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Ambiente

Desde una visión sistémica, debe entenderse al ambiente no como la acumulación de diversos elementos, sino como
un sistema integrado donde esos elementos interactúan entre sí

Ambiente: conceptos y elementos

Desde una perspectiva amplia, el ambiente comprende todo lo que rodea al hombre y que como tal, lo puede
influenciar y también puede ser influenciado por él . En otras palabras, esto significa que se incluye la naturaleza
recursos y elementos naturales- y las manifestaciones humanas -sociales, culturales y económicas-

desde una perspectiva restringida, se incluirán solamente los recursos naturales y la interacción entre ellos.

Destacamos la definición de ambiente como aquel sistema global constituido por elementos naturales y artificiales
de naturaleza física, química o biológica, socioculturales y sus interacciones, en permanente modificación por la
acción humana o natural, que rige y condiciona la existencia y el desarrollo de la vida en sus múltiples
manifestaciones.)

ecología, naturaleza y medio ambiente.

la ecología se refiere al estudio de los seres vivos y el entorno natural. Desde esta perspectiva, el ser humano
cumple un rol de observador orientado a describir ese mundo que le es externo. el mundo natural se encuentra
separado del mundo social.

la noción de medio ambiente incorpora al hombre con un papel protagónico: no puede existir el medio ambiente
sin seres humanos. En consecuencia, la intersección entre la sociedad y el entorno natural es lo que conforma el
medio ambiente.

la naturaleza, ya sea concebida como aquella que brinda frutos al individuo o como una amenaza, es externa al ser
humano.

Desde otra perspectiva, Reboratti (2000) entiende que la ecología se desprende de la biología y consiste en el
estudio de las relaciones entre los seres vivos y su entorno. Este autor critica la división que se establece entre
ambiente y naturaleza cuando se define a esta última como aquello que precede a la actividad humana, convirtiendo
al hombre en un personaje exterior; un mundo polarizado donde se encuentra la naturaleza en estado puro, de un
lado, y el ser humano, del otro.

Pensando en esta separación y las distintas formas de relación del hombre con la naturaleza, encontramos diversas
posturas. Las principales son:

• Antropocentrismo fuerte: sostiene que el hombre es dueño de la naturaleza, la domina y somete a su beneficio,
teniendo derechos Para pensar absolutos sobre ella. Desde esta perspectiva se da un uso indiscriminado y
destructivo de la naturaleza, a partir del sentimiento de superioridad ¿Cómo se da en la del hombre respecto a ella.
actualidad esa relación naturaleza?

• Antropocentrismo moderado: desde esta perspectiva intermedia, entre el hombre y la naturaleza? ¿Desde
hombre es integrante de la naturaleza pero no pierde su centralidad, qué perspectiva el ser por lo que debe hacer un
uso moderado de los recursos naturales. De humano considera la esta manera, se imponen límites al principio
antropocéntrico anterior.

• Biocentrismo: se considera al hombre y todos los seres vivientes no humanos en un plano de igualdad.

En lo que se refiere a los elementos del ambiente, Valls (2016) expresa que se trata de un sistema integrado y no de
una mera suma de aquellos. Entre los principales, enumera: el espacio, la Tierra, los vegetales, los animales, el agua,
la atmósfera, los seres humanos, las cosas que elaboran los hombres y sus desechos. Gómez Orea (2010), es
necesario conceptualizar el medio ambiente a través de un conjunto de variables susceptibles de ser inventariadas,
medidas, valoradas, y las denomina factores ambientales. Entonces, entiende al medio ambiente como un sistema
constituido por los siguientes factores: el ser humano, la fauna y la flora; el suelo, el agua, el aire, el clima y el
paisaje; los bienes materiales y el patrimonio cultural; la interacción entre los factores mencionados
anteriormente.

Disponibilidad y destino: limitaciones

Valls (2016), al referirse al destino asignado al ambiente, expresa que el hombre puede usar y gozar libremente del
ambiente, pero hay ciertos condicionamientos para ello. Entre esas limitaciones se destaca la que se refiere a la
capacidad de carga de un ecosistema, es decir, “la capacidad de la naturaleza para absorber y recomponerse de las
agresiones antrópicas” . A ello se refiere el artículo 41 de la Constitución Nacional cuando expresa: “que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras” .

Gómez Orea. El autor entiende por recurso natural a los elementos y procesos del medio que cumplen la doble
condición de utilidad y escasez . Esos recursos pueden ser materiales (por ejemplo: suelo, agua, vegetales, animales,
minerales, etc.) o inmateriales (por ejemplo: la belleza de un paisaje, la frescura del bosque, etc.).

Los conflictos de uso y aprovechamiento entre destinos alternativos de esos recursos surgen como consecuencia de
su carácter social y la responsabilidad pública que pesa sobre ellos,, de los criterios de diversa índole que entran en
juego al asignarles un destino (sociales, culturales, técnicos, económicos, políticos, etc.). A ello se suma que
frecuentemente su uso tiene consecuencias irreversibles (Gómez Orea, 2010).

una de las principales limitaciones con respecto al uso de los recursos naturales tiene que ver con su capacidad de
autoreproducirse.

los recursos renovables que son aquellos que se restauran o regeneran en un tiempo determinado, de manera tal
que su consumo debe ser inferior o equivalente a su capacidad de recomposición.

los recursos no renovables son aquellos que prácticamente no se regeneran, por lo que su utilización debe hacerse
de acuerdo al período estimado para la aparición de nuevos sustitutos (Guimarães, 2001).

Calidad del ambiente

Podemos decir que la noción de calidad ambiental alude a una idea del estado anhelado o deseado del ambiente y
de esta manera, se vincula directamente con la valoración ambiental.

Impactos al ambiente: causas

Valls (2016) considera como impacto ambiental a los efectos que se producen sobre el ambiente, ya sea que
provengan del medio natural o de acciones antrópicas (del hombre). s, el impacto ambiental debe implicar una
alteración del ambiente de cierta importancia, en el sentido de que debe modificar de algún modo la calidad
ambiental

Los impactos pueden ser positivos o negativos según la variación de la calidad ambiental. De esta manera, serán
positivos las alteraciones que se consideren beneficiosas porque mejoran o aumentan la calidad ambiental (por
ejemplo, la reforestación de un paisaje), mientras que los negativos implican la pérdida o disminución de la calidad
ambiental (por ejemplo, perjuicios derivados de la contaminación por residuos).,

los impactos tienen otras características y se distinguen:

• Según la intensidad: notable o muy alto, mínimo o bajo y medio o alto.

• Según la extensión: puntual, parcial, extremo y total.

• Según el momento en que se manifiesta: latente o mediato e inmediato.

• Según su persistencia: temporal o permanente.

• Según su capacidad de recuperación: irrecuperable, recuperable irreversible, reversible, mitigable, , fugaz,


Recursos para proteger y preservar el ambiente

el deterioro ambiental consiste en la sobreexplotación de los recursos naturales o la sobrecarga de las funciones
ambientales que prestan los ecosistemas, mediante un manejo inadecuado en el que se transgreden ciertos
umbrales críticos y se incurren en costos socio-ambientales excesivos.

Ante esta realidad, es nuestra responsabilidad proteger y preservar el ambiente. Para ello, en primer lugar, debemos
prevenir los impactos negativos en el ambiente, evitando que ocurran, ya que por sus características es muy difícil (y
costoso) poder volver al estado anterior en que se encontraba el ambiente. En caso de no poder evitar el daño,
luego, se deberá recomponer o restablecer esa alteración ocasionada, volviendo las cosas a su estado original.

Entre los recursos que Valls enumera para la protección y mejoramiento del ambiente, se encuentran:

• Económicos: las preguntas que debemos hacernos aquí es ¿quién paga el costo de proteger el ambiente?, ¿nos
corresponde a todos los ciudadanos, solo a quienes dañan el ambiente o a la misma comunidad perjudicada?

• Sociales: como sociedad, debemos replantearnos y cambiar el modelo actual de producción y consumo, el que,
guiado por una racionalidad capitalista e instrumental, generó la crisis ambiental de nuestro tiempo. Esto pone de
manifiesto que no se trata solo de una cuestión técnica, ya que los problemas ambientales traen aparejadas
cuestiones más profundas, como la desigualdad y la pobreza. Por otro lado, a nivel social, contamos con las
organizaciones no gubernamentales que surgieron como consecuencia de la inacción (o poca acción) de los Estados
en el tema ambiental.

• Científicos y técnicos: como se expresó antes, es más eficiente adoptar una política preventiva respecto a los
problemas ambientales. Para ello, el conocimiento es fundamental, ya que solamente se pueden prevenir aquellos
problemas cuyo comportamiento se conoce y, por lo tanto, se predice. Aquí se ubican los avances científicos y
tecnológicos de los últimos años.

• Educativos: la educación ambiental es indispensable para lograr un cambio de conciencia en la sociedad sobre las
cuestiones ambientales. Cabe destacar que la Constitución Nacional hace referencia, en su artículo 41, que las
autoridades proveerán a la educación ambiental , lo que implica una obligación para los gobiernos y un derecho para
los ciudadanos. Además, diferentes leyes infraconstitucionales hacen referencia a la educación ambiental como un
instrumento de política ambiental.

Publicación Hacia una superación de la dicotomía biocentrismo- antropocentrismo

Hacia una superación de la dicotomía biocentrismoantropocentrismo

dos perspectivas ecológicas, podrían contribuir a la valoración de la biodiversidad por parte de la sociedad
contemporánea. Una de ellas es el reconocimiento del parentesco biológico de todos los seres vivos, incluidos los
seres humanos. La otra, es el reconocimiento de la conectividad que existe entre los procesos bióticos de la totalidad
de aquellos seres vivos y, la dependencia de la vida humana de esta diversidad biológica.

La primera perspectiva corresponde en términos amplios a la línea de pensamiento denominada bio o ecocéntrica,
que atribuye un valor intrínseco y derechos de existencia a las formas de vida no-humanas. La segunda perspectiva
conlleva un interés antropocéntrico, y da origen a la forma utilitaria y funcional de valoración de la diversidad de
procesos y entidades biológicas. Esta segunda aproximación se ha traducido recientemente en valores económicos,
al punto de que se llegado a estimar un valor monetario medio para los bienes y servicios ecosistémicos de la
biósfera de 33 billones (1012) de dólares anuales.

Biocentrismo: la unidad biológica de la totalidad de seres vivos (o el valor intrínseco de la biodiversidad)

Esta concepción de los seres humanos compartiendo su origen, funciones y estructuras con todas las especies
biológicas, contribuye al respeto por todas las formas vivas y prepara el terreno para un giro en nuestra relación con
la comunidad biótica..
La historia de la relación entre la cultura occidental y la naturaleza fue duramente criticada por Lynn White5 a fines
de los años sesenta, en un artículo fundacional de una nueva disciplina profesional: la ética ambiental. White
enfatiza que todas las formas de vida modifican su ambiente, describiendo, por ejemplo, el fabuloso caso de los
corales que crean un hábitat favorable para miles de otras especies. Los humanos también hemos transformado el
ambiente desde la aparición nuestra especie, y más evidentemente con el uso del fuego, la construcción de diques y
proyectos de riego, pero el nivel de impacto cambió cualitativamente desde la mitad del siglo pasado con la
consolidación de la revolución industrial. White analiza los supuestos de la tradición de la cultura occidental que
subyacen a la ciencia y tecnología modernas, y el proceso de cómo el ser humano, originariamente parte de la
naturaleza, se convirtió en explotador de ella. El propone que esta visión del hombre y la naturaleza como dos
entidades separadas, teniendo al hombre como amo, se habría forjado en la Edad Media.

White desafía a los ecólogos, enfatizando que su trabajo como científicos depende de su concepción acerca de la
relación hombre-naturaleza, y que esta concepción ha estado marcada en la tradición occidental por la religión
cristiana. Esta religión, a su juicio, habría promovido tres procesos. En primer lugar, un reemplazo de la concepción
cíclica del tiempo por una historia lineal de progreso que culmina con el ser humano, hecho a semejanza de Dios y
destinado a dominar la naturaleza. En segundo término, una de-sacralización de la naturaleza. El antiguo animismo
que habitaba la naturaleza —donde cada árbol, colina o río tenía su espíritu guardián— fue destruido permitiendo la
explotación de la naturaleza con indiferencia del sentir de los seres naturales. El culto se reservó ahora para los
santos y ángeles, ambas, criaturas antropocéntricas. Y, en tercer lugar, un cambio en la concepción del modo
supremo de existencia. En vez de la búsqueda de un ideal de contemplación (una actitud intelectualista)

Resumen

Los ecológos han descubierto y explicado una variedad de bienes y servicios que los ecosistemas proporcionan para
la vida humana. A la vez, han mostrado cómo los seres humanos podemos afectar el funcionamiento de los
ecosistemas y la vida de otros seres vivos. Vivimos inmersos en una red de interacciones, y la metáfora darwiniana
de la ¨red de la vida¨ nos invita a vivir con un sentido de comunidad. Este sentido de comunidad es reforzado por la
comprensión biológica de que los humanos compartimos un origen evolutivo, y un plan estructural y funcional
común con todos los seres vivos. En términos de Aldo Leopold, este conocimiento nos provee un sentido de
parentesco con todas las especies como “compañeros de viaje en esta odisea de la evolución”, que a su vez,
promueve un respeto por la vida en toda sus manifestaciones. La primera metáfora ha constituido la base de una
justifación antropocéntrica para la protección de la biodiversidad en términos de su valor para la sobrevivencia y
calidad de vida humana. La segunda metáfora está a la base de un amor por la biodiversidad en sí misma. Bajo una
concepción contempóranea la ecología ha enfatizado que podemos cultivar un respeto ético no sólo por los
individuos, sino por todos los niveles de organización y sus procesos ecológicos. Los individuos son vistos como
actores interactivos y efímeros en un continuo flujo de energía que determina su existencia. Finalmente, enfatizamos
que las concepciones científicas surgen desde y, a su vez, influyen sobre contextos culturales. La ciencia ecológica se
ha desarrollado bajo un paradigma propio de la Modernidad, el de la “economía de la naturaleza”, que ha
contribuido al presente estado de alienación respecto a la naturaleza. En este contexto, un desafío para los ecólogos
-quienes podrían argumentar en términos antropocéntricos o biocéntricos para proteger la biodiversidad- es
contribuir a una transformación cultural que conduzca a una nueva cosmovisión ecológica, en particular, a una
nueva relación con la naturaleza.

La gestación de una nueva relación entre los seres humanos y la naturaleza es interpretada por Aldo Leopold como
el resultado de un proceso evolutivo. En su Etica de la Tierra escribe que “la primera ética trató con la relación entre
individuos (...), más tarde incorporó la relación entre los individuos y la sociedad (...); actualmente, no existe todavía
una ética que trate de la relación entre el hombre y la tierra, los animales, y las plantas que crecen en ella (...). La
extensión de la ética a este tercer elemento en el ambiente humano es una posibilidad evolutiva y una necesidad
ecológica”. La constitución de esta nueva ética representa un desafío para la relación estrictamente económica entre
los hombres y la tierra en la tradición de Abraham. El abandono de este paradigma económico representa el desafío
final que Aldo Leopold deja lanzado en su Etica de la Tierra.

Esta búsqueda de un modo de vida austero y respetuoso de la naturaleza resuena con la propuesta del filósofo
noruego Arne Naess, quien en su clásico artículo de 19739 contrastó una “ecología profunda”, entendida como una
búsqueda de sabiduría —por medio de una síntesis entre un conocimiento y un modo de vida ecológicos— con una
“ecología superficial” que opera con descripciones y predicciones científicas, como si éstas se formularan al margen
de un contexto cultural y de la búsqueda por una vida con sentido. Este desafío eco-filosófico planteado por Naess a
la concepción científico-tecnológica aparece como una continuidad del llamado de Aldo Leopold —tal como sugiere
actualmente el filósofo Baird Callicott— a asumir una transformación moral, explorar nuevas cosmovisiones, nuevas
formas de relación entre los seres humanos y la naturaleza, dejando atrás el dominio del paradigma economicista
impuesto bajo la opresiva presunción de objetividad.

Pese a que una invocación ecológica hacia un cambio en los modos de vida y el cultivo de valores tales como el amor,
respeto y reverencia por la naturaleza, pareciera fuera de lugar bajo el prisma del paradigma dominante en la
modernidad, es interesante constatar que, ya desde fines de la década de los sesenta, estos valores han sido
incluidos en legislaciones gubernamentales y otras regulaciones públicas que consideran el cuidado por las
propiedades intrínsecas de los ecosistemas y especies, y que los ecólogos han manifestado individual y
colectivamente el deseo, y la significancia, de su participación en la discusión de valores sociales y leyes ambientales.

Esta nueva ética del cultivo al respeto por la naturaleza, de relación con las otras especies como especies hermanas
con quienes compartimos la estructura, función y origen biológico, ha estimulado el aprecio por el valor intrínseco
de todos los seres vivos, y ha llevado a expandir la noción de derechos, originalmente reservada a las personas
humanas, hacia los demás seres vivos.

Una grave limitación que desde el punto de vista ecológico conlleva el intento de proteger la naturaleza por medio
de la asignación de derechos a individuos, es que en la naturaleza se presentan diferentes niveles de organización
biológica y procesos ecosistémicos. ¿Qué ocurre, por ejemplo con la valoración de las comunidades biológicas o los
ecosistemas?

En su Etica de la Tierra, Leopold presenta tanto una aproximación individualista como una holista.: “... una ética de la
tierra cambia el rol de Homo sapiens de conquistador de la comunidad natural a miembro llano y ciudadano de esta
comunidad. Esto implica un respeto por sus miembros compañeros y también por la comunidad como tal”. Y más
adelante, continúa Leopold señalando que “...una acción estará bien si tiende a preservar la integridad, estabilidad y
belleza de la comunidad biótica. Estará mal si tiende en otro sentido”. Baird Callicott considera que el holismo de la
Etica de la Tierra, más que ninguna otra característica, sitúa a esta obra fuera del paradigma de la filosofía moral
moderna13.

. Callicott enfatiza que en la Etica de la Tierra se encuentra una tensión entre los bienes de la comunidad como un
todo y los derechos de los miembros individuales, y que en el desarrollo de esta aproximación Leopold provee una
base teórica para incluirlos a ambos en el dominio de la moralidad.

En el modelo intensamente holístico del ambiente, las plantas y animales individuales pasan a ser menos autónomos
al representar estructuras efímeras en un continuo flujo de energía. Bajo esta concepción, como ha señalado Harold
Morowits, “cada entidad viva es una estructura disipativa, esto es, no perdura en sí misma sino sólo como resultado
del continuo flujo de energía en el sistema.

La perspectiva holista del ambiente inspiró a Aldo Leopold a adoptar las nociones de “salud” y “enfermedad” en
relación a la Tierra. Actualmente, bajo esta aproximación sistémica se ha incorporado en las prácticas de manejo de
ecosistemas el concepto de “salud del ecosistema”. A su vez, esta noción ha sugerido un nuevo rol para los ecólogos
como médicos y restauradores de estos.

Bajo el entendimiento ecológico actual concebimos a los individuos como actores interactivos y efímeros en el
continuo flujo de energía que determina su existencia y la de los procesos ecológicos. En consecuencia, podemos
cultivar un respeto ético no sólo por los individuos, sino también por los diversos niveles de organización biológica y
sus procesos.

Finalmente, la concepción holista ha permitido el desarrollo de la noción de salud para los diferentes niveles de las
entidades biológicas, permitiendo a su vez proponer para los seres humanos, y en particular para los ecológos, no
sólo un papel de hermanos de los demás seres vivos, sino también de médicos de la naturaleza. Pero, antes de
intervenir la naturaleza debemos reflexionar acerca del hecho de que la más grave enfermedad ha sido inoculada
por los propios humanos y que el origen de tal enfermedad está profundamente arraigado en nuestra cosmovisión
occidental economicista.
Así, hoy día el gran desafío para los ecólogos involucra un repensar crítico de los supuestos culturales y, a la vez,
discutir la contribución que como ecólogos podemos aportar para una transformación cultural que conduzca a una
nueva cosmovisión, en particular, a una nueva relación con la naturaleza y con nosotros mismos.

Antropocentrismo: interconectividad y valoración utilitarista de la biodiversidad

El desarrollo de la ciencia ecológica ha alterado profundamente la concepción del ambiente terrestre en que
habitamos y consumamos nuestra existencia. De hecho, esta disciplina ha establecido con claridad de qué forma los
seres humanos estamos inmersos en este ambiente. En contraste con la visión atomística de las ciencias griegas y
clásicas, la ecología ha enfatizado que la esencia de los seres está determinada por sus interrelaciones: es decir,
estos no pueden ser concebidos con independencia de sus relaciones con otros seres

Una noción ecológica que ilustra nítidamente la interdependencia entre los individuos y su medio ambiente es el
concepto de plasticidad fenotípica. Este concepto hace referencia a que individuos que poseen una misma
constitución genotípica exhiben formas (fenotipos) contrastantes dependiendo de las características del ambiente en
que se desarrollan

Esta constituye una ilustración particularmente clara de la concepción ecológica que interpreta las atribuciones de
los individuos como el resultado de las interrelaciones entre sus propiedades y procesos internos, y el ambiente en
que ellos habitan. Para una clasificación general de las interrelaciones podemos distinguir tres fuentes de influencias
ambientales: factores físicos, factores bióticos y factores sociales o culturales.

Factores abióticos., acerca de los efectos físicos o abióticos del ambiente —tales como suelo y clima— sobre los
organismos,

Factores bióticos. El concepto de comunidad biótica representa un paso crucial en la comprensión de las complejas
interacciones entre las poblaciones de las diversas especies que coexisten en una región. Charles Elton, quien
describió a cada especie como poseedora de un “nicho trófico”, distinguiendo tres grupos fundamentales: los
productores (plantas verdes), los consumidores de primer y segundo orden (animales herbívoros y carnívoros,
respectivamente), y los descomponedores (hongos y bacterias). En las comunidades bióticas las miríadas de especies
especialistas establecen una compleja red de relaciones ecológicas por las que transcurren los flujos de materia y
energía.

Factores sociales y culturales. La noción ecológica de interacciones entre los individuos y su entorno también se ha
extendido a la sicología y las ciencias sociales, que han caracterizado detalladamente el efecto del ambiente social y
cultural sobre el desarrollo de las personas.

los organismos no sólo son afectados por el medio ambiente físico, biótico y social sino que, a su vez, ellos también
transforman —podríamos decir, construyen— su propio entorno.

Así por ejemplo, los árboles dentro de un bosque crean un microclima particular, pudiendo llegar a compararse los
márgenes de los bosques con membranas que contribuyen a la homeostasis del ambiente interno del bosque y que,
a la vez, constituyen activas zonas de intercambio con los ambientes circundantes al parche de bosque del que
actúan como “borde”. Otro ejemplo ilustrativo corresponde a los insectos sociales que literalmente “construyen” sus
residencias. Además, en el caso de las colonias de insectos polinizadores, éstos contribuyen a mantener una
provisión de flores en las plantas de las cuales se alimentan, a través de su servicio de polinización que es esencial
para el proceso reproductivo de esas mismas plantas. Los ejemplos se multiplican al infinito al considerar la enorme
diversidad de relaciones recíprocas. Esta conectividad entre los procesos vitales de los organismos entre sí y entre
ellos con el medio físico —en particular entre ellos y los flujos de materia y energía en los ecosistemas— constituye
la base para una definición actual de la ecología como “el estudio científico de los procesos que influyen en la
distribución y abundancia de los organismos, las interacciones entre los organismos, y las interacciones entre los
organismos y las transformaciones y flujos de energía y materia”.

La comprensión de la interdependencia entre los organismos vivos y su medio ambiente, conduce al reconocimiento
de la importancia que la diversidad biológica y los procesos ecosistémicos tienen para el ser humano y, a la vez, el
alto impacto que los seres humanos podemos tener sobre ellos.
la noción de “vínculo diacrónico” que la teoría evolutiva establece entre las personas y los seres vivos no humanos.
Análogamente, Callicott propone que “la teoría ecológica provee un vínculo sincrónico —el concepto de comunidad
— un sentido de integración social entre los humanos y la naturaleza no humana”.

La conciencia de que la actividad humana afecta el medio ambiente, y que a su vez esta modificación nos afecta, se
ha constituido en una señal de alerta que nos advierte que debemos cuidar nuestra relación con el entorno y
mantener un apropiado funcionamiento de la biosfera para sostener la vida en el planeta, incluida la existencia
humana. Esta necesidad representa el fundamento antropocéntrico para proteger la biodiversidad en todos los
niveles biológicos, desde genes hasta paisajes, en función de nuestra sobrevivencia. Esta justificación utilitarista
para la valoración de las especies biológicas y los procesos ecosistémicos ha constituido hasta ahora la línea de
argumentación principal de la ecología.

Esta comprensión ecológica del valor de la biodiversidad para la existencia humana ha estimulado la ampliación de
criterios para el uso de los recursos naturales. El primer paso que se ha dado bajo esta perspectiva ecológica ha
correspondido al reemplazo del afán orientado exclusivamente a la obtención de productos comerciales —tales
como madera o alimentos— por una concepción de uso múltiple de los ecosistemas. Un paso siguiente,
implementado por una nueva interdisciplina —la economía ecológica— corresponde a la valoración económica de
cada uno de los bienes y servicios provistos por los ecosistemas. Bajo la convicción de que una estimación en
términos monetarios constituye un paso crítico para la protección del medio ambiente, debido a que la falta de
valoración económica de los servicios ecosistémicos determina que se les otorgue muy poco peso en las decisiones
políticas, estos autores estimaron un rango de valores entre 16 y 54 billones (1012) de dólares anuales para el
conjunto de estos servicios ecosistémicos a nivel de la biosfera.

Un tercer paso dado bajo esta aproximación antropocéntrica corresponde al concepto de manejo ecosistémico,
donde la preocupación central pasa a ser la preservación del ecosistema, y el uso se limita a los bienes y servicios
que emanan de su funcionamiento. concepción holista que contribuye al aprecio por la vasta diversidad de especies
que participan en los procesos ecosistémicos, y también por los niveles infra y supra-individuales de las entidades
biológicas.

Dos visiones complementarias Una nueva «etica de la Tierra» es, a la vez, un deber moral y una actitud de
prudencia en pro de la sobrevivencia humana.

: “antropocentristas y ecocentristas con visión amplia tienden a adoptar planes y objetivos de acción cada vez más
similares a medida que la evidencia científica aumenta, debido a que ambos sistemas de valores — como muchos
otros también— apuntan hacia el denominador común de proteger los sistemas ecológicos”23.

. Norton escribe que “sin lugar a dudas Leopold y Carson han contribuido más que nadie a configurar el pensamiento
de los ambientalistas actuales, y ellos compartían la voluntad de llegar con sus argumentos a instancias políticas
relevantes. Ambos estaban profundamente comprometidos con una perspectiva biocéntrica y atacaron la arrogancia
humana. Sin embargo, cuando se encontraban en arenas políticas enfatizaron siempre argumentos orientados hacia
el bienestar humano.

Ellos actuaron de este modo sin remordimientos y con una gran efectividad en sus propósitos”24. Norton subraya,
finalmente, que el igualitarismo biocéntrico ha probado ser políticamente inviable, a menos que se complemente
con una retórica orientada hacia el bienestar del ser humano.

Este modelo orientado a la acción no niega la importancia de los valores sino que propone que la acción y la
discusión de valores son recíprocamente permeables, a la vez que plantea la búsqueda de dos niveles de consenso:
primero, lograr que ambientalistas que poseen diferentes cosmovisiones y sistemas de valores puedan adoptar
políticas similares frente a problemas ambientales concretos; segundo, que los ambientalistas puedan generar una
nueva “cosmovisión ecológica”. Para Norton esta nueva cosmovisión unitaria debiera estar fundamentada en el
conocimiento científico.

Los ambientalistas y los ecólogos debemos no solamente adecuar nuestros proyectos a las demandas contingentes
de las fuentes de financiamiento y organizaciones responsables de la política ambiental, sino que debemos
contribuir también a la modificación de tales criterios y a la creación de nuevos paradigmas en el orden político, que
sean consistentes con las nuevas formas de entender y valorar la naturaleza. Debemos promover contextos políticos
dinámicos.

los problemas ambientales poseen causas y consecuencias en distintas escalas geo-políticas, involucrando una
variedad de actores. En las discusiones de políticas y en el diseño de soluciones relativas a los problemas
ambientales resulta valioso, por lo tanto, establecer puentes que favorezcan el continuo diálogo, participación y
coordinación entre diversos representantes de comunidades locales, nacionales e internacionales.

La teoría ecológica comenzó su desarrollo bajo una concepción de “economía de la naturaleza”, arraigada en una
cosmovisión utilitaria y economicista., es necesario trascender a esta concepción para alcanzar una transformación
moral que nos posibilite construir un nuevo modo de representación y de relación con la naturaleza.

cuando Norton escribe que “la debilidad de conceptos ecológicos alienta a veces a los ambientalistas a emplear un
lenguaje místico, teológico y metafísico para llenar los vacíos de la teoría ecológica”, o que “el emergente consenso
ambientalista se basa más en principios científicos que en axiomas metafísicos y morales compartidos”27, le atribuye
a la ciencia una situación hegemónica, desacartando otras dimensiones de la cultura humana tales como la teología,
la metafísica o el arte, que pueden ser esenciales en la transformación moral que conduzca a una nueva
“cosmovisión ecológica”.

como enfatiza Norton, las interacciones entre los ecólogos y los demás actores de la comunidad permiten una
diseminación del conocimiento ecológico que puede promover un cambio en la forma que la comunidad percibe la
naturaleza y se relaciona con ella. Norton escribe “en la medida que el conocimiento ecológico aumente en la
población, los ciudadanos comenzarán a ver el mundo de una nueva manera, más holista, y el resultado será un
cambio de valores”28.

En la medida que la ecología contribuye a valorar la diversidad biológica y cultural, provee un nuevo marco de
referencia para repensar nuestros proyectos sociales y nuestra relación con el medio ambiente.
Paper


  

Lkectura 2   Problemas ambientales

Problemas ambientales de la humanidad

Siguiendo a Valls (2016), citaremos algunos de los problemas ambientales más importantes de la actualidad que
afectan a todo el planeta:

La disminución de la capa de ozono

La capa de ozono es un cinturón de gas ozono natural que se sitúa entre 15 y 30 kilómetros sobre la Tierra, entre la
troposfera y la estratósfera, y retiene la mayor parte de los rayos B ultravioletas que emite el sol.

Aproximadamente el 90 % de los CFC que se encuentran actualmente en la atmósfera fueron emitidos por países
industrializados (EEUU y de Europa). Estos países prohibieron los CFC en 1996 y la cantidad de cloro en la atmósfera
está decreciendo.

Responsabilidad común, pero diferenciada Las emisiones de CO2 de América Latina son apenas un quinto de las
emisiones de Estados Unidos, de donde proviene la mayor contaminación mundial

En la actualidad, es preocupante el deterioro de la capa de ozono debido a la liberación de la contaminación que


contienen los productos químicos cloro y bromo. La principal causa del deterioro de la capa de ozono son los
clorofluorocarbonos (CFC), sustancias químicas que se encuentran especialmente en los aerosoles en spray,
matafuegos y en refrigeradores. Cuando los CFC alcanzan la parte superior de la atmósfera, se exponen a los rayos
ultravioleta, lo que causa que se descompongan en sustancias que incluyen cloro. El cloro hace reacción con los
átomos de oxígeno en el ozono y destroza la molécula de ozono.

La principal consecuencia de la disminución de la capa de ozono es que grandes cantidades de rayos B ultravioleta
llegan a la Tierra. Una exposición excesiva a tales rayos origina quemaduras, cáncer de piel y otros daños en los
humanos y otros seres vivos.

El cambio climático

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático define las principales nociones sobre este tema
de la siguiente manera:

Por "cambio climático" se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana
que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada
durante períodos de tiempo comparables.

Por "emisiones" se entiende la liberación de gases de efecto invernadero o sus precursores en la atmósfera en un
área y un período de tiempo especificados.

Por "gases de efecto invernadero" se entiende aquellos componentes gaseosos de la atmósfera, tanto naturales
como antropógenos, que absorben y reemiten radiación infrarroja.

La principal causa del llamado cambio climático es el aumento de la emisión de esos gases de efecto invernadero
(GEI) -tales como dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluorocarbonos-, que retienen la radiación
infrarroja terrestre, lo que genera el aumento de la temperatura del planeta. No se deben confundir los GEI que
surgen naturalmente, como el vapor de agua, con los antropogénicos. Entre estos últimos encontramos las
emisiones por quema de combustibles fósiles, la tala de bosques, actividades agrícolas y la producción y empleo de
diversas sustancias químicas.

Entre las consecuencias más preocupantes, se encuentran: la desertifcación; el aumento del nivel del mar por el
deshielo, lo que sumergirá áreas bajas, islas y grandes ciudades costeras; pérdida de especies vegetales y animales
por la pérdida de su hábitat; tormentas más intensas, etcétera.
Si la causa es el uso de carbono alojado en combustibles fósiles que genera dióxido de carbono, para disminuir esas
emisiones, debemos utilizar fuentes de energía que generen menos dióxido de carbono (CO2), como es el gas
natural, el hidrógneo, la energía solar, la eólica, la química, la hidráulica, la fuerza de gravedad, entre otras (Valls,
2016).

La Convención Marco sobre Cambio Climático es el punto de partida político-jurídico del problema, donde el hombre
es responsable del problema ambiental y donde se reconoce que los países desarrollados tienen una responsabilidad
mayor, buscando compensar la carga que soportan los países en vías de desarrollo (Pigretti, 2007).

La última Conferencia Internacional sobre Cambio Climático se celebró en París a fines de 2015. El Acuerdo
resultante entraría a regir en 2020 si se logran las ratificaciones correspondientes.

La extinción acelerada de especies vivas

El hombre con su actividad destruye ecosistemas naturales de manera acelerada, con el objetivo de construir
industrias, realizar monocultivo o explotar yacimientos mineros, entre otros (Valls, 2016). Las especies vivas se alojan
en esos ecosistemas, por lo que su devastación las pone en peligro de extinción, cuyo ritmo se está incrementando
de forma alarmante.

El mantenimiento de nuestra calidad de vida y aún la propia supervivencia de la especie humana dependen, en
alguna medida, de la conservación de la diversidad biológica, ya que además de las razones éticas y culturales que
demandan su perduración, las especies de plantas y animales silvestres nos proporcionan […] alimentos, medicinas y
materias primas para la elaboración de innumerables productos industriales y hacen una decisiva contribución al
mantenimiento de delicados sistemas ecológicos y de los procesos que los regulan. (Morales Lamberti, 2005, p.313).

La Convención sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (1992) entiende por diversidad biológica:

Los invitamos a recorrer la página de la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, la ONU sobre la
Convención de incluidos, entre otras cosas, los ecosistemas terrestres y Diversidad Biológica: marinos y otros
ecosistemas acuáticos y los complejos https://www.cbd.int/ ecológicos de los que forman parte; comprende la
diversidad dentro de cada especie, entre las especies y de los ecosistemas.

Algunos autores hacen referencia a dos dimensiones inseparables de la biodiversidad: la biológica y la cultural. De
esta manera, se comprende tanto la diversidad genética, de especies y de ecosistemas, así como los procesos
culturales que caracterizan, en diferentes épocas, la relación del hombre y la naturaleza (Morales Lamberti, 2005).

En base a lo anterior, una de las medidas que se puede agregar al listado de Valls para evitar la extinción acelerada
de especies vivas consiste en generar una toma de conciencia en la sociedad sobre el valor de la biodiversidad y la
importancia de su conservación.

. Como reza el artículo primero de la Convención, uno de los objetivos principales consiste en la “participación justa y
equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos” .

Atención: Estudiar los problemas ambientales de la Argentina a los que hace referencia Valls (página 62 a 65).

¿Qué sucede con los problemas ambientales en los países subdesarrollados?

las problemáticas ambientales deben ser abordadas de manera integral, atendiendo al contexto. Luego de repasar
los principales problemas ambientales de la humanidad, esta afirmación cobra mayor sentido: ¿afectaran de igual
manera a los países desarrollados que a los subdesarrollados?

En Latinoamérica, desde hace varios años se viene construyendo un pensamiento propio, que de cuenta de nuestra
realidad y contexto y de las identidades culturales de nuestros pueblos, intentando romper y superar la mirada
eurocéntrica, acrítica y hegemónica.

Uno de los principales problemas ambientales de los países subdesarrollados es justamente el subdesarrollo, la
pobreza y la sobreexplotación de los recursos naturales como consecuencia de la racionalidad económica que
considera a la naturaleza una cosa, un instrumento para ser utilizado sin límites (Leff, 2004).

Problemas ambientales de la Argentina


A grandes rasgos, entre los principales problemas ambientales se encuentran:

• degradación de suelos y desertificación por avance de la frontera agropecuaria y monocultivo;

• continua degradación y pérdida de los ecosistemas boscosos (deforestación) y los humedales;

• degradación de los ecosistemas marinos y costeros;

• degradación de los recursos naturales: extinción de especies y pérdida de diversidad biológica;

• incremento del nivel de vulnerabilidad ante eventos naturales extremos (principal causa: desigualdad social y
pobreza);

• altos índices de contaminación hídrica, por disposición sin tratamiento de residuos líquidos domiciliarios e
industriales;

• inadecuado uso del espacio, desequilibrio territorial y crecimiento urbano desmedido y sin planificación;

• inadecuado manejo y disposición de residuos sólidos, domésticos e industriales:

• deterioro de la calidad del aire por contaminación atmosférica asociada a las áreas urbanas, a la industria, a la
minería y a la generación de energía;

• deficiente gestión de sustancias y productos químicos peligrosos;

• explotación minera a gran escala.

A modo de cierre

el desarrollo de las diversas problemáticas ha conllevado cambios institucionales significativos a nivel internacional,
como así también en el conjunto de normas, modificándose contenidos de política y derecho internacional (Pigretti,
2007). Este inicio de derecho supranacional se ve consagrado en convenciones internacionales, reuniones de países,
etcétera, que pretenden resolver los asuntos en cuestión.

Publicacion Carlos Reboratti: "La relación de la gente con la ciudad es suicida: no la mejora, sino que contribuye a
empeorarla"

El geógrafo, experto en las relaciones entre sociedad y ambiente, advierte los perjuicios de la falta de planificación
en el país y señala que el Gobierno "no tiene ningún interés ambiental".

, la Argentina tiene hoy tres grandes problemas ambientales: la contaminación de los ríos, que afecta a buena parte
de la población del Gran Buenos Aires; la deforestación y el corrimiento de la frontera agrícola (algo positivo en el
siglo XIX y hoy valorado negativamente por la degradación de las tierras debido a la explotación de la soja), y la
enorme cantidad de basura: sólo en la ciudad de Buenos Aires, cada habitante produce un kilo de basura por día.

Con la siempre invocada y nunca concretada urbanización de las villas, la ciudad de Buenos Aires podría asemejarse
peligrosamente, afirma el geógrafo, a una ciudad como Nairobi, en donde la mitad de la población vive en una
situación de informalidad. "No hay que pensar que la villa miseria es una de las formas de habitar: es una mala forma
de habitar", agrega, enfático.

Para Reboratti, el abuso de una política de parches, excepciones e improvisaciones siempre atravesada por intereses
políticos e inmobiliarios y una dirigencia política sin ninguna conciencia ambiental caracterizan el estado de cosas en
un país en el que la planificación es hoy por hoy pura retórica.

La Argentina estaría mucho más cerca del país que no tiene nada de conciencia ambiental y lejos de los que tienen
un alto grado de conciencia. Aunque eso, lentamente, está cambiando.

¿Cuándo empezó este proceso?

Con Gualeguaychú y las pasteras. El conflicto en Gualeguaychú es un hito: es la primera vez que un tema claramente
ambiental aparece en los diarios y aparece muy seguido. Y obliga al gobierno nacional, al gobierno provincial y al
gobierno municipal a opinar y a hacer cosas. Si se hicieron bien o mal, ése es otro debate. Pero buena parte de la
conciencia ambiental se la debemos a las papeleras.

¿Cuáles son hoy nuestros problemas ambientales más graves?

Hay tres grandes problemas ambientales. Si uno toma como parámetro la cantidad de gente afectada,
evidentemente el problema ambiental más grande de la Argentina es la contaminación de los ríos y el agua. La mitad
de la población del Gran Buenos Aires está afectada directa o indirectamente por la contaminación del Riachuelo, del
río Reconquista o del río Luján. Ahora, si uno toma el punto de vista de qué superficie abarca, el problema más
grande de la Argentina es la deforestación. Se corrió la frontera agrícola, y hubo deforestación y degradación de los
bosques nativos.

¿Y el tercer problema?

Tiene que ver con la vida cotidiana, y es la basura. Es un problema bien difícil de solucionar. Otros países han
solucionado el tema de deforestación, muchos países han solucionado el tema de la contaminación hídrica, pero
ninguno ha solucionado realmente el tema de la basura.

¿Qué han hecho los países desarrollados con la basura?

En primer lugar, reducen el volumen. En la ciudad de Buenos Aires cada uno de nosotros produce un kilo de basura
por día, una cantidad fenomenal. Lo primero que hacen los países es una campaña para reducir el volumen de
basura; y, en segundo lugar, separarla. Buena parte de esa basura es de alguna manera reciclable. Hay un debate con
respecto al fracking. ¿Cuál es su postura?

El fracking es muy interesante porque es muy discutido en el mundo científico. El fracking soluciona en la Argentina
un montón de problemas: soluciona el problema energético y agrega otro punto más a la exportación de materia
prima. Entonces para el gobierno argentino, que no tiene ningún interés ambiental, los problemas teóricos del
fracking no existen. En eso hay un dilema: es lo potencialmente peligroso versus lo increíblemente exitoso que
podría llegar a ser el fracking en Vaca Muerta.

Porque el Gobierno minimizó el problema de los glaciares, deja que la ley de bosques nativos siga desarrollándose
con muy bajo nivel de cumplimiento y no está interesado en los impactos ambientales, a lo mejor, porque es
peligroso para la expansión sojera. Y no está interesado para nada en los posibles impactos ambientales del fracking,
y menos aún porque ésa es la solución para todos los problemas. Hay otro problema complicado en el tema
ambiental y es que desde la modificación de la Constitución en 1994, los recursos naturales no le pertenecen al
Estado federal, sino que son propiedad de las provincias.

¿Y por qué es complicado?

Eso se ve muy bien en el caso de las mineras, que están en manos de las provincias. Viene Barrick o cualquiera de
estas compañías que tienen enormes presupuestos. ¿Usted se imagina al gobernador de La Rioja, que es una
provincia pobre, negociando de igualdad de condiciones con el presidente de Barrick? Desde ese punto de vista es
complicado. Ahora bien, si hubiera en el Estado nacional una institución que apoyara a los gobiernos provinciales
desde el punto de vista técnico, sería otra cosa. Fíjese, en Estados Unidos, que es un país más federal que el nuestro
en la práctica, hay una agencia de protección ambiental que es federal, poderosísima y muy eficaz.

Uno de los grandes problemas de la ciudad de Buenos Aires es el de la urbanización de las villas y los asentamientos.
¿Qué camino habría que seguir en este tema?

Ése es otro ejemplo de cómo la planificación es sobrepasada continuamente por la coyuntura. Las villas no paran de
crecer. Ahora estamos en un momento de mucha expansión y no pasa nada: la gente va, ocupa un terreno de
ferrocarril y al final se termina quedando. Alguien tiene que tomar la decisión de decir "paramos acá". Porque si no
poco a poco nos vamos a quedar sin espacios verdes y nos vamos a transformar en una ciudad como Nairobi, donde
la mitad de la población vive en esa situación de informalidad. Creo que, de alguna manera, hay también un
problema de concepción. Se naturaliza la villa miseria como una forma de vivir en la ciudad. No hay que pensar que
la villa miseria es una de las formas de habitar: es una mala forma de habitar.
Si se pudiera describir la relación que el argentino tiene con el territorio que habita, ¿cómo sería esa relación?

El comportamiento de la población es muy poco solidario en general. Una de las cosas que está haciendo Macri son
túneles por debajo de los ferrocarriles, que es uno de los grandes problemas. Ahora, cada vez que aparece la
licitación para hacer un túnel, todos los vecinos se oponen, toman medidas judiciales y amparos. No piensan que es
bueno para aliviar el tema del tránsito. Sólo en la ciudad de Buenos Aires se patentan 100.000 vehículos por año y
hay espacio para estacionar 1 millón de vehículos.

. Y el autito, desde el punto de vista ambiental, es una catástrofe: lo maneja una sola persona, emite un montón de
contaminantes y llena las calles.

Hace cinco años dijo: "Todavía no hemos sabido responder qué hacemos con el territorio que ocupamos, para qué
nos sirve, qué beneficio nos genera y cómo desarrollamos y distribuimos nuestro capital natural y social de manera
sustentable".

publicacion  Sandra Díaz: Si se pierde más bosque, no se podrán garantizar bienes ambientales vitales

los bienes ambientales comunes (BAC). “Son procesos naturales que brindan beneficios esenciales a los seres
humanos y que son un patrimonio inalienable de toda la sociedad. Su apropiación por parte de un grupo particular
no es posible y, si es posible, no debiera ser legítimo”, explica.

“En procesos de deforestación como los que ocurrieron y están ocurriendo en Córdoba perdemos bienes
ambientales comunes

La experta indicó que los bosques contribuyen al secuestro de dióxido de carbono (CO2) con la formación de
biomasa. De esta forma se contribuye a no seguir incrementando el calentamiento global. “El reemplazo de una
hectárea de bosque conservado por un cultivo anual emite más de 50 toneladas de carbono o el equivalente a las
emisiones anuales de 40 cordobeses”, ejemplificó.

Otro bien ambiental común (BAC) es el acceso a agua en cantidad y calidad, y en el momento deseado. “La
deforestación en Córdoba no es la causa de que haya precipitaciones torrenciales en los últimos años. Pero tener
una infraestructura verde para regular la distribución de agua o no es lo que hace una diferencia muy importante en
el impacto que esas lluvias van a tener sobre las poblaciones y el resto de la infraestructura humana”, explicó.

La fertilidad del suelo a largo plazo también es un BAC porque tarda cientos de años en formarse. “Los estudios que
realizamos en Córdoba indican que la fertilidad es claramente mayor en los bosques. En los cultivos se mantiene de
forma artificial. Lo más importante a largo plazo es el aporte de hojarasca al suelo, porque esa es la fábrica de
fertilidad a largo plazo”, detalló.

Díaz ejemplificó con la formación de nuevos ríos que está ocurriendo en el sudoeste de Córdoba. “Por donde pasan
estos nuevos ríos se pierden miles de años de formación de suelos. A los dueños de esos campos se los puede
compensar, pero a las generaciones de cordobeses, no. No tiene solución”, indicó.

Lectura 

Política ambiental

Nociones de política ambiental

Podemos decir que “las políticas ambientales son el conjunto de objetivos, principios, criterios y orientaciones
generales para la protección del medio ambiente de una sociedad particular”

Esas políticas se pueden referir a diversos niveles territoriales y sectores o temas particulares, y sus objetivos pueden
ser la protección de un determinado ecosistema, la transformación de ciertas condiciones políticoinstitucionales,
socioeconómicas, tecnológicas, etcétera.

Se las puede clasificar según sean explícitas o implícitas:


Se consideran como políticas explícitas aquellas que están formuladas y publicadas en documentos oficiales
aprobados o expedidas formalmente por algún organismo estatal y que tienen como objetivo la protección
ambiental. Son las denominadas políticas nacionales y subnacionales sobre medio ambiente o las políticas que se
refieren a recursos particulares como el agua, los bosques o el aire…Estas se denominan como políticas explícitas no
sólo por el hecho de encontrarse formuladas formalmente en documentos, sino en particular porque son concebidas
con el propósito de proteger al medio ambiente…

Las políticas implícitas que son aquellas decisiones que se toman en otros ámbitos de la política pública o en los
sectores productivos y que influyen en la transformación del medio ambiente (Gligo, 1997). Ellas pueden hacer parte
de acuerdos multilaterales o de políticas y legislaciones económicas y sociales de carácter general o sectorial sin que
sus impactos ambientales hubiesen sido previstos o debida mentetomados en cuenta. Son políticas que pueden
tener tanto consecuencias negativas como positivas para la protección ambiental, siendo el primero de los casos el
más común.

También se distinguen por sus etapas, que van desde la formulación a la ejecución o implementación de las políticas.
La primera etapa (formulación) hace referencia al conjunto de esfuerzos por precisar un mandato, proposición o
política ambiental general mediante diferentes mecanismos institucionales y jurídicos. La segunda etapa
(implementación) es el conjunto de acciones que buscan plasmar en el territorio las políticas ambientales
formuladas y hacerlas cumplir a través de diferentes instrumentos de gestión de índole jurídica o institucional

Esta política ambiental en los países latinoamericanos recibe diferentes denominaciones: política, estrategia, plan;
pero siempre el objetivo es definir las prioridades, objetivos y metas ambientales para un período (determinado o
no). En general, a nivel constitucional, se consagran los principios orientadores y lineamientos de la protección
ambiental, como así también los derechos y obligaciones del Estado y de los ciudadanos con respecto al medio
ambiente. También encontramos las llamadas leyes generales o marco, cuyo propósito es establecer de manera
particular y más detallada esos principios y objetivos para la protección ambiental

La política ambiental en Argentina: marco normativo

las constituciones y leyes generales constituyen los marcos dentro de los cuales se construye y define la política
ambiental de un país (Juliá, 2013), donde se encuentran los elementos que orientan la acción de la sociedad y el
Estado a largo plazo, los permanentes.

Figura 1: Marco normativo argentino

Art. 41
Constitución
Nacional

Ley de Política Ambiental


Nacional
Ley 25.675 (LGA)

Los preceptos constitucionales nos darán el marco general de la política ambiental, como así también las
responsabilidades de los gobernantes y derechos y deberes de los ciudadanos. En Argentina, con la reforma
constitucional de 1994 se incorpora lo que se denomina cláusula ambiental en el artículo 41 , y se instala el nuevo
orden jurídico ambiental en el país (Juliá, 2013). Entre las cuestiones más importantes, se incorpora: el ambiente
como derecho-deber de los habitantes, las obligaciones de las autoridades, el compromiso con las generaciones
futuras, el daño ambiental, la distribución de competencias entre nación y provincias y la asignación a la nación de la
facultad de dictar los presupuestos mínimos de protección.

Por su parte, la Ley General del Ambiente, Ley 25.675, define la política ambiental a nivel nacional, fijando sus
objetivos, principios e instrumentos. Esto implica el marco desde el cual se debe interpretar la legislación ambiental
en nuestro país (Juliá, 2013).

Entre los principales objetivos de la política ambiental nacional definidos en el artículo 2, destacamos:

• asegurar la preservación, conservación, recuperación y mejoramiento de la calidad de los recursos ambientales,


tanto naturales como culturales, en la realización de las diferentes actividades antrópicas;

• promover el mejoramiento de la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras, en forma prioritaria;

• promover el uso racional y sustentable de los recursos naturales;

• asegurar la conservación de la diversidad biológica;

• fomentar la participación social en los procesos de toma de decisión;

• promover cambios en los valores y conductas sociales que posibiliten el desarrollo sustentable, a través de una
educación ambiental, tanto en el sistema formal como en el no formal;

• organizar e integrar la información ambiental y asegurar el libre acceso de la población;

• establecer un sistema federal de coordinación interjurisdiccional para la implementación de políticas ambientales


de escala nacional y regional.

En lo que se refiere a los principios de la política ambiental, la misma Ley 25.675 se refiere a ellos como criterio
orientador al expresar que “la interpretación y aplicación de la presente ley, y de toda otra norma a través de la cual
se ejecute la Política Ambiental, estarán sujetas al cumplimiento de los siguientes principios” :

Principio de congruencia: La legislación provincial y municipal referida a lo ambiental deberá ser adecuada a los
principios y normas fijadas en la presente ley; en caso de que así no fuere, éste prevalecerá sobre toda otra norma
que se le oponga.

Principio de prevención: Las causas y las fuentes de los problemas ambientales se atenderán en forma prioritaria e
integrada, tratando de prevenir los efectos negativos que sobre el ambiente se pueden producir.

Principio precautorio: Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o certeza
científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos,
para impedir la degradación del medio ambiente.

Principio de equidad intergeneracional: Los responsables de la protección ambiental deberán velar por el uso y goce
apropiado del ambiente por parte de las generaciones presentes y futuras.

Principio de progresividad: Los objetivos ambientales deberán ser logrados en forma gradual, a través de metas
interinas y finales, proyectadas en un cronograma temporal que facilite la adecuación correspondiente a las
actividades relacionadas con esos objetivos.

Principio de responsabilidad: El generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros, es responsable
de los costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición, sin perjuicio de la vigencia de los sistemas
de responsabilidad ambiental que correspondan.

Principio de subsidiariedad: El Estado nacional, a través de las distintas instancias de la administración pública, tiene
la obligación de colaborar y, de ser necesario, participar en forma complementaria en el accionar de los particulares
en la preservación y protección ambientales.
Principio de sustentabilidad: El desarrollo económico y social y el aprovechamiento de los recursos naturales
deberán realizarse a través de una gestión apropiada del ambiente, de manera tal, que no comprometa las
posibilidades de las generaciones presentes y futuras.

Principio de solidaridad: La Nación y los Estados provinciales serán responsables de la prevención y mitigación de los
efectos ambientales transfronterizos adversos de su propio accionar, así como de la minimización de los riesgos
ambientales sobre los sistemas ecológicos compartidos.

Principio de cooperación: Los recursos naturales y los sistemas ecológicos compartidos serán utilizados en forma
equitativa y racional, El tratamiento y mitigación de las emergencias ambientales de efectos transfronterizos serán
desarrollados en forma conjunta.

La conciencia ambiental

El Estado no es el único que está obligado a cuidar al medio ambiente, es un deber de todos los habitantes. Esto es
así por razones fácticas, más allá de que lo mande la Constitución Nacional, ya que la administración tiene recursos
limitados y existen áreas donde es muy difícil ejercer el poder de vigilancia. En ese sentido, Franza (2010) entiende
que la garantía para un cumplimiento correcto y duradero de la ley es que haya una sociedad conciente de los
problemas ambientales, que esté informada y participe.

Valls (2016) al referirse a la conciencia ambiental, hace un recorrido histórico y cultural mostrando su
transformación a través de diversos actores, hasta llegar a la actualidad.

Los problemas ambientales tomaron mayor notoriedad a partir de la década de 1960, motivados por el modelo de
desarrollo imperante de la modernidad, y día a día se profundizan a nivel global y local. Ante esa realidad, es
necesario repensar la relación sociedad-naturalezay para esa transformación sociocultural, uno de los caminos es la
educación ambiental.

Particularmente, en el caso de Argentina, si bien la política ambiental de los úlitmos años ha sido bastante activa,
caracterizada por la reforma constitucional, promulgación de leyes y redacción de informes, lamentablemente, no ha
alcanzado los resultados anhelados. Ante ello, se debe lograr una mayor concientización de la sociedad con respecto
a la relación del ser humano con el medioambiente. De poco sirven la ciencia, la técnica, la ley y la administración, si
no se concientiza a la población sobre las relaciones de interdependencia del ser humano con su medio ambiente
natural, para lograr el respeto por este. Para lograr eso, consideramos imprescindibles la información, la educación y
la participación de la comunidad (Juliá, Góis Morales y Foradori, 2016).

En la Conferencia Intergubernamental de Educación Ambiental, celebrada en Tbilisi en 1977, se conceptualiza la


educación ambiental como un proceso permanente en el cual los actores sociales adquieren conciencia de su
ambiente y aprenden los conocimientos, los valores, las experiencias que los capacita para actuar, de manera
individual o colectiva, en la resolución de las problemáticas ambientales.

Es importante destacar que el artículo 41 de nuestra Constitución Nacional establece que las autoridades proveerán
la información y educación ambientales. A nivel infraconstitucional, la Ley General del Ambiente nº25.675 incorpora
la educación ambiental como uno de los instrumentos de la política y gestión ambiental. En el artículo 15 establece
que:

La educación ambiental constituirá un proceso continuo y permanente, sometido a constante actualización que,
como resultado de la orientación y articulación de las diversas disciplinas y experiencias educativas, deberá facilitar
la percepción integral del ambiente y el desarrollo de una conciencia ambiental…

Esta educación ambiental debe concientizar para la acción, debe tratarse de una educación contextualizada que
genere un pensamiento crítico para afrontar los problemas ambientales de América Latina.

Para continuar pensando

Los invitamos a ver los videos del aula sobre el día de la conciencia ambiental. ¿Qué mensaje transmiten? ¿Es el
mismo? ¿Qué relación tienen con lo expuesto por Valls en este punto?

publicacion POLITICA AMBIENTAL NACIONAL

Ley 25.675

Presupuestos mínimos para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente, la preservación y
protección de la diversidad biológica y la implementación del desarrollo sustentable. Principios de la política
ambiental. Presupuesto mínimo. Competencia judicial. Instrumentos de política y gestión. Ordenamiento ambiental.
Evaluación de impacto ambiental. Educación e información. Participación ciudadana. Seguro ambiental y fondo de
restauración. Sistema Federal Ambiental. Ratificación de acuerdos federales. Autogestión. Daño ambiental. Fondo de
Compensación Ambiental.

Sancionada: Noviembre 6 de 2002

Promulgada parcialmente: Noviembre 27 de 2002

El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc. sancionan con fuerza de Ley:

LEY GENERAL DEL AMBIENTE

Bien jurídicamente protegido

ARTICULO 1º — La presente ley establece los presupuestos mínimos para el logro de una gestión sustentable y
adecuada del ambiente, la preservación y protección de la diversidad biológica y la implementación del desarrollo
sustentable.

ARTICULO 2º — La política ambiental nacional deberá cumplir los siguientes objetivos:

a) Asegurar la preservación, conservación, recuperación y mejoramiento de la calidad de los recursos ambientales,


tanto naturales como culturales, en la realización de las diferentes actividades antrópicas;

b) Promover el mejoramiento de la calidad de vida de las generaciones presentes y futuras, en forma prioritaria;

c) Fomentar la participación social en los procesos de toma de decisión;

d) Promover el uso racional y sustentable de los recursos naturales;

e) Mantener el equilibrio y dinámica de los sistemas ecológicos;

f) Asegurar la conservación de la diversidad biológica;

g) Prevenir los efectos nocivos o peligrosos que las actividades antrópicas generan sobre el ambiente para posibilitar
la sustentabilidad ecológica, económica y social del desarrollo;

h) Promover cambios en los valores y conductas sociales que posibiliten el desarrollo sustentable, a través de una
educación ambiental, tanto en el sistema formal como en el no formal;

i) Organizar e integrar la información ambiental y asegurar el libre acceso de la población a la misma;

j) Establecer un sistema federal de coordinación interjurisdiccional, para la implementación de políticas ambientales


de escala nacional y regional

k)Establecer procedimientos y mecanismos adecuados para la minimización de riesgos ambientales, para la


prevención y mitigación de emergencias ambientales y para la recomposición de los daños causados por la
contaminación ambiental.

ARTICULO 3º — La presente ley regirá en todo el territorio de la Nación, sus disposiciones son de orden público,
operativas y se utilizarán para la interpretación y aplicación de la legislación específica sobre la materia, la cual
mantendrá su vigencia en cuanto no se oponga a los principios y disposiciones contenidas en ésta.
Principios de la política ambiental

ARTICULO 4º — La interpretación y aplicación de la presente ley, y de toda otra norma a través de la cual se ejecute
la política Ambiental, estarán sujetas al cumplimiento de los siguientes principios:

Principio de congruencia: La legislación provincial y municipal referida a lo ambiental deberá ser adecuada a los
principios y normas fijadas en la presente ley; en caso de que así no fuere, éste prevalecerá sobre toda otra norma
que se le oponga.

Principio de prevención: Las causas y las fuentes de los problemas ambientales se atenderán en forma prioritaria e
integrada, tratando de prevenir los efectos negativos que sobre el ambiente se pueden producir.

Principio precautorio: Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o certeza
científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos,
para impedir la degradación del medio ambiente.

Principio de equidad intergeneracional: Los responsables de la protección ambiental deberán velar por el uso y goce
apropiado del ambiente por parte de las generaciones presentes y futuras.

Principio de progresividad: Los objetivos ambientales deberán ser logrados en forma gradual, a través de metas
interinas y finales, proyectadas en un cronograma temporal que facilite la adecuación correspondiente a las
actividades relacionadas con esos objetivos.

Principio de responsabilidad: El generador de efectos degradantes del ambiente, actuales o futuros, es responsable
de los costos de las acciones preventivas y correctivas de recomposición, sin perjuicio de la vigencia de los sistemas
de responsabilidad ambiental que correspondan.

Principio de subsidiariedad: El Estado nacional, a través de las distintas instancias de la administración pública,
tiene la obligación de colaborar y, de ser necesario, participar en forma complementaria en el accionar de los
particulares en la preservación y protección ambientales.

Principio de sustentabilidad: El desarrollo económico y social y el aprovechamiento de los recursos naturales


deberán realizarse a través de una gestión apropiada del ambiente, de manera tal, que no comprometa las
posibilidades de las generaciones presentes y futuras.

Principio de solidaridad: La Nación y los Estados provinciales serán responsables de la prevención y mitigación de los
efectos ambientales transfronterizos adversos de su propio accionar, así como de la minimización de los riesgos
ambientales sobre los sistemas ecológicos compartidos.

Principio de cooperación: Los recursos naturales y los sistemas ecológicos compartidos serán utilizados en forma
equitativa y racional, El tratamiento y mitigación de las emergencias ambientales de efectos transfronterizos serán
desarrollados en forma conjunta.

ARTICULO 5º — Los distintos niveles de gobierno integrarán en todas sus decisiones y actividades previsiones de
carácter ambiental, tendientes a asegurar el cumplimiento de los principios enunciados en la presente ley.

Presupuesto mínimo

ARTICULO 6º — Se entiende por presupuesto mínimo, establecido en el artículo 41 de la Constitución Nacional, a


toda norma que concede una tutela ambiental uniforme o común para todo el territorio nacional, y tiene por objeto
imponer condiciones necesarias para asegurar la protección ambiental. En su contenido, debe prever las condiciones
necesarias para garantizar la dinámica de los sistemas ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en general,
asegurar la preservación ambiental y el desarrollo sustentable.

Competencia judicial

ARTICULO 7º — La aplicación de esta ley corresponde a los tribunales ordinarios según corresponda por el territorio,
la materia, o las personas.
En los casos que el acto, omisión o situación generada provoque efectivamente degradación o contaminación en
recursos ambientales interjurisdiccionales, la competencia será federal.

Instrumentos de la política y la gestión ambiental

ARTICULO 8º — Los instrumentos de la política y la gestión ambiental serán los siguientes:

1. El ordenamiento ambiental del territorio

2. La evaluación de impacto ambiental.

3. El sistema de control sobre el desarrollo de las actividades antrópicas.

4. La educación ambiental.

5. El sistema de diagnóstico e información ambiental.

6. El régimen económico de promoción del desarrollo sustentable.

Ordenamiento ambiental

ARTICULO 9º — El ordenamiento ambiental desarrollará la estructura de funcionamiento global del territorio de la


Nación y se generan mediante la coordinación interjurisdiccional entre los municipios y las provincias, y de éstas y la
ciudad de Buenos Aires con la Nación, a través del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA); el mismo deberá
considerar la concertación de intereses de los distintos sectores de la sociedad entre sí, y de éstos con la
administración pública.

ARTICULO 10. — El proceso de ordenamiento ambiental, teniendo en cuenta los aspectos políticos, físicos, sociales,
tecnológicos, culturales, económicos, jurídicos y ecológicos de la realidad local, regional y nacional, deberá asegurar
el uso ambientalmente adecuado de los recursos ambientales, posibilitar la máxima producción y utilización de los
diferentes ecosistemas, garantizar la mínima degradación y desaprovechamiento y promover la participación social,
en las decisiones fundamentales del desarrollo sustentable.

Asimismo, en la localización de las distintas actividades antrópicas y en el desarrollo de asentamientos humanos,


se deberá considerar, en forma prioritaria:

a) La vocación de cada zona o región, en función de los recursos ambientales y la sustentabilidad social, económica y
ecológica;

b) La distribución de la población y sus características particulares;

c) La naturaleza y las características particulares de los diferentes biomas;

d) Las alteraciones existentes en los biomas por efecto de los asentamientos humanos, de las actividades
económicas o de otras actividades humanas o fenómenos naturales;

e) La conservación y protección de ecosistemas significativos.

Evaluación de impacto ambiental

ARTICULO 11. — Toda obra o actividad que, en el territorio de la Nación, sea susceptible de degradar el ambiente,
alguno de sus componentes, o afectar la calidad de vida de la población, en forma significativa, estará sujeta a un
procedimiento de evaluación de impacto ambiental, previo a su ejecución,

ARTICULO 12. — Las personas físicas o jurídicas darán inicio al procedimiento con la presentación de una declaración
jurada, en la que se manifieste si las obras o actividades afectarán el ambiente. Las autoridades competentes
determinarán la presentación de un estudio de impacto ambiental, cuyos requerimientos estarán detallados en ley
particular y, en consecuencia, deberán realizar una evaluación de impacto ambiental y emitir una declaración de
impacto ambiental en la que se manifieste la aprobación o rechazo de los estudios presentados.
ARTICULO 13. — Los estudios de impacto ambiental deberán contener, como mínimo, una descripción detallada del
proyecto de la obra o actividad a realizar, la identificación de las consecuencias sobre el ambiente, y las acciones
destinadas a mitigar los efectos negativos.

Educación ambiental

ARTICULO 14. — La educación ambiental constituye el instrumento básico para generar en los ciudadanos, valores,
comportamientos y actitudes que sean acordes con un ambiente equilibrado, propendan a la preservación de los
recursos naturales y su utilización sostenible, y mejoren la calidad de vida de la población.

ARTICULO 15. — La educación ambiental constituirá un proceso continuo y permanente, sometido a constante
actualización que, como resultado de la orientación y articulación de las diversas disciplinas y experiencias
educativas, deberá facilitar la percepción integral del ambiente y el desarrollo de una conciencia ambiental,

Las autoridades competentes deberán coordinar con los consejos federales de Medio Ambiente (COFEMA) y de
Cultura y Educación, la implementación de planes y programas en los sistemas de educación, formal y no formal.

Las jurisdicciones, en función de los contenidos básicos determinados, instrumentarán los respectivos programas o
currículos a través de las normas pertinentes.

Información ambiental

ARTICULO 16. — Las personas físicas y jurídicas, públicas o privadas, deberán proporcionar la información que esté
relacionada con la calidad ambiental y referida a las actividades que desarrollan.

Todo habitante podrá obtener de las autoridades la información ambiental que administren y que no se encuentre
contemplada legalmente como reservada.

ARTICULO 17. — La autoridad de aplicación deberá desarrollar un sistema nacional integrado de información que
administre los datos significativos y relevantes del ambiente, y evalúe la información ambiental disponible;
asimismo, deberá proyectar y mantener un sistema de toma de datos sobre los parámetros ambientales básicos,
estableciendo los mecanismos necesarios para la instrumentación efectiva a través del Consejo Federal de Medio
Ambiente (COFEMA).

ARTICULO 18. — Las autoridades serán responsables de informar sobre el estado del ambiente y los posibles efectos
que sobre él puedan provocar las actividades antrópicas actuales y proyectadas.

El Poder Ejecutivo, a través de los organismos competentes, elaborará un informe anual sobre la situación ambiental
del país que presentará al Congreso de la Nación. El referido informe contendrá un análisis y evaluación sobre el
estado de la sustentabilidad ambiental en lo ecológico, económico, social y cultural de todo el territorio nacional.

Participación ciudadana

ARTICULO 19. — Toda persona tiene derecho a ser consultada y a opinar en procedimientos administrativos que se
relacionen con la preservación y protección del ambiente, que sean de incidencia general o particular, y de alcance
general.

ARTICULO 20. — Las autoridades deberán institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias públicas como
instancias obligatorias para la autorización de aquellas actividades que puedan generar efectos negativos y
significativos sobre el ambiente.

La opinión u objeción de los participantes no será vinculante para las autoridades convocantes; pero en caso de que
éstas presenten opinión contraria a los resultados alcanzados en la audiencia o consulta pública deberán
fundamentarla y hacerla pública.
ARTICULO 21. — La participación ciudadana deberá asegurarse, principalmente, en los procedimientos de evaluación
de impacto ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio, en particular, en las
etapas de planificación y evaluación de resultados.

Seguro ambiental y fondo de restauración

ARTICULO 22. — Toda persona física o jurídica, pública o privada, que realice actividades riesgosas para el ambiente,
los ecosistemas y sus elementos constitutivos, deberá contratar un seguro de cobertura con entidad suficiente para
garantizar el financiamiento de la recomposición del daño que en su tipo pudiere producir; asimismo, según el caso y
las posibilidades, podrá integrar un fondo de restauración ambiental que posibilite la instrumentación de acciones
de reparación.

Sistema Federal Ambiental

ARTICULO 23. — Se establece el Sistema Federal Ambiental con el objeto de desarrollar la coordinación de la
política ambiental, tendiente al logro del desarrollo sustentable, entre el gobierno nacional, los gobiernos
provinciales y el de la Ciudad de Buenos Aires. El mismo será instrumentado a través del Consejo Federal de Medio
Ambiente (COFEMA).

ARTICULO 24. — El Poder Ejecutivo propondrá a la Asamblea del Consejo Federal de Medio Ambiente el dictado de
recomendaciones o de resoluciones, según corresponda, de conformidad con el Acta Constitutiva de ese organismo
federal, para la adecuada vigencia y aplicación efectiva de las leyes de presupuestos mínimos, las complementarias
provinciales, y sus reglamentaciones en las distintas jurisdicciones.

Ratificación de acuerdos federales

ARTICULO 25. — Se ratifican los siguientes acuerdos federales:

1. Acta Constitutiva del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), suscrita el 31 de agosto de 1990, en la
ciudad de La Rioja, cuyo texto integra la presente ley como anexo I.

2. Pacto Federal Ambiental, suscrito el 5 de junio de 1993, en la ciudad de Buenos Aires, cuyo texto integra la
presente ley como anexo II.

Autogestión

ARTICULO 26. — Las autoridades competentes establecerán medidas tendientes a:

a) La instrumentación de sistemas de protección de la calidad ambiental que estén elaborados por los responsables
de actividades productivas riesgosas;

b) La implementación de compromisos voluntarios y la autorregulación que se ejecuta a través de políticas y


programas de gestión ambiental;

c) La adopción de medidas de promoción e incentivos. Además, se deberán tener en cuenta los mecanismos de
certificación realizados por organismos independientes, debidamente acreditados y autorizados.

Daño ambiental

ARTICULO 27. — El presente capítulo establece las normas que regirán los hechos o actos jurídicos, lícitos o ilícitos
que, por acción u omisión, causen daño ambiental de incidencia colectiva. Se define el daño ambiental como toda
alteración relevante que modifique negativamente el ambiente, sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, o los
bienes o valores colectivos.

ARTICULO 28. — El que cause el daño ambiental será objetivamente responsable de su restablecimiento al estado
anterior a su producción. En caso de que no sea técnicamente factible, la indemnización sustitutiva que determine la
justicia ordinaria interviniente, deberá depositarse en el Fondo de Compensación Ambiental que se crea por la
presente, el cual será administrado por la autoridad de aplicación, sin perjuicio de otras acciones judiciales que
pudieran corresponder.

ARTICULO 29. — La exención de responsabilidad sólo se producirá acreditando que, a pesar de haberse adoptado
todas las medidas destinadas a evitarlo y sin mediar culpa concurrente del responsable, los daños se produjeron por
culpa exclusiva de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.

La responsabilidad civil o penal, por daño ambiental, es independiente de la administrativa. Se presume iuris tantum
la responsabilidad del autor del daño ambiental, si existen infracciones a las normas ambientales administrativas.

ARTICULO 30. — Producido el daño ambiental colectivo, tendrán legitimación para obtener la recomposición del
ambiente dañado, el afectado, el Defensor del Pueblo y las asociaciones no gubernamentales de defensa ambiental,
conforme lo prevé el artículo 43 de la Constitución Nacional, y el Estado nacional, provincial o municipal; asimismo,
quedará legitimado para la acción de recomposición o de indemnización pertinente, la persona directamente
damnificada por el hecho dañoso acaecido en su jurisdicción.

Deducida demanda de daño ambiental colectivo por alguno de los titulares señalados, no podrán interponerla los
restantes, lo que no obsta a su derecho a intervenir como terceros.

Sin perjuicio de lo indicado precedentemente toda persona podrá solicitar, mediante acción de amparo, la cesación
de actividades generadoras de daño ambiental colectivo.

ARTICULO 31. — Si en la comisión del daño ambiental colectivo, hubieren participado dos o más personas, o no
fuere posible la determinación precisa de la medida del daño aportado por cada responsable, todos serán
responsables solidariamente de la reparación frente a la sociedad, sin perjuicio, en su caso, del derecho de
repetición entre sí para lo que el juez interviniente podrá determinar el grado de responsabilidad de cada persona
responsable.

En el caso de que el daño sea producido por personas jurídicas la responsabilidad se haga extensiva a sus
autoridades y profesionales, en la medida de su participación.

ARTICULO 32. — La competencia judicial ambiental será la que corresponda a las reglas ordinarias de la
competencia. El acceso a la jurisdicción por cuestiones ambientales no admitirá restricciones de ningún tipo o
especie. El juez interviniente podrá disponer todas las medidas necesarias para ordenar, conducir o probar los
hechos dañosos en el proceso, a fin de proteger efectivamente el interés general. Asimismo, en su Sentencia, de
acuerdo a las reglas de la sana crítica, el juez podrá extender su fallo a cuestiones no sometidas expresamente su
consideración por las partes.

En cualquier estado del proceso, aun con carácter de medida precautoria, podrán solicitarse medidas de urgencia,
aun sin audiencia de la parte contraria, prestando debida caución por los daños y perjuicios que pudieran producirse.
El juez podrá, asimismo, disponerlas, sin petición de parte.

ARTICULO 33. — Los dictámenes emitidos por organismos del Estado sobre daño ambiental, agregados al proceso,
tendrán la fuerza probatoria de los informes periciales, sin perjuicio del derecho de las partes a su impugnación.

La sentencia hará cosa juzgada y tendrá efecto erga omnes, a excepción de que la acción sea rechazada, aunque sea
parcialmente, por cuestiones probatorias.

Del Fondo de Compensación Ambiental


ARTICULO 34. — Créase el Fondo de Compensación Ambiental que será administrado por la autoridad competente
de cada jurisdicción y estará destinado a garantizar la calidad ambiental, la prevención y mitigación de efectos
nocivos o peligrosos sobre el ambiente, la atención de emergencias ambientales; asimismo, a la protección,
preservación, conservación o compensación de los sistemas ecológicos y el ambiente.

Las autoridades podrán determinar que dicho fondo contribuya a sustentar los costos de las acciones de
restauración que puedan minimizar el daño generado.

La integración, composición, administración y destino de dicho fondo serán tratados por ley especial.

ANEXO I

Acta Constitutiva del Consejo Federal de Medio Ambiente

Las altas partes signatarias:

Declaran:

Reconociendo: Que la preservación y conservación del ambiente en el territorio del país requiere para el
mejoramiento de la calidad de vida una política coordinada y participativa, en virtud de que el sistema ambiental es
una complejidad que trasciende las fronteras políticas provinciales.

Que el federalismo es un sistema político de distribución territorial de las competencias que puede resolver con
eficacia la administración local de los problemas ambientales.

Que resulta igualmente apto para generar una política ambiental de integración entre las provincias y el gobierno
federal.

Que nos hallamos frente a un problema de carácter universal que constituye uno de los grandes desafíos que
enfrenta la comunidad internacional.

Considerando: Que el ambiente es un patrimonio común de la sociedad y que de su equilibrio depende la vida y las
posibilidades de desarrollo del país.

Que la coordinación entre los distintos niveles gubernativos y sociales son indispensables para la eficacia de las
acciones ambientales.

Que los recursos ambientales deben ser aprovechados de manera que se asegure una productividad óptima y
sostenida, con equilibrio e integridad.

Que la difusión de tecnologías apropiadas para el manejo del medio ambiente, la información ambiental y la
formación de una conciencia pública sobre la preservación del entorno son esenciales en la formulación de la política
ambiental.

Por ello los estados signatarios acuerdan lo siguiente:

Creación, objeto y constitución

Artículo 1º: Créase el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) como organismo permanente para la
concertación y elaboración de una política ambiental coordinada entre los Estados miembros.

Artículo 2º: El COFEMA tendrá los siguientes objetivos:

1. Formular una política ambiental integral, tanto en lo preventivo como en lo correctivo, en base a los diagnósticos
correspondientes, teniendo en consideración las escales locales, provinciales, regionales, nacionales e
internacionales.

2. Coordinar estrategias y programas de gestión regionales en el medio ambiente, propiciando políticas de


concertación como modo permanente de accionar, con todos los sectores de la Nación involucrados en la
problemática ambiental.
3. Formular políticas de utilización conservante de los recursos del medio ambiente.

4. Promover la planificación del crecimiento y desarrollo económico con equidad social en armonía con el medio
ambiente.

5. Difundir el concepto de que la responsabilidad en la protección y/o preservación del ambiente debe ser
compartida entre la comunidad y el Estado.

6. Promover el ordenamiento administrativo para la estrategia y gestión ambiental en la Nación, provincias y


municipios.

7. Exigir y controlar la realización de estudios de impacto ambiental, en emprendimientos de efectos


interjurisdiccionales, nacionales e internacionales.

8. Propiciar programas y acciones de educación ambiental, tanto en el sistema educativo formal como en el informal,
tendientes a elevar la calidad de vida de la población.

9.Fijar y actualizar los niveles exigidos de calidad ambiental y realizar estudios comparativos, propiciando la
unificación de variables y metodologías para el monitoreo de los recursos ambientales en todo el territorio nacional.

10. Constituir un banco de datos y proyectos ambientales.

11. Gestionar el financiamiento internacional de proyectos ambientales.

Artículo 3º: El COFEMA será una persona jurídica de derecho público constituida por los Estados que lo ratifiquen, el
Gobierno federal y las Provincias que adhieran con posterioridad y la Ciudad de Buenos Aires.

Artículo 4º: Los estados partes se obligan a adoptar a través del poder que corresponda las reglamentaciones y
normas generales que resuelva la Asamblea cuando se expida en forma de resolución.

En caso de incumplimiento o de negatoria expresa, la Asamblea en la reunión ordinaria inmediata, considerará las
alternativas de adecuación al régimen general que presentare el estado miembro o la Secretaría Ejecutiva.

Composición del COFEMA

Artículo 5º: El COFEMA estará integrado por la Asamblea. La Secretaría Ejecutiva y la Secretaría Administrativa.

De la Asamblea

Artículo 6º: La Asamblea es el órgano superior del Consejo con facultad de decisión, y como tal, es la encargada de
fijar la política general y la acción que éste debe seguir.

Estará integrada por un ministro o funcionario representante titular o por su suplente, designados expresamente
por el Poder o Departamento o Ejecutivo de los Estados miembros.

Artículo 7º: La Asamblea elegirá entre sus miembros presentes por una mayoría de dos tercios de sus votos, un
presidente que durará en sus funciones hasta la sesión de la próxima Asamblea Ordinaria.

Artículo 8º: Las Asambleas serán ordinarias y extraordinarias.

Las ordinarias se reunirán dos veces al año en el lugar y fecha que indique la Asamblea anterior.

Las extraordinarias se convocarán a pedido de una tercera parte de los miembros del Consejo o por la Secretaría
Ejecutiva.

Artículo 9º: La Asamblea se expedirá en forma de:

a) Recomendación: determinación que no tendrá efecto vinculante para los estados miembros.

b) Resolución: decisión con efecto vinculante para los estados miembros.

Atribuciones de la Asamblea
Artículo 10º: Serán atribuciones de la Asamblea:

a) Dictar el reglamento de funcionamiento del Consejo.

b) Establecer y adoptar todas las medidas y normas generales para el cumplimiento de los objetivos establecidos en
el artículo 2º.

c) Proponer los aportes que deberán realizar los estados miembros para el sostenimiento del organismo.

d) Aprobar el proyecto de presupuesto anual del consejo que deberá presentar la Secretaría Ejecutiva.

e) Dictar las normas para la designación del personal.

f) Crear las comisiones y consejos asesores necesarios para el cumplimiento de sus fines.

g) Aprobar anualmente un informe ambiental elaborado por la Secretaría Ejecutiva y que será difundido en los
Estados miembros.

h) Evaluar la gestión de la Secretaría Ejecutiva.

Quórum y votación

Artículo 11º: La Asamblea deberá sesionar con un quórum formado por la mitad de los miembros del Consejo.

Artículo 12º: Cada miembro de la Asamblea tendrá derecho a un voto.

Artículo 13º: Las decisiones de la Asamblea serán tomadas por el voto de la mitad más uno de sus miembros
presentes, salvo cuando se estipule una mayoría superior.

Artículo 14º: La Secretaría Ejecutiva presidida por el presidente de la asamblea será el órgano ejecutivo y de control.
Expedirá las instrucciones necesarias para el cumplimiento de estas resoluciones, indicando en el informe
pertinente, que elevará a la asamblea ordinaria, las dificultades y alternativas que crea oportunas.

Artículo 15º: La Secretaría Ejecutiva estará formada por un delegado de cada una de las regiones en que la
Asamblea resuelva dividir el país.

La representación será anual y rotativa entre los miembros que formen cada región.

Artículo 16º: La Secretaría Ejecutiva comunicará fehacientemente la convocatoria a asamblea, con una antelación
de no menos de diez días y debiendo incluirse el orden del día de la misma.

Artículo 17º: La Secretaría Ejecutiva promoverá la concertación de acuerdos entre los Estados miembros a fin de
integrar las jurisdicciones.

De la Secretaría Administrativa

Artículo 18º: La Secretaría Administrativa será designada y organizada por la Asamblea Ordinaria.

Artículo 19º: Sus funciones serán la gestión administrativa y presupuestaria del organismo.

Disposiciones complementarias

Artículo 20º: El presente acuerdo será ratificado por los miembros de conformidad con sus respectivos
procedimientos legales.

No se adquirirá la calidad de miembro hasta que este procedimiento se haya concluido.

Artículo 21º: La ratificación y adhesiones posteriores deberán contener la aceptación o rechazo liso y llano del
mismo, sin introducir modificaciones.
Artículo 22º: Las ratificaciones y adhesiones serán entregadas a la Secretaría Administrativa, la cual notificará su
recepción a todos los miembros.

Artículo 23º: La sede del COFEMA estará constituida en la jurisdicción que representa el presidente de la Asamblea.

Artículo 24º: Para la modificación de la presente acta se requerirá el voto de las dos terceras partes de los Estados
miembros.

Artículo 25º: El presente Acuerdo podrá ser denunciado por los miembros del COFEMA con un aviso previo de
noventa días y será comunicado, en forma fehaciente, al presidente de la Asamblea, quedando excluido, desde
entonces, de los alcances del mismo.

Disposiciones transitorias

Artículo 26º: La Secretaría Administrativa corresponderá hasta su constitución definitiva al representante de la


Provincia de La Rioja.

Artículo 27º: EL COFEMA comenzará a funcionar a los noventa días corridos, contados desde la fecha de la Asamblea
constitutiva, siempre que durante ese lapso haya sido ratificado este acuerdo, o han adherido, al menos siete
jurisdicciones, o después de esa fecha, si este número de miembros se alcanzase.

Artículo 28º: Los firmantes de la presente acta, quienes actúan a referéndum de los Poderes Provinciales
representan a las siguientes jurisdicciones: Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Formosa, La Rioja, Municipalidad de
la Ciudad de Buenos Aires, Neuquén, Salta, San Juan, Santa Fe y Tucumán. Firmado: Doctora Cristina Maiztegui,
asesora de la Comisión Interministerial de Política Ambiental, Asesoría General de Gobierno, Provincia de Buenos
Aires: Arquitecta Julia Mercedes Corpacci, Directora de Medio Ambiente, Provincia de Catamarca; Ingeniero Daniel
Esteban Di Giusto, Subsecretario de Gestión Ambiental, Provincia de Córdoba, Señor Emilio Eduardo Díaz,
Subsecretario de Recursos Naturales y Ecología, provincia de Formosa; Arquitecto Mauro Nicolás Bazán, Director
General de Gestión Ambiental, Provincia de La Rioja; Arquitecto Ricardo Jílek, Director General de Medio Ambiente,
Provincia de Mendoza; Licenciado Alberto Morán, Subsecretario de Medio Ambiente, Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires; Licenciada Janett S. De Yankelevich, Directora General de Gestión Ambiental, Provincia del Neuquén;
Arquitecto Sergio Perota, miembro del Consejo Provincial de Medio Ambiente, Provincia de Salta; Licenciado
Federico Ozollo, Asesor del Ministerio de Acción Social y Salud Pública, Provincia de San Juan; Ingeniero Jorge
Alberto Hammerly, Director General de Saneamiento Ambiental; Ingeniero Julio Oscar Graieb, Director General de
Saneamiento Ambiental, Provincia de Tucumán. Previa lectura y ratificación se firman doce (12) ejemplares de un
mismo tenor a sus efectos, en la ciudad de La Rioja a los treinta y un (31) días del mes de agosto de 1990.

ANEXO II

Pacto Federal Ambiental

En la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los cinco días del mes de julio del año mil
novecientos noventa y tres.

En presencia del señor Presidente de la Nación, Doctor Carlos Saúl Menem, señor Ministro del Interior, Doctor
Gustavo Beliz, la señora Secretaria de Estado de Recursos Naturales y Ambiente Humano y señores Gobernadores de
las Provincias de Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Corrientes, Chaco, Chubut, Entre Ríos Formosa, Jujuy, La
Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago
del Estero, Tierra del Fuego, Tucumán, y el señor Intendente de la Ciudad de Buenos Aires.

Las autoridades signatarias declaran:

Considerando:
Que la preservación, conservación mejoramiento y recuperación del ambiente son objetivos de acciones inminentes
que han adquirido dramática actualidad, desde el momento en que se ha tomado conciencia de que el desarrollo
económico no puede estar desligado de la protección ambiental.

Que esta situación compromete, no solo a todos los estratos gubernamentales de la República, sino también, a cada
uno de los ciudadanos, cualquiera sea su condición social o función.

Que la voluntad reflejada en el Pacto Federal firmado en la ciudad de Luján, el 24 de mayo de 1990, y los
compromisos contraídos ante el mundo en la CNUMAD ‘92, hace indispensable crear los mecanismos federales que
La Constitución Nacional contempla y, en cumplimiento de ese compromiso, resulta oportuno reafirmar el espíritu y
la acción federal en materia de recursos naturales y medio ambiente.

En consecuencia:

La Nación y las Provincias aquí representadas acuerdan:

I.- El objetivo del presente acuerdo es promover políticas ambientalmente adecuadas en todo el territorio nacional,
estableciendo Acuerdos Marcos entre los Estados Federales y entre estos y la nación, que agilicen y den mayor
eficiencia a la preservación del ambiente teniendo como referencia a los postulados del Programa 21 aprobado en la
CNUMAD ‘92.

II.- Promover a nivel provincial la unificación y/o coordinación de todos los organismos que se relacionen con la
temática ambiental, concentrando en el máximo nivel posible la fijación de las políticas de recursos naturales y
medio ambiente.

III. - Los Estados signatarios reconocen al Consejo Federal de Medio Ambiente como un instrumento válido para la
coordinación de la política ambiental en la República Argentina.

IV. - Los Estados signatarios se comprometen a compatibilizar e instrumentar en sus jurisdicciones la legislación
ambiental.

V. - En materia de desarrollo de una conciencia ambiental, los Estados signatarios se comprometen a impulsar y
adoptar políticas de educación, investigación científicotecnológica, capacitación, formación y participación
comunitaria que conduzcan a la protección y preservación del ambiente.

VI.- Los señores gobernadores propondrán ante sus respectivas legislaturas provinciales la ratificación por ley del
presente acuerdo, si correspondiere.

VII. - El Estado Nacional designa ante el Consejo Federal de Medio Ambiente, para la implementación de las acciones
a desarrollarse a efectos de cumplimentar los principios contenidos en este Acuerdo, a la Secretaría de Recursos
Naturales y Ambiente Humano de la Nación.

Publicación Antonio Elio Brailovsky: “El tema ambiental no está en la agenda política argentina”

Es uno de los referentes de consulta ineludible en cuestiones ambientales, docente universitario, investigador y
merecedor de numerosas distinciones. En diálogo exclusivo conEl Tribuno, Antonio Brailovsky se mostró preocupado
por el futuro del agua en Salta y otras provincias. Además habló de Botnia, el Riachuelo y los vacíos políticos en el
tema ecológico y de preservación del medio ambiente. En ese marco, dijo que “la cuestión ambiental no está
incorporada en la agenda pública”.

¿Cuál es su opinión respecto a la reciente noticia que muestra al Riachuelo como uno de los ríos más contaminados
del mundo?

Tendría que llamarnos la atención el que aquí descubran algo obvio cuando se lo dice desde el exterior. Es decir,
hace muchos años que sabíamos que el estado del Riachuelo ameritaba un ranking muy importante entre los sitios
más contaminados del mundo. Sin embargo no se dijo nada hasta que un conjunto de ONG internacionales puso
blanco sobre negro. Yo creo que el que esto aparezca de esta manera en los medios argentinos es un reflejo de
hipocresía, porque lo sabíamos, lo sabíamos todos. Entonces, cuando algo obvio aparece en los medios uno tiene
que preguntarse por qué, ¿por qué aparece en los medios algo obvio? Se supone que los medios tienen que informar
algo que el público desconoce.

Lo interesante es que es un caso en que el público simula desconocer. Entonces estamos todos en la mentira de
sorprendernos. No podemos sorprendernos si hay cinco millones de personas afectadas por uno de los niveles de
contaminación más altos del mundo.

Este es claramente un problema a escala internacional. Hay muchos ríos que tienen peores contaminantes en sus
aguas, pero que afectan a algunos centenares de personas. Cuando uno dice que hay cinco millones de afectados,
está hablando de una escala que equivale a la población de un país entero. Entonces, otra vez este juego del
disimulo y este juego de simular sorprendernos.

A fines de los años 80 editó “El negocio de envenenar”, ¿cree que en el caso del Riachuelo sucede esto?

Yo creo que el narcotráfico, la trata de personas, la contaminación masiva y todas las formas de crimen organizado
no son posibles sin una connivencia con los organismos de seguridad y con el sector político. En el caso del
Riachuelo, hay una clara connivencia con intendentes y políticos del Conurbano bonaerense, que son aquellos a los
que estas empresas les financian las campañas electorales. Si uno quiere hacer política necesita tener mucho dinero.
La política es una actividad extraordinariamente cara. Y aquél que está en una actividad ilegal necesita un respaldo
político y está dispuesto a financiar a alguien que mire para otro lado. De modo que enseguida aparece una sociedad
entre un contaminador que necesita de un intendente que lo trate bien y un intendente que necesita que alguien le
financie la política.

En 1991 escribió “Memoria verde”, un libro sobre la historia ecológica de Argentina. Desde entonces hasta hoy hubo
varias propuestas para sanear el Riachuelo ¿alguna le pareció seria, viable?

La más seria en la historia del Riachuelo es la de la época de Sarmiento. En 1871 se erradicaron las industrias
contaminantes, que eran los saladeros. Se limpió el Riachuelo por varios años, hasta que se volvieron a radicar
industrias contaminantes. Después de 1871 hubo varios simulacros. Esta vez, hay una diferencia importante -que es
un mandato de la Corte Suprema de Justicia-, de avanzar en ese sentido.

Un balance de lo que se ha hecho y de lo que no se ha hecho: se ha limpiado la basura flotante sobre el curso de
agua y hay una limpieza permanente, se han removido los cascos de barcos hundidos es la parte más sencilla,
porque se venden como chatarra y esto financia parte de la operación. Prácticamente se ha liberado la costa, el
llamado Camino de Sirga, y se ha reubicado a buena parte de la población que estaba en situación de riesgo. Y
sacaron los basurales del borde del río, que eran los que se veían. Los otros, que no se ven, reaparecen todo el
tiempo.

¿Qué falta? Falta control de las industrias. En este punto se hizo algo que nunca se había hecho: una ficha que está
en internet, en la página de Acumar, el organismo de autoridad de cuenca, por cada una de las empresas, cerca de
dos mil, calificadas de contaminantes. La ficha indica cuando se las visitó, qué irregularidades se detectaron, si se les
solicitó alguna cosa, etc.

¿Qué falta? Falta establecer normas de contaminación mucho más estrictas. Como establecieron normas de
contaminación muy permisivas, las empresas que antes contaminaban ilegalmente, ahora contaminan con permiso.
Las normas son muy laxas desde el punto de vista legal y les permiten contaminar en blanco a los que antes
contaminaban en negro. Hay que establecer otros parámetros mucho más rigurosos y hay que solucionar el
problema de las cloacas.

¿A qué apunta específicamente con la cuestión cloacal?

Si usted mira el Google Earth, el programa de fotos de satélite, puede ver que hay un punto exacto de dos o tres
metros en los cuales el río Matanza pasa de marrón a negro. Es el punto en el que recibe las cloacas que están
camino a Ezeiza. Se ve el color ahí, no es algo secreto.

Hay un proyecto de AySa, la empresa de saneamiento, de hacer un tratamiento muy precario con estas cloacas,
porque lo que AySA propone es hacer un caño que lo mande al Río de la Plata, cambiar la contaminación de lugar,
poniéndola en un lugar donde no se vea. Esto implica un riesgo alto para las tomas de agua. En definitiva, estamos
usando el Río de la Plata de tanque de agua del inodoro. ¿Cuánto tiempo más puede resistir este uso?. Estamos en
niveles de riesgo crecientes y AySA tendría que invertir en una planta de tratamiento completo de las cloacas y no
solamente en un caño que mande lejos la contaminación, que es el proyecto que hay hasta ahora.

¿Cree que no se toma verdadera conciencia de lo que la contaminación implica?

Creo que no está todavía en la agenda pública y se ve que el tema ambiental no fue objeto de debate en la última
campaña electoral. Ni los ciudadanos, ni los periodistas, ni lo propios políticos de otro partido al competir plantearon
el tema ambiental. Nadie dijo qué vas a hacer con la soja, el Riachuelo, la deforestación, la gran minería. El tema
estuvo ausente. Y yo creo que así como discutimos la seguridad y otras temáticas, también tenemos que discutir la
política ambiental. Esto no surgió de los políticos, no surgió de los medios y la sociedad no se lo reclamó.

En este sentido ¿considera que hay un vacío político, de los medios y social?

Creo que hay un retraso. La gente tiene ideas ambiguas, genéricas sobre el tema, pero los que están dispuestos a
comprometerse siguen siendo una minoría. Esto se nota en las prioridades de inversión del Estado. Cuando uno mira
los censos de Argentina, por provincias y por municipios, encuentra que es mucha más la gente que tiene pavimento
que la gente que tiene agua potable y cloacas. Si la prioridad es el automóvil, es lógico invertir en pavimento. Si la
prioridad es la salud pública, hay que olvidarse del pavimento y poner todo el acento en agua y cloacas. Y lo que
comentan los políticos de todos los partidos, cuando recorren el Gran Buenos Aires, es que los vecinos les piden
pavimento, no les piden agua y cloacas. De modo que hay un ida y vuelta entre los medios, la sociedad civil y los
políticos.

Se han difundido cifras de ventas récord de automóviles, ¿qué reflexiones tiene sobre el tema?

Con los niveles de caos de tránsito que hay, el automóvil es la peor manera de desplazarse en la ciudad. Ahora, casi
nadie reclama la ampliación de los subterráneos. Están trabados los valores de una sociedad que acepta los valores
comerciales y que termina sufriendo las consecuencias de esas prioridades o valores.

¿Cómo evalúa las recientes modificaciones urbanas en la Ciudad de Buenos Aires?

Creo que el modelo de carriles exclusivos para colectivos es una buena respuesta. En el caso de la Ciudad de Buenos
Aires, se exageró, se sobreactuó el tema del Metrobús en la 9 de Julio, porque para organizarlo no necesitaban
destruir el arbolado urbano y no necesitaban el 90% del cemento que pusieron. Bastaba con cambiar unos cartelitos
de lugar. Lo que pasa es que la gente cree que cuanto más grande es una obra, más eficaz es. En este caso,
aceptaron la destrucción inútil del arbolado urbano. Porque efectivamente el tránsito mejoró, pero la destrucción
del arbolado fue inútil.

En muchas regiones del país se destruye el arbolado para construir centros comerciales o edificios, se piensa en las
fuentes de trabajo, pero no en el impacto ambiental.

Creo que la mayor parte de la gente prefiere que haya árboles, pero no los acepta cerca suyo. Un grupo de vecinos
que plantan árboles en las veredas del Gran Buenos Aires, donde no los hay, me contó que los vecinos les dicen: “no
lo plantes delante de mi casa, porque después viene alguien y estaciona el auto para aprovechar la sombra. Entonces
prefiero que no haya árbol”.

En el caso de las fuentes de trabajo, vale la pena señalar que un shopping destruye más fuentes de trabajo de las que
crea, porque obliga a cerrar una cantidad importante de pequeños comercios. Siempre se dice “va a trabajar tanta
gente”, pero nunca se hace el cálculo de la gente que deja de trabajar, de los negocios que cierran porque no
pueden competir con el shopping.

¿Cuál es su opinión sobre el conflicto entre Argentina y Uruguay por la cuestión de Botnia?

Creo que ha sido una pelea sobreactuada, que los dos gobiernos necesitaban un enemigo externo para reforzar su
frente interno. Una gran empresa es siempre un problema: hay que atenderlo, hay que controlar, hay que evitar la
contaminación, es una actividad de alto riesgo. Creo que el fallo de La Haya fue muy bueno, en el sentido de que
permite un control conjunto. Es decir, no hay casos en la historia mundial de que una fábrica pueda ser controlada
desde otro país. El que desde Argentina se pueda controlar a esta fábrica Botnia UPM básicamente ayuda en una
cuestión de advertencia: los finlandeses se van a cuidar. La actitud de una empresa hacia la contaminación depende
de si la controlan o no. Si la controlan, invierte en procedimientos de descontaminación. Si no la controlan, se
ahorra la plata y pasa a ser una ganancia. Ahora, estando dos países encima, cuando uno mira los comunicados de
cancillería, están hablando de pequeños problemas. Hay problemas, por supuesto, los va a haber siempre con una
fábrica de este tamaño, pero hasta ahora nada espantoso. Son problemas que hay que ajustar, son problemas para
multar, no para un juicio internacional.

Lo que sí creo es que ha sido absolutamente lamentable que Argentina no midiera de la misma manera a las
papeleras que están del lado argentino. No les estamos exigiendo lo mismo que a UPM Botnia. La de mayor riesgo,
porque tiene una tecnología obsoleta y cero control es el ingenio Ledesma, de Jujuy. Toda la gente de Libertador
General San Martín se queja de enfermedades bronquiales, ha habido enfermedades y muertes atribuibles. Es un
caso a reclamarle, tal vez mucho menos de lo que le reclamamos a Botnia. Sería el caso extremo. En la costa del río
Uruguay tenemos una empresa de riesgo controlada por dos países, con parámetros estrictos, con organismos de
control de los dos lados, con discusiones, con peleas. Y en territorio argentino tenemos una papelera de altísimo
riesgo, adentro de un pueblo donde la gente se queja de problemas de salud.

¿Qué cuestiones ambientales deberían incorporarse de manera urgente en la agenda política?

El tema del agua como hilo conductor: que toda la población del país tenga acceso al agua y saneamiento en
condiciones confiables. Esto implica un control de todas las fuentes de contaminación, control en serio, no como el
que hay ahora. Implica control de los riegos sobre el agua: hay riesgos de contaminación, pero también de
agotamiento del agua. En toda la zona árida del país tenemos emprendimientos que consumen demasiada agua,
desde las canchas de golf en Córdoba hasta los emprendimientos mineros en San Juan, Catamarca, La Rioja.

El proceso de cambio climático significa que cada vez estamos teniendo menos agua en las zonas secas. En algún
momento, en San Juan va a haber que elegir entre agua para la minería o agua para la población. ¿Qué tal si lo
empezamos a planificar ahora, antes de que llegue una sequía desastrosa? En Salta se está vendiendo agua del
subsuelo del Valle de Lerma a una minera chilena ¿alguien hizo el balance de si esa agua se puede vender o si
estamos agotando el recurso a cambio solo de dinero? Una vez que la minera agote el agua ¿qué hace Salta? En
todas nuestras zonas áridas y semiáridas hay que pasar a un nivel estricto, diría maniático, de ahorro del agua. Y a
partir de allí, ver cuáles actividades son prioritarias y cuáles no.

Paper Luces y sombras de la política ambiental argentina entre 1983 y 2013

Introducción

El 21 de mayo de 1972, Juan Domingo Perón difundió, desde su exilio en Madrid, el “Mensaje a los pueblos y los
gobiernos del mundo”. En ese mensaje, Perón instaba a tomar conciencia sobre “la marcha suicida que la humanidad
ha emprendido mediante la contaminación del medio ambiente y la biósfera, la dilapidación de los recursos
naturales”. Consecuente con ese llamado, al ganar las elecciones y asumir la presidencia un año después, creó la
primera secretaría ambiental nacional: la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano (SRNAH). Esto
ocurría al mismo tiempo que los países noroccidentales creaban sus primeras agencias ambientales —la primera
secretaría ambiental británica fue creada en 1971 y la renombrada agencia ambiental estadounidense en 1972—.
Pero la acción pionera de Perón perdió fuerza, en parte, con su propia muerte en 1974 y, centralmente, con el golpe
de 1976. La dictadura militar desmanteló la secretaría ambiental de 1973 y sepultó todas las iniciativas legislativas
del gobierno peronista.

En 1983, la cuestión ambiental no fue ajena a la plataforma de campaña de la Unión Cívica Radical. No obstante, la
agenda postdictadura llevó a que no se produjeran grandes adelantos en materia de política ambiental bajo del
gobierno de Raúl Alfonsín.

El primer avance destacable tuvo lugar recién en 1991 con la recreación de la Secretaría de Recursos Naturales y
Ambiente Humano (SRNAH) bajo la presidencia de Carlos Menem. A partir de entonces, la política ambiental
nacional siguió, con avances y retrocesos, un lento camino incremental.
A cuarenta años de la iniciativa pionera de Perón y a treinta años del último retorno a la democracia, el balance de la
trayectoria de la política ambiental nacional arroja luces y sombras. Para hacer ese balance, distinguiremos tres
aspectos de las políticas ambientales: el derrotero de la secretaría ambiental nacional, la consagración
constitucional de los derechos ambientales y la sanción e implementación de la nueva legislación ambiental.
Paralelamente, analizaremos brevemente la trayectoria del ambientalismo social bajo democracia y su relación con
la política ambiental.

Derrotero de las secretarías ambientales

Durante los primeros años de Alfonsín, las competencias ambientales fueron distribuidas entre secretarías dispersas
en tres ministerios. En 1987, año de la publicación del influyente Informe Bruntland, el gobierno nacional avanzó con
la creación de la Subsecretaría de Política Ambiental (SPA) bajo la órbita de la Secretaría General de la Presidencia.
En 1989, ya en las postrimerías del gobierno de la UCR, la SPA fue sustituida por la Comisión Nacional de Política
Ambiental (CNPA), siempre bajo la órbita de la Secretaría General de la Presidencia. Luego de dos años en los cuales
la CNPA (transferida al Ministerio de Salud y Acción Social) continuó en el mismo letargo que en los años anteriores,
el presidente Carlos Menem, electo en 1989, decidió crear en 1991 la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente
Humano (SRNAH). La nueva secretaría, dependiente directamente del presidente de la Nación, concentró funciones
hasta entonces dispersas en varias organizaciones ejecutivas.

La creación de la nueva secretaría respondía a la decisión presidencial de dar respuesta a estímulos internacionales .
La SRNAH surgió mientras se organizaba la Conferencia Río 92 y su creación constituyó de hecho un modo de
prepararse para esa conferencia. El gobierno de Menem buscaba adaptarse a un nuevo paradigma ideológico y
normativo internacional centrado en el concepto de desarrollo sostenible. Todo ello puede ser interpretado como un
capítulo más del esfuerzo del entonces presidente por ajustarse a la agenda de los organismos internacionales. En
cualquier caso, es claro que en esos años la política ambiental respondía a la expectativa de obtener préstamos
multilaterales y fondos de cooperación internacional sujetos a la adopción del nuevo paradigma. La misma secretaría
recibió un préstamo del BID por 30 millones de dólares para ejecutar el Programa de Desarrollo Institucional
Ambiental (Prodia) con el objetivo de fortalecer el marco legal y la estructura organizacional de las agencias
ambientales nacionales y provinciales.

La SRNAH (en 1996 rebautizada como Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sostenible, SRNDS) estuvo bajo
la conducción de María Julia Alsogaray. Ni el presidente Menem ni la secretaria Alsogaray tenían una agenda
ambiental clara más allá de predicar la adopción de una versión del paradigma de desarrollo sostenible que
priorizaba los mecanismos de mercado frente a la intervención estatal o la participación de la sociedad civil. Quizá el
rasgo más destacado de la gestión de Alsogaray al frente de la secretaría ambiental fueron las denuncias mediáticas
y judiciales por malversación de fondos. Pese a ello, analistas y funcionarios del sector señalan que, bajo la gestión
de Alsogaray, el área ambiental nacional resultó organizacionalmente fortalecida debido a la concentración de
funciones y a la mayor disponibilidad de recursos.

La SRNAH/SRNDS creada por Menem corrió una suerte parecida a su homónima de 1973. El gobierno de Fernando
De la Rúa bajó de rango a la secretaría ambiental, convirtiéndola, con el nombre de Secretaría de Desarrollo
Sustentable y Política Ambiental, en una dependencia del Ministerio de Desarrollo Social. La nueva secretaría perdió
varias de las funciones que la SRNAH/SRNDS había concentrado bajo el gobierno de Menem. Fuera del posible
desinterés del nuevo presidente por el tema, una razón que explicaría la decisión de desjerarquizar la secretaría
ambiental parecería ser la identificación, por parte del gobierno de la Alianza, de la SRNAH/SRNDS como un símbolo
emblemático del desprestigiado gobierno de Menem y de su no menos desprestigiada secretaria Alsogaray (Estrada
Oyuela, 2007: 34).

El presidente Eduardo Duhalde mantuvo la secretaría ambiental bajo el Ministerio de Desarrollo Social,
rebautizándola como Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS). Nombró como su titular a Carlos
Merenson, un ingeniero forestal que formaba parte del cuerpo técnico de la secretaría ambiental desde su creación
en 1991.

En los comienzos del gobierno de Néstor Kirchner la política ambiental siguió bajo la órbita de la SAyDS, ahora
dependiente del Ministerio de Salud. En una primera etapa, la política ambiental no parecía despertar mucha
preocupación en el presidente Kirchner. Eso cambió en 2006 cuando la cuestión cobró repentino interés a raíz del
conflicto por la construcción de pasteras en el río Uruguay (Alcañiz y Gutiérrez, 2009; Gutiérrez y Almeira, 2011). En
respuesta a ese conflicto, Kirchner reemplazó al entonces secretario ambiental (Atilio Savino) por Romina Picolotti,
una abogada que presidía la ONG Centro de Estudios de Derechos Humanos y Ambiente (Cedha) y que asesoraba al
gobierno de la provincia de Entre Ríos y a la propia Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú en torno al
conflicto de las pasteras. Además, Kirchner colocó la secretaría bajo dependencia directa de la Jefatura de Gabinete
de Ministros. De ese modo, la secretaría recuperaba el rango de ministerio que había tenido bajo el gobierno de
Menem. Los fondos presupuestarios de la secretaría se multiplicaron ampliamente y la agenda de programas
nacionales alcanzó mayor diversificación y visibilidad.

Con el nombramiento de Picolotti, Kirchner buscaba apaciguar a los asambleístas de Gualeguaychú y capitalizar la
alta repercusión del conflicto. Luego de que menguara la intensidad del conflicto, la sucesora de Kirchner, su esposa
Cristina Fernández de Kirchner, desplazó a Picolotti de la secretaría. Picolotti era acusada por el propio oficialismo de
irregularidades en la contratación de personal de la secretaría. Pero su desplazamiento tuvo más que ver con
tensiones entre la agenda de la Secretaria y la de la presidenta Fernández de Kirchner. El punto culminante de esas
tensiones giró en torno a la política minera. La Presidenta buscó reasegurar la separación entre la política minera y la
política ambiental que primaba desde los años 1990. En un principio, Picolotti acató esa decisión. Pero cuando el
Congreso debatió y aprobó la primera ley de protección de glaciares, Picolotti manifestó públicamente su apoyo a la
ley. Ese apoyo terminó de decidir su desplazamiento.

Los dos sucesores de Picolotti (Homero Bibiloni y Juan José Mussi) concentraron la mayor parte de su energía en el
saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo, cuya autoridad de cuenca (Acumar) preside formalmente el
secretario ambiental nacional. Puede interpretarse que, de ese modo, la secretaría ambiental busca no involucrarse
con temas que puedan entrar en conflicto con otros objetivos del gobierno nacional, tales como el desarrollo de la
minería y la producción de soja.

Consagración de los derechos ambientales

El legado en materia ambiental más importante del gobierno de Carlos Menem fue la incorporación de los derechos
ambientales en la Constitución Nacional. Menem se propuso reformar la Constitución para habilitar la reelección
presidencial y contaba con la mayoría parlamentaria especial requerida para declarar la necesidad de la reforma.
Pese a ello, buscó un acuerdo con Raúl Alfonsín, líder del principal partido de la oposición, con el propósito de
otorgar mayor legitimidad a la reforma (Acuña, 1995; Smulovitz, 1995). De esa búsqueda surgió el Pacto de Olivos
firmado el 14 de noviembre de 1993 entre ambos líderes.

El pacto incluía el listado de temas que podrían ser tratados durante la Convención Constituyente para su posterior
incorporación en la Constitución. De ese modo, Menem se garantizaba el apoyo del principal partido de oposición
para su proyecto reeleccionista y Alfonsín conseguía introducir en la Constitución varios de los temas recomendados
en 1986 por el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Entre esos temas se encontraban los nuevos
“derechos sociales”, los que incluían el derecho a la “preservación del medio ambiente”. La preservación del
ambiente fue introducida, en efecto, entre los temas para el debate constituyente por la ley de 1993 que habilitó la
reforma. Se gestaba, de ese modo, el artículo 41 de la Constitución reformada. Así, provocado por el afán
reeleccionista de Menem, el Pacto de Olivos permitió que ideas que habían empezado a plasmarse en el marco del
debate por la reforma constitucional de los años ‘80 encontraran su camino hacia la consagración constitucional una
década después.

El artículo 41º establece el “derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”,
correspondiendo “a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos mínimos de protección, y a las
provincias, las necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales”. Este derecho es
acompañado por una serie de “derechos procedimentales” (Hiskes, 2009) instituidos en el artículo 41º y en otros
artículos. Esos derechos procedimentales incluyen: derecho a la educación y la información ambientales; derecho a
la reparación de acuerdo con los procedimientos legales establecidos; derecho al recurso de amparo (demanda
judicial expedita para la protección constitucional de derechos y garantías); derecho a la acción colectiva (las
demandas judiciales pueden ser presentadas por aquellos afectados directamente por la contaminación o riesgos
ambientales, por el Defensor del Pueblo de la Nación o por asociaciones civiles que representen intereses difusos).
Además, la Constitución reformada, mediante sus artículos 41º y 124º, distribuye las competencias legislativas y
ejecutivas entre el Estado nacional y las provincias. El Estado nacional debe establecer los presupuestos mínimos de
protección y las provincias deben sancionar legislación complementaria y ejecutar la política ambiental, toda vez que
pertenece a ellas el dominio originario de los recursos naturales.

La nueva legislación ambiental

Una vez consagrados constitucionalmente los derechos ambientales, el principal desafío normativo consistía en
definir los “presupuestos mínimos de protección”. La figura de presupuesto mínimo era novedosa y al comienzo no
había mucho acuerdo entre los expertos sobre qué quería decir. La complejidad de definir un concepto nuevo se
amplificaba por la necesidad de fijar el límite entre la soberanía provincial y la soberanía nacional en un contexto en
el cual la Constitución reformada había consagrado el dominio y la primacía ejecutiva de las provincias sobre los
recursos naturales.

Entre 1994 y 2001 no se sancionó ninguna ley que definiese o tratase sobre los presupuestos mínimos de protección.
Pese a su carácter provisional, fue el gobierno de Eduardo Duhalde el que impulsó la postergada producción de la
legislación ambiental. Para ello, fueron claves los vínculos entre el secretario ambiental Merenson y dirigentes
políticas cercanas al presidente, en particular Mabel Müller, quien fue la impulsora de varios proyectos que acabaron
convirtiéndose en ley.

En 2002 fue sancionado un paquete de leyes cuya pieza central era la Ley General del Ambiente (Ley 25675/02). El
paquete se completaba con las siguientes normas: Ley 25612/02, Presupuestos Mínimos de Protección para la
Gestión de Residuos Especiales; Ley 25670/02, Presupuestos Mínimos de Protección para la Gestión de PCB; Ley
25688/02, Presupuestos Mínimos de Protección para la Gestión Ambiental de Aguas.

La ley general del ambiente fija los principios de la política ambiental nacional y define, en su artículo 6º, el concepto
de presupuesto mínimo del siguiente modo:

Se entiende por presupuesto mínimo, establecido en el artículo 41 de la Constitución Nacional, a toda norma que
concede una tutela ambiental uniforme o común para todo el territorio nacional, y tiene por objeto imponer
condiciones necesarias para asegurar la protección ambiental. En su contenido, debe prever las condiciones
necesarias para garantizar la dinámica de los sistemas ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en general,
asegurar la preservación ambiental y el desarrollo sustentable.

A la vez que establece que los presupuestos mínimos deben ser uniformes para todo el territorio nacional, la ley
general del ambiente refuerza la primacía de las provincias en la aplicación de la política ambiental al crear el
Sistema Federal de Coordinación Interjurisdiccional y establecer como autoridad máxima del sistema al Consejo
Federal de Medio Ambiente (Cofema). La presidencia del Cofema, a diferencia de otros consejos federales, no es
ejercida por el representante del gobierno nacional sino por un representante provincial elegido por sus pares.

Al comienzo del gobierno de Néstor Kirchner se sancionaron dos nuevas leyes ambientales: Ley 25831/03, Régimen
de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental, y Ley 25916/04, Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental
para la Gestión Integral de Residuos Domiciliarios. Las próximas leyes de presupuestos mínimos serían sancionadas
recién bajo el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner: Ley 26331/08, Presupuestos Mínimos de Protección
Ambiental de los Bosques Nativos, y Ley 26639/10, Régimen de Presupuestos Mínimos para la Preservación de los
Glaciares y el Ambiente Periglacial. A diferencia de las anteriores, estas dos últimas leyes fueron sancionadas en el
marco de un intenso debate público, en el cual se expresaban claramente nuevas demandas sociales de protección
ambiental.

Ambientalismo social

Las organizaciones sociales ambientalistas creadas antes de 1983 eran escasas. Con el retorno a la democracia se dio
un proceso de intensa creación de organizaciones no gubernamentales vinculadas con el ambiente (Aguilar, 2002).
En 1984, se llevó adelante la primera reunión nacional de ONG ambientalistas en Alta Gracia (Córdoba), de la cual
participaron representantes de más de 80 organizaciones de todo el país. Ello expresaba la rapidez con que surgían
organizaciones sociales ambientalistas bajo la nueva democracia. El crecimiento de esas organizaciones seguiría una
tendencia expansiva durante las dos décadas siguientes. Varios factores domésticos y externos favorecían esa
expansión (Aguilar, 2002). Entre ellos, debe destacarse la consagración constitucional de los derechos ambientales,
los cuales brindaron a las organizaciones ambientales nuevos recursos para la persecución de sus objetivos. Esos
recursos fueron pronto utilizados por organizaciones ya establecidas como Greenpeace Argentina o Fundación Vida
Silvestre. Con todo, durante las dos primeras décadas democráticas, el ambientalismo social tendría poco contacto
con, o escaso impacto en, la política estatal. Ello cambiaría en la década siguiente con la expansión de organizaciones
ambientales que se diferenciarían de las anteriores por su formato organizacional y por sus formas de interacción
con el Estado.

Con el cambio de milenio, continuó el crecimiento de organizaciones ambientales pero lo más destacado de esta
última década ha sido la expansión de nuevas formas de organización social que se aproximan a las denominadas
“organizaciones de base”, en contraposición a las “organizaciones no gubernamentales” o “profesionales” (Bryant y
Bailey, 1997; Reboratti, 2000, 2012). Estas nuevas organizaciones se distinguen de las típicas ONG tanto por su
formato organizacional (horizontalidad de las decisiones y trabajo voluntario) como por recurrir a las herramientas
propias de los movimientos sociales (movilización y protesta) para expresar sus demandas ante el Estado. Estas
nuevas organizaciones componen actualmente, junto con las organizaciones de tipo más profesional, el heterogéneo
universo de las organizaciones ambientales argentinas.

Para datar la emergencia de las nuevas organizaciones ambientales y de su impacto en la política ambiental, puede
establecerse como acontecimiento bisagra la resistencia contra la instalación de una mina de oro en la localidad
patagónica de Esquel (Chubut) en 2002-2003 . Fue la primera vez que demandas sociales expresadas de modo
contencioso por una organización de base cambiaron el rumbo de una política estatal (en este caso, provincial),
dejando un legado tanto para futuras movilizaciones sociales como para las empresas y las organizaciones estatales.

Tras los logros de la protesta de Esquel surgirían en distintos puntos del país asambleas de vecinos, asambleas
ciudadanas o figuras similares para posicionarse contra la minería a cielo abierto, el uso del glifosato u otros
problemas. Esas organizaciones incluso llegarían a formar redes entre sí. Pero un caso se destacaría de todos los
demás por su alto impacto en la política nacional: el conflicto por las pasteras del río Uruguay.

Tanto en el caso de las pasteras como en múltiples protestas contra la minería a cielo abierto, el derecho al
ambiente sano y el aparato legal a él asociado se convirtieron en un marco de referencia y en herramientas que las
nuevas organizaciones de base utilizaron para construir y expresar sus reivindicaciones. Pero probablemente el caso
que más vívidamente mostró la fertilidad de los nuevos recursos legales a la hora de plantear demandas ambientales
haya sido el caso Matanza-Riachuelo (Merlinsky, 2009). No se trató de una protesta social llevada a cabo por
organizaciones de base sino de un litigio judicial con participación de organismos estatales de control (Defensoría del
Pueblo de la Nación y Corte Suprema de Justicia de la Nación) y organizaciones sociales de distinto tipo. Sin embargo,
este caso se alinea con los anteriores en el recurso a las nuevas herramientas legales para forzar a las autoridades
estatales (fundamentalmente, ejecutivas) a tomar a un curso de acción. La mayoría de los activistas ambientales
(profesionales o de base), al igual que muchos funcionarios públicos, reconocen hoy día el impacto del caso
Matanza-Riachuelo tanto en la amplificación pública de los derechos ambientales como en la política ambiental.

Sería exagerado afirmar que el nuevo ambientalismo social cambió el rumbo de la política ambiental del país. Sin
embargo, es evidente que obligó al Estado (en sus tres niveles) a prestar más atención a las demandas y posiciones
de las organizaciones ambientalistas. En el nivel nacional, el impacto del ambientalismo social en la política
ambiental puede apreciarse tanto en el plano normativo (sanción de la ley de bosques nativos de 2008 y de la ley de
protección de glaciares de 2010) como en el organizacional (rejerarquización de la Sayds y creación de la Acumar,
ambas en 2006). ¿Hacia una política de Estado?

La expansión, diversificación y mayor impacto del ambientalismo social son expresión de una nueva agenda
ambiental. Si bien no puede decirse que la cuestión ambiental sea hoy día una prioridad de primer orden, es
innegable que tiene una fuerte presencia en el debate público (tal como se expresa, por ejemplo, en los medios de
comunicación) y que constituye una preocupación generalizada entre actores estatales y sociales. Unos y otros no
acuerdan necesariamente sobre qué debería hacerse. Pero, tanto en el ámbito estatal como en el social, cada vez
son más quienes entienden que la cuestión ambiental requiere ser objeto de política pública.

Es indudable que, especialmente a partir de 1994, se ha avanzado mucho desde el punto normativo. Los derechos
ambientales introducidos en la Constitución reformada y los principios establecidos mediante la ley general del
ambiente de 2002 han ofrecido un nuevo marco tanto para las políticas públicas como para la movilización social. En
lo que respecta a la legislación sectorial, aún falta legislar algunas áreas (tales como la evaluación de impacto
ambiental, la gestión de costas y la contaminación industrial), mientras que la legislación de otras (tales como la
minería) ha quedado por fuera del nuevo marco normativo ambiental. Pese a ello, como ya vimos, se han
sancionado varias leyes nacionales bajo el nuevo marco de los presupuestos de protección mínima.

Existe un acuerdo extendido entre expertos y ambientalistas en que el problema radica menos en la ausencia de
normas ambientales y más en la falta de implementación y cumplimiento de las normas existentes. En algunos casos,
la nueva ley todavía no fue reglamentada (v.g. gestión de aguas). En otros, fue reglamentada pero no implementada
(v.g. glaciares). Y en otros fue implementada pero “por debajo” de los estándares establecidos por la nueva norma
nacional (v.g. bosques nativos).

El problema de la baja implementación y falta de cumplimiento de la legislación ambiental involucra a los tres niveles
de gobierno. Constitucionalmente, la aplicación de los presupuestos mínimos corresponde a las provincias, quienes
pueden delegarla a su vez a los gobiernos municipales. Las provincias pueden establecer estándares ambientales
más estrictos que los nacionales (en algunas provincias, ello sucede, notablemente, en el caso de la minería a cielo
abierto). Pero la regla es que las provincias (y los municipios) tienden a “bajar” los estándares nacionales o
simplemente a no cumplir la legislación nacional o, incluso, su propia legislación. En consonancia con ello, más que
como arena de articulación de políticas ambientales, las provincias tienden a utilizar al Cofema como arena de veto
de iniciativas del gobierno nacional, procurando también por esa vía “bajar” los presupuestos mínimos de protección
ambiental u obstaculizar su implementación. Dada su dependencia normativa, financiera y/o política respecto de los
gobiernos provinciales, los gobiernos municipales tienen escaso margen de maniobra más allá de las iniciativas
provinciales o nacionales.

Así las cosas, ¿cómo podría la política ambiental convertirse en una política de Estado, esto es, una política que
cumple con sus objetivos declarados —tal como son formulados en la ley general del ambiente— a través de los
sucesivos gobiernos? Una política de Estado requiere de “coherencia”, lo cual supone a su vez la subordinación de
las diversas políticas en juego a una concepción estratégica de parte del Estado. Es claro que la política ambiental se
encuentra lejos de mostrar ese atributo.

Señaladas las “limitaciones” de los gobiernos provinciales y municipales y del Cofema, nos queda volver la mirada
sobre quién se supone debería ser la autoridad de aplicación de la legislación ambiental: la secretaría ambiental
nacional. La inestabilidad burocrática que afectó a la secretaría ambiental a lo largo de los gobiernos que se
sucedieron desde 1983 constituye una clara evidencia de la falta de una concepción estratégica en materia
ambiental. A la fecha, por razones que no podemos tratar aquí en mayor detalle, la secretaría ambiental nacional
presenta tres problemas principales: un enfoque muy restringido volcado a cuestiones urbanas (centralmente al
saneamiento de la cuenca Matanza-Riachuelo), baja fortaleza burocrática y nulo poder de sanción.

Pese a los avances en materia legal y al desarrollo de un activo ambientalismo social, es claro que resulta necesario
contar con una agencia ejecutiva nacional capaz de elaborar una estrategia de largo plazo y de sostener una política
ambiental nacional que cumpla con sus objetivos declarados. Sin ello, y mientras los gobiernos de turno sigan viendo
dónde ponen y qué hacen con “lo ambiental”, no será de extrañar que persistan y proliferen acciones contenciosas
(i.e. protesta social y litigio judicial, c.f. Gutiérrez, 2010) para demandar al Estado el cumplimiento de su deber
constitucional de proteger el derecho al ambiente sano. Máxime cuando escasean mecanismos e instancias formales
de participación social en las decisiones vinculadas con la protección ambiental y cuando los propios derechos
constitucionales y otras normas estatales favorecen los intereses y las visiones de quienes consideran que la
protección ambiental merece ser objeto de movilización social y de litigio.

Lectura 4  ¿Qué es el patrimonio natural y cultural? ¿Pertenecen a una persona, al Estado o a la comunidad
internacional? ¿Por qué se incorpora el patrimonio cultural en derecho ambiental?

Patrimonio natural y cultural

Antes de comenzar con la temática en particular, debemos aclarar lo que significa, a grandes rasgos, el término
patrimonio en este contexto. Como expresa Valls (2016), no se trata del conjunto de bienes que son propiedad de
una persona (derechos reales), sino que se asemeja a lo que llamamos herencia, al conjunto de bienes heredados de
nuestros ancestros. Además, su disponibilidad se restringe porque ese patrimonio debe ser preservado para otras
personas presentes y futuras (Valls, 2016).

Esta lectura desarrollará aspectos generales sobre los conceptos de patrimono natural y cultural en base a la
Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural.

Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural

“El patrimonio es el legado del pasado, lo que vivimos en el presente y lo que transmitimos a las generaciones
futuras. Nuestro patrimonio cultural y natural es una fuente insustituible de vida e inspiración” .

La Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural, adoptada por la UNESCO (Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en París, en 1972, vincula la conservación de la
naturaleza y la preservación de los bienes culturales. Esto evidencia el reconocimiento de la relación estrecha entre
sociedad (cultura) y naturaleza, buscando preservar su equilibrio.

Una de las causas principales para la aprobación de dicha Convención fue el peligro de destrucción del patrimonio
cultural y natural, por las causas tradicionales, pero principalmente, por la evolución de la vida social y económica.
Ese deterioro, sin dudas, constituye un empobrecimiento del patrimonio de todos los pueblos del mundo.

La Convención en su artículo 1 expresa que se considerará como patrimonio cultural:

- los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de


carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional
desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,

- los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje
les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,

- los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares
arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o
antropológico.

Mientras que por patrimonio natural se considera:

- los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas formaciones que
tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico,

- las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el habitat de
especies, animal y vegetal, amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o
científico,

- los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas, que tengan un valor universal excepcional
desde el punto de vista de la ciencia, de la conservación o de la belleza natural.

La Convención establece las obligaciones de los Estados partes en la identificación y delimitación de sitios y bienes
potenciales y su papel en la protección y preservación de estos. Al firmar la Convención, cada país se compromete a
conservar no solo los sitios del patrimonio mundial situados en su territorio, sino también a proteger su patrimonio
nacional .

En concordancia con lo anterior, el artículo 7 dispone que la protección internacional del patrimonio mundial cultural
y natural consiste en un sistema de cooperación y asistencia internacional a los Estados partes para la identificación
y conservación de dicho patrimonio6.

Patrimonio natural y cultural en Argentina: marco normativo


La Constitución argentina retoma la Convención y vincula en equilibrio la protección del patrimonio natural y
cultural, considerando que ambos son parte de un único patrimonio que compone la herencia de las generaciones
futuras.

En Argentina, con la reforma constitucional de 1994 se incorporó el artículo 41, que en su segundo párrafo dispone
que las autoridades proveerán a la preservación del patrimonio natural y cultural. Esto implica, como contrapartida,
el derecho de los ciudadanos a la protección y el disfrute de dicho patrimonio.

Siguiendo con el análisis de la Constitución Nacional, con respecto al patrimonio cultural, el artículo 75, inciso 17,
dispone que corresponde al Congreso reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas,
garantizando el respeto a su identidad. El mismo artículo, en el inciso 19, establece la facultad de dictar leyes que
“protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las obras de autor; el patrimonio
artístico y los espacios culturales y audiovisuales” .

En el plano legislativo haremos referencia a las principales normas que se refieren a la cuestión.

En primer lugar, la Ley 25.197, Régimen de registro del patrimonio cultural, define de la siguiente manera a los
bienes culturales, en general, y los bienes culturales histórico-artísticos, en particular:

Se entiende por bienes culturales, a todos aquellos objetos, seres o sitios que constituyen la expresión o el
testimonio de la creación humana y la evolución de la naturaleza y que tienen un valor arqueológico, histórico,
artístico, científico o técnico excepcional. El universo de estos bienes constituirá el patrimonio cultural argentino.

Se entiende por bienes culturales histórico-artísticos todas las obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la
naturaleza, de carácter irreemplazable, cuya peculiaridad, unidad, rareza y/o antiguedad les confiere un valor
universal o nacional excepcional desde el punto de vista histórico, etnológico o antropológico, así como las obras
arquitectónicas, de la escultura o de pintura y las de carácter arqueológico.

Por su parte, la Ley 25.743 tiene como objetivo la protección del patrimonio arqueológico y paleontológico como
parte integrante del patrimonio cultural de la nación. En el artículo 2 expresa:

Forman parte del Patrimonio Arqueológico las cosas muebles e inmuebles o vestigios de cualquier naturaleza que se
encuentren en la superficie, subsuelo o sumergidos en aguas jurisdiccionales, que puedan proporcionar información
sobre los grupos socioculturales que habitaron el país desde épocas precolombinas hasta épocas históricas
recientes.-

Forman parte del Patrimonio Paleontológico los organismos o parte de organismos o indicios de la actividad vital de
organismos que vivieron en el pasado geológico y toda concentración natural de fósiles en un cuerpo de roca o
sedimentos expuestos en la superficie o situados en el subsuelo o bajo las aguas jurisdiccionales.

Con respecto a las áreas naturales protegidas, se trata de porciones terrestres o acuáticas del territorio nacional que
son representativas de los diferentes ecosistemas y de su biodiversidad, que no han sido alteradas por el hombre,
por lo que están sujetas a regímenes especiales de protección, conservación y restauración.

Dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas conviven diversas categorías de conservación establecidas en la Ley
22.351, Régimen de parques nacionales, monumentos naturales y reservas nacionales, a saber:

• Parques nacionales:

Áreas a conservar en su estado natural, que sean representativas de una región fitozoogeográfica y tengan gran
atractivo en bellezas escénicas o interés científico, las que serán mantenidas sin otras alteraciones que las necesarias
para asegurar su control, la atención del visitante y aquellas que correspondan a medidas de Defensa Nacional
adoptadas para satisfacer necesidades de Seguridad Nacional. En ellos está prohibida toda explotación económica
con excepción de la vinculada al turismo, que se ejercerá con sujeción a las reglamentaciones que dicte la Autoridad
de Aplicación.

• Monumentos naturales:
Áreas, cosas, especies vivas de animales o plantas, de interés estético, valor histórico o científico, a los cuales se les
acuerda protección absoluta. Serán inviolables, no pudiendo realizarse en ellos o respecto a ellos actividad alguna,
con excepción de las inspecciones oficiales e investigaciones científicas permitidas por la autoridad de aplicación, y la
necesaria para su cuidado y atención de los visitantes.

• Reservas nacionales:

Áreas que interesan para la conservación de sistemas ecológicos, el mantenimiento de zonas protectoras del Parque
Nacional contiguo, o la creación de zonas de conservación independientes, cuando la situación existente no requiera
o admita el régimen de un Parque Nacional. La promoción y desarrollo de asentamientos humanos se hará en la
medida que resulte compatible con los fines específicos y prioritarios enunciados.

Paper Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural

La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en su
17a, reunión celebrada en París del 17 de octubre al 21 de noviembre de 1972.

Constatando que el patrimonio cultural y el patrimonio natural están cada vez más amenazados de destrucción, no
sólo por las causas tradicionales de deterioro sino también por la evolución de la vida social y económica que las
agrava con fenómenos de alteración o de destrucción aún más temibles,

Considerando que el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio cultural y natural constituye un
empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo,

Considerando que la protección de ese patrimonio a escala nacional es en muchos casos incompleto, dada la
magnitud de los medios que requiere y la insuficiencia de los recursos económicos, científicos y técnicos del país en
cuyo territorio se encuentra el bien que ha de ser protegido,

Teniendo presente que la Constitución de la Unesco estipula que la Organización ayudará a la conservación, al
progreso y a la difusión del saber, velando por la conservación y la protección del patrimonio universal, y
recomendando a los interesados las convenciones internacionales que sean necesarias para ese objeto,

Considerando que las convenciones, recomendaciones y resoluciones internacionales existentes en favor de los
bienes culturales y naturales, demuestran la importancia que tiene para todos los pueblos del mundo, la
conservación de esos bienes únicos e irremplazables de cualquiera que sea el país a que pertenezcan,

Considerando que ciertos bienes del patrimonio cultural y natural presentan un interés excepcional que exige se
conserven como elementos del patrimonio mundial de la humanidad entera,

Considerando que, ante la amplitud y la gravedad de los nuevos peligros que les amenazan, incumbe a la
colectividad internacional entera participar en la protección del patrimonio cultural y natural de valor universal
excepcional prestando una asistencia colectiva que sin reemplazar la acción del Estado interesado la complete
eficazmente,

Considerando que es indispensable adoptar para ello nuevas disposiciones convencionales que establezcan un
sistema eficaz de protección colectiva del patrimonio cultural y natural de valor excepcional organizada de una
manera permanente, y según métodos científicos y modernos,

Habiendo decidido, en su décimosexta reunión, que esta cuestión sería objeto de una Convención internacional,

Aprueba en este día dieciséis de noviembre de 1972, la presente Convención:

I. DEFINICIONES DEL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL

Articulo 1 A los efectos de la presente Convención se considerará "patrimonio cultural":

- los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de


carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal excepcional
desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,
- los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje
les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia,

- los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares
arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o
antropológico.

Articulo 2

A los efectos de la presente Convención se considerarán "patrimonio natural":

- los monumentos naturales constituidos por formaciones físicas y biológicas o por grupos de esas formaciones que
tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o científico,

- las formaciones geológicas y fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el habitat de
especies, animal y vegetal, amenazadas, que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista estético o
científico,

- los lugares naturales o las zonas naturales estrictamente delimitadas, que tengan un valor universal excepcional
desde el punto de vista de la ciencia, de la conservación o de la belleza natural,

Articulo 3

Incumbirá a cada Estado Parte en la presente Convención identificar y delimitar los diversos bienes situados en su
territorio y mencionados en los artículos 1 y 2.

II. PROTECCION NACIONAL Y PROTECCION INTERNACIONAL DEL PATRIMONIO CULTURAL Y NATURAL

Articulo 4

Cada uno de los Estados Partes en la presente Convención reconoce que la obligación de identificar, proteger,
conservar, rehabilitar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en su territorio ,
le incumbe primordialmente. Procurará actuar con ese objeto por su propio esfuerzo y hasta el máximo de los
recursos de que disponga, y llegado el caso, mediante la asistencia y la cooperación internacionales de que se pueda
beneficiar, sobre todo en los aspectos financiero, artístico, científico y técnico.

Articulo 5

Con objeto de garantizar una protección y una conservación eficaces y revalorizar lo más activamente posible el
patrimonio cultural y natural situado en su territorio y en las condiciones adecuadas a cada país, cada uno de los
Estados Partes en la presente Convención procurará dentro de lo posible:

a) adoptar una política general encaminada a atribuir al patrimonio cultural y natural una función en la vida colectiva
y a integrar la protección de ese patrimonio en los programas de planificación general;

b) instituir en su territorio, si no existen, uno o varios servicios de protección, conservación y revalorización del
patrimonio cultural y natural, dotados de un personal adecuado que disponga de medios que le permitan llevar a
cabo las tareas que le incumban;

c) desarrollar los estudios y la investigación científica y técnica y perfeccionar los métodos de intervención que
permitan a un Estado hacer frente a los peligros que amenacen a su patrimonio cultural y natural;

d) adoptar las medidas jurídicas, científicas, técnicas, administrativas y financieras adecuadas, para identificar,
proteger, conservar, revalorizar y rehabilitar ese patrimonio; y

e) facilitar la creación o el desenvolvimiento de centros nacionales o regionales de formación en materia de


protección, conservación y revalorización del patrimonio cultural y natural y estimular la investigación científica en
este campo;

Articulo 6
1. Respetando plenamente la soberanía de los Estados en cuyos territorios se encuentre el patrimonio cultural y
natural a que se refieren los artículos 1 y 2 y sin perjuicio de los derechos reales previstos por la legislación nacional
sobre ese patrimonio, los Estados Partes en la presente Convención reconocen que constituye un patrimonio
universal en cuya protección la comunidad internacional entera tiene el deber de cooperar.

2. Los Estados Partes se obligan, en consecuencia y de conformidad con lo dispuesto en la presente Convención, a
prestar su concurso para identificar, proteger, conservar y revalorizar el patrimonio cultural y natural de que trata el
artículo 11, párrafos 2 y 4, si lo pide el Estado en cuyo territorio esté situado.

3. Cada uno de los Estados Partes en la presente Convención se obliga a no tomar deliberadamente ninguna medida
que pueda causar daño, directa o indirectamente, al patrimonio cultural y natural de que tratan los artículos 1 y 2
situado en el territorio de otros Estados Partes en esta Convención.

Articulo 7

Para los fines de la presente Convención, se entenderá por protección internacional del patrimonio mundial cultural
y natural el establecimiento de un sistema de cooperación y asistencia internacional destinado a secundar a los
Estados Partes en la Convención en los esfuerzos que desplieguen para conservar e identificar ese patrimonio.

III. COMITE INTERGUBERNAMENTAL DE PROTECCION DEL PATRIMONIO MUNDIAL CULTURAL Y NATURAL

Articulo 8

1. Se crea en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura un Comité
intergubernamental de protección del patrimonio cultural y natural de valor universal excepcional, denominado "el
Comité del Patrimonio Mundial". Estará compuesto de 15 Estados Partes en la Convención, elegidos por los Estados
Partes en ella, constituidos en Asamblea General durante las reuniones ordinarias de la Conferencia General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El número de Estados Miembros del
Comité se aumentará hasta 21, a partir de la reunión ordinaria de la Conferencia General que siga a la entrada en
vigor de la presente Convención en 40 o más Estados.

2. La elección de los miembros del Comité garantizará la representación equitativa de las diferentes regiones y
culturas del mundo.

3. A las sesiones del Comité podrán asistir, con voz consultiva, un representante del Centro Internacional de estudios
para la conservación y restauración de los bienes culturales (Centro de Roma) un representante del Consejo
internacional de monumentos y lugares de interés artístico e histórico (ICOMOS) y un representante de la Unión
internacional para la conservación de la naturaleza y sus recursos (UICN), a los que se podrán añadir, a petición de
los Estados Partes reunidos en Asamblea General durante las reuniones ordinarias de la Conferencia General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, representantes de otras
organizaciones intergubernamentales o no gubernamentales que tengan objetivos similares.

Articulo 9

1. Los Estados Miembros del Comité del patrimonio mundial ejercerán su mandato desde que termine la reunión
ordinaria de la Conferencia General en la que hayan sido elegidos hasta la clausura de la tercera reunión ordinaria
siguiente.

2.Sin embargo, el mandato de un tercio de los miembros designados en la primera elección expirará al fin de la
primera reunión ordinaria de la Conferencia General siguiente a aquella en que hayan sido elegidos y el mandato de
un segundo tercio de los miembros designados al mismo tiempo, expirará al fin de la segunda reunión ordinaria de la
Conferencia General siguiente a aquella en que hayan sido elegidos. Los nombres de esos miembros serán sorteados
por el Presidente de la Conferencia General después de la primera elección.

3. Los Estados Miembros del Comité designarán, para que los representen en él, a personas calificadas en el campo
del patrimonio cultural o del patrimonio natural.

Articulo 10
1. El Comité del Patrimonio Mundial aprobará su reglamento.

2. El Comité podrá en todo momento invitar a sus reuniones a organismos públicos o privados, así como a personas
privadas, para consultarles sobre cuestiones determinadas,

3. El Comité podrá crear los órganos consultivos que considere necesarios para ejecutar su labor.

Articulo 11

1. Cada uno de los Estados Partes en la presente Convención presentará al Comité del Patrimonio Mundial, en
la medida de lo posible, un inventario de los bienes del patrimonio cultural y natural situados en su territorio y aptos
para ser incluidos en la lista de que trata el párrafo 2 de este artículo. Este inventario, que no se considerará
exhaustivo, habrá de contener documentación sobre el lugar en que estén situados los bienes y sobre el interés que
presenten.

2. A base de los inventarios presentados por los Estados según lo dispuesto en el párrafo 1, el Comité establecerá,
llevará al día y publicará, con el título de "Lista del patrimonio mundial", una lista de los bienes del patrimonio
cultural y del patrimonio natural, tal como los definen los artículos 1 y 2 de la presente Convención, que considere
que poseen un valor universal excepcional siguiendo los criterios que haya establecido. Una lista revisada puesta al
día se distribuirá al menos cada dos años.

3. Será preciso el consentimiento del Estado interesado para inscribir un bien en la Lista del patrimonio mundial. La
inscripción de un bien situado en un territorio que sea objeto de reivindicación de soberanía o de jurisdicción por
parte de varios Estados no prejuzgará nada sobre los derechos de las partes en litigio.

4.El Comité establecerá, llevará al día y publicará, cada vez que las circunstancias lo exijan, con el nombre de "Lista
del patrimonio mundial en peligro" una lista de los bienes que figuren en la Lista del patrimonio mundial, cuya
protección exija grandes trabajos de conservación para los cuales se haya pedido ayuda en virtud de la presente
Convención. Esta lista contendrá una estimación del costo de las operaciones. Sólo podrán figurar en esa lista los
bienes del patrimonio cultural y natural que estén amenazados por peligros graves y precisos como la amenaza de
desaparición debida a un deterioro acelerado, proyectos de grandes obras públicas o privadas, rápido desarrollo
urbano y turístico, destrucción debida a cambios de utilización o de propiedad de tierra, alteraciones profundas
debidas a una causa desconocida, abandono por cualquier motivo, conflicto armado que haya estallado o amenace
estallar, catástrofes y cataclismos, incendios, terremotos, deslizamientos de terreno, erupciones volcánicas,
modificaciones del nivel de las aguas, inundaciones y maremotos. El Comité podrá siempre, en caso de emergencia,
efectuar una nueva inscripción en la Lista del patrimonio mundial en peligro y darle una difusión inmediata.

5. El Comité definirá los criterios que servirán de base para la inscripción de un bien del patrimonio cultural y natural
en una u otra de las listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del presente artículo.

6. Antes de denegar una petición de inscripción en una de las dos listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del presente
artículo, el Comité consultará con el Estado Parte en cuyo territorio esté situado el bien del patrimonio cultural o
natural de que se trate.

7. El Comité con el acuerdo de los Estados interesados, coordinará y estimulará los estudios y las investigaciones
necesarios para constituir las listas a que se refieren los párrafos 2 y 4 del presente artículo.

Articulo 12

El hecho de que un patrimonio cultural y natural no se haya inscrito en una u otra de las dos listas de que tratan los
párrafos 2 y 4 del artículo 11 no significará en modo alguno que no tenga un valor universal excepcional para fines
distintos de los que resultan de la inscripción en estas listas.

Articulo 13

1.El Comité del Patrimonio Mundial recibirá y estudiará las peticiones de asistencia internacional formuladas por los
Estados Partes en la presente Convención en lo que respecta a los bienes del patrimonio cultural y natural situados
en sus territorios, que figuran o son susceptibles de figurar en las listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del artículo
11. Esas peticiones podrán tener por objeto la protección, la conservación, la revalorización o la rehabilitación de
dichos bienes.

2.Las peticiones de ayuda internacional, en aplicación del párrafo 1 del presente artículo, podrán tener también por
objeto la identificación de los bienes del patrimonio cultural o natural definidos en los artículos 1 y 2, cuando las
investigaciones preliminares hayan demostrado que merecen ser proseguidas.

3. El Comité decidirá sobre esas peticiones, determinará, llegado el caso, la índole y la importancia de su ayuda y
autorizará la celebración en su nombre, de los acuerdos necesarios con el Gobierno interesado.

4 .El Comité fijará el orden de prioridad de sus intervenciones. Para ello tendrá en cuenta la importancia respectiva
de los bienes que se hayan de proteger para el patrimonio mundial cultural y natural, la necesidad de asegurar una
protección internacional a los bienes más representativos de la naturaleza o del genio y la historia de los pueblos del
mundo, la urgencia de los trabajos que se hayan de emprender, la importancia de los recursos de los Estados en
cuyo territorio se encuentren los bienes amenazados y en particular la medida en que podrán asegurar la
salvaguardia de esos bienes por sus propios medios.

5. El Comité establecerá, pondrá al día y difundirá una lista de los bienes para los que se haya prestado ayuda
internacional.

6. El Comité decidirá sobre la utilización de los recursos del Fondo creado en virtud de lo dispuesto en el artículo 15
de la presente Convención. Buscará la manera de aumentar los recursos y tomará para ello las disposiciones
necesarias.

7. El Comité cooperará con las organizaciones internacionales y nacionales gubernamentales y no gubernamentales,


cuyos objetivos sean análogos a los de la presente Convención. Para elaborar sus programas y, ejecutar sus
proyectos, el Comité podrá recurrir a esas organizaciones y, en particular al Centro internacional de estudios de
conservación y restauración de los bienes culturales (Centro de Roma), al Consejo internacional de monumentos y
de lugares de interés artístico e histórico (ICOMOS) o a la Unión Internacional para la conservación de la naturaleza y
sus recursos (UICN), como también a organismos públicos y privados, y a particulares.

8. El comité tomará sus decisiones por mayoría de dos tercios de los miembros presentes y votantes. Constituirá
quorum la mayoría de los miembros del Comitè.

Articulo 14

1. El Comité del Patrimonio Mundial estará secundado por una secretaría nombrada por el Director General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

2. El Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, utilizando
lo más posible los servicios del Centro Internacional de estudios para la conservación y la restauración de los bienes
culturales (Centro Roma), del Consejo Internacional de monumentos y de lugares de interés artístico e histórico
(ICOMOS) y los de la Unión internacional para la conservación de la naturaleza y sus recursos (UICN) dentro de sus
competencias y de sus atribuciones respectivas, preparará la documentación del Comité y el orden del día de sus
reuniones, y ejecutará sus decisiones.

IV. FONDO PARA LA PROTECCION DEL PATRIMONIO MUNDIAL CULTURAL Y NATURAL

Articulo 15

1. Se crea un Fondo para la Protección del Patrimonio Cultural y Natural Mundial de Valor Universal
Excepcional, denominado "el Fondo del Patrimonio Mundial".

2. El Fondo estará constituido como fondo fiduciario, de conformidad con las disposiciones pertinentes del
Reglamento Financiero de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

3. Los recursos del Fondo estarán constituidos por:

a)Las contribuciones obligatorias y las contribuciones voluntarias de los Estados Partes en la presente Convención;
b) Las aportaciones, donaciones o legados que puedan hacer:

i) otros Estados

ii) la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, las demás organizaciones del
sistema de las Naciones Unidas, especialmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y otras
organizaciones intergubernamentales

iii) organismos públicos o privados o personas privadas.

c) Todo interés producido por los recursos del Fondo

d) El producto de las colectas y las recaudaciones de las manifestaciones organizadas en provecho del Fondo

e) Todos los demás recursos autorizados por el Reglamento que elaborará el Comité del Patrimonio Mundial.

4. Las contribuciones al Fondo y las demás formas de ayuda que se presten al Comité sólo se podrán dedicar a
los fines fijados por él. El Comité podrá aceptar contribuciones que hayan de ser destinadas a un determinado
programa o a un proyecto específico a condición de que él haya decidido poner en práctica ese programa o ejecutar
ese proyecto. Las contribuciones que se hagan al fondo no han de estar supeditadas a condiciones políticas

Articulo 16

1. Sin perjuicio de cualquier contribución voluntaria complementaria, los Estados Partes en la presente Convención
se obligan a ingresar normalmente, cada dos años, en el Fondo del Patrimonio Mundial, contribuciones cuya cuantía
en forma de un porcentaje único aplicable a todos los Estados decidirá la Asamblea General de los Estados Partes en
la Convención, reunida durante la celebración de la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Esa decisión de la Asamblea General requerirá la mayoría de los Estados
Partes presentes y votantes que no hayan hecho la declaración que menciona el párrafo 2 del presente artículo. La
contribución obligatoria de los Estados Partes en la Convención no podrá exceder en ningún caso del 1% de la
contribución al presupuesto ordinario de la Organización de las Naciones Unidas, para la Educación, la Ciencia y la
Cultura

2. No obstante, cualquiera de los Estados a que se refiere el artículo 31 o el artículo 32 de la presente Convención
podrá, en el momento de depositar su instrumento de ratificación, de aceptación o de adhesión, declarar que no se
considera obligado por las disposiciones del párrafo 1 del presente artículo.

3.Todo Estado Parte en la Convención que haya formulado la declaración mencionada en el párrafo 2 del presente
artículo, podrá retirarla en cualquier momento, notificándolo al Director General de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Sin embargo, el hecho de retirar la declaración no producirá efecto
alguno respecto de la contribución obligatoria que adeude dicho Estado hasta la fecha de la siguiente Asamblea
General de los Estados Partes en la Convención.

4. Para que el Comité esté en condiciones de prever sus operaciones de manera eficaz, las contribuciones de los
Estados Partes en la presente Convención que hayan hecho la declaración de que trata el párrafo 2 del presente
artículo habrán de ser entregadas de una manera regular, cada dos años por lo menos, y no deberían ser inferiores a
las contribuciones que hubieran tenido que pagar si hubiesen estado obligados por las disposiciones del párrafo 1
del presente artículo.

5. Todo Estado Parte en la Convención que esté en retraso en el pago de su contribución obligatoria o voluntaria en
lo que respecta al año en curso y al año civil inmediatamente anterior, no podrá ser elegido miembro del Comité del
Patrimonio Mundial, si bien esta disposición no será aplicable en la primera elección. Si tal Estado es ya miembro del
Comité no será aplicable en la primera elección. Si tal Estado es ya miembro del Comité, su mandato se extinguirá en
el momento en que se efectuen las elecciones previstas por el párrafo 1 del artículo 8 de la presente Convención.

Articulo 17
Los Estados Partes en la presente Convención considerarán o favorecerán la creación de fundaciones o de
asociaciones nacionales públicas y privadas que tengan por objeto estimular las liberalidades en favor de la
protección del patrimonio cultural y natural definido en los artículos 1 y 2 de la presente Convención.

Articulo 18

Los Estados Partes en la presente Convención prestarán su concurso a las campañas internacionales de colecta de
fondos que se organicen en provecho del Fondo del Patrimonio Mundial bajo los auspicios de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Facilitarán las colectas hechas con este propósito por los
organismos mencionados en el párrafo 3 del artículo 15.

V. CONDICIONES Y MODALIDADES DE LA ASISTENCIA INTERNACIONAL

Articulo 19

Todo Estado Parte en la presente Convención podrá pedir asistencia internacional en favor de los bienes del
patrimonio cultural o natural de valor universal excepcional situados en su territorio. Unirá a su petición los
elementos de información y los documentos previstos en el artículo 21 de que disponga que el Comité necesite para
tomar su decisión.

Articulo 20

Sin perjuicio de las disposiciones del párrafo 2 del artículo 13 del apartado c) del artículo 22 y del artículo 23, la
asistencia internacional prevista por la presente Convención sólo se podrá conceder a los bienes del patrimonio
cultural y natural que el Comité del Patrimonio Mundial haya decidido o decida hacer figurar en una o en las dos
listas de que tratan los párrafos 2 y 4 del artículo 11.

Articulo 21

1. El Comité del Patrimonio Mundial determinará el procedimiento de exámen de las peticiones de asistencia
internacional que estará llamado a prestar e indicará los elementos que habrá de contener la petición que describirá
la operación que se proyecte, los trabajos necesarios, una evaluación de su costo, su urgencia y las razones por las
cuales los recursos del Estado peticionario no le permiten hacer frente a la totalidad de los gastos. Siempre que sea
posible, las peticiones se apoyarán en un dictamen de expertos.

2.Por razón de los trabajos que se pueda tener que emprender, sin demora, el Comité examinará con preferencia las
peticiones que se presenten justificadas por calamidades naturales o por catástrofes. El Comité dispondrá para esos
casos de un fondo de reserva.

3. Antes de tomar una decisión, el Comité efectuará los estudios o las consultas que estime necesarios.

Articulo 22

La asistencia del Comité del Patrimonio Mundial podrá tomar las formas siguientes:

a) estudios sobre los problemas artísticos, científicos y técnicos que plantean la protección, la conservación, la
revalorización y la rehabilitación del patrimonio cultural y natural definido en los párrafos 2 y 4 del artículo 11, de la
presente Convención;

b) servicios de expertos, de técnicos y de mano de obra calificada para velar por la buena ejecución del proyecto
aprobado;

c) formación de especialistas de todos los niveles en materia de identificación, protección, conservación,


revalorización y rehabilitación del patrimonio cultural y natural;

d) suministro de equipo que el Estado interesado no posea o no pueda adquirir;

e) préstamos a interés reducido, sin interés o reintegrables a largo plazo;

f) concesión en casos excepcionales y especialmente motivados, de subvenciones no reintegrables.

Articulo 23
El Comité del Patrimonio Mundial podrá también prestar asistencia internacional a centros nacionales o regionales
de formación de especialistas de todos grados en materia de identificación; protección, conservación, revalorización
y rehabilitación del patrimonio cultural y natural.

Articulo 24

Una asistencia internacional muy importante sólo se podrá conceder después de un estudio científico, económico y
técnico detallado. Este estudio habrá de hacer uso de las técnicas más avanzadas de protección, de conservación, de
revalorización y de rehabilitación del patrimonio cultural y natural y habrá de corresponder a los objetivos de la
presente Convención. Habrá de buscar también la manera de emplear racionalmente los recursos disponibles en el
Estado interesado.

Articulo 25

El financiamiento de los trabajos necesarios no incumbirá, en principio, a la comunidad internacional más que
parcialmente. La participación del Estado que reciba la asistencia internacional habrá de constituir una parte
cuantiosa de su aportación a cada programa o proyecto, salvo cuando sus recursos no se lo permitan.

Articulo 26

El Comité del Patrimonio Mundial y el Estado beneficiario definirán en el acuerdo que concierten las condiciones en
que se llevará a cabo un programa o proyecto para el que se facilite asistencia internacional con arreglo a las
disposiciones de esta Convención. Incumbirá al Estado que reciba tal asistencia internacional seguir protegiendo
conservando y revalorizando los bienes así preservados, en cumplimiento de las condiciones establecidas en el
acuerdo

VI. PROGRAMAS EDUCATIVOS

Articulo 27

1. Los Estados Partes en la presente Convención, por todos los medios apropiados, y sobre todo mediante
programas de educación y de información, harán todo lo posible por estimular en sus pueblos el respeto y el aprecio
del patrimonio cultural y natural definido en los artículos l y 2 de la presente Convención.

2. Se obligarán a informar ampliamente al público de las amenazas que pesen sobre ese patrimonio y de las
actividades emprendidas en aplicación de la presente Convención.

Articulo 28

Los Estados Partes en la presente Convención, que reciban en virtud de ella, una asistencia internacional tomarán
las medidas necesarias para hacer que se conozca la importancia de los bienes que hayan sido objeto de asistencia y
el papel que ésta haya desempeñado.

VII. INFORMES

Articulo 29

1. Los Estados Partes en la presente Convención indicarán en los informes que presenten a la Conferencia General de
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en las fechas y en la forma que ésta
determine, las disposiciones legislativas y reglamentarias, y las demás medidas que hayan tomado para aplicar la
presente Convención, así como la experiencia que hayan adquirido en este campo.

2. Esos informes se comunicarán al Comité del Patrimonio Mundial

3. El Comité presentará un informe sobre sus trabajos en cada una de las reuniones ordinarias de la Conferencia
General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

VIII. CLAUSULAS FINALES

Articulo 30
La presente Convención está redactada en árabe, español, francés, inglés y ruso, siendo los cinco textos igualmente
auténticos

Articulo 31

1. La presente Convención será sometida a la ratificación o a la aceptación de los Estados Miembros de la


Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, de conformidad con sus respectivos
procedimientos constitucionales.

2. Los instrumentos de ratificación o de aceptación serán depositados en poder del Director General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Articulo 32

1. La presente Convención quedará abierta a la adhesión de todos los Estados no miembros de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, invitados a adherirse a ella por la Conferencia General de
la Organización.

2.La adhesión se efectuará depositando un instrumento de adhesión en poder del Director General de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Articulo 33

La presente Convención entrará en vigor tres meses después de la fecha del depósito del vigésimo instrumento de
ratificación, de aceptación o de adhesión, pero sólo respecto de los Estados que hayan depositado sus instrumentos
respectivos de ratificación, de aceptación o de adhesión en esa fecha o anteriormente. Para los demás Estados,
entrará en vigor tres meses después de efectuado el depósito de su instrumento de ratificación, de aceptación o de
adhesión

Articulo 34

A los Estados Partes en la presente Convención que tengan un sistema constitucional federal o no unitario les serán
aplicables las disposiciones siguientes:

a) En lo que respecta a las disposiciones de esta Convención cuya aplicación entraña una acción legislativa del poder
legislativo federal o central, las obligaciones del Gobierno federal o central serán las mismas que las de los Estados
Partes que no sean Estados federales.

b) En lo que respecta a las disposiciones de esta Convención cuya aplicación dependa de la acción legislativa de cada
uno de los Estados, países, provincias o cantones constituyentes, que en virtud del sistema constitucional de la
federación, no estén facultados para tomar medidas legislativas, el Gobierno federal comunicará esas disposiciones,
con su dictamen favorable, a las autoridades competentes de los Estados, países, provincias, o cantones.

Articulo 35

1. Cada uno de los Estados Partes en la presente Convención tendrá la facultad de denunciarla.

2. La denuncia se notificará por medio de un instrumento escrito, que se depositará en poder del Director General de
la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

3. La denuncia surtirá efecto doce meses después de la recepción del instrumento de denuncia. No modificará en
nada las obligaciones financieras que haya de asumir el Estado denunciante hasta la fecha en que la retirada sea
efectiva,

Articulo 36

El Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura informará a
los Estados Miembros de la Organización, a los Estados no miembros a que se refiere el artículo 32, así como a las
Naciones Unidas, del depósito de todos los instrumentos de ratificación, de aceptación o de adhesión mencionados
en los artículos 31 y 32, y de las denuncias previstas en el artículo 35.
Articulo 37

1.La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, podrá
revisar la presente Convención. Pero esta revisión sólo obligará a los Estados que lleguen a ser Partes en la
Convención revisada.

2. En el caso de que la Conferencia General apruebe una nueva Convención, que constituya una revisión total o
parcial de la presente, y a menos que la nueva Convención disponga otra cosa, la presente Convención dejará de
estar abierta a la ratificación, a la aceptación o a la adhesión, a partir de la fecha de entrada en vigor de la nueva
Convención revisada.

Articulo 38

En virtud de lo dispuesto en el artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas, la presente Convención se registrará
en la Secretaria de las Naciones Unidas a petición del Director General de la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

 Paper El Patrimonio Cultural: entre la identidad y el ambiente

1.- EL PATRIMONIO CULTURAL: ENTRE LA IDENTIDAD Y EL AMBIENTE

El concepto Patrimonio Cultural admite una multiplicidad de variantes y componentes, pues abarca desde la riqueza
artística, arquitectónica e histórica hasta lo inmueble y mueble, lo material y lo inmaterial, lo etnológico,
arqueológico, documental, subacuático, las tradiciones orales; incluye aquello que la comunidad ha sido capaz de
producir y el entorno tal como es percibido y considerado por esa comunidad. El patrimonio, como legado de
producciones tanto del pasado como del presente, es activado y tutelado en virtud de considerársele fundamental
en la construcción de la identidad de los pueblos.

Los cambios que se han producido en las últimas décadas en la conceptualización y la forma de abordar el
Patrimonio Cultural se relacionan con desarrollos teóricos –donde se lo discute como herencia, construcción
ideológica, sistema de representación y realidad cultural- y con procesos más amplios que involucran la actuación de
organismos internacionales. Bajo esta influencia se ha ido transformando en objeto de políticas públicas (culturales,
turísticas, ambientales) de los diversos niveles administrativos de los estados.

En el caso argentino, a mediados de siglo XX comienza a diseñarse una política legislativa que establece diversos
niveles de protección, promoción, conservación y difusión del Patrimonio Cultural , que acompañan el proceso de
selección, declaración y puesta en valor de los bienes culturales. Esta legislación cultural específica , con su
respectiva estructura institucional por separado , se mantiene a pesar de la incorporación de la protección del
Patrimonio Cultural en el artículo 41 de la Constitución Nacional de 1994, donde puede interpretarse que es un
micro bien dentro del macro bien ambiente. Esto significa que a pesar de que en la cláusula constitucional y de que
entre los objetivos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación figure “entender en la
preservación, protección, defensa y mejoramiento del ambiente…conservación de los recursos naturales…la
preservación ambiental del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica tendientes a alcanzar un
ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano…”, en la práctica se mantienen las funciones de la
Secretaría de Cultura de la Nación Argentina, que son las de “difundir, promover y estimular la actividad cultural en
todas sus formas y democratizar el acceso a los bienes culturales”. Lo interesante es permitirse imaginar una posible
Secretaría que tuviera a su cargo la protección de los bienes culturales y ambientales, como existe en el derecho
comparado italiano.

El artículo se centra en la tensión entre esas dos posturas científico-jurídicas: a) la mayoría (promovida por
profesionales de las ciencias sociales y de la arquitectura) considera que el Patrimonio Cultural debe tener su campo
propio en lo político y en lo jurídico b) Las nuevas interpretaciones (marcadas por el peso de las convenciones
internacionales) argumentan que dada la amplitud protectora de las normas ambientales éstas deberían utilizarse
para ampliar la protección legal mínima o “piso” protector del Patrimonio Cultural. En nuestro régimen federal, este
“piso” permite establecer el límite de la delegación legislativa dado que el Congreso Nacional no puede establecer
un régimen ambiental completo, sino mínimos ambientales que las provincias deben complementar.
Por ello, el Derecho ambiental constituiría una alternativa de acción a disposición de los gobernantes y los
ciudadanos para traducir las decisiones políticas en reglas aplicables a la protección del Patrimonio Cultural y
Natural.

2.- LA TUTELA DEL PATRIMONIO CULTURAL EN EL SIGLO XX

Si bien vemos que en la Europa de fines de la Edad Media aparecen medidas aisladas, traducidas en
recomendaciones y prohibiciones, que fueron dando nacimiento a la conciencia tutelar del Patrimonio Cultural a
partir del siglo XVIII (Quirosa García, 2008), es desde la primera posguerra cuando su protección se convirtió en la
preocupación de organismos internacionales que la plasmaron particularmente en convenciones y normativa no
vinculante para los estados. En Argentina, la necesidad de unificar la administración y el control del variado y rico
patrimonio histórico-cultural motivó al gobierno nacional a crear la Comisión Nacional de Museos y Lugares
Históricos en 1940. Dicha institución pública y colegiada depende de la Secretaría de Cultura de la Nación en la
actualidad.

El nacimiento de las Naciones Unidas, y particularmente de la Organización de Naciones Unidas para la Educación,
Ciencia y Cultura (UNESCO), en 1946, coincidió con el impulso legal internacional hacia la protección del patrimonio y
la posibilidad de que grandes sectores de la población accedieran a los bienes culturales protegidos por los estados
nacionales. La visibilización de lugares seleccionados y mostrados como patrimonio, la capacitación en dicha área y
la democratización de la cultura fueron vehículos para el conocimiento científico del pasado y la construcción de
memorias locales.

Proteger, mantener y restaurar han sido sucesivamente las preocupaciones de los estados. Así aparecieron
regímenes especiales de protección del patrimonio y su organización administrativa. Cada país receptó la normativa
internacional, seleccionó aquella que le pareció más relevante y la incorporó a su ordenamiento jurídico.

En el terreno de la protección, los criterios han ido variando de lo histórico-político a lo histórico-social, del
monumento aislado a los conjuntos históricos y al patrimonio ambiental, de los bienes materiales e inmateriales al
patrimonio viviente, del nacional al Patrimonio Mundial (Harvey, 1991).

Hasta comienzos de la década del setenta, el concepto “Patrimonio Cultural” estaba más asociado a la protección de
bienes culturales tangibles impulsados por arquitectos y profesionales de las ciencias sociales y a la protección de la
cultura europea. Pero en el año 1972 hubo dos importantes conferencias: la 17ª reunión de la Conferencia General
de la UNESCO, celebrada en París, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, en Estocolmo,
que resultaron cruciales para el posterior encuadre jurídico de la protección del patrimonio.

La primera de ellas aprobó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural,
instrumento normativo que define el Patrimonio Cultural y Natural constatando que ambos “están cada vez más
amenazados de destrucción” y considerando que el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio
“constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo”. Este documento asoció el
concepto de conservación de la naturaleza con el de preservación de sitios culturales, planteando la
complementariedad de la naturaleza y la cultura y la relación entre la identidad cultural y el medio natural en que se
desarrolla.

La preocupación ambiental es deudora del fermento filosófico que puso en crisis los valores de la “sociedad de
consumo” y que tuvo su capítulo más destacado en la llamada “revolución de mayo” francesa de 1968. En los años
siguientes, la alarma lanzada por los científicos propició el nacimiento de un nuevo pensamiento ecológico o
“verde”, al que siguió una movilización ciudadana (Juste Ruiz, 1999). A partir de ese momento la Organización de
Naciones Unidas (ONU) promovió reuniones internacionales para discutir los problemas ambientales, que se
plasmaron en instrumentos como la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano,
donde se reconoce que “el hombre es obra y artífice del medio que lo rodea, el cual le da sustento material y le
brinda la oportunidad de desarrollarse intelectual, moral, social y espiritualmente”, explicitando los dos aspectos del
medio humano: natural y cultural.

Desde 1975 la tendencia parece ser la de incorporar en las constituciones nacionales diversas manifestaciones de la
cultura y los derechos culturales. En ellas aparecen disposiciones relacionadas con el papel del estado respecto a la
preservación del Patrimonio Cultural, al pluralismo cultural, al patrimonio de pueblos indígenas, el principio de que
los monumentos y objetos arqueológicos son propiedad del Estado y el reconocimiento a los ciudadanos para actuar
en defensa del patrimonio y de los intereses difusos, en referencia a la identidad de los pueblos y el deber de
conservar los bienes culturales (Harvey, 2000).

Las dos Declaraciones del año 1972, han sido importantes para poner en diálogo problemas tan delicados como la
protección del Patrimonio Cultural y el ambiente. En Argentina, Ricardo Lorenzetti -jurista y actual presidente de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación- nos ha desafiado a pensar en un nuevo paradigma ambiental en el cual es
central el “abordaje sobre la cuestión cultural que presentan los estudios sobre el ambiente”. Desde este punto de
vista, en su obra “Teoría del Derecho Ambiental” (Lorenzetti, 2009:1) propone un esquema explicativo en el cual
establece tres etapas:

- Una “retórica”, en la cual el movimiento ambientalista generó un lenguaje nuevo. Algunos documentos
internacionales constituirán el marco para la definición del paradigma ideológico centrado en el desarrollo
sustentable o sostenible.

- Una “analítica”, en la que se identificaron y estudiaron los problemas ambientales. Desde el punto de vista jurídico
se pensaron nuevos supuestos de regulación, leyes de diverso tipo, constituciones “verdes” y tratados
internacionales. En 1987, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, creada en 1983 por la Asamblea
General de las Naciones Unidas, presentó el informe “Nuestro futuro común”, más conocido como Informe
Brundtland donde expone la valoración de expertos políticos, científicos y ecologistas sobre los peligros a los que se
enfrenta el planeta y plantea, por primera vez en un documento internacional, el concepto de “desarrollo
sustentable”.

- Una “paradigmática”, en la que está cambiando el modo de ver los problemas y las soluciones de los problemas
ambientales, que, dada su transversalidad, convocan a todas las ciencias. En 1992, veinte años después de
Estocolmo, la Conferencia de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo retomó sus principios y su espíritu fue
incorporado en las constituciones reformadas en la década del 90, tal como ha sucedido en la Argentina. Desde ese
momento la protección del Patrimonio Cultural y Natural ha quedado ligada a la del derecho a un ambiente
sustentable.

3.- EL PATRIMONIO CULTURAL COMO CAMPO PROPIO

El Patrimonio Cultural es definido por Ballart y Tresserras (2001) como el conjunto de bienes tangibles e intangibles
que reflejan la herencia cultural de una comunidad, etnia y/o grupo social, dando un sentido de pertenencia a sus
distintas producciones e imaginarios simbólicos. Es decir, que forman parte de él tanto una casa y una pintura
rupestre como el tango, considerado una de las principales manifestaciones de la identidad de los habitantes
rioplatenses y que ha sido declarado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El patrimonio está integrado por un conjunto de bienes y valores procedentes de una determinada cultura, de
manera que ya deriva de una selección propia de ésta. Cuando hablamos de patrimonio en términos legislativos,
incluso históricos o sociales, no incluimos todos los bienes y valores culturales, sino una selección de ellos,
dependiendo de unos criterios que varían según qué disciplinas, según qué contextos y según qué épocas. Desde
todos estos enfoques tenemos, por tanto, una selección de lo que es ya otra selección. Es decir, dentro de nuestra
memoria cultural destacamos una serie de elementos por encima de otros. Cabe preguntarse, a estas alturas, acerca
de los orígenes, el significado y los agentes encargados de esta selección, tal como plantea Fontal Merillas (2004) y
por los criterios de selección de los bienes culturales. La exclusividad, significatividad y representatividad son
algunos de los criterios, pero éstos no son fijos ni inamovibles. La valoración de los bienes cambia en función del
tiempo, de los sectores dominantes y de los diferentes contextos culturales desde los que se analicen. Justamente
“criterio” es una palabra griega que significa todo aquello que sirve para juzgar (krinein). Es un requisito que debe
ser respetado pero también una condición subjetiva. En la palabra se unen el criterio, es decir la opinión y los
tribunales, que no son los árbitros de la verdad, sino de la decisión. Por tanto, la noción de criterio se vincula con el
poder, el de seleccionar y establecerlos. Si el poder está en crisis, es decir, sometido a evaluación, las
interpretaciones y criterios de selección del patrimonio también estarán en cuestionamiento.
La valoración de bienes culturales ha variado con el tiempo y en los diversos contextos sociohistóricos. Sin embargo,
existen algunos criterios de selección relacionados con el tipo de patrimonio del que se trate. En el caso del
patrimonio arqueológico, la significatividad del objeto prehistórico, la representatividad o la exclusividad son
criterios relevantes, mientras que para el patrimonio urbanístico un parque puede tener valor cultural desde un
punto de vista histórico, simbólico, testimonial, arquitectónico y estético; y valor natural desde una perspectiva
paisajística-ambiental si se tiene en cuenta el grado de adaptabilidad del lugar respecto a las funciones que cumple
para la ciudad (Ciselli y Enrici, 2011).

Estos criterios permiten determinar cómo surgen los procesos de patrimonialización y buscar la «esencia» del
patrimonio, aquello que actúa como «sustrato» del concepto. Prats (2005) plantea que estos procesos obedecen a
dos construcciones sociales distintas pero complementarias. La primera consiste en la sacralización de la
externalidad cultural (ver un bien y convertirlo en bien patrimonial es sacralizarlo), mecanismo “por el cual las
sociedades definen un ideal cultural del mundo y de la existencia y todo aquello que no cabe en él pasa a formar
parte de un más allá (de lo sobrenatural). El patrimonio es un sistema de representación que se basa también en esa
externalidad cultural. Las reliquias que lo constituyen son objetos, lugares o manifestaciones procedentes de la
naturaleza virgen, del pasado o de la genialidad” . Estos constituyen los lados de un triángulo dentro del cual se
integran todos los elementos potencialmente patrimonializables. Cualquier cosa (material o inmaterial) procedente
de la naturaleza, de la historia o de la genialidad, se incluye dentro de estos límites y se excluye de ellos cualquier
otra cosa que no tenga esta procedencia.

Prats plantea una segunda construcción social en el proceso de patrimonialización: la puesta en valor y la
activación. Poner en valor determinados elementos patrimoniales y luego activarlos depende del poder político que
debe negociar con la sociedad. En la puesta en valor de un bien se produce el primer proceso de negociación, puesto
que son los grupos sociales los que seleccionan aquellos elementos que ellos consideran significativos como
elementos identitarios.

La activación del bien como patrimonio tiene que ver con los discursos. En torno a las activaciones patrimoniales se
plantea un segundo plano de negociación acerca de la puesta en valor de elementos patrimoniales indiscutibles pero
que necesitan del mayor grado de consenso posible. En esta cuestión, los diversos intereses (políticos, económicos,
académicos) pugnan por certificar el rigor científico de las activaciones y obtener el reconocimiento social o los
recursos económicos.

El patrimonio como construcción ideológica, social y cultural no es algo dado naturalmente, sino que cada sociedad,
de acuerdo con sus propias pautas culturales, decide qué bienes y qué valores forman parte de él. Sin embargo, no
debe confundirse con cultura. Todo lo que se aprende y transmite socialmente es cultura pero no patrimonio. Los
bienes patrimoniales constituyen una selección de los bienes culturales por lo que remiten a símbolos, a lugares de
la memoria, a la identidad. Cada sociedad selecciona determinados bienes y valores que han permanecido en el
tiempo y que cada grupo humano considera significativos para construir su identidad y evocar su memoria. Las
pautas culturales de una sociedad se constituyen con el entramado de habilidades, conocimientos, formas de
organización social, formas de comunicación, valores, actitudes, símbolos y bienes materiales que son aprendidos
por sus miembros, transformados y reproducidos de generación en generación.

Como expresión ideológica, que responde a ideas y valores previos, la selección de bienes culturales
patrimonializables está asociada a intereses y hegemonías sociales que pugnan por la producción de pasados
posibles según las posiciones sociales y políticas de los actores de tal construcción (Florescano, 1985: 93). Por ello,
coincidimos con Prats (1996: 294), cuando sostiene que el patrimonio es una construcción social, cultural e
históricamente determinada (Tamagno, 1988), lo que implica que su reconocimiento y la necesidad de conservarlo
no son una tendencia universal, sino una activación de carácter ideológico de que confronta identidades. Esto
explicaría que puedan existir versiones diferentes de una misma identidad como expresión de las tensiones y de los
conflictos sociales. La identidad se elabora en una relación que opone un grupo a los otros con los cuales entra en
contacto. Los enfoques relacionales consideran que el contacto subraya las diferencias ya que parte de la estrategia
del grupo implica mantener la especificidad (Juliano, 1992) y reforzar las particularidades en contraste con el otro, a
partir de esa identidad contrastiva.
La identidad también puede definirse como una forma de clasificación (nosotros/los otros; incluidos/excluidos), de
representación y de reconocimiento social , que sirve de marco a opciones individuales - cada uno elige y puede
cambiar su pertenencia -, y surge de la interacción cotidiana. La identidad es lo que se pone en juego en las luchas
sociales, pero no todos los grupos tienen el poder de identificación que depende de la posición que se ocupa en el
sistema de relaciones que vincula a los grupos entre sí. La autoridad legítima tiene el poder simbólico de hacer
reconocer como fundadas sus categorías de representación de la realidad social. El grupo dominante clasifica a los
otros en diversas categorías.

Cualquier enunciado sobre identidad es una “representación ideológica” que responde a las ideas y valores previos
de quien observa los hechos, los interpreta y los traduce en enunciados. Esto le hace decir a Moreno (2005: 18) que
“El patrimonio no es ingenuo”. Más aún, cierto patrimonio parece destinado a agradar y legitimar el poder, por lo
que se evidencian ciertas ausencias en monumentos o museos. En su materialidad, es soporte de un mensaje
espiritual que transcendió a su momento histórico y permite la afirmación de nuestra memoria. Los bienes
patrimoniales, materiales e inmateriales, son datos concretos en donde se pueden “leer” los enunciados sobre
identidad y descubrir la ideología que los sustenta.

las definiciones de patrimonio son recortes ideológicos de la realidad. Pues se componen de aquellos elementos que
“se eligen” para definir la identidad de quienes las formulan y según una determinada filosofía de pensamiento se
selecciona unos referentes y se ignoran otros, se destacan determinados significados de un elemento patrimonial y
se relativizan otros. Detrás de los elementos que se destacan hay un mensaje que se quiere hacer prevalecer.

Un bien del Patrimonio Cultural es el aparato de sentido; el código cultural del grupo del cual surge el significado
atribuido al objeto significante. Por lo tanto, el aparato, el código y el significado son también intangibles o
inmateriales. Por lo que podría decirse que todo el patrimonio es intangible, si es que lo pensamos desde el
significado, desde el mundo de las representaciones. Son “las prácticas, las representaciones, los conocimientos y las
técnicas que dan a las comunidades, grupos e individuos una sensación de identidad y un sentimiento de
continuidad. Los objetos, instrumentos y artefactos asociados a esas prácticas –desde su valor de uso- y los espacios
culturales donde se desenvuelven forman parte integrante de lo que podríamos llamar el aparato de sentido
vinculado a ese patrimonio” (Molteni, 2009: 15). El patrimonio es uno, no es tangible o intangible. Es decir, un todo
material e inmaterial, a la vez.

Existen sitios declarados Patrimonio Mundial que son beneficiados económicamente por el turismo, pero que han
sido activados por su valor cultural. Uno de ellos lo constituye el paisaje agavero, declarado Patrimonio Mundial por
la UNESCO en el año 2006, y vinculado a la identidad nacional mexicana. En la imagen proyectada por el paisaje
agavero, los discursos ideológicos cumplieron dos funciones: la valorización de lo estético y lo natural y la capacidad
de volver “invisibles” los procesos socio-históricos de producción de esos paisajes, es decir, las relaciones sociales de
explotación que esconde dicha industria (Hernández y Hernández 2010).

4.- EL PATRIMONIO CULTURAL COMO MICRO BIEN AMBIENTAL

La expansión urbana modificó la relación del hombre con su medio, concentrando en la ciudad la mayor parte de los
problemas ambientales. Si bien el movimiento ambientalista se reconoce hacia los años setenta, seguido de un
período de identificación de problemas ambientales y elaboración de propuestas, es desde fines del siglo XX cuando
se puede reconocer un cambio de paradigma (Lorenzetti, 2009:2). Es decir, que estamos ante una nueva visión del
mundo y modelo decisorio que nos hace replantear nuestra relación con el ambiente, en tanto se está convirtiendo
en un bien escaso. En este nuevo siglo, los conflictos ya no son solamente interindividuales sino colectivos, por lo
tanto ya no hay sólo derechos sino también deberes tendentes a la protección de los bienes de uso y disfrute
colectivo, como los bienes culturales.

Un antecedente a esta propuesta se encuentra en la legislación italiana, la cual, bajo inspiración de Giannini (1963)
ubica a los bienes culturales -de disfrute colectivo- dentro de los bienes públicos. La propiedad del bien cultural
puede variar (privada o pública) pero no las funciones del poder estatal que tiene la potestad de tutelarlos. La
Comisión Franceschini, constituida en el marco de la Carta de Venecia, define los bienes culturales ambientales como
“las zonas coreográficas que constituyen paisajes naturales o transformados por la mano del hombre y las zonas
delimitadas que constituyen estructuras de asentamiento urbanas y no urbanas que presentando particular interés
por sus valores de civilización, deben ser conservadas para el goce de la colectividad” (Bóscolo, 2004: 123). En 1999,
el Texto Único de las Disposiciones Legislativas en materia de Bienes Culturales y Ambientales (italiano) regula
diversas clases de bienes culturales según su naturaleza (Título I) y la protección de los bienes paisajísticos y
ambientales (Título II), mostrando que las normas regulatorias del Patrimonio Cultural se encuentran ligadas a la
regulación de las ambientales.

Lorenzetti (2009: 12) plantea que hay que diferenciar entre el derecho al ambiente adecuado como derecho
subjetivo (noción antropocéntrica) y la tutela del ambiente como bien colectivo (noción geocéntrica), que es la que
propone este nuevo paradigma. Si bien por mucho tiempo ha primado un concepto restringido de ambiente
relacionado con el derecho de los recursos naturales y su protección, el Derecho Ambiental propone un concepto
más amplio que incluye la protección de la naturaleza y un enfoque más global que refiere al conjunto de los
problemas que afectan a la calidad de vida, a la felicidad de los seres humanos y que abarca sistemas de protección
de medio ambiente natural, rural, cultural y urbano. La Ley General del Ambiente (Ley 25675) de la República
Argentina del año 2002, cumpliendo con el mandato constitucional, en su artículo 1 “establece los presupuestos
mínimos para el logro de una gestión sustentable y adecuada del ambiente…”, protección que comprende los
ecosistemas naturales pero también la actividad antrópica, es decir, los bienes ambientales y culturales. Dentro de
los objetivos que la política ambiental nacional debe cumplir se encuentra el de “asegurar la preservación,
conservación, recuperación y mejoramiento de la calidad de los recursos ambientales, tanto naturales como
culturales, en la realización de las diferentes actividades antrópicas”.

En este nuevo paradigma, Lorenzetti (2009: 13) distingue entre el ambiente como macro bien, es decir, un sistema
en el cual se interrelacionan diversos componentes: fauna, flora, agua, paisaje, bienes culturales, y los micro bienes,
es decir, cada uno de estos elementos. A su vez, la noción de paisaje aparece relacionada con otras como Patrimonio
Cultural, identidad, memoria colectiva, pluralidad cultural y valores colectivos, por lo que parece apropiada como
categoría analítica para el desarrollo de este artículo.

Este paradigma plantea una definición jurídica de ambiente no como derecho subjetivo sino como bien colectivo que
exige tutela y que ha adquirido preeminencia normativa tanto a nivel constitucional como legislativo. La noción del
“interés difuso” nace junto con los denominados derechos de tercera generación, de la solidaridad o colectivos que
se encuentran enunciados en la Constitución de la Nación Argentina del año 1994 en el Capítulo 1:

Declaraciones, derechos y garantías (artículos 1 al 35) y en el Capítulo 2: Nuevos derechos y garantías (artículos 36-
43), y se extiende a los llamados de cuarta generación o derechos de las generaciones futuras. Nuestra Constitución
los caracteriza como aquellos bienes protegidos que reciben diversos nombres: "difusos", "colectivos",
"transindividuales" o "supraindividuales", o “derechos de incidencia colectiva”, que son los intereses de la
comunidad en general, que no generan un derecho subjetivo en cabeza de una persona determinada, son
indivisibles (no hay posesión individual ni derecho de propiedad sobre el bien), corresponden a una serie
indeterminada o difícilmente determinable de individuos y que no están ligados por un vínculo jurídico definido.

La expresión “intereses difusos” puede ser usada en su concepción amplia, comprensiva de la noción de intereses
colectivos o supraindividuales, o bien como sinónimos, sin perjuicio de que -más específicamente- siempre que se
habla de intereses colectivos se alude a intereses que tienen como portadores de un ente exponencial a un grupo no
ocasional, sin que resulte siempre claro qué características debe tener ese grupo en su aspecto organizativo, para
que el interés, común a muchos sujetos, se especifique de interés difuso a interés colectivo (Rodríguez, 2005:777).
En los intereses difusos se conciben como titulares a los miembros del grupo que comparten un interés. Es decir, que
los intereses difusos pertenecen en forma pareja e idéntica a una pluralidad de sujetos, de forma tal que la
satisfacción de la porción de interés que atañe a cada individuo se extiende a todos los demás y la lesión afecta a
todos por igual (Crovi, 2004: 168). Se alude a ellos cuando se trata de la defensa del ambiente como ámbito vital de
las personas, o de otros aspectos que atañen a la calidad de vida del individuo en el mundo actual, como la
protección en cuanto consumidor y el resguardo de valores espirituales y culturales intrínsecamente ligados a la
dignidad de su existencia (Monti, 2005:55). En cambio, se habla de derechos colectivos cuando se parte de la idea
que ese interés reside en la sociedad.
La ubicación del “Patrimonio Cultural y Natural” en el artículo 41 de la Constitución Nacional, que establece el
derecho de todo habitante a un ambiente sano y las funciones estatales obligatorias, entre las que se encuentra
“proveer a la preservación del patrimonio natural y cultural y la diversidad biológica” y a la información y educación
ambientales, resulta útil ya que otorga, a los legitimados para hacerlo, la posibilidad de recurrir a la fuerza legítima
del Estado en caso de que estos bienes estén amenazados o corran el riesgo de ser dañados. La seguridad jurídica es
una garantía, en este caso constitucionalmente establecida, que ofrece el derecho positivo para proteger los bienes
culturales. Dos convenciones internacionales (Declaración de Río en 1992 con su Principio 10 y el Convenio de
Aahrus 1998) influyeron en el reconocimiento genérico de tres derechos en materia medioambiental: acceso a la
información, participación pública o ciudadana y acceso a la justicia. El Convenio de Aahrus, además, establece los
procedimientos concretos, las condiciones mínimas que los países que lo apliquen tendrán que garantizar para el
ejercicio de los mismos.

El mencionado artículo 41, al referirse a “todos los habitantes” apunta a la comunidad en general, sin hacer
diferencia por sexo, edad, nacionalidad o etnia -“gozan del derecho a un ambiente sano…apto para el desarrollo
humano”- pues el ambiente constituye el ámbito vital del ser humano y provee de calidad de vida a la humanidad.
“Una adecuada calidad de vida – dice Zendri (2001: 1324) - requiere integrar el pasado al futuro, el crecimiento al
medio ambiente y la globalización a la identidad”, es decir que debemos tratar de superar las tensiones que existen
entre lo global y lo local; entre el desarrollo a cualquier costo y el desarrollo sustentable; entre la protección a los
intereses individuales y los intereses colectivos. La salud y el equilibrio ambiental constituyen el núcleo del estándar
normativo, afirmando la solidaridad intergeneracional, poniendo en cabeza de cada uno la responsabilidad por la
defensa del mismo. El concepto “desarrollo humano” encuentra su reconocimiento en otro concepto que es el de
“desarrollo sustentable”, es decir, que está vinculado a las ideas de equilibrio ambiental y crecimiento sustentado sin
afectar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las necesidades actuales. Por ello, el artículo 41
establece el “deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según
lo establezca la ley”. En definitiva, el legislador apunta a la prevención como medida de tutela por excelencia, luego
recomponer y como última medida la reparación o resarcimiento del daño causado.

La preservación del bien colectivo prima sobre los intereses particulares, el derecho de propiedad cede frente a la
función ambiental de la propiedad, el bien puede ser usado por todos y en beneficio de todos por lo cual pertenece a
la esfera social de tutela. Respecto a su estatus normativo, y siguiendo a Lorenzetti (2009), el bien colectivo tiene
reconocimiento legal luego de ser calificado como tal, brindando una amplia legitimación para obrar para su
protección de forma preventiva, lo que está previsto en el artículo 43 de la Constitución Nacional, con la acción de
amparo. Ya existen algunos antecedentes jurisprudenciales donde se aplica la legislación ambiental para la
protección del Patrimonio Cultural (Elcano, 2009).

El principio precautorio constituye una de las líneas directrices en materia ambiental establecidas en la Ley General
del Ambiente del año 2002, junto con el de congruencia, prevención, equidad intergeneracional, progresividad,
responsabilidad, subsidiariedad, sustentabilidad, solidaridad y cooperación. El principio de precaución no es
aplicable a toda situación de riesgo sino a aquellas que presentan dos características: cuando existe un contexto de
incertidumbre científica y ante la eventualidad de daños irreversibles, por lo que hay que aplicar medidas de
protección antes de que aparezca el daño. Estas deben ser proporcionales al nivel de protección elegido, no
discriminatorias, coherentes con otras medidas aplicadas, basadas en el examen de los posibles costes y beneficios
de la acción y de la no acción y revisables a la luz de nuevos datos científicos. Una vez identificado el posible riesgo,
concierne a los poderes públicos tomar todas las decisiones que permitan, a un coste económico y socialmente
soportable, detectar y evaluar el riesgo, reducirlo a un nivel aceptable y de ser posible, eliminarlo, informando a las
personas afectadas.

5.- EL PAISAJE: UN DESAFÍO EN LA TEORÍA JURÍDICA

La noción “paisaje” como parte del patrimonio colectivo y componente del ambiente aparece, entonces, como “un
desafío en la teoría jurídica del derecho ambiental” en palabras de Lorenzetti (2005: 315), ya que podría pensarse en
él como una combinación dinámica de elementos físico-químico, biológicos y humanos en interrelación.

Pero ¿cómo reconocer el paisaje con valor patrimonial, aquel que ha dejado una marca en el territorio y una huella
en la memoria individual y colectiva? Posiblemente un modo de lograrlo sea considerando sus aspectos ambientales,
sociales y culturales. En este sentido resulta útil la propuesta de paisaje como sistema (Rodríguez, 1998) con tres
niveles: el geosistema (que hace referencia al ambiente y la ecología), el sociosistema (que hace referencia a los
sistemas de producción y poder imperantes al interior de la sociedad) y el sistema cultural (que refiere a la identidad
colectiva). Pues al articular el accionar social con el paisaje se comienza a cargar de significación y simbolismo al
territorio, es decir, se lo va dotando de valor (Navarro Bello, 2003). Resultan muy interesantes las experiencias
analizadas por Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico. Su “paisaje cultural” es el resultado del tránsito y
asentamiento de los diferentes pueblos y culturas que han dejado sus huellas en él y que aún hoy es posible percibir
a través de los bienes culturales que aún subsisten en él.

La condición esencial para considerar el paisaje como patrimonio (en el sentido de herencia colectiva) reside en su
valoración social y en la aceptación de que, como señala el Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000) –en vigor
desde 2004-, el paisaje es un "componente esencial del espacio vivido” (Zoido Naranjo, 2004). Más aún, se ha
afirmado que el paisaje es "la cultura territorial" de un pueblo, con la doble finalidad de recordar que el paisaje es el
resultado objetivo de la gestión cotidiana sobre el territorio y el modo en que cada sociedad maneja sus recursos
naturales, edifica o dispone del hábitat, entre otras cosas (Ibid). [Ilustración 2]

La concepción patrimonial del paisaje implica su sentido como recurso, como elemento “valorizable” en las
estrategias de desarrollo territorial. Ello coincide con el Informe Explicativo del Convenio Europeo, que coloca la
política de paisaje dentro de los objetivos de desarrollo sostenible de la Conferencia de Río de 1992, y considera al
paisaje, justamente por su carácter de patrimonio natural y cultural, reflejo de la identidad y la diversidad europea,
un recurso económico creador de empleos y vinculado a la expansión de un turismo sostenible (Mata Olmo, 2008).

La territorialización del paisaje o reconocimiento de que cada territorio se manifiesta paisajísticamente en una
fisonomía singular y en plurales imágenes sociales, lo convierte en un aspecto importante de la calidad de vida de la
población: el paisaje es, ante todo, resultado de la relación sensible de la gente con su entorno percibido, cotidiano o
visitado. Por ello, el paisaje es también elemento de identidad territorial, y manifestación de la diversidad del
espacio geográfico que se hace explícita en la materialidad de cada paisaje y en sus representaciones sociales. Se
trata de una diversidad que resulta de la articulación de lo físico, lo biológico y lo cultural en cada lugar, un
patrimonio valioso y difícilmente renovable, que no debe quedar eclipsado por esa otra diversidad, la biológica,
políticamente más asumida hasta ahora e integrada en el todo paisajístico (Ibid).

Desde un punto de vista jurídico, la protección del paisaje ha estado ligada a la conservación de la naturaleza y se ha
ampliado con el derecho ambiental y la legislación urbanística al desarrollar ésta su inicial valoración natural y
estética con la consideración de los valores escénicos del paisaje, expresados concretamente en las referencias
legales a los “paisajes abiertos”, las “perspectivas de conjunto” y en la obligación de no limitar “el campo visual”.

Hasta la aparición del Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000) su “protección y defensa” era tratada como
una actividad de control municipal. Esta convención lo convierte en un bien público generalizado a todo el territorio,
"componente esencial del espacio de vida de las poblaciones (apartado 5.a), y fundamental del patrimonio natural y
cultural de Europa". Desde un punto de vista identitario lo considera factor para "la consolidación de la identidad
europea" y de "elaboración de las culturas locales" (Preámbulo), objeto de derecho de las poblaciones que lo
perciben y para cuyo disfrute es preciso generar actitudes no sólo de protección, sino también de gestión y de
ordenación.

En el derecho argentino existen numerosas disposiciones que se refieren al paisaje a través de nociones como
Patrimonio Cultural, pluralidad cultural, valores colectivos. Ya se ha mencionado el mandato del artículo 41 de la
constitución Nacional reformada en 1994 y la Ley General del Ambiente del año 2002, que en su definición de daño
ambiental de incidencia colectiva ha abierto la posibilidad a los jueces para que fundamenten sus sentencias en
demandas relativas a obras o actividades que sean susceptibles de degradar el ambiente, o a algunos de sus
componentes, como es el caso del paisaje, o afectar la calidad de vida de la población.

A nivel municipal, la Carta Orgánica de Comodoro Rivadavia del año 1999 establece que el gobierno local es el
responsable del desarrollo urbano, en armonía con las actividades económicas, sociales y culturales que se
despliegan en su territorio; de la proyección y ejecución de acciones de renovación y preservación de áreas y
componentes del patrimonio histórico, urbano, arquitectónico, arqueológico y paisajes de la Ciudad, y
reconocimiento del patrimonio colectivo de la comunidad. Es decir, que el gobierno local se compromete a fomentar
la creación, producción y circulación de bienes culturales en tanto elementos que contribuyen al fortalecimiento de
la identidad.

La aprobación del Código Ecológico Municipal por Ord. Nº 3779 en el año 1991 demuestra la preocupación del
municipio de Comodoro Rivadavia por el medio ambiente, incluso antes de la Conferencia de Río, considerándolo
“patrimonio común de nuestra ciudad” y planteando la relación estrecha entre hombre-ambiente “por lo que sus
componentes, factores y procesos ecológicos deben ser leídos en clave cultural”. Interesa particularmente el Cap. III,
conservación patrimonial, en su art. 38º “Los sectores urbanos históricos se acogerán al régimen de Reparación
Histórica indicado en el artículo 16º de la Carta Orgánica municipal, previo análisis de la Comisión Evaluadora del
Patrimonio Cultural, Natural, Histórico y Arquitectónico de la Corporación Municipal”, y el art. 41º donde enumera
una serie de bienes a los que considera “patrimonio paisajístico urbano” entre los cuales nombra al parque
Saavedra”. Asimismo dedica el capítulo IV a los espacios verdes y arbolado público, declarando en su art. 43 “de
interés y utilidad pública la conservación, protección, preservación, ordenamiento, mejoramiento, recuperación y
desarrollo de todos los componentes de los espacios verdes, del arbolado público y de las áreas que configuren
ecosistemas naturales y/o modificados, que forman parte del territorio municipal de Comodoro Rivadavia, ubicados
en propiedad pública o privada” y en su art. 44 de “Todos los árboles, arbustos, canteros con flores y/o césped
plantados por el hombre, … especies autóctonas y/o naturalizadas…, para resaltarlas e incorporarlas al paisaje y la
fauna asociada a los ecosistemas urbanos o no..”.

La tarea de gestión y ordenamiento del paisaje exige pensar en su carácter transversal, al interrelacionarse con el
interés general, las cuestiones culturales, ecológicas, medioambientales y sociales y al contribuir en la elaboración
de las culturas locales y en el bienestar individual y social. Por ello, su protección, su gestión y su sostenimiento
implican los derechos y los deberes de cada uno que deben ser aplicados a partir de una serie de mecanismos que
permitan proteger el paisaje cotidiano.

6.- CONCLUSIONES

La protección del Patrimonio Cultural no puede pensarse sin atender a la tutela del ambiente, pues esta noción
incluye al Patrimonio Cultural y Natural. Sin embargo, esto no significa que todo lo ambiental sea transferido a lo
cultural y viceversa. Lo que sí debemos hacer es ampliar el sistema de derechos protectores del patrimonio
utilizando las herramientas de gestión previstas en la política ambiental nacional y exigiendo el cumplimiento de los
derechos en materia medioambiental: acceso a la información, participación pública o ciudadana y acceso a la
justicia.

En el tema ambiental, con la reforma constitucional de 1994, se modifica el viejo principio que era el Congreso de la
Nación el encargado del dictado de las leyes de fondo (el derecho sustantivo, lo que había que hacer, los derechos y
las obligaciones) y las legislaturas provinciales de los códigos de procedimiento (las leyes de forma). Justamente la
Ley 25675 de 2002, o Ley General del ambiente, es una ley marco que consagra los principios del derecho ambiental,
entre los que se destacan el de congruencia, preventivo, precautorio, equidad intergeneracional y sustentabilidad,
entre otros, y propone una serie de instrumentos de política ambiental especialmente referidos al daño ambiental.

Sin embargo, la Ley 25675 es la principal ley de presupuestos mínimos que se toma como base para interpretar y
poner en aplicación las políticas ambientales. Asimismo, y teniendo en cuenta el principio de congruencia, las leyes
complementarias que dicten las provincias o los municipios tendentes a elevar dichos pisos o mínimos de protección
ambiental deben adecuarse a los principios y normas fijadas en ella. En decir, que nunca puede legislarse por debajo
de la protección mínima fijada por la ley nacional

El derecho ambiental debe reconocer que el Patrimonio Cultural tiene entidad propia pero que constitucionalmente
está habilitado a beneficiarse de una tutela judicial privilegiada. Si bien los bienes culturales, y dentro de ellos los
bienes patrimoniales, pueden encontrarse sumergidos en las relaciones de derecho civil, cuando una actividad
provoca un daño ambiental la relativa consecuencia será sometida a las normas propias de la protección del medio
ambiente.

En coincidencia con la postura del maestro Michel Prieur (2005), el instrumento más efectivo para la protección y
desarrollo del patrimonio, particularmente el de los paisajes culturales, es la aplicación de una efectiva e inteligente
legislación medioambiental, unida a la protección que otorgan las leyes relacionadas con la cultura. Pero si a ello le
unimos la legislación urbanística, el paisaje se considerará totalmente protegido. Al mismo tiempo, este especialista
indica que todos los instrumentos citados deben ser debatidos y contar con un alto nivel de información y
participación de los habitantes del lugar en la toma de decisiones, ya que serán finalmente los afectados por todas
estas medidas.

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