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Los valores son los pilares fundamentales que sustentan los comportamientos y modos de vida

de la sociedad(1).Los sistemas de valores de cada país, suelen estar influenciados por una cultura
global, producto de la comunicación y globalización(2). De ahí que es preocupante, la existencia de
una tendencia mundial denominada "crisis de los paradigmas sociales y humanistas" o ,simplemente,
"crisis de valores"(3) ,que en muchos casos ha resquebrajado el sistema de valores de cada país,
observándose a nivel internacional y nacional un aumentado de la violencia, asesinatos, violaciones,
corrupción, falta de atención social, destrucción medioambiental, intereses de ganancias personales
por encima de las necesidades sociales, etc.(4).

Asimismo, debemos resaltar el cambio intergeneracional surgido a partir del desarrollo


económico de los años sesenta, pues hizo que las nuevas generaciones prioricen los valores
posmaterialistas, relacionados con el desarrollo y la autonomía personal, la autoexpresión y la
concordia en las relaciones humanas(5).No obstante, se evidencia un conflicto en la actualidad, ya que
los profesionales de salud enmarcados en este nuevo ideal, priorizan el éxito y la excelencia
individual por encima del servicio al desarrollo comunitario, buscando mejores logros económicos y
especialización técnica, olvidándose de los aspectos humanizadores y de la visión integral del ser
humano(6).

Es así que La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) en la "Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI", reconoce que
la sociedad contemporánea en la actualidad "vive una profunda crisis de valores, y debe trascender
las consideraciones solo económicas y asumir dimensiones de moralidad y espiritualidad más
arraigadas" ; por lo que se plantea que la educación universitaria debe hacer prevalecer los valores e
ideales de una cultura de paz, velando por inculcar en los jóvenes los valores en que reposa la
ciudadanía democrática y proporcionando perspectivas críticas y objetivas a fin de propiciar el debate
sobre las opciones estratégicas y el fortalecimiento de enfoques humanistas.

Del mismo modo, Watson ante el riesgo de la deshumanización del cuidado, plantea, que es
necesario rescatar aspectos humanos, espirituales y transpersonales tanto en los profesionales de
enfermería como en su formación(7). Por lo tanto, la formación de un profesional de enfermería no
sólo debe ser el dominio de conocimientos científicos y tecnológicos, también deben considerar a los
valores éticos como componente transversal de su formación, pues así se garantizar la formación
integral de los profesionales de cara a solventar sus dificultades, tomar sus decisiones y responder a
sus intereses.

Para Perales A. (9) , hablar de ética en la formación de profesionales de enfermería es hablar


de actitudes y comportamientos morales que se espera el estudiante adquiera durante sus estudios de
pregrado para, ulteriormente, cumplir adecuadamente su rol profesional. Por ello, en este contexto
actual, se hace necesario un esfuerzo serio para mejorar la calidad de la enseñanza ética, pues no todos
los estudiantes tienen la suerte de ingresar a la universidad en condiciones morales óptimas. Más aún,
después de haber mencionado la influencia de las nuevas tendencias y diversos problemas sociales
que probablemente incidirán negativamente en el futuro desempeño académico y en su
desenvolvimiento profesional.

Gonzales A. señala que la formación de valores en estudiantes de enfermería solo es posible,


cuando el clima institucional, la pedagogía utilizada, los currículos de las carreras y los docentes
buscan educar bajo criterios éticos a sus estudiantes.

Según ello diremos que si el clima organizacional de la institución formadora de profesionales


de enfermería es vivido de manera ética, genera un ambiente favorable para la vivencia de valores
éticos por parte de todos los miembros de la institución, lo cual presenta al estudiante la importancia
de los valores éticos y la necesidad de ellos para la vivencia en armonía. Además, se debe concretizar
esta visión humanizadora en los currículos, sobre todo de pregrado, pues así permitirán al estudiante
reflexionar sobre el cuidado humanizado y comprender los debates actuales de las sociedades
contemporáneas. De igual manera, el docente juega un rol fundamental en la formación en valores,
pues en la medida que propicia y acompaña al estudiante en la reflexión sobre su comportamiento,
este último avanza en la auto-construcción de valores éticos. Pero para que esto sea genuino, el
docente primero debe actuar bajo valores éticos. Para ello, los valores éticos son concebidos como
objetivos y universales y la formación en ellos se da a través de la construcción de la personalidad
moral de cada individuo

En este contexto a nivel mundial la Organización Panamericana de la Salud, en el año 2011,


afirma que la formación ética es obligatoria en todas las escuelas profesionales de enfermería(14). A
nivel Nacional, el Consejo Directivo de la Asociación de Facultades y Escuelas de Enfermería
(ASPEFEEN)(15), establece que, al concluir los estudios profesionales, los egresados de la carrera de
enfermería deben poseer, conocimientos, aptitudes, actitudes, valores, capacidades y habilidades para
brindar un cuidado humanizado de calidad. Menciona también que promover los valores y la bioética
como un contenido educativo transversal, permitirá brindar una atención ética y humanizada.

Entonces basados en lo anterior, podría interpretarse que hasta la fecha en las escuelas
profesionales de enfermería, egresan profesionales formados integralmente, es decir, con un conjunto
de competencias, habilidades y valores que garantizan un cuidado humanizado de calidad. No
obstante, la realidad es otra, se observa que los profesionales están internalizados en un modelo
biomédico, centrados en la enfermedad, perfeccionando sus técnicas olvidando la integralidad y
holismo de la persona.
Es tal la problemática que esta situación se ve a escalas internacionales, nacionales y locales,
como investigadoras hemos observado que si bien es cierto los currículos de enfermería presentan un
enfoque científico-técnico-humanista, al parecer aún está incompleto o no se está desarrollando
adecuadamente pues los profesionales egresados muestran una actitud deshumanizada durante su
cuidado.

También hemos observado, que estudiantes de enfermería no conocen la importancia de los


valores en su formación y no internalizan el significado de estos en su profesión, por otro lado, se ha
notado un clima estudiantil, poco satisfecho, pues refieren que si bien se fomentan los valores
cuando se refiere al binomio estudiante- usuario, no sienten la presencia de estos valores en la
relación profesor-estudiante.

La formación en valores de los profesionales de enfermería es un tema de constante interés,


sin embargo, existe una escasez de investigaciones en el tema y es por ello que se justifica nuestra
investigación. Su importancia resalta en que, si partimos de la afirmación que para ser un buen
enfermero no hay que saber sólo de enfermería, y que uno de los objetivos de la formación en ética
y deontología profesional es que el estudiante asuma los valores de la profesión enfermera, es
importante percibir en ellos cómo la formación es capaz de incidir en sus valores. De esta manera, se
puede suponer que cuando sean profesionales tomarán decisiones guiadas por los referentes éticos,
principios y valores propios de la enfermería, aproximándose al ideal de enfermera competente.

Ante la realidad mencionada surgen algunas interrogantes: ¿La formación que reciben las
estudiantes es ética y en valores?, ¿La formación que reciben las estudiantes es humanizada?, ¿La
formación que reciben las estudiantes es suficiente para que formen sus valores profesionales? ¿Las
docentes son ejemplo de interacción en valores para las estudiantes?, ¿Qué significado tiene para las
estudiantes de enfermería los valores?

De la situación problema surge el siguiente problema de investigación. 


I.1. Formulación del problema de investigación:
- ¿Cómo es la formación de valores en las estudiantes de enfermería de una universidad
de la región Lambayeque- 2021?
I.2. Objetivo general:
- Analizar la formación de valores en las estudiantes de enfermería de una
universidad de la región Lambayeque- 2021

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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18. González Rodríguez R, Cardentey García J. Educación en valores de estudiantes


universitarios. Humanidades Médicas. 2016;16(1):161–74.
Esto se debe, en primer lugar, a que la universidad busca transmitir e influenciar a sus
estudiantes en esa búsqueda de conocimiento, y este proceso, ciertamente, trae consigo
connotaciones éticas. La relación profesor – estudiante es fundamental para que el aprendizaje sea
fructífero, y esta relación humana exige un comportamiento ético y un bienestar psicológico. Así, “la
comunidad universitaria se convierte en un conjunto de maestros y estudiantes obsesionados por la
Verdad, la Belleza y el Bien, y por lo tanto, se convierte en un grupo de personas que conforman una
comunidad ética” (Bara & Martínez, 2012, p. 82). Además de esto, la universidad es el lugar donde
se busca la excelencia profesional, de ahí que la universidad se ocupe del tipo de profesional que
quiere ofrecer a la sociedad. Esto no se reduce solamente al conocimiento de la ética profesional,
incluye también la ética del profesional y, por lo tanto, el objetivo de la formación universitaria
implica el crecimiento deontológico y ético del futuro profesional (Esteban, Buxarrais, & Martínez,
2002; Olmeda, Martín, & Uceda, 2011). Así mismo, la universidad es una comunidad ética debido al
compromiso que ella tiene con el contexto social. A lo largo de la historia de la educación superior
vemos la estrecha relación entre la sociedad y la universidad, pues ésta última ha buscado formar
ciudadanos que influyan en la realidad que les rodea. En efecto, la formación universitaria tiene
como una de sus prioridades mejorar la sociedad y esta apuesta no le permite mantenerse al
margen. Por eso, en la actualidad, se habla de una responsabilidad social universitaria que implica,
por una lado, brindar una formación sólida de profesionales para el mejoramiento de la comunidad
y, por otro, ofrecer investigaciones que pretendan contribuir en el avance de la sociedad. Este
compromiso social no es el resultado de una acción “filantrópica”, es un modo permanente de
operar la universidad, que tiene implicaciones éticas ad-intra y ad-extra del establecimiento
educativo (Vallaeys, 2014). Entonces el Alma Mater no puede reducirse, por ningún motivo, a una
comercialización de títulos universitarios donde lo importante sería sólo la formación intelectual del
estudiante. Para que una universidad sea universidad debe ser coherente con su razón de ser, esto
implica también ofrecer una formación ética al estudiante para que pueda afrontar y contribuir, de
manera idónea, a los desafíos de la sociedad. En otras palabras, la formación universitaria no se
limita a un progreso individual del sujeto, implica un desarrollo de sus capacidades en pro de la
sociedad. Para los pedagogos, la formación en valores tiene que ver con “compromisos valorativos
fundamentales” y esto es fruto de cómo el valor hace parte de la existencia motivacional del
individuo. No se trata de un conocimiento racional del valor, pues, por ejemplo, la mayoría de los
ciudadanos sabe la importancia del respeto dentro de una sociedad y no por eso todos lo practican.
El valor es incorporado por un individuo o por una sociedad en la medida que sienten la necesidad
de proceder de acuerdo con ese valor. Entonces, “sólo cuando los valores constituyen motivos de la
actuación del sujeto se convierten en verdaderos reguladores de su conducta” (Maura, 2001, p. 17).
Esta “construcción de la personalidad moral” del sujeto, se da como resultado de 127 Escenarios •
Vol. 14, No. 2, Julio - Diciembre de 2016, págs. 120-128 un largo proceso educativo en el cual
participan la familia, la sociedad y las instituciones educativas.

En el caso de los estudiantes universitarios de pregrado, la educación en valores es de vital


importancia, porque es en esta época cuando los jóvenes consolidan “el sistema motivacional y
cognitivo” que va a guiar su manera de proceder en el mundo (Maura, 2001, p. 21). Para ello, la
universidad debe tener en cuenta que el proceso de aprendizaje no se limita a una formación
académica, ni a un desarrollo técnico del estudiante; sino que incluye el desarrollo emocional y
motivacional de la persona.

El clima organizacional de la universidad si es vivido de manera ética, genera un ambiente


favorable para la vivencia de valores éticos por parte de todos los miembros de la institución, lo cual
presenta al estudiante la importancia de los valores éticos y la necesidad de ellos para la vivencia en
armonía. Además, la educación en valores se concretiza en la visión humanística de los currículos
universitarios, sobre todo de pregrado, que permiten al estudiante reflexionar sobre lo humano y
comprender los debates actuales de las sociedades contemporáneas. Por otra parte, el docente
también juega un papel fundamental en la formación en valores, pues en la medida que propicia y
acompaña al estudiante en la reflexión sobre su comportamiento, este último avanza en la auto-
construcción de valores éticos. Pero para que esto sea genuino, el docente primero debe actuar bajo
valores éticos. Como hemos visto, desde la filosofía, la formación en valores es una necesidad
humana de transcender de un comportamiento animal a un comportamiento humano. Para ello, los
valores éticos son concebidos como objetivos y universales y la formación en ellos se da a través de
la construcción de la personalidad moral de cada individuo. En la universidad, esta formación es
posible cuando la institución educativa asume verdaderamente su misión de formar individuos para
el progreso de la sociedad y esto incluye la apropiación de valores éticos. Sólo cuando el clima
institucional, la pedagogía utilizada, los currículos de las carreras y los docentes buscan educar bajo
criterios éticos a sus estudiantes, la formación en valores en la universidad deja de ser una utopía
para ser una realidad.

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