Está en la página 1de 6

LAS UNIDADES LÉXICAS

En el último capítulo vimos como podía especificarse un verbo en términos de unidades


semánticas, tales como estado, proceso, acción y ambiente. Desde ahora usaré el término
selectivo para referirme a tales unidades. En primer lugar, las unidades de este tipo tienen un
papel primordial en la selección de los nombres que las acompañan y de las relaciones que
tales nombres tienen con el verbo. Hay también características más específicas de los
nombres que acompañan que pueden ser determinadas de manera semejante. En segundo
lugar, las unidades selectivas se relacionan directamente con la selección de unidades dentro
del verbo como en secar(se), reír, etc. y es de esta clase de unidades que nos ocuparemos en
primer lugar.

Es ya evidente que algunas unidades semánticas se relacionan entre sí de un modo jerárquico.


En lo más alto de la jerarquía están las unidades omnicomprensivas: verbo y nombre. Las
unidades selectivas ocupan un lugar intermedio en comprensión cubriendo áreas del espacio
conceptual algo más estrechas, como estado, proceso y acción. A medida que descendemos
en la jerarquía de lo más comprensivo a lo menos –de verbo, digamos, a acción- llegamos al
punto en que están las unidades que no incluyen a otras, unidades específicas en el más alto
grado. A estas unidades las llamaré léxicas. Así “llegar” y “reír” son unidades léxicas dentro
del área más general del espacio conceptual que yo he llamado acción. Las unidades léxicas
tienen varias propiedades que las distinguen de las unidades semánticas de otras especies.
El número de tales unidades en la lengua es sumamente elevado, quizá decenas de millares.
A causa de la probabilidad de ocurrencia mucho más baja de una unidad léxica, tal unidad
lleva con mucho la carga mayor de información de la oración; son las unidades léxicas las que
determinan principalmente lo que la oración dice. El inventario de unidades léxicas de una
lengua puede tener un núcleo bastante estable que cambia con el tiempo sólo gradualmente,
pero cuyos contornos están variando constantemente, con elementos nuevos que se agregan
y viejos que se pierden, a un ritmo extraordinariamente rápido con relación al cambio lingüístico
en conjunto. Además, cada hablante de una lengua tiene su propio caudal idiosincrásico de
unidades léxicas, cuyo núcleo comparte con los otros hablantes de esa lengua, pero algunas
de las cuales varían no sólo de un hablante a otro, sino también en el mismo hablante a lo
largo de su vida. El inventario de unidades léxicas es el más sensible a las influencias no
lingüísticas y el más influenciado por experiencias lingüísticas personales. Las unidades
léxicas pueden introducirse en una estructura semántica mediante reglas de carácter general.
El número de unidades léxicas introducidas producen configuraciones semánticas en donde
éstas se ubican.

La notación (1) representa la situación que aparece en (2), en donde “matar” se encuentra en
la intersección de proceso y acción.


Tomado de: Chafe, W. (1976). Significado y estructura de la lengua. Barcelona, Planeta.

1
1. 2.
VERBO
 VERBO
Proceso
Acción Proceso Acción
 Matar
Matar

Una manera más precisa de representar esta situación en gráficas de estructura semántica
sería la que aparece en (3), en donde se explica que acción no está incluida en proceso como
(1) señala, sino que proceso y acción se cortan mutuamente con “matar” incluida en la
intersección. Resulta, sin embargo, que para nuestras discusiones y manipulaciones de las
estructuras semánticas bastará con que sepamos, por ejemplo, que “matar” es proceso y
acción.

3. VERBO

Proceso-Acción

Matar

Sería conveniente tener un término especial para la unidad léxica que se da en el verbo. Yo
la llamaré raíz verbal. Así, las unidades como “matar” y “reír” se llamarán raíces verbales.
Hay, naturalmente, raíces nominales también: las unidades léxicas que se encuentran en los
nombres. Pero antes de considerar la introducción de raíces nominales en la estructura
semántica, debemos prestar alguna atención a las unidades selectivas que encontramos en
un nombre, como tuvimos que considerar las unidades selectivas de un verbo (estado,
proceso, etc.) antes de que pudiéramos hablar de las raíces verbales. Consideremos como
ejemplos iniciales los nombres: madera, cuerda, plato, elefante, Miguel, hombres, Enriqueta y
tigre.

Nombre contable. Una dicotomía que es tan importante en un nombre como la distinción
estado y no-estado en un verbo es la distinción entre un nombre contable y un nombre que no
lo es (normalmente llamado nombre masa). Un nombre puede especificarse como algo que
tiene un significado que implica una clase de individuos diferentes, como es el caso de todos
los nombres de la lista de arriba a excepción de madera, cuyo significado implica una masa
indiferenciada. Como el nombre implica, sólo los nombres contables pueden ser contados. Así,
podemos decir tres platos, etc., pero no tres maderas. Hay un sentido, sin duda, en el cual lo
último es muy posible (cuando significa tres clases de madera), pero lo que se cuenta son las
“clases” y no la “madera”. También es verdad que algunos nombres contables no pueden
contarse, como es el caso de “Miguel” y “Enriqueta” de la lista de arriba. Tales nombres se
especifican de una manera adicional que explica este hecho. (Es posible decir, desde luego,
tres Migueles, con el sentido de tres personas llamadas Miguel, pero tales sintagmas tienen
una clase especial de estructura semántica. Antes de formular una regla que diga que un

2
nombre puede ser especificado optativamente como contable, examinemos otro modo en que
puede especificarse un nombre.

Potente. Es claro que sólo se eligen ciertos nombres para funcionar como agentes de los
verbos de acción. Así, mientras es posible decir que Miguel, Enriqueta, los hombres, el tigre o
el elefante hicieron algo, no es posible lo mismo con cuerda o el plato, (dejando al margen
sucesos fantásticos tales como el del plato escapándose con la cuchara). El que un nombre
pueda funcionar como agente depende de su especificación semántica, como algo que tiene
el poder de hacer algo, algo que tiene fuerza propia, que es automotivado. En gran medida,
como los ejemplos dados hasta ahora señalan, este concepto de automotivación coincide con
el concepto de animación; esto es, son seres animados en su mayoría los que se conciben
con fuerza motivadora interna propia. Parece que hay algunos nombres, sin embargo, que no
son animados, pero que pueden funcionar como agentes.

4. a. El calor derritió la mantequilla


b. El viento abrió la puerta
c. El barco destruyó el muelle

Aquí, el calor, el viento y el barco tienen fuerza propia que les permite ejecutar ciertas acciones.
Con estas observaciones como base, yo indicaré que un nombre pude especificarse
optativamente como potente, queriendo decir que tiene o se concibe que tiene poder interno.
Podemos formular ahora una regla que combina la introducción de potente con la de contable:

NOMBRE............... Contable
Potente

Esta regla dice que un nombre puede especificarse optativamente como contable y/o potente.
Así pues, tenemos cuatro posibilidades, que podemos representar como:

NOMBRE NOMBRE NOMBRE NOMBRE


Contable Potente Contable
Potente

Animado. La especificación ulterior de un nombre es algo muy complejo y poco entendido, y


hay aquí muchos senderos que podríamos seguir. Como mi intención es indicar modos de
enfrentarse a los problemas más allá de dar soluciones exhaustivas, me contentaré aquí con
una consideración de varias especificaciones más reducidas que pueden aplicarse a potente,
y de una especificación que puede agregarse a contable. El concepto de animado se ha
mencionado ya. Se señaló en el último apartado que no era un concepto lo suficientemente
amplio como para explicar todos los nombres que se encuentran como agentes, y potente se
introduce para esa finalidad. Ahora reconoceremos, sin embargo, que probablemente existe
también una unidad semántica animado. Hay un número de verbos, por ejemplo, cuyos
pacientes tienen que ser animados normalmente. Esto es, deben ser concebidos por el
hablante, aunque no necesariamente por un biólogo, como pertenecientes a la categoría de
los animales. Por ejemplo, a y b son cosas que se dicen naturalmente, mientras que c y d no
lo son.

a. El elefante está cansado


3
b. Asusté al elefante
c. *El plato está cansado
d. *Asusté el plato

Estas y otras observaciones señalan la utilidad de formular una hipótesis de que un nombre
especificado como potente se especifique, además y optativamente, como animado. Como
suele suceder, esta especificación parece ser posible sólo cuando el nombre es también un
nombre contable. Es en la intersección de potente con contable, en otras palabras, en donde
animado puede ocurrir:

NOMBRE............... Contable
Potente................Animado

Un nombre que ha sido especificado como animado puede o no especificarse, asimismo, como
humano. El concepto humano casi siempre hace relación a los seres humanos en oposición
a otras criaturas animadas.

Es interesante el que una raíz nominal no humana intrínsecamente (como elefante, por
ejemplo) pueda ser personificada de tal modo que se la conciba como si tuviera ciertos
atributos humanos.

Volveremos a esta posibilidad después. Por el momento es sencillo formular que un nombre
animado puede ser humano optativamente:

NOMBRE............... Animado................ Humano

Los ejemplos ilustran que a un nombre humano se le da un género. Existen algunas


complejidades en esta área, pero aquí asumiré que un nombre humano si no está especificado
de otra manera, se entiende que es lo que normalmente llamamos masculino. En otras
palabras, tomaré el masculino para estado no marcado de un nombre humano, y el femenino
para estado marcado. En general, si no sabemos el sexo de un nombre humano, lo tratamos
conceptualmente como masculino. Agreguemos pues una regla que diga que un nombre
humano puede ser especificado optativamente como femenino:

NOMBRE............... Humano................. Femenino

La lista de las posibles especificaciones nominales dadas quedaría como:

NOMBRE NOMBRE NOMBRE


Contable Contable Contable
Potente Potente Potente
Animado Animado Animado
Humano Humano
Femenino

Único. Observemos, finalmente, que Miguel y Enriqueta difieren de los otros nombres de los
ejemplos dados anteriormente en que estos implican sólo un único individuo, una clase de un
solo miembro. Por este motivo, aunque son nombres contables no están sujetos a cómputo,
ya que el cómputo depende de la existencia de más de un individuo en la clase. Hay que saber
4
que mientras que hay muchos individuos llamados Miguel, cada uno de estos individuos es un
concepto distinto. Todos estos conceptos no tienen nada significativo que los agrupe excepto
el hecho de que todos están simbolizados por Miguel. Los “nombres propios” proporcionan
ejemplos de homonimia a gran escala. Cuando yo me refiero a una unidad semántica Miguel,
me estoy refiriendo a un concepto particular que recibe esa simbolización, no a la clase
arbitraria semánticamente y carente de interés de todos estos conceptos. Digamos, pues, que
un nombre puede especificarse además como único:

NOMBRE................Humano..................Único

Esta regla no permite nombres únicos inanimados como San Francisco. Una formulación más
adecuada debería permitir obviamente que los nombres contables fueran únicos, si son o
humanos o inanimados. Pero tomándolo como se ha formulado arriba, podemos decir que la
lista de especificaciones nominales dadas al final se señala en:

NOMBRE NOMBRE
Contable Contable
Potente Potente
Animado Animado
Humano Humano
Único Femenino
Único

Las unidades selectivas redundantes se pueden omitir. Así, por ejemplo, ambos femenino y
único, implican la presencia simultánea de humano y animado, potente y contable. La clase de
estructura total a que se ha llegado puede representarse de la manera que aparece en (5),
pero en esta obra se seguirá el modo de enumeración más simple, señalado en (6).

5 NOMBRE

Contable Potente

Animado

Humano

Femenino Único

Enriqueta

6. NOMBRE
Contable
Potente
Animado
Humano
Femenino
Único
Enriqueta

5
Así llegamos a configuraciones del tipo señalado en (7), más detalladas pero aún especificadas
incompletamente. Esta estructura yace bajo la oración “La explosión despertó a Miguel”. Hasta
este momento la discusión ha implicado que la generación de una estructura semántica
procede de la siguiente manera: Al principio se asignan al verbo unidades selectivas como
proceso y acción. Una vez asignadas, estas unidades determinan el resto de la estructura de
dos maneras: En primer lugar, limitan la elección de unidades léxicas para el verbo, como por
ejemplo “despertar” para la oración analizada pero no “muerte”. En segundo lugar determinan
el número y la relación de los nombres acompañantes, así que como proceso requiere la
compañía de un nombre paciente y como acción la de un agente. En otras palabras, las
unidades selectivas del verbo determinan no sólo el número y la relación de los nombres
acompañantes, sino también, hasta cierto punto, las unidades relativas de estos nombres. Que
el verbo tenga tal influencia quiere decir que el verbo, mediante sus unidades selectivas, limita
a la larga no sólo la selección de su propia raíz verbal, sino también la selección de las raíces
de los nombres que lo acompañan.

En (7), por ejemplo, el nombre agente está obligado por el verbo a ser potente, aunque la
elección de humano o no humano es optativa; además, el nombre paciente está obligado a ser
animado, aunque la elección de humano o no humano y de único o no único sean libres de
nuevo.

VERBO NOMBRE NOMBRE


Paciente Agente

Proceso Contable Contable


Acción Potente Potente
Animado
Humano
Único

Despertar Miguel Explosión

También podría gustarte