Está en la página 1de 1

La capital del teatro en español es Buenos Aires

Quien lo probó lo sabe: Buenos Aires es hoy la ciudad más


importante del teatro en lengua española. Su cartelera, tan amplia como
variada, ofrece espectáculos formidables, igual en las grandes salas de la
calle Corrientes –en cuyo número 1530 se encuentra el San Martín, modelo
de teatro público- que en espacios minúsculos –almacenes, garages,
domicilios particulares…- conquistados por el arte escénico. En Buenos
Aires, cada día se demuestra que se puede hacer teatro en cualquier sitio.
O mejor dicho: que cualquier lugar puede y debe ser ganado por el teatro.

¿Qué está en la base de esa magnífica salud de la escena porteña?


Ante todo, un público extenso, hambriento de teatro y muy bien formado.
Un público culto, que conoce las tradiciones y sabe distinguir lo nuevo de
lo redundante. Un público severo y generoso, al que el teatro ha ofrecido un
refugio de convivencia y libertad en tiempos muy oscuros.

En una sociedad así, el actor se siente apreciado, y él responde a ese


amor con un fuerte compromiso por su oficio. Cómicos que en muchos
casos viven de otros empleos –vinculados o no a la actuación- se
comprometen a procesos muy exigentes, insólitos en Europa. Los he visto
ensayar a las ocho de la mañana o a las once de la noche, antes o después
de su jornada laboral, y he sabido que llevaban meses haciéndolo y que no
presentarían su trabajo hasta estar seguros de que merecía ser mostrado. De
esas experiencias resultan espectáculos cuya madurez nos asombra cuando
llegan a nuestros escenarios.

Los autores y directores que acompañan a esos actores han sabido


responder a las dificultades materiales generando espectáculos que
dependen, antes que de opulentas escenografías, de la capacidad del elenco
y de la complicidad del público. No hay teatro que respete el talento del
actor y la inteligencia del espectador tanto como el argentino. Ese doble
respeto está en la base de los cinco nombres que quiero recomendarles,
para empezar: Ricardo Bartís, Mauricio Kartún, Daniel Veronese, Rafael
Spregelburd y Javier Daulte. Cada uno de ellos ha sido capaz de crearse un
espacio singular, que no se parece a ningún otro. De ellos, del teatro
argentino en general, tenemos mucho que aprender.

Juan Mayorga

También podría gustarte