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Tomado de: Notas de psicometría- Aura Nidia Rojas Herrera (1998) Internacionales

Pueden encontrarse algunos intentos de hacer medición muy antiguos: el Imperio Chino,
los griegos, la edad media y hasta la Biblia; tal vez el ejemplo más reportado sobre estos
primeros intentos es la clasificación del médico griego Galeno, quien clasifica a los seres
humanos según los ‘humores’ en sanguíneo, colérico, flemático y melancólico en lo que
podría verse como una primera propuesta de escala nominal para medición de la
personalidad. Aunque la literatura está llena de ejemplos como el anterior, lo que se conoce
hoy como psicometría empezó a tomar forma sólo hasta el siglo XIX.
El famoso episodio del joven auxiliar en el Observatorio Astrológico de Greenwich, cuyos
registros del tiempo de paso de las estrellas a través de una línea del campo visual del
telescopio, diferían sistemáticamente de los de su maestro, se convirtió gracias a las
elaboraciones de los psicofísicos, en la evidencia de que algunas diferencias humanas
podían cuantificarse. Mediante monitoreos de los registros de los astrónomos en dicho
observatorio Bessel (1816) observó que había variaciones en la rapidez con que
reaccionaban los individuos a estímulos visuales, dando lugar a lo que se conocería como la
ecuación personal. Quetelet, matemático belga, fue el primero en plantear que la teoría
matemática de la probabilidad podía aplicarse a las mediciones humanas.
Por otra parte, los trabajos de Esquirol (1838), médico francés que se interesó por el estudio
del retraso mental, constituyen un avance interesante en la medición de este trastorno que
tendría implicaciones en el futuro desarrollo de técnicas más refinadas para la medición del
mismo. Pueden resumirse en tres los aportes de Esquirol: Por una parte, hace distinción
entre los ‘alienados’, con profundos trastornos emocionales y los retrasados mentales con
deficiencias de tipo intelectual; de otra parte, intenta algunas clasificaciones de los diversos
grados de retraso mental y finalmente, identifica ‘el lenguaje’ como el criterio más fiable
para evaluar y clasificar los trastornos mentales. En esta misma línea se encuentran las
contribuciones de su compatriota y colega Seguín (1866) quien, con su rechazo a la noción
de incurable del retraso mental, crea la primera escuela para retrasados y diseña algunos
procedimientos de adiestramiento básicamente sensorio-motor, algunos de los cuales
forman parte de los llamados ‘test no verbales de inteligencia’.
Desde una perspectiva muy diferente, ya que estaban más interesados por plantear
generalizaciones que por analizar diferencias, se encuentran los primeros psicólogos
experimentales del laboratorio de Wuntd, (1879) en Leipzig. Estos personajes, a quienes la
historia reconoce como los fundadores de la psicología experimental, tuvieron gran
importancia en los desarrollos de la medición en psicología: Por una parte diseñaron
algunas pruebas de sensibilidad y tiempos de reacción a estímulos visuales, auditivos y de
otros sentidos, marcando la pauta para la mayoría de trabajos que en la misma línea se
desarrollaron a finales de siglo XIX y por otra, con su rigor científico, pusieron de
manifiesto la necesidad de controlar las condiciones de prueba y tipificar procedimientos.
Sin duda uno de los personajes que ha merecido el mayor reconocimiento por sus
interesantes aportes no sólo en la medición en psicología sino en otros campos como la
biología, es Sir Francis Galton. Este polifacético inglés interesado por el estudio de la
herencia, sintió rápidamente la necesidad de medir las características humanas así que creo
un laboratorio antropométrico en Londres (1884) para el cual diseñó varias pruebas de
agudeza y discriminación sensorial con la convicción de que éstos le permitían medir el
intelecto. Algunos de tales instrumentos como la barra de Galton y el silbato de Galton se
han utilizado para medición de la discriminación visual de longitud y del grado de
sensibilidad a tonos altos, respectivamente, hasta hace muy poco tiempo. Además del
diseño de instrumentos de medición sensorial, Galton fue el primero en utilizar las escalas
de estimación, los cuestionarios y la asociación libre; pero tal vez el aporte que no ha sido
suficientemente reconocido fue el haber seleccionado y adaptado algunas técnicas
matemáticas para el análisis de los resultados de sus pruebas y la medición de las
diferencias individuales y el haber introducido la idea de variación concomitante entre dos
medidas[1], constituyéndose en el precursor de lo que hoy se conoce como coeficientes de
correlación, análisis de regresión y otros procedimientos de análisis cuantitativos en
investigación con humanos.
Terminada la segunda década del presente siglo los tests psicológicos gozaban de gran
popularidad, el concepto de C.I. era ya ampliamente conocido y la Americana
Psychological Association (A.P.A.) mostraba gran interés en el desarrollo de pruebas
psicológicas. La decisión de Estados Unidos de participar en la Primera Guerra Mundial y
de la APA en colaborar en dicha empresa, puso de manifiesto algunas limitaciones de los
tests psicológicos conocidos hasta el momento. Por una parte, se trataba de instrumentos
que debían ser aplicados de manera individual y por psicólogos experimentados lo cual no
resultaba conveniente si se trataba de seleccionar grandes números de personas para el
ejército norte americano. Robert Yerkes (1917) y su equipo designado precisamente por la
APA, recolectó todos los tests disponibles y algunos no publicados y conformaron una
primera prueba de aplicación colectiva conocida como Test Army Alfa, basada en los
trabajos aún no publicados de Arthur Otis.  Por otra parte, las pruebas conocidas hasta el
momento no permitían la evaluación de personas analfabetas, con deficiencias de lenguaje
o que no conocieran el idioma, nuevamente los trabajos de Otis sirvieron como base para el
desarrollo del primer test de inteligencia no verbal conocido como el Test Army Beta.
Finalmente, el concepto de C.I., a partir de edad mental y edad cronológica no resultaba
muy adecuado cuando se trataba de evaluar adultos, así que nacieron las primeras formas
de puntuación de los tests a partir de normas de grupo; basadas en la comparación de la
ejecución de un individuo en la prueba, con el desempeño promedio del grupo (población)
al que pertenece según algunas variables de interés como sexo, edad o escolaridad. Este
tipo de unidad de medida sigue siendo utilizado hoy.
Así la tercera década del presente siglo fue testigo de una inusitada popularización del uso
de los ‘tests psicológicos’ hasta el punto de que la psicología se asociaba con términos
como ‘test’ o ‘C.I.’. Según Anastasi (1974) “... el florecimiento de los test, ocurrido en los
años veinte, basado en el uso indiscriminado de los mismos, puede haber causado tanto
retraso como progreso en los test psicológicos.”. Sin embargo, mientras en Norte América
estaba en pleno auge el desarrollo y uso de test psicológicos para muchísimos fines, otros
autores se preocupaban más por los análisis matemáticos que brindaran mayor soporte a sus
resultados y por el desarrollo de modelos teóricos y de análisis sobre todo en el campo de la
medición de la inteligencia. Se destacan en esta línea los trabajos de los ingleses Spearman,
Thompson y Burt, que fueron continuados y perfeccionados por los norteamericanos Kelley
y Thurstone.
El psicólogo estadounidense L. L. Thurstone (1935, 1947) inicia lo que Béla Székely
(1978) ha denominado la segunda etapa del análisis factorial, al introducir los principios del
álgebra matricial en el análisis de las tablas de correlación logrando así
representaciones n dimensionales de las relaciones entre test, la extracción de los posibles
factores explicativos para resumir de manera más o menos fiel la misma información de la
matriz original, y el desarrollo de métodos de rotación de tales ejes buscando la ‘estructura
simple’ que facilitara la interpretación de los resultados. Es evidente que el diseño de estos
procedimientos abría las puertas para la medición de aptitudes más específicas y para dar
respuestas más satisfactorias a los cuestionamientos que venían planteándose desde la
década anterior a cerca de las diferencias intraindividuales observadas en el desempeño
frente a pruebas de inteligencia general. En lo que a desarrollo de instrumentos se refiere, el
resultado directo de las investigaciones de Thurstone sobre el análisis factorial y la
identificación de aptitudes primarias, fue la batería conocida como test de Chicago de
Aptitudes Mentales Primarias (PMA), publicada por primera vez en 1941. La versión de
esta batería en 1962, con algunas adaptaciones y modificaciones sigue utilizándose hoy en
el contexto educativo y laboral; y las técnicas de análisis factorial propuestas por Thurstone
son aún muy utilizadas para el análisis de diversas pruebas psicológicas.
Sin embargo, la mayoría de baterías o pruebas diferenciales se conocieron después de
terminada la guerra cuando el ejercito las cedió para uso civil y en los años subsiguientes se
observó un incremento significativo en el número de trabajos que buscaban el diseño de
esta clase de instrumentos, la mayoría de ellos construidos con base en el procedimiento
recientemente conocido de análisis factorial. Algunos de los instrumentos más conocidos de
esta generación son el Test de clasificación de aptitudes de Flanagan (FACT), la batería
de test de aptitud general (GATB) y el test de aptitudes diferenciales (DAT). El primero de
ellos, cuyos progresos empezaron a conocerse en 1947, fue el resultado de algunos trabajos
iniciados durante la segunda guerra mundial con el objeto de diseñar instrumentos de
clasificación de personal de las fuerzas aéreas y se orienta hacía el consejo profesional y la
selección de personal. La GATB fue diseñada por el State Employment
Service estadounidense (1956) con base en resultados de análisis factorial de baterías
preliminares y con el objeto de contar con un instrumento útil para consejo profesional y
laboral. Finalmente, el DAT, que fue publicado originalmente en 1947, fue construida
como instrumento para orientación vocacional en el campo educativo, ha sido objeto de
muchos estudios en esa área y en consecuencia han aparecido varias revisiones algunas de
las cuales se siguen utilizando hoy.
En este mismo período la evaluación educativa, que había venido reemplazando sus formas
convencionales por los famosos test, desde la aparición de la primera versión del Stanford
Achiement Test hacía ya un par de décadas; entra definitivamente en la honda de las
mediciones objetivas y estandarizadas. Vale destacar aquí los trabajos de E. L. Thorndike y
otros educadores y psicólogos dedicados a aplicar y refinar las técnicas de construcción,
utilización y calificación de pruebas de rendimiento escolar; y la creación, en 1947, del
Educational Testing Service (ETS) encargado de la construcción y evaluación de pruebas
en el área educativa y laboral. Tal vez el instrumento más conocido en esta línea es
el Graduate Record Examination (GRE), que se había originado en 1936, pasó a manos del
ETS en 1948 y sigue utilizándose como instrumento de selección de estudiantes
universitarios en Estados Unidos. En este contexto llegó formalmente la psicología a
Colombia y lo hizo precisamente como psicometría en el campo Educativo. ¿En 1940? se
crea la sección de psicotecnia en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de
Colombia con el fin de seleccionar los aspirantes a ingresar a esta institución y en 1948 se
inicia la enseñanza de la psicología en la carrera de medicina de la Universidad Nacional de
Colombia en lo que Mejía (1993) llama la ‘época dorada de la psicometría’ en
Colombia (¿1939-19??).
Durante las dos décadas siguientes se desarrollaron nuevos instrumentos de medición en
muchas áreas y se revisaron y publicaron nuevas versiones y adaptaciones de los ya
existentes; sin embargo, lo que parece caracterizar este periodo es la aparición de trabajos
sobre teoría de la medición, los principios y fundamentos de la medición en psicología, los
problemas de validez y confiabilidad y en síntesis, la construcción de una teoría
psicométrica. En lo que tiene que ver con desarrollo y revisión de pruebas se pueden
mencionar, entre muchos otros: el cuestionario de 16 factores de la personalidad de Catell
(16PF) desarrollado mediante análisis factorial y publicado en 1951; el cuestionario de
personalidad de Eysenck, resultado de las investigaciones que sobre estructura de
personalidad había venido adelantando desde 1947; el inventario de temperamento de
Guilford-Zimmerman (1956), las escalas Wechsler de inteligencia[4]; la tercera revisión de
la escala de inteligencia de Stanford-Binet (Terman y Merrill, 1960) y los inventarios de
intereses vocacionales (1966) e intereses generales de Kuder (1964), revisiones de la hoja
de intereses vocacionales de Kuder que había sido publicada en 1948. De otra parte, una
ligera revisión de la bibliografía existente permite verificar que en este periodo se
produjeron las grandes obras sobre teoría y procedimientos psicométricos que son de uso
corriente aún. Corriendo el riesgo de omitir algunos de mucha importancia, se pueden citar
trabajos como la publicación de Gulliksen, H. (1950) titulado ‘teoría de los test mentales’;
los trabajos de Cronbach y colaboradores sobre validez y confiabilidad en las pruebas
psicológicas, publicados entre 1951 y 1957; las publicaciones de Guilford (1954) sobre
métodos psicométricos, de Rasch (1960) sobre modelos probabilísticos para pruebas de
logro e inteligencia y de Guiselli (1964) sobre teoría de la medición psicológica;  la teoría
de Guilford sobre la estructura de la inteligencia humana, cuya primera edición apareció en
1967; la gran cantidad de artículos publicados por Paul Horst entre 1949 y 1960 y su libro
sobre medición y predicción psicológica en 1968; la teoría estadística de los puntajes de test
mentales de Lord y Novick (1968), los trabajos de Eysenck sobre estructura de la
personalidad, publicados a partir de los 50’s y el muy conocido texto de Magnusson sobre
teoría de los test (1969).
A pesar de la gran producción de trabajos sobre teoría psicométrica y el empeño de algunos
psicólogos por brindar sustento teórico y técnico al uso de los mismos en una gran
diversidad de campos; a partir de la década de los sesenta se puede identificar lo que
Anastasi (1974) denomina la ‘revuelta anti-test’. Esta época, si así puede llamarse, se
caracterizó no sólo por un evidente escepticismo por parte de académicos y público en
general a cerca de la utilidad de las pruebas psicológicas, sino por algunas posiciones
abiertamente en contra de los mismos. Algunas de las publicaciones que tal vez tuvieron
más impacto en este sentido fueron las de Gross en 1962, Hoffman en el mismo año y
Black en 1963 (Citados por Anastasi, 1974); con títulos tan sugestivos como ‘The brain
watchers’, ‘The tyranny of testing’ y ‘They shall not pass’, respectivamente; en las que no
sólo se ponía en duda la utilidad de los tests sino que se hacían serias críticas a su uso.
Algunas de tales críticas de tipo técnico: cuestionaban la capacidad de las pruebas para
brindar información confiable sobre las aptitudes, la inteligencia o la personalidad del
examinado y por tanto la utilidad de los resultados con fines predictivos útiles en el campo
educativo, laboral o clínico. Otras eran de tipo ético y filosófico con afirmaciones a cerca
de la violación de la intimidad del examinado; la indebida divulgación y utilización de los
resultados de las pruebas; la falta de responsabilidad en el manejo de las implicaciones
emocionales de la aplicación y conocimiento de resultados de las pruebas; la visión
limitada y reduccionista del individuo a partir de los resultados de las pruebas y en fin, la
pretensión de cuantificar lo no cuantificable: el ser humano. Finalmente, había objeciones
de tipo político: las pruebas pretendían medir conformismo social o, en todo caso
favorecían a quienes mostraban determinadas preferencias políticas o filosóficas; las
pruebas desfavorecían a determinados grupos étnicos o con diferencias culturales; y en
nuestro medio el uso de pruebas llegó a identificarse con imperialismo norteamericano.
Probablemente algunas de las críticas eran razonables y se debían al abuso de los
instrumentos de medición por parte de profesionales inescrupulosos o no capacitados, otras
podrían atribuirse a desconocimiento de las limitaciones de las pruebas y otras, podrían
verse como reacción al fenómeno aceleradísimo de implementación y uso de pruebas. En
fin, dejemos que algún historiador se interese por analizar estos hechos desde una óptica
mucho más completa que la que podemos tener desde aquí.

Como era de esperarse, la ‘revuelta anti-test’ ha dejado sentir sus efectos. Probablemente
uno de ellos sea el hecho de que los modelos de análisis de instrumentos psicológicos que
se generaron entre las décadas de los 70 y 80 son aún hoy muy poco conocidos, al menos
en nuestro medio, y apenas se están empezando a valorar y a utilizar sobretodo en el campo
educativo. Uno de ellos es el modelo bayesiano. A pesar de que Thomas Bayes había
expuesto los fundamentos de lo que hoy se conoce como teoría estadística bayesiana en
1763, se necesitaron casi dos siglos[5] para que algunos estadísticos vieran en él una
alternativa de análisis de algún interés y sólo hasta hace un par de décadas empezaron a
verse sus aplicaciones y utilidad en el análisis de pruebas psicológicas. De manera muy
sintética puede expresarse el sentido del teorema de Bayes como el enunciado formal de las
relaciones entre la conocida probabilidad a priori, la información que se tenga sobre el
fenómeno de interés y la probabilidad a posteriori; lo cual permite hacer estimaciones
teniendo en cuenta la información adicional que se tenga proveniente de P.E. experiencias
previas. Este principio general ha tenido implicaciones en la interpretación de resultados de
pruebas psicológicas y en el diseño y construcción de las mismas. Por una parte, permite
estimar la posición de un sujeto en un nivel del atributo que pretende medir la prueba
teniendo en cuenta tanto su desempeño actual como la información previa que se tenga
sobre él. Por otra parte, si lo que se desea con la construcción y aplicación de una prueba es
estimar con precisión el nivel del examinado en el atributo, el análisis bayesiano permite
identificar el ‘punto’ más adecuado para obtener información que permita el
posicionamiento rápido y preciso del sujeto. Estas aplicaciones y el uso de nuevas
tecnologías como los cumputadores, han permitido el desarrollo de los instrumentos
conocidos como ‘pruebas hechas a la medida’ en las cuales cada elemento de la prueba es
seleccionado con base en la información que se tenga sobre el sujeto y en la respuesta que
dé al elemento anterior.

Otro interés de los psicólogos en las últimas décadas ha sido el sesgo de las pruebas y los
elementos que las componen. Tal sesgo puede verse de manera muy sencilla, a través de las
discrepancias de dificultad y discriminación de los elementos de la prueba o de puntaje
promedio y confiabilidad de la prueba total, en grupos diferentes. Rasch había propuesto en
1960 un procedimiento, que no depende de la población a la que se aplicó la prueba, para
posicionar sus elementos en un nivel del atributo. Sin embargo, ha sido Wright en
compañía de Panchapakesan (1969) y de Stone (1979), quienes han mostrado la utilidad de
este tipo de análisis en algunas de sus publicaciones sobre análisis de ítems y diseño de
pruebas.

Finalmente, dos modelos de análisis multivariados que han sido objeto de estudio de
algunos psicólogos y sociólogos en los últimos años han sido el ‘Patn Analysis’ y los
‘Structural equation modeling‘. Estos modelos han mostrado utilidad en la comprobación
de hipótesis de relaciones entre grupos de variables, el primero de ellos como una extensión
de los análisis de regresión donde se puede analizar más de una variable dependiente
(Klem, L, 1995) y el segundo como procedimiento para poner a prueba modelos que
incluyen tanto variables observadas como variables latentes y diferentes tipos de relaciones
entre ellas. Algunas publicaciones sobre este último tema son Bollen, K. A. (1989);
Apodaka y Páez (1992) y Hoyle, R. (1995).
Cronologías nacionales
El desarrollo histórico de la Psicología en Colombia, está íntimamente ligado con la
medición. Se suele situar el inicio del desarrollo de la Psicología en Colombia en el año de
1939 y se le liga con razón al arribo al país de la Psicóloga española Mercedes Rodrigo
Bellido, quien fue acogida por el Profesor de Fisiología de la Facultad de Medicina de la
Universidad Nacional, el ilustre maestro Alfonso Esguerra GÓmez. Se considera que allí,
en el Laboratorio de Fisiología, nace la psicología profesional en Colombia. Y esta primera
etapa, que podemos situar entre los años de 1939 y 1950, fue esencialmente psicométrica.
En la Sección de Psicotecnia, Mercedes Rodrigo inició las mediciones con los estudiantes
de la cátedra de Fisiología en ese año de 1939. Entre esos estudiantes de Medicina estaba
Luís María Beltrán Cortés, quien ya como psiquiatra regresó a la cátedra del Profesor
Esguerra en el año de 1952 a dictar conferencias sobre estadística, a los en ese entonces
estudiantes de segundo año de Medicina. A partir del siguiente año, el psiquiatra Beltrán
sería el primer profesor de estadística que tuvo el que para esa época ya era Instituto de
Psicología de la Universidad Nacional.

Durante esa década de los años cuarenta, hubo intensa actividad psicométrica, o
psicotécnica como se acostumbraba decir. Además del programa principal de APUNTES
SOBRE EL DESARROLLO HISTÓRICO DE LA Medición ... los exámenes para la
admisión a la Universidad Nacional, se hicieron también para la admisión a los cursos de
estado mayor de la Escuela Superior de Guerra, para la selección de los agentes de la
Policía Nacional en Bogotá, y para los tranviarios de Bogotá. Igualmente se aplicaban
pruebas para el Colegio de Boyacá, para la célebre Escuela Normal Superior y además se
hicieron diversas mediciones de inteligencia en el Colegio Nacional de San Bartolomé, el
Externado Camilo Torres, el Instituto Nicolás Esguerra y la Escuela Industrial de Bogotá,
así como en el Gimnasio Moderno. Exceptuando los exámenes para la Universidad
Nacional, todas las demás aplicaciones se suspendieron a raíz de los acontecimientos del 9
de abril de 1948, que supusieron la salida de los rectores de la Universidad Nacional y de la
Escuela Normal Superior y que dos años después culminaron con la expulsión del país de
doña Mercedes, por decisión muy personal del entonces Presidente de la República, con la
devolución a la Compañía de Jesús del Colegio Nacional de San Bartolomé y otro par de
años después con el traslado de la sección masculina de la Escuela Normal Superior a
Tunja, bajo el nombre de Universidad Pedagógica, donde unos pocos años más tarde, al
diversificar sus campos de formación, se constituyera la actual Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia.
A finales del año de 1958, la recién fundada Asociación Colombiana de Universidades,
creó un servicio de orientación profesional, el cual fue encomendado a dos psicólogos
recientemente egresados de la Universidad Nacional. El Servicio inició sus tareas, al igual
que simultáneamente lo hacía la oficina de planeación del Ministerio, ofreciendo consejo
vocacional a quienes estaban próximos a terminar su bachillerato en Bogotá. Para el
consejo, se utilizaban distintas pruebas: una de inteligencia general, factor g, el D-48, de
Pichot, versión francesa del Test de Dominó del inglés Anstey.
A comienzos de 1968, ante la inminencia de la obligatoria separación de la Asociación,
ente privado y el Fondo, ente público, debido a la reforma constitucional que se avecinaba,
el Comité Administrativo de la Asociación y del Fondo, reformó el Servicio y lo organizó
ya como una dependencia del ente público, el Fondo Universitario Nacional, bajo el
nombre de Servicio Nacional de Pruebas, como aún continúa denominándose y como aún
mantiene la dependencia de ese ente público, el Fondo Universitario, que a partir de 1969
cambió su nombre por el de Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación
Superior, ICFES. Los días 7 y 8 de septiembre de 1968, el Servicio Nacional de Pruebas
ofreció sus primeros exámenes nacionales, en los cuales, en cuatro sesiones de examen, dos
el sábado 7 y dos el domingo 8, aplicó cuatro pruebas de aptitud y cinco de conocimientos a
cerca de quince mil bachilleres que aspiraban a iniciar sus estudios en el primer semestre de
1969. A finales de ese año y en enero de 1969 el servicio hizo aplicaciones adicionales a un
poco más de nueve mil aspirantes, considerándose así que en estos primeros exámenes
nacionales fueron examinados cerca de veinticuatro mil aspirantes a iniciar estudios en el
comienzo de 1969. A partir de ese momento, semestralmente y sin interrupción alguna, el
Servicio Nacional de Pruebas ha venido ofreciendo esos exámenes nacionales, que a partir
del segundo semestre de 1980 adoptaron el nombre de exámenes de estado y que la ley hizo
obligatorios para quienes aspirasen a la educación superior. En los próximos exámenes del
mes de agosto de este año, habrá medio millón de colombianos presentándolos.

Bibliografía
ALDERRAMA, P. J. (s.f.). ApuntesSobreElDesarrolloHistoricoDeLaMedicionPsico.
Obtenido de file:///C:/Users/oscar/Downloads/Dialnet-
ApuntesSobreElDesarrolloHistoricoDeLaMedicionPsico-4536411.pdf
Rojas, A. N. (s.f.). humanas.unal.edu.co. Obtenido de
http://www.humanas.unal.edu.co/psicometria/nosotros/equipodetrabajo/

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