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541 Guatemala, 16 de Enero de 2,005

CÓMO DAR FRUTO


(Gen 28:3)
INTRODUCCIÓN
Jesús en su ministerio terrenal utilizaba muchas parábolas para enseñar para que escuchara la gente hasta donde su
capacidad para entender se los permitía (Mr. 4:33 BAD). El mismo se comparó con la vid (Jn 15:1) comparó la palabra de
Dios con la semilla (Lc. 8:8) las leyes de la guerra no permitían que se cortara árboles frutales, solo los árboles que nunca
daban fruto (Dt. 20:20) como hijos de Dios, El Señor espera de nosotros que demos fruto, por eso la Amada invita al amado
a que llegue a su huerto y coma de su exquisito fruto (Cant. 4:16)

DESARROLLO
Fruto del griego Karpos: fruto, el fruto de los árboles, de los campos, de la tierra, progenie, un efecto o resultado. Para
comenzar a obtener un fruto, primero debe de comenzar un proceso de siembra (Gal. 6:7) Cuando Dios comenzó el proceso
creativo en la tierra, fue hasta el tercer día cuando ordenó que los árboles dieran fruto (Gn. 1:11) las aves y los animales
recibieron la orden de fructificar en el quinto día, el hombre fue creado y recibió la orden de multiplicarse en el sexto día de la
creación (Gn. 1:28)

La tierra estaba desordenada y vacía a causa de un juicio de manera que no había hombre y las ciudades estaban
devastadas (Jer. 4:23-26) pero comienza El Señor un nuevo ciclo en el cual el hombre es incluido. El hombre sin Dios está
en una condición similar, en tinieblas, vacío y sin orden en su vida, pero al creer en el Señor Jesucristo dejamos de ser del
grupo de los que han sido condenados (Jn 3:18) ya no hay para nosotros ninguna condenación (Ro 8:1), Lo primero que
Dios hizo fue la luz (Ge 1:3) es cuando nos traslada del reino de tinieblas al reino de su amado Hijo (Hch. 26:18). Para
fructificar no podemos estar bajo maldición, El Señor Jesucristo dijo que nos convenía que Él se fuera, para que entonces
viniera el Espíritu Santo a morar en nosotros y El es quien nos hace fructificar (Gal. 5:22) sin embargo, estos frutos no van a
brotar espontáneamente; necesitamos la lluvia de la Palabra (Is 55:10-11), la doctrina apostólica (Dt 32:2) y una persona
para labrar la tierra. Esa es una función de los cinco ministerios (Ef 4:11-13) que son colaboradores de Dios y nosotros,
labranza de Dios (1 Co 3:9) el labrador para participar de los frutos debe trabajar primero, para fructificar hay situaciones
distintas por medio de la cuales lo podemos hacer.

OIR INTELIGENTEMENTE (Mt 13:19, 22)


La semilla fue sembrada y cada uno de los corazones la recibió, pero solamente dio fruto el que tiene un corazón bueno y
recto y que retienen la Palabra oída y que dan fruto con perseverancia (Lc 8:15) es decir que han limpiado su corazón de
piedras y espinas que representan los afanes de este siglo, el amor a las riquezas, temores y aflicciones. El que oye la
Palabra y la entiende lleva fruto a treinta por uno, el atrio del fructificar; sesenta por uno es el Lugar Santo; otro el ciento por
uno figura del Lugar Santísimo, el propósito de Dios es llevarnos a la estatura de primicias, al fructificar al ciento por uno y de
esta manera seamos considerados amigos de Dios (Jn 15:14-16) El árbol que permanece junto a las aguas da su fruto a su
tiempo y su hoja no cae (Sal.1:3)

El que oye y no entiende, el enemigo le roba la Palabra que fue sembrada en su corazón. Efraín no quiso oír la voz de Dios,
su raíz se secó y no pudo dar fruto (Os 9:16-17) fue desechado no aparece dentro de las 12 tribus de sellados (Ap 7:5-8).
El árbol que no da buen fruto, da mal fruto o no da ninguno; Jesús decía “por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:20) el que
siembra para su carne, de su carne segará corrupción (Gal. 6:8) y el que lo hace para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna. Nuestro compromiso como hijos de Dios es el de sentarnos y escuchar la palabra, anhelar aprender cada día más de
ella, el cristiano que no tiene dudas generalmente es porque nunca estudia ni lee la Biblia.

La parábola del sembrador es utilizada en tres evangelios, en cada uno de ellos varía la forma para fructificar
Oír y entender la palabra (Mt 13:23) Entender Gr. suniemi poner o producir juntos, entender, considerar, ser sabio. El que
se convierte en discípulo es a quien le explican los misterios del reino (Mt.13:10-11)
Oír y recibir la palabra (Mr.4:20) Recibir Gr. paradechomai recibir, tomar, aceptar, confirmar recepción.
Oír y retener (Lc.8:15) Retener Gr. katecho sostener, detener, retener, encerrar, mantener seguro.

MORIR A UNO MISMO (Jn 12:24)


Significa que debemos de morir a nuestros deseos, gustos, proyectos, planes negándonos a nosotros mismos (Lc. 9:23) y
entregar nuestra voluntad viviendo para Dios (Lc. 22:42). El Señor dijo que el que ama su vida la perderá, pero aquel que la
aborrece para sí, la hallará (Jn 12:25) el apóstol Pablo como fiel imitador de Cristo logró morir a sí mismo y nos invita a que
nosotros lo imitemos a el en lo que el imita al Señor (Gal 2:20) si lo hacemos seremos un modelo para otros. Es necesario
que el grano caiga a tierra y muera para producir fruto. El fruto producido debe tener la misma figura, color, olor, y sabor al
de la semilla sembrada, como Esteban cuando fue llevado por los religiosos para ser apedreado y que muriera, su actitud
fue la de pedir que fueran ellos perdonados porque no sabían lo que estaban haciendo, al morir engendró al que sería
conocido como Pablo el apóstol de los gentiles (Hch. 7:58)
Esta será la semilla de nuestro fruto que podrá ser sembrada en otros campos y producirá muchos frutos para Dios. El
Apóstol Pablo logró morir a sí mismo (Ga 2:20). Algunos de los consejos que encontramos en la palabra para morir a
nosotros mismos son: Presentar nuestros cuerpos en sacrificio, no conformándonos a este siglo renovando nuestra mente y
comprender cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida (Ro.12:1-2).

PERMANECER EN CRISTO (Jn 15:4-5)


Permanecer Gr. meno: permanecer, morar, habitar, esperar por. Para fructificar debemos de creer en Cristo y permanecer
en Él; debemos mantener una relación íntima con el Señor, sin pecado, pues éste nos aleja de Dios. Implica no alejarnos
de la iglesia, no dejar de congregarnos (He 10:25). El pámpano que da fruto es podado para que lleven más fruto (Jn 15:2)
el que no da fruto es porque se ha separado de la vid verdadera (Jn 15:5-6) por lo que el Señor intercederá para abonarlo,
para que lleve fruto (Lc 13:8-9) pero si no da fruto será cortado el árbol de raíz (Mt 3:10) y se secará y lo echarán al fuego
(Heb 6:7-8). Judá, uno de los patriarcas luego de que vendieron a José a los mercaderes madianitas, se alejó de sus
hermanos y fue a vivir con un hombre llamado Hira; la Biblia de las Américas dice “se separó” lo que tuvo como
consecuencia de que al final se salió del camino para ir en pos de la ramera, esto es la figura de aquellos cristianos que
cuando se alejan de la comunión de la iglesia, terminan dentro de Babilonia.

OFRENDAR, DIEZMAR (Fil. 4:10-17)


La iglesia de Macedonia y de Acaya cuando escucharon que vendría una gran hambre sobre la tierra, prepararon una
ofrenda para los pobres de la iglesia de Jerusalén y la enviaron por medio de Pablo, quien describe esa ofrenda como un
fruto (Ro 15:26-28) cuando él recibe una ofrenda de parte de los filipenses les escribe que no busca las dádivas, sino fruto
que abunde en su cuenta (Fil. 4:17) porque cuando damos fruto Dios nos bendice y nos conduce a la verdadera prosperidad,
por eso dice el Señor que El nos eligió y nos puso para que llevemos fruto que permanezca y entonces podamos pedir todo
lo que queramos y nos será dado (Jn 15:16). La Voluntad de Dios para nosotros es que seamos prosperados en todo y
tengamos salud (3 Jn 2). Si nosotros tenemos liberalidad para dar, nuestra liberalidad producirá en otros, acción de gracias
a Dios (2 Co 9:11). El profeta Hageo señala que como consecuencia de no ocuparse en edificar la casa a Dios, la lluvia dejó
de caer y la tierra ya no produjo sus frutos (Hag 1:10).

El diezmo ha sido durante mucho tiempo en distintas iglesias un conflicto, algunos dicen que fue solamente aplicado para el
tiempo de la ley, otros que no es obligación, algunos toman el diezmo y lo dividen dentro de algunas personas o iglesias que
tienen necesidad, pero la Biblia nos muestra que por medio del diezmo se puede adquirir temor del Señor (Dt. 14:21-22) es
para bendecir a las siguientes generaciones (Heb. 7: 9) hay tres formas en las que se diezma. 1) algunos lo hacen a la
manera de Jacob, que le dijo al Señor que si lo guardaba en el viaje de ida y de regreso, si le daba alimentos y ropa,
entonces que iba a diezmar, es decir 20 años después de la promesa, pero no cumplió (Gn. 28:20-22) sino que más
adelante Dios le dice a los que quieren negociar con Dios “Hijos de Jacob” (Mal 3:4) 2) Otros a la manera de Moisés, es
decir la imposición que establecía la ley de cumplir con lo que estaba ordenado, cumplían con lo monetario, pero habían
dejado a un lado la misericordia, la misericordia y la fidelidad (Lc. 8:11-12; Mt. 23:23) 3) la forma adecuada para diezmar es
como lo hizo Abraham, que luego de participar del pan y del vino, entregó voluntariamente los diezmos a Melquisedec, el
sacerdote del Dios Altísimo (Gn. 14:18-20)

SACRIFICIO DE ALABANZA (He 13:15)


Esto produce en nosotros fruto de labios que confiesan su nombre. Solo aquellos que confiesan que Jesús es el Hijo de
Dios, Dios permanece en ellos y Ellos en Dios (1Jn 4:15) Dios dice todo lo que respire alabe al Señor (Sal. 150:6) Pablo y
Silas en la cárcel alabaron a Dios y como consecuencia cayeron las cadenas y las puertas se abrieron (Hch. 16:25)

TRIBULACIÓN Y PRUEBA (Ro 5:3, Stg 1:13)


La tribulación nos es fácil de vivirla pero produce un fruto necesario que es la paciencia, con la cual se heredan las
promesas (He 10:36) y por medio de ella es probada nuestra fe que es más preciosa que el oro y que también debe ser
purificada (1 Pe 1:7). La iglesia de Esmirna en medio de la prueba tenía que permanecer fiel hasta la muerte y como
resultado de su actitud, obtendrían la corona de la vida (Ap. 2:10)

LA DISCIPLINA (He 12:11)


Nos trae fruto apacible de justicia cuando hemos sido ejercitados en ella, es decir, que por el ejercicio de la disciplina
alcanzamos la bendición de producir el fruto de la justicia, cuya semilla es la paz (Stg 3:18), ya que el someternos a la
disciplina es una forma de estar en paz con Dios.

CONCLUSIÓN
Cuando el fruto ya esté maduro, el Señor meterá la hoz porque ha llegado el tiempo de la siega (Mr 4:29), pero primero
recogerá sus primicias en el arrebatamiento; luego recogerá su cosecha en la mitad de la tribulación; y por último recogerá
su rebusco al final de la Gran Tribulación; esforcémonos por ser parte de las primicias. Para dar fruto debemos retener las
instrucciones de la palabra fielmente (1 Co. 11:2) y ponerla por obra (Stgo.1:22) debemos producir frutos para Dios, para que
el amado regrese encuentre frutos dulces en nosotros (Cant 4:16)

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