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TEMA 6: CATEGORÍAS GRAMATICALES

DEFINICIÓN Y PROBLEMAS

El término categoría presenta problemas. Es un termino que en lingüística tiene muchos significados y no
todos son coherentes entre sí.

Categoría (κατηγορία) procede de la filosofía griega, dónde significaba, literalmente, predicación.


Entonces, si nos basamos en esa definición de la filosofía griega, las categorías son las diferentes formas
en que pueden hacerse las predicaciones.

Una vez que se pasó a la lingüística, el término indica, normalmente, conceptos muy distintos. Por un lado,
las categorías son las partes del discurso, es decir, las clases de palabras (sustantivos, adjetivos, pronombres,
verbos, etc.). Por otro lado, son entidades más concretamente emocionales, es decir, el modo, el tiempo, la
persona, el género, el número, etc.; así es como lo vamos a entender.

Vamos a llamar categoría a cada uno de los pasos que vemos representados en el cuadro. Cada fila es una
categoría nocional.

Por ejemplo, si
tenemos el verbo
«dormir» en la fila B
tenemos la persona,
que es una categoría
que afecta al verbo y
vemos que le afecta la
1 persona, la 2 y la 3,
por tanto, tenemos 3
posibilidades de verbo;
si lo ponemos en
presente yo duermo, tú duermes, él duerme. Luego, añadimos otra fila que es el número; el verbo
puede estar en singular o plural. Para el singular hay tres formas, que son las tres personas (yo
duermo, tú duermes, él duerme) y para el plural hay otras tres formas (nosotros dormimos,
vosotros dormís, ellos duermen).

Con un sustantivo ocurre igual. Si en la 1 fila ponemos chico. La 2 fila se dividiría en 2 y sería,
por ejemplo, el género (chico/chica). La tercera fila también se divide en 2: en número
(chicos/chicas o chico/chica).

A cada una de estas filas se le llama categoría gramatical. Por lo tanto, son categorías gramaticales el género,
el número, el tiempo, el modo, la persona, el aspecto, etc.

Pero es una definición bastante reducida. La podríamos precisar más diciendo que es una categoría toda
clase de opciones gramaticales complementarias y homogéneas.

Complementaria porque al elegir una de ellas en una palabra se excluye, para la misma palabra, la otra.
Ponemos como ejemplo el número. El número lo podemos definir como el nombre de la categoría que se
asigna a las clases de opciones compuestas por el singular o plural, es decir, si designa a una cosa o varias
cosas. Entonces, estas opciones son complementarias porque si decimos que una cosa es singular no puede
ser plural. Las opciones de singular y plural son complementarias en sentido estricto porque al elegir una
de ellas en una palabra se excluye para la misma palabra la otra.

Pero, por ejemplo, si imaginamos una clase de opciones compuesta por la primera persona y el
singular. No se trata de una categoría complementaria porque pueden darse a la vez. Por ejemplo,
en un verbo. Por lo tanto, si elegimos 1 persona del singular no se trata de una categoría porque
las opciones de las que consta no son complementarias.

Homogénea porque las opciones que forman parte de una misma categoría lo son porque tienen su origen
en la codificación de una misma noción gramatical. Solo pueden hacer referencia a una noción.

Primera persona y singular están compuestas por dos nociones que no pertenecen a la misma
noción gramatical, por lo tanto no es una categoría. El número es una categoría homogénea; el
singular y el plural porque se codifican en la misma noción.

Las teorías modernas de las categorías gramaticales son una deuda de la antigüedad y de la Edad Media.
Se ha hecho una reformulación del patrimonio que tenemos y hemos adquirido de la antigüedad sobre todo.
A esta debemos la definición de casi toda la serie de categorías; nociones como el tiempo, la persona o el
modo ya se conocían en la reflexión lingüística de la antigüedad.

Por ejemplo, cuando Aristóteles definió el verbo dojo que era la forma que añade a su significado
tiempo. Por tanto, está ofreciendo una reflexión posterior de las categorías fundamentales. Ha
definido una parte fundamental del discurso; el verbo.

Lo que la lingüística ha hecho con este patrimonio ha sido recuperarlo y reordenarlo. Hay muy pocas
categorías gramaticales que constituyen un descubrimiento reciente. Entre estas está el aspecto, pero la gran
mayoría vienen redefinidas de la antigüedad.

La lingüística no se ha hecho preguntas epistemológicas de estas categorías heredadas del pasado ni nos
hemos esforzado en reflexionar sobre ellas. Por eso, entre tantas cosas, hay tanta confusión con el término
de categoría. Además, hoy en día, no contamos con ninguna metodología rigurosa para estudiar las
categorías gramaticales. Por eso, no podemos asegurarnos de que estas sean las categorías necesarias y no
pueda haber otras, ni que identifiquemos otras categorías que puedan ir surgiendo.

VÍAS PARA IDENTIFICAR LAS CATEGORÍAS GRAMATICALES


En general, tenemos dos vías para identificar las categorías gramaticales:

➢ A posteriori

Se observa un número muy grande de lenguas y se intentan reconstruir las categorías gramaticales que se
ven en común en ese número de lenguas. Para hacer esta investigación, hay que estudiar un número enorme
de lenguas para llegar a algún consenso de categorías gramaticales universales.

➢ A priori

Se analiza a fondo el concepto de lenguaje y lengua. De este análisis se derivarán algunas categorías
gramaticales. Por ejemplo, este procedimiento lo utilizó Émile Benveniste para construir una lista de
categorías universales de las lenguas. Él parte de una premisa muy simple; cada enunciado lingüístico tiene
un emisor y un receptor. Por lo tanto, el emisor y el receptor son elementos indispensables en todo acto
enunciativo. Esta consideración hace pensar a Benveniste que toda lengua tiene que poseer los medios para
designar, al menos, a la persona que produce el enunciado. La categoría de persona, por tanto, es universal
y los pronombres personales yo y tú están presentes en todas las lenguas de formas distintas porque sirven
para designar a los participantes fundamentales del acto enunciativo.

Este hombre llegó a la conclusión de que el emisor siempre se sitúa en un tiempo y espacio determinados.
A partir de este espacio, es sobre el que se definen todas las demás determinaciones espaciales y temporales.
Es decir, que el tiempo se cuenta a partir del momento en el que el emisor abre la boca. Por lo tanto, todas
las lenguas deben tener los medios para indicar tiempo y espacio; por ende, son universales.
El momento de la enunciación es el presente y, por eso, todas las lenguas deben tener un medio para
designar el presente. A partir de ahí, se van construyendo el resto de las nociones temporales. El presente
es universal y, luego, cada lengua articula de forma diferente el resto de los tiempos no presentes.

Este procedimiento tiene una gran ventaja, que es el ahorro de trabajo empírico. Pero también tiene un
inconveniente: no permite identificar las categorías que no sean universales.

Por ejemplo, aunque en algunas lenguas se distinga entra animado e inanimado, estas categorías
no son gramaticales y no pueden deducirse a priori. Habría que mirar cada lengua para ver como
se manifiesta, si lo hace.

ASPECTOS DE LAS CATEGORÍAS GRAMATICALES

CATEGORÍAS IMPLICITAS Y EXPLÍCITAS.


Hay dos categorías, las implícitas y las explícitas.

Las explícitas son las categorías en las que cada miembro de la opción gramatical tiene una contrapartida
en el plano de la expresión. Es decir, que a cada opción nocional corresponde una forma.

Por ejemplo, el singular y el plural: si ponemos casa para el singular hay una forma y para el
plural hay otra, casas. Entonces, si queremos decir casa en singular lo decimos, y si queremos
decirlo en plural, decimos casas.

Las implícitas son las categorías en las que no hay distinción en el plano de la expresión. Es decir que
tenemos dos opciones nocionales, pero solo una forma.

Por ejemplo, la palabra crisis coincide la forma en la noción nocional de singular y plural, es
decir, se dice igual en singular y en plural.

Si la categoría de número, normalmente, es explícita, pero existen casos en los que esto no es válido. Lo
vemos también en la distinción entre humano y no humano. Es implícita, normalmente, cuando el nominal
hace de CD (He visto a tu madre, la preposición marca que es humano), pero si decimos «He visto un
perro» no tenemos preposición, lo que marca que no es un humano. Si decimos «He visto a Lago»
(refiriéndose al perro), lo estamos personificando. El CD que se refiere a un humano siempre va seguido
de la preposición «a». Volviendo a si es implícita o no, siempre lo es (no hay diferencia) a excepción de
estos casos; cuando el nominal hace de CD, solo en ese caso es explícito.

Otras lenguas como el inglés presentan categorías que son casi completamente implícitas. Por ejemplo, la
distinción de género en inglés es implícita; tenemos un sustantivo «the car» o «the girl» y no hay una marca
que diga que uno es masculino o femenino. Si sustituimos el nombre por un pronombre sí que es explícita.

Por ejemplo, los animales pequeños ponemos el pronombre it, en los grandes he y las ciudades el
she.

Entonces, las categorías gramaticales se consideran una asociación de una determinada noción como una
parte del contenido, por ejemplo, singular y una determinada forma como expresión, por ejemplo, casa.

CATEGORÍAS SISTEMÁTICAS Y AISLADAS


Las sistemáticas pueden aplicarse a casi todas las formas de una determinada clase de palabras. Por
ejemplo, el género y número en los sustantivos y adjetivos.
Las aisladas solo pueden aplicarse a algunas formas de una determinada clase de palabras. Por ejemplo, en
español, los pronombres personales; la única forma de caso que hay en español son los pronombres
personales que actúan como CD o CI (lo/la/los/las/le/les). Esto es una categoría asilada.

Estas dos distinciones señaladas (implícitas, explícitas, sistemáticas y aisladas) pueden cruzarse entre ellas
y dar lugar a cuatro combinaciones teóricas.

➢ Las explícitas sistemáticas


➢ Las explícitas aisladas
➢ Las implícitas sistemáticas
➢ Las implícitas aisladas

Por ejemplo, en inglés el género es una categoría implícita aislada porque si se ponen los sustantivos no
distingue género, pero si ponemos los pronombres sí.

Esta clasificación tiene cierto interés porque se puede suponer que las categorías explícitas sistemáticas son
más estables diacrónicamente y están menos sujetas a fenómenos dinámicos, es decir, varían menos. Las
categorías implícitas aisladas tienen mayores posibilidades de sufrir cambios.

Una categoría explícita en español es el género (chicho/chica) porque se cambia el morfema


flexivo, pero hay palabras que no varían en cuanto al género; si digo es una vela candente o un
fuego candente, en este caso es implícita porque no cambia.

Otro ejemplo de implícita es el presente y el pretérito perfecto simple de guiar; guio y guio. Solo
cambia la pronunciación. Otro ejemplo es el pretérito perfecto simple en 1 y 3 (yo comía, él comía).
Otra de implícita son los nombres que designan a profesiones como periodista, que no varía. En
principio, portavoz tampoco varía.

PERSONA

La persona es el recurso mediante el cual las lenguas consiguen señalar, en el proceso de la enunciación,
quién es el emisor del enunciado y quién es el que lo recibe.

El emisor en el momento en el que toma la palabra para producir el enunciado se llama a sí mismo como
«yo» (1ª persona). Este pronombre, por lo tanto, es el nombre que el que en un determinado momento está
hablando lo usa para designarse a sí mismo. Como el enunciado se dirige a un receptor, el emisor necesita
un medio para llamar a este receptor, que es tú (2ª persona), que es, lo por tanto, el nombre que el emisor
utiliza para designar al que, en un determinado momento, está recibiendo el enunciado.

El emisor y el receptor deben ser seres humanos porque los animales y las plantas, de momento, no hablan.
Por eso, estas personas tienen equivalente en todas las lenguas. Pueden designar a animales o cosas siempre
en un lenguaje figurado, el lenguaje de los cuentos, poesías, etc.

Un emisor y un receptor son indispensables para que pueda haber enunciación, así que, la primera y la
segunda persona son universales lingüísticos. No se puede concebir enunciación si no están presentes y no
hay lengua en la que no haya unas palabras específicas para yo y tú.

La persona es la categoría gramatical que informa sobre los participantes y se manifiesta como propiedad
flexiva de los pronombres personales, de los posesivos y del verbo. La primera persona identifica al emisor,
la segunda designa al destinatario o destinatarios y lo hacemos a través de los pronombres personales. La
tercera persona corresponde a la entidad de la que se habla y se caracteriza por los pronombres personales
él, ella ellos, ellas.

La persona es una categoría deíctica. Esto significa que el emisor se llama a sí mismo yo mientras tiene la
palabra. En el momento en el que la palabra pasa a otro, es este el que se llama a sí mismo yo y el otro pasa
a ser el receptor y se le llama tú. La conversación es el juego del paso del yo al tú para designar a cada uno
de nosotros y esto es continuo.

La primera y la segura persona siempre van a designar a personas auténticas, es decir, que están presentes
en la conversación. La tercera persona designa a una entidad que no tiene porqué estar presente y ni siquiera
tiene porqué ser persona. La primera y segunda persona siempre se van a designar como yo y tú, y la tercera
persona no está marcada por esos términos especializados.

Solo el pronombre de tercera persona puede cambiar de género; en castellano a masculino y femenino, pero
en otras lenguas también a neutro. Los de la primera y segunda persona, normalmente, carecen de género.
Esto viene así del latín, ya que ego y tu no cambian de género, pero is, ea, id/ ille illa illud/ ipse ipsa ipsum
sí que lo hacen porque son de 3ª persona.

Este sistema nos debería explicar porque las personas presente en una lengua son solo tres. No existen
lenguas en las que hayan más de tres personas. La primera y segunda son fundamentales y todo lo demás
forma parte de la tercera; funciona como un contenedor para designar a las entidades lejanas de la
enunciación.

Si decimos él se puede referir a una persona, un animal, un objeto, etc. Pero si decimos yo o tú
solo se refiere al emisor y al receptor.

La categoría de persona se entrelaza de diferentes maneras con la de género y con la de número.

PERSONA Y NÚMERO
Son los más interesantes. Los pronombres personales pueden ser, morfológicamente, singulares y plurales
y también hay lenguas que permiten que sean duales (ambos en español) o triales.

El pronombre nosotros es el plural de yo, pero nosotros tiene una situación especial porque emisor suele
haber solo uno, a no ser que todos emitamos el mismo enunciado a la vez. No es exactamente el plural de
yo, básicamente; significa yo más algún otro que no habla al mismo tiempo. En cambio, vosotros sí que es
el plural de tú porque sí que puede haber varios receptores al mismo tiempo.

Partiendo de este nosotros, hay en muchas lenguas que aparecen plurales de los pronombres personales que
se usan como rituales de referencia.

➢ Pronombre alocutivo: Es el pronombre que usamos para dirigirnos a los demás. En francés. En
francés, por ejemplo, el pronombre vous se utiliza como un símbolo de respeto, de cortesía hacia
el receptor, que es desconocido.

➢ Plural mayestático: El nosotros como plural mayestático finge que el hablante no es uno, sino
varios, para concederle una mayor importancia a lo que estamos diciendo. Esto viene del lenguaje
de los reyes, por ejemplo, en el discurso del rey de Navidad habla en este plural mayestático. Por
ejemplo, estamos muy orgullosos de la actitud de nuestro equipo.

➢ Plural de modestia: Consiste en usar el plural de una manera de “humillarse simbólicamente”, es


decir, de esconderse entre una multitud. Por ejemplo, cuando se escribe un artículo académico nos
podemos encontrar con oraciones como: “Nosotros hemos descubierto…”. Este nosotros puede
ser un plural de modestia, para referirse a una sola persona, que se “esconde entre la multitud”.
También cuando un jugador dice “Hemos luchado hasta el final”.

REFERENCIA PERSONAL
Al hablar de esta categoría de persona solo nos hemos centrado en una manifestación, que son los
pronombres personales. Esta categoría también se puede presentar bajo otras formas, es decir, que pueden
aparecer en otras clases de palabras, por ejemplo, los adjetivos posesivos.

Aunque el término con el que se designe a los posesivos alude a una relación de pertenencia o de posesión,
su función no es la de indicar posesión, sino la de indicar las relaciones que se establecen entre las personas
y lo que está representado por los nominales. Es decir, estos posesivos señalan que entre el objeto designado
por un nominal y una de las tres personas posibles existe una relación, no necesariamente posesiva.

Por ejemplo, Silvia juega con tu muñeco → Se puede referir al muñeco que el receptor le regaló,
pero si que puede haber una relación de posesión. Otro ejemplo, Silvia habla con su profesor→
Evidentemente, el profesor no le va a pertenecer, pero puede ser su profesor favorito, por ejemplo.

GÉNERO

Es la categoría que se aplica generalmente a los nombres (y a los nominales), a partir de la que estos se
disponen en las clases indicadas normalmente con los términos: “masculino”, “femenino” (y en las lenguas
que lo permiten), “neutro”. El género puede ser implícito o explícito y proyectarse en distinta medida sobre
el conjunto. En español, por ejemplo, el artículo y el adjetivo concuerdan en género y número con el
nombre. En árabe y en euskera las segundas personas verbales tienen una forma masculina y otra femenina.

La articulación básica de la noción de género es la siguiente: junto a un masculino y un femenino, se


reconoce también un neutro. El neutro es una caracterización intermedia que se adjudicaba especialmente
a nombres referidos a entidades carentes de voluntad autónoma, es decir, a los inanimados.

Pero no siempre las palabras masculinas designan objetos “varón” y las femeninas objetos “hembra”. La
base natural no está necesariamente establecida en el sexo, sino que puede ser ofrecida por otros parámetros.
También, hay que tener en cuenta que hay lenguas más sensibles que otras a la correspondencia entre género
natural y género gramatical.

A lo largo de la historia, los sistemas de correspondencia han sufrido desplazamiento, incluso considerables,
que han alterado muchísimo el supuesto orden con el que se presentaban originariamente. Esto ha hecho
que las lenguas sean imprevisibles en cuanto a la selección de género.

Por ejemplo en la evolución del latín a las lenguas romances ha desaparecido el neutro y se han
redistribuido los masculinos y los femeninos; esto nos hace ver que el género gramatical y el
natural son esporádicos. También hay diferencias entre las lenguas romances, por ejemplo en
italiano se dice il soprano, mientras que en español es la soprano.

Esto implica que el aprendizaje de otras lenguas sea bastante complicado.

SISTEMAS DE GÉNERO
Las lenguas responden de manera diferente a la partición de género. Existen 3 tipos de sistemas de género:

LENGUAS QUE NO CUENTAN CON DISTINCIONES


El inglés es un ejemplo de este tipo de lengua. No existen marcas formales para determinar el género de los
nominales. Es decir, que el adjetivo y el artículo no concuerdan con el nombre.

En el inglés, se actúa de forma implícita, ya que hay una cosa que sí que cambia de género; cuando el
nominal se sustituye por el nombre. Entre estas lenguas que no cuentan con distinciones estaría el turco
también.

LENGUAS QUE DISTINGUIEN EL MASCULINO DEL FEMENINO


Entre estas están toda la familia de las romances, en las que lo habitual es que los objetos hembra sean
femeninos y los macho sean masculino. Pero, el género del resto de los objetos es inmotivado, es decir, que
se da por casualidad.

Los sustantivos no tienen género neutro en español, pero sí hay algo que lo tiene: los demostrativos (esto,
eso, aquello), los cuantificadores (tanto, mucho, cuanto, poco), el artículo lo y los pronombres ello y lo. Sin
embargo, el género en que aparecen los adjetivos y otros modificadores en estos elementos neutros no se
diferencian morfológicamente del masculino.

Por ejemplo, en la oración «Todo ello era falso», ello está en neutro y el adjetivo falso y todo en
masculino.

También son neutros los pronombres que se utilizan para sustituir oraciones, por ejemplo, «No, no dijo
eso» o «No lo supe».

Esta correspondencia entre objetos macho/masculino y objetos hembra/femenino se ve frecuentemente


alterada.

Por ejemplo, si digo «La guardia cambió a las 14:00», la guardia es femenina, pero no designa
un objeto femenino (ahora ya sí porque hay mujeres en el ejército, pero antes no había).

Hay casos en los que un género único abarca indistintamente a los dos géneros, por ejemplo, el tigre. Otros
en los que la forma de la palabra no deja entrever ninguna marca de género, por ejemplo, belga. En algunas
de estas situaciones el único modo de señalar la referencia a uno u otro género es añadir material léxico (el
tigre hembra). Esto da tres tipos de sustantivos:

➢ Sustantivos ambiguos en cuanto al género: pueden utilizarse indistintamente como femeninos o


masculinos para designar la misma entidad. Generalmente, estas entidades son inanimadas. Por
ejemplo el mar/la mar o el maratón/la maratón. Hay restricciones porque no podemos decir las
mares; en plural solo es en masculino. Igual pasa con el arte>las artes.

➢ Sustantivos comunes en cuanto al género: son los sustantivos de persona que designan tanto a
hombres como mujeres. Estos sustantivos no permiten distinguir el sexo de las entidades a las que
se refieren porque no se emplean sufijos flexivos. El género se marca mediante los elementos que
lo acompañan (adjetivos y determinantes). Por ejemplo el/la estudiante o el/la cónyuge.

➢ Sustantivos comunes de género epiceno: son sustantivos de un solo género que designan seres
vivos (animales, plantas, personas), pero que no poseen ninguna marca formal que permita
determinar su sexo. En este grupo, la mayoría son nombres de animales. Podemos determinar el
género poniendo un modificador, por ejemplo, el cocodrilo macho/hembra. La concordancia de
los modificadores se hace con el sustantivo: se dice el tiburón hembra es muy peligroso. También
encontramos nombres de personas epicenos: víctima, criatura, personaje, rehén y vástago.

Otra particularidad es que, en las lenguas con estos dos géneros, las diferencias de género pueden funcionar
como un recurso económico, ya que son capaces de crear distinciones léxicas. Tenemos palabras
morfológicamente emparentadas que cuando cambia el género, cambia el significado.

Por ejemplo, el pozo/la poza, el cesto/la cesta, el bolso/ la bolsa, el naranjo/la naranja, el
almendro/ la almendra.

En principio en español, en la oposición entre el masculino y femenino, el masculino opera como el género
no marcado normalmente.

Por ejemplo, si decimos los romanos incluye tanto a los romanos como las romanas.
Este sistema de masculino y femenino está enriquecido por la presencia de un neutro; en latín, en griego,
el alemán, el español, el ruso tienen este tercer género.

En otras lenguas se lleva una bipolaridad entre masculino y femenino, sino que, por ejemplo, en el
alongqués se da una diferencia entre animado e inanimado.

Por ejemplo, el alongqués (lengua de Canadá), los referentes animados son los dotados de vida
propia, pero se aplica también a árboles, piedras, objetos astronómicos…

SISTEMAS DE VARIOS TÉRMINOS


En este caso la oposición no se produce entre dos o tres términos, sino que es una oposición muy compleja.

En lenguas como el swahili se distinguen numerosas clases de nombres, cada una de las cuales asociadas
una idea básica, marcadas por un prefijo especial llamado clasificador, que generalmente varía en singular
y en plural, es decir, es diferente.

NÚMERO

El número es el nombre que se da a una categoría que se manifiesta en la oposición entre el singular y el
plural, por ejemplo, casa/casas. Se trata de un recurso para indicar las cantidades en sentido cardinal. En
este sentido, el singular indica “lo que es uno” y el plural “lo que es más de uno” (el plural no tiene que
estar especificado).

En los sustantivos, proporciona información cuantitativa sobre las entidades que se designan, mientras que
los adjetivos no aportan información significativa; no tienen número, se adaptan al número del nominal al
que acompañan para concordar. Con el verbo sucede lo mismo.

Como el número implica una cantidad cardinal, se relaciona con una clase de elementos lingüísticos de
forma muy estrecha: los cuantificadores. Entre estos tenemos los indefinidos (alguno, algunos mucho), los
definidos (incluyendo numerales: uno, dos tres; y otros como un par de, una decena, alrededor de). Sin
embargo, aunque existe esta asociación con los cuantificadores, este efecto cardinal del número gramatical
a veces es paradójico

Por ejemplo, con el indefinido «algún» el singular no indica la cantidad de uno, sino de más de
uno: «He comprado algún cuaderno». En esta frase no nos referimos a un solo cuaderno, sino a
una cantidad mayor de uno.

El número está relacionado, en las lenguas que lo tienen, con el artículo y, por tanto, con el concepto de
determinación.

Por ejemplo, si decimos «Dame el libro» nos referimos a un solo libro perfectamente identificado
por el emisor y el receptor.

El número es una categoría muy compleja que se entrecruza con conceptos semánticos. Desde la morfología
vamos a diferencias tres sistemas:

➢ Lenguas que distinguen entre singular y plural: es el caso más frecuente. En él, el singular se
diferencia del plural por una marca expresa morfológica (casa/casas), o por un morfo cero (la
crisis/las crisis)

➢ Lenguas que tienen singular, plural y dual: es una forma de valor estrictamente cuantitativo,
que se refiere a objetos que se presentan en pareja. Por ejemplo, aparecen en lenguas como el
griego o el árabe. En castellano lo tenemos en palabras como «ambas/ambos».

➢ Sistemas de número con trial, alicuo, cuadrial: se incluyen pocas lenguas.


o Trial: especialmente para los pronombres que se presentan de 3 en 3.
o Alicuo: es una caracterización morfológica que significa “algún”.
o Paucal: designa cantidades reducidas.
o Nular: usado para designar cero unidades.

ASPECTOS SEMÁNTICOS Y LÓGICOS


En español y otras lenguas que tienen el artículo determinado, el singular y el plural sirven para expresar
una compleja gama de situaciones lógicas.

Para entenderlo hay que


fijarnos en la imagen. En la 1
el singular determinado sirve
para indicar toda una clase de
individuos, que se entiende
genéricamente. Es decir, que
el caballo sería igual que
todos los caballos. Este
singular designa a una
pluralidad. En la 2, el
singular se refiere a un
individuo único. La 3 tiene la
misma función que la del singular de la 1, es decir, que son enunciados sinónimos. La 4 el plural indica
una pluralidad de individuos. Entonces, se puede decir que «los caballos» de la 4 es el plural de «caballo»
de la 2, mientras que los caballos de la 3 no es el plural de la 1.

La definición de uno u otro valor del singular o el plural está especificada no solamente por la forma
externa de los nominales, sino por la naturaleza del predicado. La 1 tiene un predicado general, mientras
que la 2 tiene un predicado particular. Podemos ver esto porque no se pueden asociar en el mismo
enunciado un predicado particular y otro general, por ejemplo, «El caballo, que es un animal resistente, ha
llegado primero». Este ejemplo muestra que, en cuanto a lo que se refiere a número, la correspondencia
entre la forma y el significado, a veces, es insuficiente.

CLASES DE NOMBRES EN CUANTO A LA NATURALEZA SEMÁNTICA


Se distinguen entre:

➢ Nombres numerales: se refieren a objetos que pueden ser contados y a los que se le puede
designar un cuantificador. Por ejemplo manzana: podemos tener una manzana, cinco manzanas,
pocas manzanas.

➢ Nombres de masa o nombres compactos: indican masas indistintas de material. Por ejemplo,
leche no tiene normalmente plural al igual que harina, agua, azúcar. La posibilidad de acortar las
partes del todo, la podemos obtener mediante un cuantificador indefinido: he gastado un poco de
agua.

➢ Nombres colectivos: se refieren a una multiplicidad de individuos como rebaño, muchedumbre,


piara. Constituyen un intermedio entre los numerales y los de masa porque indican conjuntos no
numerables, pero también admiten plural.

DEFINIDO/INDEFINIDO
El indefinido tiene como curiosidad que con sus enunciados se pueden hacer referencia a entidades con
distinto grado de precisión. Por ejemplo la imagen. La más
definida sería la 1 porque se dice que he visto una entidad
concreta. Una ciudad deja indefinido el nombre de la ciudad, pero
sí se indica el tipo de entidad. Algo sería la más indefinida, no dice
el tipo de entidad ni el nombre.

Por lo tanto, podemos ver que el hablante puede moverse entre


dos extremos:

• El nombre propio, que identifica la entidad a la que se


hace referencia.

• El pronombre indefinido, que ocupa un lugar en el enunciado sin especificar nada más.

Las lenguas permiten, mediante este sistema, dar un espacio más definido o indefinido a las palabras.

Aquí aparece otra categoría gramatical indicada por la oposición definido/indefinido, que actúa sobre
los nominales.

• Definido→ Se refiere a un individuo identificado (si hace falta) o identificable (respecto a los
demás de la clase).
• Indefinido→ Actúa sobre un elemento referido a un individuo no especificable (o mejor, que no
se puede o no se quiere especificar), que es mencionado solamente de manera genérica.

Esta categoría se puede expresar en las lenguas de tres formas:

• Sintagmáticamente: mediante un sintagma nominal constituido por el nombre en cuestión y por


un recurso cualquiera de definición o indefinición → Ha venido un chico.

• Morfológicamente: se combina un afijo con la raíz nominal. Esto en castellano no existe.

• Atribuyendo a una palabra concomitante: por ejemplo, un adjetivo que acompaña a un nombre.
De esta manera, se define un objeto→ Ha venido el chico rubio.

CASO

El caso consiste en ponerle un morfema a cada función sintáctica, el ejemplo más evidente son las flexiones
nominales del latín. Es una categoría típica de los nominales y fue una de las primeras que se identificó.

En latín, los nombres, pronombres y adjetivos pueden, cambiando el sufijo, asumir seis formas: nominativo,
vocativo, acusativo, genitivo, dativo y ablativo.

La finalidad básica del caso es marcar las funciones gramaticales desempeñadas por los nominales.
Siempre se va a ver que el nominativo aparece en primer lugar, ya que indica el sujeto. Otra función
gramatical marcada por el caso es la de CD, que está en acusativo en latín.

No obstante, en cada lengua el caso puede aparecer de forma diferente:

➢ Lenguas ergativo-absolutivas: el euskera por ejemplo.


o El caso ergativo: es un caso gramatical que se emplea para marcar el sujeto de un
verbo transitivo.
o El caso absolutivo: se utiliza para marcar el sujeto del verbo intransitivo tanto como el
CD de un verbo transitivo.
Este sistema es un sistema mínimo de marcaje, pues solo requieren dos marcas para tres posibles papeles
temáticos: el sujeto de un verbo intransitivo (de una predicación intransitiva), el sujeto de un verbo
transitivo y el CD de un verbo transitivo.

Por ejemplo, en euskera, nos podemos encontrar:

Gizona etorri da =El hombre ha venido.

Mutila etorri da= El chico ha venido.

Gizonak mutila ikusi du= El hombre ha visto al chico. [La –k es la marca de ergativo]

Hay otros casos que nos ayudan a fijar el enunciado en el contexto, se incluyen en una dimensión más
extralingüística.

Tenemos el dativo, que normalmente es el destinatario de la acción ejecutada por el actor: praemia victori
dare. Aunque también tiene otras funciones, como señalar pertenencia: patri est filius.

Existen también casos locales, cuya función es la de señalar la localización espacial, de forma similar a lo
indicado por las tradicionales denominaciones de algunos complementos. El sistema mínimo de casos
locales tripartito: “lugar a donde”, “lugar en donde”, lugar de donde”. Vendría a ser el equivalente al
locativo latino.

TIEMPO

Aristóteles llevo a cabo la primera caracterización de las categorías específicas del verbo.

El tiempo no solo se marca mediante el verbo, sino también otros medios lingüísticos designan el tiempo,
que parece ser una propiedad global del enunciado.

No siempre el verbo expresa tiempo: diversas formas verbales tienen, junto a esta capacidad, también la de
indicar la cualidad del acontecimiento (duración, repetitividad…).

¿QUÉ SIGNIFICA CONCRETAMENTE QUE EL TIEMPO ES UNA PROPIEDAD DEL VERBO?


Significa que los enunciados lingüísticos nos permiten ubicar en una gama de puntos del tiempo los
acontecimientos sobre los que hablan: Haré mañana la declaración de la renta/ Hace dos años hice la
declaración de la renta.

La localización de los enunciados se mide a partir del momento en que el emisor los produce.

El momento de la enunciación es el presente, todo lo que esté más a la derecha será futuro y todo lo que
esté más a la izquierda, será pasado.

Tenemos dos niveles de organización temporal en las lenguas:

• El punto de la enunciación → en que el emisor abre la boca para producir sonido.


• El punto del acontecimiento → en que sale el acontecimiento se localiza.

Se puede construir un sistema ideal de tiempo:

• Una forma verbal que sirve para indicar que el punto de la enunciación y del acontecimiento
coinciden (presente).
• Una forma verbal que indica que el acontecimiento está situado antes del punto de la enunciación
(pasado).
• Una última forma que señala que el acontecimiento está situado después (futuro).
Pero nos encontramos con que dentro del pasado podemos tener acontecimientos localizados en diferentes
momentos. Por eso, podemos tener un esquema un poco más elaborado:

No todas las lenguas tienen formas expresas para rellenar todas las casillas del esquema

Había bebido demasiado y estuvo mal toda la noche

A B

A se refiere a un acontecimiento anterior a B.

Algunas generalizaciones sobre el tiempo:

La oposición fundamental referente al tiempo parece ser no tanto presente/pasado/futuro, cuanto pasado/no
pasado. Si aparece muy frecuentemente una forma especializada para indicar el pasado, la forma que queda
(el “no pasado”) sirve a menudo para indicar tanto el presente como el futuro. En castellano podemos
emplear el presente con valor de futuro.

No son pocas las lenguas que no tienen una forma dedicada para el futuro, debiendo indicarlo mediante
formas perifrásticas.

El presente es a menudo usado para dar al enunciado el valor de aserción permanente (o sin tiempo): El
agua hierve a cien grados.

Se pueden localizar los acontecimientos a distancias referentes (en el pasado y en el futuro) respecto al
punto de la enunciación, indicando más o menos concretamente el grado de distancia entre los dos puntos.
En español tenemos las distinción entre pretérito perfecto e imperfecto. El primero señala una distancia
menor que el segundo del punto de enunciación.

En las lenguas que no distinguen entre la localización próxima y la remota se realiza mediante expresiones
temporales. Además, hay otras lenguas que tienen una mayor precisión.

También hay otras lenguas que tienen un tipo especial de formas verbales para contar leyendas.

ASPECTO

El aspecto es una categoría que actúa sobre los verbos. En algunas lenguas es implícita mientras que en
otras se muestra de forma explícita.

En español tenemos dos formas:

1. Juan duerme → Juan está durmiendo. Es un proceso ya instaurado de determinada duración.

2. Juan se duerme → Juan está en proceso de dormise. Habla del comienzo del proceso.

El hecho de que entre los dos verbos haya una diferencia importante lo podemos constatar al ver cómo
reaccionan de manera diferente a una prueba de especificación temporal: podemos decir: Juan duerme
durante tres horas, pero no podemos decir *Juan se duerme durante tres horas.
El aspecto en español está implícito, es decir, no ponemos ningún morfema ni ningún morfo para marcar el
aspecto. Entonces para saber cuál es el aspecto que expresa un verbo, tenemos que hacer unas pruebas. Una
de las pruebas es la especificación temporal: sabemos si un verbos es durativo o no, o imperfectivo o no si
le ponemos un determinado elemento que exprese tiempo.

Una diferencia análoga la podemos encontrar entre enunciados como los siguientes:

1. He encontrado el libro→ Es la conclusión del proceso.

2. He buscado el libro → Es un proceso que tiene una duración.

También estos dos verbos responden de forma distinta a la prueba de especificación temporal, podemos
decir: He buscado el libro durante dos días, pero no podemos decir *He encontrado el libro durante dos
días.

La diferencia entre dormirse y dormir, o entre buscar y encontrarse es una diferencia de aspecto, que es el
modo en que el proceso indicado por el verbo es descrito por el verbo en sí.

El aspecto es una categoría esencial, en cuanto que parecen ser más numerosas las lenguas que
gramaticalizan oposiciones de aspecto que las que se basan en distinciones de tiempo.

Cada uno de los verbos citados antes hace pertinentes frases distintas del proceso indicado por el verbo:

• Dormirse → Subraya la fase inicial del proceso (verbo incoativo).

• Dormir → Subraya el rasgo del proceso ya instaurado y duradero (verbo durativo).

• Encontrar → Indica la conclusión del proceso (verbo resultativo).

Las etiquetas para indicar los distintos tipos de aspecto pueden ser numerosas. De los aspectos verbales
podemos construir una escala ideal que permite que se deduzcan a partir de una única forma.

Un acontecimiento o acción tiene tres fases: principio, desarrollo y final.

En cada fase se pueden llevar a cabo diferentes operaciones:

• Co-aparición de principio, desarrollo y final: el acontecimiento se presenta en su globalidad sin


exclusión de ninguna de sus fases.

• Eliminación o neutralización: la fase afectada se reduce a cero. Podemos por lo tanto obtener
una eliminación de principio, de desarrollo o de final, o incluso de más de una fase. Si quitamos
el final, la acción tiene un aspecto imperfectivo.

• Focalización: se enfatizan una o más fases (en cursiva). Si focalizamos el principio, es aspecto
será incoativo. Si le damos más énfasis al final, el verbo será resultativo, como encontrar. Incluso
podemos formalizar los tres, el verbo será intensivo.

• Iteración: una o más fases se pueden repetir. El acontecimiento se presenta como constituido por
una serie de momentos en estrecha sucesión temporal. Podemos repetir todo el acontecimiento:
recursivo, iteración de todo el acontecimiento. Si solo se repite una fase del acontecimiento, el
verbo se llama iterativo.

Dentro de esta escala teórica, las lenguas seleccionan sus soluciones, en algunos casos gramaticalizando y
en otros lexicalizando el aspecto. Algunos verbos del español tienen una dimensión aspectual lexicalizada,
por ejemplo, no podemos decir que los verbos pronominales, pronombre se, sean siempre incoativos,
aunque en algunos casos sí lo sean. Solamente su significado y las pruebas a las que se les puede someter
permiten identificar su aspecto.
En otras lenguas las diferencias de aspecto están gramaticalizadas: señaladas por marcas explícitas y
sistemática.

Una distinción básica en el ámbito aspectual es la que existe entre perfectivo e imperfectivo:

✓ Perfectivo→ Describe el acontecimiento como concluido. Se enfatiza el final.

✓ Imperfectivo→ No dice nada acerca de si el acontecimiento ha sido o no completado. Elimina el


final.

Si hacemos que entren en juego las distinciones de tiempo, la gama de las posibles soluciones se complica
mucho. Algunas formas temporales tienen a la vez la función de localizar los acontecimientos en el tiempo
e imponerles un aspecto concreto. En español, por ejemplo, el imperfecto transforma en imperfectivas o
durativas las voces léxicas que adoptan en su flexión: Nos bañábamos todos los días. El pretérito indefinido
convierte al acontecimiento en puntual: Estábamos jugando al aire libre y de repente se puso a llover.

En español, donde el aspecto es implícito la combinación de un verbo por sí resultativo, como encontrar,
puede asumir un carácter aspectual distinto si está en imperfecto: Buscaba durante horas, pero no
encontraba nunca nada.

MODALIDAD Y MODO

Los enunciados sirven para expresar una gama de actitudes del hablante de cara a lo que dice o a los
acontecimientos de los que está hablando.

Por ejemplo, si tenemos los enunciados Llega el tren: expresa una realidad verdadera o falsa (indicativo).
Ojalá puedas venir: expresa un deseo (subjetivo). ¡Coge el vaso!: ordenar (imperativo).

LA MODALIDAD
Las distintas manifestaciones lingüísticas de la actitud del hablante hacia lo que dice o los
acontecimientos a los que se refiere; esto es lo que llamamos Modalidad. Es una categoría reconocida
desde la antigüedad y puede actuar de formas diferentes según las lenguas (formas gramaticalizadas con
morfemas flexivos o con formas léxicas).

La modalidad se puede expresar mediante el modo, la entonación, los adverbios oracionales o perífrasis
verbales.

Para reducir el análisis del modo a sus componentes elementales, la distinción fundamental puede ser la
que hay entre un modo dedicado para los enunciados que se pueden someter a juicio de verdad (las
aserciones), y otro para los enunciados que no se pueden someter a dicho juicio (las no aserciones).

• Las aserciones se pueden someter a juicio de verdad. Esto significa que si digo Viene el tren,
puedo probar si esto que digo es verdad o no.

• Las no aserciones no se pueden someter a un juicio de verdad, se pueden dividir en: órdenes,
preguntas, posibilidades y obligaciones.

El modo dedicado para las aserciones es el indicativo. Sin embargo, el indicativo no sirve solo para
aseverar, es, en cierto modo, una forma modalmente no marcada. Tiene la cualidad de presentar el
acontecimiento como simplemente verdadero, sin decir nada acerca de la actitud del hablante frente a él.
Con esto nos referimos a la forma verbal en sí, en el momento en el que metemos un adverbio modal ya
hay presencia de la actitud del hablante. Por ejemplo, si decimos desgraciadamente llega el tren.

Significa que otras partes del discurso puedan tener fuerza moral.
En cuanto a la rama de las modalidades no aseverativas, puede tener distintas formas de articularse en la
lengua:

• Parece natural que las órdenes se expresen mediante un modo especial (el imperativo), que tiene
normalmente solo las segundas personas, ya que se supone emitido por el emisor (=yo) destinado
al receptor (=tú).

• Las preguntas no están siempre caracterizadas por un modo específico, pero son evidentemente
modales. La pregunta intenta recopilar información acerca del hablante. La pregunta es un
enunciado que afecta a cuestiones acerca de las cuales el hablante quiere tener un valor de
verdad.

En cuanto a las demás modalidades, se pueden ordenar de forma distinta y nos podemos basar en 3 ejes:
certeza, posibilidad y deseo. Cada uno de estos ejes se representa como una escala. En cada una, en un
extremo está la forma positiva y en el otro la negativa.

EL MODO
El modo es un paradigma. Son las flexiones especializadas y sistemáticas para expresar la modalidad.
Algunas modalidades se manifiestan bajo la forma de modos y otras, en cambio, no. Entonces, algunas
modalidades se manifiestan bajo la forma de los modos, pero otras no, por ejemplo, la modalidad
interrogativa porque no tiene un modo exclusivo. Esto significa que la correspondencia entre modalidad y
modos no es absoluta ni sistemática.

La RAE dice que el modo es una categoría gramatical que codifica en el verbo la actitud del hablante hacia
el contenido de su mensaje y, además, constituye una marca de subordinación con determinados predicados.
También dice que el modo constituye una de las manifestaciones de modalidad. Sin embargo, un mismo
modo puede transmitir distintas modalidades.

Por ejemplo, el subjuntivo puede expresar modalidad exhortativa cuando no hay personas
gramaticales del imperativo, por ejemplo, «Espérense» o «Apúrense». Este mismo subjuntivo
puede marcar un enunciado como desiderativo u optativo, como por ejemplo «Que te vaya bien»
o «Quién estuviera en tu lugar».

En la mayor parte de las lenguas europeas distinguimos así modos como el indicativo, el subjuntivo, el
condicional, el infinitivo, etc., con distintas características de significado.

En inglés, por ejemplo, es prácticamente una lengua con un solo modo. Sus subjuntivos se usan muy
raramente y el condicional se obtiene de forma perifrástica; su imperativo es igual que el infinitivo; las
diferencias de modalidad se llevan a cabo a nivel léxico, mediante el uso de verbos apropiados. Estas
diferencias las lleva a cabo a través del léxico en vez de la morfología.

En estas lenguas que tienen modos, pueden variar en número y pueden desempeñar, además de una función
semántica, un papel muy importante en la sintaxis.

Por ejemplo, en español el subjuntivo actúa como marca de dependencia entre clausulas, por ejemplo, «He
conseguido que lo aprobara». Los modos distintos del indicativo en estas cláusulas dependientes (las
subordinadas) se ve muy atenuada su capacidad de señalar el tiempo.
En estas oraciones no se marca la
modalidad, sino el tiempo relativo del
acontecimiento (A con respecto a B). En
español, el imperfecto de subjuntivo, que es
pasado, coincide con el condicional de
indicativo, que en principio es futuro, en
localizar en el tiempo esta clausula B con
respeto a A en el futuro (ejemplo 4 y 6 que
marcan futuro).

Este intercambio de función entre el tiempo


y el modo se constata en distintas lenguas y,
además, se constata al revés. Algunas
formas que morfológicamente son
temporales sirven para marcar modalidades. Por ejemplo, «Serán las 15:00», este futuro y el futuro perfecto
no señalan una localización temporal, sino una modalidad de posibilidad. Se traduce como Puede que sean
las 15:00 o Supongo que son las 15:00. El futuro también sirve para expresar la modalidad que da órdenes,
por ejemplo, «Irás recto y luego girarás a la derecha».

En español tenemos 3 modos: el indicativo, el subjuntivo y el imperativo.

A través del modo se presentan diversos valores gramaticales, no solamente la modalidad. Esta flexión
modal establece oposiciones entre significados de ciertas subordinadas que pueden modificar a un mismo
verbo.

Por ejemplo, «Como llueve, no saldré» que tiene un significado de causalidad porque el motivo
por el que no salgo es porque llueve. «Como llueva, no saldré» en este caso es una condicional
no una causal.

Además, el modo puede marcar la especificidad y la especificidad no de un sintagma nominal

La primera está en presente de indicativo y la segunda de subjuntivo. En la 1 el grupo de candidatas es


cerrado y en la 2 los candidatos no se han presentado. La primera es más específica (marca la especificidad)
que la segunda. El modo indicativo es más específico que el subjuntivo.

DIÁTESIS

La diátesis es la voz, que puede sr activa o pasiva. Procede de un término griego que significa actitud o
estado de ánimo. Este término se utiliza desde la antigüedad para indicar que el verbo puede presentarse en
distintas formas, como la activa y la pasiva.

Recibe el nombre de diátesis cada una de las estructuras gramaticales que permiten expresar los argumentos
de un verbo y las relaciones que se establecen entre ellos.

Las voces son las manifestaciones morfológicas y sintácticas de la diátesis, es decir, los exponentes de la
flexión verbal que vinculan las funciones sintácticas de los verbos con las semánticas.

Distinguimos:

• Voz activa → que vincula las funciones de sujeto con agente, el sujeto hace la acción.
• Voz pasiva → que relaciona las nociones de sujeto y paciente, el sujeto recibe la acción. La
pasiva no se obtiene mediante flexiones especializadas, es decir, no es una terminación
morfológica, sino es el verbo principal en participio (transitivo siempre) más el verbo ser
conjugado. Hay otras lenguas en la que la pasiva se forma mediante terminaciones morfológicas,
como en latín (laudo/laudor).

La voz media aparece en otras lenguas como el griego y relaciona el sujeto con el participante que
experimenta el sujeto, ya sea un proceso físico o anímico. En las lenguas románicas, se ha aplicado a las
oraciones intransitivas que expresan un cambio de estado: «Crece la hierba». También se usa este término
para referirse a los procesos experimentados por algún sujeto que no ejercen control directo sobre ellos
mismos: «Me mojé».

En las lenguas de otras familias lingüísticas es posible establecer, mediante recursos flexivos, otros vínculos
sintácticos mucho más complejos entre los argumentos de los verbos, por lo que el número de voces que se
distinguen es mayor. Algunos gramáticos contemporáneos usan el concepto de voz en un sentido más
general que el de diátesis tradicional.

En muchas lenguas, la forma que podemos llamar pasiva desempeña un papel diferente al de señalar el
paciente. Otro papel que puede tener la pasiva en algunas lenguas es dar relieve a la acción por encima del
actor, tanto explícito como oculto.

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