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Alumno: Aldo Quiroz Encinas

Baran, Paul (1952/1999) “Sobre la economía política del atraso”, El Trimestre


Económico, FCE México, 11 pp.
Fecha: 27/03/2019

Ubicado históricamente en los siglos XVIII y XIX Paul Baran identifica en primera
instancia el capitalismo, su devenir y su porvenir en los países desarrollados, al
tiempo que caracteriza la contraparte en términos sociales hablando de las clases
que ese mismo desarrollo condena a la desposesión y a la pobreza, así también a
los países en los que no se nota ni el más mínimo atisbo de crecimiento y
desarrollo en la producción, éstos son los llamados países subdesarrollados.

Describe una situación fundamentalmente política y social sobre la actitud de los


habitantes de las diversas clases sociales y los efectos que sobre de ellos tiene el
fenómeno económico descrito anteriormente.

En primer lugar hay que entender que en los países subdesarrollados que se les
fue impuesto entrar a la lógica de innovación tecnológica, libre concurrencia de
mercancías y de comercio abierto, obligando así a que desplazara la
predominancia de las estructuras feudales, pero no que se acabara con éstas en
su totalidad, con las clases sociales y sus relaciones que a ese momento histórico
y económico pertenecían, todo lo existente proveniente de la nueva y rápida forma
de producir, sólo quedó al consumo de las clases acomodadas y dejó a los pobres
con un sentimiento de frustración dada la imposibilidad de alcance.

Después caracteriza la influencia que tiene sobre los jóvenes (Baran dice
intelectuales ) de clase media, que tienen la necesidad de emigrar a los grandes
centros industriales, la evidencia del crecimiento en la producción, sin embargo,
dicho crecimiento no viene aparejado en una distribución que permita poner en
alcance posible la apropiación de todo lo producido, pero que se vio cara a cara
con otro sentimiento de insatisfacción y de aspiración a hacer lo que vieron en
Berlín, Londres, Nueva York… Y propagaron una idea de crecimiento económico
basado en la racionalidad, pero esto no los acercó para nada al socialismo, todas
las respuestas y soluciones estaban plenamente moldeadas en sus mentes por el
capitalismo occidental.

En ese punto Baran habla de la imposibilidad visionaria de la clase media o


naciente burguesía de los países desarrollados que no logró hacerse la dirigente
del desarrollo capitalista y en la que el peso de las antiguas instituciones feudales
fue un lastre que frenó las aspiraciones con las que aquellos jóvenes impetuosos
habían regresado de los grandes centros industriales y sólo buscaron acomodarse
en el nuevo orden existente, sin ninguna labor querían tener grandes ganancias y
amasar grandes fortunas. Esos deseos los llevó a buscar alianzas con los todavía
existentes grandes terratenientes y con los monopolios extranjeros provocando
que toda la posibilidad de crear una estructura productiva que pudiera quedar
inserta en el aún emergente desarrollo capitalista estuviera a designios de pocas
manos.

Se leen algunas salidas políticas y de reacción frente a tal situación, una de ellas
es la radicalidad de las masas populistas que ven en el monopolio y en los
resabios del feudalismo la imposibilidad de alcanzar los niveles de vida con los
que seduce el desarrollo capitalista Sin embargo a estos enemigos del propio
desarrollo en los países de menor crecimiento no podían enfrentarlos las clases
medias privilegiadas, es decir la recién nacida burguesía. Ésta rechazaba los
planteamientos más revolucionarios surgidos en Europa, los cuales eran de corte
socialista, lo que no veían es que al mismo tiempo estaban rechazando de acabar
con el monopolio y con la concentración territorial proveniente del feudalismo.

Pero las clases sociales desposeídas no se quedaron estáticas y éstas sí se


acercaron a la radicalidad del socialismo, a la par otra porción de la sociedad a las
cuales Baran asocia con una visión populista se aliaron y se enraizaron con
posiciones de una defensa de las posiciones de la aristocracia feudal y del capital
monopolista. Así es como caracteriza el autor a una sociedad altamente
polarizada. En tanto las clases medias le tenían miedo a todo y por eso quedaban
prácticamente fuera de la dirigencia de este proceso.

Dice que para la colación de gobiernos defensores de la forma monopolista y


aristocrática del capitalismo no existe preocupación por las naciones
subdesarrolladas y caracteriza de la siguiente manera la situación económica
interna de dichos y sus posibilidades: que en un país donde la renta es baja y la
distribución es desigual lo que podría hacerse es buscar explotar los recursos que
se encuentran sin utilizarse o en una subutilización, la parte más importante para
Baran de estos recursos es la mano de obra que se encuentra sin utilizarse o está
ineficazmente utilizada, esto garantizaría el aumento de lo producido, condición
necesaria para superar el estancamiento o el empeoramiento de las condiciones.
Pero esto no se lograría en el sector agrícola, donde la productividad marginal
tiende a cero, es necesario que esto sea logrado en el sector industrial. Lo anterior
tampoco es posible o es difícil debido a la forma del consumo y la demanda en los
países subdesarrollados. Pues las clases que tiene la posibilidad de impulsar el
sector de industria no lo hacen, pues requieren de un consumo que más que
estimular o propiciar un aumento productivo, es para mantener su estatus de
clase, lo que lleva por un lado a que no exista la demanda ni necesidad en bienes
de capital y por el otro, que también puede considerarse como causa inmediata de
este hecho es que tampoco hay ahorro entre estas clases.

Lo anterior deja como única salida la exportación de materias primas, sin


embargo, tampoco resulta posible ni atractivo para los capitalistas nacionales la
inversión en estas industrias, dado que éstas requieren de una cantidad tan
grande de capital que los deja fuera, por otro lado también se requiere de una
estructura que incluye las facilidades materiales locales (como vías de
comunicación y otros menesteres de infraestructura) pero también la posibilidad
de colocar en el mercado internacional lo producido, cosa que sólo tienen los
grandes capitales monopolistas.

Baran dibuja constantemente una sujeción ideológica de los hombres de negocios


de los países subdesarrollados a una especie de negocios de rentabilidad
inmediata y segura, resultado que sólo es ofrecido cuando se producen bienes de
consumo y no cuando se busca una industrialización. Para apuntalar dicha
industrialización con infraestructura nacional y capacitación, los empresarios
nacionales además de no poder hacerlo por las magnitudes de capital necesarias
para realizarlo (las cuales no poseen) sopesan el hecho de lo redituable que
puede resultar. Lo mismo sucede por el lado de la capacitación o enseñanza a los
obreros para adquirir nuevas habilidades y destrezas en el manejo de nueva
maquinaria o en el impulso de innovaciones técnicas. Evalúan en sentido negativo
el hecho de enseñar nuevas tecnologías por el hecho de que pueden irse aotras
empresas o cambiar de rama industrial y en parte se tiene esta visión por el
aislamiento que existe entre cada una de las industrias en los países
subdesarrollados.

Después Baran propone la salida a la falta de producción, buscando un impulso o


apoyo dentro del sector agrícola, pero resulta también limitado y con pocas
probabilidades de poderse hacer, pues las tierras aún fértiles tienen problema de
acceso, los propietarios con pequeña porción de tierra no tienen lo suficiente para
poder invertir en ella y habilitarla, algo similar ocurre con los campesinos con tierra
más extensas. Para el caso Baran nuevamente plantea la luz en el aumento de la
producción industrial.

Se torna nebuloso el panorama y como si no hubiese solución al problema del


atraso y el subdesarrollo, el autor plantea la posibilidad de una salida basada en
voluntad política de los gobiernos de dichos países con una serie de medidas que
se pueden considerar que le apuestan al progreso y a la formación de capital,
gravando los bienes de consumo no esencial o suntuario, asumiendo algunos
riesgos en inversiones e industrias necesarias para el aumento de la producción y
que los privados no tienen interés en emprender o no pueden, etc. Igual concluye
que no es posible o no es suficiente la aplicación de estas medidas, como
tampoco es viable el apoyo de gobiernos y organismos extranjeros.

Todo este cierre de salidas lleva a Baran a que plantee la posibilidad (no quiere
decir que él la apoye o por lo menos no lo manifiesta abiertamente en el texto) de
una colectivización y socialización de la producción y sus resultados de forma
violenta, una revolución socialista. Para por último, dejar abierta la puesta en que
sería posible evitar lo anterior si las clases medias, las clases capitalistas y el
apoyo exterior desinteresado, así como el mismo gobierno, eliminaban las visiones
y las presiones que traen las visiones feudales y monopolistas para darle salida al
atraso, para lo que es necesario que hagan a un lado su visión egoísta y de
rentabilidad inmediata.

Marzo 27, 2019.

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