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EL CATECUMENADO EN LA ANTIGÜEDAD.

1. Término catecúmeno. “Catecúmeno” en la Iglesia


de los primeros tiempos, era el nombre aplicado a quien
no había sido todavía iniciado en los sagrados misterios,
pero experimentaba un curso de preparación para este
propósito.

«El término katejeo se emplea en el cristianismo primitivo


para designar la enseñanza de la fe cristiana (Cfr. 1 Co 3.2),
que se impartía, antes o después del bautismo.

Sin embargo, fue Hipólito de Roma quien, a principios de


los años 200, dio testimonio del empleo del término, en el
sentido de una instrucción pre-bautismal. Se organizó, pues,
la catequesis pre-bautismal.

VIDEO: En la Iglesia surge el catecumenado como una


institución preparatoria para el bautismo, en la cual toda la
comunidad participa activamente.1» El catecúmeno es,
entonces, la persona que se deja instruir en la doctrina
cristiana con el fin de llegar al bautismo y con él, vivir de
manera coherente el resto de su vida.

2. El catecumenado en el Nuevo Testamento.


1
FIGUEIREDO FERNANDO A., La Vida de la Iglesia Primitiva, Bogotá: CELAM, 1991. Pág. 149
No podemos encontrar en el Nuevo Testamento un
catecumenado completamente sistemático y estructurado,
pero sí encontramos las bases sobre las que la Iglesia fue
construyendo, peldaño por peldaño, lo que hoy conocemos
por catecumenado.

En un primer momento, partamos de la instrucción amorosa


del Salvador: «Vayan por todo el mundo y proclamen la
Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado,
se salvará; el que no crea, se condenará.» (Marcos 16, 15-16)

Esa es la tarea apremiante de los apóstoles y seguidores de


Jesús, dentro de la gran familia de Dios: La Iglesia.

VIDEO (con la Sagrada Escritura): Ahora bien, el libro de


los Hechos de los apóstoles, nos narra la venida del Espíritu
Santo y con ella la fuerza misionera de la Iglesia: «Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De
repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado,
que llenó toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas
como de fuego, que descendieron por separado sobre cada
uno de ellos. Se llenaron todos del Espíritu Santo y
empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu
les permitía expresarse.» (Hch 2, 1-4)
Con este pasaje podemos descubrir como los discípulos van
a ir llevando a Cristo a todos los pueblos, pero debemos tener
en cuenta las circunstancias que rodean a los seguidores de
Jesús, que son las persecuciones y el odio contra su fe, las
cuales van creciendo gradualmente.

Los Hechos de los apóstoles y las Epístolas, nos van


mostrando una serie de normas para admitir a alguien en un
ministerio eclesial o, a un estado de vida. La Iglesia debía
exigir y examinar al candidato. Es decir, exigía un tiempo
prudente de prueba, para mirar sus intenciones, cualidades y
con ellas examinar su idoneidad.

Ejemplo de ello es la elección de los siete diáconos (Cfr.


Hch 6, 2-6). Con esto podemos comprobar que ya había una
serie de normas o exigencias por parte de los responsables de
la comunidad cristiana.

Otro ejemplo es el mismo apóstol san Pablo, el cual, debe


dejarse admitir por los responsables de la comunidad (Cfr.
Hch 9, 20-28).

Con estas ideas en mente, podemos visualizar, también, el


proceder en exigencias y exámenes, para llegar a una
idoneidad de los candidatos al sagrado bautismo. La Iglesia se
ha esforzado, desde sus inicios, en brindar una adecuada
formación, de acuerdo a sus posibilidades, para que este
sacramento no sea conferido a la ligera.
En el Nuevo Testamento observamos que la conversión es
el corazón del mensaje cristiano. Fijémonos bien en el
elemento principal de la conversión: la fe. No cualquier fe, es
una fe verdaderamente cristiana. Es decir, para creer en Dios,
los paganos creían en un dios o dioses; para creer en el Dios
del Antiguo Testamento, estaban los judíos; luego entonces,
esta conversión quería llevar al conocimiento verdadero del
Dios que se revela en Jesucristo, Señor Nuestro.

Ejemplo de ello es 1Ts 1, 9-10: «Ellos mismos, cuentan


cómo ustedes me han recibido y cómo, dejando los ídolos, se
convirtieron a Dios para servir al Dios vivo y verdadero, y
esperar la venida desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de
la muerte: Jesús, que nos libra de la condena futura.» Este
pasaje y otros más, son ejemplos donde podemos encontrar la
finalidad del catecumenado y las exigencias del bautismo
desde los inicios.

A finales del siglo I en Siria, basándonos en la Didajé, el


cual, es un escrito que data aprox. del año 85, donde la Iglesia
que va caminando en medio de persecuciones, va teniendo un
modo de proceder que se manifiesta en estos escritos y así
podemos ver que la iniciación cristiana va presuponiendo una
enseñanza desde la catequesis.
3. El catecumenado en los siglos II-III d.C.
VIDEO: Hemos observado de manera general el cuidado
que la Iglesia primitiva en el Nuevo Testamento, daba a la
administración del bautismo, pues, procuraba discernir la
conversión de los candidatos.

En los siglos II y III la Iglesia guarda el mismo interés


maternal en comprobar la autenticidad de sus catecúmenos,
ya que es sumamente importante que el poder salvífico de
Cristo, se desarrolle en un medio apto y favorable. En otras
palabras, no se puede administrar los sacramentos a un sujeto
mal dispuesto o a una persona cuya fe no ha transformado
realmente su vida.
Tengamos como base histórica que los cristianos hasta el
año 313, siguen viviendo en una situación política y religiosa
adversa, pues, son frecuentemente perseguidos y asesinados
por el imperio reinante. Los cristianos son minoría en la
sociedad, pero son como aquella luz en la oscuridad, como
aquel fermento en la masa.
Del siglo II al III d.C. es donde el catecumenado se va
organizando. Vale la pena ubicarnos hacia el año 110. donde
encontramos a Ignacio, Obispo de Antioquía. Él fue
conducido de Siria a Roma, en la época del Emperador
Trajano, y condenado a las fieras. Resaltemos en este Padre
de la Iglesia lo que él considera su camino catecumenal, que
no es otra cosa, que el camino al martirio 2, puesto que, en el
camino catecumenal, el catecúmeno renuncia al pecado,
muere para el mundo y va recibiendo la gracia de Cristo, con
2
FIGUEIREDO FERNANDO A., La Vida de la Iglesia Primitiva, Bogotá: CELAM, 1991. Pág. 40
impaciencia de recibir al Señor en el sacramento del
bautismo, viviendo así para Dios.
En el año 140 en Roma, el término técnico de
catecumenado no se emplea plenamente, sin embargo, en El
Pastor de Hermas, que es otro escrito antiguo y venerable en
la comunidad cristiana, encontramos que ya existe un camino
o un itinerario para los que se quieren preparar a los sagrados
sacramentos.

Seguimos avanzando en el tiempo, y descubriremos que es


hacia el año 180 donde se empieza a conocer poco a poco, lo
que hoy conocemos como catecumenado3, puesto que, se fue
esparciendo, aceptando y oficializando rápidamente por la
Iglesia. Es necesario comprender que la organización que más
adelante vamos a encontrar con Hipólito, aprox. en el año 215
no es una organización que ha surgido del momento o de las
emociones, sino que es el fruto de un esfuerzo arduo del siglo
II.

Tenemos varios testimonios, donde los Padres de la Iglesia


y algunos escritores eclesiásticos exhortan a los catecúmenos
en un sana y esmerada formación. Ejemplo de ello es San
Justino, el cual, describe la iniciación bautismal dando tres
elementos que no pueden desligarse:
 la preparación litúrgica comunitaria,
 el bautismo y
3
DUJARIER MICHEL, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1986. Pág. 42.
 la celebración eucarística;
como base de estas características debe haber una
instrucción precedente, las cuales deben estar en el
catecumenado.

Así mismo, Justino hace hincapié en que el anuncio de la


Buena Nueva, no es un privilegio de los presbíteros o de los
doctores, sino que es la misión de todos los cristianos, desde
los más sabios hasta los menos instruidos.

3.1. Criterios del bautismo.4

Sabemos bien lo que representa el bautismo, por ello, en


estos primeros años había unas ciertas exigencias que,
basándonos en los textos de Justino, podemos resumir en tres
criterios: en un primer lugar, es necesario el arrepentimiento
de los pecados, teniendo como base el texto de Isaías 1, 16-
20: “Dejen de hacer el mal y aprendan a hacer el bien”.
Seguidamente, aceptar a la Iglesia como aquella madre y
maestra: todo lo que ella dice debe ser acogido como
verdadero. Finalmente, cerciorarse en la transformación de
vida y que sean capaces de vivir en ella. En otras palabras,
que el candidato haya mostrado las aptitudes para vivir
conforme a la vida de Cristo. Así era como la Iglesia juzgaba
la idoneidad de los candidatos.

4
Ibid.
3.2. El periodo bautismal.5

Para administrarse el sacramento, se debía cumplir con un


periodo bautismal, que consistía en unos días de preparación
espiritual. En la Didajé y luego en la época de Justino,
podemos constatar que los fieles se juntaban a los futuros
neófitos, para orar y ayunar por algunos días. Seguidamente
se le acompañaba al lugar del bautismo y les hacían entrar en
la comunidad para celebrar la Eucaristía. Estas exigencias,
con el tiempo, fueron avanzando en rigurosidad y en tiempo
de preparación.
Ahora bien, nos ubicamos en Egipto hacia el año 190 al
200, donde se sigue construyendo la idea del catecumenado, y
se va constatando una formación catecumenal seria. En
Alejandría, un personaje llamado Panteno habría fundado una
escuela de catequesis y san Clemente le habría sucedido hacia
el 190 a la cabeza de esta escuela y sabemos por las obras de
Clemente, el uso formal y sin ambigüedad de la palabra
catecumenado y su disciplina. Al parecer, este caminar a los
sacramentos duraba por lo menos tres años. También
escuchamos hablar de los catecúmenos, gracias a un «período
de paz en tiempos de Cómodo (180-192), debido al influjo de
su esposa Marcia, a la que algunos historiadores consideran
cristiana, o por lo menos catecúmena; no obstante, hubo
algunos mártires célebres, como Apolonio, senador romano; y
los doce mártires escilitanos.6»

5
Ibid.
6
ÁLVAREZ GÓMEZ JESÚS, Historia de la Iglesia, tomo: I. Edad antigua., Madrid: B.A.C., 2001. Pág. 91.
En el norte de África, hacia el año 200-210, estas
comunidades cristianas viven la misma realidad catecumenal,
pues, lo sabemos bien por el relato de la Pasión de Perpetua
y compañeros. Asu vez, esta historia se puede constatar por
los periodos de paz y persecución al cristianismo, que como
sabemos eran volátiles, y por ello «en el año 202 Septimio
Severo publicó un edicto por el que prohibía la conversión al
cristianismo; por eso abundan los mártires entre los
catecúmenos y catequistas: Leónidas, padre de Orígenes, y
director de la Escuela de Alejandría; Perpetua y Felicidad y
compañeros, en Cartago, Basílides, y otros en Egipto. 7»
Ubicados en África, resaltamos a Tertuliano que
frecuentemente, lo mismo que Clemente, al lado de la
expresión catecúmenos, utiliza el nombre de “oyentes”, como
también, el término de “reclutas”, o se dirige a los
catecúmenos con el nombre de “novicios”, haciendo las
diferencias entre catecúmenos y fieles, al igual que San
Agustín, años después.
«“Los cristianos no nacen, se hacen”, había escrito
Tertuliano, y uno de los sentidos que pudieron tener estas
palabras es registrar el hecho de que, en el siglo II, la gran
mayoría de los fieles había nacido fuera de la Iglesia y venido
a ella después. El bautismo de los niños –practicado ya en los
tiempos apostólicos, según atestiguan varios textos
neotestamentarios– se hizo más frecuente en el siglo III, pero
hasta entonces lo habitual fue la recepción del bautismo en
edad adulta, como culminación de un proceso de conversión
del paganismo, y tras una etapa preparatoria de
7
ÁLVAREZ GÓMEZ JESÚS, Historia de la Iglesia, tomo: I. Edad antigua., Madrid: B.A.C., 2001. Pág. 91.
catecumenado.8» Cómo se indicó, todo proceso de iniciación
cristiana estaba enmarcado en la radicalidad del seguimiento
a Jesucristo y ello implicaba una adscripción a la comunidad
cristiana en medio de un mundo pagano que los rodeaba. Otra
mención, sobre los catecúmenos, la podemos encontrar, en
Tertuliano, aproximadamente hacia el año 210 d.C., que es
donde encontramos escritos suyos. «Con ocasión de la
persecución de Septimio Severo, que se dirigió especialmente
contra los catecúmenos y los catequistas, algunos
catecúmenos murieron sin haber recibido el bautismo; y
entonces se planteó la cuestión de su destino eterno.
Tertuliano fue el primero en hablar del Bautismo de sangre, el
martirio que suple el Bautismo de agua.9»
Echemos una mirada al año 215 en Roma, donde las etapas
catecumenales, se van tomando muy enserio. Cabe señalar
que el tiempo de formación mínima son tres años y en todo el
transcurso de la formación se ha venido examinando. «Fue
durante el primer tercio del siglo III, como se deduce de la
Tradición apostólica de Hipólito (235), cuando se generalizó
el bautismo de los niños, los cuales lo recibían en una misma
ceremonia con los adultos. El bautismo de adultos estaba
perfectamente ordenado litúrgicamente desde finales del siglo
II, como lo atestigua la institución del catecumenado, que
tenía la finalidad de instruir y examinar a los candidatos.
Parece que ya San Pablo no bautizaba inmediatamente a los
convertidos, sino que difería un poco el bautismo.10»

8
ORLANDIS J., Historia de la Iglesia, tomo: I. La Iglesia Antigua y Medieval., Madrid: Palabra., 2012. Pág. 52.
9
ÁLVAREZ GÓMEZ JESÚS, Historia de la Iglesia, tomo: I. Edad antigua., Madrid: B.A.C., 2001. Pág. 140.
10
ÁLVAREZ GÓMEZ JESÚS, Historia de la Iglesia, tomo: I. Edad antigua., Madrid: B.A.C., 2001. Pág. 138.
No todos lo que quisieran entrar al catecumenado lo podían
hacer, ya que algunos eran rechazados por no tener una fin
sano y honesto. El papel de los que conocemos hoy como
“padrinos”, era el papel de aquellos cristianos que han
ayudado en la evangelización y formación de esos
postulantes. En efecto, los padrinos tenían el deber de
solucionarle algunas dudas de fe y conductas, pero sobre todo
debía dar testimonios sobre la conducta de estos candidatos 11.
Las personas consideradas idóneas, deberían estar dispuestas
a escuchar la Palabra. Una vez aceptados como catecúmenos,
se procedía a informarles sobre las exigencias y sacrificios
que ellos deben procurar en su cotidianidad. Análogamente
los postulantes debían abandonar los oficios o prácticas que
fueran en contra de la idolatría, homicidio e impureza. Hay
que reconocer la distinción que existía entre los catecúmenos
y los fieles, pues, aunque participaban de algunas
formaciones juntos, en la celebración de la Eucaristía, por
ejemplo, solo tenían lugar en la liturgia de la Palabra, debían
salir terminada la homilía, y al final de la liturgia un
catequista hacía una oración especial por los catecúmenos 12.
Hasta aquí, la disciplina catecumenal que se ha visto,
basándonos en la tradición apostólica, no es simplemente el
fruto del lugar o de la época; ella es un como una semilla que
desde los orígenes apostólicos ha progresado y crecido, a lo
largo del siglo II. no cabe duda de que existían las mismas
exigencias hacia el año 200 en las Iglesias de Alejandría y
Cartago.
11
ÁLVAREZ GÓMEZ JESÚS, Historia de la Iglesia, tomo: I. Edad antigua., Madrid: B.A.C., 2001. Pág. 138.
12
DUJARIER MICHEL, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1986. Pág. 60.
Paralelamente, «En La Historia augusta de Elio Esparciano,
en la vida de Alejandro Severo (222-235), se habla de la
persecución contra los catecúmenos; este dato da a entender
la importancia del catecumenado no sólo por la estructura
catequética que existía, sino también porque eran numerosos
los personajes de la vida pública que estaban realizando su
camino de conversión hacia el cristianismo. 13» sabemos bien
que una vez bautizado, el creyente debe imitar a Cristo, por
quien se ha unido con la recepción de este sacramento. Por
ello, Previo a la recepción de este sacramento estaba el
catecumenado que forma en la fe y conlleva a una vivencia
auténtica de los compromisos bautismales a través del amor al
prójimo y la disposición para el martirio. El martirio es la
segunda actitud fundamental del deseo de perfección, es así
como llega a su culmen en el siglo III cuando se convierte en
el santo y seña de mayor fecundidad en la espiritualidad
cristiana porque era, y es, la mejor imitación de Cristo que se
pueda realizar.14
Citemos el año 230-240, ubicándonos en Egipto y
Palestina, donde a mi juicio encontramos testimonios valiosos
sobre la vitalidad de las etapas catecumenales, entrados ya en
la primera mitad del siglo III. El escritor eclesiástico
Orígenes, es un gran catequista y es el que vela por la
seriedad de la formación bautismal. Hay la necesidad de
aclarar que la Iglesia va creciendo en número y esto puede
dañar la calidad de la formación cristiana. Precisamente
Orígenes va a luchar por la pureza de la vida y formación
13
PATIÑO URIEL JOSÉ, Historia de la Iglesia, tomo I. Siglo I-VII., Bogotá: San Pablo. Pág. 49.
14
PATIÑO URIEL JOSÉ, Historia de la Iglesia, tomo I. Siglo I-VII., Bogotá: San Pablo. Pág. 71.
cristiana. Él compara la preparación bautismal al
acontecimiento del Éxodo, primero la conversión en Egipto,
para pasar a la travesía en el desierto, que considera es la
preparación del catecúmeno. Seguidamente el paso del mar
Rojo, es considerado como las pruebas, para pasar finalmente
al bautismo que es la entrada en la tierra prometida 15. Estos
relatos son de mucha importancia, ya que muestran las
exigencias para el catecumenado y como se utilizaban
imágenes bíblicas para una mayor comprensión de los
candidatos. Señalemos que en estos años el catecumenado era
un tiempo de formación en la fe y en las costumbres
cristianas, Orígenes describe dos grupos de catecúmenos, el
primer grupo son los principiantes o recién introducidos que
no han recibido el Símbolo y el otro grupo es el de los
“elegidos”, estos han acabado prácticamente su formación
inicial, sin embargo, no es el candidato mismo el que se juzga
apto, sino son los miembros de la Iglesia designados para
ello, los que se apoyan en los testimonios de los que los han
catequizado y de acuerdo con ellos, se les admite o se les
extiende el sacramento.
Finalizando el siglo III, por las informaciones que se
proporcionan de algunos concilios, se puede constatar la
pedagogía catecumenal y su importancia en la vida eclesial.
se deja entrever un cierto aflojamiento en la disciplina, pero
muestran que la estructura por etapas se mantiene y es
necesaria. Nos ubicamos hacia el 300-325 y encontramos dos
concilios.

15
DUJARIER MICHEL, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1986. Pág. 64.
En el año 300, en España, el concilio de Elvira mantiene las
exigencias para ser recibido en la catequesis. Existe un rito de
entrada en el catecumenado y la imposición de manos por las
que se llega a ser cristiano.16 El catecumenado en «este
período se prolongaba más o menos según las regiones –tres
años en Roma, dos en España, etc.–, y durante él los
catecúmenos se designaban con el término audientes.
Algunas semanas antes de la fecha fijada para el bautismo, los
catecúmenos eran examinados de nuevo y pasaban a ocupar
un grado superior, el de electi o competentes. Una
preparación más intensa llenaba estas últimas semanas:
prácticas ascéticas e instrucción catequística sobre el Símbolo
de la Fe, la oración dominical y los sacramentos de la
iniciación cristiana. Finalmente, en las vigilias de Pascua y
Pentecostés, o en casos especiales en la vigilia de algún otro
domingo, tenía lugar el solemne acto del bautismo, que en las
fechas más señaladas se administraba a un elevado número de
nuevos cristianos.17»
En el año 325, se celebró el concilio de Nicea, donde se
expresa con tristeza que se han bautizado personas que
simplemente habían pasado de la vida pagana a la fe y que no
habían sido instruidos. Este concilio da la instrucción de que
estos hechos no se vuelvan a presentar, porque el
catecumenado necesita un tiempo prudente18.
«Surgió en el siglo III una importante controversia. El tema
de la disputa fue la cuestión de la validez del bautismo
16
Ibid. Pág. 78.
17
ORLANDIS J., Historia de la Iglesia, tomo: I. La Iglesia Antigua y Medieval., Madrid: Palabra., 2012. Pág. 52.
18
DUJARIER MICHEL, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1986. Pág. 79.
administrado por los herejes o cismáticos, que en aquel
tiempo formaron a veces grupos de una cierta entidad. La
Iglesia africana y varias de Asia acostumbraban a rebautizar a
los herejes que habían sido ya bautizados en su secta,
mientras que la Iglesia romana y otras más los recibían
mediante una simple imposición de manos…surgió un
conflicto entre el papa Esteban y san Cipriano de Cartago.
Defendía el primero la validez del bautismo y san Cipriano la
negaba con el argumento de que “nadie puede ser incorporado
a la Iglesia por alguien que es ajeno a ella” … Fue
precisamente otro padre africano, san Agustín, quien elaboró
la teología sacramentaria sobre el bautismo y abrió el camino
hacia la definitiva solución del problema, en el sentido que
había mantenido siempre la Iglesia romana.19»
4. El catecumenado en los siglos IV-VI d.C.
VIDEO: La paz del emperador Constantino a los cristianos
en el año 313, marca un hito importante en la historia. Al
cristianismo le conceden un régimen de tolerancia legal,
luego rápidamente pasa a una libertad privilegiada, y
seguidamente en el 391, pasa a ser la única religión
autorizada.

Este hecho llena de alegría a los seguidores de Cristo,


puesto que pueden celebrar y manifestar públicamente su fe,
sin temor a ser perseguidos. Ahora bien, esta oficialización
está cargada de problemas pastorales. Recordamos a
Orígenes, que, en su momento, llegaba a preferir las
19
ORLANDIS J., Historia de la Iglesia, tomo: I. La Iglesia Antigua y Medieval., Madrid: Palabra., 2012. Pág. 53
persecuciones, porque los peligros que enfrentaban los
catecúmenos y fieles los revestían con una fe, grande y
verdadera. Esto quiere decir, que la paz constantiniana va a
otorgar más cantidad que calidad en el seguimiento a
Jesucristo.
Lo más característico de este periodo, es la falta de motivos
verdaderos para convertirse, bautizarse y seguir a Cristo. La
exigencia que la Iglesia venía teniendo con los catecúmenos,
se ve atiborrada por la gran cantidad de “conversos” y se hace
más fácil entrar en la Iglesia, luego entonces, el riesgo de
derrumbar lo construido en los siglos pasados es muy alto. Un
ejemplo sobre la falta de conversión sincera, es el alto índice
de personas que querían ser catecúmenos, por su deseo de
desposar a un cristiano, teniendo como resultado la
simulación de la fe. Ya San Cirilo de Jerusalén, les dirá a los
candidatos al bautismo: «Que no haya entre ustedes ningún
Simón Mago, ninguna hipocresía, ninguna curiosidad por
conocer los ritos. Sucede también que a uno le conduce un
motivo extraño. Que un hombre sea llevado por el deseo a
agradar a una mujer y este sea el motivo de su venida. 20»
Estos ejemplos u otros, como bautizarse por razones políticas,
son los que frecuentemente denuncian los pastores21.
Otra desviación de este periodo es el querer permanecer
catecúmeno hasta unos momentos antes de morir. Lo que se
quiere decir, es que existían muchas personas que, no
queriendo una conversión sincera, esperaban hasta una
enfermedad o un accidente muy grave para ser bautizados.
20
CIRILO DE JERUSALEN, Protocatequesis, 17, 35-36.
21
DUJARIER MICHEL, Breve Historia del Catecumenado, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1986. Pág. 85.
San Gregorio Nacianceno es un pastor, de muchos, que se
empeñan en probar que no hay la necesidad de diferir el
sacramento: «hagámonos bautizar hoy para no estar obligados
a hacerlo mañana. No retardemos sus beneficios como si se
nos hiciera un daño. No esperemos a haber pecado más para
que se nos perdonen, más pecados. Esto sería hacer de Cristo
una especulación comercial.22»
El catecumenado hacia el 350-420 entra en una debilitación,
ciertamente el término se emplea y era conocido, pero por los
escritos de los pastores, sabemos de la lucha constante para
crear conciencia sobre la importancia de un seguimiento serio
y sin fingimientos, en miras del bautismo. Ya en el siglo IV la
situación del catecumenado a cambiado drásticamente, la
exigencia y la disciplina se redujeron, teniendo como
consecuencia que el rito se confiera fácilmente. Un ejemplo,
es que a principios del siglo IV los obispos, como tiempo de
formación del catecumenado exigían todavía dos años, pero
ya para el año 400 no existía una duración mínima, sin
embargo, la Iglesia por medio de sus pastores mantenía la
necesidad de una formación y un tiempo prudente de
catecumenado, a pesar de la falta de fe y sinceridad de las
personas. Los catecúmenos no convencidos no frecuentaban
los espacios litúrgicos y de formación, pero, a los
catecúmenos que sí creían, se les predicaba sobre la
conversión, la pureza de intención y la manera de
comportarse con los mismos sentimientos de Jesucristo.

22
Ibid. Pág. 89.
Ante la grave crisis de fe en el proceso catecumenal, la
respuesta es un tiempo de formación dentro de la cuaresma.
La persona que quería ser admitida al bautismo, debía pasar,
en primera instancia, por el tiempo intensivo de la cuaresma.
Los candidatos al sacramento del bautismo, en este periodo
cuaresmal, experimentaban un tiempo de formación doctrinal
y vital. Finalizado el tiempo cuaresmal, existen dos
ceremonias llamadas “entregas” y “redditio”. La primera es
donde se transmite el Credo y el Padre Nuestro. En la
segunda, se les da lugar a los candidatos en el domingo de
Ramos. La celebración del bautismo, tenía lugar en semana
santa, especialmente en las vísperas de Pascua. Luego del
bautismo, estas personas pasan a llamarse fieles y deberán
esmerarse por imitar a Cristo. Luego del bautismo, los
neófitos vuelven diariamente a la Iglesia para escuchar unos
comentarios sobre los sacramentos y es lo que se conoce
como catequesis mistagógicas23. (La mistagogía es la
iniciación de los recién bautizados (neófitos) en los misterios
del cristianismo. La Iglesia quiere ayudar a la humanidad a
encontrar nuevamente el misterio escondido desde siglos y
manifestado en Jesucristo. Dado que mistagogía significa
conducir por un camino que lleva al misterio, se comprende
por qué no basta un itinerario litúrgico, sino que se requiere
una comprensión personal. Al principio de la mistagogía hay
un encuentro de fe con el Señor a través de la gracia. El
Espíritu Santo es el mistagogo invisible, y nos lleva a
comprender lo que Jesucristo ha revelado.)

23
Ibid. Pág. 113.
«La culminación del rito de iniciación durante la
celebración de la víspera de la Pascua les da la bienvenida a
los catecúmenos a la Iglesia como cristianos con pleno
derecho. Con el tiempo el catecumenado dejo de usarse
porque el período de tiempo de formación tan largo demostró
ser algo difícil de manejar cuando el número de conversos fue
tan grande y cuando aumentaron los bautizos de bebés. No
fue hasta el siglo veinte que el Concilio Vaticano II volvió a
reintegrar el catecumenado. Desde el año 1988 el Rito de
Iniciación Cristiana para Adultos (RICA) es la norma que las
parroquias siguen en la formación de los nuevos conversos.»24
Hemos visto el testimonio firme de los primeros cristianos.
Para asimilar el contenido de esta materia les propongo
comparta y responda las siguientes preguntas:
1- ¿Por qué eligieron ellos el martirio antes que renunciar a
su fe?
2- ¿Cómo se preparaban para su Bautismo sabiendo que
luego deberían ser testigos?
3- ¿Estás dispuesto hoy a ser testigo de Cristo tal y como lo
exige el Bautismo?
4- ¿En qué sentido podemos afirmar que la vida cristiana y
de la Iglesia, es un itinerario catecumenal?
5- ¿Qué elementos consideras que se deben tener en cuenta
para una formación idónea que responda plenamente a los
principios de la iniciación cristiana contemplados en el
Sacramento del Bautismo?
24
CHARLENE ALTEMOSE., Lo que debemos saber sobre la historia de la Iglesia., U.S.A: Liguori., 1994. Pág. 15.

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