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PRESENTADO A:
MARIA ELENA PEÑALOZA
PROCESOS COMUNICATIVOS
PRESENTADO POR:
CINDY YURLEY JAIMES MONCADA
Las competencias parentales son las habilidades prácticas que los padres deben adquirir
para cuidar, proteger y educar a los hijos e hijas con el fin de garantizar un desarrollo sano.
Las competencias parentales se definen como el conjunto de capacidades que permiten a
los padres afrontar de forma flexible y adaptativa la tarea vital de ser padres, de acuerdo
con las necesidades evolutivas y educativas de los hijos y con los estándares considerados
como aceptables por la sociedad y aprovechando todas las oportunidades, apoyos que les
ofrecen los sistemas de influencia de la familia para desarrollar esas capacidades. Rodrigo,
Márquez, Martin y Byrne, (2008).
A lo largo de la vida el apego maternal temprano, la construcción de vínculos seguros y la
estimulación inicial en el plano afectivo y sensomotora influye de manera significativa acerca
de la probabilidad de desarrollar el potencial del ser humano, dado que un desarrollo infantil
en buenas condiciones y en entornos socioafectivos protegidos, se puede lograr una vida
adulta saludable. En ese sentido, la parentalidad adecuada garantizara el bienestar, la salud
y el desarrollo sano de los niños y de las niñas con el fin de procurar que tengan el máximo
de oportunidades para desenvolverse por lo que es importante conocer que es lo que se
transforma en este proceso.
Conviene señalar, las competencias parentales abarcan CINCO finalidades que aseguran
una parentalidad idónea, dentro de ellas se encuentran: (a) la nutrición, el afecto, los
cuidados y estimulación esta función se refiere a LA construcción DE un apego seguro,
percibir el mundo familiar y social como un espacio seguro; (b) El aporte educativo enfocado
en el amor, la comunicación, el apoyo en los procesos de desarrollo de los niños y el control
que deben manejar los padres con sus hijos; (c) El Aspecto social es fundamental para la
orientación en la búsqueda de identidad de los hijos; (d) la protección de los hijos de los
contextos externos, familiares y sociales, y por último la resiliencia que se refiere la
capacidad que el niño aprende a enfrentar desafíos en su diario vivir.
Teniendo en cuenta lo anterior, es importante destacar el análisis de los
componentes de la parentalidad social y su influencia en el bienestar infantil
enfocado en las capacidades parentales que se conforman a partir de la articulación
de factores biológicos y hereditarios su interacción con las experiencias vitales y el
contexto sociocultural de desarrollo de los progenitores o cuidadores de un niño y
las habilidades parentales siendo, los recursos emocionales, cognitivos y
conductuales de las madres y padres que permiten la crianza de sus hijos o hijas.
El segundo bloque tiene que ver con fijar y cubrir las necesidades educativas en
donde no solo se inicie una formación académica si no donde se establecen normas
y reglas que garanticen su integridad y la de los demás. Se destaca una educación
basada en el amor, la comunicación, el apoyo en el desarrollo, y el control. El tercer
bloque, indica los aportes socializadores, este objetivo tiene que ver con la
contribución de los padres en la propia identidad de sus hijos, facilitando
experiencias relacionales que sirven como modelos de aprendizaje para vivir de una
forma respetuosa, adaptada y armoniosa.
La capacidad de apego son las facultades de los progenitores para crear vínculos
con los hijos, respondiendo a sus necesidades. Bowlby (1969) define el concepto de
apego como “la conducta instintiva activada y modulada en la interacción con otros
significativos a lo largo del tiempo, es decir como un lazo afectivo y a su vez un
mecanismo de control“ (p.267). Por lo tanto, un apego seguro le brinda a el niño
autonomía, flexibilidad, le permite ser capaz de pedir ayuda cuando lo que necesita
sin la obligaciòn de volverse dependiente. Perciben a sus padres como base segura,
para satisfacer sus carencias.
Por otra parte, la empatía, se basa en que los padres se deben sintonizar con el
mundo interno de los hijos, reconociendo las manifestaciones emocionales y
gestuales, así como sus necesidades que le permitan en una vida adulta desarrollar
relaciones basadas en confianza y seguridad. Kohut (1959) propone una definición
pragmática de empatía cuando afirma que “es la capacidad de pensar y sentir
dentro del mundo interno de otra persona “. Hay que mencionar, además, que las
habilidades parentales permiten dar respuestas adecuadas y al mismo tiempo
adaptar diferentes etapas del desarrollo.
Puesto que, Los modelos de crianza son patrones culturales resultantes de los
aprendizajes sociales y familiares que se trasmiten de generación en generación. La
segunda habilidad hace referencia a participar en redes y utilizar recursos
comunitarios, dado que la parentalidad es una práctica social, requiere de redes
apoyo que fortalezcan y proporcionen recursos para la vida familiar, incluyendo las
instituciones, así como el reconocimiento y validación de estas por los padres y/o
cuidadores, constituyen un elemento significativo para el ejercicio de una
parentalidad adecuada.
Es importante mencionar, cuando existe una infancia respaldada por personas que
ofrecen vínculos afectivos fuertes, en el niño se genera seguridad, inclinado a ser
independiente, expresar sus ideas, sentimientos y sentirse bien consigo mismo. Es
preciso crear normas coherentes, basadas en el respeto y la compresión para que
los niños se conviertan en personas sociables, autónomas, tolerantes y sepan
desenvolverse de forma correcta en su entorno social, les proporciona sensación de
seguridad, saber lo que pueden o no hacer y que limites no pueden sobrepasar les
da tranquilidad a la hora de actuar.
Así pues, la educación basada en valores, es un desafío, pero vale la pena. Esta
labor se inicia en casa y posteriormente reforzarse en el colegio, el secreto para que
los hijos sean educados y manifiesten valores. No es castigar rígidamente, si no
enseñar lo correcto y lo bueno mediante el ejemplo, una buena manera de trasmitir
valores a los niños es leerles historias o cuentos que expresen las actitudes
positivas de los protagonistas. De esta forma, los niños querrán imitar las conductas
constructivas de dichos individuos, la idea del valor influye en el comportamiento de
los padres con el objetivo de la autorrealización del hijo.
Durante la infancia se fijan los hábitos alimenticios que después serán difíciles de
cambiar. Con hábitos apropiados en la alimentación y en el estilo de vida, contribuye
de manera positiva en la construcción, formación de su cuerpo , en la mejora de su
salud, rendimiento físico e intelectual. Por lo tanto, una alimentación saludable
equilibrada es primordial para el estado de salud de los niños y determinante para
un correcto funcionamiento del organismo, buen crecimiento, una óptima capacidad
de aprendizaje, comunicación, una adecuado desarrollo psicomotor y prevención de
factores de riego de enfermedades.
De hecho, la clave para que los niños tengan buenos hábitos, es que comprendan la
importancia de una alimentación saludable por medio de actividades divertidas, para
que así estén motivados al momento de comer todos los grupos de alimentos. La
mejor manera de que un niño obtenga los nutrientes que necesita para alcanzar su
potencial de crecimiento es ofreciéndoles una amplia variedad de alimentos que les
agraden basados en el consumo de una dieta que incluya frutas, verduras, proteínas
y carbohidratos.
Por otro lado, la educación no consiste en brindar las cosas ya hechas o dar las
respuestas acertadas, si no de mostrarles el sendero para que con lo aprendido
sean ellos los protagonistas de sus propias decisiones y errores, Así irán
construyendo su personalidad y sus capacidades físicas e intelectuales. Esto ayuda
su crecimiento personal, profesional e integración social. Es esencial que los niños
se sientan protegidos y valorados para que el proceso educativo tanto curricular
como emocional sea efectivo y se transforme en verdadero motor de desarrollo para
construir sociedades justas y equitativas.
El presente código tiene por objeto establecer normas sustantivas y procesales para
la protección integral de los niños, las niñas y adolescentes, garantizar el ejercicio de
sus derechos y libertades consagrados en los instrumentos internacionales de
Derechos humanos, en la Constitución Política y en las leyes, así como su
restablecimiento. Dicha garantía y protección será obligación de la familia, la
sociedad y el estado.