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Agradecimientos al equipo que forma parte de la comunidad de ESPESCA,

sin ellos este libro nunca hubiera sido posible:


Prólogo ...................................................................................................................................... 3
Los secretos de la pesca costera ............................................................................................... 5
Factores meteorológicos influyentes en la pesca ..................................................................... 9
La influencia de la luna sobre la pesca .................................................................................... 11
Los 8 beneficios básicos de la pesca deportiva ....................................................................... 16
Equipo de pesca deportiva básico ........................................................................................... 19
Pesca a flotador o al coup ....................................................................................................... 27
La pesca al surfcasting ............................................................................................................. 47
Acción vs Potencia de las cañas .............................................................................................. 97
Spinning en la mar ................................................................................................................. 111
Pesca desde embarcación ..................................................................................................... 133
La pesca al jigging .................................................................................................................. 161
La pesca desde kayak ............................................................................................................ 174
Mitos y realidades en la pesca deportiva.............................................................................. 187
Captura y suelta .................................................................................................................... 189
Los peligros en la pesca ......................................................................................................... 196
Tipos de cebos para la pesca en mar .................................................................................... 208
Frases y refranes de pesca .................................................................................................... 256
La pesca es un arte que difícilmente se rige por unos parámetros fijos. Los
parámetros que rigen los factores que influyen en la picada de un pez son
tremendamente complejos y cambiantes según regiones, climas, factores
medioambientales del momento y un sin fin de actividades que influyen en
este delicado arte.

Para cada lugar, tiempo, especie y momento determinado, el pescador


debe hacer uso de sus conocimientos y versatilidad, y mediante todos estos
valores lograr adaptar una metodología adecuada que le permita conseguir
los logros propuestos.

Expuestos la tremenda variedad de factores intervinientes en comprender


la dificultad de la pesca, es indispensable aclarar que para un pescador
novel, el conocimiento, la intuición y experiencia se conseguirán con la
práctica y aprendizaje de los métodos de pesca, de los factores que influyen
en la misma y de su capacidad de conocimiento sobre las distintas especies.

Esperamos que para todos aquellos que comienzan con este milenario arte
de la pesca, esta guía pueda servirle de punto de partida para iniciar su
camino hacia la excelencia en esta práctica deportiva, basada en la
experiencia propia y en los conocimientos adquiridos a lo largo de todo el
camino como pescador, siempre fundamentando en los valores más
propios del gremio, como son la conciencia por el medio ambiente, el
compañerismo y el respeto hacia la naturaleza.

¡Que la pesca te acompañe!


En la mar, al igual que en tierra, hay especies depredadoras y otras que son,
básicamente, presas. Aunque esto resulte un poco simplificador, puesto
que una misma especie puede, y a menudo es presa y depredador al mismo
tiempo, asumiremos este esquema con objeto de facilitarnos las cosas.

Del mismo modo, podríamos decir que la mayoría de los grandes


predadores son nocturnos o prefieren cazar de noche. Las presas,
básicamente, herbívoras, suelen optar por el régimen diurno, salvo algunas
especialmente adaptadas a la oscuridad.

Muchas de las potenciales capturas del pescador deportivo de costa


mantienen su actividad tanto de día como de noche. No obstante, es a
partir del ocaso cuando se capturan la mayoría de los grandes peces con
caña en aguas costeras.

Los ecosistemas litorales, muy ligados todos ellos a la luz, mantienen unas
pautas constantes con respecto a ésta. Así, de día observamos cómo
algunos seres desarrollan una intensa actividad y viceversa. Por ejemplo,
cefalópodos, crustáceos, grandes espáridos y serránidos son básicamente
nocturnos. Por el contrario, pequeños espáridos y serránidos, así como toda
la familia de los lábridos, son esencialmente diurnos.
Otros, como lubinas, salmonetes y la mayoría de los pelágicos que recaban
en nuestras costas, se alimentan tanto de día como de noche, pero a
menudo prefieren hacerlo en la oscuridad, porque esto les permite
acercarse más a tierra o explorar aguas de menor profundidad, que suelen
ser las más ricas en nutrientes.

De lo anterior, cabe inferir que el pescador deportivo costero que persigue


grandes piezas desde tierra, suela hacerlo de noche. Tal es el caso del
surfcasting pesado, que se practica mayoritariamente de noche con la
esperanza de alcanzar ejemplares de talla respetable, que se ponen a tiro
de caña únicamente cuando el astro rey se eclipsa en el horizonte.

Sin embargo el pescador con material ligero, dirigido a pequeñas piezas


como es el clásico "corchero" que vemos cualquier tarde soleada en el
puerto, emplea las horas diurnas para acometer su empresa. Pesca un
montón de pececillos de modestas dimensiones, pero que pueden
proporcionar tanta satisfacción como cualquier otro, y, sin duda, aseguran
la diversión. Mucho más entretenido, desde luego, que el que se afana por
capturar grandes doradas en la soledad de la playa nocturna.

Ahora bien: si pretendemos capturar grandes ejemplares con caña desde la


costa, siempre es más recomendable intentarlo de noche, a no ser que
nuestro objetivo sean los mugílidos o los mayores ejemplares de maragota
o durdo, que pueden alcanzar un tamaño respetable.

Entre las especies costeras más comunes a la pesca deportiva, encontramos


tres tipos, en función de que se alimenten de noche, de día o de ambas
maneras. También hay que señalar que, algunas, cambian parcialmente sus
hábitos por agentes externos o condicionadas por el medio.

En este apartado encontraríamos factores tales como la excesiva presión


humana sobre los ejemplares adultos de especies muy perseguidas, o
circunstancias naturales, como podrían ser la concentración de ciertos
alimentos naturales en determinados momentos.

Como ejemplo, pongamos el caso de la lubina, un pez que caza tanto con
luz intensa como de noche, aunque a menudo se muestre más activa
durante el amanecer y el ocaso. Pues bien, la lubina, cuando no es
excesivamente molestada por el hombre, podrá ser pescada a cualquier
hora, independientemente de su tamaño. Sin embargo, observamos que los
grandes ejemplares se aventuran en los lugares, digamos, humanizados,
sólo de noche o con el agua muy turbia. Suponemos que este
comportamiento viene dado por adaptación, como si el pez tomase ciertas
precauciones a sabiendas de la presencia del hombre en sus cazaderos
habituales.

Algo parecido observamos con los grandes sargos, cuya captura en costas
frecuentadas, espigones, muelles, etcétera, se produce sobre todo de
noche. Pero esto no quita para que ambos peces se alimenten también de
día.

Como agentes externos naturales, dijimos que, uno de los más frecuentes,
sería la concentración de alimento en determinados momentos y lugares.
Para continuar con el caso de las lubinas, esto es lo que ocurre exactamente
con aquéllas que viven en las zonas norteñas de la Península cuando llega
el invierno.

Tan pronto comienzan las angulas a arribar a la costa, las lubinas y los reos
se concentran en las entradas de las rías y sus inmediaciones esperando a
que este manjar comience a remontar los ríos. Dado que las angulas lo
hacen únicamente de noche, la actividad nocturna de las lubinas crece
acorde con el ritmo de entrada de las anguilitas, sin duda uno de sus
alimentos preferidos. Pero también existen especies cuyos hábitos
alimenticios son exclusivamente o casi nocturnos o diurnos.
Uno de los factores primordiales que afectan a la pesca son las condiciones
medioambientales. Las buenas condiciones favorecerán una buena
jornada, mientras que condiciones adversas la perjudicarán a no ser que la
versatilidad del pescador adapte sus métodos a estas malas condiciones
paliando la dificultad que se le ha presentado.

Dentro de las condiciones medioambientales debemos destacar las


siguientes: Temperatura del mar, es uno de los factores a tener en cuenta
por todo buen pescador. La temperatura del agua rige o afecta las
apetencias alimenticias de los peces. La mejor temperatura para las picadas
es con agua templada, ya que la muy caliente aletarga a los peces y la muy
fría les hace requerir menos alimentación. Claro está indicar que con
excepciones de especies la mejor época para la pesca será la de los meses
templados.
Hay un dicho que dice a día lluvioso el pez es menos perezoso. No es cierto
salvo que influyan otros factores. Sí se ha comprobado que los días de lluvia
leve el pescado se activa. Incluso existen métodos de pesca, como para el
atún, en el que se utilizan difusores de agua para levantar cortinas de
espumas que representen bancos de sardinas o pescado pequeño. También
es cierto que los días de lluvia los ríos desprenden al mar cúmulos de
alimentos a los que los peces se acercan. Lo cierto es que no parece ser un
gran factor, que de por sí solo, afecte muy favorablemente a una buena
jornada.

El oleaje, por marea o viento, suele ser un factor importante para la pesca.
Las olas, mareas y viento, son responsables del movimiento tanto de
superficie como de fondo. No hay nada peor para la pesca que los puntos
de marea muerta en los que cualquier pescador habrá observado la total
falta de actividad de los peces. Un pequeño oleaje, marea o viento que
favorezca el movimiento marino, favorecerán notoriamente la pesca.

Tanto desde costa como embarcado, las correctas condiciones de marea


favorecerán en extremo una buena jornada de pesca. El pescador de
lanzado, surfcasting o métodos de lanzado desde costa, se verá favorecido
y las mareas, rompientes y oleaje le favorece los acumulamientos de
desechos donde poder poner en práctica su técnica. Las rompientes donde
depredadores como lubinas actúan, se verán favorecidas para la pesca con
días adecuados de oleaje. Podemos asegurar que este punto es uno de los
que afectan principalmente para favorecer al pescador.

Con respecto a la presión atmosférica, barométrica, es otro factor que


influye notablemente en el comportamiento de los peces. Durante la
disminución de presión o estabilización de la misma, el pez hace mayor
actividad, pasando a fases de muy poca actividad en los cambios bruscos de
alza de presión. Todo pescador habrá comprobado que en los días
anteriores a tempestades los peces detectan la bajada de presión previa a
la tormenta y se incrementa su actividad, sin embargo el/los días siguientes
a la tempestad las capturas son pocas y difíciles.

En resumidas cuentas debemos indicar que no existen factores fijos que


determinen que vayamos a lograr una excelente pesquera. Sí existen unos
parámetros que, si bien, no siempre son acertados al cien por cien,
mejorarán las capturas y harán que los días difíciles no nos vengamos de
vacío.
Es un hecho asumido por muchos pescadores que las fases lunares inciden
en la actividad de los peces y, por lo tanto, en la pesca. Pero…

¿Hasta qué punto esto tiene un fundamento real y puede ser


utilizado para pescar con más éxito?
¿O se trata simplemente de una tradición o creencia sin ninguna
base científica?

No hay por el momento estudios concluyentes, pero en lo que todos


estaremos de acuerdo es que, en ocasiones, los peces pueden comportarse
como unos seres auténticamente lunáticos.
Los peces viven en un medio sujeto a la acción gravitatoria de la luna y el
sol, siendo el reflejo más evidente las mareas, cuya intensidad depende de
la fase lunar. Varias investigaciones han demostrado que las fases lunares
afectan a una gran variedad de animales marinos, pero en la mayoría de los
casos se ha comprobado que los cambios en el comportamiento se deben
a cambios en la intensidad de las mareas, y no a la influencia directa de las
fuerzas gravitacionales o electromagnéticas sobre los organismos.

En un medio marino sujeto a la acción de las mareas, muchos animales


acomodan sus períodos de alimentación a la cadencia de las mismas.
Además, los ciclos de reproducción de algunas especies de invertebrados y
peces están coordinados por la fase lunar, de manera que la puesta la
realizan únicamente durante períodos muy concretos, normalmente
coincidentes con las lunas llena y nueva. Lógicamente, los depredadores
aprovechan las concentraciones masivas de estos animales para
alimentarse frenéticamente.

Por lo tanto, la luna actuaría como un elemento de referencia para


sincronizar los relojes biológicos de los organismos, los cuales regulan
algunos procesos orgánicos y del comportamiento. Estos ritmos internos
permiten a los animales anticiparse a las condiciones favorables, y no
reaccionar a ellas después de que se producen. Es decir, una especie puede
aumentar su actividad y la búsqueda de alimento siguiendo las fases
lunares, siempre y cuando sus presas también muestren cambios de
comportamiento relacionados con la luna.
A lo largo de los 27,3 días que tarda la luna en completar una evolución
entera a la Tierra, se producen períodos mayores y menores de fuerzas
gravitatorias sobre la superficie terrestre, que desde hace tiempo se han
utilizado para elaborar unos calendarios llamados tablas solunares, donde
se especifican estos períodos.

Según la teoría de los períodos solunares, en esos momentos que duran de


una a dos horas, se producen picos en la actividad de muchas especies,
especialmente las de vida acuática. Basándose en estadísticas elaboradas
con datos de capturas, al parecer la proporción de capturas puede
duplicarse o triplicarse durante los horarios solunares, en especial cuando
se trata de peces de gran tamaño.

Los días de luna llena y luna nueva, junto con los tres días previos y
posteriores, son períodos en los que la influencia solunar es más intensa, lo
que en teoría produce un incremento en la intensidad de las horas de
actividad solunar. Si bien las estadísticas muestran una tendencia a que los
mejores momentos teóricos para pescar son los que producen las mejores
capturas, con criterios científicos no se puede demostrar que esta
tendencia sea significativa.

A falta de estudios más concluyentes, se puede asegurar que las fases


lunares ejercen una influencia directa sobre la actividad alimentaria de los
peces, y por ello los resultados de la pesca pueden variar en función del
momento del ciclo lunar. Sin embargo, una relación más directa, tal y como
propone la teoría de las tablas solunares, no tiene por ahora una
confirmación científica.

La realidad es que los peces viven en unos ambientes donde el alimento es


limitado, de manera que se alimentan siempre que tienen oportunidad de
hacerlo, esté o no la luna en posición favorable. Puesto que la caza gasta
mucha energía, los depredadores adaptan sus ritmos de alimentación a los
momentos en que son más eficaces capturando presas. La gran diversidad
de situaciones que se pueden dar en una masa de agua, como el tipo de
hábitat, presas presentes, condiciones meteorológicas, etc. hace que los
períodos solunares, si realmente afectan al comportamiento de los peces,
queden enmascarados por la personalidad específica de cada lugar.

En las aguas continentales, los cambios de nivel de agua debido a la luna


son mucho menores que en el mar, de hecho, son imperceptibles. En este
caso, la posible acción de la luna sobre los organismos acuáticos debe ser
más sutil y relacionada con otros mecanismos. Entre éstos, cabe citar que
algunas especies de insectos utilizan las fases lunares para sincronizar la
emergencia de los adultos, lo cual sin duda debe tener su influencia sobre
los peces que de ellos se alimentan.

Otro mecanismo está relacionado con la iluminación ambiental que


produce la luna, que si bien es de baja intensidad en comparación a la del
sol, es suficiente para que muchos peces tengan visibilidad suficiente para
buscar presas durante la noche. Es el caso de la trucha, el black bass y
especialmente de la lucioperca, dotada de una excepcional agudeza visual
nocturna.

En cambio, la visión del lucio requiere algo más de luz, de manera que muy
raramente se alimenta ni en las noches más claras. En cierta manera, la
intensidad luminosa que produce la luna podría compararse con la de la
puesta y la salida del sol, momentos en los que los peces depredadores son
más eficaces en la caza de presas. El resultado es, por lo tanto, que los
ritmos de alimentación y el comportamiento de los peces puede variar
periódicamente según la fase lunar.

Aparte de estas consideraciones de tipo general, hay quien va más allá y


afirma que la luna ejerce una influencia directa sobre el comportamiento
de los peces y otros organismos, produciendo unos períodos llamados
solunares que alternan momentos de gran actividad seguidos de otros de
poca o nula actividad.
Puedes sumarte a la práctica del captura y suelta, una modalidad muy
extendida donde el impacto con la naturaleza es mínimo y, tras realizar tus
capturas, éstas se devuelven de nuevo al agua sin causarles daños.

Un buen pescador deportivo se caracteriza, entre otras cosas, por sus


grandes dotes de observación: el pescador debe conocer el
comportamiento del mar, las mareas, las variables atmosféricas, las fases
lunares y su influencia en la pesca, las corrientes de los ríos y embalses etc.

Este aspecto es, sin duda, muy importante y beneficioso para poder
desconectar del ambiente urbano en que vivimos a diario. La posibilidad de
evadirse en la naturaleza es más que recomendable para nuestra salud, por
lo que la pesca se convierte en la excusa perfecta para disfrutar del aire
libre.

No hay nada mejor como salir de pesca con tus amigos. El tiempo y la
paciencia requerida para este ejercicio une los lazos de la amistad y permite
que compartas experiencias con tus compañeros.

El pescador deportivo es el primer interesado en la conservación del medio


natural (gracias a él puede disfrutar de su deporte favorito). Conocer y
valorar el medio ambiente es el punto de partida para desarrollar una
conciencia de conservación.
Sin duda, lo que uno pesca sabe mejor. Las garantías de frescura y calidad
que nos ofrece el pescado que nosotros mismos hemos conseguido son el
mejor premio después del esfuerzo de toda una jornada, eso sí,
Pezqueñines no gracias.

Una vez que ya hemos peinado toda nuestra costa o nos hemos acercado a
todos nuestros ríos, siempre buscamos nuevos lugares donde continuar
practicando la pesca. Por ello, este deporte se convierte en la excusa
perfecta si lo que queremos es conocer lugares nuevos con la caña.

Cuanto más se practique este deporte, más marcas especializadas salen al


mercado, con su correspondiente apertura de tiendas de pesca, viajes o
excursiones de pesca. Es una buena fuente de ingresos.
Un equipo básico para la pesca consta de una caña de pescar, carrete, hilo
o línea de pesca, los anzuelos y el señuelo o muestra, que puede ser artificial
o carnada viva, en resumidas cuentas este es el mínimo material que
debemos tener para poder realizar esta actividad correctamente y con
garantía de éxito.

Al hablar de caña de pesca podemos distinguirlas por su longitud que es


muy variada, entre 1,60 m hasta más de 8-9 metros, el carrete va sujeto a
la caña por su parte inferior en el llamado porta carrete, dependiendo de la
acción o resistencia que posea la caña de pescar, podremos lanzar a mayor
o menor distancia el señuelo. Por el material de fabricación distinguimos
desde las más primitivas hechas de bambú, pasando por las de fibra de
vidrio o epoxy hasta llegar a las más modernas y sofisticadas construidas de
fibra de carbono altamente resistentes a la torsión.

Dependiendo de su resistencia clasificamos a las cañas de pescar por acción


ligera, usadas para pesca con pequeños cebos o señuelos, pasando por
acción media usada habitualmente en ríos hasta llegar a las de acción fuerte
o pesada más idóneas para la pesca en mar con grandes capturas.

Los carretes mediante su mecanismo permiten dejar salir la línea de pesca


a través de su bobina y recuperarla al accionar su manivela, gracias al freno
que llevan incorporado, los carretes de pesca pueden ser freno delantero o
trasero, el hilo de pesca mantiene la tensión controlada por el pescador y
así jugando con la acción de la caña y la tensión del carrete podemos llegar
a realizar la pesca con éxito.
Este va enrollado en la bobina del carrete, el hilo de pescar o pelo puede
estar fabricado con monofilamento o multifilamentos variados, como
dyneema, spectra o nylon. Las cualidades que deben de tener los hilos de
pesca son el diámetro, resistencia y memoria. El diámetro y la resistencia
van estrechamente relacionados y el efecto memoria es la capacidad que
tiene el hilo de mantener su longitud después de ser usado, cuanto menor
efecto memoria mucho mejor.
Los señuelos o muestras artificiales son una parte del equipo de pesca
fundamental, ya que son los que despiertan el interés o no de los peces.
Existen muestras de 3 tipos diferentes, los señuelos imitadores de los
propios peces que reflejan fielmente las características que encontramos
en la naturaleza, otro tipo son los emuladores, que conservan rasgos
parecidos sin ser idénticos a los peces, y finalmente los atractores, que su
principal virtud es la de emular movimientos atrayentes sin tener rasgos
naturales.

Los señuelos llevan en su cuerpo varios anzuelos para capturar a la presa y


los materiales de construcción más usados son la madera de balsa, (de los
míticos Rapala) el metal o el plástico. Una característica principal del éxito
de los señuelos Rapala es que su movimiento asemeja a un pez herido,
siendo este muy atrayente para el depredador.
Cada estilo de pesca y peces a capturar requerirá de señuelos diferentes:

Este señuelo tiene forma de pez y lleva incorporado una pieza de plástico o
metal debajo de la cabeza llamada babero. Gracias a este babero el minnow
es capaz de realizar movimientos en zig zag debajo de la superficie del agua,
el grado de profundidad de nado depende del peso del señuelo minnow.

La utilización de este tipo de señuelo depende mucho la pericia del


pescador para dar el movimiento característico de pez herido o moribundo
que tienen los poppers, se suelen utilizar para la pesca de depredadores
gracias a las vibraciones que producen sobre la superficie del agua y son
efectivos tanto en mar como en río.

Gracias al arrastre que realiza el pescador con este señuelo a través del
agua, este tipo de muestra gira y ondula sobre si mismo produciendo
vibraciones que atraen a diferentes especies de peces, se usan tanto en
superficie como en poca profundidad y son muy efectivos en la pesca
continental.

Pueden ser duros o blandos, si el señuelo es duro el material usado para su


construcción es plástico, plomo o metal, mientras para los vinilos blandos
se usa una especie de silicona de diferentes colores. El secreto de la
efectividad de este material sin duda recae en la maestría que tenga el
pescador de aplicar uno u otro movimiento a los jigs o vinilos para poder
atraer a su presa.

Muy útiles para la pesca al curricán, lo ideal es usar estos excitadores para
la pesca al trolling imitando así el movimiento de las presas de los grandes
depredadores del mar. Estos señuelos suelen ser de un tamaño
considerable.

Aptos para la pesca de cefalópodos, entre ellos el calamar, jibia, pulpos,


sepias etc con su forma de torpedo atraen a estos invertebrados del mar,
además hay jibidones con forma de gamba e incluso fluorescentes, todo
depende mucho del gusto del pescador.
Son pequeños trozos de metal en forma de garfio cuyo su principal función
es la de retener al pez y poder pescarlo. Lo habitual es que estén fabricados
en acero inoxidable, mucho más resistente al uso y a la corrosión de los
agentes naturales, como pueda ser la sal del mar. Las partes principales del
anzuelo son la anilla, paleta u ojal, para atar el hilo, el cuello o pata, que
es la longitud del anzuelo, pudiendo ser de pata corta o larga según si
largura, la curva, la barba o muerte, que en ocasiones el modelo carece de
muerte y por último la punta, que los últimos modelos viene con puntas
afiladas químicamente para una mayor inserción en la presa y mayor
durabilidad.

Los primeros anzuelos creados por el ser humano eran de materiales como
los huesos de animales, conchas, hierro o bronce. Debemos pensar cual es
el tamaño de la captura que queremos obtener para elegir el tamaño y
forma del anzuelo, si vamos a pescar en mar, lo mejor es escoger anzuelos
resistentes a la corrosión y de acero inox.

Antes de nada es recomendable saber que tipo de anzuelos existen y cuales


son sus partes principales que lo forma, os contamos cuáles son los
anzuelos más adecuados dependiendo del tipo de pesca que vayáis a
practicar.
Uno de los más importantes es hacer uso del anzuelo adecuado para cada
tipo de especie que se desee capturar. El tipo de anzuelo empleado puede
condicionar nuestra jornada, por lo que te dejamos varias nociones básicas
que debes tener en cuenta:
Actualmente existen gran cantidad de modelos diferentes de anzuelos de
pesca:
 Rectos
 Con ojal o anilla
 Curvos
 Finos
 Gruesos
 De pata larga
 De pata corta
 Con paleta
 De carbono
 Con muerte o sin ella
 De hierro
 Con curva redonda
 Con curva mixta

Las partes principales de un anzuelo son la cabeza, caña o tija, curva,


muerte y punta. Aunque cada uno fue diseñado en especial para
determinadas especies, estas partes son comunes a todos.
 La cabeza: puede ser aplanada (paleta) o tener un agujero (ojal o
anilla), dependiendo de como la cabeza del anzuelo, el empatillado
del mismo es diferente.

 La caña o tija: es la parte más larga del anzuelo y según su longitud


son de pata corta o larga.

 Muerte: es la parte de clavado por retroceso, es decir la que cuando


intentas quitar el anzuelo se clava más, existen anzuelos sin esta
parte que son más recomendables para practicar la captura y suelta
o pesca sin muerte.

 La punta: parte principal del anzuelo ya que es la que se clavará en el


pez, debe de estar muy bien afilada para un correcto uso.

Y atendiendo a su forma, cada anzuelo se aconseja para un tipo de pesca


determinada.
 Anzuelos de pata larga: son recomendables para encarnar gusanos o
lombrices, para la pesca de peces planos, mabras, arañas, besugos,
etc.

 Anzuelos rectos o curvos de pata corta: se emplean para cebos más


carnosos, como la navaja o la sardina. Están especialmente
recomendados para la pesca de peces más grandes, como la dorada,
lubina o el sargo.

 Anzuelos circulares: se usan en la pesca deportiva de altura. No


producen daños importantes en los peces capturados, por lo que
pueden ser devueltos con total tranquilidad.

 Anzuelos triples o dobles: también conocidos como poteras, pueden


ser sustituto de señuelos, son ideales para pescar congrios, pulpos
etc.
Existen muchos y diversos anzuelos más aunque estos son los más
comunes. No debemos olvidar la importancia de utilizar un anzuelo de
calidad y de algún material inoxidable para que sea mucho más duradero.
Además, la rigidez es una característica fundamental a la hora de elegir el
anzuelo adecuado.

Dicho esto debemos de tomar precauciones a la hora de empatillar un


anzuelo, quitar de nuestra captura o poner la carnada en él, ya que
podemos tener algún percance como clavárnoslo, una situación bastante
habitual y….dolorosa, y creerme, no os gustaría que os sucediera, pero si
pasa os damos algunos consejos de como quitarnos el anzuelo sin sufrir
demasiado dolor.

En la mar siempre se ha pescado con flotador. Sobre todo especies de talla


discreta, han sido tradicionalmente perseguidas mediante esta técnica.

No obstante, la pesca en agua salada con boya ha evolucionado menos que


su homóloga en agua dulce y, mientras los pescadores de lagos ríos y
pantanos adoptaban las técnicas más refinadas provenientes de Europa y
USA, los pescadores de mar continuaban empleando los mismos aparejos y
montajes que habían utilizado durante las últimas décadas. Esto, por
fortuna está cambiando y cada vez son más los pescadores de mar que se
aventuran con montajes sofisticados y equipos ligeros y sensibles para
pescar a flotador.

Incluso, algunos, no hablan ya de pesca a boya o a flotador, sino que se


descuelgan con términos como "a la inglesa" hasta hace muy poco tiempo
patrimonio exclusivo del agua dulce. Lo cierto es que esta evolución de los
sistemas de pesca tradicionales está incidiendo positivamente en el número
de capturas, pero, sobre todo, en la satisfacción de los pescadores. Y
tenemos que hablar de satisfacción porque este tipo de equipos y de
montajes, proporcionan mayores sensaciones, sobre todo cuando
capturamos minitallas o peces de pequeñas dimensiones.

Otra ventaja de estos aparejos más sofisticados, es que, por primera vez,
han posibilitado el lastre adecuado del cebo, así como una colocación más
precisa del mismo. Esto, que puede parecer trivial, cobra a veces una
importancia decisiva. Pensemos en que la mayoría de los peces costeros se
alimentan a una profundidad determinada y, así mismo, tienen una boca
característica, que les permite ingerir un tipo de bocado o de un volumen
determinado.

Por tanto, se acabó eso de pescar en la mar con una boya gigante y mal
lastrada sin apenas sensibilidad, con un terminal corto y sin lastre y con un
voluminoso cebo que pende a media braza de la superficie. Este sistema,
muy habitual en cualquier puerto de nuestra geografía, ha pasado de moda.
Lo que antaño se consideraba pesca generalista y polivalente ha pasado a
ser, sin más, sinónimo de falta de pericia.

Sabemos que la mayoría de las especies que perseguimos son de escasa


talla y que, básicamente, serían: lábridos, pequeños espáridos, e incluso, si
hacemos rozar el cebo a ras de suelo, blénidos, salmonetes y góbidos. Por
tanto, nuestro aparejo debe fondear lo suficiente para quedar, como
mucho, a una braza del fondo, a no ser que pesquemos entre las rocas o al
lado de la pared de un muelle.

Es decir, puesto que perseguimos especies de roca, tendremos que


ponerles el cebo lo bastante cerca del fondo para que se decidan a tomarlo.
Estos peces no viven en aguas libres y cuando, accidentalmente, se
encuentran en medio de una gran masa de agua, se sienten desorientados
y en peligro. No es, pues, la situación ideal para tentarlos con nuestros
aparejos.

Por tanto, lo lógico será emplear el montaje que más se ajuste a las
necesidades o a los hábitos del pez que pretendamos capturar, y que, al
mismo tiempo, nos proporcione el máximo control sobre la picada. Adoptar
las técnicas más desarrolladas en la pesca a boya, puede ser entonces
imprescindible.
Por otra parte, a menudo observamos cómo los pescadores de mar en
general y los de flotador en particular, practican su afición muy mal
pertrechados del equipo necesario. Esta situación contrasta con sus
homólogos de agua dulce, provistos a veces hasta la exageración de todo
tipo de aperos de pesca. Pero, en este deporte, suele ser mejor pasarse que
quedarse corto, pues nunca se sabe a qué situación nos vamos a tener que
enfrentar.
Por lo pronto, habría que hacer una lista, digamos, de complementos, que
todo pescador de mar a flotador debería llevar consigo en cada jornada de
pesca:

 Sacadera adecuada
 Por lo menos otro tipo de cebo de repuesto o para alternar.
 Terminales o hilos de distintos diámetros.
 Varios tamaños de anzuelos, plomos y boyas.
Aunque este material que acabo de citar parece muy básico, si dan una
vuelta por cualquier muelle, rompeolas, puerto o, en general, cualquier
"punto caliente" de pesca a boya, se darán cuenta de que son una excepción
aquellos pescadores que lo poseen.

Para una mayor información y profundizando aún más, la modalidad de


pulso (coup) consiste en lanzar, clavar y recuperar un pez con una caña
desnuda a la que hemos colocado un sedal anudado a la puntera. La base
principal de esta modalidad es el cebado de la zona, ya que sin él,
difícilmente podremos obtener alguna captura. Esta modalidad, como casi
todas, tiene su origen en agua dulce, pero ha tomado un tremendo auge en
el mar, sobre todo en los puertos y zonas rocosas.

Este tipo de pesca propicia sentir la picada de los peces directamente en la


puntera de las cañas. Por ello se fabrican sin anillas y sin porta carretes,
porque el pescador de coup mantendrá la caña en la mano y clavará la pieza
en el momento que advierta la picada.

El coup o pesca a pulso es una modalidad que se puede practicar en


cualquier sitio, siempre y cuando nos encontremos cómodos en el lugar
elegido. Cuando la practicamos dentro de los puertos, la meteorología
apenas influye en su desarrollo. Pero, sin embargo, cuando la practicamos
fuera de las zonas abrigadas o resguardadas del viento, descubrimos que se
hace más difícil y más pesada. Por ello, considero que debemos primero
saber distinguir el estado del mar, antes de decidirnos por una zona u otra.
Por ejemplo: Cuando el mar está como una balsa de aceite o un espejo y
apenas hay viento, se dice que está en calma (calma chicha). Cuando
aparecen pequeños rizos superficiales y acompañados de una ligera brisa,
se dice que hay ventolina (rizado).
Cuando ya empiezan a aparecer pequeños borreguillos por encima de la
superficie marina y la brisa empieza a convertirse en viento, se dice que hay
marejadilla. Cuando estos borreguillos se convierten en crestas de espuma
y las olas empiezan a ser más largas, se dice que hay marejada (brisa fresca).
Cuando la fuerza del viento es mayor y las olas empiezan a ser escarpadas
y muy largas, se dice que hay fuerte marejada (frescachón).

Cuando el viento arrastra a las olas en capas espesas, se dice que hay mar
gruesa o muy gruesa (temporal). Cuando las olas ganan altura y el temporal
se endurece dejando una superficie blanca, se dice que la mar está arbolada
(temporal duro). Y, por último, cuando el mar arrastra por el aire rociones
de espuma y el viento ha conseguido sobrepasar los 50 nudos, se dice que
hay temporal huracanado (mar montañosa).

Con relación a las cañas, el mercado es muy extenso, ya que podemos


encontrar varios tipos: las telescópicas y enchufables.

Con respecto a las medidas, pueden llegar hasta los 14,5 m. de longitud o
incluso más, pero solamente las enchufables, ya que las telescópicas es muy
complicado que se fabriquen tan largas, debido a que son muy difíciles de
manejar, se tiene un mal control del flotador por la excesiva longitud de la
línea y por la dificultad de lanzar flotadores de muy poco peso; el caso es
que cada día se utilizan menos, y difícilmente se fabrican ya por encima de
los 10 m.
Sin embargo, las enchufables permiten el lanzamiento de todo tipo de
flotadores, al margen del peso que tengan estos, permiten la precisión en
el clavado, se tiene un control total sobre el flotador en todo momento y
de la profundidad a la que se pesca. Pero, para que sean efectivas, debemos
colocar un amortiguador en la punta. Este amortiguador no es más que un
elástico de diferentes texturas y elasticidad, que permite amortiguar la
fuerza de las sacudidas de los peces.

Los materiales con que se fabrican estas cañas son muy diversos: desde el
carbono, grafito, kevlar o fibra de vidrio, hasta el titanio. Pero hay tener en
cuenta que, a mayor longitud, mayor peso; por ello el material que
debemos elegir para este tipo de caña será siempre muy liviano,
descartando las más pesadas. Con respecto a la acción, son parabólicas, con
repartición a la puntera, pero, al mismo tiempo, algunas son de acción más
rápida, debido a que el pescador debe clavar la pieza en el momento de
advertir la picada.

Las pruebas de flexibilidad que tenemos que hacerle a una caña para saber
si es buena, son varias. Por ejemplo: Debemos colocar la caña extendida
horizontalmente, con la puntera a unos 20 o 25 cm. del suelo y propinar un
fuerte golpe de muñeca hacia arriba. En esta maniobra se observará que la
puntera debe subir y bajar rápidamente hasta rozar el suelo, y de esta forma
se observará la flexibilidad que tiene la puntera. Otra de las pruebas que se
pueden realizar es la de flexibilidad del arco. Ésta, la realizaremos
simplemente anudando un sedal a la puntera y tirando hacia abajo. De esta
forma, observaremos el arco que se produce y se determinará la resistencia
que tiene la caña.

Mientras llevamos a cabo lo anterior, la caña no debe hacer ningún ruido


extraño. Por otro lado, cuando realicemos estas maniobras, nunca las
haremos con brusquedad, sino que simularemos los distintos tirones que
puede producir un pez.
En esta modalidad los sedales más usados son aquellos que contienen en
su fabricación un alto contenido de teflón o coramida, ya que todo el
aparejo dependerá directamente de él. Con relación al diámetro más
utilizado, oscila entre el 0.16 mm y el 0.22 mm, utilizando siempre los
sedales más finos según el estado del mar y en función de la especie que se
pretenda pescar.

Otra de las cosas que debemos tener en cuenta, es que nunca pondremos
el sedal más largo que la longitud de la caña, porque si tenemos la fortuna
de clavar alguna pieza considerable, ésta hará que la caña se arquee y, si
dicha longitud es mayor, será imposible sacar la pieza del agua, e incluso
nos costará mucho trabajo introducirla en el salabardo.

Por norma general, el bajo línea será siempre confeccionado directamente


con la línea madre, ya que muy pocas veces se utiliza mosquetón, porque,
muchas veces, es divisado por los peces, haciendo que estos ni se acerquen
al cebo.
En esta modalidad, las plomadas están siempre determinadas por el tipo de
flotador que se usa. Por norma general, los plomos más usados son los de
guisante o perdigón, que nos sirven para plomar el flotador. Aunque, a
veces, se pueden sustituir dichos plomos por otros que también harán la
función buscada, pero de dimensiones y pesos distintos. Uno de los más
utilizados, aparte de los anteriores, es el de torpedo pero con muy poco
peso, e incluso los de pera taladrados.

No existen anzuelos específicos para la modalidad de coup. Por lo general,


los tamaños que se utilizan son medianos y pequeños entre el 6 y 12.
Siempre colocaremos el anzuelo con relación al cebo que se utilice y a la
clase de pez que se pretenda pescar. Con respecto a los modelos, podemos
utilizar varios, pero siempre será aconsejable utilizar aquellos que tienen la
pata más larga, con el fin de poder sujetar bien la carnada.

Con respecto a los flotadores que se usan en esta modalidad, no existe un


modelo específico, como sucede en la modalidad de inglesa o incluso
boloñesa, sino que, por lo general, el pescador elige el que mejor se adapte
al estado del mar. Por ello, en este tipo de pesca se pueden utilizar muchos
y de variadas formás: desde los de aguas quietas, hasta los de fuerte
marejada. Por suerte, en el mercado tenemos donde elegir, ya que hay
muchos modelos.

Los materiales de fabricación son muy variados, desde la madera de balsa


hasta el plástico, pasando por el corcho natural o artificial. Su fabricación es
muy sencilla: primero se confecciona el cuerpo según el diseño que se elija;
más tarde se perfora por el centro o se le colocan unas pequeñas anillas por
fuera según sea el modelo; una vez hecho esto, se le coloca la antena y se
pinta. Los modelos fabricados son muy variados, porque pueden tener
forma de dardo, flecha, trompo, redondos, cónicos, o incluso en forma de
huevo, y en diferentes tamaños y pesos, desde los 2 gr. hasta los 200 gr.

Si pudiéramos preguntar a todos los pescadores que utilizan esta


modalidad, observaríamos que todos tienen en común la másilla como cebo
principal, porque en esta modalidad no se efectúan lanzamientos fuertes
que pueden hacer que de desprenda del anzuelo, y porque el cebo es muy
parecido al engodo que preparamos a base de pan. Pero ello no quiere decir
que siempre utilizaremos la másilla como cebo principal, sino que también
debemos utilizar otros tipos, desde lombrices, asticot o pan francés, hasta
sardina e incluso patas de calamar.

El terminal para esta modalidad se suele hacer siempre en su forma directa,


ya que, de lo contrario, o sea, indirecta, el mosquetón se vería mucho,
haciendo que los peces desconfíen del cebo. El terminal está condicionado
por la especie que se pretenda pescar; aparte, hay que tener en cuenta que
el flotador no debe nunca hundirse por el peso del cebo y los plomos, ni
tampoco debe quedarse acostado encima del agua.

Si buscamos especies que se dediquen a comer en la zona de mayor


claridad, como es la superficie, deberemos usar flotadores que coloquen
nuestro cebo ahí, pero siempre y cuando sea de la forma más natural
posible. Si, por el contrario, el pez acostumbra a comer a fondo, deberemos
utilizar aquellos que se puedan lastrar con bastante peso, para que, al caer
al agua el cebo, se vaya rápidamente al fondo y no sea atacado por los peces
pequeños que se alimentan a media agua o en la superficie.

A continuación unos ejemplos de montajes de bajos de línea para la


pesca boloñesa, coup o inglesa
2Montaje al coup para lago carpas pequeñas
4Montaje pesca al coup lago línea clásica

1Montaje pesca en lagos para bremas difíciles 3Montaje bajos inglesa pesca en lagos de carpas
7Montaje pesca boloñesa en lago grandes peces 8Montaje pesca de carpas línea sensible

6Montaje pesca a la inglesa en lago olivette 5Montaje pesca en mar línea fija
9Montaje pesca al coup en río con corrientes
10Montaje pesca boloñesa fina

12Montaje pesca a la inglesa en río para depredadores 11Montaje pesca al coup en mar línea deslizante
13Montaje pesca en río bajo de línea olivette
En esta ocasión vamos a dedicar este post a la pesca a corcheo de mojarras
y sargos, una modalidad y unos peces que atraen a miles de aficionados a
toda nuestra costa, pues deparan no sólo oportunidades de lograr grandes
capturas, sobretodo en la costa norte, sino de pasar muy buenas jornadas
de pesca con un gran número de picadas, pues tanto las mojarritas como
los sargetes suelen responder muy bien al engodo del roquedo y a la acción
de corcheo con caña de pulso sin carrete.

Posiblemente sean estos los peces más buscados en nuestras costas por los
pescadores de todas la edades, y más antes, cuando una gran mayoría salía
de pesca casi exclusivamente con caña de corcheo, y frecuentaba y
prácticamente todo el año al espigón del puerto, los rompeolas de las
playas y esas bellas puntas rocosas a modo de salientes naturales en
numerosas calas.
Es más, aunque disfrutamos enormemente del deporte de la pesca y de
estos peces con nuestros equipos de surfcasting en fondos de arena y
mixtos, creo que tanto mojarras como sargos cumplen perfectamente con
lo que el pescador a corcheo busca en sus excursiones de pesca:

 Entretenimiento
 Número de capturas
 Emociones y disfrute

Añadiendo a todo esto a lo que yo denomino “meditación corchera”; nos


mantenemos ensimismados mientras corcheamos que nos olvidamos por
un buen rato de todo lo que rodea a nuestras vidas habitualmente, que no
es poco con lo que está cayendo. Así que aquí van algunos trucos y
recomendaciones por si te animas a sacar tu caña larga y a preparar unos
cuantos aparejos, con tu cubo de engodo, tu cubo de capturas y tus cebos.

Realmente no hay que estar pensando en espumeros amplios en todo


momento, porque esto no se da siempre en toda la costa; es cierto que la
costa cantábrica y atlántica podemos encontrar espumeros con frecuencia,
y en estos escenarios podremos lograr las mejores capturas, sin embargo
en la costa mediterránea y atlántica andaluza estos espumeros son muy
puntuales.

Tanto mojarras como sargos están presentes en los roquedos de forma


permanente, según las condiciones del momento, la claridad y el
movimiento de la mar estarán más cerca de las rompientes o más en el
fondo, incluso metidos en sus grietas y cuevas. No dudes en salir a corchear,
pues merece la pena aunque la mar tenga poco movimiento, salvo en días
de aguas excesivamente calmadas y tras varios días así, lo que sería el peor
escenario.
Con un poco de espuma es como mejor se localizan los buenos puestos;
busca una zona donde entren un poquito las olas, y fíjate bien en la
configuración de las rocas del espigón, de los bloques; como ahora veremos
hay signos que marcan si ese lugar tiene opciones o no de pescar buenos
sargos.

Pero no renuncies a corchear por una mar calmada y transparente, si eliges


bien el lugar y engodas con talento la acción del reflujo o de una corriente
de salida puede provocar que en un rato acudan un buen número de sargos
o mojarras, seguramente no muy grandes, pero a veces son los “palmeros”
los que dan más juego en esta pesca.

Sobre todo buscaremos zona donde podamos calar a buen fondo, que
tengan alguna que otra roca a modo de saliente y donde observemos que
hay entrada de agua con espuma y salida de la misma en otra dirección; es
lo que se denominan las “coladas”

Este movimiento de agua marca diferencias importantes para atraer a los


peces a rebuscar comida allí, pero sobre todo para extender nuestro
engodo de forma eficaz. Intenta no buscar puestos donde exista mucho
fondo pero no puedas calcular qué hay bajo el agua; si es una poza muy
honda sin más rocas ni movimiento de agua raro será que sea un puesto de
pesca productivo salvo casos puntuales.

Igualmente debes dejar de insistir en esos puestos cómodos en los que todo
el mundo pone su silla de la playa en la misma roca plana; esos puestos
están muy rebuscados, te toca investigar y descubrir “tu” mejor puesto, que
a veces está donde todos los demás pescadores renuncian a probar.

Diría que lo fundamental es que entre mar y salga mar en una zona con
rocas a varias profundidades alcanzables con tu aparejo; hay que buscar
una zona en la que el mar entre un poquito y salga con fuerza esa misma
agua, ahí rebusca seguro, ahí entran los peces a buscar comida, y ahí es
donde mejor dinámica de pesca va a poder mantener nuestro aparejo de
pesca, y donde mejor va actuar nuestro engodo.

No te obsesiones por la profundidad, insisto, mejor que buscar zonas muy


profundas es buscar zonas con alegría en el agua.

No basta con calar el aparejo en el fondo, eso es lo que hacemos en los


comienzos, cuando parece que todo radica en poner el aparejo en el agua
y esperar como hipnotizados a ver sí hay movimientos, ondas alrededor del
corcho de pera pintado de color rojo, pero no, eso está bien para comenzar,
pero cuando ya vas con otra intención, conociendo esta modalidad de
pesca, descubres que no basta, que al aparejo hay que darle vidilla.

Si queremos lograr buenas capturas de sargos y mojarras hay que procurar


calar el aparejo de pesca con suavidad en una zona en la que sea el
movimiento del agua el que se lleve el aparejo hacia el lugar donde
calculamos que pueden estar comiendo los peces.

Te aseguro que esta es la forma de subir de nivel, de ir avanzando y


poniendo tu aparejo cada vez en mejor disposición de pesca en el lugar
adecuado, así que olvida lo de calar justo encima de donde sabes que están
o pueden estar los peces, no golpetees más la superficie ahí, hay que valerse
de la mar, cala unos metros separados, y deja que la corriente o la colada
del puesto atraiga o mueva tu aparejo, así el cebo llegará a los peces de
forma natural, como le llega la comida en esa zona, y entonces es cuando
entran sin miramientos. Para ello antes de pescar debes descubrir el
movimiento del agua en ese puesto.
En las corrientes de entrada y los reflujos está la diferencia entre capturar
o no; ojo, que hay días que buscas el mejor puesto del mundo y los peces
están con la boca cerrada, pero la pesca es así. Salvo circunstancias como
estas, buscando con talento una zona en la que entra agua en forma de
manga o con olas que rompan, pero que metan mucha masa de agua entre
las rocas, podemos tener éxito.

Esta entrada la denominamos corriente de entrada; mueve mucha agua


ante la rompiente y hace que nuestro corcho suba y baje constantemente,
lo que facilita que los peces, una vez engolosinados con el engodo, tomen
el cebo cuando se va hacia arriba, provocando una picada instantánea; esta
misma masa de agua que entra es la que sale al romper.

Esta salida la denominamos reflujo, y nos permite tener calado de entrada


para nuestro aparejo y de salida, pues en esta zona también se meten las
mojarras y los sargos a buscar lo que el agua saca de las rocas. Será un punto
fuerte para engodar, ya que una palada de engodo ahí se reparte a muchos
metros de distancia, y los peces entran a contracorriente buscando el
comedero.

Sedales de pesca finos si nos movemos en zonas donde lo habitual sean las
capturas pequeñas o alguna mediana en cuanto a sargos, lo habitual en la
mayoría de pesqueros para corchear a pulso no necesitamos sedales
gruesos, nos movemos por debajo del 0,30 y cerca del 0,20 mm de
diámetro, según pesqueros y según el atrevimiento del pescador, pero es
cierto que a mayor claridad del agua y mayor quietud menor debe ser el
calibre de nuestro sedal.
Corchos y flotadores hay para aburrir, desde lo más estilizados procedentes
del diseño para la pesca en agua dulce hasta los más tradicionales boyas de
tipo pera, siempre equilibrando el corcho con el plomo. Merece la pena
dedicar un rato a calibrar correctamente, calculando el lastre ideal para
cada corcho según la mar y el cebo que usemos, así podremos llevar
preparados varios aparejos para ir cambiando según necesitemos.

El anzuelo de pesca no puede ser pequeño por dos motivos, primero porque
debe proporcionar un buen clavado en peces grandes, y segundo porque
para pescar con masilla, que es lo habitual necesitamos un anzuelo de
tamaño suficiente para que pueda sujetar bien la bolita de masilla.

Entre el número 2 hasta el 6 hay donde elegir, según sean los peces
habitualmente de nuestra zona, pero no te pases con anzuelos pequeños,
dificultan el clavado y facilitan que se los traguen demasiado los peces más
grandes.

Un toque o picada viene determinado por el tamaño del pez y por el


momento; con aguas muy calmadas y poca actividad se sucederán los
toques, pero pueden escasear las picadas directas, entre otros motivos
porque las mojarritas que se acerquen suelen ser pequeñas y no pueden
llevarse el cebo de un tirón.

Ante esto hay quien se desespera y comete el error de poner los anzuelos
más pequeños para aprovechar los pececillos que entran. Hay que engodar
a mayor distancia aprovechando la salida de los reflujos para intentar atraer
mojarras y sargos de mayor tamaño.

Pensemos que cuando hay muchos toques es que hay movimiento de


pececillos, y esto atrae a peces más grandes. Engodemos, mantengamos el
tamaño del cebo y esperemos acontecimientos. Si paran de golpe los
toques atentos, porque puede ser que estas mojarritas se marchen porque
entran peces mayores, o alguna lubina o baila, y sin buscarlo, lo mismo la
recompensa es mayor.

El secreto de esta técnica es el engodo, más allá de los cebos o del propio
equipo, incluso que el puesto, podemos buscar un lugar bueno, ofrecer los
mejores cebos, tener un equipo equilibrado y muy eficaz, y lógicamente
podremos llegar a capturar peces, pero si engodamos las posibilidades
aumentan en tamaño y cantidad.
Pero ojo, no todo radica en tirar pegotes de masilla al agua, para engodar
de forma efectiva hemos de basarnos en pastas muy líquidas y muy finas;
lo que debemos conseguir es crear una estela que vaya desplazándose con
la salida del reflujo o la salida del agua que entra a la rompiente, con ello
podemos conseguir reclamar a las mojarras y sargos que están dispersos
por la zona, o merodeando por el fondo.

Para estos peces funciona muy bien los engodos de calamar o pota, de
marisco de la zona, de sardina y de aceites o pastas basadas en conservas.
Se trata de conseguir una masilla muy triturada y diluir al punto exacto para
que se reparta muy rápido y navegue con el reflujo, así los atrae y no
consiguen comer, despertando más su interés por los cebos que van a
encontrar, entre los que destaco por su probada eficacia la masilla de
sardina, el camarón vivo o la tira pequeña de calamar.
La pesca surfcasting es un estilo que se realiza principalmente desde la orilla
de las playas y costas, es una de las modalidades con más adeptos, tanto en
principiantes como para torneos y competiciones deportivas. La pesca del
lanzado o surf casting tiene múltiples zonas de acción, puede ser desde
muelle, playas, escolleras, siempre buscando lugares donde el fondo sea de
arena, hay otras variantes como el surf-fishing usando equipos y plomos
ligeros. Estos plomos serán de 80 a 200 gramos de peso para poder
considerarse lance ligero, y para los llamados lances pescados usaremos
pesos de hasta 300 gramos para el plomo.

Es una modalidad muy demandada en los torneos y competiciones


deportivas, cada día se suman más adeptos a este estilo aún sabiendo que
puede llegar a ser muy dura si contamos con los factores climatológicos,
sobre todo el viento, aunque realmente el surfcasting es verdaderamente
apasionante gracias a que podemos conseguir grandes capturas de varios
kilos de peso para casi todas las especies, como por ejemplo, lubinas,
doradas, sargos etc.

La mayoría de las cañas de surfcasting son de tres tramos enchufables de


fibra de carbón, de media o alta gama, plomos de 80 a 300 gramos,
usaremos anzuelos o gameta para el bajo y la línea madre o primaria, en la
gameta irá colocado el cebo, por ejemplo, cebos vivos tipo gusanas,
americanas, koreanas, titas etc. Las cañas de surfcasting telescópicas están
ganando aceptación gracias a su precio algo más barato y de parecido
manejo que las enchufables.

El equipo empleado en esta modalidad de pesca: cañas, anillas, carretes e


hilos, los cuales, y gracias a las nuevas tecnologías empleadas y aplicadas
en su construcción, son en gran parte responsables de los logros que se
puedan obtener en el tema que nos ocupa.

Básicamente y según su acción, se dividen en parabólicas, o lentas, y con


acción de punta, o rápidas.

Las primeras doblan la caña en su tramo medio, siendo relativamente lentas


al ejecutar el lanzado y no alcanzando muy largas distancias. En las
segundas la caña se dobla cerca de la puntera, con lo que se obtiene una
mayor velocidad en el lanzado y por lo tanto una mayor distancia obtenida
tras el mismo.

Llegados a este punto, cabría hacer una observación: una caña lanzadora
no es necesariamente una caña pescadora, y viceversa. Una caña
extremadamente rígida en su punta nos permitirá la utilización de plomos
mayores que otras más blandas en el mismo tramo, y por lo tanto se
obtendrán mayores distancias de lanzamiento, si bien con este tipo de
cañas durante la acción de pesca el número de peces clavados y llevados
hasta la mano será inferior que con otras un poco menos rígidas (hay un
dicho entre los pescadores que dice que es la caña la que tiene que clavar
al pez).

Su construcción suele ser en compuestos de fibra de carbono, ahora incluso


con refuerzos de titanio. Este tipo de materiales las hace más robustas y
potentes, a la vez que más ligeras. También, en algunos modelos, se
incorpora una malla de Kevlar, que las dota de solidez. Suelen tener una
longitud de entre 4,25 y 4,50 metros. Su potencia más usual oscila entre
100 y 300 gramos.

Para concluir, y en consonancia con lo antedicho, una buena caña para la


práctica de la pesca al "lanzado sobre las olas" (que no para las
competiciones de lanzado) debe guardar un equilibrio entre una caña
"lanzadora" (muy rápida) y "pescadora" (más lenta).

Hay que tener en cuenta de que son éstas las que soportan el paso del hilo
o sedal. El rozamiento entre ambos elementos se traduce en menos metros
de hilo sacado de la bobina, a la vez que en un más rápido deterioro del
sedal, y de las anillas. Por consiguiente, conviene que el anillado de la caña
esté realizado en un material muy duro y con un bajo coeficiente de
rozamiento, como puede ser el carburo de silicio (SIC).
Anillas Globo: anillas algo menos usuales pero realmente útiles para líneas
e hilos más gruesos.

Low Rider: este tipo de anillas son hoy día la revolución en el mercado de
la pesca deportiva, de tamaño muy reducido y una estética muy cuidada.
Son funcionales para hilos muy finos hasta 0,40 mm aproximadamente.
Anillas K: muy parecidas a las anillas Low Rider con la particularidad de que
las anillas están ligeramente inclinadas hacia arriba. Estas anillas son cada
vez más frecuente de verlas en cañas de alta gama.

Estos son los tipos de anillas según su forma pero ahora debemos de
elegir el material con el que están construidas las anillas de nuestra caña de
surfcasting.

Tipo de Cerámica: La mayoría de las anillas monta una de estos


tipos: alconite o SIC. Las dos son estupendas cerámicas aunque las SIC en
vez de ser planas son curvas, lo que hace la línea se deslice aún mejor.

Tipo de Armadura: existen dos posibilidades, anillas FUJI en acero


inoxidable o las anillas de imitación. La diferencia a parte del precio es
la limpieza y durabilidad. Cuando nuestras cañas no montan FUJI tenemos
que estar limpiando nuestras anillas constantemente al llegar a casa
después de cada pesquera, de lo contrario el salitre hará que nuestras
anillas se pongan de un color verdoso y hará finalmente se oxide.

Lo mejor para nuestras cañas de surfcasting sería elegir unas anillas FUJI
SIC, pero claro el precio se incrementa bastante, todo depende de nuestra
economía.
Existen en el mercado dos tipos de carretes: los llamados de bobina fija, y
los de bobina giratoria, también llamados multiplicadores (lo que no tiene
ningún sentido, pues multiplicadores lo son todos).

Los carretes destinados a la pesca en la modalidad de surfcasting deben


permitir almacenar al menos 200 metros de hilo de 0,40 mm de diámetro.
Su construcción debe ser sólida y con tratamiento anticorrosivo (por
aquello de la salinidad del mar).

Con respecto a la bobina, si es cónica (en los carretes de bobina fija) mejor.
Estos tipos de bobinas permiten una mejor salida del sedal. Aunque
también interviene de una manera especial el llenado de la misma, esto es:
el hilo deberá de estar enrasado con el borde superior de la misma, lo que
junto con un buen diseño de la bobina facilitará una mejor salida de la línea
y en consecuencia permitirá alcanzar mayores distancias de lanzado.
En lo concerniente al carrete del tipo de bobina giratoria, su mayor
problema es la regulación del freno centrífugo, y el uso del pulgar, para
evitar que la inercia de la bobina provoque un "nido" en la línea. Hasta
adquirir algo de experiencia en su manejo este tipo de problemas son
bastante frecuentes.

En lo referente al sedal a emplear, una cosa es evidente, y es que a menor


diámetro del hilo empleado mayor distancia de lanzamiento se obtiene,
pues tanto el peso como el rozamiento son mayores. Insisto (a costa de
pecar de reiterativo): no se debe olvidar que estamos tratando de una
modalidad de pesca, en la que "meter hilo", cuanto más mejor, es una de
sus principales características.

Dicho lo anterior pasemos a ver los distintos lanzados que con más
asiduidad se emplean en esta modalidad pesquera. Para ello he
seleccionado tres tipos de lances que a mi juicio son los más practicados:
tradicional, catalana, media luna o ground cast, y pendular. Hay más, y
como antes dije cada pescador tiene su sistema, pero estos que aquí se
exponen son los más extendidos, unos más que otros, por lo que he podido
observar tanto en concursos de lanzado como en jornadas de pesca.

También cabría matizar algo, y es que no hay que engañarse: manejar una
caña de 4,25 o 4,50 metros, y lanzar un paternoster de 2 o 3 anzuelos con
sus respectivas carnadas a 150 metros desde la orilla, requiere fuerza,
habilidad y experiencia.

Un detalle muy a tener en cuenta es la parada de la caña tras el lanzado:


ésta debe ser en seco, para que toda la energía se transmita al plomo, y lo
más alta posible, para que la parábola que describa el plomo en su
trayectoria sea amplia y en consecuencia la distancia recorrida sea mayor.
Lógicamente la parada coincide con la suelta del hilo (por cierto, la caña no
tiene que sonar durante la ejecución del lanzado si se ejecuta
correctamente: caña silbadora, poco lanzadora).

Por último, hablar de pasada de un importante detalle al que no se le presta


mucha atención. Me refiero al drop, caída, o distancia del plomo hasta la
punta de la caña, siendo éste uno de los métodos o factores que más
influyen a la hora de cargar la caña al máximo, permitiendo, si está bien
elegido, utilizar pesos más reducidos, controlar mejor la dirección del
lanzado, y reducir el esfuerzo necesario para ganar más metros.

No tiene nada que explicar. Básicamente, consiste en llevar la caña en un


plano vertical por encima de la cabeza (above cast) con el plomo pendiendo
de la puntera de la caña. Su ejecución es siempre encarando al objetivo, es
decir: el lanzador se coloca mirando al mar y luego, con un movimiento de
arriba abajo, lanza.

Dada su simplicidad es el adecuado para los que comienzan a iniciarse en


esta modalidad de pesca, o bien para aquellos escenarios (escolleras,
espigones, cantiles...) donde puede ser complicado efectuar el movimiento
amplio que exigen otros tipos de lanzado.

Con el lanzado tradicional no hay que esperar grandes logros en cuanto a


distancias se refiere.

Existen muchos más nombres que denominan este tipo de lanzamiento. Los
más conocidos son los citados. Ground cast se podría traducir por "lanzado
desde tierra", pues es del suelo de donde parte el plomo para la ejecución
de este lanzado.
Su virtud es que la caña se carga mucho más que en el lanzado tradicional,
lo que se traduce en más distancia obtenida. Para describir este tipo de
lance me apoyaré en el método que yo utilizo, que advierto que no es la
forma más ortodoxa de ejecutarlo, aunque las diferencias son pocas
(básicamente se diferencia en la posición del plomo y puntera), pero he
llegado a lograr más distancia de esta forma que con la tradicional en este
estilo y es la que mejor se adapta a mis necesidades.

Para empezar hay que imaginarse que estamos dentro de un reloj. Lo que
yo hago es colocarme de costado al mar situando la punta de la caña a las
dos en punto y el plomo entre las cuatro y las cinco, casi formando un
ángulo de 45º entre plomo y puntera (el más puro estilo dice que el hilo se
extienda como una prolongación de la caña).

La pierna derecha esta adelantada un paso y sobre ella recae el peso del
cuerpo, el talón de la caña se sitúa más o menos, a la altura del pecho,
mientras que la puntera está más abajo, a unos pocos palmos del suelo. La
mano que sujeta el hilo (la derecha si somos diestros) está baja y extendida
hacia atrás.

Este conjunto (posición de caña, plomo y cuerpo), hace que la caña ya esté
en tensión antes de empezar la rotación del cuerpo, lo cual hace que
cuando empezamos a girar (la pierna izquierda es entonces la que soporta
el peso del cuerpo) la caña se cargue más cuando el plomo empieza a volar
a nuestras espaldas.

Cuando encaro el mar es cuando la mano que sujeta el talón de la caña tira
hacia el pecho, al tiempo que la mano que sujeta el hilo la extiendo lo más
arriba posible, deteniendo el movimiento como a las doce o a la una en
punto de ese reloj imaginario. Esto hace que el plomo salga disparado bien
algo (cuanto más mejor) en una parábola ascendente y que obtengamos
una gran distancia de lanzado.
Si el tipo de lance anteriormente descrito se sale un poco de lo habitual, el
pendular se puede definir como un estilo de difícil ejecución. Esto es debido
a que en este tipo de lanzamiento se carga tanto la caña y es tal aceleración
que se le imprime al plomo, que lo más normal, para el principiante, es que
la caña domine al lanzador, y no al revés, lo que genera errores en la
dirección de los lanzados y en su altura.

Básicamente consiste en hacer oscilar al plomo en el aire, primero hacia


detrás y luego hacia delante, en un movimiento parecido al de un péndulo.
Se parte de una posición parecida a la del ground cast, solo que ahora el
tronco del lanzador estará de espaldas al objetivo, es decir mirando en
dirección contraria a la que luego tendrá el lanzado.

Partiendo de tal posición se comienza a balancear la caña tal como se ha


descrito anteriormente (de atrás para delante y viceversa), para que cuando
el plomo alcance su punto más alto en estas series de vaivenes
comencemos a girar el cuerpo (la caña continuará aun por detrás del
lanzador).

A continuación cambiamos la dirección del plomo cargando la caña en un


movimiento giratorio parecido al del ground cast, para finalmente quedar
mirando hacia al mar, momento éste de finalizar el lanzado con una
sucesión de movimientos encadenados: primero tiramos de la mano que
sujeta el talón de la caña, de abajo arriba, y después traemos nuevamente
el talón de la caña hacia nuestro pecho, culminando entonces el
lanzamiento, que se deberá de efectuar por el lateral del lanzador.

Aquí quiero apuntar algo sobre la seguridad, tanto la propia, como la de los
que están a nuestro lado. No se debe de olvidar, de que hay un plomo de
más de 100 gramos "volando" sobre nuestras cabezas, en el caso del
pendular, con lo que esto puede conllevar para la integridad física del
lanzador y quienes le rodean.

Conviene, al iniciarse en este tipo de lanzados, el pendular en especial,


practicarlos sustituyendo el plomo, por algo más blando y de menor
consistencia, como por ejemplo un bullrag (una especie de "huevo" de
silicona, especial para obtener más distancia con señuelos artificiales de
pequeño tamaño) o una pelota de tenis en la que inyectamos agua y
preparamos para fijarla como plomo.

Tampoco se debe de olvidar un problema frecuente en esas playas


"valladas" por las innumerables cañas plantadas en ellas. Es recomendable
no utilizar los lanzados más evolucionados hasta que no tengamos bastante
destreza, de lo contrario nos pasaremos toda la jornada desenredando
nuestro hilo de las líneas de los que comparten con nosotros la jornada de
pesca, y si bien es de humanos el equivocarse la paciencia de los demás
suele, tarde o temprano, terminar por acabarse.
Dicho lo anterior, convendría practicar estos lanzados en esos días en los
que, por las inclemencias del tiempo, mala mar..., no están como para
dedicarlos a pasar una jornada de pesca, buscando en esos días los lugares
menos poblados, donde se tenga la seguridad de no generar ningún tipo de
percance.

Solo falta decir, a modo de colofón, una pequeña pero interesante


apreciación: no busquemos batir marcas desde el principio, ejecutemos los
lanzados con suavidad, con movimientos que se encadenen en una fluida
sucesión, hasta depurar y conseguir una técnica que nos lleve a lanzar de
una forma mecánica y al tiempo natural por nuestra parte.

Para ello no hay mejor aliado que el tiempo y la perseverancia. No hay que
amilanarse por los fallos que al principio podamos cometer (cosa que por
otro lado, es lógica y normal), sino más bien todo lo contrario: seguir
"machacando", hasta convertirnos en experimentados lanzadores, en
pesca o en competición.

Con todo y con ello, de vez en cuando y por muy diestro que se sea
lanzando, hay veces en que es mejor olvidarse del último efectuado,
recoger y volver a lanzar nuevamente pasa por ser la mejor y única opción
a tan desastroso lanzado.

El lance pesado es una técnica en la que, aparte de la importancia que tiene


que el lanzado sea lo más correcto posible, tanto en su ejecución como en
su precisión y suavidad, hay que cuidar otros aspectos, como son los
aparejos y los cebos que empleemos.

Salvo en los casos en los que lancemos a un punto concreto por ejemplo a
una hondonada o una barra, o a cualquier lugar favorable pues le
suponemos abundancia de peces lo normal será lanzar nuestro aparejo
cuanto más lejos mejor.

Para ello debemos ejecutar el lanzado con fuerza y habilidad para conseguir
distancias largas. Además, es conveniente que el plomo sea lo
suficientemente pesado y la caña lo suficientemente larga, pero, en
cualquier caso, que vayan en consonancia. Es fundamental el equilibrio
entre caña, carrete y el peso que lancemos.
Tampoco debemos descuidar el estado del sedal y que la bobina del carrete
se encuentre totalmente llena. Sobra decir que las anillas deben estar
perfectamente alineadas y pulidas para ofrecer el mínimo rozamiento
posible.

A fin de aumentar unos metros la distancia alcanzada por el aparejo, nos


adentraremos en el agua de la orilla hasta donde nos sea posible. Para ello
es muy aconsejable estar provistos de altas botas de goma o de pantalones
de vadear.

Una vez efectuado el lance, mantendremos abierto el carrete y situaremos


la caña en su correspondiente soporte, que hemos fijado anteriormente.
Sólo entonces cerraremos el carrete y tensaremos el sedal. Si, al poco
tiempo de haberlo tensado, observamos que el seno del hilo cae fláccido,
procederemos a tensarlo de nuevo. Si, repetida esta operación, el resultado
es el mismo, esto significará que la corriente es demasiada para nuestro
lastre y mueve demasiado el aparejo, con lo que habrá que plantearse
poner un plomo más pesado, o bien emplear plomadas especiales que se
ofrezcan resistencia a su desplazamiento por el lecho marino. A este fin,
disponemos de plomos con garfios, salientes, puntas y demás elementos
para conseguir un sólido agarre incluso en fondos blandos.

Respecto a los cebos, su volumen y capacidad para mantenerse en el


anzuelo es decisiva a la hora de plantearnos el lance. Con los cebos blandos,
una buena opción será la de amarrarlos con un poco de hilo de licra, de
algodón o de goma elástica. También debemos tener en cuenta su tamaño,
lo cual puede dificultar el lanzado del aparejo, así como que éste “vuele” de
manera óptima.

Entre los cebos aptos para ser lanzados, está la gusana de mar en casi todas
sus variedades, los moluscos bivalvos, con o sin concha, y los cangrejos y
otros crustáceos pequeños o en trozos. También los trozos de calamar y, si
tenemos cuidado al encarnar, los cebos más olorosos como las sardinas y
otros peces. Aunque algunos utilicen el pescado en salmuera, e incluso,
congelado, nosotros optaremos siempre que sea posible por el pescado
fresco y, cuanto más fresco, mejor.

La creencia de que el pescado un poco pasado puede resultar más atractivo


por despedir un aroma, digamos, más penetrante, es totalmente
infundada. No pongo en tela de juicio que huela más, pero no hay que
confundir mayor olor con peor olor. Los peces distinguen perfectamente el
tufo de la carnada pasada, y habrán de estar muy hambrientos y
desesperados para atacar este tipo de cebo. Por otra parte, el pescado bien
fresco es el más resistente, y, por tanto, el que mejor aguantará en el
anzuelo.

Este es otro punto interesante para el aficionado, que a veces sólo se


preocupa del lanzado y no piensa en que su cebo ha de estar luego en el
agua de la mejor manera posible. Dado que las corrientes producidas por el
oleaje y la resaca suelen ser fuertes, conviene resaltar la importancia de que
el cebo aguante bien las embestidas del agua y se mantenga en su posición
original, minimizando el fenómeno adverso que constituyen los golpes de
mar para la sujeción de la carnada en el anzuelo. Por eso, lo mejor será
emplear cebos que mantengan cierta consistencia y anzuelos lo
suficientemente grandes como para que quede bien sujeto el bocado.
Respecto al cebado previo de la zona de pesca, aunque algunos autores e
incluso reputados aficionados así lo aconsejen, la experiencia nos
demuestra que esta práctica no se puede generalizar en el surf casting y
sólo debe ser tenida en cuenta en condiciones muy específicas, como
cuando la mar está muy bella o lanzamos a un lugar cercano a la orilla y que,
por esa razón, sea susceptible de ser alcanzado por nuestro macizo o
engodo.

De no mediar estas condiciones poco frecuentes en las rompientes no sería


efectivo cebar el agua y, a menudo contraproducente, por la sencilla razón
de que la corriente lo alejaría rápidamente de nuestro radio de acción de
pesca, si es que antes ha tenido alguna oportunidad de llegar hasta allí.
Piénsese que, a menudo, los lances que realizamos son de más de 75 m y lo
difícil que es macizar una zona más allá de los 30 o 40 m.

Por último, un aspecto determinante y que muchos descuidan, es la manera


de entrar en el agua que tiene el aparejo. De nada valdrá haber alcanzado
la mayor distancia posible o haber colocado nuestra carnada con precisión
en esa barra tan querenciosa, si el aparejo cae desordenado. Me explico:
durante el lance, muchas veces, el plomo tiende a situarse por delante de
las hijuelas de los anzuelos que rematan el aparejo. De caer al agua así, el
resultado es un más que previsible enredo. De nada sirve un aparejo
enredado. De ahí que debamos vigilar el aparejo mientras vuela, para que
penetre en el agua de forma que quede en banda, en posición correcta para
pescar.

Hay muchas técnicas para la pesca en la mar, pero el lance pesado, es sin
lugar a dudas, la modalidad deportiva más empleada. En la pesca al lance
pesado debemos controlar a la perfección, además del tipo de especies y el
tamaño de los ejemplares que deseemos capturar, el tipo de fondo con el
que nos encontramos. Un sabio aficionado me solía comentar que el fondo
dice mucho de lo que se puede pescar y de cómo se puede pescar, y así es.
Si estamos lanzando en la playa, sabemos que, frente a nosotros se
extiende un desierto de arena, sin accidentes en el fondo ni nada que pueda
hacer peligrar nuestro aparejo.

En consecuencia, podemos lanzar lo más lejos posible e ir cobrando poco a


poco el aparejo, “arando” lentamente el lecho de arena y dejando un
sabroso rastro de olor que los peces seguirán hasta dar con el cebo, que se
desplaza muy lentamente cubriendo un radio de acción muy amplio. Si el
fondo es de roca, no conviene tocar la manivela del carrete más que para
tensar la línea acto seguido del lanzado, pues los riesgos de enrocar y perder
el aparejo son evidentes.

Por otro lado, recuérdese que debemos emplear carnada cuyo hábitat se
corresponda con el tipo de fondo. De esta manera, si éste es de arena,
podemos encarnar con un cangrejo verde, uno de arena, navajas, chirlas,
almejas, berberechos o cualquier tipo de anélido (la gusana de mar es un
cebo casi universal y óptimo en todos los fondos de arena o fango). Si, en
cambio, pescamos sobre la roca, darán mejor resultado otros cebos más
propios de ese ecosistema.

Además, en un fondo liso y regular, de arena o de fango, el anzuelo debe ir


en el extremo de la línea y descansar sobre el mismo lecho. Pescando sobre
roca frecuentemente accidentada y con algas lo más conveniente es que el
plomo se sitúe al final de la línea y que el/los anzuelos estén a un par de
pies por encima de éste. De esta forma, conseguiremos que nuestro cebo
sea más visible y aparente, más móvil y oloroso, que si queda a ras de suelo,
tapado por las algas o dentro de una grieta, y se lo pondremos más fácil al
pez en cuanto a su localización.

Para pescar con esta técnica, es preferible usar pesadas cañas de lanzado
de una potencia superior a los cien gramos y un poderoso carrete.
Lógicamente, no podremos mantenerlas en la mano aparte de que solemos
trabajar con varias cañas a la vez y por eso es recomendable proveerse de
unos soportes o sujetacañas, para poderlas mantener sólidamente clavadas
en el suelo. Si pescamos en una playa, estos sujetacañas se hacen
imprescindibles, pues el carrete nunca debe tocar la arena, uno de los
peores enemigos de todo instrumento mecánico.

Alguien podría poner en duda que las cañas deban ser pesadas para realizar
esta pesca, puesto que muchos aficionados prefieren optar por peces de
pequeña o mediana talla, como son los salmonetes, lenguados, herreras
llamados también magres etc. que, a priori, no necesitan de grandes
anzuelos ni fuertes sedales ni potentes carretes. Entonces…

¿Para que quiero yo un equipo de lanzado pesado? podrían


preguntar.

Dicho así habría que convenir con ellos en que no les falta razón, pero si se
analiza esta modalidad de pesca, nos daremos cuenta de que, una cosa es
lanzar dentro del puerto o en un resguardado malecón, y otra es lanzar en
las playas y en las escolleras, donde habitualmente debemos enfrentarnos
a las corrientes, al oleaje y otros aspectos propios de la rompiente que no
podemos menospreciar.

Si, en estas condiciones, es decir, con el oleaje y la resaca, lanzamos con


una caña ligera que no permita lastrar el aparejo convenientemente, lo
habitual es que nuestro aparejo “baile” sobre el fondo y se convierta en un
objeto liviano que la corriente mueve a su antojo. El previsible resultado es
que se enrede y no pesque.
Entonces, a usted, si quiere pescar a fondo en la rompiente, le quedan dos
opciones:
 Una, utilizar un equipo ligero y pescar sólo los días en que la mar está
bella.
 Dos, proveerse de un equipo que le permita ser utilizado con pesados
lastres al margen de que luego usted decida montar anzuelos
pequeños y cebarlos con gusana para pescar peces de escasa talla,
que puede ser muy divertido y aconsejable y pescar donde, cuando y
como quiera.
Una objeción:
“Oiga, yo no quiero lanzar a donde rompen las olas, porque allí se
me enreda el aparejo y es más incómodo”.
Bueno, usted se lo pierde, pero tenga presente que el oleaje desarrolla una
acción, algo así como de rodillo y rastrillo, y que levanta amén de muchas
partículas inorgánicas muchos animalillos y materia orgánica, que quedan
temporalmente en suspensión y que sirven de comida a los peces. De otro
modo, ¿qué cree usted que hacen los peces vagando como alma en pena
por ese desierto de arena que es el fondo de una playa?
Además, estoy convencido que a los peces tampoco les divierte el oleaje, ni
nadan entre las olas por deporte. No, los peces no son aficionados al surf ni
nada que se le parezca (los delfines sí, pero ese es otro cantar) y si explotan
la rompiente es siempre por alguna razón, que suele reducirse a lo más
simple y prosaico que es, ni más ni menos que, como decimos los humanos,
buscarse las lentejas, o los gusanos o los cangrejos o lo que sea, pero, en
definitiva, comer.

Por eso, sea usted consecuente y lance su alimento con un anzuelo por
medio, claro está donde lo van a buscar los peces. La caña debe ser larga,
de más de tres metros, rápida y fuerte, de pocos tramos, pero de puntera
sensible para detectar cuanto antes la picada. Esta elección no es arbitraria,
pues está avalada por razones, tales como que precisamos realizar
lanzamientos largos, y que, además, una vez lanzado, la caña debe quedar
en vertical sostenida por el soporte que previamente hemos clavado en la
arena, a mayor altura que las crestas de las olas.

El carrete, además de poderoso, con un freno sensible por si tenemos que


enfrentarnos a grandes piezas, y capaz de albergar, cuando menos,
doscientos metros del 0.40 mm. El soporte de la caña será de acero
inoxidable y, si pescamos en la playa, con el pie de forma espatulada, para
mantenerse más sólidamente en la arena.

Existen en el mercado diferentes tipos de lastres, algunos de ellos


especialmente concebidos para ofrecer un mejor anclaje en el fondo
arenoso, e impedir así que ruede el aparejo con los embates de las olas.
Tenemos plomos incluso con pequeños garfios, que ofrecerán gran
resistencia a los desplazamientos causados por la corriente.

Por último, otro elemento indispensable son las botas altas por encima de
la rodilla de goma, aunque en determinados lugares o en ciertas
condiciones, sería más aconsejable pescar con pantalones de vadear.
Todavía existen personas que piensan que la pesca es una tarea sosegada y
pasiva. Claro que estas personas no han tenido la oportunidad de asistir a
algún concurso de pesca de competición, y menos aún de haber estado
varias horas cerca de un competidor deportivo en la modalidad de lanzado
pesado o surfcasting.

Porque, de haber sido así, jamás dirían que es una tarea sosegada,
principalmente porque un pescador deportivo de competición es una
persona que no se para a observar sus cañas, o sea, no espera a que la caña
le marque la picada de los peces, sino que está constantemente moviendo
los aparejos que están en el agua, y constantemente cambiando el cebo, en
previsión de que esté un poco defectuoso. Efectuando lanzamientos cortos,
medianos, largos y súper largos, buscando concretamente los posibles
lugares donde se concentran los peces para alimentarse.

De hecho, la prueba es que muchos de los pescadores deportivos de


competición pueden llegar a consumir de 30 a 40 cajas de gusanos en una
noche. Teniendo en cuenta que cada caja puede llevar aproximadamente
entre 6 y 8 gusanos de lombriz de playa o arena, se puede hallar la media
de lo consumido. Claro que, no podemos olvidarnos que solamente se
pueden utilizar dos cañas. Esto lleva a imaginar el tiempo que descansan.

La pesca de competición en la modalidad de lanzado pesado o surfcasting


no es solamente el trabajo constante, sino que también influyen muchos
factores para conseguir el mayor número de piezas. Entre otros, podríamos
citar el saber qué aparejo colocar para que los peces ataquen mejor a los
cebos, la longitud de las cametas, la memoria de picada y, cómo no, el grado
de frescura de los cebos.

Si has decidido introducirte en la pesca de competición, debes intentar


conseguir pescar con los materiales más sofisticados del mercado,
dependiendo, claro está, de tu economía. Estamos de acuerdo que los
peces no tienen predilección a la hora de picar entre un material más caro
o más barato, pero la razón principal de este comentario es sencilla, ya que
en una competición cualquier prestación del material será una ventaja
sobre tu rival; una caña que consiga llegar a más distancia, un puntero
híbrido, un nivel de recuperación mayor, un sedal más fino, etc.

Todo ello te hará, a veces, conseguir mayores capturas. Por ejemplo: si en


una competición participan 20 pescadores (por poner una cifra), debes
tener en cuenta que serán 40 plomos cayendo al agua constantemente, por
lo tanto, los peces, ante tanta actividad y ruido, intentaran poner agua de
por medio. Ello quiere decir que en un radio de 100 m a 140 m de la orilla,
los plomazos en el agua serán múltiples; si consigues con una caña
especialmente diseñada para las largas distancias colocar tus cebos por
encima de los 140 m, tendrás más posibilidad de conseguir buenas piezas
que aquellos que no llegan.

Por otro lado, el sedal también jugará un papel muy importante: de hecho
con sedales finos conseguirás mayores distancias y por lo tanto, conseguirás
pasar esa barrera, donde otros no llegan. En caso contrario, o sea, en el caso
de que los peces estén comiendo cerca de la orilla, siempre un puntero
híbrido conseguirá clavar más piezas que un puntero convencional, porque
este puntero dejándolo bien arqueado actúa de ballesta y en el momento
en que el pez toque el cebo, él mismo se retrae y consigue clavar la pieza.

Y qué decir de los lanzamientos. Si quieres llegar con facilidad a conseguir


largas distancias, deberás practicar la técnica de los lanzamientos, porque
un lanzamiento bien ejecutado es ya una ventaja sobre cualquier rival. Por
ello, mi consejo es simplemente que practiques cada vez que puedas, bien
en seco o en mojado, y que cada día intentes aprender nuevos lanzamientos
siempre y cuando sean mejores en técnica y longitud.

Uno de los lanzamientos que se consigue mayor distancia es el pendular, ya


que el plomo se carga de fuerza y consigue llegar donde otros lanzamientos
no llegan. Al igual que es el mejor, también es el más difícil; por lo tanto,
primero debemos aprender la técnica y después practicar mucho. Pero,
primero, mi consejo es aprender a la perfección los otros lanzamientos
antes de aventurarte a practicar éste. Por ejemplo, uno de los más largos
es el lateral apoyado; es preferible aprender este lanzamiento antes que el
otro.

Por otro lado, en el surfcasting de competición, los cebos juegan un papel


muy importante, de nada sirve colocar un cebo voluminoso para intentar
pescar peces grandes. Esta postura hará que pierdas metros en el
lanzamiento y tengas una caña a la espera de que dicho pez entre a comer
el cebo. Hoy por hoy, la experiencia me ha demostrado que en una
competición hay que intentar sacar el mayor número de piezas y nunca
intentar pescar la pieza de tu vida. Para ello ya existen los días que vas por
libre y no tienes que competir.

Por lo tanto, es preferible, si estamos en playa, utilizar solamente lombriz


de arena y dejar a un lado casi todo lo demás. Y claro está, cambiar el cebo
cada vez que esté deteriorado, por muy poco que sea este deterioro. Al
igual que tampoco hay que dejar las cañas caladas mucho tiempo: si a los
cinco u ocho minutos de estar en el agua no descubrimos indicios de picada,
debemos recogerla y, tras cambiarle el cebo, volver a lanzar, pero buscando
nuevas zonas.

De ahí que muchos pescadores de competición no utilicen el típico gusano


luminoso en la puntera de la caña, ya que, haya o no marcado el pez la
picada, transcurrido dicho tiempo recogen el aparejo. Para no perder
tiempo en colocar el nuevo cebo, debemos utilizar la percha; este accesorio
nos ayudará reponer los cebos mientras las cañas están en el agua, y tras
sacarlas simplemente cambiaremos todo el aparejo terminal. Por eso se
suele utilizar la técnica de pescar indirectamente; o sea, la línea principal
del carrete se une a los terminales por medio de un mosquetón, haciendo
fácil el cambio de estos.
Este conjunto de factores, junto a tu gran afición y dedicación por este
deporte, harán que pases de ser un simple pescador de ocio a ser un
pescador de élite. Todo depende de ti.

Saber elegir una caña especialmente diseñada para el surfcasting es muy


difícil, principalmente porque unos fabricantes diseñan unos modelos
especiales, pero siempre nos gustaría que tuviera algo más con relación a
las prestaciones que nos presentan en el momento de su adquisición en la
tienda.

La caña debe ser de tramos y tener una longitud de 4.40 cm., lógicamente
en tres tramos de 1.46 cm. cada uno. El anillado debe ser de SIT y de tipo
BMNAG (Súper Ocean New Concept Guide). Deberá tener cinco anillas del
tipo fijo, cuatro en el último tramo y una en el segundo, siendo ninguna
anilla abatible.

Tomando primero el tramo final y como referencia la primera anilla la de la


punta, sus grosores serán: 20, 25, 30, 45, 65 y colocadas a las distancias
siguientes: De la puntera a la siguiente debe haber 25 cm, de ésta a la
siguiente 35 cm, de ésta a la siguiente 50 cm, y de ésta última al final de
este tramo, 45 cm. En el segundo tramo, o sea en el tramo central, la anilla
debe estar colocada a 90 cm desde el principio del tramo que se enchufa
hasta ésta.
La acción debe oscilar entre intermedia con repartición a la puntera, o bien
intermedia con un puntero adicional de tipo híbrido. La potencia será
siempre entre 100 y 200 gr. La composición de la fibra debe ser de carbono
de alto modulo, con revestimiento de titanio, o incluso revestimiento de
kevlar.

La parte final de la caña, o sea, el puño, debe ser anatómico y poseer un


tapón con dos pesas que sirvan de contrapeso. Estas pesas deben pesar 25
gr. cada una, e ir unidas por medio de un tornillo de rosca, para quitar o
poner según el tipo de lance. El porta carretes debe ser de rosca de los de
tipo inglesa y debe estar situado a 70 cm. del final de la caña. Todos los
tramos hembras deben tener un casquillo metálico en la boca.

Los tramos segundo y tercero deben llevar una parte rugosa cerca de la
intersección del anclaje, para poder desmontarlas fácilmente, incluso con
las manos mojadas.

En la zona de la puntera y las patas de cada anilla, o sea, entre medio de las
dos sujeciones de cada anilla, debe llevar un trozo de cinta reflectante. Los
tramos machos y hembras deben llevar una señal de montaje, bien sea
pintada o grabada. Estas señales indicarán que una vez unidas, la caña
quedará perfectamente alineada.
Para una buena elección del carrete debemos tener claros varios puntos y,
cómo no, las propiedades del carrete que se va a elegir. En primer lugar, el
carrete también debe ser muy liviano, pero resistente a la corrosión de la
sal. Por ello debemos elegir aquellos que en su aleación contengan mayor
presencia de carbono, titanio, o materiales similares. Con respecto a la
velocidad de recuperación, en este caso la que más predomina es 4.5:1, que
significa que el brazo de recuperación dará 4.5 vueltas por cada vuelta de
la manivela.

Pero, una vez que vayamos a elegirlo, podemos incluso comprar aquellos
que tengan mayor o menor nivel de recuperación. Está claro que para esta
modalidad existen varios tipos de carretes: los multiplicadores o bobina
giratoria y los fijos o bobina fija. Cuando se adquiere un poco de experiencia
en la pesca a surf casting, mucha gente se da cuenta de que utilizar carretes
multiplicadores es como utilizar un Formula 1, pero, al igual que para pilotar
un coche de esta magnitud se requiere una experiencia y un aprendizaje,
con los multiplicadores sucede lo mismo.
Por ello, el paso de bobina fija a multiplicadores, muchos lo consideran un
abismo; pero la verdad es muy distinta, y la mayoría de las veces, esta
opinión es muy exagerada.

Actualmente, estos carretes vienen provistos de dos frenos, que


trabajándolos adecuadamente permiten utilizarlos en cualquier
circunstancia, sin que se produzcan los tan temidos enredos o nidos de
sedal. Para ello, se debe regular primero el freno de desplazamiento, que
es el que frena al tambor o bobina por medio de unos discos igual de
grandes que dicha bobina, y debemos aflojarlo o apretarlo en la medida del
peso que utilicemos.

Para ello simplemente colocaremos la caña en horizontal, o sea paralela al


suelo, y sencillamente dejaremos que el plomo caiga por su propio peso,
pero teniendo en cuenta que nunca debe acelerarse o detenerse, sino que
debe caer lentamente. El otro freno, el centrífugo, es el que frena el tambor
en el momento del lanzado impidiendo que éste se acelere en demasía y
produzca lo indeseado. Mucha gente lo regula en el centro
aproximadamente y no lo vuelve a tocar en todo el día; pero para que nos
dé un mayor rendimiento debemos regularlo correctamente.

Para ello, debemos lanzar varias veces y regularlo según proceda, porque
está claro que nunca lanzamos con la misma fuerza, ni siempre pescamos
en la mismas condiciones marinas ni meteorológicas. Por otro lado, durante
el lanzado, debemos tener en cuenta que con estos carretes no es el sedal
el que se sujeta, sino la propia bobina, que deberemos sujetarla con el dedo
pulgar y no con el índice como se hace con los carretes de bobina fija.

Por lo tanto, puede hasta producir confusiones en el momento del lanzado.


Al igual que la posición de estos carretes es siempre por encima de la línea
de las anillas y más cerca del puño, para que de esta forma sea el pulgar de
la mano izquierda el que sujete la bobina del carrete, mientras que la mano
derecha la colocaremos más arriba, o mejor dicho, más hacia el centro del
puño.

En el caso de que decidamos comprar un carrete de bobina fija, debemos


tener varios puntos en cuenta, aparte de que el manejo será mucho más
sencillo. En primer lugar, la bobina o tambor siempre será en forma cónica,
a ser posible de aluminio o, en su defecto, con los bordes de aluminio, para
que de esta forma el sedal resbale mejor y se desenrolle más rápida y
fácilmente.

El freno no debe quedarse atorado, ya que si clavamos una buena pieza, la


salida del sedal será fundamental para poder trabajar la pieza enganchada.
De lo contrario, el pez puede romper con facilidad el sedal. El arco
sujetahilos o pick up, nunca debe cerrarse en el momento del lanzado. Si lo
hace romperá cualquier línea e incluso puede romper la caña.

Estos carretes también poseen un mecanismo de antirretroceso de la


palanca para evitar enredos en el sedal, cuando éste está flojo. Hay
pescadores que prefieren comprar carretes sin freno, y con ayuda de este
mecanismo trabajan la pieza enganchada. Una de las cosas más
importantes es que el mecanismo del carrete debe ser siempre de
materiales anticorrosivos, aparte de que también nos fijaremos en los
dientes de la corona, y, cómo no, en el grosor del eje principal.

Por otra parte, otro de los puntos a tener en cuenta será el rodillo guíahilos;
éste debe tener un rodamiento y poseer un sistema para evitar el
retorcimiento del sedal producido por el calor al pasar a través de él.

Por lo general, en esta modalidad, los sedales a utilizar suelen ser


relativamente finos. Por ello, muchas veces nos encontramos con el
problema de cargar la bobina con muchos metros de sedal hasta que llegue
al borde del carrete.
Para esta operación, muchos pescadores colocan un sedal de diámetro
medio en las 3/4 partes de la bobina y la última parte la cargan con sedal
fino. De esta forma, el grueso hace de cuerpo, mientras que con el fino es
con el que se pesca.

También hay muchos pescadores que prefieren utilizar bobinas de


competición para evitar precisamente este cuerpo de sedal, ya que estas
bobinas solamente poseen la capacidad de 200m o 250 m. de sedal fino,
según el diámetro.

Otro de los puntos que también es muy importante en este tema, es el nivel
de recuperación de estos carretes. Claro que de ello dependerá el diámetro
de la bobina. Hay muchos pescadores que en esta modalidad prefieren
utilizar carretes que tengan mucho nivel de recuperación y de esta forma
recuperar el aparejo más rápidamente.

Personalmente, considero que esto no es un punto primordial en el


surfcasting. Tal vez en el spinning si lo sea, pero aquí no, y todo porque si
tenemos un carrete que nos recupere las piezas muy rápidamente, al poco
tiempo de tenerlo descubriremos que la mayoría de los peces se recuperan
por encima del agua y dando saltos, cosa que destruye la magia de la pesca.
Esta magia no es más que poder disfrutar de las capturas cuando se resisten
a abandonar su medio natural con tirones y aflojamientos; aparte de que
muchas veces se nos desengancharán las piezas o partirán el sedal al llegar
a la rompiente de las olas en la orilla.

Para todo esto, existe una explicación lógica: si recuperamos un pez


rápidamente, éste abrirá la boca y opondrá mucha más resistencia que si
viene nadando, al margen de que tire más o menos. Esta resistencia hará
que, muchas veces y según el grado de penetración que tenga el anzuelo en
su boca, el pez se desclave por desgarramiento o bien se rompa el bajo de
línea que, por lo general, es fino.

Por todo esto, personalmente recomiendo comprar carretes que tengan la


bobina bastante gruesa. Aunque tengan menor nivel de recuperación,
tendrán más facilidad en la salida del sedal y, por lo tanto, los lanzamientos
serán más largos, que al fin y al cabo, es una de las principales
características que se buscan en esta modalidad.

Generalmente se fabrica de monofilamento de nailon, y de acuerdo al tipo


de pesca y la especie a pescar su diámetro varía de entre 0,25 mm a 0,60
mm, con resistencias de 6 lb a 40 lb.

Es aconsejable utilizar líneas de excelente calidad ya que la relación


existente entre su diámetro y resistencia es fundamental para los lances.
Una línea delgada de alta resistencia irá más lejos con menos esfuerzo que
una de inferior calidad con diámetro mayor pero con la misma resistencia.

También por experiencia sabemos que las líneas más delgadas pescan más
que las gruesas, ya que estas últimas crean suspicacia en los peces. Otro
factor que se deberá tomar en cuenta es que a mayor diámetro de nailon
se incrementara el arrastre de la línea tanto por la acción de las corrientes
como de los vientos, también el tipo de fondo donde pescamos influye en
el grosor de la línea a seleccionar, ya que fondos del tipo rocoso nos obligan
a utilizar un nailon de mayor diámetro tomando en cuenta el riesgo de
enganche.

Para esta modalidad de pesca, y según la especie que se piensa capturar, su


tamaño varía generalmente entre el número 6 y el 5/0, y sus modelos o
formas son diversos, desde los convencionales de púa simple con punta
recta, pasando por los resistentes de punta curva para grandes piezas, hasta
llegar a aquellos sofisticados que poseen doble púa para especies muy
peleonas y con boca frágil.

En cuanto al tamaño del anzuelo depende de su numeración, a un número


mayor el anzuelo será menor hasta llegar a 1, después se le añadirá un cero
a la numeración, ejemplo 3/0, 4/0, etc, donde un número índice mayor
indicara mayor tamaño del anzuelo. Para una mejor comprensión de lo
anterior se anexa una ilustración con diferentes tamaños de anzuelos y su
numeración.

Estas suelen estar diseñadas de diferentes formas dependiendo del uso que
le daremos así como de las condiciones del mar, fondo, y con pesos que van
desde los 90 gramos hasta los 250 gramos o más. Sus formas más comunes
son de pera, redondas o triangulares. Las dos primeras se emplean
generalmente para la pesca en orillas de playas con fondo de arena donde
necesitamos lanzar a grandes distancias.
Las de formas triangulares o en forma de satélite con ganchos son
empleadas cuando pescamos también en fondos de arena, pero con mucha
corriente, mala mar o fuerte brisa. Para fondos rocosos son utilizadas unas
plomadas planas que facilitan el desenganche en caso de un percance con
las piedras del fondo.

Es un accesorio opcional muy útil, sobre todo cuando pescamos en playas


con orilla de arena para colocar la caña. Suele estar fabricado de un grueso
ángulo de aluminio o acero inoxidable, éste se clava verticalmente en la
arena y posee una cavidad para el mango de la caña. Nos ayudara mucho
cuando cambiamos o colocamos las carnadas después de una recogida,
cuando esperamos el pique de un pez o simplemente cuando queremos
comer o tomar algo.
La modalidad de pesca bautizada con el término anglosajón de surf casting,
cuya traducción literal vendría a ser algo así como pesca a la rompiente,
asimismo conocida, entre otros muchos más apelativos, como pesca al
lanzado pesado o pesca al lance de fondo, resulta ser, sin duda alguna, la
más practicada por ese nutrido colectivo de pescadores que conforman y
dan carta de naturaleza a la pesca deportiva desde costa.

Basta observar cualquier rincón de nuestras costas, cualquier playa,


promontorio, roquedo o espigón, con esos enjambres de cañas dibujadas
en el horizonte, y que fijadas en el suelo, altivas y desafiantes, esperan
pacientes el ansiado momento de denunciar la picada en forma de nervioso
cabeceo, para caer en la cuenta de hasta qué punto esta disciplina
deportiva cuenta con pronunciamiento y raigambre tan acusados que la
hacen prevalecer, en lo que a número de adeptos se refiere, a cualquier
otra de las numerosas modalidades de pesca deportiva desde costa que se
practican a lo largo y ancho de todo el litoral español.

La causa y motivo de contar con tal predicamento, con tal grado de


aceptación, habrá que buscarla, entiendo yo, en una cualidad, virtud más
bien diría, que juega en claro favor de la misma: su proverbial polivalencia.
En efecto, no existe ningún otro tipo de modalidad de pesca deportiva
desde costa que permita, al tiempo, que el pescador pueda escrutar tan
amplio territorio o zona de pesca como el que ésta le propicia, pues el hecho
de que el cebo pueda ser ubicado a voluntad del que maneja la caña, desde
la misma línea de costa hasta más de un centenar de metros separado de
aquélla abre todo un mundo de posibilidades que le son negadas al resto
de modalidades condenadas a un campo de acción mucho más reducido.

Sin embargo, y como no podía ser de otro modo, también este sistema de
pesca cuenta con ciertas servidumbres, entre las que cabe destacar la
imposibilidad de aprovecharse de los beneficios que aporta el cebado o
macizado del lugar de pesca, sobre todo cuando ésta se practica, como
viene siendo lo habitual, a distancias tan alejadas de la orilla que resulta
vano, por lo inútil, realizar tal acción.

Pero, cuidado, que nadie se lleve a engaño, pues es fácil caer en el tópico,
en la falsa creencia, de que cuanto más alejado se sitúe el cebo de la línea
de costa, es decir, cuanto mayor profundidad se alcance en la ubicación de
éste; mayores posibilidades existirán de conseguir presas, y de mayor talla.

En absoluto esto es así, y conviene advertirlo en favor de los atribulados


pescadores noveles que, guiados por esta errónea aseveración, se
obsesionan y empecinan, una y otra vez, con un único objetivo alcanzar
mediante el potente lance los lugares más distanciados posibles a la línea
de costa como una panacea, única y exclusiva, para obtener unos buenos
resultados en la acción de pesca.

Bien lo saben los veteranos pescadores que practican esta modalidad que
la cosa no resulta tan fácil, o dicho de otro modo, que un potente lanzado
no implica necesariamente una mayor posibilidad de picada, muy al
contrario puede ocurrir, y de hecho ocurre a menudo, que una mejor
selección y presentación de las carnadas y de los bajos de línea empleados,
acompañada de un conocimiento de la orografía submarina de la zona de
pesca, de la interpretación del estado de la mar y de las corrientes y mareas
que la puedan afectar en un momento dado, suplen la mediocridad del
lance propiciando unas mayores posibilidades de picada.

Tan de Perogrullo resulta esta afirmación que, en caso contrario, en el


supuesto que se diera por buena la regla que a más potente lance, a mayor
fondo conseguido, mayores capturas, bastaría con disponer de una
embarcación que nos transportara a esos fondos apetecidos para conseguir
pesqueras de escándalo, y ello, también lo saben bien los pescadores de
embarcación, no es así ni mucho menos, llegándose a la paradoja de ver en
ocasiones que, mientras el pescador de costa lucha y se esfuerza para
alcanzar esas distancias "mágicas" de la playa de arena, allá por los 150 y
más metros.

El pescador de embarcación se acerca hasta los fondos someros, hasta casi


rozar la quilla de su embarcación con el fondo de arena, en la creencia
contraria de que las presas se encuentran más próximas a la orilla,
pareciendo, pues, como si los términos se encontraran invertidos, como si
se hubiera desvirtuado la esencia de cada una de las modalidades de pesca:
el pescador de costa emulando en sus afanes al pescador de embarcación,
y éste tratando de imitar al de costa en sus quehaceres.

Existe, es evidente, una distancia, digamos mínima, en relación a la pesca


desde costa, que para que ésta resulte verdaderamente efectiva habrá que
superar, pues qué duda cabe que no todas las especies se aventuran a
visitar fondos tan extremadamente someros como los que se pueden
encontrar a apenas unas decenas de metros de la misma orilla de la playa.

Ahora bien, una vez superada dicha barrera, en mi modesta opinión, no hay
que desdeñar ningún tipo de posibilidad con respecto a la posible ubicación
de las potenciales presas, ya que, insisto, no necesariamente la mayor
marca de la sonda resulta ser el marco ideal para muchas especies en sus
expediciones de caza o migraciones en busca de alimento.

La existencia de un roquedo sumergido o de un algar a escasa distancia de


la orilla de la playa, por ejemplo, se convierten en lugar de encuentro de
especies en busca de pequeños invertebrados con los que saciar su apetito
y a la vez centro de atracción para sus especies depredadoras, augurando
así mayores posibilidades de captura que no otro lugar más alejado de la
costa, con mayor fondo, pero convertido en un desierto de arena sin ningún
atractivo especial para la mayoría de las especies que pueblan estos
ambientes marinos próximos a la costa.
Un buen ejemplo lo constituyen especies tan populares como son el sargo
común y la mojarra, moradores por excelencia del fondo pétreo, somero o
no, y que, en consecuencia, nunca habrá que buscarlas en el fondo arenoso,
por mucha distancia de la orilla, por mucha profundidad, en que éste se
sitúe.

De ahí que anteriormente se citara la importancia, la enorme importancia,


que supone conocer, siquiera a grandes rasgos, la orografía submarina que
dibuja la zona de pesca elegida, circunstancia ésta que resulta fácil de
comprobar en aquellas zonas litorales sometidas a la acción de las mareas
de cierta entidad y harto complicado y de mucha más difícil lectura en los
lugares donde faltan aquéllas, caso del mar Mediterráneo, o, en fin, en
donde, en virtud de los pronunciados fondos existentes no se cuenta con la
suficiente incidencia visual a esos efectos.

De alguna forma también relacionado con la acción de las mareas,


encontramos otra fenómeno de vital importancia para el desarrollo de esta
modalidad de pesca como son las corrientes marinas imperantes en la zona,
y que en virtud de su intensidad, y al margen de que habrá que preverlas
con respecto al aparejo a utilizar para minimizar su consabida acción de
arrastre, pueden actuar como fenómeno capaz de alterar las costumbres
de no pocas especies, hasta el extremo de hacer que algunas de ellas
muestren una total inactividad al no darse las condiciones naturales y que
le son propias para su actividad diaria, y todo lo contrario, augurar una
inusitada acción cazadora en relación a las especies depredadoras que ven
en este marco de corrientes intensas, quizá con las aguas tomadas en virtud
del arrastre de partículas del fondo que las mismas propician, el momento
idóneo para, camufladas junto al roquedo o el algar, acechar a sus
potenciales víctimas.
No hay que olvidar, por otro lado, que la acción de las mareas y las
corrientes marinas, en virtud de los desplazamientos de grandes masas de
agua que provocan, actúan como movimientos de arrastre de todo tipo de
materias orgánicas susceptibles de servir de alimento para muchas
especies, y que dichas materias tienden a acumularse, formando
verdaderos depósitos de sedimentos de diferente entidad, en los
accidentes orográficos que van encontrando en su camino, convirtiéndose
así en otro motivo de visita del roquedo sumergido y de toda clase de
anfractuosidades que pueda presentar el relieve submarino por parte de
especies en busca de fácil pitanza.

La dorada y la herrera, por ejemplo, son dos de las especies que gustan de
merodear por esas zonas de sedimento en donde las posibilidades de
encontrar alimento se multiplican, sin perjuicio, por otro lado, de que estas
dos especies en concreto sean también visitantes asiduas del fondo arenoso
llano y estéril.

Advierta el amable lector, que hasta el momento se ha venido hablando


supuestamente de la pesca al surf casting desde una playa de arena, es
decir, desde un punto de pesca con unos fondos habitualmente muy
someros, y si resulta válida para este escenario la advertencia de que el
binomio: mayor profundidad igual a mayor pesca, no necesariamente es
admisible, con más razón se podría trasladar a otros ambientes de pesca
tan diferentes de la playa de arena como son los roquedos naturales,
acantilados, espigones y escolleras portuarias, o dicho de otro modo, a
todos aquellos posibles escenarios en los que al mismo pie del puesto de
pesca se dan ya unos fondos de cierta entidad.

Pescando desde la playa de arena o incluso también desde la de cantos


rodados, de perfil bajo, se puede aducir la necesidad, como se ha dicho, de
tener que salvar una barrera a causa de la reducida sonda que los fondos
inmediatos a donde se sitúa el pescador presentan, cosa que,
evidentemente, no ocurre cuando la acción de pesca se desarrolla desde
estos promontorios citados, generalmente, y a excepción quizá de algunos
roquedos naturales y espigones playeros de poca entidad, con acceso
directo ya de por sí a masas de agua con sondas de diverso valor, pero
totalmente aptas para constituirse en el lugar de visita y estadía de un buen
número de especies que despiertan el interés del pescador deportivo.

Será, pues, pescando desde estos puntos, y con más razón si cabe, cuando
convendrá desterrar de una vez por todas el consabido tópico del lance
potente como única garantía de picada, ya que, salvo otras circunstancias
ajenas o indirectamente relacionadas con la pesca en sí, en principio, la
dorada, la lubina, la herrera, y ya no digamos el sargo, la mojarra, la salpa y
la oblada, por citar unos ejemplos, disponiendo, insisto, de la profundidad
de agua necesaria como dispondrán en estos enclaves, más que buscar
fondos alejados de cualquier manifestación en forma de roquedo
submarino, tenderán a aproximarse a él, y si éste no existiera, al propio
puesto de pesca o a sus inmediaciones, roquedo sumergido al fin, por
cuanto que es justamente en estos lugares donde se favorecen dos
aspectos tan consustanciales a estas especies como son la alimentación, en
virtud de las materias orgánicas en forma de pequeños invertebrados y
sedimentos orgánicos que allí se dan cita, y la posibilidad de encontrar
cobijo y refugio seguro ante el imprevisto y fulminante ataque de cualquier
depredador.

Y hablando de depredadores, será éste un buen ejemplo de demostración


de hasta qué punto la profundidad de agua cobra una importancia marginal
en estos escenarios utilizando esta modalidad de pesca, pues es de todos
conocido que las anjovas, los palometones, las serviolas, e incluso las
lubinas y otros depredores que se aventuran en sus razias o batidas de caza
por estas aguas, antes que priorizar el calado de las mismas anteponen la
única circunstancia que en verdad es la impulsora de tal actitud: la
existencia de presas potenciales, sea cual fuere el fondo o profundidad de
agua a la que se encuentren éstas, es decir, que lo mismo pueden aceptar
la carnada reposando en el fondo situado justo al pie del acantilado que a
cien metros de él, y por ende, la posibilidad de picada será la misma en
ambas ubicaciones, lo que a la postre significa que se puede prescindir
perfectamente de la obligatoriedad del lanzado potente, o mejor aún,
diversificar los "riesgos" de picada, es decir, utilizar, como viene siendo
habitual, dos cañas para la acción de pesca, una de ellas con su cebo situado
a una distancia próxima o relativamente próxima al puesto de pesca y la
restante a una mayor distancia, consiguiéndose así escrutar una mayor
zona de pesca. Ese es el quid de la cuestión, como bien saben todos los
buenos aficionados a esta modalidad.

Lograr, por medio de la distinta ubicación de ambos cebos, dar con el lugar
exacto en donde se encuentra el cardumen de peces y, en consecuencia,
donde las picadas se producen con mayor asiduidad, y entonces sí,
haciendo caso omiso de la profundidad de agua o distancia en que este
punto se encuentre, ubicar ambos cebos continuamente en dicho lugar
buscando el conseguir la mayor rentabilidad posible a la acción de pesca.

Anteriormente se ha hecho referencia a unas circunstancias ajenas o


indirectamente relacionadas con la acción de pesca en sí, pero que sin
embargo pueden, en un momento determinado, modificar sustancialmente
lo dicho hasta el momento. Se me ocurre, por ejemplo, el hecho de que el
pescador, conocedor del fondo existente, de la acción de las corrientes y
mareas, y, en fin, provisto de un buen equipo de pesca y de los cebos
adecuados al momento y las especies que se pretenden capturar, de pronto
se encuentra de bruces con una draga en plena acción de dragado en el
radio de acción de su caña, o con que se ha producido esta operación
recientemente.

También pienso en el momento de la entrada de las barcas de pesca


profesionales que vuelven de faenar y que también pasan en su deambular
por un punto dentro del radio de acción de la caña en cuestión, o, en fin,
con que recientemente se han instalado unas canalizaciones submarinas
justo en el lugar de pesca habitual y del mismo modo a tiro de caña.

En principio, estas circunstancias no dejan de constituirse en un


inconveniente, pues qué duda cabe que el atribulado pescador ve
modificado sustancialmente el medio por él tan bien conocido. Sin
embargo, el aficionado curtido en estas lides puede sacar buen beneficio de
las mismas, a poco que tenga en cuenta que el lugar donde la draga
deposita las materias extraídas al mar se convierte en un verdadero vivero
de especies atraídas por toda suerte de gusanos, moluscos, etc., que
acompañan a la materia pétrea, fango o arena arrancada por aquélla del
fondo marino.

Asimismo, una vez finalizada la operación de dragado, el fondo pétreo que


se dibuja actúa, por los motivos aludidos y por los restos de materia
orgánica que en él queda depositada, como polo de atracción para no pocas
especies. Algo similar ocurrirá con las supuestas tuberías o canalizaciones,
que si es cierto se convertirán en un lugar donde fácilmente podrán quedar
trabados los anzuelos, no lo es menos que el pescador que asuma este
riesgo contará con un marco idóneo para capturar un buen número de
especies que verán en ellas las mismas ventajas que le proporciona el
roquedo sumergido. La entrada a puerto de las barcas profesionales de
pesca genera siempre cierto "trastorno" al pescador, pues, al margen del
movimiento de aguas que éstas producen suele ser frecuente que junto con
ellas, o mejor dicho detrás de ellas, viajen distintas clases de especies
depredadoras persiguiendo los restos de pescado de desecho que por la
borda van arrojando sus tripulantes.

Y digo que genera cierto trastorno, por cuanto que el que ansía la captura
de depredadores ve en esta irrupción de navíos el momento idóneo para
que se produzcan las picadas, y por el contrario, el que pretende la captura
de otras especies no depredadoras teme que la súbita aparición de anjovas
o palometones haga huir despavoridas a doradas y herreras, amén del
peligro que supone el perder el aparejo si una de esas embarcaciones se
cruza con la línea de la caña.

La importancia que reviste la perfecta ejecución del lanzado en esta


modalidad de pesca, tanto por lo que concierne al hecho de poder ubicar el
cebo en el lugar exacto donde confiamos se van a producir las picadas,
como el dotar a dicha sesión de lance de la suficiente potencia para alcanzar
el pretendido objetivo, implican que el equipo de pesca a utilizar, además
de resultar aquilatado a las características propias de cada pescador,
deberá ser tan ligero, cómodo y manejable como sea posible,
convirtiéndose, de algún modo, en un apéndice de la propia masa física del
pescador, en una articulación o extensión mecánica perfectamente
sincronizada con éste en lo que respecta a movimientos y prestaciones.

De nada sirve un espléndido equipo de pesca de surf casting, cuando entre


el mismo y el pescador que va a utilizarlo no existe esa química, esa íntima
comunión o simbiosis que permite la total soltura y, comodidad del que
maneja la caña en virtud del perfecto acople que se da entre dicho equipo
y las características físicas del pescador en cuestión. De lo que se desprende
que no existe para la práctica del surf casting una medida ideal o estándar
en cuanto a longitud de caña, dureza y demás prestaciones de ésta, muy al
contrario, debe ser el propio pescador el que, insisto, en atención a sus
propias peculiaridades y, cómo no, por supuesto también en función de la
entidad de las presas que se pretendan capturar, el que se decida
finalmente por tal o cual caña, sin perjuicio de que la misma. Como viene
siendo habitual, vendrá a oscilar entre los, más menos, 4'5 metros de
longitud.

El palometón o la anjova crecida, se precisará de un diámetro de línea


mínimo de 0,50 milímetros o de 0,55 milímetros, respectivamente, sin
embargo, para la pesca de la dorada pequeña y de la herrera. Por citar otros
dos ejemplos de especies de menor entidad en cuanto a peso y potencia de
nado, el diámetro mínimo de monofilamento se podrá reducir hasta
prácticamente los 0,14 milímetros e incluso, ya únicamente para la herrera,
los 0,11 o 0,10 milímetros, siempre y cuando exista una necesidad
perentoria de ubicar el cebo a una notable distancia de la orilla, o sea,
cuando se precise del concurso de un potente lance.

Esa enorme diferencia de diámetros requeridos para ambas situaciones,


amén de la diferente capacidad de línea que se precisará para hacer frente
al palometón, con tamaños que pueden superar en ocasiones los 30 kilos
de peso, por un lado, y a la "humilde" herrera, por el otro, hacen que más
que hablar de una supuesta caña y carrete válidos para sendos cometidos
halla que hablar de cañas y carretes distintos y especializados cada uno de
ellos en los cometidos para los que han sido concebidos y diseñados.

Esta especialización, lejos de limitarse a cañas, carretes y líneas, afecta


también, como no podía ser de otro modo, a unos elementos de tanta
importancia como puedan ser los plomos y, sobre todo, los bajos de línea.
Los primeros, generalmente con diseños aerodinámicos al objeto de ofrecer
la menor resistencia posible al aire durante su trayectoria, se comercializan
adoptando muy distintas formas y acabados: desde los clásicos en forma de
pera, a los planos, pasando por los redondos, ovalados, fusiformes y un
largo etcétera. En principio, la forma que finalmente adopte el plomo cobra
importancia, más que por el hecho en sí de ofrecer la menor resistencia
posible al aire, por la capacidad de rendir los efectos deseados con respecto
a la naturaleza del fondo donde quedará depositado, o dicho de otro modo,
evitar que el aparejo sea arrastrado a capricho de la corriente y, en la
medida de lo posible, también que el plomo en cuestión quede enrocado o
trabado en el fondo.
Así, por ejemplo, el plomo adecuado para un fondo de arena o fango será
diferente al que resulta idóneo para un fondo de piedra, del mismo modo
que jugará un papel preponderante en la elección del tamaño y del peso del
plomo finalmente a utilizar el estado que presenten las aguas en cuanto a
oleaje, corrientes y mareas, como asimismo las características de la caña en
sí y el grosor de la línea de la que se va a hacer uso. Los plomos planos, hoy
en franca decadencia, siempre se han mostrado muy adecuados para los
fondos de arena o fangosos.

Para la playa de canto rodados o fondos de guijarros nada como el plomo


redondo. Para fondos de piedra suelen resultar muy adecuados los que
imitan la forma de pera y, sobre todo, los redondos en forma alargada
provistos de un tubo de plástico en su parte superior y que actúa como
verdadero mecanismo que evita que éste quede trabado entre las
oquedades y recovecos submarinos.

El plomo provisto de garras será apto para fondos pétreos sometidos a


intensas corrientes submarinas en los que quedará trabado, como si de un
ancla se tratara, hasta que, en virtud de la fuerza de arrastre ejercida por la
presión de la caña que maneja el pescador, las garras metálicas se abrirán
liberándolo de dichas masas pétreas.

Por otro lado, resulta evidente también que en función del grosor de la línea
con que se equipe el carrete, así como de las características propias de la
caña en cuanto a dureza, nervio y flexibilidad, e incluso también del tamaño
o forma del cebo que se vaya a utilizar, el plomo requerido, o mejor sería
decir el peso del plomo requerido, variará sustancialmente.

En líneas generales se podría fijar el siguiente paralelismo: a mayor grosor


de línea mayor peso de plomo para alcanzar una misma distancia, de igual
modo que a mayor dureza de la caña también mayor peso de plomo en el
mismo sentido, y así también, a mayor volumen de cebo mayor peso de
plomo.
De lo que se desprende que la práctica de la pesca de surf casting o lanzado
de fondo enfocada a la captura de la serviola, por poner un ejemplo, sujeta
a la utilización de unos diámetros mínimos de monofilamento de 0'60
milímetros, y en la que cobran protagonismo cebos tales como una lisa viva,
caballa, alacha o varias sardinas ensartadas a la vez, es decir, carnadas que
fácilmente pueden arrojar un peso superior a los 250 gramos, requerirá de
un planteamiento y de unos aparejos sensiblemente diferentes, muy
especialmente por lo que respecta a los plomos, que los utilizados, por
poner otro ejemplo, para la pesca al surf casting de la herrera, aquí
limitados a unos pesos, tamaños y grosores mucho más reducidos.

En general, puede afirmarse que existe un consenso por parte de todos los
pescadores con respecto a lo dicho anteriormente, esto es que cañas,
carretes, plomos y líneas, dejando al margen marcas, modelos, formas,
precios y diseños, están sujetos a ciertas servidumbres y a una clara
especialización en virtud de las presas que se pretenden capturar. Sin
embargo, tal consenso se volatiliza cuando uno se adentra en el
conocimiento del mundo de los bajos de línea destinados a la pesca del surf
casting; y digo "mundo" porque, efectivamente, así se puede definir el
entorno que rodea a este elemento tan característico de esta modalidad de
pesca.

No creo que exista, exceptuando quizá la pesca al volantín desde


embarcación, otra modalidad que cuente con tal variedad de bajos de línea
susceptibles de ser utilizados y que de hecho son empleados con mayor o
menor fortuna y predicamento a lo largo de todas nuestras costas. La
primera discrepancia comienza con el hecho en sí de situar el plomo: unos,
acérrimos partidarios de colocar el plomo al final de la línea madre y situar
el bajo de línea a continuación de éste por medio del clásico quitavueltas,
otros, por el contrario, no se cansan de alabar las excelencias de un montaje
propiamente de volantín, es decir, colocar el plomo al final de la línea y
sobre él el bajo o los bajos de línea.
Los primeros alegan, entre otras ventajas, que este tipo de montaje propicia
en mayor medida que el cebo descanse en el suelo de forma más natural;
los segundos ven en su sistema predilecto un seguro para evitar enredos
del bajo de línea con la línea madre, amén de que resulta mucho más
sencillo el disponer de varios bajos a la vez.

No falta, para complicar más el tema si cabe, el que adopta una fórmula
mixta haciendo suyas las dos posibilidades: un bajo sujeto al quitavueltas
con que remata el plomo en su parte inferior y otro bajo situado en la parte
superior del plomo, ¿alguien da más? Pues sí, otra variedad sería, tomando
el primer ejemplo, colocar un nuevo bajo sobre el propio bajo, es decir,
convertir al bajo de línea en línea madre a partir del plomo, así como, ya en
la segunda opción citada, dotar al bajo situado más próximo al plomo de
una mayor longitud, de modo y manera que el cebo que éste porta
descanse sobradamente sobre el suelo.

En fin, existen casi tantas variedades de montar los bajos de línea de surf
casting como imaginación tenga el propio pescador, aunque, a mi modesto
entender, más que echarle imaginación a los montajes, más que buscar la
vistosidad, por no decir la complejidad, en ocasiones totalmente
injustificada, lo que en realidad debe interesar al pescador es que el bajo
en cuestión resulte realmente eficaz, ése es verdaderamente el quid de la
cuestión, pues de nada sirven filigranas y florituras si a la postre el bajo se
muestra totalmente ineficaz o inadecuado para las condiciones de mar
imperantes en el momento y el relieve y naturaleza que dibujan los fondos
submarinos de la zona de pesca, sin olvidar la propia idiosincrasia de las
especies a las que va destinado, o sea, intentar pescar con un bajo, barroco
él, cargado con tropecientos mil anzuelos, en una situación de corriente
intensa invitando a hacer acto de presencia a los continuos enredos en la
línea madre.

Sea cual fuere el sistema de ubicación de bajos y plomo finalmente elegido,


cuando no a que sean varias las presas que tomen el cebo a la vez (cosa más
que frecuente) y que la línea madre rompa debido a la excesiva presión que
ejercen las mismas o, en fin, que se multipliquen las posibilidades de que
alguno de los anzuelos quede trabado en el fondo, todo ello por no citar lo
ya tantas veces comentado: que una presentación lo más natural posible de
nuestro aparejo, reduciéndolo, en la medida de lo posible, a su más mínima
expresión, siempre ayudará a conseguir mayor número de picadas, sobre
todo de aquellas especies o ejemplares más astutos y desconfiados; pues,
ni que decir tiene, que una lubina, por poner un ejemplo, no es únicamente
que no hará caso, sino que además huirá despavorida ante la visión de un
"aparejo de pesca" que más que aparejo se antoja algo parecido a un árbol
de Navidad, cargado todo él de bajos de línea y adornado con un buen
puñado de bolitas de los más variados colores.
Alguna herrera despistada y otros tipos de peces de menor entidad puede
que entren al quite, pero intentar pescar una lubina, una dorada crecida,
una sama o un astuto sargo utilizando dicho método resulta totalmente
pueril, incluso si se echa mano de los cebos más sugerentes.

Y hablando de cebos, y teniendo siempre en cuenta las particularidades


propias de cada zona de nuestro extenso litoral, sí se podrían establecer
unos estándares en cuanto a su idoneidad y eficacia.

En primer lugar habrá que dejar de lado el viejo tópico de que el pez
siempre prefiere aquellos cebos que son propios del hábitat o entorno en
el que se halla en un momento determinado, tan fácil de rebatir como
resulta el observar a las herreras, sargos y mojarras deleitándose con los
pequeños caracoles de tierra que son ofrecidos por los pescadores, y que
evidentemente, por ser terrestres, nunca han tenido ocasión de conocer en
su medio natural; la patata hervida que tanto gusta a la salpa y a la boga; el
pan que devoran con fruición los mújoles, las obladas y las herreras; o, por
citar otro ejemplo: el hecho de que gusanos provenientes de otros países
muy alejados de nuestra geografía (coreanos, cordelle importado de Chile,
etc) y que evidentemente nunca han sido vistos por las especies que
tenemos a tiro de caña en nuestras costas, gusanos como digo foráneos, se
constituyan en excelentes cebos para no pocas especies autóctonas.

En segundo lugar, bueno será advertir que el mejor cebo para una
determinada especie y momento no necesariamente resulta ser el que se
vende más caro, cosa que menudo tiende a considerarse poco menos que
como dogma de fe por parte de algunos pescadores.

Es cierto que determinados cebos de los considerados como caros, caso de


la tita o la lombriz de arena, por ejemplo, suelen ofrecer unos excelentes
resultados con la mayoría de las especies no depredadoras con excepción
de la lubina, sin embargo, existen también otros cebos, mucho más
modestos desde el punto de vista pecuniario, como puedan ser el cangrejo
ermitaño, diversos caracoles de mar e incluso los propios mejillones y la
más que popular sardina, por citar también unos ejemplos de ellos, que en
determinadas circunstancias, periodos del año y enclaves pueden incluso
llegar a superar el rendimiento de aquéllos en lo que a aceptación se refiere.

Así, pues, resulta aconsejable que el pescador, lejos de dejarse guiar por un
afán puramente mercantilista, en lo que a elección de cebos se refiere,
analice en profundidad el medio al que se va a enfrentar, qué tipo de presa
pretende capturar, en qué periodo del año se encuentra, cuál es la
fisonomía submarina del punto de pesca elegido, qué tipo de mareas y
corrientes inciden en dicho lugar y hasta qué punto la intensidad de las
mismas pueden hacer variar la primitiva estrategia planeada.

Sólo tras este concienzudo análisis logrará alcanzar unas conclusiones


válidas al objeto de orientarle en la búsqueda del cebo más apropiado, ya
que a poco que se aplique al mismo caerá en la cuenta de que resulta
absurdo encarnar una tita con destino a la dorada con un mar tan
embravecido que a buen seguro las habrá hecho huir muchas millas mar
adentro; o tentar a la herrera con la exquisita lombriz en un lugar tan
poblado de pequeñas bogas que harán prácticamente imposible que el
cebo llegue a tocar el fondo sin ser devorado antes por ellas; o que junto a
las barcas amarradas en el puerto suelen buscar las doradas los cangrejos
ermitaños que éstas arrojan por la borda tras las labores de limpieza de los
artes de pesca, convirtiéndose en un lugar ideal para probar suerte con este
tipo de carnadas; o que con la marea entrante y fuertes corrientes es el
mejor momento para probar suerte con la codiciada lubina, la que gusta
también de saborear las exquisiteces de la sugerente lombriz pero que, en
esas circunstancias, no sabrá ni podrá resistirse a un apetitoso bocado en
forma de boga o lisa de tamaño adecuado; o que, en fin, con unas aguas
quietas y cristalinas, el astuto y huidizo sargo desconfiará de cualquier tipo
de cebo que no sea un inquieto gusano descansando en la arena invitándole
a la fácil pitanza, o la aromática sardina que convenientemente salada
expande sus inconfundibles y atrayentes efluvios por todo el entorno
submarino.

Para conocer un poco más sobre las características y atributos que puede
tener una caña de pescar es conveniente saber su acción y potencia, dos
conceptos que a veces se confunden.

La acción de una caña de pescar es “dónde” dobla la caña cuando se le


ejerce un peso sobre su punta. Para conocer el tipo de acción se dobla la
punta con pesos y se comprueba cual es el punto donde la caña dobla,
cuando la curvatura es más cercana a la punta, la acción se conoce como
rápida, por el contrario si el punto de flexión de la caña es más cercano al
mango corresponderá a una caña de acción lenta.
La potencia de una caña de pescar es “cuánto” dobla la caña cuando se
lanza la caña o se captura un pez. Al igual que para comprobar la acción, se
colocan pesos en su punta y se comprueba cuanto se hunde, si la punta de
la caña hunde bastante, su potencia será menor, y a igual peso, si
la hendidura de la punta es menor la caña tendrá una potencia mayor.

Sabiendo que la acción de una caña se refiere a “donde” dobla esta,


tenemos los siguientes tipos de acciones:
 Acción extra rápida, dobla justo en la punta
 Acción rápida, se dobla en el último cuarto de la caña
 Acción media-rápida, se inclina sobre último tercio de la caña,
semiparabólica
 Acción moderada o media, se dobla justo en la mitad de la caña
 Acción lenta, se dobla desde casi el inicio del mango de la caña,
parabólicas
La “acción” se puede describir también por la cantidad de tiempo que tarda
el mango de la caña para ir desde su máxima inclinación hasta su posición
inicial o recta.

Una forma sencilla de comprobar la acción de la caña de pescar es flexionar


la punta contra el suelo o el techo, eso sí, con cuidado de no dañar el
puntero, a continuación, aplicamos un poco de presión en el extremo de
la caña de pescar en el suelo (o techo) sin presionar demasiado. Podrás
ser capaz de comprobar rápidamente el tipo de acción de una caña, sin
correr el riesgo de romperla.

Una caña de pescar con una punta rápida significa que la punta es flexible y
el resto de la caña es rígida, y cuanto más lenta sea la acción su curvatura
comenzará cada vez más abajo de nuestra caña.

Los tipos de acción de una caña determinan su flexibilidad, y en parte, la


cantidad de control que podemos tener sobre nuestras capturas. Una
caña de acción rápida es más sensible en comparación con una caña de
acción normal, por ejemplo, con una caña de acción rápida podremos sentir
si un señuelo llegó al fondo mediante las vibraciones de este.
Acción lenta o progresiva de una caña de pescar significa que:
 Este tipo de cañas se doblará en la zona baja de la caña o butt
 Su lanzamiento será más lento y por tanto más fácil de realizar y
controlar en distancias medias y cortas
 Las cañas de acción lenta contiene menor sensibilidad que otras
acciones
 Su peso es el más elevado si lo comparamos con cañas de otros tipos
de acciones
 El precio para cañas de acción lenta en comparativamente es menor,
ya que se fabrican con grafitos más económicos o de producción
masiva
 Las aplicaciones de estas cañas son muy limitadas
Acción media de una caña de pescar significa que:
 Nuestra caña de pescar doblará o curvará en la zona media
 Los lances serán rápidos aunque no tanto como en una caña de
acción rápida
 Existe una considerable sensibilidad y transmite las vibraciones
producidas por la línea de pesca
 Su peso es relativamente liviano y las cañas de gama media son
altamente resistentes
 Dependiendo de la marca el precio puede variar bastante además de
los materiales empleados para su fabricación
 El uso de este tipo de cañas es muy variado debido a su gran
adaptabilidad en condiciones diferentes

Acción rápida de una caña de pescar significa que:


 La curvatura de la caña de pescar se producirá en la punta, en el
segundo tercio de esta
 Nuestros lances serán mucho más rápidos y eléctricos, por tanto los
lanzamientos serán más largos
 La caña tendrá mejor sensibilidad con respecto a las otras acciones
 El peso de la caña de pescar será muy ligero acompañado de grandes
resistencias
 El precio de la caña de acción rápida suele ser más elevado debido a
la utilización de materiales de mayor calidad
 Su uso es algo más limitado que una caña de acción media, cañas muy
útiles para lanzamientos a grandes distancias
La llisera, la llisa, el mújil… creo que debe ser el pez más criticado de toda
nuestra costa. ¿Pero todas estas críticas a que son debidas?

A ver, yo soy el primero que me gusta comerme con los míos una buena
lubina o dorada pescada por mí, pero no nos engañemos, eso no es lo que
nos envenena de la pesca, sino seriamos pescateros en lugar de pescadores.
Vamos a pescar por puro placer y por ver como día a día somos capaces de
saber y poder engañar al pescado que se nos meta en la cabeza. Aparte, la
gente cada vez que ve a la llisera de playa (liza aurata, la del punto amarillo,
lisa llobarrera…) la relacionan con su familiar la lisa portuaria.

La mejor época para sacar este tipo de peces, siendo un año caluroso se
pueden clavar durante todo el año. Si no, hay dos épocas muy buenas:
primavera y otoño. En veranos también hay y muchas, pero tenemos un
inconveniente muy grande: los bañistas, entonces claro, no es imposible.

En primavera (sobre todo en Mayo) se suelen sacar menos cantidad, eso só


son más gordas. En otoño, podemos hacer jornadas de 10, 15, 20, e incluso
más de 25 lliseras en poco más de 4 horas… eso sí, el tamaño suele ser más
discreto, siempre puede salir un “pepino” pero lo normal se encontrará
entre los 400 gr al kilo, kilo y medio máximo.
La lisa se pesca durante el día, y para mí las mejores horas son al amanecer
y del medio día (15:00h) hasta la puesta de sol, mejor desde las 15:00 h
hasta anochecer. Para esta pesca he probado aparejos de 1, 2 y 3 anzuelos,
he probado todo tipo de combinaciones, 2 largos, centrados, etc.

Referente al equipo , para esta pesca suelo montar dos cañas a poder ser
de acción semiparabólica, de 4,20m, relativamente “blandas” pero con su
puntito de nervio por si tengo que alargar un poco el lance , bobinadas con
hilos finos (desde el 0,14 al 0,18) , anzuelos desde el nº 6 hasta el nº 8 curvos
y de carbono empatados con líneas desde el 0,20 al 0,28 , si estáis en
concurso montar un 0,30 de gameta y un 0,25 de madre más que nada por
rapidez, pero si pescáis por placer , disfrutarlas con hilos finos.

Hay que buscarlas, yo hago lo que siempre hago con otras especies, una la
lanzo medio larga (100m110m) y otra corta (40m) poco a poco las voy
cruzando, la larga la lanzo un poco menos y la corta un poco más, hasta que
las encuentro, en el momento que tengo picada, pongo las dos en la misma
distancia que he tenido la picada.

Cuando dejamos de tener picadas… a comenzar de nuevo: una larga y otra


corta. Para hacer esto hay un sistema que ahora ya no lo suelo hacer ya que
me suelo acordar cual es la larga y cual es la corta, pero al principio de
empezar a “cruzar las cañas” un buen pescador conocido en el mundo de la
competición me dijo un truco que él utilizaba para nada más ver la caña que
están picando saber si es la que esta “larga o corta” es un sistema muy
sencillo y hasta tonto, pero al menos a mí hasta que me lo dijeron no se me
había ocurrido.

La caña que lanzo larga, la pongo en el cañero de manera tradicional, recta,


tensada, con el carrete mirando hacia el mar… vamos como ponemos la
caña en el soporte siempre… En cambio la otra (la corta) la pongo
“tumbada”, apoyada en el soporte (como los días que hace mucho viento,
que por culpa del aire no nos deja poner la caña en alto). Pues las ponemos
otra vez así… la “corta” tumbada y la “larga” subida al soporte.

Un truco para que la caña que esta tumbada nos tense es "engañarla"
poniéndola girada y casi paralela al mar, así nos “cojera” mejor y quedara
totalmente tensada, y veremos perfectamente las picadas.

Este truquito os sirve tanto para la llisera como para cualquier especie que
vaya en bancos y tengamos que “localizar” para machacar el banco con las
2 cañas a la vez. Igualmente, al menos por donde suelo ir a pescar yo, muy
pocas veces tengo que superar los 100 m para hacer una buena pesquera.

Fijaros en la foto como rápidamente distinguiremos cual es la “corta” y cual


la “larga” y aparte como las dos cañas están marcando perfectamente. (Lo
de engañar a la que esta tumbada es para que marque…sino la engañáis y
es una caña un poco dura no os marcará).

Para pescar en el puerto o en escollera, el pan enmasillado con algún aceite


de sardina suele ser el mejor cebo , lo que pasa es que claro, estamos
hablando de la llisera pescada en la playa , el pan es un muy buen cebo ,
pero inviable para pescar desde playa dada su extremada fragilidad.

He probado muchos, por no decir que todos los tipos de gusanos


comerciales y el que mejor resultado me ha dado siempre ha sido el gusano
conocido como NORTE. Otro cebo que va muy muy bien, es un gusano poco
conocido llamado SALTARELO. En el caso de no poder encontrar norte o
saltarelo, el coreano es una buena alternativa, no es tan eficaz como los
antes nombrados, pero tampoco va mal, la verdad.

El norte es un gusano muy muy blando, yo lo que suelo hacer es en cada


gameta cebar 2 gusanos mínimo, contando que sean de tamaño normal e
incluso si alguna vez salen pequeños, cebo 3 por anzuelo. Dada la fragilidad
de este cebo, muchas veces si forzamos un pelín el lance, nosotros mismos
veremos que cuando lancemos “perderemos” parte de gusano… ¿Solución?
Poner el doble, así nos aseguramos que cuando nuestro aparejo llega al
agua queda un buen “filetón”.

Siempre dejo la cola del gusano en la punta del anzuelo, a no ser que tenga
que forzar bastante el lance que entonces pongo de 2 a 3 gusanos enteros
y el último con la cabeza en la muerte del anzuelo, para que aguante la
barrida. Para mi el mejor estado del mar es rizado o plano, se pueden sacar
si está un poco movido, pero si está muy muy movido ni me lo planteo, ya
que no suele funcionar la cosa.

Será una tontería, pero los días soleados me han dado mejor resultado que
los días nublosos con amenaza de tormenta e incluso con lluvia. Como
sabéis las llisas tienen la costumbre de deleitarnos con grandes y
magistrales saltos mientras que nosotros estamos en la playa… el día que
más salten las llisas, menos cogeréis.
En todas nuestras costas podemos encontrar grandes ejemplares de
dorada. Pocas, cierto, pero, como en el caso de las meigas “haberlas
haylas”.

Si pretendemos capturar doradas de gran tamaño, lo primero que debemos


es dotarnos de un equipo de surf casting muy robusto, lo que es
absolutamente necesario si consideramos que la dorada puede alcanzar
pesos respetables y su defensa es siempre brutal.

El sedal será también grueso y resistente. Hay quien usa como bajo de línea
cuerdas de piano, aunque esto ya me parece pasarse un poco, por muy
melómano que sea uno.

Además, la carnada suele ser muy específica, como ahora veremos. De este
modo, el aficionado evita que los pezqueñines del fondo se coman el cebo
e invaliden el aparejo, pero, al poner un cebo sólo apto para doradas, se
corre el riesgo lógico que, de no picar ellas, nos vayamos sin un mal pez para
el recuerdo.
Una estrategia útil es la de combinar la pesca de la dorada con otras más
polivalentes que puedan depararnos la captura de otros peces. De niño
solía acompañar a mi tío Pepe, un leonés versado en el arte de atrapar
truchas a mano que, en poco tiempo, se aclimató a los aires del Cantábrico
y enseguida resultó ser un gran pescador de mar.

Así que mi tío llevaba tres largas cañas de lanzado. Dos de ellas aparejadas
con anzuelos medianos y pequeños, con sedal fino y cebadas con gusana.

Y la tercera, invariablemente con sedal del 0.50, un potente sagarra y un


anzuelo tipo prótesis del Capitán Garfio, del que pendía un cangrejo común
de buen tamaño.

Muchas veces, tras la jornada de pesca, recogíamos esta caña y ahí seguía
el cangrejo, si no se lo había llevado un pulpo. Pero a veces, y tras amagar
la caña con salir volando, clavaba una dorada.
Se pueden imaginar lo que es izar un pez de estas características a lo alto
de un acantilado. Y mejor que se lo imaginen porque me siento incapaz de
describirlo. En fin, ¡qué tiempos! Pero a lo que íbamos: una estrategia mixta
de este tipo, conviene ser tenida en cuenta por el aficionado razonable y
que no se empecine en pescar doradas y nada más que doradas.

La dorada admite una amplia gama de carnadas que incluye muchos


invertebrados, sobre todo moluscos y crustáceos. También se muestra muy
golosa con todo tipo de anélidos o con la gusana llamada “tita”, que puede
ser de un tamaño apreciable y entonces es uno de los mejores cebos que
podemos ofrecerle. Además, como casi todos los espáridos en mayor o
menor medida disfruta con el marisco.

Pero la dorada es un caso especial. Es el más marisquero de la familia, lo


que ya es mucho decir. Por eso es aborrecida por los acuicultores que crían
mejillón, berberechos u ostras, en cuyos emplazamientos acostumbra a
realizar grandes destrozos.

Si encarnamos con navaja, no encontraremos demasiado problema para


ensartarla en el anzuelo sin arrancarle las valvas, pero con otros moluscos
no será tan sencillo. Con almejas, chirlas o berberechos, podemos optar por
forzar ligeramente la concha, introducir el anzuelo y sujetarlo de la forma
más firme que hallemos. Si es con mejillones, podemos forzar las valvas con
un cuchillo e introducir el anzuelo, con la seguridad de que dicho molusco
no lo “escupirá”. Así presentaremos un magnífico cebo que obtenemos por
un módico precio en la pescadería y nos aseguraremos que permanecerá
en el anzuelo tanto tiempo como queramos, hasta ser atacado por una
dorada. Con la excepción del pulpo, ningún otro animal marino comerá
nuestra carnada.

Los cangrejos también son excelentes. No importa de qué clase sean,


aunque la mayoría de los aficionados nos decantamos por el cangrejo
común, también llamado verde. Lo mejor es no matarlo muerto también
pican, pero tendrá menor poder de atracción así que debemos encarnarlo
procurando no herirlo. Para esto existen varias maneras de hacerlo.

La más sencilla y mi opción personal pasa únicamente por amarrarlo con


una gomita. También podemos prender el anzuelo atravesando el punto en
el que las patas anteriores se unen con el cuerpo del animal, pero esta
forma no garantiza una sólida sujeción y corremos el riesgo de herirlo
gravemente.
Otra manera, muy ingeniosa, consiste en secarle el caparazón y pegar allí el
anzuelo valiéndose de unas gotitas de pegamento rápido y extra fuerte.

Si lanzamos a una zona de lecho blando fondos arenosos o cenagosos, lo


cual es muy habitual, conviene amputar las patas anteriores del cangrejo
para evitar que se entierre. Aun así, algunos lo consiguen, por lo que dar un
tironcito de vez en cuando, nunca está de más.

Es frecuente que, cuando preguntemos, en uno de estos tironcitos,


sintamos un peso excesivo en el aparejo.
Entonces caben dos opciones, a saber:

A) Que tengamos una dorada presa: Ocurre a menudo que aunque una
dorada de gran tamaño haya comido la carnada, la puntera de la caña no
detecte nada. Esto se debe a su formidable paladar, duro como una piedra,
que le impide percibir el pinchazo del anzuelo. La dorada mastica despacio
y puede llegar a destrozar un anzuelo no muy robusto. Por eso se da el caso
de que, ni nosotros ni el pez, notemos nada. Si creemos que tenemos una
dorada, debemos pegar un fuerte tirón para asegurar el clavado. Entonces
se produce la brutal reacción del pez y es aconsejable, tan pronto como se
clava, soltar un poco el freno del carrete, en especial si tenemos poco sedal
en el agua o éste es poco elástico. Obrando de esta forma, evitaremos la
rotura del hilo en los primeros compases de la lucha, que suelen resultar
verdaderamente violentos.
B) Que un pulpo o una sepia estén devorando nuestra carnada. El ataque
de cefalópodos a los cebos destinados a la dorada es habitual. Aunque
hayamos encarnado un gran cangrejo, esto no impide que una sepia y
menos aún un pulpo se lo coman. A veces, podemos asegurar un firme
clavado mediante un tirón, sobre todo de tratarse de un pulpo. En cambio,
las sepias rara vez se aseguran con un tirón, pues lo normal es que clavemos
una de sus garras tentáculos y acabe soltándose el animal acorde lo traemos
hacia nosotros. Por eso conviene dotarse de un redeño o salabre en el que
introducir la sepia tan pronto la tengamos al alcance. Notamos que estamos
trayendo un cefalópodo porque pesa y tira suave y continuamente sin la
violencia ni las sacudidas propias de un pez. Con mucho cuidado y sin
tirones, podemos conseguir traerlo hasta la orilla, incluso sin que venga
clavado. Es tal la voracidad de estos seres que, por ejemplo, de encontrarse
comiendo el cangrejo que teníamos de cebo, podemos arrastrarlos hasta la
misma superficie sin que suelten su presa, por más que ningún anzuelo los
retenga.

La dorada se pesca todo el año y en todas nuestras costas, a profundidad


variable. Algunos autores relacionan los periodos de freza con los mejores
momentos para pescar a los grandes adultos, pues estos se acercarían a la
costa y formarían bancos numerosos. Dicho así, la verdad es que suena
bien, pero mi experiencia personal desdice esta rotunda afirmación.

Para colmo, estos periodos de freza que algunos autores establecen en


otoño, otros lo hacen en primavera y otros en invierno. Me inclino a pensar
que la dorada tiene distintos momentos de freza a lo largo del año y que,
además, cambian en función de que tomemos como referencia los
ejemplares de un lugar u otro. Esto no es de extrañar y, más bien, lo curioso
sería que se comportase igual una población asentada en aguas del Golfo
de Vizcaya, que otra del Golfo de Roses, sin olvidar a las que viven en aguas
atlánticas andaluzas o en las Rías Bajas, por citar solo algunas.
Lo cierto es que, en lo que concierne a su pesca, puedo asegurar que ésta
es posible todo el año, si bien en el Mediterráneo parece ser más factible
durante los meses primaverales y estivales, y el Cantábrico Oriental durante
el otoño y el invierno.

La pesca a spinning o, mejor dicho, la pesca al lanzado, es otra de las


variantes de la pesca a casting. El término "spinning", traducido
literalmente significa "hilando" o, en este caso, "recogiendo". Pero para
poder recoger, primero hay que lanzar, y "casting" significa "lanzado".

La base principal de esta modalidad es lanzar y recoger un cebo, bien sea


natural o artificial. Podemos realizarla desde tierra o en embarcación. Si
decidimos que sea desde tierra, puede ser desde cualquier punto:
escolleras, puertos, zonas rocosas e incluso desde las playas. Si, por el
contrario, decidimos hacerlo desde embarcación, tendremos la ventaja de
acceder a zonas donde tal vez no podamos hacerlo desde tierra: paredes de
grandes acantilados, zonas rocosas de difícil acceso, etc. Por otra parte,
tendremos la ventaja de poder pescar sobre grandes fondos, ya sean de
roca, arena o pedregosos. Y con la ventaja también de no preocuparnos por
los posibles enroques, que se puedan producir desde tierra cuando
utilizamos artificiales ahogados.
Teniendo en cuenta que el mar no está plagado de peces, sino que cada día
sacar alguno es más difícil, debemos saber elegir la zona idónea para hacer
trabajar a los artificiales. Una de las mejores zonas serán siempre las
rompientes de las olas, ya que, aparte de ocultar el sedal e incluso la trampa
del anzuelo, harán que el artificial, bien sea de un tipo o de otro, adquiera
las características principales de su función, o sea, parecerse a un pececillo
en apuros, bien por estar huyendo de algún depredador, bien por estar
herido. El caso es que debe despertar el instinto predador de los peces, para
que ataquen sin vacilación.

En la modalidad de spinning existen dos tipos: spinning ligero y spinning


semipesado:

Es la variante de esta modalidad que se dedica a trabajar con cebos


inferiores a 50 gr; por lo tanto, se realiza con cañas relativamente cortas y
con sedales muy finos, porque, de lo contrario, no se podrían lanzar los
artificiales lejos de la orilla. Por lo general, se utiliza en zonas específicas de
las rompientes, tales como recovecos, entrantes y demás zonas donde el
espacio es reducido, pero con la ventaja de ser los lugares preferidos por
los peces depredadores, como puede ser la lubina, lampuga, incluso algún
que otro dentón, por la alta densidad de espuma.

También esta variante se está utilizando mucho en el interior de los puertos


y cerca de las barcazas; de ahí que se necesite un buen control del lanzado,
porque, de lo contrario, nuestros terminales se podrían enredar fácilmente
en las amarras de los barcos.
Por el contrario, está más enfocado a playas, zonas rocosas amplias, e
incluso desde la escollera en los puertos. Se trata de lanzar cebos artificiales
más pesados, entre 50 gr. y 80 gr., muchas veces ayudados de buldós, e
incluso plomos de espiral colocados en la propia línea. Tal vez, por todo
esto, es preferible utilizar cañas más largas.

Respecto a dónde y cuándo practicar esta modalidad, realmente no se trata


de dónde encontrar el lugar idóneo para practicar el spinning en cualquiera
de sus versiones, sino de localizar los lugares donde los peces depredadores
están al acecho de sus presas.

De esto se desprende que, primero, tenemos que frecuentar sitios donde


los peces pasto habitan, tales como desembocaduras de ríos, grandes
ramblas, bajíos, etc. y siempre utilizar los señuelos artificiales en lugares
donde la espuma sea muy abundante, principalmente porque esto
camuflará el cebo artificial, haciendo que el depredador se lance sobre él
sin contemplaciones.

También, aparte de las rompientes, de las desembocaduras, los bajíos, etc,


las playas pueden darnos muchas sorpresas, sobre todo con ejemplares de
lubina, ya que este magnífico depredador suele frecuentarlas muy cerca de
las orillas, buscando precisamente alevines. Por ello, cuando practiquemos
esta modalidad en zonas de playa deberemos siempre lanzar nuestros
señuelos a las zonas de espuma, o sea, a las rompientes de las olas, e incluso
podemos optar por lanzar en paralelo a ellas. Claro que para ello, debemos
meternos unos metros dentro de mar, en invierno utilizando vadeadores y
en verano el bañador. Con relación a las mejores horas para esta
modalidad, siempre intentaremos coincidir con la subida de la marea.
Para esta modalidad de pesca existen cañas específicas, pero casi todos los
que la practicamos en el mar lo hacemos con cualquier caña. Pero si nos
decidimos a emplear las cañas que se fabrican específicamente para esta
modalidad, tenemos que saber a qué clase de spinning nos vamos a dedicar.
Si nos decidimos por el ligero, deberemos comprar las que son
relativamente cortas y en dos tramos, con medidas entre los 2 m., y los 2,5
m., con puños anatómicos especiales para el lanzado con una sola mano.

Hay que decir que esta modalidad nació en agua dulce, de ahí el diseño de
las cañas de spinning ligero, pero, para su utilización en el mar, es
recomendable utilizarlas sólo en el interior de los puertos y en zonas donde
predomine el mar en calma, sin descartar las zonas rocosas, ya que también
dependerá de la clase de peces que estemos buscando: un ejemplo sería el
intento de clavar obladas en cualquier saliente de roca.

Sin embargo, si nos decidimos por el spinning semipesado, debemos


comprar cañas más largas, diseñadas para la pesca en las escolleras, zonas
rocosas, playas, etc., con puños especialmente diseñados para el
lanzamiento a dos manos, con longitudes de entre 2.5 metros y los 3.9 m.
De esta forma tendremos más control sobre la pieza capturada y también
más control con relación a las olas y las posibles rocas. Respecto a la acción,
en ambos casos debe ser parabólica progresiva y con potencias entre los 10
gr. hasta los 80 gr., según el diseño.

A la hora de comprarlas podemos elegir distintos materiales: carbono,


grafito, kevlar, wisquer, titanio, etc., eligiendo la que consideremos que nos
ofrece la garantía y robustez necesaria para practicar esta modalidad.

Un buen carrete para spinning debe ser ligero, y con un nivel de


recuperación muy importante, con al menos cuatro rodamientos a bolas.
En primer lugar, la caña y el carrete los tendremos en la mano cuando
estemos de pesca; por ello deben formar un conjunto bien equilibrado y
armonioso.

En segundo lugar, debe ser un carrete muy rápido en la recogida,


principalmente porque puede ser muy cansado estar todo el día lanzando y
recogiendo un cebo. Por ello, el nivel de recuperación debe ser mayor que
en los demás carretes. Un nivel de entre 5.2:1 y 6:1 (o sea que por cada
vuelta de la manivela, el brazo de recuperación debe dar 5.2 o 6 vueltas)
puede ser ideal. Cuantos más rodamientos a bolas o cojinetes contenga en
su engranaje, más suave y rápida será la recuperación del sedal.

Con relación al material de fabricación, debemos elegir carretes que estén


fabricados en materiales ligeros, tales como el grafito, carbono, aluminio,
etc. Materiales que, aparte de ser livianos, también sean resistentes a la
corrosión del salitre marino.

Por ello, aquellos que tienen la bobina cónica y fabricada en aluminio, son
más resistentes a la corrosión; además, dicho material proporciona
facilidad en la salida y recogida del sedal. Otro de los puntos a tener en
cuenta es que nunca practicaremos esta modalidad con el freno del carrete
cerrado, ya que si tenemos una buena picada en el momento de la recogida
y según el tamaño del pez, puede romper la línea con suma facilidad. Si, por
el contrario, pescamos con el freno flojo, por muy grande que sea y por
mucho que tire la pieza, nunca romperá el sedal.

Cuando se habla de sedales para el spinning, tendremos en cuenta que


deben ser muy resistentes, ya que en esta modalidad se suelen usar sedales
finos para obtener mayor distancia en los lanzamientos. Por tal motivo, los
sedales más usados son los comprendidos entre los diámetros 0.18 mm y
0.28 mm, según la especie que se pretenda pescar.

Porque si esta modalidad la utilizamos para pescar lubinas, dentones,


espetones, lampugas, etc., con cebos artificiales o naturales, el sedal deberá
ser del 0.28 mm como mínimo, con el único fin, de que el pez, en su afán de
escapar a la trampa del anzuelo, no pueda romperlo. Por otro lado, si
utilizamos artificiales ahogados, debemos emplear sedales ahogados
también, mientras que si utilizamos artificiales flotantes, también debemos
usar sedales flotantes.
Por otro lado, muchas veces el estado del agua determina la coloración de
un sedal u otro. Sin ir más lejos, si utilizamos sedales de colores claros
cuando lanzamos nuestros cebos artificiales en las rompientes, siempre
habrá menos posibilidades de ser detectado por los depredadores, que si lo
hacemos con otros más oscuros. La realidad no es precisamente que los
peces vean el sedal, sino que asocian la continuidad del cebo artificial y la
rigidez del sedal al peligro. Por ello, no debemos nunca recoger los cebos
de la misma forma.

También hay que decir que, cuando se recupera una pieza en esta
modalidad, nunca debemos intentar sacarla a la fuerza, sino que la
trabajaremos lo máximo posible hasta que se canse y sea fácil cobrarla. Si,
por el contrario, decidimos pescar pequeños peces, como obladas, bogas,
pejerreyes, etc., deberemos optar por utilizar sedales muy finos, debido
principalmente a que pueden ser divisados por las posibles piezas. Los
mejores sedales para esta modalidad siempre serán los que mayores
prestaciones proporcionen: poca elasticidad, bajo nivel de memoria, alto
contenido en teflón, colamida, poliamida, etc.
Una de las técnicas más divertidas y entretenidas para la pesca de los
“peces rosas” como puedan ser los pargos, pageles y jureles a spinning
ligero desde embarcación, sirviendo así como adelanto para prepararnos
cuando queramos pescar especies más grandes en aguas un poco más
profundas.

El equipo dependerá del escenario, profundidad y tamaño de las capturas.


Tratar de capturar pargos desde la costa canaria, con mar batiendo, poco
tiene que ver con la pesca en barca en el Levante Ibérico en un fondo de
apenas 14 metros, sin corriente ni aire.

En el primer supuesto necesitamos lanzar a la fuerza para alcanzar la


profundidad a la que se sitúan los peces, que generalmente será a más de
10 o 12 metros. Tendremos que contrarrestar el efecto del temible viento
(los alisios que rara vez dan tregua), y necesitaremos tener sensibilidad pese
al gran oleaje.
Podremos usar gambas de vinilo siendo un señuelo ideal para los pargos en
estas condiciones, pero en este caso un jig metálico puede ser más útil,
lanzando y profundizando mejor, aunque no será del todo fácil su manejo
para los noveles, debiendo practicar pausadamente a ras de fondo,
arriesgando los señuelos en cada movimiento, máxime si pensamos que es
más eficaz pescando con triples traseros.

Será preciso pues el empleo de cañas de más de 2,40 metros, rápidas, en


arriesgadas acciones ligeras, en torno a acciones de unos 10-30 gramos, o
más seguras, en torno a los 15-50 gramos; pensemos que en Canarias no
será raro clavar otras especies que pueden plantar duras batallas, como
dentones, abades, jureles canarios, viéndonos obligados también al empleo
de líneas trenzadas relativamente gruesas, poco acordes con los peces que
estamos tratando en esta ocasión.

Muy diferentes puede ser tratar de buscar brecas o pageles, en las bocanas
de los puertos grandes cántabros o mediterráneos, en los que, si no hay que
lanzar demasiado, podemos llegar a emplear los equipos de rock fishing o
spinning ligero, como en la barca, donde si el escenario lo permite podemos
hilar realmente muy fino, especialmente pescando sobre fondos poco
rocosos.

Podremos usar una amplia gama de cañas de spinning ligero para estos
momentos, cañas de acción máxima de 8-10 gramos, con las que lanzamos
gambas de vinilo de apenas 5 centímetros con una balita de unos 7 gramos
con lastre. La sensibilidad de las cañas es muy importante, ya que un equipo
duro genera poca confianza ante los peces, que tocan un poco el señuelo y
lo dejan, mientras que los equipos más sensibles perciben los toques, a los
que sigue una picada con total confianza, notando que el pez tiene la gamba
en la boca sin soltarla antes de proceder a clavar.

Deberemos usar cañas muy rápidas con la que tenemos que clavar más
fuerte. Aunque podemos optar por cañas con acciones de unos 5-12
gramos, especialmente si somos noveles en la materia. Que decir tiene que
estas cañas son delicadas, debiendo tener cuidado al combatir peces
grandes (con ellas podríamos sacar dentones, bonitos, bacoretas, peces de
hasta 5 kilos), pero evitando levantar la caña en exceso, tratando de
bombear solo hasta poner la caña paralela a la horizontal.

La línea será trenzada en todos los casos, bajando hasta un 0,10 milímetros
cuando empleemos los equipos de rock fishing, e incluso bajando a un 0,08
milímetros si solo pesamos brecas en la arena, con un bajo de 0,20
milímetros, debiendo subir un poco más si pescamos en la roca ante la
posibilidad real de que nos entren sargos, maragotas, tordos o dentones.

El pargo, se distingue fácilmente del pagel por tener las puntas de la aleta
caudal (la cola) pintadas de blanco, con un ligero antifaz oscuro en el rostro,
además de tener unos dientes capturadores puntiagudos bastante
desarrollados y un perfil cefálico más pronunciado. Es un habitante muy
característico de la roca, aunque a veces se encuentre en la posidonia
oceánica o en fondos de cantos.

Es posible capturarlo desde costa en escenarios de gran profundidad, si bien


va a ser desde embarcación la que va a marcar la abundancia y la talla de
las capturas. Aunque alcanza una talla bastante generosa las capturas más
habituales para los pescadores costeros van a ser de peces de peso inferior
el kilo, con unos 150-300 gramos como tamaño de captura más abundante
en el Mediterráneo. El pargo es bastante voraz, comportándose en cierta
medida como un dentón, atacando todo tipo de muestras más o menos
pequeñas bien presentadas si bien los crustáceos son su principal base
alimentaria.
Los pageles o brecas tienen un color rosado muy homogéneo, fácilmente
diferenciable del pargo, además de que tienen el hocico más puntiagudo y
la mandíbula sin caninos destacables, con predominancia de los dientes
molares. Son peces que alcanzan cierto peso (un par de kilos), si bien las
capturas más habituales en las cercanías de la costa van a ser inferiores al
kilo, con muchos peces por debajo de los 300 gramos.

El pagel es menor depredador que el pargo, pero ello no quiere decir que
no sea capaz de atacar señuelos artificiales, ni mucho menos, si bien para
pretenderlos con ciertas garantías es muy recomendable el empleo de
señuelos pequeños, y preferiblemente que imiten a crustáceos o diminutos
cefalópodos. La arena, el fango y el canto serán sus principales zonas de
campeo, aunque las grandes losas de piedra y los bordes de la roca también
serán de su agrado.

Los pageles se pescan mejor en arena o en fondos más o menos duros pero
muy llanos o mixtos. Se pueden pescar siempre que hay al menos unos 6
metros de sonda, y preferiblemente más de 12 metros buscándolos desde
la costa en las bocanas de los puertos o en grandes acantilados.
Desde embarcación nos va a permitir buscarlos hasta a 60 metros de
profundidad, donde la pesca ligera se complica en exceso (como mucho hay
que pescarlos entre 15 y 22 metros), si bien es cierto que se capturan
ejemplares de mayor talla con relativa frecuencia.

Los pargos están mucho más vinculados a la roca, aunque sienten la misma
predilección que los pageles por habitar aguas de cierta profundidad, lo que
obliga a pescar desde costa en ambientes complicados, en acantilados o en
los exteriores de los mayores puertos, mientras que en barca o kayak
bastará con buscar un área rocosa con ayuda de la sonda y practicar la pesca
en vertical o jigging.

Los pargos y pageles las encontramos durante todo el año en nuestras


aguas por lo que siempre son una opción a tener en cuenta, especialmente
desde embarcación, aunque este mismo hecho haga que releguemos su
pesca a los momentos en los que escasee una pesca de mayor entidad.

En el área Atlántica será probablemente el verano el mejor momento para


pretender su pesca máxime si se pretende desde orilla. Sin embargo, en el
Mediterráneo será el invierno uno de los mejores momentos,
especialmente para los pageles de mayor entidad, que tendrán su máximo
a partir diciembre y febrero, ambos inclusive, aunque la campaña se
extiende de octubre a abril. En el caso de los pargos suele haber un muy
buen momento de pesca hacia junio, hecho que también se aprecia en el
archipiélago canario.

Es en verano cuando mejor se capturan los pargos de mayor tamaño, a más


de 35 metros de sonda generalmente, si bien en el Mediterráneo su pesca
de verano queda en un segundo plano, ante la aparición de otras especies
más espectaculares que poder pescar a spinning.
En la costa se antoja una pesca bastante difícil, no apta para novatos,
aunque puede ser asequible para los pescadores capaces de pescar por el
fondo, pues estos peces apenas se despegan un metro de él, y la posibilidad
de enroque en perfiles abruptos será muy alta.

En la barca la pesca es más sencilla, siempre que tengamos un mínimo de


conocimientos sobre jigging, ya que esta pesca no deja de ser un jigging
llevado al extremo ultra ligero. Tendremos que lanzar a favor de la deriva,
para dejar que el señuelo baje mientras la barca progresa, para poder
pescar en torno a la vertical, donde mejor controlamos el señuelo, para
proceder a sacar cuando ya perdamos sensibilidad y el señuelo quede muy
lejos.

Cuando pesquemos en la vertical moveremos el señuelo con la caña, pero


pronto empezaremos a dejar atrás el artificial, en cuyo caso tendremos que
abrir el carrete tras cada movimiento del mismo, para dejar que baje al
fondo. Con un poco de paciencia es sencillo llevar a la práctica esta técnica,
y con la ayuda del ancla de capa podremos pescar ligero siempre que las
condiciones nos lo permitan.
Todo va a depender del tamaño de los peces que pretendemos pescar, si
bien no son peces de boca demasiado grande, por lo que va a ser muy
recomendable el uso de señuelos de talla contenida.

El mejor señuelo para esta técnica es una gamba de vinilo (para gustos
colores). Las podemos emplear con un anzuelo en posición terminal y un
tope para evitar que el plomo golpee y rompa o dañe el vinilo.

Sin embargo, tampoco hay que despreciar los jigs metálicos de menor talla,
que funcionan especialmente bien con los pargos, más agresivos que las
brecas y que suelen atacar los jigs en la caída, emulando a los dentones para
aquellos que piensen que esta pesca es minucia pueden pescar a gran
profundidad con señuelos un poco mayores, para seleccionar los tamaños
de sus víctimas. Señuelos de vinilo como el Black Minnow Offshore de Fiiish
funcionan bastante bien con peces por encima del kilo, que pescados con
una caña de relativamente ligera (7-28 gramos) ya dan guerra.

En muchas técnicas, como por ejemplo la pesca al curricán, el drifting o las


técnicas de pesca vertical (jigging), además de conocer el tipo de fondo, el
pescador utiliza la sonda para encontrar directamente el pescado, pero si
este enfoque se extrapolara a la pesca spinning mar en aguas costeras seria
generalmente frustrante, y en muchos casos una pérdida de tiempo.

Trataremos de analizar donde hacer buen uso de nuestra sonda para la


pesca de spinning. Cabe mencionar que este análisis es el resultado del
estudio y la prueba durante más de un año de un aparato de última
generación, una ecosonda Dragonfly de Raymarine, y es por esto que las
referencias en este artículo son principalmente a este producto, que
concentra casi todos los avances tecnológicos de interés para un rango de
profundidad de hasta 180 metros y por tanto se presenta como ideal para
las situaciones y batimetrías mencionadas anteriormente.
La ecosonda es un instrumento que transmite ondas mecánicas sonoras de
alta frecuencia a través del agua y registra luego las vibraciones creadas por
el golpe de las ondas sobre un objeto, su eco. Por lo general las ecosonda
usan un espectro de al menos dos frecuencias, una alta (por lo general de
200 khz) y una baja (por lo general 50 khz), para poder generar a la vez un
como más profundo y estrecho y otro menos profundo pero más amplio.

Ambas frecuencias sirven en la pesca, y dependiendo de la técnica utilizada


y del escenario resultan de mayor o menor utilidad para el pescador,
inclusive en la pesca de spinning. La última revolución en instrumentos
integrados de nueva generación es la de hacer uso de una tecnología
llamada “CHRP Down Vision”, del acrónimo Compressed High-Intensity
Radiated Pulse (alta compresión de frecuencias en una señal
electromagnética) que nos permite un escaneo simultaneo de altas y bajas
frecuencias, obteniendo una mayor cantidad de información y
una reconstrucción casi tridimensional del fondo marino que deba muy
poco a la imaginación, resultando de gran ayuda para el reconocimiento de
las estructuras, como veremos más adelantes.

Como ya sabemos los peces están constituidos en mayor parte por tejidos
blandos, compuestos principalmente de agua, y por tanto absorben la
mayor parte de las ondas. Las ondas se desplazan y atraviesan mucho mejor
y más rápidamente en los líquidos que el aire, esta ecosonda, por el
contrario, tiene la capacidad de hacer rebotar la señal en el pez como si
fuera una roca, por este motivo la parte de los peces que es más interesante
para localizar, es la vejiga natatoria, el órgano que permite a los peces
moverse en el medio y que está presente en todos los peces óseos y lo
podemos ver reflejado en la pantalla LCD de nuestra sonda de pesca, es por
tanto una reconstrucción del pez basado en la señal que llega reflejada
desde su vejiga natatoria.

La primera consideración que debemos tener en cuenta cuando usamos


una ecosonda en aguas pocos profundas, en la pesca de predadores es que,
al contrario que en otras técnicas de pesca, en la pesca de spinning no
solemos tener la posibilidad de ver directamente en la pantalla los peces
que pretendemos capturar, este es un aspecto muy importante, y se debe
al hecho de que gran parte de los peces de orilla cazan de dos formas:
La primera es el acecho, como la lubina, el dentón y los cefalópodos, que
en condiciones normales están demasiado cerca del fondo o de alguna
estructura (roca, pecio, espigón…), dificultando con ello su localización.

La segunda es típica de otros predadores, por ejemplo los que cazan en la


superficie (llampugas, palometones y anjovas). Son pelágicos muy rápidos,
que cuando están cazando se mueven rápidamente detrás de las pajareras,
y en tales casos están tan cerca de la superficie que no llegan a entrar en el
cono de búsqueda de la ecosonda.

El resultado en ambos casos en nuestra ecosonda es que el pez que


buscamos no se refleja, no se ve en la pantalla de la ecosonda o sonda de
pesca, y de hacerlo es ya demasiado tarde, cuando lo hemos “pisado”,
cuando se encuentra debajo del barco o cuando ya lo hemos estimulado
con nuestro cebo o señuelo y si ya se ha separado del fondo persiguiendo
el engaño.

Otro caso evidente de información a la que no siempre sacamos partido en


forma de picada es cuando vemos a buen pez marcado en la ecosonda a
media agua; es la situación ideal cuando nos encontramos pescando a
drifting o a volantín, pero en la pesca de spinning suele delatar la presencia
de un depredador que vaga en el nivel intermedio de la columna de agua,
como una lubina, pero aunque nos indica la presencia del pez, muy
probablemente este se halle en un estatus de explotación, o simplemente
vagando, es decir no está cazando, lo que podríamos considerar como una
falsa alarma.
Otra cosa es cuando vemos a un pez que se levanta del fondo cerca de los
peces pasto, indicando claramente un depredador en plena actividad,
siendo este una de las situaciones que estamos buscando con nuestra
sonda, como cuando vemos en superficie a simple vista los ataques de un
depredador. Por desgracia, ver en la pantalla en aguas bajas depredadores
atacando otros peces no es algo demasiado habitual en nuestras salidas de
pesca, por lo que nuestro enfoque debe estar encaminado a una acción de
búsqueda más general.
El eco de la sonda es nuestro ojo debajo de la superficie, y al igual que en
superficie normalmente buscamos puntos interesantes en los que lanzar
nuestra caña como por ejemplo puntas rocosas, isletas golpeadas por la
corriente, playas profundas con bancos de arena, etcétera, lo mismo
debemos hacer con lo que vemos en nuestro display, en la pesca
de spinning la ecosonda nos sirve principalmente para encontrar
estructuras, no peces.

Todas aquellas estructuras que varían la monotonía del fondo, y


especialmente aquellas en las que un pez puede tener ventajas mientras
espera el acecho sus presas:
 Bajos rocosos
 Pequeños canales de roca o arena
 Piedras y rocas aisladas sobre un fondo de arena
 Restos de estructuras de muelles caídos
 Aparejos de pesca profesional abandonados en el fondo
 Caídas repentinas de profundidad
 Manchas herbáceas como praderas de posidonia

Recordemos que estas estructuras no solo cambian la morfología del fondo,


sino que también protegen de la corriente y por tanto pueden ser usadas
como refugio. Las estructuras, como pequeños canales o caídas repentinas,
no son solo lugares en los que poder acechar, sino que también son
puntos en los que casi siempre, por el particular movimiento de la corriente
submarina, se levantan nutrientes presentes en el fondo (fenómeno que se
da con especial relevancia en los cañones submarinos), y que atraen a
muchísimas especies de peces que son pasto de los predadores.
Cuando realizamos la pesca spinning mar debemos tener en cuenta que en
el display de nuestra sonda de pesca, además de estructuras, podemos
observar dos datos que a veces son ignorados por los pescadores:
 Velocidad de deriva
 Temperatura
La temperatura en aguas poco profundas es fundamental, y es una buena
costumbre conservar en un diario las temperaturas marcadas cuando
conseguimos capturas (y cuando no también), escribiendo algún
comentario sobre la actividad de los peces a dicha temperatura.

El agua cercana a la costa se enfría y se calienta mucho más rápido que la


de mar adentro, y por tanto aquí este dato se vuelve fundamental para
comprender las costumbres de los peces. Si bien las lubinas son capaces de
adaptarse muy bien al frío, no ocurre lo mismo con otras especies, como
por ejemplo las barracudas, que en los meses fríos es muy habitual
marcarlos con la sonda a medias aguas, o en los primeros metros del fondo,
pero en un estado de quietud y apatía total.
Lo mismo sucede con el calor, que excita a algunas especies pero vuelve
más apáticas a otras, obligando en muchos casos a diferentes especies a
desplazarse en busca de su temperatura, así pues podemos comprobar las
diferentes temperaturas, sus consecuencias, y decidir en base a esto
como enfocar nuestra salida de pesca.

Pero con la sonda además de la temperatura podremos saber la velocidad


de la deriva, la velocidad de la corriente que tenemos debajo. Si bien en
algunas técnicas la corriente no es favorable para la pesca spinning mar
puede llegar a ser fundamental, porque vuelve más agresivos a los
predadores, ya que con algo de corriente pueden cazar con más facilidad.
Eso sí, hay que saber interpretar cuanta corriente hay y en cuanto tiempo
se mueve desde una estructura en la cual estamos lanzando. Una buena
costumbre es calcular la intensidad de la corriente antes de pesca spinning
mar, poniéndonos al comienzo de donde pretendemos derivar y marcando
el punto a que queremos pescar; luego realizaremos dos o tres derivas
lanzando sobre el lugar elegido. En caso de que haya alguna respuesta
(persecución, ataque) continuaremos pescando, modificando en cada
caso la presentación de nuestros señuelos; si no hay ninguna señal de vida
se cambia y se pasa al siguiente punto de pesca.
Muchas ecosondas a día de hoy están dotadas de un plotter cartográfico;
se trata de una herramienta indispensable para la navegación y para la
pesca. Conviene tener en cuenta que la pesca spinning mar desde
embarcación es muy provechoso durante los cambios de luces, tanto al
amanecer como al oscurecer, y es en esas circunstancias cuando el GPS
nos indica exactamente donde estamos, antes de que lo puedan hacer
nuestros sentidos.

Además, estudiar la cartografía nos ayuda a comprender y descubrir puntos


de pesca donde poder lanzar nuestros señuelos, viendo en el mapa cambios
de profundidad repentinos, indicados por líneas batimétricas estrechas, así
como rocas sumergidas, zonas en las que desembocan ríos o arroyos,
etcétera. La cartografía se adelanta a la señal de la ecosonda dándonos
valiosa información sobre el lugar antes de llegar a él, y una vez en el lugar
esa información es ampliada por la sonda.

La tecnología crece a pasos agigantados, y nos regala instrumentos muy


interesantes que nos ayudarán a pescar mejor, así que vale la pena dedicar
un poco de tiempo a entenderla y manejarla bien, le sacaremos partido, de
eso no cabe ninguna duda.
Todo aficionado a la práctica de la pesca deportiva desde embarcación
habrá asistido en diversas ocasiones a la ya vieja disputa que suelen
mantener aquellos que son partidarios del curricán frente a los que
prefieren decantarse por la pesca a fondo. Esta última cuenta sin duda
alguna con un arraigo mucho mayor en nuestro país, aunque es innegable
que la pesca con artificiales va ganando adeptos de forma progresiva e
imparable. No voy a ser yo quien tercie en esta controversia, entre otras
cosas porque mi afición por el curricán me haría hablar sin demasiada
objetividad de este asunto.

De cualquier modo nos dediquemos a un tipo u otro de pesca es preciso


tener claro que la improvisación es pocas veces compañera del éxito, norma
ésta que se convierte en exigencia mucho mayor a la hora de preparar
seriamente una pesca a fondo, en la que entran en juego un número
considerable de factores que conviene cuidar con mimo antes de hacernos
a la mar.

El primero de ellos no es otro que la selección de las especies que


pretendemos capturar, pues en fondos de roca, en torno a los 25 o 35
metros de profundidad, encontraremos una fauna submarina lo
suficientemente variada como para plantearnos técnicas y equipos muy
diferentes en función de las piezas buscadas. Quien haya oído hablar de la
presencia de grandes dentones, doradas o corvinas en una determinada
zona y se presente allí con los enseres que habitualmente utiliza en la pesca
de la breca o la mojarra, hace mejor en ahorrarse el viaje y buscar otro
enclave más propicio para la pesca de especies de tamaño medio. Quiero
decir con esto que en la pesca a fondo requiere de preparativos adecuados
a las especies buscadas, se capturen o no, requisito que hace imprescindible
varias horas de dedicación en las jornadas previas a la salida al mar.

Si comenzamos refiriéndonos a las cañas y carretes conviene pensar en dos


equipos por pescador, uno de ellos dedicado a la pesca de especies
menores, otro dispuesto para tentar las grandes piezas que deambulan por
entre los accidentes del roquedal. Las cañas han de quedar perfectamente
preparadas antes de salir de puerto, pues de lo contrario no haremos más
que acumular enredos e incomodidades en las reducidas dimensiones de la
embarcación. Idéntica labor de disposición previa ha de seguirse con los
aparejos, de los que nos ocuparemos brevemente algo más adelante.

Sin embargo, el gran preparativo extra de la pesca a fondo frente al curricán


no es otro que la búsqueda y selección de los cebos que han de emplearse
durante la jornada. Se impone la visita al mercado para hacernos de una
buena provisión de sardinas, choco, calamar, al margen de otras posibles
carnadas, como las populares "gusanas" y "albiñocas", pagadas de día en
día a precios cada vez más elevados.

Con los cebos en nuestro poder es el momento de prepararlos y


almacenarlos cuidadosamente en una neverita, para evitar que mueran o
entren en descomposición por efecto del calor, pues sobre todo los anélidos
("gusanas" y similares) y moluscos son sumamente delicados, y muy
sensibles a los cambios bruscos de temperatura.
El trolling o pesca al curri es un estilo deportivo que se basa en arrastrar un
señuelo artificial desde la barca mientras navegamos por el mar o lagos.
Estos excitadores o planeadores nadan en la superficie o medio fondo, la
profundidad viene dada gracias a una bola de acero que se coloca en el
sedal, de esta forma el señuelo atraerá con su movimiento grandes presas
marinas. Es habitual el uso de cañas de pescar de gran calibre para poder
pelear con peces de tamaño considerable, respecto a su longitud varían
entre los 2 y 3 metros como mucho.
El artificial es enganchado con el hilo y con la lancha o embarcación
navegando, dejamos caer la muestra al agua hasta que se aleja una
distancia considerable, aproximadamente 50 metros de la embarcación, es
ahí cuando impedimos que corra la línea de pesca haciendo “bailar” al
planeador produciendo unas vibraciones atrayentes.

Lo habitual es que la pesca embarcada se realice entre 3 pescadores, dos


de ellos utilizan el estilo del curricán y otro desde la parte delantera del
barco, la proa, pesque a spinning por ejemplo. El conductor de la barca
controla la velocidad de la embarcación para que los señuelos de trolling se
mantengan a una distancia adecuada y evitando enredos y enganches con
el fondo, eso sí, cuando el pez pica, la embarcación se deberá de detener
incluso parando el motor.

El curricán costero es la única técnica de pesca que te permite navegar y


pescar a la vez, lo que la hace muy prolífera entre casi todos los navegantes
a vela. Además, la velocidad crucero durante las travesías suele coincidir
con la de esta modalidad de pesca. Se realiza en la zona delimitada a una
distancia máxima de 12 millas de la costa.

Equipos ligeros, habitualmente equipos de una resistencia de 12 libras a 30


libras máximo. Se empleará un número aproximado de cuatro cañas.

Se suele realizar durante el periodo comprendido entre la primavera y el


otoño.
El bonito, la palometa, la serviola, el palometón, la lubina, la llampuga, la
bacoreta, el jurel,…

Esta pesca se realiza en la parte más superficial del mar. Se puede usar
señuelos artificiales desde pulpitos con rafia, tradicionalmente llamados
curricanes, hasta peces artificiales. La velocidad de la embarcación,
dependerá de la presa que se quiera obtener: si queremos pescar jurel
tendremos que ir a 2,5 nudos, mientras que si lo que buscamos son túnidos
podremos ir hasta a 7 nudos.

La distancia a la que se deja el señuelo también dependerá del objetivo. Por


ejemplo, los pequeños atunes se llegan a coger a diez o quince metros de
distancia de la embarcación, mientras que las miedosas lubinas llegan a
pescarse a cien metros de distancia.

Es la variante del curricán costero que se realiza pescando en el fondo del


mar. Lo puedes realizar a través de distintas técnicas. La principal dificultad
estriba en saber a qué profundidad navega tu señuelo, y eso es algo que se
aprende con mucha técnica y experiencia.

Cada una de estas técnicas requiere un conocimiento y casi un material de


pesca específico, pero por norma serán equipos de mínimo 30 libras.

La mejor época para el desarrollo de esta técnica son los fríos meses de
invierno y la primavera.
Dependiendo del área geográfica se pueden capturar meros, dentones,
samas, corvinas, lubinas, serviolas o peces limón y palometones.

Los métodos que se utilizan son variados, desde pescar con una bola de
plomo de más de cinco kilos (lenteja), pasando por pescar con hilo relleno
de plomo (Dacrón plomado), pescar con cable de acero (Monel) o utilizar
planeadores o parbanes para conseguir bajar el señuelo a ras de fondo.
Generalmente deberás pescar a gran distancia del barco, entre cien y
quinientos metros, y a una velocidad lenta, nunca superior a 3, 5 o 4 nudos.

Esta pesca la puedes desarrollar perfectamente con cebo vivo o con peces
artificiales. Normalmente la deberás realizar con una sola caña (salvo
honrosas excepciones). Podrás pescar desde los diez metros de fondo hasta
los sesenta como máximo.
Amanece una jornada más y el sol va despertando los colores y las formas
sobre un mar tranquilo, suavemente rizado por la brisa de tierra. Con la
embarcación de camino al pesquero, los tripulantes, en silencio, ejercitan
la imaginación y dibujan en sus mentes lo que ha de ser un nuevo día de
pesca:

¡Qué lento se pasa el tiempo cuando estamos ansiosos por vernos ya con la
caña en la mano, metidos en faena!

Por fin sobre el punto elegido, la primera operación del día es la del fondeo,
momento crucial del que puede depender el desarrollo de toda la jornada.
Como norma general es preciso disponer de una cantidad suficiente de
cabo que nos permita afirmar fuertemente la embarcación en el punto
elegido.

Para un fondo de unos 25 metros se precisan al menos 60 metros de


estacha, con el fin de que el cabo forme un ángulo agudo con el fondo, pues
de lo contrario la acción del viento sobre la embarcación puede hacernos
perder el punto de anclaje, que en ocasiones se consigue con no pocos
esfuerzos. A la hora de largar el rezón el patrón deberá calcular el margen
de error que supone fondear con esta longitud de cabo, pues el ancla puede
quedar en la zona elegida y la embarcación a unos veinte metros o más a
favor de la dirección del viento, tal vez lo suficiente para no lanzar nuestros
aparejos en el punto ideal.

En determinadas jornadas, a causa de la existencia de mar de fondo o


fuertes corrientes, resulta casi imposible hacer llegar el ancla a su destino.
Para solventar este problema son muy útiles un par de plomos de un kilo
de esos que se usan para bucear. Basta con anudarlos fuertemente al ancla
y ésta buscará el fondo sin mayores problemas. En estos días, el peso de los
plomos que empleemos en nuestros aparejos habrá de aumentarse
considerablemente o de lo contrario pescaremos entre dos aguas,
acumulando líos y enredos a cada instante.

Una precaución más cuando se fondea sobre roca es la de amarrar el rezón


por la parte de las uñas, practicando luego un nudo que asegure el cabo a
la argolla del ancla mediante un cordel ligero. Si el rezón se niega a salir,
basta con tirar fuertemente de él hasta que se rompa el cordel y el hierro
invierta su posición zafándose de las rocas. Amarrar directamente por la
argolla puede hacernos pasar un mal rato intentando desprender el ancla
de entre las firmes piedras del roquedo.

Con la embarcación fondeada sobre el pesquero es el momento de preparar


el "angüado", una bolsa de red en la que hemos introducido varios kilos de
sardinas algo pasaditas, trituradas y mezcladas con arena. Una vez
plomada, esta red se deja a media agua, con el fin de atraer a las caballas
que han de servirnos después como cebo vivo. ¡Ya estamos listos para largar
las líneas!

Por fin comienza la verdadera acción de pesca. El primer paso es preparar


dos cañas ligeras equipadas con aparejos finos de varios anzuelos y plomo
terminal, estilo rosario, cebadas con trocitos de "gusana", choco o calamar
con el fin de hacernos con las preciadísimás caballas. Estos aparejos se
dejan descansar a media agua, aproximadamente a la misma profundidad
en que hemos dispuesto la red con las sardinas. Poco a poco irán llegando
las primeras caballas, que han de conservarse vivas mediante un
oxigenador o simplemente en un gran balde al que iremos cambiando el
agua cada poco tiempo. Si no aparecen las curiosas caballas conviene dejar
caer estos aparejos ligeros hasta el fondo. Obtendremos así pequeñas
mojarritas o raspallones que, aunque menos efectivos, también dan buenos
resultados, especialmente con el dentón y el congrio.

Con la provisión de cebo vivo asegurada (basta con ocho o diez ejemplares)
cada pescador cala sus dos cañas; una para especies de tamaño medio:
brecas, sargos, vidriadas, chopas, la otra destinada a las especies mayores:
grandes doradas, dentones, congrios y corvinas.

Ambos tipos de aparejos se montan con plomo terminal, el de las cañas


ligeras con varios anzuelos, el de cebo vivo con un sólo anzuelo y equipado
de una varilla que impida que el pececillo con su nado continuo enrede la
línea al final del aparejo.
El anzuelado del cebo vivo se realiza con cuidado, justo detrás de la aleta
dorsal, cuidando de no dañar el pececillo que ha de mantenerse con vida al
final del aparejo. Algunos pescadores acostumbran a recortar con unas
tijeritas algunos flecos de la aleta caudal de las caballas con el fin de reducir
un poco su movilidad e incitar así al predador, que como es sabido muestra
preferencia por las presas débiles o heridas. Comprendo que estas
operaciones puedan dañar la sensibilidad de más de un aficionado, aunque
no veo por qué ha de censurarse la pesca con caballitas o mojarras vivas y
no la operación de ensartar una "gusana", una "tita" o una almeja
igualmente vivas, pues se trata de un hecho moralmente idéntico.

Con las líneas caladas, llega ahora el momento de la espera, la hora de la


conversación, acompasada por el rumor del mar y sólo interrumpida por
alguna que otra picada en las cañas pequeñas. Allí están las otras, las del
cebo vivo, suavemente arqueadas y mudas ¡Una hora en el pesquero y sólo
hay una chopa y un par de vidriadas que llevarse a la boca!

Y de repente, la puntera de la caña roja se arquea buscando el fondo y un


homigueo nervioso se apodera de nosotros tres. El afortunado toma la caña
en sus manos y regula el freno; nosotros recogemos el resto de las líneas
para evitar un enredo que daría al traste con la pieza.

Es un dentón sus cabezazos y huidas verticales son inconfundibles.


¡Trabájalo bien, despacio, que es bueno!

Y al cabo de unos largos minutos está allí a flor de agua con sus vivísimos
colores destellando al sol de la mañana. ¡Sacadera y a bordo! Un bonito
dentón de cinco kilos que ha dado buena cuenta de la caballita que le
teníamos preparada.
Continúa la jornada y nos divertimos con la entrada de otras piezas
menores. Ahora probamos con las navajas vivas, colocadas enteras, con
cáscara, y sujetas al anzuelo solo por una pequeña gomilla elástica. Es el
cebo ideal para las grandes doradas que armadas de su poderosa dentadura
no encuentran problema alguno en triturar las frágiles valvas de la navaja:

¡Que pena que estos hermosos y combativos ejemplares sean cada día más
escasos!

Con el declinar del día, un congrio de buen tamaño entra a la mojarrita viva.
Al aflorar a la superficie nos invade cierta desilusión, pues más de uno
pensaba ya en un nuevo dentón que hiciera compañía al ya cobrado. En
resumen una hermosa jornada.
Y sin embargo, como bien sabe el lector, otros días la cosa es bien distinta
y uno se vuelve a puerto mirando las carnadas, intactas, allí en el fondo de
su neverita y piensa de repente en lo buenos que estarían esos chocos
frititos o a la plancha, y piensa en la paliza que nos ha dado el mar y en ese
madrugón de esta mañana y en lo que queda antes de llegar de nuevo a
casa.

Entre las distintas opciones que se nos presentan en la pesca de mar,


querría dedicar unas líneas a la pesca con artificiales, cada vez más
extendida, aunque aún minoritaria, en nuestras costas. Rara vez el pescador
neófito se atreve con señuelos, tal vez por las dificultades técnicas que
puedan plantearle o quizá sólo a causa de la desconfianza que le ofrece
colocar un pececillo o una cucharilla ondulante al final de su línea: "¿ Cómo
va a picar algo en este trocito de madera?", se repite, y mientras, paga su
habitual cajita de gusanos, pensando en el precio astronómico de esos tres
artificiales que acaba de llevarse su compañero de mostrador, sin saber que
bien cuidados y con algo de suerte pueden durarle casi media vida.
Tal vez por el carácter aún minoritario de la pesca con artificiales, no es
nuestra intención la de presentar aquí unas páginas absolutamente
novedosas, para "consumados expertos", si es que los hay en este
imprevisible mundo de la pesca, sino más bien la de ofrecer una pequeña
guía para aquéllos que decidan asomarse por vez primera al colorista y
variado campo de los señuelos artificiales para pescar en el mar.

En diversas ocasiones he leído preciosas colaboraciones dedicadas a la


pesca de fondo y en general a distintas técnicas en las que se emplea el
cebo natural, en las que se hablaba con cierta ironía acerca de los cebos
artificiales, casi señalando que en determinadas zonas de nuestra geografía
los peces no se dejaban engañar por tales ingenios, tal vez por ser las
especies de allí especialmente astutas y sólo aficionadas a un puñado de
cebos tradicionales. Sin ánimo de entablar controversia y como la
divergencia es sana quiero señalar que en esta actitud no hay más que un
prejuicio establecido sin más y que en efecto son más las especies que
podemos capturar con señuelos artificiales que aquéllas que
tradicionalmente se reconocen como peces de presa.
Sin entrar en el terreno de la pesca a mosca, en el que me declaro
especialmente ignorante, podemos señalar casi una quincena de especies
capturables con cebos artificiales en nuestras costas. Entre las habituales:
anchova, lubina, palometa blanca, caballa, jurel, baila, dentón, bonito;
menos frecuentes: el pargo, la corvina, el ballesta, la llampuga y la serviola.
Esto sin contar las especies de altura, aguja imperial y atún rojo, o las
capturas de suerte como el serrano o el mismísimo sargo.

Aún recuerdo cómo hace unos quince años muchos pescadores de nuestra
zona nos miraban con poca simpatía y mucha incredulidad al revelarles que
tal o cual pesca de lubinas se había hecho al curricán o que aquel precioso
dentón que contemplaban había entrado a un artificial de 14 cm. Hoy son
muy pocas las embarcaciones de pesca deportiva en las costas de Huelva
que no cuentan entre sus aparejos con al menos un puñadito de señuelos,
que en muchos casos se convierte en un verdadero arsenal de artificiales.

Sin embargo, como bien sabe el lector el uso de un tipo u otro de señuelo
está asociado a distintas situaciones de pesca y el pececillo que hoy
funcionó tan bien, pasado mañana puede irse a la caja sin una sola picada,
pues han cambiado las condiciones ambientales o simplemente las especies
presentes son otras distintas a las de ayer.

Estos cambios, frecuentes todo el año, son especialmente repentinos en los


meses estivales, en los que es habitual encontrar bancos de especies
migratorias que por este tiempo se acercan a nuestras costas. Si el pescador
es aficionado al uso de artificiales, deberá adaptarse ahora a las nuevas
circunstancias que le ofrece la mar. De las más frecuentes y de aquellos
señuelos más útiles y extendidos nos ocuparemos a continuación, siempre
como orientación general, que en esto de la pesca resulta conveniente huir
de las leyes de carácter universal.
La pesca deportiva desde embarcación no equivale a capturar enormes
ejemplares con aparejos costosos y equipo sofisticado.

Algunas especies, como el chicharro o jurel, no requieren demasiados


esfuerzos ni medios técnicos, y proporcionan grandes satisfacciones.
Además, dado su comportamiento gregario, podemos capturar muchos
especímenes seguidos y ni siquiera habremos de internarnos en mar
abierto para encontrar bancos abundantes.

Lo único que debemos tener en cuenta es la estacionalidad, que cambia en


función del lugar en el que nos encontremos. Los jureles, en casi toda
Europa, en el Mediterráneo y en muchos otros puntos del planeta, se
acercan periódicamente a tierra en grandes bálamos.

Los más pequeños llegan hasta el interior de los puertos y de las bahías. A
veces, los podemos ver en los lugares más recogidos, formando nubes de
ejemplares inmaduros de unos pocos centímetros de longitud que se
apiñan cerca de la orilla. Luego, están los de tamaño mediano que buscan
instintivamente más agua, y se localizarán cerca de tierra, pero ya con una
o dos decenas de metros de profundidad. Por último, los grandes
ejemplares, que pesan alrededor de un kilogramo, evitarán vivir dentro de
puertos, bahías o ensenadas, pero, en determinadas fechas, podremos
encontrarlos a una o dos millas de la costa, a condición de que haya calado
suficiente para que se sientan cómodos.

Recordemos que los jureles son, como todos los carángidos, grandes
nadadores, animales diseñados para triunfar en los grandes espacios
oceánicos y depredadores insaciables. Estas características les confieren un
gran atractivo para la pesca deportiva, pues son luchadores tenaces y
entran bien a cualquier señuelo o carnada que les presentemos.

En España contamos con dos subespecies muy próximas (Trachurus


trachurus y Trachurus mediterraneus) que, a efectos de su pesca, pueden
ser tratadas como una sola. También su prima, la caballa, es susceptible de
ser capturada con las mismas técnicas.

En realidad, para pescar chicharros no necesitamos gran cosa. Bastará con


el equipo más sencillo y el señuelo más rudimentario para que este pez nos
haga los honores. Aunque podamos capturarlo con cebo, lo más divertido y
eficaz resulta su pesca con señuelos artificiales. Quizás lo más práctico sea
emplear la técnica de curricán ligero o cacea costera, que consiste en
navegar con uno o varios aparejos largados en busca del pez.

Ya hemos indicado que casi cualquier señuelo le va bien, pero me suelo


decantar por las cucharillas onduladas en plata u oro, o los señuelos
medianos de plumas de colores. Dado que nos las veremos con peces que
raramente superan los dos kilos, ni siquiera necesitamos caña, ni demás
complementos habituales en la pesca desde embarcación.

No obstante, la caña nos parece más deportiva, por lo que siempre


aconsejamos su uso. Debemos recordar siempre su pequeña talla para no
sobredimensionar la resistencia del equipo, lo que es muy habitual. En ese
caso, con unas cañas y unos sedales demasiado robustos, perderemos
sensibilidad y deportividad. Esta situación es muy habitual y a menudo
encontramos embarcaciones con aparejos preparados para túnidos,
pongamos por caso, que luego han pescado jureles o caballas, por ejemplo.

Otro factor que hay que tener siempre presente es que estamos hablando
de pescado azul, por definición más delicado que el blanco. Así que todos
los cuidados que tengamos en su manipulación serán pocos, si lo vamos a
destinar al consumo humano. El chicharro posee una carne sabrosa y
francamente grata. Cocinado al horno, bien fresco y pescado con anzuelo,
hará las delicias del más delicado paladar. Ahora bien, si lo hemos golpeado,
su carne se convertirá en una masa incomible.

Por eso, cuando pesquemos chicharros, capturemos sólo los que vayamos
a comer y tratemos las capturas con mimo. Nosotros seremos los primeros
recompensados.

Los señuelos artificiales se emplean tanto de costa como desde


embarcación. En los meses estivales es muy frecuente esta situación que
describimos, pues los bancos de pescado azul suelen acercarse lo bastante
a nuestras costas como para decidirnos a intentar su captura, siempre
entretenida y viva. Los indicios que muestran la presencia de estas piezas
en superficie son de sobra conocidos: aves marinas lanzándose,
especialmente los pequeños y ágiles charranes, pececillos presa saltando
sobre la superficie y las turbulencias que originan los depredadores al
atacar casi a flor de agua.

Las piezas que podemos encontrar en estos cardúmenes son esencialmente


caballas y estorninos, jureles y palometas. En determinadas zonas pueden
aparecer también las bailas y las anchovas de mediano tamaño. Veamos
ahora algunos señuelos y técnicas para su captura.

Los artificiales que suelen emplearse en estas situaciones son


esencialmente de cuatro tipos diferentes: Peces de plomo, de un peso entre
20 y 25 gr. Pequeños peces artificiales de superficie (59 cm). No importa
que sean modelos diseñados para la pesca en agua dulce, que de hecho son
los que se muestran más útiles con las piezas de pequeño tamaño.
Cucharillas plateadas ondulantes, de un peso en torno a los 16 gr.

Desde la orilla conviene usar peces de plomo, más adecuados por su peso y
diseño para el lanzado, sin necesidad de utilizar ningún otro lastre
suplementario. Para ello es preciso emplear un monofilamento de poco
grosor, 0.24, y una caña ligera de unos tres metros y medio. Conviene lanzar
a aquellos puntos en que hemos detectado actividad y recoger con la caña
alta a base de cambios constantes en la velocidad de recuperación de la
línea. Si queremos emplear señuelos de poco peso podemos ayudarnos de
los buldós, esferas de plástico que se llenan de agua a la mitad, colocando
el señuelo (pez artificial o silicona) 1,50 m. por detrás del buldó. Además de
éstas, las opciones de montaje son muy diversas: rosario plomado, rosario
y pez de plomo, buldó y pez artificial.

Desde embarcación la técnica más efectiva es el curricán ligero a corta


distancia de la embarcación (25 m), con el fin de aprovechar las turbulencias
del motor, que suelen atraer la atención de estas presas. Pueden emplearse
indistintamente los peces artificiales en madera, los de plomo y las cucharas
ondulantes, pues son todos señuelos bastante versátiles. No obstante, si
tuviese que hacer una elección, con carácter general, me decantaría por los
peces en madera para caballas y estorninos, los de plomo para la baila y las
cucharas ondulantes para el jurel y la palometa blanca.

La pesca de cefalópodos, conocida actualmente por el término anglo-


japonés de “eging”, se practica desde tierra o desde barca, con el señuelo
artificial llamado “egi” o jibionera. El principio de la pesca al eging se basa
en que el cefalópodo, es un depredador que caza, principalmente
cangrejos, gambas y peces, utilizando su vista como arma de detección de
sus presas.

La pesca de cefalópodos está basada principalmente en el sentido de la


vista y no en otros sentidos mucho más desarrollados en otras especies,
como pudieran ser el olfato o la línea lateral de los peces. Así, la evolución
ha dotado al calamar de un ojo complejo y funcional.
 Primero: avistamiento de la presa
 Segundo: aproximación a la misma
 Tercero: sujeción de la presa con los tentáculos largos
 Cuarto: traslado de la presa la boca
 Quinto: sujeción definitiva de los brazos cortos para evitar la eventual
fuga
 Sexto: desmenuzamiento de la presa con el potente pico
 Séptimo: ingestión
Sabido esto resulta evidente que en el eging, es muy importante, por no
decir determinante, el primer paso, en el cual el cefalópodo detecta al
señuelo jibionera a través de sus ojos, por lo tanto el pescador debería tener
en cuenta, a la hora de escoger el señuelo, cómo ve el calamar sus presas.

En la actualidad tanto en las revistas como en diferentes reportajes


sobre pesca deportiva, tanto de televisión como de Internet, se destaca la
importancia del color de la jibionera. Además entre los pescadores
deportivos es muy común escuchar comentarios acerca del color de las
muestras utilizadas:

“hoy entran al verde”


“por la mañana se tiraban al azul”
“últimamente los pesco todos con el naranja…”
Estas afirmaciones y mil más se basan en la experiencia, o en la sensación
personal del pescador, siendo en algunos casos verdades evidentes, pero
en otros conclusiones no del todo ciertas, y precisamente dentro de esas
conclusiones inexactas suelen estar las referentes al color de los señuelos
artificiales utilizados en la pesca de los cefalópodos.

Hurgando en la hemeroteca sobre cual es el conocimiento actual de


la visión de los cefalópodos, observamos que desde finales de 1950 hasta
la actualidad y con ese objetivo se realizaron diversos estudios
experimentales sobre todo en pulpos y en calamares.

El primer estudio científico sobre la visión de los cefalópodos fue realizado


por dos biólogos norteamericanos que trabajaban en la Stazione Zoologica
di Napoli, en Italia, Paul K. Brown y Patricia S. Brown, y publicado en la
prestigiosa revista Nature; ellos observaron un único pigmento en la retina
del ojo de la calamar y del pulpo, la rodopsina; cabe aclarar que los ojos de
la mayoría de animales tienen dos o tres pigmentos, por ejemplo el ojo
humano, que tiene tres pigmentos.

Cuarenta años más tarde, en 1996, N. Justin Marshaall y John B. Messenger


realizaron un experimento sobre la capacidad mimética del calamar en
sustratos de diferentes colores. La conclusión más importante para
nosotros, los pescadores, es que el calamar no distingue los colores, pero
es capaz de ver el contraste entre ellos.

Diez años más tarde Lydia M. Mathger, junto con otros colaboradores, se
interesaron por la visión de los sustratos del calamar y su capacidad
mimética, publicando sus resultados en la revista Vision Research. Así
confirmaron la ceguera a los colores de la calamar descrita previamente, y
además determinaron que es capaz de resolver el contraste de colores en
por lo menos un 5 por ciento.

Un par de años más tarde, en 2008, el mismo grupo de biólogos público en


la revista Vision Research nuevos resultados, concluyendo que la resolución
del contraste de colores del calamar es de un 5 por ciento, un valor que
indica que esta especie distingue muy bien el contraste de los colores.
Debemos tener en cuenta que la especie humana la hace al 2 por ciento, y
que el búho, animal nocturno con una capacidad excepcional, lo hace al 1
por ciento.

Entonces, si las sepias, calamares y pulpos no ven todos los colores, ¿son
más frágiles o más vulnerable? No, claro que no.

Un grupo de científicos australianos publicaron en 2011 un artículo


científico en la revista Philosphical Transactions of the Royal Society B en el
cual informaban de la importación de los estímulos polarizados en el
ambiente acuático, y como estos pueden proveer de información valiosa a
los animales que son sensibles a este tipo de radiación electromagnética.

No entraremos en la biología de la visión de la luz polarizada ni en la


compleja física de este tipo de radiación. Solo quedaremos mencionar que
esta sensibilidad ha sido demostrada tanto en cefalópodos como en peces.
Sin embargo, estos dos tipos de animales acuáticos la utilizan para
individualizar la presa y los predadores, mientras que los peces la usan
sobre todo para la navegación y la orientación.

En particular en los cefalópodos se vio que la respuesta a los estímulos


polarizados es cualitatívamente comparable con aquella obtenida de un
fuerte contraste observable con la visión “normal”. Esto sugiere que la
sensibilidad a la luz polarizada representa un canal visual autosuficiente,
que aumenta la capacidad visual total, y por lo tanto mejora la percepción
del ambiente circundante por parte de los cefalópodos.
Entonces…
¿Cómo podemos aprovechar esta información científica para mejorar la
probabilidad de captura del calamar?
¿Qué decir sobre la elección del color del egi en la pesca de cefalópodos?
¿Cuál es el mejor color?
Por lo que hemos contado cabe deducir que el color no es la variable más
relevante. Todos los pescadores que practicamos el eging debemos hacer
un esfuerzo y entender que el calamar y otros cefalópodos no ven como lo
hacemos nosotros. Además estos animales viven en un ambiente muy
diferente al nuestro, en el cual la visibilidad de los objetos depende de
diversos factores, como la hora del día, la turbidez del agua, la profundidad,
etcétera.

La experiencia como pescador habitual de calamar desde embarcación me


ha llevado a unas cuantas conclusiones que pueden servir de ayuda a los
pescadores de calamares. La primera es que cuando el agua está muy turbia
la probabilidad de captura de calamares será muy baja, porque como ya
hemos comentado este depredador caza basándose sobre todo en la
detección visual de la presa.

La segunda es que el egi debe contrastar bien con el fondo; en este punto
hay que decir que probablemente también tenga cierta importancia el
“dibujo” del egi, su librea, por ejemplo la presencia de rayas y manchas, que
son visibles para los cefalópodos.

Aún queda mucho por conocer sobre la reflexión del egi a la luz polarizada,
que podría ser otro aspecto importante más para entender el instinto
predador del calamar; recordad que el aspecto de la jibionera en el agua y
su movimiento son las características a tener más en cuenta en la pesca de
cefalópodos.
Es conveniente utilizar un egi bastante pesado, y si se pesca desde
embarcación en deriva es mejor agregar un plomo a una distancia de 50
centímetros del egi, sobre todo cuando hay fuertes corrientes. La deriva
ideal de la barca es de entre 0,40 a 0,80 nudos; si la deriva es superior a los
0,80 nudos se aconseja utilizar un ancla flotante o algún otro sistema similar
para ralentizar la deriva.

Otro factor muy importante, quizás el más importante para estimular el


ataque del calamar, es el movimiento del egi. Si la pesca se realiza al estilo
clásico, con una sola caña de pescar sostenida en la mano, animaremos
continuamente el egi con los diferentes tipos y frecuencia de
movimientos que nos permita desplegar la creatividad y la fantasía de cada
uno en la pesca.

14Movimientos de la caña para pescar calamares


Al recoger el señuelo moviéndolo hay que tener presente que estamos
simulando lo que ocurre en la realidad. Así una gamba viva que intenta huir
de manera veloz del ataque de una calamar lo hace hacia atrás, gracias al
plegamiento rápido hacia el abdomen de la cola, denominada telson en los
crustáceos. Asimismo, si se mueve el egi a intervalos cortos, el calamar si
merodea por la zona será fuertemente estimulado por dichos movimientos
breves en el tiempo para atacar al jibidón.

En cambio, si la pesca es desde la barca a la deriva, la ventaja es que se


puede pescar con más de una caña, pero hay que contar con la habilidad
suficiente para mover todos los egi manualmente y no supeditar su acción
exclusivamente al movimiento de la barca.

En lo que respecta al aspecto del “pajarito” a utilizar, es mejor, según mi


experiencia personal, utilizar egis de colores claros en condiciones de agua
muy limpia y/o con alta luminosidad, mientras que si las condiciones son las
contrarias es mejor utilizar un egi de color oscuro.

15Jibionera Yo-Zuri Ultra DX


Y en cuanto al aparejo nada mejor que una línea trenzada del 0,10 mm y
un terminal de fluorocarbono del 0,30, de aproximadamente medio metro
de largo. La utilización de líneas de fluorocarbono se justifica más por
su gran resistencia a la abrasión que por su mayor invisibilidad en el agua
comparada con el monofilamento de nailon, como opinión personal pienso
que la experimentación con los nuevos egi debería ir al encuentro de la
aplicación de superficies polarizantes más que a la reflexión de los rayos UV
o a la emisión de sonido tipo “rattle” o sonajero, como se está desarrollando
en la actualidad.
La pesca del calamar desde tierra cuenta cada vez con más adeptos y,
debido a los modernos señuelos, consigue buenas capturas, asequibles
incluso para los pescadores menos experimentados.

El calamar es un molusco que pertenece a la familia de los cefalópodos,


(moluscos de concha interna) que, como su nombre indica cefa=cabeza,
podos=pies, tienen los pies en la cabeza, o, mejor dicho, los tentáculos,
unos apéndices llenos de ventosas con los que apresan y sujetan a sus
víctimas.

Para los que no lo hayan descubierto ya, diremos que los cefalópodos son
los calamares, pulpos y sepias, básicamente, y pueden ser perseguidos, más
o menos, como si de peces se tratase. Claro está, con los aparejos
adecuados, que difieren ligeramente de los que utilizamos para capturar
peces, pues estos últimos llevan anzuelo.

Todos los cefalópodos son voraces depredadores y eso los convierte en


presas adecuadas para los pescadores poco avezados, que se sorprenderán
de lo fácil, divertida y emotiva que puede resultar su captura. Podemos
perseguirlos en todas nuestras costas y durante todo el año, aunque el
verano es quizás la época más fructífera y, sobre todo, la más agradable
para su pesca.
Aunque la de los calamares ha sido tradicionalmente una pesca que se
llevaba a cabo en embarcación, en los últimos años, la evolución de los
señuelos y de los materiales ha conseguido la posibilidad de perseguirlos
con éxito desde espigones, escolleras, diques, y, en general, cualquier lugar
que garantice unas cuantas brazas de profundidad.

Y es que, a diferencia de la sepia, el calamar es un animal "nadador",


amante de las aguas libres y los grandes espacios, por lo que no
esperaremos encontrarlo posado en el fondo, o apostado en oquedades y
grietas submarinas, como sería el caso de su pariente.

De todas formas, para ambas especies, podemos utilizar el mismo montaje


que consiste, básicamente, en un aparejo simple provisto de un cebo
artificial especial, llamado potera o guadaña, que consiste en un cuerpo
central de plomo forrado con hilo y rematado en una corona de anzuelos
sin agalla; o bien en un pez de plástico coloreado terminado en la misma
corona de anzuelos, también sin agalla o sin muerte.

Esto es así, porque los calamares y sepias sólo tiran en una dirección y no
se revuelven como los peces, por lo que no es necesario el arponcillo o
muerte para sujetarlos una vez clavados. En el caso de la guadaña de plomo,
el señuelo debe quedar suspendido a un par de brazas del fondo (unos tres
metros), y con un intervalo variable cada minuto más o menos el pescador
dará un tironcito a la línea, para que el cebo, que cuelga del sedal, se mueva
y simule un pez vivo.

En este caso necesitaremos valernos de una caña de más de cinco metros,


para separar en lo posible el señuelo de la pared del espigón o del cortado
desde el que pesquemos. Si en vez de la tradicional guadaña de plomo,
utilizamos uno de los modernos peces artificiales para cefalópodos también
llamados "pajaritos", podemos lanzarlo y dejarlo que se hunda lentamente,
mientras lo traemos hacia nosotros recogiendo poco a poco y con intervalos
en los que "nadará" libremente.
Estos señuelos nos ofrecen la posibilidad de ser lanzados a la distancia que
alcancemos, por lo que no necesitaremos una caña larga, sino más bien
cualquier modelo de casting o similar. El calamar o la sepia, llegado el
momento, se lanza con avidez sobre el reclamo y lo abrazan con sus
tentáculos.

Cuando el pescador tire del hilo, notará su peso y entonces se procederá,


no a clavarlo con un suave golpe de muñeca como si se tratara de un pez,
sino simplemente a subirlo, mientras el animal, que se desplaza mediante
un sistema de propulsión a chorro algo así como los aviones a reacción, pero
en plan casero tratará de librarse tirando en sentido contrario a nuestra
presión.

Una vez lo tengamos a bordo o en tierra, el pescador se cuidará del


previsible chorro de tinta que expulsa el animal como mecanismo de
defensa y se observará con detenimiento que el señuelo la potera tampoco
ha resultado manchado de tinta. Si es así, habrá que limpiarlo antes de
volverlo a arrojar al agua.

También es recomendable, si utilizamos montajes múltiples, que los


señuelos sean de distinto tamaño, para poder tentar tanto a los pequeños
como a los grandes ejemplares, que a veces conviven en los mismos lugares.
Esta pesca es realmente sencilla y el equipo a emplear es, asimismo, poco
sofisticado y, por supuesto, barato. Bastará con una caña de acción media
o blanda, que nos permita lanzar los pocos gramos que pesan los señuelos
para calamar.

Hay gente que añade un pequeño plomo de perdigón para lanzar más lejos,
o para que el señuelo se hunda más rápido. También podemos montar
varios señuelos con hijuelas sobre la línea madre, y separados entre sí por
una o dos brazas, con objeto de cubrir más agua o de capturar varios a la
vez. Recuérdese que los calamares suelen presentarse en bálamos, por lo
que tendremos ocasión de clavar dos a la vez si somos afortunados y
nuestro aparejo se topa con el cardumen.

El jigging es una modalidad de pesca deportiva que en la actualidad


congrega a miles de pescadores, y cada vez son más los adeptos a esta
técnica de pesca. Antes de animarte a practicar esta modalidad de pesca
tendrás que tener muy claros estos consejos que te aportamos:

Esta modalidad de pesca, llamada jigging, tiene su nombre a partir del tipo
de señuelo utilizado: el “jig”. Consiste en un gancho (anzuelo) moldeado,
generalmente de plomo, con forma de pez. Los jigs están pensados para
recrear el movimiento vertical de un pez cuando se dirige a la superficie,
por eso a esta técnica también se le llama “pesca vertical”. Este tipo de
pesca permite acceder a una gran cantidad y variedad de peces.
El jigging consiste en arrojar de libremente hacia el fondo marino el señuelo
e ir recuperándolo a ritmo constante a través de la línea y los movimientos
de la caña. Así se simula la trayectoria de un pez pequeño hacia la superficie
y sirve de atractivo para atrapar peces grandes.

El jigging es una de las técnicas de pesca más antiguas del


mundo, sus orígenes están en Japón y en la Polinesia desde hace cientos de
años, en la actualidad su popularidad ha aumentado en gran número de
practicantes.

Por regla general, se practica en profundidades desde los 30 hasta los 250
metros y en zonas donde haya diferencias considerables de profundidades,
abundancia de alimentación para peces pequeños y por consiguiente,
presencia constante de grandes predadores.

Existen dos tipos de jigs: los duros y los blandos. Los jigs blandos consisten
en un gran cabezal emplomado y un anzuelo simple, en el que se enhebra
un pequeño cuerpo siliconado. Proporcionan un movimiento realista y son
muy efectivos para aquellos peces que comen más lentamente. Sin
embargo, resultan menos efectivos en el fondo, bajan despacio y exponen
gran resistencia a las corrientes.

Por otra parte, los jigs duros se asemejan a las hojas de un cuchillo, pueden
ser largos o cortos y a diferencia de los blandos, bajan con rapidez y
proporcionan grandes resultados en profundidad. Según la distribución del
peso en la zona trasera o central, y lo asimétrico de su perfil, servirán mejor
para pescar un tipo de pez u otro.

El peso varía según el modelo elegido pero oscila entre los 60 gramos y los
400 gramos y tiene un efecto directo en la velocidad de la caída. Además
del jig, el equipo básico para esta modalidad de pesca no es otro que
la caña, carrete y línea de la que se sujeta el jig. Los componentes variarán
en función de las características propias del lugar donde se realice la pesca.

Al igual que otros tipos de pesca, no hay una caña que se adapte a todas las
ocasiones. Una buena caña para jigging deberá ser ligera, permitir el
movimiento en forma de parábola y ser lo suficientemente resistente para
aplicar la fuerza necesaria para levantar al pez.

Si eres principiante en esta técnica, lo mejor es que pidas consejo a la hora


de adquirir el equipo en función de la zona en la que vayas a
pescar. Comienza en lugares o zonas que ya conozcas, algo esencial del
jigging es el absoluto conocimiento del fondo que se está ‘trabajando’. Por
ello, siempre te recomendaremos que escojas zonas previamente
conocidas para no arriesgar en lugares nuevos.

16Técnica de la pesca al jigging o vertical


La velocidad del trabajo será proporcional al tipo de pez y a sus hábitos de
alimentación, así como de las corrientes propias del lugar. En principio, se
recomienda iniciar desde el fondo con tiros largos, suaves y lentos e ir
incrementando la fuerza y el ritmo en la medida que se vaya subiendo.

Elegir un día con condiciones de viento y mar estables y zonas alejadas de


la pesca comercial o influencia humana. Preferiblemente, zonas con
profundidades diferenciadas como los arrecifes o las formaciones rocosas,
pues son los lugares preferidos de caza de los grandes peces depredadores.
Empieza a practicar con especies fáciles: si comienzas con especies más
fáciles te animarás a continuar con esta modalidad de pesca, además,
perfeccionarás el movimiento de la caña y el anzuelo montado para jigging,
algo esencial en la pesca vertical y que irás consiguiendo poco a poco y con
ayuda de la experiencia. Lo más recomendado es comenzar con jiggs
ligeros, de 90 gramos o menos, para ir acostumbrándonos y cada vez ir
subiendo el peso de nuestras capturas.

Fortalece tus músculos: en la pesca vertical es totalmente necesario tener


un torso y brazos fortalecidos. Por ello, siempre se recomienda calentar y
hacer algunos estiramientos de la zona lumbar ya que es la parte del cuerpo
que más sufre los tirones de nuestras capturas, comienza con movimientos
suaves y lentos para ir subiendo el ritmo de forma progresiva. Cuando vayas
teniendo más experiencia es recomendable usar un cinturón o tintero que
nos ayude a tirar de la caña.

Alterna en tus zonas de jigging: pues si abusas de una misma zona los peces
pueden molestarse, este punto es muy importante también por el respeto
a los ecosistemas. Siempre hay que respetar nuestros mares y ríos, la pesca
sostenible siempre debe de ser una prioridad en nuestras salidas de pesca.

Necesitas hacerte de un equipo de pesca al jigging: si eres principiante


puedes comenzar con un equipo de iniciación para tu primer contacto con
esta modalidad de pesca. Es fundamental que cuentes con una caña de
jigging.

Por último, un consejo de jigg profesional es que si después de dejar caer


tu jigg durante un tiempo considerable (digamos que entre 8 y 10 minutos)
no recibes respuesta, deberás cambiarte de zona.
Siendo una de las variedades favoritas de los pescadores, la pesca desde
embarcación pues resulta bastante más productiva que la realizada desde
la orilla, tanto en número como en calidad de las picadas. Por ello, si lo que
quieres es pescar más y mejor te recomendamos que salgas y practiques
esta modalidad de pesca.

En este sentido, tanto las cañas como los carretes han de ser específicos y
muy especializados en la pesca desde embarcación, dejando en la orilla
aquellos materiales de la costa.

Pescar con señuelos inchikus es una modalidad de jigging que ofrece


grandes resultados con codiciadas especies, como pueden ser samas,
dentones, pargos, meros, brótolas, etc.

Estamos obteniendo resultados mágicos en nuestras marcas de samas


liberando estas estupendas muestras que van de los 100 a 300 gr de peso en
diferentes modelos y colores. Eso nos ha llevado a escribir este post, en el
que os vamos a mostrar cómo engañamos a las samas de porte con este
curiosa señuelo.

Antes de ir a por un pez concreto, en primer lugar debemos estudiar sus


costumbres, su hábitat, su alimentación etc. Todos estos datos nos
ayudarán a dar con ellos de manera más sencilla y productiva. Nosotros
vamos a buscar samas, un potente espárido de fondo rocoso que ofrece
buenos combates en busca de los agujeros que hay en las piedras que
habitan.

La sama habita en profundidades que van de los 10 a 200 metros. Su hábitat


está formado por fondos rocosos o mixtos, incluyendo fondos de arena. La
sama, prima hermana del dentón, es también un depredador nato que se
alimenta de otros peces, así como de calamares, sepias y crustáceos
además de cangrejos.

El cuerpo de la sama es grande y amplio y su colorido es rosa y plateado.


Las hembras presentan una cabeza grande con una frente redonda,
mientras que los machos desarrollan una protuberancia en la frente con el
paso de los años. Este bulto frontal de los machos es cada año más grande
y oscuro, dándoles a estos un colorido más oscuro tanto de cuerpo como
de cabeza. Poseen una única aleta dorsal, dos aletas pectorales largas, dos
ventrales, anal y caudal.

La fuerza de su aleta caudal es considerable y nos daremos cuenta de ello


cuando nos encontremos en combate con una de ellas. Las samas
poseen mandíbulas fuertes y poseen dos colmillos inferiores y dos
superiores concebidos estratégicamente para cazar y agarrar sin margen de
error a sus presas. La sama puede llegar a pesar más de 18 kilos, lo que la
convierte en uno de los espáridos más grandes de nuestras aguas y en una
de las mejores especies para practicar la pesca a jigging ligero.

Lo más interesante para practicar la pesca al jigging es trabajar con inchikus


pesados, de hasta 300 gramos de peso, además usaremos un jigging suave,
lento y bombeado. Para ello debemos preparar unos equipos especiales
aptos para esta modalidad; una caña especial para inchiku es muy diferente
a la de jigging convencional, aunque las dos sean para jigging. Las muestras
que calamos sobre la piedra deciden las características principales de
nuestro equipo, como la longitud, la acción y el anillado.

17Señuelos para inchikus


La pesca al jigging e inchiku es a día de hoy una de las modalidades estrella
para la pesca de peces de fondo rocoso. El jiggins supuso un boom en
nuestro país a partir del año 2000, pero con el paso del tiempo hay menos
peces y cada vez son más difíciles de capturar.
El estudio y el análisis de la pesca al jigging nos ha llevado a unas claras
conclusiones: hay que pescar con muestras más sigilosas, muestras más
realistas y hay que pescar con un diámetro de línea y equipo mucho más
fino, desde nuestra caña hasta la misma muestra o señuelo. Todo es
importante para saber que estamos con el equipo adecuado que le dé a
nuestro señuelo el movimiento correcto; si no lo movemos bien difícil será
que muerdan los peces.

Los equipos de pesca al jigging con los que vamos a trabajar son ligeros;
lucharemos contra un potente pez, sí, pero necesitamos un equipo de
acción ligera y parabólica que transmita a los inchikus el movimiento
perfecto para hacerlas comer.

Con los equipos ligeros sufriremos en los primeros metros, en los que la
sama intenta dar con la piedra, pero una vez ganemos algo de terreno
empezaremos a disfrutar de los lindo. Los equipos perfectos para pescar
con inchiku son aquéllos de carrete con bobina giratoria, con caña de anillas
invertidas o en forma de espiral; este es el equipo para trabajar ligero y
cómodo y nos permite ofrecer esa perfecta movilidad a los señuelos que
estamos soltando sobre la piedra que marca nuestra sonda.

Utilizaremos pues, cañas de acción ligera, de buena longitud y acción


parabólica. Nuestra caña de pesca juega el papel más importante de todo
el equipo, ya que es la encargada de hacer trabajar a nuestros inchikus
como es debido. Estas muestras son tan atractivas por los pulpitos que
cuelgan de ellas, es por eso que la pesca con ella es lenta, y se
requieren cañas de acción parabólica que ofrezcan movimientos lentos y
bombeados, con una caída suave y sigilosa.

El movimiento no debe ser rápido ni agresivo, como el de un jig , sino todo


lo contrario. Estamos hablando de cañas comprendidas entre 1,75 y 2,40
metros. La talla intermedia de 2,10 metros es idónea para practicar la pesca
al jigging, con acciones comprendidas entre los 150 y los 250 gramos, de
gatillo y con anillas invertidas o montadas en espiral, cañas especiales para
pescar al jigging ligero con inchiku, jigs muy pequeños o vinilos.

Para trabajar bien con nuestra caña de jigging montaremos carretes de


bobina giratoria, intentaremos que estos carretes sean lo más ligeros
posibles y con un reducido tamaño para que su sujeción sea cómoda, los
carretes de bobina giratoria son muy fuerte y robustos. Podremos
pescar samas de 1, 2, 3… y hasta de 12 kilos de peso!!!

Bobinaremos nuestro carrete con líneas finas, para tener la mayor


sensibilidad posible con nuestras muestras. Líneas trenzadas o
multifilamento de 50 libras son ideales para la pesca al jigging. Traducido a
milímetros montaremos trenzado de 0,28 a 0,36 mm, más grueso no es
necesario; con un 0,30 podremos pescar las samas más grandes que nos
pueden ofrecer nuestros mares.
El leader o bajo de línea es crucial; debe ser fino, para obtener el mayor
número posible de picadas, pero no en exceso, ya que la picada se produce
cerca de la piedra y eso puede suponer un peligro con los ejemplares más
grandes. Donde creamos que podemos topar con ejemplares de talla
media montaremos uno de 0,50 milímetro, por ejemplo, y dónde creamos
que podamos topar con ejemplares mayores montaremos un 0,60 mm
siempre de fluorocarbono invisible.

Mientras el agua permanezca fría es bien sabido que los peces


bentónicos (aquellos peces que habitan los fondos marinos puedan
ser peces gato, esturiones, carpas…) estos rara vez abandonarán las
inmediaciones del fondo, y a su vez algunos pelágicos (peces que surcan la
parte más superficial del mar puedan ser róbalos, anchovetas, túnidos…)
descenderán a las profundidades en busca de alimento.
Por este motivo, una de las mejores opciones de las que el pescador
dispone para tener una buena pesquera es realizar en sus salidas las
distintas modalidades de pesca que permiten explorar los fondos. El jigging
llevado a su extremo más ligero es una gran opción, es decir, el jigging
con señuelos inchikus, rubber jigs o jig convencionales de pequeño tamaño
y peso. Debido a la orografía de las costas españolas ésta es una de las
opciones más oportunas para pescar en fondos de media profundidad,
zonas de fondo mixto o bien de cascajo.

18Señuelos para la pesca al jigging

Si no empleamos jigs pesados convencionales, te preguntarás que tipo de


señuelos son los necesarios para el jigging ligero, pues emplearemos rubber
jigs e inchikus, trabajados en las inmediaciones del fondo, así como jigs
convencionales en pesos reducidos, que estén acordes a la profundidad a
la que pescaremos.

La forma peculiar de los rubber jigs e inchikus está concebida para imitar el
movimiento de pequeños cefalópodos al imprimirles la acción adecuada.
Como ya sabemos están adornados con faldillas sintéticas y pulpitos de
silicona, que les otorgan un atractivo especial. Lo más habitual es
imprimirles una acción basada en movimientos pausados, para que se
muevan de forma similar a como lo haría un pequeño cefalópodo que se
desplaza cerca de fondo, pero no nos estanquemos, nunca está de más
experimentar, más aun en esto de la pesca con señuelos artificiales.

De modo que, en ocasiones, si los movemos a mayor velocidad


recuperando hasta medias aguas mediante tirones, podemos
desencadenar el ataque de depredadores pelágicos como los carángidos y
los escómbridos, tal y como haríamos con un jig convencional.

No obstante, es mejor emplearlos a ras de fondo, lentamente, para


despertar el interés de especies bentónicas, en especial espáridos y
serránidos. Estos peces suelen incluir en su variada dieta pequeños pulpos,
calamares y sepias, por eso los rubber jigs y los inchikus pueden resultar de
lo más efectivo, dada la gran similitud de estos peculiares jigs con los
animales de tinta, tan apreciados por los depredadores.

Para menear los jigs con parsimonia lo más normal es que nuestra muñeca
sea la encargada de imprimirles la acción deseada, por lo que un equipo
demasiado pesado nos acabaría machacando y nos pasaría factura a las
pocas horas. Así que equilibrio y ligereza son necesarios si no pretendemos
lesionarnos, además, es muy importante notar cómo el jigs “golpea” el
fondo, y percatarnos de las picadas más tímidas para poder clavar con
precisión.

Con una caña de pesca al jigging demasiado rígida o potente en exceso nos
perderíamos todas estas sensaciones, y realizaremos un esfuerzo extra,
innecesario.

Teniendo en cuenta lo explicado, la mejor opción es emplear cañas con


suficiente sensibilidad y con una acción correspondiente al peso de los jigs
que utilizaremos. En el mercado podemos hacernos con cañas específicas
para kabura, la pesca con inchikus y rubber jigs, pero también nos servirá
una caña de jigging convencional cuyo rango de acción sea el adecuado.

Muchas cañas de kabura están diseñadas con gatillo para la pesca


con carrete de tambor giratorio, pero también podemos encontrar cañas
para carretes de tambor fijo. Si por lo contrario hemos optado por una caña
de jigging convencional lo más habitual es que esté concebida para
acoplarle un carrete de tambor fijo.

19Carrete Hart Custom BLK

Los carretes de jigging son necesarios que su ratio de recuperación no se a


elevado, para poder accionar los jigs correctamente en la zona de interés. El
freno también tiene su importancia; es preferible que sea progresivo y con
varios kilos de fuerza, en especial si la orografía del fondo es algo abrupta,
para intentar evitar que el pez busque un refugio natural y acabe por cortar
el sedal al rozarlo con las rocas.

Para realizar correctamente el jigging ligero es indispensable el uso de hilo


trenzado. Sin embargo, con el tema de los bajos de línea existen diferentes
opiniones, ya que hay pescadores partidarios del nylon tradicional y otros
que se decantan por el hilo fluorocarbono.

Quien prefiere el fluorocarbono se debe a que se suele pescar en aguas


claras y relativamente someras, pero si se pesca a cierta profundidad,
donde la luz solar no llega, no hay diferencia alguna entre emplear nylon o
fluorocarbono. Lo más recomendable es montar un bajo de unos pocos
metros de longitud. Es obvio que la línea madre será línea trenzada,
preferiblemente de un diámetro contenido, que ayudará a facilitar el
descenso rápido de los jigs hasta las profundidades; si el diámetro del
trenzado es excesivo el jig tardará mucho más en llegar al fondo, y eso no
nos interesa.

Existen muchas modalidades de pesca, tanto en río como en mar, algunas


son ancestrales con miles de años de tradición, otras técnicas vienen dadas
por alguna moda pasajera o por la evolución tecnológica que hace mejor y
más completo el material deportivo. La pesca desde canoa es una práctica
ancestral y aun en nuestros días en ciertas zonas todavía se practica.
Pescar desde un kayak, canoa o una pequeña embarcación es un estilo de
pesca con muchos años de antiguedad que ya practicaban tribus desde
Oceanía hasta lo más profundo del Amazonas, pero la pesca desde
kayak como hoy en día la conocemos es una modalidad que ha venido para
quedarse y es una auténtica fiebre para los amantes de la pesca tanto en
río como en mar abierto, con más practicantes cada año engancha a
cualquiera que la practique por primera vez ya que te permite desplazarte
con cierta facilidad por el agua sin la necesidad de gastar mucho dinero en
un bote o embarcación de recreo que suelen ser más costosas.

Hoy en día existen kayaks a precios muy asequibles para todos los bolsillos
y suele ser una inversión que la amortizamos desde el primer momento
gracias a la gran cantidad de experiencias pesqueras que vamos
acumulando salida tras salida.
A continuación, enumeramos el equipo de pesca desde kayak, tanto
material de pesca como equipo de seguridad personal y algunos accesorios.
 Un kayak individual o para dos personas: Dependiendo de si te gusta
salir solo o acompañado puedes elegir el modelo que más convenga
a tus gustos, aunque recomendamos que para pescar en mar, salir
con kayak doble o con algún compañero ya que suelen ser aguas más
impredecibles y pueden darte algún susto que otro.
 Chaleco salvavidas: A la hora de elegir el adecuado, debemos tener
en cuenta nuestro peso.
 Ropa y calzado: Prendas térmicas serán muy necesarias ya que
estaremos mucho tiempo con humedad y en la misma posición y las
partes más afectadas como son la cintura, pies y manos deben de ir
bien protegidas para que no pierdan el calor, un traje de
neopreno para mantener el calor corporal suele ser los más usado.
 Para los pies, unos escarpines de neopreno o goma útiles en el caso
de que tengamos que desembarcar en zonas rocosas. Protección
contra el sol para la cabeza ya sea mediante sombrero o gorra.
Utilizaremos guantes de neopreno, que nos protegerán las manos y
nos darán seguridad a la hora de coger nuestras capturas.
 Palas: Es recomendable llevar un juego de palas desmontables de
repuesto, puede que una ola, un golpe contra las rocas o una rotura
inesperada nos deje sin nuestro medio de impulsión, asi que es
recomendable llevar unas palas de repuesto.
 Linterna estanca: Preferiblemente con botón de destellos y flash
estroboscópico de emergencia.
 Cuerdas y mosquetones: para asegurar las cañas, palas y todo el
material que seguro en nuestro kayak.
 Cañas de pescar cuyas medidas estén entre 2,10 y 2,70 metros, las
más usadas son las cañas específicas para jigging y pesca desde
embarcación.
 Un buen hilo: Podemos utilizar monofilamento o trenzado,
recordando utilizar siempre una puntera de fluorocarbono si
elegimos este último.
 Un surtido variado de peces artificiales y cajas especiales para su
trasporte.
 A veces es recomendable llevar una sonda o gps para divisar los
bancos de peces que podemos localizar debajo nuestra.
 Otros materiales necesarios deben ser, un cuchillo de acero
inoxidable, bocina de niebla, bomba de achique, estación
meteorológica portátil, silbato, botiquín de primeros auxilios,
flotador de pala etc.

Es muy importante tener en cuenta que la pesca en kayak de forma


individual requiere cierta técnica para evitar que el mar nos juegue una
mala pasada. Debemos anticiparnos a lo que puede pasar, y revisar el
equipo completo siempre que vayamos a salir de pesca.

La pesca en kayak puede ser muy divertida, y te permite llegar a otros


lugares donde con otro tipo de pesca no es posible. Con esta técnica
podemos acercarnos a esas piedras que están lejos de la orilla o en
acantilados de difícil acceso, donde los peces nadan despreocupados y en
grandes cantidades. Os recomendamos esta forma de pesca con la que
podréis adentraros en muchos escenarios, teniendo siempre precaución y
controlando el estado del mar.

Como sabemos, la pesca desde kayak o kayak fishing es una modalidad de


pesca que se puede practicar en cualquier época del año, también es cierto
que es en verano cuando aumenta considerablemente el número de
practicantes no deja de ser practicada incluso en las fechas más frías del
año como es en invierno, donde la temperatura del agua y el ambiente es
baja haciendo algo más complicada la pesca desde kayak.

En invierno existe un mayor consumo energético por nuestra parte para


poder mantener una temperatura corporal optima por tanto, en
condiciones más adversas como las que nos podremos encontrar en la
pesca desde kayak, el consumo de calorías será indudablemente mayor, es
por ello que debemos de elegir un vestuario acorde con estas condiciones
que podemos encontrarnos en un día frío en mar o río con nuestro kayak
de pesca.
Debemos de reducir al máximo la dispersión de calor de nuestro cuerpo
eligiendo una ropa térmica y cómoda que nos permita practicar la pesca
desde kayak, tanto en nuestros lances, paladas y demás esfuerzos con total
libertad de movimiento.

La jornada típica de un pescador empieza muy temprano, te levantas a las


7, miras por la ventana y hace viento… llueve… el termómetro marca 8º… y
piensas ufff el agua estará aún más fría…pero tus ganas de pescar, de
disfrutar de esa excitante sensación de estar tu y tu kayak en mitad del mar
sin saber si ese día será el día de tu “gran captura” puede más que cualquier
inclemencia meteorológica, eso es lo que te motiva cada día en sacar el
kayak y ponerte rumbo al mar y disfrutar de tu gran pasión…. la pesca!!!
Y ahora que te has decidido te preguntas…

Es normal cuando eres principiante en la pesca desde kayak tener dudas de


que es lo que vas a necesitar cuando sales al mar, que es lo que te vas a
encontrar, sabiendo que en esos días de invierno cuando el pescador es
más vulnerable al frío viento y lluvia es mejor no escatimar en equipamiento
y material adecuado, “más vale prevenir que curar”.

Un material indispensable en nuestras salidas de pesca en kayak es el


chaleco salvavidas, es obvio decir que este chaleco nos dará seguridad ante
una posible caída al agua.
La pesca desde kayak en días fríos será importante ir equipados con un traje
de neopreno que nos aísle de la humedad del agua y así evitar una pérdida
de calor corporal.
Según las condiciones climatológicas nuestro equipo será más o menos
completo, de nada nos sirve ir demasiado abrigados si la temperatura no lo
requiere ya que podremos llegar a tener una deshidratación por excesiva
sudoración además de una peor movilidad a la hora de palear o lanzar
nuestra caña de pescar.
Las zonas de nuestro cuerpo que pierden más calor son la cabeza y las
extremidades, es por ello donde tenemos que tener más conciencia de
proteger estas zonas, una capucha o gorro nos ayudará a conservar la
temperatura de nuestra cabeza en condiciones óptimas.
Para las extremidades siempre es mejor usar material de neopreno de 3 a
5 mm de grosor, ya que este material es ideal para mantener el calor
aunque esté mojado. Unos guantes de neopreno para las manos y
unos escarpines para nuestros pies serán piezas importantes para
abrigarnos durante la pesca desde kayak con frío.

Y es que el kayak fishing es una actividad que puede llegar a ser realmente
exigente físicamente, ya que el estar varias horas en una posición
estática en nuestro kayak, estar paleando para llegar a buenas zonas de
pesca y batallar con grandes capturas requiere de una resistencia física
considerable y es por esto que una adecuada alimentación durante
nuestras salidas en kayak nos dará ese plus de fuerza que necesitaremos
cuando estemos en el agua.

Gestionar la alimentación en la pesca desde kayak no es solo para grandes


deportistas. Sea en una competición o simplemente una salida con tus
compañeros, la pesca en kayak requiere un esfuerzo importante.

Es de vital importancia nutrirse bien antes de comenzar la jornada para dar


a tu cuerpo la energía previa que necesitarás para comenzar nuestro día
en kayak. Hidratos de carbono, proteínas y algo de grasas será la receta
mágica que hará que no tengas un desvanecimiento en una jornada de
pesca en mitad del mar.

Debido a que las jornadas de pesca desde kayak son largas es


conveniente realizar una primera comida con hidratos de carbono de
absorción lenta, (pasta, arroz, pan integral etc) que nos dará una energía
prolongada durante nuestra jornada.
También es importante acompañar con una fuente de proteína de alta
calidad y bajo contenido en grasas, como puede ser jamón de pavo,
pechuga de pollo, huevos, jamón serrano, atún etc que nos dará un aporte
extra de energía a nuestros músculos y nos saciará para que no tengamos
necesidad de comer durante al menos 2 o 3 horas.

Respecto a las grasas, una opción ideal son los frutos secos (almendras,
nueces, anacardos etc) que nos dará una importante fuente de energía
procedente de grasas poliinsaturadas y potentes antioxidantes.

Una vez hayamos dado a nuestro cuerpo la energía necesaria para poder
salir con garantías a realizar la pesca desde kayak, es conveniente llevar
provisiones para ir reponiendo la energía perdida durante el esfuerzo
realizado. Para reponer el máximo de energía, elige el dúo de carbohidratos
de absorción rápida/carbohidratos de absorción lenta. Los primeros
satisfarán tus necesidades nutricionales puntuales y los segundos las
necesidades del esfuerzo continuado.

Una opción fácil y cómoda son las barritas energéticas, que nos aportan
energía rápida, proporcionan azúcares de absorción lenta (cereales) y
rápida (chocolate o frutos secos) al mismo tiempo. Son poco voluminosas y
se pueden guardar en el bolsillo del chaleco o en un recipiente estanco,
como en una bolsa náutica pequeña.

Como norma general es vital siempre ir bien hidratados, ya que en el mar


la sensación de humedad puede hacer que olvidemos beber la suficiente
agua y sufrir una deshidratación muy peligrosa en mitad del mar. Una
opción es llevar con nosotros una bebida enriquecida con sales minerales
tipo isotónica sin demasiados azucares, ya que estos nos producirán
sequedad en la boca y no nos aportarán la suficiente hidratación.
Al final de la jornada de pesca desde kayak, los músculos estarán agotados
y sufrirán microlesiones o micro roturas fibrilares, que causarán dolores al
día siguiente, las famosas agujetas. Para minimizar y acelerar el proceso de
recuperación es recomendable consumir proteínas ricas en aminoácidos
variados, una comida con huevos, por ejemplo en tortilla será suficiente
para que nuestros músculos se recuperen y nos permita salir al día siguiente
en nuestro kayak y es que la pesca desde kayak engancha, te lo aseguramos!

Una buena alimentación no es la única clave del éxito en una salida


prolongada de pesca desde kayak. La técnica de palada y remado es
fundamental para ahorrar esfuerzos innecesarios y dosificar nuestras
energías para lo realmente importante, los lances y luchas con nuestros
queridos peces. Para un remo eficiente se debe de mantener una postura
idónea en nuestro kayak, mantener la espalda recta en nuestro asiento nos
dará mayor comodidad y funcionalidad a la hora de palear, además de no
cargar tanto los lumbares.

Los brazos en el paleo deben de ir totalmente extendidos para dar mayor


fuerza en cada paleo y así ser más eficientes y ahorrar esa energía tan
preciada. Existen los kayak a pedales, una buena opción para poder
ayudarnos con las piernas en el avance de nuestro kayak.

En una salida en kayak para pescar, la pesca suele primar sobre la búsqueda
de velocidad y desplazamiento. Por esta razón, es importante adaptar la
distancia y el recorrido de la salida a tus condiciones físicas.

Para no acabar agotado en la primera media hora y no poder realizar


nuestros lances con soltura debido al cansancio es recomendable comenzar
con un paleo lento, amplio y regular, para que nuestros músculos entren en
calor y no se produzcan tirones inesperados.

Como es normal la navegación en kayak está regulada y homologada, para


poder realizar la pesca desde kayak en mar más allá de 2 millas de la costa,
nuestro kayak debe estar homologado por el fabricante y con registro en la
administración marítima. Se entiende por costa el lugar en el que una
embarcación puede atracar o ser amarrada con seguridad.
Existen 3 zonas delimitadas para la navegación, dependiendo de la distancia
a la que te encuentres de la costa.
Zona 1: la distancia de navegación es de hasta 300 m, dentro de la que se
puede navegar sin materiales de seguridad y con una embarcación no
homologada.
Zona 2: delimitada hasta las 2 millas de distancia de la costa, en la que
pueden navegar los kayak no matriculados con el material de seguridad
obligatorio a bordo.
Zona 3: delimitada entre las 2 y las 6 millas de distancia de la costa, se
necesita el material de armamento de seguridad para el kayak.
Material básico obligatorio para kayaks de pesca:
 Un chaleco mínimo por persona, mínimo 50 N
 Dispositivos de iluminación para ser localizados fácilmente
(proyectores, lámpara estanca, etc.)
 Un dispositivo móvil o fijo para achicar el agua, como una pala
 Material para recuperar a personas que han caído en el agua
 Un dispositivo de remolque (cuerda de remolque de 5 a 8 m)
 Un paddle float para subir sin ayuda a la embarcación
 Además de estos elementos básicos obligatorios, te aconsejamos que
lleves a bordo otros accesorios:
 1 Pala o remo de reserva
 1 Teléfono portátil dentro de una bolsa estanca
 Ropa seca dentro de una bolsa estanca

Material de seguridad obligatorio para navegar hasta 6 millas:


Para poder pescar desde kayak a una distancia costera de hasta 6 millas es
necesario ir con un mínimo de 2 kayak además del equipo básico antes
descrito es indispensable llevar a bordo el siguiente material:
 3 linternas de señalización
 Un espejo de señalización
 Un dispositivo de señalización acústico (un cuerno de bruma o un
silbato)
 Una brújula magnética o un GPS
 Una carta náutica de la zona de navegación
 El RIPA (reglamento internacional para prevenir los abordajes en el
mar)
 Un transmisor/receptor de radio VHF estanco flotante

Es importante saber que los kayaks solo están autorizados a navegar


durante el día y no por la noche. Otras consideraciones a tener en cuenta
para tu seguridad en la pesca desde kayak. Para proteger y conservar el
material es fundamental llevarlo en un contenedor estanco para evitar que
se estropee, especialmente las linternas manuales, que son muy sensibles
a la humedad.

Es recomendable verificar el estado y fechas de obsolescencia de los


dispositivos electrónicos, GPS y demás. Antes de salir de pesca con tu
kayak infórmate siempre sobre el estado y evolución de las condiciones
meteorológicas y del mar. El mar es muy traicionero, y aunque parezca
tranquilo en cuestión de minutos las condiciones pueden volverse muy
adversas y estar en un verdadero problema sobre todo si te encuentras
lejos de la costa y no tienes suficiente experiencia en este tipo de
situaciones.
La pesca es un pasatiempo sólo para hombres maduros y solitarios
Falso. La pesca puede ser practicada por cualquier persona que tenga los
deseos de aprender a pescar y pasar un grato momento de relajación y
diversión. Cualquiera puede practicar la pesca desde niños hasta adultos,
hombres o mujeres.

La pesca es un deporte exclusivo de hombres


Falso. Vivimos en un mundo donde las mujeres tienen el lugar que le
corresponde y este es de igualdad al 100%; la pesca no se queda atrás. Hay
un falso concepto de que la pesca es un deporte de hombres, te
asombrarías cuantas mujeres salen cada fin de semana a pescar.
Para ir a pescar debo adquirir un equipo muy costoso
Falso. Existen en el mercado un sin número de equipos para todos los
niveles de experiencia y para todos los presupuestos. Una caña de pescar
para novatos puede costar menos de 30 € y si vas a pescar en una
embarcación, solo debes solicitar una caña de pescar a tu guía de pesca.

La pesca es una actividad muy peligrosa


Falso. La pesca es una actividad muy fácil y si se realiza con las debidas
precauciones y se toman todas las medidas de seguridad, no tendrás ningún
problema. Sólo procura llevar un sombrero, gafas de sol y un buen
protector solar.

Si voy a pescar me aburriré y no pescaré nada


Falso. Todo depende del lugar donde vayas a pescar. Si pescas sobre
embarcación y vas guiado con un buen capitán, ten la seguridad de que te
irá muy bien y no te aburrirás nunca; al contrario, te divertirás muchísimo.

La pesca sirve para relajarse y liberar estrés


Cierto. La pesca es una actividad ideal para relajarse y liberar el estrés de la
vida cotidiana. Es 100% recomendada para todo aquel que sufra de estrés.
Estás muy viejo para ir a pescar
Falso. Nunca es tarde para aprender a pescar (tampoco muy temprano). La
pesca recreativa es una actividad que la puede aprender cualquier persona
y de cualquier edad.

Debo saber pescar para ir a pescar


Falso. Nadie nace sabiendo pescar, solo debes tener una primera
experiencia y cada vez que vayas a pescar irás adquiriendo más y más
práctica.

Hay algo que es evidente: pescando matamos peces. Sin embargo,


podemos tratar de minimizar los efectos letales de esta práctica deportiva
si tenemos un poco de cuidado.
De hecho, disminuir en lo posible el número de muertes es consustancial a
la pesca deportiva moderna y la progresiva concienciación de los
aficionados en este sentido es cada vez mayor. Lejos quedan aquellas
portadas de revistas de pesca de los años 80 y 90, con un montón de peces
secos al pie del orgulloso pescador.

El captura y suelta, que comenzó como una necesidad en algunos cauces de


salmónidos especialmente castigados, se ha impuesto progresivamente en
todas nuestras aguas. Lo que comenzase como una rareza justificable por
la presión que se ejercía en algunos tramos fluviales sobre algunas especies
muy cotizadas, ahora es una práctica tan común, que es imposible entender
la pesca moderna sin la correspondiente amnistía de lo capturado.

Bien es cierto que, en esto del "captura y suelta", encontramos grandes


asimetrías, en cuanto a su implantación y ejercicio, según sea el tipo de
pesca y las especies que se capturan. O sea que, mientras en aguas
continentales y en concreto en la pesca de ciprínidos, o en la de predadores
como bass, lucio y siluro, la amnistía suele ser general y sin limitaciones, en
los salmónidos es todavía muy desigual y reservona, por no hablar de las
capturas en agua salada, donde aún es una práctica minoritaria. Sobre todo
cuando nos topamos con grandes ejemplares de especies cotizadas, como
doradas, lubinas, etc. Nunca, en mis más de treinta años pescando, he visto
devolver al agua algún pez de estas características, aunque quizás sea
cuestión de tiempo y en los próximos tres decenios comiencen las
sorpresas.

Sea como fuere, cada vez está más claro que en este mundo en el que
vivimos, todas las especies incluidos peces y humanos viajamos en el mismo
barco, y la conservación de unos implica la de los demás y viceversa. Así
pues, aunque sólo sea por egoísmo, nos conviene cuidar de todo lo vivo que
nos rodea, y los peces no pueden constituir la excepción. Y como cada vez
hay más pescadores que nos encanta capturar peces, pero no
necesariamente matarlos, máxime si no los vamos a comer, vamos a ver de
forma detallada algunas recomendaciones para inflingirles el menor daño
posible.

El equipo es un factor que suele ser desechado de cara a causar menor


mortandad, lo cual es un error. Los anzuelos redondos suelen engancharse
en la boca del pez con mayor frecuencia que los rectos, más propensos a
ser tragados. Pero sobre todo, un equipo ligero permite sentir mejor la
picada y, consecuentemente, clavar antes de que el pez se trague nuestra
carnada.

Nos referimos, claro está a la pesca con cebo, que sigue siendo la
mayoritaria en la mar y la única que aceptan ciertas especies, como podrían
ser los lábridos y muchos espáridos. Existen, por decirlo de alguna manera,
tres formas de clavar al pez.

Dejar que se clave solo: Esto es lo más normal en muchos tipos de pesca,
sobre todo los de fondo. Es lo más perjudicial para el pez y los daños que le
ocasiona el anzuelo suelen ser irreparables. El animal ingiere el alimento y
cuando se siente preso, es porque ya tiene el anzuelo alojado muy
profundamente. Para sacárselo, a veces haremos una auténtica carnicería,
por lo que, a menos que vayamos a consumir ese pez, esperar a que se clave
solo es lo peor que se puede hacer.

Robarlo: Llamamos "robado" al pez que viene enganchado por cualquier


otro lugar que no sea la boca o sus adentros. Todavía hay quien práctica
diversas técnicas de pesca "al robo", cosa muy reprobable y prohibida. Por
cada pez que consigamos de esta forma, habremos herido con frecuencia,
fatalmente a muchos otros. Cosa distinta es estar pescando con técnicas
deportivas y legales y, por casualidad, clavar a un pez por algún sitio distinto
a la boca. Se dice que ese pez "viene robado", pero eso, a mi juicio, no
comporta que su captura sea menos meritoria, ni le resta valor alguno.
Clavarlo activamente: Para ello debemos estar prestos con la muñeca y el
hilo justo fuera del carrete, de modo que, en cuanto pique, seamos capaces
de clavar al pez.

De esta forma vendrá herido sólo por la boca, y los daños que sufra no serán
de gran importancia, pues, una vez en libertad, pronto se repondrá de sus
heridas.

Es la forma más bonita de pescar con caña, más deportiva, emocionante y


menos lesiva para el pez. Si pescamos a fondo, debemos de asegurarnos de
que las hijuelas, patas, bajos o gametas estén conectadas directamente y
sin la presión del lastre, a la línea madre, de modo que podamos sentir la
picada. A flotador, es más sencillo y basta con calibrarlo adecuadamente
para que señale la presencia del pez. Además, pese a que muchos no lo
crean, clavando al pez se consiguen mejores resultados y se disfruta mucho
más. Tanto como liberando a animal que, una vez en tierra, ya no queremos
para nada.
Una vez en nuestro poder, nos toca decidir:
¿De verdad queremos quedarnos con nuestra captura?
Si su respuesta es afirmativa, por el motivo que sea, no hay nada que
objetar. Sáquelo del agua y déjelo que muera. La exposición al oxígeno del
aire, hará que coletee frenéticamente y muera en poco tiempo. No se está
asfixiando, sino todo lo contrario. Tampoco está muy claro que sufra en este
proceso, aunque haya gente que prefiere matarlo de un golpe. En todo
caso, es difícil saber cuál de las dos muertes resulta menos mala para el
animal, aunque recordemos que los peces no sienten como nosotros, ni
podemos meternos en su diminuto cerebro y en su mundo sensitivo.

Lo que sí parece una salvajada es mantenerlos con vida una larga sesión de
pesca, enganchados por la boca en unos hierrajos dentro del agua, o presos
y hacinados en una redecilla, para luego soltarlos todos cuando
terminemos. Muchos de ellos, si no han muerto todavía, morirán en las
próximas horas.

Si queremos soltar a un pez, hay que hacerlo cuanto antes, en cuanto lo


sacamos del agua, sin ese purgatorio previo, que muchos no lograrán
superar. Peor suerte corren incluso los que van a parar a un balde lleno de
agua. Allí nadan unos minutos y, a medida que se calienta el agua y se queda
sin oxígeno (éstos sí mueren asfixiados), irán perdiendo la vida uno tras
otro. Lo peor es que la gente que lleva el balde o cubo de agua para meter
allí a sus presas, lo hace "¡para que no se asfixien!", cuando esto es
precisamente lo que consiguen y, además, de forma lenta.
Es una sensación siempre grata y recomendable, pero si no se hace bien, no
sirve de nada. Así pues, conviene seguir unos pasos básicos que serían, más
o menos, estos:

1) Cogemos al pez con cuidado, sin despanzurrarlo. Lo mejor es tener las


manos mojadas, para no desprenderle de su mucosa, lo que le ocasionará
luego infecciones por hongos y otras enfermedades cutáneas. Esto es muy
común en algunas familias, como los salmónidos. Si no tenemos la pericia
bastante para prenderlo firme pero sin estrujarlo, con las manos desnudas,
podemos emplear un trapo húmedo.

2) Ahora procederemos a quitarle el anzuelo. Esto se debe ejecutar con


mimo, nunca tirando del pez y desgarrando su boca. Podemos ayudarnos
de un desanzuelador, que es práctico y barato.
3) Bueno, ya tenemos el pez en nuestras manos y sin anzuelo. Si ha pasado
demasiado tiempo (hemos tardado mucho con el anzuelo, nos hemos
hecho un montón de fotos, etc.) conviene reanimarlo. Para ello lo metemos
en el agua y lo hacemos nadar, todavía sujeto por el lomo. Es importante
que consiga mantenerse de forma vertical en el agua a media profundidad.
Si se queda en la superficie a flote, es posible que tenga la vejiga natatoria
llena de aire y no pueda sumergirse, con lo que morirá al cabo de un rato.
Si cae al fondo "a plomo", será víctima de oportunistas cangrejos o
similares, antes de que pueda recuperarse. Por eso, antes de soltar al pez,
debemos cerciorarnos de que puede nadar, o flotar entre dos aguas.

4) Si pescamos desde un muelle, espigón, o cualquier otro lugar a cierta


distancia del agua, tirar desde allí al pez, es poco aconsejable. Al caer contra
la superficie, sobre todo si lo hace golpeándose, puede quedar malherido.
Así que intentaremos dejarlo caer de cabeza o junto con el agua de un cubo,
de modo que no se golpee. La superficie quieta es como el cemento, cosa
que sabe bien todo aquel que se haya lanzado desde un trampolín a una
piscina.
La práctica de cualquier modalidad de pesca es una afición muy bonita que,
a sus amantes, nos proporciona muchísimas horas de relax, diversión y
satisfacción. Aunque eso sí, si no conoces las medidas básicas de seguridad
puedes sufrir algunos disgustos y problemas así que que mejor que
practicar la pesca con seguridad.

Para vadear necesitas estar atento a todos los detalles, entra de lado en las
corrientes para que haya menos superficie de resistencia y nunca, nunca
muevas un pie hasta tener el otro firmemente asentado en el fondo.
Cuando veas que se puede, lo mejor es que vadees a favor de la
corriente (en lugar de luchar contra ella). Nunca te fíes de lo que parece la
superficie del agua porque más de una vez te podrías llevar una
sorpresa con la fuerza que acarrea la corriente de las aguas.
Muchísimo cuidado con este punto… Tu caña es más larga de lo que parece,
en especial si es de cebo (las de jigging o spinning son más cortas pero, eso
sí, atraen más la electricidad). Recuerda que nunca debes tocar los cables
eléctricos y que basta con acercar la caña a una distancia para que se
produzca una descarga. Lo idóneo es que camines con la caña en situación
paralela al suelo, desmontada si vas a recorrer un largo trecho.

Pues, desgraciadamente, causan problemas entre los pescadores muy a


menudo, ya que los materiales de carbono de las cañas son conductores de
la electricidad. En este sentido, cuando escuches el primer trueno
desmonta tu caña, busca un refugio y deja pasar la tormenta. Además, una
vez que ésta termina los peces, por lo general, se mueve más y mejor.

Este es un consejo dedicado, casi en especial, para los pescadores a mosca


pues cuando se hacen falsos lances, siempre deberemos tener muy
presente lo que haya detrás nuestra. Y no solo por no perder las valiosas
moscas tan preciadas para este tipo de pesca, sino para evitar que cualquier
pescador que pase se pueda enganchar a ellas. Para ello lo mejor es esperar
a un momento más tranquilo, cuando no haya nadie por la zona o se
encuentre más despejada, así evitaremos tener posibles altercados con
otros pescadores o viandantes. Esta recomendación es aún más importante
en las competiciones de pesca que suelen estar repletas de espectadores.

Lo más recomendable, desde el punto de vista de la seguridad, es no ir a


pescar solo. Aunque claro, habrá días en los que nadie te podrá acompañar.
Siempre que vayas solo a pescar procura avisar en casa antes de salir, que
tus amigos y familiares sepan el punto exacto al que te diriges. Piensa que
el incidente menos importante puede agravarse treméndamente si estás
solo, imagina que, por ejemplo, te tuerces un tobillo durante la jornada de
pesca y te impide andar ¿Cómo llegarías hasta casa? Nunca, nunca olvides
llevar contigo tu teléfono móvil y lleva siempre dos juegos de llaves del
coche por si pierdes una copia.

Si te gusta que tus hijos, sobrinos, nietos, primos, etc te acompañen en tus
jornadas de pesca has de tener muy claro que requieren de una atención
continua. Ten en cuenta que salir a pescar y tener contentos a los niños a la
vez es prácticamente imposible. Un río, un pantano, una caña de pescar, un
lago, un carrete de pesca, todos estos son alicientes más que divertidos
para cualquier niño, aunque también son fuentes considerables de peligro
para ellos. Ármate de paciencia y prepárate para deshacer nudos,
desenganchar anzuelos, perder parte de tu preciado material e incluso a
darte un baño vestido…

Las medusas que frecuentan nuestros mares no se encuentran, ni mucho


menos, entre las más peligrosas del orbe, que prosperan en los mares
tropicales (como la avispa de mar o la carabela portuguesa) y que pueden
llegar a matar a un adulto en poco tiempo.
Las nuestras son mucho más benignas, pero esto no quita para que puedan
darnos un susto y nos produzcan lesiones de cierta gravedad. Así pues,
siempre que encontremos una medusa en la playa, lo mejor es sacarla con
cuidado del agua, ayudándonos de un redeño o similar para no tocarla, y
enterrarla en la arena a cierta profundidad.

Si observamos que su número es elevado, no debemos bañarnos ni realizar


ninguna actividad en el agua. Incluso con traje de neopreno, las medusas
son especialistas en picarnos allí donde encuentran piel desnuda, como es
el caso de los labios.

Tampoco debemos tocar aquellas que encontramos varadas en la orilla con


aspecto de estar muertas, pues sus glándulas venenosas permanecen
activas incluso después de deshacerse su gelatinoso cuerpo. Si nos pica una
medusa debemos proceder rápidamente pero sin asustarnos, y recordar
que eso que nos acaba de pasar, sucede a miles de personas cada año en
nuestras costas.
Lo primero que hay que hacer es limpiar la zona afectada con agua salada
nunca con dulce y retirar completamente cualquier resto de tentáculo que
pudiera haber quedado adherido a la piel. Después pondremos algo frío
sobre la zona afectada nunca hielo de forma directa, pero sí por ejemplo
ese mismo hielo dentro de una bolsa estanca. Luego aplicaremos tomate
crudo en lonchas y de forma abundante, en periodos de unos 10 minutos.
Dejaremos que su jugo vaya neutralizando el veneno y repetiremos la
operación varias veces en las siguientes horas. Si no podemos encontrar
tomate fresco, podemos aplicar alcohol o amoniaco (que es un remedio
universal contra picaduras y venenos diversos) con un paño, ligeramente
diluido.

En caso de que la zona afectada sea extensa o suframos malestar general,


dificultad respiratoria u otros síntomas alarmantes, acudiremos sin demora
a un puesto médico.

Con estas denominaciones comunes conocemos a los diversos miembros


de la familia de los traquínidos que pueblan nuestras aguas. Son peces
costeros de régimen bentónico que viven semienterrados en la arena y
tienen unas espinas ponzoñosas que despliegan como arma defensiva.
La picadura más habitual se produce cuando caminamos por la orilla y los
pisamos. Se trata entonces de ejemplares de pequeño tamaño y no suelen
inocularnos grandes dosis de veneno. Es peor cuando atrapamos con
nuestro aparejo alguno de estos peces y nos pica en las manos por tratar
de desanzuelarlos sin tomar las necesarias precauciones.

Su picadura es muy dolorosa y molesta, afecta al sistema nervioso y


podemos tener cierta sensación de parálisis. Sin embargo y salvo raros
casos, no suele ser grave y sus efectos desaparecen al cabo de unas horas.
Debemos proceder de la siguiente manera. Limpiamos la herida con agua,
da igual que sea dulce que salada, y rápidamente la introducimos en agua
tan caliente como podamos aguantar. El veneno de los traquínidos es
termolábil, lo que significa que se destruye con el calor, así que justo al
contrario que en el caso de las medusas, aquí lo que debemos aplicar es
calor. Si no podemos disponer de agua caliente, trataremos la picadura con
amoniaco.

Su picadura es la más benigna y quizás, también, la más frecuente. Las púas


de los erizos de nuestras costas, en contra de lo que se cree, no son
venenosas.
El problema que presentan es que, una vez que traspasan nuestra piel, se
parten, se enquistan y se infectan. Por tanto, resulta necesario extraerlas
cuanto antes, para lo cual se emplea habitualmente unas pinzas de depilar.
Sin embargo, no es éste el instrumento más adecuado, pues estas púas son
tan quebradizas que, aunque creamos haberlas extraído, quedará algún
pedazo dentro, a veces minúsculo pero suficiente para desencadenar el
posterior proceso que culmina con la infección.

Para sacar la púa en su totalidad, lo mejor es clavarla con una aguja o alfiler.
Se necesita, lógicamente, un poco de pericia, pero no es tan difícil como
parece a priori.

Clavarse un anzuelo es un accidente mucho más común de lo que parece,


pescadores nóveles son los más afectados en sufrir este percance debido a
su inexperiencia a la hora de manipular este tipo de elementos y pescadores
más expertos por su confianza y despiste casual tampoco están exentos de
padecer este accidente. Antes de nada lo primero de todo es mantener la
calma, de nada sirve alarmarnos ya que podremos arrancar el anzuelo de
nuestro cuerpo por algún movimiento brusco y producir un daño aún
mayor.
Ahora que ya nos hemos calmado te decimos como en 3 sencillos
pasos podremos eliminar un anzuelo clavado. Es verdad que muchos
profesionales de la pesca deportiva han sufrido esta situación incómoda,
por ello os dejamos los pasos esenciales para retirar un anzuelo de la forma
menos dolorosa y rápida:
Paso 1:
Hay que lavarse las manos con jabón y también el área alrededor
del anzuelo de pesca incrustado para desinfectar la herida. Después, ejercer
una leve presión a lo largo de la curva del anzuelo.
Paso 2:
En el caso de que la punta del anzuelo esté cercano a la superficie de la piel,
hay que empujarlo a través de la piel para después cortarlo justo detrás de
la punta con un alicate o tenazas y extraerlo halando hacia atrás por donde
entró.
Paso 3:
Finalmente lava de nuevo bien la herida con agua fresca y jabón para
después cubrir la herida con un apósito estéril.
Antes de extraer cualquier anzuelo es necesario conocer que tipo es (punta
común, punta pico, con o sin muerte etc). En general no suele afectar al
tejido subcutáneo por lo que sí es más profunda se recomienda ir al centro
de salud más cercano.
0) ANZUELO CLAVADO

1) INTRODUCIR EL ANZUELO HASTA SACAR LA PUNTA

2) CORTAR LA PUNTA CON UNOS ALICANTES

3) SACAR EL ANZUELO CON SUAVIDAD


¿Cuántas veces se te ha enredado el hilo de pesca en tu carrete o caña de
pescar?

Un enredo de este tipo nos puede hacer perder horas hasta desenredarlo
por completo, lo mejor es la prevención

Algo muy típico a la hora de pescar es que se enrede el hilo de pesca en


los carretes y cañas de pescar, un “problema” que no solo sufren los
principiantes si no que se trata más de algo cotidiano, digamos que forma
parte del pan de cada día del pescador. Entendemos que muchas veces,
con prisas o simplemente por rabia sea algo que nos moleste mucho y nos
pongamos nerviosos a la hora de desenredar el hilo de pesca en mitad de
nuestra jornada.

Lo primero que has de tener en cuenta para que no se produzcan enredos


en el carrete de pesca es que el borde de la bobina del carrete se
encuentre en perfecto estado, es decir, liso y perfectamente parejo para
facilitar el deslizamiento de la línea y evitar de esta forma que se enrede el
hilo. Un truco es sacar varios metros de hilo fuera del carrete para que no
se enrede desde el principio del lance y no tengas que desenredar el hilo
de pesca a primeras de cambio, usa una superficie plana para colocar el
hilo sacado, así, cuando realices la onda del lanzamiento, el hilo al estar
fuera de la circunferencia del carrete no se enredará, además,
conseguirías mayor alcance en tu lance de pesca.

Al colocar el hilo en la bobina del carrete mejor quedarnos cortos que


pasarnos para evitar posibles enredos

Otro de los factores por el cual se puede enredar el hilo en tu carrete


es por tener este demasiado lleno, para saber cual es la capacidad de
nuestro carrete, los fabricantes nos indican cual es su llenado optimo
según el diámetro del hilo que vayamos a usar, normalmente suele
expresarse así: 0,25 mm/150 m que quiere decir que para una línea de
0,25 mm de grosor al carrete en cuestión le caben 150 m de forma
óptima.

Según sea el carrete para cada estilo de pesca como spinning, surfcasting,
curricán, baitcasting etc vendrán con bobinas preparadas para una mayor
o menor capacidad, por ejemplo, las bobinas de surfcasting son de mayor
capacidad que las de spinning, por nombrar alguna.

Para evitar enredos en tu caña de pescar, lo mejor que puedes hacer es


que cuando le coloques el hilo lo hagas de forma manual, con fuerza y
presión al colocar el hilo en tu caña, algo fundamental para evitar
problemas en el lanzado. Si se quedase colocado con poca fuerza es
posible que saliesen varias vueltas de sedal al mismo tiempo en forma de
onda y por tanto tendríamos un enredo seguro… algo que te hará perder
tiempo y picada.

Si ya tienes el enredo liado y te vas a animar a quitarlo intenta no tirar del


hilo muy fuerte mientras tratas de aflojar los nudos, te será más
sencillo, más vale maña que fuerza en la pesca. No hay nada mejor que
una caña y carrete bien cargados para evitar enredos, sino, siempre
tendremos la opción de cortar el hilo y listo.
El cebo natural es una opción cada vez menos utilizada en nuestro país. La
fulminante aparición de la pesca a mosca, que ha capturado a la gran
mayoría de los aficionados, y la emoción de la pesca con cucharilla; han
dejado de lado esta técnica que supone el inicio mismo de la pesca y que
no necesita demostrar su conocida eficacia.

En nuestros días, la pesca con cebo natural está prohibida en muchas zonas
de nuestro país. El motivo principal es que se ha demostrado que utilizando
este tipo de cebo, se provoca generalmente la muerte de un porcentaje
demasiado alto de ejemplares. Esto hace que no se permita su uso en
tramos de pesca sin muerte o en aquellos en los que se estén realizando
repoblaciones.

Siendo consecuentes con esta afirmación, muchos opinan que este tipo de
cebo no debería permitirse en ningún lugar en el que legalmente haya que
devolver al agua los ejemplares que no alcancen una determinada medida.
Pero la pesca con cebo natural resulta una modalidad altamente deportiva,
que pone a prueba la habilidad del pescador y que ha demostrado en
numerosas ocasiones sus buenos resultados. Desde luego todo un lujo para
practicar en las zonas y con las especies que nos estén permitidas; siempre
con el respeto del medio ambiente como principal objetivo.

Para obtener buenos resultados en la pesca con cebo natural, el pescador


deberá mostrarse ante todo observador. Debe ser capaz de analizar el
terreno en el que va a desarrollar la acción de pesca, ver de qué se están
alimentando los peces, estudiar su comportamiento, la climatología
reinante. Solamente así conseguirá obtener resultados óptimos.

Existen dos modalidades diferentes de cebos naturales: simples o


compuestos.

Entendemos por cebo simple aquel que se compone de un único elemento.


Dentro de los cebos simples, podemos encontrar los de tipo animal y los
vegetales. El primer grupo, el de cebos animales, se compone de pequeños
peces, que podrán estar vivos o muertos.

Los cebos de tipo animal funcionan sobre todo en el mar y


fundamentalmente con las especies depredadoras. Para los depredadores,
especialmente los salmónidos, nada mejor que el uso de cebos naturales,
de tipo animal, que estén vivos. De hecho cuando usamos un cebo de tipo
artificial, debemos darnos cuenta de que estamos imitando de alguna
manera a este cebo natural (la cucharilla, la mosca ahogada... su función es
la de imitar cebos vivos).
Algunas de las especies que normalmente se pescan por medio del cebo
vivo son las siguientes:

 Anguila: que entra muy bien a este tipo de cebo en cualquier estación
del año. Suele mordisquear el pez antes de tragarlo, deberemos dejar
que lo haga antes de asustarla y que salga huyendo.
 Barbo: suele pescarse con cebo vivo a principios de año.
 Lucio: que entra al pez vivo cuando el tiempo refresca (a partir de
mediados de otoño).
 Perca: principalmente en los días que están nublados. Suele atacar al
vivo en cualquier época del año y lo hace directamente, por lo que
conviene que el pescador esté atento y sea rápido a la hora de
levantar.

Por otro lado, el cebo vegetal suele usarse en agua dulce y principalmente
en las zonas que disponen de poca o nula corriente. Da buen resultado en
la pesca de los ciprínidos (la carpa es un buen ejemplo), con los que el uso
de cebos como el maíz o la patata han demostrado buenos resultados en
numerosas ocasiones.

Cualquier pescador de río que se haya dedicado a este tipo de pesca, sabe
que el mejor día para practicarla es tras una fuerte tormenta. Las tormentas
arrastran gran cantidad de tierra y con ella un número indeterminado de
invertebrados, que desde ese momento se convierten en el plato del día de
las especies de la zona. Si nos encontramos en un día de estos, no
dudaremos ni un momento en utilizar lombrices o larvas, la zona estará con
toda seguridad poblada de ellas, por lo que las nuestras pasarán
desapercibidas, que es en definitiva lo que se pretende.
Como bien afirma la sabiduría popular:
“Río revuelto, ganancia de pescadores”
Si hemos decidido usar el cebo natural en el mar, aprovecharemos las horas
en las que la marea esté subiendo, y nos dirigiremos a aquellas zonas que
quedan al descubierto cuando el mar se encuentra en su punto más bajo.
En estos lugares los peces estarán acostumbrados a encontrar alimento
como quisquillas, cangrejos, gusanos de mar. Nuestro cebo natural no será
un intruso en este ambiente.

Si no estamos dispuestos a buscar entre la tierra nuestros cebos, siempre


nos quedará la opción de comprar en el mercado mejillones, navajas,
chirlas... Que procuraremos estén vivas

Por cebos compuestos entendemos aquellos que requieren una


elaboración, en la cual van a intervenir diferentes elementos. Suelen
utilizarse más en agua dulce que en el mar, principalmente para la pesca de
ciprínidos. Muchos de estos cebos basan su éxito en el olor que expiden,
que logra atraer diferentes especies.

En la mar, suelen utilizarse para la captura de mugílidos, principalmente con


aparejos provistos de flotador. También existen casos en los que se utiliza
este tipo de cebo para cebar las aguas y atraer peces que después se pescan
con cualquier otro arte.

Las modalidades de cebos compuestos son muy grandes, casi cada


pescador tiene su propia preparación, que le resultará más o menos válida
en su zona de pesca. Generalmente se realizan a partir de pastas o
engrudos, en los que se mezclan distintos materiales tales como la harina
(que puede ser de pescado, de trigo, de maíz) con aceites (tanto vegetales
como animales) y en ocasiones diversas especias y colorantes. Además se
pueden incluir quesos, másillas animales etc con el objetivo de dar olor.
Los fabricantes, viendo que el tema del cebado puede convertirse en un
buen negocio, han investigado y sacado al mercado cebos compuestos y
másillas ya preparados. Nadie garantiza al cien por cien los resultados, pero
utilizados con las especies correctas y de la manera adecuada, se convierten
en una opción perfectamente válida.

Este tipo de gusano es excepcional para la pesca al surfcasting, su cuerpo


es muy fino pero es un manjar para los peces. A la hora de meterlo en la
aguja hay que hacerlo de forma suave procurando que no se rompa. El hilo
que tenemos que usar para el empatillado del anzuelo debe ser no superior
al 25 o 30, ya que si usamos hilo más grueso no podremos pasar la gusana
del nudo del empatillado hacia arriba. Tambien hay que tener en cuenta
que cuando lo adquirimos en la tienda viene en una bandejita de plástico
con arena de playa mojada, pero para su óptima utilización hay que llenar
la bandeja con agua del mar cuando lleguemos al pesquero.

La aguja a utilizar será muy fina, la cual luego nos ayudara a encarnar el
anzuelo y con mucha paciencia lo iremos deslizando desde la aguja hacia el
anzuelo hasta que quede completamente acoplado para que se mueva con
facilidad y este a punto para que algún pez lo coma.
Este gusano muy apreciado por los pescadores es idóneo para el
surfcasting, muy nervioso, cada vez que se le coge para anzuelarlo si no
tienes cuidado seguro que te da un bocado, de color verdoso, lo podemos
trocear si es grande, por lo cual podemos aprovechar mejor la carnada.

Nota Importante Tenemos que tener siempre en cuenta que para pescar
con los gusanos, el nudo de los anzuelos o empatillado es fundamental,
tiene que ser un empatillado perfecto para que nos permita deslizar el cebo
suavemente sin romperlo.

Para la conservación de nuestros cebos debemos partir de la base de que el


cebo que compramos en la tienda es fresco. Por lo tanto debemos
conservarlo así el mayor tiempo posible, todos estos gusanos necesitan un
lugar fresco por lo cual podemos utilizar una nevera de playa. Con el gusano
de playa, solo le añadiremos agua del mar cuando lo vayamos a utilizar, una
vez lo hagamos tendremos que gastarlo.
Lo mismo que ocurre con los peces en nuestro litoral, el gusano americano
tiene diferentes nombres según la región en la que nos encontremos,
aunque su nombre más popular es americana. Su nombre en inglés es blood
worm (gusano de sangre). Entre las grandes ventajas de este gusano es la
de expulsar una gran cantidad de sangre y otros líquidos, soltando así un
atractivo aroma bajo el agua fácilmente detectable por sus presas, en este
caso por las nuestras, si les pescamos.

Su estructura es muy sólida, siendo por ello muy apto para el surfcasting y
que además se pueden encontrar en diferentes tamaños, entre cinco y diez
centímetros de largo, lo que permite su utilización entero sin trocear,
alargando así su vida en el agua, sin perder su relativa movilidad. Para clavar
este gusano en el anzuelo usaremos como para todos los tipos de gusanos
las famosas (agujas) indispensables para la pesca, teniendo cuidado de que
el gusano pierda la menos cantidad de sangre posible. Se deben utilizar
enteras siempre que sea posible. Hay que esperar a que saque la boca y ese
será el momento de clavar la aguja, ya que de lo contrario haremos que
pierda bastante sangre
Este gusano lo podemos encontrar en muchos tamaños desde 3 cm hasta
15 cm de largo y hasta 3cm de ancho, es bastante duro por lo cual lo
podemos utilizar y tener la seguridad de que, como al gusano de playa, toda
la morralla que haya las comerán, incluso los cangrejos, aunque a este
último solo los comerán alguna buena pieza.

Lo podemos anzuelar de varias formas, aunque la más usual es hacerlo tiras


y con hilo elástico (licra) enrollarlo hasta hacer canutos, los cuales al igual
que a todos los gusanos lo anzuelaremos con la ayuda de la aguja. Su cuerpo
duro y firme aguanta mucho tiempo si deformarse, por lo cual estará
siempre como la primera vez que lancemos con él. La tita es un cebo
estupendo para especies como la dorada, el sargo o el robalo. La podemos
adquirir en cajas individuales o en máster para cuando vamos a estar una
jornada completa de pesca.
Los ermitaños no tienen concha que los proteja de los depredadores, por
ese motivo usan conchas de moluscos para convertirlas en su casa. Es
habitual ver las conchas recubiertas de algas sobre todo para pasar
inadvertidos. Cuando sufren algún percance como que la concha ya no sea
lo bastante segura, o que se le quede pequeña, salen de ella y se buscan
nueva casa. Este cebo aunque no es ideal para el lanzado a larga distancia,
es sin duda uno de los mejores cebos para la dorada. Una vez hayamos
anzuelado al cangrejo debemos usar el hilo elástico o licra para que nos
aguante el lance y no se nos caiga por el camino.
Este cebo es muy utilizado antiguamente en épocas en el que la pesca desde
orilla era la reina de las pescas en mar, hoy en día la pesca al lanzado o
surfcasting ha contribuido a que muchos pescadores practiquen esta
técnica principalmente, y dejando de lado la pesca a boya desde orilla y por
consiguiente la utilización de un atrayente de peces (Macizo) a la postura
de pesca.

El macizo según el diccionario de la Real Academia es "el cebo que emplean


los pescadores, consistente en una mezcla de residuos de pescado, como
sardinas o chicharros, o sus desperdicios, o más comúnmente, en salvado y
arena." Si buscáramos cebo en el diccionario veríamos que lo denomina
como "atrayente", por tanto hablaríamos del atrayente para peces formado
por la mezcla de restos de pescado y arena.

Ahora solo vamos a hablar del bromeo como atrayente para pesca en el
mar, pero no nos queremos olvidar de su importancia en la pesca de
ciprínidos, pero eso será otra historia. El bromeo siempre va a estar
formado por un componente que hará de aglutinador y le dará consistencia
a la vez que transportara su olor por las corrientes como es la arena o
diferentes tipos de harina, y por otro componente que hará de atrayente.
Antiguamente la arena de playa era el principal componente que se
utilizaba pero en la actualidad es muy utilizada la harina. Con la aparición
de diferentes tipos de harinas, que podemos encontrar en las tiendas de
pesca para hacer los macizos utilizados en la pesca de ciprínidos, le dan al
bromeo mucho más olor y poder de atracción.

El bromeo se puede hacer mezclando diferentes materiales según las


especies que queramos atraer, el más común es el formado por sardinas y
harina. Este es el más polivalente y utilizado, al atraer a casi todas las
especies por no decir a todas. Dependiendo de la especie que queramos
atraer podemos añadir a la mezcla de la harina otras sustancias como
mejillones, ermitaños, cangrejos o lapas, todos ellos machacados, para
atraer sargos y doradas; pan duro para atraer a las lisas y salpas; pulpo o
calamar triturado para acercar a las lubinas y sargos; caracoles pequeños
de campo para mabras, sargos y doradas.

Muchos pescadores añaden a estas mezclas aceites que encontramos en las


latas de anchoas o sardinas para potenciar su olor. Para realizar el macizo,
primeramente compraremos un par de kilos de sardina, alecha o boquerón
y cuatro o cinco de harina de pescado o harina de trigo. Algunos pescadores
hablan de que el pescado debe de ser fresco y otros prefieren dejar el
bromeo una vez hecho un par de días al sol para que su olor aumente y así
también su poder de atracción.

Yo creo que es indistinto, las dos cosas las he hecho y a la hora de pescar
no he notado diferencia. Con lo que si he notado diferencia ha sido con la
cara de mi mujer cuando el bromeo se pasaba un par de días en la terraza
al sol y el olor aumentaba.

Una vez que tenemos la sardina, la troceamos con una tijera de cocina en
trozos muy pequeños. También la podemos machacar con una piedra o con
las manos pero aseguraros de poneros unos guantes de plástico (como el
que dan en las gasolineras) sino el olor a sardina os durara varios días. Una
vez deshecha la sardina la juntaremos con la harina mezclándolo todo muy
bien. Iremos añadiendo harina y mezclándola con la sardina hasta conseguir
la consistencia deseada y necesaria para poder formar bolas de bromeo que
luego, en la acción de pesca lanzaremos en nuestra postura.

Añadiremos agua si es necesario y pensar que cuanto más consistencia le


demos a más profundidad empezara a trabajar el bromeo. Cuando
comencemos a pescar lanzaremos varias de estas bolas en el lugar donde
luego colocaremos nuestro cebo y durante la acción de pesca iremos
lanzando más bolas cada cierto tiempo para mantener al pescado en la zona
de pesca.

Solo recordaros que tengáis muy en cuenta las corrientes ha haya en donde
estéis pescando, ya que estas pueden desplazar el bromeo a varios metros
de donde este vuestro cebo solo sirviendo el bromeo para alejar los peces
de nuestro anzuelo.

El macizo o engodo es un alimento que arrojamos al agua en distintas dosis,


con la intención de que los peces se ceben para facilitar que acudan a
nuestra zona de pesca, o para que se familiaricen con el alimento con el que
luego encarnaremos el anzuelo, o ambas cosas.

De lo anterior se desprende que el macizo puede estar compuesto de muy


distintas materias y, con bastante frecuencia, de la misma que usamos para
encarnar. En ocasiones, el verdadero problema radica en hacer llegar el
macizo hasta el punto en el que queremos pescar y, más aún, hacer que
permanezca allí.
Para ello deberemos sopesar las corrientes, la profundidad, así como la
constitución del propio macizo. Para lanzarlo podemos utilizar un tiragomas
o tirachinas especial (sobre todo si le hemos dado forma de bolitas, o si se
trata de pequeños animales de poco peso que queramos arrojar enteros,
como quisquillas, gusanillos, etc.)

En caso de que practiquemos una pesca de rompiente en zonas con marea


pronunciada todas nuestras costas salvo las mediterráneas existe una
forma magnífica de dosificar el macizo para que su acción se prolongue
durante toda la jornada y mantenga a la pesca en nuestro radio de acción.

Habrá que empezar diciendo que cuando se practica esta pesca de


rompiente cercana a las rocas, se aprovecha siempre el espacio de tiempo
durante el cual la marea está subiendo, que es cuando los peces de roca se
acercan a comer en los tramos del litoral que va cubriendo progresivamente
el agua a medida que la marea avanza. Este es el caso de los sargos, las
lubinas, los lábridos y un largo etc. Pues bien, lo que haremos con el macizo
es precisamente eso, no arrojarlo directamente al agua, sino esparcirlo en
distintos niveles sobre las rocas que serán bañadas por la marea.

De esta manera nos aseguraremos que siempre habrá macizo en el agua, y


mantendrá a los peces pegados al lugar que deseemos y expectantes ante
la afluencia de comida que obtendrán progresivamente con el avance de la
marea. Si, por el contrario, pescamos a fondo, lejos de la rompiente, en una
embarcación a cierta distancia de la costa, podemos encontrar dificultades
para hacer llegar el macizo hasta nuestro pesquil, que se encuentra en el
fondo, a veces, a muchas brazas de profundidad.

Entonces, si arrojamos directamente el macizo a la superficie, lo normal es


que apenas una mínima parte llegue hasta el fondo, y en caso de que haya
corriente que es lo normal el poco macizo que llegue al fondo alcance una
zona muy alejada de donde pescan nuestros aparejos.
El truco que emplearemos para solventar esta situación es el de la bolsa de
papel lastrada con piedras. A tal fin, introduciremos cierta cantidad de
macizo en una bolsa de papel, a la que previamente hemos añadido un par
de piedras de mediano tamaño; cerraremos la bolsa y la amarraremos a un
cabo o un sedal de distancia bastante para llegar hasta el fondo.

Una vez allí, esperamos unos poco minutos y damos un fuerte tirón, con lo
que conseguiremos romper el fondo de la bolsa de papel y liberar el macizo
que habrá llegado de esta manera hasta el punto donde trabajan nuestros
aparejos de fondo.

Otra forma que se revela excelente, consiste en utilizar un trozo de red o


una malla como las de las bolsas de naranjas y la llenamos de peces
troceados y de piedras para lastrarla. De esta forma nos aseguraremos un
macizo permanente cerca de nuestros aparejos.

Pescando en la rompiente podemos hacer un buen macizo a partir de los


invertebrados que pueblan las playas y escolleras. Estos animales que
servirán para procurarnos el macizo son básicamente moluscos y
crustáceos, desdeñando los equinodermos, salvo el erizo de mar, que bien
triturado y mezclado con arena, constituye también la base de un macizo
excelente.

Para ello, recoja cangrejos, mejillones, lapas etc. Macháquelos con una
piedra al tiempo que los va mezclando con arena y agua marina. Obtendrá
un macizo perfecto para los peces de roca. No obstante, este tipo de macizo
es bastante agresivo para con el medio, por lo que suele ser más
recomendable el tradicional macizo a base de despojos de pescado, sobre
todo de sardina o de anchoas.

Si tenemos la suerte de estar en una localidad donde podamos acercarnos


hasta una conservera, no tendremos problemas para conseguir gratis estos
despojos. Convenientemente salados y mezclados con harina, con un poco
de arena o con cualquier otra sustancia para darles la consistencia y el peso
que se prefiera, podremos guardarlos durante mucho tiempo en botes de
plástico bien cerrados. Así nos aseguraremos tener siempre macizo
disponible para cuando lo precisemos.

Podríamos decir que todos los peces entran fácilmente a este cebo. Con
sardina como carnada he pescado doradas, lubinas, llisas, sargos, congrio,
morenas, lenguados, dorados, anjovas, lechas, etc. Todo tipo de peces y de
todos los tamaños.

Compraremos sardina siempre lo más fresca posible, si queremos dar


consistencia a esta porque pesquemos en una zona con mucha morralla que
se la come rápidamente o la queremos lanzar a gran distancia, debemos un
día antes a salir de pesca ponerla con sal gorda en un recipiente, de esta
forma cuando vallamos a utilizar las sardinas habrán perdido parte del agua
que contienen quedando más duras y resistentes.

Existen dos formas de preparar la sardina dependiendo de la técnica de


pesca que queramos utilizar. Si pescamos al lanzado la preparación y
colocación de la sardina, así como el aparejo que utilizaremos será muy
diferente a si utilizamos la sardina para pescar a boya o flotador.
Para la pesca a flotador cerca de la costa prepararemos la sardina de la
siguiente forma:
Con unas tijeras cortaremos a la sardina la cabeza, zona de las tripas y cola.
Este tronco o centro de la sardina que queda lo abriremos verticalmente
haciendo dos filetes con los dos costados y estos los partiremos en dos a su
vez. De esta forma de cada sardina obtendremos cuatro carnadas. Con los
restos de cabezas y tripas que sacaremos a las sardinas podremos hacer una
masa junto con arena de playa o harina que cuando estemos pescando nos
servirá de bromeo o atrayente. Si queremos dar consistencia a estos
medios filetes de sardina como he comentado antes, cortaremos el cebo
que pensemos utilizar al día siguiente y los colocaremos en sal gorda.

La colocación en el anzuelo: Yo utilizo siempre anzuelos color plata para la


sardina, pienso que pasa más desapercibido, de pata larga, y si los peces
que queremos tentar son sargos, lubinas, doradas, dobladas, utilizo
anzuelos del número 1, 2 , 3 dependiendo del tamaño de las posibles piezas.

Para colocar el medio filete en el anzuelo, coseremos literalmente este,


pinchamos por un extremo el trozo de sardina por el que traspasaremos el
anzuelo y así sucesivamente (dos o tres veces), hasta llegar al otro extremo
de la sardina en el que dejaremos el anzuelo escondiendo la punta de este
pinchando en el cebo. De esta forma el anzuelo y el bajo de línea cercano
al anzuelo sujetan perfectamente la sardina, quedando esta totalmente
extendida y con el anzuelo en su parte inferior que es por donde el pez
empezara a comer.

El aparejo que utilizaremos constará, si pescamos a medias aguas, de


flotador que no necesite mucho plomo, unos pequeños plomos y un bajo
de línea de + 50 cm. Pescando a medias aguas debemos hacer que nuestra
sardina se mueva libremente como movida por la mar, por esto
utilizaremos un bajo de línea largo y poco plomo en el aparejo. Si pescamos
a ras de fondo nuestro aparejo cambiará a todo lo contrario, bajos de línea
más cortos (+ 25 cm) y aparejos muy plomados, de esta forma nuestro trozo
de sardina llegará antes a la zona de pesca (fondo) y debido al peso
permanecerá más tiempo en ella, optimizando al máximo el tiempo de
pesca.

Dependiendo de donde este el pescado a ras de fondo o medias aguas


utilizaremos un aparejo u otro. Con esta técnica y cebo probado, podréis
pescar lubinas, sargos, doradas y palometas entre otros peces siendo las
mejores horas las del ocaso y durante la noche.

La sardina como cebo utilizado para la pesca al lanzado la prepararemos de


la siguiente forma, la partiremos por la mitad obteniendo dos carnadas, o
solo le quitaremos la cabeza partiendo con las tijeras de esta forma
tendremos una sola carnada, o bien la dejaremos entera.

Para la colocación en el anzuelo, utilizamos dos tipos de anzuelo, uno el


anzuelo simple del número 1 o más grande, según las posibles presas, o el
triple (ancoreta o potera). Es recomendable que siempre estos sean de
buen acero carbono ya que con este tipo de cebo, pescando al lanzado, el
tamaño de las capturas nos puede sorprender, muchos pescadores unen un
terminal de acero al anzuelo para que peces como morenas, dorados,
serviolas y otros depredadores no rompan el terminal al morderlo.
Para colocar la sardina en el terminal y el anzuelo utilizaremos la aguja de
sardina. Pinchamos y atravesamos la sardina con la aguja por el lugar donde
cortamos con las tijeras, en las enteras la meteremos por el ojo de la
sardina. En el otro lado de la aguja colocamos la lazada y con la otra mano
desplazamos la sardina por la aguja al terminal y al anzuelo clavando este
en la carne de la sardina quedando la pata del anzuelo escondida dentro de
la sardina. Para afianzar el cebo, sobre todo cuando queremos lanzar lejos
y con la fuerza se pueda desprender, algunos pescadores realizan una
media lazada con el terminal cercano a la cola de la sardina para luego
meter esta por dentro y cerrar la lazada sujetando la sardina con esta lazada
por la cola.

El aparejo que utilizaremos para la sardina al lanzado constará de un plomo


de lanzado (100-150 grs), un emerillón o quitavueltas al que
engancharemos el bajo de línea o terminal, este no debe ser muy largo para
no liarlo en la acción de lanzar ( +25 cms), exceptuando cuando pesquemos
la lubina que en estos casos deben de ser superiores a 50 cm ya que no
debe detectar el peso del plomo y tensión de la línea hasta que haya
tragado bien la sardina, para solucionar también este problema algunos
pescadores aconsejan colocar una plomada de bajo peso (20-30 gr).

La sardina es un cebo tradicional que nunca ha perdido vigencia. Al margen


de que, en la actualidad, proliferen nuevos cebos, o cebos que hasta hace
poco tiempo eran casi desconocidos para la mayoría de los aficionados, la
sardina sigue presente en los puestos de cabeza del ranking de cebos
marinos.

Y es que la modesta pero siempre efectiva sardina tiene mucho a su favor:


primero su precio y su amplia distribución, lo que posibilita un acceso fácil
para cualquier aficionado; y segundo, su demostrada capacidad de
atracción, que consigue gracias a un penetrante aroma.
Entre los defectos que pudiera presentar, se cuenta el de su poca
consistencia en el anzuelo como principal inconveniente, y el de no ser
demasiado efectiva si tratamos de capturar pequeños peces de escollera,
como los lábridos, que entrarán mejor a los anélidos, o a pequeños
crustáceos como las quisquillas.

No obstante, para la mayoría de los peces, en especial los de cierta


envergadura y todos los pelágicos, la sardina constituye un cebo fantástico,
siempre recomendable. Y, si somos aficionados a la pesca nocturna, no se
lo piense más: compre un kilo de sardinas y llénelas de acero. Ah! Y no se
preocupe si ha comprado demasiadas: puede comérselas (cosa poco
aconsejable con otros cebos) en sustitución de aquello que no pescó, puede
salarlas y utilizarlas en posteriores ocasiones o, si no, macháquelas,
añádales sal, arena y harina, y guarde el macizo o engodo resultante en un
bote plástico.

Junto a la sardina, cebo clásico donde los haya, el calamar presenta las
virtudes que a la sardina le falta, aunque carece de su principal virtud. Y es
que si a la sardina le falta consistencia, al calamar le sobra, pero si a la
sardina le sobra aroma y, en consecuencia, poder de atracción, el calamar
se queda un pelín corto en este aspecto.

Pero, claro, si queremos cebar un aparejo de fondo y tenerlo pescando toda


la noche, sólo podremos recurrir a un cefalópodo como nuestro calamar
para que nos haga el trabajo sucio. A ver si no quién va a trabajar horas
extras bajo la superficie con tanta entereza.

Generalmente, se emplea en aparejos nocturnos, aunque de día funcionan


igualmente bien. Lo que sí debemos saber es que no es válido para todas
las especies, pues existen peces que lo desdeñarán o lo probarán con recelo
para abandonarlo acto seguido. No referimos a los salmonetes, los lábridos,
los lenguados, etc.

Pero si queremos pescar un buen congrio, por ejemplo, o una cherna o un


pez “serio” en un aparejo de fondo, el calamar se nos presenta como una
opción inmejorable, ya que aguantará impávido el ataque de los
pezqueñines esperando a pie firme la llegada del comensal a quien iba
destinado.
Un cebo clásico y fiable. Lo que conocemos por gusana de tubo, o,
simplemente, tubo, es un anélido marino de color rojizo, que se caracteriza
por un penacho filamentoso, que comienza a la altura de la cabeza y llega a
cubrir hasta la mitad superior del cuerpo. Su tamaño medio es de entre
siete y catorce centímetros, pero resulta bastante gruesa en proporción a
su longitud. Es una gusana bastante dura, que permite poder ser empleada
en trozos. O sea que, al contrario que otros anélidos, como el gusano de
coco, este anélido podrá ser utilizado en porciones, sin que por ello se vacíe
ni pierda su atractivo.

En pequeños trozos es excelente para los pececillos que, como panchitos,


chicharrillos o pequeños espáridos del género diplodus, necesitan de
anzuelos cortos y de poca carnada. Pero es igualmente efectiva para los
peces de mayores dimensiones que puedan requerir mayor bocado. Para
ello podremos ensartarla entera, con o sin ayuda de una aguja.

Es bastante polivalente y resulta del agrado de la mayoría de los peces. Su


grado de dureza y resistencia es intermedio, y podemos hablar de un cebo
“todo terreno”, que siempre es conveniente tenerlo a mano.
Es un cebo muy apreciado y consumido, por lo que su precio ¡ay!, como el
resto de los anélidos, ha aumentado considerablemente en estos últimos
años. No obstante, sigue siendo más barato que la americana o que el
cangrejillo que continúan en la cabeza del ranking como “primeros
espadas”.

También conocida como gusana de agua o nadadora, esta gusana es un


anélido marino de mediano tamaño. Resulta un cebo bastante común y no
demasiado caro. Hace años, sin embargo, era más empleado que ahora.

Se ve que los pescadores nos hemos vuelto más exigentes o que estamos
dispuestos a gastarnos más dinero en cebo. El caso es que, aunque su
demanda se hay reducido por la gran competencia que se ha establecido
con los anélidos “nuevos”, no por ello ha dejado de gustar a los peces. Y es
que, pese a que su tamaño y resistencia en el anzuelo no sean comparables
al que ofrecen algunos de sus primos, no conviene olvidarnos de esta
gusana que tantas capturas nos ha reportado a muchos aficionados.

Especialmente con peces de pequeño tamaño y pescado a corcho, la gusana


de agua a la que conocemos así porque es ésta la forma de conservarla viva
y como solemos encontrarla en las tiendas de pesca puede ser un cebo
excelente, sin duda digno rival de la de fango o de la aguerrida coreana.
También pescando a fondo puede constituir un cebo óptimo. A los lábridos
y a los sargos de mediana talla les encanta.

También conocido como gusana de coco o gusano rojo, es un anélido muy


común y uno de los cebos preferidos para los pescadores que practican el
lance pesado. Sobre todo si los lechos son arenosos o fangosos, este gusano
proporcionará excelentes resultados. El mayor problema que presenta es
que su cuerpo, blando y carnoso, es atacado por muchas especies para las
cuales no iban destinados nuestros anzuelos.

Además, este gusano, una vez ensartado en el anzuelo se vacía en cuestión


de minutos y queda reducido en poco tiempo a un pellejo rojizo. Así que, si
lo utilizamos como cebo, debemos cambiarlo cada poco tiempo, como
máximo media hora. Al encarnarlo expele un líquido amarillento que tinta
nuestros dedos. No es irritante, pero deberemos luego lavarnos las manos
con jabón para quitarnos esa coloración.
El arenícola se encuentra en zonas tildales y es relativamente fácil de
encontrar durante las horas de bajamar, pero debemos recolectarlos con
cuidado, debido a su fragilidad. Viven en galerías poco profundas en forma
de “U”, con un aguajero de entrada y otro de salida, siempre en superficie.
Es uno de los mejores cebos que podemos presentar a muchas especies de
las que comen en el fondo. En concreto, es la mejor carnada para el
salmonete.

Es el equivalente terrestre de los anélidos marinos y funciona


estupendamente para casi toda clase de peces que pueblan las aguas
continentales, pero también para muchas especies marinas.

Es fácil encontrarla en los comercios especializados en pesca, si no


queremos cavar, pero también podemos esperar a que llueva para
atraparla sobre todo de noche, en los prados y campas, donde sale a retozar
cuando éstos alcanzan la humedad deseada. Entonces podremos atraparlas
fácilmente y constituirá una buena ocasión para ir a pescar al río más
próximo con estas lombrices en los siguientes días tras el chaparrón, pues
seguro que las aguas han arrastrado a algunas de ellas, y el pez encontrará
muy natural nuestro cebo.

Por tanto, si usted pesca con otros cebos o con artificiales y una tormenta
hace aflorar a la superficie a un buen número de lombrices de tierra, coja
un puñado y váyase al río. Seguro que hará una buena pesca, pues son,
precisamente, esas lombrices, las que están esperando el pez que caigan en
su radio de acción arrastradas por el agua. Pero, como hemos dicho al
principio, también funciona muy bien con muchas especies marinas, entre
las que se encuentran peces tan selectivos como el salmonete de roca. Hay
viejos pescadores que sólo utilizaban lombrices de tierra como cebo,
independientemente de que fueran al río o a la costa.

Por tanto, si no disponemos de anélidos marinos, pero podemos capturar


lombrices de tierra, y queremos ir a pescar a la costa, no lo dudemos. Quizás
no sea tan buena en la mar como en agua dulce, pero garantizamos que hay
muchos peces marinos que no desdeñan este cebo tradicional de las aguas
continentales.
Esta caracola es una de las más comunes y resulta un habitante frecuente
de todas nuestras costas. Gusta de los lugares con abundante comida y de
profundidad moderada. Es carnívora, predadora y carroñera, y llega a medir
unos 10 cm de altura. En ocasiones la encontraremos vacía, o bien ocupada
por un cangrejo ermitaño. No hace falta recordar que, siempre que haya un
cangrejo, éste será un invasor, pues el crustáceo no puede fabricar la
concha que le protege.

En efecto, la concha es creada siempre por el molusco que conocemos


como “caracola”, cuyo cuerpo carnoso puede ser utilizado también para
encarnar nuestros anzuelos. En España no es corriente emplearlo como
cebo ni comerlo. No así en otros países, utilizado comúnmente para ambos
fines. Recuerdo que, en la costa del sur de Méjico la caracola era un
apreciado manjar, que competía en precio con la langosta. La cocinaban en
rodajas, sobre una plancha, y le ponían una salsita picante. Estaba deliciosa,
pero no es así como debemos ofrecérsela a los peces, que la prefieren cruda
y sin picante ¡ellos se lo pierden!
Debido a que puede alcanzar un tamaño considerable, en ocasiones será
más prudente trocearla, en porciones proporcionales al tamaño de
nuestros anzuelos. Sacarla de la concha no suele ser tarea fácil, y hay quien
se ayuda de un martillo pilón. Lo que sí debemos tener presente es que es
un molusco que vive únicamente en el agua, por lo que si la mantenemos
en seco mucho tiempo, morirá y se pudrirá rápidamente. Su olor es
nauseabundo. Para hacer acopio de estos moluscos, lo mejor es buscarlos
en los puertos y dársenas, en cuyos fondos ricos en deshechos orgánicos
proliferan. También pueden acercarse al puerto cuando los arrastreros
estén limpiando las artes y hacerse con unas cuantas.

Este molusco gasterópodo, al que muchos conocemos como “caracolillo”


es el más conocido de los caracoles marinos, aperitivo habitual en bastantes
regiones españolas. Es mucho más empleado como alimento humano que
como cebo, pero esto no quita para que podamos encarnarlo en el anzuelo,
sobre todo cuando perseguimos pequeños peces de roca en las escolleras.

No obstante, no es un cebo “de primera categoría”, comparable con las


gusanas o lombrices de mar, ni con los ermitaños o las quisquillas; eso sí,
debido a su profusión en todas nuestras costas pedregosas, puede sacarnos
de un apuro cuando, por falta de cebo nos vemos impelidos a terminar
nuestra jornada de pesca. Habita las zonas tildales, a veces incluso en el
límite superior del radio de acción de la marea, pero siempre en su área de
influencia. Lo más habitual, sin embargo, es encontrarlo adherido a las
rocas que quedan durante bastantes horas sumergidas. Suele encontrarse
en resquicios de las peñas, en grietas y otras anfractuosidades que le sirven
para protegerse del oleaje y las corrientes. Su concha es dura, de color
negruzco, y si queremos emplearlo como cebo, debemos romperla con
cuidado para no desmenuzar su frágil y carnoso cuerpo.

Para recolectar bígaros, basta con darse un paseo por las zonas
intermareales y escudriñar las grietas de las grandes piedras o dar vuelta a
las más pequeñas, en las que acostumbra a estar en su cara no visible.
Recoger caracolillos es entretenido y podemos pasar un buen rato con la
excusa de hacernos con un puñado. Es una actividad ideal para llevarla a
cabo en familia, pues a los niños les encanta, y con esta distracción
observarán todos esos animalillos, como quisquillas, cangrejillos, blénidos
y otros muchos que comparten el fascinante nicho tildal.
Aunque no es un cebo tradicional de mar, puede constituir un eficaz
sustituto para capturar algunas especies de las más usuales en la pesca
deportiva. Recordemos que el caracol vulgar como todos los caracoles es
un molusco gasterópodo, con un cuerpo carnoso susceptible de ser puesto
en el anzuelo. En cierta ocasión, me hallaba pescando lábridos (julias,
serranos, durdos o maragotas etc.) con caña desde un acantilado. La pesca
se estaba dando bien quizás demasiado bien y la cantidad de picadas y
peces que había puesto en tierra, habían terminado con mi provisión de
gusanas. Estaba pensando ya con tristeza que pronto debería irme a casa
ante la ausencia de cebo, cuando un hombre que paseaba por allí se acercó
con curiosidad a ver la pesca y le comenté el problema.

Entonces me dijo que lo mejor que podía hacer era capturar algunos
caracoles de los que abundaban por el lugar, sacar la carne, hacerlos tiras
con la navaja y seguir pescando con ellos. Efectivamente, pude continuar
pescando toda la jornada y llenar la cesta. En posteriores ocasiones, he
comprobado que el caracol vulgar de tierra no sólo es apto para lábridos,
sino también para muchos otros peces, como la herrera, perla o mabra, por
ejemplo, que pica también con decisión a este molusco terrestre.
Así que ya lo saben: no sólo es efectivo para los grandes ciprínidos, como
ya saben los aficionados de agua dulce, sino que puede depararnos muy
gratas sorpresas en la pesca de mar.

Las almejas, como otros moluscos bivalvos viven enterrados en la arena, y


tienen forma redondeada y concha dura. Se pueden ofrecer sin concha o
con un trozo o una parte de ella e incluso entera si pretendemos pescar
doradas u otros grandes espáridos de molares poderosos. Podemos
hacernos con este cebo rastrillando la arena durante la bajamar en la misma
playa, o bien comprarlo en el mercado o la pescadería. Pero las almejas,
quizá sea mejor comérnoslas que ponerlas de cebo pero, en fin, allá cada
cual. Estos moluscos resultan especialmente atractivos presentados a
fondo y valiéndose de técnicas tales como el surf casting.

Lo mejor es presentarlos frescos, pero se prestan a distintos tipos de


conservación sin perder demasiado. Así pues, podemos congelarlos o
comprarlos directamente en conserva, siempre que ésta sea “al natural”,
es decir, únicamente con agua y sal.
El berberecho es un molusco bivalvo con una concha durísima que, aparte
de su valor gastronómico, suele ser empleado como cebo. La verdad es que,
es raro que los aficionados encarnen sus anzuelos con berberechos frescos,
pero cada día hay más gente que utiliza las conservas de estos moluscos “al
natural”, es decir aquellas tratadas únicamente con agua y sal. Esto es así
porque los berberechos son apetecidos por un grandísimos número de
especies piscícolas, tanto marinas como de agua dulce. Grandes ciprínidos,
espáridos, lábridos o peces planos, son algunas de las familias que se darán
un festín con estos moluscos. Además, una vez en conserva, ganará en
consistencia y será más fácil de anzuelar, lo que sumado a su sencillez de
manejo y a su enorme disponibilidad, lo convierten en un cebo ideal para
tener en la despensa “por si acaso”.

El berberecho habita fondos arenosos y fangosos, con abundante materia


orgánica, y le encantan los lechos de las rías, donde se acumulan gran
cantidad de nutrientes. Soporta altas dosis de contaminación, sobre todo
por metales pesados, por lo que no son siempre aptos para el consumo
humano. Por ejemplo, en una de las rías más contaminadas, la del Nervión,
habitan zonas imposibles de colonizar para otros moluscos.
Asimismo, se adaptan a zonas de baja salinidad en aguas salobres y vive
enterrado a escasa profundidad, generalmente a unos pocos centímetros.

La coquina, también conocida por cochafina y xarleta, entre otros nombres,


es uno de los moluscos bivalvos más bellos. Vive enterrada a escasa
profundidad en las zonas intermareales. Prefiere los grandes arenales y se
desplaza con bastante frecuencia ayudada con un pie fuerte y carnoso.
Incluso, algunas noches, podremos observar el rastro de sus
desplazamientos grabado en la arena mojada. Este molusco es un manjar,
sobre todo crudo. Pero también es eficaz como carnada. Además, posee la
ventaja de ser relativamente abundante en muchas playas y, puesto que se
entierra a poca profundidad, podemos recolectarlo fácilmente en los sitios
que habita.

Es ideal para cebar aparejos de fondo y surf casting, especialmente si


pescamos en lechos de arena. El mayor inconveniente que presenta es que
su tamaño es reducido, por lo que resulta más adecuada para encarnarla
en anzuelos de pequeño o mediano tamaño, destinados a herreras, peces
planos, etc.
Una forma divertida y efectiva de recolectarlas es caminando a gatas por la
orilla durante la bajamar, mientras introducimos en la arena los dedos. Y
cuando digo dedos, no me refiero sólo a los de las manos: de hecho,
encontraremos incluso más con los de los pies. El tacto de su concha es tan
suave y especial, que, una vez hayamos palpado una, reconoceremos sin
lugar a dudas si lo que acarician la punta de nuestros dedos es una bella
coquina. No cabe equivocación posible.

Difiere de otros bivalvos sobre todo porque no vive enterrado, sino asido a
la roca por un filamento que segrega una especie de cerdas de aspecto
estropajoso muy duro, y se apiña en los roquedos y bajíos, donde se juntan
miles o millones de individuos en apretada convivencia. Dado su carácter
gregario, y que se encuentra ampliamente extendido por toda la costa y a
la vista, es de muy sencilla recolección. Si no, también puede encontrarse
en cualquier pescadería a un precio muy módico. Es una carnada olorosa y
apta para casi todos los peces del litoral, pero tiene un fallo que hace que a
menudo el pescador lo rechace para cebar sus anzuelos. Nos estamos
refiriendo a su escasa consistencia.

Sin embargo, se pueden utilizar algunos trucos para afirmarlo en el anzuelo.


El más sencillo es, sin duda, el del hilo de goma, que consiste en dar unas
vueltas y un simple nudo con este fino hilo flexible alrededor de la carnada
una vez puesta en el anzuelo, con lo que ésta quedará consolidada y no se
desprenderá cada vez que lancemos o un pequeño pez tire de ella. Por
tanto, sólo debemos servirnos de un carrete de hilo vulgar, para dar unas
pocas vueltas sobre la carnada, aunque también hay quien se vale de hilo
de goma, que proporciona inmejorables resultados. Esto mismo es
aplicable a otros moluscos bivalvos, como chirlas, coquinas, almejas, etc. En
caso de que pretendamos capturar doradas y sepamos de su existencia en
un lugar determinado (como una estratégica barra de arena, la entrada de
un estuario etc.), debemos ofrecer a estos animales el mejillón entero, a
sabiendas de que pocos peces que no sean estos espáridos podrán
inmiscuirse en nuestro aparejo.

Para realizar esta pesca tan selectiva debemos encarnar el mejillón entero
introduciendo el anzuelo por el sifón. Una buena técnica para encarnar el
mejillón entero consiste en forzarlo un poco con una navaja, deslizar el
anzuelo dentro y dejar que se cierre de nuevo. Así conseguiremos una
sujeción inmejorable. Para macizar la zona, arrojaremos unos cuantos
puñados de mejillones, también vivos y enteros, alrededor de donde hemos
lanzado el aparejo.
Es quizás el mejor molusco para cebo, habida cuenta de su aroma, su
consistencia y su cantidad de “carne”. Son bivalvos lamelibranquios, pero
de concha frágil, que viven enterrados en la arena sobre todo a la salida de
la ría y muchas veces junto a zonas de berberechos aunque su territorio
raramente queda en seco y si es así, por poco tiempo. Con las mareas vivas,
durante la bajamar, observamos unos característicos agujeros abiertos en
la arena, donde se esconden.

Para atraparlas se utilizan muchos métodos entre los cuales se incluye el


mercado, previo pago, aunque quizás los más divertidos y tradicionales
sean el de la varilla de paraguas y el de la sal. El de la varilla de paraguas
consiste en hacernos con una de ellas o con una larga aguja de hacer punto,
(mejor aún si le practicamos una muesca en forma de agalla) e introducirla
de un golpe en los agujeros, que son túneles rectilíneos donde el molusco
permanece quieto y expectante esto último es suposición mía. Si notamos
que hemos pinchado carne, procederemos a sacarla con cuidado, haciendo
fuerza lateral con la varilla para que el molusco herido no pueda “recular”
y sumergirse en las profundidades de su túnel.

Este método para capturar navajas es entretenido y provechoso cuando se


sabe ejecutar correctamente (he conocido auténticos especialistas)
aunque, de no ser así, se corre el riesgo de cobrar pocas y herir o matar
muchas de ellas inútilmente. Por eso aconsejamos encarecidamente el
método de la sal, que, además, nos parece mucho más divertido y no causa
ningún daño a los moluscos que se nos escapen. Una vez más, con la
bajamar durante las mareas vivas, localizamos el territorio sembrado de
agujeros donde están las navajas. Nos acercamos suavemente con una
bolsa de 1 kg de sal, y echamos un poquito en la boca de cada agujero,
procurando que caiga dentro.

Entonces, pasados unos segundos o casi inmediatamente, las navajas se


asoman durante un breve espacio de tiempo, como preguntándose qué es
lo que ocurre, y nosotros, en un alarde de reflejos, las atrapamos y las
sujetamos fuertemente para que no se introduzcan de nuevo en el túnel.
Después tiramos de ellas con cuidado para que no se rompan ni se
desgarren y nos las comemos con sal y limón, pasándolas unos segundos
por la sartén que hemos puesto a calentar sobre unas brasas en la arena de
la playa.

La lapa es un cebo habitual, casi un clásico de los cebos para pescar en la


costa. Pero eso no significa que sea el mejor cebo, ni siquiera que sea bueno
para un amplio grupo de peces. De hecho, la lapa es más que nada una
carnada de urgencia, un animal que está siempre disponible en cualquier
punto de nuestras costas, incapaz de escapar y, generalmente, a nuestro
alcance. Y, si es cierto que algunos peces picarán a este cebo, también lo es
que muchos lo despreciarán, o sólo lo atacarán cuando no tengan
posibilidad de conseguir otro sustento.

La lapa nos recuerda a un caracol, con sus minúsculos cuernecillos y su


concha durísima que preserva sus órganos internos. Se pega a las rocas
mediante un pie carnoso convertido en ventosa, precisamente la parte con
la que encarnaremos. Es quizás, su dureza la que más desanima a sus
posibles presas. No obstante, para algunos espáridos de cierta talla y,
especialmente en invierno, cuando escasea el alimento, la lapa pueda ser
una alternativa razonable.
Funciona mejor a fondo, en aparejos robustos destinados, por ejemplo, a
grandes sargos. De hecho, en las entrañas de estos peces suelen abundar
los restos de lapas jóvenes, lo que también nos proporciona pistas sobre la
potencia de sus mandíbulas y su acerada dentición. En nuestras costas
existen varios tipos de lapas, aunque, a efectos de su utilización como cebo,
no cabe hacer muchos distingos. Todas ellas son de régimen litoral y se
alimentan de las algas que revisten las rocas. Las lapas son moluscos
comestibles que se desplazan muy lentamente, sobre todo de noche. Su
consumo es mínimo, restringido únicamente a algunas personas,
generalmente habitantes de pueblos pesqueros. Se pueden condimentar
con limón, en crudo, pero también admiten distintos guisos, hoy en día casi
olvidados.

Habita las zonas tildales frecuentemente escondido bajo las algas, bajo una
roca o bajo la arena, enterrado a muy poca profundidad. También es muy
común en los estuarios de todos nuestros ríos. Es un cebo magnífico para la
dorada y los grandes sargos cuando cebamos nuestros aparejos de surf
casting y lanzamos en zonas de arena y fango. Para impedir que se entierre,
algunos pescadores le arrancan las dos patas de atrás, aunque no estamos
seguros de que esto funcione. Lo que sí es esencial es no presentarlo nunca
en aparejos que trabajan a media agua. Es un animal de fondo y allí es
donde debe estar y donde engañará al pez.
Puede crecer bastante, así que su tamaño se adecuará al de la captura que
pretendamos, sobre todo si está duro, es decir, si no ha mudado
recientemente. El cangrejo verde o común no suele encontrarse fuera del
agua salvo algunos que quedan en seco con la bajamar debajo de una piedra
con abundante humedad y optan con frecuencia por enterrarse en la arena,
aunque nunca profundamente ni en ningún sitio concreto, al revés que sus
primos (Squilla mantis) conocidos por galeras. Tampoco se encuentra en las
paredes de roca, como hace otro de sus parientes, el zapatero o corredor,
ya que no soporta quedar en seco durante muchos minutos. Por tanto, si
pescamos en las zonas de acantilados o de grandes paredes rocosas que
bate la mar, su uso no es demasiado adecuado, pues los peces que patrullan
la zona no están acostumbrados a encontrarse cangrejos verdes en esos
parajes, mucho menos a media agua, es decir, pescando con boya.

Como a casi todos los crustáceos, debemos encarnarlo procurando no


herirlo. Para esto existen varias maneras de hacerlo. La más sencilla y mi
opción personal pasa únicamente por amarrarlo con una gomita. También
podemos prender el anzuelo atravesando el punto en el que las patas
anteriores se unen con el cuerpo del animal, pero esta forma no garantiza
una sólida sujeción y corremos el riesgo de herirlo gravemente. Otra
manera, muy ingeniosa, consiste en secarle el caparazón y pegar allí el
anzuelo valiéndose de unas gotitas de pegamento rápido y extra fuerte.
Para capturarlos, basta con pasearse por la zona litoral con un redeño e ir
levantando piedras. Más efectivo aún resulta cebar un retel con un trozo de
pescado y buscarlos en los estuarios o en el interior de los puertos.
También llamado mulato y corredor, es el cangrejo de forma cuadrada y de
tintes oscuros presente en todas las zonas mediolitorales y supralitorales
de nuestra península. No le molesta la exposición prolongada al aire y al sol,
y suele estar sobre las rocas al descubierto, siempre preparado para
arrojarse al agua o esconderse en una grieta cercana. Muchos peces
litorales conocen está costumbre de arrojarse súbitamente al agua y allí lo
esperan ansiosos, sobre todo los sargos y la lubina. Por eso, este cangrejo
puesto en el anzuelo y columpiándose en el vaivén de las olas, medio
camuflado por la espuma, se vuelve irresistible para los peces que patrullan
la escollera.

Si hemos cogido muchos cangrejos, tomaremos los más duros y grandes,


los aplastaremos a pisotones y arrojaremos al agua sus pedazos para atraer
y confiar a la pesca. Luego pondremos uno lo más blando posible en el
anzuelo y lo arrojaremos de igual manera sobre la ola, en el momento en
que ésta rompa contra las piedras. La picada en estas condiciones es
decidida y brutal. Los cangrejos zapateros son muy escurridizos y tratan de
ponerse a salvo entre las piedras tan pronto como se sienten descubiertos.
Durante el invierno, a causa del frío, se desplazan con cierta torpeza,
también cuando acaban de mudar y son blandos como una “gominola”; en
ocasiones casi no pueden moverse y constituyen entonces el mejor cebo
imaginable pero en verano, especialmente los días calurosos, su
metabolismo se halla "revolucionado" al máximo, y corren como almas que
lleva el diablo. Su estructura corporal está, asimismo, diseñada para la
carrera y para guarecerse bajo las piedras y en las estrechas grietas de las
rocas calizas. Sus patas, rematadas en uñas, son fuertes y ágiles, y su cuerpo
plano les permite introducirse en estrechísimas rendijas. Lo mejor para
conseguir cangrejos recién mudados es bien simple. Deberemos buscarlos
bajo las rocas que se hallan colindantes con el estrato supralitoral, en otras
palabras, bajo las rocas que sólo reciben un aporte mínimo de agua marina
en cada punta de marea. Este cangrejo, como casi todos los crustáceos
marinos, se enfrenta a un problema: puede vivir durante cierto tiempo en
seco, pero necesita un aporte de agua marina con regularidad. Eso
determina que los cangrejos zapateros o mulatos busquen estos
emplazamientos para esconderse después de mudar, y se amparen al cobijo
de las rocas que marcan el límite de la marea, lo justo para estar sumergidos
unos minutos antes de volver a quedar en seco.

¿Por qué? Pues porque el cangrejo sabe que casi todos sus enemigos
potenciales vienen de la mar y que a los peces les encanta engullir
crustáceos blanditos y gomosos, como él en estos momentos. Por eso
evitarán zonas que queden sumergidas a profundidad bastante como para
que un pez pueda merodear por allí, y se acogerán a las zonas más secas,
aunque, como decíamos, siempre dentro del radio de acción de la marea.
Ya saben donde buscarlos. Levanten las piedras cuanto más grandes sean
éstas, por regla general, mayores serán también los cangrejos que se
esconden bajo ellas y pongan a punto sus reflejos, porque a los cangrejos
zapateros, con mucho fundamento, se les conoce también como
“corredores”.
En caso de que renuncie de antemano a levantar piedras, sólo le queda una
opción para capturarlos después de mudar, aunque no es muy
recomendable, por el riesgo que conlleva desplazarse entre las rocas por
las zonas tildales durante la noche. Coja una linterna, póngase un calzado
cómodo y a poder ser, cuya suela no resbale, y adéntrese en los pozos poco
profundos que deja la marea. Allí los encontrará al descubierto, siempre y
cuando los busque en charcos de muy escasa profundidad y alejados de la
orilla. Cuidado con el verdín si camina de noche por esos vericuetos del
litoral, tan húmedos y resbaladizos.
También conocido como caracol bruja o magurio, constituye un magnífico
cebo que puede ser recolectado sin esfuerzo durante las horas de bajamar.
Es muy eficaz para todos los peces de roca. En el Mediterráneo su variedad
“gigante” es empleada frecuentemente para cebar los palangres de fondo
de los profesionales. Presenta la ventaja añadida de que, si nos acercamos
al puerto pesquero más cercano, podremos conseguirlos a miles cuando
limpien las redes de arrastre. Este crustáceo figura en las primeras
posiciones de la lista de mejores cebos; sin embargo, existen muchos
aficionados que no lo conocen o, simplemente, no lo utilizan.

Quizás el mayor inconveniente que presenta es su escasa talla, pero en el


Mediterráneo encontramos una subespecie endémica de ermitaño de
mucho mayor tamaño que el común, ampliamente distribuido por todo el
litoral ibérico. Podemos aprovisionarnos de estos crustáceos en las rocas
que deja al descubierto la marea o bien husmeando entre las artes de
arrastre, cuando son limpiadas en el puerto.
El ermitaño, al revés que los moluscos gasterópodos, no es capaz de fabricar
su propia concha, por lo que debe usurpar la de los caracoles marinos e ir
cambiando a una mayor, a medida que crece su cuerpo. Este cangrejo debe
ser encarnado comenzando por su blando abdomen, de manera que la
punta del anzuelo salga finalmente por la cabeza, entre las patas. Su
aspecto resulta poco agraciado de ahí que en muchos puntos de nuestra
geografía es conocido vulgarmente como “caracol bruja”, pero para los
peces de roca, es deliciosos e irresistible. Constituye una carnada perfecta
para pescar lábridos, espáridos y pequeños serránidos. Para sacarlo de la
concha, bastará con calentarla con un mechero o en una pequeña parrilla.
Tan pronto como sienta que su tradicional refugio quema y se ha vuelto,
por tanto, inhabitable, el indefenso magurio saldrá despavorido.

Estamos frente al cebo de moda. Este crustáceo de reducidas dimensiones


carece de valor gastronómico, pero no de valor comercial, si nos atenemos
a la alta demanda que presenta por parte de los aficionados a la pesca. En
efecto, el kilo de galera cuesta más dinero que el de langostinos, aunque no
se venda por kilos, sino por unidades o por docenas, en los mejores
comercios de pesca deportiva. En realidad, la galera es un feroz depredador
arenícola que vive en túneles que le sirven de guarida y de puesto de caza.
Acecha a sus presas y, cuando se ponen a distancia de tiro, las atrapa con
sus pinzas para devorarlas a placer dentro del túnel que le hace las veces
de madriguera. En lo morfológico, guarda cierta semejanza con la cigala o
con el cangrejo de río, pero sus hábitos no tienen nada que ver con los
anteriores. Podemos atrapar galeras sirviéndonos de un tubo a modo de
aspirador, que colocaremos sobre la boca del agujero donde vive, para
“absorber” al animalillo y sacarlo de su guarida.
Lo más sencillo, sin embargo, sería comprarlo, aunque su precio puede ser
a veces desproporcionado. La galera es ideal para tentar a casi todas las
especies de roca y de arena, se encarna con facilidad sus pinzas son blandas
e inofensivas y puede reportar capturas insospechadas.

Este crustáceo nos recuerda a una quisquilla gigante y cabezona. Vive en la


zona intermareal o mediolitoral, al amparo de las oquedades y grietas que
encuentra entre las piedras del fondo. De noche busca comida y se muestra
más activo. Se pesca con redeños, reteles, nasas y otras trampas similares,
cebadas con despojos de pescado. Es muy codiciado por la exquisitez de su
carne, por lo que se le persigue con saña. El camarón o quisquillón es un
magnifico cebo, pero muy poco empleado. La causa es, aparte de su relativa
escasez, su enorme valor culinario, lo que le salva del anzuelo, pero lo
empuja al puchero o a la parrilla, tanto da. Desde aquí, como lo cortés no
quita lo valiente, mantendremos que es uno de los mejores cebos que
podemos emplear en la pesca costera, pero que nunca se nos ocurriría darle
este cometido. Recomendamos encarecidamente que “pique” usted, y se
coma este delicioso bocado que nos ofrece la mar.
Todo buen aficionado reconoce su importancia como cebo natural. Su
primo de zumosol, el camarón o quisquillón, es igualmente efectivo y se
traslada su uso a aparejos más pesados, y a anzuelos de más porte, aunque
si es fresco, hágame caso, no lo ponga de carnada y cómaselo usted. Las
quisquillas serán bien aceptadas en casi todos los nichos ecológicos de la
rompiente, pero el problema que presentan es que debido a su mínimo
tamaño, serán demasiado bien aceptadas, luego picarán muchos peces de
muy escasa talla, con los inconvenientes que esto nos puede deparar si
pretendemos otras capturas de mayor envergadura.

La quisquilla debe ser encarnada viva y entera (la cabeza, con sus antenas y
sus ojos que brillan, es muy efectiva), comenzando por la cola, para situar
la punta del anzuelo lo más cerca de la cabeza. Para conseguir el mejor
encarnado, es conveniente acomodar la forma y tamaño del anzuelo a la
talla de la quisquilla, de manera que no sobresalga nada, pero que tampoco
quede parte alguna de su cuerpo sin su correspondiente porción de acero.
Como con el resto de los crustáceos pescando a boya, el bajo de línea debe
ser largo y se debe lanzar preferiblemente a donde el agua “engorda”, es
decir, donde se ve enturbiada por la espuma o por cualquier otro factor.
Para hacernos con un puñado de quisquillas basta con rastrear las zonas
intermareales con un redeño o quisquillero. Suelen ocultarse entre el verdín
de las rocas y las algas del fondo. Si necesitamos mayor cantidad,
procederemos a cebar el redeño con trozos de pescado. Respecto a la
conservación del cebo capturado, un anciano pescador me explicó que lo
mejor era meterlo en una boina vieja llena de algas mojadas. Yo no le voy a
contradecir, pero, como muchos entre los que me incluyo ya no gastamos
boina, y éste no suele ser un artículo que pulule envejecido por los
recovecos de nuestros armarios roperos, podremos sustituirlo por un
saquito de gruesa tela o de bayeta, siempre lleno de algas frescas y
húmedas.

Nunca utilizaremos recipientes con agua de mar para conservar nuestro


cebo (es un error habitual que pronto produce la podredumbre del agua y
la muerte y corrupción de los animalillos cautivos), sólo algas y arena
mojada o, en algunas ocasiones y para especies sobre todo anélidos muy
determinadas, serrín o virutas de madera húmeda. Una vez el cebo así
dispuesto, es decir, en un saquito lleno de algas mojadas, se guardará en un
sitio fresco (a una temperatura de entre 7 ºC y 14 ºC) y si es posible, se le
dará "de beber" se sumerge el saquito en agua de mar durante unos
minutos y luego se deja escurrir diariamente y se inspeccionará para retirar
los cadáveres (esto también es importante para evitar que mueran los
demás). Con esta técnica de conservación se podrá mantener el cebo en
perfecto estado operativo durante varios días, tanto da que sean
quisquillas, como cangrejillos, pulgas de mar o ermitaños.
El pan nuestro de cada día es un cebo que, por típico para algunas especies
dulceacuícolas sobre todo algunos ciprínidos, pasa desapercibido para la
mayoría de los pescadores de mar. Sin embargo, el pan es un poderoso cebo
también para algunas especies marinas, en especial para aquellas de
régimen vegetariano u omnívoro. Es el caso de las salpas o salemas, o de
los mugílidos, por ejemplo. De todas formas, dado que no es un alimento
natural de los peces, conviene siempre cebar la zona de pesca con
abundantes miguitas antes de lanzar el aparejo. Si queremos utilizar este
cebo, obraremos de la siguiente manera: El día anterior habremos
comparado una barra de pan. La mitad la guardamos en una bolsa de
plástico. Al día siguiente, arrojamos la otra mitad al agua, partida en trocitos
que sirven como macizo o engodo. Con el pedazo restante, que se ha vuelto
gomoso tras haber estado un día entero envuelto en plástico, encarnamos
el anzuelo. Los trozos que pongamos como cebo nunca serán mayores que
lo justo para cubrir el engaño en el agua se hincharán y aumentará
considerablemente su tamaño pues se pretende que el pez pueda
engullirlos de un bocado.

Otra forma de pescar con pan consiste en elaborar una masilla añadiéndole
agua y moldeando una porción de ésta sobre el anzuelo. En ese caso,
debemos estar atentos para que dicha masilla no resulte demasiado sólida,
pues, en ocasiones, formaremos una bola alrededor del anzuelo tan
robusta, que los peces a los que va destinada a menudo con denticiones
poco desarrolladas no podrán llegar hasta el anzuelo, sino después de
haberla mordisqueado hasta desintegrarla.
Recordemos además que, el pan en estado “normal” al contacto con el agua
se ablanda y flota, mientras que la masilla hecha con el mismo, se hunde y
endurece.

La masilla es un cebo muy empleado, sobre todo en el Mediterráneo, por


los aficionados costeros. Aunque lo normal es fabricárselo uno mismo,
también se puede encontrar en comercios especializados por un módico
precio. La masilla es un compuesto hecho a partir de una base de harina, a
la que se añade agua y otras sustancias para sazonarlo y dotarlo del aroma
que se pretende atraiga a los peces. Entre los más comunes se cuentan el
aceite de pescado, los triturados de sardinas, anchoas y demás pescado
azul, así como otras esencias aromáticas. La masilla se emplea pescando a
media agua, ya sea a corcho o veleta, o a pulso. Nunca a fondo. Cuenta con
incondicionales, sobre todo por las ventajas que presenta como cebo
económico y de fácil manipulado. Pero eso no quita para que, como cebo
en sí, resulte más bien discreto.

Por eso, aunque muchos lo empleen, no aconsejamos su uso, salvo de cara


a capturar algunas especies de régimen omnívoro o vegetariano, como los
mugílidos o algunos espáridos, como pudiera ser el caso de la boga o de la
salpa. Uno de los fallos más comunes cuando se pesca con masilla es el de
colocar una porción demasiado grande en el anzuelo. Las presas típicas con
este cebo suelen ser ejemplares de pequeño tamaño y, a menudo,
pertenecen a especies que no son predadoras, por lo que su boca tampoco
es apropiada para consumir grandes pedazos. Además, la masilla, a no ser
que esté hecha con muy buen tino, suele endurecerse hasta extremos
imposibles. Tras unos minutos bajo el agua, el apetitoso bocado se
convierte en una bola de cemento que los peces de boca pequeña y frágil
serán incapaces de ingerir.

La pata de pulpo es uno de los cebos más interesantes para la pesca de


grandes lubinas. En muchas ocasiones, sabemos que en la zona que
estamos pescando hay grandes lubinas, hemos probado con diferentes
señuelos y a diferentes horas, las hemos visto nadar cerca de la orilla
cazando, pero ni nuestros peces artificiales, ni anguilones, ni otros cebos
han conseguido el éxito y las lubinas los han ignorado en todo momento.
Este es el momento de utilizar la pata de pulpo para tentarlas. Con este
cebo el porcentaje de éxito se multiplicara por 1000 y casi seguro que esa
gran lubina que nos tiene hipnotizado en no mucho tiempo estará clavada
al otro extremo de nuestra línea.
La pata de pulpo debido a su olor posee un gran poder atrayente, además
al tener fósforo será un cebo muy interesante cuando pesquemos por la
noche ya que para las lubinas y otras especies este se presentara como un
luminoso fosforescente que a grandes distancias será visto por los peces.
La experiencia después de haber utilizado este cebo en muchas ocasiones y
con gran éxito de capturas, me dice que debemos utilizar preferentemente
pulpos capturados en la zona, en la mayoría de los casos el pulpo comprado
en la pescadería no conseguirá engañar a esa gran lubina que no sé porque
extraña razón detectara el engaño y no lo comerá. Una vez que tengamos
un pulpo pescado en el mismo lugar donde tentaremos a la lubina, le
cortaremos una pata por la zona más gruesa y utilizaremos unos 6 o 7 cm
de esta cortando la pata por el extremo más fino y desechándolo.

Os dejo con un recopilatorio de las frases típicas y más conocidas


relacionadas con el mundo de la pesca:
 A río revuelto, ganancia de pescadores
 Las devoluciones que hagas hoy serán tu pesca de mañana
 Si el mar fuese vino todo el mundo sería marino
 Mejor navega el que tiene buen viento que quien rema con mucho
aliento
 El cebo es el que engaña, que no la pesca ni la caña
 Hay días de pesca que lo único que se pesca son historias y amigos
 Quien quiera peces que se moje el culo
 La paciencia y la dedicación hacen al buen pescador
 La caña es el hueso más largo del brazo
 Niebla en la montaña, pescador a tu cabaña
 Un hombre tiene que creer en algo. Creo que me iré a pescar
 En la pesca como en la vida, estudio y dedicación, superan a
cualquier superstición
 No hay nada que no se pueda arreglar con salir a pescar
 Si proyectas tu sombra en el río, cuenta que el día has perdido
 Si niebla en la montaña, el pescador a la cabaña
 El día que oigas tronar, la cesta has de llenar
 La mujer del marinero cuando no hay pesca tiene dinero.
 Si te enamoras de un pescador, más vale que aprendas a pescar,
porque quien lleva el mar por dentro, nunca lo abandonará
 Los pescadores decimos siempre la verdad como las mujeres, el
tamaño no importa
 Mi mayor preocupación es que cuando yo muera, mi mujer venda el
equipo de pesca por lo que le dije que me costó
 No vivo de la pesca pero sin la pesca no puedo vivir
 Mi mejor día de pesca fue uno en el que me hice de un nuevo
amigo, uno en el que conocí una nueva historia, uno en el que
buscando el pez me encontré conmigo
 El que tarde va de pesca vacía trae la cesta
 Consejo de un padre a su hijo: Hijo recuérdalo siempre, es más fácil
engañar al pescador que engañar al pescado
 En la pesca, el nombre del juego es la paciencia
 Tal vez he llegado tarde para ser el mejor pescador del mundo, pero
aún estoy a tiempo para ser el que más me divierta cuando salga a
pescar
 Pescar no es lo más importante de la vida, es lo único
 La pesca no es un deporte, no es un afición, es una forma de vida
 El mejor secreto guardado de la pesca, es que en la mayor parte de
las pescas no se consigue atrapar ningún pez
 Pescador invisible para el pez es terrible
 Pescador tozudo pescador seguro
 Quien pesca un pez, pescador es
 La paciencia, la dedicación y la observación hacen al buen pescador
 Encontrar un buen compañero de pesca, es encontrar un amigo
para toda la vida
 EL Pez es el único animal que crece después de muerto
 Por la boca muere el pez
 Al pescado dormilón se lo traga el tiburón
 No vivo de la pesca pero sin ella no puedo vivir
 Lo importante no es pescar, sino estar pescando
 Si el día está sin viento y lloviendo, vete al río corriendo
 El peor día de pesca supera con creces el mejor día de trabajo
 El huésped y el pescado en tres días apestan
 La pesca deportiva es un juego pero si cada vez que ganamos
matamos a nuestro compañero de juego mañana no tendremos con
quien jugar
 Un pez vale mucho para ser pescado una vez
 La devolución que hagas hoy será tu pesca de mañana
 La caña y el carretel para el pescador son como el lápiz y el papel
para el poeta
 El zorro pierde el pelo pero no las mañas, yo pierdo el pez pero no la
caña
 El pescar con caña, requiere paciencia y maña
 En Enero y Febrero cañas al ropero
 Casi todo el dinero lo he gastado en la pesca. Lo demás eso si lo
malgasté
 El dinero no compra la felicidad, pero paga el equipo de pesca y los
viajes, que es casi lo mismo
 Pez que lucha contra la corriente muere electrocutado

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