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UNIVERSIDAD DE NAVARRA

¿A DÓNDE VAN LOS


NIÑOS QUE MUEREN
SIN SER BAUTIZADOS?
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA

Erick Josué Villegas Correa


Luis Alfonso Irene Briones
Luis David Hernández Cruz
Alberto Sánchez Feria
Mon Carmelo Marcaida
Kenneth Orom
He Li
¿A DÓNDE VAN LOS NIÑOS QUE MUEREN SIN SER BAUTIZADOS?

Introducción
En nuestros tiempos crece el número de niños que mueren sin haber sido bautizados, por
falta de fe de los padres, o por el aborto, por ejemplo.
En la Biblia se afirma la necesidad del Bautismo para la salvación, y por eso algunas
personas se preguntan por el destino eterno de estos infantes.
En este trabajo mostraremos el desarrollo histórico y teológico de la cuestión, basándonos
principalmente en el documento de la Comisión Teológico Internacional: La esperanza
de salvación para los niños que mueren sin bautismo.

Desarrollo histórico
En el Nuevo Testamento no se plantea esta cuestión, explícitamente, pero se puede
reflexionar en base a diversas doctrinas bíblicas:
• La voluntad de Dios de salvar a todos.
• La pecaminosidad universal de los seres humanos, y el hecho de que desde Adán
han nacido en el pecado.
• La necesidad para la salvación, de la fe del creyente y del Bautismo.
• La esperanza cristiana supera completamente la esperanza humana.
• La Iglesia tiene que hacer «plegarias, oraciones y súplicas… por todos».
Parece que hay tensión entre la voluntad salvífica universal de Dios y la necesidad del
Bautismo. La última parece limitar la extensión de la primera. Es necesario aclarar cuál
es la necesidad del sacramento del bautismo.
Padres de la Iglesia
Para los padres griegos, como consecuencia del pecado de Adán, los seres humanos han
heredado la corrupción, la pasibilidad y la muerte, pero la idea de una herencia del pecado
o de la culpa, era extraña.
Pseudo-Atanasio: una persona no bautizada no puede entrar en el Reino de Dios, los niños
no bautizados no entrarán en el Reino, pero tampoco se perderán, ya que no han pecado.
Anastasio del Sinaí: los niños no bautizados no van a la Gehenna. Deja su destino al juicio
de Dios.
Gregorio de Nisa: escribió una obra específica sobre esto: De infantibus praemature
abreptis libellum. El destino de estos niños es un misterio, «es algo más grande de lo que
la mente humana puede abarcar». «La muerte prematura de los niños recién nacidos no
es motivo para presuponer que sufrirán tormentos o que estarán en el mismo estado de
los que en esta vida han sido purificados por todas las virtudes».
Gregorio Nacianceno: «El que no merece castigo no es por esto merecedor de alabanza,
y el que no merece alabanza no es por esto merecedor de castigo».
En general, podríamos resumir el pensamiento oriental en que no sufren la condenación
eterna, aunque no consigan el mismo estado de los que han sido bautizados. No explican
cuál es el estado o lugar.
Este tema surgió en Occidente en las controversias antipelagianas. Pelagio enseñaba que
los niños podían salvarse sin ser bautizados, negaba que el pecado de Adán se hubiera
trasmitido. Entrarían en la «vida eterna» pero no en el «reino de Dios».
Agustín afirmó que van al infierno. Se remitía a las palabras del Señor en Jn 3,5 y a la
práctica litúrgica de la Iglesia. Todos necesitan a Cristo como Salvador. El único remedio
para el pecado de Adán es el Bautismo. Aunque estos niños vayan al infierno, sufrirán un
«castigo muy suave». Dios no hace injusticia a los que no son elegidos, porque todos
merecen el infierno.
El Concilio de Cartago (418): Condenó la opinión de que los niños no contraen de Adán
nada del pecado original. Enseña que los niños son verdaderamente bautizados para la
remisión de los pecados. No existe un lugar intermedio.
La autoridad de Agustín en Occidente fue tan grande que los Padres latinos (p.e.
Jerónimo, Gregorio Magno) adoptaron su opinión.
Edad Media
San Anselmo: los niños son condenados porque no han recibido el sacramento y no
pueden hacer un acto personal de fe.
Pedro Lombardo: sólo la privación de la visión de Dios
Los teólogos medievales afirman la existencia de sólo dos salidas a la existencia humana:
felicidad y condenación
Doble afirmación: Dios quiere que todos se salven, pero quiere igualmente los dones y
los medios que él mismo ha establecido para esta salvación y que nos ha dado a conocer
mediante su revelación.
Edad Moderna
Con los jansenistas surge la doctrina del limbo, pero que es condenada y rechazada por
los papas y concilios de esta época, en donde se defiende la doctrina de Agustín y la
doctrina sobre la privación de la visión beatífica.
Últimos Concilios
Constitución dogmática De doctrina católica del Vaticano I que presentaba el destino de
los niños muertos sin bautismo como un estado a medio camino entre el de los condenados
por una parte, y el de las almas del purgatorio y el de los bienaventurados por otra.
Quienes afirmaban o proponían que se estableciese una doctrina según la cual los niños
no bautizados no pueden obtener la visión beatífica era controvertida por:
• El valor de la enseñanza tradicional de la Iglesia acerca del tema
• Ausencia en la Sagrada Escritura de indicaciones explícitas sobre el tema
• Conexión entre orden natural y la vocación sobrenatural de los seres humanos
• El pecado original y la voluntad salvífica universal de Dios
• Las sustituciones del bautismo sacramental que se pueden invocar para los
párvulos
Pío XII: el estado de gracia en el momento de la muerte es absolutamente necesario para
la salvación; sin él no es posible llegar a la felicidad sobrenatural, a la visión beatífica de
Dios. Un acto de amor puede bastar al adulto para conseguir la gracia santificante y suplir
la falta del Bautismo; al que todavía no ha nacido o al niño acabado de nacer no está
abierto ese camino.
Concilio Vaticano II: universalidad de la voluntad de salvación de Dios (nostra aetate);
la razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión
con Dios (Gaudium et spes).
Cristo murió por todos y la vocación definitiva del hombre es en realidad una sola, la
divina. El Espíritu Santo da a todos la posibilidad de que, del modo que Dios conoce, sean
asociados al misterio pascual (GS 22).
Resumen
Son tres las afirmaciones principales que pertenecen a la fe de la Iglesia que están en el
centro del problema del destino de los niños no bautizados:
• Dios quiere que todos los seres humanos sean salvados
• Esta salvación es dada solamente mediante la participación en el misterio pascual
de cristo mediante el bautismo para la remisión de los pecados, sea el Bautismo
sacramental, sea en otra forma. Los seres humanos, incluidos los niños, no pueden
ser salvados sin la gracia de Dios derramada por el Espíritu Santo
• Los niños no entran en el Reino de Dios si no son libertados del pecado original
por la gracia redentora
Es necesario hacer algunas distinciones entre lo que pertenece a la fe y lo que es opinión:
• La concepción pelagiana es contraria a la fe católica
• La pena por el pecado original es la carencia de la visión de Dios es la fe católica
• Auctorem fidei de Pio VI defiende la libertad de las escuelas católicas de proponer
soluciones diversas al problema del destino de los niños no bautizados (limbo)
• Los caminos posibles son: la teología del limbo, el punto de partida debe ser la
voluntad salvífica universal de Dios, la mediación de Cristo y el don del Espíritu
Santo.

Principios teológicos
La voluntad salvífica universal de Dios
En el contexto de aquellos niños que mueren sin Bautismo, el misterio de la voluntad
salvífica universal de Dios es un principio central y fundamental.
Desde el Antiguo Testamento Dios muestra su deseo de salvación con su pueblo Israel,
que se manifiesta en sus prodigios que obra en favor de librarlo de sus opresores; este
anhelo de salvación se realiza plenamente por la mediación de Jesucristo, plenitud de la
Revelación, quien afirma que el reino de los cielos es de los pequeños, y esto lo
manifiesta ya san Pablo a Timoteo: «Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro salvador,
que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.
Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo
Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Éste es el
testimonio dado en el tiempo oportuno» (1 Tim 2,3-6).
La universalidad del pecado
La voluntad salvífica universal de Dios mediante Jesucristo, en una misteriosa relación
con la Iglesia, se dirige a todos los seres humanos, los cuales, según la fe de la Iglesia,
son pecadores necesitados de salvación.
En el Nuevo Testamento, para Pablo la universalidad de la redención realizada por
Jesucristo, encuentra su contrapartida en la universalidad del pecado. El principal
argumento lo encontramos en Rom 5,12: «Por tanto, como por un solo hombre entró el
pecado en el mundo y por el pecado la muerte, así también la muerte alcanzó a todos los
hombres porque todos han pecado…».
El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «La doctrina del pecado original es, por así
decirlo, el “reverso” de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres,
que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo. La
Iglesia, que tiene el sentido de Cristo, sabe bien que no se puede lesionar la revelación
del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo»
La necesidad de la Iglesia
San Cipriano dijo: "Salus extra ecclessiam non est". Dijo que no hay salvación fuera de
la iglesia. La tradición católica nos dice que la Iglesia es necesaria para alcanzar la
salvación. El Concilio Vaticano II ha reiterado esta convicción de fe.
Cristo estableció su iglesia para la salvación de todos los hombres a través de los
sacramentos. Es decir que a través de su propia bondad y la voluntad salvífica universal
de Dios, él ha establecido la iglesia. Entonces, para alcanzar la salvación, todos
necesitamos la única Iglesia verdadera establecida por Dios mismo. La salvación es
alcanzable en virtud de la gracia que tiene una relación misteriosa con la Iglesia.
La necesidad del Bautismo sacramental
El bautismo nos limpia a los hombres del pecado original que heredamos de nuestros
primeros padres. Por lo tanto, Dios desea que seamos limpiados y configurados para
Jesucristo por medio del Espíritu Santo, que solo es posible a través del bautismo que
limpia, libera y nos hace miembros de la Iglesia. Básicamente nos hace hijos de Dios.
El bautismo da como resultado la incorporación de la persona humana en el Pueblo de
Dios, el Cuerpo de Cristo y el templo espiritual. Pablo habla de "ser bautizado en un
cuerpo". (1 Corintios 12:13) Él o ella se convierte en miembro de la Iglesia a la que Pedro
llama "una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, la propia gente de Dios" (1
Pedro 2: 9).
La antigua práctica de bautizar a los niños, respaldada por los Padres y el magisterio de
la Iglesia, se acepta como una parte esencial de la comprensión de la fe de la Iglesia
Católica. El Concilio de Trento afirmará: “De acuerdo con la tradición apostólica, incluso
los niños que de sí mismos no pueden haber cometido ningún pecado, son verdaderamente
bautizados para la remisión de los pecados, de modo que por regeneración puedan ser
limpiados de lo que contrajeron a través de la generación.
La comunidad cristiana primitiva creía que el bautismo es la única forma de configurarse
para Cristo. Pero la Iglesia nunca ha enseñado la "absoluta necesidad" del bautismo
sacramental para la salvación; Hay otras vías por las cuales se puede realizar la
configuración con Cristo. Ya en la comunidad cristiana primitiva, se aceptó que el
martirio, el "Bautismo de sangre", era un sustituto del Bautismo sacramental.
La afirmación de la fe cristiana de la necesidad del bautismo sacramental para la salvación
no puede agotarse de su significado existencial al reducirse a una afirmación meramente
teórica. Por otro lado, la libertad de Dios sobre los medios de salvación dados por él debe
ser igualmente respetada. En consecuencia, uno debe evitar cualquier intento de oponerse
al bautismo sacramental, al bautismo de deseo y al bautismo de sangre como antitético.
Esperanza y oración
Los cristianos son personas de esperanza. Ellos han puesto su esperanza "en el Dios vivo,
que es el salvador de todos, especialmente de aquellos que creen" (1 Tim 4:10). Esta
esperanza cristiana es una "esperanza ... contra esperanza" (Rom 4:18), yendo mucho más
allá de cualquier forma de esperanza humana. Toma su ejemplo de Abraham, nuestro
padre en la fe. Abraham puso gran confianza en las promesas que Dios le había dado.
Confió ("esperó") en Dios contra toda evidencia humana o probabilidades ("contra la
esperanza"). Entonces, los cristianos, incluso cuando no ven cómo los niños no bautizados
pueden ser salvados, se atreven a esperar que Dios los abrace en su misericordia
salvadora.
Los cristianos también son hombres de oración. Son guiados por su fe para orar, pedir y
dar gracias a Dios.
Esta oración universal es aceptable para Dios que "desea que todos los hombres se salven
y lleguen al conocimiento de la verdad", y a cuyo poder creador "nada es imposible". Se
basa en la esperanza de que toda la creación finalmente participará en la gloria de Dios.
Tal oración está en línea con la advertencia de San Juan Crisóstomo: "Imita a Dios. Si él
quiere que todos sean salvos, entonces es razonable que uno ore por todos.”

Dirección actual de la Iglesia


Situación del mundo en nuestros días
Se ha tratado anteriormente la historia de la reflexión cristiana y principios teológicos
sobre el destino de los niños no bautizados, que han presentado claroscuros.
Hay una reflexión acerca del misterio de salvación de generación en generación bajo la
guía del Espíritu Santo. Este misterio, un tema difícil de tratar como es el destino eterno
de los niños sin bautizar. Es fácil que aparezcan algunos principios vitales como la
necesidad del Bautismo para la salvación y la voluntad salvífica universal de Dios. El
Magisterio de la Iglesia en momentos claves de la historia ha optado por no definir que
estos niños están privados de la visión beatifica, sino por mantener la cuestión abierta.
El Concilio Vaticano II ha llamado la Iglesia a leer los signos de los tiempos y a
interpretarlos a la luz del Evangelio, el compromiso por el cual Cristo sufrió murió y
resucito es siempre para la Iglesia, ocasión para profundizar el mensaje de salvación. Es
posible identificar varios signos de nuestros tiempos modernos que impulsan una
renovada conciencia del Evangelio, ofrecen un nuevo contexto para el siglo XXI.
Deseo de paz y de unidad en la humanidad
Muchos luchan hoy contra la tentación de la desesperación, la crisis de la esperanza.
Las personas se escandalizan a causa del sufrimiento de los niños y quieren que se les dé
la posibilidad de realizar sus potencialidades.
El contacto entre personas de diferentes creencias.
La misericordia de Dios
Dios es rico en misericordia, el proyecto del amor de Dios, revelado por medio del
Espíritu, va más allá de nuestra imaginación. Los que lloran por el destino de los niños
que mueren sin Bautismo, sobre todo sus padres, son personas que aman a Dios, que
deberían ser consoladas por estas palabras.
a) La gracia de Dios llega a todo ser humano y su providencia abraza a todos.
b) Dios no nos pide cosas imposibles, la potencia de Dios no se limita a los
sacramentos.
c) En todo momento y en toda circunstancia Dios ofrece un remedio de salvación
para la humanidad.
Se enumeran algunos caminos mediante los cuales los niños que mueren sin Bautismo
pueden tal vez ser unidos a Cristo.
• Podemos descubrir en estos niños que sufren y mueren una conformidad salvífica
con Cristo en su propia muerte, una intimidad con Él.
• Algunos de los niños que sufren y mueren son víctimas de la violencia. En su
caso, teniendo como referencia el ejemplo de los Santos Inocentes, podemos
descubrir una analogía con el bautismo de sangre que otorga la salvación. Aunque
de un modo inconsciente, los Santos Inocentes sufrieron y murieron por Cristo;
sus verdugos trataban de matar al Niño Jesús.
• Es posible también que Dios simplemente actúe para conceder el don de la
salvación a niños no bautizados en analogía con el don de la salvación concedido
sacramentalmente a los niños bautizados.
Solidaridad con Cristo
Existe una unidad y solidaridad fundamentales entre Cristo y todo el género humano.
Mediante su encarnación, el Hijo de Dios se ha unido, de alguna manera a todo ser
humano no existe ninguna persona que no esté afectada por el misterio del Verbo hecho
carne.
La enseñanza de Pablo es que Cristo ha vivido, muerto y resucitado por todos. La
Escritura relaciona a toda la humanidad sin excepción con Cristo. Uno de los mayores
puntos débiles de la visión tradicional del limbo es que no queda claro si las almas tienen
o no allí una relación con Cristo.
Es verdad que la Escritura nos habla de nuestra solidaridad con Adán en el pecado, pero
se trata del trasfondo sobre el que se coloca la enseñanza de nuestra solidaridad con Cristo
en la salvación. La enseñanza de san Pablo nos impulsa a restablecer el equilibrio y a
poner en el centro de la humanidad a Cristo salvador, al cual todos, en cierto modo, están
unidos.
Oración de la Iglesia
Cuando un niño es bautizado, no puede hacer personalmente una profesión de fe. En este
momento son más bien los padres y la Iglesia toda los que ofrecen un contexto de fe a la
acción sacramental. Si un niño no bautizado es incapaz de un voto de bautismo, en virtud
de los mismos lazos de comunión, la Iglesia puede tal vez interceder por el niño y
formular en su nombre un voto de bautismo eficaz ante Dios. Lo que debemos concluir
es que nadie se puede salvar sin relación alguna con el Bautismo y la Eucaristía, y por
tanto con la Iglesia, definida por estos sacramentos.
Toda salvación tiene alguna relación con el Bautismo, la Eucaristía y la Iglesia. El
principio según el cual «no hay salvación fuera de la Iglesia» significa que no hay
salvación que no provenga de Cristo y que no sea eclesial por su misma naturaleza. «En
cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia
divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de
Dios, que quiere que todos los hombres se salven (1Tim 2,4).

Conclusión
Hay muchas cosas que no están explícitas en la Revelación. Lo que nos ha sido revelado
es que el camino de salvación ordinaria pasa a través del sacramento del Bautismo, por
lo que no hay que disminuir su importancia.
Por tanto, ¿a dónde van los niños que mueren sin ser bautizados? Existen serias razones
teológicas y litúrgicas para esperar que los niños que mueren sin bautismo serán salvados
y podrán gozar de la visión beatífica, aunque se trata de motivos de esperanza en la
oración, más que de certeza.
Referencias bibliográficas

• Comisión Teológica Internacional, La esperanza de salvación para los niños


que mueren sin bautismo (2007)

• J. José Alviar, El destino de los niños que mueren sin bautismo. Comentario al
documento de la Comisión Teológica Internacional, Scripta Theologica, 41,
(2009/3) 711-743

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