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Expectativas de género y autoestima infantil ¿demasiada presión en las niñas?1


Por Clara Alemman2
En Estados Unidos, la mitad de las niñas están insatisfechas con su cuerpo, el 42%

de las alumnas de entre 1er y 3er grado desean ser más flacas; mientras que entre las de 10

años, el 81% teme ser gorda, y peor aún: 10 de cada 100 niñas sufre de trastornos

alimentarios lo cual perjudica la buena nutrición que necesitan para pensar y aprender.

¿Qué dicen estas estadísticas de las expectativas de género y la autoestima infantil?

Desde muy temprano, padres, maestros y medios de comunicación enseñan a las

niñas que su valor como persona está determinado primordialmente por su rol reproductivo,

su delicadeza, belleza, delgadez y no por su inteligencia, asertividad, creatividad y

capacidad crítica o de liderazgo. Un reciente post discutía el alarmante sesgo de género en

las preocupaciones parentales por sus hijos. Estas expectativas, tanto parentales como

sociales, afectan el desarrollo de aspectos clave de la personalidad, los comportamientos y

la salud. De la misma forma, y aunque de manera diferente, limitan el desarrollo del

potencial de niños y niñas relacionado a sus experiencias y oportunidades de vida. Esta vez,

hablaré de cómo éstas afectan a las niñas.

A los 6 años, una niña ya comprende que su apariencia física es un aspecto vital de

su identidad, y que su cuerpo es su punto de venta ante el mundo que la rodea. El

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Alemman, Clara. (Mayo 13 de 2014). Expectativas de género y autoestima infantil ¿demasiada presión en
las niñas? Consultado en https://blogs.iadb.org/desarrollo-infantil/es/expectativas-de-genero-y-autoestima-
infantil-demasiada-presion-en-las-ninas/

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Clara Alemann es consultora de la División de Género y Diversidad del BID. Es especialista en diseño y
gestión de programas de desarrollo social y político con una perspectiva de género. Su trabajo se centra en
la integración de un enfoque de género en el diseño y ejecución de operaciones de protección social y salud
en las áreas de salud sexual y reproductiva, programas de transferencias condicionadas, desarrollo infantil
temprano, juventud en riesgo y violencia contra la mujer.
bombardeo mediático al que están expuestas las niñas donde la imagen, vestimenta y
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marketing manifiestan la falta de respeto y la objetivación de las mujeres, afecta el

desarrollo de su autoestima, la creencia en su capacidad de lograr lo que se proponen en la

vida y la relación con su cuerpo.

La autoestima y la auto-eficacia (creencia en la propia capacidad de alcanzar las

metas que uno se propone) están asociadas a la capacidad de tener aspiraciones, de

determinar metas que consideramos importantes y de actuar en consecuencia,

transformando los recursos y oportunidades a disposición en resultados deseables. Las

expectativas de género también afectan la predisposición que tienen las niñas a aprender

habilidades que facilitarían su inserción productiva en el futuro. Hay evidencias

experimentales provenientes de EEUU sobre la discriminación velada que existe en la

academia contra las mujeres, basada en la creencia de que son menos competentes que los

hombres, incluso comparando logros educativos y habilidades. Diversos estudios

identifican entre las principales barreras que enfrentan las mujeres para prosperar en las

ciencias, la persistente desvalorización y la desmotivación de continuar en este camino, que

junto a las permanentes dificultades que enfrentan, resultan en el abandono de sus carreras

por la mayoría de quienes lo intentan.

Ante este panorama, ¿cómo podemos crear entornos de aprendizaje, familiares y

sociales, que fortalezcan la confianza de cada niño o niña y en donde su valor radique en

quienes son, no en su belleza física, su fortaleza, o en cumplir con mandatos sociales

rígidos? ¿Cómo podemos estimular la creatividad, la innovación, el desarrollo de los

talentos de niños y niñas sin cercenar su potencial?


Creo que es importante sensibilizar a educadores y padres sobre el rol que juega el
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género en el desarrollo de los niños, y que “pensar” que ofrecemos las mismas

oportunidades a todos no alcanza para equilibrar las desigualdades que existen en nuestra

sociedad. Trabajar proactivamente para que nuestra cultura sea inclusiva y permita,

independientemente del género, la edad, el nivel socio-económico, la raza o la etnia del

niño, que este pueda desarrollar su potencial, debería ser una dimensión central de la

calidad que buscan los programas de desarrollo infantil temprano. Propongo algunas

prácticas que madres, padres y educadores pueden usar para estimular la confianza de niños

y niñas:

 Valoremos ante todo como es una niña (sus ideas, decisiones, su coraje para

expresar lo que piensa, su manera de resolver un problema) y no cómo luce o cuánto

pesa.

 Alentemos a los niños a perseguir una pasión. Esto fortalecerá su auto-estima,

desarrollará habilidades intrínsecas que disminuirán el foco en la apariencia.

 Promovamos la toma de decisiones constructivas sobre aspectos significativos de

sus vidas así como a resolver problemas a su manera, en vez de hacerlo nosotros en

su lugar.

 Promovamos en las niñas la toma de riesgos (dentro de lo razonable) y la prueba de

actividades fuera de su zona de comodidad.

 Permitamos el disenso con los adultos, así las niñas aprenderán a defender sus

convicciones y a no resignarlas por mantener una relación o un trabajo, a no ser

silenciadas y a ser escuchadas (aunque les digan que esto no es sexy) por sus futuros

pares, jefes y novios.


 Limitemos su exposición a los medios masivos de comunicación, preservando el
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espacio para que desarrollen sus propias ideas, creatividad e imaginación basadas en

su experiencia directa.

En instituciones educativas:

 Enseñemos a las niñas a concentrarse en sus aspiraciones y metas, a elegir

relaciones y actividades que las hagan felices y saludables.

 Seleccionemos materiales didácticos que reflejen los intereses y experiencias

de vida de niños y niñas, y que no representen a niñas y mujeres en roles

serviles. Procuremos representar la diversidad de hombres y mujeres en

roles de liderazgo, profesionales, de cuidado, donde unas y otros se muestren

fuertes, imaginativos, valientes, afectuosos, en necesidad de ayuda, etc.

 Expongamos a niños y niñas por igual a una variada serie de habilidades y

conocimientos que los prepararán para la vida adulta.

 Consideremos el frecuente bajo nivel de autoestima en las niñas y

otorguemos suficiente tiempo para pensar y responder una pregunta antes de

pasar al próximo alumno.

 Alentemos sus elecciones de actividades no convencionales y la prueba de

actividades fuera de su área de comodidad.

 Aseguremos que tanto niños como niñas participen -buscando alentar a los

más reacios o tímidos- expresando sus ideas, asumiendo responsabilidades

dentro y fuera del aula, tomando decisiones, etc.

 Involucremos a los niños en actividades culturales, deportivas y artísticas

que desafíen los estereotipos de género.


 Sostengamos una política de tolerancia zero con medidas punitivas ante las
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burlas y acoso basado en el género tanto dentro como fuera del aula.

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