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Universidad Nacional de Colombia 

La retórica en El banquero anarquista.

Presentado por Valentina Rojas Moreno

Facultad de Ciencias humanas.

Departamento de Estudios literarios.

Literatura Portuguesa

Profesora Luísa Leão  

Bogotá D.C
2020-1
La retórica en El banquero anarquista.

Las diferentes ideologías de las que se nutren las sociedades para cohesionar los
actuares individuales con los intereses colectivos necesitan de un armazón discursivo que
las sustente; los ejercicios retóricos a los que hay que enfrentarse a la hora de entrar en el
campo de la política son bastante particulares dado a las dinámicas que imponen, no es
normal encontrar estos ejercicios en el ambiente literario, El banquero anarquista, cuento
del autor portugués Fernando Pessoa, es una excepción a esa generalidad. Partiendo del
oxímoron que suscita el mismo título del cuento, el autor a partir de la configuración de un
ethos, un pathos y un logos del personaje principal, demostrará cómo funciona el
pensamiento de un autodenominado “verdadero anarquista” quien a partir del dialogo
justificará su ocupación, innegablemente ligada al capitalismo, frente al otro personaje en el
relato, el narrador, (a quien se le referirá como “interlocutor”) quién al igual que los
lectores, manifestará escepticismo ante las ideas de este hombre.

Más allá de adentrarse en un análisis de la visión política del autor, de la cual de


hecho se tienen pocas certezas, lo destacable de este cuento es la manera en que Pessoa
configura un discurso político valiéndose de juegos de la retórica y como estos no se
trasladan a lo puramente parlamentario, los elementos con los que dota el autor a sus
personajes logran dar un efecto muy particular si se le compara con la estructura tradicional
del cuento, que suele optar por la narración de sucesos, en este caso la manera en que el
personaje principal hace uso del arte de persuadir es el elemento más llamativo.

El primer punto por destacar es la decisión composicional de crear todo un ambiente


donde la acción se reduce a la conversación, se sitúa en un establecimiento donde los
personajes beberán y fumarán con tranquilidad, un lugar para un encuentro casual como un
bar; gracias a esto la atención del interlocutor y del lector se centrará en las palabras del
banquero, quien hablará de manera distendida y convencida acerca de sus ideales,
construidos a partir de una experiencia de vida particular. El lector al verse envuelto en una
situación de corte tan privado como lo es una conversación entre amigos querrá empatizar y
comprender las palabras del personaje, primera instancia con la cual la retórica empieza a
cobrar sentido: el lector querrá escuchar atentamente las razones para que un discurso tan
inverosímil este anclado al pensamiento de un personaje que da todas las señales de estar
cuerdo, para que esto se desarrolle de manera fluida se tiene a la figura del interlocutor, este
a partir de cuestionamientos hará que el banquero desglose sus ideas.

Situándose en este espacio y con la voluntad de empatizar activada por el mismo se


entrará en el sistema de pensamiento del banquero. Al iniciar su argumentación el banquero
lo primero que afirma es ser “el verdadero” anarquista si es comparado con los
denominados anarquistas de sindicatos, aquí apela a tener una autoridad desconocida tanto
para el interlocutor como para los lectores, esta autoridad es la que constituye el ethos de su
discurso; la credibilidad se forja cuando él es uno entre la masa, y además de eso, es el uno
que posee la razón. La excepcionalidad suele ser impresionante, en este momento la postura
del lector se guiará a la escucha atenta para comprobar la aseveración del banquero, la
seguridad con la que expone su idea inicial deja la expectativa, de acuerdo con la secuencia
lógica que aborde su argumentación la autoridad que establece será validada o no.

Para dar sustento al ethos que establece el banquero, Pessoa procede a adjuntarle
otra figura retórica, el pathos, apelando a su niñez el banquero le dará credibilidad a su
posición. Gracias al imaginario colectivo que se ha construido alrededor del anarquismo es
fácil creerle a alguien que ha experimentado situaciones de injusticia, e incluso de pobreza,
sobre su convicción política que se encamina a la abolición del estado y sus construcciones
mentales de poder; en cambio, si se encuentra a un hombre el cual toda su vida ha tenido
una situación de privilegio que decide abanderarse de una ideología de este estilo, y peor
aún, la usa para justificar su situación de superioridad económica (como lo hace el
banquero) se tomará una distancia crítica considerable. Al adentrarse en la infancia del
banquero los lectores sentirán que hay honestidad en el discurso, apela a las emociones el
hecho de poner una historia de convicción que desemboca en el personaje actual, hay una
justificación, toda una vida que sostiene la idea del banquero, su persuasión así empieza a
cobrar sentido; el carácter anecdótico humaniza la argumentación del banquero lo que
persuade aún más, el lector hará un proceso de identificación.

Con estos dos elementos puestos en la retórica del banquero es muy difícil que los
lectores no sean receptivos ante sus ideas, ya han sido persuadidos por otros elementos
dentro de la argumentación, así el logos que expone a lo largo del relato será debatido con
mayor dificultad. Las disertaciones lógicas que plantea el banquero se configuran por
oposición, el banquero prueba la opción número 1 (opción regular que sigue lo que se
espera de un anarquista socialmente, como hacer parte de un sindicato o un colectivo) y
gracias a la observación de errores decide apartarse de ella, así llega a la opción número 2
(perfeccionada por su razonamiento) que termina descartando por las imposibilidades que
su mismo sistema de pensamiento le ha impuesto a los actos prácticos, saltando así de
opción en opción se llega a la opción x, la solución: sustentar su anarquismo desde la
posición de banquero. Esta secuencia de sentencias da la ilusión de llegar a un argumento
irrefutable dado a su procedimiento por pasos ya que en la cotidianidad los procesos
secuenciales funcionan (las recetas de cocina, las instrucciones de un aparato), la sensación
de seguridad que dan estos procesos lógicos el banquero logra trasladarla al ámbito
ideológico.

El final del relato ayuda a darle conclusión al discurso que, con todos sus elementos
alineados para convencer, deja en los lectores la sensación de haber sido cómplices de un
argumento sin fallos, ya que repite de manera efusiva su sentencia inicial: ¡Él es, sin duda
alguna, el verdadero anarquista! La voz que configura Pessoa en su personaje hace que el
final no se sienta discordante, funciona como engranaje final en la cadena de
convencimiento que el personaje va construyendo a lo largo del cuento, esto gracias a la
retórica utilizada que innegablemente vuelve una idea inverosímil en algo atractivo para el
lector promedio.

Este cuento de Fernando Pessoa es, en fin, un ejemplo increíble para entender el
funcionamiento de un discurso y las herramientas que se pueden utilizar en los ejercicios
retóricos. La literatura tiene así, un sustento para la evaluación de espacios ajenos al suyo
propio, en este caso, haciendo mimesis de un problema tan común como la ideología que
un individuo construye y defiende sin valerse de nada más que de la palabra.
BIBLIOGRAFIA:

Pessoa, F. (2002). El banquero anarquista. Madrid. Mestas ediciones.

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