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Microhistoria

Allá, en pleno oriente de valle de México existe una cuadricula particular. Entre
gigantes de cemento una ciudad que se construye desde hace 57 años, tiene su
nido. Cuna de coyotes, la imparable Ciudad Nezahualcóyotl…

Inicio con estas palabras, para introducir de cierto modo, un tema que tocare en
este ensayo. La Ciudad Nezahualcóyotl, por décadas ha estado estigmatizada por
diversas razones, su construcción ideológica en la mentalidad de los habitantes de
la ahora Ciudad de México, así como sus municipios vecinos, ha generado una
idea especifica de esta zona del valle de México.

Al hablar de esto he introducir este ensayo sobre una escueta reflexión sobre el
municipio en el que habito podría rentarnos a hablar sobre una historia sentimental
por un lugar específico, mi casa. Podría plantearme hacer una historia de mi
ciudad, una historia sobre mi colonia, mi barrio o mi manzana. Una historia que
surja de la sentimentalidad de convivencia diaria, algo como lo que enuncia Luis
González y Gonzales al describir a la microhistoria , pues enuncia que está nace
del corazón y no de la cabeza como la macrohistoria. 1

Reflexionar sobre la microhistoria desde un ejemplo me lleva a dilucidar de una


mejor manera un análisis crítico sobre este precepto que nos presenta Luis
Gonzales y Gonzales.

Con esta idea de que la microhistoria nace del corazón, el autor, a mi parecer
quiere abordar los ámbitos subjetivo más allá de una simple connotación
sentimentalista a la hora de establecerse en la microhistoria como mecanismo de
construcción sobre la historia. Este ámbito de subjetividad, a mi parecer, establece
una discusión que pareciera simple, pero que quizá sea planteada por primera
vez. Un historiador al enfrentarse con su objeto o sujeto de estudio, antes de
establecer un mecanismo de acercamiento teórico y metodológico, ha referido ya
a un mecanismo de acción y este es el de la subjetividad, el historiador se acerca
este por los intereses e ideas propias que este tiene y es a partir de aquí el
1
historiador se crea preguntas en relación con su propia relación con el
objeto/sujeto de estudio.

De acuerdo con el autor, la microhistoria tiene una estrecha relación con el


presente. Existe una necesidad de esta corriente de establecer esta relación, pues
comprende al historiador como un sujeto subjetivo carente de capacidades de una
atracción inerte, ve su relación con su presente y comprende como el presente
ejerce sobre el historiador.

El presente pasa a ser una discusión fundamental a la hora de la construcción del


relato histórico, tanto como tiempo de enunciación como temporalidad abstracta o
conceptualizada. El presente se refleja en las implicaciones de la interrogante, en
los mecanismos de análisis, en las propuestas ideológicas que se plasman en la
interpretación que el historiador vertiera.

Me es interesante la relación que se establece entre la microhistoria y la


macrohistoria como una relación completamente dispar, llena de contarios.
Plantear esta gran historia como un monstruo que devora los pequeños relatos, el
relato de lo cotidiano me remite a pensar en la realidad de esta premisa. Y más
allá de los terrenos de la microhistoria comprender a la gran historia, la historia
hegemónica de esta manera hace resonancia en la falta de interés sobre temas
que hoy por hoy se ven soslayados, y que quizá algunos sin complejos desde los
patrones de la microhistoria, establecer esta premisa como un problema es un
gran paso hacia una crítica hacía los métodos o modelos con que se concibe y
escribe la historia.

De vuelta a mi ejemplo, hablar de una microhistoria sobre el municipio de


Nezahualcóyotl remitiría expresamente a hablar sobre las comunidades
soslayadas y hechos de lo cotidiano que ocurren en esta ciudad.

Y aunque comprenda la premisa a la que el autor se refiere como lo cotidiano, me


resulta complicado comprender la medida o los mecanismos por los cuales un
historiador que se interesara en esto se acercaría a esto que podríamos
comprender como cotidiano, y peor aún, ¿Cómo nos enfrentaríamos a la hora de
significar y dar sentido a lo cotidiano?

Ahora bien, una amplitud vasta y peligros que yo encuentro en la metodología de


la microhistoria a la que se refiere Luis Gonzales y Gonzales es en relación a las
fuentes a las que un historiador interesado en incursionar en este modelo de
“hacer historia” se valla a enfrentar. Y es un problema porque cae en una amplitud
sin precedentes de fuentes elegibles. Pienso por mencionar algunas (y en relación
con el ejemplo manejado) en entrevistas/testimonios, periódicos, fotografías
periodísticas/documentales, documentos jurídicos, fotografías familiares,
documentación familiar, revistas, etc.

Estas posibilidades hacen de la microhistoria un ejemplo caro sobre pluralidad a la


hora del manejo de fuente.

Por otro lado, y algo que podría cuestionar de manera expresa es la relación que
debe existir entre el objeto de estudio y e historiador. Esta relación aunada a la
subjetividad a la que ya he hecho alusión, involucra de igual modo una proximidad
física y vivencial con el objeto. Y aunque es un concepto al que evidentemente
Luis Gonzales y Gonzales no hace alusión, el historiador debe ser víctima de su
objeto de estudio, y esta pequeña y estrecha relación establece un problema más
fuerte. De acuerdo al ejemplo que he planteado, en mi caso, yo soy víctima de mi
municipio, lo habito y mi relación con este es estrecha, pero que sucede cuando
alguien ajeno se interesa por esta comunidad en particular, ¿la microhistoria tiene
mecanismos de acción o acercamiento para este tipo de características que
escapan de su postulación fundamental?

Por último, y un problema que podría tener relación con este método de hacer
historia es su cercanía o aproximación con la crónica.

Si bien la crónica y los relatos micro históricos surgen de necesidades distintas y


cumples con requisitos y puntos de vista particulares, es innegable la cercanía y
aproximación de comparación que tienen una con la otra. Esto no quiere decir que
sean lo mismo y podamos prescindir de una, o que incluso pueda existir una
relación entre ambas como fuente una de la otra. Pero que sucede cuando nos
enfrentamos a una similitud tan consistente.

Tanto la crónica como la microhistoria tienen una relación estrecha con su objeto
de estudio, de una espacialidad y temporalidad definitiva, una relación
fundamental con el presente. Es muy importante resaltar un aspecto dentro de
esta diferencia y es la institucionalización, pues es la que regula la aproximación
de la microhistoria y a la que otorga un valor distinto, esto no quiere decir que la
crónica no valga por sí misma, pues es un trabajo fundamental, pero bajo esta
raquítica aspiración de la historia a ser una ciencia, existen modelos y
mecanismos de legitimación que en ocasiones vulnera trabajos que se escapan de
sus conceptualizaciones.

Para concluir reconozco las aportaciones de la microhistoria a la historiografía


mexicana, pero me cuestiono de su pertinencia en la historiografía
contemporánea, es decir, no que no sea importante o que tenga una relación con
la contemporaneidad, sino que es quizá esta contemporaneidad un obstáculo o
precepto fundamental que modifique su funcionamiento.

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