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UNIVERSIDAD PANAMERICANA DEL PUERTO

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y SOCIALES


ESCUELA DE CONTADURÍA PÚBLICA
CÁLCULO FINANCIERO

DOCENTE: ESTUDIANTE(S):
Cuando las empresas o países no están en capacidad de pagar la deuda o, por diversos
motivos, requieren del aumento de su tesorería, lo que desemboca en la necesidad de
refinanciar y/o reestructurar su deuda. Es decir, de reorganizar la deuda adquirida con el fin
de obtener más rentabilidad financiera o gestionar nuevas necesidades de financiación con
las mejores condiciones posibles.

Estas empresas o países inician un proceso de negociación con los acreedores que tiene
como meta una reestructuración de largo alcance que suele incluir una rebaja en el monto
adeudado, plazos más largos, nuevo financiamiento, un período de gracia en el que no hay
que realizar amortizaciones y tasas de interés más favorables.

El responsable financiero de la empresa debe velar por mantener una liquidez suficiente
para poder atender los pagos y obtener el efectivo que garantice la solvencia de la empresa,
detectando cuándo debe gestionar una refinanciación o reestructuración de la deuda.

Refinanciar la deuda es gestionar la firma de un nuevo contrato de préstamo u otro


instrumento de financiación, preferiblemente en mejores términos que el anterior contrato,
con el objetivo de pagar otro préstamo de la empresa, obteniendo en este nuevo contrato de
préstamo mejores condiciones y/o un tipo de interés que los existentes en el que se pretende
cancelar. También puede perseguir el fin de consolidar deudas anteriores u obtener un nuevo
préstamo que cubra los diferentes préstamos que tiene la empresa unificando el pago en un
solo pago mensual, aunque suponga alargar el plazo de pago de la deuda.

El refinanciamiento de deudas, es una alternativa para ajustar la sobrecarga que está


generando el pago de la cuota de una deuda sobre su bolsillo, o para aprovechar condiciones
de mercado más favorables.

El refinanciamiento tiene sus ventajas. La refinanciación directa sin dinero nuevo,


proporcionará tasas de interés y pagos más bajos. Si la refinanciación implica dinero nuevo,
no necesariamente se obtendrán pagos menores, pero incrementará la liquidez para la
cobertura de necesidades. A nivel emocional, el cliente reducirá su nivel de estrés y
preocupaciones diarias causadas por la imposibilidad de pagar lo que debe. Una vez la
persona salga de deudas podrá acceder a otro tipo de crédito o productos.

Hay que tener en cuenta que para refinanciar una deuda, tanto el banco como el cliente
deben estar de acuerdo en los nuevos términos, ninguna de las partes puede tomar esta
decisión unilateralmente.

En cambio, reestructurar la deuda es negociar la modificación del contrato de préstamo


u otro instrumento de financiación existente, a fin de prolongar la fecha de vencimiento para
el pago del principal, modificar la periodicidad del pago u otras condiciones financieras.
Normalmente se acude a esta solución cuando la situación financiera impide cumplir con los
términos de la financiación vigente. La finalidad es acordar nuevos calendarios de pago y
condiciones más acordes con la situación existente para evitar las deudas e insolvencias. Se
trata de pasar las obligaciones de corto a largo plazo.

Esta reestructuración presenta beneficios tanto para los bancos como para los
prestatarios, puesto que la reestructuración de préstamos morosos puede reducir la carga del
deudor y retrasar procesos de ejecución, en los cuales los bancos a menudo sufren pérdidas
debidas a honorarios legales.

Comprobada la imposibilidad de cumplir las obligaciones de pago de un préstamo y antes


de que la situación empeore poniendo en riesgo al negocio o país, conviene iniciar
negociaciones con el banco y analizar las opciones. La entidad financiera pedirá información
a la empresa a fin de comparar deuda e ingresos y analizar su situación financiera y su
capacidad para responder a sus obligaciones. Igualmente evaluará las garantías de pago
ofrecidas.

Antes de la formalización del contrato de reestructuración o refinanciación las partes


definen mínimamente los términos de la misma. Debemos tener en cuenta que el proceso de
refinanciación lleva su tiempo, por lo que debemos advertir con la mayor diligencia posible
las necesidades de la empresa o el riesgo de no poder cumplir con las obligaciones de pago.
En cualquier caso, no es extraño que el proceso se inicie ante un inminente impago. En tal
situación las entidades financieras suelen acordar una espera en esos pagos o en el ejercicio
de acciones por su parte por el incumplimiento, es el denominado acuerdo de espera o “Stand
Still”.

Esas facilidades otorgadas quedan condicionadas a la consecución de la refinanciación y


a cambio, el deudor asumirá ciertos compromisos frente a la entidad, tales como no perjudicar
el proceso de refinanciación en marcha ni alterar la situación de sus créditos.

En el ámbito de dichas negociaciones, además de la revisión por ambas partes de las


condiciones financieras a pactar, la entidad prestamista revisará las garantías ofrecidas, a fin
de garantizar su crédito. En caso de un grupo empresarial, es común que la matriz apoye
financieramente a la filial que solicita el préstamo a través de cartas de patrocinio o “comfort
letters”, que en ocasiones son impuestas y suelen ser una condición para acceder al crédito.

Estas cartas de patrocinio pueden tener distinta fuerza vinculante para la matriz. Si se
limita a realizar una manifestación de confianza sobre la gestión y solvencia de la filial
financiada sin asumir ninguna obligación de carácter económico, las entidades financieras no
podrán dirigirse contra la matriz en caso de incumplimiento de las obligaciones asumidas por
su filial “patrocinada”. Sin embargo, sí podrán hacerlo si asume la matriz la obligación de
prestar su apoyo financiero, y además esta carta de patrocinio ha sido determinante para que
la entidad financiera haya accedido a la concesión de la financiación a la filial, ostentando la
matriz una posición de control sobre la financiada.

Son muchos los aspectos a tener en cuenta tanto en la fase de negociación como de
formalización de estas operaciones, complejas e importantes para la supervivencia de la
sociedad, por lo que hay que extremar la precaución y acudir al necesario asesoramiento tanto
desde el punto de vista legal, como fiscal y financiero.

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