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administrativa, integrante del Imperio español, establecida por la Corona española durante su
periodo de dominio americano, que abarcaba un territorio similar al de la actual Venezuela.
Su autoridad era el Capitán General.
• Algunas Funciones del Capitán General eran:
• Organización de las Expediciones.
• Planificación de la defensa de la provincia contra los ataques de los nativos.
• Planificación de la defensa de las costas contra los ataques de los piratas.
• Planificación de la defensa de las costas contra el comercio ilícito
Venezuela estuvo muchas décadas gobernada por el virreinato de Nueva Granada (hoy Colombia)
luego el 8 de septiembre de 1777 se expidió por orden del rey Carlos III la Real cédula de creación
de la Capitanía General de Venezuela, agregándole las provincias circunvecinas a su jurisdicción
"en lo gubernativo y militar"
Infancia de Simón Bolívar: En la Caracas colonial cuya población no sobrepasaba unos treinta
mil habitantes, Simoncito creció como todos los niños de su rango social; mecido en los brazos de
una esclava negra llamada Hipólita.
Su nodriza, es quien amaba como a una segunda madre, acompañando a sus padres en sus
oficios religiosos, jugando con otros niños de su edad en el patio perfumado de granadas de su
casa natal y recibiendo las enseñanzas de sus primeros maestros.
Sus Maestros: Entre los maestros del Libertador, la historia recoge los nombres de José Antonio
Negrete, Guillermo Pelgrón, el padre Andújar, Miguel José Sanz, Andrés Bello y Simón Rodríguez.
Encuentro con Simón Rodríguez: Simón Bolívar asistió a la Escuela Pública, regentada entonces
por el educador venezolano Simón Rodríguez, hombre de ideas pedagógicas y sociales
progresistas, quien ejercería luego una profunda influencia sobre su persona.
Viajes de Simón Bolívar: El primer viaje a Europa lo realizó cuando apenas tenía 15 años y medio
en el que se encuentra con su tío Esteban , le permite recibir una cultura genero de diferentes
maestros hasta que los problemas políticos ocasionaron la desgracia de su tío, fue a vivir a la casa
del Marqués De Ustariz, allí el conocimiento general dio poco al conocimiento profundo,
fundamentado en un intenso estudio.
El segundo viaje llega por propósito la distracción de la viudez temprana dura 3 años en los cuales
disipa una cuantiosa fortuna material , Esto culmina en el Monte Sacro y en el juramento definitivo:
Es el viaje de aprendizaje con Rodríguez visita España Inglaterra, Francia, Portugal, Italia y parte
de Australia y Alemania a su regreso desembarca en los Estados Unidos.
El tercer viaje a Europa, va de diplomático a la Gran Bretaña, como intérprete de una de las
primeras embajadas venezolanas.
Bolívar realizó otro viaje de estudio por América en Compañía de otro sabio naturalista de origen
Francés, el botánico Bonpland.
Encuentro con Alejandro Humboldt: 27 de agosto a marzo de 1805 en París en las primeras
conferencias sobre los resultados de las expediciones de Humboldt se encuentra con Simón
Bolívar.
Viaje a Roma: El 1 de mayo de 1805, Rodríguez solicita y obtiene su pasaporte ante la Prefectura
de París, para viajar a Milán, y como razón para ello, alega tener negocios de interés. El 6 de abril
parte con Bolívar y quizá también con Fernando Toro, aunque ni O'Leary ni Uribe lo mencionan, en
dirección a Italia. Dice O'Leary: “Acompañado de Rodríguez, [Bolívar] salió de París con la salud
quebrantada, efecto de la vida que había llevado en los diez meses anteriores. Descansó algunos
días en Lyon; siguieron luego los dos viajeros a pie, haciendo cortas jornadas, por consejo de
Rodríguez y como único medio, decía él, de que su discípulo recobrara la salud perdida”. En el
viaje pasan por Chambery, Turín y llegan a Milán.
Misión Diplomática a Londres: Esta misión fue con el fin de solicitar apoyo británico a la Junta en
nombre del rey Fernando VII de España aprovechando la circunstancia de que España y Gran
Bretaña eran ahora naciones aliadas que habían dejado de lado sus históricas diferencias ante el
peligro común que representaba Napoleón. La misión diplomática llegó a Londres en un momento
político delicado ya que entonces Gran Bretaña estaba dando una costosa ayuda militar a España
y la negativa venezolana de aceptar la autoridad del Consejo de Regencia español resultaba
inconveniente en esos momentos.
Entrevista con Miranda: En Londres, Bolívar se puso en contacto con Francisco de Miranda y lo
invita a regresar a Venezuela con el fin de independizar el país.
Ingreso a la Junta patriótica: La incorporación del joven Simón Bolívar, dio a la sociedad un
carácter revolucionario, volviéndola para el primer aniversario de los sucesos del 19 de abril, la voz
principal que abogaba por la independencia. La Sociedad Patriótica llama a una reunión
extraordinaria y Simón Bolívar es orador pidiendo que se rompieran las relaciones con España que
se nombrara una comisión que al siguiente día participara al Congreso de esa decisión.
Planes para Panamá: Asamblea convocada por Simón Bolívar en la ciudad de Panamá, para
crear una federación de países hispanoamericanos independientes. Se desarrolló entre el 22 de
junio y el 5 de julio de 1826 y contó con la participación de la Gran Colombia, México, Perú, Bolivia
y Guatemala. Enviaron observadores Gran Bretaña y los Países Bajos, pero no acudió Estados
Unidos, que había sido invitado. Se acordó un tratado perpetuo de unión y confederación, la
creación de un Ejército interamericano para la defensa común y la renovación bianual del
Congreso, al que se podrían sumar otros países. Debido a las rivalidades entre los distintos países
y a la oposición de Estados Unidos, que no deseaba la formación de un sistema de estados
federados en América del Sur, los acuerdos sólo fueron ratificados por la Gran Colombia y no
tuvieron consecuencias efectivas. Logró reunirse en una segunda ocasión, a convocatoria de
México, muy pocos años después.
Congreso de Cúcuta 1821: El principal objetivo de este congreso fue unificar a la Nueva Granada
(Colombia y Panamá) y Venezuela mediante la Constitución de Cúcuta y así crear un enorme
estado conocido en ese entonces como República de Colombia. Posteriormente Quito (Ecuador)
hizo parte de esta enorme nación.
Juramento como presidente de Colombia: Simón bolívar dice en su juramento “Señor, espero
que me autoricéis para unir con los vínculos de la beneficencia a los pueblos que la naturaleza y el
cielo nos han dado por hermanos. Completada esta obra de vuestra sabiduría y de mi celo, nada
más que la paz nos puede faltar para dar a Colombia todo, dicha, reposo y gloria. Entonces, Señor,
yo ruego ardientemente, no os mostréis sordo al clamor de mi conciencia y de mi honor que me
piden a grandes gritos que no sea más que ciudadano. Yo siento la necesidad de dejar el primer
puesto de la República, al que el pueblo señale como al jefe de su corazón. Yo soy el hijo de la
guerra; el hombre que los combates han elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en
este rango y la victoria lo ha confirmado. Pero no son éstos los títulos consagrados por la justicia,
por la dicha, y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado a Colombia no es la balanza
de Astrea, es un azote del genio del mal que algunas veces el cielo deja caer a la tierra para el
castigo de los tiranos y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir de nada el día de
paz, y éste debe ser el último de mi poder; porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido
a Colombia, y porque no puede haber república donde el pueblo no está seguro del ejercicio de sus
propias facultades. Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un Gobierno popular; es
una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que
todos lo sean. ¡Qué vivo entusiasmo excita en el ardiente pecho de todo sensible patriota, la
heroica franqueza de estas palabras! Yo soy el hijo de la guerra, el hombre que los combates han
elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en ese rango, y la victoria lo ha confirmado.
Un hombre como yo es un ciudadano peligroso en un go¬bierno popular, es una amenaza
inmediata a la soberanía nacional. Aprended de un héroe Americano, o tiranos legítimos de
Europa, el verdadero lenguaje de la virtud, de la razón, y de la gloria.
Campaña del Sur: Es el nombre con que se conocen a una serie de campañas militares que
emprendió la Gran Colombia al sur de su territorio entre 1821 y 1826 contra el dominio español en
la América del Sur y que tuvieron una importancia decisiva para la independencia de las actuales
repúblicas de Ecuador, Perú y Bolivia. La definición de que hechos comprendieron las campañas
del Sur varía, tal que algunos historiadores llaman así a las campañas libertadoras de Quito y
Pasto entre 1820 y 1822, mientras que otros se refieren a las operaciones militares desde 1821
hasta 1826 cuando capítulo la guarnición de El Callao. Sin embargo, se puede decir a ciencia cierta
que las campañas del Sur tuvieron por objeto finalizar la guerra de independencia americana, y
como resultado el auge de la influencia y el poder de la Gran Colombia que bajo la presidencia de
Simón Bolívar buscaba la unión de los nuevos estados hispanoamericanos.
Batalla de Bomboná: Fue un combate realizado el 7 de abril de 1822 entre tropas colombianas y
españolas durante la marcha del ejército de Simón Bolívar hacia Quito. Las grandes bajas sufridas
en el enfrentamiento paralizaron por unos días a Bolívar mientras esperaba refuerzos. La batalla
fue igualmente desastrosa para los españoles, a pesar de que detuvieron a los colombianos un
breve tiempo para ello tuvieron que desviar tropas de Quito donde Sucre se hallaba a la ofensiva.
Acción diplomática de Sucre: Bolívar encomendó una misión diplomática a Sucre, con el fin de
dirimir en forma correcta las diferencias con Mariño. La gestión diplomática de Sucre hace posible
la firma de dos tratados, uno de armisticio que se convirtió en un instrumento estratégico para
fortalecer la causa de la Independencia Y otro, más importante aún, el Tratado de Regulación de la
Guerra, suscrito el 26 de noviembre de 1820. Es allí donde se pone de relieve la magnanimidad de
Sucre; él mismo redacta los artículos de dicho tratado mediante el cual se pone fin a la guerra. Es
el recuerdo de la suerte que corrieron sus hermanos lo que le inspira a redactar los artículos 2 y 4
de dicho Tratado, que establecen normas categóricas para que la guerra entre España y Colombia
se haga como lo hacen los pueblos civilizados.
Encuentro de Bolívar y San Martin: Al mediodía del 26 de julio de 1822, San Martín con su
comitiva y una pequeña escolta hasta la casa escogida para el encuentro con Bolívar. San Martín
fue a Guayaquil a solicitar la unión de los dos ejércitos para terminar la guerra de la independencia
de América del Sur. En los días previos al encuentro también había solicitado refuerzos a Chile y
las provincias del norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Además le propuso a Bolívar
la Jefatura Suprema del que tendría que ser el ejército unido libertador y le ofreció servir a sus
órdenes, pero en vista que Bolívar no aceptó, San Martín decidió dejarle campo libre para que
Bolívar concluyera dicha gesta libertadora. Guardó el secreto de lo tratado en la entrevista pues la
guerra de la Independencia no estaba concluida y los realistas tenían un importante ejército en el
Alto Perú. Como conclusión, puedo decir que el tema militar fue el punto central de la entrevista y
que al producirse el desencuentro se produjo también el desencanto. Ambos personajes no
quedaron satisfechos con la entrevista y es por ello que en sus testimonios se trasluce ese
desconcierto y esa desilusión.
Mi delirio en el Chimborazo: Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo
el caudaloso Orinoco al Dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y
quise subir al atalaya del Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt; seguílas
audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta
humana había hollado la corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las
sienes excelsas del dominador de los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de
estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares,
ha subido sobre los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de
Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad. Llego como impulsado por el
genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento: tenía a mis
pies los umbrales del abismo. Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por
un fuego extraño y superior. Era el Dios de Colombia que me poseía. De repente se me presenta el
Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los despojos de las edades: ceñudo,
inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…"Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de
la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad; los límites de mi imperio los señala el Infinito; no
hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por
mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es
algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los
instantes que llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto
la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos?
Todo es menos que un punto a la presencia del Infinito que es mi hermano". Sobrecogido de un
terror sagrado, «¿cómo, ¡oh Tiempo! -respondí- no ha de desvanecerse el mísero mortal que ha
subido tan alto? He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la cabeza
de todos. Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso
diamante que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me
incorporo, abro con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi
delirio.
Manera ética socialista: El proyecto ético Socialista Bolivariano tiene como misión la superación
de la ética del capital, y se centra en la configuración de una conciencia revolucionaria de la
necesidad de una nueva moral colectiva, que solo puede ser alcanzada mediante la dialéctica de la
lucha por la transformación material de la sociedad y el desarrollo de la espiritualidad de los que
habitamos en este hermoso espacio de tierra que es Venezuela. Tal dialéctica debe llevarnos a
fundar la convicción de que si nosotros mismos no nos cambiamos, de nada valdría cambiar la
realidad exterior.
En nombre de Dios todo Poderoso. Amén. Yo, Simón Bolívar, Libertador de la República de
Colombia, natural de la ciudad de Caracas en el Departamento de Venezuela, hijo legitimo de los
señores Juan Vicente Bolívar y María Concepción Palacios, difuntos, vecinos que fueron de dicha
ciudad, hallándome gravemente enfermo, pero en mi entero y cabal juicio, memoria y
entendimiento natural, creyendo y confesando como firmemente creo y confieso el alto y soberano
misterio de la Beatísima y Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo tres personas distintas y
un solo Dios verdadero, y en todos los demás misterios que cree, predica y enseña nuestra Santa
Madre Iglesia Católica Apostólica Romana, bajo cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir hasta
la muerte, como Católico fiel Cristiano, para estar prevenido cuando la mía me llegue con
disposición textamental, bajo la invocación divina, hago, otorgo y ordeno mi Textamento en la
forma siguiente:
1. Primeramente encomiendo mi Alma a Dios nuestro Señor que de la nada la crió, y el cuerpo a la
tierra de que fue formado, dejando a disposición de mis Albaseas el funeral y entierro, y el pago de
las mandas que sean necesarias para obras pías, y estén prevenidas por el gobierno.
2. Declaro: fui casado legalmente con la Sra. Teresa Toro, difunta, en cuyo matrimonio no tuvimos
hijo alguno.
3. Declaro: que cuando contraximos matrimonio, mi referida esposa, no introdujo a el ninguna dote,
ni otros bienes, y yo introduje todo cuanto heredé de mis padres.
4. Declaro: que no poseo otros bienes mas que las tierras y minas de Aroa, situadas en la
Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis
papeles, las cuales existen en poder del Sr. Juan de Francisco Martín vecino de Cartagena.
5. Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de Francisco
Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaseas que estén y pasen por las cuentas que
dichos Señores presenten y las satisfagan de mis bienes.
7. Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral. Wilson, y que
pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas "El Contrato Social" de Ruseau y "El Arte
Militar" de Montecuculi, se entreguen a la Universidad de Caracas.
8. Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios la cantidad de
ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.
9. Ordeno: que los papeles que se hallan en poder del Sr. Pavageau, se quemen.
10. Es mi voluntad: que después de mi fallecimiento, mis restos sean depositados en la ciudad de
Caracas, mi país natal.
11. Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se
devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del amor que siempre he profesado al
espresado Gran Mariscal.
12. Mando a mis Albaceas se den las gracias al Sr. Gral. Roberto Wilson por el buen
comportamiento de su hijo el Coronel Belford Wilson, que tan fielmente me ha acompañado hasta
los últimos momentos de mi vida.
13. Para cumplir y pagar este mi textamento y lo en el contenido, nombro por mis Albaceas
textamentarios, fidei comisarios, tenedores de bienes a los Sres. Gral. Pedro Briceño Méndes,
Juan de Francisco Martín, Dr. José Vargas, y el Gral. Laurencio Silva, para que de mancomún et
insolidum entre en ellos, los beneficien y vendan en almoneda o fuera de ella, aunque sea pasado
el año fatal de Albaceasgo pues yo les prorrogo el demás tiempo que necesiten, con libre franca, y
general administración.
14. Y cumplido y pagado este mi textamento y lo en el contenido instituyo y nombro por mis únicos
y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones,
futuras sucesiones en el que haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y
Juana Bolívar y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y
Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos para
mis dichas hermanas, y la otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente,
para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios.
Y revoco, anulo, y doy por de ningún valor ni efecto otros testamentos, codicilos, poderes y
memorias que antes de este haya otorgado por escrito, de palabra o en otra forma para que no
prueben ni hagan fe en juicio, ni fuera de el, salvo el que presente que ahora otorgo como mi ultima
y deliberada voluntad, o en aquella vía y forma que mas halla lugar en derecho. En cuyo testimonio
así lo otorgo en esta hacienda San Pedro Alejandrino de la comprensión de la ciudad de Santa
Marta a diez de diciembre de 1830.
Y su excelencia el otorgante a quien yo, infrascrito, Escribano Publico del Número certifico que
conozco, y de que al parecer está en su entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, así
lo dijo, otorgó y firmó por ante mí en la casa de su habitación, y en éste mi Registro Corriente de
Contratos Públicos siendo testigos los S.S.: Gral. Mariano Montilla, Gral. José María Carreño,
Coronel Belford Hinton Wilson, Coronel José de la Cruz Paredes, Coronel Joaquín de Mier, Primer
Comandante Juan Glenn y el Dr. Manuel Pérez Recuero, presentes.
Ultima proclama!
El médico de cabecera Alejandro Próspero Reverend, viendo que llegaba el momento supremo los
llamó y les dijo: «Señores, si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del
Libertador, ya es tiempo». Pero, indudablemente, Bolívar continúa vivo en el corazón de los
pueblos, en la ideas que parecen escritas para nuestros días, en las acciones que son permanente
ejemplo para todos aquellos que sienten de verdad lo que es una patria redimida. El Sol de
Colombia sigue brillando.
Luego, rodeado de sus más íntimos amigos, como José Laurencio Silva, Mariano Montilla, Joaquín
de Mier, Ujueta, Fernando Bolívar, etc., el notario Catalino Noguera empezó a leer el histórico
documento, pero apenas llegó a la mitad, porque la emoción y el dolor le ahogaron la voz. Continuó
la lectura Manuel Recuero. La última Proclama dice así:
Simón Bolívar,
Colombianos:
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He
trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé del mando
cuando me persuadí que desconfiábais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra
credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad. He sido
víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que
cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro.
Enfermo, le curaba el médico francés Alejandro Prospero Reverend. Arribado a la ciudad costeña
de Santa Marta, el Libertador no encontró techo de recepción nada más que en la casa de un
español: Joaquín de Mier. Ya próximo a la muerte se refugió en la Quinta de San Pedro
Alejandrino. Esta mansión pertenecía, también, al mismo español. En San Pedro Alejandrino
pronunció aquella invocación a la ironía: "Jesucristo, Don Quijote y yo hemos sido los más insignes
majaderos de este mundo".
Ultima morada
Bolívar lo vivió. Destituido de todos sus cargos por la oligarquía grancolombiana —asesinado,
antes, su noble amigo el mariscal Sucre que ganara en los Andes, en 1824, la última batalla de la
Independencia y es necesario decir que nunca se supo quién le preparó la emboscada de la
muerte—, fue abandonado, Bolívar, a su suerte. Camino de su destierro a Venezuela, sublevada
ya ante su posible llegada porque iba precedido de la apelación de dictador, Bolívar no tuvo a su
lado nada más que un grupo de amigos: contados con los dedos.
Su obra Militar
En 1891 Santa Marta puso una estatua de mármol junto a la Quinta de San Pedro Alejandrino. Ya
desde la segunda mitad del siglo XIX se le levantaron monumentos en casi todas las ciudades
importantes de América y en muchas de Europa. Se cumplió así la insuperable sentencia de
Choquehuanca: «Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol
declina».
Publicado por Miyoxis Guzman en 08:43 No hay comentarios:
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Los últimos dos años de la vida de Bolívar están llenos de amargura y frustración. Hizo un balance
de su obra, comprobando que lo más importante quedó sin hacer mientras lo hecho se
desmoronaba. La independencia integral de América, el plan para llevar las tropas libertarias a
Cuba, Puerto Rico y Argentina, que se aprestaba a una guerra contra el imperio brasileño, o a la
España monárquica, si fuera necesario, quedaban como lejanas utopías imposibles de realizarse.
La confederación grancolombiana, o la andina, o la anfictionía americana, todo eso que estuvo a
punto de cumplirse, debía posponerse ante otro tipo de problemas inmediatos: fuerzas del Perú
invadieron el Ecuador, y su expulsión le llevó casi todo 1829. El general José María Córdova, uno
de sus más cercanos amigos, dirigió una revuelta y fue asesinado. El general Páez, desobediente y
desleal, se le insubordinó también y declaró la separación de Venezuela. Se vio obligado a
expulsar de Colombia a Santander, antes uno de sus mejores aliados. A comienzos de 1830,
Bolívar regresó a Bogotá para instalar otra vez un Congreso Constituyente; ante esa soberanía,
renunció irrevocablemente. Ahora sólo deseaba irse lejos de Colombia, a Jamaica o a Europa,
aunque vaciló y pensó que bien valía la pena comenzar de nuevo, reuniendo a sus leales en la
costa colombiana. Varios sectores del ejército se levantaron, esta vez en su favor, pero ya era
tarde. Cada vez más enfermo, logró llegar a Cartagena a esperar el buque que lo alejaría de tanta
ingratitud. Para su mayor desgracia, recibió en Cartagena la noticia de que Sucre, el más capaz de
sus generales y tal vez el único que podía sustituirlo, había sido asesinado en Berruecos, a los 35
años de edad.
Publicado por Miyoxis Guzman en 08:31 No hay comentarios:
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Simon Bolivar
Yo venía envuelto en el manto de Iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios
de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del
Universo. Busqué las huellas de La Condamine y de Humboldt seguílas audaz, nada me detuvo;
llegué a la región glacial, el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la
corona diamantina que pusieron las manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del
dominador del los Andes. Yo me dije: este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha
recorrido en mis manos sobre regiones infernales, ha surcado los ríos y los mares, ha subido sobre
los hombros gigantescos de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo
no ha podido detener la marcha de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris,
¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? Sí podré! Y arrebatado
por la violencia de un espíritu desconocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las huellas
de Humboldt, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado
por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento: tenía a
mis pies los umbrales del abismo.
Un delirio febril embarga mi mente; me siento como encendido por un fuego extraño y superior. Era
el Dios de Colombia que me poseía.
De repente se me presenta el Tiempo bajo el semblante venerable de un viejo cargado con los
despojos de las edades: ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…
«Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la fama y del secreto, mi madre fue la Eternidad;
los límites de mi imperio los señala el Infinito; no hay sepulcro para mí, porque soy más poderoso
que la Muerte; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis manos pasa lo presente. ¿Por qué te
envaneces, niño o viejo, hombre o héroe? ¿Crees que es algo tu Universo? ¿Que levantaros sobre
un átomo de la creación, es elevaros? ¿Pensáis que los instantes que llamáis siglos pueden servir
de medida a mis arcanos? ¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Suponéis locamente
que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia
del Infinito que es mi hermano».
Sobrecogido de un terror sagrado, «¿cómo, ¡oh Tiempo! —respondí— no ha de desvanecerse el
mísero mortal que ha subido tan alto? He pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he
elevado sobre la cabeza de todos. Yo domino la tierra con mis plantas; llego al Eterno con mis
manos; siento las prisiones infernales bullir bajo mis pasos; estoy mirando junto a mí rutilantes
astros, los soles infinitos; mido sin asombro el espacio que encierra la materia, y en tu rostro leo la
Historia de lo pasado y los pensamientos del Destino».
«Observa —me dijo—, aprende, conserva en tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus
semejantes el cuadro del Universo físico, del Universo moral; no escondas los secretos que el cielo
te ha revelado: di la verdad a los hombres».
La fantasma desapareció.
Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante
que me servía de lecho. En fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo, abro
con mis propias manos los pesados párpados: vuelvo a ser hombre, y escribo mi delirio.
La entrevista de Guayaquil se refiere a la reunión entre los libertadores de América, Simón Bolívar
y José de San Martín en la Ciudad de Guayaquil, el 26 de julio de 1822.
Se efectuó con propósito de discutir la soberanía sobre la provincia de Guayas, el destino del Perú
y en forma general el de América del Sur.
Antecedentes
El 24 de mayo de 1822, Sucre derrota a los realistas en Pichincha y ocupa Quito el 25 de mayo. El
contingente peruano que intervino en esta batalla, estuvo compuesto por 1.600 efectivos al mando
del coronel Andrés de Santa Cruz y se unió a la tropa patriota grancolombiana en Saraguro el 9 de
febrero de 1822. Posteriormente, Simón Bolívar presiona diplomáticamente a Guayaquil, con el fin
de anexarla a la Gran Colombia. Tanto el Libertador del Norte, general Simón Bolívar como el
Libertador del Sur, general José de San Martín, estaban convencidos que la definición de la
independencia americana tenía que darse en suelo peruano, por lo que el propósito de Simón
Bolívar era llegar al Perú.
Antes de los sucesos de Guayaquil, San Martín había convocado al Primer Congreso
Constituyente de la República del Perú, el 1 de mayo de 1822. Se eligieron 79 diputados,
instalándose este legislativo el 20 de septiembre de 1822 solemnemente. Luego de la instalación y
en la misma fecha, este Congreso ofreció al general José de San Martín poderes dictatoriales, los
cuales rehusó. Se varió el ofrecimiento al de Fundador de la Libertad del Perú y Generalísimo de
las Armas, título que fue aceptado por el general San Martín, aunque de manera honorífica.
También, San Martín declaró la Independencia de Perú el 28 de julio de 1821. El Congreso así
instalado eligió como su Presidente a Francisco Xavier de Luna Pizarro.