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INTRODUCCIÓN
La dismorfogénesis lumbo-sacra reúne una serie de anomalías del crecimiento óseo que
se suelen detectar entre 3 – 21% de la población, su presencia provoca modificaciones
en la biomecánica de la región lumbar que pueden progresar a alteraciones
degenerativas precoces, traduciéndose en dolor lumbar mecánico recidivante que se
pone de manifiesto entre los 30-40 años, siendo una de estas la presencia de una
megapófisis transversa a nivel de L5; esta se puede dividir de acuerdo con su tamaño en
5 grados (I: aumentada de tamaño pero sin contactar con el alerón ilíaco, II: Contacta
con el alerón ilíaco con esclerosis a ese nivel, III: Rebasa el alerón ilíaco y se fusiona
con este, IV: Adquiere grandes dimensiones penetrando entre el iliaco y el sacro
formando una pseudoarticulación, V: apófisis costiforme)2, 3.
En 1917, Mario Bertolotti describió por primera vez la asociación del dolor lumbosacro
de tipo mecánico con la presencia radiográfica unilateral o bilateral de una megapofisis
transversa de las últimas vértebras lumbares4. Actualmente se describe que esta variante
anatómica afecta al 4 – 18 % de la población5, 6, sin embargo no todos desarrollan
dicho cuadro clínico por lo que algunos autores refieren esta relación etiológica como
controvertida7, 8.
OBJETIVO Y METODOLOGÍA
Nuestra serie estuvo conformada por 9 pacientes que fueron atendidos en la consulta
externa del servicio de reumatología del Hospital General Universitario de Ciudad Real
que acudieron derivados desde atención primaria por un cuadro de dolor lumbar/glúteo
crónico de características mecánicas sin otra sintomatología significativa asociada y que
en la exploración radiológica destacaron la presencia de alteraciones morfológicas
vertebrales en la transición lumbosacra (Tabla Nº1). Mediante la realización de una
resonancia magnética se descartó la presencia de hernia discal a los 6 pacientes que
tenían un tiempo de evolución mayor a 12 meses y con cierto grado de irradiación del
dolor.
Tabla 1
Tabla 1.
AC210391-FIGURA 1
DISCUSIÓN
La relación entre la alteración biomecánica que provoca la presencia de una megapófisis
transversa y el dolor lumbar se puede sustentar en la sobrecarga y posteriores cambios
degenerativos que se genera en la articulación facetaría, discos intervertebrales,
estenosis de canal y en la articulación aberrante que se origina a dicho nivel8, 9, 10.
Dentro del abordaje de este cuadro clínico, la radiología simple sigue siendo la técnica
diagnóstica básica, reservándose otras pruebas de imagen como la tomografía
computarizada, la resonancia magnética y la gammagrafía ósea, cuando existan dudas o
bien para excluir otras posibles etiologías11. El tratamiento inicial incluye, como en la
mayoría de los casos de dolor lumbar mecánico, el uso de analgésicos, relajantes
musculares, AINEs y la rehabilitación; lo cual ha mostrado una adecuada respuesta en la
mayoría de casos, sin embargo cuando existe refractariedad, el bloqueo con corticoides
+/- anestésicos, la radiofrecuencia y finalmente la resección quirúrgica de la
megapófisis pueden ofrecer una alternativa terapéutica10, 12.
A pesar de que el síndrome de Bertolotti forma parte de las posibles causas que pueden
llegar a justificar el cuadro de dolor lumbar crónico3, 5, 6, existen aún discrepancias
sobre si esta alteración anatómica puede o no justificar la sintomatología que se le
atribuye debido a que se ha observado cómo dichas alteraciones vertebrales en la
transición lumbo-sacra pueden estar presentes también hasta en un 10% de personas
asintomáticas8. Sin embargo, muchos autores coinciden en que la mejoría clínica
significativa producida tras la infiltración con esteroides +/- anestésicos en la
articulación aberrante de los pacientes con megapofisis transversa, sin ninguna otra
causa subyacente que justifique el cuadro clínico, se podría considerar como una prueba
diagnóstica y a su vez una alternativa previa al manejo quirúrgico13, 14, 15.
CONCLUSIONES
Si bien el dolor lumbar es un cuadro clínico tan común en la población general, cuyo
origen puede resultar multifactorial y aunque aún se encuentre en polémica la
correspondencia entre la alteración biomecánica que provoca la presencia de una
megapófisis transversa a nivel lumbar y su sintomatología, el tener presente esta entidad
en el diagnóstico diferencial, siempre y cuando haya un correspondencia clínica y
radiológica, resulta de gran ayuda al paciente ya que se ha observado que hay una buena
respuesta tras la infiltración de corticoides +/- anestésicos en la articulación aberrante, si
el tratamiento conservador habitual con analgésicos, antiinflamatorios y rehabilitador no
es suficiente.