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Buscando La Felicidad. La Odisea de La Conciencia Moral en Su Peregrinar Hacia El Bien PDF
Buscando La Felicidad. La Odisea de La Conciencia Moral en Su Peregrinar Hacia El Bien PDF
Buscando la felicidad
La odisea de la conciencia moral
en su peregrinar hacia el bien
Colección
Desclée De Brouwer
© 2005, J. Mª Gª. Gómez-Heras
ISBN: 84-330-2024-2
Depósito Legal: BI-2611/05
Impresión: RGM, S.A. - Bilbao
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
vale a pensar en voz alta, lo cual requiere ser veraz, es decir, mani-
festar lo que se piensa o se conoce. Sin coacciones ni embrollos.
Abandonando la actitud del engreído sofista, seguro de hallarse en
posesión de la verdad. Mostrando interés por entender los puntos de
vista ajenos. Respetando a quien discrepa y tolerando incluso al
errante. Esperando que el diálogo pueda conducir a la verdad que
aporta el debate. Pero el diálogo sólo es posible cuando se compar-
te y se practica un común lenguaje. Cuando las palabras significan
para todos las mismas cosas.
seguidos o por los logros alcanzados, sino por la forma racional de las
leyes morales y por el móvil o intención de nuestra acción, que no es
otro que el cumplimiento puritano del deber por el deber. Las convic-
ciones morales y los ordenamientos jurídicos, en consecuencia, son
confinados a ámbitos diversos. El reino del derecho se circunscribe a
un mundo externo, constituido por normas, sanciones y legisladores.
El reino de la moral, por el contrario, se construye con las conviccio-
nes e intenciones de las conciencias. El derecho regula las relaciones
externas de los ciudadanos en su convivencia social. Es, diríamos, un
sistema de semáforos que ordena el tráfico ciudadano. La moral, por
el contrario, aspirar a desarrollar el uso de la libertad personal en el
ejercicio de la responsabilidad y en la pureza de la intención.
Los presupuestos descritos ejercieron sobre la sociedad burgue-
sa surgida en la Ilustración un poder seductor irresistible, debido al
interés por la realización de sí mismo, por un cierto menosprecio al
mundo objetivo de las leyes, propio de quien desprecia exteriorida-
des farisaicas y por el apelo a la responsabilidad y al compromiso
que implicaba una decisión moral. Fueron aspectos que rehabilita-
ron algunas éticas derivadas del existencialismo, tales como la lla-
mada ética de situación. Comprensible es desde aquellos presu-
puestos el rechazo de las llamadas morales heterónomas, utilitaristas,
sociológicas y de toda actitud que persiga el placer o ejerza el paso-
tismo. Y comprensible también el que el problema del aborto, asun-
to sobre el que aquí directamente reflexionamos, se remitiera a la
conciencia de cada cual y que su aceptación o rechazo sea compe-
tencia de la personal responsabilidad de cada conciencia.
2. La narración
El niño Charles Foster Kane hereda a los cinco años una gran
fortuna. Este hecho marca su destino. La vida infantil transcurría feliz,
entre juegos con el trineo de nieve, una naturaleza incontaminada y
bajo la mirada tierna de una madre tan severa cuanto afectuosa. Pero
la fortuna cambia su infancia al encontrarse con una herencia ines-
perada. Este episodio de la niñez podría proporcionar la clave de la
interpretación. El rol social de un futuro millonario parece exigir una
educación a tono con su futuro status social. Así lo entiende la
madre. Ello implica la ruptura y pérdida de un mundo infantil, pleno
de juego, de afecto familiar y de naturaleza. Y con ellos, de felicidad.
Aquello que todos tendríamos por “golpe de buena suerte”, una
herencia millonaria, se transforma en imposición fatal de una vida
infeliz. Lo que la diosa fortuna proporciona, incrementa los obstácu-
los para la existencia gratificante. La suerte se transforma en tortura
al bloquear la felicidad. Al incremento de dinero y de poder corres-
ponde la degradación moral. El dinero actuará en el futuro como
fuente de infelicidad: separación de la madre, internados puritanos,
disciplina rigorista. Uno de los encuestados lo ha intuido: “si no
hubiera sido tan rico, hubiera llegado a ser un gran hombre”. Cuanto
más la buena suerte rellena espacios de la ambición, tanto mayores
son los vacíos de experiencias felices. Tras las máscaras de la felici-
dad se ocultan ausencias de la misma.
El choque se inicia con la aparición en escena de un banquero a
quien la madre de Kane encomienda la educación de su hijo y la
administración de la herencia. Pero a pesar de los consejos de la
madre el niño rechaza cambiar su infancia feliz por la sofisticada vida
de un Chicago cosmopolita. Cuando años después puede administrar
la fortuna heredada, la invierte en la compra del Inquirer, un tabloi-
de amarillista de Nueva York en situación de quiebra. Ello exige una
nueva estrategia en la que la carencia de escrúpulos éticos pueda
reportar éxitos profesionales. Se recurre al sensacionalismo y a la difa-
mación. Estas tácticas permiten a Kane rondar los aledaños del poder.
Contrae matrimonio, incluso, con la sobrina del Presidente de los EE.
42 Buscando la felicidad
3. Pluralidad de relatos
parecerá tras las máscaras del futuro poder. Se insinúa con ello un
conflicto freudiano entre las tendencias del niño a la espontaneidad
de la vida y las exigencias de los superegos sociales. El que
“Rosenbuch” sea el rótulo del trineo con el que el niño Kane alcan-
zó la felicidad, mantiene la sospecha de que cuando la palabra insis-
tentemente reaparece en las encrucijadas de la vida, lo que prima es
el esfuerzo de Kane por recuperar el paraíso de una infancia, con-
sistente en vida afectiva y naturaleza.
Vistas de ese modo las cosas, la respuesta parecería venir de la
mano del psicoanálisis. Pistas en este sentido abundan. El ego freu-
diano emerge con toda su carga de conflictividad neurótica y de
inconsciente reprimido. Una regresión a experiencias de infancia,
una sospecha teñida de erotismo, una frustración emotivo-sentimen-
tal en el matrimonio, una búsqueda del amor prohibido... Todo ello
desenmascara un universo pulsional que aspira a ser satisfecho. Pero
un super-ego social potente, hecho de dinero, poder, tabúes cultura-
les y tópicos colectivos, bloquea con sus poderes la pulsión funda-
mental que pugna por salir a superficie. Los deseos de felicidad son
censurados en su raíz originaria y las máscaras recubren de aparien-
cias respetables los fracasos. El poder y el dinero se tornan válvulas
de escape y realización de un subconsciente reprimido... De ahí que
la vida de Kane, buscador de felicidad y amor, se torne conflictiva,
desplegándose no en secuencias de racionalidad sino en tendencias
impulsivas.
La frustración emotiva atraviesa los episodios de la vida de
Kane: la soledad de los esposos rodeados de lujo; el tedio de la
segunda esposa en el inmenso salón, la insatisfacción de las escenas
de ocio, la caravana de la excursión campestre, mas parecida a cor-
tejo fúnebre que a regocijada merendola, la desesperación del mari-
do abandonado...Era todo lo que rellenaba un vació que, sin embar-
go, mantenía su oquedad. La existencia se torna conflictiva, porque
el poder aporta fracaso, el amor odio, el lujo pobreza y la compañía
soledad. De ahí que el ego aparezca en conflicto consigo mismo y
46 Buscando la felicidad
Por todo lo dicho y por todo lo que no he logrado decir, por las
muchas cosas que aun esperan ser escritas y por las escritas que no
he alcanzado a leer, no parece ser injusto, aunque sí quizás dema-
siado excluyente, el tópico que afirma de Ciudadano Kane ser la
mejor película de la historia del cine.
3
Religión y eutanasia o sobre
el sentido de la muerte
2. La epopeya de la metafísica
4. El heroísmo de la fe
3. El narcisismo de la subjetividad
Durante las primeras décadas del siglo XX, tras la fachada de los
oropeles de la belle époque, se incubaba una de las mas profundas cri-
sis de la conciencia moral occidental. La espléndida floración de cul-
tura protagonizada por la sociedad burguesa tardía al amparo de los
dioses de la libertad y del progreso se trocó en sensación de vacío y
decadencia. Pronto aparecieron los augures de la catástrofe. A pesar
de los brillantes éxitos de la ciencia y de la técnica, al analizar los sín-
tomas de la crisis, Nietzsche hablaba de advenimiento del nihilismo,
Spengler de decadencia de Occidente, Weber de desencantamiento
del mundo y Husserl de crisis de la civilización científica. El recurso a
los totalitarismos para bloquear el curso de la historia condujo a la tra-
gedia de dos guerras mundiales. Y tampoco lograron aceptación gene-
ralizada los intentos de restauración religiosa, tanto por parte de la teo-
logía protestante como por parte de la neoescolástica católica. La con-
ciencia moral parecía adentrarse en el desierto de la nada.
Desde tiempo atrás abundaban las experiencias nihilistas de la
vida. Así lo testimoniaban los Hermanos Karamazof de Dostoiewski,
El proceso de Kafka o El mito de Sísifo de Camus. Los mitos del opti-
mismo romántico-burgués: el infinito, la libertad, el progreso... per-
dían su poder seductor. El pesimismo encontró su vía de expresión
en el existencialismo de entreguerras y posguerra. Con él, al decir de
Lukacs, la burguesía parasitaria encontraba su miércoles de ceniza en
el que hacer penitencia por las propias culpas. La ética se encontró
ante un nuevo reto: la quiebra del sistema de valores que había dado
sentido a la modernidad. El protagonismo de la burguesía ilustrada
tocaba a su fin. Y con ella carecía de contenido la palabra que nom-
braba una época: modernidad.
Nietzsche torturaba al lenguaje desde tiempo atrás intentando
expresar la fatalidad de una experiencia personal: la llegada del
nihilismo como acontecimiento irreversible de la historia de Europa.
La mentira era la esencia de las explicaciones que el hombre había
Diálogos y silencios 157
4. Postmodernidad y autocomplacencia
5. El retorno a la naturaleza
1. Clásicos
2. Literatura básica
3. Ética aplicada