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Mattei Dogan, Las Nuevas Ciencias Sociales. Grietas en Las Murallas de La Disciplinas
Mattei Dogan, Las Nuevas Ciencias Sociales. Grietas en Las Murallas de La Disciplinas
www.unesco.org/issj/rics153/doganspa
En el archipiélago de las ciencias sociales, hay, según la definición que adoptemos, de diez
a quince disciplinas académicas, pero centenares de especialidades, sectores, campos,
subcampos, intersticios y nichos. En sociología, por ejemplo, existen unas 50
especialidades, como indica la lista de comités de investigación de la Asociación
Internacional de Sociología. En la Asociación Internacional de Ciencias Políticas hay otros
tantos. La mayoría de estos grupos colaboran hasta cierto punto dentro de sus respectivas
asociaciones traspasando las fronteras entre las disciplinas. Lo mismo sucede con la
mayoría de las demás ciencias sociales, salvo la economía y la lingüística.
Algunos autores han llegado incluso a proponer un cambio de nombre: "Esta vieja etiqueta
de ciencias políticas es una herencia del pasado... No se ajusta a la realidad... Sociología
política sería la verdadera denominación de la disciplina de las ciencias políticas" (Favre,
1995, pág. 157). La sociología se enfrenta a ese mismo problema de identidad: "Las
subespecialidades de la disciplina se han vuelto vulnerables a ataques o incluso a la anexión
por parte de disciplinas adyacentes... La organización de la sociología se enfrenta a potentes
fuerzas centrífugas, a veces desintegradoras" (Halliday, 1992, pág. 3). Las fuerzas
centrífugas engendran especialidades en torno a disciplinas y entre éstas.
Diversos autores han subrayado la importancia que para una fragmentación como las que
describimos tiene el aumento del patrimonio propio de las disciplinas; éstas, conforme
acumulan saber, se fragmentan; la mayoría de las partes resultantes pasan a ser patrimonio
de subcampos determinados y unas pocas, las clásicas, se transmiten en la hagiografía de
varias disciplinas académicas.
Compartimentos estancos que aíslan las especialidades dentro de las disciplinas. Los
patrones de citas aparecidas en las publicaciones especializadas de alto nivel permiten
medir empíricamente la coherencia de una disciplina, las relaciones existentes entre las
especialidades de una disciplina y las interferencias que se producen entre disciplinas.
Vamos a empezar por examinar la comunicación entre especialidades. Si los especialistas
de una determinada subdisciplina suelen citar la mayoría de las veces, o siempre, a
especialistas de la misma subdisciplina, y si relativamente pocos autores citan mas allá de
su subdisciplina, sucede que la disciplina académica de que se trate posee un bajo grado de
coherencia interna. Podríamos compararla a compartimentos estancos o a contenedores
transportados por grandes cargueros.
En este caso, los verdaderos campos de investigación son las especialidades. Ahora bien, si
en cambio un porcentaje significativo de autores se comportan como abejas que recogen
polen en distintas flores, pasando por encima de las fronteras de las especialidades, la
disciplina en conjunto aparece como un territorio más o menos integrado.
La gran mayoría de los 568 autores citados por lo menos dos veces aparecen en la lista
dereferencias de sólo una sección subdisciplinaria del New Handbook: la inmensa mayoría
de los científicos sociales son especialistas cuya labor está consagrada fundamentalmente a
la subdisciplina que cultivan. Goodin y Klingemann denominan "integradores" a todos
aquellos que figuran por lo menos una vez en cinco o más de las nueve partes
subdisciplinarias del New Handbook: sólo 21 estudiosos cumplen este requisito. Los
directores de la obra se preguntan además "en qué medida los autores más citados de cada
subdisciplina aparecen también más frecuentemente en la bibliografía de la disciplina
considerada en conjunto" (pág. 25). En ésta tienen entidad propia (es decir, se les cita por lo
menos una vez en cinco de los nueve campos considerados) unos cuantos autores citados a
propósito de política comparada y de economía política. A juicio de Goodin y Klingemann,
estos dos campos están "bien integrados" porque, respectivamente, cuatro y tres de sus
especialistas figuran asimismo en por lo menos otras cuatro partes del New Handbook.
Consideran "integrados" otros dos campos, la teoría política y la administración y política
públicas, porque dos teóricos y tres especialistas de la administración pública también
figuran en otras partes de la obra. Otros tres campos -las instituciones políticas, las
relaciones internacionales y la metodología- "carecen en gran medida de integradores". La
disciplina mencionada en último lugar "está en lo esencial fuera y se desenvuelve con
relativa independencia de la disciplina en sentido más lato" (pág. 26).
Es discutible que estos 21 autores basten para integrar una disciplina a la que se dedican
miles de profesionales (más de 12.000 en los Estados Unidos y el Canadá, más de 5.000 en
Europa occidental y central, más de 1.500 en el Japón, etc.), y que representan únicamente
el 1,5% de los autores mencionados en el New Handbook. Goodin y Klingemann
reconocen que sus mediciones son "inevitablemente imperfectas en varios sentidos" (pág.
23) y, si va a decir verdad, el retrato colectivo que dibujan corresponde a la imagen dada
por una lente de aumento, y respecto de algunos campos incluso por un espejo
distorsionador. Así, por ejemplo, en el terreno que mejor conozco, la política comparada, he
observado -aunque aplaudo a los cuatro autores mencionados en esta subdisciplina- la
ausencia de comparatistas que son citados asimismo con frecuencia en el Social Science
Citation Index -el cual es un tesauro de autores mucho mayor-, por ejemplo Klaus von
Beyme, Samuel Huntington y Richard Rose. Los directores del New Handbook creen que
su lista de nombres y obras "pone de manifiesto con extraordinaria claridad las actuales
prioridades intelectuales de la comunidad de los especialistas en ciencias políticas tomados
en bloque" (pág. 24), afirmación un tanto exagerada. Al parecer, en el primer Handbook,
aparecido en 1975 y dirigido por F.I. Greenstein y N.W. Polsby, la cantidad de
"integradores" era diez veces mayor.
Como recalcan D. Crane y H. Small, "es probable que en el contenido de los manuales de
las distintas disciplinas influyan más las ideas preconcebidas que acerca de la disciplina
tengan quienes los dirigen que la amplitud y la índole de las investigaciones en curso"
(Crane y Small, 1992, pág. 198). Evidentemente, Goodin y Klingemann, al dedicar
capítulos enteros a la teoría de la elección racional y a la política pública, al privilegiar la
filosofía política y las perspectivas feministas, tuvieron que pasar por alto o tratar
insuficientemente otros aspectos de importancia, como la redistribución de la renta
nacional, las convicciones políticas o las elites. Si hubiesen adoptado otro marco general en
su compendio, la cohesión interna de éste habría mejorado y en las bibliografías habrían
aparecido otros nombres de autores, al tiempo que otros más se habrían desvanecido.
Podríamos dar muchos ejemplos, pero bastará con uno solo: la psicología política, durante
mucho tiempo uno de los terrenos más productivos de l s ciencias políticas, aparece
reducida en el índice temático a tres tristes líneas. En cambio, ha ocupado un lugar más
honorable en el antiguo Handbook of Social Psychology, 2a. ed., de G. Lindzey y E.
Aronson, y en tratados más recientes. A propósito de este Handbook, un especialista en
ciencias políticas ha dicho lo siguiente: "A sabiendas o no, cada especialista en ciencias
políticas introduce presunciones sociopsicológicas en sus investigaciones". Tras dar una
serie de ejemplos, añade: "el hecho es que la psicología social es la osamenta misma de las
ciencias políticas, el armazón de nuestras investigaciones más especializadas... Parece
razonable pensar que el corpus de las ciencias políticas será tan sólido como lo sea su
osamenta" (Merelman, 1977, pág. 1109). El New Handbook carece de esa osamenta.
Se cita por lo menos diez veces a 79 autores, entre los que debemos distinguir dos
variedades: en unos 15 casos se trata fundamentalmente de autocitas, que pueden
corresponder simplemente a un fenómeno de especialización. Así, por ejemplo, Harriet
Zuckerman, conocida especialista de la sociología de la ciencia, cita sus propias obras, con
absoluta pertinencia, en 21 ocasiones; en cambio sólo la citan a ella otros cinco autores
porque la sociología de la ciencia no es un campo muy frecuentado. Esta respetada
investigadora es un ejemplo perfecto de especialización creativa. En otros casos, la autocita
está embebida de vanidad.
La segunda variedad es la de los autores a los que se cita con frecuencia, pero
esencialmente en un solo capítulo-especialidad. Hallamos especialidades casi por doquier.
Si excluimos a cinco gigantes clásicos, sólo hay 25 autores citados diez o más veces en
varios capítulos especialidades (excluyendo asimismo las autocitas).
Señorean el Handbook cinco clásicos: Max Weber (78 citas), Talcott Parsons (69), Robert
Merton (69), Emile Durkheim (50) y Karl Marx (49). Otras figuras prominentes son: Neil
Smelser (26), Peter Blau (26), Jürgen Habermas (22), Erwing Goffman (21), Anthony
Giddens (20), Pierre Bourdieu (17), Paul Lazarsfeld (15) y S.M. Lipset (15). Varias de las
citas relativas a los cinco clásicos son meramente rituales (Szacki, 1982, pág. 360).
Si bien las lindes entre especialidades dentro de las disciplinas son herméticas, en cambio y
paradójicamente, como veremos a continuación, las fronteras entre las disciplinas
académicas están abiertas.
También podemos ver las relaciones entre las disciplinas si examinamos los patrones de
citas de las publicaciones para especialistas y contamos el porcentaje de autores
pertenecientes a una disciplina dada que citan artículos de otras disciplinas. Ese análisis de
las notas a pie de página de las principales publicaciones periódicas pone de manifiesto el
'trato comercial' existente a través de las fronteras disciplinarias y los cambios que
experimentan las 'rutas comerciales' a lo largo del tiempo. Jean Laponce ha investigado los
patrones de citas entre ciencias políticas y otras ciencias sociales. En cuanto a la 'balanza
comercial' de importaciones y exportaciones, las ciencias políticas han importado de la
economía, la sociología y la psicología social, y han exportado esencialmente a la
sociología. "Las ciencias políticas sostienen unas relaciones singulares". La antropología ha
importado de las ciencias políticas. La geografía "apenas comercia". "Las ciencias políticas
son una disciplina claramente perifér ca en cuanto a influencia, pero ocupan un lugar
central en las rutas comerciales" (Laponce, 1980, pág. 419).
A juicio de Craig Calhoun, "La sociología no es ni la más abierta ni la más insular de las
ciencias sociales" (Calhoun, 1982, pág. 143). Según un estudio de D. Rigney y D. Barnes
sobre los patrones de citas de 1936 a 1975, el 58% de las citas de los sociólogos se referían
a artículos aparecidos en publicaciones periódicas de sociología; el 41% de las de los
especialistas en ciencias políticas a colegas de su propia disciplina; el 51% de las de los
antropólogos remitían asimismo a sus colegas; el 73% de las de los psicólogos y el 79% de
las de los economistas. Estas cifras muestran que un porcentaje considerable de la
comunicación establecida por cada una de las ciencias sociales ha tenido lugar con otras
disciplinas y que, en el periodo considerado, a más abierta fue las ciencias políticas y la
más autárquica la economía.
La economía política marxista es otro ejemplo de cómo lo que otrora fue una síntesis
innovadora puede volverse estéril si deja de interactuar en las fronteras de otras disciplinas.
Los marxistas innovadores han hallado inspiración en subdisciplinas que jamás imaginó
Marx, y ése ha sido el impulso motor de los progresos del marxismo. La Escuela de
Frankfurt, al emigrar a Nueva York y regresar a su lugar de origen, innovó orientándose en
otra dirección. Negando la posibilidad de un marxismo positivista, sus miembros trataron
de elaborar una "teoría crítica" de la sociedad. Casi todas sus figuras principales recurrieron
a partes de alguna disciplinas establecida: Max Horkheimer (filosofía, sociología,
psicología social), Theodor Adorno (filosofía, sociología, psicología, crítica cultural,
musicología), Erich Fromm (psicoanálisis, psicología social), Franz Neumann y Otto
Kirchheimer (ciencias políticas y derecho); otro tanto sucede con los miembros de la
segunda generación, como Arkadij Gurland (economía, sociolo gía), Jürgen Habermas
(filosofía, sociología, filosofía lingüística y filosofia de la ciencia) y Claus Offe (ciencias
políticas, sociología). Estos investigadores han evitado la esterilidad de otros muchos
marxistas orientándose hacia subdisciplinas. Así, por ejemplo, Jon Elster, en su Making
Sense of Marx (1985) ha tomado prestados conceptos y métodos de la filosofía, la
economía, la historia, la sociología y las ciencias políticas. Estos autores han empleado, de
distintos modos, un amplio abanico de terrenos de investigación para escapar a la
esterilidad del marxismo tradicional (Dogan y Pahre, 1990 pág.73).
Esta evolución permitió a David Easton -que estaba ansioso de hacerlo- fundar un nuevo
subcampo: la antropología política. En 1959 publicó un ensayo con ese título y
retrospectivamente podemos decir que el recién nacido estaba enfermo y había aparecido en
un momento en que la nueva potencia hegemónica tenía necesidad de especialistas no
disciplinarios en esos nuevos países; no de expertos en antropología, disciplina que
empezaba a ser superada por otras. Es significativo que por entonces a Margaret Mead,
Alfred Kroeber y Clyde Kluckholm les inquietara el ver cómo su disciplina era "absorbida
y aislada de la comunidad de los científicos e investigadores" (Mead, 1961, pág. 475). El
terreno de investigaciones asentado de la antropología pasó del imperialismo a ser un
"contraindicado almacén científico"(Ibíd., pág. 476). Los estudios de áreas del Tercer
Mundo se ocupan ante todo de temas que parecen importantes para entender un país
concreto. "No respetan las fronteras entre las disciplinas" (Lambert, 1991, pág. 90). En
ellos están bien representadas las humanidades. "Los especialistas en áreas que se dedican a
las ciencias sociales es probable que tengan mucho más contacto y que compartan una
actividad intelectual con las ciencias humanas que la mayoría de sus colegas de disciplina
no orientados a un área" (Ibíd., pág. 192). Es en la intersección de la antropología, la
historia, la literatura y las ciencias políticas donde "tiene lugar buena parte de la labor
genuinamente interdisciplinaria de los estudios de áreas" (Ibíd.)
Describiendo el combate entre las disciplinas tradicionales y los estudios de áreas, que ha
repercutido en la propia identidad de los investigadores, Lucian W. Pye (1975) escribe lo
siguiente: "La aparición de la especialización por áreas ha cambiado las perspectivas y
planteado interrogantes que tocan a los cimientos mismos de las ciencias sociales" (pág. 3).
Los campos híbridos aparecidos en los intersticios de las disciplinas han alterado todavía
más esos cimientos. Otro ejemplo de hibridación por recombinación de especialidades es el
ámbito de las neurociencias cuyo objeto de estudio es el cerebro: "Actualmente estudian
activamente el cerebro muchos investigadores que superan las fronteras tradicionales de las
disciplinas científicas respaldadas por las instituciones académicas, y su estudio está siendo
enriquecido por los préstamos técnicos y los injertos de conceptos que suceden
naturalmente a medida que estas exploraciones avanzan. La descompartimentación propia
de los estudios del sistema nervioso (ho día, de pocos investigadores se puede decir que
sólo son anatomistas, únicamente fisiólogos, o bien neuroquímicos en sentido estricto) se
expresa mediante un neologismo, neurociencias, que da una buena idea de cómo las
ciencias del cerebro recurren a múltiples disciplinas y permite aprehender el espectacular
estallido de descubrimientos acerca de la estructura y el funcionamiento del sistema
nervioso" (Imbert, 1988, pág. 97). El único retoque que habría que hacer a estas líneas es
sustituir "múltiples disciplinas" por "múltiples especialidades".
La hibridación de especialidades
Como en botánica, un híbrido es una combinación tal de dos ramas del saber que mejora la
especie. Según Jean Piaget, una analogía más adecuada pueden ser las "recombinaciones
genéticas" de la biología molecular, "más equilibradas y mejor adaptadas que los genotipos
puros" (Piaget, 1970, pág. 524).
Cuando los antiguos campos de estudio ocupan más terreno, acumulan tales masas de
materiales en su patrimonio que se fragmentan. Cada fragmento de la disciplina se enfrenta
entonces a los fragmentos de otros campos por encima de las fronteras de las disciplinas,
perdiendo contacto con sus hermanos de la antigua disciplina. Un sociólogo especializado
en urbanización tiene menos en común con un sociólogo que estudie la formación de las
elites que con un geógrafo que efectúe investigaciones sobre la distribución de las ciudades;
el segundo sociólogo tiene más puntos de contacto con su colega economista que analiza la
desigualdad de la renta que con el primer sociólogo; es mucho más probable que los
psicólogos que estudian la evolución infantil se interesen por la fisiología del desarrollo o
las obras de lingüística consagradas a la adquisición del lenguaje que por otras ramas de la
psicología.
Un especialista en ciencias políticas que estudia la socialización política lee más obras
sobre los agentes de la socialización (la familia, la iglesia, la escuela, la sociedad callejera,
el pluralismo cultural, etc.) que acerca del Tribunal Supremo, los procesos legislativos, las
direcciones de los partidos políticos o la contratación de los funcionarios superiores.
Quienes se han especializado en el subcampo de los estudios sobre la seguridad en la época
nuclear rara vez utilizarán obras sobre la socialización política o las relaciones laborales, y
en cambio leerán las dedicadas a economía, psicología, estrategia militar, historia,
matemáticas y física e ingeniería nucleares. La mayoría de las especialidades y de los
ámbitos híbridos tienen conciencia de sus raíces genealógicas: la economía política, la
psicología social, la sociología política, la geografía social, la sociología histórica, la
demografía genética, la psicolingüística, la antropología política, la ecología social, la
biogeografía y otras muchas. El nombre de algunas ciencias híbridas no expresa su
filiación: ciencias cognitivas, paleoarqueología. Siete ciencias sociales tienen además raíces
en las ciencias naturales. A su vez, las especialidades híbridas se dividen y dan lugar, en la
segunda generación, a un número aún mayor de híbridos.
El estudio de acontecimientos capitales rara vez está institucionalizado, aun siendo híbrido.
Entre quienes estudian la caída de la República de Weimar hay historiadores, sociólogos,
psicólogos, especialistas en ciencias políticas, economistas y críticos literarios. Una labor
que obtiene resultados satisfactorios estudia partes del panorama general, en la intersección
de dos o más subcampos. La personalidad autoritaria de Theodore Adorno et al., recurre a
la teoría de la personalidad, a la socialización y al estudio de la ideología política.
Habrá quien confunda recombinación con síntesis. Pues bien, una síntesis aporta una nueva
interpretación, un logro personal o estilístico. La diferencia se ve con toda claridad en la
historia. La teoría de la historia de Arnold J. Toynbee es una síntesis de excelente calidad;
El Mediterráneo en la época de Felipe II de F. Braudel es una recombinación de segmentos
de ciencias sociales, en gran medida de historia y geografía. Los linajes del Estado
absolutista de Perry Anderson es en buena medida una síntesis, mientras que El despotismo
oriental de Karl Wittfogel es sobre todo una recombinación. La recombinación necesita que
se produzca un progreso científico en los campos a los que recurre, en tanto que puede
haber síntesis sin ese progreso. Conforme se desarrollan, las especialidades híbridas atraen
a investigadores de especialidades próximas estancadas. Lemaine et al. observan que "los
científicos que pasan a un nuevo campo suelen proceder de... terrenos de investigación la
importancia de cuyos resultados ac tuales ha experimentado un declive acusado..." (1976,
pág. 5). Los colegas a los que dejan atrás no progresan, mientras que los innovadores
avanzan sin hacer caso de las fronteras que se les oponen.
A los estudiosos les intrigan las lagunas que aparecen entre los distintos campos del saber.
Como ejemplo entre muchos, Charles McIlwain se esforzó por aunar las ciencias políticas y
la historia bajo los auspicios de la teoría política. De modo similar, Halford Mackinder
afirmó que una de las mayores lagunas se encuentra entre las ciencias naturales y las
ciencias sociales y que "el geógrafo tiene el deber de tender un puente sobre este abismo".
Lo construyó en su famosa teoría del centro, en la que estudió el papel desempeñado en la
historia mundial por la zona geográfica central -el Asia central.
Los híbridos pueden engendrar nuevos híbridos, sobre todo en las ciencias naturales, que
han alcanzado grados de fragmentación e hibridación superiores a los de las ciencias
sociales. Recientemente se ha establecido una fructífera alianza dentro de la fisiología entre
la endocrinología y la neurofisiología: la neuroendocrinología. Estamos ante una
hibridación de segunda generación.
En las ciencias sociales hay híbridos multigeneracionales. La fonética, que surgió como
subcampo en forma del híbrido denominado fonética fisiológica, se ha desplazado hacia la
fonética neurofisiológica, un híbrido de tercera generación. La antropología política puede
evolucionar de modo similar conforme vayan siendo más patentes las insuficiencias del
actual enfoque estructuralista. Algunos investigadores afirman que la importancia que el
estructuralismo atribuye al comportamiento inconsciente ha dejado una laguna que puede
llenar la teoría de juegos, la cual analiza el comportamiento deliberado de las personas que
interactúan unas con otras. La especialización no es estática; sigue el patrón de un flujo
constante mientras los núcleos de los antiguos subcampos se consumen, de manera muy
similar a los de las viejas estrellas, y a medida que investigadores situados en los márgenes
crean nuevos centros de investigación que a su vez acaban por acumular masa (Dogan y
Pahre, op. cit., pág. 75).
Una vez creados, los híbridos padecen los mismos problemas intrínsecos que su
progenitores. Al cabo de cierto tiempo, pueden volverse estériles, y si no engendran una
segunda generación de híbridos en el momento oportuno, concluirá su linaje. La teología,
por ejemplo, fue durante mucho tiempo una disciplina estancada hasta que la resucitó una
multitud de documentos y de conceptos y métodos que tomó prestados. El crecimiento de
las ciencias hace retroceder las fronteras y crea nuevas fronteras y nuevas lagunas entre los
campos de estudio. En ocasiones, esas lagunas pueden coincidir con antiguas
especialidades estancadas desde hace largo tiempo. Cuando los híbridos forman híbridos de
segunda generación, no es raro que redescubran esos campos anteriores y que basen su
avance en conclusiones anteriores.
A los bibliotecarios les es difícil clasificar las obras interdisciplinarias, y por minuciosos
que sean en sus clasificaciones, al final deben acabar por asignarles arbitrariamente una
signatura. Aunque un libro puede aparecer en varios lugares de un catálogo de fichas (o
informatizado), sólo puede estar en un anaquel al mismo tiempo. Una obra determinada
acabará, por consiguiente, dividida entre sociólogos, antropólogos o historiadores. Demos
un ejemplo: un investigador de la elección entre estrategias revolucionarias y reformistas en
el Partido Democrático Social Alemán (bajo los distintos nombres que ha tenido) lee obras
que tratan de historia intelectual, teoría política, política alemana, partidos políticos,
sindicatos y política económica. Una vez concluida, su investigación podría ser considerada
parte de varios de esos subcampos. La traducción al inglés de la Historia de la Democracia
Social Alemana (1983) de Miller y Potthoff aparece clasificada en el programa de
catalogación de publicaciones de la B iblioteca del Congreso de los EE.UU. en el apartado
"Historia-Socialismo-Alemania" y en el de la Biblioteca Británica bajo
"Sozialdemokratische Partei Deutschlands", con otra signatura en la sección de ciencias
políticas (Dogan y Pahre, 1990, pág. 71). Naturalmente, ambas clasificaciones son
"correctas". Estos problemas de clasificación se deben a la hibridación y los bibliotecarios
ocupan posiciones estratégicas desde las que son testigos del fenómeno, que a algunos
científicos les cuesta reconocer con suficiente celeridad. De estos ejemplos personales y
colectivos de científicos híbridos podemos extraer algunas generalizaciones sociológicas.
Podemos pasar por alto la etimología de los conceptos para recalcar cómo los préstamos
fertilizan la imaginación: la palabra rol procede del teatro, pro Max Weber le dio un
significado sociológico y, de la sociologia, el concepto se difundió por doquier. La palabra
revolución fue empleada en astronomía en 1390, antes de Copérnico, pero fue aplicada por
primera vez a la política en 1600 y después por Luis XIV. Los historiadores la adoptaron y
los sociólogos la articularon antes de regalarla al análisis político. El patrimonio de cada
ciencia social está repleto de conceptos tomados en préstamo, que son híbridos en el
sentido de que fueron ideados en una disciplina y replantados mañosamente en otra. A
partir de la International Encyclopaedia of the Social Sciences y los índices analíticos de
algunos libros importantes, he compilado un inventario de mas de 200 conceptos
"importados" a las ciencias políticas, muchos de los cuales han cambiado de sentido
semántico en el curso de su adopción y adaptación.
Muchos conceptos tienen orígenes múltiples. El autoritarismo posee dos raíces, una
psicológica y otra ideológica. A menudo se lo confunde por negligencia con el despotismo,
la autocracia, el absolutimo, la dictadura, etc. La autoridad ha sido analizada desde distintas
perspectivas disciplinarias por Malinowski, Weber, Parsons, Lasswell, Kaplan, B. de
Jouvenel y C.J. Friedrich, entre otros. El concepto de cultura (cívica, política, nacional)
tiene muchas variantes -p.ej., la convergencia cultural, la configuración cultural, la
evolución cultural, la integración cultural, el desfase cultural, el paralelismo cultural, el
pluralismo cultural, la relatividad cultural, el sistema cultural, la cultura postmaterialista.
Max Weber y Karl Marx, ambos estudiosos híbridos, fueron los más prolíficos generadores
de conceptos, a los que sólo podemos comparar la figura de Aristóteles. Almond y Parsons
también engendraron una cantidad impresionante de conceptos. A menudo, los conceptos
son semillas de teorías: la estructura engendra el estructuralismo, el sistema se convierte en
la sistémica, el capital genera el capitalismo, etc.
Los teóricos de los sistemas sociales han empleado con frecuencia vastas analogías con los
sistemas biológicos; la biología fue la primera en elaborar el concepto de "sistema" como
manera de organizar la vida y de los sistemas orgánicos como fenómenos no reducibles a
sus elementos químicos. Algunos funcionalistas estructurales han afirmado que los sistemas
sociales son como sistemas biológicos porque se autorregulan y son homeostáticos. La obra
reciente de Gordon Tullock sobre la economía de las sociedades no humanas trata de las
hormigas, las termitas, las bejas, las ratas macho, las esponjas y los mohos del légamo.
Estos teóricos observaron además que en todo sistema biológico se tienen que llevar a cabo
determinadas funciones y aplicaron la analogía para preguntarse qué funciones eran vitales
para los sistemas sociales. La teoría de los sistemas recurrió fundamentalmente a algunos
sectores de la sociología. El origen de la teoría de la dependencia, que sedujo a tantos
especialistas latinoamericanos, fue obra de un grupo de economistas, sociólogos y
demógrafos en colaboración con estadísticos de las Naciones Unidas. Las teorías declinan,
las viejas son superadas por otras nuevas. Hoy día, podemos leer con gran interés a docenas
de filósosfos políticos y grandes teóricos del pasado y citarlos con placer, pero sólo un
puñado de teorías abstractas formuladas antes de la Segunda Guerra Mundial siguen vivas.
Las teorías sobreviven con más facilidad en la lingüística y la economía. Los ámbitos
especializados necesitan orientaciones teóricas, pero una diciplina considerada en conjunto
no puede tener una teoría universal y monopolista.
Conclusión
Desde mediados del siglo XIX, la historia de la ciencia es, ante todo, una descripción de la
multiplicación de subdisciplinas y de nuevas ramas del saber. Cualquier libro consagrado a
la historia contemporánea de la ciencia demuestra cómo el camino real del progreso
científico es la especialización híbrida. La mayoría de los especialistas no se asientan en el
denominado núcleo de la disciplina, sino en anillos exteriores, en contacto con especialistas
de otras disciplinas. Prestan y toman prestados conceptos y términos en las fronteras. Son
investigadores híbridos. Disminuye velozmente el número de "generalistas". Todo el
mundo tiende a especializarse en uno o varios ámbitos de estudio. Cada vez hay menos
generalistas y más especialistas, fenómeno que también se advierte en la medicina. Cuando
dos investigadores se encuentran por primera vez, spontáneamente se preguntan
mutuamente: "¿Cuál es su especialidad?" En los congresos, los investigadores se reúnen
por especialidades. Los congresos a los que acuden mul titudes de personas que poco tienen
en común hacen gastar mucha energía que más valdría invertir en organizar reuniones por
campos de interés con especialistas de varias disciplinas. En un extremo están quienes se
atrincheran tras las fronteras tradicionales de su disciplina, reduciendo su perspectiva y
disminuyendo sus posibilidades de innovar. En el otro, los imitadores entusiastas. En
algunos ámbitos, tomar conceptos en préstamo es con demasiada frecuencia cuestión de
simple imitación y de carencia de adaptación imaginativa. Todas las disciplinas viven en
simbiosis con las demás ciencias sociales y, a decir verdad, no les queda más remedio,
porque están programadas genéticamente para engendrar nietos híbridos.
Las redes de influencias interdisciplinarias son tales que están arrasando las antiguaa
clasificaciones de las ciencias sociales. La pauta que hoy se manifiesta consiste en el paso
de las antiguas disciplinas oficialmente reconocidas a nuevas ciencias sociales híbridas. La
palabra "interdisciplinariedad" no expresa bien el fenómeno porque tiene un deje de
diletantismo y habría, pues, que evitarla y sustiturla por "multiespecialidad" o "hibridación
del conocimiento científico".
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