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LOS FACTORES DE ATRIBUCIÓN.

EL ROL OTORGADO A LA CULPA


Autor:
Trigo Represas, Félix A.

Cita: RC D 860/2017

Tomo: 2015 2 Unificación de la responsabilidad contractual y extracontractual.


Revista de Derecho de Daños

Sumario:

1. Breve referencia sobre la evolución del concepto de responsabilidad civil. 2. Factores subjetivos de atribución
de la responsabilidad. 3. La voluntariedad del acto dañoso. 4. Variantes de la "culpabilidad" en general. 5.
Importancia del distingo entre culpa y dolo. 6. Dolo: Acepciones. 7. Dolo y malicia. 8. Culpa: Evolución de su
concepto. 9. La culpa en nuestro Código Civil. 10. Culpa, negligencia, imprudencia e impericia. 11. La unicidad de
la culpa civil. 12. Culpa civil y culpa penal. 13. Apreciación de la culpa. 14. La responsabilidad civil y su relación
con las obligaciones de "medios" y de "resultado". 15. Prueba de la culpa. 16. El rol otorgado a la culpa en el
nuevo Código Civil y Comercial de la Nación.

LOS FACTORES DE ATRIBUCIÓN. EL ROL OTORGADO A LA CULPA

1. Breve referencia sobre la evolución del concepto de responsabilidad civil

Comencemos por señalar que hoy ya no se discute que la culpabilidad, en cuanto elemento y fundamento de la
responsabilidad civil, es producto de una lenta evolución de los conceptos jurídicos, y que en los primitivos
pueblos orientales -Babilonia, Israel, Egipto, China, India y Persia-, como también en el antiguo Derecho
Romano, la responsabilidad era objetiva y resultaba de la simple circunstancia de haberse producido el daño; la
cual acarreaba por sí sola, sin discriminación sobre los factores que podían haberla generado, la imposición de la
o las penas al autor del hecho, a veces al jefe del grupo, e incluso colectivamente a toda la tribu o familia a la que
el primero pudiera pertenecer [1].
Siendo recién en la época clásica de Roma, y por vía de una interpretación cada vez más amplia de las
disposiciones de la Ley Aquilia, que los jurisconsultos habrían ido introduciendo el concepto de la culpa, el cual
luego sería recibido por el Derecho justinianeo como parte integrante de la idea más general de la imputabilidad
moral. Empero, aún no se ha cerrado el debate sobre si en definitiva la Ley Aquilia introdujo o no la "culpa" como
requisito esencial del derecho a la reparación, siendo por cierto muchos los autores que, junto a los hermanos
Mazeaud, insisten en que en el Derecho Romano nunca se llegó a formular una teoría general de la
responsabilidad civil, y que la "culpa" constituyó siempre un concepto huidizo, cuya necesidad nunca se planteó
en forma global, existiendo siempre casos de responsabilidad sin culpa [2].
La idea moral de culpa, entendida en su subjetividad como un reproche de conciencia, es en realidad un aporte
de la denominada escuela del Derecho natural; corriente doctrinaria que se inicia con Hugo Grocio en la primera
mitad del siglo XVII, se continúa luego a lo largo de toda esa centuria con Pufendorf y Espinoza, y se traslada
finalmente al siglo XVIII con autores como Wolff, Tomasius y algunos como Heineccio, más específicamente
dedicados al estudio de las ciencias jurídicas. Dichas enseñanzas tuvieron a su vez muy buena acogida en
Francia, lo que motivó igualmente la recepción de sus postulados en el mundo jurídico, especialmente en las
obras de Domat y Pothier, a través de quienes llegan al Código Civil francés, en el cual va a recibir expresa
consagración el principio "pas de responsabilité sans faute" [3]. Y del Código francés, la responsabilidad con
base en la culpa pasó después a la mayoría de los Códigos de Europa y América que en él se inspiraran, y entre
ellos también a nuestro Código Civil de Vélez Sársfield.
Sin embargo, el descubrimiento de la máquina de vapor y sus innumerables aplicaciones prácticas, que signara
el advenimiento del maquinismo y el ulterior desarrollo de la gran industria, fue factor desencadenante de la
primera gran evolución de las ideas sobre la responsabilidad civil; las que se orientaron entonces hacia lo que
podría denominarse el "riesgo de la empresa" [4].

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Con la teoría del riesgo, que sin duda ocupa un lugar destacado dentro del proceso de socialización de la ciencia
jurídica, se va a plantear la primacía del bien común de la colectividad por encima de los meros intereses
individuales, en miras de procurar una adecuada protección al interés público en general, atribuyendo el riesgo
de la actividad económica privada a quien o quienes reciben provecho de ella: "ubi emolumentum, ibi onus"
(donde están los beneficios, también deben recaer las cargas); que en definitiva es lo mismo que lo postulado por
la otra regla clásica que reza: "quien goza del commodum (ventajas), debe soportar el periculum (peligros o
desventajas correlativos)" [5].
Pero la aparición de los factores objetivos de atribución se produjo sin desplazamiento de la responsabilidad
fundada en la culpa del responsable -principio de los artículos 1067 y 1109 del Código Civil velezano-; la cual
subsiste, aunque coexistiendo ahora con otros factores objetivos de responsabilidad [6]. Tal como resulta, entre
otros antecedentes, de la declaración aprobada por el IV Congreso Nacional de Derecho Civil de Córdoba de
1969, que dice: "1°) que no obstante las reformas introducidas por la ley 17.711 sigue rigiendo como principio
general la idea de que no hay responsabilidad sin culpa del responsable; 2°) que la reforma del Código Civil ha
admitido casos específicos de responsabilidad por riesgo" [7].

2. Factores subjetivos de atribución de la responsabilidad

El factor de atribución de la responsabilidad es en principio subjetivo o imputativo en la responsabilidad por el


hecho propio; consistiendo precisamente en la circunstancia de que se lo pueda imputar o atribuir al causante del
daño, en razón de haber obrado entonces con culpa o dolo. Pues jurídicamente cabe distinguir "la acción", como
obrar humano productor del perjuicio, que justifica la imputación objetiva del hecho y sus consecuencias -lo cual
responde a la pregunta: ¿quién lo hizo?-; de "la imputación subjetiva", basada en el especial estado de ánimo
que integra psicológicamente el obrar dañoso antijurídico -lo que responde a esta otra pregunta: ¿cómo actuó
ese sujeto? [8]-.
Ahora bien, en nuestro Derecho todavía se mantiene vigente la responsabilidad subjetiva fundada en la culpa del
autor del daño, tal como muy especialmente se advierte en el ámbito de la responsabilidad contractual en punto a
la de los profesionales [9], quienes asumen en principio una obligación de hacer (arts. 625 del Cód. Civ.
velezano, y 776 del Código Civil y Comercial de la Nación) que supone de alguna manera un obrar consistente
en prestar a otro un servicio profesional para satisfacer su interés [10]; "hacer" que en principio es además intuitu
personæ, atento a que el cliente no recurre a cualquier profesional, sino que elige al que le merece mayor
confianza, o por su persona o por los antecedentes y condiciones que ostenta o se le atribuyen, etcétera (arts.
626 y 730 del mismo Cód. Civ. velezano, y 776 del CCCN) [11]. Todo lo cual resulta muy importante, atento a
que la culpa como factor atributivo de la responsabilidad tiene un indudable sentido moral [12]. La conducta
humana debe ser juzgada según el querer del individuo y en función de pautas valorativas de tipo ético; porque el
paradigma del valor justicia no se puede alcanzar fuera de lo moral y con desprecio de lo esencialmente humano,
subestimando o dejando de lado lo más valioso del individuo que es su "conciencia". Tal como lo señalara el
maestro Llambías: "el Derecho no es una física de las acciones humanas" [13]; lo que empero prácticamente
habría de ser, si sólo consistiese en un conjunto de reglas con el mero objetivo de establecer el límite del obrar
de cada uno de los hombres.
Y ello es tanto más así en el caso de la responsabilidad de los medios de prensa. Cuando el damnificado resulta
ser un funcionario público, la Corte Suprema de los EE. UU. desarrolló lo que se conoce como doctrina de la "real
malicia", a partir del caso "New York Times vs. Sullivan" de 1964 [14]. En él, con el voto del juez Brennan por la
mayoría, se resolvió que "las garantías constitucionales requieren una norma federal que prohíba a un
funcionario público ser indemnizado por razón de una manifestación inexacta y difamatoria referente a su
conducta como tal, a menos que pruebe que fue hecha con real malicia, es decir, con conocimiento de que era
falsa o con una temeraria despreocupación acerca de su verdad o falsedad". En síntesis, y conforme al voto de la
mayoría, para que un medio de prensa o un particular sea responsable jurídicamente con motivo del ejercicio de
la libertad de expresión, cuando ella recae sobre el desempeño de sus funciones por un funcionario público, se
requiere: 1) La prueba por el accionante de una manifestación difamatoria; 2) igual sobre la inexactitud de la
expresión, y 3) igual sobre que la emisión de la expresión fue hecha teniendo conocimiento de que era falsa (dolo
directo) o con una temeraria despreocupación acerca de su verdad o falsedad, es decir, obrando con reckless
disregard o "dolo eventual", como expresión de una total indiferencia egoísta sobre la producción del hecho
lesivo.
Criterio que fue luego ampliado, en los autos "Curtis Publishing Co. vs. Butts" y "Associated Press vs. Walker", a

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los casos de personas que gozaban de pública notoriedad, que disfrutaban de un amplio prestigio, publicidad y/o
fama en ciertas áreas, por distintos motivos, como ser figuras del espectáculo, del mundo político, de los
negocios, del deporte, etcétera; todo lo cual conlleva para ellos una exposición múltiple y constante en los
distintos medios de comunicación. Por el contrario, la mera prueba de tan solo una conducta culposa, resultaba
de por sí insuficiente para afirmar aquella responsabilidad [15].
A su turno tal doctrina fue luego adoptada entre nosotros por la Corte Suprema nacional en defensa de la libertad
de prensa, a partir de los casos "Campillay", "Costa" y otros; en los cuales en definitiva se ha venido a exigir que
para responsabilizar por daños a la prensa, se debe probar el "dolo" directo o eventual del medio periodístico,
que de tal manera habría actuado con "real malicia" o con el concreto designio de injuriar o calumniar; es decir:
que la noticia era falsa o inexacta y que ello era sabido por el periodista y/o el órgano de prensa, o al menos que
ellos obraron con total despreocupación para verificar, de manera elemental, su falsedad o acierto, pese a que
existían elementos de hecho suficientes que permitían presumir, razonablemente, que la noticia carecía de
veracidad y que el autor tenía conocimiento de esa falsedad [16].
En tanto que tratándose de ciudadanos comunes y anónimos, que por eso mismo carecen de fácil acceso a los
medios de comunicación para poder responder a los ataques, la responsabilidad de estos medios no se
circunscribe a los supuestos en que media "malicia", sino que alcanza también a aquellos casos en los que sólo
existió imprudencia, impericia o negligencia en la propagación de las noticias inexactas agraviantes [17].
Aunque tal doctrina de nuestro superior tribunal data de antes de la reforma constitucional de 1994, luego de ésta
la Corte Suprema ha venido reiterando esa misma jurisprudencia. Así lo hizo en los autos "Locche c/Miguez", en
los que se dijo que el especial reconocimiento constitucional a favor de la libertad de prensa no elimina la
responsabilidad ante la justicia por los delitos y daños cometidos por medio de ésta, máxime cuando no existe el
propósito de asegurar la impunidad de la prensa [18]. Y a su turno en "Menem c/Sanz", la Corte declaró que la
libertad de prensa exige que quien reproduce una noticia expresada por otro, lo haga con precisa indicación de la
fuente y con transcripción sustancial y fiel de ella, o utilizando un tiempo de verbo potencial; y que si así lo hace
no puede ser responsabilizado por la inexactitud o falsedad de lo que publicara, bastándole para obtener su
liberación de responsabilidad civil o penal, con acreditar la realidad del hecho de las declaraciones formuladas
por el tercero, aunque por cierto la veracidad del contenido de aquéllas [19].
Ello también aparece contemplado parecidamente en el Código Civil y Comercial de la Nación en sus artículos
1721 a 1724, y también más adelante en los artículos 1734 y 1735. Pudiendo ser tales factores de atribución
objetivos o subjetivos, como lo dice su artículo 1721.

3. La voluntariedad del acto dañoso

Ahora bien, para que alguien pueda ser tenido como "culpable" de un daño, es necesario que la autoría material
del hecho provenga de un individuo que, en razón de gozar de discernimiento, intención y libertad al tiempo de su
obrar (arts. 897, Cód. Civ. velezano, y 260, CCCN), hubiese estado en condiciones de prever y evitar sus
resultados (art. 900, Cód. Civ. de Vélez Sársfield). O sea, dicho de otra manera, que se requiere la voluntariedad
del acto, pues no se puede calificar a una conducta como éticamente disvaliosa si el agente obró
involuntariamente; por cuanto sólo es culpable quien puede ser moralmente reprochable. Por lo tanto, se
considera que hay imputabilidad cuando el acto emana de un obrar inteligente y libre, como lo dice el artículo
1076 del Código Civil velezano, aunque sólo con relación a los delitos civiles, al disponer que ellos deben ser "el
resultado de una libre determinación de parte del autor" [20]. Y obviamente, cuando el obrar aparece fallado en
cualquiera de esos componentes: discernimiento, intención o libertad, el acto ya no será "voluntario", no
pudiendo por lo tanto serle imputable a su autor.
Empero, esta concepción que está afianzada en nuestro Derecho ha sido debatida en Francia, en donde la
versión objetiva de la culpa, que compara la conducta efectivamente obrada con aquella que habría resultado
diligente, ha logrado cierta preeminencia sobre el tradicional punto de vista subjetivo. Así en efecto, la reforma del
artículo 489-2 del Código Civil francés por la ley del 3 de enero de 1968 ha permitido fundar en la culpa el deber
de reparar el daño causado "en estado de perturbación mental", y dicho criterio se ha extendido posteriormente
al infans o menor, carente de discernimiento, a través de cinco fallos de la Asamblea Plenaria del 9 de mayo de
1984, en los que se comparaba su diligencia con la del bonus pater familias [21]. Habiendo señalado Atilio Aníbal
Alterini que, empero, no debe confundirse esta versión objetiva de un factor subjetivo de atribución, con la
responsabilidad objetiva en la que impera la mera causalidad material; por cuanto en la idea de culpabilidad
objetiva todavía subyace, sin embargo, la necesidad de una conducta irregular [22].

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A su turno, tampoco basta con la mera voluntariedad del acto para que surja la responsabilidad, sino que se
requiere igualmente de una suerte de imputabilidad de segundo grado: que el acto le sea reprochable al agente,
por haber mediado dolo o culpa en su determinación voluntaria [23]. Sucede, en efecto, que la imputabilidad que
desencadena la responsabilidad subjetiva se funda en la "culpabilidad"; y ésta parte a su vez de la conciencia del
agente como determinante, en una suerte de causalidad interna, de la voluntariedad del acto.
O sea que dicha "culpabilidad" en general ofrece dos variantes: la culpa propiamente tal y el dolo. Las cuales
aparecen consagradas en el Código Civil velezano: en el incumplimiento de las obligaciones contractuales, por
los artículos 506 -dolo- y 511 -culpa-; y en punto a hechos ilícitos en el artículo 1067, cuando dice que para ser
"punibles para los efectos de este Código" (es decir, en orden a la reparabilidad de los perjuicios), se requiere
que "a sus agentes se les pueda imputar dolo, culpa o negligencia". En tanto en el Código Civil y Comercial de la
Nación, esos factores subjetivos están todos contemplados en su artículo 1724.
Ello significa pues, que es necesario formular un juicio ético de la conducta voluntaria del autor del hecho, con
relación al deber jurídico (contractual o extracontractual) que correspondía; para poder establecer así: si quiso su
infracción -dolo-, o si pese a no quererla, sin embargo no adoptó las precauciones o cuidados que habrían podido
evitar tal infracción -culpa-. O sea que el problema de la "culpabilidad", en un sentido lato, es comprensivo tanto
del "dolo" como de la "culpa propiamente tal".
Teniendo su importancia el distingo entre esas dos formas de "culpabilidad", dado que existen ciertas diferencias
según hubiese existido dolo o solamente culpa del agente, especialmente en lo que atañe a la extensión del
resarcimiento, tanto en la responsabilidad por incumplimiento contractual como en la extracontractual.

4. Variantes de la "culpabilidad" en general

El problema de la "culpabilidad" es pues comprensivo en un sentido lato, tanto del "dolo" como de la "culpa
propiamente tal". Vale decir que dicha "culpabilidad" in genere puede presentarse, sin embargo, bajo dos
distintas formas: la culpa verdaderamente dicha y el dolo, los que aparecen consagrados en el Código Civil
velezano: en el incumplimiento de las obligaciones contractuales en sus artículos 506 -dolo- y 511 -culpa-, y en
punto a hechos ilícitos en el artículo 1067, cuando dice que aquéllos requieren para ser "punibles para los efectos
de este Código (es decir, en orden a la reparabilidad de los daños), que a sus agentes se les pueda imputar dolo,
culpa o negligencia".
Ello significa que será necesario formular un juicio ético de la conducta voluntaria del autor del hecho, con
relación al deber jurídico (contractual o extracontractual) que pudiera corresponder, para poder así establecer si,
en su caso, quiso el quebrantamiento del orden jurídico -dolo-, o si pese a no quererlo, sin embargo, omitió o no
actuó con la diligencia que habría podido evitar tal infracción -culpa [24]-. Aunque en caso de duda sobre de cuál
de esos factores atributivos efectivamente se trata, se considera en general que, atento a que el dolo exige una
prueba acabada de su existencia, ha de entenderse que el responsable incurrió en culpa, por no haber previsto lo
que el común de las personas habría podido prever y evitar [25]. Criterio que se mantiene, y ampliado, en el
Código Civil y Comercial de la Nación, cuyo artículo 1721 luego de establecer que los factores de atribución de la
responsabilidad pueden ser objetivos o subjetivos, añade que "En ausencia de normativa, el factor de atribución
es la culpa".

5. Importancia del distingo entre culpa y dolo

Por otra parte, el distingo entre esas dos formas de "culpabilidad" tiene su importancia, ya que existen algunas
diferencias tanto en el régimen de la responsabilidad contractual como en el de la extracontractual, según
hubiese existido dolo o solamente culpa del agente; lo cual obliga a diferenciar los supuestos en que concurren
uno u otro de esos factores subjetivos de atribución de la responsabilidad. Y sustancialmente, el mayor interés
del tema reside en lo que se refiere a la extensión o medida del resarcimiento pues, en efecto, en el
incumplimiento contractual culposo sólo se responde por las consecuencias inmediatas y necesarias (art. 520,
Cód. Civ. velezano), mientras que si la inejecución fuere "maliciosa" -lo que para la mayoría de nuestra doctrina
es sinónimo de "dolosa" [26]-, los daños e intereses habrán de comprender también las consecuencias mediatas
(art. 521, mismo Cód. Civ.) [27]; en tanto que a su turno en materia de hechos ilícitos, si bien se responde
siempre tanto por las consecuencias inmediatas (art. 903, Cód. Civ. velezano) como por las mediatas (art. 904,
mismo Cód. Civ.), se trate de delitos -hechos dolosos- (art. 1072, mismo Cód. Civ.) o cuasidelitos -hechos

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culposos- (art. 1109, mismo Cód. Civ.), la responsabilidad asimismo se puede llegar a extender
excepcionalmente en el caso de los primeros, hasta ciertas consecuencias "casuales" (arts. 905, 1091, 2364,
2435, 2436 y concs. del Cód. Civ., y 1936 del CCCN).
Por el contrario en el Código Civil y Comercial de la Nación, en pro de la perseguida equivalencia de los
regímenes de la responsabilidad contractual y extracontractual, en la parte final de su artículo 1726 no se
efectúan discriminaciones, de modo que: se trate de incumplimiento contractual o de hechos ilícitos, y hubiese
mediado culpa o dolo del dañador, invariablemente "se indemnizarán las consecuencias inmediatas y las
mediatas previsibles".
Aunque a la postre tal equiparación no llega en realidad a ser tal. Pues en efecto, conforme al artículo 1728 del
mismo Código Civil y Comercial de la Nación: "En los contratos se responde por las consecuencias que las
partes previeron o pudieron haber previsto al momento de su celebración", es decir, por las consecuencias
mediatas. Pero "cuando existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas
consecuencias también al momento del incumplimiento"; lo que ciertamente puede implicar en los hechos alguna
agravación de su responsabilidad. Puesto que en efecto, en el citado artículo 1728 se toma en cuenta el "dolo"
del obligado, para extender su responsabilidad por las consecuencias "también al momento del incumplimiento";
y habitualmente el transcurso del tiempo sumado al fenómeno inflacionario y consecuente pérdida del poder
adquisitivo del dinero -tan común en nuestro país-, suele incidir en las obligaciones diferidas en un agravamiento
nominal de la responsabilidad del obligado: quien tendrá que pagar una suma mayor en la medida que el "precio"
de la cosa hubiese ido subiendo, a la inversa de la paralela pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda.
Siendo tal lo que sucedería si, por ejemplo, se debiera indemnizar el valor nominal de una cosa que se destruyó,
a la época en que ello sucediera provocando el incumplimiento, lo que en los hechos puede resultar superior al
valor que esa misma cosa tenía al tiempo de celebrarse el contrato.

6. Dolo: Acepciones

Dentro de esas dos variantes de la "culpabilidad" lato sensu, habremos de ocuparnos primeramente del "dolo".
El "dolo" tiene en nuestro Derecho varias acepciones: ante todo como vicio de la voluntad, "es toda aserción de
lo que es falso o disimulación de lo verdadero, cualquier artificio, astucia o maquinación", que se emplee para
engañar a otro o inducirlo a error al tiempo del otorgamiento de un acto jurídico (arts. 931, Cód. Civ. velezano, y
271 del CCCN), y constituye asimismo un elemento del delito civil: el animus nocendi o intención de dañar a la
persona o los derechos de otro (arts. 1072, mismo Cód. Civ., y 1724 del CCCN).
La tercera y última acepción corresponde al dolo en el incumplimiento contractual, siendo ésta en verdad la que
ahora nos interesa. Empero, como no existe en nuestro ordenamiento ninguna norma expresa que lo defina, ello
dio lugar sobre el respecto a una importante discrepancia doctrinaria. Para la mayoría de nuestros autores
-Alterini-Ameal-López Cabana, Borda, Busso, Bustamante Alsina, Carranza, Cazeaux, Colmo, Compagnucci de
Caso, Lafaille, Llambías, Morello, Pizarro y Vallespinos, Rezzónico y Salas [28]-, a los que adherimos, el dolo
estriba en el deliberado propósito de no cumplir: no cumplo porque no quiero o porque según las circunstancias
ya no me conviene. En tanto para otra corriente -entre nosotros: Aguiar, De Gásperi, Llerena y Salvat-Galli [29], y
en la doctrina francesa: Baudry-Lacantinerie y Barde, Demolombe, Larombière, Mazeaud-Tunc y Planiol-Ripert-
Esmein [30]-, el dolo requiere de un incumplimiento llevado a cabo con intención de dañar, o al menos, con
conocimiento y previsión del perjuicio que seguramente se va a ocasionar al no cumplirse con la prestación
debida; habiéndose resuelto en este sentido que si el sujeto previó el resultado y quiso el acto, se da por
supuesto que quiso el resultado, y si éste era antijurídico, se sobreentiende que también quiso la antijuridicidad
[31].

7. Dolo y malicia

Tal era la situación entre nosotros hasta la reforma de la ley 17.711/68, que introdujo en el texto del artículo 521
del Código Civil una aparente nueva forma de inejecución: la "maliciosa", al establecer que "Si la inejecución de
la obligación fuese maliciosa, los daños e intereses comprenderán también las consecuencias mediatas".
En ese entonces nuevo régimen, para Borda y Mosset Iturraspe se trataba efectivamente de una nueva forma
agravada de incumplimiento: la malicia es un dolo calificado por la intención de causar un daño o por la
indiferencia del incumplidor ante las consecuencias dañosas que muy probable y previsiblemente se le habrán de

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producir al acreedor; en tanto que el dolo sería solamente un incumplimiento deliberado o intencional, que no se
diferenciaría en cuanto a sus consecuencias del incumplimiento culposo [32]. Y para Borda, inspirador de la ley
de reformas: "Malicia no equivale a dolo [...] Malicia es dolo calificado por alguna de las siguientes circunstancias:
a) intención de causar un daño, b) Indiferencia del incumplidor ante las consecuencias dañosas que muy
probable y previsiblemente surgirán al acreedor, del incumplimiento. En materia contractual, incumplimiento
doloso significa intención de no cumplir. Ahora bien: este incumplimiento intencional, por sí solo, no tiene por qué
ocasionar mayor responsabilidad que el incumplimiento culposo. Desde el punto de vista del acreedor, ¿qué
importancia tiene que el incumplimiento se haya debido a que el deudor se olvidó de la obligación o a que no
haya querido cumplirla? Lo que al acreedor le interesa es el pago puntual; los procesos psicológicos que llevaron
al deudor al incumplimiento, le son, en principio, indiferentes" [33].
Pero para la mayoría de nuestra doctrina: inejecución "maliciosa" es equivalente o sinónimo de inejecución
"dolosa" [34]; lo cual resultaría ante todo del significado del vocablo "malicia" según el Diccionario de la Lengua
Española [35] de la Real Academia, y además por cuanto de lo contrario -como lo señalara Atilio A. Alterini [36]-,
quedaría desconectada la norma de imputación de daños del artículo 506 del Código Civil que sólo contempla el
"dolo" del deudor, de la que ahora establece los límites o extensión del resarcimiento, que es el artículo 521, el
que habla de "malicia" y no de "dolo".
En una suerte de posición intermedia, nuestra jurisprudencia ha resuelto que: cualquiera fuese el criterio relativo
al dolo o la malicia en el incumplimiento de las obligaciones (simple inejecución deliberada, o intención de causar
un daño, o previsión necesaria de existencia de relación causal entre el incumplimiento y la producción del daño),
siempre es menester que exista la voluntad consciente o deliberada de provocar un resultado antijurídico [37].

8. Culpa: Evolución de su concepto

Comencemos por recordar que dentro de la dogmática penal se enfrentaron concepciones opuestas sobre la
naturaleza de la culpa; aunque en rigor en cada una de ellas aparecen entremezclados aspectos de las otras,
pero de distinta graduación.
La doctrina psicológica, influida por la ideología naturalista del siglo XIX, sostuvo que la culpa era un fenómeno
predominantemente psicológico, que consistía en una relación psíquica entre el agente (o un particular estado de
ánimo de éste) y el resultado producido; girando el fundamento de esta concepción en torno de la previsibilidad
de las consecuencias del obrar y la voluntad puesta por el agente en su acción u omisión [38]. En este sentido,
De Cupis habla de la culpa como "un quid subjetivo", "un modo de ser psicológico", o "un estado de ánimo",
consistente en que "no se ha empleado aquella tensión de las facultades mentales que habrían permitido prever
el daño previsible, al igual que aun habiéndose previsto el daño, no se ha impreso a la propia energía volitiva
aquella orientación que, con la finalidad de evitarlo, habría sido necesaria" [39]. Siendo éste el criterio dominante
en nuestro país, que continúa presentando a la "culpa" como un defecto de la conducta o de la voluntad, una
desatención o descuido del autor del daño, que no previó lo que era previsible (negligencia o culpa inconsciente),
o bien que lo previó pero omitió el proceder idóneo para evitarlo, pues confiaba imprudentemente en que no se
produciría (imprudencia o culpa consciente) [40].
A su turno la doctrina normativa, caracteriza la esencia de la culpa como una valoración del ordenamiento jurídico
acerca de la conducta del agente: el obrar culposo presupondría un menosprecio de dicho ordenamiento, al no
haberse actuado conforme a derecho e inclinándose en cambio por su infracción, pese a tenerse la posibilidad de
obrar jurídicamente o sea en forma lícita; de manera que se trataría, en suma, de un reproche a una acción
antijurídica. Esta corriente de pensamiento ha ido ganando adeptos en nuestra doctrina civilista, pudiendo así
mencionarse a Bueres, que define la culpa como "un defecto de conducta que repercute negativamente en las
valoraciones que realiza la norma" [41], siendo por ende "una razón de justicia para adjudicar el daño al autor"
[42]; y a Agoglia, Boragina y Meza, quienes la conciben como "un defecto de conducta normativamente
disvalioso, en base al cual se adjudica el daño al autor, como razón de justicia" [43].
Finalmente, en un paso más allá, se ha propiciado el abandono del psicologismo, en procura de dar significación
nada más que a la violación objetiva del deber de solidaridad social; llegándose así a la denominada "culpa
social", resultante de la tendencia actual que mira el acto del agente a través del prisma de la víctima o de la
sociedad, atendiendo más a las consecuencias nocivas de la conducta de aquél que a la diligencia con la que
pudo haber obrado en el caso dado. De esta manera, el concepto normativo va a desembocar en la supresión del
reproche moral; pudiendo decirse con palabras de Bueres, que se tratará ya de una noción de culpa depurada de
sus influencias morales o religiosas, cuya perspectiva social habrá de atender preferentemente a la reparación a

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la víctima, reprochándosele al agente del daño, precisamente, la circunstancia no haberse conducido conforme a
derecho al tiempo de causar un perjuicio a otro [44], ya que "la sociedad está interesada en que no se transgreda
el orden jurídico mientras el sujeto pueda desplegar sus aptitudes de previsión y evitación" [45]. Y parecidamente
Agoglia, Boragina y Meza, invocando "un criterio psicológico-normativo-social", entienden que la culpa habrá de
consistir en "un defecto de conducta, calificado como normativamente disvalioso en tanto transgrede el orden
jurídico al causar un daño, perjudicando, de este modo, intereses tutelados por la sociedad" [46].
De todas formas, cualquiera fuese la preferida de entre esas distintas concepciones, lo que parece cierto es que
la culpa implica necesariamente una realidad subjetiva -al decir de Mosset Iturraspe [47]- o, lo que es más o
menos lo mismo, una situación interna y real del sujeto -según Soler [48]-; todo lo cual se va a traducir -para
Lehmann- en un comportamiento anímico del agente que, siendo reprobado por el Derecho, puede por ello serle
imputado, consistiendo la falta en haber obrado a pesar de haberse pensado o haberse debido pensar en las
consecuencias perjudiciales del acto [49]. Y ello es así, como bien lo apuntan Alterini, Ameal y López Cabana,
por cuanto "al Derecho le basta con que el sujeto haya querido el acto para atribuirle la consecuencia dañosa no
querida, si su conducta se ha despreocupado del deber social de ajustarla de modo de no dañar injustamente a
los demás (neminem lædere), a través de la adopción de la diligencia necesaria en cada caso" [50].

9. La culpa en nuestro Código Civil

Ahora bien, el Código Civil de Vélez Sársfield ha definido la culpa en su artículo 512, diciendo: "La culpa del
deudor en el cumplimiento de la obligación consiste en la omisión de aquellas diligencias que exigiere la
naturaleza de la obligación, y que correspondiesen a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar".
Tratándose de una preceptiva que ha merecido justificados elogios de la doctrina [51] y ha sido además
adoptada casi literalmente en la primera parte del artículo 1104 del Código Civil español y en otros como el
cubano de 1889 (art. 1104), filipino (art. 1173), puertorriqueño (art. 1057) y peruano de 1984 (art. 1320) [52];
aunque en rigor en éstos se mejoró el texto argentino, al reemplazarse el sustantivo plural "diligencias", que
implica tramitaciones o gestiones, por el singular "diligencia" que, en cuanto "sinónimo de cuidado o actividad",
resulta mucho más apropiado [53]. Y esto mismo es lo que ahora se ha hecho en el artículo 1724 del nuevo
Código Civil y Comercial de la Nación.
A mayor abundamiento, atento a que el principio de los artículos 512 del Código Civil velezano y 1724 del Código
Civil y Comercial de la Nación toman en cuenta, entre otras, a las "circunstancias de las personas", va de suyo
que las condiciones personales del agente han de ser tenidas en consideración a los efectos de estimar el mayor
o menor deber de previsión [54]. Y de esta forma, lo dispuesto por esos citados artículos debe ser correlacionado
con lo previsto en el artículo 902 del Código Civil velezano y en el artículo 1725, primer párrafo del Código Civil y
Comercial de la Nación, que establecen una mayor responsabilidad "cuanto mayor sea el deber de obrar con
prudencia y pleno conocimiento de las cosas" [55]. E igualmente, aunque sólo para el ámbito contractual y para
los contratos intuitu personæ a los que aluden los artículos 626 (y asimismo, el art. 776 del CCCN) y 730 del
Código Civil, con su artículo 909 (o tercer párrafo del art. 1725 del CCCN) que dispone que "en los contratos que
suponen una confianza especial entre las partes", el grado de responsabilidad se habrá de estimar "por la
condición especial de los agentes"; lo cual se advierte muy especialmente cuando se trata de contratos
celebrados con profesionales de nota, con una competencia ostensible y a veces declarada, como ser
especialistas, profesores, etcétera, en cuyo caso se justifica sin duda una exigencia mayor a su respecto que con
relación a los profesionales comunes u ordinarios, en tanto en cuanto aquellas especiales condiciones hubiesen
sido tenidas en cuenta y gravitado en la respectiva contratación [56].
Y aunque el artículo 512 del Código Civil se refiere específicamente al incumplimiento de obligaciones
contractuales, el concepto de "culpa" que nos brinda resulta ser, sin embargo, el mismo que caracteriza a la
culpa como elemento de imputabilidad en materia cuasidelictual [57]; lo cual se corrobora con su equivalente del
artículo 1724 del Código Civil y Comercial de la Nación, precisamente referido a los factores de atribución en la
responsabilidad civil extracontractual o por daños causados por hechos ilícitos.
A tenor de lo expuesto, para establecer en qué consiste la "culpa" será menester previamente precisar qué se
entiende por "diligencia"; tal como lo sostiene Messineo cuando afirma que el concepto de culpa contractual no
se comprende si no se lo pone en relación con el deber de diligencia (contractual), que significa el cuidado que el
deudor debe emplear en el desenvolvimiento de su actividad, para ponerse en situación de poder cumplir
exactamente con su obligación [58]. O, dicho en otras palabras: diligencia es el adecuado empleo o despliegue
de las energías y medios aptos o idóneos para el logro de un determinado fin [59]; que en el tema que nos ocupa

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habrá de ser el cumplimiento de la prestación pactada y debida.
Y así llegamos al punto en que se puede intentar precisar en qué consiste lo esencialmente antijurídico de la
culpa. Según López Olaciregui, los individuos tienen el deber de cumplir sus obligaciones contractuales, que para
ellos constituye "una regla a la cual deben someterse como a la ley misma" (art. 1197, Cód. Civ. velezano); y
tienen asimismo el deber de conducirse en la vida en sociedad con la prudencia y diligencia que corresponda, de
forma tal que el comportamiento de cada uno no cause daños a los demás [60], o sea el neminem lædere de la
compendiosa fórmula de Ulpiano: deber de "no dañar a los demás" o de conducirse en la vida en sociedad con la
debida prudencia y diligencia, de forma que el comportamiento de cada uno no perjudique a los demás, sea en
sus personas o en los bienes y cosas de su pertenencia [61]. Por todo lo cual, quien no adopta esos cuidados o
medidas con relación a las consecuencias previsibles de su propio obrar, ya está infringiendo su deber de
diligencia para con los demás, y si la violación de tal deber es el presupuesto de toda responsabilidad, va de
suyo que de esa manera estará incurriendo desde el vamos en responsabilidades virtuales que recién se podrán
tornar efectivas si de tal violación se deriva finalmente un daño a otro u otros [62]. Siendo ésta además la
doctrina resultante de lo establecido en artículo 1109 del Código Civil velezano, el cual se acepta hoy en día que
tiene además verdadera jerarquía constitucional [63], con ajuste a lo preceptuado en el artículo 19 de la
Constitución Nacional, cuando excluye de "la autoridad de los magistrados" a "las acciones privadas de los
hombres" que no "perjudiquen a un tercero"; tal como muy bien lo resolviera el fallo de la Corte Suprema nacional
del 5 de agosto de 1986, recaído en los autos "Gunther c/Estado Nacional", en cuyo considerando 14 se sostiene
que "la responsabilidad que fijan los artículos 1109 y 1113 del Código Civil sólo consagra el principio general
establecido en el artículo 19 de la Constitución Nacional que prohíbe a los 'hombres' perjudicar los derechos de
un tercero. El principio del alterum non lædere, entrañablemente vinculado a la idea de reparación, tiene raíz
constitucional y la reglamentación que hace el Código Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades
consecuentes no las arraiga con carácter exclusivo y excluyente en el Derecho Privado, sino que expresa un
principio general que regula cualquier disciplina jurídica" [64]. Coincidiendo sobre el respecto Mosset Iturraspe,
aunque partiendo para ello desde una óptica inversa, cuando afirma que "toda persona tiene un derecho 'a no ser
dañado' y, a contrario sensu, que nadie tiene un derecho a dañar" [65].
La culpa se presenta así, de acuerdo a su definición, como una omisión de diligencias que imponía la naturaleza
de la obligación, reflejando una conducta del agente contraria a lo que era dable exigir en las circunstancias del
caso y que provoca el perjuicio de un interés ajeno jurídicamente tutelado [66]. Lo cual empalma con el concepto
de culpa expuesto por los hermanos Mazeaud y su actualizador André Tunc, cuando dicen que "la culpa
(cuasidelictual) es un error de conducta tal, que no lo habría cometido una persona cuidadosa situada en las
mismas circunstancias 'externas' que el autor del daño" [67]; el cual ha sido recogido por nuestra jurisprudencia
[68].
Avanzando un paso más, cabe señalar que en la doctrina se ha caracterizado a la "culpa" por sus dos
manifestaciones o elementos igualmente negativos: falta en ella o está ausente la voluntad o intención de dañar,
y también falta o hay omisión de la "diligencia" debida conforme a las circunstancias del caso, para poder evitar
dañar a otros [69]. Hay "culpa" en suma, cuando no se previó aquello que con diligencia hubiera debido preverse,
y de ahí que el artículo 904 del Código Civil velezano responsabilice aún por las consecuencias mediatas,
"cuando empleando la debida atención y conocimiento de la cosa (se) haya podido preverlas" [70].

10. Culpa, negligencia, imprudencia e impericia

Habitualmente en la doctrina se alude a la culpa como sinónimo de negligencia, imprudencia, impericia,


inobservancia de reglamentaciones, etcétera; y tal es lo que resulta también de los artículos 84 y 94 del Código
Penal que se ocupan del homicidio y de las lesiones "culposas". Pero en rigor no se trata de una sinonimia, sino
de distintos modos bajo los cuales se puede presentar la "culpa".
La mencionada en primer término es la "negligencia", que es en verdad la específicamente aludida en la
definición del artículo 512 del Código Civil velezano y también en el artículo 1724 del Código Civil y Comercial de
la Nación, y que consiste en la omisión por parte del sujeto de cierta actividad que podría haber evitado el
resultado perjudicial; es decir que el agente no hizo lo que debía hacer o hizo menos de lo debido. Existe
"imprudencia", en cambio, cuando por el contrario se obra precipitadamente, sin preverse las consecuencias que
se pueden derivar de ese accionar irreflexivo: se hace lo que no se debe o más de lo que hubiese correspondido
hacer [71]. Y ya con relación concretamente a los profesionales, puede aparecer como "impericia en el arte o
profesión" como se dice en el citado artículo 1724 del Código Civil y Comercial de la Nación; o sea, como

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desconocimiento de las reglas y métodos propios de la profesión de que se trate, puesto que todo el que ejerce
una profesión debe poseer los conocimiento técnicos y prácticos de ella, debidamente actualizados, y obrar con
previsión y diligencia ajustándose a aquéllos [72]. Correspondiendo señalar que acá la directiva de los citados
artículos 512 del Código Civil velezano y 1724 del Código Civil y Comercial de la Nación ha de complementarse
con la del artículo 902 del primero o el último párrafo del artículo 1725 del último, que establecen una mayor
responsabilidad cuando mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, tal como
sucede precisamente en el caso de los profesionales, quienes sin duda poseen (o deben poseer) un nivel de
conocimientos o aptitudes superiores a los del común de la gente.

11. La unicidad de la culpa civil

A través de lo dicho, se desprende que para nosotros, como para la mayoría de la doctrina moderna, la "culpa"
es una sola e idéntica, sea en el incumplimiento contractual o en los hechos ilícitos, ya que siempre consiste en
la omisión de la "diligencia" debida [73]. En cambio, otra postura minoritaria distingue la culpa contractual de la
extracontractual, considerando que se trata de conceptos distintos que tienen y deben tener una distinta
regulación normativa [74].
Pero en rigor lo que sucede es que, si bien la culpa es una noción unívoca, el Derecho la ha tratado
diversamente a través de dos diferentes regímenes de responsabilidad, tal como así resulta de lo dispuesto en
artículo 1107 del Código Civil velezano y también de la circunstancia de que medien entre ambas
responsabilidades algunas pocas diferencias prácticas; o sea, en suma, como lo señala Llambías, que hay una
sola culpa pero un doble régimen de responsabilidad culposa [75], lo cual es por cierto algo bastante distinto a la
pretendida existencia de dos diferentes "culpas" civiles.

12. Culpa civil y culpa penal

También se ha controvertido si son iguales o distintas la culpa civil y la penal, cuestión que puede tener su
trascendencia dadas las consecuencias que de ello pueden derivarse.
Así se ha resuelto que entre la culpa civil y la penal median diferencias de naturaleza y de grado [76]; habiéndose
agregado que "la culpa, como condición del cuasidelito, se distingue de la culpa penal en que tiene una mayor
amplitud de concepto: es la desidia, impericia, negligencia o imprudencia, sin el propósito calificado de dañar"
[77].
Pero si se tiene en cuenta que en los artículos 84 y 94 del Código Penal, la "culpa" aparece caracterizada como
"imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o inobservancia de los reglamentos o deberes a su
cargo", fácil resulta concluir que la culpa penal tiene idénticas características que la culpa civil, puesto que ambas
consisten sustancialmente en una negligencia, imprudencia o falta de precaución. Todo lo cual conduce a
sostener también la unicidad del concepto, pues siempre se trata de la misma conducta antijurídica, aunque
considerada en distintas aplicaciones [78].
Pero cabe por cierto insistir en que aunque la culpa sea una sola, sus efectos son múltiples, como así en que el
régimen de estos efectos varía de acuerdo con la naturaleza del bien afectado [79]. Y por ello es, verbigracia, que
resulta diferente la manera de apreciar la culpa civil y la penal, cuando se trata de la eficacia de la sentencia
penal en el proceso civil, en particular en los supuestos de absolución penal del imputado (arts. 1103, Cód. Civ.
velezano, y 1777, párr. 1° del CCCN). Y de ahí también las indiscutibles disparidades que en verdad existen
entre el delito civil y el criminal que, en definitiva, no son más que el resultado del diferente criterio político que
presidiera la formación de tales normas y que llevara a decidir lo que es el delito civil y lo que constituye el delito
penal. El primero, en efecto, consiste en todo acto realizado con intención de dañar, que causa efectivamente un
perjuicio o que puede ocasionarlo (arts. 1072, Cód. Civ. velezano, y 1724 in fine del CCCN). En tanto, el segundo
resulta ser todo acto doloso o culposo, tipificado o definido como tal en el catálogo de delitos en que consiste el
Código Penal, ya que de lo contrario no sería delito penal conforme al principio constitucional del nullum crimen,
nulla pœna sine lege (art. 18 de la Const. Nac.); pero que en cambio, a diferencia del delito civil, no tiene
necesariamente que llegar a causar un daño, atento que existen delitos penales de mero peligro, como las
tentativas (art. 42, Cód. Pen.) o el disparo de arma de fuego que no hiere a nadie (art. 104, Cód. Pen.), que no lo
exigen como requisito para su configuración.

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13. Apreciación de la culpa

La apreciación de la culpa consiste en determinar en cada caso concreto si ha existido o no culpa [80], y de ser
afirmativa la respuesta en precisar su magnitud o intensidad [81].
El sistema construido con esa finalidad arranca desde el Derecho Romano y se conoce como teoría de la
prestación de la culpa. En Roma se había concebido un sistema rígido, que hacía una tipificación predeterminada
de todas las situaciones posibles, clasificándose la culpa en dos grados: la grave o lata y la leve. La culpa grave
era la falta grosera, consistente en no haber tomado las precauciones mínimas que cualquiera, hasta una
persona torpe, habría adoptado: non intelligeri quod omnes intelligiunt. A su vez, la culpa leve podía ser
apreciada de dos maneras distintas: in abstracto e in concreto. La primera consistía en la no observancia de los
cuidados de un buen padre de familia (bonus o studiosus pater familiæ), lo que en verdad importaba recurrir a un
tipo ideal o imaginario: el del hombre prudente y diligente normal o término medio. En tanto que la apreciación in
concreto tomaba en cuenta no haberse puesto en el caso dado, los mismos cuidados que el obligado
acostumbraba poner en la atención de sus propios asuntos o negocios (qualem in suis rebus adhibere solet). Por
último los glosadores habrían sumado un grado más, el de la culpa levísima, caracterizada por la omisión de los
cuidados de un "muy buen padre de familia", es decir, de una persona muy atenta y cuidadosa.
Y la responsabilidad del deudor variaba, como lo recuerda Vélez Sársfield en su nota al artículo 512 de su Código
Civil, según él fuese o no a obtener algún provecho del contrato en cuestión: si no tenía ningún beneficio,
respondía solamente por la culpa grave; si ambas partes obtenían provechos o ventajas, el deudor respondía por
la culpa leve, y si era en realidad el único beneficiado -caso, por ejemplo, de un mutuo gratuito-, respondía aun
de la culpa levísima.
En el Derecho francés, donde la cuestión se ha centrado en torno a la interpretación del artículo 1137 del Código
Napoleón, la doctrina más moderna considera que en él no se ha seguido la clasificación en los tres tipos de
culpa que efectuaba el Derecho Romano [82], pero se acepta en cambio que sí se ha adoptado el tipo de
apreciación en abstracto, tomando como modelo al buen padre de familia [83]; lo que es seguido también por el
Código Civil italiano de 1942 [84].
Pero el Código Civil velezano se apartó de todo sistema de tipificación anticipada y abstracta de la culpa [85], y
en la mencionada nota a su artículo 512, invocando equivocadamente a Barbeyrac, ya que se trata en verdad de
una cita de Bigot de Premeneau, Vélez Sársfield explicó las razones que lo guiaron al desarrollar esta cuestión,
diciendo que "la división de las culpas es más ingeniosa que útil en la práctica, pues a pesar de ellas siempre
será necesario en cada culpa que ocurra poner en claro si la obligación del deudor es más o menos estricta, cuál
es el interés de cada parte, cuál ha sido la intención al obligarse en cada caso. Cuando la conciencia del juez se
halla convenientemente ilustrada sobre esos asuntos, no son necesarias reglas generales para fallar conforme a
la equidad. La teoría sobre la división de las culpas solo sirve para derramar una luz falsa y dar pábulo a
innumerables contestaciones".
Ahora bien, en nuestro país la generalidad de la doctrina (Aguiar, Alterini-Ameal-López Cabana, Boffi Boggero,
Busso, Bustamante Alsina, Colombo, Galli, Lafaille, Llambías, Rezzónico, Salvat-Acuña Anzorena) se ha
inclinado a sostener que el artículo 512 del Código Civil ha adoptado el sistema de la apreciación en concreto,
por cuanto toma en cuenta las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar [86].
Para nosotros, en cambio, en coincidencia con Cazeaux, Mayo y Orgaz [87], ello no es tan exactamente así,
según se habrá de ver a continuación.
En efecto, toda labor de apreciación exige necesariamente comparar y para poder hacerlo debe contarse con
algún modelo que sirva de tipo o punto de comparación. Es así que para juzgar la diligencia o negligencia de un
comportamiento dado, el juez también debe comparar la conducta del obligado en el supuesto de que se trate, de
la que obviamente no puede prescindirse, con otro punto de referencia que habrá de ser igualmente una
conducta humana, atento a que los extremos a comparar han de ser similares y no dos cosas distintas. Siendo
por ello que el hecho de tomar en cuenta las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar en cada caso,
tal como lo indica el artículo 512 del Código Civil velezano, constituye nada más que de uno de los extremos a
comparar que no permite por sí solo, de ninguna manera, inducir si tal apreciación habrá de llevarse a cabo "en
abstracto" o "en concreto".
Ahora bien, si en el caso en cuestión se va a realizar la comparación de lo obrado conforme a las circunstancias
de las personas, del tiempo y del lugar, con la conducta de un tipo ideal o paradigmático imaginario: el bonus
pater familiæ o "el hombre de diligencia ordinaria o común", tal apreciación habrá de ser "en abstracto", dado
precisamente que el modelo no existe en la realidad y debe ser imaginado [88]. Mientras que si por el contrario
se va a comparar la conducta en tela de juicio con el comportamiento habitual del propio obligado en su vida

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diaria, con su proceder corriente en la atención de sus propios negocios, la apreciación habrá de ser "en
concreto"; puesto que no puede haber nada más concreto que la misma persona del deudor y su quehacer
habitual o común de todos los días [89].
A este último tipo de apreciación se refiere el Código Civil velezano en algunos casos, como, por ejemplo, en el
artículo 2202 respecto del depositario (art. 1359 del CCCN), o en el 2291 con relación al gestor de negocios (art.
1786 del CCCN), en los que se exige del deudor poner en el cumplimiento de sus obligaciones el mismo "cuidado
que en las cosas propias". Pero por el contrario, la apreciación resultante del artículo 512 del Código Civil
velezano o 1724 del Código Civil y Comercial de la Nación, llevada a cabo entre lo obrado por el causante del
daño y lo que hubiera debido hacer para no incurrir en culpa, requiere tomar como modelo a una conducta
"normal" u "ordinaria" término medio, máxime teniendo en cuenta que en principio no cabe computar la condición
especial o facultad intelectual del obligado (arts. 909, Cód. Civ. velezano, y 1725, último párrafo del CCCN), para
que no resulten en mejor situación los necios que los sabios; y esto es y no puede ser otra cosa que "apreciación
en abstracto", ya que la diligencia del hombre medio o normal no es sino la del "buen padre de familia", como
bien lo señalara De Cupis [90].
Pero por otra parte corresponde admitir la proximidad existente entre esos dos sistemas de apreciación de la
culpa, los que en rigor de verdad no se contradicen, sino que más bien se complementan e integran
recíprocamente, según lo destacan entre otros: Bustamante Alsina, Cazeaux, Colmo, Mosset Iturraspe, Orgaz y
Pizarro-Vallespinos [91]. De forma tal que bien puede concluirse, con palabras de Bueres, en que "la culpa se
aprecia inicialmente en concreto, sobre la base de la naturaleza de la obligación y de las circunstancias de
personas, tiempo y lugar. Las condiciones personales del agente deben ser tenidas en cuenta a los efectos de
estimar el mayor o el menor deber de previsión con arreglo a lo dispuesto por el artículo 902 [...] Con estos
elementos concretos el juez conformará un tipo abstracto de comparación, flexible, circunstancial, específico, que
represente la conducta que debió obrar el agente en la emergencia. Y de la confrontación entre el actuar real y el
actuar debido (idealmente supuesto) surgirá si hubo o no culpa"; o sea que "la culpa se aprecia en concreto pero
utilizándose un tipo comparativo abstracto -que se tornará elástico, flexible, adaptable a cada situación
particular-" [92].
Es que debe tenerse presente, igualmente, que la diligencia, prudencia o pericia que se le exija a una persona no
puede ser siempre la misma en todas las circunstancias de la vida; sino que ellas varían, es decir, se gradúan,
según la naturaleza del deber, las personas, el tiempo y el lugar. Pues sucede que, en rigor, nuestro Código Civil
no ha eliminado las diferencias de intensidad de la culpa, cuando ésta es concretamente examinada en su
individualidad en cada específico caso que se juzgue, atento que por cierto no se opone a que entonces se
pueda calificar a la conducta del obligado como de culpa grave o leve, ya que mal podría haber eliminado tal
distinción que está ínsita en la misma naturaleza de los hechos. En este sentido, basta detenerse en la nota al
artículo 512 del Código de Vélez Sársfield para convencerse de que lo que el Codificador entendió superar fue la
clasificación de la culpa en grados en abstracto y anticipadamente, pero no a posteriori de haberse juzgado el
caso concreto, puesto que en dicha nota se cita a Zachariæ, y éste dice: "No hay culpa que considerada en sí
misma, prescindiendo de las circunstancias de lugar, tiempo y persona, pueda ser clasificada por datos
abstractos y por medidas invariables de culpa grave, leve o levísima"; pero agregando luego para aclarar bien los
conceptos: "Sin duda hay culpas que por razón de las circunstancias, de la posición de las partes, etcétera, son
más graves o más ligeras"; "La gravedad de la culpa está en relación con las circunstancias en que se produce"
[93]. Y por todo ello es que una vez apreciada la culpa en el caso en cuestión, entonces sí se la puede luego
calificar de grave o leve, como que los hechos de la vida no son todos iguales, y los hay más graves y más leves,
y aun algunos carentes por completo de relevancia [94].
Así evaluada la culpa después del examen del hecho concreto, resulta entonces perfectamente posible graduar
su real trascendencia, o, como también se ha dicho, apreciar y valorar la distinta composición o integración de la
diligencia debida, en atención a las especiales circunstancias de cada caso [95]. Debiendo recordarse, además,
que existen algunas normas legales que hacen expresa referencia a la culpa grave, lo que importa una implícita
aceptación de las gradaciones de la culpa; tal como lo fue el artículo 4°, inciso a, de la hoy derogada Ley 9688
de Accidentes del Trabajo, y lo son actualmente, verbigracia: el artículo 461 del Código Civil velezano; el artículo
IV, párrafo 2° de la Convención de Viena sobre Daños Nucleares, ratificada por la ley 17.048; el artículo 70 de la
Ley de Seguros 17.418; el artículo 87 de la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo; el artículo 99 de la Ley de
Concursos 24.522, que repite el texto del artículo 103 de la anterior Ley de Concursos 19.551; el artículo 34 de la
Ley de Cheques 24.452; el artículo 274 de la Ley de Sociedades 19.950, y el artículo 255 de la Ley de Concursos
24.522 que autoriza la remoción del síndico incurso en falta grave [96].

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14. La responsabilidad civil y su relación con las obligaciones de "medios" y de "resultado"

Esta categoría de obligaciones es denominada de "medios" y de "resultado" (o de "fines"), según la formulación


de Demogue [97]; o de "prudencia y diligencia" (las de medios) y "determinadas" (las de resultado) por los
hermanos Mazeaud [98]. Descansa en la siguiente idea: unas veces el deudor está obligado a realizar un hecho
determinado para lograr un resultado concreto; en tanto que otras sólo está obligado a observar diligencia y a
conducirse con prudencia para intentar obtener el resultado apetecido, pero cuyo logro no puede asegurar.
Obligación de medios es la que sólo impone diligencia, aptitud e idoneidad para llevar a cabo todo aquello que
habitualmente conduce a un logro, pero sin comprometer su obtención; mientras que obligación de resultado es
aquella en la que el deudor asegura un efecto determinado concreto [99].
Serían así de resultado en el sector de las obligaciones contractuales, las nacidas, por ejemplo, de una
compraventa, ya que tanto el vendedor como el comprador se comprometen a la realización de un hecho
concreto: uno la entrega de la cosa vendida y el otro al pago del precio. O también la denominada "obligación de
seguridad" [100], la mayoría de las veces implícita en los acuerdos negociales, que a su vez encuentra su
fundamento normativo en el artículo 1198, primer parágrafo, del Código Civil velezano (aunque agregado por la
ley 17.711), donde se consagra el principio de la buena fe en los contratos, al igual que en los artículos 9°, 961,
1061 y concordantes del Código Civil y Comercial de la Nación; principio que no sólo obliga al cumplimiento de lo
prometido, sino también a todas sus consecuencias implícitas o virtuales [101]. Y en el ámbito extracontractual,
serían deberes jurídicos determinados o de resultado los que pesan por ejemplo sobre el dueño o el guardián
jurídico de una cosa inanimada (art. 1113 del Cód. Civ. velezano en sus párrs. 2° y 3°, agregados por la ley
17.711, y arts. 1757 y 1758 del CCCN) o de animales (arts. 1124 y ss. del mismo Cód. Civ. velezano, y 1759 del
CCCN), quienes se ven compelidos a asegurar el preciso efecto de que tales cosas o animales bajo su custodia
no causen daños a otros.
Y a su turno son de "medios" las obligaciones contractuales que en general provienen de la "locación de
servicios", o las asumidas por ciertos profesionales como los médicos o los abogados, que no pueden asegurar
la curación del enfermo o que se va a ganar un juicio, y en materia extracontractual principalmente el deber
genérico de conducirse prudentemente en la vida en sociedad de manera de no dañar a los demás, sintetizado
en el alterum non lædere de la compendiosa fórmula de Ulpiano, que recoge como primer parte implícita el
artículo 1109 del Código Civil velezano [102] y expresamente el artículo 1710 del Código Civil y Comercial de la
Nación.
Y el distingo entre esas dos distintas categorías de obligaciones tiene su indudable importancia por dos razones.
Ante todo interesa en el terreno probatorio, pues si la obligación fuese sólo la de conducirse con prudencia y
diligencia, se torna necesario un examen de la conducta del deudor y la prueba de que el resultado previsto no
se obtuvo por haber mediado de su parte culpa o imprudencia; mientras que si la obligación es determinada, al
acreedor le basta con establecer que no se logró el resultado y con ello se tiene por demostrado que el deudor
no cumplió con su obligación. Y desde otro punto de vista, porque tal distingo posibilita además aceptar la
existencia de una responsabilidad contractual objetiva, con un factor de atribución igualmente objetivo, en los
casos de infracción a obligaciones de resultado. Temas ambos sobre los que se tratará a continuación.

15. Prueba de la culpa

Con relación a este tema en algún momento se sostuvo lo siguiente: que la culpa contractual se presumía y no
necesitaba ser probada por el acreedor, por cuanto ella resultaba del propio incumplimiento del contrato por la
otra parte [103]; en tanto que la culpa extracontractual no se presumía y debía ser probada por el damnificado
[104].
Pero ello no es así, sino que en realidad todo depende de que la obligación o deber a cumplirse sea de medios o
de resultado, clasificación ésta de fundamental importancia en el terreno probatorio. En las obligaciones de
"resultado" o de "fines" o "determinadas", al acreedor le basta con establecer que no se obtuvo el resultado
debido y nada más; correspondiendo en todo caso al deudor, para poder liberarse, la acreditación de que
cumplió o bien de que medió una causal de exoneración de responsabilidad: un caso fortuito o que el
incumplimiento provino de una causa ajena a él. Mientras que en las obligaciones de medios no es suficiente la
sola no obtención del resultado esperado pero no prometido (por ejemplo, al paciente no le bastará probar que el
tratamiento médico no lo curó), sino que también deberá demostrar que ello se debió a culpa o negligencia del
facultativo [105]. De esta manera, en rigor el problema de la prueba de la culpa sólo puede suscitarse,

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estrictamente, con relación a las obligaciones o deberes de "medios" o de "prudencia y diligencia"; los que por
cierto pueden aparecer tanto en las relaciones contractuales como en las extracontractuales.
Siendo ello así, en rigor la diferencia en cuanto al régimen de la prueba no resulta entonces de la fuente de la
cual nacen las obligaciones, sino de su distinta naturaleza o contenido [106].
En los últimos tiempos, sin embargo, se ha empezado a admitir algunas atenuaciones en punto al régimen
probatorio con relación a las denominadas "obligaciones de medios agravadas"; en las cuales el factor de
atribución sigue siendo subjetivo, pero la culpa aparece presumida legal o jurisprudencialmente [107]. Tal es lo
que ha sucedido en general en punto especialmente a la responsabilidad civil de los profesionales, con relación a
quienes se pretende hacer regir para la prueba de la culpa, el principio de las "cargas probatorias dinámicas"
propiciado por el procesalista Peyrano [108]; lo que según Morello [109] contaría con andamiento en lo dispuesto
por el artículo 377 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y su similar artículo 375 del de la Provincia
de Buenos Aires [110], y conforme al cual: el onus probandi habrá de recaer sobre quien se encuentre en
mejores condiciones para probar, es decir, a priori, precisamente los profesionales, siempre que se trate de su
propia actuación y de su responsabilidad como tales [111].
Y en parecida orientación aunque con otros fundamentos, se ha sostenido asimismo que "la responsabilidad
profesional del abogado, por regla, debe ser analizada bajo la normativa aplicable a las obligaciones de resultado
atenuadas", subclasificación de las obligaciones de resultado [112], en las que "el deudor se exime de
responsabilidad ante el incumplimiento probando que obró de manera diligente" [113]; en razón de que "en esta
clase de obligaciones cobra plena virtualidad la presunción de culpa [...] de modo tal que el incumplimiento se
funde con la culpa hasta el punto en que, acreditado aquél, ésta es presumida por la ley" [114].
Aceptado este último punto de vista, cobra entonces singular relevancia para las obligaciones de "medios", la
prueba de la "no culpa", o sea de la falta o ausencia de culpa en el obrar del deudor; lo que por cierto no consiste
en la acreditación de un hecho negativo, sino muy por el contrario en demostrar que se actuó en el caso dado
con la adecuada prudencia, diligencia y eficiencia, conforme a la naturaleza de la obligación y las circunstancias
de persona, tiempo y lugar [115]; pero sin que se deba acreditar la existencia de un caso fortuito o fuerza mayor
que siempre implica algo más que la mera ausencia de culpa.
El Código Civil velezano alude a la "falta de culpa" como eximente de responsabilidad en varios supuestos; lo
que no sucede en cambio en similares hipótesis legisladas en el Código Civil y Comercial de la Nación, en las
que no se menciona para nada dicha "ausencia de culpa". Tal es lo que ocurre con: los artículos 578, 580, 584 y
586, referidos al régimen de los "riesgos" en las obligaciones de dar cosas ciertas, para transferir derechos reales
o restituir a su dueño (arts. 755 y 955 del CCCN); los artículos 611 y 614, en similares supuestos de obligaciones
de dar cantidades de cosas, pero después de efectuada su individualización; el artículo 642, que alude a la
imposibilidad de cumplimiento sin culpa del deudor en las obligaciones alternativas (similar al art. 782, inc. d, del
CCCN, aunque éste habla de "causas ajenas a la responsabilidad de las partes"); el 647 sobre extinción sin culpa
del deudor de "la cosa que forme el objeto de la prestación principal" en las obligaciones facultativas; el 888
sobre imposibilidad de pago o cumplimiento "sin culpa del deudor" (similar al art. 955 del CCCN); el 1113 en su
actual redacción, que en la primera parte de su segundo párrafo admite la prueba por parte del dueño o guardián,
de "que de su parte no hubo culpa", para la exención de su responsabilidad en los daños causados "con" las
cosas; y el artículo 1127 sobre extravío o soltura del animal que luego habrá de ocasionar un daño, "sin culpa de
la persona encargada de guardarlo" (y sus similares arts. 1757 a 1759 del CCCN).
Ahora bien, para algunos autores se confunden la fuerza mayor y la falta de culpa, en razón de que: o bien el
evento dañoso era imprevisible o inevitable, o bien había forma de preverlo o evitarlo; de manera que en la
primer hipótesis, en el mismo punto ideal en que desaparece la culpa nace la fuerza mayor, mientras que en la
segunda se configura nítidamente la culpa del agente que no recurrió a todos los medios posibles para evitar el
daño [116]. Para la mayoría de la doctrina, sin embargo, entre la fuerza mayor y la culpa existe una zona
intermedia: la de la falta de culpa. "Para determinar si existe la culpa -expresan Mazeaud y Tunc- el juez se
pregunta si un individuo cuidadoso habría obrado de distinta manera que el demandado [...] Para determinar si
existe fuerza mayor, el juez se pregunta si un individuo cuidadoso habría estado en la imposibilidad de obrar de
distinta manera que el demandado". Y entre ambas situaciones media una considerable diferencia de grado: la
falta de culpa comprende todas aquellas situaciones en las que el origen del daño no ha podido ser atribuido a
negligencia o imprudencia del autor; la fuerza mayor supone en cambio algo más: un daño producido por una
fuerza irresistible, una imposibilidad absoluta de obrar en otra forma que lo hecho por el presunto responsable
[117]. Finalmente para otra corriente, aunque en pura teoría la fuerza mayor debe implicar algo más que la mera
falta de culpa, en definitiva desde un punto de vista práctico los supuestos en que no ha mediado culpa se
equipararían al casus, existiendo sólo una diferencia en el régimen probatorio: la prueba de la fuerza mayor

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supone justificar un hecho positivo concreto, mientras que la ausencia de culpa es una prueba negativa e
indefinida; se podrá acreditar el no haber incurrido en algunas negligencias o el haber tomado ciertos cuidados,
pero ciertamente no podría probarse el no haber incurrido en ninguna imprudencia, ni tampoco el haber adoptado
todas las precauciones debidas [118].
Y tratándose de las obligaciones "de medios", se acepta que el deudor siempre podría anticiparse a la prueba de
la otra parte y acreditar el hecho de haber actuado en las circunstancias dadas con la prudencia y diligencia
adecuadas, sin estar obligado a demostrar ningún acontecimiento de fuerza mayor; ya que entonces es suficiente
para eximirse de responsabilidad la acreditación de un comportamiento inimputable [119].

16. El rol otorgado a la culpa en el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación

El artículo 1721 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación se ocupa primeramente en general de los
"factores de atribución" de la responsabilidad civil, estableciendo que "La atribución de un daño al responsable
puede basarse en factores objetivos o subjetivos", luego termina agregando que "En ausencia de normativa, el
factor de atribución es la culpa". De manera que esta norma ha venido en definitiva a reiterar, palabra más o
menos, lo que ya propusiera el artículo 1602 del Proyecto de Código Civil de 1998, que rezaba en su parte final:
"A falta de norma legal, o de estipulación de partes, el factor de atribución es la culpa" [120].
En los fundamentos del entonces Proyecto de 2012, se decía que en "el supuesto en que no hubiera ninguna
previsión legal [...] se aplica la culpa. En relación a este tema, la mayoría de la doctrina ha mostrado su
conformidad [...] En cambio, cuando hay una laguna, es decir, no hay ninguna norma ni es posible una aplicación
analógica, rige la culpa. En este sentido, es conveniente proyectar una norma que consagre la culpa como factor
de atribución residual" [121].
Sobre el respecto había señalado Atilio Aníbal Alterini que de lo que allí se trata es "de la técnica de combinar un
principio general (hay responsabilidad cuando existe culpa) con el método de la tipicidad (también hay
responsabilidad en otras situaciones abarcadas por la ley), y la culpa sigue siendo la 'norma de clausura' o 'de
cierre' del sistema" Añadiendo luego muy detalladamente que "Los sistema más modernos adoptan
unánimemente ese criterio: Código Civil venezolano de 1982 (art. 1185), Código Civil peruano de 1984 (art.
1969), Código Civil paraguayo de 1987 (art. 1833), Principios Generales del Derecho Civil de China de 1987 (art.
106, incs. 2° y 3°), Código Civil quebequés de 1992 (art. 1457), Código Civil holandés de 1992 (L° 6, art. 162.3),
Código Civil ruso de 1995 (art. 1604.2), Código Civil brasileño de 2002 (art. 186), Código Civil de Mongolia de
2002 (art. 377.2), Código Civil vietnamita de 2005 (art. 308), Anteproyecto de Reforma al Código Civil francés en
el Derecho de obligaciones y en el Derecho de la prescripción dirigido por Pierre Catala y presentado al
Ministerio de Justicia en el año 2005, Tort Law Chino de 2010 (arts. 6° y 7°). El Código Civil cubano de 1987,
obliga al deudor que no cumple «a reparar los daños y perjuicios resultantes salvo que el incumplimiento no le
sea imputable (art. 293)»" [122].
En tanto que para Bueres, cuyo parecer compartimos, en el nuevo régimen los factores objetivos son
mencionados en primer lugar por ser mayoritarios en cantidad [123], amén de que "pueden extraerse por
interpretación analógica. Luego, todo es responsabilidad objetiva salvo cuando haya una laguna que resulte
imposible de colmar, en cuyo caso aparece la culpa de manera residual, que no es lo mismo que ésta venga a
ser la norma de cierre del sistema [...] que no lo es ni en el Derecho vigente, ni en el Proyecto de 2012, sea en el
ámbito extracontractual, bien en el incumplimiento de las obligaciones en el cual la culpa es sólo criterio de
imputación de la imposibilidad de pago -a veces y no siempre- y elemento del incumplimiento en las obligaciones
de diligencia" [124].

[1]

ALTERINI, Atilio A., Responsabilidad civil. Límites de la reparación civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1970, p.
89, Nº 93; BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Teoría general de la responsabilidad civil, 9ª ed., Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1997, ps. 27 y ss., Nº 1 y ss., y ps. 42 y ss., Nº 40 y ss.; COLOMBO, Leonardo A., Culpa aquiliana
(Cuasidelitos), 2ª ed., Tea, Buenos Aires, 1947, ps. 95 y ss., Nº 26 y ss.; HORVATH, Pablo A., La
responsabilidad objetiva en el Derecho Privado, en J. A. Doctrina 1970-554 y ss., Nº IV; PEIRANO FACIO, Jorge,

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Responsabilidad extracontractual, Temis, Bogotá, 1979, p. 99, Nº 57.

[2]

MAZEAUD, Henri y Léon, y TUNC, André, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y
contractual, trad. de la 5ª ed. francesa de Luis Alcalá-Zamora y Castillo, Ejea, Buenos Aires, 1961, t. 1, vol. I, p.
44, Nº 28; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., ps. 36 y ss., Nº 20 y ss., y ps.
38 y ss., Nº 41-43; PEIRANO FACIO, Responsabilidad extracontractual cit., p. 112, Nº 63.

[3]

MAZEAUD, Henri, Léon y Jean, Lecciones de Derecho Civil, trad. de Luis Alcalá-Zamora y Castillo, Ejea, Buenos
Aires, 1960, Parte II, t. II, ps. 15 y ss., Nº 378; MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la
responsabilidad civil delictual y contractual cit., t. 1, vol. I, ps. 51 y ss., Nº 36 y ss.; PEIRANO FACIO,
Responsabilidad extracontractual cit., ps. 123 y ss., Nº 69 a 72; MOSSET ITURRASPE, Jorge, Responsabilidad
por culpa y responsabilidad por riesgo creado, en Estudios sobre la responsabilidad por daños, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 1980, t. I, p. 41, Nº 3.

[4]

STIGLITZ, Gabriel A., La responsabilidad civil. Nuevas formas y perspectivas, L. L., Buenos Aires, 1984, ps. 3 y
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[5]

DEMOGUE, Traité des obligations en général, Arthur Rousseau, Paris, 1925, t. III, p. 462, Nº 277; JOSSERAND,
Louis y BRUN, André, Derecho Civil, trad. de Santiago Cunchillos y Manterola, Ejea, Buenos Aires, 1950, t. 2,
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Générale de Droit et de Jurisprudence, Paris, 1951, t. I, ps. 360 y ss., Nº 284.

[6]

BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 127, Nº 745; MOSSET ITURRASPE,
Jorge, Responsabilidad por daños, Ediar, Buenos Aires, 1971, t. I, ps. 129 y ss., Nº 53, nota 179; íd., La
responsabilidad por riesgo, en J. A. Doctrina 1970-724, Nº IV, nota 38.

[7]

Cuarto Congreso Nacional de Derecho Civil. 22-27 de setiembre de 1969, Universidad Nacional de Córdoba,
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Instituto de Derecho Civil "Henoch D. Aguiar", Córdoba, 1971, t. I, p.
402.

[8]

DE CUPIS, Adriano, El daño. Teoría general de la responsabilidad civil, trad. de la 2ª ed. italiana de Ángel
Martínez Sarrión, Bosch, Barcelona, 1975, p. 186, Nº 20; MAYO, Jorge A., comentario al art. 512 del Código Civil,
en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil y leyes complementarias. Comentado, anotado y
concordado, Astrea, Buenos Aires, 1979, t. 2, ps. 624 y ss., § 23; SANTOS BRIZ, Jaime, Derecho de Daños,
Revista de Derecho Privado, Madrid, 1963, ps. 22 y ss.

[9]

LOUSTAUNAU, Roberto, Particularidades de la culpa a fin de siglo, en L. L. 1998-B-1259, Nº IV.

[10]

15 / 30
MOSSET ITURRASPE, Jorge y LORENZETTI, Ricardo L., Defensa del consumidor. Ley 24.240, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 1993, ps. 332 y ss., Nº 6-a); LORENZETTI, Ricardo L., Nuevos enfoques en la
responsabilidad profesional, en L. L. 1996-C-1179, letra C; TRIGO REPRESAS, Félix A., La responsabilidad civil
de los profesionales, en Revista de Derecho Privado y Comunitario, Nº 15, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997, p.
186, Nº II-f). El Proyecto de Código Civil de 1998 establecía en el primer párrafo de su art. 1681 que las
actividades del profesional liberal estaban "sujetas a las reglas de las obligaciones de hacer".

[11]

TRIGO REPRESAS, Félix A., La responsabilidad de los profesionales en el Proyecto de Reforma del Código
Civil, en Instituciones de Derecho Privado moderno. Problemas y propuestas, coord. por Juan Martín Alterini,
Sebastián Picasso y Javier Hernán Wajntraub, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2001, ps. 457 y ss., Nº IV.1.

[12]

CNCom., sala B, 21-3-89, "Scelzi c/Santa Rita, Curti y Dubini", L. L. 1989D-504.

[13]

LLAMBÍAS, Jorge Joaquín, El Derecho no es una física de las acciones humanas, en L. L. 107-1015 y ss.; íd.,
Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, Perrot, Buenos Aires, 1973, t. III, ps. 525 y ss., Nº 2150.

[14]

376 US 255 (1964).

[15]

BADENI, Gregorio, Doctrina de la real malicia, en L. L. 1997-B-1182 y ss., Nº II.

[16]

CSJN, 15-5-86, "Campillay c/La Razón", E. D. 118-302 y L. L. 1986-C-406; 12-2-87, "Costa c/Municipalidad de la
Capital", E. D. 123-128, L. L. 1987-B-629; 18-12-2001, "G., C. A. c/El Día SA", L. L. 2002-A-513, etc.; BADENI,
Gregorio, Las doctrinas "Campillay" y de la "real malicia" en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, en
L. L. 2000-C-1244 y ss.; RACIMO, Fernando M., La doctrina "Campillay". Exégesis de los fallos de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, en E. D. 206-964 y ss.; íd., Los contenidos mínimos de la doctrina de la real
malicia en el marco de la responsabilidad civil, en E. D. 209-972 y ss.

[17]

CNCiv., sala B, 28-2-91, "C., A. R. c/Ed. Atlántida SA", L. L. 1991-D-224; íd., 9-9-94, "Montes de Oca c/Soc.
Española de Beneficencia - Hospital Español", J. A. 1995-I-237.

[18]

CSJN, 20-8-98, "Locche c/Miguez", L. L. 1998-E-542 y D. J. 1998-3-736.

[19]

CSJN, 20-10-98, "Menem, Eduardo c/Sanz", L. L. 1998-F-617 y D. J. 19991-978.

[20]

BOFFI BOGGERO, Luis María, Tratado de las obligaciones, Astrea, Buenos Aires, 1973, t. 2, p. 177, § 444;

16 / 30
BUERES, Alberto J., comentario al art. 512, en BUERES, Alberto J. (dir.) y HIGHTON, Elena I. (coord.), Código
Civil y normas complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial, Hammurabi, Buenos Aires, 1998, t. 2-A,
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ilícitos), Lerner, Buenos Aires, 1970, p. 16, Nº 1; etc.

[21]

LAMBERT FAIVRE, Ivonne, La evolución de la responsabilidad civil de una deuda de responsabilidad a un


crédito por indemnización, trad. de Eliana A. Núñez, Exordio, en ALTERINI, Atilio A. y LÓPEZ CABANA, Roberto
M., Derecho de Daños, L. L., Buenos Aires, 1992, p. XV, Nº I.1.a); LOUSTAUNAU, Particularidades de la culpa a
fin de siglo cit., p. 1255, Nº II.4.

[22]

ALTERINI, Atilio Aníbal, Aspectos de la teoría de la culpa en el Derecho argentino (Con referencia al Código Civil
español y en ocasión de su centenario), en ALTERINI y LÓPEZ CABANA, Derecho de Daños cit., ps. 128 y ss.,
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[23]

LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, ps. 165 y ss., Nº 143; ALTERINI, ob. cit., en ALTERINI y LÓPEZ CABANA,
Derecho de Daños cit. en nota anterior, p. 129, Nº 8.

[24]

CNCom., sala B, 21-3-89, "Scelzi c/Santa Rita, Curti y Dubini", L. L. 1989-D-504.

[25]

CNCiv., sala D, 3-10-94, "Garcete Ruiz c/Celli", J. A. 1994-III-662.

[26]

ALTERINI, Atilio Aníbal, La responsabilidad civil, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1970, p. 100, Nº 113; ALTERINI,
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reforma al Código Civil y su génesis, en Revista del Colegio de Abogados de La Plata, Nº 21, ps. 21 y 24;
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Civil, Depalma, Buenos Aires, 1969, p. 15; VALIENTE NOAILLES (h), Luis H., Comentario a las reformas al
Código Civil, Depalma, Buenos Aires, 1968, p. 46, coment. al art. 521; CNCiv., sala E, 7-2-86, "Cabrera c/Pinto
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"Fibraco Cía. de Hilados s/Concurso preventivo, incidente de revisión por Muzai", D. J. 1995-2-221; CCCMin. de
San Juan, sala I, 31-8-93, "Allende de Galvagni c/L. A., A", Revista del Foro de Cuyo, t. 15, p. 119.

[27]

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Echegaray en fallo plenario de la CNPaz, 6-10-66, "Ades c/Balbi", E. D. 16-278; CNCiv., sala C, 23-9-82, "Abril
c/Battaglia", L. L. 1983-A-281; sala D, 30-7-69, "Guardiola c/García", E. D. 30-477; CNFed.CC, sala III, 31-7-84,
"Magna c/Entidad Binacional Yaciretá", E. D. 112-508 y L. L. 1985-C-640 (36.855-C); CFed. de Córdoba, 27-5-83,
"Brizuela c/L. V. E. Radio Cór-doba", E. D. 107-235; SCJ de Mendoza, 4-4-84, "Torres c/Provincia de Mendoza",
L. L. 1984-C-514; etc.

[28]

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BORDA, Tratado de Derecho Civil. Obligaciones, 9ª ed. act. por Alejandro Borda, La Ley, Buenos Aires, 2008, t.
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ed., L. L.-Ediar, Buenos Aires, 2009, t. I, ps. 311 y ss., Nº 174; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, ps. 168 y ss., Nº
148; MORELLO, Augusto M., El incumplimiento doloso en la responsabilidad contractual, en J. A. 1973-20-328;
PIZARRO, Ramón Daniel y VALLESPINOS, Carlos Gustavo, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones,
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9ª ed., Depalma, Buenos Aires, 1961, t. I, p. 146; SALAS, Acdeel E., La responsabilidad en la reforma del Código
Civil, en Obligaciones, contratos y otros ensayos cit., p. 377, Nº 21; CNCiv., sala A, 12-7-73, "Ceustermans
c/Orloff", J. A. 1973-20-325 y L. L. 151-624; sala E, 7-2-86, "Cabrera c/Pinto Kramer", L. L. 1986-E-206; íd.,
29-7-85, "Pérez Roldán c/Cano", L. L. 1986-A-504.

[29]

AGUIAR, Henoch D., Hechos y actos jurídicos en la doctrina y en la ley, Tea, Buenos Aires, 1950, t. I, p. 173, Nº
59-1º); DE GÁSPERI y MORELLO, Tratado de Derecho Civil cit., t. I, p. 863, Nº 595; LLERENA, Baldomero J.,
Concordancias y comentarios del Código Civil argentino, 2ª ed., Jacobo Peuser, Buenos Aires, 1899, t. 2, p. 401,
art. 506, Nº 1; SALVAT, Raymundo M. y GALLI, Enrique V., Tratado de Derecho Civil argentino. Obligaciones en
general, 6ª ed., Tea, Buenos Aires, 1952, t. I, p. 126, Nº 116.

[30]

BAUDRY-LACANTINERIE, G. y BARDE, L., Delle obbligazioni, trad. italiana, Dott. Francesco Vallardi, Milano, sin
fecha, t. I, ps. 499 y ss., Nº 454 y ps. 533 y ss., Nº 483; DEMOLOMBE, Charles, Cours de Code Napoléon,
Auguste Durand-L. Hachette, Paris, 1827, t. 24, p. 602, Nº 604; LAROMBIÈRE, M. L., Théorie et pratique des
obligations, A. Durand, Paris, 1857, t. I, p. 229, nota 13 al art. 1150; MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y
práctico de la responsabilidad civil cit., t. 1, vol. II, p. 377, Nº 674; PLANIOL, Marcel; RIPERT, Georges y
ESMEIN, Paul, Tratado práctico de Derecho Civil francés, trad. de Mario Díaz Cruz, Cultural, La Habana, 1945, t.
7, p. 174, Nº 863.

18 / 30
[31]

CNCiv., sala D, 3-10-94, "Garcete Ruiz c/Celli", J. A. 1994-III-662.

[32]

BORDA, Guillermo A., La reforma del Código Civil. Responsabilidad contractual. El artículo 521, en E. D. 29-763,
Nº 2; íd., Tratado... cit., t. I, ps. 90 y ss., Nº 81, y ps. 157 y ss., Nº 143-145. En sentido similar: CARRANZA, El
dolo en el Derecho Civil y Comercial cit., ps. 32 a 36, aunque criticando tal solución; e implícitamente: GÓMEZ,
Rubén Vicente, La conducta del deudor en la extensión del resarcimiento por inejecución de obligaciones no
dinerarias, en E. D. 41-994, Nº VI-B in fine.

[33]

BORDA, La reforma del código civil. Responsabilidad contractual. El artículo 521 cit.; íd., Tratado... cit., t. I, ps. 92
y ss., Nº 81.

[34]

ALTERINI, La responsabilidad civil cit., p. 100, Nº 113; ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de
Obligaciones. Civiles y comerciales cit., p. 211, Nº 456; BREBBIA, Examen de la reforma al Código Civil y su
génesis cit., ps. 21 y 24; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 286, Nº 639 y
640; BUERES, La unidad sistemática del resarcimiento de daños (El Código Civil argentino y el Proyecto de
Unificación de la legislación civil y comercial de 1987. Comparaciones con el Derecho español) cit., p. 10;
CAZEAUX, Pedro N., La inejecución dolosa de las obligaciones que no tienen por objeto sumas de dinero, en
Examen y crítica de la reforma del Código Civil cit., t. II, ps. 58 y ss.; íd., El artículo 521 del Código Civil,
reformado por la ley 17.711 cit., ps. 64 y ss., Nº 11 y ps. 72 y ss., Nº 16; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS,
Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 264 y ss., Nº 204 y ps. 389 y ss., Nº 290; COMPAGNUCCI DE CASO,
Manual de obligaciones cit., p. 136, § 92-a); GARRIDO y ANDORNO, Reformas al Código Civil. Ley 17.711 cit., t.
I, p. 86; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p. 729, § 7; LLAMBÍAS,
Estudio de la reforma cit., ps. 132 y ss.; PIZARRO y VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado.
Obligaciones cit., t. 2, p. 607, § 523.4; SALAS, La responsabilidad en la reforma del Código Civil cit., p. 377, Nº
21; SPOTA, Sobre las reformas al Código Civil cit., p. 15; VALIENTE NOAILLES (h), Comentario a las reformas
al Código Civil cit., p. 46, coment. al art. 521; CNCiv., sala E, 7-2-86, "Cabrera c/Pinto Kramer", L. L. 1986-E-206;
íd., 29-7-85, "Pérez Roldán c/Cano", L. L. 1986-A-504; CNCom., sala B, 29-8-94, "Fibraco Cía. de Hilados
s/Concurso preventivo, incidente de revisión por Muzai", D. J. 1995-2-221; CCCMin. de San Juan, sala I, 31-8-93,
"Allende de Galvagni c/L. A., A", Revista del Foro de Cuyo, t. 15, p. 119.

[35]

Diccionario de la Lengua Española, 20ª ed., Real Academia Española, Madrid, 1984, t. II, p. 860, voz "malicia",
Nº 1, 2, 5 y 6.

[36]

ALTERINI, La responsabilidad civil cit., p. 100, Nº 113; GOLDENBERG, Isidoro H., La relación de causalidad en
la responsabilidad civil, Astrea, Buenos Aires, 1984, ps. 108 y ss., § 29-b); MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y
ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p. 729, § 7.

[37]

CNCiv., sala D, 23-10-89, "Soeme c/Servent", L. L. 1990-D-320.

[38]

19 / 30
SANTOS BRIZ, Jaime, La responsabilidad civil, 2ª ed., Montecorvo, Madrid, 1977, p. 48, Nº 3-A); LOUSTAUNAU,
Particularidades de la culpa... cit., p. 1253, Nº II.1.

[39]

DE CUPIS, El daño... cit., ps. 185 y ss., Nº 20.

[40]

LOUSTAUNAU, Particularidades de la culpa... cit., p. 1254, Nº II.1; ORGAZ, La culpa... cit., p. 116, Nº 46; MAYO,
en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, ps. 626 y ss., coment. al art. 512, § 28;
PIZARRO y VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, p. 614, § 524-b) y c).

[41]

BUERES, Alberto J., El acto ilícito, Hammurabi, Buenos Aires, 1986, p. 69, Nº 15.

[42]

BUERES, en BUERES (dir.) y HIGHTON (coord.), Código civil... cit., t. 2-A, p. 139, coment. al art. 512, § 4-E).

[43]

AGOGLIA, María M.; BORAGINA, Juan Carlos y MEZA, Jorge Alfredo, Responsabilidad por incumplimiento
contractual, Hammurabi, Buenos Aires, 1993, p. 99, § 15 in fine.

[44]

BUERES, El acto ilícito cit., p. 69, Nº 15.

[45]

BUERES, en BUERES (dir.) y HIGHTON (coord.), Código Civil... cit., t. 2-A, p. 139, § 4-E).

[46]

AGOGLIA, BORAGINA y MEZA, Responsabilidad por incumplimiento contractual cit., p. 95, § 14 in fine.

[47]

MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 65 y ss., Nº 24.

[48]

SOLER, Sebastián, Culpabilidad real y culpabilidad presunta, en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales,
1962, t. XV, p. 477.

[49]

LEHMANN, Heinrich, Tratado de Derecho Civil, vol. I, Parte general, trad. de José María Navas, Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1956, p. 494, Nº 1.

[50]

ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., p. 198, Nº 428.

20 / 30
[51]

ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, ob. cit. en nota anterior, p. 197, Nº 427.

[52]

ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, ob. cit. en nota anterior, p. 197, Nº 427; ALTERINI, Aspectos de la teoría
de la culpa... cit., en ALTERINI y LÓPEZ CABANA, Derecho de Daños cit., p. 122, Nº 1 y nota 3; MOISSET DE
ESPANÉS, Luis, Derecho Civil español y americano. Sus influencias recíprocas, Córdoba, 1973, p. 26.

[53]

ALTERINI, Aspectos de la teoría de la culpa... cit., en ALTERINI y LÓPEZ CABANA, Derecho de Daños cit., p.
122, Nº 2; BUERES, en BUERES (dir.) y HIGHTON (coord.), Código Civil... cit., t. 2-A, p. 150, § 8; LAFAILLE,
BUERES y MAYO, Tratado de las obligaciones cit., t. I, ps. 336 y ss., Nº 183; ORGAZ, La culpa... cit., p. 98, nota
1.

[54]

BUERES, en BUERES (dir.) y HIGHTON (coord.), Código Civil... cit., t. 2-A, comentario al art. 512, p. 151, § 8-B);
BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p. 281, Nº 36.

[55]

ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de obligaciones. Civiles y comerciales cit., p. 767, Nº 1843;
BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Responsabilidad civil de los médicos en el ejercicio de su profesión, en L. L.
1976-C-65, Nº II, y en Responsabilidad civil y otros estudios, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1984, p. 448, Nº II;
REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. II, p. 1516; CNCiv., sala G, 6-6-83, "Domínguez c/Jalikis", E. D.
107-l70; Trib. de Ética Forense, 3-3-83, "G., V. A.", L. L. 1984-A-314, J. A. 1984-I-69 y E. D. 105-668.

[56]

COLOMBO, Culpa aquiliana... cit., ps. 269 y ss., Nº 93-7; CNCiv., sala G, 6-6-83, "Domínguez c/Jalikis", E. D.
107-170; sala H, 13-3-96, "Rissola c/Cordiviola", J. A. 1997-III-8; Trib. de Ética Forense, 3-3-83, "G., V. A.", L. L.
1984-A-314, J. A. 1984-I-69 y E. D. 105-668; CCiv. 1ª Cap. Fed., 30-6-38, "García González c/Sansot", J. A.
62-702 y L. L. 11-125.

[57]

ALTERINI, Responsabilidad civil. Límites de la reparación civil cit., ps. 92 y ss., Nº 99 y100; BORDA, Tratado...
cit., t. II, p. 278, Nº 1361; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., ps. 85 y ss., Nº
141 y 143, y ps. 337 y ss., Nº 790; COLOMBO, Culpa aquiliana... cit., ps. 77 y ss., Nº 76;

[58]

PAGNUCCI DE CASO, Manual de obligaciones cit., p. 129, § 91; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, p. 177, Nº 159
bis, y t. III, p. 696, Nº 2275; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, ps. 631 y
ss., coment. al art. 512, § 31; MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 79 y ss., Nº 32 y
nota 58; REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. II, p. 1324; SALVAT, Raymundo M. y ACUÑA
ANZORENA, Arturo, Tratado de Derecho Civil argentino. Fuentes de las obligaciones, 2ª ed., Tea, Buenos Aires,
1958, t. IV, p. 130, Nº 2787 y nota 2-d, y p. 1227, Nº 2785; CNCiv., sala C, 25-8-99, "E., M. E. c/E. G., A. E.", E.
D. 186-327, J. A. 2000-II-269 y Revista Responsabilidad Civil y Seguros 2000-542; etc.

[59]

21 / 30
MESSINEO, Francesco, Manual de Derecho Civil y Comercial, trad. de Santiago Sentís Melendo, Ejea, Buenos
Aires, 1955, t. IV, p. 234, Nº 3; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, ps. 625
y ss., coment. al art. 512, § 26.

[60]

LAFAILLE, BUERES y MAYO, Tratado de las obligaciones cit., t. I, ps. 314 y ss., Nº 176; MAYO, en BELLUSCIO
(dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p. 626, coment. al art. 512, § 26.

[61]

LÓPEZ OLACIREGUI, José María, Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil. Balance de un
siglo, en Revista Jurídica de Buenos Aires, Nº IV, Facultad de Derecho de la UBA, 1964, ps. 77 y ss., Nº 69;
CNCiv., sala C, 6-9-89, "Parrás c/Arzobispado de Buenos Aires", L. L. 1989-B-491.

[62]

ALTERINI, Responsabilidad civil. Límites de la reparación civil cit., ps. 72 y ss., Nº 74; BOFFI BOGGERO,
Tratado de las obligaciones cit., t. 2, ps. 93 y ss., § 396; BUERES, Alberto J., El daño injusto y la licitud e ilicitud
de la conducta, en Derecho de Daños. Homenaje al profesor Dr. Jorge Mosset Iturraspe, La Rocca, Buenos
Aires, 1989, ps. 149 y ss., Nº 3 y 4; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 111,
Nº 177; GHERSI, Carlos Alberto, Reparación de daños, Universidad, Buenos Aires, 1989, ps. 175 y ss., Nº 1 y 2;
KEMELMAJER DE CARLUCCI, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 5, p. 5,
comentario al art. 1066, § 8; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. III, ps. 614 y ss., Nº 2208-b y nota 13; CNCiv., sala C,
15-8-89, "Polino c/Volpato", L. L. 1990-A-334 y J. A. 1989-IV-467; íd., 6-9-88, "Parrás c/Arzobispado de Buenos
Aires", L.L. 1989-B-491; SCJBA, 3-5-83, "Claudel c/Furst Zapiola", E. D. 105-174; CCCom. de San Martín, sala II,
11-11-86, "A. Q., J. R.", D. J. 1987-1-845; CCCom. de Morón, sala II, 5-2-87, "Altamirano c/Cerámica Martín SA",
L. L. 1987-D-373; etc. Comparar: MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, p. 37, Nº 16;
ORGAZ, Alfredo, La ilicitud (Extracontractual), Lerner, Córdoba-Buenos Aires, 1973, p. 28, Nº 4; RIPERT,
Georges y BOULANGER, Jean, Tratado de Derecho Civil según el tratado de Planiol, trad. de Delia García
Daireaux, L. L., Buenos Aires, 1965, t. V, p. 24, Nº 899.

[63]

LÓPEZ OLACIREGUI, Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil... cit., ps. 77 y ss., Nº 69.

[64]

TRIGO REPRESAS, Félix A., Los derechos personalísimos en la Constitución Nacional y el Derecho Civil, en
Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, Nº 41, L. L., Buenos Aires,
julio de 2003, ps. 30 y ss., Nº II.

[65]

CSJN, 5-8-86, "Gunther c/Gob. Nac.", E. D. 120-524, con nota de BIDART CAMPOS, Germán J., Base
constitucional del resarcimiento por daños sufrido en acto de servicio militar, y Fallos: 308:1139. El mismo criterio
ha sido reiterado más recientemente en fallo del 25-9-97, "L., B. J. c/Policía Federal Argentina", L. L. 1998-E-528
y J. A. 1998-I-97.

[66]

MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por culpa y responsabilidad por riesgo creado cit., t. I, p. 22, Nº 4.

[67]

22 / 30
ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., ps. 197 y ss., Nº 427
a 430; BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p. 277, Nº 1; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la
responsabilidad civil cit., p. 338, Nº 791 y 794; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones
cit., t. I, ps. 270 y ss., Nº 211, y ps. 274 y ss., Nº 214; LAFAILLE, BUERES y MAYO, Tratado de las obligaciones
cit., t. I, ps. 336 y ss., Nº 183; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, p. 174, Nº 157; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y
ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p. 627, § 26; etc.

[68]

MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil contractual y delictual cit., t. 1, vol. II, p.
85, Nº 439.

[69]

CNCiv., sala G, 28-6-91, "Ceruti c/Morixe", L. L. 1992-A-91.

[70]

ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., p. 198, Nº 430;
BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 338, Nº 792; PIZARRO y
VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, p. 613, § 524-a).

[71]

LÓPEZ OLACIREGUI, Notas sobre el sistema de responsabilidad del Código Civil... cit., p. 78, Nº 69; MOSSET
ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 61 y ss., Nº 23.

[72]

ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., p. 198, Nº 429;
ALTERINI, Responsabilidad civil cit., ps. 94 y ss., Nº 103; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. III, ps. 696 y ss., Nº 2275;
MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, p. 200, Nº 429; CNCiv., sala G, 28-6-91, "Ceruti
c/Morixe", L. L. 1992-A-91.

[73]

MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil... cit., t. I, vol. I, p. 291, Nº 206-2;
PLANIOL, RIPERT y ESMEIN, Tratado práctico de Derecho Civil francés cit., t. 6, p. 721, Nº 523; CNCiv., sala C,
22-12-77, "Malvassi", L. L. 19789-A-585 y E. D. 81, p. 719, sums. 56 y 58 a 6ª; Trib. de Ética Forense, 3-3-83,
"G., V. A.", L. L. 1984-A-314, J. A. 1984-I-69 y E. D. 105-668; CCiv. 1ª Cap. Fed., 16-3-50, "Malavolta c/Moizé", J.
A. 1950-III-70; íd., 24-9-35, "Siciliano c/Bachem", J. A. 51-888; CCiv. 2ª Cap. Fed., 17-10-30, "Calvo c/Fellner", J.
A. 34-469; SCJBA, 30-3-59, "C., V. c/Y., R.", A. y S. 1959-I-207; etc.

[74]

BOFFI BOGGERO, Tratado de las obligaciones cit., t. II, p. 200, § 469; BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p.
285, Nº 61; CARRERAS, Eduardo Raúl, La estructura de la culpa en el Derecho argentino, en J. A. Doctrina
1973-274; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 288 y ss., Nº 220; COLMO,
De las obligaciones en general cit., ps. 86 y ss., Nº 109 a 113; LAFAILLE, BUERES y MAYO, Tratado de las
obligaciones cit., t. I, p. 327, Nº 178; MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, p. 79, Nº 32;
ORGAZ, La culpa... cit., p. 139, Nº 51; SALAS, Responsabilidad contractual y responsabilidad delictual cit., p. 13,
Nº 9.

[75]

23 / 30
BORDA, Guillermo A., Problemas de la culpa contractual, en L. L. 111-925, Nº 1; Tratado... cit., t. I, ps. 96 y ss.,
Nº 90 y 91; DE GÁSPERI y MORELLO, Tratado de Derecho Civil cit., t. I, ps. 852 y ss., Nº 585; REZZÓNICO,
Estudio de las obligaciones cit., t. I, p. 153.

[76]

LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, p. 177, Nº 159 bis; ACUÑA ANZORENA, en SALVAT y ACUÑA ANZORENA,
Tratado... cit., t. IV, p. 130, Nº 2787 y nota 2-e); ALTERINI, AMEAL y LÓPEZ CABANA, Derecho de
Obligaciones. Civiles y co merciales cit., ps. 201 y ss., Nº 439; CNCiv., sala C, 25-8-99, "E., M. E. c/E. G., A. E.",
E. D. 186-327, J. A. 2000-IV-269 y Revista Responsabilidad Civil y Seguros 2000-542.

[77]

CSJN, 27-3-42, "Solano c/Provincia de Buenos Aires", J. A. 1942-II-771 y Fallos: 192:207; SCJBA, 21-12-43,
"Suverviola c/Grossi", A. y S. Serie 18, 10-331 y ss.; AUBRY, C. y RAU, C., Cours de Droit Civil français, 5ª ed.
por Etienne Bartin, Imprimerie de Librairie Générale de Jurisprudence, Paris, Marchal et Billard, G. Godde
Successeurs, 1922, t. XII, ps. 470 y ss., § 769 bis 3º-a) y nota 18; DEMO-LOMBE, Cours de Code Napoléon cit.,
t. XXX (7º del Traité des contrats ou des obligations conventionnelles en général), p. 392, Nº 418 y ps. 398 y ss.,
Nº 427.

[78]

CPazLetr., sala II, 30-5-49, "Ledesma c/Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires", L. L. 56-276.

[79]

GALLI, Enrique V., en SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, Apéndice, ps. 633 y ss., Nº 139-c; íd., Culpa civil y
culpa penal, Talleres Gráficos Olivieri y Domínguez, La Plata, 1937, p. 202, Nº 349 y ps. 287 y ss., Nº 500;
CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, p. 300, Nº 222; MOSSET ITURRASPE,
Responsabilidad por daños cit., t. I, p. 81, Nº 33; ORGAZ, La culpa cit., ps. 113 y ss., Nº 44; MAZEAUD y TUNC,
Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil... cit., t. 1, vol. II, p. 332, Nº 643; VON TUHR, Andreas,
Tratado de las obligaciones, trad. de W. Roces, Reus, Madrid, 1934, t. I, p. 275, Nº 46.

[80]

GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, Apéndice, ps. 634 y ss., Nº 139-d; íd., Culpa civil y culpa penal
cit., ps. 287 y ss., Nº 500.

[81]

GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, p. 136, Nº 127-a; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, p. 180, Nº 161;
MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p. 633, § 33.

[82]

ORGAZ, La culpa cit., p. 124, Nº 47; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p.
633, § 33.

[83]

BAUDRY-LACANTINERIE y BARDE, Delle obbligazione cit., t. I, ps. 406 y ss., Nº 347, p. 412, Nº 354 y nota 2;
COLIN, Ambrose y CAPITANT, Henri, Curso elemental de Derecho Civil, 3ª ed. española, trad. de la 2ª ed.
francesa de la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, Reus, Madrid, 1951, t. III, p. 23; RIPERT y
BOULANGER, Tratado de Derecho Civil según el Tratado de Planiol cit., t. IV, p. 472, Nº 794; JOSSERAND,
Louis y BRUN, André, Derecho Civil, trad. de Santiago Cunchillos y Manterola, Ejea, Buenos Aires, 1951, t. 2,

24 / 30
vol. I, p. 487, Nº 612; MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil... cit., t. 1, vol. II,
ps. 387 y ss., Nº 681 y ss.; etc.

[84]

MARTY, Gabriel, Derecho Civil. Teoría general de las obligaciones, trad. de José M. Cajica (jr.), José M. Cajica
Jr., Puebla (México), 1952, t. I, p. 199; MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil...
cit., t. 1, vol. II, ps. 387 y ss., Nº 681-2, y p. 391, Nº 690.

[85]

MESSINEO, Manual de Derecho Civil y Comercial cit., t. IV, ps. 234 y ss., § 114, Nº 3.

[86]

CNCiv., sala D, 10-3-94, "López Alem c/Femeba", J. A. 1994-IV-462.

[87]

AGUIAR, Hechos y actos jurídicos en la doctrina y en la ley cit., t. II, ps. 281 y ss., Nº 247; ALTERINI, AMEAL y
LÓPEZ CABANA, Derecho de Obligaciones. Civiles y comerciales cit., ps. 200 y ss., Nº 437; BOFFI BOGGERO,
Tratado de las obligaciones cit., t. 2, p. 199, § 469; BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p. 281, Nº 33 a 37;
BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 341, Nº 805; COLOMBO, Culpa
aquiliana... cit., ps. 226 y ss., Nº 79; GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, ps. 136 y ss., Nº 127-a;
LAFAILLE, BUERES y MAYO, Tratado de las obligaciones cit., t. I, ps. 314 y ss., Nº 176 y ss.; LLAMBÍAS,
Tratado... cit., t. I, p. 184, Nº 164; REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. I, p. 150; SALVAT y ACUÑA
ANZORENA, Tratado... cit., t. IV, p. 41, Nº 2771-f); CNCiv., sala H, 5-4-2000, "Romano c/Ritossa", L. L.
2000-F-271; íd., 5-4-2000, "Conditi c/La Nueva Metropol SA", L. L. 2000-F-480.

[88]

CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las obligaciones cit., t. I, ps. 284 y ss., Nº 217; MAYO, en
BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil..., t. 2, ps. 638 y ss., § 38; ORGAZ, La culpa cit., p. 132, Nº
48. 88 GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, p. 136, Nº 136-a.

[89]

ORGAZ, La culpa cit., p. 128, Nº 48.

[90]

DE CUPIS, El daño... cit., p. 193, Nº 21.

[91]

BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 341, Nº 806; CAZEAUX y TRIGO
REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 284 y ss., Nº 217; COLMO, De las obligaciones en general
cit., p. 84, Nº 106; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. II, p. 636, § 37;
MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 71 y ss., Nº 29; ORGAZ, La culpa cit., ps. 133 y
ss., Nº 49; PIZARRO y VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, ps. 620 y ss.,
letra h).

[92]

BUERES, en BUERES (dir.) y HIGHTON (coord.), Código Civil... cit., t. 2-A, p. 151, § 8-B), y p. 153, § 8-C);

25 / 30
CNCiv., sala H, 5-4-2000, "Romano c/Ritossa", L. L. 2000-F-271; íd., 5-4-2000, "Conditi c/La Nueva Metropol
SA", L. L. 2000-F-480.

[93]

ZACHARIÆ, K. S., Le Droit Civil français, trad. de la 5ª ed. en alemán, rev. y anot. por G. Massé y Ch. Vergé,
Auguste Durand, Paris, 1867, t. III, p. 399, § 548, nota 5.

[94]

CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 302 y ss., Nº 223; PIZARRO y
VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, p. 625, § 524, letra l).

[95]

CNCiv., sala D, 10-3-94, "López Alem c/Femeba", J. A. 1994-IV-462.

[96]

LOUSTAUNAU, Particularidades de la culpa... cit., p. 1257, Nº III.4.

[97]

DEMOGUE, Traité des obligations en général cit., t. V, ps. 545 y ss., Nº 1237 y ss.

[98]

MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil... cit., t. 1, vol. I, ps. 126 y ss., Nº 103-2
a 103-6; MAZEAUD, Lecciones de Derecho Civil cit., t. I, ps. 21 y ss., Nº 21.

[99]

DEMOGUE, Traité des obligations en général cit., t. V, ps. 545 y ss., Nº 1239 y ss.; MAZEAUD y TUNC, Tratado
teórico y práctico de la responsabilidad civil... cit., t. 1, vol. I, ps. 126 y ss., Nº 103-2 a 103-6; MAZEAUD,
Lecciones de Derecho Civil cit., t. I, ps. 21 y ss., Nº 21; ALSINA ATIENZA, Dalmiro A., La carga de la prueba en
la responsabilidad del médico. Obligaciones de medio y obligaciones de resultado, en J. A. 1958-III-592; GALLI,
Enrique V., Obligaciones de resultado y de medios, en Revista Jurídica de Buenos Aires, Nº 1, Facultad de
Derecho de la UBA, 1958, ps. 1 y ss.; MARTÍNEZ RUIZ, Roberto, Obligaciones de medio y de resultado, en L. L.
90-756 y ss.; SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, ps. 32 y ss., Nº 23-c y d.

[100]

CNCiv., sala C, 6-9-88, "Parrás c/Arzobispado de Buenos Aires", L. L. 1989-B-491.

[101]

BOSSO, Carlos Mario, La responsabilidad civil en el deporte y en el espectáculo deportivo, Némesis, Buenos
Aires, 1984, p. 111, Nº 3; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad civil cit., p. 397, Nº 976;
BUERES, Alberto J., Responsabilidad civil de los médicos, 2ª ed., Hammurabi, Buenos Aires, 1992, t. 1, p. 383, §
27-a); Responsabilidad civil de las clínicas y establecimientos médicos, Ábaco, Buenos Aires, 1981, ps. 34 y ss.,
§ 5-a); MAYO, Jorge A., Sobre las denominadas obligaciones de seguridad, en L. L. 1984-B-949; TRIGO
REPRESAS, Félix A., Responsabilidad derivada del deporte-espectáculo, en Responsabilidad por daños en el
tercer milenio. Homenaje al profesor Doctor Atilio Aníbal Alterini, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, ps. 822 y
ss., Nº IV; VÁZQUEZ FERREYRA, Roberto A., La obligación de seguridad en la responsabilidad civil y Ley de
Contrato de Trabajo, Vélez Sársfield, Rosario, 1988, p. 115, Nº 28; WAYAR, Ernesto C., El deber de seguridad y

26 / 30
la responsabilidad civil del empleador, en E. D. 118-857; WEINGARTEN, Celia y GHERSI, Carlos A., La
responsabilidad por organización de espectáculos deportivos, nota a fallo en L. L. 1994-D-11 y ss., Nº II; etc.

[102]

CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps. 306 y ss., Nº 226 y 227; MAZEAUD,
Lecciones de Derecho Civil cit., t. II, vol. I, ps. 21 y ss., Nº 21; MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.),
Código Civil... cit., t. 2, ps. 640 y ss., § 39.

[103]

MAYO, en BELLUSCIO (dir.) y ZANNONI (coord.), Código Civil... cit., t. 2, p. 644, § 42 y notas 203 y 204; CNCiv.,
sala E, 7-12-87, "Rodríguez c/Turlan SA", L. L. 1988-C-107; CNCom., sala B, 26-8-95, "La Rectora Cía. Seguros
c/Caporaso", L. L. 1996-A-699; CNFed.CC, sala III, 14-4-98, "La Meridional Cía. Seguros c/Administración Gral.
de Puertos", L. L. 1998-E-214; CCCom. de San Martín, sala II, 3-7-97, "Dobrowski c/Ávila", L. L. B. A. 1998-122;
C5ªCCom. de Córdoba, 4-11-93, "Bucksath c/Provincia de Córdoba", L. L. C. 1994-190; etc.

[104]

BORDA, Tratado... cit., t. I, ps. 110 y ss., Nº 105; COLMO, De las obligaciones en general cit., p. 86, Nº 110;
LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, p. 190, Nº 168; REZZÓNICO, Estudio de las obligaciones cit., t. I, ps. 158 y ss.;
SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, p. 149, Nº 141.

[105]

ALTERINI, Atilio Aníbal, Carga y contenido de la prueba del factor de atribución en la responsabilidad contractual,
en L. L. 1988-B-956, Nº 18, y en ALTERINI y LÓPEZ CABANA, Derecho de Daños cit., p. 148, Nº 18; BUSSO,
Código Civil anotado cit., t. III, p. 284, Nº 54-56; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la responsabilidad
civil cit., ps. 348 y ss., Nº 824 y ss.; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps.
305 y ss., Nº 225; LLAMBÍAS, Tratado... cit., t. I, ps. 191 y ss., Nº 170 y 171; SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I,
p. 150, Nº 141; DEMOGUE, Traité des obligations en général cit., t. V, ps. 536 y ss., Nº 1237 y ss.; PÉREZ
VIVES, Álvaro, Teoría general de las obligaciones, Temis, Bogotá, t. II, ps. 17 y ss., Nº 149; C5ªCCom. de
Córdoba, 4-1-93, "Bucksath c/Provincia de Córdoba", L. L. C. 1994-190.

[106]

CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. 1, p. 305, Nº 325; PIZARRO y
VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, p. 623, letra j).

[107]

PIZARRO y VALLESPINOS, Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones cit., t. 2, p. 623, letra j-2.

[108]

PEYRANO, Jorge W., Doctrina de las cargas probatorias dinámicas, en L. L. 1991-B-1034 y ss.; El Derecho
Procesal postmoderno, en L. L. 1991-A-915 y ss.; Procedimiento civil y comercial, Juris, Rosario, 1991, t. 1, ps.
77 y ss.; etc.

[109]

MORELLO, Augusto M., La responsabilidad civil de los profesionales liberales y la prueba de la culpa (a
propósito del art. 1625 del proyecto de unificación de la legislación civil y comercial), en L. L. 1988-E-889 y ss;
Indemnización del daño contractual, 3ª ed., Platense LexisNexis y Abeledo-Perrot, La Plata-Buenos Aires, 2003,
ps. 155 y ss., Nº 86-2).

27 / 30
[110]

El mencionado art. 377 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación dice: "Incumbirá la carga de la prueba
a la parte que afirme la existencia de un hecho controvertido [...] Cada una de las partes deberá probar el
presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare como fundamento de su pretensión, defensa o
excepción".

[111]

BUERES, en BUERES (dir.) y HIGHTON (coord.), Código Civil... cit., t. 2-A), ps. 170 y ss., § 10; KEMELMAJER
DE CARLUCCI, Aída, Daños causados por abogados y procuradores, en J. A. 1993-III-715, Nº III-a); Ultimas
tendencias jurisprudenciales en materia de responsabilidad médica, en J. A. 1992-III-817, Nº V-b); VÁZQUEZ
FERREYRA, Roberto A., Prueba de la culpa médica, Hammurabi, Buenos Aires, 1991, ps. 106 y ss., § 12. Con
relación a la responsabilidad civil de los médicos puede verse sobre el tema: voto de la Dra. Borda de Radaelli en
fallo de la CNCiv., sala I, 25-10-90, "Favilla c/Peñeyro", E. D. 141-286 y L. L. 1990-D-114; sala D, con voto del Dr.
Alberto J. Bueres en fallos del 24-5-90, "Calcaterra c/Munic. Cap. Fed.", L. L. 1991-D-469, y 8-8-89, "Fernández
Russo c/Hosp. Ramos Mejía", J. A. 1990-II-69 y L. L. 1990-E-416; y con voto del Dr. Salgado en fallo del 12-5-92,
"Sica c/Entel", L. L. 1992-D-581, con nota coincidente de BUSTAMANTE ALSINA, Jorge, Prueba de la culpa
médica, en L. L. 1992-D-582 y ss., Nº V y VI. En el premencionado trabajo sostiene Bustamante Alsina que en el
marco normativo del Código Procesal Civil y Comercial y principios que informan la doctrina procesal, se puede
exigir al médico una amplia colaboración en la dilucidación de los hechos controvertidos, puesto que ambas
partes deben actuar en el proceso con buena fe; y que el mérito probatorio de los elementos arrimados habrá de
permitir al juez, al fallar, determinar las presunciones hominis de culpa contra la parte que observó una conducta
pasiva para demostrar su no culpa, cuando se hallaba en condiciones más favorables de hacerlo (favor
probationens), que el accionante a su vez para probar la culpa de aquél.

[112]

ALTERINI, Juan Martín, La responsabilidad del abogado en el marco de la teoría de las obligaciones de resultado
atenuadas, nota a fallo en Revista Responsabilidad Civil y Seguros 2001-418 y ss., Nº III; BRIZZIO, Claudia R.,
La obligación de resultado del banco en el contrato de cajas de seguridad, en Revista Responsabilidad Civil y
Seguros 1999-51 y ss.; STARK, Boris; ROLAND, Henri y BOYER, Laurent, Obligations, 4ª ed., Litec, Paris, 1993,
t. 2, ps. 431 y ss., Nº 1026; VINEY, Geneviève y JOURDAIN, Patrice, Les conditions de la responsabilité, en
Traité de Droit Civil, bajo la dirección de Jacques Ghestin, 2ª ed., LGDJ, Paris, 1998, ps. 453 y ss., Nº 534 y
534-1.

[113]

CNCiv., sala L, 6-6-2000, "F., R. B. c/G., A. L.", Revista Responsabilidad Civil y Seguros 2001-419 y ss.

[114]

ALTERINI, trabajo cit. en nota 112.

[115]

AGOGLIA, MEZA y BORAGINA, Responsabilidad por incumplimiento contractual cit., ps. 117 y ss.; ALTERINI,
Atilio Aníbal, Carga y contenido de la prueba del factor de atribución en la responsabilidad contractual, en L. L.
1988-B-956, Nº 18, y en ALTERINI y LÓPEZ CABANA, Derecho de Daños cit., p. 148, Nº 18; BUERES, La
responsabilidad contractual objetiva, en J. A. 1989-II-972, Nº 1, ps. 974 y ss., letra b), y p. 978, Nº VII-5 y 6;
Responsabilidad civil de los médicos cit., t. 1, ps. 83 y ss., Nº 2; BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p. 300,
Nº 4; BUSTAMANTE ALSINA, La prueba de la culpa, en L. L. 99-892 y ss.; Teoría general de la responsabilidad
civil cit., ps. 351 y ss., Nº 832 y 833; CAZEAUX y TRIGO REPRESAS, Derecho de las Obligaciones cit., t. I, ps.
562 y ss., Nº 477; LÓPEZ OLACIREGUI, José María, La fuerza mayor y la orden del soberano ante la teoría de la
responsabilidad civil, en J. A. 1944-IV-313 y ss., Nº 2; LORENZETTI, Ricardo Luis, Responsabilidad civil de los

28 / 30
médicos, 2ª ed., Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1997, t. II, ps. 233 y ss., Nº III; La responsabilidad del médico en el
Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial, en L. L. 1988-II-907 y ss.; MOSSET ITURRASPE,
Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 213 y ss., Nº 83-a); SALAS, Acdeel E., Caso fortuito y ausencia de culpa,
en Juris, t. 15, ps. 369 y ss., y en Obligaciones, contratos y otros ensayos cit., ps. 136 y ss.; TRIGO REPRESAS,
Félix A., "Casus" y falta de culpa, en L. L. 1981-B-293 y ss., Nº IV; Responsabilidad civil del abogado,
Hammurabi, Buenos Aires, 1991, ps. 169 y ss., Nº 6-e).

[116]

PLANIOL, RIPERT y ESMEIN, Tratado práctico de Derecho Civil francés cit., t. 6, ps. 537 y ss., Nº 182 y ss.;
SAVATIER, Traité de la responsabilité civile en Droit français cit., t. I, ps. 206 y ss., Nº 163 y ps. 227 y ss., Nº 182
y 183.

[117]

MAZEAUD y TUNC, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil... cit., t. 2, vol. II, ps. 326 y ss., Nº 630;
LÓPEZ OLACIREGUI, La fuerza mayor y la orden del soberano ante la teoría de la responsabilidad civil cit., p.
314, Nº II-a) y b).

[118]

BUSSO, Código Civil anotado cit., t. III, p. 300, Nº 4; LÓPEZ OLACIREGUI, La fuerza mayor... cit., ps. 314 y ss.,
Nº II-c); MOSSET ITURRASPE, Responsabilidad por daños cit., t. I, ps. 213 y ss., Nº 88-a); ORGAZ, La culpa
cit., ps. 258 y ss., Nº 104; BONNECASE, Julien, Suplément al Traité théorique et pratique de Droit Civil, de G.
Baudry-Lacantinerie, Recueil Dalloz-Sirey, Paris, 1926, t. III, p. 570, Nº 185.

[119]

BREBBIA, Roberto H., Caso fortuito y fuerza mayor, en Temas de Derecho Civil (Quintas Jornadas Sanrafaelinas
de Derecho Civil), Universidad, Buenos Aires, 1980, ps. 84 y ss.; BUSTAMANTE ALSINA, Teoría general de la
responsabilidad civil cit., ps. 350 y ss., Nº 827 a 832; GALLI, en SALVAT y GALLI, Tratado... cit., t. I, p. 132, Nº
121-a; MARTÍNEZ RUIZ, Obligaciones de medio y de resultado cit., ps. 759 y ss.; MAZEAUD, Lecciones... cit.,
Parte II, t. II, p. 122, Nº 452; SALAS, Caso fortuito y ausencia de culpa cit., t. 15, ps. 369 y ss., y en Obligaciones,
contratos y otros ensayos cit., p. 137.

[120]

Proyecto de Código Civil de la República Argentina unificado con el Código de Comercio, Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1999, p. 447.

[121]

Código Civil y Comercial de la Nación. Proyecto del Poder Ejecutivo Nacional redactado por la Comisión de
Reformas designada por Decreto Presidencial 191/2011, L. L., Buenos Aires, 2012, p. 569, Nº 6.

[122]

ALTERINI, Atilio Aníbal, Soluciones del Proyecto de Código en materia de responsabilidad civil, en L. L.
2012-D-1160, Nº VI, con cita de SCHIPANI, Sandro, Il ruolo della colpa nell'attuale sistema della responsabilità
civile, en Responsabilità civile e previdenza, Milano, 1977, Nº 5-6.

[123]

Fundamentos... del citado Código Civil y Comercial de la Nación. Proyecto del Poder Ejecutivo Nacional
redactado por la Comisión de Reformas designada por Decreto Presidencial 191/2011, p. 569, primer párrafo.

29 / 30
[124]

BUERES, Alberto J., La responsabilidad por daños en el Proyecto de Código, en L. L. 2013-A-839 y ss., Nº IV; La
culpa como norma de clausura ¿es un postulado verdadero?, en L. L. 2010-E-1220 y ss.

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