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E8
I)K LA VIDA
ARTURO AMBfiüOl
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MARGINALES DE LA VIDA
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MARGINALES
DE LA VIDA
1912
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DEDICATORIA
AL SEÑOR DOCTOR DON
IX
eos, le llevan á la problemática implantación de la
República Ideal. Perdone que se lo diga con fran-
queza: Ud. está conformado para otros países; su
mentalidad, su patriotismo, su consagración des-
interesada, merecerían, en otra parte, la unánime
gratitud, y que la envidia y la infamia, no pusie-
ran en su vida, por nunca, su gota de hiél. Ud.
pues, estimado amigo, juzgará estas páginas, ro-
bando unos instantes á las atenciones que reclama
su ya ardua labor administrativa, opulenta en fru-
tos para el engrandecimiento de la Patria. Ud.,
que con una modestia poco común, ha ocultado
su valiosa actuación en el terreno de la prensa,
sabrá lo que una labor como la condensada en
este libro representa, y más en un país en que
el ambiente no es del todo propicio para esta
clase de manifestaciones intelectuales. Recíbale con
benevolencia: á Ud. va, llevándole el testimonio
de la invariable amistad y alta estimación de
ARTURO AMBROGI.
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PRÓLOGO
El feliz de este nuevo libro de
advenimiento
Ambrogi a la de las letras iberoco-
república
lombinas, tiene que ser honrosamente celebrado,
coronando de rosas triunfales la ya laureada frente
del ilustre artista literario.
Marginales de la Vida es uno como muy va-
lioso y raro bouquet de flores natias, parisinas y
exóticas: un haz brillante de crónicas diversas y
amorosamente lapidadas.
Abrid el nítido y odorante volumen por do-
quiera. Aquí hallaréis una preciada flor, una galante
crónica, que diríase que tiene por sedosos pétalos,
húmedas y rutilantes estrellas; por sutiles y per-
lados estambres, rayos de luna en placentera noche
estival, y por peciolo, un luminoso manojillo de
hebras de la crencha de un sol mañanero. Mas, no
intentéis, aspirar la ambrosía de esa flor, que no
tiene. Como la magnolia, es bella, pero sin perfume.
—
Y en arte el aroma— el alma es todo. Es lo úni-
co que pudiera yo tildar á este artífice de nues-
tra hermosa lengua cervantina. Para Ambrogi, sin
duda, no hay más pauta que esta: el arte por el
arte única y exclusivamente. Para mí, la emoción
XIII
estética debe ser siempre de un carácter eminen-
temente social; de lo contrario, no hay finalida-
des en el arte. Hay que ser artistas no sólo por
la imaginación sino por el alma.
Mas dejando estas reflexiones debajo de los
umbrales de este prólogo, sigamos hablando del
nuevo libro de este gran estilista, que ha perfec-
cionado su estilo y enriquecido su acerbo mental.
Hay también en Marginales de la Vida, nó sólo
bellas y abundosas magnolias, sino matizadas flores
donde se hallan, admirablemente vedados, los áspi-
des del ironismo más sutil y sangriento. Si Am-
brogi se hubiese consagrado a cultivar en su jar-
dín estas rosas, no tendría rival entre nosotros;
porque este mi grande y buen amigo, es de un
temperamento artístico francés por excelencia, con
el máximo mérito para él de poseer un alma neta-
mente americana. He aquí explicado, de paso, su
original estilo, que muy a pesar de hallarse mo-
teado de galiparlismos e incasticidades, tiene toda
la belleza y lozanía de nuestros campos en eterna
primavera, descritos maravillosamente por él, en
su reciente Libro del Trópico.
Hallaréis también en Marginales de la Vida,
aunque pocas, muy pocas, flores de ensueño, y
éstas sí que espanden ondas de ambrosía que
llegan al corazón.
Es este un que deben leer las aristocráticas
libro
hijas de Eva. Hecho está para ser desflorado por
manos ducales y para ser leído por románticas
princesas, cabe las umbrías de un regio jardín con
estanques y con cisnes. Nuestras gentiles damas
que no militen en las indignas flias del feminismo
— matador del hogar y de la vida —
deben sabo-
rear esta obra de Ambrogi en esas plácidas horas
matinales de peinador y muelle apoltronamiento.
También deben leer este libro los hombres, si
no con guantes de perfumada cabritilla, como quien
se prepara para concurrir á un brillante sarao, a lo
XIV
menos en esos minutos de tedio, de tristeza, de fatiga
o desencanto, para orear el espíritu con la lectura
de sus páginas llenas de luz, belleza y armonía, así
como el pasajero abre la ventanilla del tren para
anestizar el cuerpo con el paisaje en rotación de cine.
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En casa dal General Mitre.
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MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGI — MARGINALES DE LA VIDA
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(POR CABLE)
Roma 31 septiembre (6 t. )— «//a falle-
cido en Várese, el ilustre tenor Tamagno».
*La noticia de su muerte ha produ-
cido en todo Italia gran impresión de due-
lo».— LviGi.
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MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROQ
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— De Venezuela?
— No. San Salvador, Centro -América; entre
México y Panamá.
— Ah! Donde se va á hacer el canal?
Y por más esfuerzos, nunca pude hacerle sa-
ber donde quedaba ese San Salvador del canal.
Ni le precisaba saberlo.
— Yo he estado en México, —
me decía. —
Hermoso paísl Y también en Habana. New York
me disgustó, y sobre todo Chicago. Esas ciudades
Mammuth no llego á comprenderlas. Del Sur, no he
estado más que en Río Janeiro y en la otra orilla.
La otra orilla es el nombre corriente con que
los argentinos nombran al Uruguay.
Se habló de arte. Charla á retazos, sin plan
fijo, á saltos rudos, entre bocado y bocado, sus-
pendida, únicamente para llevar la copa á los la-
bios ú ordenar al sirviente.
Cuando yo le interrogué por qué no cantaba
Wagner, respondió, mirándome muy fijamente:
— Es que Wagner mata los tenores.
En efecto. Gayarre tembló, como un princi-
piante, ante el colosal Tannhaüser. Mazzini, creció
y se apagó en el Spirto gentil... Me figuro á Ta-
magno, revistiendo de seda su voz en el dúo del
tercer acto de Lohengrin. Pobre caballero del Cisne
blanco, casi aplastado bajo un colosal derrum-
bamiento de armonía, como todos los héroes wag-
nerianos, que hechos son de sueños y de nieblas!
Mi primera desagradable impresión del Ta-
magno íntimo, diríamos «en bata y en pantuflas»,
se había borrado completamente... Tamagno es
todo lo que se llama un bon gar(;con. Espiritual,
cariñoso, expansivo, franco. Al reír, abre toda la
boca, dejando ver la fuerte dentadura blanca, y
moviendo los hombros con un tic nervioso. La ca-
beza recia: una cabeza de gladiador; el ojo gran-
de y vivo: pupila azul claro, ahogándose en la
esclorótida lechosa. Mandíbulas fuertes, propias
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ARTURO AMBROGI
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MARGINALES DE LA VIDA
Noviembre de 1905.
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MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGI - MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGI
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MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGI - MARGINALES DE LA VIDA
Febrero de 1910.
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El General Mansilla.
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ARTURO AMBROGI — MARGINALES DE LA VIDA
Abril de 1910.
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Leopoldo Lugonoo.
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ARTURO AMBROOI
MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGI
Diciembre de 1904.
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El Domingo do Romos.
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ARTURO AMBROGI — MARGINALES DE LA VIDA
Abril de 1905.
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ARTURO AMBROGI
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ARTURO AMBROGI — MARGINALES DE LA VIDA
Enero de 1907.
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Eduardo d« la Barra.
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MARGINALES DE LA VIDA
— Riquelme, 32.
Y mientras traqueteaba el vehículo, rodando-
por la larga calle de la Moneda, pensaba:
— «Hermosa actitud asumida, con justicia ó sin
ella»
Los artículos en cuestión,referentes todos á
la eterna y cacareada cuestión de límites, álgida
en el asunto de la Puna de Atacama, habían re-
vuelto la bilis pública y exasperado el chauvinis-
mo De ellos sabían, tanto como nosotros,
chileno.
y vez más, los lectores de los diarios bonae-
tal
renses. Los corresponsales nos encargábamos de
trasmitir, día por día, los incidentes del ruidosí-
simo debate. La situación de don Eduardo era di-
fícil. Se le insultaba, se le calumniaba, se le de-
primía y hasta se le llegó á amenazar. Pero él
no cedía. —
«De la Barra esto». —
«De la Barra
aquéllo». — «DeBarra es lo de más allá».
la —
Hasta hubo pichón de poeta que le endilgara una
retahila de versos irrespetuosos, y revistero que
zurciera crónicas presuntuosas, proyectando con
su linterna de saltimbanqui, una luz de broma so-
bre tan respetable figura. Sus amigos le excusa-
ban el saludo; y en la intimidad, llegó hasta mo-
tejársele de loco.
Pero él, firme, tenaz como un viejo soldado
mordido por el sol, encallecido por las fatigas,
valiente paladín de la Justicia, quería que ésta se
hiciera aún en menoscabo de su país.
Hermosa actitud la suya. —
¡Muy hermosa y
muy envidiable! La encina centenaria prepara-
ba sus hojas plateadas para coronar la augusta
cabezal
Se llegó á pensar en una resurrección de Don
Quijote, noble y arrogante, arremetedor de moli-
nos y destripador de odres henchidas; ó en un
Cyrano, candidamente metafísico.
Sobre todo, se medirá la proporción de todo
este asunto, si se conoce el país chileno, donde
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MARGINALES DE LA VIDA
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— Arturo Ambrooi, Marginales de /a Vida.
ARTURO AMBROQI
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— «Dígales Ud. á los argentinos cómo les quiero:
que á ese país lo considero como mi segunda
patria» —
me decía cuando me acompañó hasta la
puerta de calle. En efecto: en su sangre hay algu-
nos globulitos de gaucho argentino.
— «Sobre todo, que progresen mucho» fueron —
sus últimas palabras, que oí cuando, arrellanán-
dome en el fondo del coche de punto, encendía
mi breva... y contemplaba mi ojal, nuevamente
condecorado con una azufrosa Mariscal Ney.
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Noviembre de 1905.
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En ol taller ám Plaza.
AL GENERAL CAÑAS,
el viejopoeta qtieredor de Chile
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MARGINALES DE LA VIDA
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:
FECHA: X (cualquiera).
SOL: Sale á las 7 h, 22^ de la ni.
Pénese (sin que nadie lo note) á
las 5 h, 2^ 32" de la tarde.
\Luna. Sale 37 h. 20' de la tarde.
P CRECIENTE jPónese 5 h. 25 de la madrugada.
EFEMÉRIDES Tómese prestada cualquiera de las
innumerables que pueden encon-
trarse en los exfoliadores que ven-
de Durante.
Santoral ; San
Allí debe leerse: LA DEGOLLACIÓN
DE LOS Santos Naranjos del
BOLfVAR, patriarcas y mártires.
•%
El día aquel del exfoliador, el señor Alcalde
se levanta de mal humor. El mal humor del señor
Alcalde es todo un respetable mal humor. Sen-
tado á la ancha mesa de su despacho, bajo el
solio, y al abrigo de la mirada paternal que desde
el fondo de su marco dorado dejan cerner sobre él
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MARGINALES DE LA VIDA
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Julio de 1901.
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El Perro Suicida.
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ARTURO AMBROGI - MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGI
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MARGIMALES DE LA VIDA
Marzo de 1907.
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La Floresta da los Leonas.
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Marzo de 1907.
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ARTURO AMBROOI
Enero de 1910.
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La tisis de los clávalos.
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Febrero de 1910.
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ARTURO AMBROGI
MARGINALES DE LA VIDA
Marzo de 1910.
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ARTURO AMBROGI - MARGINALES DE LA VIDA
Marzo de 1910.
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Los conquistadoras.
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MARGINALES DE LA VIDA
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ARTURO AMBROGl — MARGINALES DE LA VIDA
Marzo de 1910.
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El fracaso da la leyenda dannunziana.
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8 — ARTURO Ambrogi, Marginales de la Vida.
ARTURO AMBROGI
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Marzo de 1910.
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Marzo de 1910.
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ARTURO AMBROGI - MARGINALES DE LA VIDA
Mayo de 1910.
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MARGINALES DE LA VIDA
Mayo de 1910.
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Junio de 1910.
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9 — ARTURO AmbroOI, Marginales de la Vida.
La Visión del Crepúsculo.
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Agosto de 1903.
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Lluvia y Sol.
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MARGINALES DE LA VIDA
Agosto de 1903.
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ARTURO AMBROGI
Abril de 1907.
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A JOSÉ LEIVA.
— 145 —
10 — ARTURO Ambroqi, Marginales de la Vida.
ARTURO AMBROQ
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Julio de 1907.
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La Hora da los Rocuordos.
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ARTURO AMBROGI
Enero de 1907.
— 153 -
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L'Oncle Sarcey.