Durante su adolescencia conoció al padre Oreste Benzi, fundador de la comunidad papa Juan XXIII. Una comunidad dedicada al cuidado de los abandonados y desvalidos, a los «últimos de la sociedad».
A su corta edad, Sandra Sabattini atendía jóvenes
como ella pero que habían quedado al margen por extrema pobreza, enfermedades o adicción a las drogas.
El trabajo y ayuda a estas personas fueron perfilando su
vocación. Decidió estudiar medicina y soñaba con dedicarse al cuidado de estas personas por toda la vida.
Sandra fue una chica que vivía en el mundo, que tenía
una vida como la de cualquiera, pero que se hizo grande cuando la puso en las manos de Dios y permitió que la gracia obrara en ella en todo momento.
Sandra Sabattini soñaba también
con una familia En medio de su actividad apostólica, joven y con la vida por delante, Sandra conoció a su novio, Guido Rossi. Llevaron una relación hermosa, estaban comprometidos y preparándose para el matrimonio. Tener la primera novia beata de la historia, no es dato menor. Cuántos jóvenes novios toman el matrimonio a la ligera o incluso entran al noviazgo pensando en alguna puerta de salida.
Me gusta pensar en Sandra Sabattini como cualquier
joven soñando con la vida futura. Estudiante, con un propósito en su carrera más grande que el propio éxito personal.
Enamorada, soñando con caminar la vida de a dos. Con
un ideal matrimonial claro, desde antes de casarse. ¡Qué gran testimonio!
Sandra y su novio Guido compartían el sueño de la
familia, de la vocación. Entre estos sueños estaba el de ir a Africa para servir a los últimos de los últimos.
Me pregunto qué otras cosas más habrán soñado
juntos. Qué importante es soñar y hablar de estos sueños con aquel o aquella que has elegido para compartir la vida.
Sandra Sabattini, hoy se convierte en esa gran amiga
que muchas novias y novios necesitan en su camino hacia el altar.
La misericordia de Dios frente a
una vida que se apaga Qué duro saber que la vida de Sandra se apagó con apenas 22 años, murió el 29 de abril del 1984 por un accidente de tránsito que tal vez pudo haberse evitado.
Hasta este dato me parece cuestionante. Cuántos chicos
y chicas han muerto producto de este tipo de accidentes. Pareciera que la vida se apaga prematuramente en la tierra y duele.
Pero la misericordia de Dios una vez más nos deja
perplejos. Frente a una vida que pareciera apagarse, la luz de Dios hace que brille aún con mayor intensidad.
Ahora alumbra a tantos, incluida la vida de quien fuera su
prometido. Guido Rossi, hoy diácono, esposo y padre de familia, cuenta que su vida fue marcada por la de Sandra.
Su ardor y testimonio de vida ciertamente dejaron huella
en la suya. Y hoy, encuentra también una vocación dedicada al servicio de Dios.
Que Sandra Sabattini interceda por nosotros,
especialmente por aquellos que, en compromiso de amor entregan la vida el uno por el otro.
«Compromiso: algo integral con la vocación, lo que vivo
por disponibilidad y amor hacia los demás es lo que también vivo para Guido, son dos cosas interpenetradas, al mismo nivel, aunque con cierta diversidad» (Sandra Sabattini – 1983).