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En todas las parroquias del mundo hay una persona que manda más que el sacerdote, que

indispone, que es antipática, que es amargada, que impide a los feligreses acercarse al párroco,
que dificulta, que es piedra en el zapato – porque si- cuando una persona no le gusta, que quiere
saber todo lo que uno va a hablar con el sacerdote, que inventa argumentos, que posa de
supervisora en las misas y que quiere saber y decidir más que el párroco.

Abundan en nuestras parroquias y actúan a veces de esa forma sin que el párroco se dé cuenta,
porque a él le muestran una cara muy distinta de la que le muestran a la comunidad- Ese tipo de
personas no deberían existir porque dañan, laceran la imagen del sacerdote y de la iglesia. Son
verdaderos antitestimonios vivos de cómo no debe ser un católico. Los párrocos deberían
erradicar definitivamente esta clase de personajes que tanto daño hace a la iglesia. Por ahí debe
comenzar la limpieza en las parroquias. Son seres odiosos que hacen más mal que bien.

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