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Hartmann Alicia PDF
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Hace más de veinte años, en un libro que se tituló “Amor, sexo y fórmulas …”
escribimos con un colega y amigo, Mario Fischman, a quien quiero rendir homenaje
con este texto, un primer recorrido sobre las fórmulas de la sexuación seguido de
unos capítulos que subtitularíamos “Leyendas y escritos del amor y la mujer”. Allí,
en un abanico se abrían: un trabajo sobre la Dama del amor cortés, un pasaje por
Leonor de Aquitania, las modalidades del amor stendhalianas en su tratado “Del
Amor” plasmadas en “Rojo y Negro”, así como referencias a Tristán e Isolda,
Abelardo y Eloísa bajo la pluma de Rougemont, hasta llegar finalmente a un estudio
acerca del Fausto de Goethe, que inicia un tránsito crucial desde el personaje de
Margarita –primer encuentro amoroso con una mujer urdido por Mefistófeles- hasta
la aparición de Helena –la legendaria Helena de Troya- en la segunda parte.
La lógica del no todo, soporte de una clínica, así la pensamos, propone entre
muchas otras cuestiones una vuelta a la palabra, que ya no es la de Función y
Campo, vinculando la palabra en relación a la mujer como palabra de amor. Es la
forma en que ese goce parasexuado (para = proximidad, semejanza, en griego) el
goce del Otro se aproxima al sexuado. La mujer tachada, la loca, la enigmática,
intenta inscribirse del lado del todo ya que está excluída por naturaleza del goce
fálico. “Ellas no saben lo que dicen, esa es la diferencia entre ellas y yo”, así nos
dice Lacan en Encore. Fiel a su idea Lacan agrega que las colegas mujeres se han
Freud sintetiza (Estudios sobre la histeria, 1893) lo peor de la madre con su frase “el
descenso a las madres tiene algo de angustioso”, dando cuenta con esa formulación
entre la neurología y el psicoanálisis de la toma del cuerpo por el goce fálico
materno. Ese descenso a las madres proviene de un pasaje de la segunda parte del
Fausto.
En síntesis, el mito edípico atraviesa esta inscripción de Margarita del lado macho
de las fórmulas de la sexuación. Aquí la partición madre-mujer es sin salida, no hay
otro destino que la muerte. Margarita muere, presa de culpa por una deuda
impagable: la muerte de su madre, la muerte de su hijo.
Pero Fausto sale al gran mundo, a un mundo donde una mujer le asegura otro
estatuto a su deseo. Cassin parte de la frase “Voire Hélène en toute femme” (ver a
Helena en toda mujer), y podríamos preguntarnos por qué usa el toute-toda cuando
el chaque-cada (en el original en alemán la palabra es jedem, que puede ser
traducida de ambas formas – la traducción del Fausto de Aguilar utiliza “cada”)
“Si efectivamente fue Amor quien promovió todo esto, sin dificultad rehuirá de la
culpa de la falta que se dice ha cometido”.
¿Por qué Lacan vuelve al tema de la palabra, que ya no está sostenida en Hegel ni
en Heidegger? ¿Ni tampoco alcanza con referirla al concepto de palabra plena? Es
porque, como afirma en Encore: “el ser sexuado de las mujeres no-toda no pasa por
el cuerpo sino por lo que se desprende de una exigencia lógica de la palabra”. “Del
lado de la mujer tachada se trata de una satisfacción, la satisfacción de la palabra”.
Podríamos decir que en esa satisfacción, que es del orden del goce fálico, también
se abre a la dimensión del goce femenino?
A qué nos invita Lacan cuando nos enfrenta con estas dos formulaciones un tanto
contradictorias? Por un lado habla de la exigencia lógica de la palabra y por otro
lado la ubica como la otra satisfacción. Pareciera que es en este punto donde
Bárbara Cassin abre un camino complejo entre goce femenino y lenguaje. El camino
es lógico y no escapa a un cierto juego sofístico del que da cuenta en Jacques le
Sophiste: lo llama “el tratado del no ser del goce femenino”. Tomando la tesis de
Gorgias de Leontinos como modelo que se pregunta acerca del ser y del no ser, la
primera tesis es: "nada no es, por lo tanto ella no goza”, la segunda afirma “si es, es
incognoscible, por lo tanto si ella goza, ella no sabe nada”, y la tercera concluye “si
Para concluir, “ver a Helena en toda (o en cada) mujer” condensa a través del
recorrido que hemos hecho, que es la palabra el lazo entre lo que se escribe y
aquello del lenguaje que no puede escribirse. Entonces resta ubicar la importancia
de cómo la vuelta a la palabra en estos últimos seminarios hace de puente para
cernir lalangue. Recordamos esta cita de Encore: “El Uno encarnado en la lengua es
algo que, justamente, queda indeciso entre el fonema, la palabra, la frase, incluso
todo el pensamiento”.