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Esta es una de las amenazas contenida en el Código de Ética de IESBA. De manera similar a lo
expresado en el numeral 1, cuando un contador público depende totalmente o en alto porcentaje
de una sola revisoría fiscal, teme perderla; por lo cual, se inclina a favor de la dirección de la
empresa y no actúa con la debida independencia mental y de criterio.
El Código de Ética de IESBA también menciona esta amenaza, poniendo como ejemplo un período
mayor a cuatro (4) años. Al ejercer durante un período largo una revisoría fiscal, el contador público
corre el riesgo de convertirse en amigo de los directores y otros empleados de la empresa, muchas
veces sin darse cuenta. Esto puede generar una complacencia con ellos, impidiéndole cumplir
adecuadamente con la necesaria independencia.
4. Los vínculos de amistad con dueños y con empleados de la empresa para la cual presta
los servicios de revisoría fiscal
Como ya lo anoté en mi lección anterior, para ser candidato al cargo de revisor fiscal es necesario,
con frecuencia, ser presentado por un amigo que sea uno de los dueños o altos empleados de la
empresa. También, en muchas ocasiones, con el paso del tiempo, el revisor fiscal se convierte en
muy amigo de uno o varios de los dueños y altos empleados de la empresa, con lo cual tiende a no
actuar con la independencia exigida por el Código de Comercio, la Ley 43 de 1990, y el Código de
Ética del IESBA.
Así como la amistad con dueños y empleados de la empresa es una gran amenaza para la
independencia de acción y de criterio que debe mantener el revisor fiscal, la enemistad también lo
es. Por esto es necesario que el revisor fiscal actúe con mucha prudencia frente a ellos, evitando
acabar envuelto en situaciones de enemistad. Si llegara a suceder, aunque no lo desee, puede
llevarlo a formarse criterios sesgados en contra de los dueños o de los empleados, criterios que –
posiblemente– se verán reflejados en sus informes.
El hecho de que el (la) revisor (a) fiscal sea padre, madre, hermano, hijo, tío, sobrino, abuelo,
cuñado, yerno, nuera, o tenga otra clase de parentesco con los dueños y empleados de la empresa
cliente, le hace muy difícil que actúe con objetividad.
Esta situación se presenta cuando el revisor fiscal es partícipe, junto con dueños o empleados de
la empresa cliente, de inversiones financieras en bancos u otras entidades. El artículo 50 de la Ley
43 de 1990, antes citado, también se refiere a esta amenaza contra la independencia del revisor
fiscal.
Es frecuente que los propietarios o directivos de la empresa cliente ejerzan presión indebida sobre
el revisor fiscal para que no haga la debida vigilancia, no informe oportunamente las irregularidades
importantes que detecte en las operaciones de la empresa o para que disminuya la gravedad de
determinados hechos que ponen en riesgo el patrimonio o el futuro de la entidad. Esta presión a
veces se da de manera directa, pero en la mayoría de ocasiones se ejerce de manera indirecta y
velada. En todo caso, cuando se presenta puede conducir a que el revisor fiscal sea influenciado
por dichas presiones y no actúe con independencia
9. Haber prestado otros servicios profesionales a un cliente poco tiempo antes de comenzar
a prestarle los servicios de revisoría fiscal
Se conoce de varios casos en los que el revisor fiscal ha sido, poco tiempo antes de comenzar a
ejercer la revisoría fiscal, auditor externo, empleado o asesor de la empresa cliente. El artículo 51
de la Ley 43 de 1990 ordena que:
“Cuando un contador público haya actuado como empleado de una sociedad rehusará aceptar
cargos o funciones de auditor externo o revisor fiscal de la misma empresa o de su subsidiaria y/o
filiales por lo menos durante seis (6) meses después de haber cesado en sus funciones”.