagacién). Lo mismo en la iglesia. ¥ de aqui también la importancia de los sacramentos que parecen veri- ficar la unién de estos dos planos: el visible ¢ invisible. Por un lado son actos sensibles; pero en ellos se nos comunica algo de Ja plenitud de gracia y redencién que hay en Cristo. Y como en Ja vida sacramental asi en el mismo ser de la iglesia, que es una multitud de hombres que viven colectivamente en la unidad de Ja fe bajo la accién del Espiritu: unidad de fe que es realizada precisamente gracias a la accién del magisterio apostdlico que vive en ella, asistido por el Espiritu Santo. Es El quien organiza todo el organismo de la iglesia y quien determina a unos como apéstoles a otros como profetas (Eph 4, 13-16). Y sobre todos asiste a la cabeza de la iglesia visible el Vicario de Cristo, principio también de unidad, pero nunca independiente de la Eucaristia. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 183 CONCLUSION Los Protestantes hoy mAs que nunca se preocupan de rehacer a su modo la vida eucaristica y la unidad de Ia iglesia, En ta iglesia oriental cismética no se ha apagado el amor a la Eucaristia. La llamada to akoimeton fos +d dxoluntov gids), lampara que no duerme, tras el artoforion, suspendido en forma de paloma © bien reposando sobre el altar, es simbolo de este amor. Y mas que simbolo, conservamos la vida eucaristica de los que los cisma- ticos veneran como santos, la sangre de nuestros hermanos disi- dentes derramada como testimonio de su fe en el augusto misterio, y las obras de sus tedlogos. Ha podido decir M. de la TAILLE (p. 602) hablando de la doctrina eucaristica de Nicolas Cabasilas (tedlogo del siglo XIV) que no cree se hayan escrito jamas paginas ims bellas y verdaderas sobre 1a Eucaristia, que alguna de las suyas ™, Todo esto es para nosotros un ejemplo y un consolador augurio en el «signum unitatis » augustiniano™*, La profunda verdad del misterio eucaristico levaria a todos a la perfecta uni- dad : seria el triunfo de la Eucaristia sobre la tierra. EI progresso de la vida eucaristica en nuestros hermanos sepa- rados ha de ser para nosotros un rayo de esperanza. Pues aunque inconscientemente se dirigen a la unidad: hay muchos que since- ramente elevan su corazén hacia la hostia santa. El sacrificio de Cristo ha de ser operante y activo en ellos: es decir que ha de combatir el cisma y Ievar a la unidad. Si asi aman ‘ellos la Eucaristia, ,porqué, se preguntard, no viene la unidad? Hay sin duda obstaculos que se interponen entre la Eucaristia y las almas que han de ser levadas a la unidad : son pecados, errores ... Pero la Eucaristia contiene en si poderosas ayudas espirituales para superarlos. La plegaria eucaristica con su fuerza omnipotente, ha de echar abajo ese muro. Asi lo pide la iglesia en la misa votiva «ad tollendum schisma » donde se repiten las alusiones a la virtud unitiva de la Eucaristia, que terminan con esta postcomunién : « Haec tua, Domine, sumpta sacra communio: sicut 28 Recuérdese lo que al principio dijimos sobre la conferencia de Lund, 44 Ci, M, Gonpit1o p, 16-17, 418 Aludimos al conocido texto agustiniano: Tract. 26 in Toh, n. 13; ML 35, 1613. 184 ¥. PUZO 8. 1. fidelium in te unionem praesignat ; sic in tua Ecclesia unitatis, quae- sumus, operetur effectum ». Ha de obrarlo la Eucaristia, ya que la incapacidad de reunirnos todos en torno a la Mesa santa est& recordando insistentemente que la unidad de hoy, no es sino una sombra de aquella unidad que el cuerpo de Cristo ha de expresar en su plenitud ™*, F, Puzo S, 1 NOTA BIBLIOGRAFICA K. Avam, Die Eucharistielehre des hl. Augustinus (Forschungen 8, H. 1) Paderborn 1908. K. Avam, Zur Eucharistielehre Augustins - Th. Qu. 112 (1931) p. 490-536, J. Bettauy, Les effets de la Communion, Paris 1900. P. Berroccnt, 1 simbolismo ecclesiastico dell'Eucaristia in Sant Agostino, Bergamo 1937, Niconas Casasitas, De vita in Christo; MG 130, 493-726 (La revista Ire- nikon publicé una traduccién francesa). P. Cuaruer, L’Eglise est une - Hommage @ Moehler (colaboracién de varios autores) Paris 1939. J. A. Crotter, La doctrina de Eucharistic chee les Scholastiques, Paris 1908. E. Comer, Die Beziehumgen der hi. Bucharistie sur Kirche und ihrem Priestertum, Jahrbuch f. Philos. und spek. Theol. 15 [1901] p. 156-166. E. Commer, Die Kirche in ihrem Wesen und Leben, Wien 1904. J. Correns, Eucharistie, DB Suppl cc. 1146-1215. J. T. Drirtor O. P., Sacramental Incorporation into the Mystical Body - The Thomist, 9 (1946} 469-514, D. Feckes, Das Mysterium der hl. Kirche, Paderborn 1934. R Gannicou-Lacrancr, De Eucharistia, Roma-Paris 1943. G. Gasgue, L’Eucharistie et le corps mystique, Paris 1925. J. R, Geiseiaann, Die Eucharistielehre der Vorscholastik (Forschungen 13, H. 1-3) Paderborn 1926. J. R. GeiseL sawn, Zur frithmittelalterlichen Lehre vom Sakroment der Eucharistie. Th Qu 116 [1935] p. 323-403. M, Grexens, Eucharistic wnd Corpus Christi mysticum ~ Theol. prakt. Quar- talschr, 86 [1933] p. 536-550. 769-781 48 W. A. Visse’t Hoorr, (Le Conseil oecuménique des Eglise: nature, ses limites — Hommage et Reconnaissance a Karl Barth, Neuchatel: Paris 1946 p. 124-145) escribe con gran sinceridad (p. 133): < L'impossibilité dans laquelle se trouvent les églises de célébrer la sainte Céne en commun prouve clairement que le Conseil oecuménique ne saurait prétendre étre une Aoinonia dans le sens biblique de ce terme. Bien plus, notre incapacité a nous réunir autour de la Table sainte nous rappelle avec insistance que lunité qui nous est donnée n’est que Vombre de cette unité que le Corps de Christ exprime dans sa plenitude >. LA UNIDAD DE LA IGLESIA EN FUNCION DE LA EUCARISTIA 185, M, Gonori0, L’Eucaristia sorgente dell wnité cristiana, - Civ. catt, 338 [1934] 4 p. 16-27. M. Grawmany, Die Lehre des hl. Thomas v. Aquino von der Kirche als Gotteswerk, Regensburg 1903. J. Hermpucutr, Die Wirkungen der hl. Kommnunion, Regensburg 1884. D'Heenrany, L’unité dans le Christ, - Orientalia christiana s. 1 n. 1, 1923. F, Hownick, Der eucharistische und der mystische Leib Christi in ihren Besichungen sueinander nach der Lehre der Frithscholastik, Roma 1941 S. Huntevent, L’unité de PEglise du Christ, 1930. G. V. Journan, xowovla.in I Corinthians 10.16, - J Bib Lit 67 (1948] 111-114. Cu. Journer, L’Eglise du Verbe incamé, Paris 1951; principatmente vol. 2” P. 669-676. Fr, Juncensoerer, Der mystische Leib Christi, Paderborn 1936. P. Lirreat, Die Kirche Christi, Friburgo 1931; hay traduccién francesa hecha por Régis Jolivet, Lyon-Paris 1933. H. ve Lunac, Corpus Mysticum, L’Eucharistie et ?Eglise aw Moyen-Age. Paris 1944, 0. Lurz, Ueber die Wirkungen und die Notwendigkeit der hl, Eucharistie - ZkTh 44 [1920] p. 398-420. E. Merscu, Le corps mystique du Christ?, Louvain 1936. R. Mrcxen, L’Eucharistie et le corps mystique du Christ - Vie spirituelle 36 [1933] p. 113 ss, J. A. Moenter, Die Einheit der Kirche (Tiibingen 1825); edicién de E. ! ‘Viernreset, Mainz 1925. J. W. Moran, The Eucharist in St. John 6 - Eccles. Review 102 (1940) 135-147. ©. Norrst, Das Priestertwm als Element kirchlicher Einheit - Stimmen der Zeit 1940 p. 241-246. C. Prcorans, De verbo

También podría gustarte