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SEGUNDO PARCIAL

PRESENTADO A:
MARIA ELENA PEÑALOZA
PROCESOS COMUNICATIVOS

PRESENTADO POR:
CINDY YURLEY JAIMES MONCADA

UNIVERSIDAD SIMON BOLIVAR


CUCUTA, NORTE DE SANTANDER
2020

LA REALIDAD PARENTAL DEL SIGLO XXl EN EL BIENESTAR INFANTIL


INTRODUCCION

Las competencias parentales son las habilidades prácticas que los padres deben adquirir
para cuidar, proteger y educar a los hijos e hijas con el fin de garantizar un desarrollo sano.
Las competencias parentales se definen como el conjunto de capacidades que permiten a
los padres afrontar de forma flexible y adaptativa la tarea vital de ser padres, de acuerdo
con las necesidades evolutivas y educativas de los hijos y con los estándares considerados
como aceptables por la sociedad y aprovechando todas las oportunidades, apoyos que les
ofrecen los sistemas de influencia de la familia para desarrollar esas capacidades. Rodrigo,
Márquez, Martin y Byrne, (2008).
A lo largo de la vida el apego maternal temprano, la construcción de vínculos seguros y la
estimulación inicial en el plano afectivo y sensomotora influye de manera significativa acerca
de la probabilidad de desarrollar el potencial del ser humano, dado que un desarrollo infantil
en buenas condiciones y en entornos socioafectivos protegidos, se puede lograr una vida
adulta saludable. En ese sentido, la parentalidad adecuada garantizara el bienestar, la salud
y el desarrollo sano de los niños y de las niñas con el fin de procurar que tengan el máximo
de oportunidades para desenvolverse por lo que es importante conocer que es lo que se
transforma en este proceso.
Conviene señalar, las competencias parentales abarcan CINCO finalidades que aseguran
una parentalidad idónea, dentro de ellas se encuentran: (a) la nutrición, el afecto, los
cuidados y estimulación esta función se refiere a LA construcción DE un apego seguro,
percibir el mundo familiar y social como un espacio seguro; (b) El aporte educativo enfocado
en el amor, la comunicación, el apoyo en los procesos de desarrollo de los niños y el control
que deben manejar los padres con sus hijos; (c) El Aspecto social es fundamental para la
orientación en la búsqueda de identidad de los hijos; (d) la protección de los hijos de los
contextos externos, familiares y sociales, y por último la resiliencia que se refiere la
capacidad que el niño aprende a enfrentar desafíos en su diario vivir.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante destacar el análisis de los
componentes de la parentalidad social y su influencia en el bienestar infantil
enfocado en las capacidades parentales que se conforman a partir de la articulación
de factores biológicos y hereditarios su interacción con las experiencias vitales y el
contexto sociocultural de desarrollo de los progenitores o cuidadores de un niño y
las habilidades parentales siendo, los recursos emocionales, cognitivos y
conductuales de las madres y padres que permiten la crianza de sus hijos o hijas.

Barudy J. (2005) distingue entre dos tipos de parentalidad: “la parentalidad


biológica, esta relacionada con la procreación y la parentalidad social, que tiene que
ver con la existencia de capacidades para cuidar, proteger, educar y socializar a los
hijos” (p. 28). Por consiguiente, la parentalidad social determina la participación de
personas que no necesariamente son padres biológicos con la finalidad de ejercer
las habilidades necesarias para cuidar, estimular, defender y educar, generando el
desarrollo, así como el bienestar de los niños sin olvidar las demandas del entorno
en que se desenvuelven cotidianamente.

Así mismo, Navarro (2007) plantea que en universalidad de la parentalidad social se


destaca una posición garante de las necesidades básicas de los niños que se
representan en una serie de funciones centradas en el desarrollo de los hijos:

La protección se enfoca en el desarrollo y crecimiento de los hijos así como por


su socialización; (b) la función parental afectiva, en este aspecto los padres
deben proporcionar un entorno que garantice el desarrollo psicológico del niño;
(c) la estimulación es una herramienta esencial para desenvolverse
correctamente en su entorno físico y social; (d) la función parental educativa se
basa en que los padres deber poder orientar, dirigir el comportamiento de los
niños, sus actitudes y valores de una forma coherente con el estilo familiar siendo
aceptable para el entorno (p. 30).

Ahora bien, La importancia de las funciones parentales en la vida de una familia,


tienen relación con el mayor o menor cuidado y protección de sus integrantes, de
manera que puedan ser capaces de enfrentar y resolver las distintas dificultades en
la vida cotidiana. No obstante, Barudy y Dantagnan (2010), precisan que la relación
de parentalidad social se agrupa en cinco bloques las necesidades que cualquier
adulto para desempeñar el rol de padre biológico, padre sustituto cuidador de un
hogar infantil debe tener presente para que su parentalidad se considere
competente.

El primer bloque de necesidades hace referencia a las necesidades de nutrición,


afecto, cuidado y estimulación. En esta fase es importante asegurar una correcta
alimentación para garantizar su crecimiento y prevenir la desnutrición, afecto,
aportar experiencias sensoriales, emocionales, afectivas que le permitan construir
un vínculo seguro y percibir, al mismo tiempo el mundo familiar y social como
espacio estable Esta experiencia dará base de confianza al niño para poder afrontar
los desafíos de crecimiento y adaptarse a los diferentes cambios de su entorno, que
potencien sus capacidades físicas, sociales e intelectuales.

El segundo bloque tiene que ver con fijar y cubrir las necesidades educativas en
donde no solo se inicie una formación académica si no donde se establecen normas
y reglas que garanticen su integridad y la de los demás. Se destaca una educación
basada en el amor, la comunicación, el apoyo en el desarrollo, y el control. El tercer
bloque, indica los aportes socializadores, este objetivo tiene que ver con la
contribución de los padres en la propia identidad de sus hijos, facilitando
experiencias relacionales que sirven como modelos de aprendizaje para vivir de una
forma respetuosa, adaptada y armoniosa.

De esta manera, la formación de la identidad de los niños depende de las


evaluaciones que de ellos tienen sus otros seres queridos fundamentalmente sus
padres. Así pues, lo que los padres piensan, sienten, hacen y manifiestan por sus
hijos tendrán un impacto alto en la forma como este se conciba así mismo. El cuarto
bloque de necesidades plantea la protección del menor en los ámbitos externos,
familiares y sociales que puedan herirlos directamente o alterar su proceso de
maduración, crecimiento y desarrollo. También es necesario protegerlos de los
riesgos de su propio crecimiento.

El cumplimiento de los cuatro objetivos anteriores conduce a la realización de este


quinto objetivo que hace referencia al conjunto de capacidades para enfrentar los
desafíos que existen, que incluye experiencias con contenido traumático,
manteniendo un proceso de desarrollo sano donde los niños se perciban como
sujetos activos, creativos y experimentadores. Otros elementos para evaluar,
promover y rehabilitar la parentalidad social tienen que ver con el desarrollo de las
capacidades fundamentales y habilidades parentales, asociándose entre sí de forma
dinámica.

Según Barudy y Dantagnan (2010), “ Las capacidades parentales fundamentales se


refieren a los recursos emotivos, cognitivos y conductuales que los progenitores
disponen y que les permiten vincularse correctamente a su hijos, proporcionándoles
respuestas adecuadas a sus necesidades “. (p.33) Así mismo, las capacidades
parentales se encuentran determinadas por factores biológicos y hereditarios, sin
embargo, se articulan mediante las experiencias vitales que influyen en la cultura y
los contextos sociales dentro de estas capacidades se derivan dos componentes : la
capacidad de apego y la empatia.

La capacidad de apego son las facultades de los progenitores para crear vínculos
con los hijos, respondiendo a sus necesidades. Bowlby (1969) define el concepto de
apego como “la conducta instintiva activada y modulada en la interacción con otros
significativos a lo largo del tiempo, es decir como un lazo afectivo y a su vez un
mecanismo de control“ (p.267). Por lo tanto, un apego seguro le brinda a el niño
autonomía, flexibilidad, le permite ser capaz de pedir ayuda cuando lo que necesita
sin la obligaciòn de volverse dependiente. Perciben a sus padres como base segura,
para satisfacer sus carencias.

Por otra parte, la empatía, se basa en que los padres se deben sintonizar con el
mundo interno de los hijos, reconociendo las manifestaciones emocionales y
gestuales, así como sus necesidades que le permitan en una vida adulta desarrollar
relaciones basadas en confianza y seguridad. Kohut (1959) propone una definición
pragmática de empatía cuando afirma que “es la capacidad de pensar y sentir
dentro del mundo interno de otra persona “. Hay que mencionar, además, que las
habilidades parentales permiten dar respuestas adecuadas y al mismo tiempo
adaptar diferentes etapas del desarrollo.

La primera habilidad parental se encuentra relacionada con los modelos de crianza


comprendidos, Barudy (1998) afirma:
Son complejos procesos de aprendizaje de fuerte determinación cultural,
acontecidos de preferencia en la familia origen aunque también en redes
sociales primarias, cuyo resultado corresponde a saber responder a las
demandas de cuidado de un hijo, así como protegerle y educarle. (p.19)

Puesto que, Los modelos de crianza son patrones culturales resultantes de los
aprendizajes sociales y familiares que se trasmiten de generación en generación. La
segunda habilidad hace referencia a participar en redes y utilizar recursos
comunitarios, dado que la parentalidad es una práctica social, requiere de redes
apoyo que fortalezcan y proporcionen recursos para la vida familiar, incluyendo las
instituciones, así como el reconocimiento y validación de estas por los padres y/o
cuidadores, constituyen un elemento significativo para el ejercicio de una
parentalidad adecuada.

Es importante destacar que promover las competencias parentales sanas es la


prioridad en cualquier intervención familiar y social, llevando a cabo acciones
destinadas a influenciarlas positivamente, ya sea fomentando su adquisición lo que
conlleva a facilitar la mejora de las mismas o su rehabilitación cuando sea
necesario. Contar con el acompañamiento oportuno para conocer, reconocer y
fortalecer las competencias parentales, se convierte hoy en día en el eslabón
fundamental para que las familias logren una parentalidad social adecuada en la
búsqueda de generar el bienestar infantil.

El bienestar infantil permite identificar los pensamientos, valoraciones y propósitos


que los niños tienen acerca de sus vidas. Si se considera el cuidado y el bienestar
de los menores como procesos de convivencia en colectividad, de desarrollo social
y nacional, entonces las metas estarán necesariamente determinadas por las
características y problemáticas de las comunidades en particular, así como las del
mundo en general, en este sentido son de incumbencia y necesaria intervención de
los organismos internacionales, naciones, instituciones, comunidades, familia e
individuos.
EL FONDO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA INFANCIA (UNICEF,2007), en
el documento titulado Pobreza Infantil en perceptiva, plantea las dimensiones
centradas en la niñez, pero para hacerlas realidad es importante el bienestar de la
ciudadanía, la cual es, en general la responsable de la infancia y la niñez:

El bienestar material es tener acceso a los recursos materiales


necesarios y adecuados para su desarrollo; (b) La salud y seguridad lo
cual implica vivir con salud y acceso a los servicios necesarios para el
desarrollo y el bienestar físico y mental, al igual que disfrutar de una vida
libre de riesgos a su integridad; (c) El bienestar educativo que significa
disfrutar del derecho a la educación mediante el acceso a servicios
educativos de calidad ; (d) Las relaciones esto es poder establecer
relaciones afectivas saludables que les permitan crecer con salud
emocional ;(e) conductas y riesgos lo cual abarca tener conciencia de
riesgos a su salud e integridad y estar protegidos de ellas ;(f) Bienestar
subjetivo esto es, considerarse a si mismos/as con bienestar. (p.26)
Dado que, El bienestar infantil es fundamental tanto por razones éticas como
económicas porque los niños que prosperan en los primeros años tienen más
probabilidad de volverse ciudadanos productivos y saludables en el futuro. Además,
el tipo de relacionamiento entre los padres e hijos tiene un gran impacto en el
desarrollo afectivo, social y la salud mental de los niños, es decir que en las manos
de los adultos está la protección integral a niñez, de tal manera que existen diversas
maneras entenderla debido al contexto cultural, social y las perceptivas de crianza
que establezca cada adulto.

Es importante mencionar, cuando existe una infancia respaldada por personas que
ofrecen vínculos afectivos fuertes, en el niño se genera seguridad, inclinado a ser
independiente, expresar sus ideas, sentimientos y sentirse bien consigo mismo. Es
preciso crear normas coherentes, basadas en el respeto y la compresión para que
los niños se conviertan en personas sociables, autónomas, tolerantes y sepan
desenvolverse de forma correcta en su entorno social, les proporciona sensación de
seguridad, saber lo que pueden o no hacer y que limites no pueden sobrepasar les
da tranquilidad a la hora de actuar.

Así pues, la educación basada en valores, es un desafío, pero vale la pena. Esta
labor se inicia en casa y posteriormente reforzarse en el colegio, el secreto para que
los hijos sean educados y manifiesten valores. No es castigar rígidamente, si no
enseñar lo correcto y lo bueno mediante el ejemplo, una buena manera de trasmitir
valores a los niños es leerles historias o cuentos que expresen las actitudes
positivas de los protagonistas. De esta forma, los niños querrán imitar las conductas
constructivas de dichos individuos, la idea del valor influye en el comportamiento de
los padres con el objetivo de la autorrealización del hijo.

Durante la infancia se fijan los hábitos alimenticios que después serán difíciles de
cambiar. Con hábitos apropiados en la alimentación y en el estilo de vida, contribuye
de manera positiva en la construcción, formación de su cuerpo , en la mejora de su
salud, rendimiento físico e intelectual. Por lo tanto, una alimentación saludable
equilibrada es primordial para el estado de salud de los niños y determinante para
un correcto funcionamiento del organismo, buen crecimiento, una óptima capacidad
de aprendizaje, comunicación, una adecuado desarrollo psicomotor y prevención de
factores de riego de enfermedades.

De hecho, la clave para que los niños tengan buenos hábitos, es que comprendan la
importancia de una alimentación saludable por medio de actividades divertidas, para
que así estén motivados al momento de comer todos los grupos de alimentos. La
mejor manera de que un niño obtenga los nutrientes que necesita para alcanzar su
potencial de crecimiento es ofreciéndoles una amplia variedad de alimentos que les
agraden basados en el consumo de una dieta que incluya frutas, verduras, proteínas
y carbohidratos.
Por otro lado, la educación no consiste en brindar las cosas ya hechas o dar las
respuestas acertadas, si no de mostrarles el sendero para que con lo aprendido
sean ellos los protagonistas de sus propias decisiones y errores, Así irán
construyendo su personalidad y sus capacidades físicas e intelectuales. Esto ayuda
su crecimiento personal, profesional e integración social. Es esencial que los niños
se sientan protegidos y valorados para que el proceso educativo tanto curricular
como emocional sea efectivo y se transforme en verdadero motor de desarrollo para
construir sociedades justas y equitativas.

El proceso de adaptación de un niño que ingresa a la educación inicial, le facilita las


herramientas necesarias para relacionarse, ser dinámico y creador de nuevas
situaciones, que habrá de ir conociendo. Así mismo, no solo se mejoran las
capacidades de aprendizaje si no también los hábitos de higiene, salud,
alimentación, formación de valores como el respeto, la responsabilidad y la
creatividad que se manifestaran en su vida. A través del juego, el infante percibe,
asimila información y encuentra soluciones a sus problemas, en este proceso de
descubrimiento disfrutan tener nuevas experiencias.

El juego cumple un papel fundamental en la infancia ya que permite fomentar


capacidades como la afectividad, comunicarse fluidamente, aumentar su
vocabulario, dominio de su cuerpo, la inteligencia, la creatividad y sociabilidad. Mas
allá de tratarse de actividades para divertirse, tiene un gran beneficio para el
desarrollo y crecimiento del menor. La etapa escolar significa otro peldaño en el
progreso de sus juegos, colocando en práctica lo que han vivido y aprendido en el
colegio, imitando la realidad, representado por medio del juego simbólico,
permitiéndoles mostrar sus emociones: alegrías, sentimientos y dificultades.

Según el código de la infancia y adolescencia (CIA). Ley 1098 de 2006. Articulo 2.


08 de agosto del 2006. Colombia estipula que:

El presente código tiene por objeto establecer normas sustantivas y procesales para
la protección integral de los niños, las niñas y adolescentes, garantizar el ejercicio de
sus derechos y libertades consagrados en los instrumentos internacionales de
Derechos humanos, en la Constitución Política y en las leyes, así como su
restablecimiento. Dicha garantía y protección será obligación de la familia, la
sociedad y el estado.

Por esta razón, la protección infantil es compromiso de los padres, la comunidad


y el gobierno asegurar a los niños, adolescentes su completo equilibrado
desarrollo para que tengan un crecimiento centrado en la familia y en la
comunidad. La infancia es una etapa fundamental en la vida del ser humano ya
que, si es sana, en un ambiente agradable, se forma una adultez integra,
caracterizada en valores, principios, conductas en la crianza en donde el vínculo
que se establece los padres con sus hijos será determinante en el desarrollo de
su personalidad y las relaciones sociales a futuro.
De manera que, los padres deben fortalecer las habilidades para construir
relaciones, mediaciones e interacciones cotidianas con los niños fundadas en el
afecto, el respeto, el cuidado y la escucha. La motivación es primordial en cada
momento ya que genera en los niños un sentido de confianza y seguridad,
aprender a interpretar, brindarle atención a sus expresiones, gustos e intereses,
ser capaces de responder con sensibilidad a los sentimientos, comportamientos,
así como satisfacer sus necesidades emocionales generándoles tranquilidad,
buscando su bienestar.

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