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LA CASA

EMBRUJADA
Cuento extraído de la web de John Deere Argentina: http://www.deere.com.ar
Autor: Kirk Barron. Adaptación: Carlos Mozota.
Era una hermoso atardecer de verano. Los rayos del sol caían
sobre Johnny Tractor y Flora Empacadora mientras estaban
trabajando en los últimos rollos de paja de la temporada.
Cuando tomaron una curva sobre el campo, divisaron la vieja
casona de los Austin, que había sido una enorme y hermosa casa
de campo, pero desde ya hacía mucho tiempo estaba
abandonada.
Aunque siempre había estado allí, Johnny no se sentía del todo
cómodo cuando pasaba por delante de esa casa abandonada.
“Este lugar tiene realmente un aspecto fantasmagórico”, dijo
Johnny.
“Si”, dijo Flora “Siempre que la veo me entra un escalofrío”.
El sol estaba ya por desaparecer cuando ya habían terminado los
últimos rollos y emprendían el camino de regreso a la casa.
Johnny aceleró cuando pasaban por delante de la vieja casa
Austin.
“Tú tienes miedo, ¿no?”, dijo Flora.
“¿Yo? ¡Yo no tengo por qué tenerlo!”, respondió Johnny
orgulloso.
En el mismo momento sonó un fuerte y terrible “creeeeeeek” que
venía de la casa Austin.
El ruido los asustó de tal manera, que Johnny condujo el regreso
a la granja tan rápido como nunca lo había hecho.
“Quizas no deberíamos contar nada a los otros sobre el ruido”,
dijo Flora “Si no, van a creer que estamos locos”
“Si”, contestó Johnny. “Además tal vez pudo ser el viento o algo
parecido”
Aunque los dos sabían que ese ruido no podía venir del viento, ya
que esa noche el aire estabe en calma.
Un tiempo después, para la noche de Halloween, Carlota, la
cosechadora, trabajaba en el campo en las cercanías de la
casona Austin.
El Gran John, que era tractor mayor y Juan, el remolque,
ayudaban a Carlota.
Cuando ya hacía rato que se había hecho de noche, decidieron
todos detener las tareas y regresar.
Tal y como les había pasado a Johnny y a Flora, los tres
escucharon un extraño y fuerte ruido cuando pasaron delante de
la vieja casa.
“Buzzzzzzz, Rum-Ba-Rum-Ba-Rum, ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! Y tal
como Johnny y Flora lo habían hecho antes, regresaron a la casa
tan rápido como pudieron, muertos de miedo.
Llegaron al granero jadeando y resoplando. Los demás, Johnny,
Flora, Pedro Camión y el todoterreno Abel estaban ya ahí.
“¿Qué os pasa, chicos? Parece como si hubierais visto un
fantasma”, dijo Pedro.
“Yo… creo que eso hemos visto...” respondió Juan.
Carlota era la más grande, Gran John el más fuerte, pero ambos
estaban evidentemente tan asustados como Juan.
Johnny preguntó: “¿Ocurrió cerca de la vieja casa Austin?
Sorprendidos preguntaron al mismo tiempo Carlota, Gran John y
Juan: “¡Sí! ¿Cómo lo sabes?”
“Es que… a Johnny y a mi nos pasó lo mismo hace un tiempo”
dijo Flora.
Pedro añadió: “Yo he oído decir a los campesinos que
últimamente hay mucho movimiento alrededor de la casa Austin”.
“¿Qué quieres decir con movimientos?” preguntó el todoterreno
Abel. Abel era el más pequeño y siempre estaba haciendo
preguntas.
“Eso significa que alguien o algo está haciendo alguna cosa allí”,
dijo Pedro.
Abel gritó: “¡Estáis locos! Es sólo una casa vieja y vacía. Allí no
hay nada a lo que se le pueda tener miedo”.
¿Ah, si?” dijo Johnny “Por qué no vas entonces mañana allí y nos
dices de dónde salen los ruidos?”
“Bien”, respondió Abel. “Pero no mañana, voy ahora”, y salió.
Johnny se sintió mal por haberle respondido de malas maneras,
pero él sabía que en la casa Austin algo sucedía.
Hasta desde lejos Abel podía ver un extraño resplandor en la
niebla sobre la casa Austin.
Pero fue cuando subió la última cuesta antes de llegar a la casa,
cuando empezó a escuchar los ruidos.
“¡Clank! ¡Clank! Boooooomm”
Se paró asustado. Empezaba a tener miedo y no sabía si debía
seguir adelante.
En ese momento lo alcanzaron Johnny y los demás. Al verlos
Abel se sintió más tranquilo.
“Tienes razón Abel” dijo Johnny. “No debemos tener miedo de
algo si no sabemos qué es.”
Y así fue como siguieron camino hacia la casa Austin, con Abel a
la cabeza.
...y quedaron muy sorprendidos al encontrarse con un grupo de
trabajadores, que con herramientas y pinturas en medio de
grandes focos que daban luz, estaban reformando la casa.
En el camino de regreso se reían sobre lo vivido y el miedo ya
había desaparecido.
Al día siguiente se alegraron mucho cuando escucharon al
granjero Fermín que una nueva familia se mudaba a la vieja
casona Austin.
Y
COLORÍN
COLORADO

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HA ACABADO

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