El documento discute el lenguaje jurídico y las paradojas asociadas con su complejidad y falta de claridad para los ciudadanos comunes. Señala que mientras los juristas buscan precisión máxima, a menudo provocan ambigüedad y complejidad. También analiza esfuerzos para modernizar el lenguaje jurídico al hacerlo más accesible, aunque otros argumentan que debe mantener su naturaleza especializada. Concluye que el lenguaje jurídico debe equilibrar la precisión con la claridad para los destinatarios de los document
El documento discute el lenguaje jurídico y las paradojas asociadas con su complejidad y falta de claridad para los ciudadanos comunes. Señala que mientras los juristas buscan precisión máxima, a menudo provocan ambigüedad y complejidad. También analiza esfuerzos para modernizar el lenguaje jurídico al hacerlo más accesible, aunque otros argumentan que debe mantener su naturaleza especializada. Concluye que el lenguaje jurídico debe equilibrar la precisión con la claridad para los destinatarios de los document
El documento discute el lenguaje jurídico y las paradojas asociadas con su complejidad y falta de claridad para los ciudadanos comunes. Señala que mientras los juristas buscan precisión máxima, a menudo provocan ambigüedad y complejidad. También analiza esfuerzos para modernizar el lenguaje jurídico al hacerlo más accesible, aunque otros argumentan que debe mantener su naturaleza especializada. Concluye que el lenguaje jurídico debe equilibrar la precisión con la claridad para los destinatarios de los document
EL LENGUAJE JURÍDICO DEL SIGLO XXI por el Dr. José Antonio
González Salgado. Alumno: Carlos Diego Iparraguirre Torres. VII Ciclo. Derecho. A modo de una pequeña introducción resumida nos dice que se ha acrecentado el interés por el estudio del tipo especial de lenguaje que se emplea en los documentos jurídicos y administrativos. Se habla de dos paradojas, una de ellas la del objeto la que nos explica que es un lenguaje para el ciudadano que el ciudadano no entiende; y la paradoja del contenido, que se refiere al procedimiento que emplean los juristas para intentar con seguir la máxima precisión lingüística, sin embargo, provoca dos consecuencias no deseadas: la ambigüedad y la complejidad. Como punto número 2 el autor trata el tema del LENGUAJE JURÍDICO Y LENGUAJE ADMINISTRATIVO: UNA ACLARACIÓN PRELIMINAR, del cual nos dice que estos dos lenguajes deben interpretarse como un tecnolecto. Pero concretamente para definir uno a uno se diría que el lenguaje Administrativo como el usado por la Administración o para dirigirse a ella (en sus documentos); mientras que el lenguaje jurídico es el propio de los juristas (o, más concretamente, el empleado en los documentos jurídicos). Como punto número 3 el autor habla acerca de EL INTERÉS POR LA MODERNIZACIÓN DEL LENGUAJE JURÍDICO, en este tema existen teorías divididas donde algunos autores consideran necesario cambiar el lenguaje que se encuentra inmerso en un excesivo formulismo de los textos y por ende se busca corregir el barroquismo expresivo que los ha caracterizado. Sin embargo, un reconocido autor nos dice el lenguaje jurídico para cumplir su misión debe seguir siendo un lenguaje especial con los andamiajes precisos para sustentar su condición científica. El 4to punto que toca el autor es LA FALSA PRECISIÓN COMO MÁXIMO PROBLEMA DEL LENGUAJE JURÍDICO, donde nos dice que hay cuatro tipos de redacciones frecuentes que deben ser evitadas: a) La redacción descuidada, que puede definirse como la que atenta contra las normas ortográficas y gramaticales; b) La redacción complicada, la que abusa de oraciones subordinadas; c) La redacción confusa, la que contiene demasiada terminología especializada y d) La redacción pretenciosa, la que ofrece más información de la que demanda el lector para entender cabalmente el contenido. Aunado a ello el autor señala: A. El abuso de la subordinación, del cual explica que, los juristas, en su afán por no quedarse nada en el tintero y por dotar de precisión a todo lo que dicen, tienden a construir párrafos extremadamente largos, cargados de incisos y de frases subordinadas. B. Las referencias injustificadas y jurídicamente peligrosas al masculino y al femenino, del cual explica que, los dislates en los que el exceso de celo en la determinación del sexo conduce a incongruencias mayúsculas se muestran por doquier. C. La continua referencia a lo anterior, la cual explica que el lenguaje jurídico, en su afán de precisión, recurre con extremado abuso a marcar el discurso actual con referencias exactas a lo que ya ha aparecido en el texto. Algunas de estas redundancias anafóricas. Y, por último, D. Las palabras supuestamente precisas, que nos dice, Las impropiedades léxicas pueden jugar más de una mala pasada a los redactores de documentos jurídicos: al huir de la vulgaridad se cae en la pedantería, cuando no en la incorrección. Y a modo de Conclusión respecto del tema Hacia un Lenguaje Jurídico del siglo XXI, podemos recalcar que la complejidad del tipo de lenguaje jurídico que se emplea es un tema universal, un claro ejemplo es esta cita que dice: El ciudadano tiembla cuando recibe del juzgado comunicaciones dirigidas a él que no es capaz de entender. Quien lee una comunicación judicial no sabe si le llevan a la cárcel o si ha heredado. Sin embargo, los grandes bufetes se han adelantado a la Administración y ya ofrecen, en su paquete formativo para los abogados que se van incorporando a las firmas, seminarios de contenido lingüístico que suponen una ayuda al ejercicio profesional. En una utopía o en algo “ideal” el escrito jurídico debe adecuarse a las características del destinatario. Según esta afirmación, algunas de las recomendaciones “oficiales” realizadas por la Real Academia pierden su valor, por lo menos en casos concretos.