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El Salvador de 1840 a 1935

estudiado y analizado por los extranjeros

John Baily / Fred Rippy / Percy Falke Martin


Maurice de Périgny / Dana G. Munro / Everett
Alan Wilson1 / Kenneth J. Grieb

Selección, traducción, prólogo y notas


de Rafael Menjívar y Rafael Guidos Véjar

1
Colección Estructuras y Procesos
Dirigida por Guillermo Manuel Ungo
Volumen 4

Primera edición:
UCA Editores, 1978
San Salvador, El Salvador
Centroamérica
Prólogo

El Salvador:
Materiales para interpretación histórica

El análisis de los principales trabajos sobre el desarrollo histórico salvadoreño, muestra un marcado
viraje en la concepción misma de la Historia, a partir de los últimos años de la pasada década. Los
resultados son ya visibles en libros y ensayos publicados en años recientes por nacionales y extranjeros
y en las investigaciones -algunas circulando en forma manuscrita- que realizan personas y equipos.

Antes de tal momento y con notables excepciones, el enfoque predominante presentaba, igual que en
toda la región, características bien definidas: un marcado relativismo; la obsesionante insistencia en los
hechos político-institucionales; la sobrevaloración, convertida muchas veces en eje del análisis, de las
ideas; el culto a la visión monográfica; la negación de toda relación entre el pasado y la actual
problemática; la nación como unidad analítica, con cruda abstracción de su relación con el desarrollo
mundial. Todo ello determinado por el apego a los métodos positivista e idealista-historicista.2

Ahora observamos un decidido impulso hacia métodos que coinciden en la necesidad de una “síntesis
global que explique a la vez las articulaciones entre los niveles que hacen de la sociedad una totalidad
estructurada”, en la especificidad histórica de cada época y en el convencimiento de que la
investigación histórica, sin caer en el utilitarismo desinformante, no puede ser desvinculada de las
preocupaciones actuales.

Este viraje no es gratuito. Nada se da en el vacío. En el trasfondo encontramos, cuando menos, dos
hechos: las modificaciones experimentadas por la estructura económica, especialmente a partir de la
década de los años cincuenta, y el amplio desarrollo de la conciencia para sí de las clases trabajadoras y
su organización y lucha con proyectos propios.

Todo ello ha llevado, en el campo del conocimiento histórico, a la necesidad de oponer un “reflejo en el
sentido de copia pasiva y paralela” de la realidad, un “reflejo en el sentido de forma ideal de
expresión”3. En otras palabras, a la necesidad de elaborar un conocimiento conceptuante que se apodere
de la realidad, que la asimile teóricamente, como medio para acelerar el proceso histórico.

Una vez más, entonces, se comprueba que la “teoría tiene su fundamento inagotable en la práctica” y
que su desarrollo no puede encontrarse sino en la base de la práctica.

Un mayor avance en esta dirección exige el trabajo a fondo de las fuentes primarias y el racional
aprovechamiento del esfuerzo de interpretación y/o ordenamiento de datos realizado por historiadores
salvadoreños como Barberena, Lardé y Larín, Gavidia, Fonseca, Cevallos, García, para citar solo
algunos. Pero, además, el de recobrar, con paciencia, otro tipo de fuentes: los testimonios e intentos de
2 Cf. Cardoso, C.F.S. y Pérez Brignoli, H. Perspectivas hacia una historia total. En Perspectivas de la historiografía
contemporánea. Sep-Setentas. Secretaría de Educación Pública, México, 1976.
3 Zeleny, J. La estructura lógica del capital. Grijalbo, México, 1974.
interpretación que para distintas épocas han dejado visitantes extranjeros. Tal material debe ser
rescatado y estudiado con un sentido crítico y, sobre todo, con una clara visión metodológica.

Es dentro de este espíritu que se ha preparado la presente Antología, que recoge algunos trabajos de
autores extranjeros, concretamente franceses, ingleses y norteamericanos. Su principal objetivo es,
entonces, aportar documentos para el trabajo de interpretación histórica de El Salvador. Se trata en
algunos casos de escritos de tipo testimonial y por lo tanto, como ha señalado Roque Dalton al referirse
a esta clase de fuente, parciales, lejos de cualquier connotación peyorativa.4 Además de resguardar
algunos datos, posiblemente inexistentes en nuestros descuidados archivos, nos muestran -dejando de
lado algunos prejuicios o mejor aún tomándolos como reflejo de otros fenómenos- una descripción
plástica, ágil, de hechos que no pueden ser ya recogidos por las más elaboradas series estadísticas.

Otros van más allá del simple testimonio. Son verdaderos intentos de interpretación histórica,
realizados dentro de un estricto marco metodológico y dentro de corrientes del pensamiento
perfectamente identificables.

Pero la Antología trasciende el interés de los investigadores y prácticamente abarca el de todos los
salvadoreños. La mayoría de trabajos recogen en forma plástica y con un cuidado y ameno estilo la
descripción del paisaje; la historia de ciudades y pueblos, monumentos y formaciones naturales y, cosa
que nos hace sonreír o indignarnos, las costumbres de las diferentes clases sociales en distintas épocas.
Nos permiten, entonces, reconstruir, capturar las pasadas imágenes y el desarrollo de lo que vivimos, de
lo que amamos y… ¿por qué no? De lo que tantas veces odiamos. Desde luego debemos, en tal
disfrute, de tener sumo cuidado de ver más allá de lo apariencial y buscar la esencia, además de los
objetivos del que escribe; de sustraernos, en algunos de ellos, de la visión “arcádica” que los tiñe, la
que ha sido calificada por Sergio Ramírez como la “concepción del mundo rural como un territorio
ajeno y romántico, reino de la felicidad que como arcadia tropical no tiene complicaciones y que por lo
tanto no debe desaparecer...”5 y que en los nacionales encuentra expresión en Calderón que un poco
antes de 1932 decía: “en este país nadie muere de hamber, de sed, de frío ni calor…”6.

Es importante, precisamente para ubicar la naturaleza de la recopilación, señalar sus limitaciones y los
criterios utilizados para la selección de los trabajos. Dos limitaciones principales la impregnan; la
primera, la de corresponder a una selección hecha únicamente entre la bibliografía -por cierto muy
amplia- existente entre las bibliotecas de la ciudad de México. Las condiciones de trabajo no
permitieron una complementación con otros caminos alternativos. Sin embargo, se espera que el trabajo
tenga, entre otros efectos, el de estimular a los numerosos salvadoreños que viven fuera del país a
emprender similar labor. La segunda, la sola revisión de la bibliografía en inglés y francés; la total
ignorancia de los compiladores del idioma alemán y la falta de recursos para llenar ese vacío obligó a
dejar fuera esa rica fuente. Pero quede, igualmente, para un futuro próximo.

4 Dalton, R. Miguel Mármol. EDUCA, San José, Costa Rica, 1972.


5 Ramírez Mercado, S. Balcanes y volcanes, en Varios: Centroamérica Hoy, Editorial Siglo XXI, México, 1975.
6 Calderón, José Tomás. Prontuario geográfico, comercial, estadístico y servicios administrativos de El Salvador.
Imprenta La Salvadoreña, San Salvador, 1927.
Con las limitaciones señaladas, se procedió a la selección con los siguientes criterios centrales:

1. El conjunto de trabajos debería cubrir el largo período que va desde la independencia hasta la década
de los años treinta del presente siglo y dentro de tal lapso, la selección debería incluir, por lo menos,
uno que reflejara cada una de las diferentes fases en que el mismo puede ser dividido.

2. En la medida de lo posible se prefirió que el trabajo hubiese sido escrito en fechas localizables en la
respectiva fase histórica. Ello brindaría la frescura -además de los prejuicios- del testimonio, de la
observación directa, además de datos primarios y secundarios. Pero ello no constituyó, como se verá,
un criterio cerrado; algunas fases históricas fueron encubiertas con trabajos recientes.

3. Los trabajos deberían tener, en términos generales, un enfoque que privilegiara el análisis de la base
y/o aspectos superestructurales. Ello pensando en la necesidad de aportes para el trabajo interpretativo
no solamente del desarrollo del capitalismo a nivel de estructura, sino de ciertas áreas prioritarias, de
vital importancia: Estado, movimientos sociales, historia del movimiento obrero, ideología, etc. Pero
tal criterio tampoco fue utilizado en forma estricta y excluyente. Sin perder tales elementos -que
deberán ser rastreados por los investigadores- aparecen agradables descripciones de otros aspectos de la
realidad: hechos que se remontan a la Conquista, divertidas referencias a nuestros hoteleros, bellas
descripciones de nuestras montañas y volcanes, agudas observaciones sobre los europeizados grupos
emergentes, descripciones arquitectónicas de edificios públicos. Ello equilibra los trabajos y la
Antología. La hace amena sin impedir al investigador encontrar detrás de cada detalle un valioso
elemento de análisis.

4. Se estudió, después de una primera selección, la formación de los autores, su objetivo al visitar
Centroamérica o el país y la calidad del trabajo mismo. Los resultados quedan, en todo caso, a juicio
del lector; no obstante, creemos que son adecuados, lo que puede comprobarse en la breve reseña
colocada al inicio de cada trabajo. La mayoría eran o son personas con excelente formación; algunos
ligados o reflejando intereses internacionales dominantes en cada coyuntura, otros, cientistas sociales.

Lo anterior con el fin de evitar, teniendo al frente antecedentes concretos, trabajos que más que
testimonios o intentos de interpretación son verdaderos diarios íntimos, romanticones y fofos, de
extranjeros caídos por casualidad. Tal el caso de una delicada y buena maestra inglesa que nos cuenta
sus penurias y sueños al visitar uno de los países centroamericanos y que, por cierto, fuera publicado
hace algunos años.

A fin de lograr una visión más completa e hilvanada de los trabajos, conviene trazar a grandes rasgos el
marco histórico en que se ubican.

Los trabajos de Baily y de Rippy recogen, desde ángulos distintos, los fenómenos que caracterizan el
largo período que va desde la Independencia hasta la década de los sesenta del siglo XIX y que algunos
autores han caracterizado como un período de “anarquía”. Más exactamante y para el caso de El
Salvador, reflejan el período posterior a su declaración de Estado Independiente, una vez rota la
Federación. Baily, privilegiando lo interno, muestra los efectos de las guerras civiles, casi permanentes;
la emergencia del caudillismo militar; la lenta recuperación de la producción añilera, que refuerza
elementos de la estructura colonial; la búsqueda de mercados que llenen el vacío dejado por España y
la liberación del monopolio comercial guatemalteco. En la esencia de tales fenómenos y podremos ver
la lucha entre grupos sociales en formación y aquellos fortalecidos en la época anterior por la
constitución de un aparato de poder que, dentro de las nuevas circunstancias, orienta un modelo
político acorde a sus respectivos intereses.

Aunque el trabajo de Rippy se extiende a otros períodos, proporciona para el que se comenta datos
importantes sobre las formas de articulación de nuestra formación social con Inglaterra. Nos señala,
hasta la décad del ochenta, los métodos ingleses para lelnar, tomando Belice como base de expansión,
el vacío dejado por España en el comercio y, sobre todo, su interés para impulsar las relaciones
mercantiles en interés de la realización del excedente.

Es clarísimo en el texto de Rippy un enfoque inglés a ultranza. Con un estrecho y superficial sentido de
“dignidad patria”, podría haberse excluido, como muchos estarán tentados de pensar. Ello hubiese
constituido un serio error. El trabajo, con lo que expresa, con lo que omite y con lo que pudiese
eventualmente molestar, tiene un gran valor.

Al furor de Rippy por el comportamiento de los países centroamericanos en cuanto al servicio de la


deuda en este período, responde perfectamente la frase de un investigador latinoamericano: “si las
compañías mineras van a ser recordadas sobre todo entre los inversores británicos, el recuerdo de los
empréstitos es tan impopular en la América Española, como en la plaza de Londres...” 7. Ni el caso del
empréstito inglés a México de 1824, ejemplo de las condiciones usuraria de créditos, tiene comparación
con el crédito que menciona Rippy para Centroamérica en 1827, omitiendo los datos completos de toda
la operación e indicando únicamente el saldo de 163.000 libras esterlinas como si este fuese el valor
total de la emisión. Solo para ejemplo de las características de tales empréstitos, armaremos toda la
operación original, completando la visión parcial dada por Rippy.

Valor nominal (en libras esterlinas) 1,428.571


Valor Efectivo 1.000.000
Gastos
Comisión 5 % 71.428
Sobre Intereses 28.571
Sobre Amortizaciones 14.285
Depósitos
(Cobrado de una vez para dividendos futuros) 53.370
SALDO ENTREGADO 832.346

7 Halperin Donghi, T. Hispanoamérica después de la independencia. Editorial Paidós, Buenos Aires, 1972, p. 132.
La cifra que señala Rippy es el saldo que cayó en mora, renegociado con nueva emisión, y que El
Salvador en 1860 terminó de pagar en su parte alícuota.8 Martin, incluido en la Antología, nos exime de
hacer referencia a los empréstitos posteriores, las concesiones a compañías constructoras y las
“conmutaciones” de los empréstitos a cambio de ferrocarriles.

Durante los catorce años posteriores a la muerte de Gerardo Barrios en 1865, se consolida el dominio
conservador, alcanzando la producción añilera su clímax e iniciando su declinación. 9 Este período
cubre lo que podríamos denominar el proceso de “acumulación originaria” que desemboca en las leyes
de Extinción de Ejidos y Comunidades Indígenas, en la creación de un mercado de mano de obra
“libre”, en el problema de sobrepoblación relativa y, por el modo de articulación al capitalismo
mundial, en la creación de un reducido y deformado mercado interno.

En el orden internacional, países como Francia, Alemania, Holanda -una vez pasadas las guerras
napoleónicas y sus efectos posteriores- participan activamente en el comercio mundial, en franca
competencia con Inglaterra. A ellos y en un período de clara transición en el cambio de eje de
dominación, se suman los Estados Unidos de Norteamérica.

Los fenómenos de este período encuentran expresión en los trabajos de Périgny, Martin y Munro.

Périgny, además de proporcionar elementos para evaluar el desarrollo interno, estudia las variaciones
en la composición del comercio externo, indicando el peso específico de alemanes, franceses y
norteamericanos. En el último caso y para el momento todo indica que la preocupación central de
Estados Unidos es la consolidación de su propia matriz, lo que explica el menor peso de sus
exportaciones y el peso y dirección de sus pocas inversiones, solo notables en México.

Martin confirma estos enfoques y centra su preocupación en la declinación de Inglaterra, mostrando las
contradicciones a nivel de los países capitalistas. No pudiendo captar en toda su plenitud el cambio
cualitativo del capitalismo hace propuestas que nos recuerdan -en las debidas proporciones- los cuentos
de las cuentas de los conquistadores y las observaciones de Harding Davis: “Muchas veces resulta
extraño ver cómo figuras familiares al viajero han llegado a tales remotidades… litografías en color de
estrellas de teatro… anuncios de medicinas de patente, recortes de periódicos ilustrados, algunos de
ellos de hace veinte o treinte años, fijados sobre las paredes de lodo”.10

8 Cuadro elaborado con base a: Solórzano, V. Historia de la evolución económica de Guatemala. Ministerio de
Educación, Guatemala, 1970. Rosenthal G. The Role of Private Foreign Investment in the Development of the Central
American Common Market (Revised Manuscript), March 1973 y Naciones Unidas, El financiamiento externo de
América Latina. E/CN. 12/649/rev.
9 López Vallecillos, I. Gerardo Barrios y su tiempo. (2 vols). Dirección de Publicaciones, Ministerio de Educación, El
Salvador, 1967.
10 Harding Davis, R. Three Gringos in Central America. Harper & Brothers Publishers. NY, 1896. Cit. Ramírez Mercado,
opus cit.
Munro es el sagaz observador de las contradicciones sociales en un marco claro de avance de las
relaciones capitalistas de producción y en un momento en que Estados Unidos camina hacia la
hegemonía. Su excelente formación, en la que se nota el dominio de la bibliografía económica más
avanzada incluido el trabajo de Hobson, le permite relacionar la situación salvadoreña con el viraje del
capitalismo.

El trabajo de Wilson11 da unidad a la Antología al hacer una evaluación objetiva de algunos de los
trabajos aquí traducidos. Pero su valor central se encuentra en el análisis del período 1918-1930 en que
privilegia los problemas del Estado, la articulación de las clases en éste, el desarrollo de los aparatos de
Estado, para llegar a la crisis de los años treinta y dentro de ella el levantamiento de 1932.

Su trabajo debe ser leído teniendo en mente las diferentes alternativas que para América Latina planteó
la crisis del modelo agroexportador y las diferentes posibilidades de romper la hegemonía oligárquica
en el Estado. Mientras en el Cono Sur la coyuntura se resolvió en una pérdida de tal hegemonía
-aunque no las bases de su poder- y una apertura en la participación de las clases trabajadoras y grupos
medios, aunque dentro de proyectos ajenos; mientras en México, determinado por la revolución de
1910, crece con Cárdenas la participación campesina; en el caso salvadoreño la crisis se resuelve en la
consolidación de aquella, de la manera que ya harto conocemos.

El trabajo de Kenneth J. Grieb se ubica en una coyuntura de este difícil período: el año del golpe militar
contra Araujo. Creemos que el trabajo permitirá una mayor claridad sobre un fenómeno todavía oscuro
y controvertido de la historia salvadoreña. Su gran aporte es la utilización de los documentos del
Departamento de Estado de los Estados Unidos que dejan ver sus puntos de vista y su intervención
dentro del marco del Tratado de 1923. Con este eje, el análisis de extiende hasta 1934, en que el
gobierno de Martínez es reconocido por los países centroamericanos y luego por los Estados Unidos.

Finalmente, algunas advertencias adicionales. Antecediendo a cada uno de los trabajos y a manera de
introducción, se resumen los datos personales del autor, título original del trabajo, fechas de
elaboración y publicación y algunos elementos que desea resaltarse. Con ello creemos haber facilitado
la lectura de la selección y descargado la introducción.

En el caso del trabajo de Munro, dado que Wilson hace referencia a la edición norteamericana, se
confrontó con la inglesa de la cual se ha hecho la versión española que aquí aparece.

En la mayoría de trabajos se hace referencia a obras de autores nacionales, así como a periódicos y
documentos de la época, citando textualmente muchas de sus partes traducido al idioma de su autor. La
falta de tales documentos obligó a retraducirlos a español, en vez de confrontarlos con el original. Ello,
sin duda, producirá diferencias en relación a estos, aunque esperamos no sean de importancia.

Se respetó la ortografía de los nombres de lugares que a la fecha han variado en algún sentido; en caso
necesario se ha remitido la explicación a nota de pie de página.
11 Las selecciones del trabajo de Wilson no se incluyen en la presente edición porque también se va a digitalizar el libro
completo, La crisis de integración en El Salvador (1917-1930), según la edición de la DPI.
El trabajo fue preparado con pasión por el país, tanto más cerca cuanto mayor es la distancia en el
espacio y el tiempo y con la esperanza de que sirva a las clases trabajadoras. Queremos expresar
nuestro agradecimiento al personal de las bibliotecas del Colegio de México, Banco de México y de la
Comisión Económica para América Latina (CEPAL), a Francisco Díaz, quien en breve paso por esta
ciudad y no obstante sus ocupaciones, ayudó en la versión preliminar de uno de los trabajos.

Es nuestra esperanza que el trabajo logre sus objetivos; de no ser así, sírvannos de consuelo las sabias
palabras que Pedro Scaron ha recogido de Don Quijote: “en otras cosas peores se podría ocupar el
hombre y que menos provecho le trujesen”.

Rafael Menjívar y Rafael Guidos Véjar

Copilco, Mayo 20 de 1977


El Estado de Salvador
(Fragmentos)

John Baily

Durante su larga permanencia en Centroamérica, con residencia en Guatemala, John Baily, súbdito
inglés, viajó por el Istmo en diferentes oportunidades. Durante un período de más de 20 años observó
con atención la realidad y los intensos hechos que entonces acaecían y recolectó datos sobre los
mismos. El resultado de tal trabajo fue, por una parte, un mapa de la región, publicado por Trelawney
Saunders, de Londres, en 1850 bajo el nombre de “A New Map of Central America”. Por otra, la
publicación, por la misma editorial y en el mismo año, del libro Central America (Describing Each of
the States of Guatemala, Honduras, Salvador, Nicaragua and Costa Rica; their Natural Features,
Products, Population and Remarkable Capacity for Colonization), terminado en el año de 1849. El
Estado de Salvador, que aquí se traduce, corresponde al capítulo III de esa obra.
El Estado de Salvador

John Baily

Comprende una faja de la costa del Pacífico que se extiende desde Punta Chiquirín, en la Bahía de
Conchagua (longitud 87°42’), hasta la desembocadura del Río Paz (longitud 89°50’). Está limitado al
Noroeste por este río, que lo separa de Guatemala; por el Estado de Honduras en el Norte y Noroeste y
la Bahía de Conchagua en el Sureste. La línea costera se extiende aproximadamente 40 o 50 leguas,
sobre la cual están situados el puerto de La Unión, dentro de los límites de la Bahía de Conchagua, la
rada de Libertad (latitud 13°28’4’’’, longitud 89°14’22’’0.) y aquélla de Acajutla o Sonsonate (latitud
13°42’52’’0.) cada uno puerto de entrada para mercancías extranjeras. Salvador es la parte más
pequeña de Centro América, pero con mucho las más populosa en proporción a su extensión; siendo la
superficie no mayor de 577 leguas cuadradas, el número de habitantes es de 280.000; dando, de este
modo, 485 individuos por legua cuadrada.

En todo concepto esta es una importante región y por sus recursos naturales, así como por su ubicación,
susceptible de llegar a ser más floreciente; pero a causa de las discordias civiles que tan general y
continuamente han afectado al país, de un extremo a otro, durante una larga serie de años, este ha
experimentado numerosas interrupciones en su prosperidad; el comercio se ha visto grandemente
disminuido y la agricultura ha sufrido inmenso daño.

A lo largo de la costa, desde Libertad a Conchagua, en una anchura de cuatro a cinco leguas, la tierra es
moderadamente llana y baja; de Libertad, en dirección opuesta, hacia Sonsonate, es más elevada, así
como accidentada hacia las cordilleras y masas irregulares; el interior es cruzado por muchas sierras
pequeñas, no de mucha altitud, pero que estando separadas en distintos agrupamientos, dan a todo el
territorio un carácter escabroso y montañoso. Esta desigualdad topográfica produce variedad de climas,
generalmente más cálidos que en Guatemala, y en muchas partes en dirección a la costa la temperatura
es muy alta; tomado en conjunto es saludable, poco expuesto a las enfermedades epidémicas, y muy
poco a las endémicas: las localidades donde estas prevalecen están muy lejos de ser numerosas.

El Estado de Salvador no está quizá tan irrigado como Guatemala, aún así hay abundancia de pequeños
ríos que dispensan fertilidad en todas direcciones, especialmente en valles situados entre las altas
cordilleras. Los grandes ríos no son numerosos y el principal de ellos es el Lempa, que naciendo cerca
de Esquipulas, en Guatemala, fluye hacia el sureste cerca de 30 leguas, formando en esta parte la
frontera entre Honduras y Salvador; allí dobla al sur, buscando el Pacífico, un poco al sur de la Bahía
de Jiquilisco, donde la embocadura es obstruida por una peligrosa e intransitable barra. Este es el
desagüe del lago Güija, de cerca de cinco leguas de largo por dos y medio de ancho, distante dos leguas
del pueblo de Metapam; en su curso recibe varios afluentes de moderado tamaño, provenientes del
Estado de Honduras, como el Guarajambola, Torola, etc. El Lempa, con aplicación de la técnica, es
susceptible de hacerse navegable para barcazas y embarcaciones semejantes: ello indudablemente sería
de gran beneficio para Salvador y Honduras; pero bajo las presentes circunstancias en ambos,
semejante empresa es de remota posibilidad. Debe producirse un mejoramiento en la condición de
ambos Estados antes de que tal trabajo pueda ser seriamente pensado, y probablemente pasarán muchos
años antes de que tal aprovechamiento se vuelva evidente; lo pecuniario es bajo, y por mucho tiempo
será deficiente en ambos; un vasto aumento en la agricultura, tanto como en el comercio, debe tener
lugar antes de que un semejante desembolso, como el requerido, sea considerado justificable; los
caminos adyacentes deben ser previamente transitables. Un corto canal de aproximadamente dos leguas
será también requisito para abrir una comunicación del río hacia el interior de la Bahía de Jiquilisco, sin
la cual la empresa será inservible, porque la formidable barrera en la boca del río niega toda esperanza
de una salida al mar en tal dirección. Siempre es permisible especular y hacer ver la practicabilidad de
impulsar una empresa útil, pero la probabilidad de efectuarla únicamente puede ser desarrollada con el
tiempo y la evidencia de los hechos. El siguiente río en magnitud es el Paz, que accede al Pacífico entre
Acajutla e Ystapa, más notable por la peligrosa barrera, más que cualquiera otra, en su desembocadura.
Otro río grande, proveniente de Honduras, el Sirama, o como es más usualmente llamado, el río de San
Miguel, por pasar cerca de esa ciudad que después de un largo recorrido alcanza el mar a una o dos
leguas al sur de Punta Chiquirín. El Jiboa, que nace cerca del pueblo de Cojutepeque y de la falda oeste
del Volcán de San Vicente, toca el océano entre el Lempa y Puerto Libertad. Este, con mucho otros ríos,
puede hacerse útil como medio de irrigación, más de ninguna otra manera, de importancia.

Además del Lago Güija hay otro, el de Ylopango, cinco o seis millas al este de la ciudad de San
Salvador; mide cerca de nueve millas de largo, con un ancho medio de tres y el cual, como una
formación geológica de origen volcánico es digno de atención. En sus lados norte y sur el suelo es muy
escarpado y escabroso, alcanzando en algunos lugares de cinco a seiscientos pies de altura; en otros,
particularmente en el sur, mucho más; mientras en los extremos este y oeste está casi al nivel del agua.
Ningún río es de importancia desemboca en él y el único desagüe que tiene es por uno pequeño
llamado Desaguadero, que corre por una oscura y profunda barranca, casi impracticable para hombre o
bestia y desemboca en el Jiboa, casi frente al pueblo de Santa María Ostuma, al costado oeste del
Volcán de San Vicente. Hacia la orilla sur, pero a considerable distancia, hay tres o cuatro pequeñas
isletas, o más bien rocas, un poco arriba del nivel del agua. Rara vez se produce un perceptible
acrecentamiento, sin embargo su profundidad es muy grande; no se recuerda que alguna vez haya sido
sondeado y así la creencia popular de su inescrutabilidad ha encontrado campo en los incultos
habitantes de los pueblos vecinos. El agua, cuando se toma, es bellamente diáfana, pero no se considera
saludable ni para bebe ro bañarse, ni para usos domésticos. Cuando está en calma, refleja, de la misma
forma que la mar profunda, el azur de un cielo generalmente brillante; pero cuando la superficie es
rizada por la brisa, tiene la peculiaridad de asumir un color verde, de un matiz que la gente común
designa, muy apropiadamente, como verde perico12 y de exhalar un olor azufrado, no leve sino fuerte y
desagradable, que se torna más intenso a medida que el viento se hace más fuerte. Cuando la superficie
está así de revuelta, peces, pepescos y moharras, son sacados en grandes cantidades; en otros
momentos, cuando el lago está inmóvil, difícilmente puede encontrarse alguno.

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