Está en la página 1de 182

facebook.

com/lacanempdf

FUNDAMENTOS
Comentario del Seminario 11

Graciela Brodsky
Curso Propedéutico del ICBA, dictado en 1999
Responsable Docente: Graciela Broclsky
Colaboradores docentes: Marcelo Barros, Eduardo Benito, Viviana Camilli,
Raúl Cürmorn, Alejandra Eiclelberg, Alberto Grunfelcl, María Inés Meinet Pallares,
Graciela López, Fabián Napar.slek, Alberto Saul, Alicia Pico y Alicia Yacoi
Establecimiento y corrección: Marcelo Barros y Alejandra Eiclelberg
Por el comite editorial: Cecilia D'Alvia y Marcela Giandinoto
Versión revisacla por el autor
ÍNDICE

. Presentación de la Colección,
por Leonardo Gorostiza 7

Introducción Propedéutica,
por Graciela Brodsky 9

l. El sí y el no 11

II. La suposición del sujeto 27

III. El inconsciente y la repetición J 47

IV. Entre cierre y puesta en acto 65

V. La realidad sexual 85

VI. Las paradojas de la pulsión '-.. 103

VII. Alienación y separación 117

VIII. El deseo del analista 135

IX. Clínica de la alienación 159

X. La sesión analítica 177


PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN
CUADERNOS DEL JCBA

La consigna Enseñanza e Investigación en psicoanálisis" orienta


11

el trabajo que se desarrolla en el Instituto Clínico de Buenos Aires en


un sentido preciso: que la enseñanza que allí Lenga lugar no se agole
en la repetición de lo uya sabido"; que se asuma el riesgo de avanzar
hacia el límite vacilante que introduce lo "no sabiclo 11 •
Una enseñanza así concebida, si bien no desdeña la verlienle ele lo
ya dicho, ele las referencias, de la afirmación del saber ya sedirnenla­
clo, lejos de conlenlarse con ella, se propone, a partir del marco de lo
ya sistematizada, trascenderlo. Es decir, crear las condiciones para
que su otra vertiente, la de la verdadera investigación, pueda lener
lugar.
Así, esta dimensión de la espera ele lo nuevo, hace ele la conlingen­
cia ele un hallazgo el sentido principal de la actividad docente en los
distintos ámbitos de enseñanza del Instituto del Campo freudiano, del
cual el JCBA forma parte.
La colección Cuadernos del !CEA que hoy presentamos, apunta a
constituirse en un instrumento ág-il y rápido que facilite la circulación
de lo que en el ICBA se enseña. Es por ello que se dirige, en primer
lugar, a los participantes de los Cursos -propedéuticos y avanzados-y
ele los Seminarios de investigación para que dispongan ele una trans­
cripción ílel y cuidada de lo que en cada espacio, año tras año, se
trabaja.
Pero además, esta nueva publicación que se suma a las ya existen..
les (Colección del JCBA, El 1\tlensaje y el Cuadernillo del JCBA), aspira
también a transmitir, a través de sus páginas y más allá ele su ámbito
propio ele enseñanza, el esfuerzo singular de cada docente por explo­
tar la hiancia que existe entre el discurso analítico y el universitario;
antipatía ele discursos que jamás podrá ser superada 1 •
Esperamos, de esta manera, dar a conocer los resultados del ries­
go que cada docente del JCBA asume al hacer propia la orientación
señalada por Jacques-Alain Miller hace ya varios ·años, una orienta­
ción que incita a enseñar en el límite de la propia ignorancia.

1 Lé!can, .J., "Uu:on po111· \lincennes!", Omic:ar? 17/18, París, 197!:l.

7
"No existe paradoja en plantear la más estricta exigencia para aque­
llos que se ponen a prueba en una función de enseñanza sin prece­
dentes ya que el saber ensei'íado, si obtiene su autoridad por su cohe­
rencia, sólo encuentra su verdad en el inconsciente, es decir, en un
saber en el que no hay nadie para decir 11 yo sé". Lo que se traduce en
lo siguiente: que sólo se dispensa una enseñanza en el Campo freu­
diano a condición de soslenerla con una elaboración inédita, por
modesta que sea" .:i
Le quedará al lector de estos Cuadernos del !CBA decidir, cada vez,
cuándo y cuánto hemos podido acercarnos a es La exigencia.

Leonardo Goros Liza


Director del ICBA

25 de junio de 2000

2 Miller, J.-A., "Prólogo en G1.1ilrtH1courl" (15 de agosto de 1!188), Cuarlernillo del IC/311,
sección "l)onunenlos".
INTRODUCCIÓN PROPEDÉUTICA

La enseñanza ele Jacques Lacan, proseguida sin interrupciones a


· lo largo de treinta años en un esfuerzo sostenido por dar cuenta de lo
real de una práctica, confronta a quien quiere internarse en sus mean­
dros con una obra que incluye en su estilo mismo el carácter paradó­
jico, contradictorio, sorpresivo y discontinuo de su objeto de estudio.
El resultado, enigmático a veces, obliga entonces a un desciframiento
y favorece, en el límite, la invención de saber.
lCuál es la buena manera de encarar el estudio ele los textos de
Lacan? Al igual que en el dispositivo analítico, la manera de entrar no
es indiferente cuando se trata de llegar a buen puerto. Para que lo
imprevisto, lo novedoso, lo subversivo de su enseñanza se ponga de
manifi�sto, es necesario ubicar previamente sus tesis principales, si­
tuar los conceptos fundamentales en los que se apoya, reconstruir las
preguntas a las que cada uno de sus desplazamientos intenta respon-
. der, encontrar cada vez la perspectiva cambiante que Lacan elige y
seguir las consecuencias que necesariamente se derivan para la doc­
trina y la experiencia analítica.
Sin proponerse como un ciclo básico o intro ductorio, el
propedéutico pretende en cambio desarrollar de manera sistemática
una concepción crítica, no dogmática, problemática ele la enseñanza
de Lacan, según un método que, como él mismo lo define, no avanza
ningún paso antes de demostrar lo bien fundado del precedente.

Graciela Brodsky
l. EL SÍ Y EL NO

Esta es la primera ele una serie ele reuniones en las que trabajare­
mos junlos y que se extenderán durante tocio el año en el marco del
lnslituto Clínico ele Buenos Aires. Les agradezco que estén acá, que
hayan tomado la decisión de iniciar, proseguir o profundizar su forma­
ción con nosotros.
· lQuiénes somos "nosotros"? Algunos de usledes ya nos conocen;
otros no porque es la primera vez que se acercan.
En primer lugar, "nosotros 11 sómos el equipo responsable ele los
cursos propedéuticos del ICBA: Ricardo Nepomiachi, aquí presente, a
cargo del curso "Clínica de la neurosis"; Jorge Chamorro, también aquí
presente, responsable del curso "Clínica de la psicosis"; yyo misma,
que elegí para este curso el título "Los fundamentos del psicoanáli­
sis", lo cual me permitirá Lomar esle año una seriey seguramenle otra
para el año que viene.
"Nosotros" somos, además, los cqlaboradores docentes que se
ocuparán de alentary dirigir la investigación que ust�des van a desa­
rrollar en los pequeños grupos.-Eslán aquí presentes: Viviana Camilli,
María Inés Meinet Pallarés, Raúl Carmona, Graciela López, Alberto
Grünfelcl, Marcelo Barros, Alicia Pico, Alicia Yacoi, Alejandra Eiclelberg,
Eduardo Benito, Fabián Naparstek y Alberto Saúl. Esos somos "noso­
Lros'1, los responsables de llevar adelante el comentario de "Los fun­
,
damentos del psicoanálisis, .
"Nosotros" somos también todo el equipo docente que está de­
trás: Leonardo Gorosliza como director del lCBAy los docentes a car­
go de los cursosy seminarios avanzados, de la presentación de enfer­
mos, de casuística. Se trata ele un verdadero equipo que, en esta se­
mana, comienza a hacer sus pruebas ante ustedes. Ya las han hecho
en otros ámbitosy en otros momentos, pero ahora las hacen ante us­
tedes. Como siempre, seg(m la lógica de Lacan, el emisor va a recibir
del receptor su mensaje en forma invertida; es decir, que serán uste­
des quienes finalmente van a decidir si estamos o no a 1a·a1tura de las
circunstancias.
Lo que vamos a hacer no se trata de un seminario de lectu1:a tle
textos, donde se trabaja párrafo por párrafoy renglón por renglón para
hacer crecer al texto, donde se lo bate como se baten las claras a nie-

ll
GRAC/cl,1 BJWDSKl'

ve hasta que se toma liviano, entendible, transparente. Para el comen­


taí·i� de El seminario 11, esta disciplina requeriría por lo menos tres o
cuatro años. No nos vamos a embarcar en eso (lo cual no implica que
muchos ele ustedes no lo estén haciendo en olros ámbitos). Más bien,
éste será un curso que se va a desplegar sobre dos rieles.
Mientras preparaba Jo que les iba a decir hoy, retomé algo que hici­
mos hace cerca ele diez años atrás en el marco del Campo freudiano.
Así fue como se me ocurrió que lo que voy a desplegar en las diez
reuniones que tendremos puede llamarse "el argumento". Es decir,
voy a tratar de desplegar en su máxima extensión los puntos esencia­
les que Lacan toma en cada uno de los capítulos de El seminario 11 e
intentaré darles a ustedes las claves para su lectura.
Lo que van a hacer en los seis talleres a cargo de los colaboradores
docentes es, por el contrario, la disciplina del comentario. En cada
taller se va a tomar un lema o un párrafo de El seminario 11 y se van a
explorar sus conexiones con· otros momentos de la enseñanza de La­
can, o con la obra de Freucl, o con otros autores. Es decir, mientras yo
voy a dar aquí las grandes líneas que orienten la lectura, en los talleres
van a hacer un tra'bajo en detalle: lomarán diez renglones, un tema, y
a lo largo de seis reuniones lo van a explorar desde distintas perspec­
tivas.
Siendo éste un curso propedéutico, hay que empezar por el princi­
pio. Y es por método que, cuando se va a trabajar un texto, hay que
ubicarlo; en este caso hay que ubicar El seminario 11.
La primera clase es del 5 de enero de 1964. Sería una fecha más
que no querría decir nada, si no fuera porque es una fecha que marca
el inicio de una nueva época en la enseñanza de Lacan. Aun cuando
éste es un curso propedéutico, no elegí empezar por el seminario 1 y
terminar por el 24, lo cual hubiera sido el método del método. No. He
preferido empezar-por El seminario 11 porque marca una ruptura, una
escansión, un cambio de perspectiva, porque marca lo que puede lla­
marse el comienzo de la elaboración propiamente lacaniana.
Para ubicar al Seminario 11 es necesario -más que con cualquier
otro- tomar algunas fechas de referencia. No hacemos esto con todos
los seminarios de Lacan, pero el 11 es especial. La primera peculiari­
dad o curiosidad de este seminario es que reemplaza a otro que La-·
can no dio y que hace ya algunos años Jacques-Alain Miller comentó
en un texlo cuya. lectura recomiendo, ya que está en castellano y al
alcance de ustedes; se llama Comentario del seminario inexistente y
ahí Miller ubica al Seminario 11 como una metáfora.

12
FUNDA,\·11:.'NTOS

La estruclura de la metáfora es más compl icada pero, como míni­


mo, supone la sustilución ele un significante por otro. Un significante
· cae, se pierde y, en su lugar, viene otro. Por ejemplo, en la metáfora
palerna cae el significante del Deseo ele la Madre y es reemplazado
por el Nombre del Padre: En la obra de Lacan van a enconlrar una
uti lización de la metáf ora mucho más complicada que ésla, por cier­
to, porque, en rigor, la metáf ora necesita cuatro términos. Es para en­
tendernos más rápidamenle que podemos decir que en una metáfora
se sustituye un térmi no por otro. Así, para ubicar la situación sorpren­
dente de El seminario 1 1 , "Los cuatro conceptos . . . 11 , Miller propone en
su Lexlo que este seminario es lo que viene a sustituir al "seminario
inexistente" ; es decir, al seminario de " Los Nombres del Padre ".
Se puede decir sencillamente: no doy una cosa, entonces doy otra.
Eso no tiene ni nguna gracia. Al plantearlo como una metáfora, se su­
pone que el término caído no desaparece por completo, sino que el
térmi no que lo sustituye recupera algo de él . Todo el desafío que El
seminario 1 1 plantea, es el de encontrar en él lo que hay de resto, de
h i lachas, de trazas de lo que Lacan hubiera dicho en el seminario de
" Los Nombres del Padre". No se trata de una tarea de adivi nación , se
trata de que Lacan mismo lo va diciendo. Sin ir más lejos, en el primer
capítulo (un poco antes de las respuestas) van a encontrar que dice:
" Lo que tenía que decirles de los nombres del padre no apuntaba a
11
ninguna otra cosa • Lacan se ocupa, cada tanto, de ir tirando algunos
guijarros en el camino como para que uno pueda desandarlo y re­
construirlo. Como en el análisis, se trata de construir esa parte de la
h istoria del psicoanálisis que quedó censurada. Es un trabajo de aná­
lisis, al menos tal como lo concebía Freud y como seguimos practi­
cándolo. Se trata de ver qué trazas hay de la censura en el material
manifiesto y de reconstruir -a partir de ellas- aquello que ha sido cen­
surado. Ustedes conocen el método de " La interprelación de los sue­
ños " .
Hay que ubicar a l Seminario 1 1 en el tiempo, n o sólo e n esta pers­
pectiva metafórica y sincrónica, sino también en una perspectiva
diacrónica .. El orden de la metáf ora es sincrónico: en el mismo eje y
en el mismo tiempo, en lugar · de· aparecer un significanle, aparece
olro. El orden de la metonimia es diacrónico, hay algo primero y algo
después; es una referencia temporal .
Voy a comentar la secuencia temporal que precede al Seminario
1 1 . La conocía por la anécdota, pero no la había vuelto a leer desde
hac� mucho, exactamente desde la fundación de la EOL, hace casi

13
Gi?,\CIEI.A J3ROIJSf.T

siete afios . Ahora-lo he vuelto a hacer desde la perspecliva de El semi­


nario 1 1 y me sugirió otra línea. Se las comento.
Me gus ta representar la diacronía con una línea porque da la idea
ele acontecimientos q ue s e ubican s uces i"vame n l.e . Es una línea con­
tingente al problema que podría continuarse hacia adelanle y hacia
atrás, pero la vamos a acolar trazando dos segmentos .

1 953 1 964

Tenemos que dar cuenta de una s i tuación correspondiente al año


1 964. Ponemos nues tro punto de partida en el año 1 953, es decir, once
años atrás . En es ta fecha se produce la escisión de lo que era la Socie­
dad Psicoanalítica de París , filial de la IPA, que había cesado su activi­
dad durante la guerra y la retomaba. 1-Iay una Comisión ele Enseñanza
y Lacan es responsable ele ella. Todas las ins lituciones de la IPA tienen
un Ins ti tuto (que no es , por cierto, el ICBA) . Las ins tituciones ele la IPA
-APA, APcleBA, por ejemplo- Lienen un Instiluto que es el lns litulo de
Formación que funciona aparte del control. Se trata entonces ele re­
dactar los estatutos del Ins tituto ele la Sociedad Psicoanalítica ele Pa­
rís.
La perspectiva de Lacan es una, dis tinta a la ele otros .. Hay crisis en
la Ins titución y se produce una escisión . La primera, la original es la
Sociedad Psicoanalítica de París y s e divide en dos : queda la Sociedad
Psicoanalítica de París y la Sociedad Francesa de Psicoanálisis .
Es exactamente lo mismo que pasó acá, hace años atrás , con APA
y APdeBA: hay una crisis interna dentro de una socieµad y ésta se
divide en dos ; la nueva (en nuestro caso APdeBA) liene que conseguir
el reconocimiento de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Aho­
ra hay un tercer grupo que se abrió: la Sociedad Argentinc;l de Psicoa-
. nálisis (SAP), que para ser reconocida como sociedad psicoanalítica,
es decir, para poder formar analistas tiene que obtener el reconoci-
.miento de la IPA. Has ta donde sé -ignoro cuáles son las úllimas noti­
cias- la SAP está reconocida como grupo de es tudio por la IPA y es tá
en tratativas de obtener el reconocimiento como sociedad psicoana­
lítica.
Es exactamente lo mismo que pasó en París en 1 953: la Sociedad
Francesa de Psicoanálisis (el grupo de Lacan) se separa ele la otra y
demanda a la Asociación Internacional s u reconocimiento como

14
F°Ul\'DAMEl\'TOS ·,,,r -,.t\"�¡¿ r . . � ,
·.l...... lliJ f'!:,¡ r/Í, /f""
}.� A
...��.1��'.'"'..""•�.t�:¡r,,;,;;:,n'.T
�· .., "��·"
asociación psi coanal ítica. Desde que se pide es te reconocimiento
en 1 953 has ta 1 964 pasan once aii.os ; es decir, que Lacan pide el
reconocimiento a l a IPA i i i duran le once años ! ! ! . .·. .
N o s é por qué s e piensa que l a his loria es distinta, como si Lacan
se hubiera ido diciendo: " i guerra a la IPA! ,,. No. Lacan quería ser reco­
nocido por la IPA, su grupo, es cierto que no hacía lo que se le pedía
que hiciera para ser reconocido por ella; es decir, no es taba clispues lo
a seguir exactamente las indi caciones .
La I PA fundó un comité (exactamente igual que lo que ahora ocu­
rre con la SAP) . Era un Comi té Internacional que tenía por tarea eva­
luar las actividades del nuevo grupo durante un cierto tiempo y dicta­
minar si es taba en condiciones de ser reconocido o no. Mientras tan­
to, le habían dado el es tatuto de "gru po ele es ludio" . El responsabl e
del Comité era el Dr.Tui:que t, que ha pasado a la his toria del ps icoaná­
lisis por es ta anécdota.
De 1 953 a 1 96 1 no tenemos muchas noticias ele lo que pas a. Hay
cartas , informes , cues tiones ins ti tucionales . Pero si us tedes quieren
tener una idea de lo que le pasa a Lacan, pueden l eer los textos de esa
época. Pueden ir a tres textos de los Escrifos que dan cuenta, por un
lacio, ele las tratativas burocráticas que llenaron esos años (que man­
da una carta, que le clan una carla, que lo apru eban, que no lo aprue­
ban) . Pero, por otro l ado , es los lexlos también dan cuenta de la re­
flexión ele Lacan sobre el movimiento ps icoanalítico., Me refiero a " Va­
riantes ele la cura-lipa" ( 1 955) , "Si tuación del psicoanálisis y forma­
ción del psicoanalista en 1.9 56" y " El psicoanálisis y s u ens eñanza ".
Son los tres textos que permi ten en tender qué era l o que se j ugaba
entre 1 953 y 1 96 1 , no sólo desde la perspectiva burocrática, sino tam­
bién desde la teórica.
" Variantes de la cura- tipo" es un texto que Lagache l e pide a Lacan
para ser incluido en la Enciclopedia Médica. Lo primero que dice La­
can es que le parece ridículo pedir un texto que se llame así, porque si
son "variantes " , no s on " tipo" , as í que en el título mismo hay un pl eo­
nasmo que da cuenta del dis parate de lo que se le propone. Son vein­
te páginas donde des troza..el concepto de "variantes de la cura-tipo" .
Por supuesto, la Enciclopedia 1\1/édica no l e publica el texto que, en ese
" tira y afloj e " , queda guardado has ta .que lo publica el mismo Lacan.
El s egundo texto, "Si tuación del ps icoanálisis . . . " de 1 956 es de un año
después ·y el tercero, "El psicoanálisis y s u ens eñanza" es de 1 957.
En 1 96 1 el Comité ele Evaluación se expide. La cues tión se dirime
entre Congres o y Congreso. En 1 96 1 hay un Congreso de la IPA del· que

15
GR,IC/El,\ BROOSKI'

Lacan, junto con otros, espera una respuesta . . lQuiénes son esos otros?
Son Lag ache, Dolto, Perrier y otros nombres conocidos en el psicoa­
nálisis. En esa ocasión, en el Congreso ele Edimburgo, la Comisión no
aprueba al grupo, posterga la cuestión para dos años después (cuando
se realice el próximo Congreso) y redacta lo que será tenido en cuenta
durante esos dos años y evaluado nuevamente en el próximo evento.
Es un texto que se conoce como " Las recomend aciones de
,,
Edimburgo (simplemente porque el Congreso se realizó en esa ciu­
dad) . Las recomendaciones que la Comisión y la I PA en general le
hacen al nuevo g rupo son las siguientes:
primero: "todo análisis didáctico debe llevarse a un ritmo mínimo
,,
de cuatro sesiones por semana . Segundo: "las sesiones deben durar
11
al menos cuarenta y cinco minutos • (No voy a leerlas todas) . "Los
estudiantes no deben asistir a los cursos de sus analistas sin la autoriza­
ción de la Comisión ele Estudios y, de todos modos, no al comienzo ele
,,
su análisis personal; la Comisión de Estudios debe estar informada . . .
El punto 1 1 le toca a Jenny Aubry (a quien está dirigida una famo­
sa carta de Lacan sobre .e l análisis con niños) . Este punto dice así:
" . . . que hasta nueva orden, la enseñanza del psicoanálisis de niños
se considere inexistente, hasta ·que un programa totalmente renova­
do y completado se elabore y someta a la aprobación de la Interna­
11
cional, que ofrece su ayuda respecto a este punto • Esto era para
F. Dal lo tambié n .
Punto 1 3a: "que los doctores Dolto y Lacan s e distancien progresi­
vamente del Programa de Formación y que no se les remitan nuevos
casos de análisis didáctico o de control 11 . Punto 1 3b : "que toda modi­
ficación en la siluación de los candidatos de los doctores Dolto y La­
can -actualmente en análisis o en control- se discuta en el Comité
,,
Consultivo antes de cualquier iniciativa al respecto .
Esta es entonces la situación en 1 96 1 : por un lacio, l a recomenda­
ción del setting , cuatro sesiones como mínimo de cuarenta y cinco
minutos, prohibido que los alumnos presencien los cursos de sus ana­
listas. Y algo más, ya no tan general: que Dal lo y Lacan queden fuera
de la fo rmación, que no se l es remitan casos ele análisis, didácticos o
controles; es decir, quedan afuera del sistema de formación ele analis­
tas. La situación sigue h asta 1 963. Son dos años de tratativas. Turquel
dice: " Si lodo continúa as í, es to se arreglará compl etamente " . Se
aproxima el Congreso de Estocolmo, la fecha decisiva; y es evidente
que en el nuevo grupo hay una escisión in terna, pues algunos han
entendido que la única forma de obtener el reconocimiento de la I PA

16
Ff lNDAMf:."NTOS

es cumplir a rajatablas las recomendaciones de Edimburgo, o sea,


poner a Lacan y a Dal lo por fuera del programa de formación y ele los .
análisis clielácticos .
Es tán los que evalúan que su des tino depende del reconocimiento
de l a IPA y es tán los que no. Hay una crisis interna, previa al Congres o.
Los partidarios de Lacan intuyen que van a venir exigencias inacepta­
bles . U n g rupo l e pide a Lecl aire -uno ele l os d i s i den tes- que
reconduzca la Sociedad hacia una verdadera as ociación ps icoanalíti­
ca; es decir, que cumpla las indicaciones ele la Internacional. Es así
como llega el segundo i nforme del Cons ejo.
El informe de Turquet es increíble. Dice: "Es difícil saber lo que
ocurre en la Sociedad Francesa de Psicoanálisis . Lo que domina, a los
ojos del Comité Asesor, es el problema Lacan . Es un problema que
incluso des borda los as untos internos de la Sociedad Francesa ele Psi­
coanálisis para integrarse en la cues tión del des arrollo del psicoanáli­
s is en Francia. El hecho de que Lacan sea inaceptable para la IPA no
parece haber sido cabalmente captado por el Secretariado de la
Asociación Frances a de Psicoanálisis . Conviene s aber que debe ser
excluido de toda actividad concerniente a la enseñanza, y esto, para
siempre '' .
El primer capítulo de El seminario 1 1 se llama " La excomunión " .
Lacan se compara con Spinoza diciendo que e n Lacia la his toria del
pensamiento ha habido solamente dos casos en los cuales una ins ti­
tución rechaza la pertenencia de un miembro a ella, con el agregado
s orprenden le de "para siem pre" . Spinoza había sido expulsado de la
si nagoga y, un tiempo después , hay un agregado a su excomunión
que se llama el chammata, y que quiere decir " para siempre " , "s in
retorno " . Dice Lacan que sólo Spinoza y él han recibido eso: " Us ted
no puede pertenecer a esta ins titución ni cumpl ir funciones en ella,
para s iempre " . Es te "para s ie mpre" es un poco increíble.
Sigue el informe: " El problema también concierne a sus alumnos ,
tiene un gran número, la Sociedad es lá identificada con él , de allí el
problema de la relación de fuerzas . El porvenir dependerá de l as fuer­
zas que habrán de mani fes tarse. (. .. ) Las ideas de Lacan deberán ser
sometidas a prueba. Para la Sociedad Francesa ele Psicoanálisis él sir­
ve de sargen to reclutaclor " .
Nunca dejan de asombrar este tipo d e palabras. Hay otro apartado
sobre la enseñanza. Les leo dos punlos .
El pri mero se refiere a l a actitud ele Lacan con Freucl y dice: " Es
es tudiado rigurosamente, sobre Lodo s us primeros trabajos . . . es tudio

17
GRr1c1E1.,1 B«oJJsgr

obs esivo . . . trabaj o de clérigos medievales . . . (s in duela para de mos trar


que se es freudiano: querella ele legitimidad con la S P P) " .
El s egundo punto se refiere a la cues lión ele l a trans ferencia y dice
que hay " un abismo en lre la Sociedad Frances a de Psicoanálisis y la
I PA. Los candidatos hablan de transferencia en forma totalmente cli fe­
rente de lo que es cos tumbre escuchar. Lo teórico pri ma sobre lo vivi­
do. No se habla del fantas ma. La transferencia negativa es ignorada.
No se valora la importancia para l a trans ferencia del número ele sesio­
nes (tres o cuatro) y su clis lribución. La calidad ele los alumnos debu­
tantes es exce lente , pero arrui nada. Tienen tend encia a · praclicar el
ps icoanálisis como se va a comprar un traje en una gran Lienda".
Veamos cómo tratan l a cues tión L acan: " L acan no s e da cuenta de
que su posición pone en peligro a la Sociedad Francesa de Ps icoaná­
li sis . El artículo 1 3 (se refiere a la recomendación de Eclimburgo de
mantenerlo fuera de la enseñanza, el control y los didácticos ) no se
aplicó. Los argumentos dados no tienen peso . N ada puede predecirse
sobre la duración ele l as s esiones. Lacan busca evitar l a transferencia
negativa. Él se ve como la fuente de recompens as y cas tigos . Es muy
dudos o que la mayoría de s us al umnos es té.i1 analizados . J uega a ton­
tas y a locas con el análisis de la transferencia. Lo manipul a. Induda­
blemente, no tiene tanta iníl uencia en el es til o para ves tirse y en el
vocabul ario de s u s a l u m nos ( . . . ) a p ar te ele algunos candidatos
exageradamente alambicados".
Debo decir que no es toy de acuerdo con es lo úl limo porque en es a
época todo el mundo s e ves lía como Lacan. Es os moños raros que
us aba s e pusieron muy de moda.
Prosigue el informe: "Hay q ue s ubrayar tres puntos : pas ividad no
analizada por s us alumnos respec to ele l as s esiones corlas . Simil ar
pasividad de la Comisión de Estudios s obre es te p unto. Las relaciones
transferenciales quedan sin solucionar : o romper con cól era o perma­
necer en es tado de dependencia prolongada. Los res ul tados ele los
análisis son muy variables, difíciles ele predecir o de generalizar. El
trabajo de L acan, como terapeuta, es irresponsable. Lacan es el intér­
pre te del psicoanálisis ante una vas ta audiencia, pero s us alumnos
deben reescribir lo que hace " .
H e aquí e l informe que días después dará e l Congres o, con todas
las recomendaciones ele Edimburgo y las directivas ele Es Locolmo:
"No obs tante, el Ejecu tivo Central también toma nota, con res pec­
to al Dr. Lacan, del hecho de q ue : a) continúa teniendo autoridad en
lo concerniente a la formación ; b) no se ajus ta a las Recomendado-

18
FU,\"/Jrl,\·/1,NTOS

nes de Eclinburgo en su práctica analítica con los cancliclalos en for­


mación; e) estorbó al Comité Asesor en su lrabajo con el Consejo de
Administración. El Ejecutivo Central considera que el Dr. Lacan no pue­
de seguir figurando durante ·mucho tiempo más entre los analis tas
cliclactas del Grupo ele Es ludios y que la recomendación de Ecli'rnburgo
según la cual progresivemenle debía ser apartado de la formación lie­
ne que ser precisada y aplicada rigurosamente. (... ) Las s iguientes me­
didas son indispensables para que se mantenga el reconocimiento
del Grupo ele Estudios : a) Todos los miembros, miembros asociados ,
practicantes y candidatos ele la Sociedad Francesa de Psicoanálisis
deben hallarse informados de que, en lo sucesivo, el Dr. Lacan río es
reconocido como analis ta didacla. Esta notificación debe hacerse efec­
tiva el 3 1 de octubre de 1963 a más tardar. b) Se ruega a tocios los
candidatos en formación con el Dr. Lacan que informen a la Comi­
sión de Estudios si desean o no pros eguir su formación, entendién­
dose que se les exigirá un fragmento complementario de análisis
didáctico con un analista autorizado por la Comisión de Estudios.
· Esta notificación deberá hacerse efectiva el 3 I de diciembre ele I 963
a más tardar ".
Es el mes de agosto en Estocolmo y.hay una moción ele orden den­
tro de la Sociedad. Hay que aproba,r, o no, que Lacan sea borrado de
la lista. Firman Julielle Favez-Boulonnier y Daniel Lagache que habían
sido cofundaclores de la Sociedad con Lacan, Grarioff (un alumno de
Lacan), y G. Favez.
19 de noviembre: Asamblea. Se vota mayoritariamente la exclu­
sión de Lacan de la lista de los didaclas. El 13 es la firma de la moción,
que es presentada a la Asamblea. El 19 la Asamblea vota.
20 de noviembre: única lección el.el s eminario " Los Nombres
del Padre " .
Se percibe el clima con la cronología, con la diacronía. La noche
anterior a empezar su seminario, Lacan recibe la noticia de que la Asam­
blea votó borrarlo de la lista. Al día siguiente da la lección única del
seminario sobre " Los Nombres del Padre", que era el título previsto.
"No tengo la intención -dice Lacan- de entregarme a ningún jue­
go que parezca una salida teatral. No esperaré el final de este semina­
rio para decirles· que será el úllimo, el úllimo que dí. Para algunos,
iniciados en las cosas que ocurren, no será una sorpresa. Para los otros ,
en consideración a s u pi·esencia, hago esta declaración. Picio que se
guarde absoluto silencio durante esta sesión. Hasta un momento dacio,
muy avanzada la noche pasada, 19 de noviembre, cuando m� fue traí-

19
GR,lC:IEL,l BRODSKI'

cla cierta noticia [ s e refiere a que fue tachado de la lis ta ] , creía que
este ,año podía darles lo que les he dado desde hace diez años. Mi
seminario de hoy fue preparado con el mismo cuidado de siempre ,
con el mismo cuidado que cada s emana de"s de hace diez años pus e
en él . No creo poder hacer nada mej or que des arrollarlo tal cual , ex­
cusándome de que no vaya a tener con tinuación" .
Viene en tonces e l s eminario cuya hoj a mimeografiada circula por
Lodos l ados y que termina así: "No es toy aquí para alegar en mi favor.
Sin embargo, debo decir que habiendo confiado desde hace dos años
enteramente a otros el manej o en el interior ele un grupo ele una polí­
tica, para dejar a lo que tenía que decir su espacio y su pureza, no
hubo, en ningún momento, pretexto para creer que no había diferen­
cia para mí entre el sí y el no".
· Se cierra un capítulo. Es noviembre ele 1 963 y el 15 de enero de
1 964 Lacan retoma s u enseñanza en otro lugar: en la Es cuela Normal
Superior, donde lo l leva Al thuss er. Y se lee en es ta primera lección de
El seminario 1 1 l o s e n tido de L a c a n , aun cuando ya no es tan
impactante. Agradece que l e hayan daqo lugar. " . . . de nobleza se trata,
precisamente, cuando el asunto es dar acogida a �lguien en mi pos i­
ción: la de un refugiado " . Lacan se pregunta en la primera página de
la lección: "lQué me autoriza a s eguir mi s emin ario?" Y dice: " L a
cues tión l a dej o p o r el momento en sus pens o " . Agrega un poco más
larde: " 1-Ie ·sido n egoci ado" .
Es cierto: e s su nombre lo que e s obj eto de l a negociación, que
pasa por si se lo deja o no dar el s eminario. Es una negociación que
gira alrededor de Lacan y de Dal lo. Di ce finalmente que ser negocia­
do es lo propio del es tatuto humano. Todos s�mos negociados a cada
momento. Es lo q ue Lévi-Strauss des cubre con las l eyes elementales
del parentes co: el intercambio de muj eres . Todo el intercambio social
es una negoci ación: dar algo a cambio de algo. Dice Lacan que la
política, en última ins tancia, no es otra cosa que s er negociado en
grandes paquetes . Cuando se decide entrar en guerra, uno es nego­
ciado en grandes paquetes , uno no es consul tado uno por uno, no se
hace un plebiscito, por ejemplo.
Pero Lacan dice algo más : que ser negociado no tiene por qué sor­
prender a nadie: somos negociados todo el tiempo. Es el principio de
la vida social . "La si tuación, no tenía pues, a este respecto, nada de
excepcional , si se des carta que el hecho de s er negociado por cole­
gas , y has ta alumnos , como l os llamé antes , recibe a veces , vis to des­
de afuera, otro nombre " . Y no lo dice.

20
FUNDAMENTOS

Al mejor es tilo de Lacan, se lo guarda. lQué nombre es el que co­


rresponde cuando uno .es negociado por sus amigos , por sus colegas ,
por s us dis cípulos? Es evidente que la palabra " traición" es tá en el
aire. Hay que leer la primera clase, plagada ele recomendaciones epis­
temológicas , llena de consideraciones sobre la· ciencia, con el tono
que corresponde y preguntarse a cada momento a qué viene eso.
Es cierto que Lacan dice que "vis to desde afuera " podría parecer
algo cuyo nombre se res erva: una traición. Pero visto desde adentro
-desde el ps icoanálisis- es algo a des cifrar, a entender, es del regis tro
de lo cómico.
lQué qui ere decir incl uir ahí la dimensión ele lo cómico? Lacan da
una pista diciendo: " Pero si la verdad del sujeto, aun cuando se halla
en la pos ición del amo, no es tá en él mismo s ino, como lo demues tra
el análisis , en un obj eto por naturaleza velado, hacer surgir es te objeto
es , propiamente, el elemento ele lo cómico puro". Comenta así algo
que antecede a una elaboración m uy pos terior: el sujeto en posición
de amo disimula una verdad , la de s er fi nalmente un objeto. Se trata
-deja entender Lacan claramente- ele un obje to en la dimens ión de
desecho. Haber pues to de manifies to ante toda la comunidad analíti­
ca que él, de quien se decía que era el amo, no era otra cosa que un
desecho, es un el emento de lo cómico. Es un chiste demos trar la ver­
dad del amo, reducirlo a su verdad y poner esto de manifies to. Lacan
se indica a sí mis mo como el desecho _d el movimiento psicoanalítico.
Toda la cues tión radica en s aber qué hace uno cuando descubre
en s í mismo este es tatuto, ya que es propio de cada ser humano y
Lacan lo ubica muy tempranamente: al nacer, se es un des echo en el
deseo de los padres . Es decir, que no hace fal ta tener la impos tura del
amo para esconder que uno es un desecho.
Lacan le va a dar muchas vuel tas en otro momento de su enseñan­
za a este es tatuto, pues no es algo que él rechace, que le dé repugnan­
cia. Al con trario, es algo a lo cual él recurre y a lo que en todo momen­
to apues ta, ya que no hay nada que s e pueda hacer desde l a posición
del amo más que engañars e a uno mismo y a veces a los otros . Sola­
mente desde la pos ición de desecho se puede hacer algo, que no es
lo mismo que hace el melancólico: tirarse. No se trata de eso. Lo que
se abre en El seminario 1 1 puede leerse con es ta pis ta, aunque · no es
la única; es decir, l a pis ta de ver qué vuella le da Lacan a su l ugar de
des echo del movimiento psicoanalítico.
Doy brevemente un des enlace. El 2 1 d� j unio del mis mo año
- 1 964-, durante El seminario 1 1 , Lacan funda su Escuela. Es e n es te

21
G11,1crELt1 Bnoosi:r

tramo, que se inicia en el momento de haber sido tachado de la lista


y se extiende durante los meses siguienles- de la elaboración misma
de su seminario, que Lacan funda la Escuela Freudiana ele París. " Fun­
do, tan solo como lo he estado siempre en relación a la causa analí-
tica": son sus primeras palabras del Acto de Fundación.
Hay que decir que este Acto es en dos parles, pues no se acaba el
2 1 de junio sino que se proyecta, se prolonga algunos años más, has[a
el 9 de octubre de 1 967. Ahí ponemos nuestro punto final a la diacronía.
El proceso que empieza en el 1 53 termina en dos tiempos : con la fun­
dación de la Escuela en el '64 y con la Proposición der9 ele octubre en
el '67, donde Lacan propone a su Escuela el dispositivo del pase.

1 953 1 96 1 1 963 1 964 1 967


Escisión de Co ngreso el e Congreso ele fundación de Propos ición
la SFP Ed i m b u rgo Es locolmo la EFP d e l pase

Por supuesto, la historia sigue y llega hasta los años 80, donde se
disuelve la Escuela Freucliana ele París y se crea la Escuela de la Causa
Freudiana que dura hasta nuestros días. Pero el segmento que nos
i nteresa para captar el clima de El seminario 1 1 es el que señalé antes.
Esle trabajo de ubicación contextual no es algo que se realice con
lodos los seminarios. Hacerlo con éste, tener presente las circunstan­
cias de tacan y del movimiento psicoanalítico en ese momento 1 per­
mite entender muchos de sus párrafos que, si 110 1 resulladan oscuros.
Voy .a dar simplemente un ejemplo para ver la utilidad de tener
presente el panorama antes de entrar en el detalle del comentario.
En el primer apartado del capítulo I llamado " La excomunión" La­
can se pregunta qué es, finalmente, el psicoanálisis. Es la pregunta
que cada uno ele ustedes tiene en el fondo del corazón y que nos pone
en aprietos cuando la formula alguien de afuera, pues no es fácil res­
ponderla. Lacan se lo pregunta hasta el fin ele su vicia y nunca dio el
lema por cerrado. Acá retoma eso y dice: " Hace un tiempo, irónica­
mente, dije que el psicoanálisis era el tratamiento brindado por un
psicoanalista". Se·está refiriendo al texto del '55 " Variantes de la cura­
tipo'' i al terminar el primer apartado que se llama " Una cuestión mur­
ciélago: examinarla a la luz del día". Es muy gracioso, porque parece
que se está refiriendo a una encuesta que se hizo y se dio a conocer
en un Congreso de la lntemacional 1 donde se preguntaba al

22
FUNDA,llf:NTOS

encues laclo: "lqué define su práclica como psicoanalítica?" . Parece


que la dis persión ele las respuestas fue tan increíble que Glover presen­
ló un infarme cloncle clice que no s e tiene la menor idea de lo que es el
psicoanálisis y que, en lo único que hubo acuerdo, era en qué no se
debía inlerprelar la transferencia ni ·recibir regalos ele los pacientes . Las
variantes ele las respuestas iban ele lo más sublime a lo más ridículo.
Sin ninguna duela, se trata de un artículo muy interesante que La­
can valora y que muestra cómo los psicoanalis tas no podían definir
qué hadan, qué era lo que de su práclica podían llamar, ele hecho,
"psicoanálisis". Es así como el capítulo se llama, aludiendo a la fábu­
la, "Una cues tión murciélago" . Nuestro amigo Germán García Liene
una publicación que se llama El Murciélago, que toma corno título
es ta referencia sobre cómo orientarse en esta oscuridad (se sabe que
los murciélagos se orientan muy bien en ella). No es seguro que esta
oscuridad sea hoy más clara; lo que sí hay es mucho camino recorri­
do y muchas cosas esclarecidas, pero no todas .
Lacan termina el primer apartado de "Variantes . . . " afirmando que
lo que podemos decir -"un psicoanálisis es el tratamiento brindado
,,
por un psicoanalis ta - parece poco serio pero, sin ernbargo, es de la
máxima seriedad, porque desplaza el eje de la cuestión. Es decir, no
se trata de saber qué es el psicoanálisis, sino de saber qué es un psi­
coanalista; si se supiera, Larnbién se sabría qué es el ·. psicoanálisis.
Cambia entonces la pregunta y la formula como "¿qué es un psicoa­
nalista?" . En el '55 no la formula exactamente así, sino más bien como
un chiste.
En el '67 -final ele nuestro recorrido- la proposición que Lacan hace
a su Escuela sobre la implementación del dispos ilivo del pase está
formulada para responder a -"qué es un psicoanalis ta" . Es decir, que
en el '55 Lacan formula como un chiste la cuestión con la cual en el
'67 -doce aiios después- va· a inventar algo: un disposi tivo, para pedir­
le que cuenten su experiencia a los que se consideran analistas por­
que han hecho un análisis. Así es como en la primera lección de El
seminario 11 recuerda ese chis .te suyo de 1 955: " . .. me preguntaron
qué es el psicoanálisis y he dicho finalmente que es lo que se espera
ele la práclica que hace un psicoanalista".
Tengo algunas cosas más para decir, pero voy a dejar acá, con la
intención ele mantener para esle primer encuentro la misma moclali­
cl9d de trabajo que quis iera para los próximos . .Mi idea es que en cada
reunión tengamos media hora de discusión, de charla, ele preguntas,
de aclaraciones, ele comentarios.

23
Gu,1c1c1.,1 13tmost.:r

. En mi experiencia, las mejores pregun Las que se pueden hacer en


unaclase se piensan en la calle, en el grupo· que se arma en la escale­
ra cuando uno va bajando, en el ascensor. Es el mejor momenlo y
habría que tener alguna fo1:ma ele caplurar ese la pso que va desde la
· salida de acá hasta la l legada ele cada uno a sus activicla'des. Es el
momento en donde hay algo que· se produce con los otros. No eslá
inventado el dispositivo para caplurar eso. Durante los años anterio­
res, he hecho algo que funcionó -a veces más, a veces menos- y es lo
siguiente: ustedes pueden mandarme vía fax o e-mail las preguntas y
comentarios que se l es ocurran. No me comprometo a leerlos tocios
acá, pero sí a leerlos todos, porque eso me da siempre una idea de por
dónde tengo que segui r y de dónde es lán los puntos de dificultad. Me
permite un diálogo con ustedes, mediado por la tecnología de la que
disponemos.
Con respecto a lo que hay que leer para las reuniones que vamos a
tener acá, normalmen le, es El seminario 1 1 . Tengo previsto un méto­
do tranquilo, de comentario de un capítulo por reunión. Sal learé, como
habrán visto, todos los capítulos corres_ponclientes a la pulsión escópica
y el objeto a. Tuve que hacerlo porque no me ciaba el año. Esos capítu­
los parecen i nsertac;Ios en el semi nario casi a la manera de· un chiste.
Hay que l legar al final, al capítulo sobre la pulsión, para poder enten­
der por qué están ahí. Preferí, entonces, reservarlos para trabaj arlos
en otro momento, porque a mi manera de ver, se necesita hacer el
recorrido hasta el fi nal y volver al apartado sobre el objeto a y l a pul­
sión escópica. Creo que es justamente éste el clima del seminario:
algo que está en permanente el aboración. Lacan empieza de una
manera, toma un cami no, lo suspende, sigue por otro y, al final, se
entiende lo que colocó en l a mitad del seminario.
Sugiero, entonces, la lectura de El seminario 1 1 y, en cada oportu­
nidad, voy a indicar algunas lecturas accesorias que puedo anticipar­
les. Si pueden leer algunas de ell as, mucho mejor. Para la clase próxi­
ma, las lecturas accesorias que podrían hacerse son l as siguientes: El
pensamiento salvq¡e , de Lévi-Strauss; de Los signos del goce , de J.-A.
Miller, el capítulo " La pasión del neurólico , donde está la referencia
11

al "tengo tres hermanos" ; " Ensayo de I ntroducción del concepto de


magnitudes negativas a la filosofía " , ele Kant, que se encuentra en una
Referencias sobre la obra de lacan; "La instancia ele la letra . . . " , escri­
to de Lacan; de Freud; el Manuscri to 8 1 "La eliología de la neurosis" ;
ele Las nuevas Lecciones . . . , la número 3 4 ; el capítulo 7 de " La in Lerpre­
lación ele los sueños"; " La leyenda de Orfeo y Eurícli ce " ; " El olvido ele
FUNDAMENTOS

los nombres propios'i, es decir, el caso Signorelli, comenta�o por Freud


en " Psicopatología de la vida cotidiana" y comentado por Lacan innu­
merables veces, especial mente en sus seminarios 5 y 6.

(Comen tarios y risas en la sala) .

Aclaro que no es una recomendación de lectura ; es el recorrido de


las referencias que Lacan toma en este segundo capílulo. Pueden no
leer ninguna, una o las que quieran. Hay que dedicarle un poco de
tiempo a la perplejidad. Les repito: es lo que Lacan leyó, el marco
teórico de la segunda clase del seminario del que ustedes deben estar
al tanto. Lo que ustedes sí deberían leer para poder seguir lo que yo
digo es el capítulo I I de El seminario 1 1 . Este pedido es modesto, pero
no está de más saber lo que esta dase "comprime" al mejor estilo de
La can .
Tenemos aún ·un cuarto de hora. Puedo escuchar preguntas sobre
el funcionamiento o sobre lo teórico. Sé que no deben faltar pregun­
tas. Lo que puede faltar es la decisión de intervenir, que es siempre
difícil, sobre Lodo en una primera reunión y en una actividad con per­
sonas, colegas que uno no conoce demasiado. Es una disciplina a
obtener la ele poder hacerlo, pues eso es algo que siempre favorece
una �onversación y de ahí siempre se extrae algo.

Intervención : (inaudible) .

G. Broclsky: Puedo adelantar el título de lo que desarrollaré la vez


que viene. Es el tratamiento que Lacan comienza a dar en este semi­
nario a cuatro conceptos que no son de él , son de Freud. En primer
plano, Lacan se pregunta: "lQué haríamos si no n_os amarráramos al
mástil de los conceptos freudianos?" . Pero entre bambalinas , su pre­
gunta es 11 ¿por qué se necesita este reconocimiento religioso a los
conceptos de Freucl?". Es decir, en El seminario 1 1 comienza la crítica
de Lacan a Freud. Pero tengo que demostrarlo con más tiempo. Lo
enuncio solamente para responder a su pregunta -muy atinada, por
cierto- que apun ta a lo que me quedó por decir por falta de tiempo.
Continuamos la próxima.

24 de marzo ele 1 999

25
II. LA SUPOSICIÓN DEL SUJETO

Hubo algo en la primera clase que interesó, al menos a Cristina


Fierro-Verri, quien me mandó una pregunla por fax. Voy a intentar res­
ponderla luego.
Voy a comenzar haciendo un recorrido por algunos punlos centra­
les ele los capílulos II y lII ele El seminario 1 1 .
En e l apartado 1 del primer capítulo hay un momento donde La­
can dice que cc . . .la verdad del sujeto, aun cuando se halla en la posi­
ción del amo, no es tá en él mismo sino, como lo demues tra el análi­
sis, en un objeto .. . ". Utiliza es ta referencia, que va a retomar varios
afias después , para dar cuenta de cuál ha siclo su posición dentro del
movimiento psicoanalítico: la del rechazo, la de ser el rechazado. Co­
mentamos esto la vez pasada.
En la segunda clase us tedes v_an a ver que el estado ele ánimo de
Lacan es otro y que avanza hacia donde quiere ir con menos carga
emotiva. Ni bien comienza el apartado 1 , donde retorna la his toria del
movimierito psicoanalítico que le ha tocado vivir en esos úllimos días,
hace un diagnóstico de lo que pasa, ya .no en términos ele él mismo
como lo que cae, como res to del movimiento psicoanalítico ele aquel
momento. Dice que lo que piens a que es taría en el centro de la cues­
tión es lo que él llamaría "el rechazo"; es decir, sigue utilizando es te
término, pero agrega: "el rechazo del concepto". Y aclara: " Es por eso,
como lo anuncié al final ele mi primer curso, que intentaré hoy intro­
ducirlos a los conceptos freudianos principales que yo aislé en núme­
ro de cualro y que tienen esa función ética 11 (es toy traduciendo del
francés).
La invitación es crucial, porque diagnos tica que lo que agita al
movimienlo psicoanalítico no es tanto un rechazo a su persona, a s u
técnica, a sus procedimientos o a s u es tilo, sino que es un rechazo del
concepto. Y es así como, en tahlo interpreta que es es to lo que está en
el cenlro del movimiento psicoanalítico, se dispone a hablar ele los
cuatro conceptos fundamentales del psi"coanálisis .
Es ta es, en cierto modo, su respuesta a la interpretación que hace
sobre lo que es tá pasando. Los cuatro conceptos son, entonces, su

27
GRAC/él,\ BRODSK}'

respuesta a este rechazo del concepto. Él mismo lo anuncia de esa


manera y los anota en el pizarrón, pero no sabemos muy bien cómo ,.
porque no está transcripto. Podemos suponer el siguiente esquema:

INCONSCIENTE REP ETICIÓN

TRANSFERENCIA P ULSI ÓN

Si ustedes hojean E/ seminario 1 1 van a ver que, aparentemente, al


menos las cinco primeras clases están dedicadas a la exploración de
los dos primeros conceptos: inconsciente y repetición. Vamos a em-
pezar hoy por el i.nconsciente.
A lo largo del seminario, el movimiento de Lacan no es tan prolijo
como parecería de acuerdo a la distribución dentro de la obra de Freud.
Lo que vamos a hacer, siguiendo la indicación de Jacques-Alain Miller
en su curso de los años 90, es explorar estos términos en todas sus
relaciones recíprocas, lo cual puede ser muy interesante.
Es decir, tomaremos inconsciente y repetición, inconsciente y trans­
ferencia, inconsciente y pulsión. Se pueden seguir en el transcurso
del seminario estos recorridos en los que Lacan está pensando, aun­
que no los explicite. Por supuesto, también abordaremos la relación
ele la repetición con el inconsciente (es lo mismo, pero tomado desde
otro punto de mira), la relación de la repetición con la transferencia
(Lema al cual se va a dedicar explícitamente) y la relación de la repe­
tición con la pulsión. También estudiaremos, finalmente, transferen­
cia y pulsión. Algunas ele estas relaciones hay que rastrearlas y otras
están planteadas. Como ven, lo que_ hace Lacan es lomar cuatro con­
ceptos mayores ele Freud y explorarlos en sus relaciones recíprocas.
Bastantes años después, en s u seminario 11 La lógica del fantasma"
y en el que le sigue inmediatamente que es " El acto psicoanalílico" ,
Lacan relama este sistema de relaciones (aunque no exactamente de
la misma manera) en un esquema cuadrangular ilamado esquema
ele Klein. Su autor no es Melanie Klein, sino un matemático lopólogo
inventor de la famosa bolella de Klein y del grupo de Klein.

28
FUNDAMENTOS

En ese grupo, representado en un cuadrángulo, también se esta­


blecen algunas relaciones, pero que no son circulares como és tas ,
pues no se puede -como acá- empezar por cualquiera y recorrerlas
.
todas; es decir, no se puede volver a cero. Sin embargo, lo inleresante
es que varios de los conceptos que están acá serán relrabajaclos en el
sistema cuadrangular de ese grupo.
Esto quiere · decir qúe se trata de algo que Lacan sigue intentando
ubicar: los cuatro conceptos mayores de Freud. Pero no hay que olvi­
dar lo que dice en la página 18. Una vez que los plantea con todo su
respetoy admiración, agrega lo suyo: "¿A qué se refieren la fórmulas
en psicoanálisis? lQué motivay modula ese deslizamiento del objeto?
ll-Iay conceptos analíticos formados de una vez y para siempre? El
mantenimiento casi religioso de los términos empleados por Freud
para es tructurar la experiencia analílica, la qué se debe? ¿se trata ele
un hecho muy sorprendente en la historia de las ciencias, del hecho
de que Freud sería el primero, y seguiría siendo el único, en esta su­
puesta ciencia, en haber introducido conceptos fundamentalesr.
Es un párrafo impresionante. En la primera reunión ele su semina­
rio Lacan indica que si no nos aferramos a los conceptos ele Freud,
¿adónde:nos vamos a aferrar? lQué haríamos sin ese mástil? Pero tam­
bién se pregunta a qué se debe ese culto reverencialy casi religioso a
los conceptos de Freud que lo pondría en la curiosa situación -dentro
de todo el campo científico-de ser el único en poder aportar concep­
tos fundamentales . Por supues to, no hay que ser muy astuto para dar­
se cuenta de que está hablando de él mismo, ele que piensa que él
tiene -respecto de los conceptos de Freucl-cosas para agregar.
De hecho, en la segunda clase agrega a los cuatro conceptos dos
cuestiones más : el sujeto y lo real, ubicándolos en la pizarra "al final
de la l ínea" -dice. No se sabe qué línea porque no ha sido transcripto.
El sujeto y lo real son dos conceptos que no pertenecen a Freud. En
todo el transcurso del seminario, Lacan va a tratar de ubicar los con­
ceptos freudianos en su relación con lo que él empieza a aportar: en
este caso, el sujetoy lo real, que no sabemos dónde colocarlos . I-lay
que empezar por el inconsciente, que es en Lodo caso por donde
empieza Lacan.
La primera ¡·nct i cación que debe haberlos sorprendido en el trans­
curso ele la l<=ctura es que Lacan comienza hablando del inconsciente
desde la antropologíay la lingüística. Dice textualmente en el aparta­
do 2, página 28: "La mayoría de los presentes tiene alguna noción de
que he afirmado lo siguiente: el inconsciente está estructurado com o

29
GUAC/1:l,1 BROIJSIIT

un lenguaje . . . " . Y no se s abe muy bien por qué, pero no es lo que


esperábamos .
Pasa clireclamente a hablar ele Lévi··Strauss y ele su texto El pensa­
miento salvaje, indicando que ahí Lévi-Slrauss ubica aquello de lo que
se trala en esta idea ele que el inconsciente está esti·uclurado como
un lenguaje "anles de tocia experiencia ... ". Se refiere a un antes de
Loda experiencia "subjetiva '., pues dice: " . . . antes de toda deducción
individual ( . . . ) La naturaleza provee significanles (. .. ) y estos signifi­
canles organizan ele manera inaugural las relaciones humanas, dan
las estructuras ele estas relaciones y las modelan".
Lacan f.oma esto -no sé si literalmente- de la antropología estruc­
tural. Lo que quiere decir es que antes de que uno llegue al mundo, ya
existen ciertas relaciones, especialmente las de parentesco. En nin­
gún momento a uno lo sientan en un banco y le dicen: "le tengo que
explicar que sos hijo de tal padre o de tal madre, que sos hermano de
tus hermanos, sobrino ele tus tíos, que serás abuelo ele tus nietos, etc.".
Nadie explica eso. Uno entra a este sistema que es el mundo y, por
el sólo hecho ele entrar, ya hay relaciones prohibidas y relaciones per­
mitidas. Al menos en nuestro sistema, uno entra con ciertas relacio­
nes interclictas en el plano del acoplamiento sexual; por ejemplo, la
interdicción del incesto, que es una regla que nadie la transmite y que
funciona sola.
De esto se trata el inconsciente. Son significantes, palabras, re.g las,
órdenés, textos de dislinla amplitud que funcionan solos, de una ma­
nera presubjeliva.
El segundo ejemplo que da para hablar de cuál ha siclo su idea del
inconsciente lo encuentran al final de la misma .- página: "... a saber, la
lingüística, cuyo modelo es el juego combinatorio que opera espontá­
neamente, por sí solo, de manera presubjetiva ... ". Es decir, nos da la
idea ele una cadena ele significantes que se combina a su gusto, si­
guiendo ciertas leyes que Lacan trabaja en el texto de los Escritos "La
instancia de la letra ... ". Se trata básicamente de la idea ele que los
significantes tienen dos maneras de acomodarse entre sí: o se combi­
nan o se sustituyen.
Lacan nos indica -ya algunos años antes- que esta manera en la
que los significantes juegan a solas entre sí es la manera que él en·­
cuenlra para traducir el proceso primario tal como lo describe Freuel,
.
bajo la forma ele los dos mecanismos que conocemos · como conden­
sación y desplazamiento. Estos dos mecanismos, dice Lacan, no se
diferencian ele lo que nuestra disciplina lingüística nos provee como
FUNDA,\IF.1\'TOS

metáfora y metonimia. Es un gran méri to de Freucl, pues to que -pese


a ser contemporáneo ele Sauss ure- desconocía los avances de la -lin­
güís tica contemporánea de su época.
Pueden encon trar es ta magnífica referencia en el texto " Subver­
sión del suj eto . . . " de los 'Escritos , página 3 1 1 ele mi edición (que es
muy viej a) . Dice Lacan en este texto que antecede a El seminario 1 1
en cuatro años : " El i nconsciente , a· parlir de Freucl , es una cadena de
s ignificantes " . Y s igue un poco más abajo: " En es ta fórmula, que sólo
es nues tra por conformarse tanto al texto freudiano como a la expe­
riencia que él abrió, el término decis ivo es el término s ignificante . ( . . . )
los mecanismos descriptos por Freud como l os del proceso primari o,
en que el inconsciente e ncuentra su régimen , recubren exactamente
las funciones que es ta escuela considera [ se refiere a la l ingüís tica ]
para determinar las vertientes más radicales del s ujeto del lenguaj e ,
concretamente la metáfora y l a metonimia; dicho d e otra manera, los
efectos ele susti tución y de combinación . . . ". En es ta página de "Sub­
vers ión del s uj eto . . . " es tá comprimido el des arrollo que Lacan airea
en las primeras páginas ele El seminario I 1 .
¿Qué es lo nuevo que Lacan va a aportar cuando dice que este
incons ciente (es decir, el de las leyes de la antropología y de l a lingüís­
tica es tructural) no es el i ncon�ciente fre udiano? No es frecuente que
Lacan diga: " tengan en cuenta que antes dije otra cosa" . Lacan avan­
za . Es cierto que si uno lee " La ins tancia ele la letra . . . ", su pers pectiva
de es e momento era otra. Hay algo que· L acan quiere agregar, hay u n
punto en que quiere decir otra cosa, además ele q u e el i nconsciente
es un j uego combinatorio pres ubje tivo que se las arregla solo.
Es en esta bús queda que comenta el ej emplo que loma de Piaget,
que es tá en l a página 28 de l a edición cas tel lana: "Tengo 3 hermanos ,
Pablo, Ernes to y yo" . Lacan utiliza es te ejemplo, que ya ha trabaj ado
otras veces , para ubicar algo que excede la perspectiva de l a topología
es tudiada. Desde la pers pectiva de lo previo a Lada posición s ubje tiva
y a Lodo reconocimiento, uno tiene un l ugar marcado, uno nace -en
es te cas o- con la marca "hermano" , porque es uno en tre o tros ele la
serie de los hermanos . N ace con esta marca y así s e lo cons idera en
relación a los otros hijos que provienen de la mis ma parej a; desde
es ta perspec tiva, es s u marca, es l a marta del s ujeto.
Supongamos que és te es e l conj unto ele los hermanos . Es uno y
· uno y uno. El s uj eto lie n� la marca -si n que nadie se lo explique� ele
ser uno entre otros en el conj unto de los hermanos . Lleva en sí la marca
ele ser uno ele ese conj unto .

31
GRACIELA BRODSKr

o
lQué es lo que Piaget observa sin sacarle las consecuencias que
Lacan observa? lQué es lo que impide que ese niño se pueda nom­
brar como uno entre los otros de la serie de hermanos? Piaget piensa
que es un momento de la evolución. Lacan dice que eso forma parte
del estatuto del sujeto. Para el Otro, contado por el Otro es uno entre
otros, es uno más entre otros, ya se trate del Otro ele la familia, o del
Otro de la antropología estructural que lo observa como un caso de
estudio.
Ser uno entre otros es exactamente lo insoportable para el sujeto.
Hay algunas indicaciones muy interesantes en el comentario de J.-A.
M iller sobre este párrafo. " Uno entre otros" es el pecado de la interpre­
tación, pues lo peor que uno puede hacer cuando interpreta es mos­
trarle al sujeto: "finalmente, usted es uno entre otros, usted es un his­
térico entre tantos histéricos; entre tantos histéricos, lo que a usted le
pasa es el · trazo diferencial que permile que la mudez de la hija sea
agrupada bajo el signo de la histeria" . Así tienen ustedes una histeria
entre tantas.
Este sistema clasificatorio que tiene la estructura de "uno más del
conjunto" (el pecado de la interpretación) sigue la lógica de ese mo­
mento peculiar e instantáneo donde el sujeto no sabe dónde colocar­
se y dice: "Tengo tres hermanos ... ". Es decir, se coloca afuera. Pero es
un problema, porque uno de estos tres hermanos es él mismo. Enton­
ces dice: "... Pablo, Ernesto y yo". Es decir, está al mismo tiempo afuera
y adentro. Se ve bien cómo en este funcionamiento pautado, estable­
cido, presubjetivo, previo, el sujeto no sabe dónde diablos ponerse, se
trata del "no sé dónde ponerme".
Para un sujeto, ubicarse en su relación de hermandad con otros no
es nada sencillo y se desconcierta. La antropología estructural no loma
en cuenta este fenómeno. No toma en cuenta que en esa dis tribución
presubjeliva anterior al sujeto, éste puede perderse. Lo que la antro­
pología toma más bien en cuenta es ele qué manera el sujeto está
sujeto a eso y no puede salirse de ahí, lo cual es cierto. Si ustedes

32
FUl\'DrlMl:."NTOS

juegan a los dados , hay toda una cantidad de es trategias que uno pue­
de hacer. Digámoslo mejor: si uno j uega al truco hay Lada una canti­
dad de suposiciones que están en juego: si miente, sf no miente, si es
tramposo, si es pescado en la mentira. En fin . . . Uno piensa que hay
una estrategia del sujeto en j'u ego, pero hay ciertas redes ele las cuales
el sujeto no . puede salir; por ejemplo, no va a s acar una dama de Lré­
bol si es lá jugando al truco.
Es decir, que todo el azar, Lodo el juego subjetivo es tá permitido,
pero dentro de un marco significante del cual el suj eto no puede esca­
p.a rse, porque no forma parle de la batería de carlas una dama de
trébol . Lo que sí puede es jugar el as de bas tos y el as de espacia, pero
nunca va a sacar la dama, pues es taría fuera de las reglas del j uego.
Es to es lo que dice la antropología estructural : hay un marco signifi­
cante dentro del cual se dan Lodos los recorridos posibles , pero no se
puede ir más allá.
Lacan usa la lupa para pensar la cues tión del inconsciente, pero
no- en esle aspecto que sería la cues tión de sus leyes . De hecho, hay
tocia una reflexión en estas páginas sobre l a ley, porque tiene que dar­
le una vuelta a lo que él ha formulado sobre las l eyes del lenguaje. Son
és tas las que es tán puestas sobre el tapete en estos primeros capítu­
los.
Desde el punto de vis ta de la lingüística, tenemos dos posibilida­
des . Como los s ignificantes se entretienen entre sí, juegan solos (S 1
S2) se agru pan uno con el otro en una rel ación de contigüidad; no
sabemos qué quieren decir, pero si hay dos tenemos la posibilidad de
que el s egundo defina lo que quiere decir el primero; es el efeclo re­
troactivo de la significación.
La otra posibilidad es que los significantes también pueden com­
binarse así, uno arriba de otro:

O sea, se combinan por contigüidad o se sus tituyen. Y es to es el


proceso pri mario. lQu ées lo que Lacan le agrega?
Es tarán de acuerdo en que no es por las lomogi·afías compulaclas
que algo podemos saber de cómo funciona el inconsciente. Sin em­
bargo, si hay gente de mi generación acá -que por cierto la hay- re-

33
GRACIF.I.A /3RODSKI'

cardarán seguramente a un profesor de la carrera ele Psi cología que


tenía una pregunta ineludible en cada examen final, que era la siguien­
te: "ülónde es tá el incons ci ente?". Había que saber que es a pregunta
11
iba a venir y teníamos que contes tar: "e1i el hipolálamo Y eso deter­

minaba si urio aprobaba o no aprobaba. Era un profesor ele Biología


General o una ele esas materias y él pensaba que se podía buscar en el
hipotálamo (quién sabe . . . con la proliferación de técnicas nuevas qui­
zás ahora se podría) .
Pero la idea de Lacan es otra, más aun que la idea ele Freucl, quien
a veces dej a entrever la idea ele lo que está abajo y lo que es tá arriba,
de lo profundo y lo s uperficial , de una cierta localización entre lo que
está adentro y afuera. Su representación de la segunda tópica, por
ejemplo, es esa bolsa que conliene las pulsiones , y también tiene otras
representaciones de ese tipo. Lacan se golpea los sesos para ver cómo
eliminar eso.
Su hipótesis , que va a sos tener a lo largo de toda su enseñanza, es
que del inconsciente no tenemos ninguna prueba, a no ser cuando
es te mecanis mo, esta ronda o danza de los significantes falla. Sos te­
ner que la única prueba que tenemos del inconscien te es su falla, es
una idea que liene s us consecuencias . Espero poder demos trarles al­
gunas de ellas.
Si el inconsciente funcionara según las leyes del lenguaje -metáfo­
ra, metonimia, metáfora, metonimia- sería un inconsciente del c:ual
nada se sabría. Es solamente cuando la metáfora o cuando la metoni­
mia fallan que el s uj eto se ve frente a algo cuya significación descono­
ce; cuando quiere decir una palabra y dice otra, cuanclo·quiere escri­
bir una cosa y escribe otra, cuando quiere ir a uri ,lado y desemboca
en otro. Es decir, solamente se sabe algo del incons ciente en todos los
fenómenos que Freud desmenuza en "La interpretación de los s ue­
ños y en "Psicopalología de la vida cotidiana" . Es solamente cuando
11

hay eso -el tropiezo- que Freud concluye, por deducción, la hipótesis
del inconsciente. Es to hace que , efectivamente, haya que plantear al
inconsciente como algo en lo que hay que creer. Y no pensar, por ejem­
plo, que cuando uno dice algo en l ugar de otra cosa es porque es tá
cansado, porque es una fall a de la atención o de la memoria. La hipó­
tesis del inconsciente es la hipótesis de Freucl para explicar esos tro­
piezos.
Desde es ta perspectiva, lqué le pas a a un sujeto cuando tiene que
colocarse en la relación de parentesco? lQué le pasa a un sujeto cuan­
do se enfrenta al j uego lingüís tico de la me táfora y de la metonimia

34
FUNDAMENTOS

que produce significaciones inesperadas para él? Se produce ese efecto


de 11 110 sé qué quiero decir, no sé quién soy, no sé ele qué estoy ha­
blando" . Muchas veces se dice en análisis: 110 sé ele qué estoy ha­
11

blando". O alguien sueña algo que no es lo que quiere soñar y hace


todo un esfuerzo por decir : " lo soñé porque.: . me dolía la panza ".
Recuerdo el caso ele un paciente -haceya tiempo- que suefia que
tiene que ir al baño, va a un baño públicoy enchastra todo, sale, va a
otro bañoy enchaslra todo, sin atinar a limpiar. Llega a análisis y dice:
"es exactamente el tipo ele sueño que uno no quiere contarle al ana­
lista". Con toda razón podría no contárselo al analis ta o podría plan­
tearlo pudorosamente, pero estaría en falla respecto de la regla fun­
damental. Entonces lo cuenta, pero es con padecimiento: 11 lpor qué
diablos tuve que soiiar eso? Si yo venía a hablar de otras cosas .. . de lo
bien que me iba en la vida, ele lo bueno que era con el otro, de lo que
gozo, de cómo aprendí a tratar bien al otro. Y encima, además de so­
ñarlo tengo que contarlo".
Eso es el inconsciente: esos efectos que se producen en quien
soñó un sueñoy se pregunta: "díganme quién lo soñó, yo no, yo que­
ría decir lo piadosa que soy con los demás ". lQuién soñó ese sueño?
lQuién? De la misma manera podríamos preguntarnos : ¿quién es
quien no dice tengo dos hermanos "? lQuién es el que no sabe decir
11

las cosas?
Esta es la perspectiva del inconsciente que le interesa a Freud, no
el inconsciente de la lingüística ni el de _ la antropología, no el incons­
ciente de las leyes del lenguaje. El inconsciente que le interesa a Freud
es el que obliga a la suposición de un sujeto. Y la novedad que Lacan
despliega ahora en este ser�1inario -porque se había referido a esto
antes-, es la diferencia entre el inconsciente y el s ujeto del incons­
ciente. Soy muy sensible a esta distinción porque mi primera pregun­
ta cuando empecé a estudiar la obra de Lacan fue: "lqué es el sujeto·
del inconsciente?". Ya he contado en otras oportunidades que solía
ser pesada con esa pregunta, porque no entendía qué era; y torturaba
un poco a la gente con quien estudiaba preguntándoles eso para que
me lo expliquen. Cuando encontré la explicación de Lacan acá, ter­
miné de entender algo que era una deuda conmigo desde hacía algu­
·nos años.
En el mismo párrafo que les leí del primer apartado de ce subversión
del sujeto . .. ", donde Lacan dice que los mecanismos del procesq pi·i­
·mario son los mismos que nos entrega la lingüística (es decir, metáfo­
ray metonimia), termina diciendo: " Una vez reconocida en el incons-

35
GRACll:.'Lrl BRODSKI'

ciente la estructura. del lenguaje, lqué clase de sujeto podemos con­


cebirle?"
En estos dos renglones está todo lo que intenta de·splegar en los
tres primeros capítulos de El seminario 11 . lQué clase de sujeto es el
que -Laca_n no 'lo dice todavía acá- hay que suponerle al goce? En
efecto, se trata de una suposición: si el inconsciente falla, si no sé qué
digo cuando hablo, si sueño justo lo que no quiero soñar, ¿quién hace
todo eso? lQuién es el agente de mis sueños, de mis lapsus, de mis
tropiezos? Es esto lo que hace surgir la suposición del sujeto del in­
consciente.
Es una suposición que se desprende del estatuto mismo del in­
consciente. "Esto es el inconsciente: significantes que juegan entre
sí", escribe Lacan. Y ubica que esto tiene un efecto de "ya no sé dón­
de estoy parado", que escribe de diversas maneras. Pero no hay que
dejar ele tener en cuenta que muchas veces· y duranle mucho liempo
lo escribe con una letra "s" minúscula. Es la s1:-1posición del sujeto.
También lo escribe así: $, indicando que es un sujeto que ya no
sabe quién es ni de qué habla, que ya_ está traspasado por algo, que
"no da pie con bola". Y es nada más que eso lo que indica la barra: un
sujeto que ya no sabe de qué habla, que ya no puede decir "yo soñé
eso" o "no, yo no soñé eso". ¿Quién lo soñó? Tampoco puede decir
"es mi vecino". En fin, el diagnóstico es otro si una persona piensa que
sus sueños son soñados por el vecino y se le han metido en la cabeza.
Es una posfción subjetiva que tiene toda su dignidad y que nos permi­
te ver, en todo caso, el extremo de este "yo no soy". Pero otra cosa es
si uno sabe que es uno, pero no es uno. Sólo se le puede suponer un
sujeto al i nconsciente si éste produce cosas que el yo no entiende lo
que quieren decir.
El inconsciente tiene una estructura tal que la combinación de dos
significantes produce un efecto de sentido, una significación que me
deja perplejo, que no se sabe qué ·diablos quiere decir. Es el signifi­
cante segundo -por efecto retroactivo- que da una significación al
significante primero. Y esa significación no la entiendo. En ese "no lo
entiendo" está la suposición del sujeto.
Como ven, Lacan trabaja el inconsciente freu<;Iiano muy rápida­
mente en los primeros párrafos; e inmediatamente comienza a ubicar
este concepto que es suyo: el ele sujeto. Les había dicho que hay �ua­
tro conceptos freudianos y dos más: el sujeto y lo real. Inmeclialamen­
le el interés de Lacan es ubicar la cuestión del sujeto, que es una pro­
blemática que le corresponde totalmente.

36
FUNDAMENTOS

Les adelanto algo que vamos a ver en este seminario y que forma
parte de lo que se escucha y. se lee.
Se puede concebir el inconsciente de una manera diferente. En
lugar de pensar· que hay un segundo significante que le da sentido al
primero y que ese sentido no se entiende de ninguna manera, pode­
mos concebir que el segundo significante es igual al primero y le po­
nemos el mismo número para que se vea que es igual. No es S2 • Es S 1
y S 1 y S 1 • Este significante no tendría la posibilidad de resignificar nada
del otro, estarían casi desconectados, no formarían una cadena. For­
marían -Lacan lo dice algunos años después- un "enjambre", un con­
jun�o de cosas que no forman una cadena ele modo tal que el segun­
do eslabón redefine al primero y el tercero a los dos primeros y el
cuarto a los tres primeros. Formarían, en cambio, un enjambre.
Con esta otra danza, con esta otra manera de funcionamiento del
inconsciente, la hipótesis del sujeto no sería posible. No voy a explicar
esto, pues corresponde a seminarios muy posteriores. Pero quiero que
entiendan que la hipótesis del sujeto que Lacan formula en este semi­
nario, es so�idaria de una forma de concebir el inconsciente. Y una
vez concebido así, con una estructura como la del lenguaje, lqué cla­
se de sujeto podemos suponerle? Una vez concebido así, porque .si no
lo concebimos así vamos a tener que suponerle otro tipo de sujeto.
Por ahora estamos en esto que es el corazón de la enseñanza de La­
can, cuando su enseñanza se guía por la neurosis.
Bien. lCuál es el estatuto de este inconsciente? Pueden leer las
páginas 32, 33, 34, 35, 38 y 3 9 de la segunda y tercera clases. Enumero
nada más los atributos o cualidades que Lacan le adjudica al incons­
ciente. Es cuando en una frase pronunciada o escrita algo tropieza.
Son los traspiés o fallas, cuando algo quiere realtzarse en esa brecha
donde uno queda perplejo. Lo que se produce ahí aparece como sor­
presa, como hallazgo y como pérdida. Inmediatamente empiezo a
buscarle sentido. Pero Lacan está tratando de circunscribir ese mo­
mento donde surge el efecto de perplejidad, el efeclo de "no sé de
qué se trata".
Se trata de una discontinuidad en la que algo se manifiesta, como
una vacilación. Es decir, vengo en una dirección y... algo la interrum­
pe.· En el lapsus se ve muy bien. Hay una dirección intencional del
discurso, pero algo se interpone que hace que se discontinúe y enton­
ces hay que seguir por otro lado. Dice Lacan en la página 34: "Se trata
siempre del sujelo en tanto que indeterminado".

37
GflACIEl.rl IJRODSKl'

· Es decir, es un sujelo que no s abe dónde ponerse, no s abe quién


es . Su caracterís lica es la indeterminación. Leemos en la página 35 :
" El i nconsciente s e manifies ta s iempre como lo que vacila en un corte
del sujeto -ele donde vuelve a s urgir un hall azgo, que Freud asimila al
deseo- . . . '' . lCuál es su estatuto? Es lo lo aborda en el capítulo s iguien­
te, aparentemente a partir ele una in tervención de Miller, quien cono­
ce a Lacan en esos días previos al comienzo de El seminario 1 1 y le
pregunta: "¿qué es el inconscienLer . Lacan le responde que la pre­
gunta on tológica (que es la pregunta por el ser) no le va bien al in­
consciente porque el inconsciente no ues '' i es un "querer ser". Quiere
aparecer, quiere realizarse, pero no es lá y es en l as fal l as que aparece.
Y eso io l leva a decir: "No es un es tatuto óntico, es un estatuto ético 11 •
Es decir, el i nconsciente tiene el estatuto de lo que quiere ser, no de lo
que es . Y agrega: u Lo ónlico, en la función del i nconsciente, es l a ra­
nura por donde algo (. . . ) s ale a la luz por un ins tante (. . . ) porque el
segundo tiempo, que es de cierre, da a es lé;i captación un aspecto
11 .
evanescente
L o evanescente s e ve muy bien en e l chis te , que tiene ese efecto
de sorpresa, de g anarnos de mano, de s atis facción que provoca l a
ris a, pero que no sirve contarlo tres o cuatro veces . Ese efecto donde
el sujeto se ve sorprendido en algo se pierde con la repetición; neces i­
ta la temporalidad evanescente i nstantánea. Sobre todo se pierde cuan­
do uno empieza a tratar de entender el sentido. Pas a con los chi stes :
es des as troso cuando alguien cuenta uno y después viene otro a trátar
de explicarlo; hay algo del chiste que no va con el sentido. Pero es
cierto que con el lapsus también ocurre: uno se ve sorprendido por
algo y, cuando empieza a encontrarle sentido, el efecto sorpresa se
apaga. Es algo de l a experiencia subjetiva de cada uno. Todos conoce­
mos es to.
Ahora bien, la perspectiva evanescente trae aparej ada una reflexión
de Lacan sobre el tiempo. En el apartado 1 del capítulo III dice que el
proceso primario es inacces ible a la localización espacio-temporal ,
que hay que recurrir al tiempo lógico para así entensier que "ia apari­
ción evanescente sucede (. . . ) entre ese i nstante de ver . donde algo se
el ide siempre, se pierde i ncluso (. .. ) y ese momento elusivo en que,
precisamente,· Ia aprehensión del i nconsciente no co11cluye . . . "; es decir,
algo de la convicción y la certeza se escapa.
Se trata de un panorama para poder entender en qué términos
habla Lacan del inconscien le en estos primeros capítulos ele El semi­
nario 1 1 . lQué cons ideraciones o cuestiones hay que encarar?

38
FUNDA,\/ENTOS

Primera cuestión: ldónde en lra el s ín loma en Lodo esto?


Como ustedes habrán nolado, lacias l as reflexiones de Lacan giran
en torno al tropiezo, el traspié , la falla, la sorpresa, el hallazgo, la clis­
con linu iclad, lo evanescente . Son sig nificantes que van muy bien para
el s uefio, para el lapsus, para el acto fallido, es decir, para las forma­
ciones del incons ciente. Pero, ¿cómo hacer entrar al s ín loma en la
dimensión ele lo evanescente, d.e lo discontinuo, del hallazgo, de la
sorpres a, del tropiezo, del traspié?.
Vemos que el sfntoma· no encaja en esta lógica del inconsciente
que Lacan formula acá;· no se ubica, no es tá " como en su casa" . Preci­
samente , porque el síntoma es lo menos evanes cente que tenemos ;
un síntoma evanescente no es un síntoma. Al contrario, se caracteriza
por su ins istencia, su repetición, su transformación , su capacidad para
disfrazars e, pero s igue s iendo el mismo , no tiene para el sujeto la di­
mensión ele un hall azgo:. El síntoma Liene una dimensión que -si Loma­
mos al incons ciente según esta manera ele pensar ele Lacan en las pri­
meras páginas de El seminario 1 1 -no es s eguro que haya que ponerlo
del lacio del i ncons ciente, s i no más bien del lado de la rep�tición .
Por supuesto, hay una relación entre la repetición y el incons ciente
que hay que investigar. Pero s i estas son las formaciones del incons­
ciente, no se ve cómo encaja el síntoma acá .
Segun da cuestión: de esta idea de incons ciente ,. Lacan desprende
una idea de la temporalidad ele la s es ión. lCómo inventar un clis posi­
Livo que sea solidario con el inconsciente, que no vaya contra él? lCómo
inventar un dis pos itivo que permita, de alguna manera, acoger esa
evanes cencia, ese fulgor, ese instante donde el inconsciente se mani­
fies ta? ¿cómo inventar-:un dis pos itivo que no lleve a lo mismo que
pas a con el chiste cuando se empi eza a explicar, explicar y explicar?
Es decir, lcómo hacer que la s es ión misma respete esto y no empiece
con el estilo de "bueno, esto quiso decir esto, es to quiso decir aquello
y es to . . . 11 , como cuando uno aplasta el efec to sorprendente del chiste
con el efecto apabullante de la explicación? ·
Cuando Lacan trastoca la lógica temporal de la sesión, la trastoca
en función de esto. No tiene otra idea que la de que s ea acorde al
objeto mis mo, o sea, al 'incons ciente . Su aspiración era una sesión
como el inconsciente ; es decir, donde lo qué predomine s ea la dis­
continuidad, el hallazgo, el tropiezo, lo ines perado, el efecto de "aho-
11
ra ya no sé de qué estoy hablanclo •
Tercera cuestión: se deduce rápidamente de la anterior : es !a_in ter­
pretación.

39
GR,1c1Eu Buoos1.1·

¿cuál debería ser el es tilo ele una i nterprelación que "copie", s i me


permi ten decirlo así, el es tilo del inconsciente? Una interpretación que
sea un hallazgo, que implique una discontinui dad, que impida que s e
s iga hablando d e lo mismo.
En una época, cuando se había entendido la lógica de El semina­
rio 1 1 pero no se habían sacado aún s us cons ecuencias para el tema
ele la interpretación, se decía -por ej emplo- que había que esperar
que el sujeto tuviera un fallido. ¿cuándo había que cortar la sesión?
Cuando el sujeto tuviera un fallido, pues es en es e punto cuando emer­
ge un s ujeto del inconsciente y ya no se sabe quién habla. Es to es
cierto, pero reconozcamos que esperar un fallido de un obsesivo pue­
de llevar bas tante tiempo. Se trata de una pos ición donde el analista
se pliega a la lógica del inconscien te es perando que és te haga de las
suyas ; el analista queda as í a su merced.
Hay otra lógica pos ible: la interpretación que no espera al incons­
ciente, sino que pretende tener su es tilo; es decir, que pretende pro­
ducir una discontinuidad, generar s orpresa , ser evanes cente, no dedi­
carse a la explicación. Es un hallazgo, una s orpresa, algo que no viene
del inconsciente,· sino que viene del analis ta, pero que tiene el mismo
es tilo que Lacan le da al inconsciente en es tos párrafos.
Cuarta cues tión: la podemos ubicar en esta frase de la página 34
donde Lacan dice: "Se trata siempre del s ujeto en tanto que indeter­
minado" . Es cierto que el incons ciente tiene como efecto un s uj eto
cuya caracterís tica es la indeterminación: "no sé qué digo, no sé quién
soy. Quis e decir aquel lo, pero digo esto otro, ¿dónde me reconozco,
en el primero o en el s egundor. Es to es m uy interesante para el desa­
rrollo del análisi s , pero no s irve para obtener un final , pues la indeter­
minación del s ujeto hace al análisis interminable.
Es decir, que si el inconsciente tiene el es tatuto del tropiezo, lo
evanescente, la sorpresa, el hallazgo, l a dis continuidad, no será por su
vía que se llegue al final de un análisis , porque siempre va a dar un
s uj eto que no sabe quién es, ni dónde es tá, ni lo que dice. Y Lacan
piensa s iempre el final del análisis del lado de la certeza, no de la
indeterminación; es decir, no de .un s ujeto que vacila al ri tmo del in­
consciente, sino de un s uj e to que afirma un "soy " , no un "no sé quién
soy " .
Lacan va a demorar largos años y largas reflexiones en resolver
esto, pero ·e mpieza en El seminario 1 1 , donde por eso va a desembo­
car en la puls ión. Lacan se pregunta de dónde extrae un sujeto s u
certeza, pues está probado que n o e s del inconsciente, donde uno

40
FUNDAMl:"NTOS

siempre s e coloca en es te "en tre dos " , entre uno y otro, sorprendido y
traspasado. Entonces, lde dónde s e obliene la certeza para afirmar un
"soy '?
Quinta cues tión: la certeza y la indeterminación tienen que ver con
este quinto punto de reflexi ón. me dónde proviene el final ele análisis?
¿cuál es el es taluto del incons ciente al final del análisis? me dónde
extrae Lacan la idea de que el incons ciente es é tico? Lo extrae direc­
tamente de Freud, es decir, de su pos i ción res pecto del inconsciente:
de s u tozudez, de s u empecinamiento, de s u no recular. Es lo que La­
can dice en muy l indos térmi nos : "Sea Jo que sea, hay que ir ahí" . No
retrocede.
Pero no s e trata sol amente de la pos ición de Freucl -única por cier­
to en l a h i s toria del psicoanálisis-, se Lrata también de preguntars e si
el inconsc i ente -no el pres ubj e tivo, s i no el incons ciente con el s ujeto
que debemos suponerle- está en la naturaleza. Es una manera de decir
un poco extrema. Voy a lo s iguiente: si hace fal la o no la presenciª del
anali s ta para que el i ncons cien te se mani fi es te . Es ta idea es fuerte.
Una cos a es decir que algo tiene un es tatu to óntico, que "es " . Ha­
bía viejas dis cus i ones desde l a ontología y la gnos eol ogía. Las cos as ,
¿exi s te n por fuera de mi comprensión de ellas? lTi enen un es tatuto
por fuera de mí o s ól o exis te n en la medida en que yo l as conozco?
lQué s entido tendría plantear cosas si nadie las conociera?
Otra cues tión es concebir el es tatu to del inconsci ente como ético,
pues es to plantea q ue s u exis tencia misma depende del deseo del
operador. Es decir, l a tesi s de Lacan es extrema : lodo l o que se puede
haber dicho del inconsciente no tiene nada que ver con el incons­
ciente que Freud descubre .
lEs tá bien dicho que Freud "descubre " ? En genera l , se des cubre
algo que ya estaba. 1-I ay que pensar si no es que Freud inventa, porque
si bien es cierto que sueños y actos fallidos ha habido siempre , el i n­
consciente freudi ano es producto, no del azar de la vi da, sino ele la
pos i ción ele Freud ele quere r entender algo de eso. Y a partir de él es
que el i ncons ciente queda defini tivamente enl azado a lo que es el
deseo del anali s ta de probar que exi s te .
Forma parte de nues tra orientación en l as en trevi s tas preliminares
verificar si para el suj eto que vi ene a pedirnos ayuda el incons ciente
existe. Y esto no s e puede verificar s i no es a partir de nues tra presen­
cia. Es decir, el inconsciente ele Freucl tal como lo formula La can no
exi s te por fuera del deseo del anali s ta.

41
GRACl/:."l,1 BROIJS/1.' I'

Cristina Fierro-Verri me preguntaba por el deseo del analis ta. lCuál


es este deseo? Hay mucho para hablar de este lema; uno de los talle­
res se va a dedicar exclusivamente a él.
El deseo del analis ta no es ser un desecho. El deseo de Lacan no
era quedar fuera de la Internacional, no tenía ningún gusto por el
masoquismo. El deseo del analis ta no es un deseo masoquis ta. Lacan
ha realizado diversas formulaciones y comentarios sobre es te tema. A
la altura de El seminario 1 1 , en las primeras clases, es posible decir que
el deseo clel analista es hacer existir el inconsciente. Es una formula­
ción modesta que ilustra en qué sentido Freucl encarna este deseo.
Pero len qué no lo encarna? Us tedes han leído las primeras clases
de El seminario 1 1 y habrán podido seguir paso a paso ·1a duela que
Lacan hace recaer sobre el deseo de Freud, pues piensa en sus pun­
tos no analizados, en lo que en la página 42 de la segunda clase llama
"los pecados del padre". En la página ,fJ , todo está por rehacerse en la
teoría para Lacan. En la página 43 dice que Freud, estando en un pun­
to fascinante del comentario sobre I-Iamlet (respecto del cuestiona­
miento al padre ideal), "nos aparta de este punto ( . .. ) y se dedica a
una discusión sobre el olvido del sueño y el valor ele su transmisión
por parte del sujeto".
Us tedes pueden seguir también, a lo largo ele estas clases, el co­
mentario del deseo ele la histérica; en la primera clase, " La excomu­
nión", el comentario sobre Signorelli, la inlerpretación sobre sexuali­
dad y muerte. Pueden seguir el análisis que hace del sueño "Padre,
¿no ves que ardo?'' e inmeclialamente después el comentario sobre
Dora y la joven homosexual. Van a ver que todo sigue la misma línea:
la crítica a la posición de Freud respecto del padre, pues cada uno
de esos casos o sueños Freud los comenta bajo la significación del
padre.
Dice Lacan que una cosa es que Freud se haya dejado llevar por
las histéricas en el descubrimienlo del inconsciente, que ese era su
deseo. Otra cosa es cómo lo interpretó. La crítica ele. Lacai1 a Freud en
este seminario es que lo interpretó mal, pues lo hizo en términos del
padre.
Lacan extiende esta crílica como su interpretación úllima de lo
que le ha pasado a él en la lnlernacional en esos días. Lo dice al fi nal
del primer capítulo (página 20), cuando comenta que hay cierlo "pe­
cado original del análisis" reladonado con lo nunca analizado del
deseo de Freucl; y agrega que él estaba juslo en esto cuando fue obli­
gado a renunciar a su seminario.

42
FUNDAMENTOS

Lacan entiende que el Nombre-del-Padre no es solamente el Nom­


bre-del-Padre de la metáfora paterna, que haberse dispuesto a locar
el Nombre del Padre dentro del movimiento psicoan·a lílico, es tocar el
Nombre del Padre del Psicoanálisis; es decir, locar el nombre ele Freud,
el Padre. Así, es "excomulgado'' en el momento justo en que iba a
quitarle la careta al Padre y a demostrar qué había detrás. En eso iba a
consistir su seminario "Los nombres del padre" (que, como ven, se
diferencia por la pluralización). En el texto que les he mencionado de
Miller, Comentario sobre .el seminario inexistente, se comenta esto de
manera muy clara por cómo está escrito.

Nombres del padre


El Nombre-del-Padre

En una carla a Gardiner de 192 7, donde Freud le responde a su


colega cómo se ve él mismo como psicoanalista, dice: " Me alegra que
me haga la pregunta porque1 para ser franco, los problemas terapéuti­
cos no me interesan mucho, actualmente soy muy impaciente, pa­
dezco de cierto número de discapacidades que me impiden ser un
gran analista, entre otras cosas soy demasiado padre'.' .
i Fantáslico! Freud reconoce su posición dentro del movimiento
psicoanalítico y Lacan interpreta que el deseo de Freud es lo que está
en el fondo mismo de la institución que ha creado. Su deseo ele salvar
al padre -evidente en el caso de Dora, en el de la joven homosexual y
en su análisis de Hamlel- es lo que lo lleva a concebir la institución
psicoanalítica de la manera en que lo hizo. Lacan piensa que no sola­
mente había que rehacer la teoría (sobre todo de la histeria), sino
también a la insli tución analítica misma, pues ésta era el síntoma de
aquello que Freud no había analizado 1 es decir, su culto al padre.
Es cierto que si a los textos de Freud uno les quila la referencia al
padre, no se sostiene ni su teorización de la neurosis, ni de la perver­
sión, ni de la psicosis, ni de los fenómenos alucinatorios, ni de los
fenómenos delirantes. La figura d�I padre es el eje de toda la teoría de
Freucl. En la página 35, a '. faíz del comentario sobre Signorelli, Lacan
dice: " Después de todo [ Freucl] coincide con Nietzsche· para enun­
ciar, con su propio mito, que Dios ha muerto. Y ello, quizás, debido a
las rriismas razones ele fondo. Pues es le mito del Dios ha muerfo (. . . )
no es más que el abrigo que encontraron contra la amenaza de cas­
tración". El milo de la muerte del padre no es más que lo que Freud y

43
GR,ICIELA BRODSKI'

Nietzsche encontraron como abrigo contra la amenaza. de castración;


es decir, lo interpreta como un síntoma.
Esta filípica de Lacan respecto del lugar que Freud le da en su teo­
ría al padre (vamos a volver sobre esto) está ya presente . en el texto
"Subversión del sujeto . .. ", donde habla exaclamerite en los mismos
términos del mito de Edipo, para decir: "Lo que no es un milo es la
castración". Edipo es un milo en el que se inventa el lugar del padre
como agente de la castración. Se entiende entonces la interpretación
que hace en El seminario 1 1.
Si el mito de Edipo inventa al padre como agente de la castración,
la muerte de Dios (que es la muerte del padre) sería equivalente a un
sacarse de encima la amenaza ele castración, puesto que el padre es
el agente responsable de ella. Si no hay padre, no hay castración. Esto
lo lleva a decir a Lacan en otro momento: "Contrariamente a lo que se
piensa, si el padre ha muerto, nada está permitido". Esto contraría la
idea de que si ha muerto el padre, entonces habrá jolgorio. Retoma
ahí a Los hermanos Karamazov.
Se trata ele toda una línea que tiene $US primeras referencias muy
precisas en "Subversión del sujeto .. . " (cuatro años atrás), continúa en
El seminario 11, y tiene su punto máximo en El seminario 1 7, con el
" Más allá del Edipo", donde Lacan formula que el complejo de Edipo
es un sueño de Freud y como tal hay que interpretarlo.
Esto es tocar los conceptos freudianos. Y tocar los conceptos freu­
dianos es tocar el Nombre-del-Padre. Es lo que años más tarde va a
formular como "servirse del padre para ir más allá". El seminario 11
es eso: un Lacan sirviéndose de los conceptos del padre Freud para ir
más allá.
Bien ... Esto es más o menos lo que pensaba decirles hoy. Tenemos
un cuarto de hora para poder aclarar cuestiones y dar respuestas a las
preguntas.

Intervención: Me resulta un poco confusa esta articulación que hace


Lacan del deseo del analista con la pureza del deseo del alquimista y
la función de operador.

Gra:ciela Brodsky: Lacan toma el deseo del alquimista cuando· se


pregunta cómo ubicar al psicoanálisis entre la ciencia y la religión. Es
la pregunta de. la primera clase. La respuesta que daba es que Freud
deja al psicoanálisis anclado en la religión del padre.

44
FuND,1/\IENTDS

La ciencia s e caracteriza porque el operador está ausente . En la


alquimia, en cambio, se requiere algo de la pureza del alma del ope­
rador. Y pone al ps icoanálisis del lado de la alquimi a.
Lacan piensa que la posición del operador incide en los resul tados
y dice que ése es nues tro problema. Basta fij arse en la posición de
Freucl, quien incide en los resul tados , dej ando al ps icoanálisis más
del l ado de l a religión. La viej a aspiración de Lacan es , en cambio, la
de poner al psicoanálisis del l acio de la ciencia. lCómo ubicarlo ahí?
Retoma es to con la discusión s obre ley y causa. Una ciencia tiene le­
yes : la ley de l a gravedad, por ejemplo. Cuando hablamos de la causa
-del inconsciente, del sueño- no hablamos de leyes . Lacan dice que
hay causa "ele lo que coj ea", de lo que no anda, de lo que tiene tras­
piés . La idea del psicoanálisis legada por Freud conduce a lo contrario
de la aspiración científica, pues conduce a la religión del padre . Hay
que ver qué vuel ta le va a dar Lacan para ir más allá de eso·.

7 ele abril de 1 999

45
III. EL INCONSCIENTE Y LA REPETICIÓN

La clase pasada creo haber conseguido indicar -sobre todo por la


,
claridad de la cita que leí del texto· "Subversión del sujeto . . . , _ de qué
manera la cuestión para Lacan era la cues tión del inconsciente más
la del sujeto. Una vez reconocida en el inconsciente su estructura ele
lenguaje, lqué clase de sujeto debemos adscribirle? Es más o menos
ésta la referencia de "Subversión del s ujeto . . . " .
E s decir, e n esla combinatoria d e los cuatro conceptos freudianos
ele inconsciente, repetición, transferencia y pulsión (que son ele algu­
na manera la trama, el tejido de El seminario 11, " Los cuatro concep­
tos ... "), la cuestión para Lacan es ubicar además dos conceptos que
son de su propia cosecha: el sujeto y lo real, que no están escritos
entre los cuatro freudianos . Todo el trabajo ele Lacan a lo largo del
seminario es buscar esas articulaciones.
La reunión anterior creo haber trabajado, enlonces , de qué manera
lo que Lacan hacía respecto del inconsciente era agregarle el sujeto.

$---- Inconsciente ---- Repetición

Transferencia Pulsión

Si us tedes loman las páginas 52-53 de El seminario I 1, el capítulo


que se llama "De la red de significantes ", pueden leer en la página 52:
"No digo que Freud haya introducido el sujeto en el mundo... " . Lacan
dice esto porque considera que es Descartes quien introduce en el
mundo del pensamiento la dimensión del sujeto. Hace algunas refe­
rencias a eso en los capítulos anteriores y va a volver a trabajarlo a lo
largo de todo el seminario. Ya lo retomaremos .
Vuelv.o a la cita: "No digo que Freud haya introducido el sujeto en
el mundo -el sujeto como distinto de la función psíquica, la cual es un
milo, una nebulosa confusa- pues fue · Descartes. Pero diré que Freud
se dirige al sujeto para decirle lo siguiente, que es nuevo: "Aquí, en el
campo del sueño, estás en casa 11 •

Y es así como interpreta la famosa frase que extrae de Freud: v\!o


Es war, sol! /ch werden . Lá digo en alemán porque no sé cómo cle�i;.la

47
G1?,ICIEL,\ BRODSJ..T

en castellano. No es que hable mejor el alemán que el castellano, no


se Lfafa de eso. Se trata, de que aquella traducción que durante años
fue "donde el ello estaba, el yo debe advenir'' o "el yo debe desalojar
al ello" (para simplificarla un poco más) to1nó en la historia del psi­
coanálisis la dirri.ensión de que el yo -como sínlesis- debía dominar
al mundo desordenachy pasional ele la pulsión. Desde el comienzo
de su enseñanza hasta el final, Lacan se ocupa ele ciar nuevas versio­
nes ele cómo habría que traducir ese v\!o Es war, sol/ /ch werden . En
cada uno de sus seminarios vamos a encontrar una manera diferente
de recuperar esta frase. Sólo algo se· mantiene con regularidad: Lacan
siempre dice que la traducción "el yo debe desalojar al ello" es un
disparate.
¿por qué? Porque ubica el conlexto en el que Freucl formula el Wo
Es war, sol/ /ch werden, donde el término /ch , el yo, no se refiere al yo
de " El yo y el ello", sino que tiene como referencia al sujeto, en tanto
lo que regula el sistema de la · homeostasis, por ejemplo, en el " Pro­
yecto de psicología ... ". Lacan, entonces, traduce !ch como sujeto y
dice en la página 52: " . . . diré que Freud se dirige al sujeto para decirle
lo siguiente, que es nuevo: Aquí, en el campo del sueño, estás en casa.
Wo es war, soll !ch werden ". Es· decir, que en el campo del sueño -
campo por excelencia de la realización del deseo y ele la existencia
pulsional, via regia haci& el inconsciente-, allí el sujeto está como en
su casa.
Retomamos así lo de la vez pasada: ubicar en el campo del sueño,
en el campo del inconsciente, la dimensión del sujeto. Lo que Lacan
sostiene es que, cuando tenemos una formación del inconsciente, el
paso radical que dio Freucl es suponer ahí un sujeto. Pueden leer el
comienzo ele la página 53, donde dice que en ese lugar, allí donde
Freud supone al sujeto, los antiguos suponían un mensaj e de Dios. Es
decir, que hace finalmente este esquema:

sueño
X

Lo que tenemos es el sueño: Pero no como lo escribe la máquina


de la ciencia, sino como lo relata un sujeto.
°
Y, ¿qué es lo que Freud
supone? Supone una x por debajo cleJ sueño. Es decir, el sueño es
finalmente la deformación, la figuración de los deseos. lDe los deseos
de quién? No de quien está hablando y normalmente dice: "no quise

48
Fll.VIJ,IMt:NTOS

soñar con eso". lEl deseo de quién, entonces? Podemos recurrir a esla
referencia que en algún momento Lacan llama "el sujeto en el suje­
to"; como si uno dijera "el otro yo". Había una historieta que se llama­
ba "El otro yo del Doctor Merengue" y que aludía siempre al sujeto en
el sujeto, a lo que se dice y lo que se quiere decir.
Lacan formula esta diferencia ele muchas maneras. Por ejem­
plo, habrán escuchado sobre la diferencia entre el Je y el moi, o
entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación. Son
distintas maneras ele referirse a este fenómeno que, ele una mane­
ra un poco sucinta pero gráfica, Lacan llama en su momento "el
,,
sujeto en el sujeto .
Freud supone un sujeto en el sueño relatado, mientras que los an­
tiguos, no. Cuando se considera que un sueño es un oráculo, un men­
saje de los dioses, interpretarlo no quiere decir interpretar el deseo
del sujeto, sino la voluntad divina que siempre se manifiesta un poco
enrevesadamente. Es decir, esta x que se le supone al sueño puede
tomar -como cualquier x- distintos valores. Lacan dice que para los
antiguos era Dios, mientras que para Freucl y para nosotros es el suje­
to, el sujeto del inconscienle, el sujeto que no sabe lo que dice ni sabe
lo que quiere.
Lo interesante es ver cómo de entrada Lacan formula que el sujeto
es una suposición. Al sueño le suponemos un sujeto. Esta idea del
sujeto en su articulación con la suposición -que ya debe resonar]es­
es la que va a estar después en la estructura del sujeto supuesto saber.
Pero por ahora tenemos esto: el sujeto como supuesto.
Veamos estos dos capítulos: " De la red de los significantes" y " Tyche
y automaton 11 •
El primero no se entiende muy bien hacia dónde va. Es una clase
que cabalga entre volver sobre la anterior y adelantar las coordenadas
ele la siguiente. Pero tiene tocio su interés condensado en la página 56,
comienzo del apartado 3 , donde Lacan dice: "Lo que tengo para de­
cirles ahora es tan nuevo -aunque, desde luego, está apuntalado por
lo que articulé sobre el significante- que pensé que era preciso for­
mularlo de una vez. . . Esto marca el punto al que llegó Lacan en ese
11 •

momento. Va a decir algo que él es lima que es totalmente nuevo, _que


no lo había dicho nunca an tes , y que es su perspectiva de la tepeti-
ción.
Para pocler enlencler por qué cree que va a decir algo Lan nuevo, es
mejor recordar que Lacan trabajó el tema de la repetición a lo largo
de Locla su enseñanza; no es que llega al año 1 964 con la súbita idea

49
Gu,1c1n,1 BnoosAT

ele ocuparse de es le concepto. Si us tedes quieren orientarse respecto


ele la repetición en Lacan, no tienen más - que ir a El seminario 2, o a
"El seminario sobre la carta roba da" , que es un texto más detallado,
más difícil lambién, y con er que Lacan abre los Escritos, por propia
decisión; podría haberlo empezado con otro, pero eligió ése.'
Es un texto conlemporáneo de El seminario 2, donde hay varios
capítulos ("Freucl, Hegel y la máquina", por ejemplo) donde uno en­
cuentra la versión ele Lacan sobre la repetición. lCómo se sintetiza
es o? Con es ta referencia: "llamamos repelición a la eslructura
combinatoria del significante". Y se abrevia muy fácilmenle, con la
escrilura mínima de la cadena significante; es decir, S 1 \.
Se pude demostrar lo que digo leyendo los cinco primeros renglo­
nes de los Escritos: "Nuestra investigación nos ha llevado al punto de
reconocer que el automatismo de repetición (.. . ) loma su principio en
lo que hemos llamado la insistencia de la cadena significante". Un
poco más adelante, en la misma página, es la ley propia ele es ta
11 . . .

cadena, lo que rige los efectos psicoanalíticos determinantes para el


sujeto: (. .. ) forclusión, represión, denegación ... ".
Así es como empiezan los Escritos. Es la manera como Lacan reto­
ma el texto freudiano "Más allá del principio de placer", formulando
que la compulsión a la repelición que Freucl encuentra en el más allá
del placer, se reduce a la insistencia de la cadena significante. Si uste­
des han tenido alguna vez contacto con el texlo sobre la carta roba­
da, pudo haber siclo quizás, como para mí, un contacto traumático.
¿por qué? Porque Lacan empieza su escrito de manera encantadora,
refiriéndóse a la historia ele Poe, sobre la carta que va cayendo en
manos de dis tintas personas cuya posición subjetiva cambia a medi­
da que cada una la recibe: uno se convierte en el tonto, otro se con­
vierte en la mujer; en fin, la carta va determinando a los sujetos. La­
can dice que va a explicar todo esoy de pronto parece es lropearse el
efecto encantador, pues empiezan los más y los menos .
No voy a hacer tocia la serie de los más y los menos , pero puedo
decir qué es lo que hace Lacan con eso. De liradas al azar, obtiene
cara o ceca. Si acierto pongo más, si pierdo pongo menos. Y va ano­
tando de esa manera las caídas de la moneda.

+ + - + + + --- + +
Acerté, acerté, perdí, acerlé, acerté, acerté, perdí, perdí, perdí, acer­
té, acerté; totalmente aleatorio. Después las agrupa cliacrónicamenle

50
FUN/JAMENTOS

de a tres . Hace una serie con las tres primeras ( ), otra serie de tres
comenzando -por la segunda [ ] , otra serie desde la tercera { } y así
sucesivamente.

(+ [ + { - ) + ] + } + - - - + +

Si la serie da más, más, menos ( + + - ) , la llama de una manera; si


da más , menos , más [ + - + ], la llama de otra.
Así van quedando dis tintas series que Lacan definey reúne sincró­
nicamente en tres agrupamientos que llama simetría de la conslancia
(1), simetría de la alternancia (2) y disimetría (3):

I. + + +, - - -
2. + - +, - + -
3. + - -, - + + ' + + -, - - +
Lo que a Lacan le interesa demos trar con estas notaciones (que
después reagrupa en una nueva s intaxis utilizando las letras á,a,á,a)
es que hay posibilidades e imposibilidades de sucesió�. Así encontra­
mos que en algo que fue totalmente aleatorio, de repente aparece
una ley. Esta ley impide que ciertas combinaciones aparezcan des­
pués de otras, s implemente por haber introducido en algo completa­
mente aleatorio una pequeña regla que dice: los agrupo de a tres . Una
vez que se empiezan a combinar de una determinada manera, i mila­
gro! Eso que era aleatorio, deja de serlo,y hay ciertas leyes que deter­
minan que ciertas letras surjany que otras queden imposibilitadas .
Lacan afirma que esto es · una s intaxis y que así funcionan final­
mente las computadoras : + - + -, 0 10 1. Es muy significativo esto, por­
que corren los años 50,y Lacan comenta: 11 Hay unas máquinas, dicen,
que funcionan así, que son inteligentes y que uno puede jugar con
ella:s . No digo nada porque nunca las he visto, pero hay que confiar " .
Entonces describe e l funcionamiento d e l a máquina para decir final­
mente: 11 1-lay una memoria hecha s intaxis 11 : la serie se acuerda, por
ejemplo, de que después de a no puede venir cL
¿Qué es esta memoria de la serie? Este modelo tiene una única
sutileza (interesante para verla en el arco de todas las enseñanzas de ·
Lacan): es una serie que solamente se obtiene si hay al menos dos
valores dis tintos .

51
GRACIELA BRODSKI'

Se. puede tener un dado con seis caras. Se puede tener una ruleta
con treintay seis posibilidades. Lo mínimo que se puede tener es una
moneda con dos caras. Es decir, para que toda esta sintaxis funcione,
hay que tener al menos dos valores distintos. Es por eso que no sirve
Lirar a la suerte una pelota. No sirve si no tiene dos caras. Habría que
hacerle algún dibujo, algo que implique esta diferenciación mínima.
La sintaxis, la combinatoria, la escritura de la �ual hablamos requiere
al menos dos valores, + -, cara o ceca, lo que está es·crito, finalmente,
como S 1 S 2 • Vale decir que si sólo hay S 1 S 1 S 1 S 1 , nada de esto funciona.
El requisito es S 1 S2 •
Es fantástico que Lacan, con los másy con los menos de "El semi­
nario sobre La carta robada 11 , lo que encuentra es el automatismo ele
repetición, que toma de Freud -por cierto-, bajo su cara significante.
Es poner de manifiesto que hay una ley de la determinación simbóli­
ca. Y cuando digo ley, recuerden que en los capítulos anteriores La­
can se detiene en hacer la diferenciación entre la leyy la causa, sobre
la cual volveremos Juego.
Sigo con " El seminario sobre La carta robada 11 • Dice Lacan que la
técnica analítica reposa entera s9bre la determinación inconsciente
de la asociación libre. "La asociación libre está determinada incons­
cientemente y· puede verse con todas sus letras en la obra de Freud
que acabamos de citar". Se refiere a "Psicopatología de la vida coti­
diana", donde lo que Freud propone es que una cifra no se escoge
nunca al azar.
Toda esta reflexión sobre la determinación inconsciente de la ca­
dena asociativa, sobre el he�ho de que Lodo lo que decimos, final­
mente, tiene esta estructura S 1 S 2 , está y . a teñida -tanto en el texto
sobre La carta robada como en El seminario 2-, de la reconsidera­
ción de que no hay azar en nada de lo que se diga. Donde se supone
que hay azar -en- tanto podría aparecer cualquier cosa, azar como lo
aleatorio sin ley-Lacan introduce que todo está determinado. Don­
de parece que hay azar, lo que hay es la misma determinación que
en la tirada de l as monedas. El azar está sujeto a leyes, está determi­
nado simbólicamente, al punto tal que antes de cualquier jugadaya
hay una correspondencia entre el objeto mismo -moneda o dado,
dice Latan- y la posibilidad de que represente la tirada al azar. Peto
el objeto tiene que ser el adecuado; la pelota, por ejemplo, no lo es.
Podemos detenernos en la página 53 de El seminario 11 , tercer
parágrafo, donde Lacan retoma: ''Allí donde eso estaba, el lch -el suje­
to, no la psicología- el sujeto ha de advenir. Y para saber que se está

52
FUNDAMEN1'0S

allí, no hay más que un método, detectar la red, pero lcómo se detec­
ta una red? Pues, porque uno regresa, vuelve, porque uno se cruza
con su camino, que los cruces se repiten y son siempre los mismos, y
no hay en ese capítulo siete de La inte,pretación de los suei10s otra
confirmación (. .. ) sino ésa: Hablen de azar, señores, si les da la gana:
yo, en mi experiencia, no encuentro en eso nada arbitrario, pues los
cruces se repiten de tal manera que las cosas escapan al azar" .
M e parece que éste es el párrafo decisivo del capítulo " De l a red de
significantes" porque es donde Lacan anuda de qué manera se locali­
za al sujeto. Teníamos la siguiente suposición: en las formaciones del
inconsciente, suponemos un sujeto. Esta suposición lcómo se locali­
za?, lde dónde se extrae ?, lcómo estamos seguros de estar ahí? Y
dice: es el método, lcuál es el método? No hay más que un método,
léase: la repetición. " ... uno regresa, vuelve, (. .. ) se cruza con su cami­
no, (. .. ) los cruces se repiten y son siempre los mismos, y no hay en
ese capítulo siete .. . " nada más que eso. Es decir, este párrafo anuda el
inconsciente, el sujeto y la repetición.

$ ---- Inconsciente ---- Repetición

Toda la cuestión se reduce a esto:. la repetición es el método que


tenemos en psicoanálisis para delectar al sujeto del inconsciente.
Van a encontrar que Lacan -en "El seminario sobre La carta roba­
da", en El seminario 2, en El seminario 7, seguramente en otros más
(pero éstos son los que estuve leyendo en estos días para preparar lo
que tenía que decirles hoy)- vuelve a hacer la diferencia entre varios
términos que no hay que confundir, aunque parezcan sinónimos. Dice
que una cosa es la insistencia, otra cosa es la memoria, otra es la re­
memoración, otra es la reminiscencia y otra es la repetición. Insiste
en que son formas que hay que diferenciar en fenómenos aparente­
mente equivalentes.
Pueden leer el capítulo "De la red de significantes" y van a ver cómo
Lacan se refiere a la memoria, eso que tienen los seres vivos, como
algo distinto de la rememoración, que supone que los acontecimien- .
tos se agrupan por su signific"ado simbólico, y como diferente también
de la reminiscencia platónica, que supone que todo lo que tengo para
saber ya lo supe, que no hay nada nuevo que se pueda aprender, só]o
lo que se tiene como reminiscencia del contact·o con el mundo ele las
ideas; así que todas las ideas están ya, y lo único que uno hace cuan­
do cree descubrir algo es recuperar lo que ya sabía.

53
Gn,,r:11-:L,1 BnoosKr

Se trata del retorno y la insistencia para dar cuenta de este fenó­


meno de la sintaxis- del significante. Es el clima de este capítulo. Y esa
demostración, la repetición, es el método por el cual se detecta al
sujeto · del inconsciente , es el método que tenemos en el análisis.
Se trata para Lacan de poner a punto "El seminario sobre. la carta
roba da " y El seminario 2, para poder afirmar entonces: "lo que tengo
que decirles ahora es tan nuevo". Esto significa que todó lo que dijo
hasta ahora era viejo.
Lean us tedes la página 62, cuarto párrafo. Como si lo hubiera di­
cho siempre, dice: "La repetición, entonces, no ha de confundirse con
el retorno de los signos. . . ". Es un renglón en el cual es como si Lacan
dijera: "lEntendieron todo eso? lla carta robada , la sintaxis, la repeti­
ción como retorno, S 1 S/ Bueno, la repetición no es eso".
Es el estilo ele Lacan. Acá tenemos el gusto de que diga "la repeti­
ción no es el retorno de los signos", y uno ya se orienta. Pero a veces
puede sostener que él jamás ha dicho que la repetición es el retorno de
los signos, por ejemplo. Es un estilo que -si ustedes leen los signos del
goce- Miller describe muy bien, como un estilo que se opone a Jo que la
retórica llama el es tilo del desarrollo. El de Lacan es un es tilo que nun­
ca explica lo que dice, sino que se dice, como en el análisis.
Es interesante leer esos capítulos de los signos del goce donde
Miller describe ese estilo lacaniano que es siempre el de la sorpresa y
no el de la explicación o justificación de por qué dice Jo que dice.
Estos capítulos de El seminario 1 1 son una prueba interesante de es·o,
porque r.eposan sobre un punto de la teoría muy adquirido -que la
repetición es el retorno de los signos-, pero para decir: no lo es. Es la
dirección que va a seguir Lacan a partir de ahora.
En " Más allá del principio de placer", Freüd utiliza el término
"compulsión a la repetición". Pero Lacan, desde el comienzo, no
lo llama "compulsión " sino "au tomatismo ele repetición " . Veamos
por qué.
Freud, cuando habla de compulsión, articula la repetición a la pul­
sión, mientras que Lacan, cuando habla del mismo término de Freud
-Wiederholungszwang-: se esfuerza en traducir esta palabra alemana
(que permite dos traducciones) de tal manera que elimina el factor
pulsional, para dejar solamente de manifiesto el carácter automático,
repetitivo, de la sintaxis significante. Y traduce el \tViederholen como
automatismo ele repetición, siendo que el término en alemán ·termina
con zwang ; es decir, con la palabra alemana que traduce el empuje
de la pulsión. En tocia la primera época ele la enseñanza ele Lacan,

54
FU1\'l),\,l/ENTOS

entonces, la referencia a l a pulsión está eliminada, para poner el acenlo


en el factor automatismo.
A la al tura de El seminario 1 1 , al automalismo de repe tición lo
escinde en dos. Dice que una cosa es él automatismo, y o tra cosa es la
repelición·. lQué queda del l ado del automatis mo? Todo lo que perte­
nece al registro de " El sem inario sobre la carta robada" y de El semi­
nario 2; es decir, la insis lencia del significan te, el retorno de los sig­
nos. Eso es lo que queda del lacio del automatismo. Y es por eso que
Lacan dice: 1'ahora voy a hablar ele otra cosa, voy a habl ar ele la repe­
tición " .
Al final de l a obra de Lacan (me refiero a los años 70, al seminario
1 9 y a El seminario 20), los conceptos ele retorno e insis tencia apare­
cen formulados bajo un aspecto l ógico, específicamenle bajo la ver­
tiente ele la l ógica modal ; es decir, una vertiente de la lógica que no
dice si algo existe o no existe, sino ele qué manera existe . Y tocio lo que
está en el registro del automalismo, del retorno, de la insistencia, pasa
a ser l lamado " necesidad", una ele las categorías ele la lógica modal .
lCómo es la fórmula en la que se expresa la necesidad? Lacan lo
escribe como "lo que no cesa " ; es decir, lo que no cesa de insistir
siempre de la misma manera. Es lo que permile en tender muy clara­
men te que lo que queda del l ado del' automatismo (es decir, lo que
Lacan ha trabajado y pues lo ep primer plano en todbs los años ante­
riores) se ubica en la dimensión de la l ey, que es lo que no cesa ele
repetirse siempre de la misma manera . . Pasando al p lano del consul­
torio, ubica en esta perspectiva lo que no cesa ele volver siempre igual,
es decir, el síntoma. Estas son las derivaciones que tiene a lo largo de
la enseñanza de Lacan el registro de la repe lición desde la perspecti­
va del automatismo.

Automatismo JI repetición

Re torno - i nsistencia
Necesidad
Lo que no cesa

Pero Lacan dice que no hay que l lamar a esto re petición. Pasemos
ahora, en tonces, a la repelición desde la perspecliva misma ele la re-
petición.
Esta perspectiva, tal como Lacan la pone a funcionar a partir de El
seminario 1 1 , en realidad ya está en Freud; sólo que Lacan no le había

55
GRAC/ELA BRDDSKI'

sacado el provecho necesario hasta ese mome'nto, porque estaba más


interesado en demostrar que la estructura de las formaciones del in­
consciente es la estructura del lenguaje.
¿cuáles son los textos de referencia? " Má.s allá del principio de pla­
11 11
cer y, sobre todo, " Recordar, repetir y reelaborar . Podemos leer, por
ejemplo, en " Más all á del principio de placer " , capítulo 1 1 1 : " Lo incons­
ciente no ofrece resistencia alguna a los esfuerzos de la cura (. .. ) lo
inconsciente no aspira a otra cosa que a irrumpir en la conciencia" .
Son dos renglones fantásticos en donde Freud describe muy bien que
el inconsciente tiene, como modalidad de existencia, la insistencia. Y
si algo impide esta insistencia, si aparece la dimensión de la resisten­
cia en la dirección de la cura, no hay que pensar que ésta tenga que
ver con el inconsciente, porque lo único que éste hace es insistir.
Es magnífico cómo Freud ubica al inconsciente bajo la perspectiva
del automaton ; es decir, del retorno de la insistencia. Pero dice que la
resistencia hay que buscarla por otra parte que no pertenece al regis­
tro propiamente inconsciente. Abre camino y, en el capítulo V de "Más
allá del principio de placer" , habla de cuál es la función del proceso
primario. Este proceso y los distintos esquemas ele Freucl (el de la "Carta
52 " a Fliess, el del "peine" en el capítulo VII del "Proyecto. . . ") dan cuenta
de S, S2 ; es decir, de la cadena significante, de cómo se conectan en­
tre sí las huellas de la representación y las marcas que quedan para el
sujeto de los acontecimientos vividos, o, mejor dicho, de su inscrip­
ción significante.
¿Qué es el proceso primario? Dice Freucl que es la ligazón de estas
marcas. Cuando lo leí en Freud me pareció muy bien. Cuando leí El
seminario 7, hace algunos años, me agarraba de la cabeza, porque
Lacan -siguiendo a Freud- ubica la cadena significante, l a "danza" de
los significantes o, para ser más precisos, la sintaxis, la escritura de los
significantes, como equivalente al principio de placer. Hay que tener
en cuenta que Lacan ha dicho que el principio ele placer trabaja para
l a homeostasis ; c o n c lu sió n : e l i n co nsc i en te t rabaj a p a ra l a
homeoslasis.
Créanme que lo digo rápidamente, pero cuando uno llega a eso
tiene que cerrar los li bros , pensar un poco y decir: "ahora empezamos
ele vuel ta; vuelvo la próxima" .
El esquema que Lacan escribe en la página 7 2 d e El seminario 7,
"La ética . .. " (versión francesa) dice: hay un núcleo. Hay un n úcleo
que l lama la Cosa, das Ding en alemán . Y dice que Lodo el sistema del
principio del placer, todo el sistema primario, la concatenación signi-

56
FUNDAMENTOS

ficante , la cadena, es algo que gira en redondo, que termina mordién­


dos e la cola, y que no da ningún acceso a es te núcleo que en El semi­
nario 7 llama das Ding .

P. P.

Son dos P: proceso primario o principio del placer, como quieran .


Si gana l a idea de que tocia la cadena significante S, S 2 , de que tocia la
trama significante ele las formaciones del inconsciente tiene es te cir­
cuito -un circuito en redondo- es poco promisorio desde la perspec­
tiva de la dfrección de la cura, porque es finalmente la idea de que por
el l ado del incons ciente se gira en redondo.
Por el l ado del inconsciente no se sale del mismo circui to que, por
cierto, al principio de un análisis parece una s erie: un sueño, un re­
cuerdo infantil, un lapsus, una fantasía. Parece que tiene un sentido
progresivo, que se mide, por ejemplo, en años . Es Lo se ve en los tes ti­
monios ele los anali stas , o de los pacientes cuando hablan de sus aná­
lisis -a veces l os analis tas hablan de sus análisis- y se refieren al pri­
mer período, al segundo, al tercero, a los primeros dos años , los se­
gundos cinco o los terceros cuatro, a mi primer análisis , mi segundo,
mi tercero. Todo es Lo parece algo que va en la dirección lineal de una
recta, una recta temporal que tiene un punto de i nicio, una flecha que
parecería que no se sabe dónde termina. A veces termina con el final
de un análisis . Y uno ti�ne la idea de algo lineal , pero la idea que trae
Lacan es que -como toda rec ta al infini to- se trata ele una curva, y
que, finalmente, después de cinco o diez años ele análisis , uno en­
cuentra que se trata del mismo S I ' del mismo S 2 ; es decir, vuelve la
misma fantasía, el mismo recuerdo: 11 como ya le dije, una vez, cuando
era niño . . . Y es la vigésima vez que se cuenta, no por falta de imagi­
1
1 •

nación, s ino porque son las plomadas de la vida de uno.


El análisis -que parece una recta- se convierte as í en un círculo en
el que se pas a veinte veces por el mismo lugar. Y la cues tión es si eso
permi te llegar a otra parle. La idea del circuito que Lacan describe en
El seminario 7, la concatenación de los significantes rodeando el nú­
cleo, es para mantenerlo siempre a dis tancia.
lCuál es fi nalmente la idea que Lacan trabaja en el capítulo siguien­
te, " Tyche y automaton"? Es que el retorno de los significantes no es

57
GRACIE/.,1 BRODSKJ'

exhaustivo, que en el retorno -comandado por el principio del pla­


cer- algo se repite y algo se escapa. Y es mucho más interesante, por­
que es decir que al mismo tiempo que hay algo que se repite , hay algo
· que se escapa; y más aun, lo que se escapa es la causa de· lo que se
repite.
Reproduzco un pequeño esquema que encontré en el comentario
que hace Jacques-Alain Miller del artículo "Formulaciones sobre los
dos principios del acaecer psíquico", en 1 987 me parece, en su curso
llamado " Causa y consentimienlo". Hace un esquema · muy sencillo
para explicar el funcionamiento de eso y dice: "El principio del placer
es un principio que funciona para eliminar el displacer".

Unlust + P.P. = O

A eso que surge se le agrega el principio del placer, se le agrega S 1


S.,, lo que Freucl llama el esfuerzo por ligar las representaciones. Es
decir, el displacer, el Unlust pasado por el principio del placer debería
ciar por resultado cero. Pero lo que la experiencia analítis:a demuestra
es que no da cero. Lo que da es repetición.

Unlust + P.P. = repetición

Ya está la idea de separar repetición ele principio del placer. El


mecanismo del principio del placer es un mecanismo destinado a eli­
minar el displacer, lo que molesta. Pero, curiosamente, lo que apare­
ce al final es nuevamente lo que molesta, el Unlust. Es decir, que la
repetición de lo placentero es la repetición de lo displacentéro. Es eso
lo c¡ue · Lacan llama trauma en el capítulo IV de El seminario 1 1 .
Al final de su curso, en un comentario sobre "Formulaciones sobre
los dos principios del acaecer psíquico" , un texto de 19 ll, Miller traba­
ja el sueño con el cual Freud termina su artículo. Unhombre, que
cuidó a su padre durante una largay cruel enfermed�d letal, informa
que los meses que siguieron a su muerte soñó repetidas veces -toda
la cuestión está en "repetidas veces"- que el padre eslab� de nuevo
con vida y charlaba con él como solía hacerlo, pero él se sentía en
extremo dolorido por el hecho de que el paclre ·estuviese muerto, sólo
que no lo sabía. Y aparece lodo el análisis de Freud, quien dice que se
trata del conocido caso de los autorreproches que siguen a la muerte
de un ser querido y que este reproche se remonta hasta el significado
infantil del deseo ele muerte contra el padre.

58
FUND,IMEl\'TOS

MiUer toma este sueño para decir cómo, en el núcleo, está el ele­
mento inasimilable: el deseo de muerte conlra el padre. Lo real es
exactamente el mismo circuito, la repetición, el volver a pasar cada
noche por la misma cadena de significantes , es decir, por el mismo
sueño. Sueña cada noche que el padre es taba muerlo y no lo ·sabía:
éste es el circuito del sueño, como formación del inconscienle, y éste
es el núcleo de displacer que está en el corazón de la repelición mis­
ma del sueño noche tras noche. Miller señala que la interpretación de
Freud, en todo caso, corta este circuito, haciendo una flecha que va
para allá.

@
Dice Miller, para darles una idea ele eslo: "El sueño traumático es el
ejemplo de ese núcleo que permanece imposible de reabsorber por
el principio del placer".
En este punto Lacan produce algo · muy sorprendente que le ha
llevado muchos años poder armarlo así. Toma lo que· vuelve siempre
al mismo lugar, lo que no cesa -que se parece a la idea de retorno-,
pero a diferencia del retorno de los significantes que no cesa de escri­
birse siempre igual, ahora de lo que habla es de un "no cesa" -se ve el
espíritu de la repelición- bajo la forma de lo que no cesa de no poder
inscribirse. Es decir, junta el no cesa ele la repetición con lo imposible,
con este imposible de reabsorberse a nivel del principio del placer,
con este núcleo imposible de simbolizarse, de reduci r, de digerir y
que vuelve siempre. Este núcleo imposible que vuelve es lo que le
permile a Lacan ubicar la repelición en relación a lo real.

$ --- Inconsciente --- Repetición --- R

Se Lrata de la repetición como lo que no cesa ele ser imposible, si


ustedes quieren formularlo así, para que sea más gráfico. Dice Lacan
en la página 62 deEl seminario 1 1 : "Lo real eslá más allá delautomaton,
del relorno, del regreso, de la in sislencia de los signos a la que nos
somete el principio del plac.er. Lo real es eso que está siempre tras el
automaton y Lada la invesligación ele Freucl evidencia que su preocu-

59
GR�Clt.'LA BRODSKl'

pación es ésa El núcleo está más allá del automatismo de lo que se


11 .

repite.
Otra referencia de la pág. 63 dice: "Concluyamos que el sistema ele
la realidad ( el' principio de placer modificado ] por más que se desa­
rrolle, deja presa en las redes del principio del" placer una parle esen­
,,
cial ele lo que, a pesar de todo, es sin ambages real .
Finalmente, es esta idea -ele que lo que motoriza la repetición sig­
nificante del principio del placer siempre falta en esa misma repeli­
ción- lo que lleva a Freud en su texto "Construcciones en el análisis'' a
decir: "Hemos dicho durante muchos años que con la asociación li­
bre podía recuperarse una parte ele la historia del sujeto olvidada [ se
refiere a la rememoración ] . Y nos hemos dado cuenta finalmente que
hay partes que nunca vuelven 11 lQué hacemos con esas parles que

nunca vuelven, que en la cadena significante están siempre como


faltantes? Es ahí que utiliza la construcción. Nunca van a estar en la
memoria. Es la construcción de una ficción con la cual el sujeto se las
arregla bien, como relleno normalmente, porque esa construcción
fantasmática es una ficción que da cuenta de eso que falta en la cade­
na significante. Por eso, dice Lacan en el final de la clase anterior, lo
real es soporte del fantasma, el fantasma protege lo real. Es decir, pos­
tula muy claramente al fantasma como lo que disimula ese núcleo
que está en el medio y que motoriza Lada la repetición; repetición sin
fin que daría lugar -si toda la dirección de la cura se limitara a la repe­
tición en tanto retorno- al análisis interminable.
Es así como Lacan introduce la diferencia entre tyche y automaton .
Recupera dos términos que extrae de la Física de Aristóteles, espe­
cialmente del libro IV que está destinado al examen ele la causa. Es el
libro donde Aristóteles diferencia las cuatro formas de la causa: mate­
rial, formal, eficiente y final.
Es interesante porque Miller dice, por ejemplo: "No hay que pensar
que la física de Aristóteles tiene algo que ver con la física de Newton.
La física de Aristóteles trabaja la naturaleza como si fuera una obra de
arle". Recuerden el famoso ejemplo de cómo Aristóteles ejemplifica
la causa: "es el escultor que talla una obra". Está la causa material,
que es el pedazo de mármol; la causa eficienle, que es el escultor o su
· cincel; la causa formal, que es la idea previa que él tiene ante el blo­
que de mármol de la escullura que va a quedar ahí; y la causa final,
que es la mela que quiere alcanzar. Dice finalmente que entender
que la causalidad física funciona así es confundir la física con el arle.
Aristóteles plantea que además de es las cuatro causas hay que su-

60
FUNDAMENTOS

poner la existencia de dos causas más que no se superponen con nin­


guna ele es tas previas y que son dos causas por accidente. Puedo leer:
" ... esas dos causas excepcionales se distinguen por ser el azar y la
fortuna. En griego: automaton (azar) y tyche (fortuna). Son dos for­
mas de la causalidad. La diferencia entre ambas corresponde grosso
modo a la distinción entre lo que sucede accidentalmente en los fe­
nómenos naturales y lo que sucede accidentalmente en los fenóme­
nos humanos. La tych e posee una característica que no posee el
mrtomaton. Es la siguiente: que pudiendo ser el acontecimiento pro­
ducto de un propósito, de una deliberación, estando la posibilidad de
la elección presente, tiene lugar -al menos en una ele las dos series
causales- sin propósito". Sucede sin intencionalidad y sin propósito,
al menos en una de las dos series causales, pero es sobre la base ele
que la intencionalidad o elección podría es lar presente.
Voy a dar el ejemplo deAristóleles , porque es precioso: cuando
alguien se dirige al ágora para vender aceite y encuentra allí a alguien
qué le debía dinero y que se lo paga. El dirigirse al ágora es la causa
por accidente de la cancelación de la deuda. Tenemos las dos series
causales independientes : a) que X va al ágora con un propósito (ven­
der el aceite), b) que Y va al ágora con un propós ito (vender aceitu­
nas). Siendo que ni X ni Y tienen que ver con pagar una deuda ni co­
brar una deuda, se encuentran, produciéndose el acontecimiento ex­
cepcional e inesperado (pero no inexplicable) llamado tyche . Leído
esto, se entiende por qué Lacan en el capítulo anterior hace la dife­
rencia entre la ley y la causa. Dice : "sólo hay causa de lo que cojea".
lCómo se puede decir que la causa de que el Sr. X haya cobrado la
deuda es que fue al ágora a vender aceite? Se ve que entre la causa y
la conclusión, entre la causa y el efecto, hay un abismo, no tienen
nada que ver. Él no fue a cobrar la deuda, nada de eso estaba presen­
te; sin embargo, si no hubiera ido al ágora, no hubiera cobrado la deu­
da. Pero no se puede decir que cobró la deuda porque fue al ágora.
El registro del automaton sería, por ejemplo, una ardilla comién­
dose una mazorca de maíz, donde, por supueslo, está el hecho que
las ardillas no sólo comen maíz. La ardilla tenía que pasar por donde
estaba el maíz, el maíz. tenía que estar en el encuentro. Pero no está la
posibilidad de pensar que una de· las dos series es una serie intencio­
nal, que podría haber sido intencional pero no lo es; es decir, queda
eliminado el factor elección. En el párrafo· donde Lacan inlroduce esto
habla del harakiri dice: "No lo llamen harakiri, ll ámenlo seppuku, que
es el término en japonés 1
1 •

61
G'R,ICIEL,1 flROUSI\I'

Esto quiere decir que la dimensión de la tyche incluye o supone la


dimensión humana, o sea, la dimensión de la elección. Yendo por la
calle se me puede caer una maceta en la cabeza. No se puede decir
que esto sea exactamente una tyche. En efecto, suponer que bieh po­
dría no haber ido a la calle es difícil; en todo caso, no es esa la dimen­
sión de la tyche que le interesa a Lacan. Puesto que esta dimensión
es, efeclivamenle la dimensión del encuentro y se ve bien en el ejem­
plo del ágora que da Aristóteles, donde se da un encuentro que no se
hace deliberadamente, es inesperado, accidental, aunque no inexpli­
cable.
Leemos en la página 63 de El seminario 1 1 , segundo párrafo: "La
función de la lyche, ele lo real como encuentro -el encuentro en tanto
que puede ser fa llido, en tanto que es, esencialmente, el encuentro
fallido- se presentó primero en la historia del psicoanálisis bajo una
forma que ya basta por sí sola para despertar la atención �la del trau­
ma". Ustedes ven que entre la manera en que lo piensa Aristóteles y la
manera en que lo piensa Lacan hay un pequeño desliz.
Se puede decir que en el caso del señor que va al ágora y se en­
cuentra con Aristodemo que tiene la plata en el bolsillo, se trata de la
definición del buen encuentro. Es verdaderamente un encuentro afor­
tunado. La idea de Lacan de tyche es que no es un buen encuentro,
que es un encuentro falliclo, donde uno no se encuentra co.n quien se
quiere encontrar. Se trataría, siguiendo el mismo ejemplo, de que un
señor va al ágora y se encuentra con otro, pero que no es el que justa­
mente va a pagarle la deuda, sino el que le va a robar o lo va a trom­
pear. Es un encuentro, pero no es el buen encuentro. Es el encuentro
traumático, es justamente encontrarse con lo que uno no quería, pero
que una vez que se encontró no se puede hacer como que no pasó
nada, sino que hay que arreglárselas con eso.
La idea de Lacan es que la tyche es un encuentro de este orden:
fallido. Lo que uno encuentra es justamente lo que no hubiera queri­
do encontrar. Es el mal encuentro.
Es lo que explica que Lacan en el mismo capítulo pase, un poco
más adelante, a hablar del sueño; no del sueño que hace dormir, sino
del sueño que despierta, el sueño que produce un mal encuentro.
Concluyo con lo que tenía para decir hoy con la cita que extraigo
de la página 7 1 de El seminario 1 1 : "Verán cómo este esbozo (. .. ) ele la
· función ele la tyche será esencial para volver a establec(;;!r de manera
correcta cuál es el deber del analista en la interpretación ele la transfe­
rencia." Y es así como Lacan deja la cosa picando, señalando que lo

62
FUN/JAMENTOS

que ha dicho es esencial para entender la función del analista en la


interpretación de la transferencia. De alguna manera, anuncia así el
paso siguiente que va a ser, ya no la relación entre repetición e incons­
ciente, sino entre interpretación y transferencia.

21 de abril de 1 999
IV. ENTRE CIERRE Y PU ESTA EN ACTO

Es cierto que, al menos en apariencia, no soy la misma, ni ustedes


Lampoco, porgue desde la última reunión que tuvimos aquí juntos hasta
la de hoy, ustedes tuvieron dos reuniones· en sus talleres y cada uno
de ustedes ha empezado a investigar distintos temas. Son lemas que
coinciden normalmente con los del seminario, temas queya di o que
voy a dar. El efecto ele esto es que lo que al principio tenía sobre tocio
un impacto de masa -en parte por el número, en parte por las caras
desconocidas- ahora es otra cosa.
Ahora hay gente que está estudiando la alienación, o que está es­
tudiando el deseo del analista; hay gente que en El seminario 1 1 va
más adelantada que yo, o que ha vuelto sobre Jo que dije p·a ra verlo
desde otra perspectiva, desde otra óptica. Cada uno de ustedes tiene
ahora un rasgo que lo distingue y que, por cierto, los docentes que
colaboran conmigo conocen mejor que yo, pero de todas maneras
me llegan algunos ecos.
Me parece que el trabajo en los talleres ha resultado, para sorpresa
de tocios, mucho mejor de lo que se había calculado aun ele la mane­
ra más optimista. Hablo del lado de los docentes. Ustedes dirán, del
lado de los participantes, si la experiencia es equiparable, peroya he
recibido muy buenos ecos del trabajo que se está realizando: gente
que se ha quedado sin dormir una noche para preparar cosas, o han
usado los sábados y domingos. En fin, un clima de trabajo que es,
efectivamente, algo que siempre da mucho gusto retomar: ese entu­
siasmo por el .estudio, por reunirse con colegasy discutir, investigar, ir
a textos que uno hacía mucho. tiempo que nofüa o no había consulta­
do nunca (Marx, Descartes .. .). Parece que se ha creado un clima de
trabajo que ha entusiasmado a los docentes y sé que a muchos ele
ustedes también.
Es cierto que ahora tengo una audiencia más advertida que antes.
Es como el funcionamiento de los carteles. No sé si ustedes saben
que Lacan, para ir en contra del efecto de masa de los grupos, creó un
dispositivo que consistía en juntar a la gente en pequeños grupos, más
pequeños que los que us tedes conforman en los talleres . El carlel es
un gru po ele cuatro que elige una persona más y trabajan duranle un
tiempo (dos años como máximo) en un te'm a. Pero ese tema que lra-

GS
GRtlCIEI.A J3RODSKJ'

bajan los cinco, cada uno lo toma desde una óptica distinta, y así cada
uno tiene lo que se llam? un rasgo dis tintivo. Es un intento de obtener,
dentro de la muchedumbre o mullilud, algo que sea el nombre propio
ele cada uno, y no el nombre general que puede tener un seminario.
Un curso sobre El séminario 11 nos aglutina a lodos. Dentro ele ese
universo cada uno entra por un rasgo propio y esto es, en cierta medi­
da, lo que se intenta obtener en el trabajo de los talleres. Entonces,
retomo en este punto de diferencia.
Tendríamos que abordar dos capítulos, el X y el XI de El seminario
1 1 : " Presencia del analista" y "Análisis y verdad o el cierre del incons­
ciente". Se trata de retomar en el punto que dejamos la vez pasada: la
indicación dada por Lacan de que la repetición, en su vertiente real,
es lo que el analista tiene que tener en cuenta para la interpretación
de la transferencia. Es, prácticamente, uno ele los úllimos renglones
del anterior capítulo que vimos, " Tyche y automaton " . Vamos a saltear
todo lo relativo a 11 La esquizia del ojo y de la mirada" -que, por cierto,
no es lá ubicado allí al azar- para continuar con la línea argumentativa.
En los capílulos que siguen se comienza el estudio del tercer tér­
mino. Es cierto que la cosa se va complicando, porque en nuestras
primeras reuniones vimos .el concepto de inconsciente, luego el ele
repetición y solamente tuvimos que establecer relaciones recíprocas
entre ambos.

Inconsciente ------- Repetición

Transferencia Pulsión

Viendo cómo Lacan tomaba esto a su manera y las variables que


introducía, básicamente lo que hicimos fue considerar al inconscien­
te desde la perspectiva de una pulsación temporal y agregarle la supo­
sición ele un sujeto. Por el lado de la repetición, estudiamos s.u diver­
gencia en dos caras: por un lado, la cara del retorno, el automaton de
los significantes, el automatismo de repetición de la cadena signifi­
cante; por otro lado, la repetición como el encuentro inesperado. Lo
ilustramos con los vendedores de aceite en la plaza, en el ágora, con
la idea de la fortuna, del encuentro i nesperado.
Es cierto que, como Alberto Grünfelcl me . lo indicó muy bien al final
de la reunión pasada, habría que pensar -en téminos ele un buen o un
mal encuentro- que ir a la plaza a comprar acei te y encontrarse con

66
FUNDA.1-IENTOS

un viejo deudor que a uno le paga una deuda es, francamente, del
orden del buen encuentro. Pero si nos ponemos del lado del otro, que
va a la plaza a comprar o a vender aceite y se encuentra con un fulano
al. que le debe, la cosa cambia; s i uno desplaza la óptica hacia el lado
del que paga, se puede decir que es un mal encuentro; hubiera sido
mejor ir una hora antes o una hora después . Uno estuvo en el momen­
to justo y en el lugar preciso; el otro estuvo en el momento y en el lugar
equivocados.
Es decir, hay que enlender la fortuna no como es tamos acostum­
brados a hacerlo -como buena suerte-, s i no en la perspectiva de La­
can que es, más bien, como el mal encuentro. Tanto es así que, en ese
mismo capítulo que vimos la vez pasada, vinculaba tyche con el trau­
ma. En este punto estábamos . El inconsciente como cadena es una
cosa. El inconsciente como pulsación temporaC no es lo mismo. La
repetición como retorno es una cosa. La repetición como encuentro,
es otra. Ahora, con el tercer término, vamos a tener que ponerlo en
relación con cada uno de los anteriores, no olvidando que cada uno
de ellos tiene dos caras . Es decir, que se nos complica cada vez más el
sistema de relaciones.
Se trata de explorar la relación entre la transferencia y la repeti­
ción, al mismo tiempo que la relación entre la transferencia y el in-
consciente.

Inconsciente Repetición

1 ----------
Trans ferenci a Pulsión

Vamos a seguir párrafos de El seminario 11 un poco más al pie de


la letra que en otras oportunidades . Así que, si lo tienen a mano, es el
momento de abrirlo porque iremos buscando distintas páginas, para
adelante y para atrás, siguiendo una línea de trabajo.
Trabajar estos dos capítulos en una clase es verdaderamente am­
bicioso, no lo vamos a conseguir, seguramente vamos a ocupar otra
clase más y nos veremos obligados a saltear algunos desarrollos muy
interesántes que hace Lacan, para ir directamente a lo que sería la
carretera principal.
La primera indicación que vamos a tomar, para entrar de ll�no y no
distraernos demasiado, es la de la página 41. En la mitad del segundo
párrafo se lee: "Uno oye decir, por ejemplo, cosa ele Lodos los días,

67
GR,IC/El,\ 8RODSKI'

que la transferencia es una repetición. No di_go que sea falso, ni ·que


no l_1aya repetición en la transferencia. No digo que Freud no se haya
acercado a la repetición a propósito de la experiencia de la transfe­
rencia. Digo que el concepto de repetición nada tiene que ver con el
de transferencia". Lacan indica así que en esta línea de continuidad
de la transferencia a la repeti ción y de la repetición a la transferencia
hay que ubicar un corte, pues no tienen nada que ver una con la otra.
Y afirma esto bajo un tono enfático.

, �
Inconsciente

Transferencia
Repetición

Pulsión

El movimiento de los dos capítulos es sorprendente. La recomen­


dación es tomarlos en bloque, porque c�da uno ele ellos presenta una
cara del problema totalmente distinta de la otra. Intentaré demostrar­
les es tas dos caras opues las.
En el capítulo llamado "La presencia del analista", la transferencia
es considerada en relación a la repetición y, respecto del inconscien­
te, como su cierre. Es la definición que da ele la transferencia en el
capítulo X; es decir, el vector que liga inconsciente con transferencia
indica un cierre.
Inconsciente
1 cierre
Transferencia

Dicho esto, hay que preguntarse: cierre, lrespecto de qué?


Lean, por ejemplo, el tercer parágrafo ele la página 1 36: "La trans-
. ferencia es el medio por el cual se interrumpe la comunicación del
inconsciente ... ". Doy dos indicaciones para orientarse en este beren­
jenal, porque, en realidad, ha:y un momento en que las cosas comien­
zan a confundirse y es imposible dis tinguirlas.
La transferencia es cierre respecto de la repetición, siempre y cuan­
do se tome la repetición desde la perspectiva del retorno. De las dos
caras ele la repetición, tomo la cara automaton y formulo desde esta

68
FUND,IMENTOS

perspectiva que la transferencia implica una detención de la cadena.


Imaginen us tedes la perspectiva de Freud en " Recordar, repetir y
reelaborar " y en " �ás allá del principio de placer " . Freud encuentra la
dificul tad pot�que dice que así como gracias a la abreacción (de la
época hipnótica) se conseguía llenar las lagúnas de l a memoria, es
decir, res tablecer la .continuidad de la his toria, escribir los capítulos
cens urados , se necesi ta obtener el mismo efecto con la asociación
libre. Y vemos que con la asociación l ibre obtenemos una disconti­
nuidad , que hay momen tos en que en el análisis no pasa nada.
Es muy interesante es te ej emplo de Freud, lo habrán cons tatado:
alguien vi ene a pedir análisis porque padece, uno lo acuesta y le dice
" habl e " , y la persoi:ia dice "no sé que decir " . Es el cierre al i nicio. Se
trata de pensar des de es ta perspectiva en cómo hacer para res table­
cer ese automalismo de la cadena, es e automatismo de la asociación
l ibre con la idea de que no se detenga. Y hay que entender que la
trans ferencia, en tanto repetición, hace que la cadena asociativa se
detenga, pues resulta que, en l ugar de hablar de los acontecimientos
decisivos de su vicia, el sujeto se pone a hablar de su analis ta. Y cuan­
do es to se hace muy cons is tente puede l levar al punto del cierre , no
sólo del inconsciente, sino del análisis mismo.
Es decir, estamos en la perspectiva de que el inconsciente insiste.
Pueden encon trar la misma lógica en Freud, en "Más allá del pri ncipio
de placer " , cuando dice: "el i nconsciente no res is te, el inconsciente
s ólo insis te" . Si hay que pensar de dónde viene l a resis tencia, lo que
impide que la asociación libre pros iga, hay que buscarlo por otro lado.
Es l a i dea de que el i nconsciente es automático, insiste, es S 1 S2, .S 1 S2 .
Esto mismo implica una cadena de significantes que se enlazan unos
con otros . Y Lacan lo menciona de una manera muy boni ta cuando
dice: "los efectos andan muy bien en ausencia de la causa, l os efectos
se toman uno a otro de la mano y pueden llegar a formar una ronda
tan cerrada que no hay l ugar para que entre otra cosa heterónoma a
s u propia cons ti tución " . Es. l a i dea de que al retorno de los significan­
tes hay algo que se le opone. No vamos a entrar en detalles , pero -a
modo de paneo general-, es la idea del capítulo X: la trans ferencia
como cierre del inconsciente, en tanto deliene el automatismo ele re­
petición, detiene la repetición en tanto retorno de los s ignificantes .
Vayamos ahora al final del capítulo X[, donde Lacan dice: " . . .la transfe­
rencia es. la pues ta en acto de la realidad del inconsciente 11 •
Tenemos en tonces dos definiciones de la trans ferencia: en el capí­
tulo X, cierre ; en el capítulo XI, pues ta en acto. Hay que reconocer que

69
Gu,1c1r:L,1 BnoosK1·

una cosa es la conlraria de la otra. U no bien podría decir: o bien cie­


rre, o bien pues ta en acto.
Pues la en acto es un término que proviene, como ustedes saben,
del fari1oso agieren de Freud. Es el término en alemán. El agieren· ha
dado lugar, en la historia del psicoanálisis, a muchas cosas, entre ellas ,
a ser traducido como actuación en la perspectiva del acting out. La­
can lo retoma en dis lintas oportunidades, a veces apoyando la idea
ele traducirlo como acting out, y otras, rebatiéndola. De acuerdo al
contexto, tiene una posición u otra. En todo caso, la idea de la puesta
en acto en el agieren es algo que proviene siempre del lenguaje del
teatro. Es equivalente a una puesta en escena. Se entiende bien que
no es lo mismo poner en escena o en acto una obra que cerrar el
telón. Hay algo del representar y del cierre que forman parte de la
experiencia y que la gente de teatro, por cierto, conoce muy bien. Son
las desventuras del mundo del teatro, esa oscilación entre montar la
escena y tener que cerrarla. Son conceptos que no van bien uno al
lado del otro, a no ser como antinómicos.
En el capítulo X, Lacan utiliza la idea de cierre para referirse a la
transferencia. Y luego, en el capítulo XI, uliliza la idea de puesta en
acto. Hay que poder llegar a entender qué le permite a él formular
estas dos cosas , aparentemente antinómicas .
Pasemos a la primera perspectiva, la de la transferencia como cie­
rre, que, por cierto, ocupa buena parle del capítulo Xy parte del capí­
tu-lo XI, también .
La idea de la transferencia como cierre es una idea vieja �n Lacan,
y ustedes la pueden raslrear en El seminario 1, la pueden rastrear an­
tes incluso, en el texto que se llama " Intervención sobre la transferen­
cia", el famoso texlo que retoma el caso Dora y que es tratado por el
propio Lacan como previo a su enseñanza (saben que Lacan ubica el
inicio de su enseñanza con " Función y campo de la palabra. . . ") . La
pueden rastrear también en El seminario 2, para darles una idea de lo
lejos que va en Lacan la concepción de la lransferencia como cierre
del inconscienle, como barrera.
La idea de resistencia es una idea que conviene tomarla en su
vertiente eléctrica. No sé si seguirá siendo así -supongo que sí-: las
planchas, los aparatos tenían algo lla_mado resistencia que recuerdo
que se quemaba. La mejor manera de entender esto es pensar un
caño por donde circula agua. Se entiende que mientras más delga­
do es el caño, más presión ejercey menos flujo de agua deja pasar;
es decir, cuando se vincula la resistencia con su vertiente física y no

70
¡:I.I.VD,\,11ENTOS

con su vertie n le subje tiva ele no querer saber, se ve su conexión con


la idea de barrera, ele un dispositivo que cierra el paso pero no com­
pletamente. Si lo cierra comple tamente, se produce un cortocircui­
to, o si dej a pasar clemasi aclo, tamb i é n . La resistencia regula el paso,
y es en este regis tro que Lacan piensa la tra nsferencia vinculada a
ella. El seminari_o 1 termina con un esquema que es un esquema
eléc trico.
Si ustedes recuerdan " In tervención sobre la transferencia", es un
texto donde Lacan loma el caso Dora y lo va modulando: un momen­
to de estancamiento, una interpretación y un nuevo avance de la ver­
dad. Siempre está moclul aclo _eri estas tres parles, y Lacan ya ubica
bien estas dos dimensiones: el progreso ele la verdad y el estanca­
mien to, algo que progresa y algo que impide ese progreso, que lo de­
tiene.
Lo describe de una vez y para siempre en el esquema 11 2 ", " I..:' o
"Lambda " , que seguramente conocen, i ndicando cuatro lugares: el
lugar del sujeto y el lugar del Otro como dos puestos simb<>licos. El
sujeto (S) tiene que encontrar la verdad de lo que dice, el enunciado
que subyace a sus palabras, dirigiéndose hacia el Otro (A) y, en el
camino, encuentra una barrera. Es lo que le permi te a Lacan escribir
el esquema bajo esta forma : una línea que debería llegar hasta el Otro
es interrumpida por la barrera de lo imaginario. En esta barrera ele lo
imaginario entre la imagen del yo (a ') y los objetos libidinales (a), que
configura el eje imaginario a - a ' , Lacan ubica la transferencia como
fenómeno imaginario Lomando, básicamente, su dimensión ilusoria
del amor entre el yo y los objetos.

S a

a' A

Es decir, tomando al Freud ele 1 9 1 4 en " Introducción del narcisis­


mo" , Lacan ubica en el yo y sus objelos el obstáclllo para la realiza­
ción simbólica (que sería el llenado ele la línea punteada) . A tal punto
que dice que es el analista el agente mismo ele la resistencia si no se

71
GU,IC/El,\ BRODSAT

ubica bien, si se ubica en el eje a - a ' . Es decir, que la idea ele ubicar l a
trarisferencia e n e l eje imaginario, como resistencia o barrera, la . en­
cuenlran en El seminario 2. Se puede decir que Lacan ubica ahí la
Lransferencia como cierre, como lo que cierra ei paso.
En El seminario 1 1 recoge esa inspiración pero no es lo mismo,
porque en los esquemas que presenta en los comienzos de su ense­
ñanza, Lacan todavía ubica el obstáculo en otro registro. Es decir, to­
davía ubica lo simbólico como algo que iría por su riel si no se le i nter­
pusiera el registro de lo imaginario. En El seminario 1 1 hay respeclo
ele esto una posición intermedia, disti nta de la que va a tener al final
de la enseñanza, pero aun así, la idea del inconsciente como pulsa­
ción, como algo que se abre y se cierra, introduce en el propio registro
del i nconsciente un sistema equivalente al sistema ele la resistencia
eléctrica. El obstáculo no está en un sistema aparle, sino en el propio
estatuto del inconsciente que ya no es. una cadena li neal, pues tiene
una pulsación en sí mismo.
Y hay que ver adónde llega esto en otro momento de la enseñanza
ele Lacan. Acá es todavía un poco vacilante, pero suficiente para ver
su intento de i maginar que el propio inconsciente tendría en sí mismo
un sistema regulador. Es cierto que, al mismo tiempo, busca el siste­
ma regulador en otro lado y se pregunta qué es lo que cierra y qué es
lo que abre. Están las dos perspectivas en El seminario 1 1 .
lCon q ué vincula Lacan, en el capítulo X, esta apertura y este cie­
rre del i nconsciente? Ahí viene lo más sorprendenle. Dice que depen­
den ele la presencia del analista. Esto hay que tomarlo desde varias
perspectivas; no quiere decir una sola cosa. Tomen el final de la pági­
na 30: " El inconsciente se manifiesta pri mero como algo que está a la
espera, en el círculo ele lo no nacido " . Salteo a l a página s iguien le,
tercer renglón: " Siempre se corre un riesgo al menear las cosas en
esta zona larvaria, y tal vez, pertenece a la posición del analista -si
está verdaderamente en ella- que haya de s er asediado -realmente
digo- , por aquellos en quienes evocó ese mundo de larvas, sin haber
logrado siempre sacarlas a la luz". Sigo con la cita, úlli mo párrafo del
apartado 2� "A decir verdad, esta dimensión del inconsciente que evo­
co, estaba olvidada, como Freud lo había previs to muy bien . El in­
consciente se h abía vuelto a cerrar sob1'e su mens aj e , gracias al celo
de esos activos ortopedistas en que se convirtieron los analistas ele la
segunda y la tercera generación . . . ".
Así , Lacan ubica el cierre del inconsciente como producto ele la
posición del analista, mucho más allá de la sesión. Ubica el cierre del

72
FUNDAMJ::NTOS

inconsciente en la historia del movimiento psicoanalítico. Y esto es


solidario con la idea ele que el inconsciente nace con Freud. Si uste­
des leen el capítulo X verán que él discute la idea que, por ejemplo,
tiene Ida Macalpine de q ue la transferencia es un artificio del dispo­
sitivo analítico. Dice que se equivoca, que si. bien es cierto que el
disposi tivo analítico permite ver la transferencia de una manera ex­
perimental, no se puede ser tan extremista de pensar que sin dispo­
sitivo analítico no · hay manifestaciones ele la transferencia, pues siem­
pre las ha habido. Es decir, Lacan se pronuncia bien abiertamente
por el hecho de que hay transferencia fuera del análisis: con el sa­
cerdote, con el mé � ico, en fin... Hay distintas figuras que han con­
centrado la tra psferencia, que luego se desplazó al psicoanálisis, a partir
de su nacimiento.
Lacan dice entonces que hay transferencia independientemente
del psicoanálisis. Pero no dice lo mismo del inconsciente. No dice que
hay inconsciente aun cuando no haya psicoanalista. Al contrario, dice
que la existencia misma del inconsciente depende del analista, como
si éste fuera el que lo hace nacer. Por cierto, uno se puede preguntar
dónde estaba antes. Es la pregunta por la ontología que le hace Miller
y la respuesta de Lacan es: ni estaba ni no estaba, es algo del orden de
lo irrealizado, de lo no nacido, que requiere algo que lo haga nacer. Y
en este punto Lacan ubica el deseo de Freud.
Ana Romei me hizo llegar la siguiente pregunta: "¿qué es la ley del
deseo suspendida al Nombre-del-Padre?" . Es una pregunta que va de­
recho al grano. En primer lugar, porque la expresión "ley del deseo" es
sorprendente. Está en El seminario 1 1 y en los últimos tres o cuatro
renglones de "Subversión del sujeto. .. " : " . .. es preciso que el goce sea
rechazado para que luego sea alcanzado en la escala invertida de la
Ley del deseo".
Efectivamente, si uno piensa en la ley La) como Lacan la trabaja en
El seminario 1 1 , se trata de lo que se repite siempre de la misma ma­
nera , como la ley de la gravedad, la ley de la cadena, o las leyes de la
combinatoria s ignificante ; es lo que vimos la vez pasada con 11 El semi­
nario sobre La carta robada ". Si uno piensa en eso, hay muy poco
lugar para lo nuevo. No es fácil inventar lodos los días una nueva ley
de la gravedad. Funciona así, tenemos la hipótesis ele que funcionó
siempre así y suponemos que seguirá funcionando siempre igual. Es to
es una ley, lo que no da demasiado espacio para lo nuevo. Juntar la ley
y el deseo es, efectivamente, una vinculación muy rara que hay que
entenderla en la perspectiva que estamos viendo.

73
GRACll-:1.A l1ROVSKI'

Hablar ele la ley y el deseo desde esta nueva perspectiva -como


"ley clel deseo"- implica el surgimienlo de un deseo que, con respec­
to al Nombre-del-Padre, crea algo nuevo que no estaba ya escrito en
la ley, que es del orden de la creación. Esta vinculación implica un
deseo que no es repetir siempre lo mismo y que Laca1i relaciona, en
ese párrafo, con el deseo ele Freud. Es cierto que es le deseo es tá sus­
pendido del Nombre-del-Padre pero, al mismo tiempo, Freud inaugu­
ra con su escucha ele la histérica un campo inexislenle hasl.a enton­
ces. Y Lacan tiene la idea ele que ese campo se puede cerrar en cual­
quier momento. De hecho, se cerró.
Unos años después, en 1 974, en "La tercera", vuelve sobre el mis­
mo punto. Dice que el psicoanálisis surgió en algún mome11to de la
historia y que así como nació puede volver a desaparecer si no es por
el analista, es decir, si no es por el síntoma. Confiamos en que siga
habiendo psicoanálisis porque el síntoma seguirá existiendo, y ante­
riormente había dicho que el psicoanálisis era un síntoma. Es una idea
muy fuerte que está incluida en un marco más general que es el de la
presencia del analista en el mundo como lo que hace que el incons­
ciente siga teniendo producción. Se requeriría de una catástrofe mu­
cho más pequeña que la que hizo desaparecer a los dinosaurios para
que el psicoanálisis desaparezca. Si los psicoanalistas tuviéramos la
suerte ele los dinosaurios - es el decir fuertey sostenido ele Lacan- no
se sabría nada más del inconsciente.
Por supuesto, esta dimensión no rige para la escena del · ·mundo,
sino para la pequeña escena de la cura. Lo que permite que el incons­
ciente se abra, desde la perspectiva de la posición del analista, es su
presencia.
En el párrafo que acabo de leerles respecto de "nunca abrir esa
zona de larvas sin tener mucho cuidado" , Lacan agrega algo muy in­
teresante que recomiendo tener en cuenta. Dice que, a veces, el des­
tino del analista está ligado al hecho de haber abierto esa zona ele
larvas que es el inconscientey no haber permitido que eso drene com­
pletamente. Es decir, el destino del analista está asociado a eso, a ver
volver contra él el efecto mismo de su operación. Esta es otra interpre­
tación que Lacan da a la excomunión de la que fue objeto, porque no
hay que olvidar que entre los que estaban activamente contra Lacan
no había sólo colegas rivales, sino también muchos de sus analiza­
dos. Lacan considera esto como un efecto post-analítico (lema de la
conferencia de J.-A. Miller en las últimas jornadas ele 1 998 de la EOL)
y da una indicación muy precisa en esos párrafos sobre lo que al ana-

74
FUN/JtlMF.NTOS

lista le vuelve y sobre la pos ición de algunos analizados res pec lo del
analista; sin ningún j uicio, como un efecto propio de es ta vi nculación
en tre el inconscienle y la pres encia del analis ta.
Siempre queremos ver en nues tro pacientes lo que esperamos de
ellos , que suele ser lo mejor: grati tud y reconocimiento, por ejemplo.
Sin embargo, vemos que es lotalmenle dis linlo lo que aparece. No
hay que tomárselo como un fenómeno inlersubjelivo, s ino entender
que la es tructura tiene ese· efecto. Las próximas jornadas de la EOL se
llaman '' Las enfermedades del s ujeto supues to s aber" , lema que se
relaciona con lo es tamos planteando.
Paso a la página 1 34 , entonces , donde Lacan da un pequeño paso
respecto de lo que parece una reformul ación de ideas que ya había
trabaj ado años atrás . Es la página donde habla de la causa. Aparente­
mente , la continuidad del discurso lo vincula con esta caracterís tica
del inconsciente ele abrirs e y cerrars e. Es lo que le permi te decir que
la del inconsciente es una causa perdida, aclarando el término caus a
en su doble sentido, en su ambigüedad: causa que defender pero,
también, función de l a causa a nivel del incons ciente. Es ta caus a ha
de ser concebida intríns ecamente como perdida. Es la única posibili-
dad que tenemos de ganar.
No se ve m uy bien por qué in troduce aquí la cues tión ele la caus a.
La caus a a defender continúa la pers pectiva de que el ps icoanálisis
puede des aparecer, pero es para pres entar l a causa a nivel del in­
cons ciente.
En la página 1 39, después de una reflexión sobre un artículo ele
Thomas Szasz que es muy interesante, retoma la trans ferencia desde
su pers pectiva ilusoria y afirma que no hay que dej ars e engaii.ar por el
amor. Vamos a retomar lodo es to más adelante. Aquí lo plantea un
poco de pasada y termina diciendo en el último párrafo, donde reapa­
rece la palabra causa: " Pero es to no es todo lo que tengo que mos trar­
les , ya que eso no es lo que causa radicalmente el cierre que la trans­
ferencia. entraña" . ¿Qué es lo que lo causa? Hay que dar vuelta la hoja.
"Lo que lo causa (. . . ) -y que remite al signo de interrogación que apa­
rece en al lado izquierdo ele la pizarra, lado oscuro, reservado- es lo
que designé como el objeto a " . La clase X termina así, un poco arro­
jándole al audilorio el objeto a , que nada hacía entrever que iba a
aparecer. No se sabe ele dónde salió. ¿Quieren saber qué es lo que
cierra el inconsciente? El objeto a. Y ahí se acaba.·
Pueden leer en el s iguiente capítulo (tercer parágrafo de la página
1 5 1 ) : " Podemos concebir el cierre del inconsciente por l a incidencia

75
GR,1c1ELA BuoDSKl'

de algo que desempeña el papel de oblurador .-el objeto a succionado,


11
aspi rado, en el ori ficio .de la nasa • Es un modelo topológico muy aje­
no a nuestro mundo, pero muy familiar en otros . No es una construc­
ción como la mitra o la botella de Klein. Es un modelo topológico de ·
uso muy cotidiano que he visto en la caza de langostas . lCómo puedo
hacer para que ustedes se representen la nasa? lRecuerdan los tinte­
ros involcables? Es un s i s tema de dos paredes comunicadas por un
orificio. Así que, s i lo viéramos en un corte, tendríamos algo así:

Eso es la nasa, qtie se hace conjuncos flexibles , como s e hacen las


s illas de mimbre, se teje y es grande. Las langostas entran por el agu­
jero y quedan atrapadas en un s istema del cual no pueden sali r. No es
un si stema que tenga un tapón. No es un recipiente con una tapa. Es
un s istema que, finalmente, no está totalmente cerrado y siempre es
posible salir. La langosta, por cierto, no s abe cómo, porque el orificio
de entrada es mucho más grande que el orificio de salida ; as í que una
vez que entró, retomar el sentido contrario es prácticamente impos i­
ble, sobre todo porque los juncos terminan en punta y no favorecen el
pasaje.
En la idea laca niana de la nasa el obturador es el objeto a . Es muy
interesante. lPor qué no dice que la tapa es el objeto a? lPor qué no
inventa algo más sencillo, un recipiente, un saco, o una bolsa con una
lapa que sea el objeto a? No, no lo hace, y utiliza esta imagen de la
nasa en la que no s e sabe muy bien dónde es tá el obturador, ya que el
artificio en sí mi smo no tiene obturador; tiene un angostamiento, pero
no tiene tapa. Es la langosta misma la que obtura el aparato, es el
obj eto a mismo -si tomamos a l a l angos ta como el objeto a- que,
s iendo externo al aparato, lo bloquea al quedar absorbido por él. La
idea es, jus tamente, que al no tener tapa, el automaton podría se.guir,
pero hay algo que viene a impedir que eso funcione. Ese "algo", lfor­
ma o no forma parte de su estructura?

76
FUNDAMENTOS

Lacan ha trabajado durante años la cuestión de si el objeto a for­


ma o no forma parle de la estructura del inconsciente, si está afuera o
aden tro. Hay que· reconocer que no terminó de responder a esta cues­
tión hasta que no la pensó por fuera del objeto a , en los finales de su
enseñanza.
En el capítulo X hay una figura muy linda que es la de la bella y los
postigos. En ese. juego, la bella que espera que se abran las puertas,
ldónde está? lAdentro o afuera? Uno se confunde y no sabe de qué
está hablando, si del Otro o del objeto a. En la página 1 3 7 dice que el
inconsciente como discurso del Otro no está detrás del cierre, sino
que está afuera. "Es quien pide, por boca del analista, que vuelvan a
abrir los postigos".
Es lo que en el capítulo siguiente va a simplificar con el esquema de
la nasa, que lo dibuja tan fácil como esto, con el objeto a ahí adentro:

Para los que se han interesado en el tema, indico (aunque no voy a


poder desarrollarlo) que en e l segundo párrafo de la página 1 36, está
la siguiente expresión: "La interpretación del analista recubre simple­
mente el hecho de que ya e l inconsciente (. . . ) procede mediante la
interpretación". Esta frase dio buena parle del sustento teórico al últi­
mo Encuen tro I n ternacional del Campo Freudiano que se hizo acá en
Buenos Aires, el noveno. Jacques-AJain Mil ler tomó esa cita de El se­
minario 1 1 e hizo una reinterpretación de toda la problemática de la
interpretación, desplegando esta frase que, una vez desplegada, es
algo total mente nuevo, que no se atiene a lo que ya está escrito, que
. no se atiene demasiado a l a l ey del Padre. Miller pronunció en París
una conferencia que se l lamó " El revés de la interpretación" y que
re lomó acá como ·�ctiós al significante" para demostrar que el incons­
ciente i nterpre ta y que, entonces, lo que le corresponde al analista es
bas tante más difícil . LPor qué? Porque si el inconsciente interpreta -es
lo que dice Lacan acá- el analista siempre va a interpretar peor, y no
_
val e la pena compelir con un rival tan desparejo, que gana siempre en

77
GRACIELA f3ROIJSKI'

su habilidad interpretativa. O sea, le reserva al analista una función


totalmente distinta y ésta es la novedad que introduce Miller, para irri­
tación de los que han estado compromeliclos en ese debate, en esa
discusión decisiva.
Esta pequeña introducción de la causa perdida que hace Lacan en
la página 1 34, deslizando ahí mismo el objeto perdido, abre la segun­
da perspectiva que deberíamos considerar, es decir, la transferencia,
pero no como cierre. A saber, ahora vamos a lomar la otra perspectiva
ele la repetición, no el automaton (respecto del cual la transferencia
funcionaría como cierre), no el fluido que se detendría, no la cadena
que se interrumpiría, sino la trans ferencia como puesta en acto.
Para Lomar la transferencia como pues ta en acto hay que recordar
que para Freud (y Lacan no abandona nunca esto) la repetición es tá
simpre en relación al objeto perdido, cuestión que hasta es te momen­
to no había aparecido demasiado y que es tá insinuada en la tyche, ya
que uno ele los ejemplos de Aristóteles para dar cuenta de ella y al que
Lacan alude es : "se me perdió. un caballo". Así da cuenta de la dife­
rencia entre tyche y a utomaton . El caballo perdido vuelve y yo lo en­
cuentro. El caballo vuelve porque hace siempre el mismo recorrido,
se va y vuelve. Pero yo lo encuentro porque decidí es tar ahí para en­
contrarlo; es decir, podría no haberlo encontrado, aun cuando el ca-
. bailo volviera siempre al mismo lugar. Yo podría no haber estado. Es la
diferencia entre la tyche, que implica siempre la decisión de un sujeto
y el a utomaton, como propio del retorno ins tintivo en es te caso.
Este-ejemplo y el de la deuda de dinero que se paga son ejemplos
ele la tyche, que siempre alude a esta dimensión de recuperar algo
que se había perdido. Lacan no lo explicita en el capítulo "Tyche y
automaton", pero ahora aparece de golpe la dimensión del objeto
perdido, y nos preguntamos cómo no había habl�do antes de eso, si
ya e�taba en Freud. Tanto en el 11 Proyeclo de psicología" ( 1 895) como
en "La interpretación de los sueños " ( 1 900), la repetición está puesta
en relación a la pérdida del objeto de la satisfacción. Freud inventa la
ficción de la experiencia primaria de satisfacción para dar cuenta de
que hay un objeto perdido, una salisfacción mítica.inigualable (no por
su magnitud sino por ser la primera) que hace que se diferencie de
todas las demás que vendrán a ponerse en correlación con esa prime­
ra. Podrán ser más o menos, pero se ubican todas respecto de esa
primera que introduce una marca allí donde no había nada. Dice Freud
que a partir de la pérdida de ese objeto, lo que se inicia es un movi­
miento de búsqueda repetitiva y vana que siempre quiere alcanzarlo

78
FUJ\'DAMF.NTOS

para verificar que no es; y esa repetición vinculada a la decepción, a la


búsqueda del objelo perdido es, finalmente, lo que llama deseo. Cuan­
do Lomamos la repetición desde la perspectiva de la tyche y no desde
el aulornaton , nos enconlra1nos con su dimensión de ser pues'La en
marcha por la búsqueda del objeto perdido.
Que el objeto esté perdido -para Freud- o que el objelo eslé anu­
lado -como f6rmula Lacan- son ejemplos de la experiencia repetiti­
va del Fort y del Da, ele la anulación del objeto. Lo que para Freud es
un objeto perdido, para Lacan va a ser un obj e lo anulado por el len­
guaj e . Pero, a pesar ele esto, Lacan siempre sostuvo que la repeli­
ción persigue ese objeto y, al mismo tiempo que lo persigue, yerra
siempre ; no lo alcanza. Pero no por eso deja de buscarlo, y es ese
mismo movimienlo lo que da el motor a la repe tición, lo que permi­
te pensar toda la cueslión de la transferencia desde la perspectiva
"motor y obstáculo" .
Esto implica que, por muy simbólica que sea la repetición, por más
automaton que haya, lo que Lacan agrega es su motor, lo que dispara
el automaton de la cadena, lo que la pone en marcha. Y es ahí donde
ubica el objeto perdido, el objeto imposible de alcanzar, el objeto en
tanto que real, el objeto a . En este i:r1omento de su enseñanza conflu­
yen estas distintas maneras de nombrar el objeto.
Hay que recordar, para entender lo que sigue, que Lacan ya había
señalado en el último capítulo que vimos -" Tyche y automaton"-, que
este encuentro que falla es del orden .del traumatismo. Es por eso que
se lee en el segundo párrafo de la página 63: "La función ele la tych e ,
de lo real como encuentro -el encuentro en tanto que puede ser falli­
do, en tanto que es, esencialmente, el encuentro fallido- se presentó
primero en la historia del psicoanálisis bajo una forma que ya basta
. por sí sola para llamar la atención -la del trauma".
Precisemos que, a esta altura, cuando Lacan habla de trauma y lo
pone en relación al objeto perdido y al encuenlro fallido, el trauma
está más bieri en una dimensión de falta, de menos. Es lo que predo­
mina: la impresión de que allí donde debería haber algo, no hay nada,
y es eso la dimensión de·· 10 traumático. Digo esto porque existe otra
perspectiva del trauma que hay que tener en mente, que es la del
trauma como exceso. La cuestión es cómo ubicarse entre estas dos
vertientes.
En el segundo párrafo de la página 134 (ven que voy para adelante
y para atrás) van a enconlrar: "Por eso puse de relieve en el concepto
ignorado de repelición ese resorte del encuentro siempre evitado, de

79
GR,I CIEL,\ BRODSJ.:l'

la oportunidad perdida. La función del malogro está en el centro de la


repetición analítica. La cita siempre es fallida -a ello se debe, con res­
pecto a la tyche , la vanidad de la repetición, su ocullación constituti­
va". Lacan indica que· la repetición, en su vinculación con el objeto,
tiene una doble cara.
Por un lado, la cara de ser atraída por el objeto, de ir en su búsque­
da, de repetirla una y otra vez, lo cual se relaciona con el repetir una y
otra vez la decepción . Es lo que le permite decir a La can: "la es truclu­
ra del deseo es histérica" , porque es la histérica la que revela la ver­
dad del deseo en esta búsqueda que desemboca en insatisfacción, en
ese "no es". En este punto hacemos el hincapié en que es esta atrac­
ción por el objeto en tanto perdido lo que hace que la búsqueda se
reinicie una y otra vez.

Pero tenemos la otra perspectiva: la del evitamiento. Esta perspec­


Liva ilustra, por un lado, que el sujeto evita ese encuentro traumático
con el objeto porque éste no está; pero, por otro lado, también evila
ese mal encuentro en tanto exceso.
Están las dos perspectivas. Pero lo decisivo no es que lo tomemos
tanto por el lado de la falta, del menos o por el lado del más. Lo deci­
sivo es que se entienda lo que vimos en la última reunión: que el mo­
vimiento de la repetición es un movimiento que, al mismo tiempo
que evita -por menos o por más- lo que estaría en su corazón (e] en­
cuentro con el objeto), en el mismo movimienlo de evitarlo no puede
dejar de retornar una y otra vez a esa búsqueda siempre fallida. La
cita siempre falla. La repetición es evi tamiento y atracción a la vez.
Nos falta ubicar la conexión. La vamos a encontrar en la página 72 ,
en una respuesta que, me parece, fue dada por Lacan un poco a su
pesar, cotno si no hubiera querido hablar ele eso todavía, como si hu­
biera preferido guardarlo, pero lo larga un poco antes de Liempo. Dice,
en una respuesta a Franc;oise Dello: "El mal encuenlro central eslá a
nivel de lo sexual" . Es eso lo que dice, inLroclucienclo el término
"sexual" .

80
FUNDAMEN1'0S

Hasta ese momento no había articulado mal encuentroy sexuali­


dad, más bien se trataba de la cita fallida, del objeto perdido. Podía
tener otras resonancias; de hecho, la que les he mostrado hace un
instante: la resonancia del deseo, que se constituye en el mismo mo­
vimiento del objeto que genera la repetición siempre fallida. Pero en
la página 72 dice algo más: que el mal encuentro, que el trauma, es
sexual. Es así como el capítulo XII ha sido llamado "La sexualidad en
los desfiladeros del significante".
Una vez definida la repetición como este movimiento de evitación
ele lo que no se puede alcanzar, como encuentro fallido, ahora Lacan
agrega este evitamiento de lo real como sexual. En su respuesta a F.
Dallo el matiz agregado es que el evilamiento es del mal encuentro
como algo del orden d�l traumatismo, y que ese traumatismo liene
que ver con el objeto a, pero en la dimensión de lo sexual.
En el cuarto párrafo de la página 1 5 1 , Lacan retoma los e�quemas
que había trabajado anteriormente para decir: " ... la transferencia es a
la vez obstáculo a la rememoración y presenlificación del cierre del
inconsciente, que es el fracaso, siempre en el momento exacto, del
buen encuentro". Se puede redondear diciendo que lo que la repeti­
ción evita, la transferencia lo presentifica, como su contracara. Miller
lo dice muy bien: es como si la transferencia fuese la tyche ele la repe­
tición. Es decir, lo que la repetición evita, la transferencia hace que
uno se lo encuentre: el traumatismo en tanto que sexual .
Para que esto se vea con toda claridad, lo que falla -aunque ya está
insinuado- es articular transferenciay pulsión. A lo que se dirige La­
can en todo este movimiento es a esta articulación. La transferencia
no es repetición, la transferencia es el cierre del inconsciente: es la
doxa que quedó de El seminario 1 1 . Cuando hace todo este recorrido
entre transferencia e inconsciente por un lado y transferencia y repe­
tición por el otro, Lacan se dirige, al mismo tiempo, hacia otras tres
articulaciones: entre transferenciay pulsión, entre inconscientey pul­
sión y entre repetición y pulsión. Es como si la estructura misma del
seminario tuviera la forma ele la nasa. Uno se va metiendoy, cuando
quiere salir,.está atrapado en el ámbito de la pulsión. Es recién a partir
de ahí que se entiende lo que ha dicho hasta este momento. Lo va
representando con un poco más ele line·aliclad, con estos pequefios
indicadores en el camino que i ntenté presentarles hoy.
Tengo todavía corno siete minutos para escuchar comentarios o
preguntas de ustedes.

81
Gn,1c1,;1.,, BnoosKr

Intervención: ¿En qué senlido introduce Lacan el modelo óptico?


No sé si es para apoyar el modelo ele la nasa o, quizás, porque introdu­
ce otra cuestión.

Graciela Brodsky: Hice un recorrido que no Loma el modelo ópti­


co. La introducción ele este esquema abre a la consideración ele la
perspectiva ilusoria de la transferencia, no la perspectiva de la transfe­
rencia como puesta en aclo de la realidad del inconsciente, sino la
perspectiva no pulsional ele la transferencia, la dimensión ilusoria ele
la transferencia en su vinculación con el amor. Y es interesante por­
que Lacan dice que no hay que ver en esto solamente algo ilusorio. La
comodidad expositiva me hizo saltearlo, pero la pregunta me hace
volver sobre eso, sobre la dimensión imaginaria de la transferencia,
su dimensión de la corriente de amor que es, incluso, la dimensión
sujeto supuesto saber de la transferencia.
Ustedes saben que al principio, Lacan se ocupó mucho de separar
el sujeto supuesto saber del fenómeno ilusorio del amor pero que,
finalmente, terminó admitiendo que el sujeto supuesto sabe!' también
tiene algo de ilusorio, pues "a aquel a quien supongo el saber, lo amo"
va a decir en El seminario 20. El sujeto supuesto saber-no se termina
ele independizar en Lacan de la dimensión del amor. La dimensión
ilusoria de la transferencia (para la cual nos sirven todas estas refe­
rencias al esquema óptico) y la del amor están consideradas. Dice:
"no es de esto de lo que me quiero ocupar ", pero a cada ralo lo men­
ciona. ·oice: "no es esto lo más importante", pero no desconoce el
fenómeno. Y hay un párrafo de la página 62 que es para discutir y
pensar, por lo muy sorprendente y enigmático que resulta. Es el penúl­
timo, que empieza diciendo: "La relación con lo real se da en la trans­
ferencia. . . " y termina así: "Sólo a partir de la función de lo real en la
repetición podremos llegar a discernir esta ambigüedad de la reali­
dad que está en juego en la transferencia".
¿por qué habla de lo real para la repetición y de la realidad para la
transferencia? Ya está haciendo una diferenciación. No usa el término
"real" para la transferencia con tanta comodidad como lo usa para la
repetición en su aspecto de encuentro imposible (no de encuentro
que se repite). Y dice: "Lo real ele la repetición es lo que necesitamos
para llegar a discernir la realidad que está en juego en la .transferen­
cia". Lo Lomamos muy en cuenta porque no dice que la transferencia
es la puesta en acto de lo real del inconsciente, sino que "la transfe­
rencia es la puesta en acto de la realidad del inconsciente" . No se

82
FUNIJ,\MF.NTOS

puede ignorar o ser inocente con respecto a esta diferencia de térmi­


nos, porque a esta allura Lacan tiene perfectamente -armada la es­
tructura de lo real y cuando quiere decir lo real, dice lo real. En cam­
bio, aquf dice "la transferencia es la puesta en acto ele la realidad del
inconsciente" : Tampoco se puede decir que este párrafo de la página
62 sea ambiguo, porque elimina toda ambigüedad al diferenciar lo
real para la repel�ción y la realidad para la transferencia.
Creo que uno de los talleres está resolviendo este lema; también
tendremos que abordarlo conjuntamente.
En principio, aun cuando lodo el esfuerzo ele Lacan en este semi­
nario sea abordar el fenómeno de la transferencia desde la perspecti­
va de lo real, la dimensión imaginaria también está. Conviene tomar
siempre las dos vertientes. Yo no lo hice, j ustamente para privilegiar lo
novedoso del camino que transita y del punto hacia donde va. Pero es
cierto, como tu pregunta lo indica, que La can introduce es La dimen­
sión imaginaria de la transferencia y no la dej a ele lado.

2 ele junio de 1999


· V. LA REALIDAD SEXUAL

Hoy vamos a trabajar e·l capítulo XI de El seminario 11 que merece ,


valga la redundancia, un capítulo apar te. Y se lo vamos dar. Lo he
leído un poco a la manera de ciertas películas que tienen tres mo­
mentos de una historia, que no siempre están muy bien delimitados.
No se sabe qué viene antes, ni qué viene después. Son tres tiempos
que se van entretejiendo. Me gusta mucho ese tipo de planteo en el
cine, sobre Lodo porque va contra la linealidad del relato y exige un
esfuerzo de ubicación témporo-.espacial que siempre me parece algo
atrapante. Es La clase, que ya había leído otras veces, la leí por primera
vez desde esta perspectiva.
Voy a darles los resultados, mis conclusiones. No voy a poder r e­
crear el clima un poco eufórico que me produjo el momento de la
lectura misma. Reproducirlo acá ya tiene ese efecto de segunda vuel­
ta o de segunda parte que le quita ese plus que tiene el primer mo­
mento en que me doy cuenta ele algo.
Ubicaré las tres escenas.
En primer lugar está Freud con dos textos. El primero es "Formula­
ciones sobre los dos principios del acaecer psíquico 11 , donde desplie­
ga la dialéctica entre el principio de placer y el principio de realidad.
El segundo texto es "Pulsiones y destinos de pulsión 11 Aquí está Fr eud

muerto, con su obra terminada, a la cual él ya no le va a agregar nin­


gún capítulo más, pero que ha sido trabajada con lupa, de todas las
maneras posibles, por un psicoanalista l lamado Lacan, quien ha he­
cho un trabajo ele lectura no cronológico sobre la obra de Freud, pues
ha tomado en cada momento lo que l e venía bien, al alcance de su
mano, para su propia r eflexión, para su propio intento ele solución ele
esa brecha que le ofrecía la práctica psicoanalítica misma.
En un segundo tiempo o segunda historia en paralelo está Lacan,
Lacan vivo, .en pleno proceso de elaboración de su teoría. Está Lacan
en el año 1 964, expulsado, excomulgado de la I PA, dando sus prime­
ros seminarios en la Escuela Normal Superior y tratando de resolver
un problema, lo que le da a esa clase -exactamente igual que a la
anterior y a la que sigue- un carácter totalmente inestable, que se per­
cibe en el momento en que se la l ee. Como si Lacan hablara en diver­
sos planos al mismo tiempo, con una sensación de que dice lo mismo

85
G1uc1r,1,,1 B11oos1ff

de siempre, al mismo tiempo que parece que va a decir algo comple­


lamenle distinto. Como no lo tiene enteramente resuel lo, uno sienle
un movimiento de vaivén, donde lo que parece apresarse, al instante
se desvanece, al igual que el inconsciente.
En esta misma escena están Lacan vivo y Freucl muerto; es decir,
con una obra concluida que permite a partir ele ahí ir para adelante o
para atrás y saber que las sorpresas que podemos encontrar ya están,
de alguna manera, tejidas en esa trama. Pero bueno .. . No esperamos
nada nuevo ele Freud para la semana siguiente. Es Lacan vivo quien
se arregla con la obra de Freud y con su propia enseñanza de esos
años. Y en esa escena de 1964 está Lacan y también está Miller, a los
20 años (porque hay que recordar que tiene esa edad cuando hace las
preguntas que hace en El seminario 11). Es el primer encuentro entre
ambos: Miller es alumno de la Escuela Normal, donde Lacan pasa a
dar clases. La curiosidad hace que un grupo de jovencitos ele esa edad
se desplace a otra aula para ver qué diablos viene a decir este tipo que
habla de psicoanálisis. Y se da el encuentro, del cual hay testimonio
por algunas preguntas que El seminario 11 recoge.
Tercer plano de la película: Lacan muerto y Miller leyendo a Freucl
y a Lacan. Corre el año 1996 y se discute en el ámbilo del Campo
Freudiano la cuestión de la interpretación. En medio de la discusión,
Miller encuentra lo que llama ºel punto de Arquímedes"; es decir, un
punto de apoyo a partir del cual puede empezar a trabajar sobre un
concepto que coloca por fuera del mapa de, al menos, una parte de la
enseñanza de Lacan. Miller confiesa: 1-Ie buscado siempre ese punto
11

de apoyo que no ilumine sólo un pequeño tramo, sino que ilumine la


perspectiva global, y no podfa hallarlo". En medio de esa reflexión so­
bre la interpretación, lo encuentra. Porque es Miller el que está vivo, o
sea, quien puede encontrar otro punto de Arquímedes e ir hacia ade­
lante. Él mismo dice: "Me sorprendo porque yo estuve presente en
ese seminario" . No solamente estuvo presente, sino que además es el
primer seminario que él redacta y que sale publicado. "Me sorprendo
de todo lo que no vi ni entendí, dice Miller, de tocio lo que se me escapó,
tanto como oyente como siendo el tipo que transcribía el seminario" _
Retoma esto en 1996, durante s u propio seminario "Silet" , que quie­
re decir silencio. Miller lo opone al hecho de callarse o dej�ir de hablar,
para referirse a un silencio un poco más radical, tomando el espíritu
de Freud, quien habla del silencio de las puisiones. Dedica tocio su
seminario a desplegar su hallazgo, así que lo mío va a ser sobre todo
enunciativo, invitándolos a que se remitan a los textos.

86
FU1\'DA:lll::1\'TOS

Esle punlo ele Arquímedes es la proscripción por parte de Lacan


del concepto ele pulsión y sirve para comprender su enseñanza hasta
1 964, es decir hasla El seminario 1 1 , proceso que sólo Lermina ele de­
purars e en El seminario 1 7 , 11 El revers o del psi coanálisis " . Creo que no
hay seminario donde Miller recorra tal canlidacl ele textos de Lacan.
Se nola cuando uno lo lee que él mismo está descubriendo algo. Toma
una línea y, a la reunión siguiente, .la verifica tomando otros textos, y
otros, y otros, recorriendo así la obra completa de Lacan desde "Los
complejos familiares . .. " y L? agresividad en psicoanálisis" hasla El
11

seminario 20, demostrando ele qué manera la ensefianza ele Laca�1


tiene un obstáculo que i ncluso la precede.
Miller demuestra que el camino que toma Lacan de ubicar la de­
terminación del sujeto como efecto del lenguaje tiene una consecuen­
cia que, retomando los viejos términos de AILhusser, él llama el "obs­
táculo epistemológico" de Lacan. Miller demuestra que esta perspec­
tiva del inconsciente eslructuraclo corno un lenguaje ha tenido el cos­
to ele la proscripción de la pulsión, y que cada vuelta que Lacan da
sobre su propia enseñanza es un intento ele mantener su principio ele
que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y, al mismo
tiempo, de dar cabida a aquello que ha dejado afuera. Pero en cada
intento ele darle cabida, lo vuelve a ·marginar. Miller explica con esta
lógica lo que fue la disputa con Leclaire y la cuestión ·de Laplanche.
Esto ha formado parle ele buena parle del clima Lransferencial de des­
concierto de los alumnos de Lac·a n en. ese momento y marca el inicio
(que yo ubico en esla lección) ele lo que podría ser la vuelta final; es
decir, la apertura para que lo que quedó proscriplo, vuelva. En ese
sentido, el capítulo XII se puede considerar una bisagra de este semi­
nario que cabalga a dos puntas, aunque El seminario 1 1 completo
puede ser considerado una bisagra.
Se pueden Lomar las coordenadas en las cuales se despliega eslo,
se pueden lomar algunos términos y ver cómo van entrando en esce­
na a lo largo ele esta clase que, por momentos, parece poco interesan­
te pues no dice nada decisivo, pero que, sin embargo, permite ver el
problema con una nitidez inusual. Los conceptos que están en juego
son los de amor, realidad, deseo, libido y pulsión. Cada uno de ellos es
presentado con varias caras y, en el trasfondo de Lodos ellos, está e]·
obj eto a, presentado de la manera más ambigua y menos definida en
el transcurso ele la clase misma.
Les doy algunos ejemplos anl�s de ir al comentario en detalle de la
clase. No sé si en la edición que ustedes tienen está incluido el resu-

87
GRACIEL,1 BuoDSKJ '

men de El seminario 1 1 . Si no, lo tienen en el texto Reseñas de ense­


ñanza, donde figuran normalmente los -resúmenes que Lacan ha he­
cho de los seminarios. Era un requisito universitario: al final de cada
año tenía que presentar a las autoridades un resumen de lo que había
hecho. No sé si en las nuevas ediciones está incluido o no. 'En la con­
tratapa de la edición f rancesa sí lo está. Lo traigo porque el interés es
ver cómo después de haber desplegado lo que desplegó y después de
hacer el resumen al final del año, Jo que tiene en firme es poco y lo
admite.
Dice que se ocupó de cuatro temas. Lo cito: "El inconsciente , man­
tenido según nuestro propósito original como efecto de significante, y
estructurado como un lenguaje, se retomó como pulsación temporal.
En la repetición , se sacó a la luz la función de tyche que se cobija tras
su aspecto de automaton : el fallar al encuentro se aisla aquí como
relación a lo real. L a transferencia como momen to de cierre ligado al
engaño del amor, se integraba a esta pulsación. De la pulsión dimos
una teoría que aún no ha sido posible delimitar, ahora que, a media­
dos de este año, el' 65, se nos pi.de que resumamos. Allí aparecieron
por primera vez , la razón de su constancia , la topología llamada de
borde, que explicaba el privilegio de los orificios, el estatuto de la ac­
11
ción de retorno, la disociación de la mela y del objelo •
lQué me llama la a tención de este resumen? Que, por ejemplo,
habla de la transferencia como tiempo de cierre del inconsciente vin­
culado al engaño· del amor, y no dice una sola palabra de la transfe­
rencia como puesta en acto de la realidad del inconscien te, siendo
que esto último es lo nuevo que él ha formulado. De hecho, que la
transferencia sea cierre del inconsciente vinculado al engaño del amor
es lo que Freud dice en sus artículos técnicos. De la transferencia como
puesta en acto de la realidad del inconscien te, mutis. Y de la pulsión
dice: "no hemos dic ho nada seguro" ; pero por primera vez aparecen
11
estos temas que son los de " Pulsiones y destinos de pulsión • Lacan
no está diciendo otra cosa que lo que ha dicho Freud en 1 9 1 5 en su
Metapsicología.
Esto ilustra el carácter vacilan te en el que eslamos, si nos ubica­
mos en 1 964 (momen to esencialmen te de vaivé n en l a cons lrucción
ele la enseñanza ele Lacan) .
¿,Qué dice en el capítulo siguiente? En el segundo párrafo ele la pá­
gina 1 69 habla del uso del término Trieb y dice: "A veces se llega inclu­
so a invocarlo en con tra de mi doctrina del inconscien le acusándola
de intelec tualización -si supieran lo que pienso ele la in teligencia se

88
F°UNDtlMl::,VTOS

ahorrarían ese reproche-, y ele descuidar aquello que todo ana lisla
conoce por. experiencia, a saber, lo pulsional . En efecto, en la expe­
riencia encontramos algo que posee el carácter de lo irrepi·esible, aún
a Lravés ele las represiones -por lo demás, si ha de haber re'presión es
porque del otro lado algo ejerce una presión. No es preciso adentrarse
mucho en un análisis de un adul to, basta haber analizado niños para
conocer ese elemento que confiete peso clínico a cada uno de los
casos con que tratamos. Ese elemento es la pulsión. Esto parece en­
trañar, por consiguiente, l a referencia a un dato primigenio, a algo ar­
caico y primordial .. . ".
Lacan afirma, en su estilo, que lo primero que un analisla encue n­
tra en su p ráctica es la pulsión, como si lo hubiera dicho toda la vida.
El Lrabajo de Miller en su seminario "Si/et" es clemoslrar q ue no sólo
no lo había dicho, sino que -por el contrario- se había esforzado des­
de el inicio en c'o locar a l a pulsión en un estatuto marginal y secunda­
rio respecto del sistema que privilegiaba, es decir, respecto ele lo sim­
bólico. Se lo ve a Lacan decir en este punlo que la pulsión es lo prime­
ro que sal la a la vista. Pero habría que preguntarle por qué lo dice
ahora. Si es lo pirmero que sal la a la vista, lpara qué repetirlo tanto?
l En qué marco está desplegado el capítulo XII? Es un comentario
sobre un artículo publicado en el lnternational Journal . . . cuyo autor
es Thomas Szasz, quien se pregunta sobre el fenómeno transferen­
cia! . El telón de fondo es siempre Freud, su texto sobre el amor ele
transferencia y la cuestión ele si este amor es verdadero o artificial . En
11
" Pun lualizaciones sobre el amor ele transferencia (de 1 9 1 5) , Freucl
dice que se trata de un amor que carece ele todo correlato con su
objetivo, que es exaltado, loco, que no se fij a en nada, que quiere
siempre ser satisfecho y que puede l legar a in lerrumpir el análisis; es
decir, que presenta un aspecto poco acorde con la realidad. Pero, fi­
nalmente, lno es acaso esto lo que defi ne a todo amor? Es un texto
donde lo que se debate es, precisamen te, si el amor que surge en el
análisis es especial , si es ilusorio ( "me toma por otro") o si es como
todo amor, que siempre toma al amado por otro.
Este es el marco de referencia del debate. Se trata de una polémi­
ca a la que contribuye el artículo de Szasz, quien h abla de la transfe­
rencia como un fenómeno totalme nte artificial promovido por el dis­
positivo analítico y que, consecuen temente, sos tiene la idea de que
los fenómenos transferenciales (especial mente los amorosos) deben
ser reducidos para obtener un a mejor correspondencia con la reali­
dad. Es en esta perspectiva -ele il usión o realidad, de amor ilusorio o

89
Gn,1c1F.1.A BnoosKr

verdadero- que se inicia el debate en el- seminario ele Lacan sobre el


amor ele transferencia.
Lacan s os tiene una pos ición crítica frente a la idea ele que h abría
que i·econclucir es te amor a una evaluación objeliva de las caraderís­
licas del anal ista. Evoca el chi ste ele· Spitz , quien cuenla el sueño ele
una paciente s uya que lo ve con una abundan te cabellera rubia, s ien­
do q ue él era, parece, totalmente calvo. Provocó mucha hilariclacl en
el medio ps icoanalílico demostrar por esta vía que el amor de lransfe­
rencia con s i s te , fin alme n te , en reves lir al calvo de una melena
exhuberante .
Es por este sesgo que aparece la palabra realidad: al disculi r si el
amor de transferencia es algo de la realidad o es ilusoi�io, s i hay que
reconducirlo a una apreciación más objetiva de la realidad o no. So­
bre esta base Lacan comienza a precisar su idea de la transferencia
en relación con la realidad. Hay un comentario en la página 1 52 (capí­
tulo anterior) donde inventa, retoma y recurre a es q uemas que traba­
jan siempre la dimensión de la verdad y el engaño.
Por un lado está el esquema óptico que, a parti r ele un florero vacío
y de flores ubicadas por debajo, produce la ilus ión ele verlo con l as
flores dentro de él. Tambi én utiliza su grafo ele "Subvers ión del s uje­
to . . . " y de El seminario 5 , " L as formaciones del inconsciente" , diferen­
ciando el plano del enunci ado y el de la enunciación, para ver la dife­
11
rente ubicación del "yo miento" 1 del "yo te engaño •
Son todas reílexiones sobre la cuestión de si la trans ferencia es
verdad o-es mentira, si es ilus ión o hay algo real en ell a. Ese es el deba­
te. En la página 1 49 Lacan dice que los esquemas centrados en la
función de la recti ficación de la ilusión del amor ele trans ferencia tie­
nen s iempre algo que los obstaculiza. Y termina diciendo en la página
1 52 que la trans ferencia no es la puesta en acto de una ilus ión, s ino la
puesta en acto ele una realidad. Pero es a realidad no es una realidad
objetiva, es la realidad del i nconsciente. Así termina el capítulo XI.
Habrá que ver si Lacan m antendrá la idea ele que no es l a puesta
en acto de una ilus ión, puesto que acabo de leerles lo que termina
diciendo cuando hace.el res umen: " He pens ado la trans ferencia en la
dimensión del engaño propio del a mor " . Es decir, no· dice lo mismo
que acá cuando afi rma que la transferencia no es la puesta en acto de
una ilusión si no de una realidad; vemos entonces que en el capítulo
11
·x1 , en el debate "trans ferencia: lilus i ón o realidacl? , Lacan se inclina
por el lacio ele la realidad, aclarando que no se trata de la realidad a la
cual hay que adaptarse, sino de la realidad del inconsciente.

90
FUND,\MENTOS

Pasemos al capítulo XII.


Al formular que la lransferencia es la puesta en acto de la realidad
del inconsciente, Lacan se hace inmediatamente una pregunta. Dice:
"Mi posición al proponer es ta fórmula es problemálica, pues lqué ha
promoviclo mi ens eñanza respecto del inconsciente?". Y responde':
" .. . que el inconsciente está estructurado como un lenguaje". Es decir,
que toda la vida ha dicho esto, ésa ha sido su enseñanza. Y si ahora
dice que la transferencia es la puesta en acto de la realidad del in­
consciente, esta afirmación que parece tan encantadora es proble­
málica, pues agrega una complicación a lo que ha sido siempre su
enseñanza.
En la página 1 55 ubica la cuestión. Dice que la dirección que tomó al
asegurar que el inconsciente está estructurado como un lenguaje es
" .. .la dirección indicada para evitar que cualquier aprehensión del in­
consciente tenga como mira una realiclacl que no sea la ele la constitu­
ción del sujeto". Es decir, que ha dicho eslo para evitar cualquier
sustancialización del inconsciente, para evitar toda idea de inc�nscien­
le como receptáculo de algo, como un lugar en el aparato, arriba, aba­
jo, por derecha, por izquierda. Ha hecho todo el esfuerzo para que se
entienda que no hay ninguna idea ele sust�ncia adosada al inconscien­
te, que simplemente se trata ele la eslructura del lenguajey sus efectos
que producen un sujeto. Cuando Lacan habla de incoriscienle no hay
otra realidad que el lenguaje. Es para eso que está hecha su enseñanza.
Es lo que dice en la página 1 55, en los diez primeros renglones. A
tal punto Lacan ha ido siempre contra la idea ele que haya alguna otra
realidad vinculada al inconsciente que no sea el lenguaje, que incluso
ha dicho que la existencia misma del inconsciente no es indiferente
al hecho de que haya analistas. Lo que es más, la existencia misma
del inconsciente no es ajena al hecho de que se enseñe el psicoanáli­
sis. Es decir, el inconsciente tiene una materialidad, pero ¿cuál es su
ontología?, ¿qué clase de ser es? La respuesta es: "quiere ser ". Lo he­
mos comentadoya, es un querer ser entre dos.
Es la clase merece que la leamos párrafo a párrafo. En la página
156 dice: " Vayamos al grano. La realidad del inconsciente es -verdad
insostenible- la realidad sexual". No lo había dicho hasta ese momen­
to; antes había dicho: "la transferencia es la puesta en acto ele la rea­
lidad del inconsciente". Es como si Lacan admitiera: 11 1-le hecho lada
mi enseñanza para demostrar que el inconsciente no es algo que sea
acorde con la realidad, que es un efecto del lenguaje. Y ahora digo
que su realidad es sexual".

91
GRACJELA Bnoos,:r

No hace más que establecer una oposición, una contradicción entre


d�s. fórmulas, a plantearse como "y" o como "o". La primera: el ,in­
consciente está estructurado como un lenguaje. La segunda: la reali-
dad del inconsciente es sexual.

El inconsciente está estructurado como un lenguaje

La realidad del inconsciente es la realidad sexual

Se nota que, hasta ese momento, en su cabeza se trataba de: "o


una cosa o la otra"; y que ahora está en el punto de tener que decir:
"es una cosa y la otra" (cuando en realidad ha dedicado toda su ense­
ñanza a separarlas). Es como si Laca� afirmara: "la realidad del in­
consciente es sexual, y ahora viene el trabajo de decir de qué diablos
hablo cuando digo esto, qué quiere decir que la realidad del incons­
ciente es sexual".
El inconsciente está estructurado como un lenguaje, o sea, como
una cadena ele significantes que se asocian entre sí de diversos mo­
dos, exactamente igual que en lingüística. Lo único que hace que lo
llamemos inconsciente es que tiene un efecto. Esta combinatoria no
nos interesa por su efecto poético, sino porque su efecto es producir
un sujeto, alguien que ahora ya no sabe qué dice cuando dice. Hay
que poder establecer qué tipo de relación existe entre esto (que es la
doxa de la enseñanza de Lacan) y la afirmación "la realidad del in­
consciente es sexual" . Se ve que la relación que hay que establecer es
entre el lenguaje y la sexualidad. lCómo se lleva el lenguaje con la
sexualidad? ¿va bien una cosa con la otra? Algo cuya estructura es el
lenguaje, lpuede ser, al mismo tiempo, algo cuya realidad es la sexua­
lidad? lA qué llama la realidad sexual?
Es una realidad insostenible, dice Lacan, y pasa directamente a
hablar del sexo en términos de la cienda. De la expresión realidad
sexual toma sexual, y pasa a hablar de qué es el sexo. Dice que la
ciencia ha hecho enormes progresos en este último tiempo sobre este
tema. Por ejemplo, se ha demoslrado que solamente existe el con­
cepto de muerte -tal como nosotros lo entendemos- en los

92
¡,·uNDAMEN1"0S

especímenes que tienen reproducción sexuada. Donde no hay repro­


ducción sexuada, por ejemplo en la ameba, no se podría hablar exac­
Lamente de muerte. O sea, que si bien corre el año 1 964 y lodo ha
avanzado mucho desde entonces, Lacan ve que los progresos de la
ciencia de ese momento permiten establecer la vincufación entre
sexualidad y muerte, no sólo a nivel de la investigación psicoanalítica,
sino a nivel de la investigación científica.
lnmediatarryente pasa a hablar de la reproducción. Es decir, que
toma el sexo no desde la perspectiva del psicoanálisis, sino en su as­
pecto más al ras de la experiencia científica: la reproducción, que ha
tenido -al menos por ahora- la necesidad de diferenciar dos planos,
el plano macho y el plano hembra (aunque convendría señalar que la
clonación de Dolly prescinde de esta diferencia) .
Lacan toma lo sexual en su aspecto biológico, y dice que a este
plano se le asocia otro registro, que define características y funciones
sexuales secundarias. No se refiere a las características sexuales se­
cundarias en el sentido anatómico (vello pubiano, ensanchamienlo
de caderas, ele . ) ; es más bien la idea de las funciones. A lo que la
biología da su estatuto, se le agregan funciones, de las cuales recoge
especialmente una que le es conocida y que ha trabajado mucho: el
plano de la alianza.
En el comienzo de la página 1 5 7 dice que este plano es opuesto al
de la generación natural, al del linaje biológico, pues es un plano que
pertenece al registro del significanle. Está el nivel biológico y sobre él
se eslab)ece otro nivel. Por sobre lo que la biología reparte como hom­
bres y mujeres, se establece un sistema de alianzas y de intercambios
que ya no pertenece al orden de la biología, sino al orden del signifi­
cante. Va un poco más allá y dice que los últimos avances en genética
(vuelve al plano ele la biología) lqué mostraron? Mostraron "la función
dominante en la determinación ele ciertos elementos del organismo
viviente de una combinatoria que opera en algunos de sus tiempos
por la expulsión de restos" . Y agrega que esto da una idea de la " . . . afi­
nidad entre los enigmas de la sexualidad y el juego del significan le".
Es un modelo, es una afinidad. Un poco antes se pregunta cuál será la
vía por la que el significante llegó al mundo del hombre. Y dice que " . . .
algo parece legitimar la afirmación d e que e l s ignificante hizo s u en­
trada al mundo -o sea, de que el hombre aprendió a pensar- a través
de la reali dad sexual . . . " .
No sé si ustedes lo perciben, pero todo parece un poco "patas para
arriba", como si trabajara totalmente apoyado sobre referencias bio-

93
Gn11c1r.Lt1 Bnoos,.;r

lógicas. Lacan se pregunta dónde se encuentra la primera marca sig­


nificante , de dónde viene que haya dos significantes. Y es como si
estuviera ahora tomando la perspectiva de decir: "hay hombres y
mujeres". Se reparten con dos signos que se pueden llamar "más" y
"menos"; son dos signos de diferencia, como si hubiera algo del siste­
ma significante que está como asentado en es te hecho de que lo vi­
viente, al menos para nosotros, se agrupa alrededor de dos marcas
que se inscriben como diferentes. Eso daría ya dos marcas significan­
tes , pero que provienen ele una diferencia que ubica a nivel de lo sexual,
como lo sexual biológico y anatómico.
Es su primer intento demostrativo que tiene todo su interés si se ve
el problema que estamos tratando de resolver: el inconsciente estruc­
turado como un lenguaje, les armónico o disarmónico con la idea ele
que la realidad del .inconsciente es la realidad sexual? Dice Lacan: "La
integración de esta combinatoria a la realidad sexual suscita la pre­
gunta de si será ésa la vía por la que llegó al mundo, al mundo del
hombre, el significante". Es como si la sexualidad hubiese sido quien
abrió la puerta al significante, como si el significante hubiera hecho
su entrada al mundo a través de la realidad sexual. Son todas fórmu­
las absolutamente sorprendentes proviniendo de la boca de Lacan.
Dice que, al fin y al cabo, la ciencia primitiva era una ciencia don­
de todos los acontecimientos estaban regulados por la actividad sexual:
la invocación de las lluvias, el ying y el yang , l a manera de entender el
mundo, las energías complementarias, todo lo que actualmente son
las tra5=1iciones. El mundo que ha quedado afuera del discurso de la
ciencia es un mundo que tiene una lógica de interpretación de acuer­
do a la sexualidad. El ying y el yang, por ejemplo, en su dibujo mismo
da la idea de complementariedad, de dos tipos de energías distintas,
los desacuerdos, los rituales . También retoma la idea del arquetipo de
Jung, de que todo lo que se dice remite al arquetipo tierra y la tierra
remite a la madre. En fin, es una idea precienlífica, totalmente teñida
de que la realidad se puede leer con la lógica de la sexualidad. La
ciencia va en dirección contraría.
Después de hacer Lodo este pasaje por las tradiciones y filosofías
orientales, en el comienzo del segundo apartado, Lacan se pregunla:
11 lA dónde lleva es le discurso?". (Se está refiriendo a Lévi-Straus·s, los
hindúes, los bailes, los rituales , Jung). Y responde: ''A preguntarnos si
debemos considerar el inconsciente como un remanente de esa fu­
sión arcaica del pensamiento con la realidad sexuaJ 1 '. Es como si el
inconsciente fuera un resabio de es la manera primitiva de leer la rea-

94
FUfl'l)¡\MF.NTOS

lidad con el prisma ele la sexualidad. ¿Es eso el inconsciente? lEs un


remanente de eso?
11 Si la sexualidad es la realidad del inconsciente ( ... ) -continúa La­

can- el asunto es lan difíc il de abordar q u e acas o sólo pueda


esclarecers e con una consideración his tórica" . Pasa luego a Jung, a la
pelea ele Jung con Freudy reaparece el concepto de libido.
Les recuerdo · que en el comienzo de su enselianza, Lacan ubica a
la transferencia como resis tencia, a la libidoy a la pulsión en el mismo
plano (a - a ' ) , en el plano imaginario del esquema "Z 11 o "U' que se
despliega como una continuidad entre elyo y sus objetos. Ahí ubica lo
que resiste, el obs táculo a remontar. Si el análisis se despliega en esle
plano de intercambio de la libido, lo que tenemos es el "o yo o tú 11
propio de la agresividad imaginaria que impide tocia vía ele solución
analítica en la línea que va del Otro (A) al sujeto (S) .

Lacan ubica la libido con la transferencia (como resis tencia) a ni­


vel del obstáculo. Cada vez que aparece . la mención ele la libido, esta­
mos en una dimensión corrida del eje simbólico en el cual debe desa­
rrollarse la curay que va del Otro al sujeto. El resto es espejismo entre
ay a 'y conduce al análisis a un "sin salida 11 Miller indica que Lacan,

hasta El seminario 1 1 , realiza esfuerzos por remover es ta libido ubica­


da en el eje imaginario.
En el seminario de Miller que es lay comentando en paralelo con el
de Lacan, hay un pasaje que me pareció muy sorprendente, y que
casi tuvo para mí ese efecto de "si yo ya lo sabía lqué me impidió
llegar a la conclusión? 11 efecto que a veces surge cuando se es sujeto
,

de la represión. Me refiero a la ilustración que hace Miller del célebre


análisis -por parle de Lacan- del caso de los "sesos frescos"; es decir,
del acting out del paciente de Kris : Quizás tenga ocasión de volver
sobre algunos detalles , pero hoy no porque prefiero darles una visión
panorámica del capítulo.
Algo aparece con un nivel de evidencia tal, que es tá visible para
quien quiera ver. Si no se ve, es porque desde la posición de amor

95
GRACIEI.A BRODSKl'

hacia Lacan, uno no se atreve mucho a locar sus palabras-: " Si Lacan .
lo dice . . . " . Como Mil ler también está en un momento ele inflexión de
su propia enseñanza, se toma entonces algunas libertades que no se
había lomado an tes. Así es como muestra que el análisis que hace
Lacan del caso ele Kris es para criticarlo y decirle: " Interpretando como
usted interpreta, lo que hace aparecer es la pulsión " . Y es a eso a lo
que Lacan l lama acting out, mientras que lo que hay que preservar en
la cura, dice enfáticamente Lacan, es el deseo de robar nada.
Es, si lo recuerdan, el caso del paciente que se piensa plagiario y a
quien Kris le demuestra con hechos tomados ele la realidad que no
hay plagio alguno. El paciente lo comprueba efeclivamente y, así como
al pasar, le dice: " Le quería contar algo, que cuando yo salgo de se­
sión me voy usualmente a un barcito ele la esquina y me como una
exquisita porción ele sesos frescos, que es mi plato predilecto". Lo que
dice Lacan es que "sesos fres_cos" es la irrupción pulsional, al l í donde
el análisis debería habet preservado el obje to nada. El objeto oral se
superpone al objeto nada, que debería haber siclo el objeto del deseo,
como deseo de nada, deseo ele comei· nada. Lacan sostiene que hay
que afirmar al paciente en su posición ele cleseanle, pero deseanle ele
nada, mientras que la in terpretación ele Kris pone sobre la mesa el
deseo de algo, ele algo que es un objeto ele. la pulsión oral: la comida.
Miller pregunta con mucha claridad: ¿por qué eso estaría mal? ¿Por
qué hacer que la pulsión entre en escena estaría mal? Así muestra
que en el análisis famoso del caso hay, por parte ele Lacan , una pro­
moción del deseo (ubicado siempre en relación a lo que falla) y una
desvalorización de la pulsión (ubicada en relación con la satisfacción) .
Con tres renglones Miller cuestiona todo el análisis que hace Lacan
sobre el famoso acting out. Muestra que, efectivamente, la posición
de Lacan privilegia la dimensión del deseo a costa de aplastar la di­
mensión de la pulsión y que, fi nalmente, toda la obra de Lacan hasta
El seminario 1 1 , con su promoción del deseo (como deseo de nada,
de otra cosa, que se desliza bajo la cadena) es una desvalorización
concomitante de la dimensión ele la pulsión. Así, cada vez que la pul­
sión reaparece, necesita darle una vuel ta. Hasta que, finalmente, lle­
gamos a es ta clas e donde se plantea cómo hacer en trar a la pulsión
en toda es ta historia. Mil ler aclara de es ta manera algo del cas o de ·
Kris que, por lo menos para mí, insistía bajo la forma reiterada de una
pregunta: ¿por qué era un acting out?
Es así como sigue Lacan , con idas y vueltas, cuando dice: 11 Recu­
rramos a consideraciones históricas". Vuelve a tomar a Jung e, inme-

96
FUNDAMENTOS

cliatamente, loma a Freud. Y hace una larga disquisición sobre la libi­


do. En la página 159 dice: " ... es la presencia efectiva, como Lal, del
deseo". Es decir, que llegado el momento de hablar ele la realidad
sexual del inconsciente, habla de la libido y lqué hace? Echa mano a
su viejo término: el deseo. ·
Le reconoce algo a Ricoeur, que es un filósofo contemporáneo de
Lacan. Dice que, al realismo del inconsciente, Ricoeur le opone que
el inconsciente no es sino laguna, corle, ruptura, y que se inscribe en
cierta falla. Se ve el retroceso, pues vuelve a decir : es un corte, es una
falla. Estamos totalmente de acuerdo con eso pero, lcómo se mete la
sexualidad en esto?
Así, el concepto de deseo lo lleva a decir (página 1 60): "Yo sosten­
go que con el análisis (. . . ) debe revelarse lo tocante a ese punto nocla!
por el cual la pulsación del inconsciente está vinculada con la reali­
dad sexual". Y a ese punto nocla} lo vuelve a llamar, en la clase XI I ,
deseo.
Esto cambia a partir de la clase XIII. Estamos en el punto exacto en
que Lacan abandona la cuestión del análisis centrado primordialmente
en el deseo, para pasar a la cuestión del análisis planteado esencial­
mente en torno a la pulsión. Y en esta clase XII del seminario, uno lo
ve yendo y viniendo (como yo misma hoy, al comentarla) porque está
1

hablando, no se trata de un escrito, está elaborando un nuevo aborda­


je en su enseñanza.
En la página 160 dice: "Este punto nodal se llama el deseo, y toda la
elaboración teórica que he llevado a cabo estos úllimos años busca
mostrarles, siguiendo paso a paso la clínica, cómo el deseo se sitúa en
la dependencia ele la demanda -demanda que, por articularse con
significantes, deja un resto metonímico que se desliza bajo ella, un
elemento que no es indeterminado, que es una condición a un tiem­
po absoluta e inasible, un elemento que está necesariamente en im­
passe, un elemento insatisfecho, imposible, no reconocido, que se
llama: deseo. " Conviene aclarar que la insatisfacción no va bien con
la pulsión, cuya característica es la de satisfacerse siempre. Sigo con
la cita: " Esto constituye el punto de empalme con el campo definido
por Freucl como de la instancia sexual en el plano del proceso prima­
rio".
Es te párrafo es retrógrado con respecto a la dirección en la que
intenta avanzar, porque dice: "El punto de empalme entre el incons­
ciente y la realidad sexual, es el deseo". Y al deseo lo define · como
siempre, por la arliculación con la insatisfacción. Es cierto que está la

97
GRACIE:LA f3ROOS1'1'

necesidad, que .tiene algo más vinculado al apremio, al objeto sobre


el cual se puede poner la mano encima. Pero la necesidad, para La­
can, es tá necesariamente desna turalizada por la demanda de no se
sabe qué, al extremo ele ser demanda dé amor, es decir, de nada sus­
tancial . Cuanto más s atis facción de la demanda hay en el plano de la
necesidad, más intensa aparece la demanda de amor. En es ta metá­
fora entre la neces idad y la demanda queda un res to, que es lo que la
demanda no puede satisfacer, lo que ele la necesidad vuelve , no s e
sabe y a d e qué manera, y e s a es e res lo a lo que llama deseo.

=d

Hay algo que insis te, pero que ins iste bajo la forma inas ible, i ns a­
tis fecha, imposible, no reconocida que se llama deseo. Dice Lacan
que entre la sexualidad en s u aspecto de realidad (lo biológico) y el
sis tema del inconsciente, el mediador es el deseo. Mientras que lo
que dice Freud es q ue la pulsión es un concepto l ímite entre lo bioló­
gico y lo psíquico. Son s us palabras en 1 9 1 5. Y uno ve que Lacan no las
quiere lomar, que no es tá del todo dispues lo a hacer ese movimien to.
Cuando es ta ahí, a punto de hacerlo, sin embargo dice: es el deseo" .
11

E n l a clase XII leemos que la función del deseo e s e l residuo úl timo


del efecto del significante en el s ujeto. Lacan también hace la equipa­
ración ya conocida entre el deseo y la alucinación, al demos trar que
no tiene nada real ahí. Y_ pasa a una consideración que pone nueva­
mente en escena a Freud.
Pasemos a la otra escena, a la página 1 6 1 . Entre los dos textos de
Freud que us tedes van a leer para la próxima -" Formulaciones sobre
los dos principios del acaecer psíquico" y "Pulsiones y des tinos de
pulsión"- hay una diferencia enorme, que les pido que tengan en cuen­
ta. Se trata ele una diferencia en la manera de pensar. de Freud entre
uno y otro. ¿cuál es el punto decisivo al que se aferra Lacan? El punto
decisivo es que, en el primer texto, Freud plantea el predominio del
principio de plé!cer por sobre el principio de realidad. Toda la discu­
sión hay que tomarla en es te contexto fr eudiano. Hay trans ferencia
del principio de placer en el principio de realidad pero , a no confun­
dirse, pues el pri ncipio de realidad ·continúa sirviendo a los fines del
principio de placer, con un rodeo más largo. Es decir, que bajo el apa­
rente dualismo -principio de placer-principio de realidad- lo que Freud

98
FUNDA,\IENTOS

propone es un monismo. Todo es principio de placer, sólo que obleni"


do de maneras distintas: -uno en lo inmediato y el otro con el rodeo
que impone la realidad; pero se lrala siempre del principio de placer.
Cuando lean " Pulsiones y des tinos de pulsión" van a ver que no es
exactamente así, porque Freud ubica allí un yo de placer inicial y una
realidad ajena al yo de placer inicial. Es decir, que no ubica a la reali"
dad como una elaboración de rodeo consecutiva de la persistencia
del principio de placer. La ubica, por el contrario, como un elemento
de inicio. lQué es lo que señala en 11 Pulsiones y destinos de pulsión"?
Que lo que define a la realidad es estar desexualizada. Es decir, el yo
es equivalente a puro placer y lo que no es puro placer se opone al yo
con un carácter de indiferencia o ajenidad, que recién en un tercer
momento va a devenir has tilidad.
Freucl hace ahí una diferencia entre el yo y la realidad en función
ele la sexualización y la elesexualización. Es así que da una idea com"
plicada de la desexualización de la realidad y la desexualización ele la
libido. Lacan discute la idea ele libido desexualizada. Para pensar la
sublimación, por ejemplo, le parece una contradicción en los térmi"
nos. Pero no discute la idea ele la realidad desexualizada. A tal punto
no la discute, a tal punto . considera que hay una operación que
sexualiza la realidad y otra que la clesexualiza, que lo reafirma en la
página 1 79, en una respuesta que le da a M athis (que es como un
Chiozza francés, dedicado a interpretar las enfermedades del hígado,
los pulmones, los riñones, ese tipo de co:5as). Es cuando Lacan habla
de las zonas reducidas a su función de borde en la pulsión, que Mathis
pregunta por el esófago. Responde Lacan: " ... consideramos que [ esas
otras zon as ] intervienen en esa zona de c aída que denomino
desexualizadón y función de la realidad". Es decir, que homologa
desexualización y función de la realidad. La realidad surge cuando
hay desexualización.
Lacan da un ejemplo: " En la función en la que el objeto sexual se
escurre por la pendiente de la realidad y se presenla como un paque"
te de carne, surge esa forma de desexualización tan manifiesta que,
en la histeria, se llama reacción de asco". Si el asco es equivalente a la
desexualización de la realidad, esto quiere decir que, para que la rea"
·(idad funcione como una 1·ealidad con la cual hay vinculaciones
Iibidinales, hace falta que se sexualice. Es como si la desexualización
de la realidad la convirliera en lo que es, es decir, en un "cachq 9e
carne". Y Lacan dice: ubiquen ahí el asco histérico, como algo total"
menle solidario con la idea de la desexualización de la realidad.

99
GRACIEL,I BRODSKI'

Una vez que ha uti lizado dos renglones de. " Pulsiones y des tinos de
pulsión 11 para decir despectivamente que ésta es la hipótesis de Freucl
-que la realidad es desexualizacla- viene l a gran cues tión de este ca­
pítul o, con la cual concluiremos nues tra reunión de hoy.
Comenta el caso de Ana O. y dice que para que algo sea considera­
do de la realidad, es to s upone una des exualización. En la trans feren­
cia, la real idad del i nconsci ente se sexualiza. És a es la fórmula a la
que podemos llegar uniendo dos planos dis tintos : el plano de la reali­
dad sexual y el plano del inconsciente. El peso de la realidad sexual se
inscribirá en la transferencia deslizándose baj o lo que ocurre en el
discurso analítico, para ir cobrando forma en el dis curs o de la deman­
da, ya que introduce el deseo, la libido, el principio de placer (página
1 6 1 ) . Nuevamente es un planteo re trógrado. Habla del ocho interior,
ele la mitra, e insiste en que el deseo es el l ugar de empalme. Es como
si todo el des arrollo titubeante de e� te capítulo lo llevara a poner el
des eo acá, como conec tor entre es tas dos cos as que ha mantenido
s iempre desconectadas .

El inconsdente es tá es t �uc turado como un lenguaje


l deseo

La. realidad del incons ciente es la realidad sexual

En la transferencia se ins tala la demanda. Que se instale la deman­


da, hace que s e ins tale el deseo, porque l a demanda va a ser insatisfe­
cha. El hecho de que se instale el deseo reintroduce, dice Lacan, el
campo de la sexualidad en el i ncons ciente. Es un intento fallido, pues
el deseo no sirve para ciar cuenta de eso. Es tá recurriendo a un con­
cepto que ya no le viene bien .
Lacan afirma que es tos dos planos que mantuvo siempre s epara­
dos se conectan vía el deseo. Así es to no funciona. lQué es lo que
hace, entonces? De una manera admirable, agrega una pregunta in­
sólita: "¿Cuál es este deseo? 11 lDe qué deseo se trata? Y responde eli­

minando toda dimens ión del deseo como articulado en la demanda ,


insatisfecho, etc . , etc. Dice : " . . . el deseo en cues tión es el des eo del
analis ta 11 Esto cae como del cielo, realmente del cielo'. Pero es exacta­

mente la cues tión que va a abordar, poniéndose a analizar los deseos


de los analistas .

1 00
FUNDAMENTOS

En la página 165 nos encontramos con el deseo de Breuer, que es


el deseo de tener un hijo y que desencadena todo el tema con.Ana O.
Esta paciente parloleaba y parloteaba -era la chimney cure- pero de
golpe se arruina todo, pues se le tira a los brazos y también quiere
"sesos frescos". Dice Lacan: " . . . lpor qué no considerar más "bien el
embarazo de Bertha Pappenheim, según mi fórmula el deseo del hom­
bre es el deseo del otro, como la manifeslación del deseo de Breuer?" .
Lacan piensa que l a sexualidad entró en ese análisis vía Breuer.
Después analiza el deseo de Abraham, bajo la forma de "La contri­
bución que hace cada quien al mecanismo de la transferencia, apar­
tando l a de Freud ... " . Como ven, Lacan es muy respetuoso con
Abraham, de quien dice que " . . . quería ser una madre completa".
Luego le toca el turno a Ferenczi , el padre soltero o el "hijo-padre".
De Nünberg dice que " ... se muestra a sí mismo en la posición del árbi­
tro de los poderes de l a vida y de la muerte (. .. ) aspiración a una posi­
ción divina".
Lacan se plantea de dónde viene el deseo que hace entrar la reali­
dad sexual en este campo que es un campo de palabras. Y responde:
del deseo, pero del deseo del analisla.
Finalmente, lde quién habla si no es de él mismo? Pues es su pro­
pio deseo el que está haciendo entrar a la realidad sexual en el campo
del inconsdente, y es también su deseo el que había mantenido hasta
ese momento proscripta a la pulsión de este campo. Habla de él y de
su propio deseo. No lo enuncia, pero no creo equivocarme en este
punto. Su deseo de proscribir la pulsión estaba al servicio de defender
la concepción del inconsciente estructurado como un lenguaje. Cuan­
do dice que para que esos dos campos se unan -cuando nada parece
destinado a unirlos-, lo que hace falta es el deseo, pero el deseo del
analista, entiendo que está hablando de él mismo. De hecho, la se­
sión siguiente se llama " El desmontaje de la pulsión", y finalmente
Lacan se dedica, por primera vez, a escudriñar el texto "Pulsiones y
destinos ele pulsión", que nunca hasta ese momento había trabajado
a lo largo de su enseñanza. · Lo había mencionado, un poco por aquí y
por allá, pero nunca lo había abordado en detalle.
A partir de esta clase XIII asistimos a un movimiento que tiene gran­
des estaciones pósleriores. La primera, en El seminario 17, donde el
saber aparece como medio de goce. La segunda, en El seminario 20
y aledaños, donde lo que pasa a primer plano es que el inconsciente,
si está estructurado como un lenguaje, es goce de la repetición. Es
decir, que la reconsideración de la pulsión a la que asistimos trae como

101
ÜIMCIE/.,1 f3RODSl<.T

,,
cGnsecuencia la promoción poslerior del término "goce , que se in­
Lrocluce en la estructura misma del inconsciente. Es el final del arco
que, por cierto, no vamos a recorrer completo, pero creo haberles tras­
mitido algo de una lectura· posible ele la clase XII de El seminario 1 1 .
Eslamos sobre la hora. Nos veremos después de las vac·aciones de
invierno.
Les indico la bibliografía necesaria y básica para. que ustedes tra­
bajen: " Pulsiones y destinos de pulsión", y "Formulacione� sobre los
dos principios del acaecer psíquico", de Freud. Pueden leer de Lacan
el lexto "Del Trieb de Freucl y del deseo del psicoanalis"ta" que está en
los Escritos. Pueden leer también los párrafos vinculados con lo que
estuvimos viendo de " Posición del inconsciente", que es el texto don­
de Lacan despliega por escrito algunas de las cuestiones sobre las
que habla en El seminario 1 1 . Como ven, hay un panorama amplio de
lectura para la próxima reunión.
Hoy no vamos a tener tiempo para las preguntas, pero rpe las pue­
den hacer llegar.
Hasta la próxima y gracias .

16 de j unio de 1990

1 02
VI . LAS PARADOJAS DE LA PULSIÓN

Tralaremos ahora ele determinar cuál es el rumbo que va a lomar


El seminario 1 1 de Lacan. Tenenios por delante tres capítulos -XIII,
XIV y XV- deslinados a la presentación ele la pulsión, hacia los cuales
parece converger Lodo el seminario.
He hablado en la última reunión de la pulsión, ubicándola -según
una indicación de Miller-como el obstáculo epistemológico de la en­
sefianza ele Lacan, qu�en avanzó en sus elaboraciones inlenlanclo
dejarla por fuera.
La enseñanza de Lacan presenta ciertas dificultades para incluir la
pulsión dentro de su lógica. Por eso estaba puesta entre paréntesis.
Cada vuelta teórica de la pulsión condicionaba en cierto modo el es li­
la mismo de su enseñanza. El seminario 1 1 viene a ser como el punto
extremo de esta lógica y, al mismo tiempo, la apertura en donde la
pulsión hace su entrada por la puerta grande, como uno de los cuatro
graneles conceptos.
Los Lres capítulos siguientes están elestinados a la presentación ele
la pulsión. Curiosos capítulos,· porque en realidad son un comentario
hecho por Lacan de un texlo ele Freud. Un comentario que, a decir
verdad, aporta muy poco de nuevo al texto freudiano, que correspon­
de a la época de la Metapsicología: "Pulsiones y destinos de pulsión",
texto que -hasta ese momento-no había sido comentado nunca por
La can.
Los Lres capítulos siguientes son de alguna manera el prólogo al
gran desenlace de El seminario 1 1. Presentan entonces la pulsión en
términos freudianos. ¿y dónde desemboca lodo esto? Desemboca en
el úllimo apartado del seminario, en los capítulos finales, que intenlan
articular los cuatro conceptos, una vez presentada la temática de la
pulsión. Se abren a partir de ahí dos posibilidades de lectura. Como
normalmente sucede, hay que elegir. Y pienso que la que realmente
conviene elegir es una.
Si ustedes leyeron el seminario hasta el fin·al o en los talleres están
trabajando parle de los capítulos finales, habrán visto que toda la úlli­
. ma parle converge en la pues la en funcionamiento de dos operacio­
nes que son las operaciones de alienación y separación. Son presen­
tadas como dos momentos, mutuamente articulados, de lo que sería

1 03
Gu,1c1t.·L,1 BRODSKI'

la �onstitución del sujeto. Es decir, que Lacan intenta responder de ·


esa manera a una pregunta, que es la pregunta por el origen del suje­
to, pero no en una perspectiva del desarrollo. No se trata de una pre­
gunta evolutiva. Así despliega dos operaciones lógicas que vamos a
ver cuando llegue su momento: alienacióny separación.
La orientación que voy a seguir no es precisamente la de respon­
der a la pregunta por el surgimiento del sujeto. La perspectiva que voy
a tomar es la de entender las operaciones de alienación y separación
como momentos de la cura psicoanalítica. Se trata de dos momentos
ele la sesión psicoanalíticay no necesariamente de dos momentos de
la cura. Tomar estas operaciones como dos momentos de la cura im­
plicaría darles el sentido de una progresión: que un análisis, por ejem­
plo, avanzaría de la alienación a la separación. De algún modo es cier­
to, pero hay otros modelos, otras maneras más interesantes, más ri­
cas que Lacan inventa para dar cuenta del trayecto de una cura. Es
básicamente lo que presenta en el seminario " El acto psicoanalítico".
La lógica de la alienacióny la separaci�n es más provechosa si se la
considera en la estructura misma de la sesión. Se presentan como
dos momentos de cualquier sesión, ciado que en cualquier sesión se
puede demostrar este doble movimiento. Y es con esta perspectiva
que hay que retornar cada vez a los cuatro conceptos.
lQué es lo que tenemos como terreno firme hasta ahora? Sobre el
inconsciente, el terreno firme es lo nuevo. Lo nuevo que produce El
seminario 1 1 es la idea ele que además de que el inconsciente está
estructurado como un lenguaje (queya es una doxa de la enseñanza
de Lacan), también hay que tener en cuenta su pulsación.

Inconsciente (pulsación)

Es decisivo tener esto presente si queremos llegar a la demostra­


ción de la alienacióny la separación corno momentos de la cura. lPor
qué? Porque la idea de que el inconsciente se abre y se cierra es un
hecho clínico que se verifica durante todo el análisis, e incluso en la
unidad mínima del análisis que es la sesión.
No se podría decir, al menos· no rápidamente, que el análisis va
desde la apertura del inconsciente a su cierre. En primer lugar, porque
la experiencia muestra que normalrnenL·e el inconscienle no eslá en
ejercicio desde el inicio. Es decir que cuando un paciente llega, no
tenemos la apertura del inconsciente. Normalmente, lo que tenemos,

1 04
FUNDAMENTOS

es su cierre, que se acompaña perfectamente con el sufrimiento, con


el padecimiento. La apertura del inconsciente o, lo que es lo mismo,
las producciones del inconsciente requieren normalmente de un tiem­
po que es el tiem·po que Lacan destinaba a las entrevistas prelimina­
res (que seguimos haciendo). Es decir, que la aperturay el cierre del
inconsciente no marcan el recorrido del análisis. Aunque es cierto que,
desde la perspectiva de la enseñanza final de Lacan, se podría decir
que al final del análisis hay un cierto cierre del inconsciente, pero el
término que usa entonces Lacan no es "cierre del inconsciente", y
también hay que demostrar por qué. Pero efectivamente deja perfilar
que para un sujeto hay un momento de cierta separación, no del ana­
lista -eso es coyuntural- sino una cierla separación respecto del in­
consciente mismo. Hay un momento en el cual cae el interés por res­
ponder a "qué significa lo que a mí me pasa", en tanto entendemos la­
apertura del inconsciente como la producción ele las famosas forma­
ciones del inconsciente, cuyo sentido es opaco para un sujeto. Es eso
lo que llamamos la apertura del inconsciente. Hay formaciones, sue­
ños, lapsus que son enigmáticos, y no siempre a nivel del sufrimiento,
porque a veces alguien llega al análisis porque tiene un sueño que se
repite, lo que no constituye precisamente un punto de padecimiento,
sino un punto de enigma.
Lo que implica que haya apertura del inconsciente, entonces, es:
Primero, que haya formaciones del inconsciente. Segundo, que
tengan ulia significación opaca para el sujeto, que el sujeto no sepa
qué quieren decir. Tercero, que el sujeto suponga que quieren decir
algo. Si no existe la suposición de que quieren decir algo no hay aper­
tura del inconsciente, aún cuando haya proliferación de formaciones
del inconsciente.
Es una indicación ele Freud, cómo la proliferación de sueños, por
ejemplo, en el· curso de un análisis, puede ser exactamente lo contra­
rio a la apertura del inconsciente, puede ser el punto de máxima resis­
tencia, el punto ele no querer saber nada. Un paciente puede llenar el
análisis con sueños que se cuenlan con una curiosidad subjetiva, sin
que el sueño suponga la idea de que eso significa algo y sin que se
sepa qué.
Entonces, la idea del inconsciente como pulsación se puede verifi­
car en cada sesión.
El segundo punto firme al que hemos llegado es la idea de que la
repelición liene dos caras. Una cara que es automaton , que es la in­
sistencia ele la cadena significanle (a la cual Lacan prefiere no llamar

1 05
GRtlCIEl,\ IJROIJSKl'

repetición, sino relorno). Y una segunda-cara, que es la que le intere­


sa, que es la nueva, la que aporta El seminario 11 , la tyche, que indica
que finalmente hay una clireccionalidad siempre fallida en la repeti­
ción. · Hay un mal encuentro. Mal encuenlro porque es un encuentro
que no se produce, y porque precisamente genera una nueva búsque­
da en la misma dirección con el mismo resultado. Eso va delineando
un trayeclo alrededor de un objeto imposible ele alcanzar. Es ésta la
idea de repelición que a Lacan le inleresa.

------- Retorno (automaton)


Repetición
------- Tyche

En cuanto a la transferencia, este concepto es presentado en el


seminario de tres maneras . . Pero hasta el momento Lacan ha presen­
tado solamente dos. ¿cuáles son esas dos maneras? Como cierre del
inconsciente , y como puesta en acto ele la realidad sexu�l del incons­
ciente.

------- Cierre del inconscie � te


Transferencia
------- Puesta en acto de la realidad
sexual del inconsciente

Una primera articulación que podemos hacer rápidamente es que


la pulsación del inconsciente (su apertura y cierre) coincide con la
transferencia.
En un primer sentido, la transferencia se articula al inconsciente si
se lo. toma en su momento ele cierre. Hay que decir que las dos ver­
tientes de la transferencia -como cierre del inconsciente y como puesta
en acto de su realidad- corresponden (aun cuando la fenomenología
no es exactamente la misma) al momento de cierre en la pulsación
del inconsciente.
Lo que queda, que. todavía Lacan no ha presentado, es cómo se
articula la transferencia con el momento de la apertura. Pareciera que
hasta aquí, Lacan piensa la transferencia solamente ·como obstáculo,
como resistencia, entendiendo esta resislencia como cierre del in­
consciente.
Lo que falta es la presentación, que Lacan guarda para el final, de
la transferencia como "sujeto supuesto saber". Es decir, lo que llama

1 06
FU1\1DAME:NTOS

en el seminario el "pivote de la transferencia" . Y el pivote de la transfe­


rencia, en tanto sujeto supuesto saber corresponde a la apertura del
inconsciente.
· Cie rre d e l i nconsc i e n l e

·
TRANSFERENCIA/ Pue s ta e n a c t o de la reah-. } CIERRE = se 1)aración

dad sexual d e l i ncons c i e n te


S ujeto s upues to sabe r -4- APERTURA = alienación

Es algo que todavía Lacan no presenta, pero que es necesario ade­


lantar porque de lo contrario la construcción general se oscurece.
Por ejemplo, para que se vea la utiliclacl de pensar la alienación y la
separación como momentos de la cura e incluso de la sesión, diga­
mos que la alienación coincide con la apertura del inconsciente. Co­
incide en tanto la alienación supone la direccionaliclad del sujeto ha­
cia el Otro, a través de la pregunta "¿quién soy' ?", o más bien "¿qué
sentido tiene mi existencia?". Formulo·aquí los términos de la aliena­
ción un poco a la ligera, pero se puede sintetizar su noción diciendo
que la alienación es la búsqueda del sentido en el campo del Otro,
sostenida sobre todo en la pregunta "¿qué significa?". Esto es lo que
coincide con la apertura del i nconsciente.
Se ve la vinculación que hay entre la estructura de la ali enación, la
apertura del inconsciente y la construcción del sujeto supuesto saber,
que Lacan había ido desarrollando como si fuesen compartimentos
separados. No hay apertura del inconsciente si no hay búsqueda de
s·entido en el campo del Otro. Y eso es el sHjelo supuesto saber.
Avanzo rápidamente, dado que se podría tomar en detalle cada
uno de estos temas, pero quiero delinear la arquitectura general. Por­
que ahora tenemos que recordar que, si hay esta doble cara de la
transferencia como apertura y cierre, que coincide con la pulsación
del inconsciente, no tenemos que olvidar la afirmación ele Lacan ele
que la transferencia no es la repetición. Y, si es la repelición, es la
repetición del encuentró fallido, del mal encuentro.
Con respecto a la pulsión, Lacan la presenta diciendo: 11 Me acusan
de habei· dejado de lado la pulsión, siendo que es lo primero que salla
a la vista ele nuestra práctica". Sin embargo, J.-A . Miller demuestra que
efectivamente Lacan la había dejado ele lacio. El ejemplo del acting

1 07
GR,ICIELA 8RODSKI'

out del paciente de Kris (el caso ele los "sesos frescos") que comenté
la v�z pasada es la prueba irrefutable de la posición ele Lacan respec­
to· de la pulsión. Pues allí donde podría haber dicho: "bravo por la in­
terpretación que hace ·emerger el objeto oral", · dice: "se equivoca la
interpretación, hay que interpretar que quiere comer nada" . Ahí se ve
el punto en que Lacan promociona la nada como objeto, el deseo, a
costa de la pulsión en su dimensión más freudiana.
Hay que recordar el contexto. Es el año 1964. En el año 1960 fue el
famoso Congreso de Bonneval del cual los ele mi generación nos vol­
víamos locos por conseguir las actas. Fue el gran debate sobre el in­
consciente, en el que Laplanche y Leclaire presentaron sus trabajos
tratando de incluir de alguna forma la cuestión de la pulsión.
Lo que tenemos, entonces, es el comentario de "Pulsiones y desti­
nos de pulsión" . La primera observación a hacer es que, con el apoyo
de Lacan, J.-A. Miller ha titulado este capítulo "El montaje de la pul­
sión". El término "montaje" es_ propio de Lacan. Lo vuelve a usar en su
texto sobre el deseo del analista, en el que se refiere a la pulsión en
términos de montaje. Hay que ver qué significa esta idea. Lacan da un
ejemplo que es una representación surrealista, en la que hay una toma
de agua de la que salen unas plumas que van a hacer cosquillas al
vientre de una mujer.
Pienso que esto está inspirado en alguna obra de Marcel Duchamp,
tal vez La novia desnudada por sus solteros (La mariée mise a nu par
ces célibataires, meme) o Dados (Etant donné). Las he visto y tienen
algo de ese movimiento. En tocio caso, en términos de lo que se cono­
ce hoy, la idea de montaje es la idea de una instalación. No sé si están
familiarizados con el arle contemporáneo. Quizás sean menos con­
temporáneos de lo que me imagino.
lQué es una instalación? Por ejemplo, se toma una sala,y en ella se
disponen elementos, parte de los cuales tienen trucos mecánicos o
efectos visuales logrados con proyectores o con láser. Hay partes plás­
ticas, parles mecánicas, partes ele videos. Y lo curioso es que el espec­
tador no es un espectador. Uno no tiene la misma actitud que tendría
frente a un cuadro. A medida que se circula por la sala el espectáculo
cambia. Por ejemplo, uno puede verse reflejado en un espejo a través
de un láset y estai' acompañado por una imagen virtual. Una vez parti-
cipé en una maravillosa instalación en San Pablo que consistía sim­
plemente en fotos macros, y se trataba de descubrir a qué parte del
cuerpo correspondía la imagen. Era un primer plano muy acentuado,
con el agregado del latido, de la respiración. Una particularmente in-

1 08
FUNDAMENTOS

teresante era la nuez de Adán ,. lo cual no era apreciable fácilmente, y


la respiración y los latidos introducían lo vivo en la foto.
Pues bien, eso es una instalación. Y cuando Lacan afirma que la
pulsión, tal como Freud la presenta, es un montaje qtiiere decir que
su estructura está conformada por elementos imaginarios, simbóli­
cos y reales.
Lacan retoma los cuatro componentes de este montaje, y se detie­
ne en el empuje, el Drang, para indicar que lo que caracteriza a la
pulsión es su empuje, y este empuje es constante. Sigue en esto la
misma lógica de Freud.
Esta característica ele un empuje constante diferencia a la pulsión
de cualquier vinculación con el instinto, porque el instinto presenta
ciclos. Además, el instinto ofrece dos posibilidades: o se. satisface, o
muere el sistema. A diferencia de esto, Freud (y Lacan lo sigue) en­
cuentra que la pulsión es un empuje constante. Es decir, que la idea
del requerimiento pulsional es la de un requerimiento cuya modali­
dad lógica es el "no cesa".
Algunos de ustedes saben que más adelante Lacan recurre a la
lógica modal para ciar cuenta de lo posible, lo imposible, lo contingen­
te y lo necesario. El "no cesa" corresponde a la modalidad lógica de lo
necesario. Pero asume dos formas: lo que no cesa de producirse y lo
que no cesa de no producirse. Dentro de esas formas del "no cesa", la
pulsión sería lo que no cesa de producirse. Es decir, que su modalidad
lógica corresponde a lo necesario. No cesa de producirse, no cesa de
insistir.
Este carácter de "no cesa" es lo que le da su matiz de exigencia. Y
es este matiz de exigencia lo que le permitió a Lacan articular la pul­
sión con la demanda. Durante mucho tiempo (todavía en este semi­
nario aparece, pero básicamente corresponde al texto "Subversión del
sujeto... ") Lacan escribió en su grafo la pulsión como� oD, donde$
es el sujeto y O es la demanda. Se trata del sujeto aferrado a una de­
manda, pero es una demanda de la que no se puede decir con propie­
dad que esté dirigida a un Otro. En esto se diferencia de la demanda
de amor, que pide del Otro un signo. También se diferencia de la de­
manda articulada al deseo, que se convierte en una demanda cuya
dirección al Otro es indudable, y cuyo efeclo es que el Otro no la satis­
face nunca, pues hay un resto que queda insatisfecho y que Lacan
llama deseo.
Al contrario, la demanda pulsional no parece dirigirse a ningún Otro.
Es una demanda, si se quiere, que se agola en su propio demandar.

109
GnAclF.L,1 Bnoosf.T

Ésta es la razón por la que en su momento, para dar cuenta de este


carácter de exigencia que no cesa, Lacan prefirió no articular la pul­
sión con la demanda sino con la voluntad. Porque, efectivamente, la
idea de la formulación de una demanda qüe no se dirige al Otro resul­
ta contradictoria en sus propios términos. Esto es lo que lo hace optar
por el término voluntad para dar cuenta de esa exigencia que no cesa.
Ahora bien, cabe preguntarse: lexigencia de qué? Y la respuesta
de Freud es: de satisfacción. Mientras la demanda quiere un objeto o,
más precisamente, un signo, la pulsión exige la satisfacción. Lacan
loma esta idea para afirmar que "es la satisfacción de 1.a pulsión lo
que nos conduce a esta paradoja de la clínica psicoanalítica". Hay
que detenerse en este punto, decisivo para la presentación de la pul­
sión.
Voy a leer el párrafo: A estas alturas, Lodos los psicoanalistas aquí
11

presentes deben sentir hasta qué punto anuncio con estb el nivel de
acomodación más esencial. Está claro que aquellos con los que tene­
mos que habérnoslas, los pacientes, no están satisfechos, como se
dice, con lo que son. Y no obstante, sabemos que todo lo que son,
todo lo que viven, sus mismos síntomas, tienen que ver con la satis­
facción. Salisfacen algo que sin duda va en contra de eso con lo que
podrían satisfacerse, lo satisfacen en el sentido de que cumplen con
lo que ese algo exige. No se contentan con su estado, pero aun así,
estando en este estado tan poco conlenlador, se contentan. Toda la
cuestión radica, justamente, en saber qué es ese se [se contentan]
que ahí es contentado".
Este párrafo es decisivo. I-lay que recordar los destinos que Freud
le da a la pulsión para que se entienda la paradoja en la que estamos.
Se trata ele cuatro destinos que Freud enumera en "Pulsiones y desti­
nos... ", y un quinto que agrega en "La represión 11 que e� el texto si­
,

guiente. Los enumero:


0
La transformación en lo contrario
0
La vuelta hacia la propia persona
• La represión
0
La sublimación
La transformación en angustia
0

Con respecto a la transformación en lo contrario, Freud dice que


tiene dos modalidades. La primera es la transformación de pasividad
en actividad. Por ejemplo, transformar el sadismo en masoquismo, o
el placer escópico en exhibición. La segunda manera de transforma-

110
FUNDAMENTOS

ción en lo contrario es la lransformación del contenido, de la cual Freud


dice que hay un solo caso: la transformación del amor en odio. A su
vez, esto se divide después en varias categorías: transformación ele
amar en ser qmado, transformación del amor en indiferencia, ele. Todo
esto forma parte del primer destino ele la pulsion que es la transforma­
ción en lo contrario.
El segundo destino es la vuella hacia la propia persona. Aquí utiliza
Freud los mismos argumentos. El masoquismo es un ejemplo de vuel­
ta hacia el propio sujeto del sadismo inicial (en esa época Freud pen­
saba el sadismo como primario).
Lacan se detiene en los otros dos destinos: en la represión y en la
sublimación. Es ahí donde aparece la paradoja.
Tomemos rápidamente la paradoja de la subHmación. La pulsión
puede salisfacerse desplegando una aclividacl que no tiene nada que
ver con la actividad que le correspondería. Por ejemplo, dice Lacan:
"ahora no estoy copulando, les estoy hablando y, sin embargo, puedo
alcanzar la misma salisfacción que copulando". Eso es la sublima­
ción. lCómo se enliende que se obtenga la misma satisfacción ha­
blando que haciendo el amor? El giro que da Lacan es encantador
porque sugiere que "si no sé qué es lo que hago cuando hablo, habría
que ver qué es lo que hago cuando hago el amor''. Cuestiona enton­
ces lo que parece más evidente. Si se goza ele las dos maneras, lqué
es lo que privilegia el goce del encuentro sexual? En cuanto a la pre­
gunta por aquello de lo que se goza, y que la sublimación lleva al pun­
to máximo, es algo que Lacan no abandona hasta llegar a El semina­
rio 20, donde plantea "la otra satisfacción". "Freud, Aristóteles: la otra
satisfacción", es el título ele un capítulo de El seminario 20, donde La­
can toma al pie de la letra esta idea freudiana, no para esclarecer la
sublimación, sino para avanzar en la idea de que se goce hablando,
que es el problema de la sesión analítica.
El dispositivo analítico invita a un sujeto a decirlo todo y tiene como
norma la abslinencia. Esto quiere decir que dentro del dispositivo ana­
lítico no solamente no se coge, sino que tampoco se toca, ni se besa,
etc. La regla de abstinencia abarca muchas cosas. Pero no llegaría­
mos a decir "aquí no se habla", porque evidentemente se nos compli­
carían las cosas. Sin embargo, lo que el dispositivo analítico·pone en
marcha con la asociación libre es, finalmente, una forma de goce. Así,
la pulsió.n termina satisfaciéndose en la asociación libre misma. �so
da lugar a un fenómeno que no estaba tan contemplado, y que se
articula más con la reacción terapéutica negativa que con la resisten-

111
G1w:1n,1 BnoD.'iJ.:l'

cia o el cierre del inconscienle . .El dispositivo mismo engendra una


satisfacción que lo hace placentero e interminable.
Enlonces, la paradoja de la satisfacción -llevada al campo clínico­
permile ver que la regla ele abstinencia parece un chiste. Porque si
bien es muy fácil prohibir ciertas cosas, que se oblenga satisfacción al
hablar es muy difícil de prohibir en un análisis. Esto requiere volver a
pensar Lodo. Es esto lo que resulta de Lomar una de las paradojas, que
es la de la sublimación.
La otra es la de la represión. lPor qué es una paradoja respecto ele
la satisfacción? Porque Freud dijo, y Lacan no lo desmintió nunca, que
la represión y el retorno de lo reprimido, son una sola y misma cosa.
Del retorno de lo reprimido, lo que toma en el Lexto es el síntoma. Es la
articulación entre la pulsión y el síntoma. Finalmente la pulsión se sa­
tisface en el síntoma.
Se pueden dar cuenta de que es mucho más interesante planlear­
lo así, que plantear que la pulsión se satisface en el objelo oral, anal,
ele. Todo esto está presente y hay que darle su lugar, pero en la clínica
psicoanalílica hay cosas mucho más gruesas para poner de manifies­
to el problema de la salisfacción de la pulsión. Hubo una época en
que para que no hubiese sospecha de satisfacción pulsional, por ejem­
plo, se prohibía mascar chicle en la sesión, fumar, etc. Había que po­
ner de lado todo lo referido a la pulsión oral, por ejemplo. Está bien. Es
una manera ele instalar un "menos". Pero en lo referente a los sínto­
mas uno no le va a prohibir al sujeto que los lenga: "ah no, si uslecl
tiene síntomas, disculpe, no es éste su lugar. Primero cúrese el sínto­
ma y después venga, porque acá no se goza". Parece totalmente sin
sen Licio.
La paradoja mayor de la pulsión es que, en lugar de satisfacerse en
los objetos que le están predestinados, o en los objetos que reempla­
zan a los que están predestinados, se satisface en el sínloma mismo.
Justamente Lacan indica que la pulsión se satisface siempre, sólo que
hay ciertas formas de la satisfacción pulsional que, en lugar de ser­
registradas como placer, son registradas como displacer o sufrimien­
to. Es la misma. satisfacción pulsional qi.Je se transmuta en sufrimien­
to. Y es a esta satisfacción de la pulsión que en lugar de producir pla­
cer, como se supone que debería producir, ·produce displacer, es a
esto a lo que Lacan llama "goce". La satisfacción ele la pulsión en
Lanlo es clisplacentera es la definición del goce: la .ii1sensata juntura
"satisfacción más displacer".

112
FuNDr1MENros

Con esta cuestión se enlaza todo el problema de la Vorstelhmgs­


repréisentanz o represenlante de la pulsión. Saben que Freucl afirma
que la pulsión es un concepto que eslá en el límite ele lo somálico y
lo psíquico. ¿,Cuál es la idea de este conceplo límile? Es que la pul­
si'ón está inscripta en el inconsciente gracias a significantes.' Signifi­
cantes que representan a la pulsión y que siguen el juego de los sig­
nificantes. Se trata de algo que permite ser interpretado, que permi­
te ser desplazado, que permite lodo lo que se permite en el disposi­
tivo analítico con los significantes. Lo que se constituye como para­
doja es que además del represenlante de la pulsión en el incons­
cienle está este otro factor que Lacan nunca ignoró y qbe es lo que
de la pulsión no entra en el inconsciente. Esta idea de que hay algo
de la pulsión que no entra en el inconsciente hace que Lacan haya
avanzado en la dirección de interrogar la relación entre la pulsión y
el inconsciente.
Si tiene que avanzar en esa dirección, no es desde la perspectiva
de la inscripción significante de la pulsión, sino en la perspectiva de lo
que ele la pulsión no entra en el circuito del inconsciente, y que es
teorizado de diferentes maneras. Aquí estamos en 1964. El seminario
15, "El acto psicoanalítico" es de 1967, y en él se pone en su máxima
tensión al inconsciente y la pulsión, pensando el final de análisis como
un nuevo anudamiento, un anudamiento especial entre inconsciente
y pulsión, siendo que ambos están separados. Pero, para eso, la pul­
sión no es pensada en términos simbólicos. Es ésta la dimensión ele lo
que no entra en el inconsciente ele la pulsión.
Faltaría considerar la cuestión del objeto ele la pulsión, totalmente
aleatorio ... en teoría. Freud considera dos objetos, quizás tres, y Lacan
considera cuatro. Se trata de objetos típicos de la pulsión. Para cada
sujeto hay objetos típicos que ustedes conocen: el objelo oral, el obje­
to anal, la voz y la mirada. La idea ele que el objeto es cualquiera, es
refutada por el mismo Freud. También por Lacan cuando se constata
que no hay nada más fijo para un sujeto que su relación con cierto
objeto pulsional. La gente no cambia ele objeto como cambia de ropa.
Hay algo que es efectivamente una elección, que podría haber siclo
cualquiera, pero que cuando es una, se repite siempre igual. Y cada
emergencia ele goce conmemora ese objeto. Eso permite ver la soli­
daridad estrecha entre la pulsión y la repetición.
Es cierto que siempre es la repetición de ese encuentro con ese
objeto, que finalmente no es. Pero la insistencia, ese incesante girar
en torno de los mismos objetos, propio ele la articulación pulsión-re-

113
GRAC/f:LA /3f/ODSKI"

pe tición es lo que Lacan denomina los modos de.goce . No hay nada


más fijo para un sujeto que .su modo de goce.
Respec to de es ta idea ele un modo ele goce que no se desplaza,
Miller dice que hay que ser muy cuidadoso. Se le puede prome ter al
paciente aliviarlo ele sus síntomas, se le puede prometer quitarle sus
síntomas, pero hay que s er muy cuidadoso antes de asegurarle a al­
guien que se puede cambiar su modo de goce. Es una indicación que
loma para la perversión y para la his teria. Uno se puede preguntar por
qué no la loma igualmente para la obs esión. Pero la idea del modo de
goce da cuenta ele la articulación entre pulsión y repetición.
Dejo ahora la cues tión del circuito para la próxima reunión, a fin
ele contes tar una pregunta que se bas a sobre algunas cues tiones que
he desarrollado.
La vez pasada planteé cómo entra la sexualidad al consultorio del
analis ta, a ese terreno s upues tamente des exualizado y regido por la
abs tinencia. Lacan dice que "es el deseo del analis ta el que hace en­
trar la sexualidad entre las cuatro paredes 11 . Lacan mues tra cómo la
cura de Ana O., que avanzaba felizmente con su "limpieza de chime­
nea 1 ' , se acaba de golpe cuando ella se le lira a los brazos a Breuer.
We dónde sale es Lo cuando todo parecía ir tan bien? Y Lacan afirma
que se trata del propio Breuer y su matrimonio. Y entonces agrega que
"corno todo buen burgués Breuer resuelve todo yéndose de vacacio­
II

nes con su espos a y embarazánclola. Por cierto, la hija que fue el resul­
tado de lodo es l.o no terminó bien. La reflexión de Lacan es impresio­
nan le en es te senlido. Sigue después con Ferenczi y su deseo de s er
padre-ni.fio. Y he dicho finalmente que la pulsión entra por el des eo ele
Lacan, porque era Lacan el que la había mantenido afuera, y es s u
des eo e l que la hace entrar por l a puerta grande e n El seminario] 1 .
L a pregunta de Viviana Fruchtnicht es , entonces, lcómo s e articula
es to con el deseo del analis ta? Se acostumbra repetir automáticamente,
como todo lo que se repite, que el deseo del analis ta es el deseo de
obtener una diferencia absoluta y que no se confunde con el deseo de
ningún analis la en particular, no se confunde con el deseo del Sr.
Breuer, ni con el del Sr. Ferenczi o el del Sr. Lacan. Pero, lhas la dónde
es así?
· Por s upuesto, el deseo del analis ta es el deseo de obleneda dife­
rencia abs oluta entre la identificación y el objelo a. Se entiende que el
análisis del analista lo lleva, en el momento ele la ejecución de s u acto,
a poner en res erva su des eo singular, su fantasma singular, su modo
de goce. Es lo que lo lleva a Lacan a decir: lquién es sujeto en el acto
FUNDtlMF.NTOS

analítico? Hay un solo-sujeto, hay uno solo que puede tener formado-
. nes del inconsciente, fantasmas, síntomas: es el analizanle, mientras
que la posición del analista es la de sostener el acto. Una vez dicho
esto -que suscribimos- no hay nada que objetar. No se trata de estar a
favor de la conlratransferencia, pero sí de constatar que la hay. Y, efec­
tivamente, hay que ver qué tratamiento se le da. Pero eso no es lo
interesante. Lo interesante de la pregunta es que introduce una re­
flexión que todavía está por hacerse. ¿cómo se articula primero el
deseo del analista? No me refiero al analista en el ejercicio de su acto,
· porque no es de eso de ·1 0 que está hablando Lacan en estas últimas
páginas. Se trata de cómo se inscribe el analista, en tanto que sujeto,
en la producción teórica del psicoanálisis.
Lo que quiero decir es que el psicoanálisis, hasta el día de hoy, es
de esas prácticas que se articulan al nombre propio. No es algo que
funcione sin nombres propios, sin la marca que esos sujetos ele carne
y hueso, sujetos cleseantes por sobre todas las cosas, han dejado en
sus analizantes. Y eso es un factor ineliminable de la teoría psicoana­
lítica, que puede aspirar a la ciencia, pero sin llegar nunca, justamen­
te por esta solidaridad entre el psicoanálisis y el nombre propio.
Bien . . . Es lo que quería decir. Lo� espero en la próxima.

4 ele agosto de 1 999


VII . ALIENACIÓN Y SEPARACIÓN

Graciela Broclsky:
Siendo fieles a la estructura, hace diez minutos que espero a
Nepomiachi en el pasillo, y Nepomiachi me está esperando sentado
aquí hace media hora. Como ven, no hay nada que permita escapar al
desencuentro, sobre todo al desencuentro entre los sexos.
Siguiendo fieles a la estructura, voy a ceder hoy mi lugar a Ricardo
según un plan que hemos convenido, por el cual, dentro del sector
propedéutico, vamos a hacer un intercambio. Hoy toma la palabra
Ricardo Nepomiachi en este curso, y yo lo haré en el suyo la semana
que viene. Le paso la palabra.

Ricardo Nepomiachi:
Agradezco a Graciela. Luego de esta confesión amorosa, me sien­
to mucho más agradecido de poder estar hoy con ustedes.
Voy a tratar de presentarles, en el contexto del seminario 1 1 , lo que
Lacan vuelve a reconsiderar en su enseñanza, a propósito de las rela­
ciones del sujeto y el Otro. Es importante tener en cuenta que, en efecto,
se trata de una reconsideración nueva de esas relaciones. No es en
este seminario donde por primera vez se da un esfuerzo por articular­
las. Luego trataré de darles una perspectiva de cómo han sido los
movimientos· internos de Lacan a propósito de la relación entre el su­
jeto y el Otro, que concluyen en este seminario con la introducción de
las operaciones de alienación y separación. Esta no será, por supues­
to, la última formalización con respecto al sujeto y el Otro: Pero en
este seminario se trata de alienación y separación.
Todos ustedes ya deben haber captado el lugar particular que ocu­
pa El seminario 1 1 en el contexto de la enseñanza de Lacan. Creo que
conocen todas las cir.cunstancias político-instilucionales que llevaron
a que Lacan dictara "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoa­
nálisis en lugar del seminario de "Los nombres del padre".
II

Se podría hacer una doble lectura de este seminario. La más evi­


dente es: lcuál es la operación que está haciendo Lacan con Freud?
Por un lado., marca el fin ele lo que Lacan llamaba desde 1 953 el retor­
no a Freud. Éste sería el momento culminante y conclusivo, en la

1 17
G!lt\CIF./.11 8RODSKI'

medida en que desde la primer clase se trata de un tributo a Freud,


dado que Lacan va a Lomar cuatro conceplos freudianos como los
fundamentales del psicoanálisis : inconsciente , repetición, transferen-
cia y pulsión.

Inconsciente
Repetición
Transferencia
Pulsión

Sobre estos cuatro conceptos freudianos fundamentales, Lacan va


a iniciar una nueva versión, un nuevo modo de articular el discurso en
psicoanálisis a través de sus maternas que no son freudianos.
Para entender de qué modo Lacan va a reconsiderar la noción de
inconsciente, hay que recordar que esta noción estaba totalmente
desvalorizada por la psicología del yo, que es el punto critico en el que
Lacan va a iniciar su enseñanza y propiamente su entrada con"Función
y campo de la palabra.. ". Él introduce la noción de sujeto que, como
saben, no es una noción freucliana, sino propiamente lacaniana. Es
esta noción la que le va a permitir distinguir al sujeto del inconsciente
del yo.

Inconsciente ____ $

A propósito de la repetición, va a establecer su correspondencia


con el concepto de inconsciente, para diferenciarla sobre todo de la
resistencia, dado que el psicoanálisis freudiano .se había desplazado
centrándose en la noción de resistencia y de resistencia inconsciente.
Precisamente, Lacan va a afirmar que no se trata de que el incons­
ciente resiste, sino que se trata del régimen de la repetición, en el que
va a establecer la articulación entre dos significantes.

Repetición ---- S 1 - S2

Será a propósito de la transferencia, en la dimensión crítica res­


pecto al amor de transferencia, que Lacan va a introducir ese pivote
que es el modo simbólico de considerar la transferencia, el sujeto su­
puesto aber. Esta noción no es sino la articulación entre la noción de
sujeto y el S2 , que es el materna que inscribe el saber.

1 18
FUNDAME1\''/'0S

Transferencia ---- � - S2

La pulsión es un concep to evidentemente freudiano, sobre el cual


Lacan va a formalizar la probl emática del goce , a parti r del semi nario
de La ética y en parti cul ar en el s emi nario de "La ang ustia u , como
obje to a minúscula.

Pulsión ____ a

Entonces , sobre el fondo de un tributo a l os conceptos fr eucli anos ,


se in troducen cuatro matemas fundamen tales ele la enseñanza de
Lacan : el s uj e to barrado ($) , el S, , su arliculación con el otro signifi­
cante S 2 y el obje to a. Y es sobre es tos m aternas sobre los que va a
operar en es ta nueva formalización que hace L acan de las relaciones
del sujeto con el Otro.
Es te es el senti do general baj o el que s e podría l eer es te s eminario,
con relación a lo que podernos llamar l a operación d e Lacan sobre
Freud. Es una operación , como s aben , que apunta a i r más allá de
Freucl y que sin eluda ya es taba previs ta en el s eminario de " Los nom­
bres del padre " . Porque la pl ural ización de los nombres del padre no
era más que empezar a extraer l as cons ecue ncias de la n ueva recon­
sideración que hacía Lacan de la viej a noción de obj e to parci al , for­
malizada ahora con el valor ele objeto a. Es to iba a permitir en tender
de qué modo , e n la es tructura, s e podí.a conmover el edificio fre udia­
no cons truido alre de dor de la articulación ele l a Ley del des eo al Nom­
bre del Padre. En los pri meros capítulos del seminario 1 1 , Lacan intro­
duce la crítica fun damental a la pos ición analítica de Freud, que es la
ele haber articulado la Ley del deseo sólo al N ombre del Padre. Y, en
es te seminario, se va a tratar precisamente de articular la Ley del de­
seo no sólo al Nombre del Padre sino al obj e to a como causa de de­
seo.
Pero hay olra per-s pectiva , otra lectura que también podemos ha­
cer de El seminario 1 1 , y son l as propi as reformulaciones q ue Lacan
introduce con relación a su propia enseiianza. Para es la lectura quie­
ro indicar algunos párrafos fundamen tal es , e n la página 2 1 1 , al co­
mienzo del capítulo XVI que se titula " El s uj e to y el Otro : la ali ena­
cíón " . AJ comienzo de es te capítulo Lacan dice lo siguiente : "Si el psi­
c�anális is ha de cons ti luirse como ciencia del i ncons ciente , copyen­
dría partir de que el incons cie nte· es tá es lructurado como un leng ua­
j e " . Es te fue su punto de partida, que, a la al tura de es te s eminario, ya

119
GRACIELA BRODSl{l'

lleva diez años de formul ación. Dice l uego: " D e ello he deducido una
11
Lopología cuyo fin es dar cuen ta de la cons ti lución del suj e L0 • Es to es
lo que viene elaborando a lo l argo ele esos años : la cues tión s obre de
qué modo se puede deducir la cons ti tución del sujeto a· parli r del axio­
ma que afi rma que el i ncons cienle es tá es tru cturado como un len­
guaje. Pero ahora viene lo interes ante. Pros igue: "Ocurre que en una
época, ya s uperada espero, se me obj e tó que al ciar así la pri macía a l a
es lructura . . . 11 • Efectivamente, cuando Lacan i n trod uce nociones ele la
lingüís tica es truc tural es para reconocer el l ugar y el val or ele la es truc­
tura en la formalización ele la s ubj etividad . Continúa la ci ta: " . . . se me
obj etó que al dar así pri macía a l a es tructura , descuido l a dinámica
tan presente en nues tra experi encia [ fueron crític as que efectivamen­
te se le hici eron a Lacan ] . . . aún se me d ij o que l ogro eludir el pri nci­
pio afirmado e n la teoría freudiana de que es ta dinámica es , por es en­
cia y en teramente , s exual . Espero que el proce s o de mi s eminario de
este año, en es peci al , el punto culmi nante al que llegué la vez pas ada,
les demues tre que es ta dinámica nada ha perdido en el as unto" .
Punto cul minante cuya consecuencia es l a de re tomar el concepto
ele puls ión como ·aquél que viene a dar cuenta el e la s exualidad tal
como Freucl la i ntroduj o .
Lo q u e s e deduce de es tos párrafos es que tocia la cues tión consis­
te en cómo arti cular l a i dea del i ncons ciente es tru cturado como un
lenguaje con la sexualidad. Dicho en otros térmi nos , se !.rata ele como
conj ugar la noción de s ignificante con la del obj e lo. En úl li ma ins tan­
cia se trata de entender la articulaci ón entre el s ignificante y el goce,
la conj unción en tre e l decir y l a l i bi do. Son dis tin tas formas de pl an­
tear el problema que lo va a ll evar a Lacan a tener que dar un paso con
respecto a sus formalizaciones anteriores . L es anticipo cuál es ese
paso. Consis te en que se va a s us ti tuir el bi nari o con el q ue s e ciaba
cuenta ele las operaci ones del i nconscien te -la metáfora y la metoni­
mia- por la alienación y la s eparación . Hay que captar las consecuen­
cias de esta s u s ti tución , de es te pas aj e del binari o metáfora -metoni­
mia al de alienaci ón- separación.
Yo les había dicho que no s e trata ele l a pri mera vez que Lacan
cons idera l as rel ac i ones del s uj e to con el Otro . El tratamiento de es tas
relaciones en · 1a ensefianza de La can es algo que se puede señalar y
escandir. Les voy a dar un rápido panorama que nos permilirá caplar
lo más s i ngular de es ta nueva formalización ele Lacan que cons i s te en
la ali enación y la s eparación . No se trata, entonces , ele un nuevo modo
ele hablar ele lo mismo, s ino de afrontar un nuevo probl ema que es .el

1 20
FuNDt1,11t:.vros

de l a articulación de dos órdenes heterogéneos que son el orden del


significante y el orden del goce.
Recordemos que el punto de partida ele Lacan con respecto a las
relaciones entre el sujeto y el Otro es el conocido esquema "L" donde 1
º
Lacan introduce al s ujeto y al Otro, ambos no barrados, dis linguiendo
el eje simbólico del eje imaginario y señalando que el s ujeto se reco­
noce mediado por el Otro que, como campo de lenguaje, introduce la
función de la palabra

Es te es el punto de partida elemental con el que va a señalar cómo


el post-freudismo se había inclinado del lado del eje imaginario. Es en
este eje (a - a') donde va a incluir Lc:>clas l as doctrinas del pos t-freudis­
mo vinculadas a la rel ación ele objeto y a lo que Abraham pos tulaba
en su artículo sobre el desarrollo ele la libido. Tocio eso Lacan lo centra
en el eje imaginario, señalando cómo en esos desarrollos teóricos se
desconoció el eje simbólico , que constituye el hecho de que el s ujeto
sea sujeto ele la palabra. Esta es una primera formalización donde
concibe al s ujeto de la experiencia analítica realizándose en el campo
ele la palabra. Es lo que la experiencia analílica le va a ofrecer al suje­
to: realizarse en el campo ele la palabra.
El lugar de] analista será concebido ocupando el lugar del Otro,
haciendo posible que el sujeto encuentre l a palabra verdadera. Allí se
ubica l a dis tinción entre palabra plena y palabra vacía, como dos
modos de posicionamientQ del sujeto con relación a la función de l a
palabra. L a palabra plena y la palabra vacía podrían permitir estable­
cer la clínica diferencial , ya que la palabra plena correspondería a esa
palabra que encarna el sujeto ele la histeria, reveladora de la verdad, y
la palabra vacía estaría del lado del modo obsesivo con respecto a la
verdad.
Es ta es una relación que, además , esta señalada bajo la dialéctica
del reconocimiento qúe Lacan extrae de Hegel , en l a que el sujeto se
hace reconocer a lravés del campo del Otro, cuyo paradigma es la
formulación "tú eres mi mujer " . Este mensaje define la posición del

121
f
GRIIC/F.1,,1 BRODS/f

sujeto en térmi nos de "soy tu hombre " . Fórmula q ue l uego Lacan re­
toma como fórmul a ele la comunicación por la cual el emisor recibe
del receplor su propio mensaj e en forma invertida.
El siguiente paso de Lacan , l uego ele cons iderar al Otro como cam­
po del lenguaje y de poner la palabra como centro de atención, s erá
formalizar la pal abra en términos del s ignifi cante s auss ureano. Parte
ele la noción de signo en Sauss ure, en la que se dis ti ngue la vertiente
del significante y la verti ente del s ignifi cado.

Pal abra
t�l
1 s do

Es ta apli cación dentro del campo psicoanal ítico de los es critos "La
Ps icopalología . . . , " 11 El Chis te. . . ," y " L a In terpre tación ele los sueños , "
como operaciones d e significantes , trae consecuencias que van a cul­
minar en 11 La Ins tancia de la l e tra" donde Lacan concluye con l as
formalizaciones en torno a lo q ue el ps icoanál isis le debe a la lingüís­
tica es truc tural . El paso que da Lacan es el s iguiente : si para Sauss ure
la arliculación significante-s ignificado en el signo era arbi traria, él va a
consi derar el significado como un efeclo producido por una arti cula­
ción en tre dos significantes . Es to dará l ugar al paso s iguiente que con­
cluye con la es cri tura de es tos dos signi ficantes ele cuya arlicul ación
res ul ta lo que s erá equivalente, en sus ma ternas , al l ugar del suj e tó
ahora barr.ado.

¿por qué ahora el suj e to es tá barrado, a diferencia del s uj e to de l a


función d e l a palabra? Porque el s uj e to de l a función d e l a palabra era
posible. La experiencia analítica le daba l a pos i bi l i dad de realizarse
como s uj e to en la experi enci a . Pero cuando introduce la noción de
significan te y pas a a cons iderar el binaris mo mínimo en el que es ta
función significante s e defi n e con rel ación al efec to s uj eto, es decir,
que el suj e to es lo que repres enta un s ignifi ca·n te para otro s igni fican­
te, en es ta formalización no hay ninguna pos i bi l idad de real ización
del s ujeto. El s uj eto es tá condenado a la divi s ión enfre la función de
ser repres entado por el si gnifican te y lo que no es posible de ser repre­
sentado por el s igni fi cante.

1 22
FUNDA,1/f.:NTOS

Cuando Lacan loma en El Seminario 3, "La psicosis \ la metáfora y


la metonimia, estas operaciones le permilen dar cuenta del trabajo
del inconsciente, donde la metonimia no s erá sino la articulación en­
tre significantes y la metáfora la s us lilución de un significante por otro.
Fundamentalmente, la metáfora da cuenta de cómo se produce el
efecto de s ignificación. Lo que mejor ilu�tra, sin eludas , es ta opera­
ción de la metáfora es la famosa metáfora paterna. La metáfora pater­
na es la articulación ·entre dos significantes que son el significante del
Nombre del Padre y el significante del Deseo de la Madre, que produ­
cen un efecto de significación que nombramos como significación
fálica.

NP DM
-(p
Entonces tenemos dos significantes, y la posición del s ujeto defini­
da con relación a un campo de significación que es la significación
fálica. En la conocida fórmula ele la metáfora paterna tenernos dos
significantes ubicados en estos lugares , y en el lugar ele la x el efecto
de significación que seiialamos con la letra fi minúscula ( cp ) .

NP D íVI

DM X = - <p

El campo de la problemática de la reladón del s uj eto con el Otro


está totalmente inmerso en el campo de la significación. Es un campo
que tiene, s egún las vertientes y los niveles , inscripciones en mate­
rnas como fi mayúscula ( cI> ) , fi minúscula ( cp )y menos fi (- cp ) . Son tres
maternas que describen distintos momentos con reladón a la cues­
tión de la castración y del falo como símbolo fundamental en el cam­
po del Otro.
Pero si ponemos en correspondencia esta formulación:

según el materna del discurso, veremos que lo que estamos tratando


en este mome n to ele El seminario 1 1 es el pas aj e desde está

1 23
GUA Clt:ltl BRODSI\\'

formalización a la que hará Lacan unos años mas tarde en el semina­


rio 1 7 sobre los cuatro discursos. Es decir, que partimos de un modo
de formalización de las relaciones entre el sujeto y el Otro en el que el
efecto de significación recubre Lodo el campo de la realidad del suje­
to y nada hay que escape a la significación fálica. Un testimonio de
esto lo encontrarán enE/ seminario 3, "Las psicosis", cuando a propó­
sito de la sexualidad femenina dice que el órgano femenino no tiene
símbolo propio, pero las vías de la realización de la sexualidad feme­
nina las ofrece la significación fálica. Esto es acorde con la perspecti­
va freudiana que concibe el destino sexual del sujeto alrededor de la
primacía del falo y describe las posiciones masculina y femenina en
términos de angustia de castración y envidia del pene.
Pero aquí tenemos algo nuevo que escapa al campo de la significa­
ción. Porque si hay algo que en este nuevo esquema -el del discurso­
retoma la significación, es el sujeto barrado, $, que es el efecto de la
articulación entre dos significantes. Pero más allá ele ese efecto de
significación hay un producto que escapa a ese efecto. Ese producto
es el objeto a.

Entonces, desde este punto posterior de la obra de Lacan, que es


de 1 969, volvemos al seminario 1 1 , donde a través de la alienación y la
separación está formalizando la articulación entre el sujeto y el Otro
pero en la perspectiva de articular el sujeto, ya no sólo al significante,
sino al objeto a.
El objeto a se define por no ser un significante y por lo tanto no hay
manera de conjugarlo en términos de metáfora y metonimia, que son
operaciones entre significantes. Tenemos entonces dos campos: el
del sujeto como efecto del significante y el objeto a minúscula. Esto
es lo fundamental .
.Hay una antecedente de la noción de alienación en"De una cues­
tión preliminar.. , " que es un texto fundamental en cuanto a la articula­
ción del sujeto y el Otro en términos de definir que en el Otro se trata
ele un discurso articulado. Lacan deduce una clínica a partir de la pre­
sencia o ausencia de ese significante privilegiado que es el Nombre -
del- Padre.

124
FUNDAMENTOS

Pero en ese punto en que está sacando las consecuencias ele la


primacía ele lo simbólico, Lacan dice: simbiosis del sujeto con lo sim­
bólico. Ustedes saben que Lacan critica radicalmente la idea ele una
supuesta simbiosis del niño con la madre y afirma que no hay sim­
11

biosis sino del sujeto a lo simbólico". Y esta noción ele simbiosis me


parece que es un · antecedente de la perspectiva de la alienación. Sin
embargo, la intención ele este seminario no está centrada en la aliena­
ción, sino más bien en la separación, en la medida en que aborda este
problema nuevo que estamos tratando.
A propósito de lo que· Lacan dice en la pagina 2 1 1 con respecto a
que se le había objetado darle primacía a la estructura descuidando
la dinámica sexual , hay un párrafo que Miller señala en la pagina 638
de lo Escritos y que pertenece a las "Observaciones sobre el informe
de Daniel Lagache " , donde también vamos a encontrar la lógica que
está desarrollando en este seminario. Porque luego del tratamiento
de la noción ele pulsión va a introducir una reconsideración del in­
consciente estructurado como un lenguaje y su relación con la diná­
mica sexual.
En esa página de los Escritos, refiriéndose al desmontaj e de la pul­
sión, dice así: "lEs tanto como decir que lodo allí .es significante? Sin
duda que no, sino estructura". Este párrafo es fundamental, porque
Lacan está haciendo un viraje con respecto a su propia enseñanza, en
la medida en que él había vinculado la estructura al significante. Aho­
ra dice: es estructura. Y agrega: ... pero por ahora dejamos de lado su
11

estatuto energético" . Es más adelante que él va a considerar lo ener­


gético, pero no en términos de energía, que fué la metáfora a la que
Freud recurrió tomando el discurso de la física. Lacan va a recurrir a la
lógica formal. La alienación y la separación resultan del recurso a la
lógica de conjuntos, así como las operaciones ele unión y de intersec­
ción que implican. Lacan entonces abandona la lingüística (sobre la
que se basaban la metáfora y la metonimia) y recurre a la lógica. Por­
que es la lógica donde va a encontrar la posibilidad de articular dos
campos heterogéneos.
Otra perspectiva para entender .este viraje de Lacan se vincula a la
significación fálica como producto de la metáfora, como vía ele 'la
sexuación del sujeto a través ele la cual se hace representar en el cam­
po sexual. Precisamenle 1 a parlir ele considerar la noción de goce 1 sé
.
introduce Ia iclea de un resto en la representación sexual del sujelo en
el campo del Otro. No todo del sujelo será pasible ele ser representado
en ese campo. Como se señalaba en el párrafo comentado, no todo

1 25
GUAC/l:1.,1 8RO/JSKI'

de la estructura será significanle. Es sobre esle fondo que Lendrá que


elaborarse una lógica, no ya solamenle una lógica del significante, sino
una lógica del res to, ele lo que escapa al campo del significante.
Es decir, que en este punto no se Lrala sólo del falo signiffcanle
como el que hace posible abordar el goce, sino de un nuevo valor del
objeto parcial como resto que no es ponderable por el falo significan­
Le Y aquí también voy a señalar antecedentes que permiten entender
la alienación y la separación.
Lacan advirlió que la experiencia de hablar implica una pérdida
de ser. La constitución del sujeto en el campo del Olro se define como
pérdida del lado del ser. La noción de sujeto se corresponde con la de
falta en ser. En "La dirección de la cura... " , página 607 de los Escritos,
Lacan dice que al articular la cadena significante, el sujeto -en tanto
efecto del significante- pone de manifiesto la falta en ser, la carencia
de ser, y se dirige al Otro para recibir de él un complemento de esa
carencia.
En la pagina 672 de los Escritos, en "La significación del falo", lo
dice de otro modo, al explicar cómo el significante introduce la barra
para el sujelo : así es como se produce una condi ción de
11 . . .

complementariedad [ antes hablaba de complemento, ahora de con­


dición de complementariedad] en la instauración del sujeto por el sig­
nificante, el sujeto instaurado por el significante produce una condi­
ción de complementariedad que se dirige al Otro".
Por úllimo, en la página 694 de los Escritos, en el texto ,En memo�
11

ria de .Ernesl Janes", lo dice de otro modo pero equivalente: " ... porque
el falo (se aprecia que lo comprometido en esta búsqueda del com­
plemento en el Otro es el falo, el Olro responde con este símbolo que
es el falo) , como lo hemos mostrado en otra parte, es el significante
de la pérdida misma que el sujeto sufre por el despedazamiento del
significante, y en ninguna parte aparece de manera más decisiva la
función de contrapartida a que un objeto es arrastrado, en la subordi­
nación del deseo para identificarse en Otro".
Entonces tenemos: llamado a un complemento, condición de
complementariedad,. y función de contrapartida a que un objeto es
arrastrado. Aquí se refiere al falo como objeto de identificación. Pero
si nosotros ponemos aquí el objeto a, podemos empezar a captar de
qué se trata esencialmente la cuestión de la separación. El sujeto divi­
dido por el significante produce e�e llamado, esa condición de
complementariedad, esa función de contrapartida, que no será ahora
dirigida al Olro, sino que Lendrá que poner en juego algo de sí mismo.

1 26
FUNVA:WF.NTOS

Y a eso .lo llamamos objeto a.


Éste es el pasaje fundamental que hace Lacan: entre este llamado
que el sujeto dirige al Otro y el objeto a que el sujeto pone en juego en
el campo del Olro. No es trata de qüe en esta complementariedad, en
esta función de contrapartida a la que se ve arras trado, obtenga un
significante más, sino que ponga en juego esa parte de sí mismo que
le va a permitir establecer esa conjunción que es la posición del s uje­
to con relación al objeto. Y esta conjunción no es otra que la que des­
cribe el fantasma: $<>a, que se puede definir a partir ele la noción de
separación.
Para captar esto sugiero ·que lean la consideración que hace Lacan
con respecto al Fort-Da cuando habla ele la repetición. Pero deben
leerla cotejándola con el tratamiento que hace en "Función y · campo
de la palabra. . . " Ahí aparece con nitidez la distancia que hay entre
1953 y 1964 con respecto a la relación entre el sujeto y el Otro.
Al principio, en la medida en que se trataba ele darle la primacía a
lo simbólico, Lacan planteaba como esencial la oposición fonemáti­
ca Fort-Da, el juego repetitivo, la ausencia ele la madre. En este semi­
nario invierte totalmente la problemática. Va a señalar que el ser del
sujeto se define del lado del carretel, y dice: "se acompaña con la
cantinela del Fort-Da". Ahí verdaderamente está lo es�ncial para defi­
nir el ser del sujeto, una inversión topológica que señala que es en el
carretel donde se va a decidir lo esencial ele es la operación. Y Lacan
dice que es el carretel lo que va a ponerse en juego allí, en ese lugar
en donde se ha abierto una· hiancia, un agujero sobre el fondo ele la
ausencia de la madre. Se terminó la historia del juego repetitivo con el
que reproduce la partida de la madre, etc . , donde en términos freu­
dianos el niño asume el papel activo y el carretel es la madre. Ahora
dice: "el carretel no es la madre, el carretel no es sino lo que se des­
prende de sí mismo". Y agrega que esto es homólogo a la estructura
11

del fantasma". Es decir, que la alienación y la separación se pueden


ilustrar en este juego del Fort-Da. Aunque lo esencial no es que el su­
jeto se constituye en ese juego del . lado del efecto del significante,
como consecuencia de la presencia y la ausencia del Otro, sino que lo
fundamental, la condición para la separación, es la ausencia de la
madre -en términos de Freud. En términos de Lacan, se trata de la
presencia del deseo de la madre, o más precisamente del deseo del
Otro. Se trata del Otro barrado; marcado por un deseo, ya no del Otro
· como lugar del significante, articulado como un discurso. Es el Otro
marcado por un agujero y que va a ser la condición de que el niño

1 27
G1u c1ELt1 BuoosKr

juegue, por decirlo así, si es que quiere. Porque Lacan marca la sepa­
ración como un punln.de elección; si el sujeto quiere se separa y va a
poner en juego un objeto. Es decir, ante la presencia del deseo del
Otro, si el niño quiere, va a jügar. Y en la medida en que juegue, en ese
'punto se separa del Otro y arma su propia respues la ante el enigma
del deseo del Otro.
Entonces, lo que Lacan destaca en este seminario es que ahora
ese complemenlo, esa contrapartida, esa función de complemen­
tarieclad, le va a venir al sujeto de s u propio cuerpo, para colmar su
falla correlativa a la implicación subjetiva en la secuencia s ignifi­
cante.
En la página 2 1 3 de El seminario 1 1 dice así: " ... el milo ele Aristófanes
pone en imágenes, en una forma patética y engañosa, la persecución
del complemento, al formular que el ser vivo en el amor busca al olro,
a su mitad sexual. La experiencia analítica sustituye es la representa­
ción mítica del mis lerio del amor por la búsqueda que hace el sujelo,
no del complemento sexual, s ino de esa parte de sí mismo, para siem­
pre perdida ... ". Es decir que se vuelve a plantear la cues lión del com­
plemento sexual; de la complementariedad, pero ahora el comple­
mento no va a venir del lado del Otro, s ino que se trata de lo que se ha
operado ele s u propia pérdida como efecto de la presencia del signifi­
cante. Y es con relación a esa pérdida, que es parte de sí mismo, que
el sujeto buscará su complemento.
Si quieren ir anticipando la cuestión, la alienación se escribe de
este modo:

es en este luga1· donde se va a definir la condición ele la separación en


la medida en que el Otro aparezca señalado por esta condición ele ser
lugar de un deseo, es decir, ele presentificar más allá del Otro como
cadena significante, en el intervalo, la aparición ele esta barra que in­
dica un deseo.

1 28
FUND,l,\ IJ::,\'TOS

Es ahí que el sujeto encontrará su propia i·espuesta, a diferencia ele


lo que encuentra en el llamado al Otro. Si el sujeto dirige su llamado al
Otro, al "lqué me quiere?" , no encontrará respuesta sino en términos
ele significantes, o sea, demandas del Otro, lo cual dejará innombrable
su deseo. La única solución para el sujeto es poner en fu_nción esta
función ele complemento, ele contrapartida que será el objeto a.

Si quieren, en este lugar se podría dibujar el trayecto de la pulsión .


Es éste el punto donde entra a jugar la posible articulación, la conjun­
ción entre el sujeto y el Otro c¡ue denominamos fantasma. ¿y cómo se
vincula ahí la pulsión? Lacan lo dice a propósito del final del análisis,
que en el fantasma se trata de la experiencia de la pulsión. Ahí enton­
ces lo que podemos captar es de qué modo se inscribe, como opera­
ción de separación, esta respuesta a esa función ele conlraparlicla, pero
del sujeto.
La cuestión de la separación es también un punto ele crítica funda­
mental que Lacan le hace a Winnicotl, en cuanto a ta función de la
madre suficientemente buena, presente y amorosa. Para Lacan, lo
cons ti tuyente ele la separación y que es fundamental para el sujeto,
para que pueda lograr su propia respuesta más allá ele la respuesta
alienante, es que el discurso esté más bien marcado por los silencios,
los malentendidos o la discordia, y no por la supuesta armonía que

1 29
Gn11c1ELt1 BrwosKr

preconiza Winnicoll-con su noción de madre suficientemente buena.


Es el punto en que frente al "qué quieres" , la madre responde ccque te
portes bien'' , "me porto muy bien -p i e nsa el niño- y a las nueve me
manda a la cama". Entonces, lqué es eso? lQué arrastra al Otro a algo
más allá de mi respuesta a su demanda?
Para ir concluyendo, vamos a afirmar lo siguiente. El sujeto de la
alienación no es algo nuevo, es el mismo del que Lacan habló duran­
te diez años. Se trata del sujeto que ha perdido su ser y está dividido.
Queda sin instrucciones ni representación de goce. Es allí, entonces,
que la operación de separación instaura al objeto como complemen­
to del sujeto. La alienación es la figura del destino, es el sujeto aliena­
do a su destino, alienado al discurso del Otro, a los significantes del
Otro, a los dichos del Otro. La separación es lo que va a dar la posibi­
lidad de encontrar la singularidad de su posición del lacio del ser del
sujeto en la medida en que se trata de separarse del discurso del Otro,
de separarse ele la cadena significante. Es decir, que separarse supo­
ne querer saber lo que uno es, mas allá de la inscripción en el Otro.
En este seminario van a encontrar, a propósito ele esto, una consi­
deración fundamental con respecto a la noción ele transfere�cia. Por­
que la transferencia va a estar fundada no solamente del lado de la
alienación. Es lo que se ve en el famoso algoritmo de la transferencia.
Cuando Lacan establece la articulación entre el significante de la trans­
ferencia y el significante cualquiera, existe una articulación de los sig­
nificantes, se trata de la consideración de la transferencia del lado de
la alienáción. Pero aquí va a decir, a propósito ele la separación: ". . . allí
se funda la transferencia en el punto esencial en que la experiencia
analítica, ahora como operación de separación, le va a permitir al su­
jeto reconocerse, encontrarse en lo que él es más allá de los signifi­
cantes primordiales que lo han constituido y que han constituido la
figura de su destino". ce Posición del inconsciente" es un texto que hay
que leer correlativamente con El seminario 1 1 , porque allí retoma la
alienación y la separación, y definirá la transferencia como tiempo de
advenimiento del ser, que es lo que va a permitir formalizar la opera­
ción ele separación como temporalidad que se corresponde .con la
posibilidad del ser de realizarse en esa función ele complementariedad
vinculada al objeto a. Esto a propósito ele la transferencia. .
1-Iay también consecuencias importantes con respecto a la cues­
tión de la interpretación y con respecto ai final del análisis. En relación
con la interpretación señala: "la interpretación significativa no es sino
un momento de la experiencia analítica". La interpretación no apunta

1 30
FUNDAMENTOS

a reproducir infinitamente la producción de significación, que es lo


que asegura la dirección alienante de la representación del sujeto en
el significante. Del lado de la separación, la interpretación apunta más
bien a que lo esencial del campo de los s ignificanles s on los s ignifi­
cantes sin sentido. Vemos las consecuencias futidamentales de esta
nueva formalización con respecto a la dirección de la cura, la transfe­
rencia, la identificación, la interpretación, el final del análisis.
Es sobre el fondo de alienación y separación que Lacan va a apun­
tar más allá del impasse freudiano, es decir, a un pase posible, conce­
bido precisamente en la consideración de esta posición definida en el
.campo de la separación del sujeto con relación a su complemento de
goce. El pase no se da sino en la forma particular en que cada s ujeto
encuentra, en la experiencia analítica, la solución a su articulación
entre el significante y el objeto, o entre el significante y la libido, en
términos de Freucl.
A propósilo de esto, recomiendo que lean un artículo de Jacques­
Alain Miller titulado "Otro Lacan". Es una conferencia que dio Miller
en la que nos conocimos con Graciela. Esa conferencia figuta en Ma­
te mas l. Ahí se ve que Miller es el primero que extrajo consecuencias
fundamentales con respecto a este viraje de la enseñanza de Lacan,
el de la alienación y la separación.
Hay que recordar que en 1 980 Miller venía con la historia de la di­
solución, con el fracaso de la experiencia del pase en la Escuela Freu­
diana de París. Pero en ese articulo reinstala el debate sobre el valor
de la cuestión del pase en la ensefianza de Lacan, subrayando la pers­
pectiva de la finitud del análisis. Se trata de esclarecer en qué punto
se juega la finilud del análisis, en la medida en que toda ideología
metonimisla del deseo está del lado de la infinitud del análisis. Allí
Miller proclama este desplazamiento desde Lacan de "el inconscien­
te estructurado como un lenguaje", de,"La Instancia de la letra .. . " , a
Lacan del objeto a minúscula. Es decir, que el fin se resuelve del lado
del objeto y no del lado del significante, y para entender esto es funda­
mental entender la alienación y la separación.
El fantasma se opone a la metonimia del deseo, porque en él se
trata de un objeto que no se desliza sino que permite una fijación, le
permite al sujeto un punto de articulación con el goce. El sujeto en­
cuentra un punto de certidumbre del lado del objeto.
Hasta aquí se trata de una introducción a la cuestión de la a!i�na­
ción y la separación. Habría que empezar a considerar en detalie es­
tas operaciones tal como las presenta Lacan en este seminario.

131
GRACIE/.,1 BIWDSA.'l'

Graciela Brodsky: La presentación de Ricardo Nepomiachi intro­


duce verdaderamente el tema al cual tenemos que arribar, y adelanta
cuestiones que van a ser más sencillas de encarar después ele esta
pres·entación esclarecedora de las formas en que Lacan elaboró, a lo
largo de su enseñanza, la relación entre el sujeto y el Otro. Por cierto,
responde en parle a una pregunta de Patricio Álvarez en cuanto a la
cuestión ele la determinación y la indeterminación del sujeto. Precisa­
mente la condena del sujeto es la indeterminación, y en esa perspec­
tiva el final de análisis debe ser pensado como poniendo fin a la inde­
terminación del sujeto, en tanto el destino no Jo fija a una certeza,
sino a una indeterminación. Creo que Ricardo avanzó algo en esto
que Patricio preguntaba.

Pregunta: No me quedo claro lo que Ud. dijo acerca de que el niño


elige jugar, elige armar una historia con esa ausencia ele la madre. Es
el punto de la elección lo que no tengo claro.

Graciela Brodsky: Quería plantear una pregunta en el mismo senti­


do, y saber si Ricardo podía ciar alguna . vuelta más sobre la cuestión
acerca de que la separación es selectiva. Me parece un punto fantásti­
co que él enuncia y decisivo para entender estas dos operaciones.

Ricardo Nepomiachi: Se trata de decir algo má� que lo que dice


Lacan, porque -y sería la primer respuesta- Lacan lo afirma. Dice que
se trata de que_rer, en ese punto de separación. Ciertamente no es un
tema simple. Más simple es citar "Posición del inconsciente", cuando
en la página 822 dice: " . . . separare, separare, para guarecerse del signi­
ficante bajo el cual sucumbe, el sujeto ataca la cadena 11 Aquí de la

idea de que hay algo, un posicionamiento, una estrategia propia del


lado del sujeto, según lo que yo deduzco.
Dice: " ... el sujeto, para guarecerse...". No dice: necesariamente,
como efeclo del significante, el sujeto no puede más que atacar la
cadena. No dice eso. Por lo menos no lo entiendo así. "Guarecerse del
significante bajo el cual sucumbe ...". Sucumbe en ese punto ele pérdi­
da del ser. El sujelo alaca a la cadena que hemos i·edµciclo al más
justo binarismo en su punto de intervalo. Hay ahí ·a lgo a considerar
con cuidado, porque luego dice que la condición ele esto es que el
sujeto experimente en ese intervalo otra cosa para motivarlo.
Por un lado, en un primer tiempo el sujeto está en condiciones ele
atacar en la medida en que se haya presentificado el intervalo. lPero

1 32
FUNDAM/-.'NTOS

qué pasa si sólo se presentara el campo significante sin intervalos? La


·presencia del intervalo parece ser una condición, Antes de este semi­
nario 1 Lacan habló de "la insondable decisión del ser 11 Aquí lo retoma

en la cuestión del vel 1 de la elección (a la que va a definir como elec­


ción foriacla) . En la opción "la bolsa o la vida 11, si se elige la bolsa se
pierden las dos. Y si se elige la vida el sujeto se queda sin la bolsa, es
decir1 con una vida marcada por una pérdida. Pero lo pone en el cam­
po ele una elección. Si bien habla de elección forzada, deja un margen
para que algo de esa insondable decisión del ser responda.
El ataque a la cadena tal vez podría ser entendido en términos del
trayecto de la pulsión por el cual el sujeto logra satisfacerse mas allá
de los efectos de sentido con que lo solicita el discurso. En ese más
allá es donde el sujeto encuentra el deseo del Otro, aún antes de que
pueda siquiera nombrarlo. Y Lacan dice que lo que el sujeto va a colo­
car allí es su propia falta, va a colocar su propia falla para colmar esa
falta del Otro poniendo allí el objeto a minúscula. Porque la separa­
ción no es el punto de confrontación con la falta. Esa confrontación
con la falta es fundamental y es la condición de la separación, que se
produce cuando el sujeto logra responder a esa falta colmándola con
el objeto a . Se trata, entonces 1 de armarse de un fantasma. Ese es el
punto de conclusión de la separación. La confrontación con la falla es
un punto de pura confrontación con el enigma, es el punto ele angus­
tia del enfrentamiento con el deseo del Otro.
La separación se produce cuando por medio del trayecto pulsional
se logra ubicar un punto ele satisfacción y captarlo bajo esa forma de
elaboración de goce que es el objeto a.
Si tomamos el ejemplo' del Fort-Da, el chico podría quedar sujeto
a la ausencia de la madre en términos de puro desamparo, o en el
mejor de los casos, de angustia. Habría que considerar una determi­
nación no absoluta del lado del campo del Otro. Y habría algo tam­
bién de la responsabilidad del sujeto; es decir, de qué modo encuen­
tra la resolución de esa confrontación a ese punto de desamparo.
Se podría decir, entonces, que corno salida inventa el juego. Ahí se
podría pensar en distintas formas clínicas en las que cada uno juega
en el campo de la neurosis, si es el campo en el que juega, y que se
trata de un punto de elección, en el sentido de si el sujeto juega o no
juega. El neurótico juega bajo una modalidad histérica, obsesiva o
fóbica, y allí se ve cómo pone en función su relación con el objeto ,
con esa parle de sí mismo perdida 1 para maniobrar frente al deseo
del Otro.

133
GRAC/6ltl IJRODSl<I'

También tiene valor en es te semi nari o l a maniobra analítica cuan­


do se pone en j uego el famoso "lpuede perderme?" , q ue marca mu­
chas de las interrupciones de los análisis , muchas de l as ausencias , es
perderse, desaparecer para el Otro . La preg unta sobre s i el Olro pu e­
de perderlo a uno ya es una maniobra con relación al Otro .
Con res pec to a la pregunta de Patricio Álvarez, efeclivamente es
fundamental la cues tión de la dete rminación y la indeterminación. El
s uj eto es tá indelermi nado con rel ación al s i gnificante , porque como
efecto ele la cadena s iempre es pos ible adicionarle otro s ignificante.
Es en es ta pers pectiva que la interpretación puede es tar abierta a to­
dos l os sentidos . Yo puedo por ej emplo tomar un s ueño, y analizarlo
ele un modo intermi nable, en la medida en que s iempre es pos ible
agregar otro s ignifican te q ue abra una nueva significación, l a cual a s u
vez engancha otro s ignificante , y as í continuar. El s uj e to queda e n l a
indeterminación, dice Lacan , porque e l s uj eto puede es tar engancha­
do a cualquiera de los s ignificantes que aparecen en el s ueño . No hay
s alida por ese l ado. Pero sí la hay por el lado de s u posición de goce, y
ahí sí el s ujeto es tá determinado. Es to es lo que efectivamente se cons­
ti tuye como la verdadera res i s tencia del anál i s is . Cuando Lacan dice
que el incons ciente no res i s te, no se refiere a que no haya res is tencia
al anál i s i s . Pero es lo s e j u e ga e n la m e d i d a e n que empieza a
presentificars e el fantasma en el análisis .
El análisis es una experiencia en la que a partir de la en lrada s e
movi li zan los s igni ficantes y s e producen efectos d e verdad. Hay una
prácticá interpreta tiva y se introducen s i gnificaciones . La cue s tión es
c uándo es to empieza a encontrar su lími te , q ue es un límite que es tá
inscripto en el campo del Otro como lími te del s ignificante . Ahí em­
pieza a j ugar ese lugar de determinación del s uj eto que es la inercia.
Es el punto de inercia que cons i s le en es tar aloj ado del l ado de la
representación del ser como obj eto a. El c arre tel es el objeto que re­
pres enta el punto de inercia en el que se presentifica el s er del s uj e to.
No es una s igni ficación que rem i te a otra. Es una significación abs olu­
ta, dice Lacan, algo por fuera del campo de l as significaciones del
Otro donde los significantes se remiten unos a otros . No hay remis ión
de un obj e to para otro obj e to, s ino que lo que hay del l ado del obj e to
es de terminación.

1 5 de septiembre ele 1 999


VIII. EL DES EO DEL ANALISTA

Grncieln Broclsky:

Completando la serie de intercambios con los otros docentes res­


ponsables del ciclo propedéutico al que esle seminario pertenece, hoy
contamos con la presencia de Jorge Chamorro, responsable del semi­
nario "Clínica ele las psicosis " y quien tiene a cargo la organización y
el lineamienlo de Lodo lo que hace a la pres entación de enfermos, ele
la que ustedes participan en los Servicios.
Jorge no va a hablar hoy aquí de psicosis. Me ha invitado a párlici­
par el próximo jueves en su seminario, en el que yo voy a hablar sobre
psicosis . Él va a hablar hoy aquí de El seminario 1 1 , especialmente de
los capítulos 1 8 y 1 9, para referirse especialmente a la cues �ión de la
transferencia y el deseo del analista. Le paso la palabra.

Jorge Chnmorl'O :

Introducción: El deseo del analista


Antes de referirme a párrafos específicos de los dos capítulos que
anunciaba Graciela, quiero hacer una pequeña presentación ele los
conceptos de transferencia, interpretación y deseo del analista.
Si a priori hacemos una aproximación a estos conceptos, como
primera precisión respecto del deseo del analista, decimos que es una
reformulación de la categoría freudiana de · Ia abstinencia.
El deseo del analista cumple una función que escapa a cualquier
tipo de conducta indicada para el analista como algo que debe hacer
o no debe hacer. Es una función que se exlrae ele las indicaciones
freudianas sobre conductas que debe tomar el analista. Lacan . lleva
eso a una función específica que, a veces , el analista encarna en el
transcurso de una cura y, a veces,· la oscurece. No es sistemático que
porque alguien ocupe el lugar del analista para alguien a causa de la
transferencia, todo lo que diga y haga a lo iargo de un análisis esté a la
· altura de esa función. Es. decir, podemos afirmar que los análisis -no
son puros ni para el analisla, ni para el analizanle.

1 35
GJMCJEl.r\ HUODSKl'

_En algunas ocasiones , por disti n tas cues liones de l a subj etividad
del anali s ta o de la trans ferencia en j uego, h ay un decai mi en to de la
función deseo del anal ista.
Es te deseo ti ene u n rasgo que es la vacancia. H ay algo ele la vacancia
e n relación con l a función deseo del analis ta .
E n El seminario 7, " La é tica d e l Ps i coanálisis " , Lacan v a a decirlo
así e n la página 1 2 7: " . . . el deseo del anal i s ta no puede e? tar enmarcado
en una referencia diádica " . Es to lo re toma en El seminario 1 1 . Lo
diádico es lodo lo que podemos l lamar la rel ación in terpersonal , Lodo
lo que hace al vínculo, a la rel ación i maginaria con el s uj e to en análi­
sis . Podemos decir que, sa lvo en un cas o, que Lacan l l ama "vacil a­
ción cal culada ele la neutral idad " , cuando el anal is ta se enmarca en lo
diádico hay u n oscurecim ien to de l a función deseo del anal i s ta.
Hay una s erie de referencias que Lacan hace sobre es te punto,
cuando dice, por ej emplo, que "el anal is ta no dirige a l a persona, s i no
que dirige la cura " . O sea qué tocio lo que s e refiere a la relación lla­
mada vincular i mplica una cierta debi l i dad de la función deseo del
anali s ta. " No pueqe es tar -dice en " La ·é tica . . . 11 (que es previo a El se­
minario 1 1 )- e n u n a r e fe r e 11c i a d i á d i c a . Se t ra ta d e a l g o m á s
in lrapers onal " . O sea q u e s e trata m á s bien de una pos ición del analis­
ta, algo más i ntrapers onal que i nterpersonal .
"lQué es lo que debe ofrecer vacante al deseo del paciente para
que él se reali c e, -y acá hay otro punto i mportante- como deseo del
Otro?" N oten q Lie pareciera ser, por lo menos en una lec tura s uperfi­
cial de "La ética . . . ", que Lacan e nmarca el deseo del anal i s ta en el
deseo del Otro . Repi to: lqué es lo que sé debe ofrecer vacante al de­
seo del pacien te, por parte del anal is ta, para que él se re al ice como
deseo del Otro? Us tedes ya s aben que l a perspecliva del final del aná­
lisi s , para l a enseñanza de Lacan, es la i nexi s tencia del Otro . En ton­
ces , es tamos aquí en un mome nto ele su ens eñanza donde no habl a
ele l a i nexis tencia del Otro, sino que habla del deseo del Otro . Y vamos
a verifi car en cada lec tura que vayamos h aciendo cuándo el deseo
del analis ta es tá enmarcado en el de.seo del Otro e[) la enseñanza de
Lacan, y cuándo lo t ras ciende. Ahí se j uegan cosas. muy importantes
en lo que hace al fin del análisis .

1 ) La i nterpre tación
A partir ele es ta pequeña aproxi mación genérica res pecto de lo que
es el deseo del anal is ta, se lra l a ele ver qué re lación hay en tre i n terpre-

1 36
FUND,IMt.'NTOS

tación y deseo del analis ta. Lacan va a decir que l a interpretación es la


manifes taci ón del des eo del anal is ta. Y ahí volvemos al mismo punto,
ltoda formulación que hace el anal is ta es una i nterpretación? El ana­
lis ta, por s erlo, reconocido como tal en la comunidad o en la tra1i'sfe­
rencia, lhace funcionar el deseo del anali s ta?.
Todas es las pregun tas i mplican que no s os tenemos la función de­
s eo del anal i s ta en una autoridad s upues ta. Y, s obre es te punto, dice
Lacan que " . . . no hay s us tancia que s os tenga la posición del analis ta" .
Es to s obre " l o s us tancial o no s us tancial " que s os tiene el deseo del
analis ta lo dice en la pág . 238 del capítulo 1 8. Noten una cos a: este
capítulo empieza con la frase " formar analis tas " . Es to ya nos indica
algo: que la función deseo del analista está íntimamente vinculada a
la formación . Y para un analis ta s u formación pasa por dis tintos cami­
nos . Uno fundamen tal es su propio anál isis . Esto significa que en el
análisis del anal i s ta algo de es ta función debe s er encon trada por el
s uj eto analizante en la pers pectiva del final . Si leemos los tes ti monios
ele los AE, de l os que han llegado al fi nal del análisis y han ciado prue­
ba de eso, vamos a encon trar en dónde cada uno, en su recorrido
analítico, s igni fica el acceso a es ta función. lCómo se accede?, ¿cuá­
les s on sus manifes taciones?
Es to nos va i ndicando que para nosotros l as cos as no es tán ciadas
a parlir ele títulos , por ej emplo. Por el contrario, s i s temáticamente de­
bemos dar pruebas -en tre nosotros y ante la comunidad- de lo que
h acemos . O sea, que para decir que una interpretación es la manifes­
tación del deseo del analista, debemos discutir las in terpretaciones
que hacemos y dar cuenta de que esas interpretaciones manifi es tan
efectivamente el deseo del analis la.
Nos corremos un poquito y vamos a la interpre tación. Ya hicimos
la articulación transferencia -deseo del analis ta- interpretación, y de­
cimos : es una mani fes tación . Es to supone, además , que la función
deseo del anal is ta tiene manifes taciones fenoménicas y otras que no
lo son, s i no que se deducen ele lo que se dice. Entonces , s i la i nterpre­
tación es una manifes tación de este deseo, entonces debe ser cohe­
rente con l as cos as que decimos del deseo del analista. Y si lo que
decimos del deseo del anal i s ta es que debe dejar un lugar vacan te,
nos tenemos que preguntar inmediatamente cómo l a interpre tación
dej a ese lugar vacan le que decimos que ej erce la función deseo del
analis ta. Lo decimos directamente después ele es ta peq ueiia pres en­
tación. Trataremos de ver como encaj a , o no, con los párrafos de es tos
dos capítulos .

1 37
GR,IC:/l:"/.,1 l:JRODSK I'

Para que la interprelación tenga y manifieste esa vacancia del de­


seo del analista, la interpretación debe incluir una "x" , es decir,. una
incógnita. La interpretación debe ser algo que no explique, por parle
del analis la, el sentido ele eso que dice. Y siempre jJongo es te ejem­
plo, que Lacan toma ins istentemente, que es el ele la interpretación
como alusión. Se alude a algo. Lacan pone la alusión como una bue­
na forma ele la interpretación. No sólo es la ci ta, es el enigma. En todo
lo que Lacan formula como interpretación del analista, ya sea bajo la
forma ele cita, de enigma o de alusión, us tedes van a tener que ir a leer
cuál es el punto ele vacancia. En cada una ele esas formas pensadas y
formuladas por Lacan sobre la interpretación, algo se sustrae. O sea,
se deja el lugar vacante.
La alusión, sin más, es aludir a algo, que inclusive pu�de suponerse
que el analista, desde su subjelividad, alude "para" algo. No hay pro­
blema, siempre y cuando el analista no cometa la necedad de querer
imponer eso que él quiere decir cuando alude. El analista debe dejar­
se sorprender, aun cuando subjetivamente alude porque para él es
obvio, que eso que alude implica tal y cual cosa y espera tal y cual
camino del analizante. El analis ta debe poder sustraer el motivo, el
porqué de su alusión, limitándose a aludir solamente, y debe dejar
que el sujeto interprete ese vacío. El sujeto lo interpretará, entre otras
cosas , con su fantasma.
Esto quiere decir que la función deseo del analista excluye apoyar
ese deseo en el fantasma del analis ta. Excluye, también, apoyar ese
deseo en la contratransferencia y en la subjetividad del analis ta. No
quiere decir que no la tenga, pero cuando Lacan habla de la función
deseo del analista, eso quiere decir no a la conlratransferencia como
fundamento de la interprelación. Esto lo decimos, y lo decimos muy
claramenle, porque hubo un largo recorrido del psicoanáli s i s
posfreudiano durante el que se sos tenía la interpretación e n l a contra­
transferencia. Se consideraba que la contratransferencia estaba puri­
ficada por el análisis del analista y que, en la medida de su purifica­
ción, podía sostener la interpretación. Esto quiere decir, llevado a cierto
término, que si al analista su subjetividad le decía algo, él podía inter- .
pretar desde ahí. Cuando Lacan habla del deseo del analista desauto­
riza específicamente que eso sea un fundamento; por el cont1�ario,
excluye la subjetividad del analista. No es que no la haya, sino que no
es el fundamento; la puede Lener pero no coino fundamento ele la
interpretación.

1 38
FUNDAMENTOS

La función deseo del analista, entonces, se manifiesta en la inter­


pretación a través dé esa alusión que deja un lugar vacío. Hay un tra­
bajo analizante sobre ese lugar vacío. A mi entender, aquí hay que
hacer una diferencia, porque no Lada persona que está en análisis
lleva a cabo un trabajo analizante. No necesariamente lodo trabajo
del paciente sobre ese agujero e� un verdadero trabajo analizante. El
ejemplo más claro y reiterado es el de los neuróticos obsesivos. No es
impensable que un neurótico obsesivo tras años ele análisis, cuando
el analista alude a algo, pregunte: "no me quedó claro qué quiere us­
ted decir." O que lo pregunte a la sesión siguiente. Recuerden que los
neuróticos obsesivos tienen una pasión (pasión de rechazo a la cas­
tración) por la continuidad, y ustedes saben que le dicen hasta el can­
sancio al sujeto neurótico obsesivo que diga lo que se le ocurra, y
sistemáticamente él va a decir: "quiero continuar lo de la última se­
sión, pero no me lo acuerdo". Pero para peor, cuando no está en el
lrabajo analizante decidido, has la podría decir "quiero continuar, pero
no puedo" . Ya está claro dónde tiene que continuar, y en qué su neu­
rosis lo detiene allí.
Cuando digo su neurosis, quiero decir la amenaza de castración
que lo detiene. Porque inmediatamente un analizante en trabajo ana­
lítico, aunque tenga el marc'? de un neurótico obsesivo, cuando dice
no puedo, no me acuerdo, ahí tienen el punto de partida para trabajar
en el no puedo y no me acuerdo. Para un obsesivo que tiene pasión
por la utilidad, por las cuestiones prácticas, por explicar las cosas, ese
trabajo de trabajar sobre un vacío de lo que el Otro no dice, es lodo un
desafío y todo un atravesamiento de las amenazas ele castración que
implican para él, el no saber o el no poder explicar.
Es allí donde para nosotros se significa esa significación de la cas­
tración,
. que para Freud es la amenaza dirigida hacia el pene. Toda la
temática freudiana del pene, de tenerlo, no tenerlo, y tocias las ame­
nazas ligadas al pene, Lacia la problemática del falo, para nosotros se
desplaza a estos puntos ele ausencia de significación, puntos de
vacancia, etc. Por eso, si dijéramos que un sujeto está amenazado en
su pene, seguramente entenderíamos mejor al obsesivo, lo compren­
deríamos, por la envergadura de esa amenaza. Pero el obsesivo está
amenazadó de eso mismo que Freud significaba como pene, cuando
lo aludimos y no le decimos lo que le queremos decir. O sea, que una
buena interpretación, es decir algo sin decir lo que eso quiere clécir.
Cuando digo que esto es equivalente a lo que Freud pensaba como
amenaza al pene, eslo quiere decir, a mi entender, que el trabajo sis-

1 39
GRAC/ELA J3ROVS/\I'

temático de esto debe ser dos ifi cado en un anális is . Y que el trabajo
s i $ temático del analizante s obre es tos vacíos implican la angus lia ele
cas tración. Por eso no es un trabaj o q ue uno deba hacer desde el pri­
mer día, sin dos i ficación. En es te mismo semi nario, Lacan dice , y yo
lo refiero a es to que es toy comen tando, qué "l a función del analis ta es
dosificar, canalizar la angus ti a " . Se paga inmediatamente cuando erra­
mos en los tiempos ele dos ifi cación. Se paga con la in terrupción de un
análisis , o se paga con la trans ferencia negativa.
Hice una aproximación a la in terpretación. Vamos a l a lr�nsferencia.

2) La transferencia
Saben, porque han recorri do El seminario 1 1 , que Lacan des plaza
la cues tión ele los afec tos para ponerl a en otro lug ar. Él pone la trans fe­
rencia con relación al s aber. És te es el primer desplazamiento. Y l a
pone en referencia a u n s aber s up ues to. Q u é rel ación hay en tre el
s aber s upues to por la trans ferencia, entre el d es eo del anal is ta , y la
interpretación .
El ej ercicio de un s aber s upues to es , j us tamente, lo que se encarna
en el deseo del anali s ta como vacanci a . Y el s aber s upues to, como tal ,
s e encarna e n la i n terpretación como i ncógni ta y como s us tracción
ele todo es to que mencionaba.
Ahora bien, ¿cuál es la temáti ca que a Lacan le preoc upa aquí en
es tos dos capítu los? A mí me parece que es la temática ele la simplici­
dad y del recorrido particular y también la temática del límite, ele lo
que l imita las cosas . Es alrededor ele es tos dos pun tos que giran mu­
chas de las cosa s que, a mi entender, dice Lacan.
Él habla de l a infini tización del valor del s uj eto, por ej emplo, ¿y
dónde pone el límite a esa infini tización en es tos c apítulos? Lo pone
en el deseo. Es notable poner el deseo, s i n más , como un l ímite, por­
que j us tamente el des eo lo que no tiene es l ím i tes . És ta es la cues tión
que Lacan ha i do el aborando. Me pareció de alguna forma sorpren­
dente y además fuertemente contras tante con un es cri to s uyo que jus­
tamente hace l a diferencia que aquí no es tan evi dente cuando afirma
que: " . . . el límite es tá en el deseo. lQué es el des eo? El deseo es eso
que circula" . El deseo circul a, decía Lacan, en lre los s i gnificantes . En
algún tiempo formul aba: "la experiencia del análisis es la experiencia
de la 1:ealización del deseo" . Por eso se con cebía que la buena inter­
pre tación era el j uego ele palabras . Jugar con las palabras rel anzaba el
deseo coagulado en un s ín toma. Y entonces se s uponía que el s ínto-
Fr.:ND,1Mr:Nros

ma se dis olvía con.el j uego de significan tes , relanzando la experiencia


del deseo.
Os ear Mas olla s iempre decía que el deseo es como una s eñori ta
que salla la vereda de pie en pi e . En es te· s e n tido, la es tructura del
des eo es muy f1is térica. La his teria tiene es te ras go común con el de­
seo. Por eso s e dke de l as his téricas que causan m uy bien el deseo, lo
Lrans mi len, hacen desear. A veces , para desgraci a ele algunos . (Risas) .

3 ) Síntoma
Les decía que me llama la a tención, en es ta problemática del tope,
el tema fundamen tal del final del anál isis ; pero también el corle ele la
s es ión, que es también el momento ele concl uir. En general , podemos
decir que la i n terpre tación es el momento ele concluir, que Lacan o el
ps icoanális i s , opone a lo infinito del trabaj o del i nconsciente. O s ea,
que la temática del tope o del lími te es una temá tica m uy importante ,
porque no s ólo abarca e s te lema central para nos otros que es el fi n
del análi s is , sino que también i mplica otras categorías que fueron usa­
das en el ps icoanálisis como lími te. Los l ími les horarios de la s esión,
los l ími tes de un análisi s , referidos , por ej e mplo, a los logros (lqué son
los logros hoy, pensados para nosotros ?) , lo que hacía a la buena ubi­
cación de alguien en la pers pectiva de un análisis que de bía termi nar.
Es lo es taba enmarcado en los logros .
Los logros para nosotros s on los l lamados efectos terapéu ticos . Y
lo que s abemos es que los efec tos terapéu ti cos s on es enciales en una
cura. lCómo llamamos nosotros al efecto terapéu ti co? Lo ll amamos
levantamiento del síntoma. Y el l evan tamie n to del síntoma es l o que
aporta el material neces ario para el trabajo pos teri or. Y m ás allá del
levantamienlo del síntoma, en algún momenlo Miller formulaba: "cuan­
do el análisis no se sos tiene en la demanda del s ufr iente, lcle qué se
sos t i ene? De la ética del anal i s ta " . Y Lacan afir ma "no empuj o más
al lá de su felicidad a nadi e , s alvo a los anali s tas , que tienen que ir más
,
allá , . O s e a que, para nosotros , hay en el psicoanál isis un más allá de
los logros , de los efectos terapéuticos . Pero lo que quiero agregar es
que no hay trabaj o más allá s in levantamiento del s ín toma , porque en
el mismo s ín toma e s tá la ma teri alklacl con que trabaj amos , por ej em­
plo, l a cons trucción del fan tasma. No es que vi e ne de otro lado , viene
del discurs o s obre el síntoma.
Digo eslo , además , en diálogo quizás conmigo mismo. Porque hace
muchos años , en cierto marco lacaniano , trabaj ábamos con el juego

] ,J J
GRAC(tlll BRODSKI'

de palabras, la experiencia del deseo, etc. , y pensábamos que el sínto­


ma no cumplía ninguna función esencial, es más, decíamos del sínto­
ma que era un problema de los médicos y no del anális i s , y decíamos
que el análisis no cura, que analizábamos y no curábamos, etc. , etc. O
sea, que había toda una problemática que, dejando de lado el sínto­
ma, dejaba de lado el malestar en juego que nosotros consideramos
esencial. Cuando digo nosotros, me refiero a la lectura de Jacques­
Alain Miller del texto ele Lacan. No se ve tan fácilmente en Lacan esta
presencia esencial y central del síntoma que le damos en nuestra clí­
nica. Está, pero está como lo está das Ding, la Cosa en Freud; es decir,
dentro de una o tres frases en tocio el texto.
Una lectura que no subraya esta esencialidad del síntoma dio lu­
gar en algún momento a que el analista no se ocupase del síntoma y
que analizase sin curar. Esto traía consecuencias importantes en los
análisis enmarcados así, pues un análisis podía avanzar muchísimo
en el construcción, en el juego ele palabras, en los significantes, y el
sujeto llegar al fin del análisis en plena efervescencia de sus síntomas
y de su malestar. De ninguna manera hoy pensamos así, porque pone­
mos al síntoma como rumbo desde el principio; y en particular el sín­
toma como algo construido en un análisis, el cual no es un síntoma
vivido ni sufrido, sino que es un síntoma dicho.

4) El deseo del Otro


En estos capítulos y con respecto a la temática del tope, Lacan en
algún punto habla del límite a la infinitización del sujeto. El deseo es
en su experiencia misma de movilidad y no elige un tope por sí mis­
mo. Hay un escrito en el que Lacan ubica las cosas de un modo más
contundente de lo que se aprecia en estos dos capítulos. Es un escrito
que se llama " Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista". Es una
presentación que hizo Lacan en enero de 1964, es decir que hay una
simultaneidad en el tiempo con El seminario 1 1 . Aquí se trata de algo
muy drástico en Lacan porque saca el deseo del analista del campo
del deseo en general y del deseo del Otro en particular. Ya en el título
"Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista" se hace una rela­
ción entre la pulsíón y el deseo. Hacer esta relación es enmarcar el
deseo en un campo que no es el campo del Otro como campo
prototípico de los significantes y del deseo.
Ustedes saben que en este seminario se plantean dos campos que
son el campo del sujeto y el campo del Otro, donde se dirimen y se
FU,\'Dr\MfNTOS

articulan dislinlas cosas. En este escrito se pone el deseo del analista


del lado de . la pulsión. No se lo pone del lado del deseo. Me interesa
subrayar una frase de este escrito donde Lacan dice: 11 . . . malaventura
del deseo en los sesgos del goce que acecha un Dios maligno. Es te
drama no es el accidente que· se cree, es de esencia, pues el deseo
viene del . Otro, el deseo en general , y el goce eslá del lado ele la Cosa".
Lacan aquí distingue claramenle dos campos, que son el campo de la
Cosa y el goce, que podemos ubicar en el campo pulsional.
En El seminario 7, "La ética... ", la Cosa es, en cierta forma, un ante­
cedente de la problemática ele lo real, del objeto a que Lacan va a ir
desarrollando a partir del das Ding freudiano. Este das Ding es algo
que Lacan extrae del texto freudiano como un dato central , mienlras
que en Freud se trata de un pequeño enunciado. Entonces, el goce, la
pulsión -y yo agrego el deseo del analista-, están del lado de la Cosa. O
sea, que vemos que aquí se separa claramente el campo del Otro del
campo de la Cosa, el campo del deseo del campo del deseo del ana­
lista.
Vamos ahora a la transferencia como marco general.

'5 ) El amor y la pasión

En primer lugar, la transferencia se enmarca en la relación entre el


sujeto y el Otro. Cuando hablamos de la transferencia hablamos de la
relación del sujeto al Otro. Esta relación implica dos operaciones que
son: la alienación y la separación. Cuando decimos que la lransferen­
cia se enmarca en la relación entre el sujeto y el Otro, queremos decir
que no se enmarca necesariamente entre dos personas. Más bien
implica una complicación de la transferencia cuando ésta se enmarca
entre dos personas.
Hubo en Bilbao hace unos años, una Jornada sobre el amor, el odio
y la transferencia, donde fue muy bien puntualizado que cuando ha­
blamos ele amor de transferencia o de transferencia negativa todos
entendemos al parecer de qué se trata, pero si observamos detenida­
mente en realidad no entendemos. Hay una interpretación social ele
lo que es el amor de transferencia, que puede hacer decir a alguien
"me parece que estoy en transferencia con usted". No tiene nada que
ver con esto la transferencia amorosa.
El amor de transferencia en el sentido de haberse ·enamorado del
analista es más bien un. cierto fracaso de la transferencia. Es más, cuan­
do Freud habla de la transferencia erótica, dice transferencia negati-

1 43
GN,IC/J:'Í.,I 13JIU/.)S).; I'

va. O sea, con es lo quiero decir que al poner la re l ación trans ferencia!
en lre el s uj e to y el Otro y deci r "el amor el e transferencia 11 , nos referi­
mos ·a r amor al s aber, no al amor a la personé\ . Cuando aparece el
amor a la persona es cuando eso es l á f raca·sanclo, cuando algo de la
función des eo del analista no e s tá s os teni endo l as cosas . O s ea , siem­
pre que veamos aparecer la relación personal baj o la forma ele la pa­
si ón amoros a o l a pasi ón del od i o, s epamos que allí no se tra ta de la
trans ferencia amoros a , s i no ele l a pasión ele Lra ns fe rencia, que es una
al teración de l a misma.
Es a pasión transferenci a ), además , es muy difícil hacerla retroce­
der cuando se des encadena . Es muy difíci l cuando eso se des encade­
na y va a la bús queda de la realización , es sumamente difíci l re troce­
der en eso . Sería interes anle (no s i empre lo podemos hacer y es algo
que nos puede ocurri r perfe ctamente a Lodos) que es to fuera trabaja­
do antes que se des encadene, porque desencaclenaclo, es como cuan­
do se desencadena una ps i cos i s . La ps icosis puede es tar en la es tru c­
tura , pero clese ncaclenacla produce enormes daños , y es m uy difíci l
retornar des pués a partir del des encadenamiento. Yo diría: q u e l a pa­
sión transferenci a! no es lo mismo que él amor ele trans ferencia, ni
tampoco la trans ferencia negativa ., Es una pas ión que marca una cier­
ta ruptura de la transferenci a , en tendida como motor del análisis . Más
bien lo detiene.
Es to no ocurre en lodos los anális i s . No tocios los anali zanles se
enamoran pas i onalmente d e l a pers ona de s u an ali s ta . Pueden decir
alguna cos a, pueden s oñar algo, pueden sentir ci erto encan to, pero l a
pas ión q u e necesita satisfacción sí o s í , que plantea l a realización como
al ternativa al anál isis , es una pas ión que s e des encadena excepcio­
nalmen te , fren te a ciertas pos iciones , a veces ele un neu rótico, y a
veces frente a ci ertos efec tos ele la posi ci ón del ana l i s ta que, a veces ,
por pos iciones subj e tivas , o por alguna circuns tanci a , de alguna for­
ma i ntroduce algo que aval a ese cles encaclenarniento ele l a pas ión .
No le echamos la culpa ele tocio al anali s la . H ay ve ces que el anal is ta
puede hacer poco o nada, a veces el des encadenamiento ya vi ene ele
enlracla, y hay poca chance . Pero a veces hay muchas. chances y s e
d esencadena igual .
Lo que les quiero deci r, es que s i us tedes revisan s u experiencia
tan to ele anali zan les como ele analis tas, no creo que es temos en des­
acuerdo respec to ele dec i r que l a pasión amoros a se des encadena
excepcional mente. Hay cj ue afi rmarl o, porque cuando decimos amor
de trans ferenc i a parece que dij éramos pasión, pa s i ón amorosa o pa-

1 .:J �1
Ft ','l'IJ,IMEt\'TOS

si ón del odio. No es eso. Es importante, porque s i no-regis tramos ación­


ele es lá el verdadero amor ele transferencia, podemos es tar es perán­
dolo bajo la forma del enamoramiento. Podemos l legar a s uponer que
no hay trans ferencia porque no es tá el amor a la pers ona. Es más , en
alguna época, c uando es to no ocurría se trataba' de que ocurriera por­
que se consi deraba que ése era el molar transferencia] . Se estimula­
ba eso. Y s e indi caba en los con troles c ierta pos ición ele seducción
para desencadenar es ta pas ión amoros a. Es Lo obviamente Liene , corno
l es decía, una g ran dificullad para ser reabsorbido. O sea, los anal is tas
también pueden tener pos iciones s eductoras , por distinl.as razones .
Pero la función deseo del analis ta excl uye del anal i s ta l a seducción.
Freud decía que el m édico no d ebe c reer que el amor que su paciente
le dedica es a é l , s ino, decía Freud, es al Otro, y pagará cara la respues­
ta de realización con un rechazo cuando lo quiera hacer, cuando qu iera
realizar eso.
La indi cación freudiana ele que los m édi cos no deben res ponder a l
amor de s us pacientes tenía un carácter ele pos ición ca si moral . Cuan­
do decimos élica queremos decir que no es es to una cues tión de pro­
hibición para nosotros , sino ele excl us ión ele la sed ucción y ele la res­
pues ta a la seducción, que es la función deseo del anal ista.

6) Lógica ele l a cura


Recuerden otra cos a . Todo es to s i empre Liene una excepción a mi
en tender. Lacan ha enunciado esta excepción como "vacilación cal­
culada ele l a neutrali clacl • Cuando el ana l i s ta hace aparecer s u pers o­
11

na en el l ugar donde debiera es tar el deseo del analis ta, la hace apare­
cer de forma calculada . Cuando el anal i s ta hace aparecer su pers ona
ele forma no cal culada, cuando a traviesa el s em blante del anal is ta , ya
sea bajo la forma agresiva o baj o la forma amoros a, abandona su se m­
blante de analis ta y no aparece como una vacilación, s i no como un
desencade namiento ele la con tratransferencia o ele la s ubj e tividad del
anal i s ta.
Cuando s e dice calculada (es to es una obs e rvación que hace
l\ll i l le r) no se quie re decir premecli tacla. Los semblant es no s e mane­
ja 1\ como piensan l os obses i vos , con ·el pens amiento, s i no ton la
pos ición que el anal i s ta l i en e , con l a pos i c i ón de s u s er, s i us tedes
Se
q u i ere n . trata ele un efecto y no ele un cálculo arlificial de manej ar
sem blan tes . Lacan dice que " l os úni cos que manej a n l os semblan­
,,
tes así s on l os cana llas .

1 45
Gnt1c1E1.11 BRoosKr

Vamos a los dos capítulos en particul ar. Pero anles voy a referirme
a un marco posterior. Seguimos con la in troducción (es to me hace
acordar a alguien que se va en introducción) . El s eminario pos lerior al
n es " Problemas cruciales . . . '\ el número 1 2 . Lacar1 habla ahí lambién
del des eo del anal is ta y, s egún mi regis tro vía computadora, es el últi­
mo semi nario en donde Lacan habla del deseo del analis ta, después
no lo vuelve a mencionar en los s emi narios , s egún lo que lengo regis­
trado .
D i ce en la página 52 de El seminario 1 1 : "de lo que se trata en e l
análisis es ele la localización d e l des eo . . . " . Se trata de localizar, pero, s i
pens amos en e l deseo, de local izar lo ilocalizable. Lacan está en una
posi ción paradój ica, quiere localizar l o que por esencia no se localiza.
Y es lo que lo va a llevar, al final de su enseñanza a decir "desabonado
al incons cie nte " , porque hay una relación entre el trabaj o incons cien­
te y el des eo como i local izable, es decir, circulante. Por eso Lacan se
esfuerza por localizar lo que s e deslocaliza. Lo cito : "No de tal o tal
des eo que no es más que sus tracción 1 metonimia, has la defensa, como
es su fig ura más común cuando se trata de localizar ese deseo donde
el análisis debe encontrar s u término, s obre todo s u acento , si, como
lo hemos anticipado, es el deseo del anal i s ta quien es el amo del aná­
li s i s " Y di ce otra cos a más : " Es e deseo debemos saber defi nirlo
lopológicamente en relación con ese fenómeno q ue le es tá ligado ( ... )
a saber, la identifi cación " .
S i en las próximas reuniones toman el úl timo punto ele.El semina­
rio 1 1 seguramente van a encontrar algo s obre es to
En El seminario 1 1 Lacan tambi én dice: "el deseo del analis ta lleva
al paciente a s u fan tas ma original " . Dicho así, uno puede decir que el
deseo del analis ta es la vol un tad de llevar al fantas ma origi nal . Pero no
quiere decir eso. Hablamos de una función, por eso siempre exis te el
riesgo de marginalizar la función y pensar que el deseo del anal is ta
tiene que llevar al fantasma original . No es algo que se formule como
"quiero que se cons truya aquel fan tasma original " . No, lo que quiere
decir esto, es que algo de la función misma -la vacancia- lleva por sí
mis ma, por es truc tura del deseo, por ofreci miento ele esa vacancia, al
trabajo analizan te y, por e nde , a la cons trucción del fantasma original .
La experiencia del anál isis es divers a, pero podemos señalar dos
puntos . Por un lacio es el trabajo sobre la división subjetiva en el cam­
po del s ujeto , es el agotamiento de la división del s uj e to. En la escu­
cha de un paciente , s ea his térico u obses ivo, ·van a ver aparecer esa
división. Hay formas universales de esa divis ión . En la his teria se ma-
Flll\'/JilMf.NTOS

nifiesla entre el pensamiento y el cuerpo, en el obsesivo entre el que­


rer y la realidad, entre lo que quiere y lo que hace.
El análisis, entonces, es el trabajo sobre la división subjetiva, que
tiene formas universales propias' de tocios los neurólicos, pero tiene
también formas de expresión particulares de cada sujeto. Este trabajo
lleva al paciente a su fantasma original, lo cual, dice Lacan, "no es
enseñarle nada 11 • Un desafío para el deseo del analista es también no
enseñar a los pacientes, y no en las cosas burdas, sino en las cosas
más sofisticadas. Para los que pertenecemos a la orientación lacania­
na y estamos tan imbuidos de lo que es el problema del final del aná­
lisis, es un desafío a la función del deseo del analista no anunciar ni
marcar al sujeto cómo hacer para terminar el análisis. Si esto sucede,
provoca -tal como se registra en los carteles del pase- actings ele a
dos, del analista y del analizante, que anticipan la salida por hacer, lo
que yo en broma muchas veces digo, un post-grado sobre el final del
análisis.
O sea, que es un desafío al deseo del analista que el analista no
enseñe a terminar el análisis. Dice Lacan: "El analista que ocupa el
lugar del Otro se sitúa en el punto del deseo, en el punto opuesto don­
de yace la realidad del sexo. El deseo del analista es complicidad abier­
ta con la sorpresa -lean ahí la inte1:pretación sorprendente del fantas­
ma del sujeto de la vacanci_a, que ofreció el analista.::.... Lo inesperado
no es el riesgo, lo inesperado atraviesa el campo de lo esperado, ha­
ciendo frente a la angustia". O sea, r:io me parece que Lacan separe
ahí conlundentemente el deseo en general del deseo del analista;
parece algo que está en trabajo conílictivamente, hasta definirlo al
mismo tiempo del lado de la Cosa y de la pulsión.
Sigo enmarcando el lema y ya veo que me voy a perder en el marco.
En la página 1 36 de El seminario 1 1 , que es previa a estos dos capí­
tulos, dice así sobre la interpretación: "La interpretación del analista
recubre, simplemente, el hecho de que ya el inconsciente, si es lo que
yo digo -a saber, juego del significante en sus formaciones (sueño,
lapsus, chiste o síntoma)- procede mediante la interpretación. El Otro,
el gran Otro, ya está presente cada vez que el inconsciente se abre,
por más fugaz que sea esta apertura". Noten que la interpretación aquí
está totalmente enmarcada por el Otro. Y cuando decimos que la fun­
ción deseo del analista tiene como manifestación la interpretación,
podríamos decir, tal vez exagerando, que esa interpretación vq c;_ontra
la lransf erencia y por lo tanto contra el Otro, y además contra el princi­
pio de placer. Por eso Lacan la va a ubicar en relación a la pulsión.

1 47
GJMC!f:L,I BRODSJ..'I'

Aquí, inclusive dice, que la interpretación del analista recubre. No


debemos suponer que ese recubrimiento implica que "o interpreta el
inconsciente o interpreta el analista". No se trata ele suponer sin más
que el analista puede quedarse en silencio y no interpretar porque ya
el inconsciente interpretó. Éste es otro efecto que produjo la enseñan­
za de Lacan entre nosotros hace muchos años: que en la medida en
que el inconsciente interpretaba a través del juego de los significan­
tes, del lapsus, del sueño, no hacía fal la la interpretación y así el ana­
lista quedaba reducido a un silencio. Lacan va a decir que esto no es
suficiente, y que el silencio del analista es una respuesta. Más que
pensar en que el analista se queda callado, ese silencio es el de la
incógnita que pone la interpretación. Eso es silencio. Es el silencio de
Jo que quiere decir en lo que dice. Es la sustracción. Silenciar al analis­
ta no quiere decir que no abra la boca. Quiere decir que, en su inter­
vención, sustrae algo, y deja ese lugar vacío. Si lo llenara él, lqué ocu­
rre?, lo llena con su fantasma, ineludiblemente. Por eso Lacan piensa
allí una vacancia que dé lugar al trabajo analizante, al trabajo de com­
pletar ese vacío, que es el camino por el cual el analizante finalmente
va a hacer lo que tiene que hacer con la transferencia y su límite, etc.,
que debe pensarse como deconstrucción del Otro .
A mi entender, acá hay una formulación discutible en la enseñan­
za de Lacan. En este capítulo dice: " ... el analista debe esperar la trans­
ferencia para empezar a dar la interpretación". Me parece que sí, pero
al mismo tiempo pienso: lcómo se provoca, con qué instrumentos se
provoca el desplazamiento ele la transferencia imaginaria a la instala­
ción del sujeto supuesto saber? Y me resulta difícil pensarlo sin la in­
terpretación.
lA qué llamamos transferencia imaginaria? Hay dos perspectivas
de la transferencia imaginaria. Una perspectiva es alguien que elige a
su analista por tal rasgo. Incluso a veces este rasgo se presenta bajo
una forma interesante: por ejemplo, por el analista que el analista ele­
gido tiene; es decir, por la elección que el analista elegido, a su vez, ha
hecho como analizante. A veces se elige un analista desde esa pers­
pectiva, porque se conoce al analista que eligió. Es interesante el dato,
lno? Porque hay como un Otro más allá del analista, a quien se lo elige
por esa relación al Otro, como pna especie de encadenamiento
generacional.

1 •18
FU,VfJMIEN1'0S

7) La transferencia negativa
. Todos los rasgos por los cuales alguien nos elige para damos eso
que se llama la confianza son siempre interesantes e importantes.
También puede ocurrir que sea para darnos la desconfianza. Recuer­
den que la transferencia negativa es también transferencia, y se ha
dicho, cosa que me parece que se verifica, que hay sujetos que se
analizan en el marco de la transferencia negativa. Lacan dice además
que los que han tenido transferencia negativa con él son los que me­
jor lo leen y los que mejor lo escuchan. Son los que lo escuchan con
desconfianza, pero lo escuchan. Y se refiere a un trabajo que se llama
El título de la letra , que es un trabajo en el que aque1los que estaban
en transferencia negativa con Lacan hicieron un análisis minucioso
para demostrar toda una tesis ele 11 La instancia de la letra. .. 11 , para de­
mostrar cosas que contraqicen a Lacan. Pero hicieron un trabajo minu­
cioso que nadie había hecho, y lo hicieron en transferencia negativa.
Al igual que con la transferencia amorosa, si hablamos ele transfe­
rencia negativa lqué observamos en nuestra clínica? Se trata ele que
alguien dice que no servimos para nada. Para peor, alguien que dice
que no servimos para nada y no sabe usar la nada. Porque desde el
principio Lacan afirma que la nada es mejor que la presencia. Pero
hay que convencer al neurótico de que los vacíos son mejores que las
presencias, especialmente a los obsesivos que quieren saber ele modo
contante y sonante qué van a trabajar en sesión hoy para contárselo a
la mujer. Por eso Lacan ha hecho un trabajo sobre el vacío. En E/ semi­
nario 4, 1 1 La Relación de objeto", señala que su perspectiva del análi­
sis no es sobre el fondo kleiniano de la presencia del objeto, sino so­
bre el fondo de la ausencia. O sea que, desde el principio, Lacan reins­
tala el complejo de castración en el campo del psicoanálisis.
Ésta es una observación que me surgió a partir de una conferencia
que da Miller en España sobre la transferencia negativa, que es intere­
sante porque amplía la perspectiva desde donde leemos esta transfe­
rencia. No hay que suponer que ella conduce necesariamente a la
intefrupción. No hay que identificarla con algo que se opone, sino más
bien con algo que trabaja de - costado. Digamos que en la transferen­
cia negativa uno se puede analizar ele costado, no de frente, ni acosta­
do, sino mirando de reojo. Esa miradá de reojo no implica necesaria­
mente la interrupción del análisis o la imposibilidad de analizarse. Si
el analista lee la transferencia negativa en este sentido, en el sentido
de la interrupción, va a tender a diluirla y a chocar con ella finalmente,
sintiéndose interpelado por eso. Esto quiere decir que la transferencia

1 ..:] 9
Gn11c1ELA BnoDSKI'

negativa, como el amor de transferencia, debe ser entendida de una


forma sumamente amplia. Sumamente amplia quiere decir incluir esa
mirada (que está mucho en el obsesivo) puesta en lo que hace el
analista: Y ustedes van a ver llegar, desde una primer entrevista hasta
tres años después, los comentarios y opiniones sobre lo que el analis­
ta dijo 1 cómo lo dijo, por qué lo dijo, y si hizo así o hi�o asá. Es una
actitud de sospecha, dice Miller, pero no en el sentido de que el ana­
lista está haciendo mal, sino, más bien, en el sentido de una pregunta
sobre qué está haciendo, y por qué hace lo que hace.
Eso es la transferencia negativa, que no es la pasión del odio. Es
algo e.ncaminado en el análisis. Por el contrario, vuelvo a decir que
colocar en el centro de la cura la pasión del odio, eso sí hace muy
difícil el retroceso y el sostenimiento de un análisis.

8) La letra
Bueno, como veo que plantear el marco me ha llevado mucho tiem­
po, voy a referirme a un pártafo que me parece central y que está muy
ligado a todo esto que estaba diciendo. Es casi una página. Es la pági­
na 257 de El seminario 1 1 , del capítulo que se llama " De la interpreta­
ción a la transferencia". Me parece que es un párrafo ilustrativo acer­
ca del problema del límite, del punto final, de cómo se accede al final
de un análisis. Enmarco este párrafo en todo lo que dije del deseo del
analista, vacancia,. interpretación e . incógnita, transferencia, decons-
trucción del Otro.
Dice Lacan aquí: 11 Es falso, por consiguiente, que la . interpretación
esté abierta a todos los sentidos... ". Intercalo un comentario. La inter­
pretación del inconsciente sí está abierta a todos los sentidos. Por eso
cuando afirmamos que la interpretación del analista la recubre, hay
que interrogar ese recubrimiento, porque a mi entender no es igual.
La interpretación del analista apunta a provocar el momento de con­
cluir en un desarrollo que no tiende a concluir por su esencia.
Sigo con el texto: "La interpretación no está abierta a todos los sen­
tidos, como se ha dicho, so pretexto de que se trata sólo del vínculo de
un significante con otro significante, y por tanto de un vínculo sin pies
ni cabeza". Este es un ·párrafo que seguramente no habíamos leído
cuando concebíamos el análisis como un j uego de palabras." No está
abierta a todos los sentidos. Seguramente tampoco habíamos leído
en serio E/ seminario 1 4, "La lógica del fantasma", dado que se trataba
de un tiempo en el que el fantasma no tenía ninguna función especial.

1 50
FUNDAMENTOS

Al hablar ele un "juego de significan les sin pies ni cabeza" , quiere


decir que la interprelación tiene algo de pies y de cabeza. Hay que ver
dónde los coloca. Sería hacer una concesión a los que claman con­
11

tra el carácter incierto de la interprelación analílica, el decir que, e·n


efecto, todas las interpretaciones son posibles, lo cual es enleramenle
absurdo." Hay que ver las consecuencias de eslo. lQué significa que
todas las interpretaciones no son posibles? No se trata, a mi entender,
de que haya una sola y que el analista deba acertar con ella. Con res­
pecto a la entrada en análisis, cuando Lacan dice que hay que esperar
la transferencia para interpretar, yo les <leda lcómo se produce el des­
plazamiento de la transferencia que implica querer analizarse con al­
guien, al efecto sujelo supuesto saber que es lo que desencadena la
transferencia simbólica? A mi modo de ver, para eso tiene que mediar
la interpretación. No hay tal desplazamiento -desde el respeto a la
persona hacia el sujeto supuesto saber- sin la interpretación.
Además, esa interpretación no es única. Es apres-coup, no es an­
tes. No nos pone en la posición subjetiva de tener que decir "es ésta la
interpretación ll . No nos pone en la posición subjetiva de que cualquier
analista, en el lugar de ese analista, hubiera interpretado lo mismo.
No es así a mi entender. Si hubiera una única interpretación tendría­
mos que estar a la pesca, como adivinos oraculares de lo que allf ocu­
rre. Y eslo es lo que Lacan contraviene respecto de lo que es el deseo
del analista. El deseo del analista y 'la interpretación no consisten en
una adivinanza de lo que al otro_ le pasa.
Afirmar que no toda interpretación es posible no quiere decir que
hay una. Sí podemos decir que hay una apres-coup. Por eso cuando
,,
Lacan _habla de "significante de la transferencia , yo agrego ahí, según
mi interpretación, el significante de la transferencia "con ese analis­
ta". Porque o bien suponemos que ese significante ele la transferencia
el inconsciente lo produce solo, o bien lo produce la interpretación
del analista. Y es la interpretación del analista más los significantes o
el discurso ofrecido por el sujeto sobre (vamos a s�poner) su síntoma,
es en esa articulación entre interpretación y discurso sobre el síntoma
que se produce el efecto ele desplazamiento del amor, del respeto a la
persona del analista hacia la instalación del sujeto supuesto saber y
de la verdadera transferencia simbólica como la plantea Lacan.
Por eso, si bien estamos de acuerdo en que para interpretar hay
que esperar la transferencia, ésta, al mismo tiempo, no vi�11e soia (me
refiero a la transferencia que funciona en el análisis). Por este motivo
hay dos tiempos ele la transferencia. Lo que se llama amor en general,

151
GR,ICIEl.,I BRODSKI'

el respeto a la persona (me quiero analizar con él, o con ella, por tal y
cual cosa), y lo que se llama, con relación a la transferencia simbóJi- ·
· ca, el amor al saber. Lacan va a hacer una diferencia después entre lo
que es el amor al saber (que va con relación al horroi· al saber) y el
deseo de saber (en la perspectiva final del análisis introduce esta ca­
tegoría en una carta a los italianos); deseo de saber que no es igual al
amor al saber.
El amor al saber .es un paso necesario de la entrada en el análisis
porque instala la transferencia simbólica entre el sujeto y el Otro. En la
perspectiva del final hay una elaboración de ese amor al saber para ser,
entonces, deseo de saber. Lacan habla también, con respecto al final
del análisis, no sólo de deseo de saber sino de un amor sin límites. Esto
plantea complicaciones. Es el último párrafo de El seminario 1 1 , un pá­
rrafo oscuro sobre el que siempre hay que dar vueltas. Después del final
del análisis deja el amor como un amor sin límites y el deseo de saber;
no deja el amor al saber; el amor al saber implica la represión.
Este párrafo sigue y me interesa hacerlo chocar un poco con lo que
Lacan planteaba como límite (el deseo, la circulación del deseo, el
trabajo analizante, el juego ele significantes, todas las interpre�aciones
son posibles). Porque acá hay un punto duro, que trabaja en contra, y
que es allí donde yo leo la intervención del deseo del · 3nalista, en el
punto que trabaja contra el deseo.
Millerl lo observa así: que en la perspectiva del final del análisis hay
una def ación ele la circulación deseante del significante. A mi enten­
der, la función deseo del analista se desplaza a lo largo de una cura, se
va vaciando a favor de lo que se construye en un análisis.
En la perspectiva final de un análisis se va produciendo un vacia­
miento de la función interpretante del deseo del analista. Esto es sola­
mente una alusión, que habrá que explicar después.
"Que el efecto de la interpretación, como he dicho, sea aislar en el
sujeto un hueso, no implica que la interpretación misma sea un
sinsentido". Noten esto: un hueso, Kern -para decirlo como Freud-,
un nonsense, quiere decir algo que no se mueve más, que queda fija­
do ahí, que no circula. Hay una equivalencia entre ese quedar fijado y
el sinsentido. lQué es el sinsenlido? llncluimos en el sinsentido un
sentido que no se desplaza? Diríamos que ·no. Pero el fantasma funda­
mental es, en cierta forma, un sinsentido que tiene un sentido y que
no se desplaza. O sea, no es un verdadero sentido como los otros, que
sí se desplazan. Hay una cierta paradoja y un ajus Le que Lacan va a
hacer después sobre esle punto.

152
FU,\'D,IMF./\'TOS

. Lacan está trabajando contra el hecho de que cualquier cosa pue­


de ser dicha. No es que sinsentido quiere . decir que todo vale, lodo
sirve, todo puede ser dicho y desplegado de nuevo, lo que podría ser
una interpretación del lado del juego ele palabras. lEsto qué quiere
decir en concreto? Quiere decir que el analista no está pe·rmanente­
mente abriendo sentidos y proponiendo otros sentidos, y otros, y otros.
Así el analista infinitiza la cura. Y esto lqué quiere decir del dado del
paciente? Del lado del paciente tenemos la asociación libre, que pro­
movemos y desarrollamos.
Ferenczi decía que "los pacientes se curan no por asociar libre­
mente, sino que cuando se curan, asocian libremente. O sea que cuan­
do el paciente puede sostener toda la sesión en la asociación libre, en
ese momento está curado. Él concebía el análisis desde la perspecti­
va de la asociación libre, lo cual converge totalmente con la perspec­
tiva ele Lacan cuando pone el análisis en la experiencia del deseo.
Digamos que hay una "convergencia Ferenczi-Lacan" en el punto en
que todo puede ser abierto de nuevo,· todo es ·una experiencia del
deseo; en la cura se va del trabajo de la asociación libre (que también
es un tema a discutir qué es) a un agotamiento necesario de su fun­
ción, pero no por voluntad, no porque "no se me ocurre más nada".
No es porque decidí no asociar más que ya estoy al final del análisis
(lo digo porque ocurre así a veces) , no es eso.
La asociación libre no la podemos hacer aunque queramos, por­
que el Kern nos vuelve a traer y nos vuelve a recortar. El Kem, el hue­
so, el sinsentido al que Lacan lo hace equivaler, choca con esto. Por
eso no coincidimos con Ferenczi.
Desde nuestra perspectiva, en la lógica de la asociación libre, este
hueso se nos vuelve a cruzar en nuestro trabajo y no nos deja asociar.
Siempre la voluntad está a contramano del deseo y del goce: La pre­
tensión de querer llevar la cosa para un lugar, siempre alimenta más
los actings que los actos. Por eso, cuando de eslo hacemos consigna
interna en el análisis, sea del lacio del analista o del analizante, cuan­
do el analizante es analista y entiende de la cuestión, va a decir "cada
vez se me ocurren menos cosas, no se me ocurre más nada", ahí mejor
hacer lo que haría Freud: poner la mano en la frente y decir "no es
cierto, u s ted puede asociar li bremente " . (Risas).
Conviene hacer esto . porque muchas veces, en ese momento don­
de está muy marcado el final del análisis como perspectiva, se signifi­
ca el "no se me ocurre más nada" como un agotamiento del incons­
ciente y esto es una identificación imaginaria con el final que no tiene

1 53
GR,1CfEL,I J3RODSKI'

nada que ver con un final. Más bien implica un cierto desprecio al
analista. El desprecio al . analista, a la persona del analista, no tiene
nada que. ver con el fin del análisis . Es un acting . La inexistencia del
Olro no tien·e por qué tocar a la persona del analis ta en su posición y
su respeto. La inexistencia del Otro no se l e'e en el plano imaginario,
aunque sea más fácil hacerlo en ese plano.
"La interpretación es una significación", dice aquí Lacan, y hay que
prestar atención porque no lo dice siempre así. Es una cuestión com­
plicada, porque dicho así, sin más , se pone del lado de la sugestión.
Introducimos una significación, entre otras significaciones. Y si eso lo
hacemos desde el poder de la transferencia, de la autoridad que nos
da la transferencia, hacemos sugestión. Seguramente hay efectos su­
gestivos en el análisis, pero no hacemos de eso el sostenimiento de la
posición del analista.
A veces pueden ser aprovechados los efectos sugestivos, pero no
hacemos de eso el centro d� la cura. No sólo no apuntamos a la su­
gestión, sino que al sugestionar vamos para atrás. Del supuesto saber
hacernos saber expuesto. , De la inconsis tencia del Otro , de la
incompletud del Otro, hacemos un Otro demandante, un Otro com­
pleto. O sea que en ese punto, cuando introducimos significaciones ,
introducimos la potencialidad de estar construyendo al Otro, refor­
zándolo, más que destituyéndolo. Y recuerden que en el s eminario
10, "La angustia", hay dos datos: 1) el Otro demandante, que es un11

Otro completo 11 dice Lacan; 2) el Otro deseanle, el Otro incompleto.


El deseo del analista atraviesa estos momentos, y si queda anclado
al deseo del Otro, queda en el marco del Otro. El deseo del analista
Lacan lo concibe desarticulando al Otro, y por eso lo concibe más allá
del deseo del Otro, y con relación a lo que llama la inexistencia del
Otro. Hay un párrafo que me parece central del s eminario 1 6, "De un
Otro al otro", donde Lacan lo dice así en el tHulo: de un Otro, ahora
inexistente, a la relación al objeto a. O sea, del lugar del Otro, de la
transferencia, etc., el analista va quedando en el lugar del objeto.
Si el deseo del analista está enmarcado en el deseo del Otro, esto
implica una cosa que Miller observa en un apartado sobre su curso
"Done ", donde dice que en la medida en que hay Otro, aunque sea un
· Otro incompleto, hay falo eb juego, porque en la estructuta el Otro
siempre desea falo. El deseo esencial del Otro es de falo. Y la única
forma de desarticular la identificación al falo, o sea que el análisis no
termine en una relación al falo sino en una relación al objeto, la única
forma es deconslruir al Otro. Lo que hace al sujeto caer de la idenlifi-

1 54
FUNDAMENTOS

cación fálica es el punto donde el Otro se hace inexistenle. Esa es la


única forma de desidentificar al sujeto del falo, deconstruyendo al Otro.
No se trata de ninguna forma de minusvalía o de plusvalía. Ni tam­
poco de un pasaje de -<p a cp . Hay análisis en los que se producen
éxitos importanles , logros terapéuticos, incluso con consecuencias
lransferenciales muy importanles, y si alguien hace ese recorrido que
llega al éxito, al analista no le viene del todo mal. Ese recorrido o pasa­
je que va del menos falo al más (menos falo se lee: mujer sola, hom­
bre impotente, alguien que no consigue trabajo, etc.) en la medida en
que es leído por los que rodean al analizante, le conviene al ar:ialista
porque genera pacientes. (Risas). Pichon Riviere lo decía: "El pacien­
te en análisis es el líder de cambio dentro de la familia, y entre los
amigos" ; o sea, que transmite algo que convoca al análisis e interroga,
inclusive, la estabilidad sintomática de los otros.
El paciente en análisis introduce con sus cambios y con su trans­
misión del análisis en los de alrededor. Ni qué hablar en una pareja.
Cuando alguien de la pareja va a análisis el otro hace bien en temer
por su estabilidad. Lo cual no quiere decir que necesariamente se
cumpla, pero en el análisis, desde que se empieza a relatar el sínto­
ma, hay desplazamientos de goce. Ya por el solo hecho de relatarlo,
en vez de sufrirlo y vivirlo, hay desplazamiento de goce. Entonces hay
que ver después dónde coloca la mujer al hombre, o el hombre a la
mujer. Lacan dice que "la mujer es síntoma del hombre". El rasgo de
esto es que el hombre le cree a la mujer. Es el tema de la creencia en
la mujer.
Resulta interesante qué puede ocurrir en una pareja a partir de los
desplazamientos de goce producidos por el análisis. Necesariamente
la pareja va a sufrir (no en sentido del padecimiento) los cambios que
eso implica, y el partenaire deberá mostrar también su flexibilidad de
desplazamiento de goce para poder articularse. Lacan dice que las
mujeres conviven bien con la impotencia masculina, con el hombre
impotente, lo cual me parece que es cierto en algunos casos, no en
todos. Qué pasa entonces en un análisis cuando el hombre sale de la
impotencia, y cóm6 se articula esa mujer que necesitaba llevar, como
decía creo que Perrier, a "la mucama de la mano". Perrier decía que
las histéricas son las que llevan al hombre de la mano como "la
mucama de una intelectual". lQué pasa cuando el desplazamiento
de goce implica un movimiento de ese· hombre que ya no s� presta a
ser la mucama de un.a intelectual? Esto exige, a veces, del análisis del
otro para poder encontrarse, nuevamente, con este otro síntoma. Miller

155
GJ?ACIEI.A B!Wfü't.:I'

habla del partenaire síntoma. Es necesario allí un ajuste verdadero de


los síntomas. A veces, eso no ocurre porque uno de los sujetos no·
soporta la variación.

Conlinúo con el párrafo y termino: "la interpretación no está abier.,


ta a tocios los sentidos, no es cualquiera, es una interpretación signUi­
caliva, que no debe fallarse". Si ustedes leen "El atolondradkho", La­
can va a reformular. esto. Va a decir que la interpretación siempre fa­
lla, es al costado, nunca es justa. Va a decir de la interpretación signi­
ficativa que se interpreta por el equívoco, y el equívoco es destitución
ele todas las significaciones.
"Es esencial entonces, -dice- que el sujeto vea, más allá de e�ta
significación, a qué significante sinsentido, irreductible, traumático,
está sujeto como sujeto 11 Es exactamente el punto inverso al punto

donde la IPA ubica el final del análisis. Cuando los análisis enmarcados
en la IPA hablan de final del análisis, ponen el rasgo libertad, creación,
libertad de crear, tratar ele no estar sujetado a normas, etc. Cuando yo
les comentaba esto que afirma Lacan a algunos amigos de la I PA (ten­
go unos cuantos, diclactas muchos de ellos) , me respondían en forma
un poco extraña. Yo les decía· que para nosotros la experiencia del
análisis es de máxima sujeción a un significante. O sea, que no habla­
mos de libertad al final del análisis, sino de máxima sujeción. El tema
ele la libertad es otro, Lacan por allí lo menciona, pero dicho en térmi­
nos imaginarios. Nosotros hablamos ele máxima sujeción. Ellos me
decían, en una interpretación un poco salvaje: "ustedes son unós es­
clavos". Y Lacan dice: "el deseo del analista está cerca del deseo del
esclavo y no del amo 11 •

El último párrafo de El seminario 1 1 me parece muy ligado a éste


que estoy leyendo. En la página 284, al final, se lee:: "El deseo del· a ná­
lisis no es un deseo puro, es el deseo de obtener la diferencia absolu­
ta 1 1 • No es puro porque es deseo de obtener algo. Pero el deseo de
obtener algo implica, para nosotros, no "la voluntad cle 11 • Les recuerdo
que no se trata de la voluntad del analista.
"Es el deseo de obtener la diferencia absolula 11 • Pero, lqué es la
diferencia absoluta? Lacan no hace un tratado de qué es la diferencia
absoluta. Él dicé "es la que interviene cuando el sujeto confrontado al ·
significante primordial accede por primera vez a la posición ele suj e­
ción a ér'. O sea que la diferencia absoluta tiene algo que ver con esta
posición de sujeción a este significante primordial, hueso, etc. Vamos
así ele la apertura al cierre; y en el cierre el punto clave es la sujeción.

1 56
FU.VD,IMF.NTOS

Esla sujeción a un significante primordial implica, para Lacan, que


todo el recorrido que llevó a este punto se hizo a costa del Otro. Esta
sujeción se produce en lugar de la sujeción al Otro. La sujeción al Otro
significa la sujeción a la demanda del Otro. Y el sujeto está en la suje­
ción al significante primordial, liberado de su relación a la demanda y
el deseo del Otro. Por eso allí instala la problemática del amor, como
un amor sin límites·. Dicho a grosso modo, enmarcado fuera ele los
límites del Otro.

6 de octubre de 1999
IX. CLINICA DE LA ALIENACIÓN

Para las dos últimas reuni<;>nes que nos quedan, he decidido co­
mentar El seminario 1 1 en un orden que no va a ser sucesivo. Voy a
pasar directamente al último apartado en el día de hoy para comentar
el mecanismo de alienación y comenzar con el mecanismo ele sepa­
ración. Dentro de quince días espero poder completar este último y, a
péulir de ahí, retomar la cuestión de la pulsión. Me autorizo a esto ya
que el seminario no es un escrito, es decir, que Lacan va armando su
lógica a medida que lo va dictando. Ustedes habrán notado que a par­
tir de los capítulos sobre la pulsión el seminario se desordena, lo cual
permile que yo también lo haga un poco, teniendo en cuenta el �sca­
so tiempo para construir una visión a vuelo de pájaro.
Para considerar los mecanismos de alienación y separación parti­
remos de una perspectiva que es la ele considerar que el Otro preexiste
al sujeto. Esta perspectiva no es la única que podría adoptarse, pero
es necesaria para seguir la lógica ele estos dos mecanismos. Segura­
mente saben que a partir de los · años 70 Lacan deja de considerar
evidente el hecho de que el Otro preexista al sujeto. Más bien se pre­
gunta cómo es que surge el Otro, siendo que lo que hay es el Uno. Es
el famoso sintagma "hay Uno".
Pero para los mecanismos de alienación y separación es necesario
partir del Otro. La cuestión entonces es cómo aparece el sujeto en el
- campo del Otro, entendiéndose que el Otro es algo dado mientras
que el sujeto no, sino que es algo que debe advenir. La operación de
alienación intenta responder, de acuerdo con una articulación lógica
basada en la teoría · de los conjuntos, cómo es que en el campo del
Otro se produce el sujeto.
De un modo global se podría derivar de este punto de vista una
perspectiva cronológica. Y en efecto hay muchas· reflexiones de La­
can en este sentido, por ejemplo,. cuando señala cte · qué manera el
grito, que en principio no diferencia al cachorro humano del animal,
se convierte en llamado a partir de la respuesta del Otro, respuesta
que, según Lacan indica, antecede a la pregunta. Es un modo de pen­
sar Ja cuesu'ón que Lacan empieza a trabajar en su artículo ,s9bre el
lnf�rme de Lagache .. Es una perspectiva posible, pero no es la que
importa destacar aquí.

. 1 59
GUACl/;l,1 BtWDS1'1'

: Me interesa plantear desde un principio que la producción del s u­


jeto a parlir del mecanismo de alienación es lo que corresponde a los
comienzos de un análisis, y no solamente a los comienzos de la vicia.
Se hala, en todo caso, de ia vicia analítica. Y cuando un analista ·r edbe
a alguien que va a contarle lo mal ·que anclan sus cosas, no prejuzga
tener delante un sujeto. Ni siquiera cuando tenga frente a sí a un su-
friente. No prejuzga que haya allf un sujeto.
Se entiende entonces que la producción del suj eto no es solamé'n­
Le un dato del inicio de la vida, sino que es algo que se renueva, y que
hay circunstancias que, en cierta manera, redoblan la apuesta inidal,
y el psicoanálisis es una de ellas. Esta vacilación que hay entre supo­
ner que el sujeto es algo ya dado, por un lado, y por otro parlir de la
premisa de que hay que consli luirlo, indica que el sujeto es algo que
tiende a desaparecer. El sujeto tiene un estatuto evanescente. Son
momentos privilegiados aquellos en los que eso que llamamos sujeto
emerge. No se trata del estatu to normal de la gente, para llamarlm::le
alguna manera. Es, entonces, algo que se capta en un instante, y que,
ni bien se capta, desaparece. Esto es Jo que hace que Lacan ponga en
concordancia el estatuto del suje to con el cogilo cartesiano.
Ustedes saben que Descartes recurre a un método para obtener
un punto ele certeza. Puesto que el mundo es representación, podría
ponerse en eluda tocio el orden ele los objetos, los cuales podríán ria
ser más que ilusiones. Así como me engaño con un sueño, creyendo
estar con alguien que no está o creyendo tocar algo que no existe, por
qué no pensar que se puede poner en duda todo el mundo de las
representaciones; y, paso siguiente, poner en duda todo el mundo de
los pensamientos, que sabernos que pueden ser engañosos, como el
mundo de los afectos , que también lo son. En este método ele Desear­
les -llamado "duda melódica " y que pone en duda tocio lo que provie­
· tanto dé los sentidos como del entendimiento- hay un instante en
ne
el que la eluda se deliene. Es el instante en el cual debo reconocer que
mientras pongo en marcha esta eluda metódica, no puedo dudar de
que pienso. Y el hecho de pensar se traduce en que, al menos, hay
algo que piensa, y eso soy. Soy eso que piensa. E� el instante ele ce1te­
za en que la duda se detiene y verifico que soy en el acto de pensar. En
ese acto, soy.
Pero finalmente, Descartes se pregunta si todo esto no puede ser
obra de alguien que se dedica a juguetear un poco con ·nosotros, y
necesita recurrir a un Dios "que no juegue a los ciados", como decía
Einstein. Ese instante donde la eluda se detiene y que brinda un punto

1 60
FUND,IMENTOS

de certeza -porque puedo dudar de todo menos de que pienso, ya .


que en la duela misma estoy pens ando-, ese instante es algo
evanescente y puntual que hay que atrapar al vuelo y que Lacan utili­
za para decir : ese es el estatuto del sujeto. Es algo que surge en un
instante y que inmediatamente queda oscurecido.
Esto pone de manifiesto que el sujeto no se produce solamente en
los primeros encuentros del niño con el Otro, sino que se produce
eventualmente en cada encuentro del sujeto con el Otro. La idea de
Lacan es que la tarea del analista, ubicado en el lugar del Otro, es la
de producir el sujeto.
Para ilustrar la lógica de las operaciones ele alienación y separa­
ción voy a recurrir al pizarrón

S (el sujeto)

Se trata de dos conjuntos. Uno representa el campo en el que advendrá


el sujeto y en el que se producirán los efectos subjetivos. El otro conjunto
albergará todo lo correspondiente a la lógica del Otro. Lacan hace cabal­
gar un conjunto sobre el otro, es decir, que hay una parte del conjunto del
sujeto que embraga en el conjunto del Otro, y hay una parte del conjunto
del Otro que queda del lado del sujeto. Se trata de dar cuenta de la articu­
lación entre el sujeto y el Otro, que se aborda en el apartado último del
capítulo que se llama "El sujeto y el Otro".
La cuestión es si en ese campo del sujeto, el sujeto está o no está. La
respuesta de Lacan pueden encontrarla en la pagina 206 del seminario:
"El sujeto nace en tanto que en el campo del Otro surge el significante.
P0ro debido justamente a este hecho, eso que antes no era nada, nada
sino sujeto a punto de advenir, queda fijado como significante".
Si ustedes ·leen ese párrafo van a encontrar que, con relación al cam­
po del sujeto, Lacan distingue dos estatutos . Por un lacio, "eso que antes
no era nada"; luego, "eso que queda fijado como significante". Para dar
cuenta ele "eso que antes no era nacla", el recurso de Lacan es el conjun­
to vacío, que se escribe con este símbolo: 0, y se dibuja haciendo una
circunferencia dentro de la cual no hay nada.

161
Gn,1c11fü1 BnovsKr

Sin embargo, para poder decir que el sujeto no es nada, hay que
dibujar primero la circunferencia del conjunto. Para poder decir que
no hay nada es necesario ubicar mínimamente el lugar, haciendo por
lo menos un trazo a partir del cual poder decir que allí no hay nada. Se
podría · no hacer el trazo y decir que no hay nada en el pizarrón, pero
de todos modos se trata ele un espacio delimitado del que se puede
afirmar que no hay nada en él. Si se carece de ese trazo se podría
recurrir incluso a un trazo natural. Se podría ir por el campo, encon­
trar un pozo y decir que en ese pozo no hay nada. Pero el hecho de
formularlo así indica que eso que pertenece supuestamente al cam­
po natural queda recortado con la enunciación cuando se dice: en
este pozo, en este lugar. Es decir, que dentro del conjunto de la natu­
raleza se hace un recorte. Hacerlo con el diagrama de Venn es el col­
mo de la simbolización, pero se podría hacer con el pizarrón o con la
sala misma, recortándola y planteándola como un conjunto vacío di­
ciendo: en esta sala no hay nadie. Todo esto implica un trazado, el
recorte de un lugar · planteado como vado. En ese trazo, entonces; el
. sujeto como nada s·e encuentra con ·e l conjunto del Otro:

1 62
FUNOAMF.NTOS

El conjunto del Otro se define como el conjunto de los significan­


les, del cual Lacan loma la cadena mínima, es decir, S 1 -S2 , dos signifi­
cantes al menos. El mecanismo consiste en la unión de eslos dos con­
juntos .
Se trata entonces de ·preguntarse qué nombre darle a la zona que
tienen en común.

Pregunta: lNo es el mecanismo de la intersección?

Graciela Brodsky: No, es el mecanismo de la unión. El de la inter­


sección, que opera por sustracción, es el mecanismo que utiliza para
explicar la separación. En la alienación se trata del mecanismo de la
unión, que suma los elementos comunes y no comunes de los dos
conjuntos . La maniobra que hace Lacan en es te punto es la de consi­
derar que el trazo, el círculo que permite decir que no hay nada, eso
ya es un significante, y lo coloca del lado del sujeto.

J.-A. Miller lo describe bien en los signos del goce. Es como si se


escribiera dentro del conjunto del sujeto el nombre mismo del rasgo
que hace la circunferencia, eso que permite definir que no hay nada.
Pero en el mismo gesto de "no hay nada", queda delimitado a partir
de qué significante se dice que no hay nada. Es un recurso que utiliza
Lacan para ubicar el S 1 en los dos conjuntos , en el conjunto del sujeto
y en el conjunto del Otro. Gracias a eso va a haber un elemento co­
mún a los dos conjuntos que es el S 1 •

I G3
Gu,1c1EL,1 BnoosKr

S 1 es lo que pertenece a los dos conjuntos. Queda algo entonces que


es solamente propio del conjunto del Otro, que . es el S2 , y algo que es
· solamente propio del campo del sujeto, que es�- Éste es el mecanismo.
Para ponerlo en marcha Lacan inventa la elección forzada, que no
es algo que pertenezca a la teoría ele los conjuntos sino que es pro- ·
duelo del dispositivo analítico.
No existe en la naturaleza la elección forzada. Lacan utiliza algu­
nos ejemplos para decir que entre estos dos conjuntos, entre el con­
j�mto del sujeto y el conjunto del Otro, hay que elegir. Y hay una elec­
ción que Lacan llama la elección preferencial, que es la dirección hacia
el Otro. Lacan utiliza lo que llama el ve/ de la alienación. Ve! es una
palabra que proviene de la lógica que indica la relación entre dos con-­
juntos mediada por la palabra 11 0 11 • Yo puedo decir: "o como dulces o
como salados 11 1 dando a entender que puedo comer cualquiera de las
dos cosas, puedo comer uno u otro. Pero no es lo mismo decir : "o
bien como dulces, o bien como salados". En ese caso, si como uno,
no como el otro, con lo cual en la elección hay algo que se pierde.
Con su célebre ejemplo de "la bolsa o la vida" Lacan inventa una
forma muy peculiar de ve/. Se trata · de un "o bien la bolsa o bien la
vida 11 pero que trae una consecuencia inesperada, porque si se elige
,

la bolsa se pierde la vida, con lo cual se pierden ambas cosas. Es una


opción que hace que se pierda de los dos lados, como ocurre en un
asalto, donde a menudo escuchamos ahora que alguien quiso resistir
a que le robaran el auto y perdió su vida además del auto. Si se opta
por la bolsa, entonces, se pierden ambas. Si se opta por la vida, lo que
queda es una vida mochada, que ha perdido algo, una vida empobre­
cida de dos formas, en tanto. se ha perdido la sustancia de la bolsa y
también el coraj� de arriesgarlo todo por conservarla. Optar por la vida
produce el saldo de una vida mochada, corroída por la propia elec­
ción del sujeto.
La elección que inventa Lacan superpone este esquema al esque­
ma del ser y el sentido.

El ser El sentido
(el sujeto) (el Otro)

164
FUNDAMENTOS

Se trata de ver la opción del ve! alienante en la lógica de la cura. El


sujeto elige el sentido, ¿cuándo elige el sentido? Hay una expresión
que J.-A. Miller ha trabajado mucho en los últimos años que es la ex­
presión "lqué quiere decir? 11 • Y ésta es la pregunta que inaugura el ·
campo del Olro como el lugar del sentido. Es al que se dirige la pre­
gunta por el sentido, la pregunta lqué quiere decir? Pregunta que, si se
tiene suerte, el sujeto dirige al analista. La pregunta por el sentido de
los síntomas es la que muestra de la meJor manera el engarce entre el
campo del sujeto y el campo del Otro. .
Entonces, si se opta por el sentido, lqué se pierde? Cuando un suje­
to, en dirección al analista, pregunta lqué quiere decir? hay que ver qué
es lo que escamotea. Lacan tiene que dar una doble respuesta ele lo
que se pierde.
Lo rayado señala lo que elijo:

El sin-sentido

El sér El sentido

El sujeto elige obtener una respuesta sobre qué significa lo que le


pasa: "lquién soy? 11 , "lpor qué estoy en el mundo? 11 • Busca en el Otro
el sentido. De esta operación se desprende un significante reprimido.
Debo dar una referencia del segundo párrafo de la página 2 1 9: "El
ve! de · la alienación se define por una elección cuyas propiedades
dependen de que en la reunión uno de los elementos entrañe que sea
cual fuere la elección, su consecuencia sea un ni lo uno ni lo otro. La
elección sólo consiste en saber si uno se propone conservar una de
las partes, ya que la otra desaparece de todas formas".
Y al final de ia misma página: "Ilustremos esto con lo que nos inte­
resa, el ser del s ujeto, el que está aquí del lado del sentido. Si escoge­
mos el ser, el suj eto desaparece, se nos escapa, cae en el sin-- senlido;
si escogemos el sentido, éste sólo subsiste cercenado de esa por.ción
de sin-sentido que, hablando estrictamente, constituye, en la realiza-
ción del sujeto, el inconscienle".

1 65
GtMCIF.L1\ IJRODSKY

La hipótesis de Lacan es fuerte. Si elegimos el sentido, perdemos


el inconsciente.
Es -interesante ver cómo define aquí el inconsciente; no como senti­
do, sino como algo que está en las antípodas del sentido. Tanto es así
que si elegimos el sentido, perdemos el inconsciente. Se entiende en­
tonces que si el paciente se dirige al analista en búsqueda del sentido,
no es evidente que se dirija al analista en búsqueda del saber incons­
ciente, que es en lo que el analista está interesado que se produzca.
Sigue entonces Lacan: "Todo esto tiene una implicación muy di­
recta y que ha pasado demasiado desapercibida -cuando se las diga,
verán que es una evidencia, aunque una evidencia que no se ve. La
consecuericia de la alienación es que la última instancia de la inter­
pretación no reside en que nos entregue las significaciones de la vía
por donde anda lo psíquico que tenemos ante nosotros . Este alcance
no es más que preludio. El objetivo de la interpretación no es tanto el
sentido, sino la reducción de los significantes a su sin-sentido para así
encontrar los determinantes de toda la conducta del sujeto 11 •
lQué opción hace el sujeto cuando elige el sentido? La primera
opción es no saber nada del inconsciente. Esto se lee: perder los S 1 ,
los significantes amos que han determinado la vida de un sujeto, que
son significantes sin sentido. La segunda cosa que pierde es su ser. Es
decir, ya no sabe quién es. Al elegir el sentido, el sujeto no tiene las
determinaciones inconsc;:ientes que marcan su destino, y consecuen­
temente tampoco tiene el efecto sujeto. No tiene ni S 1 ni $. Eso es la
opción alienante. Es una opción defensiva, retornando los términos
freudianos. Es no querer saber ni del propio estatuto como sujeto, ni
de los significantes que determinan su existencia, es decir, de su in­
consciente. Esta opción es 11contrarrestada", dice Lacan, por la inter­
pretación, la cual no proviene del sentido ni apunta a transmitir senti­
do, sino que opta por el rechazo del sentido.

Ser Sentido

Apunta a ganar del lado del $ y del lado del S 1 •

l GG
FUNDAMF.NTOS

.La llave de este mecanismo está en el factor común, que es.el fac­
tor S 1 , que puede leerse del lado del Otro.y del lado del sujeto. Del lado
del sujeto (recuerden que S 1 está de los dos lados) es lo que Lacan
llama la "hipóstasis" del sujeto. Es el significante al cual el sujeto se
"identifica para poder tener un lugar en el campo del Otro, porque sin
ese significante es nada. Es su tarjeta de presentación. Se ve cómo del
lado del sujeto está esta doble vertiente de la cual habla Lacan en la
página 206. O el sujeto no es nada, y lo escribimos como falta en ser, �'
o se convierte en un significante. Es eso, ese significante, S 1 , a partir
del cual puede entrar en juego con el Otro. Esto es lo que se ve en la
matriz de los cuatro discursos, en el discurso del inconsciente, donde
el sujeto tiene un significante que lo representa y con ese significante
se dirige al campo del Otro.

En la página 206 de El seminario 1 1 van a encontrar un gráfico que


diferencia el S 1 , el S 2 y el $, y en él pone el $ del lado del S 2 . Son los
vaivenes de Lacan, porque pone el $ del lado del S2 para indicar que
surge a partir del campo del Otro. Esto tiene un movimiento que es: el
significante que representa· el sujeto en relación con el significante
del campo del Otro tiene como resultado la producción misma del
sujeto.r
A mismo tiempo está mostrando . al sujeto identificado a un signifi­
cante primordial, y al sujeto como producto de la concatenación en­
tre el S 1 y el S2 • Esto es de acuerdo como se mire. Si miro el S 1 del
campo del sujeto, es el significante al cual el sujeto se identifica. Quie­
re decir que el sujeto está antes, y toma un significante que obtiene
del campo del Otro y se identifica a ese significante que pasa a ser el
significante que lo representa. Si lo miro al revés, primero está el S 1 , y
después surge el sujeto. Es el mismo proceso visto desde dos lados:
desde la anterioridad del S 1 , si tomo al S 1 en el campo del Otro; desde
la anterioridad del sujeto, si me dirijo al campo del sujeto.
Pero el significante que representa al sujeto opaca, disimula que
el estatuto del sujeto es la falta en ser, es no ser un significante sino
la, falta. Es decir, que si se loma al S 1 del lado del sujeto, el S 1 Uene
por función velar la falta en ser. Es la alienación a un significan.Le c1ue
le permi te al sujeto decir quién es, velando su falta en ser. Por ejem-

1 67
(!RACIELA 8RODSKI'

pl o ,. e_] obs es ivo s e especializa en pres e ntars e haci endo promoción


· del S 1 , del " s oy " . Y s uele d es pl egar l a s umatori a d e las formas de su
ser: "soy abnegado" , " no soy ren coros o " , " s oy alguien que siemp1:é
trata de llega·r a una conciliación con el otro " . El obses ivo opta por el
S i , el s ignificante que representa al s uj e to ante el Otro. Es la hipós tasis
del s uj e to. El obs esivo es especiali s ta en bus car sentido y soporta
m a l el s i n s e n t i d o , r e q u i e re q u e t o d o p a s e a s er s i g n i fi ca d o
exhaus tivamente. E ff es te punto habría q u e pensar la relación entré
el signifi cante que representa al s uj e to y el yo. Lacan lo reconsidera.
en el s emi nario 1 5 .
La his teria, en cambio, no s e pres enta a través del S 1 sino a través
del $ , a través de la fal ta en ser. La forma· de presentación ele la his teria
no es "yo , la que . . . " , sino más bien "no s é qué s oy " , "no sé qué quie :­
ro" . Es la promoción de la falla en s e r y el rechazo a que eso sea aplas­
tado por un s ignificante. Se promueve el $ en d e trimen to del S 1 ; y se
demues tra al mi�mo tiempo que todo e l sentido es i ns uficiente para
d ar cuenta del s er. El s entido s iempre l o apris iona ele mala manera;
siempre es o tra cosa, algo en más o en ·menos .
Es to es para indicar la pos ici.ón del S 1 cuando se lo piensa comó
formando parte del c onjunto que llamo el conj unto del suj eto, el con­
j unto del s er. Y se ven las dos posi ciones en el s er, que Lacan va a
trabaj ar de modo diferen te pero con la misma inspiración en los s e­
minarios 1 4 y 1 5 . Si elijo el s er, tengo dos formas de ubicarme, o bien
por la falta en s er, o bien por l a iden tificación a u n significan te . Es to
tiene una es tructura vacilante, de pulsación. La posición analítica e's
la de l a in terpre tación como aquello que pone de reli eve al S 1 , pero no
entendido como hipós tas is del s uj e to , como lo que lo repres enta en el
campo del Otro , s ino como s ignifi cante repri mido, significante primor­
dial y s i n s en tido que determina al s uj e to . El s en tido del S 1 no es el
mismo cuando se lo loma del lado del O tro o del l ado del suj eto.
Vamos ahora a la página 257: " La interpretación no esta abierta a
Lodos los senti dos . Sería hacer una concesión a l os que claman con­
tra el carácter incierto de la i nterpre tación analítica el decir que , en
efecto, todas las i nterpretaciones son pos ibles , l o cual es enteramente
abs urdo. Que el efecto ele la in terpre tación, como he dicho, sea· ais­
l ar en el s uj e to u n �ueso, un Kern (para decirl o como Freucl) de non­
sense , no i mplica que la i n terpre tación mi s ma sea un sin-s entido " .
Ven que· el efecto de l a i n terpretación e s aislar un hueso, u n Kem , ele
donde vi ene el título que J . -A . Miller le dio a un s eminari o dado en
B rasi l , El hueso de un análisis . Es e hues o del que ha bla Lacan pro-

1 68
FUND,IMENTOS

viene de Freud, quien usa la expresión: Kern unseres Wesen, el nú­


cleo de nuestro ser.
Enlonces, la interpretación pone de manifiesto el S 1 • Sigue el Lexlo:
11 La interpretación es una significación que · no es una significación

cualquiera". Más· adelante: "El efecto de la interpretación es el surgi­


miento de un significante irreductible". Y después: "Lo que allí hay es
rico y complejo cuando se trata del inconsciente del sujeto, y está
destinado a hacer surgir significantes irreductibles, non-sensical, he­
chos de sin-sentido". Sigue al final de la página 258: "Es esencial que
el sujeto vea, más aJlá de esta significación, a qué significante -sin­
sentido, irreduclible, traumático- está sujeto como sujeto". Lacan se
remite al ejemplo del Hombre de los Lobos, y dice: "Esto permite con­
cebir lo que se materializa en la experiencia. Les ruego que tomen
uno de los · g1�andes análisis de Freud, o, más bien el más grande y
sensacional de todos, ya que deja ver mejor que cualquier otro, cómo
el problema de la conversión del fantasma y de la realidad converge
en· algo irreductible, non-sensical, que funciona como significante ori­
ginalmente reprimido".
La idea central, sobre la que hay que insistir, porque después no es
tan enfalizc;lda en el seminario, es que la interpretación y el trabajo
analítico mismo aparecen como algo destinado a poner de relieve el
S I como significante originalmente repr�mido, como un sin-sentido.
Es la idea del S 1 en disyunción con el S 1 _ por acción de la interpreta­
ción. Preanur.icia de un modo notable topo el desarrollo posterior de
Lacan en los años 70.
La opera�ión de alienación, en tanto marca la opción por el cam­
po del Otro, la opción por el sentido, permite agrupar una serie de
fenómenos clínicos de los que J.-A. Miller se ha encargado en los últi­
mos años de dar una serie en forma dispersa pero agrupable bajo la
forma de la alienación. En primer lugar, la alienación es lo que está en
el corazón de la transferencia entendida como dirección al Otro. Es lo
que permite diferenciar, siguiendo a Freud, las neurosis de. transferen­
da de las neurosis llamadas narcisistas, es decir, estructuras clínicas
qu.e no se pliegan a la transferencia y que han dado lugar después a la
clínica ele la psicosis. No se pliegan al campo del Otro. Son estructuras
en las que la alienación parece no funcionar. Esto permite diferenciar
un gran campo clínico que es el de lo que resiste, por deci1fa así, a la
transferencia.
Dentro de la transferencia misma tenemos una diferenciación: la
transferencia como .cierre o la transferencia como dirección al Otro.

1 69
· Gn,1r.1F:1.,1 Bno1Js,;r

En este seminario van a encontrar la diferencia entre la transferencia


como sujeto supuesto saber, que es la dirección al Otro al que se le
supone. el saber, y por olra parte la lransferencia como resistencia, es
decir, en tanto obstaculiza la dire·cción al Otro.
El ·mecanismo de alienación funciona perfectamente para las· en­
trevistas preliminares, donde hay que conseguir que µn sujeto dirija
su pregunta al Otro buscando qué quiere decir, y no solamente "me
duele". Si no hay pregunta 'por la significación no hay entrada en aná­
lisis. La alienación es, por lb tanto, el mecanismo por excelencia de la
entrada en análisis. Al mis�o tiempo, es necesario ir en contra de la
alienación. Esto lo desarr6llaremos cuando tratemos la separación,
pero ya se puede indicar que hay que ir en contra de la alienación en
la interpretación. También en el corte de la sesión. Además, el final de
análisis no se concibe si no es contra la alienación. Desde la perspec­
tiva del análisis infinito no, hay nada que detenga la pregunta al Otro
fundada en la alienación. Es decir, el corte de sesión, ese corte que
implica cada sesión en sí misma y también cada interpretación en sí
misma, y el final del análisis en su conjunto, están pensados como lo
que va en contra del mecanismo de alienación.
Dentro de las estructuras clínicas, Eric Laurent y J.-A. Miller ubican
en su curso "El Otro que no existe . . . " una serie de síntomas de esta
época que se comprenden mejor a partir de la lógica de la alienación
· y la separación. La contemporaneidad se caracteriza en que el Otro
está devaluado, donde no hay grandes Otros a los que se les suponga
un saber consistente. Hay más bien la idea de que el Otro está hecho
un poco a la ligera. A la inversa de Schreber, para quien Dios hacía los
hombres a la ligera, para el post-modernismo es el Otro el que está
hecho a la ligera. Esta decadencia del Otro hace que la alienación no
funcione tan bien. No hay muchos a quienes dirigirse para formular la
pregunta por el sentido de lo que a uno le pasa. En esta serie ellos
ubican algunas formas de ila toxicomanía que ordenan como: toxico­
manías de alienación versus toxicomanías de separación. Hay formas
de adicción que apuntan a estar más en contac�o con el Otro, y hay
toxicomanías totalmente autistas, en las que el sujeto se separa del
Otro y no hay nada en él que vaya en esa dirección. Es entonces un
esquema que permite ser usado en la clínica para hacer estas distin­
ciones.
La misma diferenciación se puede hacer entre la bulimia y la ano­
rexia, en tanto la bulimia �e encuentra en dirección al Otro y la ano­
rexia no. La bulimia va al �ampo del Otro a buscar algo. Se dirige a ese
FUNDAMENTOS

Otro que es la heladera. Por eso en ciert0s lugares con estructuras un


tanto carcelarias se le pone un candado a la heladera con el fin de
separar al sujeto de ese Otro. Pero la anorexia esta más bien del lado
ele Ia'separación, a tal punto que puede desembocar en la separación
máxima que es la muerte. Aquí se puede hacer también una 'preci­
sión en el campo del acting out y del pasaje al aclo. El acting oul es un
fenómeno totalmente dirigido al campo del Otro: 1 1 para que el Otro
enlienda'1 , "para que el Otro sepa'1 , "para que el Otro no se engañe\
11 para que el Otro abra los ojos". Siempre en dirección al Otro, se busca

cavar un agujero en él para descompletarlo. En cambio, el pasaje al aclo


es lo más contrario a la alienación. Es la separación por excelencia.
Se ve con claridad que la lógica de la alienación y de la separación
tiene una utilidad clínica en la dirección de la cura, y no se trata sólo
de conceptos destinados a esclarecer la constitución del sujeto:

Pregunta: Sobre el último párrafo de la página 243. Vos mencionas­


te algo en relación a la represión originaria. Quisiera que aclares lo
que dice Lacan acerca de eso y de la caída del significante binario.

Graciela Brodsky: Supongo qu� la oscuridad del párrafo tiene que


ver con ubicar la represión originaria en el significante binario.
Es necesario entender que se trala de un seminario, es decir, que
hay construcciones posteriores ele Lacan, y que en El seminario 1 1
mismo va y vuelve en un sentido y en otro. El significante binario apa­
rece aquí articulado a la represión primordial; es un intento de Lacan
que en el mismo seminario desaparece. La Vorstellungsreprasentcmz,
el significante que marca al sujeto, no es el significante binario sino
que es el significante unario. La referencia al significante binario con­
funde, pero hay que enlenclerlo en el contexto de los vaivenes de La­
can dentro de un texto que no está acabado, pero en el que hay que
seguir la línea principal. Si se trata de ver la represión primaria corno
ligada al S2 , se oscurece el conjunto. Ya no se enliende el escrito 11 0b­
servación sobre el informe de Daniel Lagache... " -la dimensión de la
insignia- ni lo que viene después, como el rasgo unario y el seminario 9,
11 La identificación".

Es un momento en que Lacan está tratando de ubicar el significan­


te de la represión, pero no es el S2, porque eso no trae ninguna ganan­
cia sino oscuridad en cuanto al conjunto. Hay párrafos que ·c;:ontradi­
ceh a éste que nos ocupa. Por ejemplo en la página 259: "Consideren
la hecesiclacl lógica en ese momento en que el sujeto como X se cons-

17 1
GRtlCIELA BRODSKI'

tiluye únicamente por la Umerdrdngung , represión original, por la caí­


da. necesaria de ese significante primero. Se constituye en lomo a la ·
Urverdrdngung , pero no puede subsistir como tal en ella, puesto que
se requeriría entonces la representación ele un significante para otro,
,,
en tanto que aquí hay u'no solo, el primero .
Si se afirma que el significante ele la represión es el S2 , entonces no
puede afirmarse que hay uno solo. O sea que hay un movimiento in­
terno, propio del seminario que hay que seguir sin detenerse en un
párrafo, para ver cómo Lacan desecha eso que efectivamente es un
momento ele vacilación de cómo ubicar al S 1 •

Paula Kalfus: A mí también me pareció oscuro ese párrafo. En la


página 245, cuando Lacan se está refiriendo a que algo queda perqi­
do, lo llama S2 en ese caso y con relación a la afánisis. Eso es lo que
me parece que da lugar a la oscuridad.

Graciela Broclsky: Efectivamente es el esquema por desplegar. La


cuestión de la afánisis. En la página 2.44 dice: "Por eso . también les
señalé lo equivocado de cierta traducción ele esa Vorstel/ungsreprci­
sentanz que es, como he dicho,·el significante S2 del par ". lQué decir
respecto de esto? Que la Vorstellungsreprdsentanz no es el S2 sino el
S 1 • Se puede insistir en eso.

Paula Kalfus: Se aclara la mecánica con el cuadro de la página 245.

Graciela Brodsky : lCómo se aclara? No se aclara, porque pone de­


bajo de la x el S2.

Paula Kalfus: Al poner el S2 ahí y el S I arriba ... Es una cuestión. Qué


es la sucesión de sentidos y qué es la sucesión ele identificaciones.
Darle cuerpo a eso y ver cómo uno va en lugar del otro.

Graciela Brodsky: Pero la cuestión es que tanto la sucesión de


sentidos .como la sucesión de identificaciones tien'en respecto det
sujeto un efecto afanisíaco . No hay que perder de vista lo que se
está tratando de demostrar. Lo que queremos demostrar es que el
s ujeto queda hipos tasiado en el S 1 • Queda congelado en el S 1 . Yel
efecto sujeto, es la idea de Lacan, emerge a partir de la concatena­
ción S 1 -S2 • El efecto de sentido, es decir S 1 -S2 , es lo que pone de
manifiesto que hay algo que se escabulle. Es el efecto de senlido lo

1 72
FUND1IMENTOS

. que hace emerger al sujeto que estaba escondido. Por eso se dice
que el efecto de sentido es finalmente letal en tanto hace surgir al
sujeto como muerto, como barrado, como nada, como un conjunto
vacío. Es en la concatenación con el S2 , con el segundo conjunto,
que surge algo que no se veía en el primero. Y lo que· no se veía es
una parte de ese conjunto. Sólo se veía ün elemento de ese conjunto.
Los conjuntos tienen elementos y tienen partes. El S 1 es un elemento
de los dos conjuntos. Del primero, es el propio círculo que marca, que
traza el conjunto. Del segundo es uno de los significantes. Es un ele­
mento de ambos. Pero ambos conjuntos tienen una parte que no se
ve y que es el conjunto vacío. Esto es una definición matemática: lodo
conjunto tiene como parte el conjunto vacío. El conjunto vacío no
aparece hasta que no se lo hace funcionar como conjunto. El conjun­
to vacío forma parte de los dos conjuntos.

Ser .Sentido

Esto va a ser la matriz del mecanismo de intersección. El mecanis­


mo de la separación va a ser el mecanismo de la intersección del con­
junto vacío del primer conjunto con el . conjunto vacío del segundo
conjunto. Es una intersección de los dos conjuntos vacíos. Eso es la
separación. Mientras que la alienación ·es la unión de los dos S 1 , la
separación va a ser la intersección de los dos conjuntos vacíos. En el
esquema mismo de· la alienación el sentido tiene un efecto letal, que
es el efecto letal del S2 • Efecto lelal significa que hace surgir el Sinn del
sujeto como muerto. En el mecanismo de afanisis, se señalaba en la
página 244, más que la suma de los sentidos, la serie de las identifica­
ciones y la se.r íe de los sentidos. Es decir,· .todo lo que proviene de S 1 , y
todo lo que proviene de S 1 , S2 • lSe entiende? Es evidente que es un
tema difícil

Eduardo Benito: Me parece que hay :un esfuerzo lógico en el es­


quema por no declarar ningún significante en particular, ni S 1 ni S2 ,
sino que se trata de un lugar lógico al que puede o no ir un significante

1 73
1
GRACIELA BRODSk'I'

en particular. Así que me parece que en prindpio el S2 , en términos de


respuesta a la división subjetiva originaria, bien puede aparecer soste­
niendo las significaciones.

Graciela Brodsky: En efecto, no hay ninguna manera de que la x


tome valor de sujeto si no es a partir de S2 . El S 1 no otorga a la x valor
de sujeto. El S 1 disimula y otorga a la x la serie de las identificaciones.
Es el S 1 lo que acá llama la hipóstasis del sujeto, el representante del
sujeto que lo representa y que precisamente hace que el sujeto no
surja. Solamente hay sujeto si entra a jugar el par S 1 -S2 • Este par se
resume en el significante S2 , porque implica por sí mismo al S 1 • El S 1
solo, aislado, no produce la emergencia del sujeto.
Pregunta: lEI sujeto estaría en el intervalo, como lo que queda en
el medio entre 5 1 y S2 ?

Graciela Broclsky: Sólo si pasamos al otro esquema. Efect.ivamen­


te, en ese esquema el sujeto es efecto del significante.
1

El sujeto no es el efecto del S 1 • Cuando se dice que es efecto del


significante eso quiere decir que es efecto de la cadena. _T iene su
lógica el esfuerzo de Lacan:de colocarlo bajo el S2 , porque depende
del S2 • .

Paula Kalfus: Porque par? estar representado para el Otro...

Graciela Brodsky: Para estar representado por uno para el Otro se


necesitan dos. Si estoy en el terreno del S 1 solo no debo hablar de
sujeto. Es lo que h?ce Lacan al final de su enseñanza, que deja de
hablar de sujeto e inventa otro término que es Lom. Si no hay S2 , si lo
que hay es S i , entonces no hay sujeto. Por eso inventa otro término. Si
no hay Otro no hay S2 , y por lo tanto tampoco hay sujeto.
La perspectiva del sujeto depende de que haya un efecto de repre­
sentación de un significante para otro. Y en este "para· otro" esta la
esencia misma del S2 , de la Vorstellungsrepréisentanz, quien repre-
senta al sujeto para el Otro.
Efectivamente está la vacilación: ldónde colocamos el S 1 , en el S 1
o en el S2? Lacan da vueltas, y lo pone en el S2 , y después en el S 1 •

1 74
FUNDAMEN1"0S

Eso no es lo importante. Lo importante es que para que haya dimen­


sión de sujeto son necesarios dos significantes. Uno que represente al
sujeto para el Otro. El sujeto es solidario de la representación, no hay
uno sin el otro. Si hay representación hay sujeto.
Conozco los devaneos por ubicar el Vorstellungsreprasentanz. Uno
puede dedicar El seminario 1 I a ubicar el Vorstellungsrepréisentanz.
Es un trabajo, pero se pierde la perspectiva global. Este asunto es
equivalente al infinito infinitamente pequeño en el que entre uno y
dos hay un mundo. Y nunca se puede pasar a dos porque tengo
infinitas fracciones. Esto es equivalente. No hay modo de avanzar
si no es por un salto del límile, que implica afirmar que en El semi­
nario 1 1 la Vorstellungsreprasentanz está ubi cada i ndistintamente
como S 1 y como S2 • Y eso no tiene importancia para lo que quere­
mos demostrar.
Entonces damos un salto y seguimos. En algún momento hay que
dar este paso, tarde o temprano, porque al llegar al seminario 1 7 sobre
los cuatro discursos habrá que decir que el S 1 es lo que representa al
sujeto y no el S 2 . Esto se puede hacer en este punto o más adelante,
pero llega el momento de decir que la Vorstellungsrepriisentanz no es
S 2 y dar por terminada la cuestión. Es una toma de posición r�speclo
del texto.

1 7 de noviembre de 1 999

1 75
X. LA SESIÓN ANALÍTICA

Queridos colegas: como se decía en Venezuela, donde viví casi diez


años, "estamos llegando al Ilegadero"; bonita expresión que da cuen­
ta de que arribamos al final de este ciclo.
Voy a aprovechar esta ultima reunión todo lo que pueda, sabiendo
que no voy a agotar el programa que me propuse. Lo tendré en cuenta
el año próximo. Y cuando llegue al llegadero el año que viene diré: me
faltó tiempo. Es por eso que sigo el año que viene; si hubiera termina­
do no tendría nada más que decir. Voy a retomar entonces la cuestión
. de la alienación y la separación, especialmente la separación, un pqco
despegada del texto porque tengo la necesidad de llegar a: un punto
de capitón. No voy a detenerm� tanto en el detalle del mecanismo,
sino en la función de estas operaciones que Lacan inventa.
El esquema de la alienación, recordarán, supone dos lugares. Hay
un lugar que le está preparado al sujeto,' el lugar donde el sujeto aven­
drá. Es lo que está graficado con el diag�ama de Venn. Y hay otro lugar,
que a esta a1tura de su enseñanza Lacan considera que antecede al
sujeto, que es el lugar del Otro, que poi� ahora no definimos más que
como un lugar. Esos dos l ugares -del sujeto y del Otro- tienen que
encontrarse de alguna manera. Y el mecanismo de alienación da cuen­
ta del encuentro entre ambos.
En un primer momento consideramos al Otro como un lugar :
Otro = lugar
Para poner en marcha el mecanismo de la alienación tenernos que
dar un paso más y formular que el Otro no es solamente un lugar, sino
que es el lugar de los significantes. Por lo tanto, llamamos Otro a la
cadena de significantes:
Otro = significante

1 77
GRA.CIF.l,1 BRODSKI'

Como decimos a veces, gracias al Otro del significante las cosas


adquieren sentido, porque aHhaber una cadena, hay dos s ignificantes
al menos y el segundo significante redefine el sentido del primero qué,
aislado, queda como un sigrlificanle enigmático. Esto se abrevia con
dos significantes: S 1 -S 1 • . •
Del lado del sujeto tenemos lo que hemos leído la ultima vez en
dislinlos párrafos: el significante enigmático del trauma original, el sig­
nificante sin sentido, el nonsense. Es lo que la vez pasada llamamos la
hipóstasis del sujeto.
El significante con el cual :el sujeto se dirige al campo del Otro es el
significante reprimido que lo representa. Es eso que en el discurso
analítico queda en el lugar de la producción, el S 1 que se produce.' Es
con eso no sabido, pero que �s su definición, su nombre, con lo que el
sujeto se dirige al campo del Otro.
Puesto que de un lado y del otro se encuentra el S i , al realizarse la
operación de. unión es te sig'nificante , que es el elemento común de
los dos conjuntos, queda en: la zona donde se unen.

La operación de unión supone considerar los elementos comunes


y no comunes de dos conjuntos. Es en esta operación que se pone de
manifiesto, se descubre algo que, cuando el S 1 estaba del lado sujeto
no se veía. Parecía que el conjunto sujeto estaba habitado por el S 1 ,
pero cuando se hace la operación y s e coloca el S 1 en la unión, se ve
que se produce algo (esta parte que voy a sombrear) que es la parte
no común entre el conjuntó del s ujeto y el conjunto del Otro.
FUNDAMF.N7'0S

Se trata de la parle no común, porque S 1 es la parte común a los


dos conjuntos, por eso lo escribo en la unión.- Lo propio del conjunto
del Otro es S2, puesto que S2 siempre puede escribirse, finalmente,
S 1 - S2 . . . y así al infinito. El dos inéluye en sí mismo al uno. Pero queda
esta parle sombreada que es la parte no común, lo que no comparte
el sujeto con el Otro. Y es a partir de esta operación que esa parte se
pone en evidencia, porque antes estaba disimulada por el S 1 • Es a esa
parte que Lacan llama el sujeto tachado, �-
Es así que la operación de alienación pone de manifiesto el $ ·como
lo que estaba disimulado bajo el S 1 . Lacan retoma esta idea sin modi­
ficarla, cuando trata el discurso del inconsciente en El seminario 17,
escribiendo el $ disimulado como la verdad del S 1 • Es la misma idea.
_s_,_
$
Es el sujeto barrado ($) de la indeterminación subjetiva, el que no
sabe lo que dice cuando habla, �l que siempre dice de más o de me­
nos. Conocemos la fenomenología del sujeto tachado, del sujeto que
no es uno consigo mismo.
En esto consiste la operación de alienación: la producción del
sujeto.Eso es lo interesante · de esta operación:a partir del encuentro
con el Otro lo que se .produce es el sujeto Ya vimos que no es algo que
se produzca de una vez y para siempre cuando el niño nace y es acogi­
do por el Otro, sino que se pr_oduce en cada sesión, y es función del
analista que la operación de alienación se redoble volviendo a producir
el efecto sujeto. Porque es un efecto que se cierra bajo la hipóstasis del
S 1 • Se entiende, entonces, que el sujeto es enteramente dependiente
del campo del Otro, sin el cual no se hubiera puesto de manifiesto.
Vamos a ocuparnos de la operación separación. Para esta operación
Lacan decide partir del efecto que se produjo en la alienación. Es decir
que ahora se toma la parte sombreada, se la extrae como lo que fue pro­
ducido en la alienación, dejándola en primer lugar y haciendo de ella un
conjunto. Es un conjunto donde adentro sólo está $, la falta en ser.

1 79
GRACIELA BJWDSKI'

lQué es lo que se. produjo en la operación alienación? El S 1 da un


ser, $ es la falta en ser. Y el sujeto , a partir de su encuentro con el Otro
desemboca en la falta en ser, que es como llamamos al $.
Ahora partimos de la falta en ser. Y vamos nuevamente al encuen­
tro del Otro. Pero 2.cle qué Otro? Hay un pequeño "truco" que hay que
captar, porque ele lo contrario no se entiende la operación. Y el truco
consiste en que en la separaci<S_n ,el Otro no es más el Otro del signifi,.
cante. Hay tres es�atu tos del Otro que se ponen en juego en las opera�
ciones ele alienación y separación: el Otro como lugar, el Otro del sig­
nificante·, y el Otro deseante. Es al Otro deseante que me dirijo �n la
operación de separación, el cual es algo dispar respecto del Otro de la
operación anterior. Es un Otro que se puede representar como signifi­
cante ele la falta en el Otro, o como Otro tachado.

Otro = � �(A)

Pero lo que define a este Otro no es ser el Otro del significante, sino
ser un Otro deseante. Es una diferencia decisiva. El Otro del signifi­
cante implica la cadena de significantes. El Otro desean te incluye algo
que falla, dada la articulación entre deseo y falta. Es el drama de la
anorexia, q ue tiene que dej ar ele comer para que le falte al go, porque ,
a diferencia de lo que parece, está llena (es al menos la lectura que
hace Lacan en los años sesenta). Entonces, el Otro deseante es un
Otro al cual le falta algo.
Así tenemos la falla en ser del lado del sujeto, y del lacio del Otro
también hay una falta en tanto el Otro es un Otro deseante. La opera­
ción de separación es la intersección de dos faltas. La falta del lado
del sujeto, y l a falta del l ado del Otro.
Para sostener la utilización de los diagramas ele Venn, por un lado ,
en el conjunto del suj eto está el conjunto vacío que llamamos .� , y del
lacio del conjunto del Otro también está el conjunto vacío. .

1 80
FUNDAMENTOS

Esta parte del conjunto del Otro (porque todo conjunto Liene par­
les además de tener elementos), el conjunto vacío, no aparece, no se
pone en juego cuando se trata de los significantes, sino que entra en
juego cuando se supone que en el campo del Otro algo falta. 1-Iay en­
tonces dos maneras completamente distintas de "dirigirse al Otro. En
la alienación la dirección al Otro está centrada en la búsqueda ele sen­
tido. Se resume en la pregunta: "¿qué quiere decir mi síntoma?".
La separación implica una dirección al Otro centrada en otra pre­
gunta: "me dice esto pero, lpor qué me lo dice, que quiere de mí? 11 •

Esto marca dos momentos perfectamente diferenciables en el análi­


sis. Al comienzo, la dirección al analista implica la pregunta por el
sentido. Es la dirección neurótica que tratamos de provocar en el curso
de las entrevistas preliminares, es decir, forzamos la alienación para
que el síntoma se manifieste como interrogación: "lqué quiere decir? 11 •

Todos aquellos que han pasado por la experiencia del análisis sa­
ben que hay otros momentos en los cuales importa poco lo que el
analista diga, sino por qué lo dice. Uno piensa: "está aburrido de mí",
"piensa que soy inanalizable", "es que prefiere a la que viene antes 11 ,

"hoy se rió", "hoy no se rió", "bostezó", etc. Lo que está en juego, se


diga lo que se diga es: "¿qué quiere de mí?", "lcómo hago para ubicar­
me en la dirección de esa flecha, que es la flecha ele ·su deseo?". Más
allá de la sesión analítica, esto forma parte de toda vinculación del
sujeto con el Otro.
Lo que Lacan va a postular, no de un modo deductivo sino un poco
forzadamente, es que la intersección de dos faltas da como resultado
una positivización. Es como cuando multiplicar menos por menos da
un más. Y lo que ubica en esa intersección de las dos faltas, y como
resultado de tal intersección, es el objeto a

Se puede· verificar que,cuando esto empieza a tener Jugar en un


análisis, este "¿por qué me dice esto?" , a veces hay que intervenir para
tranquilizar. He conocido la experiencia de no poder moverme, ni es-

18 1
GRACIF.l,I BROUSK}'

lornudar siquiera, sin que eso fuese interpretado. La angustia de trans­


ferencia se volvía inmanejable . .Por eso, si el analista no se dedica a
dar ciertas explicaciones tranquilizantes, "se lo digo por tal cosa", etc.,
fuerza a que el sujeto dé sus propias explicaciones. La respuesta que
se da a la pregunta "qué me quiere", "qué quiere 'de mí", es la res­
puesta del fantasma. Esta respuesta puede tener muchas versiones
("me quiere cagar" , "me quiere chupar" , "me quiere ver muerto", ele.)
pero todas ponen en juego el obj eto a con el cual el sujeto se fabrica
un lugar en · el Otro. No se trata ya del lugar del significante que lo
representa ante el Otro del significante, sino que es un lugar que res­
ponde a lo que el Otro quiere de él.
Así ·como Ja operación de alienación pone de manifiesto el S 1 y
hace surgir el $, la indeterminación del sujeto, la separación hace sur­
gir e) objeto a articulado al sujeto.
La primera operación se 'escribe:
s,
$

EJ S 1 es el significante con el cual $ se hace representar en el cam­


po del Otro. El" objeto a da lugar a esta escritura:

Es el sujeto tachado en su vinculación con el objeto a, es decir, la


fórmula del fantasma qué pueden encontrar escrita aquí:

Hay muchas •
reflexiones, por ejemplo en El seminario 1. 61 en las
que se ve como el objeto a forma parle y no forma parte del campo
del Otro, en referencia al concepto de exlimidad. Muchas cosas se
pueden desplegar según se tome una posibilidad u otra.

1 82
FUNDAMENTOS

Tenemos , por lo tanlo, dos grandes producciones . La producción


del S 1 , junto con el $ concomitante, y la producción fantasmática que
responde a la pregunta "lqué me quiere?". Lacan da ejemplos de cómo
el sujeto juega con eslo, enlre ellos , la famosa frasé "lpuedes perder­
me?". Es una pregunta que el sujeto le dirige al Otro para ver su falla, si
por el hecho de que él le faltara al Otro produciría una falla en ese
lado o no. Y cuando la respuesta a esa pregunta es : lPerder qué? Aquí
11

no hay nada 11 , el efecto suele ser el pasaje al acto, violento, de modo


tal, no de cavar un agujero en el Otro, lo cual seria un acting, sino
como conclusión de no tener lugar en el Otro y estar fuera de escena.
Supongamos ahora el trayecto de un análisis:

S' S" S' "

Tenemos una cadena que se despliega, la llamada asociación li­


bre, y en el devenir de esa cadena algo se corla, se produce un lapsus.

S' S" S'"//

Uno queda s in saber qué quiere decir eso. La cadena venfa enca­
denándose de tal modo que cada significante definía al anlerior suce­
sivamente:

nn
S' S'' S' "

Aparece de pronto algo que deja al sujeto pasmado. A eso lo llama­


mos un S 1 :
S' S" S"'/S/

Es algo en discontinuidad con la cadena, que no hace cadena con


otro significante, que queda aislado y cuyo sentido se ignora. El efecto
concomitante del s urgimiento del S 1 es "ahora ya no sé de qué estoy
hablando, no sé por qué dije es to que no quise decir 11 • Este es el efec-:
to subjetivo que llamamos $.
Se trata de un momento y no de un estado. Podemos suponer que
la cadena va a proseguir bajo la forma de "esto quiere decir tal y tal
cosa ... ", retomando s u continuidad:

S' S" S' "/S/ S' S" S'" . ...

1 83
GR,1c1ELA BnoDsKr

Pero también podemos s uponer que para hacer que ese momento
privilegiado en el que el S 1 y el $ se manifiestan se prolongue, se corta
la sesión en ese punto. Hay momentos privilegiados que no necesa­
riamente hay que esperar de brazos cruzados a que se produzcan.
Uno puede ayudar a que no demoren tanto, sobre todo en la obse­
sión, en la que hay poca simpatía por la falta en ser y una gran habili­
dad para la búsqueda de sentido.
Supongamos ahora que la cadena se vuelve a interrumpir, pero en
esta ocasión el sujeto dice o piensa: "iba a decir _algo, pero al ver la
cara que tiene Ud. hoy, mejor no digo nada porque lo va a tomar a mal
y me va a cortar en dos minutos 11 • Lo que interrumpe la cadena en
este caso no es un Sl que pone de manifiesto al �, sino que es otra
cosa. A esa otra cosa la denominamos objeto a.

S' S" S"' !Si S' S" S'"/a/

Normalmente esto se da bajo una forma transferencial. No es sim­


plemente, como decía mi amigo Juanqui hace poco en Mendoza, que
uno habla de diversas cosas y finalmente termina hablando de sexo,
como si la cadena sola desembocara en el objeto a, en el objeto pul­
sional. Lo interesante es que el objeto a viene de la mano del analista.
Es con ese Otro que se pone en juego. No es simplemente un efecto
ele la cadena, sino que es allí, en el analista, que empieza a encontrélr­
se un obstáculo.
Se trata de las operaciones de alienación y separación articuladas
al momento mismo de la sesión, como dos formas de detención. Son
dos farmas en l_as cuales la cadena asociativa se quiebra: la primera
por la emergencia de un significante sin sentido, y la segunda por la
emergencia del objeto a.
¿ror qué esta operación se llama separación? Hay aquí un proble­
ma, a mi entender, que tiene las mayores consecuencias. Se entiende
que la alienación es la alienación en el Otro. Y por eso dependo del
Otro para saber quién soy, qué digo y qué significa lo que digo. Tiende
a entenderse entonces que la separación es la separación del Otro. A
mi modo de ver no es la buena definición. La separación no es la se­
paración del Otro. Separación supone separarse del efecto ele la alie­
nación, efecto que Lacan llama afanisíaco. El efecto afanisíaco del S 2 ,
de la cadena, y que no es otra cosa que el efecto sujeto, $.
Se Lrata entonces de cómo separarse de la indeterminación subje­
tiva, ele ese no-sé-quién-soy/no-sé-qué-quiero, que es algo producido

1 84
FUND,IMENTOS

por un trabajo previo, porque el yo cree sabe"r quién es y qué quiere.


Producir un sujeto tachado ya es un progreso del análisis. Y una vez
qlie la alienación ha producido esto, de lo que hay que separarse ·es
de ese mismo efecto de indeterminación que es propio del sujeto. Si
el sujeto se instituye por la operación de alienación, es decir, que ésta
última lleva a la institución subjetiva, se trata entonces ele pasar a otrQ
plano, a que el sujeto se destituya. La destitución subjetiva implica
que el sujeto no esté más, que sea destituido. Por eso la dirección del
análisis y la dirección en la que avanza· toda la enseñanza ele Lacan
apunta a preguntarse cómo se acaba con la indeterminación del
sujeto, con la falta en ser. Es a esto que responde la operación de
separación.
lCómo se acaba con la falta en ser? Se acaba con ella por la vía
del objeto a, por una positivización del ser, un "soy esto para el de­
seo del Otro 11 •
La diferenciación de los tres estatutos del Otro .es necesaria no sólo
para el funcionamiento de las operaciones de alie!)ación y separación.

1 - lugar
2- significante
3- deseo

Es necesaria para comprobar que el lugar del Otro como lugar de


los significantes, es decir, como aquél que está en juego en la aliena­
ción, siempre trae como efecto la indeterminación subjetiva ($). De
eso hay que separarse. La búsqueda de sentido siempre produce un
sujeto barrado ( $).
Lacan lo escribe en el discurso del inconsciente:

Si no se lqgra la separación de eso, el análisis es interminable. Siem­


pre habrá un nuevo sentido por venir y siempre ese nuevo sentido por
venir traerá un momento de satisfacción e inmediatamente después:
�. Hacer funcionar la separación, hacer funcionar al Otro . no como
significante sino como deseo, permite separarse de la falta en ser, se­
pararse del "entre dos" que supone la alienación. Es'e es el sentido de
la separación: separación del efecto afanisíaco de la alienación.

1 85
Gruc1ELA Bnoos>:r

Una vez resuelto un problema, nace otro. El nuevo problema es


cómo separarse del Otro del deseo.

Se trata ahora de un Otro deseante, y no del Otro del significante.


Un sujeto que está barrado y que en su dirección al Otro encuentra la
respuesta del fantasma, allí pone en ejercicio el objeto a. Y se ve allí
una separación del Otro como significante, pero no es una separación
del Otro como deseante. No es una separación del deseo del Otro, y
por lo tanto no es una separación del fantasma. La operación de sepa­
ración, al parecer, no da una respuesta a cómo separarse del fantasma.
Creo que ésle es el punto de llegada de El seminario 1 1 en el que
Lacan tiene que recurrir a un elemento externo. Afirma que efectiva­
mente el deseo del Otro pone en juego el fantasma, pero cuando ese
deseo es el deseo del analista, si ese Otro es el analista, entonces ese
deseo del Otro opera. Y no es evidente que Lacan determine como
opera. Es un deseo de obtener la diferencia absoluta, un deseo de
obtener la máxima distancfa entre el ideal y el objeto. Al final Lacan
termina ·con una famosa frase: "una vez atravesado el fantasma fun­
damental, lqué deviene la pulsión?". Llega a la pregunta por el estatu­
to de la pulsión cuando no está anclada al fantasma. Es decir, que
todo esto de la instalación del fantasma fundamental, la producción
del objeto a en su relación con el campo del Otro y con el sujeto, lleva
a la cuestión de cómo se atraviesa.
La pregunta no tiene respuesta en El seminario 1 1 . Traza una indi­
cación que es que el deseo del Otro es un deseo especial cuando es el
deseo del analista, pero no hay una operación de separación que indi­
que un fin respecto del deseo del analista.
La operación de separación separa respecto del Otrb del signifi­
cante, y, al mismo tiempo, enlaza al Otro del deseo, sin lo cual no hay
operación de separación.
El problema de El seminario 1 1 es que no responde a eso, porque
si bien da una respuesta por la vía del deseo del analista, no es eviclen-

1 86
FUNO,\MENTOS

te cómo opera. Decir que tiene que operar haciendo la máxima dife­
renda requiere interpretación. Efectivamente marca -una dirección,
pero no da una resolución. Es el problema del final del análisis. Ya
dice en el escrito sobre el informe de Lagáche que un final de análisis
tiene que acabar con la indeterminación subjetiva.
Es desde esta perspectiva que entonces se puede entender retro­
activamente por qué Lacan habla de la pulsión como habla. Porque la
manera en que lo hace en los capítulos que le dedica, recuerda que la
pulsión da una vuelta por el campo del Otro. Es como si uno tuviera,
en esta parte que marco, el circuito de la pulsión.

Nace en la fuente, tiene un empuje, cruza el campo del Otro (no es


autoerólica) y va a buscar el objeto en el campo del Otro, para volver
a la fuente donde se satisface. Es exactamente el esqHema de la sepa­
ración. El recorrido pulsional pasa por el campo del Otro. Entonces
hay una reflexión sobre la pulsión a partir de la pregunta por su estatu­
to una vez atravesado el fantasma f undamenlal.

(',a- , ')l
(

\,
/
_ __;)\
Muchas veces Lacan reflexiona sobre si el seno pertenece a la
madre o pertenece al niño. Es la pregunta sobre dónde ubicar ese
objeto, si en el campo del sujeto o en el campo del Otro. El mecanis­
mo de separación, con la formulación del fantasma fundamental que
le sucede, tiene la forma de una respuesta: "me quiere mirar", 11 me
quiere escuchar". Es la respuesta a la pregunta: "lqué me quiere el
Otro?". Y a esa respuesta le voy poniendo los objetos pulsionales.

1 87
GR,\C/E/.,1 BRODSJ:}'

Lacan recurre a una transformación para poner fin a la reversibilidad


pulsional que se expresa como "ver - ser visto", "escuchar - ser escu­
chado", "cagar - ser cagado", etc. Y lo hace bajo la forma del "hacer­
se". Hacerse mirar, hacerse escuchar, hacerse cagar, etc. Esta forma
elimina la reversibilidad pulsional. Es la manera de concentrar en una
misma formulación la actividad de la pulsión como un "hacerse", y a
la vez eliminar la pulsión del campo de la intencionalidad del Otro,
porque ya no se trata de que el Otro "me quiere" mirar, etc. El "hacer­
se" pone íntegramente el circuito del lado subjetivo. Ya no hay atribu­
ciones de intencionalidad al Otro. En el "hacerse mirar" se utiliza al
Otro como un instrumento para la propia satisfacción pulsional.
Ya no se trata de ubicarse en el lugar del objeto del deseo del Otro,
encajando en su deseo, respondiendo a la pregunta lqué me quie­
11

re?". Éste sería el circuito pulsional tal como se. desprende de la sepa­
ración. Pero esto es completamente distinto a como se desprende de
los capítulos anteriores, donde Lacan formula la pulsión misma como
un "hacerse", donde el Otro es nada más que el campo donde se va a
encontrar un objeto para la propia satisfacción, y ya no hay ninguna
pregunta sobre "lqué me quiere .el Otro?". Se ve la diferencia. En este
sentido los capítulos sobre la pulsión parecen estar en avanzada res­
pecto del esquema mismo de la separación, porque dan la idea de
que al final del análisis el estatuto de la pulsión no es: "lcómo respon­
do a la pregunta por el deseo del Otro?" Es, en cambio, "lcómo me
satisfago?" Lo que no está descripto -es el mecanismo del -pasaje ele
uno al otro, lo que hace que la pulsión se transforme, y deshabite el
fantasma.
Por eso, porque este es mi llegaclero, el año que viene voy a traba­
jar E/ seminario 1 5, "El acto psicoanalítico". Allí Lacan avanza un poco
más en esta dirección, en la dirección de cómo el fantasma funda­
mental deviene la pulsión,· cuál es el estatuto de la pulsión por fuera
del fantasma fundamental. Si vamos a abordar ese seminario es por­
que pudimos llegar hasta aquí. Los mecanismos de alienación y sepa­
ración iluminan todas las idas y vueltas que hemos tenido con el in­
consciente, la interpretación, la repetición, en fin, con los conceptos
fundamentales.
Cuando Lacan dice que el inconsciente está estructurado como
un lenguaje, hace referencia al inconsciente pensado según el meca­
nismo de alienación. Es · el inconsciente S 1 -S 2 • Pero el inconsciente
como discon_tinuidacl, como corte, como interrupción, es el incons­
ciente pensado de acuerdo con el mecanismo ele separación.

1 88
FUNDAMENTOS

La repetición Liene dos caras. La cara automaton es la repetición


pensada según la alienación. Y la cara tyche es la repetición pensada
según la separación, como el enc1:1entro fallido.
· La transferencia como sujeto supuesto saber es la transferencia
como alienación. Mientras que la transferencia como cierre del in­
consciente, como puesta en acto, es la transferencia pensada de acuer­
do con la separación. Es así que se ordena de un modo transparente
la coexistencia de la transferencia como cierre junto con la puesta en
acto. Porque cuando se produce el "lqué quiere de mí?", al mismo
tiempo hay cierre del inconsciente, de la cadena asociativa, y puesta
en acto del objeto a.
S ' S" S " '/a /

No hay lo uno sin lo otro. Lo que cierra la cadena pone en acto al


objeto a. Es la operación ele separación ern su mayor claridad, fin de la
indeterminación subjetiva, de $ .. La transferencia como alienación,
en cambio, supone la invención del Otro y la dirección al mismo.

Pregunta: Me cuesta diferenciar la transferencia como puesta en


acto de la reaHdad del inconsciente, del sujeto supuesto saber.

Graciela Brodsk.y: Se entiende más fácilmente si hacemos el es­


quema completo:
S ' S" S"'/S if S ' S" S'"/a/

Insisto en la diferencia de estas dos hiancias, que no son equiva­


lentes. Por un lado está la brecha de la falta de sentido, como cuando
uno no sabe qué significa que se haya eqµivocado yendo para el lado
contrario del que tenía que ir, por ejemplo, tomando mal el colectivo y
yendo a la otra punta de la ciudad. Es la formulación "no sé que qui�­
re decir " lo que hace que el acto fallido . sea un S 1 , porque supone que
quiere decir algo. Hay algo propio del sistema significante que llama a
la pregunta "¿qué quiere decir?". Forma parte del sistema significante
mismo el empuje a la pregunta por el sentido. Y basta la formulación
ele esa pregunta para que se perfile en el horizonte la idea de que en
algún lado podría obtenerse la respue . sta, lo que eso quiere decir.
Y eso es la suposición de saber. Eso es el sujeto supuesto -saber. Es
que allí donde hay suposición de sentido, hay suposición de saber en
algún lacio y hay que ir a buscarlo. Se lo puede buscar en un analisla,
en el que Lira las cartas, en el sabio del pueblo, en la mamá, etc. Si hay

1 89
GRAC//;LA 8JWDSKJ"

sentido, hay saber, y si hay saber hay un sujeto que sabe. Uno ubica
ese sujeto donde puede, de distintas maneras, y también se lo puede
ubicar en el inconsciente.
Esa creencia relanza la cadena, porque ahora empiezo a pensar
sobre lo que eso quie·re decir. Por ejemplo, "quiere decir que yo no
querfa venir y por eso tomé ese colectivo ... , etc." Es decir, que hay un
momento de detención, ly luego el sujeto supuesto saber relanza la
cadena.
Este punto de detendón es distinto del que se produce en la ver­
tiente de la separación, donde emerge el objeto a, con motivo no ya
del · "qué quiere decir", sino del "qué me quiere" , o "por qué me dice
esto". Ahí también hay una detención, pero que es totalmente distinta
de la anterior. En este caso no se relanza la cadena, sino que se pone
en juego el fantasma. Lo que se relanza es: "seguramente me quiere ·
dejar, o me quiere seducir, o me quiere violar... ", en fin, toda la varie­
dad fantasmática que podamos tener.
Son dos detenciones diferentes. En la primera, en tanto se s upone
el saber en otro lado, se relanza la cadena. En esta otra, hay un
relanzamiento pero de otra cosa. Es un producto que está tramado
con otra tela. . En el primer caso se trata de la operación de alienación:
con mi S 1 1 que no sé qué quiere decir, me dirijo al Otro donde está el
saber que es S 1 -S2 , el saber como cadena significante, y entonces ten­
go el efecto i; por ejemplo: 11 yo pensaba que lo hice por tal razón, en
realidad es por otra, en�onces ya no sé lo que quiero". La transferen­
cia como sujeto supuesto saber es totalmente rebatible sobre la ope­
ración alienación.

Adriana González: Qúisiera que volviese sobre lo que planteaba acer­


ca del final del análisis y-de cómo hace uno para separarse. Creo haber
entendido que Ud. dijo que uno se dirige al Otro con su satisfacción
pulsional. Me preguntaba si quizás esto se relacionaba con lo que La­
can dice: "más allá del padre, pero sólo a condición de servirse de él".

Graciela Brodsky: En cierta medida sí, porque ir más allá del padr.e
implica ir más allá de una de las formas privilegiadas del Otro, es de­
cir, cuando el Otro juega el papel de organizar el Edipo. Pero no es lo
que agota a'l Otro, pues: no todo del Otro es el Otro del Edipo.
Además , en la oper;ación separación no es evidente que se trate
del Otro del Edipo. Sería el Otro del Edipo si a la pregunta por lo que el
Otro quiere se respondiese desde el Penisneid, por ejemplo, "quiere a
1

1 90
FUNDAMENTOS

' los hombres porque . .." y todas las respuestas aprendidas de los libros
· qlie, a veces, se despliegan en un análisis.
Ir más allá del padre es equivalente a dejarse guiar por la pulsión.
Es una pulsión que no está reglada por los significantes ideales que
provienen del complejo paterno. No se trata tanto de us·ar al Otro como
satisfacción pulsional , sino de usar al Otro como instrumento, valerse
· · del Otro.
La idea es fantástica. No hay s atisfacción puls ional en este "hacer­
. se" del sujeto que no pase por el Otro. Pero este pasaje no tiene que
, ver con la interrogación por el deseo del Otro, o por el goce del Otro,
1
t sino que el Otro sirve para la propia satisfacción. No es exactamente
lo mismo que gozar del Otro. Lacan va a decir en El seminario 20 que
. nadie goza del Otro. Nadie goza más que de u�a parte del cuerpo,
1

: pero esa parte se encuentra en el campo del Otro. Y es que el cuerpo


1• . _ipi�mo es el Otro. O sea que no hay "el Otro no existe". En la satisfac­

: ción pulsional, es al pasar por el campo del Otro donde voy a encon-
1
trar los objetos de mi satisfacción, ya sea mi partenaire sexual o mi
· computadora o mi zapato, todo eso lo encuentro en el campo del Otro.
Pero efectivamente cuando s e trata de alguien encarnado, es más fá­
. cil hacer la pregunta: 11 lqué me quiere?" y entonces empezar a con­
i ;. fundir el plano del amor y el del deseo, cosa que con el zapato no
: ocurre, y en este sentido es más lograda la solución perversa que la
neurótica en lo que se refiere a la pulsión.

Alicia Yacoi: Un pequeño detalle con respecto a los capítulos de la


pulsión y una frase freudiana que afirma que sólo si la pulsión puede
hacer su movimiento de retorno, su ida y vuelta, su "hacerse", sólo si
1
no se detiene en el fantasma -porque s i se detiene en el fantasma no
1
se cumple el movimiento de retorno-, sólo así se ve aparecer un nue­
vo sujeto.

Graciela Brodsky: Excelente aporte. Se trataría de un sujeto que no


es indeterminado, que- no es falla en s er. Es el sujeto que le corr:espon­
de a la pulsión, con la paradoja que implica lo acéfalo de la pulsión.
La cuestión es cómo vamos a llamarlo a eso nuevo que se obtiene.
Hay diversos intentos . Lacan en un momento dijo que el sujeto se·
identifica al objeto. Después afirma que no hay identificación al obje­
to, que sólo hay identificación ideal, imaginario-simbólica. Pero en todo
caso es la idea de buscar un nuevo estatuto del sujeto, un sujeto que
sea el que habría de producir un análisis. El sujeto analizado; no el

191
GRACIELA BRODSKl'

sujeto analizante. Analizante es el que dice "no sé qué quiero decir",


"no sé quién soy", ele. Al final del análisis todo eso tiene que producir
algo, un saber. La iclenlificación al síntoma responde a esta pregunta,
la cuestió'n del nombre propio, el nombre de goce, responde a esta ·
pregunta. Son las formas en que se ha intentado responder a la pregun­
ta por el estatuto de ese sujeto que se obtiene más allá del fantasma;

Pregunta: Si hay un movimiento de la alienación a la separación y


se desemboca en la pulsión como movimiento del análisis mismo,
lpuede ser pensado esto como movimiento de la sesión analítica?

Graciela Broclsky: Fantástica pregunta. Efectivamente; cada vez que


hay un corte de sesión se busca el efecto de separación. No es la sepa­
ración del Otro sino la separación del Otro del significante, de la remi­
sión ele la cadena, de la alienación. No es separación del Otro estricta­
mente porque con eso el Otro empieza a cobrar otro estatuto diferen­
te: "¿por qué me cortó?". Se aplasta · un Otro, el del significante, y se
riega, por así decirlo, al Otro del deseo. Eso lleva al paradoja! derre y
puesta en acto, que es cierre respecto del in�onsciente, . pero puesta
en acto respecto del fantasma.
Eso se puede obtener con el corte ele sesión y también con la inter­
pretación misma, en tanto funcione como un S 1 , como decía J.-A. Miller
en un Encuentro hace unos años. Pero hay que ver si la interpretación
como S I no está siempre rebatiéndose sobre la producción de S 1 , del
significante enigmático, y cómo hacer j ugar esto otro qüe va
densificando la transferencia. Esta es la transferencia que aparece
como resislencia, cuando el objeto a empieza a ser ubicado en el cam­
po del analista.
Les agradezco mucho su presencia y ojalá nos veamos en el ICBA
el año que viene. Gracias. Pero efeclivamente se trata ele una dialécti­
ca. para cada sesión. No quiere decir que esto pase en todas las sesio­
nes, ·pues en algunas no pasa nada de todo eslo.

Les agradezco mucho su presencia y ojalá nos veamos en el ICBA


el año que viene. Gracias.

1 ele diciembre de 1 999 ·

1 92

También podría gustarte