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Flujo luminoso (lumen)

El Flujo Luminoso (F): es una medida de la potencia total de luz visible emitida por las fuentes de radiación. Al
hablar de cantidad total de luz estamos diciendo que el flujo luminoso nos proporciona una medida
cuantitativa y global de la cantidad luz que la fuente luminosa emite en todo el espacio que le rodea.

La unidad del flujo luminoso es el lumen, el cual corresponde a una potencia de 1/680 vatios emitidos a la
longitud de onda de 555 nanómetros, que es donde el ojo humano presenta la máxima sensibilidad.

Una aplicación importante de estos conceptos consiste en la expresión del rendimiento luminoso de las
lámparas (su eficiencia energética). De toda la potencia eléctrica consumida por una lámpara tan sólo una
fracción se convierte en flujo luminoso. El rendimiento luminoso de una lámpara es la relación entre el flujo
luminoso emitido por la lámpara y la potencia eléctrica en vatios consumida por la misma:

M = lumen/W (en lúmenes/vatio)

Nivel de iluminación o Iluminancia (Lux)

“Iluminancia o nivel de iluminación de una superficie es la relación entre el flujo luminoso que recibe la
superficie y su área. Como alternativa al termino de iluminancia, se suele utilizar el de iluminación, a fin de
evitar confusión con el de luminancia”.

Un lux se define como el nivel de iluminación de una superficie de un metro cuadrado cuando sobre ella
incide, uniformemente repartido, un flujo luminoso de un lumen.

El nivel de iluminación es la magnitud utilizada con mayor frecuencia para evaluar la cantidad de luz existente
en los puestos de trabajo.
Funciones visuales

La eficacia del "sistema visual" se mide en términos de "rendimiento visual". El término "rendimiento visual"
se emplea para cuantificar la aptitud de un individuo para: detectar, identificar y reaccionar ante los estímulos
visuales existentes en su campo de visión.

El "rendimiento visual" depende de 2 cosas: de las características de la tarea y de la percepción visual del
operador.

A su vez, la percepción visual del operador está influenciada por las características del entorno visual (nivel de
iluminación, deslumbramiento, estímulos visuales que pueden distraer su atención, etc.

Las principales "funciones visuales" implicadas en la ejecución de la tarea visual, las cuales intervienen en la
percepción y el reconocimiento de las formas, se recogen en los subapartados siguientes:
• La percepción de luminancias

La luminancia es el parámetro de estímulo visual más primario; la sensación de luminosidad o brillo de una
superficie es la sensación visual más simple.
El ojo humano tiene la facultad de adaptarse a muy distintos niveles de luminancia. El nivel al que se
encuentra adaptado el ojo en un momento dado se conoce como "luminancia de adaptación". Hay que tener
en cuenta que el ojo necesita tiempo para adaptarse a un nivel diferente de luminancia.

• La percepción del contraste

La mayor parte de la información visual que recibimos no se debe a la luminancia sino a las variaciones de
luminancia que detecta el ojo en el campo visual, es decir, el contraste de luminancias.

La sensibilidad del ojo a la detección del contraste también aumenta con la "luminancia de adaptación". En
general, esta sensibilidad crece hasta llegar a una luminancia media del fondo de unas 100 cd/m2.
Naturalmente, esta luminancia depende tanto del nivel de iluminación como de la reflectancia de las
superficies del entorno.

• La percepción del color

El color constituye otro importante parámetro de estímulo visual. Como es sabido, en la retina existen dos
tipos de células fotosensibles: los conos y los bastones. Los bastones permiten la visión con niveles muy bajos
de luz (visión escotópica o nocturna) pero no permiten la visión en color. Por el contrario, los conos son menos
sensibles que los bastones, pero son los responsables de la visión en color (visión fotópica).

El ojo humano es capaz de percibir diferencias extraordinariamente pequeñas de color entre superficies
adyacentes (sensibilidad al contraste de color). Pero la capacidad de reconocer colores (memorizados) es muy
modesta.
Medición de niveles de iluminación
Para medir el nivel de iluminación se emplea un equipo denominado luxómetro. Este equipo dispone de una
célula fotoeléctrica que cuando incide sobre la célula un haz de luz, los electrones son capaces de emitir una
señal eléctrica. Esta señal es proporcional al nivel de iluminación. Para que la señal se ajuste adecuadamente
debe disponer de una corrección de coseno, así se evitan los errores procedentes del ángulo de incidencia de
la luz.
Otro aspecto que se debe considerar es que el luxómetro disponga de un filtro corrector de color, así cambia
la sensibilidad de la célula para adaptar su respuesta a la sensibilidad espectral del ojo humano. Como
cualquier equipo de medición, el luxómetro se debe calibrar periódicamente.
Integración de la luz natural
Cuando se hace referencia a la iluminación se debe considerar tanto la iluminación natural como la
iluminación artificial. A la hora de diseñar un área de trabajo siempre se deben considerar ambas.
La luz natural causa menor fatiga visual que la iluminación artificial. Por eso, en la actualidad se han
desarrollado técnicas que maximizan el aprovechamiento de la luz natural. Muchos proyectos de centros de
trabajo tienen en consideración tragaluces, ventanales, etc.
Las principales ventajas de la iluminación natural son las siguientes:
• Psicológicamente un contacto con el exterior a través de una ventana, por ejemplo, produce un aumento del
bienestar.
• Salvo en situaciones muy concretas en las que el trabajador se encuentre situado en una determinada
posición e incida un haz de luz de forma directa, la iluminación natural suele producir un deslumbramiento
tolerable.
No obstante, su principal inconveniente es la gran variabilidad que se produce al cabo del tiempo. No va a ser
lo mismo la luz natural de la que se puede disponer un día de invierno nublado, a las 8:00 h de la mañana, que
un día de verano soleado a las 12:00 h. La iluminación artificial se debe usar cuando no se puede emplear la
luz natural o, como ocurre en la mayoría de los casos, para complementar la luz natural.
Equilibrio de luminancias
En condiciones normales, un aumento de luminancia conlleva una mejora del rendimiento visual. Esta mejora
crece hasta un punto en el que ya no aumenta más, aunque siga aumentando la luminancia. La mejora se
manifiesta sobre todo cuando se ejecutan trabajos minuciosos o de poco contraste. Sin embargo, en tareas
visuales bien contrastadas y que no precisan la percepción de detalles finos, el rendimiento visual máximo se
consigue con niveles moderados de luminancia. Para una tarea dada, el aumento de luminancia se puede
conseguir incrementando el nivel de iluminación.
Las relaciones de luminancia más importantes que es preciso considerar en los puestos de trabajo son:
— Entre la tarea y su entorno inmediato. Se recomienda que la luminancia del entorno inmediato sea menor
que la de la tarea, pero no inferior a un tercio de ella.
— Entre la tarea y el entorno alejado. En este caso se recomienda que la relación de luminancias no sea
superior a 10 ni inferior a 1/10.
Colocación y distribución de las luminarias
se considera que, los sistemas de iluminación más habituales se pueden clasificar de la forma siguiente:
 Iluminación general uniforme
Este tipo de iluminación es el que se obtiene al distribuir en la superficie del techo un conjunto de luminarias
de forma más o menos regular. El resultado de dicha disposición es una iluminación con cierto grado de
uniformidad, cuyo nivel medio se ajusta a las necesidades de las distintas tareas.
Este sistema de iluminación general uniforme resulta adecuado en los locales donde los puestos de trabajo
requieren niveles similares de iluminación y cuando no están localizados en lugares fijos. También proporciona
las mejores condiciones de iluminación en los locales destinados a oficinas y talleres en general.
 Iluminación general localizada
En este tipo de iluminación, las luminarias no se distribuyen uniformemente en el techo sino sobre las áreas
del local donde se realizan las tareas visuales.
Con este sistema se consigue un nivel de iluminación moderado en todo el local, incrementado únicamente en
las áreas donde se lleva a cabo el trabajo.
Este tipo de iluminación presenta el inconveniente de requerir una reforma de la instalación cada vez que se
efectúan cambios en la ubicación de los puestos.

 Iluminación general con iluminación auxiliar localizada
Esta clase de iluminación se consigue combinando un sistema de iluminación general, más o menos uniforme,
con dispositivos de iluminación directa localizada (por ejemplo, mediante flexos) en los puestos de trabajo.
En algunos casos se emplea la iluminación localizada rasante para facilitar la percepción de defectos en la
textura de superficies de objetos sometidos a inspección visual.
En esta clase de iluminación es necesario asegurar un buen apantallamiento de las lámparas alojadas en los
aparatos de iluminación localizada, de forma que no provoquen deslumbramiento.
Mantenimiento de los sistemas de iluminación
Los niveles de iluminación que proporciona una instalación de alumbrado van decreciendo a medida que las
lámparas envejecen y el polvo se acumula en las luminarias y en las superficies reflectantes del local.
La disminución del flujo luminoso por envejecimiento varía mucho de unos tipos de lámparas a otros; la
información sobre este decrecimiento es suministrada por el fabricante de la lámpara con el fin de tenerlo en
cuenta en el cálculo del proyecto de la instalación. Sin embargo, la pérdida de luz debida al polvo acumulado
sobre las lámparas y luminarias suele ser más importante que la debida al envejecimiento de las mismas.
La velocidad a la que se deprecia el flujo luminoso por acumulación de polvo depende del ángulo de
inclinación, de la textura y de la temperatura de la superficie de las lámparas y luminarias.
Las luminarias abiertas por abajo y cerradas en la parte superior acumulan más polvo que las que tienen
aberturas de ventilación en la zona superior, porque las corrientes de convección arrastran el polvo y lo
eliminan de las superficies de reflexión. No obstante, en ambientes muy polvorientos es preferible emplear
luminarias estancas.
Por otra parte, la suciedad acumulada en el techo y las paredes también puede contribuir a la depreciación de
la luz. Esta reducción suele ser más importante en los locales pequeños donde exista una iluminación con una
importante componente indirecta, que utiliza el techo y las paredes como reflectores.
Con el fin de paliar la depreciación de la luz debida a las causas mencionadas es necesario establecer un
programa de mantenimiento que incluya tanto la limpieza como la reposición periódica de las fuentes de luz.
El intervalo más rentable para realizar la limpieza de una instalación de alumbrado depende del tipo de
luminaria, del grado de acumulación de polvo y del coste de la limpieza. La mayor ventaja suele obtenerse
haciendo que coincida la limpieza de las luminarias con los momentos en que se hace un reemplazamiento en
grupo de las lámparas.
La sustitución de las lámparas en grupo también tiene por efecto reducir la depreciación de la luz debida al
envejecimiento de las lámparas, dado que éstas son retiradas antes de que su deterioro sea excesivo.

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