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DOMINIO PERSA Y RESTAURACION DE JERUSALEN

“Los setenta años que duró el Destierro de Babilonia fueron el castigo,


y bien duro, que sufrió Judá por haber abandonado a Yahvé su Dios y
haber roto la Alianza del Sinaí. Pero fueron años en que el pueblo se
purificó, y se apegó a su Dios de tal manera, que después ya no le sería
más infiel. Dios entonces levantó el castigo, y Judá pudo regresar a su
patria”

El regreso del Destierro hay que colocarlo el año 539 con la caída de
Babilonia y el ascenso de Ciro el persa.
A mitad del siglo sexto antes de Cristo, allá por el año 550, Babilonia ya no
es la de antes. Es un imperio que se está debilitando muy seriamente. Y
mientras tanto, Ciro, el rey de Persia, se muestra un emprendedor
formidable.
Va conquistando reino tras reino, tanto hacia el Este de Asia —hasta llegar
a las fronteras de lo que hoy es Afganistán—, como hacia el Oeste, de
modo que al fin logra posesionarse de toda el Asia Menor y llega hasta
Egipto.
Babilonia, debilitada internacionalmente y dividida dentro de sí misma, era
una presa fácil. Y el año 539 caía en manos de Ciro, que hacía de Persia el
imperio más vasto de la antigüedad.
Sin embargo, lo interesante de Ciro no es el verlo rey triunfador, por grande
que fuera. Lo verdaderamente importante de Ciro es la política, la
generosidad y la grandeza de miras con que trató a los pueblos
conquistados.

EL REY CIRO DE PERSIA

Ciro era un rey vasallo de Anshan, del sur de Irán y pertenecía a una casa
(los aqueménidas) relacionada con los medos. Él lideró una revuelta contra
los medos y derroto al imperio el 550 a.c. cuando Nabónides rey de
Babilonia había debilitado su imperio por su forma de gobierno que había
traído grandes discordias entre los diferentes grupos religiosos allí
existentes; por eso Ciro surgió en el escenario mundial con mucha fuerza y
liderazgo, realizando una serie de campañas que irrigaron terror entre los
babilónicos y esperanza entre los pueblos dominados. Nabónides hizo una
alianza con Amasis, faraón de Egipto (570-526 a. C.) y con Creso, rey de
Lidia (560-554 a. C.) para defenderse, pues, Babilonia estaba dividida
internamente y mal preparada estratégicamente, para enfrentar tal amenaza.
Ciro fue considerado por los judíos como un salvador enviado por Jehová
para: liberarles del largo cautiverio, devolverles a Jerusalén y autorizar la
padecida reconstrucción del templo. Ciro publicó un edicto en el que se
decía: "Yahvé...me ha encomendado construirle un templo en Jerusalén de
Judá. Quien de entre vosotros sea de su pueblo, que suba y que su Dios
esté con él". Así se cumplía la promesa de Yahvé, según el profeta
Jeremías: "Cuando acaben los setenta años concedidos a Babilonia, yo os
visitaré y cumpliré en vosotros mi promesa de devolveros a vuestra tierra"
Jer. 29:10

Ciro fue un gobernante ejemplar y un gran diplomático que acompañó su


reinado de una profusa propaganda que los siglos nos han trasmitido.
Concedió a sus súbditos libertad religiosa e impuso razonables tributos en
las zonas conquistadas. Fue un rey austero; de hecho, la ciudad de
Pasagarda, que construyó con ayuda de artesanos lidios, fue modesta si la
comparamos con los lujosos edificios babilónicos y asirios de épocas
anteriores. Ciro murió en el año 530 a.c, posiblemente mientras combatía
con las tribus del nordeste de Mesopotamia. En la historia de Herodoto se
atribuye su muerte al enfrentamiento con los masagetas, pueblo situado en
las cercanías del Mar Caspio, en la zona del río Axares. Fue enterrado en
una discreta tumba, que todavía se conserva en Pasagarda, un túmulo en
forma de pequeño zigurat. Su imperio pasó a su hijo Cambises

EL REY CIRO FIRMO EL DECRETO EN CUMPLIMIENTO DE


UNA PROFECIA

La firma fue en el primer año de su reinado, es decir, en el año 536 A. C.


cuando conquistó la ciudad de Babilonia:

- El anciano profeta Daniel le mostró las profecías de Jeremías 25:11,12


que decían que le cautiverio terminaría en ese año, pues duraría 70 años y
había comenzado en el 606 A. C. Además de la fe mostrada en la profecía
de Isaías, en donde Dios le dijo 200 años antes que el rey Ciro iba a ser el
libertador de Israel (Isaías 54:1,13).

- El rey Ciro reconoció que Jehová Dios es el Dios verdadero y que le había
dado todos los reinos de la tierra, pues su imperio era muy grande y había
conquistado muchos países. Ciro fue el fundador del gran imperio Medo
Persa, que dominó aquella región del mundo por dos siglos, pues duró del
año 536 al 331 A. C.
- Al ser informado que el Templo de Dios en Jerusalén había sido destruido
50 años atrás por el rey Nabucodonosor, y conocer la profecía de Isaías
44:28, en donde dice que él ordenaría la reedificación del Templo de Dios,
dio la orden para que esto se hiciera.

- El decreto del rey Ciro autorizó a todos los que quisieran subir a
Jerusalén, aunque se encontraran en cualquier provincia de su enorme
reino, y que sus amigos y vecinos les dieran dinero para llevar al Templo
de Dios y para cargar o transportar sus cosas. Así los preparativos para el
viaje se transformaron en una gran bendición para los judíos, pues mucha
gente les regalaba cosas útiles y dinero para que ofrendaran en el Templo
de Dios, tanto para construirlo como cuando ya estuviera acabado. Una
enorme caravana de cinco mil carretas (una por familia cuando menos)
tiradas por burritos, caballos, mulas y camellos, se preparó para viajar
rumbo a la ciudad Santa de Jerusalén

RESTAURACION DE JERUSALEN

Se llama la época del a restauración del pueblo de Israel, al lapso


transcurrido entre el fin del cautiverio babilónico y el establecimiento de la
nación judía otra vez en la tierra de Israel. En ese tiempo Dios se manifestó
con grande amor y misericordia para con su pueblo, les perdonó su
rebelión, los libró de la idolatría y les dio gracia y simpatía ante el rey
Medo Persa para que les permitiera volver a la tierra de sus mayores.

Jerusalén fue construido de nuevo, después de un cautiverio de setenta


años. Esta restauración se inició en el año 536 a.c., "en el primer año de
Ciro" (Esdras 1:2, 3, 5-11). Esta restauración del reino de los judíos,
consistió en una porción de todas las tribus. El reino de este modo se
constituyó durante dos siglos bajo el dominio de Persia, hasta el 331 a.c. Y
posteriormente, alrededor de un siglo y medio, en virtud de los gobernantes
del imperio griego en Asia, hasta el 167 a.c. Durante un siglo los judíos
mantuvieron su independencia en virtud de los gobernantes nativos, los
príncipes Asmonean. Al término de este periodo cayeron bajo el imperio de
Herodes y de los miembros de su familia, sino prácticamente en virtud de
Roma, hasta el momento de la destrucción de Jerusalén, AD 70. La ciudad
fue establecida en ruinas.
LOS HIJOS DE ISRAEL OBEDECIENDO EL DECRETO SE
DISPONEN A VIAJAR A JERUSALEN

El pueblo de Israel fue dirigido por los príncipes o los jefes de las grandes
familias que integraban las tribus de Judá y Benjamín, estos príncipes
llevando copias del decreto del rey Ciro, recorrieron la provincia de
Babilonia y otras muchas provincias del reino, invitando a los judíos para
que regresaran a Jerusalén. Los judíos de más edad que tenían 65 y 75 años
eran los sobrevivientes de los que fueron llevados cautivos en los años 606
y 586 A. C.; y todos los demás habían nacido en el cautiverio, pero amaban
la ciudad de Jerusalén, aunque no la conocían porque ahí había estado el
Templo de Dios.

También se levantaron los sacerdotes y levitas, que eran los ministros de


Dios y apoyaron a los príncipes en la labor de convencer a los judíos para
volver a la tierra de Judea. Los sacerdotes predicaban al pueblo diciendo:
“Subamos a Jerusalén, porque Dios nos ha bendecido permitiendo que se
firmara el decreto; ¡Vamos a construir el Templo de Dios! ¡Volvamos a la
Patria que Dios le prometió a nuestro padre Abraham! ¡Subamos a
Jerusalén! ¡Dios bendiga al rey Ciro de Persia que ha sido nuestro
libertador y nos permite volver a Jerusalén!

Miles de hombres, mujeres y niños se prepararon alegremente para viajar.


Algunos determinaron quedarse en Babilonia, pero ayudaron de todas las
maneras a los que iban a subir a Jerusalén. Como los preparativos duraron
varios meses, hubo tiempo para comprar animales, carretas y armas para
defenderse de la gente mala en el largo camino pues de Babilonia a
Jerusalén en carretas se hacía como medio año. También Dios les permitió
que muchas gentes oyeran el mensaje de los sacerdotes y levitas, y esta
gente aunque no era judía, voluntariamente ofreció valiosos dones para el
Dios de Israel. Todos los regalos recibidos se guardaron cuidadosamente
porque eran propiedad de Dios y deberían ser entregados para edificar el
Templo de Dios en la ciudad de Jerusalén.
EL REY CIRO ORDENA QUE SE ENTREGUEN A ZOROBABEL
TODOS LOS OBJETOS SAGRADOS QUE FUERON DEL TEMPLO
DE DIOS

Los objetos sagrados como tazones, tazas, vasos y cuchillos de oro y de


plata para el uso del Templo de Dios, fabricados desde la época de Moisés
y en el tiempo de Salomón, (de 500 y mil años de antigüedad), habían sido
tomados por Nabucodonosor como trofeo de guerra y llevados a Babilonia
para guardarlos en el templo de sus dioses falsos. Fueron recuperados por
el rey Ciro, para devolverlos a los judíos porque eran del Templo de Dios.

El rey Ciro ordenó a Mitrídates que era el tesorero del reino, que levantara
una lista o inventario de todo lo que iba a devolver a los judíos, para que
ningún objeto sagrado y valioso se perdiera, porque el rey era muy
cuidadoso especialmente con lo que sabía pertenecía a Dios. Así, de parte
de los judíos los objetos sagrados fueron recibidos por un joven príncipe
llamado en lengua Persa “Sesbassar”, y en lengua Hebrea Zorobabel, hijo
de Sealtiel, gobernador de Judea. Quien escucho su tarea de boca del
profeta Ageo (Ag. 1,1; 1, 12-14) y también porque los judíos no hablaban
el antiguo Hebreo, sino el Arameo que era la lengua de los Caldeos que los
llevaron cautivos a Babilonia.

Zorobabel recibió todos los objetos sagrados y los guardó cuidadosamente


en una carreta especial, que mandó a construir para ese fin, y escogió a los
más hermosos y fuertes caballos para que tiraran de la carreta. También
escogió a los jóvenes sacerdotes y levitas consagrados a Dios más piadosos
y valientes para que sirvieran de escolta y cuidaran la carreta en donde iban
los objetos sagrados del Templo de Dios, para bajar y subir en cajas
especiales estos objetos. Una gran caravana emprendió con alegría el viaje,
habiendo antes celebrado un bonito culto, para alabar a Dios implorando su
ayuda y protección durante el viaje.

Estos judíos, llenos de ilusión, iban a ser como los fundadores de la nueva
nación. La suma de los valientes emprendedores que nos da la Biblia es de
42.360 personas, además de otros 7.337 siervos y siervas, más 200 cantores
y cantoras para el servicio del templo (Esdras 2,64-66)
¡Qué grande ha sido Dios! Empieza la renovación de Israel. Nacerá pronto
el llamado Judaísmo. Y ya se ve, ya se palpa, ya se siente, que el Cristo
prometido no tardará mucho en venir...
ESDRAS Y NEHEMÍAS - Los dos héroes nacionales, restauradores de
Israel.

El pueblo judío había vuelto del Destierro de Babilonia gracias a la política


generosa y acertada de Ciro, seguida por sus sucesores los reyes persas que
acabaron con el imperio babilónico. Sin embargo el restablecimiento del
pueblo judío en su tierra de Palestina no fue nada fácil, pero,
afortunadamente, y con mucha providencia de Dios, surgieron hombres
grandes que se entregaron decididos a la tarea tan necesaria de la
restauración, y los dos héroes principales van a ser Esdras y Nehemías.
Quienes regresaron de Persia a Palestina, reagruparon a la comunidad
haciendo revivir el espíritu de la Ley, reconstruyeron el Templo y la
ciudad de Jerusalén, y vinieron a ser los iniciadores del que después se
llamó y fue el Judaísmo. A partir de ellos, Israel se apegó muy fuerte a
Yahvé su Dios y tomó conciencia de su papel como gran nación entre los
demás pueblos.

Los dos tenían altos cargos en la corte del rey Artajerjes, y, dejando sus
puestos tan halagadores de Persia, regresaron a Palestina para entregarse
llenos de generosidad a su pueblo tan necesitado. Probablemente, Esdras es
posterior a Nehemías; pero los dos libros los hacen coincidir en los mismos
días.

Nehemías llego con el cargo de Gobernador, para dejar definitiva la


reconstrucción del Templo, iniciada por Zorobabel hacía muchos años, y
con la intención velada de alzar también las murallas para la defensa de la
ciudad, por eso le vino la persecución por motivos diferentes. Porque si
reconstruía el Templo y rodeaba Jerusalén con fuertes murallas, los pueblos
de los alrededores tendrían poco que hacer. Sus enemigos llevaron las
acusaciones hasta los reyes de Persia, como si los judíos que habían
regresado se fueran a alzar contra sus bienhechores. Pero el Gobernador,
igual que Esdras, tenía la idea bien clara: la nación judía había de resurgir
de nuevo como depositaria y destinataria de las grandes promesas de
Yahvé.

Esdras emprende una nueva reforma espiritual y forma la comunidad judía


bajo la Ley de Moisés con carácter de ley real (458 al 424 a.c.), al llegar a
Jerusalén se encuentra con enemigos que no les van a dar un momento de
paz: los samaritanos y los colonos extranjeros que se habían establecido
bajo la protección de los asirios y babilonios cuando deportaron a Israel y
Judá., además de los judíos que no habían emigrado, los cuales no
mantenían los ideales religiosos y patrióticos de sus antepasados. Al
empezar a imponer la Ley de Moisés en toda su pureza, su mayor estorbo
lo encontró en los matrimonios mixtos. Las mujeres extranjeras
conservaban sus dioses propios, y la religión judía corría el peligro de
convertirse en sincretista, es decir, en mezclar el culto de Yahvé y la Ley
de Moisés con el culto de dioses ajenos y con prácticas abominables de
otras culturas. Por esto tomó la dura decisión de expulsar a esas mujeres y
de implantar la Ley mosaica en toda su integridad. Esto no lo hacía por
racismo, como se ha dicho muchas veces, sino llevado por un gran celo de
la religión de Yahvé. (Esd 10, 1-3)

Tanto Esdras como Nehemías vieron coronados sus esfuerzos. En sus días
se celebró la dedicación del Templo reconstruido y reorganizado con la
reanudación del culto legítimo; en la plaza pública se leyó la Ley de Moisés
ante un pueblo conmovido; se celebró una gran expiación penitencial por
los pecados cometidos; venía a vivirse en comunidad, unida bajo los
sacerdotes y levitas en el ideal religioso; se volvía a la antigua y alegre
fiesta de las tiendas o tabernáculos; y la pascua renacía como la gran
conmemoración de la liberación de Israel y empieza la gran reorganización
del pueblo elegido en sus más puras tradiciones religiosas y nacionales. Se
vio nacer el llamado “Judaísmo”, el cual ya no morirá en la Historia.

El culto del Templo, más austero que el establecido por David y Salomón,
era sin embargo más puro en su sencillez; era más de todo el pueblo,
porque entre la gente habían desaparecido aquel lujo y aquellas injusticias
sociales denunciadas por todos los profetas anteriores al Destierro. El
templo pasa a ser el centro de la vida política y económica de la nación y el
sacerdote la autoridad suprema. Aparecen los fariseos y los saduceos,
empiezan a funcionar las casa de lectura bíblica y oración: las sinagogas.
MAPAS
IMPERIO PERSA Y JERUSALEN
DOMINIO PERSA Y RESTAURACION DE
JERUSALEN

ESPERANZA CASTAÑEDA BERNAL

ESCUELA DE EVANGELIZACION
INTRODUCCION AL ANTIGUO TESTAMENTO
II NIVEL
MAYO 2010

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