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Alumno: Aldo Quiroz Encinas

Bambirra, Vania Teoría de la dependencia: una anticrítica ERA, Serie Popular,


número 68, México, 1978, 47 pp.

Fecha: 23/04/2019

En este documento la autora señala desde un inicio que su pretensión no es


realizar una especie de defensa o crítica a la teoría de la dependencia sino
intentar ponerla en sus justos términos y ubicaciones tanto académicas, teóricas
como históricas. A partir de la comparación de escritos de tres autores que son
Agustín Cueva, Octavio Rodríguez y Enrique Semo, Vania Bambirra intenta
evaluar las críticas vertidas por los mencionados académicos. Es por esa razón
que a este texto ha decidido llamarle “anticrítica”.

Dice que ha decidido tomar a un autor representativo de cada una de las


corrientes que en la historia han cuestionado a la teoría de la dependencia, o
puede ser que hasta sea alguno de estos tres autores el que constituya en sí
mismo a una corriente de crítica a la dependencia, como pudiera considerarse el
caso de Agustín Cueva. Las corrientes a las que Bambirra acude, son las
siguientes: la del desarrollismo (representada por Octavio Rodríguez), la del
marxismo latinoamericano de los años 60 (representada por Agustín Cueva), la de
la militancia comunista desde la acción partidaria (representada por Enrique
Semo).

Una vez superada la introducción a esta evaluación acerca de las críticas Vania
Bambirra caracteriza el contexto histórico en el que surge la teoría de la
dependencia, es un esbozo histórico acompañado de las discusiones teóricas del
momento, las cuales también estaban enmarcadas por las posiciones políticas que
se iban delimitando en torno a los acontecimientos de mayor trascendencia en la
región. En primer lugar ubica temporalmente al génesis de la teoría en los años
60, mientras en Brasil se llevaba el ascenso de la dictadura militar posterior al
golpe dado al Presidente Goulart en 1964, Bambirra supone que tal vez por eso
fue en ese país donde tuvo célebres autores y cierto impulso. Otro de los países
que pone como uno de los centros de teóricos y discusiones sobre la teoría de la
dependencia fue Chile, en el CESO (Centro de Estudios Socio Económicos) de la
Facultad de Economía en la Universidad de Chile, bajo el gobierno de Frei y la
formación de la Unidad Popular (UP) así como la preparación del terreno para lo
que después sería el ascenso de Salvador Allende y todos los movimientos
sociales que sostenían todos esos acontecimientos se dio el ambiente favorable
para la teorización y el debate necesario en torno a ella.

El marco fundamental estaba caracterizado por las dictaduras militares con mayor
presencia en América Latina, el baluarte de la izquierda y el socialismo, joven pero
de mayor importancia que representaba Cuba y su reciente Revolución y el ya
mencionado Chile.

Así también tenía presencia en el campo de la política y académico la CEPAL,


como la llamada corriente desarrollista que tomaba de ejemplo el camino de los
países que bajo el capitalismo habían “marcado el camino” para los países de
América Latina.

Otro elemento de importancia era aquél que se estaba dando respecto a los
movimientos revolucionarios en América Latina y de todos aquellos grupos y
partidos que veían sólo en la caída y expulsión del capitalismo de sus países
como la opción para lograr algo similar al “desarrollo” (pues al final , este también
es un concepto dado por la visión capitalista), los que sostenía la idea que
permeo dentro del progresismo de la región que era aquella que asumía una
alianza con la burguesía radicada en sus países, para llevar proyectos que de
alguna forma rechazaran el colonialismo y el sometimiento a las metrópolis.

El independentismo y las personas y movimientos que lo impulsaron de alguna


manera rechazaban ambas posiciones o por lo menos (en el caso del
desarrollismo) enfrentaban sus conceptos plenamente burgueses.

Cabe señalar entonces que la teoría de la dependencia proviene de la tradición


marxista-leninista y de las luchas antiimperialistas de la historia de América Latina.
También resulta de importancia señalar la división que identifica Bambirra de las
vertientes del dependentismo: aquella que trató de incorporar críticamente los
avances del desarrollismo y la otra que se llamó estructuralista la cual abordaba
los problemas de la dependencia con toda la óptica del desarrollismo, a esta
pertenece Oswaldo Sunkel. Hay una porción de la CEPAL que debido a esta
última corriente asume que los dependentistas realizan planteamientos iguales a
los desarrollistas-cepalinos, es el caso de Aníbal Pinto y el ya mencionado Octavio
Rodríguez.

Algo que le preocupa a Bambirra que se tenga en cuenta al hablar de la teoría de


la dependencia es que la principal crítica que tenía esta corriente del pensamiento
era la imposibilidad de lograr en los países de América Latina desarrollo de tipo
autónomo.

A partir de ahí inicia la evaluación de forma general a los críticos de la teoría de la


dependencia y pone como punto principal, la parcialidad que hay del conocimiento
de la obra de los dependentistas, que en primer lugar, el error más común que
suelen cometer quienes los critican es aquel en el que no ven que la teoría de la
dependencia es proviene de diversas inquietudes y de diversas posiciones
políticas lo que resulta e una multiplicidad conceptual dentro de la misma teoría.
Por otro lado, los críticos asumen que por tener conocimiento de una parte dela
obra de un autor, han llegado al conocimiento completo del planteamiento teórico
de dicho autor, lo cual convierte su crítica en algo parcial.

Posterior a este par de premisas Bambirra llega a la evaluación de Agustín Cueva,


con el cual sostiene algunas simpatías sobre todo porque reconoce que es una
crítica seria que intenta estar bien fundamentada. Las diferencias que pone a la
luz respecto a él, son que Cueva se contradice en tanto habla de la teoría de la
dependencia como una crítica a nivel sociológico, pero al mismo tiempo, la crítica
de padecer del mal del determinismo económico. La confrontación que Bambirra
ha escogido es aquella que Cueva hace a Dos Santos, sobre todo en la pretensión
del segundo de “reformular” la teoría del imperialismo. Bambirra, respalda a Dos
Santos diciendo que la reformulación no implica rechazo de la teoría en sí sino
adición y piensa que es lo que esa hace Dos Santos, al intentar explicar el efecto
que la exportación de capitales tiene en la imposibilidad de desarrollo y en el
atraso como en los países de América Latina. La posición de Cueva es que Dos
Santos indica que Lenin no teorizo y por lo tanto la conclusión respecto al
imperialismo no sirve para AL. Bambirra dice que esto es falso, que Dos Santos
adicionó la teoría del imperialismo la necesidad y dependencia a la que quedan
sometidos los países subdesarrollados, incluso cita un par de párrafos en los que
Lenin habla del desarrollo de países atrasados y precisamente de la dependencia.

Algo que confronta Bambirra de Cueva es el hecho de que generalice a partir de


uno o tres autores la crítica a la teoría de la dependencia. Por ejemplo, Cueva
también critica a André Gunder Frank y lo califica de estar parado desde una
perspectiva de tipo nacionalista pues no problematiza desde la lucha de clases
internacional (cuando Frank analiza la problemática chilena), sino que se ubica en
el esquema de nación oprimida y país imperialista opresor. A esto Bambirra
responde que si bien es cierto que Gunder Frank omite en el caso de Chile el
análisis de la lucha de clases y su situación de tensión internacional, esto no es
absoluto de la teoría de la dependencia y que resulta absurdo plantear que no
existe dicho análisis dentro de la corriente; por otro lado, la autora entra de forma
más detallada contra el hecho de no “manejar una perspectiva internacional de la
lucha de clases” y le responde a Cueva que si bien es necesario asumir que la
problemática nacional corresponde a los espacios que una clase le va arrebatando
o ganando a otra en el plano internacional, tampoco se puede omitir cual es la
situación nacional respecto a esas clases y cómo se han configurado las naciones
al encontrarse en opresión y de hecho trae nuevamente a colación a Lenin, pues
dice que por el hecho de ser internacionalista y siempre tener esa perspectiva no
dejó de preocuparse por la situación local de Rusia y de hacer este necesario
análisis a nivel local.

En la última parte de la confrontación con nombre de anti crítica a Cueva,


Bambirra retoma las críticas de éste a las obras de Cardoso y Faletto y a Marini y
se empeña en demostrar cómo es injusta y en ocasiones falsa la aseveración de
que no es necesaria o de una aportación nula el hecho de considerar un
capitalismo dependiente en América Latina, como sí lo hace Cueva. Y más bien
cierra con un anhelo de que esta teoría sea considerada como una pieza clave en
la historia de la teoría parea entender las formas que asumió en la región el
capitalismo y cómo fue que se llegó así al estado de subdesarrollo.

Posteriormente da paso a la anti crítica a Octavio Rodríguez, el representante en


su texto de la corriente desarrollista, el cual (asevera) no logra captar en ninguno
de los trabajos que revisó respecto al “enfoque alternativo” (así llama Rodríguez a
la teoría de la dependencia en contraste a la cepalina) lo que es la dependencia,
peor aún, Bambirra insinúa que Rodríguez ni si quiera aludió a los textos de la
teoría de la dependencia que encaran directamente a los planteamientos
cepalinos. Lo acusa de haber hecho una revisión pobre de la bibliografía de la
teoría de la dependencia, lo que desde luego lo llevó a aberraciones como afirmar
que los teóricos dependentistas y los cepalinos tienen una coincidencia en asumir
que los países de América Latina se encuentran en un estadio de “estancamiento”,
una coincidencia impermisible teóricamente hablando para Bambirra, pues la
atribución de un estancamiento implica que el problema de los países atrasados o
no desarrollados es meramente interno y que además existe una especie de
camino hacia el progreso en el cual por alguna razón se han detenido los países
de América Latina. Por otro lado, Bambirra es especialmente mordaz al evaluar la
crítica de Rodríguez respecto a Gunder Frank, pues en primera instancia el autor
anti-criticado (es decir, Rodríguez) habla de planteamientos de mayor abstracción
y simplicidad respecto a la dependencia para posteriormente afirmar que en ésta
se da en “reciprocidad”, lo cual es ampliamente criticado por Bambirra, pues esto
implica que haya efectos del mismo tipo y de la misma magnitud de la nación
sometida o dependiente hacia el centro industrial. Y así pasa por diversas
incoherencias, inconsecuencia e incongruencias (cita el caso en que Rodríguez
crítica el trabajo de un Instituto de Economía de Uruguay cuando él mismo fue
parte del equipo que realizó dicho trabajo) para concluir que la supuesta crítica es
más bien un planteamiento de tipo ideológico, desde luego para defender la
concepción desarrollista cepalina.
Por último, respecto a Enrique Semo, Bambirra afirma que hay un revisión somera
expuesta en puntos de crítica a la teoría de la dependencia que también son
someros además resalta una serie de imprecisiones en las que incurre Semo
respecto a la teoría de la dependencia. Esto la autora se lo atribuye una revisión
poco profunda y apresurada de la bibliografía de la teoría de la dependencia. Por
otro lado, Bambirra realiza una revisión de los planteamientos de Semo respecto a
los países subdesarrollados donde afirma que van cambiando las relaciones de
dependencia, en tanto hay países productores y países subdesarrollados
consumidores pueden llegar a una pujanza en la que parezca que pueden
igualarse a países desarrollados, cambiando la dependencia por una
interdependencia.

La anterior es la mayor crítica que Vania Bambirra expone de Enrique Semo hacia
la teoría de la dependencia. La cual no es menor, pues de facto rechaza la
existencia y trascendencia de una relación dependiente entre países desarrollados
y menos desarrollados. Bambirra, responde a esto diciendo que en definitiva no se
puede pensar un capitalismo que genere posibilidades de igualación para los
países que ya han resultado como menos desarrollados del proceso de
acumulación y consolidación de ese modo de producción como predominante, que
los ejemplos que pone Semo, principalmente para países petroleros y aquellos
que conformaron la OPEP en ese momento, pueden considerarse como
especiales y casos contados entre los que destacan sólo dos, que son México y
Venezuela, pero hay que tomar en cuenta la importancia que tiene el petróleo y
hasta donde realmente van a poder seguir en palabras de la propia Bambirra
“chantajeando al imperialismo dichos países”, es decir, no es posible ese cambio
de relaciones de dependencia por interdependencia. A lo mucho se lograría entre
países libres políticamente, pero vuelve una discusión aquí, aquella que cuestiona
la independencia económica de esos países. Por otro lado, Bambirra afirma que
los países que pareciera pueden poner sus propios términos en el cambio
comercial están al mismo tiempo afectando a otros países subdesarrollados.
En la parte concluyente de su anticrítica Vania Bambirra, habla de lo positivo que
resultan las críticas y la necesaria discusión en el campo teórico para terminar con
la dominación capitalista en América Latina, pero que espera que sean lo más
objetivas posibles así como informadas y de lectura extensa respecto a la
literatura existente y menciona el problema que trae consigo esa crítica poco
estudiada y profunda, el cual se da cuando se rechazan las categorías de la
dependencia y al mismo tiempo se pierde de vista la necesidad de la revolución
socialista como la respuesta para la eliminación de la dependencia de las
naciones no desarrolladas en la región.

Abril 24, 2019.

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