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Horacio Bojorge, S. J.

Horacio Bojorge, S.J. mitad de los hagiógrafos (escritores ins-


La Virgen María en los Evangelios pirados) que escribieron el Nuevo Tes-
tamento. De ocho que son, sólo cuatro
Fundación Gratis Date nos hablan de ella: Mateo, Marcos, Lucas
Pamplona 2004 y Juan. No nos hablan de ella ni Santia-
go, ni Pedro, ni Judas. Pablo sólo alude
indirectamente a ella en Gálatas 4, 4-5.
Por tanto, hablar de la figura de María
1 en el Nuevo Testamento, es hablar de
María a través de Mateo, Marcos, Lu-
María cas y Juan, o sea a través de los evan-
en el Nuevo Testamento gelistas.
Nótese que no decimos a través de
los evangelios, sino a través de los
Un hecho que llama la atención cuan- evangelistas. Porque casi podría decir-
do buscamos lo que se dice en el Nuevo se a través de los evangelios, si no
Testamento acerca de la Santísima Vir- fuera por una referencia que el evange-
gen María es que, de los veintisiete es- lista Lucas hace fuera de su evangelio,
critos que forman el canon del Nuevo en el libro de los Hechos de los Apósto-
Testamento, sólo en cuatro se la nom- les (1,14) y por lo que puede interpretarse
bra por su nombre: María. Y son éstos que de ella dice Juan en el Apocalipsis,
los evangelios de Mateo, Marcos y Lu- identificada ya con la Iglesia.
cas y el libro de los Hechos de los Após- María en el Nuevo Testamento es
toles. Otro libro más, el evangelio según prácticamente, por lo menos principal-
San Juan, nos habla de ella sin nombrar- mente, María en los evangelios. Por-
la jamás, y haciendo siempre referen- que fuera de ellos casi no se nos dice
cia a ella como la madre de Jesús, o su nada más, o mucho más, acerca de Ma-
madre. Fuera de estos cinco libros, nin- ría.
guno de los veintidós restantes nos ha- Para contemplar la figura de María a
bla directamente de María. Sólo los ojos través de los evangelios podríamos se-
de la fe han sabido atribuirle la parte que guir dos caminos, que vamos a llamar
tiene en aquellos pasajes en que –por camino sintético y camino analítico. El
ejemplo– se habla de que Jesús es el camino sintético consistiría en sintetizar
Hijo de David, o de que somos Hijos de los datos dispersos de los cuatro evan-
la Promesa, o de la Jerusalén de arriba, gelios en un solo retrato de María. Con-
o que el Padre nos envió a su Hijo, he- sistiría en trazar un solo retrato a partir
cho hijo de mujer; o han sabido recono- de la convergencia de cuatro descrip-
cerla en la misteriosa Mujer coronada ciones distintas.
de astros del Apocalipsis. El otro camino, el analítico –que es el
Explícitamente nombrada en sólo cin- que hemos elegido–, consiste en consi-
co libros de los veintisiete, María parece derar por separado las cuatro imágenes
haber sido reconocida –si nos atenemos o semblanzas de María.
a una primera impresión– por sólo la El primer camino, sintético, se hubiera
llamado propiamente: la figura de Ma-
2 La Virgen María en los Evangelios

ría en los Evangelios. Este segundo ca- ¿Y nos habríamos de extrañar de que
mino que queremos seguir es en cambio las diversas perspectivas con que los cua-
el de la figura, o más propiamente, las tro evangelistas nos narran los mismos
figuras, los retratos de María a través hechos y nos presentan a Jesús dieran
de los evangelistas. lugar a cuatro presentaciones distintas de
Por supuesto, bien lo sabemos, hay un María?
solo Evangelio: el Evangelio de Nuestro Dado que el misterio de María es un
Señor Jesucristo. Pero el mismo Dios aspecto del misterio de Cristo, todo líci-
que dispuso que hubiera un solo mensa- to cambio de enfoque del misterio de
je de salvación, dispuso también que se Cristo –que como misterio divino es sus-
nos conservaran cuatro presentaciones ceptible de un número inagotable de en-
del mismo. foques diversos, aunque jamás puedan
El único Evangelio es, pues, un evan- ser divergentes–, comporta sus cambios
gelio cuadriforme, como bien observa ya de armónicos y de enfoque en el miste-
San Ireneo, refutando los errores de los rio de María.
herejes que esgrimían los dichos de un Hay pues un solo Jesucristo en cuadri-
evangelista en contra de los dichos de forme presentación, y hay también un
otro (Adv. Hæreses III,11). solo misterio de María en presentación
Esta presentación cuadriforme de un cuadriforme. Y hay, además, una cohe-
único Evangelio es la que nos da la pro- rencia muy especial y significativa, en-
fundidad, la perspectiva, el relieve de las tre el modo cómo cada evangelista nos
miradas convergentes. Una sola visión muestra a Jesús y el modo cómo nos
estereofónica o estereofotográfica de muestra a María, al servicio de su pre-
Jesús. Un solo Jesús y una sola obra sal- sentación propia de Jesús.
vadora, pero cuatro perspectivas y cua- Dejémonos guiar sucesivamente de la
tro modos de presentarlo –a Él y a su mano de los cuatro evangelistas. Y a tra-
obra–. Cada uno de los evangelistas tie- vés de su manera de presentarnos la fi-
ne su manera propia de dibujar la figura gura de María, tratemos de penetrar más
de Jesucristo. Y todo lo que dice cada profundamente en su comprensión del
uno de ellos está al servicio de esa pin- Señor. La máxima A Jesús por María
tura que nos hace de Jesús. no es una invención moderna; hunde sus
¿Hay que extrañarse de que, conse- raíces en la bimilenaria tradición de
cuentemente, seleccione los rasgos his- nuestra Santa Iglesia. Arraiga en los
tóricos, narre los acontecimientos, alte- evangelios; y, en cuanto podemos ras-
re a veces el orden cronológico o pres- trearlo valiéndonos de ellos, incluso en
cinda de él, para seguir el orden de su una tradición oral anterior a los evange-
propia lógica teológica, y subordine el lios, y de la cual ellos son las primeras
modo de presentación de los hechos y plasmaciones escritas.
personas al fin de mostrar de manera efi- Dejemos, pues, que los evangelistas nos
caz a Jesús y su mensaje, según su ins- lleven a través de María a un mayor co-
piración divina y las circunstancias de nocimiento del Señor que viene y que
oyentes, tiempo y lugar? esperamos.
Horacio Bojorge, S. J. 3

tenta decir y dice, según su tiempo y su cul-


tura, por medio de los géneros literarios
propios de su época. Para comprender
exactamente lo que el autor quiere afirmar
en sus escritos, hay que tener muy en cuenta
los modos de pensar, de expresarse, de na-
rrar que se usaban en tiempo del escritor, y
también las expresiones que entonces se
2 solían emplear más en la conversación or-
dinaria».
El género literario
Principio o Ley del Contexto
«Evangelio»
«Y como la Sagrada Escritura hay que
leerla e interpretarla en el mismo Espíritu
con que se escribió, para sacar el sentido
exacto de los textos sagrados, hay que aten-
1.- Cómo hay que interpretar der no menos diligentemente al contenido
la Sagrada Escritura y a la unidad de toda la Sagrada Escritura
La Constitución Dei Verbum del con- teniendo en cuenta la Tradición viva de toda
cilio Vaticano II enseña que para inter- la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de
pretar adecuadamente la Sagrada Es- los exegetas trabajar según estas reglas para
critura es muy importante determinar el entender y exponer totalmente el sentido de
la Sagrada Escritura, para que, con un estu-
género literario. Por eso se ha de tener dio previo, vaya madurando el juicio de la
muy en cuenta cuál es el género litera- Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la
rio de los Evangelios. Y esto advertirlo interpretación de la Sagrada Escritura está
para evaluar la evidencia evangélica so- sometido en última instancia a la Iglesia, que
bre María. Dice la constitución del con- tiene el mandato y el ministerio divino de
cilio Vaticano II Dei Verbum (DV): conservar y de interpretar la palabra de
«Habiendo hablado Dios en la Sagrada Es- Dios» (DV 12).
critura por medio de hombres y a la manera
humana, para que el intérprete de la Sagrada 2.- ¿A qué género literario pertenece
Escritura comprenda lo que Él quiso comuni- el evangelio de San Marcos?
carnos, debe investigar con atención qué pre- De estos principios de interpretación
tendieron expresar realmente los hagiógrafos de la Escritura, se sigue la importancia
[escritores inspirados por Dios] y qué quiso de interpretar el evangelio según San
Dios manifestar con las palabras de ellos» (12).
Marcos, tratando de ubicar su género
El Principio o Ley del Texto literario. Y advierto de antemano que lo
«Para descubrir la intención del autor, hay
que decimos de este evangelio, vale, mu-
que tener en cuenta, entre otras cosas, los tatis mutandis, para los otros evange-
géneros literarios. lios, que consideraremos en los capítu-
los siguientes.
«Pues la verdad se presenta y se enuncia
de modo diverso en obras de diversa índo- Podemos comenzar diciendo que el
le histórica, en libros proféticos o poéti- evangelio según San Marcos es «una pre-
cos, o en otros géneros literarios. El intér- sentación creyente de la vida de Jesús,
prete indagará lo que el autor sagrado in- interpretada en confrontación con las
4 La Virgen María en los Evangelios

Sagradas Escrituras, de manera que la San Marcos tiene pues dos aspectos que
vida de Jesús las ilumina y es iluminada lo caracterizan: a) historia, y b) interpre-
a su vez por ellas, mostrando sus co- tación de fe.
rrespondencias». Ambos aspectos están enlazados de
El evangelio según San Marcos tiene tal manera que se sirven el uno al otro
pues valor histórico, porque narra he- sin traicionarse ni anularse: la interpre-
chos. Tiene valor biográfico porque re- tación no falsea la verdad histórica, y la
lata dichos y hechos de Jesús. Pero es historia corrobora la interpretación. Los
más que una crónica histórica y más que hechos narrados iluminan la Escritura y
una mera biografía. Porque además del la Escritura ilumina los hechos.
relato de hechos, como pueden hacerlo Veamos algo acerca de cada uno de
las crónicas, y de la narración de la vida esos dos aspectos:
de una persona, como lo hacen las bio-
grafías, el evangelio según San Marcos
3.1.- El valor histórico del Evangelio
viene de la fe y apunta a despertar la fe.
En la Constitución Dei Verbum, la Igle-
Por eso el evangelio según San Mar-
sia afirma, una vez más, el carácter his-
cos incluye un alegato acerca de la iden-
tórico de los Evangelios:
tidad de Jesús, de quién es Jesús. Su tex-
to argumenta desde las Sagradas Escri- «La Santa Madre Iglesia firme y constan-
turas, alegando que en Jesús se cum- temente ha creído y cree que los cuatro refe-
plen las Promesas del Antiguo Testamen- ridos Evangelios, cuya historicidad afirma
sin vacilar, comunican fielmente lo que Je-
to. sús, Hijo de Dios, viviendo entre los hom-
bres, hizo y enseñó realmente para salva-
3.- Historia interpretada ción de ellos, hasta el día en que fue levan-
Prosiguiendo en el intento de compren- tado al cielo (Cfr. Hech. 1,1-2).
der el género literario al que pertenece Los Apóstoles, ciertamente, después de
el evangelio según San Marcos, podría- la ascensión del Señor predicaron a sus
mos decir que es: oyentes lo que Él había dicho y obrado, con
aquella crecida inteligencia de que ellos go-
narración de hechos zaban, enseñados por los acontecimientos
e interpretación de los mismos gloriosos de Cristo, y por la luz del Espíritu
a la luz de las Sagradas Escrituras de verdad.
desde la fe Los autores sagrados escribieron los cua-
para suscitar la fe. tro Evangelios, escogiendo algunas cosas
Podríamos llamarle por lo tanto histo- de las muchas que ya se trasmitían de pala-
ria teológica, o historia creyente, o his- bra o por escrito, sintetizando otras, o expli-
toria predicada, o historia kerygmática, cándolas atendiendo a la condición de las
o quizás lo más ajustado sea definirlo Iglesias, usando por fin la forma de la predi-
cación, de manera que siempre nos comuni-
como historia profética, puesto que los caban la verdad sincera acerca de Jesús.
profetas comunican una interpretación re-
ligiosa de los acontecimientos: el sentido Escribieron pues, sacándolo ya de su pro-
que tienen según Dios. pia memoria o recuerdos, ya del testimonio
de quienes “desde el principio fueron testi-
El género literario del evangelio según gos oculares y ministros de la palabra” para
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que conozcamos “la verdad” [asfaleia = cer- se basa en esa convicción.


teza] de las palabras que nos enseñan (Cfr.
Lc 1,2-4)» (DV , 19). Esto pertenece a la esencia del género
literario evangelio. Y por eso los evan-
Los Evangelios tienen, pues, valor his- gelios son un género particular de histo-
tórico en lo que narran acerca de la his- ria, diverso de los géneros históricos pro-
toria de Jesús, aunque no por eso perte- fanos o seculares. Por algo son, para los
nezcan al género literario histórico. creyentes, Sagrada Escritura.
El Papa Juan Pablo II volvió a recor- En cuanto argumentan la realización
darnos su valor histórico: «aún siendo do- de las Promesas hechas por Dios en el
cumentos de fe, no son menos atendi- Antiguo Testamento, los Evangelios tie-
bles, en el conjunto de sus relatos, como nen su raíz en dicho Antiguo Testamen-
testimonios históricos» que las fuentes to. No se entenderían sin él. Enraizados
históricas profanas (Tertio Millennio en las antiguas profecías, proclaman,
Adveniente, 5). proféticamente, que ha llegado su cum-
La Constitución Dei Verbum llama plimiento.
«historicidad» de los evangelios a su con- Los evangelios son, como vemos, pro-
tenido de verdad histórica, a la verdad clamación de una interpretación profé-
del relato de hechos y dichos de Jesús. tica de la historia.
Los evangelios mismos dan por su- ¿Qué clase de relación aprecian los
puesta esa verdad histórica y no tratan Evangelios entre el Antiguo Testamen-
de convencernos de la verdad de los he- to, sus promesas y profecías por un lado
chos que narran, sino de otra cosa: de y la Historia Evangélica o Nuevo Testa-
su sentido o significado divino, religioso, mento por el otro?
salvífico. El que no les cree en lo prime- El Concilio Vaticano II explica esa re-
ro ¿cómo podría creerles en lo segun- lación en estos términos:
do? Y si su interpretación no reposara
sobre hechos ¿qué fe podrían pedir para «La economía del Antiguo Testamento es-
su interpretación? taba ordenada sobre todo, a preparar, anun-
ciar proféticamente (cfr. Lc 24,44; Jn 5,39; 1
La narración evangélica está destina- Pe 1,10), y significar con diversas figuras
da a suscitar en los oyentes la fe en Je- (Cfr. 1 Cor 10,11), la venida de Cristo reden-
sús; a convencerlos del sentido salva- tor universal y la del Reino Mesiánico» (DV,
dor de la historia de Jesús que ellos pro- 15).
claman. Veamos ahora cómo es la mi- «Dios, inspirador y autor de ambos Testa-
rada de fe que los evangelistas echan mentos, dispuso las cosas tan sabiamente
sobre esa historia. que el Nuevo Testamento está latente en el
Antiguo y el Antiguo está patente en el Nue-
3.2.- Interpretación profética vo, porque aunque Cristo fundó el Nuevo
de los hechos Testamento en su sangre (Cfr. Lc 22,20; 1
Cor 11,25), no obstante los libros del An-
La interpretación evangélica refleja una tiguo Testamento, recibidos íntegramente
convicción de fe acerca de las Promesas en la proclamación evangélica, adquieren y
de Dios en la Antigua Alianza y de su cum- manifiestan su plena significación en el
plimiento en Cristo. Y dicha in-terpretación Nuevo Testamento (Cfr. Mt 5,17; Lc 24,27;
6 La Virgen María en los Evangelios

Rm 16,25-26; 2 Cor 3,14-16), ilustrándo- rrespondencias entre la Vida de Jesús y


lo y explicándolo al mismo tiempo». (DV las Sagradas Escrituras.
16).
Aplicando lo que venimos diciendo al
evangelio según San Marcos, podemos
concluir que es, por un lado un libro que
pertenece al género histórico, porque na-
rra fielmente hechos sucedidos. Pero por
otro lado es la narración de un creyente 3
que ve e interpreta los hechos a la luz
de la Sagrada Escritura y que interpreta María en San Marcos
la Sagrada Escritura a la luz de los he-
chos. Es por tanto historia profética e La imagen más antigua
interpretación profética de la historia.

4.- El género literario llamado Pésher


El procedimiento de interpretar hechos Comenzamos por Marcos, el más bre-
a partir de la Escritura y de interpretar ve y, casi con seguridad, el más antiguo
la Escritura a partir de hechos, o apli- de los cuatro evangelios. El que recoge,
cándola a hechos, es un procedimiento muy probablemente, las catequesis y
bíblico anterior a los evangelios. Y no predicaciones de San Pedro, o sea, el
sólo se encuentran ejemplos de él en los evangelio según lo proclamaba Pedro.
libros proféticos, como Isaías o Daniel,
sino que también es común en la litera- Acerca de María, este evangelio de
tura judía extrabíblica, particularmente Marcos es de una parquedad extrema,
en la de Qunram. comparable –por la ausencia de refe-
rencias– al gran silencio marial neo-tes-
Los comentarios qunrámicos de los li- tamentario. Marcos comienza su evan-
bros proféticos se llaman pesharim (plu- gelio presentando la figura de San Juan
ral de pesher) lo mismo que las inter- Bautista, y casi inmediatamente a un
pretaciones de sueños que hace el pro- Jesús ya adulto que llega a bautizarse
feta Daniel. Así como Daniel revela el en el Jordán. Nada de relatos de la in-
sentido profundo de los símbolos vistos fancia, que –como vemos en Mateo y
en sueños, el autor del pésher trata de Lucas– se prestan a decirnos algo de la
revelar el sentido oculto y misterioso de Madre. Nada comparable a las dos gran-
los textos proféticos, atribuyéndoles un des escenas marianas del evangelio de
valor simbólico o alegórico que se es- San Juan: las bodas de Caná y el Calva-
fuerza en desvelar, interpretándolos rio.
como alusiones proféticas a hechos del
momento o que se espera que ocurran. 1. Dos textos: Mc 3, 31-35; 6, 1-3
El género literario evangélico puede en- Lo que dice Marcos acerca de María
tenderse como un tipo de pésher o inter- se agota en dos brevísimos pasajes, am-
pretación, consistente en mostrar las co- bos situados en la primera parte de su
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evangelio. Y en esos pasajes ni siquiera na a María. En ellos se comprueba sim-


se advierte la impronta personal del na- plemente que a Jesús se le conocía en
rrador. Este mantiene una fría objetivi- su medio como el carpintero, el hijo de
dad de cronista y nos comunica lo que María. Y que esa filiación hacía para mu-
terceras personas dicen de María. Y si chos más increíble que fuera el enviado
nos detenemos a analizar el texto, en- de Dios. Servía de excusa a los mal dis-
contramos que esas terceras personas puestos para afirmarse en su increduli-
son incrédulas, enemigas de Jesús, que dad. Porque las mismas distancias entre
por supuesto no se ocupan de su madre las muestras de poder y sabiduría que –
con benevolencia, sino con hostilidad y según el relato de Marcos– Jesús iba dan-
descreimiento. Para ellos se agrega, co- do por todas partes eran un argumento
mo contrapunto y refutación, el testimo- de que no le venían de herencia ni de
nio de Jesús mismo acerca de María. bagaje humano, sino como don de lo alto.
Leamos los pasajes. El primero en Mc La misma humildad de su parentela
3, 31-35: galilea –la parte proverbial-mente más
ignorante de las cosas de la ley dentro
«Vinieron su madre y sus hermanos y, que-
dándose fuera, le mandaron llamar. Se había del pueblo judío– debía haber sido argu-
sentado gente a su alrededor y le dicen: “Mira, mento convincente a favor del origen di-
tu madre y tus hermanos te buscan allí fue- vino de sus obras. Si éstas eran inexpli-
ra”. cables por la carne y el parentesco, ¿no
«Él replicó: “¿Quién es mi madre y mis her- habría que tratar de explicarlas por el
manos?” espíritu de Dios?
«Y mirando en torno, a los que se habían
sentado a su alrededor, dijo: “Aquí teneis a 2. El contexto del evangelio
mi madre y mis hermanos. El que haga la Pero tratemos de comprender mejor
voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi her-
mana y mi madre”». el sentido de estos episodios colocándo-
nos en la óptica del relato de Marcos.
El segundo pasaje es la escéptica ex- Toda la primera parte de su evangelio,
clamación de los que se admiraban, in- hasta el capítulo octavo, versículos 27-
crédulos, de su inexplicable poder y sabi- 30 –la confesión de Pedro–, nos mues-
duría; se lee en el capítulo 6, 1-3 tra a Jesús que obra maravillas y por-
«Se marchó de allí y fue a su tierra, y le tentos, que despierta la admiración del
siguieron sus discípulos. Cuando llegó el sá- pueblo, que deslumbra con su poder so-
bado, se puso a enseñar en la sinagoga, y los brehumano. Es decir, nos muestra la re-
muchos que le oían se admiraban diciendo: velación progresiva y creciente de Je-
«–¿De dónde le viene esto? ¿Y qué sabi- sús. Y al mismo tiempo nos muestra la
duría es ésta que se le ha dado? ¿Y tales absoluta y general incomprensión del
milagros hechos por sus manos? ¿No es verdadero carácter de su persona y su
éste el carpintero, el hijo de María y herma- misión. Jesús se revela, pero nadie en-
no de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y
no están sus hermanos aquí con nosotros? tiende su revelación. No la entiende el
pueblo, no la entienden sus discípulos,
«Y se escandalizaron de él». no la entienden los escribas, no la en-
Estos son los dos únicos pasajes del tienden sus familiares.
evangelio de Marcos en que se mencio-
8 La Virgen María en los Evangelios

No la entienden los que se niegan a interesar a los parientes para que retira-
creer en él y con los que se enfrenta en sen a un consanguíneo que podría
polémicas y a los que les habla en pará- implicarlo en sus locuras y traerles pro-
bolas. De esta incomprensión de los in- blemas. Que este método intimidatorio
crédulos no hay que admirarse. Pero sí de los parientes –que fue usado contra
de que tampoco lo comprendan ni en- Jesús y los suyos– era un método usual,
tiendan sus propios discípulos. Incluso nos lo demuestra el episodio del ciego
en la privilegiada confesión de la fe de de nacimiento, en el evangelio según San
Pedro, con la que culmina la primera Juan, a cuyos padres llamaron a decla-
parte del evangelio, se entrevé al mismo rar ante el tribunal (9, 18-23).
tiempo un abismo de ignorancia y de re- Habiendo oído que Jesús estaba fuera
sistencia al aspecto doloroso de la iden- de sí, y movidos quizás por temores y
tidad de Jesús Mesías. veladas amenazas, los parientes de Je-
Nada más comenzar la carrera de Je- sús acuden a dominarlo. Arrastran a
sús con un sábado en Cafarnaúm, con su madre, a cuyas instancias esperan
su enseñanza en la sinagoga y con nu- que Jesús no pueda resistir. Entre tanto,
merosas curaciones de enfermos y ex- Marcos registra el crescendo de las acu-
pulsiones de demonios, en cuanto han saciones contra Jesús. Jesús es más que
empezado a seguirle sus primeros discí- un loco; es un endemoniado: «Está po-
pulos y se ha encendido el fervor popu- seído por un espíritu inmundo» (3, 22).
lar, ya apuntan la oposición y las críti- En medio de esta tormenta, de hostili-
cas: Jesús cura en sábado, come con pe- dad por un lado y de entusiasmo popular
cadores; sus discípulos no ayunan y por otro, es cuando relata Marcos con
arrancan espigas en sábado. Y ya des- laconismo de cronista:
de el comienzo del capítulo tercero, los
«Llegan su madre y sus hermanos y, que-
fariseos se confabulan con los herodia- dándose fuera, le envían a llamar».
nos para ver cómo eliminarlo, pero ello
se hace difícil, porque una muchedum- Se trata de arreglar un problema fa-
bre sigue a Jesús. Éste elige de entre miliar. Los aldeanos galileos no quieren
ella a sus numerosos discípulos. Uno de discutir de teologías. Por humildad, mo-
los primeros pasos de la confabulación destia o prudencia, no entran. Según Lu-
se advierte en 3, 20-21. Jesús vuelve a cas, no entran simplemente porque la
su tierra. Se aglomera otra vez la mu- muchedumbre les impide acercarse.
chedumbre de modo que ni siquiera po- «Estaba mucha gente sentada a su alre-
dían comer. dedor»
«Se enteraron sus parientes y fueron a El odiado doctor está rodeado de una
hacerse cargo de él, pues decían: “Está fue- audiencia entusiasta que siente arder el
ra de sí”». corazón con su palabra, «porque les en-
señaba como quien tiene autoridad y no
como los escribas», ha registrado Mar-
3. La oposición al Mesías cos (1, 22). Algún malévolo infiltrado
entre la audiencia se complace en anun-
El primer paso de la confabulación con-
ciar en voz alta a Jesús:
tra Jesús consiste en declararlo loco y en
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«¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus her- Así como habrá un ¡Ecce homo! que
manas están fuera y te buscan». escarnece a Jesús en su pasión, hay aquí
Es a Jesús a quien lo dice, pero indi- un adelanto del mismo, que envuelve a
rectamente éstá diciendo a su auditorio: María en el mismo insulto de desprecio
«Ved de qué familia viene vuestro doc- –Ecce mulier, ecce Mater eius (he aquí
tor». Marcos registra más adelante, en a la mujer, vean quién es su madre)–.
el capítulo sexto que esta malévola ci-
zaña ha prendido: «¿No es éste el car- 4. El testimonio de Jesús
pintero, el hijo de María, y no conoce- A este lanzazo polémico, oculto en el
mos a toda su parentela?». Y se escan- comedimiento de aquellos que le anun-
dalizaban de él. cian la presencia de los suyos allí afue-
La humildad de María y de los parien- ra, responde el contrapunto también po-
tes de Jesús es esgrimida para humillar- lémico de Jesús:
lo, para empequeñecerlo delante de su –«¿Quién es mi madre y mis hermanos?».
auditorio: ¡Qué candidato a Rey Mesías!
–«Y mirando en torno a los que estaban
¡Qué candidato a doctor y salvador! He sentados a su alrededor –Mateo precisa en
aquí la parentela del profeta. Es el mis- el lugar paralelo que son sus discípulos–,
mo argumento que nos relata también dice: “Éstos son mi madre y mis hermanos”».
San Juan:
Frecuentemente Jesús habla en los
«Pero los judíos murmuraban de él, por- evangelios de sus discípulos como de sus
que había dicho: “Yo soy el pan que ha baja- hermanos, o de «estos hermanos míos
do del cielo”.
más pequeños», o simplemente de «los
«Y decían: “¿No es éste Jesús, hijo de José, pequeños». Se trata de aquellos que oyen
cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo a Jesús con fe aunque no lo entiendan
puede decir ahora: He bajado del Cielo?”»
perfectamente. Se trata de los que no
(6, 42).
se le oponen, sino que le siguen y le es-
Y registra además San Juan que mu- cuchan. Esta es la familia de Jesús, por-
chos de sus discípulos se apartaron de que es la familia del Padre, cuyo vínculo
él con aquella ocasión: familiar no es la sangre, sino la Nueva
«Es duro este lenguaje, ¿quién puede es- Alianza en la Sangre de Jesús, o sea, la
cucharlo?» (Jn 6, 61). fe en él.
«Y ni siquiera sus parientes creían en él» Como explicita San Juan: «A los que
(Jn 7, 5). creen en su nombre les dio el poder de
«Y los judíos asombrados decían: “¿cómo llegar a ser hijos de Dios» (Jn 1, 12).
entiende de letras sin haber estudiado?”» Por eso termina Jesús con una expli-
(Jn 7,15). cación de por qué son esos sus auténti-
Marcos nos hace oír a los que hablan cos familiares:
de María, la madre de Jesús, desde su «Quien cumpla la voluntad de Dios, ese
profunda hostilidad al Hijo. Sus palabras es mi hermano, mi hermana y mi madre».
subrayan los humildes orígenes huma-
nos de Jesús, que es tácita negación de O en la versión de Lucas:
su origen y calidad divina. «El que oye la palabra de Dios y la guar-
10 La Virgen María en los Evangelios

da, ese es mi hermano y mi hermana y mi «Mi doctrina no es mía, sino del que me
madre» (Lc 8, 21). ha enviado, y el que quiera cumplir su vo-
La misteriosa y quizás para muchos luntad verá si mi doctrina es de Dios o ha-
blo yo por mi cuenta» (Jn 7, 16-17).
no muy evidente ecuación entre «cum-
plir la voluntad de Dios» o «escuchar Parientes de Jesús son, pues, los que
sus Palabras y cumplirlas», y creer en por creer en él entran en la corriente del
Jesucristo, nos la revela explícitamente vínculo de complacencia que une al Pa-
San Juan en su primera carta: dre con el Hijo y al Hijo con el Padre.
«Guardamos sus mandamientos y hace- Por eso, su respuesta a los que lo en-
mos lo que le agrada. Y éste es su manda- vuelven a él y a su madre en un mismo
miento y lo que le agrada: que creamos en el rechazo y vilipendio es una seria adver-
nombre de su Hijo Jesucristo y que nos ame- tencia. Equivale a distanciarse de ellos
mos unos a otros, tal como nos lo mandó» y negarles cualquier otra posibilidad de
(1Jn 3, 22-23). entrar en comunión con Dios que no sea
Hacer la voluntad del Padre no es a través de la fe en él.
doblegarse a un oscuro querer, sino com- Pero esta palabra de Jesús tiene dos
placerse en hacer lo que a Dios le com- filos. Y el segundo filo es el de una ala-
place; es regocijarse en el gozo de Dios. banza, el de una declaración de Alianza
Y si nos pregunta en qué se deleita y de parentesco –el único real y más fuer-
regocija nuestro Dios, que como Ser om- te que el de sangre– entre el creyente y
nipotente puede parecer muy difícil de él. Y en la medida en que María mere-
contentar, sabemos qué responder por- ció ser su Madre por haber creído es
que ese Ser inaccesible nos ha revelado éste el más valioso testimonio que po-
qué es lo que le complace: día ofrecernos Marcos acerca de Ma-
«Éste es mi Hijo, a quien amo y en quien ría. Jesús declara que la razón última y
me complazco: escuchadle…» (Mt 17, 1-8; única por la cual María pudo llegar a
Mc 9, 7; Lc 9, 35). ser su Madre era la fe en él.
Nuestro Dios se revela como el Pa- 5. María, Madre de Jesús por la fe
dre que ama a su Hijo Jesucristo, y se
deleita en él, y no pide otra cosa de no- María no estuvo unida a Jesús solo ni
sotros sino que lo escuchemos llenos de primariamente por un vínculo de san-
fe y lo sigamos como discípulos. gre. Para que ese vínculo de sangre pu-
diera llegar a tener lugar, tuvo que ha-
Entendemos quizás ahora por qué Lu- ber previamente un vínculo que Jesús
cas traduce el «cumplir la voluntad de estima como mucho más importante.
Dios», de que hablan Mateo y Marcos,
con una frase equivalente: escuchar su Pero todo esto Marco no lo explicita,
Palabra, que es escuchar a su Hijo, y ni el Señor ltampoco lo hace sin duda
guardarla, que es seguirlo como discí- en aquella ocasión. Es por otros cami-
pulo. nos por donde hemos llegado a com-
prender lo que hay implícito en el vela-
Y similar identificación de la voluntad do testimonio de Jesús que Marcos nos
de Dios con la Palabra de Jesús nos ofre- relata. Que María creyó en Jesús antes
ce un texto del evangelio de Juan: de que Jesús fuera Jesús. Y que solo por-
Horacio Bojorge, S. J. 11

que el Verbo encontró en ella esa fe pudo Conclusión


encarnarse. La figura de María según Marcos es,
Es así como el silencio mariano de Mar- como nos muestra su comparación con
cos da paso a la elocuencia mariana de los pasajes paralelos de Mateo y Lucas,
Jesús mismo. Una elocuencia que lleva la figura más primitiva que podemos ras-
la firma de la autenticidad en su mismo trear a través de los escritos del Nuevo
estilo enigmático, velado, parabólico, el Testamento. Es la imagen de la tradi-
estilo de Jesús en todas sus polémicas. ción preevangélica y se remonta a Je-
Un lenguaje que es revelación para el sús mismo.
creyente y ocultamiento para el incrédu- Es una figura apenas esbozada, pero
lo. clara en sus rasgos esenciales. Rasgos
Y quiero terminar –para confirmar lo que, como veremos, desarrollarán y
dicho– iluminando este primer retrato de explicitarán los demás evangelistas, li-
María, según Marcos, con una luz que mitándose solo a mostrar lo que ya es-
tomaré prestada del evangelio de Lucas, taba implícito en esta figura de María,
pero con la casi absoluta certeza de que madre ignorada de un Mesías ignorado.
no se debe sólo a su pluma, sino a la Madre vituperada del que es vitupera-
misma antiquísima tradición preevan- do. Pero, para Jesús, bienaventurada por
gélica en que se apoya Marcos. Me com- haber creído en él. Madre por la fe más
place considerarlo como un incidente que por su sangre.
ocurrido en la misma ocasión que Mar- Y ya desde el principio, y según el tes-
cos nos relata, como lo sugiere su en- timonio mismo de Jesús, Madre del Me-
garce en un contexto muy similar. En sías, es presentada en clara relación de
medio de las acusaciones de que está parentesco con los que creen en Jesús,
endemoniado, y estando Jesús ocupado como Madre de sus discípulos, es decir,
en defenderse, de su Iglesia.
«alzó la voz una mujer del pueblo y dijo:
“Dichoso el seno que te llevó y los pechos
que te amamantaron”.
«Pero Él dijo: “dichosos más bien los que
oyen la palabra de Dios y la guardan”» (Lc
11, 27-28).
Creo que Lucas ha querido declarar
directamente, al insertar este episodio en
su evangelio, lo que no queda a su gusto
suficientemente explícito en el relato de
Marcos: que las palabras de Jesús, en
respuesta a los que le anunciaban la pre-
sencia de los suyos, encerraban un
testimonio acerca de María.
12 La Virgen María en los Evangelios

cesidad de creer sin pedir signos, y dan-


do un testimonio –velado para los in-cré-
dulos, pero elocuente para quienes creían
en Él– a favor de su Madre y sus discí-
4 pulos.
María en San Mateo Mateo, de cuya imagen de María nos
ocuparemos ahora, no ignora la visión
El origen del Mesías de Marcos, sino que la retoma en el
cuerpo de su evangelio (Mt 12, 46-50;
13, 53-57), como también lo hará San
1. De Marcos a Mateo Lucas en el suyo (Lc 8, 19-21; 4, 22).
Marcos, cuya imagen de María ya he- No hay necesidad de volver aquí sobre
mos contemplado, escribió su evangelio esos pasajes, que son copia casi textual
para la comunidad cristiana de Roma; y de Marcos o de una fuente preexistente
lo hizo atendiendo especialmente a ex- y en los que Mateo introduce sólo algún
plicar un hecho del que sin duda pedían ligero retoque. Vamos a ocuparnos más
explicación los judíos de la diáspora ro- bien de los que Mateo agrega a la figura
mana a los misioneros cristianos: ¿cómo de María como rasgos de su cosecha.
es posible que, siendo Jesús el Hijo de Ellos son un desarrollo de lo que estaba
Dios y Mesías, no fuera reconocido, sino implícito en Marcos.
rechazado y condenado a muerte por los
jefes de la nación palestina? 2. María, Virgen y esposa de José
Todo el evangelio de Marcos mues- Mateo enriquece la figura de María
tra, por un lado, la revelación de Jesús respecto de la imagen de Marcos mani-
como Mesías, como Cristo o como Un- festando dos rasgos de la Madre del Me-
gido –estos tres términos significan sías:
exactamente lo mismo–; y por otro lado, 1) María es Virgen.
muestra el progresivo descreimiento de
muchos, la incomprensión, incluso por 2) María es esposa de José, hijo de David.
parte de sus fieles, respecto del carác- Ambos rasgos los explicita Mateo no
ter sufriente de su mesianidad. La es- por satisfacer curiosidades, sino por lo
cueta presentación que Marcos nos hace que ellos significan en el marco de su
de María –ya lo vimos– es un engranaje presentación teológica del misterioso ori-
en esta perspectiva marcana. Muestra gen del Mesías.
una de las formas que asumió el rechazo Que María es Virgen es un rasgo
y la oposición de los dirigentes pales-ti- mariano que está en íntima conexión con
nos hacia Jesús y cómo involucraron en la filiación y origen divino del Mesías.
su campaña de difamación y hostigamien- Este nace de María sin mediación del
to la condición humilde y el origen galileo hombre y por obra del Espíritu Santo,
de su parentela. nos dice Mateo.
Ante este ataque, Jesús responde –sin Que María sea esposa de José, hijo
arredrarse– a quienes le pedían un sig-no de David, es un rasgo mariano que está
genealógico, confrontándolo con la ne-
Horacio Bojorge, S. J. 13

a su vez en íntima conexión con la filia- Estos dos textos de Pablo nos mues-
ción davídica y el carácter humano del tran la presencia, en el estado más pri-
Mesías. mitivo de la tradición, de tres elementos
Jesús, el Mesías, es, por tanto, Hijo esenciales que vamos a encontrar en los
de Dios por el misterio de la virginidad pasajes marianos de Mateo.
de su Madre, e Hijo de David por el no El primero consiste en que lo que se
menos misterioso matrimonio con José, dice de Jesucristo se presenta como su-
hijo de David. cedido según las Escrituras, como cum-
pliendo las Escrituras, como la realiza-
3. El origen humano-divino ción de lo predicho por los profetas, que
del Mesías, Hijo de David, hablaron en nombre de Dios e ilustra-
hecho hijo de mujer dos por el Espíritu.
Es inmensa la galería de pintores cris- El segundo elemento es la doble fija-
tianos que nos presenta a la Madre con ción de Jesús, Hijo de Dios y al mismo
el Niño. De esa larga galería, nos pare- tiempo hijo de David. Pablo ve en Jesús
ce Mateo el precursor y pionero. Y sin dos filiaciones: una filiación espiritual, por
embargo, el texto más antiguo que po- la cual es Hijo de Dios por obra del Es-
seemos de Jesús y su Madre es muy píritu que nos permite clamar ¡Abba!,
probablemente de San Pablo. Padre; y una filiación según la carne, por
la cual es hijo de David.
La concisa parquedad mariológica de
Pablo merece aquí, aunque sea lateral- Y notemos –tercer elemento a tener
mente y de paso, el homenaje de nues- en cuenta– que no especifica el cómo
tra atención. Hacia el año 51 de nuestra de dicha descendencia davídica dicién-
era, o sea unos veinte años antes de la donos: «engendrado por José» o «naci-
fecha probable de composición del evan- do de varón», sino diciéndonos: «hecho
gelio de Mateo, escribe Pablo a los Gála- hijo de mujer».
tas: He aquí los elementos constitutivos de
«Pero al llegar la plenitud de los tiempos, uno de los problemas al que va a res-
envió Dios a su Hijo, hecho hijo de mujer, ponder Mateo en su evangelio.
puesto bajo la ley para rescatar a los que se Es el mismo problema del origen del
hallaban bajo la ley y para que recibiéramos Mesías que se trata en los textos de Mar-
la filiación adoptiva» (Gál 4, 4-5). cos, que ya vimos. Pero no ya plantea-
Y entre diez y doce años más tarde, do en términos de objeción en boca de
entre el 61-63 de nuestra era, escribe el los enemigos, sino en términos de res-
mismo Pablo desde su primera cautivi- puesta a la objeción. Respuesta que se
dad a los fieles de Roma: inspira, sin duda, en la que el mismo Je-
«Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por sús había dado en los tiempos de su car-
vocación, escogido para el Evangelio de Dios, ne mortal y que los tres sinópticos nos
quien había ya prometido por medio de sus narran en sus evangelios (Mt 22, 41ss.
profetas en las Sagradas Escrituras a su Hijo, y paralelos).
nacido del linaje de David según la carne,
constituido Hijo de Dios con poder» (Rom «Estando reunidos los fariseos le propuso
1, 1-3). Jesús esta cuestión: “¿Qué pensáis acerca del
14 La Virgen María en los Evangelios

Mesías? ¿De quién es Hijo?” nombra a una madre, dice: Judá engen-
«Dícenle: “De David”. dró de Tamar a Fares; David engendró
«Replicó: “Pues ¿cómo David, movido por de la que fue mujer de Urías a
el Espíritu le llama Señor, cuando dice: `Dijo el Salomón… Jacob engendró a José, el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta esposo de María.
que ponga a tus enemigos debajo de tus pies?´ José es el último de los «engendra-
(Sal 110, 1). Si, pues David le llama Señor, cómo dos». De Jesús ya no se dice que haya
puede ser Hijo suyo?”. sido engendrado por José de María, sino
«Nadie es capaz de contestarle nada; des- que José es el esposo de María de la
de ese día ninguno se atrevió a preguntarle cual nació Jesús.
más».
Se abre, pues, para cualquier lector ju-
Ya Jesús había alertado, por lo tanto, dío avezado en el estilo genealógico, un
a sus oyentes contra el peligro de juz- interrogante al que Mateo va a dar res-
garlo exclusivamente según la carne. No puesta versículos más abajo:
es que rechazara el origen davídico del
Mesías, pero señalaba que ese origen «El nacimiento de Jesucristo fue de esta
davídico encerraba un misterio, y que el manera: Su madre, María, estaba desposada
con José y, antes de empezar a convivir ellos,
misterio de la personalidad del Mesías se encontró encinta por obra del Espíritu
no se explicaba exclusivamente por su Santo».
ascendencia davídica, sino por una raíz
que lo hacía superior a su antepasado He aquí la revelación de la virginidad
según la carne y que abría espacio, en de María. Nos asombra la sobriedad, ca-
el misterio de su origen, a la interven- si frialdad de Mateo al referirse a este
ción divina, pues, «Señor» era título re- portento. No hay ningún énfasis, ningu-
servado a Dios. na consideración encomiosa ni apologé-
tica, ninguna apreciación que exceda el
Y precisamente en esta filiación doble mero anunciado del hecho. Mateo está
y compleja del Mesías, en la convergen- más preocupado por su significación teo-
cia de estos dos títulos –Hijo de Dios e lógica que por su rareza, más preocupa-
hijo de David–, es donde Mateo ve en- do por el problema de interpretación que
clavado el misterio de María. plantea al justo José que el que puede
plantear a todas las generaciones huma-
4. La revelación de nas después de él.
la virginidad de María
¿Qué significa –teológicamente hablan-
Al finalizar su genealogía de Jesús, do– la maternidad virginal de María?
Mateo nos dice: y Jacob engendró a José,
el esposo de María, de la que nació Je- A Mateo no le interesa dar aquí argu-
sús, llamado Cristo. La fórmula es ya mentos que la hagan creíble o acepta-
intrigante. A lo largo de toda la genealo- ble. Y no pensemos que sus contempo-
gía con la que comienza su evangelio, ráneos fueran más crédulos que los
Mateo ha hablado empleando el verbo nuestros ni más proclives a aceptar sin
engendrar: Abraham engendró a Isaac, más este misterio de la madre virgen.
Isaac engendró a Jacob. Y cuando, con- Hemos visto las dificultades que levan-
tra lo usual en las genealogías hebreas, taban contra un Jesús reputado hijo car-
Horacio Bojorge, S. J. 15

nal de José y María. Imaginemos las que pirantes a los cargos.


podían levantar contra alguien que se El principal de todos los privilegios que
presentara –o fuera presentado– con la reportaba una genealogía pura se situa-
pretensión de ser Hijo de Madre Virgen, ba en el domino estrictamente religioso.
de haber sido engendrado sin participa- Gracias a la pureza de origen, el israeli-
ción de varón y por obra directa de Dios ta participaba de los méritos de sus an-
en el seno de su madre. tepasados. En primer lugar, todo israeli-
ta participaba en virtud de ser hijo de
5. La genealogía Abraham, de los méritos del Patriarca y
Entenderemos mejor por dónde va el de las promesas que Dios le hiciera a
interés de Mateo en la concepción vir- Abraham. Todos los israelitas –por ejem-
ginal de Jesús y su adopción por José plo– tenían derecho a ser oídos en su
tomando a María por esposa; nos expli- oración, protegidos en los peligros, asis-
caremos mejor por qué Mateo engarza tidos en la guerra, perdonados de sus pe-
esta gema en el contexto –tan poco elo- cados, salvados de la Gehena y admiti-
cuente para nosotros– de una genealo- dos a participar del Reino de Dios. Lite-
gía, si nos detenemos un poco a consi- ralmente: el Reino de Dios se adquiría
derar qué función cumplía este género por herencia. Jesús impugna enérgica-
literario genealógico en el contexto vital mente esta creencia:
del pueblo judío en tiempos de Jesús. «Dios puede suscitar de las piedras hijos
En tiempos de Jesús, la genealogía de de Abraham» (Lc 3, 8).
una persona y una familia tenía suma «Los publicanos y prostitutas los prece-
importancia jurídica e implicaba conse- derán en el Reino de los Cielos» (Mt 21, 31).
cuencias en la vida social y religiosa. No Porque, según Jesús, el título que da
era, como hoy entre nosotros, un asunto derecho al Reino no es la pureza genea-
de curiosidad histórica o de elegancia, o lógica de la raza ni la sangre, sino la fe
de mera satisfacción de la vanidad. (Jn 3, 3ss.; 8, 3ss.).
Una genealogía se custodiaba como
un título familiar. Posición social, origen 6. Hijo de David
racial y religioso dependían de ella. Pero además, y en segundo lugar, la
Sólo formaban parte del verdadero Is- pureza de una línea genealógica daba al
rael las familias que conservaban la pu- descendiente participación en los méri-
reza de origen del pueblo elegido tal tos particulares de sus antepasados pro-
como lo había establecido, después del pios.
exilio, la reforma religiosa de Esdras. Un descendiente de David, por ejem-
Todas las dignidades, todos los pues- plo, participaba de los méritos de David
tos de confianza, los cargos públicos im- y era especialmente acreedor a las pro-
portantes, estaban reservados a los is- mesas divinas hechas a David.
raelitas puros. La pureza había que de- Por eso, cuando Mateo comienza su
mostrarla y el Sanedrín contaba con un evangelio ocupándose del origen genea-
tribunal encargado de validar las genea- lógico del Mesías comienza por un pun-
logías e investigar los orígenes de los as- to candente para todo judío de su época:
16 La Virgen María en los Evangelios

el origen davídico del Mesías. pariente galileo.


Según la convicción común y corrien- La afirmación de Mateo del origen
te de los contemporáneos de Jesús, fun- davídico merece toda fe. Que no sea una
dada con razón en la Escritura, el Me- invención tardía del Nuevo Testamento
sías sería un descendiente de David. En para fundamentar el origen mesiánico de
la Palestina de los tiempos de Jesús ha- Jesús, haciéndolo descendiente de Da-
bía, además de los hijos de Leví, otros vid, nos lo muestra el testimonio unáni-
grupos familiares o clanes que llevaban me de todo el Nuevo Testamento y el
nombres de los ilustres antepasados de de otras fuentes históricas. Eusebio re-
los que descendían. Existía un clan de gistra en su Historia Eclesiástica el tes-
descendientes de David –uno de los cua- timonio de Hegesipo, que escribe hacia
les era José–, que debía de ser muy nu- el 180 de nuestra era, recogiendo una
meroso no solo en Belén, ciudad de ori- tradición palestina, según la cual los nie-
gen de David, sino también en Jerusa- tos de Judas, hermano del Señor, fueron
lén y en toda Palestina. denunciados a Domiciano como descen-
No es exagerado estimar el número dientes de David y reconocieron en el
de los hijos de David, como cifra baja, transcurso del interrogatorio dicho ori-
en unos mil o dos mil. Ser hijo de David gen davídico.
era, pues, llevar un apellido corriente que Igualmente Simón, primo del Señor y
no necesariamente daba al portador de- sucesor de Santiago en el gobierno de la
masiado brillo ni gloria. Y si compara- comunidad de Jerusalén, fue denuncia-
mos el título Hijo de David con uno de do como hijo de David y de sangre me-
nuestros apellidos, equivaldría a la fre- siánica, y por eso crucificado. Julio el
cuencia de nuestros Pérez, González o Africano confirma que los parientes de
Rodríguez. Jesús se gloriaban de su origen davídico,
Los parientes cercanos de Jesús apa- a todo lo cual se suma que ni los más
recen en el evangelio como un grupo nu- encarnizados adversarios de Jesús po-
meroso, y seguramente fue importante nen en duda su origen davídico, lo que
en la comunidad primitiva de Jerusalén, hubiera sido un poderoso argumento
quizás cerca de un centenar. contra él de haberlo podido alegar ante
el pueblo.
Entre los hijos de David había, sin duda,
familias pobres y familias acomodadas. Para Mateo, todo hubiera sido a pri-
Habría, sin duda también, miembros de mera vista más sencillo si hubiera podi-
la aristocracia de Jerusalén. Y la preten- do presentar a Jesús como engendrado
sión y lustre mesiánico de Jesús, su éxi- por José, a semejanza de todos sus an-
to y el fervor popular que despertaba su tepasados. En realidad, el origen virginal
persona, habría levantado ronchas y en- de Jesús le complica las cosas. No sólo
vidias entre los hijos de David más aco- introduce un elemento inverosímil en su
modados e ilustrados, puesto que ven- relato, una verdadera piedra de escán-
dría a frustrar las expectativas de elec- dalo para muchos, sino que complica la
ción divina de más de alguna madre evidencia del origen davídico de Jesús al
davídica orgullosa de sus hijos, dotados transponerlo del plano físico al de los
de más títulos, relaciones y letras que el vínculos legales de la adopción.
Horacio Bojorge, S. J. 17

¿Qué significado teológico encerraba la transfigura. Esta genealogía misma en-


el título Hijo de David –de suyo tan vul- cierra en su humildad carnal el testimo-
gar– aplicado al Mesías? ¿Y cómo lo nio perpetuo de la libre iniciativa divina,
entiende Mateo como título aplicable a que ha de brillar deslumbrante al térmi-
Jesús? no de ella. Porque Abrahám es su co-
El evangelio de Mateo se abre con las mienzo absoluto, puesto por una elec-
palabras: Libro de la Historia de Jesús ción gratuita de Dios. Porque este hom-
el Ungido, Hijo de David, Hijo de Abra- bre se perpetúa en una mujer estéril.
hám. Porque la primogenitura no la tiene
Ismael, sino Isaac, y más tarde no es
Mateo parte de los títulos mesiánicos Esaú, sino Jacob, quien la hereda, con-
más comunes y recibidos para mostrar tra lo que hubiera correspondido según
en qué medida son falsos y en qué me- la carne; y lo mismo pasa con Judá que
dida son verdaderos; para mostrar que hereda en lugar del primogénito, y con
no son ellos los que nos ilustran acerca David, que es el menor de los herma-
de la identidad del Mesías, sino que son nos. En la larga lista se cobijan justos,
el Mesías –Jesús– y su vida los que nos pero también grandes pecadores.
enseñan su verdadero sentido.
A quienes se enorgullecían de la pure-
Como Hijo de David, Jesús es porta- za de su origen davídico, o pensaran el
dor de las promesas hechas a David para origen davídico del Mesías en orgullo-
Israel. Como Hijo de Abrahám, trae la sos términos de pureza racial, no podía
promesa a todos los pueblos. Como Hijo dejarles de llamar la atención que Ma-
de David es rey, pero un rey rechazado teo introdujera en la genealogía, contra
por su pueblo y perseguido a muerte des- lo habitual, el nombre de cuatro muje-
de su cuna, pues ya Herodes siente ame- res, todas ellas extranjeras y ajenas no
nazado su poder por su mera existencia sólo a la estirpe sino a la nación judía:
y ordena para matarlo la Degollación de
los Inocentes. No son los sabios de su Tamar, cananea, que disfrazándose de
pueblo, sino los de los paganos, venidos prostituta arranca a su suegro la des-
de Oriente, los que preguntan por el rey cendencia que correspondía a su mari-
de los judíos y le traen presentes y rega- do muerto, según la ley del levirato, y
los. Como Hijo de David, también le co- que sus parientes le negaban. Rajab, otra
rresponde nacer en Belén, pero su ori- cananea, gracias a la cual los judíos pue-
gen es ignorado, pues luego es conocido den entrar en Jericó en tiempos de Josué,
como galileo nazareno. y que, según las tradiciones rabínicas ex-
tra bíblicas, fue madre de Booz, que a
El sentido que tiene este reconocimiento su vez, de Rut –extranjera también y,
inicial de los dos títulos –Hijo de David, más aún, de la odiada región moabita–
Hijo de Abrahám– lo explicita ya el final engendró a Obed, abuelo de David. Bat-
de la genealogía: Hijo de María –por Seba, por fin, la adúltera presumible-
obra del Espíritu Santo–, esposa de mente hitita como su marido Urías, ge-
José. neral de David, a quien éste pecami-
María y José, al culminar la lista ge- nosamente hace morir en combate para
nealógica arrojan sobre ella una luz que arrebatarle a su mujer, la cual fue luego
18 La Virgen María en los Evangelios

nada menos que madre de Salomón, hijo Alianza. Una alianza matrimonial, que no
de la promesa. se explica tampoco por mera decisión o
¿Dónde queda lugar para el orgullo ra- elección humana, sino por dos consenti-
cial, para gloriarse en la pureza de la san- mientos de fe a la voluntad divina y que,
gre o en los méritos de los antepasados? por tanto, a la vez que alianza matrimo-
No están escritas en el linaje del Me- nial entre dos criaturas, es alianza de fe
sías, en cuanto provienen de David, ni la entre dos criaturas y Dios.
impoluta pureza de la sangre ni la justi- El Mesías no es Hijo de David por vo-
cia sin mancha. Más bien, por el contra- luntad ni por obra de varón ni por ge-
rio, si el Mesías se debe a sus antepasa- nealogía, sino que entra en la genealo-
dos, se debe también a los extranjeros y gía en virtud de un asentimiento de fe
a los pecadores, y también los extranje- que da José, hijo de David, a lo que se le
ros y pecadores tienen títulos de paren- revela como operado por Dios en Ma-
tesco que alegar sobre el Mesías. ría.
Mateo se complace en señalar así la El Mesías no es Hijo de Dios por vo-
verdadera lógica genealógica inscrita en luntad ni obra de varón, sino en virtud
la historia del linaje davídico del Mesías de un asentimiento de fe que da María a
y en contradecir con ella el orgullo car- la obra del Espíritu en ella.
nal y el culto al linaje. Para que el Mesías, Hijo de Dios e
Aquellas mujeres extranjeras, a las Hijo de David, viniera al mundo y entra-
cuales se debió la perpetuación del lina- ra en la descendencia davídica, se ne-
je de David, son prefiguración de Ma- cesitaron, pues, dos asentimientos de fe:
ría: ajena también al linaje de David se- el de María y el de José. Ambos fundan
gún la carne, despreciable por los que el verdadero Israel, la verdadera des-
se gloriaban en sus genealogías. María, cendencia de Abraham, que nace, se
aunque eternamente extranjera al linaje propaga y perpetúa no por los medios
de mujeres que conciben por obra de de la generación humana, sino por la fe.
varón, es la madre del nuevo linaje de Mateo subraya que la filiación davídica
hombres que nace de Dios por la fe. de Jesús-Mesías no es signo genealógico
que pueda ser leído, rectamente com-
7. Hijo de David e Hijo de Dios prendido ni interpretado al margen de la
fe. No es un signo que Dios haya dado
María Virgen y María esposa de José en el campo de la generación humana,
no son rasgos que se yuxtaponen, sino accediendo a la carnalidad de los judíos
que se articulan y dan lugar a una expli- que pedían signos para creer.
cación teológica: iluminan cómo debe
entenderse el título mesiánico Hijo de Parece más bien anti-signo, porque, en
David. La pertenencia del Mesías al li- realidad, el Mesías existió anterior e inde-
naje de David no se anuda a través de pendientemente a su incorporación en el
un vínculo de sangre, pues José, hijo de linaje de David a través del matrimonio
David, no tiene parte física en su con- de su Madre con un varón de ese linaje.
cepción. La pertenencia del Mesías a la Los hechos, que Mateo no elude, más
casa de David se anuda a través de una bien contradicen los modos concretos de
Horacio Bojorge, S. J. 19

la expectación mesiánica judía.


Mateo da muestras de un coraje y una
honestidad intelectual muy grandes
cuando acomete la tarea de exponer es- 5
tos hechos –aunque increíbles– sin en-
dulzarlos ni camuflarlos, en la confianza María en San Lucas
de que ellos manifiestan una coherencia Testigo de Jesucristo
tal con el Antiguo Testamento que no
podrán menos de mover a reconocerlos
–si se perfora la costra superficial de su
apariencia– como signos de credibilidad.
De ahí su recurso al Antiguo Testa- 1. La intención de Lucas
mento, en paralelo continuo con los he- La obra del evangelista Lucas consta
chos, mostrando cómo no son las profe- de dos libros: el Evangelio y los Hechos
cías las que condenan al Jesús Mesías, de los Apóstoles. El primero nos relata
sino que es la vida real y concreta del la historia de Jesús, el segundo la histo-
Jesús-Mesías la que arroja luz sobre el ria de los orígenes de la Iglesia. La in-
contenido profético del Antiguo Testa- tención del díptico es iluminar la expe-
mento y la que amplía la extensión de su riencia que los fieles de origen pagano
sentido profético a regiones insospecha- encontraban en la comunidad eclesial,
das para los carriles vulgares de la teo- explicándola a la luz de su origen histó-
logía judía de su tiempo. rico. ¿Cómo? Mostrando –en la expe-
Tanto para justificar la traducción «hecho riencia actual del Espíritu Santo derra-
hijo de mujer», en vez de «nacido de mujer», mado en las primeras Comunidades– la
como para comprender el sentido mesiánico continuidad de la acción del mismo Es-
de la alusión a la madre, véase el artículo de píritu que había obrado en la Iglesia de
José M. Bover, SJ, Un texto de San Pablo los Apóstoles, en la Vida y Obra de Je-
(Gál 4, 45) interpretado por San Ireneo («Es- sús y en su preparación previa en la his-
tudios Eclesiásticos» 17, 1943, pp. 145-181). toria pasada de Israel.
De él hemos tomado la traducción del pasaje
de Gálatas. La inquietud de Lucas parte, pues,
del presente; y para dar razón de él e
interpretar su significado religioso, se re-
monta al pasado. En cambio su obra es-
crita, por pura razón del método, parte
del pasado y, siguiendo un cierto orden
cronológico de los hechos, llega al pre-
sente. El prólogo de su evangelio nos
muestra que Lucas ha usado una técnica
como la actual cinematográfica del rac-
conto:
«Puesto que muchos han intentado na-
rrar ordenadamente los hechos que han te-
nido lugar entre nosotros, tal como nos los
20 La Virgen María en los Evangelios

han transmitido los que presenciaron per- sonificación de los paganos instruidos que
sonalmente desde el comienzo mismo y que como Lucas se habían acercado a enterar-
fueron hechos servidores del Mensaje, tam- se de la fe cristiana–, Lucas emprende su
bién a mí, que he investigado todo diligen- obra, que es a la vez historia de la fe y
temente desde sus comienzos, me pareció teología de la historia. Y como buen his-
bien escribirlos ordenadamente para ti –ilus-
tre Teófilo–, para que conocieras la certeza toriador griego, se funda en testigos pre-
de las informaciones que has recibido». senciales y fidedignos.
Lucas es plenamente consciente de su Su escrúpulo se refleja, entre otras co-
condición de testigo secundario y tar- sas, en que sitúa los acontecimientos que
dío. No es apóstol ni testigo presencial relata en relación con ciertas coordena-
de los orígenes del milagro cristiano. Se das o hitos de la historia.
ha incorporado a la Iglesia, y ha sido den- Teófilo ha recibido información o ins-
tro de ella una figura relativamente os- trucción en una de aquellas comunida-
cura y de segundo rango. Pero no es des contemporáneas, suyas y de Lucas,
judío; y se ha aproximado a esta nueva en la que ha visto las obras del Espíritu.
«secta», nacida del judaísmo, desde su Lucas parte de allí hacia atrás, explicán-
cultura y mentalidad griega, como hijo dolo todo desde el comienzo como obra
ilustrado de ella, amante de claridades y del Espíritu Santo. Esta centralidad del
certezas, de orden y de examen crítico Espíritu Santo en la obra de Lucas se
de hechos y testigos. desprende del prólogo de los Hechos de
En su prólogo distingue claramente: los Apóstoles, segundo tomo de su obra:
1º– Los testigos presenciales (autop- «En mi primer libro, oh Teófilo, hablé de lo
que Jesús hizo y enseñó desde el principio,
tai: los que vieron por sí mismos) y des- hasta el día en que, después de haber ense-
de los comienzos (ap’arjés) y que con- ñado a los Apóstoles que El había elegido
vertidos en servidores de ese mensaje, por obra del Espíritu Santo, fue llevado al
lo transmitieron (paredosan). Ellos son cielo».
la fuente de la tradición.
El Espíritu Santo ha presidido e inspira-
2º– Otros que se dieron a la tarea (epe- do la elección de los Apóstoles y es el vín-
jéiresan: pusieron la mano, escribieron) culo divino entre Jesús y la Misión eclesial
de repetir por escrito, en el mismo or- que comienza.
den que la tradición oral, las narracio-
Lucas, que escribe a gentiles o cris-
nes de los testigos –¿Marcos, por ejem-
tianos provenientes de la gentilidad, no
plo?–. Ellos son los que fijaron por es-
puede contentarse con el recurso al An-
crito esas antiguas tradiciones.
tiguo Testamento y a la prueba del cum-
3º– El, Lucas, que adopta un orden plimiento de las Escrituras. Para su pú-
propio. Orden que, fundado en una in- blico es necesario integrar estos elemen-
vestigación diligente de los hechos, tiene tos en un nuevo marco significativo.
por fin hacer resaltar en ellos su cohe- Lucas debe atender a la solidez y cer-
rencia interior y, por lo tanto, su credibi- teza, y estas deben demostrarse a par-
lidad. tir de hechos actuales, visibles en la Igle-
Desde su relación catequístico-apolo- sia. Desde estos hechos puede ya re-
gética con Teófilo –personaje real o per- montarse al pasado bíblico, que no ofre-
Horacio Bojorge, S. J. 21

ce para su público pagano interés por sí Lucas cuando parece referirse al testi-
mismo. monio de vecinos y parientes:
Cuando Lucas nos narra la infancia de «Invadió el temor a todos sus vecinos –
Jesús, trata la materia más lejana al pre- viendo lo sucedido a Zacarías– y en toda la
sente, toca la parte más remota de su montaña de Judea se comentaban todas es-
historia. Lucas podía haberlo omitido tas cosas; todos los que las oían las guarda-
ban en su corazón» (1,66).
como Marcos y Juan. Era materia espe-
cialmente espinosa para explicar a gen- «Oyeron sus vecinos y parientes que el
tiles. Mateo en cambio, podía mostrar Señor le había hecho gran misericordia»
más fácilmente a su público, judío, cómo (1,58).
a través de los hechos de la infancia de «Se volvieron glorificando a Dios por todo
Jesús se cumplían las Escrituras. Pero lo que habían visto y oído» (2, 20).
para el público de Lucas, el argumento Algunos de estos testimonios, que di-
de Escritura adquiría fuerza si se pre- fícilmente ha podido recoger Lucas di-
sentaba integrado en el testimonio de un rectamente de los testigos presenciales,
testigo, dirigido históricamente y clara- deben haberle llegado a través de Ma-
mente vinculado a la explicación del pre- ría o de familiares de Jesús que –como
sente eclesial. sabemos– integraban la comunidad pri-
mitiva y guardarían tradiciones familia-
2. María como testigo res, de las cuales, sin embargo, la fuen-
Y ese testigo de la infancia de Jesús te última debió de ser María.
es María. A Lucas debemos una serie
3. Cualidades de María como testigo
de rasgos de María, un enriquecimiento
de detalles de su figura, que proviene Lucas pone especial cuidado en cua-
precisamente de un interés por ella como lificarla como testigo: María es una per-
testigo privilegiado no solo de la vida de sona llena de gracia de Dios, como lo
Jesús, sino también del significado teo- dice el Ángel. Instruida en las Escritu-
lógico de esa vida. ras, como se desprende del lenguaje bí-
blico del Magníficat; como lo presupone
Si todo el evangelio de Lucas se fun-
la profunda reflexión bíblica sobre los he-
da en un testimonio de testigos oculares
chos, que se entreteje de manera inse-
y si Lucas se atreve hablar de la infan-
parable con su narración; y como se ex-
cia de Jesús es porque cuenta con el tes-
plica también por el parentesco levítico
timonio de María acerca de ella. Lucas
de María, relacionada con Isabel, su pri-
evoca por dos veces en su narración de
ma, descendiente del linaje sacerdotal de
la infancia los recuerdos de María: «Ma-
Aarón y esposa del sacerdote Zacarías.
ría por su parte, guardaba todas estas
cosas y las meditaba en su corazón» (2, Nos detenemos a subrayar esto, por-
19); «Su Madre conservaba cuidadosa- que hay quienes con cierta facilidad se
mente todas las cosas en su corazón» inclinan a atribuir los relatos de la infan-
(2, 51). Estas fórmulas recuerdan la cia de Jesús a la imaginación de los
manera como San Juan invoca su pro- evangelistas, como si estos los hubieran
pio testimonio en su evangelio y los tér- inventado libremente, inspirándose en los
minos análogos usados por el mismo relatos que el Antiguo Testamento suele
22 La Virgen María en los Evangelios

hacer de la infancia de los grandes hom- Iglesia, obró en la vida de María y se


bres de Dios, como Moisés o Samuel. revela como el conductor de toda la his-
Es innegable que estos relatos de la in- toria de salvación, no sólo hasta Abra-
fancia de Jesús son como un tapiz, teji- ham –según Mateo–, sino hasta Adán
do con hilos de reminiscencias vetero- mismo, como Lucas la traza en su ge-
testamentarias. Pero ¿con qué otro hilo nealogía de Jesús. Es el Espíritu Santo
podía tejer su meditación sobre los he- quien, a través de María, está dando tes-
chos María, una doncella judía, empa- timonio de Jesús y quien comenzó por
rentada con levitas y sacerdotes, piado- ella su tarea de enseñar a los creyentes
sa y llena de Dios, asistente asidua y en Jesucristo todas las cosas.
atenta de las lecturas y explicaciones de Por eso, María no podía faltar y no
la sinagoga? ¿Y quién puede distinguir falta en la obra de Lucas, no sólo en el
cuando abre el cofre de sus recuerdos momento de la infancia de Jesús, como
más queridos, entre lo que un historia- la voz del niño que todavía no es capaz
dor frío podría llamar hechos, crónica, y de hablar, sino tampoco en la infancia
la carga de evocación, interpretación de la Iglesia, cuando los Apóstoles des-
personal y resonancias afectivas en que pués de la Ascensión, encerrados toda-
envolvemos, como entre terciopelos, las vía en sus casas por temor a los judíos
joyas de nuestra memoria? perseveran en la oración –como nos
Lucas sabe que no puede pedir de Ma- narra Lucas al comienzo de los Hechos
ría, su testigo, un testimonio redactado de los Apóstoles– junto con la Madre de
en el género de un parte de comisaría. Jesús, sin atreverse todavía a hablar;
Ni tampoco le interesa. Porque en la me- Apóstoles infantes hasta la mayoría de
ditación con la que María comprendió edad del Espíritu.
los acontecimientos y los recuerda en la Por eso María desaparece discreta-
rumiación midráshica de que los hizo mente y cede humilde la palabra a su
objeto, hay algo que Lucas aprecia más Hijo cuando éste –a los doce años, en
que la crónica de un archivo. Hay la re- su Bar-Mitzvá, en el Templo de Jerusa-
velación, hecha a una criatura de fe pri- lén– se convierte en un adulto maestro
vilegiada, del sentido de los aconteci- de la sabiduría de su Pueblo y se hace
mientos de la infancia de Jesús a la luz capaz de dar testimonio válido de sí mis-
de la Escritura, y hay una iluminación mo y del Padre.
de oscuros pasajes de la Escritura a la Por eso desaparece también María
luz de los misterios de la vida del Salva- muy pronto de los Hechos de los Após-
dor. toles, apenas éstos, llenos del Espíritu
Y en ese recíproco iluminarse de los Santo en el día de Pentecostés, se con-
hechos presentes por los pasados, y de vierten en maestros de la Nueva Ley
los pasados por los presentes, no hay un del Espíritu, en servidores de la Palabra,
método inventado por María, sino un pro- revestidos con fuerza y poder de lo alto,
cedimiento muy bíblico que revela, sin en válidos testigos de la Pasión y Resu-
necesidad de firmas en la tela, al verda- rrección o sea, de la identidad mesiánica
dero autor: el Espíritu Santo. El que –co- y divina de Jesús.
mo Lucas gusta subrayar– obra en la
Horacio Bojorge, S. J. 23

María ocupa, pues, un puesto muy hu- pectivas identidades y misiones, sus in-
milde como testigo, y cede ese puesto fancias y su crecimiento. De este díptico
provisional apenas otros asumen su mi- de textos resalta una cierta semejanza
sión, pero no deja de ser imprescindible. pero también la radical diferencia de
Su testimonio permanece como eterna- ambas figuras: Juan-precursor y Jesús-
mente válido e irreemplazable para aquél Mesías. Juan, último profeta del Anti-
período de la concepción e infancia del guo Orden y Jesús, Hijo de Dios.
Señor que ella presenció y en cuyas Lucas se complace en leer ya desde
modestas y oscuras prominencias supo la infancia, más aún, desde antes del na-
leer con fe, ilustrada por Dios y antes cimiento del Bautista, su destino de he-
que nadie, el cumplimiento de las profe- raldo del Mesías. El niño Juan salta de
cías. gozo en el seno de su madre. Y ésta se
El contenido del testimonio de María llena del Espíritu Santo. Es el mismo
en los relatos de la infancia según Lu- Espíritu a cuya intervención se debe la
cas está polarizado en la persona de Je- milagrosa inauguración de la plenitud de
sús, protagonista de todo el evangelio, los tiempos en el seno de María. El Es-
alrededor del cual se mueven muchas píritu que asegura la continuidad de una
figuras: Zacarías, Isabel, Juan el Bautis- misma obra divina a través de la discon-
ta, parientes y vecinos, pastores de Be- tinuidad de los tiempos, de uno que se
lén, Simeón y Ana la profetisa, doctores extingue y de otro que se inaugura.
del templo, María y José.
5. Una nube de testigos
4. La plenitud de los tiempos Alrededor de la cuna de Jesús, Lucas,
Lucas, discípulo de Pablo, refleja en único evangelista que nos narra su naci-
su obra una idea muy paulina. Idea que miento, agrupa a sus testigos. Todos ha-
ya hemos visto en aquél pasaje de la car- blan de él:
ta a los Gálatas que citábamos hablando Zacarías da testimonio incluso con su
de Mateo: «Pero al llegar la plenitud mudez. Es el testimonio negativo de la
de los tiempos envió Dios a su Hijo, mudez de la Antigua Ley –de la cual es
hecho hijo de mujer» (Gál 4,4). La ple- sacerdote– para explicar lo que sucede.
nitud de los tiempos ha llegado, y ella Dios no necesita de su testimonio ni de
comienza y consiste en la vida de Cris- su palabra para llevar adelante su obra.
to, pues en Él está el centro de la histo- A pesar del enmudecimiento de la Anti-
ria de la salvación. gua Ley, de la Antigua Liturgia, del Anti-
El oculto período de la infancia del Se- guo Templo, de los cuales Zacarías es
ñor es el filo crítico en que comienza esa ministro, Dios suscita un testigo y pre-
plenitud y termina lo antiguo. Juan el Bau- cursor: Juan Bautista. Y cuando éste –
tista es el último personaje del Antiguo mudo todavía también él– en el seno de
Orden. Jesús es el primero del Nuevo. su madre se estremece de gozo y co-
De ahí que Lucas coloque en paralelo munica a la estéril anciana convertida
sus milagrosas concepciones, el anun- milagrosamente en madre fecunda para
cio angélico a sus padres de sus nom- concebir al último fruto del Antiguo Is-
bres simbólicos, reveladores de sus res- rael, el testimonio acerca del que viene:
24 La Virgen María en los Evangelios

«¿Quién soy yo para que me visite la Es lo que muchos pintores han expre-
madre de mi Señor?» (1.43). sado con verdad plástica en sus telas,
Isabel presta su voz, no está sola como haciendo del Niño la fuente de luz que
testigo del Señor que viene. Y esto de- ilumina a los personajes del nacimiento.
bemos tenerlo en cuenta cuando consi- Lucas es su precursor literario.
deramos la figura de María según San
Lucas. En la tela de Lucas, María no se 6. Midrásh Pésher
dibuja aislada, solitaria figura de un re- Pero Lucas recoge y usa también una
trato, sino en un grupo. Y es por con- técnica que podríamos llamar impre-
traste y por reflejo, por reflejado aire sionista. Su estilo literario, sobre todo
familiar y por contrastante genio propio, en estos relatos de la infancia, está cua-
como resaltan sus rasgos. Por un lado jado de referencias implícitas al Antiguo
Zacarías e Isabel. Por otro José y Ma- Testamento, de alusiones que son –cada
ría. Allí es el padre el destinatario del una– evocación y sugerencia de un mun-
mensaje angélico, aquí María, la madre. do de antiguos textos, convocados ellos
Aquél pregunta sin fe y es reducido al también como testigos. ¿No había invo-
silencio. Ésta pregunta llena de fe y se cado acaso Jesús en su vida terrena, el
le da la voz para un asentimiento tras- testimonio de las Escrituras: «Escudri-
cendente. ñad las Escrituras, ya que creéis tener
En este grupo de testigos que Lucas en ella vida eterna; ellas son las que dan
nos pinta, sólo José está mudo. Al mis- testimonio de mí»? (Jn 5,39).
mo Zacarías le es devuelta al fin su voz Esa investigación mediadora de la Es-
para que imponga al niño su nombre – critura no la inventa Lucas. Era un que-
según mandato del Ángel– y para ento- hacer de la sabiduría de Israel; y al que
nar el Benedictus, testimonio del origen lo practica, lo declara el salmo primero
davídico de Jesús y de la misión precur- bienaventurado. Obedece a ciertas nor-
sora de Juan. También Isabel, Simeón y mas y tenía su nombre: Midrash (bús-
Ana se llenan del Espíritu Santo y dan queda) Este derivado del verbo darash
testimonio acerca del Niño. Y es tam- (buscar, investigar) denomina el esfuer-
bién por reflejo y por contraste con to- zo de meditación y de penetración cre-
das estas voces como Lucas presenta yente del texto sagrado, para encontrar
el contenido del cántico de María, el su explicación profunda y su aplicación
Magnificat, una ventana no sólo hacia práctica. Ese estudio puede estar dirigi-
el alma del personaje, sino hacia el pai- do a buscar en el texto bíblico inspira-
saje interior, hacia el corazón que medi- ción de la conducta (y entonces se llama
taba todas estas cosas guardándolas ce- Halakháh: derivado de halakh caminar),
losamente. o es meditación del sentido salvador de
Las miradas del grupo de testigos con- un acontecimiento narrado en la Escri-
vergen en Jesús, pero la luz que ilumina tura. Sentido oculto que el texto le mani-
sus rostros viene del Niño. Y así con la fiesta al que lo medita e investiga, co-
luz de su divinidad de la que ellos nos municándole el sentido divino de la his-
hablan, vemos iluminados sus rostros y toria. Y entonces se llama Hagga-dáh:
entre ellos el gozoso de María. narración, relato, anuncio de hechos.
Horacio Bojorge, S. J. 25

Pero nunca crónica, sino interpretación to de un oráculo profético de Sofonías


creyente de la historia. 3, 14-17:
Una de las formas de Midrash ha- Alégrate,
ggadáh es lo que tanto en la Sagrada Hija de Sión,
Escritura como en la literatura rabíni-ca Yahvé es el rey de Israel
y sobre todo qunrámica es conocido con en ti.
el nombre de Pésher (plural: pesha- No temas, Jerusalén;
Yahvé tu Dios
rim). El Pésher es la interpretación de está dentro de ti,
hechos a la luz de los textos bíblicos y valiente salvador,
viceversa: la interpretación de textos bí- rey de Israel en ti.
blicos a la luz de hechos. Como se ha
visto en el apéndice al capítulo dedicado El texto de San Lucas dice (1, 28ss):
a Marcos, el Pésher no es libre fabula- Alégrate, María,
ción mitológica, sino reflexión seria so- objeto del favor de Dios.
bre la Escritura y presupone la realidad El Señor [está]
histórica de los hechos que se interpre- contigo.
tan a su luz, y cuya luz se proyecta so- No temas, María.
bre las Sagradas Escrituras. Concebirás en tu seno
y darás a luz un hijo
Midrash se le dice a menudo a la re- y le llamarás:
flexión que tiene por objeto responder a Yahvé Salva.
un problema o a una situación nueva sur- El reinará.
gida en el curso de la historia del pueblo Uno de los procedimientos corrientes
de Dios, incorporar a la Revelación un del Midrash consiste en describir un
dato nuevo, prolongando con audacia las acontecimiento actual o futuro a la luz
virtualidades de la Escritura. de uno pasado, retomando los mismos
Pero trasponiendo los límites del estu- términos para señalar sus corresponden-
dio, el midrash invade en Israel la vida cias y compararlos. Es el procedimiento
cotidiana, se hace estilo proverbial que que usa el libro de la Consolación (Deu-
colorea la conversación, no sólo la cul- teroisaías), que para hablar de la vuelta
ta, sino también la popular y la domésti- del Exilio usa los términos de la libera-
ca. Hay una santificadora contaminación ción de Egipto (Éxodo). Dios se apresta
de los temas profanos por lo que el is- a repetir la hazaña liberadora de su pue-
raelita oye en la sinagoga sábado a sá- blo.
bado. Toma y acomoda expresiones del El uso que en la Anunciación hace
texto a las situaciones de su vida, y hace Gabriel de los términos de Sofonías im-
de la Escritura vehículo y medio de su plica una doble identificación: María se
comunicación. identifica con la Hija de Sión, Jesús con
Crea un estilo alusivo, metafórico, in- Yahvé, Rey y Salvador.
directo, estilo de familia ininteligible para
el no iniciado en la Escritura. 7. María: Hija de Sión
En este estilo de arcanas alusiones ha- La Hija de Sión (Bat Sión) es una
bla Gabriel a María, parafraseando el tex- expresión que aparece por primera vez
26 La Virgen María en los Evangelios

en el profeta Miqueas (1, 13; 4, 10ss.). David (2 Sam 7); ni nos detenemos en
Decir «Hija» era una manera corriente las demás alusiones a otros textos bíbli-
en la antigüedad de referirse a la pobla- cos que encierra el breve –o abrevia-
ción de una ciudad. Hija de Sión desig- do– mensaje del Angel. Pero sí es rela-
naba también el barrio nuevo de Jerusa- tivo a María el paralelo entre Exodo 40,
lén al norte de la ciudad de David, don- 35 y lo que el Angel le anuncia sobre el
de, después del desastre de Samaría y modo misterioso de su concepción. Este
antes de la caída de Jerusalén se había paralelo nos permite invocar a María
refugiado la población del norte: el Res- piadosa y místicamente en la letanía
to de Israel. mariana como Foederis Arca (Arca de
¿Qué significa su identificación con la Alianza) con toda verosimilitud, por-
María? que también sobre ella se posa la som-
bra de la Nube de Dios, donde Él está
La Hija de Sión, como expresión teo- presente actuando a favor de su Pue-
lógica, significa en la Escritura el Is- blo.
rael ideal y fiel, el pueblo de Dios en lo
que tiene de más genuino y puro, y pue- La Nube
de encontrar su expresión ocasional en cubrió con su sombra
el tabernáculo.
grupos determinados, pero permanece Y la gloria de Yahvé
abierta al futuro y también a una perso- colmó la morada.
na. El Midrash es capaz, así, de refle-
jar sutilmente los misterios para los cua- El poder del Altísimo
les está abierto, con particular habilidad. te cubrirá con su sombra.
A lo largo de la historia teológica de la Por eso lo que nacerá
expresión Hija de Sión, ha habido un de ti será llamado Santo,
proceso desde la parte hacia el todo, que Hijo de Dios.
ahora el Angel reinvierte, volviendo del La concepción virginal de María se
todo a una parte, a una persona, a Ma- describe aquí mediante la Epifanía de
ría. El barrio de Jerusalén pasó a cobijar Dios en el Arca de la Alianza. La Nube
bajo su nombre a la ciudad entera y al de Dios aparece sobre ambas y sus con-
pueblo entero como portadores de una secuencias son análogas. El Arca es col-
promesa de salvación. Ahora es una mada de la Gloria; María es colmada de
persona, María, la que se revela como la presencia de un ser que merece el
la Hija de Sión por excelencia y el punto nombre de Santo y de Hijo de Dios.
diminuto del cosmos en que esa magní-
fica promesa se hace realidad. Pero la acción del Espíritu Santo que
se manifiesta como Nube alumbradora
8. María y el Arca de la Alianza no se limita a reposar sobre María. Esta
manifestación está señalando hacia de-
No nos detenemos a mostrar –intere- lante en la obra de Lucas: hacia la esce-
sados como estamos principalmente en na del Bautismo, hacia la Transfigura-
la figura de María– cómo la segunda ción, textos en los que la voz del cielo da
parte del mensaje de Gabriel, la refe- testimonio de su Santidad y de su Filia-
rente a Jesús, glosa también, aludiéndolo ción divina: «Éste es mi Hijo amado, en
al texto capital de la promesa hecha a quien me complazco. Escuchadlo».
Horacio Bojorge, S. J. 27

Imposible también detenernos aquí a por mi Padre y nadie conoce quién es el


desentrañar las alusiones midráshicas Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino
contenidas en la salutación de Santa Isa- el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera
bel a María, ni el mosaico antológico – revelar». (Lc 10, 21-22; Mt 11, 25-27).
también midráshico– de que consta el «Y volviendo a los discípulos, les dijo
Magníficat, verdadero testimonio de aparte: “¡Dichosos los ojos que ven lo que
María acerca de sí misma. veis. Porque os digo que muchos profetas
y reyes quisieron ver lo que vosotros veis,
pero no lo vieron; y oír lo que vosotros oís,
9. El signo del Espíritu es el gozo pero no lo oyeron!”» (Lc 10, 23-24; Mt
Quiero solo retener –para terminar– 13, 16-17).
un aspecto de la imagen de María, se- Si alguien siente la alegría de creer, si
gún Lucas, que transfigura el rostro de se regocija y exulta por la pura y gozosa
su testigo privilegiada. Gabriel la invita alegría de su vivir creyente, sepa que ésa
al gozo y la alegría, y en el Magníficat es una voz angélica en su interior, y que
María exulta. Detengámonos a mirar está oyendo el lenguaje de los ángeles.
ese rostro de María que se alegra y se Sepa que ésa es la sombra protectora del
enciende de gozo. Veámosla prorrumpir Espíritu sobre él y dentro de él. Es la
en un cántico. No nos detengamos en nube del Espíritu y la presencia divina
las palabras, que pueden desviarnos o en su interior. Es el esplendor de la ma-
distraernos hacia una curiosa arqueolo- nifestación de la Gloria y la manifesta-
gía bíblica. Contemplemos su gozo en ción gloriosa del Espíritu en la Iglesia.
las facciones que Lucas nos dibuja. La que llamó la atención del ilustre
Es el principal testimonio que Lucas Teófilo. La que Lucas quiere explicarle,
se detiene a registrar. Porque en esa remontándose a su origen en María, en
primigenia alegría ve la fuente del gozo Jesús, en los discípulos.
que invade a las comunidades cristianas Y si alguien no siente en sí esa ale-
cuando cantan su fe en el Señor. Dicho- gría, mire el rostro iluminado de gozo
sos también ellos por haber creído. de María creyente y oiga la exultación
El único pasaje evangélico que nos re- de su Magníficat; y deje que esa alegría
gistra un estremecimiento de gozo en el le inspire y le contagie.
Señor es aquél en que Cristo se goza Ella es para Lucas la garantía de soli-
porque el Padre lo ha revelado a sus cre- dez de las cosas que Teófilo ha escu-
yentes. El episodio se conserva en Ma- chado.
teo y en Lucas. Pero mientras Mateo se
limita sobriamente a decir que Jesús tomó
la palabra, Lucas nos precisa que en
aquél momento se llenó de gozo Jesús
en el Espíritu Santo y dijo:
«Yo te bendigo, Señor del cielo y de la
tierra, porque has ocultado estas cosas a
los sabios y prudentes y se las has revelado
a los pequeños. Sí, Padre, porque te has com-
placido en esto. Todo me ha sido entregado
28 La Virgen María en los Evangelios

En segundo lugar, Juan conoce y nos


nombra frecuentemente en su evange-
lio a otras mujeres llamadas «María»:
María la de Cleofás, María Magdalena,
6 María de Betania, hermana de Lázaro y
Marta. Son personajes secundarios del
María en San Juan evangelio y, sin embargo Juan no evita
El Eco de la voz llamarlas por su nombre propio. Esto
hace también con otros personajes, cuyo
nombre podía aparentemente haber
omitido, sin quitar nada a su evangelio,
Dos hechos enigmáticos como Nicodemo y José de Arimatea. Si
nos ha conservado estos nombres de fi-
1. Un primer hecho: guras menos importantes: ¿Por qué no
Juan evita llamarla «María» ha nombrado por el suyo a la Madre de
Un primer hecho que nos llama la Jesús? Si la razón fuera –como pudiera
atención al leer el evangelio de San Juan alguien suponer– la de no repetir lo que
en busca de lo que nos dice de María, nos dicen ya los otros evangelistas, tam-
es que este evangelista ha evitado lla- poco se habría preocupado por darnos
marla por el nombre de María. Juan los nombres de José y de las numerosas
nunca nombra a la Madre de Jesús por Marías de las que también aquéllos nos
este nombre, y es el único de los cuatro han conservado la noticia onomástica.
evangelistas que evita sistemáticamente En tercer lugar, si había un discípulo
el hacerlo. Marcos trae el nombre de que podía y debía conocer a la Madre
María una sola vez. Mateo cinco veces. de Jesús, ése era Juan, el discípulo a
Lucas trece veces: doce en su evange- quien Jesús amaba y que por última vo-
lio y una en los Hechos de los Apósto- luntad de un Jesús agonizante la tomó
les. Juan nunca. como Madre propia y la recibió en su
Y decidimos que Juan evitó intencio- casa:
nadamente el nombrarla con el nombre «Junto a la cruz de Jesús estaban su Ma-
de María, porque hay indicios de que dre, la hermana de su Madre, María, mujer
no se trata de omisión casual, sino pre- de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, vien-
meditada, querida y planeada. do a su Madre y junto a ella al discípulo a
quien amaba, dice a su Madre: “Mujer, ahí
Juan no ignora, por ejemplo, el oscuro tienes a tu Hijo”. Luego dice al discípulo:
nombre de José, que cita cuando repro- “Ahí tienes a tu Madre”. Y desde aquella hora
duce aquella frase de la incredulidad que el discípulo la acogió en su casa» (Jn 19, 25-
comentábamos a propósito de Marcos 27)
y que recogen de una manera u otra tam- Pues bien, es este discípulo, que de
bién Mateo y Lucas: «Y decían: ¿no es todos ellos es quien en modo alguno pue-
acaso éste Jesús, hijo de José, cuyo pa- de ignorar el verdadero nombre de la
dre y madre conocemos? ¿Cómo puede Madre de Jesús el que, evitando consig-
decir ahora: “he bajado del cielo”»?. (Jn narlo por escrito en su evangelio, alude
6, 42).
Horacio Bojorge, S. J. 29

siempre a ella como la Madre de Jesús En esta hipótesis, por lo tanto, Juan, al
o, más brevemente su Madre. Y es pre- evitar llamarla María, y al decirle siem-
cisamente este discípulo, el que entre to- pre la Madre de Jesús, su Madre, le-
dos podía haber tenido mayores títulos jos de silenciar el nombre propio de aque-
para referirse a la Madre de Jesús como lla mujer, nos estaría revelando su nom-
«mi Madre», quien insiste en reservarle bre verdadero, el que mejor expresa su
–con una exclusividad que ya convierte razón de ser y su existir. Pero tratemos
en nombre propio lo que es un epíteto– de ir más lejos y más hondo en las posi-
el título «Madre de Jesús». bles intenciones de San Juan.
Juan no ignoraba el nombre de María
y, si de hecho lo omite es con alguna 2. Otro hecho: Diálogos distantes
deliberada intención. Una intención que Analicemos un segundo hecho que lla-
no es fácil detectar a primera vista, pero ma la atención al estudiar la imagen de
que vale la pena esforzarse por com- María tal como se desprende de los dos
prender. únicos pasajes de este evangelio en que
ella aparece: las bodas de Caná y la Cru-
Una hipótesis cifixión.
Y una primera hipótesis explicativa po- Como sabemos, Juan, al igual que Mar-
dría ser la siguiente. Quizás San Juan cos, no nos ofrece relatos de la infancia
evita usar el nombre de María como de Jesús. Podemos además desechar la
nombre propio de la Madre de Jesús referencia –que hacen sus opositores–
porque le parece un nombre demasiado a su padre y a su madre, y que Juan, al
común para poder aplicárselo como pro- igual que los sinópticos nos ha conser-
pio. Si el nombre propio es para noso- vado (Jn 6, 42). Ya vimos, al tratar de
tros el que distingue a una persona, a Marcos, qué figura de María revela este
un individuo de todos los demás; sí –ade- enfoque de la tradición preevangélica.
más– para la mentalidad israelita el nom- Y por eso no volvemos a insistir aquí en
bre revela la esencia de una persona y ese aspecto, que no es propio de Juan.
enuncia su misión en la historia salvífica,
entonces Juan tenía razón: María no es El material estrictamente joánico acer-
un nombre suficientemente propio como ca de la Madre de Jesús –desgraciada-
para designar de manera adecuada o in- mente para nuestra piadosa curiosidad,
confundible a la Madre de Jesús. Es un pero afortunadamente para quien, como
nombre demasiado común para ser pro- nosotros, ha de considerarlo en un bre-
pio suyo. Marías hay muchas en los ve lapso– se reduce a esas dos escenas,
evangelios y sin duda eran muchísimas que juntas no pasan de catorce versículos:
en el pueblo y en el tiempo de Jesús, las bodas de Caná (Jn 2, 1-11) y la Cru-
como lo son aún hoy entre nosotros. Si cifixión (Jn 19, 25-27). Si no fuera por
Juan buscaba un nombre único, un título el evangelio de Juan, no sabríamos que
que le señalara la unicidad irrepetible del Jesús había asistido con su Madre y con
destino de aquella mujer, eligió bien: sus discípulos a aquellas bodas en Caná
Madre de Jesús fue ella y sólo ella, en de Galilea. Ni sabríamos tampoco que la
todos los siglos. Madre de Jesús siguió de cerca su Pa-
sión y fue de los muy pocos que se ha-
30 La Virgen María en los Evangelios

llaron al pie de la Cruz. recer, adusta, de esa relación, capaz de


Y he aquí –ahora– el segundo hecho escandalizar la sensibilidad de nuestros
sobre el que quisiera llamar la atención. contemporáneos: 1) Mujer: ¿Qué hay
Entre todos los pasajes evangélicos acer- entre tú y yo?; 2) Mujer: He ahí a tu
ca de María, son poquísimos los que nos hijo.
conservan algo que se parezca a un diá- Juan parece haber retomado y subra-
logo entre Jesús y su Madre. Para ser yado lo que Lucas nos adelantaba en su
exactos son tres: estos dos del evange- escena. La Madre de Jesús sólo apare-
lio de Juan y la escena que nos narra ce en su evangelio en estos dos pasajes
Lucas del niño perdido y hallado en el dialogales, y Jesús parece en ellos dis-
Templo, cuando, en ocasión del acongo- tanciarse de su Madre: 1) con una pre-
jado reproche de la Madre: «Hijo, ¿por gunta que pone en cuestión su relación;
qué nos has hecho esto? Mira que tu 2) interpelándola con la genérica y has-
padre y yo angustiados te andábamos ta fría palabra Mujer; 3) remitiéndola a
buscando» (Lc 2, 48), responde Jesús otro como a su hijo.
con aquellas enigmáticas palabras que La impresión –decíamos– es descon-
abren en Lucas el repertorio de los di- certante. Y agrega un segundo hecho,
chos de Jesús: «Y ¿por qué me busca- que pide ser explicado, al ya enigmático
bais? ¿No sabíais que yo tenía que estar silenciamiento del nombre de la Madre
[aquí] en las cosas de mi Padre?» (Lc de Jesús.
2, 49).
Quien lea los diálogos joánicos habien- Explicaciones
do recogido previamente en Lucas esta Tratemos de dar explicación a estos
primera impresión no podrá menos que dos hechos enigmáticos.
desconcertarse más. En la escena de las
bodas de Caná Jesús responde a su Ma-
1. «Haced todo lo que Él os diga»
dre que le expone la falta de vino: «Mu-
jer, ¿qué hay entre tú y yo? [o, como El evangelio de San Juan subraya la
traducen otros para suavizar esta frase revelación de Dios en Jesucristo como
impactante: ¿qué nos va a ti y a mí?], la revelación del Padre de Jesús. Dios
todavía no ha llegado mi hora». Y en la es el Padre de Jesús. Juan es el evan-
escena de la crucifixión: «Mujer, he ahí gelista que nos muestra mejor la intimi-
a tu hijo». dad de Jesús con su Padre; la corriente
de mutuo amor y complacencia que los
Notemos, pues, que en los tres diálo-
une; cómo Jesús vive y se desvive por
gos que se nos conservan, Jesús parece
hacer lo que agrada a su Padre, cómo se
poner una austera distancia entre él y
alimenta de la complacencia paterna,
su Madre. Son precisamente estos pa-
siendo ésta su verdadera vida: «El Pa-
sajes –que, por presentar a Jesús y
dre me ama, porque doy mi vida para
María en un tú a tú, podrían haberse pres-
recobrarla de nuevo. Nadie me la arre-
tado para reflejar la ternura y el afecto
bata; yo la doy voluntariamente. Tengo
que sin lugar a dudas unió a estos dos
poder para darla y recobrarla, y esa es
seres sobre la tierra– los que nos propo-
la orden –la voluntad– que he recibido
nen, por el contrario, una imagen, al pa-
de mi Padre»(Jn 10, 17-18). «El Padre
Horacio Bojorge, S. J. 31

y yo somos uno» (Jn 10, 30). «Felipe: el es mi Hijo amado, en quien me com-
que me ha visto a mí ha visto al Padre» plazco».
(Jn 14, 9). En el Bautismo, la finalidad de esta
Es en paralelo, y por analogía con esos voz –que se revela como la del Padre–
–en San Juan ubicuos– mi Padre, el Pa- es credencial de la identidad mesiánica
dre de Jesús, como creo debemos com- y de la filiación divina de Jesús, y suena
prender la insistencia de Juan en refe- como solemne decreto de entronización
rirse a María sola y exclusivamente co- pública en su misión de Hijo y en su des-
mo su Madre, la Madre de Jesús. tino de Mesías. En la Transfiguración,
Así como Dios es para Jesús el Pa- la finalidad de esta voz es dar confirma-
dre, omnipresente en su vida y en sus ción y garantía de autenticidad mesiánica
labios –mi Padre, el Padre que me en- a la vía dolorosa que Jesús anuncia –
vió, voy al Padre, mi Padre y vuestro con ternaria solemnidad– a sus discípu-
Padre, el Padre que me ama, la casa de los. Y la voz celestial completa su men-
mi Padre–, así también y para señalar saje con un segundo miembro de la fra-
una mística analogía, para subrayar una se: Escuchadle.
paralela realidad espiritual, Juan llama a San Juan, a diferencia de los sinópticos,
aquella que es como un eco de la divina no nos relata la escena del Bautismo.
figura paterna –no sólo a través de una Tampoco hace referencia a la voz ce-
maternidad física, sino principalmente a lestial que –según los sinópticos– se dejó
través de una comunión en el mismo oír en el Bautismo. Ha puesto en su lu-
Espíritu Santo– la Madre de Jesús. gar no sólo más profuso y explícito tes-
Y una de las principales finalidades de timonio del Bautista, sino también –nos
la escena de Caná nos parece que es – parece– la voz de María: «Haced todo
en la intención de Juan–la de mostrar lo que os diga», que equivale al «escu-
hasta qué punto la Madre de Jesús está chadle» de la voz divina en la Transfigu-
identificada en su espíritu con el Espíri- ración, pero adelantada aquí al comien-
tu del Padre de Jesús. zo del ministerio de Jesús.
En la escena de Caná, en efecto, pa- Antes de la escena de Caná, Jesús no
recería que Juan se complace en subra- ha nombrado ni una sola vez a su Padre,
yar la coincidencia del velado testimo- lo hará por primera vez en la escena de
nio que de Jesús da María ante los hom- la purificación del templo, que sigue in-
bres, con el testimonio que de Jesús da mediatamente a la de Caná. Es a través
su Padre: «Haced todo cuanto os diga», de su Madre como le llega a Jesús ya en
dice la Madre. «Escuchadle», dice el Pa- Caná, como a través de un eco fide-
dre; que es lo mismo que decir: «obe- lísimo, la voz de su Padre. No, como en
decedle». Sabemos, en efecto, por el tes- los sinópticos, a través de una voz del
timonio de los sinópticos, que en los dos cielo ni como más adelante, en el mismo
momentos decisivos del Bautismo y de evangelio de Juan con un estruendo –
la Transfiguración se abren los cielos que los circundantes, a quienes va des-
sobre Jesús y desciende una voz –la voz tinado, se dividen en atribuir a trueno o
de Dios– que proclama, con pequeñas a la voz de un ángel-, sino como una
variantes según cada evangelista: «Este sencilla frase de mujer cuyo carácter pro-
32 La Virgen María en los Evangelios

fético solo Jesús pudo entender, oculto velador.


como estaba bajo el más modesto ropa- Caná y el Calvario constituyen una
je del lenguaje doméstico. gran inclusión mariana en el evangelio
Y prueba de que Jesús reconoció en de San Juan. Encierran toda la vida pú-
las palabras de la Madre un eco de la blica de Jesús como entre paréntesis.
voz de su Padre es que, habiendo alega- Son como un entrecomillado mariano de
do que aún no había llegado su hora, la misión de Jesús. Abarcan como con
cambia súbitamente tras las palabras: un gran abrazo materno –discretísimo
«Haced cuanto os diga», y realiza el mi- pero a la vez revelador de una plena com-
lagro de cambiar el agua en vino. prensión y compenetración entre Madre
No fue mera deferencia o cortesía, ni e Hijo– toda la vida pública de Jesús
mucho menos debilidad para rechazar desde su inauguración en Caná hasta la
una petición inoportuna. Fue reconoci- consumación en el Calvario.
miento, en la voz de la Madre, del eco La María de San Juan no es sólo –
clarísimo de la voluntad del Padre. Obe- como en Marcos– la Madre solidaria con
deciendo a esa voz, Jesús «realizó este su Hijo ante el desprecio. No es tampo-
primer signo y manifestó su gloria, y sus co –como en Mateo y en Lucas– una
discípulos creyeron en él». Y San Juan estrella fugaz que ilumina el origen os-
se preocupa, en otros pasajes del Evan- curo del Mesías o la noche de una infan-
gelio, de subrayar el escrúpulo de Jesús cia perdida en el olvido de los hombres.
en no hacer sino lo que el Padre le orde- La Madre de Jesús es para San Juan
na, en mostrar sólo lo que el Padre le testigo y actor principal en la vida mis-
muestra y en guardar celosamente lo ma de Jesús. Su presencia al comienzo
que el Padre le da. y al fin, en el exordio y el desenlace es
Sí, pues, María es por un lado «Hija como la súbita, fugaz, pero iluminadora
de Sión», en cuanto encarna lo más san- irrupción de un relámpago comparable
to del Pueblo de Dios, es también Hija al también doble inesperado trueno de
de la Voz, que así se dice en hebreo lo la voz del Padre en el Bautismo y la
que nosotros decimos Eco. Eco de la Transfiguración.
Voz de Dios = Bat Qol, Hija de la Voz.
3. El diálogo en Caná
2. Entre Caná y el Calvario
La Madre de Jesús tal como nos la pre-
La importancia que la figura de la Ma-
senta Juan, sabe y entiende. Es para Je-
dre de Jesús tiene en el evangelio según
sús un interlocutor válido e inteligente
San Juan no la podemos inferir de la
que, como iniciado en el misterio de la
abundancia de referencias a ella, pues,
hora de Jesús, se entiende con él en un
como hemos visto, son pocas. La he-
lenguaje de veladas alusiones a un ar-
mos de deducir de la sugestiva coloca-
cano común.
ción, dentro del plan total del evangelio,
de las dos únicas y breves escenas en Quien oye desde fuera este lenguaje,
que ella aparece: Caná y el Calvario. Y puede impresionarse por las apariencias.
no sólo –por supuesto– de su lugar ma- Aparente banalidad de la intervención de
terial, sino también de su contenido re- la Madre: No tienen vino. Aparente dis-
Horacio Bojorge, S. J. 33

tancia y frialdad descortés del Hijo: Mu- responde a una pregunta inteligente.
jer, ¿qué hay entre tú y yo? Aún no ha La frase de Jesús «Mujer, ¿qué hay
llegado mi hora. entre tú y yo? Aún no ha llegado mi
Con ocasión de una fiesta de alianza hora», antes que negar una relación con
matrimonial, Madre e Hijo tocan en su María es una adelantada referencia a
conversación el tema de la Alianza. La que, una vez llegada la hora de Jesús,
Antigua y la Nueva. Vino viejo y vino se creará entre Él y su Madre el víncu-
nuevo. Vino ordinario y vino excelente lo perfecto, último y definitivo ante el
que Dios ha guardado para servir al fi- cual, palidecen los ya fuertes que lo unen
nal. Antigua Alianza es agua de purifi- con su Madre en la carne y el Espíritu.
cación ritual, que sale de la piedra de la Un vínculo tan fuerte que, como vere-
incredulidad y sólo lava lo exterior. Nue- mos, se podrá decir que la hora de Je-
va Alianza que brota inexplicablemente sús es a la vez la hora de María, la hora
por la fuerza de la palabra de Cristo, de un alumbramiento escatológico, en la
como buen vino, como sangre brotando que el Crucificado le muestra en Juan al
de su interior por su costado abierto y hijo de sus dolores, primogénito de la
que alegra desde lo interior. Iglesia.
La observación de la Madre –no tie- Y si la Madre pregunta indirectamen-
nen vino– encierra una discreta alusión te acerca de la alegría simbolizada por
midráshica a la alegría de la Alianza el vino –no hay fiesta si no hay vino,
Mesiánica, aún por venir, y de la cual el dice el refrán judío–, Jesús alude a una
vino es símbolo de la Escritura. alegría que viene en el dolor de su hora,
Sabemos por San Lucas que no sólo de su Pasión, alegría que Jesús anun-
Jesús sino también María, habla y en- ciará oportunamente a su Madre, desde
tiende aquel estilo midráshico, que en- la Cruz, como la dolorosa alegría del
treteje Escritura y vida cotidiana. En el alumbramiento.
evangelio de San Juan, Jesús aparece
como Maestro en este estilo, que estri- 4. La escena en el Calvario
ba en realidades materiales y las hace Y con esto hemos iniciado nuestra res-
proverbio cargado de sentido divino: ha- puesta al segundo hecho sorprendente:
blaba del Templo… de su Cuerpo; como el de la frialdad y distancia que parece
el viento… es todo lo que nace del Espí- interponer Jesús en sus diálogos con su
ritu; el que beba de esta agua volverá a Madre. Acabamos de insinuar el sentido
tener sed… pero el que beba del agua de la segunda escena mariana en el evan-
que yo le daré…; mi carne es verdadera gelio de Juan: la del Calvario. Tomémosla
comida… en consideración con más detenimiento:
Y si la observación de María hay que «Junto a la cruz de Jesús estaban su Ma-
entenderla como el núcleo de un diálogo dre, la hermana de su Madre, María, mujer
más amplio, que San Juan abrevia y re- de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, vien-
produce sólo en su esencia, también la do a su Madre y junto a ella al discípulo a
arcana respuesta de Jesús hemos de in- quien amaba, dice a su Madre: “Mujer, ahí
terpretarla no como la de alguien que en- tienes a tu Hijo”. Luego dice al discípulo:
seña al ignorante, sino como la de quien “Ahí tienes a tu Madre”. Y desde aquella
34 La Virgen María en los Evangelios

hora el discípulo la acogió en su casa» (Jn rra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 31-32).
19, 25-27).
Por ser la hora de la Pasión una hora
Nos parece que podemos partir para dolorosa pero victoriosa a la vez, está
interpretar el sentido de este pasaje, de para San Juan íntimamente unida a la
las palabras «desde aquella hora». Juan gloria, a la gloriosa victoria de Jesús. Y
ama las frases aparentemente comunes, esa gloria se manifiesta por primera vez
pero cargadas de sentido. Y ésta es una en Caná. Es la misma con la que el Pa-
de ellas. Porque aquella hora es nada dre glorificará a su Hijo en la cruz. Y
menos que la hora de Jesús; de la cual María es testigo de esta gloria en am-
él dijo: bas escenas.
«ha llegado la hora…, ¿y qué voy a decir? Esa coexistencia de sufrimiento y glo-
¿Padre, líbrame de esta hora? Pero, ¡si para ria que hay en la hora se expresa parti-
esto he llegado a esta hora! ¡Padre, glorifica cularmente en una imagen que Jesús usa
tu nombre!» (Jn 12, 23-27). en la Ultima Cena y que compara su
Para San Juan la hora de alguien es hora con la de la mujer que va a ser
el tiempo en que este cumple la obra madre:
para la cual está particularmente desti- «La mujer, cuando da a luz, está triste por-
nado. La hora de los judíos incrédulos que ha llegado su hora, la del alumbramien-
es el tiempo en que Dios les permite per- to, pero cuando le ha nacido el niño ya no se
petrar el crimen en la persona de Cristo acuerda del aprieto, por el gozo de que ha
o de sus discípulos: nacido un hombre en el mundo» (Jn 16, 21).
«Incluso llegará la hora en que todo el que Me parece que esta imagen no acudió
os mate piense que da culto a Dios. Y lo casualmente a la cabeza de Jesús en
harán. Porque no han conocido ni al Padre aquella víspera de su Pasión. Creo más
ni a mí. Os lo he dicho para que cuando lle- bien que es como una explicación ade-
gue la hora os acordéis…» (16, 3-4). lantada de la escena que meditamos. Y
Y esta expresión la hora, posiblemen- que, a la luz de esta explicación Juan
te se remonta a Jesús mismo, fuera de habrá podido comprender la profundidad
los numerosos pasajes de San Juan, tam- del gesto y de las últimas palabras de
bién Lucas, nos guarda un dicho del Se- Jesús agonizantes a él y a María.
ñor que habla de su Pasión como de la ¿Habrán recordado Jesús, Juan, Ma-
hora: ría, el oráculo profético de Jeremías o
«Pero ésta es vuestra hora y el poder de algún otro semejante?:
las tinieblas» (Lc 22, 53). «Y entonces oí una voz como de partu-
La hora de Jesús es aquél momento rienta, gritos como de primeriza. Era la voz
en que se realiza definitivamente la obra de la Hija de Sión, que gimiendo extendía
para la cual fue enviado el Padre a este sus manos: “Ay, pobre de mí, que mi alma
mundo. Es la hora de su victoria sobre desfallece a manos de asesinos”» (Jer 4, 31).
Satanás, sobre el pecado y la muerte: Al pie de la cruz, la Hija de Sión gime
«Ahora es el juicio de este mundo, aho- y siente desfallecer su alma a causa de
ra el Príncipe de este mundo será derri- los asesinos de su Hijo. Y Jesús, que la
bado; cuando yo sea levantado de la tie- ve afligida, comparable a una parturien-
Horacio Bojorge, S. J. 35

ta primeriza en sus dolores; Jesús, que el dragón, huyendo al desierto con su


advierte el gemido de su corazón; alu- primogénito. Es la parturienta primeriza
diendo quizás en forma velada a algún de Jeremías, dando a luz entre asesinos.
oráculo profético como el de Jeremías, Jesús no ve a su Madre –como nosotros
la consuela con el mayor consuelo que a las nuestras– en una piadosa pero ex-
se puede dar a la que acaba de alum- clusiva y estrecha óptica privatista, sino
brar un hijo: mostrándoselo. «He ahí a en la perspectiva de la hora, fijada de
tu hijo», le dice mostrándole al discí- antemano por el Padre, en que recibiría
pulo, el primogénito eclesial del nuevo y daría gloria. Esa gloria que es una co-
pueblo de Dios que Jesús adquiere con rriente que va y viene y, como dice Je-
su sangre. Juan, el bienaventurado que sús, está en los que creen en él: Yo he
ha permanecido en las puertas de la Sa- sido glorificado en ellos (Jn 17, 9-10),
biduría en aquella hora de las tinieblas: los que tú me has dado y son tuyos,
«Bienaventurado el hombre que me escu- porque todo lo mío es tuyo. El Padre
cha, y que vela continuamente a las puertas glorifica a su Hijo en los discípulos lla-
de mi casa, y está en observación en los mados a ser uno con él, como él y el
umbrales de ella» (Prov 8,34). Padre son uno. Y María, Madre del que
Juan, el primogénito de la Iglesia, per- es uno con el Padre es también Madre
manece junto a los postes de la puerta de los que por la fe son uno con el Hijo.
de la Sabiduría, marcada con la sangre Por eso, al señalar a Juan desde la cruz,
del Cordero, para ser salvo del paso del Jesús se señala a sí mismo ante María,
Angel exterminador. la remite a sí mismo, no tal como lo ve
Jesús revela que su hora es también crucificado en su Hora, sino tal como lo
la hora de su Madre. Lejos de distan- debe ver glorificado en los suyos, en los
ciarse de ella o de renegar de su mater- que el Padre le ha dado como gloria que
nidad, la consuela como un buen hijo a le pertenece. Y la remite a ella misma:
su Madre, pero también como sólo pue- no según su apariencia de Madre des-
de consolar el Hijo de Dios: mostrándo- pojada de su único Hijo, humillada Ma-
le la parte que le cabe en su obra. Mos- dre del malhechor ajusticiado, sino se-
trándole en aquella hora de dolores, a su gún su verdad: primeriza de su Hijo ver-
primer hijo alumbrado entre ellos. dadero, nacido en la estatura corporati-
va –inicial, es verdad, pero ya perfecta–
He aquí indicada la dirección en que de Hijo de Hombre.
nos parece que se ha de buscar la expli-
cación de ese Mujer con que Jesús ha- Se comprende así lo bien fundada en
bla a su Madre en el evangelio de Juan. la Sagrada Escritura que está la contem-
Tanto en Caná como en el Calvario, Je- plación eclesial de la figura de María
sús ve en ella algo más que la mujer que como nueva Eva, esposa del Mesías y
le ha dado su cuerpo mortal y a la que Madre de una humanidad nueva de Hi-
está unido por razones afectivas indivi- jos de Dios. En efecto, en la tradición
duales, ocasionales. de la Iglesia se ha interpretado que en el
apelativo Mujer está la revelación de
Para Jesús, María es la Mujer que el
grandes misterios acerca de la identidad
Apocalipsis describe, con términos oní-
de María. Por un lado, se ha reconocido
ricos, en dolores de parto, perseguida por
36 La Virgen María en los Evangelios

en ella a la Nueva Eva que nace del cos- tampoco hay Evangelio. Y ella no falta
tado del Nuevo Adán, abierto en la cruz en ninguno de los cuatro.
por la lanza del soldado. Como nueva Ella no sólo es necesaria para envol-
Eva ella celebra a los pies de la cruz un ver a Jesús en pañales y lavarlos... No
misterioso desposorio con el Nuevo sólo es necesaria para sostener los pri-
Adán, que la hace Esposa del Mesías meros pasos vacilantes de su niño sobre
en las Bodas del Cordero. Allí por fin, nuestra tierra de hombres. Su misión no
Jesús la hace y proclama Madre, partu- sólo es contemporanea a la del Jesús te-
rienta por los mismos dolores de la re- rreno, sino que va más allá de su muerte
dención que fundan su título de corre- en la Cruz: acompaña su resurrección y
dentora. Madre de una nueva humani- el surgimiento de su Iglesia.
dad, de la cual Juan será el primogénito
y el representante de todos los creyen- Vestida de sol, coronada de estrellas,
tes. de pie sobre la luna, María, como su Hijo,
permanece. Y aunque el mundo y los as-
tros se desgasten como un vestido viejo,
para confusión de los que en estas cosas
pusieron su seguridad y vanagloria, Ma-
ría permanecerá, como la Palabra de
Dios de la que es Eco.
María, Madre de Jesús, pertenece al
acervo de los bienes comunes a Jesús y
a sus discípulos. Su Padre es nuestro Pa-
7 dre. Su hora, nuestra hora. Su gloria,
nuestra gloria. Su Madre, nuestra Ma-
Conclusión dre.
Su Madre, nuestra Madre

Y henos aquí, llegados al término de


estas meditaciones sobre la figura de
María a través de los cuatro evangelis-
tas. Es cierto que todo ellos nos hablan
de María con la intención última de de-
cir lo que desean acerca de Jesús. Sus
discursos acerca de Cristo encuentran en
ella luz y apoyo. Pero ninguno pudo pres-
cindir de ella para hablar de Jesús y pre-
sentárnoslo como Evangelio, que es de-
cir: como anuncio de salvación.
María no es el Evangelio. No hay nin-
gún evangelio de María. Pero sin María
Horacio Bojorge, S. J. 37

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JEREMIAS, Joachim: Jérusalem au
Temps de Jésus, Paris, Du Cerf, 1967
(*).
Horacio Bojorge, S. J. 39

5.– María en San Lucas. Testigo de Je-


sucristo, 19.
1.–La intención de Lucas. 2.–María
como testigo. 3.–Cualidades de María
como testigo. 4.–La plenitud de los tiem-
pos. 5.–Una nube de testigos. 6.–Midrásh
Pésher. 7.–María: Hija de Sión. 8.–María
y el Arca de la Alianza. 9.–El signo del
Espíritu es el gozo.
Índice
6.– María en San Juan. El Eco de la
voz, 28.
Dos hechos enigmáticos. 1.–Un primer
1.– María en el Nuevo Testamento, 1. hecho: Juan evita llamarla «María». –Una
hipótesis. 2.–Otro hecho: Diálogos distan-
2.– El género literario «Evangelio», 3. tes. Explicaciones. 1.–«Haced todo lo que
1.–Cómo hay que interpretar la Sagrada Él os diga». 2.–Entre Caná y el Calvario.
Escritura. –El Principio o Ley del texto. – 3.–El diálogo en Caná. 4.–La escena en el
Principio o Ley del contexto. 2.–¿A qué Calvario.
género literario pertenece el evangelio de
San Marcos? 3.–Historia interpretada. 3.1– 7.– Conclusión. Su Madre, nuestra
El valor histórico del Evangelio. 3.2–In- Madre, 36.
terpretación profética de los hechos. 4.–El
género literario llamado Pésher. Obras consultadas, 37.

3.– María en San Marcos. La imagen Índice, 38.


más antigua, 6.
1.–Dos textos: Mc 3,31-55; 6,1-3. 2.–
El contexto del evangelio. 3.–La oposición
al Mesías. 4.–El testimonio de Jesús. 5.–
María, Madre de Jesús por la fe. –Con-
clusión.

4.– María en San Mateo. El origen del


Mesías, 12.
1.–De Marcos a Mateo. 2.–María, Vir-
gen y esposa de José. 3.–El origen huma-
no-divino del Mesías, Hijo de David, he-
cho hijo de mujer. 4.–La revelación de la
virginidad de María. 5.–La genealogía. 6.–
Hijo de David.7.–Hijo de David e Hijo de
Dios.

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