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5.investigaciones Sobre Evaluación PDF
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Clase 05
Si hay un tema que resulta ineludible en cualquier abordaje de los procesos educativos es el
referido a la evaluación. Más allá de las diferentes perspectivas respecto de los alcances de
esta dimensión, se podría coincidir sin problemas en que la tarea evaluativa consiste en la
ponderación del grado de alcance esperado respecto de unos objetivos particulares definidos
a priori. Es así que se pueden evaluar sistemas educativos, programas, instituciones y
proyectos. Pero, en esta clase, de lo que nos vamos a ocupar es de laevaluación de los
aprendizajes del estudiantado. Y como correlato inmediato, de la enseñanza que se
imparte para el logro de esos aprendizajes. Un punto de partida indispensable resulta
considerar a la evaluación como un proceso eminentemente comparativo: la evaluación en
sentido amplio resulta de comparar un estado de conocimiento alcanzado, bien sea con
escalas preestablecidas, con expectativas de logro o con comparaciones interpersonales o
intrapersonales. Por supuesto que siempre ha sido una temática controversial, tanto desde
el punto de vista de pretender una valoración totalmente objetiva como desde la coherencia
entre la evaluación y el modelo didáctico que se sustenta.
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Lo que acabamos de señalar en el párrafo anterior remite a uno de los paradigmas en pugna
en la cuestión de la evaluación educativa. Diana Carbajosa (2011) señala que esta
concepción se encuadra en un paradigma positivista, para el cual se concibe al conocimiento
como algo externo y ajeno al sujeto, en definitiva constituido por hechos y datos
cuantificables; en el acto evaluativo se busca no abrir juicios de valor garantizando la
“objetividad” mediante la utilización de instrumentos de medición y cuantificación, en
procura de una pretendida neutralidad. Por el contrario, desde el otro paradigma, al que
Carbajosa denomina como “interpretativo”, la evaluación se entiende como una participación
activa del estudiantado en la construcción del conocimiento, con características dinámicas,
tanto temporales como contextuales. Esta última perspectiva coincide en su aparición con la
emergencia de las teorías cognitivas del aprendizaje, el constructivismo pedagógico y el
auge de los métodos cualitativos de investigación.
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Si bien es muy amplia la bibliografía genérica referida a evaluación, nos interesa poner el
foco en cómo este campo adquiere especial significación cuando se trata de la evaluación de
la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Naturales. En la década del 90 del siglo
pasado, la problemática emerge como una de las preocupaciones principales para una
didáctica de las ciencias que recién empezaba a surgir. Unos referentes ineludibles en lo que
hace a la caracterización de la problemática en este ámbito son los trabajos de Jaume Jorba
y Neus Sanmartí, no solo por haber sido pioneros en la temática en habla española y
catalana, sino por haber introducido en la Didáctica de las Ciencias Naturales una serie de
categorías o tipologías de evaluación novedosas para lo que significaba el panorama general
de la disciplina.
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lógicas? ¿Un híbrido entre todas o algunas de las mencionadas?? Por ahora
solo le pedimos que reflexione sobre estas cuestiones, seguramente sus
conclusiones servirán para la fundamentación de actividades futuras.
Incidir en el currículo (ajustarlo a lo que puede ser trabajado con interés y provecho
por los y las estudiantes).
En buena parte del artículo se dedican a caracterizar cómo debería ser la evaluación como
instrumento de aprendizaje, esto es, lo que se da en llamar la evaluación formativa. En
síntesis, señalan que, en primer término, si la evaluación va a ser un instrumento orientador
de la labor del estudiantado, tendrá que ser percibida por las alumnas y alumnos como una
ayuda real generadora de expectativas positivas y por tanto las acciones del/la docente
deberían encaminarse en ese sentido. En segundo lugar, que la evaluación no se reduzca a
los aspectos conceptuales, en general más fácilmente ponderables, sino que se extienda a
los procedimentales y actitudinales. Y finalmente, que se deba evaluar todo aquello que el
alumno o alumna hace y produce en la clase de ciencias, no solamente en una instancia de
cierre que propenda a la calificación, sino a lo largo de todo el proceso, con una
retroalimentación continua.
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Pero el aporte más importante de este artículo es justamente la noción que queda expresada
en el comienzo del título del trabajo: “La evaluación refleja el modelo didáctico”.El alcance
de esta frase surge de la investigación realizada, en la que se compararon diferentes
unidades didácticas que respondían a distintos modelos de enseñanza: los de transmisión-
recepción de conocimientos, los de descubrimiento y los constructivistas. En ellas se hizo
foco en las actividades de evaluación. En la siguiente figura se sistematizan los resultados de
esta investigación:
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Dentro de las investigaciones que estamos reseñando hay un panorama muy amplio en el
sentido de la generalidad o especificidad de los abordajes realizados. Esto es, trabajos que
aluden a la evaluación de la enseñanza de las Ciencias Naturales en general o a la
enseñanza de las disciplinas específicas: Física, Química, Biología…o bien a aspectos
puntuales al interior de la enseñanza de estas disciplinas.
Yendo a un enfoque más general, es interesante el trabajo desarrollado por Tovar (2008) en
el cual propone un modelo de evaluación multidimensional de los aprendizajes en ciencias,
donde reconoce la necesidad de contemplar las siguientes dimensiones: conceptual,
administrativa-metodológica, actitudinal, comunicativa, e histórico-epistemológica.
Como dicen Jorba y Sanmartí (1996), desde una visión del proceso de enseñanza-
aprendizaje más sistémica, la separación entre las actividades de enseñanza y las de
evaluación no tiene sentido. Así “interesa, por tanto, definir un marco teórico en el cual
enseñanza, aprendizaje y evaluación sean tres discursos coincidentes.”
¿Creen que veinte años después del estado de situación que describe el
párrafo anterior estos obstáculos han sido superados? ¿Por qué? ¿Cuál es
la experiencia que tienen al respecto? Comparta sus aportes referidos a las
anteriores cuestiones en el foro de intercambios para la resolución de
actividades correspondiente a la clase 5.
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Como veremos más adelante, en el apartado titulado “Evaluación de actitudes”, buena parte
de estas concepciones de cierta parte del profesorado son internalizadas por las y los
estudiantes al punto de sentirse incompetentes para el aprendizaje de la ciencia.
Evaluación y metacognición
Desde hace bastante tiempo se habla de otra dimensión de la evaluación a la que se conoce
como evaluación formadora, expresión que se usa para designar a
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- Argumentar a favor o en contra de las conclusiones, e identificar los supuestos, las pruebas
y los razonamientos en la obtención de los mismos.
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- Tener responsabilidad sobre uno mismo, los recursos y el entorno. Conocer los hábitos
saludables, personales, comunitarios y ambientales basados en los avances científicos y
tecnológicos. Valorar el principio de precaución.
La evaluación de actitudes
Es el momento de enfocarnos en la cuestión de las actitudes y cómo es que estas son
evaluadas. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de actitudes? Al respecto, el
diccionario de la RAE en su entrada correspondiente a la palabra actitud, consigna lo
siguiente:
1. f. Postura del cuerpo humano, especialmente cuando es determinada por los movimientos
del ánimo, o expresa algo con eficacia. Actitud graciosa, imponente. Las actitudes de un
orador, de un actor.
Si nos remitimos a la primera y a la tercera acepción primera, parece quedar claro que las
actitudes bien pueden ser manifestadas en el cuerpo de una persona o bien expresarse de
alguna otra forma, como por ejemplo en el discurso o la acción. Al trasladar esas
consideraciones al ámbito educativo, resulta fácil pensar en los vínculos estrechos que
mantiene la cuestión de la actitud con la predisposición, la motivación y el interés. Y yendo
un poco más allá, con cuestiones que, en definitiva, hacen a la génesis de las actitudes:
cuando se alude a las creencias, concepciones, representaciones, ‘visiones’ e ‘imágenes’, de
alguna manera, se está haciendo referencia a todo aquello que portamos los seres humanos
en nuestras mentes y que condiciona nuestra interacción con el mundo. Y que por tanto, nos
(pre)dispone de una forma particular frente a esa porción de la realidad que se nos
presenta: nuestra actitud.
Una reflexión que debería surgir inmediatamente después de haber leído la introducción, es
que no hay evaluación de actitudes “en abstracto”, sino que siempre se realiza respecto a
algo o hacia algo en concreto que interesa conocer. Así, veremos que es muy amplio el
abanico de cuestiones que nos puede interesar evaluar a los profesionales que nos
dedicamos a la enseñanza de las ciencias. Entre ellas podríamos mencionar:
• Hacia la ciencia
• Hacia la tecnología
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Como se puede apreciar, cada una de las cuestiones mencionadas podría matizarse de
acuerdo a cuál es la audiencia objeto de estudio (público en general, estudiantes de
primaria, secundaria o universidad, profesores en formación o en actividad) y cuáles son las
variables que se ponen en juego (género, nivel socioeconómico, formación previa, etnicidad)
según sea el foco en que se haya puesto la intención de evaluar. Pero, sin dudas, la
preocupación principal de los enseñantes de ciencias durante mucho tiempo se ha centrado
(y se sigue centrando aún) en las actitudes relacionadas con el aprendizaje de la ciencia de
los estudiantes, especialmente en la escuela secundaria. Y en que, por supuesto, dichas
actitudes relacionadas con el aprendizaje son consecuencia de las concepciones y actitudes
hacia la ciencia que se sustentan, y que a su vez las actitudes relacionadas con el
aprendizaje son obstáculos para la adquisición de actitudes científicas.
Para dar una idea acerca de cuándo se inician los desvelos por conocer
estas cuestiones, cabría señalar dos investigaciones pioneras en el campo:
Como corolario, se podría afirmar que las actitudes de los estudiantes hacia
el aprendizaje de la ciencia son un correlato directo de sus concepciones
acerca de la ciencia (Vázquez y Manassero, 2008).
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reproducir ese saber o no. Los instrumentos utilizados son muy conocidos: cuestionarios
escritos u orales que indagan ideas, definiciones, conceptos. O las “pruebas objetivas” donde
se debe elegir la “respuesta correcta” entre varias opciones posibles. Pero, ¿qué
instrumentos son los más idóneos si hay un compromiso con la evaluación formativa? ¿O
cómo promover, desde la elección de un instrumento de evaluación y desde el trabajo de
aula la autorregulación de los aprendizajes, esto es lo que se da en llamar la evaluación
formadora? Trataremos de aportar algunas ideas en relación a las metodologías e
instrumentos que se muestren coherentes con estas modalidades. Como la cantidad de
instrumentos es muy grande y excede su descripción a los alcances de esta clase, nos
limitaremos a presentar, por el grado de potencia que encierran, a los KPSI. Y además,
haremos una semblanza de las matrices de valoración o rúbricas, que sin ser instrumentos
de evaluación por sí mismos, se constituyen en guías extremadamente útiles para la
evaluación competencial.
Los KPSI
Proponemos aquí un ejemplo de una de las herramientas más usuales, para poner en
práctica la evaluación metacognitiva. Se trata de los KPSI (en inglés, Knowledge and Prior
Study Inventory, en castellano algo así como Listado de Conocimientos Previos a la
Enseñanza). Es un cuestionario de autorregistro diseñado por Tamir y Lunetta en 1978, y
constituye una herramienta de autoevaluación que permite a una persona en situación de
aprendizaje tomar conciencia del grado inicial y de la evolución posterior de sus
conocimientos, habilidades o competencias respecto a una materia en cuestión (Aguilera y
Pujalte, 2015).
Las rúbricas
Como señalan Trinidad, Bazán y Aguilera (2015) “una rúbrica es una guía que intenta
evaluar el avance de los estudiantes, basada en la explicitación (lo más precisa posible) de
una gama completa de criterios que dan cuenta de lo actuado por los alumnos, en el logro
de una competencia o en la realización de una tarea encomendada. La rúbrica constituye
una guía de trabajo tanto para los alumnos como para los profesores, que cuando es
compartida con los alumnos antes de iniciar un determinado trabajo puede ayudarlos a
pensar sobre los criterios a partir de los cuales su trabajo será evaluado. En este sentido,
esta guía se constituye en una instancia que favorece el proceso de autorregulación de las
acciones de los alumnos.”
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Competencia o
Grado 1 Grado 2 Grado 3
tarea
Para poder comprender cómo armar una rúbrica, les sugerimos visitar el
siguiente enlace: http://www.eduteka.org/Rubistar.php3
Recapitulando
En esta clase nos sumergimos en la controvertida noción de evaluación. Para ello,
caracterizamos las grandes ideas vigentes sobre el tema, relacionándolas con los supuestos
básicos que subyacen a las mismas. Luego nos dedicamos a ver cómo se ha investigado la
problemática evaluativa desde la Didáctica de las Ciencias Naturales, haciendo foco en
algunos trabajos señeros en el campo. Nos detuvimos a analizar las concepciones que tanto
el profesorado como el alumnado sostienen sobre la evaluación y cómo pueden constituirse
estas concepciones en obstáculos para una enseñanza científica de calidad. Abordamos
luego aspectos puntuales, como el importante rol de la metacognición en las visiones más
progresistas de la evaluación, en la evaluación por competencias y en la evaluación de
actitudes, para finalizar con una aproximación a metodologías evaluativas que están en
consonancia con la evaluación formativa y formadora.
Conclusiones
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Pudimos ver que muchas veces la evaluación termina siendo la parte más difícil a modificar
en pos de las innovaciones educativas que atienden a la mejora de la educación científica. Y
que hay condicionantes para el cambio, entre ellas las concepciones sobre la evaluación que
sostiene el profesorado, que a su vez están teñidas por las propias concepciones de ciencia,
de enseñanza y de aprendizaje. Que la meta fundamental es el desarrollo de la
autorregulación de los aprendizajes por parte de los alumnos y alumnas, pero que ello debe
ser promovido por actividades de enseñanza que vayan en consonancia, que procuren poner
en juego procesos metacognitivos. El recorrido por la clase y la bibliografía busca
desnaturalizar algunas ideas instaladas sobre la evaluación y ofrecer algunas pistas para el
cambio.
Arellano, M., Jara, R., Merino, C., Gatica, M. Q., y Fernández, L. C. (2008). Estudio
comparativo de dos instrumentos de evaluación diagnóstica aplicados a profesores de
Química en formación: un estudio piloto. REEC: Revista electrónica de enseñanza de
las ciencias, 7(1), 1. Disponible
en:http://reec.webs.uvigo.es/volumenes/volumen7/ART1_Vol7_N1.pdf Fecha de
consulta: 28/3/2016
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Alonso Sánchez, M., Gil Pérez, D., y Martínez-Torregrosa, J. (1992). Los exámenes de
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investigación. Enseñanza de las Ciencias, 10(2), 127-138. Disponible
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Especialización Superior en Enseñanza de las Ciencias Naturales en la escuela secundaria
Wilson, L. (1954), “A study of opinions related to the nature of science and its
purpose in society”, Science Education, 38 (2), 159- 164.
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