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Honestidad, Generosidad, Respeto
Honestidad, Generosidad, Respeto
La honestidad es el valor que nos permite vivir en la verdad, es un valor humano, una
actitud que siembra confianza en uno mismo y en aquellos que están en contacto con la
persona honesta. Hace que la persona actúe siempre con base en la verdad y en la auténtica
justicia, dando a cada quien lo que le corresponde, incluida ella misma. Es una condición
fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria.
La honestidad respeta la vida, se caracteriza por la confianza, la sinceridad y la apertura, y
expresa la disposición de vivir a la luz de la verdad.
La generosidad es una virtud muy importante que con frecuencia, se asocia únicamente con
el plano económico como si solo fuese posible ser generoso dando dinero a otra persona, un
error muy propio de una sociedad materialista y consumista. Ella no sólo se refiere al plano
material sino también, al emocional. Es decir, una persona puede ser generosa en cariño, en
paciencia, en sonrisas y en palabras bonitas. Pero además, una persona también puede ser
generosa en tiempo al estar disponible para los demás. Muestra el modo ser amable y
cercano en el trato de una persona que no sólo piensa en sí misma sino que también, se
interesa por el bienestar del otro.
Las personas generosas tienen una buena autoestima, son conscientes de que ellas son
importantes pero también saben que los demás, lo son. Son personas agradecidas que
quieren corresponder al cariño de los demás con iniciativas positivas y muestras de cariño.
Las personas generosas tienen suerte en la vida porque ellas mismas siembran su propia
suerte gracias a su actitud abierta y desinteresada.
La famosa regla de oro que dice: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a
ti”. Es la más perfecta forma de respeto, de un respeto que nace de la compasión.
Compasión significa ponerse en la piel del otro y “sentir” lo que siente. La regla de oro se
puede llevar un paso más adelante, haciendo al otro lo que deseamos que nos hagan.
Entonces estamos hablamos de afecto y de amor. El respeto al otro es aplicar la regla de oro
y la compasión. El que respeta no abusa ni saca ventajas del prójimo ni de sus debilidades
ni de sus fortalezas. El que respeta incluye al otro, le ofrece un espacio, lo oye y lo evalúa,
sin premura ni prejuicios. El que respeta utiliza la razón y la persuasión cuando existen
diferencias, no se vale del enojo ni de la amenaza, no se vale de la coerción ni de la
imposición.